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PREMIADO CDN DIPLOMA DE PRIMERA CLASE

EN LA eXPOSICiÓN LITERARIA y ARTtSTICA DE MADRID,

colebl 'adn on 01 lUlO 18St:;,


COMPENDIO,
DE

HISTORIA DE ESPAÑA
para uso de Jos alumnos

'0'
D, PDLlCARPO MINGOTE y TARAZONA,
nul ....,¡O d. . .l' ..1(1'11>1".... pCIo' opo'k;611,
y Co"," pondieRIe de J. R. "' "*",,mi. de l. mot.m.

SEQUN D A ED ICiÓN

/'


_ L EÚN:=
Imp. ue 101 lleredero~ de Millón.
18SS.

~:s T'ROPtED,\1) DEI. "UTOR,


In(rouncción al es(uuio ¡le la IIislória ue ESrR~a ,

LRCCIÓN 1.

Delinici6n de la Hislória de E spa~a . -SIlJ relaciones ~on la Hillorl.


universal.- Imporlancla de su estudlo. - Resumen goográllco: apt¡o
cacrones. - Di~¡ I¡ ones cronológicu,-Caracl, ru lIonerales de cada
Edad.

D efinición de la História d e España . His-


tória de Espaí~a es la narración sistemática de los he·
chos realizados H{¡¡-cJ/lClltc ,por el Pueblo csranol, en
cumplimiento de su dEStino pnnddCII.:inl, y contribu-
renda al desl'lrrollo prt1grrsivf1 de la vida universa l
humana.
Esta defin ición se funda en que la Nación, sea cual-
quiera el lugar que ocupe en el c.<:pacio, no es más que
una suma de individuos, los cua les, <1Unqllc caract eriza-
dos por fisonomía propia, viven, se desarrollan y tra·
bajan en el sello de ulla Illisma f!1IIIIrmidad, ilbcdc-
ciendo a comunes destinos, elementos y origen.
Sus .relaciones con la História univorsal.
L as relaciones entre las A'art'Ol1alidadt's y la l/l/mOld-
dad ~on análogas á lae; que existen entre los illdividuos
-l ___- '"
----

6 1IT 5TÓRfA nf. F. SP,o\ÑA.

y la familia; aquellas y estos simbolizan lo personal


y lo viria, en tanto que las unidades superiores repre-
sentan lo característico y lo uno: las Historias particula-
res son á la História universal como las ramas al tronco
del árbol que las mantiene.
La História de Espaf\a se halla relacionada concreta-
mente con la Universal, entre otros, por tres hechos
fundame ntales: la Reconq//ista cristialla que imposibi-
litó«en el siglo VIII de J. C. la invasión general curopea
de los Musulmanes, vencedores en Asia y Afdea ; el
desmbrimimlo del Nffl'VO lIfWldo, en el siglo xv, fa-
vorecido por Isabel la Católica; y la guerra de /a IlIde -
jJt'J/dmcia que inutilizó los proyectos de Monarquía
europea ideados por Napoleón r en el siglo X I X.
Importa.ncia. de su estudio . La importancia
de la História de E spal\a para los españoles, aun preso
cindiendo de su natural grandeza, se comprende con
fac ilidad teniendo en cuenta que el destino de la gene-
ración presente está ligado al destino de las generacio-
nes pasadas, y que desconociendo éste es imposible
cumplir bien con aquél.
Resumen geográfico: aplicaciones, La Penín -
sula Ibérica se halla comprcndida entre los 43°47'29"
y 35°59'49" de latitud Norte, r los 7uO'36" Este
y 5°38' 1 l " Oeste del meridiano de Madrid, al Sur·Oestc
de Europa, entre el Oecéano Atlánlieo y el mar Me-
diterráneo, separada de Francia por la cordillera ele
los Pirineos y del África por el estrecho de Gibraltar.
, De carácter em inentemente col/tinel//nl,:i pesar de
ceñirla el mar en las siete octavas partes de su. períme-
tro, ofrece el aspecto de 1m todo geográfico, dividido en
dos secciones por la cordillera centml ó rbériea, de In

INTRODIICC IÓN . 7

cual á su vel. arrancan otras cuatro , denominadas Caro


petana, Orctana, l\'fariánica y Penibética, que van á
sumergirse en el Atl:íntico: los principales tios, como
el Duero, el Taj o, el Guadalquivi r y el Guadialla des-
embocan por la costa occidental, mientras que solo el
Ebro, entre los notables, confunde SIIS aguas eDil las
del Mediterráneo.
La clevólciÓIl de Ids tierras en el interior, la cons-
tituciÓn geológica del suelo, la configuración desigual-
mente ondu lada del litoral y lo complicado del sistema
orográfico, hncen que In misma naturaleza haya divi·
dido la Peníní:iu]a ell sich' rf'gioncs 1l((!llra!t>s y distintas
que son: t.:l. I:t meseta central que comprc;lde los an-
tig-uos Reinos de Castilla (mcllQs la provincia de San-
tandct) León y Exttemadura; 2,:\ la costa de L evante
con los de Valencia y l\'fútcia¡ 3." A ragón y Cataluña;
4.(\ :\1:;lVarra y el señodo de las Vascongadas; S-'" Ga-
licia, J\stúrias, y Santander; 6." Andalucía; y 7." el
Reino vecino de Portugal.
I:.~' elillla es v¡írio, pues encontramos territorios cuyo
riguroso in"iemo deja el t urno, casi sin t rans ición, ;Í
un ,-erano sofocante; otros, cuyos habitantes viven en
perpétua primavera; algunos muy semejantes oí los ar-
domsos paises :&icanos; y final mente, no pocos que
recuerdan las fdas nebulo:-idades del Norte.
A esta varie(bd cl ima tológica corresponde otra ma-
yor de prodl/teiO/IN: no lejos de las áridas montañas
arcillo~as Ó de Ja.~ vaslas llanuras con sus cam pos de
cereales, se admil'.11\ bellísimos jal"dines cercados con
setos de naranj os)' de limoneros, que p erfuman el am-
biente; frenle:í las colinas que hermosean la vid y el
ol ivo ó las costas dOl1f!..: se alzan las palmeras carga-


s lIlSTÓlt.lA OK JlSPA!h .

das de fruto, los picachos escuetos y COl'onados de


pcrpétua nieve, donde la vegetación es imposible.
La dh'crsidad de comnrcns, clima y producciones
supone necesariamente la del (f1ráckr de los habitantes,
notándosc bien marcada entre los altivos aragollcs, vas-
congados y navarros, los graves é industriosos entaJa-
lIés, los dulces y afables asturianos y gallegos, los fran -
cos é independ ientes castellanos, y los jocosos y apa-
sionados nndaluces: esto no es obstáculo, sin embargo,
para que los cspmlo1es todos tengan llll carácter propio
y cierta genialidad característica que les distingue de
las restantes nacionalidades; que no en vano constituye
España una sola expresión geográfica.
Divisiones cronológicas. La H istória de Espa-
ña se divide cronológicamente en tres Edades: Antígutl.
desde los tiempos más remotos U) hasta la invasión de
los Bárbaros en el siglo v de J. C. (? - 414); ,Media,
hasta el advenimiento de la casa dc Austria en el XVI
( 414 - I 506)¡ y A1odema, que se prolonga hasta
llucstros dlas ( 1506 - 1888).
La Edad Antigua comprende los periodos siguientes:
I.Q Tiempos prchistón'cos, hasta la venida de los Feni ·
cios (?-I 100 a. de]. C)¡ 2.0 Espaira feJliciay gricga,
hasta la invasión de los Cartagineses (1100-238);
3.° Es/aíia cartaginesa, que termina con la illterven-
ción de los Romanos (238-206); y 4 .Q EspOlia "omalla,
que se extiende hasta los comienzos de la Edad I'I'Iedia.
L a Edad Media comprende tres: I.Q 1:.'spafla vi.rigoda,
hasta la invasi¿n de los musulmanes (414-711); 2. Q Es-
pafía II/usulmana, que termina con la conquista de Gra -
nada por los Reyes Católicos (711- '149 2); Y para1clf)
al anterior, e13.Q ó de la Reconquista CristiaNa, que tic·
INTROOli CC IÓ N. 9

ne su origen en los comienzos del reino de Astúrias y


se extiende hasta la Casa de Austria (718-1506).
En la Edad l\1odel'lla distinguiremos dos: 1.° Lamo·
lIarqllia abso/ulfl, hasta la guerra de la Independencia
(1 506- 1808); Y 2. 0 La 11!ollarqllia constitucional, hasta
la muerte de Fernando VII (¡Sq- ¡832). Con el rei-
nado de Isabel JI empieza lo que llamaremos História
COJltt'lIlpOrdIlCa, que no puede todavb dividirse en pe·
riodos por estar tan próxima ,í nosotros.
Caracter es generales.de cada Edad. La Edad
Antígua se caractcriza porque el pueblo español, excep-
ción hecha de su valor esforzado y natural indepen-
diente, refleja los ideales y civilizaciones de las razas
extrafías que sucesivamente le dominaron; el hecho
principal es la educación de los españoles por los ro·
manos.
En la Edad Media señálase una doble oposición que
informa los acontecimientos todos, sea cualquiera su
índole y carácter: I.n la profunda antipatía á los extran-
jeros, ya se llamen visigodos, cristianos ó musulmanes,
que es el alma de la Reconquista; y 2,'1. las luchas entre
los reyes, los 110ble::; )' el pueblo, rcn~jadas en el Fuero
juzgo, en los Fueros municipales y en el Fuero viejo
de Castilla. Las unidades social , política y religiosa ,
que los Reyes Católicos simbolizan, son el hecho culo
minan te y paralelo al de la Rcconquista, quc cn cste
lapso de tiempo debe colocarse en primcr término.
La Edad l'vlodcrna prcsencia la muerte de las libero
tades patrias yel empobr(':cimicllto de b nación hasta
un grado inconcebible, por miÍs que, con el adveni·
miento de la Dinastía "Borbónica, renacen los intereses
mondcs )' materiales: el hecho fundament;-¡¡ es la eoali·
"
ción europea para evitar la fusión de las coronas cspa-
¡l ola y fr<l.lIccsu en los cJesccmlicntes de L uis XIV.
COI} el principio de la lJis!órilJ cO/l laJ/pordilt'a coía ·
cide el planteamiento del sistema cOllstitucio:lal Ó re-
presen tativo ql1e actualmente rige.
EDAD ANTIGUA.
P- 4 1 4 )
EDAD ANTIGUA

TIEMPOS PREHISTÓRICOS.

(?-IIOO)

LE CC 1Ó N 11.

Tradiclonel rel ativas á hu Aborfllo nes de España.-Su Importancia.-


Los Ibero.: '11 origen, costumbros J cultura.- Princi pales tribus
iberas - Los Celias: $11 origen, costumbres y cultura.-Princlpales
tribus eellu.- LosCellfberos: su formacIón, costumbres y cllllur•• -
Principales tribus cellfberos.- Monumenlos que dI .ste periodo se
conservan.

Tradiciones relativas á. los Aborígenes de


España . Flavio Josefo dice en su História de los
Judíos que Tuóal, viznieto de Noé, señaló asiento oí los
Tobelios ó Iberos; afirmación en la cual se han fundado
los antiguos cronistas para dcducit que estas gentes
semíticas fueron los primeros pobladores de EspaCia,
de'nominada primitivamente Iberia: con decir que Jo-
sefo se refi ere ,\. los Iberos asiáticos, establecidos en el
Cáucaso, queda refutada semejante opinión.
Menos autoridad merecen todavía los que atribuyen
este hecho á Tharsis, pues de que los hijos de Jav:in
dividierall las islas en regiones, tomando cada uno la
suya según S\l idioma y familia, y de que un territorio
-
1I1~ 1'QIl[ A !JE ¡¡SP.\IlA.
'4

español se denominara algun a vez Tharscya, no se de-


duce que la tribu de Tharsis fuese nuestra aborigen.
Su importancia. Aun falsas y todo, es induda·
ble que ambas tradiciones encierra n algún fondo de
verdMl, pues parece probada la existencia de gentes
cspai'lolas, anteriores á la fecha asignada ¡\ la inmigra-
ción de los I beros. Para conoce¡; q uiénes fueran estas
~rrojan todavía poca luz los dcscubrimicnt9s realizados
en varias caverllas como [as de Carchena y Fuenea-
Iicnte, las cuales prueban la existencia de trog!oditas
en Espaila, trogloditas que usaban hachas y cuchillos
de pedcmal, vestían t(micas y sandalias de esparto,
utilizaban á manera de alfileres las espinas resistentes
de los pescados y trabajaban el oro á martillo,
Más veracidad ofrecen, tal vez, las analogías entre
el cráneo de Forbes y los de la raza de Cmtslfrd, como
entre los utensilios descubiertos en el terreno cuaterna -
rio de Madrid y los atribuidos á la raza de Cro·1Ilflgll611
para deducir la existencia de ambas en Espa fla, du-
rante las edades del 11Iamul/l y del rmo, pero así y
todo, esperemos que lluevas descubrimientos aclaren
ele una vez tan importante problema.
Los Iberos: su origen, costumbres y cul~
tura. Las primeras noticias históricas que de nues·
tras A borígenes tenemos se refieren al pueblo ibero,
procedente de la g ran familia AI')'a establecida primi · .
tivamente en Asia, desde el Ganges hasta la Bactriana,
y que después de poblar los territorios de Grecia, Ita-
lia y Francia, se establece en Espafla en el valle del
hvro, á 10 largo de la costa de L evante, y en la región
meridional, imponiendo nombre á los rios Autls (Gua-
diana), Tagtts (Tajo), ¡ól'r (Ebro) y otros.
EDAD ANTIG UA. -s
E l fondo del carácter ibero se hallaba constituido
por un amor á la independencia que rayaba en fiereza,
un sentimiento grandísimo de personal dignidad, y de·
cidida afición al trabajo. Sabemos también que cr,111
sencillos en su trato, bulliciosos en SllS alegrías y has·
pitalarios COIl el extranjero; que rendfan culto á los
astros, principalmcnte á la luna, y honraban á los muer·
tos enterrandolos convenientcmente; que fabricaban
instrume.ntos de. piedra pulimen tada, é iban vestidos
con pieles, cuando no con telas toscas dé' cáñamo; y
no fa lta, por último, quien afirme hablaban el idioma
cúsearo como los vascolIglldos, dolicoc/:fa /os lo mismo
que ellos.
Principales tribus iberas. Las principa les
tribus iberas fueron; los i/erketcs, en las actuales pro ·
vincias de J-I uesca y Lérida; los allse/lUlOs, illdikddS,
laletaltos y cosetal/os, en las de Barcelona, Gerona y
Tarragona; los i/erkatl//cs, en el \'alle del E bro; los
cdetallos y bnsldmlOs, en las de Murcia y Valencia; los
cOlltcstnnos, en la de A lmena; los bdstu/os, en la costa
del S. E.; los tnr/t'sios, en la región andaluza quc tlcne
por centro la cuenca del Guadalquivir; y los IlIrdettlllos,
en cllitoral del S. O. á partir del estrecho de Gibraltar.
Los Celtas: su origen, costumbres y cul-
t ura. La invasión de los Cdtas no se verificó de una
sola vez, sino pausada y lentamente: descendientes de
los Turmrios, familia asiMica, se hallaban desde tiempo
inmemorial en pacífica posesión del país francés mo-
derno, cuando la irrupción de los Galos les obliga á
emigrar no lejos de la costa Cant<ibrica, á través de los
P irineos, y avanzan sobre el actual territorio de Astú·
rias, Galicia y Portugal, hasta las tierras ocupadas por
,6 111~TÓI{lA LJE Y-sr"Ñ ....

los turdetanos, de los cuales, no pocos, en vez de refu·


giarse haci a el interior, se quedan con estos invasores
para mezclarse con ellos y formar, más tarde, la raza
Ce/tíbaa.
D e carácter senci llo y candoroso, vivían los Cel tas
dedicados al pastoreo, la caza y la pesca : divididos
en tribus independientes, gobernábanse en forma vária,
ya patriarcal , dCOlocr<Ítica ó despóticamente, pero re-
conociendo trc.'> estados sociah:s, los &l cerdotcs, los
guerreros}' el pueblo. Su rel igión era el druidismo, que
consagra el cullo del Sol, la Luna, las tempestades y
la lluvia, ,i cuyas divinidades dedicaban groseras cerc-
monias. Supóncsc que su idioma fuera muy semejante
allllot/enl() Brdcm, como 10 prueba un canto galo-celta
atribuido <Í Ta/i{'siH, pOda del siglo IV a. de J. C.
Principales tribus celtas. Las principales t ri·
bus en que los Celtas se hallaban divididos eran: los
edll/abros, en las Provi ncias Vascongadas y Santander;
los aSIl(I"'S, en las de L eón y Oviedo; los galdi eos, e n
Galicia; y los lusitanos , en Extrcmadura y Portugal.
Los Celtíberos: su form ac ión, oostumbres y
cultura. En comunicación constante ambas razas
die]'on lugar con el trascurso del tiempo á [a formaci ón
del pueblo Cd/ibao, predominando indistinlamente, se·
gún los territorios, ya el primero ya el segundo de
aquellos elementos, y fijándose con preferencia en el
centro de la Pe nínsu la á modo de terreno neut ral.
Con mayor copia de datos, puesto q ue los R omanos
conocieron á los Celtíberos y se relacionaron con ellos,
podemos determ inar sus principales caracteres, entre
los que' descuellan el a mor al hogar doméstico, simbo-
I? de la familia; el respeto ,i la palabra elllpeflada; la
I(IJAlJ AI'TIGUA.
,,
fidelidad para el amigo, como para el seii.or; la sobrie-
dad, la scnci!lez y el candor; el amor á la libertad; el
sacrificio de la vida en aras de la independencia patria;
In afición,á la guerra y la caza; la tendencia al aisla-
miento, dentro de sus respectivas comarcas; el cultivo
del terreno, y cierta rara habilidad cn el temple y
construcción de toda clase de armas.
Principales tribus celtiberas. Las principales
tribus celtíberas fueron: los 1IflCCOS, en el reino de León
y gran parte de Castilla la V~eja; los carpetaltos, en las
provincias de Madrid y Toledo; los ar{'"¡Jacos, en la de
Soria: los OrclflltOS en la de Ciudad-Real; y los oleadas,
cn las de Albacete, Cuenca y Múrcia.
Monumentos que de este periodo se conser-
van. Entre los varios mommuntos celtíberos que to-
davfa se conservan, citaremos las cuevas Ó cmlcruas,
habitación para los vivos, unas veces, y sepulcro otras
para los muertos; los ?!le,,/tir, piedras largas colocadas
en forma de alineamientos; los pclviG, piedras trému-
las que se mueven al m¡lS ligero impulso; los dolmcu,
mesas de piedra para consumar los sacrific ios) los tú-
lIIU/I/S ó montecillos de tierra, que deben ser enterra.
mientas; y algunas 1Jtcda//as de la última éP9ca celtí-
bera.

,
ESPAÑA FENICIA Y GRIEGA.

,(1100- 2 38)

LECO'ION 111.

Llegada d, 10$ Fenicios,- Su. principales coloniu.-'\ qu' se dedIca-


ron eslu genles en España.- Su expulsión.-Llegada ele lo s Griegos
as láticos.- Sus principales colonl.,.- Car4cler de la colonización
griega.

Llegada de los F enicios . Supónese con funda-


men to que a principios del siglo X II antes de J. e,
después de haberse extendido por la costa septen o
trional de África y la meridional de Grecia é Italia,
donde fundaron numerosas colonias, llegaron los Feni·
cios á España, atravesando el estrecho de Gibraltar.
Procedentes de Asia, donde vivieron en el país de
su mismo nombre, situado entre el Meditel'dneo y el
Llba no, dcdicárollse estas gentes de raza (husita ;l la
industria y al comercio marítimo, mediante los cuales
hicieron famosas las manufacturas (te Sidón y Tiro:
emprendedores y activos, egoistas y ambiciosos, ex-
plotaron el negocio alll donde se les presentaba, Sill dis-
t inción de razas, continentes ni pueblos.
Sus prinCipales colonias. Acogidos benévola
mente por los español~s que habitaban la Tartesia, á
los cuales deslumbraron con sus productos industriales,
'9

fundaron en la costa á Cm/ir (C¡ídiz), palabra que s ig· ,


ninca lugar fo rtificado; as! como un siglo después, en·
cantados con la feracidad del país )' el bondadoso ca-
rácter de los habitantes, dominaron sobre t odo el va·
lIe del Guadalquivir y se c:dcndicron hasta el cabo de
Gata en A rmería .
En este delicioso territorio fundaro n s ucesivamente
IlO menos de doscientas riquísimas colon ias, si hemos
de creer ¡i Estrabón, entre las cuales merecen citarse
Jlfa/aca (l\'I:í.laga), ciudad dl' las sffltl!;OIlC.'i; Hispa/is
(Sevilla), país ill/c,.ior; Srx (l\'lotril), ci!lj/tu/ tostada J){""
el 50/; Con/liba (Córdoba), regiól/ dd aceite; lJh'lImrtda
(i\lgeciras), y otra.s.
A qué se d edicaron es tas gentes en España.
Durante los siete siglos que próximamente vivieron
COll los cspal10les a rrancaron de este suelo canlidades
fabulosas de ricos y IÍtiles metales como oro, plata, hie·
rro, plomo, cobre, estafio y cinabrio, dejando en cambio
las telas de b rillante colorido, vistosos cristales y p uli·
dos collares que procedían de otros paises más adelan·
lados.
Su expulsión. Pero llegó un dia en que la ava·
ricia de estos mercaderes se hizo insoportable, cambian·
do en hostilidad el carii'io primitivo de los indígenas; y
como apelaran á la violencia para mantener una domi ·
' nación que se les escapaba, se orig ina una lucha que
dará por resultado su expulsión definitiva, perdiendo
una á ulla sus magnificas factorías y colonias, hasta ser
encerrados en C:.ídiz.
Llegada d e los Griegos asiaticos. D e igual
manera que los F enicios habían colonizado la región
meridiana: de la Península, co menzando por las riberas


,.
del Bdis (Guadalquivir), los Griegos se apoderan de la
costa de Levante, lomando como centro de sus opera
ciones mercantiles la cuenca del Hiberus (Ebro).
Cuéntasc que á mediados del siglo " Ir, ColaCIIs abor-
da en tierra de Tartesios donde consigue vender á buen
precio sus abundantes mercancías, coincidiendo su He -
gada con el establecimiento de los r!lot!iqs en la costa
catalana, los cuales fund aron ;:j Rhodas (Rosas), y el de
1.os griegos de 2flllh' algo más tal'dc en la de Valencia,
que dan lugar á la ciudad de Sagunto (Murviedro). Poco
tiempo dcsplIés pueblan todo el litoral con sus estable-
cimienlos mercantiles, desde l Jfassa/ia (l\'larsella) cerca
de las bocas del R ódano, hasta A//Itcrf(r, punto en el
cual había terminado siglos antes la colonización fenicia.
Sus principales colonias. Sus principal es colo·
nias, además de las ya citadas de Riladas y 5(7:;1(1/10,
fu eron Emporiolt (Ampurias), Dial/a (Denia) y H omeros -
COpt'llllt.
Carácter d o la colonización griega. Presenla
la colonización griega ell España un cad.eter muy dig-
no de tenerse en cuenta: al contrario de los fenicios,
que jamás tomaron carta de naturaleza en este suelo,
los g riegos s impatizan desde luego con los espalloles, y
se funden con ellos COtIlO individuos de una misma raza
y familia. Al fin eran todos al'yos, ,t:1l tanto que los pri .
meros pertenecían á la raza chusita: esta oposición se .
demostrará más tarde COll moti vo de la inmigración is -
raelita y la illVasi6n de los árabes.
ESPAÑA CARTAGINESA.

(23 8- 206)

LRCC I ÓN I V.

Inl el"lclIci6n de Carlago en los asuntos de España.- Cal..~cler de l pue-


blo carlaglnh.- Planes de conquista: Almllcar Barca. - lslolllclo 6
Indo rlc,. - Sitio d~ Scllia , sus consecuenciu.- Asdrúbal: su
muorte.

Inter vención de Cartago en los asuntos de


Espafia. Arrollados los F enicios por los turdetanos
)' obligados ti encerrarse e n la fortaleza de Cádiz, solio
ci tan el am, di o dr; la rcpübli ca ele Cartago, feni cia de
origen: un ejérci to cartaginés penetra en E spafia, res·
pond iendo al llamamiento, rC~Ollql~jsta el valle del Gua-
dalquivir, se apodera de los di::;tritos mineros, coloca
guarniciones en los territorios fronterizos, y funda -nuco
v~ s colonias que puebla con g-cntcc; :tfricano-fenicias.
Tcn ni!1 <lc\a la campali;'! , los Ca r t;'l.g in ese~ se rc\'uel·
vell contl'il sus hermanos y al iados que lo!> habia n
llamado, y conciertan con Jos c.~pa fi oles de la Hética
tratados de amistad: lo que hasta en tonces habí.L sido
Es/ailafmida se convierte en Espai'ia carlngil!csa; y
así se explica cómo los gaerrcros celtíberos pudieron
pc1cnr ai\()~ d c~pll és en Córcega y Cercleií;[, dcCcn·
diendo con heroismo Jos derechos que sobre estas islas
tenía la república de Caltago,
Carácter d el pueblo car taginés, Poco escru·
pulosos los Ca rtagineses en cuanto á los medios de
acrecenta r su innuencia sobl'c los p ueblos mediterrá·
neos, si comienzan fingiéndose aliados de los Fenicios
para convertirse en sus dominadores, más tarde se fi n·
jcn amigos de lo.e¡ Celtíberos hast:l fortificar los ten·j ·
torios explotables y rico ~, lo cual 110 será obstáculo
para que repriman con exccsiva crueldad Jos mcnores
conatos uc rebelión é independcncia.
Egoista y avaro, el pueblo cartag in 6s no reconoce
otro derecho que el de la fuerza, ni tiene más aliados
que aquellos que se dejan ex plotar [;ieilmente, ni abe·
dece á otra ley moral que la de su convcnjeneia.
Planes de conquista: Almilcar Barca, A con-
secuencia de b primera [JI/crra plnúca Roma se :lpO-
dera de Sici lia, Córcega. y CerdeL1a, llaves de! I'l'le-
ditcrránco , cuyas islas habían formad o parte hasta
entonces ud territorio cartaginés: ante esta pérdida
los Cartagineses acuerdan extender su dominación sobre
toda la península dc·lbcrra.
A lmi/cnr Barca recibe la orden dc t t'a s l adar~e á
EspaTl a (238), somete toda la Bética cn menos de U1I
año, se dirige á lo largo de la costa de L evante h a~ta
llegar á los P irineos, trabaja alianzas con los basteta-
nos, contestanos y edetanos , y establece el centro ue
s us operacioncs en la mode1'lla Catall1tla, donde funda
la ciudad de Darcino (Darcelona).
Is tolacio é I n d ortes, Ofend idos los turdetan os
porque veían atacada su illdepcndcncia sin considera-
ción alguna, apelaron ;i las armas acaudi llados por
LDAI ) ANTIGU.\.

Tslolacio, su príncipe; al propio tiempo que los habi-


tantes de la Ltlsitania alzaban la bandera de la rebe·
lión, dirigidos por JIU/orles: ambos murieron, sobre el
campo de batalla, el primero, y cruci ficado el segundo ,
sin poder hacer otra cosa que sUClllUbir como héroes.
Sitio d e Bellia y su s oon sccuen oias. Pero
el ej emplo esta ba dado, y no habrán de hacerse espe-
rar Illllcho tiempo otras protestas de igual índole.
T ranquilo se hallaba Almilcar en Acra-Leucll (PeIHs·
cola), cuando tuvo conocimiento de que los habitantes
de Del/in (Bclch ite) hacían causa común COIl el I'cbclde
Orisóll: pone sitio á esta plaza, y cuando menos lo
esperaba, cn el silencio de la noche, se encuentra ata ·
cado súbitamente por los de BeJchi te, los cuales salen
de su ciudad, á tiempo quc unos toros lanzados por
Oris6n sobre cuyas cabezas :í modo de penacho ardían
grandes haces de leña seca, siembran el terror por todo
el campamento. El resultado de semejante cxtrata-
gema fu é sorprendente; las dispersas tropas enemigas
perecierol} degolladas en gran número, y el mismo Al-
milcar encontró la muerte arrastrado fuera del campa·
mento por el caballo que l11ontab:t (229).
Asdrúbal: su muer te_ Confirmado por el Se·
nado cartaginés el nombramicnto de general en jcfe
que los soldados habían hecho en fa\'o1' de Asdrúbl1l,
continÍla éste la eampaiia, siendo Sil p rimera ocupación
la de vcngar el pasado desastre. BcJlia es destruida,
talados sus campos, los moradores degollados ¡ji n pie·
dad, arrancadas sus riquezas, y Orisón. mu;::rto en cruz,
paseado cad;íver por los pueblos vecinos que se habían
convertido ell el teatro dc sus hazal1as, como lo eran
ahora ele 1111 trememlo ea<¡tigo. T erminada la veng:mza.
Asdrúba l reduce su polltica á contraer con los natura·
les ventajosas alianzas, con lo cual, además de cap·
tarse ,las simpatías ele los espanoles, extiende inscnsi·
blemente su dominación, á costa de bien pequeflos sa·
crificios.
Temerosas entol\CeS las colonias griegas del porve·
nir que las esperaba, se ponen bajo la protccción de
los Romanos, estipulándose entre ambas Repúblicas
enemigas, que el Ebro habría de ser en 10 sucesivo el
limite de las conquistas de una y ot ra parte.
Deseando poseer Asdrúbal un buen puerto, :1. la vez
que tina capital eu condiciones extratégicas, fundó á
Carltlgo·Nova (Cartagena), y poco después (22 1) moría
asesinado por un celtíbero, á cuyo sel1or, conocido
con el nombre de Vago, habla hecho perecer en afren-
toso suplicio.

,LEQCIÓN V.

A"lbal: Sil polftlca.- Callus de la guerra de Sagll nlo.-Aclilud do Roma.


- Fin her61 co de Sagunto.- Anibal en Ilalia: sus , lclorias.-81talla
de Malturo: . us consecuencias para Espa ña.

