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Sumario
1. Cinco razones para dejar de comer pan blanco ................................................... 3
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Demasiado mezclado
El trigo ya no puede considerarse un alimento sano. Aunque sea ecológico o integral, el trigo moderno
es demasiado híbrido. Contiene una elevada cantidad de glutamina, una proteína que tiende a irritar
las paredes intestinales, y muchos menos minerales y vitaminas que hace cientos de años.
Es una verdadera lástima, porque el trigo era realmente un alimento adecuado y hoy en día se utiliza
en multitud de harinas y alimentos, en especial como espesante.
El resultado es un producto casi sin ibra y sin apenas vitaminas ni minerales, un producto que en el
fondo no es más que almidón; sencillamente calorías sin nutrientes esenciales.
Lo mismo ocurre con los cereales para el desayuno. Cuando compre cereales no se deje impresionar
por las etiquetas que indican que han sido “enriquecidos” con vitaminas. La razón por la que a veces
se “enriquecen” los cereales es precisamente porque los cientíicos se dieron cuenta en 1945 de hasta
qué punto eran pobres en nutrientes. Vamos, que la caja de cartón de los cereales contiene casi tantos
micronutrientes como los propios cereales, si no más.
Los fabricantes añadieron entonces 3 ó 4 vitaminas y un poco de hierro. Pero esto es como si alguien le
robase 10.000 euros de su cuenta del banco y luego decidiese “enriquecerle” dándole un par de euros.
Demasiado salado
El pan blanco moderno está demasiado salado. Contiene de media 19 g de sal por kilo de pan. Una
barra (250 gramos) contiene 4,7 g de sal, lo que supone casi la cantidad máxima diaria que recomienda
ingerir la OMS (5 g/día/persona). Según datos recogidos por la Agencia Española de Seguridad Ali-
mentaria y Nutrición (AESAN), en España la principal fuente dietética de sodio en la población adulta
es precisamente el pan.
Aunque no se añada sal en su fabricación, el pan sin sal contiene sin embargo de 0,2 a 2,2 g de cloruro
de sodio por kilo.
Demasiado dulce
El pan blanco no es un azúcar lento, más bien es un azúcar de combustión rápida con un índice glucé-
mico elevado, que provoca un gran desgaste de insulina y reacciones de hipoglucemia.
El índice glucémico indica el efecto de los alimentos en la glucemia (nivel de glucosa en sangre) du-
rante las dos horas siguientes a su ingesta.
El índice 100 de glucemia (el máximo) corresponde a la glucosa pura y... ¡al pan blanco!, que no es
más que almidón, como ya ha visto, y el almidón a su vez no es más que una cadena de moléculas de
glucosa.
Esto quiere decir que consumir pan blanco es peor que comer terrones de azúcar: hace que aumenten
escandalosamente los niveles de azúcar en la sangre, lo que afecta al páncreas y provoca un pico de
insulina, con el consiguiente riesgo de desarrollar en un futuro resistencia a la insulina, diabetes, obe-
sidad y enfermedades cardiovasculares.
Demasiado gluten
El trigo moderno, resultado de procesos híbridos, se ha seleccionado por su riqueza en gluten. El glu-
ten es una mezcla de proteínas. Cuanto más gluten haya en la harina, más fermenta el pan y se vuelve
más elástico y esponjoso. El pan parece más apetitoso, más hinchado y, por tanto, se vende mejor.
El problema es que el sistema digestivo de muchas personas no tolera las cantidades de gluten que
presenta el pan moderno. La intolerancia al gluten provoca cansancio, dolores abdominales, diarrea,
relujo gastroesofágico, problemas articulares, eccemas e incluso trastornos neurológicos.
Conclusión
Si no hay posibilidad de hacerse con verdadero pan, le aseguro que comer sardinas, ensaladas, huevos
fritos y jamón sin pan sienta muy bien.
Si está acostumbrado a consumirlo, incluso se sentirá sorprendentemente más ligero y con más energía
después de una comida sin pan.
Fuentes
1. Guy Debord, “Encyclopédie des nuisances », tomo I, fascículo 5, 1985
Como sabe, el aceite de oliva es bueno para la salud, pero hay otros aceites que también son excep-
cionales. Quizá nunca haya oído hablar de ellos (o al menos no de todos), así que vale la pena que los
conozca.
Aquí tiene cuatro aceites alternativos que darán a su cocina una nueva dimensión y que a usted le
aportarán años de vida.
Ghee
El ghee (pronunciado “gui”) procede de una palabra en hindi que signiica “grasa”, y se trata de un
ingrediente fundamental de la cocina india.
Para prepararlo hay que poner a hervir a fuego lento mantequilla sin sal en un recipiente grande hasta
que se evapore todo el agua y las proteínas se depositen en el fondo. A continuación, se retira la mante-
quilla clariicada con una cuchara para evitar que se mezcle con las partículas sólidas. A diferencia de
la mantequilla, el ghee se puede conservar mucho tiempo sin ninguna clase de refrigeración siempre
y cuando se guarde en un recipiente estanco para evitar que se oxide o le salga moho. Tiene un ligero
sabor a avellana y un color algo más oscuro que la mantequilla.
