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Losresiduosminero Metalurgicosenelmedioambiente PDF
Losresiduosminero Metalurgicosenelmedioambiente PDF
Editores:
Roberto Rodríguez
9 788478 406562
Ángel García-Cortés
MINISTERIO MINISTERIO
DE EDUCACIÓN DE EDUCACIÓN
Y CIENCIA Y CIENCIA
primeras paginas 14/2/07 16:37 Página I
Editores:
Roberto Rodríguez
Ángel García-Cortés
758 p; 24 cm.
ISBN 84-7840-656-5.- (Medio Ambiente; 11)
504:622(460)
Ninguna parte de este libro puede ser reproducida o transmitida en cualquier forma o por cualquier medio,
electrónico o mecánico, incluido fotografías, grabación o por cualquier sistema de almacenar información sin
el previo permiso escrito del autor y editores.
NIPO: 000-00-000-0
ISBN: 84-7840-656-5
Depósito Legal: M - 46556 - 2006
PRESENTACIÓN
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DIRECTORIO
(autores por orden alfabético del nombre)
V
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INTRODUCCIÓN
La extracción de los recursos naturales del subsuelo (minerales o no) y su beneficio y refinado, con la
utilización de los procesos mineros y metalúrgicos de diferente naturaleza, ha supuesto la generación de
grandes beneficios económicos y el desarrollo del nivel de vida de la sociedad. Sin embargo, los residuos
generados durante los procesos mineros y metalúrgicos suponen un riesgo para el medio ambiente y sus
ecosistemas. Entre las actividades antropogénicas, la minería y la metalurgia extractiva son una de las
principales causas de contaminación del medio natural (las masas de agua continentales y marinas, los
suelos, la atmósfera y sus ecosistemas). Sus efectos están presentes en mayor o menor medida en todas
las áreas del planeta donde se explotan yacimientos de minerales sólidos (metálicos y no metálicos),
líquidos y gaseosos.
Para que se tenga una idea de la magnitud y variedad de residuos que se pueden generar en un com-
binado minero-metalúrgico en la tabla 1 se muestra una relación de los tipos de residuos generados por
estas actividades de manera mas frecuente.
Tabla 1. Tipos de residuos más comunes generados por un combinado minero-metalúrgico.
Clasificación Tipos de residuos sólidos
Estériles de mina Sólidos (polvo, suelo, rocas)
Residuos metalúrgicos del proceso de Sólidos
concentración o beneficio Líquidos
Gases
Residuos de industria de refinado Sólidos
Líquidos
Gases
Residuos urbanos Aguas residuales
Desechos urbanos sólidos
Residuos sólidos orgánicos Materia Orgánica
Residuos sólidos industriales no peligrosos Chatarra liviana (cilindro vacío)
Chatarra pesada
Vidrios
Llantas y Jebes
PVC y HDPE
Plásticos no contaminados (Botellas, bolsas, otros)
Papeles y cartones no contaminados
Residuo común
Maderas (astillas, aserrín, cortezas, etc).
Residuos sólidos industriales peligrosos Baterías y pilas
Focos, fluorescentes y lámparas
Tierra contaminada con hidrocarburos
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Una de las afectaciones más graves que esta actividad genera sobre el medio ambiente es el dete-
rioro de la calidad de las aguas (subterráneas, superficiales y marinas) y de los suelos, así como de los
ecosistemas asociados a ambos. La contaminación de las aguas superficiales y subterráneas constituye
un serio problema para su posterior utilización en el abastecimiento a la población, la agricultura y dife-
rentes ramas de la industria. Mientras que el deterioro de la calidad del suelo, indirecta o directamente,
puede contaminar las aguas, la atmósfera y deteriorar la salud de plantas y animales.
Las operaciones mineras de extracción, transporte y beneficio del mineral ocupan generalmente una
extensión considerable y afectan a zonas agrícolas, poblaciones, bosques, espacios rurales y zonas de
interés natural, sobre los que los impactos en ocasiones son extremadamente graves, incluso pueden
tener carácter terminal (difícil de recuperar mediante técnicas de restauración). Este deterioro de la cali-
dad ambiental está condicionado por:
I) los residuos de las propias explotaciones mineras,
II) los vertidos de las plantas de beneficio y concentración de mineral,
III) los residuos de las plantas metalúrgicas de extracción y refinado,
IV) mala gestión y almacenamiento inadecuado de los residuos durante la etapas de producción,
V) abandono de áreas mineras sin un plan de restauración y rehabilitación
VI) falta de monitoreo y control de los depósitos clausurados.
El impacto ambiental provocado por las actividades minero-metalúrgicas puede definirse como: el
efecto de las actividades antropogénicas sobre el medio natural y los ecosistemas que se desarrollan
sobre la superficie o interior de la corteza terrestre (primeros 2 km), y su trascendencia, magnitud e
importancia, derivan de la vulnerabilidad y fragilidad del territorio afectado.
La conservación de los recursos naturales y principalmente los hídricos superficiales y subterráneos
constituye una de las actividades prioritarias de la comunidad científica internacional, por ello el estudio
de la problemática ambiental y la contaminación de las aguas subterráneas por residuos mineros se ha
convertido en una de las principales líneas de investigación dentro del ámbito de las ciencias de la tie-
rra.
Para que se tenga una idea más concreta de la distribución y la diversidad de zonas geográficas
donde se desarrollan actividades minero-metalúrgicas, en la figura 1 se ilustra la distribución de áreas
mineras y plantas metalúrgicas existentes en el mundo para la explotación de un solo elemento metáli-
co, el níquel. Este elemento esta asociado mayoritariamente a dos tipos de depósitos: lateritas que son
yacimientos residuales y los yacimientos de sulfuros metálicos. Para tener un valor estimado del volumen
de residuos generado por esta actividad podemos plantear que en el caso de los yacimientos lateríticos
el contenido de níquel en la masa mineral que entra al proceso es de entre el 0.9 y 4%, lo que equiva-
le a generar unas 96 toneladas de residuos por cada tonelada de níquel que se obtiene. Si consideramos
que normalmente la eficiencia de las factorías es inferior a lo establecido en las condiciones técnicas del
proceso este volumen de residuo puede ser relativamente superior. Si conjuntamente a esto partimos del
hecho de que asociado a cada explotación minera existen presas de residuos o escombreras para alma-
cenar los residuos generados podemos tener una idea del volumen de estas existentes en el mundo solo
mirando la distribución de las zonas donde se extrae níquel en el planeta tierra (Figura 1).
Los objetivos del presente libro es mostrar los rasgos más relevantes del estado del arte en el tema
de investigación y caracterización de los residuos minero-metalúrgicos, sus propiedades, tipos de presas,
características geológicas, geoquímicas, físicas, mecánicas, hidrogeológicas y estabilidad de las presas y
balsas de residuos. Para todo ello se analizan los métodos y las técnicas analíticas e instrumentales de
caracterización y tratamiento. Además, se analiza el impacto y riesgo ambiental de las actividades mine-
ro-metalúrgicas, así como las técnicas de remediación y rehabilitación de áreas afectadas por estas con-
siderando los costos ambientales y económicos que estas actividades representan.
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Figura 1. Distribución de las principales áreas con reservas de mineral donde se ha realizado, realiza o realizará la
explotación y extracción de níquel de acuerdo con los dos tipos de depósitos que se explotan a nivel mundial:
Lateritas cuadro color turquesa y sulfuros metálicos círculo color azul marino.
La primera parte pretende familiarizar al estudiante o profesional con los aspectos básicos que carac-
terizan las áreas afectadas por las actividades minero-metalúrgicas. Para ello se analizan los elementos
básicos de la cartografía temática y el reconocimiento geológico y el inventario de estructuras mineras
en el terreno. Todo esto con énfasis en la importancia de la ordenación del terreno.
En segundo término se realiza el análisis y caracterización de los residuos minero-metalúrgicos. En
ella se detallan las características geológicas, geoquímicas, físicas, mecánicas e hidrogeológicas de los
residuos minero-metalúrgicos. El análisis de estas propiedades da lugar a una tercera donde se analizan
la estabilidad de las presas de residuos y la problemática asociada al reconocimiento de la rotura de pre-
sas de residuos.
Los métodos de tratamiento y remediación de los efluentes líquidos derivados de las actividades
minero-metalúrgicas se detallan en la cuarta parte, tanto las aguas de procesos industriales como las
resultantes del drenaje ácido de minas (AMD). En esta sección se analizan en detalle los métodos acti-
vos y pasivos de tratamientos.
Los impactos y riesgos ambientales, que están presentes prácticamente en todas las zonas mineras
del planeta, se analizan en la quinta parte del libro. El problema se trata con ejemplos prácticos sobre
casos reales.
El flujo y el transporte de contaminantes en las zonas mineras y los residuos minero-metalúrgicos se
analizan en la sexta parte del libro con un análisis de los modelos numéricos y su aplicación en el estu-
dio del flujo y el transporte de contaminantes en los residuos minero-metalúrgicos y zonas mineras.
Conjuntamente con esto se analiza un caso de estudio con instrumentación de una balsa de lodos mine-
ro-metalúrgicos donde se estudia el flujo multifase.
La aplicación y utilización de buenas prácticas en minería y las diferentes técnicas de tratamiento y
rehabilitación de las áreas afectadas por los vertidos de las actividades minero-metalúrgicas se tratan en
la séptima parte del libro. Se estudia detalladamente la reforestación y la fitorremediación. Para finalizar
este apartado se analiza el coste beneficio de un estudio económico de las técnicas de rehabilitación por
reforestación de una zona de acumulación de residuos minero-metalúrgicos.
Finalmente se analizan las técnicas analíticas y los métodos de muestreos y tratamiento de los resi-
duos para una correcta conservación de las muestras. En el caso de las técnicas analíticas e instrumen-
tales se hace hincapié en las que están disponibles para la caracterización de los residuos minero-meta-
lúrgicos sólidos, líquidos y gases.
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El libro surge con ocasión del Master Desarrollo y Minería Sostenible (ALFA / UE / Red
DESIR) y la necesidad de crear un material didáctico que sirviera de base a los profesionales de dife-
rentes campos de la ciencia que lo cursen. Esta oportunidad se ha aprovechado para elaborar un docu-
mento de referencia de gran utilidad práctica en el tema de estudio y caracterización de los residuos
minero-metalúrgicos y la problemática de impacto y riesgo ambiental asociada, así como en el conoci-
miento de los diferentes métodos y técnicas de caracterización y tratamiento de los residuos minero-
metalúrgicos.
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ÍNDICE
Pág
INVENTARIO, CARTOGRAFÍA Y ORDENACIÓN DEL TERRITORIO EN ZONAS MINERAS
Propiedades físicas, mecánicas e hidrogeológicas de los residuos minero-metalúrgicos sólidos .......................... 113
Roberto Rodríguez y Luciano Oldecop
Adsorción y desorción de metales pesados en residuos mineros: histéresis del proceso ............................................ 149
Roberto Rodríguez, Lucila Candela y Victoria Salvadó
Caracterización físico química de los estériles mineros: yacimiento Moa. Holguín. Cuba .......................................... 177
María Caridad Ramírez Pérez, Francisco José Alguacil Priego, José Alberto Pons Herrera,
Arisbel Cerpa Naranjo y Roberto Rodríguez
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Instrumentación de una balsa de lodos mineros in situ para el estudio del flujo multifase:
aplicación a la balsas minera Cueva de la Mora ....................................................................................................................................... 443
Alejandro Blanco Romero
Modelos de flujo y transporte de solutos en los medios porosos: Aplicación prácticas ............................................... 473
Roberto Rodríguez, Lourdes Martines-Landa, Lucila Candela, Xavier Sánchez Vila
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INVENTARIO, CARTOGRAFÍA Y
ORDENACIÓN DEL TERRITORIO EN
ZONAS MINERAS
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
1. INTRODUCCIÓN
España ha sido uno de los principales productores de metales básicos en Europa Occidental con una
larga y muy importante historia minera. La más vieja actividad minera registrada es quizás la de la mina
del Gavá en Cataluña (6000 A.C.; Camprubí, et al., 2003). También, hay evidencia de que los metales bases
y preciosos fueron extraídos probablemente en la Faja Pirítica Ibérica aproximadamente 6000 A.C. (Pinedo,
1963; Vázquez, 1989). Más adelante, los Fenicios (1200 A.C.), los Griegos y Romanos (43 A.C.) extrajeron
sistemáticamente los metales bases y preciosos de minas muy diversas; de hecho, se puede asegurar que
fue investigado casi cada afloramiento del metal existente en los territorios conquistados en la Península
Ibérica. La explotación minera fue desarrollada mayoritariamente en la Faja Piritica Ibérica (e.g., Río Tinto,
Tharsis, Sotiel, Almadén, etc.) y los distritos del Linares-La Carolina y de Cartagena y en menor medida en
otras áreas.
La caída del imperio romano y la explotación de minas en las colonias de América provocaron una dis-
minución de la actividad minera en España hasta el siglo XVIII. El segundo período de la explotación mine-
ra activa en la península coincidió con la revolución industrial europea del siglo XIX. España llegó a ser el
principal productor de cobre, mercurio, pirita y plomo. Diversos campos mineros se explotaron de forma
intensiva como son el caso de Sierra de Gador (cerca de Almería, 1800-1870), Sierra Almagrera (siglo XIX),
Linares-La Carolina (1880 - 1970), Alcudia (1840-1935) y Azuaga (a fines del siglo XIX y principios del XX)
con la producción de grandes volúmenes de plomo, plata y cinc. El cobre y la pirita fueron extraídos siste-
máticamente en la Faja Pirítica Ibérica. Sin embargo, a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XX se
produce un declive gradual en la producción minera debido al agotamiento de las reservas de mineral útil
en los diferentes depósitos.
Actualmente, la industria extractiva presenta su mayor auge en el sector de las rocas ornamentales y
materiales de la construcción. En el caso de la minería metálica la actividad ha disminuido considerable-
mente y en la actualidad se encuentran en funcionamiento: la mina Agua Blanca, donde se realiza la explo-
tación de níquel y platinoides y la mina Cala (provincia de Huelva) donde se extrae hierro. Además, se
encuentra en marcha el proyecto Las Cruces para la extracción de cobre (provincia de Sevilla), indicando
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que la industria minera continúa activa en la península. Finalmente, señalar que se realizan nuevos tra-
bajos de exploración de depósitos minerales en la Faja Pirítica concretamente en Río Tinto y La Zarza.
La variada geología de la península ibérica ha dado lugar a la existencia de muchos y diversos tipos
de depósito minerales. Estos han sido explotados por diferentes métodos de beneficio y variados procesos
metalúrgicos lo que ha dado lugar a la producción de un gran volumen de residuos minero-metalúrgicos
de diversa naturaleza física, mineralógica y geoquímica. Inicialmente, los residuos producidos por las acti-
vidades extractivas eran vertidos mayoritariamente a los cauces de aguas superficiales o en las zonas ale-
dañas a las minas sin ningún tipo de obra de protección, ni técnica de almacenamiento ni tratamiento. En
la década de los 50 se prohíbe su vertido a los cauces de aguas superficiales y es cuando surgen los depó-
sitos de residuos minero-metalúrgicos (presas y balsas). Por ejemplo, en la Sierra Minera de Cartagena-La
Unión, que es uno de los distritos minero más importantes y antiguos de España, las balsas de residuos
minero-metalúrgicos más antiguas construidas y que existen en la zona son del año 1956 (García, 2004).
En este trabajo se analiza la distribución y situación actual de las estructuras de almacenamiento (pre-
sas y balsas) de residuos minero-metalúrgicos en España de acuerdo a las comunidades autónomas (Figura
1). Entre los temas tratados, sin pretender ser exhaustivo, se encuentra la distribución geográfica, número
de estructuras, volumen de residuos almacenados, la estabilidad geotécnica de las balsas y presas de resi-
duos y la problemática ambiental asociada a estos depósitos y sus áreas de influencia.
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LOS RESIDUOS DE LA INDUSTRIA EXTRACTIVA EN ESPAÑA. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA Y PROBLEMÁTICA AMBIENTAL ASOCIADA
A principios de la década de los 80 del siglo XX, con la constitución del estado de las autonomías y el
traspaso de competencias a las mismas se solicitó, por parte de las C.C.A.A. recién constituidas, y a múl-
tiples y diferentes organismos de la Administración del Estado información, datos y apoyos técnicos de
diversa índole. Las relaciones que a partir de dicha década estableció el Instituto Geológico y Minero de
España (IGME) con los responsables autonómicos de las consejerías con competencias transferidas en el
sector de la minería dieron como fruto, entre otros muchos, la necesidad de llevar a cabo un inventario
nacional de balsas y escombreras de residuos mineros.
El inventario fue realizado por el IGME, entre 1983 y 1989, y cubrió la totalidad de las 50 provincias
españolas. Como resultado, se recogió información de un total de 21.673 estructuras de residuos (balsas
+ escombreras), tanto activas como abandonadas distribuidas por toda la geografía nacional.
De los depósitos más representativos (7.162) se elaboró una ficha completa en la cual junto con toda
la información relativa a: la identificación, situación geográfica, datos específicos de la estructura y su
entorno físico y geológico, características y dimensiones, evaluación cualitativa de sus condiciones de esta-
bilidad geotécnicas y del impacto ambiental, etc. Además, en la ficha técnica se incluía un esquema, un
croquis de situación y una fotografía en color. De las citadas 7.162 fichas completas, 674 correspondían
específicamente a presas o balsas de residuos mineros (Pernía, 1989; IGME, 2002a).
Posteriormente, en el año 1999 se suscribe un convenio de colaboración entre la Dirección General de
Minas (MINER) y el Instituto Geológico y Minero de España (MICIYT) para el desarrollo, en dicho año, de
actividades incluidas en el Convenio y entre las cuales se encontraba “La Actualización del Inventario
Nacional de Balsas de Estériles Mineros”. La novedad de esta actualización es que la ficha técnica elabo-
rada para cada una de las estructuras inventariadas recogía los campos y características que se exigían en
la ITC. 08.02.01. Es preciso indicar, que la información que se refleja en cada una de las fichas respecto
de la Categoría de la estructura, su estabilidad y el impacto ambiental, corresponde a una evaluación cua-
litativa. Como resultado de esta actualización el número de balsas y presas de residuos se incrementa con-
siderablemente hasta las 988 estructuras (Tabla 1, IGME; 2002b).
1.2. Materiales
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– Archivo bibliográfico el cual se compone de 113 tomos, relativos a las 50 provincias españolas.
– Archivo digital con la información de los 21673 registros del inventario.
– Archivo de planos que consta de 1115 hojas topográficas a escala 1:50000 en el que se han repre-
sentado todas las estructuras de residuos mineros inventariadas.
– Archivo de diapositivas que consta de un total de 7162 imágenes distribuidas en 36 tomos por
comunidades autónomas y provincia.
De acuerdo con el inventario del IGME (1992) y la literatura consultada (Pernía, 1989; García, 2004)
en España existen dos tipos de estructuras para el almacenamiento de residuos de tratamiento de la indus-
tria minera, metalúrgica, energética y de rocas industriales. Estas dos estructuras son:
1) presas de residuos minero-metalúrgicos y
2) balsas de residuos minero-metalúrgicos
La presa: es una estructura u obra de ingeniería civil construida sobre la superficie del terreno. La obra
de ingeniería generalmente es un dique exterior de tierra u otro material que delimita una superficie deter-
minada. El área delimitada por el dique se le denomina vaso de la presa. En el interior del vaso están alma-
cenados los residuos minero-metalúrgicos. En la figura 2 se puede apreciar los diferentes tipos de presas
utilizados en España para almacenar los residuos minero-metalúrgicos.
Figura 2. Clasificación de las presas de residuos minero-metalúrgicos utilizadas en España de acuerdo al método
de construcción del dique (Pernía, 1989). a) Construcción aguas arriba o hacia tras, b) construcción aguas
abajo o hacia delante y c) construcción centrada o de línea central.
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LOS RESIDUOS DE LA INDUSTRIA EXTRACTIVA EN ESPAÑA. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA Y PROBLEMÁTICA AMBIENTAL ASOCIADA
Tabla 1. Síntesis de los principales aspectos del inventario de presas y balsas de residuos de la industria extractiva
(minería y metalurgia) en España (elaborado con datos del IGME, 2002a).
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Tabla 1. Síntesis de los principales aspectos del inventario de presas y balsas de residuos de la industria extractiva
(minería y metalurgia) en España (elaborado con datos del IGME, 2002a).
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LOS RESIDUOS DE LA INDUSTRIA EXTRACTIVA EN ESPAÑA. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA Y PROBLEMÁTICA AMBIENTAL ASOCIADA
Tabla 1. Síntesis de los principales aspectos del inventario de presas y balsas de residuos de la industria extractiva
(minería y metalurgia) en España (elaborado con datos del IGME, 2002a).
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La balsa: es un hueco en el terreno de origen natural o artificial en el cual se depositan los lodos.
Normalmente lo que se emplean son antiguas explotaciones mineras a cielo abierto (cortas) para el alma-
cenamiento de los residuos. En la figura 3 se muestra la imagen de una balsa de residuos. La principal dife-
rencia de una balsa con una presa es que en las balsas el residuo siempre se encuentra almacenado por
debajo de la superficie del terreno.
De acuerdo con los datos de la tabla 1 en España existen aproximadamente 609 presas y 378 balsas
de residuos distribuidas por todo el territorio nacional. En la figura 4 se puede ver su distribución por
comunidades autónomas. Las comunidades autónomas con más de 100 presas son Castilla y León y
Andalucía mientras que en el caso de balsas solamente la primera supera las 100 estructuras. En nueve
de las comunidades se puede apreciar que el número de presas es superior a 10 (Figura 4).
Figura 3. Ejemplo de una balsa de residuos minero-metalúrgicos construida en una corta minera. Balsa Tomaza en la Sierra
Minera de Cartagena-La Unión, Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. El color blanco se debe al precipitado de sales de
sulfato en la superficie.
En lo referente a la distribución se debe indicar, que los dos depósitos de Industrias de Cuarzo S.A. se
ubican en el Parque Natural de las Hoces del Duratón en Segovia Comunidad Autónoma de Castilla y León.
En el caso de núcleos urbanos los casos más representativos se localizan en la Unión, el Llano del Beal
y Mazarrón, todos ellos en la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia.
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LOS RESIDUOS DE LA INDUSTRIA EXTRACTIVA EN ESPAÑA. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA Y PROBLEMÁTICA AMBIENTAL ASOCIADA
Figura 4. Distribución de las presas y balsas de residuos minero-metalúrgicos por comunidades autónomas en España.
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Figura 5. Volumen de residuos minero-metalúrgicos almacenados en las balsas y presas de residuos de acuerdo a las comu-
nidades autónomas donde se encuentran.
A los efectos de aplicación de la ITC 08.02.01, los depósitos de residuos minero-metalúrgicos (cuan-
do la balsa esta activa en el argot minero se le denomina balsa o presa o pantano de lodos) de la indus-
tria extractiva en España se han clasificado de acuerdo con los siguientes criterios:
1) En función de sus dimensiones (altura, longitud de coronación capacidad de embalse y capacidad
de desagüe) y
2) En función al riesgo potencial que pudiera derivarse de su posible rotura o de su funcionamiento
incorrecto. Los elementos en riesgo que considera la ITC son: la población, trabajadores, edifica-
ciones, obras de ingeniería civil, actividades económicas, servicios públicos, elementos medioam-
bientales y otros usos del territorio que se encuentren en la zona de peligro del área de influencia
para una balsa o presa de residuos minero-metalúrgicos determinada.
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LOS RESIDUOS DE LA INDUSTRIA EXTRACTIVA EN ESPAÑA. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA Y PROBLEMÁTICA AMBIENTAL ASOCIADA
de coronación superior a 500 metros, 2) Capacidad de embalse superior a 1.000.000 de metros cúbicos y
3) Capacidad de desagüe superior a 2.000 metros cúbicos por segundo. En la figura 6 se puede apreciar
que solamente el 12% de las presas de residuos minero-metalúrgicos inventariadas en España se clasifi-
can como Clase 1.
Clase 2 (C2). Presa de lodos mediana: altura del dique comprendida entre 5 y 15 metros y que no
está incluida en los tres criterios adicionales de la clase 1. A este grupo pertenecen el 26% de las presas
de almacenamiento de residuos minero-metalúrgicos inventariadas en España (Figura 6).
Clase 3 (C3). Presa de lodos pequeña: altura del dique inferior a 5 metros. De acuerdo con los datos
del inventario el 28% de las presas de residuos minero-metalúrgicos inventariadas en España se clasifican
como pequeñas (Figura 6).
Clase 4 (C4). Balsas de almacenamiento de residuos minero-metalúrgicos de cualquier dimensión. Este
tipo de depósitos representa el 34% del total de estructuras de almacenamiento de residuos minero-meta-
lúrgicas inventariadas en España (Tabla 1, Figura 6).
Figura 6. Clasificación por clases de las presas y balsas de residuos minero-metalúrgicos inventariadas en España de acuerdo a
sus dimensiones. C1: presa grande, C2: presa mediana, C3: presa pequeña y C4: balsa.
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Figura 7. Clasificación de las presas de residuos minero-metalúrgicos inventariadas en España de acuerdo a su categoría del
riesgo que representa el funcionamiento incorrecto o rotura de la estructura.
La utilización de las balsas y presas de residuos las hemos agrupado de acuerdo al sector de la indus-
tria extractiva en que se encuentre: la minería y la metalurgia metálica, la industria energética, la extrac-
ción de rocas ornamentales y la minería industrial.
Minería metálica: en este grupo se incluyen todos los depósitos de residuos minero-metalúrgicos deri-
vados de la extracción de minerales metálicos tales como galena, escalerita (blenda), pirita, etc. De acuer-
do con los datos recogidos en la tabla 1 y que se representan gráficamente en la figura 8 se observa que
del total de balsas y presas de residuos inventariadas en España el 35% pertenece a este sector de la
industria extractiva.
La industria energética: dentro de este sector se incluyen aquellas estructuras donde se almacenan los
residuos derivados de la industria energética, fundamentalmente los residuos de los lavaderos del carbón.
A esta industria le corresponde el 19% de las estructuras de almacenamiento de residuos inventariados
(Figura 8, Tabla 1).
Figura 8. Distribución de las balsas y presas de residuos minero-metalúrgicos inventariados por sector de la
industria extractiva en España.
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LOS RESIDUOS DE LA INDUSTRIA EXTRACTIVA EN ESPAÑA. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA Y PROBLEMÁTICA AMBIENTAL ASOCIADA
Minería industrial: en este se incluyen las instalaciones minera para la extracción de yeso, diferentes
tipos de sales, sal gema, sal marina, etc. En la figura 8 se puede apreciar que este es el sector con mayor
número de estructuras correspondiéndole el 40% del total de presas y balsas de residuos inventariados.
Minería de rocas ornamentales: en éste grupo se incluyen las explotaciones mineras para la extracción
de mármol, pizarra, granito, etc. De acuerdo a los resultados de la literatura consultada y el inventario que
se detallan en la tabla 1 y se representan en la figura 8 se concluye que a este sector corresponde el menor
número de estructuras inventariadas con un 6% del total. Estas estructuras son por lo general balsas en
las cuales se almacenan los residuos de las plantas de aserrado y pulido del recurso tratado.
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Figura 9. Estado actual de las balsas y presas de residuos minero-metalúrgicos inventariadas en España.
El tema de la estabilidad se analiza, en casi todos los casos, desde un punto de vista cualitativo basa-
do en la experiencia acumulada por el personal que realizó el inventario. El realizar un estudio desde el
punto de vista cuantitativo, considerando el número total de estructuras existente, es excesivamente cos-
toso aunque en nuestro caso haremos referencia cuantitativa a los casos que se han estudiado en España
y hemos podido consultar en la literatura sobre esta temática.
La estabilidad geotécnica en el caso de los depósitos de residuos constituye un aspecto extremada-
mente importante pues la estructura geotécnica (dique y barrera impermeable del vaso) constituye la
barrera física que aísla estos de su interacción con el medio ambiente. El fallo de estas estructuras gene-
ra problemas ambientales, en algunos casos, de muy graves consecuencias, por el carácter de los materia-
les que se almacenan. De acuerdo con el informe del IGME (2002) la situación de estabilidad en las bal-
sas de residuos minero-metalúrgicos se clasifican en:
Alta: no presenta ningún tipo de problema geotécnico. En la figura 10 se puede apreciar que el 74%
de las estructuras de almacenamiento de residuos minero-metalúrgico inventariadas en España se encuen-
tran dentro de esta categoría (Tabla 1).
Media: se recomienda inspecciones periódicas del dique que puedan permitir evaluar su estabilidad
ante la posibilidad de arrastres en épocas de fuertes lluvias y se recomienda no sobrecargar los depósitos
de lodos. El 19% de las estructuras se clasifican con estabilidad media (Figura 10, Tabla 1).
Baja: la estructura presenta una estabilidad baja como consecuencia de la rotura de su dique, la exis-
tencia de deslizamiento generalizado y cárcavas, así como erosión superficial importante y socavamiento
del pie. En el análisis de los datos se puede apreciar que el 6% de las estructuras ha sido clasificado como
una estabilidad geotécnica baja (Figura 10, Tabla 1).
Crítica: la estabilidad crítica corresponde a las estructuras con problemas de socavamiento mecánico
del dique de la presa, zona con hundimiento o deslizamiento del pie del talud o erosión por sobrepaso,
colapso de la estructura. El 1% de las presas inventariadas en España se encuentran dentro de este grupo
en el momento de realizado el inventario (Tabla 1, Figura 10). En la tabla 2 se muestra la relación de cua-
tro presas de residuos minero-metalúrgicos que su dique ha fallado por diferentes causas. El hecho de que
se conozcan tan pocos casos de fallos de presas es porque antiguamente no existía en cada balsa de lodos
un libro de incidentes como existe actualmente a partir de la entrada en vigor de la ITC.
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LOS RESIDUOS DE LA INDUSTRIA EXTRACTIVA EN ESPAÑA. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA Y PROBLEMÁTICA AMBIENTAL ASOCIADA
Figura 10. Representación gráfica del análisis cualitativo de la estabilidad de las balsas y presas de residuos minero-metalúrgicos
inventariados en España.
Tabla 2. Fallo de presas de residuos minero-metalúrgicos en España. Las fuentes de los datos son las siguientes
(*http://www.antena.nl/wise/uranium/mdap.htm/, ** García, 2004)
De acuerdo con la ITC 08.02.01 el impacto ambiental se refiere a cualquier cambio del medio ambien-
te, beneficioso o adverso, que resulta total o parcialmente del desarrollo de una actividad o proyecto de
las actividades extractivas.
El análisis del impacto ambiental lo realizaremos de manera cualitativa para el conjunto de todas las
estructuras inventariadas por el IGME (2002) y de manera cuantitativa se hará referencia a algunos casos
en función de la información consultada en la literatura científica. De acuerdo a la información recogida
en la tabla 1 y que se muestra en la figura 10 el impacto ambiental de las estructuras mineras se clasifica
cualitativamente como:
– Alto,
– Medio,
– Bajo y
– Nulo.
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Alto: en este grupo se incluyen las afecciones a las masas de agua, al suelo y a la atmósfera de mane-
ra significativa. Por ejemplo las aguas de vertido y drenaje al cauce superficial no cumplen la normativa
legal vigente o la contaminación de las aguas superficiales y subterráneas supera los límites establecidos
como agua potable. En el caso de los suelos se corresponde con la contaminación de estos por diferentes
sustancias contaminantes, mayoritariamente metales pesados y sulfatos. De acuerdo a los resultados de la
figura 11 se puede apreciar que el 17% de las balsas y presas de residuos minero-metalúrgicos inventa-
riados se incluyen en este grupo.
Medio: en la mayoría de los casos el impacto ambiental medio refleja el impacto correspondiente al
entorno minero donde se encuentra el depósito (presa o balsa) y no al propio depósito. Se corresponde
mayoritariamente con el impacto visual y la existencia de problemas de erosión en periodos de lluvia. De
acuerdo a los datos que se muestran en la figura 11 el 40% de las estructuras inventariadas en España
presenta este tipo de impacto ambiental.
Bajo: en este grupo se incluyen aquellas estructuras que presentan un impacto visual muy local y que
pueden presentar problemas de erosión durante los procesos de lluvia. De acuerdo a la evaluación cuali-
tativa realizada en las estructuras inventariadas se puede ver en la figura 11 que el 39% se incluyen en
esta categoría.
Nulo: de acuerdo con los resultados de la tabla 1 y la figura 10 el impacto nulo sólo ha sido docu-
mentado de forma cualitativa en el 4% de las estructuras de lodos. Esto nos muestra que la problemática
ambiental asociada a las actividades mineras constituye un aspecto a tener en cuenta con vistas al des-
arrollo sostenible.
Figura 11. Representación gráfica del análisis cualitativo del impacto ambiental producido por las balsas y presas de residuos
minero-metalúrgicos inventariados en España.
Hemos de señalar que el poder hablar del impacto ambiental nulo es un aspecto relativamente difícil,
pues para ello es necesario realizar una correcta caracterización cualitativa y cuantitativa del medio físico.
En el caso de las estructuras existentes en el país gran parte de las balsas y presas de residuos minero-
metalúrgicas antiguas y abandonadas y en algunos casos clausuradas o restauradas carecen de sistemas
de impermeabilización. Esto significa que el conocimiento del impacto sobre el suelo y las aguas subte-
rráneas en su entorno es limitado.
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LOS RESIDUOS DE LA INDUSTRIA EXTRACTIVA EN ESPAÑA. DISTRIBUCIÓN GEOGRÁFICA Y PROBLEMÁTICA AMBIENTAL ASOCIADA
2.8.1. Tipos de impactos ambiéntales producidos por las actividades extractivas en España
De acuerdo con la literatura consultada y la que se encuentra disponible en los centros de información
y en la red se puede concluir que el interés y estudio sobre la problemática ambiental en España es muy
amplio. El objetivo de este apartado es mostrar, con ejemplos concretos, la problemática ambiental y el
riesgo potencial que representan estos residuos en las diferentes regiones de la península sin la necesidad
de ser muy detallados y exhaustivos. Para ello se hace referencia a diferentes publicaciones donde han sido
cuantificadas las afecciones al medio ambiente en sus diferentes manifestaciones.
Figura 12. Impacto visual producido por una explotación minera en Boinas, España.
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Castilla la Mancha: se ha reportado contenidos de mercurio en las aguas de la cuenca del río
Valdeazogues en relación con los yacimientos del distrito de Almadén en Ciudad Real (Esbrí, y Higueras,
2004). Los estudios de Berzas Nevado et al., 1998, muestran la contaminación de las aguas superficiales
y sedimentos por mercurio en varias rieras.
Madrid: en lo relacionado con el impacto ambiental lo más importante sería la posibilidad de lixivia-
do en varias de las estructuras inventariadas, como consecuencia de su proximidad al río Jarama. El hecho
de que se produzcan infiltraciones hacia éste puede provocar problemas ambientales (IGME, 2002a).
Extremadura: la contaminación de aguas superficiales debido al drenaje y arrastre de sedimentos es
la afección medioambiental más importante en Cáceres (IGME, 2002a). En algunas estructuras se reco-
mienda llevar a cabo estudios específicos de contaminación, para evaluar el grado de posible contamina-
ción y su alcance (IGME, 2002a)
Murcia: el arrastre de sedimentos y la contaminación de las aguas superficiales en la Sierra minera de
Cartagena-La Unión ha sido cuantificada por García (2004). Tras la lixiviación de los residuos, se produce
con carácter muy marcado en las presas de residuos procedentes del proceso de flotación. En este tipo de
presas, aunque debido a las fuertes pendientes de los taludes de los depósitos y al normal régimen torren-
cial de lluvias, predomina la escorrentía superficial, con potencial contaminación de los suelos.
El hecho de que los taludes estén desnudos, excepto en algunos depósitos de La Unión o El Llano del
Beal, y de que no existan diques, dado que el método de recrecimiento consistía en ir levantando una
empalizada de madera conforme se aumentaba la altura de los depósitos, conduce a un problema gene-
ralizado de lixiviación y arrastres de finos, con la aparición de los residuos depositados en las zonas pró-
ximas a las estructuras y en gran parte del cauce de las ramblas. Hay que señalar que estas ramblas fue-
ron utilizadas hasta 1956 como zonas de vertido de residuos lo que ha dado lugar a la presencia de gran-
des concentraciones de metales en sus cauces. En muchas de estas presas de residuos y en los sedimen-
tos depositados en las ramblas las partículas más finas y los productos de oxidación de los sulfuros son
susceptibles de erosión eólica con producción y diseminación de polvo.
Andalucía. En lo referente al impacto ambiental, los elementos más afectados son las aguas super-
ficiales (ríos y ramblas), así como alguna carretera en la zona de Almería (IGME, 2002a). Los drenajes áci-
dos de mina y su afección a la red fluvial en la cuenca del río Odiel, Faja Pirítica Ibérica son una de los
aspectos más significativos en Huelva (Sánchez España, et al., 2003). También han sido reportada la con-
taminación por metales pesados de los estuarios de los ríos Tintos y Odiel por el vertido de fosfoyesos
(López-González et al., 2005).
Los principales problemas geotécnicos están asociados con la erosión superficial y las cárcavas, sobre
todo en el caso del dique de la segunda presa de la estructura 1043-6-0001 en Granada (IGME, 2002a).
En el entorno de la mina de Rodalquilar ha sido reportada la contaminación por aportes de sedimento
debido a la erosión de una presa de residuos abandonadas (Ferrier, 1999).
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Figura 14. Contenido de metales (ppm) en sedimentos de la Bahía de Portman. a: Cadmio, b: Zinc, c: Plomo (Instituto Español de
Oceanografía. Murcia, 1984).
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Andalucía: la contaminación atmosférica por partículas sólidas ricas en Zn, Cu y Mn ha sido cuanti-
ficada en el área del parque natural de Doñana (Querol et al., 2000).
2.8.2. Recomendaciones
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• Construcción y rehabilitación de los diques de las estructuras con problemas detectados en las dife-
rentes comunidades autónomas.
• Remodelación y suavizado de las pendientes de los taludes de las presas de residuos para evitar la
erosión superficial.
• Reposición y/o construcción de sistema colector de las precipitaciones atmosférica para evitar la ero-
sión en la superficie de la balsa y su drenaje a los causes de las aguas superficiales. El proceso ero-
sivo de las balsas constituye una de las principales causas de contaminación del dominio público
hidráulico, por el aporte de sedimentos y sustancias toxicas disueltas.
• Protección o encapsulamiento de los residuos mediante geotextiles y/o tierra vegetal.
• Reforestación con diferentes especies de vegetales de ser posibles autóctonas de las áreas afecta-
das tanto suelos como cauces de aguas superficiales.
• Recogida de los residuos derramados en el entorno de las balsas y presas y cauces de arroyos y ram-
blas.
• Traslado de los residuos almacenados en los cauces de agua superficial o en las cercanías de núcle-
os urbanos, cuando ello sea técnica y económicamente viable.
Del volumen de información analizado se puede concluir que existe una preocupación en la comuni-
dad científica y en gran medida en la sociedad por el medio ambiente afectado por las actividades mine-
ro-metalúrgicas y sus residuos. Aunque consideramos que se aprecia una limitación en la aplicación a esca-
la real de muchos de los resultados científicos obtenidos. Hemos de señalar que los resultados de los dife-
rentes grupos de investigación existente a nivel nacional en las diferentes comunidades autónomas ponen
de manifiesto que: el país dispone de las herramientas de trabajo, métodos científicos y de los recursos
humanos cualificados para poder enfrentarse a la problemática ambiental existente en torno a las activi-
dades minero-metalúrgicas y sus residuos y efluentes. Se evidencia que al parecer la mayor limitación se
encuentra en el terreno económico, lo que se evidencia en que la remediación y rehabilitación de las áreas
afectadas por contaminación es muy limitada. De acuerdo con los datos del inventario sólo el 7% de las
estructuras inventariadas. Esto puede ser porque los trabajo de rehabilitación son costosos y en muchos
casos muy lentos y no representan un beneficio económico a corto plazo.
De conformidad con la recientemente publicada Directiva 2006/21/CE sobre la gestión de residuos de
industrias extractivas, los inventarios a realizar para su implantación deben servir de base a un programa
de medidas adecuado para afrontar los problemas de las instalaciones cerradas, incluidas las abandona-
das, que tengan un impacto medioambiental grave o que puedan convertirse a corto o medio plazo en una
amenaza grave para la salud de las personas y el medio ambiente.
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
1. INTRODUCCIÓN
En las antiguas zonas mineras, y tras el abandono de la actividad minera, es necesario acometer un
estudio de ordenación del territorio, para poder planificar los diferentes usos del terreno con vistas a su
recalificación, de acuerdo con sus características, que permita un desarrollo económico y social sostenible
de dichas áreas o comarcas. El punto de partida para tal tipo de estudio es sin duda una buena cartogra-
fía temática, y su correspondiente cartografía geológica de base.
En dichas zonas, tras el cese de la actividad minera, se hace muy necesaria una actualización de la car-
tografía geológica previa, dado que muy poco tiene que ver dicha cartografía, hojas Magna u otras, con la
realidad geomorfológica posterior a la explotación de los recursos minerales.
El motivo principal es el fuerte cambio de geomorfología experimentado por esas zonas, especialmen-
te en el caso de explotaciones a cielo abierto, que en muchos casos conllevan importantes cambios en la
estratigrafía de los materiales aflorantes, antes y después de la actividad minera.
Por otra parte las explotaciones mineras, llevan aparejada un importantísimo aporte de información
geológica que se debe reflejar en una mejora de la calidad de la cartografía geológica de la zona.
Ambos motivos provocan que los mapas geológicos preexistentes de estas zonas pueden haber que-
dado obsoletos, y poco fidedignos, máxime si se pretende que sirvan de base para la elaboración de mapas
temáticos orientados a la reordenación del territorio, y sea necesaria su actualización.
La realización de un reconocimiento geológico adecuado en una zona minero-metalúrgica Permite la
cartografía temática e inventario de las diferentes estructuras mineras presentes y de los recursos geoló-
gicos (minerales metálicos y no metálicos) e hidrogeológicos existentes. Este proceso puede desarrollarse
en diferentes condiciones ambientales y de desarrollo minero-metalúrgico:
1. Áreas con minería abandonada
2. Áreas con minería activa
3. Áreas mineras donde se ha producido un desastre debido a causas naturales o antropogénicas
(rotura de una balsa de estériles).
4. Combinación de dos o tres de las anteriormente citadas.
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El presente capitulo tiene como objetivo principal la creación de un documento básico, sin pretensio-
nes de ser exhaustivo, que permita orientar sobre los principales aspectos, parámetros y variables a tener
en cuenta durante el reconocimiento, cartografía e inventario de zonas mineras activas o abandonadas. El
tener en cuenta estos parámetros y variables ambientales permitirá el conocimiento de las características
del medio físico, las infraestructuras mineras y los recursos naturales de un área determinada. A diferencia
de la cartografía geológica tradicional, la cartografía en áreas mineras se desarrolla sobre un relieve que
no es el natural sino que ha sido profundamente transformado por los trabajos ligados a la explotación de
los yacimientos. Debido a la actividad minera desaparecen cerros, se rellenan valles, se crean montañas
artificiales de tierra, aparecen lagos artificiales, presas de agua, presas de lodos desaparecen valles y se
crean montañas de tierra artificiales.
2. CARTOGRAFÍA TEMATICA
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El desarrollo de estas actividades requiere una serie de material básico que está disponible general-
mente, pues si hay casos en los que los trabajos de cartografía geológica y los estudios geológicos son
abundantes es en las zonas mineras. Entre los materiales necesarios se encuentran los siguientes:
1. Base topográfica: debe de estar de acuerdo a la escala de los trabajos que se pretenden realizar
en la zona d estudio. Se recomiendan las escalas de 1:25000, 1:10000 ó 1:5000. A partir de
estos se puede realizar el estudio y la posterior reducción de los mapas de acuerdo con los obje-
tivos de las diferentes etapas del trabajo.
2. Fotos aéreas: permiten tener una imagen en tres dimensiones de la zona de estudio. El disponer
de estas conjuntamente con el mapa topográfico permite elaborar los posibles itinerarios de
reconocimiento del terreno. Si son de mucho detalle las fotos puede facilitar el inventario y car-
tografía de las estructuras mineras. Si se dispone de diferentes campañas de fotos aéreas es
posible identificar el avance de las actividades mineras e incluso de las zonas afectadas.
3. Imágenes de satélites: Son de gran utilidad porque abarcan grandes áreas. Generalmente que-
dan incluida las áreas afectadas directamente y las zonas que son afectadas indirectamente por
el impacto ambiental. El tratamiento de estas imágenes con programas especializados permite
delimitar preliminarmente las áreas afectadas.
4. Fichas de inventario: deben de estar confeccionadas con todos los detalles; de esta manera no
se olvidan los aspectos importantes necesarios para la materialización de los objetivos del traba-
jo (ver Anexos con ejemplos de fichas de inventario en este capitulo).
5. GPS: permite la localización espacial de cada uno de los elementos inventariados en la zona de
estudio. Estos datos conjuntamente con el modelo digital del terreno posibilita la creación de las
diferentes bases de datos georreferenciados y su posterior estudio y tratamiento en un sistema
de información geográfica (SIG o GIS en la literatura anglosajona).
6. Otros: Los útiles habituales en el trabajo de campo de los geólogos (brújula, cámara fotográfica,
material de toma de muestras, etc.).
Para una mejor comprensión de la problemática asociada a la cartografía e inventario de las zonas
mineras en el presente capitulo se expondrán las experiencias desarrolladas en los estudios efectuados en
la última década en la Sierra Minera de Cartagena-La Unión, Murcia, España.
La Sierra de Cartagena-La Unión se localiza en el SE de la Península Ibérica (Fig. 1a). Tiene una dispo-
sición EW aproximadamente y supone un área de 103 km2 y su mayor elevación es la Peña del Águila
(392 m.s.n.m). El clima es mediterráneo semiárido, con una temperatura media anual de 17 ºC y precipi-
tación media de 300 mm/año. No existen cursos de agua permanentes, estando constituida la red hidro-
gráfica superficial por ramblas, de recorridos cortos y cuencas hidrográficas pequeñas. Esta sierra se carac-
teriza por haber albergado una de las mayores acumulaciones Pb-Zn de la península Ibérica, datándose
las primeras actividades mineras en más de 2500 años. Los minerales extraídos son principalmente Pb, Zn,
Fe, Ag (Manteca y Ovejero 1992), además de Mn, Ba, Cu y Sn. Durante la explotación, tanto a cielo abier-
to como subterránea, se produjeron grandes cambios en la fisiografía original y se generaron millones de
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toneladas de residuos y estériles mineros. Lo que ha provocado cambios en la red hidrográfica superficial
y subterránea, así como diversos procesos de contaminación del agua subterránea y superficial. Las acti-
vidades mineras cesaron totalmente en 1991.
El área de estudio forma parte de las Cordilleras Béticas, en concreto de las Zonas Interna también
denominado Dominio de Alborán. En la figura 1 se muestran los diferentes materiales geológicos que con-
forman el área. En la figura 2 se presenta un mapa geológico donde se puede observar con mayor deta-
lle la distribución espacial en superficie de los diferentes tipos litológicos que afloran en el área de estu-
dio. Esta zona se caracteriza por su gran complejidad litológica y estructural, determinada principalmente
por la superposición de tres mantos de cabalgamiento complejos de edad alpina denominados: Complejo
Nevado-Filábride (esquistos, cuarcitas, mármoles), Complejo Alpujárride (cuarcitas, filitas y material carbo-
natado) y Complejo Maláguide (limos, areniscas, conglomerados y calizas; García Tortosa et al., 2000).
Sobre los materiales béticos descansa una serie transgresiva miocena, constituída por conglomerados, are-
niscas, argilitas y margas, datada del Serravalliense al Tortoniense. Esta serie ha desaparecido en gran parte
por la erosión y sólo se conserva principalmente en zonas estructuralmente deprimidas (fosas tectónicas)
(Manteca y Ovejero 1992). Los valles y zonas de pie de monte aparecen cubiertas por coluviones y alu-
viones cuaternarios, normalmente gravas limosas rojizas encostradas.
En la geología de la Sierra aparecen representados dos épocas magmáticas principales, una preoro-
génica de carácter básico, representada por metabasitas y diabasas, y otra postorogénica con una prime-
ra fase de carácter subvolcánico calcoalcalino (andesitas, riodacitas, dacitas, riolitas...) y otra fase de carác-
ter extrusivo representada por basaltos alcalinos. (Manteca y Ovejero, 1992).
La delimitación de las zonas afectadas por las actividades minero-metalúrgicas en una región deter-
minada requiere de un inventario y cartografía muy bien planificados y con un reconocimiento adecuado
del terreno. Si el área que analizamos es un área de dilatada actividad minera en el tiempo como el caso
que nos ocupa y donde se han desarrollado diferentes tipos de minería y procesos metalúrgicos la tarea
puede ser algo más complicada.
A lo largo de la milenaria historia minera de la comarca, las sustancias minerales explotadas han ido
variando, así como las correspondientes técnicas de explotación. En la antigüedad tuvo importancia la
explotación a cielo abierto en las zonas de gossan del yacimiento, que eran explotadas para aprovechar
los carbonatos de plomo y de Zn, menas de Fe, menas de Ag, etc. Pero en general, desde mediados del
siglo XIX hasta mediados del XX predomina la explotación subterránea, generalmente mediante cámaras
y pilares. A partir de 1957 comienzan las explotaciones de sulfuros a cielo abierto, por parte de la com-
pañía Peñarroya-España. A partir de 1968 la inmensa mayor parte de la actividad minera tuvo ya lugar a
cielo abierto, quedando la minería subterránea relegada a una actividad casi testimonial.
En cuanto a las técnicas mineralúrgicas, hasta 1940 la concentración de las menas se hacía mediante
diferentes técnicas de gravimetría; y a partir de ese año se introdujeron las técnicas de flotación diferen-
cial.
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Figura 1. Localización del área de estudio, a) mapa geológico regional, b) columna litológica y
c) perfil geológico (Manteca y Ovejero 1992).
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La delimitación y conocimiento de las zonas explotadas por minería subterránea es importante por el
riesgo que puede suponer para las personas y edificaciones, ya que se han producido fenómenos de hun-
dimientos del terreno (García, 2004) y conviene considerar estas áreas en la planificación y ordenación del
territorio.
La delimitación de las zonas de minados es problemática, ya que en general no se han conservado los
planos de labores correspondientes. Bien es cierto que la mayoría de las minas sólo tenían acceso por
pozos y por tanto el inventario de pozos permite tener una idea de la localización de las zonas con mayor
densidad de minados, si bien con la incógnita de su exacta situación en profundidad.
Los resultados que se muestran en este apartado constituyen una síntesis de los trabajos desarrolla-
dos por varios autores (García et al., 1997; García et al., 2001; García y Manteca, 2002; García, 2004). La
cartografía e inventario de campo se realiza de acuerdo con la ficha técnica que se muestra en el anexo
(Figura 28). Mayor información sobre esta metodología se puede encontrar en García et al., (1997).
En el trabajo inicial de recopilación y análisis de la información existente se trató de localizar los pozos
por medio de fotografías aéreas, pero teniendo en cuenta que las dimensiones de los pozos oscilan entre
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1.5 y 3.5 m de diámetro y que la escala de las fotos es 1:18.000, sobre éstas los pozos resultan de un
tamaño de 0.1 a 0.2 mm, los cuales no son identificables con seguridad. No obstante se han utilizado las
fotos aéreas para localizar las balsas de lodos, escombreras, terreras, chimeneas y en menor medida se han
observado castilletes de minas y junto a ellos generalmente se localizan pozos mineros.
La base topográfica empleada en el inventario es a escala 1:5000, editada por el servicio de carto-
grafía de la Consejería de Obras Públicas y Ordenación del Territorio de la Comunidad Autónoma de la
Región de Murcia. Una vez localizado un pozo, sobre su elemento de protección, se ha enumerado con la
letra C-# correspondiente. En cada pozo fue confeccionada la ficha de inventario como la descrita en el
anexo I (Figura 28).
Los datos recopilados en la ficha de inventario usada en el trabajo de campo, se trasladan posterior-
mente a una base de datos. El soporte informático, de creación de la base de datos, está desarrollado en
el programa EXCEL, en soporte de Windows 98, y culmina con la generación automática de una ficha con
toda la información procesada para cada pozo, así como su cartografía digital. El procesado informático y
análisis estadístico de la información recogida en campo permite el estudio y valoración de la situación
general y particular de los pozos en la zona minera estudiada.
Pozos inventariados
Los pozos inventariados se han incluido en la denominada "Base de Datos de Pozos Mineros" (García
et al., 2001), siendo el número de éstos de 1902 (actualizado al 28 de marzo de 2002) que se encuen-
tran distribuidos en 20 hojas del mapa topográfico regional a escala 1:5000, según se indica en Tabla 1 y
en la Figura 3.
Tabla 1. Distribución de los pozos mineros en los mapas topográficos regionales.
HOJA 977 –II (escala 1:25.000) HOJA 978-I (escala 1:25.000)
(72)1 (82) (12)
– –
32 31 359
(63) (73) (83) (13) (23) (33) (43)
1 72 269 501 74 17 31
(64) (74) (84) (14) (24) (34)
–
21 25 268 146 3 3
HOJA 977-IV HOJA 978-III
(65) (75) (85) (15)
59 6 9 4
Total de pozos mineros inventariados 1902
1(72)= El nº entre paréntesis indica la hoja del Mapa Topográfico Regional, escala 1/5000: 977-72
23 = Número de pozos en el mapa 977-72
Densidad de pozos mineros por km2: para realizarlo se ha partido del mapa donde se encuentran todos
los pozos inventariados (Figuras 3). El mapa de densidad de pozos sirve como orientación de zonas con
mayor o menor seguridad, teniendo en cuenta que hay en algunas regiones una densidad de 80 pozos por
km2, el mapa revela una correlación directa de la zona de mayor número de pozos con las dos principales
direcciones de fracturación del material rocoso (N130E y la N60E) (Figura 3).
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Tipos de protección existente en los pozos mineros: se han clasificado los diferentes modos en que se
han llevado a cabo la protección de la boca o entrada de los pozos mineros. En las figuras 4 y 5 se mues-
tran los diferentes tipos de protección, de este aspecto se puede destacar lo siguiente:
1. Existe un elevado porcentaje de pozos sin brocal (18%), lo que convierte a las zonas de la Sierra
Minera-La Unión, en las que se encuentran éstos, en áreas de un elevado peligro o riesgo poten-
cial.
2. La utilización mayoritaria de la protección con bloques de cemento (46%), es debida a la campa-
ña de restauración de brocales que se está llevando a cabo, desde hace varios años, por parte de
la Dirección General de Industria, Energía y Minas de la Comunidad Autónoma de la Región de
Murcia.
3. Se utiliza la protección mediante “alambrada” en aquellos pozos que resulta muy laborioso apor-
tar materiales para hacer los brocales, debido a la dificultad de acceso.
Altura de protección: tiene una relación directa con el riesgo y peligro que representan los pozos mine-
ros. De acuerdo a este parámetro se han clasificado con una escala de cinco valores (Figura 6). De este
parámetro se puede destacar los siguientes resultados:
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1) Hay un elevado porcentaje de pozos sin brocal (18%), puesto de manifiesto anteriormente en las
Figura 4 y 5.
2) Más de la mitad de los pozos (53%) tiene una altura de protección adecuada, superior a un metro.
Se considera que una altura inferior resulta peligrosa.
3) Superan los 1.5 m aquellos pozos cuya protección está hecha con alambrada, y representan el 4%
del total inventariado y cartografiado (Figura 5 y 6).
Figura 4. Tipos de materiales de construcción empleados en la construcción de la protección de la boca de los pozos mineros.
Revestimiento de los pozos mineros: se ha tenido en cuenta si la pared o caña del pozo se encuentra
revestida los primeros 25 m desde la boca hacia abajo. Se ha realizado una clasificación en 5 tipos, en fun-
ción del material empleado (Figura 7) que son: sin revestir, ladrillo, piedra, mampostería u otros.
La falta de revestimiento en los pozos mineros facilita el desarrollo de embudos en la boca (ensan-
chamiento en la parte superior) e incluso pozos con hundimientos (Figura 8). La ausencia de protección y
la existencia de hundimientos, aumentan la peligrosidad de los pozos. Además, la ausencia de protección
dificulta el poder identificar la presencia de los pozos en el terreno sobre todo si en estos se desarrollan
arbustos y diferentes tipos de plantas, aumentando el riesgo para las personas y animales que pasen por
la zona. A todo esto hay que añadir que se desconoce la probabilidad de ocurrencia de los hundimientos
en los pozos que no tienen revestimiento.
Profundidad de los pozos mineros: se ha realizado una clasificación agrupando los pozos en interva-
los de 25 m de profundidad, partiendo de aquellos que tienen menos de 25 m y terminando con los que
tienen más de 225 m (Figura 9). Como se puede ver, el intervalo de profundidades es muy amplio, con pre-
dominio de los pozos de menos de 25 m que representan el 42% del total; le siguen los comprendidos
entre 25 y 50 m, con el 25% y los de 50 a 75 m y 100 a 125 m, ambos con el 12%. El resto de los pozos
tienen profundidades que pueden llegar hasta los 500 m y representan valores entre el 4 y el 1% del total.
Tipos de secciones de los pozos mineros: la prolongada actividad minera de la Sierra Minera ha sido
desarrollada en diferentes épocas, así como por diferentes métodos mineros, desde los más artesanales
(época romana) hasta modernos sistemas tecnológicos en la segunda mitad del siglo XX. Una muestra de
ello lo constituye la variedad de formas geométricas que presentan los pozos mineros inventariados en el
área de estudio.
En la Figura 10 se han representado las diferentes secciones con que se han construido los pozos y
que son: circular, rectangular, cuadrada, elíptica, etc. Se puede apreciar que la forma predominante es la
circular (78%) y en segundo lugar la elíptica (12%).
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Figura 5. Diferentes tipos de protección en el brocal del pozo minero: a) ladrillo, b) bloques, c) mampostería, d) bloques-mampos-
tería, e) sin protección, f) alambrada, g) hormigón y h) piedra (Modificados de García, 2004).
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Figura 6. Altura del brocal de protección de la boca de los pozos mineros inventariados en la Sierra-Minera.
Figura 8. Embudo en la boca del pozo minero de referencia 978-23-17-c708 (García, 2004).
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Figura 9. a) Profundidad de los pozos mineros inventariados y b) grupos de pozos en % del total inventariado de
acuerdo al valor d su profundidad en m.
Figura 10. Tipos de secciones geométricas de la protección de lo boca de los pozos mineros en el área de estudio.
Dimensiones de las secciones de los pozos mineros: los pozos mineros se han construido con seccio-
nes que oscilan entre 0.5 m de diámetro mínimo hasta 4.5 m de máximo. En la Figura 11 se han repre-
sentado en intervalos de 0.5 m de diámetro, comenzando por 0.5 m y terminando en mayores de 4 m. De
esta Figura se destaca lo siguiente: el 73% de los pozos tienen un diámetro comprendido entre < 0.5 y
2.5 m. Este diámetro, relativamente pequeño, se debe a que estos pozos se construyeron en una época de
la minería en la que existían los llamados “partidarios”, que eran pequeños empresarios, incluso particu-
lares que se iniciaban en el negocio minero.
Cimentación de la protección y paredes de los pozos mineros: Se ha tenido en cuenta si el pozo se
encuentra excavado sobre materiales poco consolidados (v.g. suelos) o roca. Esta observación tiene rela-
ción con la peligrosidad, ya que si el pozo se encuentra sobre roca, éste no necesitará recubrimiento y ten-
drá mucha más estabilidad que si lo está sobre suelo. En el caso de estar sobre suelo, generalmente se
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trata de rellenos cuaternarios con escasa resistencia y baja cohesión, y que, si no están recubiertos, repre-
sentan un peligro potencial. En la Figura 12 se pone de manifiesto que predominan los pozos sobre suelo,
lo que indica que existe un riesgo de hundimiento en el 73% de los casos.
Figura 12. Tipo de material geológico sobre el que se desarrolla la cimentación de las paredes y el brocal de los pozos mineros.
Peligro y riesgo para las personas y animales asociado a los pozos mineros: el peligro asociado a los
pozos mineros esta determinado por varias razones: tiene una relación directa con la altura del elemento
protector del pozo y también con la del tipo de material. Se ha tomando para ello una escala de tres valo-
res de riesgo: de 0-0.49 m altura es máximo, 0.5-0.99 es medio y para valores mayores de 1.0 m es míni-
mo. De la Figura 13 se puede destacar:
a) Existe un elevado porcentaje de pozos sin brocal (18%), puesto de manifiesto anteriormente en la
Figura 6.
b) Tan solo el 57% tiene una altura de protección adecuada, superior a 0.9 metros, considerando que
una altura inferior resulta muy peligrosa.
Accesibilidad del pozo minero: este es uno de los tres campos que han servido para definir la intensi-
dad del peligro potencial (García y Manteca, 2002). En la Figura 14 se puede apreciar como el volumen
de pozos que es accesible a las personas es muy elevado (74%) y de ellos el 34% es accesible con coche.
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Figura 13. Estimación del peligro potencial asociado a los pozos mineros en función de la altura de la protección de la boca del
pozo utilizando la metodología de (García y Manteca, 2002).
Figura 14. Accesibilidad a los pozos mineros inventariados en la Sierra Minera de Cartagena la Unión utilizando la metodología
de García y Manteca, (2002).
Proximidad del pozo minero a núcleos de población: es el segundo de los parámetros que define la
intensidad del peligro. En la Figura 15 se puede apreciar como el 35% de los pozos se encuentran cerca-
nos a zonas habitadas. Esta es una de las razones por la que su visitabilidad es tan elevada.
Visitabilidad del pozo minero: este es el tercero y último de los parámetros empleados en la valoración
de la intensidad del peligro (García y Manteca, 2002). Como se puede apreciar en la Figura 16, el 39% de
los pozos mineros inventariados en la Sierra Minera son visitados frecuentemente. Esto es un indicativo de
la necesidad de conocer su ubicación y establecer su protección para disminuir su riesgo ambiental.
Figura 15. Proximidad de los pozos mineros inventariados a núcleos de población en la Sierra Minera de Cartagena la Unión.
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Figura 16. Visitabilidad de la población del área de influencia o entorno de los pozos mineros.
Existencia de restos arqueo-industriales en el pozo minero: a lo largo de la Sierra Minera quedan evi-
dencias de diversos elementos arquitectónicos muchos de ellos se encuentran en los pozos mineros (Figura
17). Muchos de estos elementos durante diferentes etapas de la vida minera. Algunos de los que se
encuentran en las proximidades de los pozos se preservan con muy buen estado y actualmente constitu-
yen un valor patrimonial y cultural, cuya puesta en valor va en aumento. Este apartado será analizado pos-
teriormente en el texto. Es de señalar que además de estos, existe gran número de instalaciones mineras
en ruinas, que no representan ningún valor patrimonial y que constituyen un impacto paisajístico impor-
tante.
Existencia de agua en el interior del pozo minero: del total de 1902 dos pozos inventariado -308 pre-
senta agua en su interior (Figura 18). Conjuntamente con este tipo de trabajo de inventario se puede rea-
lizar la toma de muestras de agua para verificar la calidad de los mismos. Las muestras tomadas se enví-
an al laboratorio para su análisis y estudio hidroquímico. ES necesario medir la profundidad de los pozos,
siempre que sea posible. Si el pozo tiene agua en su interior es necesario medir el nivel piezométrico del
agua para confeccionar el mapa de isopiezas y caracterizar el flujo del agua subterránea (Figura 18) (ver
sección de impacto ambiental en zonas semiáridas).
Figura 17. Existencia de restos arqueo-industriales en la proximidad de los pozos mineros. A la derecha la imagen de un castillete
de madera en el pozo de entrada a la mina San Simón. La Parreta (Alumbres).
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Uso del agua existente en los pozos mineros: como se puede ver en el gráfico de la Figura 18, el uso
del agua es prácticamente nulo, siendo el porcentaje de pozos en los que se extrae agua del 0,42% del
total de pozos en el que se ha inventariado y medido agua en su interior. Su uso está limitado por la cali-
dad de las aguas (ver sección de impacto ambiental en zonas semiáridas).
Figura 18. A la izquierda se muestra la existencia o no de agua en el interior de los pozos mineros y a la
derecha el uso de dicha agua.
A diferencia de la minería subterránea la minería a cielo abierto es muy fácil de inventariar, pues su
magnitud es tan grande que resulta evidente a la vista su área de afectación. El desarrollo de la tecnolo-
gía y de la capacidad de los medios de arranque, carga y transporte de material rocoso (perforadoras, exca-
vadoras, bulldozers, dumpers, etc.) ha permitido el desarrollo de la minería a cielo abierto de grandes
dimensiones.
A partir del año 1957 se inicia la explotación a cielo abierto (cortas mineras) en la Sierra de Cartagena-
La Unión. Este tipo de explotación permite la extracción con beneficio de minerales con leyes mucho más
bajas que las extraídas por minería subterránea. Se trata de excavaciones a cielo abierto, realizadas por
bancos descendentes, de altura variable entre 15 y 5 m. Las operaciones básicas que se desarrollan son:
arranque mediante perforación y voladuras con explosivos, carga y transporte. Los materiales estériles se
depositan en escombreras y el todo-uno se lleva hasta el inicio de la instalación de trituración y beneficio
del mineral.
Se han inventariado 12 cortas mineras (Figura 19 y 20) explotadas en la Sierra de Cartagena-La Unión
por la empresa SMMPE. En la Tabla 3 se relacionan algunas de sus características, tales como: la fecha de
inicio y terminación de la explotación; el número de mantos mineros explotados, así como su paragénesis
mineral; potencia del material estéril de recubrimiento y de la masa mineral, así como los tonelajes corres-
pondientes. El área total ocupada por las 12 cortas es de 2.4 km2. En la Tabla 4 se cita el uso que se está
dando a algunas de las cortas y su estado actual.
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De acuerdo a la información obtenida del inventario de pozos mineros y cortas es posible definir como
zonas de distribución de minas subterráneas, aquellas donde se acumulan los pozos mineros, habiéndose
señalado tres en el mapa de la Figura 20: Cala Reona, El Llano-La Unión-Portmán y La Parreta. Además,
las principales zonas de minados, coinciden con los yacimientos minerales estudiados y a los que se le ha
calculado las reservas de mineral y que se analizan posteriormente en este capítulo.
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Figura 19. Ejemplo de cortas mineras de extracción de mena metálica inventariadas en la Sierra Minera de Cartagena La Unión.
Observe la intercepción del nivel piezométrico que habían producido las actividades mineras a cielo abierto y que al terminar la
explotación la corta Brunita se convirtió en un lago debido a la subida del nivel freático en más de 30 m.
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CARTOGRAFÍA TEMÁTICA E INVENTARIO EN ZONAS MINERAS
Figura 20. Mapa de distribución espacial aproximada de zonas de minería subterránea de la Sierra de Cartagena-La Unión. Elaborado considerando las conseciones mineras
existentes y la distribución espacial de los pozos mineros. Las abreviaturas responden a cortas mineras. LB: Los Blancos; SV: San Valentín; GE: Gloria Este; SJ:
San José. Mapa reducido del original a escala 1:25.000.
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Como resultado del inventario, se han cuantificado 2351 depósitos de residuos (Figura 21). Todos los
residuos inventariados y cartografiados, se han caracterizado y clasificado de acuerdo a los 9 tipos de
materiales diferenciados según su origen (Tabla 6). El área total que ocupan los residuos es aproximada-
mente de 9 km2 y su volumen del orden de 175 Mm3 en tierra, y otros 25 Mm3 en el mar (bahías de
Portmán, el Gorguel y playa la Galera). Los vacies son los que ocupan menor extensión en relación con el
volumen que almacenan, en tanto que los gacheros son los que se encuentran más extendidos (con menor
altura).
Tabla 6. Extensión y volumen ocupado por las diferentes estructuras mineras cartografiadas e inventariadas. La columna V/A
indica el volumen de residuo almacenado por unidad de superficie
Una vez finalizado el inventario y calculados los datos anteriormente citados, se han agrupado los
depósitos de residuos según las distintas cuencas hidrográficas de las ramblas que surcan la Sierra Minera,
siendo los resultados obtenidos los que se muestran en la Tabla 7. El determinar la cuenca hidrográfica a
la que se asocia es de gran importancia pues permite conocer su posible efecto sobre el escurrimiento
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CARTOGRAFÍA TEMÁTICA E INVENTARIO EN ZONAS MINERAS
Figura 21. Mapa de distribución espacial de los distintos residuos minero-metalúrgicos cartografiados e inventariados en la Sierra de Cartagena-La Unión. Mapa reducido
del original a escala 1:25.000.
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superficial de la zona. Además las cuencas hidrográficas son las unidades de referencia en todos los estu-
dios hidrológicos que se realizan en la Unión Europea y en España.
Considerando la distribución por cuencas hidrográfica se puede concluir que las ramblas del Gorguel
y Portmán son las que tienen un mayor porcentaje de afección del total de su superficie, con prácticamente
el 21% en cada una de ellas, seguidas de las de Ponce, Beal y Matildes, todas con una afección próxima
al 10%. Continúan en orden descendente las del Miedo con el 3%, Escombreras con el 2% y La
Carrasquilla con el 1%. La rambla con menor afección es la del Hondón con el 0.5% de su superficie total.
La distribución de los residuos minero-metalúrgicos cartografiables muestra que, el 60% en volumen
se encuentra en las cuencas de las ramblas que vierten al Mar Menor, y el 40% restante lo hacen al Mar
Mediterráneo.
Tabla 7. Distribución de los depósitos de residuos mineros por cuencas hidrográficas de ramblas.
Dispersión de la contaminación
El análisis de las fotos aéreas disponibles ha permitido ver la evolución de la colmatación de la bahía
de Portmán debido al vertido de los residuos mineros de flotación en el Mar Mediterráneo (Figura 22). Pero
al ser en Blanco y negro no permite observar con claridad los contrastes que revelan las fotos áreas a color.
El análisis de la imagen de satélite a simple vista mostraba la zona de estudio de una manera integra
y su radio de influencia. De acuerdo a la coloración de la foto se pudo comprobar que las zonas de color
más intenso se correspondían con las áreas de distribución de los residuos mineros (Figura 23). El recorri-
do por las áreas identificadas en la foto mostraban que la distribución de los residuos mineros se da en
prácticamente en todos los cauces de las ramblas hasta la desembocadura del Mar Menor y el
Mediterráneo.
A pesar del detallado inventario y cartografía realizada el objetivo fundamental de este trabajo era
delimitar las áreas afectadas por la minería. Durante la cartografía de la zona el análisis conjunto de las
fotos aéreas (Figura 22), de la imagen de satélite (Figura 23) y los datos de campo revelaba con claridad
que la distribución de los residuos y su radio de influencia y verdadera distribución espacial en superficie
no coincidían del todo. Estos datos iban mostrando que el impacto ambiental de la minería es mayor que
el área afectada directamente por estas actividades.
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Figura 22. Fotomontaje de las imágenes aéreas de la Bahía de Portmán, donde se aprecia la evolución de la línea
de costa debido al vertido de los lodos mineros al Mar Mediterráneo en esa zona.
Figura 23. En la imagen del satélite Landsat se resalta delimitado con una línea de color rojo la superficie ocupada por la Sierra
Minera y en lila (majenta o morado) el área afectada por el depósito de los residuos minero-metalúrgico y los residuos acumulados
en las ramblas del Beal, Ponce y Carrasquilla, en el Mar Menor y la del Gorguel en el Mar Mediterráneo.
El color verde corresponde a las zonas vegetadas.
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La extracción de rocas industriales es tan antigua como la de menas metálicas. En la Sierra Minera se
han explotado diferentes canteras: 1- yeso, 2- filitas y 3- calizas y dolomías. En la actualidad, en la Sierra
Minera continúan en actividad las que se relacionan a continuación (Figura 24 y 25).
• Una cantera (denominada El Corral) para la extracción de filitas, con una producción de 7000
ton/año, destinadas a impermeabilizaciones y como arcillas en las cerámicas, ubicada en las proxi-
midades de Santa Lucía (Cartagena).
• Tres canteras para la extracción de áridos de machaqueo, denominadas: El Francis, Provimeco y Las
Balsetas; con una producción media anual en conjunto de 2,5 millones de toneladas, y cuyos pro-
ductos se destinan a la industria de la construcción y obras públicas, para la fabricación de hormi-
gones, aglomerados, morteros y prefabricados (COPVT, 2002).
• Una cantera donde se extraen áridos artificiales, cuyo origen son las escombreras de estériles de la
corta Los Blancos, cuya producción es de 100.000 ton/año.
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CARTOGRAFÍA TEMÁTICA E INVENTARIO EN ZONAS MINERAS
Figura 25. Mapa de localización de reservas de mineral (datos de la empresa SMMPE y elaboración propia). Cortas mineras inactivas y canteras de áridos activas.
Mapa reducido del original a escala 1:25.000.
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En el catálogo realizado para la Dirección General de Cultura por Berrocal et al. (2004) se han distin-
guido, de forma resumida, los elementos patrimoniales que se indican a continuación.
En la zona se han inventariado un total de 160 elementos patrimoniales mineros (Tabla 8). Estos han
sido denominados como Lugares de Interés Arqueo-industrial Minero (LIAIM). Se han clasificado en 8 tipos
distintos: 1) chimenea, 2) grupo de minas, 3) hornos, 4) castilletes, 5) lavaderos, 6) máquinas de tracción
de castillete de mina, 7) polvorines de mina y 8) túneles. Mayor información sobre estos aspectos puede
consultarse en los trabajos de Berrocal et al., (2004) y García (2004) donde se da un listado completo y
descripción de cada uno de ellos.
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CARTOGRAFÍA TEMÁTICA E INVENTARIO EN ZONAS MINERAS
Figura 26. Mapa de distribución espacial de los bienes de interés cultural y natural inventariados en la Sierra minera de Cartagena-La Unión. Mapa reducido del
original a escala 1:25.000 (Berrocal et al., 2004).
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El efecto de las actividades mineras, especialmente en minería a cielo abierto, sobre la geomorfología
y la naturaleza de los materiales aflorantes y su incidencia en la cartografía geológica correspondiente, es
tanto mayor cuanto más importante han sido los movimientos de tierras realizados por las operaciones
mineras. En el caso de la Sierra de Cartagena, el impacto geomorfológico se extiende a una extensión de
unos 100 km2, donde los cambios de relieve y de la naturaleza de los afloramientos, por cortas y escom-
breras han sido más importantes.
Si tomamos zona por zona las cartografías geológicas de antes y después de la explotación minera a
cielo abierto, nos encontramos con diferencias fundamentales. Sirva de ejemplo la cartografía geológica de
la zona al Sur del Llano del Beal, antes y después de la explotación de la corta Sultana.
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Figura 27. En la parte superior el mapa geológico donde se observan los materiales geológicos primarios y en la parte inferior se
puede observar el cambio de los materiales al estar en superficie los residuos mineros y minero-metalúrgicos.
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Anexos
Figura 28a. Ficha para en inventario pozos mineros y toma de datos en campo (García y Manteca, 2002).
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Figura 28b. Ficha para el inventario de pozos mineros y toma de datos en campo.
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Figura 29a. Ficha para el inventario de BIC y toma de datos en campo (Berrocal et al., 2004).
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Figura 29c. Ficha inventario de BIC. Fotografía del Conjuntos Mineros/La Parreta.
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Figura 30a. Ficha de inventario de balsas mineras del Ministerio de Economía. Dirección General de Política Energética y Minas
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Figura 30b. Ficha de inventario de balsas mineras del Ministerio de Economía. Dirección General de Política Energética y Minas.
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Figura 30c. Ficha de inventario de balsas mineras del Ministerio de Economía. Dirección General de Política Energética y Minas.
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Figura 30d. Ficha de inventario de balsas mineras del Ministerio de Economía. Dirección General de Política Energética y Minas.
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4. AGRADECIMIENTO
Este trabajo se desarrolla dentro de los proyectos; PPQ2001-2100-C04 del plan nacional de I+D+I
(2001-2003) y PB/44/FS/2002 financiado por la Fundación Séneca.
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
1. INTRODUCCIÓN
Existe en la sociedad una creencia generalizada de que la extracción y aprovechamiento de los recur-
sos minerales y la protección del medio ambiente son incompatibles, y esto es así porque durante mucho
tiempo la actividad extractiva se ha desarrollado de una forma desordenada, buscando la máxima renta-
bilidad económica sin tener en cuenta los costes ambientales que pudieran derivarse. En la actualidad, la
inclusión de criterios ambientales, junto a los de carácter técnico-económico, en la selección del emplaza-
miento, diseño y método de explotación ha permitido minimizar en gran medida muchos de los impactos
generados por la minería.
En nuestros días es una idea universalmente aceptada que la garantía de que el desarrollo de las dis-
tintas actividades humanas se produzca en equilibrio con la protección y conservación del medio ambien-
te (en definitiva, el desarrollo sostenible), pasa por una adecuada planificación del territorio. El compro-
miso entre la extracción de los recursos geológicos y la protección ambiental es posible, y debe ser alcan-
zado en el marco de una adecuada ordenación territorial, teniendo en cuenta las peculiaridades de la acti-
vidad minera ligadas a la ocurrencia y descubrimiento de los yacimientos y depósitos minerales.
La ordenación del territorio es definida en la Carta Europea de Ordenación del Territorio (1983) como
“la expresión espacial de la política económica, social, cultural y ecológica de una sociedad”. El objetivo
último de la planificación territorial es la distribución espacial de las actividades dentro de un marco estra-
tégico de crecimiento definido, de forma que se garantice el desarrollo socioeconómico equilibrado, la
mejora de la calidad de vida, la gestión responsable de los recursos naturales y la protección ambiental, y
el uso racional del territorio. Es un proceso a través del cual se analizan los factores físico-naturales y
socioeconómicos de un área geográfica, se determinan las formas de uso que se consideran idóneas para
cada parte de la misma, se define la amplitud y localización y se establecen las normas que han de regu-
lar el uso del territorio y los recursos de dicho área (Cendrero, 1988).
Esta asignación de usos al territorio, incluido el minero, se va a realizar de acuerdo con las directrices
de la política de desarrollo que se quiera promocionar, y según un triple principio (Gómez Orea, 1994):
adaptación de la actividad a la capacidad de acogida del medio físico; optimización de las interacciones
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entre las actividades a localizar, en el espacio y en el tiempo; y uso múltiple del territorio, esto es, favore-
ciendo la superposición de las actividades compatibles en espacio y tiempo, aproximando las complemen-
tarias y alejando las incompatibles. En definitiva, lo que se persigue con la planificación territorial es la
localización más adecuada, dentro de un determinado ámbito geográfico, de las diferentes actividades
humanas en función de la vulnerabilidad, potencialidad y capacidad de acogida del medio, y del grado de
compatibilidad entre los diferentes usos de los recursos naturales, dentro del marco de una estrategia de
desarrollo económico, social, cultural y ambiental.
La ordenación del territorio ejerce, por lo tanto, un papel integrador de las diferentes políticas secto-
riales con proyección espacial, y es desde esta perspectiva global e integradora como se debe abordar la
problemática medioambiental derivada de la actividad extractiva. Para ello, la planificación territorial debe-
rá contemplar los aspectos y peculiaridades propios de la actividad minera que garanticen su uso racional
y compatible con otras actividades.
Para conseguir una integración efectiva de la minería en la ordenación territorial es necesario previa-
mente: conocer con suficiente detalle y delimitar geográficamente aquellas zonas del territorio que son
soporte de los recursos mineros, evaluando la cantidad y calidad de éstos; analizar el consumo actual y la
previsión de la demanda futura de estos recursos, y las características propias y condicionantes
técnico–económicos de su explotación.
La falta de conocimiento básico geológico-minero en los diseños de ordenación territorial ha supues-
to, en muchas ocasiones, restricciones al acceso a recursos geológicos de gran importancia económica para
su explotación, por lo que parte de éstos han quedado bloqueados o “estirilizados” por haber sido asig-
nado al terreno otro uso (Stenestad y Sustrac, 1994). Por otra parte, la asignación del uso minero en el
proceso de planificación sin considerar las exigencias y características propias de la industria extractiva
puede favorecer la calificación de áreas mineras a zonas con recursos que no cumplan los estándares de
calidad, o que no posean reservas suficientes que garanticen la demanda futura de un determinado mate-
rial, mientras que los yacimientos mejores y más rentables son imposibilitados para su explotación al ser-
les asignados usos incompatibles con la explotación de sus recursos.
En la minería, la puesta en marcha de la actividad extractiva está condicionada por la localización y
existencia de los recursos mineros. En la mayoría de los casos, la localización viene prefijada por la ubica-
ción de los recursos, determinando el espacio físico donde implantar la explotación minera, en cuyo caso
no cabe más análisis que el de la viabilidad económica y ambiental del proyecto minero en la única loca-
lización posible, que es aquella donde se ubica el yacimiento. Este es el caso de la minería metálica y ener-
gética. Sin embargo, dado que este tipo de recursos minerales tiene un alto valor económico unitario, el
compromiso entre explotación y protección ambiental puede alcanzarse en estos yacimientos, cuyo carác-
ter es de anomalías geológicas localizadas en ciertos lugares específicos y escasos de la litosfera, median-
te el desarrollo de proyectos mineros que tengan en cuenta los aspectos ambientales desde sus etapas ini-
ciales, aplicando diseños y medidas preventivas y correctoras de impacto, e incorporando proyectos de
recuperación ambiental de los terrenos, siempre que el análisis y evaluación de la viabilidad ambiental del
proyecto asegure que no se afecta severa e irreversiblemente a ningún elemento del medio.
Existen, sin embargo, algunos tipos de rocas y minerales industriales que se presentan en la naturale-
za con relativa abundancia, y amplia distribución geográfica. Este es el caso de los recursos de áridos natu-
rales y de machaqueo, calizas y algunas clases de arcillas, y en menor grado las rocas ornamentales, fun-
damentalmente pizarras, granitos y mármoles. En este tipo de recursos es posible, por lo tanto, poder ana-
lizar diferentes alternativas de localización de explotaciones, pudiéndose seleccionar la más óptima desde
el punto de vista de la mayor rentabilidad con el mínimo impacto posible.
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El aprovechamiento minero de los recursos geológicos puede entrar en conflicto con otros usos del
suelo (urbanización, utilización de los acuíferos para abastecimiento, agricultura, industria, esparcimiento
y recreo para la población, conservación de biotopos, transporte, etc.). En aquellas áreas donde el recurso
minero es escaso, las posibilidades de reducir dicha conflicitividad de usos van a ser más limitadas ya que
el yacimiento va a prefijar la localización. En estos casos, las medidas posibles van a estar orientadas a la
aplicación de buenas prácticas mineras desde el punto de vista técnico-económico y ambiental, y de res-
tauración. En el caso de las rocas y minerales industriales que son recursos relativamente abundantes, se
puede plantear dentro de un determinado ámbito territorial, además de las medidas anteriores, el estudio
y análisis de alternativas de localización de la actividad minera en función de la capacidad de acogida del
medio y del grado de compatibilidad con los otros usos de los recursos naturales.
El Instituto Geológico y Minero de España (IGME) viene desarrollando desde el año 1993 una línea de
trabajo denominada “Ordenación Minero-Ambiental de los Recursos Minerales”, que tiene como objetivo
el emplazamiento de los centros de explotación en aquellos lugares donde sea compatible el beneficio
óptimo de los recursos minerales con la protección y conservación de nuestro medio ambiente.
Los estudios y proyectos de ordenación minero–ambiental realizados por el IGME tienen como princi-
pales objetivos (Barettino et al. 2003):
– La elaboración de un Mapa de Ordenación Minero–Ambiental, que sirva de base para la inte-
gración de la actividad minera en los planes de ordenación territorial.
– El diseño de explotaciones de manera que el aprovechamiento de los recursos sea de la forma más
segura y racional, con la menor afección al medio ambiente.
– La definición de criterios y modelos de restauración de los terrenos afectados por la actividad mine-
ra.
El desarrollo de este Mapa de Ordenación Minero–Ambiental ha supuesto un importante paso para la
integración de los recursos minerales y la actividad minera en la ordenación del territorio. En este mapa se
zonifica el territorio soporte de los recursos mineros en función de la viabilidad para su explotación, tanto
desde el punto de vista minero como ambiental, y de manera conjunta, combinando ambos enfoques para
lograr de forma simultánea el óptimo aprovechamiento los recursos con los mínimos efectos sobre el
medio. En el mapa se definen y delimitan sobre las áreas con recursos potencialmente explotables dife-
rentes categorías para una propuesta de ordenación: zonas de protección ambiental, donde no es reco-
mendable la explotación, y zonas explotables con diferentes niveles de prioridad.
Con el diseño de explotaciones tipo se persigue la optimización de la rentabilidad de la explotación,
la mejora de las condiciones de seguridad en las explotaciones y la minimización de los impactos sobre el
medio ambiente. En este apartado del estudio se contempla el diseño de las geometrías de las explota-
ciones tipo, la secuencia y programa de explotación, los métodos y tecnologías de arranque, carga y trans-
porte, los diseños de pistas y accesos, de drenaje y tratamiento del agua, y de los depósitos de estériles.
Se incluye además la definición de criterios y modelos de restauración de las explotaciones tipo que
garanticen su integración paisajística y ambiental. En dichos modelos se establecen los usos del suelo más
recomendables, la remodelación y preparación de superficies, los drenajes, las enmiendas edáficas, la selec-
ción de especies vegetales, los métodos y técnicas de plantación y siembra, el programa y secuencia de
operaciones y de seguimiento y control.
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En la ordenación minero-ambiental de áreas que ya sufren una intensa explotación de los recursos
mineros, con la consiguiente problemática ambiental derivada, se incluye además un Plan Director Minero-
Ambiental. Los objetivos de dicho plan son corregir y minimizar los problemas técnicos y ambientales exis-
tentes, consiguiendo una mayor racionalización y planificación de las explotaciones mediante la realiza-
ción de proyectos globales de infraestructuras comunes para las áreas con concentración de explotaciones
activas, y proyectos conjuntos de explotación y restauración. En el plan se van a aplicar los criterios y mode-
los de explotación y restauración desarrollados en el estudio sobre las zonas óptimas para la implantación
de la actividad extractiva, según el Mapa de Ordenación Minero-Ambiental.
Figura 1. Localización de los estudios de ordenación minero-ambiental desarrollados por el IGME en España.
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Figura 2. Esquema metodológico básico para la realización de Mapas de Ordenación Minero- Ambiental.
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Figura 3. Contenido del inventario ambiental del estudio de ordenación minero-ambiental del
yacimiento de pizarras ornamentales de la Cabrera (León). (IGM, 1993-1995).
Para la realización del Inventario de Explotaciones se diseña una batería de fichas de campo adapta-
das a las características específicas de la explotación de cada tipo de recurso, y en donde se contemplan:
aspectos generales y administrativos; datos técnico-económicos relativos a las estructuras mineras exis-
tentes (geometría del hueco de explotación y escombreras, superficie ocupada, infraestructuras hidráulicas,
problemas de estabilidad observados, etc.), aprovechamiento minero (método de explotación, tecnologías
de arranque, carga y transporte, instalaciones y servicios, etc.), producción, comercialización y empleo,
demanda actual y previsión futura; e información de carácter ambiental (identificación y valoración de
impactos, medidas preventivas y correctoras, prácticas de restauración, etc.). Además de los datos enume-
rados se suele incluir información gráfica que ilustre algunos de los aspectos recogidos y considerados sig-
nificativos.
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Figura 4. Mapa de formaciones geológicas que albergan los niveles de pizarras potencialmente explotables. Estudio de
ordenación minero-ambiental del yacimiento de pizarras ornamentales de La Cabrera (León). (IGME, 1993-95).
4. DIAGNÓSTICO TERRITORIAL
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b) Identificación de los componentes o dimensiones del valor natural, impacto o aptitud en tantos
niveles de desagregación como sean necesarios.
c) Evaluación individualizada de cada uno de los componentes por expertos temáticos utilizándose
una escala homogénea de valoración en todos ellos. El proceso de evaluación se inicia en el nivel
más bajo de desagregación a partir de: la información y cartografía temática del inventario
ambiental en el caso de la obtención del valor natural o valor de conservación del territorio; del
mapa de valor natural y de la información aportada por el análisis de la actividad extractiva para
evaluar el impacto global sobre cada una de las unidades territoriales; y de la información y car-
tografía derivada de la investigación geológico-minera y de la caracterización técnica y ambiental
de la explotación del recurso para determinar la aptitud del territorio con respecto al uso extracti-
vo.
d) Determinación del peso o importancia relativa con que cada componente del valor natural, impac-
to o aptitud contribuye al valor de un componente de nivel superior o al valor total agregado,
mediante la asignación de coeficientes de ponderación. Para ello, se suele recurrir al método Delphi
a paneles de expertos a fin de reducir al máximo la carga subjetiva inherente a dicho proceso.
e) Obtención del valor agregado del valor de conservación, impacto, o aptitud en cada unidad terri-
torial mediante suma ponderada de los valores de los componentes que integran o definen dichos
factores de diagnóstico. Así, el valor total, o el valor de cualquier componente de cualquier nivel,
a excepción del nivel más bajo de desagregación, se obtiene según:
V = ∑ Pi vi (1)
donde V es el valor total o valor de un componente, vi es valor del componente i del nivel inferior
que confluye en él y Pi es coeficiente de ponderación del componente i.
La utilización de escalas de valoración y coeficientes de ponderación normalizados para todos los
componentes a evaluar permite que los resultados intermedios y finales de las valoraciones sean
siempre homogéneos y fácilmente comparables y manejables.
f) Representación cartográfica de los resultados de dichas evaluaciones. Elaboración de mapas de
valor natural, de impacto y de aptitud.
Esta metodología de desagregación en componentes se encuentra soportada y gestionada en un
Sistema de Información Geográfica, lo que permite el tratamiento de distintas capas de información y la
aplicación de los correspondientes algoritmos de valoración de forma automática, así como la generación
de cartografía derivada de dicho proceso de evaluación en formato digital.
De acuerdo con la metodología descrita, el diagnóstico territorial se va a realizar sobre unidades terri-
toriales previamente definidas. Su determinación tiene como finalidad facilitar la comprensión del modelo
y estructura del territorio, y desde un punto de vista operativo, favorecer la integración de la información
y cartografías temáticas generadas en el Inventario Ambiental, caracterización geológica y tecnológica de
los recursos mineros, y análisis de la actividad extractiva. Los tipos de unidades territoriales que pueden
definirse pueden ser regulares (cuadrícula), homogéneas y de síntesis o estratégicas (Gómez Orea, 1994).
La unidad territorial regular más representativa es la cuadrícula, y su definición se realiza mediante la
superposición de una retícula georreferenciada superpuesta al territorio. Es un tipo de unidad fácilmente
definible pero presenta una alta heterogeneidad espacial como consecuencia del carácter regular y pre-
definido de sus límites, si bien ésta puede reducirse sensiblemente si disminuimos el tamaño del pixel, o
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INVENTARIO
AMBIENTAL
MAPA DE UNIDADES
FISIONÓMICAS DE
VEGETACIÓN
EVALUACIÓN
Nivel III
Endemicidad,
Madurez y
Diversidad de la
vegetación
Figura 5. Esquema metodológico del método de desagregación en componentes para la valoración del territorio en términos de
méritos de conservación. Estudio de ordenación minero-ambiental del yacimiento de pizarras de la Cabrera (León). 1993-95.
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3-Capitulo 14/2/07 10:17 Página 77
lo que es lo mismo, aumentamos la resolución, hecho que es posible con los Sistemas de Información
Geográfica actuales.
La unidad territorial homogénea o unidad ambiental se puede definir por diversos métodos, empírica-
mente, por divisiones del territorio atendiendo a diferentes criterios en cada subdivisión, o superposición
de los factores del medio inventariados. En la práctica, en la mayoría de los casos se suelen obtener a par-
tir de la superposición de la vegetación, geomorfología y usos del suelo.
La unidad de síntesis se determina a partir de un elemento o factor del medio que actúa como defi-
nitorio. La definición de esta unidad implica una mayor carga interpretativa y exige un conocimiento pro-
fundo de la estructura y funcionamiento del sistema territorial. En el proyecto de ordenación minero-
ambiental del yacimiento de pizarras ornamentales de la Cabrera (León), se aplicó este tipo de unidad terri-
torial distinguiéndose hasta un total de 19 unidades sobre las que se realizó el diagnóstico territorial (figu-
ra nº 6).
Figura 6. Mapa de Unidades Territoriales. Estudio de Ordenación Minero-Ambiental del yacimiento de pizarras
ornamentales de La Cabrera (León).
En cualquier caso, en el estudio se deberá señalar los criterios empleados en su definición, una des-
cripción de las principales características de cada una de las unidades territoriales definidas, y por último,
su delimitación geográfica.
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3-Capitulo 14/2/07 10:17 Página 78
La expresión cartográfica del proceso valoración es el Mapa de Valor de Conservación o Valor Natural,
resultado de la aplicación de algoritmos de valoración mediante análisis SIG, que describen el territorio en
clases cualitativas de valor natural o de conservación. Estos mapas transmiten el patrimonio natural de que
dispone el territorio y muestran las zonas donde se localizan aquellos elementos naturales vulnerables, o
que por su rareza, fragilidad, importancia o singularidad merecen una valoración especial, y por lo tanto,
donde deberán extremarse las precauciones para la implantación de la actividad extractiva.
La determinación de los componentes del valor natural va a depender de la calidad y nivel de detalle
alcanzado en el Inventario Ambiental. Los coeficientes de ponderación que se asignan a cada uno de ellos
estarán en función de la mayor o menor carga explicativa de éstos para la comprensión del territorio. En
el estudio realizado en la Cabrera (León), el Valor Natural o Valor Agregado (VAGRE) o méritos de una uni-
dad territorial para ser conservada, o lo que es lo mismo, para no ser alterada se obtuvo por suma pon-
derada de los siguientes componentes previamente evaluados: Valor Ecológico (VECO) o méritos de con-
servación de los ecosistemas presentes, Valor de Productividad Primaria o agraria en sentido amplio
(VPRO) , Valor Paisajístico (VPAI) y Valor Cultural (VCUL), de acuerdo con la siguiente expresión:
VAGRE = 0.4 VECO + 0.1 VPRO + 0.4 VPAI + 0.1 VCUL (2)
Respecto al peso o importancia relativa de cada uno de los factores que integran el valor total o agre-
gado, se consideró que era el Valor Ecológico (VECO) y Paisajístico (VPAI) quienes proporcionaban los prin-
cipales méritos para la conservación. En la figura nº 7 se muestran los niveles de desagregación del Valor
Natural, y los coeficientes de ponderación aplicados en dicho estudio.
La estimación de la fragilidad o vulnerabilidad de cada unidad territorial ante la explotación del recur-
so minero, se va a realizar a partir de la determinación del valor de conservación del territorio. En función
de éste último, se lleva a cabo una predicción de las alteraciones o impactos que puede experimentar el
medio ante la explotación del recurso minero.
El impacto generado por la actividad extractiva puede expresarse como un “cambio de valor” del terri-
torio ocasionado por las explotaciones mineras ubicadas sobre el mismo. Representa la pérdida o ganan-
cia de valor o mérito de conservación de alguno de los elementos que constituyen el medio y, por lo tanto,
del conjunto de la unidad territorial sobre la que se efectúa la determinación del impacto global.
Para la definición de los componentes que integran el valor de impacto se parte de la premisa de que
el impacto sobre una determinada unidad territorial es directamente proporcional al valor de conservación
de ésta, o lo que es lo mismo, a mayor valor natural, mayor será el impacto potencial. Por lo tanto, sus
componentes pueden ser los mismos que los definidos para el valor natural, asignándoles inclusive los mis-
mos valores. Además de estos componentes se pueden considerar otros adicionales como es el caso del
impacto paisajístico que es definido no sólo por el valor de la calidad visual del paisaje, sino también por
su fragilidad visual intrínseca y la incidencia visual. En el estudio de ordenación del yacimiento de pizarras
de la Cabrera se consideró además un componente que evaluaba las degradaciones preexistentes en cada
una de las unidades territoriales (tabla 2). La asignación de los coeficientes de ponderación a cada uno de
los componentes del impacto se va a realizar teniendo en cuenta la información obtenida en la caracteri-
zación técnica y ambiental de la actividad minera, dando mayores pesos a aquellos impactos asociados al
tipo de explotación que se consideren más relevantes.
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3-Capitulo
14/2/07
PRODUCTIVIDAD
VALOR ECOLÓGICO PRIMARIA VALOR PAISAJÍSTICO VALOR CULTURAL
VECO = 0,4 VEG+0,2 FAU+ 0,4 AGU VPRO = 0,3 CLI+ 0,2 SUE+ 0,5 PEN VPAI = 0,75 PIN + 0,25 PEX VCUL = 0,6 PHI + 0,4 CUR
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PAISAJE PAISAJE PAISAJE PAISAJE
VEGETACIÓN FAUNA AGUAS CLIMA SUELO PENDIENTE INTRINSECO INTRINSECO INTRINSECO INTRINSECO
PIN=0,1FI+O,1AG+0,2VG+0,2EA,0,4CM PHI=0,55RL+0,45AB
FAU=0,2DF+0,8FR CLI= 0,5IP+0,3 PF+ 0,2BH
SUE = 0,5AR+0,5TS
VEG=0,6EN+0,2MD+0,5DV AGU=0,45CA+0,45 GC+0,1LA PEN= 0,5AP+0,5RE PEX=0,4PR+0,4CT+0,2PO CUR=0,75CO+0,25ES
MINERÍA Y DESARROLLO TERRITORIAL
EN MD DV DF FR CA GC LA IP PF BH AR TS AP RE FI AG VG EA CM PR CT PO RL AB CO ES
AP: Aptitudes FI: Fisiografía PR: Profundidad visual RL: Relevancia CO: Conservación
EN: Endimicidad DF: Diversidad Fauna CA: Calidad aguas IP: Índices productividad AR: Afloramiento rocoso ES: Elementos singulares
PF: Periodo frío TS: Tipologías de suelo RE: Riesgo erosión AG: Agua CT: Calidad del tema AB: Abundancia
MD: Madurez FM: Fragilidad GC: Grado de conservación
ecosistema fluvial BH: Balance hídrico VG: Vegetación PO: Posición
DV: Diversidad Vegetación EA: Elementos artificiales
LA: Láminas de agua
CM: Composición
Figura 7. Componentes y coeficientes de ponderación del Valor Natural. Estudio de ordenación del
yacimiento de pizarras ornamentales de La Cabrera (León).
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Tabla 2. Componentes del Impacto Global. Estudio de ordenación minero-ambiental del yacimiento de
pizarras de La Cabrera (León). 1993-95.
La aptitud representa la medida en que el territorio cubre los requisitos que exige la localización y el
desarrollo de la actividad extractiva. Este concepto expresa la potencialidad de cada unidad territorial
desde el punto de vista de la explotación de los recursos mineros.
La determinación de los componentes que definen la aptitud de una unidad territorial para la activi-
dad extractiva, se realiza a partir de la información geológico-minera y características de la explotación del
recurso. Deben ser indicadores sencillos y fácilmente calculables que reflejen la cantidad y calidad de los
diferentes tipos de recursos potencialmente explotables, y aquellos factores que condicionen o limiten la
explotabilidad de los mismos (situación estructural del macizo rocoso, distancia a los núcleos de consumo,
espesor del recubrimiento, etc.).
En el estudio de ordenación del yacimiento de pizarras de la Cabrera (León), la Aptitud (APTIT) del terri-
torio se definió a partir de los siguientes componentes: Recursos Explotables (RECU) que pretendía valo-
rar de forma cualitativa la cantidad y calidad de los recursos de pizarra existentes, tomando como refe-
rencia el Mapa de Recursos Potencialmente Explotables; Explotabilidad (EXPL) o valoración de las carac-
terísticas del macizo rocoso y su estado de fracturación con vistas a la explotación de pizarra, a partir de
la información y cartografía geológico-minera; y Altitud (ALTI) y Pendiente (PEN), por ser factores condi-
cionantes respecto a la optimización de los rendimientos y del beneficio minero, y la ubicación de escom-
breras, asignándoles el valor a partir del Mapa Hipsométrico y el Mapa de Pendientes respectivamente. El
valor total de la Aptitud se obtuvo según la siguiente expresión:
APTIT = 0.3 RECU + 0.5 EXPL + 0.1 ALTI + 0.1 PEN (3)
Por último, la determinación de la capacidad de acogida del territorio ante la explotación minera cons-
tituye el objetivo fundamental de la fase de Diagnóstico Territorial.
Por capacidad de acogida del territorio ante la actividad extractiva se entiende el “grado de idonei-
dad” de éste con respecto a la misma, teniendo en cuenta, a la vez, la medida en que el territorio cubre
los requerimientos locacionales de dicha actividad, y los efectos de ésta sobre el medio (Gómez Orea,
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3-Capitulo 14/2/07 10:17 Página 81
1994). Este concepto expresa la relación actividad-territorio, y muestra el mejor uso que puede hacerse de
este último teniendo en cuenta el punto de vista de ambos, es decir, representa la forma en que cada punto
del territorio puede utilizarse por la actividad extractiva sin que sufra alteraciones inaceptables en sus
características y valores.
La metodología propuesta en los mapas de ordenación minero-ambiental para la determinación de la
capacidad de acogida del territorio (figura nº 8), o de forma operativa de la unidad territorial, se basa en
la aplicación de un modelo de Impacto-Aptitud de carácter sistemático (Gómez Orea, 1994). Este modelo
opera sobre dos conceptos básicos: Impacto o vulnerabilidad del territorio ante la extracción minera, y
Aptitud o potencialidad del mismo para el uso extractivo, y se fundamenta en la evidencia, de acuerdo con
las definiciones dadas, de que la mayor capacidad de acogida para una actividad extractiva la proporcio-
nan aquellas unidades territoriales donde coincide la máxima aptitud y el mínimo impacto negativo o, en
su caso, el máximo positivo.
Figura 8. Modelo Impacto/Aptitud para la determinación de la capacidad de acogida del territorio. Estudio de ordenación minero-
ambiental del yacimiento de pizarras ornamentales de La Cabrera (León).
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El modelo impacto/aptitud se expresa a través de una matriz de capacidad de acogida de doble entra-
da: los rangos definidos para el impacto por un lado, y los definidos para la aptitud por el otro (figura nº
9). A partir de esta matriz se definen las distintas clases de capacidad de acogida que van a expresar el
uso vocacional, compatible, compatible con limitaciones e incompatible o excluido de cada unidad territo-
rial respecto a la explotación minera.
Figura 9. Matriz de capacidad de acogida. Estudio de ordenación minero-ambiental del yacimiento de pizarras
ornamentales de La Cabrera (León). 1993-95.
La definición de las clases de capacidad de acogida no admite una determinación taxativa. Es fácil defi-
nir las clases de capacidad de acogida extremas, es decir, de máxima y mínima capacidad, sin embargo,
entre ambas cabe la posibilidad de diversas alternativas de capacidad de acogida en función de que prime
el punto de vista de la actividad o el conservacionista.
El modelo de capacidad de acogida que se adopte ha de asegurar que no se superen unos umbrales
máximos de impacto negativo, y que se sobrepasen unos mínimos de aptitud, que salvaguarden, de un
lado, la conservación de los elementos y ecosistemas más valiosos del territorio y, de otro, el aprovecha-
miento de las oportunidades que brinda el medio respecto a la explotación de sus recursos mineros.
La expresión cartográfica del modelo impacto/aptitud es el Mapa de Capacidad de Acogida que repre-
senta una gradación del territorio según rangos de mayor o menor conveniencia o idoneidad para la loca-
lización de las explotaciones mineras. Este mapa constituye un instrumento esencial para el diseño de la
propuesta de ordenación pues garantiza un uso racional del territorio ya que permite orientar las activi-
dades hacia los puntos o unidades territoriales que le son vocacionales, y si esto no fuera posible, hacia
aquellas otras en la que no se sobrepase un umbral de capacidad de acogida que se considere inacepta-
ble.
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El principal objetivo de la Fase de Zonificación del Territorio es proponer un modelo territorial que
represente una distribución ordenada de la actividad minera en el espacio de acuerdo con su capacidad
de acogida.
El modelo de ordenación del territorio se expresa a través de lo que se ha denominado “Categorías de
ordenación”, esto es, zonas o ámbitos espaciales identificados con criterios diversos, cada uno de los cuales
se adopta como base para definir los distintos niveles de uso del territorio por parte de la actividad minera.
Los criterios utilizados para definir las distintas “categorías de ordenación” van a estar relacionados
con aspectos recogidos en la capacidad de acogida, el estado legal del suelo, las legislaciones sectoriales
de aplicación, la protección de la población y elementos ambientales y culturales singulares y valiosos,
posibilidades de recuperación de las degradaciones previsibles, y factores condicionantes para la actividad
extractiva entre otros. Estos criterios se van a agrupar en:
– Criterios de exclusión de la actividad extractiva.
– Criterios condicionantes para el desarrollo de la explotación minera.
La aplicación de estos criterios de zonificación sobre las zonas con recursos potencialmente explota-
bles, permite distinguir las siguientes categorías de ordenación que van a constituir la propuesta de uso
del territorio:
– Zonas de Protección Ambiental, definidas por criterios de exclusión, que representan aquellas
zonas en las que no es recomendable la explotación minera por: incompatibilidad con otros usos
prioritarios de los recursos naturales, suponer una grave afección a alguno de los elementos del
medio, o estar incluidas en algún perímetro de protección referido a espacios naturales protegidos,
núcleos urbanos, yacimientos arqueológicos, etc.
– Zonas Explotables con distintos grados de prioridad en función de factores condicionantes
para la explotación o integración paisajística y ambiental de la actividad. Cada categoría de priori-
dad implica unas determinadas condiciones de explotación y exige la aplicación de medidas protec-
toras, correctoras y de restauración específicas.
El resultado final es el Mapa de Ordenación Minero-Ambiental, donde el territorio soporte de los
recursos potencialmente explotables queda clasificado en Zonas de Protección Ambiental y Zonas
Explotables con distintos grados de prioridad.
En el Mapa de Ordenación Minero-Ambiental del yacimiento de pizarras de La Cabrera (León) (figura
nº 10), las zonas de protección ambiental se definieron a partir de los siguientes criterios: clases V y VI de
capacidad de acogida baja y excluyente respectivamente; espacios naturales protegidos; existencia de for-
maciones vegetales de alto valor para su conservación; protección de vegas y ecosistemas fluviales; y perí-
metros de protección de núcleos urbanos, yacimientos arqueológicos y embalses proyectados.
En las zonas explotables se distinguieron dos categorías en función de los siguientes criterios condi-
cionantes: altitud e incidencia visual o accesibilidad visual desde las principales vías de comunicación y
núcleos urbanos. Las zonas explotables de prioridad 1 representaban aquellas zonas con recursos mineros
potenciales y capacidad de acogida compatible con la explotación minera, situadas por debajo de los 1500
m de altitud y no visibles desde los lugares de mayor potencial de observación. Las zonas explotables de
prioridad 2 eran aquellas otras situadas por encima de dicha cota y/o visibles desde poblaciones y carre-
teras. En esta última categoría, en las zonas definidas por el condicionante de la incidencia visual, la aper-
tura de nuevas explotaciones llevaba implícita la aplicación de medidas protectoras, correctoras y de res-
tauración que garantizasen su integración paisajística.
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Figura 10. Mapa de Ordenación Minero-Ambiental del yacimiento de pizarras ornamentales de La Cabrera (León).
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Figura 11. Criterios de zonificación y categorías de ordenación del Mapa de Ordenación Minero-
Ambiental de la explotación de áridos en Alhaurín de la Torre (Málaga).
Los estudios de ordenación minero-ambiental incluyen además del Mapa de Ordenación Minero-
Ambiental, en aquellas áreas donde existe una gran concentración de explotaciones, con una fuerte pro-
blemática ambiental, la realización de un Plan Director Minero-Ambiental como instrumento de planifica-
ción.
Los planes directores minero-ambientales proponen la creación de un coto minero en los términos que
establece la Ley de Minas, y tienen como principales objetivos corregir y minimizar los problemas técnicos
y ambientales existentes, consiguiendo una mayor racionalización y planificación de las explotaciones
mediante la realización de proyectos globales de infraestructuras comunes para las áreas con concentra-
ción de explotaciones activas, y proyectos conjuntos de explotación y restauración.
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Figura 12. Plan Director Minero-Ambiental. Aplicación de los modelos de explotación sobre las zonas favorables del mapa de
ordenación minero–ambiental en Alhaurín de la Torre (Málaga). (IGME, 2000).
Los Planes Directores, aunque diferentes unos de otros, deben contemplar los siguientes aspectos:
– Proyectos tipo de explotación. Se define la geometría final de las explotaciones teniendo en cuenta
los resultados del diseño de explotaciones tipo del estudio de ordenación minero-ambiental (figura
nº 11).
– Definición del avance de la explotación, considerando conjuntamente todo el área del plan.
– Proyectos tipo de restauración. Se aplican los criterios y modelos de restauración elaborados en el
estudio de ordenación minero-ambiental y grados de exigencia en función de los niveles de priori-
dad establecidos en el Mapa de Ordenación Minero-Ambiental.
– Infraestructuras comunes a las diferentes explotaciones: en las zonas de estudio se planifican y dise-
ñan infraestructuras comunes para las diferentes explotaciones como son pistas, abastecimiento de
energía eléctrica, abastecimiento de agua, etc.
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
Ángel Faz Cano1, Pedro Martínez-Pagán2, Enrique Aracil Ávila3 y Unai Maruri Brouard4
(1) Departamento de Ciencia y Tecnología Agraria. Universidad Politécnica de Cartagena
Paseo Alfonso XIII, 52. 30203Cartagena (España)
angel.fazcano@upct.es
1. INTRODUCCIÓN
En las Sierras de Cartagena, Mazarrón y La Unión (Murcia) se han explotado los yacimientos minera-
les desde épocas remotas, al principio, por los pobladores nativos para su propio beneficio, y, más tarde,
por otros pueblos que llegaron a la Península Ibérica como fueron los cartagineses, romanos, etc. La mayor
intensidad de esta actividad minera se produjo entre la segunda mitad del siglo XIX y a lo largo de todo
el siglo XX, inducida por el desarrollo tecnológico e industrial que experimentó Europa durante ese perio-
do de tiempo (S.M.M.P., 1981). Fruto de esa intensa actividad minera fue la generación de numerosos
depósitos de estériles mineros (balsas o presas de residuos), repartidos por todas las antiguas comarcas
mineras que, en la Región de Murcia (Figura 1), superan los ochenta depósitos de residuos con diferentes
estructuras geotécnicas (I.G.M.E., 1999, García, 2004).
Este tipo de estructuras merece una atención especial debido al tipo de materiales que acumulan, su
volumen y el emplazamiento en que se encuentran, puesto que, son focos potenciales de contaminación
geoquímica e inestabilidad geotécnica pudiendo afectar negativamente a suelos, aguas, plantas, animales
y poblaciones humanas, así como a infraestructuras próximas.
Por este motivo, con el fin de evaluar los riegos potenciales de este tipo de estructuras de almacena-
miento y definir posibles medidas correctoras en los depósitos de lodos abandonados, se suscribieron
varios Convenios entre la Universidad Politécnica de Cartagena y la Dirección General de Industria, Energía
y Minas, perteneciente a la Consejería de Industria y Medio Ambiente de la Región de Murcia. Estos
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ÁNGEL FAZ CANO, PEDRO MARTÍNEZ-PAGÁN, ENRIQUE ARACIL ÁVILA Y UNAI MARURI BROUARD
Figura 1. Principales zonas de la Región de Murcia con importante concentración de depósitos de estériles mineros. Donde “a”
representa el emplazamiento del depósito “El Lirio” y “b” el emplazamiento del depósito “Brunita”.
Convenios contemplaban un estudio integral de los depósitos mineros, previamente seleccionados, a tra-
vés de un estudio geofísico, geotécnico, geoquímico, geológico, hidrogeológico, hidrológico y de vegeta-
ción.
El estudio geofísico se responsabilizó de caracterizar el material depositado y analizar previsibles ries-
gos. De todas las técnicas geofísicas disponibles se optó por el empleo de las técnicas geoeléctricas, con-
cretamente la tomografía eléctrica 2D, puesto que, según el tipo de materiales depositados, eran espe-
rables unos resultados prometedores. Se ha seleccionado la tomografía eléctrica por la rapidez en la eje-
cución de las medidas, su poder de resolución, su bajo coste respecto a otras técnicas prospectivas, su pro-
fundidad de investigación y su característica de investigación no destructiva. Además, la aplicación de la
tomografía eléctrica ha servido, por un lado, para evaluar la idoneidad de la técnica en este tipo de estruc-
turas y, por el otro, para poner a punto una metodología para el estudio de depósitos mineros.
En este trabajo se presentan los resultados obtenidos con la aplicación de la tomografía eléctrica sobre
dos depósitos mineros, que se consideran emblemáticos y representativos por su tamaño, ubicación, natu-
raleza de los materiales depositados y por haber sufrido, alguno de ellos, algún episodio de inestabilidad
geotécnica. Concretamente estos depósitos son El Lirio y Brunita.
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APLICACIÓN DE LA TOMOGRAFÍA ELÉCTRICA AL ESTUDIO DE LOS DEPÓSITOS DE ESTÉRILES MINEROS "EL LIRIO" Y "BRUNITA" (MURCIA)
La geofísica aplicada es una tecnología relativamente experimentada en ámbitos muy concretos para
los cuales fue desarrollada, como ocurre con la exploración de minerales estratégicos e hidrocarburos
(Crone, 1979; Barringer, 1970; Labson et al., 1985; Pelton et al., 1978; Ensley, 1985). Sin embargo, desde
hace unas pocas décadas, estas técnicas han ampliado sus ámbitos de aplicación; de hecho, existen
muchos ejemplos en la literatura sobre estudios geofísicos para aplicaciones medioambientales (Mack y
Maus, 1986; Mills et al., 1988; McQuown et al., 2005; McNeill, 2005), de hidrogeología (Hazell et al.,
1988; Beeson y Jones, 1988; Taylor et al., 1992), geotécnicas (Takahashi, 2004), de investigación forense,
de arqueología, etc. (Reynolds, 1997). Este despegue ha sido posible gracias al desarrollo y abaratamien-
to de los equipos electrónicos, a la aparición de nuevos equipos portátiles y con capacidad para la obten-
ción y manejo de cientos de medidas en poco tiempo y la aparición de nuevos paquetes informáticos que
permiten tratamientos más precisos y fiables de los datos geofísicos aplicados a problemas medioam-
bientales o de ingeniería.
Dentro de la amplia gama de equipos y técnicas disponibles, el método de prospección geoeléctrica
por corriente continua ha sido el propuesto para este trabajo ya que la característica física que va a medir,
la resistividad aparente, permite caracterizar los materiales vertidos en los depósitos mineros e identificar
estructuras geológicas que pueden actuar como caminos preferenciales de metales pesados o ser induc-
tores de posibles inestabilidades geotécnicas.
Los estudios geoeléctricos tienen por pro-
pósito determinar la distribución de la resistivi-
dad eléctrica en el subsuelo realizando medi-
das desde la superficie (Figura 2). Estas medi-
das se utilizan posteriormente para estimar la
resistividad real del subsuelo. La resistividad es
la inversa de la conductividad y, ésta última
indica la capacidad que tienen los materiales
para permitir el paso o conducir la corriente
eléctrica a través de ellos. El valor de la resisti-
vidad del terreno está relacionado con varios
parámetros geológicos, como son los conteni-
dos de fluidos y minerales, la porosidad y el
grado de saturación de agua en la roca
(Robinson y Çoruh, 1988), y sus unidades son
el ohm·m (Ω·m).
La conductividad de las rocas depende de
múltiples factores, como la temperatura o la
Figura 2. Expresión de la resistividad eléctrica de una material
presión, pero principalmente, de las caracterís- ante el paso de una corriente eléctrica, i, (Burger, 1992).
ticas litológicas de cada roca que determina la
presencia o no de portadores de cargas eléctri-
cas. Hay dos tipos principales de conductividad eléctrica: conductividad metálica o electrónica y conducti-
vidad electrolítica o iónica, no obstante, la conductividad iónica es la que se da con mayor probabilidad
(Reynolds, 1997).
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Existen cuatro métodos geofísicos para medir la corriente eléctrica (Bermejo et al., 1999):
1) el método de resistividad eléctrica, que introduce directamente corriente eléctrica en el terreno
mediante electrodos y mide la resistividad de los materiales;
2) el método de polarización inducida (IP), que mide la persistencia de una corriente eléctrica una vez
descargada en el subsuelo;
3) el método del potencial espontáneo o auto-potencial, y mide el potencial o voltaje de campos eléc-
tricos naturales asociados a procesos físicos y electroquímicos; y
4) el método telúrico que mide las corrientes eléctricas descargadas sobre la Tierra procedentes de la
Ionosfera y la Troposfera.
Dentro de los métodos de resistividad eléctrica, se encuadra el método de tomografía eléctrica
(Reynolds, 1997). Esta técnica combina en un sólo perfil la técnica de sondeos eléctricos verticales (SEV) y
la técnica de calicatas eléctricas, de forma que soluciona en gran medida los problemas en la fiabilidad de
la interpretación de los resultados que aparecen en los SEV cuando se presenta contraste geológico late-
ral (cambios laterales de facies, presencia de fallas, etc.) o presencia de fuerte topografía.
Fue en los años 70 donde comenzó a surgir una nueva representación de los datos resistivos bajo la
forma de seudosecciones (Edwards, 1977). Sin embargo, ha sido necesario esperar a la llegada de la déca-
da de los 90, con el desarrollo de los medios informáticos, para que los métodos de tomografía eléctrica
2D y 3D asociados a los algoritmos de inversión se desarrollaran (Loke y Barker, 1996a y 1996b). No es
exagerado afirmar que la tomografía eléctrica es el origen del nuevo desarrollo que conoce actualmente
la prospección eléctrica por corriente continua (Dahlin, 1993).
La prospección eléctrica se emplea actualmente de forma habitual con el objetivo de estudiar la hidro-
geología de una zona (Marescot y Chapellier, 2003a y 2003b; Marescot et al., 2003a), caracterizar las frac-
turas existentes en un material (Wang et al., 1991), detectar cavidades u objetos congelados en el sub-
suelo (Marescot et al., 2001; Delaloye et al., 2003; Reynard et al., 2003), delimitar intrusiones o migra-
ciones de agua salada en el subsuelo (Bevc y Morrison, 1991), detectar la presencia de vestigios arqueo-
lógicos (Hesse et al., 1986), estudiar las estructuras de los suelos y de la región somera del subsuelo
(Benderitter et al., 1994; Panissod, 1997; Bourennane et al., 1998; Panissod et al., 1998; Michot, 2003) e
incluso estudios de contaminación de suelos sobre depósitos mineros, vertederos de residuos, etc. (Lu et
al., 1999; Buselli y Lu, 1999 ; Senos Matias et al., 2004; Daily et al., 1995; Daily y Ramirez, 1995; de Lima
et al., 1995; Park, 1998; Chambers et al., 1999; Ogilvy et al., 1999; Olayinka y Yaramanci, 1999; Slater
et al., 2000; Chambers et al., 2002; Dahlin et al., 2002)
La técnica de tomografía eléctrica lleva a cabo medidas indirectas del valor de la resistividad aparen-
te (ohm·m) existente en diferentes puntos y profundidades del subsuelo. Este parámetro es una propiedad
fundamental del material que es atravesado por la corriente eléctrica que se crea con el equipo y se repre-
senta con el símbolo ρ, cuando se trata de la resistividad real del material.
La medida indirecta de la resistividad obtenida con el equipo viene dada por:
∆V
ρap = K ⋅ (1)
I
Siendo, ρap la resistividad aparente en ohm·m, ∆V la diferencia de potencial medida por los electrodos de
potencial M y N en mV, I la intensidad de corriente inyectada por los electrodos de corriente A y B en mA
(Figura 4), y K es un factor geométrico que depende del dispositivo de medida seleccionado (Figura 5).
Cuando se realizan las medidas sobre un semi-espacio homogéneo e isótropo, la resistividad que se
obtiene es la resistividad real del material, pero en situaciones normales, debido a la heterogeneidad del
terreno, la resistividad obtenida es una resistividad aparente, resultado de los diferentes grados de influen-
cia de las resistividades de los materiales presentes en el subsuelo, sobre el valor medido en superficie.
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Figura 3. Rangos de resistividad para algunos tipos de rocas (Kearey et al., 2002).
Figura 4. Dispositivo básico de cuatro electrodos para la medida de la resistividad del subsuelo.
La profundidad de investigación de esta técnica viene determinada por diversos factores relacionados
con la geometría del dispositivo implantado y las características geológicas y ambientales de la zona de
estudio (Figura 6). El dispositivo seleccionado, en función de la resolución vertical requerida y de la pro-
fundidad de investigación, ha sido el Schlumberger-Wenner. Este dispositivo de medida es un híbrido
reciente entre el clásico dispositivo Schlumberger, uno de los más utilizados en SEV, y el dispositivo Wenner,
popularmente empleado en América del Norte para SEV. Además este dispositivo es muy adecuado para
la detección de estructuras geológicas verticales y para la caracterización de materiales, con diferencias
resistivas, depositados en capas horizontales debido a la respuesta de la función de sensibilidad (Figura
7), siendo ésta un término medio entre la respuesta ofrecida por un dispositivo Wenner, adecuado para
estructuras horizontales, y la respuesta de un dispositivo dipolo-dipolo, que es adecuado para estructuras
verticales. La función de sensibilidad indica el grado de influencia de la resistividad, de una determinada
región, en el valor total medido en superficie.
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Según Barker (1989) con un dispositivo de 54 electrodos para tomografía eléctrica y una separación
entre electrodos de 5 metros, es esperable una profundidad de investigación entre 50 y 60 metros.
La unidad básica de medida en tomografía eléctrica consta de dos electrodos de corriente, A y B, que
crean la corriente eléctrica en el terreno a través de una batería externa y dos electrodos de potencial, M
y N, que miden la diferencia de potencial existente entre ellos. Si bien, estos cuatro electrodos constituyen
la unidad básica de medida, realmente sobre el terreno se implantan de forma simultánea un número
mayor de electrodos (18, 36, 54, 72, etc.) dependiendo de la profundidad de investigación y de la resolu-
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Figura 7. Función de sensibilidad para los diferentes dispositivos tetraelectródicos más comunes (Loke, 2000).
Figura 8. Separación entre electrodos para la toma de medidas del primer nivel.
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Figura 9. Separación entre electrodos para la toma de medidas del tercer nivel.
Figura 10. Separación entre electrodos para la toma de medidas del quinto nivel.
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Figura 11. Representación esquemática de una seudosección eléctrica 2D obtenida a partir de los valores
medidos con las diferentes combinaciones tetraelectródicas.
En exploración con tomografía eléctrica, la localización espacial del punto de medida se encontrará en
el eje central del sistema tetraelectródico seleccionado y su localización vertical estará situada a una dis-
tancia que es proporcional a la separación entre los electrodos. Por ejemplo en la configuración dipolo-
dipolo (Figura 5) este punto estará en la intersección de las líneas que parten a 45º respecto de la hori-
zontal desde los puntos medios de los segmentos AB y MN. Otro método consiste en colocar el punto de
medida en una posición vertical que corresponde a la profundidad media de investigación (Edwards,
1977), o seudoprofundidad, del dispositivo tetraelectródico empleado. Esta seudoprofundidad está basa-
da en los valores de sensibilidad o derivada de Frechet para un semi-espacio homogéneo. Este método es
el que se emplea para obtener la seudosección eléctrica con el RES2DINV. Cuanto mayor es la separación
entre los electrodos mayor es la profundidad de investigación pero a costa de reducir en número de medi-
das (Figura 10), de ahí que en los extremos del perfil existan zonas de sombras de las cuales no se puede
obtener información geoeléctrica a no ser que se lleven a cabo perfiles continuos solapados.
Como ya se ha comentado anteriormente, una vez finalizado el procesado de las medidas con los pro-
gramas informáticos adecuados, se llega a una salida gráfica en forma de sección 2D que representa la
distribución de los valores de resistividad real del subsuelo (Loke, 2000) denominada seudosección eléc-
trica y que constituye el documento a interpretar con ayuda de la información obtenida por otras vías con
el fin de evitar ambigüedades en los resultados.
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3. METODOLOGÍA
La metodología que se ha seguido en el estudio de los depósitos de estériles, ha consistido en una fase
de campo, donde se han implantado sobre la superficie de los depósitos un número suficiente de perfiles
de tomografía eléctrica con una cantidad variable de electrodos, 54 electrodos o 72 electrodos, depen-
diendo de la longitud necesaria del perfil geoeléctrico, y una fase de gabinete donde se han procesado las
medidas de resistividad (filtrado, corrección topográfica, proceso de inversión, etc.) para obtener la seu-
dosección y proceder a su interpretación.
En la etapa de campo, los perfiles que se han desplegado en los depósitos mineros han seguido los
siguientes criterios:
1. Establecer un número adecuado de perfiles de forma que los resultados sean representativos.
2. Las orientaciones de los perfiles deben ser idóneas con el fin de que la longitud de los mismos
cubra todo el depósito en una de sus dimensiones. Generalmente estas orientaciones han sido per-
pendiculares a la mayor longitud del depósito.
3. La situación de los perfiles se ha realizado sobre zonas donde estaba previsto llevar a cabo otros
estudios complementarios o muestreos, de forma que se pudieran corroborar los resultados.
El equipo de geofísica empleado ha sido el resistivímetro SYSCAL R1 PLUS de la casa IRIS INSTRU-
MENTS, que dispone de un cable multinodo con 72 conexiones y permite la medida de todas las configu-
raciones de cuatro electrodos, sin necesidad de mover los electrodos de su emplazamiento, según la
secuencia introducida.
La fase de gabinete ha consistido en el posicionamiento de los electrodos sobre el plano a través de
las lecturas efectuadas con GPS. Posteriormente se lleva un preprocesado de las medidas almacenadas en
los ficheros empleando el programa informático PROSYS para filtrarlas y eliminar valores anómalos y efec-
tuar la corrección topográfica que normaliza las variaciones de la resistividad debidas a la diferencia de
cota entre electrodos. A continuación empleando el programa RES2DINV, para tomografía eléctrica 2D, o
el programa RES3DINV, para tomografía eléctrica 3D, se realiza el procesado de los ficheros previamente
filtrados con el empleo de algoritmos estadísticos de inversión (Edwards, 1977); en concreto empleando el
método de inversión por mínimos cuadrados (Loke y Barker, 1996a). Una vez obtenida la seudosección de
valores de resistividad real comienza la fase de interpretación apoyándose en toda la información dispo-
nible: información geológica, datos de los ensayos físico-químicos, datos de sondeos, etc.
El depósito de lodos “El Lirio” está ubicado en la zona conocida como Coto Ponce, inmediatamente al
Sureste de la mina del mismo nombre, al Sureste del Llano del Beal (Sierra Minera de Cartagena-La Unión,
Murcia, España). Está situado sobre una vaguada que es tributaria de la Rambla Carrasquilla (Figura 12).
La construcción del mismo se realizó sin impermeabilización del lecho, por lo que el volumen total de resi-
duos depositados está emplazado sobre materiales del Mioceno (Serravalliense). Dichos materiales son
limolitas calcáreas, alternando con areniscas y con algunas intercalaciones de conglomerados (Figura 13).
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Entre septiembre de 2003 y abril de 2004 se llevaron a cabo las medidas de tomografía eléctrica 2D
sobre este depósito, y en total se realizaron 9 perfiles (8 transversales y uno longitudinal, Figura 14) cuyo
emplazamiento sobre el depósito se puede observar en la Figura 14. Excepto los perfiles nos 3 y 4, que
estuvieron compuestos por 54 electrodos con una separación entre electrodos de 5 metros, el resto estu-
vo compuesto por 36 electrodos con la misma separación entre electrodos. La longitud de los perfiles se
eligió con el fin de cubrir el ancho total de la balsa, allí donde fuera posible. Para enlazar los diferentes
perfiles transversales se realizo uno de de forma longitudinal (perfil nº 9, Figura 14).
A partir del estudio llevado a cabo sobre el depósito “El Lirio” por Faz et al. (2003a), en el que se obtu-
vieron valores de pH, conductividad eléctrica y contenidos de metales pesados sobre las muestras obteni-
das a partir de las zonas de muestreo C1, C2 y C3, del sondeo mecánico a testigo continuo y del perfil
edáfico (Figura 14), se ha podido corroborar las seudosecciones obtenidas con tomografía eléctrica.
El estudio de Faz et al. (2003a) ha demostrado que los valores de pH en los primeros 7 metros son
ligeramente básico con una conductividad eléctrica que comienza para los dos primeros metros con un
valor medio de 4.6 dS/m y a continuación desciende hasta un valor medio de 3.8 dS/m (2.6 ohm.m). A
partir de los 7 metros de profundidad, y hasta alcanzar el sustrato (14 metros), el pH pasa a valores lige-
ramente ácidos, siendo su valor medio de 6.7 y una conductividad eléctrica de 5.2 dS/m (1.9 ohm.m). Los
valores de pH de las muestras del sustrato dieron valores en torno a 7.8 y un conductividad eléctrica de
3.9 dS/m (2.6 ohm.m) lo que indica una bajada importante del contenido salino. Estos valores de pH y con-
ductividad eléctrica vienen a explicar el motivo por el cual en las seudosecciones de tomografía eléctrica
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Figura 13. Perfil geológico con dirección E-O, coincidente con el perfil de tomografía eléctrica nº 4 (Tomado de Faz et al., 2003a).
aparece una primera región somera, definida como material de relleno de características diferentes (Figura
15, 16 y 17), en la cual los valores de resistividad eléctrica son moderadamente más elevados (20 ohm.m)
que los valores de resistividad eléctrica de la zona inmediatamente inferior ocupada por estéril minero que
no ha sido expuesto con un resistividad eléctrica inferior a 10 ohm.m. Esto es lógico, puesto que a medi-
da que disminuye el pH hasta valores ácidos, se favorece la movilidad de los metales pesados y esto favo-
rece una reducción de la resistividad eléctrica del material.
En el estudio de Faz et al. (2003a) también se analizó el contenido de metales pesados de la balsa “El
Lirio”, del cual se ha extraído la Tabla 1. Observando dicha tabla se puede apreciar como la mayoría de
los metales pesados tienden a disminuir su concentración hasta los 7 metros de profundidad, exceptuan-
do los valores mínimos del sustrato; y a partir de esa profundidad comienza un aumento de sus concen-
traciones hasta los 12 metros. Una vez superada esta profundidad se hace patente una disminución del
contenido del metal hasta llegar al sustrato (14 metros).
Estos resultados también pueden responder a la zonificación obtenida con la tomografía eléctrica
(Figura 15, 16 y 17) que establece valores de resistividad relativamente altos (10-50 ohm.m) para las
regiones de la seudosección que corresponden a zonas someras de menor concentración metálica, o que
se encuentran sometidas a procesos oxidativos de meteorización. Por el contrario las zonas más profun-
das del depósito, caracterizadas en las seudosecciones por valores menos resistivos (< 10 ohm.m), corres-
pondería a niveles con importante concentración de zinc, plomo, cobre y cadmio. El sustrato vuelve a pre-
sentar valores elevados de resistividad eléctrica lo que justifica la escasa migración de los metales pesa-
dos a esa profundidad.
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Figura 14. Situación de los perfiles de tomografía eléctrica sobre el depósito “El Lirio” y los puntos
de muestreo superficial para los análisis geoquímicos.
Tabla 1. Concentraciones de metales totales de las muestras del sondeo (Valores tomados de Faz et al., 2003a).
Profundidad (m) Pb (mg/kg) Cu (mg/kg) Zn (mg/kg) Cd (mg/kg)
0-1 4095 94.23 8536 29.04
1-2 4810 79.27 8061 17.98
2-3 3716 56.26 7349 16.16
3-4 3567 52.50 7326 12.58
4-5 3516 54.14 5475 9.39
5-6 5001 122.0 6330 47.79
6-7 5266 91.39 4982 18.07
7-8 9350 107.4 8200 22.20
8-9 6008 156.9 15920 38.18
9-10 3935 206.9 11102 32.59
10-11 7706 178.2 8013 24.62
11-12 8519 188.0 8512 25.00
12-13 7949 206.0 9385 30.56
13-14 5359 98.56 4086 11.64
14.4 (sustrato) 57.52 22.79 313.8 1.15
14.6 (sustrato) 59.06 22.56 230.1 0.66
14.8 (sustrato) 172.42 31.29 581.5 0.71
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Las seudosecciones presentan de forma muy clara el volumen ocupado por los estériles, debido al fuer-
te contraste resistivo que hay entre el zócalo, con valores superiores a 20 ohm·m, y el estéril, con valores
de resistividad inferior a 10 ohm·m.
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Figura 18. Modelo 3D del zócalo indicando el contacto sustrato-estéril, obtenido con las seudosecciones eléctricas
realizadas sobre el depósito.
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Figura 19. Vista 3D de las seudosecciones 2D realizadas sobre el depósito “El Lirio”. Las seudosecciones están presentadas con
valores de isoresistividad obtenidos después de la inversión.
El depósito de lodos “Brunita” está ubicado al Norte de la mina Brunita, en el paraje conocido como
La Esperanza, al Sur de La Unión (Murcia). Este depósito descansa en parte sobre esquistos grafitosos y
cuarcitas grises paleozoicas del complejo Nevado-Filábride (especialmente la parte occidental), y en parte
sobre calizas y filitas del complejo Alpujárride, que a su vez reposan en discordancia, por cabalgamiento,
sobre los citados materiales paleozoicos. El sondeo mecánico realizado sobre este depósito cortó unas cali-
zas bajo los lodos mineros (Figura 21).
Al igual que para el depósito “El Lirio”, entre septiembre de 2003 y abril de 2004 se llevaron a cabo
las medidas de tomografía eléctrica 2D sobre este depósito. En total se realizaron 5 perfiles (4 longitudi-
nales y uno transversal) cuyo emplazamiento sobre el depósito se puede observar en la Figura 20. Excepto
el perfil D, que estuvo compuesto por 36 electrodos con una separación entre electrodos de 5 metros, el
resto estuvo compuesto por 54 electrodos con la misma separación entre electrodos. La longitud de los
perfiles se eligió con el fin de cubrir la máxima superficie del depósito, allí donde fuera posible. Para enla-
zar los diferentes perfiles longitudinales se utilizó el perfil D, Figura 20. En esta misma figura se puede
observar el emplazamiento del sondeo mecánico con testigo que se llevó a cabo para la obtención de
muestras sólidas y caracterizar física, química y geotécnica del perfil en profundidad.
De la misma forma que para el depósito “El Lirio”, se han manejado los datos geoquímicos obtenidos
a partir del estudio llevado a cabo sobre el depósito “Brunita” por Faz et al. (2003b), en el que se obtu-
vieron valores de pH, conductividad eléctrica y contenidos de metales pesados sobre las muestras obteni-
das a partir de las zonas de muestreo D1, D2 y D3, del sondeo mecánico a testigo continuo y del perfil
edáfico (Figura 22), permitiendo corroborar las anomalías geoeléctricas conseguidas con las seudoseccio-
nes eléctricas 2D.
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Según el estudio de Faz et al. (2003b), el depósito de estériles “Brunita” está considerado como ácido.
Según los valores de pH y de conductividad eléctrica de las muestras del sondeo tomados de dicho estu-
dio demuestran que el pH es ligeramente ácido, con una valor de 6.31, hasta la profundidad de 9 metros,
exceptuando el primer metro en el que el pH es más ácido, a partir de ahí el estéril pasa a ser fuertemen-
te ácido, con un valor aproximado de 5, hasta llegar al sustrato (14 metros), donde estos valores pasan a
ser medianamente básicos. La conductividad eléctrica, según el estudio de Faz et al. (2003b), presenta
variaciones, con una disminución de su valor con la profundidad en torno a 3 dS/m hasta los 9 metros, lo
que refleja unos horizontes ligeramente salinos; a partir de ahí los valores de conductividad eléctrica
aumentan ligeramente para fluctuar entre 5 dS/m y 6 dS/m hasta llegar al sustrato donde disminuirá hasta
1.83 dS/m. Según Conesa (2005) las muestras recogidas en superficie han dado valores de pH muy áci-
dos, comprendidos entre 2 y 3, lo que es explicado por la mayor oxidación a la que es sometida la capa
superficial que da lugar a la formación de sulfatos.
Las siguientes seudosecciones (Figura 23, 24, 25 y 26) corroboran lo comentado anteriormente, es
decir, hay zonas superficiales donde la resistividad es mínima (<10 ohm.m) estando en concordancia con
la sulfatación superficial y los valores bajos de pH. Hay otras zonas someras en las seudosecciones donde
la resistividad es ligeramente elevada (20 ohm.m), coincidiendo con los primeros 9 metros comentados
anteriormente, a partir de esta profundidad los valores de resistividad eléctrica disminuyen considerable-
mente, debido la característica salina de estos horizontes, hasta llegar a sustrato que amortigua la caída
de la resistividad eléctrica para volver a incrementarla de forma apreciable.
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ÁNGEL FAZ CANO, PEDRO MARTÍNEZ-PAGÁN, ENRIQUE ARACIL ÁVILA Y UNAI MARURI BROUARD
Figura 21. Perfil geológico con dirección N-S, coincidente con el perfil de tomografía eléctrica A (Tomado de Faz et al., 2003b).
La Tabla 2 presenta las concentraciones de metales pesados extraídas del estudio realizado por Faz et
al. (2003b) en la cual es significativo el aumento de la concentración de zinc a partir de los 9 metros y las
importantes fluctuaciones de las concentraciones de plomo, cobre y cadmio con la profundidad. Es signi-
ficativa la disminución de las diferentes concentraciones de metales al llegar al sustrato, como así lo refle-
jan las seudosecciones eléctrica con incrementos de la resistividad (>50 ohm.m).
Como es característico para los depósitos de estériles mineros procedentes del procesado de minera-
les de sulfuro, las seudosecciones presentan, de forma muy clara, el volumen ocupado por los estériles,
debido al fuerte contraste resistivo que hay entre el zócalo, con valores superiores a 20 ohm·m, y el esté-
ril, con valores de resistividad inferior a 10 ohm·m. En la zona superficial del estéril, la tomografía mues-
tra valores de resistividad algo superiores a los encontrados en la parte más profunda del mismo. En esta
zona superficial se observó que el material aparecía más compactado, con características pétreas en forma
de láminas o costras de sal (Conesa, 2005), dificultando la colocación de los electrodos de medida. El son-
deo mecánico que se llevó a cabo proporcionó un espesor del material vertido de 13,7 metros, validando
este dato la información extraída con la interpretación geofísica para el perfil A (Figura 23).
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APLICACIÓN DE LA TOMOGRAFÍA ELÉCTRICA AL ESTUDIO DE LOS DEPÓSITOS DE ESTÉRILES MINEROS "EL LIRIO" Y "BRUNITA" (MURCIA)
Figura 22. Situación de los perfiles de tomografía eléctrica sobre el depósito “Brunita”.
Tabla 2. Concentraciones de metales totales de las muestras del sondeo (Valores tomados de Faz et al., 2003b).
Profundidad (m) Pb (mg/kg) Cu (mg/kg) Zn (mg/kg) Cd (mg/kg)
0-1 2240 125.7 6084 11.72
1-2 1705 174.9 8060 20.16
2-3 2434 142.4 9999 29.25
3-4 1934 395.1 4943 10.26
4-5 4558 211.4 7315 117.2
5-6 6874 306.6 8330 21.16
6-7 7687 231.1 7692 17.80
7-8 2265 402.9 4107 16.53
8-9 2439 407.5 2835 12.52
9-10 4555 229.0 13358 35.71
10-11 2963 153.7 12890 33.67
11-12 5884 128.0 10009 30.98
12-13 4242 144.3 16068 44.38
13-14 3761 175.2 14131 44.01
14.8 (sustrato) 670.6 31.05 3999 9.18
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ÁNGEL FAZ CANO, PEDRO MARTÍNEZ-PAGÁN, ENRIQUE ARACIL ÁVILA Y UNAI MARURI BROUARD
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APLICACIÓN DE LA TOMOGRAFÍA ELÉCTRICA AL ESTUDIO DE LOS DEPÓSITOS DE ESTÉRILES MINEROS "EL LIRIO" Y "BRUNITA" (MURCIA)
Se ha llevado a cabo una cubicación del material existente en este depósito de lodos con la informa-
ción aportada por los perfiles geoeléctricos. Para ello se han empleado la regla trapezoidal, la regla de
Simpson y la regla 3/8 de Simpson (Press et al., 1992), a través del programa de ordenador SURFER de
Golden Software, obteniéndose un volumen aproximado de 723600 m3 de estéril. En la Figura 27 se puede
ver un modelo 3D de la topografía del zócalo obtenida con la información aportada por los perfiles geo-
eléctricos.
Figura 27. Modelo 3D del zócalo donde se observa el contacto sustrato-estéril, obtenido con las seudosecciones eléctricas.
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ÁNGEL FAZ CANO, PEDRO MARTÍNEZ-PAGÁN, ENRIQUE ARACIL ÁVILA Y UNAI MARURI BROUARD
Figura 28. Vista 3D de las seudosecciones 2D realizadas en el depósito de “Brunita”. Las seudosecciones están
presentadas con valores de isoresistividad obtenidos después de la inversión.
5. CONCLUSIONES
Los resultados obtenidos con la tomografía eléctrica 2D han demostrado su eficacia para el delimitar
el contacto estéril-substrato en profundidad en los depósitos estériles mineros generados por el procesa-
do metalúrgico de sulfuros minerales. Debido al alto contraste, que existe entre la resistividad eléctrica del
estéril y la del zócalo, esta técnica facilita la obtención del espesor del material depositado, permitiendo
obtener un volumen bastante fiable de los materiales almacenados. Dentro del mismo estéril, los cambios
de resistividad conseguidos con la tomografía eléctrica, están relacionados con materiales de diferentes
características físico-químicas (oxidación, pH, salinización, cementación del material superficial, etc.), o
bien delimitan vertidos procedentes de distintos orígenes.
AGRADECIMIENTOS
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
(2) Instituto de Investigaciones Antisísmicas “Ing. Aldo Bruschi”. Universidad Nacional de San Juan. Facultad de Ingeniería
Av. Libertador (Oeste) 1290. Provincia de San Juan (Argentina)
oldecop@unsj.edu.ar
1. INTRODUCCIÓN
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Considerando lo anteriormente expuesto el objetivo de este capitulo es familiarizar al lector con las
propiedades físicas y mecánicas de los medios porosos (RMMS, suelos, rocas, etc.) y los métodos y técni-
cas empleados para su determinación. En cada caso se ilustran estas propiedades con resultados prácti-
cos obtenidos sobre muestras de residuos minero-metalúrgicos. Se describen y analizan las principales
características físicas, mecánicas e hidrogeológicas de los RMMS haciendo énfasis en la terminología que
comúnmente se emplea en el campo de la ingeniería civil, la hidrogeología y el medio ambiente pues en
diferentes capitulo de este libro se hace referencia a los términos técnicos relacionados con las propieda-
des y características de los RMMS.
2. PROPIEDADES FÍSICAS
Al igual que los suelos naturales los RMMS están formados por un conjunto discontinuo de partículas,
por lo que constituye un sistema en el que se distinguen tres fases: sólidos, líquidos y gases. En la figura
1 se dan las tres fases como en un suelo natural. Las relaciones entre estas fases tienen una amplia apli-
cación en la ingeniería civil, la hidrogeología y el medio ambiente.
Figura 1. Relaciones entre las fases de un medio poroso: a) esquema de una sección de una muestra de material poroso no
saturado y b) división de una nuestra en las fases que lo componen con los términos de volumen y pesos asociados.
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puntos representativos de los materiales acumulados en la balsa. El sondeo S1-1 se corresponde con los
materiales más gruesos llamados piroclastos y el sondeo S5-2 se corresponde con los lodos de flotación
con granulometría más fina (Figura 2). También se presentan algunos datos provenientes de las balsas de
la Industria Cubana del Níquel, Moa, Cuba.
Porosidad (η): es la relación entre el volumen de hueco (Vv) y el volumen total (V). La porosidad de
los medios porosos tiene un valor entre 0 y 1. La porosidad del RMMS suele encontrarse entre 0.2 y 0.7.
