De Beneficios y Maleficios

I Tnu versión de la RSE

gira en torno
L,/ a la pregunta sobre los costos y be-
neficios que esta práctica conlleva para

$
las organizaciones. Iluminar esta cues-
tión desde la luz de un balance econó-
mico otorga muy poca claridad en un
tema que, como se sabe, ya de por sÍ
resulta difícil de contemplar en toda su
complejidad.
Uno está tentado a buscar las simpli-
cidades, aquello que no tense el múscu-
lo ni exija la sinapsis. Lamentablemen-
te, ni la vida ni la RSE facilitan el deiarse
esponsabilidad
tentar sin pagar por ello el precio del Socia]
pecado.
Digo entonces que aquél enfoque de
resana
resultados económicos sólo contempla
a la empresa en cuanto agente econó-
mico. Nada tiene para decir sobre el rol
de estas organizaciones como agentes
sociales. Más aún: en algún caso se ha
sostenido que no sólo no compete di-
t:,f
,'$htr
cho análisis, sino que pone en peligro la
esencia misma de la empresa.
Lo interesante de esta Postura es :}
crear este t'
t:
,J

eue , sin proponérselo, es una definición ..¡-(

...

doble juego
'..J

acerca de la función de la empresa en el

contexto de la construcción de la co- de valores econó-
micos y sociales, pero
*

munidad que integra: al negarse su "ser
social", su aporte como tal resulta en
consecuencia inexistente, o mejor aún,
improcedente. Mal que le pese a esta vi-
sión, los tiempos han ido llevando a las
empresas a asumir su entidad como ac-
tores sociales, & veces con entusiasmo,
otras "entusiasmadas" por los demás
miembros del caldo comunitario (entre
otros, sus propios clientes).
Hoy se impone arduamente una mira-
da compleja sobre un fenómeno com-
plejo. Así, la visión sobre la gestión res-
ponsable y sustentable exige a la empre-
sa una mirada desde un rol compuesto
inescindiblemente de su ser económico
y de su ser social. No es ninguna nove-
dad el que las organizaciones empre-
sariales del siglo XXI están llamadas a
aún cuesta culminar el iter lógico que
impone la consecución de los últimos:
un agente social debe cumplir unas res-
ponsabilidades sociales que no admiten
ser supeditadas a análisis económicos;
se deben asumir en cuanto hacen a lo
que el agente "es".
Así por ejemplo, la pregunta sobre
costes y beneficios del cumplimiento de
sus responsabilidades, s€ torna absur-
da si cambiamos el agente social sobre
el que indagamos, y nos referimos, por
ejemplo, & la familia o a la policía: ¿será
económicamente conveniente que los
Pérez se abstengan del uso de casti-
gos físicos sobre su prole?: en orden a
optimizar los costos de mantener a un
agente de consigna en la vía pública,
"
con este calor deshi-
-1"'"'
dratante del verano, ino
es más económico proveerlo -en lugar
de la hosca 9 mm. reglamentaria- de un
alegre y refrescante pomo pletórico de
agua, más acorde además con los nue-
vos feriados carnavalescos?.
Como se advierte, el excluir del aná-
lisis cualquier referencia a cuestiones
extra patrimoniales precipita la cues-
tión a un irremediable absurdo. Como
seguramente ocurrirá si caemos en el
reduccionismo de ver la cuestión con
el monóculo social: ambas visiones se
necesitan y complementan.
En este sentido, uno de los más des-
tacados avances en la no tan corta vida
de la RSE, ha sido la progresiva adop-
ción de diversas facetas sobre el obrar

