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“EL ANGEL DE JEHOVA” — PARTE 1

En el Antiguo Testamento hay un ángel muy especial que aparece de vez en cuando. Es llamado
«el ángel de Jehová» y debería ser distinguido de cualquier ángel referido como «un ángel de Jehová».
Cuando la Biblia se refiere a «un ángel de Jehová», podría ser cualquiera de los incontables miles que
Dios seleccionó para cierta tarea o misión. Pero cuando nos topamos con la frase «el ángel de Jehová»,
parece que un único mensajero está siendo referido.

El Angel Teofánico — ¿Quién Es El?


De un estudio de los pasajes mencionando «el ángel de Jehová», parece aparente que, al menos
en varias ocasiones, el ángel podría ser el Señor Dios mismo, Jehová. Otras referencias parecen indicar
que el mensajero especial podría haber sido una aparición del Cristo mismo preencarnado. En
cualquier caso, eso es lo que es conocido como «teofanía», una aparición visible de un ser divino en
forma humana. Surge entonces la pregunta: «¿Quién es el ángel teofánico?» «¿Es el Dios mismo
apareciendo en lo que algunos han llamado «un descenso momentáneo de Dios a la visibilidad?» ¿Es el
Verbo preencarnado, el Señor Jesucristo? O ¿es simplemente un ángel muy especial con una comisión
especial de parte de Dios? Antes de intentar contestar estas preguntas, miremos algunos casos
históricos de personas que encontraron una aparición del «ángel de Jehová».

Las Experiencias de Agar


Primera en nuestra lista está Agar. Dos veces en su vida esta mujer — tan menospreciada por su
señora, Sara — fue favorecida con una visita de este personaje celestial. En Génesis 16:7 el ángel de
Jehová encontró a Agar en el desierto. Le dice que multiplicará su simiente hasta que no sean capaces
de ser contados (Gén. 16:10). Este es casi el mismo lenguaje que Dios mismo usó al personalmente
prometer una gran nación a Abraham (Gén. 12:2; 17:6; 18:18). Agar, sintiendo la presencia de un Ser
Divino, llamó el nombre de Jehová que le hablaba «Tú eres Dios que ve», añadiendo «¿No he visto
también al que me ve?» (Gén. 16:13). Desde ese día el pozo donde ocurrió este encuentro fue llamado
«Beer-lajai-roi» que significa, «Pozo del Viviente-que-me-ve».

Más tarde en su vida atribulada Agar es visitada nuevamente por este ángel especial.
Nuevamente ha sido enviada al desierto por su señora Sara; una vez más el ángel de Jehová le ministra
(Gén. 21:17). Por favor note que es «Dios» quien escucha al joven Ismael, llorando. Pero es «el ángel
de Dios» quien le habla desde el cielo. En el v.19 es «Dios» quien abre los ojos de Agar de manera que
pueda ver una fuente de agua, de esta manera preservándolos a ambos, a ella y al muchacho, y a la
nación que saldría de su simiente.
En ambos casos, encontramos un intercambio de las palabras «Dios» y «el ángel de Dios».