La porosidad se suele multiplicar por 100, dándose así los valores en porcentajes, en este caso la porosi-
dad variaría entre un 20% ó 70%. La porosidad de los residuos se caracteriza por ser muy variable como
se muestra en la figura 3 en dos sondeos pertenecientes a la balsa de la figura 2. Este parámetro se rela-
ciona con un gran número de propiedades físicas del suelo (Tabla 2).
Vv
η= (1)
V
Figura 2. Imagen de la balsa de lodos minero-metalúrgicos de Aznalcóllar. Comunidad Autónoma de Andalucía, España.
Localización de los sondeos mecánicos y señalado con un contorno en blanco la zona de de rotura.
Índice de poros: es el cociente entre el volumen de huecos (Vv), poros o vacíos y el de partículas sóli-
das (Vs). El índice de poros se expresa en forma decimal. Por ejemplo el RMMS tiene una relación de vací-
os de 0.66 y puede alcanzar valores superiores a la unidad. Los RMMS se caracterizan por presentar un
índice de poros muy variable desde 0.8 a 3 según el tipo de material geológico y proceso metalúrgico que
lo haya originado. La figura 3 muestra la variabilidad de este parámetro en el perfil de dos sondeos de la
balsa de lodos de la figura 2.
Vv
e= (2)
Vs
Humedad (w): es el peso de agua (Ww) dividido por el peso de partículas sólidas (Ws) de un elemen-
to de un medio poroso (RMMS, suelo, roca, etc.). La humedad de los RMMS tiene un valor generalmente
entre 0 y 1, aunque también puede tomar valores superiores a la unidad. También puede expresarse en
115
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por ciento al igual que la porosidad. Se caracteriza por presentar valores muy diferentes en un mismo resi-
duo minero y depende fundamentalmente de la composición del material y de las condiciones climáticas
(Figura 3).
W
w= w (3)
Ws
Peso especifico del medio poroso o densidad natural: este peso corresponde a la mezcla de partículas
sólidas, agua y aire. Es el peso de un elemento de RMMS o suelo dividido por el volumen de dicho ele-
mento. Su valor será siempre mucho menor que el peso específico de las partículas sólidas. El peso espe-
cífico aparente se expresa en g/cm3 o ton/m3. El mayor valor del peso especifico del suelo se alcanza cuan-
do este esta totalmente saturado y el menor cuando esta totalmente seco, en condiciones naturales nor-
malmente presentan un pequeño valor de humedad residual por lo que es difícil que este totalmente seco,
aunque puede suceder en zonas de climas muy secos (semiáridos y áridos). Presenta intervalos de valores
muy amplios en función del tipo de residuos, de la profundidad y consolidación que presenta la muestra
(Figura 3).
W
γ= (4)
V
Peso especifico seco: es el peso de las partículas sólidas dividido por el volumen total de la muestra
de RMMS o suelo. El peso específico seco se expresa en g/cm3 o ton/m3. Presenta valores muy diferentes
en función del tipo de residuo (Tabla 1, Figura 3).
W
γd = s (5)
V
Peso especifico de las partículas sólidas: expresa la relación entre el peso total de los sólidos y el volu-
men de los sólidos y se expresa en g/cm3. El valor de este es quizás uno de los que presentan el rango de
variación más grande dentro de las propiedades de los residuos y depende en gran medida de la compo-
sición mineralógica y química del residuo (Tabla 1, Figura 3). Su determinación se realiza por el método
del picnómetro (ASTM, 1993).
W
γs = s (6)
V
Peso especifico del agua: es el peso del agua partido el volumen de agua, su valor normalmente es
igual a la unidad cuando se expresa en g/cm3. Hay que señalar que realmente en los poros saturados de
los residuos lo que se encuentra es una solución salina que en algunos casos puede tener varios gramos
de sales disueltas por litro.
W
γw = w (7)
Vw
El grado de saturación: indica el porcentaje del volumen de huecos o vacíos (Vv) que esta relleno de
líquido. Se determina por la relación entre el volumen de agua (Vw) y el volumen de vacíos (Vv). Así pues
un valor del grado de saturación igual a cero indica que el RMMS esta seco, un valor igual a uno indica
que esta saturado y un valore entre cero y uno indica que esta no saturado. Al igual que la porosidad y la
humedad el grado de saturación se puede expresar en por ciento. En el caso de los RMMS este es varia-
ble y depende de las condiciones climáticas de la región, del tipo de balsa y de la profundidad en el inte-
rior de la balsa (Figura 3).
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Vw
Sr = (8)
Vv
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Figure 3. Variación de diferentes parámetros con la profundidad en dos sondeos, a) humedad, b) grado de saturación, c) densidad
natural, d) densidad de las partículas sólidas, e) índice de poros y f) porcentaje de finos. Estos son resultados de los ensayos
realizados en dos sondeos en la balsa de residuos de Aznalcólar.
Una vez determinados los pesos y volúmenes tal como se explicó anteriormente, a partir de esas medi-
das se pueden calcular todas las relaciones volumétricas y gravimétricas descritas, mediante las expresio-
nes matemáticas (1) a (8). También pueden calcularse indirectamente las relaciones en función de otras
conocidas, mediante las expresiones matemáticas que se resumen en la tabla 3. Además de estas técnicas
básicas, existen otras que permiten determinar las relaciones volumétricas y gravimétricas a partir de medi-
das indirectas. Ejemplos de estas técnicas son el TDR (Time Domain Reflectometry) para medición de la
humedad y la absorción de rayos gamma para determinación de densidades.
118
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Si se conocen la humedad, el índice de poros y el peso especifico de las partículas sólidas el grado de
saturación se puede determinar por la siguiente expresión:
Wγs
Sr = (9)
eγs
Área superficial específica: es el área de las superficie de las partículas por unidad de volumen total
de la muestra (Vt), por unidad de masa (Ms) o por volumen de las partículas sólidas (Vt). Las expresiones
matemáticas son las siguientes:
A
svt = s (10)
Vt
A
sm = s (11)
Ms
A
svs = s (12)
Vs
donde svt es e área superficial especifica por unidad de volumen, sm es el área superficial por unidad de
masa de sólidos y svs es el área superficial especifica por unidad de volumen de las partículas sólidas
El área superficial de las partículas se puede determinar por el método de inyección en la muestra de
nitrógeno líquido, también se puede estimar si se conoce la granulometría de las partículas. Además se
puede observar la morfología de las partículas bajo el microscopio electrónico y estimas la superficie espe-
cífica, el cálculo será más exacto si las partículas tienen formas geométricas regulares.
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Tabla 2. Expresiones matemáticas que relacionan las diferentes magnitudes de un medio poroso definidas con anterioridad en
este capitulo y que permiten su determinación indirecta a partir de ciertos datos (adaptado de Jiménez y de Justo, 1975). Cuando
el cuadro correspondiente tiene un asterisco (*), la relación escrita en el sólo es válida para medios porosos saturados. En caso
contrario es valida para cualquiera que sea el grado de saturación. Las humedades están expresadas en tanto por uno.
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Con el objetivo de facilitar la comprensión de las relaciones matemáticas entre las diferentes propie-
dades definidas con anterioridad en la tabla 2 se muestran las relaciones a partir de las cuales se puede
obtener los diferentes parámetros en función de las incógnitas y datos disponibles. El conocimiento de
estas relaciones entre las fases componentes del medio natural son básicas para el desarrollo de la mayo-
ría de los cálculos que se realizan en la caracterización de lo medios porosos y el estudio del flujo y el trans-
porte de contaminantes a través de éstos. Existen las siguientes relaciones entre las diferentes fases que
conforman una muestra de RMMS o cualquier medio poroso (residuo, suelo natural, roca, etc.).
Las partículas de los RMMS se caracterizan por presentar una morfología muy irregular. La irregulari-
dad de las partículas esta determinada por los procesos mecánicos a que se somete a la roca en el pro-
ceso minero-metalúrgico. Cuando el yacimiento explotado está en material rocoso duro el proceso de
machaqueo y beneficio es muy importante y con ello es mayor la irregularidad y angulosidad de las partí-
culas. Esta irregularidad en la morfología de las partículas es menor cuando se explotan yacimientos sedi-
mentarios o residuales como lo de bauxita y las lateritas. En la figura 4 se aprecia una imagen del micros-
copio electrónico de barrido en el que se pueden apreciar diferentes tamaños de partículas de residuos y
la irregularidad geométrica de su superficie.
Figura 4. Imagen obtenida mediante el microscopio electrónico de una muestra de residuo de una de las presas del proceso
metalúrgico de lixiviación carbonato amoniacal (ACL), Moa (Cuba), donde se observa la angulosidad de las partículas sólidas,
formando agregados de variados tamaños. Este residuo no fue sometido a molienda durante el proceso de extracción.
El hecho de que no se observen partículas muy redondeadas en los RMMS de la figura 4 se debe a
que estas no sufren un proceso prolongado de meteorización, transporte y deposición como le sucede a
los suelos naturales. Hay que señalar que en las presas de residuos (cuencas sedimentarias artificiales) se
produce un proceso de clasificación y sedimentación de las partículas sólidas de acuerdo a su tamaño. La
distribución espacial esta condicionada por el tipo de presa que se utilice. En muchas presas el material
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grueso se extrae del lodo con el uso de ciclones y se deposita en la cercanía del dique de la presa mien-
tras que en la parte central o en la parte trasera es donde se acumula el agua y se produce la decantación
del material más fino. El agua se acumula en la parte trasera cuando la presa es de tipo valle (se instala
en un valle fluvial y en la zona central cuando la presa es tipo exenta (Figura 5). Es de señalar que la dis-
tribución espacial del tamaño granulométrico intermedio y fino en el interior de la presa es muy irregular
pues no existe un método no normativa concreta de vertido. El punto de vertido varía de acuerdo a los cri-
terios de cada operador que utiliza la balsa. La irregularidad y particularidad en el vertido de estos lodos
da lugar a características estratigráficas que se pueden observar en los lodos. Estas propiedades estrati-
gráficas se describen en el capitulo de características geológicas y geoquímicas de los residuos en esta
obra.
Figura 5. En la parte superior los tipos de balsas de residuos de acuerdo a su lugar de emplazamiento las cuales condicionan la
clasificación de las partículas sólidas en una presa de residuos debido al proceso de vertido y precipitación durante su recorrido
por el interior de la balsa.
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Granulometría
El conjunto de partículas sólidas determinan la granulometría de los RMMS. Las partículas sólidas se
caracterizan por presentar diferentes tamaños. En la tabla 2 se muestra una clasificación convencional de
los materiales granulares de acuerdo al tamaño de sus partículas. El tamaño de partículas en muchos casos
esta condicionado por:
1. El depósito mineral original y la roca encajante,
2. El proceso minero-metalúrgico que ha sufrido la masa mineral y
3. El tipo de residuo.
La distribución de partículas por tamaño en una muestra de RMMS o suelo se expresa mediante un
gráfico que relaciona el porcentaje en peso de las partículas con un tamaño inferior a un diámetro en mm
o en micras, como se muestra en la figura 6. Con el uso de la curva granulométrica se pueden determinar
algunos parámetros como:
Coeficiente de uniformidad (Cu): se determina por el cociente entre el diámetro por debajo del cual en
la curva granulométrica queda el 60% del peso de la masa del sólido (D60) y el diámetro por debajo del
cual queda el 10% de la masa del sólido (D10). Materiales con bajo coeficiente de uniformidad tienen poro-
sidades elevadas mientras que los denominados materiales bien graduados tienen porosidades menores
puesto que las partículas menores tienden a ocupar los huecos que quedan entre los tamaños mayores.
D
Cu = 60 (13)
D10
Diámetro medio de las partículas (D50): se corresponde con el diámetro en la curva granulométrica por
debajo de la cual se encuentra el 50% en peso de la muestra.
Figura 6. Curva granulométrica de una muestra de residuo de la balsa minera de Aznalcóllar, España (Figura 2).
Las líneas discontinuas indican el % de partículas con ese diámetro.
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La determinación de las fracciones granulométricas de un material es uno de los ensayos básicos más
aplicados en el campo de la ingeniería civil, la hidrogeología y la agricultura. Constituyen un ensayo de
caracterización más simple y de mayor utilidad práctica. En la determinación de esta propiedad de los
RMMS y del suelo se emplean diferentes métodos que relacionamos a continuación:
1. Análisis granulométrico por tamizado para partículas de tamaño superior a 0.06 mm.
2. Análisis hidrométrico o por sedimentación para partículas mas pequeñas a 0.06 mm
3. Análisis por láser: se aplica a partículas con tamaño entre 0.5 y 0.0005 mm.
El tamaño de las partículas de los residuos varía desde 1x10-6 mm (10 Å) hasta bloques de rocas de
varios metros de espesor (tabla 3), es decir varía en una escala de 1 hasta más de un billón de diferencia.
En la figura 7 se muestra una curva granulométrica donde se pueden observar diferentes tipos de residuos
mineros y metalúrgicos existentes en una misma zona minera. En esta se han aplicado diferentes tipos de
minería (subterránea y a cielo abierto) y diferentes tipos de procesos minero-metalúrgicos. Se puede obser-
var que en ellos se encuentran todas las fracciones granulométricas definidas (Tabla 3). Se puede observar
como los materiales más finos son los que han sido procesados por un proceso metalúrgico de flotación.
En el caso de los estériles de mina (vacies en la terminología minera) y las escorias de fundición (gache-
ros en la terminología minera local) son los que presentan mayor tamaño.
Tabla 3. Dimensiones de las partículas según su rango de tamaño (modificado de Lambe and Whitman, 1990).
El * indica que no esta en la bibliografía original.
Partículas Tamaño Partículas Tamaño
Bloques >30 cm Arena 0.06 a 2 mm
Bolos 15 a 30 cm Limo 0.002 a 0.06 mm
Grava 2 a 15 cm Fracción arcillosa <0.002 mm
*Coloides <0.00045 mm
Figura 7. Curvas granulométricas resumen donde se muestran los distintos tipos de residuos minero-metalúrgicos localizados en
la Sierra Minera de Cartagena La Unión, España (García, 2004).
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Figura 8. Curvas granulométricas de los residuos de la industria cubana del níquel (Rodríguez et al., 2005).
puede ver en la figura 4 la morfología tamaño y grupos o agregados de las partículas es muy variado.
De manera general los residuos minero-metalúrgicos que han sufrido un proceso de flotación en la
mayoría de los casos presentan una granulometría muy fina entre 0.02 y 1 mm. Como se puede ver en las
figuras 6 y 8, más del 50% pasa por el tamiz 200 de acuerdo con la norma ASTM (1993).
3. PROPIEDADES MECÁNICAS
Otro de los aspectos estudiados en los depósitos de RMMS son los procesos de consolidación. Este
proceso es inicialmente debido a la sedimentación que experimentan los residuos vertidos por decanta-
ción en las balsas de residuos. Posteriormente este proceso continúa por expulsión de agua de los poros
a consecuencia de la acción del peso de las nuevas capas de residuos vertidas y también por acción de
ciclos de secado y humedecimiento que experimenta el material. En estos procesos juega un papel funda-
mental las condiciones climáticas (lluvia y evaporación debido al viento y la temperatura) (Swarbrick and
Fell, 1992; Calabresi et al., 1994).
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Ensayo de consolidación
En este ensayo se aplica presión a una probeta cilíndrica de RMMS o suelo según el eje vertical y se
impide la deformación en dirección radial pues el anillo exterior es rígido. En este caso la deformación axial
es igual a la deformación volumétrica. En la figura 10, se muestra un esquema de un edómetro. La máxi-
ma limitación o dificultad de la prueba edométrica es la fricción lateral. Para reducir el efecto de la fricción
lateral la relación altura/diámetro de la muestra se hace lo más pequeña posible. Para mayor información
sobre estos ensayos consultar la literatura siguiente (Lambe and Whitman, 1990, ASTM, 1993, Rodríguez,
2002). El objetivo de estos ensayos es obtener a partir del análisis de las curvas de asentamiento-tiempo
de los escalones edométricos (con las muestras o pastillas de residuo saturadas) el valor del coeficiente de
consolidación (Cc), módulo de deformación confinada o edométrico (Em), coeficiente de consolidación
secundaria Cs y de la permeabilidad (k) en el rango de presiones verticales análogo al existente “in situ”.
∆e
Cc = (14)
∆(logσv)
∆e
Cs = (15)
∆(logσt)
∆H
ε= (16)
Ho
∆σ´
Em = (17)
∆ε
H
Cc = o (18)
2
k=
Em
Donde ∆e es el incremento de índice de poros bajo la acción del incremento de tensión aplicado, σv
es la tención vertical aplicada sobre la muestra, t es el tiempo transcurrido desde la aplicación del incre-
mento de tensión, ε es la deformación vertical de la probeta, εH es el acortamiento de la probeta bajo la
acción de la tensión aplicada, Ho es la altura inicial de la muestra puesta en el edómetro y e es el índice
de poros.
La variabilidad de estos parámetros puede ser extremadamente importante pues las balsas o presas
de residuos pueden tener más de 100 metros de altura (Figura 9).
En la figura 11 se muestran resultados de diferentes parámetros calculados a partir de ensayos edo-
métricos realizados sobre muestras de residuos tomadas de diferentes sondeos de la balsa minera de
Aznalcóllar (Figura 2).
La figura 12, muestra los resultados de ensayos edométricos realizados sobre muestras de RMMS
remoldeadas (estas son aquellas que se preparan en el laboratorio con las características de el material
que uno desee en función del ensayo a realizar). Las muestras fueron compactadas estáticamente hasta
densidad seca de 1.39 g/cm3 y una humedad inicial de 44% y grado de saturación igual a uno. El coefi-
ciente de consolidación, Cc, es de 0.26 y el coeficiente de consolidación secundaria, Cs, es de 0.05. La
deformabilidad de estas muestras remoldeadas es algo mayor que la medida en muestras inalteradas
(Heredia, 1980). En la Tabla 4 se indica el orden de magnitud de Cc medido por Heredia, (1980) sobre
muestras inalteradas de diferentes presas de residuos de la industria cubana del Níquel.
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Figura 11. a) Coeficiente de consolidación (Cc), b) módulo edométrico Em, c) coeficiente de consolidación secundaria Cs y d) la
permeabilidad (k), obtenidos a partir de ensayos edométricos de muestras de la balsa de Aznalcóllar.
Cuando se carga una muestra con humedad inicial baja la deformabilidad de la misma es menor que
la que se obtiene con humedades mayores o en condiciones saturadas .Si la muestra del residuo de la
industria cubana del níquel con baja humedad se satura manteniendo una carga vertical aplicada, se pro-
duce una importante reducción de volumen, fenómeno que se denomina colapso. El volumen final es
semejante al obtenido para esa misma carga con una muestra saturada desde el inicio del ensayo. En la
figura 12, puede observarse la magnitud de la deformación de colapso para distintas cargas verticales. Con
las condiciones iniciales citadas, los resultados obtenidos muestran que la estructura del material es muy
colapsable. Este comportamiento es similar al observado en suelos naturales de granulometría y porosidad
análoga a la del residuo (Alonso et al., 1987).
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Tabla 4. Parámetros de los ensayos edométricos en tres presas de residuos de la industría cubana del níquel
(Heredia, 1980, Rodríguez, 2002)
Figura 12. Curva edométrica representada en coordenadas semilogarítmicas (línea continua saturado y discontinua colapso).
Muestra amasada o remoldeada del residuo ACL de la industria Cubana del Níquel, de 50 mm de diámetro y 20 mm de altura
(Rodríguez et al., 2004).
En la figura 13 se puede observar como durante la saturación de una muestra con cierto contenido de
humead (20%) se inicia el colapso de la estructura del material a partir de la entrada de cierta cantidad
de agua y culmina con la saturación total de la muestra. También se ha observado “in situ” el colapso de
los lodos de flotación almacenados en las balsas de residuos durante los procesos de saturación debido al
desarrollo de un importante recarga durante los periodos reintensas precipitaciones.
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Figura 13. a) Entrada de agua a una columna de una columna de 32 cm de altura y 28.5 de diámetro y durante la saturación
humedad inicial de 20% y b) colapso de la columna durante la saturación y c) columna de suelo ensayada
(modificado de Rodríguez et al., 2006).
Figura 14. Relación entre el colapso y la entrada de agua a la muestra de residuos de la figura 13.
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zar diferentes humedades finales (Figura 15), al llegar a la humedad deseada se realizó el ensayo de com-
presión simple. La figura 15 se muestra la variación del módulo de Young para el 15% de la deformación
donde en esa parte la relación es casi lineal y de la resistencia a compresión en función del grado de satu-
ración de las probetas. Puede observarse un claro aumento de la rigidez a medida que el material está más
seco.
La resistencia a la compresión es mayor para las muestras con un grado de saturación cercano al 80%.
En la figura 16, se pueden apreciar diferentes muestras rotas en el ensayo de resistencia a la compresión.
Resistencia a tracción
La resistencia a la tracción se consideraba inicialmente como una propiedad que tenía poco valor prác-
tico en la mecánica de suelos. Sin embargo en los últimos años se ha incrementado el estudio de esta pro-
piedad en los medios porosos (Mikulisch y Gudehus 1995) Pues constituye una propiedad muy importan-
te en el desarrollo y formación de fisuras en los materiales. Estas fisuras generan discontinuidades que
constituyen vías preferenciales de flujo y facilitan el transporte de contaminantes por el medio poroso. En
el caso de los residuos mineros los únicos resultados publicados son los de Rodríguez (2002). Para la rea-
lización del ensayo se ha utilizando el equipo que se muestra en la figura 17a. La resistencia a tracción
obtenida se muestra en la figura 17b, en esta misma figura se muestra la resistencia a la tracción medida
indirectamente siguiendo el método Brasileño.
Figura 15. Resultados del ensayo de compresión simple sobre muestras de residuos de 38 mm de diámetro y 76 mm de altura
con diferente grado de humedad.: a) Deformación unitaria versus resistencia a la compresión simple b) Módulo de deformación y
c) Resistencia a la compresión en función del grado de saturación.
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Figura 16. Fotografía de algunas muestras rotas en el ensayo de compresión simple, nótese el plano de rotura, La mayor defor-
mación de la probeta en rotura se debe a que las probetas con mayor grado de saturación tienen un comportamiento menos frágil
y son más deformables que las menos saturadas. Por lo tanto para alcanzar la carga de rotura, las probetas más húmedas
requieren de la aplicación de deformaciones mayores que las secas.
Figura 17. a) Equipo utilizado en los ensayos de resistencia a la tracción y b) curvas de resistencia a la tracción sobre muestras de
residuos con diferentes grados de saturación.
Si analizamos los resultados de los ensayos de tracción y de compresión simple, podremos comprobar
como tanto la resistencia a tracción como a compresión presentan un valor máximo para grados de satu-
ración cercanos al 0.8 (Figura 15 y 17). El cociente entre la resistencia máxima a compresión y la resis-
tencia máxima a tracción directa es del orden de 5. En las muestras cercanas a saturación, la resistencia a
tracción tiende a ser del mismo orden de la resistencia a compresión.
La prueba de corte directo es el más antiguo de los ensayos de laboratorio, utilizado por Coulomb en
el año 1776. Los elementos esenciales del equipo de corte directo se muestran en la figura 18. El suelo se
coloca en una caja dividida por su plano medio. Se aplica una fuerza de confinamiento vertical y a conti-
nuación una fuerza tangencial que origina un desplazamiento relativo entre las dos partes de la caja.
Durante el ensayo se registra la magnitud de las fuerzas tangenciales en función del desplazamiento y la
variación del espesor de la muestra.
En la figura 18, se muestran los resultados de los ensayos de corte directo realizados en condiciones
drenadas sobre muestras de RMMS remoldeadas con una densidad seca inicial de 1.53 g/cm3, en condi-
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ciones saturadas. Los resultados han proporcionado valores del ángulo de rozamiento interno entre 41º y
45º (determinado como el ángulo de inclinación de las envolventes de rotura de la figura 18.c) y cohesio-
nes efectivas casi nulas, entre 0 y 0.01 MPa (ordenada al origen de las envolventes en la figura 18c).
Figura 18. a) Esquema del equipo de corte directo y b) una muestra de residuo rota en el equipo de corte y donde se pude ver el
plano de rotura, c) relación entre la tensión normal y la tensión de corte. La ecuación y=x nos indica un ángulo de fricción interna
igual a 45o y d) curva de tensión vs desplazamiento de corte directo en muestras remoldeadas saturadas para diferentes presiones
normales del residuo (Rodríguez, 2002).
Ensayos triaxiales
La prueba triaxial es la más común y versátil utilizada para determinar las propiedades esfuerzo defor-
mación en los suelos y los RMMS. En la figura 19 se muestra un esquema que ilustra una idea básica del
equipo usado en esta prueba y los diferentes componentes del mismo.
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Figura 19. a) Esquema donde se muestran los componentes de un equipo triaxial y b) detalles del montaje de una muestra en la
cámara de un equipo triaxial con transductores para medida local de la deformación axial y radial.
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Figura 20. a) Imagen de formas típicas de plano de rotura de tres muestras rotas en ensayo triaxial no drenado, b) p´vs q y c pre-
sión de poros vs deformación axial σd es la tensión vertical σ3o es la tensión de confinamiento). Se emplearon muestras remodela-
das de un RMMS de 76 mm de altura y 38 de diámetro (Rodriguez, 2002b).
Los estudios de las características y mecanismos de licuefacción de los residuos mineros ante la pre-
sencia de una carga dinámica generalmente debida a seísmos, ha sido objeto de atención de un gran
número de investigaciones (Yasuhara et al., 1994; Barrera and Lara, 1998; Tibana and Campos, 1998;
Rodríguez, 2002a y 2002b). La cámara triaxial ha sido el equipo más comúnmente usado para estudiar la
licuación de los RMMS y las arenas bajo carga cíclica en el laboratorio. En ella se aplica esfuerzos verti-
cales cíclicos, manteniendo constante la tensión de confinamiento. En algunas pruebas los esfuerzos ver-
ticales cíclicos pueden variar alternadamente entre los estados, de compresión y extensión (para mayor
información consultar Ovando y Segovia, 1996).
A continuación se muestran los resultados de ensayos triaxiales cíclicos realizados en condiciones no
drenadas sobre muestras de RMMS saturadas con una densidad seca inicial de 1.53 g/cm3. En la figura
21a se muestra la relación entre el número de ciclos necesario para llegar a la primera licuefacción y la
amplitud de la razón de tensión cíclica (σd/(2σ’3o)). En la misma figura se muestra también esta relación
para llegar a alcanzar diversos grados de deformación. Puede constatarse que una vez alcanzada la licue-
facción, las deformaciones tienden a crecer muy rápidamente.
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En la figura 21b puede observarse como las presiones de poros empiezan a incrementarse cuando la
deformación axial alcanza valores del orden del 0.1% y llegan a igualar a la tensión de confinamiento para
deformaciones axiales del orden del 1% de forma casi independiente de la presión de confinamiento. Estos
resultados son coherentes con los resultados de Dobry presentados por el Committee on Earthquake
Engineering (1985) con arenas de diversas procedencias y diferentes densidades relativas.
Figura 21. Triaxiales cíclicos: a) Relación entre el número de ciclos necesario para llegar a la primera licuefacción y la amplitud de
la razón de tensión cíclica y b) relación entre la presión de poros y la deformación axial. Los ensayos se han realizado en condicio-
nes no drenadas sobre muestras saturadas con una densidad seca inicial de 1.53 g/cm3 (Rodríguez et al., 2005).
Considerando la literatura consultada se puede concluir que dentro de los residuos minero-metalúrgi-
cos sólidos los que presentan una mayor probabilidad de licuefactar son los que recaracterizan por una
granulometría areno-limosa con una baja plasticidad.
Al igual que en los suelos los residuos mineros se caracterizan porque los poros entre partículas sóli-
das están ocupados por cantidades variables de agua y aire, sobre todo en la parte superior y en el talud
de las balsas de residuos y escombreras. En general, los poros de mayor tamaño confieren al medio poro-
so (terreno) sus características de permeabilidad y aireación y los poros de menor tamaño son los respon-
sables de la capacidad de retención del agua. La porosidad total no tiene tanta trascendencia en la reten-
ción de la humedad y en el movimiento del agua como la distribución de los poros de diferente tamaño
(Baver, 1942). El aire contenido en los poros del terreno puede jugar un papel relevante en la zona no satu-
rada del medio poroso.
Ejemplo: en un suelo no saturado donde esta presente una masa importante de aire si se produce un
vertido de un contamínate en la superficie, como puede ser un volumen de residuos mineros, sobre el terre-
no este genera un frente de lixiviado contaminante que tendrá inicialmente un contorno irregular y el aire
será desplazado inicialmente en varios puntos del medio poroso donde los poros son más grandes. La
energía requerida para dicho desplazamiento hará disminuir la velocidad de infiltración de la pluma o
penacho contaminante. A medida que avanza el frente de saturación, minúsculas bolsas de aire se erigi-
rán en barreras a dicho avance. Sin embargo, si el frente de lixiviado continúa su curso, parte del aire aca-
bará disolviéndose en respuesta a las reacciones en la fase líquido-gas (Lehr, 1988). Es de señalar que la
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infiltración de lixiviados en el medio poroso no saturado es típico de prácticamente todas las balsas de
residuos existentes en las zonas mineras existentes antes de la década del 90, fecha desde la que se apli-
ca, de manera general, una metodología ambiental más rigurosa.
Al coexistir agua y aire en los poros de los medios porosos (RMMS, suelo, etc.), el concepto y magni-
tud de la porosidad no son suficientes para expresar el estado de humedad del mismo en un momento
dado. Por ello se precisa de otro parámetro, el contenido volumétrico de agua (θ) y se expresa en cm3/cm3.
θ presenta valores comprendidos entre 0 y 1, cero se corresponde con un medio poroso totalmente seco
y uno para el saturado, cuando todos los poros están ocupados por agua.
La medición en laboratorio del contenido volumétrico de agua de un medio poroso se efectúa median-
te el método gravimétrico: se determina el peso de la muestra inalterada del suelo y luego el de la mues-
tra secada en horno a 105-110 oC, obteniéndose el contenido volumétrico de agua del cociente entre el
volumen del agua (Vw) y el de la muestra de material poros (Vm):
V
θ= w (19)
Vm
En el medio poroso no saturado el movimiento del agua está regulado en parte por fuerzas que actú-
an en condiciones de no equilibrio. Estas fuerzas capilares incluyen adhesión-atracción entre moléculas de
distinta naturaleza, como agua y partículas sólidas que forman el medio poroso y cohesión, en la que la
atracción tiene lugar entre moléculas del mismo tipo, como agua y agua. Las fuerzas de adhesión y cohe-
sión actúan en sentido contrario a la fuerza de la gravedad. La presión del agua es menor que la de la
atmósfera y se dice que el agua se encuentra bajo tensión. A medida que el frente de humedad se extien-
de, la gravedad aumenta su protagonismo y el volumen de trayectorias potenciales de flujo se incremen-
ta, aumentando con ello la conductividad hidráulica (Lehr, 1988). Los componentes básicos del potencial
del agua (energía por unidad de masa) en el suelo son:
- Potencial gravitacional,
- Potencial de presión y
- Potencial osmótico.
El potencial osmótico es el originado por la atracción iónica de solutos por el agua. Este potencial es
negativo y, salvo en casos de medios porosos ricos en material arcilloso y muy salino, su influencia relati-
va en el potencial total del agua en los medios porosos es muy limitada.
El potencial gravitacional es la energía resultante de la fuerza de la gravedad actuando sobre el agua
en un punto determinado. Es función de la gravedad en ese punto, g (cm/s2), de la densidad del agua, ρ
(g/cm3), y de la cota del punto z (cm) con respecto a un nivel de referencia dado, normalmente la superfi-
cie del terreno. Su expresión habitual es:
ψg = gz (20)
su magnitud es negativa si se toma como plano de referencia la superficie del terreno.
El potencial de presión equivale a la energía potencial debida a las fuerzas generadas entre la matriz
del suelo y el agua por la acción combinada de tensión superficial, atracción molecular e intercambio ióni-
co. A diferencia de la situación en el medio poroso saturado, en donde este componente del potencial equi-
vale al peso de la columna de agua y tiene un valor positivo, en el medio poroso no saturado presenta
valores negativos, aunque, por convención, se expresa con magnitudes positivas, y se denomina habitual-
mente succión capilar o tensión matricial. Esta succión o tensión se expresa frecuentemente como:
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p
ψ= (21)
ρ
siendo p la presión en la interfaz agua-medio poroso y ρ la densidad del agua y su unidad de medida es
el bar (1 bar = 0,987 atmósferas = 1021 cm de agua a 15 oC, 1 bar =0.1 MPa).
Si se prescinde del potencial osmótico, el potencial total, expresado en términos de masa, viene dado
por:
ψ = ψm+ψg (22)
en donde ambos componentes, ψm y ψg como se ha explicado anteriormente, tienen signo negativo. Si el
potencial se expresa en términos de peso, la ecuación sería:
Φ = h = hm + z (23)
Para medir la tensión matricial en un punto del medio poroso (suelo o residuo) situado a una profun-
didad determinada se utilizan los tensiómetros. Para mayor información ver el capitulo de las técnicas y
métodos de medida de succión y de humedad en esta obra.
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La relación funcional entre los distintos parámetros descritos ha sido objetivo de estudio por parte de
diversos autores, con objeto de hallar una formulación matemática que la represente (Campbell 1974; van
Genutchen 1980; Fredlund and Xing, 1994; Aubertin et al., 2003, etc.). Uno de los modelos más utilizado
es el propuesto por van Genutchen (1980) en el se relacionan el potencial (succión) y el contenido volu-
métrico de agua (humedad gravimetrica, grado de saturación). La expresión que relaciona ambas magni-
tudes son las siguientes:
(24)
(25)
Figura 23. Curva característica ideal de un medio poroso de naturaleza limo arcillosa. AEV es el valor de entrada de aire, ψa es la
succión correspondiente al valor de entrada de aire, WEV es el valor de entrada de agua, ψw es la succión correspondiente al valor
de entrada de agua, θs es el contenido volumétrico de agua cuando el suelo esta saturado, ψr es la succión correspondiente al
valor de agua residual del suelo y θr es el contenido volumétrico de agua residual en el suelo.
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En la figura 24, se puede observar la curva de retención donde se ha realizado el ajuste al modelo de
van Genutchen (1980), ecuación 24. En la tabla 4 se aprecian los resultados del ajuste de los datos al
modelo.
Figura 24. Curva característica de secado humedecimiento donde puede verse la histéresis. Los datos corresponden a un residuo
minero de composición limo-arcillosa. La línea continua se refiere al modelo de van Genutchen (1980) (Rodríguez, 2002).
Tabla 4. Valores de Po y λ obtenidos del ajuste de las curvas de retención (Figura 24)
Índice de poros 1.75 1.75
Ensayo Secado Mojado
Po (Mpa) 0.374 0.134
λ 0.392 0.398
En el medio saturado, la conductividad hidráulica (k), es una función de las características intrínsecas
de la matriz del medio poroso (residuo o suelo) y de las propiedades del fluido contenido en los poros. La
misma se puede determinar en el laboratorio mediante los ensayos en columnas de material poroso, per-
meámetros, cámaras triaxiales o edómetros. La relación matemática que permite su determinación experi-
mental es la siguiente (Figura 25 a).
Q
KS = (19)
AI
hm
I= (20)
hcw
donde Q es el caudal que sale del medio poroso en m3/s, A es el área del medio poroso en m2 e I es
el gradiente hidráulico, hm y hcw son la altura de la muestra y de la altura de la columna de agua respec-
tivamente.
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La permeabilidad saturada del medio poroso depende de forma importante de su volumen de poros.
En la figura 25 se muestra la relación entre el índice de poros y de la permeabilidad medida, imponiendo
un gradiente hidráulico constante sobre una probeta de residuo saturada.
Figura 25. a) Esquema del dispositivo experimental para medir la permeabilidad b) Permeabilidad saturad del residuo ACL
(Rodríguez, 2002). Las flechas discontinuas indican la dirección de flujo. Q es el caudal que sale del medio poroso en m3/s hm y
hcw son la altura de la muestra y de la altura de la columna de agua respectivamente. La flecha punteada indica la dirección del
flujo de agua.
Permeabilidad no saturada
Establecer una relación entre la conductividad hidráulica y el contenido de agua (humedad) del suelo
también ha constituido y constituye una preocupación de las diferentes disciplinas que trabajan en el terre-
no. Se han propuesto diferentes modelos para la relación entre la humedad y la permeabilidad. Entre estos
modelos se encuentran los de Campbell (1974) van Genutchen (1980).
Campbell (1974) propuso una relación sencilla para determinar la permeabilidad no saturada:
knos = kSeT (21)
donde k es la conductividad hidráulica saturada y T es un parámetro empírico, usualmente se toma un
valor en torno a 3.
Años más tarde, van Genutchen (1980) propuso un modelo para la relación entre la conductividad
hidráulica saturada y no saturada (knos) en función del contenido de humedad (grado de saturación efec-
tivo, Se), mediante la siguiente expresión:
knos = kSeT [1 – (1Se1/m)m]2 (22)
donde T es un parámetro empírico, usualmente se toma como valor 0.5, aunque depende del tipo de
medio poroso, y m es una constante empírica.
La figura 26 muestra la evolución de la permeabilidad con el grado de saturación medido durante los
cambios de succión impuestos en edómetro con succión controlada en las trayectorias de secado/hume-
decimiento/secado utilizadas para definir la curva de retención mostrada en la figura 25. Puede observar-
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se una importante disminución de la permeabilidad cuando el material deja de estar saturado. De forma
aproximada, la relación entre el grado de saturación y la permeabilidad se puede ajustar a la ecuación de
van Genuchten, (1980). Cuando el grado de saturación se aproxima al 80% del espacio disponible de
poros, el flujo se asemeja al de Darcy y la conductividad hidráulica se aproxima asintóticamente a la que
existe en la zona saturada (Figura 25).
Figura 26. Permeabilidad hidráulica no saturada, n es el valor de la porosidad inicial y final del material. El modelo señalado en
línea continua en la figura se refiere a la ecuación de van Genuchten (1980).
Generalmente los residuos minero-metalúrgicos sólidos son vertidos a las presas de residuos en un
estado semilíquido o viscoso (slurry en la literatura anglosajona). Los residuos de los procesos metalúrgi-
cos son muy finos y durante su proceso de circulación y precipitación de los sólidos en el interior de la
balsa pasa del estado líquido al plástico, de éste al semisólido y finalmente al sólido (Figura 27). El tiem-
po en que puede pasar por estos estados es dependiente de:
1. las condiciones de vertido (proporción agua-sólido),
2. las características climáticas del área de estudio y
3. del sistema de drenaje que se emplee en la balsa de residuos, etc.
El estado de consistencia de estos materiales se puede analizar al igual que los suelos considerando
los límites de Atterberg. Estos límites se basan en que un suelo de grano fino solo puede existir en cuatro
estados. Aunque estos límites marcan una separación arbitraria en la práctica son suficientes para marcar
la diferencia entre los cuatro estados en que se pueden observar los lodos de flotación vertidos a las bal-
sas (Figura 28). Los límites son una de los ensayos más habituales en los laboratorios de mecánica de sue-
los. Son de gran utilidad pues es un ensayo muy fácil y conjuntamente con los de granulometría forman
parte de los ensayos de identificación de los materiales. Gracias a la experiencia acumulada se puede tener
una idea del tipo de material a partir de los límites de Atterberg. El conocer los valores de los límites y su
granulometría permite establecer el programa de ensayos a realizar en función de los objetivos de cada
trabajo de investigación.
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Figura 27. Vertido de un residuo metalúrgico en una presa y b) grietas de desecación. Obsérvese como en la imagen de la
izquierda se aprecian las capas estratificadas y en la parte inferior derecha a pesar del alto grado de humedad se
pueden observar grietas de desecación (Rodríguez et a., 2006).
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Ip = wL – wp (23)
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Normalmente la plasticidad en los residuos minero-metalúrgicos es baja o nula en muchos de los resi-
duos resultantes del machaqueo de yacimientos minerales asociados a rocas duras. Sin embargo muchos
casos de residuos derivados de yacimientos residuales y algunos de roca presentan cierto grado de plasti-
cidad e inclusos llegan a tener un valor considerable (Tabla 5). En la figura 31, en el grafico de plasticidad
de Casagrande, se puede observar la representación de resultados del límite líquido y el índice de plasti-
cidad de diferentes residuos minero-metalúrgicos.
Si analizamos la representación del valor del límite liquido e índice de plasticidad de un residuo o suelo
en el gráfico de plasticidad se puede hacer un análisis preliminar del posible tipo de material que es. Como
se puede ver el gráfico esta dividido en 4 partes. Por una recta vertical con valor del límite líquido de 50 y
por una recta inclinada (Línea A) definida por la siguiente ecuación:
Ip = 0.73 (wL – 20) (23)
Hay un área en el grafico donde la Línea A se convierte en una banda ancha entre los límites de plas-
ticidad 4 y 7. La Línea A es un limite establecido empíricamente que separa las arcillas inorgánicas (CL y
CH, que generalmente quedan por encima de la línea A) de los limos inorgánicos (ML y MH). En la zona
rallada se superponen los suelos arcillos y limosos por lo que se hace uso de la doble nomencatura CL-ML.
Figura 31. A la derecha cilindros de suelo de unos 3 mm de grosor sobre una superficie lisa donde han sido amasado hasta que
se han cuarteados para obtener la humedad del límite plástico y a la izquierda el grafico de Plasticidad de Casagrande. La letra C
es de clay en ingles, la letra M es de una palabra sueca mo, la letra H es de high en ingles y L es de low en ingles.
Tabla 5. Valores medios de los Límites de Atterberg para diferentes tipos de residuos mineros.
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Limite de retracción (ws): corresponde al valor de la humedad para el cual el material sigue per-
diendo agua pero no se producen más cambios en su volumen. Para determinar el valor del límite de
retracción se tiene en cuenta que al finalizar la retracción el residuo o suelo tiene prácticamente todo los
poros llenos de agua. Por lo tanto es necesario conocer el volumen de poros en ese instante para poder
conocer el volumen o cantidad de agua correspondiente a ese instante. Como por definición este volumen
ha de ser el mismo que el de suelo completamente desecado es suficiente hallar la porosidad del material
completamente seco.
El ensayo se desarrolla con el uso de una pequeña cantidad de suelo, éste se mezcla con un conteni-
do de agua igual o ligeramente superior al del límite líquido. Con el suelo saturado se rellena un recipien-
te de volumen conocido y se introduce en la estufa a 110 oC y se deja secar durante 24 horas. Cuando el
suelo se ha secado, se procede a determinar la densidad de la pastilla seca por el método del mercurio y
el peso especifico de las partículas sólidas.
γw 1
ws = – (24)
γd γs
El fenómeno de la retracción en el caso de los residuos y en los suelos es un proceso complejo y se ha
comprobado que en algunos casos el valor del límite de retracción puede variar con relación a la hume-
dad inicial utilizada. En la figura 32 se ilustra la determinación del límite de retracción de un residuo mine-
ro-metalúrgico.
Figura 32. Limite de retracción medido en una muestra de residuo minero con grado de saturación igual a uno a) una muestra
con humedad del 43% y b) una muestra con humedad inicial del 40%. Se puede apreciar la existencia de una pequeña diferencia
del límite de retracción en dependencia de la humedad inicial.
Las fisuras verticales por desecación (pérdida de agua por evaporación) aparecen en los residuos mine-
ros o suelos cuando las tensiones de tracción, producidas por las fuerzas capilares que ejerce el agua
intersticial sobre el esqueleto de partículas, llegan a superar la resistencia a la tracción del medio. . Las
fuerzas capilares generan una tendencia del suelo o residuo a disminuir de volumen cuando se seca. La
resistencia a la tracción depende del contenido de agua del medio poroso. Hasta la aparición de las pri-
meras fisuras, la deformación horizontal del suelo es casi nula, pues el cambio de volumen de la muestra
es debido a la disminución de altura de la muestra y este cambio es producto de la perdida de agua por
evaporación, de forma que se compensa la disminución de volumen por desecación con un incremento de
las tensiones de tracción. La magnitud de las tensiones de tracción están pues relacionadas con la rigidez
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del material y el cambio de volumen que experimenta cuando se deseca. Cuantos mayores sean los gra-
dientes verticales de humedad generados por las condiciones de evaporación en la superficie, mayores
serán los gradientes de tensión horizontal y mayor probabilidad existirá para la formación de fisuras
(Morirs et al., 1992; Rodríguez et al., 1998; Yesiller et al., 2000). En la figura 33 se pueden observar las
grietas en la superficie de una balsa de residuos. Obsérvese la existencia de planos de estratificación y el
arqueamiento de los mosaicos o bloques que conforman las grietas.
En la figura 34 se muestran las fotografías correspondientes a ensayos de secado de un residuo mine-
ro colocado en bandejas circulares con la consistencia inicial de un lodo. Se utilizaron tres espesores de
material y se mantuvieron las bandejas en ambientes cerrados con diferentes humedades relativas. Puede
apreciarse como, al aumentar el espesor del residuo, aumenta el tamaño de la superficie encerrada entre
las fisuras (tamaño de los bloques o mosaicos). Las fisuras tienen orientación vertical y se mantienen prác-
ticamente verticales para los distintos espesores estudiados.
Figura 33. Grietas formadas por desecación de los lodos almacenados en la balsa de residuos Cueva de la Mora, Huelva España.
Figura 34. Grietas de desecación de un residuo minero en el laboratorio, a) son muestras ensayadas al aire libre y
b) son muestras ensayadas en container cerrado.
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Figura 35. Permeabilidad de los residuso mineros medidas en diferentes tipos de muestras con 100 mm de
diámetro y 120 mm de alto, h es la altura de las capas que conforman las muestras (Rodríguez, 2002).
COMENTARIOS FINALES
AGRADECIMIENTO
Este trabajo se desarrolla dentro de los proyectos; PPQ2001-2100-C04 del plan nacional de I+D+I
(2001-2003) y PB/44/FS/2002 financiado por la Fundación Séneca.
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
(1) Departamento de Química. Facultad de Ciencias. Universitat de Girona. Campus de Montilivi. 17071 Girona (España)
roberto.rodriguez@udg.es
(2) Departamento de Ingeniería del Terreno Cartográfica y geofísica. Universidad Politécnica de Catalunya (UPC)
Jordi Girona 1-3, Edificio D-2. Campus Nord. 08034, Barcelona (España)
lucila.candela@upc.edu
1. INTRODUCCIÓN
149
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ria orgánica, minerales, resinas sintéticas u otros materiales. Entre estas técnicas se encuentran los ensa-
yos de adsorción-desorción (Batch equilibrium sorption studies) y los ensayos de flujo a través de colum-
nas (miscible displacement experiments) (Rao, 1974; Tyler, 1981; Rao et al., 1993; Wang et al., 1998,
Rodríguez, 2002).
Los objetivos de este capítulo son determinar los factores que controlan los procesos de adsorción-
desorción de los metales pesados Cr(VI), Ni(II) y Mn(II) en los residuos mineros ACL y SAL y los paráme-
tros cinéticos que regulan el flujo y transporte de los metales contaminantes en su interacción con el medio
poroso. Estos residuos son el resultado de la explotación de los yacimientos lateriticos de níquel y cobal-
to. El residuo ACL es derivado del proceso metalúrgico lixiviación carbonato amoniacal y el residuo SAL es
el procedente del proceso metalúrgico de lixiviación ácida. Ambos procesos están presentes en el munici-
pio minero de Moa donde se encuentra la parte más importante de la industria cubana del níquel. La elec-
ción de estos tres metales para realizar los ensayos Batch se debe a que: son los principales contaminan-
tes detectados tanto en las aguas contaminadas y no contaminadas de los acuíferos del municipio de Moa,
así como en las aguas residuales de los procesos metalúrgicos (Rodríguez, 2002, Rodríguez y Candela,
2004). Estos metales se caracterizan por permanecer en disolución en concentraciones variables en medios
acuosos que van desde débilmente ácidos a ligeramente alcalinos.
Las isotermas de adsorción describen la relación de actividad o equilibrio entre un soluto cualquiera
en la solución y el adsorbente (matriz del medio poroso) bajo unas condiciones fisicoquímicas determina-
das. De acuerdo con la forma de la curva de adsorción se puede definir a simple vista las posibilidades de
que ocurra el proceso de adsorción (Figura 1).
Figura 1. Representación de los tipos generales de isotermas de adsorción de solutos en el medio poroso
(modificado de Marzal, 1992).
El proceso de adsorción de los solutos orgánicos e inorgánicos se describe mediante 4 tipos o clases
fundamentales de isotermas y diferentes subgrupos (Figura 2, Giles et al., 1960; Sposito, 1984, 1994;
Sparks, 1995, Jenne, 1998). Esta clasificación de las isotermas de adsorción en 4 grupos fundamentales se
basa en la forma inicial de la pendiente de las mismas, mientras que los distintos subgrupos se basan en
las posibles formas de la parte superior de la curva (meseta) que describe la isoterma de cada soluto. En
la Figura 2, se recogen las principales formas de las isotermas que se han reportado en la literatura cien-
tífica consultada. En nuestro caso nos centraremos en las que son mas comunes en el caso de los meta-
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les pesados que son las que nos interesan para el trabajo que realizamos. De acuerdo con Sparks, (1995
pag. 106), las isotermas más características para los metales son las cuatros primeras. Mayor información
sobre los diferentes subgrupos puede verse en Giles et al., (1960).
- Isotermas de tipo C o lineales: son las isotermas lineales, donde se mantienen en equilibrio la
masa del soluto en la solución acuosa y la masa de soluto adsorbida en la matriz sólida, sin que se pueda
especificar los mecanismos de adsorción entre el soluto y el adsorbente (Sparks, 1995). La existencia de
una isoterma lineal es indicativa de que los sitios de adsorción permanecen constantes, o sea que, a medi-
da que se adsorbe el soluto, más sitios de adsorción se van creando. Esta isoterma es también indicativa
de que el soluto puede entrar en regiones inaccesibles para el solvente. Giles et al., (1960), plantea que el
soluto entra mas fácil en la matriz sólida que el solvente. Según este autor normalmente este tipo de iso-
terma se mantiene constante hasta un determinado valor de concentración en que la curva cambia brus-
camente de pendiente y adquiere en su parte superior una meseta completamente horizontal (Figura 2).
Existen determinadas condiciones en el medio poroso que favorecen la existencia de isotermas de tipo C:
a) existencia de moléculas muy flexibles en el medio poroso debido a diferentes grados de cristaliza-
ción de los minerales que lo forman (presencia de minerales amorfos, materia orgánica, etc.),
b) mayor afinidad del soluto con el sustrato que con el solvente,
c) gran poder de penetración del soluto en la matriz debido a sus características fisicoquímicas y
d) la existencia de determinadas condiciones en la estructura cristalina de los sólidos que permitan
su adsorción.
Figura 2. Clasificación de las isotermas y representación de los diferentes subgrupos de isotermas de adsorción
(adaptado de Giles et al., 1960).
- Isoterma tipo L: los medios con este tipo de isotermas son indicativos de una gran afinidad entre
el soluto y el adsorbente para bajas concentraciones, lo cual va decreciendo en la medida que aumenta la
concentración. Estas isotermas se caracterizan por una disminución de la pendiente en la medida que se
incrementa la concentración del soluto en la solución, debido a una disminución de los sitios de adsorción
y termina convirtiéndose en una meseta plana al ser cubierto completamente el adsorbente por el soluto.
El valor de la masa adsorbida para esta meseta se le considera como la máxima capacidad de adsorción
del medio poroso para adsorber este soluto. En este caso se obtiene que Cw/Co =1 (Cw es la concentra-
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ción en el agua al final del proceso de adsorción y Co es la concentración inicial en la solución), o sea satu-
ración de los sitios de adsorción (Figura 2). En estas isotermas en compuestos orgánicos se ha comproba-
do que las moléculas se disponen de forma plana en la superficie de las partículas sólidas y que ocasio-
nalmente pueden estar en formas verticales (Giles et al., 1960).
- Isoterma tipo H: son un caso particular de la isoterma tipo L. Este tipo de isoterma es indicativo
de una alta afinidad entre el soluto y el adsorbente. Para bajas concentraciones la masa de soluto en la
solución es completa e instantáneamente adsorbida. La parte inicial de la curva que describe esta isoter-
ma es inicialmente completamente vertical pues el soluto de la solución es completamente adsorbido
(Giles et al., 1960). En este caso la masa de soluto adsorbida por la matriz sólida es muy grande; normal-
mente se necesita una gran concentración de soluto en la solución que está en contacto con el medio
poroso para poder saturar los sitios de adsorción. En algunos casos puede tener lugar la formación de com-
plejos y precipitación del soluto en forma de otros minerales (Sparks, 1995) (Figura 2).
- Isoterma tipo S: este tipo de isotermas es indicativo de que a bajas concentraciones del soluto en
la solución acuosa existe poca afinidad entre el soluto y el adsorbente. Esta afinidad se incrementa en la
medida que aumenta la concentración de soluto en la solución, hasta un cierto valor de concentración
donde se produce una saturación de los sitios de adsorción (Figura 2). Este tipo de isoterma es caracterís-
tico para determinadas condiciones:
a) cuando las moléculas del soluto son monofuncionales;
b) cuando existe una atracción intermolecular moderada, causando esto la formación de paquetes en
forma regular en la superficie del sólido que realiza la adsorción;
c) en caso de fuerte competencia por los sitios de adsorción entre las moléculas del soluto y las del
solvente u de otra especie. Este tipo de curva es característico de compuestos orgánicos.
2. MATERIAL
Los ensayos se han realizado con los residuos ACL y SAL correspondientes a los dos procesos meta-
lúrgicos existentes en el distrito minero de Moa, Cuba (ACL: residuos del proceso lixiviación carbonato
amoniacal, SAL: residuo del proceso mediante lixiviación ácida). Los residuos fueron tomados en dos pre-
sas (presas 3 y 5 Figura 3, puntos de muestreo) a profundidades correspondientes al intervalo de 10 a 20
cm. Las muestras usadas fueron secadas al aire en el laboratorio a una temperatura de 40±2 grados. El
material se encuentra en su forma original sin realizar ningún tipo de tamizado, debido a que su granulo-
metría es inferior a 200 micras. Las principales propiedades de los residuos aparecen en la Tabla 1.
3. METODOLOGÍA
Los estudios de adsorción-desorción (Batch) constituyen una de las técnicas más frecuentes utilizadas
en la caracterización de la sorción de los compuestos orgánicos e inorgánicos (Condesso, 1996, Wang et
al., 1998, Rodríguez et al., 1998, Payne et al., 1998), aunque sus resultados hay que analizarlos con pre-
caución pues presentan una cierta limitación debido a las siguientes razones:
1) predominio de la fase líquida sobre la sólida,
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Figura 3. Puntos de muestreo en las presas de residuos en las que fueron tomadas las muestras para los diferentes ensayos.
Tabla 1. Media de las principales propiedades físico - químicas de los residuos (N=5).
Propiedades ACL SAL
Materia orgánica 4.6 0.63
Partículas tamaño arena <2mm (%) 10 14
Partículas tamaño limo (%) 70 70
Partículas tamaño arcilla (%) 20 16
pH (ratio 1:2.5) 6.45 4.1
Conductividad (µS/cm) (ratio 1:2.5) 670 790
Capacidad de intercambio catiónico (CIC) (meq/100g de sólido) 10 8
Hierro amorfo (g/kg) 21.321 1.407
Manganeso amorfo (g/kg) 2.33 3.015
Aluminio amorfo (g/kg) 0.208 0.208
Sílice amorfa (g/kg) 2.452 0.125
Superficie efectiva aproximada (m2/g) (Ses) 80-112 70-97
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A continuación caracterizaremos la adsorción y la desorción del Ni(II), Cr(VI) y Mn(II) en dos residuos
minero-metalúrgicos. Estos ensayos permiten evaluar la capacidad de adsorción y desorción de un medio
poroso (material sólido) al ponerse en contacto con una solución electrolítica. Se evalúa la influencia de la
relación sólido/concentración en la adsorción en función del tiempo. Esto permite conocer la capacidad
efectiva de estos residuos para retener la masa de metal adsorbida.
Experimentos en Batch
La obtención de las isotermas de adsorción y desorción del Ni(II), Cr(VI), Mn(II) se ha realizado en el
laboratorio a temperatura controlada de 22±2oC, mediante ensayos Batch. Las disoluciones de los meta-
les se prepararon en KNO3 0.01 mM como electrolito soporte a pH=5.5. Esta solución es la misma que
se utilizará posteriormente en los ensayos de flujo pues permite estabilizar la fuerza iónica de la solución,
estabilizar la carga de las partículas sólidas minerales o no minerales y conseguir el mismo nivel de agre-
gado en el medio poroso. Comúnmente en los ensayos de Batch se emplean como electrolitos soluciones
de metales divalentes como el CaCl2 y MgCl2. En nuestro caso los residuos se caracterizan por presentar
un alto contenido de Mg y un bajo contenido en Ca (tabla 1). Además, en el caso de las soluciones elec-
trolíticas de elementos de carga divalente se ha comprobado que favorecen la adsorción (Selim and
Amancher, 1997). Considerando este criterio y el hecho de haber en la literatura estudios de adsorción de
Ni y Cr en suelo con el uso de el KNO3 como solución electrolítica donde se han tenido buenos resultados
y considerando las características de nuestro material se decidió emplear la misma solución que en los tra-
bajos de (Adriano, 1995, Wang et al., 1998).
Tabla 2. Características de los metales usados en el ensayo de flujo y transporte (Burriel et al., 1985).
Elementos Níquel Cromo Manganeso
Grupo de la tabla periódica VIII VIB VIIB
Símbolo químico Ni Cr Mn
Valencia más estable 2+ 3+ 2+
Otras valencias en que se presentan en la naturaleza 3+ 6+, 2+ 7+, 6+, 4+, 3+
Número atómico 28 24 25
Peso atómico 58.71 51.996 54.938
Punto de ebullición (oC) 2730 2665 2150
Punto de fusión (oC) 1453 1875 1245
Solubilidad en el agua natural baja baja baja
Densidad (g/cm3) 8.9 7.19 7.43
Los ensayos de adsorción-desorción se realizaron con una relación 1:10 (dos gramos de suelo y 20 ml
de solución). La metodología empleada para este tipo de ensayo generalmente consiste en poner un volu-
men de sólido conocido (previamente secado a temperatura de 40 grados) en contacto con un volumen
conocido de la solución electrolítica en la que se encuentra el soluto y extraer muestras de la fase líquida
cada cierto intervalo de tiempo (Wang et al, 1998, Payne et al., 1998). En nuestro caso fue necesario obte-
ner cada punto de la isoterma de forma independiente, debido a la dificultad para separar la fase líquida
de la sólida, al ser necesario centrifugar y filtrar la solución en cada ensayo. Los puntos de las isotermas
realizados para ambos residuos se muestran en la Tabla 3. En la preparación de la solución con los meta-
les se emplearon diferentes sales. En el Cr se utilizó el K2CrO4, el Mn(NO3)2 para el Mn y la solución de Ni
se preparó a partir de Ni(NO3)26H2O. Las principales características se relacionan en la Tabla 2. En la Tabla
3 se presentan las diferentes concentraciones molares que serán usadas en cada uno de los metales, en
todos los casos se expresan además las concentraciones en mM.
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(Co –Cw)V
Sa = (1)
M
donde M masa total de residuo y V volumen de la solución electrolítica.
Tabla 3. Relación de las concentraciones de soluto en la solución acuosa para la que se realizó la isoterma de adsorción.
ACL= residuo del proceso lixiviación carbonato amoniacal, SAL= residuo del proceso lixiviación ácida NR, ensayo no realizado.
La masa de soluto desadsorbida (Sd) se determinó por diferencia entre la concentración inicial de la
solución acuosa sin soluto (Cwi) y la concentración en la solución acuosa final (Cwf) después de su inter-
acción con la masa de suelo que se había usado en el proceso de adsorción.
(C –C )V
Sd = wf wi (2)
M
La determinación de la isoterma de adsorción es un pre-requisito para la estimación de los diferentes
parámetros que controlan el flujo y transporte de contaminantes en el suelo (Van Genuchten and
Wierenga, 1976; Rao et al., 1993, Brusseau et al., 1989). En nuestro caso la isoterma de adsorción ha sido
descrita mediante la ecuación de Freundlich (ec. 7.3) asumiendo que se ha alcanzado el “equilibrio” en la
solución residuo-líquido,
S = KfCwn n≠0 (3)
donde Kf y n son constantes cuyos valores se pueden obtener de la isoterma de adsorción mediante un
ajuste por mínimos cuadrados ó un ajuste por regresión lineal de la expresión en forma logarítmica de la
ecuación de Freundlich, que se expresa de la siguiente forma
log Sa = logKf + nlogCw n≠0 (4)
en este caso el valor de Kf se corresponde con la intersección de la recta de ajuste con el eje de adsorción
(Sa) (en escala logarítmica) y n corresponde a la pendiente de dicha recta.
En las isotermas de adsorción en función del tiempo solamente se representan los puntos donde la
masa del soluto no es adsorbida totalmente (Figura 4). La adsorción del 90 % de la masa total de Mn(II)
que retienen los residuos ocurre prácticamente en las primeras 2 horas, alcanzando el estado de equilibrio
en unas 4 horas para los dos residuos (Figura 4 y 5).
La isoterma de adsorción del Mn(II) de los dos residuos mineros analizados es no lineal y se puede
apreciar la existencia de un buen coeficiente de correlación de los datos obtenidos, ajustados a la ecua-
ción de Freundlich (Figura 6a). La masa adsorbida en el residuo ACL es 3.5 veces mayor que en el residuo
SAL, siendo el valor del coeficiente de reparto (Kf) 53 veces mayor en el residuo ACL que en el residuo SAL.
Esta diferencia entre los valores de Kf puede ser el resultado de la diferencia en el pH inicial de los sólidos
de los dos residuos (pHSAL=4.5 y pHACL =6.9). Generalmente el proceso de adsorción del manganeso es
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mayor en aquellos suelos que presentan pH más elevados (Mckenzie, 1980; Spark, 1995; Tan, 1992, 1994,
Selim and Amacher, 1997). Aunque otros factores que pueden estar favoreciendo el proceso de adsorción
en el residuo ACL es la mayor cantidad de hierro amorfo y su mayor superficie especifica. Específicamente
en el trabajo de Mckenzie, (1980) se realizan ensayos de adsorción sobre la hematita y la goethita, com-
probando que los mayores valores de adsorción del manganeso son para pH próximos a 7. En el caso del
residuo SAL estos minerales están presentes en un por ciento importante.
Figura 4. Isoterma de adsorción de Mn(II) para diferentes tiempos de contacto sólido-líquido en los dos residuos. ACL: residuos
del proceso lixiviación carbonato amoniacal, SAL: residuo del proceso mediante lixiviación ácida.
De acuerdo a la forma de la curva que describe la isoterma, ésta se clasifica como una isoterma tipo
“h” según la clasificación de Giles et al., (1960). La isoterma de tipo “h” es un caso particular de las iso-
termas tipo “L”. Las isotermas de adsorción con forma de “h” son indicativas de una gran afinidad entre
el soluto y el absorbente. Según los estudios de Sparks, (1995), este tipo de isoterma en ocasiones apun-
tan a la formación de complejos en el proceso de adsorción. Se observa que las características de isoter-
ma tipo “h” son más marcadas en el residuo ACL. Los 4 puntos de la isoterma de desorción en el residuo
ACL en la Figura 5 se corresponden con los 4 puntos de la parte superior de la isoterma de adsorción. En
el residuo SAL los 9 puntos de la isoterma de desorción se corresponden con los 9 puntos de la isoterma
de adsorción.
La desorción es lineal en ambos residuos. Este tipo de comportamiento es indicativo de la existencia
de un equilibrio entre la masa que hay en la solución y la del adsorbente sin que se pueda definir una fuer-
za específica de unión entre el soluto y el adsorbente. En este caso la masa adsorbida es dependiente de
la concentración de soluto, de las condiciones físico - químicas del medio y de las propiedades cinéticas
del soluto.
En la Figura 6b, se puede apreciar la irreversibilidad del proceso de adsorción. El ensayo se ha reali-
zado a partir de dos puntos de la isoterma de adsorción. En ambos casos la variación de la masa reteni-
da depende en parte del punto de partida de la isoterma de adsorción. Esto nos permite asegurar que la
adsorción efectiva que tiene un medio poroso depende del valor de la concentración inicial en la solución
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Figura 5. Evolución de la concentración del soluto en la solución electrolítica en contacto con el sólido en función del tiempo
durante los procesos de adsorción y desorción del Mn(II) en los dos residuos.
electrolítica que se haya usado en el ensayo de adsorción. El residuo utilizado en el proceso de adsorción
en contacto con una solución acuosa, es capaz de liberar una determinada masa de soluto. El proceso de
liberación depende de los ciclos de lavado a que se ha sometido el absorbente, pero en todos los casos se
observa que existe una cantidad de soluto que no es cedida al medio acuoso, a la que denominamos
adsorción efectiva. Se aprecia con claridad que la capacidad de retener mayor porcentaje de la masa total
adsorbida es mucho mayor en el residuo ACL que en el residuo SAL.
A partir de los experimentos de adsorción del Ni(II) en función del tiempo se puede apreciar que en el
residuo ACL el equilibrio de adsorción se alcanza prácticamente a las dos horas, más rápido que en el caso
del manganeso. En el caso del residuo SAL el equilibrio es prácticamente instantáneo (Figura 7 y 8). El
hecho de que el equilibrio de adsorción se alcance rápidamente, parece indicar que el mecanismo de
adsorción predominante es el de las fuerzas de atracción electrostáticas controladas por la carga de las
partículas sólidas (potencial zeta).
En el níquel se puede ver que existen diferencias muy marcadas en el proceso de adsorción de los dos
residuos (Figura 7, 8 y 9). El residuo ACL presenta una isoterma de adsorción no lineal y para el residuo
SAL la isoterma es lineal (Figura 9). Los 5 puntos de la isoterma de desorción en los dos residuos se corres-
ponden con los 5 puntos de la parte superior de la isoterma de adsorción. Se puede apreciar la existencia
de un buen coeficiente de correlación de los datos obtenidos, ajustados a la ecuación de Freundlich (ecua-
ción 2). La masa de soluto adsorbida por el residuo ACL es 4 veces mayor que en residuo SAL (Tabla 4). El
valor de Kf obtenido para el residuo ACL es muy elevado (1057), esto constituye un indicativo de que el
Ni(II) está fuertemente fijado a la superficie de los sólidos. El valor de Kf (Figura 9, Tabla 4) en el residuo
ACL es tres órdenes de magnitud mayor que en residuo SAL.
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Figura 6a. Isotermas de adsorción-desorción del Mn(II) en los dos residuos mineros. Obsérvese la histéresis del proceso. Sa es la
masa adsorbida durante el proceso de adsorción y Se es la adsorción efectiva que se corresponde con la masa retenida en el solu-
to después de haber realizado la deserción.
Figura 6b. Histéresis del proceso de adsorción-desorción del Mn(II) en los dos residuos mineros. A partir de dos puntos diferentes
de la isoterma de adsorción. En el residuo ACL sólo se representa la parte superior de la isoterma, para una mejor comprensión.
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Los resultados obtenidos en el caso del Ni para el residuo ACL son coherentes con estudios de adsor-
ción realizados sobre fases minerales de óxidos e hidróxidos de hierro similares a las que conforman los
residuos objeto de este estudio (Mckenzie, 1980; Sparks, 1995; Sharma y Lewis, 1994; Tan, 1994; Payne
et al., 1998). Los trabajos de estos investigadores muestran que los mayores valores de adsorción se alcan-
zan en medios porosos con pH superiores a 5. Principalmente en los medios porosos con pH entre 6-7, la
movilidad del níquel es muy baja, y en el caso de las aguas subterráneas se encuentra en concentraciones
de pocos miligramos por litro, generalmente menor que uno (Adriano, 1995). Los estudios de Poulsen and
Bruun (2000) en suelos naturales concluyen que la adsorción del níquel depende del pH y de la solución
electrolítica que se use en el experimento.
Figura 7. Isoterma de adsorción del Ni(II) para diferentes tiempo de contacto sólido-líquido para los dos residuos. Sólo se
representan los puntos de mayor concentración en el residuo ACL, pues para baja concentración en la solución inicial la adsorción
del soluto es total.
El hecho de que el residuo SAL presente una isoterma de adsorción lineal está motivado por el pH
ácido del residuo (pH=4.1) y la existencia de diferentes óxidos e hidróxidos de Fe y Al, que actúan como
tampón. Para los períodos de tiempo estudiados el pH se mantiene en el rango de 4 a 4.4, disminuyendo
ligeramente en la medida que aumenta la concentración molar de la solución (Tabla 5). En este rango de
pH la adsorción por los óxidos e hidróxidos de hierro es muy baja debido al potencial zeta de las partícu-
las sólidas que conforman las fases minerales presentes en los residuos.
La forma de la isoterma para el residuo ACL es de tipo “h” muy bien marcada, indicativo de la gran
afinidad (atracción) entre el soluto y el absorbente. En el caso del residuo SAL la isoterma de adsorción es
lineal de tipo “C”, donde existe un equilibrio entre la concentración de soluto en la solución y el adsor-
bente.
El estudio de la desorción del níquel, muestra una isoterma lineal en los dos residuos, lo cual indica
que la irreversibilidad del proceso es limitada, mostrando una gran histéresis. En el caso del residuo SAL
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Figura 8. Evolución de la concentración del soluto en la solución electrolítica en contacto con el sólido en función del tiempo
durante los procesos de adsorción y desorción del Ni(II) en los dos residuos.
Figura 9. Isoterma de adsorción y desorción de Ni(II) en los dos residuos mineros. Sa es la masa adsorbida durante el proceso de
adsorción y Se es la masa retenida después del proceso de desorción.
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se observa la facilidad del sólido de desadsorber la masa de soluto retenida en el proceso de adsorción.
El hecho de que la desorción de Ni sea mayor en SAL que en ACL está motivado por el pH del residuo SAL,
pues a pH ácidos la movilidad del Ni(II) se incrementa notablemente. Además al ser la isoterma lineal
hemos de recordar que es estas condiciones existe un equilibrio entre el soluto y el adsorbente por lo que
la desorción es lineal.
El comportamiento lineal de la isoterma de adsorción del Ni(II) en SAL se corresponde con los resulta-
dos de los trabajos realizados por Smith et al., (1998). Este investigador determina la adsorción del Ni(II)
y otros metales en óxidos e hidróxidos de hierro, observando que la adsorción es muy baja y lineal en el
rango de pH entre 4-5, mientras que para pH mayores se convierte en fuertemente no lineal. Para los ran-
gos de concentración analizados en este estudio la desorción del Ni(II) en el residuo SAL es lineal para
estos mismos valores de pH (entre 4-5) (Figura 9).
En las Figuras 9 y 10, se puede observar la histéresis en el proceso de adsorción del Ni(II) en los dos
residuos. El ensayo de deserción se ha realizado a partir de dos puntos de la isoterma de adsorción. La his-
téresis es más marcada en el residuo ACL, donde la masa efectiva de soluto retenida para estas condicio-
nes de ensayo supera los 1800 mg/kg, lo que denota gran capacidad de este residuo para retener la masa
de Ni(II) adsorbido inicialmente en el proceso de adsorción. Sin embargo en el residuo SAL se observa que
el sólido cede con mucha mayor facilidad la masa de soluto adsorbida inicialmente, llegando a ser muy
pequeña la masa retenida (menos de 80 mg/kg de sólido), para las condiciones en que se ha realizado el
ensayo (Figura 10). La masa retenida depende hasta cierto punto de la posición de partida (masa adsor-
bida) de la forma de la isoterma de adsorción.
Figura 10. Histéresis del proceso de adsorción-desorción del Ni(II) en los dos residuos mineros. En el residuo ACL solo se
representa la parte superior de la isoterma de adsorción (Figura 9).
En el proceso de desorción del Ni(II) se aprecia que inicialmente la masa de soluto cedida al medio
acuoso es muy grande y que en la medida que se realizan los posteriores lavados este proceso es cada vez
más lento. En los dos residuos se observa que el volumen de masa cedido inicialmente al medio depende
del punto de partida de la isoterma de adsorción. En ninguno de los casos la curva que describe el proce-
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so de desorción sigue la misma pendiente que la de adsorción. Para los dos residuos el proceso de desor-
ción es lineal. La existencia de esta diferencia entre el proceso de adsorción y el de desorción denota la
presencia de una gran histéresis en el proceso.
De acuerdo con los resultados obtenidos el proceso de adsorción del Cr(VI) es algo más lento que el
Ni(II) y el Mn(II). En la Figura 11 y 12, se puede observar como el equilibrio se alcanza para un período
superior a las 6 horas en el residuo SAL y para 2 en el residuo ACL. La fase sólida presenta además mucha
menos afinidad por el soluto que en el caso del Ni(II) y Mn(II), debido a que las partículas minerales con
un potencial zeta que tengan carga positivas en esta condiciones de pH son mucho menores que las que
presentan carga negativa (Tabla 6).
Figura 11. Isotermas de adsorción del Cr(VI) para diferentes tiempos para los dos residuos ACL y SAL.
En el cromo se puede observar que al igual que el Mn(II) presenta una isoterma de adsorción no line-
al para los dos residuos. La adsorción del Cr(VI) en el residuo SAL es 4 veces mayor que en el residuo ACL
(Figura 11). En este caso, al parecer la adsorción del Cr(VI) está controlada por el pH. En suelos con pH
entre 6 y 7 la movilidad del Cr(VI) es mayor que en suelos con pH más ácidos (Weng et al, 1994; Adriano,
1995; Tan, 1994; Selim and Amacher, 1997; Brigatti et al., 2000). En ambos residuos se observa un buen
ajuste de la isoterma de adsorción a la ecuación de Freundlich. El valor de Kf (461) en el residuo SAL es
15 veces mayor que en el residuo ACL. Por otra parte, el valor de n (0.47) en el residuo ACL es práctica-
mente el doble que el del residuo SAL (n=0.26) (Figura 12).
La isoterma de desorción en el cromo es lineal en los dos residuos. En nuestro caso se puede apreciar
la irreversibilidad del proceso de adsorción (histéresis) y como la masa desadsorbida en este proceso es
mayor en el residuo ACL, que presenta un pH más alto. Los ensayos de desorción del cromo no son muy
comunes. En los casos consultados en la literatura se aprecia que en los estudios de adsorción - desorción
de metales pesados en suelos el proceso presenta histéresis (Selim and Amacher, 1997; Brigatti et al.,
2000).
163
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Figura 12. Evolución de la concentración del soluto en la solución electrolítica en contacto con el sólido en función del tiempo
durante los procesos de adsorción y desorción del Cr(VI) en los dos residuos.
Figura 13. Isoterma de adsorción - desorción del Cr(VI) en los dos residuos mineros. Los 5 puntos de la isoterma de desorción se
corresponden con los 5 puntos de la parte superior de la isoterma de adsorción.
164
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investigadores (Selim and Amacher, 1997). En el residuo SAL la masa retenida por el residuo es función de
la magnitud de la concentración con que se realice el ensayo de adsorción, del número de veces y tiempo
de lavado. Para el caso del residuo ACL la masa retenida depende menos de la masa inicialmente adsor-
bida.
El residuo SAL tiende a retener una masa de soluto importante, más de 450 mg/kg y el ACL 100 mg/kg.
Al parecer la liberación de cierta proporción de la masa retenida por adsorción es prácticamente irreversi-
ble por procesos de deserción al material se puesto en contacto con una solución electrolítica sin soluto.
De los ensayos de adsorción-desorción realizados en el laboratorio con los diferentes metales se puede
deducir que la desorción del cromo en función del tiempo es mucho más lenta que en los otros dos meta-
les estudiados y el “equilibrio” se alcanza, al parecer, para un período de 8 horas, mientras que para el
resto de los elementos metálicos el “equilibrio” se alcanza para un período de tiempo inferior a las 4 horas
(Figura 5, 8 y 12). Se puede apreciar que a partir de las 2 horas el valor del pH varía muy poco mante-
niéndose casi estable, dependiendo ligeramente de la concentración de la solución. El Eh siempre es posi-
tivo, por lo que las condiciones de los ensayos son oxidantes.
Figura 14. Histéresis del proceso de adsorción - desorción del Cr(VI) en los dos residuos mineros.
Donde Sa: masa total adsorbida y Se: adsorción efectiva.
Tabla 4. Valores de Kf y n calculado para los dos residuos a partir de las isotermas de adsorción.
Proceso Metal Kf n No r2
Mn(II) 1054.45 0.14 9 1.00
Solución
ACL Cr(VI) 30.35 0.46 7 0.99
electroquímica
Ni(II) 1057.00 0.15 9 0.99
de KNO3
Mn(II) 17.78 0.60 9 0.97
(0.01mM)
SAL Cr(VI) 461.51 0.26 9 1.00
Ni(II) 0.77 1.00 10 0.99
(r= coeficiente de correlación, No= número de muestras).
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Tabla 5. Valores de pH inicial y final de los ensayos de adsorción y desorción en función del tiempo (minutos)
para el Ni (II), Cr(VI) y Mn(II).
A partir de los resultados de adsorción se deduce que esta ocurre en un tiempo relativamente corto
(Figuras 5 y 9 y 12). El hecho de que la adsorción sea tan rápida permite suponer que la mayor parte de
la masa adsorbida es por causas puramente físicas, donde la adsorción por fuerzas electrostáticas (carga
de las partículas o potencial zeta) es la que juega el papel fundamental en el proceso de adsorción y que
la existencia de posibles procesos de quimisorción (para los intervalos de tiempo en que se han realizado
los ensayos) desempeñan un papel secundario. Este aspecto se corrobora con los análisis por difracción de
Rx donde no se reporta la existencia de minerales del grupo de las arcillas (Rodríguez, 2002). Los proce-
sos de intercambio catiónico o aniónico en este caso desempeñan un papel menos importante, pues los
residuos presentan una baja capacidad de intercambio catiónico (CIC=8-10 meq/100 gramos de residuo
sólido, Tabla 1). Es bueno señalar que el material presenta gran cantidad de minerales amorfos y de muy
mala cristalización, pues en los difractógramas se observa un gran fondo y la intensidad de los picos en
comparación con la concentración de Fe existente es baja.
Los resultados Batch permiten concluir que la preferencia de adsorción de acuerdo a la masa retenida
en el residuo ACL es Ni(II)>Mn(II)>Cr(VI), mientras que en el residuo SAL es Cr(VI)>Mn(II)>Ni(II). El hecho
de que estos residuos y en especial el residuo ACL presente una gran capacidad de adsorción es debido a
la existencia de una mayor superficie específica de las partículas que lo forman (mayor cantidad de Fe
amorfo) (Tabla 1). Esta capacidad de adsorción en el residuo ACL para el Ni y el Mn puede estar favoreci-
da además por una CIC ligeramente mayor que en el residuo SAL, así como un mayor pH y un mayor con-
tenido de minerales de hierro y mayor contenido de compuestos orgánicos derivados de la combustión del
petróleo que se emplean en el proceso metalúrgico (Tabla 1).
La capacidad de adsorción de los minerales formados por óxidos e hidróxidos de Fe (ferrihidrita, hema-
tita y goethita) ha sido evaluada por diferentes investigadores (Mckenzic, 1980; Spark, 1995; Payne et al.,
1998) y en todos los casos se ha podido comprobar que los mayores valores de adsorción se obtienen para
valores de pH entre 6 y 7. Lo que demuestra que el pH puede considerase como el factor o parámetro prin-
cipal que controla este proceso para estos materiales, debido a la ausencia de minerales del grupo de las
arcillas y al papel secundario que desempeñan los procesos de intercambio o quimisorción.
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La isoterma de adsorción del Mn(II) y el Cr(VI) para los dos residuos es no lineal (tipo “h”), observan-
do que la adsorción es función de la concentración pues el pH de los diferentes ensayos realizados se ha
mantenido con valores relativamente constantes (Tabla 5). El pH presenta una ligera disminución en la
medida que se incrementa la concentración de la solución usada en el ensayo de Batch, como cabría espe-
rar. Al no ser lineal la isoterma de adsorción en valor de Kf no es constante (n<1), su valor aumenta en la
misma medida que aumenta la concentración del soluto pero la relación masa adsorbida (Sa) vs concen-
tración en el agua (Cw) disminuye.
Los resultados obtenidos en este trabajo son coherentes con los de otras investigaciones en medios
porosos ricos en hierro y manganeso (Spark, 1995; Payne et al., 1998). En suelos o materiales porosos en
condiciones aeróbicas el manganeso precipita en la superficie de las partículas arcillosas y en los óxidos
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de Fe. En el proceso de precipitación en condiciones aerobias los metales precipitan asociados al manga-
neso. De manera general los óxidos de manganeso tienen una alta capacidad para adsorber metales pesa-
dos debido a su gran superficie específica y alta carga negativa. Los suelos con elevada cantidad de hie-
rro y manganeso libre presentan una alta capacidad de adsorber el Cr(VI). La existencia de óxidos de hie-
rro y manganeso son de extraordinaria importancia en la adsorción de Cr(III) y Cr(VI) (Tan, 1994).
Los valores de Kf y n se obtienen a partir de la ecuación 4. Los valores de Kf y n obtenidos del ajuste
de las isotermas de adsorción a la ecuación de Freundlich (Figuras 6, 9, 13) para cada uno de los metales
aparecen en la Tabla 7. El hecho de que las isotermas de adsorción del Ni(II), Cr(VI) y Mn(II) en el residuo
ACL y el Mn(II) y Cr(VI) en el residuo SAL se ajusten a la isoterma de adsorción de Freundlich es indicati-
vo de que en ninguno de los casos se ha alcanzado la saturación de los sitios de adsorción para las con-
centraciones utilizadas en los ensayos Batch. La isoterma de adsorción del Ni(II) en el residuo SAL es line-
al y se ajusta al caso particular de la ecuación de Freundlich cuando n=1.
Existe una diferencia importante entre los Kf del cromo y el manganeso en ambos residuos, siendo esa
diferencia mayor en el residuo ACL. Si observamos la similitud de los valores de n, Kf y la forma de la iso-
terma de adsorción del Ni(II) y el Mn(II) en el residuo ACL, podremos concluir que ambos presentan un
comportamiento cinético muy similar, para estas condiciones de experimentación.
El hecho de que el Mn(II) y Ni(II) en el residuo ACL presenten un gran valor de Kf es indicativo de que
están más fuertemente fijados a la matriz del residuo. Esta gran capacidad de adsorción está favorecida
por el pH y la superficie específica de las partículas, debido a la presencia de ferrihidrita.
En el residuo SAL el cromo presenta un Kf mayor que el Mn(II), esto nos muestra que el cromo es fija-
do a la superficie de las partículas con mayor fuerza que el Mn(II), aspecto este que acuerdo con los resul-
tados experimentales está controlado por el pH. Para estas condiciones de pH entre 4 y 5 la solubilidad
del Mn(II) es mucho mayor que la del Cr(VI) (Wen et al., 1994). Estos resultados son coherentes con los
trabajos de Khaodhiar et al., (2000), donde los mayores valores de adsorción de Cr(VI) en óxidos de hie-
rro ocurren para valores de pH ácidos entre 3-5.
La desorción es lineal para los tres metales (Cr(VI), Mn(II) y el Ni(II)) analizados (Tabla 7). Estos resul-
tados muestran la existencia de histéresis en el proceso de adsorción y desorción, al menos para los valo-
res de concentración y pH analizados en este estudio. La causa de que el proceso de desorción sea lineal
en todos los casos es el resultado de la escasa masa de metal que libera la fase sólida al medio acuoso
debido a la histéresis del proceso, lo que genera una solución con muy baja concentración. Normalmente
en los casos de desorción estudiados para metales pesados en suelos, donde la masa del soluto cedida al
medio acuoso es muy baja, la isoterma de desorción es generalmente lineal (Selim and Amacher, 1997).
Tabla 7. Valores de Kf y n calculado para los dos residuos a partir de las isotermas de desorción.
Residuo Metal Kf n No r2
Mn(II) 60.94 1.0 5 0.99
Solución ACL Cr(VI) 23.86 1.0 5 0.91
electroquímica Ni(II) 29.84 1.0 9 0.99
de KNO3
(0.01mM) Mn(II) 9.77 1.0 9 0.95
SAL Cr(VI) 87.37 1.0 9 0.98
Ni(II) 1.00 1.0 5 1.00
(r= coeficiente de correlación, No= número de muestras).
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De manera general se puede apreciar que los procesos que afectan la movilidad de estos metales en
el residuo dependen de las propiedades físico-químicas del residuo utilizado (pH, Ses, CIC, MO, Tabla 1).
Aunque se puede señalar que la alta concentración de magnetita en el residuo ACL puede favorecer tam-
bién el proceso de adsorción (Caitcheon, 1993).
Esta propiedad de adsorber los metales, es una de las características que conceden a estos residuos
un valor añadido desde el punto de vista medioambiental en la posibilidad de ser utilizados para la cons-
trucción de barreras de ingeniería pues su permeabilidad para en condiciones de densidad natural es
menor de 1x10-9 m/s, criterio que recomienda la directiva 1999/31/CE de la Unión Europea sobre la cons-
trucción de vertederos de residuos. Evitaría que las aguas de infiltración (lixiviados contaminados con
metales) a través de la barrera formada por este material interaccionara con los diferentes contaminantes
y los retuviera debido a su poder de adsorción. Consideramos que el más apropiado es el residuo ACL
(Rodríguez et al., 2004).
El considerar la influencia del pH sobre los procesos de adsorción constituye uno de los aspectos más
importantes en el estudio de los procesos físico–químicos que controlan la movilidad de los solutos a tra-
vés el medio poroso (Poulsen and Bruun, 2000; Elzahabi and Yong, 2001). Los cambios de pH provocan
variación en las condiciones de equilibrio en el medio y según los tipos de óxidos o hidróxidos presentes
pueden o no favorecer los procesos de adsorción o liberación de los iones metálicos al medio. El pH con-
trola o determina generalmente la carga de las partículas sólidas que forman el medio poroso y con ello
favorece la adsorción de unos iones y la movilidad de otros. En el caso de los metales en el medio acuo-
so, el pH determina en muchos casos su movilidad pues son solubles en un determinado rango de pH pre-
cipitando al producirse su cambio (Tan, 1994; Ribet et al., 1995; Laumakis, et al., 1998).
De acuerdo con los resultados de los procesos de adsorción-desorción de los ensayos Batch descritos
con anterioridad, se ha podido observar que el pH es al parecer el factor principal que controla el proce-
so de adsorción y que el residuo que presenta una mayor capacidad de adsorción de Ni y Mn es el resi-
duo ACL. Para verificar el comportamiento del proceso de adsorción del residuo ACL en función del pH, se
usaron dos pH extremos, que son los que tienen las aguas residuales de los procesos industriales de la
región de Moa (Rodríguez, 2002).
Materiales y métodos del ensayos de flujo con adsorción de metales (Cr(VI), Ni(II), Mn(II)) a
diferente pH
Para el estudio del efecto del pH de la solución que contiene el soluto sobre los procesos de adsorción
solamente se ha empleado el residuo ACL que se caracteriza por un pH superior a 6. En los ensayos de
flujo en columna se han empleado dos pH extremos para cada uno de los metales estudiados. La elección
de estos valores se debe a que en la región se generan efluentes del proceso metalúrgico que presentan
un pH ácido (1.3-3) con cantidad de metales pesados y sólidos en suspensión (Rodríguez, 2002). El obje-
tivo de estos ensayos es evaluar la capacidad de adsorción de estos residuos ante la posibilidad de su posi-
ble utilización en la descontaminación o minimización del impacto de estos efluentes.
La realización de los ensayos se efectuó con el dispositivo experimental que se muestra en la Figura
15. En la Tabla 8, se recogen las características de la columna empleada en los diferentes ensayos de
adsorción para diferentes pH, en función de las características de la especie química de los metales utili-
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zados. En la preparación de las columnas para realizar los diferentes ensayos se utilizaron inicialmente
masas de residuo de 1, 2 y 4 gramos. Los resultados de prueba mostraron que con masas de residuo de 1
gramo el tamaño de la muestra (volumen de lecho, en química) en la columna era muy pequeño y se pro-
ducía flujo preferencial. Para la columna con masa de suelo de 4 gramos se comprobó que el caudal de
salida era muy pequeño y por lo tanto el tiempo de realización del ensayo se prolongaba demasiado. En
todos los casos se utilizó una masa de residuo de 2 g y una misma concentración del soluto a un pH cons-
tante. Las soluciones de los metales fueron preparadas con las mismas sales que las utilizadas en los ensa-
yos Batch. El pH de la solución se ajustó con NO3H.
El residuo se empaquetó en una columna de vidrio de 40 cm de longitud y 1.8 cm de diámetro. El volu-
men ocupado por el sólido dentro de la columna era de 1.53 cm3. El efluente era bombeado con una
bomba peristáltica marca Minipuls-3, de la casa comercial Gilson. Las fracciones del efluente se tomaron
con un colector de fracciones FC203 de la misma casa comercial. Las muestras del efluente fueron anali-
zadas por ICP-AES, en el laboratorio de química analítica de la Universidad de Girona.
Tabla 8. Características de la columna de vidrio empleada en cada uno de los ensayos de flujo con los diferentes metales.
Parámetros Unidad Valor
Diámetro cm 1.80
Longitud cm 40.00
Área de salida cm2 2.54
Masa del sólido g 2.00
Altura del sólido en el interior de la columna cm 0.66
Volumen ocupado por el sólido cm3 1.53
Porosidad de sólido % 67
Velocidad de flujo cm/h 4.7
La columna del líquido sobre el sólido es variable en función de la velocidad de flujo a que se realice el experimento. La columna de
liquido esta a presión atmosférica
Figura 15. Esquema del dispositivo experimental empleado para la realización de los ensayos de flujo y
transporte en condiciones de presión atmosférica con proceso de adsorción de metales en el residuo ACL.
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6-Capitulo 14/2/07 10:21 Página 171
Para verificar la reproducibilidad de los resultados cada ensayo se realizó por duplicado, por lo que los
valores que se presentan responden sólo a uno de los ensayos realizados. En todos los casos la solución
electrolítica de NO3K se hizo pasar previamente por el material durante 12 horas, con objetivo de estabi-
lizar el agregado de las partículas en el residuo, su carga y la fuerza iónica del medio poroso.
En los resultados de los ensayos de flujo que se describen a continuación y que han sido realizado para
los tres metales (Cr, Ni y Mn) se representaran también los resultados del ensayo Batch en la misma grá-
fica (Figura 16, 17 y 18), para ilustrar la diferencia en el proceso de adsorción independientemente de que
la masa de residuo utilizada en ambos casos es la misma (2 gramos de sólido) y las condiciones de ensa-
yos son diferentes. Además, es de señalar que la altura de la muestra en el interior de la columna se puede
considerar infinitesimal en comparación con la proporción de la columna de líquido.
Adsorción de Cr(VI) en un ensayo de flujo y transporte a través del residuo ACL para dife-
rentes pH
Para el Cr(VI) se emplearon dos valores de pH, al considerar que al variar el pH varía la especie de
cromo en la solución. Para valores de pH menores que cuatro el metal está en forma de Cr2O72-.
En la Figura 16, se puede apreciar como la masa de soluto adsorbida disminuye en la medida que
aumenta el pH. El Cr(VI) presenta una mayor movilidad a pH altos, condiciones en la que forma la espe-
cie CrO42-. Los resultados aquí obtenidos corroboran los resultados de los ensayos de Batch. Los valores
de Kf en este caso son mayores a los obtenidos en los ensayos de Batch para un pH de 6.5; esta diferen-
cia puede estar condicionada por las propiedades de la especie de Cr(VI) en cada uno de estos pH y las
condiciones en que se realiza cada ensayo.
Figura 16. Adsorción del Cr(VI) en el residuo ACL para diferentes pH y velocidad de flujo de 4.7 cm/h.
Se representa en la figura los resultados del ensayo Batch.
Si observamos la Figura 16, se puede apreciar que al final para una masa adsorbida del orden de 1573
mg/kg en el caso del pH=8.5 y de 3500 mg/kg en el caso del pH=2.6 se produce casi una saturación de
los sitios de adsorción, pues la meseta de la curva es cada vez más plana. En este caso las isotermas de
adsorción obtenidas por flujo en continuo y ajustadas a la ecuación de Freundlich, presentan un compor-
tamiento no lineal como el observado en los ensayos Batch, para un pH de 6.5 en el residuo ACL. En la
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Tabla 9, se aprecia claramente la gran diferencia de la masa adsorbida entre el pH ácido (2.6) y el pH alca-
lino (8.5). El efecto del pH sobre la adsorción del Cr(VI) ha sido estudiado por diferentes investigadores
para el caso de los suelos y suelos contaminados. En todos los casos consultados el pH juega un papel
importante en la adsorción del Cr , como sucede con el residuo ACL.
En la Figura 17 se muestran los resultados de los ensayos de flujo con adsorción del Ni(II) para dife-
rentes pH. Estos resultados muestran que el pH desempeña el papel predominante en el proceso de adsor-
ción del Ni(II) como se había observado en los ensayos Batch. En la gráfica 17 se observa que la isoterma
de adsorción para pH 5.85 es no lineal como la obtenida en los ensayos Batch. Los valores de Kf en este
caso son inferiores a los obtenidos en los ensayos Batch para un pH de 6.5.
La masa adsorbida en este caso es algo mayor que la de los ensayos de Batch. Esta diferencia se debe
probablemente a un incremento de la concentración de la solución y una mayor porosidad y al pH.
En el caso del pH de 2.9 se obtiene una isoterma lineal para el residuo ACL similar a la que se obtu-
vo para el residuo SAL en los ensayos batch, esta similitud se debe a que estos residuos presentan una
composición mineralógica muy parecida y al bajar tanto el pH (2.9) su comportamiento es similar. Hemos
de recordar que estos residuos tienen inicialmente un origen común que son los yacimientos lateriticos de
la región oriental de Cuba.
Figura 17. Adsorción del Ni(II) en el residuo ACL para dos pH y velocidad de flujo de 4.7 cm/h y a presión atmosférica.
El estudio de la adsorción del Ni(II) en función del pH ha sido tenido en cuenta por diferentes investi-
gadores y en todos los casos se aprecia que la masa de Ni(II) adsorbida es mayor para pH entre 6-8
(Atanassova, 1999; Poulsen and Bruun, 2000). La obtención de una isoterma de adsorción no lineal para
pH ácido es coherente con los resultados de Smith et al., (1998), en estudios de adsorción en óxidos e
hidróxidos donde para pH menores que 4 la isoterma de adsorción del Ni(II) es siempre lineal y para mayo-
res valores no lineal.
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El manganeso constituye el elemento menos tóxico de los 3 metales que estamos analizando en este
estudio. Es un metal cuya movilidad en el medio está altamente controlada por el pH. Su solubilidad en el
medio acuoso es muy baja y se ha comprobado que generalmente es adsorbido con facilidad por los óxi-
dos e hidróxidos de hierro (McKenzie, 1980, Selim and Amacher, 1997). En la Figura 18, se aprecia clara-
mente que a pH ácido 2.7 la movilidad del Mn(II) es mucho mayor y la capacidad del residuo para adsor-
berlo disminuye considerablemente.
En este caso se puede apreciar que al parecer casi se produce la saturación de los sitios de adsorción
en los dos ensayos, como lo demuestra la disminución de la pendiente de la isoterma de adsorción en la
medida que aumenta la masa adsorbida. El pH determina la capacidad de adsorción del residuo ACL, pues
los ensayos se han realizado a una misma concentración de metal en la solución de entrada y a una misma
velocidad de flujo. La masa adsorbida en el caso del Mn(II) es también mayor que la adsorbida en los ensa-
yos Batch. En este caso consideramos que influyen las mismas condiciones que en el Ni(II) y Cr(VI)
Figura 18. Adsorción del Mn(II) en el residuo ACL para dos pH y velocidad de flujo de 4.7 cm/h.
En la Tabla 9, se pueden apreciar los valores de la masa adsorbida en cada uno de los casos analiza-
dos para los tres metales. En el caso de la masa de soluto adsorbida en estos ensayos es mayor que la que
se obtuvo de los ensayos Batch, aspecto este que parece estar favorecido por la existencia de una mayor
porosidad del material, lo que podría facilitar una mayor superficie de contacto.
Tabla 9. Principales resultados de los ensayos de flujo y transporte en columnas con diferentes pH y presión atmosférica.
Velocidad Porosidad Cw Kf
Metal pH n Sa (mg/kg)
(cm/h) (%) mg/L
Cr(VI) 4.73 67 500 8.50 387.17 0.22 1573
4.73 67 500 2.60 825.49 0.23 3500
Ni(II) 4.73 67 500 5.85 653.27 0.29 4075
4.73 67 500 2.50 7.39 1.00 3582
Mn(II) 4.39 67 500 4.50 988.47 0.23 4274
4.39 67 500 2.70 818.04 0.23 3361
Sa: masa adsorbida, sin realizar desorción.
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Los valores de la masa expresados en la Tabla 9 corresponden al máximo valor de la isoterma de adsor-
ción en cada uno de los casos analizados (Figuras 16, 17 y 18). Se observa que el pH condiciona el com-
portamiento del residuo y determina de manera significativa la capacidad de éste para adsorber los dife-
rentes metales analizados.
Tabla 11. Principales resultados de los ensayos de flujo en columnas con proceso de adsorción de metal a diferentes
concentraciones iniciales en la solución (Co) y pH constante.
Velocidad Porosidad Co Kf
Metal pH n Sa (mg/kg)
(cm/h) (%) mg/L
Cr(VI) 4.73 67 500 8.50 387.95 0.22 1573
4.73 67 1000 8.50 349.95 0.25 2542
Mn(II) 4.39 67 500 4.50 818.04 0.23 4274
4.39 67 1000 4.50 1117.93 0.24 5838
En los dos casos se puede apreciar que a mayor concentración, mayor es la adsorción aunque el pH
de la solución se mantenga constante. Estos resultados de los ensayos en continuo confirman los resulta-
dos de los ensayos Batch obtenidos anteriormente.
La masa adsorbida por el residuo ACL es mucho mayor para el Mn(II) que para el Cr(VI) como se había
observado en los ensayos Batch. Estos resultados muestran la mayor afinidad del residuo ACL por el Mn(II)
que por el Cr(VI). Esta diferencia en la masa adsorbida puede ser debida a que en los ensayos de flujo y
transporte con el HPLC la porosidad es menor que la que tiene el residuo en este ensayo, pues a mayor
porosidad mayor superficie de contacto y mayor masa adsorbida.
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Figura 19. Influencia de la concentración inicial Co del soluto, sobre el proceso de adsorción del Cr(VI) y Mn(II) a un
pH=8.5 y 4.5 respectivamente. Co es la concentración inicial en la solución de entrada. Cw es la concentración en la
solución acuosa del efluente. Sa es la masa adsorbida.
AGRADECIMIENTO
Este trabajo se desarrolla dentro de los proyectos; PPQ2001-2100-C04 del plan nacional de I+D+I
(2001-2003) y PB/44/FS/2002 financiado por la Fundación Séneca.
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
María Caridad Ramírez Pérez1, Francisco José Alguacil Priego2, José Alberto Pons Herrera1,
Arisbel Cerpa Naranjo1 y Roberto Rodríguez3
(1) Departamento de Metalurgia. Facultad de Metalurgia Electromecánica. Instituto superior Minero-Metalúrgico
“Antonio Núñez Jiménez”. 83329 Moa, Holguín (Cuba)
maricarirp@yahoo.es, japonsito@yahoo.es, arisbels@yahoo.com
(2) Centro Nacional de Investigaciones Metalúrgicas (CENIM). Departamento de Metalurgia y Reciclado de Materiales.
roberto.rodriguez@udg.es
1. INTRODUCCIÓN
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MARÍA CARIDAD RAMÍREZ PÉREZ, FRANCISCO JOSÉ ALGUACIL PRIEGO, JOSÉ ALBERTO PONS HERRERA, ARISBEL CERPA NARANJO Y
ROBERTO RODRÍGUEZ
El perfil de estos yacimientos lateriticos se caracteriza por una concentración variable en profundidad
de los elementos químicos Ni, Co, Fe, Mg, Si, Cr, Mn, etc. En la figura 2 se pueden ver un perfil de la dis-
tribución de estos elementos en el corte de acuerdo a las diferentes zonas de meteorización y grado de
oxidación. La explotación de estos yacimientos se realiza por el método de minería a cielo abierto (figura
3). Durante este proceso de apertura del yacimiento para la extracción de la masa mineral útil es donde se
generan los escombros lateriticos. Estos estériles mineros están integrados por la parte superior del corte
lateritico donde la masa mineral del depósito presenta una concentración de níquel inferior al 0.8% en
peso. Estos estériles son extraídos y acumulados en las cercanías de la propia mina como se puede apre-
ciar en la figura 3. A estas acumulaciones artificiales se les conoce con el nombre de escombreras.
Figura 2. Parte superior perfil del corte del yacimiento laterítico Moa y distribución de los principales elementos químicos en el
corte de acuerdo con la profundidad (Rodríguez, 2002). En la parte inferior un esquema de las diferentes zonas del corte laterítico
y los diferentes procesos metalúrgicos que se utilizan a nivel mundial para su explotación.
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Figura 3. Vista de la mina a cielo abierto de uno de los yacimientos de níquel en explotación, se observan las diferentes acumula-
ciones de los estériles mineros en las escombreras y la inundación por agua en la parte baja (Rodríguez, 2002).
El mineral extraído es procesado en dos plantas metalúrgicas existentes en las proximidades del depó-
sito. En estas dos plantas se emplean dos métodos o procesos metalúrgicos para la extracción del mine-
ral. El proceso de lixiviación carbonato amoniacal y el proceso de lixiviación ácida. En la figura 2 se puede
observar la parte del corte laterítico donde se extrae la masa mineral que es empleada en cada proceso
metalúrgico.
Los escombros se acumulan año tras año en las llamadas escombreras como resultado de la explota-
ción del mineral laterítico, cuyas reservas en los sectores del yacimiento explotado superan los 100 millo-
nes de toneladas (Palacios, 2001). Estos materiales representan un problema ambiental pues debido a las
altas precipitaciones que se producen en la zona son erosionados por la escorrentía superficial y contami-
nan las aguas superficiales con metales pesados (Rodríguez, 2002). El aporte de sedimentos a las aguas
de escorrentía superficial y constituyen un foco de contaminación ambiental ocasionando un serio des-
equilibrio en los ecosistema de la región continental y marina. El arrastre de sedimentos tan finos incre-
menta la turbidez del agua y con ello evita la entrada de la luz y afecta el desarrollo de plantas y anima-
les (Ramírez y Pons, 2001, Rodríguez, 2002).
2.1. Antecedentes en el estudio de los estériles mineros (escombros) de los yacimientos late-
ríticos de Cuba
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ROBERTO RODRÍGUEZ
2 MATERIALES Y MÉTODOS
La muestra para el estudio fue tomada de las escombreras del Sector A, de la Empresa Pedro Soto Alba.
Moa Nickel S.A. en Moa, Cuba. Se tomaron 1000 kg de escombros lateríticos.Las muestras fueron homo-
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Los intervalos de fracciones granulométricas escogidas para el trabajo son las siguientes: +10; -10+8;
-8+6; -6+4; -4+2; -2+0.83 y -0.83 mm. Este amplio espectro de diámetros de partículas permite carac-
terizar tanto las partículas gruesas que conforman estos escombros, como las más finas. La característica
granulométricas parciales del material estudiado, se reflejan en la figura 4.
Figura 4. Distribución de las fracción granulométrica del escombro laterítico por intervalos.
De acuerdo con la Figura 4 los escombros lateríticos están caracterizados por partículas mayores de
0.83 m agrupando el 57.76 % de los granos que componen el material; en las que predominan las de
tamaños entre 0.83 y 4 mm que representan el 41% (Sosa, 1978; Ostroumov et al., Almaguer, 1995).
En las partículas mayores de 2 mm se concentran los llamados perdigones, utilizados experimental-
mente en los procesos siderúrgicos (Pons et al., 1995, 1996 y 1997) y que constituyen objeto de actuales
investigaciones con vistas a darles un uso más eficiente (Ramírez et al., 2001). Estas partículas se carac-
terizan por presentar un elevado contenido de hierro (entre 51 y 54%) y otros elementos en forma oxida-
da como níquel, cobalto y cromo. Estas partículas agrupan el 35.866 % del mineral, aspecto que se debe
tener en cuenta para definir las posibles vías de utilización de esta materia prima.
La fracción 2 a +0.83 mm representa el 21.9% y es rica en aluminio, cromo y níquel aunque las meno-
res de 0.83 mm superan a esta fracción en cuanto a contenido de estos elementos. El contenido de hierro
es elevado, 48,66%, pero menor que en las partículas más gruesas (Tabla 1 y figura 4).
En cuanto a las partículas más finas, menores de 0.83 mm, agrupan el 42.24 % de estos escombros
y son contenedoras de minerales arcillosos en las que están presentes el aluminio, magnesio y el silicio. Es
en esta fracción donde el aluminio alcanza su máximo contenido, 10%, lo mismo le sucede al cromo. En
resumen, los escombros lateríticos del Sector “A “están caracterizados por partículas mayores de 0.83 mm
entre las que predominan las de tamaños medios entre 4 y 0.83 mm.
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El contenido de los elementos químicos de interés y de sus respectivos óxidos presentes en los escom-
bros que se estudian, se muestra en la tabla 1 y figura 5. Como se puede observar, el contenido de hierro
varía proporcionalmente con el diámetro de las partículas. Los mayores contenidos se encuentran en las
fracciones mayores de 2 mm, específicamente en las partículas entre 2 y 8 mm donde alcanza valores entre
51 y 53.97% (Figura 2). Este comportamiento del hierro es característico de este tipo de material y coin-
cide con trabajos realizados anteriormente. (Amador y Gallardo, 1996; Andrade y Gutiérrez, 1995; Pando
y Sosa, 1995 y Ramírez, 1994).
La presencia mayoritaria del hierro y su amplia distribución en el perfil granulométrico estudiado jus-
tifican, en cierto modo, la presencia de goethita, hidrogoethita y hematita o maghemita como fases prin-
cipales en los escombros lateríticos (Rojas y Carballo, 1993).
El aluminio es el segundo de los elementos mayoritarios en el escombro, su contenido aumenta en la
medida que disminuye el diámetro de las partículas, aunque se puede observar un ligero aumento en su
contenido en la fracción mayor de 10 mm (Figura 5). Esta composición justifica que las fases presentes
sean consideradas como óxidos de hierro con diferentes grados de inclusión de aluminio o una mezcla de
hidróxidos de hierro y aluminio (Días y Mojena, 1990).
El cromo mantiene su contenido prácticamente constante en el espectro de partículas estudiadas, aun-
que se puede notar un ligero aumento de su contenido con la disminución del tamaño de las partículas
(figura 5 y tabla 1).
El níquel muestra un comportamiento similar al hierro, los mayores contenidos se encuentran en las
partículas con tamaños superiores a 2 mm con un promedio de 0.54% de este elemento (figura 5 y tabla
1). Esta similitud en la distribución de estos elementos, se atribuye a que los óxidos e hidróxidos de hierro
predominantes en esos granos, son fases portadoras de níquel (Rojas y Carballo, 1993; Almaguer y
Zamarzry, 1993 y Rojas, 1994).
Los mayores contenidos de cobalto aparecen en las fracciones +10 mm y en las menores de 4 mm
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(figura 5 y tabla 1). Este discreto incremento en el contenido del metal en las fracciones finas está repor-
tado en los trabajos de Almaguer y Zamarzry (1993) y Palacios (2001), demostrándose que el cobalto está
asociado a los óxidos e hidróxidos impuros de manganeso (asbolanas), este último con mayores conteni-
do en las fracciones menores ( Ramírez y Pons, 2002). Existen además, posibles formas amorfas de este
mineral no detectados por DRX.
El contenido de magnesio aumenta con la disminución del tamaño de las partículas alcanzando su
mayor valor (0.20 %) en las menores de 0.83 mm (figura 5 y tabla 1).
Por su parte el silicio muestra sus mayores contenidos en la fracción +10 mm y en la menor de 0.83
mm (figura 5 y tabla 1). Este elemento forma combinaciones químicas muy importantes con el aluminio y
con el magnesio, ya se analizó anteriormente que estos últimos aumentan sus contenidos en las partícu-
las más finas.
Tabla 1. Contenido de los óxidos de interés en los escombros de la Pedro Soto Alba Moa Nickel S.A. Zona “A”
El estudio se realizó a las muestras en estado natural, o sea, sin tratamiento térmico previo, y a las
muestras calentadas a 200 y 330 ºC. Los difractogramas correspondientes a los diferentes tamaños de par-
tículas, así como a la muestra entera, sin calentamiento, se pueden observar en la figura 3.
Se observan picos con altas intensidades que indican la presencia de las fases cuarzo y la maghemita
(γ-Fe2O3) y goethita (α-FeO.OH) como las mayoritarias. La existencia de esas fases se corresponde con los
elevados contenidos de hierro en los escombros lateríticos, entre 47.91 y 53.97%. Los análisis por FRX
indican contenidos de los óxidos de hierro entre 68 y 77% (figura 6).
Solo se reporta cuarzo (SiO2) en la fracción mayor de 10 mm y es en ésta, precisamente, donde mayor
contenido de silicio indican los análisis químicos, 1.88% (4.02% del óxido) en dicha fracción. En el resto
de las fracciones y en la muestra entera, no aparecen reflejos de esta fase lo que puede estar justificado
por los bajos contenidos de silicio inferior al 1% en estas muestras. El pico de mayor intensidad, aparece
en un ángulo de 26º (figura 6). El resto de los reflejos para este compuesto son de muy bajas intensida-
des y se muestran de igual forma hasta los 100º.
El pico de mayor intensidad para la maghemita aparece a un ángulo de 35º (figura 6). Se puede infe-
rir, por la intensidad de estos picos, que los mayores contenidos de esta fase se encuentran en las partí-
culas con diámetros entre 10 y 4 mm. Este comportamiento corrobora los resultados de los análisis quí-
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micos y de FRX que indican contenidos de óxidos de hierro en estas partículas de 77.13; 77.18 y 75.87%
respectivamente (tabla 1). Entre 42 y 62º aparecen otros de menores intensidades.
En la figura 6 se puede apreciar como la intensidad de los picos del difractograma tiene una disminu-
ción a partir de las partículas con diámetros menores de 4 mm.
En lo concerniente a la goethita, los reflejos son de baja intensidad si se comparan con los de la mag-
hemita, y aparecen entre 20 y 36º, observándose que los mayores corresponden a las partículas menores
de 2 mm (figura 6).
La presencia mayoritaria del hierro y su amplia distribución en el perfil granulométrico estudiado jus-
tifican, en cierto modo, la presencia de goethita, hidrogoethita y maghemita como fases principales en los
escombros lateríticos. Estos resultados son coherentes con los trabajos de Ramírez y Pons, (2002 y Rojas
y Carballo, (1993).
La complejidad del análisis de fases de las lateritas por el método de DRX se debe a que las mismas
están constituidas por mezclas de minerales estrechamente enlazados con una simetría en su estructura
generalmente baja; lo que produce un gran número de reflejos en el difractograma, los cuales se super-
ponen mutuamente. Ejemplo: los reflejos de las cromoespinelas se superponen con los de la magnetita,
maghemita y goethita, aún así, varios investigadores han revelado su existencia, principalmente, como fase
secundaria, con valores promedios que oscilan entre 2.55–2.81% (Ostroumov et al., 1985).
El análisis térmico se realizó tanto a las fracciones granulométricas escogidas para el estudio como a
la muestra entera. La figura 7 muestra la variación del calor cuando las muestras fueron calentadas hasta
650 ºC bajo las condiciones antes indicadas.
Se puede observar que todas las muestras tienen un comportamiento térmico similar. Un único efecto
endotérmico que aparece entre 250 y 375 ºC y con pico máximo alrededor de los 300 ºC. Este comporta-
miento es característico de los procesos de deshidratación y deshidroxilación de los óxidos de hierro hidra-
tados como es el caso de la goethita, fase mineral que ya ha sido reportada en los análisis de rayos X. El
calor involucrado en el proceso hasta los 250 ºC, está asociado a la eliminación de la humedad del mine-
ral y a la deshidratación parcial de los oxi-hidróxidos amorfos de hierro que no son detectables en los
patrones de DRX (Barrado et al., 2002; Liu., 2004).
En el intervalo de temperaturas señalado anteriormente, es donde el material experimenta los mayo-
res cambios. Es importante señalar que otros autores, en sus trabajos con minerales de hierro, han demos-
trado que a estas temperaturas tiene lugar la deshidratación total de la fase goethita y de los oxi-hidróxi-
dos de hierro en la hematita (α- Fe2O3) (Barrado et al., 2002; García et al., 1990; Liu, 2004; Swamy, 2003;
Cerpa, 1997).
El área del pico en cada curva de la figura 7, se corresponde con los valores de ¢H involucrados en la
transformación endotérmica que se puede representar como:
2 α-FeO.OH (s) = γ-Fe2O3 (s) + H2O (1)
Estos valores de calor adsorbido por fracción granulométrica fueron calculados a través del software
de procesamiento de la información acoplado al equipo. En la figura 8 se puede observar como la magni-
tud del calor adsorbido esta asociado a las partículas de menor diámetro, aunque se aprecia un pico de
inflexión en la fracción -8+6 mm, Los valores oscilan entre 91.63 y 130.22 J/g. Los menores valores corres-
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Figura 6. Difractogramas de las muestras sin calentar. Fracciones granulométricas y muestra sin tamizar (entera).
(M) maghemita; (G) goethita; (C) cuarzo.
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Temperatura (°C)
Figura 7. Curvas obtenidas en el análisis de colorimetría diferencial de barrido para las fracciones granulométricas y la muestra
entera. (E1) fracción +10 mm; (E2) fracción -10 +8 mm; (E3) fracción -8 +6 mm; (E4) fracción -6 +4 mm; (E5) fracción -4 +2 mm;
(E6) fracción -2 +0.838 mm; (E7) fracción -0.83 mm y (E8) muestra entera.
ponden a las fracciones -10+8 y -8+6 mm como se muestra en la figura 6. El hecho de que la mayor parte
del calor adsorbido se encuentra en las fracciones de menor tamaño se debe a que presentan una mayor
superficie específica que las partículas de mayor tamaño que en realidad constituyen agregados de partí-
culas finas.
Una vez que fueron calentadas las muestras a 200 y a 330ºC fueron analizadas por DRX. En la figura
9 se observa que en las muestras calentadas a 200 ºC aún aparecen algunos reflejos de goethita que indi-
can que la transformación a maghemita no se
ha completado, sin embargo, los difractogra-
mas de las muestras calentadas a 330 ºC indi-
can la ausencia total de esta fase. Solo se
muestra la fracción +10 mm a modo de ejem-
plo, en el resto de las fracciones sucede exac-
tamente lo mismo.
Es interesante señalar que, como se puede
observar en los difractogramas de RX para las
muestras sin calentar (Figura 6), los reflejos de
goethita se hacen más intensos en la medida
que disminuye el diámetro de las partículas,
pudiéndose inferir que cualitativamente, el
contenido de esta fase es mayor en los granos
más finos del mineral. Este razonamiento hace
Figura 8. Calor absorbido en los escombros lateríticos a la
suponer que a la temperatura señalada, el
temperatura de 300 ºC en función del diámetro de las
calor involucrado en la transformación es pro- partículas.
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Figura 9. Difractogramas de la fracción +10 mm, a) sin calentar; b) calentada a 200 ºC y c) calentada a 330 ºC.
En las siguientes figuras se exponen vistas generales o de secciones de los granos que componen las
diferentes fracciones granulométricas del escombro. Se observa que los granos son, por lo general, de
forma esférica, compuestos por hierro y aluminio mayoritariamente. Las proporciones de estos elementos
son variables y le confieren a los granos diferentes tonalidades en su color.
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La figura 10a muestra dos granos diferentes de la fracción +10 mm uno de aspecto más redondeado
que el otro. El análisis de barrido del grano menos redondeado (figura 10b) indica que éste está compuesto
mayoritariamente por silicio (44.96%) y aluminio (10%), acompañándole pequeñas cantidades de hierro,
potasio y magnesio. El elevado contenido de silicio ya fue reportado en los análisis de DRX y se corres-
ponde además, con los resultados del análisis químico para esta fracción, figura 10c.
Al analizar el grano de la figura 10b, se pudo comprobar que en la zona más oscura el contenido de
aluminio es elevado, mucho mayor que el de hierro; mientras que en la zona más clara sucede exactamente
lo contrario, el elemento mayoritario es el hierro.
La figura 11 muestra la imagen de un grano de la fracción granulométrica -10+8 mm. Igual que la
fracción antes analizada, en ésta predomina la forma esférica de los granos con matices grises claros y
oscuros. El análisis semicuantitativo en las zonas clara y oscura se muestra en las figuras 11b y 11c. En la
zona gris claro (figura 11a) el contenido de hierro supera considerablemente al del resto de los elementos
que le acompañan (cromo, aluminio y silicio), mientras que la zona oscura (figura 11c) está constituida
prácticamente por aluminio, las cantidades de hierro que le acompañan son ínfimas, no se detectan otros
elementos, solo el oxígeno, que por la naturaleza de estos minerales, siempre está presente.
Figura 10. Imagen de una muestra de la fracción granulométrica mayor de +10 mm obtenida con el MEB: a) un grano irregula y
b) grano de forma redondeada, c) espectro correspondiente a análisis químico realizado con MEB sobre el grano de la imagen
10a) y d) espectro correspondiente a la zona marcada en la imagen 10b.
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Figura 11. a) Imagen de un grano de la fracción -10+8 mm tomada con el MEB, b) espectro correspondiente a la zona clara en la
figura 11a y c) espectro correspondiente a la zona oscura en Figura 11a.
La figura 12a muestra un grano de la fracción -8+6 mm, muy heterogéneo, constituido por partículas
de tamaños muy pequeños entre las que destacan las de color claro, constituidas fundamentalmente por
hierro y junto con éste el cromo, el aluminio y el silicio, en menor medida (figura 12b). Las partículas oscu-
ras contienen aluminio mayoritariamente y pequeñas cantidades de hierro y silicio (figura 12c).
En la figura 13a muestra una vista general de la fracción -6+4 mm. En ella se puede observar la que
predomina la forma esférica de los granos y la presencia de zonas oscuras y claras en los mismos, como
se ha comentado anteriormente en las demás fracciones.
El barrido a un grano de esta muestra (figura 16) indica que está constituido por el hierro como ele-
mento primario y por aluminio, silicio y cromo.
Una vista general de la fracción -4+2 mm se puede observar en la figura 14a. Se observan granos de
diferentes tamaños con matices claros y oscuros como las fracciones analizadas anteriormente. El análisis
de un grano de esta fracción (figura 14b) indica que está compuesto por hierro, aluminio y a diferencia de
otras, las cantidades de cromo, silicio y magnesio son considerables apareciendo además, el manganeso.
En esta fracción se observa que los granos son más homogéneos en cuanto a color, lo que está en corres-
pondencia con el análisis semicuantitativo descrito anteriormente.
La figura 15a muestra dos granos de la fracción -2+0.83 mm. En esta fracción, igual que en las ya ana-
lizadas, predomina la forma esférica de los granos y los matices claros y oscuros dados por el contraste en
cuanto a contenido de hierro y aluminio (figuras 15b y 15c).
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En la figura 16a se muestra un grano de la fracción – 0.83 mm. La forma es perfectamente esférica
con un borde exterior del grano de color claro, muy homogéneo con elevado contenido de cloro.
Los análisis puntuales en el interior del grano denotan un espectro similar al de la figura 23 en cual-
quiera de las zonas analizadas. Observando la figura 22 se puede apreciar que ya en las partículas meno-
res de 0.83 mm, el contraste de grises claros y oscuros es menos perceptible y por tanto, existe menor dife-
a)
b) c)
Figura 12. a) Imagen de un grano de la fracción -8+6 mm tomada con un MEB, b) espectro de la zona clara en la
figura 12a y c) espectro de la zona oscura en la figura 12a.
a) b)
Figura 13. a) Vista general de la fracción -6+4 mm tomada con el MEB y b) espectro correspondiente al grano
señalado en la figura 13a.
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rencia en cuanto a los contendidos de hierro y aluminio, lo que indica que estos elementos se encuentran
formando soluciones sólidas junto con el silicio, cromo y manganeso.
a)
b)
Figura 14. a) Vista general de la fracción -4+2 mm tomada con el MEB y b) espectro correspondiente al grano
señalado en la figura 14a.
a)
b) c)
Figura 15. a) Imagen de dos granos de la fracción -2+ 0,83 mm tomada con el MEB, b) espectro de la zona oscura de un grano
de la figura 15a y b) espectro de la zona clara de un grano de la figura 15a.
La imagen de un grano de la fracción de escombro sin tamizar (entera), se muestra en la figura 17. El
análisis en la zona más clara y compacta (figura 17b), indica que el hierro es elemento mayoritario con un
contenido elevado. Se observan partículas dispersas de menores tamaños y de matices más claros que el
resto en las que el elemento mayoritario siempre es hierro.
Junto con el aluminio, silicio y el hierro, los granos están compuestos por cromo, manganeso y mag-
nesio, lo que confirma que las fases de hierro y aluminio presentes en los escombros, son portadoras de
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varios elementos incluso, de cobalto que no se han detectado en este estudio por su bajo contenido y el
níquel que se ha reportado solo en esta fracción. Se conoce que la goethita y la hematita son los princi-
pales portadores de níquel y cobalto, además este último se encuentra asociado a los óxidos impuros de
manganeso en las asbolanas y se ha encontrado al examinar los granos de las muestras estudiadas (figu-
ra 25).
a)
b)
Figura 16. a) Imagen de un grano de la fracción – 0.83 mm obtenida con el MEB y b) espectro del interior del grano
observado en la figura 16a.
a)
b) c)
Figura 17. a) Imagen de un grano de la fracción entera tomada con el MEB, b) espectro de la zona clara en un grano de la
fracción entera de la figura 17a y c) espectro de la zona oscura en un grano de la fracción entera figura 17a.
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De manera general se observó que los granos más compactos son aquellos que contienen menos alu-
minio y que el cambio de tonalidad en ellos está en dependencia del contenido de dicho elemento.
4. CONCLUSIONES
Los escombros estudiados de acuerdo a los ensayos granulométricos por tamizado en seco están com-
puestos por partículas mayores de 0.83 mm. Las partículas finas son contenedoras mayoritariamente de
hierro, aluminio y cromo. Las principales fases detectadas en los análisis de rayos X son óxidos e hidróxi-
dos de hierro como la maghemita y la goethita. Estas fases tienen incorporados en sus estructuras al alu-
minio, cromo, silicio, níquel, cobalto, magnesio mayoritariamente, lo que se comprobó al analizar la com-
posición química de diferentes granos de material con el uso del Microscopio Electrónico de Barrido. Fue
cuantificado un único pico endotérmico entre los 250 y 375 ºC en los ensayos de DSC comprobándose que
el calor involucrado se encuentra alrededor de los 300 ºC. Este pico corresponde a la deshidratación y des-
hidroxilación de la goethita hasta maghemita. Se pudo comprobar que el calor adsorbido es mayor en las
fracciones más finas. La principal diferencia entre las diferentes fracciones granulométricas es en cuanto a
la concentración de los elementos químicos presentes en los estériles.
AGRADECIMIENTOS
A la Red ALFA por habernos permitido la estancia de investigación en el CENIM donde se realizaron
los ensayos de caracterización.
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
(2) Departamento de Química. Facultad de Ciencias. Universitat de Girona. Campus de Montilivi. 17071 Girona (España)
roberto.rodriguez@udg.es
1. INTRODUCCIÓN
El vertido de residuos mineros al medio ambiente por rotura de una presa de colas tiene frecuente-
mente consecuencias ambientales catastróficas. Esto se debe fundamentalmente a que la fracción sólida
posee una elevada superficie específica (superficie por unidad de peso). Esta propiedad determina en pri-
mer lugar que la mezcla sólidos-agua (lodo) se comporte como un fluido viscoso, permitiendo que el volu-
men vertido se esparza sobre grandes superficies. Este lodo tiene además gran capacidad para cubrir dre-
najes, tapar tuberías, etc., debido al pequeño tamaño de las partículas, generalmente menor de 0.5 mm.
Una vez ocurrido el vertido, la fina granulometría facilita la erosión de las colas por la escorrentía
superficial debido a las precipitaciones atmosféricas, permitiendo que las partículas vuelvan a ponerse en
suspensión en el agua. La erosión también puede ocurrir por acción del viento aunque más difícilmente,
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debido a que generalmente las partículas presentan un peso específico elevado. La erosión eólica es carac-
terística de de los climas áridos y semiáridos donde los residuos pasan gran parte del año muy secos. Los
residuos más erosionados son los que se encuentran en las zonas mineras abandonadas sin ningún tipo
de restauración.
Entre las consecuencias químicas, cabe destacar su mayor velocidad de reacción en el medio ambien-
te pues la superficie específica de las partículas es mayor que en la roca natural de origen. Los minerales
sulfurados que componen la mayor parte del material (FeS2 FeAsS, ZnS, PbS, CuS, etc.) se oxidan en con-
tacto con el oxígeno de la atmósfera y esta reacción es catalizada y acelerada por algunas bacterias, como
la Thiobacillus Ferrooxidans, E. Mutabilis (Brake, et al., 2001), comunes en todos los suelos. El resultado de
esta oxidación es el paso del sulfuro metálico a sulfato; es decir, la formación de ácido sulfúrico (aproxi-
madamente 1,5 g de ácido por cada gramo de pirita oxidada) es lo que da lugar a las aguas ácidas.
En la página www.antena.nl/wise/uranium/mdap.htm/ hay una lista con un gran número de casos de
fallas y roturas de presas de residuos en diferentes partes del mundo. En esta página en algunos casos se
encuentran las causas de los accidentes o fallas, las perdidas económicas y las perdidas de vidas huma-
nas, así como el impacto ambiental provocado.
Figura 1. Sadd-el-Kafara. Presa zonificada con núcleo central y espaldones de escollera, construida en Egipto 2600 a.C (Schnitter,
1994). a) Fotografía del valle tomada desde la margen izquierda en dirección hacia la margen derecha y aguas abajo (DS SHELL:
espaldón de aguas abajo, CORE: núcleo, US SHELL: espaldón de aguas arriba). b) Reconstrucción de la sección de la presa
(SM/GM: arenas y gravas limosas, dimensiones expresadas en metros).
198
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Existen un número de similitudes entre los problemas de seguridad de presas de colas y presas de
embalse, en particular con las presas de materiales sueltos. Por ejemplo, los problemas de flujo, estabili-
dad y deslizamiento de taludes, problemas de erosión interna, vulnerabilidad al rebose, su comportamien-
to bajo acciones sísmicas, susceptibilidad a licuefacción, etc., ocurren tanto en las presas de embalse de
materiales sueltos como en las presas de colas. En ambos tipos de presa intervienen los mismos fenóme-
nos, los problemas se analizan con herramientas similares y se previenen mediante medidas de diseño
similares. Puesto que la ingeniería de presas de embalse es mucho más antigua que la de presas de colas,
es razonable pensar en aprovechar la experiencia adquirida, para ser aplicada al diseño y construcción de
presas de colas.
De todas maneras es importante tener presente que existen importantes y significativas diferencias
entre las presas de colas y las presas de embalse. Las presas de colas presentan aspectos de seguridad que
no ocurren en las presas de
embalse (Szymanski 1999). La
diferencia más importante es
que las presas de colas se cons-
truyen progresivamente a lo
largo de todo el periodo de
explotación minera. Esta carac-
terística implica importantes
diferencias en el diseño, en los
procedimientos constructivos,
199
08-Capitulo 14/2/07 10:24 Página 200
La construcción de presas y diques para recoger los residuos minero-metalúrgicos es una innovación
del siglo XX. Antes de la llegada de la flotación y el tratamiento de minerales de baja ley (contenido míni-
mo industrial), los procesos de extracción se llevaban a cabo con partículas mucho más gruesas y los resi-
duos no se recogían sistemáticamente. Los residuos de operaciones de recuperación de mineral eran gene-
ralmente descargados en una superficie cerca de la mina, o en las aguas superficiales más cercanas.
Todavía existen algunas explotaciones con vertido a ríos o al mar, pero en la mayoría de los casos, los
diques de estériles se han convertido una parte esencial de las explotaciones mineras.
En la actualidad la forma más común de almacenar los residuos del proceso minero es mediante la
construcción de una presa en la que las colas se depositan mediante el procedimiento de relleno hidráu-
lico. Los sólidos mezclados con una cierta cantidad de agua de manera que adquieran la consistencia de
un lodo, son bombeados por tuberías hasta los puntos de vertido. Es habitual que por razones económi-
cas la presa se construya por etapas, por recrecimientos sucesivos. Existen cuatro métodos fundamentales
de construcción de las presas de residuo de acuerdo al método de recrecimiento del dique de retención
(Figura 4) los cuales describiremos a continuación:
200
08-Capitulo 14/2/07 10:24 Página 201
– Línea central ”centerline” (Figura 4A). Combina alguna de las ventajas de los otros métodos (con
una mejor estabilidad sísmica que el método ”upstream” y con menos requerimientos de volumen
de material en los recrecidos que con el sistema ”downstream”). Sin embargo, la capacidad de
retención de agua no es tan buena como la del método ”downstream” (Markland y Eurenius, 1976;
Junghans y Helling, 1998).
– Aguas abajo ”downstream” (Figura 4B). Habitualmente, se construye una barrera impermeable en
la cara del muro de la presa que está en contacto con el depósito y se provee de un drenaje inter-
no para asegurar que el nivel freático dentro del muro se mantenga lejos de la cota de aguas arri-
ba. El espesor de la presa en su base aumenta con la altura. Esto incrementa su estabilidad, pero
requiere aportes crecientes de material según la subida gradual del cierre (Markland y Eurenius,
1976; Junghans y Helling, 1998).
– Línea central desplazada “modified centerline” (Figura 4C). En este método lo que se realiza es
un recrecimiento del muro de contención de la presa de la misma forma que el método de línea cen-
tral, pero con una prolongación de la longitud del muro de la presa aguas abajo (Junghans y Helling,
1998).
– Aguas arriba ”upstream” (Figura 4D). Es el sistema más antiguo. Cada recrecimiento se apoya
sobre el coronamiento del anterior y la playa de colas depositadas. Con este sistema la economía de
volumen de presa es máxima pero tiene la desventaja de generar una estructura cuya estabilidad es
muy sensible a la posición de la superficie freática. Este sistema todavía se usa en las áreas más
secas del mundo, donde los niveles de agua en el interior de la presa se pueden mantener al míni-
mo (Junghans y Helling, 1998).
Figura 4. Tipos de presas de almacenamiento de residuos, de acuerdo a la forma de construcción del cierre (adaptado de
Junghans and Helling, 1998). A) Línea central, B) Aguas abajo, C) Línea central desplazada y D) Aguas arriba.
La localización de los diques que delimitan presas depende en gran medida de la topografía natural y
de la naturaleza de las rocas subyacentes. Los diques de estériles de acuerdo a su ubicación se pueden cla-
sificar en: I)- cerramiento de valle (cross valley), II)- de ladera (valley side), III)- fondo de valle (valley bot-
tom), IV)- anillo completo de cerramiento (ring or enclosed), V)- cerramiento parcial o total de bahías mari-
nas o ensenadas (Quintana, 1998, Rodríguez, 2002).
201
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Es interesante obtener un panorama del comportamiento de las presas en base a las estadísticas de
casos históricos de falla. Ello permite identificar los principales modos de falla y realizar el proceso de
aprender de los errores cometidos. Sin embargo las estadísticas deben interpretarse con juicio crítico, ya
que no siempre reflejan bien la realidad. Existen una serie de dificultades para construir estadísticas sobre
el comportamiento de presas.
En primer lugar se desconoce el número exacto de presas, sean de embalse de aguas o de colas, que
existen en el mundo. Puesto que la información es particularmente escasa y no homogénea para presas
pequeñas, frecuentemente se ha adoptado el criterio de limitar los estudios a las denominadas grandes
presas de agua. El Comité Internacional de Grandes Presas registró en 1997 la existencia de unas 39000
grandes presas de embalse de agua. Para considerar un embalse dentro del grupo de grandes presas de
agua debe cumplir uno de los siguientes criterios, que fueron los utilizados en este inventario:
1. altura del dique de retención mayor de 15 metros ó
2. entre 10 y 15 metros de altura con longitud de coronamiento mayor a 500 metros ó
3. que embalsen más de 1 hm3 ó
4. con un vertedero de capacidad mayor a 2000 m3.
Aproximadamente el 35% de esas presas se encuentran en China, el 20% en América del Norte, el
10% en Europa y el 5% en América Latina. La hipótesis de trabajo de prestar atención sólo a las grandes
presas puede no resultar del todo satisfactoria, ya que son justamente las pequeñas presas, con ingenie-
ría de menor calidad y menor vigilancia, las que más frecuentemente fallan.
El número de presas de colas en el mundo se ha estimado en 3500 (Davies et al., 2000). Su distribu-
ción aproximada es: 350 en Australia occidental, 65 en Québec, 130 en Columbia Británica, 400 en
Sudáfrica, 500 en Zimbabwe y el resto distribuido en diferentes países. Pero las estimaciones sobre el
número de presas de colas parecen tanto o más inciertas que las de presas de embalse de agua y se
encuentran con la misma dificultad para definir cuales son las estructuras “relevantes” a las que debe pres-
tarse atención y cuales no. Por ejemplo un estudio reciente (García, 2004) ha revelado que existen en la
Sierra de Cartagena (España), 89 presas de colas de procesos de flotación en un área de sólo 169 km2.
La segunda dificultad es definir lo que se entiende como “falla” de una presa. Para las presas de colas,
el ICOLD (2001) define 5 tipos de incidentes:
1. falla de presas activas,
2. falla de presas inactivas (en la etapa post-explotación),
2. accidentes en presas activas
4. accidentes en presas inactivas.
5. una última categoría de incidentes agrupa los casos de filtración o percolación excesiva de conta-
minantes hacia el subsuelo.
En este trabajo se distinguen los “incidentes”, en que se incluyen todos los tipos de problemas que
pueden ocurrir en una presa y por otro lado las “fallas”, entendiendo éstas últimas como el colapso de la
estructura que retiene los residuos minero-metalúrgicos almacenados y el consiguiente vertido incontrola-
do de las colas al medio ambiente. Para una mejor comprensión del problema en el siguiente apartado se
analizan la problemática de las presas de agua y seguidamente la de las presas de cola.
202
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A principios de la década del 70, el USCOLD llevó a cabo un relevamiento de incidentes ocurridos en
presas de embalse ubicadas en los EEUU. Se recopilaron un total de 349 incidentes (ICOLD, 1974). La his-
toria de las fallas entre 1900 y 1960 (Figura 5) muestra una clara tendencia a disminuir, fruto de la adqui-
sición de conocimientos y experiencia que permitie-
ron mejorar los diseños y las técnicas de construcción
de presas. Con posterioridad a la década del 60 las
fallas de presas de embalse en EEUU se han mante-
nido ligeramente por debajo del 0.1% cada diez
años. Otros trabajos estadísticos (ICOLD, 1995)
sugieren que la tendencia mundial para las presas de
embalse de agua es similar a la de la figura 5, y que
actualmente la probabilidad anual de falla para estas
es de 1 en 10000.
Frecuentemente las fallas han tenido como con-
secuencia importantes avances en la ingeniería de Figura 5. Evolución del porcentaje de fallas de presas de
embalse de agua (en relación al total de presas existentes)
presas, no sólo por los conocimientos adquiridos con por década en EEUU durante la primera mitad del s.XX.
el estudio de la falla en si misma, sino también por el (ICOLD, 1974).
considerable interés público que han despertado
estas catástrofes. La Presa Lower Van Norman, sufrió un deslizamiento por licuefacción durante el terre-
moto de San Fernando de 1971 (Figura 6). Afortunadamente se pudo desembalsar sin que se produjera
un escape incontrolado de agua, aunque por seguridad se evacuaron 80000 personas aguas abajo de la
presa. La falla de esta presa determinó el inicio de toda una era de investigación y avance del conocimiento
sobre licuefacción de suelos y las formas de evitarla.
La falla de la presa de Teton poco tiempo después de su inauguración en 1976 se debió a los efectos
de un proceso de erosión interna del núcleo a través de fisuras en la roca del estribo y posterior tubifica-
ción que en dos horas destruyó por completo la presa (Figura 7). A pesar de lo inesperado y súbito de esta
falla y de la magnitud de la crecida generada, sólo murieron 11 personas gracias a la ayuda de los siste-
mas de alarma, demostrando definitivamente su efectividad para salvar vidas.
203
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Figura 7. Falla de la presa de Teton (EE.UU), el 5 de junio de 1976. Primera fotografía tomada entre las 9:30 y las 10:30.
La rotura (3era fotografía) ocurrió a las 11:57 (Fotografías: E. Olson, A.Sylvester, Department of Geological Sciences,
University of California www.geol.ucsb.edu).
Estudios similares a los realizados para presas de embalse, se han llevado a cabo más recientemente
para presas de colas. En 1994, el USCOLD llevó a cabo una recopilación de incidentes en presas de colas
ubicadas en los EEUU. Se reunieron 185 casos ocurridos entre 1917 y 1989. El UNEP (Programa de pro-
tección del medio ambiente de las ONU) complementó la colección del USCOLD con 26 casos adicionales.
El conjunto se publicó en el Boletín 121 del ICOLD (2001). En la figura 8.a se indica la evolución del núme-
ro de incidentes (fallas + accidentes + filtraciones) y de fallas a lo largo de las 7 últimas décadas del s.XX.
De esta figura, se pueden realizar una serie de observaciones interesantes.
El número de incidentes y de fallas conocidos aumentó bruscamente en la década del 60. Esto puede
deberse a dos motivos: la expansión de la actividad minera en esa década y/o a la escasez de información
referida a incidentes más antiguos. Compárese la evolución de la capacidad de transporte de los camio-
nes en la Figura 2, que entre 1960 y 1970 aumentó en un 250%. Si bien el número de incidentes conti-
nuó aumentando durante las décadas del 70 y el 80. En cambio el número de fallas alcanzó un pico en la
década del 70 y a partir de entonces tuvo una disminución sostenida en las décadas del 80 y 90.
Otra recopilación publicada por Davies et al., (2001) (Figura 8.b), si bien registra una mayor cantidad
de fallas que la colección del ICOLD, muestra una tendencia similar. Una tercera colección, que se actuali-
za periódicamente, se publica en el sitio de Internet WISE uranium project (Figura 8.c). Al compararla con
204
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3. MECANISMOS DE FALLA:
FENOMENOLOGÍA Y EJEMPLOS
El estudio de casos históricos nos permite identificar cuáles son los posibles mecanismos de falla de
una presa de colas. Además nos puede dar una idea de cuales de estos mecanismos son más frecuentes y
por lo tanto identificar, por orden de importancia, los aspectos que deben ser tenidos en cuenta en las veri-
ficaciones de seguridad. En las figuras 9.a y b se presentan histogramas en los que se clasifican los casos
históricos recopilados por el Boletín N°102 (ICOLD, 2001) en nueve categorías de acuerdo a la causa que
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haya provocado el incidente o la falla. Ordenados de acuerdo al número de casos históricos ocurridos, a
continuación se listan las causas de los incidentes más frecuentes:
1) deslizamiento de taludes,
2) terremotos,
3) desbordamiento,
4) falla de la fundación,
5) tubificación,
6) falla de estructuras auxiliares,
7) erosión y
8) subsidencia de minas activas o abandonadas.
En un número importante de casos, la causa del incidente o falla es desconocida. Se ve además que
la mayoría de los casos históricos registrados corresponden a incidentes ocurridos en la etapa de produc-
ción de la mina, mientras la presa estaba en construcción. Sin embargo también se han registrado inci-
dentes en presas inactivas. Por otra parte, si se analizan los casos de falla por separado (Figura 9b) se ve
que su causa más frecuente es el sobrepaso, y lo es tanto para las presas activas como para las inactivas.
Las otras causas de falla en orden de frecuencia son: deslizamiento, terremoto, tubificación, falla de la fun-
dación, falla de estructuras auxiliares, erosión y subsidencia.
Figura 9. Incidentes y fallas en presas de colas clasificadas de acuerdo al mecanismo que causó el problema. a) Incidentes en pre-
sas activas e inactivas. b) Fallas de presas activas e inactivas. Gráfico elaborado con los datos recopilados por ICOLD/UNEP (2001).
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El deslizamiento de un talud ocurre cuando los esfuerzos de corte en una superficie que delimita un
bloque de suelo, exceden la resistencia al corte del material. Los eventos que determinan el inicio del des-
lizamiento pueden ser de diferente naturaleza. En particular, para las presas de colas, dos situaciones son
las que comúnmente desencadenan un deslizamiento de talud:
1) Elevación de la superficie freática y su aproximación al talud.
2) Desarrollo de presiones de poro durante trabajos de recrecimiento (ritmo de recrecimiento excesi-
vo que no permite la disipación de presiones de poro), durante la instalación de la cobertura o por
tránsito de maquinaria pesada.
Figura 10. Influencia del agua freática en las condiciones de estabilidad de un talud ideal de extensión infinita. a) Seco. b) Con flujo
paralelo al talud. c) Con flujo horizontal. (P = peso total del elemento de suelo, B = fuerza de flotación, F = fuerza de filtración, N y
T = fuerza normal y tangencial en la superficie de deslizamiento respectivamente, φ’= ángulo de fricción efectivo, γb = densidad
boyante del suelo, γsat = densidad saturada, γw = densidad del agua, δs = densidad de las partículas sólidas, e = índice de poros, FS
= factor de seguridad al deslizamiento, i = ángulo de inclinación del talud con relación a la horizontal).
207
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Situaciones peligrosas también pueden generarse por una operación deficiente u otros factores. Por
ejemplo, en climas fríos el congelamiento de las capas superficiales puede impedir el drenaje provocando
el aumento de las presiones de poro.
Evidentemente, la pendiente con que se diseña y construye el talud es el factor primordial para ase-
gurar su estabilidad. Algunos casos históricos de deslizamiento ocurrieron en taludes construidos con pen-
dientes evidentemente excesivas. Por ejemplo en el caso de Stava (Italia) en 1985 el talud deslizado tenía
una pendiente 1:1.2 (39°) (Chandler y Tosatti, 1995) y en el de Fernandinho (Brasil) con pendiente 1:1.1
(42°) (ICOLD, 2001).
Figura 11. Condiciones de estabilidad de la presa de colas de Stava (dique superior), fallada en 1985, bajo cuatro hipótesis de
posición de la superficie freática: A, B, C y D (Chandler y Tosatti, 1995).
208
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coincida con la superficie del talud (flujo paralelo al talud), el factor de seguridad disminuiría a 1.05 (Figura
10.b). Por último, en el caso de un flujo horizontal, con el agua aflorando en el talud, el factor de seguri-
dad disminuye a 0.93 (Figura 10.c). Es decir que el talud no sería estable en esa condición.
Chandler y Tosatti (1995) analizaron la estabilidad del talud de la presa superior de Stava fallada en
1985. Para cuatro posiciones hipotéticas de la superficie freática, que se muestran en la figura 11, los fac-
tores de seguridad que se obtienen para la superficie de deslizamiento mostrada son: 1.35, 1.21, 1.04 y
0.76 (superficies A, B, C y D respectivamente). Considerando que esta presa no tenía disposiciones espe-
cíficas para facilitar el drenaje, es fácil pensar que el mecanismo de falla más probable haya sido la apro-
ximación de la superficie freática a la de la superficie del talud.
A partir de estas observaciones, se debe concluir que el manejo y control del nivel freático dentro del
depósito de colas es uno de los aspectos fundamentales en el proyecto de construcción y operación de la
presa de residuos. La posición del nivel freático depende de la permeabilidad y su variación espacial den-
tro del depósito, de la operación del depósito (por ej: ubicación de los puntos de vertido, posición de la
laguna de sedimentación, etc.) y de la utilización de elementos de drenaje.