Hay que tener cuidado porque en algunos restaurantes indios utilizan una imitación de ghee elaborada
a partir de aceite vegetal hidrogenado. Esta “mantequilla clariicada vegetal” es muy rica en ácidos
grasos trans que incrementan el riesgo de cáncer e infarto, y debe evitarse a toda costa.
Las investigaciones han demostrado que el ghee tiene efectos positivos sobre los lípidos en la sangre
y reduce el fenómeno inlamatorio. Un estudio llevado a cabo con comunidades rurales del estado
indio de Rajastán comprobó que las personas que toman dos cucharadas soperas de ghee al día ven
reducido el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular en un 23%1,2.
El ghee no es un producto de gran consumo; sin embargo, no resulta muy difícil encontrarlo en tiendas
de productos de alimentación de otras culturas o en tiendas ecológicas. También podría elaborarlo
usted mismo o bien pedirlo por internet (sólo tiene que realizar una pequeña búsqueda incluyendo las
palabras clave “comprar ghee” y le aparecerán numerosos resultados; y eso sí, asegúrese de que elige
un proveedor de conianza).
Aceite de aguacate
Al igual que el aceite de oliva, el aceite de aguacate es muy rico en ácidos grasos monoinsaturados,
aunque se diferencia en que es mucho más rico en omega-7 (ácido palmitoleico) y contiene más
omega-3 (0,95 g por cada 100 g).
También es muy rico en vitamina E, el antioxidante natural de los aceites vegetales, y muy resistente
a la oxidación: se conserva extraordinariamente bien y presenta una gran estabilidad durante la coc-
ción. El punto de humeo (temperatura a la que un aceite se degrada y produce compuestos tóxicos)
es superior a 250 ºC, lo que lo convierte en uno de los aceites más resistentes. En cualquier caso, la
mejor manera de preservar sus nutrientes es consumiéndolo crudo.
Puede encontrar aceite de aguacate virgen extra, prensado en frío o ecológico, tanto en internet como
en su tienda de productos ecológicos.
Aceite TCM
El aceite TCM es un aceite líquido elaborado con ácidos grasos de cadena media (TCM= triglicéridos
de cadena media), que son las grasas que nuestro cuerpo consume para abastecerse de energía.
Si está siguiendo una dieta cetogénica para hacer frente a un cáncer, el aceite TCM ayuda al cuerpo a
entrar en modo cetosis, que quiere decir que como fuente de energía utiliza ácidos grasos y no glucosa.
Como resultado, las células cancerosas tienen más problemas para sobrevivir, ya que están acostum-
bradas a funcionar en modo fermentación, lo que sólo es posible con la glucosa.
Hay que señalar que este aceite también se vende en farmacias como tratamiento para las personas
con enfermedades que impiden absorber bien las grasas, como la ibrosis quística de páncreas y las
enfermedades crónicas del hígado.
El aceite TCM no se puede encontrar en cualquier tienda. Hay que comenzar consumiéndolo en
pequeñas cantidades, ya que tiene un efecto laxante. Para empezar, pruebe a echarle un poquito a la
ensalada.
Aceite de macadamia
Es mi preferido. El aceite de macadamia tiene un olor delicado que realza los aliños y salsas de forma
deliciosa. También es resistente a la oxidación asociada al calor, así que puede utilizarlo tanto en la
sartén como en la cazuela.
Al igual que el aceite de aguacate, tiene un gran contenido en ácido graso monoinsaturado, mayor que
el del aceite de oliva, y es extremadamente estable. Su sabor también es más neutro, pero en cambio
tiene un precio más elevado.
Intente incluir una o varias de estas grasas buenas en su dieta. Le sentará bien tanto al corazón como
a las papilas gustativas, ya que es muy importante en una buena dieta variar sabores.
Fuentes:
1. “The effect of ghee (clariied butter) on serum lipid levels and microsomal lipid peroxida-
tion”. Ayu. 2010 Apr-Jun; 31(2): 134–140. Hari Sharma, Xiaoying Zhang, and Chandradhar
Dwivedi. US National Library of Medicine National Institutes of Health (PMC).
2. “Association of dietary ghee intake with coronary heart disease and risk factor prevalence
in rural males”. J Indian Med Assoc. 1997 Mar;95(3):67-9, 83.Gupta R, Prakash H.
El Dr. F. Batmanghelidj es un médico iraní autor de ocho obras sobre este tema que falleció en 2004.
Sus teorías médicas son terriblemente controvertidas, aunque sus libros han sido traducidos a quince
idiomas y se venden por todo el mundo.
Nació en 1931 en el seno de una acaudalada familia persa; fue educado en un colegio privado en Es-
cocia y después realizó estudios de Medicina en Inglaterra. Regresó a Irán para ayudar a desarrollar
su red de hospitales, pero en 1979 fue encarcelado durante la Revolución islámica que ocasionó la
caída del último Sha de Persia, Mohammad Reza Pahlevi.
Fue condenado a muerte, pero su ejecución quedó aplazada porque sus carceleros necesitaban a un
médico que se ocupara de los detenidos. Y según el Dr. Batmanghelidj, en esas trágicas circunstancias
realizó un descubrimiento que iba a revolucionar la vida de miles de sus pacientes.