Los Encuentros de Abraham


La siguiente persona favorecida fue Abraham. La Biblia dice que «le apareció Jehová en el encinar
de Mamre» (Gén. 18:1). Abraham levanta los ojos y ve tres varones. Dos de estos visitantes son
identificados más tarde como ángeles (Comp. Gén. 18:22; 19:1). El tercer visitante parece ser el Jehová
mismo. Repetidamente en la narración, Dios habla a Abraham (véase los v.10,13,17).
Como Agar, Abraham experimentó una segunda visita del ángel de Jehová. En el Monte Moriah, a
punto de sacrificar a su hijo de la promesa, Isaac, Abraham es interrumpido divinamente. El ángel
habla desde el cielo y detiene la mano de Abraham (Gén. 22:11). El lector cuidadoso notará que el
ángel dice: «... ya conozco que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único» (Gén.
22:12). El ángel luego le asegura a Abraham la promesa de que sus descendientes serán tan numerosos
como las estrellas del cielo y la arena del mar (v.17). Esta, por supuesto, era una promesa que Dios le
había hecho a Abraham al principio en su vida (véase Gén. 13:16; 15:5).
El Sueño y Prueba de Jacob
El siguiente individuo que encuentra al ángel de Jehová es Jacob. Una vez volviéndoles a contar a
sus esposas, Raquel y Lea, cómo el ángel de Dios se le había aparecido en un sueño (Gén. 31:11). El
ángel, acorde a Jacob, se identificó a Sí mismo de esta manera: «Yo soy el Dios de Bet-el, donde tú me
ungiste la piedra, y donde me hiciste un voto» (Gén. 31:13). El incidente que Dios le está recordando a
Jacob es cuando él tuvo otro sueño — el sueño de la escalera entre el cielo y la tierra. Los ángeles
estaban subiendo y bajando por la escalera. En la cima de la escalera estaba Jehová quien habló a
Jacob asegurándole, como lo había hecho con Abraham, que su descendencia sería como el polvo de la
tierra en número y que a través de él todos los pueblos de la tierra serían benditos.
Cuando Jacob es reunido con su alejado hermano Esaú, encuentra ángeles nuevamente (Gén.
32:1-2). Esta vez lucha toda la noche con un ángel/varón. El luchador es llamado un «varón» en el v.24
pero «ángel» en Oseas 12:4. En medio de la lucha el ángel cambió el nombre de Jacob a Israel porque
Jacob ciertamente había «luchado con Dios» (Gén. 32:28). No estando contento con eso, Jacob se
atreve a preguntarle al ángel que le divulgue su nombre. El ángel rehúsa pero Jacob llama el lugar
donde él y el ángel lucharon «Peniel» porque, acorde a Jacob, «Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi
alma» (Gén. 32:30). Peniel significa «el rostro de Dios».
Antes de morir, Israel (una vez conocido como Jacob) alabó al «... Dios que me mantiene desde
que yo soy hasta este día, el Angel que me liberta de todo mal...» (Gén. 48:15-16). Nuevamente uno
nota los términos intercambiables de «Dios» y «ángel».
Moisés y la Zarza Ardiendo
Moisés se convierte en la cuarta persona en ser bendecida con una aparición de «el ángel de
Jehová». Un día, mientras Moisés estaba cuidando las ovejas de su suegro cerca al Monte Horeb, este
ángel especial apareció a él «en una llama de fuego en medio de una zarza» (Ex. 3:2). Intrigado por
este fenómeno — asombra- do porque la zarza no estaba siendo consumida por la llama — Moisés se
acercó y recibió el susto de su vida. ¡Dios mismo le habló a Moisés desde la zarza! El Todopoderoso
instruyó a Moisés a quitar sus sandalias porque estaba ahora en «tierra santa» (Ex. 3:5). Dios procede a
identificarse a Sí mismo como «el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob».
Dios continuó diciendo que El era el gran YO SOY (Ex. 3:14). Esteban verifica más tarde este incidente
en su narración de la historia Judía (Hch. 7:30-35).
Es claro de Exodo 3:2 que «el ángel de Jehová» es uno y el mismo como el Dios que habla desde
la zarza ardiendo (Ex. 3:4).
Los Hijos de Israel
La descendencia prometida a Jacob-Israel, sacados por Moisés de la tierra de Egipto, también
fueron guiados por el ángel de Dios. El ángel teofánico viajaba delante de ellos en una columna de
nube de día y les daba luz en la noche en forma de columna de fuego. Exodo 14:19 dice que era «el
ángel de Dios» el que obraba este servicio maravilloso y útil para los hijos de Israel. No obstante, Exodo
13:21 dice que era «Jehová» el que «iba delante de ellos de día en una columna de nube para guiarlos
por el camino, y de noche en una columna de fuego para alumbrarles, a fin de que anduviesen de día y
de noche». ¿Son estos términos contradictorios? No. Son términos complementarios: Jehová y el ángel
de Jehová son sinónimos.
Los Israelitas también fueron informados por el Señor que El estaba enviando Su ángel delante
de ellos para introducirlos con seguridad a Canaán (Ex. 23:20). Fueron instruidos a prestar atención a él
y escuchar lo que dijera porque «mi nombre está en él» (Ex. 23:21). Si los Israelitas escuchaban
cuidadosamente lo que el ángel dijera, e hicieran todo lo que Dios les dijera que hicieran, todo iría bien
con ellos (Ex. 23:23).
Aún después que el pueblo pecó a los pies del Monte Sinaí, Dios nuevamente prometió
proveerles con la guía y protección de Su mensajero especial (Exodo 32:4; 33:2). El profeta Isaías
registra más tarde que «él ángel de su faz» salvó a Su pueblo en sus angustias (Isaías 63:9).
El ángel de Jehová también reprendió a los Israelitas en Boquim por su fracaso en obedecer a
Dios en la destrucción de los altares paganos (Jueces 2:1-5). El ángel les recordó: «Yo os saqué de
Egipto, y os introduje en la tierra de la cual había jurado a vuestros padres ... (Jueces 2:1). El pueblo
lloró ante las palabras del ángel (Boquim significa «los que lloran») y ofrecieron sacrificios a Jehová
(Jueces 2:5).
El ángel de Jehová también colocó una maldición sobre Meroz, un pueblo que falló en venir en
ayuda de Débora y Barac en su batalla contra Jabín, rey de Canaán. En el cántico de Débora
encontramos estas palabras: «`Maldecid a Meroz’, dijo el ángel de Jehová; maldecid severamente a sus
