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Confesiones crudas
de una treintañera
VICTORIA VERA

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Confesiones crudas
de una treintañera
VICTORIA VERA
Ilustraciones de Florencia Parada

Prólogo de María Esther Burgueño

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Confesiones crudas
de una treintañera
Victoria Vera
Primera edición en Irrupciones: Marzo 2018
 

© Victoria Vera, 2018


© de las ilustraciones, Florencia Parada, 2018
© Irrupciones Grupo Editor, 2018

Montevideo – Uruguay
irrupciones@irrupciones.com

ISBN 978-9974-722-23-1

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Prólogo

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Y en mi cabeza resuena
todo ese conocimiento
ajeno sobre cómo
deberían ser las cosas.

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¡Qué bien!
¡Sos una mujer realizada!
¡Estás estupenda!
¡Mirate!
¡Te felicito!

(Y por adentro te partió un rayo)

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Pongo la cabeza en la
almohada, y mientras me
abrazás porque hace frío,
mi cabeza piensa en otro.

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No,
ya sé que hoy
hizo un frío
bárbaro...
Perdoname,
pero para esto,
hubiera
seguido
durmiendo.
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El problema es nuestra
incapacidad de lidiar con
el aburrimiento.

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Quiero estar sola otra vez.
Un comienzo.
Una experiencia reveladora.
Comprar un árbol de navidad nuevo

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Tengo una nueva
enfermedad.

Se llama zapatos y
carteras.

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Algo va a pasar.
Tengo miedo.
Dejame sola.
Te llamo.
No, mejor vuelvo a la cama.

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Hay algo que no está bien.
Aparentemente todo está
en su lugar. Las cosas
que quería de una forma
u otra, con más o menos
dignidad, las tengo, las
vivo y las respiro y sudo
todos los días...
Pero hay algo que
no me está
cerrando de este paquete.

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El amor no puede ser un barrio privado que construimos para
refugiarnos de nosotros mismos.

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Luto sin muerto.
Mis dudas entran y salen del cajón como conejos saltando de
la galera en un truco de magia.

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Me confundí. Me creí que el
amor es otra cosa, y en realidad
es tedio, es sexo sin ganas, es
comprarte un perro, es gastar
15 palos verdes en una boda,
es vomitar en la despedida de
solteras, es romper bolsa, es
tener un hijo y desear juntos
con toda la fuerza que él sí lo
pueda lograr, qué el sí pueda
escapar de estos mandatos
que nos atraparon, que pueda
ser un triunfador de su propia
autonomía mientras esperas
regalos preciosos y costosos el
día de su puto baby shower.

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Clasificados:

“Dueña de mí misma. Sal-


go a encontrarme y abra-
zarme. Una soltera sobre-
valorada viene a quebrar
el mercado de los solos y
solas. Al fondo que hay lu-
gar solteras, me presento
ante el mercado y golpeo la
puerta, vengo a ofrecer mi
producto”.

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Que
te acaricien
como
una
gatita bebé.

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En algún punto te
transformaste en mi zona
de confort.

Quiero lo mejor para vos.

Y yo no estoy en esos
planes.

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Y nos vamos a cruzar, y cada vez que me cruce contigo,
haga lo que haga, se me va a paralizar el corazón.

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Último momento: Al final
parecería ser que es la sole-
dad, el miedo a la soledad,
el mayor motor del mundo.

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Es una sensación muy con-
creta de vacío, levantarse
sola al otro día, a limpiar y
ordenar la casa de los restos
de la fiesta de la noche an-
terior. Es simplemente eso...
vacío. No es angustia, no es
depresión, no es mal humor,
no es la resaca. Despeinada
y en bombacha. Con la cara
y los ojos hinchados... re-
colectando vasos descarta-
bles fucsias en una bolsa de
Tienda Inglesa un domingo
a las 10 de la mañana.

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A lo lejos, por el balcón, se escucha una
niña llorar. No puedo distinguir la edad
de la niña, tal vez pueda ser yo misma.

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Tenés sexo y uno ya no tiene la sen-
sación de un día perdido, de un ór-
gano genital desperdiciado, ni esa
sensación rara cuando al final se fal-
ta al gimnasio.

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Me preocupa, esa sensación del cuerpo como cupone-
ra de videoclub, que cuando la devuelva la quiero con
todos los cuadraditos tachados con crucecitas.

