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QUE EXPLIQUEN
Antes de continuar hay que decir que muchas de las enfermedades físicas son
consecuencias de la alteración de esta parte, el estrés, la ansiedad, depresión, etc
afectan al cuerpo.
QUE EXPLIQUEN
La dimensión espiritual, está relacionada al nuestro mundo interior, a nuestra
conciencia, los valores, la ética. Hoy se habla de la inteligencia espiritual. Referida
a nuestro mundo operandi, la conciencia.
QUE EXPLIQUEN
Muchos vivimos toda una vida sin darnos cuenta, como te marco esta experiencia
que altera un mal funcionamiento en todo tu ser.
QUE EXPLIQUEN
¿QUE PODEMOS HACER PARA MEJORAR TODO NUESTRO SER?
Es el perdón
La palabra perdón significa soltar, dejar ir, enviar lejos. También significa “dar”
Entonces perdonar es: es dar o renunciar. Es liberar a un ofensor del castigo, es
ofrecer, la liberación, es elegir romper las cadenas que nos atan al sufrimiento: que
nos llevan a la ira y resentimiento.
Perdonar no significa ceder siempre, dejar que el mal triunfe, ni dejarse pisotear sin
justicia, sino comprender la esencia que nos hacemos daño, nos herimos
Cuando alguien te hace daño es como si te mordiera una serpiente. Una vez que te
ha dejado de morder, curar una mordedura puedes sanar fácilmente. Pero el veneno
que deja dentro de ti puede causarte la muerte. No importa contra quien sea nuestro
rencor, si nos aferramos a el nos llevará al resentimiento, que envenenará cada
aspecto de nuestra vida.
PARA FINALIZAR
Para practica un estilo de vida saludable debemos considerar que somos seres
integrales es decir compactos no divididos que lo que le pasa a una parte de nuestro
ser todo se va a ver afectado.
La biblia nos dice en Mateo 18:21-22 “Entonces se le acercó Pedro y le dijo: Señor,
¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús
le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete” Creo que hoy es un
buen momento para perdonar o ir a pedir perdón, no te llenes de resentimiento, deja
que el espíritu santo fluya en tu vida, te sane y te libere. No te olvides que tanto se
libera el que pide perdón como el que perdona. Al ofrecer este regalo a la otra
persona tu también lo recibes. Toma acción ¡Ahora!, Tu puedes.
Perdonar no es olvidar: es recordar sin
que te duela
Todos hemos sentido alguna vez cierto rencor o resentimiento hacia otra persona por algo que
nos ha hecho y que sentimos que no podemos perdonar.
A veces se trata de alguien tan cercano como un padre, un hijo, un hermano o nuestra propia pareja,
y eso todavía pone las cosas más difíciles.
Es habitual escuchar historias de personas que viven esperando a que alguien les pida perdón.
También puede que ya hayan asumido que eso nunca ocurrirá, y aun así mantienen ese sentimiento
dañino dentro de ellos.
Lo que a menudo se olvida o se ignora es que el verdadero perdón nunca vendrá de fuera, sino
que ha de nacer de uno mismo. Lo más complicado no es perdonar a otros, sino perdonarnos a
nosotros mismos.
Perdonar no significa olvidar lo que ha pasado: en los momentos más dolorosos es precisamente
donde mejor nos conocemos.
Pero quedarse anclado a ese dolor y rememorarlo con frecuencia no nos ayuda a sanar, sino todo lo
contrario: mantiene la herida abierta.
Es importante tomar conciencia de que esa rabia que sientes te hace más daño a ti que al otro.
La persona que te causó el dolor puede estar arrepentida o no, pero eso no cambia tu situación.
Guardar rencor es como agarrar un carbón en brasa: el que se quema eres tú.
Para llegar a recordar lo sucedido sin que duela, para aceptarlo como una etapa más de este juego de
la vida, tenemos que vivir el perdón más como una decisión que como un sentimiento.