Figura 12. Efecto de la clasificación por tamaño de las partículas sólidas del residuo en el interior de la presa en la posición
de la superficie freática dentro del depósito de colas. Cálculo teórico de la forma y posición de la superficie freática para una
distribución de permeabilidad homogénea (A) y para la distribución de permeabilidad deducida de los datos de la
figura 13.b (Blight, 1994).
La forma tradicional de controlar el agua freática dentro de los depósitos de colas es haciendo que la
permeabilidad de las colas aumente desde el centro del depósito hacia los bordes. El vertido de las colas
se hace en distintos puntos a lo largo del coronamiento de la presa, de manera que se forme una playa
de baja pendiente por la que las colas recién vertidas fluyen hacia el centro del depósito (Figura 12). Estas
playas adoptan espontáneamente un perfil vertical cóncavo cuya forma es característica para cada mate-
rial vertido, con una determinada curva granulométrica y una relación sólido/agua definidas (Blight, 1994).
El escurrimiento de las colas sobre la playa provoca una clasificación espontánea de las partículas por
tamaño.
Las fracciones más gruesas se depositan cerca del punto de vertido, en tanto que los finos se trans-
portan más lejos de la presa. El resultado es que el tamaño de las partículas decrece a medida que aumen-
ta la distancia a la presa (Figura 13a). La fracción más fina se deposita en la laguna de decantación, en la
zona más alejada de la presa. En la figura 13b se muestra el efecto que esta técnica de construcción tiene
sobre la permeabilidad de las colas. A medida que aumenta la distancia desde el punto de vertido (o del
coronamiento de la presa) hacia el centro del depósito la permeabilidad decrece. Estos datos se obtuvie-
ron de mediciones de campo en depósitos de colas de minas de diamante. Ajustando a la distribución una
función exponencial cómo la que se muestra en la figura 13b, se puede calcular la forma y posición teóri-
209
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Figura 13. a) Variación del tamaño de partículas (D50) con la distancia al punto de vertido en muestras obtenidas de un depósito
de colas de una mina de diamante. b) Variación de la permeabilidad con la distancia al punto de vertido. Datos obtenidos en labo-
ratorio a partir de muestras de colas de una mina de diamante y curva exponencial ajustada (Blight, 1994).
cas que tendría la superficie freática dentro de ese depósito (asumiendo que esa distribución de permea-
bilidad se mantiene en profundidad). En la figura 12 se compara esa superficie freática con la que resul-
taría de una distribución de permeabilidad homogénea (la que se obtendría con un vertido uniforme). El
provecho que se obtiene de provocar la clasificación por tamaños en la playa de vertido es evidente en
esta figura.
Sin embargo, los resultados de esta técnica de control de la permeabilidad no se pueden garantizar y
mucho menos hacer una estimación de la distribución de permeabilidades a priori (en la fase de proyec-
to). La efectividad del mecanismo de clasificación por tamaño parece depender fuertemente de la relación
sólido/agua con que se vierten las colas al depósito. Ensayos en canal realizados por Blight (1994) sugie-
ren que a medida que aumenta la concentración de sólidos del material vertido (colas más espesas), la
efectividad del mecanismo de clasificación disminuye. Se observa en la figura 14, que para una concen-
tración de sólidos del 16% (peso de sólidos secos/peso de las colas) la clasificación es muy efectiva, resul-
tando en curvas granulométricas bien diferenciadas de las muestras tomadas en distintos puntos de la
playa. Con una concentración del 26%, la efectividad disminuye bastante y con una concentración del
38% el mecanismo se inhibe por completo. Esto significa que para un mismo material y granulometría, la
variación de la relación sólido/agua puede tener profundos efectos en la distribución de permeabilidades
y por lo tanto en la posición de la superficie freática. Blight (1994) señaló que otros factores que pueden,
en menor medida, influir en la geometría de la playa y en la efectividad del mecanismo de clasificación
son: I) el caudal de colas vertidas y II) el hecho de que éstas fluyan por una superficie seca o húmeda.
Otra técnica utilizada para el control de la granulometría es la de los hidrociclones, que separan el cau-
dal de colas en una fracción gruesa y otra fina. La primera (arena) se utiliza para el recrecimiento de la
presa, en tanto que la fina se deposita en la parte central del depósito.
La filosofía de diseño de este tipo de depósitos es similar a las de las presas de embalse permeables,
en tanto que la pérdida de carga en el flujo de agua que atraviesa la presa no ocurre en un elemento defi-
nido diseñado específicamente para esa finalidad (núcleo impermeable rodeado de filtros y drenes), sino
de manera difusa en todo el cuerpo de la presa. La experiencia con la presa de embalse permeable Arroyito
(Argentina) sirve para ilustrar las dificultades para controlar efectivamente el agua freática en este tipo de
instalación (Giuliani, 1996). Para el diseño de esta presa, cuya sección transversal se muestra en la Figura
210
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Figura 15. Presa semipermeable Arroyito (Argentina). Filtraciones e inestabilidad del talud de aguas abajo (Giuliani, 1996).
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Figura 16. Rangos de variación de la distribución granulométrica de las colas del proceso metalúrgico de diferentes
depósitos minerales (Blight, 1994).
Se debe tener en cuenta además, que la permeabilidad no es una propiedad que dependa exclusiva-
mente de la granulometría. La permeabilidad cambia también con la densidad, la forma de colocación del
material, el nivel de confinamiento y la historia de carga del material, las propiedades hidromecánicas del
material. Por lo tanto siempre es difícil estimar correctamente los valores de permeabilidad necesarios para
diseñar un depósito. Además existen dificultades adicionales, tales como que el material que finalmente
resulta del proceso de construcción de la presa y vertido de las colas no es homogéneo. Los requerimien-
tos de la construcción de la presa por etapas, las fluctuaciones en el ritmo de producción de residuos por
la mina y los cambios de ubicación de los puntos de vertido determinan que el depósito de colas tenga un
perfil fuertemente estratificado y heterogéneo. Adicionalmente el vertido intermitente determina que, en
climas secos, la superficie del material expuesta a la atmósfera se seque e incluso que aparezcan grietas
de retracción (Rodríguez, 2002).
La gran variabilidad de las propiedades físicas de las colas aún dentro de un mismo depósito, se ha
señalado en un número importante de publicaciones (Blight, 1994; Chandler y Tosatti, 1995; Wells et al.,
2000a; Wells et al., 2000b; Fourie y Papageorgiou, 2001). La distribución granulométrica, la densidad y la
permeabilidad, pueden tener amplios rangos de variación dentro de un mismo depósito de colas. La Figura
16 muestra los posibles rangos de variación en la granulometría de colas de diferente origen (Blight,
1994). La Figura 17 muestra perfiles de índice de poros medidos por Wells et al., (2000a) sobre muestras
inalteradas obtenidas en un depósito de colas de uranio ubicado en Alemania al momento de su cierre. El
perfil correspondiente a los sondeos ejecutados en la zona central del depósito (Figura 17a), en donde se
ubicaba la laguna de decantación y por lo tanto donde están los materiales más finos, muestran una ten-
dencia definida, con una disminución de el índice de poros con la profundidad. Éste es el resultado de un
proceso de deposición uniforme (sedimentación de finos bajo agua) y del proceso de consolidación subsi-
guiente bajo la acción del peso del material agregado. Se debe notar que en su formación, este material
no ha tenido cambios en su condición de saturación ya que ha permanecido siempre bajo agua. En con-
traposición, los sondeos realizados cerca de los bordes del depósito (Figura 17b) muestran perfiles de índi-
212
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Figura 17. Perfiles de relación de vacíos medida en sondeos realizados en el depósito de colas de uranio de Culmitzsch A
(Alemania) cinco años después de finalizado el vertido de colas (Wells et al, 2000a). a) Sondeos realizados en la zona central del
depósito, donde estaba ubicada la laguna de decantación. b) Sondeos en la periferia del depósito (playa).
ce de poros con mucha variabilidad y sin tendencias definidas. Esto es el efecto de una historia de depo-
sición no uniforme, vertido intermitente desde diferentes puntos y sucesivos periodos de secado y mojado.
Como todo material granular, las colas se comportan de acuerdo al principio de tensiones efectivas de
Terzaghi cuando sus poros están saturados de agua. Sobre la base de este principio la resistencia al corte
del material se puede escribir como:
s = (σ - u) tg ø’ + c’ (1)
donde s es la resistencia al corte,
σ es la tensión normal al plano de deslizamiento,
u es la presión de agua en los poros del material
ø’ y c’ son los parámetros de resistencia del material (ángulo de fricción y cohesión respectiva-
mente)
De acuerdo a la expresión (1), si la presión del agua en los poros crece por cualquier causa, la resis-
tencia al corte del material disminuye y puede que en un cierto momento se alcance la inestabilidad. Los
incrementos de presión de poros pueden ser provocados por:
213
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Figura 18. Deslizamiento iniciado por incremento de presión de poros. Modelo físico. P = peso del material encima de la superfi-
cie de deslizamiento, u = presión de agua en los poros del material, N’ = fuerza normal efectiva sobre la superficie de deslizamien-
to, R = resistencia al corte del material (friccional), FS = factor de seguridad al deslizamiento.
Las dos primeras situaciones implican la aplicación de cargas adicionales en forma quasiestática en
tanto que las tres últimas son de tipo dinámico. Los efectos de acciones dinámicas sobre depósitos de colas
los veremos en un apartado posterior. El mecanismo de falla que se desarrolla durante un recrecimiento o
aumento rápido de cargas se explica en la Figura 18, mediante un símil mecánico. En un elemento de
material de una superficie de deslizamiento potencial como la mostrada en la Figura 18.a, la carga Q debi-
da al peso del material que está por encima de esa superficie está soportada parcialmente por el esque-
leto granular (resorte) y por el agua que rellena los poros (pistón). La resistencia al corte del material es
de tipo friccional y por lo tanto es proporcional a la fuerza N’, normal a la superficie de deslizamiento, que
transmite el esqueleto granular. Con el transcurso del tiempo, el agua de los poros tiende a drenar hacia
otras zonas que se encuentran a menor presión. Esto permite la consolidación del material (reducción del
volumen), la transferencia de parte de la carga soportada por el agua al esqueleto granular y la consi-
guiente recuperación de resistencia. Es evidente que si los incrementos de carga P se aplican a un ritmo
excesivo, la presión de poros generada no tendrá tiempo de disiparse y la resistencia al corte puede caer
tanto que el talud sea transitoriamente inestable.
Drenaje
En vista de las implicaciones que tiene el agua en la estabilidad y seguridad de las presas de colas, es
habitual que los proyectos modernos incorporen elementos de impermeabilización y drenaje específicos
para controlar el agua freática, similares a los utilizados en las presas de embalse clásicas, tales como pan-
tallas y mantos de material de baja permeabilidad, sistemas de drenaje y filtros. El grado de redundancia
de estos sistemas suele ser elevado y por lo tanto garantizan la posición de la superficie freática, inde-
pendientemente de las condiciones de operación de la presa. Además, como rutina de seguridad, la posi-
ción de la superficie freática se monitorea mediante piezómetros instalados en el depósito, en la presa y
en la fundación.
214
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Van Zyl y Robertson (1980) señalaron las ventajas de instalar sistemas de drenaje en los depósitos de
colas:
– En la masa de colas no saturadas se inhibe el mecanismo de licuefacción.
– Disminuye la carga hidráulica sobre las barreras impermeables y por lo tanto el caudal de las fugas
es menor.
– Se disminuye el contenido global de agua del depósito con lo cual existen menos posibilidades de
generar y transportar contaminantes.
– Se disminuyen los asentamientos a largo plazo con lo que se preserva la integridad de la cobertura
de cierre.
– Cuanta menos agua contengan las colas menor será la distancia que recorran las colas en caso de
una falla.
– Cuando hay escasez de agua, mediante el drenaje es posible recuperar agua para el proceso meta-
lúrgico.
Sin embargo, se debe tener en cuenta que, debido a la granulometría fina de las colas, las posibilida-
des de extraer el agua que contienen por simple efecto de la gravedad, son limitadas y en la mayor parte
de los depósitos de colas en los que éstas se vierten en forma de lodo, un importante proporción del agua
vertida junto con las colas, queda atrapada en forma permanente dentro de las colas como agua capilar.
Existen técnicas para extraer el agua de las colas antes de ser colocadas en el depósito tales como el espe-
samiento y el filtrado. Estas técnicas se están aplicando en algunas explotaciones de desarrollo reciente.
La mayor parte de los depósitos de colas existentes en la actualidad se han construido mediante el sis-
tema de relleno hidráulico. Esto es, las colas mezcladas con agua (generalmente el agua proviene los pro-
cesos de molienda y flotación), con la consistencia de un lodo, son bombeadas a través de tuberías hasta
el punto de descarga en el depósito.
Técnicas nuevas de espesamiento y filtrado de colas, permiten extraer porciones significativas del agua
contenida en las colas, que así se depositan en un estado más seco. Los depósitos que se generan con este
tipo de técnicas son bastante diferentes a las presas de colas tradicionales y también lo es su comporta-
miento mecánico/estructural. Por ello, este tipo de depósitos quedan fuera del alcance del presente capí-
tulo.
La proporción de sólidos:agua del material que se vierte en una presa de colas tradicional suele ser
cercana a 1:1 en peso. Puesto que el peso específico de las partículas de las partículas sólidas que forman
las colas es relativamente elevado (particularmente en los residuos de la minería metálica donde puede
encontrarse entre 2 y 5 g/cm3), el agua puede representar entre el 65 y el 80% del caudal de lodo verti-
do.
A partir del vertido, el material fluye a lo largo de la playa, sedimentando las fracciones gruesas cerca
del punto de vertido y clasificándose espontáneamente por tamaño con la distancia recorrida. La fracción
más fina va a parar a la laguna de decantación donde sedimenta bajo agua. La evolución de la humedad
de las colas con posterioridad al vertido depende en gran medida de su granulometría y por lo tanto de la
posición dentro del depósito. Wells y Robertson (2003) estudiaron la evolución del contenido de agua en
215
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colas “gruesas” (próximas al punto de vertido, con 20% de finos) y finas (próximas a la laguna, con 70%
de finos) de una explotación de cobre sobre la base de mediciones de campo y de laboratorio. La figura
19 muestra la evolución de la humedad de las colas en las diferentes etapas por las que pasa el material:
a) Vertido: en el punto de vertido, el material estudiado contiene un 66% de agua en volumen (índi-
ce de poros = 2).
b) Sedimentación: al fluir por la playa, las partículas sedimentan clasificándose por tamaño. El agua
decantada escapa como escorrentía superficial hacia la laguna. En esta etapa, las colas “gruesas”
pierden un 55% del agua que contenían en el vertido (e = 0.9). En cambio las colas finas sólo pier-
den un 30% (e = 1.4). Esta etapa dura 1 a 2 días.
c) Consolidación: cuando las partículas entran en contacto y el volumen de los poros comienza a dis-
minuir bajo la acción del propio peso del material, entonces se inicia la etapa de consolidación.
Durante esta etapa, que puede durar entre 1 y 4 semanas, el agua del los poros es expulsada hacia
la superficie o bien hacia capas inferiores de colas vertidas con anterioridad. Las colas “gruesas”
pierden durante esta etapa un 15% del agua contenida inicialmente (el índice de poros baja a 0.6).
Las colas “finas expulsan durante la consolidación algo más que las gruesas debido a su mayor
compresibilidad, quedando al final con un 50% del contenido de agua inicial (e = 1).
d) Secado. Cuando el punto de vertido se traslada a otro sitio, la superficie de las colas tiene opor-
tunidad de secarse. El agua se evapora primero desde la misma superficie. Cuando las colas pier-
den su condición de saturación, se inicia la etapa de secado. El ritmo de evaporación depende de
Figura 19. Diagramas de fases correspondientes a las diferentes etapas por las que pasan las colas a partir del momento de su
vertido al depósito. Diagramas construidos sobre la base de mediciones realizadas sobre la colas del “Tranque Tralabe” (Chile)
perteneciente a una explotación de cobre (Wells y Robertson, 2003).
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las condiciones climatológicas y de la granulometría del material. En teoría, esta etapa tiene dura-
ción indefinida y por lo tanto el secado podría continuar hasta alcanzar un estado de equilibrio con
las condiciones climatológicas del sitio. Sin embargo en la práctica el periodo de secado está limi-
tado por el ritmo de operación de la presa (cuando llegue el momento de volver a verter en el
mismo punto y por lo tanto las colas ya vertidas se vuelvan a mojar). También el agua freática
puede limitar el grado de secado que alcance el material debido al agua que asciende por capila-
ridad desde el nivel freático. Wells y Robertson (2003) midieron al cabo de un mes de secado, que
la humedad remanente en las colas gruesas representaba un 9% del volumen de agua contenida
inicialmente, en tanto que las colas finas quedan con un 40%.
La figura 20a muestra el esquema de un poro de un material granular que contiene una fase líquida
(agua) y una fase gaseosa (generalmente aire). En los puntos de contacto entre partículas se acumula la
denominada “agua capilar”. Por acción del fenómeno de tensión superficial, la interfase aire-agua (menis-
co) es capaz de soportar diferencias de presión positivas entre la fase gaseosa y la fase líquida. Esta dife-
rencia de presión se denomina succión matricial:
s = Pg - Pl (2)
donde s es la succión matricial que se mide en unidades de presión, Pg es la presión en la fase gaseosa y
Pl es la presión en la fase líquida. Si por algún medio se extrae agua del material (evaporación o drenaje
por ej.), los meniscos se deben trasladar hacia el interior del poro para compensar el volumen de agua
extraído. En esa nueva posición, el tamaño del poro es menor y por lo tanto también lo es el radio de cur-
vatura de los meniscos. Esto comporta un aumento de la diferencia de presiones que pueden soportar y
por lo tanto para que el sistema alcance el equilibrio debe ocurrir un aumento de la succión matricial. El
proceso inverso también puede ocurrir y en el límite se alcanza el llenado de los poros con agua (satura-
ción) que coincide con una succión matricial nula.
El mecanismo descrito implica que, al menos teóricamente, existe una relación biunívoca entre la suc-
ción matricial y el grado de saturación del material cuando el sistema alcanza el equilibrio. Dicha relación
se conoce como curva de retención. En la figura 21 se muestra dicha curva para material de colas com-
pactados a diferentes densidades (Rodríguez, 2002). Un parámetro característico de estas curvas es el
denominado “valor de entrada de aire”, es decir, el valor de succión (p0) a la que, al menos idealmente, el
material pierde su condición de saturación.
Por otra parte, el aire que llena los poros contiene una cierta cantidad de vapor de agua. Una medida
conveniente de la cantidad de vapor de agua que contiene el aire es la humedad relativa (HR), que se defi-
ne como:
p
HR = v (3)
pv0
donde pv es la presión parcial de vapor y pv0 es la presión parcial de saturación de vapor a la temperatu-
ra a la que se encuentra el aire.
HR puede variar entre 0 y 1 y es común expresarlo en forma de porcentaje. Si se considera el poro de
la figura 21.a como un sistema termodinámicamente cerrado, transcurrido un cierto tiempo se alcanzará
un estado de equilibrio. En ese estado, la HR y la succión están relacionadas biunivocamente por la siguien-
te ecuación, que se conoce como relación psicrométrica:
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Figura 20. a) Esquema de un poro de un material granular, que contiene agua capilar y aire b) Equilibrio de fases líquida y gaseo-
sa en un sistema termodinámicamente cerrado (Pg = presión de gas, Pl = presión de líquido, s = succión matricial, π = succión
osmótica, HR = humedad relativa, ν = volumen molar del agua).
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Figura 21. Curvas de retención de colas de la Figura 22. Fotografía obtenida con el microscopio electrónico de barrido
industria del Níquel de Cuba compactadas a diferen- de una muestra de colas de la industria del Níquel en Cuba
tes densidades secas obtenidas en el proceso de (Rodríguez, 2002).
secado (Rodríguez, 2002).
El agua capilar puede tener un fuerte efecto en el comportamiento mecánico de las colas.
Generalmente, este comportamiento se asemeja al de los limos (baja plasticidad). Excepto cuando la roca
que ingresa al proceso de extracción mineral contiene minerales de arcilla, las partículas de colas están
constituidas por roca triturada de tamaño más o menos regular aunque sus bordes son en muchos casos
irregulares y con tamaños mínimos del orden de la micra y aún menores (Figura 22). Debido a esta carac-
terística, a pesar de que estos materiales no presentan la dependencia del comportamiento con el agua
típica de las arcillas (plasticidad,
cohesión, hinchamiento), la
influencia del agua en el compor-
tamiento mecánico es bastante
significativa. La figura 23 explica,
mediante un modelo matemático
sencillo (Gili, 1988), el motivo de
esta influencia. Se asume que un
material granular está compuesto
por partículas idealmente esféri-
cas de tamaño uniforme. En los
puntos de contacto entre partícu-
las se forman meniscos de agua.
En estos meniscos, la presión del
agua es menor que la del aire, que
puede ser la atmosférica por
ejemplo. Por lo tanto, los meniscos
generan una fuerza adicional en Figura 23. Fuerza capilar calculada para el menisco que se formaría en el
cada contacto entre partículas, la contacto de dos esferas de igual tamaño, mediante la teoría del menisco
“fuerza capilar”. Se ve que para el toroidal de Gili (1988).
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rango de tamaños común a las colas, la magnitud de la fuerza capilar en relación al peso de la partícula
es muy importante, para tamaños de arena no lo es tanto y para gravas es ínfima.
Los efectos de las fuerzas capilares sobre el comportamiento mecánico de las colas se manifiestan de
diferentes maneras. Cuando el material se encuentra en estado no saturado adquiere cohesión y resisten-
cia a tracción. Sin embargo estas resistencias se pierden por completo si el material se satura de agua. La
figura 24 muestra cómo cambian la resistencia a compresión simple, a tracción directa y a tracción por
compresión diametral de una muestra de colas de la industria del Níquel de Cuba, con su grado de satu-
ración (Rodríguez, 2002). Se observa que las probetas alcanzan un pico de resistencia para grados de satu-
ración en torno al 80%. En todos los tipos de ensayo, la resistencia cae abruptamente cuando se tiende a
la saturación. Las tensiones generadas por las fuerzas capilares pueden hacer que el volumen del esque-
leto granular de las colas decrezca durante el secado, fenómeno que se conoce en mecánica de suelos con
el nombre de retracción. La retracción puede ser tan importante, que genere grietas en el material, que se
inician en la superficie y se propagan en profundidad a medida que el secado del material progresa.
Rodríguez (2002) observó, en depósitos de colas de la industria del Níquel de Cuba, que estas grietas tení-
an hasta 20 cm de profundidad y 5 cm de apertura (Figura 25). Si el vertido de material se realiza de forma
intermitente, con tiempo suficiente entre vertidos sucesivos en un mismo punto como para que la capa
superficial se agriete, entonces el material resultante es fuertemente heterogéneo y las propiedades físico-
mecánicas del material considerado a una macro-escala pueden diferir fuertemente de las propiedades que
se miden sobre probetas homogéneas. Rodríguez (2002) mostró que este tipo de agrietamiento puede
hacer que la permeabilidad vertical del material sea varios órdenes de magnitud mayor que la del mate-
rial homogéneo.
Figura 24. Variación de la resistencia con el grado de saturación de una muestra de colas de la industria del Níquel de Cuba
(Rodríguez, 2002). a) Compresión simple. b) Tracción directa y tracción por compresión diametral.
Otro fenómeno que ocurre en las colas no saturadas es el del ascenso capilar. El “valor de entrada de
aire” tiene una estrecha vinculación con la altura de ascenso capilar que ocurre en el depósito en el que
la superficie freática se encuentra a una cierta distancia bajo la superficie de las colas. El agua puede
ascender por capilaridad, siempre y cuando exista continuidad de la fase líquida desde el punto conside-
rado hasta el agua freática. Cómo el valor de entrada de aire coincide con la desaturación de los poros,
esta succión marca la pérdida de continuidad de la fase líquida y por lo tanto con la interrupción del ascen-
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grandes volúmenes de material conteniendo agua capilar y por lo tanto en un estado de quasi-satura-
ción puede constituir un factor que incremente el peligro de falla, ya que aportes relativamente peque-
ños de agua, provenientes de la lluvia por ejemplo, pueden producir ascensos de la superficie freática
inesperadamente rápidos. A los fines del control de la seguridad, es importante tener en cuenta que el
agua capilar no se puede drenar por gravedad y además su presencia no se detecta con piezómetros.
Para tener un estimación de la magnitud de este fenómeno, en la figura 27 se presentan los resul-
tados de un cálculo teórico de cuánto se elevaría el nivel freático en un depósito del material del cual
se presentan las curvas de retención en la figura 21. Utilizando la información de mediciones de campo
y de laboratorio disponible (Rodríguez, 2002), se asume una distribución de densidades del material en
profundidad que se muestra en la
figura 27b. Este es el resultado de
suponer que el material se consolida
bajo el preso propio desde un estado
muy suelto, con una índice de poros
de vertido de 2,2 y un coeficiente de
consolidación de 0.28. Aplicando a
este perfil, la información de las cur-
vas de retención de la figura 21 se
obtienen los perfiles de grado de
saturación que se presentan en la
figura 27a para tres hipotéticas posi-
ciones de la superficie freática a 5, 10
y 20 metros bajo la superficie del
depósito. En base a estos perfiles, se
calculó el ascenso de la superficie fre-
ática que provocan aportes de agua
crecientes (de origen pluvial por ejem-
plo) para cada una de las posiciones
iniciales del nivel freático (Figura
27c). En el cálculo se asume que toda
el agua aportada acaba llenando los
poros del material (no hay escorrentía
superficial ni otras pérdidas).
Tampoco se hace ninguna considera-
ción sobre el tiempo que debería
transcurrir desde el momento del
aporte para que el perfil vuelva a
alcanzar un estado de equilibrio tal
como el que se asume en el cálculo.
Figura 27. Cálculo teórico del efecto de la lluvia sobre la elevación del nivel
freático. a) y b) Perfiles asumidos de grado de saturación e índice de poros
para distintos niveles freáticos en un depósito ideal del material de la figura
21. c) Elevación del nivel freático que provocaría el aporte de agua de lluvia
para los perfiles de grado de saturación asumidos en la figura 27a.
222
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Se pueden distinguir dos tipos de daños que puede provocar un terremoto sobre un talud:
a) Efectos directos de las fuerzas de inercia aplicadas al talud durante el movimiento sísmico.
b) Daños provocados por degradación de la resistencia y/o rigidez de los materiales por incremento
de presión de poros. Esto sólo puede ocurrir cuando los materiales afectados están saturados de
agua.
En el caso de rellenos construidos por el hombre, el primer tipo de daño rara vez suele ser catastrófi-
co. Esto se debe a que en estos rellenos, la resistencia de los materiales es de tipo friccional y no frágil, ya
que las fuerzas de inercia que produce el terremoto están aplicadas al talud durante periodos de tiempo
muy breves, los daños se limitan a desplazamientos residuales limitados y agrietamientos.
En la segunda categoría caen una serie de fenómenos que se conocen genéricamente con el nombre
de licuefacción, aunque, en la literatura especializada este término se reserva para los casos concretos en
que se alcanza una situación de inestabilidad. En estos casos el material licuefactado fluye, como si se tra-
tara de un líquido viscoso y los daños suelen ser catastróficos.
El incremento de presión de poros por acción de cargas o deformaciones aplicadas sobre un material
granular es un fenómeno ampliamente conocido tanto por observaciones y mediciones de campo como en
ensayos de laboratorio. Se puede entender fácilmente el mecanismo que lo provoca si se comprende pri-
mero la tendencia de estos materiales a cambiar de volumen cuando se los somete a deformaciones de
corte. Esta propiedad se conoce con el nombre genérico de “dilatancia” y tiene características diferentes
según la deformación aplicada sea monotónicamente creciente o bien se trate de una deformación cícli-
ca. La figura 28.a muestra las observaciones experimentales realizadas por Casagrande (1936) en ensayos
triaxiales de arena con aplicación de deformaciones monotónicamente crecientes y en los que se permite
que ocurran cambios de volumen de la probeta (“ensayo drenado”). Casagrande observó que según fuera
el grado de compacidad inicial del material, las probetas se comportaban de dos modos muy diferentes.
Las probetas con índice de poros inicial elevada (material “suelto”), cuando se les aplica la deformación
desviadora, tienden a disminuir de volumen. Su resistencia al esfuerzo desviador crece hasta estabilizarse
en un valor máximo, que se mantiene constante aunque siga creciendo la deformación. Coincidiendo con
esto, el índice de poros también tiende a un valor estable, que se mantiene aunque siga aumentando la
deformación desviadora.
Por el contrario, las probetas con índice de poros inicial baja (material “denso”) tienden inicialmente
a disminuir de volumen, pero a partir de un cierto punto esta tendencia se invierte y comienzan a dilatar.
La resistencia al esfuerzo desviador aumenta hasta un valor pico y luego disminuye. Para deformaciones
desviadoras grandes se alcanza un valor de resistencia constante. Este valor coincide con la resistencia final
del material “suelto” si es que ambos ensayos se han hecho con la misma tensión de confinamiento. Para
grandes deformaciones desviadoras, el índice de poros también alcanza un valor estable, que coincide con
el del material suelto. A este valor particular, Casagrande lo llamó “índice de poros crítico”. También des-
cubrió que el índice de poros crítico cambia con la tensión de confinamiento utilizada en los ensayos. A la
curva de tensión de confinamiento vs. índice de poros crítico la denominó “línea de estados críticos”
(Figura 28.b) y comprobó que la posición y forma de esta línea es una propiedad de cada material. La línea
de estados críticos separa el plano de compresión (e vs. p’) en dos regiones. Los ensayos que se inician por
223
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arriba de la línea de estados críticos tienen comportamiento tipo “material suelto” o más apropiadamen-
te denominado “contractivo”. Los ensayos que se inician por debajo de la línea de estados críticos tienen
comportamiento tipo “material denso” o “dilatante”.
Figura 28. Ensayos triaxiales drenados sobre arena realizados por Casagrande (1936). a) Comportamiento del material ante una
deformación desviadora creciente. b) Línea de estados críticos (σ’3c = tensión de confinamiento, Su = resistencia de estado crítico).
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Cuando un material granular tiene sus poros llenos de agua (condición saturada), los cambios de volu-
men deben ocurrir a expensas de expulsar, en el caso de una contracción, o de introducir, en el caso de
una dilatación, agua en los poros. Esta transferencia de agua puede tomar más o menos tiempo depen-
diendo de la permeabilidad del material. Si la permeabilidad es baja, la distancia a las fronteras drenan-
tes es grande o las acciones (cargas o deformaciones) ocurren rápidamente, el proceso de carga puede
ocurrir en condiciones prácticamente no-drenadas. Al no poder salir el agua de los poros, el único cambio
de volumen posible es el debido a la compresibilidad del agua y esto, lógicamente, estará acompañado de
cambios en la presión del agua. Cuando existan condiciones, tales como las descritas en el apartado ante-
rior, que determinen que el comportamiento sea contractivo, la presión en el agua de los poros aumenta-
rá. Para condiciones en las que el comportamiento sea dilatante, la presión de poros tenderá a disminuir.
Por el principio de tensiones efectivas estas variaciones en la presión de poros tienen efectos dramáticos
sobre la rigidez y la resistencia del material a los esfuerzos de corte (ecuación 2).
La figura 30 muestra los diferentes casos posibles en los que, un material granular en condiciones no
drenadas, puede encontrarse al recibir la acción de un movimiento sísmico y las consecuencias que se pue-
den derivar de ello.
En la figura 30.a se presenta la respuesta de una probeta ensayada al corte de un material en condi-
ciones dilatantes (su índice de poros inicial y la presión de confinamiento la sitúan por debajo de la línea
de estado crítico, ver figura 30.b). Como el material tiende a dilatar al ser sometido a deformación de corte,
la presión de poros disminuye y por lo tanto la tensión efectiva de confinamiento aumenta. La resistencia
no drenada aumenta hasta que alcanza su valor máximo en el estado crítico y ya no cambia. Esta resis-
tencia se denomina de estado constante o residual, Su.
En las condiciones de campo, este mismo material tiene aplicada una tensión de corte, τ0, debida a las
cargas permanentes (gravitatorias). Cuando a ésta se superpone una tensión cíclica de amplitud, ∆τ, debi-
da a un terremoto, el material tiende a disminuir su volumen , pero como los poros están llenos de agua,
el resultado es que la presión de poros aumenta. La consecuencia de ello es que la tensión efectiva en el
esqueleto granular disminuye y por lo tanto disminuye su rigidez y temporalmente también su resistencia.
El resultado de los ciclos de carga es una acumulación gradual de deformación. Sin embargo, el material
sigue conservando sus propiedades dilatantes y ante una deformación de corte creciente la presión de
poros disminuirá nuevamente y la resistencia residual será la misma que tenía el material antes del terre-
moto. Este fenómeno se denomina “movilidad cíclica”. Como la resistencia disponible, Su, es mayor que la
tensión de corte estática, τ0, la movilidad cíclica no puede derivar en una condición de inestabilidad. Aún
en el caso en que las tensiones debidas al terremoto superpuestas a las gravitatorias superaran la resis-
tencia residual (τ0 + ∆τ > Su) la inestabilidad existiría sólo durante breves instantes de tiempo (la dura-
ción de los picos de tensión). Los daños asociados a la movilidad cíclica incluyen desplazamientos de
masas de suelo y agrietamiento. Sin embargo la magnitud de los desplazamientos es limitada y por lo
tanto los daños no son catastróficos, a menos que estos daños deriven en otros procesos de degradación
de la estructura como erosión interna, tubificación, etc. Un ejemplo de los efectos que produce la movili-
dad cíclica se muestra en la figura 31. Se trata de la ribera de un río en la cual el material bajo el nivel fre-
ático desarrolló la movilidad cíclica durante un terremoto. Como resultado, hubo un desplazamiento de la
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masa de suelo vecina en dirección al río. Sin embargo, el desplazamiento fue limitado y al terminar el terre-
moto la masa desplazada recuperó el equilibrio. Como resultado del desplazamiento residual, se observan
en la superficie grietas paralelas a la ribera.
b) Material en condiciones contractivas con tensión estática aplicada menor que la resistencia residual
El segundo caso presentado en la figura 30.b es el de un material que se comporta de manera con-
tractiva (su índice de poros inicial y la presión de confinamiento la sitúan por encima de la línea de esta-
do crítico, ver figura 29b). Si se aplica a este material una deformación de corte creciente, la presión de
poros tiende a aumentar y por lo tanto la tensión efectiva en el esqueleto granular disminuye. La resis-
tencia no drenada pasa por un valor pico y luego cae hasta estabilizarse en un valor residual o de estado
constante, Su. En la figura 30.b se analiza el caso en que la tensión de corte debida a las cargas gravita-
torias, τ0, es menor que la resistencia residual, Su. Durante la aplicación de la carga cíclica, la presión de
poros aumentará y el material acumulará deformación de corte. Sin embargo como la tensión permanen-
te es menor que la resistencia disponible, la condición de inestabilidad sólo puede ocurrir durante breves
instantes de tiempo (cuando la tensión debida al terremoto superpuesta a la estática supere la resistencia
del material). Por lo tanto este es también un caso de movilidad cíclica y los daños asociados serán los
descritos en el punto anterior.
226
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Figura 31. Ejemplo de movilidad cíclica. Desplazamiento lateral y agrietamiento de la ribera de un río debida al terremoto de
Guatemala en 1976 (http://www.ce.washington.edu/).
c) Material en condiciones contractivas con tensión estática aplicada mayor que la resistencia residual
El tercer caso (Fig. 30.c) corresponde a un material que se comporta de manera contractiva (idéntico
al del caso anterior) sobre el cual está aplicada una tensión permanente, τ0, mayor que la resistencia resi-
dual disponible del material. El equilibrio inicial, bajo las cargas gravitatorias es posible porque el material
dispone de una resistencia pico mayor que la residual. Sin embargo, bajo la acción de un terremoto, el
material acumula deformación de corte y puede llegar a la situación en que la tensión aplicada sea mayor
que la resistencia disponible (rama descendente de la curva tensión-deformación). Esta es la condición de
inestabilidad en la cual las deformaciones crecen de manera incontrolada y el movimiento sólo se detiene
cuando la presión de poros consigue disiparse y/o cuando la geometría ha cambiado de tal manera que
las tensiones debidas a las cargas gravitatorias hayan disminuido lo suficiente cómo para que se resta-
blezca el equilibrio. Éste fenómeno se denomina falla de flujo o, como se ha acordado en los últimos años
en la literatura técnica, simplemente “licuefacción”. Los daños provocados por la licuefacción son en gene-
ral de tipo catastrófico, tales como grandes desplazamientos de masas de suelo, avalanchas de material
licuefactado con la consistencia de lodo y hundimiento de estructuras fundadas sobre el material licue-
factado. Un caso particular se da cuando se licua una capa de suelo bajo el nivel freático, estando éste a
poca profundidad, en un terreno plano y sin cargas sobrepuestas. Entonces, por acción del peso de la capa
superficial no licuefactada, el material licuefactado sube a la superficie en forma de volcanes de arena, típi-
cos de las zonas epicentrales de los grandes terremotos.
La figura 32 muestra fotografías de la falla de la presa de colas de Tapo Canyon, ocurrida a causa del
terremoto de Northridge (California) en 1994. La falla implicó el flujo de una gran cantidad de residuos a
lo largo de 180 metros aguas abajo (Harder y Steward, 1996). Afortunadamente, por estar ubicada en una
zona despoblada, no provocó víctimas ni otras pérdidas económicas importantes. Esta presa almacenaba
los residuos de una cantera de áridos que consistían en material fino proveniente del lavado de los áridos.
La forma en planta del depósito era aproximadamente triangular, tal como se observa en la fotografía
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aérea de la figura 33, siendo la longitud de su lado mayor (norte) de 300 metros y la de los dos restantes
de 270 metros. El depósito había alcanzado una altura de 24 metros. El depósito se había iniciado en la
depresión creada por la explotación de una antigua cantera. Sin embargo, la depresión no era original-
mente un cuenco cerrado. Para facilitar el drenaje se había abierto un canal en la roca que desaguaba en
un arroyo vecino, que corre paralelo al borde sudoeste (Figura 33). Al comenzar el vertido de residuos,
dicho canal se cerró con material rechazado de la explotación. Luego la presa continuó recreciéndose hacia
aguas arriba con el mismo material. Al momento de la falla, la presa llevaba dos años inactiva, ya que se
había detenido su recrecimiento y el vertido de residuos. Sin embargo en la mitad este se realizaba el lava-
do de los camiones mezcladores de hormigón, vertiendo restos de hormigón que formaron una costra
superficial de un grosor considerable. En la mitad oeste del depósito existía una laguna. A lo largo del
borde fallado (sudoeste) el agua se encontraba en contacto directo con la presa. La sección de la presa
fallada había presentado ya problemas de filtraciones y de estabilidad, por lo que poco tiempo antes se
había construido una berma a lo largo de 180 metros de la presa sudoeste.
Figura 32. Fotografías de la falla de la presa de Tapo Canyon provocada por el terremoto de Northridge (1994).
a) Vista aérea (Norte en la parte superior de la fotografía). b) Vista de la superficie del depósito después de ocurrida la rotura.
(Fotografía: Northridge Collection, EERC, University of California, Berkeley).
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Figura 33. Vista aérea de la presa de Tapo Canyon previa a su rotura (FOTO: Northridge Collection, Earthquake Engineering
Research Center, University of California, Berkeley) H es la costra de hormigón.
Existen una variedad de problemas de fundación que pueden provocar fallas en presas de colas. La
mayoría de ellos son comunes a los problemas que pueden presentarse en una presa de embalse. Sin
embargo, ciertos aspectos particulares de la construcción y operación de presas de colas, tales como la
construcción por etapas y el elevado peso específico de las partículas sólidas de los residuos almacenados
pueden exacerbar los problemas de fundación.
El caso de la falla de la presa de Aznalcóllar (1998) es, en este sentido, paradigmático ya que la serie
de fenómenos que contribuyeron a que la falla ocurriera, se dieron todos ellos en la fundación de la presa.
La presa de Aznalcóllar almacenaba los residuos de una explotación minera de piritas ubicado en Sevilla
(España), y que llevaba unos 20 años operando al momento de la falla. El depósito era de tipo anular, con
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un dique perimetral con una longitud de coronamiento de algo más de 3 km. Estaba dividido en dos par-
tes. En la parte norte se almacenaban residuos piroclásticos (partículas gruesas) en tanto que en la parte
sur se almacenaban colas piríticas. Vecino a su costado este, en donde ocurrió la falla, corre un pequeño
río denominado Agrio, que es tributario del Guadiamar. El método de recrecimiento utilizado era el de
aguas abajo y, en la sección fallada, la presa alcanzaba 28 metros de altura sobre la fundación. La imper-
meabilidad de depósito se lograba con un manto impermeable de arcilla colocado sobre la cara de aguas
arriba, conectado con un diafragma que penetraba poca profundidad en los materiales de fundación hasta
alcanzar niveles impermeables.
Todo el depósito estaba directamente apoyado sobre una delgada capa aluvional (de aproximada-
mente 4 metros de espesor) y ésta sobre un depósito de arcillas marinas carbonatadas del terciario con un
espesor mayor a 60 metros (Figura 34.a). Estas arcillas, conocidas como “arcillas azules” o “margas azu-
les” del Guadalquivir, tienen características geológicas y mecánicas particulares que fueron determinantes
en el mecanismo de falla. De acuerdo a las exploraciones mediante calicatas y sondeos, las arcillas azules
constituyen una formación extraordinariamente homogénea, donde es muy difícil distinguir planos de
estratificación a partir de testigos extraídos de sondeos. Técnicas especiales de geofísica (Olalla y Cuellar,
2001) y observaciones realizadas en afloramientos y calicatas de exploración (Moya, 2001) permitieron
identificar planos de sedimentación del depósito que buzan con un ángulo de 5° en dirección al SSE.
Excepcionalmente estos planos presentaron señales de haber sido sometidos a corte con anterioridad
(estrías de fricción) (Alonso y Gens, 2001). Las propiedades mecánicas de las arcillas azules son también
muy particulares. Ensayadas al corte directo, presentan un comportamiento extremadamente frágil, con
una rigidez inicial elevada y un pico de resistencia muy agudo a un milímetro de desplazamiento relativo.
Los parámetros de Mohr-Coulomb que resultan de este tipo de ensayos son c’= 65 kPa y φ’ = 24.1°.
Pasado este pico y siendo aún el desplazamiento relativo menor a dos milímetros, la resistencia cae abrup-
tamente. Para desplazamientos relativos en torno a los 5 mm los parámetros de resistencia quedan en c’=
0 y φ’ = 18÷20°. El ángulo de fricción residual es φ’ = 11°. La permeabilidad vertical de la arcilla es muy
baja, entre 2 y 7x10-11 m/s (Alonso y Gens, 2001).
La falla de la presa ocurrió de manera abrupta y sin que se detectaran señales previas que permitie-
ran prever que existían problemas de estabilidad, si bien existían en ese momento un importante sistema
de instrumentos de auscultación en operación.
La falla abarcó una sección de 600 metros de longitud del dique de cierre del costado sudeste. El dique
se deslizó una distancia de hasta 60 metros en dirección al cauce del río Agrio. El deslizamiento provocó
una brecha en la presa por la que escaparon 7 millones de metros cúbicos de colas de las dos partes en
que estaba dividido el depósito (Figura 3). Las colas, fuertemente ácidas, afectaron los valles de los ríos
Agrio y Guadiamar, provocando importantes daños ecológicos y la contaminación de las aguas subterrá-
neas. Estudios posteriores revelaron que la superficie de deslizamiento estaba ubicada en las arcillas azu-
les, a 10 metros de profundidad de la superficie natural del terreno (Figura 34a). Su forma es plana y tiene
una ligera inclinación (1.5 a 2°) en la dirección del movimiento. El deslizamiento fue eminentemente de
traslación, en el que la presa se movió prácticamente como bloque rígido (Moya, 2001). En su inicio de
aguas arriba, la superficie de deslizamiento tiene una escarpa casi vertical. Aguas abajo se desarrolló una
importante cuña de empuje pasivo que llegó a invadir el cauce del río Agrio.
Se identificaron factores que probablemente contribuyeron a la falla (Alonso y Gens, 2001, Olalla y
Cuellar, 2001). Todos ellos provienen las características particulares del material de fundación:
1) La presencia de planos de estratificación, que determinaron el mecanismo de deslizamiento.
2) Su fragilidad que probablemente provocó un mecanismo de falla progresiva.
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3) La baja permeabilidad y homogeneidad del depósito, que impidió la disipación de las presiones de
poros generadas por la construcción de la presa y el llenado del depósito.
Si las arcillas azules fueran un material homogéneo e isótropo, entonces los análisis de estabilidad indi-
carían que el mecanismo de deslizamiento más desfavorable es de tipo rotacional. La presencia de planos
singulares en la formación de las arcillas azules, aunque difíciles de detectar con los procedimientos usua-
les de ingeniería, parecen haber jugado un papel fundamental en el desarrollo del mecanismo de desliza-
miento.
Figura 34. Presa de Aznalcóllar, perfil transversal en la sección deslizada (en base a Moya, 2001 y Alonso y Gens, 2001). a)
Sección vertical por la presa y la fundación. Superficie de deslizamiento detectada con sondeos. b) Detalle: etapas de construcción,
mecanismo de falla progresiva y piezometría.
En general, los materiales que presentan un pico de resistencia seguido de una pérdida de resistencia,
pueden desarrollar lo que se denomina falla o rotura progresiva. Ésta consiste en que, en el material de
una cierta zona de la estructura que se encuentra sometida a mayores tensiones o deformaciones que el
resto, se supera la resistencia de pico. En esta zona se produce por lo tanto una inestabilidad local, ya que
si la deformación aumenta la resistencia continúa disminuyendo. Por lo tanto, para restablecer el equili-
brio, el exceso de tensión debe ser transferido a zonas vecinas. Si a causa de esto, en estas zonas también
se supera la resistencia de pico, se inicia una rotura en cadena, que puede terminar en una rotura global
de la estructura. Los materiales marcadamente frágiles son más propensos a desarrollar este tipo de meca-
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nismo ya que se necesitan deformaciones (o desplazamientos) relativamente pequeños para hacer que el
material supere el pico de resistencia.
En el caso de Aznalcollar, análisis con modelos de elementos finitos (Alonso y Gens, 2001) muestran
que, con el agregado de cada recrecimiento de la presa, en una pequeña zona de la fundación bajo el pie
del talud exterior (de mayor pendiente que el interior) la resistencia al corte de las arcillas azules fue supe-
rada. Esto pudo generar una zona de material “prefallado” (en condición de post-pico), que fue crecien-
do hacia aguas abajo abajo, tal como se ilustra esquemáticamente en la figura 34.b. Esto explicaría por-
qué no es posible reproducir la falla con los métodos tradicionales de análisis de estabilidad considerando
la resistencia pico, sino sólo cuando se adopta un valor de ángulo de fricción reducido (17°). En relación
a este mecanismo, es interesante comprobar que la pendiente del talud de aguas abajo que resultó de la
construcción (39°) fue bastante mayor que la de proyecto (30°), cambio que sin duda favoreció la ocu-
rrencia de mayores tensiones en la fundación, bajo el pie del talud (Figura 34.b). A pesar de ello, el meca-
nismo de rotura progresiva, considerado aisladamente, no permite dar una explicación satisfactoria a la
falla. Es necesario considerar los otros factores, actuando en conjunto.
Después de la rotura de la presa se instalaron piezómetros en la formación de las arcillas azules, en
distintos puntos de la sección de la presa fallada. De la interpretación de las medidas obtenidas se con-
cluyó que, consistentemente con la baja permeabilidad de las arcillas azules, las presiones de poro debi-
das a la construcción y llenado del depósito eran muy elevadas al momento de la falla (Alonso y Gens,
2001; Heras et al., 2001). La posición estimada de la línea piezométrica se indica en la figura 34.b. Se esti-
mó que después de veinte años de construcción continua, solamente se había disipado entre un 20 y un
60% (Heras et al., 2001) del exceso de presión de poros generado por la sobrecarga que implican la presa
y las colas almacenadas. Por otra parte, se sabe que las presiones de poro asumidas para el diseño se obtu-
vieron, como es usual en los proyectos de presas, mediante un análisis de red de flujo considerando sola-
mente las filtraciones en régimen permanente (Alonso, 2005). Las presiones de poro que se estima existí-
an al momento de la falla, en las arcillas azules, bajo la presa duplican y hasta triplican los valores
utilizados en el proyecto.
Las fallas por desbordamiento, tubificación o erosión ocurren en las presas de colas de manera similar
a las presas de embalse de materiales sueltos. Ambos tipos de presa son igualmente sensibles a estos pro-
blemas. Sin embargo, las circunstancias que desencadenan estos mecanismos de falla en las presas de
colas son diferentes a las de una presa de embalse.
La hidrología de una presa de colas en muchos casos está condicionada por el hecho de que, por razo-
nes de protección del medio ambiente, el agua almacenada y aún la que ingrese accidentalmente en la
presa no se puede verter al medio. Si el depósito es de tipo anular, el único aporte de agua que puede reci-
bir es el de las precipitaciones, pluviales o níveas, que caigan en el área que ocupa su planta. Si, en cam-
bio, el depósito esta ubicado en un valle, con una presa de cierre por el costado de aguas abajo, entonces
en las previsiones hidrológicas habrá que tener en cuenta el área de captación de la cuenca y el volumen
de agua que puede generar una lluvia o deshielo. En algunas presas de este tipo se construyen estructu-
ras de desvío (canales o tuberías) para evitar que el agua de escorrentía superficial ingrese en el depósi-
to.
A lo largo del proceso de construcción y llenado del depósito de colas la morfología y estructura del
mismo cambia en el tiempo. La forma de operación de la presa puede tener una influencia importante en
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Figura 35. Fotografías de la falla de la presa de Merriespruit, ocurrida en 1994. La causa de la rotura fue el desbordamiento pro-
vocado por el aporte de agua durante una tormenta de lluvia. a) Vista de la brecha desde aguas abajo y primera línea de casas del
pueblo afectadas por la avalancha de lodo. b) Detalle de la brecha y escarpa dejada por el material escapado.
el riesgo de desbordamiento. Una operación inadecuada puede hacer que la altura de resguardo disminu-
ya a niveles peligrosos. La obstrucción de tuberías de desagüe es otro problema que puede llevar al des-
bordamiento.
Un ejemplo interesante de falla por desbordamiento es el de la presa de Merriespruit (Sudáfrica), ocu-
rrida en 1994. El caso fue descrito por Fourie y Papageorgiou (2001) y Fourie et al., (2001). La presa era
de tipo anular con planta rectangular y almacenaba colas de un proceso de extracción de oro. Tenía al
momento de su rotura 31 metros de altura y su construcción había comenzado 16 años antes. El recreci-
miento se hacía hacia aguas arriba, utilizando las mismas colas como material de construcción y permi-
tiendo su secado para favorecer su consolidación por acción de las fuerzas capilares. El exceso de agua
que se acumulaba en el centro de la presa se evacuaba a través de una tubería hacia un depósito inter-
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medio para luego ser reutilizada en el proceso de extracción. Debido a que la demanda de agua del pro-
ceso de extracción era variable y a una inadecuada capacidad del depósito intermedio, era habitual que
una cantidad importante de agua quedara almacenada en la presa.
Figura 36. Mecanismo de falla por desbordamiento. La erosión de la cara externa produce un aumento de las tensiones de
corte sobre las colas hasta que ocurre la inestabilidad o licuefacción estática. El mecanismo de falla progresiva puede
contribuir al proceso.
En el mismo sitio donde se produjo la rotura, la presa había presentado problemas de filtración y de
inestabilidad en el pie del talud. En 1991 se colocó, como medida paliativa, un contrafuerte de escollera.
Casi un año antes de ocurrir la falla el llenado del depósito fue suspendido. Sin embargo el vertido de colas
continuó de forma esporádica y también ocurrieron escapes de colas desde depósitos vecinos que estaban
en operación. Puesto que estos vertidos ocasionales ocurrieron siempre en el mismo costado del depósi-
to, la laguna de decantación fue empujada gradualmente hacia el borde opuesto (el que luego fallaría).
Una foto satelital obtenida 3 semanas antes de la falla muestra que la laguna se encontraba en contacto
directo con la presa y lejos de la toma de la tubería de decantación, impidiendo la posibilidad de extraer
los excesos de agua. No se conoce la altura de resguardo al momento de la falla, pero se estima que era
escasa.
La falla de la presa de Merriespruit se inició con una tormenta de lluvia que aportó 50 litros/m2. Si bien
la falla ocurrió por la noche y por lo tanto se conocen pocos detalles, se ha llegado a la conclusión de que
el mecanismo que inició la falla fue el desbordamiento (Fourie et al., 2001). La brecha dejó escapar
600000 m3 de colas que fluyeron a lo largo de 3 km (Figura 35). El pueblo vecino de Merriespruit fue inun-
dado con una ola de lodo que alcanzó 2,5 metros de altura destruyendo varias casas y matando a 17 per-
sonas.
El mecanismo de falla que se supone ocurrió en este caso se explica en la figura 36. El agua vertien-
do por el coronamiento erosionó la cara exterior del talud iniciando una brecha de erosión retrocedente.
Es posible que pequeños deslizamientos locales aceleraran el proceso de erosión. El vertido continuado de
agua erosionó también el material de estos deslizamientos acumulado al pie del talud. Al desaparecer la
estructura de soporte exterior donde el material era más resistente, las colas más finas y con elevado con-
tenido de agua del centro del depósito comenzaron a ser sometidas a tensiones de corte crecientes. Todo
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este proceso sucedió relativamente rápido, el aumento de las tensiones aplicadas sobre las colas ocurrió
en condiciones prácticamente no drenadas. Fourie y Papageorgiou (2001) realizaron ensayos no drenados
de las colas almacenadas en la Presa de Merriespruit, encontrando que para las densidades y niveles de
confinamiento que existían en la presa, su comportamiento es de tipo contractivo (Fig 30.c) y por lo tanto
potencialmente licuables. En un determinado momento el proceso descrito provocó que la resistencia de
pico no drenada del material fuera superada. A partir de ese momento también es posible que el meca-
nismo de falla progresiva haya contribuido a acelerar la rotura. El resultado fue lo que se conoce como
“licuefacción estática” de las colas. La inestabilidad que se inicia localmente se extendió a una gran masa
de colas que fluyó a través de la brecha en forma de líquido viscoso.
Licuefacción estática
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Es interesante observar en el caso de la presa de Merriespruit (Figura 35.b) cómo varía la pendiente
del escarpe dejada por el material fallado. En la brecha que atraviesa la presa, los escarpes tienen pen-
dientes bastante empinadas, superiores incluso a la del talud exterior de la presa. En cambio, los escarpes
en el interior del depósito tienen pendientes sensiblemente menores (Blight, 1997). Esto sugiere que el
material de la presa tenía una resistencia apreciablemente mayor que la del material del centro del depó-
sito y que fue necesario un proceso erosivo como el desbordamiento que removiera esa capa resistente
exterior para posibilitar la falla. En efecto, la figura 37 muestra valores de resistencia a penetración (CPT)
obtenidos en la presa de Merriespruit después de la rotura, en función de la distancia al borde exterior del
depósito. Se ve cómo hacia el centro del depósito la resistencia cae rápidamente.
Sobre la base del análisis de varias fallas de presas de colas ocurridas en el sur de África, Blight (1997)
propuso que, para que la falla esté seguida de flujo de colas (licuefacción estática), la superficie sobre la
cual se deslizan debe estar previamente mojada, ya sea por lluvias o por el agua vertida desde la misma
presa en el caso de un desbordamiento. Sugirió como explicación que, en el caso de una superficie seca,
el agua contenida en las colas drena rápidamente y el flujo se detiene. En cambio, cuando la superficie
está húmeda, las colas no pueden perder agua y por lo tanto pueden fluir a lo largo de grandes distan-
cias. Sin embargo, las lluvias que se asocian a la ocurrencia de las fallas con flujo de colas, también pro-
ducen el aumento de la humedad de las colas y el aumento del volumen de colas saturadas dentro del
depósito. Por lo tanto es difícil decir si este sólo hecho constituye o no un factor decisivo para la ocurren-
cia de la licuefacción estática. Aproximadamente un tercio de las fallas por sobrepaso o deslizamiento
registradas en el Boletín 121 del ICOLD (2001) estuvieron precedidos por fuertes lluvias.
Las fallas por tubificación y por erosión tienen un mecanismo de desarrollo idéntico al descrito para el
caso de desbordamiento. La diferencia en estos casos es el factor que desencadena la falla.
Los procesos de tubificación o de erosión interna se pueden iniciar por afloramiento de agua freática
en un talud, por arrastre de partículas hacia el exterior o hacia otros materiales más gruesos o por fractu-
ra hidráulica. Según Foster et al., (2000), en presas de embalse de materiales sueltos, los procesos de ero-
sión interna pueden ocurrir de tres modos básicos: a través de la presa, a través de la fundación o desde
la presa hacia la fundación. En base a la observación de casos históricos Foster et al., (2000) identificó los
factores que favorecen el desarrollo de tubificación en presas de embalse. Si bien las situaciones analiza-
das pueden diferir de las que ocurren en una presa de colas, en particular en lo que hace a la utilización
de elementos de estanqueidad, las conclusiones generales son aplicables:
1) A través de la presa: la falta de zonificación (presas homogéneas), la ausencia de filtros cuando
éstos son necesarios, la utilización de arcillas dispersivas, limos o arenas para la construcción de
elementos de estanqueidad, la falta de compactación y el paso de conductos a través de la presa.
2) A través de la fundación: cuando la presa está fundada sobre suelo, en particular si son dispersi-
vos, o fundada sobre rocas solubles. Para presas fundadas sobre suelo, el no tratamiento de la fun-
dación mediante trinchera o delantal (manto) impermeable. Para presas fundadas sobre aluvión
con base rocosa, la utilización de pantallas coladas de hormigón para la impermeabilización en
lugar de la excavación de una trinchera y prolongación del núcleo impermeable.
3) De la presa hacia la fundación: en este caso, la fundación de la presa sobre roca parece ser más
desfavorable que sobre suelo, en particular si las rocas de fundación son areniscas intercaladas con
esquistos y calizas, con juntas abiertas o que contienen yeso. Otros factores son la no inyección de
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Figura 38. a) Mecanismo de falla de un depósito de colas por tubificación. b) Mecanismo de falla de un depósito de colas por
erosión del pie del talud.
El arrastre de material inicia un proceso de erosión remontante que va ampliando la vía de agua y por
lo tanto el caudal y la capacidad de provocar más erosión. La figura 38.a muestra la manera en que este
proceso acaba por desestabilizar el talud de la presa, provocando la aparición de chimeneas o desliza-
mientos y en definitiva la aparición de una brecha. El aumento de las tensiones sobre las colas acaba por
provocar la licuefacción estática y el flujo de las colas licuefactadas.
Un proceso similar se produce en el caso de fallas por erosión (Figura 38.b). La crecida de un curso de
agua vecino, el agua descargada por el vertedero, un canal que corre paralelo al pie del talud o el alma-
cenamiento de agua contra el pie del talud pueden producir su erosión hasta que se elimina el material
de la presa, provocando la rotura, la licuefacción de las colas y su vertido.
De acuerdo a la colección de casos históricos recogida en el Boletín 121 del ICOLD (2001), la mayor
cantidad de incidentes originados en las estructuras auxiliares se deben a fallas en los sistemas de decan-
tación del agua sobrenadante del depósito. Es común que estos sistemas estén formados por una o más
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chimeneas o torres de decantación en las que el nivel de rebalse se va elevando gradualmente a medida
que el depósito crece en altura. Una tubería que corre por el fondo del depósito lleva el agua desde la base
de la chimenea hacia el exterior. Es bastante frecuente la falla de estos conductos, lo que deriva en filtra-
ciones de agua desde la tubería hacia las colas con los consiguientes efectos indeseables de humedeci-
miento, elevación del nivel freático, etc.; o bien la creación de una vía de escape para las colas de poca
consistencia. Otros incidentes dentro de esta categoría se deben a rotura de tuberías de descarga de colas
hacia el depósito, con el consiguiente vertido y peligro de erosión de la presa; falla de vertederos o de sis-
temas de by-pass para crecidas por haber sido diseñados con una capacidad inadecuada y problemas con
tuberías de drenaje.
Es práctica usual en la ingeniería de presas de embalse de materiales sueltos, el intentar evitar por
todos los medios posibles la utilización de tuberías de descarga que atraviesen el relleno de cierre. Se sabe
por experiencia, que las tuberías en si mismas y su contacto con los materiales de relleno son puntos débi-
les del cierre, en los que muy frecuentemente se originan procesos de tubificación. En el caso de las pre-
sas de colas, el problema no es tan agudo ya que la carga hidráulica se pierde en una longitud de flujo
mayor, puesto que las mismas colas sirven como elemento de contención del agua. Es por ello que la prác-
tica de instalar tuberías que atraviesen la presa sea más habitual que en presas de embalse. Sin embargo,
esto no deja de ser peligroso, particularmente cuando no se cuidan los detalles de instalación.
Como ejemplo interesante de falla iniciada por un problema en una tubería de decantación, se puede
citar el del complejo de presas de colas de Stava (Italia), cuyo colapso ocurrió en 1985. El caso fue des-
crito, entre otros, por Chandler y Tosatti (1995). El complejo estaba constituido por dos presas adyacentes,
una aguas arriba de la otra, construidas a través del valle de un pequeño río (Figura 39). La pendiente en
el sitio era bastante fuerte (12 a 16°) y las presas se apoyaron directamente sobre materiales morrenicos
y fluvio-glaciales con mal drenaje (existían vertientes). El destino de los depósitos era almacenar las colas
del proceso de extracción de una mina de fluorita. En 1962 comenzó la construcción de la presa inferior,
mediante el método de recrecimiento de aguas arriba. Se utilizaron hidrociclones para separar la fracción
gruesa, que se destinaba al recrecimiento de la presa, de la fracción fina que se vertía al depósito para que
decantara. El ángulo del talud exterior era de 32°. El agua sobrenadante se extraía mediante un conduc-
to de decantación de hormigón de 200 mm de diámetro apoyado directamente sobre el suelo natural. El
conducto seguía la dirección de la pendiente natural y su boca de toma estaba ubicada en el punto del
depósito más alejado de la presa. El conducto se iba prolongando hacia aguas arriba y las bocas de toma
se iban taponando, a medida que el nivel de las colas almacenadas aumentaba.
En 1969, cuando la presa de aguas abajo alcanzó 26 metros de altura, se detuvo su llenado y se
comenzó la construcción de una segunda presa inmediatamente aguas arriba del límite del depósito de
colas creado con la primera presa. El sistema de recrecimiento utilizado fue el de la línea central. Esto trajo
consigo el inconveniente de que el pie del nuevo talud fue gradualmente apoyándose en las colas depo-
sitadas en el depósito inferior. La pendiente proyectada para el talud de la nueva presa fue inusualmente
empinada (40°). De hecho la pendiente de proyecto nunca se pudo materializar en obra, quedando el talud
con un ángulo de 39° respecto de la horizontal, que sólo se pudo mantener utilizando una cobertura pro-
tectora de césped. Este detalle sugiere que la pendiente del talud de la presa superior estaba próxima al
ángulo de reposo del material. Se instaló un conducto de decantación de diseño similar al utilizado en el
depósito inferior. Este conducto descargaba en reservorio formado por la presa inferior, que paso a traba-
jar como estanque de clarificación de las aguas, que luego se vertían al río. Como no se había previsto nin-
gún sistema de by-pass para las aguas superficiales que naturalmente escurrían del valle, estas ingresa-
ban también al reservorio creado por la presa superior. Estas circunstancias hacían que, de forma
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permanente, la superficie de ambos depósitos estuviera casi totalmente cubierta de agua. Esto se aprecia
en la fotografía de la figura 39. Por otra parte, tampoco se previó sistema alguno para favorecer el drena-
je inferior de las colas ni del material de fundación. En 1975 la presa superior alcanzó la altura final de
proyecto, que era de 19 metros sobre la fundación. Se planeó entonces llevarla a 34 metros, para lo cual
se dejó una berma de cuatro metros de ancho y se reinició el recrecimiento, ahora utilizando el método de
aguas arriba y con una pendiente de 34° con la horizontal. Al momento de la falla la presa superior había
alcanzado los 29.5 metros de altura.
Figura 39. Fotografías aérea del complejo de presas de colas de Stava. a) En operación, con la presa superior llenándose, la presa
inferior sirviendo de estanque de clarificación de las aguas. b) Falla ocurrida el 19 de julio de 1985.
(Foundation Stava 1985).
Contando con todas las circunstancias enumeradas, es fácil pensar que aún bajo condiciones norma-
les de operación, ambos depósitos se encontraban muy próximos a la falla. La primera mitad del 1985 se
caracterizó por un clima más lluvioso que el normal. De enero a junio llovieron 465 mm comparados con
los 365 que se registran como pluviometría media en el sitio de emplazamiento. El 15 de Julio de 1985
ocurrió el colapso de la presa superior y la masa de colas que escapó de ella provocó el inmediato colap-
so en cadena de la presa inferior. La avalancha de colas licuefactadas avanzó por el valle a una velocidad
estimada de 30 km/h, hasta alcanzar el pueblo de Stava ubicado 500 metros aguas abajo. Allí produjo la
destrucción de dos hoteles y varias casas. Luego una masa un poco más fluida de agua y sedimentos, con-
tinuó descendiendo por el valle a lo largo de 3 km y a una velocidad estimada de 90 km/h. Varias casas
más resultaron destruidas o dañadas en esta zona. En total se perdieron 268 vidas.
Chandler y Tosatti (1995) propusieron como factor más probable de inicio de la falla, la fuga de agua
del conducto de decantación del depósito superior. A un cierto punto de la construcción de la presa, este
conducto se obstruyó. Para solucionar el inconveniente se construyó un by-pass. Esto se hizo mediante un
tubo de acero horizontal que se acopló al extremo libre del conducto de decantación. Excavando las colas
hasta descubrir un tramo de conducto más allá de la obstrucción, se construyó una chimenea que conec-
taba el otro extremo del tubo de acero con el conducto de decantación. La instalación se ilustra en la figu-
ra 40. El tubo de acero estaba directamente apoyado sobre la superficie de las colas recientemente verti-
das. Luego cuando el depósito continuó creciendo, el tubo quedó inmerso en la masa de colas. Estas colas
son bastante compresibles y bajo el peso de las nuevas capas, el tubo pudo haber sido arrastrado hacia
abajo y en un cierto momento su extremo arrancado de la chimenea. Esto permitió que el agua transpor-
tada por el tubo escapara directamente a las colas haciendo que la superficie freática en ese sitio se ele-
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vara. De hecho 6 meses antes de la falla, ocurrió un deslizamiento y un hundimiento en el talud lateral de
la presa superior no muy lejos de donde se encontraba el mencionado by-pass. El hecho estuvo asociado
a que la tubería de decantación del reservorio superior se había obstruido en la boca de salida por con-
gelamiento, haciendo que toda la tubería se llenara de agua lo que debe haber provocado que el caudal
que escapaba por la tubería rota fuera mucho mayor. En la figura 11 se mostraba, de acuerdo a los aná-
lisis de estabilidad realizados por Chandler y Tosatti (1995), cuan sensible era el talud de la presa superior
a una elevación de la superficie freática.
Figura 40. Complejo de Stava. a) Esquema de la reparación realizada para salvar un tramo de conducto de decantación obstruido
en la presa superior (fuera de escala). b) Detalle (Chandler y Tosatti, 1995).
3.2.8. Subsidencia
Los casos de falla de presas de colas por subsidencia no son frecuentes. En la colección de Boletín 121
del ICOLD (2001) sólo se registran tres casos. Todos ellos están asociados a la actividad minera subterrá-
nea que, por proximidad o por condiciones geológicas favorables, en un cierto momento llegan a afectar
a los depósitos de colas en superficie. En dos de los casos registrados, Mulfilira (Zambia) y Atlas (Filipinas),
la falla consistió en el escape de colas licuefactadas hacia galerías subterráneas en donde se estaban rea-
lizando actividades de extracción.
En cambio, el caso de la presa de Iwiny (Polonia) parece ser una auténtica falla por subsidencia de la
fundación (ICOLD, 2001). La falla ocurrió en 1967 y la información publicada es escasa. La presa estaba
construida a través de un valle. Las actividades de extracción se hacían de forma subterránea. Una de las
galerías había avanzado, aproximándose a la presa desde aguas arriba, por debajo de la posición del depó-
sito de colas. Al momento de la falla el extremo de la galería estaba a 200 metros del eje de la presa. Una
zona de falla de unos 20 metros de espesor cruzaba la presa cerca de su estribo izquierdo. Al parecer, las
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actividades de excavación subterránea y las filtraciones desde la superficie hacia la galería, incrementadas
por el bombeo de agua para mantenerlas en seco, provocaron que el material de la fundación de la presa
fuera arrastrado hacia la zona de falla. Esto provocó la subsidencia de la fundación de la presa y la apari-
ción de una brecha en la misma que permitió el vertido de 4.6 millones de metros cúbicos de colas y la
muerte de 18 personas. La figura 41a muestra la disposición en planta de la presa, de la galería en cues-
tión y la zona de falla. La figura 41.b muestra un perfil vertical coincidente con el eje de la presa.
Figura 41. Falla de la presa de Iwiny (Polonia, 1967). a) Planta mostrando la disposición de la presa, el reservorio de colas, las
galerías subterráneas de la explotación minera, la traza de la zona falla, que atraviesa el reservorio y la fundación de la presa. b)
Corte vertical por el eje de la presa y su fundación. (IMGW, http://www.otkz.pol.pl/).
4. COMENTARIOS FINALES
En este capítulo se ha intentado extraer las enseñanzas que nos dejan los incidentes y casos históri-
cos de fallas de presas de colas. Sobre la base de la información recopilada por distintos autores se ha
intentado construir un marco conceptual que explique cómo funcionan los depósitos de residuos mineros
y cómo ocurren las fallas. Se sintetizaron los fenómenos físicos, físico-químicos y mecánicos que ocurren
en los depósitos de colas y que intervienen en los procesos de rotura. Se espera que con estos conoci-
mientos, el lector adquiera una visión lo suficientemente amplia y general sobre la problemática se la segu-
ridad y estabilidad de presas de colas, como para luego poder buscar y utilizar eficientemente los recursos
necesarios para resolver cada aspecto en particular.
Es interesante ver la diversidad de especialidades de la ingeniería y la geología que deben intervenir
en el proyecto y construcción de un depósito de residuos mineros a fin de evitar todas las formas de falla
que se han identificado. A modo de ejemplo y sin pretender hacer una lista exhaustiva, se enumeran a con-
tinuación las previsiones que deben hacerse para evitar cada uno de los mecanismos de falla identificados
en los apartados anteriores y entre paréntesis algunas de las especialidades que deberían intervenir en
cada caso.
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AGRADECIMIENTOS
Los autores agradecen la ayuda económica recibida de la Agencia Nacional de Promoción de la Ciencia
y la Tecnología de Argentina a través del proyecto PICT13-11775 “Estudio del comportamiento mecánico
de depósitos de residuos mineros bajo cargas estática y dinámicas”.
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
José Moya
1. INTRODUCCIÓN
Una presa de residuos mineros causa varios tipos de riesgo sobre el medio ambiente, el mayor de ellos
es, obviamente, la rotura de la presa y la liberación de sus depósitos y fluidos tóxicos. Según la Comisión
Internacional de Grandes Presas (ICOLD, 2001), desde el año 1917 han ocurrido 228 incidentes en balsas
de residuos; de ellos 140 correspondieron a roturas con vertido de residuos y 42 fueron debidas a inesta-
bilidad de laderas o al fallo en los materiales de cimiento de la presa. Una de las últimas roturas, ya pos-
terior a dicho documento, ha sucedido en abril del 2005 en la balsa de la mina de Bangs Lake (Estados
Unidos), que liberó 64.350 m3 de agua ácida.
La primera fase del análisis de las causas de estos desastres es el reconocimiento geológico del entor-
no de la balsa y, especialmente, de sus cimientos. Aquí se presenta el desarrollo de este tipo de reconoci-
miento aplicado a un caso real; se trata de la rotura de la balsa minera de Aznalcóllar (Sevilla, España),
ocurrida en abril de 1998.
La rotura de dicha balsa originó el vertido de unos 6.800.000 m3 de lodos de residuos tóxicos y de
agua ácida (pH= 2) que inundaron las riberas de los ríos Agrio y Guadiamar en un tramo de unos 40 kiló-
metros de longitud y unos 400 m de anchura media. La oleada de aguas ácidas alcanzó el área protegida
que rodea al Parque Nacional del Doñana (declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO por su gran
valor ecológico) y quedó a tan sólo 2 km del límite del mismo. El coste únicamente de la retirada del ver-
tido le supuso al Estado Español un desembolso de 240 millones de euros.
Lo que aquí se expone recoge en buena parte el informe encargado al autor por los peritos que reali-
zaron la investigación judicial, los catedráticos Eduardo Alonso y Antonio Gens, en enero del 2000 (Moya,
2000). Los cambios principales que muestra el presente texto respecto a dicho informe han sido su rees-
tructuración para ofrecer un enfoque más metodológico y el énfasis en algunos de los problemas surgidos
durante el reconocimiento, como la identificación de la estructura de los materiales de cimiento de la presa
y la localización de la superficie de rotura. Este último aspecto, esencial para el cálculo de estabilidad, fue
resuelto mediante un procedimiento innovador (Moya, 2001, 2004).
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La balsa está situada a unos 25 km al NW de Sevilla, y 2 km al S de las cortas Aznalcóllar y Los Frailes,
y está bordeada al E por el río Agrio (figura 1). Tiene una planta aproximadamente rectangular, alargada
en dirección NNW - SSE, con una longitud de unos 2050 metros y una anchura máxima de unos 1100
metros. La balsa se apoya sobre el terreno natural en su costado occidental y está cerrada en sus otros
lados por un dique perimetral. Consta de dos zonas de depósito separadas por un espigón central; al N
del espigón se almacenaban los estériles de piroclastos (balsa de piroclastos) y al S los residuos de sulfu-
ros metálicos (balsa de piritas).
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RECONOCIMIENTO GEOLÓGICO DE LA ROTURA DE UNA BALSA LODOS MINEROS: APLICACIÓN A LA ROTURA DE LA BALSA AZNALCÓLLAR. ESPAÑA
El dique comenzó a construirse en 1979 y se fue recreciendo en varias fases, en función de las nece-
sidades operativas de la explotación minera. En abril de 1998, cuando ocurrió la rotura, el tramo oriental
del dique tenía una altura comprendida entre los 25.5 y los 28 metros, y una anchura de 100 - 110 metros
en su base y de 25 - 30 metros en coronación. La estructura del dique consta de un cuerpo principal de
escollera de bloques de pizarra, recubierto aguas arriba (en el paramento interior) por una pantalla de
impermeabilización construida con gravas, arenas y lutitas aluviales compactadas (denominada localmen-
te “pantalla de raña roja”).
La balsa minera de Aznalcóllar está situada en el margen noroccidental de la Cuenca del Guadalquivir,
muy próxima al contacto con los materiales paleozoicos del Macizo Ibérico, que afloran en Sierra Morena.
El origen de la Cuenca del Guadalquivir está directamente relacionado con la formación de la Cordillera
Bética. La cuenca se generó durante el Mioceno a consecuencia del basculamiento generalizado y progre-
sivo del zócalo paleozoico hacia el SSE, inducido por el sucesivo apilamiento de mantos de cabalgamien-
to en el frente de la cordillera. El basculamiento del zócalo dio lugar a una transgresión marina y al inicio
del relleno sedimentario de la cuenca en el Mioceno superior, que se completó durante el Plioceno infe-
rior. Al relleno siguió una regresión generalizada y el encajamiento de la red fluvial durante el Cuaternario,
que dio lugar a un conjunto de terrazas escalonadas.
Así pues, en el entorno de la balsa minera se distinguen tres conjuntos de materiales separados por
discordancias (figura 2): a) zócalo paleozoico metamórfico, b) serie miocena del borde de la cuenca del
Guadalquivir, y c) depósitos aluviales cuaternarios.
Figura 2. Perfil geológico de la balsa de residuos (ver localización en la figura 1). El perfil muestra la situación previa a la rotura y
es transversal a la zona después afectada por la misma. En la serie estratigráfica se distinguen dos discordancias, una de gran
ángulo entre el zócalo paleozoico y las unidades miocenas, y otra de bajo ángulo entre estas últimas y los depósitos cuaternarios.
La serie miocena buza entre 2 y 4º hacia el SSE.
Los materiales paleozoicos afloran al NW de la balsa, donde están representados por una serie devó-
nico-carbonífera de pizarras y cuarcitas entre las que se intercalan lentejones de materiales volcánicos
(dacitas y andesitas). Su estructura está caracterizada por cabalgamientos y pliegues isoclinales que le con-
fieren a la serie un buzamiento elevado hacia el N. En estos materiales se encuentran los yacimientos de
sulfuros (pirita, calcopitita, esfalerita y blenda) explotados en las cortas Aznalcóllar y Los Frailes.
En la serie sedimentaria miocena se distinguen las siguientes unidades (Perconig, 1961; Viguier, 1974;
Portero y Alvaro, 1984, Galán y González, 1993; Roldán, 1995):
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3. LA ROTURA
La rotura ocurrió la madrugada del 25 de abril de 1998. Aunque no existen testigos presenciales de la
misma, de las declaraciones de algunos trabajadores que estaban de turno esa noche, se deduce que ésta
se produjo de manera rápida, en menos de media hora. A las 00:30 horas se realizó una ronda por el pie
del dique oriental para inspeccionar el sistema de captación de filtraciones, sin que se detectara nada anor-
mal. A la 1:00 de la madrugada se detectó el corte de corriente eléctrica en la línea próxima a dicho sis-
tema de captación. Una inspección posterior sobre el terreno mostró que la línea estaba cortada y, sobre
las 3 de la madrugada, se descubrió que el pie y la coronación del dique oriental estaban agrietados y la
balsa de piroclastos casi vacía de agua.
La rotura se produjo, como después se probará, por un deslizamiento que afectó al sector sudeste de
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la balsa, donde ésta flanqueaba un meandro del río Agrio. El deslizamiento involucró a un tramo de unos
600 metros del dique oriental y a sus cimientos de terraza aluvial y arcilla azul en una franja de 180 metros
de anchura, trasladándolos en bloque varias decenas de metros hacia el E (figuras 3 a 5).
Figura 3. Vista hacia el SW de la rotura. En el centro de la imagen se observan las brechas abiertas en el dique oriental y en el
espigón central. Las flechas rojas indican la posición original del pie del dique aguas arriba. El dique se desplazó prácticamente de
forma horizontal amortiguando su desplazamiento gradualmente hacia el S mientras que hacia el N se interrumpe en la brecha de
vertido. Se observan también el vacío erosivo en las dos balsas y los abanicos formados por la avalancha de lodos al pie de la bre-
cha. Estos últimos contienen bloques de hasta 3 m de longitud máxima.
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Figura 5. Vista aérea de la balsa de residuos tras la rotura. El tramo desplazado del dique es el situado al E de la balsa de piritas
y justo al N del espigón central de la balsa. En este último punto se situaba la brecha en la presa por la que vertieron los residuos
(ya sellada por dos diques de contención). En la imagen se ha trazado el contorno del deslizamiento que condujo a la rotura de la
presa y se han indicado las partes principales del mismo.
El tramo desplazado del dique abarcó gran parte del dique oriental de la balsa de piritas, el extremo
sur del dique de la balsa de piroclastos y la conexión de ambos con el espigón central que separa las dos
balsas. Justo al N de esta conexión, donde el dique cambia de dirección, se sitúa la brecha por donde esca-
paron el agua y los residuos de la balsa (figura 5). Al pie de la brecha se formaron dos abanicos de ava-
lancha que incorporaron bloques de la escollera del dique, de terraza aluvial y de marga (figuras 3 y 5). La
avalancha de residuos llegó a progresar incluso aguas arriba río Agrio, hasta un kilómetro desde la bre-
cha, depositando lodos sobre las terrazas más bajas del río.
4. RECONOCIMIENTOS REALIZADOS
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Dentro de la caracterización de los materiales, resultó ser de especial importancia la estructura inter-
na original en las arcillas azules de la Formación Guadalquivir, singularmente la identificación de disconti-
nuidades que pudieran haber facilitado la rotura. Lo anterior conllevó la búsqueda de taludes en los que
las arcillas azules conservaran su estructura original y que, por otra parte, estuvieran suficientemente pró-
ximos a la balsa de modo que representaran las características locales del material.
Figura 6. Mapa topográfico de la zona afectada por la rotura con la localización de los trabajos de campo. Los recuadros negros
corresponden a muestras bloque de residuos depositados en la balsa.
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Otro objetivo del reconocimiento fue la determinación de los desplazamientos y deformaciones sufri-
dos por la superficie del terreno. En primer lugar, se recopilaron los datos referentes a desplazamientos de
hitos topográficos, situados en la coronación del dique, y de torres eléctricas de la línea de alta tensión
que discurría al pie del mismo. En la zona deslizada 5 hitos y 4 torres registraron el desplazamiento.
Nuestra intención fue obtener una imagen más detallada del campo de desplazamientos superficiales. Lo
anterior puede resultar crucial para la reconstrucción de la superficie de rotura de un deslizamiento, como
ocurrió en el caso que nos ocupa. Se buscaron puntos y líneas singulares que pudieran ser identificados
fácilmente en la topografía tanto después como antes de la rotura. Las crestas de la coronación del dique
resultaron especialmente útiles al efecto. Fue posible llevar a cabo este ejercicio puesto que, además del
mapa topográfico detallado posterior a la rotura, se disponía también de otro a escala 1:1000 realizado
pocos años antes de la misma (septiembre de 1995). La equidistancia de las curvas de nivel de dicho mapa
es de 5 metros pero incluye una cartografía detallada digital de los principales elementos topográficos de
la balsa (por ejemplo, cresta y pie de taludes). El análisis de los cambios en la morfología de la zona pudo
complementarse con la interpretación de las fotografías aéreas correspondientes a los vuelos de septiem-
bre de 1995 (escala 1:6500), de julio de 1993 (escala 1:20.000) y del mapa topográfico anterior a la cons-
trucción de la balsa (escala 1:2000 y equidistancia 5 m). Una de las posibilidades que se analizaron fue la
eventual presencia de un antiguo deslizamiento bajo el dique, y que pudiera haber sido reactivado por la
sobrecarga ocasionada por este último.
El reconocimiento de superficie se completó con la excavación de 5 catas al pie del dique oriental (ver
situación en la figura 6). Dos de ellas se realizaron fuera de la zona deslizada con el propósito de mostrar
la disposición original de los materiales de cimiento del dique y la obtención de muestras bloque de la arci-
lla azul. Las tres catas restantes se excavaron en el pie del deslizamiento para caracterizar la estructura del
mismo. Cabe indicar que en los meses siguientes a la rotura de la balsa se realizaron diferentes trabajos
de sellado y de estabilización del dique y de retirada de los residuos vertidos. Estos trabajos implicaron la
nivelación del pie del deslizamiento y la construcción de dos bermas de contención. Lo anterior supuso una
limitación al reconocimiento de campo del deslizamiento, pero pudo soslayarse en gran medida gracias al
detalle del mapa topográfico posterior a la rotura y a las fotografías disponibles de esta zona, realizadas
en ambos casos antes de los mencionados trabajos de estabilización.
Se realizaron 11 sondeos de reconocimiento, distribuidos en cinco perfiles transversales al dique y que
alcanzan una profundidad de 20 metros en el sustrato de arcilla azul (ver situación en la figura 6). Uno de
los sondeos se perforó a mayor profundidad, hasta alcanzar el zócalo paleozoico (sondeo S4-3). Dos de
los perfiles se emplazaron al S y al N del deslizamiento, y próximos a el mismo, que sirvieron como refe-
rencia de la disposición original de los materiales. Los tres perfiles restantes se situaron sobre el desliza-
miento, su objetivo esencial fue, obviamente, la localización de la superficie de rotura.
El tipo de perforación se realizó en función del material. La escollera del dique no requería una
testificación continua de materiales y, dado su grosor, se imponía un avance rápido, por lo tanto, se perforó a
rotopercusión con martillo en fondo. En las gravas y arenas aluviales se probaron dos técnicas para conseguir
una mejor recuperación del testigo, rotación con batería doble y con batería simple y en seco, esta última
proporcionó mejores resultados. En el reconocimiento era fundamental la obtención de una columna
inalterada de arcilla azul, de tal manera que su estructura interna se viera lo menos afectada posible por la
perforación, para ello las arcillas se sondearon a rotación con tubo triple tipo Mazier (figura 7). Durante la
perforación de los lodos de residuos el testigo se desprendía fácilmente, en especial los lodos de pirita por su
grano fino y estado semilíquido, por lo cual se probaron diferentes sistemas para optimizar su recuperación
(pistón fijo, tubo Shelby y tubo Mazier, este último a hinca o a rotación sin agua y sin la corona exterior).
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El relieve de la zona es muy suave y está caracterizado por la presencia de terrazas fluviales escalo-
nadas y situadas en ambas vertientes del río Agrio. La superficie de las terrazas es plana y muestra una
ligera pendiente hacia el S. Las zonas de afloramiento de arcilla azul se diferencian por presentar una mor-
fología irregular definida por el encajamiento de una red jerarquizada de pequeños torrentes.
Se han distinguido seis terrazas, cada una de ellas situada a una altura (cota del techo de la terraza
respecto al cauce del río Agrio) aproximadamente constante (figura 8). Las terrazas están limitadas por
escarpes y muestran una extensión mayor cuanto más altas (y más antiguas) sean. Además de su altura,
grosor y composición se ha determinado su anchura. Esta última es la distancia entre los límites más exter-
nos de la terraza medida perpendicularmente a la dirección del río; límites que pueden estar situados en
laderas opuestas.
De forma general, las terrazas están formadas por una o varias secuencias de grava arenosa con inter-
calaciones de arena con cantos y limos arenosos a techo. El color de los depósitos es marrón rojizo (gra-
vas) o marrón anaranjado (limos). En los niveles de grava, que son los dominantes, los cantos son de piza-
rra y cuarcita y bien redondeados; la porosidad es abundante y puede presentarse horizontes cementados.
La terraza T5 es la más alta y antigua de las diferenciadas en la zona de estudio. Se halla a una altu-
ra de unos 30 metros y bien representada al W de la balsa. Su anchura máxima es desconocida aunque
superior a los 2.5 kilómetros. Está formada por un nivel de 5-6 metros de potencia en el que los signos de
edafización son manifiestos. La terraza T4 se encuentra tan sólo al NE de la balsa y a 9 metros sobre el
cauce del río Agrio.
La terraza T3 muestra una anchura máxima de unos 1800 metros y se alza entre 4 y 5 metros por enci-
ma del cauce del río. El grosor de la terraza en la cata 2 es de 4.3-4.6 metros (figura 9), pero según lo
observado en los sondeos varía entre los 4 y los 6 metros. Esta terraza no está en contacto con la inme-
diatamente más alta al W de la balsa, la terraza T5, sino que entre ambas aflora el sustrato de arcilla azul
(figura 8).
La terraza T2 se sitúa a una altura de unos 2 metros y presenta una anchura máxima de unos 650 m.
La terraza T1 tiene una extensión reducida estando sólo representada al lado del margen convexo de uno
de los meandros del Agrio, al E de la conexión entre la balsa de piroclastos y la de piritas. Está a una altu-
ra entre 1 y 2 metros y tiene una anchura máxima de unos 150 metros.
Finalmente, la terraza T0 corresponde a los depósitos subactuales del río Agrio, sobre los que se sitúa
la llanura de inundación ordinaria, que muestra una anchura de 70 - 80 metros y tiene una altura menor
a un metro sobre el río. En la cata 4, el grosor de esta terraza varía entre 2.7 y 3.1 metros; el contacto con
la arcilla azul está definido por una superficie erosiva plana y con un ligero buzamiento al W (figura 9). Sin
embargo, al igual que en la terraza T3, el carácter erosivo de la base permite suponer que ésta puede pre-
sentar en otras zonas una geometría canaliforme y un grosor diferente al observado en la cata.
De las seis terrazas diferenciadas, la T0 y la T3 son de especial interés para este estudio. Sobre la terra-
za T3 se asienta la balsa de residuos, excepto en su parte occidental donde lo hace sobre la terraza T5
(figuras 2 y 8). En la llanura de inundación del río Agrio (terraza T0) se situó el frente del deslizamiento.
Esta última terraza está en contacto con la T3 en las márgenes cóncavas de dos meandros, donde el dique
está más próximo al cauce del río.
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Figura 8. Mapa geológico correspondiente a la situación anterior al deslizamiento. La zona que se vio afectada por este último se
ha interpretado a partir de fotografías aéreas.
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En el área afectada por la rotura se diferencian tres zonas en función del estilo de deformación y de
los terrenos aflorantes (figuras 5 y 10):
• Cabecera. Corresponde a la depresión formada en el interior de la balsa, y que está limitada por el
talud interior del dique y un escarpe rectilíneo observable dentro de la balsa. Esta zona ha sufrido
una extensión en dirección E-W y en ella sólo afloran residuos.
• Dique. El cuerpo del dique se desplazó horizontalmente con sólo una pequeña componente de des-
censo y poca deformación interna.
• Pie. Situada al este del dique, es la parte la masa desplazada que se elevó e invadió la llanura de
inundación del río Agrio. En esta zona afloran los depósitos aluviales de las terrazas T3 y T0. La
deformación en esta zona es de tipo compresivo, caracterizada por el desarrollo de cabalgamientos
y pliegues.
Las características anteriores muestran claramente que la rotura de la balsa fue consecuencia de un
deslizamiento que implicó al dique y a los materiales de su cimiento que afloraban en la llanura aluvial
situada al E de la balsa. El escarpe rectilíneo que delimita la zona de cabecera corresponde, pues, a la cica-
triz de coronación del deslizamiento, y marca la salida pendiente arriba (aguas arriba en la terminología
de presas) de la superficie de rotura.
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A continuación se detallan los desplazamientos y deformaciones observados en cada una de las zonas
del deslizamiento.
Figura 10. Vista hacia el S de la zona deslizada. Se aprecia la cicatriz de cabecera del deslizamiento en la balsa de piritas,
definida por un escarpe rectilíneo; en la balsa de piroclastos dicha cicatriz fue erosionada. Al pie aguas arriba del dique desplazado
se observan escarpes subverticales de unos 4 metros de altura y con pendiente hacia el interior de la balsa (flechas rojas). En
partes más internas de la balsa de piritas existen escarpes arqueados que corresponden a deslizamientos secundarios; que se
interpreta ocurrieron tras la rotura del dique.
La figura 11 muestra la posición del dique antes y después de la rotura. Los desplazamientos del dique
se han medido con precisión en los hitos topográficos situados en la coronación del mismo y en una torre
eléctrica situada en una rampa de acceso a esta última. El dique se desplazó hacia el E según una direc-
ción variable entre 093 (N93E) y 100, de forma prácticamente horizontal y sin sufrir deformaciones de
importancia. El mayor desplazamiento horizontal se registró en su tramo central, entre los hitos H-13 y H-
14, donde llegó a superar los 49 metros.
El desplazamiento se atenúa progresivamente hacia el S hasta casi desaparecer en el hito H-16, sin
que se halla desarrollado una superficie de deslizamiento lateral. Desde el tramo central del dique hacia
el N el desplazamiento disminuye hasta los 24 metros en el hito H-12, situado a 25 metros de la brecha
de vertido, y hasta los 20 metros en la torre eléctrica 2 justo en la cresta de la brecha de vertido. Al N de
la brecha el dique no sufrió ningún desplazamiento, de acuerdo con lo observado en los hitos H-11 y H-
10. Por lo tanto, el límite N del deslizamiento debió situarse a lo largo de la brecha. Se interpreta que este
límite correspondió a una fractura subvertical con dirección NE-SW, cuyo desplazamiento produjo una gran
grieta en el dique por la que escaparon los residuos de la balsa.
Los desplazamientos verticales registrados en la coronación de dique tienen una magnitud muy infe-
rior a la de los horizontales (figura 11). En todos los casos se ha registrado un descenso de cota, que varía
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entre los 1.39-1.40 metros en la mitad N del dique (hitos H-12 y H-13) y los 2.40-1.88 en su mitad S (hitos
H-14 y H-15). En el tramo central del dique, la inclinación del vector desplazamiento varía entre los 1.6 y
los 2.9º y tiene un valor promedio de 2.2º.
El hecho que el dique no haya perdido su continuidad en uno de sus extremos ni en el interior del
tramo desplazado ha permitido deducir los desplazamientos ocurridos en puntos adicionales, comparando
su posición en los mapas topográficos previo y posterior a la rotura. Para ello se han utilizado puntos situa-
dos sobre la cresta exterior del dique desplazado y a distancias crecientes respecto a un punto de refe-
rencia situado al S de la zona desplazada, y sus homólogos previos a la rotura (figura 11). Aunque la pre-
cisión de los valores de desplazamiento así obtenidos es menor, es la suficiente para conseguir una visión
más completa del campo de desplazamiento, y ha evidenciado que el desplazamiento máximo fue de unos
55 metros y se registró entre los hitos H-13 y H-14.
Por otra parte, se ha estimado el vector desplazamiento en algunos puntos situados en torno la rampa
de acceso por el norte a la coronación del dique. Estos puntos son fácilmente identificables en los mapas
topográficos previo y posterior a la rotura puesto que son puntos singulares, situados en cambios bruscos
en la dirección de algunos escarpes (figura 11). Su desplazamiento muestra que en este sector los vecto-
res se disponen según un abanico divergente hacia el E, lo que evidencia una componente de rotación
local en el desplazamiento horizontal, y sugiere que los empujes actuaron fundamentalmente en el sector
central del dique desplazado.
A pesar de su gran desplazamiento el dique sufrió sólo pequeñas deformaciones (figura 12):
• Una flexión suave según un eje vertical, que resulta del mayor desplazamiento horizontal en el tramo
central del dique. Esta flexión ha eliminado el cambio de dirección que existía antes de la rotura
entre dicho tramo central y el tramo meridional del dique; ambos tramos muestran actualmente un
trazado rectilíneo (figura 11).
• Un pliegue monoclinal muy abierto observable en el extremo S del dique, en la transición a la zona
no desplazada, y originado por el descenso del dique en su deslizamiento.
• Un sistema de fracturas con dirección NE-SW, localizadas en la coronación del dique a lo largo de
un tramo de unos 100 metros al S de la brecha de vertido.
Dentro de este último sistema de fracturas, la de mayor importancia es una falla con dirección 045 y
buzamiento subvertical que atraviesa la coronación del dique. Esta falla se manifiesta como dos escarpes
de 2 metros de altura máxima, y que se relevan en planta alcanzando una longitud superior a los 100
metros. El desplazamiento según esta falla es normal-sinistro, con una componente vertical igual a la altu-
ra de los escarpes y una lateral de similar magnitud. El resto de fracturas observadas en esta zona son grie-
tas de 5 a 10 metros de longitud y 5-30 centímetros de anchura. Las grietas se sitúan preferentemente
junto al extremo sudoeste de la falla y al lado de la cresta exterior del dique. En el primer caso tienen una
dirección en torno a 030 y en el segundo a 045 (figura 12). Estas características muestran que ocurrió cier-
ta extensión hacia el E en este sector, probablemente resultado del mayor desplazamiento en el tramo cen-
tral del dique y que condujo a la rotura del dique en la brecha de vertido.
Además de las anteriores estructuras, en coronación se han observado numerosas grietas y escarpes
afectando a la pantalla de de impermeabilización y con dirección paralela a la cresta del dique, formados
por pequeños deslizamientos asociados al vaciado de la balsa.
Un hecho remarcable es la ausencia de basculamiento o rotación alguna del dique según un eje hori-
zontal. En efecto, el dique se trasladó sin que cambiara la pendiente de la plataforma de coronación ni la
de sus taludes. Este hecho, por sí solo, prueba que el deslizamiento fue de tipo traslacional y, por consi-
guiente, que la superficie de rotura es plana a lo largo de los 55 metros recorridos por el dique. Por otra
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Figura 11. Posición del dique antes y después de la rotura. Se indican los desplazamientos medidos en hitos topográficos y torres
eléctricas, y los estimados en la cresta aguas arriba del dique y en otros puntos adicionales (explicación en el texto).
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parte, la pequeña magnitud de los desplazamientos verticales en comparación con los horizontales per-
mite deducir que el buzamiento de la superficie de rotura es pequeño, de unos 2º hacia el E, si lo consi-
deramos paralelo al vector de desplazamiento, al menos como primera aproximación.
La cicatriz de coronación del deslizamiento está situada a unos 100 metros de la cresta interior del
dique (figura 12). Se manifiesta como un escarpe de trazado aproximadamente rectilíneo con dirección N-
S o NNE-SSW y con pendiente fuerte pendiente hacia el E. La altura del escarpe es de unos 19 metros en
su intersección con el espigón central, mientras que en la balsa de piritas es mucho menor y varía entre
1.5 y 6 metros (figura 13). En detalle la cicatriz está integrada por un conjunto de escarpes menores y esca-
lonados, definidos por fallas normales con espaciado de 1 a 4 metros y buzamiento entre 50 y 70º.
El escarpe de coronación fue desmantelado en algunos sectores por deslizamientos secundarios de
lodos de residuos procedentes de partes más internas de la balsa. Esto es lo que ocurrió en el sector meri-
dional de la cabecera y también justo al S del espigón central.
En la balsa de piroclastos la cicatriz estaría situada bajo el dique de contención interno construido tras
la rotura. En las fotografías aéreas tomadas antes de la construcción de este dique de contención no se
han observado rastros de la cicatriz (figura 10). Se interpreta que ésta última fue aquí erosionada y pos-
teriormente recubierta por la corriente de lodos.
Entre el escarpe de coronación y el dique, la cabecera del deslizamiento toma la forma de depresión
llana y alargada en dirección NNE-SSW y con suave pendiente hacia la brecha de vertido. Su anchura
media es de unos 70 metros, y está situada a una cota 18 metros más baja que la coronación del dique.
En esta llanura se ha encajado ligeramente una red de canales poco jerarquizada y con el intermedio de
algunas pequeñas lagunas. Un rasgo a destacar es la presencia de volcanes de lodo, dispersos por la
depresión, que evidencian la licuefacción de los lodos de residuos a consecuencia de la rotura (figura 14).
La depresión de cabecera está limitada al E por una brusca ruptura de pendiente de trazado rectilíneo
que la pone en contacto con el talud interior del dique. El talud mantiene cierto recubrimiento de residuos
en su parte inferior, mientras que en la superior aflora la pantalla de raña roja. A lo largo de este talud son
frecuentes los escarpes de roturas superficiales. Se han observado además otros dos escarpes que limitan
con la depresión y cuyas características permiten interpretar que están relacionados con roturas profundas
(figura 12): a) presentan una cresta rectilínea; b) su altura es de unos 4 metros; c) en detalle están for-
mados por un conjunto de grietas y escarpes menores paralelos entre sí y definidos por fracturas subver-
ticales con buzamientos hacia el W; y d) aunque ambos escarpes tienen una longitud individual modera-
da (de 56 y 64 metros) y están distanciados entre sí (unos 130 metros), están alineados según una recta.
Esto último hace suponer que ambos escarpes son la manifestación en superficie de una misma falla, que
tendría al menos una longitud de 250 metros, cuyo escarpe ha sido parcialmente desmantelado por des-
lizamientos superficiales. Se interpreta que esta falla afecta al pie del dique y que entronca con la super-
ficie de deslizamiento. Siguiendo esta interpretación, la cabecera del deslizamiento estaría limitada a cada
lado por una falla con gran buzamiento hacia el interior de la depresión, una correspondiente a la cicatriz
de coronación y otra situada al pie del talud interior del dique; por lo tanto, la depresión de cabecera se
trataría de una fosa formada por el desplazamiento del dique hacia el E.
En partes más internas de la balsa de piritas, ya fuera de la cabecera del deslizamiento, existen otros
escarpes pero que no están relacionados directamente con la rotura del dique, sino con deslizamientos
posteriores a la misma y que han contribuido al vaciado de la balsa (figura 12). De estos deslizamientos
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sólo se conserva el escarpe que limita su cabecera, que muestra una forma arqueada en planta. La cabe-
cera de algunos de estos deslizamientos secundarios tiene una anchura considerable, de 100 ó incluso 120
metros, aunque siempre es muy inferior a la del deslizamiento principal.
Figura 13. Vista del escarpe de coronación donde se aprecia el trazado rectilíneo del mismo y la existencia de fracturas paralelas
al mismo en los residuos. El escarpe está constituido en detalle por un sistema escalonado de escarpes menores delimitados por
fracturas (indicados por flechas).
Figura 14. Volcanes de lodos, residuos licuefactados, en la depresión de cabecera del deslizamiento (izquierda) y detalle de dos
volcanes (derecha). El diámetro de los volcanes es de 20-30 centímetros.
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De esta zona no se han podido obtener sobre el terreno detalles de su morfología, puesto que fue des-
truida por los trabajos de construcción de las bermas de refuerzo del dique, iniciados pocos días después
de la rotura. Por otro lado, gran parte del frente del deslizamiento fue arrasado durante la retirada de
lodos. A pesar de ello sus características morfológicas principales se han podido reconstruir con la ayuda
de la topografía detallada (1:1000), y de fotografías aéreas y sobre el terreno tomadas antes del comien-
zo de dichos trabajos.
La estructura más superficial se ha determinado a partir del reconocimiento geológico de las calicatas.
Además de las dos planteadas en esta zona para la investigación pericial (catas 1, y 3, figura 6), se ha des-
crito otra excavada por Eptisa y que, por su especial interés y como deferencia, dejaron abierta (cata 5).
Se ha tenido en cuenta también la descripción realizada por Eptisa (1999) de otras cinco catas excavadas
en esta zona. La caracterización de la estructura superficial es de gran importancia puesto que permite
identificar el estilo de la deformación y plantea restricciones geométricas en la interpretación de los perfi-
les geológicos del conjunto del deslizamiento.
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Figura 15. Vista hacia el N del dique desplazado y del pie del deslizamiento. En este último el terreno registró un
abombamiento acompañado por formación de grietas (centro de la fotografía).
En el pie del deslizamiento la deformación se produjo por acortamiento según cabalgamientos y plie-
gues asociados a éstos. En la parte central y septentrional del pie, el frente del deslizamiento está situado
sobre la llanura de inundación del Agrio, mientras que hacia el S dicho frente cruza el escarpe de la terra-
za T3 situándose sobre ella (figuras 12 y 17).
El pie está estructurado en dos láminas cabalgantes con buzamiento hacia el W. Estas láminas están
constituidas por arcilla azul miocena y por gravas de la terraza T3. La lámina cabalgante inferior incluye,
además, gravas de la terraza T0 y el terraplén que discurría junto al pie del dique (figura 18).
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Figura 16. Pie del dique de aguas abajo y terraplén situado junto al mismo ambos basculados a contrapendiente (de unos 15º)
en el pie del deslizamiento; nótese también la inclinación de las torres eléctricas y de los árboles (fotografía tomada el 8 de mayo
de 1998 por Juan L. Gutiérrez, Boliden Apirsa).
Figura 17. El frente del deslizamiento, en su sector meridional, se manifiesta como un sistema pequeños cabalgamientos que han
levantado el techo de la terraza T3 (indicados por las flechas).
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La estructura del frente del deslizamiento es muy compleja en su sector central; así, en las catas 3 y 5,
la lámina de arcilla azul está precedida por varias escamas cabalgantes formadas por materiales de la
terraza T0 y que están plegados (figuras 18 y 20). Se interpreta que los cabalgamientos que delimitan estas
escamas enlazan en profundidad con el cabalgamiento observado en la arcilla azul.
La estructura de esta lámina cabalgante se simplifica rápidamente al alejarnos del frente del desliza-
miento en dirección a la balsa. La terraza T3 muestra tan sólo pliegues muy suaves y grietas. La terraza
puede estar aquí basculada hacia el E (cata 1 y cata 5) o al W (cata 3) (figura 18).
El buzamiento de los cabalgamientos es siempre hacia el W, aunque no es constante. Se ha observa-
do que los cabalgamientos presentan una geometría escalonada formando rampas y rellanos. En los rella-
nos la superficie de cabalgamiento es paralela a la estratificación de las gravas aluviales, y el buzamiento
es prácticamente horizontal. En las rampas el cabalgamiento corta a la estratificación y el buzamiento es
mayor, entre 10 y 25º.
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• Las posibles direcciones de esta fractura están restringidas por las paredes de la brecha y del espi-
gón central al abanico 035 - 102.
• En los puntos más próximos a la brecha el dique se desplazó 20 metros según la dirección 072 con
una componente vertical despreciable (11 centímetros) (ver figura 11), lo que implica un movimien-
to lateral sinistro en la fractura.
• Dicho desplazamiento es muy inferior a la anchura de la coronación del dique en esta zona (que era
de unos 45 metros).
Figura 21. A) Geometría escalonada tópica de las superficies de cabalgamiento. En los rellanos el cabalgamiento es paralelo a la
estratificación mientras que corta a ésta en las rampas. La existencia de rampas y rellanos deviene, con el desplazamiento, en la
formación de pliegues en el bloque superior. B) Los cabalgamientos pueden propagarse en el bloque inferior ramificándose, dando
lugar a sistemas de cabalgamientos. La propagación de un cabalgamiento en el bloque inferior da lugar a la formación de una
nueva escama y causa el plegamiento de las láminas cabalgantes preexistentes.
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De lo anterior se infiere que la evacuación del contenido de la balsa sólo puede ocurrir si la fractura
tiene un cierto movimiento de apertura, lo que, a su vez, es sólo posible si ésta tiene una dirección menor
a la del vector desplazamiento, es decir menor a 072. Por lo tanto, la dirección de la fractura estaría com-
prendida entre 035 y 072, y se interpreta que es de 045 y su buzamiento subvertical, igual orientación a
la mostrada por la única fractura con cierta entidad que se ha observado en el dique, y que está situada a
unos 50 metros al S de la brecha.
Considerando la dirección 045 para la fractura y el desplazamiento de unos 20 metros sufrido por el
dique, se pueden estimar las magnitudes de las componentes del desplazamiento según esta fractura, que
sería de unos 14 metros tanto para el movimiento de cizalla como para el movimiento de apertura (figu-
ra 22).
Figura 22. Esquema de la brecha del dique en el que se indica, con líneas discontinuas rojas, el abanico de posibles direcciones
de la fractura que constituyó el límite lateral norte del deslizamiento (A). Diferentes mecanismos de apertura de la brecha del
dique en función de la relación entre la dirección de la fractura antes mencionada y la dirección del vector desplazamiento
(flechas rojas) (B).
En deslizamientos en los que el movimiento se prolonga durante un lapso de tiempo corto los incli-
nómetros instalados con posterioridad a la rotura aportan escasa o ninguna información sobre la profun-
didad de la superficie de deslizamiento. Este es el caso de Aznalcóllar. Las lecturas de los dos inclinóme-
tros instalados en el deslizamiento (sondeos S3-2 y S4-2) no muestran desplazamientos que puedan
considerarse significativos, superiores a los 5 mm, y, por lo tanto, no han proporcionado información sobre
la localización de la superficie de rotura (figura 23).
En estas situaciones, la caracterización detallada de las discontinuidades es especialmente importan-
te, más aún si los datos disponibles sugieren que la superficie de rotura se halla en el seno de un material
litológicamente homogéneo. En circunstancias favorables, la observación directa del terreno en aflora-
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mientos, en catas o en sondeos con recuperación continua de testigo aporta datos muy valiosos sobre la
posición de la superficie de rotura.
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En catas recién excavadas y en testigos de sondeos recién extraídos, la arcilla azul está muy húmeda,
tiene un color gris plomo o gris ceniza y su aspecto masivo es generalizado, sin que pueda reconocerse
prácticamente ninguna discontinuidad (figura 24). Tan sólo es posible identificar diaclasas manifestadas
por pátinas de óxidos de hierro, y un color diferente (beige) en los metros más superficiales de la arcilla
debido a la oxidación de impurezas (figura 24).
Figura 24. Izquierda: aspecto masivo y color gris oscuro de la arcilla de la formación Guadalquivir en testigos recién
extraídos (sondeo S3-1). Derecha: color beige y nódulos de pirita oxidados típicos de la arcilla meteorizada (sondeo S3-1,
profundidad: 32.1 m).
Únicamente tras cierto secado del material, de algunas horas a unos pocos días de exposición al sol,
pudieron apreciarse características sus características texturales, como la presencia de niveles bioturbados.
Muchas de las discontinuidades, como las juntas de estratificación, sólo fueron distinguibles con claridad
cuando la arcilla había perdido gran parte o casi toda su humedad.
Lo anterior es muy relevante para un reconocimiento geológico adecuado. En la práctica habitual, la
descripción de testigos de sondeos se realiza inmediatamente o poco después de la extracción de los mis-
mos. En estas condiciones, sin pérdida de humedad del material, no se apreciaría la estructura de la arci-
lla azul de la Formación Guadalquivir.
Otro aspecto esencial fue la técnica de perforación. La observación de la estructura de la formación
arcillosa precisa la extracción de testigos inalterados. Esto sólo fue posible mediante la perforación con
tubo triple, concretamente tubo Mazier. El efecto de otras técnicas de perforación sobre la arcilla lo encon-
tramos en el metro superior de la formación, que se sondeó con tubo doble para asegurar el revestimien-
to del aluvial y el posterior avance del tubo Mazier en las condiciones adecuadas. Los testigos tomados
con tubo doble mostraban de forma sistemática bandas intensamente deformadas y con estrías circulares
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en su superficie, causadas por la rotura y rotación del testigo (figura 25). Ocasionalmente, la perforación
con tubo Mazier también dio lugar a estas láminas con estrías circulares, como se ha detectado en el inte-
rior de algunos avances, pero en este caso se interpretan originados por la rotura del testigo aprovechan-
do algunos planos de estratificación horizontales (figura 25).
Figura 25. Testigo de arcilla muy distorsionada por la perforación con tubo doble (izquierda). Se distinguen bandas intensamente
deformadas, espaciadas de 1 a 3 centímetros y que están delimitadas por láminas horizontales más oscuras. La perforación con
tubo Mazier puede causar la rotación del testigo si la velocidad de perforación es excesiva, como puede verse en la diaclasa rotada
de la fotografía central, y generar superficies pulidas y con estrías circulares (derecha).
El control de los parámetros de la perforación con tubo Mazier ha sido también esencial en la obten-
ción de testigos inalterados. La influencia de la velocidad de rotación y de la presión de agua de perfora-
ción en la calidad de los testigos se tanteó en los avances iniciales del primero de los sondeos realizados.
Se concluyó en la necesidad de perforar lentamente (más de una hora por metro en tiempo real de perfo-
ración) y con baja presión de agua.
En la mayoría de los sondeos, tanto en los emplazados sobre la zona deslizada como fuera de ella, se
encontraron algunos tramos de arcilla azul blanda o incluso muy blanda (casi líquida) y que pueden alcan-
zar grosores de más de 50 centímetros (figura 26). Estos tramos estaban situados a veces bajo otros en
los que no se había recuperado testigo. Las zonas blandas en materiales arcillosos sobreconsolidados pue-
den ser indicadoras de superficies de deslizamiento (Hutchinson, 1983), también podrían argumentarse
otras causas naturales. Sin embargo, en el caso que nos ocupa, los tramos de arcilla blanda se interpreta-
ron resultantes de la perforación, como se deduce de lo siguiente: a) dichos tramos blandos no pueden
corresponder a niveles de origen sedimentario puesto que la arcilla azul ha sufrido una compactación dia-
genética notable, de hecho ni en los afloramientos ni en las catas se ha observado nivel alguno de arcilla
azul blanda; b) según estos tramos no ha existido ningún desplazamiento como se muestra en la figura
26, por lo que es descartable un origen tectónico o relacionado con deslizamientos del terreno; c) la arci-
lla está reblandecida en los 3-5 centímetros superiores del testigo obtenido en cualquier avance, y los nive-
les blandos se hallan siempre en la parte superior de un avance en la perforación, al igual que los tramos
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La base de la terraza es aproximadamente paralela al techo aunque es más irregular, dado su carác-
ter erosional. Su fácil identificación (contacto entre gravas y arcilla azul) ha permitido utilizarla como un
marcador adicional de la deformación, el único en los puntos donde el techo de la terraza ha sido exca-
vado o enmascarado por rellenos de materiales aluviales.
Tabla 1. Altitud del techo de la terraza T3 y del techo de la arcilla azul, fuera de la zona deslizada.
Cota (m)
Posición respecto al deslizamiento
Techo de la terraza Techo de la arcilla
Al N 36.5 - 39.6
Al W 42 - 43 38.5 - 39.5
Al S 37 - 38
El techo de la terraza está situado entre las cotas 42 y 43 metros en el entorno de la zona deslizada,
y su base o el techo de la arcilla azul entre las cotas 36.5 y 39.5. Comparando estos valores con los mos-
trados por estas superficies en el deslizamiento se destaca lo siguiente (tabla 1 y figura 27):
a) Bajo la depresión de cabecera del deslizamiento la terraza no está presente y el techo de la arci-
lla azul se halla varios metros por debajo de su cota original. En el sector central el techo de la
arcilla azul se sitúa entre las cotas 29 y 30 (9 - 10 metros más bajo), mientras que bajo el tramo
del espigón central que fue reconstruido para el sellado de la balsa el techo se encuentra entre
34.1 y 35 metros según el punto (de 3.9 a 5 metros más bajo). El contacto arcilla azul - residuos
puede coincidir con la zona de rotura o corresponder a una superficie de erosión producida por la
descarga de residuos, en cuyo caso la superficie de rotura habría estado situada a una cota supe-
rior a la de este contacto.
b) En los bordes de la depresión, en contacto con el talud del dique y con la cicatriz de coronación
del deslizamiento, la terraza ha descendido entre 2 y 6 metros, lo que se interpreta originado por
el desplazamiento según fallas lístricas hacia el interior de la depresión.
c) En la brecha de vertido la situación es compleja. La terraza muestra un grosor menor o es inexis-
tente en algunos puntos. Varios procesos pueden haber afectado aquí a la terraza: ésta puede
haber sido parcial o totalmente erosionada por la avalancha de residuos, pero su ausencia en algu-
nos puntos también puede estar relacionada con el desplazamiento de apertura en la brecha ini-
cial.
d) Bajo el dique la terraza tiene una geometría aproximadamente plana y ha descendido entre 1 y 2
metros.
e) En el pie del deslizamiento, y justo tras abandonar su recorrido bajo el dique, la terraza asciende
rápidamente con un buzamiento de 15 - 20º hacia el W, y muestra un abombamiento muy mar-
cado a 30 - 50 metros del pie del dique, en cuya culminación se alcanzan elevaciones de 8 - 9
metros. A partir de dicha culminación la terraza desciende progresivamente hacia el frente. En con-
junto esta geometría es la correspondiente a un par sinclinal - anticlinal, y es la típica de una rampa
de bloque inferior de un cabalgamiento.
Como se ha indicado más arriba, bajo la depresión de cabecera y en la brecha de vertido la terraza no
está presente y el techo de la arcilla azul está a cota inferior (figura 28). La presencia de bloques de terra-
za aluvial y/o arcilla azul en los abanicos de avalancha prueba claramente que la terraza y la parte supe-
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rior de la arcilla azul fueron erosionados en algunas zonas. Es importante diferenciar si en cabecera la arci-
lla azul ha sido erosionada o si su techo corresponde a la superficie de rotura.
En los sondeos realizados en la brecha de vertido y al E de ella, el contacto arcilla azul - aluvial está
en su punto más bajo a cota 35.6 metros (sondeo Geocisa-S3P4) mientras que en los sectores en los que
la terraza está ausente, el techo de la arcilla azul - residuos se sitúa a cota 34.9 metros en el punto más
bajo de los observados (sondeo Geocisa-S4P4) (figura 28). Por otra parte, el grosor máximo de los bloques
de arcilla azul presentes en los abanicos de avalancha es de unos 3.6 metros. Por lo tanto, el nivel de ero-
sión alcanzó como máximo la cota 32 metros (35.6 - 3.6), y probablemente está situado entre dicha cota
y la de 35 metros.
De lo anterior se deriva que: a) en las balsas el nivel de erosión debe situarse a una cota superior a los
32 metros, y, por consiguiente; b) en el sector de cabecera situado al E del espigón central, el contacto
arcilla azul -residuos puede ser erosivo (está a cota 34 m en su punto más bajo); y c) en la balsa de piri-
tas, el techo de la arcilla azul no puede haber sido erosionado puesto que está a cota 29 metros, y consi-
guientemente ha de coincidir con la superficie de rotura.
Con los datos mostrados hasta el momento, la localización de superficie de rotura se ha podido deter-
minar en la cabecera del deslizamiento. Sin embargo, estos datos no permiten situar dicha superficie bajo
el dique y en buena parte del pie del deslizamiento. Eso sí, los desplazamientos observados en superficie
y la estructura geológica mostrada por las catas permiten inferir que, bajo el dique, la superficie de rotura
ha de tener una componente de buzamiento muy pequeña hacia el este (de 2º) y estar situada a más de
10 metros de profundidad bajo el techo de la arcilla azul.
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fondo marino (“burrows”) (figura 29). El grosor de los niveles suele ser de 20-60 centímetros, aunque
puede superar los 5 metros. El contacto con tramos no bioturbados se establece de forma gradual, sin que
exista superficie de discontinuidad, o, en algunos casos, mediante una superficie erosional con ondulacio-
nes. Un efecto importante de la bioturbación, si ésta es intensa, es la removilización casi total del sedi-
mento y la destrucción de los planos de sedimentación.
La arcilla azul es muy rica en microfauna, especialmente en foraminíferos. Más ocasionalmente pre-
senta macrofauna (bivalvos, equínidos y gasterópodos, entre otros). La abundancia de los foraminíferos es
tal que, junto con su tamaño inferior a 1 milímetro, le confieren una cierta textura arenosa o limosa a la
arcilla. Son también muy abundantes los nódulos de pirita limonitizada, de color negro y generalmente con
un tamaño de 1-2 mm (micronódulos), aunque también se han encontrado con un tamaño de 4-5 centí-
metros, en este caso rellenando caparazones de moluscos.
En afloramiento la arcilla azul está meteorizada, mostrando un color gris blanquecino a beige y nódu-
los de pirita completamente oxidados. En los sondeos la franja meteorizada se detecta fácilmente por su
color beige anaranjado y está situada generalmente a profundidades entre los 2 y 5 metros bajo la terra-
za aluvial (figura 24). En algunos casos esta franja puede tener mostrar un grosor de sólo 20 a 80 centí-
metros de grosor (sondeos S1-2, S1-3, S5-1 y S5-2) o estar ausente (sondeo S4-1). Se ha observado que
en algunos puntos la meteorización alcanza los 10-15 metros de profundidad a favor de diaclasas, donde
se manifiesta como pátinas de óxidos de hierro y como halos de oxidación que penetran hasta 20-30 cen-
tímetros en las arcillas (sondeos S2-1, S3-2 y S5-2).
Se describen aquí las características de las discontinuidades presentes en la unidad de arcilla azul en
puntos situados fuera del deslizamiento. Como se ha comentado anteriormente, el único buen aflora-
miento de arcilla azul está situado en el cauce desviado del río Agrio, en él se ha emplazado 6 estaciones
de medida de discontinuidades. Aparte de en dicho afloramiento, las observaciones se han realizado en la
cata 2 (situada a pocos metros del frente del deslizamiento), y en los sondeos situados al N y al S de la
zona de rotura (S1-1, S1-2, S1-3, S5-1 y S5-2) (ver localización en la figura 6). En la cata 4 no fue posible
el reconocimiento detallado; el abundante flujo de agua procedente de las gravas aluviales inundaba rápi-
damente la cata y, a pesar del bombeo, esto impidió que se secaran las arcillas.
La arcilla azul aflora a lo largo de todo el cauce aunque sólo se ha conservado su estructura original
en algunos retazos escarpados situados al pie de los taludes. En cada uno de estos retazos se ha empla-
zado una estación de medida de discontinuidades.
Las únicas discontinuidades presentes de forma sistemática son las diaclasas verticales o subverticales
y la estratificación. En el río Agrio se han observado diaclasas con buzamientos entre 10 y 25º, aunque no
se han tenido en cuenta en este estudio debido a su carácter no sistemático.
8.2.1. Diaclasas
En cada estación se presentan agrupadas en dos o en tres familias con buzamientos entre 80 y 90º
(figura 30). La dirección de las familias varía entre las estaciones, siguiendo cierto patrón (tabla 2): éstas
pasan de tener direcciones predominantes E-W y N-S en la estación Agrio-6 (en el extremo occidental del
afloramiento) a NE-SW en la estación Agrio-1 (más próxima a la balsa). En la cata 2, muy cercana a la rotura,
predominan las direcciones NE-SW, aunque las familias E-W y N-S están bien representadas (figura 31).
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JOSÉ MOYA
Tabla 2. Número de familias de diaclasas y su dirección en la cata 2 y en el afloramiento del río Agrio.
Figura 30. Diaclasas subverticales en la arcilla azul con espaciado de 20-30 cm (estación Agrio-4) o milimétrico (sondeo 1-2).
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RECONOCIMIENTO GEOLÓGICO DE LA ROTURA DE UNA BALSA LODOS MINEROS: APLICACIÓN A LA ROTURA DE LA BALSA AZNALCÓLLAR. ESPAÑA
8.2.2. Estratificación
Figura 31. Izquierda: diaclasado de la arcilla azul en la cata 2. Derecha: diagramas de polos (a), de densidad (b) y de rosa de
vientos (c) de las diaclasas de la cata.
Las relativamente buenas condiciones de afloramiento en algunos taludes del cauce del Agrio han per-
mitido conocer la continuidad mínima de la estratificación, mientras que su rugosidad a escala milimétri-
ca-centimétrica y su buzamiento bajo la balsa se han descrito en los testigos. Otras características, como
la orientación y el espaciado, se han podido contrastar en los diferentes puntos de observación.
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Figura 32. Estratificación en la arcilla: laminación definida por micronódulos de pirita (izquierda; cata 2) y capa de 1 cm de grosor
(derecha; sondeo S2-1, profundidad: 36.1 m).
8.2.2.1. Orientación
En el afloramiento del río Agrio la estratificación está afectada por pliegues muy abiertos con ejes de
dirección NNE-SSW a NE-SW y longitud de onda deca a hectométrica. La suavidad del plegamiento se
refleja en la escasa dispersión que muestra la orientación de la estratificación (figura 34), más patente en
su dirección que en su buzamiento. Este último es en promedio de unos 3º y la dirección dominante es
NNE-SSW, la mostrada por los ejes de los pliegues.
Hay que destacar que en la unidad basal del mioceno, situada inmediatamente debajo de la arcilla
azul, no se han observado pliegues sino que mantiene una orientación bastante uniforme caracterizada
por un buzamiento de 2-4º hacia el SE o hacia el SSE (figura 35), concordante con la mostrada regional-
mente por la serie miocena.
Figura 33. Estratificación en la arcilla: juntas de estratificación quasi-horizontales con espaciado de 25 a 50 cm (afloramiento del
río Agrio) o espaciado de 10-15 mm (sondeo S1-3, profundidad: 19.0 m).
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Figura 35. Nivel de arenisca de la unidad basal del mioceno y parte inferior de la formación de arcillas margosas azules en el
afloramiento del río Agrio. Se observa el suave buzamiento de la serie -de unos 3º- hacia el SE (a la izquierda). La estratificación en
la arcilla es paralela al nivel de arenisca y puede mostrar una continuidad superior a los 30 metros.
8.2.2.2. Continuidad
En las diferentes estaciones del Agrio la estratificación se presenta en grupos de 2 a 7 planos, en los
que al menos uno de ellos puede seguirse a lo largo de toda la longitud de la estación, salvando algunas
zonas más meteorizadas o recubiertas por derrubios (figura 36). La longitud de los planos mejor definidos
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varía entre los 12 y los 30 metros (tabla 3). Puesto que la longitud de estos planos queda limitada a la de
cada retazo, se deriva que la estratificación tiene una continuidad superior a los 30 metros, siendo ésta
una cota probablemente muy inferior de su valor real.
8.2.2.3. Espaciado
La estratificación no muestra un espaciado uniforme, sino que se presenta en bandas en las que el
espaciado es menor. En el afloramiento del río el Agrio espaciado mínimo es de 5 centímetros y el máxi-
mo es superior a los 3 metros (tabla 3).
Tabla 4. Espaciado de la estratificación de la arcilla azul en sondeos situados fuera del deslizamiento.
En los sondeos, los planos de estratificación suelen presentarse también agrupados formando bandas
con espaciado menor y separadas por tramos masivos. En las bandas el espaciado está generalmente com-
prendido entre 5 y 15 milímetros (tabla 4, figura 33). El grosor de las bandas varía entre 3 centímetros y
1.2 metros, con un valor medio de 45 centímetros. El espaciado entre bandas, que corresponde al espa-
ciado máximo de la estratificación, se sitúa entre 0.4 y 4.6 metros, con una media de 2.3 metros, aunque
tiende a ser mayor en los sondeos situados al S (S5-1 y S5-2) (tabla 4). En el sondeo S1-3, el patrón es
diferente y la estratificación muestra prácticamente siempre un pequeño espaciado. Los valores anteriores
del espaciado mínimo y máximo son asimilables a lo observado en el afloramiento del río Agrio, aunque
en este último el espaciado mínimo es mayor. La profundidad y cota de las bandas con mayor concentra-
ción de planos de estratificación se muestran en la tabla 5.
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8.2.2.4. Rugosidad
En los testigos, la superficie de la estratificación es generalmente plana aunque puede mostrar irregu-
laridades de 1 - 3 milímetros de altura. Sobre algunos planos se han observado pátinas de color gris ver-
doso, beige u ocre.
En afloramiento, la estratificación está caracterizada por una morfología plana, mostrando únicamen-
te las suaves ondulaciones debidas al plegamiento a escala deca-hectométrica. La superficie de los estra-
tos tiene una rugosidad milimétrica e irregular resultante de la meteorización. Se observan escamas arci-
lloso-carbonatadas de color beige, y pátinas calcáreas con formas radiculares o de pequeños discos con
diámetro en torno a 1 milímetro. Cuando la meteorización es menor, pueden observarse algunos planos
de estratificación lisos y estriados (figura 36). Aunque la dirección de las estrías de estos planos (en torno
a 070) es oblicua a la del desplazamiento del dique hay que destacar que muestran superficies con rugo-
sidad muy pequeña.
Tabla 5. Profundidad y cota de las bandas con estratificación de espaciado pequeño. Los valores correspondientes al sondeo S1-3
no se han reflejado en la tabla dado que la estratificación muestra un pequeño espaciado a lo largo de todo el sondeo.
Profun. b.t.a.: profundidad bajo el techo de la arcilla.
S1-1 S1-2 S5-1 S5-2
Profun. Cota Profun. Profun. Cota Profun. Profun. Cota Profun. Profun. Cota Profun.
(m) (m) b.t.a. (m) (m) (m) b.t.a. (m) (m) (m) b.t.a. (m) (m) (m) b.t.a. (m)
33.34-34.35 32.26-31.25 6.09-7.1 39.55-40.6 28.85-27.8 5.85-6.9 36.0 32.6 4.75 32.2 31.8 5.95
36.1 29.5 8.85 40.89-41.4 27.51-27 6.19-6.7 36.5 32.1 5.25 34.75 29.25 8.5
39.36-40.6 26.24-25 12.11-13.25 43 -43.6 25.4-24.8 8.42 40.45 28.15 9.2 38.47 25.53 12.22
41.7-42.45 23.9-23.15 14.45-15.2 46-46.4 22.4-22 8.9 42.6 26 11.35 40.9 23.1 14.65
43.55-44.85 22.05-20.75 16.3-17.6 47.4-47.7 21-20.7 12.7-13 46.88 21.72 15.63 43.15-44.25 20.85-19.75 16.9-18
49.3-49.65 19.1-18.75 14.6-14.95 51.5-52.35 17.1-16.25 20.25-21.1
52.5 15.9 17.8
Figura 36. Plano de estratificación estriado en la estación Agrio-1 y detalle del mismo en el que se aprecia el
carácter liso de su superficie.
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Bajo el dique, en los sondeos S1-2 y S5-1, se han hallado también de algunos planos de estratifica-
ción con superficie lisa, algunos a cotas similares a la de la superficie de rotura. En el sondeo S1-3 se ha
encontrado un plano pulido y con estrías muy marcadas (figura 37), pero sin equivalencia en los otros son-
deos del mismo perfil.
En síntesis, las principales características de la estratificación de la arcilla azul son:
• Orientación: dirección entre 050 y 070 y buzamiento de unos 2-4º hacia el SSE.
• Continuidad superior a 30 metros.
• Espaciado inferior a 2 metros: estratificación penetrativa (espaciado de 5-15 mm) en bandas de unos
50 centímetros de grosor y separadas unos 2 metros.
• Rugosidad pequeña: superficies planas a escalas centimétrica a decamétrica, a menor escala son
planas o con irregularidades de 1-3 milímetros, o, en algunos casos, muy lisas.
Figura 37. Izquierda: plano de estratificación en la arcilla con superficie pulida y estriada. Derecha: vista de un plano paralelo al
anterior en la que se observa el pequeño buzamiento de la estratificación (sondeo S1-3, profundidad: 13.43 a 13.47 m).
En la masa deslizada la arcilla azul muestra también diaclasas de buzamiento elevado, pero su carac-
terística más relevante es la presencia de planos de cizalla de bajo ángulo con superficies estriadas y/o
pulidas, que en ocasiones aprovechan planos de estratificación (figura 38).
En las calicatas excavadas en el frente del deslizamiento se han descrito las principales características
geométricas de las cizallas y la relación angular que mantienen con la superficie de rotura (aquí manifes-
tada por el cabalgamiento de la arcilla azul sobre la terraza T0). Estas observaciones han servido como
pautas para la interpretación de las discontinuidades presentes en los testigos de sondeos. Con el térmi-
no plano de cizalla, o simplemente cizalla, nos referimos aquí a cualquier plano de fractura estriado y/o
pulido.
En las catas, las cizallas se presentan formando sistemas conjugados de dos o cuatro familias con
dirección predominante N-S (similar a la de los cabalgamientos), buzamientos entre 2 y 31º tanto hacia el
E como hacia el W, y espaciado de 5 mm a 20 cm (figura 39). En las catas 1 y 3 una de las familias es
paralela o subparalela al cabalgamiento frontal aunque puede llegar a formar un ángulo de hasta 17º con
éste, mientras que para las cizallas conjugadas este ángulo alcanza los 45º.
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En los sondeos las cizallas se hallan frecuentemente agrupadas en bandas subhorizontales cuyo gro-
sor comprende valores entre algunos milímetros y varios metros. En estas bandas pueden presentarse
hasta tres familias de cizallas, con buzamientos entre 0 y 80º. En el interior de cada zona el espaciado
entre cizallas de una misma familia varía entre algunos milímetros y 30 centímetros. Se diferencian 2 tipos
básicos de bandas de cizalla (figuras 35 y 36): a) zonas de cizalla, bandas bien delimitadas por planos
paralelos o subparalelos y con superficie estriada y pulida, y b) bandas definidas por una franja de cizallas
secundarias que jalona a una principal. Dentro del grupo de zonas de cizalla, se distinguen varios subti-
pos según el buzamiento de la zona, el espaciado de las cizallas internas y su buzamiento respecto a los
Figura 38. Plano de cizalla horizontal estriado y pulido (fotografía izquierda) que aprovecha un plano de estratificación (fotografía
derecha). En la parte superior del testigo se observa laminación (Lo) paralela al plano de estratificación (S0). Se interpreta que esta
cizalla corresponde a la superficie de rotura en el sondeo S2-1, situada a una profundidad de 33.8 m.
Figura 39. Dos familias de cizallas conjugadas en la arcilla que cabalga sobre la terraza T0 (indicadas por líneas rojas; lámina
cabalgante frontal en la cata 1). Una de las familias buza al W y es paralela al cabalgamiento, la otra familia buza al E y puede
formar ángulos de hasta 45º con el mismo.
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Figura 41. Izquierda: Cizallas subhorizontales con espaciado milimétrico en la arcilla deslizada (sondeo S3-2, profundidad: 27.4
metros). Derecha: zona de cizalla de espesor milimétrico sin cizallas internas visibles macroscópicamente (sondeo S4-3, profundi-
dad: 14.15 metros). Ocasionalmente se han hallado planos de cizalla subverticales con estrías horizontales, que sugieren la exis-
tencia de movimientos relativos entre diferentes secciones del deslizamiento aprovechando el diaclasado de la arcilla azul.
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planos que limitan la zona (figuras 40 y 41): a) zonas con buzamientos moderados o bajos, con una o
varias familias de cizallas internas oblicuas a la zona y con espaciado milimétrico a centimétrico, b) zonas
subhorizontales, con una familia de cizallas internas paralelas a la zona y con espaciado milimétrico a cen-
timétrico, y c) zonas de cizalla con grosor milimétrico y en las que las cizallas internas no son visibles a
simple vista.
Las cizallas se presentan también como planos discretos de superficie lisa o ligeramente rugosa, puli-
da y/o con estriado muy bien desarrollado. En algunos casos, cada estría cruza toda la sección del testigo
sin interrumpirse, lo que indica que el desplazamiento ha sido al menos decimétrico.
Las características básicas de las cizallas están sintetizadas en la tabla 6. En los apartados 9.1.2 y 9.1.3
se discute su relación con la superficie de rotura bajo el dique y en el pie del deslizamiento.
9. RECONSTRUCCIÓN DE LA ROTURA
289
09-Capitulo
Tabla 6. Características de las cizallas presentes en la arcilla azul de los sondeos situados sobre el deslizamiento.
Dique Pie
S4-1 S3-1 S2-1 S3-2 S4-2 S4-3
14/2/07
a) 2 cm
a) 2.5 m a) 10.4 m a) —-
b) 2.8 m
Grosor (bandas de cizallas) b) 0.8 m 5.4 m 4m b) 10 cm b) 8 mm
c) 90 cm
c) 2.1 m
其 c) —-
d) 60 cm
c) —-
290
a) 19 º
JOSÉ MOYA
a) subhorizontal a) 10 - 30º a) 4º
Buzamiento de las bandas y planos de b) 10 - 30º
b) 0 - 2º 3º (plano basal) 1º b) 5º b) 2º
cizalla c) 10 - 30º
c) 2º (plano basal) c) 6 º c) 1º
d) 16º (p. basal)
a) 40 - 52º a) 34º
Buzamiento de las cizallas en el interior a) 9 - 33º a) —-
b) 0 - 2º b) 14 - 46º
de las bandas 31 - 53º —- b) —- b) 1-2º
c) (18º), 36- 52º, c) 10 - 32º
c) —- c) —-
(82º) d) 16 - 35º
a) 1 mm
a) 5 - 30 mm a) 1 - 25 mm a) —-
Espaciado de las cizallas en el interior de b) 1-10 cm
b) 3 - 20 mm 7 - 30 cm —- b) —- b) < 1 mm
las bandas c) 1- 30 cm;
c) 2 - 15 mm c) —- c) —-
d) 2 -13 cm
a) 85 - 89º
a) 7 - 22º a) 1 - 25 mm a) 87º
b) 55 - 89º
Pitch de las estrías b) pulidas 80 - 90º 85º b) —- b) pulida
c) 84 - 88º
c) 4 - 88º c) —- c) pulida
d) 83 - 88º
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Es razonable suponer que la mayor parte del desplazamiento se concentró sólo en uno de estos pla-
nos o zonas de cizalla. Considerando los diferentes sondeos pueden formularse varias interpretaciones
posibles de la geometría de la superficie de rotura. Cada interpretación resultaría, en primer lugar, de esco-
ger un plano o zona de cizalla en cada sondeo como la correspondiente a la superficie de rotura, en segun-
do lugar, del trazado de dicha superficie entre los sondeos y, finalmente, de su enlace con los cabalga-
mientos observados en las catas. Este problema se ha resuelto mediante la aplicación de la técnica
conocida como compensación de perfiles geológicos, que permite obtener perfiles geométricamente
correctos, o dicho de otra manera, eliminar las interpretaciones que no proporcionan resultados coheren-
tes al intentar obtener la situación previa al desplazamiento. Esta técnica es ampliamente aplicada en
Geología estructural para determinar la estructura de zonas externas de cordilleras.
En el sondeo S2-1, muy próximo a la brecha de vertido, la única cizalla destacable es un plano con
superficie estriada y pulida, buzamiento de 1º, y situado a la cota 33.8 (profundidad b.t.a. 4.5 m) (tabla
6, figura 38). Esta cizalla se considera que corresponde a la superficie de rotura. Esta interpretación es
coherente con la cota de 34.1 m a la que se encuentra el contacto arcilla – residuos en esta misma sec-
ción transversal y 60 m al W, en el tramo de la cabecera del deslizamiento que separó la conexión del espi-
gón central con el dique perimetral (ver apartado 7.2.2).
La situación es más compleja en los sondeos S4-1 y S3-1, emplazados en secciones centrales del tramo
desplazado del dique. En ambos sondeos se ha detectado una banda de cizallas con pequeño espaciado por
debajo de la cual sólo se observan algunas discontinuidades aisladas (diaclasas y planos de estratificación).
En el interior de esta banda se distinguen algunos planos subhorizontales, entre zonas con cizallas de
buzamientos más elevados (36 - 52º) y un espaciado comprendido entre 2 y 30 milímetros (tabla 6).
En el sondeo S4-1 esta banda se halla entre las cotas 24 y 29, a una profundidad bajo el techo de la
arcilla azul (en adelante profundidad b.t.a.) entre 13 y 8 metros. En el interior de la banda hay una zona
en la que las cizallas están anastomosadas y tienen un buzamiento de 0- 2º, y que está limitada en su
base por una cizalla subhorizontal (2º) con superficie pulida (tabla 6). Esta zona de cizalla subhorizontal
está situada entre las cotas 26 y 27 metros (profundidad b.t.a. 11 - 10 m). En el sondeo S3-1 la banda de
cizallas está entre las cotas 25 y 29 (profundidad b.t.a. 12.5 - 8.5).
Aunque la extracción de muestras para ensayos de laboratorio no ha permitido una observación con-
tinua, se interpreta que la banda situada bajo el tramo central del dique desplazado corresponde bien a
varias zonas de cizalla subhorizontales, o bien a una franja de cizallas secundarias que bordean y entron-
can con una superficie de deslizamiento principal. Con los datos anteriores caben varias interpretaciones
sobre la localización de la superficie de rotura. El desplazamiento puede haber ocurrido en más de una
superficie, cada una de ellas acumulando deslizamientos importantes (de algunos metros a varias decenas
de metros). Desde luego, no es atípico hallar más de una superficie de deslizamiento en un movimiento de
ladera y también podría ser este el caso. De hecho, las catas excavadas en el pie del deslizamiento han
mostrado claramente que el desplazamiento ocurrió en dos superficies de cabalgamiento. Si bajo el dique
existieran varias superficies con deslizamiento importante, sería la basal (la más baja) la que habría que
considerar en los cálculos de estabilidad.
Otra situación más simple sería que el desplazamiento bajo el dique se hubiera producido casi exclu-
sivamente a lo largo de una única superficie, que, por lo tanto, sería la superficie principal de rotura. En tal
caso, el desplazamiento en el resto de cizallas encontradas bajo el dique sería de algunos centímetros o
291
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unos pocos decímetros. Los datos de campo apoyan esta segunda posibilidad. En el caso de que existie-
ran dos o más superficies importantes de deslizamiento bajo el recorrido seguido por el dique, el contac-
to arcilla – residuos en la depresión de cabecera debería mostrar uno o varios escalones ascendentes en
la dirección del desplazamiento, cada uno de ellos correspondiente a una superficie de deslizamiento. Por
otra parte, la existencia de varias superficies de deslizamiento en el pie de un movimiento de ladera no
implica necesariamente que bajo el cuerpo principal del movimiento existan también varias de estas super-
ficies. Cuando esto último ocurre realmente, las superficies de deslizamiento se manifiestan en superficie
del terreno como varias cizallas laterales que separan unidades en el cuerpo principal del movimiento, con
diferente desplazamiento cada una de ellas. Sin embargo, de los 6 sondeos alineados en la depresión de
cabecera, realizados por Eptisa, no se deduce la presencia de escalón alguno en el contacto arcilla – resi-
duos, sino una superficie de rotura con buzamiento muy suave hacia el este (ver situación de los sondeos
en la figura 12). Tampoco se han observado cizallas laterales con desplazamientos importantes en la super-
ficie del dique, salvo la que limita por el norte al deslizamiento, sino que a lo largo del dique los despla-
zamientos han variado de forma gradual.
Con todo, no se ha resuelto la localización de la superficie de rotura en los sondeos S4-1 y S3-1. Dicha
superficie puede: a) estar situada en la base de la zona de cizalla inferior (donde en ambos sondeos hay
un plano pulido con buzamiento de 2-3º), y por lo tanto a una cota de 24 - 25 metros, correspondiente a
una profundidad de unos 12.5 - 13 metros bajo el techo de la arcilla azul; o b) coincidir con la zona de
cizallas horizontales detectada en el sondeo S4-1, y así se localizaría entre las cotas 26 y 27 metros (a 10
- 11 metros b.t.a, tabla 4.2). Aunque las características de esta última zona de cizalla parecen indicar una
mayor deformación interna que en las zonas infra y subyacente -cizallas anastomosadas y paralelas al
techo y a la base de la zona- no es posible decantarse objetivamente por ninguna de las dos alternativas.
En el pie del deslizamiento se han detectado varias zonas de cizallas en las que los buzamientos pre-
dominantes están comprendidos entre los 10 y los 35º. En el sondeo S3-2 la deformación se concentra
preferentemente en los primeros 12 metros perforados en la arcilla azul, hasta la cota 29.5 metros (tabla
6). A mayor profundidad (16 y 18.5 m b.t.a., cotas 25.5 y 23) existen otros dos planos estriados con buza-
mientos de 5-6º, el primero de los cuales corresponde a una zona muy deformada de unos 10 centímetros
de grosor. En el sondeo S4-2, hay tres zonas de cizalla situadas en torno a las cotas 26, 27.5 y entre los
30 y los 33.5 metros (profundidad b.t.a. 16, 14 y 12 - 8.5 m). En el sondeo S4-3, situado en una posición
intermedia entre el pie del dique y el frente del deslizamiento, las cizallas se presentan como planos ais-
lados; también destacan tres como las más relevantes, con superficies pulidas y/o estriado muy marcado,
se encuentran en las cotas 35.7, 30.9 y 27.4 (profundidad b.t.a. 5, 10.4 y 13.9 m).
La presencia de varios planos o zonas de cizallas en el pie del deslizamiento es coherente con la rami-
ficación de la superficie de rotura en al menos dos cabalgamientos, descubiertos en las catas. A priori cual-
quiera de las cizallas presentes en un mismo sondeo puede corresponder a la superficie principal de rotu-
ra, aunque ésta se ha de hallar en el pie del deslizamiento a una cota superior a la mostrada bajo el dique
puesto que el levantamiento de la terraza indica que la rotura asciende en rampa.
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RECONOCIMIENTO GEOLÓGICO DE LA ROTURA DE UNA BALSA LODOS MINEROS: APLICACIÓN A LA ROTURA DE LA BALSA AZNALCÓLLAR. ESPAÑA
La posición de las cizallas en las arcillas ha permitido acotar la localización de la superficie de rotura.
Sin embargo, caben muchas interpretaciones posibles de la misma; por ejemplo, en el perfil definido por
los sondeos S4-1, S4-2 y S4-3 pueden trazarse hasta 24 posibilidades para la superficie de rotura.
Especialmente importante es decidir si bajo las secciones centrales del dique la superficie de rotura se halla
a 10-11 ó a 13 m de profundidad bajo el techo de la arcilla.