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No es lo mismo sin el riesgo de enamorarse.

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¡ME ENCANTAN LOS DOMINGOS!

Los domingos son un palo en el culo, de ver-


dad, pero ya pasé la barrera del dolor, no me
angustio más. Este domingo se me está hacien-
do un poco lento de más, ya probé todos los
trucos... Limpié la cocina y el baño, doblé toda
la ropa, ya prendí la radio pero solo pasaban
temas de Tina Turner, ya dormí la siesta, ya
avancé unos capítulos de Rayuela, ya baile
frente al espejo, ya me pasé la maquinita apro-
vechando el solcito en el patio, ya hablé por
teléfono con mamá... Me estoy quedando sin
trucos. ¿Alguna sugerencia?

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Tal vez todo radique en que está nublado, y hoy consumí muchas
harinas...

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Al rato que te fuiste, entendí que no lloraba por vos,
sino porque tengo muchas ganas de enamorarme.
Por ahora y sin perjuicio,
son cosas muy distintas.

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A ver si finalmente me puedo explicar en algo en
esta vida: Prefería perderme el bondi todos los días,
es más, verlo pasar mientras llego tarde al trabajo.
Preferiría que me saliera un herpes, que me venga
pie de atleta, quedarme sin wifi en la mitad de un
capítulo de Game of Thrones, lo que sea, pero por
favor, no me hagas ir a otro babyshower ¡por fa-
vor! Creo que voy a enloquecer, no sé que cara po-
ner, ya no es creíble mi cara de interés… “Ahhh...
claro! 32 semanas!”... “Epidural sí epidural no”,
Si ya tenés el bolso hecho para el hospital, que los
ejercicios de respiración para controlar el dolor de
las contracciones, que el padre esto, que el padre lo
otro, que la practicuna, la sillita del auto y el baby-
gym la reputa que lo parió, no me interesa, no me
obligues a organizar mi vida en semanas porque
no las puedo contar, no tengo planificado tener hi-
jos de acá a un par de años y aunque ya no soy
una adolescente no me preocupa el tema, no me
interesa, tengo otras preocupaciones, otros intere-
ses y me embola ir a fingir un interés fingido por
la materindad que no tengo. Así que no me hagas
ir a una reunión boluda de esas a colgarme chupe-
tes de colores, jugar juegos pedorros aburridos, en
una fiesta donde ni siquiera hay alcohol, y donde
todas las mamás hablan y se divierten mientras yo
me aburro y estaría durmiendo la siesta recuperán-
dome del boliche de la noche anterior.

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Quedarse el viernes hasta re tarde en la oficina porque
me da miedo volver a mi casa porque estoy sola y na-
die me espera y prefiero quedarme trabajando hasta
tarde para no verme a las 20 horas con un café con
leche y un celular muerto.

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Soy la astronauta a la que se le cortó el cable que la
unía a la nave espacial.

Soy la estatua de una religión arcaica abandonada, a


la que poco a poco comienza a cubrir el musgo.

Soy ese momento que tanto temía donde no puedo ha-


blar con nadie porque todos están ocupados en otras
cosas.

Soy el orgullo del capitán que con su uniforme mal


abrochado espera solitario en la cabina a que se hunda
el barco, con un brandy en la mano.

Soy el momento de inflexión en la película, donde el


personaje principal bajo la lluvia torrencial grita algo
inentendible.

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Toda mi vida pasa por relacionarme a través de redes sociales.

Doy pena.

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Vos por no
estar a la altura
de mis
expectativas me
complicaste la
vida cuando
todo parecía
estar tan bien
organizado.
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Esto NO es un libro de autoayuda.

Todos al menos cinco minutos al día deberíamos dedi-


carnos a contemplar nuestro cuerpo desnudo porque
podemos y por eso somos hermosos.

Esto NO es un libro de autoayuda (II)

La felicidad es presentir que a uno no le molestaría


quedarse en un determinado lugar para siempre.
La felicidad es saber que la felicidad no existe e igual
poder sentirte feliz al respecto.
La felicidad es aprender a bancarse el silencio.

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DESPEDIDA DE SOLTERAS

15 extrañas con cartelitos que las identi-


fican al estilo “Petera”, hablan de su vida
sexual sin ni siquiera poder decodificar
las propias estupideces que dicen. Odio
en general, la vulgaridad que representa
este tipo de acontecimientos donde las
mujeres malgastan su tiempo y energía en
festejar lo peor que adoptan del género
masculino.