Cuando decides perdonar o perdonarte por algo, estás abriendo las puertas de tu propia prisión; estás
dejando paso a la liberación que supone deshacerse de un peso enorme que no te deja avanzar.
No tengas miedo ni vergüenza; simplemente tómate un tiempo para reflexionar de la forma más
objetiva posible sobre los hechos que te causaron esa herida que tanto te cuesta cerrar.
¿Es algo que hiciste y que no te has podido perdonar? ¿Es algo que hizo alguien que te hizo sentir muy
mal? ¿Un amigo te ha traicionado, tu pareja te ha sido infiel, se produjo un accidente? ¿No
perdonas a tu madre porque ha muerto? ¿Tus padres son responsables de la persona que eres por
cómo te educaron? ¿Sientes que alguien te ha destrozado la vida?
Pararse a pensar con detalle en el asunto puede resultar hiriente, pero es necesario sacar todo lo que
hay en la nevera y se ha podrido.
Así será posible hacer una limpieza a fondo y volverla a llenar de alimentos nuevos y recién
comprados.
Generalmente son esos sentimientos que, sin darnos cuenta, hemos asociado a los hechos que
vivimos, los que más nos dificultan romper con todo y liberarnos.
A menudo intentamos ocultarlas o echar tierra encima de ellas para que no salgan a la luz, cuando
precisamente lo que nos conviene es identificarlas, ponerles nombre y darles las gracias por la función
que hasta el momento han desempeñado.
Sólo sabiendo qué es lo que sentimos podemos decidir qué otra cosa queremos sentir.
Todas las emociones que podemos sentir son útiles y por eso existen, sólo que no siempre
somos capaces de entender su utilidad.
Cuando sientas que no te queda nada dentro respecto a ese asunto, decide firmemente acceder al
perdón. Te recuerdo que el perdón es un camino unidireccional, de dentro hacia fuera, que no
necesitas ni siquiera que el otro lo sepa.
Perdonar no significa reconciliación, ni tampoco exculpar a la persona que causó el daño: perdonar
significa dejar ir el dolor.
Perdonar significa soltar la mano al pasado para poder caminar sin lastres hacia el futuro. El perdón no
es automático; es un proceso, y como todo proceso necesita un tiempo para ir consolidándose.
Pero la decisión de perdonar sí es un todo: cuando llegas a ese punto aceptas el compromiso de vivir
con esa actitud de ahora en adelante.
Y no olvides que al perdonar a los demás te estás perdonando a ti mismo, y aceptar los errores de
otros te ayudará a aceptar los tuyos.
El que no perdona no se quiere a sí mismo, porque sólo alguien que no se ama permite que
el veneno entre en su corazón.
A medida que avanzaba en mis estudios de psicología, esta pregunta
cobraba cada vez mayor importancia en mi cabeza. Las implicaciones
son muchas. ¿La persona humana es tricotómica, compuesta de espíritu,
alma, y cuerpo? ¿O por otro lado es dicotómica, compuesta de cuerpo y
alma? En otras palabras, ¿cuándo hablamos de espíritu y de alma,
estamos refiriéndonos a lo mismo?
Este es el argumento que uno escucha una y otra vez para justificar la
presencia de la psicología en círculos evangélicos: “Somos un ser
tripartito, tres partes, creados a imagen de Dios, como la Trinidad, somos
espíritu, alma, y cuerpo”. Pero, ¿es este un argumento bíblico o solo un
mito ampliamente aceptado?
Tricotomía y la Biblia
El pasaje que se suele usar para defender la tricotomía es 1
Tesalonicenses 5:23: “Y que el mismo Dios de paz los santifique por
completo; y que todo su ser, espíritu, alma y cuerpo, sea preservado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo”.
Dicotomía y la Biblia
Estos pasajes usan varias palabras para abarcar la totalidad de la persona,
pero estas descripciones son siempre una enumeración de términos, no
una lista exhaustiva. Para entender la antropología bíblica nos es
necesario ver las Escrituras en su totalidad.