Tras comprobar en muchas otras ocasiones que el simple hecho de beber mucha agua mejoraba los
síntomas, el doctor se propuso encontrar una explicación para ello.
Según él, el agua actúa de una forma tan potente sobre los prisioneros que se encuentran en unas
condiciones terribles porque están en situación de carencia y déicit. En consecuencia, ¿habría que
extender este déicit a todas las personas para que se produjeran trastornos que entonces no hiciera
falta tratar con medicamentos?
Esto es precisamente lo que se propuso averiguar al ser liberado en 1982. Se refugió en Estados Uni-
dos y descubrió el abanico de “enfermedades de la civilización”, que estudió entonces con nuevos
ojos. De hecho, llegó incluso a reconstruir toda la isiología humana al completo relacionándola con
su principal -sino única- preocupación: la deshidratación crónica.
En opinión del Dr. Batmanghelidj, el hombre habría perdido a lo largo de la evolución su capacidad
para sentir sed. Así, en el hombre moderno, las señales de alerta y compensación no se ponen en mar-
cha de inmediato cuando el cuerpo está deshidratado.
Además, la sensación de tener sed disminuye con la edad, tal y como se pudo comprobar durante la
ola de calor que sufrió Europa en el verano de 2003, que ocasionó muchísimas muertes (sólo en Es-
paña más de 15.000 durante ese verano, y no fue el país más afectado). Miles de personas mayores se
deshidrataron sin llegar a reaccionar, ya que no sentían la necesidad de beber.
Por último, la sensación de sed desaparece a causa de ciertos medicamentos que interieren con las
hormonas de la sed y por los artiicios de la alimentación de nuestro estilo de vida: el café, el té y todos
los refrescos energizantes que se deinen como bebidas para apagar la sed y son en realidad diuréticos
(provocan la necesidad de orinar), o aportan azúcares y sales minerales que aumentan todavía más la
deshidratación.
Hasta el agua mineral, cargada de sales de calcio o de magnesio según la estrategia de marketing que
toque, obliga al organismo a evacuarla aumentando la secreción de orina.
Aunque el Dr. Batmanghelidj recomienda beber agua y nada más que agua, ya sea del grifo o mineral,
permite sin embargo que después de realizar un esfuerzo se tomen bebidas del tipo Gatorade o Isostar,
que proporcionan exactamente el volumen de agua y la cantidad de minerales que ha perdido el orga-
nismo. No obstante, se le puede objetar que el agua de grifo casi siempre contiene calcio y magnesio.
En cambio, apenas se maniiesta en contra de las bebidas tipo Red Bull, que son cócteles de sustancias
diuréticas: cafeína, azúcares y taurina, con un efecto comparable al de la insulina (a pesar de ello,
alguno estudios recientes han demostrado que la cafeína no provoca deshidratación)1,2.
Por otro lado, numerosos medicamentos, en especial aquellos con ines neurológicos o psiquiátricos,
modiican la percepción de la sed y producen la sequedad de las mucosas, sobre todo en la boca.
De esta manera, el hombre no sabría valorar sus necesidades reales de agua. En estos casos, el agua
que hay en las células (el 66% del agua de nuestro organismo) experimenta un proceso de ósmosis
inversa para pasar a la sangre y permitir que mantenga su luidez. Esta evacuación forzosa del agua
de las células provoca desajustes intracelulares de toda clase, ya que más del 93% del agua de la cé-
lula está asociado a proteínas, enzimas y membranas, y participa en la estructura de la célula y en su
labor bioquímica. Cuando la deshidratación es crónica, los desajustes celulares se multiplican y todo
el organismo enferma.
Según el Dr. Batmanghelidj, muchas enfermedades que no se curan con un simple vaso de agua po-
drían ser tratadas realizando una rehidratación sistemática mediante al menos dos vasos de agua antes
de cada comida para satisfacer el déicit latente.
Esto es lo que asegura el Dr. Batmanghelidj respecto a ciertas enfermedades. Por favor, tenga muy
en cuenta al leer lo que sigue que sus teorías no han sido demostradas cientíicamente y son fruto
exclusivamente de sus observaciones y opiniones3:
Asma
El Dr. Batmanghelidj airma haber curado a miles de asmáticos y haber mitigado la enfermedad en la
mayoría de los casos prohibiendo tomar excitantes y refrescos y haciendo beber a los enfermos a lo
largo del día la cantidad suiciente de agua para alcanzar una correcta hidratación.
Se suele admitir que el asma se origina por la entrada de materias extrañas en los bronquios que
provocan su inlamación y constricción (estrechamiento) debido a la acción local de la histamina, un
mensajero del sistema inmunitario.
Dolor de espalda
En su estado normal, los cartílagos se encuentran muy hidratados. Cuando están cargados de agua, son
lisos y las articulaciones se mueven a la perfección. Pero cuando están deshidratados, ya sea por el
envejecimiento o por una enfermedad, se endurecen y se vuelven rugosos. Cada movimiento produce
una fricción y la inlamación que se genera provoca la aparición de artrosis.
