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Coherencia

Es el valor que nos hace ser personas de una pieza, actuando


siempre de acuerdo a nuestros principios.
Coherencia es la correcta conducta que debemos mantener en todo momento,
basada en los principios familiares, sociales y religiosos aprendidos a lo largo de
nuestra vida.

Con este valor somos capaces de cumplir con mayor eficacia nuestras
obligaciones, pues hace falta ser honesto y responsable; en nuestras relaciones
personales es indispensable para ser sinceros, confiables y ejercer un liderazgo
positivo; para nuestra persona, es un medio que fortalecer el carácter y
desarrolla la prudencia, con un comportamiento verdaderamente auténtico.

En primera instancia, el problema de vivir este valor es que somos muy


susceptibles a la influencia de las personas y lugares a los que asistimos; por
temor callamos, evitamos contradecir la opinión equivocada, o definitivamente
hacemos lo posible por comportarnos según el ambiente para no quedar mal ante
nadie. No es posible formar nuestro criterio y carácter, si somos incapaces de
defender los principios que rigen nuestra vida. Lo mejor es mantenerse firme,
aún a costa del cargo, opinión o amistad que aparentemente está en juego.

Una madre con varios hijos a los que adora y estando felizmente casada, se
encontraba en la reunión de los miércoles con sus amigas, cada sorbo de café se
acompañaba de comentarios a favor de la familia pequeña (matrimonio, con un
hijo o sin él). Nunca en su vida se había visto tan incómoda, sin palabras ni
objeciones, avergonzada... ¿Por qué callar? ¿Por qué no defender sus
convicciones y lo que representa la razón de su vida? No se trata aquí de discutir
sobre el motivo del diálogo, sino de la actitud, de la pasividad con que
enfrentamos los temas álgidos, los importantes y los superfluos. ¿De cuántas
cosas nos avergonzamos sabiendo que son correctas?

Lo mismo sucede con los compañeros de la universidad y sus “aventuras” a veces


riesgosas; al disimular ante los negocios poco transparentes que se dan en una
empresa; ante la infidelidad de nuestras amistades hacia su pareja... Debemos
ser valientes para superar el temor a ser señalados como extraños, anticuados o
retrógradas, porque un carácter débil inspira poco respeto y jamás lograremos
demostrar la importancia de vivir de acuerdo a unos principios y valores.

Podemos suponer que actuando en base a nuestras propias convicciones basta


para ser coherentes, pero existe el riesgo de adoptar una actitud traducida en un
“soy como soy y así pienso”. Efectivamente, la coherencia exige esa firmeza y
postura, pero se necesita un criterio bien formado para no caer en la obstinación.

Todo indica que en algunos momentos exigimos coherencia en los demás: recibir
un justo salario, colaboración por parte de los compañeros de trabajo, que nos
procuren atenciones en casa, la lealtad y ayuda de los amigos. Pero esto debe
llevarnos a reflexionar si trabajamos con intensidad y en equipo, si
correspondemos con creces a los cuidados que recibimos en casa, si somos leales
y verdaderos amigos de nuestros amigos.

Siempre debemos estar conscientes que la coherencia hasta cierto punto es


flexible. Por una parte es aprender a callar y ceder en las cosas sin importancia;
pero en circunstancias en las que el prestigio y la seguridad de las personas, la
unidad familiar o la estabilidad social están en juego, se tiene la obligación de
enfrentar la situación para evitar un daño a los derechos de los demás. Este es el
motivo por el cual, el ejercicio de la prudencia es determinante, para saber actuar
acertadamente en cualquier circunstancia.

¿Qué se necesita para ser coherentes, voluntad o conocimiento de los valores? En


estricto sentido, ambos. Voluntad para superar nuestro temor a ser “diferentes”
con el implícito deseo de ser mejores y ayudar a los demás a formar los valores
en su vida. Con el conocimiento, hacemos más firmes nuestros principios,
descubriendo su verdadero sentido y finalidad, lo que necesariamente nos lleva a
ejercitarnos en los valores y vivirlos de manera natural.

Para la práctica y vivencia de este valor puedes considerar:

- Examina si tus actitudes y palabras no cambian radicalmente según el lugar y


las personas con quien estés. Que en todo lugar se tenga la misma imagen y
opinión de ti.

- Piensa en la coherencia que exiges de los demás y si tu actúas y correspondes,


al menos, en la misma proporción

- Se prudente para elegir amistades, lugares y eventos. Así no tendrás que


esconderte, mentir y comportarte en forma contraria a tus principios.

- Evita hacer trampa o cumplir con tus obligaciones a medias. Aunque sea lo más
fácil y nadie se percate de ello por el momento.

- Procura no ser necio. Considera que algunas veces puedes estar equivocado,
escucha, reflexiona, infórmate y corrige si es necesario.

- Evita discusiones y enfrentamientos por cosas sin importancia. Si hay algo que
defender o aclarar, no pierdas la cordura. Serenidad, cortesía y comprensión

La experiencia demuestra que vivimos con mayor tranquilidad y nuestras


decisiones son más firmes, al comportarnos de manera única; que a la larga,
todos aquellos que alguna vez se burlaron de nuestros principios, terminan por
reconocer y apreciar la integridad de nuestra persona. Por este motivo, la unidad
de vida aumenta nuestro prestigio personal, profesional y moral, lo cual garantiza
incondicionalmente la estima, el respeto y la confianza de los demás.

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