18 I Revista Económica

corporativo -a lo meramente econó-
mico se sumó lo laboral, las cuestio-
nes sanitarias, el impacto ambiental y
social, etc.-. Esta visión compleja -que
contrasta con la simpleza de la que se
limita al análisis de pérdidas y utilida-
des- obtiene su carta de ciudadanía al
aceptarse -casi pacíficamente hoy en
día- que los resultados empresariales
deben establecerse, perseguirse y ob-
tenerse desde -al menos- una triple
cuenta de resultados ("triple bottom"l)
que conjugue las responsabilidades
corporativas económicas con las socia-
les y medioambientales.
Esta mirada compleja también lo
es en cuanto exige la consideración
de puntos de vista distintos al de la
propia empresa, con intereses que se
desparraman sobre un continuum que
va desde la compatibilidad hasta la
incompatibilidad. Más aún: las más de
las veces, por estas Pampas perdidas,
se abusa de una herramienta (el mapeo
de stakeholders), presentándonos un
"sistema solar" cuyo centro estático
es -irremedialemente- la Empresa, al-
rededor de la cual giran alegremente
los "planetas" stakeholders (comuni-
dad, estado, ongs, personal, clientes,
etc.). Esta concepción decimonónica
no llega a advertir que la empresa esta-
blece relaciones interdependientes, en
un plexo social en el cual es un agente
más que es atravesado por múltiples in-
teracciones, un nodo de una vasta red.
Lozano brillantemente grafica el paso
de una visión a otra como "Esperando
a Copérnico"2.
"La elaboración de un discurso sobre
los stakeholders siempre se estructura
desde la asunción (implícita o explíci-
ta) de un modelo de empresa, de un
modelo de gestión, de un modelo de
identificación de stakeholders, de un
modelo de clarificación de valores y de
un modelo de legitimación. (...) Creo
POT CI DT. HERNÁN CASTIÑEIRA DE DIOS
Consultor en Monngement
que hoy no podemos hablar de los
stakeholders desde la perspectiva de
una organización centrada en sí misma
y que sólo sea capaz de ver el mundo
desde sí misma. La sociedad emergente
es una sociedad red, hecha de interde-
pendencias, que exige que los diversos
actores sean capaces de verse a sí mis-
mos y a sus prácticas también desde la
perspectiva de este sistema de inter-
dependencias. Eso significa que toda
aproximación a los stakeholders debe
referirse a la forma de situarse y de ac-
tuar de las empresas en su marco de
relaciones"3.
Tenemos entonces una visión com-
pleja de la responsabilidad social, toda
vez que
a) considera el desempeño del agen-
te social no ya desde una sola faceta,
sino desde múltiples aspectos, y
b) el agente en cuestión ya no tiene
una posición focal, que impone intere-
ses y comunicaciones unidireccionales:
ahora es un nodo interdependiente en
el contexto de una red.
¿Qué tal si lo complicamos un poco
más? Usted, sagaz lector, seguramente
notó que en todo este párrafo ya no
hablo de "empresá", sino de "agente":
¿quién dijo que la "responsabilidad so-
cial" es sólo "empresarial"?. El Estado,
único actor en la comunidad al que se
le reconoce el rol de gestor del bien co-
mún, ¿no es socialmente responsable?
¿Lo es menos que las empresas? ¿Y las
familias? ¿Y los ciudadanos?.
Personalmente, creo que la E al final
de RS es una muy cómoda y convenien-
te posición impuesta -ya por culpa, ya
por dolo- por otros agentes sociales,
que finalmente pueden gritar: ECCE
HOI\,{MO. Ya tenemos al culpable. Leios
de nosotros el tratar de inculpar a las
empresas por su cuota de irresponsabi-
lidad en el desmadre social. Pero, ¿son
las únicas responsables?
Social y RSC
Pensemos por ejemplo en cómo obra
en forma socialmente responsable un
Juan Pérez, escandalizado ante su tele-
visor que le muestra, con letras rojas,
cómo mueren de hambre los chicos
salteños. "Mucho para un dÍa muy pe-
sado", barrunta, y cambia al "Bailan-
do...". Según Google -al 1210212011-,
en webs argentinas, durante los últi-
mos 12 meses y en español- las pala-
bras "desnutrición" junto con "Salta"
aparecieron en 18.800 ocasiones, mien-
tras que la específica "ricardo fort" lo
hizo en 1.130.000. Sin duda, Juan estará
más tranquilo preguntándose por qué
no solucionan el drama de los pibes
salteños esas empresasmonopolico-
multinacionolesmalparidas. La misma
tranquilidad que llenará la conciencia
de sus representantes, especialmente
los salteños, también muy socialmente
responsables.
Pocas cosas más tranquilas que un
cementerio. Y que, a propósito, resulta
de muy barato mantenimiento.l
1 Este concepto fue originalmente pro-
puesto por John Elkington en "Connibals
with Forks: the Triple Bottom Line of 2I st
Century Business", pp. 69 y ss., 1998, New
Society Publishers.
2 Lozano, Josep M.; "La empresa ciudada-
na como empresa responsable y sosteni-
ble", pp. 117 y ss.; 2009, Ed. Trotta.
3 Lozano; op cit, p. 127.
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