En la columna vertebral, cada vértebra descansa sobre un disco pulposo (nucleus pulposus en latín,
que quiere decir nudo pulposo) rico en agua, que actuaría como un cojín amortiguador. Si este cojín
pierde su volumen por la pérdida de agua, la consecuencia es que unas vértebras aplastan a otras, pin-
zando los nervios o la propia médula espinal y produciendo dolores lumbares, a menudo insoportables.
Inyectar plasma marino isotónico en las vértebras proporciona unos resultados sorprendentes al rehi-
dratar estos discos vertebrales. En este caso sabemos qué se está inyectando y dónde, pero en opinión
del Dr. Batmanghelidj la rehidratación puede realizarse de una manera todavía más sencilla bebiendo
con frecuencia agua mineral y dejando de tomar sustancias excitantes, azucaradas o diuréticas.
Dolor de cabeza
Según el Dr. Batmanghelidj, la mayoría de las migrañas se deben a una deshidratación de la sangre por
la ingesta de alcohol, excitantes o diuréticos, o aparecen después de una comida con alimentos ricos
en histamina: chocolate, queso, pescado, marisco o alimentos fermentados. Hay otros productos que
también pueden provocar migraña por su efecto liberador de histamina como las fresas, los cacahue-
tes, la yema de huevo... Por supuesto, la deshidratación que origina migrañas también puede deberse
a un golpe de calor o simplemente al hecho de pasar muchas horas en un ambiente seco sin beber lo
necesario (por ejemplo en viajes, sobre todo en los vuelos de larga distancia).
Sin duda alguna, la migraña es una poderosa señal del organismo para que reaccionemos ante la des-
hidratación de la zona más rica en agua y a la vez más frágil de todo el cuerpo: el cerebro.
Pero tenga en cuenta que beber agua no tiene efecto inmediato frente al dolor de cabeza, por lo que
no espere un efecto como el de tomar un analgésico.
Las condiciones de vida modernas, que implican picar entre horas continuamente, tomar excitantes y
bebidas con gas, estrés diario y horarios cambiantes, nos llevan directos a una deshidratación de las
mucosas que vuelve ineicaz al moco protector, provocando después una fuerte inlamación y, por
último, al cabo de unos años, tumores.
Abandonar esta dieta caótica y tomar agua de forma regular entre comida y comida permite la rehi-
dratación local por mero contacto y un alivio rápido de los dolores.
Depresión y estrés
Las relaciones humanas son la primera causa de ansiedad crónica, seguidas por la depresión, si bien
una mala alimentación y una mala hidratación acaban ampliando el fenómeno.
Atención: los ansiolíticos y demás sustancias psicotrópicas disminuyen la sensibilidad a la sed. Ade-
más, el té, el café e incluso las infusiones relajantes tienen un potente efecto diurético.
Esta deshidratación, según el Dr. Batmanghelidj, ocasiona trastornos psíquicos (insomnio, irritabi-
lidad, fatiga crónica...) que la medicina suele tratar con psicotropos. De esta manera, el ciclo se pro-
longa y los síntomas se agudizan.
Obesidad
Según el Dr. Batmanghelidj, el cerebro, el órgano que más glucosa transportada por el plasma san-
guíneo devora, es muy sensible a la deshidratación: cuando las células gliales que alimentan a las
neuronas tienen hambre, emiten señales de socorro al organismo.
Pero los mensajes se confunden y, en alguna parte, los de la sed son silenciados por los del hambre y
las personas que ya tienen déicit de agua se ponen a comer más, ampliando dicho déicit. Partiendo
de estas mismas causas, vemos cómo patologías tan diversas como la artrosis, la hipertensión, la
depresión y tantas otras “enfermedades” se van curando con remedios diferentes, mientras que el
denominador común, la deshidratación, nunca se combate.
Sin embargo, lo que sí es seguro es que la medicina actual presta poca atención al grado de deshidra-
tación de los enfermos. Dos gestos tan fáciles como inspeccionar la lengua y las encías y observar el
fondo del ojo durante un examen clínico sólo los practican ya... ¡los veterinarios!
Por ello, si usted sufre alguno de los problemas de salud que ha visto antes y sospecha que bebe poca
agua, no pierde nada haciendo la prueba de seguir los consejos del Dr. Batmanghelidj, consistentes
básicamente en aumentar el consumo de agua. Usted mismo podrá comprobar si un remedio tan
simple surte efecto. Y si es así, siempre puede comentarlo con su médico para que, a través de las
pruebas biológicas correspondientes de sangre u orina, compruebe si efectivamente se ha producido
esa mejoría con un tratamiento tan natural.
Tenga también en cuenta que no se trata de pasar a beber una cantidad excesiva de agua, pues si es
malo beber poco, beber demasiada agua podría llevar a sufrir una intoxicación hídrica, que es un pro-
ceso renal grave. El mensaje con el que debe quedarse después de leer el texto de hoy es preguntarse si
usted bebe lo suiciente, pues a veces no sentimos sed y se nos olvida beber. Si eso le está ocurriendo
a usted, simplemente beber la cantidad suiciente de agua al día podría tener efectos muy beneiciosos
sobre su salud.