Anibal: SU política . A la muerte de Asdn'.bal


dos partidos políticos se disputan en Cartago 1;, direc·
ción de los asuntos de Espafla; el de Jos aristócratas ,
contemporizadores de los romanos que pretendían nom-
brar para jefe del ejército á Mogóll; y el democratico,
que aspiraba á vengar los desastres de la primera
Guerra pÚJ/ica, y qucl'ia otorgar aquél cargo al jóven
Allibal. Vencedor el segundo que contaba con el apoyo
del ejército, y confirmado por el Senado el nombra·
ROAn ANTIG UA. '5
miento, comienza la série de sus brillantes ~ampañas ~
que le acreditarán como uno de los primeros guerreros
de la antigüedad.
Educado en el campamcnto alIado de Sil padre Al·
milcar, robustecido con los ejercicios militares, sufrido
y sóbrio, tan diestro en concebir sus planes como :\cth'o
para ejecutarlos, enemigo implacable de Roma, con-
vencido de que la lucha entre esta Repüblica latina y
su patria significaba el duelo á muerte entre dos pueblos
que se disputan el dominio del mundo, se aparece Ani -
bal como la personificación de toda su raza, dispuesto
á luc;har sin trégu3 hasta vencer ó scr vencido definiti ·
vamente.
Fijo en este pensamiento, :J.segurn su influencia per-
so"al sujetando el los oleadas y vaeeos, y se apodera de
Elmálltica (Salamanca), población y tribus, únicas en
toda la España cartaginesa que se habían sublevado
cuando la muerte de AsdníbaJ.
Causas de la guerra de Sa.gunto, El ódio de
los Cartagincses contra los Romanos, y el deseo que
.Anibal tenia de emprender una segund a Guerra púnica,
son las causas á que obedece la g uerra de Sagmt!o (2 19).
Faltaba el pretexto, y pal'a ello sirve una cuestión
in significante que Sagulltinos y Turboletas sostcnían
sobre fijaci ón de límites jl1risdiec j o llale ~ : como los pri,
meros, colonia de origen griego, fuesen aliados de los
Romanos, nombrado Anibal á rbitro p:lra dirimir la
contienda, decídesc en favor de los segundos, de lo cLlal
los Sagun tinos protestan y se alzan ante Roma. Esta
alzada y protesta origina la dec1arilciÓIl de guerra.
Actitud de Roma. Seguros los Saguntinos del
socorro de Roma, su aliada, se aprestan para la defensa ,
,6 III STÚIlIA D Y. I::SI'A ~.\.

;í pesar de, que Anibal inicia el cerco con gran copia de


fuerzas y máquinas de guerra, pero el Senado romano
se contenta con enviad, sus embaj adores de Anibal para
Cartago y de Cartago para Aniba l, perdiendo el l tan
inútiles viajes un tiempo precioso que los Cartagineses
explotan con su habilidad de siempre; y grad as si ulla
herida que A!libal recibe al asaltar mI muro le imposi.
bilita durante cuarenta días para acc!cr<lf la embestida
y permite a los de Sagunto un pcqucflo respiro, mas al
fin de tanto sufrimient o, y después de rechazar las pro-
posiciones de paz con que se les brindaba, como in-
admisibles por deshonrosas, aquellos héroes, extenua-
dos de hambre y de fat iga, desplomados los muros de
su ciudad , diezmados por la peste , cercados por todas
partes , itlccndian en la plaza pública SllS muebles,
ropas y alhajas, degüellan á los suyos que eran incapa·
ces de lomar las arm as, y todos los demás perecen, ItI·
c1mndo con el valor de la desesperación hasta ¡ xhalar
el último suspiro,
¡T odo!! prefiri eron morir antes que ver Sll Patria
pl'ofanada pOI' la dominación del extranj ero!
Anibal en Italia: sus victorias. Por manera:
tan triste y fu era de toda provisiún vino á ser E spal1a
el t.;:atro donde se contillll<\ rO:l l:ts Guerras púnicas
en su segundo periodo; pero c\c.'{eoso Anillal de lle·
varlas hasta el corazón de H:llia, cnvÍiI ;í Ca rtagcna
16,000 soldados celtíberos de guarn ición, deja cn el
' centro f¡ su hermano J\sun'¡ua] al fren te de ' 5,()()() y;í
Hallnón en Catahllia con 11,000 par:-r. mantclICI' auier-
triS !;¡s comunicaciones C01l F rancia, y organizilndo con
rapidez incrci ble un ejército compur:sto de 100.000 in·
f;ultc s, 12,000 gillctes, 40 clefantes, y pnwisioncs para
I! IHU A"TIG U.... '1

dos meses, sc encamina hácia los Alpes, que pasa por


entre las ni eves en la plenitud del invierno, y ca e sobre
Italia antes de que los Romanos pudieran siquiera dar-
se cuenta de aquel movimi ento .
Solo una voluutad de hierro como la suya fu é capaz
de marcha tan inveros ímil , á través de semejantes peli-
gros de todo género; y con tanta fortuna puso su plan.
ta en cxtranj.::ro suelo, que logra derrota!' consecuti ·
va mente;l Roma ell las memorables batallas del Tes/llo,
Tn'bia, Trasimello y DUlIlas, desp ués de las cuales,
diezmadas sus tropas y ' con el intento de esperar los
refuerzos que pidió á Carlago, se retira primero á Ca·
pU i\ y á los Abruzos luego, amargado con la pena de
vel' que su República le abandona en situación tan apu·
rada.
Batalla de Metaul'o: BUS consecuencias para
Espaüa. Así las cosas, Asdrüba l sale de Espal1;¡
obedeciclltlO las instrucciones de su herl11O'1no A nibal,
que I~ llamaban ;j Itttlia; pero como los Romanos te-
nían il1ter~s en evitar que ambos gcacrales se juntaran,
es sorprendido al d e~cen der de los A lpes, junto ú las
orillas del rio JJfclrwl'o, donde le dcrrolan (207) los
ejércitos que en combinación mandab.lIl los cónsules
Nevio y Nerón . ~ . '.... '.
Con la bata ll ", de JJl('/a /il'o termina la domina ~ly".f"­
earlaginesa e n Espafla, y da comienzo la eonquist. -.....i¡I
¡• •
,
este país por los Romanos, á pesa r de que todav~\,~ \,
quedaban el\ él algunas tropas que mantenfan levan.,~/,._
tada la bandera de la R epúbli ca africana.
D errotaclo Hannón e n la Cel tiberia, conquistadas e n
la Bética las poblaciones cartagincsas de Cas/fllón, llli-
1111/[0 Y ./IslfT/a, y entregada la ciudad de Crfrli:: por
,s JUSTÓRIA 1)1'. ESP":::".

l\'1asinisa, que se pasa ni partido rom.mo, quiere Magón


retroceder del camino de Italia que había emprendido,
llamado por Anibal, sospechando que de faltar su apo-
yo podrla perderse todo para s iempre, pero no hubo
remedioj encuentra cerradas las puert;¡s de Cartagcna y
de Cádiz, y solo en el puerto de AlIIbis desahoga SIL
rabiosa impotencia crucificando á los magistrados ro-
manos que, confiados en su caballerosidad, accedieron
á conferenciar con él.
Tuyo lugar este rasgo dejide.~ pÚllica en el año 20 5
antes de J. C" y así vino á terminarse una dominación
que pasa po r España sin dejar ningún elemento civili-
zador, ninguna institución, ni siquiera el más elemental
y sencillo monumento.

ESPAÑA RO MANA.

(206-4 14)

l.F. C CIÓ:-i V I.

In!enenci6n de los Romanos en Espa¡;lI..~ E.cipi6n el Grande: su


IItillante campaña. - Inrlivil y Mandonlo. - Espafta conquistada:
goblorno de los Prolores.-Crueldades de l úculo y Galva: suble-
vación de fa LusJtania.-Guorra de Virlalo: sucesos principales.

I ntervención de los Roman os en Espafia. -


El t rájico I'csul tado de la guerra de Sagullto produjo
en Espai'~ indignación muy grande, y su resonancia
llegó pronto hasta Roma, cuyo gobierno, aunque tarde,
se decidió ,[ sa lit' en defensa de sus aliados.
Todas las colonias de origell griego, y . las tribus
afines suyas, solicitaban de los Romanos un castigo, el
cua l no se hizo esperar mucho tiempo, pues en el año
siguiente (2 18) desembarca C. Escipión en la c'osta
catalann y derrota á los Cartag ineses en Fraga, Ta-
rragolla y L érida.
Reanimado con estas victorias el espíritu de los
espa!lolcs que habitaban entre los Pirineos y el Ebro,
y aumen tado el ejército romano con las fuerzas manda-
das por P. Escipióll, la guerra se liace general , multitud
de Celtíberos se :tlistan voluntariamente á las órdenes
de ambos hermanos, y en medio del mayor entusiasmo
30 1I1 S I ÓR1¡\ \JII Y.~l' ''' f. <\,

recobran los aliados :í Saguulo, degüellan la g uarnición


cartaginesa que la custodiaba, r hasta la egoista Roma
se hace perdonar el abandono que fue ra Catl.'ia de los
pasados desastres,
El desembarco de i\Iagón, hermano de Asdrúbal , al
fre nte de l111 ejército poderoso, y la llegada más tarde
del prlncipc númida lJ[asi/úsa, aliado de Cartago, hi-
cieron qlle los E sci piones se separaran, dividiendo S llS
fuerzas; divisióll funesta que, además de la más com o
pleta derrota, concluyó por costarles la viJa: Publi o pe-
rece ell la batalla de Casfulóll (Cazl ona) y Cneyo en
AIII'torgis, no lejos de T<\rragona. ,
En medi o del pánico que de Celtíberos y Romanos
se apodera, solo el joven centurión Lucio Jlfarcio pero
manece tranquilo, organiza los restos de las destrozadas
legiones y consigue detener el oleaje imponente de
aliados y cartag ineses que se le vino encima.
Escipión el Grande: su brillante campafia..
F ué tan terrible la impresión quc estos sucesos pro·
dujcron en Roma, que al reunirse los Comicios á fin de
nombrar el Cónsul quc continuase la guerra de España,
nadic, contra lo' acos tumbrado, se brindó expontánea·
mente. El temor cra g l'a nde, cuando de entre la multi·
tud se eleva la voz de un joven que se ofrece al efecto:
lIam:íhase éste Publio COl'lIdio Escipióll, tenia 24 años,
)' según dijo, prometIasc vcngar cn bl'cve la muerte de
su padre y de su tío sacrificados por los Cartagineses.
y cumplió su promesa, pues en menos de t res afias
se apodera de Car/agma, dcrrota al enemigo en
Bac:;n. (209) y Sdipa (207), trabaja la alianza d e Ma·
sinisa, y con los actos de caballerosidad realizados en
beneficio de algunos ceftíberos sublevados, se capta

,
LD.\IJ o\!<IT I ";l.A, 3'

las simpatías de todos, pacifica la .Península, cxpulsa


¡i los Cartagincses definitivamenle dc ella é implanta
la dominación roma na en gran parte del territorio.
Indivil y Mand onio. Cua ndo los cs paiiol c.~
comprcndieron que con el auxilio prestado á los Roma-
nos contra los Cartagineses no habían hecho más que
cambiar de dominación, era ya Illuy tarcic para intentar
nada sério.
Declarada la Espalia proviucla I"/Jlllfllla (205) los iler·
gctas que acaudillaban fudiuil y Afmu!ollio reU llcn tlll
ejército de 30.000 i¡tfanlcs y 4.000 caballos, los
cuales consiguen derrotar .i. las legiones mandad¡ por
Acidino y Lcntulo, pero muertos aquellos jefes, y no
respondiendo la gcneral masa del pueblo á este movi-
miento, Roma afia nza más)' más su poder cn nuestra
patria, cu)'a conquista es un hecho.
Espai'ia conquistada : gObierno 'de los Preto·
res . Transformados en conquistadores, dividierQn los
Romanos la E spai\a en dos regiones, Citerior y Ulle-
,'Ior, separadas p OI' el Ebro, y confiaron su gobierno :í
un Prdor elegido por el Senado de en tre los patricios
más empobrecidos, avaros y crueles, y que necesitaran
reponer su antigua fo rtuna malgastada en libertin ages,
escándalos y orgías: no cn vano había conseguido

- nuestro país fama de rico.


La detestable conducta de estos gobernantes, cuyas
crueldades, exacciones y avaricia no tuvieron ](mite,
llamó la atención del Senado romallO, dentro de cuya
asamblea llegó á formarse un partido español, el cual
consigue la slIstitución dc la pretura por cl procoJlSl( ,
lado, y cl establecimiento de algunas colon ias libres,
tales como C6rdoba )' Carteya.
Jl b T ÚIl¡.I. l)¡'; ESl'A~A .
3'
Crueldades de Luculo y Galva: sublevación
de la Lusita nia As! se pasaron cuatro años, dC3-
pués de los cuales, restablecidos los pretores, fueron
designados para este cargo LÚCIIlo ([51) ;,1\ que hizo
notable su avaricia, y G"ah,(f. que adq uirió celebridad por
lo sanguinario y cruel.
Mientras el primero entrega al saqueo las ciudades
de Callea (Coca) é llltcn:ac;n (Rioseco), cuyos habitan-
tes son pasados á cuchillo, aparenta transig ir el segun-
do con los fugitivos lusitanos, los cuales se habían refu-
giado en lo l11.i$ escabroso de sus montai'ias, levantando
las cosechas, despoblando los valles y abandonando en
masa sus hogares.
Cuando desarmados y pacíficos volvían confiados ell
la promesa del Pretor, los Romanos caen sobre ello!',
y les acuchillan si n piedad para robarles cuanto traían
consigo: muy pocos lusitanos debieron su salvación :i
la fu ga .
Guerra de Viriato: sucesos notables. Vn
joven llamado Vi,.jalo reune a los dispersos y organiza
su defensa al ab rigo de las inaccesibles montañas, dan·
do comienzo a esa série de sorpresas, retil'¡1das y ata·
ques que concluyen por desesperar á las legiones ro·
manas, diezmadas todos los dias por un enemigo que
rara vez consiguen distinguir, pero que de improviso
brota como por encanto del slJelo mismo sobre el cual
marcha n entre ignorados peligros.
Con el sistema de g ucrri llas, es derrotado y muerto
el pretor Velilio cerca de Tribola con pérdida de 4.000
soldados, lo mi.imo que después sucesivamente lo fue·
ron Plallúo y Nr%ldio y los cónsules Q. Fabio A1d.ri·
mo y Serllilirmo Cepi(JII (144).
IW.\D A!<ITIGUA. 33

Acorralado S. Cepióll en un desfiladero de la actual


provincia de Jaén, acepta la paz en virtud de la cual la
República se compromete a respetar la independencia
de los Lusitanos, y se afirma, además, que existiría"
p(te y amistad perpetuas entre el Senado I'011laIlO y Vt'-
n·alo. El gobierno ratifica este inverosímil conven io,
!'asgado por el mismo Cepión algo después; y como
Viriato enviara tres emisarios para preguntar la causa
de semejante tropelía, sobornados por aquél, dieron de
pllllaladas en su propio lecho al famoso caudillo (140),
cuyo nombre será recordado siempre con orgullo por
cuantos tengan en alguna estima la libertad y la inde,
pendencia de su Patria.

LECCIÓN VII.

Guerra de Numanela: su eau.a.- Consu lados de Po mpey o J Mancino.-


E,clpl6n Alrlcano: su sislema de alaque.- Últlmo recurso de lo. nu·
man tinOI.-Fi n lIel'6ico da Ja ci udad.

Guerra de Numanoia: BU causa. NI/maucia


era capital de la tribu de los pe/mdolles, y estaba situa-
da como á una legua de la actual Soria.
Insurreccionados sus habitantes á poco de la COll-
quista de Espana por Escipión el Grande, arrancaron
de T . Graco un t ratado de alianza y amistad, en vi rtud
del cual se les consideraba como independientes; pero
terminada la guerra de Viriato, los Romanos se propo-
nen subyugar este territorio y cuantos no poseían por
completo. Tal es la causa de la guerra de Numancia.
Como faltase motivo para el rompimiento, Pompeyo
Rufo, despues de echar en cara ,i los numantinos el
3
lII STÓlt lA Ll I!: '-SI'A:'!A .

haber prestado auxilio á los aliados de Viriato, les en·


vía embajadores para que se incauten de los lusitan os
que se refugiaron dentro de sus muros; aquellos se nie-
gan (140), y un ejército de 30.000 infantes y 2,000 ca·
ba1l0s rodea las inmediaciones de la ciudad. Nunca se
buscó pretexto más injusto para declarar la guerra.
Consulados d e Pompeyo y Mancino , r oda
esta fuerza se estrella contra una ciudad abierta, que
apenas contaría cuatro mil defensores, y después de un
año de tenaz asedio, durante el cual los Ilumnntinos no
cesaron de hacer peligrosas salidas que costaban la
vida á centenares de soldados romanos, Pompeyo Rufo
se concierta COIl el enemigo, pero la poderosa República
dispone la continuación de las operaciones, y envía al
frente de otro más numeroso ejército á C. Nos/I/io
1I10l1cillo (13 7),
Mancilla pone cel'co á la ciudad, siendo rechazado
en repetidos encuentros; y como tuviese noticia de que
los cántabros y vaceos venían á protejer a los sitiados
levanta el campo protejido po; la oscuridad de la noche,
y emprende una cobarde retirada. Al tener conocimien·
to de hecho tnn imprevisto, los numantinos salen á per-
seguirle, le acorralan en una angostura, después de ha-
ber destrozado la mitad del ejército, y Mancino pide la
paz, que le conceden, estipulándose la liberlfld é il/de-
pmdmcia dd ter1'ltorio, y la cntrega de todo el bagage,
máquinas de guerra, alhajas de oro}' plata, etc,
Roma no aprueba la conducta del cónsul, el cual, des-
nudo y atadas las manos á la espalda , cs conducido
para vergüenza suya hasta las pucrtas de Numancia.
Escipión Africano: su sistema de ataque.
Derrotado el cónsul Pisón en la siguiente primavera,
¡;!¡AD ANTICU A. 35

fué tal y tan grande el terror que solo el nombre de


esla ciudad inspiraba en Roma, que se decidió viniese
á combatirla el sanguinario Escipióll l!.1J111irmo U34), el
vencedor de los Cartagineses, al frente de un ejército
de 70.000 hombres, del cual formaba parte lo más flo·
rido de la juvcntud rOlpana y al que seguían los nume·
rosos tercios africanos de hombres y elefantes, aporta·
dos 'de la Numidia pOI' el príncipe Yugurta . .
Decidido Escipión á bloquear la pla?;a para rm·
dirla por !tambre, manda excavar un profundo foso
en derredor del perímetro, lo guarnece con valladares
de diez piés de altura, levanta torreones de trecho en
trecho, y para impedir la salida por el río atraviesa
su duce con grandes vigas erizadas de garfios.
Último recurso de los numautinos. Pasó
algún tiempo: los numantinos provocaban sin cesar al
enemigo, el cual prefería !la batirse; en la dudad no
había víveres, y hasta empezaba \;:í faltar el agua del
río, apartado de su curso ordinario; las proposiciones
de paz que los sitiados se decid ieron á pl'oponcr no
obtuvieron del cónsul más respuesta quc la de entre·
garse sin garantía ninguna; y entonces, haciendo un
supremo esfuerzo, cinco valientes rompen de noche una
brecha en las trincheras, y demandan socorro de pueblo
en pueblo. Conmovidos los habitantes de Lutia ante la
relación de tan lastimoso estado, deciden enviar 400
jóvenes á la ciudad situada, pero Escipión que lo sabe
manda cortarles el brazo derecho.
Fin h eróico de la Ciudad. Perdida toda espe-
ranza, soto piden al cónsul que les deje morir peleando:
1/0 combatiréis C01ttra mú soldados, les contesta, pr·
/¿ari:ú cO/ltra el hambre; y horrorizados ante la idea
IllS'rÓRIA m: ESFAÑ¡\..

"
de caer vivos en manos del enemigo deciden matarse
unos á otros, como lo verifican por el veneno algunos,
con el hierro los más, y consumidos todos por el fuego,
al que también arrojaron sus riquezas.
Ni un solo numantino quedó con vida; ni un solo
edificio se mantuvo en pié: cuando Escipión entra en
la ciudad no encuentra mis que un montón de cad:i·
veres calcinados por el fuego y magullados bajo los
escombros.
T odo el formidable poder de los romanos, ' quince
mese" de asedio, y toda la barbárie del hombre más
cruel y sanguinario de su tiempo, hicieron ralta para
que sucu mbiese esta ciudad que no tuvo otras mural!as
sino el valor indomable de sus cuatro mil defensores,
y á quien se llamó el terror di' Roma hasta por sus
mismos adversarios.

LECCIÓN VIII.

Causas de la venida de Sorlorio á E. pa~a.-Guerra conlra Sl1a: acon·


teclmle ntos notables.- Tralc16n de Perpena y muerte de Serlorlo.
- Orgaa izacl6n de España duran le esla guerra.-Parl1clpaci6n de
lo, españoles en lu nuevas guerra. clvHu.

Causas d e la v enida d e Sertorio á España.


Medio siglo transcu rre desde la destrucción de Nu-
mancia hasta la venida de Ser/orio á Espafia (133-S2).
y durante este tiempo, sólo una ve1. (99) se suble\'an
los españoles contra la dominación romana, obligados
por la barbárie de Didio N~'Pote el cual vende en el
mercado como esclavos á los habitantes de Colenda
(CueUar). Después de esta protesta jamás lucharán por
EDAD ANTIGUA . 37

cuenta propia, sino tornando partc en las guerras ciVI-


les suscitadas por los partidos políticos de Roma. Tal
carácter tiene la que se llama dc Sertorio (82).
Nombrado Sila dictador perpétuo é inauguradas las
proscripciones que tan célebre le hicieron, emigran de
Roma los jefes del partidv contrario para salvar sus
vidas COIl la fuga, y entre ellos se encuentra Scrtorio,
el cual se refugia en E spaña donde años antes había
desempeñado el cargo de tribuno militar.
Guerra contra Sita: acontecimientos. nota·
bIes. Conocedor del carácter celtíbero, Ol"ganiza lIll
pequeño ejército con el intento aparente de oponerse
al mal gobiemo de los pretores romanos, y en menos
de veintiscis meses se hace dueño de la Bética, Lusita-
nia y Celtiveria. Así supo captarse las simpatías de los
cspa!1oles, los cuales llegaron hasta pensar que reco·
brarían la perdida independencia, pero Sertorio, real-
mente, no buscaba en Espafia más que un punto de
apoyo para contrarrestar el poderío de la aristocracia
militar creada al amparo de Sila.
Sertorio empleaba en la guerra aquella táctica de
guerrillas que hizo célebl·e para siempre á Viriato, y
de este modo, con tropas ágiles, vigorosas y cono·
cedoras de los lugares á pJ"Opósito para las embosca-
das, derJ"Otó en varios encuentros al viejo Metclo, el
cual exije le envíen mayor _número de legiones para
continuar la campal1a: en el año 76 se le junta Pomo
peyo con las suya:;, pero ambos son vencidos en el
sitio de L«urólt (Liria) y en las cuatro c.1mpañas si·
guientes que terminan en el afio 71.
Cuando desconfiaba l\IeteJo de reducir por la fuerza
al enemigo, se le ocur:·-:- plmer precio á la cabeza de


- ,

lIISTORl.\ HE ESr ... ~".


"
Sertorio y ofrecer por ella la suma de mil talentos de
plata,ean laeua! excita la codicia del sertorianoPcrpena.
Tratoion de Perpena y muerte de Sertorio .
La envidia que r efpena sentra hácia ,su jefe, el deseo
de ganar los mil talentos de plata ofrecidos por lV[c·
telo, y más que nada, tal vez, el hacerse perdonar la
primera traición cometida contra su República, estimu-
laron á Pefpena para cometer el crimen de entregar la
cabeza de Sertorio: a l efecto organiza una . ~onjura·
ción que tiene su terrible desenlace en el banquete de
E/osea (72) donde este valeroso proscripto es asesinado
por la espalda. Pefpena recibió el castigo reservado
á los traidores.
A la muerte de Sertotio se dió el caso de ql1e los
celtiberos que formaban su escolta, llamados cn latín
drooti, no queriendo sobrevivirle, se mataron UI\O~ á
otros sobre su mismo sepulcro.
Organización d e España. durante esta gu c·
rra. Desde el principio de la lucha rccibe E spai'ia
una org-,mización scmcjantc á la dc Roma: dividida cn
las dos grandcs regiones dc LllSittmia y Cdtibl'nú.
Set"torio establecc Cll Evora, capital de la primcra,
un Senado compuesto de 300 individuos, y en Osea
(Hucsca), que lo fll ~ de la seglllldJ, una Universidad
donde maestros extranj eros instruían á la juvcntud cs·
pallola cn las civilizaciollcs griega y latina: también los
ejércitos se dividieron cn legiones yadoptaron las m·
mas y uniformes romanos.
Consecuencia inmediata de todo elto fué la rOIll(wi-
sacióll completa del pa {s español.
Participación de los espan oles en l as nue-
vas guerras civiles. Después de haber dcsempc·


J:DAD ANTIGU" . 39
(
11adp en España los cargos de cuestor (69) y pre/or (60)
vuelve Ctlsar a ella ell calidad de insurrecto (49), de-
clarado traidor á la República por haber pasado el Ru-
bicón con las armas en la mano, una vez terminada su
brillante campaiia de las Galias.
Dueño de Italia y de Roma , para cuyo gobierno
nombra á sus amigos de mayor confianza, derrota en
los campos de lI!'rda (lA t ida) á los generales pompe-
yanos Afran io, Petreyo y VarrólI, y en una asamblea
de representantes celtiberos promulga varios edictos
de utilidad pública y declara ciudadanos romanos :í. los
españ oles del territorio de Cádiz.
Más tarde (45), vencido y muerto PompC": 'n, su rival,
á consecuencia de la batalla de Farsalia, y como tu-
viera conocimiento de q ue los hijos de éste, Publio y
Cneyo, habían levantado en Espana un considerable
ejército, hace en poco más de veinte dias el viaje desde
Roma hasla Córdoba, y obtiene cerca de NlIlIda (Mon-
t il la) ulla decisiva victoria que cuesta la vida á 30.000
pompeyanos.
Los destinos del mundo estuvieron en manos de Cé·
sar, declarado dictador perp~tllo, hasta que carló Su
vida el (lui'lal de unos fa náticos.

L1WCIÓN IX.

Augusto Empe ra dor: ¡tu u~iYersa1.-Guerras cantábricas: co~quista de


Lancla.-La Era espl~ola.- Principales vicisit udes de la E.pafia
rom ana durant e el lm perio. -LO$ B~ rbaro s : su mlsi6 n hlst6rlca.

Augusto Em perador: paz univcr>5al. A la


muerte de César se organiza en Roma el segundo
T riunvimto, al cual con :i~lIe imponerse Augusto, que
4° U1STÓIl IA DE ES"A!::A.

toma el tItulo de Emperador y entroniza .el gobier-


no monárquico aunque disfrazado bajo una forma
I

nucvól. .
Proclamado Emperador, Augusto manda cerrar el
famoso templo de Jano en señ al de paz ultiversal: abar-
caba Roma entonces dentro de sus límites los territo-
rios todos del lIfulldo cO!locido ó civilizado, en oposi-
ción al que se llamaba Mundo descoll()cido 6 bárbaro.
Guerras cantá.brica.s: conquista de Lan cia.
Cuando el poderío de Roma era mis formidable, )' los
pueblos conquistados obedecfan pasivamente las órde-
nes impcl"iales, algunas tribus de cdllfabros, galdicos y
astuycs levantan la bandera de la insurrección para sa-
cudir el yugo que las oprimía .
El mismo Augusto vino á dirig ir esta campail:t, en la
cual le sirvieron de lugatten ientes Afltiscio, Cl1risio y
Agripa, es decir, las notabilidades militares de su sig lo;
que tan g rande era la idea que en Roma se tenía del
valor y fu erza de los indo mables espru10les.
Talados los campos, incendiado!> los bosques y do·
minados los valles y la costa cantábrica por los ejér-
citds de Roma, se refugian los sublevados en la ciudad
fortificada de L l/Ilcill (Villasabariego) la cual toma por
asalto T. Carisio. Así concluyeron las guerras cant¡ibri·
cas }' con ellas después de 180 anos la porfiada lucha
entre espafioles y romanos.
La Era espaüola. Para conmemorar la total pa·
cificación del país creó Augusto la j::I'(~ t!,rpaiíola, la
cual tuvo su comienzo el dia L O de Enero del ailo 38
antes de J. c.; cómputo cronológico vigente en LcOll y
Ca<;tilla hasta 1383, en Aragón y Navarra hasta 1350
yen Portugal h a~tn 1422.
"
EOAD ANnGU.\.

Principales vicisitudes de la Espa ña roma-


na durante el Imperio. Con la conclusión de las
gucrras cantábricas termina hasta la Edad Media lo que
pudiera llamarse história política de Espal1a, pues solo
para Roma los espal10les viven y trabajan, siguieado
las vicisitudes de las restantes provincias.
Dividiósela en tres regiones denominadas Tarraco·
IUJlSt', Lusitallia (provincias imperiales, gobernadas por
autoridades militares) y Bética (provincia senatorial que
regla un procónsu! del orden civil), subdivididas en ca·
torce COllomtos jur Ú icos ó tribunales colegidos, y estos,
á su vez, en seiscientas noventa y d0S ciudades. Esta di·
visión se modificó algo más tarde en lo relativo al nú'
mero de provincias.
Las ciudades se nombraban colollias cuando debían
su origen á veteranos licenciados del ejército; 1ll1mici·
pios, si los habitantes se gobernaban en lo local por
magistrados que elegían ellos mismos; llItinas, las po·
bladas por gentes que procedían de halia; ÚWlIIIUS, las
que no pagaban tributos; cOllfcdandas, si conservaban
totalmente su indepe.ndcncia; y tributarias, cualldo con·
tribuían á levantar las cargas del rmperio.
El gobierno local de las ciudades era muy parecido
al de Roma: compollíase de un cOllujo formado por
diez individuos, llamados dI!Clfr ':iJlICS, cuya presidencia
descmpellaban alternativamente dos de entre ellos, los
dJ/lIIJmiri; los demas cargos eran, los cltatorviri, encaro
gados de los camino,;, los "di!t-s para la policía urbana ,
los decmvil'i ó jueces municipale ~ en lo civil y criminal,
y el defemor ci¡;itatis ó procuféldor sindico, como el de
los Ayuntamientos aetuale~.
En tre los emperadores que más se distinguieron por


4'

sus relaciones con Espai\a citaremos á Vespllsiauo, que


concedió á los espai'íoles todos los derechos lafillos y
fomentó la construcción de c<\minos, puentes y monu-
mentos públicos; Tito (79) que mereció ser llamado
amor y delicias del género humano á causa de su pater-
nal gobierno; DomicillllO (8 1) en cuyo tiempo imperó la
tiran/a más brutal; Trajano, AdrimlO y AI/tollillo Pío
(98-161) emperadores espa!lo1cs Ú oriundos de Espa -
ña; niOc!t!clllllO (284) cuyo nombre recuerda la san·
grienta persecución contra los cristianos; y li:odosio
(380) natural de E spalia y uno de sus hijos más ilustres
en la antigüedad.
Los Bá.rbaros: su misión histórica. Cuando
el pueblo romano realiza su misión en la História, ha"
cienda que bajo su imperio casi todo el mundo conocido
se rija y gobierne por unas mismas leyes y procedi·
mientos, aparecc la unidad material que, si favorece el
desarrollo del Cristianismo, abrll1na á la Humanidad y
la conduce al aniquilamiento. D e aquí la necesidad de
la Illvasióll bárbara, cuyas tribus desquician por el
hierro y por el fuego todo lo antfKuo, pero para purifi.
cario y asimilarse despues los elementos civilizadores
no impuros.
Si Roma tr¡ijo al U1Ulldo el principio de la ullidad,
los Bárbaros apostaron el de la ?Iariedad: esta es su
misión histórica. L a lucha entre ambos elementos y su
"rlllou/:;acióll será el trabajo dd pueblo csp'\llol, como
el de los restantes pueblos occidentales, durante la
Edad Media.
II. DAD ANTICUA.

LECCIÓN X.

Civili:::s.eión e::p a,5.o1e. en. ls. Edad antigua .

Elemenll)s que conlrlhuye ron ti formlr[a. - ColonlzaclÓn lenicla.- Co·


lon!zacl6n grlega. ·-Clvlllzaclón hlsp a~o· romana.

