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B etty y Benjam ín Bestia estaban m uy


orgullosos de su castillo.

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Para ellos era la más m aravillosa
mansión en muchos kilóm etros a la
redonda. Les había costado años ponerlo
a punto, con sus bonitas paredes mohosas / /
y sus charcos negros en los pasillos.

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H abía dorm itorios húmedos y oscuros


con caracoles en las alm ohadas, y tam bién
sótanos m alolientes. •7f—
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Los fines de semana, silbando
alegrem ente, Benjam ín se dedicaba
a colgar nuevas telarañas o em badurnar
los techos con barro fresco.
Y cuando invitaban a cenar a sus
bestiales am igos, les mostraban m uy
orgullosos su v ajilla llena de cucarachas
y los grifos de cieno caliente y frío.

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Sólo había una cosa de la que B etty
y Benjam ín estaban más orgullosos que
de su castillo, y era su m aravilloso hijo,
B illy Bestia.
Q uerían a B illy más de lo que se puede
expresar con palabras, y la verdad es que
el chico estaba un poco m im ado.
Siem pre estaban regalándole algo, como
un gran sapo en una caja, y le dejaban
comer todo el helado de escarabajo que
quería, lo cual no era m uy bueno para él.
B illy siem pre tenía lo m ejor de lo
mejor, incluso una clase particular de
eructos después de la Escuela Bestial.
A los dieciséis años, B illy se había
f convertido en una apuesta bestia. Era alto
y fuerte, con montones de pulgas en el
pelo y los dientes más marrones y agudos
que una bestia podía desear.
Todas las chicas bestias de los alrededores
estaban enamoradas» del jovei> 6illy, con
sus centelleantes ojos am arillos y aquella
manera tan irresistible de lim piarse el
morro con el dorso de la m ano...
Pero Benjam ín y B etty querían para
B illy una chica m uy especial, una lo
suficientem ente horripilante como para
casarse con su hijo.
Y así, los tres vivían m uy felices, día
,tras día en su m aravilloso castillo.

B illy y su sapo practicaban sus eructos,


y todos los que los veían juntos pensaban
que eran la fam ilia más feliz, m aloliente
y horriblem ente hermosa que jamás
habían conocido.
Una m añana, Benjam ín y B etty fueron
a buscar huevos de rana para la com ida
y dejaron a B illy jugando tranquilam ente
con su sapo en su habitación.
B illy oyó un ruido en el exterior y
cuando se asomó a la ventana vio a un
viejo merodeando en su hermoso jardín.
H abía atado su caballo a un árbol y estaba
¡ROBAN DO LAS MARAVILLOSAS
ROSAS DE BETTY!
«Eh, ¿qué estás haciendo?», gritó B illy.
«Éste es un castillo privado, y si m i madre
te p illa aq u í te com erá.»
Cuando el hombre miró hacia el castillo
y vio al joven B illy Bestia, tan peludo,
horrible y con un sapo en la cabeza,
se quedó totalm ente ATERRORIZADO.
« Por favor, no me com as», suplicó.
« Me he perdido... y le había prom etido
a mi hermosa hija que le llevaría una
preciosa rosa roja...»
«Bueno, pero no de nuestro jard ín »,
gruñó B illy.
El hombre estaba tan asustado que
prometió que mandaría a su hija, Bella, para
que se casara con Billy, si lo dejaba marcharse
«De acuerdo», dijo Billy, «pero será mejor
que venga pronto o mi padre irá a por ti.»
«La... la m andaré en seguida», dijo el
pobre hombre saltando sobre su caballo.
«Y será m ejor que sea tan hermosa
como dices», le gritó B illy m ientras se iba.

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«O h, sí, oh, s í» , exclamó el hombre
alejándose al galope. «N o hay nada
en el m undo tan hermoso como m i h ija .»

«¿Cóm o? ¿Más hermosa que m i sapo?»,


dijo B illy. Pero el hombre ya estaba lejos.
Cuando B etty y B enjam ín volvieron
a casa, B illy les contó lo que había pasado.
«Voy a casarm e», dijo alegrem ente,
«con la chica más hermosa del m undo...
El hombre ha dicho que no hay en
el mundo nada más hermoso que B ella.»
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Betty y Benjam ín se pusieron m uy


contentos al pensar que su hijo iba a casarse
con la chica más hermosa del mundo,
aunque les costaba creer que pudiera haber
alguien tan bello como su Billy.

