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Para 1899 se abre en lo que son hoy los barrios de Parque Patricios y
Barracas la escuela “Nueva humanidad” impulsada por los trabajadores del
Matadero del barrio y las sociedades anarquistas de Barracas. Para el año
1900 contaba con la asistencia de 79 niños.
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a los alumnos de ambos sexos conforme al más perfeccionado sistema
pedagógico y con la escrupulosa verdad científica. Horario de invierno 8 -11
mañana, 1- 4 tarde. Precios por mes: Grados 1 ° y 2° $1,00; grados 3° y 4° $
2,00[…] Al frente se hallan compañeros nuestros competentes en
profesorado. Solo nos resta recomendar a nuestros compañeros y los
numerosos trabajadores de la Boca que presten el más decidido concurso
para el sostenimiento de esta escuela que es la primera, de las varias que se
proponen fundar sus iniciadores con tan elevados fines".
También en ese mismo año hubo dos intentos más uno del grupo anarquista
“Caballeros del Ideal” y otro de Julio Camba en el barrio de Almagro.
En ese mismo año en Bahía Blanca hubo un intento de Escuela Moderna que
no duro mucho ya que sufrió poco mas tarde la represión de la policía y la
persecución de sus docentes. En 1904 una Escuela Moderna comenzó a
funcionar en Perú 1799, también le siguió el grupo de enseñanza popular
“Compañeros Unidos” en la sociedad de Marineros y Foguistas en el barrio de
la Boca, decía la Protesta el 18 de Mayo de 1904:
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partido, dejando esto a su arbitrio (...) Todos pueden asistir (...) lo mismo que
católicos, que protestantes, que los ateos; los autócratas y los libertarios.”
En la ciudad de Trenque Lauquen también surgió junto a la organización
gremial la organización educativa de una escuela libertaria que abrió sus
puertas en octubre del mismo año.
Con el quinto congreso de la Federación Obrera hubo un nuevo impulso para
las escuelas libertarias ya que los acuerdos fueron “El 5° Congreso
reconociendo la necesidad de hacer efectiva la instrucción libre, recomienda a
todas las sociedades federadas dediquen una parte de sus fondos al
sostenimiento de escuelas libres, bibliotecas y edición de folletos, y que la
F.O.R.A. apoye toda iniciativa que surja tendiente a la constitución de ellas,
garantizándose los consejos locales de su buen funcionamiento".
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tando el clero, la burguesía, el militarismo, la prostitución: esto llamo bastante
la atención".
También hubo intentos en Mendoza, Ingeniero White, La plata, Mar del Plata,
C. Rivadavia.
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Con los hechos del Centenario, la implantación del estado de sitio y la ley de
Defensa Social comenzaron las grandes represiones al movimiento obrero en
general, por lo tanto las iniciativas educativas no tuvieron una suerte
diferente; por otra parte la iglesia se encargó de aprovechar toda ocasión
beneficiosa para atacar los intentos educativos que iban en contra de sus
“teorías” de escolarización, varios escritores nombran al clero rosarino como
responsable directo del cierre de escuelas que a través de los medios de
comunicación locales se encargaban de repudiar constantemente; las
persecuciones a docentes y a los trabajadores en cada huelga, la muerte de
F. Ferrer en España fueron todos hechos que ocasionaron el decaimiento
paulatino del impulso por la educación alternativa, después de mediados los
años 10 fueron cerrados varios de los establecimientos educativos pero no
lograron acabar con la voluntad de los trabajadores anarquistas por la
educación libertaria ya que algunos establecimientos sobrevivieron hasta
entrados los años veinte.
Noelia Ferrer
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Instrucción
Garantida la subsistencia del individuo por el trabajo fácil, higiénico y
recreativo; organizada la sociedad por la libre asociación y el libre acuerdo;
hermoseada esa sociedad con la práctica de la solidaridad en todas las
contingencias: hállense satisfechas todas las necesidades naturales, así
materiales como afectivas y recreativas. Fáltale, sin embargo, a la sociedad
libre un gran elemento, sin el cual no seria libre, ni civilizada: la instrucción.
