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POR:
DIANA STEFANNY BENITEZ BERNAL
PRESENTADO A:
LIC. DIANA MONSALVE HERRERA
Me siento orgullosa de mis raíces, las mantengo vivas y recuerdo mi identidad todos los días con
dialecto e idioma (quichua). En la forma de vida, busco fomentarle a mi hija esa identidad pasto,
en personalidad, pensamiento de usos y costumbres como indígena perteneciente de mi pueblo.
Mi acento particular, agudo al finalizar las frases y la excelente pronunciación, me diferencian de
otras culturas, no tengo la fisionomía del Indio Pasto, por el contrario; soy blanca, de ojos cafés
claros, pestañas largas, nariz respingada y tallo 1.55cm, la estatura normal de la gente de mi
Nariño, soy la mezcla de una Mama Indígena y Taita zambo, pese a mis facciones notoriamente
occidentales, en mi ser viven las raíces de mi cultura. No digo “que frio” digo: “chichay”, no
digo niño, tampoco chino, digo: “guagua” y cuando es de cariño “chiquillo (a)”, mis padres son:
mis Taitas y cuando algo me parece feo no me puede faltar decir: “Tatay”, soy una mujer
guarme, en el hacer, pensar y en el actuar; consciente de la dualidad, feliz de mi naturaleza; mis
vestimentas ya no son propias de mi pueblo, sin embargo a la hora de vestir soy recatada, sin ser
mojigata, me gusta mucho la música y la danza andina, no soy amante de las medicinas
farmacéuticas, lo mío es la medicina tradicional, me considero una mujer altruista, busco ser
justa en todo lo que me rodea y correcta de acuerdo con mis principios morales, le doy crédito a
la palabra ajena y a la mía. dándole trascendencia al orden de la ley natural que no cambia (el día
es día y la noche es noche).
Soy de tierra fría y me rodeo de artesanos, que cada año nos muestran su trabajo en los
carnavales de negros y blancos, Crecí rodeada de frio y viento helado entre el verde tapiz de
retazos, buscaba divertirme entre el maíz y las cochas de agua, esperando ansiosa a las cinco de
la tarde para tomar mi cafecito con pan, esa es nuestra tradición, es la hora precisa para
contemplar en el cielo como caen las nubes verdes. Como no contarles también sobre los
amaneceres helados con olorcito a eucalipto, donde solo los estudiantes y los jornaleros de las
frías mañanas tenemos el privilegio de ver asomándose entre las montañas a nuestro Taitico inti,
abrazando con calorcito a la pacha mama, con cada hora que pasa, el abrazo es más fuerte y ya
no se puede ver como la fría nieve cobija a nuestros guardianes el Chispas y el Guangas, o más
conocidos como los volcanes El Cumbal y El Chiles. De donde vengo celebramos el Inti Raymi
(la fiesta del sol) data el 21 de junio, el comienzo del año Andino; donde el día es más largo y la
noche corta, le ofrecemos la cosecha al Taita Inti, con baldes llenos de chicha y chancuco que se
reparte a todos los que se quieran unir a la fiesta, al ritmo de guaneña y danzantes de males,
bailamos y zapateamos en círculos para mantener a la pacha mama despierta y a las doce del día
nos felicitamos con un abrazo de “jayin wata” (¡feliz año nuevo!).
CONCLUSIÓN