Elementos que contribuyeron a. form arla.


La civilización española en la Edad a ntígua, presci n .
d iendo de las remin iscencias prehistóricas que hasta la
fecha son casi nulas, se debe al influjo directo de treS
civilizaciones extraftas, la fenicia, la g riega y la ro-
mana; orientales las dos primeras, é impuestas una tras
otra por la colonización, y oeddcl/!al la última entro- y
nizada por la guerra de conquista.
Colonización fenicia . La colonización fenic ia
es el primer impulso l!xtranjero que los españoles re-
ci ben en el trabajo d e su civilización: aprl!ndicrOll de
estos a.,i;íticos la industria, la navegación, e.\ lahoreo
de los metales, y el arte de salar y c urar los pescados,
10 mismo que su idioma, su alrabeto )' S:'l mitología.
L o.> únicos recuerdos q L1e hoy se conservan de los
Fenicios se reducen á la torre dc Hércules (Cartilla)
reed ifica da por T rajano, un rdi,·,./! descubicrto en Du-
rango (Vizcaya), y la leye nda de Sal( Patricio y 5111 \ _
So "('"
C% mba. tan poplllar en la Edad Media. ~ \V;\ :-
Colonización griega.. Como el deseo de "'r~ ;~:'
no trajo los Griegos ;i España, sino que estos color ~,F ~'.'. ~ ..
dores vinieron en busca de país donde establecers~-- ..: ~
para fundar una nueva patria, en sustitución de la que -"
perdiera n, de aquí que limitascll s u innuencia ,í redil'
., lIISTÓRtA m: 1:SP AÑA .

cicla porción de la costa, pero en la cual hicieron brillar


los resplandores de su génio helénico.
Al propio tiempo que el cultivo de la vid y el del
olivo, estos Griegos asiáticos enseñaron á los espat10-
les su sistema de escribir de izquierda á derecha y los
tesoros de su hermosísimo idioma: también sustituye-
ron la religion primitiva de los CeltIberos y la s:,mgui-
nada de los Fenicios por la más humana y progresiva
del antropomorfismo,
Civilización hispano-romana. Al amparo de
la paz y con la protección que Augusto, Emperador
de Roma, dispensó ¡í los espaooles, comenzó á prospe-
rar la riqueza de este país, á cuya explotación convir-
tieron sus habitantes todo el ardor y entusiasmo cm·
pleado~ antes en las empresas militares,
El gran consumo que Ctl Roma se hacía diariamente
de los productos espai'íoles biza que la flgrimltura
prosperase en notable escala, sobre todo en cereales,
vinos, aceite y fnttas: también progresó la úldlfslria,
tnel'ccicndo especial renombre las lanas, la cochinilla,
la pl'lrpura y los tejidos de cáñamo y lino, El comercio,
n1<is activo de 10 que puede imaginarse, tenía sus cen o
tras en Cádiz, rvrálaga, Sevilla y Cartagena: el interior
servíase de las magníficas vias militares sobre cuyo
afirmado se asientan todavía hoy las modernas ca-
rreleras. •
La construcción de los herniOSOs IIIO/lll/lh'lltOS, cuyos
restos asombran <Í quien los contempla á pesar de la
acción destructora de los siglos, hizo que muchos espa-
ñoles se dedicaran a las artes: entonces comenzaron á
formarse marmolistas, fllndidores, cincel;;¡dores y lapi-
~larios que leg<lron el recuerdo de su fama, entre otros,
EDAD ANTIGUA. 45

en la Torre den Barra (Cataluña) el MOllte PI/rado


(Galieia) el O'rco (Itálica) y el hermoso puente sobre el
Tajo (Alcántara).
El desarrollo intelectual alcanzó, si cabe, mayor des·
arrollo todavía, dando lugar á lllla bellísima lilt'rflllfra
que denominaremos hispallo-romalla, que ilush'an mu-
chos y muy deliciosos ingen ios_ Brillaron, en tre otros,
el bibliotecario Higillio; los poetas Sex/inio Emta y
L. Amco Shuca, filósofo adem,is el último; Lucano, el
inspirado cantor de la Farsalia; AJ'arcial con su's epi-
granJas; Julio Gakm, apellidado el dulce entre los cor-
dobeses; Quin/¡/¡allo, primer profesor oficial en Roma;
los geógrafos y natural istas L. Modera/o CO/llmcla y
Polltpollio Me/a; y los oradores .AJ'. Porcio La/ro1l,
M. At!Jtco Séltcca y Julio Calón.
Para completar el · cuadro de las grandezas espafio.
las en este período añadiremos que el primer Cónsul
extranjero en Roma fue: Balbo, español; el Prelado
que presidió el primer Concilio ecuménico de la Iglesia,
Osío, español; y espalloles fueron también aquellos Em-
peradores que como Trajano, Adriano, Antonino Pio
y T eodosio, consiguierol} orga·nizar el gobierno, cuando
éste se precipita ~n la más espantosa decadencia.
,6 !IISTVK1A Uf. Il SrARA.

LECCIÓN XL

El Cri :::tlanÜl:rno en E :lp aña .

Predicaci$n del Cristianismo: 511 propagac16n.- las primeras Iglesias y


los primerO' I'tlárlJres.-PersecllcJÓn do Dlocleciano.- Pat de la
Iglesia: concilios naclOMalcS.- literatura crl sliana.- HereJru.

Predicación del Cristianismo en Espafia: su


propagación. Asegura n respetables tradiciones que
el Cristiauismo rué predicado en Espa11a por San Pa·
-
blo, el apóstol dI! las gl'lltI'S, y por Santiago el Mayor,
pr/ndpe (it' los npóstoles, y se fijan para ello las fechas
del afio 38, respecto del primcl'o, y la del 60, en lo que
se refiere al segundo.
La veneranda Dasrlica consag rada en Zaragoza bajo
la advocación de Nuestra Seflara del Pilar, y un pasage
de la.'! fam osas hpísto/as tlt' San Pablo, hacen proba-
ble este aserto.
Aunque los españoles fUerO!l refractarios á todo
cambio, la Religión cristi.ana sustituye bien pronto á la
idolatría en la conciencia de este pueblo, entusiasta de
antíguo por lo sublime y grandioso.•
Las primeras Iglesias y los primeros Márti-
res. Consta de toda certeza que los siete discípulos
de Santiago, conocidos con el nombre de VarOlles (fPOS-
Mlieos, continuaron la misión de predicar el Evangelio
entre los españoles, y fun daron sucesivamente las Igle-
s ias de Berjn, A viln, Aflljncar, Carle;rn, Jlliberis é Jlli-
Illlgo, primeras de que en EspaL1a se tiene noticia: así
también consta sufrieron el martirio con motivo de la
persecución decrctada bajo el gobierno de D om icinno,
t',O AIl ANTiGUA . 47

San Eugenio de Toledo; Sa;t Fac/lItdo y San Pn'mitivo,


en la de Marco Aurelio; y San Fructuoso de Tarragona,
en la de Gnlieno,
Persecución de Diocleciano. La persecuci ón
más terrible, que ha dado lugar á la llamada Era de
los mártires, fué deereta0a por el emperador Diocle·
ciano en el <1110 303, Y por lo que hace á Espai'ía , po·
demos asegurar no duró menos de veinticinco meses:
gobernada á la sazón por DaúIIJ/o, encarnizado enemi-
go de la nueva fé,.$ufrió horrores indecibles, y dur.:mte
ella sellaron con su sangre la doctrina del Cristo, Santas
Justa y RlIjina, en Sevilla; San Vicmte, en Valencia;
San/a O/al/a, en Barcel0!1aj Satt Segundo, en Córdoba;
San/os Justo y Pastor, en Alcalá; Santa Lcoatdia, en
T oledo; Salita EI/lalia, en Mérida; y San Lormzo, en
Huesca. Solo en Zaragoza fll cron tantos y tantos, que
la historia los enunc ia justamente apellidándoles los
fml?ml erab/t>~·.
Paz de la. Iglesia: concilios nacionales . El
edicto de Mitin (3 I 3) decreta la igualdad de todas las
Religiones ante la ley del Imperio, y bien pronto de-
muestra E spai'ía ese sentido práctico que sabe aplicar á
cuanto se dedica.
Trece afios antes de que apareciese este notable edic·
to se había celebrado en Espal1a el Concilio de .f/liberis,
con asistench de diez y llueve obispos, treinta y seis
pre¡;bíteros y multitud de d i:íconos, en el cual se redac-
taron importantísimos cánones y se decidieron intere-
S:llltcs cuestiones de disciplina eclesiástica. A este si-
guieron otros varios, entre los cuales merecen por su
importancia citarse el de ¿aragoza en 380 cont ra los
pnscilianistas, y el primero de~ Toledo en 400, mandan-
HlSTÓRIA 1>F. r.SPAÑA.

do observar lo preceptuado en el ecuménico de Nicca.


Liter atura crist iana. Las apremiantes nccesi·
dades de la propaganda y controversia cristianas origi-
naron un nuevo género de litera/ura, cuyos primeros
iniciadores fueron: Aquilillo JIi'ilfUCC, autor ele la vida
de Jesús; D raccnct"c, que nos legó un poema acerca de
la existencia y atributos de Dios; é Idact"o J' Palllo Oro·
sic, que escribieron varias Crónicas de su tiempo.
Herej ias. Además de la IUl"I!jía dc los gllósticcs,
ó priscilianist.iS, como en Espai1a se les llama por ha·
ber incurrido en clla Prisciliano, obispo de Avila, se
conocieron la de los mallit}!u(ls y la de los arrianos, en
especial csta última. .
Debe notarse bien que nmchos historiadores atribu·
yen equivocadamente la introducción de! arrianismo á
los visigodos, cuando en una carta escrita por San Sirio
cio al arzobispo de T arragona, consta que ya se cono·
cieron arrianos á mediados del siglo IV, coincidiendo
con la rcunión del Concilio gcneral de Constantinopla
en el añ.o 382.
EDAD MEDIA,

4

,

EDAD MEDIA

ESPAÑA VISIGODA.

,LEOCIÓN XII.

Pueblos Bárbaros que se establecen en España: Atanos, Vándalos y


Suevos.-Advenimlenlo de los VisigodOS: A!au(fo.-Slgerlco: su fin.
-Wlllia: su talento polftlco,-Teodoredo: los Visigodos en la batalla
de los Campos cataladnicos.-Turismundo.- Teodorico: Importancia
de su reinado.

Pueblos Bárbaros que se establecen en Es-


paüa: Alanos, Vandalos y Sucvos. A la muerte
del Emperador Tcodosio, los Bárbaros establecidos en
la frontera romana se precipi tan sobre el occidente de
Europa, el cual atraviesan en todas direcciones como
torrente desbordado, talando y destruyend o; no fueron
bastalltes á impedirlo, ni la bravura de Stilicón, el ven·
cedor de Alarico, ni el temor que á estas tribus había
sabido inspirar el último de los emperadores españoles
en Roma.
Desde el 404 al 414 tuvieron lugar en España las
invasioNes prelimillares, durante las cuales, se estable·
cen transitoriamente en este país los Ala1/os, los Váll-
5'
tI"los y los SUC'tIOs: los Alanos, procedentes de la T ar-
taria, que después de habitar las riberas del Danubi o,
se internaron en las Galias, de donde pasan á Espal1<1
ocupando la Lusitania á las órdenes de su rey Atou;
los Vándalos, establecidos algún tiempo sobre las ori·
llas del Báltico, que empujados por los Hunnos hasta
Italia, se posesionan de la llética, mandados por Gms/!-
1'ico; y finalmente los Suevos, que regía Hermnllrico,
que penetran confundidos con las hordas anteriores, y
se quedan cn Galicia.
Advenimiento de los Visigodos: Ataulfo .
En tanto que esto sucede, y Bárbaros é Hispallo·Roma·
nos luchan unos contra otl'os originando un caos espan-
toso, al que prestan sus tintas más sombrías la miseria
y la peste, los Visi¡:odos lIcg.l1l á las puertas de Roma
-
IlUllldados por Alarico, y tomándola por a~mlto, destru·
yen, incendian, talan y deglie!lan cuanto encuentran á
su paso.
Muerto :i los pocos di as Alarico se encarga Atan/fo
del gobierno de su pueblo, y de acuerdo con el empe·
radar I-loIlOriO, después de haber tOll1:ldo por esposa ¡í
Gala Placidia, abandona la Ttalia, se "podcra de la Ga.
lia Narbonesa hasta los Pirineos, penetra en Espal1a
(414), invade la región Tarraconense, y fija su residen·
cia en la ciudad de Barcelona, convertida en capital de
una monarquía galo·hispana.
A los dos aI10s de este suceso es asesinado Ataulfo,
bien ¡i causa del excesivo afecto que manifestaba á los
Romanos, contra los cuales no quiso pelear, bien por
haber perdido el cariño de los Visigodos en razón á su
vida sedentaria y poco conforme con el inquieto carác-
ter de este pueblo .
Sigeri co: su fin. Ocupa el trolla S¡gl!J'ico (4[6),
asesino de su predecesor, cuyo cfimero reinado de siete
c/ias viene á terminarse también con un asesinato.
Walia: su talento político. l\lás político /Va/ia
que sus antecesores (4 16). dcmostró aborrecer á Roma,
con lo cual se gmngea la simpatía del pueblo, ni propio
tiempo que nnjc seguir con los Romanos la misma poli.
ti ea de subordinación representada por A taulfo: pam
conseguir este fin demuestra ,i los visigodos la necesi-
dad de continuar s iendo amigos aparentes de R o ma,
hastn conseguir la victoria sobre las restantes tribus
bárbaras que poblaban la E spaña, en tanto que, ni
frente de sus ejércitos, expulsa á los Vándah" de la Bé·
tica, se apodera de la Lusitania ocupada por los Ala-
nos, y reduce considerablemente los limites del R eino
s uevo.
Teodor edo: l os Visigodos en la b atalla d e los
Campos catalauoicos . Le sucedc TI'odorrdo (420).
el cual prescinde de la región espai'lola de su monarquía.
para fija r la atención sobre los territori os franceses, que
le disputan los generales romanos Aedo y Litado, con-
tra los cuales lucha sin rep o~ C1 .
Mientras que Vándrdos y Suevos recorren la pen!n.
sula y dominan por el interior ¡¡ su antojo, excepción
heeha de Catalu :í:1 , d decaido lmp:-rio Rom:mo, vencido
por T codoredo en rcp::tido:i ellCtlen tros, solicit;"! ll~: a pa?
en virtud de la cI!;"! 1 cnsancha los limites de la Gali:¡ g6
tica hasta los ríos Loire y Ródanoj pC1"O la paz :ie im ·
pone á todos COIl lIIot i\·o de la irl\';'lsión uc !05 hllrnno:;
que mandaba el feroz Atila.
i\'Ie(lio mil!ón de lHrharos que dejan en pos de sí un
surco terrible de .~nl1 g'r", in vad..:n las Galias r a.mena1.'!Il
JIIST6R 1A DE I':SPA~.\.

concluir con las naciente\. monarquías bárbaras, ;i la


vez que con aquella sombra de I mperio romano que
aún se mantenía en pié. E l peligro hace que juntos los
F rancos, los Visigodos y los Romanos ataquen al ene-
migo y le derroten en la famosa jornada de los 'Ca/l/pos
calala/Í.JIicos.
Turismundo . La batalla que salva de la barbárie
al occidente europeo, cuesta la vida al monarca vi~i go.
do: le sucede su hijo TUl'iSlllltltdo (451) al cllal, pasado
un año, asesina un soldado por orden de su mismo her·
mano Teodorico.
Teodorico: importan cia d e su r einado . El
reinado de Teodorico (452) es bajo el punto de vista
militar uno de los más notables que registra la historia
hispano-visigoda.
Vencedor de Suevos y de Alanos, reduce toda la pe-
nínsula á su dominación, excepto el p equei'ío territorio
de la actual Galicia; su 1"eino se extendía desde el estre-
cho de Gibraltar hasta el Loire y desde el Ródano
hasta el oceéa no Atlántico.
Deja vacante el T rono por el mismo procedimiento
que empleó para ascender á el, es decir, quc murió ase-
sinado por los sicarios de su hermano E urieo.

LECCIÓN XiII.
Eurico: eslablecimiento definitivo de los Visi godo s.- Códlgo do Eurico.
- Alarico: Breviario de Anian o.- Gu erra co nt ra Fran cia.-Amalar ico :
nU Ofa guerra contra Francia.- Te ud is, Tcudiselo '1 Aglla.- Alana-
gildo: inlerv encilin de los Imperiales.- li uva.- Leoviglldo: su pensa·
miento pollllco.- Gu erra civil religiosa.

Eurico: establecim iento definitivo de los


Visigodos. En tiempo de Ellriro (466) los Visigo-
EUAU .~N'nGUA .

dos abandonan sus tendencins nómadas y aventureras y


"
revelan los p rimeros síntomas de constitución social: con
el estnblecimiento en Toledo de la capitnlidad coincide
su dominación definitiva sobre este territorio, favorecida
por la destrucción del Imperio Romano de occidente,
de cuyo hecho se aprovecha Eurico para expulsar á los
pocos romanos qlle en Espat1a quedaba n.
Código d e Eurico. También le cumple la gloria
de haber
o
sido el primer legislador de su pueblo; y aUll·
que solo hayan llegndo hasta nosotros algunos fragmen·
tos de este Código, son bastantes para conocer que sc
redactó para amp'!.rar ;i los visigodos, de tal suerte
que, bajo el punto de vista legal, admite b "eparación
absoluta entre venced0res y vencido:>, seííores y escla·
vos: esta funesta é impolítica división producirá no taro
dando muy g raves resultados.
Alarico: Breviario d e Aoiano. Su hijo Ala·
rico (484) reparil. este mal con la promulgación de .otro
Código, que lleva el nombre de Brr¡¡iario de Allúmo,
por haberlo refrendado e~te ministro: caleado sobre las
compilaciones de Hermógenes y Teodosio, se redactó
p;1.ra que regulara los derechos de los hispano·ro.manos
entre sí, de manera que la separación entre ambas razas
se hace mayor, si cabe, cuando tan fácil hubiera sido
amlonizarlas baj o !J. base de una misma legalidad .
Guerra contra F rancia . Más grave pelo ser
la guerra contra los Francos, enemigos en religión de
los Visigodos, como arriaNOS que estos eran y ca .'ólicos
agucl1os, pues .'\.!arico pierde b vida en la bata lla de
VOlIgN (S0S) y Clodoveo se apodera de toJ.::. b. Aqui·
tanin o
Amalarico: nW?V l gu::rra contra Francia.
HISTORIA m: I'S~AR.\.

Seis afios tardó Amalarico en ser jurado rey, (505- 5 r I)


pues algunos nobles habían proclamado á su hermano
bastardo Gesaleico; y gracias si pudo serlo .con el au·
xilio de su abuclo T eododco, rcy ostrogodo de HaHa,
el cual le pone, como de menor edad que era, bajo la
regencia de Teudis.
El matrimonio del monarca con la princesa Clotilde,
hija del rey Franco, concertado para terminar las dife·
rencias entre ambos pueblos, no correspondió al pensa·
miento dc sus ajustadores, pues los disgustos domésti-
cos transcendieron fuera, y el escándalo fué tan grande
que hubieron de intervenir ambos pueblos: como Ala·
rico cn Vouglé, mucre Amalarico cn los campos dc
Narbolla (531).
Teudis, Teudiselo y AgUa. Gobiernan el reino,
uno después de otro, Teudis, Tcudise/o y Agila, sin
dejar apenas huella de su paso: murieron, respectiva-
mente, á manos de un fingido loco, el primero, á pesar
de sus victorias contra los francos y de su buen gobier-
no, en tina conspiración que sus liviandades y tiranía
hicieron necesaria, el segundo, y en guerra civil contra
, Atanagildo el último.
Atanagildo: intervención de los Imperia-
les. Detestable se hizo Atallagildo (554) por haber
aceptado cn sus luchas contra Agita el auxilio de tro-
pas extranjeras, bajo la condición de entregarles como
premio, si por acaso era rey, algllnas plazas marítimas
de la·costa. Consigllió su objeto, pero de este modo
pasaron al dominio de ]ustiniano, Emperador de Cons-
tantinopla, las más hermosas ciudades d~ aquel codi·
ciado litoral que constituyó el núcleo de la que se de·
nominó antes Espal1a fenicia y g riega.
ImAO A~Tu.; U A . 57

Liuva. Después de un interregno dc cineo meses


ciñc Lt'uva fla corona (567): pacífico y modesto, á pe ·
sal' de haber desempeiiado durante muchos años el
cargo de virrey de la Galia gótica, asocia al gobierno á
su hermano Leovigildo, y le confía la Espaiia. A su
muerte le sucede en el trono.
Leovigildo: su pensamiento político. Lt'ovi-
gildo (57 2) se propone realizar la unidad nacional y
transformar en hereditaria la corona.
Para conseguir lo primero combate con tra los Impe-
riales, á los cuales arrebata todas sus posesiones, ex·
ccpción de algunas ciudades marítimas, é internándose
en el país de los Suevos conquista la Galicia, cuyo tU -
timo rey, el usurpador Andeca (585) perece decapitado_
Para realizar lo segundo asocia al gobierno á sus
hijos H ernlt'1ugi/do y R ecaredo, encargándoles respec-
tivamcllte, como por vía de ensayo, el gobierno de las
p rovincias de Sevilla. y Gerona.
Guerra civil r eligiosa. Henneilegildo, hijo de
madre católica y educado en el Catolicismo , cn el cual
influyeron no poco los consejos de su tío San Leandro,
metropolitano de Sevilla, abjura solemnemente el arria ·
nismo, se hace bautizar, rompe con la religión del Es-
tado, y crea con esta conducta ¡i su padre un gravc
conflicto, desde clmomento en que los hi spano -roma-
nos le siguen y amenazan con la g uerra civil: vencedor
Lcovigildo en la lucha, perdona á su hijo; pero el prín-
cipc se subleva dc nucvo en Valcllciil, y como resis-
ticra todo génel'o de amenazas y de halagos para ab-
jurar de su creencia, muere bárbal'amente degollado en
T arragona (584) de orden de su mismo padre. Hoy
figura su nombre el} el catálogo de los San tos.
58

LECCI6 !\ XIV.

Rccaredo: su conversi6n al Ca!olicismo. - Consecuencias principales.


- Los Concilios de Toledo.- li uv¡ 11: conjuración arriana.- Wite·
rico: conjuración cal6lica - Gundcmaro.- Sisehulo; o~puls i 6 n de
los lu dIos y sus consocuencias .

Recaredo : SU conversióa al Catolicjsmo.


Lcovigildo es el último rey arriaNo de la Espal1a visi·
goda; Recarcdo (586) inllugura la série de los monarcas
propiamente crislial/ps. .,.
Católico hacía muchos <11105 , aprend e á esperar tiem-
pos mejores p<tra realizar su conversión, aleccionado
con el ejemplo de lo suced ido á SlI hermano Hermcne-
gildo; y una vez en el trono, prepara con g ran habili·
dad esta revolJ1cióll religiosa en la opinión pública.
Seguro del éxito, convoca en Toledo un COI/cilio NI1 -
ciollal (8 de mayo de 589) al que concurrieron los me·
tropolitanos de Mérida, Toledo , Sevilla, Na rbona )'
Braga, sesenta y dos obispos)' cinco vica rios, y ante
cUas proclama su cOll\'crsión al Cristianismo católico,
la cual es recibida con general aplauso por hispano·
romanos, godos y suevos: lodos Jos presentes hacen
profesión de fé con él y muchos la pronuncia rán más
tarde, aunque Reca rcJo <ldvirlió que sería justo para
todos, sin distinguir de creencias.
Consecuen~ias prinCipales. Este aconteci·
miento ejercerá no tardando decisiva in Oueacia, por
más que los in veterados odios de r<lza impidan b fu·
sión entre visigodos (; hispano·romanos bajo la base de
¡!na misma religión: con todo, se c.5tab1ece la igu;ddad
;9
ante el derecho patrio, se abre la puerta del influjo en
el gobierno á la rtlza latina, representada por el clero,
y convertidos los Concilios en asambleas legislativas,
harán que la pri mitiva dureza de las leyes germanas
des;¡parezca bajo el principio de caridad, esencia del
Cristi'l.IIismo.
Los Concilios de Toledo . Lus Concilios de To- '
kdo constituyen uno de los mejores timbres que es-
maltan la historia del pueblo visigodo en Espaíla:
reuniones puramente eclesiásticas en su origen, como
lo comprueban el primero y el segundo de los cele-
b rados, convirtiéronsc desde Recaredo en verdaderas
asambleas legislati vas, en las cuales, y á ruego de los
mon;¡rcas asistidos de los intend entes, de los jueces y
de la nobleza, se ventilaban, por su orden, los negocios
eclesiásticos, primero, y Jos civiles después.
Liuva 11: conj uración arr iana. El bastardo
Limlfl fJ (601) no tuvo la previsión ni cJ talento de su
padrc: como todavía quedaran muchos visigodos arria·
nos cn el reino, tramaron una conspiración contra el
monarca, á consecuencia dc la cual mucre, despu és dc
habcl' ocupado el trono escasos Jos tinos.
Witeri co: conjuraCión católica. La insu·
rrección vencedora proclama rey á WitericQ (603), el
cual se proponc borrar hasta la huella de la influ encia
cristiana: empello loco, pues e1 cri stianis mo había ccha ·
do hondas raices en aquella sociedad, y no consigue
más que irritar los ánimos, excita r las p:Lsiones, y pro-
vocar escenas violentas que, como la conjuración ca -
tólica que le al'reh:ltó el gobic L'llo y la vida, l!evaron la
pcrlurbaci¿n á todas las clases sociales.
GundClllaro. Los visigodos juran rey al repre-
60 !I!ST0Rl.l. DE ESl'Ai<:A.

scntantc más genuino del partido católico, Glllldemaro


(610), el cual desaparece sin otro recuerdo que el ha-
ber d ejado consignado su nombre en la historia .
Sisebuto: expulsión d e los Judíos y su s
consecuencias. Sisebulo (6 [2) tiene la gloria de
expulsar definitivamente de Espaba á los lmperiaks,
ajust,indosc con este motivo un tratado de paz que fir-
ma el emperador Hcraclio, en virtud dd cual, sólo se
reservaban á éste algunas plaz<ls insignificantes CIl el
n/gnrbc portugués: igual fortuna tuvo contra [os piratas
africanos que infestaban la AIallritfll/ia {¡I/gilltmm,
nuevamente incorporada, después de dos siglos, al ga-

biemo de la Península ibérica .
Sensible rué que tan bri llantes triunfos queuaran
eclipsados con el hecho de la expulsión de los Judíos,
raza proscri ta que vivía en España desde que Vespa-
siano, emperador d e los romanos, ordenó á su hijo Tito
la destrucción de J erusalén .
La Iglesia espaiiola protestó contra este atentado
por mcdio de! arzobispo de Sevilla, San Isidoro, como
contrario a l espíritu del Cristianismo que rechaza en su
incompar¿¡ble y sublime caridad toda medida dc violen-
cia; pero á estos extremos y aun á otros mayo res tenia
qne ' dar hlg;u la confusión d e los poderes civil yecle-
siástico, por ejercer los reycs desde Rccal'cdo cierta es-
pcci e de autoridad canónica.
Las consccuencias de la expulsión se dcj;:ron senlir
bien pronto, siendo las principales el e mpobrecimiento
de la agricultura, la debilidad de la industria, y la fuina
r;:asi completa del cOI11ercio .

6.

LEOCIÓN XV

Suintila: sus proycclos.- Slsenando: Importancia tlcl IV Concilio de


To ledo.- Chi nlila y Turg a. - Ch indasvinlo: unidad lo gis laliva.- Recn-
vinlo: nuevos proyectos de fu sión.- Elccci6 n de Wamba.- Su~leva·
ció" de la Vasconia y de la Gúlia g6Iica.- Pri mora aparici6n de los
musulmanes en nuestras coslas.-Abdicaci6 n dc Wamba.

Suintila: ~us proyectos. Rccarcdo f/(62t), hijo


de Sisebuto, ocupa el trollo cuatro meses, y le sucede
Suilltila, primer monarca visigodo que puede realmente
apellidarse 1'e;' de toda la Espaiífl (624) por haber COIl - CJ
quistado las últimas ciudades que en los Algarbcs po-
seían los Emperadqres de Constantinopla .
Realizada la unidad nacional, se propone, imitando
;i Leovigildo, transformar cn, hcreditaria la tan azarosa
monarquía electiva; pero los nobles que veían cn ello
, la pérdida de algunos privilegios, y la desafección del
clero ,i causa de su vida crapulosa, hicieron que las tro-
pas de guarnición en la Gália gótica se sublevaran con-
tra él , y le depusieran: conservó, sin embargo, la vida;
caso por demás raro y sin precedente, explicable solo
si se ticne cn cuenta el influjo benéfico del Cristianismo
ell aquel!a sociedad .
Sisenand o: i 'uportancia del IV Concilio
de Toledo . SiSl'lIfllldo (631) obtiene la corona á tí-
tulo de jde de la insurrección contra Suintila.
El único hecho notable de su reinado es la celebra-
ción del Conci lio IV toledano, ante el cual se presenta
el monarca, postrado en tierra y con lágrimas en los
ojos, á solicitar su reconocimiento. \
6, III ~TÓR IA 01( l':S\'A~A.

¡Elocuente ejemplo de cómo la fiereza de aquella


rtr::a ffo"a vino á humillarse ante la ra:;a Il1timl, que
representaban los obispos!
Entre las disposiciones decretadas por esta céleb¡'c
asamblea , que presidió San l si<}oro de Sevilla , citare-
mos las penas y censuras contra los que atentaran á la
vida del monarca ó contra la seguridad del Estado, la
revocación del decreto de Sisebuto contra los Judíos, y
el cambio de la ley fundam ental de sucesión á la co-
rona, pues se ordenó que en la elección no tomaran
parte más que los nobles y el clero, con exclusión ab-
soluta del pueblo.
Chintila y TuJga. Los reinados de Cllilttifa
(636) y Tulga (640) ofrecen interés bien escaso: reunió
el primero los Concilios toledanos V y VI, entre cuyos
cánones merece citarse uno por el cual sc excluye del
sólio á los tonsurados ó decalvados, ¡L los de origen ser-
vil, á los extranjeros, y á los que no descendieran del no-
ble liuage de los godos; disposición encaminada á con-
trarrestar el influjo del CÜI'O y de la raza latilla en la
f:obernación de la monarqufa.
T ulga que debió su nombramiento á los obispos en
gracia á la memoria de Su padre Chintila, es arrojado
del trOlla por la sublevada nobleza.
Chindasvinto: unidad legislativa.. Le suce·
de el octogenario Cltilldasvil/lo (642), jefe dcl motín
que destronó á Tulga: esto no rué obstáculo para que
reclamara de los PP. del Concilio VII toledano una ex-
comunión contra los que, en lo sucesivo, atentaran á la
seguridad del monarca.
Débese á Chindasvinto el establecimiento de la uni-
dad legislativa, para lo Cllal derogó el Breviario de
lWAD A~T1 GU A.
'3
Aniano y recopiló á continuación del de Eurico todas
las disposiciones posteriores, obligatori as en lo sucesivo
lo mismo para los visigodos que para los hispano·
tomallos.
Asoció al gobierno á su hijo R.'US1JúlfO , en el cual
abdica después de algunos años (649), prévia la aquies·
cencia de la nobleza y del clero.
Recesvinto : nu evos proyectos de fus ión .
Continuador Recesvinto de la política fllsionista de su
...padrc, hizo que el vm Concilio de T oledo autorizara los
matrimonios entre las tazas espafíola y visigoda, al mis·
mo tiempo que distribuía los empleos del Estado y de
la Corte indistintamente entte los unos y los otros: sin
embargo, la fusión se había hecho imposible en fuerza
del orgullo, de la avaricia y del soberano desprecio con
que la raza visigoda había amargado la vida de tantas
y tantas generaciones de esclavizados espal1oles.
Elección d e W amba. Disponían las leyes que
los electores se reunieran para nombrar rey en el luga r
donde el anterior hubiese fallecido; y á virtud de este
mandato, los prelados y próceres, convocados en C.or·
fricos (Valladolid), designan como sucesor de Reces ·
vinto á un noble llamado r.-Valllóa, el cual vivía allí re·
tirado de intento, lejos de la Corte: no aceptó el cargo
sino al verse conminado con la mllerte.
Sublevaciones. Wall1ba (672) delllosttÓ luego
ser bien digno de la confianza que en él habían deposi-
tado, pucs ndemás de moralizar la administración y
corregir innumerables abusos de todo género, sofocó
dos insurrecciones, una en la Galia gótica y otra en la
Vasconia.
También rechazó á los piratas 1ItlfsulmmU?s, los cua·
!lLS'L'OI<IA UY. Y.~I'i\ÑA,

les aparecen merodeando por primera vez en las aguas


españolas.
Abdicación d e Wamba. Abdicó forzosamente
la corona, y fué de este modo: un conde palatino, llama-
tia Ervigio, le dió á beber cierta porción narcótica que
le privó del sentido, después de 10 cual anullfia al pue-
blo que el rey ha muerto y se apresura ;í cortarle la
cabellera y vestirle la mortaja de fraile, segun era
entonces costumbre general. Despierta de su letargo
\:l/amba, comprende el móvil de toda aquella intriga,
y hasta reconoce á su autor, pero en vez de castigarle,
abdica en él la corona y se retira al monasterio de
Pampliega, donde muere.