moradores, porque no vinieron al socorro de Jehová, al socorro de Jehová contra los fuertes» (Jueces
5:23).
BALAAM Y LA BESTIA
Sexto, el ángel de Jehová, junto con una muda bestia de carga, detuvo la locura de un profeta,
Balaam. Mas tarde, un profeta interesado estaba en camino a hacer tratos con los enemigos de Israel,
los Moabitas. Esta montado en una asna. Números 22:22 dice que Dios estaba muy enojado con
Balaam, y «el ángel de Jehová se puso en el camino por adversario suyo». La presencia divina era
visible para la asna pero no para Balaam. La asna se apartó y Balaam procedió a azotar la pobre bestia.
Cuando Balaam finalmente consiguió que la asna regresara al camino, el ángel apareció de nuevo,
bloqueando el camino. Esto forzó de nuevo a la asna a colocarse contra la pared, apretando el pie de
Balaam. Enfurecido, el profeta golpeó a su asna. Una tercera vez el ángel bloqueó el camino. Esta vez,
la asna no se dirigió a la derecha o a la izquierda. Simplemente procedió a echarse en el camino — un
acto que enfureció a Balaam. Sacó prontamente su palo y procedió a azotar la bestia sin misericordia.
Luego Dios hizo una cosa maravillosa. ¡Abrió la boca de la asna y ella empezó a hablarle a Balaam!
«¿Qué te he hecho, que me has azotado estas tres veces?» (Núm. 22:28). Balaam estaba tan fuera de sí
que no se dio cuenta de lo que estaba haciendo — ¡empezó una conversación con su asna! ¡Me
pregunto que estarían pensando sus siervos de esta escena fantástica! Finalmente, Dios abrió los ojos
de Balaam y ve lo que la pobre asna había visto hacia rato — «al ángel de Jehová que estaba en el
camino, y tenía su espada des- nuda en su mano» (Núm. 22:31). Esto aterrorizó al profeta casi fuera de
su juicio. El ángel dijo a Balaam «la palabra que yo te diga, esa hablarás» (Núm. 22:35). Cuando Balaam
finalmente arribó a su destino dijo al rey Moab, «La palabra que Dios pusiere en mi boca, esa hablaré»
(Núm. 22:38).
JOSUÉ Y EL HOMBRE CON LA ESPADA DESENVAINADA
El séptimo hombre en ver al ángel de Jehová era un hombre cuyo nombre es como ese de Jesús -
Josué. Ambos nombres significan «Jehová es la salvación». Justo antes de la caída de Jericó, Josué
estaba cerca a la ciudad predestinada cuando alzó sus ojos y vio a un hombre que estaba delante de él
(Josué 5:13). Como la figura ante Balaam, tenía una espada desnuda en su mano. Josué se arma de
valor y pregunta a la imponente figura si está con Israel o con Jericó. «No», fue la respuesta que vino
del extraño. «Como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora» (Josué 5:14). Al escuchar esto,
Josué se postra en tierra — ¡y adora! Es altamente importante que a él no le es dicho que detenga la
adoración. La aterradora figura debe haber sido mas que un hombre, porque los hombres no deben ser
adorados. El apóstol Pedro le dijo a Cornelio «levántate» porque él (Pedro) también era un hombre
(Hechos 10:26). La figura también debe haber sido mas que un ángel, porque la adoración a los ángeles
está prohibida en la Biblia (Col. 2:18; Ap. 22:8- 9). No está más allá de la razón pensar que la figura era
esa de Dios Mismo o el Verbo preencarnado, Jesucristo. En efecto, Josué llama a la figura «mi Señor»
(Josué 5:14). La respuesta del príncipe del ejército de Jehová es mas interesante: «Quita el calzado de
tus pies, porque el lugar donde estás es santo» (Josué 5:15).
¿Suena familiar? Debería. Casi las palabras exactas que Moisés escuchó en la zarza ardiendo, de
Dios Mismo (Exodo 3:5). ¿Una coincidencia? No lo creemos.
LA EXPERIENCIA DEL FUEGO ASCENDENTE DE GEDEÓN
En el libro de Jueces, el ángel de Dios apareció a Gedeón debajo de la encina en Ofra (Jueces
6:11). Gedeón había estado sacudiendo el trigo en el lagar para esconderlo de los madianitas. El ángel
trató de asegurarle a Gedeón que Jehová estaba con él (Jueces 6:12). Gedeón pregunta en voz alta, «si
Jehová está con nosotros, ¿por qué nos ha sobrevenido todo esto?» (Jueces 6:13). Note un cambio
importante en el texto. En el versículo 14, Dios Mismo habla al atribulado Gedeón: «Y mirándole
Jehová, le dijo: Ve con esta tu fuerza, y salvarás a Israel de la mano de los madianitas». Gedeón lo
llama «Señor» en el versículo 15. Le pide una señal de que es realmente con Dios con quien habla.
Recibiendo el permiso divino, Gedeón prepara pan y carne para una ofrenda. Ahora el ángel le dice que
coloque el pan y la carne sobre la peña y vierta el caldo (Jueces 6:20). El ángel toma su báculo y toca la
carne y el pan. ¡Ocurre una cosa increíble! El fuego subió de la peña y consumió la carne y el pan. Al
mismo tiempo, el ángel desapareció. Como el entendimiento de Gedeón se aclaró lentamente,
exclama, «Ah, Señor Jehová, que he visto al ángel de Jehová cara a cara» (Jueces 6:22). Pero Dios no ha
dejado la presencia de Gedeón después de todo, porque él escucha a Dios hablando, «Paz a ti; no
tengas temor, no morirás» (Jueces 6:23). ¿Por qué le debía ser asegurado a Gedeón que no iba a morir
si la figura con que se había encontrado no era Deidad? Muchas personas habían visto ángeles antes y,
aunque estuvieron profundamente atemorizadas, no estuvieron en peligro de morir. El temor de la
muerte vino a causa de ver a Jehová (Exodo 19:21). Aliviado, Gedeón edifica un altar para Jehová y lo
llama «Jehová-salom» [«Jehová es Paz»] (Jueces 6:24). El prosigue para llevar a cabo las grandes
proezas para Dios.
LOS PADRES DE SANSÓN
Los padres del hombre más fuerte de la Biblia, Sansón, fueron privilegiados en ver al ángel
teofánico. La madre de Sansón fue la primera de los dos en ser visitada por el ángel de Dios. Ella era
estéril, incapaz de tener hijos. Un día el ángel se le apareció inesperadamente y le dijo que a pesar de
su condición de esterilidad, iba a concebir y tener un hijo. Le fue mandado a no beber vino ni a comer
nada inmundo porque el hijo sería Nazareo. Ninguna navaja debía tocar su cabeza. El sería el libertador
de Israel de los odiados Filisteos (Jueces 13:2-5).