La manera de disminuir el número de interpretaciones, o incluso reducirla a una, es integrar toda la
información geométrica disponible: la estructura y desplazamientos observados en superficie, la topogra-
fía anterior y la posterior a la rotura, la geometría de la terraza T3, y la posición de la superficie de rotura
en los puntos donde se ha localizado con precisión (en la cabecera y en el frente del deslizamiento) o aco-
tada en los sondeos realizados en el resto del deslizamiento. Todo este conjunto de datos impone restric-
ciones importantes a la interpretación de los perfiles, tanto en lo relativo al estilo de la deformación en
cada una de las zonas del deslizamiento, como en la determinación de la geometría de la superficie de
rotura. La herramienta necesaria para integrar toda la información de forma coherente es la compensación
de los perfiles. Esta técnica permite representar la estructura profunda según una interpretación geomé-
tricamente válida y, precisamente por esta razón, es posible restituir los cortes a la situación previa a la
deformación. Esto hace posible la estimación de la profundidad de la rotura en aquellos puntos donde no
es bien conocida. Así, la posición de la superficie de rotura en los sondeos, entre éstos y hasta el frente del
deslizamiento, se ha interpretado finalmente durante la construcción de los perfiles compensados.
La compensación de perfiles consiste en su construcción de manera que éstos sean restituibles al esta-
do previo a la deformación; es decir, que no exista pérdida de volumen de material y que, una vez resti-
tuidos los perfiles, los grosores de los estratos y las longitudes de éstos y de cualquier superficie ofrezcan
una reconstrucción geológicamente coherente (Dahlstrom, 1969; Boyer and Elliot, 1982). La compensa-
ción es posible siempre que se cumplan las siguientes condiciones: a) la deformación no ha provocado un
cambio de volumen en los materiales, y b) la deformación es plana (bidimensional) sin que halla existido
migración de material hacia los lados del perfil. Si se cumplen estas condiciones el área también se con-
serva y se mantiene el grosor y la longitud de las capas.
El trabajo de Jackobson (1958) fue precursor en la utilización del principio de conservación de la masa
a deslizamientos, lo que le permitió la localización aproximada de la superficie de rotura. Más reciente-
mente, Bishop (1999) ha aplicado la misma técnica de un modo más refinado. En ambos casos se dispu-
so de una buena información sobre desplazamientos superficiales del terreno pero no de datos de subsu-
perficie, por lo cual la conservación del área de un perfil se realiza de forma global. Esto último es difícil
de llevar a cabo en deslizamientos cuya estructura sea compleja (por ejemplo en el pie o en la cabecera).
En el caso de Aznalcóllar, la compensación de perfiles se ha realizado según la práctica habitual en
Geología estructural; es decir, partiendo de cierta información sobre la estructura de los materiales, lo que
permite obtener resultados más robustos y fiables.
Para la reconstrucción de la superficie de rotura, se ha considerado que el volumen y el grosor de las
diferentes unidades implicadas en el deslizamiento no se han modificado con el desplazamiento. Pese a
que la arcilla azul presente en la zona de estudio es ligeramente expansiva, se ha estimado despreciable
el error que ello puede introducir teniendo en cuenta la magnitud de los desplazamientos ocurridos. Por
otra parte, la masa deslizada se desplazó sin perder su continuidad y sin que se registraran movimientos
de tipo fluidal que introdujeran cambios de volumen. Cabe destacar que la pérdida de volumen de resi-
duos en la cabecera del deslizamiento no ha influido en la compensación de los perfiles puesto que estos
materiales no formaban parte del cuerpo principal de la masa deslizada.
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JOSÉ MOYA
La estructura interna del deslizamiento y, con ella, la geometría de la superficie de rotura, se ha deter-
minado mediante la construcción de tres perfiles geológicos compensados y transversales al deslizamien-
to. En las figuras 42 y 43 se muestran dos de ellos, los perfiles 3 y 4, y los correspondientes perfiles resti-
tuidos. A efectos comparativos, se han realizado otros dos perfiles transversales al dique y situados al N y
al S del deslizamiento (figura 44).
Se resumen a continuación las características más importantes del deslizamiento.
• La cabecera está delimitada por fracturas normales que buzan hacia el interior de la depresión de
residuos. Estas fracturas no corresponden a la fractura que definió la cicatriz original del desliza-
miento, sino a deslizamientos secundarios que afectaron a las paredes de dicha fractura. Se inter-
preta que la fractura inicial fue prácticamente vertical, y que aprovechó una o varias diaclasas de la
familia con dirección N-S presente en la arcilla azul. Esta fractura atravesó probablemente el pie inte-
rior del dique; de hecho está situada siempre a pocos metros del pie (figura 45). Esto último sugie-
re que la localización de la fractura de coronación del deslizamiento estuvo directamente controla-
da por la sobrecarga del dique, más que por la de los residuos acumulados en la balsa.
• Bajo la trayectoria seguida por el dique en su desplazamiento, la superficie de rotura tiene un buza-
miento de 1.5 - 2º y una forma plana; lo que está de acuerdo con la relación entre la componente
vertical y horizontal de los desplazamientos medidos en la coronación de las secciones centrales del
dique (perfiles 3 y 4, figuras 42 y 43). Así, en la cabecera del deslizamiento, la superficie de rotura
desciende hacia el E desde la cota 30 a la cota 29 metros, coincidiendo con el contacto arcilla azul
- residuos. Bajo el dique se interpreta situada entre las cotas 26 y 27 (correspondiente a una pro-
fundidad bajo el techo de la arcilla azul de 10 - 11 metros).
La posibilidad de que la superficie de rotura estuviera situada a 13 m de profundidad dentro de las
arcillas se ha visto incompatible con las deformaciones observadas en el pie del deslizamiento (el grosor
de las láminas cabalgantes y los desplazamientos verticales deberían haber sido entre 3 y 5 metros mayo-
res). En el sector septentrional, la rotura está en torno a la cota 35 en cabecera, y bajo el dique en la cota
34 metros (profundidad b.t.a. 4.5 m)
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• Se interpreta que, bajo la cabecera y bajo la posición que ocupa el dique tras el deslizamiento, la
superficie de rotura aprovechó un plano de estratificación, dada la coincidencia en orientación y la
presencia de algunos planos de estratificación situados a cotas similares en los sondeos del perfil 5
(al S de la rotura) (figura 44).
• Al unos 55 m de la posición original del pie exterior del dique, la superficie de rotura se ramifica en
tres partes. La rama inferior se prolonga siguiendo en gran medida el plano de estratificación, amor-
tiguando progresivamente su desplazamiento hacia el E sin llegar a emerger a la superficie del terre-
no. Las cizallas observadas en torno a cotas 25 y 26 en los sondeos S3-2 y S4-2 se interpretan
correspondientes a esta rama inferior. La rama intermedia asciende formando una rampa de cabal-
gamiento con buzamiento entre 15 y 25º; se interpreta que corresponde a la superficie principal de
rotura y que limita a la lámina cabalgante frontal. En los sondeos S3-2 y S4-2 la rotura estaría situa-
da entre las cotas 29 y 30 metros (profundidad b.t.a. de 11 - 12 metros). La rama superior corres-
ponde al cabalgamiento caudal, que también asciende en rampa, y que se interpreta desarrollado
en la etapa final del movimiento y afectando a materiales desplazados en etapas previas (por este
motivo no se muestra en los perfiles restituidos).
• Al E de la rampa, la superficie de rotura toma un buzamiento de unos 2º hacia el W o se torna hori-
zontal formando un rellano. Este rellano estaba situado originalmente entre 2 y 4 metros de pro-
fundidad bajo el techo de la terraza T0 (perfiles restituidos 3 y 4 de las figuras 42 y 43). En esta zona
la rotura se ramificó en pequeños cabalgamientos imbricados buscando la superficie del terreno;
estos cabalgamientos formaron las escamas de terraza T0 observadas en el frente del deslizamien-
to.
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Figura 44. Perfiles geológicos 1 y 5, situados en secciones transversales al dique y fuera de la zona afectada por el deslizamiento.
El dique ha tomado tras el deslizamiento una dirección paralela a la rampa; por otra parte, sólo el pie
exterior del dique se halla basculado, este hecho indica que tan solo esta parte del dique llegó a alcanzar
la rampa. Lo anterior es significativo y muestra que la arribada del dique a dicha rampa coincidió con el
cese del movimiento, y sugiere que pudo influir en él.
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En el sector sureste de la balsa, el dique tenía una dirección N - S, la más desfavorable de las mostra-
das por el tramo oriental dique en relación a la estratificación. La coincidencia de orientación entre la
superficie de rotura del deslizamiento que afectó a la balsa y la estratificación es reflejada claramente por
la comparación entre los perfiles restituidos y el perfil 5, también transversal al dique pero situado al S del
deslizamiento (figuras 42, 43 y 44). En este último perfil se han trazado las bandas con estratificación
penetrativa según su posición en los sondeos y considerando que la continuidad de estos planos es muy
superior a los 30 metros, en consonancia con lo observado en el afloramiento del río Agrio. Por otra parte,
los planos de estratificación se han dibujado con el buzamiento aparente correspondiente al perfil. Para
calcular este último se ha supuesto que la dirección de la estratificación en estos sondeos no cambia res-
pecto a la medida en las catas situadas fuera del deslizamiento y en el, de tal forma que la orientación
media tomada para los planos de estratificación es de 060 / 3 SSE. El resultado es que el buzamiento apa-
rente de la estratificación en este perfil es de 2º. Las mismas operaciones se han realizado en otro perfil
situado al N del deslizamiento y junto al otro meandro del río Agrio (perfil 1, figura 44). En este otro sec-
tor de la balsa, el dique tiene una dirección NNW – SSE, por lo cual el buzamiento aparente de la estrati-
ficación es aquí de 0º. Lo anterior sugiere que la diferente orientación del dique con respecto a la estrati-
ficación en estos dos sectores de la balsa ha condicionado la localización del deslizamiento; es decir, la
rotura se ha producido donde la dirección del dique es más desfavorable. Esta hipótesis está, además, fuer-
temente avalada por las observaciones de campo. En efecto, el límite septentrional del deslizamiento coin-
cide en posición con el cambio de dirección del dique (comparar las figuras 1 y 5).
11. CONCLUSIONES
En el entorno de la zona deslizada, a pesar del aspecto masivo de la arcilla azul pueden distinguirse
en ella planos de estratificación. Se trata de planos de continuidad superior a los 30 m, habitualmente de
baja rugosidad y espaciado inferior a 2 metros. Estos planos tienen una dirección entre 050 y 070, y un
buzamiento de 2 - 4º hacia el SE. Esta orientación es desfavorable a la estabilidad en las secciones del
dique orientadas hacia el SE.
La rotura ocurrió mediante un deslizamiento traslacional según un plano de estratificación de la arci-
lla azul, que bajo las secciones centrales del dique desplazado, está situado a una profundidad entre 10 y
11 metros desde el techo de la arcilla azul, es decir entre 14 y 15 metros de profundidad en el terreno
natural. El desplazamiento máximo del dique fue de 55 metros, sin que sufriera basculamiento alguno y
que sugiera una componente rotacional en el deslizamiento.
La salida al exterior y aguas arriba de la superficie de rotura se produjo mediante una fractura vertical
con dirección N - S que aprovechó diaclasas de la arcilla azul. Esta fractura está situada bajo el pie inte-
rior del dique.
El desplazamiento del dique y de sus cimientos se produjo de una forma rápida (en media hora como
máximo). Esto condujo a la formación de una fosa de 70 metros de anchura en la cabecera del desliza-
miento, y que implicó el desplome súbito de más de 14 metros de los residuos que ocupaban la zona, con
la consecuente licuefacción de los mismos. Este descenso corresponde al grosor de arcilla azul y aluvial
desplazados. La licuefacción de los residuos quedó atestiguada por los volcanes de lodo, que son abun-
dantes a lo largo de toda la depresión de cabecera. A consecuencia del desplazamiento se formaron des-
lizamientos secundarios hacia el interior de la fosa que afectaron básicamente a residuos, pero que tam-
bién llegaron a involucrar al pie interior del dique, a la terraza aluvial y a la arcilla azul desplazada.
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En el pie del deslizamiento, la superficie de rotura se ramificó en tres a una distancia de entre 30 y 50
metros al E de la posición original del pie exterior del dique. Las ramas superior e intermedia ascendieron
buscando la superficie del terreno y devinieron en cabalgamientos que aislaron sendas láminas cabalgan-
tes de arcilla azul. La rama intermedia, correspondiente a la superficie principal de deslizamiento, ascen-
dió formando una rampa de cabalgamiento con buzamiento entre 15 y 25º, lo que con el desplazamien-
to causó el levantamiento y plegamiento de todo el pie de la masa deslizada. Al E de dicha rampa, la
superficie de rotura toma un buzamiento de unos 2º hacia el W o se torna horizontal formando un rella-
no situado originalmente entre 2 y 4 metros de profundidad bajo la llanura de inundación del río Agrio. El
cese del desplazamiento coincidió con la llegada del dique a la base de la rampa.
En la zona más desplazada se reunían tres elementos desfavorables a la estabilidad: a) dirección del
dique NNE - SSW, la más desfavorable de las mostradas por el dique oriental de la balsa; b) el mayor gro-
sor de los residuos en esta zona; y c) la mayor proximidad entre el dique y la llanura de inundación del río.
Debido al desplazamiento, el dique se agrietó formando una brecha al N de la conexión entre las dos
balsas, y coincidiendo con un cambio en la dirección del dique. La grieta se originó a partir de una fractu-
ra subvertical con dirección NE - SW, que aprovechó las diaclasas de la arcilla azul. El agrietamiento per-
mitió que el agua y los residuos de la balsa escaparan por este punto. En origen la brecha tuvo probable-
mente unos 14 metros de anchura, anchura que fue después ampliada rápidamente por la erosión
asociada a la descarga de residuos, hasta alcanzar una anchura de unos 60 metros, lo que facilitó aun más
el vertido. La avalancha de residuos dio lugar a dos abanicos junto a la brecha de vertido; la inercia de la
avalancha fue tal en sus primeros momentos que llegó a progresar 1 kilómetro aguas arriba, depositando
lodos sobre las terraza más bajas del río Agrio.
En cuanto a la metodología del reconocimiento cabe destacar varios aspectos. En deslizamientos en
los que el movimiento se prolonga durante un lapso de tiempo muy corto los inclinómetros instalados con
posterioridad a la rotura aportan escasa o ninguna información sobre la profundidad de la superficie de
deslizamiento. Entonces cobran especial trascendencia la caracterización detallada de las discontinuida-
des, más aún si los datos disponibles sugieren que la superficie de rotura se halla en el seno de un mate-
rial litológicamente homogéneo. Sin embargo, en un material arcilloso, como el que nos ha ocupado, es
difícil identificar las discontinuidades tales como los planos de estratificación.
Por otra parte, el reconocimiento de las discontinuidades puede no proporcionar criterios de localiza-
ción suficientemente resolutivos. Esto puede ocurrir si el material muestra ya originalmente una densidad
elevada de discontinuidades, o cuando hay que decidir cuál de las discontinuidades, entre varias candida-
tas posibles, ha actuado como superficie principal de deslizamiento. Por otra parte, puede no ser trivial el
trazado de esta superficie entre los puntos de observación (sondeos, catas, y afloramientos). En tales situa-
ciones es especialmente aconsejable la construcción de perfiles compensados.
En el caso de la rotura de Aznalcóllar, el reconocimiento detallado de la geomorfología y de la estruc-
tura interna del deslizamiento, junto con la realización de cortes compensados, ha permitido situar la
superficie de rotura con precisión de un metro.
El gran número de catas y de sondeos realizados en la zona ha permitido caracterizar, con cierto deta-
lle, la estructura superficial del pie del deslizamiento y la geometría de la terraza que servía de cimiento al
dique. El análisis de las discontinuidades de las arcillas, aunque fundamental, no ha hecho posible, por sí
solo, la localización de la superficie de rotura; esto último se ha debido a la elevada fisuración que sufrió
el material durante el movimiento.
Ciertamente, la cantidad de información disponible ha sido, por la relevancia del caso, inusualmente
grande. Tampoco es frecuente disponer de una superficie de referencia plana como marcadora de la defor-
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JOSÉ MOYA
mación (el techo de la terraza T3). Probablemente, en otros casos menos favorables, la estimación de la
geometría de la superficie de rotura no pueda realizarse de forma tan ajustada, aunque esto no le resta
interés a la compensación de los perfiles. El interés de esta técnica reside, esencialmente, en el hecho de
que permite obtener soluciones geométricamente correctas (posibles) de acuerdo con los datos disponi-
bles. Este requisito es imprescindible para obtener después cortes restituidos a la situación previa al des-
plazamiento, de forma que éstos sean también geométricamente posibles y geológicamente coherentes.
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TRATAMIENTO DE AGUAS
CONTAMINADAS POR ACTIVIDADES
MINERO -METALÚRGICA
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
1. INTRODUCCIÓN
El agua es el líquido más utilizado siendo la base de la vida sobre la tierra; es un bien escaso pese a
ser también el más abundante. En la problemática actual del agua cabe destacar dos situaciones: prime-
ro el paulatino aumento del nivel de vida, el desarrollo de la agricultura e industria ha ido aumentando las
necesidades de agua, y segundo el agua en su utilización sufre una contaminación que afecta a su cali-
dad y que nos apremia a su control.
La contaminación industrial es muy variada ya que las características del agua residual están directa-
mente relacionadas con su procedencia. La gama de contaminantes en los vertidos industriales es amplí-
sima: iones metálicos, productos químicos, hidrocarburos, detergentes, pesticidas, productos radioactivos.
Incluso dentro del mismo sector las aguas residuales son diferentes debido a su utilización en mayor o
menor cantidad, perfección de la industria y de los equipamientos, características de las materias primas y
grados de homogeneidad de los vertidos (Stoeppler, 1992).
Dentro del sector industrial, aquellas industrias que se caracterizan por generar efluentes de naturale-
za inorgánica, básicamente metales y especies metálicas, son las que generan una mayor problemática
debido a una serie de causas entre las que cabe destacar:
a) el elemento potencial de toxicidad de muchos de los metales, especialmente los metales pesados.
b) la necesidad de reducir sus niveles hasta los fijados por las directrices comunitarias.
c) el hecho que en la gran mayoría de los casos se trata de industrias de pequeño tamaño que cam-
bian o modifican el tipo de proceso o fabricación, generando cambios continuos del tipo de efluen-
te a tratar.
La utilización de los metales por el género humano, está íntimamente ligada al desarrollo de la civili-
zación. Desde épocas muy remotas, el hombre ha extraído y manipulado las rocas y los minerales para
obtener metales y compuestos metálicos. Durante mucho tiempo, esta actividad estuvo relacionada con la
fabricación de armas y la obtención de objetos ornamentales, que se hacía, como es lógico, por vía arte-
sanal. Con el desarrollo de la civilización industrial, esta actividad se extendió de forma rápida, y generó
nuevos campos de acción que comprendían la metalurgia y siderurgia, productos químicos y de consumo,
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obtención de metales de base y aleaciones, metales estratégicos y preciosos, industria del automóvil, petro-
química, etc.
La obtención y utilización masiva de metales y compuestos metálicos ha alterado el ciclo biogeoquí-
mico de la mayoría de los elementos y en particular de los metales pesados. Metales como, Pb, Hg, Zn, Cd
y Cr constituyen un ejemplo característico de la acción antropogénica, si comparamos sus concentraciones
naturales anteriores a la época industrial con las que actualmente se miden en ríos, lagos, aguas subte-
rráneas, etc. (Fergusson, 1990).
De entre todas las tecnologías de tratamiento de efluentes, la precipitación fisicoquímica es la técnica
más utilizada en el tratamiento de aguas residuales que contienen principalmente compuestos inorgáni-
cos. Ya que es el método más general y versátil, las instalaciones son sencillas y los costes de operación
son aceptables. En los apartados siguientes, se tratará en qué industrias se encuentran las aguas residua-
les conteniendo iones metálicos y se explicarán las bases del método del tratamiento de precipitación de
iones metálicos.
En la actualidad, la producción de metales para la actividad industrial y humana está relacionada prin-
cipalmente con la industria minera, metalúrgica y la industria química. La actividad minera es la más anti-
gua y estaba diseñada preferentemente para la producción de metales de gran valor ornamental y utilita-
rio como, Au(s), Ag(s), Fe(s) así como Cu(s) y otros metales para la preparación de aleaciones.
Posteriormente, la actividad minera ha aumentado de forma considerable, debido a la importante deman-
da de otros tipos de metales y concentrados de metales. Estos procedimientos implican la utilización de
ácidos, especies oxidantes, complejantes y reactivos químicos diversos.
La industria química es mucho más moderna y tradicionalmente está extendida por los países des-
arrollados aunque en los últimos años la internacionalización de la economía ha favorecido la implanta-
ción de muchas de estas industrias en países en vías de desarrollo. Estas industria elaboran preferente-
mente compuestos de síntesis química tales como, CuSO4(s), NiCl2(s), CuCN(s), NH4NO3(s), Na3PO4(s)
etc., así como ácidos fuertes, HCl, H2SO4, HNO3 y productos específicos de composición y naturaleza muy
diversas.
También se tienen que considerar, las industrias de elaboración de otros productos industriales (pro-
ductos manufacturados) que utilizan compuestos inorgánicos en sus procesos de fabricación o en sus for-
mulas comerciales. Como ejemplo típico, la fabricación de pilas y de circuitos electrónicos que contienen
todo tipos de elementos y compuestos metálicos, o los procesos de electro-deposición de metales que uti-
lizan en su proceso NaCN(s) e iones metálicos.
Si consultamos los datos publicados en libros, revistas especializadas, informes de instituciones oficia-
les e industriales es fácil decir, que muchas industrias como las químicas, metalúrgicas y siderúrgicas, petro-
química, industria electrónica, industrias de tratamiento de superficies metálicas (anodizado, electrodepo-
sición), etc. generan líquidos ácidos y básicos que contienen iones metálicos en cantidades muy diversas.
La Tabla 1.1 muestra algunos ejemplos típicos de líquidos que contienen iones metálicos y su relación con
determinados procesos industriales (Patterson, 1985).
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Estos líquidos, suelen tener uno o varios componentes mayoritarios y cantidades diversas de otras
especies que aparecen tanto en los líquidos de partida como en los líquidos introducidos durante proce-
so. La Tabla 2.2 nos muestra un agua de residual de un proceso de anodizado de aluminio, donde vemos
el aluminio como componente mayoritario, el cromo con composición media y el cobre que solo existe en
cantidades muy pequeñas. En los capítulos específicos para cada metal se presentarán los rangos de con-
centraciones en que se suelen hallar en las diferentes aguas residuales industriales.
Tabla 2. Contenido de metal (mg/l) de aguas residuales de los procesos de anodizado y grabado de Al (Paterson, 1985).
Es evidente que estos líquidos residuales no pueden ser descargados directamente al exterior ya que
la presencia de especies en el medio (ríos, lagos, suelo), puede alterar de forma significativa la calidad de
las aguas naturales y por consiguiente hacer muy difíciles o imposibles los procesos biológicos que permi-
ten la vida de los seres vivos y las plantas.
2. PROCESOS DE NEUTRALIZACIÓN
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ducidos para su utilización en otros procesos. Por ello, tienen que ser sometidos a tratamientos parciales
o a procesos de descontaminación total (Byers, 1996).
La opción más sencilla es la neutralización química; esto quiere decir que tenemos que rebajar las con-
centraciones de los iones H+ y OH-, hasta valores próximos a los que contiene el agua. En la práctica indus-
trial, la situación no es tan estricta y se considera que el líquido está neutralizado cuando el valor de pH
es de 7 a 9. A este intervalo de pH lo denominaremos convencionalmente en el tratamiento de aguas
industriales, “zona de neutralización”.
De acuerdo con lo dicho, los procesos de neutralización de residuos líquidos pueden ser muy diversos
y variarán según el tipo y la cantidad de ácido/base y de las exigencias medioambientales. De todas for-
mas entre los procesos de neutralización más frecuentes, se pueden describir los siguientes objetivos:
a) Neutralización alrededor de pH = 7, de líquidos muy ácidos o muy básicos antes de incorporarlos
al medio hídrico, por ejemplo aguas ácidas de mina o de los sistemas líquidos de lavado de gases.
b) Ajuste de pH para facilitar otros tratamientos u operaciones, como el tratamiento biológico de los
residuos o los procesos previos a la floculación.
c) Ajuste de pH, como etapa posterior a otro tratamiento, por ejemplo la neutralización de los líqui-
dos resultantes de los procesos de ruptura de emulsiones.
Al estudiar los procesos de neutralización de líquidos, tenemos que considerar, que una disolución
ácida es la que contiene una cantidad predominante de H+, mientras que una disolución básica o alcalina
contiene una cantidad dominante de ión OH-. En este contexto, el fundamento de la neutralización con-
siste en transformar el exceso de estos iones en moléculas de agua, mediante la siguiente reacción
H+ + OH- = H2O log Kw = 14 (1)
Es decir en la práctica la neutralización se asocia a la realización de la reacción (1). En este contexto,
existen métodos recomendados para neutralizar la acidez o la alcalinidad de los líquidos residuales y de
proceso, aunque los más señalados podrían estar relacionados con las siguientes situaciones [Palmer et
al., 1988; Schiller and Khalafalla, 1984]:
Residuos ácidos:
Adición de cantidades estequiométricas de NaOH
Adición de cantidades apropiadas de CaO(s)
Pasar los residuos a través de un lecho de calcáreo
Adición de cantidades apropiadas de Na2CO3
Pasar los residuos a través de Na2CO3
Mezcla con material dolomítico
Mezcla con residuos alcalinos
Residuos básicos:
Adición de disolución de H2SO4
Adición de disolución de HCl
Adición de CO2(g)
Mezcla los residuos con líquidos ácidos
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Las características químicas de algunos de los compuestos y disoluciones neutralizantes más utilizados
en la industria se muestran en la Tabla 3.
Esquema de la neutralización. Para realizar la neutralización de un líquido se puede proponer el esque-
ma que se muestra en la Figura 1. Según este esquema ideal, el líquido pasaría primeramente por un pro-
ceso de sedimentación y posteriormente sería conducido a la unidad de filtración para obtener un líquido
homogéneo libre de partículas de todo tipo, que fundamentalmente es una disolución de un ácido de com-
posición conocida. En la siguiente etapa se realiza el proceso de neutralización, que nos proporciona un
líquido a pH entre 7 y 9. Una vez neutralizado el residuo se somete a control ambiental para comprobar
si en la salida se cumplen todas las especificaciones legales. Si este control es negativo, se reconduce el
líquido al proceso de neutralización que se hará ahora de forma más ajustada. Si el control es positivo, el
líquido resultante puede seguir diferentes rutas, que en una forma u otra están relacionadas con las
siguientes situaciones
i) Conducción del líquido al sistema de saneamiento de agua.
ii) Conducción del líquido a otros sistemas de tratamiento.
iii) Conservación del líquido para recuperar el agua para su reutilización en el proceso.
iv) Recuperación de subproductos, sobre todo algunas especies inorgánicas que abunden en el líqui-
do.
En la mayoría de las situaciones, las corrientes obtenidas tienen una elevada salinidad debido al alto
contenido en especies iónicas disueltas, (SO42-, Cl-, Na+, Ca2+) y su gestión posterior es un punto impor-
tante a ser considerado. En el caso de aguas ácidas de mina, cuyo contenido en ión SO42- es muy eleva-
do, se pueden desarrollar procesos de recuperación de este anión para su utilización como fertilizante
(Muraviev, 2004).
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Los fundamentos químicos para plantear un proceso de neutralización en líquidos ácidos o alcalinos,
están directamente relacionados con las propiedades físico-químicas de las disoluciones ácido-base
(Aguilar, 1999). Por ello, antes de llevar a la práctica cualquier proceso es conveniente hacer un estudio
somero de las características del residuo líquido y de las vías más convenientes para la neutralización. Este
estudio previo, que parte del conocimiento del pH y la concentración de la disolución que queremos neu-
tralizar, nos facilitaría
i) La elección del compuesto más adecuado para realizar la neutralización
ii) La determinación de la cantidad de compuesto neutralizante para alcanzar la zona de neutraliza-
ción
iii) La predicción de la composición química de la disolución neutralizada en la salida
Otro factor de gran importancia es, la cinética del proceso, es decir la velocidad del proceso de neu-
tralización y formación de nuevas especies en el líquido neutralizado. En este contexto se puede decir que
los sistemas homogéneos suelen ser rápidos, sin embargo, cuando se forman compuestos sólidos como
CaSO4(s), las reacciones son en general mucho más lentas.
La información que aporta el estudio termodinámico-cinético preliminar nos servirá primeramente para
realizar y controlar adecuadamente el proceso de neutralización y nos proporciona datos sobre la compo-
sición de los líquidos de salida. Así, podremos orientar el siguiente paso de tratamiento de los líquidos resi-
duales, cuando hayan sido neutralizados. Un último factor a considerar es el volumen de fangos genera-
dos en el proceso de neutralización y la morfología y grado de hidratación de los mismos. En este sentido,
el proceso requiere la selección de neutralizados que genere un menor volumen de fangos y con el menor
contenido en agua posible.
1. Líquidos ácidos. Como hemos dicho anteriormente, estos líquidos ácidos están compuestos funda-
mentalmente por disoluciones de H2SO4, HCl y mezclas de ellos y en algunos casos mezclas de estos áci-
dos fuertes con HF y H3PO4. Estos pueden ser neutralizados fácilmente, utilizando cantidades apropiadas
de los nueve primeros compuestos reseñados en la Tabla 3 (Hairston, 1996).
a) Neutralización con NaOH. Este reactivo solo se utiliza en la industria en el tratamiento de
pequeños volúmenes de residuos y puede usarse indistintamente como disolución o como com-
puesto sólido. Las principales características de este neutralizante como son: facilidad de prepara-
ción, cinética de neutralización alta, forma productos de reacción solubles y no presenta proble-
mas de co-precipitación.
Estas características inclinan a muchas industrias a considerar su utilización en los procesos de
neutralización más comunes. Sin embargo, la dificultad de establecer unas buenas condiciones de
tamponamiento, dificulta el establecimiento del pH de trabajo y se muestra como una desventaja
importante. Finalmente, si seguimos la neutralización con el esquema de la Figura 1, el ácido de
partida podría ser H2SO4, el agente neutralizante sería NaOH y el líquido en la salida a pH 6-9 seria
una disolución neutra que contendría preferentemente los iones Na+ y SO42-.
b) Neutralización con CaO(s). La mezcla de los residuos ácidos con óxido de calcio, es una ope-
ración casi rutinaria en la mayoría de las industrias que tratan residuos. La utilización de este com-
puesto en los procesos de neutralización se basa en el hecho comprobado, que al poner en con-
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Tabla 3. Formulas químicas y estado físico de los neutralizantes/precipitantes más utilizados en la industria de residuos.
tacto CaO(s) con agua se forma una mezcla sólido-líquida, llamada “lechada de cal”, que tiene pro-
piedades neutralizantes. De esta forma, se pueden neutralizar ácidos y aunque la reacción suele
ser lenta, tiene la ventaja de su bajo coste del CaO(s), (0.12 €/Kg), sobre todo para las instala-
ciones que tratan volúmenes pequeños o medianos (Palmer et al., 1988).
Desde el punto de vista físico-químico, las propiedades neutralizantes del CaO(s) podrían representar-
se mediante las siguientes reacciones:
CaO(s) + H2O = Ca(OH)2(s) (2)
Ca(OH)2(s) = Ca2+ + 2 OH- log Kso = - 5.6 (3)
Esto quiere decir que al disolver el compuesto CaO(s) en agua, proporciona a la disolución iones Ca2+
y OH-. Entonces, si mezclamos CaO(s) con un líquido que contiene iones H+ se producirá la siguiente reac-
ción:
Ca(OH)2(s) + 2 H+ = Ca2+ + 2 H2O log *Kso = 22.4 (4)
Esta reacción representa el proceso de neutralización de un ácido fuerte mediante la adición de CaO(s).
Entonces, si consideramos la reacción (2), podremos establecer las siguientes relaciones
moles Ca(OH)2(s) = moles CaO(s) = moles H+/2 (5)
que nos permitirá un cálculo aproximado de la cantidad de neutralizante que tenemos que utilizar en el
proceso.
La utilización de caliza y dolomita ha sido discutida de forma extensa en el capítulo de tratamiento de
efluentes de minería por métodos pasivos.
2) Líquidos alcalinos. Estos líquidos surgen de las operaciones de limpieza de ciertos materiales en
muchos tipos de industrias. Están constituidos preferentemente por los líquidos de las operaciones de des-
engrasado que pueden contener, hidróxido de sodio, amoniaco, carbonatos y fosfatos de sodio. También
se consideran aquí, los líquidos de decapado, que son preferentemente, disoluciones concentradas de
NaOH. Este tipo de disoluciones tienen valores de pH alto y además suelen ser portadoras de grasa, acei-
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tes, cantidades diversas de tensioactivos y en algunas ocasiones, especies complejantes. Por ello, requie-
ren en muchos casos un tratamiento previo a la neutralización.
El proceso de neutralización de estos líquidos es sencillo ya que solamente se necesita utilizar una can-
tidad apropiada de una disolución de un ácido fuerte. Entre los más utilizados en la industria son los áci-
dos H2SO4 y HCl. El primero es el más utilizado principalmente por su bajo coste mientras que las disolu-
ciones de HCl tienen la ventaja que no forman compuestos sólidos y por consiguiente, los productos
obtenidos después de la neutralización son siempre solubles. Finalmente, los procesos de neutralización
con CO2(g) son los menos utilizados debido principalmente al precio del gas.
Estos procesos pueden ser controlados debidamente teniendo en cuenta los siguientes procesos: a)
control de pH mediante electrodos adecuados; y b) control de los procesos de adición de neutralizantes y
aditivos. Ambos procesos suelen realizarse en la industria de forma conjunta mediante sistemas totalmente
automatizados. Por otra parte, la práctica impropia en los procesos de neutralización puede derivar en la
generación de líquidos que pueden producir efectos perjudiciales para el medioambiente. Los datos biblio-
gráficos han citado los siguientes [Fergusson, 1990, EIPPC, 2001].
Destrucción de la vida acuática: a pH < 4 se destruye la vida de muchos vertebrados e invertebrados
así como la mayoría de las plantas.
Corrosión: las aguas con pH<6 y pH > 9 producen graves efectos en tuberías, calderas y en otras ins-
talaciones
Perjuicios a las cosechas: especialmente los líquidos con pH< 6 y pH > 9 pueden causar daños en la
capacidad productiva de los suelos.
La precipitación es un proceso físico-químico en el que, al mezclar dos líquidos, tiene lugar la forma-
ción de fases minerales que se dirigen hacia el fondo del reactor dando lugar a la aparición de un sistema
heterogéneo. Estas fases minerales formadas, pueden ser separadas del líquido que las contiene, median-
te operaciones adicionales como sedimentación, filtración u otros métodos físicos.
En el campo de los residuos líquidos, los procesos de precipitación están preferentemente dirigidos a
la eliminación/separación de iones metálicos e iones inorgánicos, mediante la formación de compuestos
sólidos poco solubles de formula química conocida. Los compuestos más conocidos son, hidróxidos metá-
licos de fórmula general M(OH)n(s) y también, los carbonatos, sulfuros, fosfatos y sulfatos sólidos, de for-
mula general MmXn(s) (Figura 2).
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Químicamente, la formación de los diferentes compuestos sólidos, pueden representarse mediante las
siguientes reacciones:
m Mn+ + n OH- ⇔ Mm(OH)n(s) βo,h (5)
m M + n CO3 ⇔ Mm(CO3)n(s) βo,c
n+ 2- (6)
n+
m M + nS 2- ⇔ MmSn(s) βo,s (7)
m Mn+ + n PO43- ⇔ Mm(PO4)n(s) βo,p (8)
m M + n SO4 ⇔ Mm(SO4)n(s) βo,s
n+ 2- (9)
siendo βo,i , los valores de los Productos de Solubilidad de los distintos compuestos sólidos, que están com-
pilados en las diversas Tablas y Bases de datos [Baes and Mesmer, 1976; Puigdomenech, 2001, Aguilar,
2003].
La precipitación de las especies químicas, se puede realizar en distintas etapas del tratamiento de un
residuo, de todas formas, es utilizada preferentemente en las siguientes situaciones:
i) Directamente en la fuente para eliminar los metales pesados y disminuir la carga contaminante de
ciertos caudales.
ii) Como tratamiento central para eliminar, fosfatos, sulfatos, fluoruros y arseniatos.
La precipitación de hidróxidos metálicos sólidos para eliminar metales pesados de las aguas indus-
triales es en general una tecnología de gran efectividad y relativo bajo coste. Este tratamiento convierte
los iones metálicos en compuestos sólidos que pueden ser separados del líquido original mediante méto-
dos físicos. Estos procesos, son utilizados ampliamente en diversas industrias como: tratamiento de mine-
rales, procesamiento de metales no-férreos, recubrimiento electrolítico y fabricación de pilas y baterías.
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Aunque las principales características de este neutralizante han sido ya descritas anteriormente, se
podría añadir, que el compuesto NaOH(s) es un reactivo muy utilizado en la industria. De hecho, la expe-
riencia adquirida en muchos procesos ha permitido señalar las siguientes características:
Ventajas:
Alta velocidad de las reacciones neutralización/precipitación reacción.
Los procedimientos de almacenamiento y manejo del reactivo son más fáciles debido a que se utiliza
como líquido.
Da lugar a más especies solubles cuando se trabaja a bajos valores de pH.
Tanques de reacción más pequeños y menores tiempos de retención en comparación con otros siste-
mas.
Desventajas:
El precio del reactivo es bastante elevado.
No tiene capacidad para establecer una zona de tamponamiento en el sistema.
El establecimiento del pH de precipitación requiere un estricto control.
La precipitación da lugar a veces a sólidos gelatinosos, lo que dificulta los procesos de clarificación y
los sistemas de deshidratación de lodos.
Aspectos físico-químicos
La precipitación de los hidróxidos metálicos sólidos es un proceso físico-químico en el que tiene lugar
la formación de un compuesto sólido de fórmula general M(OH)n(s), mediante la siguiente reacción quími-
ca
Mn+ + n OH- = M(OH)n(s) βso (10)
Ahora bien, en una visión más general, se suele considerar que la precipitación viene siempre acom-
pañada del proceso hidrólisis del metal. Entonces, se tienen que considerar también, estas reacciones de
hidrólisis, que representaremos de la siguiente forma
Mn+ + r OH- = M(OH)r+n-r βr (11)
Esto quiere decir que en el proceso de precipitación, el sólido forma un sistema heterogéneo en el que
coexiste con un líquido que contiene especies metálicas hidrolíticas.
Para relacionar la concentración de metal en el líquido en función del pH de precipitación, podemos
escribir las reacciones (10) y (11) de la siguiente forma
Mn+ + n H2O = M(OH)n(s) + n H+ *ßso (12)
n+
M + r H2O = M(OH)r +n-r +rH + *ßr (13)
Siendo
βso = {M(OH)n(s)}[H+]n / [Mn+] {H2O}n (14)
βso = {M(OH)n(s)}[H ] / [M ] {H2O}
+ n n+ n (15)
Si consideramos las ecuaciones (12) y (13), podremos decir que en un equilibrio de precipitación de un
hidróxido metálico sólido, pueden existir las siguientes especies,
Fase líquida: Mn+ , M(OH)rn-r
Fase sólida: Mn(OH)n(s)
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En estas condiciones, la cantidad de metal en moles en una unidad de volumen del líquido, podrá
expresarse de la siguiente forma
s = CM,liquido = [Mn+] + [M(OH)rn-r] (16)
La solubilidad de un determinado hidróxido sólido se puede seguir gráficamente mediante la función
log CM,liquido =log s = log ( [Mn+] + [M(OH)rn-r] (17)
La Figura 3, nos muestra la evolución de la concentración de metal en fase líquida en función del pH
en la precipitación de un hidróxido metálico, el compuesto (Zn(OH)2(s)). Estas curvas de solubilidad son de
importancia especial en el estudio de los procesos de eliminación de metales por precipitación, ya que pue-
den ser construidas de forma experimental al finalizar el proceso y servir de base de comparación y ajus-
te de los modelos termodinámicos y cinéticos del proceso.
Finalmente, si consideramos las ecuaciones (14) y (15) y la expresión en (16), podemos llegar a la
siguiente expresión:
s = CM,líquido = [H+]n/*ßso + *ßr*ßso-1 [H+]n-r (18)
Que nos indica que la cantidad de metal en el líquido depende fundamentalmente del valor del pH de
trabajo al realizar la precipitación.
Esquema de la precipitación
Según este esquema el resultado final del proceso es la separación del metal como hidróxido sólido
del líquido que lo contiene. Este líquido residual, contiene una pequeña cantidad de metal, que represen-
ta el término CM,liq = s = [Mn+] + [M(OH)r+n-s] y que denominamos, solubilidad de cada hidróxido al pH
de trabajo. Este valor debe ser comparado con la información existente en el control C. De esta forma,
podemos saber si se cumplen las condiciones impuestas al proceso para que el mecanismo de control C
envíe el líquido a la siguiente etapa o lo dirija de nuevo a la zona de tratamiento.
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En la mayoría de los casos, las disoluciones o efluentes a tratar están caracterizados por la presencia
de diferentes especies metálicas. Dependiendo de la naturaleza más o menos tóxica de cada una de las
especies, puede ser necesario realizar la precipitación conjunta de ellas, o bien, puede requerirse la preci-
pitación selectiva de las fases minerales.
Por ejemplo, si estudiamos la precipitación de hidróxidos de un líquido que contiene los iones Fe3+,
Ni y Cu2+ en un medio HCl a pH = 1, podemos seguir el diagrama de la Figura 5.
2+
Elección del pH de precipitación. Para elegir el valor de pH al que debe realizarse la operación de pre-
cipitación, consultaremos el diagrama de la Figura 5 que nos permite decir que a medida que se añade
disolución de NaOH, el valor de CM,liq va des-
cendiendo hasta pH 8-10; a partir de este últi-
mo valor de pH, aumenta, debido principal-
mente a la redisolución de los hidróxidos
metálicos según las reacciones (6) y (7). Si
ahora nos fijamos en las curvas vemos que los
compuestos metálicos tienen diferentes míni-
mos de solubilidad, 6 < pH < 10 para el Fe, 8.5
< pH < 12 para el Zn y 9 < pH < 12, para el
Ni. Por ello, parece conveniente realizar la pre-
cipitación a pH = 8.5 -9, en la zona común de
los tres mínimos de solubilidad. Si partimos de
los siguientes datos de concentración, CFe =
10–1, CCu = CZn = 10–2, y elegimos pH = 9 para Figura 5. Curvas de solubilidad-pH de los compuestos
la precipitación, podemos obtener los valores Fe(OH)3(s), Ni(OH)2(s) y Zn(OH)2(s).
de la solubilidad que se indican a continuación.
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La Tabla 4, recoge los resultados obtenidos que posteriormente hemos transformado en unidades de
mg/l. También se incluye valores arbitrarios de las exigencias del líquido en el control, que bajo la deno-
minación “límite de vertido”, indica que el líquido en la salida no puede tener más de 1 mg/l de cada
metal.
Tabla 4. Valores de solubilidad en la precipitación de hidróxidos de Fe, Cu y Ni con NaOH.
Como vemos, el Ni y el Fe cumplen con la condición propuesta mientras que el Zn excede el valor pro-
puesto y por ello, podemos considerar que el proceso de precipitación es apto para eliminar Fe y Ni. Así,
el líquido en la salida estará libre de estos dos metales y contendrá 4 mg/l de Zn(II). Por otra parte, la fase
precipitada estará compuesta principalmente por los compuestos Fe(OH)3(s) Ni(OH)2(s) y Zn(OH)2(s).
Finalmente, los valores de la Tabla 4 proporcionan una información útil que servirá de base para dar
las órdenes a los sistemas de adición-medida cuando realicemos el trabajo con una muestra real.
En este proceso se mezcla CaO(s) en agua y se utiliza para precipitar los iones metálicos existentes en
un determinado líquido. El proceso está muy extendido y es aplicado con éxito en multitud de empresas
de todo tipo. Entre las características más notables de este tipo de proceso, podemos citar las siguientes:
Ventajas:
Técnica más establecida con probada eficiencia en procesos de neutralización/precipitación que no
requiere generalmente ajuste de temperatura y que permite diseño modular para la extensión de la
planta.
Facilita la coprecipitación de metales de forma que las solubilidades al pH de precipitación suelen ser
mayores que los valores correspondientes a la precipitación individual de cada metal.
El reactivo es fácil de manejar y es eficiente en un amplio rango de concentración de material soluble.
Desventajas:
Se tiene que determinar antes de realizar el proceso si un único valor de pH permitirá la precipitación
de todos los hidróxidos.
La separación de especies metálicas a partir de los precipitados es difícil, debido principalmente a la
naturaleza heterogénea de la mayoría de los lodos obtenidos.
La presencia de especies complejantes como fosfato, tartrato, etilendiamino tetraacético (EDTA) puede
causar interferencia importantes en los procesos de precipitación de metales.
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Aspectos físico-químicos
Para explicar de forma elemental el proceso de precipitación, podemos pensar que la disolución de par-
tida contiene las especies, Mn+ y H+ , y cuando se añade CaO(s), se produce un proceso de hidratación
muy rápida de CaO(s) a Ca(OH)2(s) en el seno de la disolución y aparecerán las especies Ca2+ y OH-, según
indican la siguientes reacciones (Ver Figura 6).
aportados por el compuesto Ca(OH)2(s) y se produce de forma instantánea la siguiente reacción de neu-
tralización
H2O = H+ + OH- Kw (1)
que produce un aumento en el valor del pH y se crea un medio neutro (6 < pH <9) que facilita que la
especie Mn+ existente en el líquido, precipite, de acuerdo con la siguiente reacción principal
Mn+ + n OH- = M(OH)n(s) (16)
Este proceso descrito, se conoce como proceso de neutralización-precipitación.
La precipitación de líquidos ácidos que contienen especies metálicas con CaO(s), suele realizarse de las
siguientes formas: a) Mediante la adición de cantidades estequiométricas de CaO(s) y b) Mediante adición
de un exceso de CaO(s). En estas condiciones, existirán dos intervalos de pH útiles como se indica en la
Figura 6.
a) Precipitación con cantidades estequiométricas. Esto quiere decir, que la adición de CaO(s)
está controlada y regida por la cantidad de ácido en la muestra original, es decir, por el pH del
líquido de partida (ecuación 3) y de la concentración total de metales. Generalmente, la adición,
controlada instrumentalmente, trata de llevar el pH de equilibrio al intervalo 6 y 9, en el que pre-
cipitan la mayoría de los iones metálicos.
El esquema de precipitación sería parecido al de la Figura 6, la única diferencia es que en este caso
el líquido residual transporta una cierta cantidad de ión Ca2+ y debe ser analizado para compro-
bar la dureza. Por otra parte, la fase sólida está formada principalmente por los hidróxidos metá-
licos.
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b) Precipitación con exceso de CaO(s). En esta operación se añade un gran exceso de neutrali-
zante, y de esta forma, cuando se alcance el equilibrio, el líquido de partida se habrá neutralizado
y quedará en el medio una determinada cantidad de CaO(s), que no ha reaccionado. Esto nos indi-
ca que existe un lecho de CaO(s) y que siempre CCa > CM. Por ello, podemos considerar en prime-
ra aproximación, que el pH del sistema, estará controlado por el equilibrio del sistema Ca. Es decir
por la siguiente reacción
Ca(OH)2(s) = Ca2+ + 2 OH- (19)
Para determinar el pH de equilibrio, en presencia de exceso de CaO(s), partimos de la reacción ante-
rior, que indica que cuando se alcance el equilibrio, se cumplirá,
[Ca2+] = [OH-]/2 o, tomando logaritmos,
log [OH-] - log[Ca2+] = log 2 (20)
Esta condición se cumple en el punto donde la diferencia entre las ordenadas de las líneas OH- y Ca2+
es de 0.3 unidades. Es decir, en el punto de abscisa, pH = 12.2, sobre la línea rayada señalada a la dere-
cha del diagrama de la Figura 6. Si ahora consideramos la precipitación de los iones Fe3+, Al3+, Ni2+ y Zn2+
en medio HCl por contacto con un lecho de CaO(s), podremos construir el diagrama de solubilidades la
Figura 7. Ahora bien, cuando se alcance el equilibrio, pH = 12.2, el diagrama nos indica que el compues-
to Al(OH)3(s) se ha redisuelto y que las demás especies metálicas conviven en el sistema heterogéneo con
los correspondientes hidróxidos sólidos. Para calcular los valores de las concentraciones de los distintos
metales en el líquido, obtendremos los valores de las ordenadas en el punto pH 12.2 (línea punteada). La
Tabla 5, recoge los resultados de los cálculos realizados.
Tabla 5. Recolección de valores de solubilidad para la precipitación de hidróxidos de Fe, Al, Zn y Ni con CaO.
Log s Fe Ni Zn Al
CM,liq mol/l mg/l mol/l mg/l mol/l mg/l mol/l mg/l
Según estos resultados, cuando el líquido abandone el lecho de CaO(s), contendrá 270 mg/l de Al, 1.1
mg/l de Fe y 1.3 mg/l de Zn mientras que la cantidad de Ni es tan pequeña, que podemos considerar que
ha precipitado totalmente. Por otra parte, el lecho de cal, estará contaminado por los compuestos sólidos
Fe(OH)3(s), Zn(OH)2(s) y Ni(OH)2(s).
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Cuando en los procesos de neutralización-precipitación se utiliza CaO(s) y los líquidos ácidos de par-
tida contienen ion SO42-, además de la precipitación del hidróxido del metal en estudio, se produce una
reacción adicional entre los iones Ca2+ y SO42-, que da lugar a la formación del compuesto sólido de for-
mula CaSO4(s) (yeso). Y si están presentes en el líquido ciertos metales como Cu(II) y Zn(II) se pueden for-
mar compuestos sólidos del tipo Mn(SO4)s(OH)r(s). Como indica la Figura 8, donde se ha representado la
fracción molar de Cu en función del pH.
La figura 8 nos indica el predominio de los distintos compuestos sólidos en función del pH. Así, en la
zona 4< pH < 6, se forma la especie Cu4(SO4)(OH)4(s) (línea roja) mientras que si nos movemos al inter-
valo 6<pH<9, todo el cobre se encontrará formando el compuesto Cu4(SO4)(OH)6(s) (línea verde).
Finalmente, a partir de pH> 9 predominará el hidróxido sólido, Cu(OH)2(s), (línea azul)
Figura 8. Diagrama de fracción (F) de Cu(II) en forma de diferentes especies, en medio sulfato.
Desde el punto de vista termodinámico, las reacciones que representan este proceso son las que
corresponden a la precipitación/hidrólisis (4) y (5) y además, las siguientes reacciones:
Precipitación Ca2+ + SO42- = CaSO4(s) log βso (21)
2-
Protonación SO4 + H = HSO4+ - log βa (22)
Y las que corresponden a la formación de los compuestos sólidos de formula general Mn(SO4)s(OH)r(s),
podrían ser escritas de la siguiente forma:
Mn+ + n SO42- + r H2O OH- = Mn(SO4)s(OH)r(s) + r H+ (23)
a) Precipitación en condiciones estequiométricas. En este proceso la neutralización tiene lugar
en la zona pH 7-9. Es la zona donde la solubilidad de los hidróxidos metálicos, puede variar debi-
do a la presencia de especies mixtas del tipo Mn(SO4)s(OH)r(s). La Figura 9, nos muestra las curvas
de solubilidad de los sistemas Cu(II) y Ni(II) en medio sulfato, que indica que la solubilidad del
Cu(II) primeramente desciende, pasa por un mínimo y vuelve a ascender debido a la precipitación
de los compuestos sólidos ternarios. A partir de pH 9, pasa por una zona de solubilidad constan-
te, debido principalmente a la transformación de estas especies sólidas en Cu(OH)2(s). Por otra
parte, la curva de solubilidad del ión Ni(II), parece indicar que no se forman especies ternarias sóli-
das y que la forma de la curva se debe a los proceso de precipitación-redisolución alcalina del com-
puesto Ni(OH)2(s). Finalmente, para elegir el pH adecuado para la precipitación conjunta de los dos
iones, hemos elegido el punto de pH = 8.5, que representa una posición de equilibrio muy próxi-
ma a los mínimos de solubilidad.
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Una vez realizada la precipitación, las curvas de la Figura 9 nos indican que cuando el líquido alcance
la salida, contendrá, 10-5 mol/l (0.6 mg/l ) de Ni y 10-5 mol/l (0.6 mg/l ) de Cu. Por otra parte, el sólido
precipitado estará formado por los complejos Cu3(SO4)(OH)4(s), Cu4 (SO4)2 (OH)6(s), Ni(OH)2(s) y CaSO4(s).
b) Precipitación en exceso de CaO. Para estudiar este proceso de precipitación, hemos obtenido
el diagrama de la Figura 10, donde vemos que en la zona alcalina, la solubilidad de los dos hidró-
xidos metálicos, crece. Si ahora nos colocamos en el punto pH = 12.2 (línea discontinua), las con-
centraciones de los metales en el líquido son CCu,liq = 10-5 mol/dm-3, CNi,liq = 10-7 mol/dm-3 y CSO4
= 10-3 mol/dm-3.
Figura 10. Diagrama de la precipitación de Ni(II) y Cu(II) en medio sulfato utilizando exceso de CaO(s).
Mientras que en el lecho de cal se encontrarán los compuestos Cu(OH)2(s), Ni(OH)2(s) y cantidades
menores de CaSO4(s), que se ha ido disolviendo paulatinamente para proporcionar al medio una determi-
nada cantidad de ión SO42- libre.
La mecánica del proceso de precipitación es idéntica a la desarrollada anteriormente en el caso de la
precipitación de hidróxidos en otros medios. La Figura 11, muestra un diagrama de flujo donde se puede
se pueden seguir los dos procesos de precipitación propuestos. También se puede obtener una informa-
ción adicional sobre la composición de las fases en las distintas etapas del proceso.
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El proceso consiste en precipitar los iones metálicos existentes en los líquidos residuales mediante la
adición directa de ión carbonato, CO32-, utilizando productos químicos de síntesis y también determinados
minerales (Huang, 1995). De esta forma, se pueden obtener diversos compuestos sólidos, que pueden ser
filtrados y los líquidos reconducidos, como en el caso de los hidróxidos metálicos. También se pueden pre-
cipitar los carbonatos por transformación de los hidróxidos metálicos mediante la adición de una corrien-
te de CO2(g) (Zachara, 1991).
En general, los carbonatos metálicos tienen una solubilidad intermedia entre los hidróxidos y los sul-
furos y además forman precipitados que son fácilmente filtrables. En muchas de las ocasiones los proce-
sos implicados en la eliminación de cationes de transición son procesos complejos en los que transcurren
o pueden transcurrir a la vez, además de la formación de carbonato metálico, la formación del hidróxido
metálico y, en ocasiones, la formación de fases mixtas de carbonato e hidróxido, como ocurre con dos
cationes metálicos tan comunes como el Cu y el Zn (García-Sánchez, 2002; McAnally, 1984).
La experiencia adquirida en este tipo de procesos nos permite señalar los siguientes detalles:
Ventajas:
Los carbonatos son reactivos químicos de fácil manejo, transporte y comercialización que se pueden
conseguir fácilmente en el comercio.
Na2CO3 produce una alta capacidad de tamponamiento y hace disminuir la formación de lodos mien-
tras que en el caso del CaCO3(s) se generan precipitados fáciles de filtrar.
Desventajas:
Los tiempos de retención son mayores debido principalmente a las características de los carbonatos
como reactivos.
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Tienen la posibilidad de generar CO2(g) que puede disminuir la velocidad del proceso si no se airea sufi-
cientemente.
La formación de CaSO4(s) y su deposición en la superficie de los carbonatos sólidos crea problemas adi-
cionales de perdida de reactividad del CaCO3(s).
Los precipitados con Na2CO3 filtran con más dificultad que los correspondiente a CaCO3(s)
El compuesto CaCO3(s) produce una zona de tamponamiento de pH 5 a 7.
Para describir las propiedades del sistema carbonato como precipitante, tenemos que pensar que par-
timos de las siguientes reacciones:
CO32- + H+ = HCO3- (24)
CO32- + 2 H+ = H2CO3(aq) (25)
que han sido representadas en el diagrama de la Figura 12.
Este sistema muestra dos zonas con propiedades tampón alrededor de los valores pH 6 y 10. En la
zona de pH 10, el tamponamiento aparece cuando partimos de un líquido ácido en el que existen las espe-
cies Mn+ y H+ y, al añadir una cierta cantidad de ión CO32-, tendrá lugar la reacción descrita en la ecua-
ción 24.
Entonces, como la precipitación tiene lugar casi siempre con un exceso de ión carbonato, siempre
existirán en el líquido las cantidades apropiadas de iones CO3- y HCO3- para que se forme el tampón. Y en la
zona de pH 6, las especies responsables del tamponamiento serán H2CO3 y HCO3, como indica la Figura 12.
La neutralización de la disolución ácida con metales mediante la adición de ión CO32- proporciona el
medio básico que facilita también la formación carbonatos metálicos, que a veces viene acompañada de
la precipitación los hidróxidos metálicos sólidos y algunas veces de hidroxicarbonatos de formula general
Mn(OH)r(CO3)s(s).
La Figura 13 nos muestra un diagrama de fracción del ión CO32- en presencia de diferentes metales
con concentraciones diferentes. El diagrama nos muestra que las reacciones de precipitación se producen
en el amplio intervalo pH 3-13 y además que este ión forma compuestos como ZnCO3(s) o Cun(CO3)r
(OH)s(s).
321
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Figura 13. Diagrama de fracción (F) del ión carbonato en presencia de varios metales.
Entonces, se podría decir en primera aproximación que tienen lugar las siguientes reacciones que impli-
can a la especie metálica:
Mn+ + CO32- = MCO3(s) (26)
Mn+ + n H2O = M(OH)n(s) + n H+ (12)
Mn+ + r H2O = M(OH)n+n-r + r H+ (14)
n+ 2-
n M + s CO3 + r H2O = Mn((CO3)s(OH)r(s) + r H + (27)
Estas reacciones nos permiten decir, que en un sistema de esta naturaleza, pueden existir las siguien-
tes especies:
Fase sólida: MCO3(s), M(OH)n(s), Mn((CO3)s(OH)r(s)
Fase líquida: Mn+ , M(OH)n+n-r, CO32-, HCO3- , H2CO3(aq), Na+, H+, OH-
Mientras que las ecuaciones del balance de masas, podrán ser escritas de la siguiente forma:
CM = [Mn+] + (MCO3(s)) + (M(OH)n(s)) + (Mn((CO3)s(OH)r(s)) (28)
2- 2- -
CCO3 = [CO3 ] + [HCO3 ] + [ H2CO3(aq)] + (MCO3(s)) + s(Mn((CO3)s(OH)r(s)) (29)
Y la concentración total de metal en el líquido será,
CM,liq = [Mn+] + [M(OH)n+n-r] (30)
Finalmente, la Figura 14 nos muestra un esquema general sencillo de la precipitación de los carbona-
tos metálicos.
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El Na2CO3 es un compuesto muy habitual que se comercializa de muchas formas y que es conocido en
la literatura química como “soda” y también, “soda ash”. Es muy soluble en agua y pueden prepararse
soluciones acuosas hasta de un 30% en peso. Estas disoluciones tienen valores de pH en la zona básica
(Figura 12), y al mezclarse con disoluciones ácidas de iones metálicos producen la formación de carbona-
tos sólidos en zonas de tamponamiento alrededor de pH 10.
En la Figura 15, que ilustra la precipitación del Cd2+, Cu2+, Pb2+ y Zn2+, vemos que en la zona de
tamponamiento, pH 9-11, las cantidades de metal en el líquido residual son siempre menores de 10-5
mol.dm-3.
Ahora bien, si para precipitar los distintos iones, elegimos pH 9.5, veremos que las concentraciones de
Pb y Cd son del orden de 10-9 mol.dm-3 que son equivalentes a 0.001 mg/l de Cd y 0.02 mg/l de Pb. Por
otra parte, el líquido después de la precipitación llevará también, 10-6 mol/l de Cu y Zn, que corresponde-
rán a 0.06 mg/l de cada metal.
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Aspectos físico-químicos
En un sistema acuoso que contiene CaCO3(s), tienen lugar las siguientes reacciones
CaCO3(s) = Ca2+ + CO32- (31)
Entonces al hacer pasar una disolución ácida con iones metálicos se producirá la precipitación de cier-
tos carbonatos metálicos, según indican las siguientes reacciones:
n Mn+ + r CO32- = Mr(CO3)n (32)
CO32- + H+ = HCO3- (24)
2- +
CO3 + 2 H = H2CO3 (25)
n+ 2-
n M + s CO3 + r H2O = Mn((CO3)s(OH)r(s) + r H + (27)
Y en medios con SO42-, se formará también CaSO4(s) y especies del tipo Mn((SO4)s(OH)r(s). La Figura 16
muestra el diagrama de precipitación del sistema Zn-CO32-, que indica que la formación de la especie
ZnCO3(s) tiene lugar entre pH 4-7, dentro de la zona de tamponamiento alrededor de pH = 6, debido a la
presencia de cantidades muy próximas de las especies H2CO3-HCO3-. También precipita en esta zona el
compuesto Zn5(OH)6(CO3)2(s).
Formas de trabajo
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lentas y muchas veces la formación de precipitados superficiales hace aumentar considerablemente los
tiempos de retención. El proceso es especialmente útil en la eliminación de metales precipitan en las zonas
de pH 5-7 y también en el tratamiento de líquidos muy cargados de metal.
Figura 17. Diagrama de precipitación de una serie de carbonatos metálicos (Fe+3, Cr+3, Ni+2,Cu+2).
Aunque este gas es muy conocido desde hace mucho tiempo, la tecnología para su utilización en los
procesos de precipitación de metales en aguas residuales no ha alcanzado todavía una difusión total.
El reactivo H2CO3(g) se puede generar al burbujeando constantemente CO2(g) en el seno del líquido
ácido, en el tanque donde se está realizando el proceso neutralización/precipitación (Figura 18). Entonces
tiene lugar la siguiente reacción:
CO2(g) + H2O = H2CO3(g) (28)
Figura 18. Esquema para la precipitación de carbonatos metálicos utilizando CO2(g) como reactivo precipitante.
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También, se puede generar el carbonato “in situ”, mediante la adición de NaOH y CO2(g). De esta
forma, tiene lugar la siguiente reacción:
2 Na+OH- + CO2(g) = CO32-+ 2 Na+ + H2O (29)
2-
donde se produce el ión CO3 que facilita la formación de los carbonatos metálicos. El CO2(g) se transpor-
ta a la instalación en forma líquida en cilindros de acero y se vaporiza posteriormente utilizando sistemas
apropiados.
Una vez en el medio, reacciona con los compuestos sólidos que se están formando, para producir la
formación de los distintos carbonatos como indican las siguientes reacciones
H2CO3(aq) + Ni(OH)2(s) = NiCO3(s) + H2O (30)
H2CO3(aq) + Ca(OH)2(s) = CaCO3(s) + H2O (31)
Este proceso se basa en la conversión de los iones existentes en un determinado líquido en compuestos
sólidos de composición general M2Sn(s). La principal ventaja de este método, es que los metales pueden ser
eliminados a bajas concentraciones a un pH único, al que precipitan también los iones interferentes aún en
presencia de agentes complejantes. Sin embargo, esta tecnología tiene un campo de aplicación limitado,
debido a los problemas de olor y a la elevada toxicidad del compuesto sulfuro de hidrógeno (H2S(g)),
utilizado en el proceso (Hammack and Edenborn, 1992).Así, se utiliza para la precipitación de plomo, cobre,
plata, cadmio, zinc, mercurio, níquel, talio, arsénico, antimonio y vanadio. El proceso de precipitación se
realiza entre pH = 7-9 excepto en los casos de Arsénico y Antimonio, que se realiza a pH < 7.
El primer paso del proceso es la preparación de la disolución de ión sulfuro, que se añade al tanque
de reacción y se mantiene un tiempo de reacción de unos 30 minutos. La reacción se realiza en presencia
de un ligero exceso de sulfuro, que debe ser eliminado cuando finalice la reacción. La separación física de
los sulfuros metálicos se lleva a cabo con espesantes y clarificantes.
Al estudiar procesos de precipitación con compuestos que contienen átomos de S, se han descrito las
siguientes características:
Ventajas:
Disminuye el volumen de lodos hasta un 30 % y el consumo de reactivos químicos hasta un 30 % con
respecto a la precipitación con cal.
Produce efluentes con muy poco metal residual siendo altamente efectivo para la eliminación de meta-
les en líquidos contaminados.
Desventajas:
Emisión de H2S(g) cuando se alcanza la zona ácida y problemas de olores en el uso de Na2S(s).
Si el proceso de precipitación es rápido, los sulfuros obtenidos están formados por partículas muy finas
que dificultan los procesos de separación debido a los problemas de sedimentación.
326
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El agente precipitante es el ión sulfuro (S2-) y se han descrito diversas formas de preparar este preci-
pitante que se introducirá posteriormente en el reactor. Como fuentes principales, la bibliografía reco-
mienda la utilización de: sulfuro de sodio (Na2S(s)), sulfuro de hidrógeno y sodio (NaHS(s)), poli-sulfuro
orgánico y sulfuro de hierro (Proceso Sulfex) (Hammack et al., 1994)
Recientemente, se emplea también una nueva aproximación tecnológica en la que el ión S2- es gene-
rado “in situ” mediante un proceso de reducción biogénica de ión sulfato. El proceso se basa en la siguien-
te reacción (White and Gadd, 1996):
CH2O + SO42- = SO42- + CO2(g) + H2O (32)
y se realiza en un reactor biológico al que se adiciona etanol o acetato como fuente de materia orgánica.
En cuanto a la disponibilidad de estos reactivos, se puede decir que en el mercado se encuentran el
compuesto Na2S(s) en forma de cristales fundidos (30-35% en peso en sulfuro), y en forma de copos (60%
en peso en sulfuro). Así como el compuesto NaHS(s) en copos (70% en peso en sulfuro) y en forma líqui-
da (40% en peso en sulfuro).
Para entender el comportamiento de un sistema en el que se producen reacciones químicas que dan
lugar a la formación de sulfuros metálicos es conveniente incidir en los siguientes aspectos:
El sistema precipitante, el ión S2-, que forma parte del sistema ácido base H2S(aq)-HS—S2-en medio
acuoso, puede ser representado por las siguientes ecuaciones:
S2- + H+ = HS- log β1 = 12.9 (33)
S2- + 2 H+ = H2S(aq) log β2 = 21 (34)
La Figura 19, que nos muestra la evolución de la concentración de ión S2- en función del pH, indica
que la concentración de este ión en las zonas óptima de precipitación de metales es muy pequeña.
De todas formas, debido a los bajos valores de los productos de solubilidad de los sulfuros metálicos,
cuando entra en contacto con una disolución que contiene iones metálicos, se produce la siguiente reac-
ción:
Mn+ + p S2- = MqSp(s) log βn (35)
que da lugar a la formación de uno o varios compuestos sólidos. Entonces, según indican las reacciones
327
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(33), (34) y (35), en un proceso de precipitación con sulfuros, se forma un sistema heterogéneo en el que
existen las siguientes especies:
Fase sólida : MqSp(s)
Fase líquida : Mn+ , S2-, HS-, H2S(aq), H2S(g), H+, OH
Precipitación de iones metálicos. Si ahora estudiamos la precipitación de los iones Cu2+, Zn2+,
Pb , Ni2+, podemos construir la curva de solubilidad de la Figura 21, que nos indica que a partir de pH
2+
5, la precipitación es total y cuando el proceso haya finalizado, las cantidades de metal en el líquido, en
cada caso, serán siempre menores de 10-10 mol/l. Ello indica que en una primera aproximación, podemos
realizar la precipitación entre pH 6 y 8, con una alta probabilidad de éxito (Robinson, 1980).
Un proceso de precipitación de sulfuros metálicos del tipo estudiado podría ser representado por el
esquema de la Figura 22. El control de las concentraciones residuales tras la etapa de precipitación alcan-
za en este tipo de aplicaciones una importancia vital debido a la toxicidad del sistema, especialmente la
liberación de sulfuro de hidrógeno.
328
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Figura 23. Diagrama de solubilidad para la precipitación de varios metales por el proceso Sulfex.
Además, el proceso de eliminación y separación es más eficaz si existen varios metales en el residuo y
resulta más económico tratar las soluciones cargadas, primero como hidróxidos y después como sulfuros.
Finalmente, el proceso general de precipitación podría explicarse mediante el esquema de la Figura 24.
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b) Precipitación con Sulfuro de Ca. Muchos de los problemas asociados a la precipitación de los
sulfuros metálicos insolubles pueden simplificarse si se emplea el compuesto CaS(s) como fuente de ión
S2-. El compuesto CaS(s), se añade en forma de una pasta sólido-líquida y de esta forma, se considera que,
las partículas sólidas actúan como núcleo de formación de los sulfuros metálicos, mientras que el ion Ca2+,
actúa como coagulante.
El compuesto CaS(s) se mantiene estable en forma sólida en ausencia de agua, ahora bien, al disolverlo
en agua, se transforma en Ca(OH)2(s) y Ca(HS)2(aq), de acuerdo con las siguiente reacción:
2 CaS(s) + 2 H2O = Ca(OH)2(s) + Ca(HS)2(aq) (39)
que proporciona al medio iones HS- para que se pueda realizar la precipitación de los sulfuros metálicos.
En este proceso, son importantes las siguientes variables: control del pH, dosificación del agente pre-
cipitante y dosificación de floculantes. Por otra parte, en este tipo de procesos se forman sólidos que cons-
tituyen un lodo metálico especialmente peligroso que deben ser gestionados debidamente. Estos lodos,
pueden contener hidróxidos, fluoruros, fosfatos, sulfatos y sulfuros de los metales pesados. Se debe evitar
la emisión de compuestos volátiles y olorosos como el H2S(g), trabajando en ambientes controlados. En
general, estos compuestos se consideran residuos tóxicos y peligrosos y deben ser enviados a depósitos de
residuos industriales o a gestión autorizada de residuos.
330
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7. PRECIPITACIÓN DE ARSENIATOS
El ión AsO43-, que es la forma como se presenta el As(V) en medio básico, se encuentra en la mayoría
de los líquidos que se generan en las actividades minero-metalúrgicas, así como en muchos líquidos indus-
triales. Suele precipitar en soluciones donde existen metales de transición, dando como resultado com-
puestos sólidos, a veces coloreados de formula general M3(AsO4)n(s).
En los procesos hídro-metalúrgicos, el As es eliminado generalmente en un proceso de co-precipita-
ción (Golberg,1986). La Figura 25, nos muestra un diagrama de precipitación de diversos arseniatos donde
vemos que la cantidad de arseniato en un líquido que contiene diversos metales varía considerablemente
con el pH, (línea de trazos rosa) debido a la formación-disolución de diversos arseniatos sólidos como,
FeAsO4(s), AlAsO4(s), Zn3(AsO4)2(s), Cu3(AsO4)2(s) (González y Monhemius, 1987).
De todas formas, la precipitación de los arseniatos sólidos y su solubilidad para la disposición final
como residuo ha creado cierta controversia, debido principalmente a las distintas conclusiones acerca de
la solubilidad de los sólidos formados. No obstante, la precipitación se suele llevar a cabo mediante la pre-
cipitación de los siguientes compuestos, FeAsO4(s), AlAsO4(s), Zn3(AsO4)2(s), Cu3(AsO4)2(s). En los procesos
industriales, el ión AsO43- se precipita mediante la adición de CaO(s).
Como indica la Figura 26, la precipitación es completa a pH = 7, (línea punteada). No obstante, los
datos recientes muestran que la solubilidad del compuesto Ca3(AsO4)2(s) varia con la presencia de CO2 en
el medio, nos permite recomendar todas las precauciones posibles a la hora de llevar el proceso a la prác-
tica. Este hecho es importante en la etapa de disposición de arseniato de calcio en los depósitos de resi-
duos, ya que esta forma mineral es inestable en contacto con aguas naturales carbonatadas. En estas con-
diciones, esta favorecida la disolución del arseniato sólido para dar lugar a la formación de carbonato,
como indica la siguiente reacción
Ca3(AsO4)2(s) + HCO3- = 3 CaCO3(s) + 2 HAsO42- +H+
Si consideramos que el valor de pH esperado en un agua natural estará entre 7 y 8.5, tal como pode-
mos observar en la figura 26 se corresponde a una zona de predominancia del CaCO3(s).
331
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En las aguas residuales de muchas industrias químicas y mineras se pueden encontrar especies que
tienen capacidad para formar complejos metálicos. Entre los ligandos inorgánicos mas importantes pode-
mos citar, los aniones Cl-, SO42-, CN-, F-, CO32-, S2- y la especie NH3 que, en algunos casos, se muestran
como complejantes fuertes. Por otra parte, los ligandos orgánicos mas frecuentes son, los ácidos carboxí-
licos (ión citrato, ión tartrato, etc.), aminopolicarboxílicos (EDTA, NTA), las aminas (trietanolamína, piridi-
na, etc.) y los xantatos, xantogenatos, tioácidos, etc.
Como hemos dicho, los ligandos complejantes llegan al medio bien porque son parte constituyente de
los líquidos de proceso o bien porque componen los líquidos de lavado y acondicionamiento de productos
e instalaciones. Las funciones mas importantes de estos compuestos podrían resumirse de la siguiente
forma:
Entre las funciones expuestas existen infinidad de casos diferentes, lo que da lugar a que las aguas
residuales industriales tengan composiciones muy variadas y en la práctica podamos encontrar todo tipo
de situaciones.
La presencia en el medio de especies complejantes hace variar los modelos de precipitación y solubi-
lidad hasta ahora estudiados, que deberán ser planteados de forma diferente. En muchos casos, la fuerte
interacción química ligando-metal puede llegar a impedir la precipitación parcial o total del ión metálico.
Adicionalmente a los efectos químicos que se produzcan, se debe tener en cuenta que en esta etapa de
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complejación pueden producirse cambios importantes en el tamaño de las partículas sólidas y en la mor-
fología del sólido a precipitar (Patterson and Pasión, 1987; 1990). Sin embargo, el estudio de este tipo de
fenómeno queda fuera del objetivo del presente texto.
Ahora trataremos sistemas en los que el ión metálico forma un complejo fuerte con un ligando com-
plejante que presenta propiedades ácido-base, es decir, que puede disociarse o protonarse dependiendo
del pH del medio. En estas condiciones, la influencia de las reacciones de complejación sobre la precipita-
ción del hidróxido metálico es algo más selectiva y debe estudiarse más detalladamente.
Para estudiar de forma general este tipo de sistema, podemos considerar las reacciones de precipita-
ción/hidrólisis y el siguiente conjunto de reacciones:
Complejación Mn+ + m Lz- = MLm+n-zm ßm (40)
Protonación Lz-+ z H+ = HzL (aq)ßas (41)
Siendo ßm la constante de formación del complejo metálico y ßas la constante de protonación del anión
de la especie complejante.
Si ahora tenemos en cuenta las reacciones (12) y (13) podemos proponer la existencia de las siguien-
tes especies:
Fase sólida M(OH)s(s)
Fase líquida Mn+, MLm+n-mz , M(OH)r+n-r , HzL, OH-, H+
En estas condiciones, las ecuaciones del balance de masas del metal nos permitirán escribir las siguien-
tes expresiones:
CM,tot = [Mn+] + [M(OH)r+n-r] + [MLm+n-mz] + ( M(OH)n (s)) (42)
n+ +n-r
CM,tot,liq = [M ] + [M(OH)r ]+ [MLm +n-mz]+ (43)
Esta última expresión nos indica la suma de las concentraciones de todas las especies que contienen
metal y que se encuentran en fase líquida. En ella distinguimos la suma de concentraciones, ([Mn+] +
[M(OH)s+n-s]), que corresponden a la reacciones de precipitación del metal en agua y el término [MLr n+],
que representa una contribución adicional de metal en fase líquida, debida a la reacción de complejación.
Desde esta perspectiva, si la reacción de complejación es fuerte (constante de formación alta), el tér-
mino [MLr n+] será grande y se producirá un aumento de la cantidad total de metal en el líquido. Por el
contrario, si las reacciones de complejación no son muy fuertes (constante de formación alrededor de 102)
y no se dan condiciones de concentración especiales, el término [MLr n+] será pequeño y por consiguiente
el aporte de metal a la fase líquida por complejación se podría considerar despreciable. Por otra parte, si
consideramos las expresiones de las constantes de equilibrio en las reacciones (42) y (43), podremos lle-
gar a la siguiente expresión:
CM,tot,iq = [Mn+] ( 1 + βm [Lz-]m + βr [OH-]r (44)
Y teniendo en cuenta las reacciones en (40) y (41) y las expresiones de βso y Kw , tendremos:
CM,tot,iq = s = (βso [H+]n / Kw n)( 1 + βm [Lz-]m + Kwr βr [H+]-r) (45)
Ahora bien, si consideramos que existe mayor cantidad de ligando que de metal, la expresión del
balance de masas del ligando podrá escribirse de la siguiente forma:
CL = [Lz-] + [HL-z+1] + [H2L-z +2] + [HzL(aq)] = [Lz-] ( 1 + Σ βaz[H+]z) (46)
z-
Y despejando el termino [L ] y sustituyendo en la expresión anterior, llegamos a la siguiente expresión:
333
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Figura 27. Funciones solubilidad-pH para la precipitación de Cu(OH)2(s) en ausencia y en presencia de NH3.
Estos cambios en la solubilidad de los hidróxidos sólidos se hacen particularmente evidentes con la
presencia de complejantes orgánicos fuertes del tipo EDTA y NTA. Por ello, es práctica común eliminar los
ligandos complejantes antes de realizar el proceso general de precipitación de metales con el objetivo de
disminuir la presencia de metal en disolución al finalizar el proceso de precipitación.
9. PROCESOS DE OXIDACIÓN-REDUCCIÓN
Estos procesos están basados en reacciones químicas que tiene por objeto, convertir determinados
especies químicas (tóxicas, peligrosas o inconvenientes) en otras especies de mayor o menor valencia que
son inocuas, menos peligrosas o más fáciles para realizar determinados tratamientos. Estos procesos se
aplican frecuentemente a diversos tipos de compuestos orgánicos e inorgánicos y materiales de uso indus-
trial, como cianuros, sulfuros y sulfitos, NH3, Cr y otros metales. La Figura 28, nos muestra un esquema
general conceptual de este tipo de procesos, en los que tras un ajuste de pH se realiza la adición del agen-
te oxidante o reductor para obtener un líquido que posteriormente podría ser tratado mediante los proce-
dimientos adecuados.
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Figura 28. Esquema general de los tratamientos de líquidos por procesos redox.
La experiencia acumulada en la aplicación de este tipo de procesos ha permitido señalar las siguien-
tes características.
Ventajas:
Las especies inorgánicas pueden ser tratadas eficazmente.
Muestran tiempos de residencia bajos (la oxidación con H2O2 a temperatura y presión normal se com-
pleta entre 60 y 90 minutos) y requieren tanques de menor volumen.
El proceso de oxidación se puede combinar con otros (Precipitación, Adsorción, Intercambio Iónico…)
para lograr los mejores resultados.
Apto para residuos líquidos con alta COD.
Desventajas:
Gran gasto energético, (generación de O3(g), generación de UV, alta presión y temperatura en la
oxidación con Cl2(g).
Alta exigencia en la pureza de los materiales a utilizar como oxidantes o reductores.
Generación de compuestos haluros orgánicos, que pueden surgir de la utilización de oxidantes clora-
dos.
Para aplicar estos tratamientos, es necesario que el líquido contenga de forma mayoritaria una o varias
especies químicas con propiedades redox. Y además que pueda mezclarse con otros líquidos o gases (que
contengan especies químicas determinadas, también con propiedades redox), que se añaden desde el
exterior del sistema. Desde estas perspectivas, podemos considerar por ejemplo, que el líquido de partida
contiene la forma oxidada de un par redox, que representaremos de la siguiente forma:
oxl + nle- = red1 log Kl = nlpeol (48)
Si ahora añadimos la forma reducida de un par redox, que representamos de la siguiente forma:
oxa + nae- = reda log Ka = napeoa (49)
335
10-Capitulo 14/2/07 10:28 Página 336
siendo, peol y peoa, los valores correspondientes de los potenciales estándar de los dos pares que surgen
de la siguiente igualdad, peo = eo/0.059 y eo , el potencial estándar.
Se produce una reacción entre las formas, oxl y reda, que podrá ser descrita sumando las reacciones
(48) y (49):
na oxl + nl reda = na red1 + nl oxa (50)
siendo,
log K = log Kl – log Ka = nlpeol - napeoa (51)
Para estudiar el desplazamiento de esta reacción, es decir si ha disminuido efectivamente la presencia
de la especie no deseada y se ha formado la especie que queremos obtener, utilizamos el diagrama de la
Figura 29. Para decidir mediante el diagrama si las reacciones propuestas (48) y (49) son favorables ter-
modinámicamente, podemos pensar que partimos de una disolución que contiene la especie oxl y añadi-
mos un ligero exceso del reductor redm. En estas condiciones, las ecuaciones del balance de masas podrán
escribirse de la siguiente forma:
Cox,l = [oxl ] + [ redl] (52)
Cox,a = [oxa ] + [ reda] (53)
Ahora bien, los potenciales de estos pares podrán expresarse de la siguiente forma:
pel = peol +1/n1 log [oxl]/[redl] (54)
pea = peoa + 1/ na log [oxa]/[reda] (55)
y cuando se alcance el equilibrio los potenciales de los dos pares serán iguales y podremos escribir:
pe = peol +1/n1 log [oxl]/[redl] = peoa + 1/ na log [oxa]/[reda] (56)
Ahora bien, si tomamos el par añadido, oxa-reda, como referencia y consideramos que existe un ligero
exceso de la especie añadida reda, podemos considerar que [reda] > [oxa] y en el diagrama nos encontra-
remos en la zona izquierda del diagrama donde vemos que predomina de forma clara la especie del par
en estudio reda. Esto quiere decir que la reacción (50) se ha completado totalmente, ya que la concentra-
ción de la especie oxa es muy pequeña. Es decir, la especie oxa se ha transformado en la especie reda.
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Todas estas operaciones tienen en común la necesidad de añadir ciertos compuestos o disoluciones
químicas para producir el desplazamiento total de la reacción deseada. Esta adición debe realizarse de
forma controlada para evitar los excesos de compuestos químicos que se traduce tanto en un aumento del
coste de la operación y como en la aparición de las especies del reactivo utilizado en los líquidos residua-
les. Estos problemas pueden reducirse a un mínimo mediante algunas medidas especiales, como pueden
ser: adición controlada de reactivos, preferentemente con control instrumental (pH, pe); disposición de sis-
temas de eliminación del exceso de reactivos y sistemas de eliminación o reutilización de gases produci-
dos.
Al realizar procesos de este tipo, pueden tenerse en cuenta los siguientes aspectos prácticos: a) los
controles de pH y potencial redox (e, pe), son de extrema utilidad para controlar que el proceso se realice
en las mejores condiciones; b) se necesitan depósitos adecuados para almacenar los agentes reductores
considerados tóxicos y peligrosos; y c) la generación de H2S(g) en los tratamientos de muestras que con-
tienen compuestos de S, debe ser controlada de forma estricta.
Estos procesos son aplicables de forma preferente, a un número limitado de especies inorgánicas y
muchas especies orgánicas y en ellos, se intenta reducir la valencia y la forma química utilizando reducto-
res químicos de reconocida capacidad.
Los principales procesos de reducción en la industria son: eliminación de Cr(VI), que se reduce a Cr(III),
eliminación de cloro e hipoclorito, que se reduce a ión Cl-, eliminación de peróxido de hidrógeno, que se
reduce a O2(g) y agua, eliminación de nitrito usando urea y eliminación de iones metálicos con varios
reductores. Los reductores más utilizados en los tratamientos de residuos de industrias son: dióxido de azu-
fre, SO2(g), bisulfito de sodio, sulfato de Fe(II), sulfuro de sodio, sulfuro de hidrógeno y sodio, urea y ácido
amido sulfónico, borohidruro de sodio y Fe(s).
Los líquidos que contienen especies de Cr(VI) tienen que ser sometidos a tratamiento ya que la legis-
lación actual las considera como tóxicas y peligrosas y por ello restringe su presencia en agua a una can-
tidad máxima de 0.25 mg/L según normativa de la Unión Europea en vertidos industriales. Estos líquidos
proceden de diversas industrias y muy especialmente de las de recubrimiento y pinturas (Petruzelli, 1994).
Para lograr este objetivo, la industria utiliza un proceso de reducción a Cr3+, que es mucho menos tóxi-
co y que puede precipitarse como Cr(OH)3(s). Este proceso de reducción se lleva cabo preferentemente
mediante la adición de disoluciones de sodio hidrogeno sulfito (bisulfito de sodio) o de sulfato de Fe(II) en
un medio con H2SO4.
La experiencia acumulada en la aplicación de este tipo de procesos ha permitido identificar las siguien-
tes características:
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Ventajas:
Es un proceso establecido con una eficiencia comprobada documentalmente.
Es aplicable a una gran variedad de residuos líquidos con cromo hexavalente Cr(VI).
Opera a temperatura y presión ambiente, por lo que tiene bajo requerimiento energético.
Los equipamientos y unidades de proceso son de tipo modular, adaptables a distintos tipos de trata-
mientos y están disponibles comercialmente.
Desventajas:
Si la carga de cromo es alta, el gasto de reactivos puede resultar poco económico.
Las interferencias de otros agentes oxidante, se traducen en un aumento del coste económico de los
compuestos empleados para la reducción.
La producción de lodos puede ser considerable, especialmente utilizando como reductores, compues-
tos de Fe(II).
El comportamiento del sistema cromo en agua puede ser representado por el siguiente conjunto de
reacciones:
Redox 1/2 Cr2O72- + 7 H+ + 3e- = Cr3+ + 7/2 H2O log β = 68 (57)
Precipitación Cr3+ + 3 H2O = Cr(OH)3(s) + 3 H+ log β = -12 (58)
Acido-Base CrO4 + 2- H+ = HCrO4 - log β = 6.5 (59)
2-
CrO4 + 2 H+ = H2CrO4 (aq) log β = 7.3 (60)
H2CrO4(aq) = 1/2 Cr2O72- + 2 H2O log β = 1.9 (61)
Acido-base SO4 + 2- H+ = HSO4- log β = 1.9 (61a)
Con estas reacciones, hemos obtenido, el diagrama de áreas de predominio de la Figura 30, que per-
mitirá orientar debidamente el proceso de reducción de Cr(VI). La línea discontinua nos indica el camino
termodinámico que fundamenta el proceso de reducción del Cr.
Esto quiere decir, que el líquido contiene Cr(VI) en medio ácido y por ello nos encontraremos en la zona
de predominio de la especie Cr2O72-. Ahora bien para reducir esta especie en medio ácido tenemos que
bajar el potencial hasta la zona de predominio de la especie Cr3+ y para ello, utilizaremos un reductor de
fuerza moderada en medio ácido, ( pH < 4, -5 < peo < 15). Una vez realizada la primera etapa, nos move-
mos hacia la zona de predominio del compuesto Cr(OH)3(s) y para ello, tendremos que añadir un com-
puesto neutralizante que haga aumentar el pH.
En la práctica se usan frecuentemente disoluciones de NaHSO3 (hidrogeno sulfito) o de sulfato de
Fe(II), en medio ácido. En este sentido, se ha indicado que un valor de pH = 2-2.5 permite que la reacción
se complete en un tiempo de alrededor de 15 minutos mientras que la utilización de valores de pH > 4
hace que la reacción se produzca con mucha más lentitud. Como neutralizante en la parte final, se suele
utilizar CaO(s).
Si bien en la mayoría de los casos el dióxido de azufre resulta un reductor suficientemente eficiente si
se necesita reducción adicional se utiliza bisulfito sódico, que aunque más caro resulta más efectivo pero
a la vez más corrosivo. En algunas plantas se ha realizado una reducción en 2 etapas: una primera en la
que se emplea dióxido de azufre, bisulfito sódico o meta bisulfito, seguida por una segunda etapa en la
que se añade hidracina N2H4, a veces combinada con un neutralizante químico, por ejemplo hidróxido de
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sodio, para precipitar simultáneamente el Cr(OH)3(s) en el agua. Con este tipo de tratamientos se pueden
obtener reducciones de 20 mg/l iniciales a menos de 0.1 mg/l de Cr (VI) en el efluente final tratado.
También se utiliza meta bisulfito y hidrosulfito de sodio pero se van sustituyendo por los métodos ante-
riormente citados ya que el meta bisulfito se debe añadir en gran exceso, un 75% más del estequiométri-
co, y el hidrosulfito se descompone con la exposición al aire y debe ser preparado diariamente (Palmer,
1988).
Figura 30. Diagrama de áreas de predominio de las especies de cromo en función del pH del sistema Cromo
Muchas instalaciones usan sulfato ferroso como agente reductor; sin embargo, si bien resulta muy
efectivo, el exceso de fangos formados es casi cuatro veces el volumen producido con otras alternativas,
debido a los voluminosos precipitados de hierro, lo que encarece mucho el tratamiento y lo hace difícil de
operar. Como una alternativa para reducir este gran volumen de fangos se propuso el uso de hierro metá-
lico troceado. De todos ellos el más utilizado en la industria es el SO2 (g) al resultar efectivo y económico
a la vez (Palmer, 1988).
Disminuir el pH del agua mediante adición de algún ácido (normalmente ácido sulfúrico) y convertir el
Cr (VI) a Cr (III) por adición de un agente reductor, es un proceso general muy utilizado. Los reductores
más empleados son el dióxido de azufre (SO2(g)), bisulfito sódico (Na2SO3), meta bisulfito o hidrosulfito
(NaHSO3), y sulfato ferroso (FeSO4).
a) Tratamiento con NaHSO3. Para estudiar este procedimiento, consideraremos las reacciones en
(56) y además el siguiente conjunto:
Redox SO42- + 2 H+ + 2e = H2SO3(aq) + H2O (62)
2- +
Acido-base SO3 + H = HSO3 - (63)
2- +
SO3 + 2 H = H2SO3(aq) (64)
que nos proporcionan la siguiente reacción:
Cr2O72- + 3 H2SO3(aq) + 5 H+ = 2 Cr3+ + 3 HSO4- + 4 H2O (65)
Por otra parte, el diagrama de la Figura 31 (log Conc/pe) nos indica que en la zona de equilibrio (sobre
la línea discontinua), las concentraciones de las especies de Cr(VI) son muy pequeñas, y por ello podemos
suponer que la reacción propuesta se ha realizado de forma total. Por tanto, después del tratamiento, el
líquido residual contiene preferentemente los iones Cr3+ y HSO4-.
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Figura 31. Diagrama concentración-pe, para la reducción de Cr(VI) con ion bisulfito a pH=10.
b) Precipitación con CaO(s). Finalmente, si después de eliminar el exceso de ión HSO3-, tratamos el
líquido alrededor de pH 8 con CaO(s), podemos utilizar la Figura 32 como referencia. Esta indica que si
después de la precipitación filtramos, podemos retener los compuestos Cr(OH)3(s) y CaSO4(s) y enviar el
vertido de los líquidos contaminados al exterior de la instalación.
Según indica el diagrama logaritmo de concentración-pH de la Figura 32, al finalizar la reacción de oxi-
dación, el líquido residual tendrá una cantidad de cromo total en el líquido menor de 10-7 mol/L. Es decir
siguiendo el tratamiento, la cantidad existente de Cr(VI) se ha transformado en Cr3+. El esquema del pro-
ceso de reducción- precipitación se explica de una forma muy sencilla en el diagrama de la Figura 33.
c) Tratamiento con disolución de FeSO4. Si el tratamiento de reducción de Cr(VI) se realiza
mediante la adición de esta disolución a pH =1, tenemos que considerar las reacciones entre (56-61a) y
además el siguiente par redox:
Fe3+ + 1e- = Fe2+ pe1o = 13 (66)
Ahora bien, para estudiar el proceso de reducción podemos pensar que existe un ligero exceso de ión
Fe2+ y por ello, nos encontraremos en la zona de la línea discontinua. En esta zona predominan las espe-
cies Cr3+, HSO4- y Fe(OH)3(s) mientras que las concentraciones de las especies de Cr(VI) son insignifican-
tes. Esto quiere decir que ha tenido lugar la reacción:
1/ Cr O 2- + 3 Fe2+ + 7 H+ = 3 Fe3+ + Cr3+ + 7/2 H O (67)
2 2 7 2
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Figura 33. Diagrama de flujo para el proceso de reducción de Cr(VI) con ion bisulfito.
Figura 34. Diagrama concentración-pe, para la reducción de Cr(VI) con ión Fe(II).
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Los procesos de oxidación química se utilizan preferentemente cuando los líquidos contienen com-
puestos no biodegradables o difíciles de degradar, en especial especies inorgánicas. Entre los tipos de com-
puestos más tratados podemos citar: sulfitos y sulfuros, cianuros, complejos de los metales pesados, halu-
ros orgánicos, pesticidas etc. Entre los compuestos usados más frecuentemente en los procesos de
oxidación, han sido citados los siguientes: cloro gaseoso (Cl2(g)), hipoclorito de sodio (NaClO), hipoclorito
de calcio (Ca(ClO)2), dióxido de cloro (ClO2,) y Ozono, (O3(g)) (Eckenfelder, 1994).
Durante el proceso de oxidación es importante controlar los siguientes parámetros: pH, potencial
redox, concentración de O2(g), concentración de O3(g), y el exceso de oxidante en el efluente y el conteni-
do de AOX (haluros orgánicos absorbibles) si se usan oxidantes con cloro.
La realización de estos procesos a escala industrial necesita algunas consideraciones, que dependen
de las características y objetivos del tratamiento. Así, en el diseño de algunos procesos, se han considera-
do los siguientes puntos: si se utiliza ozono, se tiene que construir una unidad adicional ya que este gas
es inestable y se tiene que generar “in situ”. Además, el exceso de ozono tiene que ser eliminado después
del tratamiento. Si se utiliza peróxido de hidrógeno, se tiene que implementar un elemento adsorbente
como carbón activo granulado, (GAC), para eliminar el exceso de H2O2. La utilización de cloro, requiere la
utilización de reactores de titanio, Además, se tiene que hacer un diseño adicional para eliminar el exceso
de productos clorados.
También, se tienen que proveer unidades de almacenamiento de los agentes oxidantes, que en su
mayoría son nocivos. Y cuando los procesos de oxidación se acompañen con radiación UV, es necesario
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tener en cuenta las siguientes observaciones. Deben evitarse los líquidos con excesiva turbidez, ya que se
dificulta la transmisión de luz. La presencia de NH3 en el líquido debe ser baja, ya que compite con los radi-
cales libres orgánicos. Y los compuestos que producen “fouling” deben ser evitados, ya que hacen decre-
cer la eficacia del proceso. Finalmente, la oxidación incompleta o la formación de ciertos productos inter-
medios, puede afectar también la eficacia del proceso.
Los líquidos que contienen cianuros son de especial importancia en los procesos industriales y mine-
ro-metalúrgicos ya que existe una actividad importante de las industrias de electrodeposición de metales
donde éstos constituyen los líquidos madre para obtener oro después del proceso de cianuración de mine-
rales. Desde el punto de vista medioambiental, se ha dicho muchas veces que las disoluciones que con-
tienen cianuros son tóxicas y de hecho están clasificadas como residuos de alta peligrosidad y su presen-
cia en el medio está limitada por un valor inferior a 0.01 mg/L (Mardsen, 1992, Laughlin, 1982).
Formas de tratamiento
De forma general, estos líquidos son tratados, mediante procesos de oxidación que proporciona bue-
nos resultados, aunque el proceso de oxidación es algo más complicado que en el caso de las disolucio-
nes que contienen iones metálicos. Ello se debe principalmente, a que el ión CN- tiene una gran tenden-
cia a formar complejos metal-cianuros de gran fuerza con la mayoría de los iones más frecuentes (Fe, Zn,
Cd, Hg, Cu, etc.). Entre los oxidantes más utilizados podemos citar los siguientes:
a) Cloración alcalina, disolución de hipoclorito de sodio, (NaClO) y Cl2(g) en medio básico
b) Tratamiento con peróxido de hidrógeno (H2O2) y ozono, (O3(g))
c) Tratamiento electrolítico y procesos de precipitación
También se pueden oxidar los cianuros mediante una técnica electrolítica denominada oxidación anó-
dica y mediante procesos de precipitación con compuestos de Fe(II). Es de señalar, que en la oxidación quí-
mica se suelen utilizar varios agentes como hipoclorito de sodio, peróxido de hidrógeno, ácido monoxo-
persulfúrico, así como oxígeno y ozono gaseosos.
La oxidación del cianuro con ozono se ha empleado con cierto éxito y es casi equivalente a la des-
trucción por oxidación mediante hipoclorito sódico en lo que se refiere a efectividad y costes. Otro proce-
so de destrucción, aplicable cuando la concentración de cianuro en el residuo es muy alta, es la descom-
posición electrolítica. También ha sido empleada con éxito la recuperación por evaporación.
Otros tratamientos, que aún están en fase de desarrollo, son ósmosis inversa, intercambio iónico y oxi-
dación catalítica. Recientemente se ha patentado un proceso, el proceso Kastone (Marsden, 1992), que
utiliza peróxido de hidrógeno y formaldehilo para tratar los residuos de cianuro a 120-130 ºC. Este trata-
miento es interesante debido a que causa simultáneamente la precipitación del zinc y del cadmio.
Características físico-químicas
Para explicar el comportamiento de una disolución que contiene ión CN- tenemos que considerar el
siguiente conjunto de reacciones:
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HCNO(aq), HCN(aq), H+, OH-. La Figura 36, muestra el diagrama pH-potencial del sistema cianuro que
pone de manifiesto las zonas de existencia de estas especies.
También nos indica, que en una primera aproximación el ión CN-puede ser convertido en ión CNO-,
elevando el potencial, a pH constante. Esta oxidación se realiza generalmente de forma muy efectiva, en
la zona alcalina del diagrama (flecha punteada en la Figura 36).
a) Oxidación con hipoclorito de sodio. La forma más habitual de destruir los cianuros es mediante un
proceso de oxidación con hipoclorito sódico o con cloro gas en medio alcalino.
En realidad la reacción se efectúa siempre en presencia de la especie ClO-, ya que al disolver el cloro
gas en agua, tiene lugar la siguiente reacción:
2 OH- + Cl2 (g) = Cl- + ClO- (71)
Que nos indica la formación del anión oxidante. Las propiedades redox de esta especie están repre-
sentadas mediante la siguiente reacción:
ClO- + 2 H+ + 2e- = Cl- + 2 H2O log = 59 (72)
Ahora bien, el tratamiento puede tener las siguientes etapas (Figura 37):
Primero se añade un ligero exceso de oxidante sobre la cantidad estequiométrica de ión CN-, y se pro-
duce la oxidación a ión cianato (CNO-). Y una vez formado este ión se produce paulatinamente un proce-
so de hidrólisis; de esta forma, el ión CNO- se convierte en NH3(aq) e ión CO32-.
En una segunda etapa, después de finalizada la reacción de hidrólisis, se añade un exceso de hipo-
clorito de sodio y se producirá un nuevo proceso de oxidación que transformará la especie NH3(aq) en ión
N2(g). Este proceso se esquematiza en la Figura 37.
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Figura 37. Esquema del proceso de oxidación de cianuros con gas Cl2(g).
Como hemos señalado, la oxidación de cianuros con hipoclorito tiene lugar en varias etapas:
2 CN- + 2 OCl- + 2 H2O ⇔ 2 ClCN + 4 OH- oxidación (73)
2 ClCN + 4 OH ⇔ 2 CNO + 2 Cl + 2 H2O
- - - hidrólisis (74)
2 CN- + 2 OCl- ⇔ 2 CNO- + 2 Cl- (75)
El cianuro se oxida con hipoclorito sódico formando según la reacción (73) a cloruro de cianógeno
(ClCN) y posteriormente, este compuesto se hidroliza para formar ión cianato (75). La reacción de oxida-
ción de los cianuros a cloruro de cianógeno, es muy rápida y debe efectuarse en medio alcalino, pH 10-
12, para evitar el desprendimiento del gas cloruro de cianógeno que es letal. Es una reacción exotérmica
y cabe esperar un incremento de la temperatura de aproximadamente 5ºC para soluciones con contenido
de hasta 1 g/l de CN-. Mediante esta reacción, el cianuro queda completamente convertido en forma de
ión cianato. La velocidad de la reacción es función del pH del medio, el exceso de hipoclorito y la tempe-
ratura. En la práctica se trabaja a pH elevado, nunca inferior a 10.5, temperatura no inferior a 18 ºC y con
un exceso de hipoclorito del 5% como mínimo. En estas condiciones se puede garantizar la destrucción de
todo el cianuro presente en la disolución en aproximadamente 30 min.
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La reacción de oxidación de cianuro puede terminarse en la fase de cianato, reacción (40), cuya toxi-
cidad es del orden de 10-3 respecto al cianuro, o completarse hasta su transformación total en nitrógeno
y anhídrido carbónico. Para lograr este propósito, tenemos que considerar que, el ión cianato formado
puede oxidarse o hidrolizarse según las siguientes reacciones:
2 CNO- + 2 Cl- + 3 H2O ⇔ N2(g) + 2 CO2 + 3 Cl- + 2 OH- (76)
H + CNO + 2 H2O ⇔ NH4 + HCO3
+ - + - (77)
OH + CNO + 2 H2O ⇔ NH3 + CO3
- - 2- (78)
Y el proceso deseable para la destrucción total de los cianuros a nitrógeno y anhídrido carbónico se
obtiene por la suma de las reacciones anteriores:
2 CN- + 5 OCl- + H2O ⇔ N2(g) + 2 CO2 + 5 Cl- + 2 OH- (79)
Si tenemos en cuenta que el medio es alcalino, la reacción puede considerarse así:
2 CN- + 5 OCl- + H2O ⇔ N2(g) + 2 CO2 + 5 Cl- + 2 OH- (80)
2 CO2(g) + 4 OH- ⇔ 2 CO32- + 2 H2O (81)
2 CN + 5 OCl + 4 OH ⇔ N2(g) + 5 Cl + 2 CO3 + H2O
- - - - 2- (82)
La reacción de oxidación de los cianatos a nitrógeno y anhídrido carbónico, es muy lenta en medio
alcalino, 20 horas a pH 10-12, y requiere un elevado exceso de hipoclorito para completar la oxidación. A
pH de 8.5 la reacción es relativamente rápida y puede garantizarse una oxidación completa con tiempos
de 30 min. Las reacciones 40-42, de hidrólisis de los cianatos a amoniaco y ácido carbónico, no son dese-
ables ya que se forma amoniaco o ión amonio. Esto debe tenerse muy en cuenta cuando los cianuros están
asociados a metales divalentes que pueden formar complejos aminados que no se eliminan por precipita-
ción como hidróxidos. Estas reacciones de hidrólisis, son muy lentas en medio alcalino y bastante rápidas
en medio ácido (aproximadamente 10 min. a pH 2-3). Por este motivo es recomendable efectuar la oxi-
dación de los cianatos (78), a un pH no inferior a 8, de esta manera evitaremos su rápida hidrólisis.
Muchos líquidos residuales si contienen ión CN- suelen ir acompañados de iones metálicos. Por ello,
su tratamiento tiene que ser realizado de forma exhaustiva, para que se puedan destruir los complejos
metálicos y se puedan controlar tanto el cianuro como los iones metálicos presentes. Ahora bien, como las
constantes de formación de los cianuros metálicos son altas, en los líquidos que contienen iones metáli-
cos, siempre existirán especies complejas, conjuntamente con una cantidad variable de cianuros libre,
generalmente en forma de ión CN- (Figura 33). En estas circunstancias, para estudiar un proceso de oxi-
dación de un líquido que contenga cianuros e iones metálicos, hay que considerar las reacciones en (68)
y además las siguientes reacciones (Sharpe, 1976):
OxM + ne = RedM peo (83)
Mn+ + n H2O = M(OH)n(s) log β*so (12)
n+
M + r H2O = M(OH)r +n-r log βr (13)
n+ -
M + m CN = M(CN)m +n-m log βm (84)
Ante esta situación es interesante señalar algunas diferencias. Primero, los líquidos que contienen cia-
nuros metálicos débiles (lábiles) que tienen constantes de formación entre 1016-1026, (Zn(II), Cd(II)), que
suelen ser tratados mediante los métodos convencionales de oxidación con hipoclorito de sodio.
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Posteriormente, cianuros fuertes (inertes) cuyas constantes de formación son mayores de 1030(Ni(II), Fe(II))
y tienen que ser sometidos a tratamientos más intensos. De hecho, la experiencia del trabajo de muchas
industrias indica que en un proceso de oxidación juegan un papel importante tanto los aspectos termodi-
námicos como los cinéticos. Así, los complejos de Zn, Cd, Cu son relativamente fáciles de romper y requie-
ren tiempos de reacción de unos 30 minutos con cantidades moderadas de ión ClO-. Por otra parte, los
cianuros de níquel requieren mayores tiempos de residencia, que oscilan entre 30 y 90 minutos, según el
exceso de NaClO añadido mientras que los cianuros de Fe(II) y Fe(III) son más difíciles de tratar y requie-
ren condiciones muy especiales. Por otra parte, la Figura 39 nos muestra el diagrama de áreas de predo-
minio del sistema con respecto a la especie CN-.
En el diagrama de la Figura 39 vemos que en medio alcalino predominan las especies aniónicas CN- y
Zn(CN)3-, lo que representa la complejación del metal y el exceso de ión CN-. Por otra parte vemos que
para eliminar todo el cianuro (libre y complejado) podemos transformarlo en ión CNO-, y para ello es nece-
sario aumentar el potencial del medio, que tiene lugar después de la adición de hipoclorito de sodio (fle-
cha discontinua en la Figura 39).
a) Oxidación con ion ClO-. Para estudiar este proceso podemos considerar la adición de este ión
manteniendo pH = 12. Entonces, tendremos en cuenta las reacciones en (73) y (74) y además el siguien-
te par redox:
ClO- + 2 H+ + 2e- = Cl- + 2H2O log β = 58 (72)
que representa las propiedades redox de la especie oxidante. Ahora, si consideramos un líquido que con-
tenga CZn = 10-2 y CCN =5.10-2 mol.dm-3, podremos construir el diagrama de la Figura 40.
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Una vez obtenido el diagrama, podremos hacer las siguientes consideraciones: al principio nos encon-
tramos en la zona de potencial más bajo, donde predominan las especies CN- y la especie Zn(CN)42- mien-
tras que las concentraciones de los demás cianocomplejos se pueden considerar despreciables. Cuando se
añade un exceso de la disolución de ión ClO- nos moveremos hacia la zona de potencial más alto, donde
predomina esta especie y pe=20 (línea discontinua en la Figura 40).
Figura 40. Diagrama concentración potencia para la oxidación de ion CN- en presencia de Zn(II).
En esta zona, predominan también las especies CNO- y Zn(OH)2(s) mientras que la concentración de la
especie Zn(CN)42- es despreciable. Esto nos indica, que han tendido lugar las siguientes reacciones:
CN- + 2 OH-= CNO- + H2O + 2e- (83)
2- -
Zn(CN)4 + 2 OH = Zn(OH)2(s) + 4 CN - (84)
- - -
ClO + H2O + 2e = Cl + 2 OH - (85)
Reacción total: Zn(CN)42- + 4 ClO- +2 OH- = 4 CNO- + Zn(OH)2(s) + 4 Cl- (86)
Una vez finalizada la reacción, tendremos un sistema heterogéneo que contiene las especies
Zn(OH)2(s), Cl- y CNO-. Por ello, si se realiza un proceso de filtración apropiada, retendremos el compues-
to Zn(OH)2(s) en el filtro, mientras que el líquido conteniendo los iones Cl- y CNO- puede ser conducido
para el tratamiento final.
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Los complejos metal cianuro tienen un comportamiento muy individualizado frente a la reacción de
oxidación con hipoclorito, que podría ser resumido de la siguiente forma:
1. Los complejos de cobre, cinc y cadmio son relativamente fáciles de destruir con las reacciones ante-
riormente expuestas y no presentan ninguna complicación adicional. Generalmente los tiempos de
reacción expuestos son suficientes par su destrucción.
2. Los complejos cianurados con níquel son mucho más difíciles de destruir. Es necesario un elevado
exceso de hipoclorito, del orden de dos veces la cantidad estequiométrica, para conseguir su des-
trucción en un tiempo de 90 a 120 minutos y de 10 veces para conseguirlo en 20 minutos (a pH
11 y 20ºC).
3. Los complejos cianurados con hierro no se destruyen por oxidación con hipoclorito y lo máximo
que puede lograrse es la oxidación del ferrocianuro a ferricianuro.
Si bien la oxidación de cianuros es una técnica ampliamente utilizada, de fácil aplicación y efectiva en
la mayoría de los casos, se deben tener en cuenta los siguientes inconvenientes y limitaciones:
1. Formación de compuestos organoclorados por la reacción entre el cloro y compuestos orgánicos
que normalmente están presentes en los efluentes (tensioactivos, detergentes, etc.). La concentra-
ción de estos tipos de compuestos está limitada por ley.
2. Incremento de la concentración residual de cloruros, también limitada por ley, especialmente en los
casos en los que se requiere exceso de hipoclorito.
3. No destruye complejos hierro-cianuro.
4. No es adecuada para tratar soluciones concentradas de cianuros, (reacción exotérmica, peligro de
desprendimiento de cloruro de cianógeno tóxico, etc.) a menos que se incorporen medidas estric-
tas de seguridad.
c.1. Oxidación con peróxido de hidrógeno. El agua oxigenada se descompone aportando oxíge-
no mediante una reacción fuertemente exotérmica. La oxidación de cianuros a cianatos puede efectuarse
utilizando este reactivo:
CN- + H2O2 ⇔ CNO- + H2O (87)
No es posible completar la oxidación de los cianatos a nitrógeno y anhídrido carbónico utilizando este
reactivo. Para evitar la descomposición espontánea del agua oxigenada y una fuerte elevación de la tem-
peratura debe utilizarse un catalizador formado principalmente por un compuesto de cobre (100-200 mg/l
de Cu2+). Esto es especialmente importante cuando se tratan disoluciones de cianuro con una concentra-
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ción mayor de 0.5 g/l. El tiempo de reacción depende de la temperatura de trabajo, a 40-50ºC y traba-
jando a pH 9, en presencia de catalizador, se puede estimar un tiempo de reacción de 2 horas.
El grado de dificultad para la disociación de los compuestos metal-cianuro es idéntico al descrito en el
apartado anterior, es decir los compuestos de cobre, cinc y cadmio se destruyen sin dificultades especia-
les, los de níquel requieren condiciones extremas y los de hierro no se destruyen. Teóricamente se requie-
re de 2.5 a 3 kg de agua oxigenada al 35% para oxidar 1 kg de cianuro aunque en la práctica esta can-
tidad llega a duplicarse debido a la sobre-dosificación que es necesario utilizar para conseguir unos
tiempos de reacción razonables. Recientemente se han introducido técnicas de oxidación con peróxidos y
luz ultravioleta de onda corta 8254 nm). Esta técnica fotoquímica potencia el efecto del agua oxigenada
por la generación de radicales OH- y O2H y permite destruir incluso complejos cianurados de hierro.
c.3 Oxidación con oxígeno. Es posible utilizar oxígeno gas disuelto en aire para oxidar los cianuros
a cianatos según la siguiente reacción:
2 CN- + O2 ⇔ 2 CNO- (89)
Este proceso requiere de una instalación específicamente dimensionada y también el uso de cataliza-
dores.
c.4 Oxidación con ozono. Este método es bastante sencillo, ya que consiste principalmente en hacer
burbujear este gas a través del líquido que contiene los cianuros metálicos. Este oxidante se presenta como
un sustituto eficaz de la cloración alcalina aunque aún tiene algunos inconvenientes como el alto precio
para su utilización como reactivo general y sus limitaciones a la hora de utilizarlo a gran escala. Por otra
parte, desde el punto de vista químico se presenta como un oxidante muy efectivo, que puede destruir con
cierta facilidad tanto los cianuros libres como los cianuros de Zn(II), Ni(II), Cd(II) y Cu(I). Estos procesos de
oxidación son rápidos (10-15 minutos) y se realizan generalmente en presencia de un catalizador (1 mg/L
de ion Cu2+).
Las técnicas de oxidación con ozono se han introducido recientemente en el tratamiento de aguas resi-
duales. La gran potencia oxidante del ozono permite resolver la mayoría de problemas cuya solución con-
siste en un proceso de oxidación, como en el caso de los cianuros. El mayor inconveniente de esta técni-
ca es su elevado coste de inversión.
Las reacciones que tienen lugar son las siguientes:
CN - + O 3(g) ⇔ CNO - + O 2(g) (90)
350
10-Capitulo 14/2/07 10:28 Página 351
c.5. Oxidación electrolitica. Esta técnica electrolítica permite destruir soluciones concentradas de
cianuros, del orden de 10-200 g/l hasta concentraciones finales del orden de 0.1 g/l que pueden tratarse
químicamente con cualquiera de los métodos anteriormente descritos. Las reacciones que tienen lugar son
las siguientes:
1-2 Reacciones en el ánodo con CN-
CN- ⇔ ( CN ) 2 + 2 e- (92)
(CN) 2 + 4 OH- ⇔ 2 CNO- + 2 e- (93)
3 Reacción en el ánodo con OH -
OH ⇔ 2 OH + 2 e- (94)
OH ⇔ H2O + O (95)
N- + O ⇔ CNO- (96)
Los cianatos formados también se oxidan en el ánodo:
2 CNO- + 4 OH- ⇔ N2 + 2 CO2 + 2 H2O + 6 e- (97)
Las condiciones operatorias pueden ser muy variables y de forma general puede definirse una tempe-
ratura de 40-60 ºC, ánodos insolubles de aceros especiales y también de grafito platinizado, una diferen-
cia de potencial de 4 a 6 V, una carga máxima de 1 A/l y una densidad de corriente en el ánodo de 3-4
A/dm2. El consumo de energía eléctrica puede estimarse del orden de 30 kWh/kg de CN-. Los tiempos de
electrolización son normalmente bastante largos, del orden de 190-200 horas.
c6. Precipitación de cianuros con hierro (II). El cianuro forma complejos muy estables con el hie-
rro, Fe(CN)64- y Fe(CN)63-. En presencia de un elevado exceso de sales ferrosas y en condiciones adecua-
das se pueden formar los siguientes compuestos: ferrocianuro ferroso, Fe2 (Fe(CN)6)(s) , ferrocianuro férri-
co, Fe4(Fe(CN)6)3(s) , ferricianuro ferroso, Fe3(Fe(CN)6)2(s) y ferricianuro férrico Fe3(Fe(CN)6)(s). De estos
compuestos, los tres primeros son insolubles y es posible su precipitación a pH 8 tal como se observa en
la Figura 42.
La principal desventaja de este método es que no elimina los cianuros, únicamente los precipita por lo
que los fangos obtenidos deberán ser sometidos a tratamientos posteriores. Es muy útil para tratar solu-
ciones concentradas de cianuros con posterior destrucción térmica de los fangos.
351
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Como hemos mencionado en el apartado 8.1, determinados tipos de complejantes pueden interferir
de una forma decisiva en muchos procesos de precipitación y eliminación de metales. Por ello, se conside-
ra como paso previo a estas operaciones la eliminación de todas las especies interferentes.
Como se ha apuntado en cada capítulo previo por elemento el amoníaco y las sales amónicas forman
complejos estables con la mayoría de metales y para su destrucción puede utilizarse hipoclorito sódico en
medio neutro. La reacción de destrucción pasa por distintas fases intermedias:
NH3 + 2 ClO- ⇔ 2 NH2Cl + 2 OH- (98)
2 NH2Cl + 2 ClO ⇔ 2 NHCl2 + 2 OH
- - (99)
2 NHCl2 + 2 ClO- ⇔ 2 NCl3 + 2 OH- (100)
2 NCl3 + 6 OH- ⇔ N2(g) + 3 ClO- + 3 Cl- + 3 H2O (101)
Sumando estas reacciones, tendremos:
2 NH3 + 3 ClO- ⇔ N2(g) + 3 Cl- + 3 H2O (102)
En este proceso de oxidación de NH3 a N2(g), el pH de la reacción debe mantenerse alrededor de 6.5
y se requiere un tiempo de reacción de 40-60 minutos. Como en todos los casos que se utiliza hipoclori-
to sódico existe la posibilidad que se formen compuestos organoclorados.
Otro método utilizado es la precipitación del amoníaco en forma de fosfato de magnesio y amonio
(MgMNH4PO4(s)) dosificando estequiometricamente un exceso de hidróxido de magnesio y fosfatos a un
pH de 9.
Para disoluciones concentradas de amoníaco también se utiliza un método de desorción térmica en
medio alcalino obteniéndose amoníaco gas que puede redisolverse en agua o una solución de ácido sul-
fúrico o clorhídrico, obteniéndose una solución reutilizable de amoníaco, sulfato o cloruro amónico res-
pectivamente.
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GLOSARIO DE SÍMBOLOS
{ }: actividad.
[ ]: concentración.
L: complejante.
M: especie metálica.
CL= concentración total de ligando.
CM= concentración total de metal.
Ox: Forma oxidada del par redox.
Red: Forma reducida del par redox.
pe: potencial redox.
peo : potencial redox estándar.
Kw: constante de autoionización del agua.
Ka: constante de acidez.
Kso: constante de solubilidad.
βr: constante de formación de un complejo.
βso,i: constante de formación de un sólido.
EDTA: ácido etilendiamintetraacético.
NTA: ácido nitriloacético.
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
1. INTRODUCCIÓN
La generación de aguas ácidas con elevados contenidos en metales pesados y otros contaminantes
como consecuencia de las labores de minería se ha convertido en una de las cuestiones medioambienta-
les que mayor interés ha suscitado en los últimos años.
El drenaje ácido de minas (en inglés AMD, Acid Mine Drainage) consiste en la aparición de aguas con
pH típicamente entre 2 y 4 y altas concentraciones de metales tóxicos (Nordstrom y Ball, 1985) como con-
secuencia de la exposición subaérea de sulfuros metálicos durante su explotación minera. Durante el pro-
ceso de explotación resultan expuestas no solo las superficies de excavación (galerías mineras, cortas a
cielo abierto, etc.) sino también, y especialmente, pilas, balsas y presas de residuo sólido finamente moli-
do que mantienen su potencial contaminante durante muchos años tras el cierre de la explotación mine-
ra, frecuentemente sin recibir ningún tipo de tratamiento o medida correctora.
(1)
355
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El pH toma generalmente valores entre 0 y 14, denominándose neutro al pH 7 y ácido y básico a los
valores de pH inferiores y superiores a 7, respectivamente. En la mayor parte de las aguas naturales, el pH
está controlado por la precipitación y disolución de especies carbonatadas, aunque en muchas de las
aguas mineras depende directamente de la disolución de sulfuros metálicos y de la precipitación de óxi-
dos e hidróxidos metálicos.
En relación con el concepto de pH, otros parámetros importantes son la acidez y la alcalinidad de las
aguas. Se denomina acidez a la capacidad de un agua para neutralizar alcalinidad y viceversa. La alcalini-
dad también puede ser expresada como la capacidad de una solución para mantener fijo el pH frente a la
adicción de protones a la solución.
Una solución ligeramente ácida puede tener algo de alcalinidad por lo que, en el ámbito del trata-
miento de aguas contaminadas es frecuente hablar de Capacidad de Neutralización de Acidez (Acid
Neutralizing Capacity o ANC, en literatura inglesa), que puede ser expresada como la cantidad de ácido
que es necesario añadir a una solución para que su pH comience a variar. De acuerdo con esta definición,
una solución con capacidad de neutralización de acidez nula es netamente ácida mientras que si la capa-
cidad de neutralización es superior a 0, la solución posee alcalinidad, independientemente de su pH.
En la mayoría de los casos, uno de los objetivos prioritarios durante tratamiento de las aguas conta-
minadas es el de proporcionar alcalinidad a las aguas tratadas, ya que la mayor parte de los contaminan-
tes, especialmente los metales como Fe o Al, necesitan pH al menos cercanos a la neutralidad para preci-
pitar y ser retirados de las aguas contaminadas.
El sulfuro metálico más frecuente y por lo tanto el más presente en las explotaciones y residuos mine-
ros de este tipo es la pirita (FeS2). De forma simplificada, la oxidación de la pirita se puede expresar como
(2)
Como se puede observar en la ecuación (2), para oxidar pirita por este mecanismo es necesaria la pre-
sencia tanto de agua como de oxígeno y se generan 2 moles de protones por cada mol de pirita oxidado.
El Fe2+ liberado mediante la reacción (2) puede, a su vez, ser oxidado en presencia de oxígeno según
muestra la reacción (3)
(3)
Esta reacción es bastante lenta en medios ácidos y requiere frecuentemente la presencia de bacterias
oxidantes, de las cuales las más comunes son Acidithiobacillus ferrooxidans y Leptospirillum ferrooxidans.
El Fe3+ generado puede, a su vez, promover la oxidación de la pirita de acuerdo a la reacción (4)
(4)
Esta reacción es mucho más rápida que la reacción (2) pero está limitada por la regeneración de Fe3+
mediante la reacción (3) que, a su vez, depende de la presencia de bacterias (Nordstrom y Alpers, 1998).
Por otra parte, el Fe3+ puede precipitar en forma de hidróxido mediante reacciones de hidrólisis simi-
lares a la reacción (5) con lo que se genera aún más acidez.
(5)
La oxidación de otros sulfuros, como la pirrotina (FeS), la galena (PbS), la esfalerita (ZnS) o la calcopi-
rita (CuFeS2), se puede expresar de forma similar a la de la pirita aunque es importante destacar que estos
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sulfuros minoritarios no siempre producen acidez por sí mismos, aunque pueden generar protones por la
hidrólisis posterior de los metales liberados (Banks et al., 1997).
Tradicionalmente esta aguas contaminadas asociadas a la minería han recibido tratamientos denomi-
nados “activos”, en los cuales se requiere la adicción continua de productos químicos y/o energía, nor-
malmente siguiendo el siguiente esquema de actuación (Younger et al., 2002): (1) Oxidación por métodos
físicos (ej. aireación en cascadas) o químicos (ej. H2O2), (2) Generación de alcalinidad, generalmente
mediante la adicción de productos químicos (típicamente Ca(OH)2), y (3) Precipitación de los elementos
contaminantes.
El principal inconveniente de este tipo de tratamientos es su elevado coste, que en muchos casos hace
que sean totalmente inviables a largo plazo. Para solventar esta limitación, en los últimos 15 ó 20 años se
han desarrollado nuevos métodos de tratamiento de aguas contaminadas, denominados “pasivos”. Los
métodos de tratamiento pasivo se basan en la construcción de sistemas destinados a potenciar los proce-
sos químicos y biológicos naturales, por lo que no requieren la adición continua de agentes químicos o
energía, característicos de los métodos de tratamiento activo (Zipper y Jage, 2001, Batty y Younger, 2004)
y resultan mucho más baratos y fáciles de mantener.
La mayor parte de la documentación técnica sobre métodos de tratamiento pasivo tiende a diferenciar
entre dos grupos de tratamientos: (1) Tratamientos en superficie mediante balsas de tratamiento o por
adicción directa de productos químicos, y (2) Tratamientos subterráneos mediante barreras permeables
reactivas.
Para la realización de este capítulo de introducción a los sistemas de tratamiento pasivo hemos deci-
dido conservar esta estructura (desarrollada de forma más detallada en el esquema presentado en la figu-
ra 1), en primer lugar para mantener la concordancia con la documentación consultada y, en segundo
lugar, para permitir un desarrollo más extenso y detallado del segundo de los grupos de tratamiento cita-
dos: las barreras permeables reactivas.
A continuación, y siguiendo dicha estructura, se detallan algunos de los sistemas de tratamiento pasi-
vo más empleados de cada uno de los dos grupos.
En la figura 2 se presenta un diagrama de flujo desarrollado por Hedin et al., (1994a) y que sirve como
método de selección del método de tratamiento superficial más apropiado según las características hidro-
lógicas y químicas del cauce de agua a tratar.
Los diferentes tratamientos que aparecen en dicho diagrama de flujo se detallan y describen en los
siguientes apartados. En algunos casos se cita el nombre en inglés de ciertos tratamientos, especialmente
cuando aquél es ampliamente utilizado en la documentación técnica no inglesa.
Este método, barato y rápido consiste en la adicción directa de diversas sustancias (CaCO3, Ca(OH)2,
Na(OH), etc) al cauce de agua a tratar con el fin de aportarle alcalinidad, aumentar su pH y provocar de
esa forma la precipitación de la carga de metales que dicho cauce lleve disueltos o en partículas en sus-
pensión.
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Figura 1. Esquema de clasificación de algunos de los tratamientos pasivos de aguas contaminadas más utilizados, en el que se
basa la estructura de descripción de este documento.
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Figura 2. Diagrama de flujo para seleccionar el método de tratamiento pasivo más adecuado en cada situación en función de las
características hidrológicas y químicas del cauce a tratar (adaptado de Hedin et al., 1994a).
Las instalaciones de este tipo de tratamientos consisten en amplias balsas superficiales rellenas de
materia orgánica en las que se planta vegetación (Skousen, 1998). Las plantas superficiales contribuyen a
mejorar estéticamente la zona, además de consolidar el sustrato, homogeneizar el flujo y aportar al siste-
ma materia orgánica, mientras que en la capa de materia orgánica infrayacente se potencian las reaccio-
nes químicas y biológicas naturales de forma que permitan el tratamiento de las aguas que reciben
mediante procesos de neutralización (debida a la producción de alcalinidad asociada con la disolución de
carbonatos), precipitación de hidróxidos metálicos, formación de sulfuros metálicos, formación de comple-
jos orgánicos, intercambio catiónico, y retirada biológica directa de los contaminantes.
Los humedales pueden ser de dos tipos principales (figura 3): aerobios o anaerobios.
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Su diseño consiste en una zona basal de suelo o materia orgánica, de entre 30 y 100 cm de espesor,
cubierta de vegetación e inundada de un espesor similar de agua. Estos humedales son típicos en el tra-
tamiento de aguas de ligeramente ácidas a alcalinas (pH > 4,5) con elevadas concentraciones de Fe.
El principal objetivo de estas balsas es el de permitir un extenso contacto de estas aguas con la atmós-
fera asegurar su oxigenación y favorecer los procesos de oxidación e hidrólisis, principalmente de Fe, según
las reacciones (6) y (7):
(6)
(7)
Debido a la reacción (7), el funcionamiento de este tipo de humedales produce generalmente un des-
censo de pH (Skousen et al., 2000). Asimismo, es muy frecuente la retirada de otros metales de la solu-
ción debido a procesos de adsorción o coprecipitación con los oxidróxidos amorfos de hierro.
La presencia de materia orgánica en algunos de estos tratamientos es la de permitir el desarrollo de
algunas colonias bacterianas capaces de catalizar la reacción de oxidación de Fe(II) a Fe(III).
El diseño de este tipo de humedales incluye en ocasiones un lecho carbonatado basal cuyo espesor
varía entre 15 y 50 cm, recubierto de un sustrato orgánico de 30 a 70 cm de espesor, inundado y cubier-
to de plantas (Hedin et al., 1994a, Zipper y Jage, 2001). Pueden ser empleados en el tratamiento de aguas
netamente ácidas, al contrario que los anteriores.
La cubierta vegetal, constituida frecuentemente por ejemplares de Phragmites australis, Typha latifo-
lia o Scirphus lacustris (Batty y Younger, 2004) contribuye a la oxidación y precipitación de metales en la
zona más superficial gracias a la liberación de oxígeno radicular, además de mejorar estéticamente el
aspecto de la zona y contribuir a consolidar el suelo.
Debajo de esta zona superficial, la capa orgánica actúa como sustrato para la sorción de metales y
para el desarrollo de colonias bacterianas aerobias y anaerobias.
Las bacterias aerobias proliferan en la zona más superficial de la capa orgánica, que está en contacto
con la atmósfera. Estas bacterias consumen el oxígeno disuelto en el agua, lo que minimiza la oxidación
del Fe(II) a Fe(III) y prácticamente impide la precipitación de este metal. En ausencia de bacterias aerobias,
la precipitación de óxidos y oxidróxidos de Fe(III) produciría no solo una reducción de la porosidad y la per-
meabilidad del sistema de tratamiento sino también una reducción de la superficie de material tratante
disponible, al generar envueltas pasivadoras en torno a los granos carbonatados (fenómeno conocido en
inglés como armoring).
Por debajo de la zona dominada por las colonias de bacterias aerobias, se generan condiciones favo-
rables para el desarrollo de bacterias anaerobias. Estas bacterias son responsables de la oxidación y degra-
dación de la materia orgánica y, sobre todo, de la reducción de sulfatos a sulfuros, según la reacción (8)
(Hedin et al., 1994a), en la reacción CH2O representa a la materia orgánica.
(8)
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Figura 3. Diseño de tratamiento mediante humedales aerobios (arriba) y anaerobios (abajo) incluyendo los materiales
comúnmente empleados en cada uno de ellos (adaptada de Zipper y Jagge, 2001).
Para que la reacción (8) se produzca de forma significativa es necesario que el medio, además de ser
anóxico y poseer nutrientes en las concentraciones adecuadas, presente valores de pH superiores a 5
(Hedin et al., 1994a).
Finalmente, bajo la capa de materia orgánica se emplaza una capa carbonatada. La disolución de esta
capa genera, en principio, la alcalinidad necesaria para activar la sulfatorreducción bacteriana y, poste-
riormente, actúa como mecanismo de producción de alcalinidad carbonatada complementario a ésta. Las
principales reacciones de disolución que se producen en dicha capa, de forma sintética son las siguientes:
(9)
(10)
La reacción (10), mucho más rápida y efectiva en la generación de alcalinidad carbonatada, resulta
favorecida por la elevada presión parcial de CO2 producida como consecuencia de la descomposición de
la materia orgánica por parte de bacterias anaeróbicas. Otro factor que influye en la eficiencia de este tipo
de humedales es la composición química de la capa carbonatada, ya que la producción de alcalinidad es
mayor cuanto mayor sea el porcentaje de calcita (CaCO3) de dicha capa frente al resto de fases minerales
(Hedin et al., 1994a).
La alcalinidad generada, tanto por la sulfatorreducción bacteriana anaerobia como por la disolución
directa de carbonatos, produce una neutralización, al menos parcial, de la acidez de las aguas tratadas, lo
que se traduce en un aumento de pH, aunque éste puede ser bastante lento. A su vez, el aumento de pH
promueve la precipitación de metales (principalmente en forma de sulfuros metálicos), o su adsorción o
coprecipitación en oxidróxidos de hierro. Para este último caso, es necesario que el agua, una vez tratada,
sea puesta en contacto con el oxígeno atmosférico, lo que normalmente se consigue con la instalación de
una balsa de decantación en contacto con la atmósfera a la salida de la zona de tratamiento.
La principal limitación de los humedales como método de tratamiento pasivo es la elevada área de tra-
tamiento requerida y la lentitud de los procesos que intervienen en la mejora de la calidad del agua (Zipper
361
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y Jage, 2001). Otra posible limitación está relacionada con la disminución de la actividad bacteriana duran-
te los meses de invierno, debido a la bajada de las temperaturas, por lo que en algunos emplazamientos
resulta necesaria la instalación de plantas de tratamiento activo únicamente durante estos meses (Hedin
et al., 1994a).
Este método consiste en la construcción de zanjas o trincheras rellenas de material carbonatado y recu-
biertas de una capa de arcillas o suelo compactado (figura 4) para evitar el contacto del agua a tratar con
la atmósfera (Hedin et al., 1994b). El agua, en condiciones anóxicas, atraviesa la trinchera y disuelve los
carbonatos, según las reacciones (9) y (10) con lo que resulta parcialmente neutralizada.
Este sistema de tratamiento combina las características de los drenajes anóxicos carbonatados y los
humedales anaerobios. Su diseño (figura 5) es similar al de un humedal anaerobio pero además incluye un
sistema de drenaje en el interior de la capa de carbonato para asegurar que el agua a tratar mantiene con-
362
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tacto directo tanto con la capa carbonatada como con la capa orgánica (Skousen, 1998, Zipper y Jage,
2001).
El agua almacenada en la balsa atraviesa primero la cubierta vegetal, donde son retenidos algunos
metales, seguidamente la capa aeróbica de materia orgánica, donde las bacterias aeróbicas eliminan el
oxígeno, posteriormente la capa anaeróbica de materia orgánica, donde las bacterias sulfatorreductoras
anaeróbicas producen alcalinidad carbonatada y el consiguiente incremento de pH y finalmente la capa
carbonatada, cuya disolución contribuye aún más a incrementar el pH. El agua tratada se descarga final-
mente en una balsa de decantación, donde el contacto con el oxígeno atmosférico promueve la oxidación
y subsiguiente precipitación de metales, o en un segundo sistema de tratamiento.
Figura 5. Diseño de un tratamiento pasivo de tipo SAPS (adaptado de Skovran y Clouser, 1998).
El diseño más empleado incluye además una válvula basal que obliga periódicamente al agua tratada
a fluir a presión a través de la capa carbonatada, arrastrando con ella los precipitados amorfos de hierro,
aluminio y otros metales que se pudieran haber formado, evitando la pérdida de porosidad, permeabilidad
y reactividad superficial que se hubiera podido producir.
Este tratamiento consiste en canales de conducción del agua superficial cuyo cauce está recubierto de
una capa carbonatada destinada a producir una ligera alcalinidad y a eliminar parte del Fe disuelto.
Generalmente, estos canales se emplazan en zonas de elevada pendiente (más del 20%), ya que la acción
abrasiva del agua moviéndose a gran velocidad tiende a destruir las cubiertas pasivadoras de oxidróxidos
de hierro en torno a los granos carbonatados (Skousen, 1998, Zipper y Jage, 2001). Estos canales se
emplean generalmente como método de pretratamiento de aguas ácidas con concentraciones no muy ele-
vadas de Fe o Al.
Este tratamiento consiste en un tanque metálico o de cemento, de unos 1,5-1,8 m de diámetro y unos
2-2,5 m de profundidad, relleno con carbonato molido a tamaño arena. El agua del cauce a tratar es des-
viada mediante tubos de conducción hacia un tubo vertical abierto por la base y situado en el interior del
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tanque, según el esquema representado en la figura 6. De esta forma, el agua incidente es descargada en
el interior del tanque creando una turbulencia que favorece su contacto y reacción con los granos de car-
bonato e impide que se formen envueltas pasivadoras en torno a los mismos (Skousen, 1998). La reacción
con el carbonato produce una neutralización del agua, lo que favorece la precipitación de metales. Una
vez tratada, el agua es devuelta al cauce original mediante un nuevo sistema de conducción, aunque pre-
viamente puede ser depositada en una balsa situada aguas abajo del tanque, para permitir la precipita-
ción de posibles flóculos metálicos.
El relleno ha de ser reemplazado periódicamente para asegurar un tratamiento efectivo (DEP, 2001).
Figura 6. Estructura y esquema de funcionamiento de tratamiento pasivo mediante tanque reactivo (adaptado de DEP, 2001).
Las barreras permeables reactivas (como la representada esquemáticamente en la figura 7) son estruc-
turas emplazadas en el subsuelo con el fin de interceptar un penacho contaminante en su desplazamien-
to y hacerla atravesar y reaccionar con un medio reactivo con capacidad para degradar los contaminantes
o transformarlos en formas químicas menos solubles o más aceptables desde el punto de vista medioam-
biental de forma que, aguas abajo de la barrera, el agua se encuentra total o parcialmente libre de con-
taminantes (Blowes y Ptacek, 1996, USEPA, 1996, USEPA, 1998).
364
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La tabla 1 presenta un resumen de los principales materiales empleados en barreras permeables reac-
tivas y de los contaminantes para cuyo tratamiento y eliminación se empleó cada una de ellos.
Tabla 1. Principales materiales reactivos empleados en el mundo en el tratamiento de aguas mediante barreras
permeables reactivas (modificada de USEPA, 1999).
El proceso de estudio previo y emplazamiento de una barrera reactiva para el tratamiento pasivo de
aguas contaminadas consta de las siguientes etapas principales:
1. Identificación y caracterización del penacho de contaminación (composición, extensión, velocidad
de flujo, etc.) y de las características del medio por el que éste se desplaza (características geoló-
gicas, hidrológicas, geoquímicas, etc).
2. Identificación de un material, o de una combinación de varios materiales, activo con respecto al
contaminante o contaminantes que se desea tratar, es decir, que sea capaz de promover reaccio-
nes que conduzcan a una menor movilidad o biodisponibilidad del contaminante. En esta etapa, y
previamente a la elección definitiva del material activo, es importante realizar varias pruebas a
escala de laboratorio y de campo.
3. Excavación de una trinchera, o un receptáculo similar, en el material del acuífero por el que avan-
za el penacho de contaminación, aguas debajo de éste y perpendicularmente a la dirección de
flujo.
4. Relleno de la trinchera con el material activo seleccionado. La permeabilidad del material que relle-
na la barrera debe ser igual o mayor a la del material acuífero circundante, de manera que el pena-
cho que se desea tratar no encuentre en ella resistencia a fluir. Para conseguir este objetivo es fre-
cuente que el material activo se mezcle con arena u otro material poroso.
En ocasiones el material activo se mezcla también con materiales de gran capacidad de adsorción, que
permiten aumentar el tiempo de residencia de los contaminantes en la barrera y permiten que las reac-
ciones de degradación o transformación lleguen a término.
365
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Los principales requisitos que debe cumplir el material reactivo que forma una barrera (USEPA, 1998)
son:
1. Capacidad para tratar el o los contaminantes deseados.
2. Material constituyente barato y fácil de obtener.
3. Material de granulometría homogénea (lo que permite mayor precisión y fiabilidad en los mode-
los realizados) y de la mayor permeabilidad posible.
4. Durabilidad en sus propiedades físicas y químicas.
5. No debe producir sustancias peligrosas o que puedan constituir en sí mismas una contaminación
secundaria en el agua tratada (una barrera diseñada, por ejemplo, para tratar contaminación por
NO3- debe ser también capaz de tratar los productos de sus transformaciones, como el NO2-).
A continuación se detallan algunas de las principales ventajas y limitaciones de las barreras permea-
bles reactivas comparativamente con otros métodos de tratamiento de aguas contaminadas, de acuerdo
con las revisiones realizadas por Blowes y Ptacek (1996) y Ott (2000).
Ventajas
1. Son más baratas que las formas de tratamiento activo (consistentes, por lo general, en una extrac-
ción por bombeo del agua contaminada a la superficie, donde es posteriormente tratada y final-
mente devuelta al acuífero o directamente a la escorrentía superficial), ya que el agua contamina-
da se moviliza hacia la zona de tratamiento debido a gradientes naturales.
2. En la figura 8 se muestra un ejemplo de comparación de costes globales (instalación inicial y man-
tenimiento posterior) entre el tratamiento mediante bombeo y tratamiento activo posterior y el tra-
tamiento mediante barrera permeable reactiva de las aguas contaminadas subterráneas de un acu-
ífero de los Estados Unidos, realizado por el Departamento de Defensa de este país (Reeter et al.,
1999). Como se puede apreciar en la figura, en un acuífero similar al estudiado resulta rentable
aplicar un tratamiento pasivo siempre que el período de tratamiento supere los 6 años. Aunque
son necesarios más datos sobre el comportamiento a largo plazo de las barreras reactivas, en
general podemos suponer que cuando se requieren períodos de tratamiento largos (decenas de
años) las barreras reactivas pueden ser la mejor alternativa.
3. No suele ser necesario retirarlas una vez aplicado el tratamiento aunque, si esto es necesario, su
eliminación no suele ser difícil.
4. Son más efectivas que los tratamientos convencionales en el caso de:
• NAPL (Líquidos en fase no acuosa o Non-Aqueous Phase Liquids, como aparecen citados en la
literatura inglesa), excepto en el caso de los muy inmóviles, debido a que al no quedar sorbidos
a la matriz del suelo, no son liberados cuando se realiza una reinyección de agua.
• Contaminantes de composición heterogénea (una misma barrera, por ejemplo, de Fe0, puede
tratar simultáneamente contaminantes aniónicos inorgánicos, cationes inorgánicos, compuestos
halogenados orgánicos, etc.).
• Materiales volátiles (p.ej. gasolina) ya que, al no existir contacto con la atmósfera, los gases que
estas sustancias produce no son liberados.
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Figura 8. Comparación de costes a largo plazo del tratamiento de aguas subterráneas contaminadas de un acuífero
estadounidense mediante bombeo y tratamiento activo posterior o mediante barreras permeables reactivas
(tomado de Reeter et al., 1999).
Limitaciones
1. Los tratamientos con barreras permeables reactivas pueden requerir largos períodos de tiempo en
acuíferos con baja conductividad hidráulica.
2. Solamente pueden retirar los contaminantes del penacho que pasa a su través, por lo que pueden
resultar poco efectivas en el caso de que éste varíe su dirección de flujo.
3. Pueden perder efectividad si los productos de degradación o transformación del contaminante con-
ducen a una pérdida de porosidad y/o reactividad.
4. No permiten ejercer tanto control sobre las características del medio y las reacciones (pH, Eh, tem-
peratura, etc.) como los métodos convencionales de tratamiento en superficie.
5. Pueden constituir en sí mismas un problema en caso de que den lugar a la generación de coloides
(que pueden dispersar aún más la zona contaminada) o en casos de contaminación por radionu-
cleidos (ya que la concentración de los mismos puede provocar radiaciones más peligrosas que el
contaminante disperso).
1. Pantalla continua: El medio reactivo se emplaza a lo ancho de todo el penacho, de forma que toda
el agua contaminada fluya a su través. No implica ninguna perturbación significativa en las pautas de
flujo del acuífero (velocidad, dirección, etc.).
Pantalla Puerta-Embudo (Funnel & Gate): esta disposición consiste en un material impermeable
que fuerza al agua contaminada a pasar a través de una o varias zonas reactivas y permeables, gene-
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ralmente en forma de prisma rectangular y con extensión suficiente para permitir actuar al material
reactivo.
La zona impermeable puede ser fabricada en acero (en caso de que exista una baja concentración de
oxígeno disuelto y no exista riesgo de corrosión), de bentonita mezclada con suelo o cemento o bien puede
ser de composición mixta (agua, bentonita, cemento y suelo).
La disposición en puerta-embudo permite incrementar el tiempo de residencia del penacho a la vez
que reduce el volumen a tratar simultáneamente y homogeneiza el flujo incidente en la zona reactiva.
Además, este tipo de barrera es más barato y sencillo de mantener y vigilar, al concentrarse la zona reac-
tiva en un área de menor extensión. Sin embargo, en ocasiones puede plantear problemas debido a la pér-
dida de permeabilidad que genera en la zona de tratamiento, lo que puede llegar incluso a variar las pau-
tas de flujo del penacho a tratar de forma que éste se desvíe hacia las zonas adyacentes a la pantalla.
Figura 9. Representación esquemática de las dos principales formas de configuración de barreras permeables reactivas: disposi-
ción en pantalla continua y en pantalla puerta- embudo (adaptada de Meggyes y Simon, 2000).
Barreras de sorción
En este tipo de barreras la retirada de contaminantes se realiza debido a la fijación de los mismos en
el material reactivo debido a procesos físicos. Algunos de los materiales más empleados para la construc-
ción de este tipo de barreras son:
• Zeolitas: este material silicatado resulta especialmente efectivo en la retirada de contaminantes
orgánicos y de algunos contaminantes catiónicos que pueden intercambiarse por los cationes de
cambio de la zeolita (Li et al., 1998), pero puede ser empleado incluso para eliminar contaminantes
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Figura 10. Representación esquemática de los tres principales tipos de barreras permeables reactivas en función de los procesos
que actúan en la retirada de contaminantes: barreras de sorción (izquierda), de precipitación (centro) y de degradación (derecha).
Bajo cada una de ellas aparece una breve descripción de su funcionamiento (modificada de USEPA, 1996).
Barreras de precipitación
En este tipo de barreras, el material reactivo interacciona con los contaminantes de forma que estos
pasan a presentarse en solución en formas químicas menos solubles, que precipitan en la propia barrera
o sus inmediaciones. Frecuentemente basadas en reacciones redox.
Los materiales más empleados en este tipo de barreras son:
• Fe0 (comúnmente denominadas barreras ZVI o zero-valent iron en los textos en inglés): Este tipo de
barreras se basa en la oxidación de Fe0, que es un subproducto de la industria de fabricación de
vehículos. El Fe0 tiene una gran tendencia a oxidarse según la reacción (11):
(11)
Esta tendencia a oxidarse puede provocar la reducción de otros elementos y su precipitación, con lo
que son retirados del agua que está siendo tratada.