La instrucción es reclamada imperiosamente por la ciencia; es necesaria para
el desarrollo cerebral, como lo es la gimnasia para el muscular. Además,
aspirando el hombre, a la mas amplia y efectiva libertad, no puede prescindir
de la instrucción; porque la libertad únicamente la conquista el hombre con su
saber, con la conciencia de su valía. Los pueblos han sido y son esclavos por
la ignorancia; porque no saben regirse por si mismos; porque aceptan toda
ficción y engaño como cosas verdaderas; y no aciertan a distinguir lo que les
conviene de lo que les es nocivo. Solo a fuerza de dolorosa experiencia, de
saber, han podido poco a poco levantarse de la primitiva estupidez. El mejor
escudo contra todo tiránico propósito, la más firme garantía de la libertad, no
es la fuerza, sino la razón bien cultivada.
El hombre instruido se siente emancipado. Aún en los actuales tiempos, que
nos vemos domeñados en todo, sufriendo una condición esclavizadora, el
ilustrado es libre en su pensamiento y en todos los posibles momentos se
yergue su altiva personalidad. No así el ignorante, que semeja un animal
doméstico, presa de las preocupaciones, humillado ante si mismo por su
concepto de inferioridad y humillándose ante los demás con repugnante
abyección. Siendo esto cierto no precisa mas esfuerzo para comprender la
importancia y la necesidad de la instrucción como sólido fundamento social.
Y tanta importancia se le ha de dar a la instrucción, como al trabajo, como a
la libertad, poniendo a su disposición todos los grandes recursos sociales,
porque sin ella no hay arte, no hay ciencia, no hay progreso, no hay
bienestar. No debe ser, como hoy, privilegio de una clase, dándose al pobre
como mezquina limosna, mala, incompleta; sino que debe constituir un
derecho propio de todos; niños y niñas, hombres y mujeres; además, debe
ser enteramente práctica, integral. De la misma manera que todos los medios
naturales y sociales utilizables y utilizados en la sociedad libre para el trabajo
y para la vida de todos, asimismo deberán servir para la instrucción con toda
la sabiduría, hasta el punto de que cada pueblo sea una vasta escuela, como
un gran taller, para la mutua ilustración en todos los conocimientos posibles, y
de tal modo práctica, que el estudio sea un trabajo y un recreo y un medio de
desarrollo. Desaparecidas, por no tener razón de ser, esas clasificaciones de
profesiones nobles y serviles, manuales y liberales, sino que todo trabajo y
todo servicio y toda ocupación sea igualmente importante, el taller y el
laboratorio, y la clínica y la granja y todo experimento u observación o
descubrimiento será para todos positiva escuela.
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En el común bien y en la mejor ilustración de todos se cifrará el bienestar
individual, axiomático concepto que la sociedad presente se empeña en
ignorar.
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DE LA EDUCACIÓN NACIONAL
William Godwin
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LA EDUCACION
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y externas -en una palabra, un hombre que carece de fuerza de voluntad- no
es sino un vulgar pusilánime.
La educación extramuros. El principio de autoridad, aplicado a hombres que
ya han pasado la adolescencia o alcanzado la madurez, se convierte en una
monstruosidad, en una flagrante negación de la humanidad, en una fuente de
esclavitud y de depravación intelectual y moral. Desgraciadamente, los
gobiernos paternalistas han dejado a las masas estancarse en una ignorancia
tan profunda que no solo será necesario establecer escuelas para los niños
del pueblo, sino para el mismo pueblo.
Pero esas escuelas no deberán hacer la más mínima aplicación o
manifestación del principio de autoridad. No habrá escuelas en el sentido
actual, sino academias populares, donde no se sabrá quienes son los
alumnos o los profesores, donde el pueblo acudirá libremente para adquirir -si
lo considera necesario- una instrucción libre, y donde los asistentes, ricos en
experiencia, enseñaran muchas cosas a los profesores encargados de
aportarles el conocimiento que les falta. Será entonces una especie de
fraternidad intelectual entre la juventud instruida y el pueblo.
La verdadera escuela para el pueblo y para todos los hombres crecidos es la
vida. La única autoridad grande y todopoderosa, a la vez natural y racional,
que podemos respetar será la del espíritu colectivo y publico de una sociedad
basada en la igualdad y la solidaridad, así como en la libertad y el respeto
mutuo de todos sus miembros.