Más tarde, la madre de Sansón describe el ángel a su esposo, Manoa, un Danita. Ella dijo, «Un
varón de Dios vino a mí, cuyo aspecto era como el aspecto de un ángel de Dios, temible en gran
manera» (Jueces 13:6). Manoa luego ora a Dios y le ruega que envíe de nuevo al hombre para que les
enseñe como levantar al niño (Jueces 13:8). Dios bondadosamente contesta la oración de Manoa y el
ángel reaparece a su esposa en el campo. Ella corre a encontrar a Manoa y él viene y pide la guía del
ángel en cómo debe levantar al muchacho. El ángel nuevamente da las instrucciones que le había dado
al principio a la esposa de Manoa. Después de esto, Manoa invita al ángel a quedarse para la cena. El
ángel consiente, pero dice que no comerá el alimento. Les dice que lo ofrezcan como un holocausto a
Jehová. En este punto de la historia aprendemos que «No sabía Manoa que aquél fuese el ángel de
Jehová» (Jueces 13:16). Quizás confundido por la extraña solicitud, Manoa (como Jacob) pregunta al
ángel su nombre. El ángel contestó, «¿Por qué preguntas por mi nombre, que es admirable? La Versión
Dios Habla Hoy tiene «Es un secreto maravilloso». La Versión Moderna tiene «maravilloso». El Mesías,
acorde al profeta Isaías, sería llamado «Admirable» (Isa. 9:6).