Fuentes:
1. “Insulin-like effects of taurine”. PubMed 1976 Jul-Aug 22(4):503-7. Dokshina GA, Silaeva
Tlu, Lartsey El.
2. “Caffeine, luid-electrolyte balance, temperature regulation, and exercise-heat tolerance”.
PubMed 2007 Jul;35(3):135-40. Armstrong LE, Casa DJ, Maresh CM, Ganio MS.
3. Revue “Effervesciences”
Estas intervenciones sólo son eicaces en casos de urgencia, como infartos, trombosis, determinados
accidentes cerebrovasculares (ACV) o ante el riesgo inminente de un accidente vascular; pero el único
modo de tener a largo plazo un corazón y unas arterias sanos es cambiando el modo de vida: practi-
cando ejercicio físico, cuidando la alimentación y dejando de fumar si es que lo hace.
Pero, ¿ha disminuido con ello su riesgo de morir? Por desgracia, no. Y es que las cosas no son tan
sencillas.
Lo único que consiguen las estatinas es impedir que el hígado fabrique colesterol, pero no reducen el
riesgo cardíaco, ya que los accidentes de este tipo, en la mayoría de los casos, están provocados por
un coágulo sanguíneo que tapona una arteria. Y el colesterol no interviene en ningún caso en la forma-
ción de este coágulo, así que bajar la tasa de colesterol no disminuye el riesgo de accidente vascular.
Más bien lo contrario; como el colesterol es una molécula esencial para las paredes celulares, reducir
la tasa de colesterol en sangre podría incluso hacer que las células sean más frágiles y, por lo tanto,
que lo sean las arterias. A las estatinas (contra el colesterol) se les acusa hoy en día de aumentar el
riesgo de accidente vascular cerebral –AVC- hemorrágico (sangre que se extiende por el cerebro tras
romperse una arteria, lo que puede acabar provocando la muerte o dejar graves secuelas, como pará-
lisis), y se sospecha que favorecen el cáncer1,2.
En los medios de comunicación destinados al público en general, leerá que el problema procede del
colesterol, que reduce el diámetro de la arteria, como si el colesterol se depositara en la arteria como
la cal en una tubería. Pero se trata de un mito que carece de toda base cientíica y médica.
Las arterias enfermas son cada vez más estrechas (decimos que se “estenosan”), pero esta estenosis
no está provocada por una acumulación de colesterol, sino que su causa es la esclerosis de la arteria,
que cicatriza a fuerza de recibir agresiones. En el interior de esta cicatriz se acumulan cristales de
colesterol, hierro y calcio, lo que se llama “ateroma”. Los médicos han bautizado al conjunto formado
por ateroma y esclerosis como arterioesclerosis, pero eso no es colesterol. Es decir, el colesterol en
sangre no es la causa de la arterosclerosis, únicamente entra en la composición del ateroma, pero no
representa en conjunto más que el 10% de la arterioesclerosis.
Por eso, luchar contra el colesterol es tan poco eicaz para reducir la arteriosclerosis.
Las agresiones contra la pared de las arterias se dan por el envejecimiento, el humo del tabaco, la
contaminación, una mala alimentación y la falta de ejercicio físico, ya que esta pared está protegida
por una capa de células muy sensibles a estos factores: el endotelio. En particular, practicar ejercicio
físico de manera regular permite al endotelio regenerarse. Pero si deja que el endotelio se degrade, va
a ser inevitable que las arterias se vean afectadas por la arterioesclerosis.
Ésta es la consecuencia de un problema relacionado con el modo de vida, el sedentarismo y una mala
alimentación, y se combate no con medicamentos, sino con una buena alimentación y una buena hi-
giene de vida, que incluya la práctica regular de ejercicio físico.
En cambio, sabemos que hay una dieta alimentaria que disminuye drásticamente el riesgo de accidente
cardíaco.
En Francia, en la década de 1990, se desarrolló el estudio clínico más riguroso y más eicaz en este
campo, que demostró los efectos de una dieta alimentaria para reducir la mortalidad en personas que
sufrían enfermedades del corazón y las arterias.
Este estudio, llamado Lyon Diet Heart Study (estudio de Lyon), fue dirigido por los doctores Michel
de Lorgeril y Serge Renaudin. Los resultados se publicaron en 1999 en la prestigiosa revista médica
The Lancet, e indican que la dieta mediterránea tradicional para pacientes que han sobrevivido a un
primer infarto de miocardio reduce entre un 50 y un 70% el riesgo de una nueva complicación cardio-
vascular y aumenta la esperanza de vida en aproximadamente un 50%.
Nunca un tratamiento había demostrado -ni ha demostrado hasta hoy- tal eicacia.
Sin embargo, este estudio concernía a personas con muy mala salud, y ninguna de las personas es-
tudiadas siguió la prescripción del régimen al pie de la letra. Tampoco se les pidió que practicaran
ejercicio físico.
Si todos estos factores hubieran concurrido, los resultados quizás habrían sido todavía más especta-
culares.