LECCIÓN XVI.

Ervigio: influencia de la teocracia. - Égica: compilación del Fuero_


Juzgo, - WiUza: sublevaciones contra el rey.-Rodrigo: guerra civil.
Invasi6n do los musulmanes: batalla del Guadalete,-Tradiciones
acerca de esta invas l6n.

Ervigio: influencia de la teocracia. Ervigio


(680) se presenta ante el Concilio XII de Toledo para
qlJe los próceres y obispos se dignen aprobar su exal-
taciÓn al trono, lo cual hubiera sido difícil á no traer
consigo el acta de abdicación que le entregó \Vamba.
Este mismo Concilio acuerda á petición de Ervigio
que los presbíteros 110 impongan el hábito de penitente
sino á los que lo pidan, al1adiendo, que si alguno 10
hiciera á los que estén privados de sentido, quede ex.
comulgado; lo cnal demuestra que el crimen del rey
6,
era conocido de todos, y que si el clero transigía con él
sería por miras ulteriores y de propia conveniencia.
Así fué en efecto: y tanto, que se derogaron cuantas
leyes se aponlan al predominio de la teocracia, y hasta
se estableció que los obispos no pudieran ser juzgados
por los tribunales del rey.
Intranqui lo el monarca, á pesar de su legitimación ,
casa á su hij a Cisi lona con un sobrino de \Vamba, lla-
mado Égica, y abdica en él la corona.
Egica: compilación d el F u ero-Juzgo. ligica
(68 7), desde cuyo reinado se viene rogando por la vida
y prosperidad del monarca y su familia en ¡as oraciones
de la Misa, reune los Concilios toledanos desde el XlV
hasta el XVII , ambos inclusive, y se distingue p or la
perseverancia con que trabajó la rehabilitación de su
tío \:Vamba, para conseguir la cua l castiga hasta con
feroc idad á la familia de Ervigio.
Sospechando q ue los Judíos estaban en connivencia
con la ge nte musulmana, que de cuando en cuando in-
festaba las costas espafiolas, los persigue sin trégua
confisc<Ílldoles sus bienes y arrebatándoles sus hijos ,
que manda bautizar.
El hecho más notable de su reinado es la revisión y
compilación de las leyes antel'iores, especialmente de
los códigos de Enrico, Chilldasvinto y Reeesvinto, arre·
glada, enmendada y corregida según otro orden, que se
- conoce con el nombre de Fuero·Juzgo ó Libro de los
Jueces.
Witiza: subl evaciones contr a el r ey. Su hijo
lVi/iza, asociado antes al gobierno, le sucede no sin
protesta por parte de los nobles (70 1): la historia de
,
este I'einado, que duró ocho afias, es un problema de
66 HIS'fÓ!UA DE RSPAÑA .

solución difíci l, pues ni aun las actas del Concilio XVHl,


celcbmdo en él, han conseguido llegar hasta nosotros.
De aqul nacen juicios muy contradictorios.
Sebnslidn, por ejemplo, dice de él que se encenagaba
en el vicio como una bestia¡ que no contento con tener
á la vez muchas mujeres, mantenía multitud ele cOllcubi-
nas; que temeroso de las censuras eclesiást icas, encerró
bajo llave los cánones de la Iglesia; que prohibi6 la
reunión de los obispos en Concilio, é hizo obligatorio
el matrimonio de los clérigos; y finalmente que sus 11 0 -
bIes pasaban la vida en orgías, y se entregaban ;í toda
clase de vicios: Isidoro de BdIJ, en cambio, afirma que
fu é un rey clemcntlsimo y que dió pruebas evident es
de su alllor .lla justicia y :i la religión; que reu nió Con-
cilios y restituyó sus bienes ;í los que los habían per-
dido en tiempo de su pad re; que puso en libertad á
cuantos gemían en prisiones, y consint ió volvieran á su
patria lo,; desterrados poHticos en el reinado anterior.
E spaña aliade, se consideraba dichosa con un rey tan
bueno. ¿A quién hemos de creer? T al vcz el reproche
que Isidoro le dirige de haber sido demasiado severo
para eon los malos saccrdotes, ofrezca la solución de
este enig ma.
Lo que parece cierto es que hlVO que reprimir dos
sublevaciones dirigidas por Tcodofredo y F abila, du·
ques de Córdoba y C:llltahrin, :t los cuales condenó :í
muerte, y que des9ando Rodrigo, hijo del prim ero, ven·
gar el fin afrentoso de su padre, se revela contra el rcy,
10 derrota, lo prende, y manda le salten ambos ojos con
un hierro candente: \Vitiza muere :l poco en Ull calabozo_
de Córdoba.
Rodrigo: guerra civil. Rodrigo (709) inaugura
I::UAO ANTIGUA. 6,

el último reinado de la monarquía visigoda, el cual


será bien triste}' azaroso. Deseando los hijos de Witiza,
favorecidos por su tío Opas, metropolitano de Sevilla,
dar cumplida venganza á la muerte de su padre, se po-
nen de acuerdo con 7u/iáu, gobernador bizantino de
Ceuta .:í nombre de los emperadores de Constantinopla,
y levantan la bandera de la guerra civil.
Invasión mus ~11man a : batalla de Guadalete.
Cuando se hallaba luchando Rodrigo contra los vascos
y navarro~, sublevados en el Norte, facilita Jul ián el
paso del estrecho á los iJfuSltlmall,!s, llamados por estos
rebeldes con el objeto exclusivo de que destronasen al
rey, y doce mil berberiscos mandados por Ta,.ik acam-
pan en las orillas del do GUllda/d<', cerca de Jeréz (7 11 ).
Acude Rodrigo á la defensa, y generalizado el com-
bate, parece como que la victoria comienza á deci·
dirse por los visigodos, cuando los traidores hijos de
\~i t iza y su aliado Julián se pasan con toda su gente al
enemigo, y la batalla cambia repentinamente de aspec-
to: arrollados los cristianos leales, perecen casi todos en
la fuga, Rodrigo entre ellos, y por este medio se acaba
la dominación visigoda en Espana, pues los victoriosos
musulmanes, lejos de volver al Africa, conforme á lo
pactado con los bijos de Witiza, se aprestan para con·
tinuar una lucha, que será tan rápida como eficaz y
decisiva.
Tradiciones acerca de eB~a invasión Preso
cindiendo de la tradición que se supone ocurrida en el
palacio encantado de T oledo, y de otras que pudiéra-
mos citar, vamos únicamente á fijarnos en la del C()1lde
J,,/iáll por ser la más importante y la más admitida en
pasados anos.
os 1IlSTÓR IA DI( Y-SI'AÑA .

E ra costumbre, dicen, q ue [OS nobles visigodos envia-


ran sus hijos á la corte para que se educasen si rviendo
á los reyes, y que cuando Rodrigo subió al trono, >le
ena moró perdidamente de las gradas de la hij a del
conde Juliáll, donce!!a de la rcina; y aíí.adcll, que satisfizo
por la fuerza su apetito: enterado de lo ocurrido el padre,
que era gohemador de Ceuta, juró arrújarlc del trono,
y fra nqueó á los musulmanes la entrada en Espafía .
L a crítica afmna que ni Juliá n e ra visigodo, ni conde,
ni gobernador de Ccuta por los visigodos, p ues el 110m-
bre Juliallus acusa perfectamente un origen que nada
t iene de germano; á Ju lián .o.e le concede en una historia,
la más próxima ,i los sucesos, el calificativo de exanha,
y se sabe que ni tiiquicra era vasallo del monarca espa
1101; y fi nalmente, la plaza de Ccuta con sus lugares in·
mediatos pertenecfan al emperador de Constantinopla,
desde q ue se le arre batara á Teudis en el afio 532 : de
esta suerte, p ues, y sumadas las conclusioncs anteri ores,
muy mal pudo suceder cuanto e n la tradición se con·
fi rma.
Además, la cronología ponc fuera de duda que s i la
h ija del supuesto conde recibió un ultraje del monarca
visigodo, no pudo ser de otro que de IVitiza, pues el
ofrecimiento de la conquista hecho á los musulmancs,
el ataque de Algedras por Julián, y la expedición de
Tarif-Abu·Zora ocupando a Tarifa, son cosas pasadas
antes de que nad ie adivinara la posi bilidad de que
R odrigo fu ese proclamado rey de Espa~a.
Esta fam osa lradición, que comienza .:í. ser conocida
siglo y med io más tarde que los 's ucesos de su referen·
cia, vino á saberse por un árabe, á quien se lo con taron
otro dos, á ra bes ta mbién.
EDAD ANTI CU A. 69

LECCiÓN XVIr.

Civili::ación vi~igo d o-hl$pana .

La Agricultura, la Ind ustria y el Comercio.- La Relig ión: los Concilios


de Tolcdo.-Constlluci(in social y polftica.- Legislaclón: Li teratura
y Bellu Aries.

La Agricultura, la Industria y ' el Comer-


cio, El florecimiento agrícola de la España Romana
decayó !l1uchisimo bajo la dominación de los Visigodos,
principalmente ,í Calt33 de la tributación excesiva y
mas aún por haberse apoderado estos b,írbaros de las
dos terceras partes elel sucio, casi improductivas desde
ento'nces. En i"dustria solo se conservaron como re -
cuerdo del pasado algunas manufactmas de laua, hilo,
seda y vidrio, y varios artefactos de madera, oro, plata
y acero. El cOlllercio, por su parte, fué tan poco prós·
pero como puede suponerse, dadas la pobreza industrial
y agrícola, y se h:l.llaha monopolizado casi totalmente
por goutes extranjeras.
L~ Religión: los Concilios de Toledo . L os
Visigodos convirtieron al arriallismo, que era su reli·
gión desde el siglo IV, en religión exclusiva del E <;taclo,
pero solo hasta los primeros tiempos del Rein .• do de
Recaredo, es decir, pOI' espacio de '74 ailos. E sto de·
muestra que el Catolicismo había cundido poco á poco
entre los invasores, apoder:indose de S\lS cO:lcicnci:Ls ; y
ta nto es cierto, que la cOllVersión de aquel rey llevó en
pos de sí la de la inmensa mayoría de los Visigodos,
sin que signifique gl'an co~a b reacción arriana qHe

destronó á Liuva II y elevó al pOdel" á Witerico: rué
como el ültimo chispazo de una luz que se apaga.
Los COI/cilios de Toledo comenzaron siendo asam"
bleas de carácter eclesiástico , donde solo se tratab<111
puntos de dogma, moral ó disciplina, y se convirtieron
en verdaderas asambleas políticas ó legislativas de
carácter general, principalmente desde Chindasvinto:
esto fué un gran bien , porque solo así pudieron suavi-
zarse poco á poco la rudeza)' barbarie de aquella raza
de guerreros, hasta hacerla apta pam la vida social,
política, científica y artística, en la medida que podla
conseguirse.
Constitución social y política.. Los Visigo-
dos aportan á la vida social un nuevo elcmento, el
individualismo, que consiste en la afirmación de los de·
rechos inherentes á la personalidad humana: durante la
dominación romana, la Socit'dad lo fu é todo, el ¡mli"i·
duo nada: en la. Espal1a visigoda, al individualismo
como hecho, predicado por el Evangelio, se une el in·
dividualismo COdlO sentimiento, propio de los bárbaros,
,i los cuales acompat1a siempre el convencimiento dc su
independencia personal.
La monarquía electiva de los Visigod os cal'cció h~ts ta
Recaredo de instituciones políticas regulares: solo desde
que los acucrdos de los Concilios inHuycroll en la go
bernación del Estado, y los prelados y hombres doctos
de raza latina fueron llamados direcla ó indirectamente
á inspirar la conducta de los reyes en sus rc\¡¡cioncs
con el pueblo, es cuando aparece U:la verdadera consti-
tución política con cierto carácter per manente, dándose ,
la particularidad de que el fO/ldo del gobierno ft\c~c
visigodo, y la forma, rom:Ul:1 . Limitaball el poder
EUIIO ANTlGU.~. 7'

real. adem,is de Jos ConciJios, los gantillgo.f ó nobleza


hcred itari a , y los duques y condes, nobleza político·
admin istrativa.
Legislación: Literatura y Bellas Artes. Es
regla general que los vencedores impongan su lcy;i los
vcncidos, pero como todas las reglas generales ticncn
Sil excepción, la excepción en este caso se halla re pre·
sentada por los Visigodos, los cuales observaron la le.
gislación doble ó de castn, cs decir, que mientras ellos
se regían por SIIS costumbres, primero, y por el Código
ti,· El/rico, después, dejaron á los hispano· romanos el
uso de su legislación a ntigua, refundida más tarde de
orden de Alarico en el Brruiario tic AúflIu'. La unidad
religiosa hizo quc cayera Icntamcnte en desuso el cm·
pico de la kx romalla visigolorlf/JI, (u no de cuyos ejem.
piares originales, tal vez el más com pleto, se conse rva
cn el famoso palim.fCslo de la Catedral de León) y hasta
parece seguro que Chindasvill to y Rccesvi nto prohibie-
ron su aplicación á los duques bajo penas severí·
simas.
La compilación llamada Flfl'rO.')W;go , superior en el
fondo y en la forma á todas las legislaciones bál'bal'as,
regirá durante muchos siglos en E spaña como regla de
justicia, :n'lI1 de.'!pués de acabada la mona rqufa visigoda.
Como la instrucción cst:lb:l entregada á loo; obispos y
clérigos, y esto., por razón de su cargo limitaban su
estudio á la Moral, la Teología, el Dcrecho, la [;oilosona
y la H istoria, tod:\ la literatura del período visigodo se
reduce á obras de lo,> indicadOS asuntos: entre sus culti·
vadores más notables citaremos á los teólogos, filósofos
y I11oralist:l.s Sal/. ,?llIr/íll de F r aga, Smt I sidoro y 5fm
1.t'flIldro de Swillrr, San l.'d./olls0 de To/rdo y 5fm
7' H1STÓIU A DE ES",,¡l¡ A.

Bráulio de Zaragoza, y á los historiadores Prrlllo Oro-


sin, ¡dacio y el POCl'1lSl'.
El genio verdaderamente portentoso de la Esparla
visigoda es San Isidoro de Sevilla, doctfsimo varón que
asombró con su erudición al mundo, y de quien se dijo
en su tiempo que el que hubiera estudiado á fondo sus
obras podía vanagloriarse de conocer el resumen de to-
das las ciencias divinas y humanas.
Refractarios los V isigodos á las Bellas Artes, ó poco
menos, no hicieron en ellas otra cosa que corromper el
gusto de las obras romanas de la decadencia; así vemos,
que los escasos restos que de sus monumen tos se con-
servan responden a la solidez y á la fuerza, mas que á
la be!leza artfstica, propiamente dicha: hasta las monc·
das se resienten de incorrección en el dibujo, eso que no
empezaron á batirse hasta los tiempos de L iuva 1.
ESPAÑA MUSULr~ANA.

LECCIÓN XVIII.

Invasión mu sulma na: su ca u sa . - E ~pe d lclon e s de Tari! y Tarik: balalla


del Guadalole,- Rapidu de la c o ~ qu ls ! a. -R ol no de Orlhuela, -los
Muzárabes.- Amiralo de Abde·j· Azil,- Princ lpales ami res qu e le 511·
ceden.-Amlralo de Yu~ ur: difIcil siluacl6n de la Espah musulmana.
- Solucl6n del problema: Ab de ·r·Rahmán ben r.'I oáwy ah.

Invasión musulmana: s u causa. A princi.


pios del siglo VIH aparece en España un nuevo pueblo
invasor que logrará dominarla, el pueblQ 1IlflSlflmdll, COIl-
fusa amalgama de tribus persas, egipcias, Ilubias, 'ber-
beriscas y arabes, predominando este último elemento
como el más inteligente y fundamental, ya que no el
más numeroso.
A la voz de Mahoma que predica la guerra santa,
turbas de fanáticos á los cuales espera la victoria con
la vi® Ó UIl eterno para iso después dc la muerte, se
apoderan en breve término de toda la Arabia, y fundan
un colosal Imperio que se t rasmite ;i los Califas suceso-
res del Profeta, los cuales di latan á su vez las fronteras
hasta dar vista ;:j las playas españolas, de las que solo
74 IIISTÓRIA DE tSrA:'i: ....

les separa el estrecho de Hércules. Ulla vez allí, la


invasión es obra dd tiempo: las excitaciones de los juo
dIo:; africanos contribuyeron á precipitarla.
E xpedicio nes d e Tarif y Tarik : bat3.l1a del
Guadale to. El primer conato de iuvasiónlll\'O lugar
en Julio dd 7 10 y rué mandado por Tarif-A{I/I-L-ora, el
cual llega hasla el s itio que se llamó Tarifa desde
entonces: saqueó los alrededores de Algeciras con
sus 400 infantes y 100 ginctes, y volvió al Arriea sallO
y s:¡)vo.
Animado con esta tentativa el dt!Sconfiado .1[11:;0, el
cual á la sazón gobernaba la provincia de lVlauritania ¡j
nombre del Califa d(;; Damasco, Al· ~Valid f, envió al
g"cncral de su vanguardia, Taril.:·if)}!·Zt)rl7d, berberisco
de la tribu de Ncfza, con 7.000 Illusulmanes, berberiscos
como él casi todos (711,) llegando :i plantar sus tiendas
;í orillas del lago Janda (río Gundalcte) , donde recibi·
dos 5.000 hombres mils que vinieron del Arde<l, acepta
la batalla que los visigodo5 le prescntan.
La tr;¡ieión de los hijos de Witiza otorga el triunro á
cstos invasores.
Rapid ez de la conquista.. En vez de retroce·
cer los J\-Iusulmanes avanzan hasta penetrar en Écija, y
dividea luego el ejército c n cuatro secciones, cada una
de las cl1al c~ a taca simulhi.neamente, la primera á Cór·
daba, á Granada la segunda, ~í Elvira la tercera, y la
última que mandaba T:II·ik, á T oledo.
Conquistada la capital del Imperio vi.:;ig-odo, y. des·
truido, se dirige Tarik it Guadalajara, atraviesa las sie·
rras de Guadarrama, se apodera de Amaya, y noticioso
de que Muza descmbarcaba en Espaiia, se vuch'c pa1"a
Toledo nuevamente.
~;IlAD Ayn(;U /.. 75

Penctra el amir IVlu7.a por Algeciras (7 12), y cn vcz


de seguir el camino ya COllOCido, marcha contra Mc-
dilla-Sidollia que conquista, y sucesivamente se apodera
dc Carmona, Sevil!a y M':rida (7 T3), desde donde se
dirige á Toledo para avistarse con Tarik: después de
una reyerta por demás violenta entre ambos, se dirige
Ml17.il contra Zaragoza, que toma por asalto; y cuando

pretendía continuar sus conquistas hácia el norte, es


llamado á Damasco por el Califa, jlllltamente con
Tarik, para responder de los cargos que contra ambos
resultaban.
Una sola batalla fué bastante para derribar la mo-
narquía visigoda en ESpaI1<l, fenómeno singular que
liene su explicación en la encmiga cntre visigodos é
hispano-romanos, cuya inteligencia nUllca pudo c;Ollse-
guirsc; en la decadcncia de aquella raza, antes tan ba-
tal ladora como enfermiz<l. ahoh; en el influjo de la
teocracia, que con~~igue extinguir el espíritu militar de
los vi sigodos; en la organ ización de su monarquía elec-
tiva, ruente de no interrumpidos asesinatos acompaña-
dos de sangrientas g uerras civiles; y en la actitud de
los judíos, expulsados p;1fa ma l de este desdichado
rmpcl-io_
Reino de Orihuela. El duque Tcodom¡ro, derl'O-
tildo por los i\fllsulmanes en Lorca, se refugia en Ori-
huela á cuya ciudad pOlle sitio el ge neral Abde-I-Aziz;
y como el cerco continuara sin resultado alguno, y
Teodomiro propusiera condiciones aceptables para la
paz, se fi rmó un convenio cstiplll:indose la independen-
cia de la Cilldild, cOllvertida desde entonces en capital
de Ull peqlleño reino, tributario de los Musulmanes.
Los Mu zirabes_ La Illasa de los hispano-rom a-


,6 Hl Sl'ÓR IA Or. ~sl'AlV..

nos que habfa visto con la mayor indiferencia la de-


rrota de los Visigodos, tampoco resistió al principio la
conquista del país por los Musulmanes, tanto más
cua nto estos, dando muestras de suma tolerancia, res-
petaron sus haciendas y vidas, y les permitieron conti-
nuar ,,1 amparo de las antígu;'ls leyes: así .'le e~plica la
formación del elemento 'IIlu:::drabl" ligado al invasor no
mas qllC por lazos admi nistrativos, es decir, tributarios.
R eservado al Califa el quinto de las tierras, Muza
solo tomó para distribuirlas entre sus soldados alg unas
porciones en los pueblos conquistados .t la fuerza ó
sometidos por capitulación.
Amirato de Abde-l-Aziz . Cuand,) Muza mar·
chó á Damasco, llamado por el Califa, dejó encomen·
dado.el gobierno de E spill1a j su hijo Abde·l.Aziz, el
c ual fija su residencia en Scvill a: su conducta liberal y
t olerante para con los vencidos hizo que el Cali fa diera
crédito a la noticia de que pretendía alzarse con la pro·
vincia española para dccl ararse indepcndiente en cija,
á consccuencia de lo cual vinieron expre.~a.mell te tres
asesinos para quitarle la vida, como 10 verificaron al
dirigirse ,í la mez4uita con motivo de rezar s u oración
d iaria.
Principales amires quc lo suceden . Sucesiva·
mente se cílcargan del gobierno hasta vcintiün amires
(715-75 5) siendo los más importantes: AI.fIorr·cf·Tsa·
kefi (7 18) el cual cnvCa al gCIlCl"al J\z·Zalllah para re·
ducir j los cristianos rcfu giados en las montaiía.', de
Asturias, }' cs derrotado por ellos ell 1:1 batalla de
Covadonga; Abde.r -Rall1luill (no) que continüa la gue·
n a santa é ill\'ade la Francia para ser \"clleido en los
campos de Poiticl".'i; Abdc· /·1I1dd.' (74 1) <i quien pusieron

77

en grave apuro las repetidas insurrecciones de los ber-


b eriscos, descontentos de la tiran(a del "elemento á rabe;
y YU::l/.fd F¡/t,.¡ (746).
Amirato de Yuzuf: difícil situación do la
Espaüa m u sulmana. En tiempo de este amir, ttl·
timo de los que gobernaron la provincia mu!mlmana de
E spaña, dependiente del califato de Damasco, plantea -
ron los Musulmanes el proólema social, el más dificil de
todos los problemas.
La rivalidad entre las diversas tribus que habían con·
quistado á España, estalla formidable cua ndo se trató
de organizar definitivamente el gobierno y verificar el
reparto de las tierras: mientras duró la guerra, y con
clIa el peligro de una derrota posible, los invasores to-
dos, llubios, berberiscos y sirios, aparecieron unidos
formando una masa.compacta, pcro t erminada la lucha,
cada uno de los cOlllcndienles se a tribuye la victoria,
con exclusión de los dem,ís, }' quicre reservar para sI la
mejor parte.
De aquí surge un caos indecible en cuyo seno fermen-
tau tantas guerras civiles cuantos cranlos contendientes
musulmanes; y así las cosas, el elemento árabe no en-
cuentra otro remedio al mal siaó la crcación de un go·
bierno fucrte é indcpcndicnte del califato de Damasco,
el cual venga á unificar con su prestigio tan encontradas
aspiraciones é intereses.
Solución del problema: Abde-r-Rahmán
b e n Moáwyah. La revolución ocurrida allOS antes
(750) en el califato ele Damasco, cuya consecucncia pri.
mera fu é la sustitución de la dinastía Moáwyah por la
de los Abasidas, sugirió á los árabes espai\olcs la idea
de proclamar soberano independiente del territorio al
)8

joven Abdl.',r-}(tdlll1áll, único indivíduo ele su fam ilia


que, huyendo a l África, había conseguido salvarse de la
sanguinaria ferocidad del lluevo califa.
Aceptado el pCllS~¡¡nicllto POI" todos los notables, pe-
netra el príncipe Aódc-r-Rahmáll ÓCII JJ!OfÍ,l ')/('¡t en Es-
paI1a, donde es reconocido como soberano indepen-
diente, derrota al amir YUf:lIfel-Fillri (755) y fija la
capitalid;ld del nuevo reino en la ciudad de Córdoba: el
problema social y político quedará resuelto e n breve
por la vo\undad del poder supremo, indiscutible entre
los Musulmanes.

LECCiÓN X IX.

Abde·r·Rahmán 1: insurr.cciones .- Gobierno de esle Prlncipe.- Hi·


xem·~ r ·Radh i : guerra civi l.- La gran Aldjama .- AI Háquem 1: conspi-
rac i6n de Y ah~a,-J o r nada del foso de To ledo: destrucción de l arra·
bal de CórdolJa.- Abd e·r-Rahmán ti : lucha religiosa. - Mahomad J:
nuevas ins urrecc iones.

Ab de-r-Rah mán 1: insurrecciones. Azaro_


sos fucro n los pri meros allos ele! reinado de Abde·r·Ra h-
m:1n, pues tuvo que combatir mucho tiempo contra
Yuzllf y Samai! los cuales defendían en España los dc·
re¡:hos de los Abasidas; los be,./¡áiscos y los yeJloJ1ilas
se insurrecciona n también contra él, pero unos y otros
son vencidos al cabo, no pudiendo el prín cipe conte-
nerse dentro de Jos límites que la prudencia sel1ala, sinó
que, por el contrario, se dejó llevar más de una vez de
sus terribles venganzas.
Todo parecía tranquilo, cuando la rebelión cunde de
nuevo dirigida por Abul-AS'wad, hijo de Yuzuf: enca rce·
lado el rebelde en Sevilla después de una insig nifica nte
¡W Al) AN TI GUA. 79

campaña, consiguc escapar de la prisión, fin giéndosc


ciego, y llega hasta las sierras d e Cil?Orla, donde CO II un
puñado de gente entretiene:í todo un ejército por es·
pacio dc tres afios.
A poco de vcncido Abul llegaba;i Córdoba la not i·
cia de que SlIlrimrin, Vlali de Zal"agoz<l., ofrecí:!. esta
provinci a al emperador Carlo'l1H1gno, pero si multtinca·
mente también, la seguridad de que los c<Íntabl"Os y
vascones hablan derrot.ulo al francés en el desfiladero
de Ronccsvalles.
Gobierno do este Prín cipe. Tantas contrarie·
dades modificaron el carácter afable de Abde·f·Rahmán
h<lst!l. convertirle en tcnible, lo cual hizo que se apo·
derase de él cierta tristela mel ancólica, que no le nban·
donó hasta la muerte.
A pesar de esto se dedicó con ardor ;Í trabajar la feli·
cidad de s us vas.1.llos, organizando el sistema tributario,
moralizando la administración de las rentas, distribu·
yendo sus beneficios por igua l sin distinción de fortunas
ni de rala, hacicndo que la justicia más extricta brillase
cn todas sus decisiones, y escuchando por sí mismo <i
cuantos q uerían llegar hasta él en demanda de alguna
eosa ó en queja contra algllU funcion ario.
Inspirado por su imaginación oriental quiso hacer de
Córdoba b rival de Darqaseo, y la embelleció CO¡l mul o
titud de jardines y palacios, entre cuyos monumentos,
maravilla del arte, iba :i descollar su grall aldjama ó
mezquita, cuyos planos ideó por sí mismo, y en cuyas
obras trabajó todos los dias ulla hora para dar buen
ejcmplo: murió sin verla terminada.
Hixem-Ar-Radhí: guerra civil. Le hereda
su tercer hijo Hixem·A,,·R(,dM (788); los hcnn:mos
U!ST Ó II.IA U~ - l;~[' A~A.

