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Maternidad Subrogada ¿Derecho o Negocio?

Más conocida legalmente como gestión subrogada o por sustitución, este tema ha
suscitado una gran discusión seguramente por una falta de conocimiento de lo que con
exactitud se trata, porque es muy sencillo pensar en tener un hijo utilizando la
subrogación, justificándolo erradamente como una especie de derecho de ser padre o
madre relacionándolo con el ámbito de los derechos reproductivos, sin tener en cuenta las
implicaciones que constituye una violación a los derechos y a la dignidad tanto de las
mujeres como de los menores, ahora bien, ¿hasta qué punto consideran que estos
derechos reproductivos son lícitos, desde el punto de vista moral, cuando se ejercen
utilizando los servicios de una madre de alquiler?. ¿Por qué en vez de darle un nombre
que oculte lo que de por sí es, de una manera más formal como “maternidad subrogada”,
no lo llamamos como realmente es un “vientre de alquiler”?.

Es por eso que Amelia Valcarce rechaza usar el tabú de gestación subrogada para
referirse a los vientres de alquiler y los ha comparado con “prácticas comerciales abusivas
que obtienen de la debilidad del otro un si forzado por la necesidad”, puesto que siempre
nos lo han vendido como un acto altruista, es decir, a dar una ayuda desinteresada a
quien o quienes desean tener un hijo, ya sea de una pareja con problemas de fertilidad,
una mujer sola, un varón solo o una pareja del mismo sexo, pero lo cierto es que se trata
de un negocio millonario sobre los cuerpos de las mujeres, que son sometidas y
controladas desde incluso antes de la contratación del servicio, porque viven en una
situación de pobreza y se ven obligadas a esta práctica como un medio para sobrevivir,
poniendo en peligro su salud. Por tanto, ¿No se está hablando de un falso altruismo a
cambio de dinero para personas desconocidas?.

De hecho, quien desee realizar este supuesto acto de altruismo para “familiares o
amigos”, pueden hacerlo sin ningún tipo de problema. Pero lo que pretenden este tipo de
legalización es borrar a la mujer gestante, despojarla de su derecho y ejercer su presión
como consumidores a la devolución del producto en caso de que el “producto final” no
corresponda a lo acordado, como el caso de la pareja española que compró un niño y una
niña pero el embarazo fue de dos niños, que dejaron a la mujer que contrataron con
preclamsia al borde de la muerte y 5.500€ de facturas médicas sin pagar, de las que no
se hace cargo ni la empresa intermediaria ni el abogado que trabaja para la compañía;
obligarla a abortar incluso en contra de su voluntad si el producto final es considerado
mercancía defectuosa, como el caso de la pareja australiana que se quedó con el bebé
sano y dejó a la madre de alquiler el otro bebé con síndrome de down y una afección
cardíaca, Así que ¿No es esto una situación de explotación de mujeres de menores
recursos?.

Cabe señalar, que todos los principios que están en juego se deben tener cuenta, pese a
que consideren el concepto de libertad como “Yo esto lo hago, porque yo con mi cuerpo
hago lo que quiera”, así que, como la libertad Kantiana que es la actuación de acuerdo a
una serie de principios racionales, aceptados por uno mismo, que son conforme a los
criterios que mi conciencia ha identificado, de modo que hay una implicación de un
concepto clásico de la moral, como son la dignidad o el bien en sentido kantiano, por ello,
si aceptamos la maternidad subrogada ¿Lo tendríamos que aceptar como un principio
universalmente valido?, porque no puede ser un criterio de “como a mi si me sirve, lo
hago”, asimismo, se debe pensar si es algo positivo o negativo para la sociedad, que no
entre en los límites o en los derechos de los demás, por esta razón no es tan positivo
hacer lo que se te antoja si se denigra la dignidad de la mujer y más aún si la desigualdad
predomina.