“La dieta mediterránea es una dieta rica en cereales poco reinados, sobre todo el trigo consumido en
forma de pan, pasta, cuscús, etc. Es rica en fruta y verdura frescas que se consumen según las esta-
ciones. Las verduras de hoja, en particular, están presentes en todas las comidas. También es rica en
legumbres: judías, habas, guisantes, garbanzos, lentejas... Las poblaciones mediterráneas consumen
frutos de cáscara (almendras, nueces, avellanas…) y, durante el invierno, fruta deshidratada, como las
famosas pasas de Corinto, pero también higos y albaricoques. Consumen huevos y también, de forma
moderada, pescado y carne (sobre todo, y en determinadas zonas, aves y conejos). También consumen
productos lácteos fermentados (queso y yogures) en poca cantidad o moderada, y sobre todo los que
se elaboran a partir de leche de cabra o de oveja. El aceite de oliva es el único aceite que se usa para
cocinar y ni se plantean el uso de mantequilla ni de aceites poliinsaturados (como el de girasol o el
de maíz). Las hierbas aromáticas (romero, tomillo, orégano), el ajo y la cebolla se usan ampliamente
para preparar las comidas, así como el zumo de limón y otros cítricos”.
Añadamos a este resumen que esta dieta es rica en omega-3. Se puede completar el aceite de oliva
con aceite de colza (extraído de la semilla de la planta de la colza), rico en omega-3. El pescado que
más se consume son las sardinas y las anchoas, ricas también en omega-3. Por último, se recomienda,
para las personas que beben alcohol, un buen vaso de vino tinto al día, rico en excelentes polifenoles
(antioxidantes), protectores de las arterias.
Puede obtener todos los detalles en el libro de Michel de Lorgeril Prévenir l’infarctus et l’accident
vasculaire cérébral, publicado a inales de 2011, y que incluye doce capítulos sobre la dieta medite-
rránea (aunque no estoy seguro de que haya versión en español; yo lo leí en francés).
Según ellos, los ácidos grasos insaturados (aceite de oliva, frutos de cáscara...), privilegiados en la
dieta mediterránea en detrimento de los ácidos grasos saturados (grasas animales, productos indus-
triales…), interactúan con los nitratos y los nitritos producidos por las verduras, la otra categoría
alimentaria principal de esta dieta. Esta reacción entre ácidos grasos insaturados y nitratos de las
verduras induce la formación de ácidos grasos “nitro”, que neutralizarían una enzima implicada en la
regulación de la tensión arterial.
De todos modos, se trata de un experimento llevado a cabo en ratones, y mi opinión al respecto es que
es difícil -o incluso imposible- aislar así un único efecto de la dieta mediterránea como si, en el fondo,
funcionara como un medicamento.
La dieta mediterránea es una manera de vivir bien y de forma sana, y por eso es beneiciosa para la
salud, ya que se aproxima a nuestras necesidades naturales.
El Dr. De Lorgeril ha publicado entre tanto un estudio, en la revista Food Sciences & Nutrition, en
el que, en efecto, lanza una advertencia contra el trigo moderno, que ha sufrido hibridaciones que
provocan intolerancias6.
Así pues, las personas que no toleran el gluten o que tienen una enfermedad ligada al trigo moderno
deben pasarse al arroz integral para sustituir al trigo integral, que también tiene un índice glucémico
débil. Tampoco hay que olvidar las leguminosas que, por supuesto, no contienen gluten (lentejas,
judías rojas y blancas, guisantes o garbanzos).
No se trataba tampoco de personas interesadas a priori en un modo de vida espartano y sano, sino más
bien lo contrario. Es decisivo que los consejos nutricionales sean posibles de cumplir para las personas
que pretenden seguirlos. La medicina trata seres humanos, no máquinas.
En cuanto a cambiar el modo de vida, lo más urgente no es aplicar las recomendaciones íntegramente,
sino ir haciendo progresos, en la medida de lo posible, en la buena dirección.
Hace poco escribí sobre un informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación
y la Agricultura (FAO) que alertaba sobre la paulatina pérdida de la dieta mediterránea debido al im-
pacto de los cambios del estilo de vida y de la globalización entre las poblaciones que solían seguirla
(es decir, nosotros)7.
Es el momento de recuperar las buenas costumbres ligadas a una dieta que ha demostrado ser idónea
tanto en términos dietéticos como por la sostenibilidad que representa para el entorno. Y que deini-
tivamente quienes tienen las arterias deterioradas den el paso que les lleve a alimentarse mejor y a
practicar ejercicio físico.
Fuentes:
1. Véase el “Estudio de Rotterdam”. Hofman A; Breteler, MM; van Duijn, CM; Janssen, HL;
Krestin, GP; Kuipers, EJ; Stricker, BH; Tiemeier, H et al. (2009). “The Rotterdam Study:
2010 objectives and design update”. Eur. J. Epidemiol 24 (9): 553–572. doi:10.1007/s10654-
009-9386-z. PMC 2744826. PMID 19728115.
2. Estudio sueco publicado en junio de 2013 en la revista PlosOne.
3. Véase Cholestérol, Mensonges et Propagande, del Dr. Michel de Lorgeril. Thierry Souccar
Editions.
