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Todas las empresas deben entender el entorno y analizarlo para llegar a ser más
competitivas, en ese análisis se encuentran ambientes cambiantes en donde la
mente diferencia los escenarios y determina el momento coyuntural, las amenazas
y las oportunidades, previa estructura mental que determine el contexto.
Cualquier estrategia, antes de ser plasmada, está primero dentro de la mente, allí
entendemos que la persona tiene la capacidad de concebir un impulso mediador
competitivo entre un entorno dinámico y la empresa, entendida desde un sistema
estable.
En las últimas dos décadas se percibió en las esferas industrial y organizacional,
una avalancha de propuestas novedosas que se presentaron como estandartes del
cambio en lo productivo y lo que tiene que ver con el recurso humano, sin embargo
no se evidencia una estrategia integral que permita amalgamar estos dos
componentes en propuestas que beneficien no solo a los empresarios sino también
a los colaboradores. Es allí donde las mentes estrategas pueden jugar un papel
definitivo.
El ser
No existen los estándares para clasificar una mente estratega, se puede afirmar que
la estrategia está a la orden del día en la mente de cada ser humano. La toma de
decisiones diarias implica la planeación en diferentes aspectos cotidianos, ahora
bien, en las organizaciones la toma de decisiones es inherente al medio laboral, por
esto cada persona está en la capacidad de configurar su mente en el orden de la
estrategia constante y bien definida para que la toma de estas decisiones adquieran
mayor fuerza y se extiendan en la barrera de las determinaciones simples para
transformarse en trascendentales. Un estratega posee una mente direccionada a
derrotar los convencionalismos sin importar que sus ideas puedan ir en contra vía
de las reglas establecidas y con las que se rigen la mayoría de organizaciones.
Godet (2000) cita a Berger (1964) anotando: “¿Cómo podríamos pensar en actuar
como un estratega sin mirar a lo lejos, a lo ancho, a lo profundo; tomar riesgos,
pensar en el hombre?... Contemplando el futuro se transforma el presente” (p. 9).
Si el futuro se convierte en la razón del ser del presente, podemos estar ante la
actitud que distingue al estratega, quien está decidido a conquistar el futuro.
La sabiduría resulta una característica esencial de los líderes, y para forjarse como
líderes deben atravesar por un conocimiento previo y un aprendizaje, la sabiduría
lleva a los líderes a tomar decisiones estratégicas y a allanar procesos
interpersonales cruciales para un liderazgo eficaz, resalta Rowley (2005), pero nos
preguntamos por qué el desinterés de los líderes de las organizaciones para creer
en el aprendizaje como arma de rentabilidad; tal vez la cultura de un modelo antiguo
y basado en resultados a corto plazo seguramente son algunas de las razones para
no pensar en el conocimiento como base de un crecimiento constante. El liderazgo
aparece en la filosofía de una empresa como una competencia inherente al seno de
los accionistas sin siquiera darse cuenta de lo que significa para esta; ahora bien,
una mente estratégica teniendo como base diferentes casos de éxito en el
aprendizaje y entendiéndolo como ápice de una gestión del conocimiento,
implementará una práctica de multiplicidad de la información transmitida por un
responsable para que la empresa genere valor.
Desde esta pequeña perspectiva resulta claro el entender la estrategia como base
de la transformación de los sistemas, cómo encontrar una secuencia lógica para
lograr una meta, el poseer un capacidad y una experiencia precisa del mercado, de
lo que significa tener el control, teniendo claro como expone Ohmae (1991): “La
fórmula para obtener éxito es más confiable: combinar el método analítico con la
elasticidad mental que llamo pensamiento estratégico" (s.p.).
Gutiérrez (2011) explica que debemos entender la gestión del talento desde el
desarrollo, la conservación y el aprovechamiento de las personas que poseen
habilidades y aptitudes que resuelvan las necesidades de los diferentes contextos,
es decir, crear la capacidad de contender estratégicamente desde el conocimiento;
evidentemente en los últimos años y por una desaceleración económica en la región
los conceptos de información, aprendizaje y tecnología se convierten en el arma
competitiva del crecimiento económico no solo de las empresas sino de las
naciones. Entendiendo esto podemos entender la estrategia adaptada a las nuevas
tendencias internacionales que llevarán a conquistar la competitividad absoluta.
Porter (1992) expone: "La estrategia competitiva consiste en desarrollar una amplia
fórmula de cómo la empresa va a competir, cuáles deben ser sus objetivos y qué
políticas serán necesarias para alcanzar tales objetivos".
Conclusiones
Finalmente, ¿qué nos lleva a tener una planificación estratégica como base de un
pensamiento estratégico claro?, el conocer la misión y la visión de la organización
(delimitar sobre el deber, el poder hacer y qué no hacer), identificar los sectores
estratégicos, desarrollar una inteligencia mercantilista, fijar objetivos y realizar
análisis competitivos.
Referencias
Pérez, C. (2005). Estrategia y mente: el código del gran juego. Libros en red:
Amertown International S.A.
Porter, M. (1982). Estrategia competitiva. Patria: México.
Rowley J. (2005). What do we need to know about wisdom? University of Gales. UK.