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Para ellos era la más m aravillosa
mansión en muchos kilóm etros a la
redonda. Les había costado años ponerlo
a punto, con sus bonitas paredes mohosas / /
y sus charcos negros en los pasillos.
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Sólo había una cosa de la que B etty
y Benjam ín estaban más orgullosos que
de su castillo, y era su m aravilloso hijo,
B illy Bestia.
Q uerían a B illy más de lo que se puede
expresar con palabras, y la verdad es que
el chico estaba un poco m im ado.
Siem pre estaban regalándole algo, como
un gran sapo en una caja, y le dejaban
comer todo el helado de escarabajo que
quería, lo cual no era m uy bueno para él.
B illy siem pre tenía lo m ejor de lo
mejor, incluso una clase particular de
eructos después de la Escuela Bestial.
A los dieciséis años, B illy se había
f convertido en una apuesta bestia. Era alto
y fuerte, con montones de pulgas en el
pelo y los dientes más marrones y agudos
que una bestia podía desear.
Todas las chicas bestias de los alrededores
estaban enamoradas» del jovei> 6illy, con
sus centelleantes ojos am arillos y aquella
manera tan irresistible de lim piarse el
morro con el dorso de la m ano...
Pero Benjam ín y B etty querían para
B illy una chica m uy especial, una lo
suficientem ente horripilante como para
casarse con su hijo.
Y así, los tres vivían m uy felices, día
,tras día en su m aravilloso castillo.
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«O h, sí, oh, s í» , exclamó el hombre
alejándose al galope. «N o hay nada
en el m undo tan hermoso como m i h ija .»
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Corrió a m irarse al espejo para estar
seguro de que sus dientes estaban
agradablem ente negros y de que su aliento
olía lo suficientem ente mal. Se puso un
poco de esencia de mofeta y fue al encuentro
de su novia.
B illy estaba m uy excitado. Cuando
sonó el tim bre, retorció su cara en una
mueca deliciosam ente horrible y abrió
la puerta.
Cuando B ella vio a B illy casi se desmayó.
B illy no le extrañó, pues a menudo,
atractivo aspecto hacía que a las chicas
tem blaran las piernas.
Lo que no podía comprender era que
B ella no fuese hermosa en absoluto.
¡Era una chica norm al y corriente!
Tenía m uy poco pelo, excepto en la
cabeza. ¡Y sus DIENTES... eran blancos
y brillantes!
Tenía una rid icu la n aricilla rosa donde
debería haber estado su hocico, y pequeños
edos en lu gar de garras.
¡Era LAMENTABLE!
«Apuesto a que ni siquiera tiene pelos
en la esp alda», pensó B illy con aprensión.
B etty y B enjam ín tam bién estaban
consternados, pero intentaban disim ular.
La pobre chica había hecho un largo
viaje para casarse con su hijo y tam bién
parecía confundida.
«Estoy segura de que tendrá m ejor
aspecto cuando se quite ese feo vestido
blanco y se dé un buen baño de barro»,
dijo B etty am ablem ente.
«Y probablem ente le saldrá más pelo
cuando se haga m ayo r», dijo Benjam ín.
«Q uizá no haya tenido una dieta lo
suficientem ente sana... Estará hambrienta
después del largo viaje. Vamos a prepararle
una buena sopa de cera de oreja caliente con
jugo de babosas.»
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Con sus clientes blancos y sus labios
rosados, era realm ente desagradable.
El pobre B illy apartó la boca y saltó
hacia atrás.
B ella se echó a llorar.
«N o puedo evitarlo», sollozó. «N o pue
do evitar tener este aspecto. Me gustaría
ser peluda y bestial como tú. Pero ¿no
puedes intentar quererm e por lo que soy,
sin fijarte en m i aspecto?»
B illy era una bestia de buen corazón.
Empezó a sentir pena por Bella.
Se dio cuenta de que ella tenía razón.
El aspecto exterior no es lo im portante,
sino lo que uno es.
Sin casi darse cuenta de lo que hacía,
B illy dejó a su sapo y rodeó a B ella con
sus brazos, acercó el hocico a su pequeña
cabeza y... ¡M U A !, la besó en su n aricilla
respingona.
Y ante los atónitos y am arillos ojos de
B illy, B ella empezó a cambiar. Se volvió
más y más peluda. Sus dientes crecieron
y se pusieron marrones. Sus dedos se
convirtieron en hermosas garras.
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■2^- Y ante él apareció una m aravillosa chica
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B ella le contó que el hombre que había
robado las rosas no era su padre, sino un
malvado m ago que la había hechizado.
A sí, había perdido su bestial aspecto
y sólo podía recobrarlo si alguien como
B illy era lo suficientem ente bueno
como para besarla y romper el hechizo.
B illy era tan feliz que no sabía qué
decir. Sólo pudo babear un poco. V
Y la bestial pareja se d irigió al castillo •, ,
con las garras entrelazadas, gruñendo vt
de felicidad. j, f
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Este libro debe ser devuelto a más tardar
en la fecha de vencimiento indicada
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ntregado en préstam o se tipifica com o delito.
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