Odio en general a las vividoras, que ofre-


cen sus productos, decorados, premios y
juegos, y odio a las idiotas como yo que
los adquirimos, para no dejar de cumplir
con un ritual estúpido que nos estupidiza.

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Los álbumes de figuritas se van llenando cuan-
do se van tachando las figuritas que uno ya no
necesita.

(Con los hombres es lo mismo.)

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Tomé algunas decisiones pensando en mi felicidad, pero
resulta que no soy más feliz. ¿Me habré equivocado?

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No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.
No tiene nada de malo estar un viernes de noche sola en tu casa.

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Creo que mis
padres tienen
más vida sexual
que yo.

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Por más brillantina
que les tire a los
fideos.

Aunque queden
preciosos.

No es lo mismo que
el queso rallado.

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¿Estás tan segura de lo que querés? No, no te hagas muchas
preguntas. Es peligroso. Lo único que sé, es que no termino
de sorprenderme de mí misma. Y que tengo una adicción al
dulce de leche.

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Donde terminan
mis dedos y el
teclado, ahí
empieza la
geografía de mi
imaginación.

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Madurar es darle a la intuición el lugar que se merece.

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Lo más bizarro
de todo fue
cuando tiraste tu
calzoncillo arriba
de mi libro de
Poesía Completa
de Idea Vilariño.

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¿Cuántas mujeres
habitan en mí?
Son demasiadas
para este cuerpito
y esta alma de
retazos,
enmiendos
y zurcidos
mágicos.
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Me estoy de-
dicando a
disfrutarte
100%. No
tengo tiempo
de escribir y
esas pavadas.
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Los te amo verdaderos se cuentan con los dedos.

(De un pie.)

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“Mujeres que ganan
más que sus parejas.
Manual de supervi-
vencia.”

¿Por qué nadie escri-


bió eso? Yo lo com-
praría para leer.

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Fiestas de 15, definición autóctona: Una
fiesta que organiza una madre para ella
misma para sacarse las ganas de poder
hacer la fiesta de 15 que ella no pudo te-
ner porque su madre se dedicó a organi-
zar su fiesta de 15 para sacarse las ganas
de poder hacer la fiesta de 15 que ella no
pudo tener porque su madre se dedicó a
organizar su fiesta de 15 para sacarse las
ganas de poder hacer la fiesta de 15 que
su madre se dedicó a organizar pensando
en la fiesta de 15 que su propia madre or-
ganizó pensando en ella porque su madre
no le pudo hacer porque no tenían plata
porque recién habían llegado de un bar-
co mugriento como inmigrante indocu-
mentada de Italia para hacerse la américa
porque su padre era perseguido político
porque era un sindicalista anarquista en
Napóles.

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Reflexiones filosóficas de una mujer seria du-
rante una clase de Zumba:

P: ¿Por qué nunca muevo los brazos tan libre-


mente cuando bailo?
R: Porque siempre tengo un vaso en la mano.

P: ¿Por qué estoy bailando haciendo pasos de


parodista con un grupo de cincuentonas a las
8.30 am?

P: ¿Esto es la felicidad?

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Sigo presionada, siento que
se acercan momentos im-
portantes, desenlaces, deci-
siones importantes, siento
un tic tac, siento que cada
paso hace eco, me duele la
cabeza, Dios mío, me duele
la cabeza.

Tic tac Tic tac Tic tac Tic Tac Tic tac Tic tac Tic tac Tic Tac
Tic tac Tic tac Tic tac Tic Tac Tic tac Tic tac Tic tac Tic Tac
Tic tac Tic tac Tic tac Tic Tac
Tic tac Tic tac Tic tac Tic Tac
Tic tac Tic tac Tic tac Tic Tac

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Cuanto más grande, menos entiendo, menos entiendo.

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Tal vez se trate de seleccio-
nar lo que uno entiende por
felicidad y subrayarlo con
fluo fluo para no olvidarse
de lo que uno quiere.

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No les voy a desear fe-
liz día a las madres de
mi generación que se
sacan fotos en bikini
en la playa al lado de
sus hijos bebes sólo
para mostrar el culo.

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Algún día valoraré este momento
como un momento de esplendor.

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Fin. O al menos eso espero.

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