"
mayores, Suüimál! y Abdal/dlt, creyéndose deshereda·
dos promueven una guerra civil, sangrienta como todas
las de su clase, la clIal se complica con la sublevación
de los nunca domcl1ados berberiscos.
Derrotados aquellos ambiciosos en Mérida y Toledo,
inaugura el Príncipe la guerra salita, de a110s atrás inte-
rrumpida, y, aunque sin éxito, dirige tres expediciones
contra Galicia, L eón y Vizcaya.
La Gran Aldjama . Al amparo de la paz impuls6
hasta su terminación las obras de la gran ([Idjama Ó
mezquita, llamada por los musulmanes la Afcra de Oc-
cidentc-
Al·Haquem 1: conspiración de Yahya. Al
piadoso H ixcm le sucede Al-Háqucm bcn ¡-lixcIII, (796),
su hijo primogénito, el cual desde su niñez había conse-
guido fama de incrédulo.
Esto hizo que VflI't)'Il, uno de los hombres más sábios
y ambiciosos de su tiempo, tramara una conspiración
contra el príncipe en unión de otros faq!tics, pero des-
cubierto el complot, setenta y dos conjurados mueren
en cruz, en tanto que Yahya y sus principales secuaces
se refugian en Toledo, á la sazón emancipada dell'eino
cordobés.
Jornada del foso de Toledo: destrucción del
arrabal de Córdoba. Luego que hubo reprimido
otra sublevación en Mérida, confía el castigo de los so-
metidos toledanos á un renegado de Huesca, llamado
Amrzí, el cual prepara la más horrible y sangrienta ven_
ganza. Olvidados al parecer los odios y como se albero
gase accidentalmente ell Toledo el heredero del trono,
convida Amrú á los caballeros más ilustres de la ciudad
y sus cercanías al banquete con que deseaba obsequial'
EIJAD ANTiGUA. 8,

á tan ilustre huesped: much(simos de estos llegan vesti·


dos de fiesta á palacio; y conforme uno á uno penetran
en el patio interior, son acuchillados por el verdugo
y arrojados á un pozo muy profundo, abierto de
intento. Perdieron la vida, en esta llamada jOYHn~eI
foso, hasta setecientos individuos de la nobleza too
ledana.
Igual terrible venganza tomó contra una revolución
popular que puso en peligro su trono: el arrabal de
Córdoba, foco del motín, fué arrasado hasta sus ci·
mientas (8 14) y Al H áquem, vió tendidas sobre las al·
fombras de su palacio las trescientas cabezas de los
principales eonjumdos, horriblem ente mutiladas.
Abde-r-Rahmán 11: lucha. r eligiosa . Al
morir, exclamó dirigiéndose caril'iosamente hácia su
hijo Abde·y·Rnhmáfl JI (82 1) que le heredaba: te dejo
t ranquilas mis provincias, son un lecho sobre el que
descansarás trnnquilo, porque he tenido cuidado de no
dejar ni un rebelde que perturbe tu SUelto.
El hecho más importante de su reinado, á excepción
de la guerra contra la mal subyugada Toledo, que
duró ocho años, es la persecución de los mu:;órabu
cordobeses: el populacho musulmán, intolerante y fa ·
nático como todos los populachos, no supo contenerse
dentro de los límites que la prudencia le aconsejaba,
al paso que los cristianos, por su parte, tampoco guaro
daron al vencedor aquellas consideraciones siempre
naturales; es decir. que el antagonismo religioso pro·
dujo antipatías invencibles y que la intolerancia de
sacerdotes y muezines exaltó las pasiones hasta un
grado i!lveros(mil: de aqul nadó una persecución de
los fuertes contra los débiles, pereciendo martirizados
• 6
8, lIl S'fOIlIA IJII Y.S I'A:;!A .

cruelmente algunos cristianos, cuyo número aumentó


d e dla en día.
y era tal la cifra de los que por este medio aspira-
ban á la salvación eterna, que el mismo A bde·r-Rahmáll
se creyó obligado á convocar un Concilio presidido
por R ecafr erlo, metropolitano de Sevilla, en el cual se
acordó prohibir q ue en adelante aspirasen los cristin · "-
nos :í esta especie d e suicidio: el ..,;¡crificio de la vida
en aras uc la fé no dehe buscarse, sin o encontrarse.
Moham ad 1: nuevas insu rrecciones . Ocupa
el trono el'avaro llfohamad 1 (852), e n cuyo tiempo
T oledo se insu rrecciona nuevamente, .j la vez que tam-
bién se rebelaban contra su autoridad los cristianos y
renegados de Archidona, los berberiscos de Méridn,
y las tribus que en Zaragoza, H uesca y T udela obedc-
cían á Muza JI, de la autígua familia visigoda de los
Ben -Casi, llamado el tercer rey de España.
Así continuaron las cosas hasta su muerte (876)
Y allll después bajo los reinados de A I·jJlond::il' y
Ab~A¡¡d/t, que le suceden: solo cambiaron á la pro·
clamación de Abde·r·Rakmáll ffl (9 12) á quien la hi s·
tórin ha concedido el titulo de Cmndl' .

LECCiÓ N XX.

flbde ·r_Rahmán 111: sus viclorias.- Conugraclón de l prime r CaJita cor-


dobh.- Eslado an árq uica del reino.-Grandoza de la España nll1·
sulmana..- AI· Hdqllem 11 al' Malansir: su caráctcr.-Slglo de oro de
la civilizació n arábigo_ospañ ola.

A b d e-r-Rah man IlI: SUS victori as. Com ienza


su reinado este príncip~ (912) sometiendo en una breve
~:¡¡A)J A!'>" fU;UA. '3
campaña á los rebeldes árabes y berberiscos de '1'0·
ledo, los cuales por espacio de ochenta afias habían
sido no mas que vasallos nominales de Córdoba: 10
mismo hizo con las facciones que desgarraban el reino
a cada paso, de manera que ahora es cuando verdade-
ramente desaparecen los antíguos antagonismos de
raza y los musulmanes todos forman un solo cuerpo
de nación bajo el gobiemo de su natural soberano.
Con igual fortuna se vengó de la derrota causada al
general Ibn-abi·Abda por Ordoño II en San Esteban
de Gormaz (917) venciendo á Jos cristianos leoneses en
las batallas de Mutonia y Osma y :i los navarros en la
de Valdejunquera.
También tomó parte en los asuntos de África á fa-
vor del soberano de Necor, aliado suyo, en contra de
los Fat imitas que t rabajaban para destronarle.
Consagración d el primer Califa cordobés.
Engreido con sus triunfos ordenó Abde·r·Rahmán que
desde el 16 de enero de 929 se le dieran en las ora-
ciones y actos públicos los tí~ulos de Amir nhmmimiu
y All·Nnsir IidilI Al/áh, es decir, Califa ó príncipe de
los creyentes y protc<;,tor de la rel igión de Aláh; no es
extrano; á excepción del reino leonés y de una parte
de Cataluña, toda la Península obcdecla su formidable
poder.
E stado anár q uico d el r eino. Menos afortu-
nado en el interior, se atrajo el OOio de los nobles mul-
sumanes por haber concentrado en su persona todos los
poderes del Estado, gobernando como déspota desde
el afio 932: para conseguirlo en -absoluto confió los des
tinos públicos á los eslavos, Hbertos extranjeros, con·
vertidos en instrumentos flexibles de todos sus planes,
,

" lIlS'r ÓIlIA !.lE ESI'.-\!l ....

}' ante quienes hizo'" se humillaran los aristócratas coro


dobeses descendientes del Profeta.
La indignación de los descontentos estalla con mo-
tivo de haberse confiado el mando del ejército que
hacia la guerra contra los cristianos al eslavo Nadja,
por lo cual, los oficiales árabes juran que el Califa es-
piará el menospl'ccio: así sucedió en las bat"llas de
Simallcns y AUlOlldi'gn, donde A bdc-r·Rahmán se salva
apelando a la fu ga.
Gr andeza de la España musulmana. En
tiempo de este Califa florecen todos los gérmenes de
grandeza, incubados durante los reinados anteriores: la
ciudad de Córdoba, contaba medio millón de habitan-
tes, tres mil mezquitas, ciento trece mil casas, trescien-
tos bailas , veintiocho arrabales, doscientos pa lacios,
y no ced (a en extensión y riqueza más que á Bagdad,
capital del califato de Oriente. Abde.r·}{ahm¡in estable-
ció en ella magníficas academias y suntuosas mezquitas;
su palaci o, verdadera maravil!a cuya descripción se pa-
rece á un cuento fantástico, era el centro del saber, y
servía de morada á una g loriosa pléyada de artistas,
poetas y sabios.
Su grandeza se hizo pública en todo el mundo, y
atraidos por ella le enviaron embajadas extraordinarias
los reyes de Italia, Francia y Alema nia, y el empera-
dor de Constantin opla. Cuentan que solo para satisfa-
cer el capricho de su favorita Za/¡nra, hizo construi r
cerca de la capital una ciudad belUsima. donde abunda ·
ban el oro, el mármol, y las maderas preciosas.
AI-Baqu em II al-Motansir : su caracter,
Al mori r le sucede AI·Hdqllellt II nl,Afo/al/sir (g6 I),
el cual hereda con el trOllO el amor de su padre á las
J.:DAO ASTlGUA . 8,
letras, á las ciencias y :i las artes: de carácter afable y
cariñoso, solo por necesidad hizo la guerra; pero tan
buena mal1a supo darse en ella, que obligó á pedir la
paz á sus enemigos, que lo fueron yarda y F crnán
Gonzálcz, derrotados en Gormaz, Atienza y Calahorra.
Tranqu ilo el cal ifato, Al-Háquen TI se entrega por
completo á los estudios y al desarrollo de la riqueza
plíblica, sus ideales ra\'oritos, }' de este modo afluyeron
á Córdoba mulfitutl de sabios nacionales y extmnjeros,
atraídos por la liberalidad del soberano.
Siglo de oro de la civilización arábigo·
española. Nunca había reinado en Espa l1a un prín-
cipe tan sabio ni que tanto protejiese á 103 hombres de
cicncia: s u palacio, cuya biblioteca se componía de cua·
trocientos mil \'olúmcnes, más parecía un taller donde
trabajaban si n cesar escribientes, encuadernadores y
miniaturistas; y conocedor, cual ninguno, de la historia
literaria de 5U tiempo, él mismo escribía al p rincipio ó
al fin de cada obra el juicio quc le hubiese mcrcc ido.
T odos los ramos de la enseñanza flo recieron etlton-
ces: además de las escuelas oficialcs, q ue eran muchas
y buenas, fundó en la capital vei nticinco, costeadas de
su propio peculio, para que recibiesen educación g ra-
tuita cn cllas los hijos de padres desvalidos. La univer-
sidad cordobesa llegó á ser una de I:1s más fam osas dcl
mundo; en aquel siglo afortu nado, poquísimos eran los
musulmanes andi¡luces q ue no supieran leer y escribir
correctamcnte.
56

LgCOrÓN XX I.

Hixllm 11 : triunfo. de Abu-Amlr-Mohamad.- Balalla de CalalañazOf.-


Rápida decadencia dol Califalo: su disoluci6n.- Reyes de Talfas.-
Almoravhln y Atmohades.- Reyes naseries de Granada.

Hixem 11: triunfos d e Abu-Amir-Moba-


mad. A la muerte de su padre es proclamado califa
de Córdoba el niño Hi.'n'IIl.·al·lIfozv{/j'fld (976), bajo la
rcgencia- de su madre Aurora y de Abu-Amir-Moha-
mad, más conocido por AlmflJlzor. Bien quisieron ¡m
pedirlo con sus intrigas Fayid y Djaudhar, jefes de
palacio! los cuales preferían un soberano que gobcmasc
por sí mismo.
En tanto que el débil Calira vive en perpétua nia1cz,
acompaiíado de sus (.'wOrit;lS y esclavos, inaugura Al·
manZQr la primera campru1n contra Jos cristianos, to-
mando y saqueando á Zamora (981), de:o:pués de cuyo
suceso derrota cerca de Rucda á las tropas aliadas de
Ramiro m de L eón, Garcfa F ernández de Castílla, y
Sancho TIl de Navan'a,
En las campañas posteriores control. 10:0: estados del
Norte, derrota en Cataluña al eond~ nonel, y saquea ,i
Barcelolla; penetra en Portugal, y destruye á COilllbrl1;
cae sobre L eóll, y no deja en la capit.1.l piedra sobre
piedra; llega hasta Galicia, y después de arrasar la
ciudad de Sal/liago, vuelve oí Córdoba donde hace su
entrada triunfal, acompanado de los prisioneros cristia,
nos que conducían sobre s us hombros las campanas de
la catedral compostelana, suspendidas luego del techo
de la gTan aldjama para que si rdcscn como ti!1lpara ~; ,
EDAD A!'¡TIGUA . 8,

Batalla de Calatafiazor. Su última exped ición


fué la del :lnO 1002, al principiar la cual penetra hasla
Canales y destruye el monasterio de San :Millán, pa-
trono de Cast illa ; pero como se sintiem acometido de
una grave enfermedad, especie de epidemia que también
atacó á gran parte de su ejérci to, hllbo~de retirarse hiÍcia
el Sur, siendo var i:l.s veces envuelto por las tropas
cristianas, principalmente en Cnlnlniía:.:or (roca de las
águilas), desde cuyo punto se dirige, llevado en hom·
bros de sus soldados por espacio de catorce d ias, hasta
.ilfedillncdi en donde mucre.
Rápida d ecadencia del Califato: su disolu -
ción. lIfu erto Alrnallzor, verdadero sober.1n n de hecho,
com ienza pam el Califato un período de decadencia que
sin cesar trabajan las guerras interiores entre berberis-
cos, árabes y csJ¡wos, la incapacidad de los Califas, r
la pobrcza general.
Destronado l-Tixem TI es repuesto por segunda vel. y
mucre en 10[2 : desde esta fecha pa ~all sucesivamente
por el poder hasta dicz Califas: el último de los cuales,
• Hi.l'clIl lff-a /-J¡lo/ndd, e.'! recibido por el pueblo con
ardientes aclamaciones de júbilo, pues esperaba acaba·
sen de una vez los desórdenes y renaciera el gobierno
equitativo y vigoroso como antes.
No tenía condiciones el nuevo Califa para realizar
t ~n halagUeiias espc:ranz:ls: LUCllO y dulce, pero irreso-
luto, débil é indolente, sin más ideal que los placeres
de la mCS:l, en lreg-ó el gobierno al ex·tej edor J-faqlfem,
el cual vendió bsb el hierro y el plomo de 10'; pala-
cios demolidos durante la guerra civil. Amotinado cl
pueblo, atesina al achib, y sitia ,\ Hixem {I[ C II su pa-
lacio, de! cllal sale parJ ~Ill :l. ru:,t<l ]cza.
ss IIISTÓI\!A DE r.51'A!l.~.

Al día siguiente de estos sucesos, los visires anuncian


;ilos cordobeses en un m:mifiesto (1031) la abolición
del Califato, y el Consejo de Estado se hace cargo in-
terinamente del gobierno.
R eyes d e Taifa.s. A la destrucción del Cali fato
de Córdoba se forman las monarquías dt' lilifas, ban-
derías cuyos jefes se declaran independientes en el
territorio que cada uno gobernaba.
Ademas de la capital, donde el p oder ejecutivo de la
república se confió ;í Ibll·Djttwar con el título de Cón-
sul, aparecieron, entre otros menos importantes, los
reinos de lffá/aga, bajo los Hammuuics; de Seuil/a, con
los Abbaditas; de Grallada, con los Banu·Zeiri; de
Cl1rmOllfl, con los Banu·Birzel; de fllte/ua, con los Be-
cries; de S,hcs, con los Banll-Moz,lill; de Salddlt (AI-
barracín), con los Banu·Razin; de Alpunltl'} con los
Banu-Kázim j de Bndnjot:, con los Al-Aftas; y los de
Toledo, Valencia, Almerfa, Múrcia, Zaragoza, Lérida,
Tortos.1. y Mallorca, los cuales perpetuarán por csp:lcio
de dos siglos sus .respcctivas dinastías.
Almoravides y Almohades. Vencidos estos
pcqueños Estados por las armas cristianas, soiic itall la
protección de los Almornvides,' y al efccto, numerosas
tribus de estos !llusuhn ancs pcnetran en Esparla á las
órdenes de su rey Yusu.! beJl T/.'Xlifil/, el cual, despu6s
de vencer en la b,ltalla de Zalaca á los leoneses y
castellanos, destituye ;:i los monarcas de Taifas é im-
planta aquí su dominación por espacio de medio si-
glo (1091-1174): al terminar este período aparecen va-
rios pequeños territorios independientes, casi ignorados
en su mayor parte, los cuales concluyen abso~bidos por
la gente Almoluu!(!, venida á España al mando de /11-
[DAn AST f ou,4. . 8,

Jl1nd/¡f, fanático /(lIitario que realiza entt·e los musul-


manes cspal10les y africanos una revolución religios<l.
Reyes naseries de Grana.da. Reducido el im ·
perio de los Almohades á los territorio.,> de Mlírcia y
Valencia, sucesivamente conq uistados por los monarcas
cristianos, solo la familia de lo!; Bnmt-AI·A!t.lluu' consi·
gue es~ablccer en Grallada un nuevo- reino, qlle será
el último baluarte de los musu lmanc!; durante tres s i·
glos ([23 [-1492).
En este período ocupan el trono granadino vcinliún
monarcas, el último de los cuales, iJloltnJJflllati XI, el
Boahdil de nuestros historiadores. es aclamado por el
partido abcllcerragc ell oposición al xegd, defensor de
Ali-Abll-l-liasam, padre del p retendiente, y con el con-
curso de don Fernando de Aragón, interesado en
fomentar la rivalid<ld de las facciones que desgarraban
la monarquí<l naserita ha..'>ta ofrecerla inerme en n~allos
de sus enemigos. .
Así sucedió: el dí;¡ 2 de enero de 1492 entregaba
Mohamm ad las llaves de Granada ti los Rqt!S Católicos,
después de un sitio de llueve meses; y cuentan, que
como al abandonar la ciudad llegase el destronado
monarca á un cerro, desde el cual se la divisa por úl-
tima vez, volvió h,\cia ella sus ojos preñado$ ele lágri.
mas y lanzó un suspiro, merecien do que Sil madre
At"xn, más varonil que él, le reprochar:!. diciendo: {{ora,
ltijo mio; qlu' bien "urea {{or(/I" C()/II0 mlljer, qlft"~¡¡ J/O
SlIpO dcfc/I{/erla como !t.olllbl'('.
A sí termina el período musulmá!l en E,;palla, después
de una dominación de 78 f an o~.
90 m ST6 11.1A 1)1'; r.SI'A5I.\.

LECC IÓK XXI I.

Civili:acion 9.!'3.bigo-hü:pe.ns .

Com ~rc¡o . - li lcraluta J Cie n cl¡~$. - La Univer-


Agricullura, Industria y
.¡dad de C6rdoba. - Princlpales mOllurncnlo5 1I¡'áhlgo.hispanos.-
Organización pollliea y social.

Agricultura, In dus tria y Comer cio. Los


árabes hicieron prog l'csar la rrgriwllllra cspañob por
modo notable, principa lmente desde que Abdc-r-R ah-
m;ín los emancipó del Califato de O riente, pues solo
entonces se acostumbraron ;í con siJcl'ar csle país como
á su verdaden\ patria.
La aptitud agrícola del pueblo árabe era muy gran-
de, y así sucedió qllC, en m Cll OS de dos siglos, pudo
completar el sistema de irrigación trabajado antes por ....
hispano-romanos y judíos, roturar multitud de terrenos
incultos ó abandonados por la gente visigoda, desecar
pan tallos, utili lar llI ari.~mas, y poner en condicioncs de
culti\"O multituu dc llanuras en las Castillas y la Man·
cha, haciendo recordar aqu ello:> ti empos abundantes y
felic es, cuando er:l E spnña la provincia m:ís ric:l, más
hermosa y más fértil del Imperio roman o.
Además de 105 cultivos tradicionale<;, lo,; árabes ex-
plotaroll, sobre todo en Andalucía , Val cllcil y Murcia,
la cai'ia de azúca r, el mOI'al, cJ arroz, el .: Igodoll cro, el
plát;lIlo, la palmera )' mu ltitud de vejetales, frutas y
fl orcs, exóticas hasta Cllto nc c~\.
No adelantó lU Cil OS la industria: tan notoria como
merecida era la fama de las armas de Toledo, las sedas

EIMO ANTIGUA. ,.
de Almcrfa, los encajes y estampados de Málaga, ¡as
pieles y tafiletes de Córdoba y el azúcar de Al.Andalus.
El cOlJlercio rivalizaba eOIl el de las ReplIblicas ita-
lianas y Damasco, trabajado muy especialmente por
berberiscos y judío.<;, los cuales exportaban á los paises
europeos, africanos y asiáticos cantidades incalculables
de oro, plata, mercurio, preciosas arm as blancas, teji.
dos de lana, hilo y seda, curtidos ordinarios y finos ,
azúcar y productos agrlcolas de infinitas clases. Este
desarrollo mercantil se hallaba favorecido por Ilumero-
sos barcos que hadan del Mediterráneo un mar exclu-
sivamente arábigo-hispano.
Li tera tura y Ciencias. Lo que caracteriza más
que nada la civilización de los árabes en Espi'l!1a es el
buen gusto por la literatura, las ciencias, y las artes:
la protección que los Ca lifas dispensaron ;\ cuantos
hombres se distinguían por Sil talento y voluntad para
el estudio, hizo que en poco tiempo se fundaran multi-
tud de escuelas, bibliotecas, museos y laboratorios, en
cuyos CC¡ltros se Ctil ti vaban con (xito las matem¡íticas,
la astrollom fa, la Ifsica, la química, la medicina, la filo-
sofía, la literatura y la histól'ia.
Entre las celebridades que mi" brill,lron por su sa-
ber ci taremos al filósofo ./Jl/errors, el médico Abm:;oar,
el naturalisL.1. Albilla,., el jUrisCOllsulto Abdalláll, el
or"adCl¡· Aljafib , los hi stori.adol-CS A/metÍ-d·Ra:;;, y
Ario-Slrd, el cronista Al·el/fllia, el gram i tico Abu·AIi,
el teólogo ¡lftl/ld::ir, y los poetas}' poetisas Said, L1i.w._
y Fálil1lr1.
L a Universidad de Córd oba . La capital del
Califato c."paiiol, la hermosa Córclo!.>a, mereció ser
Ibmach A(nlflJ d,· Oco·dmft· por sus nUlllerosos es!,,·
"
blccilllientos de cnsc~anza , bibliotecas y museos; ade-
más de las madrism" oficiales,-quc eran muchas, s610
A l-Haquem 11 fun dó veinticinco costeadas de su tesoro
particular, para que recibiesen educación gratuita en
ellas los hijos de los pobres. Pero sobre: todos los cen-
tros del saber descollaba la Ulliversidad, la nl<Ís famosa
del mundo e ntonces, y en la cual explicaron profesores
tan eminentes como Abu-Becr·ibn-Jl:romvia, profundo
teólogo, Abu-AIi-K alí, enciclopedista e n ciencias sagra -
das y profanas, y l óJt-Alcllthia , el mas sabio gl'alll:i-
tieo de ES¡)J.j'ia: 10$ discípulos, venidos de todas partes,
se COlltahan por mi lb res .
Principal es m onu mentos arabigo ~ lli s pa~
nos. Los pri ncipales monum~l1tos son la iYlczq/lita
de Córdoba, la eiralda de Sevilla y la Alllfl /llbra de
Granada, que representan los tres periodos del arte
arábi go en Espaíla.
La Mezqu ita ó aldjrlllltl (metropoli) fllé empezada
por Ade·r-Rahm<Í1l 1 en 780: los musulmanes la llama·
rOIl la Meca de Occidente. Tenia seiscientos pies de
largo por dosci entos cincuen ta de a ncho , treinta y
ocho naves sosten id as por mi! noventa y tres columnas
de mármol, y la uaban acceso diez y 11llCVC puertas
chapeadas de bronce, nueve al orien te, nueve al occi·
dente, y ulIa alllortc, la ele la ({!glliMa, cuyas pla nchas
eran ele oro; la cúpula miís alta rema taba en tres bolas,
las cuales sostenían una granada de oro. De noche se
iluminaba con cua lro mil setecien tas i<imparas.
La Giralda ([ [95) es una torre cuadrada, construida
de ladrillo rojo, cuyo exterior se ha lla cubierto por
ulla red de esculturas y cortado por series de ventanas,
de arco traspasado unas y de ojivas festoneadas las
I::IlAIJ ANTIl.ólJA. 'J.i

restantes: coro'nábale antes un globo de oro , reempla-


zado hoy por la estátua de la Fé.
Erí la Alhambra ó Ka/at-d/u(Jl/ra (castillo rojo) se
manifiesta en todo su explelldor la arquitectura ara-
biga-hispana . Pertenece al siglo-x¡v, y lo único que de
ella puede decirse es que constitllye la maravilla artís-
tica más sublime que los siglos han producido jamás:
intentar su descripción , m,is que tCnleddad, sería locura.
Organización politica y social. El Califa, so-
berano absoluto y representante de Dios en la tierra,
asumía en su persona todos los poderes civiles, religiosos
y militares, y un Consejo, que él mismo nombraba, esta-
ba encargado de informar sobre todas las cllcstiones re-
ferentes á la administración del imperio: unos goberna-
dores, también nombrados por el Califa, y revestidos
de poderes omnímodos, mandaban en las provincias.
La ley civil tenía por base el Corán}' sus interpreta-
ciones autorizadas, de suerte que el libro sagrado era la
única fuente de derecho: los tribunales de apelación,
representando al Califa, podían reformar ¡as sentencias
de los jueces inferiores.
Los cristianos ó muzárabes, al igual que los judíos,
vivieron al amparo de las leyes muslllmanas, y solo pa·
gaban como tributo una capitación variable, pero en
dinero: los musulmanes contribuían COll el die::/JIo cn es-
pecie_ Unos y otros podía n aspirar á todos 105 empleos:
los matrimonios entre cristianos y musulmanes eran
bastante frecuentes.
Hl STvRl,\ 1H: F.SI'A¡!l ,I,

LECCIÓN XXII I.

L oe luCio::; en España .

l legada de los Jud íos 4 España. -Sus ~i cisilude s bajo la domi naci6 n
visigoda.- Su .ituacl6n en la España musul mana -C6nlo fueron con'
slderados en las monarquias crlsllanas.- Expatriaci6n perp ~tua de
esta rala, - C i~ilila ci6n Judáic o·es pañola: literatura rabln ica,

Llegada de los Judíos á Espana, La ruina de


Jerusalén por Tito y la dispersión decretada por Adria·
no son los acontecimientos que si rven de b:lse para cal·
cular la llegada de los Judlos á Espalla, aunque algunos
historiadores <tfirman la existencia de colonias israel,itas
á lo largo de la costa de Leva nte, en tiempos anteriores
: 1 1 siglo TI de J. C.
Los testimonios más ::Intiguos, sin embargo, sol o al·
C<lnzan á principios del siglo IV, y se refie ren :t los cá·
nones 49 y S0 del Concilio de Ili bel'ris (Elvira)-300 de
J. C.-en los cuales se prohibe al pueblo cristiano la
cOnlunicaci6n con estas gentes.
Sus vicisitudes bajo la dominación visigo-
da . Tranquilos vivían los Judlos bajo la dominación
visigoda en tanto que los invasores se OClIparon dc la
conquista definiti va del territorio, pero realizadas la
unidad nacional y la religiosa por Leovigildo y Recare-
do, precisamente cuando sus conocimientos en la indus·
tria, las artes y la agricultura y su economía exajerada
los habían elevado á ventajosas posiciones, los acuerdos
del Concilio In tol eda no les excluycn de todo caJ'go pú
blico, les prohibe tener mujeres mancebas)' les obl iga á
vivir sep arados del rcsto de la población en Sl1S juderías,
El siguicnte Concilio, c1IV, dispuso que les fu eran
arrebatados sus hijos, desde siete años, con objeto de
instruirles cn el Catolicismo, y Sisebuto ILlego (6:w)
extrema contm esta raza el rigor de la persecución, po·
niéndoles en la disyuntiva de recibir el bautismo ¿, ex·
patriarse para siempre; entonces se marchal"On bastan·
tes, aunque los más quedaron siendo cristianos en el
exterior y judros en el retiro de su casa.
Como se anrmara que conspiraban con los Mus ulma·
nes africanos para facilitar la inv;\sión, y aun añadieran
que habían atentado contra la vida del rey, Égica les
condena ;i perpé/ua esclavitud, si n perdonar:í. los ancia·
IlOS ni á las Illujeres ni á los niños.
Con estos antecedentes no es extral10 que los judfos
tomaran parte en la guerra civil provocada por los hijos
de \Vitiza COntra Rodrigo, ni q ue aliados de los :irabes,
bajo cuya dominación se prometían mejor fortuna, favo·
reciesen luego con su astucia el asalto y conquista de
algunas poblaciones.
Su situación en la Españamusulmana. Muy
v:iria fué su fortuna en el Califato de Córdoba, y eles·
pués bajo las monarquías de T aifas: pasado el primer
perrodo de la conquista de E spal1a, durante el cual se
les encuentra sirviendo de auxiliares, viéronse elevados
unas veces y persegu idos otras, pero siempre od iados
de los musulmanes, por 10 mismo que más de una vel.
alcanzaban elevados puestos en la gobernación del
Estado.
Ta l sucedió por ejemplo, entre otros casos que pu·
diéramos citar, el 30 de Diciembre de 1066 , con moti vo
de haber sido desterrado de Granada, Abu·lshac, tillO
de los poetas nI,i>; "famado.s de 511 época: como se ere·
,6

I ye!'a que esta mediLla fut:: tomada por el príncipe Abu-


Manah-Badis, siguiendo los consejos de su 'favorito
Yl1suf.bcl1-Ismael, judío ue origen, subleváronsc los IllU-
sulmanes granadinos, asaltaron el palacio real, mataron
á Yusuf, que se había refugiado en él, y degollaron
hasta cuatro mil judíos. Hechos parecidos á este se re-
pitieron varias veces.
Cómo fueron consider ados en las monar-
quías cristianas. Durante la Reconquista merecie-
ron algunas atenciones de los monarcas cristi<tllOS, en-
tre ellos, de Alfonso VIU que concede el derecho de
ciudadanía á los jlluíos de Cuenca, de Fernando nI que
permite á los rabinos de Córdoba y Scvi!la la cdntinua-
cien de sus academias, de Alfonso X que les confirma
en todos sus derechos, aftadiendo otros nuevos, por el
auxilio que le prestaron en la composición de las la·
bias alfoNsillas, y de Pedro 1 que les concede un juez
extraordinario para sus litigios, y les consiente la re·
construcción de la sinagoga de Toledo.
Su fidelidad para con Pedro 1 les valió en el reinado
siguiente una persecución horrible durante la cual rue-
ron degol!ados muchísimos, lo mismo en Toledo que en
Zaragoza, Córdoba, y Valencia, sin que bastaran :i im-
pedirlo la elocuencia de San Vicente Ferrer ni las pro-
testas de la Iglesia, indignada contra tamaños excesos.
Expatriación perpétua de esta raza. El 31
de Marzo de 1492 promulgó la 11lquisición l'spruio/a el
decreto que ordenaba la expatri;¡ción perpétua de esta
raza, señalándola para verificarlo el perentorio término
de cuatro meses y sin consentirla llevar nada, aun lo
de su propiedad particular: según cálculos probables
emigraron entonces de España unos 160.000 judíos,
¡';DAD MEDIA. 97
procedentes casi todos de las comarcas de Castilla, Va-
lencia, León, Zaragoza, Andalucía y Badajoz.
C~viliza ciónjudáico-eBpafiola: literaturara-
bínica. Los Judíos vivían en barrios separados ó ju-
derías, carecían de libertad política, se regían por leyes
especialmente redactadas para ellos, gobernábanse por
sus rabíes ó jueces, solo dependían del rey en todos
sus asuntos, y contribuían á las cargas públicas COIl un
impuesto directo de bastante consideración, además de
los indirectos á que, segun las circunstancias, se halla-
ban obligados todos los españoles. .
En tanto que musulmanes y cristianos se ocupan
preferentemente de la guerra, comienzan las EsC1te!as
rabínicas de Córdoba y Toledo á dar señales de pode·
rosa vida á mediados del siglo x, pudiendo citarse,
entre las eminencias convertidas al cristianismo que de
ellas salieron, á Raúi don Santo, autor de los Consejos
al rey don Pedro, la Doctrina Cristiana, y la Danza de
la muerte; Pablo de Santa María, que compuso varias
obras de Teolog{a; Alvar García, del c~al se conserva
una crónica de Juan lI; Alollso de Cm'tagena, que escri·
bió una genealogía de los reyes de España; Alfonso de
Baella, autor de su famoso Cancionero; Yerónimo d~
Sal1ta Fé, el mejor orador sagrado de su tiempo; Alollso
de la l:::rpil1a, que llegó á ser Rector de la Universidad
de Salamanca; y 7acobo Ca1tSÜIOS, notable alquimista.

