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J O H N V. M U R R A 1
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LA ANTROPOLOGIA V SUS COMBATES POLÍTICOS: JOH N V. M üRRA
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LAS PAIABRAS V LAS CULTURAS: CATORCE DIÁLOGOS EN C IA VE ANTROPOLÓGICA
tualm ente distinto que para entender lo que pasaba en los A ndes, y yo
nunca he creído esto. El mismo vocabulario que em pleaba p a ra h ab lar
de los burundi lo utilizaba para los incas. El aspecto com parativista que
utilizo en mis estudios es lo que considero com o mi m ay o r contribución,.
G. A .— Vuelvo a insistirle en que en el detalle. En m uchos casos,
com o en el tratam iento que hace de los excedentes y su papel en la
sociedad cam pesina inca, se observa tal densidad etnográfica que por
ellos no pasa el tiem po. Sin em bargo en otros antropólogos que han
p artido de una visión m aterialista, quizás se note dem asiado lo que
A lthusser denom inab a la «ideología».
Murra.— La guerra civil española me curó del com unism o. U sted no
sabe cóm o era, no sabe lo que era convivir con todos esos comisarios.
C uando regresé nunca m ás nadie pudo atraerm e a u n a causa política. Mi
facilidad p ara los idiom as m e perm itió e n tra r en reuniones com o
intérprete, reuniones a las cuales nunca habría accedido en otras
condiciones puesto que yo no era nadie. P or eso conocí bien todo aquel
m undo interno. En la guerra aprendí m ucho sobre el ser hum ano,
aprendí m ucho de su com portam iento. Esto m e ayudó posteriorm ente en
mi estancia en los A ndes, tanto es así que luego otros becarios de Estados
U nidos que salieron fuera m e preguntaban cóm o conseguía la inform a
ción de los habitantes andinos. Fueron las dim ensiones hu m an as que
aprendí en la guerra civil las que me ayudaron en esta tarea. Y esto
mism o m e perm itió conseguir becas p ara estudiantes andinos porque
a prendí a reconocer el talento de las personas.
G. A .— Entonces, y yo lo creo así, ¿para la prom oción de un buen
antropólogo se debe h ab er ido a la guerra? Se lo digo com o m etáfora,
pero asimismo en toda su real dim ensión.
Murra.— N o tiene que ser una guerra. D ebe saberse cóm o deciden
los adultos, porque m uchas veces las decisiones son ocultas y el que tom a
las decisiones tam poco llega a darse cu en ta en su totalidad de lo que
hace. La guerra en este sentido es algo ex trem adam ente rápido, no te
perm ite d em ora alguna, tienes que ap ren d er hoy p ara actu ar m añ an a. Es
im portantísim o ap ren d er a escuchar, no dedicarse a h ab lar sino a
escuchar, sobre todo cuando eres jo v en porque tu ego no es tan fuerte.
H ay ejem plos sencillos. Estados U nidos en aquella época no tenía un
periódico nacional, y llegaban a las brigadas los periódicos locales
enviados po r las familias de cad a u n a de las personas que estaban allí. L a
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LA ANTROPOU)ÜÍA Y SUS COMBA TES W lJTICO SrJO H X V. M IRRA
no son como ellos, que son pobres diablos que no saben nada. Entonces
los colonizados reaccionan de m anera colonialista dando más im portan
cia de la que tiene a nuestros trabajos. Por ejemplo un finlandés escribe
en los años treinta un libro sobre los incas, y m uchas veces me han
preguntado por qué un finlandés se interesaba por ellos; no creen
necesario que nos interesemos por ellos, aunque yo siempre he pensado
lo contrario, y en este sentido han dado más valor a mis estudios y al
trabajo que he realizado de lo que verdaderam ente tiene.
G. A .— H e observado cómo incluso en las contraportadas de sus
libros editados en Perú se le trata con mucho cariño. Se le presenta como
profesor de la Universidad de San Marcos antes que de las universidades
de Estados Unidos.
Murra.— Yo enseñaba cosas sobre el Perú y sobre Africa por aquello
de la com paración etnológica. Yo siempre he puesto m ucho interés en la
com paratividad antropológica; cuando enseñé historia de la antropología
norteam ericana tanto en M adrid como en Barcelona siempre insistí
mucho en cómo fueron los primeros antropólogos, eran personas sin
formación académ ica pero con una gran experiencia práctica.
G. A .— A tenor de sus reflexiones sobre la com paración y puesto que
estamos en la zona donde realizó su trabajo de cam po Lewis H enry
M organ, ¿qué consideración le merece la figura de M organ? Usted
mismo hizo una compilación de artículos sobre la historia de la antropo
logía norteam ericana y lo debe tener muy presente.
Murra.— Yo fui presidente de la Sociedad de Historia y A ntropolo
gía. C uando empecé con este tema escogí para su estudio las contribucio
nes de M organ, vistas ahora no tanto como teoría sino como prom oción
de la Antropología. Yo no soy de esas personas que se han pasado la vida
estudiando archivos. Estos son muy necesarios pero, por ejemplo, no
puedo enseñar Historia de la Antropología sin estudiar a M organ, que es
em inentem ente práctico, por su descubrimiento sobre que las estructuras
de parentesco son parte de un sistema, un gran descubrimiento. Fue un
hom bre que tuvo m ucho sentido del com parativism o, se esforzó por
com parar sus estudios de los iraqueses con otros pueblos.
G. A .— Q uizás lo más perecedero de la obra de M organ sea el
esquem a evolutivo. ¿Lo ve así?
Murra.— Para su época no era tan malo, y aún en ese esquem a
evolutivo hay algunas percepciones válidas.
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L jüs culturasy ¡os hombres es un texto construido en diálogo. Está constituido por
catorce entrevistas a otros tantos humanistas influidos o influyentes en el
discurso antropológico, histórico y literario. En concreto se entrevistan a John
V. Murra, jean Cuisenier, ('árm elo Iisó n Tolosana, David M. Hart, Antonio
Domínguez Ortiz, Bcrnard Vincent, Abdcllah I lammoudi, Julián Pitt-Rivcrs,
Luc de Hcusch, Jean Rouch, Timothy Asch, F;rancisco Márquez Villanueva,
María Soledad (tarrasco Urgoiti y Juan Goytisolo. Fastas interviús, sobre sus
obras intelectuales y las variables personales que influyeron en las mismas, se
realizaron durante catorce años, entre 1992 y 2006. Conciernen o tratan entre
otros temas de la antropología histórica, del mundo árabe, del estructuralismo
antropológico, del cine y las ciencias sociales, y de la literatura y sus
interpretaciones de la realidad histórica y social. I/>s entrevistados pertenecen a
una generación que dió lo más relevante de su producción entre los años sesenta
y ochenta. Es un libro testimonial y texto dialógico, que ha de servir para
reflexionar los fundamentos de la crítica cultural ejercida con pasión humana,
rigor científico y honestidad intelectual.