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Corrió a m irarse al espejo para estar
seguro de que sus dientes estaban
agradablem ente negros y de que su aliento
olía lo suficientem ente mal. Se puso un
poco de esencia de mofeta y fue al encuentro
de su novia.
B illy estaba m uy excitado. Cuando
sonó el tim bre, retorció su cara en una
mueca deliciosam ente horrible y abrió
la puerta.
Cuando B ella vio a B illy casi se desmayó.
B illy no le extrañó, pues a menudo,
atractivo aspecto hacía que a las chicas
tem blaran las piernas.
Lo que no podía comprender era que
B ella no fuese hermosa en absoluto.
¡Era una chica norm al y corriente!
Tenía m uy poco pelo, excepto en la
cabeza. ¡Y sus DIENTES... eran blancos
y brillantes!
Tenía una rid icu la n aricilla rosa donde
debería haber estado su hocico, y pequeños
edos en lu gar de garras.
¡Era LAMENTABLE!
«Apuesto a que ni siquiera tiene pelos
en la esp alda», pensó B illy con aprensión.
B etty y B enjam ín tam bién estaban
consternados, pero intentaban disim ular.
La pobre chica había hecho un largo
viaje para casarse con su hijo y tam bién
parecía confundida.
«Estoy segura de que tendrá m ejor
aspecto cuando se quite ese feo vestido
blanco y se dé un buen baño de barro»,
dijo B etty am ablem ente.
«Y probablem ente le saldrá más pelo
cuando se haga m ayo r», dijo Benjam ín.
«Q uizá no haya tenido una dieta lo
suficientem ente sana... Estará hambrienta
después del largo viaje. Vamos a prepararle
una buena sopa de cera de oreja caliente con
jugo de babosas.»
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De modo que B etty y Benjam ín se


dedicaron a intentar darle a B ella un
aspecto un poco más bestial, m ientras
B illy se iba al jardín con su sapo.
Al cabo de unos días B ella empezó
a acostumbrarse a vivir con la fam ilia
Bestia, y B illy tuvo que ad m itir que tenía
mejor aspecto; por lo menos empezaba
a oler un poco.
Pero B ella siem pre lo estropeaba todo
haciendo algo desagradable, como lavarse
las manos antes de comer o arreglarse
el pelo, y todos se daban cuenta de que,
por mucho que se esforzara, la pobre chic a
nunca llegaría a ser realm ente bestial.
B illy prom etió a sus padres que seguiría
intentando sacar partido de ella, aunque no
estaba dispuesto a casarse. Pacientem ente,
le enseñó a eructar y babear, pero a B ella
le costaba mucho aprender.
U na m añana, en el jardín, sucedió algo
TERRIBLE. B illy había dejado a B ella
jugar con su sapo, ¡y ella se acercó
e INTENTÓ DARLE U N BESO!

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Con sus clientes blancos y sus labios
rosados, era realm ente desagradable.
El pobre B illy apartó la boca y saltó
hacia atrás.
B ella se echó a llorar.
«N o puedo evitarlo», sollozó. «N o pue­
do evitar tener este aspecto. Me gustaría
ser peluda y bestial como tú. Pero ¿no
puedes intentar quererm e por lo que soy,
sin fijarte en m i aspecto?»
B illy era una bestia de buen corazón.
Empezó a sentir pena por Bella.
Se dio cuenta de que ella tenía razón.
El aspecto exterior no es lo im portante,
sino lo que uno es.
Sin casi darse cuenta de lo que hacía,
B illy dejó a su sapo y rodeó a B ella con
sus brazos, acercó el hocico a su pequeña
cabeza y... ¡M U A !, la besó en su n aricilla
respingona.
Y ante los atónitos y am arillos ojos de
B illy, B ella empezó a cambiar. Se volvió
más y más peluda. Sus dientes crecieron
y se pusieron marrones. Sus dedos se
convirtieron en hermosas garras.

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■2^- Y ante él apareció una m aravillosa chica
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w. bestial, con el más atractivo hocico que


V, B illy había visto en su vida y un delicioso
olor a calcetines viejos y a sudor de canguro.

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B ella le contó que el hombre que había
robado las rosas no era su padre, sino un
malvado m ago que la había hechizado.
A sí, había perdido su bestial aspecto
y sólo podía recobrarlo si alguien como
B illy era lo suficientem ente bueno
como para besarla y romper el hechizo.
B illy era tan feliz que no sabía qué
decir. Sólo pudo babear un poco. V
Y la bestial pareja se d irigió al castillo •, ,
con las garras entrelazadas, gruñendo vt
de felicidad. j, f
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Este libro debe ser devuelto a más tardar
en la fecha de vencimiento indicada

abiAfií

1 - 2001 <
•rde que el apropiam iento de las obras que • • I
ntregado en préstam o se tipifica com o delito.

Y fueron repulsivam ente felices el resto J£AL IM IUIOTE


Comfenalco iiccii»r <«nn/Aio
de sus bestiales vidas. ~-

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