7
RECONQUISTA CRISTIANA.

(7 18- 1506 )

LECCIÓN XXIV.

(Reconquiste. cr i~ti ans en Asd.ria:;.)

Balalla de Covadonga: origen del rei no de Astllrlal. - ProclamacI6n de


Pelayo.-Alfon8o el Católico: 'UI brillantes campañas.-FrueJa: Sil'
blevaci6nes.- Reyes malamente llamados usurpadores.-Bermudo 1:
su abdlcaci6n.

Batalla de Covadonga: origen del reino de


Asturias. De la dominación musulmana solo se li ·
braron algunos espafioles, refugiados en las fragosida-
des de la cordillera cantábrica: allí fueron también en
busca de asilo otros muchos del interior de la Penín-
sula, notándose que la común desgracia borra para
siempre las antiguas denominaciones de visigodos é
hispano-romanos, que durante tantos años los habían
dividido.
En lo sucesivo ya no se habla más que de espaFioIes
cristianos, en oposición á los es/mio/es musulmanes, 10
cual revela la armonfa que informará la Reconquista
por espacio de siete siglos.
L os invasores desdeñaron al principio este movi-
EDAD ~IEDI"' .

miento de concentración que se observaba hácia el


N. O. de España; pero no tardará en demostrarse el
carácter español, dispuesto siempre á rechazar toda
invasión extranjera, cualquiera que ella sea.
Con el intento de no dejar tras de sí enemigos que
pudieran cortarle la retirada, caso necesario, envió el
amir Al-Horr á su general Az-Zamdlt al frente de un
ejército para reducir este grupo de cristianos, cncas-
tillados cn sus abruptas montañas, á tiempo que él se
internaba en Francia por los desfiladeros del Pirineo.
A vista del peligro, los astures se concentran en el
valle del Auseba, y después de encerrar á las mujeres
y nil'los en la gruta de Covadlmga, que defendían enor-
mes peñascos, coronan las alturas dispuestos á opo-
nerse al invasor, á pesar de la muchedumbre de enemi-
gos que les asedia por todas partes.
El combate se libró con ardor: arrojaban los de
arriba enormes piedras que aplastaban al enemigo, en-
cerrado en pasos de imposible salida, mientras que las
flechas de los infieles se revolvían contra ellos, des-
pués de rebotar en la roca; ulla tempestad que de
improviso estalla embravece los torrentes de la mono
taña, los cuales arrastran hasta el llano los cuerpos de
los musulman~s confundidos con los despojos de los
muertos. El espanto se hace general, y los cristianos,
ganada la batalla, (7 I S), persiguen al enemigo hasta el
puerto de Pajares, cuyo picacho más alto se llamó
Tibi grafías, desde entonces, en recuerdo de la oración
elevada al Altísimo por aquél pueblo de valientes, en
cuyos pechos latía profundo el sentimiento de la patria.
Asf nace á la vida el reino de Astúrias, y as{ también
comienza la Reconquista que los Reyes Católicos con-

' 00 UIS-rÓRIA I}J,; ESrAÑA.

cluirán, al plantar la cruz sobre los minarctcs de Gra·


nada .
Proclamación de P elayo. Animados con el
triunfo obtenido, los cristianos elijen por rey á Pda)'o.
hispano-romano de origen; en la jurisdicción de eallgas
de Onís puede verse todavía el lIamndo Call1po de la
Jura. Los límites de esta primera monarquía cristiana
cranJos dos Dcva y Ea, los montes Herbáceos, y el mar.
D espués ele UI1 reinado de diez y nueve años fallece
Pelaya (737), y los cristianos eligen para sucedcrle á su
hijf) Favila, el cual mucre á poco de\'orado por un oso.
Alfonso 1 el Católico: sus brilla.ntes campa-
nas . La opinión unánime elevó al trOIlO al joven AL·
fonso f (739) que por su celo religioso mereció el cali·
ficativo de Católico; era hijo ele los duques de Cantábria
y estaba casado COIl una hija de Pelayo . .
La guerra civil que por aquel tiempo estalló entre los
musulmanes, favoreció los designios- de este monarca,
el cual, sin resistencia, se apodera de todos los territo-
rios hasta el Ducro. Sucedió que descontentos los ber-
beriscos de los árabes que los habían relegado á las ás-
peras n}ontai'ias de Astúrias. León y Galicia, en tanto
que ellos se posesionaban de los paises más fértiles y
hermosos, secundan el movimiento iniciado contra los
descendientes del Profeta y marchan en masa hácia el
mediodía de la penlnsula: esta emigración facilita la
independencia de los gallegos, que se suman con los de
Astúrias (75 1), y hace que caigan sucesivamente en po-
der de los cristianos las ciudades de Astorga, León, Za-
mo¡-a, Ledesma y Salamanca.
De los pocos berberiscos quc continuaron viviendo
el territorio de Astorga, si bien sometidos desde enton-
.tDAD )ILDIA.
'"
ces á la dominación cristiana, descienden los actuales
1IIaragatos, los cuales conservan todavía en su traje y
costumbres indelebles recuerdos de su origen africano.
Alfonso penetra cn las arruinadas poblaciones, res·
taura sus fortalezas, reedifica los templos destruidos pOI'
el fanatismo musulmán, y después de talar los campos
y degollar multitud de enemigos, vuelve hácia el nortc
abandonando las llanuras de Castilla, donde era impo ·
sible defenderse.
Desde León hasta las estribaciones del Guadal'rama,
se extendía por Castilla un verdadero desierto, barrera
natural que separó durante mucho tiempo á musulma-
nes y cristianos.
Fruela 1: sublevaciones. Precisamente cuando
Abde-r-Rahmán 1 conseguía emanciparse de Damasco.
fallece Alfonso 1, y le sucede por elección su hijo Frue-
la I (757), fundado r de la ciudad de Oviedo.
Acometido por los musulmanes, alcanza sobre ellos
algunas ventajas, pero tiene que suspender por dos
veces las operaciones militares para sofocar la Suble-
vación de los vascones y gallegos, á los cuales somete.
Se atrajo las iras del pueblo por haber mandado de-
gollar á su hermano V imarano, y las del clero por
entrometerse en asuntos de disciplina eclesiástica: esta
tempestad de 6dios haee que se trame contra él una
conspiración, de cuyas reultas muere asesinado (768).
Reyes malamente llamados usurpadores .
Ocupan sucesivamente el trono Aun/io, Si/o Maltr~·
gato y Bermlldo 1 el Diácono (768-791), sin razón
apellidados usurpadores, pues alcanzaron el poder en
la misma forma que los reyes anteriores, es deci r, por
elección.
lIISTÓIlIA. DE ESPAlicA.
'"
Nada hicieron en beneficio de la reconquista, y sí
solo Mauregato rechazó valerosamente el ataque de los
berberiscos de la maragatería que á las órdenes de
Mahmud (784) invadieron el territorio cristiano, hasta
llegar á 'las inmediaciones de Oviedo: empeñada la ba-
talla, fuer on derrotados y perseguidos hasta las orillas
del MiñO, en cuyas aguas perecieron muchlsimos.
Bermudo 1: su abdicaoión. Bermudo 1 fué
nombrado rey (789) cuando el príncipe A l.H áquem 1
inaugura con fortu na la guerra santa: bien p ronto se
convence de que no tiene las cualidades imprescindi-
bles en todo monarca guerrero, y abdica la corolla en
el que antes fué Sil competidor, Alfonso II, conocido
con el sobrenombre de Casto. T ermina sus dias en un
monasterio.

LEOOIÓN XXV.

Allo nl O 11: . 'U$ vlclorias.- EI sepulcro del apblol Sanliago.- Ra-


mi ro 1: lublevaclones.-Ylctorla d. Alb. lda.- Co natos d. Inv.. 16n
normanda- Ordoño 1: balaUa d. ClaviJo.- AllonlO 111: sus bri llantes
exp.dlclon.... - Subl.vaclonu: abdlcaci6 n del rey.

Alfonso 11: sus victorias. AIfOllsO 1/ el Casio


(791 ) inaugura su reinado con la brillante jornada de
Lutos (Lugo) ganada contra los musu lmanes que mano
daba el valiente Abu-Moghit.
H abfan invadido estos el territorio de Astúrias, lIe·
gando hasta Oviedo, cuyos templos saquearon, pero
conducidos astutamente á un terreno pantanoso, entre
marjales y marismas, donde no podían defcndcrsc, per-
dieron mucha gente y huyeron á la desbandada.
EDA!> ~IWIA.
'·3
El prfncipe Hixem quiere en el afio siguiente vengar
este desastre, y manda numerosas tropas á las órdenes
de Abd·al·Carim: derrotados los infieles de nuevo, con·
tinúa Alfonso Ir la reconquista en dirección del S. O.
y penetra en Lisboa, de cuya ciudad se apodera, así
como de otras muchas.
Para dar noticia á CarJomagno de estos triunfos y
fortalecer la amistad que con él tenía, le envió una
embajada compuesta de los caballeros FrueJa y Ba·
silio, á los cuales acompaflaball siete nobles musulmanes
prisioneros, a rmas, trofeos, y una tienda de campaña
ocupada al enemigo en el saqueo de Lisboa.
EL sepulcro del apóstol Santiago. A unas
ocho millas de Padrón (Iria·F lavia ) se cl\contró el se-
pulcro del apóstol Salltiago, p rimer propagador del
cristianismo en Espafla, en un campo que dcsde enton·
ces se llamó de la estrella (campus-stell<e ó campos·
tela, como se dice hoy) aludiendo al resplandor que
sirvió de guía para verificar el descub rimiento: levan·
tóse en aquel lugar un templo bajo la advocación de
este santo. Desde entónces, i Sm:titl,fo, y cierra Espaiín.'
¡erá el g rito de guerra de los españole$ cristianos al
entrar en combate.
Ramiro 1: sublevaciones . Le sucede Rnmir9 I
(842), hijo de Bermudo: quiere el conde gallego Nepo·
ciano arrebatarle el trono, pero derrotado y prisionero
en la batalla de Nárcea, es encerrado á p erpetuidad en
un castillo, después de arrancarle los ojos.
Trata el rey de poner en orden el pa{s, mejorando
la admin istración, refrenando los ánimos inquietos, y
dictando severas medidas contra los salteadores y la·
drones, mas solo con.c;igue que se trame contra él tina
IIIST61UA DE ESPA~A.
'°4
conspiración formidable, que tiene la buena suerte de
matar en su principio.
Victoria d e Albelda . Libre de estos cuidados
continúa la reconquista al frente de un poderoso ejér-
cito, y después de penetrar en la Rioja, donde vence
al enemigo cerca de Albelda, se retira tranquilamente
á sus estados.
Conatos d e invasión normanda. En el año
844. una escuadra de 1l0rmalldos , pueblo sanguinario y
feróz ,que después de habitar las orillas del Báltico
había conseguido imponerse á los franceses, llegó hasta
las playas asturianas obligado por una violenta tem-
pestad: saquearon estos ·piratas á Gijón, pero Ramiro 1
marcha contra ellos, y los derrota quemándoles sesenta
naves y destrozando no pocas.
OrdO!lO 1: b at alla de Clavijo. Ordoil0 [ (850)
que sucede á Ramiro, su padre, consigue algunas ven-
tajas sobre los musulmanes, de los cuales recobra á
Soria y Salamanca: también reedificd'!·á T uy , Astorga
y León. En este reinado tuvo lugar la batalla de Cla-
vijo, contra el moro Afu::n., cristiano renegado que ha· .
bía sabido captarse la simpatía de los musulmanes.
Alfonso III: sus brillantes expediciones .
Alfonso IU (866), hijo de Ordoi'ío, mereció bien el ca-
lificativo de Grn.nde COIl que 1,a historia le honra.
Después de sofocar varias revueltas y sediciones in-
teriores, dirige sus armas victoriosas contra los infieles,
á los ~uales desaloja de la ribera del D uero: penetra
por el interior del pals musulmán hasta las vegas que
fertiliza el Guadiana, y vence sucesivamente al enemigo
en las batallas de Órbigo, Atienza, Coimb¡:a, Belorado,
Pancorbo, y Zamora.
I!:DAD ¡ IIiDl A. l OS

Subleva.ciones: a.bdicación del rey. Lástima


grande que las sujestioncs de Nuño Fernándcz, conde
de Castilla, amargaran sus últimos años, precisamente
cuando al amparo de la paz se disponía á trabajar en
beneficio de los pueblos: rebelado cOlltra Alfonso 111
su hijo primogénito Garda, al cual apoyaban, además
del citado conde, su desleal madre Jimena y sus herma·
nos Ordoño y Fruela, redujo á todos por la fuerza y
encerró al revoltoso infan te en el castillo de Gauz61l.
Así se pasaron t res anos; y como comprendiera el rey
que la guerra civil cstallaría no tardando, reune en
Bordes (910) una asamblea de notables, y ante ella
abdica solemnemente aquella corona que con tanta
gloria había ceñido durante cuarenta y cuatro años.
Dividi6 el reino entre sus hijos, otorgando el te·
rritorio de Lcóll á Ga]'cía, el de Caliúa á Ordono, y á
FrucJa el de AsllÍritls: la P rovidencia se encargará
p ronto de inutilizar tan impolitica desmembración.
A lfoltso III dejó escrita una Crónica desde Wamba
hasta Ordoño 1.

LECC IÓN XX VI.

Reino di Le6n: Garcla I.- Ordob JI: batallas de Slln Esteban dI


Go rm az y de Val dejunqucra.- Fundacioh de la Catedral Ilonlll.-
Fru ~la 1I.!.... Alfonso IV: ,\1 abdlcacJ6n. - Ramiro 11: batalla dI Si.
manc3s.-0rd oño 111: compllcaclO:les con Culi lfa.-Sancllo 1: pta·
nes del conde Fernin G ond.l~z . - O rdo~c IV.- SancIlQ I en C6rdoba.
-Reslauraci6n de t rll: 1\1 muerte.

Reino de León: Garcia. l .-La historia del ,'ciIlO


de León principia con Garda 1 (9 10) el cual mllere á
los tres año~, sin haber hecho Ilada notable.

,
, o6 HtS1'6RIA DE ESPAÑ ... .

Ordoño 11: batallas de San Esteban de Gor~


maz y Valdejunquera. Le hereda su hermano el
rey de Galicia Ordolío [I, COI1 cuya proclamación se
juntan ambos reinos, momentáneamente separados.
I Este suceso coincide con el origen de otros estados
independientes que contribuirán :i. la Reconquista cris-
tiana en Navarra, Aragón y Cataluña.
A poco de ser coronado Ordoño 11 en León inaugura
la guerra contra los infieles rechazando en las orillas
del Duero al ejército de 20.000 soldados, que mandaba
Ibn-abi-Abda, al cual derrota en los campos de San Es.
teb(/Il dI! Carilla:: (916). Los vencidos musulmanes se
retiran hácia Navarra con intento de tomar venganza
del anterior desastre, y 10 consiguen, á pesar de haber
peleado juntos en Val-dE-Junquera los reyes Ordoño II
y Sancho Gareés: la eulpa de esta derrota cayó sobre los
condes de Castilla que, si avisados con oportunidad,
llegaron tarde al lugar del combate, POl- lo cual el rey
de León se ensaña en ellos haciendo encarcelar á mu-
chos en lóbregos calabozos, y degollando sin piedad á
no pocos.
Fundación de la Catedral leonesa. Conside·
randa Ordoño JI que la pequeJia catedral de L eón no
era digna de w Corte, y queriendo demostrar su agra-
decimiento á Dios por la victoria de San Esteban de
Gormaz, hizo donación de su propio palacio al efecto
de construir otra nueva, mayor y más capaz: era éste
un espacioso edificio de tres naves, construido para
gimnasio y casa de baños durante la dominación roma·
Ila, y de tan bucnas proporciones, que pocas obras
fueron necesarias para convertirle en hermosísimo
templo.
¡¡DAD MEmA.
'0'
Fruela II. A la muerte de Ordoi'io II queda sin
efecto el impolítico reparto que de sus estados había
hecho Alfonso III al abdicar, pues leoneses y gnllegos
proclaman á su hermano Frite/a 11 (924), rey á la sazón
del territorio de Astúrias: este monarca solo se distin-
gue por su carácter altivo y cruel.
Alfons o IV: su abdicación. Un ai'lo después
(925) maria de lepra, sucediéndole el mayor de los llijos
de Ordoflo n, Alfol/so IV, el /lfollge: más aficionado á
la vida del claustro que á la agitada de los campamen·
tos, abdica la corona en su hermano Ramiro [J(931),
después de haber pasado seis afias sin hacer nada nota-
ble, lo cual no es obstáculo para que, más adelante,
arrepentido de su obra ó escuchando Ins sugestiones
de sus primos los hijos de Fruela, pretenda recobrar la
corona. Aunque se hizo fuerte en León, su hermano
Ram iro le derrota con el ejército que ten(a preparado
para guerrear contra la morisma, y después de sacarle
los ojos, lo mismo que á sus consejeros, le manda en·
cerrar en el Monasterio de Sahagün, donde concluye
sus dias.
R amiro II: batalla de Sim an cas. Terminada la
complicación anterior marcha Ramiro IT con sus tropas
hácia la frontera musulmana, y llega á las extribaciones
de la cordillera del Guaclarrnma en donde se apodera de
Magerit, terminado lo cual, y teniendo conocimiento dc
que Abde·r-Rahmáll lU corre :í su encuentro, le presen-
ta batalla eerca de Simallcas (938), en la margen dere-
cha del Duero, y obtiene la más completa victoria: el
mismo Calira rccipió algunas heridas, aunque de poca
gravedad, r no cayó preso gracias á la agilidad del ca-
ballo que montaba.

,oS H IST6illA VE I!:SP A:<A.

Ordoño III: complicaciones con Castilla


Ordoíio 111 su hijo, que le sucede (9 50), se vió constan-
temente envuelto por las intrigas con que el conde de
Castilla, Fcrn:ín GOIl7.ález , p¡'ctendia debilitar el reino
leonés para conseguir de este modo la independencia
de Su territorrio; pensamiento que sirve de esplicación
á los s ucesos que se desenvuelven en ambos pél.íses.
El Castellano, con cuya hija mayor estaba casado Ordo-
ño, comprendió pronto que este monarca jamás consen-
tiría en despojarse voluntariamente de \a soberanía
sobre su Condado, y al efecto se dedicó á fomentar las
ambiciones del jóvcn Sancho, hermano del rey, con la
pretensión de destronarle. No fué así, pero muerto aquel,
intriga para que el t rOllO sea ocupado por Smlclto 1 (9 55)-
Sanch o 1: pla.nes d el conde F erDa.n Gonza-
lazo Sancho J, á quien a pellidaron el Craso por su
excesiva gordura, tampoco se prestó á servi l' de instru ·
mento para complacer las aspiraciolleii separatistas de
F crtl,in González, por lo cual éste le opone otro
candidato, Ordoiío el Afalo, el cual consigue destro-
nado (9 58).
Sa.n c h o l IT en C órdoba. E ntonces se di6 un
espectáculo bien curioso: desde Pampl ona , donde San-
cho se había refugiado, marcharon en dirección á Cór-
doba éste y su abuela T a ta, reina ma{lre de Navarra,
con el doble objeto de buscar un médico que le curara
de _,>u obesidad, y de quc el Cali fa le facilitase los me-
dios de reconquistar el trono_ Abde-r Rahmán 111 los
recibe en el palacio de Zahara, y tuvo la sati sfa~ci 6 11 de
ver ;( sus piés al hijo de su vencedor en los C<1.mpos de
S imancas, al cual concedió cuanto pedía á cambio de
diez fortalezas fronterizas.
¡¡DAD IoIEDIA. ' 09

Restauración del rey: su muerte. Curado


Sancho, marcha á León acompai'iado de un ejército
musulmán, y en Abril del año 960 hace su entrada en
la capital : reconocida su autoridad, derrota al conde de
Castilla, y le prende, en tanto que el aborrecido Ordo·
1'10 IV se refugia en HLlrgos, de cuya ciudad sale deste-
rrado al país musuhllált. Siete años después moría San-
cho, envenenado por un Conde gallego que le había re-
galado tUl cesto de mauzanas.

LECCIÓN XXV II.

Ramirlllll: primera regencia en Le6n.-r"ayor edad dol roy: su ingrali-


lud.-Bermudo 11 : yiclorlas de Almanzor.- Allonso V: los Buenes
FU'fos.- Sitio de Viseo y muerte del rey.- Bermudo 111 : independen'
cia del condado do CasUlla.-Qué habia .ldo esle condado.

Ramiro I1I: primera regencia en León. Le


sucede su hijo Ramiro !![ (967), que solo contaba cinco
aflos, bajo la regencia de su madre dofla Teresa y su
tia doña E lvira.
El primer acto de las regentes fué renovar el tratado
de paz ajustado en el reinado anterior con el califato de
Córdoba, pues necesitaban de toda su actividad para
contrarrestar el influj o de los nobles, los cuales, prevali·
dos de la menor edad del rey, querían absorber en pro·
pio beneficio las principales atribuciones gubernativas
del reino con el intento de inutilizar la monarqufa. Estas
tendencias feudales encontraron en las virtuosas dol'la
Teresa y dalla Elvira el merecido correctivo, pero el
aspecto de las cosas varió por completo á la mayor
edad de Ramiro UI.
HISTÓRIA DE ¡';SrA ~A.

Mayor edad del rey: su ingratitud. Era este


llcsdichado monarca tan desdeñoso y altivo para con
todos, quc bien pronto consiguió hacer el vacío en de-
rredor de su trono; si bien se medita, nada tiene esto
de particular, pues el que había tenido valor para poner
en duda la moralidad de su propia madre en el gobier-
no y administración del real patrimonio, mucho peor
habrfa de portarse con aquellos á quienes solo debía
consideración y respeto. Además, como su conducta
privada era por extremo pervertida, proclamaron los
gallegos á BCYlIl/ldo Il (982) y con este motivo estalla
una guerra civil á la que, después de la indecisa batalla
de Portilla de Aren~s, pone término la muerte de Ra-
miro.
Berroudo 11: victorias de Alma.nzor. Tiem-
po era ya de que se hiciese la paz: atentos los musulma_
nes á las discordias interiores del reino cristiano, per-
, manecfan vigilando las fronteras en acecho de caer
sobre León mientras que el terrible Almfl1u;oy saquea
los territorios de CatalUl1a, Aragón y Navarra ..
Llega el año 996, y Almanzor pasa el Duero, y se
lanza contra los leoneses, matando y destruyendo cuan-
to se le pone al paso: ciudades, castillos, aldeas, mo·
nasterios, nada perdona su fiereza. Mientras que Ber-
mudo Ir se refugia en Oviedo impedido de tomar parte
en la guerra, los musulmanes atacan la capital, valien-
temente defendida por el conde Guillht GOllzdkz, el
cual, herido y todo, se hace vestir la armadura y llevar
en una litera hasta la misma brecha abierta por los si·
tiadores, consiguiendo reanimar el abatido espíritu de
los leoneses, cansados de un largufsimo asedio y de tres
días de renido combate.
F,DAD MEIJIA. .,
A pesar de su buena ciudadela, de sus fuertes torres,
y de sus murallas romanas qne tenían más de veinte
piés de espesor, León fué conquistada.
Alfonso V : los Buenos Fueros. Después de
estos sucesos quedaba reducido el reino á los dislrilos
cei'lidos á la costa, ni más ni ménos que en los primcros
tiempos de la reconquista cristiana: tantas amarguras
precipitan la muerte de Bermudo 11 , al cual sucede su
hijo AlfONSO v.. de menor edad (999). bajo la tutela del
conde Menendo González y la regencia de su madre
doña E/viro.
Muerto Almanzor, debilitado el califato de Córdoba
y caido en la más espantosa decadencia, ya de mayor
edad Alfonso V, se consagra a reedificar las destruidas
poblaciones y poner en orden la desconcertada mona r-
quía, que de ello tenía mucha falta.
Los fugitivos leoneses prefedan vivil' en los barran-
cos y cortaduras de sus montaftas en vez de bajar ni
país de los llanos, temerosos de que los musulmanes
volvieran otra vez con sus temibles algaras, y as! se
hizo necesario para obligarles á cambiar de vida, que
A1fonso V, valiéndo:re de la paz que á la sazón se dis-
frutaba, reparase las fortificacion es de León, Zamora,
Astorga y Coyanza, como prontamente se hizo.
Luego reunió en la catedral leonesa un C01ll:jlio
(ro2o) para determinar las leyes y ordenanzas por las
cuales se había de gobernar el reino en lo sucesivo, y
los BUeIlos fll~ros redactados en él son la primera cons-
titución que ha conseguido llegar hasta nosotros, des-
pués de haber regido por espacio de muchos siglos so-
bre tan vasta monarqu (a.
Sitio de Viseo y muerte del rey. Continuaba
," IIlSTÓRIA L>E ESI'AR.\.

Alfonso V la reconquista dirigiendo sus armas victo-


riosas contra Portugal, cuando una saeta lanzada desde
las murallas de Visco le deja muerto, $llcediéndole su
hijo Berrnudo III, niño todavía (1028). E ste suceso coin-
cide con la destrucción del califato de Córdoba y la
fo rmación de las monarquías de T aifas.
Bermudo III: independencia del condado
de Castilla. Bcrmudo HI concertó el matri monio
de su hermana doi'in Smuluz con García, concle de Caso
tilla, para terminar de una vez las diferencias que sepa"
raban ambos pueblos.
Pero sucedió que los Velas asesinaron á García en
León cuando ven ía á casa rse, con cuyo motivo el con-
dacio de Castilla pasa por herencia á doña Elvira, espo.
sa de Sancho III de Navarra: esta herencia, aunque
conforme á derecho, era una injusticia enorme, por lo
cual Bermudo III quiere apelar á las armas para dispu·
tarla.
El buen deseo de los mediadores cntre una y otra
parte consiguió llegar á un acuerdo por virtud del cual.
F~nta11d(), hijo de Sancho JII, se casaba con doña San·
eha, recibiendo como dote ambos esposoS el condado
de Castilla, convertido en reino independiente.
Así se hizo, y como á poco muriese Bermudo IrI,
Fernando 1 y dOl1a Sancha reinan á la vez sobre ambas
monarquías.
Qué habia sido este Condado. Respecto del
origen de Castilla, parece 10 mas probable que el terri·
torio conocido CO il este nombre debió llamarse así por
las fortificaci ones levantadas en la llanu ra, una vez que
los cristianos se atrevieron :i descender de las montanas
para continuar la Reconquista .

EDAD M¡':DlA. " 3


Como los territorios reconquistados se entregaban á
los más valientes, á título de premio, para su conserva-
ción y defensa, de aquí los Ctmdi'S 6 jefes militares, que
fueron varios, y estuvieron subordinados á uno princi_
pal, residente en Búrgos.
Estudiando el reinado de Alfonso III hemos visto á
N lnio Ft'rlfálldt'¡;, suegro de Garcfa, intrigando contra
el monarca leonés y creándole sérios conflictos, .10 mis·
mo que más adelante, en tiempos de Ordoño Ir, digi-
mas que á los condes de Castilla hubo de imputárseles
la catástrofe de Val-cle-Junquera: si esta conducta fu é ó
no dclibcrada, cosa. es discutible, pero en cambio apa·
rcce evidente la tendencia de estos pequeños soberanos
;í emanciparse del reino de León, del cual eran feuda-
tarios.
P rescindimos de la fábula relativa á Lain Calvo y J
Nuño Rasu ra, para fijarnos en Femdll COlIlJále¡; (93.0),
vencedor incansable de los musulmanes y protector de
Ord0l10 IV el Malo, en Sancho Carda (1005) que legó
á Castilla el código que se conoce con el nombre de
Fuero viejo, y en Carcítl (1022), asesinado por Jos Ve·
las, del cual dig imos había venido á Lean para casarse
COIl doña Sancha.

LECCIÓN XXVIII.
,
Ferna ndo 1: Concilio de Coyanza.- Guerra con Navarra_- Guerras y
conquillas.- Patl!ci6n del reinO.- Sancho 11 : Guerra cl,U .- Sitio
de Zamora: muerle del rey.

Fernando 1: Concilio de Coyanza. Fenton-


do J (103'7) reune las coronas de L dm y Castilla, y
S
IIlSl'ÓRIA 1)~ f.SPA~A.
'"
con él com ienza en ambos reinos la dinastía de Na·
varra.
Su p rimer acto politico rué convocar en Coyt1llfJfl,
(Valencia de D. Juan) Ull Concilio (1050) pa recido ;i
los celebrados en Toledo durante la dominación visi·
goda, pues se había hecho necesaria la sustitución de
las antiguas leyes por otras más conformes con el pro-
greso de los tiempos, á la vez que precisaba reformar
las costumbres del clero, en algunos puntos poco COIl-
form es con su delicado min isterio.
Guerra. con Na.varra. Cuatro 'lIios más tarde,
cuando se dedicaba ~i reorga nizar la administracióu de
los pueblos, se vió en la necesidad de sostener una gue-
rra contra GarcIa, rey de Nav3f1'a, el cual, como her-
mano mayor suyo, p retend ía sumar todos los estados •
que constitu ían el patrimonio dc su padre al morir:
después de varias tentativas de paz, aunque sin rcsul·
tado alguno, encontráronse los ejércitos de ambos her-
mallos cn los campos de A tnputrca ( 1054) cn cuya
batalla muerc García Cl\ los brazos de San Tgnacio, de
cuyos razonables consejos no quiso hacer caso. T oda
la Navarra superior cae en poder de castellanos y leone·
ses, pero Fernando tiene la generosidad de cederla á
su sobrino Sancho I V, proclamado rey por los navarros.
Guerras de conquista. Libre ya de esta gue-
rra enojosa, F ernando 1 continúa la reconquista cris-
t iana, y al efccto pasa el Duero, entra en Portugal y se
apodera de Visco, L amcgo y Coimbra; así como en la
siguiente campalla (I05S) recobra á San Esteban de
Gormaz, Aguilar y Berlanga, y tala los campos de
Guadalajara y Madrid.
Después de hacer sus tributarios á los reinos moros
l::IJAIJ MP-UlA. "5
de Toledo y Sevilla, emprende el sitio de Valencia,
bajo cuyas murallas adqu iere una g rave enfermedad
que le condujo al sepulcro.
Partición del r eino. Antes de morir convocó
las Cortes del1'Cú¡o (1064) Y con su aprobación reparo
tió entre sus hijos los territorios que componían la po-
derosa monarquía castellano-leonesa, entregando á
S,wclto, el primogénito, Castilla; á Alfonso, León; á
CnreJa, Gal icia; el señorío de Toro á doria Elui1-a; y el
de Zamora á doila UrraCfl.
Sancho II: gu erra civil. Solo la prudencia ele
la reina madre pudo conseguir que semejante partición
fuera respetada, pero muerta esta ,.senara á los pocos
meses, (1065) Sane/lO JI el Fuerte, se dirige contra su
hermano Alfo1lso Vi de Leóll, al cual derrota en las
batallas de Llantada y Volpcjar, enviándole como pri-
sionero al monasterio benedictino de Sahagún: invade
luego Galicia sin que Garela se oponga, y después de
apoderarse del señodo de Toro, pone sitio á Zamora,
cuyos habitantes defenderán c<>n heroismo los dere-
chos de su soberana dúfía Urraca.
Sitio de Zam ora: muerte d el rey . En tanto
que Alfonso VT se fuga de Sahagún para refugiarse
en T oledo, cuyo rey Almamún le presta b enévola aco-
gida, continúa Sancho 11 el comenzado sitio sin que
los de Zamora dieran sei'lal de rendirse, por más que,
aislada la población con el exterior, y sin otras sub-
sistencias que las ordinarias, era presumible que el
hambre les obligara á capitular.
E! desenlace del sitio fué bien impensado: un fingido
desertor, Bellido D olfos, ofrece ensefiar al rey de Cas-
tilla un portillo del muro que facilitarla el asalto; y
,,6 Ii1ST6RIA DE ESPAÑA,

como ambos se alejasen del campamento para verlo,


vuelve Bellido su espada de improviso contra Sancho,
el cual cae muerto con el corazón hecho pedazos.
El asesino huye á la carrera y se refugia en la ciu-
dad, tina de cuyas puertas se abre para recibirle, cual
si los sitiados lo esperasen, á tiempo que clava su lanza
en ella Rodrigo Ruíz Díaz de Vivar, cuyas hazaiíns
futuras habían de asombrar al mundo.