Una de las aplicaciones más empleadas de esta barrera es en el tratamiento de aniones inorgáni-
cos. Bajo este término se agrupan todos aquellos elementos que aparecen frecuentemente en solu-
ción como aniones u oxianiones (entre los que hay que destacar, por su toxicidad el As, Se, Cr, Tc,
Sb, N, P y el S).
El más estudiado de estos elementos es el Cr(VI), muy tóxico y que forma compuestos muy solubles.
Normalmente se presenta en solución como CrO42-, lo que le confiere una gran movilidad. En gene-
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ral los tratamientos de este compuesto se basan en la reducción de Cr(VI) a Cr(III), que precipita en
forma de hidróxidos muy insolubles (USEPA, 1998, Blowes et al., 2000).
El tratamiento de este contaminante mediante barreras de Fe0 se basa en la oxidación de éstas y la
reducción acoplada de CrO42-, según la reacción (12):
(12)
El Cr(III), mucho menos móvil, suele coprecipitar con Fe(III) en forma de oxidróxidos mixtos, según
la reacción (13):
(13)
Tratamientos muy similares se han probado en laboratorio y en plantas piloto con otros elementos
que se presentan comúnmente en forma aniónica, como el As (que se presenta normalmente en
solución como As(V) o As(III), que forman ácidos protolíticos) o el Se (comúnmente presente en
aguas naturales como Se(IV) o Se(VI)). En ambos casos se ha constatado la tendencia de estos ele-
mentos a coprecipitar, una vez reducidos, en oxidróxidos de hierro (Blowes et al., 2000).
Además de su aplicación en el tratamiento de contaminantes aniónicos, las barreras de precipita-
ción formadas por Fe0 también se han empleado para la eliminación de contaminantes catiónicos
inorgánicos, como Cd, Co, Cu, Mn, Ni, Pb o Zn o cationes complejos como UO22+. Al igual que en el
caso de los aniones, muchos de estos tratamientos se basan en transformaciones del estado redox
de éstos.
El principal problema de esta barrera se debe precisamente a la gran tendencia a oxidarse del Fe0.
En presencia de oxígeno, éste puede tener preferencia para oxidar al Fe0 y dar lugar a la formación
de FeO(OH)(s) o Fe(OH)3(s). Estos precipitados pueden reducir considerablemente la permeabilidad
del medio y formar envueltas pasivadoras en torno a los gránulos que forman la barrera, con lo que
se reduce la disponibilidad del Fe0 para ser oxidado. Para evitar estos efectos, se puede pretratar el
penacho contaminante emplazando una zona de arena y grava con 10-15% de Fe0 aguas arriba de
la barrera propiamente dicha para que el oxígeno se consuma antes de alcanzar la zona reactiva.
• Ca(OH)2 (Ott, 2000), capaz de elevar el pH hasta valores de 12-12,5, lo que promueve la precipi-
tación de hidróxidos metálicos de U, As, Mo, Se, etc. La reacción (14) es un ejemplo de este proce-
so, desarrollado en este caso para el uranio:
(14)
• CaCO3, cuya disolución produce alcalinidad carbonatada debido a las reacciones (15) y (16):
(15)
(16)
El aumento de la alcalinidad de las aguas que fluyen a través de estas barreras produce una neu-
tralización, al menos parcial, de las mismas, con lo que su pH aumenta y se favorece la precipitación
de metales.
El empleo de barreras carbonatadas resulta especialmente efectivo en medio anaerobio. En ausen-
cia de oxígeno apenas aparece hierro en forma de Fe3+, lo que limita la formación de envueltas de
oxidróxidos de este metal en torno a los granos carbonatados y evita que se produzca una dismi-
370
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nución en la reactividad de la barrera (Hedin et al., 1994a). Por otra parte, la descomposición de
materia orgánica por parte de bacterias anaerobias da lugar a la generación de elevadas presiones
parciales de CO2, lo que permite una mayor producción de alcalinidad carbonatada debido a la reac-
ción de la calcita con ácido carbónico, según la reacción (15). Para favorecer este proceso, mucho
más efectivo y rápido en la producción de alcalinidad carbonatada, es frecuente combinar el mate-
rial carbonatado con compost u otro tipo de materia orgánica que aporte los nutrientes necesarios
a las bacterias anaeróbicas (Watzlaf, 1997).
• Materia orgánica: Especialmente empleadas en el tratamiento de nitrato y sulfato, así como para
la inmovilización indirecta de otros contaminantes mediante su precipitación en forma de sulfuros.
Generalmente se usan restos de la industria maderera, turba, compost municipal o restos de hojas
y plantas (Powell et al., 1998).
En el caso del tratamiento de nitrato, uno de los posibles tratamientos se basa en la existencia de
una barrera reactiva con carbono orgánico, en cuya presencia y en medio anaeróbico se favorece la
reducción de NO3- a N2 gas, según la reacción (17), catalizada por bacterias del grupo de las
Pseudomonas (Blowes et al., 2000):
(17)
El tratamiento de sulfatos se basa en una reducción biocatalizada de éstos a sulfuros acompañada
de la formación de sulfuros metálicos según las reacciones (18) y (19), en las que Me2+ representa
a cualquier metal divalente presente también en las aguas (USEPA, 1998):
(19)
(19)
Esta secuencia de reacciones tiene, como se puede observar, la ventaja añadida de que contribuye
notablemente a la retirada de metales contaminantes (Me2+) de la solución tratada a la vez que se
eliminan los sulfatos.
371
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(20)
Uno de los principales factores que condicionan la evolución de estas reacciones es la disponibili-
dad de oxígeno disuelto, que puede competir con algunos compuestos orgánicos como agente oxi-
dante y producir la oxidación y posterior precipitación del hierro. Para solucionar este problema y
aumentar la degradación reductiva de los compuestos halogenados orgánicos algunos autores
(Dahmke, 1997) proponen la adicción de sulfuros (p.ej. FeS2), ya que su oxidación consume oxígeno
disuelto del sistema, según la reacción (21):
(21)
Las velocidades de dehalogenación son muy variadas para los distintos compuestos, pero en gene-
ral tienden a disminuir a medida que avanza el proceso de degradación.
Algunos ensayos de laboratorio indican que el empleo de mezclas reactivas bimetálicas, como Fe/Pd
o Fe/Al, puede incrementar la velocidad de reacción entre 10 y 100 veces o incluso permiten degra-
dar compuestos no tratables con la barrera monometálica de Fe0 (Grittini et al., 1995, Dahmke,
1997).
(22)
También es común que el agente oxidante sea el oxígeno por lo que, en los tratamientos pasivos
como las barreras permeables reactivas, es frecuente el empleo de agentes bacterianos o de com-
puestos liberadores de oxígeno, que promuevan reacciones aerobias. Uno de los compuestos libera-
dores de oxígeno más empleados es el óxido de magnesio, cuya actividad se produce según la reac-
ción (23):
(23)
El principal problema que presenta el empleo de este tipo de tratamientos oxidantes es que, en el
caso de penachos de composición heterogénea, pueden contribuir a agravar otros tipos de conta-
minación, aumentando, por ejemplo, la oxidación de sulfuros y la removilización de metales pesa-
dos (Dahmke, 1997).
372
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Generalmente los aspectos geotécnicos y las propiedades hidromecánicas de los materiales que se uti-
lizan para la construcción de las barreras geoquímicas reactivas permeables no se tienen en cuanta
(Hermanns-Stengele and Köhler, 2001).
Para lograr un material adecuado en cuanto a las características geotécnicas se recomiendan una serie
de ensayos de laboratorio que se relacionan en la tabla 2. El conocimiento de las propiedades geotécni-
cas del material permite, conjuntamente con el comportamiento geoquímica, hacer las simulaciones numé-
ricas considerando diferentes escenarios extremos. Para poder predecir la evolución de ésta en el tiempo
es necesario conocer la magnitud de la pluma contaminante y el volumen de agua que la barrera debe tra-
tar y, basándose en estos criterios, se puede dimensionar ésta para las condiciones adecuadas.
El empleo de barreras reactivas permeables ha demostrado que en la mayoría de los casos pierde su
efectividad por la colmatación de los poros de la barrera al producirse el precipitado de diferentes mine-
rales y por pérdida de reactividad. En algunos casos la perdida de permeabilidad se debe por el colapso
de los materiales geológicos que conforman la barrera. Estudios en material granular de roca que se
emplean para escolleras han demostrado que solo con que cambien las condiciones de humedad relativa
(succión) se produce el colapso de la estructura en un por ciento muy elevado (Rodríguez, 2002).
373
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Tabla 2. Recomendación de algunos ensayos o métodos para la evaluación de las propiedades geotécnicas de las
materiales que serán usados en las BRP (Hermanns-Stengele and Köhler, 2001).
Requisitos del material de relleno Método de ensayo en el laboratorio
-Ensayos de flujo en columnas para cuantificar la reducción
de las propiedades hidráulicas debido a los procesos de
Estabilidad hidráulica y mineralógica en el tiempo adsorción
-Ensayos de flujo con variación de las condiciones de flujo
para ver los efectos sobre la permeabilidad
Ensayos edométricos que permite medir la deformación en
Medida de la deformación y la consolidación el tiempo bajo diferentes condiciones de carga y humedad
(Figura 11).
Ensayos de erosionabilidad de los pellets o partículas o Realizar ensayos de flujo en columna a diferentes densida-
fragmentos del material que se baya a usar des y a diferentes velocidades de flujo.
Medir las características de abrasión del material Ensayo Los Ángeles
Medida del colapso por cambios de succión o variación
Este permite ver la consolidación debido al colapso de las
de la humedad relativa del aire debido a variaciones en
partículas por cambios en el contenidote humedad en el
el nivel freático de del agua y la época del año (ciclos
aire
de secado y mojado de la barrera)
Figura 11. Resultados de un ensayo edométrico en diferentes materiales usados en BRP (Hermanns-Stengele y Köhler, 2001).
374
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
(2) Instituto de Ciencias de la Tierra Jaime Almera. Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Solé Sabarís s/n, 08028 Barcelona (España).
pacero@ija.csic.es
1. INTRODUCCIÓN
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12-Capitulo 14/2/07 10:30 Página 378
2. IMPACTOS AMBIENTALES
Las actividades minero-metalúrgicas pueden causar diferentes impactos ambientales entre los que se
pueden destacar:
a) Impacto sobre las masas de aguas continentales y marinas y los ecosistemas acuáticos:
– aguas superficiales: ríos, lagos y estuarios
– aguas subterráneas y
– lagunas costeras, marismas, los mares y océanos;
b) Variación de la morfología del terreno:
– creación de depresiones
– construcción de elevaciones artificiales
– creación de llanuras por eliminación de la morfología original
c) Impacto sobre la atmósfera (emisión de gases contaminantes, partículas de polvo y calor);
d) Impacto sobre los suelos y la flora y la fauna asociada a ellos;
e) Impactos paisajísticos;
f) Impacto por la contaminación ambiental con diferentes formas de energía (ruido o acústica, radia-
ciones, calor, etc.) estos pueden ser sobre el suelo, las masas de agua y el aire.
g) Impactos demográficos (crecimiento o disminución de la población).
Las características y magnitud de cada uno de ellos dependen en gran medida de la vulnerabilidad y
fragilidad del territorio, de la naturaleza del recurso mineral extraído (tipo de yacimiento mineral y la mine-
ralización secundaria), de las rocas que lo acompañan (rocas encajantes), de la magnitud de las explota-
ciones (área afectada por la explotación), de los métodos de extracción, tratamiento y beneficios utiliza-
dos, condiciones hidrogeológicas e hidrológicas, de la geomorfología local y de las condiciones climáticas
(condiciones geográficas locales).
Aunque los impactos más evidentes se concentran en la zona minera propiamente dicha, es frecuen-
te que afecten a los lugares adyacentes y pudiendo incluso alcanzar zonas muy alejadas del foco de con-
taminación. Es bueno destacar que en mayor o menor medida todos estos impactos ambientales presen-
tan dos elementos que los interrelacionan entre sí: el movimiento de las masas de aire y, sobre todo, el
ciclo hidrológico del planeta. Por ejemplo los vertidos de aguas en ríos pueden ser transportados cientos
de kilómetros y depositados en el mar.
Las operaciones mineras de extracción, transporte y beneficio del mineral ocupan generalmente una
extensión considerable. El desarrollo de estas actividades afecta a zonas agrícolas, poblaciones, bosques,
espacios rurales y zonas de interés natural. Los impactos ambientales que en ocasiones producen las acti-
vidades minero-metalúrgicas son extremadamente graves, incluso pueden tener carácter terminal (difícil
de recuperar mediante técnicas de tratamiento de residuos, rehabilitación, restauración o combinación de
varias). El deterioro de la calidad ambiental y los ecosistemas asociadas a zonas mineras está condiciona-
do por:
I) los residuos de las propias explotaciones mineras,
II) los efluentes líquidos y sólidos de los vertidos por las plantas de beneficio,
III) los residuos de las plantas metalúrgicas de extracción y refinado
IV) mala gestión y almacenamiento inadecuado de los residuos.
378
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Las actividades minero-metalúrgicas son procesos industriales íntimamente ligados al agua. La activi-
dad minera genera en ocasiones grandes volúmenes de aguas altamente contaminadas. El vertido sin tra-
tamiento de estas aguas puede provocar la contaminación de aguas superficiales y subterráneas. Su ori-
gen es variado y difícil de evaluar en muchos casos, debido a que estas actividades se desarrollan en con-
diciones geográficas y climáticas muy diferentes. La forma de contaminación más importante es la intro-
ducción de sustancias solubles en el medio hídrico lo que tiene lugar por diferentes vías:
1) El uso de reactivos en el proceso de concentración de los metales, entre los cuales se encuentran
ácidos y bases modificadoras del pH del agua, derivados del petróleo, ácidos orgánicos, xantanos
(ésteres de ácidos inestables), compuestos de cianuro, etc. (Llamas, 1998).
2) Descarga de aguas ácidas ricas en metales pesados y otros compuestos tóxicos (principalmente
plomo, mercurio, cobre, zinc, cromo, cadmio y molibdeno).
3) Incorporación de sustancias radioactivas al agua. Las fuentes de radioactividad más destacables,
aunque no las únicas, son los vertederos y escombreras de minas de uranio abandonadas o en
explotación (Pollock, 1986).
4) Sulfatos, procedentes del drenaje de yacimientos de carbón, metálicos o de escombreras y minas
abandonadas (fundamentalmente menas de carbón, sulfuros de Fe y de polimetálicos). La oxida-
ción de los sulfuros se produce por entrada del oxígeno debido a los procesos de recarga de las
aguas subterráneas y a las fluctuaciones del nivel freático. Pueden existir otras substancias capa-
ces de provocar la acidificación de las aguas (productos químicos, orgánicos), que afectan los eco-
sistemas acuáticos. Las aguas enriquecidas en sulfato hacen más solubles muchos compuestos
metálicos y metales (dependiendo del pH) letales para las plantas y organismos acuáticos. El des-
censo del pH hace a las aguas químicamente agresivas, requiriendo una gran dilución o un trata-
miento específico para que puedan utilizarse de nuevo (Elberling and Nicolson, 1996, Rodríguez y
Candela, 1998).
Figura 1. Precipitados de óxidos e hidróxidos de hierro en las orillas del río Moa, Cuba.
5) Sales férricas formadas al oxidarse el Fe(II) presente en las aguas, eso hace disminuir su solubilidad,
por lo que precipita y forma coloides que dan turbidez al agua. En lechos y márgenes de muchos
ríos se puedan observar precipitados pardos de óxidos e hidróxidos de hierro y manganeso (ej. Río
Tinto en España, Río Moa en Cuba, las bahías de Nicaro y Moa en Cuba, Río Yauli en Perú, pro-
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vocando una degradación casi total del medio acuático y otros problemas ambientales relaciona-
dos con la transformación de los ecosistemas naturales circundantes (Smith et al., 1998).
6) Incorporación de materia orgánica, que produce una disminución en la cantidad de oxígeno disuel-
to y con ello afecta el desarrollo de la vida acuática. Su origen está asociado a la deforestación de
áreas tropicales durante las aperturas de minas a cielo abierto y tala indiscriminadas de los bos-
ques existentes para crear la infraestructura necesaria.
7) Incorporación de diferentes nutrientes que pueden llegar a ocasionar una eutrofización (exceso de
alimento para las plantas en el agua) del agua; generalmente el fenómeno está asociado a los
arrastres por erosión de las escombreras de suelo del desmonte del yacimiento y a los procesos de
deforestación. También pueden incorporarse elementos metálicos que constituyen alimentos para
el desarrollo de diferentes microorganismos (Brake et al., 2001). La existencia de estos nutrientes
provoca también la eutrofización de las aguas debido al desarrollo de la vegetación en el agua
almacenada en las minas a cielo abierto y embalses de agua para el abastecimiento de las plan-
tas de tratamiento y beneficio.
8) Incorporación de partículas de suelos o sedimento en suspensión (particularmente cuando se des-
arrollan lavados de materiales aluviales para la construcción de las obras mineras y civiles, draga-
dos de áridos aluviales y marinos, profundización de cauces fluviales, limpiezas de los puertos y
canales, deforestación y almacenamiento en escombreras de suelos poco cohesivos en climas tro-
picales de elevada pluviometría (Carménate y Riverón, 1999). Otra de las fuentes de incorporación
de partículas sólidas al medio hídrico superficial son los vertidos de residuos en los cauces fluvia-
les y la rotura por accidentes de las balsas de residuos o estériles (Benito et al., 2001). Estas car-
gas de sólidos en suspensión producen el incremento de la turbidez del medio y la disminución de
la entrada de la luz solar, provocando una disminución de la actividad biológica de plantas, ani-
males y microorganismos acuáticos, así como la afectación de la fotosíntesis de la vegetación
acuática y algas.
Además, esta carga sólida puede llegar a obstruir cauces y canales, a colmatar embalses e incluso
a provocar daños en los puertos marítimos o en los ecosistemas asociados (Martínez, et al., 1993a,
b, c; Carménate y Riverón, 1999). Puede afectar zonas de importancia socioeconómica (de interés
turístico y pesquero).
9) Oxigenación de las aguas en las plantas de lavado de áridos para la construcción (por ejemplo, a
causa de agitación mecánica durante la extracción de áridos del lecho de los ríos). Esta forma de
contaminación puede causar la destrucción de cantidades excesivas de materia orgánica, que
puede resultar necesaria para el desarrollo de los diferentes ecosistemas acuáticos y de gran valor
en el mantenimiento de las condiciones geoquímicas del medio (Fernández, 1998a y b).
10) Reducción de las zonas húmedas o humedales, variación del caudal de los manantiales y del flujo
en las aguas superficiales, por variación de los niveles piezométricos debido al bombeo de agua
superficial y subterránea (Tovar, 1999).
11) Intercepción del nivel freático y contaminación directa de las aguas subterráneas. En la figura 2, se
puede apreciar la intersección del nivel freático en una mina de níquel. Este proceso puede afec-
tar las actividades mineras por lo que se realiza el bombeo de las aguas subterráneas para depri-
mir los niveles. Este proceso garantiza la calidad del proceso productivo pero con ello facilita la
introducción del aire rico en oxígeno a diferentes profundidades del macizo rocoso, lo que provo-
ca el proceso de oxidación de las diferentes fases minerales. El proceso de oxidación tiene lugar
durante todo el proceso de explotación, pero cuando se cierra la mina o se dejan de realizar los
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bombeos los niveles piezométricos se recuperan muy rápido y con ello se produce el proceso de
generación del drenaje ácido el cual trataremos a continuación.
La generación de aguas ácidas con elevados contenidos en metales pesados y otros contaminantes
como consecuencia de las labores de minería se ha convertido en una de las cuestiones medioambienta-
les que mayor interés ha suscitado en los últimos años.
El drenaje ácido de minas (en inglés AMD, Acid Mine Drainage), como se recordará, consiste en la apa-
rición de aguas con pH típicamente entre 2 y 4 y altas concentraciones de metales tóxicos como conse-
cuencia de la exposición subaérea de sulfuros metálicos durante su explotación minera.
El efecto ambiental de los drenajes de aguas residuales de plantas metalúrgicas, minas y escombreras
es muy importante. Concentraciones bajas de algunos metales pesados y metaloides pueden ser letales
para los organismos acuáticos, para el hombre y para la ganadería. La toxicidad de estos compuestos
depende de la concentración, de la forma química en que se encuentre (por ejemplo, el mercurio o el
plomo en compuestos orgánicos es más tóxico que en inorgánicos, mientras que con el cobre sucede lo
contrario) y de la presencia de otros metales. Una sustancia química en el agua puede incrementar la toxi-
cidad de otras, por ejemplo la presencia de sulfato en las aguas facilita en muchos casos la solubilidad de
otros metales y con ello eleva el grado de contaminación (Custodio, 1983; Larsen and Postmant, 1997).
Los cianuros y otros compuestos son letales en concentraciones del orden de partes por mil en el agua
(Merian, 1991) y el ácido fluorhídrico puede dar lugar a fluorosis en personas o animales que beban el
agua enriquecida en este compuesto.
La oxidación de minerales de azufre, o sulfuros, puede tener lugar en condiciones naturales, sin la inter-
vención del hombre y es la principal causa de que en determinadas zonas del planeta existan numerosos
ríos con valores de pH muy bajos e incluso, con una fauna autóctona única y adaptada a esas condiciones
de acidez (ej. Río Tinto en España). También es la causa de que predominen las aguas sulfatadas cálcicas
sin que existan zonas de yesos (estas son el resultado de la neutralización natural de las aguas ácidas al
entrar en contacto con afloramientos de rocas carbonatadas, margas, tobas calcáreas, calizas, etc.).
La filtración a través de balsas y escombreras se produce debido a que la acumulación de estos resi-
duos en las balsas y presas de residuos (quarry and tailing dams), sobre la superficie del terreno provoca
una variación de las condiciones hidrogeológicas locales (Ribet et al. 1995). El agua del residuo crea un
nivel freático artificial sobre la superficie del terreno provocando una variación de las condiciones de recar-
ga y flujo (McWhorter and Nelson, 1979) (Figura 4). Por otro lado, las reacciones químicas de los diversos
contaminantes que modifican el equilibrio geoquímico pueden manifestarse en cambios de:
oxidación/reducción, especiación/ complejación, disolución/precipitación, adsorción/desorción, floculación
y digestión de coloides (Morin and Cherry, 1988).
La generación del drenaje ácido de minas (AMD) abandonadas y escombreras está motivada por la
combinación de dos factores básicos: la oxidación y disolución de sulfuros metálicos y su posterior trans-
porte en solución.
El sulfuro metálico más frecuente y por lo tanto el más presente en las explotaciones y residuos mine-
ros de este tipo es la pirita (FeS2). Las reacciones de oxidación de este mineral han sido extensamente estu-
diadas (Moses y Herman, 1991; Evangelou, 1995)
De forma simplificada, la oxidación de la pirita se puede expresar como
381
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Figura 2. Intersección del nivel freático en una mina a cielo abierto donde se explota un yacimiento
laterítico de níquel y cobalto. Moa, Cuba.
Figura 3. Casos más frecuentes de minas a cielo abierto donde se produce la intersección o alteración del nivel freático.
La flecha indica la dirección del flujo. a) Recarga del acuífero desde el hueco minero, debido a la acumulación del agua de
lluvia y el escurrimiento superficial, b) Flujo a través del hueco minero y c) Flujo hacia el hueco minero.
382
12-Capitulo 14/2/07 10:30 Página 383
(1)
El Fe2+ liberado puede ser oxidado en presencia de oxígeno según muestra la reacción
(2)
El Fe3+ generado puede, a su vez, promover la oxidación de la pirita de acuerdo a la reacción
(3)
Por otra parte, el Fe3+ puede precipitar en forma de hidróxido mediante reacciones de hidrólisis
(4)
con lo que se genera aún más acidez.
Figura 4. Variación del nivel freático y de las condiciones de recarga que provoca la construcción de una escombrera sobre un
acuífero libre (Rodríguez, 2002).
383
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se puede encontrar mayor información en un gran número de trabajos (Muñoz et al., 1997; Younger, 1999,
2000), que tratan sobre los problemas del drenaje de aguas ácidas relacionados con la minería del carbón
y yacimientos polimetálicos.
De forma general, el proceso de oxidación de los sulfuros está favorecido por el ascenso y descenso
del nivel freático dentro de las balsas de residuo y del acuífero. Durante el descenso se produce la entra-
da de oxígeno y la oxidación de los diferentes metales, mientras que en el ascenso se produce la disolu-
ción y lixiviado de los diferentes contaminantes. Es bueno destacar que la entrada del oxígeno está con-
dicionada por el grado de saturación de los residuos y que a partir del 80 % de saturación se dificulta la
difusión de éste en el medio (Elberling and Nicholson, 1996). La mayor o menor magnitud de este proce-
so depende de los intervalos de este ciclo, condicionado por la variabilidad climática, el tipo de mina y si
la escombrera o balsa de residuo se encuentra en explotación o abandonada. Si está en explotación, hay
un aporte de líquido del proceso metalúrgico que también juega un papel importante en el ciclo (González
y Ramírez, 1995; González, et al., 1993, 1995, 1997; Pluta and Trembaczowski, 2001). Es de señalar que
generalmente por debajo de un metro de profundidad del nivel freático en el interior de las balsas se pre-
senta un medio reductor (Elberling and Nicholson, 1996). También conviene reseñar que no todos los sul-
furos metálicos necesitan disponer de oxígeno para disolverse. En algunos casos (ej. esfalerita, ZnS) la diso-
lución es no oxidativa.
Uno de los principales problemas asociados al drenaje ácido de minas es su caudal, que puede variar
desde unos pocos centímetros por segundo hasta varios centenares de metros cúbicos por segundo (Figura
5). Si el volumen liberado es muy grande, su salida a la superficie provoca la ruptura del equilibrio hidro-
geoquímico natural de las aguas superficiales debido a la gran descarga de ácido sulfúrico y metales aso-
ciados (Blowes et al, 1992; Younger, 2000). El efecto más inmediato provoca la salida al exterior de un
gran volumen de aguas ácidas es que el volumen de ácido sulfúrico que generalmente las acompaña car-
boniza la materia orgánica. Esto se ha podido observar claramente en la vegetación, en Aznalcóllar,
(Quintana, 1998), especialmente en los plantones más jóvenes y en los juncos que están quemados hasta
el nivel que alcanzaron las aguas (Llamas, 1998).
En un agua estancada, como la de las balsas, a una profundidad mayor de medio metro por debajo de
por debajo de la superficie el contenido en oxígeno disuelto es prácticamente nulo (Blowes et al., 1992;
Elberling and Nicolson, 1996), el ambiente es reductor y los metales se encuentran mayoritariamente esta-
bles como sulfuros. Por lo tanto, la mayor parte de las aguas presentes en las balsas de residuos mineros
tienen una menor acidez y menor contenido en metales pesados que las aguas asociadas al drenaje ácido
superficial. Si esas aguas infiltradas se ponen en contacto con aguas ricas en oxígeno o circulan por la zona
no saturada durante su infiltración, su capacidad para disolver metales aumenta considerablemente.
De los casos de contaminación de aguas subterráneas y superficiales consultados, el mayor porcenta-
je está asociado a la minería del carbón y a la de los yacimientos de minerales metálicos que presentan
una mineralización sulfurosa rica en metales pesados (Tabla 1). Los minerales sulfurosos al ponerse en con-
tacto con los agentes de meteorización, fundamentalmente el oxígeno y las precipitaciones atmosféricas,
provocan la oxidación de los sulfuros (Elberling y Nicolson, 1996, Yonguer, 1999, 2000) y con ello la gene-
ración de lixiviados y drenaje de aguas contaminadas. En muchos casos la contaminación de las aguas se
caracteriza por un pH ácido, grandes concentraciones de metales en disolución y en suspensión.
Los efectos ambientales, actividad biológica y toxicidad de los diferentes metales que se incorporan al
medio hídrico se recogen con gran grado de detalle en Merian, (1991).
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Figura 5. Drenaje de aguas ácidas: a) Galería de mina, en la rambla de Portmán con un caudal de 2 l/s, b) Túnel Lilian, en la corta
Gloria Cartagena, España con un caudal de 1 l/s, c) túnel Kingsmill en Perú con un caudal de 66000 l/s (66 m3/s ó ≈33.5 millones
de metros cúbicos al año) y d) túnel Victoria 13000 l/s (13 m3/segundo ó ≈7.5 millones de m3/año).
Tabla 1. Relación de algunos ejemplos del impacto ambiental de las actividades minero-metalúrgicas en
diferentes condiciones geográficas.
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La morfología local sufre importantes cambios debido a la construcción de vías de acceso y extracción
de mineral, se hacen pozos, galerías, zanjas y excavaciones diversas, se mueven grandes volúmenes de
mineral, tierra o rocas, desmontes, escombreras, balsas de sedimentación y terraplenes, sujetos a movi-
mientos de masa y a erosión de los agentes exógenos (Vera, 1979, Rodríguez, 2002). En general las modi-
ficaciones son más importantes si las explotaciones se hacen a cielo abierto o permitiendo el colapso
superficial. En la figura 6 se puede apreciar una corta de una mina a cielo abierto, donde una zona que
era una elevación ha pasado a ser una depresión. La minería subterránea puede provocar fenómenos de
subsidencia, hundimientos y fracturación de los macizos rocosos como el que se muestra en la Figura 7. El
que se presenten unos u otros, su alcance y otros efectos depende del tipo de roca de la profundidad de
las labores y de su extensión, etc. Por ejemplo, si la deformabilidad de las rocas es elevada tenderá a haber
subsidencia, pero si es baja son más probables los hundimientos, que suelen causar mayores daños. Las
vibraciones que acompañan a los hundimientos pueden generar graves daños también en lugares próxi-
mos, en edificios, embalses, puentes y otras obras públicas.
Los cambios de morfología son muy importantes pues, al afectar al nivel freático, provocan una inter-
cepción del mismo y por consiguiente un drenaje artificial. También se ha observado que puede conducir
a cambios en las condiciones de flujo y recarga (Figura 3 y 4). (Fernández Aller, 1981, Jiménez y Rodríguez,
1997). También se generan problemas de subsidencias del terreno debido a la extracción de aguas subte-
rráneas para bajar sus propios niveles.
Figura 6. Cambios en la morfología del terreno y el paisaje. Esta corta en los Blancos II en la
Sierra Minera de Cartagena la Unión.
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Figura 7. Fracturación del macizo rocoso cabezo de San Juan debido a la existencia en profundidad de
minería subterránea en la Sierra Minera de Cartagena-La Unión.
La contaminación del aire supone riesgos sanitarios importantes. Los contaminantes se originan al divi-
dir, triturar o remover suelos, sedimentos y rocas. Los lugares de origen son escombreras, balsas de sedi-
mentación, detritos de cualquier tipo, suelos con vegetación empobrecida o sin ella, vertidos o escapes de
las plantas de tratamiento, talleres, ventilación, vehículos, etc. Los agentes de contaminación atmosférica
más importantes son:
1) Aerosoles y polvo: su composición es variada y depende principalmente del material geológico
que se explota (rocas, minerales, carbón, petróleo o gas), pero el tamaño, el volumen y otras característi-
cas dependen de las técnicas mineras y metalúrgicas utilizadas y en menor medida de otros factores, fun-
damentalmente del clima local (Gregurek et al., 1999). En el caso del polvo presentan mayor riesgo
ambiental las partículas con tamaño menor de 10 micras (Sierra et al., 1998) pues no son retenidas por
las defensas del tracto respiratorio y las menores de 2 micras son inhaladas por los seres humanos y ani-
males y pueden provocar enfermedades respiratorias y cáncer de pulmón (Merian, 1991). Las partículas
ricas en sílice pueden ocasionar la silicosis, sobre todo en aquellos yacimientos con explotación de volú-
menes importantes de rocas ricas en sílice. Las emanaciones a la atmósfera en muchos casos son visibles
y generan además un impacto visual (Figura 8).
En la figura 9 se muestra el resultado de un estudio de las emanaciones de partículas sólidas emitidas
por una planta metalúrgica instalada en la localidad de Nicaro, en el Municipio Minero de Mayari, provin-
cia de Holguín, Cuba. Los metales pesados que acompañan estas emisiones pueden ocasionar diversas for-
mas de toxicidad, entre las principales se encuentran la emisión de partículas ricas en cromo hexavalente.
Las enfermedades de anemia y cáncer pueden ser provocadas por materiales radiactivos y cáncer de pul-
món por asbestos, cromo, etc. (Merian, 1991, Adriano, 1995).
2) Gases y compuestos gaseosos, principalmente dióxidos de carbono, nitrógeno, azufre y, en oca-
siones, sulfhídrico, fluorhídrico, etc. Las consecuencias son variadas y recaen principalmente sobre los orga-
nismos vivos de la zona minera y de sus inmediaciones, que quedan sujetos a riesgos sanitarios impor-
tantes con variados tipos de enfermedades.
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Figura 8. Vertido de gases de una planta metalúrgica procesadora de Ni y Co. Moa, Cuba. Observe que las áreas
circundantes a la fábrica están totalmente deforestadas.
Figura 9. El área rayada representa que en un mes de observación la masa de polvo depositada sobre el suelo es
superior a 0.5 mg/cm2 en un periodo de 30 días, superior a lo que establece la norma Cubana de medio ambiente.
(Modificado de Álvarez et al., 1982).
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Figura 10. Imagen de satélite de la región oriental de Cuba donde se puede apreciar en tonalidades marrón y señaladas con un
círculo rojo el área deforestada por la minería a cielo abierto (http://visibleearth.nasa.gov/).
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dad primaria (y por lo tanto en las cosechas agrícolas) hasta la práctica desaparición de los microorganis-
mos del suelo y de la vegetación (Elberling and Nicholson, 1996).
El principal problema ambiental generado por los residuos gaseosos vertidos a la atmósfera son las
lluvias ácidas, que pueden manifestarse en regiones muy alejadas del área de emanaciones. El efecto que
provocan estas lluvias es la acidificación de suelos y la eliminación de grandes superficies de bosques.
La contaminación ambiental por esta causa puede provocar diversos daños ecológicos y a la pobla-
ción. Las vibraciones (maquinaria pesada, explosivos, movimientos de masa de suelos y rocas) pueden tam-
bién dar lugar a impactos ambientales (Pollock, 1986).
La contaminación térmica de las aguas, debido a su uso para refrigerar, puede provocar efectos varia-
bles entre los que destacan los cambios en la flora y la fauna en ríos, lagos y mares, que pueden influir en
el desarrollo de nuevas especies. Las oscilaciones grandes de temperatura originan contaminaciones tér-
micas, que pueden llegar incluso a provocar la muerte de los seres vivos acuáticos (Pollock, 1986). La emi-
sión de gases y vapor a la atmósfera se produce generalmente con altas temperaturas (Pérez, 1991; Pérez
et al., 1991; Pérez y Yuzhaninov, 1991).
Estudios de los efectos del ruido generado por las actividades minero-metalúrgicas indican que el ruido
puede provocar diferentes enfermedades sobre la capacidad auditiva de los trabajadores. Estudios en plan-
tas metalúrgicas en Cuba muestran que el 80% de los trabajadores presentan diferentes afectaciones
sobre su capacidad auditiva (Aguilera, 1998).
Se plantea que las actividades de explotación de los recursos minerales generan entre 5 y 10 puestos
de trabajos indirectos por cada uno de los trabajadores vinculados directamente a la industria. Esta gran
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Figura 11. Corta San José, Sierra miera de Cartagena-La Unión España. Se puede apreciar una parte de las cavidades de la super-
ficie y la ausencia de la vegetación en todo su contorno lo que constituye un impacto visual importante además de un cambio
total del paisaje original.
Figura 12. Fotografía aérea del cabezo Rajao de 600 m de longitud, 10 metros de ancho y 300 metros de profundidad en la
Sierra Minera de Cartagena-La Unión (España). Obsérvese las irregularidad de las grandes cavidades en superficie y la ausencia de
vegetación. En el área no se ha aplicado ningún tipo de restauración (García, 2004)
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capacidad de generar empleo da lugar a la creación en torno a esta actividad de núcleos de población muy
importantes. El ejemplo más representativo son las actividades minero-metalúrgicas asociadas a grandes
depósitos minerales, con reservas para varias decenas e incluso cientos de años.
Un ejemplo de ese impacto demográfico es el municipio minero de Moa en la provincia de Holguín,
Cuba. En esta región oriental existe uno de los depósitos residuales de níquel más importantes del mundo.
Las reservas estimadas son de 2000 millones de toneladas. Considerando el volumen de producción
actual, 66000 toneladas por año, existen reservas de mineral para unos doscientos años. En este munici-
pio las actividades minero-metalúrgicas se iniciaron en el año 1962 con una planta metalúrgica de pro-
ducción de níquel por el método de lixiviación ácida, en esa época la población era de unos 5000 habi-
tantes. En el año 1986 se incorporó al proceso productivo otra planta metalúrgica que produce óxidos de
níquel por el proceso lixiviación carbonato-amoniacal. Estas industrias y sus instalaciones asociadas
emplean directamente unos 8000 trabajadores. Estas actividades han provocado el incremento de la
población de municipio y áreas aledañas. En la actualidad la población en el municipio de Moa es de
80000 habitantes. Esto nos muestra que la población ha crecido en más de un orden de magnitud en solo
cuatro décadas.
3. CONCLUSIONES
Los diferentes contaminantes, las fuentes de contaminación y los impactos ambientales producidos por
las actividades antropogénicas y en especial las minero-metalúrgicas presentan dos elementos o ciclos que
los relaciona entre si:
1. el ciclo hidrológico y
2. el movimiento de las masas de aire.
En la figura 13 se ilustra de manera esquemática el ciclo hidrológico y el movimiento de las masas de
aire. Se puede apreciar el ciclo hidrológico en estado natural (Figura 14a) y el ciclo hidrológico actual alte-
rado por el hombre (Figura 13b). Como se ve en el ciclo hidrológico esta incluido el movimiento de las
masas de aire que son las que transportan las nubes, los gases, los aerosoles y las partículas sólidas exis-
tentes en la atmósfera.
De los dos elementos el más importante es el ciclo hidrológico debido a que el agua es el disolvente
universal y el principal elemento transportador de los contaminantes en el planeta. El agua transporta los
diferentes contaminantes en suspensión y en disolución. Durante el desarrollo de las precipitaciones la llu-
via efectúa un lavado de la atmósfera y con ello se eliminan las partículas sólidas, los aerosoles y gases
transportados por las masas de aire. En las zonas donde la atmósfera está contaminada el agua de lluvia
muestra la presencia de diferentes contaminantes, los cuales pueden contaminar la superficie del suelo, las
aguas y sus ecosistemas asociados (García, 2004).
Las precipitaciones favorecen el transporte gran cantidad de sedimentos en suspensión mediante la
escorrentía escurrimiento superficial. En las zonas donde el impacto sobre el suelo debido a la deforesta-
ción es importante, la magnitud de estos sedimentos en suspensión puede ser considerable. Los sedimen-
tos arrastrados por el agua de escorrentía terminan colmatando los cauces de los ríos y arroyos e incluso
el fondo de las zonas costeras y de lagos y estuarios.
En el caso del flujo subterráneo por el medio poroso el transporte de contaminantes se efectúa mayo-
ritariamente en disolución y, en menor medida, pueden ser transportadas en suspensión partículas coloi-
dales. Asociados a estas partículas coloidales viajan normalmente otros contaminantes como los radio-
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Figura 13. a) Ciclo hidrológico en estado natural. b) Ciclo hidrológico afectado por las actividades antropogénicas
(Modificada de López-Geta et al., 2001).
nucleidos y metales pesados. En las zonas donde se desarrollan actividades mineras subterráneas las con-
diciones del flujo subterráneo pueden verse afectadas. En las zonas donde existen galerías, el flujo del
agua puede transportar mayor cantidad de partículas en suspensión que en un medio poroso natural.
Considerando lo anteriormente expuesto se puede concluir que en las zonas afectadas por actividades
mineras el ciclo hidrológico puede incrementar el impacto y riesgo ambiental de estas actividades si no se
llevan a cabo políticas ambientales adecuadas.
AGRADECIMIENTO
Este trabajo se desarrolla dentro de los proyectos; PPQ2001-2100-C04 del plan nacional de I+D+I
(2001-2003) y PB/44/FS/2002 financiado por la Fundación Séneca.
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
(2) Intituto de Ciencias de la Tierra Jaime Almera. Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
Solé Sabarís s/n, 08028 Barcelona, (España).
iqueral@ija.csic.es
1. INTRODUCCIÓN
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En los esquemas de extracción secuencial diferentes agentes extractantes son aplicados sucesivamente
al residuo con la finalidad de extraer de forma selectiva las formas químicas particulares en que se
encuentran los elementos de interés en las muestras analizadas. Cada extractante es químicamente más
activo y diferente al anterior y según sus características químicas extraerá una fracción de metal u otra.Así, de
forma general, en las primeras extracciones se van a obtener las fracciones de metal más débilmente unidas
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al residuo y, como consecuencia, más móviles y biodisponibles mientras que a medida que avanzamos en la
secuencia de extracción se van a obtener las fracciones de metal que se encuentran más fuertemente unidas
al residuo sólido y que en principio no serán lixiviadas en condiciones ambientales normales.
Los agentes extractantes más utilizados en los esquemas de extracción secuencial son, generalmente,
aplicados en el siguiente orden: agua destilada (H2O) para la obtención de la fracción de metal soluble,
sales neutras (P.ej. CaCl2, NaNO3) para la determinación de la fracción de metal intercambiable, ácidos
débiles (p.ej. HOAc) para la determinación de la fracción de metal unida básicamente a carbonatos, agen-
tes reductores (p.ej. citrato sódico, NH2OH·HCl) para la determinación de la fracción unida a óxidos e hidró-
Tabla 1. Clasificación de los residuos y componentes principales de los mismos (Orozco et al., 2003).
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xidos de Fe y Mn, agentes oxidantes (p.ej H2O2, NaOCl) para la determinación de la fracción de metal unida
a la materia orgánica y finalmente diferentes mezclas de ácidos fuertes (p.ej HNO3, HCl, HF) para la deter-
minación de la fracción de metal unida a otras fases del residuo diferentes a las anteriores (fracción resi-
dual).
En la actualidad existen una gran variedad de esquemas de extracción secuencial, en la Tabla 2 se
muestran brevemente los más utilizados junto con los agentes extractantes y las fracciones de metal rela-
cionadas.
A pesar de la gran variedad de procedimientos de extracción secuencial que se encuentran en la biblio-
grafía uno de los más utilizados es el de Tessier et al.
Uno de los principales inconvenientes de estos esquemas es el tiempo que se requiere en realizarlos,
por ejemplo en el procedimiento original de Tessier et al. es necesario un mínimo de cinco días para rea-
lizar la secuencia de extracción. Por este motivo, diversos autores han modificado los procedimientos uti-
lizando técnicas como las fuentes de microondas (Pérez-Cid et al., 1998) o ultrasonidos (Marín et al.,
2001) en algunas de sus etapas, para aumentar la rapidez del proceso.
Tabla 2. Esquemas de extracción secuencial (EES) más utilizados para el estudio del fraccionamiento del
metal en una muestra sólida.
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Los resultados obtenidos a partir de los diferentes esquemas de extracción secuencial son difíciles de
comparar debido a la gran variedad, como ya se ha comentado, de procedimientos existentes. Con la fina-
lidad de armonizar los diferentes esquemas de extracción la “European Community Bureau of Reference
(BCR)”, actualmente Standards Measurement and Testing Programme (SM&T), propuso un procedimiento
de extracción en tres etapas como compromiso entre la información obtenida y el tiempo final de análisis
(Sauquillo et al., 1999).
Actualmente, este es uno de los procedimientos más utilizados en la evaluación del fraccionamiento
de los metales y ha sido utilizado en una gran variedad de muestras sólidas incluyendo diferentes tipolo-
gías de residuos mineros (Marguí et al., 2004; Álvarez et al., 2003). En la Figura 1 se presenta de forma
detallada los pasos a seguir en este procedimiento de extracción donde se evalúan cuatro fracciones de
metal.
Como se puede apreciar en la figura 1, con la utilización de un ácido débil (ácido acético) en la etapa-
1 se consigue extraer la fracción de metal débilmente unida al residuo ya sea a través de interacciones
electrostáticas, en posiciones intercambiables o coprecipitados junto a los carbonatos presentes en la
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Caso de estudio 1: Aplicación de un EES en tres etapas (BCR) para el estudio de la movilidad de Zn, Pb
y Cd en residuos mineros provenientes de mineralizaciones de sulfuros de Pb/Zn
(Marguí et al., 2004).
Este estudio se realizó en dos áreas mineras de Pb/Zn actualmente abandonadas, situadas en el nor-
deste (Val d’Aran) y sureste (Cartagena) de España (Figura 2). En ambos distritos mineros la mena metá-
lica estaba compuesta principalmente de galena (PbS) y esfalerita (ZnS).
El muestreo de los residuos se llevo acabo en tres puntos en el Val d’Aran y uno en Cartagena. Del pri-
mer distrito minero se colectaron tres muestras, una de un vertedero de residuos (Bagergue) y las demás
en una antigua planta de concentración del mineral (Pontaut y Pontaut-Fe). En Cartagena se colectó un
residuo proveniente de una presa de residuos resultante del proceso metalúrgico de flotación (Rosa).
Para intentar predecir la movilidad de los metales contenidos en los distintos residuos mineros (mayo-
ritariamente Pb, Zn, Cd) se aplicó el procedimiento de extracción secuencial BCR descrito anteriormente
(Figura 1). En este caso los metales presentes en los extractos obtenidos en las diferentes etapas fueron
analizados mediante ICP-AES o ETAAS según el nivel de concentración de los metales. En la Figura 3 se
muestran los resultados del estudio de fraccionamiento.
En la parte superior de cada uno de los gráficos se indican las concentraciones de metales totales pre-
sentes en el residuo determinadas a partir de una digestión en microondas del residuo utilizando como
mezcla ácida HCl:HNO3 (3:1). Como puede apreciarse, las concentraciones de los metales varían significa-
tivamente entre los residuos debido a la naturaleza diferente de los materiales. El residuo que presenta un
contenido en plomo mayor es el de Pontaut (20.000 mg·kg-1) mientras que en el caso del zinc y cadmio
las concentraciones mayores las encontramos en los residuos de Bagergue y Cartagena.
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Entre los metales estudiados, las proporciones mayores de metal en la fracción más débilmente unida
al residuo (Etapa-1) corresponden al Zn y al Cd, especialmente en los residuos de Bagergue y Cartagena
donde los porcentajes de metal total extraídos son superiores al 70% en el caso del Cd y hasta un 25%
en el caso del Zn. Teniendo en consideración la elevada movilidad y la potencial disponibilidad de los meta-
les unidos a esta fracción y las concentraciones totales de metal se puede concluir que estos residuos son
potencialmente peligrosos para el medio.
Contrariamente, sólo una pequeña fracción de Pb es extraído en esta primera etapa ya que este metal
se encuentra mayoritariamente unido a óxidos e hidróxidos de Fe y Mn (Etapa-2) con unos porcentajes
entre el 36 y el 90% del contenido total de metal. Referente a las concentraciones de metales en la fase
residual varían considerablemente dependiendo del metal extraído en las etapas previas de la secuencia
de extracción.
Con la finalidad de estudiar la retención de los metales en cada uno de los residuos se calcularon los
factores de concentración. Los resultados obtenidos (Tabla 3) muestran que las retenciones relativas de
cada metal dependen del residuo estudiado.
401
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Cf
Residuo pH MO (%)
Zn Cd Pb
Pontaut 4.05 0.90 0.5 0.1 15.4
Pontaut-Fe 5.89 7.20 1.0 0.3 3.7
Bagergue 6.18 3.40 5.4 6.4 6.9
Rosa 7.83 0.75 1.6 10.5 0.9
El Cd presenta unos factores de concentración bastante elevados en los residuos de Bagergue y Rosa
lo cual nos indica la gran movilidad que experimenta este metal al ponerse en contacto con un medio
acuoso. En términos generales, el Pb se encuentra retenido en los residuos excepto en la muestra de
Pontaut donde el factor de concentración es superior a 15. Respeto al Zn, la mayor movilidad se encuen-
tra en el residuo de Bagergue.
En resumen, de los datos obtenidos mediante el estudio de fraccionamiento y el contenido de metal
presente en los residuos se puede predecir la posible movilidad de los diferentes metales en los residuos
y por tanto su posible implicación en el medio.
Caso de estudio 2: Aplicación de un EES en dos residuos minero metalúrgicos de la industria del Ni en
Moa, Cuba.
Los residuos minero-metalúrgicos (RMM) se caracterizan por una granulometría limo arcillosa y se cla-
sifican de acuerdo a las propiedades físico-mecánicas e hidrogeológicas como un limo de baja plasticidad
(Rodríguez, 2002). En las balsas de residuos es típico observar estratificación y grietas de desecación que
incrementan la conductividad hidráulica del material (Rodríguez et al., 2005). Los RMM representan las
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principales fuentes contaminantes de las aguas superficiales y de las aguas subterráneas en el distrito
minero de Moa, Cuba (Rodríguez y Candela, 2004). Para evaluar el riesgo ambiental de los RMM se rea-
lizó una secuencia de extracción (EES) o especiación de los dos residuos con el objetivo de conocer las
posibles formas o especies en que se encuentran los metales (Cr, Ni, Co, Zn, Ti, Mn, Fe, V, Al y Ba).
Se planteaba determinar los mecanismos de adsorción y formas en que se encuentran los metales a
partir de las fases en que se desarrolla el lixiviado. Los resultados de las EES nos brindan una información
aproximada que nos permite estimar las posibles formas en que pueden ser movilizados los diferentes ele-
mentos contaminantes. Los residuos empleados en la realización de la EES corresponden a los residuos
derivados de la explotación de los yacimientos residuales de níquel (cortezas lateríticas). La explotación de
los yacimientos se realiza por dos procesos uno denominado SAL (lixiviación con ácido sulfúrico) y ACL (lixi-
viación con carbonato amoniacal). Para el análisis se utilizaron muestras de estos dos residuos. En la Figura
4 se pueden observar los puntos de muestreo y la ubicación de dos de las tres presas de residuos exis-
tentes en el municipio Moa.
La metodología desarrollada es una adaptación de la de Ma y Urem (1995) para suelos con pH ácido,
reseñada anteriormente. La concentración total de cada elemento en cada uno de los pasos o fases de la
secuencia de extracción se detalla en la Tabla 2. La masa de cada elemento extraído en cada paso se cal-
culó por diferencia con la concentración total de éste en el residuo. El análisis estadístico muestra que la
desviación estándar es inferior al 10% para los elementos que su masa es superior al 0.001% en peso res-
pecto al total, con la excepción del Bario. Los resultados de la secuencia de extracción muestran que las
mayores concentraciones de los diferentes elementos analizados se encuentran asociados a los óxidos e
hidróxidos, con la excepción del Bario. Estos resultados son obvios si consideramos que la composición de
estos residuos es fundamentalmente de óxidos e hidróxidos de Fe y Al. A continuación detallaremos los
resultados de la secuencia de extracción paso por paso.
Figura 4. Localización de los puntos de muestreo de residuos sólidos en las presas de residuo de los dos
procesos metalúrgicos. I- Presa de residuo SAL y II- Presa de residuo ACL.
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significativas asociadas a la materia orgánica son el Co, Ni, Cr y Mn y las menos importantes el Zn, V y Al
(Figura 5).
Níquel: La masa de Ni del residuo SAL que es transferida a la solución acuosa en el primer paso de la SE
es un orden de magnitud mayor que la del residuo ACL. Esta diferencia es debida a la diferencia de
pH. Sucede lo contrario en el segundo paso donde la fracción de Ni adsorbida en el residuo ACL es
más de un orden de magnitud que la del residuo SAL, aspecto que puede estar condicionado por el
pH y el hecho de que el residuo ACL presenta una granulometría algo más fina. En el tercer paso se
aprecia que la masa de Ni asociado al Mn fácilmente reducible en el residuo ACL es más de dos órde-
nes de magnitud que la existente en el residuo SAL, aspecto que consideramos está motivado por la
diferencia de pH. En el cuarto paso se puede apreciar que el Ni asociado a los carbonatos en el resi-
duo ACL es aproximadamente el 2.9% de la concentración total de este elemento en el residuo. En el
quinto paso se aprecia que la masa de Ni asociada a la materia orgánica es prácticamente un orden
de magnitud mayor en el residuo ACL con relación al residuo SAL, esta diferencia se debe a que en el
proceso metalúrgico que origina el residuo ACL utiliza petróleo en el proceso de reducción de la fase
mineral. En el sexto paso se aprecia que la masa principal del Níquel extractable está asociado a la
fracción de óxidos e hidróxidos de Fe por lo que su movilidad es muy limitada y solamente puede ocu-
rrir ante soluciones muy ácida (pH<3). En el paso 7 se puede apreciar que en ambos casos más del
86% de la masa total de Ni está asociada a la estructura mineral y que solamente es posible liberar-
lo con un ataque con ácidos fuertes. Considerando la masa de Ni que puede ser liberada por estos resi-
duos se puede plantear que el que mayor riesgo se presenta en el residuo SAL debido a su pH (Figura
5).
Cromo: la masa de Cr transferible a la solución acuosa en el primer paso es muy pequeña en el caso del
residuo SAL 0.06 mg/kg, mientras que en el residuo ACL es nula. La fracción de Cr adsorbida en el resi-
405
13-Capitulo 14/2/07 10:31 Página 406
duo ACL es tres veces mayor que en el residuo SAL. La fracción de Cr asociada al Mn fácilmente redu-
cible es casi un orden de magnitud mayor en el residuo ACL en comparación con el residuo SAL. En el
caso de los carbonatos la masa de Cr relacionada en el residuo ACL es pequeña (1.5 mg/kg). La masa
de cromo asociada a la materia orgánica es un orden de magnitud superior en el residuo SAL en com-
paración con el residuo ACL. En el caso del residuo SAL la masa asociada a los óxidos e hidróxidos de
Fe y Al es algo menos de la mitad que la extraída en el residuo ACL. El contenido de Cr asociado a la
fracción residual es tres veces mayor en el residuo ACL en comparación con el residuo SAL (Figura 5).
Manganeso: la fracción de Mn que es transferida al medio acuoso (paso 1) en el residuo SAL es un orden
de magnitud superior que la transferida por el residuo ACL, esta diferencia es debida al pH del resi-
duo. La masa de Mn adsorbida en el residuo ACL es un orden de magnitud mayor que la adsorbida en
el residuo SAL, la diferencia se debe al pH del medio, pues a pH ácidos la adsorción del Mn disminu-
ye y viceversa. La masa de Mn fácilmente reducible es 6 veces mayor en el residuo ACL en compara-
ción con la del residuo SAL. La fracción de Mn en el residuo ACL es importante 433 mg/kg. La masa
de manganeso asociado a la materia orgánica en el residuo ACL es un orden de magnitud superior a
la del residuo SAL, esta diferencia es debido a la presencia de alifáticos en el residuo ACL como resul-
tado del petróleo añadido en el proceso metalúrgico. La masa de Mn en el residuo asociada a los óxi-
dos e hidróxidos de Fe y Al en el residuo ACL es similar en cantidad a la masa asociada a la materia
orgánica, mientras que en el residuo SAL es prácticamente el doble de la asociada a la materia orgá-
nica. La concentración de manganeso en la fracción residual es 1.4 veces mayor en el residuo ACL en
comparación con la del residuo SAL (Figura 5).
Hierro: la fracción de Fe transferida al medio acuoso es dos veces mayor en el residuo SAL, esta diferen-
cia se debe al pH y es probable que parte de este Fe se encuentre en estado amorfo, aunque compa-
rado con la concentración total de Fe en los residuos se puede considerar prácticamente insignifican-
te la masa liberada. El Fe adsorbido es un orden de magnitud mayor en el residuo ACL en compara-
ción con el residuo SAL. La masa de Fe asociada al Mn fácilmente reducible es 9 veces mayor en el
residuo ACL que en el residuo SAL. La fracción de Fe asociada a los carbonatos en el residuo ACL es
de 312 mg/kg. La masa asociada a la materia orgánica es prácticamente un orden de magnitud mayor
en el residuo ACL en comparación con el residuo SAL, aunque es mucho menor que la masa asociada
al Mn. La fracción de Fe asociada a los óxidos de Fe y Al es un orden de magnitud mayor en el resi-
duo ACL en comparación con la masa del residuo SAL. El Fe asociado a la fracción residual en ambos
residuos supera el 43% del peso total (Figura 5).
Cobalto: la fracción de Co que pasa al medio acuoso es un orden de magnitud mayor en el residuo SAL
en comparación con el residuo ACL. La masa de Co adsorbida es 20 veces mayor en el residuo ACL en
comparación con el residuo SAL. La masa de Co asociada al Mn fácilmente reducible es 7 veces mayor
en el residuo ACL en comparación con el residuo SAL. En el caso de los carbonatos la masa de Co
adsorbida es de 40 mg/kg en el residuo ACL. La masa de Co asociada a la materia orgánica es 7 veces
mayor en el residuo ACL. En el caso de los óxidos de Fe y Al es casi 2 veces mayor en el residuo ACL.
La masa total de Co en el residuo ACL es tres veces mayor que en el residuo SAL. En el caso del resi-
duo SAL se puede señalar que la concentración de Co es muy similar en los 6 primeros pasos de la
secuencia de extracción con un rango entre 1.45 y 3.81 (Figura 5).
Durante el análisis de las soluciones resultantes de la secuencia de extracción se controlaron otros
metales como el Zn, V, Ti, Al y el Ba los cuales se relacionan en la Figura 5. Además se analizó el Pb, Hg,
As y Cd pero en ningún caso se detectó concentración en las soluciones obtenidas en cada uno de los
pasos de la SE.
406
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La SE nos brinda varios resultados y dentro de ellos uno de los más importantes es conocer la masa
de metales que esta biodisponible en los residuos, con el objetivo de poder disponer de una estimación de
las concentraciones que pueden pasar al medio ambiente. La masa biodisponible se corresponde con la
suma de los dos primeros pasos de la SE. En este estudio hemos podido constatar que la masa de los prin-
cipales contaminantes en el caso del Cr es de 0.2 mg/kg en el residuo ACL, mientras que en el residuo SAL
es tres veces mayor (0.67 mg/kg) (Figura 5).
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En el Ni la masa biodisponible del residuo ACL es 796 mg/kg, prácticamente tres ordenes de magni-
tud mayor que en el residuo SAL (5.48 mg/kg). Sin embargo en este caso para el residuo ACL esta masa
se mueve poco debido a las condiciones de pH casi neutras del medio. En el caso del Co la masa es prác-
ticamente un orden de magnitud mayor en el residuo ACL en comparación con la masa del residuo SAL.
El otro elemento que podría tener interés desde el punto de vista medioambiental es el Zn, pero la masa
disponible en los dos casos es pequeña (Figura 5).
Como se ha comentado, en los procedimientos de extracción secuencial se pueden evaluar las dife-
rentes fases en que se encuentra el metal en la matriz de la muestra de interés. Algunas veces, sin embar-
go, es importante conocer sólo la fracción de metal biodisponible, asimilable para las plantas, por ejem-
plo. Para obtener está información normalmente se utilizan las extracciones simples que consisten en la
extracción de la fracción de metal de interés mediante la utilización de un único agente extractante selec-
tivo. En la siguiente tabla (Tabla 4) se muestran los agentes extractantes más utilizados y sus principales
aplicaciones (Rauret, 1998; Houba et al., 1996).
Tabla 4. Procesos de extracción simple más utilizados y sus principales aplicaciones.
En la actualidad, muchos organismos oficiales y normativas vigentes utilizan alguno de estos procesos
de extracción simple (“tests de lixiviación”) para evaluar y catalogar la posible peligrosidad de los resi-
duos. A continuación se comentan los tests recomendados por la US-EPA (United States Environmental
Protection Agency) y la norma alemana DIN (Deutsches Institut für Normung e.V.) para el estudio de la peli-
grosidad de los residuos sólidos mediante estudios de lixiviación.
Según el criterio de clasificación de residuos de la RCRA (Resource Conservation and Recovery Act), un
residuo es considerado peligroso si contiene sustancias que son catalogadas como peligrosas o bien si
posee características de inflamabilidad, corrosión, reactividad o toxicidad (Yong et al., 1992).
El método TCLP es el método propuesto por la US-EPA para determinar concretamente si un residuo
puede ser considerado como tóxico y, por tanto, como peligroso. La toxicidad del residuo mediante este
408
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método es evaluada a través del estudio de los constituyentes tóxicos presentes en el residuo que pueden
contaminar las aguas superficiales o subterráneas a niveles peligrosos para el medio ambiente y para la
salud.
El agente extractante utilizado en este test de lixiviación consiste en una disolución de ácido acético
diluido de pH determinado (4.93±0.05 ó 2.88±0.05) según la acidez del propio residuo estudiado, tal
como se describe en la Figura 6. Una vez seleccionado el agente extractante apropiado, el procedimento
experimental a seguir se muestra de forma esquematizada en la Figura 7.
Figura 6. Elección del agente extractante adecuado según el pH del residuo estudiado (TCLP).
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Un residuo será considerado peligroso si en el extracto obtenido uno o varios de los componentes tóxi-
cos (orgánicos e inorgánicos) reconocidos en los NIPDWS (Nacional Interim Primary Drinking Water
Standards) superan con un factor de 100 el valor tabulado (el coeficiente 100 representa un factor de dilu-
ción y atenuación estimado). En la Tabla 5 se presentan las concentraciones límite permitidas para deter-
minados metales en los extractos obtenidos mediante este método de lixiviación.
Tabla 5. Concentraciones máximas permitidas para determinados metales en los extractos obtenidos con el
test de lixiviación TCLP.
Hg Cd Se Ag As Cr Pb Ba Zn
mg/l
0.2 0.5 5 10 1 10 1.5 200 500
El contenido en “sulfuros volátiles” (sulfuros disueltos en medio ácido) es también un parámetro uti-
lizado en la evaluación de la toxicidad y el posible riesgo ambiental. La idea general de este procedimien-
to se basa en la determinación de la cantidad de sulfuros disponibles en la muestra de sedimento y la frac-
ción de metal unida a ellos. En la Figura 8 se representa en términos generales el procedimiento experi-
mental a seguir:
Figura 8. Procedimiento experimental para la determinación de los sulfuros volátiles (AVS) y los metales
extraídos simultáneamente (SEM).
Como se puede apreciar, mediante un tratamiento en medio ácido de la muestra se consiguen extraer
los sulfuros volátiles contenidos en ella, los cuales son transformados de nuevo a sulfuro para realizar su
determinación (AVS). Paralelamente, se analizan también los metales extraídos simultáneamente con los
sulfuros (SEM) en el extracto obtenido mediante el ataque con ácido clorhídrico. Si la relación SEM/AVS≤1
indicará que la mayor parte de los metales están unidos a los sulfuros presentes en la muestra y por tanto,
debido a la baja solubilidad de estas especies, la movilidad de los metales y su posible introducción en el
medio será limitada. Por el contrario, relaciones SEM/AVS>1 son indicativas de que el metal se encuentra
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en la muestra unido mayoritariamente a otras formas más lábiles, pues su posible introducción en el medio
en este caso será mayor. En términos generales, el valor del coeficiente SEM/AVS puede ser un buen indi-
cador de la posible biodisponibilidad de los metales en el residuo sólido estudiado (El Bilali et al., 2002;
Wen et al., 1999).
No obstante, se debe tener en cuenta, que la aplicación de este método es sólo válida en aquellos resi-
duos anóxicos (no oxidados) ya que la finalidad del procedimiento es la determinación de los sulfuros pre-
sentes en la muestra y no de las especies de azufre oxidadas como los sulfatos. Por este motivo se reque-
rirán de técnicas de muestreo y conservación especiales para asegurar que el residuo no tenga contacto
con el oxígeno. Durante el procedimiento de extracción de los sulfuros presentes en la muestra va a ser
también necesaria la utilización de un corriente de nitrógeno para evitar la posible oxidación de los sulfu-
ros.
Uno de los métodos estándares alemanes sobre estudios de lixiviación de residuos sólidos es el reco-
gido en la norma DIN 38414-S4. Este método proporciona información sobre los efectos adversos o ries-
gos para ríos o lagos que pueden tener lugar cuando los materiales sólidos estudiados son apilados o ver-
tidos de forma que puedan tener contacto con agua. No obstante, el método puede dar valores que no se
producirían bajo condiciones de vertido o sólo después de largos periodos de tiempo. Así, los efectos nega-
tivos causados por el material depositado no pueden ser determinados sólo en base de los valores analí-
ticos obtenidos en el extracto. Para evaluar el comportamiento probable del material depositado es nece-
sario tener en cuenta otros parámetros como la relación existente entre la porción de lixiviado y el conte-
nido total de un elemento o metal particular en el residuo seco del material sólido. Otros factores impor-
tantes son la permeabilidad hidráulica del material estudiado, la cantidad de agua anual que se filtra a tra-
vés del material depositado, la cualidad de esta agua, la velocidad del caudal de agua, etc. A pesar de
todo, este método permite realizar un estudio preliminar sobre el posible comportamiento del residuo sóli-
do cuando éste se encuentra en contacto con agua.
El procedimiento de lixiviación se basa en el contacto del material con agua bajo condiciones contro-
ladas durante un período de 24 horas. Luego los componentes no disueltos se separan por filtración y las
concentraciones de los componentes de interés son medidos en el lixiviado filtrado, tal como se puede
observar en la Figura 7.
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En la gran mayoría de casos los residuos estudiados se encuentran depositados en vertederos y pue-
den estar en contacto con el agua superficial o de lluvia. Por tanto, a veces es útil repetir este proceso de
lixiviación varias veces sobre el mismo residuo para simular mejor las condiciones ambientales reales.
Actualmente, este método es utilizado por diferentes organismos como criterio de aceptación de un
residuo en un depósito controlado, como en el caso de la “Junta de Residuos de Catalunya” donde se
especifica que si el filtrado obtenido aplicando el método de lixiviación anterior sobrepasa alguno de los
parámetros indicados en la Tabla 6, el residuo no puede ser depositado en un vertedero municipal.
Tabla 6. Criterios de aceptación sobre el filtrado DIN 3814-S4.
pH C Cr (VI) Zn As Cd Cu Zn Ni Pb Cr Hg
(mS/cm) mg/l
4-13 50 0.01 5 0.5 0.2 5 5 1 1 2 0.05
Caso de estudio 1: Aplicación de los procedimientos de extracción simple TLCP y DIN 38414-S4 para
el estudio de la peligrosidad de residuos mineros provenientes de mineralizaciones
de sulfuros de Pb/Zn (Marguí et al., 2004)
El estudio se realizó utilizando los mismos residuos mineros descritos con anterioridad (Figura 2).
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Los resultados obtenidos revelan que los extractos exceden en todos los casos el criterio de 100 veces
el valor de NIPDWS (Nacional Interim Primary Drinking Water Standards for Metals) en al menos uno de
los metales. Este hecho indica que los residuos mineros estudiados pueden ser clasificados como peligro-
sos según el criterio de la EPA.
Tabla 8. Resultados obtenidos en el procedimiento de lixiviación con agua (DIN 38414-S4). Los valores se expresan como la
media de dos replicados ± SD. ( a Limites permitidos en los extractos DIN 38414-S4 según la “Junta de Residuos de Catalunya).
Conductivity Zn Pb Cd
pH
(mS cm-1) (mg l-1) (mg l-1) (mg l-1)
1st 3.98 ± 0.01 159 ± 3 15.6 ± 0.8 11.02 ± 0.06 <0.05
Pontaut 2nd 3.93 ± 0.01 110.6 ± 0.8 7.4 ± 0.2 12 ± 2 <0.05
3rd 4.115 ± 0.01 87.3 ± 0.7 3.2 ± 0.1 17.3 ± 0.4 <0.007
1st 6.71 ± 0.01 45 ± 7 2.0 ± 0.4 <0.2 <0.007
Pontaut-Fe 2nd 6.51 ± 0.07 24.9 ± 0.6 0.89 ± 0.07 <0.2 <0.007
3rd 6.86 ± 0.02 19.2 ± 0.4 0.77 ± 0.06 <0.2 <0.007
1st 6.76 ± 0.08 2375 ± 7 307 ± 4 <0.408 2.79 ± 0.05
Bagergue 2nd 7.11 ± 0.03 2135 ± 7 67 ± 5 <0.408 0.59 ± 0.03
3rd 7.20 ± 0.01 2049 ± 58 40.2 ± 0.6 <0.408 0.34 ± 0.03
1st 8.20 ± 0.10 4255 ± 7 <0.4 <0.02 <0.007
Cartagena 2nd 8.30 ± 0.05 2310 ± 0 <0.4 <0.02 <0.007
3rd 8.33 ± 0.01 2110 ± 0 <0.4 <0.02 <0.007
Regulatory levela 4 - 13 50x103 5 1 0.2
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Caso de estudio 2: Aplicación de un procedimiento de extracción simple con DTPA para el estudio de
la bio-disponibilidad de Pb y Zn en residuos mineros provenientes de mineraliza-
ciones de sulfuros de Pb/Zn (Marguí et al., submitted to Environ.Pollut.)
Como ya se ha comentado en la sección 2.2, las extracciones con agentes quelantes son ampliamen-
te utilizadas en estudios de bio-disponibilidad de metales, o lo que es lo mismo, de la fracción de metal
presente en la muestra que puede ser asimilada por los organismos que estén en contacto con los resi-
duos (básicamente plantas que crecen sobre ellos).
En este ejemplo de aplicación se utilizó un procedimiento de extracción simple con DTPA (diethylene-
triaminepentaacetic acid) 0.005M ajustado a un pH de 7.3 (Quevauviller, 1998) para la determinación de
la posible bio-disponibilidad de Pb y Zn en diferentes residuos mineros de una antigua planta de concen-
tración del mineral de galena y esfalerita situada en el noreste de España (Val d’Aran). Actualmente, en la
planta de tratamiento del mineral, aún se encuentran los tanques de flotación llenos de los residuos de los
procesos de beneficio de los minerales y algunas especies vegetales como la Betula pendula (abedul) han
empezado la reforestación natural de la zona.
En unos estudios previos se determinó que las concentraciones de Pb y Zn en las hojas de los indivi-
duos de esta especie, colectados en los diferentes tanques de flotación, presentaban unas concentracio-
nes de Pb y Zn significativamente superiores a las propias en esta especie. Por tanto, era de suponer que
los individuos vegetales habían asimilado parte del contenido metálico presente en los residuos mineros.
Para estudiar si realmente existía una relación entre el metal bio-disponible en los residuos (estimado
mediante el metal liberado mediante la extracción con DTPA) y el metal presente en las hojas de los indi-
viduos de Betula pendula que crecían sobre los residuos se representaron ambas concentraciones gráfica-
mente tal como se puede apreciar en la siguiente ilustración (Figura 10):
Figura 10. Relación entre el metal en las hojas de Betula pendula y el determinado mediante una extracción simple
con DTPA aplicada a los diferentes residuos mineros estudiados.
Como se puede observar, parece que existe realmente una relación entre el metal bio-disponible y el
que presentan los individuos vegetales. Es decir, los residuos que presentan una fracción de metal extraí-
da con DTPA mayor, también los individuos vegetales que crecen sobre ellos presentan unas concentra-
ciones de Pb y Zn superiores.
Por tanto, parece que los metales extraídos mediante el procedimiento de extracción simple con DTPA
parecen ser unos buenos indicadores de la posible fracción bio-disponible de los metales contenidos en
los residuos.
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Caso de estudio 3: Estudio de la influencia de los sulfuros volátiles y los metales extraídos simultáne-
amente (SEM-AVS) en la bio-disponibilidad y toxicidad de Cd, Ni and Zn en sedi-
mentos (Lee and Lee, 2005).
Como ya se ha comentado en la sección 2.2.2, el estudio del contenido de sulfuros volátiles (AVS) y
los metales extraídos simultáneamente (SEM) son un parámetro estudiado en la evaluación de la bio-dis-
ponibilidad de metales en muestras sólidas contaminadas, como por ejemplo sedimentos.
En el estudio expuesto a continuación se evaluó la influencia de estos parámetros en la distribución
de Cd, Ni y Zn entre la fase disuelta (agua) y la fase sólida (sedimentos).
Figura 11. Concentraciones de Cd, Ni y Zn en disolución (agua) en función del coeficiente SEM-AVS (Lee y Lee, 2005).
Como se puede apreciar en la Figura 11 las concentraciones de metal disuelto en el agua, en todos
los casos, dependen claramente del parámetro SEM-AVS. Cuando este parámetro presenta un valor posi-
tivo (SEM-AVS>0, SEM/AVS>1) los metales en disolución aumentan considerablemente y por tanto, su asi-
milación en los organismos vivos presentes en el sistema marino será superior. Esto hecho fue corrobora-
do estudiando el porcentaje de mortalidad de la especie marina Neanthes arenaceodentata, en función de
algunos parámetros geoquímicos, incluyendo las concentraciones totales de metales extraídos simultáne-
amente, la diferencia molar SEM-AVS y las concentraciones en disolución de Ni y Zn (Figura 12).
Como se puede apreciar, a medida que aumentan los valores de los parámetros anteriormente descri-
tos se incrementa considerablemente el porcentaje de mortalidad de la especie estudiada, sobre todo en
el caso del aumento de la concentración de Zn en disolución. Por tanto, el estudio de los sulfuros volátiles
y los metales extraídos simultáneamente parecen ser una herramienta útil en el estudio de la bio-disponi-
bilidad de los metales y su posible toxicidad, siempre que las muestras estudiadas se encuentren en un sis-
tema anóxico.
3. CONCLUSIONES GENERALES
En este capítulo se han estudiado los principales procedimientos de extracción simple y secuencial uti-
lizados en el laboratorio para la evaluación del riesgo ambiental de los residuos mineros-metalúrgicos sóli-
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dos. Como se ha podido apreciar, la movilidad de los metales contenidos en dichos residuos depende
ampliamente de las diferentes fases minerales en que se encuentra el metal unido en la matriz del residuo
sólido.
Figura 12. Porcentaje de mortalidad de Neanthes arenaceodentata en función de algunos parámetros geoquímicos, incluyendo
las concentraciones totales de SEM, la diferencia molar entre SEM-AVS y las concentraciones en disolución de Ni y Zn
(Lee y Lee, 2005).
Por tanto, paralelamente a estos procedimientos de extracción, va a ser también de gran importancia
la determinación de los parámetros físico-químicos de la muestra como el pH, el porcentaje de materia
orgánica, el tamaño de partícula, etc. que van a influenciar enormemente en la distribución del metal en
los diferentes componentes de la muestra y nos ayudaran a entender los resultados obtenidos mediante
los ensayos de extracción realizados en el laboratorio.
En la Tabla 9 se muestran los coeficientes de correlación obtenidos entre la fracción de metal inter-
cambiable (evaluado mediante una extracción con NH4Cl) y algunos parámetros físico-químicos determi-
nados en diferentes residuos mineros provenientes de un distrito minero de calcopirita (CuFeS2) situado en
el noroeste de España (Álvarez et al., 2003).
Como se puede observar en todos los casos existen unas correlaciones positivas entre las fracciones
de metal intercambiables y los parámetros físico-químicos de los residuos, sobre todo en el caso del car-
bono total (está relacionado con la presencia de materia orgánica).
El pH es también uno de los parámetros más importantes para ser monitorizado, tanto a nivel de
campo como de laboratorio, ya que gran parte de los metales que son lixiviados al medio van ha estar con-
trolados por el valor de pH. Se ha comprobado que la masa de muchos metales (Ni, Zn, Pb, Mn, Fe, Co,
Cd, Cu, etc.) va a ser mayor al disminuir el pH del agente extractante y del propio residuo estudiado (Van
der Sloot, 1996). En la Figura 13 se muestra la movilidad del Zn en función del pH, se puede observar que
para pH muy bajos el lixiviado es total, mientras que para pH mayores que 6 la masa lixiviada disminuye
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Tabla 9. Coeficientes de regresión lineal entre la fracción de metal intercambiable y diferentes parámetros físico-químicos de los
residuos minero-metalúrgicos estudiados.
Parámetros físico-químicos R2
pH (H2O) 0.53
Log (Fracción Fe disponible) Sulfuro total 0.59
Capacidad de intercambio catiónico (CIC) 0.60
Carbono total 0.60
pH (H2O) 0.64
Log (Fracción Cu disponible) Sulfuro total 0.65
Capacidad de intercambio catiónico (CIC) 0.66
Carbono total 0.70
pH (H2O) 0.51
Log (Fracción Mn disponible) Sulfuro total 0.59
Capacidad de intercambio catiónico (CIC) 0.59
Carbono total 0.59
pH (H2O) 0.32
Log (Fracción Zn disponible) Sulfuro total 0.37
Capacidad de intercambio catiónico (CIC) 0.43
Carbono total 0.45
Los autores de este capítulo agradecen la financiación del Programa Nacional de Ciencia y Tecnología
(CGL2004-05963-C04-03/HDI). Eva Marguí también agradace la beca predoctoral concedida por la
Generalitat de Catalunya (Ref.2002FI00577).
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
(3) Departamento de Química. Facultad de Ciencias. Universitat de Girona. Campus de Montilivi. 17071 Girona (España)
roberto.rodriguez@udg.es
1. INTRODUCCIÓN
El impacto ambiental que generan las actividades mineras y metalúrgicas es ampliamente conocido
(Ashley et al., 2004; Banks et al, 1997; Gray, 1997; Iribar et al, 2000; Younger, 2001). Durante el periodo
de explotación de las minas, tanto a cielo abierto como en minería subterránea, se generan diferentes pro-
cesos que afectan al medio, se modifican las trayectorias de flujo, tanto del agua superficial como subte-
rránea y se producen procesos de contaminación del medio hídrico, siendo la contaminación del agua sub-
terránea durante el periodo de explotación, en la mayoría de los casos, poco significativa debido a que en
este periodo se realiza un constante bombeo de las aguas que provoca la depresión de los niveles para
permitir el trabajo minero en seco (Fernández-Rubio, 1978, Rodríguez, 2002), mientras que la hidroquími-
ca del agua superficial es afectada por los posibles vertidos. Como se ha visto en el capítulo anterior, esta
depresión de la superficie piezométrica permite la entrada de oxígeno y otros gases al interior de las gale-
rías y pozos mineros facilitando la oxidación de la mineralización expuesta (Younger, 2001). Pero los mayo-
res problemas de impacto ambiental y de contaminación del medio hídrico, superficial y subterráneo, se
presentan en los años posteriores al cese de las actividades mineras, pues al dejar de bombear se produ-
ce un ascenso del nivel piezométrico que permite la disolución de los productos de oxidación generados
sobre la mineralización durante el periodo de explotación. El medio hidrológico superficial es afectado por
los procesos que afectan a las balsas residuos; meteorización, erosión y transporte, generación de lixivia-
dos con pH ácido.
Esta problemática es aún mayor en aquellas áreas donde no se ha realizado un cierre controlado de
las instalaciones y no se dispone de un programa de rehabilitación y restauración ambiental, como es el
caso de la Sierra de Cartagena-La Unión. Las actividades cesaron en 1991, por diversas causas, sin medi-
das de restauración ambiental. Aunque hay que señalar que se han realizados estudios y trabajaos de
mejora en algunas balsas.
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VIRGINIA Mª. ROBLES-ARENAS, CRISTÓBAL GARCÍA, ROBERTO RODRÍGUEZ, J. IGNACIO MANTECA Y LUCILA CANDELA
Los objetivos de este capítulo son mostrar la problemática generada por las actividades mineras sobre
el medio hídrico en una zona semiárida, así como ilustrar los resultados de diferentes técnicas y métodos
empleados para el estudio de una zona minera abandonada.
2. ÁREA DE ESTUDIO
La Sierra de Cartagena-La Unión se encuentra en el SE español (Figura 1), se extiende en un área apro-
ximada de 103 km2, donde la máxima elevación es la Peña del Águila (392 m.s.n.m.). En esta zona se han
realizado estudios hidrológicos muy locales con objetivos diversos (CEBAS, 1970; Carulla, 1977; García et
al., 1978; CHS, 1991; IGME, 1996). El trabajo hidrogeológico más amplio es el desarrollado por IGME
(1996) como parte del proyecto de estudio para la recuperación de la Bahía de Portmán, en el que se rea-
liza un estudio de un amplio sector de la Sierra, indicando la existencia de elevadas concentraciones de
metales, ión sulfato y conductividad eléctrica en un gran número de los puntos de agua subterránea estu-
diados.
La Sierra de Cartagena-La Unión se caracteriza por haber albergado una de las mayores acumulacio-
nes de Pb-Zn de la Península Ibérica, datándose las primeras actividades mineras en más de 2500 años.
Se pueden destacar tres épocas de auge minero: la primera correspondería a la ocupación romana (200
a.c. a 400 d.c.), la segunda al periodo comprendido entre 1840 y 1914 y la última a 1950-1991. Las cuan-
tías originales de metales extraídos son del orden de 64 Mt de Fe, 3.2 Mt de Pb, 3.8 Mt de Zn, y 4000
toneladas de Ag (Manteca y Ovejero 1992). Además, fueron extraídos minerales de Mn, Ba, Cu y Sn.
Durante la explotación minera se han generado más de 180 millones de toneladas de residuos y gran
cantidad de estériles que se acumulan en área de estudio.
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AFECCIONES AL MEDIO HÍDRICO POR MINERÍA EN ZONAS SEMIÁRIDAS: EL EJEMPLO DE LA SIERRA DE CARTAGENA-LA UNIÓN
a) b)
Figura 3. a) Principales sistemas de agrietamiento, N-130 y N-70; b) Bloque diagrama esquemático representativo de los bloques
geológicos existentes en la Sierra de Cartagena-La Unión (Gagny et al., 1994).
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Las mineralizaciones se pueden encontrar como masas y cuerpos estratoides (denominados localmen-
te “mantos”), diseminaciones, filones, stockworks y en monteras de oxidación. Los “mantos” son las mine-
ralizaciones más importantes económicamente, han constituido el principal recurso minero en la región y
han permitido el desarrollo de las grandes explotaciones a cielo abierto, están constituidas por masas de
greenalita-magnetita con sulfuros dispersos o por sulfuros diseminados, en hiladas o masivos. El 1er manto
se localiza en la base del paquete carbonatado del complejo Alpujárride inferior asociado espacialmente
a las diabasas y el 2º manto se encuentra dentro del complejo Nevado-Filábride (Figura 2). Se pueden defi-
nir dos paragénesis minerales que se encuentran indistintamente en los dos mantos, la 1ª asociación es
clorítica-sulfuros-carbonatos-sílice y la 2ª asociación greenalita-magnetita-sulfuros-carbonatos-sílice. En
estos mantos se explotó principalmente minerales de Fe, Pb, Zn, y Ag, además de Mn, Ba, Cu, y Sn. Los
minerales más abundantes son pirita, galena, esfalerita, marcasita (Manteca y Ovejero 1992).
2.3. Climatología
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Tabla 1. Velocidad y dirección del viento registrada en la estación meteorológica del aeródromo de
San Javier para el periodo 1961-1990.
Este clima permite un escaso desarrollo de suelos. Según U.S.D.A. Soil Taxonomy los suelos presentes
en la Sierra de Cartagena-La Unión se pueden clasificar como (ITGE, 1999); petrocalcic Paleargid; typic and
xerollic Paleorthid; typic, lithic and xerollic Calciorthid; typic and lithic Torriorthent (Figura 5).
La vegetación presente es esencialmente matorral mediterráneo. Pequeñas áreas han sido reforesta-
das con pinus halepensis (Figura 5).
La vegetación se ha visto afectada por las actividades mineras, llegando en algunos casos a crecer
sobre las balsas de residuos.
Figura 5. Mapa de uso del suelo y tipo de vegetación en área de estudio y zonas de influencia (Modificado de www.carm.es).
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3. METODOLOGÍA
Este trabajo consta de varias etapas: la primera analiza la cartografía y el inventario de las diferentes
estructuras mineras y su delimitación por cuencas hidrográficas existentes y que se han analizado en un
capítulo previo de este libro (García, 2004); la segunda realiza el inventario de puntos de agua, medida
del nivel piezométrico y la toma de muestras de agua para el análisis fisicoquímico; la tercera consiste en
el análisis e interpretación de la información. Para materializar los resultados se realizaron dos grandes
campañas de campo con su trabajo de gabinete correspondiente. La primera de ellas, Septiembre-2000 a
Mayo-2001, consistió en el análisis y elaboración de una síntesis del inventario y cartografía de los resi-
duos y pozos mineros y el inventario de puntos de agua existentes en la Sierra de Cartagena-La Unión
(pozos mineros, sondeos, lagos, galerías con flujo, surgencias difusas y manantiales). La toma de muestras
para el análisis físico-químico se realizó en 108 puntos (102 en pozos mineros, 2 en cortas, en 2 manan-
tiales y en 2 galerías). Conjuntamente con las muestras de agua subterránea se han tomado 26 muestras
de agua de lluvia correspondientes a dos estaciones termo-pluviométricas y 6 muestras de agua superfi-
cial.
Se ha analizado la información disponible de campañas hidrológicas previas, realizadas en distintos
años entre 1970 y 2003.
Las determinaciones analíticas se han desarrollado en varios laboratorios. Los componentes mayorita-
rios de las aguas subterráneas y de lluvia, así como los contenidos de Fe, Mn y B fueron analizados en un
laboratorio comercial, mientras que para la determinación de la concentración de Pb, Zn, Sr, Cd y Ni las
muestras se enviaron al laboratorio de Química Analítica de la Universidad de Girona (UdG). Para la carac-
terización de los residuos mineros se ha determinado su granulometría (tamizado y difracción láser) y la
composición mineralógica mediante difracción de RX.
4. RESULTADOS
El inventario existente había permitido identificar 9 tipos de residuos, estériles de mina, de pozo y de
corta (también denominados vacies), lodos de flotación en tierra y en mar (rellenando bahías), escoria de
fundición, rechazo de granulometría, estéril de concentración gravimetría y óxidos (Figura 6 y Tabla 2).
Se han inventariado 1903 pozos mineros con diferentes secciones y diámetros comprendidos entre 0.5
y 4.5 m. Se confirmó la presencia de agua en 388 pozos (Figura 7), en los que se midió la cota del nivel
piezométrico.
4.2. Hidrogeología
Desde el punto de vista hidrogeológico el acuífero Sierra de Cartagena-La Unión es un acuífero frac-
turado, compartimentado en cuatro bloques hidrogeológicos principales. Aflora en un área aproximada de
100 km2, es difícil establecer los límites laterales del acuífero ya que se extiende bajo el Campo de
Cartagena y el mar Mediterráneo. El material impermeable de base está constituido por los esquistos y
cuarcitas del complejo Nevado-Filábride y el material acuífero por el resto de la serie: esquistos, cuarcitas,
filitas, calizas, dolomías, mármoles y material detrítico. El espesor de la serie oscila entre los 400 y 800 m.
La porosidad de origen secundario está generada por la evolución tectónica que ha sufrido la zona, por
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Figura 6. Distribución espacial de los diferentes tipos de residuos en la Sierra de Cartagena-La Unión.
las intensas actividades mineras (perforación de miles de pozos mineros y de kilómetros de galerías), y en
menor medida por el proceso de karstificación desarrollado en los materiales carbonatados.
La infiltración del agua de lluvia es la única recarga del acuífero (30 % de la precipitación anual; CHS,
1991). Las salidas del acuífero son diversas: evaporación a partir de lagos artificiales formados en las cor-
tas mineras, que suponen una superficie total de lámina de agua libre de 0.6 km2 (Brunita, Gloria y Los
Blancos II) y pozos de gran diámetro (0.5-4.5 m); manantiales (El Chorrillo, La Fuente) con un caudal medio
de 0.05-0.2 L/s; surgencias difusas en la rambla del Gorguel y en la Calzada Romana; además, por gale-
rías mineras que drenan el acuífero (Galería Portmán, Túnel Lilian, Horno ctra. 33, Túnel José Maestre y
Molienda Semiautógena), se han aforado caudales entre 0.1-0.3 L/s.
Todos estos aspectos que condicionan el modelo conceptual de funcionamiento hidrogeológico del
acuífero se muestran en el corte esquemático de la figura 8.
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Figura 7. Ubicación y distribución de los pozos mineros y puntos de agua de la Sierra de Cartagena-La Unión.
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Mapa piezométrico
Con los datos de la campaña de medidas de nivel realizada en 2003 se ha podido establecer la pie-
zometría del acuífero de la Sierra de Cartagena-La Unión (Figura 9). Ha sido difícil definir una única super-
ficie piezométrica, ya que existían puntos próximos entre sí con importantes diferencias de nivel, hecho que
se ha justificado considerando que eran datos procedentes de pozos o galerías aislados mal comunicados
hidráulicamente, o de pozos que han colapsado en los que se está midiendo el agua almacenada en la
propia perforación. Pero ello no permitía justificar todas las diferencias encontradas. Recurriendo a la geo-
logía estructural se ha logrado reconocer el control que ejercen los sistemas de fracturación sobre el acu-
ífero, permitiendo reconocer la existencia de cuatro bloques hidrogeológicos, mal comunicados hidráulica-
mente entre sí, definidos por fallas del sistema N-130, que producen grandes desplazamientos de la serie
en la vertical impidiendo la continuidad lateral de los materiales, y en consecuencia de las galerías mine-
ras. En todos los bloques la principal dirección de flujo es paralela al sistema de fallas N-130 y la diviso-
ria de aguas subterráneas coincide aproximadamente con la tendencia que marcan las cortas mineras N-
70 (Figura 9).
La dirección de flujo está controlada por el sistema de fallas que divide los bloques, porque además es
la dirección principal que tienen las galerías mineras, ya que a estas fallas está asociado el emplazamien-
to del evento hidrotermal metalogénico que dio lugar a los depósitos minerales explotados. Por el contra-
rio, las cortas siguen una dirección N-70, porque en el sistema de minería a cielo abierto se explotaron las
diseminaciones en el Mioceno y se trató de explotar los mantos aproximadamente en una dirección per-
pendicular a la de la mineralización (N-130). La divisoria de aguas subterráneas coincide con la alineación
de las cortas mineras porque describe el trazado de la zona más fracturada por acción antrópica, donde
se está favoreciendo la recarga de la unidad por la infiltración del agua de lluvia.
En distintas campañas recopiladas de la bibliografía existen datos de medida del nivel piezométrico en
pozos mineros (Carulla, 1977, García et al., 1978; IGME, 1996), registrándose al igual que en la campa-
ña de 2003 grandes variaciones del nivel piezométrico en puntos muy próximos entre sí.
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Los datos disponibles de parámetros hidráulicos del acuífero provienen de la bibliografía previa. El
rango de variación de la transmisividad está comprendido entre 10 m2/día (IGME, 1996) y 960 m2/día
(INMOGOLF, 2001). Hay que tener en cuenta que la representatividad de estos ensayos es escasa dadas
las características del medio, pues las características hidrodinámicas son muy variables espacialmente, al
tratarse de un acuífero fracturado afectado por una intensa actividad minera en profundidad donde se des-
conoce el número de galerías existente y su extensión.
Caracterización hidroquímica
A partir de los análisis de los componentes mayoritarios, de las 108 muestras recogidas, se puede esta-
blecer que la facies aniónica predominante es sulfatada (81%), acompañada de varias facies catiónicas:
magnésica (24 %), sódica (16 %) y cálcica (6 %); el resto de las muestras responden a distintas propor-
ciones de los tres cationes (Figura 10). El pH varía de ácido (pH 2) a ligeramente alcalino (pH 7.8). El total
de sólidos disueltos (TSD) presenta una gran variación (600 a 20 000 mg/L). El contenido en metales pesa-
dos es variable: Zn [≤0.16-4093.1 ppm], Cd [≤0.10-7.95 ppm], Ni [≤0.13-3.8 ppm], Pb [≤0.10-3.35] y Sr
[0.25-9.42 ppm], Fe [0-1263 ppm] y Mn [0-435 ppm].
El carácter predominantemente sulfatado de la facies aniónica es debido a la disolución de los pro-
ductos de oxidación de la mineralización, constituida esencialmente por sulfuros (pirita, galena, blenda,
marcasita…). Las muestras cloruradas se localizan mayoritariamente en la vertiente Sur de la Sierra, donde
están afectadas por la proximidad al mar Mediterráneo (efectos del aerosol marino). En lo que respecta a
la facies catiónica se pueden distinguir tres grupos principales:
I) magnésicas: son aquellas muestras correspondientes a agua en interacción con filitas (arcillas en
general, montmorillonita, illita, moscovita) y mármoles dolomíticos;
II) sódicas, que pueden ser el resultado de la recarga de agua de lluvia;
III) gran grupo que responde a una mezcla de todos los cationes considerados.
Estas facies responden principalmente a la interacción agua-roca, produciéndose el enriquecimiento en
los elementos presentes en la mineralización y materiales más abundantes en el acuífero, ya que las carac-
terísticas medias del agua de recarga son: pH= 6.6, CE = 100 µS/cm y con facies clorurada sódica a sul-
fatada-bicarbonatada cálcica magnésica. Mientras que la escorrentía superficial se caracteriza por presen-
tar una alta concentración de sedimentos en suspensión (5-30 g/L), metales y sulfatos en disolución (5500
mg/L) con un pH generalmente ácido (≈3.7).
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En la Figura 11 se puede apreciar la relación entre la concentración de ión sulfato y los metales pre-
sentes en el agua. Esta relación nos muestra que el proceso de disolución de los productos de oxidación
de sulfuros origina los sulfatos presentes en el agua y condiciona la presencia de metales. Resultados simi-
lares se han comprobado en otras áreas afectadas por actividades mineras y en zonas donde se produce
la contaminación por residuos mineros (Rahn et al., 1996; Rodríguez y Candela, 2004; Rösner, 1998).
Figura 11. Relación de la concentración de ion sulfato y los metales Cd, Pb, Ni y Zn en el agua subterránea.
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recomendada por FAO 1985 para Mn (0.2 mg/L) y Zn (2.0 mg/L) respectivamente, así como un 13 % la
del Ni (0.2 mg/L).
En la tabla 3 se muestran los valores paramétricos para consumo humano de la normativa española y
europea junto con los rangos de variación (valores medios, máximos, mínimos y desviación estándar) de
las propiedades fisico-químicas determinadas en las 108 muestras de aguas analizadas. El 90 % de las
muestras presenta una concentración de sulfato superior a la permitida, un 78 % supera la conductividad
eléctrica, un 77 % supera la concentración admisible de Mn y un 30 % de las muestras queda fuera del
rango de pH permitido. Existen 4 muestras con valores inferiores a los valores paramétricos marcados.
El 90 % de las muestras se clasifican como muy duras (>540 ppm de CaCO3, alcanzando valores supe-
riores a los 15 000 ppm de CaCO3). Un 7 % de las muestras son duras (320-540 ppm de CaCO3) y se loca-
lizan en la vertiente septentrional de la Sierra de Cartagena-La Unión principalmente. Las muestras corres-
pondientes a los manantiales de La Fuente y El Chorrillo presentan una dureza muy blanda y semiblanda
respectivamente.
Tabla 3. Rangos de variación de las diferentes propiedades físico-químicas del agua subterránea: valor medio (Med), valor mínimo
(Min), valor máximo (Max), desviación típica (DT) y valores paramétricos (v. p.), niveles máximos marcados por cada normativa, *
española (R. D. 140/2003) y ** europea (98/83/CE).
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Figura 13. Valor de pH vs. Log C de las muestras de agua analizadas de la Sierra de Cartagena-La Unión.
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Figura 14. Comparación de la concentración de ión sulfato y cloruro representado los datos de las diferentes campañas frente a
los valores de 2003. Puntos por encima de la línea 2003 vs. 2003 indican concentraciones mayores a 2003, mientras que los pun-
tos por debajo indican que se ha producido un enriquecimiento en 2003.
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Tabla 4. Características físico-químicas del agua de lluvia. (CE: conductividad eléctrica; TAC: alcalinidad total; DUR: dureza total;
TDS: total de sólidos disueltos; DT: desviación estandar). Fecha de muestreo: 14-10-2003 a 15-4-2004.
Estación Pluviométrica El Algar Cabo de Palos
Número de muestras 11 16
Distancia a la costa (km) 5 0.1
Cota absoluta m s.n.m. 40 1.0
Media Máximo Mínimo DT Media Máximo Mínimo
CE (µS/cm) 77.36 140.00 15.00 33.16 200.06 867.00 44.00 216.16
pH 6.97 7.73 6.43 0.43 7.14 7.50 6.45 0.33
TAC (mg/l de CO3Ca) 13.64 30.90 5.98 7.51 52.42 258.19 10.97 73.02
DUR (mg/l de CO3Ca) 20.17 39.12 3.54 10.66 26.42 99.77 4.75 25.53
TSD (mg/l) 51.10 83.31 12.64 20.07 159.61 603.01 29.68 161.95
CO3H- (mg/l) 16.63 37.68 7.29 9.16 57.73 314.80 10.94 75.87
SO4= (mg/l) 9.21 18.29 1.35 5.56 22.11 85.64 2.91 24.81
Cl- (mg/l) 10.84 21.08 2.14 6.21 20.67 72.17 4.36 19.03
NO3- (mg/l) 1.36 3.51 0.00 1.22 1.99 11.16 0.00 2.89
Na+ (mg/l) 4.38 9.71 0.26 3.06 9.63 38.46 1.80 9.22
K+ (mg/l) 0.45 0.87 0.05 0.22 4.91 35.36 0.28 9.10
Ca2+ (mg/l) 4.99 14.20 0.94 3.31 6.71 25.92 0.93 6.67
Mg2+ (mg/l) 1.87 6.26 0.29 1.65 2.54 8.51 0.45 2.20
NH4+ (mg/l) 0.39 1.42 0.00 0.39 9.18 73.50 0.14 18.17
Cl-+NO3- (mg/l) 12.20 22.32 2.14 7.11 22.65 73.45 4.36 19.99
Na 2++K+ (mg/l) 4.83 10.16 0.31 3.18 14.54 73.82 2.08 17.99
B (mg/l) 0.00 0.03 0.00 0.01 0.03 0.24 0.00 0.06
P2O5(mg/l) 0.33 3.03 0.00 0.86 0.76 2.86 0.00 0.73
SiO2 (mg/l) 0.54 2.20 0.14 0.60 1.68 20.46 0.14 5.02
Fe total (mg/l) 0.00 0.01 0.00 0.00 0.00 0.02 0.00 0.01
Mn (mg/l) 0.02 0.04 0.00 0.01 0.03 0.29 0.00 0.07
Ni (ppb) 4.65 11.26 0.44 3.82 1.85 9.41 0.00 2.66
Cu (ppb) 27.11 67.3 5.58 21.82 38.92 154.10 12.13 48.44
Zn (ppb) 27.8 64.49 8.89 19.21 27.95 138.41 9.15 38.06
Cd (ppb) 3.16 6.66 0.62 2.26 8.34 43.89 2.33 12.36
Pb (ppb) 24.11 70.71 4.72 23.85 6.81 31.95 2.99 8.51
piensa que la aparición del 80% del sulfato y de los metales (Pb, Ni, Cd, Zn y Cu) se debe fundamental-
mente a la deposición sólida (es de señalar que el período de observaciones es pequeño y que el número
de eventos de lluvias que tiene lugar en el área es muy escaso). Al parecer, el aporte de polvo finamente
dividido que llega a la atmósfera se debe a la erosión en las zonas desforestadas por las actividades mine-
ras y a la erosión en los residuos y estériles minero-metalúrgicos existentes en la zona. El exceso de sulfa-
tos y la presencia de metales en el agua de lluvia, es debido a la erosión de las costras de sulfatos exis-
tentes en la superficie de las balsas de lodos. Estas costras son sulfatos de muy baja densidad y gran con-
tenido de metales.
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Figura 15. Variación de la concentración de sulfatos, Ni, Pb, Cd, Zn y Cu en relación con la
precipitación por unidad de área (L/m2) en la estación “Cabo de Palos”.
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Tabla 5. Rangos de variación de las diferentes propiedades físico-químicas del agua de escorrentía de las ramblas el Beal
(3 muestras) y el Gorguel (2 muestras). (CE: conductividad eléctrica; TAC: alcalinidad total; DUR: dureza total; TDS: total de sólidos
disueltos; DT: desviación estandar). Valores medios (Med), valores mínimos (Mín), valores máximos (Máx) y valores límite de
vertidos (V.L.) *española (R. D. 140/2003) y **europea (98/83/CE) para agua de consumo humano.
La analítica realizada corresponde a los elementos en disolución, ya que las muestras han sido filtra-
das por un filtro de 0.45 micras para eliminar los materiales en suspensión. Se puede apreciar que el pH
y las concentraciones del ión sulfato y metales, superan los límites permitidos para vertidos, establecidos
por el Reglamento de Dominio Público Hidráulico (R.D. 849/1986 y R.D. 606/2003), a los cauces de aguas
superficiales o lagos. Estas aguas son las que llegan principalmente al Mar Menor y el Mar Mediterráneo,
provocando la contaminación de éstos y afectando el desarrollo de sus ecosistemas (Figura 17). Se puede
ver en las fotos de la misma figura la turbidez del agua de escorrentía superficial, debido a los sólidos en
suspensión que transportan.
En el diagrama triangular de la Figura 18 se observa que las aguas de lluvia, que son la fuente de ali-
mentación de las aguas superficiales, sufren una rápido incremento en la concentración de sulfatos como
resultado del proceso de lavado superficial que desarrollan sobre las costras de sulfatos existente en la
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Figura 17. A la derecha escorrentía superficial en la rambla El Beal (desagua en el Mar Menor y a la derecha escorrentía superfi-
cial en la rambla del Gorguel (desagua en el Mar Mediterráneo).
superficie de los residuos mineros. Sin embargo en el caso de los otros elementos (Cl, Na) no se aprecia
un incremento tan significativo. Es de señalar que el recorrido del agua de escorrentía en el área de estu-
dio y específicamente en las dos ramblas muestreadas es muy pequeño.
A pesar de lo pequeño que es su tiempo de concentración y contacto con la superficie de las balsas
de residuos y suelos contaminados, la concentración de sales, el TSD y la conductividad eléctrica es simi-
lar a la de las aguas subterráneas existentes en el área de estudio. El elevado contenido de metales y sul-
fatos existentes en las aguas superficiales se debe a que en la superficie de las balsas se forman un gran
número de precipitados de sulfatos altamente solubles. La formación de estas sales solubles está favore-
cida por las condiciones semiáridas de la región donde la evaporación real es más de tres veces la media
de la precipitación anual. A esto hay que sumarle los procesos de secado y humedecimiento que sufren
estos materiales al año, que favorecen la saturación de los lodos de flotación; posteriormente la fuerte eva-
poración facilita la ascensión por capilaridad de agua altamente salina que al evaporarse provoca la con-
centración de precipitados de sulfatos altamente solubles en la superficie del suelo y los residuos.
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VIRGINIA Mª. ROBLES-ARENAS, CRISTÓBAL GARCÍA, ROBERTO RODRÍGUEZ, J. IGNACIO MANTECA Y LUCILA CANDELA
Figura 18. Diagrama triangular representando las facies aniónicas y catiónicas predominantes en tanto por ciento
en peso en el agua de lluvia y en las superficiales.
5. DISCUSIÓN
Desde el punto de vista hidrogeológico la zona estudiada es de una gran complejidad, por tratarse de
un medio fracturado perforado por miles de pozos mineros y un desconocido número de kilómetros de
galerías, lo que impide conocer con certeza la hidrodinámica del sistema, ya que hay que considerar que
las galerías actúan a modo de estanques, cediéndose agua de una a otra cuando varían los niveles. A par-
tir del año 1991 cesaron las actividades mineras en la zona y acabaron los bombeos, produciéndose un
ascenso del nivel piezométrico. La corta Brunita se dejó de explotar en 1989, a los seis meses del cierre
había dentro de la corta un lago de 30 m de columna de agua. Se desconocen la magnitud de los bom-
beos realizados y el abatimiento producido durante la historia minera de la zona de estudio. El ascenso del
nivel piezométrico facilita el proceso de mezcla de aguas con diferentes características fisicoquímicas y
tiempo de residencia.
En lo que respecta a los aspectos hidroquímicos, se puede establecer que el principal contaminante es
el ión sulfato procedente de la disolución de los productos de oxidación de la la mineralización de sulfu-
ros, generados durante el descenso del nivel freático y disueltos por el posterior ascenso. La mineralización
de sulfuros está presente en zonas de gran fracturación (tectónica y antrópica) donde se producen las con-
diciones más favorables para su aireación y por tanto generación de productos de oxidación que después
serán facilmente disueltos porque estas zonas constituyen zonas preferenciales para el flujo del agua sub-
terránea en los materiales del acuífero. El proceso de oxidación de los sulfuros minerales ha sido amplia-
mente estudiado (Fernández-Rubio, 1978 y García et al., 1986). La oxidación se desarrolla por dos agen-
tes:
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AFECCIONES AL MEDIO HÍDRICO POR MINERÍA EN ZONAS SEMIÁRIDAS: EL EJEMPLO DE LA SIERRA DE CARTAGENA-LA UNIÓN
Proceso biológico
(2)
(3)
(4)
La reactividad de las especies minerales presentes en el área de estudio ante la presencia de los agen-
tes oxidantes químicos y biológicos es de a mayor a menor Marcasita> Pirita>Calcopirita>Blenda >Galena
(García, 1986). Para que el proceso de oxidación de estos sulfuros se desarrolle es necesario que estas
especies se encuentren en contacto con el oxígeno presente en la atmósfera y agua, como se observa en
las reacciones 1 y 4. Estas condiciones estuvieron y están presentes en el área de estudio, pues la mine-
ralización “in situ” estuvo expuesta mientras duró la extracción, y actualmente están expuestos los mine-
rales presentes en las balsas de residuos. Los procesos químicos y biológicos se producen simultáneamen-
te o consecutivamente en función del pH, dentro de éstos se pueden diferenciar tres etapas (García, 1998;
Rodríguez, 2002).
I) A pH casi neutro ambos procesos ocurren simultáneamente a similar velocidad. Esta situación se
mantiene mientras no se supera la capacidad de neutralización de la acidez del medio. Siempre
que el pH sea superior a 5 las reacciones de oxidación están prácticamente inhibidas (son muy limi-
tadas).
II) Cuando el pH baja de 5 se debe esperar que se produzca en un periodo de tiempo más o menos
amplio la oxidación de todas las especies de sulfuros existentes en el medio.
III) Para valores de pH próximos o inferiores a 2.5 tiene lugar una actividad bacteriana muy alta, ace-
lerándose todos los procesos geoquímicas de acuerdo a las reacciones 2 y 4.
En las cortas mineras y en un gran número de pozos mineros es donde se han registrado los valores
más críticos de pH siendo cercano a 2. Debe quedar claro que la velocidad y magnitud de todos estos pro-
cesos anteriormente descritos son función de la superficie específica (superficie volumétrica o efectiva) del
grano mineral expuesto al ataque de los agentes oxidantes. Este proceso es mucho mayor en los estériles
de flotación que en los de gravimetría y en éstos aún mayores que en los de cortas. Los sulfuros conteni-
dos en las fases minerales se oxidan pasando a sulfatos y como generalmente son solubles se incorporan
al agua de infiltración a partir de los lixiviados de los depósitos de lodos, los estériles de mina y el drena-
je de las minas subterráneas.
En el caso de los residuos de la Sierra de Cartagena-La Unión el problema del drenaje ácido a partir
de los lixiviados de los depósitos de lodos de flotación, de gravimetría y estériles de mina está condicio-
nado por las características climáticas de la región. El proceso de oxidación de las diferentes especies de
sulfuro se desarrolla durante largos periodos de tiempo. En la superficie de las balsas de lodos de flota-
ción, gravimetría y estériles de minas se observan zonas con elevado grado de oxidación y costras de pre-
cipitación de sulfatos. La oxidación de los minerales sulfurosos expuestos da lugar ala formación de una
gran variedad de sulfatos hidratados, que son generalmente solubles por lo que al ponerse en contacto
con el agua son lavados en un corto periodo de tiempo e incorporados al medio hídrico. La precipitación
caída en el área de estudio, escasos eventos torrenciales en otoño y primavera esencialmente, permiten el
proceso de lavado mencionado que da lugar al desarrollo de un drenaje ácido intermitente que afecta a
los cauces de las ramblas y a las desembocaduras de las mismas en el Mar Menor y, en menor medida, en
el Mar Mediterráneo. La escorrentía superficial del agua de precipitación se caracteriza por presentar una
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VIRGINIA Mª. ROBLES-ARENAS, CRISTÓBAL GARCÍA, ROBERTO RODRÍGUEZ, J. IGNACIO MANTECA Y LUCILA CANDELA
alta concentración de sedimentos en suspensión (5-30 g/L), de metales y sulfatos con un pH ácido, como
consecuencia de la disolución de los sulfatos hidratados generados durante el periodo de oxidación y al
arrastre de partículas. Estas partículas son arrancadas por las aguas de precipitación debido a la ausencia
de diques de retención y cobertura vegetal en la gran mayoría de las presas de lodos y estériles.
Los resultados ponen de manifiesto que las actividades mineras favorecen que las aguas subterráne-
as sufran un enriquecimiento en los elementos presentes en los materiales geológicos. Se produce un gran
número de procesos físico-químicos entre los que se destacan los de oxidación y disolución, precipitación
y formación de coloides. Conjuntamente con estos procesos se desarrolla la generación de acidez y la
incorporación a la solución de metales pesados como Zn, Cd, Pb.
De acuerdo al análisis de la evolución de la contaminación se ha comprobado que la tendencia tem-
poral general es a disminuir la concentración de sulfato, y que la acidificación del agua sigue producién-
dose con los consiguientes problemas que supone para el medio natural y urbano. Mientras, la concentra-
ción de ión cloruro tiende a aumentar en la vertiente Sur del área de la Sierra debido a una importante
afección por la proximidad al mar Mediterráneo.
Respecto al uso potencial, las aguas podrían ser utilizables en determinadas condiciones agrícolas,
referidas especialmente a aquellos cultivos tolerantes a determinadas concentraciones de elementos quí-
micos. Las muestras que se han considerado más favorables para consumo humano corresponden a los
puntos más alejados de la zona de explotación, pero deberían ser analizados en ellas otros parámetros
considerados por las normativas y no determinados en este trabajo.
AGRADECIMIENTO
Este trabajo se desarrolla dentro de los proyectos; PPQ2001-2100-C04 del plan nacional de I+D+I
(2001-2003) y PB/44/FS/2002 financiado por la Fundación Séneca.
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FLUJO Y TRANSPORTE DE
CONTAMINANTES
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
Departamento de Ingeniería del Terreno Cartográfica y geofísica. Universidad Politécnica de Catalunya (UPC)
Jordi Girona 1-3, Edificio D-2. Campus Nord. 08034, Barcelona (España)
alejandro.blanco@upc.edu
1. INTRODUCCIÓN
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2. CONSIDERACIONES PREVIAS
El estudio del movimiento de agua y calor en los residuos, tanto en condiciones saturadas como no
saturadas, hace necesario registrar la evolución, a lo largo de perfiles verticales, del potencial de agua, el
contenido volumétrico de agua y la temperatura del medio poroso. Para describir los flujos a través de la
superficie han de considerarse, además, los parámetros micrometeorológicos locales, con el fin de conocer
a escala horaria, gradientes de temperatura y densidad de vapor, velocidad del viento, precipitación y radia-
ción neta sobre la superficie del suelo. Esta información es útil para calcular tasas de evaporación y balan-
ces de energía en la superficie. La infiltración en profundad hacia la zona saturada y la conexión hidráuli-
ca entre la balsa de residuo y el sustrato sobre el que se asienta es estudiada mediante la instalación de
piezómetros.
La disposición de los sensores en perfiles verticales permite establecer las características del flujo ver-
tical cerca de la superficie. La distribución de sondas ha de mantener una coherencia con la heterogenei-
dad encontrada en el medio poroso. Por ello estas heterogeneidades han de ser descritas con anteriori-
dad, con la intención de poder evaluar su importancia relativa sobre la circulación de las fases líquida y
gaseosa, así como sobre el flujo de calor. También es recomendable repetir horizontalmente la misma
medida varias ocasiones con el objeto de poder regular fenómenos de flujo preferencial o, dado el caso,
un posible mal funcionamiento de alguna de las sondas.
Figura 1. Perfil superficial en una balsa de lodo pirítico. La profundidad del frente de oxidación oscila entre 22 y 30 cm. Las líneas
representan los flujos de agua y calor.
Los cambios granulométricos, generalmente acompañados por cambios en el peso específico medio de
las partículas, pueden tener un origen sinsedimentario, en tanto que el relleno de estas cuencas sedimen-
tarias antrópicas se realiza desde puntos itinerantes de su contorno, siendo originalmente el vertido un
lodo con proporciones variables de líquido y sólido. Una vez las partículas han ido sedimentando y el agua
acumulada se ha evaporado y drenado hacia fuera de los límites de la estructura, comienza a secarse el
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CUEVA DE LA MORA
La intención con estos breves apuntes está, más allá de la descripción de cada transductor, en comen-
tar aspectos interesantes a tener en cuenta para su manipulación. Se profundizará algo más lo referente
a la medida del contenido de agua en el suelo.
Al hablar de transductores hacemos referencia a aparatos electrónicos que incluyen elementos sensi-
bles a determinados estímulos externos, de manera que los cambios en las propiedades de tales elemen-
tos (por ejemplo reaccionando a una variación de la temperatura del medio en el que está imbuido), pue-
den ser traducidos como cambios en las propiedades de circuitos eléctricos, relacionados con ellos (cam-
bio de la resistancia). Esta técnica facilita la autonomía en las medidas físicas y, al interponer módulos digi-
talizadores de señal, un almacenamiento en formato digital de los datos medidos (p. ej. dataloggers o tar-
jetas de adquisición de datos).
El tipo de sensor más extendido para trabajos de campo son los termorresistores. Son en general bas-
tante robustos y duraderos. Lo normal es hincarlos directamente al suelo. Al contrario de lo que ocurre con
otros tipos de sondas, con las de temperatura, asegurar que no queden huecos de aire entre la sonda y
el suelo no es tan relevante, aunque sí deseable. La razón es que generalmente podemos suponer un equi-
librio térmico entre la sonda y todo el medio físico externo (fase sólida, líquida y gaseosa) para este tipo
de estudios. Los gradientes térmicos son mucho más elevados cerca de la interfase suelo-atmósfera que al
avanzar en profundidad. Así cabe notar que en un perfil de termorresistores han de distar entre si pocos
centímetros junto a la superficie e ir aumentando esta distancia en el avance en profundidad.
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Figura 2. Ejemplo de ubicación de sondas de temperatura y registro típico durante seis meses. Periodo transcurrido entre agosto
de 2003 y enero de 2004. Estación Cueva de la Mora. SO Península Ibérica.
3.1.2. Medida de la succión matricial
De los aparatos usados hoy en día para monitorizar el potencial matricial del agua en el suelo, el ten-
siómetro es probablemente el más común. Este potencial hidráulico es una importante variable ambiental
para procesos tales como el crecimiento de las plantas, la producción agrícola, recarga de acuíferos y depó-
sitos de residuos enterrados. El potencial hidráulico total del agua en un medio poroso consta de:
(i) una componente gravitacional (ψg), proporcional a las diferencias de alturas respecto a un plano
tomado de referencia,
(ii) el potencial matricial (ψm) que incluye tanto los efectos de adsorción como los de capilaridad de
la fase sólida,
(iii) el potencial de presión neumático (ψa), resultado de la presión externa ejercida por el gas sobre
la fase líquida,
(iv) el potencial osmótico (ψo) debido a la presencia de solutos en el agua, y
(v) el potencial de sobrecarga (ψΩ) causado por el peso de la masa de agua suprayacente al agua de
un material poroso no rígido (Papendick y Campbell, 1981).
Todos los tensiómetros consisten de tres elementos básicos interconectados: una copa (del inglés
“cup”) porosa, un reservorio de agua y un sistema de medida de la presión dentro del reservorio.
El equilibrio energético entre el tensiómetro y el medio poroso en el que esté imbuido se alcanza
mediante la circulación de agua a través del material poroso del tensiómetro (“cup”). El agua se movería
en la dirección hacia la que decrezca el potencial del agua.
La elección del tipo de copa porosa no es trivial. Requiere un equilibrio entre la conductancia del mate-
rial y el rango de medida que se pretende cubrir. La conductancia, k (L2 T-1), puede expresarse como:
k = V / (t ∆H) (1)
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CUEVA DE LA MORA
3.1.3. Piezometría
Para la monitorización del agua subterránea en la zona saturada se usan piezómetros; definidos como
pozos no bombeados de pequeño diámetro, usados para medir la elevación de la superficie freática (U.S.
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EPA, 1986). Los tubos rígidos utilizados deben estar abiertos en la base para dejar el agua moverse libre-
mente dentro y fuera del tubo, cuando el nivel freático o la presión barométrica cambian. El extremo supe-
rior del piezómetro está normalmente cubierto. Los piezómetros son usados para medir la recarga (infil-
traciones profundas) hacia el nivel freático (Torres et al., 1998; Salama et al., 1993; Josselyn et al., 1990)
y para cuantificar gradientes hidráulicos en una gran variedad de ambientes hidrogeológicos (Cey et al.,
1999; Montgomery y Dietrich, 1995; Neuman y Dasberg, 1977). Los piezómetros, por tanto, son utiliza-
dos como pozos de monitoreo de la presión del agua subterránea en acuíferos, siguiendo para ello la ecua-
ción de Bernoulli, que describe la ley de conservación de la energía para el flujo de un fluido incompresi-
ble e irrotacional:
P = p + (ρν2/2) + γz (2)
-1 -2
Donde “P” es la presión total o presión piezométrica (M L T ) en el punto de medida, “p” es la pre-
sión hidrostática medida (M L-1 T-2), “ρ” ⋅ es la densidad del fluido (L M -3), “ν” es la velocidad del flujo
(L T -1), “γ” ⋅ es el peso específico del fluido (= ρg), “g” es la constante de la aceleración gravitatoria ( L
T-2), y “z” es la altura (L) relativa a un plano concreto tomado como referente. Dividiendo la ecuación ante-
rior por “γ” cada componente queda expresado en términos de potencial (energía por unidad de peso de
agua) y unidades de longitud (L). El nivel de agua puede ser medido usando aparatos manuales o insta-
lando en el piezómetro sensores de presión, que permiten un registro automático.
Los sistemas automáticos para la recolección de datos dan un mayor volumen de información de la
que es posible obtener usando medidas manuales. Estos sistemas han de estar conectados a un módulo
de almacenamiento de datos (del inglés datalogger) para registrar las respuestas electrónicas de los sen-
sores ante los cambios de presión. Estas respuestas pueden, por ejemplo (sensores piezorresistivos), ser
causadas por la deformación de un elemento elástico (p. ej. galgas extensiométricas) al que se ha adjun-
tado un circuito eléctrico con una resistencia adherida al cuerpo elástico deformable, de manera que expe-
rimente cambios en el valor de la resistencia por elongaciones que acompañen a la flexión de la galga en
respuesta a presiones externas aplicadas. Al incrementar la deformación, la resistencia en el circuito cam-
bia, y de esta manera al medir el voltaje del circuito podremos inferir la presión que sobre la membrana
está siendo ejercida.
Es importante hablar de algunos efectos ambientales que pueden introducir errores en las medidas de
nivel. Son básicamente de tres tipos: efectos de temperatura, efectos barométricos y efectos de mareas.
Los cambios de temperatura pueden afectar a la respuesta de los sensores de presión piezorresistivos,
incluso en aquellos preparados para compensar el efecto térmico. Cada fabricante da información especí-
fica sobre la dimensión del error. Hay que valorar, por lo tanto, si la precisión estimada es suficiente para
nuestro trabajo en la estimación del nivel piezométrico y de los gradientes hidráulicos. También ha de men-
cionarse que la validez de las medidas obtenidas en escalas diferentes de los volúmenes monitorizados
requeriría de estudios previos del efecto en las medidas de la escala de trabajo. Así no deberíamos aplicar
resultados obtenidos de flujo de agua y calor a partir de 1 m3 de residuo instrumentado a la totalidad de
las balsas.
Es también importante recordar que los cambios de temperatura afectan la densidad de los fluidos en
el pozo de monitoreo. La densidad se ve también afectada por la concentración de gas disuelto en el líqui-
do y la cantidad de sólidos en suspensión.
Por otro lado, los cambios en la presión barométrica influyen en las lecturas de los transductores de
presión en los piezómetros profundos. La conductividad al aire de la zona no saturada controla el tiempo
que demora en comunicarse los cambios de presión atmosférica, ocurridos sobre la superficie del terreno,
al punto profundo dentro del suelo, donde se encuentra la sonda. Hay dos tipos de sondas de presión,
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aquellas que miden la diferencia de presión entre dos fluidos externos y las que miden la presión de un
fluido externo, respecto a la presión de otro (normalmente aire) en una cámara cerrada, a la presión de
referencia. El primer tipo de sondas (de presión diferencial), en medidas hidrogeológicas, compara la pre-
sión atmosférica con la presión del agua en un punto del acuífero. Así, los cambios de presión barométri-
ca son transferidos directamente a la cámara de referencia, pero puede demorar más en notarse el mismo
efecto sobre el agua del acuífero en ese punto, lo que crea falsos decrementos de nivel a escala de tiem-
po horaria (que van compensándose paulatinamente). Si pensamos ahora en el segundo tipo de piezóme-
tros (de presión absoluta), en ellos estaríamos midiendo la presión total del fluido, incluyendo la presión
ejercida por la atmósfera; pero de igual modo, la conductividad al gas del medio poroso, en puntos de
registro profundos, crearía errores de medida.
Finalmente, el efecto inferido por la proximidad a cuerpos de agua libre influidos por mareas, sobre
piezómetros instalados en las proximidades, puede generar oscilaciones periódicas en los niveles, influen-
cias potenciales de las intrusiones de agua salina y filtraciones a través de capas confinantes (Freeze y
Cherry, 1979).
Figura 4. (1) fotografía de un tensiómetro con transductor de presión acoplado al extremo superior del tubo. (2) detalle del trans-
ductor de presión del tensiómetro; éste se puede conectar a un módulo de almacenamiento de datos y automatizar las medidas.
(3) imagen de un piezómetro. (4) tubos ranurados para albergar la sonda piezométrica. (5) Registro de potenciales hidráulicos en
zona no saturada con tres tensiómetros (I, II y III) y zona saturada con un piezómetro (Druck III). Observa como los tensiómetros
son capaces de medir tanto presiones positivas como negativas, mientras, el piezómetro, cuando en la época estival, el nivel freáti-
co desciende por debajo de su cota, (1.78 m hasta el 18 de diciembre) la lectura de presión queda fija en cero. Se ha expresado el
potencial hidráulico en el suelo como el nivel piezométrico respecto de la superficie del terreno.
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(3)
Donde ψ es la succión total del suelo (kPa), R es la constante universal de los gases [8.31432 J/(mol
K)], T es la temperatura absoluta [T = (273.16 + t ºC) (ºK)], tº es la temperatura ambiente (ºC), νω0es el
volumen específico del agua o inversa de la densidad del agua “ρω0“ (m3 / kg), ωνes la masa molecular
del vapor de agua (18.016 kg / kmol), u–ν es la presión parcial de vapor de agua en los poros (kPa), u–ν0
es la presión de saturación del vapor sobre una superficie plana de agua pura a la misma temperatura que
la presión parcial anterior (kPa) y RH es la humedad relativa del gas en equilibrio con la fase líquida del
medio poroso.
La humedad relativa es igual al 100% cuando la succión en el suelo, “ψ" es igual a 0.0
kPa (grado de saturación = 1).
Los psicrómetros usan un termopar (transductor de temperatura relativa que mide las diferencias de
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temperaturas entre dos puntos) formado por la unión de dos hilos metálicos de diferentes materiales, uni-
dos entre sí por sus dos extremos. Hay dos tipos básicos de psicrómetros de termopar, tipo wet-loop
(Richards y Ogata, 1958) el tipo Peltier (Scanner, 1951). Ambos tipos de psicrómetros operan bajo la base
de las diferencias de temperatura entre el extremo de unión sin evaporación (bulbo seco) y aquel otro con
evaporación (bulbo húmedo). La diferencia de temperatura entre estas dos superficies está relacionada con
la humedad relativa. Los dos tipos de psicrómetros difieren en la manera por la cual el bulbo húmedo es
humedecido para inducir la evaporación.
Los higrómetros capacitivos son instrumentos donde el elemento sensible es un polímero poroso que
intercambia agua con el medio en el que se encuentra imbuido, hasta equilibrarse con él; la humedad rela-
tiva del ambiente condiciona el contenido de agua en el polímero y varía su capacitancia eléctrica (capa-
cidad de almacenar carga eléctrica), que puede ser inferida a través del registro de las diferencias de
potencial eléctrico, entre las dos placas metálicas que emparedan al material dieléctrico.
Tanto en psicrómetros como en higrómetros, los elementos en los que se produce el intercambio con
el medio están separados del exterior por una cápsula cerámica o una malla (generalmente metálica). Los
tiempos de equilibrio con el medio son diferentes en cada caso, debido a las diferencias de conductivida-
des al gas. Las cápsulas cerámicas necesitan, al menos, dos horas desde el momento de la instalación
hasta el equilibrio, mientras que los aparatos con cabezales de malla reducen el tiempo hasta el equilibrio,
aproximadamente a la mitad. En contrapartida, ambos tipos de sondas (higrométricas y psicrométricas)
quedan inservibles si las partes sensoras entran directamente en contacto con agua líquida procedente del
exterior (durante infiltraciones asociadas a episodios de lluvia o riego). La cápsula cerámica, al ser un mate-
rial más impermeable y grueso, minimiza el riesgo de entrada de agua al interior de la cámara. Esta limi-
tación será decisiva a la hora de escoger la profundidad destinada a la instalación en campo.
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El contenido de agua en el suelo es un factor muy relevante en muchos estudios de sistemas suelo-
agua-planta y en estudios hidrogeológicos de mayor escala. Para obtener datos de humedad en campo
son tres los métodos disponibles: técnicas gravimetrías, técnicas nucleares (sonda de neutrones) y técnicas
electromagnéticas. De estas tres, son las técnicas electromagnéticas las más populares, ya que facilitan una
estimación automatizada, rápida, no destructiva y segura, del contenido de agua del suelo. De todas las
técnicas electromagnéticas (EM), el TDR (Time-Domain Reflectrometry) es la más extendida. Será intere-
sante aclarar algunas propiedades eléctricas del agua para una mejor comprensión de este apartado. La
naturaleza bipolar de la molécula da al agua propiedades eléctricas características, que han sido por
mucho tiempo el blanco de las medidas del contenido de agua en materiales como los suelos. Los mate-
riales porosos de interés en ciencias de la Tierra están generalmente compuestos por tres componentes: la
matriz sólida, una fase gaseosa y una fase de agua líquida. La fase de agua líquida es a veces subdividi-
da en agua libre y agua adsorbida (en inglés bound water), cuyos movimientos están restringidos, debido
a adsorción a la superficie de los sólidos. La permisividad eléctrica relativa del aire es 1, mientras que los
valores para fases minerales comunes y rocas oscilan entre 4.5 y 10 (Keller, 1989; Robinson y Friedman
2003); el agua tiene una permisividad de 78.5 a 25 º C. Por esta razón cualquier medio poroso con agua
está fuertemente influenciado por su contenido en agua. El origen de esta propiedad eléctrica es la asi-
metría de la carga en las moléculas de agua. Cuando se impone un campo eléctrico alterno las moléculas
de agua cesan su agitación aleatoria de naturaleza térmica y se alinean con el campo. El proceso de ali-
neamiento almacena carga eléctrica que es nuevamente liberada una vez el campo eléctrico cesa. Este ali-
neamiento de moléculas es la manifestación de la parte real de la permisividad eléctrica relativa (ε’r). Pero
los materiales en raras ocasiones son puros y normalmente contienen algunos elementos transportadores
de carga eléctrica, como los iones. La pérdida de energía debida a conductividad eléctrica se describe a
través de la parte imaginaria (ε’’r), término conocido como pérdida dieléctrica. Otra fuente de pérdida ocu-
rre cuando, las moléculas que se están alineando con el campo eléctrico alterno no son por más capaces
de seguir los cambios de orientación marcados por las alternancias rítmicas del campo eléctrico. En este
caso se habla de una relajación de las moléculas de agua; ocurre, entonces, una pérdida de energía en
forma de disipación de calor. Estas propiedades pueden escribirse convenientemente como:
(4)
En esta ecuación (4) la permisividad relativa, “εr“, se expresa como la relación entre la permisividad
de un material, “ε" y la permisividad en el vacío, “ε0" (8.854 X10-12 Fm-1). La expresión que recoge todas
las componentes de la permisividad dieléctrica relativa en un material, y que describe tanto la energía
almacenada como la cantidad de energía perdida, puede representarse como:
(5)
En esta expresión, la parte real está representada por “ε’r“ y está asociada a la energía almacenada,
mientras que las componentes imaginarias describen la disipación de energía. “σdc“ se refiere a la con-
ductividad eléctrica de ese medio, donde “f” es la frecuencia y “ j ” es el número imaginario (-1)1/2.
Observa en la expresión anterior como al incrementar la frecuencia del pulso eléctrico se compensan las
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INSTRUMENTACIÓN DE UNA BALSA DE LODOS MINEROS IN SITU PARA EL ESTUDIO DEL FLUJO MULTIFASE: APLICACIÓN A LA BALSAS MINERA
CUEVA DE LA MORA
perdidas de energía debidas a la conductividad eléctrica del suelo, valor que puede cambiar estacional-
mente en algunos medios naturales y que puede llegar a ser un problema, debido a dificultades en la
detección de amplitudes de ondas muy poco energéticas, que resultan de las disipaciones energéticas a
través del escape de iones libres del medio.
Las técnicas basadas en el principio de la reflectrometría en el dominio del tiempo miden el tiempo
que tarda en viajar un pulso de voltaje a lo largo de una línea de transmisión. En aplicaciones a ciencias
del suelo, las líneas de transmisión generalmente constan de dos o más varillas metálicas embebidas por
el suelo. El tiempo de viaje “t” (T) del pulso de voltaje puede ser relacionado con la componente real de
la permisividad relativa “ε’r“, ya que la velocidad a la que se mueve el pulso de voltaje en una línea de
transmisión es descrito como:
(6)
Siendo “υ ⋅ la velocidad de propagación de la onda, “L” la longitud de la línea de transmisión y “t”
el tiempo que tarda el pulso en recorrer dos veces la longitud de la línea de transmisión. La teoría de la
línea de transmisión está cubierta con amplio detalle en la literatura (Graus, 1984; Lorrain et al., 1988;
Ibbotson, 1999). Es conveniente en bastantes situaciones considerar la analogía entre la velocidad de pro-
pagación de un pulso de voltaje en una la línea de transmisión y la velocidad de propagación de una onda
electromagnética plana, que depende de las propiedades electromagnéticas del material que atraviesa, y
que viene descrita por la expresión:
(7)
Donde c es la velocidad de la luz (3 X 108 m -1)
s y “εr“es la permisividad eléctrica real del medio en
el que se propaga la onda. (Topp et al., 1980; White et al., 1994). Puede demostrarse que, en contra de
lo que habríamos de esperar si tratásemos con un medio dieléctrico perfecto, el valor de permisividad obte-
nido con sondas de línea de transmisión no es equivalente a la parte real, “εr,” de la permisividad total,
sino que también depende del valor de la disipación lateral, a través de las varillas, causada tanto por rela-
jación (ε’’relax), como por conductividad eléctrica [σdc/(ωε0)]. Ambas pérdidas (comentadas anteriormente
en el término imaginario de la permisividad total de un medio) producen un efecto similar, al de las molé-
culas de agua de la fase líquida, en la velocidad de propagación de las ondas eléctricas, en la guía con-
ductora del TDR; es decir, aumentan los tiempos de llegada de las reflexiones. Estos efectos pueden ser
incluidos. Reagrupando términos entre las dos últimas expresiones, es posible expresar el tiempo de pro-
pagación “t”, de un viaje, de ida y vuelta, de la onda a lo largo de las varillas de una sonda TDR, tanto en
función de la longitud de la línea de transmisión utilizada, como de la permisividad aparente del material
en el que ésta está introducida:
(8)
El término “coeficiente de reflexión” se usa en física e ingeniería eléctrica al considerar la propagación
de una onda en medios que contienen discontinuidades. En términos generales, este coeficiente describe
la amplitud de la onda reflejada relativa a la amplitud de la onda incidente. En la figura presentada a con-
tinuación, los tiempos t1 y t2 marcan los momentos en los que la onda electromagnética, generada en un
modulo externo a la sonda TDR o bien en el propio cabezal del sensor, penetra en el medio poroso (t1), y
después de ser reflejada, en el extremo final de la varilla conductora del pulso eléctrico, es detectada la
453
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última reflexión en el analizador (t2). La diferencia entre estos tiempos es el periodo transcurrido para que
el pulso eléctrico recorra el conductor lineal y regrese al punto de emisión; es por ello el valor t en la ecua-
ción 8 (ver figura 7).
Figura 7. Típica onda para una sonda TDR de 20 cm de varilla, en la que se ha representado el coeficiente de reflexión frente al
tiempo de propagación (incluyendo ida y vuelta), tal y como son mostrados por un analizador de señal (En cabletester.)
La expresión matemática para “εra “ (también referido en la bibliografía como Ka), sin entrar en los
detalles de su obtención, (ver en Topp et al., 1980; White et al., 1994), se muestra a continuación:
(9)
“µr“ es la permeabilidad magnética relativa del medio; su valor es de uno para la mayor parte de
materiales en la Tierra, con la excepción de algunos óxidos de hierro (Robinson et al., 1994; Sharma,
1997). La ecuación anterior puede utilizarse hasta conductividades eléctricas globales de 10 dSm-1.
Según la ecuación anterior, cuando la conductividad eléctrica del medio es baja y las pérdidas por rela-
jación despreciables, la permisividad aparente es equiparable con la permisividad real de ese medio.
El último paso es mostrar algunas de las ecuaciones de calibración de la permisividad aparente frente
al contenido volumétrico de agua en el suelo. Una ecuación que tiene gran difusión en nuestros días es
(Topp et al., 1980):
(10)
Topp et al.,1980, también presentaron una segunda ecuación de calibración para suelos orgánicos,
que difiere de aquellos de naturaleza mineral, en las altas porosidades de los orgánicos, y la importancia,
también en estos últimos, de la fracción de agua adsorbida a la fase sólida (Pepin et al., 1992; Paquet et
al., 1993; Schaap et al., 1996):
(11)
Con todo lo visto hasta el momento, cabe aún reseñar la importancia que tiene conseguir un buen con-
tacto entre las varillas y el suelo en la instalación de este tipo de sondas, para el monitoreo continuo de
contenidos de agua. Los huecos de aire crearían subestimaciones en las medidas.
454
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CUEVA DE LA MORA
Existen muchas de estas sondas, TDR comerciales (por ejemplo TRIME-IT/ITC de IMKO), que están
adaptadas para medir conectadas a módulos de almacenamiento de datos (p.e, mod. CR10X de Campbell
Sci.) en los que solamente son almacenados los tiempos de propagación de los pulsos, pero no se regis-
trarán más parámetros característicos de las ondas reflejadas. En estos casos es complicado corregir el
efecto de los cambios salinos del medio en las medidas. Si por el contrario estamos usando un analizador
de ondas externo, pueden aplicarse luego modelos que resuelven la conductividad eléctrica del medio
(Ritter et al., 2005) de manera independiente al contenido de agua (parte real de la permisividad). Decidir
entre una u otra configuración (aparte de las diferencias de coste) dependerá de las características del
medio a instrumentar. Un caso extremo bien representativo sería el de medios salinos, como balsas mine-
ras de lodos piríticos en climas semiáridos. En estos ambientes se han detectado cambios estaciónales
notorios en los perfiles de salinidad del suelo. El desarrollo de costras superficiales durante el periodo seco
impide que el secado del perfil prosiga, lo que facilita que el transporte difusivo de sales en profundidad
sea más eficaz (desde las capas superficiales más afectadas por la evaporación), sin que cambie sustan-
cialmente el contenido de agua (estabilización del frente de evaporación). Este fenómeno provoca que el
incremento de la fracción de señal pérdida al aumentar la conductividad eléctrica del suelo (ECb), y no la
cantidad de moléculas de agua en el entorno de las líneas conductoras, llegue a controlar el tiempo de
propagación de los pulsos de voltaje. Así, el problema en estos medios (residuos mineros piríticos en cli-
mas semiáridos) radica en que no podemos suponer constante “ECb“, para todo el ciclo climático anual,
y, además, las calibraciones basadas en los modelos físicos o semiempíricos (por ejemplo Topp et al., 1980)
no son por más válidas, al superarse normalmente los valores de salinidad que toleran. La solución, en TDR
conectados directamente a módulos de almacenamiento de datos (p.e. CR10X), si aún las sondas son
capaces de detectar señales tan poco energéticas (la máxima “ECb“ global tolerada por la sonda TRIME-
ITC es de 10 dS m-1), habría de sustentarse en calibraciones completamente empíricas, frente al conteni-
do de agua y frente a “ECb“, junto con el control de los cambios de “ECb“in situ”. Estos motivos hacen
de la monitorización del contenido de agua en algunos enclaves mineros un problema complejo, a veces
sin solución.
El coste relativamente alto de los TDR, hizo que aparecieran técnicas alternativas, que incluyesen
módulos simplificados para el muestreo y la creación de los pulsos o técnicas alternativas que trabajan
sobre el dominio de la frecuencia (FDR). Así, sensores más baratos, como las sondas capacitivas (Dean et
al., 1987; Paltineanu and Starr, 1997; Kelleners et al., 2004), sensores de impedancia (Hilhorst et al., 1993;
Gaskin and Millar, 1996; Hilhorst, 200; Seyfried and Murdock, 2004), y osciloscopios de línea de transmi-
sión (Campbell and Anderson, 1998), han sido desarrollados. El más interesante de todos los anteriores,
según T.J Kellener, es el último de ellos. Los osciloscopios de línea de transmisión operan, como el TDR, en
el dominio del tiempo, pero no requieren una unidad independiente externa generadora de pulsos, ni ana-
lizador de señal. Próximamente será publicado un artículo que estudia los modelos CS615 y CS616 de
Campbell sci. y trata alguna de sus limitaciones (Kelleners et al., Soil Sci.Soc. Am.J. In Press).
La conductividad térmica del suelo es también función del contenido volumétrico de agua y puede ser
usada, con calibraciones adecuadas, para registrar los cambios de contenido volumétrico de agua en el
suelo.
En cualquier caso, es muy recomendable completar los datos aportados por las sondas instaladas per-
manentemente, con medidas puntuales directas gravimétricas y secciones geofísicas, usando técnicas de
radar GPR, tanto, para contrastar medidas directas e indirectas, como para estudiar la heterogeneidad del
medio.
455
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Figura 8. Grupo de sondas dispuestas de forma radial durante el montaje de un ensayo en columna bajo condiciones más contro-
ladas de laboratorio. EM y VWC se refieren respectivamente sondas de tipo electromagnéticas y al contenido volumétrico de agua.
456
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Figura 9. Esquema de la instalación de una placa de flujo de calor. La capacidad calorífica del suelo determinará la fracción de
calor que será almacenada en el suelo sobre el disco cerámico; en suelos con difusividades de calor altas este error se minimiza.
componentes sólidos del suelo, mientras que convección y radiación pueden actuar en paralelo transpor-
tando calor a través de los poros del suelo. El transporte convectivo de calor sucede en su mayoría aso-
ciado al movimiento de agua en fase líquida y/o forma de vapor en los poros, aunque una fracción pueda
también deberse al movimiento de las masas de aire. El transporte de calor por radiación normalmente es
ignorado dentro del suelo, pero es un proceso importante en términos de intercambios de calor en la
superficie del suelo. El transporte de calor latente es un proceso adicional que transporta calor por los
poros del suelo que están afectados por gradientes térmicos. El proceso tiene ocasión a partir de la vapo-
rización de agua del suelo en la cara caliente de un poro y una subsiguiente condensación de vapor sobre
la cara fría.
Salvo en medios de alta permeabilidad, normalmente, el flujo de calor en el interior de un suelo se pro-
duce por conducción y calor latente. La conductividad térmica (λ; W m-1 k-1), describe la habilidad del suelo
para transmitir el calor. Se define como la cantidad de calor que fluye atravesando una unidad de área en
una unidad de tiempo, bajo un gradiente térmico unitario; viene descrito por la ley de Fourier de la con-
ducción de calor:
(12)
Donde “G” es la densidad de flujo de calor (W m y “∇T” -2) (ºKm-1)
es el gradiente de temperatura.
Esta ley supone medios homogéneos, isótropos y rígidos, condiciones raramente encontradas en medios
naturales. Las técnicas de medida incluyen métodos en regímenes estacionarios y métodos transitorios. Los
métodos transitorios de análisis están basados en las soluciones de la ecuación de conducción de calor
para una fuente de calor lineal infinita, aplicada a un medio isótropo homogéneo, con una temperatura
inicial homogénea. La ecuación de conducción de calor en coordenadas radiales puede escribirse como
sigue:
(13)
Donde “T” es la temperatura (ºC), t es el tiempo (s), ”α”es la difusividad térmica (m2s-1), y “r” es la
457
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distancia radial (m). La solución de la ecuación anterior para un pulso de calor instantáneo aplicado sobre
una fuente lineal infinita es (Carslaw y Jaeger, 1959):
(14)
“∆T” es el cambio de temperatura (º C), r es la distancia radial desde la línea emisora del pulso de
calor (m), y “Q” es la cantidad finita de calor liberada por el calentador (m2 ºC) y se define como Q = q/ρc,
donde “q” es la cantidad de calor liberada por unidad de longitud del calentador (J m-1) y ρc es la capa-
cidad de calor volumétrica (J m-3 º C-1) del medio que rodea al calentador. En la práctica esta teoría del
pulso de calor instantáneo no es posible y una solución más apropiada de la ecuación (14), durante la apli-
cación de un pulso de calor de una duración “t0” (s), aplicado sobre una fuente conductora lineal, es (de
Vries, 1952; Kluitenberg et al., 1993; Bristol et al., 1994):
(1) Durante la duración del pulso de calor,
(15)
(2) Después del cese del pulso de calor
,
(16)
Donde Q’ = q’/ρc es la fuerza por unidad de tiempo (m2 ºC s-1), y “q’ ” es el valor de la energía inyec-
tada en el medio por unidad de longitud de calentador y por unidad de tiempo (J m-1 s-1), y “Ei” es la fun-
ción integral exponencial:
(17)
Siendo a = r2/4αt y “γ” la constante de Euler (0.5772…) “t” es el tiempo. Para tiempos grandes, los
términos de mayor orden pueden ser despreciados.
Esbozados ya los principios físicos que sustentan la medida de los parámetros del flujo de calor en
materiales, se presentan a continuación breves comentarios sobre el diseño y la construcción de sondas.
En la metodología del pulso de calor para la medida de la conductividad térmica de suelos, un delgado
calentador es insertado en el suelo. Entonces, los cambios de temperatura registrados en un sensor adya-
cente, o a cierta distancia r conocida del calentador, son almacenados y serán analizados usando las tres
últimas ecuaciones, para obtener las propiedades térmicas del suelo. Se describen dos variantes concep-
tuales en el diseño de sondas, basadas en el método de pulso de calor: Sondas “sencillas” (del inglés:
Single Heat Probe method) y sondas de pulso de calor “duales” (del inglés: Dual-probe Heat-Pulse
Method).
El primer tipo de aparatos (figura 10) está constituido por un calentador y un sensor de temperatura
montados juntos en una fina sonda con forma de aguja. Después de la inserción de la sonda en el suelo,
se mide la temperatura de ésta durante el periodo de calentamiento y a veces también una vez el calen-
tador cesa su actividad. La evolución de la temperatura en la aguja refleja la tasa a la que el calor se mueve
desde la fuente hacia el medio circundante, y habla, por lo tanto, de la conductividad térmica del suelo.