4. Primera edición. Thierry Souccar Editions. 2007.
5. “Protection from hypertension in mice by the Mediterranean diet is mediated by nitro fatty
acid inhibition of soluble epoxide hydrolase”. Rebecca L. Charles, Olena Rudyk, Oleksan-
dra Prysyazhna, Alisa Kamynina, Jun Yang, Christophe Morisseau, Bruce D. Hammock,
Bruce A. Freeman and Philip Eaton. PNAS vol. 111 no. 22, 8167–8172, doi: 10.1073/
pnas.1402965111
6. De Lorgeril M, Salen P. Gluten and wheat intolerance today: are modern wheat strains
involved? Int J Food Sci Nutr, febrero de 2014.
7. “Mediterranean food consumption patterns. Diet, environment, society, economy and health”
Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y Centro
Internacional de Altos Estudios Gastronómicos Mediterráneos (CIHEAM).
Un pollito totalmente formado, vivo, con su esqueleto, sus tripas, sus ojos, su sangre y ¡hasta plumas
y pico! Y todo sin ningún tipo de ayuda exterior, salvo una pizca de oxígeno que atraviesa la cáscara.
¿Cómo consigue realizar este milagro la naturaleza tan solo con la yema y la clara de un simple huevo
que podría haber acabado en una sartén y convertirse en un huevo frito?
En el huevo están presentes todos los aminoácidos esenciales y en proporciones ideales. Eso quiere
decir que usted podría vivir perfectamente tomando huevos como única fuente de proteínas y no se
estaría arriesgando a sufrir déicit.
Unos buenos aportes de proteínas contribuyen a incrementar la masa muscular y a perder grasa cor-
poral, disminuyen la presión arterial y refuerzan la salud de los huesos1,2,3,4.
Lluvia de vitaminas
Un huevo contiene vitaminas A, B2, B5, B6, B9, B12, D, E y K.
Mucha colina
La yema del huevo contiene 100 mg de colina.
La colina es un nutriente muy poco conocido por el público en general, que sin embargo resulta de
vital importancia.
Desempeña un papel biológico fundamental como donante de grupos metilo y sirve como precursor
de la S-adenosil metionina (una sustancia que se suele utilizar en los tratamientos contra la artrosis).
Grasas buenas
Un huevo grande contiene 5 gramos de grasas buenas, pero lo cierto es que, al inal, la calidad de estas
grasas depende sobre todo de la forma en la que se cría y alimenta a las gallinas.
Hoy en día la gente de ciudad suele pensar que una buena gallina tiene que criarse con cereales y, en
concreto, maíz. Pues bien, eso es un disparate.
Las gallinas son omnívoras y, aunque no tengan dientes, adoran la carne, las lombrices y los insectos
de todo tipo que se encuentran por la tierra, si es que se las deja corretear al aire libre. También comen
hierbas y hojas.
Ese estilo de vida y esa alimentación contribuirán a la formación de grasas buenas en el huevo, los
ácidos grasos omega-3, y todavía en mayor cantidad si al granjero se le ocurre proporcionar a las
gallinas semillas de lino o aceite de pescado. En ese caso, el huevo será todavía más rico en omega-3.
Los estudios demuestran que tomar huevos ricos en omega-3 es una forma muy eicaz de reducir el
nivel de triglicéridos en la sangre, factor con un papel de sobra conocido en las enfermedades del
corazón6.
Los estudios demuestran que unos aportes adecuados de dichos nutrientes pueden reducir de manera
signiicativa el riesgo de cataratas y degeneración macular asociada a la edad8.
La yema del huevo contiene grandes cantidades de luteína y zeaxantina. En un estudio controlado, el
consumo de simplemente 1,3 yemas de huevo al día de media durante 4 semanas y media supuso un
aumento del nivel de luteína de entre el 28 y el 50% y de la zeaxantina de entre el 114 y el 142%. (9)
Además, los huevos son muy ricos en vitamina A, que también desempeña un papel importante en la
vista.
Y yo le digo a usted: cómase todos los que quiera, hasta tres al día, salvo si tiene diabetes o sufre de
hipercolesterolemia familiar genética.
Es verdad que un huevo contiene 212 mg de colesterol, más de la mitad del aporte diario recomendado
(300 mg). Sin embargo, debe saber que el colesterol alimentario inluye muy poco sobre el colesterol
en sangre; el 80% del colesterol en sangre está fabricado por el hígado.
Además, la reacción ante el colesterol alimentario varía mucho de una persona a otra:
• en el 70% de las personas, los huevos no aumentan nada de nada el nivel de colesterol.
• en el 30% restante, aumentan ligeramente el nivel de HDL (lipoproteína de alta densidad).
Si nos encontramos dentro de este 30%, puede parecernos preocupante, pero lo cierto es que no lo
es: las personas con un nivel alto de HDL tienen un riesgo menor de sufrir enfermedades y acciden-
tes cardiovasculares (ACV) y demás problemas de salud. Por algo se le conoce popularmente como
“colesterol bueno”10.
En las personas que sufren síndrome metabólico, caracterizado por baja sensibilidad a la insulina,
alteración de la glucosa, hipertensión arterial, aumento de triglicéridos y del perímetro abdominal,
tomar huevos a diario ha demostrado que mejora el peril lipídico (grasas en sangre) y la sensibilidad
a la insulina, lo que reduce las tasas de glucosa en sangre11.