LECCIÓN XXIX.

Alfonso VI 01\ l eón: Jura de Santa Gadea,-EI Cid campeador.- Con·


qui sta de Toledo.-Camblo de l rilo gótico por el romano.- lnvasi6n
de los Alm orav ides : batall a de Uclés .- Ind cpendencia de l co ndado
de Portugal.

Alfonso VI en León: jura de San ta Gadea.


Cuando llegó á Toledo la noticia de que Sancho JI ha
bía muerto bajo los muros de Zamora (I073), se pre-
senta Alfonso VI en León, 110 sin haber pactado antes
un convenio de alianza con ei rey moro Almamún, que
tan desinteresadamente le había protegido en su des-
gracia.
Reeonociéronlc sin dificultad los leoneses, pero no
así los de Casti!1a donde corrieron voces de que había
tenido alguna parte en el asesinato de su hermano, por
lo cual le obligaron á jurar solemnemente su inocen-
cia, hasta tres veces, sobre el altar de la Iglesia de
Santa Gadea: cumplido este rcquisito, le aceptaron
como rey.
E l Ci d cam peador . Propuso la fórmula del ju-
ramento tlll jovcn castellano, Rodrigo Rufz Díaz de
Vivar, más conocido pOI' el Cid, campeador: después de
EDAD )!ED!A. "7

haber probado su valor en los combates contra la mo-


risma, fué armado caballero por Fernando 1 en la Igle-
sia de Coimbra, precisamente á los pocos dias de ha-
ber sido conquistada esta plaza á los musulmanes.
Al servicio de Sancho JI tomó parte en cuantas
acciones intervino aquel monarca, lo mismo en las gue-
rras civiles que en las suscitadas contra los musulma-
nes; y quién sabe si el recuerdo de la derrota de
Volpejar joRuyó cn el ánimo de Alfonso VI para des-
terrarle de Castilla, por m,is que la opinión general atrio
buya este suceso al juramento de Santa Gadea: lo
cierto es que fl!é cxtr,:ulado del reino, y que después
de estar algún tiempo á las órdenes del !''e y moro de
Zaragoza, emprende por cuenta propia la conquista
de Valcncia, de cuya ciadad se apodera (1094).
Bien pudo alzarse con la soberanía del territorio con·
quistado, pero no lo hizo, Si11Ó que se lo ofreció al rey
de León y Castilla, el cual le levantó el destierro, y le
otorga el gobierno de la desde entónces llamada ciudad
del Cid: sostúvola algun tiempo contra el poder de los
almora vides, hasta que estos por fin la recobran, de
cuyas resultas muere de pesadumbre este héroe, á quien
el Romancero ha dedicado sus más entusiastas versos
y la literatura sus más hermosas galas.
Conquista de Toledo. Así que Alfonso VI sc
apodera del territorio de Galicia, desheredando á su
hermano Carda, emprende la Reconquista y lleva la
ljuerra hasta los mismos muros de Toledo, donde ya
no reinaban uf Almamún ni su hijo Hixent! cou los
cuales había pactado alianza y amistad.
Comienza las operaciones talando y destruyendo cua-
tro años consecutivos las cosechas de la ribera del Taj o,
,,' IIISTÓ IU A DI! RSI'A!l'A.

para privar de v{veres á los sitiados, y después que es ·


t recha la ciudad por ha mbre, la toma media nte capitu -
lación (1085) estipulá ndose la libertad de los musulma·
nes que quisiera n expatriarse, así como el respeto a la
religión, vida y hacienda de cuantos prefiriesen conti-
nuar en ella: al fin, pasados trescientos setenta y cuatro
afias, viene á recobrarse la ciudad imperial de la monar·
quía visigoda.
Cambio del rito gótico por el romano . En-
tre las reformas proyectadas por Alfonso V I debe men-
cionarse el cambio del rito gótico por el 1"OJJlfl110 , mer-
ced á las gestiones del Papa á quien para este efecto
representaron los monjes de Cluni.
Recibidos benévolamente estos eclesiásticos por el mo-
narca, tuvieron que resistir en cambio la oposición del
clero y el pueblo, los cuales :t toda costa deseaban con-
tinuar usando las prácticas y costumbres de la Iglesia
nacional: la reforma se hizo á pesar de las pruebas del
duelo y del fuego , solo porq ue el rey lo había prometido,
y entonces nació en Castilla el refrán que dice: allá van
leyes do qttt'ere1J reJ'cs,
Invasión de los Almoravides: batalla de
Ucles. En e1llltimo decenio del siglo x r aparecen en
Espai'la los Atmoravides, llamados por los moros de
Sevilla, temerosos de caer en poder del ejército cristia-
n,o ; estos invasol'es concluyen extendiendo su domina ·
ción sobre todos los te rritorios de que los infieles se
hallaban posesionados,
Como su rey Al; deseara continuar la guerra santa,
traspasa la frontera de Castilla, al frente de un ejército
poderoso, llega hasta las monta i\as de Cuenca, y pone
sitio ,¡ la fortaleza de Urftts (1 TOS): viejo y achacoso


"9
Alfonso, envía para contenerles un ejército mandado
por su hijo Sancho, pero trabada la batalla mucre casi
al principio de ella el infante con los principales caba·
lleras que componían su escolta, el esp:l.llto se hace ge-
neral, los cristianos apelan á la fuga, los condes perecen
gloriosamente sobre el campo, y gracias si los vencedo-
res, 1\0 sabiendo aprovecharse de las ventajas de seme·
jante desastre, conceden á los cristianos el tiempo
s uficiente p:l.ra ¡"chaccrsc ell disposicióll de impedir todo
avance peligroso.
Afligido por esta desventura baja al sepulcro Alfonso
VI (J Iog). Y le sucede dalia Urraca, viuda para enton-
ces, y con un hijo habido en slI ll1atrimonio con el conde
fl'ancés RaimulIdo de Borgofla.
Independencia del con d ado d e Portugal.
Cuando los cristianos tuvieron conocimiento de la ¡nva-
SiÓll almol"avide, llamal"Oll en su auxilio á cuantos ex·
tr:llljeros quisieran tomar parte en esta guerra de er/(-
:;atla: s,ibese de varios que vinieron, y enlre ellos. dos
hcrmanos francescs, Enrique y Raimundo de Borgol1a,
los cuaks como premio á su va lor, recibieron en matri-
monio á doña Teresa y doi'la Urraca, hijas de Al·
fonso VI.
Así como el segundo gobernó el territorio ele Galicia,
se <ldjudicó al primero en dote el condado de Portugal,
á título de feudo: este es el origen de la emancipación
illclircda del territorio lusitano, que los acontecimientos
habl-án de convertir desgraciadamente en absoluta_
U1 STÓIUA 015 ESPA:lA.
'"

L ECCIÓN XXX.

Doña Urraca: su matrimonIo con el rey do Aragón.-$us con u cuenclas.


- Alfonso VII : sus vlctorlas.-Allonso VII emperador.- SeparacI6n
de Le6n y Castllla.- $ancho 111 de Caslilla.- Las Órdenes mllltaru .

Dona. Urraca: su matr imonio con el r ey de


Aragón. A la proclamación de daifa Urraca pene·
t ra en son de guerra por Castilla el rey de Amgón,
Alfonso el Batallador, reclamando esta corona que de-
cía pertenecerle á título de varón y pariente de A l·
fonso VI, si n tener en cuenta q ue las hembras tenían de·
recho á reinar en León y Castilla.
Para evitar una guerra, que la tenacidad del rey Ba-
tallador hacia inevitable, se convino casarles; matrimo-
nio que doña Urraca aceptó con viva repugnancia,
aunque bajo el punto de vista de la lucha contra los
musulmanes ofrecía ventajas muy grandes.
Sus consecuencias. "Disputan los historiadores
sobre la responsabilidad que á cada uno de estos espo·
sos corresponde en los graves disgustos que el matri-
monio produjo bien pronto, pues mientras \1I10S defie n·
den á daBa Urraca diciendo que Alfonso era dom inante
y brutal , afirman otros que la reina tenía un car;\ctcr
violento, y que hasta pecaba de infidelidad: muy difícil
es precisar su participación recíproca en los disg ustos
que, lrasccndicndo del hogar doméstico, encendieron
la guerra civil, y originaron una completa anarquía.
Lo cierto parece que estos reyes se hicieron incom-
patibles; que como doña Urraca tratara de divorciarse
fué encerrada en un calabozo, del que Jos castellanos
EO"D MEI)I". n.
la sacaron por la fuerza; quc la guerra entre Aragón y
Castilla estalló sangrienta; que los pucblos quedaron
huérfanos de todo gobierno, }' con la facultad de obe-
decer á quien quisieran; que muchos leoneses y cast e-
llanos siguieron la bandera del aragonés, legitimando
con cllo su cond ucta; y finalmente, que nad ie se enten-
día ell medio de este cáos, del cual supieron aprove-
charse los musulmanes para saquear los Jugares fron -
terizos_
El conflicto termina, al fin, cuando el Concilio de
Palencia declara nulo tan desd ichado matrimonio, pues
el rey Batallador se retira á sus estados de Aragón, y
los pueblos proclaman á Alfonso VIf ( 1126), prescin·
diendo de su madre doña Urraca.
Alfonso VII: sus victo rias, El primer acto del
rey fué ajustar un acomodamicnto con A ragón,
Hace luego la guet¡-a contra los envalentonados mu o
\ sulmallcs, invadiendo el tertitorio andaluz ,11 frente de
un ejército, y después de apoderarse de Calatrava,
A ndúj ar y Baer,a, ll ega hasta los confines de All1lerfa,
penetra en terri torio granadino y lleva el espa nto ri
los reinos almoravides, ;í la sazón debilitados y sin
fuerza para cOlltmrrestar su pode r.
Alfonso VII empera.dor . La mu erte de A l
ronso r y la dificultad que los aragoneses oponían al
cumplimiento de su testamento, k indujeron ¡j solicitar
la corona de este país, que: lID consigue, si bi cl1 obtiene
la cesión de algu nos territúrio'i ca la ribera eld Eb ro:
también I'ecabó algunas conccsiol l ~S de Navdrl'a .
Engrcido con estos triull ros solicita el tft\llo de
J::"'peradvr. que el Pontífice Inocencia H le concede;
y para coronarse con toda solem nidad pasa á León
12:

donde rcune Cortes ( 1134 ) Y recibe de manos del


Obispo la corona imperial que ta nto ambicionaba.
Separación de León y Castilla. A su muerte
(1157) divide el reino entre sus hijos, dejando á Si/U-
e/lO Castilla, y León á FerJ/lIndo.
Sancho III de Castilla.. El único acontecimiento
digno de citarse en el reinado de Salle/lo III es In he·
róica defensa de la plaza de Calatrava, debida al valor
de fray Raimundo, abad de Fitcro.
Las Ór denes mili tares. Entre las órdenes mi-
m"res creadas en León y Casti I!a COIl motivo de la Re-
conquista cristiana, citaremos 1" de Alcálllnra, llamada
en su origen de San Julián del l'ereiro (1156), rund"da
pOI' los cabaI!eros salmanti nos don Suero y don Gómez,
con objeto de contener las correrías de los musulma-
nes; la de C,latrava (IJ61) que se creó en recuerdo
del monge Raimundo, ab3d de Fitero, defensor de la
Plaza de aquel nombre; y la de Sal/liago ( 11 75), cuyo
fin era protejer ;i los peregrinos que de toda Europa
nelldía n <Í visita r el sepulcro dd Patrón de las Espal1as.
Todas ellas tuvieron parecida organización, pues sus
individuos, clérigos ó seglares, constituían ulla milicia
que mandaba el Gran Maestre: como los territorios
conquistados por los caballeros pertcuecíall á su orden
respecti\'a, llegaron éstas a tener tan excesiva prepon'
derancia que los monarcas se vieron Imis de una vel-
obli~aclos <Í combatirlas, hasta que los rCyes Católicos
consiguen incorporarlas a su corona.
RDAD MItDIA, " 3

LECC!ÓN XXX I.
Alfonso VIU de Castilla: 511 monor edad. -': Ma yor Cdld del rlly: \'iclorlas
contra [os muslllmanes.-los Almohadas: derrol:\ dll Alarcos. - Cru·
zada con tra los Almohades: balalJa d~ las fJavas, - Aparlcl 6n de las
UnlworsldadtlS y de lu Corlos.- Enrlque J y dona 8e rengu ~ la, - Ab·
dltacl6n de la r eina,

Alfonso VIl! de Casti11a: su m enor edad.


Sancho III al morir dejaba la corona de Castilla á su
hijo A(follso 111/1 (r I 58), cuya minoridad fué la mas
turbulenta y desgraciada de cuantas registra la historia.
Quiso ejercer la tuLela del rey niño F¿rlllwdo JI de
León , su t ia , pero recha7.ado por los castellanos, la
confían estos á la familia de los C/u/ros, lo cual hace
que los Larns se crean desa irados: los Laras se apodc·
ran del monarca por la fuer7..a, se declaran ,l si propios
I.utores y regentes, y entre ambas familias rivales
est:l.lla una guerra civil que se prolongó doce a!10s.
Mayo. ·. edad del r oy: sus victorias contra
l os musulmanes, El gcner;t l dcscQncic¡,to hac\.:
que A lfom¡o VIlI sea declarado mayor de edad, aun
antes del ti empo legal ( JI iD) , Y con esto vuclvell al
reino la tr<'lnqui lidad y la cal ma : así también pudo
illaugll rnrse la campana contm los musu lmanes, los
cuales, valiéndose de la guerra civil anterior, habíall
repasado las fronte ras y alcallzado algunos triunfo.'>
sobre las arnms de Castilla, Ali(ldo con A lfonso U de
Aragón emprende la Reconquista y pone sitio :í. la
plaza de Cuenca, la cual, despm!s de un la¡'go y penoso
asedio cae en su poder, á pesar de la heróica defensa
de Jos infieles,
"4 HI ST6l1 A OE Ul'A~A .

Los Almohades: d erro ta de Alarcos. Cuando


Alfonso VIII se preparaba para continuar la guerra,
supo que los Almohades avanzaban con fu erzas fo rmi ·
ebbles sobre el territorio de Castilla, en el cual pene-
tran hasta Atareas: el choque allí fllé terrible; pelearon
con valor indecible ambos enemigos, pero la victoria
se declara por los Almohades ( 11 95), cuyo rey Jacub·
Aben·Jucef, conseguido el objeto que se había pro·
puesto, vuelve á Sevilla para organizar nuevas huestes,
y continuar una campana que empezaba bajo t an favo-
rabl es allspicios.
El pueblo csplicó esta derrota como un castigo del
cielo por los amores del rey C011 una judía de T oledo,
;t la cual las turbas amotinadas dieron muerte, pero
Alfonso VIU culpa de ella á Alfonso IX de L eón, y
de aquí surje otra nueva gucna civil, que solo termina
ante el peligro com ún, pucs los Almohades volvíall con
fuerzas superiores á las dc la campañ a anterior: al
mis mo tiempo que la paz se estipuló el mat rimonio de
Alfonso IX con noi),a Bcrcnguela, hija del re}' de Caso
tilla, y sobrina carnal por consiguicnte del que iba :í
scr Sil marido.
Cruzada co ntra 105 Almohades: bata.lla do
Has Navas. Aleccionado con el descalabro de A lar-
cos, qu iso el rey prepararse bien para resisti r la inva·
sión que amenazaba, y no contento con la al ianza con -
venida ent re su reino y los de Navarra y Aragón, pide
socorro á los príncipes cristianos de Eu rol};"!.
Publicada una Bula de Cruzada por Inocencia 111 ,
el ar7.0bispo de T oledo recorre Italia, Fr:\llcia y Ale-
mania, para predicarla, después de lo cua l vuelve :11
rreiltc de un ejército de 70.000 soldados, entre ellos,
EDAD MEDIA . "5
12.000 de caballería. Del cuartel general de Toledo sa-
lieron á eampaf'ia, mandando cada cual sus respectivas
tropas, A lfonso VIII de Castilla, Sancho VII de Nava·
na, Pedro Ir de Aragón, el Señor de Vizcaya, los
grandes Maestres de las Órdenes militares, los nobles
con sus cohortes feudales, y hasta los municipios de
algunas ciudades al frente de sus milicias concegiles.
Solo A lfonso IX de León, recordando antíguos ód ios,
no quiso tomar parte en la empresa.
Al pié de Sien"a Jl1orclta, junto al desfiladero del
Paso de la loSll, y en el lugnr denominado de las Na-
,Itr.S, distribuyeron los cristianos sus ejércitos en cuatro

secciones; la de vanguardia á las órdenes del Seiíor dc


Vizcaya; las laterales izquierda y derecha, confiadas
respectivamente á los reyes de Navarra y Aragón; y
la del centro, donde ondeaba el pendón morado de
Castilla, que mandaba Alfonso VIII. Al amanecer
del 16 de julio de 1212, se rompen las hostilidades:
atacan los cruzados la masa cuatro veces mayor de los
Almohades, agrupados en forma de media luna cuyo
cenb"o oCllpaba el rey con su guardia de 10.000 africa·
nos, y el combate se generaliza.
El rey de Castilla se lanza en lo más récio de la pelea,
el centro de los invasores cede, ~ desde aquel momento
la victoria se decide por los defensores de la Cruz.
Ya el sol en el ocaso' doraba con sus postreros rayos
la frente de aquellos héroes, cuando desde los ámbitos
del anchuroso campo mil voces repiten los versículos
sublimes del Tc-Dcullt, cantado en acción de gracias.
La Iglesia conmemora esta batalla todos los aiíos bajo
la advocación de el li"iUlifO de la Santa D'l!z, pues
significa la derrota definitiva del Islamismo en EspaJ1a
,,6 HISTORIA DI:: .l::Si'Al'h••

por el quebrantamiento de los reinos musulmanes, pe·


ninsulares y africanos á la vez.
El rey Almohade huyó á ocultar su vergüenza en el
fondo de sus impenetrables desiertos.
Apa.rici ón de las Un iver sid ades y de ~as
Cortes. Alfonso VITr tiene la gloria de haber sido
el creador de las Ullivcrsidadt's españolas, pues fundó
la primera en PalCllcla haciendo venir ,i ella prof~sores
extranjeros para que organizasen los estudios: con este
ensayo de la secularización de la cnseftallza, recluida
hasta entonces en los monasterios y catcdrnlcs, coin-
cide la afición de las inteligencias hácia el Derecho ro·
mano y los estudios literarios, que abrirán Iluevos ho-
rizontes á. los amantes del saber.
T.unbién rué este rey el primero que coneedió re-
presentación política al Estado Ilal/o en las Cortes del
reino, nuevo fundame nto y apoyo de la trabajada mo-
narquía: según parece lo hizo obligado por el formida -
ble poder de la nobleza, á la cual tuvo que otorgar,
contra su voluntad, el FUt'J'O vilJ'o de Castilla que san-
cionaba sus privilegios abusivos.
Enriq u e 1 y doña Beren guela: abdicación
de la r eina. A los dos al10s de la famosa victoria
de las Navas maria Alfonso VIII, succdiéndole su hijo
Enrique f (12 14), de menor edad, gobernando por él
dOJ1a Bercngucla, para entonces divorciada de su cs-
poso Alfonso IX de León.
También la guerra civil desoló por algunos años las
inquietas pob1acion ~s dc Castilla, jllguctcs de la insacia-
ble ambición de los Laras, hasta que un imprevisto
accidente corta la vida del joven monarca, y la corona
pasa á dofta Berenguc\a, hermana de Enrique 1.
t:DAV MEOIA.
'"
En las mismas Cortes de Valladolid que la recono·
cían como soberana ( 1217 ), abdicó su corona esta se·
110ra en su hijo Femnlldo 111, que también lo er:\ del
rey leonés; acontecimiento que significa la esperan;::!.
de que al fin ~otlcluirían por reUllirse ambas coronas
que, para mal de los dos paises, se habían separado
antes.

LECC IÓN XXXI!.

Fernando 1Jl: unión definitiva da Loón y Castilla. - Campaña con!ra Cór· •


doba: eonquls!a de osla cludad.-Fundaci6n del reino do Granada. -
Conquista do Sevilla.- Rcferm¡u adminiilratlvas.

cf a t1 Ferna.ndo III: unión definitiva de León y


Castilla.. Et rey de León, Alronso IX, no llevó á bien
la renuncia que dalla Bcrengucla hizo de la corona de
Castilla cn s u hijo ¡;-"mmulo IJI (1217); y tanto, que
amenazó con una guerra que solo la prudencia de la
reina madre y la actitud de los castellanos supieron
evitar.
Doce a!1os después (12 30) moría Alronso IX y aun·
que en su testamen to dejaba la corona á doila Sancha
y doña Dulce, hijas de un segundo matrimonio, los leo·
neses proclaman á Fernando 111, en el cual se Ullell
ambos reinos para no separarse jamás.
Campaña contra Córdoba: conquista. de esta
ciudad. El monarca castellano, que inaugura su rei·
nado arrebatando á los musulmanes las ciudades de .
Andújar y Martas, preparaba una expedición formida ·
ble eont.-a Córdoba, cuando el famoso caudillo Alval"
Pérez de Castro reconquista algunas plazas fronterizas
,,' IIIST ÓRIA DJ: t:SrA~A.

y penetra en los arrabales de esta ciudad, donde se al·


bergaban multitud de muzárabes, ansiosos de intentar
un ataque contra la autigua capital del califato.
La situación de estas tropas era bien crítica, pero la
noticia del suceso llega hasta Fernando In, el cual chi
la orden de marcha y establece su cuartel general en el
puente de Alcolcaj rcunioos los ejércitos de las Órdenes
militares, la nobleza, el Clero, y las Municipalidades, se
formaliza el cerco de la plaza, y esta se rinde (1236) á
condición de que sean respetadas la vida y hacienda de
los musulmanes, dueños de quedarse ó marchar, según
su voluntad.
Fernando 111 toma posesión de Córdoba, convierte
la mezquita en catedral, devuelve :1 Santiago aquellas
hermosas campanas traidas por Almanzol" en hombros
de gentes cautivas, y los aterrados cordobeses buscan
otra capital que sea s u último baluarte en Espaf\a.
Fundación d el reino de Gran ada. Fué..esta
la ciudad de GrmUlda (1236), donde el animoso A10/ur·
mad·d-AI/lflmor funda el reino de este nombre, aunque
todos sus esfuer7.QS de unidad se estrellan contra la in-
, transigencia de los musulmanes de Múrcia, Sevilla y los
Algarbcs, que se negaron á reconocerle.
Atacado Mohamad por Fernando In, capitula me!
diante la entrega de Jaén y la de un t ributo anual, con·
virtiéndose de este modo en feudatario de León y
Cas tilla.
Conquista de Sevilla. Bien pronto probó Fer-
panda TU la lealtad del granadino con motivo de la
conquista de Sevilla.
Aliado con Jaime 1 de Aragón, comienza el asedio de
esta ciudad, el cllal dura poco m,is de un afta, necesi-
..,
t ándose para el bloqueo del Guadalquivir improvisar
,una escuadra, que mandó Ramón BOllifm:, primer AI-
1Ilirrmle de Castilla: después de varios conatos de aco-
modamiento, infructuosamente propuestos por los sevi-
llanos, rindiéronse a discreción (1248), yen su conse-
cuencia, abandonan la ciudad más de trescientos mil
musulmanes, para los cuales, al decir de un poeta, ll O
hubo janús consuelo ni alegría.
De la Esp,uia musulmana solo quedaba en pié la re-
ciente monarquía granad ina , tributaria de León y
Castilla.
Reformas administrativas. T ambién es ilus-
tre Fernando IU por haber intentado la unidad legisla-
tiva de sus reinos, empresa que recomendó á su hijo;
por la creación de un cuerpo consultivo de lctn\slos ,
embrión del Consejo de Castilla; y por el establed ·
miento de un sistema económico que puso término á la
anarqufa tributaria del país.
Cuando este rey, cuyo nombre figu ra hoy en el catá·
lago de los Santos, proyectaba una expedición contra
el Africa Rara evitar toda invasión posible, le sorprende
la muerte (1252) sucediéndole su hijo Alfonso X.

LECCIÓN XXX III.

Alfonso X: suspensión de la guerra contra los musulmanas.-Pretonsio·


nes á la corona da Alemania.- Invaslón de los Benimarinu: muerte
da D. Fernando - D. Sancho: c"rise cuanclas de su vlclorla.- Al·
10n$0 X en [as Cortes de Sevilla.- Guerra civil.- Allons o X como
sáblo.

Alfonso X: suspensión de la guerra contra


los musulmanes. Alfollso X , (1252) pretende inau·
9
,/

'3° UISTÓIlIA DE ESPAÑA.

gurar Sil gobierno Jlevando á feliz término la campaiía


contra el Africa, proyectada en el reinado anterior, pe-
ro las desavenencias surg-idas COIl Aragóll y Navarra ,
haccn que fracase tan hermoso pensamiento.
Pretensiones a la corona de Alemania. El
olvido de la guerra contra la morisma se cOllvirli6 en
absoluto merced a las pretensiones del rey;Í la corona
imperial de Alemania, de la cual se creía heredero
como nieto de Conrado IV, por su madre doña Beatrií(
de Suabia.
Sin tener cn cuenta el estado interior del empobre-
cido reino, ni las exigencias de la descontenta nobleza,
con la cllal capitu la vergonzosamente, deja ¡\ don Per-
1uwdo de la Ccrt!lt encargado del gobierno c\ur:mtc su
ausencia, y emprende ulla séric de viajes de Alemania
á Roma y de Roma ¡j Alemania, y todo pata en defi-
ni liva no conseguir otra cosa que ponerse en ridfculo_
Invasión d e los Benimerines: muerte de
don Fernando _ Auxiliado el rey de Granada por
los BCllillur;lIcs, lluevo plleblo musulmán que se habla
establecido en las montanas del Atlas, traspasa la fron-
t era cristiana lleVitndolo todo á sangre y fuego, y po-
niendo en g rave comprom iso á las poblaciones cristia-
nas de la región <lndaluza: sale contra ellos el regente
don F ernando, pero fallece repentinamente en Villa·
rreal, al mismo t iempo que Jos ejércitos de vanguardia,
mandados por Nuño de Lara y el arzobispo de Toledo
don Sancho, eran vencidos en Jaén con muerte de sus
jefes.
Don Sancho: consecuencias de su victoria .
Todo es entre las filas castellanas confusión y desor-
den, cuando el infante dON S(fllcllO, hijo segundo del
EDAD 14¡¡DIA.
'3'
rey, hace retroceder á estos invasores hasta las vegas
granadinas, y les impone una trégua de dos años
(1276), prévia devolución de los ten itorios ocupados.
En premio de estas victorias don Sancho es procla-
mado heredero de la corona por los nobles y el pueblo,
proclamación transitada que Alfonso X, restituido á la
península, sanciona en las Cortes de Segovia, á "pesar
de la doctrina afirmada en las Leyes dt Partida, donde
se establece cI derecho de sl/stitl/ción de los paclres por
sus hijos_
Alfon so X en las Cortes de Sevilla. Angus-
, tioso y triste era el estado en que el rey encontmba su
monarquía, antes tan podcmsa; y como si el exhausto
tesoro y los esquilmados pueblos no ofrecieran bas-
tante gravedad, empéliase en crear nuevos conflictos
reuniendo Cortes en Sevilta, y tratando de variar en
ellas la sucesión al trono, solemnemente declarada an-
tes en favor de don Sancho.
A nte la imposibilidad ele negociar con éxito tan es-
pinoso asunto, pide que se desprenda de la monarquía
el territorio de Jaén para entregarlo como patrimonio
á los hijos del difunto don Fernando, pero ante este
proyecto estalla indignada la opinión nacional, y el
infante heredcro, los nobles, el clero, el estado llano,
todos, protestan contra el proyecto, y concluyen por
declarar al monarca incapacitado para gobernar el
reino: hasta sus antiguos aliados, los soberanos de A ra-
gón, Portugal y Navarra, se deciden por don Sancho
en la gucrra civil quc se hace con este motivo.
Guerra civil. Reducido á la ciudad de Sevilla,
tinica población que no le abandonó en su desgracia,
tuvo Alfonso X que pedir prestados al rey de los Be-
lIlSTÓRlil DE ESI'AÑ,\.

nimerines algunos socorros de hombres y dinero, para


lo cual deja en prenda la mejor de sus coronas; y SI
bien es cierto que los auxilios llegaron, y que la gue·
rra civil se prolongó algún tiempo, no lo es menos que
la tristeza y el despecho iban minando la existencia del
rey, el cual sucumbe (I284 ) desheredando antes á don
Sanoho y dejando su trono á los infantes de la Cerda.
Alfonso X como Sabio. Tan desdichado mo"
narca merece los elogios de la História bajo otro punto
de vista, y seguramente no habrá quien trate de neo
garle derecho al calificativo de Sdbio: espíritu superior
al de sus contemporáneos, sus Tablas alfonsinas son
hoy mismo una obra de con~\Ilta en la ciencia <\stronó-
mica; su Crónica general de Espaiía no carece de bon-
dad y belleza dada la época en que fué redactada; sus
Cáutigas d la Vúgen, y sus Querdlas, pueden pasar
como modelos de lirismo é inspiración; y el Fuero 1'"ul,
El Espl'jo de todos los den:chos, y sobre todos su fa-
moso Código de las siete Partidas, le grangean fama de
legisladm- prudente y le hacen acreedor al respeto y
consideración de cuantos amcn la cicncia del derecho
patrio,
Aunque nO tuviera más, sería título bastante para
recordar su nombre con veneración el haberse hecho
superior á las preocupaciones de la época mandando
que los instrumentos públicos se redactaran en 1'omallC(:,
proscribiendo totalmentc el latín, con cuya medida ad-
quiere autoridad legal la lengua cas/cllaNa.

(
EDAD ) ! /!.D ! A. '33

LECCIÓN XXXIV.

Sancho IV: actitud de 101 nobles. - Corles de Alfaro.- Conqulsta de


Tarifa: GUlmán el Bueno.- Fernando IV: reg encia de doña Marra
de Molina.- ln llralUud del rey.-Conquisla de Gibrallar.- Los Caro
vajales: muerto dol rey.

