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La mente del estratega

Por: Andrés Fernando Solano Rodríguez

“Cuando has comprendido el camino de la estrategia, ya no hay nada que no


puedas comprender”. Miyamoto Musashi.

La estrategia es un conjunto de acciones que se realizan para acercarnos al camino


más favorable y alcanzar un fin, en una organización se entiende como el punto de
partida para generar valor a través de una gestión acertada, por consiguiente
debemos valorar la mente estratégica como eje transversal del desarrollo
empresarial. Ahora bien, ¿cómo desde el ser transformamos esa mente estratégica
en factor clave para el desarrollo y aprendizaje de una organización?,
definitivamente tendremos que analizar su papel desde el sistema.

Ohmae (1991) nos plantea:

El análisis es el punto crucial de arranque del pensamiento estratégico. Al


enfrentarse problemas, tendencias, eventos o situaciones que parecen constituir un
todo armónico o que, de acuerdo con el sentido común actual, parecen venir
integradas como un todo, el pensador estratégico los divide en sus partes
constitutivas. (s.p.)

Todas las empresas deben entender el entorno y analizarlo para llegar a ser más
competitivas, en ese análisis se encuentran ambientes cambiantes en donde la
mente diferencia los escenarios y determina el momento coyuntural, las amenazas
y las oportunidades, previa estructura mental que determine el contexto.

Cualquier estrategia, antes de ser plasmada, está primero dentro de la mente, allí
entendemos que la persona tiene la capacidad de concebir un impulso mediador
competitivo entre un entorno dinámico y la empresa, entendida desde un sistema
estable.
En las últimas dos décadas se percibió en las esferas industrial y organizacional,
una avalancha de propuestas novedosas que se presentaron como estandartes del
cambio en lo productivo y lo que tiene que ver con el recurso humano, sin embargo
no se evidencia una estrategia integral que permita amalgamar estos dos
componentes en propuestas que beneficien no solo a los empresarios sino también
a los colaboradores. Es allí donde las mentes estrategas pueden jugar un papel
definitivo.

El ser

No existen los estándares para clasificar una mente estratega, se puede afirmar que
la estrategia está a la orden del día en la mente de cada ser humano. La toma de
decisiones diarias implica la planeación en diferentes aspectos cotidianos, ahora
bien, en las organizaciones la toma de decisiones es inherente al medio laboral, por
esto cada persona está en la capacidad de configurar su mente en el orden de la
estrategia constante y bien definida para que la toma de estas decisiones adquieran
mayor fuerza y se extiendan en la barrera de las determinaciones simples para
transformarse en trascendentales. Un estratega posee una mente direccionada a
derrotar los convencionalismos sin importar que sus ideas puedan ir en contra vía
de las reglas establecidas y con las que se rigen la mayoría de organizaciones.

Godet (2000) cita a Berger (1964) anotando: “¿Cómo podríamos pensar en actuar
como un estratega sin mirar a lo lejos, a lo ancho, a lo profundo; tomar riesgos,
pensar en el hombre?... Contemplando el futuro se transforma el presente” (p. 9).
Si el futuro se convierte en la razón del ser del presente, podemos estar ante la
actitud que distingue al estratega, quien está decidido a conquistar el futuro.

Si entramos en retrospectiva podemos acotar que la actitud estratégica es una


cualidad mental que lleva a romper paradigmas que llevan a la distinción de la
persona que la obtiene, pues es la que tiene el control. Aquí la importancia del ser
como fuente de conocimiento para el desarrollo de la estrategia, sus actuaciones y
sus acciones para provocar el cambio que diferencie la organización de la
competencia. Arana (s.f.) escribe: “La visión estratégica nace en el corazón del
estratega. Es fruto de su dinámica interna, de cómo percibe la realidad, de cómo se
movilizan sus emociones, de cuáles son sus sueños, de cuáles son sus mapas, de
cuáles son talentos dominantes”.

Una mente estratégica debe tener la capacidad de entender globalmente el


problema y trabajar en equipo con las áreas de la compañía que puedan tener
injerencia en el aporte de soluciones estratégicas. Partiendo de este punto y
teniendo en cuenta la dinámica del ámbito empresarial, la mente estratégica debe
facultarse con una dosis de liderazgo para que la inversión intelectual realizada en
el análisis del asunto sea adoptada y asimilada por los actores involucrados en el
mismo.

Es claro que si queremos pensar estratégicamente debemos saber a dónde


queremos llegar (determinar enfoque), saber dónde estamos (analizar el entorno y
las fuerzas competitivas, determinar el punto crítico), saber cómo llegamos (estudiar
mapas y subsistemas, conocer las herramientas), monitorear y corregir (hacer
dinámica la estrategia, métodos de aciertos y errores, diagrama).

El aprendizaje como estrategia

Analizando la adaptabilidad de una estrategia dentro de una organización nos


preguntamos: ¿cuál es el verdadero significado que le dan las organizaciones al
aprendizaje, ligado al conocimiento y la sabiduría?, sin desconocer los grandes
avances y los sistemas implementados por grandes empresas, encontramos que un
gran porcentaje de las organizaciones, aunque no desconocen los sistemas de
aprendizaje, no los adoptan como una política transcendental por considerarlos no
estratégicos en la consecución de las metas financieras, lo que podemos denominar
entendiendo el entorno, que da como resultado un escenario bastante complejo de
analizar, pero donde se podrá sentar una opinión que aterrice el sistema actual.