En las sondas “duales” (figura 11), un calentador en forma de aguja fina esta separado una distancia
conocida, “r”, de sensores de temperatura montados en paralelo al calentador. Se aplica, igualmente, un
pulso de calor al calentador y los sensores de temperatura registran las variaciones de temperatura en fun-
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Figura 10. Evolución del cambio de temperatura en un punto del elemento transmisor de calor con forma de aguja.
Sondas sencillas de conductividad térmica.
Figura 11. Evolución del cambio de temperatura en un punto del suelo alejado del elemento transmisor de calor con forma de
aguja. Sondas duales de capacidad de calor volumétrica y difusividad térmica.
ción del tiempo. Seguido al calentamiento en la aguja emisora, la temperatura crece rápidamente en los
sensores térmicos hasta un máximo, y luego decrecen gradualmente hacia su valor original. La forma de
esta curva de respuesta térmica y especialmente el valor máximo alcanzado, y el tiempo de ocurrencia de
este máximo, contienen suficiente información para obtener la difusividad térmica y la capacidad de calor
volumétrico; y por definición la conductividad térmica del medio.
Para ajustar el balance de agua en el suelo, además de conocer la infiltración eficaz (que genera ascen-
sos de la superficie freática) hemos de determinar los flujos de agua que suceden a través de la superfi-
cie. En esta línea es necesario, en consecuencia, disponer de un registro de datos continuo de las lluvias,
459
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Figura 12. Imágenes de un pluviómetro electrónico de cubetas basculantes instalado en la balsa de residuos.
Cuando una de las cubetas se llena hasta la carga límite prediseñada, el peso la hace descender hasta
la base, donde, al contactar, interrumpe un circuito eléctrico (un pulso eléctrico es contado en el “data-
logger”, es un cuanto de lluvia de valor conocido). Entre tanto la segunda cubeta, asociada en el balan-
cín, habría ocupado el lugar de la primera, bajo el sumidero por donde escurre el agua capturada dentro
del anillo superior del cuerpo cilíndrico externo del pluviómetro. La resolución de este tipo de sistemas
viene definida por el mínimo volumen de lluvia registrable por unidad de área (0.1 mm3/mm2 es bastante
preciso). También hay que prestar atención al área de captura. Contra mayor fuera ésta, más representa-
tivo sería el dato de intensidad de precipitación obtenido (200 cm2 es suficiente). Pueden encontrarse en
la bibliografía especificaciones muy concretas sobre la altura a la que ha de quedar emplazado el borde
superior biselado del anillo de captura, con la intención de estandarizar el sistema, y hacer viable, así, la
comparación de datos entre diferentes estaciones. Un fallo bastante común en las instalaciones de plu-
viómetros es no respetar las distancias de seguridad a obstáculos, como árboles o muros; este error puede
ser importante cuando el sensor queda a sotavento del elemento no deseado.
Sobre la medida de la evaporación en residuos mineros, hay un trabajo de Newson and Fahey (2003),
donde se discuten métodos de estimación de la evaporación areal, en balsas de residuos, altamente sali-
nas. Son tres los factores independientes que influyen en la evaporación de volúmenes de suelos yermos.
460
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El primero es la disponibilidad de energía en la superficie, de la que se está evaporando el agua, para satis-
facer la demanda de calor latente. Las fuentes de radiación para este fin incluyen al Sol, el cielo y las nubes;
y al calor sensible transferido por el aire adyacente o por el suelo. La distribución de energía en el sistema
dependerá del albedo (índice de reflexión de la radiación de onda corta incidente) de la superficie, la difu-
sividad térmica del suelo y del aire, y de los gradientes verticales de temperatura, tanto en el aire como en
el interior del suelo. Estos gradientes están influenciados por el segundo factor, que es la capacidad del
aire de transferir el vapor lejos de la superficie de evaporación; este último a su vez depende del gradien-
te vertical de humedades relativas y de la efectividad de la mezcla turbulenta en las capas atmosféricas
más bajas. Por último, el tercer factor que influye en la evaporación es la disponibilidad de agua en y bajo
la superficie de evaporación, que en el caso de los suelos estará condicionado por su conductividad hidráu-
lica y su humedad. La ecuación característica para el balance de energía en la superficie del suelo es des-
crita como:
(18)
en donde “H” es el flujo de calor sensible (W/m2), “E” es la tasa de evaporación (Kg/m2s), “Le” es el calor
latente de vaporización (J/ Kg), “Rn” es el flujo de radiación neta (a su vez una función del albedo de la
superficie, “a”. Por lo tanto, podemos expresar la radiación neta como, la radiación de onda corta menos
la fracción reflejada por la superficie del terreno [Rshort-Rshort·a], más el balance de radiación de onda larga
[Rlong], (W/m2). “G” es el flujo de calor en el suelo (W/m2). Esta ecuación establece que la energía por
radiación neta es igual a la suma de: la transferencia de calor hacia arriba desde la superficie del suelo,
por el movimiento del aire (H); el calor transmitido hacia abajo dentro del suelo, principalmente por con-
ducción (G); y el calor usado en la vaporización del agua disponible en la superficie del suelo (LeE). La rela-
ción de Bowen (del inglés: Bowen ratio method), es un método de medida de la tasa de evaporación basa-
do en el balance de energía en la superficie. Este método reparte la energía disponible (Rn-G) en flujo de
calor sensible (H) y flujo de calor latente (LeE), y expresa esta distribución en forma de tasa o razón cuyo
valor se designa con la letra “β”.
(19)
Esta ecuación establece que el coeficiente de Bowen “β" (relacionado con la evaporación)
se puede derivar de:
(i) La relación entre los cambios de temperatura (Td, [ºC]) y los cambios de humedad específica (hs,
[Kg/Kg]) detectados en un intervalo de alturas definido (por ejemplo, los gradientes térmicos y de
humedad del aire entre uno y dos metros, dz =1m).
(ii) El valor termodinámico de la constante psicrométrica, γ = cpm /Le , siendo cpm el calor específico
(J/Kgº C) del aire húmedo (y una densidad “ρ” a presión constante. “Kh” y “Kv“ (m2/s) son coefi-
cientes de transferencia de calor y vapor.
En esta formulación los ha asumido como iguales. Con esta vía, midiendo a dos alturas diferentes
sobre la superficie del suelo la humedad relativa y la temperatura se puede determinar “β“. La energía
disponible se mide utilizando sensores de radiación neta (Rn) y sensores adecuados para estimar el flujo
de calor en el suelo (G), nombrados en el apartado anterior.
461
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(20)
Por otro lado, las aproximaciones micro-meteorológicas son métodos bastante robustos, que han sido
ampliamente utilizados para estimar evaporaciones potenciales. La ecuación más conocida es la ecuación
de Penman (1948):
(21)
En donde “Rn“ es la densidad del flujo de radiación neta (W m-2), ”∆” es la pendiente en la curva
presión de vapor de saturación versus temperatura (mbar ºC-1 ), ”ρ“ es la densidad del aire (Kg m-3), “cp“
es el calor específico del aire a presión constante (J Kg-1 ºC), “esa(T)” es la presión de vapor de saturación
de la superficie a una temperatura “T” (mbar), “e” es la presión de vapor del aire (mbar), “ra“ es la
resistencia aerodinámica a transportar el vapor de agua desde la superficie hacia el interior de la atmósfera
(s m-1 ), “γ“ es la constante psicrométrica (mbar ºC-1), “Ep“ es el flujo de vapor de agua (Kg m-2 s-1). Para
determinar la tasa de evaporación de la ecuación anterior, uno habrá de disponer de medidas o
estimaciones de la radiación neta y el flujo de calor en el suelo, junto, además, con las medidas de
velocidad de viento, temperatura y humedad relativa a una altura relativamente baja (normalmente 2
metros) sobre la superficie. Una manera de parametrizar los flujos verticales de intercambio atmósfera-
suelo, en términos de las diferencias en los valores de propiedades físicas entre dos alturas, es usando la
aproximación de la resistencia aerodinámica, que se basa en la analogía a la resistencia eléctrica
expresada por la ley de Ohm; las relaciones análogas para el flujo turbulento incluyen la velocidad del
viento a una altura de referencia, pero evitaré extender más allá de estos conceptos generales lo referente
a modelos de transferencia turbulenta de vapor en la atmósfera.
462
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En una balsa de lodos de flotación del complejo minero monte romero se han distinguido tres zonas
de medida; en la zona A se han situado los tensiómetros y piezómetros para la medida del potencial del
agua a profundidades mayores de un metro. En la zona B se han situado numerosos sensores para definir
la succión, el contenido de agua y la temperatura en un área de material de unos 0,4 m de profundidad y
0,7 m de ancho. En la zona C se han colocado dos lisímetros.
Figura 15. Aspecto de la estación de medidas de parámetros termo-hidráulicos Cueva de la Mora (SW de España). Instalada
sobre una balsa de lodos, queda dentro del complejo minero pirítico Monte Romero. Equipada con dos placas solares y un
MODEM GSM, consigue ser autónoma y permite la descarga de datos, o cambios en los programas de lectura, de manera remota.
Operativa desde Febrero de 2002.
En la zona A, de los dos sondeos para albergar sensores de nivel a profundidades de 2,23 metros y
1,86 metros, sólo uno está monitorizado para registrar el nivel piezométrico de forma continua. Junto a
ellos se instalaron tres tensiómetros a 1,14 1,49 y 1,53 metros de profundidad. Así se consigue monito-
rear el movimiento del agua entre uno y dos metros (el espesor del relleno de esta balsa oscila entre 2,5
m y 3 m) lo que permite correlaciones con los registros superficiales tomados del espacio instrumentado
B (la distancia entre Htamb y P–1 es de 2,5 m). La colocación de la instrumentación horizontal en este
volumen de suelo es una operación delicada, puesto que los sensores deben situarse con una precisión del
orden del centímetro (hay que tener en cuenta que en la zona más superficial los gradientes son muy ele-
vados) y debe hincarse suficientemente lejos de la pared de la excavación.
Para facilitar esta operación se han desarrollado técnicas y herramientas que permitan empujarlos
hasta su posición final evitando desviaciones de la trayectoria horizontal de empuje pretendida así como
la deformación del medio y también asegurar un buen ajuste del cuerpo de los sensores con el material
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dentro del cual están midiendo (sobre todo en el caso de aquellos sensores que se basan en principios de
emisión de ondas como TDR y ECH2O y no tanto para los de temperatura. Para soportar las guías de los
sensores, así como para asegurar la localización de cada sensor en el perfil, es necesario introducir verti-
calmente una plancha de metacrilato, biselada en su extremo de hinca para facilitar la penetración. La
plancha permite realizar un corte vertical y también protegerá al material en estudio durante posibles futu-
ras reaperturas de la zanja para revisión del estado de los componentes o sustituciones de aquéllos daña-
dos. Su transparencia permite la visualización del material situado en la pared de la zanja (ver figura 16).
Figura 16. Distribución en una vista frontal de los sensores en la zona de monitoreo B. Consultar el APENDICE para el código de
sensores. “O” representa los puntos donde se insertaron elementos para extracción de oxígeno.
La figura 16 muestra una sección vertical en la zona de medida B. Los sensores se han situado a dife-
rentes profundidades con una disposición horizontal, para ello ha sido necesaria la excavación de una
zanja a partir de la cual se han hincado los sensores. Se ha ampliado la funcionalidad de los lisímetros, uti-
lizándolos también como infiltrómetros para permitir el registro continuo del volumen de agua almacena-
da que posibilita el cálculo de la tasa de infiltración. Para ello se ha situado un transductor de presión de
líquido (φext 0,018 m) en el fondo de un tubo de pequeño diámetro (φint 0,021 m) en el que se recoge el
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agua infiltrada (ver figura 17). El diseño actual de los lisímetros parece estar ocasionando algún tipo de
problema puesto que las infiltraciones registradas son excesivamente bajas en comparación con nuestras
expectativas. Un diseño que trata de evitar el problema de las barreras al flujo cuando se construyen lisí-
metros, lo que sucede habitualmente cuando el agua ha de fluir desde un material fino (limo original) más
retentivo, hacia el interior de otro más grueso (arena media de relleno en el cuerpo del lisímetro) menos
retentivo, puede consultarse en. Glendon et al., (2003)
Figura 17. Detalle del sensor de nivel en el fondo del tubo ciego recolector del agua de infiltración del lisímetro.
En esta sección serán presentados algunos de los resultados preliminares que aún hoy están siendo
sometidos a análisis. En primer lugar observaremos el efecto que tiene sobre la instrumentación para la
medida del contenido volumétrico de agua en el suelo un episodio de lluvias. También se presentarán algu-
nos datos de radiación neta, flujo de calor en el suelo, precipitaciones y resultados de los cálculos de la
evaporación potencial siguiendo el modelo de Penman (1948).
5.1. La medida del efecto de las lluvias caídas durante los días 5 y 10 de abril de 2002.
Durante estos días se acumuló una lluvia de 70 l/m2 (ver figura 18) sobre el residuo pirítico en la balsa
monitorizada. En la figura 19, se presenta, a modo de ejemplo, la evolución del perfil del contenido volu-
métrico de agua después de las importantes precipitaciones del 8 de abril de 2002. Esta evolución se ha
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Figura 19. Perfiles de evolución del contenido volumétrico de agua con respecto al del cuatro de Abril de 2002.
Las flechas son la posible dirección del flujo de agua en las tres situaciones consideradas.
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fundidad cambiasen esencialmente su valor hasta un día después. El mojado a 0,2 m de profundidad
puede pensarse dentro del fenómeno de infiltración (con un retraso 5 días). Las flechas de la figura 19 indi-
can la posible dirección del flujo de agua en las tres situaciones consideradas.
Sobre el mismo intervalo de días se ha analizado la evolución de los niveles piezométricos expresados
con respecto a la superficie del terreno. La figura 20 muestra el perfil de la altura piezométrica en dife-
rentes fechas. Las flechas indican el sentido del gradiente hidráulico. Los cambios en la piezometría de los
puntos más profundos están controlados muy probablemente por las condiciones hidráulicas en el mate-
rial del sustrato más permeable, que puede actuar como una capa en la que se mantiene un nivel piezo-
métrico alto muchos días después de la finalización de las lluvias. Por otra parte, el hecho de que al final
del periodo estudiado el gradiente vertical cambie de signo en una posición intermedia entre 1 y 2 m indi-
ca la existencia de un flujo horizontal en el interior de la balsa.
5.2. Medidas de la velocidad de viento, radiación neta y estimación del flujo de calor en el
suelo frente al registro de precipitaciones. Resultados del cálculo mensual de evapora-
ción basado en la formulación del modelo de Pemnan (1948).
Los datos de velocidad del viento a la altura de referencia de 2.4 m sirven para calcular la componente
turbulenta del transporte de vapor de agua sobre la superficie del terreno en el modelo mixto (ya que con-
sidera tanto el balance energético en la superficie como el transporte aerodinámico del vapor de agua lejos
de la superficie de superficie de evaporación) de Penman (1948). Hay que tener en cuenta que las tasas
de evaporación medidas en los suelos no son justificables considerando solamente la difusión de molécu-
las de agua desde la fase líquida hacia la fase gaseosa, sino que ha de venir explicado conjuntamente por
un transporte turbulento acoplado del vapor, lejos de la interfase gas-líquido. Es por esta razón que la ten-
sión capilar juega un importante papel en la proliferación del secado de los suelos, pues es esta fuerza la
que transporta el agua a la superficie, reduciendo el ancho de la banda difusiva, que crece penetrando el
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INSTRUMENTACIÓN DE UNA BALSA DE LODOS MINEROS IN SITU PARA EL ESTUDIO DEL FLUJO MULTIFASE: APLICACIÓN A LA BALSAS MINERA
CUEVA DE LA MORA
material trifásico, donde raramente (materiales muy gruesos, como en algunas escolleras de mina) el vien-
to puede dispersar el vapor de agua hacia la atmósfera y la tortuosidad del medio poroso dificulta la sali-
da por difusión del vapor.
Figura 21. Representación de los datos de velocidad del viento para un periodo de tres meses.
En la siguiente gráfica (figura 22) se muestra el comportamiento del residuo ante las componentes de
flujo de calor en el suelo (conductivo y sensible) y la radiación neta que traspasa la superficie del terreno,
así como la relación entre estos flujos energéticos y los eventos de lluvia. En el eje vertical de la izquierda
pueden leerse tanto la radiación neta como el flujo de calor dentro del suelo (el signo negativo represen-
ta que el flujo de energía es desde la superficie del material hacia la atmósfera). El eje vertical de la dere-
cha está reservado únicamente para los valores de las precipitaciones.
Figura 22. Entrada y salida de energía radiactiva del residuo y flujo de calor a 0.01 m de profundidad con un seguimiento
horario, y la relación de ambos con las lluvias locales. Balsa de residuos del Complejo Minero de Cueva de la Mora. SO de España.
469
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Utilizando esta información se han calculado las tasas de evaporación potencial desde la escala hora-
ria hasta la escala mensual. Se presenta a continuación, a modo de ejemplo, un cálculo de la evaporación
potencial total en la balsa utilizando el modelo de Penman (1948) para los meses de 2004 comprendidos
entre febrero y agosto. En este tipo de sistemas se ha observado una estabilización del perfil de secado en
los meses de estío que se explica por el crecimiento de una costra superficial muy poco conductiva que
actúa de barrera al flujo de vapor y reduce drásticamente la evaporación real. La costra en superficie se
disuelve cada ciclo anual a comienzos de la estación húmeda, con las primeras lluvias de septiembre.
Figura 23. Representación gráfica de los valores de evaporación potencial para varios meses de la estación
climatológica instalad en la balsa de residuos Cueva de la Mora.
6. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
Existen en el mercado transductores y sistemas de medida que permiten la medida de forma práctica-
mente continua de las diversas variables involucradas en el estudio del flujo de agua y calor en una balsa
de residuos mineros. Hay que señalar sin embargo, que dadas las especiales características electromagné-
ticas de estos residuos es necesaria una cuidadosa calibración previa de los equipos que se vayan a utili-
zar.
Las medidas que se están realizando permiten observar la respuesta del residuo frente a episodios de
lluvias o de periodos de sequía y han permitido constatar la existencia de fenómenos de flujo que serían
de difícil observación mediante medidas realizadas puntualmente de forma manual. Por otra parte, estas
medidas serán de gran interés para calibrar modelos numéricos que permitan estudiar el movimiento del
agua y de los gases en estas balsas, condicionando el transporte de contaminantes a través de las mismas.
470
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INSTRUMENTACIÓN DE UNA BALSA DE LODOS MINEROS IN SITU PARA EL ESTUDIO DEL FLUJO MULTIFASE: APLICACIÓN A LA BALSAS MINERA
CUEVA DE LA MORA
APÉNDICE
Tabla 1. Datos técnicos de la instrumentación utilizada para la ejecución de la parte termo-hidráulica de los
proyectos PAROXI-DRAMA (Febrero 2001 – Enero 2004)
Símbolo en
Magnitud medida Unidades Marca Modelo Tipo
figuras 16 y 17
VAISALA Higrómetro
2 HMP230 V
Humedad Capacitivo
Relativa Higrómetro
2 CAMPBELL MP100A Htamb
Capacitivo
CS615 Reflectómetros
Contenido 2 CAMPBELL en el dominio del C
volumétrico agua tiempo.
4 DECAGON ECH2O ¿? E
Succión 3 SDEC SMS2500S Tensiómetro S
Nivel Piezométrico 3 DRUCK PDCR1830 Piezoresistivo P
2 VAISALA HMP230 Termistor PT100 V
Temperatura 1 CAMPBELL MP100A Termopar Htamb
4 CAMPBELL 108 Termistor PT100 T
Figura 24. Sensores de medida para variables físicas ambientales y flujo de calor en el suelo. La numeración hace referencia a la
primera columna de la tabla.
471
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
(2) Departamento de Ingeniería del Terreno Cartográfica y Geofísica. Universidad Politécnica de Catalunya (UPC)
Jordi Girona 1-3, Edificio D-2. Campus Nord. 08034, Barcelona (España)
lourdes.martines@upc.edu
xavier.sanchez@upc.edu
1. INTRODUCCIÓN
Los modelos en general, y los modelos numéricos en particular, son entes que reproducen algún aspec-
to de un sistema real. El análisis del comportamiento de los mismos permite integrar los datos de un modo
comprehensivo, lo que redunda en el conocimiento del sistema real. Además, con ellos es posible realizar
una extrapolación sobre el comportamiento que tendría el sistema frente a un conjunto de acciones exter-
nas.
Los modelos numéricos resuelven las ecuaciones diferenciales que gobiernan el sistema estudiado por
medio de métodos numéricos. Si se dispone de un buen conocimiento previo del sistema (modelo con-
ceptual sólido) el modelo permitirá reproducir matemáticamente el comportamiento del sistema. En resu-
men, los modelos numéricos se pueden considerar como teorías semicuantitativas sobre el comporta-
miento de un sistema real.
En el modelo se debe integrar toda la información disponible con el objetivo subsidiario de valorar su
coherencia. Esto permite descartar modelos conceptuales claramente erróneos, así como aprender cómo
se comporta un sistema y a qué acciones responde y permite comparar alternativas para una correcta toma
de decisiones. Los modelos pueden tener objetivos muy diversos, y su alcance debe adaptarse al objetivo
concreto para el que se construye el mismo (establecimiento de redes de control, gestión óptima del sis-
tema, evaluación del impacto ambiental, etc...).
2. MODELOS DE FLUJO
Un modelo sólo puede aspirar a ser una buena representación del sistema real si está basado en un
modelo conceptual sólido. La información que el modelo conceptual debe aportar al modelo de simulación
es toda la referente a la geometría del acuífero, las características físicas del medio, las condiciones de con-
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torno, las acciones a las que está sometido el acuífero y los procesos fisicoquímicos relevantes que tienen
lugar en él, el grado de heterogeneidad y anisotropía del medio, etc.
Uno de los puntos singulares a analizar en el caso de los modelos de flujo es definir los procesos rele-
vantes y las ecuaciones que los gobiernan. Es importante definir si el flujo es saturado o no saturado, si se
incluye flujo multifásico, y la posibilidad de incluir procesos acoplados, como pueden ser efectos térmicos
o de densidad variable, así como acoplamientos químicos o mecánicos.
Un modelo necesita incluir información procedente de fuentes muy diversas. La lista incluiría: mapas
topográficos, mapas de usos del suelo, mapas geológicos, geomorfología, meteorología, edafología, rega-
díos, bombeos, hidrogramas, piezometría, hidroquímica, isótopos, etc. Además, si es posible, la información
debe ser histórica, incluyendo toda la información que pueda llegar a recopilarse de una zona. Esto inclu-
ye el contacto con los lugareños, que pueden proporcionar información vital sobre datos históricos no
documentados.
474
16-Capitulo 14/2/07 10:34 Página 475
Los rasgos distintivos de cada método numérico residen en la forma de discretizar el medio y en la
forma de obtener el sistema de ecuaciones. Los dos métodos numéricos más utilizados para resolver pro-
blemas de flujo son el de Diferencias Finitas (DF) y el de Elementos Finitos (EF).
En el caso de las Diferencias Finitas (DF), la discretización se hace mediante segmentos (1-D), rectán-
gulos (2-D) o paralelepípedos (3-D). Los nudos pueden situarse en el centro del bloque (lo más habitual)
o en los vértices. La transformación de la ecuación de flujo en una ecuación algebraica para cada nudo se
lleva a cabo aproximando las derivadas por los cocientes incrementales (en espacio o en tiempo).
Respecto al método de elementos finitos, el elemento básico es la discretización, que en este caso es
extremadamente flexible (los elementos pueden tener diversa forma y además no es necesario que todos
los elementos tengan la misma forma (incluso es posible combinar elementos con distinta dimensión en
un mismo problema). En cada nudo se sustituye la solución exacta (pero desconocida) por una aproxima-
ción basada en unas funciones predefinidas llamadas funciones de forma (en 1-D serían líneas rectas; en
2-D con discretización triangular podrían ser planos inclinados, pero puede optarse por funciones más
complicadas).
La solución aproximada vendría dada entonces como:
(4)
Como ĥ(x) no es una solución de la ecuación de flujo, sustituyendo esta expresión en la ecuación da
lugar a un residuo (valor distinto de cero), ĥ. El objetivo del método de EF es conseguir que este residuo
sea lo más pequeño posible (indicando que la aproximación es muy próxima a la solución real). Existen
diversos métodos para minimizar este residuo. Uno de los más empleados se basa en imponer:
(5)
Esto conduce a un sistema de ecuaciones lineales para cada tiempo en que se haya discretizado el pro-
blema. El sistema puede resolverse por métodos directos (si el sistema es lineal y de pequeño tamaño) o
iterativos (método más general y con menos restricciones).
Los métodos de las diferencias finitas son más sencillos conceptual y matemáticamente. Los métodos
de los elementos finitos pueden ser más exactos, pero sobre todo, son más flexibles en la discretización
espacial, adaptándose mejor a contornos irregulares (Konikow y Mercer, 1988).
Los modelos de transporte de solutos en el medio poroso existentes en la bibliografía se pueden cla-
sificar en dos grandes grupos:
1- Modelos de equilibrio.
2- Modelos de no equilibrio.
Los modelos de equilibrio han sido desarrollados bajo la hipótesis de la existencia de equilibrio en
todos los puntos del sistema. En estos se incluyen las reacciones rápidas, con respecto a los tiempos carac-
terísticos de transporte.
Los modelos de no equilibrio incluyen todos aquellos que contemplan algún tipo de cinética
durante el movimiento del soluto por el medio poroso (no se alcanza el equilibrio instantáneamente). Se
corresponde con las reacciones lentas e irreversibles
475
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El conjunto de modelos numéricos existentes que permiten simular el transporte de soluto en medios
porosos (Sprankle et al., 1975; Van Genuchten, 1981; Van Genuchten y Wierenga, 1976; Álvarez et al.,
1982, 1995, 1999, 2002; Rubin, 1983; Grove y Stollenwerk, 1985; Valocchi,1985 y 1986; Nielsen et al.,
1986; Bahr y Rubin, 1987; Jennings,1987; Yang, 1988; Ayora et al., 1998; Saaltink et al., 1998a, 1998b;
Latinopoulos et al, 1988; Lessey,1988a, 1988b y 1989; Brusseau, et al.,1989; Nicoud y Schweich, 1989;
Van Dam et al., 1990; Van der Zee,1990; Marzal, 1992; Varela y Carrera,1993; Van Dam et al., 1996; Selim
y Amacher, 1997, Persson y Berndtson, 1997, Wang et al., 1998; Tindall et al., 1999, Saaltink et al., 2001,
Ayora et al., 2001; Guimaraes, 2002), difiere en tres aspectos fundamentales:
a) La forma de acoplar las reacciones químicas y la ecuación de transporte.
b) El modelo utilizado para definir el equilibrio de adsorción.
c) El método de resolución.
d) Las incógnitas elegidas
De acuerdo a la manera de realizar el acoplamiento entre las reacciones químicas de los solutos y las
ecuaciones de transporte es posible diferenciar dos tipos de modelos:
1) Modelos directos.
2) Modelos secuenciales.
Termodinámicamente, el equilibrio de adsorción fue definido por Karickhoff (1980) como el estado en
el cual la concentración de los compuestos (solutos reactivos) en las fases sólidas (matriz del medio poro-
so adsorbente) y la solución son iguales (fs=fc, siendo f=Fa⋅[Cw], donde Fa es el coeficiente de adsorción
(o fugacidad) y [Cw] es la concentración de la fase en solución).
476
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La definición del equilibrio de adsorción, en los diferentes modelos, entre un soluto cualquiera en la
solución y el adsorbente (matriz del medio poroso) en unas condiciones fisicoquímicas determinadas, va
desde el uso de una isoterma de adsorción lineal, de una isotermas de adsorción no lineal (Langmuir,
Freundlich, etc.), hasta los modelos de formación de complejos superficiales (modelo de capacitancia cons-
tante, modelo de doble y de triple capa, etc.).
Un resumen de los diferentes tipos de isotermas empleados en los diferentes modelos de flujo apare-
ce en Selim y Amacher, (1997).
477
16-Capitulo 14/2/07 10:34 Página 478
nes diferenciales. Ambos métodos dan como resultado un sistema de ecuaciones algebraicas que debe
resolverse para cada tiempo en que se ha discretizado el intervalo de estudio. Dicho sistema puede ser
resuelto por procedimientos iterativos o por métodos matriciales directos.
Los métodos de las diferencias finitas son más sencillos conceptual y matemáticamente, pero son
demasiado rígidos en la discretización como para permitir la resolución de problemas reales de transpor-
te de solutos. En este sentido es más conveniente utilizar métodos de elementos finitos, que pueden adap-
tarse mucho mejor al problema planteado.
El método de las características se desarrolló para resolver las ecuaciones hiperbólicas. Este método
consiste básicamente en la reducción de las ecuaciones diferenciales en derivadas parciales que definen el
sistema a un sistema de ecuaciones diferenciales ordinarias equivalentes. Las ecuaciones diferenciales ordi-
narias se resuelven por diferencias finitas, por lo que este método en su esencia es un método de dife-
rencias finitas.
El método de los caminos aleatorios consiste en modelizar la concentración inicial de un soluto en el
acuífero como formado por un número finito de partículas cada una de ellas con una masa de soluto deter-
minada. La ecuación de transporte se resuelve mediante el seguimiento individualizado de cada partícula.
En un intervalo de tiempo prefijado se descompone el movimiento de cada partícula sometida a tres pro-
cesos sucesivos (es decir que actúan uno tras otro). El primero es la advección, el segundo la dispersión
(tratada como un proceso browniano aleatorio que aparta la partícula de su trayectoria advectiva) y el ter-
cero incorpora las reacciones químicas. La concentración en un volumen de control se basa en el número
de partículas que se encuentran en cada momento en dicho volumen.
Un amplio resumen de diferentes modelos numéricos de transporte para condiciones de flujo no satu-
rado puede consultarse en Tindall et al., (1999). Otros modelos sobre el tema pueden verse en Carrera y
Galarza, (1993), Samper, (1991, 1993). Para el caso de flujo saturado puede consultarse a Selim y Amacher
(1997).
Modelos unicomponentes
En estos modelos sólo se emplea una ecuación de transporte, la correspondiente al adsorbato. El equi-
librio de adsorción se describe mediante una isoterma que puede ser lineal o no lineal y el acoplamiento
entre el equilibrio de adsorción y el transporte se realiza directamente mediante el factor de retardo (R)
(Marzal, 1992; Selim y Amacher, 1997).
478
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El número de modelos unicomponentes existente es muy grande y entre ellos los más usados para la
simulación del flujo y el transporte de soluto en columnas se encuentran los de Rao (1974); Rao et al.
(1993), Brusseau y Rao (1989), Brusseau et al. (1989, 1990, 1992), Brusseau (1994), Álvarez et al. (1995,
1999, 2001), donde presenta un modelo de flujo y transporte de solutos que permite realizar simulacio-
nes de ensayos en columnas de un soluto, utilizando los modelos de “dos sitios y dos regiones”. La solu-
ción del problema asume isoterma de adsorción lineal y no lineal. Estos modelos son los que describire-
mos en detalles más adelante.
Modelos multicomponentes
En estos modelos el sistema está representado por una ecuación de transporte individualizada para
cada uno de los solutos existentes en la solución acuosa (Marzal, 1992; Selim y Amacher, 1997;
Guimaraes, 2002). Entre los modelos multicomponentes desarrollados bajo el esquema matemático direc-
to destacan los modelos de Jennings et al. (1982) y Miller y Benson (1983). Ambos modelos presentan
limitaciones para tratar sistemas multisolutos y para resolver la no linealidad de las ecuaciones de trans-
porte.
En ambos casos (modelos unicomponentes y multicomponentes) la ecuación general utilizada para
describir el transporte advectivo-dispersivo de un soluto en un medio unidimensional es la siguiente:
(6)
donde Ci, es la concentración del soluto i en fase líquida (masa de soluto por unidad de volumen de líqui-
do - ML3), v es la velocidad de flujo (LT-1), t es el tiempo (T), D es la dispersión (L2 T-1). Como caso parti-
cular la ecuación general utilizada para describir el transporte advectivo-dispersivo de un soluto en condi-
ciones de equilibrio local instantáneo es la siguiente;
(7)
donde R es el coeficiente de retardo. Para solutos con isoterma de adsorción lineal R se define según la
siguiente ecuación (Wang et al., 1998):
(8)
Kd es el coeficiente de reparto o distribución (M-1L3), θ es la porosidad (-) y ρ es la densidad seca del suelo
o material empleado (ML-3).
La aplicabilidad del equilibrio local para los ensayos de flujo y transporte de solutos reactivos se ha
caracterizado mediante una serie de parámetros adimensionales, seguida de un análisis paramétrico para
determinar los valores críticos de los mismos que marcan el límite de aplicabilidad de este criterio. Dichos
parámetros adquieren la forma general del número de Damköhler (w). Este número representa la contri-
bución de la cinética al proceso global del transporte de un soluto por el medio poroso. La expresión con-
creta del número de Damköhler aplicable a cada caso depende del tipo de cinética que se esté conside-
rando.
479
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Jennings (1987), estudia la aplicabilidad del equilibrio local con un ensayo de flujo y transporte con
una inyección de soluto en forma de pulso. El análisis de los resultados pone de manifiesto la validez del
equilibrio local para números de Damkohler superiores a 10. Además, considera el efecto de la dispersión
a través del número de Peclet (P).
Otros trabajos de aplicabilidad del equilibrio local durante la realización de estudios de flujo y trans-
porte de solutos por el medio poroso considerando el criterio del número de Damkohler se pueden encon-
trar en Bahr y Rubin (1987), Lessey (1988b y 1989), Brusseau et al. (1989), Wang et al. (1998).
Valocchi (1985), presenta un estudio de flujo y transporte de soluto con inyección en pulso para el que
realiza un análisis diferente de la validez de las condiciones de equilibrio. En este caso la validez de la exis-
tencia de condiciones de equilibrio se cuantifica a través de los momentos centrales, segundo y tercer
momento respectivamente. Estos momentos representan el centro, grado de propagación y asimetría de la
curva de paso del soluto por el medio poroso.
De acuerdo con los estudios de Jennings (1987), el equilibrio instantáneo en un proceso de flujo y
transporte de soluto reactivo por el medio poroso nunca puede ser alcanzado, sin embargo en algunos sis-
temas el error puede ser pequeño y venir compensado por las ventajas que conlleva aceptar condiciones
de equilibrio desde el punto de vista de la formulación matemática y de la determinación de los paráme-
tros.
480
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Siguiendo este tipo de planteamiento de los modelos de dos sitios y dos regiones, Brusseau et al.
(1989) proponen pasar del modelo bicontinuo a un modelo de múltiples regiones. Para ello dividen el
medio poroso en cuatro dominios de adsorción, los dos primeros se asocian a la fase acuosa móvil y los
dos últimos a la fase acuosa inmóvil. En tres de estos dominios la adsorción se supone está controlada por
uno de estos factores:
1- Equilibrio.
2- Cinética química o difusión interna.
3- Difusión en la fase acuosa inmóvil.
En el cuarto dominio la adsorción viene controlada por dos factores.
1- Difusión en la fase acuosa inmóvil.
2- Cinética química o difusión interna.
Grove y Stollenwerk (1985) y Nicoud y Schweich (1989) han desarrollado modelos de flujo y transporte
de soluto que incluyen la cinética de transferencia de materia sin considerar la existencia de regiones móvi-
les e inmóviles en la fase acuosa que rellena el medio poroso.
La formulación conceptual de estos modelos asume que los procesos de sorción ocurren con diferen-
tes intensidades (ratio) entre el soluto y la matriz del medio poroso. Estos modelos fueron desarrollados
inicialmente por Selim et al. (1976), y Cameron y Klute (1977). En estos modelos la complejidad del medio
481
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poroso es simplificada asumiendo que en el medio poroso hay dos sitios: primer sitio (S1) donde la sorción
tiene lugar instantáneamente y está en equilibrio y un segundo sitio (S2) donde la sorción tiene lugar más
lentamente controlada por la cinética del medio, y el equilibrio de adsorción se alcanza más lentamente.
En realidad la fracción del medio poroso estudiado que le corresponde a estos dos sitios no se conoce y
su separación física - química es prácticamente imposible (Selim y Amacher, 1997). De acuerdo con los tra-
bajos de Brusseau y Rao (1989), es posible diferenciar en el medio algunos de esos tipos de sitios:
I) Sitios de reacción a escala molecular.
II) Sitios de diferente grado de accesibilidad (variación en la estructura del medio poroso).
III) Sitios con diferentes fases adsorbentes (materia orgánica, minerales cristalinos y amorfos, partícu-
las coloidales).
IV) Sitios con diferentes mecanismos de sorción (depende de la composición de la matriz del medio
poroso).
Los procesos físico-químicos que controlan la adsorción y desorción de solutos que tienen lugar en el
medio poroso pueden ser descritos por dos tipos de reacciones fundamentales: I) en serie y II) en parale-
lo (Figura 1).
Figura 1. Representación esquemática de los modelos de dos sitios (Brusseau y Rao, 1989).
Sin embargo si en el medio poroso uno de estos dos sitios controla el equilibrio, es imposible diferen-
ciar matemáticamente el concepto de reacción en serie o en paralelo. El equilibrio de sorción se puede des-
cribir por dos ecuaciones lineales:
(9)
(10)
Los subíndices uno (1) y dos (2) se refieren a los sitios de tipo uno (se ha alcanzado el equilibrio) y de
tipo dos (el equilibrio lo controla la cinética de reacción). F es la fracción del soluto para el que la adsor-
ción ocurre instantáneamente, (1-F) es la adsorción que depende del tiempo como la adsorción por pro-
cesos cinéticos, y Kd el coeficiente de reparto. La sorción total en el medio se corresponde a la suma de la
sorción en los dos sitios:
(11)
Si consideramos que la sorción en el sitio uno (S1), está en equilibrio la sorción total es,
482
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(12)
Si suponemos o asumimos que la sorción en los sitios de tipo dos (S2), es lineal e irreversible, la sor-
ción en este caso está dado por una ecuación de primer orden de la forma,
(13)
donde k2 representa el coeficiente de primer orden.
La ecuación de flujo que describe el modelo de transporte en el medio poroso considerando los dos
componentes de la sorción (S1) en equilibrio y (S2) en cinética, es (Brusseau et al., 1989):
(14)
(15)
si introducimos en las ecuaciones 14 y 15, la correspondiente expresión adimensional de sus parámetros,
(16)
(17)
(18)
(19)
(20)
(21)
(22)
(23)
(24)
483
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(25)
(26)
Los primeros trabajos sobre estos modelos de transporte para solutos conservativos son los de Coats
y Smith (1964), siendo aplicados a los solutos no conservativos por Van Genuchten y Wierenga (1976),
posteriormente por Brusseau y Rao (1989) y más adelante por Álvarez et al. (1995). Estos métodos con-
ceptualmente se basan en que el transporte de soluto en el medio poroso está dividido en dos dominios
o regiones, una región donde la fase líquida se mueve y donde el transporte de soluto ocurre por advec-
ción-dispersión y una región inmóvil donde las moléculas de solutos se mueven por difusión molecular
(gradiente de concentración).
Estos modelos asumen que los procesos de no equilibrio son el resultado de los diferentes ratios (velo-
cidad) con que se desarrolla el transporte de solutos a través del medio poroso y que hay una parte de la
superficie de la matriz del medio donde el proceso de reacción del soluto con la fase adsorbente es ins-
tantáneo. Asociado a esto, está la idea de que sólo los poros grandes o área de porosidad efectiva del
medio poroso es la que participa activamente en los procesos de sorción y que los procesos de difusión
que continúan removiendo el soluto son los responsables de la existencia de una gran cola en las curvas
de paso de los diferentes solutos que circulan por el medio poroso (Van Genuchten y Wierenga, 1976).
La transferencia de soluto entre las dos regiones es tomada de manera proporcional a la diferencia de
concentración entre las dos regiones. Las regiones inmóviles actúan como un término fuente - sumidero.
Las regiones inmóviles están representadas por la microporosidad, agua estancada, poros mal comunica-
dos (p. ej. matriz porosa en el medio fracturado); la ley de difusión de Fick es usada para describir la difu-
sión molecular en esas regiones de agua estancada (Van Genuchten y Wierenga, 1976).
La ecuación de transporte de soluto para los modelos de dos regiones es la siguiente (Van Genuchten
y Wierenga, 1976; Selim y Amacher, 1997):
(27)
(28)
los términos S y Cw representan la concentración del soluto asociado a la fase sólida y líquida respectiva-
mente y los subíndices (m) e (in) se refieren a la fase de la región móvil e inmóvil, α es la dispersividad, F
es la fracción en que la adsorción ocurre instantáneamente y θ es contenido volumétrico de agua. Si se
considera sorción instantánea, lineal y reversible para las dos regiones se puede escribir que la sorción en
ambas regiones es:
(29)
484
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(30)
Reorganizando las ecuaciones 20 y 21 resulta que,
(31)
(32)
si introducimos los siguientes parámetros adimensionales en la ecuación 31 y 32,
(33)
(34)
(35)
(36)
(37)
(38)
(39)
(40)
(41)
(42)
(43)
donde φ, es la porosidad si sustituimos obtenemos la misma formulación matemática que la de los mode-
los de dos sitios ( ecuaciones 25 y 26),
(44)
(45)
485
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Cuando los procesos de adsorción y desorción no ocurren lo suficientemente rápido como para consi-
derarlos instantáneos, estamos en presencia de condiciones de sorción en régimen de no equilibrio y el
asumir en estas condiciones el comportamiento lineal de la isoterma de adsorción no es válido (Parker y
Jardine, 1986; Selim y Amacher, 1997). La constatación de encontrarnos en condiciones de no equilibrio
se puede obtener de los ensayos Batch y de los ensayos de flujo en condiciones de laboratorio. Las prin-
cipales vías para comprobar si un soluto presenta un radio de adsorción limitado y dependiente de las con-
diciones físico - químicas del medio son:
1) Comprobar la adsorción en función del tiempo para un valor de concentración determinada en
ensayos de Batch.
2) Efectuar ensayos de flujo para diferentes velocidades (tiempos de tránsito) en un medio poroso con
las características similares.
3) Variar las condiciones físicas del medio como la porosidad (contenido volumétrico de agua, con-
centración, solución electrolítica).
4) Variación de las condiciones físico-químicas (T, pH, Eh).
5) Realizar ensayos de flujo con interrupción del mismo y posterior reanimación.
Cuando se comprueba que el soluto que se estudia presenta adsorción no lineal en los diferentes ensa-
yos, es que éste necesita un tiempo de tránsito suficientemente largo como para alcanzar el equilibrio.
Normalmente esto se puede lograr si se consigue realizar los ensayos en condiciones de velocidad de flujo
similares a la permeabilidad del medio poroso, aunque en ocasiones esto no es suficiente para alcanzar el
equilibrio, pues pueden influir otros factores entre los que se pueden encontrar cambios en las condicio-
nes físico - químicas del medio.
En la mayoría de los trabajos con ensayos de flujo en columnas de suelo con compuestos orgánicos e
inorgánicos que se han consultado en las referencias citadas, se observan curvas de llegadas asimétricas
y con colas (Brusseau et al., 1989; Sparks, 1995; Condesso, 1996; Selim y Amacher, 1997; Wang et al,
1998). En todos los casos los autores coinciden en que las principales causas de este fenómeno lo cons-
tituyen:
1) La existencia de condiciones de no equilibrio en el medio poroso (sólido/líquido), debido a los len-
tos procesos de transferencia de masa entre la fase líquida y la matriz sólida, así como de la his-
téresis de los procesos de adsorción (Van Genuchten et al., 1977; Parker y Jardine, 1986; Brusseau
et al. 1989; Condesso, 1996; Wang et al., 1998).
2) En segundo lugar plantean que para estos solutos, el uso de las isotermas de adsorción lineal no
son válidas y que se requiere establecer un modelo cinético de reacción que describa la ley de
variación en el tiempo de la relación S vs Cw. Sin embargo debido a la complejidad del fenómeno,
de manera general los métodos numéricos utilizan ecuaciones de cinética química básica y la teo-
ría de transferencia de masas controladas por los procesos de difusión molecular.
Los modelos cinéticos derivados de estos estudios consideran que el tiempo de adsorción es pequeño
en comparación con el tiempo de tránsito del soluto por el medio poroso en condiciones naturales (Van
Genuchten y Wierenga, 1976; Selim y Amacher, 1997).
En los apartados anteriores se han analizado los diferentes modelos de flujo y transporte de solutos.
En todos ellos se consideran dos aspectos fundamentales:
1- Las hipótesis admitidas para la descripción del sistema estudiado (modelo conceptual).
2- La formulación matemática del problema de flujo y transporte a resolver.
486
16-Capitulo 14/2/07 10:34 Página 487
De manera general todos los modelos anteriormente descritos reproducen satisfactoriamente los ensa-
yos experimentales siempre y cuando las condiciones de contorno y el modelo conceptual del proceso coin-
cidan con el del modelo numérico o analítico seleccionado.
La solución inversa de la ecuación de flujo y transporte para solutos en medios porosos (suelo, resi-
duos mineros y resinas sintéticas), consiste en el ajuste de los parámetros de la formulación del modelo
que permite reproducir los resultados experimentales a nivel de campo o laboratorio. En nuestro caso nos
centraremos en el análisis de flujo y transporte de solutos en columnas de laboratorio, donde la entrada
del soluto al sistema se realiza mediante un pulso (inyección durante un tiempo to) en forma de flujo de
pistón.
Condiciones de contorno: la solución para las ecuaciones 44 y 45, se obtiene de acuerdo con las
condiciones iniciales y de contorno definidas en Van Genuchten y Waguenet (1989). Se considera un medio
semi-infinito y condiciones de flujo estacionario, mientras que la masa de soluto se introduce como un flujo
(Q) de manera continua o por pulso de duración to.
- Condiciones iniciales:
(46)
- Condiciones de contorno:
(47)
(48)
Del ajuste de los resultados experimentales se extrae información sobre los mecanismos que rigen la
interacción del soluto con la matriz del medio poroso para predecir o estimar su comportamiento. Esta
modelación posibilita un conocimiento más exhaustivo de los procesos de transferencia de masas y una
comprensión del significado de los coeficientes de las ecuaciones (44) y (45) de una forma más concreta.
En este apartado se presenta un estudio de la influencia que puede tener cada valor de estos parámetros
sobre la curva de paso del soluto por el medio poroso. En todos los casos se usa una columna de 100 mm
de longitud y 10 mm de diámetro.
Estimación de los parámetros de los modelos: significado de éstos e influencia sobre las cur-
vas de llegadas de los solutos
El hecho de realizar el análisis por separado de cada uno de los parámetros se debe a que la realiza-
ción simultánea de todos los parámetros no mostraría con claridad el significado físico de estos sobre el
flujo y transporte de solutos por el medio poroso y la influencia que tienen sobre la formulación e imple-
mentación del modelo.
487
16-Capitulo 14/2/07 10:35 Página 488
El factor de retardo (R): está relacionado con la capacidad de adsorción del soluto. Si dicho soluto no
es adsorbido por el suelo (Kd = 0) el valor de R es igual a l. Este parámetro se puede obtener a partir de
estudios de las isotermas de adsorción. En la Figura 2 se observa que, cuando un soluto es retenido (R>1),
la aparición del pico de concentración se retrasa y aparece un ensanchamiento de la curva con una gran
cola. El valor de R nos indica la posición del centro de la masa para una determinada velocidad del flujo
en el medio poroso. Este parámetro es directamente proporcional al coeficiente de reparto Kd.
Figura 2. Influencia del valor de R en la curva de llegada del soluto. Condiciones de equilibrio local. Isoterma de adsorción lineal.
El número de Peclet (P): es una medida de la incidencia de la advección frente al flujo dispersivo.
Valores altos de este número reflejan poca influencia de la dispersión frente a la advección (flujo de pis-
tón), y valores bajos indican un flujo difusional. La disminución del parámetro de dispersión hidrodinámi-
ca (D) acerca el comportamiento al f1ujo de pistón (el valor de P tiende a infinito) (Figura 3). El aumento
de la componente dispersiva (el valor de P tiende a cero) provoca que algunas partículas de soluto atra-
viesen más rápidamente el medio poroso, lo que se manifiesta con un frente de llegada o ruptura adelan-
tado y la aparición de colas debido a que la elución se opone a la advección. Cuando el valor de P es bajo,
la aparición de las colas en la curva de paso del soluto puede confundirse con el efecto de la difusión. De
esto se concluye que cuando se desee desenmascarar el efecto de la difusión en la matriz con la realiza-
ción de experimentos de flujo y en columnas de materiales porosos los ensayos de flujo y transporte han
de realizarse en regímenes de flujo con valores de Peclet altos. En la Figura 3 se muestra el efecto de este
parámetro sobre la curva de llegada para diferentes valores de D.
Velocidad lineal del fluido (v): el efecto de la velocidad lineal del fluido (v) es contrario al dispersivo
(Figura 4), puesto que se engloba este mismo coeficiente adimensional. A velocidades grandes predomina
el flujo advectivo sobre el flujo por difusión. A velocidades pequeñas las curvas de llegada se caracterizan
por presentar una gran cola.
Número de Damkholer (w): este parámetro da cuenta de la velocidad con la que se alcanza el equili-
brio. Su valor varía entre cero a infinito. Si w tiende a infinito el fenómeno de no equilibrio se minimiza,
estableciéndose el equilibrio local en el medio poroso estudiado; esto es típico de los procesos de adsor-
ción instantánea. En el modelo de dos sitios, esto indica que el control cinético de los sitios de tipo dos
(S2) no es significativo independientemente de la fracción de sitios, debido a que existe una cinética muy
rápida. En el modelo de dos regiones, significa que la transferencia de materia entre las dos fracciones de
488
16-Capitulo 14/2/07 10:35 Página 489
Figura 3. Influencia del valor de la dispersión (D) en la curva de llegada del soluto. Simulación en condiciones de equilibrio
local. Isoterma de adsorción lineal.
Figura 4. Influencia del valor de la velocidad (v) en la curva de llegada del soluto. Este caso es un ensayo con equilibrio local.
La velocidad (v) en cm/h.
agua es muy elevada. Cuando se produce el efecto de no equilibrio algunas moléculas viajarán más rápi-
do de lo esperado durante el proceso de adsorción (adelantándose el frente de llegada o ruptura de la
curva de paso del soluto por el medio poroso) y se desadsorberán con mayor dificultad cuando se pro-
duzca la desorción (curvas de llegada asimétricas y aparición de grandes colas) (Figura 5).
Fracción de sitios en las que se alcanza el equilibrio instantáneamente (β): está relacionado con la frac-
ción de sitios de tipo uno (S1) y tipo dos (S2) que responden a un mecanismo cinético de la fracción de la
masa del soluto que experimenta adsorción instantánea y la que depende de las propiedades cinéticas del
medio (o en el caso de los modelos de dos regiones está relacionado con la fracción de agua móvil e inmó-
vil). Su valor varía entre cero y uno (β≤1). Si el valor de β tiende a la unidad, prácticamente todas las molé-
culas de soluto alcanzarán el equilibrio de adsorción instantáneamente (en el modelo de dos sitios) o prác-
ticamente todo el agua será móvil (en el modelo de dos regiones) y la curva de ruptura no estará influen-
ciada por los procesos de no - equilibrio. Si el valor de β es menor que uno (β<1) es indicativo de la exis-
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16-Capitulo 14/2/07 10:35 Página 490
tencia de condiciones de no equilibrio. Cuanto menor sea el valor de β mayores serán las condiciones de
no equilibrio del soluto que se está estudiando. En este último caso gran cantidad de soluto abandona la
columna antes de lo esperado porque no llega a alcanzar el equilibrio de adsorción y por lo tanto no es
retenido (independientemente de la forma de su isoterma de adsorción). Por otra parte, la desorción tam-
bién está afectada por las condiciones de no equilibrio y aparecen pronunciadas colas. En la Figura 6, se
puede apreciar como cuanto mayor es β la forma de la curva es más centrada con menor cola y un mayor
valor máximo de la relación Cw/Co. Este parámetro está fuertemente afectado por los procesos de adsor-
ción, degradación y precipitación de los solutos. En presencia de degradación de los solutos el valor de β
tiende a disminuir.
Figura 5. Influencia del valor del Número de Damkholer (w) en la curva de llegada del soluto, para diferentes
condiciones de no equilibrio. Velocidad de 1 cm/h.
Figura 6. Influencia del valor de β en la curva de llegada del soluto. Velocidad 1 cm/h y concentración
constante para todos los casos.
La concentración (Cw): otro punto importante es la influencia del rango de la concentración inicial en
el comportamiento de la sorción. Por una solución muy concentrada en determinado soluto, Kf→0 y R→1,
el comportamiento del soluto se aproximará a un soluto ideal. Esto implica que cerca de la fuente de con-
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taminación, donde normalmente aparecen las concentraciones mayores de contaminante, un soluto adsor-
bido puede comportarse como un soluto conservativo y no reactivo, aumentado el riesgo de contamina-
ción de las aguas superficiales y subterráneas. En la Figura 7 se puede apreciar la influencia de la con-
centración del soluto sobre la curva de llegada. Obsérvese que en estas condiciones de no equilibrio, para
mayores concentraciones la curva de llegada es más simétrica.
Figura 7. Influencia de la concentración del soluto en la solución acuosa sobre la curva de llegada del soluto.
8.1. Modelo de flujo a una mina abandonada. Ejemplo de la Mina Ratones, España
491
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referencia a su principal característica hidrogeológica, es decir, están formados por una red (más o menos
desarrollada) de fracturas incluidas en una matriz rocosa. Esta matriz suele ser poco permeable, haciendo
que el agua circule preferentemente por el sistema de fracturas. Pero solo por unas pocas de estas fractu-
ras, por lo que es importante conocer cuáles son y cómo están conectadas entre sí.
Para identificar físicamente las fracturas se utilizan cartografías geológicas, registros geofísicos (en
superficie, pozos…). De todas las fracturas identificadas solo son importantes aquellas por las que circu-
la el agua, para ello utilizamos los ensayos hidráulicos en sondeo único (bombeo y observación en un
mismo punto), pero las conexiones entre fracturas solo se pueden identificar mediante ensayos hidráulicos
de interferencia o mediante el uso de trazadores químicos. Los ensayos de interferencia se basan en el
bombeo (o inyección) en un punto y observaciones de los descensos producidos por el bombeo en otros
puntos.
Figura 8. Detalle de la geometría de la zona del ensayo. En verde se representan las bandas de cizalla. Los sondeos SR son los
perforados para el proyecto (el primer número indica el número del sondeo, el segundo es el tramo dentro de cada sondeo). Con la
letra S se identifican los sondeos recuperados de la prospección de la mina. Fr se refiere a Fractura.
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Modelo Numérico
El primer paso para la realización de un modelo numérico es la creación de un modelo conceptual que
represente al sistema real. Este se expresa por medio de ecuaciones que forman las bases del modelo
numérico.
Condiciones de contorno
Las condiciones de contorno para el modelo de interpretación del ensayo de bombeo son de descen-
so nulo en todos los contornos. Esto se asume así debido a que los contornos están lo suficientemente ale-
jados como para que no haya llegado la afección del bombeo.
Discretización
Para acabar de definir el modelo numérico, hay que especificar la discretización espacial y temporal del
dominio.
Al tratarse de la modelación de un ensayo de bombeo, al principio los incrementos de tiempo (∆t) son
más pequeños, debido a que es cuando tienen lugar los mayores gradientes hidráulicos, aumentando con
el tiempo a medida que los descensos se estabilizan. Durante la recuperación ocurre lo mismo. Un ejem-
plo se muestra en la figura 9, en la que cada punto corresponde a un tiempo de observación.
Figura 9. Representación de una discretización temporal en un ensayo de bombeo. El incremento de tiempo entre medidas (∆t),
este puede ir variando (∆t1, ∆t2, ∆t3 y ∆t4) a lo largo del tiempo.
La discretización espacial consiste en definir una malla de elementos finitos en la que se tendrá en
cuenta la geometría a representar.
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Figura 10. Malla bidimensional de elemetos finitos. Ampliación de la zona de la mina. La zona sombreada representa a las ban-
das de cizalla, las lineas representan la proyección de los sondeos.
La malla debe respetar la geometría descrita, como se muestra en la figura 11. En dicha figura, pue-
den apreciarse las estructuras introducidas en la zona del ensayo, los tramos de los sondeos, los filones,
las fracturas y las bandas de cizalla.
El proceso de generación de la malla tridimensional (Figura 12), pasa por la construcción de la malla
bidimensional (Figura 11), que se va repitiendo en la tercera dimensión. Los nudos de la última capa bidi-
mensional tienen asignados como tercera coordenada las cotas obtenidas a partir de un Modelo Digital
del Terreno, para representar la topografía.
En la malla tridimensional se combinan elementos en una, dos y tres dimensiones, que representan
diferentes componentes de la geometría, como los sondeos representados por elementos unidimensiona-
les, las fracturas y filones por elementos bidimensionales y la propia formación rocosa, por elementos tri-
dimensionales.
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Figura 11. Detalle de la malla bidimensional en la zona del ensayo, mostrando los sondeos y fracturas introducidos en el modelo.
En rojo las fallas y fracturas menores, en amarillo los filones de cuarzo, en naranja discontinuo la parte de los filones explotada
(mina), en azul el arroyo y en verde las bandas de cizalla.
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Figura 12. Generación de una malla tridimensional. En la imagen 1 (superior izquierda), se muestra una malla bidimensional con
los elementos planos que la forman, pasando a tres dimensiones en la figura superior derecha. En las imágenes inferiores se
representan los elementos planares que forman las fracturas, y cómo se introducen los sondeos con elementos
unidimensionales (inferior derecha).
De esta manera, la ecuación de Stober (1997) se ha utilizado tan sólo para un determinado rango de
profundidades e introduciendo, para la zona más superficial y la más profunda del modelo, valores de con-
ductividad constantes como se indica en la Figura 14.
En el modelo regional realizado para esta misma
zona (Martínez-Landa et al., 1998), se obtuvo una
relación de la disminución de las conductividades con
la profundidad para los granitos, permaneciendo cons-
tante el valor superficial hasta los 100 m, variando
posteriormente según la relación de Stober con la pro-
fundidad. En el caso del modelo local, al encontrarnos
en una zona muy especial del Plutón de Albalá, debido
a su elevado índice de fracturación, no se puede tomar
como referencia la misma relación que en el modelo
regional. Así, se toma como base los datos de la carac- Figura 13. Esquema de variación vertical de la
terización hidráulica del sondeo SR5, suponiendo que conductividad hidráulica en el modelo.
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Figura 14. Disminución de la conductividad hidráulica con la profundidad obtenida a partir de los datos de conductividad
obtenidos en el SR5 durante su testificación hidráulica. En la figura se muestra la relación de disminución de K, basada en la de
Stober, para la matriz granítica. A su derecha se muestra la relación de K con la profundidad para las bandas de cizalla, obtenidas
a partir de los datos del tramo 1 del sondeo SR1, tomado como referencia para esta zona.
Figura 15. Comparación entre los descensos calculados para el sondeo S5 suponiendo que corta al hueco de la mina (derecha) y
suponiendo que corta al Filón 27’ cerca del hueco de la mina (izquierda). Los puntos representan los valores medidos y la línea los
calculados por el modelo numérico.
Calibración
A lo largo del proceso de calibración, y según se va ampliando el conocimiento del funcionamiento del
medio, a veces es necesario probar distintos modelos conceptuales que ayuden a responder a ciertas cues-
tiones. En el caso concreto que nos ocupa, de los sondeos utilizados como puntos de observación, se cono-
cen con cierta precisión los perforados específicamente para el proyecto Ratones (SR). Existen otros son-
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deos, como ya se ha comentado en apartados anteriores, que se perforaron para la prospección de la mina
(S). En estos últimos hay una gran incertidumbre en cuanto a las estructuras que cortan y su longitud. Así,
basándose en la cartografía existente, se ha logrado obtener con bastante fiabilidad su longitud. El caso
del sondeo S5, cuya longitud es de 160 m, según diferentes fuentes (mapas, informes) debería cortar el
hueco de la Mina. Para corroborar o desechar esta hipótesis se realizaron dos modelos conceptuales, uno
en el que el sondeo corta el hueco de la mina y otro en el que corta al Filón 27’ cerca de la explotación.
El resultado puede verse en la figura 8, en la que se observa que si el sondeo cortara realmente al hueco
de la mina, su respuesta al bombeo quedaría totalmente amortiguada por ésta.
Otro de los problemas con que es frecuente encontrarse en este tipo de modelos, es el de la posición
de los puntos de observación en el modelo. Esto es debido a que sólo se han introducido como tramos
(elementos unidimensionales), el SR4-1 (tramo de bombeo), el S10 y el S5; estos dos últimos debido a su
gran longitud (entre 100 y 160 m), ya que crean un cortocircuito entre las estructuras que atraviesan, que
es importante reproducir. Pero el sondeo SR1 no se ha introducido como tal, debido a que los tramos son
muy cortos y ello obliga a un refinamiento de la malla que aumentaría mucho el coste en cuanto a tiem-
po de cálculo. Esto en principio no es ningún problema si se sitúan los puntos de observación adecuada-
mente, es decir, en el corte de los tramos con las estructuras que atraviesan (SR1-2 en el Filón 27, SR1-3
en la fractura SR1-3). No obstante hay algún tramo que se encuentra en la matriz, o en las bandas frac-
turadas (sin ninguna estructura importante en particular); estos son los puntos más conflictivos en cuanto
a su posición, debiendo moverlos a lo largo del sondeo hasta llegar a su mejor ajuste.
Por último, cabe señalar que, en principio, la banda de cizalla que engloba a la Falla Sur se ha tratado
igual que la de los filones (Figura 8), ya que se realizó una calibración por separado de ambas zonas, es
decir, se tomaron como dos zonas distintas en el modelo y, quizá debido a los pocos puntos de observa-
ción situados en estas zonas, o a que el ensayo se ha realizado en el cruce entre ambas, no se han visto
diferencias apreciables, por lo que por simplicidad se ha optado por calibrarlas conjuntamente.
Resultados
A continuación se analizan los resultados obtenidos de la calibración del ensayo de interferencia Sur.
En la tabla 2 se muestran los parámetros iniciales con los que se comenzó la calibración; éstos se han
obtenido de la interpretación de los ensayos con el método de Theis.
Tabla 2. Origen de los valores iniciales de los parámetros introducidos al modelo.
Parámetro Valor (m y s) Origen
(a 200m) 3.2·10-08 Caracterización hidráulica del sondeo SR5
K Matriz
(a 350m) 2.8·10-10 Caracterización hidráulica del sondeo SR5
K Bandas Cizalla 2.0·10-05 Ensayo interferencia Sur. Punto SR1-1
T Filones Sanos 7.0·10-07 Ensayo interferencia Norte. Punto S14
T Fractura S10 6.0·10-05 Ensayo interferencia Sur. Punto S10
T Falla Sur 4.6·10-05 Ensayo interferencia Sur. Punto SR4-1
T Fractura SR1-3 5.8·10-04 Ensayo interferencia Sur. Punto SR1-3
Tomando estos parámetros como iniciales y como información previa, se calibra el ensayo de bombeo
llegando al resultado que se muestra en la tabla 3. En esta tabla se muestran los resultados obtenidos para
la calibración del modelo del 99 (Martinez-Landa et al., 1999) y los del modelo actualizado. La diferencia
entre estos modelos es la división de la matriz granítica en unidades (unidad alterada, unidad fracturada
498
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(matriz) y lehm). Así, la diferencia, en cuando a resultados, se produce en la matriz. La capa superficial de
lehm tiene una extensión continua por toda la superficie del modelo, excepto en la zona en la que las gran-
des estructuras llegan a superficie (falla Sur, filones). Esto es debido a que, numéricamente, si los elemen-
tos bidimensionales que forman estas estructuras pertenecieran también al lehm solo sacarían el agua de
esta capa. Para evitar este efecto se ha definido la zona “lehm bandas cizallas” (Figura 16), con un coefi-
ciente de almacenamiento casi nulo.
Tabla 3. Parámetros iniciales introducidos al modelo (obtenidos de los ensayos interpretados con MARIAJ por AITEMIN),
parámetros finales obtenidos del modelo integrado.
Valores iniciales Valores finales
Parámetros
Dimensiones Coeficiente de Coeficiente de
(unidades m y s) Transmisividad Transmisividad
Almacenamiento Almacenamiento
Matriz 3D 2.5·10-09 / 1.2·10-13 7.9·10-07 1.6·10-09 / 7.8·10-14 1.1·10-08
Bandas Fracturadas 3D 1.4·10-07 / 1.0·10-08 2.1·10-07 1.6·10-08 / 1.2·10-09 1.0·10-07
Filones explotados 2D 0.1 0.0125 0.1 2.7·10-03
Filones Sanos 2D 2.1·10-06 9.7·10-07 6.4·10-07 1.0·10-07
Fractura S10 2D 1.5·10 -05 9.8·10-08 1.07·10-05 1.0·10-07
Fracturas 1-2-3 2D 1.0·10-05 1.0·10-05 1.0·10-05 1.0·10-07
Falla 285 (E-W) 2D 3.6·10-05 1.0·10-06 2.0·10-05 1.0·10-07
Falla Sur 2D 5.2·10-05 3.6·10-06 1.9·10-05 1.0·10-07
Fractura SR1-3 2D 6.1·10-05 1.1·10-05 1.1·10-06 1.0·10-07
Lehm 2D 1.1·10-04 1.0·10-30 1.8·10-05 3.6·10-03
Falla Sur - AºMaderos 2D 1.4·10-06 5.3·10-05 1.8·10-07 1.7·10-04
Sondeo S10 1D 1 4.3·10-06 1 4.3·10-06
Sondeo S5 1D 1 4.3·10-06 1 4.3·10-06
Sondeo SR4-1 1D 1 4.3·10-06 1 4.3·10-06
Unidad Alterada 3D – – 2.0·10-09 4.3·10-06
Lehm Bandas Fracturadas 2D – – 1.9·10-04 1.0·10-30
Aº Maderos 1D Goteo (s-1) 1.0·10-08 Goteo (s-1) 1.0·10-08
Dimensión—> 1D: K (m·s-1), Ss (m-1); 2D: T (m2·s-1), S (—); 3D: K (m·s-1), Ss (m-1)
Otro cambio ha sido la revisión del coeficiente de almacenamiento de la mina. Este parámetro no afec-
ta mucho a este ensayo, en particular debido a que la zona de afección está más alejada, pero es impor-
tante de cara a los estacionarios y al bombeo desde la mina.
Figura 16. Esquema de la zonación de la capa del lehm. En gris se dibuja la capa de lehm, capa bidimensional superficial, que en
los elementos adosados a las fracturas afectadas por los ensayos y que llegan a superficie (en verde), deben tener otras
propiedades hidráulicas para evitar que el bombeo saque toda el agua del lehm.
499
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Figura 17. Esquema del sistema acuífero-mina, para la definición de las variables para el cálculo del coeficiente de almace-
namiento. Siendo P la profundidad, L la longitud y a el ancho del filón explotado.
(50)
TRANSIN: Mina 2D (L·P)
(51)
Como el volumen de agua es el mismo se obtiene que:
(52)
Tenemos:
siendo a el ancho del filón, P la profundidad, y L el largo (como se muestra en la figura 10).
Con este parámetro de partida, también para los modelos estacionarios, hemos terminado con 0.0027
como parámetro final. Esto es debido a que la anchura que se ha tomado para la mina (2 m) está muy
sobreestimada y se ha tomado como constante para toda la profundidad de la mina. Así, el modelo tien-
de a reducir este parámetro llevando a valores medios de 0.5 m de ancho para los filones de mineral explo-
tados.
Los valores de las estructuras apenas han variado, excepto los de la fractura SR1-3. El punto de obser-
vación SR1-3 no estaba bien ajustado en el modelo del 99.
En la tabla 4 y figura 11 se muestra el balance de masas obtenido para la interpretación del ensayo.
En él se puede ver (en volúmenes, m3), que el agua que se extrae por el bombeo proviene fundamental-
mente del drenaje de la capa superficial de lehm, del arroyo maderos (en su parte subsuperficial), de la
500
16-Capitulo 14/2/07 10:35 Página 501
mina y de la unidad alterada. En menor medida de las bandas fracturadas que acompañan a las estructu-
ras más grandes y del cauce del arroyo. Las fracturas, actúan como vías preferentes de flujo, canalizando
el agua, pero no almacenándola, esto aparece reflejado en el balance.
Figura 18. Balance de masas resultado de la calibración del ensayo de interferencia Sur. Las unidades están en m y s. El agua cir-
cula fundamentalmente por el lehm, la mina y la capa superficial del arroyo Maderos (flujo subsuperficial del arroyo).
Por otra parte, en la figura 20 se representan los descensos medidos y calculados como resultado de
la calibración. En ella se ve cómo el punto mejor conectado con el tramo de bombeo es el sondeo S10,
que responde de manera inmediata debido a que corta al cruce de las bandas de cizalla de la Falla Sur y
del Filón 27’ (Figura 8). El tramo superficial del SR4 (SR4-2) responde ligeramente al bombeo debido a que
el obturador que los separa está situado al final de la zona de cizalla de la Falla Sur, llegando una peque-
ña parte de la influencia del bombeo.
501
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Figura 19. Resultados de la calibración del ensayo de interferencia Sur. En los gráficos descenso vs tiempo se representan con
puntos a los valores medidos, con línea continua los calculados por el modelo numérico.
El siguiente punto en amplitud de respuesta es el sondeo SR1-3, debido a la conexión de una de las
fracturas asociadas al filón 27 con la Falla Sur, proporcionando una rápida respuesta al bombeo. Los son-
deos S5, SR1-2 y SR1-1 responden levemente debido a la influencia del hueco de la mina. Llama la aten-
ción el que ninguno de los puntos llega a recuperar el nivel inicial.
En general, los descensos producidos por el bombeo son pequeños, esto se debe a la particular situa-
ción del tramo de bombeo en el cruce entre las estructuras más transmisivas del entorno de la mina. En la
figura 20 se han dibujado los descensos calculados por el modelo en los planos de la Falla Sur (bombeo),
Fractura S10 y Filón 27’ (sano y explotado). Los descensos dibujados son los máximos producidos justo en
el momento previo a la finalización del bombeo (parada de la bomba).
502
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municipio minero de Moa, provincia de Holguín, tres presas de residuos donde se acumulan unos 80 millo-
nes de toneladas y a los cuales no se les ha encontrado ninguna aplicación práctica hasta la actualidad
(dos presas de residuo SAL y una presa de residuo ACL). Los ensayos se han realizado a diferentes veloci-
dades de flujo.
Figura 20. Descensos (en metros), calculados para el ensayo de interferencia en el tiempo anterior a la parada de la bomba. En la
figura se muestran estos descensos en el plano horizontal que contiene al punto de bombeo, con la proyección del resto de los
puntos de observación y el corte de los planos de la falla Sur, fractura S10, fractura SR1-3, falla 285 y, los filones 27 y 27’.
Los modelos seleccionados para describir los ensayos de flujo y transporte de solutos realizados en el
laboratorio dependen de los solutos que se consideren. Para el caso del trazador (Pentaflurobenzoato),
dado que es un soluto conservativo (Kd=0), su transporte no está afectado por ningún tipo de proceso físi-
co–químico cuando el medio es homogéneo, ni biológico, y su flujo está controlado por los procesos de
advección–dispersión, se utilizarán los modelos en condiciones de equilibrio descritos en la parte inicial de
este capítulo.
En los metales pesados que presentan la propiedad de reaccionar con el medio poroso, utilizaremos
los modelos de dos sitios o dos regiones descritos en la parte inicial de este capítulo. La selección de estos
modelos se basa en las evidencias de los ensayos de Batch y flujo donde se observa con claridad la exis-
tencia de condiciones de no equilibrio y flujo no ideal en los ensayos de adsorción y desorción realizados
con estos residuos (Rodríguez, 2002).
La formulación de los modelos de dos sitios considera que la adsorción y desorción está controlada
por procesos físicos, químicos y biológicos (en el caso de los que pueden ser biodegradados) (Van
Genuchten y Wierenga, 1977; Gamerdinguer et al., 1990; Brusseau et al., 1992, Selim y Amacher, 1997;
Wang et al., 1998).
La modelación se ha realizado con el modelo unidimensional UFBTC (University of Florida Break
Through Curves Brusseau et al., 1992) que está programado en diferencias finitas. Este modelo integra
503
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los aspectos de los modelos de dos sitios y dos regiones descritas en la parte inicial de este capítulo. Las
hipótesis básicas de este modelo son:
I) el medio poroso es heterogéneo y su matriz la integran diferentes componentes (minerales, mate-
ria orgánica, minerales amorfos, coloides, etc.) y
II) los procesos de interacción entre el medio poroso y el soluto en el medio se producen en distinta
proporción e intensidad debido a la existencia de diferentes procesos fisicoquímicos y biológicos,
y estos procesos se caracterizan por la existencia de histéresis de los procesos de adsorción, así
como la presencia de disolución, precipitación, degradación, etc.
El código UFBTC, consta de tres partes y cada parte incluye diferentes posibilidades:
- El UFBTC-1 (Brusseau et al., 1989) permite modelar las curvas de paso de solutos conservativos (tra-
zadores) y no conservativos (reactivos, biodegradables o no). Entre las tres posibilidades que contempla el
código se encuentran:
I) Permite modelar las curvas de paso de solutos conservativos en condiciones de equilibrio y la solu-
ción analítica que incluye es la de Brener (1962).
II) Permite modelar las curvas de paso de los solutos reactivos en condiciones de no equilibrio con
proceso de adsorción en dos sitios.
III) En este caso, incluye la posibilidad de usar una isoterma de adsorción no lineal descrita por el
modelo de Freundlich con histéresis en el proceso de sorción y degradación de primer orden.
La solución o modelo matemático que incluye es el de Van Guenuchten y Wierenga (1977).
(53)
Si se tiene en cuenta que la isoterma de adsorción de los tres metales [Cr(VI), Mn(II) y Ni(II)] en ACL y
dos metales [Cr(VI) y Mn(II)] en SAL presentan un comportamiento no lineal, es necesario usar un méto-
do para proceder al tratamiento de la no linealidad del proceso de adsorción con el objeto de tener una
estimación del valor de R. Existen diferentes métodos para proceder a tratar la no linealidad de la isoter-
ma de adsorción que pueden consultarse en Selim y Amacher (1997). En nuestro caso usaremos el méto-
do de la secante. Se realiza la transformación de la isoterma no lineal a una isoterma lineal (Rao, 1974):
(54)
504
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(55)
Los valores de Kf y n se obtienen de la Figura 21. Los valores de KL y RL obtenidos para los diferentes
metales empleados en los ensayos de flujo y transporte de soluto se muestran en la Tabla 5. En el caso del
Ni(II) para el residuo SAL, la isoterma de adsorción es lineal por lo que los valores de Kf y n se obtienen
directamente del ajuste de la isoterma (Figura 21).
Figura 21. Representación de las isotermas de adsorción según la ecuación de Freundlich. En el caso del Ni(II)
en el residuo SAL la isoterma es lineal.
505
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Tabla 5. Valores de Kf, n, KL y R. Para el caso del níquel la isoterma es lineal por lo que no se calcula KL.
Residuo Metal L ρ θ Cw n Kf KL KL
(cm) (g/cm3) (cm3/ cm3) (mg/L)
ACL Mn(II) 10 2.17 0.61 266.00 0.14 1054.00 8.66 23.15
Cr(VI) 10 2.17 0.61 247.00 0.46 30.35 1.55 4.96
Ni(II) 10 2.17 0.61 416.00 0.15 1057.00 6.28 17.06
SAL Mn(II) 10 2.17 0.60 254.00 0.60 17.78 1.94 5.98
Cr(VI) 10 2.17 0.60 920.00 0.26 461.50 2.96 8.59
Ni(II) 10 2.17 0.60 534.77 1.00 0.77 0.77 3.78
En el caso del valor de β (fracción a la que ocurre la adsorción instantánea), un valor inicial para
comenzar el ajuste al modelo lo representa el valor de βR; cuando R=1, este valor se corresponde con el
volumen de poros en el que aparece por primera vez el trazador, en el caso de que la dispersión hidrodi-
námica sea despreciable (Paker y Van Genuchten, 1984).
El valor de β en nuestro caso se ha determinado aproximadamente a partir de los ensayos de Batch
pues se corresponde con la fracción de la masa del soluto que alcanza el equilibrio instantáneamente. El
valor de β también se puede calcular matemáticamente si se conocen las diferentes variables de la ecua-
ción 15. Existen diferentes modelos para el ajuste matemático de ese parámetro (Álvarez et al., 1995;
Wang et al., 1998).
El valor de número de Damkohler representa la relación entre el tiempo de residencia y el tiempo en
que ocurre la adsorción en el la matriz sólida del medio poroso estudiado. Si se conoce el tiempo para el
que ocurre la adsorción en un determinado medio se puede calcular su valor, pues el tiempo de tránsito
lo determina la velocidad a que se realice el ensayo de flujo y transporte. En nuestro caso se ha estimado
un valor inicial a partir de los ensayos de adsorción en función del tiempo realizados con cada metal.
También el valor de w se puede obtener por ajuste de mínimos cuadrados o con interacción con el mode-
lo con test de prueba y error.
Para la estimación de los valores β, w, η, ξ, también existen programas de ajuste por mínimos cua-
drados como CFITM (Van Genuchten, 1981; Wang et al., 1998), que permiten obtener una estimación ini-
cial de estos parámetros a partir de la curva de llegada del soluto.
Análisis de los resultados del ajuste de las curvas de paso del Pentafluorobenzoato (PFBA)
La determinación de las características de la columna se realizó mediante los ensayos con trazador. En
la Figura 22 se puede ver que la curva de paso del trazador presenta un solo pico y es casi simétrica y sig-
moidal, lo que permite asumir que el empaquetamiento de la columna es homogéneo y el ensayo se des-
arrolla en condiciones de equilibrio; así la simulación numérica se puede realizar con la ecuación de flujo,
506
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para condiciones de equilibrio. El factor de retardo en estas condiciones es igual a uno y el máximo de la
curva de paso se encuentra muy próximo a la unidad (Tabla 6).
El ajuste de P se ha realizado con la solución analítica de Brenner (1962), mediante el uso del mode-
lo UFBTC-1, en una dimensión. En todos los casos se aprecia un buen ajuste del modelo a los resultados
experimentales. Estos resultados son indicativos de que el flujo y transporte del PFBA por la matriz de los
residuos no están afectados al parecer por ningún tipo de proceso físico–químico.
Tabla 6. Características de las columnas usadas en los ensayos de flujo con el PFBA (condición de flujo estacionario, medio
isótropo y en condiciones de equilibrio) y parámetros del modelo de equilibrio local.
Residuo Φ L ρ θ v D P R
(cm) (cm) (g/cm3) (cm3/ cm3) (cm/h) (cm2/min)
ACL 1.6 5 2.17 0.61 1.2 0.012 8 1
10 14.0 0.153 15 1
10 39.0 0.180 36 1
SAL 1.6 5 2.17 0.60 1.2 0.014 7 1
10 14.0 0.176 13 1
10 39.0 0.196 33 1
Donde Φ: es el diámetro de la columna; L: es la longitud de muestra de suelo; ρ: es la densidad seca del residuo; θ es el conte-
nido volumétrico de agua; D es la dispersión; P es número de Peclet; R: es el factor de retardo; v es la velocidad.
Los valores de P y D de los ensayos de flujo y transporte realizados en los dos residuos dependen de
la velocidad y como se puede ver son similares en los dos residuos. La similitud de estos valores se debe
a que las características físicas del medio poroso en los dos residuos son parecidas (Tabla 2). El hecho de
que la curva de paso del trazador PFBA en su salida sea tan vertical es indicativo de que el flujo está con-
trolado por la advección, fundamentalmente en el ensayo a velocidad más elevada.
El número de Peclet es una medida de la advección frente al flujo dispersivo; en este caso se ha podi-
do comprobar que a mayor velocidad aumenta la dispersión. En todos los casos evaluados el flujo es mayo-
ritariamente controlado por la advección. Este valor de la dispersión tan pequeño nos muestra una mayor
aproximación al flujo de pistón. Se puede apreciar que a menores velocidades se produce un incremento
de las colas en la curva de llegada, las cuales son ligeramente inferiores a las obtenidas en la simulación
(velocidad 1.2 y 14 cm/h).
El máximo de la curva de llegada del trazador en todos los casos se encuentra ligeramente a la dere-
cha del valor de un volumen de poros, lo que puede ser indicativo de existencia de un pequeño retraso por
difusión en la matriz del sólido. En todos los ensayos, el modelo de equilibrio local se ajusta muy bien a
los datos experimentales. Las mayores dificultades del ajuste se encuentran en la cola donde generalmen-
te el modelo queda por encima de los datos experimentales.
Modelación de la curva de llegada de los ensayos de flujo y transporte de los tres metales
En la simulación de los ensayos de flujo y transporte hay que introducir los valores de la concentración
del soluto y el tiempo, la concentración inicial del soluto, R, P y w. En la simulación siempre se parte de
un valor inicial para cada parámetro de entrada. El valor inicial de R es el obtenido con los parámetros del
modelo de Freundlich a partir del ajuste de las isotermas de adsorción de cada metal como resultado de
los ensayos en Batch. En el caso del número de Peclet se utilizarán los valores obtenidos en los ensayos
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Figura 22. Comparación de los resultados del ajuste de los ensayos de flujo y transporte de PFBA en las columnas de residuos.
A) Ensayos en el residuo ACL. B) Ensayos en el residuo SAL. Vp: volumen de poros; Cw/Co: Concentración relativa.
de trazador para cada una de las velocidades. Los valores de los restantes parámetros se ajustarán de
acuerdo a los valores estimados a partir de los datos disponibles.
Los ensayos de flujo y transporte de los tres metales en los dos residuos se han realizado con inyec-
ción en continuo de 91 volúmenes de poro de solución con el soluto para el proceso de adsorción y con
inyección en continuo de 127 volúmenes de poro de solución sin soluto en el proceso de desorción. El pro-
cedimiento ha sido siempre el mismo para las diferentes velocidades con el objetivo de tratar de saturar
los sitios de adsorción y poder comparar los resultados.
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En los análisis de simulación se consideró degradación del soluto pero para todos los casos la simula-
ción ajustaba para valores de degradación inferiores al 0.002 % de la masa, a partir de este valor las cur-
vas de ajuste se separan de los datos experimentales.
Para la obtención de la curva de paso o llegada del Ni(II) se realizaron los ensayos de flujo y transporte
en los dos residuos metalúrgicos (ACL y SAL). La adsorción del níquel ocurre rápidamente al igual que en
los ensayos Batch, la curva es asimétrica y presenta una gran cola. Se puede apreciar que la curva de paso
del efluente a través del residuo ACL y SAL presenta un marcado carácter vertical a la salida del contami-
nante indicativo de un flujo de pistón con predominio al parecer de la advección.
El valor de β en los ensayos de flujo y transporte por el residuo ACL experimenta una variación en el
caso de las dos velocidades extremas equivalente al 6%. El menor valor se corresponde con el ensayo de
mayor velocidad para el caso del residuo ACL. Este mismo efecto se aprecia en el caso del valor de w donde
se obtiene una variación de un orden de magnitud entre las dos velocidades extremas (Figura 23a).
Aunque el residuo SAL en el caso del Ni(II) presenta una isoterma de adsorción lineal, la obtención de un
valor de β menor que uno es una confirmación que el proceso de flujo y transporte se desarrolla en con-
diciones no ideales o “no equilibrio”. Este mismo resultado lo muestra el valor de w que es menor que
uno. Los resultados del ajuste de los ensayos se muestran en la Tabla 7.
El problema del ajuste con el modelo se centra en la cola de la curva de llegada correspondiente al
ensayo de desorción. En la Figura 23 se aprecia claramente que la saturación de los sitios de adsorción
está ligeramente afectada por la velocidad. El factor de retardo para el Ni(II) es tres veces mayor en el resi-
duo ACL con relación a su valor en el residuo SAL.
El hecho de que el Ni en el residuo SAL presente un valor de F que sea el doble del valor de β se debe
a que presenta una isoterma de Tipo C. Las isotermas de tipo C no son más que las isotermas lineales,
donde se mantienen en equilibrio la masa del soluto en la solución acuosa y la masa de soluto adsorbida
en la matriz sólida, sin que se puedan especificar los mecanismos de adsorción entre el soluto y el adsor-
bente (Sparks, 1995). La existencia de una isoterma lineal es indicativo de que los sitios de adsorción per-
manecen constantes, o sea que a medida que se adsorbe el soluto más sitios o lugares de adsorción se
van creando. Esta isoterma es también un indicativo de que el soluto puede entrar a regiones inaccesibles
para el solvente. Giles et al. (1960), plantean que el soluto entra más fácil a la matriz sólida que el sol-
vente. Según estos autores normalmente este tipo de isoterma se mantiene constante hasta un determi-
nado valor de concentración en que la curva cambia bruscamente de pendiente y adquiere en su parte
superior una meseta completamente horizontal. Existen determinadas condiciones en el medio poroso que
favorecen la existencia de isotermas de tipo C: a) existencia de moléculas muy flexibles en el medio poro-
so debido a diferentes grados de cristalización de los minerales que lo forman (presencia de minerales
amorfos, materia orgánica, etc.); b) mayor afinidad del soluto con el sustrato que con el solvente; c) gran
poder de penetración del soluto en la matriz debido a sus características fisicoquímicas y d) la existencia
de determinadas condiciones en la estructura cristalina de los sólidos que permitan su adsorción. Como
hemos podido ver todas estas condiciones anteriormente descritas están presentes en el residuo SAL.
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Figura 23. Simulación de la curva de paso del NI(II) en los dos residuos mineros, con el modelo de dos sitios UFBTC que incluye
las condiciones de adsorción no lineal y no equilibrio. A) Residuo ACL y B) residuo SAL.
En el caso de la curva de llegada del Mn(II) se puede apreciar por el valor de R igual a 24 que los resi-
duos presentan una gran capacidad de adsorción de este metal. En la Figura 24 se aprecia que la satura-
ción de los sitios de adsorción (Cw/Co=1) es afectada por la velocidad de flujo. En la simulación de la curva
de paso del Mn(II) en los dos residuos mineros, el modelo de dos sitios UFBTC-3 que incluye las condicio-
nes de adsorción no lineal y no equilibrio (histéresis del proceso de adsorción) presenta un buen ajuste,
siendo menos preciso en la parte del proceso de desorción.
En el caso del Mn(II) sucede lo mismo que en el Ni(II): el valor de R es muy superior al que se obtiene
para el PFBA (R=1). Esta diferencia es debida a la existencia de condiciones de flujo y transportes no ide-
ales. El valor de R es 4 veces mayor en el residuo ACL con respecto al valor de R en el residuo SAL. En este
caso esta diferencia está controlada por el valor del pH, pues a pH ácido la movilidad del manganeso es
mucho mayor (Saparks, 1995; Tan, 1994).
La adsorción en los dos residuos presenta isotermas de adsorción no lineal que generalmente son indi-
cativas de condiciones no ideales o de “no equilibrio” en los procesos de adsorción en condiciones de flujo
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y transporte de solutos. Los resultados del ensayo de flujo y el valor de los parámetros de modelo β y w
confirman estas condiciones durante la realización del ensayo de flujo y transporte del Mn para las velo-
cidades de 14 y 39 cm/h en el residuo ACL y para 1.2 cm/h en el residuo SAL. Cuando el valor de w es
menor que uno, según los diferentes estudios consultados equilibrio (Sparklet et al., 1975; Paker y Van
Genuchten, 1984; Álvarez et al., 1995; Álvarez et al., 2001), es un indicativo de la existencia de un pro-
ceso de flujo y transporte en condiciones no ideales.
Figura 24. Simulación de la curva de paso del Mn(II) en los dos residuos mineros, con el modelo de dos sitios: UFBTC que incluye
las condiciones de adsorción no lineal y no equilibrio. A) Residuo ACL. B) Residuo SAL.
El ensayo de flujo y transporte del Cr(VI) con procesos de adsorción y desorción
En el caso del Cromo sucede lo contrario de lo visto en el Ni y el Mn; en este caso el factor de retra-
so es 2 veces mayor en el residuo SAL con respecto al residuo ACL. Esta diferencia es debido al pH pues
a pH ácidos la movilidad del cromo hexavalente es mucho menor.
En el caso del Cromo se puede observar que el valor de β es superior a 0.7 en los dos residuos, lo que
es indicativo de que los sitios de adsorción en equilibrio representan un porcentaje importante. El valor de
F es muy similar, lo que indica que la fracción de la masa de soluto que se adsorbe rápidamente es muy
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importante y que esta adsorción instantánea es la que determina en cierta medida el porcentaje de los
sitios de adsorción que está en equilibrio. Al igual que en los otros metales, en el caso del Cr el valor del
factor de retardo está determinado principalmente por la adsorción instantánea, pues como se ha visto en
los ensayos Batch la adsorción ocurre muy rápidamente.
Figura 25. Simulación de la curva de paso del Cr(VI) en los dos residuos mineros, con el modelo de dos sitios, UFBTC que incluye
las condiciones de adsorción no lineal y no equilibrio. A) Residuo ACL. B) Residuo SAL.
Las curvas de llegada de los solutos (metales) son asimétricas, presentando una gran cola. El uso de
un modelo con adsorción no lineal y condiciones de no equilibrio UFBTC-3 describe o simula la curva de
llegada de los tres metales. Este modelo reproduce con bastante exactitud la curva de llegada del los dife-
rentes solutos, lo que indica que la existencia de una cola tan larga es el resultado de la no linealidad de
los procesos de adsorción–desorción comprobado en los ensayos Batch.
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Tabla 8. Resumen de los parámetros utilizados para el ajuste de las curvas de llegada de los ensayo de flujo y transporte de los
tres metales en las columnas de residuo ACL y SAL.
Metal Residuo Vpi Vpd v P R β w Rm K2 F ξ η
Vp Vp cm/h
Mn(II) ACL 91 127 1.2 8 24 0.80 1.0 19.20 0.050 0.83 0 0
14.0 15 0.77 0.17 18.48 0.043 0.80 0 0
39.0 36 0.72 0.06 17.28 0.035 0.75 0 0
SAL 1.2 7 6 0.78 0.1 4.68 0.018 0.74 0 0
Ni(II) ACL 1.2 8 17 10.80 2.00 13.60 0.141 0.80 0 0
14.0 15 0.77 1.00 13.09 0.358 0.76 0 0
39.0 36 0.72 0.06 12.24 0.049 0.71 0 0
SAL 1.2 7 6 0.78 0.10 4.68 0.018 1.46 0 0
Cr(VI) ACL 1.2 8 5 0.80 1.00 4.00 0.240 0.77 0 0
14.0 15 0.77 0.32 3.85 0.390 0.73 0 0
39.0 36 0.72 0.05 3.60 0.139 0.66 0 0
SAL 1.2 7 9 0.78 0.01 7.02 0.001 0.79 0 0
Vpi, es volumen de poros de inyección(adsorción); Vpd, es volumen de poros de inyección de solución sin soluto (desorción).
El hecho de que el valor de β sea significativamente menor que uno (β<1) es indicativo de condicio-
nes de flujo en régimen de no “equilibrio” o flujo y transporte de soluto no ideal. Los resultados de un
valor de β superior al 0.7 en los dos residuos es una muestra de que más de un 70% de adsorción de la
masa de soluto ocurre instantáneamente. Este valor de β nos indica además que los sitios de adsorción
donde se ha alcanzado el equilibrio son un porcentaje muy elevado del total de sitios existentes. Con el
incremento de la velocidad de flujo en el ensayo realizado en el residuo ACL se aprecia que el valor de β
disminuye un 6%, indicativo de un incremento de las condiciones de no equilibrio, debido a que el tiem-
po de tránsito del soluto por el medio es mucho menor, por lo que disminuye la adsorción del soluto ana-
lizado. También del valor de β se puede deducir que un valor de aproximadamente entre el 20 y 28% de
la masa de soluto adsorbida puede estar controlada por los sitios de tipo dos (S2), donde la transferencia
de masa entre la solución y el sólido está controlada por los procesos cinéticos o quimisorción.
El valor de w nos da cuenta de la velocidad con que se alcanza el equilibrio. El hecho de tener un valor
de w inferior a 1 en los ensayos de los tres metales en el residuo SAL, de los ensayos de Mn y Cr para velo-
cidades de 14 cm/h y en los ensayos de los tres metales en el residuo ACL para la velocidad de 39 cm/h,
es indicativo de que el medio no está en equilibrio debido a que la adsorción ocurre en dos sitios o dos
regiones. Esto hace suponer que la fracción de soluto que se adsorbe en los sitios de tipo dos (S2) está
controlada por el proceso cinético, el cual necesita de un mayor tiempo para alcanzar el equilibrio. Se apre-
cia que en la medida que se aumenta la velocidad del ensayo de flujo y transporte el valor de w es menor
lo que muestra un alejamiento de las condiciones de equilibrio. En estudios de flujo y transporte de solu-
tos orgánicos e inorgánicos en suelos naturales siempre que el valor de w es pequeño (menor que uno) se
consideran condiciones de no equilibrio (Sparklet et al., 1975; Paker y Van Genuchten, 1984; Álvarez et
al., 1995; Álvarez et al., 2001).
Para el factor de retardo (R) se ha comprobado en los casos de que n es menor que 1 que el valor de
R depende de la concentración como sucede en los diferentes trabajos consultados (Selim y Amacher,
1997; Wang et al., 1998). En todos los metales analizados el valor de R es superior a 5, indicativo de las
buenas propiedades de adsorción que presentan estos residuos. Aunque este parámetro se ha considera-
do constante durante la simulación, en las Figuras 3, 4 y 5 y Tabla 3, se puede comprobar que está lige-
ramente afectado por la velocidad. El aumento de la velocidad disminuye considerablemente el tiempo de
513
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tránsito y con ello el tiempo de interacción sólido-soluto para que ocurra la adsorción. Los mayores valo-
res de R se obtienen para los metales que presentan un valor de n menor y un mayor valor de Kd.
El valor del coeficiente de adsorción instantánea F es muy similar a el valor de β con la excepción del
Ni en el residuo SAL, donde su valor es el doble del valor de β esta diferencia es debida a que el Ni en el
residuo SAL tiene una isoterma de adsorción lineal. El valor de F superior a 0.7 en todos los metales con
isoterma de adsorción no lineal muestra que de la masa de soluto adsorbida (más del 70%) ocurre ins-
tantáneamente.
El valor de Rm, revela claramente que la componente del valor de retardo equivalente a los sitios de
adsorción en estado de equilibrio es superior al 70% del valor total de R en los tres metales (Ni, Cr y Mn)
analizados y para los dos residuos.
El valor K2, para las mismas condiciones de ensayo en el caso del manganeso es de 0.05 para el resi-
duo ACL y de 0.018 para el residuo SAL; como se puede ver en el residuo ACL es más de dos veces el valor
obtenido para SAL. En el residuo ACL se puede apreciar una pequeña disminución del valor de K2 en fun-
ción de la velocidad a que se realice el ensayo, para los tres metales, siempre que las condiciones de lon-
gitud de la columna de residuo y la velocidad de flujo sean las mismas.
El hecho de que para ajustar el modelo a los datos experimentales en el caso de los dos residuos los
términos fuente o sumidero ξ y η (debido a la degradación del soluto) son considerados igual a cero
(menor de 0.002), nos muestra que aparentemente los solutos utilizados no sufren ningún tipo de degra-
dación. Estos valores corroboran la información obtenida mediante el empleo del microscopio electrónico
sobre la composición de la matriz del sólido empleado en los ensayos de flujo y transporte de los tres meta-
les, donde no se observó ninguna precipitación de los metales en otro tipo de minerales. Estos resultados
unidos a la velocidad con que ocurre la adsorción son indicativos de que el metal es adsorbido al parecer
en la superficie de las partículas sólidas debido a la acción de las fuerzas electrostáticas (potencial zeta de
las partículas sólidas).
El ajuste mejor logrado es el del Ni(II) en el residuo SAL; esto es probablemente debido a que éste pre-
senta una isoterma de adsorción y desorción lineal aunque hay histéresis en el proceso de adsorción y
resulta mucho más fácil de simular por el modelo numérico que cuando hay un marcado proceso de his-
téresis en el proceso de sorción y las isotermas son diferentes en cada proceso como es el caso de los otros
dos metales en el residuo SAL y de los tres metales en el residuo ACL, que presentan isoterma de adsor-
ción no lineal y desorción lineal.
Las curvas de ruptura de los tres metales indican que el comportamiento de éstos durante el flujo y el
transporte de contaminantes es no ideal. El uso de modelos que incluyen la adsorción no lineal y que el
proceso ocurre en dos sitios (diferentes intervalos de tiempo) indica que el proceso de adsorción no lineal
es la causa principal de que se obtenga una gran cola en la curva de llegada.
Lo que más llama la atención dentro de estos ensayos es la capacidad de estos residuos para retener
los solutos, lo que queda demostrado con el elevado valor del factor de retardo (R) en todos los solutos,
expresado en volúmenes de poros, que es siempre superior a 5 Vp (Tabla 8).
Los resultados de los ensayos de flujo con procesos de adsorción–desorción nos permiten llegar a las
siguientes conclusiones:
– El PFBA es un buen soluto para ser utilizado como trazador en el conocimiento de las propiedades
del medio poroso. Su análisis resulta muy económico y se detecta para concentraciones muy bajas
514
16-Capitulo 14/2/07 10:35 Página 515
de 0.001 mg/L con un detector de ultravioleta visible o HPLC (ver sección de técnicas analíticas).
– El uso de los modelos de equilibrio para simular los resultados del ensayo con el trazador es muy
bueno para la parte de la curva correspondiente al ensayo de adsorción y bueno en el caso de la
parte de la curva que corresponde al ensayo de desorción, aunque en este caso se queda un poco
por encima en la cola de la curva de llegada o paso del soluto. La causa de esta pequeña cola se
debe a la dispersión y al posible efecto de la difusión en la matriz que sufre el soluto conservativo.
– La velocidad de flujo afecta la curva de llegada del trazador; a medida que disminuye la velocidad
la curva pierde simetría y aumenta la cola.
– La velocidad de flujo afecta al proceso de adsorción y la forma de las curvas de llegada de los dife-
rentes solutos. En todos los casos se aprecia la existencia de asimetría y una gran cola.
– Los resultados de los ensayos de Batch muestran una buena predicción de los resultados del factor
de retraso (R) en el caso de los tres metales, para los dos residuos.
– La velocidad de flujo afecta los principales parámetros del modelo β, w, P y R. Los parámetros P y
w dependen directamente de la velocidad. De los parámetros del modelo, los más afectados por la
velocidad a que se realiza el ensayo de flujo y transporte son β y R. La diferencia del valor de β entre
las dos velocidades extremas es del 6% para el residuo ACL. La afección del valor de R es pequeña
entre las dos velocidades extremas del ensayo de flujo y transporte en el residuo ACL, debido a que
la velocidad con que ocurre la adsorción de la masa de soluto es muy rápida.
– La obtención de un valor estimado de β entre 0.72 y 0.78 en todos los casos sugiere que los sitios
de adsorción de la masa de residuo que rellena la columna en estado de equilibrio es menor del
80% del total.
– Los valores de F son similares a los de β en los tres metales en el residuo ACL y en el Mn y en el Cr
en el residuo SAL (Tabla 3). En el caso del Ni en el residuo SAL es prácticamente el doble de β indi-
cativo de que al parecer en el residuo SAL durante el proceso de adsorción se mantienen constan-
tes los sitios de adsorción en la matriz del medio poroso, fenómeno característico de los materiales
que presentan isoterma de adsorción lineal (isotermas de tipo “C”, Clasificación de Giles et al,
1960).
– Considerando el criterio de número de Damkholer (w) para definir si el proceso de adsorción en los
ensayos de flujo y transporte se desarrolla en condiciones de equilibrio o no equilibrio es necesario
que éste sea mayor que uno. Se puede apreciar que este criterio en el residuo SAL indica que no
existen condiciones de equilibrio para los tres metales, pues el valor de w es siempre menor que uno
para una velocidad de 1.2 cm/h, mientras que en el caso del residuo ACL es dominante para los
ensayos de gran velocidad 39 cm/h en los tres metales (Ni, Cr y Mn), donde w<0.05, y para el caso
de la velocidad de 14 cm/h en los ensayos de flujo y transporte del Mn y Cr, donde w<1.
– El valor de Rm factor de retraso instantáneo correspondiente a la región o sitios en equilibrio es muy
grande y prácticamente constante para cada metal en el residuo ACL, con una ligera disminución en
función de la velocidad del ensayo del flujo y transporte (Tabla 3).
– La estimación del valor de la relación o ratio de adsorción K2 en los dos residuos es variable con
valores entre 0.018 y 0.001 hr-1 en el residuo SAL y entre 0.39 y 0.018 hr-1 en el residuo ACL y es
al parecer en la mayoría de los casos dependiente de la velocidad del ensayo de flujo y transporte
del soluto (Tabla 3).
– El uso de los modelos de dos sitios (UFBTC) que incluyen los proceso de sorción con diferentes pro-
porción e intensidad (adsorción física, química, etc.) e histéresis para modelar los resultados de los
ensayos de flujo y transporte de los tres metales en el medio poroso (en los dos residuos) dan resul-
515
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tados satisfactorios en la simulación de las curvas de llegada de los metales obtenidos en el labo-
ratorio.
– El resultado del uso de los modelos de “Dos sitios” confirma las observaciones de los ensayos de
Batch y flujo y transporte de solutos, así como los resultados de análisis semicuantitativo por micros-
copio electrónico de barrido de las muestras de residuo una vez realizados los ensayos, donde se
pudo comprobar la existencia de una masa de soluto adsorbida que resulta prácticamente irreversi-
ble. Se observó como el proceso de adsorción tiene dos componentes, una física (adsorción instan-
tánea por fuerzas electrostáticas) que es la principal para más del 70% de la masa del soluto adsor-
bido y una cinética, para el resto de la masa. La masa adsorbida depende un poco de la velocidad
del flujo y del tiempo de residencia del soluto en el medio.
– Al modelo le resulta mucho más difícil reproducir los resultados del proceso de desorción debido a
que la cinética del proceso de desorción es mucho más lenta que la del proceso de adsorción.
– Los ensayos pueden ser modelados con valores de los términos fuente o sumidero ξ y η iguales a
cero. Ello indica que, al parecer, los solutos utilizados no sufren ningún tipo de degradación o preci-
pitación. Estos valores corroboran la información obtenida mediante el empleo del microscopio elec-
trónico sobre la composición de la matriz del sólido empleado en los ensayos de flujo y transporte
de los tres metales, donde no se ha observado ninguna precipitación de los metales como otros
minerales. Estos resultados son indicativos de que el metal es adsorbido en la superficie de las par-
tículas sólidas.
– La existencia de un transporte de solutos no ideal se debe principalmente a la irreversibilidad del
proceso de adsorción y en menor medida está condicionada por el tiempo en que ocurre este pro-
ceso. El proceso o efecto más destacable es la irreversibilidad de los procesos de adsorción–desor-
ción (histéresis) y la capacidad de estos residuos para adsorber los tres metales, fundamentalmente
para el Ni(II) y Mn(II) en el residuo ACL.
– Los resultados indican que la existencia de procesos de adsorción no lineal es la principal causa de
un proceso de flujo y transporte de soluto por el medio poroso en condiciones no ideales, mientras
que la existencia de un proceso de interacción con distinta proporción e intensidad entre el soluto
de la solución y el sólido desempeña un papel secundario.
– Los resultados obtenidos durante la realización de los ensayos de adsorción-desorción en un siste-
ma cerrado (Batch) y en un sistema abierto (condiciones de flujo) muestran que los residuos tienden
a retener los metales en la matriz del medio poroso, lo que denota una gran limitación en la movi-
lidad de éstos en el medio poroso, valor de R>5, para todos los metales en los dos residuos.
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
Buscando definiciones acertadas, de las que se encuentran algunas muy adecuadas en el excelente
manual de la EPA norteamericana del año 1983, “Benefit-Cost Assessment Handbook”, podemos citar la
que sirve al manual para introducirnos en este mundo, diciendo que el Análisis Coste-beneficio resulta un
medio de organización de la información y un método necesario para identificar todas las consecuencias
favorables y desfavorables de una cierta actividad. Además, donde sea necesario tomar decisiones algo
complejas, muchos de estos resultados se pueden transformar en simples unidades monetarias, a fin de
permitir comparaciones lo suficientemente consistentes entre los beneficios y los costes.
De otra manera más breve, el ACB es un método muy práctico para incluir los principios económicos
en los procesos de decisión. El mismo manual recuerda que resulta importante reconocer que los juicios
de valor forman parte de cualquier decisión y que el ACB complementa la información científica y técnica
con otra de carácter económico que puede ayudar a los responsables de la toma de decisiones a realizar
correctamente sus juicios. Desde un punto de vista aún más práctico, el Análisis Coste–Beneficio consiste
en estimar el equivalente económico total de los beneficios y costes acumulados de los proyectos que afec-
tan a la Comunidad para decidir si para ella son aceptables.
De todas maneras, algunos autores llegan a separar el “Benefit-Cost Assessment” del “Cost-Benfit
Analisis”. Aquí, en aras de una mayor simplificación se tomará en su afección más general, sin ningún tipo
de diferenciación.
La idea de esta contabilidad en proyectos comunitarios se originó en el año 1848, en un artículo del
ingeniero francés Jules Dupuit. Posteriormente el economista británico Alfred Marshall estableció los con-
ceptos formales de los que ya sería a partir de entonces el ACB. El mismo Harold Hotelling (economista
enormemente afamado y autor de la primera verdadera concepción de la economía de los recursos no
renovables) escribió en 1938 el articulo “The general welfare in relation to problems of taxation and of
railway and utility rates–marginal cost pricing” aplicando sus principios fundamentales. Obviamos la evo-
lución posterior que ya en los años 90 culmina con la introducción de los conceptos ambientales dentro
de las valoraciones generales, dando lugar al Análisis Coste-Beneficio Ambiental (ACBA).
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Desde los primeros tiempos de su vida los ACB fueron rápida y sobresalientemente acogidos, debido
sobre todo a su capacidad de aplicación a las inversiones que afectan a las externalidades de una
Sociedad. Como ejemplo, la EPA afirma que gasta del orden de 0,7 millones de dólares en proyectos de
estimación de ACB, en relación con un valor de más de 100M$ por año.
Hasta la introducción del concepto ambiental los ACB abordaban problemas de valoración de exter-
nalidades, produciendo un dudoso beneficio para la Sociedad al relacionarlo con su coste económico.
También era objeto de aplicación obligada en proyectos y programas de ayuda con destino social en regio-
nes en vía de desarrollo, normalmente a cargo de centros de ayuda internacional (Banco Mundial, ONU,
FAO, UNESCO, etc.) y también se empleaba en la elección de alternativas de inversión a cargo de diversas
administraciones públicas. En este caso, el margen positivo entre unos proyectos y otros constituía uno de
los criterios de la elección final.
Con la introducción del concepto ambiental, tomado en su dimensión más general, una nueva dimen-
sión de utilidad aparece en las aplicaciones de un ACB: la valoración en unidades económicas de aspec-
tos tales como el impacto ambiental de las actividades provocadas por un nuevo proyecto, la afectación
humana a las sociedades próximas o relacionadas con él, la visión de las repercusiones sobre las socieda-
des futuras, la pérdida de recursos en su dimensión no renovable, y otros más. Todas ellas mejoran en
muchos caso nuestra percepción global, permiten comparaciones entre conceptos aparentemente muy
diferentes, permiten adiciones o acumulaciones de efectos, introducen la dimensión de la temporalidad en
los resultados, la dimensión estadística de los objetos y de sus resultados, etc.
No obstante, la realización de un buen análisis resulta en la mayoría de los casos algo muy delicado y
difícil de realizar y hay que recurrir a las técnicas de valoración ambiental en su dimensión de Uso-No Uso,
con los problemas que ello conlleva.
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ANÁLISIS COSTE-BENEFICIO AMBIENTAL (ACBA) APLICADO A LA REMEDIACIÓN DE ACUMULACIONES DE RESIDUOS SÓLIDOS DE MINA
pete a una actividad industrial dentro de un territorio, no se suele considerar el efecto multiplicador de una
nueva actividad. En fin, la solución a los variados problemas que se presentan en el momento de abordar
un nuevo estudio, requieren sobretodo una racionalidad en las soluciones y una gran claridad en la expo-
sición de las explicaciones.
Se puede comprender con facilidad que las incertidumbres generadas en un balance sobre las venta-
jas y los costes generados por una actividad humana resultan increíblemente variadas, ya que mirando
hacia el futuro, ahora ya reconocemos circunstancias de difícil predicción: la variación en el clima, el des-
arrollo tecnológico y cultural, el comercio exterior, etc.
La solución a estos problemas, como siempre, no resulta sencilla: la introducción de figuras matemá-
ticas de riesgo y probabilidad, las distribuciones de frecuencia, las proyecciones aquilatas, el análisis de
series temporales, el método de los escenarios, los análisis de sensibilidad, la Simulación de Montecarlo,
etc. son algunas de las soluciones más pertinentes elegidas según los casos planteados.
Ante las inevitables limitaciones provocadas por la necesidad de efectuar valoraciones cuantitativas en
el ACBA, algunos análisis se conforman con la expresión cualitativa del problema (Análisis de Coste-
Efectividad) perdiendo en el cambio gran parte de la fortaleza del método.
Cada autor marca las etapas de cómo, a su juicio, se puede dividir la acción del cálculo de un análisis
de este tipo.
Recogiendo las que señala el manual de la EPA de 1983, las más importantes son:
Etapas para un ACBA (EPA, 1983)
1. Definir la acción 5. Comparar los beneficios y los costes de la
2. Determinar un esquema apropiado basado en acción
los recursos o la complejidad de la acción 6. Valorar la adecuación de los resultados
3. Identificar y estimar el incremento de los bene- 7. Remarcar la distribución de los beneficios y
ficios de la acción costes, y los impactos económicos de la acción
4. Identificar y estimar el incremento de los costes 8. Integrar la valoración dentro de otros aspectos
de la acción del proceso de decisión
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COSTES INGRESOS
Generados directamente por las propias explotaciones Generados directamente por las propias explotaciones
• Inversiones, producidas por la primera instalación industrial • Venta del producto, extraído y transformado en una primera
o por la renovación de los equipos. operación.
• Costes operativos y generales, siempre referidos a la opera- Afectando a la comunidad, en general
ción extractiva, adicionados a los estructurales y los de • Transporte (diferencial) hasta los centros de consumo, consi-
carácter general. derando que las alternativas, excluido el reciclaje, serán
• Ambientales directos, incorporados a la misma operación soluciones nacionales.
minera, tales como los programas de restauración, preven- • Empleo en la Comunidad, tanto el directo como el inducido
ción de impactos y de control ambiental. generado por esta actividad.
Afectando a la comunidad, en general • Mejora de los servicios, como viviendas, urbanismo y comu-
• Utilización de las infraestructuras comunitarias: líneas de nicaciones
energía, comunicaciones, etc. • Germen de desarrollo local, contando con la fijación de la
• Ambientalmente inevitables, es decir, aquellos que pueden población, formación laboral, aumento de salarios, etc.
afectar al medio sin que razonablemente se puedan evitar: Otros
impacto paisajístico después de una restauración, pérdida de • Control ambiental, siempre que los efectivos disponibles por
biodiversidad.... la comunidad mejoren a aquéllos propios de las alternativas
• Degradación del valor del terreno por la proximidad de las consideradas.
explotaciones • Calidad de los productos, en el caso de que pudieran
Otros demostrarse mejoras considerables respecto a las alternati-
• Seguridad personal, positivos o negativos (coste o beneficio), vas de suministro, calidad directamente discutida por el con-
según mejore o empeore la siniestralidad del sector más sumidor, seguridad de abastecimiento y reducción de stocks
afín. de materias primas.
• Consumos de recursos limitados, tales como la energía eléc-
trica, combustibles y agua
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ANÁLISIS COSTE-BENEFICIO AMBIENTAL (ACBA) APLICADO A LA REMEDIACIÓN DE ACUMULACIONES DE RESIDUOS SÓLIDOS DE MINA
En el mismo plano de circunstancias, el resultado final se expresa como un verdadero balance conta-
ble, y es a partir de ahí, cuando se discuten las alternativas más convenientes, la adecuación a un presu-
puesto económico y ambiental, la búsqueda de nuevas modalidades, las probabilidades de ocurrencia o
bien la aceptación sin condicionantes.
Ejemplo: balance final en el Análisis Coste-beneficio Ambiental del sector de los minerales no metáli-
cos.
COSTES (m€ €)
Inversiones 122.121
Amortizaciones 57.906 180.027
Reposición y mejora 169.424
Costes de operación y generales 1634
Costes ambientales directos
Costes infraestructuras comunitarias 425
Inf. Eléctricas 684
Agua Industrial 2.378 3487
Inf. Varias
Costes ambientales inevitables
D. Suelo 542
Tráfico 3.828 4.370
Siniestralidad laboral 23.750
TOTAL COSTES 382.692
€)
INGRESOS (m€
Ventas de productos 438.630
Empleo 12.448
Desarrollo local 1.710
Calidad 533
TOTAL INGRESOS 453.321
€)
RESULTADOS (m€ 70.629
Otro ejemplo muy ilustrativo y dirigido a temas de exclusividad medioambiental es el entresacado del
Manual de ACB de la EPA norteamericana. Es un “Case Study” acerca del “El esparcimiento y otros bene-
ficios relacionados con la mejora de la calidad del agua en el río Monongahela”: la valoración de los bene-
ficios originados por el incremento en la calidad del agua de este río (localizado en el estado de
Pensilvania) se ha realizado según la metodología de la Valoración Contingente. Este método consiste en
una encuesta repartida a los usuarios de las aguas, preguntándoles sobre cuánto estarían dispuestos a
pagar por esta mejora, y qué supone la consideración de los valores de Uso y No Uso de los bienes del
Parque. La encuesta fue contestada por 393 usuarios.
La aplicación del método requiere un sistema de hacer el pago, de forma hipotética, por las mejoras
de la calidad del agua. Entre las alternativas propuestas estaba las de unas tasas por el uso de las aguas,
pagos por la entrada al medio protegido o bien incrementos en las facturas por el uso de este bien.
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Uno de los aspectos más cruciales de este análisis es aquel que se refiere a los beneficios y los costes
en términos económicos eligiendo una apropiada tasa de descuento a fin de de traducir en unidades eco-
nómicas los beneficios y los costes acaecidos durante los años que considere el proyecto, por mediación
de un indicador de rentabilidad que suele ser el Valor Actual Neto. Para determinar este valor se podrían
considerar cinco factores:
• Una tasa social de preferencia: es la tasa de descuento a la cual la sociedad está dispuesta a cam-
biar la situación actual de consumo por otra de consumo futuro.
• Una tasa de interés de consumo: es la tasa a la cual los individuos están dispuestos a cambiar la
situación actual de consumo por otra de consumo futuro.
• La TIR marginal en la inversión privada: es la TIR incremental de la última unidad de inversión de
una empresa privada
• El coste de oportunidad de la inversión pública: es el coste de una inversión pública, medida en tér-
minos de consumo o inversión privada
• Riesgo: es el grado al cual la inversión en un proyecto público afectará a la variación en el resulta-
do de toda la inversión pública
Existen otros muchos procedimientos y pensamientos sobre este índice que, en la mayoría de los casos
suele variar entre un 2% y un 4%.
Los Resultados del Análisis se suelen expresar en Unidades Absolutas entre los Beneficios y Costes, en
la proporción de unos sobre los otros, en un indicador de rentabilidad, normalmente el VAN, en un Análisis
Gráfico u otra medida que pudiera parecer más conveniente.
El Análisis Coste-Beneficio Cualitativo: cuando no sea posible la valoración cuantitativa de los costes
y beneficios
El Análisis Coste-Efectividad: se usa para comparar dos o más alternativas que alcanzan el mismo obje-
tivo y pueden ser empleadas para evaluar si los beneficios son conmensurables con sus costes. Se entien-
de bien que en la restauración existan dos visiones para aplicar la metodología del ACE, que compara la
efectividad de la aplicación de una técnica o de un proyecto:
• Coste-Minimización: evalúa la efectividad relativa, tan solo de los costes
• Maximización de los Beneficios: en este caso evalúa tan solo los beneficios causados, por ejemplo,
por una restauración.
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ANÁLISIS COSTE-BENEFICIO AMBIENTAL (ACBA) APLICADO A LA REMEDIACIÓN DE ACUMULACIONES DE RESIDUOS SÓLIDOS DE MINA
Los procedimientos de valoración en sus aspectos de valores de Uso y de No Uso se han desarrollado
y aplicado enormemente en los últimos años, creando una variada metodología de tratamiento, basándo-
se en potentes bases de datos y de información fácilmente difundidas. No obstante y a pesar del tiempo
transcurrido, todavía existe un enorme campo por investigar, y las propuestas metodológicas casi siempre
son difíciles de aplicar y muchas veces tan solo aproximadas.
A pesar de que se requiere muchísima más dedicación a este capítulo, a fin de poder aplicar los con-
ceptos de valoración a los problemas que conlleva la construcción y restauración de los acopios de resi-
duos sólidos procedentes de las explotaciones mineras, a título de indicación se adjuntan unas tablas-resu-
men de los valores de Uso y de No Uso y de los procedimientos de valoración más comunes. Para cual-
quier profundización puede consultarse EPA (1983), Cyr et al. (2002), Department Environment and
Heritage of Australian Government (1995), Abel (2001) y Pearce y Moran (1994).
Denominación Ejemplos
Valores por USO de consumo Consumo de algodón en el bosque tropical
Por uso directo
sin consumo Paseo por el bosque tropical
Por uso indirecto (o valores Para un recurso dado, los beneficios generados
de consumo funcionales) indirectamente a causa de su función ecológica
Los ejemplos que figuran en la tabla anterior se refieren a zonas de bosque de calidad que merecen
ser protegidas. No obstante, su uso se puede generalizar a cualquier caso de afección al medio natural.
Los valores ambientales indirectos o los valores de lo "sin uso", ineludiblemente, precisan de técnicas
de valoración que se apoyan en percepciones individuales y colectivas; es decir, en la apreciación social del
bien considerado. Una breve relación de los métodos más usuales es la siguiente:
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Denominación Descripción
Precio del Mercado Utilizando los precios de mercado
Bienes medioambien-
Asignación del Precio Subrogado tales adicionales Buscando el valor del mercado para los bienes
Valor del del Mercado Bienes sustituidos al relacionados
Mercado evitar los impactos
Valor de una
Método de los Asigna un valor en el mercado de un servicio
Propiedad
Precios medioambiental, como uno de los componentes
Método del Salario medibles de un bien o servicio
Hedónicos
Diferencial
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ANÁLISIS COSTE-BENEFICIO AMBIENTAL (ACBA) APLICADO A LA REMEDIACIÓN DE ACUMULACIONES DE RESIDUOS SÓLIDOS DE MINA
Figura 1. Dique de lodos de cianuración antes de la Figura 2. Dique de lodos de cianuración restaurado.
restauración.
El tratamiento que se presenta a continuación se refiere a la valoración de todos los aspectos econó-
micos, ambientales y sociales que se relacionan en esa acumulación de roca triturada.
Puede calificarse como fácil la determinación de ciertas clases de valores (o al menos, con garantías
de una cierta precisión). Éstos se podrían denominar “directos”, y se refieren a la degradación (pocas veces
puede considerarse un aumento del valor de los mismos) de la calidad ambiental debida a una acción
antrópica muy evidente y reversible.
La valoración significa tan solo una operación contable de agregación de costes ambientales que tam-
bién podrían ser considerados como de tipo “directo”, pero puede ocurrir que no sean fácilmente segre-
gables de la contabilidad general. Además, no resulta infrecuente que en el capítulo de los costes ambien-
tales de una cuenta de explotación, no se consideren los gastos por sobreprecio en la elección de activos,
entre las posibles alternativas que produzcan una mayor calidad ambiental, o bien, la optimización de
recursos empleados a ese fin.
Por otra parte, existen otros valores que no es posible determinarlos de una manera directa, y que nor-
malmente no figuran en los balances y en las cuentas de explotación. Son, en general, los “valores indi-
rectos”. Resultan muy variados y frecuentemente se encuentran ligados a las percepciones individuales y
sociales. Para acercarse a ellos se deben emplear procedimientos indirectos. A este grupo de valores per-
tenecen los culturales, los de satisfacción psicológica (de existencia, de recreo...), de valor ecológico (con-
servación de la biodiversidad...), de salubridad (seguridad en el trabajo, de calidad de vida del entorno
social...).
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Contando con todas las apreciaciones anteriores, se procede a la valoración de cada uno de los aspec-
tos que concurren en la modificación y enterramiento realizados en el dique de estériles de Rodalquilar,
situado en el corazón del Parque Natural.
Valor Patrimonial y Natural del Parque de Cabo de Gata, particularizado en el dique de resi-
duos de cianuración de Rodalquilar
Valores de Uso
a. Por uso directo de consumo
En los últimos cinco siglos el oro ha sido el principal valor extraído de la zona. En la actualidad esta
actividad se encuentra detenida, pero se debe tener en cuenta el valor latente de los aproximadamente
dos millones de toneladas de mineral aurífero con leyes medias de 2 gramos de oro por tonelada, que
están cubicados en el Cerro del Cinto. Además, los residuos finos de la planta de cianuración han sido des-
muestrados sucesivas veces, encontrándose valores próximos al 1 g Au/t, contenido suficiente para proce-
der a su explotación, en el caso de que se contase con las instalaciones adecuadas. Por lo tanto, se puede
considerar que el dique de estériles de cianuración de Rodalquilar, contiene un máximo de 447.000 tone-
ladas de residuos con valores de 1 gramo de oro por tonelada, es decir, unos 447 kilos de oro.
Como valor realizable, en estos momentos, se determinará de la siguiente manera:
Dique de Rodalquilar
Reservas: 447.000 t
Ley g Au/t 1 g Au/t
Ratio: t estéril/t mineral 0.1/1
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ANÁLISIS COSTE-BENEFICIO AMBIENTAL (ACBA) APLICADO A LA REMEDIACIÓN DE ACUMULACIONES DE RESIDUOS SÓLIDOS DE MINA
El método empleado se basa en el cálculo del valor de un activo (construcción en este caso) que inva-
lida de manera total el valor singular del paraje que contiene un paisaje muy singularizado. Por ello, se han
concentrado los posibles daños un solo caso, pero definitivo: la urbanización de una de las áreas de mayor
atracción paisajística. La presión urbanística es una de las mayores amenazas de la zona, aunque en el
caso de Rodalquilar se ha visto frenada por la existencia del Parque Natural. El principal ejemplo de este
paraguas protector es el no desarrollo de proyectos urbanísticos en los terrenos de los alrededores del fon-
deadero del Playazo, los cuales llevan años en el punto de mira de empresas constructoras. El lugar es ideal
para desarrollar urbanizaciones de casas para segunda vivienda, cuya oferta está muy por debajo de la
demanda existente en la actualidad. Esta zona es de gran valor paisajístico y contiene playas y calas de
singular belleza además de tener aguas de gran calidad. Su urbanización conllevaría daños irreparables y
la pérdida de la peculiaridad del lugar que recibirían las generaciones futuras.
Para acercarnos al valor de ambiente singular de fuerte atracción turística y de descanso, procedemos
de la siguiente manera:
Como escenario se podría estimar que existen, al menos, 30 hectáreas susceptibles de ser urbaniza-
das en el área del Playazo (300.000 m2) y suponiendo que solo un 5% de este suelo fuese edificable,
obtendríamos 15.000 m2 de viviendas, que a una media de 100 m2 por vivienda supondrían 150 casas. El
precio actual del m2 de nueva vivienda en Rodalquilar ronda los 1.000 €. De esta manera, obtendríamos
el valor de 15.000.000 € para la hipotética urbanización.
El área ocupada por el dique de cianuración es de 8,5 ha. La consideración de la superficie como
Parque natural ha preservado esta porción de territorio de toda intromisión urbanística. Este valor debería
coincidir con el que la sociedad estuviera dispuesta a pagar por mantener el equilibrio social y ambiental
actualmente imperante. Teniendo en cuenta la superficie útil de una urbanización, el precio estimado de
la superficie del dique, con el valor estimado del metro cuadrado construido (1.000 €/m2) y teniendo en
cuenta que lo realmente construido sería un tercio del urbanizable, su valor total será de 28,3 M€
Este escenario no es nada irreal, ya que actualmente se está iniciando, en el pueblo de Agua Amarga,
la urbanización de 38 hectáreas para la construcción de casas destinadas al uso de segunda vivienda en
el entorno del Parque Natural. Esto ha sido posible gracias a un pequeño vacío legal existente sobre esos
terrenos en concreto, el cual ha sido rápidamente aprovechado por las constructoras, poniendo de mani-
fiesto su gran interés por la zona del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar.
• Valor Cultural
1) Edición de libros: En la actualidad existen al menos 5 guías diferentes sobre el Parque Natural de
Cabo de Gata-Níjar: Editora G.B.G. (Guía del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar - 5 €), Editorial
Triangle Postals (“Guía del Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar” - 7 €), Editorial El senderista (“El Cabo
de Gata. Guía del Parque Natural” - 8 €), Editorial Alpina (“Mapa y Guía excursionista Cabo de Gata-
Níjar” - 5 €), Editorial Everest (“Parque Natural de Cabo de Gata-Níjar” - 5 €), etc. Estimando en solo
1000 ejemplares para cada una de las 5 ediciones, se alcanza un valor de total de otros 30.000 €. No
se debe olvidar la edición de obras que no se entendería su existencia desligada del entorno de Rodalquilar
como es el caso de “Bodas de sangre” de Federico García Lorca, “Campos de Níjar” de Juan Goytisolo o
los numerosos libros de Carmen de Burgos “Colombine”.
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Valores de No Uso
Ante la falta de encuestas adecuadas se recurre a la determinación de los valores de Existencia,
Legación, Opción y de Casi-Opción mediante el método del Valor del Viaje, aunque no suele aplicarse a
esta clase de valores, ya que se recurre al más detallado y flexible método de Valoración Contingente o por
encuesta.
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ANÁLISIS COSTE-BENEFICIO AMBIENTAL (ACBA) APLICADO A LA REMEDIACIÓN DE ACUMULACIONES DE RESIDUOS SÓLIDOS DE MINA
Y la previsión de gastos:
Distancia Gastos según origen
Anillo 2 (35-45km) 470.310 €
Anillo 3 (50-60 km) 176.800 €
Anillo 4 (70-80 km) 50.040 €
Total 697.150 €
Ahora bien, si se considera el valor anterior como una renta de un Capital Natural, se trataría de encon-
trar el valor de este activo natural. Para ello tan solo habría que tener en cuenta la tasa de actualización
que generaría la renta anual deducida. Se toma el 2% siguiendo el criterio de valor social utilizado en el
estudio de la CAN, teniendo en cuenta a nuestro País como una sociedad desarrollada, y actualizando el
valor de la renta total antes calculada (26.600 m €) menos el activo del valor potencial de la minería de
los recursos de oro existentes (10.780 m €), ya que estos solamente generarían renta una sola vez (no
son recursos renovables). Este procedimiento nos produciría el valor final de 791 M€
Acumulando los valores antes obtenidos se llega a la siguiente valoración, teniendo en cuenta el valor
de restauración efectuado sobre el dique de estériles de cianuración.
Valores Iniciales del Patrimonio Natural de Cabo de Gata, referidos al territorio
ocupado por la escombrera
Valores de No Uso
Valor del oro recuperable (850) 103€
Preservación del valor paisajístico singular (28.300) 103€
Gastos iniciales de restauración (282) 103€
Total de Valor Inicial (29.432) 103€
Y añadiendo los valores generados anualmente por un Parque en buen estado de conservación, resu-
midos en la siguiente tabla:
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Resultados
Tasa de descuento 2%
Valor Inicial -29.430.000 €
Flujos anuales -418.000
Periodo considerado 15 años
Indicador de rentabilidad (medioambiental) VAN
VAN calculado -9.879.666€
Queda evidenciado que los valores de No Uso no son capaces de superar los gastos generados por la
modificación del acopio de los residuos, y los valores de no realización económica de las potencialidades
de la escombrera. No obstante, en el resultado el autor ha preferido mantener el valor negativo de los flu-
jos anuales, ya que demuestran que la consideración del bien y del patrimonio natural aun no queda sufi-
cientemente valorada por el Método del Viaje.
Por ello, para realizar una valoración con garantías, se necesitarían las siguientes aportaciones:
• Una difusión y promoción del Parque desde el punto de vista de visitantes potenciales
• Una mejor valoración del contenido que ofrece
• Una encuesta fidedigna sobre lo que los visitantes estarían dispuestos a pagar por la conservación
de sus valores culturales y naturales, mediante el Método de la Valoración Contingente
• Una valoración del medio natural a cargo de un buen equipo de expertos, a fin de poseer la estruc-
tura del valor del Parque y los pesos de cada categoría ambiental.
Queda abierto por lo tanto un estudio de valoración integral y efectiva de los bienes culturales y
medioambientales que contiene el Parque, pero, sin embargo, el trabajo aquí ofrecido sirve para estimar
las carencias y dificultades que acarrea una buena valoración, y la necesidad de la actualización, a medi-
da que la sociedad vaya cambiando el peso de sus valores y que la escasez o abundancia de los recursos
naturales se vaya delimitando.
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
1. INTRODUCCIÓN
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18-Capitulo 14/2/07 10:37 Página 534
9. Las técnicas de contención in situ: (en alguna circunstancia) se aplican en las áreas afectadas con
el objetivo de evitar la movilización de los contaminantes con el agua de riego o de lluvia median-
te el uso de barreras verticales u horizontales de bentonita, de suelo arcilloso compactado o de
materiales reactivos, tanto en la superficie del suelo como en profundidad.
En ocasiones, las técnicas descritas pueden resultar ineficientes por diversas razones: elevados costes
de aplicación (ver Figura 1, donde aparece una gráfica comparativa de distintos tratamientos), alteracio-
nes graves del suelo que aumentan el grado de degradación ambiental, mala aceptación social, etc.
El objetivo de este capítulo es analizar en detalle las técnicas de fitorremediación. (Las técnicas de fito-
rremediación) que constituyen un conjunto de tecnologías emergentes, innovadoras, que están inspiradas
en el principio de sostenibilidad, o mejor sustentabilidad, y que son consideradas como alternativas váli-
das para el saneamiento de suelos, sedimentos, residuos y aguas residuales, por tratarse de técnicas poco
agresivas con los medios y de coste bajo; estas técnicas pueden utilizarse principalmente tanto en las fases
iniciales como en las finales de procesos de tratamiento múltiple, es decir, que combinan diversas tecno-
logías, cada día más utilizadas; también pueden aplicarse en la descontaminación de enclaves puntuales
de zonas degradadas que presenten diversos niveles de contaminación, siempre que el espacio y el tiem-
po no constituyan limitación alguna.
Figura 1. Comparativa de costes en el mercado norteamericano de las principales técnicas de saneamiento de suelos
contaminados por metales pesados (tomada de EPA, 1996). S/S es estabilización solidificación.
A pesar de que las áreas mineras españolas no están sujetas al Real Decreto 9/2005 por el que se
establece la relación de actividades potencialmente contaminantes del suelo y los criterios y estándares
para la declaración de suelos contaminados, resulta interesante considerar los objetivos que éste recoge
en materia de saneamiento de suelos contaminados, objetivos que reflejan las tendencias más actuales:
“El alcance y ejecución de las actuaciones de recuperación/saneamiento será tal que garanti-
ce que la contaminación remanente, si la hubiera, se traduzca en niveles de riesgo aceptables de
acuerdo con el uso del suelo.
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La recuperación de un suelo contaminado se llevará a cabo aplicando las mejores técnicas dis-
ponibles en función de las características de cada caso. Las actuaciones de recuperación deben
garantizar que materializan soluciones permanentes, priorizando las técnicas de tratamiento in situ
que eviten la generación, traslado y eliminación de residuos.
Siempre que sea posible, la recuperación se orientará a eliminar los focos de contaminación y
a reducir la concentración de los contaminantes en el suelo. En el caso de que por razones justifi-
cadas de carácter técnico, económico o ambiental no sea posible esa recuperación, se podrán
aceptar soluciones de recuperación tendentes a reducir la exposición, siempre que incluyan medi-
das de contención o confinamiento de los suelos afectados”.
La fitorremediación se halla entre las técnicas que pueden, en ocasiones, ayudar a alcanzar tales obje-
tivos.
2. FITORREMEDIACIÓN
El término fitorremediación fue introducido el año 1991 para definir el conjunto de tecnologías que
utilizan a las plantas para inmovilizar, destruir o extraer contaminantes, al aprovechar los procesos meta-
bólicos e hidráulicos que, de forma natural, tienen lugar en las plantas superiores. Estos procesos incluyen
la extracción química y acuosa, el metabolismo interno de la planta, la liberación de exudados al suelo, y
los efectos físicos y bioquímicos de las raíces sobre el suelo (Pivetz, 2001).
A pesar de esa tardía implantación como tecnologías aplicadas a la descontaminación de suelos, están
basadas en los conocimientos que a lo largo de los años han ido alimentando las llamadas Ciencias del
Suelo, conocimientos que han tenido aplicación práctica en la Agricultura, la Silvicultura, la Horticultura y
en la resolución de diversos problemas ambientales, y en el conocimiento empírico. A menudo, se puede
observar la recolonización vegetal espontánea en terrenos contaminados desde antiguo, que se inicia pre-
ferentemente en los límites del área afectada.
El proceso de revegetación natural puede durar décadas o centenares de años hasta que llega a com-
pletarse, puesto que depende de factores diversos como, entre otros, la dispersión de las semillas por el
viento o los animales; en condiciones mediterráneas el proceso encuentra más dificultades si cabe.
Son varias las técnicas de fitorremediación aplicables a suelos contaminados por metales (ITRC, 1999;
ITRC, 2001; Schnoor, 2002).
• Fitoextracción: También conocida como fitoacumulación, fitoabsorción o fitosecuestro. Está basada
en la asimilación de los contaminantes por las raíces y la traslocación de éstos hacia las partes aére-
as de las plantas. Los contaminantes son eliminados del suelo por recolección de las plantas.
• Fitoestabilización: También conocida como inactivación in situ o fitoinmovilización, consiste en la
contención de los contaminantes, a través de la modificación de las propiedades químicas, biológi-
cas y/o físicas del suelo. La movilidad de los contaminantes puede reducirse mediante: absorción y
acumulación por las raíces; precipitación, complejación o reducción de la valencia del metal en el
suelo o en la rizosfera; o complejación por los compuestos húmicos a través del proceso de humifi-
cación.
• Sistemas de cubierta vegetal: Se trata de cubiertas vegetales autosuficientes, diseñadas para mini-
mizar la exposición y el riesgo sanitario y ambiental a los contaminantes presentes en los horizon-
tes subyacentes. El objetivo principal es ejercer un control hidráulico e impedir o minimizar la infil-
tración del agua desde la superficie del suelo, impidiendo o minimizando así la formación de lixi-
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3. FITOEXTRACCIÓN
El objetivo de la fitoextracción es reducir las concentraciones de metales pesados en los suelos conta-
minados hasta niveles aceptables, es decir, hasta niveles que no comporten riesgos sanitarios y/o ambien-
tales en un plazo de tiempo razonable, con ayuda de plantas seleccionadas. Las plantas a utilizar pueden
ser plantas hiperacumuladoras, capaces de acumular como mínimo 1000 mg/kg (en peso seco) del metal
o metaloide; plantas que den una gran producción de biomasa, por encima de las 3 toneladas de materia
seca por hectárea y año y que sean fácilmente cosechables; y plantas halófilas, capaces de tolerar y acu-
mular concentraciones importantes de sales, como cloruros de sodio, calcio y/o magnesio.
El conocimiento: del grado de bioaccesibilidad y biodisponibilidad de los contaminantes, de los proce-
sos físicos, químicos y biológicos que afectan la movilidad, distribución y especiación química de los dis-
tintos metales en el medio, así como de la influencia de las plantas sobre tales procesos, son esenciales
para idear una estrategia de remediación eficiente y efectiva (Zayed, 2003).
Fracción bioaccesible: fracción del metal que está disponible para
su absorción por los organismos vivos presentes en el suelo.
Generalmente es mayor que la fracción biodisponible por lo que
puede ser utilizada para estimar la fracción biodisponible con un cri-
terio conservador.
Fracción biodisponible: fracción del metal que puede ser absorbi-
da por los organismos a través, por ejemplo del sistema gastrointesti-
nal, el sistema pulmonar y la piel. Se calcula, desde el punto de vista
toxicológico, a partir de la experimentación en laboratorio con anima-
les a los que se les suministran diferentes dosis de suelo contamina-
do y se les analiza posteriormente el contenido en sangre o en órga-
nos del compuesto.
Dos son las estrategias que pueden utilizarse para lograr la extracción de los contaminantes desde el
suelo, dando nombre a la correspondiente tecnología:
• la fitoextracción continua, que es eficaz en la eliminación de Zn, Cd, Ni, y formas aniónicas del Se,
As o Cr, y
• la fitoextracción inducida, que da muy buenos resultados en la extracción de compuestos de Pb o Cr.
Los compuestos inorgánicos considerados como más fácilmente biodisponibles para las plantas son:
Arsénico, Cadmio, Cobre, Níquel, Selenio y Zinc; moderadamente biodisponibles son: Cobalto, Hierro y
Manganeso; poco biodisponibles son, teóricamente: Cromo, Plomo y Uranio. A pesar de estos baremos,
hasta las especies químicas menos biodisponibles pueden ser absorbidas por las plantes con ayuda, según
los casos, de agentes quelantes o bien de agentes oxidantes.
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Un subproducto de la aplicación de la fitoextracción son los residuos vegetales a los que se les debe
dar una adecuada gestión.
Fitoextracción continua
En esta tecnología se emplean las denominadas plantas hiperacumuladoras para reducir las concen-
traciones de metales pesados de los suelos. Se conocen unas 400 especies de plantas hiperacumuladoras
de metales que pertenecen principalmente a las familias:
1. Brasicáceas,
2. Euforbiáceas,
3. Asteráceas,
4. Lamiáceas y
5. Escrofuláriaceas.
Las plantas hiperacumuladoras se caracterizan por presentar unas elevadas tasas de extracción, tole-
rancia a la toxicidad y transporte de gran cantidad de contaminante/s desde las raíces hasta los tallos. Otra
característica que muestran es la de poder solubilizar los metales en la rizosfera, contribuyendo de esta
manera a incrementar las tasas de extracción de metales de plantas sin características hiperacumuladoras
que crecen en su entorno; acostumbran a tener un crecimiento lento, poca producción de biomasa y un
sistema radicular que no profundiza mucho (Brooks, 1998).
Se observa una especificidad a la hora de acumular metales, es decir, una misma especie no suele acu-
mular más de un metal. Las primeras plantas hiperacumuladoras estudiadas lo fueron en terrenos serpen-
tiníticos donde predominaba el Zinc, entre otros metales pesados.
Un metal para el que no se han hallado plantas hiperacumuladoras es el Plomo. En su caso sólo se
han encontrado plantas denominadas acumuladoras, por presentar una menor capacidad natural para la
acumulación. En la Figura 2 se muestran dos imágenes de especies con capacidad de acumular plomo.
Actualmente se están desarrollando líneas de investigación con el fin de obtener ejemplares híbridos
de especies hiperacumuladoras que produzcan gran cantidad de biomasa. Existe la posibilidad de diseñar
plantas transgénicas para cada problema específico. En 1996, Raskin ya sugirió el diseño de plantas con
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una gran capacidad de secretar exudados radiculares con propiedades para solubilizar específicamente a
los contaminantes (Raskin, 1996).
En la Unión Europea el uso de transgénicos está extraordinariamente limitado, con lo que, de momen-
to, sólo en los países donde no existen tales limitaciones, como por ejemplo EEUU o Japón, es posible apli-
car los resultados de la ingeniería genética a la fitoextracción.
El grado o tasa de extracción se expresa mediante el llamado coeficiente de extracción (CE):
Gramos de metal / gramo de peso seco de la planta
CE= (1)
Gramos de metal / gramo de peso seco del suelo contaminado
Fitoextracción inducida
La fitoextracción natural puede estar limitada por la retención de metales sobre las partículas sólidas
del suelo y por la baja solubilidad de algunas especies metálicas; esta solubilidad puede aumentarse por
adición de agentes quelantes que favorecen la formación de complejos metálicos solubles y la biodisponi-
bilidad de los mismos a nivel radicular (Pivetz, 2001). La fitoextracción que usa plantas productoras de
grandes cantidades de biomasa, muchas de ellas utilizadas en la agricultura intensiva, y agentes quelan-
tes, se llama fitoextracción inducida.
La biodisponibilidad para las plantas de los metales pesados presentes en el suelo es, por lo tanto, de
importancia primordial para una fitoextracción eficiente; sin embargo, en la mayoría de suelos, los niveles
biodisponibles de metales pesados son bajos y no permiten una asimilación sustancial por parte de la plan-
ta (Grãman et al., 2003).
Muchos estudios en condiciones controladas han revelado que la asimilación y traslocación de meta-
les pesados en las plantas aumentan al incrementar la concentración de metales pesados en las solucio-
nes (Zayed, 2003).
A través de la fitoextracción inducida se consigue transformar en bioaccesibles formas metálicas liga-
das a constituyentes del suelo como materia orgánica, carbonatos y óxidos que no lo serían en condicio-
nes normales.
En la práctica se precisan plantas capaces de acumular más de un 0.1% del metal en sus partes jóve-
nes y de producir más de 20 Tm de biomasa por hectárea y año. Hay que señalar que intentar aumentar
mucho más la producción de biomasa puede resultar contraproducente, ya que de esa forma se produce
una dilución en la concentración del metal en planta.
Entre las plantas cultivables capaces, en mayor o menor proporción, de fitoextraer metales, se hallan,
entre otras, la soja, la mostaza india, el trigo, la cebada, el girasol, el arroz y el maíz.
A la hora de seleccionar las plantas hay que considerar la presencia de otros contaminantes y su fito-
toxicidad, así como la fitotoxicidad del metal o metales que se intenta extraer.
La concentración a la cual los metales son fitotóxicos depende de varios factores, incluyendo las con-
diciones ambientales, especies vegetales, propiedades y características del suelo y forma química en que
se presenta predominantemente el metal.
Concentraciones elevadas de metales pueden inhibir la germinación de las semillas. El efecto nocivo
del metal es, con todo, menos pronunciado durante la germinación de las semillas que durante el creci-
miento de las plántulas. Algunas características del suelo como nivel elevado de materia orgánica (5%) y/o
pH bajos del suelo reducen significantemente la toxicidad de la mayor parte de metales durante la germi-
nación, debido a su extremadamente baja biodisponibilidad en estas condiciones (Zayed, 2003). Los prin-
cipales síntomas de fitotoxicidad son: disminución más o menos intensa del crecimiento, clorosis, hojas
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pequeñas, pardas o de color púrpura, y fuerte disminución del crecimiento radicular. A concentraciones ele-
vadas se puede producir inhibición de la fotosíntesis.
Los quelantes son compuestos químicos, normalmente de origen sintético, que muestran una gran efi-
cacia para atrapar cationes metálicos y formar enlaces covalentes coordinados con ellos. Los complejos que
se forman se llaman quelatos o metal-quelatos. La mayoría de los agentes quelantes consisten en aniones
orgánicos complejos, con dos o más grupos funcionales que son capaces de compartir pares de electrones
con un ión metálico que se localiza centralmente.
Estos pares de electrones ocupan los niveles electrónicos libres del ión metálico, dando lugar a anillos
en los que está incluido el ión. Como consecuencia de estas estructuras cíclicas, el metal queda más fuer-
temente retenido que en una sal inorgánica, impidiéndose la precipitación del ión en determinadas con-
diciones, así como su hidrólisis.
Cuando se reemplazan las moléculas de agua, las propiedades del ión metálico cambian. Si con la que-
lación varía la solubilidad y se forman complejos más solubles o estables en agua, se habla de secuestro.