Manoa toma un cabrito y lo ofrece juntamente con una ofrenda. A medida que él y su esposa
miraban, el Señor hizo una cosa maravillosa. ¡El ángel de Jehová subió en la llama del altar» (Jueces
13:19-20). Atolondrados, Manoa y su esposa se postraron en tierra, comprendiendo al fin que era el
ángel de Jehová (Jueces 13:21). Manoa exclama, «Ciertamente moriremos, porque a Dios hemos visto»
(Jueces 13:22). Pero su esposa razona que si Dios hubiera querido matarlos, no habría aceptado el
holocausto de ellos (Jueces 13:23). A pesar de haber estado en la Presencia Divina, Manoa y su esposa
hallaron gracia, ella tiene un hijo, Sansón, y este se convierte en un juez notable en Israel.

DAVID Y EL DESTRUCTOR DE JERUSALÉN


La 10ª vez que el ángel de Dios aparece a los hombres en el Antiguo Testamento es quizás la mas
aterrorizadora de todas. El rey David, tentado por Satanás, censa al pueblo de Israel (1 Crón. 21:1). La
cosa desagrada a Jehová y castiga a Israel. Setenta mil Israelitas caen en una terrible plaga (1 Crón.
21:14). El ángel de Dios es enviado luego para destruir la misma ciudad santa - Jerusalén (1 Crón.
21:15). David, para este tiempo sumido en la angustia, levanta los ojos y ve una escena espantosa. El
ángel de Dios está colocado entre el cielo y la tierra. Tiene una espada desnuda en su mano. La espada
está extendida contra Jerusalén. David le implora a Dios que no permita que continúe la plaga sobre
Jerusalén sino sobre él mismo y su familia (1 Crón. 21:17). El ángel ordena al profeta Gad que le diga a
David que edifique un altar para Jehová (1 Crón. 21:18). David así lo hace y Dios contesta con fuego
desde el cielo. Dios también habla al ángel quien guarda su espada y la plaga es detenida (1 Crón.
21:27).
LA VISIÓN DE ZACARÍAS DEL HOMBRE EN EL CABALLO ALAZÁN
Zacarías, un profeta contemporáneo con Hageo, recibió una serie de ocho visio- nes de Jehová.
En la primera visión (Zac. 1:7-17), el ángel de Jehová apareció a Zacarías entre los mirtos, cabalgando
en un caballo alazán. Otros jinetes estaban con él, montados en caballos alazanes, overos y blancos.
Sorprendido, Zacarías pide una interpretación al ángel a la mano de quiénes son estas figuras. El jinete
del caballo alazán (v.8) es identificado como el ángel de Jehová (v.12-13). El co- mentario de Clarke,
«Un ángel en forma de hombre; se supone que es el SEÑOR JESUS; quien parece haber aparecido a
menudo en esta forma, como un preludio a su encarnación; véase Josué 5:13; Ezeq. 1:26; Dan. 7:13; y
10:5. El mismo, que probablemente apareció a Josué con una espada desnuda, como el Príncipe del
Ejército de Jehová. Josué 5:13-15» (Comentario de Clarke, Vol. 4, Pág. 769). Los jinetes de los otros
caballos en los mirtos son probablemente ángeles, quienes han salido por toda la tierra (v.10-11).
Nuevamente citamos a Clarke: «Probable- mente señalando las ordenes diferentes de ángeles en el
ejército celestial, quienes son empleados por Cristo en la defensa de su Iglesia. Los diferentes colores
pueden señalar los grados de poder, autoridad, y excelencia, de las naturalezas angélicas que son
empleadas entre Cristo y los hombres» (Ibíd, Pág. 769).