Son baratos
Los huevos no son caros, como habrá comprobado cada vez que hace la compra. De hecho, si com-
paramos el precio por kilo –aunque los huevos no se vendan al peso, sino por unidades- el precio por
kilo de huevos es inferior al de la mayoría de carnes y pescados.
Sin esfuerzo redujeron de forma automática su consumo de alimentos en las 36 horas siguientes en
comparación con aquellas que habían comido pan12.
¡Están buenísimos!
Solos están deliciosos y también acompañan muy bien a numerosos platos. Su contenido en grasas
buenas hace que se impregnen con facilidad de todos los aromas que les añadimos al cocinarlos:
champiñones, cebolla frita, pimiento asado, pimienta, un toque de trufa...
Lo importante es disfrutarlos. Y, como ve, puede hacerlo sin tener que pensárselo dos veces.
Fuentes:
1. “Dietary protein to maximize resistance training: a review and examination of protein
spread and change theories”. John D Bosse y Brian M Dixon. Journal of the International
Society of Sports Nutrition 2012, 9:42 doi:10.1186/1550-2783-9-42.
2. “Protein intake and energy balance”. Department of Human Biology, Nutrim, and Wage-
ningen Centre of Food Sciences, Maastricht University, P O Box 616, 6200 MD Maastricht,
PubMed. 2008 Aug 7;149(1-3):67-9. doi: 10.1016/j.regpep.2007.08.026. Epub 2008 Mar 25.
3. “Dietary protein and blood pressure: a systematic review”. Altorf-van der Kuil W, Eng-
berink MF, Brink EJ, van Baak MA, Bakker SJ, Navis G, van ‘t Veer P, Geleijnse JM. Top
Institute Food and Nutrition, Wageningen, The Netherlands. 2010 Aug 11;5(8):e12102. doi:
10.1371/journal.pone.0012102.
4. “Dietary protein and skeletal health: a review of recent human research”. Kerstetter JE, Kenny
AM, Insogna KL. Department of Allied Health Sciences, University of Connecticut, Storrs,
Connecticut, USA. PubMed. 2011 Feb;22(1):16-20. doi: 10.1097/MOL.0b013e3283419441.
5. “Repeatability and measurement error in the assessment of choline and betaine dietary
intake: the Atherosclerosis Risk in Communities (ARIC) study”, Bidulescu A, Chambless
LE, Siega-Riz AM, Zeisel SH, Heiss G, Nutrition Journal, vol. 8, no 1, 2009, p. 14 (PMID
19232103, PMCID 2654540, DOI 10.1186/1475-2891-8-14).
6. “Effects of omega-3 fatty acids on serum markers of cardiovascular disease risk: A syste-
matic review”. Ethan M. Balk, Alice H. Lichtenstein, Mei Chung, Bruce Kupelnick, Priscilla
Chew, Joseph Lau. Elsevier (March 13, 2006).
7. “Identiication of lutein and zeaxanthin oxidation products in human and monkey retinas” F
Khachik; P S Bernstein; D L Garland. Investigative Ophthalmology & Visual Science (IOVS)
August 1997, Vol.38, 1802-1811. doi:
8. “Plasma Lutein and Zeaxanthin and Other Carotenoids as Modiiable Risk Factors for Age-
Related Maculopathy and Cataract: The POLA Study”. Cécile Delcourt; Isabelle Carrière;
Martine Delage; Pascale Barberger-Gateau; Wolfgang Schalch; the POLA Study Group.
Investigative Ophthalmology & Visual Science (IOVS). June 2006, Vol.47, 2329-2335.
doi:10.1167/iovs.05-1235
9. “Lutein and zeaxanthin concentrations in plasma after dietary supplementation with egg
yolk”. Garry J Handelman, Zachary D Nightingale, Alice H Lichtenstein, Ernst J Schaefer,
and Jeffrey B Blumberg. The American Journal of Clinical Nutrition. Am J Clin Nutr August
1999 vol. 70 no. 2 247-251
10.“High-density lipoprotein cholesterol as an independent risk factor in cardiovascular disease:
assessing the data from Framingham to the Veterans Affairs High--Density Lipoprotein In-
tervention Trial”. (PMID:11374850) Boden WE,Division of Cardiology, Hartford Hospital,
Connecticut 06102, USA, The American Journal of Cardiology [2000, 86(12A):19L-22L].
11.“Whole egg consumption improves lipoprotein proiles and insulin sensitivity to a greater
extent than yolk-free egg substitute in individuals with metabolic syndrome”. Blesso CN1,
Andersen CJ, Barona J, Volek JS, Fernandez ML.2013 Mar;62(3):400-10. doi: 10.1016/j.
metabol.2012.08.014. Epub 2012 Sep 27. PubMed
12.“Short-term effect of eggs on satiety in overweight and obese subjects”. Vander Wal JS1,
Marth JM, Khosla P, Jen KL, Dhurandhar NV. Department of Psychology, Saint Louis Uni-
versity, Missouri, USA. 2005 Dec;24(6):510-5. PubMed.
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