La estabilidad de los quelatos metálicos se expresa usualmente en términos de una constante de esta-
bilidad, que indica cuantitativamente la fuerza con que el metal es retenido por el ligando o agente que-
lante bajo ciertas condiciones. Estas constantes permiten predecir qué ión metálico reemplazará a otro
ante un ligando específico, o si una molécula tendrá mayor afinidad por un ión u otro (Juárez, 1985). Si
consideramos la reacción de formación de un quelato metálico, su constante de estabilidad se define como
sigue:
Quelante + ión = Quelato metálico (2)
[Q. Metálico]
Ke = (3)
[Quelante] [metal]
En el suelo, la estabilidad de los quelatos formados depende básicamente del pH, de la presencia en
solución de iones metálicos o de iones calcio, de los tipos de minerales de la arcilla, y de la temperatura.
De manera general, los quelatos no se forman o no son estables a pH muy ácidos.
Los agentes quelantes disminuyen teóricamente la adsorción de metales pesados sobre los coloides
del suelo por formación de complejos solubles. Pero esto sólo es cierto a concentraciones muy altas de
agentes quelantes, como las que se usan en aplicaciones técnicas. A bajas concentraciones, tal y como se
aplican a los suelos, los agentes quelantes pueden no sólo disminuir si no también aumentar significante-
mente la adsorción de metales sobre las superficies minerales. Esto se debe a que los mismos quelatos
pueden ser adsorbidos sobre las superficies químicamente activas.
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Los agentes quelantes tienen también la capacidad de desorber metales pesados desde la matriz sóli-
da del suelo y pasarlos a la solución del suelo, facilitar su transporte por el xilema e incrementar la traslo-
cación desde las raíces hacia los brotes jóvenes de muchas especies productoras de gran cantidad de bio-
masa y de crecimiento rápido.
Los agentes quelantes tienen, por tanto, la capacidad de modificar la distribución de las especies quí-
micas formadas por los metales y de influir en su biodisponibilidad.
Son varios los agentes quelantes que han sido utilizados en ensayos de fitoextracción inducida a esca-
la de laboratorio y, en algún caso, de campo (ver lista adjunta). Estos mismos quelantes han sido utiliza-
dos como intensificadores en operaciones de lavado del suelo; la diferencia es que en este último caso se
usan en concentraciones mucho más elevadas (Nowack, 2002). Los quelantes, por otro lado, están muy
presentes en nuestra vida cotidiana, ya que son ampliamente utilizados para controlar los efectos adver-
sos de iones metálicos en productos y procesos industriales y domésticos.
Muchos quelatos sintéticos y sus complejos con metales pesados son tóxicos y escasamente foto, qui-
mio y biodegradables en suelos y aguas (Grãman et al., 2003).
A la hora de seleccionar un agente quelante conviene considerar, tanto su poder de solubilización de
metales, como la concentración necesaria, la estabilidad de los quelatos, su precio o los riesgos sanitarios
y/o ambientales que su utilización puede implicar.
Tabla 1. Agentes quelantes que han sido utilizados en ensayos de fitoextracción inducida.
Se trata en su mayor parte de ácidos poli amino carboxílicos. Los más usados en las técnicas de des-
conatamianción de suelos hasta el presente son el EDTA (ácido etilendiaminotetraacético) y sus sales.
El EDTA es químicamente un aminoácido que fue sintetizado por vez primera en 1935. Su utilización
generalizada comenzó hacia los años 50, para usos principalmente médicos. Después, su uso se extendió
a la agricultura. En general, se ha utilizado como fuente de nutrientes y como medio de suministro de iones
metálicos asimilables para las plantas.
La forma ácida es muy insoluble y presenta problemas a la hora de aplicarla en el suelo. Las formas
más utilizadas son, por ese motivo, la sal di sódica (EDTA-Na2), la sal di potásica (EDTA-K2) y la sal di ácida-
di potásica (EDTA-H2K2), mucho más solubles.
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El EDTA forma quelatos que presentan constantes de estabilidad comprendidas entre 8 y 25 (ver Tabla
4).
El intervalo óptimo de pH para que el EDTA forme complejos metálicos y no compleje mayoritariamente
al calcio, presente abundantemente en muchos suelos, se sitúa entre 6 y 7,5. Debe tenerse en cuenta que
las plantas excretan ligandos orgánicos que contribuyen a disminuir el pH del suelo en la rizosfera, con lo
que puede aumentar la solubilidad de los metales.
Debido al extraordinario poder quelante que tiene el EDTA, a bajas concentraciones ya se consigue el
efecto deseado. Su rentabilidad aumenta cuando se trabaja a pH básicos, ya que en esas condiciones se
disocian uno o más de los grupos H+ de los cuatro grupos carboxílicos, dando lugar a diversas especies
iónicas del EDTA.
El nivel óptimo de EDTA en el suelo parece estar definido por una relación molar, en el caso del sane-
amiento de suelos contaminados por plomo, EDTA/Pb de 10/1. Adicionar EDTA extra no aumenta le efica-
cia del proceso (Heil, 1994).
Son varios, sin embargo, los inconvenientes asociados a la utilización del EDTA: complejación y movi-
lización fuera del suelo de nutrientes necesarios para el desarrollo de las plantas (Barona et al., 2001),
reducción de la permeabilidad del suelo por disminución de la concentración de Ca intercambiable de la
solución del suelo (Heil, 1998), posible fitotoxicidad, aumento de la biodisponibilidad de los metales para
animales y seres humanos, y persistencia en las matrices ambientales.
El EDTA forma complejos muy estables termodinámicamente, y sólo se degrada en condiciones muy
favorables. La biodegradación del EDTA produce dióxido de carbono, amonio y distintos metabolitos. La
degradación de los complejos depende de las estabilidades termodinámicas, del tipo de metal quelado, de
la concentración y de la cepa bacteriana presente.
Estudios realizados con EDTA, NTA o citrato han demostrado que la biodegradación de los complejos
metálicos depende mucho del tipo de metal. A veces se aprecia una relación inversa entre la biodegrada-
bilidad del complejo y la constante de estabilidad (Vandevivere et al., 2001).
Cada quelato de EDTA tiene características químicas y constantes de estabilidad distintas, por lo que
cada uno se degrada a una velocidad diferente. Así, por ejemplo, los complejos de Fe(III) y Cu(II) con EDTA
son rápidamente fotodegradados, mientras que muchos otros complejos son muy poco o nada fotosensi-
bles. En agua destilada y a pH 6,5, el complejo expuesto a luz solar se degrada en 1 semana; en un día si
el pH desciende a 3,1 (Metsärinne et al., 2.001).
Varios estudios con agentes quelantes muestran que la biodegradabilidad de los complejos metálicos
puede diferir mucho de la correspondiente a los agentes quelantes libres. Los complejos Cu(II)-EDTA y
Pb(II)-EDTA son fotocatalíticamente oxidados mucho más rápidamente que el EDTA no complejado, mien-
tras que los complejos Ni(II)-EDTA, Cd(II)-EDTA y Zn(II)-EDTA son oxidados mucho más lentamente que el
EDTA no complejado (Madden et al., 1997).
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La mineralización del EDTA en el suelo varía también según las propiedades de éste: se inhibe en con-
diciones desnitrificantes y al añadir C soluble en el medio. Con concentraciones de 2-4 ppm de C soluble
en suelo, se mineraliza el 13-45% del EDTA inicial en 15 semanas, y el 65-75% a las 45 semanas.
El criterio aceptado internacionalmente para hablar de una rápida biodegradación de los compuestos
químicos en el ambiente, establecido por la OCDE, implica una pérdida del 70% del carbono orgánico
disuelto por biodegradación en 28 días. El EDTA no cumple esta condición.
La poca biodegradabilidad y un uso generalizado, han dado como resultado la presencia de concen-
traciones elevadas de EDTA en los medios; así, en aguas superficiales europeas se han detectado concen-
traciones del orden de 10 a 50 Ìg L-1 (Hauser, 2003), concentraciones más altas que las de cualquier otro
compuesto orgánico.
Por otro lado, uno de los productos de la lenta degradación del EDTA, el ácido acético, resulta ser un
potente biocida con capacidad de modificar la actividad biológica del suelo.
Son diversos los estudios publicados sobre rendimientos de diferentes quelantes sobre las tasas de
extracción de metales del suelo (Beil et al., 1998; Blaylock et al., 1997; Blaylock et al., 1999; Huang, 1996;
Huang et al., 1997 a y b). En todos ellos se señala al EDTA y a sus derivados como los más eficientes. Sin
embargo, es preciso valorar los riesgos y buscar soluciones a los inconvenientes. Una de ellas puede ser la
utilización de otros agentes quelantes, menos efectivos pero con un impacto menor sobre el medio y los
organismos vivos.
En la actualidad, se está considerando la utilización de nuevos agentes quelantes con una degradabi-
lidad a priori mayor, como el EDDS o el ácido metilglicinodiacético (MGDA). El ácido nitrilotriacético (NTA)
también ha sido probado como quelante efectivo para extraer metales pesados, ya que se degrada rápi-
damente; sin embargo, no se recomienda su uso por ser un posible carcinógeno (Hauser, 2003).
El EDDS es un ácido poli amino carboxílico quiral, es decir, que tiene la propiedad de no-identidad en
una configuración o conformación dadas con su imagen especular. Es muy similar al EDTA en cuanto a su
comportamiento como agente complejante y, al igual que aquél, forma quelatos hexadentados estables
con los metales de transición (Hauser, 2003) y los radionúclidos (Grãman et al., 2003). Químicamente difie-
re del EDTA por la presencia de dos centros quirales que son la clave de su biodegradabilidad.
Consiste en dos unidades de ácido aspártico enlazadas por un puente de etileno y puede existir en
forma de tres estereoisómeros distintos: (S,S), (R,S) y (R,R). El S,S-EDDS se usa habitualmente como agen-
te complejante en la formulación de algunos detergentes.
Es muy soluble en agua (>1.000 g/L), no es volátil y no queda retenido sobre los constituyentes del
suelo.
Se trata de un quelante eficaz, pero con una velocidad de movilización de los metales menor que la
del EDTA. Se consiguen eficacias del 70-90% pero el tiempo de extracción necesario es mayor que el de
otros quelantes.
El EDDS es más efectivo quelando metales de transición como el Fe, el Cu y el Zn, que metales alcali-
nos como el Ca y el Mg (Octel Performance Chemicals, 2004).
Puede aislarse como metabolito producido por un actinomiceto del suelo, Amycolatopsis orientalis.
Actualmente, es el único quelante comercialmente disponible que se da de forma natural en el suelo,
donde se descompone fácilmente en productos de degradación no tóxicos (Kos y Lestan, 2003).
La mayoría de complejos metal-EDDS son menos estables, que los correspondientes complejos metal-
EDTA; una excepción es el Cobre, que forma complejos con EDDS y EDTA igualmente estables. Los com-
plejos Zn-EDDS y Pb-EDDS son algo más débiles comparados con los complejos de EDTA correspondien-
tes (Hauser, 2003), ver Tabla 4.
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Sus costes de producción han sido sustancialmente reducidos desde la introducción de la ruta 1,2-
dibromoetano y ácido L-aspártico, comparados con los costes del método original a partir del 1,2-diami-
no etano y del ácido maléico (Whitburn et al., 1999).
El EDDS muestra una baja toxicidad para peces y Daphnia. En ambos casos la EC50 es > 1.000 mg L-
1 (EC : concentración efectiva que causa un efecto en el 50% de la población), (Jaworska et al., 1999).
50
En el test de biodegradabilidad de la OCDE 301B, el EDDS obtiene unos resultados de un 83% de pro-
ducción de CO2 y un 94% de desaparición del carbono orgánico disuelto. El EDDS cumple, por tanto, con
la condición de rápida degradabilidad y, además, todos los productos de su degradación biológica son pro-
ductos naturales, como el ácido succínico, por ejemplo (Whitburn et al., 1999).
Aunque haya sido clasificado como fácilmente biodegradable, necesita una fase previa de 5 a 10 días
para que empiece a biodegradarse. La vida media en suelo es de 2-3 días, según los resultados del test de
desaparición por mineralización (Jaworska, 1999). En agua destilada necesita unos 50 días para desapa-
recer, que se reducen a dos semanas en agua dulce (Metsärinne et al., 2001).
El único estereoisómero que es rápidamente biodegradable es la forma (S,S), basada en un aminoáci-
do natural, el ácido L-aspártico (Octel Performance Chemicals, 2004). Las sales de EDDS tienden a degra-
darse rápidamente también por acción bacteriana.
La constante de estabilidad de los quelatos puede ser, como ya ha quedado dicho, un mal indicador
de la biodegradabilidad. Por ejemplo, complejos de Pb-EDDS y Zn-EDDS con prácticamente la misma cons-
tante de estabilidad (1012,7 y 1013,5 respectivamente), presentan biodegradabilidades muy distintas. Los
complejos de Ca-EDDS y Cd-EDDS son fácilmente biodegradables, aunque la constante de estabilidad del
Cd-EDDS sea mucho mayor (Vandevivere, 2001).
La fotodegradación del EDDS en aguas naturales depende de su especiación inicial. La sal férrica de
EDDS es muy fotodegradable: se degrada en un día tanto en agua destilada como en agua dulce, y a pH
ácido como a pH neutro (Metsärinne et al., 2.001).
Existen pocos estudios sobre los efectos ambientales del EDDS; el motivo es que es un quelante que
ha empezado a ser utilizado a nivel industrial muy recientemente.
La gran ventaja del EDDS es, como ha quedado patente, su rápida biodegradabilidad, en comparación
con la del EDTA como se ve en la siguiente figura. En conclusión, el EDDS es más fácilmente bio y fotode-
gradable que el EDTA.
El MGDA (ácido metilglicinodiacético) o, mejor dicho, su sal trisódica (Na3MGDA), comercializada por
BASF con el nombre de Trilon M Liquid, es uno de los quelantes más recientemente postulados para la
sustitución comercial del EDTA. La solución comercializada es un líquido claro amarillento, con una masa
molar de 271 g/mol, un contenido en agua del 57% y un pH (1% en agua) de 11,0.
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Las principales aplicaciones hasta el momento del Trilon® se centran en la formulación de detergen-
tes y limpiadores, la elaboración de pasta y papel, y la producción de la industria fotográfica. También
resulta adecuado en las formulaciones de micronutrientes para plantas.
Figura 5. Biodegradabilidad comparada del EDTA y el EDDS (adaptado Octel Performance Chemicals, 2004).
Solubilidad en
Agente quelante Fórmula química Densidad (g·cm-3)
agua a 20ºC (g/L)
EDTA C10H16N2O8 0.86 0.5
H2K2-EDTA C10H14K2N2O8 - 20
S,S-EDDS C10H13N2O8 1.63 > 1 000
Na3MGDA - 1.29 – 1.33 Soluble en cualquier proporción
Tabla 4. Constantes de estabilidad de complejos metal-EDDS y metal-EDTA, con una fuerza iónica igual a 0,1 M
(adaptado de Hauser, 2003).
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Son muy pocos los estudios dedicados a los complejos que forma el Cromo. Athalye et al. 1995, citan
las siguientes constantes de estabilidad para algunos de los complejos del Cr-EDTA y Cr-DTPA:
Cr-EDTA 18.7 – 23.4
Cr-DTPA 8.8 – 15.4
La Sociedad Sueca para la Conservación de la Naturaleza (SSNC) ha elaborado un índice del impacto
ambiental de los agentes complejantes (a mayor impacto, mayor puntuación) que se muestra en la Tabla 5.
En la Tabla 6 aparece resumida una serie de ejemplos de ensayos de fitoextracción inducida de diver-
sos metales presentes en suelos contaminados.
En estas técnicas se requiere que los contaminantes, en forma biodisponible, entren en contacto con
la zona radicular de las plantas seleccionadas. La profundidad de la contaminación y la profundidad radi-
cular efectiva de las plantas, que varía según la especie y depende de las condiciones del suelo y el clima,
condicionarán la viabilidad de la técnica (ver Figura 6), si bien es cierto que también es posible aplicar estas
técnicas en suelos contaminados excavados, en áreas acondicionadas para recibirlos.
Las especies que aparecen en la Figura 6 son, de izquierda a derecha, Poa pratensis, Amorpha canes-
cens, Solidazo issouriensis, Sorghastrum nutans, Silphium laciniatum, Stipa spartea, Aster ericoides,
Spartina pectinata, Andropogon gerardii, Echinacea pallida, Sporobolus heterolepis, Bouteloua curtipen-
dula, Kuhnia eupatorioides, Panicum virgatum, Baptisia leucantha, Andropogon scoparius, Silphium per-
foliatum, Petalostemum purpureum, Koeleria cristata, Liatris cylindracea y Buchloe dactyloides.
Los factores determinantes del éxito de la aplicación de la fitoextracción inducida son:
1. tipo de suelo,
2. propiedades y características del suelo favorables al transporte de contaminantes hacia las plan-
tas,
3. solubilidad y biodisponibilidad del contaminante/s y
4. propiedades de la planta tales como resistencia y capacidad de acumulación de contaminantes,
especialmente en las partes aéreas.
En ocasiones es preciso modificar ligeramente alguna propiedad del suelo para mejorar el nivel de
extracción de los contaminantes.
Hemos citado con anterioridad un posible riesgo sanitario y/o ambiental. Este riesgo se derivaría de
una movilización masiva de contaminante/s. Para reducir el riesgo es preciso minimizar la adición de agen-
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tes quelantes, limitarla al período final de desarrollo vegetal y recolectar rápidamente las plantas, antes de
que puedan ser consumidas por animales o humanos.
El destino final del material vegetal recolectado puede ser, dependiendo de las concentraciones acu-
muladas, el compostaje o la incineración seguida de un vertido controlado de las cenizas resultantes. En
los últimos tiempos se habla de su posible utilización como biomasa valorizable energéticamente o para
la producción de celulosa.
4. FITOESTABILIZACIÓN
En algunos casos el objetivo, a corto plazo, es la estabilización de los contaminantes, es decir, la reduc-
ción de su movilidad.
En esta técnica, las plantas son utilizadas para limitar la movilidad y biodisponibilidad de los contami-
nantes. La primera actuación de las plantas consiste en la reducción, por succión, de la cantidad de agua
que percola libremente a través del suelo; la segunda actuación tiene que ver con el efecto barrera que
ejercen para prevenir el contacto directo entre el suelo contaminado y los niños, por ejemplo; en tercer
lugar, pero no por ello menos importante, la vegetación previene los procesos erosivos o limita su avance,
y reduce la posible migración de los contaminantes hacia otras áreas del territorio. Otra actuación tiene
que ver con la liberación de exudados.
La fitoestabilización se consigue a través de alguno de los siguientes procesos: sorción, precipitación,
complejación, y/o reducción.
EDTA Pb Zea mays y Pisum sativum < 500 > 10.000 20 Huang, 1997a
Latuca sativa y
NTA Cd, Cu y Zn 4 a 24 Kulli, 1999
Lolium perenne
Pb 32,7 1.140 35 Puschenreiter,
EDTA Amaranthus hybridus
Cd 3,8 10,3 3 2001
EDTA Pb Brassica juncea 400 Vassil, 1998
EDTA Pb Sesbania drummondii 16 Barlow, 2000
Cu 200 7.500 38
EDTA Co Arrhenaterum elatius 40 175 5 Deram, 2000
Ni 8 1.276 160
Zn 6,2
EDDS
Pb 0,8
Brassica rapa L. Grčman, 2003
EDTA Zn 7
Pb 22,7
*: Concentración inicial del contaminante en la planta, antes de la aplicación del quelante.
**: Concentración final del contaminante en la planta, después de la aplicación del quelante.
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TÉCNICAS DE FITORREMEDIACIÓN EN ÁREAS CONTAMINADAS POR METALES PESADOS
Figura 6. Desarrollo radicular de especies utilizadas en fitorremediación (extraído del U.S.EPA Handbook on Natural Landscapes. Conservation Design Forum, Inc.).
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Los metales presentes en la zona radicular pueden ser estabilizados por cambio de un estado de oxi-
dación soluble a uno insoluble, o a través de precipitación con el concurso de las raíces (Pivetz, 2001). La
estabilización de metales también incluye otros procesos no biológicos como la sorción superficial, debido
a quelación, el intercambio iónico y/o la absorción específica sobre compuestos inorgánicos presentes en
la rizosfera.
El pH del suelo y la solubilidad de los contaminantes presentes, la tasa de degradación de compues-
tos orgánicos, etc., pueden variar debido a la mayor o menor generación de CO2 por parte de los micro-
organismos.
Cada vez más, la acción de las plantas se ve reforzada por la moda de adicionar estabilizantes a los
suelos.
Una fitoestabilización efectiva requiere un conocimiento minucioso de la química de la zona radicular,
de los exudados de las raíces, de los contaminantes y fertilizantes o enmiendas aplicables al suelo, con tal
de limitar las reacciones que podrían incrementar la solubilidad del contaminante/s y la formación de lixi-
viados (Pivetz, 2001).
En cuanto a las especies vegetales más recomendables, podemos hablar de la eficiencia de: Agrostis
tenuis, cv Coginan para suelos ácidos y de Festuca rubra, cv Merlin para zonas calcáreas. Otro ejemplo
concreto lo hallamos en la acción de la mostaza india (Brassica juncea), capaz de reducir el Cr6+ a Cr3+ y
de minimizar la formación de lixiviados conteniendo al metal hasta en un 98% (EPA, 2000).
La fitoestabilización resulta más apropiada para suelos con una textura pesada (suelos arcillosos) y
suelos con gran contenido en materia orgánica; requiere del uso de plantas resistentes, que puedan des-
arrollarse en suelos contaminados y con capacidad para alterar las condiciones biológicas, químicas o físi-
cas del suelo (EPA, 2000).
Con esta técnica no se generan residuos especiales, puesto que las plantas no han acumulado conta-
minantes, éstos permanecen en el suelo. Sin embargo, este hecho hace necesaria, por un lado, la aplica-
ción continuada de fertilizantes y correctores como agentes alcalinizantes, fosfatos, óxidos de hierro, bio-
sólidos (lodos de depuradoras), materia orgánica, etc., y, por otro lado, un control periódico del territorio.
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Plantas a utilizar
• Viabilidad del tratamiento e inseguridades planteadas.
• Riego, factores que controlan la producción agronómica (P, N, K, salinidad, ...).
• Mantenimiento.
• Tasa de extracción de contaminantes.
• Tiempo necesario para el saneamiento.
• Gestión de los residuos generados.
• Permisos.
A menudo, en las áreas contaminadas, existen zonas con distinto nivel de contaminación. La fitorre-
mediación puede ser una solución aplicable a las zonas con nivel de contaminación más bajo y menos ries-
gos sanitarios y/o ambientales. En otras, puede ser aplicable tras reducir, por otras técnicas, los niveles de
contaminación iniciales.
La fitorremediación puede tener su aplicación como solución provisional. Los beneficios de un sistema
de fitorremediación bien diseñado, correctamente instalado y capazmente dirigido puede ser preferible a
los riesgos que se corren al dejar una zona sin tratar durante las fases de implementación de cualquier téc-
nica seleccionada (EPA, 2000).
La selección de las plantas a utilizar ha de tener en cuenta si algunas de ellas tienen capacidad de emi-
tir gases con efecto invernadero (por ejemplo el metano de los cultivos de arroz), metales y/o metaloides
volátiles y semivolátiles, como el mercurio o el arsénico respectivamente, que pudieran suponer un riesgo
sanitario y/o ambiental.
Hay que tener en cuenta que los tiempos de tratamiento son considerablemente más largos que los
de las tecnologías tradicionales de saneamiento de suelos. Por lo tanto, para lugares que impliquen un ries-
go elevado para la salud humana u otros receptores ecológicos, la fitorremediación puede no ser la técni-
ca de remediación a escoger en primera instancia (EPA, 2000). Resulta difícil calcular a priori el tiempo
necesario para la descontaminación, especialmente en el caso de las técnicas de fitoextracción.
Para ilustrar el cálculo vamos a considerar un caso práctico. Teniendo en cuenta una cinética de extrac-
ción de primer orden, el tiempo necesario calculado para alcanzar el nivel genérico de referencia1 del
Cromo, establecido en 700 ppm en los estándares provisionales de calidad del suelo de Cataluña, sería de
4 años, partiendo de una concentración inicial en suelo de 838 ppm de Cromo, una profundidad de con-
taminación de 10 cm, una densidad del suelo de 1,7 kg L-1 y 3 cultivos por año, con la misma tasa de
extracción y la misma producción de biomasa, en el caso más favorable, usando EDTA. Si en lugar de EDTA
se utilizase EDDS, el tiempo necesario sería de 8 años y de 12 si se utilizase Trilon o si no se utilizasen
agentes quelantes (Fernández, 2005).
Los costes de aplicación son, por el contrario, considerablemente más bajos que los de cualquier otra
tecnología (ver Tabla 7).
Los costes de las técnicas de fitorremediación incluyen o deben incluir:
Costes de diseño:
– Caracterización del terreno y delimitación del área a tratar
– Plan de trabajo y preparación del informe de caracterización
– Ensayos de viabilidad y prueba piloto en condiciones controladas de invernadero.
1 Nivel que garantiza la ausencia de efectos nocivos para la salud humana o el ambiente..
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Costes de instalación:
– Preparación del emplazamiento (eliminación de residuos, eliminación de los focos de contami-
nación)
– Preparación del suelo (tratamientos previos, red de drenaje, protección de los trabajadores, etc.)
– Infraestructuras (sistema de riego, vallado)
– Plantación (semillas y plantas, mano de obra, protección de los trabajadores)
– Caracterización detallada del terreno.
Costes de operación:
– Mantenimiento (agua de riego, fertilizantes, agentes quelantes, eliminación del agua de drena-
je, plaguicidas, replantación)
– Seguimiento: determinaciones diversas (nutrientes del suelo, pH del suelo, agua del suelo, esta-
do de los nutrientes de la planta, estado de los contaminantes en la planta –raíces, brotes, hojas,
tallos–, seguimiento del estado de los vegetales, seguimiento de la calidad del aire, seguimien-
to de la calidad de las aguas superficiales y subterráneas).
– Gestión de los residuos generados.
Tabla 7. Costes de operación estimados para tecnologías aplicables a suelos contaminados por metales pesados
(adaptado de Evanko y Dezombak, 1997 y Schnoor, 1997).
7. CASOS PRÁCTICOS
Aunque son pocos los casos prácticos referenciados en materia de fitorremediación de suelos conta-
minados por metales pesados, en los laboratorios de los centros de investigación de diversas instituciones
en Europa y en los Estados Unidos de América se están llevando a cabo distintos proyectos. La confiden-
cialidad a la que están obligados los técnicos participantes limita la difusión de datos.
Uno de los proyectos a gran escala mejor documentados es el realizado en el “Argonne National
Laboratory-West” en Idaho Falls, Ihaho (EEUU). Se trata del primer centro de ensayos de demostración de
las tecnologías que emplean energía nuclear en los EEUU que se ha mantenido operativo desde los años
50 del siglo pasado. A la hora de descontaminar los emplazamientos contaminados se diferenciaron diver-
sas zonas, una de las cuales, la ANL-01, estuvo ocupada en el pasado por un pozo de captación de aguas
pluviales que, con el tiempo se fue colmatando con sedimentos que resultaron contaminados por Cesio
137, Cromo (III), Selenio, Mercurio y Zinc principalmente. Las autoridades responsables se inclinaron por
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la fitoextracción como técnica de descontaminación de los citados sedimentos. El año 2004 se iniciaron
las operaciones de descontaminación. No se dispone aún de los informes. Sin embargo, según consta en
un informe de la EPA sobre costes y objetivos, se puede anticipar que los objetivos en el caso de la con-
taminación por Cromo son disminuir la misma hasta una concentración final de 500 ppm de Cr (III), lo que
supondría, calculando una tasa de extracción de entre el 3 y el 4 %, 9 años de esfuerzos.
Otro proyecto que se puede consultar en la bibliografía es el llevado a cabo en La Combe du Saut, en
el departamento francés de Aude, donde tras 100 años de explotación, se llegaron a extraer 15 millones
de toneladas de producto y a generar 2,4 millones de m3 de residuos contaminados, especialmente con
Arsénico.
Los principios de la gestión de la contaminación están resumidos en la Figura 8.
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9. CONCLUSIONES
Las técnicas de fitorremediación, utilicen vegetación natural o plantas cultivadas en sistemas agríco-
las, aplicadas considerando todos los factores implicados en cada caso, pueden contribuir no sólo a la des-
contaminación de muchos suelos sino también a la mejora de las propiedades y características de los mis-
mos.
La posibilidad del tratamiento conjunto de suelos y aguas subterráneas, es otro de los alicientes de
estas tecnologías que pueden contribuir a una mejor gestión global de los problemas de degradación
ambiental.
Conviene valorar la contribución de este conjunto de técnicas a la atenuación del controvertido pro-
ceso de calentamiento global del planeta, al aprovechar la capacidad de retención del CO2 atmosférico
por parte de las plantas y el suelo, al tiempo que contribuyen a reducir las pérdidas de carbono orgánico
del suelo y, por tanto, a minimizar o paliar el proceso de desertización, y a aumentar la cubierta vegetal.
Las tecnologías de fitorremediación ofrecen entre otros atractivos: 1) una reducción significativa de los
costes, 2) una aceptación social prácticamente garantizada, y 3) la recuperación/restauración de los eco-
sistemas. Un aspecto a considerar en algunos países es la posibilidad de percibir subvenciones oficiales
que minimicen los costes.
Los principales riesgos a tener en cuenta son: 1) la dispersión de contaminantes durante las operacio-
nes de acondicionamiento del terreno; 2) la posible movilización de contaminantes hacia las aguas super-
ficiales o subterráneas, especialmente cuando se emplean agentes quelantes; 3) la acumulación de conta-
minantes en las partes comestibles de las plantas si éstas se mantienen en el suelo el tiempo necesario
para ello y 4) la acumulación de contaminantes en organismos del suelo (gusanos, orugas, etc.)
Todo apunta a que la fitorremediación será aplicada, cada vez más, en operaciones voluntarias de des-
contaminación, especialmente en casos donde haya una gran superficie afectada.
Hasta ahora son pocas las evaluaciones de estas tecnologías en condiciones reales y muchas las eva-
luaciones a través de proyectos de demostración. La razón es que se precisan bastantes años para una eva-
luación completa. No basta con demostrar que las plantas crecen o mal crecen; hay que identificar las diná-
micas de los contaminantes implicados, establecer los balances de masas en los sistemas suelo/sedimen-
to-plantas-aguas y determinar las tasas de eliminación/retención reales de los contaminantes.
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
Cristóbal García1, Amalia B. Riverón Zaldívar2, José Alejandro Carménate2 y Roberto Rodríguez3
1. INTRODUCCIÓN
El desarrollo de las actividades minero-metalúrgicas y sus efluentes (estériles y residuos líquidos y sóli-
dos) implica la ocupación de grandes áreas de terreno. En las áreas afectadas por sus infraestructuras e
instalaciones de apoyo logístico generalmente se destruye el equilibrio original del suelo, la biodiversidad
(ecosistemas) y la comunidad microbiana. Generalmente la minería a cielo abierto que se practica en la
actualidad denominada “minería de grandes dimensiones” es la que mayor impacto sobre el medio
ambiente genera debido a las enormes masas de roca que tiene que mover para lograr costes cada vez
más bajos. En el caso de la minería subterránea este proceso se desarrolla en menor escala, pero en la
actualidad su practica tiene menos importancia a nivel internacional que el método a cielo abierto.
La acumulación de los residuos y estériles así como desechos industriales y urbanos en los terrenos
adyacentes a las minas provoca la degradación del ecosistema inmediato. Esos suelos carecen de capaci-
dad nutritiva y propiedades sustentantes para el desarrollo de la biomasa y de los procesos microbianos.
Los ciclos de nitrógeno y carbono, la humedad y la cohesión del suelo han desaparecido prácticamente.
No existe en absoluto suelo orgánico que sirva de lecho para que las plantas echen raíces y que pueda ser
soporte para la biomasa.
Las balsas de residuos de flotación y escombreras procedentes de explotaciones mineras son terrenos
fácilmente erosionables y en las zonas mineras abandonadas están muy erosionados, con escarpadas pen-
dientes y el desarrollo de grandes cárcavas. Generalmente están totalmente desprovistas de suelo orgáni-
co, de nutrientes esenciales y de microflora sustentante del terreno y se caracterizan por la ausencia de
ciclos biogeoquímicos. La ausencia de vegetación en estos terrenos facilita la contaminación de la super-
ficie del terreno y de las aguas superficiales y subterráneas; en el caso de las aguas superficiales, por los
procesos erosivos que arrastran partículas de residuos sólidos ricos en minerales y metales pesados y sul-
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CRISTÓBAL GARCÍA, AMALIA B. RIVERÓN ZALDÍVAR, JOSÉ ALEJANDRO CARMÉNATE Y ROBERTO RODRÍGUEZ
fatos en solución; en el caso de las subterráneas la percolación de los lixiviados de escombreras y balsas
provoca la contaminación en metales pesados y sulfatos. Los residuos y sus productos de oxidación son
tóxicos para las plantas y para gran cantidad de microorganismos que son los que permiten la formación
del suelo. Las escombreras normalmente permanecen estériles durante 15 a 40 años a causa de las con-
diciones hostiles y no tienen capacidad para soportar la biomasa.
La restauración y regeneración de ecosistemas en zonas afectadas por las actividades minero-meta-
lúrgicas es aún un importante reto científico. Para ello se requiere de medidas y métodos integrales para
superar los distintos condicionantes que influyen en el proceso de recuperación del medio.
La aplicación de medidas correctoras ha de servir para eliminar o minimizar los efectos negativos pro-
ducidos por las actividades minero-metalúrgicas y los residuos generados por estas. Los objetivos de este
capítulo son en primer lugar mostrar un gran número de medidas correctoras que permitan al lector deli-
mitar aquellos aspectos que son de extraordinaria importancia en la implementación y aplicación de deter-
minada medidas que permitan la rehabilitación y regeneración de áreas afectadas por estas actividades.
En segundo lugar revelar las diferentes posibilidades sociales, económicas y medioambientales que con-
llevan la rehabilitación y regeneración de áreas degradadas.
La aplicación de cualquier medida correctora generalmente requiere de una gran variedad de recursos
económicos, técnicos y humanos. La magnitud de éstos está en función de las características del área de
estudio. El desarrollo de estas medidas puede hacerse en áreas que están bajo una de las siguientes con-
diciones ambientales y que suelen ser muy distintas en función de las condiciones climáticas:
1. Restauración ambiental de una zona con actividad minera donde se ha creado un programa
ambiental de cierre y regeneración de las áreas afectadas.
2. Restauración y regeneración de una zona minera abandonada y donde no se han aplicado medi-
das correctoras.
3. Restauración de una zona minera afectada por el vertido de residuos mineros debido a la rotura
de un depósito de residuos.
Es de señalar que antes de la aplicación de cualquier medida correctora en una zona minera de las
anteriormente descritas, es necesaria la realización de una caracterización integral del medio físico. Esta
caracterización requiere de una cartografía e inventario de las diferentes estructuras mineras existentes en
el área estudiada y su estado (ver la sección de cartografía e inventario en esta edición), así como la car-
tografía temática de la zona (modelo digital del terreno, geología, uso del suelo, geomorfología, etc.) y los
datos de las principales variables climáticas (precipitación, temperatura, evapotranspiración, viento, etc.).
El gran reto científico que supone restaurar la fertilidad y la productividad de los suelos degradados y
rehabilitar las escombreras y balsas de residuos minero-metalúrgicos ha llevado al desarrollo de un gran
número de medidas correctoras que conforman un aspecto de lo que son las buenas prácticas en Minería.
A continuación analizaremos algunas de las más utilizadas.
2. REFORESTACIÓN
La reforestación constituye una de las medidas de restauración más adecuadas dentro de los planes
de recuperación ambiental de áreas degradadas por las actividades antropogénicas (minería, metalurgia y
industria energética, etc.). En la rehabilitación de las áreas afectadas tienen gran influencia las condicio-
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BUENAS PRÁCTICAS Y APLICACIÓN DE MEDIDAS CORRECTORAS EN ÁREAS AFECTADAS POR ACTIVIDADES MINERO-METALÚRGICAS
nes climáticas, unida a la falta de un medio edáfico apropiado para almacenar agua y las nefastas pro-
piedades y características físico-químicas de los suelos degradados y residuos. Todo ello hace que la recu-
peración de la cubierta vegetal en las áreas afectadas por actividades minero-metalúrgicas sea muy difí-
cil. Las principales causas que dificulten la recuperación vegetal en zonas impactadas por las actividades
mineras y sus residuos son:
1. cortas mineras con fuertes pendientes de sus taludes;
2. balsas y escombreras con importante pendientes y el desarrollo de cárcavas;
3. el predominio de materiales no terrosos y
4. la contaminación del medio por metales pesados,
5. la presencia de gran cantidad de sales.
Todos estos factores unidos a otros de menor importancia no favorecen el desarrollo de la vegetación.
Los factores limitantes en los procesos colonización vegetal se pueden agrupar en tres grandes grupos
(Faz et al., 2003a y b; García 2004):
1. Factores endógenos: estrictamente relacionados con la naturaleza físico/química del suelo con-
taminado o la naturaleza del depósito de residuos y estériles minero-metalúrgico.
2. Factores exógenos: relacionados con la actuación de los agentes erosivos externos y el hombre.
3. Factores antropogénicos: relacionados con las actividades del hombre.
Factores endógenos
Entre los diversos factores endógenos que actúan como limitantes al crecimiento vegetal, se deben
diferenciar entre los relacionados con las propiedades químicas y los ligados a las propiedades físicas de
los sedimentos del depósito de residuo o suelos contaminados.
1. Factores químicos:
a) Metales pesados: las elevadas concentraciones de metales pesados biodisponibles presentes en el
medio poroso (suelos contaminados, balsas de residuos) tienen generalmente notables efectos
tóxicos que limitan el crecimiento vegetal.
El desequilibrio registrado en la solución del suelo provoca una respuesta negativa, que se tradu-
ce en la ausencia de vegetación sobre las balsas de lodos ya que la carga de iones es excesiva y
fitotóxica, ante los valores de pH existentes y la masa de metales solubles y biodisponibles.
b) Sales: el empleo de diferentes sustancias químicas en el proceso minero-metalúrgico, el uso de
agua de diferentes orígenes en el proceso de tratamiento de mineral y su recuperación y reutiliza-
ción constante en el circuito de lavado y concentración del mineral, provoca que los residuos
adquieran una gran cantidad de sales, aunque parte de estas sales son inherentes a la composi-
ción de la materia prima geológica empleada que sufre grandes procesos de transformación física
y química. Los depósitos minerales pueden estar asociados a materiales sedimentarios que se han
formado en una cuenca marina. Estos materiales pueden ser de naturaleza muy variada como son:
areniscas, conglomerados, margas negras o grises, o rocas endógenas formadas en el medio mari-
no como la de los complejos ofiolíticos o basaltos volcánicos, etc; también pueden ser yacimientos
de tipo residual o de meteorización: en todos ellos es apreciable el importante contenido de sales.
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CRISTÓBAL GARCÍA, AMALIA B. RIVERÓN ZALDÍVAR, JOSÉ ALEJANDRO CARMÉNATE Y ROBERTO RODRÍGUEZ
La presencia de sales, mayoritariamente Cl- y SO42- de Na+, K+, Mg2+ y Ca2+ da lugar a fenóme-
nos de histéresis que dificultan la absorción de los nutrientes por las raíces de las plantas (Kabata-
Pendías y Pendías, 1992). Durante los procesos de precipitación o cristalización de estas sales en
la superficie de los residuos, se desencadenan importantes procesos de oxidación que dan lugar a
la alteración de los sulfuros (minerales primarios como el FeS2, PbS, ZnS, etc.), y su transformación
en diferentes tipos de sulfatos. El proceso de ascensión capilar que caracteriza el agua retenida en
los poros de los residuos de fina granulometría como los lodos de flotación provoca el transporte
de gran cantidad de sales en solución hacia la superficie del depósito de residuos o suelo conta-
minado. Al alcanzar la superficie debido a la gran altura capilar de éstos y al efecto de la evapo-
ración el agua se evapora y las sales y metales en la solución que han sido movilizados o trans-
portados desde la profundidad precipitan en la superficie. El proceso de precipitación y cristaliza-
ción de la sales se desarrolla en los primeros centímetros del suelo o residuos estudiados dando
lugar a la aparición de costras. Estas costras, como las que se muestran en las figuras 1 y 2, cons-
tituyen por tanto un importante factor que limita la colonización vegetal. Además constituyen un
foco de contaminación para el aire y la escorrentía superficial pues son muy solubles al ponerse en
contacto con el agua.
c) Ausencia de macro-elementos (N, P, K) y micro-nutrientes (Fe, Cu, Mn y Zn): Las plantas sinteti-
zan sus alimentos a partir de elementos químicos que toman del aire, agua y suelo. Existen 60 ele-
mentos químicos constituyentes de las plantas, de los cuales algunos son esenciales y que pode-
mos dividir en macro-nutrientes primarios (N, P y K), secundarios (Ca, S, Mg, C, Na) y micro-nutrien-
tes u oligoelementos (B, Cu, Cl, Fe, Mn, Mo, Zn). Aspectos tales como clase estructural desequili-
brada, ausencia o baja presencia de estructura edáfica debido a la escasez de componentes coloi-
dales, escasez o desequilibrio de estos nutrientes mencionados, baja capacidad de cambio y baja
retención de agua, hacen de los suelos de las zonas mineras unos medios porosos pobres o defi-
cientes para el desarrollo y crecimiento vegetal.
Figura 1. Panorámica de un sector del área afectada por Figura 2. Detalle de sales precipitadas sobre los residuos
precipitados de sales solubles de sulfato. Junto al núcleo mineros. Balsa de lodos La Esperanza. Sierra Minera,
urbano del “Llano del Beal”. Sierra Minera de Cartagena-La Cartagena-La Unión, España.
Unión, España.
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2. Factores físicos
a) Textura: se trata no sólo del principal factor físico limitante del crecimiento vegetal, sino que tam-
bién es un factor condicionante del resto de las propiedades físicas de los residuos, como la capa-
cidad de retención hídrica, la porosidad, la infiltración y la conductividad hidráulica, ya que están
intrínsecamente relacionadas con ésta.
Los valores medios texturales en la superficie de los depósitos de los lodos de flotación oscilan
entre la clase textural limo-arenoso y arenoso considerando la clasificación de la FAO-ISRIC (1990),
por lo que la capacidad de retención hídrica, la permeabilidad, la tasa de infiltración y la conduc-
tividad hidráulica saturada presentan valores relativamente bajos (10-6 a 10-9 m/s) en el medio
poroso; sin embargo, la existencia de grietas de desecación y planos de estratificación, facilita el
flujo preferencial del agua subterránea en sectores concretos (Rodríguez, 2002).
Frente a estos, los depósitos de concentración gravimétrica presentan una granulometría arenosa
considerando la clasificación de la FAO-ISRIC (1990), por que las variables físicas presentan una
dirección y magnitud contrarias a los anteriormente descritos.
b) Estructura: a pesar de que las características de textura de los depósitos de residuos mineros es cla-
sificada de acuerdo con los criterios de la FAO-ISRIC y USDA generalmente como adecuada y en
algunos casos como buena, la presencia de agentes cementantes como los óxidos e hidróxidos de
hierro dan lugar a la formación de costras, ferri-cretas o encostramientos muy endurecidos (Figura
3) (con una potencia variable que depende de las características del material y que puede oscilar
entre l2 y 40 cm), que conforman una estructura masiva o coherente fuertemente cementada, lo
que provoca dificultades en la penetración de las raíces de las plantas. Se trata, por tanto, de un
tipo de estructura asfixiante muy hostil para el crecimiento vegetal.
En otros sectores, como las zonas de los bordes de los depósitos, se produce el fenómeno opues-
to: la ausencia de estos agentes da lugar a la formación de suelos, con una estructura particular
o suelta, resultado de la deposición de arenas transportadas por la acción erosiva del viento (Foto
9). En ocasiones, estos depósitos se encuentran débilmente cementados por la presencia de sales
solubles muy lábiles y son capaces de ser colonizadas en sus primeros estadios por especies como
Lygeum spartum (albardín) o Helichrysum decumbens (siempreviva) (Conesa et al., 1989).
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Factores exógenos
Bajo este grupo se engloban los agentes erosivos (viento, agua y hombre) que dan respectivamente
lugar a la erosión eólica, hídrica y antrópica (Figura 4). Estos agentes se caracterizan, en las áreas de estu-
dio, por tener una magnitud, dirección e intensidad, en muchos casos, contraria al proceso de coloniza-
ción vegetal sobre los residuos.
Figura 4. A la derecha cárcavas producidas por efecto de la erosión hídrica en una escombrera de gravimetría de 2ª Paz,
al sur del Llano del Beal. Para tener una idea de la magnitud del proceso, obsérvese el jalón rojo de un metro de altura.
En el centro acumulación de fragmentos de roca arrancados en los depósitos de residuos y estériles de la cuenca hidrográfica
de la rambla del Beal.
La acción erosiva del agua impide que se produzca la estabilización de los residuos y evita la acumu-
lación de constituyentes orgánicos que mejoren tanto las propiedades físicas como químicas, motivo por
el que se dificulta la formación de un suelo apto para la colonización vegetal. La erosión hídrica es muy
importante en las zonas húmedas por la abundancia de las precipitaciones y en el caso de las zonas semiá-
ridas por su carácter torrencial en poco espacio de tiempo.
En menor medida actúa el viento, aunque en climas muy secos como los áridos y semiáridos la erosión
eólica puede tener una importancia significativa, pues los ciclos de precipitación son muy escasos. Se ha
reportado en diferentes trabajos que la erosión eólica en zonas mineras puede ocasionar la contaminación
atmosférica y con ello provocar lluvias con altos contenidos de metal y sulfatos (García, 2004).
Pero contrariamente a lo expuesto, en las zonas deprimidas superficiales existentes en muchas balsas
de residuos, donde se produce la retención de aguas temporales, el sustrato se ve enriquecido con el apor-
te de las aguas de escorrentía que transportan limos, materia orgánica y nutrientes procedentes de los sec-
tores naturalizados, dando origen u ocasionando una mejora de las propiedades físico/químicas, propi-
ciando la formación de comunidades vegetales de macrófitas o hidrófilas (Figura 5).
Para poder realizar la reforestación, es necesario seguir una metodología de restauración que consis-
tiría en crear las condiciones idóneas para que se desarrolle la vegetación. Ella se desarrollaría grosso
modo en las siguientes fases o etapas:
– Creación de las condiciones geomorfológicas (pendientes del terreno) adecuadas para evitar o redu-
cir los procesos erosivos.
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Figura 5. Zonas con encharcamiento de agua dentro de la balsa de lodos del Lirio en la Sierra Minera de Cartagena la Unión. Se
aprecia la existencia de vegetación en las zonas encharcadas.
Sustrato mineral
En las zonas mineras la presencia de escombreras (estériles de mina) con materiales de diferente tex-
tura arenosa y con un alto contenido en materiales gruesos puede ser la base para la creación del sustra-
to mineral primario a emplear. Este estará cumpliendo una doble función, ya que por un lado se elimina-
ría el fuerte impacto visual que causan su acumulación sobre el terreno y por otro se economizarían los
costes de transporte y adquisición de nuevos préstamos como materiales de relleno a utilizar sobre las bal-
sas de lodos de flotación. Además, estos materiales pueden ser extraídos con facilidad, debido a que están
prácticamente sueltos pues han sido acumulados sin ningún tipo de compactación y además su estabili-
dad es muy limitada pues están depositados con el llamado (en términos geotécnicos) ángulo de reposo.
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Se propone el empleo de materiales de baja permeabilidad (10-8 a 10-10 m/s) como agente de sella-
do, evitando así el uso de geotextil u otras fibras similares de elevado coste en el mercado, aunque es una
posibilidad que también se puede valorar. Es de señalar que en muchas explotaciones mineras es común
encontrar materiales de baja permeabilidad. El esparcido de una capa de aproximadamente 30 cm de
media sobre toda la superficie del depósito de lodos o suelos contaminados, podría ser suficiente para con-
finar los residuos. Sobre este sustrato impermeable se podrán depositar los materiales permeables que
actúen como aislante y de elemento drenante entre la capa impermeable y el sustrato edáfico. El manto o
capa edáfica se deposita sobre los materiales permeables procedente de los aledaños o residuos orgáni-
cos de otros procesos como son los lodos de depuradora y residuos agrícolas y ganaderos.
También se podría utilizar como sustrato mineral la mezcla de diferentes materiales porosos como
lodos o desechos procedentes de la industria de la construcción, lodos de la elaboración de mármoles,
lodos de depuradoras, residuos de industrias alimentarias fundamentalmente agrícolas, siempre y cuando
el coste económico del mismo compense el rendimiento a obtener en la restauración de las zonas degra-
dadas. Es de señalar que el resultado muchas veces es lento y en ocasiones los costes no se recuperan del
todo.
Enmienda orgánica
La mejora húmica del sustrato mineral, se realizará con el aporte de una cantidad (según contenido de
N, P, K) de estiércol maduro con cama de ganado ovino, caprino o porcino, dado que generalmente en todo
el mundo las fuentes de producción cercanas se corresponden con este tipo de cabañas ganaderas, dimi-
nuyéndose los costes de transporte (Faz et al., 2003a y b).
El objetivo de la aplicación de este tipo de enmienda es proporcionar un cierto nivel de materia orgá-
nica que, aunque sea bajo, pueda permitir una mejora de la agregación de las partículas, lo que implica
un descenso de los valores de erosividad por un aumento de estabilidad de los complejos arcillo-húmicos
del suelo al aumentar la cohesión de los residuos mineros, que generalmente es muy baja, pues en su com-
posición mineralógica rara vez hay minerales arcillosos aunque sí están presentes partículas tamaño limo
y en menor medida tamaño arcilla.
Se recomienda la mezcla previa con el sustrato mineral con el fin de realizar el aporte conjunto, pero
siendo ésta en la última secuencia de deposición. En el caso de no mezclar, se debe incorporar en las pró-
ximas 24 horas tras la aplicación del primero.
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ha logrado el desarrollo de abundantes especies vegetales, entre ellas una protegida por ser única en
Europa: Tetraclinis articulata (Figura 6).
Figura 6. A la izquierda se aprecia una capa de suelo de color pardo-rojiza de unos 20 cm de espesor situado sobre los lodos de
flotación de color gris y a la derecha Tetraclinis articulata y en ambas fotos se pueden ver otras especies de plantas. Esta balsa
restaurada se conoce con el nombre de Marqués de Pejas y se encuentra en Cartagena, Comunidad Autónoma de la Región de
Murcia, España.
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Figura 7. A la izquierda erosión en cárcavas y ausencia de vegetación en la balsa Marqués de Pejas. Las tonalidades blancas cor-
responden a costras de sulfatos. Estos precipitan del agua que drena la balsa de residuos por los planos que existen entre las
diferentes capas de residuos. A la derecha rotura de una parte de la tubería que conforma la red de drenaje instalada en la parte
superior de la misma balsa para evitar la erosión superficial.
Teniendo en cuenta los condicionantes físico-bioquímicos, se puso en marcha una importante investi-
gación para diseñar el Método Biotecnológico Integral (BIA). El proceso de investigación se ha centrado
en tres campos:
1. Materiales orgánicos apropiados para la mejora de las escombreras. Para mejorar estos terrenos
en términos fisicoquímicos y de nutrientes se han seleccionado correctores orgánicos para cada
tipo de terreno, basándose en la disponibilidad de éstos en las cercanías de la mina, en su natu-
raleza no tóxica y en su bajo coste.
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2. Biofertilizantes y micorrizas (mycorrhizae) específicos para los residuos del carbón y de varios mine-
rales, así como para la ceniza volante. Se han identificado los biofertilizantes y los hongos endo-
micorrizas específicos del lugar resistentes a la presión, y se han propagado y desarrollado para
posibilitar su supervivencia en las condiciones tóxicas presentes en cada escombrera en función del
material que se descarga en ella. Esto ha permitido que se restablezcan rápidamente los ciclos bio-
geoquímicos naturales y que se produzca la regeneración del suelo. También se han localizado bio-
fertilizantes resistentes a los metales y endomicorrizas para las minas de metales. Estos últimos
colonizan las raíces de las plantas e impiden que los metales penetren en ellas, ya que los meta-
les pesados quedan apresados en las paredes de las células de los hongos hyphae que se encuen-
tran en las raíces. De esta manera se han protegido las plantas de los efectos tóxicos que produ-
cen los metales pesados y se ha colaborado a su crecimiento y establecimiento en las escombre-
ras. Ha sido suficiente una única inoculación del biofertilizante para producir plantas resistentes a
las condiciones de toxicidad de las escombreras. De esta manera se ha asegurado una reserva
constante y sostenible de nutrientes esenciales y se ha evitado utilizar durante el proceso los fer-
tilizantes químicos, que contienen sustancias tóxicas peligrosas y que dejan residuos en el terreno.
3. Especies vegetales locales suficientemente resistentes como para formar una masa de reforesta-
ción en las escombreras. Se han seleccionado diversas especies vegetales para plantarlas en estos
suelos basándose en su abundancia en las áreas próximas a los suelos a tratar y en su tolerancia
ante los residuos de metales pesados que se encuentran en esa área. El Método Biotecnológico
Integral plantea que la reforestación se realice con árboles cuyas maderas tengan valor económi-
co. Por ejemplo para la construcción, como Tectona grandis, Dalbergia sissoo, Gmelina arborea,
Cassia seamea y Azadirachta indica, lo cual facilita una restauración holística de la diversidad bio-
lógica de las áreas mineras y la utilización comercial de esos ecosistemas degradados.
De entre estos tres tipos de soluciones, correctores orgánicos, biofertilizantes y especies vegetales loca-
les, se ha elegido el tratamiento más adecuado para cada escombrera mediante ensayos de cultivos en
macetas. Para restituir la biodiversidad se ha preparado un inventario de la flora y la población microbia-
na del Parque Nacional de Tadoba y de la Reserva de Tigres cercana a la escombrera de Padmapur en la
India. En la reforestación de escombreras de carbón con el BIA se han utilizado varias especies vegetales
pertenecientes al Parque Nacional de Tadoba.
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do una tecnología apropiada, que es aplicable para la restauración de áreas mineras y de terrenos baldí-
os con las debidas modificaciones. El IBA ofrece un modelo para la generación de fuentes de ingresos reno-
vables para la población local y la mejora del aspecto ambiental y ecológico de las actividades de la mine-
ría y la metalurgia.
En la Tabla 1 se presenta una relación de las empresas públicas e instituciones gubernamentales que
han aplicado el IBA para la restauración de escombreras. El área de escombreras ocupaba un total de 257
hectáreas.
Sostenibilidad
Financiera:
La biorrestauración de 10 hectáreas de suelo requiere una inversión de 12.500 dólares EEUU y gene-
ra un beneficio de 122.917 dólares en 20 años. El período de recuperación de la inversión es muy corto,
de 2’5 años.
1. Es necesaria una única inversión para desarrollar la reforestación. La inversión incluye el coste de
la plantación y del riego artificial durante los tres primeros años, ya que tras ese período la obten-
ción de agua se produce de manera natural.
2. El coste de la inversión es muy pequeño comparado con los beneficios que produce.
3. El IBA contribuye a mejorar el entorno a través de la producción de oxígeno, la conservación del
suelo, el desarrollo de suelo orgánico y proporcionando un pulmón de dióxido de carbono, de
manera que cada hectárea produce aproximadamente 318.750 dólares por año.
4. La madera que produce la masa forestal y que se utiliza como materia prima para la construcción,
para usos industriales o como combustible, tiene un valor estimado en 46.875 dólares anuales por
hectárea.
Social:
1. Los árboles plantados por el programa sirve como lugar para la recreación.
2. Las condiciones de vida de la población también han mejorado al proporcionarles un entorno más
limpio y sano.
Cultural:
1. Los terrenos descampados de las escombreras se han convertido en un lugar de ocio con un impor-
tante valor estético al cambiar el paisaje.
2. Se ha producido un cambio en la imagen de la población que vive en torno a las minas y esto ha
facilitado su integración social.
Ambiental:
1. La actividad microbiana se ha regenerado rápidamente en un período de 18 meses, en lugar de
los 100-300 años que habría tardado de manera natural.
2. Los residuos orgánicos y los biofertilizantes que se han empleado son de fuentes renovables y favo-
recen la sostenibilidad.
3. Se ha aumentado la supervivencia de los árboles productores de madera hasta un 95-100% y se
ha elevado la tasa de crecimiento de las plantas tratadas con el IBA frente a las plantas sin tratar.
4. Se prevé una rápida recuperación de los ecosistemas degradados, dando lugar a pulmones de dió-
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xido de carbono, formando suelo fértil y generando combustible, fibras, alimentos, gomas y frutas.
5. La producción de oxígeno ha aumentado gracias al manto verde y se ha controlado la erosión del
suelo permitiendo la acumulación de humus y de suelo orgánico.
Por todo esto, el IBA es una herramienta efectiva para el desarrollo sostenible y su aplicación es apro-
piada en la restauración de áreas mineras y escombreras introduciendo ciertas variaciones según el caso
concreto y las condiciones ambientales de cada zona.
Tabla 1. Se relacionan las empresas públicas e instituciones gubernamentales que han aplicado el IBA para la restauración de
escombreras mineras (http://habitat.aq.upm.es/dubai/02/bp161.html)
Año de Especies Plantas
Localización Hectáreas
comercialización vegetales plantadas
Minas de manganeso - - - -
Gumgaon, Chikla y Dongribuzurg 1993-1995 62 12 160.000
Tirodi 1997 10 16 16.000
Minas de carbón - - - -
Durgapur, WCL 1992-1996 61 12 152.500
Padmapur, WCL 1993-1996 20 19 50.000
Umrer, WCL 1993-1996 20 19 50.000
Bishrampur, SECL 1994 10 12 25.000
Chirimiri, SECL 1994 5 12 12.500
Sasti, WCL 1997 10 8 16.000
Lajkura, MCL 1997 10 15 16.000
Padmapur, WCL 1998-1999 10 40 30.000
Minas de hierro - - - -
Kudremukh, KIOCL 1996 4 10 10.000
Kodli Mines, Goa 1999 5 16 8.000
Minas de Cobre - - - -
Malanjkhand, HCL 1999 5 28 10.000
Minas de Zinc - - - -
Udaipur, HZL 1999 5 14 8.000
Ceniza volante - - - -
Khaperkheda, MSEB 1997 10 16 16.000
Escorial - - - -
NHPC, Uri (J&K) 1997 10 18 16.000
Total - 257 - 589.600
Western Coalfields Limited (WCL), Nagpur; South Eastern Coalfields Limited (SECL), Bilaspur; Mahanadi Coalfields Limited (MCL),
Sambalpur; Manganese Ore India Limited (MOIL), Nagpur; Kudremukh Iron Ore Company Limited (KIOCL), Mangalore; Maharashtra
State Electricity Board (MSEB), Khaperkheda; Hindustan Copper Limited (HCL), Malanjkhand; Hindustan Zinc Limited (HZL), Udaipur;
National Hydroelectric Power Station (NHPC)
Transferibilidad
El NEERI ha transferido su tecnología con éxito a distintas empresas mineras del sector público como:
Western Coalfields Limited (WCL), South Eastern Coalfields Limited (SECL), Manganese Ore India Limited
(MOIL), Kudremukh Iron Ore Company Limited (KIOCL), Sesa Goa Iron Mine, Hindustan Zinc Limited (HZL),
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Hindustan Copper Limited (HCL) y Khaperkheda Thermal Power Station (KTPS). Esto ha contribuido a recu-
perar la productividad, la fertilidad y la estabilidad de 247 hectáreas de suelo estéril y la reforestación de
los terrenos de la Central Hidroeléctrica Nacional —National Hydroelectric Power Station (NHPC)— en Uri
(Jammu y Kashmir).
Esta tecnología también se ha transferido a Sesa Goa Limited en Goa, Hindustan Zinc Limited en
Udaipur y Hindustan Copper Limited en Malanjkhand para desarrollar y aplicar la segunda fase del IBA
para la recuperación de escombreras de minas de metales pesados bajo el patrocinio de la Agencia Sueca
para la Cooperación a la Investigación en Países en Vías de Desarrollo (Swedish Agency for Research
Cooperation with Developing Countries,SAREC). La biotecnología es una herramienta efectiva y fácil de
aplicar.
Perfil financiero
En la Tabla 2 se relacionan un conjunto de instituciones de diferentes países que han hecho posible
con proyectos de cooperación el financiamiento de este método de restauración. Esto demuestra que el
hombre tiene a su alcance los medios científicos, el soporte técnico y la mano de obra necesaria para hacer
posible un desarrollo sostenible de las actividades extractivas y el medio ambiente.
Hay que señalar que uno de los rasgos característicos de las actividades mineras es la presencia de
escombreras de variadas dimensiones y en abundantes cantidades. Aunque las escombreras están forma-
das por materiales de diversa naturaleza, de diferente composición geológica y mineralógica y diferentes
propiedades físicas, químicas y geotécnicas, han estado y están sometidas a la colonización vegetal natu-
ral durante distintos periodos. En ellas, la presencia de vegetación varía con las propiedades de los mate-
riales, pero no pasa de ser dispersa y escasa en el mejor de los casos. En las pistas o vías de comunica-
ción, la compactación del terreno y la intensidad de la erosión, dificultan el desarrollo de la vegetación.
Actualmente, sobre los depósitos de residuos minero-metalúrgicos abandonados se están desencade-
nando los procesos de edafogénesis, que tienen como resultado la formación de suelos jóvenes o poco
evolucionados con alto contenidos en metales pesados, designados por FAO-ISRIC-ISSS, 1998 como
Regosoles antrópicos-espólicos.
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La reforestación o regeneración natural es muy lenta y en las mayoría de los casos no es viable. Este
tipo de proceso puede ser adecuado en aquellas zonas que hayan sufrido un proceso de degradación muy
bajo y que solo con un pequeño acondicionamiento de las condiciones del terreno se facilite la coloniza-
ción natural.
Algunos trabajos científicos (Faz et al., 2003a y b, García 2004, Faz et al., 2004) señalan que, a pesar
de las difíciles condiciones que existen en zonas con clima semiárido y sin haber aplicado una restaura-
ción del medio, en ellas se desarrollan diferentes especies de plantas, como las que se describen a conti-
nuación. En la zona minera de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia específicamente en la zona
de Mazarón y la Sierra Minera se ha comprobado que en medios alterados de carácter pedregoso puede
aparecer una asociación de plantas dominada por Phagnalon saxatile, presente en antiguas escombreras.
En algunas partes bajas de taludes de escombreras se encuentra la asociación dominada por la quenopo-
diácea Salsola genistoides y caracterizada por la presencia del ibero-africanismo Launaea arborescens. Por
otro lado, en algunos taludes de escombreras, se presenta de forma puntual y en la parte superior de las
balsas otra asociación dominada por Capparis sicula.
Sin embargo algunas especies han desarrollado eco-tipos que les permiten colonizar estas superficies
(Zigophyllum fabago L. y Ammophyla arenaria) (Figura 8 y 9).
Figura 8. Incipiente desarrollo de la vegetación sobre una balsa de residuos. Sierra Minera de Cartagena-La Unión, Murcia
España. a) Zigophyllum fabago, b) Germinación de semillas de Zigophyllum fabago sobre residuo minero de flotación sin ningún
tipo de restauración.
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Figura 9. Estructura particular o suelta en proceso de estabilización por Ammophyla arenaria en la balsa de lodos Rosa Sierra
minera de Cartagena-LaUnión. Las bandas de color rojo y blanco del jalón tirado en el suelo son de 50 cm de longitud.
Las actividades extractivas de los recursos naturales del subsuelo se desarrollan por dos métodos: la
minería subterránea y la minería a cielo abierto. La primera genera huecos pequeños en comparación con
la segunda. En las zonas donde se han efectuado actividades extractivas encontraremos gran variedad de
cavidades en el terreno que pueden ser pozos mineros, galerías o minas subterráneas, cortas, etc. A con-
tinuación analizaremos la posible clausura o utilización que pueden tener algunos de ellos.
En las zonas mineras donde se ha desarrollado y desarrolla la minería subterránea es típica la presen-
cia de pozos mineros. La magnitud de éstos es función de la envergadura del yacimiento y sus caracterís-
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ticas de estabilidad y construcción (ver sección de estabilidad y rotura de las presas de residuos en esta
edición). Asociados a éstos están presentes distintos riesgos ambientales por lo que su inventario, locali-
zación y sellado constituye una medida correctora necesaria. El sellado de los pozos es posible y con él se
eliminarían varios problemas, entre los que figura el hundimiento y derrumbe de la parte superior de éstos
con el terreno circundante (Figura 10).
Para el relleno hay que tener en cuenta el criterio de si intercepta el nivel piezométrico o no. En el caso
frecuente de que corte el nivel freático, donde el pH sea ácido y la presencia de metales en el agua sea
muy común (ver secciones de métodos de tratamiento de efluentes líquidos y de impacto y riesgo ambien-
tal en esta edición), el material de relleno puede ser una mezcla de margas, filitas y residuos o desechos
de la industria de la construcción como los áridos finos, lodos de la industria del mármol, que tienen la
particularidad de subir el pH (neutralización de la acidez) y con ello acelerar la precipitación de los meta-
les presentes en las aguas subterráneas (ver sección de impacto y riesgo ambiental en esta edición).
También se puede evaluar la utilización de productos químicos para neutralizar el pH antes de realizar el
llenado, pero estos representan un coste económico más elevado.
Figura 10. Rotura del brocal en el pozo 117-C167 por hundimiento del terreno.
Este pozo se encuentra en la Sierra Minera de Cartagena-La Unión.
Comunidad Autónoma de la Región de Murcia, España.
Se puede realizar el relleno de las cortas mineras aunque (como en el caso de los pozos mineros con
agua) resulta muy difícil, ya que en ellas a veces se intercepta el nivel freático, como en las de Brunita
(Figura 11) y Los Blancos-II (Figura 12). Es necesario tener en cuenta el tipo de relleno, pues el agua de
las cortas se caracteriza por tener generalmente un pH muy ácido. Antes de realizar los trabajos de sella-
do de pozos y cortas, sería necesario la realización de ensayos batch (determinación de los parámetros
cinéticos como el coeficiente de reparto (kd) y la adsorción y desorción de metales) y de flujo en columna
para determinar la capacidad neutralizadora de los materiales a utilizar; además de tener conocimiento del
volumen y las ratios a emplear.
Es de señalar que también puede evaluarse la posibilidad de utilizar éstas como vertederos, principal-
mente las que se encuentran secas y siempre que se apliquen las normativas vigentes en la construcción
de depósitos de residuos, en función del tipo de residuo a almacenar (urbanos e industriales). En el caso
de las que presentan agua se ha de tener en cuenta este factor y realizar previamente su acondiciona-
miento según la normativa ambiental.
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Ejemplo: supongamos el caso de que se quisiera rellenar las cortas que anteriormente se han mostra-
do en las figuras 11 y 12, considerando la superficie, la cota donde se encuentra el agua y la profundidad
alcanzada en cada una de las cortas (Tabla 3). Para realizar su llenado hasta la parte superior del nivel del
agua, haría falta un volumen de material rocoso aproximado de 845.000 m3 para la corta Brunita y de
107.000 m3 para la corta Los Blancos-II (Tabla 3). En este caso el material a utilizar puede ser una mez-
cla de filitas, rocas carbonatadas (se podrían incluir los lodos del mármol), que neutralicen la acidez de las
aguas almacenadas en ellas (pH entre 2 y 3) y con ello provoquen la precipitación de los metales al subir
el pH. También puede considerarse en este caso el uso de productos químicos (ver sección de tratamiento
de efluentes en esta edición). En la figura 13 se muestra el proceso de llenado de una corta minera con
lodos de una balsa de lodos de flotación.
Figura 11. Lago minero (pit lake en la literatura anglosajona) en la corta Brunita en la Sierra Minera de Cartagena España.
Profundidad de 30 m. El agua tiene un pH de 2.1.
Figura 12. Lago minero (pit lake) en la corta Los Blancos-II. en la Sierra Minera de Cartagena España. Profundidad de 30 m. El
agua tiene un pH de 2.3. En el fondo de la imagen se pueden ver las montañas de estériles de mina.
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Tabla 3. Volumen de agua almacenado en las cortas Brunita y Los Blancos –II (García, 2004).
Figura 13. Llenado de la corta Los Blancos-I en la Sierra Minera de Cartagena en Septiembre 2004 con los lodos procedentes de
una balsa de residuos de flotación. Al fondo de la imagen se pueden observar elevaciones artificiales de estériles de mina.
En el caso de las cortas mineras llenas de agua donde el pH no sea ácido, se puede aplicar la cons-
trucción de lagos artificiales siempre y cuando exista una adecuada ordenación del territorio. Esto permi-
tirá un cambio en el uso del suelo y puede constituir una zona de ocio y posible empleo de trabajadores.
La existencia de minas subterráneas es una característica de casi de todas las áreas de minería aban-
donada. Estas estructuras representan un riesgo ambiental y además para las personas, pues generalmente
en estas áreas abandonadas es característico el desarrollo de otras actividades debido al cambio del uso
del suelo. Lo correcto en zonas mineras activas o abandonadas es realizar su inventario, cartografía y clau-
sura de las entradas a pozos y a minas como la que se muestra en la figura 14. En el cierre se pueden
emplear diferentes tipos de materiales aunque mayoritariamente se emplea hormigón armado y acero.
Las actividades extractivas actuales como la minería de grandes dimensiones requieren en ocasiones,
además de la construcción de presas de residuos, de la construcción de presas de agua y de depósitos de
residuos.
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Figura 14. Clausura de la entrada a una mina subterránea Agrupa Vicente en la Sierra Minera de Cartagena-La Unión.
Los huecos mineros pueden ser usados para la construcción de vertederos siempre y cuando se acon-
dicionen con los requisitos necesarios que garanticen la protección del medio ambiente y sus ecosistemas.
De acuerdo con la directiva 1999/31/CE del consejo del 26 de abril de 1999 relativa al vertido de residuos
existen unos requisitos generales de obligado cumplimiento para todas las clases de vertederos los cuales
analizaremos a continuación.
3.4.1. Ubicación
Se tomarán las medidas oportunas con respecto a las características del vertedero y a las condiciones
meteorológicas, con objeto de:
– controlar el agua de las precipitaciones que penetre en el vaso del vertedero,
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BUENAS PRÁCTICAS Y APLICACIÓN DE MEDIDAS CORRECTORAS EN ÁREAS AFECTADAS POR ACTIVIDADES MINERO-METALÚRGICAS
– impedir que las aguas superficiales o subterráneas penetren en los residuos vertidos,
– recoger las aguas contaminadas y los lixiviados. Cuando una evaluación basada en la ubicación del
vertedero y los residuos que se admitan muestre que el vertedero no es potencialmente peligroso
para el medio ambiente, la autoridad competente podrá decidir que no se aplique esta disposición,
– tratar las aguas contaminadas y los lixiviados recogidos del vertedero de forma que cumplan la
norma adecuada requerida para su vertido.
Lo arriba dispuesto puede no aplicarse a los vertederos para residuos inertes.
I) Todo vertedero deberá estar situado y diseñado de forma que cumpla las condiciones necesarias
para impedir la contaminación del suelo, de las aguas subterráneas o de las aguas superficiales y
garantizar la recogida eficaz de los lixiviados en las condiciones establecidas en el punto 3.4.2. La
protección del suelo, de las aguas subterráneas y de las aguas de superficie se realizará mediante
la combinación de una barrera geológica y un revestimiento inferior durante la fase activa o de
explotación, y mediante la combinación de una barrera geológica y un revestimiento superior
durante la fase pasiva o posterior a la clausura.
II) Existe barrera geológica cuando las condiciones geológicas e hidrogeológicas subyacentes y en las
inmediaciones de un vertedero tienen la capacidad de atenuación suficiente para impedir un ries-
go potencial para el suelo y las aguas subterráneas.
La base y los lados del vertedero consistirán en una capa mineral que cumpla unos requisitos de
permeabilidad y espesor cuyo efecto combinado en materia de protección del suelo, de las aguas
subterráneas y de las aguas superficiales sea por lo menos equivalente al derivado de los requisi-
titos siguientes:
Tabla 4. Característica de la capa impermeable en el fondo de los vertederos (directiva 1999/31/CE).
Cuando la barrera geológica no cumpla de forma natural las condiciones antes mencionadas,
podrá completarse de forma artificial y reforzarse por otros medios que proporcionen una protec-
ción equivalente. El espesor de una barrera geológica artificial no deberá ser inferior a 0.5 metros.
En la figura 15 se puede observar el montaje de una barrera geológica en la base de una presa de
residuos y encima de ésta una membrana de geotextil. La figura 16 muestra el caso de una presa
de residuos en operación.
III) Además de las barreras geológicas anteriormente descritas deberá añadirse un sistema de imper-
meabilización y de recogida de lixiviados de acuerdo con los siguientes principios, de manera que
se garantice que la acumulación de lixiviados en la base del vertedero se mantiene en un mínimo:
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Figura 15. Impermeabilización de la base de una balsa de residuos, se aprecia la colocación de una capa de geomembrana de
color gris en la superficie de la barrera de material geológico impermeable que se ha colocado inicialmente. A la derecha se puede
observar el dique o muro de contención. La magnitud del depósito puede considerarse al observar el tamaño de los operarios que
trabajan en la obra.
Los Estados miembros de la UE podrán establecer requisitos generales o específicos para los ver-
tederos de residuos inertes y para las características de los medios técnicos anteriormente men-
cionados.
Si la autoridad competente, tras examinar los posibles peligros para el medio ambiente, conside-
rarse que la prevención de formación de lixiviados es necesaria, podrá prescribir una impermeabi-
lización superficial. Recomendaciones para la impermeabilización superficial:
IV) Si la autoridad competente decide, sobre la base de una evaluación de los riesgos para el medio
ambiente que tenga en cuenta, en particular, la Directiva 80/68/CEE(1) y de acuerdo con la sec-
ción 3.4.2 (“Control de aguas y gestión de lixiviados”), que la recogida y tratamiento de lixiviados
no son necesarios, o si se establece que el vertedero no plantea peligros potenciales para el suelo,
las aguas subterráneas ni las aguas superficiales, los requisitos de los puntos II) y III) anteriores
podrán ser reducidos en consecuencia. En el caso de los vertederos para residuos inertes, estos
requisitos podrán adaptarse por disposición legislativa nacional.
V) El método que deberá utilizarse para determinar el coeficiente de permeabilidad de los vertederos,
sobre el terreno y en toda la extensión del emplazamiento, será establecido y aprobado por el
Comité a que se refiere el artículo 17 de la Directiva.
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Figura 16. Sistema de recogida del drenaje y lixiviados en una balsa de residuos mineros en operación. El sistema central de
recogida se desplaza por el interior de la roca para evitar la deformación de las tuberías por el peso que ejerce la columna de
residuos. Se puede observar además que la base esta impermeabilizada con una capa de suelo impermeable y encima una
membrana de geotextil.
3.4.6. Estabilidad
La colocación de los residuos en el vertedero se hará de manera tal que garantice la estabilidad de la
masa de residuos y estructuras asociadas, en particular para evitar los deslizamientos.
Cuando se construya una barrera artificial, deberá comprobarse que el substrato geológico, teniendo
en cuenta la morfología del vertedero, es suficientemente estable para evitar asentamientos que puedan
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causar daños a la barrera. Es necesario para cumplir estos objetivos la realización de una caracterización
geológica, geotécnica e hidrogeológica adecuada.
3.4.7. Cercado
El vertedero deberá disponer de medidas de seguridad que impidan el libre acceso al emplazamiento.
Las entradas estarán cerradas fuera de las horas de servicio. El sistema de control y acceso de cada insta-
lación deberá incluir un programa de medidas para detectar y disuadir el vertido ilegal en el emplaza-
miento.
Para evitar el aporte de sedimentos a las corrientes de aguas superficiales y al mar es necesario la
construcción de trampas de sedimentos en las diferentes corrientes de agua superficiales existentes en la
zona minera (ramblas, arroyos, ríos, etc.). Para esto se pueden emplear gaviones como los construidos en
las ramblas de la Bahía de Portmán, España (Figura 17).
Estos gaviones tienen la propiedad de ser muy permeables y retener el sedimento, facilitando el des-
arrollo de la vegetación en el lecho del cauce de las ramblas (Figura 17). Es necesario que su construcción
permita realizar el mantenimiento necesario, pues una vez colocados se pueden colmatar como los que se
muestran en la figura 17.
Figura 17. Trampas de sedimentos construidas con gaviones en la cabecera de la rambla La Carrasquilla.
Imagen de la izquierda aguas arriba y la de la derecha aguas abajo.
Cambiar la localización de los residuos puede reducir los riesgos ambientales. Sin embargo, tales méto-
dos son costosos y a menudo imprácticos debido a los grandes volúmenes de residuos almacenados. Es
frecuente la propuesta de eliminación de las balsas de residuos, pues representan un impacto visual impor-
tante. Sin embargo consideramos que deben ser eliminadas o trasladadas principalmente las que se
encuentren en la cuenca visual de las áreas de ocio y las que estén en zonas cercanas a los núcleos de
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población así como las que afectan con sus lixiviados y procesos de erosión los recursos hídricos conti-
nentales y marinos.
Un ejemplo de eliminación de balsa de residuo se ha desarrollado en la región de Cartagena. En la
localidad de El Llano del Beal se ha retirado una balsa de lodos de flotación resultado del proceso meta-
lúrgico de extracción de Pb y Zn (Figura 18). El material extraído fue trasladado y depositado en la corta
Los Blancos-I.
Figura 18. Retirada de una balsa de lodos en el Llano del Beal en Cartagena, Comunidad Autónoma de la Región de Murcia,
España, en Septiembre 2004 por su proximidad a la población. La falta de una restauración provocaba un fuerte impacto visual y
la contaminación atmosférica por erosión eólica.
El almacenamiento de estos residuos (estériles y los lodos del proceso metalúrgico) se puede realizar
en las propias cortas mineras de donde fueron extraídos los minerales beneficiados. Es necesario realizar
una impermeabilización adecuada de los vasos de las cortas y luego proceder a su completa restauración.
La no realización de una correcta habilitación del las cortas para convertirla en depósitos de estos estéri-
les o lodos puede tener consecuencias ambientales serias.
Un ejemplo de la utilización incorrecta de una corta minera para el almacenamiento de los lodos de
flotación se produjo también en la Sierra Minera de Cartagena-La Unión. En esta zona se utilizó la corta
minera denominada como Tomasa para verter los lodos de flotación del lavadero Roberto sin realizar la
correcta impermeabilización. A los pocos días de estarse desarrollando el vertido se produjo el drenaje de
aguas ácidas ricas en metales pesados por diferentes zonas de fractura y además los lixiviados contami-
naron las aguas subterráneas con metales pesados y sulfatos (CHS, 1991). Actualmente esta balsa ha sufri-
do un proceso de colapso debido al desarrollo de intensas precipitaciones que han saturado el material lo
que facilita el desarrollo del flujo vertical de aguas ácidas. Éstas disuelven los materiales de la base y con
la ayuda de las cavidades subterráneas debido a minas y pozos existentes, provocan el hundimiento y flujo
del material.
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El volumen de estériles de las actividades de minería a cielo abierto ha dado lugar a que se practique
la reutilización de los estériles de minas como materiales de construcción. En la Figura 19 se puede obser-
var la explotación de los vacies o estériles de mina de la corta los Blancos en la Sierra Minera de
Cartagena-La Unión como áridos para materiales de la construcción.
Normalmente desde la antigüedad y hasta la primera mitad del siglo XX los residuos sólidos y líquidos
derivados de las actividades minero-metalúrgicas eran vertidos a los cauces de aguas superficiales. Por ello
en aquellas regiones donde se ha desarrollado una extensa y dilatada minería es muy corriente la acumu-
lación de residuos en las llanuras de inundación de las aguas superficiales. En la figura 20 se puede apre-
ciar la acumulación de lodos de flotación en el cauce de una rambla o arroyo. En la figura 21 se observa
una presa de residuos en el medio del cauce sin ningún tipo de restauración ni dispositivo o medida para
colectar la escorrentía superficial y el drenaje de los lixiviados. En estas dos condiciones descritas los pro-
cesos erosivos facilitan la contaminación del medio hídrico.
Se considera muy conveniente realizar una limpieza de las acumulaciones de residuos que se encuen-
tran en el cauce de las ramblas, por donde circulan las aguas superficiales durante los periodos de preci-
pitación; con esta medida se evitaría el aporte directo de sedimentos y metales pesados a los cauces de
aguas superficiales. Además, al disminuir el volumen de residuos almacenados en las ramblas, arroyos y
ríos y construir las trampas de sedimentos (gaviones) y la eliminación de las balsas de lodos, disminuiría
el aporte de sulfatos y metales en solución y suspensión al medio hídrico. Los aportes de sustancias con-
taminantes se producen por la disolución de las costras de sales presentes en la superficie de los lodos de
flotación, de gravimetría y estériles de mina acumulados en el cauce de las corrientes de aguas tempora-
les o permanentes.
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Figura 20. Lodos de de flotación acumulados en la rambla el Gorguel, dado que antes de 1956 las ramblas en la
zona de la Sierra Minera de Cartagena-La Unión eran utilizadas para el vertido directo de los estériles de mina.
Figura 21. Presa de residuos El Descargador en el cauce de un arroyo. Sierra Minera de Cartagena-La Unión.
La clausura de los depósitos de residuos constituye una buena medida ambiental; el lograr su éxito
requiere de un programa de monitoreo. Este debe permitir contrastar cuantitativamente la eficacia de tales
medidas a corto, medio y largo plazo, en los aspectos biológicos, hidrológicos y físicos de la balsa defini-
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tivamente clausurada. En la clausura de los depósitos de residuos se pueden dar dos situaciones reales:
1. Que la balsa a clausurar sea una instalación donde ha existido un control y monitoreo durante la
construcción de la balsa y en el periodo de explotación de la mina.
2. Que no haya existido un plan de control y monitoreo durante ninguna de las etapas de construc-
ción y explotación de la balsa. Este segundo caso es típico de las zonas mineras abandonadas y
de aquellas zonas de minería activa donde ha existido una actividad minera muy prolongada en el
tiempo.
En función de estas características se ha de realizar un programa de restauración más o menos com-
plejo. A continuación se sintetizan los aspectos fundamentales que deben tener los planes de monitoreo y
vigilancia para las aguas subterráneas, superficiales, la atmósfera, la estabilidad del dique, la vegetación y
en general de las medidas proyectadas.
Calidad de las aguas subterráneas: este objetivo se consigue mediante una doble acción: el con-
trol de la calidad de las aguas subterráneas en el interior y el exterior del depósito y su recinto aislado; es
decir de las dos unidades en que se ha dividido el entorno de la balsa. De esta forma se puede efectuar
la determinación cuantitativa de la carga y transporte de sustancias nocivas presentes en cada uno y veri-
ficar las variaciones, para ello es aconsejable la colocación de los piezómetros aguas arriba y aguas deba-
jo de la posición de la presa.
El proyecto de monitoreo debe definir con claridad los tipos de análisis a realizar y los controles de
calidad a establecer en función del tipo de residuo y el riesgo potencial que puede representar para el
medio ambiente.
Calidad de las aguas superficiales: conocer la evolución espacio temporal de la cantidad y cali-
dad de las aguas superficiales que circulan dentro de la balsa y su entorno. Para ello se han de establecer
los puntos de control distribuidos por el entorno y situados aguas arriba y abajo de la balsa clausurada,
permitiendo detectar cualquier variación en la calidad de las aguas o en sus propiedades físicas y poder
determinar la fuente de su origen.
Estabilidad del dique y muros de contención: contempla la instalación y medida de diversos ins-
trumentos que permiten conocer posibles desplazamientos en los estratos subyacentes a la balsa clausu-
rada y los diques de la balsa. También se pueden realizar observaciones topográficas de manera sistemá-
tica en función de las características geológicas y tectónicas de la zona. En la actualidad estos instrumen-
tos de medida de deformaciones en el terreno y movimiento de laderas se encuentran disponibles en el
mercado.
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la vegetación para alcanzar una comunidad de plantas de que permita la recuperación en la medida de lo
posible del entorno natural con plantas endémicas.
Normalmente en muchas de las áreas mineras existe un patrimonio cultural (geológico, minero,
arqueológico) que en muchos casos puede estar inventariado o no. El aprovechamiento de estos recursos
y el interés en conservarlo y desarrollarlo ha sido puesto en evidencia, a través de varios de los proyectos
consolidados a nivel nacional en España (Los parques temáticos de la minería) y otros que están en mar-
cha. Por tanto, resulta evidente la necesidad de definir cuáles son los elementos patrimoniales a preservar
y potenciar, para evitar su desaparición ante cualquiera de las actuaciones propuestas en estos territorios.
Los objetivos de los parques temáticos o geomineros son varios:
1. Recuperación de un espacio degradado que contiene un patrimonio valioso y constituye una fuen-
te de empleo y riqueza económica para la zona,
2. Su oferta al público para su conocimiento y disfrute,
3. Puesta a disposición de la comunidad científica para posibles estudios y
4. Conservación de un patrimonio cultural e histórico para las nuevas generaciones.
Los ejemplos mejores conocidos son expresivos de un paisaje modelado por el hombre en su afán de
extraer las riquezas del subsuelo. Existen buenos ejemplos del patrimonio industrial como recurso econó-
mico y cultural entre los que se pueden citar algunos casos concretos en funcionamiento y otros en pro-
yecto en toda España (ver Tabla 5).
El patrimonio industrial es hoy reconocido como parte de la historia y la cultura de los territorios y, por
ello, se le otorga la consideración de elemento clave de la identidad de aquellos lugares que han conoci-
do, con distinta intensidad y de la mano de sectores productivos tradicionales, procesos de industrializa-
ción más o menos intensos generadores de unas formas de vida y de trabajo, que han dejado su huella en
el paisaje y en la memoria colectiva de los pueblos. No sólo las grandes aglomeraciones urbanas retienen
vestigios industriales con valor patrimonial, también las áreas mineras, los pequeños polos industriales
especializados y ciertos espacios litorales ofrecen restos industriales dignos de ser recuperados y aplicados
a nuevos usos o proyectos que los rescaten de la ruina y los revaloricen en todos los órdenes: urbanístico,
cultural, económico y social. Resulta estimulante comprobar que la sociedad en el ámbito geográfico
nacional se ha mostrado sensible con este tipo de patrimonio y que cada vez es mayor el interés por inte-
grar su estudio y tratamiento en el análisis, planificación, desarrollo y ordenación del territorio. No obs-
tante, es mucho aún lo que falta por hacer en las zonas mineras y especialmente en las abandonadas.
Existen varios ejemplos de los espacios industriales abandonados reconvertidos a usos de ocio y recreo
con un componente de turismo cultural importante. La gran mayoría de ellos se adscriben a la red de par-
ques temáticos mineros españoles, los que se relacionan en la tabla 5. Éstos se han ido tejiendo en los
últimos años debido al interés creciente de las diferentes administraciones y a la necesidad de crear fuen-
tes alternativas de empleo en las zonas deprimidas por el cese de la actividad minero-metalúrgica. Se trata
de espacios al aire libre creados a partir de explotaciones mineras históricas, un singular y mal conocido
patrimonio que hoy forma parte de la oferta turística de numerosas comunidades autónomas de España.
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En funcionamiento en España
– Museo histórico-minero D. Felipe de Borbón Madrid
– Museo histórico-minero Francisco Pablo Holgado Almadén, Ciudad Real
– Museo de la minería y de la industria El Entrego, Asturias
– Museo de la minería Cercs, Barcelona
– Mina de Jayona Fuente del Arco, Badajoz
– Mina museo Cardona, Barcelona
– Museo de la minería Barruelo, Palencia
– Minas de Navajún Navajún, La Rioja
– Minas de La Celia Jumilla, Murcia
– Museo de la Ciencia y de la Técnica de Castilla-La Mancha Cuenca
– Parque minero Pozo Norte Puertollano, Ciudad Real
– Parque geominero y arqueoindustrial La Unión, Murcia
– Parque geológico-minero Mazarrón, Murcia
– Parque arqueológico de las minas neolíticas de Can Tintorer Gavá, Barcelona
– Parque geológico-minero de Las Médulas (Figura 22) León
– Parque temático de la minería y la sal Cardona, Barcelona
– Parque minero (Figura 23) Río Tinto, Huelva
En proyecto
– Tren minero de las salinas Torrevieja, Alicante
– Museo de la minería de Castilla-León Sabero, León
– Museo de la minería Bellmunt, Tarragona
– Canteras de yeso Viloví, Barcelona
– Museo minero de Cerain Legazpi, Guipúzcoa
– Parque Minero-industrial Linares, Jaén
– Museo de la Minería Puertollano, Ciudad Real
Figura 22. Imagen del parque minero de Las Medulas antiguas exploraciones auríferas de la época de los
romanos declaradas recientemente Patrimonio de la Humanidad. León. España
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Figura 23. Corta Atalaya en el parque minero Río Tinto. En la foto se puede observar los
diferentes colores según sean pizarras de carbonífero, sulfuros masivos o rocas volcánicas.
Al fondo se percibe la Corta Filón Sur, ya enterrada por los estériles de Cerro Colorado
8.2. Recalificación del terreno minero para uso agrícola, industrial o urbano
La recalificación del terreno en antiguas áreas mineras y sus áreas de influencia constituye un tema
que actualmente adquiere una gran connotación en España. En este caso la recalificación se ha de reali-
zar en función a la normativa de ordenación del territorio y considerando el grado de contaminación de
acuerdo al uso que se pretende dar. El cambio de uso del suelo puede ser agrícola, urbano, ocio e indus-
trial.
En el marco de la Unión Europea existe una serie de normativas legales vigentes que hay que tener en
cuenta en cada uno de los posibles usos. Por ejemplo a continuación se muestran algunos ejemplos de los
límites establecidos para considerar un suelo contaminado en función del tipo de metal que se este ana-
lizando.
Zinc (Zn): la legislación española cita un nivel máximo de zinc en suelos agrícolas de 150 mg/kg para
un suelo de pH<7 y de 450 mg/kg para uno de pH>7; por otra parte los límites máximos de zinc en lodos
de depuradoras para uso agrícola es de 2500 mg/kg para un pH<7 y de 4.000 mg/kg para uno de pH>7
(R.D. 1310/1990). La legislación de Holanada (Ewers, 1991) da un valor de 500 mg/kg como límite de
suelo contaminado y de 3000 mg/kg como límite de suelo extremadamente contaminado (T.S.P.C.R.,
2000). Por su parte, tanto la legislación del Ministerio de Medio Ambiente de Québec (Ministère de
l´Environnement du Québec, 2001) como la legislación italiana (Abollino et al., 2002) apuntan un límite
para considerar un suelo como contaminado de 1500 mg/kg de zinc.
Plomo (Pb): la legislación española cita un nivel máximo en suelos agrícolas de 50 mg/kg para un
suelo de pH<7 y de 300 mg/kg para uno de pH>7; por otra parte, los límites máximos de plomo en lodos
de depuradora para uso agrícola son 750 mg/kg para un pH<7 y de 1200 mg/kg para uno de pH>7 (R.D.
1310/1990). La legislación de Holanda da un valor de 150 mg/kg como límite de suelo contaminado y de
600 mg/kg como límite de suelo extremadamente contaminado (Ewers, 1.991). Por su parte tanto la legis-
lación del Ministerio de Medio Ambiente de Québec (Ministère de l´Environnement du Québec, 2001)
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como la legislación italiana (Abollino et al., 2002) apuntan un límite para considerar un suelo como con-
taminado de 1000 mg/kg de plomo.
Cobre (Cu): en cuanto a la concentración de cobre, la legislación española cita un nivel máximo del
metal en suelos agrícolas de 50 mg/kg para un suelo de pH<7 y de 210 mg/kg para uno de pH>7; por
otra parte, el límite máximo de cobre en lodos de depuradora para uso agrícola es de 1000 mg/kg para un
pH<7 y de 1750 mg/kg para uno de pH>7 (R.D. 1310/1990). La legislación de Holanda da un valor de
100 mg/kg como límite de suelo contaminado y de 500 mg/kg como límite de suelo extremadamente con-
taminado (Ewers, 1991). Por su parte, la legislación del Ministerio de Medio Ambiente de Québec
(Ministère de l´Environnement du Québec, 2001) apunta un límite para considerar un suelo como conta-
minado de 500 mg/kg de cobre; por el contrario la legislación italiana (Abollino et al., 2002) marca como
límite 600 mg/kg de cobre.
Cadmio (Cd): para la concentración de cadmio, la legislación española cita un nivel máximo en sue-
los agrícolas de 1 mg/kg para un suelo de pH<7 y de 3 mg/kg para uno de pH>7. Por otra parte, los lími-
tes máximos de cadmio en lodos de depuradora para uso agrícola son de 20 mg/kg para un pH<7 y de
40 mg/kg para uno de pH>7 (R.D. 1310/1990). La legislación de Holanda da un valor de 5 mg/kg como
límite de suelo contaminado y de 20 mg/kg como límite de suelo extremadamente contaminado (Ewers,
1.991). Por su parte la legislación italiana (Abollino et al., 2002) marca un límite de 10 mg/kg de cadmio
para considerar un suelo como contaminado.
Los huecos de excavación y los depósitos de estériles producidos por la minería a cielo abierto consti-
tuyen, como ya se ha dicho, uno de los elementos de mayor intrusión en el entorno, provocando cambios
en las características visuales de la zona, proporcionales a la alteración fisiográfica. Las alteraciones en la
calidad paisajística debido a la introducción de colores, texturas y formas discordantes con las del entor-
no natural suponen una pérdida de naturalidad (pérdida de vegetación, contraste estructural y modifica-
ción del relieve). La naturalidad puede ser recuperada si se aplica un programa de rehabilitación adecua-
do. En conclusión, el paisaje se verá corregido en tanto se actúe con los elementos que en él interactúan.
En este aspecto la clausura de los huecos mineros y la reforestación con las especies autóctonas pueden
devolver en gran medida las características naturales a la zona afectada (ver apartado 2).
Para la recuperación de la fauna endémica de un área degradada es necesario haber realizado prime-
ramente la recuperación de su habitad natural en el zona en cuestión. De la efectividad de recuperación
de la cobertura del suelo y de las diferentes especies de la flora dependerá en gran medida que se resta-
blezcan las diferentes especies de animales en el área. Si se establecen las condiciones naturales antes de
producirse el daño ambiental es posible que se puedan adoptar medidas de reintroducción de las especies
animales endémicas de la región.
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BUENAS PRÁCTICAS Y APLICACIÓN DE MEDIDAS CORRECTORAS EN ÁREAS AFECTADAS POR ACTIVIDADES MINERO-METALÚRGICAS
Es importante destacar que en síntesis las diferentes medidas que se analizado deben servir para lograr
o contribuir a los siguientes propósitos:
a) Eliminar o atenuar el impacto ambiental producido por las actividades minero-metalúrgicas, corri-
giendo o eliminando la causa que lo origina.
b) Evitar que aumente la afección y degradación a los suelos ocupados y afectados directa o indirec-
tamente por la actividad minero-metalúrgica.
c) Restauración dentro de lo posible de las condiciones naturales de las áreas degradadas por las
actividades minero-metalúrgicas y los residuos generados y almacenados durante el desarrollo de
estas.
d) Crear condiciones ambientales favorables para el desarrollo económico de esa región una vez ter-
minada la etapa de producción minero-metalúrgica.
e) El desarrollo adecuado y planificado de una restauración ambiental para facilitar el cambio de uso
del suelo minero a otro como el industrial, agrícola o urbano, etc.
f) Contribuir a la ordenación y planificación del territorio.
Hemos de señalar que la aplicación de cualquier medida de restauración y rehabilitación de las áreas
mineras se ha de realizar a un coste económico razonable para la sociedad. En ocasiones no es posible
solucionar todas las formas de daño medioambiental existentes en una zona. En muchos casos la solución
de los impactos solo se logra en un espacio prolongado de tiempo y con la aplicación de un conjuntos de
medidas correctoras de manera simultánea o de forma progresiva o escalonada.
Para la aplicación de cualquiera de las medidas restauradoras propuestas, habrá de tenerse en cuenta
la legislación ambiental presente en cada país y territorio, pues estas son normalmente diferentes en cada
zona, ya que dependen de la singularidad y la riqueza ecológica de cada área. En España y los demás paí-
ses miembros de la unión tienen que tener en cuenta las directivas marcos del parlamento europeo.
AGRADECIMIENTO
Este trabajo se desarrolla dentro de los proyectos; PPQ2001-2100-C04 del plan nacional de I+D+I
(2001-2003) y PB/44/FS/2002 financiado por la Fundación Séneca.
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MÉTODOS Y TÉCNICAS
ANALÍTICAS
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
1. INTRODUCCIÓN
Para conseguir resultados óptimos y extrapolables a las condiciones de campo, las muestras analiza-
das deben ser representativas del medio investigado. En consecuencia, son muy importantes los pasos pre-
vios al análisis de las muestras en el laboratorio: su toma, almacenamiento, transporte, conservación, tra-
tamiento y preparación para el análisis. La mejor manera de detectar los procesos y mecanismos de circu-
lación de contaminantes en el medio ambiente es la toma de muestras para su análisis y medida de la con-
centración de éstos en el medio y sus ecosistemas. La presencia y acumulación de los contaminantes puede
estar en el medio hídrico (masas de aguas continentales y oceánicas), en la matriz de los medios porosos
(suelos, residuos, rocas) y en los organismos vivos (plantas y animales) que en ellos se desarrollan.
El flujo y transporte de contaminantes en el medio ambiente se desarrolla por medio del flujo de agua
superficial y subterránea, movimiento de las masas de aire y en menor medida por el movimiento y migra-
ción de los animales. Es de señalar que el agua es el principal y más importante medio de transporte y
migración de los contaminantes. La circulación del agua se desarrolla por los cursos de aguas superficia-
les que pueden ser permanentes o transitorios y por el medio poroso (suelos, residuos, rocas). En menor
medida se puede observar el transporte por el agua de lluvia.
Considerando lo anteriormente expuesto los objetivos de este capítulo se centran en los diferentes
métodos de toma, tratamiento, preparación y conservación de muestras de las diferentes fases que con-
forman el medio ambiente y sus ecosistemas (líquidos, sólidos y gases) para el posterior análisis en el labo-
ratorio. Se analizan además la problemática del tratamiento y caracterización de muestras de contami-
nantes orgánicos e inorgánicos y los problemas, limitaciones y desventajas asociados. Los métodos y téc-
nicas que se presentan y analizan en los siguientes apartados no pretenden ser intensivos ni exhaustivos.
Durante el desarrollo del mismo se hará hincapié en los más usuales y en aquellos aspectos que conside-
ramos son muy importantes para obtener unos resultados aceptables del problema a resolver.
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Existen numerosas guías y protocolos desarrollados para llevar a cabo la preparación de un muestreo
en el terreno (ISO, 1992; ASTM, 2005; EPA, 2005). Las organizaciones antes mencionadas, en sus manua-
les o normas, han establecido un conjunto de aspectos que hay que cumplir en función del tipo de mues-
treo a realizar. En este apartado haremos referencia a una serie de materiales que consideramos básicos
a la hora de realizar un muestreo y que actualmente se encuentran disponibles en le mercado. Se reco-
mienda que al preparar una campaña de campo se confeccione una lista con todo el material que se nece-
sita para realizar el mismo. Entre los materiales indispensables se encuentran los que se relacionan a con-
tinuación:
1. Una base topográfica de acuerdo a la escala de los trabajos
2. Un medidor portátil de pH, Eh, oxígeno disuelto, conductividad y temperatura
3. Envases para muestras líquidas y sólidas (botellas, bolsas, filtros, toma muestras, etc.)
4. Material para perforar el terreno (pala, pico, barrenas, etc.)
5. Material de protección (guantes, trajes impermeables, etc.)
6. Elementos de medición (cinta métrica, brújula, jalón, etc.)
En el capítulo de esta edición correspondiente a las propiedades y características de los residuos mine-
ro-metalúrgicos hemos comprobado que éstos pueden estar saturados o no. Si están saturados, en el
medio hay dos fases (líquida y sólida) y si está no saturado hay tres fases (líquida, sólida y gaseosa). El
muestreo de cada una de estas fases requiere de técnicas y métodos adecuados para garantizar muestras
de material representativo del medio o área estudiada. A continuación analizaremos los aspectos más sig-
nificativos de cada uno de estos métodos haciendo referencia a la literatura especializada en cada caso,
con el objetivo de dar el punto de partida para aquellos profesionales que deseen profundizar aun más en
el tema.
En la literatura científica existe un gran número de protocolos donde se establecen estrictamente los
pasos a seguir en el desarrollo de un muestro de los diferentes tipos de agua existentes en la naturaleza,
las aguas residuales y de los materiales sólidos (ISO, 1992; ASTM, 2005; EPA, 2005). En nuestro caso des-
tacaremos los diferentes aspectos que no se deben de pasar por alto para lograr un muestreo representa-
tivo y que permita obtener unos resultados aceptables en función de los objetivos planteados.
Deben tomarse siempre un número de muestras que permita poder cumplir el objetivo del muestreo.
Por ejemplo si se estudia la contaminación de aguas superficiales por metales normalmente se toma una
muestra para medir componentes mayoritarios y otra para metales. En todos los casos las muestras deben
de ser filtradas. El filtro establecido por la normativa de aguas a nivel internacional es de un diámetro de
poros de 0.45 micras (ISO, 1992, EPA, 1971, 2005, ASTM, 2005). En el caso de que se desee analizar meta-
les siempre se debe acidificar la muestra hasta un pH por debajo de dos, para evitar el precipitado de éstos
en el recipiente donde se almacena la muestra. Si se desea realizar un análisis de orgánicos se ha de tomar
una tercera muestra teniendo en cuenta que estas muestras deben de almacenarse en recipientes de color
ámbar para evitar el efecto de la luz.
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Los envases para muestras de agua pueden ser de plástico o de vidrio. Los más usados son las bote-
llas de plástico pues son más manejables y la posibilidad de rotura es muy inferior. El volumen necesario
de agua para el análisis de los iones mayoritarios y las características fundamentales es de 50 cc. Al tomar
la muestra se realiza su filtrado y almacenamiento. Para evitar el escape de los gases y posibles cambios
en el interior de la botella, ésta debe estar bien cerrada y completamente llena. En el caso de metales se
ha de tomar un duplicado de la muestra de igual volumen y acidificar. Normalmente la acidificación se rea-
liza con ácido nítrico hasta que el pH sea inferior a 2. Es aconsejable en el caso de la toma de muestras
realizar uno o dos enjuagues de la botella con la misma agua que se va a muestrear.
En el desarrollo de un muestreo para el análisis de cualquier tipo de contaminantes orgánicos (para
todos los tipos de muestras líquidas en general), las muestras deben ser tomadas y transferidas a reci-
pientes de vidrio ámbar o marrón con tapón de teflón. Debe evitarse el uso de corcho y de la mayoría de
plásticos para impedir una posible adsorción y contaminación por éstos.
En el caso de que se pueda utilizar material reciclado para la toma de muestras de contaminantes
orgánicos, se debe seguir un proceso de limpieza de los recipientes. En esencia se debería incluir su lim-
pieza con ácido crómico y sucesivos enjuagues con agua destilada, acetona y finalmente con hexano libre
de contaminantes. Si el vidrio está muy contaminado se debe calentar a 400°C en una estufa durante 15-
30 minutos (EPA, 1971; ASTM, 2005; EPA, 2005).
En el caso de muestras para medir compuestos orgánicos, se suele tomar un volumen de muestra de
un litro pues, en muchas ocasiones, es necesario hacer un proceso previo de concentración.
Para el análisis de gases y demanda bioquímica de oxígeno (DBO) es necesario utilizar botellas espe-
ciales. Un ejemplo de esta son las Winkler. Estas botellas son de cuello ancho con tapón esmerilado y bise-
lado para poder cerrar sin dejar ninguna burbuja de aire. Actualmente existen botellas de plástico que
garantizan también este sistema de cierre.
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Al realizar cualquier tipo de muestreo, en especial las muestras de agua, conviene realizar una ficha o
tarjeta en nuestra libreta de campo donde se describan los principales aspectos de esta muestra. Entre las
características que consideramos que son necesarias se encuentran:
1. identificación (número o nombre); debe ser representativo del área de estudio lo que evita confu-
siones
2. fecha y hora de la toma
3. nombre del que toma la muestra
4. toponimia
5. coordenadas geográficas
6. esquema de lugar de acceso
7. tipo de punto de agua (manantial, pozo, galería minera, balsa de lodos, escombrera, lago, mar,
corta minera, punto de vertido de aguas residuales, etc.)
8. modo o método usado en la toma de la muestra
9. caudal
10. color y aspecto del agua
11. valores de los parámetros medido in situ
12. observaciones
13. hoja de petición de los análisis.
La representatividad de una muestra es muy variable y depende del tipo de estudio que se desee rea-
lizar y de las condiciones del área de estudio. Normalmente la escala de los trabajos y los recursos econó-
micos condicionan el número de muestras a tomar. Sobre esto es aconsejable seguir los protocolos esta-
blecidos en función del tipo de trabajo que se desarrolle.
En el caso de las balsas de residuos mineros y de suelos contaminados se recomienda la realización
de muestras representativas. Para ello se harán tomas en diversos puntos siguiendo uno de los procedi-
mientos que se muestran en la figura 1. Hay que mezclar bien todas las muestras de cada punto y enviar-
las al laboratorio donde se realizará el tratamiento correspondiente. Si lo que interesa es una sola balsa o
una parcela, el muestreo puede ser individualizado sin necesidad de mezclar todas las muestras.
Figura 1. Formas de realizar el muestro en superficie del suelo o residuo de una balsa: a) zig-zag, b) cuadrícula y c) diagonales..
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En todos los casos de muestras líquidas durante el periodo que dura el muestreo y al ser transporta-
das al laboratorio deben de estar en condición refrigerada, normalmente la mayoría de los protocolos esta-
blecen entre 4 grados centígrados y temperatura de congelación (ISO, 1992; ASTM, 2005; EPA, 2005).
Durante el transporte conviene evitar cambios de temperatura, vibraciones y agitación de los recipientes.
Es recomendable que el análisis de las muestras se realice lo antes posible.
A continuación en los siguientes apartados analizaremos aquellos aspectos que no son generales,
como los anteriormente descritos, para todas las muestras de la fase líquida. Estos hay que tenerlos en
cuenta para garantizar una adecuada representatividad de las muestras, en función del medio en que se
realice el muestreo y del tipo de agua.
En el caso de las muestras de aguas tomadas en cauces superficiales hay que tener presente que éstas
se caracterizan por una gran variación espacio temporal. Las fluctuaciones de la composición química son
muy rápidas y en la mayoría de los casos una función del caudal. Para obtener valores representativos es
necesario la realización de muestras muy frecuentes e incluso en ríos con grandes caudales puede llegar
a ser un muestreo diario. Normalmente para obtener un muestreo representativo se realizan muestras
compuestas que pueden ser de varios días o de diferentes horas o semanales. Ante eventos de contami-
nación se puede realizar incluso muestreo en continuo.
En ríos de gran profundidad pueden tomarse muestras a diferentes niveles. Es de señalar que existen
tomamuestras automáticos que se instalan y son capaces de hacer muestras compuestas de aguas y de
sedimentos en suspensión. El periodo o frecuencia de muestreo depende de la programación que se rea-
lice. Actualmente en ríos y lagos cuyas aguas se utilizan para el abastecimiento a la población se realiza
un monitoreo en continuo de muchas de las propiedades físico-químicas; este control permite detectar los
cambios en la composición del agua y con ello evitar problemas de contaminación en las plantas de tra-
tamiento y potabilización del agua. Al tomar la muestra se han de realizar las medidas in situ de los pará-
metros relacionadas en el apartado 2.1. En la figura 2 se puede observar el muestreo de la escorrentía
superficial en una rambla o arroyo.
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Figura 2. Toma de muestra de la escorrentía superficial en la Rambla de Portmán en la Sierra Minera de Cartagena-La Unión,
Murcia, España. Obsérvese como se toma la primera muestra, se enjuaga la botella y se tira para tomar posteriormente la
muestra para los análisis.
El proceso de bombeo es necesario dado que el agua almacenada en el interior del pozo puede haber
cambiado las condiciones redox, tener material en suspensión debido al derrumbe de las paredes, mate-
rial y metales debido a la corrosión de la instalación, concentración de sales por evaporación; la tempera-
tura puede diferir notablemente de la del acuífero y ser representativa de la estación del año. Cuando se
realiza un bombeo se obtiene la mejor muestra posible, y generalmente ésta es una mezcla del agua con-
tenida en el medio poroso. Tanto en los pozos como en los manantiales se han de realizar las medidas in
situ de los parámetros relacionadas en el apartado 2.1.
Cuando se realiza el muestro del agua en el interior del pozo y se desean tomar muestras a diferen-
tes profundidades se utilizan tomamuestras especializados para ese fin. En la Figura 3, se puede ver un
tomamuestras de los que se pueden utilizar en el muestreo de aguas subterráneas en pozos.
Figura 3. A la izquierda muestreo del agua en un pozo minero de la Sierra minera de Cartagena-La Unión (García, 2004) y en la
derecha un pozo bombeando agua para realizar el muestreo (Cortesía de C. García).
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En el caso del agua de lluvia la variabilidad espacio temporal es muy grande y está condicionada por
muchos factores climáticos. Es de gran utilidad en los estudios de contaminación atmosférica. De ser posi-
ble se puede combinar el muestreo de la deposición húmeda que es la que acompaña la lluvia y la depo-
sición seca que tiene lugar en los periodos de ausencia de lluvia. Se han de realizar las medidas in situ de
los parámetros relacionadas en el apartado 2.1. Conocer la composición del agua de lluvia es de gran uti-
lidad en los estudios de recarga y origen de las aguas superficiales y subterráneas. En muchos casos el
muestreo se realiza en las estaciones pluviométricas. En la figura 4 se muestra una estación pluviométri-
ca. Es de señalar que existen estaciones totalmente automatizadas y estaciones de control manual.
En el caso del drenaje de minas las muestras, al estar en movimiento, son representativas de las aguas
subterráneas existentes en la zona. En las cortas mineras y minas inundadas es necesario tener en cuen-
ta que en éstas existe generalmente estratificación de las aguas por lo que es necesario la realización de
un muestreo adecuado a diferentes profundidades (Younger, 1999). En todos los casos se han de realizar
las medidas in situ de los parámetros relacionados en el apartado 2.1. Los drenes de lixiviados se carac-
terizan por una gran cantidad de material en suspensión por lo que es aconsejable además de las mues-
tras filtradas para los análisis correspondientes (mayoritarios, orgánicos, metales, etc.), tomar una muestra
en condiciones naturales sin filtrar por si resulta interesante poder analizar el material solido en suspen-
sión contenido en la muestra. En la figura 5 se muestra el drenaje de una galería y una corta minera inun-
dada de agua.
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Figura 5. A la izquierda drenaje de aguas en una galería de una mina subterránea y a la derecha corta Brunita ambas en la Sierra
Minera de Cartagena-La Unión, Murcia España.
Es ampliamente conocido que la infiltración, flujo y transporte de contaminante que acompañan a los
lixiviados por el medio poroso hacia la zona saturada es una característica de muchos de los depósitos de
residuos (urbanos, industriales y mineros). Este aspecto de la infiltración de lixiviados es típico de las dife-
rentes balsas o escombreras de residuos existentes en las zonas mineras, sobre todo en las zonas de mine-
ría antigua (antes de 1980), cuando no existía legislación ambiental para el almacenamiento de los resi-
duos minero-metalúrgicos. Una de las mejores maneras de conocer las características de la contaminación
es mediante muestreo del agua que se infiltra. Consecuentemente, una de las actividades más importan-
tes del estudio del movimiento de contaminantes en la zona no saturada (ZNS) es la fase de muestreo en
el campo que permita obtener y analizar la composición del agua intersticial (solución acuosa) del medio
poroso que transporta en solución o suspensión los diferentes contaminantes.
Tradicionalmente se han utilizado dos métodos para evaluar el movimiento del agua y de los conta-
minantes en el medio poroso:
I)- De forma directa: mediante la aplicación de succión con cápsulas de cerámica del fluido que se
infiltra en el terreno, o
II)- Indirecta: a través de ensayos destructivos en la muestra del medio poroso que permitan diluci-
dar la composición del agua intersticial.
Ambos métodos presentan ventajas e inconvenientes ligados principalmente a su complejidad y al tipo
de análisis que se desee realizar. La selección de uno u otro depende del tipo de problema a resolver; en
la práctica, su uso no es excluyente puesto que de forma casi sistemática suelen utilizarse los dos con el
objeto de obtener el máximo de información a lo largo del perfil del medio poroso.
Hemos de señalar que cada método muestrea una fracción distinta del agua intersticial. Los lisímetros
de succión representan el agua de circulación rápida a través del terreno (agua libre o gravitacional), mien-
tras que los ensayos destructivos analizan además agua de mayor tiempo de residencia y en consecuen-
cia más mineralizada.
A pesar de que la toma de muestras mediante lisímetros de succión o a través de la solución del medio
poroso es un método sencillo y han sido técnicas de uso frecuente en estudios agronómicos y edafológi-
cos y su uso en el estudio de residuos mineros es escaso, aunque consideramos que consiste en una téc-
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nica que puede tener gran utilidad. Hay que señalar, que existen varios problemas o inconvenientes aso-
ciados a la obtención del agua intersticial:
1- No siempre se obtiene un volumen de agua suficientemente grande para realizar determinaciones
de compuestos orgánicos y, en muchos casos, es insuficiente incluso para compuestos inorgánicos.
2- Cuando el medio poroso es especialmente duro o cuando se trata de profundidades superiores a
tres metros se requiere el empleo de metodología más sofisticada, como la proporcionada por la
mecánica del suelo (tabla 1), para obtener resultados representativos del medio estudiado.
El muestreo destructivo es más laborioso y normalmente irrepetible, además de presentar entre otros,
el problema asociado a la obtención de muestras inalteradas en medio no saturado cuando se alcanzan
profundidades en las cuales es necesario utilizar fluidos de perforación.
Métodos directos
Obtención del agua intersticial del medio poroso mediante cápsulas de succión:
En las ultimas tres décadas se viene utilizando los tomamuestras de succión de forma más o menos
habitual para el muestreo del agua intersticial en la ZNS del suelo, especialmente los de cápsula porosa,
también llamados lisímetros (Figura 5). El tomamuestras está constituido por un tubo de PVC o teflón aca-
bado por un material poroso cerámico, de PTFE (politetrafluoroetileno) o de otros materiales (Everett el al.,
1988; Kobold, 2005). Dichos tomamuestras se introducen en el terreno mediante diversos procedimientos
ampliamente detallados en los manuales les de las distintas casas suministradoras.
(http://www.kobold.com, http://www.soilmoisture.com).
La cápsula de succión tiene un funcionamiento similar al de los tensiómetros. Se basa en el supuesto
de que al ser instalada en el terreno, la cápsula constituye una extensión de los poros del medio poroso
con lo que el agua intersticial del terreno está sometida a la misma presión a la que están sometidos los
poros de la cápsula. Si se produce el vacío en el tomamuestras se origina un gradiente de presión, produ-
ciendo un flujo de agua desde el medio poroso donde está instalado hacia el interior del tubo, a través de
los poros de la cápsula. El agua es extraída del tubo generalmente mediante bombas manuales (Figura 6).
El movimiento de la solución acuosa en el medio poroso hacia el interior del tomamuestras depende
de la conductividad hidráulica, del valor de la succión existente y del vacío creado en el interior del tubo.
En general, la succión producida por los equipos existentes en el mercado oscila entre 50 y 85 centibares.
Se ha de señalar que la succión depende entre otros parámetros, de la litología del medio poroso y su com-
posición; éstas pueden presentar un rango de variación muy importante de un material poroso a otro, e
incluso en un mismo material debido a la heterogeneidad geológica que les caracteriza.
La solución acuosa recogida en el interior del tubo suele tener un volumen muy variable. El tiempo
necesario a esperar para recoger el volumen de agua deseado puede oscilar entre horas, días o varios
meses, en función del medio poroso muestreado, de que éste se encuentre en su capacidad de campo o
no y, evidentemente, de la recarga existente en la zona considerada. La recarga o infiltración de agua es
debida a la lluvia, riego o nuevos vertidos en el caso de los residuos mineros. Un ejemplo concreto del volu-
men de agua que puede ser colectado por las cápsulas nos lo brindan los datos disponibles en el área del
Maresme (Barcelona), donde la zona no saturada del medio poroso está compuesta por granito alterado
(“sauló”); en este caso el volumen oscila entre 0.2 y 0.8 1itros de agua acumulada en su interior duran-
te los periodos más húmedos, al aplicar una succión de 60 centibares sobre el medio poroso (Guimera,
1992).
Hemos podido ver que es bastante simple el tomar muestras con las cápsulas de succión, pero hay que
tener en cuenta algunos aspectos:
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– lo relacionado con la actividad del agua muestreada, debido al tiempo de residencia en la cápsulas
y a las posibles discontinuidades generadas en la instalación de los tomamuestras, que pueden dar
lugar a flujo preferencial;
– la posibilidad de originar un cambio del sistema de drenaje, dada la succión creada;
– la colmatación de los poros de la cápsula y las limitaciones y restricciones asociadas a su funciona-
miento e implantación sobre el terreno;
– su utilización a profundidades elevadas puede presentar problemas para la extracción del agua al
ser necesario suministrar una gran presión de aire;
– el escaso volumen obtenido en la mayor parte de los casos restringe la posibilidad de realizar deter-
minados tipos de análisis químicos, como por ejemplo, determinaciones de compuestos orgánicos.
Figura 5. Esquema de instalación de un lísimetro para la toma de muestra del agua intersticial in situ a) partes del lísimetro, b)
instalación en el terreno y c) extracción del agua del interior del tubo con una bomba manual (Modificado de Candela, 1993).
Figura 6. a) Imagen de una parcela experimental donde se puede ver la instalación en el terreno de las cápsulas de cerámicas
(CC), los tensiómetros (Tn) para medir la succión y los tubos para la instalación de la sonda de medida de la humedad (TDR).
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Métodos indirectos
Existen diversos métodos de extracción del agua intersticial del medio poroso con mayor o menor pre-
cisión y complejidad (Tabla 1). Los métodos usualmente utilizados para la obtención del agua intersticial
se basan en las siguientes técnicas (Rodríguez y Manzano, 1987):
Centrifugado
Una muestra de suelo o residuo dispuesta en un tubo cerrado se somete a centrifugado hasta obtener
una cantidad de agua necesaria para su análisis químico. Puede ser realizado sin líquidos desplazantes en
muestras arcillosas con elevado contenido en agua, que son sometidas a centrifugación inferior a dos
horas para evitar fraccionamiento químico. Cuando se trata de materiales no consolidados, se realiza con
líquidos desplazantes inertes. Éstos se introducen en tubos de ensayo junto con el residuo o suelo del que
se pretende extraer el agua intersticial. Este tratamiento suele ser idóneo solamente para compuestos inor-
gánicos.
Tabla 1. Síntesis de los métodos usuales de extracción del agua intersticial del medio poroso (Rodríguez y Manzano, 1987).
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Es aconsejable utilizar ésteres con alto peso molecular y bajas impurezas que no alteren la solución
intersticial a extraer. Con este tipo de extracción, al usarse valores de presión más bajos, hay menos pro-
babilidad de alteración de la muestra. Presiones excesivas podrían extraer líquido de constitución de las
fases minerales presentes en el material estudiado.
Compactación mecánica
Puede realizarse a baja y alta presión, según se trate de sedimentos recientes o consolidados. La com-
pactación se obtiene mediante aplicación de una determinada presión con un gato hidráulico. Algunos
ejemplos de cámaras de compactación se muestran en los artículos de Manheim (1974) e Iyer (1990),
donde además se cita la posibilidad de que la presión modifique el equilibrio sólido-líquido. Así, en algu-
nos trabajos se ha observado alteración en soluciones procedentes de arcillas cuando se les somete a pre-
siones superiores a 600 atmósferas. Iyer (1990) concluye que para muestras que exijan gran compactación
es preferible utilizar otros métodos de extracción del agua intersticial.
Lixiviado
Este tipo de ensayo se utiliza normalmente para residuos o suelos con una determinada composición
del agua intersticial o para evaluar la capacidad de lixiviar determinados compuestos químicos.
El residuo o suelo se seca en estufa o al aire libre y se mezcla con una cantidad conocida de agua des-
tilada o solución electrolítica de acuerdo al protocolo que se aplique en función de los objetivos del estu-
dio. La suspensión se lleva a ebullición, se deja enfriar y se filtra. Una vez filtrada la suspensión se anali-
zan las distintas soluciones.
Dilución
Es el método utilizado por excelencia para la obtención de compuestos orgánicos e inorgánicos.
Cuando se trata de analizar los compuestos inorgánicos, el procedimiento consiste en tomar una muestra
inalterada del medio poroso de un determinado peso; éste se seca en la estufa al aire libre y se añade
agua destilada o solución electrolítica en una proporción conocida (entre 1:1 y 1:5 dependiendo de la con-
centración esperada). El tratamiento de las muestras para determinar los compuestos orgánicos se discu-
tirá posteriormente en este mismo capítulo.
Cuando se trata de compuestos inorgánicos, prácticamente no se requiere preparación de muestras y
pretratamiento. Tan sólo para algún tipo de compuestos inorgánicos y algunos elementos menores es nece-
sario digerir las muestras con el objeto de destruir la materia orgánica, desadsorber y solubilizar metales.
La suspensión se somete agitación y se la deja reposar posteriormente durante algún tiempo. El agua para
el análisis se extrae mediante filtrado y centrifugado. A posteriori se calcula la concentración del agua
intersticial, una vez conocida la humedad inicial y la proporción de la dilución.
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El método asume que todas las sales presentes en el agua intersticial precipitan durante el proceso de
secado de la muestra y se redisuelven cuando se añade el agua destilada, hecho que no es del todo cier-
to para determinados compuestos. Además, puede presentar el problema de que la composición de la solu-
ción obtenida esté alterada por la ruptura del equilibrio fase sólida-fase líquida durante la agitación, por
lo que se pueden producir disoluciones de partículas minerales. Por otro lado, los cambios producidos en
la composición iónica del agua extraída no son lineales y dependen del sedimento, temperatura, tiempo
de dilución y proporción en que ésta se produce (Manheim, 1974; Iyer, 1990).
El mejor tipo de muestreo que se puede realizar para obtener la distribución vertical de los diversos
contaminantes en el terreno es el continuo. Con la toma de muestras inalteradas se trata de conservar las
condiciones originales del medio poroso (mantienen el peso específico natural, la humedad, la porosidad
y otras características mecánicas e hidrogeológicas).
Hay que señalar que no existe el tomamuestras universal satisfactorio para todos los tipos de medio
porosos, y generalmente se acepta que la mayoría de ellos producen deformaciones plásticas, cizallamiento
y deformación debido a fricción interna en las muestras (Alonso, 1976). Según Shofield (1987), los toma-
muestras con resultados más satisfactorios en estudios hidrológicos y de medio ambiente son los que se
relacionan en la tabla 2.
En general estos tomamuestras (Figura 8) son aptos para pequeñas profundidades, pero cuando se
debe acceder a zonas profundas o bien debido a la presencia de terrenos duros, se deben usar sistemas
de rotación (wire line, tubos dobles y triples); además del problema asociado a los fluidos y mencionado
anteriormente, la fricción originada produce calor, que puede afectar, entre otros, al contenido de agua de
las muestras.
En algunos casos, en la toma de muestras inalteradas se utilizan anillos (tomamuestras) de dimensio-
nes conocidas (Figura 7) que permiten deducir las características físicas del medio poroso (humedad, den-
sidad, porosidad, etc.).
Figura 7. En la izquierda el anillo tomamuestra, obsérvese que esta afilado en uno de los extremos para facilitar su entrada en el
material poroso y a la derecha la tapa que se coloca una vez tomada la muestra.
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Cuando se realizan investigaciones del medio no saturado en terrenos un poco duros, es difícil pasar
de una determinada profundidad sin utilizar fluidos de perforación. Por ello, uno de los problemas todavía
no resueltos en los estudios del medio no saturado es cómo evitar la alteración de las muestras por dichos
fluidos. Hasta el momento, se conocen los experimentos basados en el uso de tensoactivos (que no mojan
el terreno) para evitar que las muestras alteren su estado de saturación. Si bien este procedimiento puede
ser útil en estudios de mecánica del medio poroso, es discutible su utilización para el análisis de transpor-
te de contaminantes.
Tabla 2. Tomamuestras más satisfactorios para distintas condiciones del medio poroso (suelo o residuo).
Material
Condición del medio poroso Tipo de toma muestras
Plasticidad Textura
Arcillas, Limos Muy blando Pistón
Medios porosos Arcillas-arenosas Blando
cohesivos (plásticos) Arcillas-arenosas Duros-rígidos De pared delgada
Arenas-arcillosas Firme-rígidos
Arena fina-media De pared delgada
Medios porosos no Seca ó húmeda
Arenas gruesas Ninguno es satisfactorio
cohesivos (plásticos) Saturada
Gravas del todo
Figura 8. Ejemplo de tomamuestras: a la izquierda uno de pared delgada y a la derecha una sonda helicoidal con tomamuestras
incorporado (tomado de Candela 1993)
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Para la manipulación y protección de muestras de medio poroso en terrenos cohesivos se utilizan reci-
pientes de tapas de goma o plástico parafinado para su almacenamiento, bolsas de plástico, papel de alu-
minio o recipientes herméticos de metal. Posteriormente, se almacenan en cámara húmeda (a 20°C y cerca
de la saturación) o a temperatura y humedad ambiental. Cuando se trata de muestras de medio poroso
destinadas a la realización de análisis de compuestos orgánicos, éstas se secan al aire, se tamizan y con-
gelan hasta su análisis (evitando en todo momento el contacto con plástico o goma). Hay que destacar
que durante el secado de la muestra pueden producirse pérdidas de volátiles y que el almacenamiento a
4 °C la mayor parte de las veces reduce la actividad microbiana y, en consecuencia, la degradación quí-
mica. En relación con el medio poroso no saturado, debe destacarse el hecho de que la presión de vapor
de equilibrio del agua varía poco con la succión; un medio poroso no saturado estará dispuesto a perder
agua incluso en ambientes no muy alejados de la saturación.
Cuando los sondeos son a rotación, para la conservación de las muestras inalteradas se utilizan cami-
sas de protección de zinc o de polivinilo. En estos casos se aconseja efectuar ensayos previos en labora-
torio para detectar la posibilidad de adsorción en las camisas del orgánico a controlar. A partir de este
momento, las muestras están aptas para la obtención de los parámetros físicos que caracterizan al medio
poroso, o bien para la extracción del agua intersticial y de cálculo habitual en mecánica del suelo o agro-
nomía.
Las propiedades físicas y mecánicas a determinar en el medio poroso son varias. Si el problema es de
contaminación para deducir los valores de concentración del agua en el terreno son muy importantes el
contenido volumétrico o gravimétrico de agua (humedad) y la densidad natural (Ver capitulo de propieda-
des físico-mecánicas). El análisis de componentes químicos se hace la mayoría de las veces sobre una
muestra secada en estufa, expresándose su contenido en porcentaje de peso seco. En consecuencia, los
valores de concentración obtenidos en base a la muestra seca deben ser necesariamente transformados a
su estado de humedad inicial.
El contenido de humedad en el medio poroso es un parámetro importante al controlar el nivel de oxí-
geno del mismo. El agua es necesaria para los microorganismos y cuando el 10-20% de la porosidad está
rellena con gas se crean condiciones anaerobias; la mayor parte de las bacterias pueden tolerar potencia-
les de succión de 5 bares y en casos excepcionales pueden llegar a sobrevivir a 80 bares. La forma tradi-
cional de medida consiste en introducir la muestra en estufa durante una hora a la temperatura de 103-
105°C. Su expresión en forma volumétrica se calcula a partir de los datos obtenidos de la densidad.
El muestreo de la fase sólida de los residuos mineros se puede realizar de manera manual o de mane-
ra mecánica. Si el muestreo se realiza de manera superficial en la balsa o presa de residuos e puede seguir
el procedimiento de la figura 1. Si por el contrario se realiza en un perfil en profundidad se puede realizar
de manera manual hasta una profundidad de los 3 m. Para profundidades mayores de tres metros se
emplea el procedimiento mecánico como en que se muestra en la figura 9. Con la realización de una per-
foración se obtiene un testigo en continuo de todo el perfil, el cual puede ser obtenido con tomamuestras
o sin ellas.
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Figura 9. Emplazamiento de una máquina perforadora para la realización de un sondeo mecánico en una presa de lodos y a la
derecha una caja que muestra una parte de un testigo de perforación (Faz et al., 2003).
En el caso de los minerales secundarios (neoformados) que aparecen asociados a los residuos mine-
ros y en las paredes y pisos de las galerías de las minas subterráneas, es importante tener en cuanta varios
aspectos. Estas muestras requieren de un almacenamiento adecuado, pues pequeños cambios en las con-
diciones de humedad pueden afectar la composición de este tipo de minerales, los cuales en ocasiones son
muy inestables; si se van a observar bajo el microscopio electrónico se han de almacenar de forma que no
se rompan las estructuras. En la Figura 10, se aprecia unas imágenes de este tipo de minerales, que nor-
malmente son eflorescencias de diferentes tipos de sulfatos.
Figura 10. Eflorescencias de sulfato: a la izquierda sulfatos hidratados en el interior de la mina Victoria, Valle de Arán, Cataluña, y
a la derecha sulfatos deshidratados en la balsa Brunita en Cartagena. Ambas en España.
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El muestreo de gases se puede efectuar mediante la realización de vacío en el medio poroso. Aunque
este es un tema muy poco estudiado, en los residuos minero-metalúrgicos puede tener importancia en el
caso de que existan elementos que puedan ser volátiles dentro de los residuos. Para esto es necesario
ceñirse al protocolo de acuerdo al tipo de compuesto (ISO, 1992; ASTM, 2005; EPA, 2005).
Además, para muestras anóxicas hay que tener en cuenta la preservación de éstas al contacto con el
oxígeno atmosférico. Esto es de vital importancia en el estudio de los sulfuros volátiles.
Las muestras en plantas se realizan de las diferentes partes que componen éstas: raíz, tallo y hoja. En
el caso de la toma de muestras de plantas éstas deben ser representativas de la zona de estudio.
Normalmente conjuntamente con la toma de la planta se realiza el muestro del perfil edáfico lo que per-
mite establecer una relación entre la concentración de los diferentes elementos en el suelo o residuo con-
taminado y la concentración en la planta. Es importante saber que muchas actúan como indicadoras de la
contaminación. Además, su estudio permite establecer las posibles medidas de restauración y rehabilita-
ción de las zonas afectadas. En la literatura científica relativa al medio ambiente existe un gran número de
trabajos donde se han medido concentraciones de metales en plantas existentes en áreas mineras y
medios acuáticos afectados por la deposición de residuos mineros (Leita et al., 1989, 1998; Sanchiz, 2000;
Melendo et al., 2002). En estos trabajos se pueden encontrar diversos protocolos de muestreo y determi-
nación de la concentración de metales en plantas. En la figura 12 se representa la concentración de meta-
les en diferentes plantas en zonas contaminadas por metales pesados debido a la minería.
Figura 12. Concentración media de metales, en diferentes plantas marinas del Mar Menor, España
(elaborada con datos de Sanchiz, 2000).
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En el caso del muestreo de animales éste se puede realizar para el estudio de diferentes especies. En
el caso de los seres humanos se toman muestras representativa de los diferentes ambientes y medios de
trabajo existentes en un complejo minero-metalúrgico. El muestreo puede ser desde muestras de sangre
(DOE RUM PERU, 2001) a muestras de orina (Armienta-Hernández y Rodríguez-Castillo, 1995). El análisis
de concentración de metales ha sido realizado con el muestreo y análisis de humanos y en cadáveres de
diferentes épocas (Martínez-García et al., 2005).
En el caso de los animales se realiza un muestreo representativo de los ecosistemas existentes en el
área de estudio. En la Figura 13 se representan los resultados de un estudio de diferentes especies de ani-
males en el medio marino. Se puede apreciar la presencia de la concentración de diferentes metales pesa-
dos en cada una de estas especies.
Es de señalar que al igual que en las plantas en muestreo en animales puede realizarse de las dife-
rentes partes que conforman el cuerpo (Martínez-García et al., 2005).
Figura 13. Concentración de metales en diferentes organismos marinos en el Mar Menor (España).
Gráfica elaborada con los datos de De León et al. (1982).
El desarrollo creciente de técnicas analíticas que permiten la determinación de analitos a nivel de tra-
zas (de 100 a 0.01 mg/kg) y ultra-trazas (inferior a 0.01 mg/kg) ha magnificado la importancia de un buen
muestreo y ha puesto de manifiesto el punto crítico que representa el almacenamiento en el procedimiento
analítico global. Diversos artículos científicos han reportado la pérdida de cantidades significativas de ana-
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litos a niveles traza en el proceso de almacenamiento de las muestras y han estudiado los mecanismos y
el comportamiento de las distintas especies químicas en el interior de contenedores de diferentes mate-
riales durante el período de almacenamiento (Campbell et al., 1985, Subramanian et al., 1978; King et al.,
1974; Sekaly et al., 1999). Así, las variaciones en las concentraciones observadas se atribuyen mayorita-
riamente a procesos de volatilización, precipitación, a la actividad de los micro-organismos, cambios en el
estado de oxidación (particularmente perjudicial en estudios de especiación) y, los mas importantes, pro-
cesos de porción (Heninger y Potin-Gautier, 1997).
Las pérdidas de analito en los procesos de almacenamiento pueden tener lugar sea cual sea la forma
física de la muestra pero obviamente la interacción del analito con el contenedor es mayor cuando la
muestra es líquida que cuando es sólida. Diferentes autores (Moody, 1983; Massee y Maessen, 1981) han
clasificado los factores que influyen en las pérdidas por adsorción en 4 categorías:
1) El analito en sí mismo, su forma química y la concentración,
2) Características del medio en el que se encuentra: pH, salinidad, presencia de agentes complejan-
tes, micro-organismos, etc.,
3) Las propiedades del contenedor como su composición química y la rugosidad de la superficie y,
4) Factores externos como la temperatura, el tiempo de contacto, accesibilidad de la luz, etc.
A la hora de almacenar una muestra hay que tener en cuenta las propiedades de ésta y su estabilidad
para elegir:
– Las condiciones más adecuadas de temperatura (no solo la máxima sino también la mínima),
humedad, presencia o ausencia de luz, adición de aditivos, etc.
– El tipo de contenedor donde va a ser almacenada. La naturaleza de los contenedores se puede
clasificar en tres grandes grupos:
1) polímeros orgánicos,
2) cerámicos inorgánicos y
3) metálicos.
Es de señalar que en lo que respecta a las especies inorgánicas, al ser su análisis una técnica muy habi-
tual, la documentación es exhaustiva (Wood, 1976; USGS, 1979; Claasen, 1982; Coleto y Maestro, 1987,
ASTM, 2005, EPA, 2005, etc.).
Cuando se trata de compuestos orgánicos, cuya concentración en el agua muestreada puede ser muy
baja, los métodos a utilizar en su determinación son complejos y, en algunos casos poco eficientes. En los
apartados siguientes primeramente se tratarán los compuestos inorgánicos y posteriormente los orgáni-
cos. En ambos casos se repasarán brevemente aquellos aspectos más importantes a considerar y se remi-
te al lector a las referencias citadas en el texto donde podrá ampliar en profundidad estos aspectos.
Para el análisis de metales de nivel de trazas habitualmente se recomienda trabajar con contenedores
de polímeros orgánicos hidrofóbicos aunque también en éstos se pueden producir pérdidas que se cree
que son debidas a intercambios iónicos en la superficie del polímero. Esta presunción coincide con el hecho
de que fuerzas iónicas elevadas normalmente disminuyen las pérdidas por adsorción en la superficie de los
contenedores. La mayoría de los estudios (Struempler, 1973; Smith, 1973) sugieren el uso de ácidos para
prevenir las pérdidas por adsorción aunque también se emplean agentes quelatantes (Hoyle y Atkinson,
1979), así como ligandos (Shendrikar et al., 1976).
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En el caso de estudios de especiación la conservación de la muestra es aún más crítica pues cualquier
tratamiento utilizado puede alterar los resultados de ésta; es decir, antes del muestreo la muestra está en
equilibrio con el medio que la envuelve, cuando la muestra es tomada y almacenada la relación con el
medio se rompe e, inevitablemente se producen variaciones que afectan al pH, la temperatura, el poten-
cial redox, la presión, etc. y que pueden modificar la especiación de la muestra. Todos los estudios coin-
ciden en el hecho de que lo mejor es trabajar con muestras frescas (sin necesidad de almacenamiento)
pero esto no siempre es posible (Bordas y Bourg, 1998).
Para estudios a corto plazo un almacenamiento húmedo a 4ºC preserva la integridad de la muestra si
se conserva menos de dos semanas (el enfriamiento reduce las modificaciones debidas a la actividad
microbiológica, así como la reactividad química, es decir minimiza la posibilidad de descomposición). Para
estudios a largo plazo se recomienda secar y/o congelar las muestras, aunque algunos estudios muestran
una alteración en la especiación de algunos metales cuando las muestras han sido congeladas.
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La mayoría de las técnicas analíticas utilizadas para la determinación de analitos inorgánicos requie-
ren disponer de la muestra en disolución; muy pocas son capaces de permitir llevar a cabo el análisis direc-
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to en muestras sólidas (fluorescencia de rayos X, ablación por láser, absorción infrarroja, etc.). En cualquier
caso deberá hacerse un tratamiento adecuado de la muestra para su correcto análisis.
Hay que resaltar que el tratamiento de una misma muestra será totalmente distinto cuando se pre-
tenda la determinación del contenido total de un metal o del contenido de las diferentes especies que este
puede presentar (especiación). En este último caso el tratamiento de la muestra tendrá que garantizar la
conservación de la forma química de las especies cosa que, sobre todo en muestras sólidas, complica con-
siderablemente dicho tratamiento.
Tipos de muestras
La digestión es un proceso de preparación de muestras que debe cumplir los siguientes requisitos
(Rosell, 999):
– Convertir cualquier muestra sólida o líquida en una solución acuosa, eliminando cualquier partícula.
– Destruir la materia orgánica.
– No añadir interferencias a las muestras.
Algunas veces este proceso es muy simple y otras, debido a las características de la muestra, se com-
plica considerablemente. Este proceso puede llevarse a cabo de distintas maneras:
– Disolución por vía húmeda con o sin reacción química
– Mineralización por vía seca (con posterior disolución por vía húmeda).
– Descomposición por fusión (con posterior disolución por vía húmeda).
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Mezclas de ácidos:
– Complejante + oxidante
– Agua regia. Mezcla de HCl:HNO3 3:1. Al mezclar ambos ácidos tiene lugar la reacción:
3 HCl + HNO3 → NOCl + Cl2 +2 H2O (1)
Produce compuestos inestables y altamente oxidantes, lo que en presencia de cloruros (complejantes)
posibilita la disolución de los metales nobles y de un gran número de metales en matrices complejas.
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– Mezcla de ácidos con agentes complejantes (citratos, tartratos, etc.), en lugar de añadir un ácido
complejante.
Las disoluciones con reacción química se pueden llevar a cabo, en algunas ocasiones, a temperatura
ambiente, aunque generalmente se recomienda favorecer la reacción y disolución mediante un calenta-
miento.
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Este proceso tiene lugar a elevadas temperaturas y origina cambios bruscos en la estructura del mate-
rial, de manera que los componentes de la muestra original se transforman en otros que se disuelven vía
húmeda con relativa facilidad.
Hay fundentes de distintos tipos según se produzca una reacción ácido-base o redox, ahora bien los
fundentes más utilizados son los alcalinos. Dentro de los fundentes alcalinos encontramos:
Carbonatos: se utilizan solos o mezclados. El más utilizado es el Na2CO3. Funde a 850º C. En oca-
siones se mezcla con K2CO3 .
Hidróxidos alcalinos: menos universales que los carbonatos. Los más usados son NaOH y KOH.
Funden aproximadamente a 350º C.
Boratos: meta y tetraboratos. Funden a 970º C. Se utilizan para materiales altamente resistentes y
cerámicas altamente refractarias.
También encontramos fundentes ácidos:
Sulfatos ácidos y disulfatos: poco oxidantes y fuertemente ácidos (actúan como ácidos de Lewis).
Funden a 500º C.
Fluoruros: Muy eficaces para la descomposición a baja temperatura de minerales altamente resis-
tentes. Los más usados son fluoruros de hidrógeno, de potasio y de amonio. El fluoruro de hidrógeno funde
a 260º C y el de potasio a 850º C.
Ácido bórico y óxido de boro: Son los fundentes no oxidantes más eficaces juntamente con los
boratos.
Y finalmente fundentes con características rédox:
Fundentes oxidantes: El más utilizado es el Na2O2. Funde a 675º C. Se suele utilizar mezclado con
hidróxidos o carbonatos.
Fundentes reductores: La fusión se lleva a cabo en dos etapas: primero la muestra con un funden-
te ácido-base y después se añade el agente reductor (carburos, cianuros alcalinos, etc.)
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cla hasta una temperatura tal que se obtenga la completa fusión y reacción entre los sólidos. La masa fun-
dida, ya fría o en ocasiones en caliente se trata después de separada del crisol por vía húmeda (Burriel
Martí et al., 1989).
La descomposición por fusión se lleva a cabo en aquellas muestras que no pueden ser atacadas por
otros métodos (vía húmeda), los principales inconvenientes de este tratamiento de muestras es la presen-
cia de grandes cantidades de metales alcalinos que pueden producir un efecto matriz importante en la
determinación analítica y el hecho que se utilizan grandes cantidades de reactivos, lo que además, si estos
no son muy puros, es una fuente importante de contaminación.
En algunos casos y para algunas técnicas es posible el análisis directo de suspensiones (slurries) con
lo que no se hace necesaria la disolución de la muestra. El análisis de suspensiones no puede llevarse a
cabo con todas las técnicas analíticas pero algunas sí lo permiten como por ejemplo las técnicas espec-
troscópicas atómicas, siempre y cuando se utilicen los nebulizadores adecuados.
Otra alternativa es el análisis de parte de la muestra, sin la necesidad de la completa disolución de
esta, sino solo una disolución parcial o extracción. En estos casos podemos hablar de extracciones únicas,
con el disolvente adecuado, o extracciones secuenciales con distintos disolventes, normalmente desde las
condiciones más suaves hasta las más drásticas. De esta forma se puede, además, obtener información
sobre la forma química en que se encuentran los elementos constituyentes de la muestra.
En ocasiones el tratamiento de la muestra incluye una etapa de separación de los analitos entre sí o
de la matriz y/o la preconcentración de éstos; para este fin se utilizan normalmente las siguientes técnicas
de extracción:
– Extracción líquido-líquido
– Extracción con fluidos supercríticos
– Extracción en fase sólida (SPE), actualmente muy utilizada.
La finalidad o finalidades que se pretenden conseguir mediante esta etapa de separación pueden ser:
– Mejorar la sensibilidad consiguiendo la preconcentración de los analitos
– Mejorar la selectividad mediante la eliminación de las posibles interferencias.
– Eliminar los efectos de matriz.
– Favorecer la detección de los analitos en el nuevo medio.
Estas técnicas, muy utilizadas en el tratamiento de muestras para el análisis de analitos orgánicos se
describen en el siguiente apartado.
El objetivo de la preparación de la muestra es obtener el analito en el estado más puro posible para
proceder al análisis cromatográfico. El primer paso es la extracción que tiene como finalidad separar la sus-
tancia o sustancias a determinar de la matriz (sólida o líquida). Para algunas muestras la extracción puede
ser el único pretratamiento necesario antes de la inyección en el cromatógrafo mientras que para mues-
tras más complejas puede ser sólo un paso de un proceso que implica varias etapas.
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Hemos de señalar que en la mayoría de las técnicas analíticas aplicadas en la determinación de com-
puestos orgánicos es necesario que los analitos estén en disolución. Por tanto, para muestras sólidas se
emplea un líquido (comúnmente un disolvente orgánico). En el caso de muestras líquidas, aunque los ana-
litos ya se encuentran en disolución, es necesario a menudo el cambio de disolvente (por requerimiento de
la técnica de determinación final a utilizar), la preconcentración del analito o la limpieza de los extractos
para eliminar posibles interferencias.