La educación socialista es imposible en la sociedad existente. Tres
cosas son necesarias para que los hombres puedan convertirse en hombres
morales (es decir, en hombres completos en el verdadero sentido de la
palabra): el nacimiento en condiciones higiénicas; una educación racional e
integral, acompañada de una instrucción basada sobre el respeto por el
trabajo, la razón, la igualdad y la libertad; y un medio social en el que el
individuo humano, disfrutando de su plena libertad, sea igual, de hecho y de
derecho, a todos los demás.
¿Existe tal medio? No, no existe. De aquí se deduce que hay que crearlo. Si
fuera posible encontrar en el medio social existente escuelas capaces de
proporcionar a sus alumnos una instrucción y educación tan perfectas como
pueda imaginarse, ¿conseguirían esas escuelas desarrollar hombres justos,
libres y morales? No, no podrían, porque al dejar la escuela, los graduados se
encontrarían en un medio social gobernado por principios completamente
contrarios, y como la sociedad es siempre mas fuerte que los individuos,
pronto serian dominados por ella y desmoralizados. Porque la vida social
abarca todo, impregna las escuelas lo mismo que la vida de las familias y de
todos los individuos comprendidos en ella.
Una educación publica, no ficticia sino real, solo puede existir en una
sociedad verdaderamente igualitaria... Y como la propia vida y la influencia
del medio social son factores educativos mucho mas poderosos que las
enseñanzas de todos los profesores licenciados sobre el « deber» del
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sacrificio y sobre todas las virtudes, ¿como puede ser la educación posesión
común de todos en una sociedad en la cual la posición social de los
individuos y de las familias difiere tanto y es tan desigual?
El medio social configura la mentalidad de los maestros. Los educadores
viven y trabajan en una determinada sociedad y están completamente
impregnados en todo su ser, y en las mas pequeñas partículas de su vida -la
mayoría sin tener siquiera conciencia de ello- por las convicciones, prejuicios,
pasiones y hábitos de esa sociedad. Transmiten todas esas influencias a los
niños que tienen a su cargo; y como, en virtud de la tendencia natural del
hombre a ejercer presión sobre quienes son mas débiles que él, la mayor
parte de los educadores son opresores y déspotas con respecto a los niños -y
a la vez, como el saludable espíritu de contradicción, garantía de la libertad y
de todo progreso, se despierta en los humanos casi desde la infancia-, los
niños y adolescentes odian generalmente a sus educadores, desconfían de
ellos y, al protestar contra su rutina y sus enseñanzas sociales, la generación
mas joven se hace capaz de aceptar o de crear nuevas cosas.
Aquí reside una de las razones principales por las que los adolescentes -
mientras aun asisten a la escuela v no han tornado todavía parte directa y
constructiva en la vida social- son capaces, en mayor medida que los adultos,
de adherirse a una nueva verdad. Pero tan pronto como dejan la escuela, tan
pronto como asumen un puesto definitivo en la sociedad y adoptan los
hábitos, intereses y, por así decirlo, la lógica de una cierta posición mas o
menos privilegiada, la mayoría de ellos toman posición junto a la generación
mas vieja contra la que se habían rebelado, como los esclavos de la
sociedad, y se convierten a su vez en opresores de la siguiente generación
de jóvenes a causa de sus prejuicios sociales.
El medio social -y la opinión social, que siempre expresa los intereses
materiales y políticos de ese medio- gravitan pesadamente sobre el
pensamiento libre, y es necesario un gran poder de pensamiento e incluso de
interés y pasión frente a la sociedad para resistir esa poderosa opresión.
Una actitud socialista sino puede ser desarrollada en los niños dentro de una
sociedad socialista. Los maestros, los profesores y los padres son todos ellos
miembros de esta sociedad, y están todos estupidizados o desmoralizados
por ello. ¿Como pueden, entonces, ofrecer a sus alumnos algo de lo que ellos
mismos carecen? La moral solo puede ser predicada efectivamente con el
ejemplo, y puesto que la moral socialista es completamente contraria a la
moral existente, los maestros, dominados en mayor o menor medida por esta
ultima, actuaran ante sus discípulos de una manera completamente opuesta a
lo que predican. Por consiguiente, la educación socialista es imposible en las
escuelas actuales, lo mismo que en las familias de nuestro tiempo.
Una educación integral es igualmente imposible en las condiciones actuales.