El mensaje del ángel de Jehová a Zacarías es este: aunque el pueblo de Dios ha estado cautivo en
Babilonia por 70 largos años (1:12), ellos van a regresar a su tierra natal y, entre otras cosas, reedificar
el templo amado (1:16). Ciertamente, este es el tema recurrente en la primera mitad del libro de
Zacarías (1-8). La última mitad del libro trata con las profecías con respecto a la venida de Cristo y las
glorias de Su reino.

El ángel de Jehová y la interpretación del ángel aparecen a Zacarías en las siete visiones
adicionales: «Los cuatro cuernos y los cuatro carpinteros» (1:18-21), enseñando que los enemigos de
Israel están destruidos ahora y no habrá ya más oposición a la cons- trucción de la casa de Dios.
«El varón con un cordel de medir» (Cap. 2), enseñando que Jerusalén se expan- derá hasta crecer
más que sus murallas, y que Dios será su mejor defensa.

«Josué, el sumo sacerdote, vestido con vestiduras viles que representan el pecado de él mismo y
del pueblo es limpiado y le es dado el encargo del templo». El es un tipo del Mesías-Renuevo que viene
que quitará toda la iniquidad. Capítulo 3.
«Un candelabro con siete lámparas alimentado por dos olivos silvestres», en- señando que el
pueblo de Dios recibirá la gracia de Dios a través de sus líderes espirituales y temporales, a través de
cuyos esfuerzos la prosperidad de la nación será llevada a cabo. Capítulo 4.
«Un rollo que volaba» (5:1-4), enseñando que la tierra será purificada de la impiedad cuando el
templo sea edificado y la ley de Dios enseñada.
«Una mujer (tipificando el vicio habitual y dominante de Israel) que es llevada en una medida de
efa a la tierra de Babilonia» (5:5-11), enseñando que Dios no solo perdona los pecados de su pueblo,
sino que los quita de su tierra» (Zondervan Pictorial Bible Dictionary, Pág. 909).
Resumen
Hay muchas preguntas que pasarán sin respuesta al leer las narraciones del «ángel de Jehová».
Por ejemplo, ¿si él era «un descenso momentáneo de Dios a la visibilidad», por qué las personas no
murieron como Dios lo había indicado que sería (Ex. 19:21)? ¿Es por qué no estaban viendo a Dios en
Su forma espíritu pura? O ¿podría ser por que no era realmente Dios en todos los casos que hemos
examinado? ¿Era el ángel teofánico Jesús en el estado preencarnado? ¿Si el ángel con la espada
desnuda era el Hijo de Dios pre-encarnado, cómo coincide eso con el Cristo que dijo que vino para
salvar, no para destruir; quien, en efecto, una vez dijo a un celoso seguidor suyo que guardara su
espada?

Y no obstante somos llevados a creer que al menos en algunas narraciones el ángel y Dios son
realmente uno y el mismo. De todo esto y aún mas cautelosos es el que no seamos dogmáticos en la
cuestión. Las siguientes palabras de sabiduría está en orden: «¿Quién es el ángel teofánico?» A esta
han sido dadas muchas respuestas, de las cuales las siguientes pueden ser mencionadas: (1) Este ángel
es simplemente un ángel con una comisión especial; (2) pudo ser un descenso momentáneo de Dios a
la visibilidad; (3) quizás puede ser el Logos, una clase de pre-encarnación temporal de la segunda
persona de la Trinidad. Cada una tiene sus dificultades, pero la última es ciertamente la más tentadora
a la mente. No obstante, debe ser recordado que al menos estás son conjeturas que tocan sobre un
gran misterio. Es cierto que desde el principio Dios usó ángeles en forma humana, con voces humanas,
para comunicarse con el hombre; y las apariciones del ángel de Jehová, con su especial relación
redentiva para el pueblo de Dios, muestra el obrar de ese modo Divino de auto-revelación el cual
culminó con la venida del Salvador, y son de esta manera un anuncio, y una preparación para la
completa revelación de Dios en Jesucristo. A mas de esto no es seguro ir» (John MacArtney Wilson, The
International Standard Bible Encyclopaedia, Vol. I, Pág. 134).
A lo cual decimos «Amén».

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