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DIOS PROVEERÁ DE CORDERO.

“Y él dijo: He aquí el fuego y la leña; mas ¿dónde está el cordero para el holocausto? Y respondió
Abraham: Dios se proveerá de cordero para el holocausto, hijo mío. E iban juntos”. (Génesis 22:7b-8).

LECTURA: Génesis 22; Isaías 53.

La figura de la sustitución se encontraba “escondida” desde los primeros relatos del Génesis; y es
aquí en el capítulo 22 donde encontramos uno de los relatos más impactantes que la mente humana
pueda escuchar. La fidelidad de Abraham no había sido probada aún; las pruebas, amigo lector
creyente, tienen el propósito de hacernos más parecidos a Cristo (Santiago 1:12). Pero volviendo a
nuestro pasaje, Isaac es un “tipo” del Señor Jesús, el Padre celestial entrega al Unigénito para que el
mundo sea salvo por Él. En el momento, la enseñanza que Abraham iba a recibir lo marcaría a él, y al
resto de la cristiandad. Cuando Isaac, el hijo obediente, analiza la situación descubre que falta algo: el
cordero (v.7); el padre atribulado saca fuerzas de lo Alto y le contesta: “Dios lo proveerá” (v. 8). La
historia de Abraham y de Isaac tiene un final feliz, cuando la voz de Dios detiene el cuchillo del
sacrificio, y de esta forma, de manera simbólica “le volvió a recibir” de entre los muertos
(Hebreos11:17-19). El poner a un padre como este que entrega a su hijo, nos da claridad para
comprender lo doloroso que fue: primero para Abraham, y luego para el Padre del Señor Jesús al
entregar a su único Hijo. Yo merecía estar ahí. Usted amigo que lee, también debía estar ahí; toda la
humanidad debía morir a causa del pecado que mora en nosotros, pero Jesús fue obediente hasta la
muerte (Hebreos 10:12). El último de los profetas (Juan el Bautista) lo presentó como “el Cordero de
Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29b). Los corderos de la antigüedad solo encubrían el
pecado, en pocas palabras: lo escondían. Jesús no lo mete debajo de la tierra, Él lo quita. Es en
referencia a Jesús el Cordero que la Biblia dice: “Varón de dolores, experimentado en quebranto”
(Isaías 53:3ª). Si aún no conoce al Cordero, lea las páginas centrales de este libro y entre en el gozo
de conocerle, de seguirle, y de amarle.

“Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivir… con la sangre preciosa de Cristo,
como de un cordero sin mancha y sin contaminación”. (1 Pedro 1:18a-19).

REVISTA VIDA PLENA.

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