El burgués no tiene el menor deseo de que sus hijos se conviertan en
obreros, y los trabajadores están privados de los medios necesarios para
ofrecer a su prole una educación científica.
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Me divierten mucho esos buenos socialistas burgueses que nos dicen
siempre: «Eduquemos primero al pueblo, y después le emanciparemos». Por
el contrario, nosotros decimos: dejadles primero que se emancipen ellos
mismos, y ya se ocuparán después de su propia educación.
¿Quien enseñará al pueblo? ¿Vosotros? Pero no le enseñáis, le envenenáis
tratando de inculcarle todos los prejuicios religiosos, históricos, políticos,
jurídicos y económicos que garantizan vuestra existencia, pero que al mismo
tiempo destruyen su inteligencia, le quitan brío a su legítima indignación y
debilitan su voluntad. Dejáis que el pueblo este abrumado por su trabajo
diario y por su pobreza, y después le decís: « Estudiad, educaos. Nos
gustaría veros, con vuestros hijos, poneros a estudiar después de trece,
catorce o dieciséis horas de trabajo embrutecedor, con la pobreza y la
inseguridad del día siguiente como toda recompensa.
No, caballeros, a pesar de nuestro respeto por la gran cuestión de la
educación integral, declaramos que ahora mismo no es la cuestión más
importante a plantear al pueblo. La primera cuestión para el pueblo es su
emancipación económica, que conduce necesaria e inmediatamente a una
emancipación política, y solo tras esto viene la emancipación intelectual y
moral del pueblo.
La educación del pueblo debe ir a la par con una mejora en las
condiciones económicas. Las escuelas para el pueblo son, desde luego,
una cosa excelente. No obstante, es preciso preguntarse si el hombre medio
del pueblo -ese individuo que lleva una existencia precaria de la mano a la
boca, que carece de educación y ocio y se ve forzado a trabajar hasta el
agotamiento para conseguir el sustento de su familia-puede tener el deseo, la
idea o la oportunidad de enviar a sus hijos a la escuela y mantenerlos allí
durante el periodo de estudios. ¿No les necesitará, no necesitará la ayuda de
sus manos débiles e infantiles y de su trabajo para mantener a la familia?
Para el es un sacrificio importante dejadles hacer un año o dos de
escolaridad, lo suficiente para aprender lectura, escritura y aritmética y para
ver emponzoñados sus corazones y mentes por el catecismo cristiano, del
cual existe una desordenada abundancia en las escuelas de todos los países.
¿Acaso podrá alguna vez esta exigua educación elevar a las masas
trabajadoras hasta el nivel de la educación burguesa? ¿Será posible salvar
alguna vez este abismo?
Es evidente que esta importante cuestión de la educación e instrucción
popular depende de la solución del problema -mucho más difícil- de la
reorganización radical de las condiciones económicas de las clases
trabajadoras. Elevad esas condiciones, devolved al trabajo lo que le
pertenece en justicia, y permitiréis de esa forma a los trabajadores que
adquieran conocimientos, prosperidad y ocio. Entonces, podéis estar seguros,
crearán una civilización más amplia, más saludable y más elevada que la
vuestra.
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¿Se deduce de ello que debemos eliminar toda educación y suprimir todas las
escuelas? ¡Muy al contrario! Es preciso extender liberalmente la educación
entre las masas, transformando todas las iglesias, todos los templos
dedicados a la gloria de Dios y a la esclavitud de los hombres, en otras tantas
escuelas de emancipación humana.
Por eso nos adherimos plenamente a la resolución adoptada por el Congreso
de Bruselas en 1867.
Reconociendo que por el momento es imposible organizar un sistema
racional de educación, el Congreso urge a sus diversas secciones para que
organicen cursos de estudio con arreglo a un programa de educación
científica, profesional e industrial, es decir, un programa de instrucción
integral, para remediar en la medida de lo posible la falta actual de educación
entre los trabajadores. Queda bien entendido que hay que considerar
condición preliminar indispensable una reducción de las horas de trabajo.»
Si, los obreros harán sin duda alguna todo cuanto este en su poder para
proporcionarse la educación que es posible obtener bajo las condiciones
materiales de su vida actual. Pero, sin dejarse extraviar por las voces de
sirena de la burguesía y los socialistas burgueses, deberían concentrar ante
todo sus esfuerzos en la solución del gran problema de la emancipación
económica, que debería ser el punto de partida de todas las demás
emancipaciones.