La sabiduría resulta una característica esencial de los líderes, y para forjarse como
líderes deben atravesar por un conocimiento previo y un aprendizaje, la sabiduría
lleva a los líderes a tomar decisiones estratégicas y a allanar procesos
interpersonales cruciales para un liderazgo eficaz, resalta Rowley (2005), pero nos
preguntamos por qué el desinterés de los líderes de las organizaciones para creer
en el aprendizaje como arma de rentabilidad; tal vez la cultura de un modelo antiguo
y basado en resultados a corto plazo seguramente son algunas de las razones para
no pensar en el conocimiento como base de un crecimiento constante. El liderazgo
aparece en la filosofía de una empresa como una competencia inherente al seno de
los accionistas sin siquiera darse cuenta de lo que significa para esta; ahora bien,
una mente estratégica teniendo como base diferentes casos de éxito en el
aprendizaje y entendiéndolo como ápice de una gestión del conocimiento,
implementará una práctica de multiplicidad de la información transmitida por un
responsable para que la empresa genere valor.

Para el anterior ejemplo se tuvo en cuenta un análisis situacional creativo que


incluye cuestionamientos con enfoques multidireccionales que permiten estudiar de
manera completa el momento que merece un planteamiento de nuevas soluciones.
El multienfoque permite analizar el problema desde diversos puntos de vista y por
ende se pueden vislumbrar diferentes soluciones que contribuirán a la correcta
evolución de la situación.

Desde esta pequeña perspectiva resulta claro el entender la estrategia como base
de la transformación de los sistemas, cómo encontrar una secuencia lógica para
lograr una meta, el poseer un capacidad y una experiencia precisa del mercado, de
lo que significa tener el control, teniendo claro como expone Ohmae (1991): “La
fórmula para obtener éxito es más confiable: combinar el método analítico con la
elasticidad mental que llamo pensamiento estratégico" (s.p.).

Cómo gestionar el talento desde la estrategia

Gutiérrez (2011) explica que debemos entender la gestión del talento desde el
desarrollo, la conservación y el aprovechamiento de las personas que poseen
habilidades y aptitudes que resuelvan las necesidades de los diferentes contextos,
es decir, crear la capacidad de contender estratégicamente desde el conocimiento;
evidentemente en los últimos años y por una desaceleración económica en la región
los conceptos de información, aprendizaje y tecnología se convierten en el arma
competitiva del crecimiento económico no solo de las empresas sino de las
naciones. Entendiendo esto podemos entender la estrategia adaptada a las nuevas
tendencias internacionales que llevarán a conquistar la competitividad absoluta.

Porter (1992) expone: "La estrategia competitiva consiste en desarrollar una amplia
fórmula de cómo la empresa va a competir, cuáles deben ser sus objetivos y qué
políticas serán necesarias para alcanzar tales objetivos".

Conclusiones

La mente del estratega planea más ampliamente la administración de una


organización, es clave para sobrevivir en un mundo de negocios pero también en
un mundo personal, donde se exige que los líderes ahora no solo lleven las prácticas
estratégicas a su organización sino las empleen en su vida personal, así logrará
cosechar éxitos que lo lleven a encumbrar una planificación efectiva.

La libertad de acciones y diálogos ayudarán a allanar un camino en el que los


intereses de la empresa sean compatibles con los del ser humano y su trabajo.
Mariñez (2012) aporta:

En estos vertiginosos tiempos donde lo único estable es la inestabilidad, sobre todo


a nivel de entorno, que como se sabe, es lo que determina en los cambios a asumir
por las organizaciones, no queda otra alternativa que perfeccionar las mismas y esto
en un papel de avanzada lo tiene la posibilidad que tengan de superar la calidad de
los sistemas de dirección, requisito indispensable para que estas organizaciones
crezcan por sí mismas.

Finalmente, ¿qué nos lleva a tener una planificación estratégica como base de un
pensamiento estratégico claro?, el conocer la misión y la visión de la organización
(delimitar sobre el deber, el poder hacer y qué no hacer), identificar los sectores
estratégicos, desarrollar una inteligencia mercantilista, fijar objetivos y realizar
análisis competitivos.

Los estrategas nunca dejan a un lado el análisis ni la razón, convirtiéndose en un


proceso creativo constante que prueba las ideas que surgen, mide sus
consecuencias estratégicas para no fallar en la marcha y experimentar algo nuevo
en donde la competitividad sea un eje articulador para alcanzar los objetivos.

Referencias

Arana, A. (s.f.). Explorando la mente del estratega. Recuperado de:


http://mentat.com.ar/mente-estratega.htm

Godet, M. (2000). La Caja de Herramientas de la Prospectiva Estratégica. Cuarta


edición actualizada. GERPA: París.

Gutiérrez Alvarado, J. J. A. (2011). La gestión del talento y la generación de valor


en la empresa. Cuaderno de Investigación EPG de la UPC, (15), 1-20. Recuperado
de: http://www3.upc.edu.pe/bolsongei/bol/29/761/La gesti%C3%B3n del talento y la
generaci%C3%B3n de valor en la empresa.pdf

Mariñez, J.J. (2012). Strategic management. Atlantic International University:


Haway. Recuperado de: http://www.monografias.com/trabajos93/la-administracion-
estrategica/la-administracion-estrategica.shtml#conclusioa

Ohmae, K. (1991). La mente del estratega, el triunfo de los japoneses en el mundo


de los negocios. Traducción: Universidad Iberoamericana. McGraw-Hill: España.

Pérez, C. (2005). Estrategia y mente: el código del gran juego. Libros en red:
Amertown International S.A.
Porter, M. (1982). Estrategia competitiva. Patria: México.

Rowley J. (2005). What do we need to know about wisdom? University of Gales. UK.

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