La técnica de extracción a emplear va a depender por tanto de las características físico-químicas de los
compuestos a determinar y de las interferencias potenciales así como de la técnica cromatográfica elegi-
da. A continuación se presenta una breve revisión de las principales técnicas de extracción utilizadas en la
determinación de compuestos orgánicos tanto en muestras sólidas como acuosas.
Extracción sólido-líquido
El proceso de extracción consiste en poner en contacto una cantidad determinada de la muestra sóli-
da con un disolvente apropiado para disolver el compuesto a extraer. Las técnicas más utilizadas para este
fin son las siguientes:
Agitación. Es un procedimiento simple y suave en el cual se somete a agitación manual o mecánica la
mezcla de la muestra y el disolvente. La eficiencia de la agitación puede ser mejorada considerablemente
utilizando radiación de ultrasonidos. Una vez finalizado el proceso el disolvente conteniendo el analito se
separa de la matriz mediante filtración. En general, previamente a la determinación final se evapora el
disolvente para conseguir una preconcentración del analito.
Extracción Soxhlet. En esta técnica la muestra se pone en contacto de forma continua con disolvente
“fresco” condensado procedente de un matraz de destilación. Cuando el líquido alcanza un determinado
nivel el disolvente conteniendo el analito disuelto es devuelto al matraz de destilación mediante un sifón.
Este proceso se va repitiendo hasta conseguir la extracción completa del analito (típicamente durante un
tiempo entre 12 y 24 horas). Dado que se utiliza un volumen elevado de disolvente será necesaria la eva-
poración posterior del mismo. Mediante la extracción en soxhlet se puede conseguir la recuperación de
compuestos orgánicos fuertemente unidos a la matriz, lo cual no es posible con técnicas más suaves. Sin
embargo esta técnica solamente es aplicable a analitos que resisten la temperatura de reflujo del disol-
vente.
Extracción asistida por microondas. La muestra sólida se coloca en un recipiente de teflón (normal-
mente cerrado) junto con el disolvente y se somete a la radiación de microondas. Se calienta de este modo
el disolvente con lo que se consigue una extracción eficaz en un tiempo corto. Los equipos comerciales dis-
ponibles permiten un control de la temperatura, presión y de la potencia de la radiación, que son los pará-
metros a optimizar.
Extracción acelerada con disolvente. Este sistema emplea disolventes a presión y temperatura eleva-
das para conseguir extraer los analitos de la matriz sólida de forma muy eficaz. El inconveniente principal
es que requiere de un equipo especial diseñado para este fin.
Un fluido está en estado supercrítico cuando la temperatura y la presión están por encima de sus valo-
res críticos. Los fluidos supercríticos tienen propiedades fisicoquímicas únicas que los hacen adecuados
para la extracción de compuestos orgánicos de muestras sólidas. Su viscosidad es entre 5 y 20 veces infe-
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rior a la de los líquidos y por tanto la difusión en la matriz sólida es más rápida y eficiente. Además la den-
sidad suele ser entre 100 y 1000 veces superior a la de los gases, por lo que tienen un poder solvatante
más parecido a los líquidos. El fluido supercrítico más ampliamente utilizado es el CO2 debido a que es
químicamente inerte, no tóxico, no inflamable o explosivo y su punto crítico se puede alcanzar fácilmente
(31ºC y 71.8 atm). Se puede eliminar fácilmente del extracto y no crea problemas ambientales. Tiene carác-
ter apolar por lo que no será adecuado para la extracción de compuestos relativamente polares. En estos
casos se ha utilizado N2O.
Extracción líquido-líquido
Las técnicas que se cometan a continuación están indicadas para analitos que presenten una cierta
volatilidad, puesto que se basan en el reparto de los compuestos orgánicos entre la muestra (sólida o
líquida) y una fase gaseosa.
Espacio de cabeza (Head Space). La muestra se coloca en un vial que se cierra herméticamente con un
septum de forma que se deja un espacio entre la superficie de la muestra y el septum. Se deja equilibrar
a temperatura adecuada de forma que los analitos volátiles pasan a la fase gaseosa. Finalmente se toma
una alícuota de la fase gaseosa mediante una jeringa y se inyecta en cromatógrafo.
Purga y captura (Purge and Trap). En este caso el compuesto orgánico volátil se extrae de la muestra
empleando un gas inerte que burbujea en la muestra. Los compuestos orgánicos son retenidos en una
trampa criogénica o en un material adsorbente como carbón activo o un polímero poroso (ej. Tenax). Los
analitos son desorbidos mediante un calentamiento rápido y arrastrados al cromatógrafo de gases.
La extracción en fase sólida se basa en la retención del analito en una fase sólida y su elusión poste-
rior con un disolvente adecuado miscible o inmiscible en agua. Después del tratamiento adecuado del
extracto obtenido (evaporación total o parcial del disolvente, redisolución y/o derivatización del soluto) una
alícuota del mismo se inyecta en el sistema cromatográfico. La fase sólida adsorbente normalmente se
encuentra contenida en un cartucho de polietileno o vidrio. En primer lugar es necesario acondicionar el
sorbente con un disolvente de propiedades similares a la muestra. A continuación se pasa un determina-
do volumen de muestra a través de la fase sólida, quedando los analitos retenidos en ésta. Finalmente,
después de una etapa de lavado para eliminar posibles interferencias, los analitos son eluidos con un volu-
men pequeño de un disolvente adecuado.
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Actualmente existen una gran variedad de fases sólidas disponibles y también es posible el uso de un
amplio rango de disolventes para la elusión. Las características de la técnica la hacen muy conveniente
para la extracción de una amplia variedad de analitos presentes en muestras líquidas y para la purificación
de los extractos obtenidos mediante las distintas técnicas de extracción comentadas anteriormente. Una
ventaja adicional es la facilidad de acoplamiento en línea al sistema cromatofráfico.
En esta técnica se produce la adsorción de los analitos sobre la superficie de una fibra de sílice fundi-
da recubierta de un sorbente. Las pequeñas dimensiones de la fibra hacen que sea posible montarla en un
dispositivo parecido a una jeringa, disponible comercialmente. La fibra está unida al émbolo de forma que
mediante el movimiento de éste es posible retraer la fibra al interior de la aguja o dejarla expuesta. La
extracción de los analitos se puede llevar a cabo en el espacio de cabeza (modalidad más adecuada para
analitos volátiles en muestras sólidas o líquidas) o por inmersión de la fibra en la muestra. La desorción
puede ser realizada térmicamente en el inyector de un cromatógrafo de gases o mediante elución con
disolventes (directamente en un vial o a través de una interfase especial acoplada a un cromatógrafo de
líquidos).
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21-Capitulo 14/2/07 10:40 Página 621
Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
1. INTRODUCCIÓN
621
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Existen diferentes radiaciones electromagnéticas (visible, ultravioleta, infrarroja, rayos X, etc.), (figura
2) Todas estas radiaciones tienen la misma naturaleza y se mueven a la misma velocidad en el vacío.
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
Cada radiación viene caracterizada por una frecuencia y una amplitud, y es portadora de una deter-
minada energía. La longitud de onda y la frecuencia determinan el color de la luz mientras que la ampli-
tud afecta a su luminosidad.
La relación entre energía (E) y frecuencia de la radiación (ν) es:
E = hν (1)
Donde hν es la constante de Planck con el valor de 6.6262 x 10 J s.-34
Radiación Efecto
Rayos X y cósmicos Ionizaciones de las moléculas
UV-Visible Transiciones electrónicas entre los orbítales atómicos o moleculares
Infrarrojo Deformación de los enlaces químicos (transiciones entre estados vibracionales)
Microondas Rotaciones de los enlaces químicos (transiciones entre estados rotacionales)
Radiofrecuencias Transiciones de spín electrónico o nuclear en los átomos de la molécula.
Cuando la radiación incide sobre una sustancia, no toda ella se ve afectada por la misma; al átomo o
conjunto de átomos que absorben radiación se le denomina cromóforo y en cada técnica espectroscópica
será distinto dentro de una misma molécula. En las moléculas existen también átomos o grupos de áto-
mos que no absorben radiación, pero hacen que se modifique alguna de las características de la absorción
del cromóforo; a estos grupos se les llama auxocromos.
La segunda cuestión es cómo podemos utilizar dichos efectos sobre las sustancias para obtener infor-
mación sobre la estructura y composición de la materia y cómo utilizar dicha información. A estas dos inte-
rrogantes daremos respuesta a continuación, con la descripción de los métodos que utilizan los espectros
de emisión y de adsorción de las sustancias.
623
21-Capitulo 14/2/07 10:40 Página 624
Cuando los átomos o moléculas que se encuentran en estado fundamental son excitados térmica o
eléctricamente, sus electrones pueden pasar a un estado de energía superior (estado excitado). El estado
excitado es inestable y se vuelve al nivel de energía fundamental, emitiendo la energía en exceso en forma
de REM (figura 3)
Cada átomo o molécula tiene unos estados electrónicos característicos y por tanto emite a unas lon-
gitudes de onda determinadas (espectro de emisión), diferentes a la de los otros átomos o moléculas, lo
que permite caracterizarlos (Figura 4).
624
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
Los átomos tienen espectros de emisión (así como de absorción) de líneas y en cambio, las moléculas
tienen espectros de bandas. En una molécula existen distintos niveles vibracionales y rotacionales dentro
de cada nivel electrónico que pueden acomodar al electrón. De esta manera entre dos niveles de energía
electrónicos existen muchas transiciones posibles de energía muy parecida. Este gran número de posibles
niveles produce bandas anchas en lugar de picos de una sola frecuencia. En los átomos, al no haber enla-
ces, no existen subniveles vibracionales ni rotacionales, y por tanto entre dos niveles solo hay una transi-
ción posible.
Cuando una REM pasa a través de una muestra, se produce una disminución de la intensidad de cier-
tas longitudes de onda debido a la absorción de éstas por parte de la sustancia que utiliza la energía para
pasar a niveles de energía superiores. Las líneas o bandas que se absorben son características de cada sus-
tancia (figura 5b).
Coinciden por tanto, las bandas del espectro en las que emite radiación con los huecos o líneas negras
del espectro de absorción de la radiación, como si un espectro fuera el negativo del otro (figura 5).
La determinación de las líneas del espectro de emisión/absorción de una sustancia permite identifi-
carla, mientras que la intensidad de una determinada línea es proporcional a la concentración y por tanto,
permite su cuantificación.
Identificación
La observación de las líneas de determinadas longitudes de onda características de determinados ele-
mentos o compuestos permite identificarlos. En la figura 6 se ilustran diferentes espectros atómicos. El Na
625
21-Capitulo 14/2/07 10:40 Página 626
emite en el amarillo en las bandas de longitudes de onda de 5896 A y 5890 A (figura 6a). El Ca emite en
la longitud de onda del espectro visible 6162 A (amarillo-naranja), 4454 A y 4435 (color añil) y 4226 A
(violeta) figura 6b). El Hg emite radiación en dos longitudes de onda del visible: 5460 A (color verde) y
4358 A, (color añil) (figura 6c).
Figura 6. Espectro de emisión de determinados elementos químicos: a) Sodio, b) Calcio y c) Mercurio (http://personales.ya.com).
Cuantificación
626
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
Figura 7. La radiación de intensidad Io, incide sobre el material absorbente de un determinado grosor donde b es el camino
óptico recorrido por la radiación incidente y puede coincidir con el grosor en algunos casos, I es la intensidad de la radiación
transmitida después de atravesar el material.
lo
A = log = ε b CM (3)
i
donde A es la absorbancia, Io es la intensidad de la luz incidente, I es la intensidad de la luz transmitida,
ε es la constante (absortividad molar) cuyo valor depende de la sustancia (material absorbente) y de la
longitud de onda de trabajo, b es el camino óptico recorrido por la radiación emitida (en algunos casos
puede ser igual al grueso del material absorbente) y C es la concentración en mol/L.
La ley de Lambert-Beer es la ecuación fundamental que rige los fenómenos de absorción electromag-
nética. Solo se cumple para radiaciones monocromáticas (formadas por una sola longitud de onda).
Según la ley de Lambert-Beer, existe una relación lineal entre la absorbancia y la concentración. Si se
representan los valores de la absorbancia (A) frente la concentración, se obtiene una recta que pasa por
el origen de pendiente ε (figura 8)
Otra unidad que se utiliza como medida de la cantidad de luz absorbida es la tansmitancia (T), que es
la relación entre la luz transmitida y la luz incidente.
l 1
T= ; A = log (4)
lo T
Técnicas basadas en la medida de la radiación emitida
La intensidad de luz emitida por el analito, que ha sido excitado, al volver a su estado fundamental,
es proporcional concentración de este según la ecuación:
I=kC (5)
Donde I es la intensidad de la línea seleccionada y C es la concentración del analito en la muestra; k
depende de distintos factores, pero es constante para una determinada sustancia y una determinada lon-
gitud de onda.
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a) Curva de calibrado
• Se preparan soluciones de concentración conocida y creciente de patrones del analito (con la
matriz lo más parecida a las muestra posible)
• Se prepara un blanco (contiene todo lo que contienen las soluciones patrón y la muestra excep-
to el analito)
• Con el blanco se ajusta el cero del aparato (0 de absorbancia, 100% T)
• Se analiza cada solución patrón por orden creciente de concentración y se lee la señal (absor-
bancia, intensidad de emisión, área, conductividad) dada por el instrumento utilizado.
Finalmente, se introduce la muestra y se lee la respuesta de la muestra (tabla 3)
• Se calcula la recta de regresión: señal frente concentración y en ella se interpola la señal de la
muestra (figura 9). Para calcular la ecuación de la recta normalmente se utiliza el método de
mínimos cuadrados.
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
µg/mL 5 10 15 20
Lectura fotómetro 20 40 60 80
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Este método permite solucionar el problema del efecto de la matriz de la muestra, ya que los patrones
se preparan con la misma muestra.
Ejemplo: en un análisis de Galio por fotometría de llama, se preparan 5 soluciones de Galio de 25 mL
cada una, de concentraciones: 0.2, 0.4, 0.6, 0.8 y 1 ppm de Galio. A cada una de estas soluciones se aña-
den 25 mL de la muestra (una solución de un residuo de concentración desconocida que contiene Galio).
Les intensidades leídas fueron: 37, 46, 55, 63 y 82 respectivamente. Calcúlese la concentración de galio
en la muestra.
Con las concentraciones de Galio añadidas y las intensidades de emisión (IE) calculamos la recta de
regresión que resulta ser:
IE = 24.5 + 107C
Para calcular la concentración de la muestra extrapolamos a 0 la intensidad de emisión:
0 = 24.5 + 107C => C = 0.229 ppm
0.229 ppm x (50 mL/25mL) = 0.458 ppm
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
Ejemplo: para valorar el contenido de Potasio por fotometría de llama de una muestra se aplica el
método del patrón interno. Se prepararon una serie de soluciones de Potasio, a cada una de ellas y de la
muestra se añade Litio hasta una concentración final de 0.6 ppm de Litio. Se determina la intensidad de
emisión a la longitud de onda característica del Litio (232 nm) y del Potasio (670.8 nm) obteniéndose los
resultados expuestos en la tabla 5.
K+ (ppm) 3 5 7 9 X
IE λ232 ( Li ) 27.3 27.1 26.9 27.0 27.1
IE λ670.8 ( K ) 18.0 30.1 42.4 56.2 25.8
K+ (ppm 3 5 7 9 x
IE λ232 ( Li ) 27.3 27.1 26.9 27.0 27.1
IE λ670.8 ( K ) 18.0 30.1 42.4 56.2 25.8
CK/CLi 3/0.6 =5 5/0.6=8.3 7/0.6=11.6 9/0.6=15 x/0.6
IEK/IELi 0.66 1.11 1.57 2.08 0.95
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En este apartado se revisan las técnicas espectroscópicas para el análisis de los elementos (átomos)
que forman parte de la muestra, independientemente del compuesto del que forman parte. Por ello en
todas las técnicas que se describan a continuación será necesaria una previa atomización de la muestra.
Se dividen en dos grupos en función del fenómeno que se determina, emisión o absorción de luz.
En la absorción atómica se mide la luz absorbida por un vapor gaseoso de átomos en estado funda-
mental al pasar al estado excitado. La luz que absorbe la muestra procede de una fuente de radiación elec-
tromagnética (lámpara de cátodo hueco) y es proporcional a la concentración.
3.1.1. Instrumentación
La lámpara emite la luz que llega a los átomos de la muestra. La muestra se introduce en forma líqui-
da a la fuente de atomización mediante un nebulizador. Una vez allí la llama rompe las moléculas y se for-
man átomos libres en estado fundamental (atomización). Estos átomos absorben parte de la luz que pro-
viene de la lámpara. Mediante un monocromador se selecciona la longitud de onda que nos interesa (nor-
malmente la más absorbida) y mediante un detector fotométrico (célula fotoeléctrica, tubo fotomultiplica-
dor, etc.) se determina la intensidad de luz (figura 13). El aparato compara la intensidad de luz que le llega
en ausencia de muestra (Io) y con muestra (I))
La lámpara de cátodo hueco está formada por el mismo elemento que se quiere analizar, de manera
que al ser excitada emite las mismas longitudes de onda que absorberá el analito. Con ello se consigue
una gran sensibilidad. El problema es que no se puede hacer un análisis multielemental simultáneamen-
te.
En la absorción atómica es necesario transformar el analito, que se presenta en la muestra en forma
sólida, líquida o en disolución, en átomos libres, gaseosos y en estado fundamental (atomización). Existen
dos sistemas de atomización en las técnicas de absorción atómica: I) la llama y II) la electrotérmica.
I) Atomizadores de llama. La muestra se introduce en la llama en forma de fina niebla formada por
pequeñas gotitas de disolución mediante un nebulizador. La energía térmica que atomiza la mues-
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
tra procede de la mezcla de un combustible (acetileno, gas natural o hidrogeno) y un oxidante (aire,
oxígeno u óxido nitroso). Las llamas más utilizadas son las de acetileno-aire (2400 oC) y la de ace-
tileno-óxido nitroso (2.800 oC).
II) Atomizadores electrotérmicos. El calentamiento se realiza por resistencias eléctricas en vez de la
llama; se obtiene con ello un importante aumento de la sensibilidad. El más utilizado es el horno
de grafito. La ventaja de los atomizadores electrotérmicos frente a los de llama es que los prime-
ros permiten analizar directamente muestras sólidas, mientras que los de llama solo utilizan mues-
tras líquidas o soluciones. Otra ventaja de los atomizadores electrotérmicos es que se puede reali-
zar un programa de temperaturas adecuado a cada tipo de muestra y analito, lo que permite una
mayor eficiencia en la atomización y por lo tanto una mayor sensibilidad. Los inconvenientes de
este tipo de atomizadores frente a los de llama, es que la repetibilidad suele ser peor y el tiempo
de análisis mucho mayor.
3.1.2. Aplicaciones
mL 1 2 3 4 5 6
A 0.053 0.104 0.160 0.220 0.268 0.315
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A = 4.67x10-4 + 0.027 C
– Ahora sustituimos la absorbancia de la disolución de la muestra en la ecuación de la recta y obte-
nemos:
0.179 = 4.67x10-4 + 0.027 C => C = 6.63 ppm Cd
– Deshacemos las diluciones realizadas para determinar la concentración en la muestra inicial:
6.63 ppm Cd = 6.63 mg Cd/ 1L solución x (1 L/1000 mL) x (50 mL/10 ml) x (100 mL) x (1g/1000 mg)
/1 g de suelo) 100 = 0.33%
3.2.1. Instrumentación
634
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
Figura 15. Fuentes de atomización-excitación en emisión atómica: a) Llama y b) Plasma acoplado por inducción (ICP).
(http://ull.chemistry.uakron.edu/analytical/Atomic_spec/).
II) Fuentes de plasma: un plasma es un gas caliente, altamente ionizado y macroscópicamente neu-
tro. Los plasmas utilizados en emisión atómica están formados por un chorro de argon que forma
cationes de argon y electrones. Las elevadas temperaturas del plasma (6000-10000oC) se alcan-
zan por el calor de resistencia generado por el movimiento de los iones de argon y los electrones
que forman el plasma. Hay distintos sistemas de generar y mantener un plasma, pero lo más
común es mediante un campo magnético creado por una bobina de inducción (figura 15b). Estas
temperaturas tan elevadas permiten una mejor atomización de la muestra y estados excitados
mucho más poblados, lo que proporciona una mayor sensibilidad y que se puedan analizar prácti-
camente todos los elementos de la tabla periódica a concentraciones muy bajas y con gran rapi-
dez.
III) Atomización eléctrica: la atomización se realiza mediante una descarga eléctrica en un arco eléc-
trico entre dos electrodos de grafito entre los que se encuentra la muestra. Se alcanzan tempera-
turas de 4000-5000oC, lo que permite analizar un mayor número de elementos que con la foto-
metría de llama. Se pueden analizar muestras líquidas mediante un electrodo especial (figura 16b)
o sólidas (figura 16a).
635
21-Capitulo 14/2/07 10:40 Página 636
3.2.2. Aplicaciones
Cualitativas
El espectro de emisión de cada átomo presenta unas líneas características que permiten la identifica-
ción del elemento (ver apartado 1). Las técnicas más apropiadas para la identificación son las de plasma
y las de atomización eléctrica, ya que proporcionan espectros atómicos con mayor número de líneas.
Cuantitativas
Las tres técnicas permiten la determinación cuantitativa los elementos presentes en una muestra
mediante los métodos descritos en el apartado 1. La fotometría de llama es la técnica que trabaja a tem-
peraturas más bajas, por lo que solo se pueden determinar elementos con bajo potencial de ionización
(alcalinos, alcalino-térreos y alguno térreo). La técnica de plasma permite determinar más de 70 elemen-
tos de la tabla periódica a niveles de concentración muy bajos (ppb).
Las técnicas que se describen en el presente apartado permiten el análisis de moléculas basándose en
la medida de la absorción o emisión de luz que se produce al interaccionar determinadas radiaciones elec-
tromagnéticas con la muestra. En función del tipo de interacción vamos a distinguir:
Absorción de REM:
- Ultravioleta –Visible (UV-VIS)
- Infrarrojo (IR)
Emisión de REM
- Fluorescencia
La espectroscopía UV-VIS es una técnica de análisis de compuestos en la que se mide la luz absorbi-
da por las moléculas al promocionar el electrón de un estado basal (fundamental) a un estado electróni-
co excitado. La luz absorbida está dentro de la zona UV-VIS (180-800 nm). No todas los compuestos se
pueden analizar por espectroscopía UV-VIS, ya que solo determinadas sustancias son capaces de absorber
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21-Capitulo 14/2/07 10:40 Página 637
INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
radiación entre (180-800 nm). Para que una sustancia absorba en esta zona del espectro debe presentar
grupos cromóforos en su molécula. Un grupo cromóforo es un conjunto de átomos que contienen una o
varias insaturaciones (dobles o triples enlaces) que son responsables de las transiciones electrónicas cuya
energía se corresponde a la región ultravioleta y/o visible del espectro electromagnético.
Este tipo de espectroscopía sirve principalmente para el análisis cuantitativo de compuestos aromáti-
cos, carboxílicos, poliinsaturados e iones complejos.
4.1.1. Instrumentación
Fotómetro
El más sencillo de los instrumentos de absorción molecular UV-VIS es el fotómetro de filtro esquema-
tizado en la figura 17. El fotómetro dispone de una fuente de emisión de luz visible (lámpara de wolfra-
mio). La longitud de onda que interesa se selecciona mediante un filtro de absorción o de interferencias.
La radiación seleccionada es absorbida parcialmente por la muestra que se encuentra en una cubeta.
Después la luz transmitida se detecta mediante un detector fotométrico.
Fuente de Procesador de
Filtro Muestra Detector
REM señal
Blanco
Figura 17. Esquema de un fotómetro donde se muestran las partes principales del equipo.
Antes de iniciar el análisis de la muestra se debe calibrar el aparato a la longitud de onda selecciona-
da. Se coloca un blanco (en el lugar de la muestra) y se ajusta la absorbancia a cero. Posteriormente se
realizan las lecturas de los patrones y finalmente la muestra. Con este aparato se debe hacer un calibra-
do cada vez que se cambia de longitud de onda de trabajo y cambiar el filtro utilizado, por ello no es posi-
ble realizar el espectro de absorción (barrido) completo de una sustancia.
Espectrofotómetro
Los instrumentos que utilizan selectores monocromáticos reciben el nombre de espectrofotómetros
(figura 18). El monocromador permite seleccionar cualquier longitud de onda dentro de un intervalo
amplio de longitudes de onda y variar la longitud de onda seleccionada sucesivamente en el tiempo, lo
que permite obtener el espectro de absorción completo de una sustancia.
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Fuentes de radiación
Para la zona visible se utiliza lámpara de wolframio que emite radiaciones de longitudes comprendi-
das entre 300-900 nm. Para la zona UV se utilizan tubos de descarga de gases (deuterio, vapor de mer-
curio, etc.), gases que al ser excitados mediante una descarga eléctrica emiten radiación entre 160-400
nm. Los espectrofotómetros, normalmente, disponen de las dos lámparas y se pueden intercambiar auto-
máticamente en función de la longitud de onda a la que se pretende trabajar.
Detectores
Tanto los fotómetros como los espectrofotómetros disponen de detectores fotoeléctricos que transfor-
man intensidad de REM en intensidad de corriente eléctrica. Los más utilizados son las células fotoeléctri-
cas, tubos fotomultiplicadores y los fotodiodos de silicio en línea que permiten la detección simultánea de
la intensidad de varias longitudes de onda.
4.1.2. Aplicaciones
Cuantitativas
La determinación de la concentración del analito por absorción ultravioleta o visible es uno de los
métodos cuantitativos más utilizados. Una de las razones es que muchos compuestos inorgánicos y orgá-
nicos tienen fuertes bandas de absorción en esta zona del espectro electromagnético. Además, en el caso
que los analitos no absorban en esta zona, se pueden hacer reaccionar con un reactivo dando un produc-
to absorbente. Por ejemplo el Fe3+ se puede hacer reaccionar con la fenatrolina dando un compuesto colo-
reado que absorbe a 520 nm. La aplicación cuantitativa consiste en hacer una curva de calibrado con
patrones tal como se ha explicado anteriormente (apartado 1).
Si el método es muy preciso (muy repetitivo) y lineal en un amplio rango de longitudes de onda, no es
necesario realizar la curva de calibrado cada vez que se analiza una muestra. Basta con analizar un solo
patrón y la muestra.
Cualitativas
La espectrofotometría UV-VIS no es en si misma una técnica de identificación. Es decir con el espectro
de absorción UV-VIS completo de una sustancia es difícil llegar a identificarla. Sin embargo, la presencia
de determinadas bandas de absorción a determinadas longitudes de onda nos puede indicar la presencia
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
de determinados grupos funcionales y nos pueden orientar sobre la posible identidad de la muestra (figu-
ra 19).
El estudio completo del espectro de una sustancia también permite realizar un control de pureza, ya
que debe ser siempre el mismo y no aparecer en él bandas extrañas.
La radiación infrarroja es de menor energía que la ultravioleta y que la visible y no es capaz de pro-
ducir transiciones electrónicas en las moléculas. Sin embargo, puede provocar cambios en los estados de
vibración y rotación de éstas. La espectroscopía infrarroja es una técnica en la que se mide la longitud de
onda e intensidad de la absorción de luz media infrarroja de una muestra. La longitud de onda de las ban-
das de absorción infrarroja es característica de determinados enlaces químicos por ello la principal aplica-
ción de la espectroscopía infrarroja es la identificación de moléculas orgánicas y complejos órgano-metá-
licos. La alta selectividad del método hace posible la estimación de un analito en una matriz compleja. Este
método implica el análisis de los movimientos de torsión, rotatorios y de vibración de los átomos en una
molécula.
639
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4.2.1. Instrumentación
Un espectrómetro infrarrojo consta de una fuente de emisión que emite luz infrarroja. Esta luz pasa
través de la muestra, la cual, en función de los grupos funcionales que presenta, absorbe radiación de
determinada longitud de onda para hacer vibrar sus enlaces. Mediante un monocromador se va variando
la longitud de onda seleccionada y finalmente, mediante un detector, se registra la intensidad de la luz
después de haber atravesado la muestra (figura 20). El registro produce un espectro con el trazado de la
cantidad de luz transmitida en el eje vertical comparado con la longitud de onda de la radiación infrarro-
ja en el eje horizontal (figura 22). En el espectro infrarrojo los picos de absorción se dirigen hacia abajo
porque el eje vertical es la transmitancia porcentual de la radiación a través de la muestra. La absorción
de radiación disminuye el valor de transmitancia porcentual. Debido a que los enlaces en una molécula
orgánica interactúan con radiación infrarroja, el espectro IR brinda una considerable cantidad de datos
estructurales.
Los instrumentos para medir la absorción infrarroja requieren una fuente de radiación infrarroja conti-
nua y un transductor infrarrojo sensible, o detector.
Fuentes de radiación: las fuentes infrarrojas consisten en un sólido inerte el cual es eléctricamente
calentado a temperaturas entre 1500 y 2200 K. El material calentado emitirá así radiación infrarroja.
Emisor de Nernst: el emisor de Nernst está construido con óxidos de tierras raras en forma de cilindro
hueco.
La fuente Globar: un globar es una varilla de carburo de silicona (5 mm de diámetro, 50 mm de largo)
la cual es calentada eléctricamente a 1500 K.
El láser de dióxido de carbono: el láser sintonizable de dióxido de carbono es una fuente infrarroja para
monitorizar algunos contaminantes atmosféricos y para determinar las especies de absorción en solucio-
nes acuosas.
Detectores: pueden clasificarse en tres categorías: térmicos, piroeléctricos y fotoconductores:
Detectores térmicos: los detectores térmicos pueden usarse con una variedad de longitudes de
onda y funcionan a temperatura ambiente. Sus principales desventajas son tiempo de respuesta
corto y sensibilidad más baja comparada con otros tipos de detectores. Los más utilizados son los
termopares y bolómetros.
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
4.2.2. Aplicaciones
Cualitativa
La absorción de luz IR provoca vibraciones de los enlaces de una molécula. Cada enlace vibra a una
frecuencia distinta. Por tanto es posible relacionar la presencia de ciertas bandas de absorción IR con la
presencia de determinados grupos funcionales en una molécula. Ejemplo:
• 3700 - 2500 cm-1: X-H tensión (X = C, N, O, S)
• 2300 - 2000 cm-1: CX tensión (X = C or N)
• 1900 - 1500 cm-1: CX tensión (X = C, N, O)
En la figura 21 se muestran algunos los grupos funcionales y las bandas de absorción al IR corres-
pondientes.
Ejemplo: un compuesto de fórmula empírica C5H10O presenta el siguiente espectro de absorción infra-
rrojo (figura 22). Inténtese elucidar de qué sustancia se trata.
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De acuerdo con la fórmula empírica, se trata de un compuesto que tiene un solo átomo de oxígeno,
por tanto puede ser un alcohol, aldehído, cetona o éter. La interpretación del espectro revela que:
– La ausencia de una banda ancha a 3400 cm-1, (banda característica de la vibración del enlace O-H)
indica que no se trata de un alcohol.
– La ausencia de bandas a aproximadamente 3090-3100 cm-1 indica que no hay instauraciones.
– La banda 1, 2900 cm-1 corresponde a la vibración del enlace C-H de grupos saturados (metil, meti-
leno).
– La banda 2, 1720 cm-1 es una banda intensa característica del grupo carboxilo ( C=O).
En base a las deducciones anteriores, la fórmula propuesta: CH3-CH2-CO-CH2-CH3 (3-pentanona o die-
tilcetona)
Ejemplo: en la figura 23 se muestra el espectro de absorción IR de un compuesto orgánico de fórmu-
la empírica C7H8O. Trátese de elucidar el compuesto.
De acuerdo con la fórmula empírica, se trata de un compuesto que tiene un solo átomo de oxígeno,
por tanto puede ser un alcohol, aldehído, cetona o éter. La interpretación del espectro revela que:
– La banda 1, entre 3400-3200 cm-1, se trata de una banda ancha e intensa correspondiente a la
vibración del enlace OH.
– La banda 2 a 3100 cm-1, es una banda delgada y débil que sugiere la vibración del enlace C-H de
una insaturación ((C=C-H).
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
– La banda de 2900 cm-1, poco intensa, correspondiente a la vibración C-H, de un grupo saturado
(metileno o metilo).
– Las bandas entre 1450-1500 cm-1, de moderada intensidad, sugieren la presencia de dobles enla-
ces carbono –carbono de un grupo aromático.
– La estructura propuesta es la que se muestra en la figura 24:
4.3. Fluorimetría
La fluorimetría es una técnica espectroscópica de análisis en la que se mide la radiación emitida por
moléculas que han sido excitadas previamente mediante una radiación electromagnética. Al incidir radia-
ciones electromagnéticas de longitud de onda adecuada sobre algunas moléculas orgánicas se puede pro-
ducir una transición desde el estado electrónico fundamental hasta un estado electrónico excitado. Los
estados excitados son inestables; por tanto, existe en las moléculas una tendencia a retornar al estado
electrónico fundamental, emitiendo la energía que tienen en exceso en forma de REM de longitud de onda
más larga que la absorbida (dentro del visible).
4.3.1. Instrumentación
Los distintos componentes de los instrumentos para la medida de la fluorescencia son similares a los
que se encuentran en los fotómetros o espectrofotómetros ultravioleta/ visible. Se dispone de una fuente
de radiación electromagnética que excita la muestra, un monocromador que selecciona la longitud de
onda que interesa. Existe un segundo monocromador que dispersa y selecciona la luz emitida por la mues-
tra al volver al estado fundamental. Los espectrofluorímetros disponen de dos detectores uno mide la luz
absorbida y otro la luz emitida (figura 25).
643
21-Capitulo 14/2/07 10:40 Página 644
mercurio, pero la sensibilidad es menor para un compuesto que sea más fuertemente fluorescente, el cual
se excita más eficientemente con otra longitud de onda de excitación que no se encuentra presente a la
salida de la lámpara de mercurio.
Los láseres sintonizables de colorante utilizan, como sistema de bombeo, un láser de nitrógeno pulsan-
te o un láser de Nd: YAG. Las fuentes de láser ofrecen importantes ventajas en determinados casos: por
ejemplo, (1) cuando las muestras son muy pequeñas como en cromatografía con microcolumnas y en elec-
troforesis capilar donde la cantidad de muestra es de l µL o menor; (2) en los sensores de control remoto,
como en la detección fluorimétrica de radicales hidroxilo en la atmósfera o de clorofila en seres vivos acuá-
ticos, donde la naturaleza colimada de los haces de láser es vital; ó (3) cuando se requiere una radiación de
excitación altamente monocromática para minimizar los efectos de las interferencias fluorescentes.
Las cubetas portamuestras se utilizan para medidas de fluorescencia, tanto cubetas cilíndricas como
rectangulares, fabricadas con vidrio o con sílice.
Detectores
La señal de fluorescencia típica es de baja intensidad, por ello, para su medida se necesitan ganancias
de amplificador elevadas. Los tubos fotomultiplicadores son los detectores más utilizados en instrumentos
de fluorescencia sensibles. También se han propuesto, para los espectrofluorímetros, los detectores de dio-
dos en serie y de transferencia de carga.
4.3.2. Aplicaciones
Análisis cuantitativo de especies químicas fluorescentes. No todas las sustancias químicas son fluores-
centes. Existe una relación entre estructura química y fluorescencia. Normalmente son fluorescentes las
siguientes sustancias:
– Moléculas que contienen anillos aromáticos (benceno, tolueno y derivados, fluoreno, bifenilos,..).
– Algunos compuestos carbonílicos.
– Compuestos orgánicos con dobles enlaces conjugados.
– Compuestos orgánicos con heterociclos( piridina, furano, tiofeno, pirrol,..).
La intensidad de la radiación fluorescente (F) es proporcional a la potencia de la radiación incidente y
a la concentración de la disolución. Si la potencia de la fuente se mantiene constante, tenemos:
644
21-Capitulo 14/2/07 10:40 Página 645
INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
F = KC (6)
donde K es la constante y C es la concentración de la muestra.
Por tanto existe una relación lineal entre concentración de la muestra y intensidad fluorescente lo que
permite cuantificar la muestra mediante la elaboración de una curva de calibrado con patrones (ver apar-
tado 1)
Los métodos de fluorescencia son de uno a tres órdenes de magnitud más sensibles que los métodos
basados en absorción (UV-VIS e IR) por tanto permite determinar concentraciones mucho más bajas.
5. CROMATOGRAFÍA
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21-Capitulo 14/2/07 10:40 Página 646
Cromatografía de reparto
La cromatografía de reparto o líquido-líquido, se basa en las solubilidad de los analitos en dos líqui-
dos uno es la fase móvil y el otro la fase estacionaria (figura 27). Las sustancias más solubles en la fase
estacionaria avanzan más lentamente por la columna, mientras que los más solubles en la fase móvil lo
hacen más rápidamente eluyendo primero. Normalmente, el líquido que actúa como fase móvil es un líqui-
do polimérico de elevada viscosidad que está adherido a un sólido que actúa de soporte inerte. En gene-
ral los soportes se preparan con sílice rígida o composiciones donde la sílice es el elemento básico. Estos
sólidos están formados por partículas mecánicamente resistentes, porosas y uniformes.
Cromatografía de adsorción
En la cromatografía de adsorción o líquido-sólido la fase estacionaria es un sólido que interactúa con
los analitos de la mezcla que se pretende separar por fuerzas de van der Waals (figura 28). Las fases que
más se utilizan son la sílice y la alúmina. Es adecuada para compuestos no polares con masas molecula-
res inferiores a 5000. En general la cromatografía Líquido-Sólido es más adecuada para muestras que son
solubles en disolventes no polares y por ello tienen solubilidad limitada en soluciones acuosas. En este tipo
de cromatografía también se pueden separar compuestos con diferentes grupos funcionales. Una caracte-
rística particular de este método es su capacidad para diferenciar compuestos isómeros en mezclas.
646
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
de se excluyen totalmente y son eluídas en primer lugar, mientras que las de pequeño tamaño tienen acce-
so a todo los caminos del interior de las partículas de fase estacionaria y son las últimas que se eluyen.
Las moléculas se eluyen por su tamaño decreciente. En resumen los factores que determinan la separación
de las moléculas son el tamaño del poro, el tamaño de la partícula y el flujo de elución.
647
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Es un tipo de cromatografia en la que la fase estacionaria es un líquido soportado sobre un sólido iner-
te y la fase móvil es un gas.
La muestra es transportada por una corriente de gas a través de una columna empacada o capilar con
un sólido o tal vez recubierta con una película de un líquido. Debido a su simplicidad, sensibilidad y efec-
tividad para separar los componentes de mezclas, la cromatografía de gas es una de las herramientas más
importantes en química. Es ampliamente usada para análisis cuantitativos y cualitativos de mezclas de sus-
tancias orgánicas volátiles y térmicamente estables.
5.1.1. Instrumentación
648
21-Capitulo 14/2/07 10:40 Página 649
INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
Columna
Es el lugar donde se produce la separación de los componentes de la muestra. Los materiales con los
cuales generalmente se pueden elaborar las columnas son: cobre, aluminio, acero inoxidable, vidrio o
teflón.
El relleno puede ser un sólido, o un líquido recubriendo un sólido. Podemos clasificar las columnas
según el propósito del proceso cromtográfico:
• Empacadas
– Analítica
– Preparativas
• Capilares
– W.C.O.T. (Wall Coated Open Tubular)
– S.C.O.T. (Support Coated Open Tubular)
Factores que afectan la eficiencia de una columna cromatrográfica
• Longitud de la columna
• Diámetro de la columna (1/4”, 1/8”, 1/16” de diámetro externo)
• Tamaño de las partículas del relleno
• Naturaleza de las fases
• Cantidad de fase estacionaria
• Temperatura de la columna
• Velocidad del gas portador
• Cantidad de muestra inyectada
• Material del cual está elaborada la columna
• Enrollado de la columna
Fase estacionaria: la fase estacionaria suele ser un líquido polimérico de alta viscosidad y gran estabi-
lidad térmica (polisiloxanos –apolares–, polietilenglicoles –polares–). Para realizar una buena separación
cromatográfica es conveniente utilizar una fase estacionaria de polaridad similar a la de la mezcla que se
pretende separar. Es decir, si la mezcla tiene carácter polar usaremos una columna polar y viceversa.
Gas portador: el gas portador cumple básicamente dos propósitos: transportar los componentes de la
muestra, y crear una matriz adecuada para el detector.
Un gas portador debe reunir ciertas condiciones:
• Inerte para evitar interacciones (tanto con la muestra como con la fase estacionaria)
• Capaz de minimizar la difusión gaseosa
• Fácilmente disponible y puro
• Económico
• Adecuado al detector a utilizar
Los más utilizados son el nitrógeno, helio e hidrógeno
Detectores
Un detector es un transductor que revela la presencia de las sustancias eluídas a la salida de la colum-
na cromatográfica transformando alguna propiedad físico-química de éstas en una señal eléctrica cuya
magnitud es proporcional a la concentración de la sustancia. En cromatografía un detector funciona com-
parando una propiedad física entre el gas portador puro y el mismo gas portador llevando cada uno de
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los componentes que previamente se han separado en la columna, esta acción se traduce en una señal
tipo eléctrica, que posteriormente se amplificará mediante un registrador gráfico o integrador permitiendo
indicar el momento que salen de la columna los componentes.
Características de los detectores
• Sensibilidad: medida de la efectividad de un detector para convertir la muestra en una señal eléctri-
ca mensurable.
• Linealidad: rango de masa o concentración de muestra sobre el cual el detector mantiene una sen-
sibilidad constante sin una desviación arbitraria. El significado práctico de la linealidad del detector
es el que le indica al analista la concentración para la cual el detector es confiable. Hay dos límites
en la curva de linealidad:
– El límite de concentración inferior, que es dado por el límite de detección y,
– El límite superior, definido por un porcentaje de desviación arbitrario de la curva de linealidad,
normalmente se toma un 5% de desviación.
• Rango dinámico lineal: rango sobre el cual la sensibilidad del detector es constante.
• Ruido: es cuantificado por el promedio de la amplitud pico-pico de la señal. El significado de cono-
cer el nivel de ruido de un detector es un factor determinante. En la determinación de la cantidad
mínima detectable y el límite inferior del rango lineal.
• Límite de detección: está definido como la mínima cantidad de sustancia que puede producir una
señal que sea el doble del nivel de ruido.
• Corriente de fondo: señal constante de salida generada por el proceso en el que un detector está
operativo sin que alguna sustancia pase a través de él. Esta señal es muy importante, ya que per-
mite diagnosticar el buen o mal funcionamiento del detector.
Detectores más usados en cromatografía de gases:
• Detector de conductividad térmica (catarómetro). Mide variación de la conductividad térmica del gas
portador ocasionada por la presencia de substancias eluídas. Es universal, es decir, permite detectar
todo tipo de sustancias (orgánicas e inorgánicas), sin embargo, su sensibilidad es inferior a la del
resto de detectores utilizados en CG
• Detector de ionización a la llama (FID). Basado en la medida de las variaciones de la corriente que
provoca la presencia de iones. Estos iones se producen a partir de las sustancias que eluyen a la sali-
da de la columna al pasar por una llama de oxígeno-hidrógeno. Permite determinar todo tipo de sus-
tancias orgánicas.
• Detector de captura electrónica. Basado en la electronegatividad de las sustancias eluídas y su habi-
lidad para formar iones negativos por captura de electrones. Se trata de un detector selectivo que
sólo permite detectar sustancias capaces de captar electrones, pero para estas sustancias es de una
elevada sensibilidad (compuestos clorados, fluorados, quinonas)
• Detector de espectrometría de masas.
• Detector de fotometría a la llama. Basada en la medida de la intensidad de la emisión molecular de
la fluorescencia de heteroátomos en las moléculas orgánicas.
• Detector de fotoionización.
• Detector de nitrogeno-fósforo.
En la tabla 10 se comparan algunas características de estos detectores.
650
21-Capitulo 14/2/07 10:40 Página 651
INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
Límite de Rango de
Detector Selectividad
Detección linealidad
Ionización de llama (FID) Compuestos orgánicos 100 pg 107
Conductividad térmica
Universal 1 ng 107
(TCD)
Haluros, nitratos, nitrilos, peroxidos, anhidridos,organome-
Captura electrónica (ECD) 50 fg 105
tálicos, quinonas
Nitrógeno-fósforo Compuestos con nitrógeno o fósforo 10 pg 106
Fotometria de llama (FPD) Sulfuros, fósforo, boro, arsénico, germanio, selenio, cromo 100 pg 103
Alifaticos, aromaticos, cetones, esteres, aldehidos, aminas,
Fotoionización (PID) 2 pg 107
heterociclos, organosulfurados, algunos organometálicos
5.1.2. Aplicaciones
La cromatografía de gases permite separar mezclas e identificar y cuantificar los distintos componen-
tes separados. A continuación se explican los métodos más utilizados de identificación y cuantificación.
Estos métodos también son válidos para la cromatografía líquida de alta eficacia (HPLC) que veremos en
el apartado siguiente y otros tipos de cromatografía.
Figura 32. Separación de cationes mono y divalentes por HPLC con columna de intercambio iónico. TR es el tiempo de retención.
El tiempo al que sale cada pico cromatográfico permite identificar la sustancia, mientras que el área
de cada pico es proporcional a la concentración de sustancia.
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Análisis cualitativo
Los procedimientos para identificación de los picos cromatográficos podemos dividirlos en dos cate-
gorías:
a) Por tiempo de retención (TR)
Se compara el tiempo de retención (tiempo transcurrido entre la inyección de la muestra y el máxi-
mo del pico) del pico de la muestra problema con el de un patrón inyectado en las mismas condi-
ciones (figura 32).
b) Por tiempo de retención relativo (TRRX) a un patrón interno según:
TRRX = TRX/TRPI (6)
Donde, TRX = tiempo de retención del analito (X) y TRPI = tiempo de retención del patrón interno
c) Por Índices de Retención de Kovats
Los tiempos de retención pueden variar en función de la columna cromatográfica utilizada, condi-
ciones cromatográficas, etc. Por ello es prácticamente imposible identificar un compuesto por com-
paración con tiempos de retención descritos en la bibliografía. Sin embargo, existen unos índices
muy reproducibles que permiten identificar compuestos en base a su tiempo de retención respec-
to del tiempo de retención de una serie homóloga de compuestos obtenidos en las mismas con-
diciones. Como sustancias de referencia se suelen utilizar una serie homóloga de olefinas debido
a su gran estabilidad y fácil disponibilidad. Se compara el tiempo de retención del analito con el
de los dos n-alcanos que eluyen más cerca de él (el que eluye antes y el que eluye después).
El índice de Kovats para un compuesto “x”se calcula con la siguiente fórmula:
IK = 100n1 + 100 [(LogTRx -logTRn1)/(logTRn2 - logTRn1) (7)
Donde n1 es el alcano que eluye antes del compuesto x y n2 el que eluye después.
El valor del índice de Kovats de un compuesto solo depende de la fase estacionaria utilizada y no
de las condiciones cromatogáfica
d) Por espectrometría de masas
El acoplamiento de un cromatógrafo de gases a un espectrómetro de masas permite la identifica-
ción de los compuestos (ver apartado 1.6.)
Análisis cuantitativo
a) Normalización de Área
Este sistema de cuantificación presupone que el detector presenta la misma respuesta (sensibili-
dad) para todos los componentes de la muestra. Esta suposición nunca es cierta del todo pero se
mantiene dentro de un error aceptable cuando se trata de compuestos de volatilidad y estructura
similar. El cálculo de la concentración de un compuesto “X” es:
% X = (área del pico X/suma área todos los picos)x100 (8)
b) Normalización de Área con Factores de Respuesta
Este sistema es como el anterior pero tiene en cuenta el factor de respuesta (FR), ver apartado d)
de cada compuesto
% X = (área del pico X x FRx/Σareai x FRi)x100 (9)
Ejemplo: se quiere determinar por el método de normalización interna la composición másica de
un residuo constituido por cuatro ésteres del ácido butanoico. Una disolución patrón de estos cua-
tro ésteres (concentraciones conocidas) nos proporciona los siguientes valores de respuesta relati-
vos: 0.919, 0.913 y 1.06 para los butanoatos de metilo (BM), etilo (BE) y propilo (BP) respecto del
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21-Capitulo 14/2/07 10:40 Página 653
INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
c) Estandarización externa
Se inyecta una solución de patrones de concentración conocida y se determinan las áreas. Se com-
para el área del analito (X) con el área del patrón de X, (P) según:
[X] = (Área X/Área P)[P] (10)
Ejemplo: se investiga la presencia de triclorobenceno en una muestra por cromatografía de gases.
Se prepara una solución patrón de 10 mg de triclorobenceno en 100 mL de diclorometano. Se
inyectan 5 µL de de patrón y 5µL de muestra. Los resultados son:
Área del patrón = 2000 unidades
Área de la muestra = 3830 unidades
[Triclorobenceno] = (3830/2000) x 100 mg/L = 192.5 mg/L
d) Método del patrón interno
Es el método que proporciona mejores resultados. Se trata de añadir una sustancia (patrón inter-
no) a una concentración constante en todos los patrones y en las muestras antes del análisis.
El patrón interno es una sustancia que debe reunir las siguientes condiciones:
– no debe estar originalmente en la muestra
– debe tener unas características físico-químicas similares al analito (volatilidad, estructura, etc.)
– ha de tener un pico cromatográfico bien resuelto que no interfiera con los picos de los analitos
de la muestra
El cálculo de la concentración se realiza:
[X] = (Area X/Area PI) x [PI] x FRX (11)
Donde FRX es el factor de respuesta relativo de X respecto del patrón interno. El factor de respuesta
de un compuesto “X” respecto del patrón interno se calcula inyectando en el cromatógrafo una
solución de concentración conocida del analito y del patrón interno y aplicando la fórmula:
FRX = ([X]/areaX)/([PI]/areaPI) (12)
Ejemplo: se analizan algunos compuestos orgánicos volátiles (COV) en agua residual de una indus-
tria por cromatografía gaseosa. Se utilitza 2-metil-5-pentanol como patrón interno, que en les con-
diciones cromatográficas utilizadas tiene un tiempos de retención de 39 ± 0.8.
Para identificar los compuestos se inyectan patrones de cada uno de los analitos por separado y
se determinan los tiempos de retención relativos al patrón interno que son los que figuran a la
tabla 12. También se han determinado los factores de respuesta relativos al patrón interno.
653
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Tabla 12. Tiempos de retención relativos (TRR) y factores de respuesta (FRR) de los analitos.
A 5 mL de agua residual, exactamente medidos, se añaden 50µL de solución de patrón interno de con-
centración 5 µg/µL. Se inyectan 10 µL de la muestra y se obtiene el cromatograma adjunto (figura 33).
Calcúlese la concentración de cada sustancia en el agua problema.
Primero debemos identificar el pico correspondiente a cada una de las sustancias analizadas y del
patrón interno, posteriormente miramos las áreas correspondiente a los picos y hacemos los cálculos
correspondientes (Lo haremos con un solo compuesto, los otros se determinan de la misma forma).
Por ejemplo, el pico de tiempo de retención 22.99 corresponde al propanol (22.50.6) y el pico 39.52
al patrón interno. Las áreas de estos picos son respectivamente 440360 y 1053600. Así pues:
[1-propanol] = (áreapropanol/área P.I.) x [PI] x FRRpropanol
Debemos determinar la concentración del patrón interno en la muestra:
(50µL(5µg/1µL)) /5 mL = 50µg/mL = 50 ppm
[1-propanol] = (440360/1053600) x 50 x 1.07 = 22.36 ppm
Figura 33. Cromatograma correspondiente a la muestra de agua que se utiliza como problema.
654
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
La HPLC es una técnica cromatográfica de reparto o adsorción en la que la muestra se distribuye entre
una fase móvil que es líquida y una fase estacionaria (sólido o líquido viscoso dispuesto sobre un sólido
inerte). Utiliza una presión muy elevada para forzar el paso del disolvente por una columna que contiene
partículas muy pequeñas y de elevada superficie específica, consiguiendo así separaciones de gran resolu-
ción. Debido a estas presiones el equipo para HPLC es robusto y costoso.
5.2.1. Instrumentación
Los componentes básicos de un equipo para HPLC (figura 34) son:
• Depósitos para la fase móvil (disolventes)
• Bomba para proporcionar presión a la fase móvil
• Inyector
• Columna cromatográfica
• Detectores
Figura 34. Componentes básicos de un sistema para HPLC (Casas et al., 1994).
Fases móviles
Los disolventes más usados en HPLC son agua, disoluciones tampón acuosas y disolventes orgánicos
como el metanol y acetonitrilo. Deben ser espectroscópicamente puros, exentos de partículas sólidas y des-
gasificados; esto se lleva a cabo con un gas inerte muy poco soluble como el helio. Los disolventes se mez-
clan en las proporciones adecuadas con una válvula mezcladora. Se puede realizar todo el proceso de elu-
sión con la misma mezcla (elución isocrática) o cambiar la composición de ésta (elución con gradiente)
Sistema de bombeo
Debido al pequeño tamaño de las partículas de la fase estacionaria que se encuentra en la columna
cromatográfica existe una gran resistencia al paso de la fase móvil a través de ésta; por ello es necesario
el uso de una bomba que permita introducir la fase móvil o disolvente a través de la columna.
655
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Inyector
Es el dispositivo con el que se realiza la inyección del soluto. El método más simple es la utilización de
una jeringa de alta presión con un diafragma (“septum”) a la entrada de la columna. Está limitado a una
presión máxima de operación de 1500 psi.
Las válvulas de inyección con bucles de volumen conocido; es el método más utilizado.
Columna
Es un cilindro de acero de 15-30 cm de longitud y luz interior 1-7 mm relleno de un sólido de tama-
ño de partícula muy pequeña (< de 50 µ), sobre el que está dispuesto la fase estacionaria (liquido visco-
so, resina de intercambio iónico, tamiz molecular, etc.). La columna puede encontrarse en un horno que
permite trabajar a distintas temperaturas
Detector
El papel del detector es indicar los momentos en los que eluyen los compuestos por el extremo de la
columna y proporcionar indicación cuantitativa y cualitativa de la presencia de los mismos. El detector uti-
lizado depende de la naturaleza de la muestra y deberá reunir una serie de características como son: tener
una sensibilidad elevada, buena estabilidad y reproducibilidad; amplio margen de respuesta lineal, insen-
sible a cambios en la presión y la temperatura. Pueden ser de dos tipos:
– Detectores basados en una propiedad del soluto que no la suele presentar la fase móvil. Suelen ser
muy selectivos y sensibles:
- Detectores de absorbancia ultravioleta, son los más utilizados. Su fundamento es la espectrofo-
tometría de absorción de luz visible y ultravioleta de un componente a una determinada longi-
tud de onda (ver apartado 1.5.1). Los más potentes son los que utilizan un montaje de fotodio-
dos para registrar el espectro completo de cada soluto que pasa por el detector. Los datos de
absorbancia se representan en función de la longitud de onda y del tiempo.
- Detectores de fluorescencia, son muy sensibles y selectivos, el principio de operación se basa en
la irradiación con la luz UV al componente de interés y la posterior medida de la luz fluorescen-
te emitida por éste (Apartado 1.5.3)
- Detectores electroquímicos, ofrece ventajas debido a su especificidad, sensibilidad y amplia apli-
cabilidad, especialmente para compuestos orgánicos. Responde a analitos que puedan oxidarse
o reducirse. Es el ejemplo de fenoles, aminas, peróxidos (pueden detectarse por oxidación) y
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
cetonas, aldehídos (detectados por reducción). Las técnicas electroquímicas más utilizadas con
esta finalidad son la amperometría, voltamperometría y culombimetría (ver apartado 3).
– Detectores basados en una propiedad de la disolución, responden a un conjunto amplio de solutos,
pero suelen ser poco sensibles :
- Detectores de índice de refracción, está formado por una celda con dos compartimentos, en uno
se introduce el disolvente puro y en el otro la muestra, se hace pasar luz visible paralela. Cuando
entra en la celda soluto de distinto índice de refracción al disolvente el has se desvía y varía la
señal dada por la fotocélula (Harris, 2001). El principal inconveniente es que son muy sensibles
a los cambios de temperatura y no resultan apropiados para trabajar con la modalidad de elu-
sión con gradiente.
- Detectores de conductividad, son los más utilizados cuando los solutos eluidos son iónicos, como
ácidos y bases, así como cationes y aniones inorgánicos después de su separación por cromato-
grafía de cambio iónico. Tienen elevada sensibilidad, baratos y de larga duración.
5.2.2. Aplicaciones
La cromatografía líquida de alta eficacia permite separar, identificar y cuantificar mezclas de sustan-
cias termolábiles y/o poco volátiles (pesticidas, fenoles, iones, etc.) que por tanto no se pueden analizar de
forma directa por cromatografía de gases. Sin embargo, la cromatografía líquida de alta eficacia es una
técnica menos sensible que la cromatografía de gases, debido a que los detectores usados en HPLC no son
tan sensibles como los de cromatografía gaseosa. Los sistemas de identificación y cuantificación son los
mismos que los utilizados en la cromatografía gaseosa (ver apartado 2.2)
Los métodos electroquímicos son un conjunto de técnicas en las que la señal analítica que se mide es
un potencial eléctrico, una corriente ecléctica o la carga en una celda electroquímica. Dentro de estos
métodos se pueden distinguir los que se explican a continuación.
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6.1.1. Instrumentación
Potenciómetro
El potenciómetro, en su forma más simple, es una celda galvánica constituida por semiceldas cada una
de ellas con un electrodo sumergido en una disolución de iones, una de ellas es la disolución del analito
(electrodo indicador). Las semiceldas están unidas por un puente salino (figura 35). El potencial medido
viene dado por la siguiente ecuación:
E = (Eindicador – Ereferencia) + Eunión líquida (14)
Electrodos de referencia
Son aquellos que miden el mismo potencial cualquiera que sea la naturaleza de la disolución en que
se introduzcan y por tanto dan una referencia a la medida del electrodo indicador. Los electrodos de refe-
rencia más usados son:
– Calomelanos: es un electrodo de mercurio sumergido en una disolución saturada de cloruro mercu-
rioso (Hg2Cl2), llamada también sal de calomelanos y de KCl de concentración conocida (a satura-
ción). La semirreacción te tiene lugar es:
Hg2Cl2(s)+ 2e- ↔ 2Hg0(l) + 2Cl-(aq) (15)
– Electrodo de plata/cloruro de plata: consiste en un electrodo de plata recubierto de cloruro de plata
(AgCl) sumergido en una disolución de cloruro de potasio (3,5M o a saturación) saturada de
AgCl.ión es:
Ag+(aq) + 1e- ↔ Ago(s) (16)
– Electrodo normal de hidrógeno (ENH). Consiste en un electrodo de negro de platino sumergido en
una solución 1M de H+, por el que se burbujea H2 a 1 atm. Por convenio el potencial de este elec-
trodo a 25ºC es cero. La reacción redox implicada es:
2H+ + 2e- à H2 (g) (17)
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
Electrodos indicadores
Un electrodo indicador es aquel que responde de forma rápida y reproducible a los cambios de con-
centración del analito. Los electrodos indicadores pueden ser metálicos o de membrana. A continuación se
describen los más usuales:
a) Electrodos metálicos
1. Electrodos de primera especie: disponen de un electrodo metálico sumergido en la disolución
de su catión. El potencial depende de la actividad del catión según la ecuación de Nernst. La
reacción que se produce es:
Xn+(aq) + ne- = Xo(s) (18)
2. Electrodos de segunda especie: los metales no sólo sirven como electrodos indicadores para
sus propios cationes, también responden a la concentración de aniones que forman precipita-
dos poco solubles o complejos estables con esos cationes. El potencial depende de la concen-
tración del anión implicado en la sal insoluble o complejos formados. Ejemplos de este tipo de
electrodos son los electrodos de referencia de calomelanos y el de AgCl/Ag+ (Skoog et al.,
2005). En este último caso, el potencial de un electrodo de plata se relaciona de modo repro-
ducible con la actividad de iones cloruro en una disolución saturada de cloruro de plata. Aquí
la reacción del electrodo puede escribirse de la manera siguiente:
AgCl(s) + e- = Ag (s) + Cl – (ac) (19)
o
La expresión de Nernst para este proceso a 25 C es:
Eind = EoAgCl/Ag – 0.0592 log aCl- (13)
3. Electrodos de tercera especie: en este tipo de electrodos, el catión que deriva del electrodo y
otro catión forman una sal insoluble o complejo. El potencial de este electrodo depende del
segundo catión. Por ejemplo, el electrodo de mercurio para la determinación de la concentra-
ción de calcio en presencia de EDTA. (Harvey, 2002).
4. I ndicadores metálicos redox: se denomina así a las celdas que consisten en un electrodo metá-
lico inerte (platino, oro, paladio, ...) que no participa en la reacción redox, sólo intercambia
electrones. El electrodo está sumergido en una disolución que contiene el par redox que sufre
la reacción. Ejemplos: electrodo Ce(IV)/Ce(III), electrodo de quinhidrona (quinona/hidroquino-
na) (Skoog et al., 2005).
b) Electrodos de membrana
El elemento sensible del electrodo es una membrana semipermeable. A ambos lados de la mem-
brana se desarrolla una diferencia de potencial debido a la asimetría que presentan en la activi-
dad del ión, a la que la membrana semipermeable es sensible. Dicha diferencia de potencial se eva-
lúa por medio de 2 electrodos de referencia, uno situado en el interior de la membrana y otro en
el electrolito externo. Conociendo la actividad del ión en la disolución interna, a partir de la dife-
rencia de potencial puede calcularse la actividad del ión en el medio externo. La diferencia de
potencial se debe a que la membrana o alguna especie embebida en su matriz interactúan selec-
tivamente con los iones del analito. Dentro de las celdas sensibles a iones se distinguen varios tipos
según la naturaleza de la membrana:
1. Electrodos de membrana cristalina: la membrana consiste en un cristal único (p. ej. LaF3 para
el análisis del ión fluoruro) o en una membrana policristalina (p.ej. Ag2S para el análisis de S2-
y Ag+) (Skoog et al., 2005).
2. Electrodos de membrana no cristalina.
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a) Vidrio: ejemplo, el electrodo de vidrio para determinación del pH y electrodos de silicato selec-
tivos para otros cationes. Se han diseñado electrodos de vidrio que permiten la medida poten-
ciométrica directa de K+, Na+, Rb+, Li+, NH4+, Cs+, Ag+ (Skoog et al., 2005).
b) Membrana líquida: consiste en una membrana líquida inmiscible con las soluciones con que
contacta. Existen electrodos de membrana líquida para la determinación directa de calcio,
magnesio, nitratos, perclorato, potasio,..) (Skoog et al., 2005).
6.1.2. Aplicaciones
Figura 36. a) Curva de valoración potenciométrica, b) primera derivada, c) segunda derivada (Skoog et al., 2005).
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
A diferencia de la potenciometría que opera a corriente nula, otros métodos electroanalíticos requie-
ren una fuente de tensión externa. Se engloban dentro de los métodos electroquímicos, en los que las reac-
ciones que se producen no son espontáneas y por ello se debe aplicar una energía extra (potencial o inten-
sidad) para que tenga lugar el proceso redox. De este modo se pueden analizar todo tipo de iones o com-
puestos orgánicos que puedan ser electro-químicamente reducidos u oxidados (Skoog et al., 2005).
Entre los métodos electrolíticos podemos distinguir:
– Técnicas voltamperométricas: al sistema se le aplica un potencial extra conocido y la señal analítica
es la intensidad resultante (Harris 2001).
– Técnicas galvanostáticas: se aplica al sistema una intensidad determinada y se mide el potencial
(Harris, 2001).
Las distintas técnicas voltamperométricas que se utilizan, se caracterizan por la forma de aplicar el
potencial al electrodo de trabajo y por el material usado en su construcción.
a) Voltamperometría de barrido lineal
Esta técnica consiste en aplicar un barrido lineal de potencial a velocidades bajas < 10 mV/s a un elec-
trodo de gotas de mercurio, obteniéndose un polarograma característico del sistema analizado. La repre-
sentación de i frente al voltaje tiene forma sigmoidal llamada onda polarográfica. Son características de
ella:
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• La Intensidad límite (Id): que es la intensidad que se alcanza al final de la curva polarográfica, cuan-
do la velocidad de transporte del reactivo hasta la superficie del electrodo (transporte de masas)
alcanza su valor límite máximo. Al ser directamente proporcional a la concentración del reactivo, la
Id tiene gran valor cuantitativo.
• El Potencial de semionda (E1/2): se define como el potencial al cual la intensidad de corriente es la
mitad de la intensidad límite. Este potencial de semionda tiene valor cualitativo porque depende de
la naturaleza de la especie que sufre la reacción redox.
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
lineal, se obtiene una curva en forma de pico. La altura del pico es directamente proporcional a la con-
centración de sustancia.
Ventajas
1) Mayor sensibilidad, selectividad y más rápida que la voltamperometría de barrido lineal.
2) Se pueden diferenciar picos individuales de sustancias con potenciales de semionda mucho meno-
res que en la polarografía clásica que requiere una diferencia de unos 0.2 V para la resolución de
la sondas.
3) Los límites de detección con polarografía de impulsos diferencial son dos o tres órdenes de mag-
nitud más bajos que los de la polarografía clásica (10-7 a 10-8 M).
Debido a estas ventajas es el procedimiento polarográfico analítico más utilizado.
Aplicaciones de la voltamperometría
Análisis polarográfico inorgánico. En este caso hay que diferenciar los cationes metálicos de los anio-
nes inorgánicos:
a) Cationes metálicos: se pueden analizar la mayoría, incluso los alcalinos y alcalinotérreos, se redu-
cen en el electrodo de gotas de mercurio siempre que el electrolito soporte no reaccione a los elevados
potenciales requeridos (se emplean haluros de tetraalquilamonio como electrolitos de soporte debido a sus
elevados potenciales de reducción).
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21-Capitulo 14/2/07 10:40 Página 664
b) Aniones inorgánicos (bromato, iodato, dicromato, nitrato, vanadato, seleniato, etc.). Es necesario uti-
lizar un tampón para obtener resultados reproducibles, ya que el H+ interviene en los procesos de óxido-
reducción de estas especies.
Análisis polarográfico orgánico. El número de grupos funcionales que se puede oxidar en un electro-
do de gotas de mercurio es limitado ya que el uso de potenciales anódicos mayores de +0,4 V oxidan al
mercurio. Sin embargo, los grupos funcionales orgánicos oxidables pueden estudiarse con microelectrodos
de platino, oro o carbón. En polarografía orgánica los problemas de solubilidad obligan a utilizar mezclas
acuosas con cantidades variables de disolventes miscibles (alcoholes, glicoles, formamida, etc.).
En la EM la muestra es ionizada (y por tanto destruida) usando diversos procedimientos. De todos ellos
el más usual y/o utilizado es la técnica denominada de Impacto Electrónico (EM-IE) consistente en el bom-
bardeo de la muestra (previamente vaporizada mediante el uso de alto vacío y una fuente de calor) con
una corriente de electrones a alta velocidad (figura 43).
El bombardeo de un compuesto con electrones de elevada energía produce principalmente dos efec-
tos:
1) La sustancia se ioniza (pierde electrones)
M-N-O-P- + le- → [M-N-O-P]+ + 2e− (20)
2) La sustancia se rompe en distintos fragmentos, los cuales a su vez también se ionizan
M-N-O-P + 1e- → [M-N-O]+ + 2 e-
→ [M-N]+ + 2 e-
→ [M]+ + 2 e-
→ [N]+ + 2 e- (21)
Los iones positivos (moléculas enteras y fragmentos cargados obtenidos en la ecuación (21) son enton-
ces acelerados mediante un campo eléctrico y desviados en un campo magnético en función de su rela-
ción masa/carga (M/Z) y conducidos a un fotomultiplicador de iones sobre el que se recogen los impactos
de dichos iones en función de la relación carga/masa de los mismos.
Siempre que una molécula se somete a las mismas condiciones de ionización da lugar a un espectro
de masas característico que permite su identificación (fragmentograma) (figura 41). El espectro de masas
consiste en un conjunto de líneas de diferentes alturas sobre una escala de m/e entre las que se pueden
distinguir:
Pico base: pico más alto, más abundante. La altura representa la abundancia relativa de cada fragmento
respecto de la del pico base. La altura del pico base se toma como el 100% de abundancia relativa.
Pico o ión molecular: pico de valor mas elevado de M/Z que corresponde a la molécula ionizada pero
sin fragmentar.
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QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
7.1. Instrumentación
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El ión molecular y los otros iones positivos se aceleran en un campo eléctrico y se desvían en un campo
magnético. En los instrumentos modernos el campo magnético está generado por un cuadripolo (figura
44) e inducido por un generador de radiofrecuencias. La intensidad del campo magnético va variando pro-
gresivamente. Para cada intensidad un solo ión, de una determinada masa y carga, llega al detector mien-
tras que los otros se desvían. Al cambiar la intensidad se detectará otro ión distinto y así sucesivamente.
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QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
7.2. Aplicaciones
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En esta técnica se envía un haz de electrones sobre una muestra y, mediante un detector apropiado,
se registra el resultado de esta interacción. La incidencia del haz de electrones primarios sobre la muestra
da lugar a las siguientes señales:
Electrones retrodispersados
Electrones secundarios
Electrones Auger
Electrones transmitidos
Electrones absorbidos
Luz visible
Rayos X
Radiación continúa
Conductividad inducida
Calor
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QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
Éstas se basan en la posibilidad de variar la trayectoria de los electrones mediante un campo magnético.
En el caso de la microscopía electrónica, el campo se produce en un carrete cilíndrico, que impone un movi-
miento helicoidal a la partícula cargada. Los electrones, que llegan con distintos ángulos al campo de la
lente, experimentan distintas modificaciones en sus trayectorias, pero al ser su velocidad muy parecida (y
dependiente del potencial acelerador), la intensidad del campo se puede ajustar para que todos lleguen a
la vez al mismo punto, lo que produce el enfoque.
Como se muestra en la figura 47, los sistemas de lentes condensadoras y objetivo sirven para reducir
el haz en la zona de paso a un tamaño final sobre la muestra de 5 a 200 nm. El sistema de lentes con-
densadoras, que puede constar de una o más lentes, es el responsable de que el haz de electrones llegue
a la lente objetivo y ésta determina el tamaño del haz de electrones que incide sobre la superficie de la
muestra. Una lente particular característica es cilíndrica y simétrica, con una altura entre 10 y 15 cm.
En un MEB el barrido se lleva a cabo mediante las bobinas localizadas en la lente objetivo. Una bobi-
na desvía el haz en la dirección X a lo largo de la muestra y el otro lo desvía en la dirección Y. El barrido
se controla mediante la aplicación de una señal eléctrica. De esta forma la superficie de la muestra puede
ser irradiada completamente con el haz de electrones.
Las señales que se utilizan para mover el haz de electrones en las direcciones X e Y también se utili-
zan para llevar a cabo los barridos horizontal y vertical de un tubo de rayos catódicos (TRC), monitor en el
que observamos la imagen en directo.
La mayoría de las micrografías obtenidas en un MEB de uso general corresponden a imágenes de elec-
trones secundarios o retrodispersados.
La señal de electrones secundarios se forma en una delgada capa superficial, del orden de 50 a 100
Å. Al ser grande el número de electrones emitido se puede establecer un buen contraste. Asimismo, al ser
electrones de baja energía, pueden ser desviados fácilmente de su trayectoria emergente inicial, lo que per-
mite obtener información de zonas que no están a la vista del detector. Esta característica hace que un
detector de electrones secundarios sea ideal para realizar un estudio «topográfico» de la muestra.
La principal utilidad de la señal de electrones retrodispersados reside en que su emisión depende fuer-
temente del número atómico del sustrato, ya que se debe a choques de tipo elástico y por tanto con ener-
gía del mismo orden que la de los electrones incidentes. Esto significa que dos zonas de una muestra con
distinta composición dan distinta emisión, aunque no exista diferencia alguna en su topografía. Este detec-
tor es capaz de trabajar en condiciones de bajo vacío (1-270 Pa), con lo que, sin necesidad de metalizar
las muestras, se consigue una magnificación (suficiente para la mayoría de los casos) de hasta 20000
aumentos, según la naturaleza de la muestra.
La señal de rayos X es la que contiene más información analítica. El fundamento de esta señal reside
en la emisión de rayos X característicos de la muestra al bombardearla con el haz, y su posterior detección
con un espectrómetro de dispersión de energías. El microanálisis de rayos X es una técnica esencial en el
estudio de rocas, minerales y materiales. Tiene un límite de detección del 0,1 %, por lo que sólo es útil en
la práctica para análisis de elementos mayoritarios (en concentraciones mayores del 1 %) y algunos de los
minoritarios (aquellos cuya concentración esté entre el 0,1 y el 1 %).
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Figura 47. Esquema de un microscopio electrónico de barrido (MEB) donde se muestran los principales componentes.
Los resultados obtenidos por esta técnica son resultados semicuantitativos. Aunque hay que señalar
que si se trabaja con patrones se pueden obtener resultados cuantitativos confiables. Además de dar un
valor semicuantitativo de la sustancia o elemento químico que se esté analizando, permite tener una ima-
gen de la morfología de las partículas sólidas. El obtener una imagen de la morfología de las partículas
sólidas hace posible, en muchos casos, tener una idea aproximada del tipo de mineral o sustancia de que
se trata. Cuando se dispone de importantes fuentes de datos y de una determinada experiencia en el estu-
dio de partículas con esta técnica, es frecuentemente posible tener una idea inicial del origen de esa par-
tícula. Estos datos siempre deben estar contrastados con un buen trabajo de campo y el desarrollo de un
muestreo, almacenamiento y tratamiento de las muestras adecuado.
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QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
En la figura 48 se muestra una imagen del MEB donde se puede apreciar las características geométri-
cas de diferentes partículas de un residuo minero. En la figura 48a se aprecia la presencia de partículas de
materia orgánica en residuos de la industria cubana del níquel. Estas partículas son el resultado de la com-
bustión de combustibles fósiles. Se identifican en el residuo por su gran porosidad; además se conoce que
en el proceso metalúrgico se emplea petróleo y antracita. En la figura 48c se puede observar la morfolo-
gía de una partícula de sulfato formada en los residuos metalúrgicos del proceso de flotación existente en
la Sierra Minera de Cartagena-La Unión, Murcia, España. En la figura 48b se puede observar la imagen de
un microorganismo, igualmente en los residuos de la industria el níquel en Cuba.
Figura 48. a) Materia orgánica, b) microorganismo y c) cristales de sulfato. Las imágenes a y b son en los residuos
de la industria cubana del níquel (Rodríguez, 2002) y la c pertenece a los residuos de la industria minera en la
Sierra Minera de Cartagena, Murcia, España.
En la figura 49a, 49b y en la tabla 13 se muestran los resultados de un estudio con un MEB de la com-
posición de una muestra de de residuos. Los resultados incluyen:
1º) La imagen de electrones retrodispersados de la figura 49a, en la que a gran escala se observa total
homogeneidad, que tornaría en contraste composicional si aumentara la magnificación.
Figura 49a. Imagen de electrones retrodispersados, se aprecia con claridad la porosidad del material.
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2º) El espectro de energías dispersivas de rayos X del campo observado, representado en la figura 49b,
en el que cada elemento presente en la muestra (de número atómico 5 en adelante) presenta unos pocos
picos:
Figura 49b. Espectro de energías dispersivas de rayos X, donde se señala la composición cualitativa de una muestra de los sóli-
dos en suspensión de la escorrentía superficial. Se puede apreciar la existencia de diferentes elementos químicos.
3º) El análisis semicuantitativo (sin patrones) con ayuda del método ZAF (Tabla 13), en el que se esta-
blecen correcciones relativas al número atómico (Z), a la absorción (A) y a la fluorescencia (F). Estos valo-
res han de ser tomados con reserva, ya que la muestra no cumple el requisito fundamental de ser perfec-
tamente plana, lo que falsea gravemente la concentración de los elementos ligeros.
Tabla 13. Análisis semicuantitativo de los sólidos en suspensión de escorrentía superficial. La concentración se cierra al
100%. P/B es la relación entre el número de pulsos y la radiación continua para Z ≥ 11, ya que para Z < 11 la
radiación continua es excesiva.
Elemento Línea P/B B F c ± 2s
O K-serie - 1.00000 1.00000 60.63 ± 9.57
Na K-serie 18.0 1.00666 1.00343 3.21 ± 0.40
Mg K-serie 14.3 1.00928 1.00566 2.18 ± 0.24
Al K-serie 16.3 1.01168 1.00902 2.29 ± 0.25
Si K-serie 28.7 1.01389 1.01235 3.54 ± 0.34
S K-serie 79.4 1.01786 1.01776 8.45 ± 0.74
Cl K-serie 45.4 1.01966 1.01835 4.77 ± 0.45
K K-alpha 5.3 1.02295 1.03920 0.56 ± 0.19
Ca K-alpha 58.2 1.02446 1.02701 6.05 ± 0.60
Mn K-alpha 3.2 1.03105 1.08927 0.38 ± 0.17
Fe K-alpha 42.2 1.03221 1.08169 5.30 ± 0.81
Zn K-alpha 13.9 1.03641 1.14279 2.63 ± 1.10
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QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
9. DIFRACCIÓN DE RAYOS X
La difracción de rayos X es una técnica analítica versátil que sirve para examinar sólidos cristalinos,
tales como materiales cerámicos, metales, materiales electrónicos, materiales geológicos, compuestos
orgánicos y polímeros. Los difractómetros de rayos X de polvo se utilizan cotidianamente para identifica-
ción de fases cristalinas y su análisis cuantitativo, pero pueden ser configurados para muchas aplicaciones,
incluyendo estudios a temperatura y presión variables bajo atmósferas controladas (oxidantes, reductoras,
inertes o a humedad controlada), análisis de textura y estrés, incidencia rasante y reflectometría.
Principio de funcionamiento
Un sistema básico de difracción de rayos X (DRX) de polvo consiste en una fuente de rayos X contro-
lada por un generador, un goniómetro de dos círculos, una plataforma portamuestras, un detector y el
ordenador para el control del instrumento y el análisis de los datos.
Los generadores modernos son compactos, están refrigerados con agua y tienen tubos de rayos X con
una salida de 1 a 3 kW.
El goniómetro comprende dos círculos independientes que proporcionan un movimiento preciso y
exacto al tubo y al detector. En la configuración θ/θ la muestra se mantiene en una posición fija (típica-
mente horizontal), que es la deseable durante los estudios a temperatura variable, cuando examinamos
sólidos granurales o cuando usamos un cambiador automático de muestras.
Los portamuestras rotatorios giran alrededor de un eje normal a la superficie de la muestra barriendo
el ángulo Φ. La rotación completa en Φ puede hacer que difracten más cristalitos orientados al azar en
una muestra de polvo, mejorando el conteo estadístico de la medida. Los datos también pueden ser adqui-
ridos a valores fijos de Φ para determinar si la orientación de la muestra influye en las intensidades difrac-
tadas.
En la Figura 50 se observa un difractómetro de geometría Bragg-Brentano, en la que se encuentra, de
izquierda a derecha, una fuente de rayos X, una rendija fija que limita la divergencia radial del haz inci-
dente, el portamuestras rotatorio, otra rendija fija que limita la dispersión del haz que sale de la muestra,
un monocromador y un detector. En el sistema de colimadores se hallan las rendijas Soller, que son un con-
junto de láminas paralelas e igualmente espaciadas.
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Ley de Bragg
Es la ecuación operativa en DRX, donde n es un número natural que representa el orden de una refle-
xión, λ es la longitud de onda, d es la distancia entre planos reticulares paralelos y θ el ángulo entre el
haz incidente y el plano reticular, conocido como el ángulo de Bragg.
Cuando la trayectoria del haz en el cristal, 2d·sen θ, es un múltiplo de la longitud de onda, ocurre una
interferencia constructiva, y se obtiene una intensidad difractada. En general, el espaciado entre planos, d,
es una función de los parámetros reticulares (a, b, c) y (α,β, γ) que definen la celda unidad, y de los índi-
ces de Miller (h,k,l) que se refieren a una reflexión en partícular. Por ello es la geometría del cristal la que
determina la posición de los picos en una curva de DRX. (Ver Figura 51).
Los límites de detección de una fase cristalina dada dependen de varios factores, incluyendo si se cono-
ce su presencia en la muestra, la capacidad relativa de difractar de dicha fase, el solapamiento de picos
entre fases diferentes y la estadística del conteo. La precisión estadística de las medidas del detector se
relaciona con la raíz cuadrada del número de cuentas sobre el fondo en un pico de difracción. En princi-
pio, si existe una fase en una mezcla, dado un tiempo de análisis suficiente, sus picos sobresaldrán del
fondo en el difractograma.
El análisis cuantitativo es la relación entre la intensidad difractada por una fase y su concentración. La
intensidad difractada por un especimen en polvo de una sola fase depende de muchos factores, incluyen-
do la multiplicidad de la reflexión, el factor de polarización de Loretz (geometría), el factor de Debye-Waller
(temperatura), el factor de estructura, el factor de absorción, los efectos de orientación preferencial, la
extinción y los efectos instrumentales. Para resultados precisos, la intensidades utilizadas en análisis cuan-
titativo deberían ser intensidades integradas, mejor que las alturas de los picos. Se utiliza una técnica de
ajuste de la curva conocida como perfil de ajuste para obtener áreas precisas, especialmente de picos sola-
pados. Las aproximaciones comunes al análisis cuantitativo por rayos X incluyen el método de estándar
interno, el método Chung y el método Rietveld. En la Figura 52 se representa un difractogrma de rayos X
con las diferentes fases minerales identificabls a partir de los picos de difracción.
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
Figura 52. Difractograma de una muestra de suelos lateríticos para dos fracciones granulométricas.
G = gohetita, S= serpentinita, Gb = guibsita, M= magemita
La termogravimetría es una técnica que mide cómo cambia la masa de una muestra en función de la
temperatura o en función del tiempo en un experimento isotermo. Los eventos térmicos que no implican
un cambio en la masa de la muestra, tales como la fusión, la cristalización y la transición vítrea no pue-
den ser medidos mediante termogravimetría. Los cambios térmicos que sí se ven acompañados por cam-
bios de masa, tales como descomposición, sublimación, reducción, desorción, absorción y vaporización, se
pueden registrar con un analizador termogravimétrico.
Las curvas termogravimétricas se registran usando una termobalanza. Ésta consta de una microbalan-
za electrónica, un horno, un sistema de programación de la temperatura, un sistema de control de los
gases y un ordenador que sincroniza y presenta los datos de todos estos dispositivos (figura 53). Además,
los gases desprendidos durante las medidas termogravimétricas pueden ser analizados mediante acopla-
miento del detector correspondiente a la termobalanza. Los más comunes son el detector de masas, el
espectrómetro infrarrojo por transformada de Fourier y la cromatografía de gases.
El intervalo de temperatura para la mayoría de los hornos va desde temperatura ambiente hasta
1500ºC, y el horno se suele situar debajo del mecanismo de la balanza.
Los crisoles se utilizan en una gran variedad de tamaños, formas y materiales. El crisol estándar es de
alúmina y tiene forma de platillo.
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Figura 53. Componentes de una termobalanza: A, brazo; B, crisol y soporte del crisol; C, contrapeso; D, lámpara y fotodiodos; E,
bobina; F, imán; G, control del amplificador; H, calculador de la tara; I, amplificador; J, registro.
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INTRODUCCIÓN A LAS TÉCNICAS ANALÍTICAS APLICADAS A LA DETERMINACIÓN CUALITATIVA Y CUANTITATIVA DE COMPUESTOS Y ELEMENTOS
QUÍMICOS PRESENTES EN EL MEDIO AMBIENTE
reduce la diferencia de temperatura entre la muestra y el crisol, por lo que el barrido de temperatura efec-
tivo es lineal, a pesar de las irregularidades térmicas causadas por las reacciones exotérmicas o endotér-
micas de la muestra. (Figura 4.2).
Se suelen escoger diferentes gases para confirmar el mecanismo físico-químico de los eventos térmicos.
Para una reacción en atmósfera autogenerada, si los gases no son retirados a tiempo la reacción sufre un
desplazamiento a temperaturas mayores. Por ejemplo, el vapor de agua inhibe la reacción de deshidratación
del CaSO4· 2H2O, y la temperatura de la reacción se incrementa en comparación con los resultados obtenidos
en aire seco.Además, la velocidad de descomposición térmica es mayor en He que en N2, y en éste mayor que
en Ar, de acuerdo con el orden de conductividad térmica de los gases, superior en el He.
Atmósfera estática o dinámica. Bajo condiciones estáticas, los gases desprendidos no pueden ser reti-
rados rápidamente del entorno de la muestra, aumentando su presión parcial y, por ende, desplazando el
evento a temperaturas superiores. En condiciones dinámicas sucede lo contrario.
Tipos de atmósfera. En termogravimetría se suelen emplear gases oxidantes, como O2 y aire, o gases
inertes, como N2 y He.
Caudal del gas utilizado: afecta a la temperatura de descomposición de la muestra, a la precisión en
la determinación de la misma y a la estabilidad de la línea de base.
Flotabilidad, corrientes de convección y turbulencia:
La flotabilidad ejercida sobre la muestra decrece con el aumento de la temperatura, a medida que va
decreciendo la densidad del espacio intermedio que rodea el portamuestras. Esto origina una ganancia
aparente de masa. Por el contrario, una corriente de gas en la parte superior del portamuestras origina una
aparente pérdida de masa.
Por todo ello es difícil obtener una curva termogravimétrica sin deriva sobre todo el rango de tempe-
ratura del aparato, por lo que hay que restar siempre una curva blanco.
La elección del tipo de crisol se basa en la temperatura de la muestra y de las condiciones experimen-
tales a elegir. Un crisol de Al se recomienda utilizar hasta 560 ºC, uno de Pt hasta 1630 ºC. Por otra parte,
un crisol de poca altura favorece la difusión de los gases liberados por la muestra, una rápida transferen-
cia de calor y un calentamiento homogéneo.
Los materiales poco empaquetados y de grano grueso contienen gran cantidad de espacios vacantes
que reducen la conductividad térmica. Las partículas pequeñas permiten una mayor densidad de empa-
quetado.
Por otra parte, el grado de empaquetamiento afecta al contacto de la muestra con la atmósfera retra-
sando, por ejemplo, la temperatura de descomposición.
Un ejemplo de aplicación de esta técnica se muestra en la figura 54 donde se puede observar el ter-
mograma de la descomposición del CaC2O4· H2O en atmósfera inerte.
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Roberto Rodríguez y Ángel García Cortés (Eds.), LOS RESIDUOS MINERO-METALÚRGICOS EN EL MEDIO AMBIENTE
©Instituto Geológico y Minero de España, Madrid, 2006.
ISBN 84-7840-656-5
1. INTODUCCIÓN
Existen varios estudios sobre Análisis Digital de Imagen (ADI) aplicado a la caracterización mineraló-
gica. Entre ellos cabe destacar el realizado por Bel-Lan (1984) en el que se aborda la discriminación y
cuantificación de parámetros petrográficos aplicados a rocas ígneas y metamórficas. Por otro lado, los rea-
lizados por el Grupo de Petrofísica del Departamento de Geología de la Universidad de Oviedo para la
extracción de información sobre componentes minerales, fisuras, poros y texturas (Montoto et al., 1981 y
Martínez-Nistal, 1993).
En la última década, Petruk (2000) ha abordado la utilización del ADI en la caracterización de menas
metálicas, aplicada a mineralogía industrial y al beneficio de minerales. En sus estudios, este autor pre-
senta ejemplos de los tipos de información que se pueden obtener y los problemas que se pueden resol-
ver, tomando en cuenta el depósito mineral de donde provienen las muestras o probetas pulidas estudia-
das.
En el Laboratorio de Microscopía Aplicada y Análisis Digital de Imagen de la Escuela Técnica Superior
de Ingenieros de Minas de Madrid, se han llevado a cabo investigaciones sobre la puesta a punto del equi-
po de análisis de imagen y aplicaciones en la caracterización de menas metálicas: Múzquiz, 1997;
Castroviejo, 1999 (a) y (b); García del Amo, 2000; Berrezueta, 2000; Berrezueta y Castroviejo, 2001; Coz
2002; Coz et al., 2003; Coz y Castroviejo, 2002; Berrezueta, 2004 y Berrezueta et al., 2005, entre otros,
basadas fundamentalmente en los trabajos de Pirard, (1999a y b).
Las aplicaciones que se presentan a continuación han sido desarrolladas como parte de la Tesis
Doctoral que ha llevado a cabo el autor en la Escuela de Minas de Madrid, enfocada a la investigación tec-
nológica de menas metálicas; en concreto, a la medida y cálculo de las composiciones modales y ponde-
rales de partículas minerales, análisis granulométricos, análisis geométricos de minerales, medida del grado
de asociación entre minerales, etc., para la mejora de su utilización industrial, lo que en última instancia
conlleva a una protección del medio ambiente, pues los residuos presentan menos contenido de metal.
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El objetivo principal de este trabajo es presentar la aplicación del ADI a cuatro casos concretos:
1) Estudio de las menas Auríferas “Nueva Esperanza” Colombia.
2) Estudio de las menas de Cobre “El Roble”. Colombia.
3) Estudio sobre granulometría y morfometría del Platino.
4) Estudio sobre composición modal de la Marmatita (Mena Marmato).
En términos generales, el sistema de análisis y procesamiento de imagen está formado por un dispo-
sitivo para adquisición de imágenes y una estación de trabajo con tarjeta hardware y softwares especia-
les para trabajo con imágenes digitales (Figura 1). Para este estudio en particular se incluyen como ele-
mentos del equipo de ADI el microscopio óptico de reflexión y la fuente de luz utilizada. Los sistemas
comunmente utilizados para la captura de imágenes son las cámaras fotográficas digitales, los scanner y
las cámaras de video. A continuación serán descritos los elementos del equipo de ADI.
– Cámara de Video 3 CCD (Charge Coupled Device) : SONY -Modelo DOPHINSA 3CCD -
– Procesador de imagen o tarjeta digitalizadora (frame-grabber): Matrox -Modelo Meteor-
– Estación Central: Pentium IV
– Software ADI: Aphelion 3.1 y Microimage 6.0
– Microscopio óptico de reflexión: Leitz DMRXP.
– Patrones de Reflectancia: Leitz y de elaboración propia.
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ANÁLISIS DIGITAL DE IMAGEN: APLICACIONES A MICROSCOPÍA DE MENAS METÁLICAS, MINERALURGIA Y MEDIO AMBIENTE
3. METODOLOGÍA DE TRABAJO
La metodología de trabajo que se ha seguido para lograr la consecución de los objetivos anteriormente
planteados presenta, en términos generales, el esquema habitual de un diseño experimental. Ésta ha sido
dividida en dos etapas, una de tipo general, en la que se describen los procesos comunes previos que
garanticen unas condiciones óptimas y homogéneas de adquisición de imágenes. La segunda etapa, con
un perfil más específico, ha sido enfocada a la programación de los pasos ejecutados con el fin de conse-
guir la solución de problemas prácticos (ver aplicaciones).
A nivel internacional han sido ensayadas diversas metodologías para afrontar el problema de identifi-
cación de fases minerales en secciones pulidas, obteniéndose en general soluciones específicas para pro-
blemas concretos; no obstante, lo que aquí se utilizará es un único procedimiento de aplicación general
(Berrezueta, 2004), cuya descripción en detalle sobrepasa el alcance y objetivos de este trabajo. En líneas
generales comprende el estudio detallado de todos los procesos que influyen en la caracterización de fases
minerales mediante ADI: preparación de muestras o probetas pulidas, elección de menas más abundantes
e importantes, reconocimiento de minerales presentes en las muestras, calibración del equipo de medida,
análisis y procesamiento de imágenes, interpretación y validación de resultados, etc., basándose en los tra-
bajos más relevantes que se han desarrollado sobre estos temas.
El resultado práctico ha sido el desarrollo de un sistema automático de identificación de minerales
(Berrezueta, 2004), que será el que se utilizará para las cuatro aplicaciones que se presentarán posterior-
mente. Las etapas que se seguirán en el desarrollo de las aplicaciones son las siguientes:
Muestras a analizar
La correcta preparación de las muestras a partir de las cuales serán obtenidas las imágenes digitales
representa, sin lugar a dudas, el condicionante indispensable para garantizar el éxito de la técnica de aná-
lisis de imagen en aplicaciones petrográficas.
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Probetas pulidas
Una probeta pulida es un tipo de preparación de muestra de roca que permite la observación y estu-
dio de las fases minerales presentes a través de un microscopio óptico de reflexión. La consecución de unas
condiciones homogéneas de acabado de probetas minerales es posible a través del establecimiento de un
procedimiento riguroso de elaboración que garantice un pulido óptimo. Para conseguir el pulido óptimo,
ha sido propuesta y aplicada la secuencia de elaboración de láminas transparentes y pulidas (LTP) utiliza-
da en el Laboratorio de Microscopía Aplicada y Análisis de Imagen (ETSI Minas de Madrid).
a) Recortar un trozo rectangular de la muestra (35 x 24 x 10 mm) con una cortadora de disco de dia-
mante.
b) Marcar el número de la muestra en la cara trasera del trozo.
c) Rellenar poros superficiales en vacío utilizando poliester o epoxy en la estufa de vacío.
d) Preparar una superficie de interés para pegar, usando tres abrasivos de carborundo 1º) 400, 2º)
600 y 3º) 1000.
e) Limpiar la sección con ultrasonido y secarla con la estufa eléctrica.
f) Pulir manualmente la sección usando el spray de diamante y los paños DP-DUR de la casa Struers,
siguiendo la siguiente secuencia: 1°) 3 µm, 2°) 1 µm y 3°) 0.25 µm, en la pulidora Buheler.
g) Determinar subjetivamente la calidad de pulido según criterios del microscopista. Niveles óptimo,
medio (repulir -f-) y bajo (iniciar pulido).
h) Determinar la calidad de pulido de secciones calificadas como óptimas por el microscopista, com-
parando los valores de nivel de gris de minerales reconocibles presentes en la sección pulida con
estándares minerales conocidos.
Figura 2. Imagen de un grupo de probetas pulidas que han sido utilizadas para el ADI.
El equipo de trabajo está formado por la Cámara de vídeo CCD, microscopio óptico de reflexión, tar-
jeta digitalizadora, software de ADI y estación de trabajo (CPU). La “puesta a punto” del equipo al com-
pleto consiste en realizar los pasos pertinentes para conseguir una correcta adquisición y reproductividad
de imágenes. Esto es, realizar medidas, observaciones y correcciones para cada uno de los elementos del
equipo. Existen unos condicionantes externos, como la corriente eléctrica, humedad, temperatura, ruidos-
vibraciones, etc., que deben ser controlados a fin de que no condicionen las medidas.
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ANÁLISIS DIGITAL DE IMAGEN: APLICACIONES A MICROSCOPÍA DE MENAS METÁLICAS, MINERALURGIA Y MEDIO AMBIENTE
Microscopio Óptico
Según Pirard (1999a y b) la cámara de Vídeo CCD puede ser identificada como la mayor fuente de
ruido (ruido de fotón, ruido recurrente por sombras y ruido de digitalización). Esto se debe a la dispersión
de señales eléctricas que presentan los fotodiodos de la cámara al ser sometidos a una constante canti-
dad de fotones. Además, el sobrecalentamiento de la CCD por ausencia de un dispositivo de enfriamien-
to, provoca una mayor excitación de los electrones originando una significativa fluctuación de niveles de
intensidad bajo iluminación constante.
Al adquirir dos imágenes con un mismo equipo e idénticas condiciones de adquisición, su respuesta
digital debería ser idéntica, independientemente del momento en el que sea captada. En la práctica esto
no es así, ya que la respuesta de la cámara habrá variado en ambos instantes, obteniendo dos imágenes
similares pero no idénticas. La diferencia entre una y otra imagen será debida al “ruido” y a la “deriva”
que se producen en la cámara.
• Ruido electrónico es dispersión de la señal de salida en la cámara debida a varias causas: fotones,
corriente y digitalización, entre otras. Para la disminución del ruido se recurre a la media aritmética
de imágenes. Además va a existir un ruido de fondo residual debido a variación de la respuesta de
la cámara pixel a pixel, causada por la construcción de los diodos.
• Deriva temporal: variación de la respuesta de la cámara en función del tiempo que tarda en alcan-
zar una estabilización de su temperatura.
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Para limitar la deriva temporal y el ruido electrónico deben seguirse los siguientes pasos:
a) Determinar el tiempo de calentamiento de la CCD para estabilizar la señal. El tiempo necesario
para estabilizar el equipo se obtiene de estudiar la respuesta de un conjunto de pixels homogé-
neos (ventana 10 x 10 para garantizar esta homogeneidad) a intervalos conocidos de tiempo
(Pirard, 1999a). Con los datos obtenidos se realizará una gráfica en la que se pueda observar la
variación de dicha ventana a lo largo del tiempo.
b) Tomar la media aritmética de una secuencia de imágenes (promedio de imágenes) para mejorar la
estimación de la intensidad del píxel.
Si suponemos que el valor del ruido ε en cada píxel es una variable aleatoria con una media cero y
desviación típica σ , tenemos el siguiente modelo:
(1)
Donde: g (i,j) es la imagen adquirida y f(i,j) es la imagen original para todo i,j. El resultado de realizar
el promedio sobre n imágenes distintas de la misma escena sería:
(2)
Lo que ocurre es que ahora la desviación típica del ruido es σ / √na) . Por lo tanto, si tenemos n
imágenes de la misma escena, podemos obtener una nueva versión de la imagen original con menos ruido,
mediante:
(3)
El número de medidas de la misma escena a fin de obtener una imagen promedio deberá realizarse
intentando compatibilizar los requerimientos de calidad de imagen con el consumo de tiempo.
En la práctica es conveniente que el número de imágenes a promediar sea una potencia de 2 (2, 4, 8,
16, 32, 64...), ya que dada la estructura de la memoria del ordenador, la operación se realiza con los bits
necesarios, agilizando la misma. La desviación típica de la operación de promediado vendrá dada por:
(4)
Según esto, la reducción del ruido estará relacionada con el incremento del número de medidas
(potencias de 2) en una proporción de 1:16. Es decir, que para reducir el ruido imagen original (20) a la
mitad, deberán tomarse 4 imágenes (22). La siguiente media que reducirá de nuevo a la mitad el ruido
será la de 16 imágenes (24) (Pirard, 1999a y b).
Otro aspecto a tener en cuenta es la necesidad de determinar la respuesta de la cámara (teóricamente
lineal) en comparación con la intensidad de luz. En la práctica, la variación de la intensidad de la luz con el
potenciómetro altera el espectro, por lo cual es preferible trabajar con luz constante y medir la respuesta de la
cámara usando patrones reflectivos conocidos. La secuencia es la siguiente (Pirard, 1999a y b):
a) Revisar que la cámara y el grabado de imágenes estén trabajando en condiciones estándar (pre-
calentamiento de la CCD y media aritmética de las medidas).
b) Ajustar el voltaje de la luz incidente con la utilización de un patrón de reflectancia homologado
bajo el microscopio hasta la saturación justa. Para evitar la sobresaturación de luz se debe con-
trolar que los valores en nivel de gris leídos para el patrón usado no sobrepasen los 255.
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ANÁLISIS DIGITAL DE IMAGEN: APLICACIONES A MICROSCOPÍA DE MENAS METÁLICAS, MINERALURGIA Y MEDIO AMBIENTE
c) Sin cambiar el voltaje de la fuente, grabar las imágenes de otros patrones de reflectancia homolo-
gados conocidos.
d) Relacionar los valores calculados de nivel de gris sobre ventanas de 10 x 10 píxeles (0 – 256) ver-
sus los valores de reflectancia conocidos para cada patrón (%).
Es necesario también adaptar los niveles de offset y gain (ajuste de rangos de niveles de gris para
corrección de blancos) de la cámara para garantizar una buena exposición del vídeo. El procedimiento es
el siguiente (Pirard, 1999a y b):
a) Desactivar el ajuste por omisión offset y gain con que cuentan las CCD.
b) Poner la referencia oscura bajo el microscopio. Ésta puede ser un material estándar o el objeto más
oscuro de interés en escena.
c) Modificar el offset tanto como la intensidad de la referencia oscura sea diferente a la deseada,
como valor límite inferior. El límite inferior no debería ser tomado muy cercano de cero, en orden
a evitar valores negativos después de correcciones locales.
d) Poner la referencia de blanco bajo el microscopio. Éste puede ser un material estándar o el objeto
más brillante de interés en escena.
e) Ajustar el gain tanto como la intensidad de la referencia de blanco sea diferente de la deseada,
como valor límite superior. El límite superior debería ser elegido de tal forma que se evitara la satu-
ración excesiva después de correcciones locales.
En la práctica, aunque se consiguiera unas condiciones de adquisición estables, un mismo objeto no
da la misma respuesta en nivel de gris en función de su localización bajo el microscopio (deriva espacial).
Esto se debe a defectos de fabricación de las cámaras CCD, iluminantes y óptica, que provocan la hetero-
geneidad en reflectores homogéneos.
La única forma de conseguir valores constantes para una imagen homogénea sería ajustar el gain y
offset para cada pixel individual, lo que no es posible con la técnica actual. Pirard (1999 b) plantea una
corrección numérica aproximada bajo condiciones de linealidad de la CCD a partir de escenas del compo-
nente aditivo y multiplicativo del ruido. Para su consecución es necesario seguir los siguientes pasos:
a) Adquirir una imagen de ruido negro en condiciones estables. La imagen de ruido negro da una
medida de cómo fotodiodos individuales difieren en respuesta cuando se someten a la misma can-
tidad de fotones.
b) Adquirir una imagen de una perfecta escena homogénea y grabar la deriva espacial generada por
factores como el mal centrado de la fuente de luz, óptica y la ganancia heterogénea de los senso-
res. En orden a ser representativa, la imagen de deriva espacial debería ser adquirida usando una
muestra que de una respuestas dé (175 +/- 25 NG) bajo los posiciones de gain y offset definidos
por el usuario.
Para ilustrar la idea de la corrección numérica, se puede decir que el ruido negro es una aproximación
de la situación de oscuridad que será adicionado al píxel respuesta mientras que la deriva espacial repre-
senta la variación en intensidad del fotón y actuará como un factor multiplicativo. En otras palabras, la
imagen negra actuará como un offset mientras que la imagen blanca como un gain. La fórmula numérica
a aplicar es la siguiente:
(5)
Donde:
IR (x,y) es el NG del píxel de coordenada x,y en la imagen ingresada I.
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Software y Hardware
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El proceso de adquisición de las imágenes será realizado de forma independiente a cualquier otro pro-
ceso como el tratamiento y/o segmentación. Esto es debido al ahorro de tiempo en el proceso total y a
que es posible un control más preciso de la adquisición. Se trata de un proceso semiautomático en el que
el enfoque de las escenas será realizado por el operador del microscopio de forma manual. El proceso será
el siguiente:
a) Precalentamiento del equipo de ADI a fin de garantizar las condiciones óptimas de estabilización
(ver metodología general cámara de video).
b) Ajustar los parámetros del microscopio a condiciones adecuadas (voltímetro, tipo de luz, filtros,
aumentos etc.). El ajuste de la instrumentación ha sido ya definido con anterioridad y ha seguido
unos criterios que garanticen la representatividad de las observaciones. Estos criterios han sido
establecidos en aplicaciones desarrolladas en el Laboratorio de ADI de la ETSI Minas de Madrid
(Múzquiz, 1997; Castroviejo et al., 1999a y b; Berrezueta et al., 2000; Coz et al., 2002).
c) Enfocar manualmente la escena (fases minerales).
d) Ejecutar la función de adquisición presente en el software Aphelion teniendo en cuenta el prome-
diado de las imágenes. El número adecuado de imágenes para el cálculo de la imagen promedio
final ha sido evaluado mediante la comparación de los resultados obtenidos en diferentes casos.
Así, se han tomado imágenes promedio de 2, 8, 16 y 32 imágenes de una misma escena. En con-
creto, la evaluación consistió en comparar la mejoría de la imagen en cada caso.
e) Guardar la información.
Figura 4. Diagrama de flujo con el algoritmo de adquisición de imágenes empleado en este trabajo.
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Las imágenes adquiridas son almacenadas en un archivo .Tiff. Un ejemplo de las imágenes adquiridas
se ven en la Figura 5.
Una vez digitalizada y almacenada la información digital de la imagen en color (RGB) como un archi-
vo tipo tiff; el siguiente paso es, tal como se había descrito en apartados anteriores, aplicar una secuencia
de tratamientos enfocados a mejorar, restaurar y resaltar la información que buscamos. El proceso segui-
rá la siguiente secuencia.
a) Aplicación de secuencias de tratamiento (filtros espaciales y morfológicos) en imágenes digitales
(Múzquiz, 1997; Castroviejo et al., 1998; Berrezueta et al., 2000; Coz et al., 2002).
b) Selección de la secuencia óptima de tratamiento. La evaluación de la secuencia óptima de proce-
samiento de imágenes ha sido realizada mediante la comparación de las imágenes finales resul-
tantes (imágenes tratadas). La evaluación ha consistido en estudiar estadísticamente, para cada
imagen tratada, el comportamiento de las distribuciones de las fases minerales presentes. Además,
ha sido tomado en consideración el tiempo de ejecución de cada secuencia.
c) Guardar la información.
La secuencia de tratamiento seleccionada es la siguiente:
a) Median (Mediana): este filtro es utilizado con el fin de eliminar ruidos aleatorios y picos sin signi-
ficado. El filtro mediana remplaza el píxel central con el valor mediana de entre sus vecinos. En este estu-
dio se consideran 9 vecinos (incluido el píxel a modificar) definidos a través de una matriz 3 x 3. El núme-
ro de veces que se pasa el filtro por la imagen es igual a 1. Se observa que este filtro (Figura 6) es capaz
de eliminar muestras ruidosas de tipo impulsivo a la vez que mantiene los bordes nítidos, cualidades muy
interesantes en este trabajo.
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ANÁLISIS DIGITAL DE IMAGEN: APLICACIONES A MICROSCOPÍA DE MENAS METÁLICAS, MINERALURGIA Y MEDIO AMBIENTE
b) Low pass (Filtro Paso Bajo): este filtro es utilizado con el fin de suavizar la imagen por eliminación
de información de alta frecuencia. El filtro de paso bajo remplaza el píxel central con el valor medio de
entre sus vecinos. En este estudio se consideran 9 vecinos (incluido el píxel a modificar), éstos están defi-
nidos a través de una matriz 3 x 3. El número de veces que se pasa el filtro por la imagen es igual a 1.
Este filtro (Figura 6) es capaz de eliminar principalmente ruidos aleatorios.
Para la aplicación de estos dos filtros ha sido necesario definir el tamaño del Kernel (matriz) y los
Passes (número de veces que será aplicado el filtro en la imagen). Los valores utilizados son: Kernel Size:
3 x 3 y Passes: 1.
Filtros Morfológicos
a) Open (Apertura): este filtro de tipo morfológico aplica una secuencia de erosión (erode, reducción
de los objetos brillantes y ampliación de los cuerpos oscuros) y una de dilatación (dilate, dilatación de los
objetos brillantes y reducción de los objetos oscuros). En términos generales, el filtro open (Figura 7) rompe
las pequeñas conexiones entre objetos o fases brillantes y elimina pequeños puntos brillantes dentro de
cuerpos más oscuros.
b) Close (Cierre): este filtro de tipo morfológico aplica una secuencia de dilatación y una de erosión.
El fin de aplicar el filtro close (Figura 7) es romper las pequeñas conexiones entre objetos o fases oscuras
y eliminar los pequeños puntos mas oscuros dentro de fases más brillantes.
Para la aplicación de estos dos filtros morfológicos ha sido necesario definir el Kernel (matriz) y los
Passes (número de veces que será aplicado el filtro en la imagen). Los valores utilizados son: Kernel Size:
2 x 2 y Passes: 1.
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El yacimiento (Mina Nueva Esparta) está ubicado en la vereda Los Guabos (municipio Los Andes), flan-
co oriental del Nudo de Los Pastos, a 85 km de la capital departamental, Pasto. La morfología de la región
se caracteriza por su topografía abrupta, con altitudes de 1115 a 2520 msnm, con pendientes de mode-
radas a muy fuertes. Se trata de un yacimiento poco documentado, hidrotermal de tipo filoniano, con vetas
de cuarzo aurífero de potencias decimétricas (10-70 cm), con una dirección NO-SE y un buzamiento entre
45° y 75° E, que encajan en las metavolcanitas y metasedimentos del Grupo Dagua del Cretácico Superior,
con facies prehnita-pumpellyita y esquistos verdes (Murcia y Cepeda, 1991). Estas litologías son interpre-
tadas (ibid.), en su origen, como una secuencia de talud continental, con volcanitas básicas y turbiditas. El
conjunto ha sido afectado por la tectónica andina y sus límites E, SO y O están delimitados por fallas
(Figura 9).
Las mineralizaciones podrían estar relacionadas con episodios intrusivos (tonalíticos) paleocenos,
observados en la región, aunque no se han documentado en las inmediaciones de la mina. Con la infor-
mación disponible, podrían caracterizarse como epizonales, en el sentido de Gebre-Mariam et al., (1995),
aunque también se les ha definido como mesotermales, con baja relación Ag:Au (Shaw, 2000).
Figura 9. Ubicación geológica de la mina Nueva Esparta (mod. Murcia y Cepeda, 1991).
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El material recibido para el estudio comprende únicamente relleno filoniano, procedente de las vetas
Bruja y Gruesa de la mina Nueva Esparta. Para hacer el estudio, se han seleccionado menas con oro, con la
mayor parte del oro ligado a fases mineralógicas de fácil determinación (oro nativo esencialmente, con
contenidos variables de plata) y granulometría suficiente para su observación directa con microscopio óptico.
El estudio microscópico previo muestra que se trata de menas de cuarzo y sulfo-arseniuros, con mine-
ralización aurífera asociada a ambas fases y texturas de relleno filoniano, parcialmente brechificado.
El mineral dominante es cuarzo, que forma agregados cristalinos de grano grueso, con hábitos fre-
cuentemente prismáticos y texturas en cresta o empalizada, típicas de relleno hidrotermal; el carbonato
(calcita) suele ocupar espacios intersticiales entre los cristales de cuarzo y, aunque es frecuente, es mucho
menos abundante que éste. Los filosilicatos aparecen diseminados o cementando pequeñas fisuras. Las
fases sulfuradas aparecen diseminadas o en agregados cristalinos, asociados al cuarzo. Los contenidos
aparentes de oro visible, aunque irregulares, llegan a ser muy altos (>600 ppm) en algunas de las seccio-
nes; no obstante, según se ha constatado con microscopio electrónico (análisis cualitativos), no siempre se
trata de oro nativo, ya que los contenidos en plata suelen ser elevados (electrum).
Los componentes principales (>5% vol.) son: cuarzo, carbonato, sericita/minerales arcillosos y arseno-
pirita. Como accesorios (<5% vol.) se han observado: tetraedrita/freibergita, esfalerita, galena, pirita, oro
nativo/electrum, calcopirita y trazas de sulfosales / telururos. El oro se presenta incluido en cuarzo o aso-
ciado a fases sulfuradas (arsenopirita, galena, esfalerita, freibergita o sulfosales; puede estar o no total-
mente incluido, es decir, el grano de oro puede encontrarse blindado por la fase sulfurada y ser inaccesi-
ble a reactivos o, por el contrario, puede asomar a la periferia de ésta y tener contacto con el cuarzo).
Pueden distinguirse una generación aurífera de aspecto granular (en algún caso, como cemento de micro-
brechas), la más importante cuantitativamente, y otra tardía, que rellena microfisuras en cualquiera de las
fases citadas. Los tamaños de grano dominantes son finos (< 10 µm), sobre todo en Veta Bruja, pero los
mayores contenidos de oro se concentran en granulometrías gruesas (>100 µm) (Figura 10).
Figura 10. Imagen con mineralogía típica (20 X). Veta Bruja.
La metodología seguida en este trabajo (puesta a punto del equipo, digitalización / captura de ima-
gen, tratamiento, segmentación y proceso matemático) es la descrita anteriormente. El estudio estará enfo-
cado a estudiar tres fases minerales: oro, ganga y los sulfuros.
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ANÁLISIS DIGITAL DE IMAGEN: APLICACIONES A MICROSCOPÍA DE MENAS METÁLICAS, MINERALURGIA Y MEDIO AMBIENTE
Las menas elegidas son relativamente excepcionales por su riqueza y granulometría, pero son ideales
para el ensayo propuesto, que exige que el oro sea visible (microscopio de reflexión). Los problemas de
representatividad de las medidas a escala de muestra (probeta pulida) se pueden descartar, puesto que se
ha estudiado siempre la superficie entera de cada sección. No obstante, a escala de yacimiento no se han
hecho todavía campañas sistemáticas de evaluación (se trata únicamente de minería de rapiña, informal)
por lo que los resultados obtenidos pueden considerarse únicamente orientativos a dicha escala.
Parámetros determinados
Los parámetros medidos mediante ADI sobre las imágenes procedentes del microscopio óptico son:
número de granos de oro, área individual de los granos de oro, áreas totales de fases de ganga y sulfuros,
y los parámetros: anchura (“breadth”, mínimo valor entre dos tangentes paralelas) (Figura 11) y longitud
(“length”, máximo valor entre dos tangentes paralelas) aplicados a la totalidad de los granos de oro visi-
bles en la sección pulida.
Figura 11. Representación de la anchura de un grano de mineral (En este caso de oro rodeado por arsenopirita y cuarzo).
A partir de estos datos se generó una función de relación entre área-anchura (Figura 12).
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Número de granos
Figura 13. Frecuencia de granos de oro clasificados por rangos de tamaños. Veta Gruesa.
Figura 14. Frecuencia de granos de oro clasificados por rangos de tamaños. Veta Bruja.
Áreas y contenidos
El área de los granos individuales de oro analizados (ADI) es la observada estricta y directamente en
la superficie, lo que supone una profundidad de detección nula. Sobre la hipótesis de que % Área ≈ %
Volumen (Russ, 1990), se calculó la contribución teórica de cada granulométrica (anchura) al contenido en
oro referido a una tonelada de material del filón en estudio.
Esta contribución se expresa en fracciones granulométricas que se representan en los histogramas
(Figura 15 y Figura 16), referidos también al % de área representado por cada fracción granulométrica de
oro (eje a la izquierda).
Como valoración crítica del método (Castroviejo et al., 1999a y b), se comparan los valores de conte-
nidos totales de Au calculados por ADI a partir del Microscopio Óptico de reflexión (MOP), con los obteni-
dos por análisis químico AQ (Tabla 1). Las diferencias principales se deben al contenido de Ag en el oro
nativo, que no es detectable ópticamente, pero sí ha sido cualitativamente confirmado por MEB (oro nati-
vo/electrum).
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Figura 15. Contribución del contenido de oro referido a 1 t. de material. Veta Gruesa.
Figura 16. Contribución del contenido de oro referido a 1 t. de material. Veta Bruja.
Como el cálculo por análisis de imagen parte del supuesto de que la fase visible al microscopio como
oro nativo segmentada como tal, se compone al 100% de Au, el contenido de éste aparece sobrevalora-
do, incluso con respecto a la suma Au + Ag, debido a la mayor densidad del oro (19.32 g/cm3), frente a
la plata (10.5 g/cm3). Pero si se corrige esta diferencia de densidades, pueden obtenerse aproximaciones
razonables: así, en el caso de V. Bruja, resultaría para el contenido AQ un valor de: 318 + 180 x
(19.32:10.5) = 649 ppm, muy próximo al obtenido (en realidad, habría de descontarse de esta suma la
Ag presente en otras fases minerales).
Método de MOP AQ
Determinación Oro Nativo/electrum Au Ag Au + Ag
Veta Bruja 685 318 180 498
Veta Gruesa 230 44 151 195
Morfología
La coherencia de las medidas de parámetros morfológicos de los granos de Au ha sido evaluada por
medio de la comparación de los parámetros anchura, longitud y diámetro equivalente de un número repre-
sentativos de granos de oro de las dos vetas en conjunto. La buena correlación (por ejemplo: Figura 17)
prueba la validez del método.
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En todo proceso mineralúrgico es fundamental poder conocer los tamaños de grano del mineral a
separar, su distribución y asociaciones para poder determinar el tamaño de molienda más adecuado para
dicha mena. De este modo se garantiza un grado de liberación óptimo, ni demasiado bajo, lo que llevaría
a pérdidas del mineral en los estériles, ni demasiado alto, que implicaría a un costo mayor de molienda y
que probablemente también originaría ultrafinos que darían problemas de recuperación.
Tabla 2. Densidad media de los granos mixtos de cuarzo-oro según el tamaño del grano para partículas de oro de 0.161 mm.
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ANÁLISIS DIGITAL DE IMAGEN: APLICACIONES A MICROSCOPÍA DE MENAS METÁLICAS, MINERALURGIA Y MEDIO AMBIENTE
En la concentración gravimétrica y para el caso de las mesas de sacudidas hidráulicas, que son el arti-
ficio más utilizado para estas separaciones a los tamaños considerados, rige el criterio de Taggart (1945)
o “criterio de concentración” (Wills, 1988). Este criterio se basa en la relación
(dpesado–1) / (dligero–1 (6)
donde dpesado es la densidad del grano pesado a separar y dligero la de los granos de la ganga.
Esta relación debe ser superior a 1.25 para que la concentración sea posible a tamaños gruesos que
son los más favorables (aprox. 2 mm), teniendo en cuenta que para un caso ideal el cuarzo sería el mate-
rial ligero con 2.65 de densidad y entonces la densidad mínima del grano pesado debe ser 3.06.
Por tanto, en el caso más favorable de la Veta Bruja, los granos mayores deben ser como mucho de
0.5 mm según puede verse en la Tabla 2. Este tamaño de grano es ya un tamaño fino muy alejado de 2
mm y entonces el criterio Taggart debe valer al menos 1.75; la densidad mínima debe ser por tanto alre-
dedor de 3.88, lo que conduce a un tamaño de grano de 0.25 mm, que es al tamaño que se debe moler.
Es interesante ver como varía la densidad media del grano (para este tamaño de 0.25 mm) con el tama-
ño de una única inclusión de oro, ya que existe una gran dispersión en los tamaños y además en la Veta
Gruesa los tamaños de oro son mucho más finos. Los datos se exponen en la Tabla 3.
Tabla 3. Densidad media de los granos mixtos de cuarzo-oro según el tamaño de una única inclusión de oro,
para granos de 0.25 mm.
Según se aprecia en la Tabla 3, los únicos granos con ciertas posibilidades de ser concentrados son los
mayores de aproximadamente 100 µm para este tamaño de grano.
La concentración se favorece por dos hechos diferentes que concurren en estas menas: uno es que al
moler a 0.25 mm una parte importante del material queda en granos menores de este tamaño, tal y como
se aprecia en la Figura 18. En ella se representa la curva granulométrica de esta molienda para la Veta
Bruja, y se observa cómo la densidad media de los granos más pequeños aumenta para el mismo tamaño
de inclusión aurífera. Así, en la molienda real llevada a cabo para los ensayos hay sólo un 4% aproxima-
damente de mena por encima de 0.25 mm y, en cambio, un 48% del peso está en granos menores de
0.125 mm. Por otro lado, el oro a veces está englobado en materiales sulfurados densos de mayor tama-
ño que contribuyen a aumentar la densidad media del grano, aunque al separarse disminuirá la ley en oro
de dicho concentrado
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Figura 18. Curva granulométrica de la masa mineral molida a 0.25 mm de la Veta Bruja.
Por otra parte, en estas moliendas siempre se producen granos muy finos para los que el sistema de
la mesa Wilfley es poco efectivo. Así, en esta molienda hay un 18% de granos menores de 37 µm. A la
vista de este estudio se deduce que la molienda adecuada es de 0.25 mm y que la mena de la Veta Bruja,
que es la que tiene mayores tamaños de grano del oro, ofrecerá mejores leyes de concentrado y menores
pérdidas de oro, mientras que la Veta Gruesa dará menores leyes en oro y mayores pérdidas en los estéri-
les. Las pruebas se han llevado a cabo utilizando una mesa de sacudidas tipo Wilfley y siguiendo un dia-
grama de flujo sencillo para poner más claramente de manifiesto el comportamiento de la mena.
El diagrama de flujo se muestra en la Figura 19 y consiste en una operación de desbaste para obtener
un primer concentrado basto y unos estériles definitivos y un posterior relavado o retratamiento del con-
centrado obtenido para obtener un concentrado final, que denominaremos primer concentrado, y unos
mixtos que denominaremos segundo concentrado, ya que por su ley en oro se pueden considerar como
concentrados para operaciones posteriores, como por ejemplo de amalgamación. Los resultados se mues-
tran en la tabla 4 para le Veta Bruja y en la tabla 5 para la Veta Gruesa.
En la Tabla 5 se observa que en la Veta Bruja es posible obtener en el primer concentrado una ley en oro
del 8.9% con una recuperación del 23.22%, que es aproximadamente la proporción de oro que en esta
mena se encuentra en tamaños de alrededor de 0.161 mm, como se puede ver en la Figura 9. Esto prueba su
buena liberación y concentración a esta molienda inferior a 0.25 mm, así como que su presencia en un grano
de ganga le hace destacar claramente en cuanto a densidad, como se evidencia en la Tabla 3.
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ANÁLISIS DIGITAL DE IMAGEN: APLICACIONES A MICROSCOPÍA DE MENAS METÁLICAS, MINERALURGIA Y MEDIO AMBIENTE
Las pérdidas en el estéril son solo del 4.8% del oro total contenido eliminándose el 71.7% en peso
de la mena. Esto representa una ley en oro de 17.96 g/t, indicando que quedan granos mixtos de oro en
el estéril con pequeña proporción de oro relativa dentro de dichos granos, de forma que su densidad no
es suficiente para separarlos del estéril. Esta proporción del 4.8 % concuerda con la proporción de oro que
está en tamaños menores de unos 30 µm y que, por lo tanto, no tienen influencia en la densidad prome-
dio de la mayoría de los granos de ganga. El resto del oro que se encuentra en tamaños de grano inter-
medio influye lo suficiente en la densidad del grano portador como para no ir al estéril, pero no lo sufi-
ciente para destacarse claramente y quedan englobados en los mixtos, que hemos denominado segundo
concentrado y donde va a parar el 71.98% del oro contenido y con una ley promedio de 683 g/t.
Tabla 4. Concentración en mesa Wilfley de mena de la veta Bruja, molida a 0.25 mm.
En el caso de la Veta Gruesa, debido al menor tamaño de sus partículas de oro, es de esperar que la
influencia de éstas sobre la densidad media de los granos de ganga sea menor y su resultado en la con-
centración también sea peor. Así sucede efectivamente y en el primer concentrado la recuperación del oro
es del 20.75%, pero su ley es solo del 2.26% en comparación con el 8.9% de la Veta Bruja. Y esto a pesar
de su menor contenido en sulfuros, que en el caso de la Veta Bruja se separan en el concentrado por su
densidad cuando están liberados y tienden a diluir el oro. Ello es debido, fundamentalmente, a la falta de
partículas de oro superiores a 91µm (Figura 15).
Tabla 5. Concentración en mesa Wilfley de mena de la veta Gruesa, molida a 0.25mm.
Donde más se nota la influencia de los menores tamaños de las partículas de oro es en el estéril defi-
nitivo donde va a parar el 16.39% del oro con una ley de 8.57 g/t. Este porcentaje de pérdidas coincide
bastante bien con la cantidad de oro presente en tamaños de partícula menores a unas 30 µm, como se
puede deducir de la Figura 15. Como consecuencia de todo ello, el segundo concentrado de esta mena
también tiene una ley en oro inferior (164 g/t) y una menor recuperación (62.86% de oro).
La observación microscópica del concentrado de la Veta Bruja muestra que hay abundancia de granos
de oro o mixtos de oro con sulfuros, siendo los minerales preponderantes los sulfuros y solo una pequeña
proporción de granos de cuarzo. La presencia masiva de los sulfuros es lo que hace descender la ley en
oro al 8.9%. En el concentrado de la Veta Gruesa se ve una menor abundancia de granos con oro, de los
cuales se ve mayor número de mixtos con sulfuros y algo más de cuarzo libre.
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El área de estudio y la mina propiamente dicha están localizadas en el Departamento del Chocó,
Noroccidente del país (Figura 20), a unos 4 km al norte del municipio del Carmen de Atrato. Según Ortiz
(2002) el yacimiento en explotación en la mina El Roble es un depósito de sulfuros masivos de alto tenor
de cobre y oro que se encuentra en la interfase rocas volcánicas y sedimentarias marinas cretácicas de la
Cordillera Occidental de Colombia. La mina El Roble produce concentrados de Cu-Au de alta ley median-
te una pequeña explotación minera subterránea de 300 toneladas/día. Las reservas de mineral, combina-
das entre probadas y probables, definidas en varios programas de exploración realizados por la Kennecott
of Colombia, Nittetsu y Miner S.A. alcanzan 1.200.000 toneladas de mineral con contenidos promedios de
4.9% de Cu y 3.7 g/t de Au.
El depósito de El Roble se encuentra dentro de rocas cretácicas del denominado Grupo Cañasgordas.
La mineralización tiene lugar dentro de un cuerpo mayor, denominado cuerpo principal, y varios menores
desmembrados, encajonada en cherts negros carbonosos en contacto con basaltos toleíticos subyacentes;
todo el conjunto antes indicado está afectado por una amplia zona de cizalla que produce en las rocas
volcánicas una marcada esquistosidad e intensa cloritización y en la unidad silícea pliegues isoclinales
métricos. Diques félsicos cenozoicos intruyen el conjunto produciendo en los sulfuros masivos metamor-
fismo de contacto. Unos 4 km al sur de El Roble, se encuentra la mineralización de Santa Anita, una típi-
ca zona de enrejado, dentro de la unidad volcánica, donde son abundantes venas rellenas de cuarzo, cal-
cita y sulfuros.
El yacimiento de El Roble es interpretado como originado en una cuenca marina de características euxí-
nicas, en la cual los sulfuros y las soluciones mineralizantes hidrotermales estuvieron asociadas a vulca-
nismo submarino. El depósito puede considerarse de origen volcánico exhalativo mostrando características
geológicas, geoquímicas y mineralógicas que se pueden asimilar a la de los depósitos ofiolíticos del “tipo
Chipre”.
La caracterización mineralógica mediante ADI de las menas cupríferas-auríferas, ha sido planteada
como apoyo a los procesos de beneficio de cobre en esta mina (explotación a cielo abierto). La investiga-
ción metalogenética de esta zona ha sido llevada a cabo por Ortiz (2002) y ha servido como fuente en la
descripción geológica y mineralógica del área de estudio.
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ANÁLISIS DIGITAL DE IMAGEN: APLICACIONES A MICROSCOPÍA DE MENAS METÁLICAS, MINERALURGIA Y MEDIO AMBIENTE
El rasgo composicional más importante es que la mena es un agregado compacto de pirita y calcopi-
rita como los sulfuros más dominantes. Se presentan menores cantidades de pirrotina, especialmente hacia
los niveles inferiores del cuerpo principal, y algo de esfalerita. Esta última es visible con más facilidad bajo
el microscopio.
Muy rara es la aparición de marcasita en el cuerpo masivo. Oro libre se encuentra en partículas muy
finas asociado a los sulfuros. Gran parte de los minerales de la ganga son silicatados (cuarzo, chert) y la
calcita y dolomita están presentes en contenidos muy bajos, siendo mucho menos abundantes hematita y
magnetita, aunque eventualmente lo sean. En una muestra se ha detectado la presencia esporádica de lin-
neita como inclusiones en calcopirita.
La metodología seguida en este trabajo (puesta a punto del equipo, digitalización / captura de ima-
gen, tratamiento, segmentación y proceso matemático) es la descrita anteriormente (apartado 3). El estu-
dio se ha enfocado a estudiar las fases minerales presentes en las probetas de este yacimiento a nuestra
disposición. Los minerales son: Pirita, Calcopirita, Pirrotina, Esfalerita, Carbonatos, Magnetita y Oro.
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Parámetros determinados
El trabajo debe abordar la cuantificación de la abundancia (área total) de las fases minerales en las
probetas con una granulometría superior a la que pueden ser identificada trabajando con imágenes adqui-
ridas con objetivo 20 X ( >200 µm). Este es el caso de las seis probetas a nuestra disposición. Los pro-
blemas de representatividad de las medidas a escala de muestra (probeta pulida) se pueden descartar,
puesto que se ha estudiado siempre la superficie entera de cada sección. Para esta cuantificación no se
han generado mosaicos con las imágenes adquiridas y cada imagen ha sido caracterizada de forma indi-
vidual.
En las probetas con granulometría menor a 200 µm (MER 3), se aplicará un estudio granulométrico
mediante la medición de los siguientes parámetros: número de granos, área individual de los granos,
anchura “breadth”, longitud “length” de la totalidad de granos de calcopirita y pirita visible en las imá-
genes estudiadas. Además, se determinará el grado de asociación mineral de los granos de calcopirita. Para
este caso, se presentarán los porcentajes de granos de calcopirita en pirita (calcopirita incluida en pirita),
calcopirita con pirita (pirita y calcopirita en contacto) y pirita en estado libre (en ganga u otros sulfuros).
En este estudio, las imágenes digitales se obtendrán a través de una malla de muestreo con un objetivo
20 X.
En las probetas con una granulometría con dos tipos de poblaciones (>200 µm y <200 µm), se realizará
un estudio granulométrico a partir de un mosaico de 48 obtenidas con objetivo 20 X. En general, los
resultados que se obtengan se considerarán únicamente orientativos a la escala en la que se ha trabajado.
El área de cada una de las fases minerales presentes (análisis modal) en las probetas estudiadas (MER
1, MER 3, MER 18 A, MER 22, MER 23 y El Roble) se ha calculado tomando en cuenta la ganga. Los resul-
tados se presentan en los siguientes gráficos (Figura 22 a 27).
Figura 22. Composición mineralógica del todo uno por ADI Figura 23. Composición mineralógica del todo uno por ADI
(Probeta MER 1). (Probeta MER 3).
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ANÁLISIS DIGITAL DE IMAGEN: APLICACIONES A MICROSCOPÍA DE MENAS METÁLICAS, MINERALURGIA Y MEDIO AMBIENTE
Figura 24. Composición mineralógica del todo uno por ADI Figura 25. Composición mineralógica del todo uno por ADI
(Probeta MER 18A). (Probeta MER 22).
Figura 26. Composición mineralógica del todo uno por ADI Figura 27. Composición mineralógica del todo uno por ADI
(Probeta MER 23). (Probeta El Roble).
La pirita es uno de los sulfuros más abundantes en la mena. El examen sistemático de numerosas
muestras analizadas con microscopio de luz reflejada revela la existencia de granos individuales de pirita
esférica y subesférica con tamaños 0.4 a 0.1 mm.
La calcopirita es el otro mineral más abundante en el yacimiento (39% de promedio en las seis pro-
betas estudiadas). El mineral encontrado mayoritariamente es una calcopirita isométrica con un tamaño
de cristales entre 0.5 a 0.1 mm.
Debido al tamaño de grano de la pirita y calcopirita en las seis probetas estudiadas, solo ha sido apli-
cado el ADI para medir la abundancia de estas fases (análisis modal).
La esfalerita y la pirrotina son otros sulfuros presentes en las probetas estudiadas. En el caso de la
esfalerita (solo presente en tres probetas estudiadas), ésta se presenta en cantidades no significativas
(como accesorio: < 5%). El mineral aparece en granos muy finos, de tan sólo 0.05 milímetros de diáme-
tro, como agregados alotriomórficos y en texturas concéntricas intercreciendo con pirita y calcopirita. La
pirrotina aparece en relaciones texturales interesantes, reemplazando e intercreciendo principalmente a la
pirita. Su abundancia media es de aproximadamente 6.5% en las seis probetas estudiadas.
La aplicación del ADI en la identificación de los minerales presentes en la seis probetas estudiadas, ha
dejado aproximadamente 2.8% del área de las imágenes caracterizadas sin segmentar debido a la fiabi-
lidad propia de los rangos de segmentación utilizados (aprox. 95%).
Finalmente, es importante mencionar que en el cálculo de áreas de las fases minerales presentes en
las imágenes digitales de las probetas estudiadas, la utilización de un objetivo 20 X impide que granos
menores a 2 µm sean considerados en el análisis (ver resolución óptica).
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La cuantificación del número de granos, el diámetro de malla y el área individual de los granos de piri-
ta y calcopirita presentes en la probeta MER 3 se presentan a través de gráficos de distribución de núme-
ro y área de los granos por rangos de tamaño (Figura 28 y 29).
Figura 28. Número y área de granos de pirita según rangos de tamaño (Probeta MER 3).
Figura 29. Número y área de granos de calcopirita según rangos de tamaño (Probeta MER 3).
De la observación de los gráficos anteriores se concluye que existe una gran concentración de granos
de pirita y calcopirita en las clases que representan los menores tamaños de grano (diámetro de malla en
micras).
En el caso de las áreas de los granos de pirita y calcopirita, según los rangos de tamaño utilizados
como clases, se observa que el aporte en área de los finos (< 40 µm) en el caso de la calcopirita llega al
18% del área total de esta fase y en el caso de la pirita al 28%.
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ANÁLISIS DIGITAL DE IMAGEN: APLICACIONES A MICROSCOPÍA DE MENAS METÁLICAS, MINERALURGIA Y MEDIO AMBIENTE
Además, para determinar el tamaño óptimo de la molienda a aplicar durante el proceso de concen-
tración y recuperación, es importante conocer la asociación mineralógica de los granos de calcopirita
(mena) y pirita (condicionante en la recuperación). Los resultados obtenidos (Figura 30) representan la
relación del número de granos (% granos) de calcopirita con la pirita y resto de fases presentes.
Otro tipos de análisis con posibilidad de realizarse es la cuantificación por ADI del número de granos
y área individual de los granos de calcopirita incluidos en pirita, únicamente. Para estas aplicaciones se ha
seleccionado la probeta “El Roble”, que presenta unos tamaños de grano entre ≈ 240 micras y ≈ 5 micras
(determinados por observación al microscopio). Los resultados obtenidos tras aplicar las medidas sobre un
mosaico de imágenes de 48 imágenes aparecen reflejados en las Figura 31 y 32.
Figura 31. Número de granos de calcopirita (incluida en pirita) según rangos de tamaño (Probeta El Roble).
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Figura 32. Área de granos de calcopirita (incluida en pirita) según rangos de tamaño. (Probeta El Roble).
El resultado obtenido nos presenta que el área de los granos de calcopirita incluidos en pirita, con
tamaño menor a 20 micras, supone un 2.6% del área total de este mineral, en esta situación.
La presente aplicación tiene como fin caracterizar de forma individual los granos de platino presentes
en dos probetas pulidas (probeta Pt–2: Platino y probeta Os–1: Platino-Osmio, ambas de Nizhne-Taguilsk,
provincia de Perm, Urales, Rusia). En particular, se abordará el cálculo de las medidas granulométricas y
morfométricas de la totalidad de partículas de Platino y Osmio presentes en las muestras de estudio. En el
caso de la probeta Os–1 no se diferenciará mediante ADI entre el Osmio y el Platino presentes por la simi-
litud de sus parámetros de reflectancia (NG). Aunque utilizando luz polarizada es posible distinguirlas por
su anisotropismo empleando técnicas microscópicas tradicionales.
La adquisición de las imágenes minerales se ha realizado mediante un muestreo completo de las zonas
donde aparece la mineralización de interés. Para esto se ha utilizado el objetivo de 10 X del microscopio.
A continuación se presenta la mineralización estudiada (Figura 33).
Realizada la segmentación de los granos de Platino, han sido seleccionados los siguientes parámetros
para su cuantificación (Figura 33): Área, Perímetro, Feret mínimo y Feret máximo. Con estos datos se ela-
borarán las siguientes curvas granulométricas:
– Número de partículas por clase de tamaño (Feret mínimo)
– Área de partículas por clase de tamaño (Feret mínimo)
Además, se calcularán los siguientes parámetros morfológicos:
– Redondez = (Perímetro)2 / 4 x Pi x Área
– Aplastamiento = Feret mínimo / Feret máximo
Los resultados obtenidos para cada uno de los granos de platino estudiados por ADI se presentan en
las Tabla 6 y 7.
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De las curvas de distribución acumulada (frecuencia relativa representada en escala logarítmica) del
número de granos y áreas por rangos de tamaño (Figura 34 y 35), se observa una amplia concentración
de granos de Platino en rangos de tamaño menores de 100 µm.
En el caso de la probeta Pt–2, la contribución en área de los granos correspondientes a la clase (0 –
100 µm) es 8% del área total. En la probeta Os–1, el área de los granos correspondientes a la clase (0 –
100 µm) es de 1.75%.
Con los datos presentados como tablas (Tabla 6 y 7) y curvas de distribución (Figura 34 y 35), el mine-
ralurgista está en disposición de elegir el tamaño óptimo de la molienda a partir de un estudio económi-
co en el que se valore el coste de disminuir el tamaño de la molienda para recuperar el mineral más fino
y el beneficio que le supondría esto.
En el caso de la probeta Pt – 1 estudiada, si se optara por utilizar como valor de corte 100 µm, la pérdi-
da sería de un 8% de mineral mientras que, en el segundo caso, la pérdida alcanzaría un 1.7% del mineral.
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Figura 34. Distribución del número de granos y su área según rangos de tamaños. Pt-2.
En lo que se refiere a los parámetros morfológicos, para los granos de platino de las dos probetas estu-
diadas, el parámetro de redondez presenta unos valores que indican el carácter irregular de los granos de
platino (valores superiores a 1, que representa el valor de máxima redondez). Esta misma característica de
los granos se ve reflejada también en los valores de aplastamiento definidos para cada grano.
Figura 35. Distribución del número de granos y su área según rangos de tamaños. Os-1.
Aunque no es el objetivo de este trabajo, cabe señalar que es posible calcular otros parámetros de
forma y angulosidad (integrados dentro de la morfología matemática) de los granos a partir de la identi-
ficación de las fases minerales mediante ADI. En todo caso, para poder alcanzar un conocimiento más
amplio de la morfología de los granos, se podría recurrir a los principios de morfología matemática.
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La presente aplicación tiene como objetivo intentar explicar la diferencia existente entre el contenido
de Fe teórico presente en una marmatita (variedad de blenda con Fe, entre 10 % y 26 %) y el contenido
real determinado en muestras de este mineral procedentes del “locus typicus”, a fin de responder a la pre-
gunta de si el mineral estaba correctamente definido en origen (9 % de Fe, determinado por microsonda
electrónica). Para este estudio se han empleado dos probetas pulidas (Marmato 19 y Marmato 7) de la
Mina de Marmato, Colombia. Un ejemplo de la apariencia de la marmatita estudiada y sus inclusiones
(pirrotina, calcopirita, galena) se presenta a continuación (Figura 36).
Figura 36. Imágenes de los minerales obtenidas de las probetas Marmato 19 y Marmato 7.
Como hipótesis para explicar estas diferencias se plantea que puedan deberse a la contribución del Fe
que hacen la pirrotina y calcopirita incluidas en la marmatita, teniendo en cuenta el hecho de que los
medios de análisis primitivos (Boussingault, 1829 in: Hey, 1975) no permitían discriminar entre el mineral
709
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y sus inclusiones. Con el fin de comprobar la validez de esta hipótesis, se ha planteado la valoración cuan-
titativa del aporte de Fe de la pirrotina y calcopirita presentes como inclusiones en la marmatita. Para ello,
se realiza un análisis modal de la esfalerita, abarcando las escenas donde aparece la marmatita con inclu-
siones de minerales con contenido de Fe u otros (no ferríferos).
La caracterización mediante ADI se abordará de forma individual para cada una de las dos probetas
de la mina de Marmato. La adquisición de las imágenes se realiza con un objetivo de 20 X que permite
apreciar con claridad las pequeñas inclusiones de pirrotina y calcopirita presentes en la marmatita.
Adquiridas las imágenes, el parámetro a cuantificar será el área total de las fases presentes en la esce-
na estudiadas (marmatita, calcopirita, pirrotina y otros minerales sin Fe). En total se han evaluado 30 imá-
genes para cada probeta. La secuencia del análisis modal es la siguiente:
– Calcular las áreas (%) de las fases minerales en las imágenes adquiridas (utilizar ADI).
– Determinar el % de área de las fases minerales con Fe (100 % de minerales con Fe), incluida la esfa-
lerita.
– Obtener el % de volumen de las fases minerales con Fe (utilizar % A = % V, Russ, 1990).
– Calcular el aporte en masa de los minerales (utilizar densidades medias: 4.1 para esfalerita, 4.65
para la pirrotina, 4.3 para la calcopirita).
– Determinar el % masa de las fases minerales con Fe.
– Calcular la contribución de Fe de cada fase mineral, utilizando el aporte en Fe (%) de un mol de
mineral: 9 % para esfalerita, 63.57 % para pirrotina y 22.57 % para calcopirita.
– Determinar el % de contribución de Fe de la pirrotina y calcopirita (contribución de Fe de la mar-
matita = 9 %).
– Calcular la contribución total en Fe (%) de todos los minerales con Fe.
Los resultados obtenidos de forma individual para las probetas estudiadas se presentan en la Tabla 8.
Los resultados obtenidos del estudio modal de las dos probetas presentan resultados semejantes. En
el caso de la pirrotina, la contribución de Fe oscila entre 1.21% y 1.36%; en cambio, la contribución de Fe
de la calcopirita es menor, oscilando entre 0.11% y 0.18%.
Estos valores en conjunto, permiten obtener un valor de incremento del Fe de aproximadamente de
1.4% en adición al obtenido medido mediante la microsonda. Esto supondría un acumulado total de Fe
de la marmatita y sus inclusiones de calcopirita y pirrotina equivalente aproximadamente a 10.4 %.
El valor de abundancia de Fe (10.4 %) encontrado, aunque se ajusta mejor al intervalo teórico asig-
nado a la marmatita, tiene un riesgo de error amplio debido a que los valores de área de fases escasas
(inclusiones de pirrotina y calcopirita) poseen un error grande de precisión. Este error no es imputable al
método de ADI (cuando la segmentación es correcta, como es el caso), sino a la representatividad esta-
dística de la muestra de mano o probeta con respecto a los bajos contenidos (criterio análogo al efecto
pepita del oro). Aún así, esta aplicación demuestra que la técnica de ADI puede ser utilizada para resolver
cuestiones y problemas de investigación y no solamente aspectos técnicos.
710
22-Capitulo 14/2/07 10:42 Página 711
ANÁLISIS DIGITAL DE IMAGEN: APLICACIONES A MICROSCOPÍA DE MENAS METÁLICAS, MINERALURGIA Y MEDIO AMBIENTE
5. CONCLUSIONES
Los resultados encontrados en las aplicaciones planteadas deben ser analizados y valorados en el con-
texto mineralógico en el que se ha trabajado. En general, los resultados obtenidos (análisis modal y pon-
deral de fases minerales) representan las composiciones y características mineralógicas reales de las menas
a escala local (es decir, en las probetas estudiadas). Los casos en los cuales los valores medidos difieren
de la realidad se explican por causas físicas como pulido defectuoso o la selección inadecuada de un obje-
tivo de trabajo en relación con el tamaño de grano de los minerales.
Una ventaja adicional de la metodología (ADI) ensayada es que la digitalización de los datos permite
una gran versatilidad para ofrecer resultados cuantitativos a cualquiera de las demandas posibles de infor-
mación por parte del mineralurgista o del técnico de ingeniería ambiental (área, perímetro, tamaños de
grano, superficies específicas, etc.). Máxime una vez que se ha demostrado la posibilidad de deducción
mediante funciones matemáticas verificadas experimentalmente. No obstante, sigue siendo necesario el
examen previo (cualitativo) por parte de un experto microscopista para sentar los criterios de aplicación
del método.
711
22-Capitulo 14/2/07 10:42 Página 712
AGRADECIMIENTOS
Quiere dejarse constancia de agradecimiento a todas las personas e instituciones que de una u otra
forma han colaborado para que este trabajo haya sido realizado, en especial al Dr. Ricardo Castroviejo
Bolívar, Catedrático de Petrología de la Universidad Politécnica de Madrid por su asesoramiento en cada
una de las etapas del trabajo.
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