Miguel bakunin
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CUESTIONES DE ENSEÑANZA
II
No nos entusiasma una criatura de doce o trece años que se pone a perorar
sobre materias sociales y afirma muy seria la no necesidad del dinero o cosa
análoga. Nos sabe eso a recitado de catecismo, a lección metida en el
cerebro a fuerza de sugestiones. Otro profesor y otro planteamiento del
problema, y la criatura afirmará muy seria todo lo contrario. Recitara otro
catecismo, repetirá otra lección. Hay cosas prematuras como hay cosas
tardías.
Una opinión personal no es necesariamente una ciencia y solo a este titulo
puede ser enseñada. Lo contrario equivale a secuestrar las tiernas
inteligencias infantiles. Estamos por la enseñanza absolutamente libre de
materia opinable.
Un ejemplo ilustrara la cuestión. Supongamos el caso de un pedagogo,
resuelto adversario del dinero y de la renta. Este pedagogo proscribirá de la
enseñanza de la aritmética la infame, la corruptora regla de interés. Si no
recordamos mal, el caso ya se ha dado. Pues ese pedagogo hará una
grandísima majadería por no saber discernir entre el interés del dinero con el
que nada tiene que ver la aritmética en si misma, y una regla de calculo que,
sea cual fuese su nombre, sirve para deducir, ponemos por caso, las
proporciones en que una materia dada ha de entrar en una mezcla, el tanto
por ciento que resulta de una estadística de vitalidad o de población, el
rendimiento de un producto en condiciones dadas, o bien la proporción de
fertilidad creciente o decreciente de una tierra determinada, etc.
Se nos dirá que todo esto se puede explicar y enseñar sin dar al mismo
tiempo la noción de la renta o rendimiento del capital; no lo negamos. Pero es
que aquí esta lo grave de la cuestión. Si se explica la materia dejando en
libertad al alumno para que medite y decida - y para decidir necesita el
conocimiento de Codas esas cosas, las verdaderas y las falsas,- nada habrá
que objetar. Pero si, por el contrario, interviene el profesor con sus ideas
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particulares e incline la balanza del lado de su opinión, por muy hombre libre
que sea, por muy anarquista que se proclame, cometerá, un atentado contra
la libertad intelectual del niño, que en la indefección de su falta de desarrollo
intelectual, tomará como verdades inconcusas así lo cierto como lo falso.
Criaturas de tal modo instruidas, recitarán sabias lecciones... por cuenta
ajena. Y a nosotros nos parece preferible que las reciten por cuenta propia
aunque sean algo menos sabias. Tratárase de hombres y la cuestión seria
diferente.
El libre examen no ha de aplicarse solo por oposición a las cosas teológicas,
sino también como limitación necesaria a imposiciones posibles de partido, de
escuela o de doctrina.
La enseñanza no puede ni debe ser una propaganda. El espíritu de
proselitismo se extralimita cuando va más allá del hombre en el pleno uso de
sus facultades mentales. Si hay alguna cosa en que la abstención, la
neutralidad sea absolutamente exigible, esa es en la instrucción de la
infancia.
En este terreno podemos encontrarnos todos los hombres de ideas
progresivas. Y deberemos encontrarnos para sustraer a la infancia del poder
de los modeladores de momias humanas, de los hacedores de rebaños.
III
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cuidando, no obstante, de no operar un simple cambio de opiniones. La
escuela no puede ni debe ser un club.
Por algo sostenemos que, en tiempo y sazón, todo ha de ser aplicado, pero
solamente enseñado aquello que tenga sanción científica, prueba universal.
Una buena parte de los problemas planteados por el entendimiento humano,
no tienen por solución mas que hipótesis mejor o peor fundadas, y es
evidente que en su exposición ha de procurarse una neutralidad absoluta,
porque la solución que a uno le parece indudable y racional, a otro le parece
absurda, y de aquí que el racionalismo sea insuficiente para dirigir la
enseñanza. Descartada toda materia de fe, la instrucción de la juventud
quedaría reducida a la enseñanza de las cosas probadas y a la explicación de
los problemas cuya solución no tiene más que probabilidades de certidumbre.