Es más, pretenden convertir la procreación en un tipo de derecho, pero no obstante el


deseo de ser padres es muy legítimo, pero no es un derecho. Ser padres de unos hijos
con los propios genes además, es un deseo pero no constituye ningún derecho que se
pueda legitimar utilizando para ello los cuerpos de las mujeres. Y desde luego no, el
deseo de ser padres no está por encima del derecho a las mujeres sobre su cuerpo, y el
dinero no debería dar derecho a poder esclavizar a alguien “por propia voluntad”. Porque
mientras no hablemos de igualdad real, no podemos estimar que el derecho de las
mujeres a vender sus cuerpos, no enmascara el deseo de los hombres a comprarlos.

Además los estados ¿pueden asumir y aceptar que hayan prácticas que exijan la renuncia
a los derechos fundamentales?, excusándose diciendo que “solo han gestado”, ese solo,
como si esos 9 meses de embarazo no tuvieran trascendencia a futuro, como si realmente
una mujer solo se dedicase esos 9 meses a tener un embarazo y a parir, sin mayores
consecuencias, cuando realmente sabemos que si las hay, porque durante la gestación la
mujer puede desarrollar vínculos con el embrión, a pesar de que no sean vínculos
genéticos como sucede en la gestación por sustitución, porque de todas maneras en
relación a la simbiosis que se establece entre él bebe y la mujer, hay muchas
implicaciones psicológicas, por el trasiego de células del feto a muchos organismos de la
mujer y esta sufre grandes trasformaciones para llevar a cabo el embarazo, porque se
disparan hormonas que van preparando a la madre lo que vendrá después del parto, de
modo que ¿no se está involucrando en la gestación del niño? y esto se rompe con la
maternidad subrogada.

Precisamente esta técnica la ofrecen con mayor facilidad sin restricciones legales en
países como México, Ucrania, Georgia (en estos países, los valores van de 35.000 a
45.000 euros), en Estados Unidos (con precios que oscilan entre los 80.000 y los 120.000
euros) o en Canadá (donde supuestamente sólo se acepta el modelo altruista, pero se
ofrecen estos servicios con gastos que van de 50.000 a 90.000 euros). Y lo que
finalmente reciben estas mujeres es muy poco, dado que quienes terminan haciendo
buenos negocios son los intermediarios.

Sin embargo, recientemente unos padres españoles pretendían desentenderse del hijo
que habían pagado por gestar en Ucrania porque había nacido en coma. Entonces, ¿no
es mejor regularlo y evitar este tipo de incongruencias éticas?, puesto que
indudablemente se trata de un negocio prospero, y la respuesta automática ante este
problema consiste en prohibirla, pero la cuestión no se soluciona tan fácilmente, porque
vivimos en un mundo globalizado, en donde se difunde múltiples mercados negros para
promover este tipo de reproducción, que lo que único que logra es dejar en peores
condiciones a la mujeres portadoras.
Finalmente, para poder solucionar esto, ante el deseo de ser padres la adopción es una
mejor alternativa, pero como mencione antes, esta práctica ya está muy difundida
mundialmente, de modo que si se llega a realizar, primero que todo debe tenerse en
cuenta que los derechos de la gestante partan de una decisión libre y voluntaria, también
debe ser un requisito fundamental que haya sido madre antes, porque si no, no se puede
ser plenamente consciente de lo que significa el embarazo, de los riesgos o
psicológicamente lo que implica, además que tenga una situación económica estable,
porque una persona que está en necesidad económica ¿de qué manera su decisión es
libre?, y lo más importante dejar en claro cuáles son los derechos de cada uno y las
obligaciones de los contratantes y la madre gestante para llevar a cabo este servicio,
plasmados en términos de leyes laborales, con la idea de evitar conductas explotadoras y
buscar una adecuada protección de las mujeres gestantes y de los niños que nacerán.

Referencia bibliográfica
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 Hay derecho “Maternidad subrogada o contrato de gestación por sustitución.”
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Recuperado de la fuente: https://hayderecho.com/2017/02/13/maternidad-
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