Pongamos algunos ejemplos. Ante la experiencia diaria que les hace ver que
cuando llueve todos nos mojamos, que nada hay que no provenga de algo o
de alguien, que no hay, en fin, efecto sin causa, los pequeños hombres, si no
preguntan por la existencia de Dios, seguramente preguntarán por el origen
del Universo. Llegada cierta edad no hay quien no se pregunte por el principio
y la causa y por la finalidad y el acabamiento de todas las cosas. Y todo esto
es de una dificultad innegable. ¿Que hará el maestro? Para unos, puesto que
no hay efecto sin causa, el mundo habrá tenido un origen y un principio,
tendrá una finalidad y un acabamiento. Para otros, la serie de las causas y
efectos no tendrá límite anterior ni posterior y el mundo existirá de toda la
eternidad en el espacio infinito. Como todo cuanto nos rodea empieza y
acaba, sucede por algo y para algo, los espíritus realistas optaran por la
primera hipótesis. Los capaces de abstracción se decidirán por la segunda.
No valdrá invocar la ciencia porque ella no puede actualmente, acaso no
pueda nunca, darnos respuestas enteramente probatorias. Los que crean que
la solución categórica está en el materialismo o el evolucionismo, hablaran en
nombre de una opinión o creencia (racionalismo), pero no harán sino
esquivar, diferir el problema, figurándose haberlo resuelto mediante la
sustitución de palabras. Lo intelectualmente honrado será, pues, que el
maestro exponga con toda claridad los datos del problema y las hipótesis
diferentes que tratan de aclararlo. Hacer otra cosa será siempre una
imposición de doctrinas.
Tyndall, cuya ciencia nadie pondrá en duda, terminaba la explicación de la
teoría del color como modo del movimiento, preguntándose de que manera
podría concebirse un movimiento sin algo que se mueva, y contestaba, con
una sencillez verdaderamente sabia, que la ciencia contemporánea no podía
responder a tal pregunta, ¿Y se querrá por nuestro bonísimo, pero inútil
deseo, resolver de plano estas y otras cien cuestiones ofreciendo a los niños
toda una ciencia acabada, fruto de la pretendida infalibilidad del racionalismo?
Poco importa que creemos que siempre ha habido una causa anterior y que
la serie de las causas y efectos no tendrá término. La palabra infinito será un
subterfugio de nuestro pensamiento, pero no una respuesta concluyente, y
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así no podremos ofrecer más que una opinión, no una certidumbre; una
probabilidad, no una prueba. ¿Qué responderemos si el pequeño hombre se
obstina en hallar un principio y determinar un final? Aquí del método de la
libertad o si se quiere neutralidad, no del racionalismo precisamente: dejar
que el pequeño hombre forme su juicio por si mismo poniendo a su alcance
cuantos conocimientos puedan ilustrar la cuestión.
Y este método de libertad, que nosotros proclamamos, es el exigible a
cuantos se digan, piensen como piensen, respetuosos de la independencia
intelectual del niño. Lo proclamamos, no a titulo de hombres de equidad y de
reciproco respeto, en cuyo punto creemos que pueden coincidir gentes de
todos los extremos de las ideas progresivas, si no entienden por enseñanza
el adoctrinamiento de una opinión determinada.
Por eso creemos que los que se empeñan en establecer perfecta sinonimia
entre el racionalismo y el anarquismo - que de ningún modo son equivalentes
- harían bien en dejarse de rodeos y proclamarse abiertamente partidarios de
la enseñanza anarquista, porque esto significaría los términos de la cuestión,
y si no a un acuerdo, podría, sin duda, llegarse a una delimitación completa
de tendencias.
Aun a estos buenos amigos que en su entusiasmo por el ideal quisieran
inculcarlo, tendríamos que objetarles que en los terrenos, y más en el de la
enseñanza, la anarquía no debe ser materia de imposición.
Dos palabras más para terminar esta serie de artículos. Ptolomeo Philadelfo,
rey de Egipto, pidió a su maestro, el geómetra Euclides, que hiciese en su
favor algo por allanar las dificultades de la demostración científica, en verdad
bastante complicada en aquellos tiempos. Y Euclides, le respondió: Señor, no
hay en la geometría senderos especiales para los reyes.
Compañeros: en la ciencia no hay senderos especiales para los anarquistas.
Ricardo Mella
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