Sa.ncho IV : ac titud de los nobles. Procla·


mado Sancho rv ( 1284) á quien la historia califi ca de
Bravo, quiso atraerse la benevolencia de los pueblo\
para afi anzar un poder que legalmente podla consi·
derarse como usurpado, y al efecto emprcncle la gue·
rra contra los musulmanes granadinos, á los cllales
obliga á levantar el sitio de Jaén y les impone una tré·
gua que garantiza la paz durante mucho tiempo.
Gran sorpre.c;a recibieron los nobles al ver que San·
cho IV intentaba mermar sus derechos para robuste·
cer por este medio la acción del poder real, cuando
ellos creían tener merecida otra cosa; pues q1le real·
mente ¡l la nobleza debía su c o r o n ~, nobles eran tamo
bién los q ue estaban :i su lado contra las ex igenci as de
los Cerdas, y todavía podía darse el caso, si ellos que·
rían, de volver al cumplimiellto de la postrera voluntad
de 1\l fonso X.
No cambió por esto de conducta Sancho IV, ni me·
nos transigió con sus sobrinos, el mayor de los cuales,
don A lfonso, hahla sido proclamado rey por unos cuan·
tos rebeldes en la ciudad de Badaj6zj y como el otro
hermano, don Juan, reclamara la entrega de Sevilla que
le había sido adjudicada, las tentativas dI! ambos se es·
t rellaron contra el inA exi!)le c~l' :icter del monarca.
' 34 II!ST6illA O E ESP"'~A.

Cortes de A1faro. Rebelaronse los descontentos


y nombraron jefe al infante don Juan, pero fingiendo el
rey deseos de una conciliación que ni siquiera softaba,
convoca Cortes en Alfaro para terminar, según dijo,
estas diferencias.
En ellas empleó un medio, brusco como su carácter,
cual fué matar por su mano á mazadas al senor de
Haro, el más temible de los nobles; y lo mismo hubiera
hecho con el infante don Juan á no interponerse la reina
doña María de Molina, con cuyo neto, que solo la ru-
deza de los tiempos y el general estado del reino pueden
~plicar, los nobles se le someten por completo.
Conquista d e T arifa: Guzman 01 Bueno.
Tranquilo el rei no, organiza Sancho IV una expedi·
ción contra el África; se presenta delante de T arifa,
eu)'a plaza era preciso poseer antes de aventurar ma·
yores empresas en aquella zona costane ra, y al fin de ~
un pequel10 pero brillante sitio se apodera de ella: exi-
gió el rey fo.'Iohamad la devolución de Tarifa, 'lile decía
haberle pertenecido, pe.·o eontestólc el castellano que
si valía alegar derechos antiguos de posesiones perdi-
das, podría él demandarle toda la tierra de Granada.
E n este estado las cosas, es cuando el infante don
Juan marcha al África, y de acucrdo con los musu lma-
nes, los cuales le facilitan un ejército de cinco mi! caba-
llos y algunos peones, pone sitio {l Tarifa, defendida
por Alonso Pére1. de Guzmán _
Seis meses duraba el cerco Sill que los de la plaza
demostraran el menor desmayo, antes por el contrario
habían dado buena cucnta de los nüs audaccs en inten-
tar el asalto del primer recillto, cuando el lraidor in-
fante, que por acaso llevaba en su eompafH,l el hijo
ElJAD MElJIA , 135

primogénito de Guzmán, anuncia <i éste el propósito de


degolbrle si no se entrega á discreción: l/O mgmdré )'0
hijo para qut! fllese cOl/tra 1IÚ den'a, repl jf ó Alonso
Pérez; y para ljut! Vfal!, ai'iadió, cuan /q'os f,st(!J' di' fa/,
tal' á mi deba, allá ,Ni 1Ili Clfchillo si acaso !es/alta
firma para completar su atrocidad, El infame don Juan
comete su anunciado crimen; Guzmán ahoga el grito de
la sangre, sacrificando en aras de la pútria y del h9nor
los m,is tiernos sen timientos de la naturaleza, pero Ta-
rifa se salva, y los !l.vergonzados mOI'os regresan al
África, cn tanto quc los pueblos apellidan BueNo a este
héroe; ca juslo es q/(I' el que fllc/! la bondad tmga 110m·
brc & bucno, como dice la confirmación de este sencillo
título hecha por Sancho IV en honór del inlllortal1eonés,
Fernando IV: r egencia de doBa María de
Molina. Poco más de un año tendría Fernando IV
(I29S) cuando sucedió á su padre don Sancho: ninguna
minoridad ha sido tan borrascosa como la de cste rey
á qu ien la historia conoce C011 el sobrenombre de J:..1Jl-
p lazado.
Aun duraba el eco de las aclamaciones con que la
multitud saludó al nuevo rey, cuando la tranquilidad
pública se veía comprometida por la ambición de cua·
tro banderías, las cuaJes, <Í trueque de satisfacer sus ren-
cores personales, no vacilaban en despedazar l<ls entra·
ñas de la pátria : de estas, dos eran al/tldinásticas, la ca-
pit,lllcada por don Alonso de la Cerda, al q\le sostenían
• de Francia, A rag6n y Navarra, y la del in·
los reyes
fante don Juan, reconpcido por los Portugueses como
monarca de L eón, Galicia y Sevilla.
La sic mpre descontenta nobleza, que ansiaba arran·
cal' al poder real nuevos privilegios, comenzó á sub1c-
,,6 lIIST6IUA DE Y.SI'AÑA .
1
varse también, y hasta el viejo infante don Enrique lo-
gra que las Cortes de Valladolid confi rmen su corre-
gencia.
En medio de tanta desdicha solo dos personal idades
aparecen dignas y nobles: la reina madre Regente doíía
ll'larla ,ü Molilla, una de esas almas superiores que el
sexo femenino descubre de tarde en tarde, y el cum·
plido caballero Gllzmdn el Bueno, á quien ni amenazas
ni ruegos pudieron retraer de sus deberes. El esfuerzo
de ambos se hace superior á tanta perfidia y consigue
mantener en las sienes de Fernando IV aquella corona,
azotada á la vez por tan opuestos vendavales.
Ingra.titud del r ey. A los diez y seis a~os es
declarado el rey ele mayor edad, y mal aconsejado por
los nobles, que fi ng{an protegerle, comete el crimen de
hacer que doña María de Malina, á quien lo debía todo,
comparezca en las Cortes de l'I'Iedina del Campo para
rendir cuentas de su administración como Regente: por
fortuna, esta señora demostró haber empleado bien los
caudales del E stado, y lo que es más, para verglienza y
horror de tan ingrato hijo, que había adelantado no
poco de los suyos y vendido para arbitrar recursos
la mayor parte de su propias alhajas.
Conquista. de Gibraltar. El único hecho no-
table de este reinado es la conquista de Gibl-a lta r, en
cuyo sitio murió Guzmán el Bueno; Algeártls se libra
por entonces en virtud de un tratado altamente venta-
joso para L eón y Casti lla.
Lbs Carvajales: muerte d el r ey. Cuenta la
Crónica de don Scbastián, que cuando Fernando I V se
dirigía á poner sitio á !a plaza de A1caudete, encontró
á dos hermanos, los Cm"7.!Ojir/l!s, presuntos autoL'es dd
}:0,\0 mOl .... 137

asesinato cometido poco antes en Palencia en la pero


sona de Benavides: sin más forma de proceso que la
voluntad real , ni otra prueba que la dudosa del rumor
público. hizo que fueran arrojados desde la pena de
Martos. !lO sin que aquellos protestaran de su ino·
cencin y e1llplfl~flrflll al monarca para ante el tribu·
nal de Dios en el término de treinta días. Añade que
don F ernando murió al espi rar el plazo, pero la crítica
moderna demucstrn la fa lsedad de este Sllceso, om i·
tido por los historiadores ~oetane03, y del cual se burla
el historiador musulmán Ebn·Alhathib, primero que lo
consigna en su hisloria de los Estados españoles.
Murió Fernando I V (t 312) casi repentinamente y le
hereda su hijo Alfollso Xl, que conbtría poco más de
un año.

LECCiÓN XXXV.

Alfonso XI: Consejo de R ego ntla.- Go bi~ rno do l royo - l os Benlmerí·


ne ' : bablla de l Salado.~P(!dro 1: actitud do los nohl es.- Corlos do
Vall adollll. -Sub!ev3.ciÓn de don Enrique.- Matrlmonlo del rey: sus
con ncuenciu.-Nuevu su blenciones: mue rte de Pedro l.

Alfonso XI: con sejo d o Regencia. A la pro·


c!amadóü de Alfonso XI (13 12) se organiza en medio
de gran tumulto 1m consejo de regencia, compuesto de
la reina abuela d0!1n Jl1aría de Jl/v!i!!17, la reina madre
r!"tur COllsl,lIl~a, y los infautes don I'cdr o.y.doll JIII1I1,
tios del rey: las cortes de Palencia ratific.:m b. elección,
y disponen que ¡as ciudades obedezca n á todos los re·
gentes, juntos ó separadamente.
Muertos lu.'; infantes en guerra COIl los Tllusulmanes,
y después las reinas abuela y madre, se incautan del


", IlISTÓIlIA l>I~ ~sr ... i; ... .

gobierno dOIl 711(1Jl Jllmlltd, nieto de F ernando IlI , y


don JIl(W el Jorobado, hijo de don Juan el de T a·
rifa: tan mal lo hicieron éstos, y á tal g rauo llegó el
general desgobiern o, que los Rrgidorcs de Valladolid
se apresuran á declarar la ma}'or edad de Alfonso Xl,
cu.\ndo contaría catorce afios no cumplidos.
GObi er no del r ey. Rcsi~ tjeroll los Regentes la
dimisión de sus cargos, mas supo el rey obl igarles por
med io de la fu erza ; y como renovaran los pasados pro -
yectos de alltidinastismo, que encontraban siempre [¡idl
acogida en Aragón y Navarra, tuvo Al fonso Xl que
aparen!:.1.f un arreglo, para tratar del cual lcs convoca
en su palacio de Toro, á donde solo acude el Jorobado
que mucre á mazadas.
Casósc el rey con una hija del infante don Juan i\'fa-
nuel, creyendo por este medio reducirle, pero nunca
consiguió que compareciera á rendir las cuentas de su
gobierno, por todo lo cual, }' como t ambién se negase
á guerrear contra los musulmanes, repudia á su desgra-
ciada cuanto inocente mujer, contrae segundo mat rimo-
nio con doña :María de Portugal, y dá com ien7.0 á una
escandalosa guerra contra su tío, dejando que los infie-
les se apoderen entre tanto de Gibraltar y sus inmedia-
ciones_
La noticia de esta pérdida hizo que A lfonso XI cs-
trcmara su rigor con los rebeldes, tanto más cuanto que
su c,;c:tIldal .os~ conducta con doña LM/lOr de Cu::mdff,
con la cual vivía públicam ente, mientras !"JUG. la reill~\
yacía abandonada en Sevilla, le crearon un conflicto eOll
Portugal, que solo termina en ,'is ta del peligro que ,¡
todos amenaza.
Proced ía este peligro del Africa, donde las tribus de


[.11.\1) MEDI ....

los Benimerines habían organizado contra los cristianos


cspalloles una formida ble invasión.
Los Benimerines: batalla del Salado. Beni·
merines y granad inos, puestos de acuerdo, si tiaron la
,
plaza de Tarira, que ya estaba próxima á capitular,
cuando A lronso x r, auxiliado con las tropas enviadas
por los sober;:¡nos de A r;:¡gón y Portug;:¡l, se prcpara oí
derenderla: encontráronse los ej0reitos enemigos sobre
las márgenes del Salado (1340) , y después de 1m en·
carnizado combate la victoria se decide por las armas
cristianas. Ta rifa se salva, A lgeciras vuelve b;¡jo el do·
minio dc Castilla, y Alfonso x r pone sitio á Gibraltar,
frente á cuyos mu ros espira, atacado de la peste.
Asegúrasc quc en el sitio de Algeciras hicieron uso
los musulmanes de la s armas de fuego por primera VCi'..
P e1ro 1: actitud (le los nobles. Hereda el
trono su hijo Pn{ro [( 1350), calumn iado por la hi5tó'
ria, pero cuya rehabi litación comienza <Í trabajarse: mUe
cho se opone á ello b eircullst:l11eia de no existir otra
• Crónica contemporánea que la escrita por don Pedro
López de Ayala, su enemigo personal y político.
T en(a el monarca quince años cuando asccnd ió al
11'0110, y el contraste que experimcll tó en su llueva vida
debió parecerle tan brusco, como el que súbitamentc
saliera cJe la oscmidad ;l In luz, pues co n ~ta pasó su ju- .
vcntud en compaMa de la rcin;:¡ llladl'c, cuyas lágrimas
amargaron aquel corazón en la edad do.: la inocencia.
Nadie c:-.:tr'1l1ará por tanto que su primera detenni·
nac ión fue ra encarcelar á dOl1á Leonor de Guzm<Íll,
eausa de tantos pesares, pero !ii la ravorita termina !iUS
clias asesin ada en Talavera, no será de ordcn de don
Pedro, sinó voltmtad expresa de Sil madre .


'4° IUSTÓBIA 01:: ESp¡\R ,\.,

Cuando empezaba su gobi erno creyendo contar con


el apoyo de los nobles, una enfermedad pone su vida
en peligro, y desde su lecho contcq1pla á estos ambi·
ciosos que solo se preocupan de prevenir en beneficio
pro-pio la elección del lluevo monarca: con tan poco re-
cato hablaron de sus planes, creyéndole muerto, que
originan en el ánimo del rey la primera decepción, al
comprender c1 duelo á muerte entablado entre el feu-
dalismo y la monarquía, entre el poder dI.' aquellos se-
ñores y el propio suyo.
Al ver después el enérgico carácter de don Ped ro
intentaron los nobles intimidadc, valiéndose para ello
de una sublevación que hizo estallar en Búrgos Garci ·
laso de la Vega, del partido de los Cerd as, pero supo
sofocarla y castigar con la muerte al agitador: el pro·
blema quedaba planteado y la disyuntiva no sufri ría
dudas: 'ilCllccr Ó ser vmcido, ser rey de veras ó juguete
en manos de la orgullosa nobleza, la cual pretendía
ahogar entre sus brazos el poder real.
Cortes d e Valladolid. Para rendir homenaje á
la soberanJa de la nación reune Cortes en Valladolid,
y aquel joven de diez y seis alias que tan inflexible se
había mos trado eOIl la revoltosa nobleza, de la cual no
recibió más que disgustos, dice an te la representación
de las ciudades que los reyes y los príncipes viven y
reinan por la justicia, CII fa Clml SOll tml/dos de 11Im/te-
lliT ,: goól'I'lIar fas sus p1/cblo~', é fa dcbt'Ji (/III/pfir J'

guardar: promulgó el ort!nmlllüll/o tlt' 1/U'lIcs/rafes Ó


reglamentación del trabajo en los gremios, el de las
j"daias ó barrios separados que los judíos habían de
vi\'ir, y la ley de persecución contra los malhechores.
SUblevación de don Enrique. De tan prefe·
I':U"I) ~II':D lo\ .
'4 '
rentes atenciones viene á distraerle la sublevación del
bastardo don Enrique cn Astlírias, al que después de
la victoria ptniolla generosamcnte.
Matrimonio del rey: sus consecuencia3.
Con viva I'cpugnancia, aunque respetando los consejos
de su madre, contr:.¡.jo matrimonio con doila Blanca de.
Francin, pero á los dos dias abandona la mujer lcgí-
tima para reunirse con dalla María de Padilla, de la
cual estaba enamorado_
Los nobles toman pretesto de este suceso para or-
ga niznr una liga contra don Pedro, de la cual forma
. parte la misma reina madre, y el engañado rey acude á
la ciudad de Toro, donde le pOllen preso, en tanto que
los c(\njurados se apoderan del gobierno y disponen
como cosa propia de los empleos del Estado.
Al recobrar la libertad castiga tanta villanía en la
forma empleada por todos en aquella época, siendo
uno de los reos sacrificados el bastardo dOIl Fndriqlll! ,
alma de la sublevación; de las sangrientas ejecuciones
habidas en Toledo y otros puntos, asl como del cam: ,
bio que en el carácter d e don Pedro, rodeado siempre
de traidores y desleales, se observará en Jo sucesivo,
no se culpe á este rey, que, si de impetuoso carácter,
comenzó gobernando con buena fé, generosidad y no-
bleza: cúlpese á los que por cálculo, ignorancia ó ma-
licia, lo precipitaron en Ull camino del que muchas
veces hay que apartar la vista con hon·or.
Nuevas sublevaciones : muerte de Pedro l .
Arreglado con Arag6n el acomodamiento que sirve de
término á una guerra surgida por pretestos bien fútiles,
y en la cual don Enrique había seguido las banderas
enemigas, levantóse otra vez en armas el bastardo, y

'4' III STÓllA DI': ESP":;:".

se lanza al combale con el auxilio de las COIIIPardoJ'


blallCas que mandaba Beltrán D uguesc1ín, reclutadas en
Francia: b usca don Pedro la alianza de los ing leses
acaudillados por el Príncipe negro, y ambo:> ejército.,>
vicllen á las manos en Io/(tjera , donde vence este ólt i·
. mo, }' perdoNa á quien más tarde será su verdugo.
Las hostilidades se renuevan: Pedro 1 es derrotarlo
ell los ca mpos de lIfOlllirt, desde cuyo castillo marcha
engallado hasta el ca mpa mento ene mig o, donde acaba
sus dias bajo el pui'tal del bastardo cobarde: lucharon
brazo á brazo ambos hermanos; el débil don Enrique
cae debajo, más D ugllesc]{n le dá vuelta pronunciando
aqueUas cínicas p alabras de ni quito 1/i PONgO 1'CY , pero •
ayudo á mi Sl'lior, y manchado COIl la sang re de su her-
mano, E nrique Ir es proclamado rey como en premio
de su asesina to (1369).
Pl'cscindirnos de muchos detalles que no cab en en
los Hmitcs de este compendio: al'lad iremos solo, que
sin dejarnos guiar por la pasión que siempre ha mo·
vido la pluma de los historiadol'cs al escribir este reina ·
do, apellidando ,i don Pedro, cr,,1'I unos y jusliúero,
otros, nos limita mos á llamarle Pedro r, hasta q ue sobl'e
s us actos recaiga defin itivo el fallo sereno é imparcial
de la Historia.

L ~ CCIÓN XXXVI.

Enrique 11: su polfllca.- Guerras exleriores.- Jua n 1: compUcaclones


con Por(ugat.- Creaci6n del Principado de Ashlrlas.- Preponderan-
cia de l Eitado lIano. - Enrique 111: su breve reinado.

Enrique 11: su politica. Con la proclamación


de Enriql1e I1 (1369) principia en L eón y Castilla una
t:DAD MltO!A. '43
dinastía bastarda, en perjuicio de las hijas de don Pedro,
hecho tanto más injustificable cuanto que significaba
el consentimiento de los pueblos en hacerse solidarios
de aquel crimen infamc.
Que ni la moralidad ni la justicia habian sido los mó'
viles que impulsaron á los nobles en su lucha contra el
monarca anterior se demostró luego. pues la cruelJad
}' Ins [i"iandadcs de En rique II dej'lfon honda hllclln en
aquel siglo corrompido, sin que de p.:l1te alguna se le·
vanta ra la más ligera protesta: la exactitud de ambas
cosas se prueb:l con el asesinato de don Martin López
por mantener los derechos de las in f.'l11tas legítimas, y
con la cifra de trece hijos bastardos, habidos por En·
rique 1I de siete distintas favoritas, las cuales pasaro¡i
sucesivamente por el tálamo real para deshonrarle.
]\'[ul'ió don Pedro herido por e1fclf(/alismo que En·
rique TI alicnta y fort ifica en vez de reprim ir; aunque
mi rándolo bien, estriba incapacitado de hacerlo por ha·
liarse sujeto á los nobles, cuya sed insaciable apagó ,i
fuerza de mercedes C~Il·itJl'{,¡}flS, las cuales condujeron la
monarquía hasta lJn grñdo inconcebible de impotencia
y debilidad.
Toda la política de este monarca se redujo á cansen·
tir que los magnates usurparan unas tras otras las atrio
buciones }' rentas de la corona, por más que en las
Cortes de Toro procuró atraerse al Estado llano, pro·
mulgando al gunas reformas en la administración de
justicia.
Gu erras anteriores. Tampoco disfrutó tranqui.
lo Enrique H el fmto de su crimen, pues tlJVO que sos·
tener varias guerras, aunque insign ificantes lodas ellas
por la calidad del cnemigd((citaremos la dc Portugal,
t!ISTÓJtIA DI': ¡':SrA~A .
'"
cuyo rey decía tener derecho i la corona de León y
Castilla, rundado en su parentesco COIl la dinastfa pasa-
da; la uel duque de La/lClls/er, casado en lnglaten';¡
con la h ija mayor de don Pedro, que alegaba iguales
pretensiones; y por fin, la de Nm10rra suscitada por
una cuestión de limites. De todas ellas consiguió li·
brarse en cond iciones aceptables, gracias :\ su alianza
con ell'cy de Francia, y al interesado apoyo de los no-
bles, los cuales de otro modo se exponían :í perder sus
exhorbitantcs privilegios .
Juan 1: complicaciones con PortugaL Murió
Enrique H de una enrermedad aguda y rápida, tanto
que algunos le creyeron envenenado; hereda el trono su
hijo Jltfln I (1379).
J\.unque hicieron causa común contra él los preten .
dientes duque de Lancaster y el rey de Portuga:, nada
consiguieron en definitiva, sino distraerle de otra parte
donde hubiera podido aplicar su buena voluntad para
el gobierno de los pueblos.
Viudo de doña Leonor de Aragón, contrajo J uan r
segundas nupcias con dona 13eatriz, infanta de Portugal,
pero como los naturales de este reino no quisieran
aventurar la suma de ambas coronas en perjuici,) de
su independencia, convinieron al redactarse las capitu.
laciones matrimoniales que muriendo el rey s in dejar
hijo varon, le heredaría dofla Beatriz, au nque reserván·
dose á la reina viuda el gobierno de estado, hasta que
esta tuviese un hij o de catorce a110s.
~\t, (. •alIeció el monarca portugués :i los pocos meses de
~celebrarse la boda, y aunque Juan 1 reclama los dere-
chos de su esposa á la corona de aquel reino, sus natu-
rales proclaman al JJfaeslre de Ai/is, con cuyo motivo
¡':.I)AD M EDIA. '45
estalla entre ambos pueblos una g uerra, en la cual fu é
vencido el castellano, á pesar de la inferioridad numé-
rica del enemigo: una peste que se desarroll a en el ejér-
cito obliga á levantar el sitio de Lisboa.
La batalla de A{juúarrola confirma definitivamente
la independencia de Portugal. 71
Creación d el Prinoipado de Astúrias. Cuando
el duque de Lancaster vió comprometido á Juan 1 cn
la guerra de Portugal, se aprcsuró á renovar sus pre-
tensiones al trono: con objeto de ultimar de una vez
tan enojoso asunto.«se concertaron las bodas entre
dolia Catalina, hija del inglés, y el infante heredero,
don E nrique, adj udicandose á los esposos que sumaban
los derechos de ambas familias el título de PrÍllCipes
de A stúrias, que llevan desde cntonces los herederos
de la corona en CastiIJa11 •
Preponderanoia d el Estado llano . El buen
sentido político de Juan I le hizo inclinarse del lado
del É,stndo llallo, con cuyas fue rzas contaba para opo-
nerse á las exigencias cada vez mayores de la opulenta
nobleza: al efecto reune Cortes cn Burgos, Palencia,
Briviesca y Segovia, y en ellas se acuerda, entre otras
cosas notables, que los pleitos de la nobleza COIl el
pueblo hayan de incoarse ante los J ueces del Fuero or·
dillnn o, en vez de los tribun ales especiales, com(Jl'ven(a
sucediendo.
Enrique III: su breve r einado. F allece el rey.J'..V>~ 1
joven todavla, á consecuencia de una caida de caballo
y le hereda su hijo ElIriqlle El! (1390).
Este monal'ca, á quien apellidaron el dolie/lte á causa
de su natural enfermizo y débil , después de una borras-
cosa minoridad de tres alios q ue recuerda las anteriores
"
,.6 HlSTÓRIA DE ESPAÑ A.

de Alronso XI y Fernando I V, se hace proclamar ma -


yor de edad en las Cortes de Burgos: desde aquel mo-
mento procura aliviar el aflictivo estado de los pueblos
y el no menos lastimoso del poder real, anu lando las
mercedes enriqueJ1as y las intrusiones de los nobles.
Mucre premat uramente á los diez y seis afios de rei-
nado y le sucede su hijo :Jllan JI (1406), también de
menor edad: contaba veintidos meses.

LECCIÓN XXXVII

Juan [1 : conducla do los nobles.- Mayor edad del ro)': don Alvaro de
Lu na.- Co njuraci6 n de la nobl ~za. - Guerra conlra los musulmanes:
batalla de Hig ueruela.- Nuelas agitaciones intcriorcs,-Casamicnlo
del rey: muerte de don Alvaro.

Juan II: conducta d e los nobles. La n,:ina


madre doña Catalina y el infante don F ernando, tío de
Juon 11 (1406), se encargan de la regencia durante la
menor edad de este monarca; al efecto dividen la mo-
narquía en dos secciones, la del norte y la del centro,
las cuales gobiernan separadamente.
Deseando los nobles captarse la benevolencia del
regente le instan para que se declare rey de derecho,
ya que de heclto lo venía siendo, pero este infante, mo-
delo de.,honradez y caballerosidad, desoye tan insidio·
sas promesas, y no consiente que el poder real sufra
en sus manos el m,is insignificante menoscabo.
Para distraer el carácter inquieto de los magnates
lleva don Fernando la gnerra contra los musulmanes,
á los cuales arrebata la plaza de Allü·qllcra, de -cuyo
notable hecho de armas toma el honJ"Oso título con que
le ~esigna la história.
I
'47
Sensible fué para Castilla, que llamado por la
voluntad del pueblo á ceñ irse la corona de Aragón
abandonase este gobierno don Fernando, pues dofja
Catal ina origina con sus desaciertos Ull período de agi-
taciones y turbulencias que continúan hasta su muerte,
y sólo hallan término en las Cortes de Madrid, las cua-
les declarall ni rey mayor de edad cuando contaría
unos trece años.
Mayor edad del rey : d on Alvaro de Luna.
Más aficionado Juan Ir á los estudios literarios y á la
caza que á los cuidados del gobierno, para el cual ca-
recía de carácter y capacidad, se entrega por completo
á don A lvaro de Luna, el cual rculle todas la.'; condi -
ciones apetecibles en un buen ministro.
Don Alvaro, que es la figura más notable de Casti!la
en estos tiempos, descefldía de la noble familia arago-
nesa cuyo apellido llevaba, aunque bastardo, y empezó
su carrera política de paje del rey, merced á las reco-
mendaciones d e Gómez Carrillo, ayo de don J uan: SI!
amable caráctcr, claro talento y especiales condiciones
le grallgearon pronto el afecto del soberano, el cual le •
convierte en favorito suyo, y concluye por descansar
en él todo el peso, que no era pequcl1o, de aquclla po-
derosa monarquía,
Conjuración d e l a nobleza . T anto disgustó
en la corte la privanza del dc Luna que, atreviéndose
,i todo, los nobles prenden al rey y le conducen á Ta-
lavcra, de donde consigue fu garse COIl el favorito, al
_ cual tiene, por fi n, que desterra r en vista de la impo-
nente conjuración fraguada por los infan tes don J uan y
don Enrique, y cn la cual tomaron parte cuantos se
habían propuesto medrar á la sombra de la debilidad
'4 8 1I1STÚRlfI DE ESPAÑA.

del monarca: los conjurados no pueden entenderse des-


pués de la victoria, y JUall II llama á don Alvaro, que
vuelve á la corte para encargarse del gobierno con más
bríos que antes.
Guerra contra los Musulmanes: batalla de
Higueruela. A imitación de lo hecho por don Fer-
nando el de Antequcra quiso el Condestable distraer
la atención de las gentes !tolda otro objeto, y al efecto
declara 1a g llcrra á Granalla, tomando por pretesto la
falta de pago del tri bu lo allual \la cobrado desde tiem-
pos anteriores. El Adelantado de Andalucía, el obi,;po
de Jaén, y los Alcaides de Ecija y Antequcra talan los
campos hasta llegar á las mismas vegas granadinas, y
ante tal envestida los tt/<!lJU/s predican la g uerra santa
por todas partes, y los descendientes de aquell os be-
reberes, almohades, almora vides y benimerines, acuden
presurosos á defender la Ciudad santa.
El choque entre ambos ejércitos fué terrible: la ba-
t alla de la lJigllcmela Ó Sierra Elvira duró de sol á
sol, y su éxito se debió principalmente a l valor y peri -
cia de don Alvaro, el cual desea continuar la campaIía

al grito de ¡á Granada!, pero temerosos los cortcsanos
d e su influjo si llegaba á conseguir este propósito, se
retiran de la empresa, fomentando en el ejtrcito la des-
llllión y la illdisciplin;¡.
Nuevas a gitaciones interiores. Nuevas agita-
ciones interiores, como siempre tr;¡bnjadas por la des-
contenta nobleza , consigucn el destierro del favorito
hasta por dos vcces consecntivas, pero pudiendo más
en el rey su voluntad par;¡ con el de Luna, que el te·
mor á Jos revoltosos, le llama desde la villa de Escalo·
na donde se hallaba, y con este motivo estalla ulIa
ElJ.\I) ~!I':"!A_

escandalosa guerra civil que tcrmina en la batalla de


Olmcdo, asegurándose más y más la privanza de don
Alvaro.
Casamiento dell'ey: m u erte de don Alvaro.
Creyó éste robustecerla casando á Juan 1I, ya viudo,
con la infanta dona Isabel, pero en vez de afiliarse la
reina al p<lrtido de don Alvaro, hace a lianza con sus
enemigos, y trabaja sin saberlo la tOl'mcnta cn cuyo seno
germinaba el rayo que J1J.bía de aniqlti larles á.todos .
Preparada la conjuración cn palacio, y sorprendida
la buena fé del mO!1rrl'ca, el cual no vivía más que para
sus poet,:¡s, el alguncil mayor Alvaro de Zúrriga cerca
la ca~a en que don Alvaro vivía en Burgo~ (!453); y el
Condestable se entrega al presentarle 1.111 salvo-conducto
en que Juan U cmpel1a su palabra de no inferirle dano
alguno en su persona, bienes y dignidades, contra
justicia .
Sin forma de proceso, sin que el rco oyera los car-
gos quc se le hacíall, sin que pudiera · defendel'se, sin
tribunal anterior al delito ni competencia cn los jueces,
dando apariencia de legalidad á lo que no era otra cosa
Cjue un a tentado horrible, se acordó la muerte de don
Alvaro de Luna: el dos de Junio de aqucl mismo afio
shbió al cadalso, donde le cercenaron la cnbeza , el per-
sonaje más grande de aquel laborioso reinado, el de-
rensor del trono contra las rapacidades de la nobleza,
el vencedor de los granadinos en el combate de la
Higueruela, el ingenioso diplomático que desbarató
los pbne5 de aragoneses y navarros coligados contra
Castilb .
El pueblo den:amó lágrimas al ver su cnsangrcntada
cabeza en manos del \' erd1.1go , y h~cÍ<l. bien, que con él
IIISTÓRIA nI': Es r"'~A.
''0
había muerto la poca cah;:¡llerosidad y nobleza que de
sus :mtiguas glorias le restaba.
No tardó Juan TT en seguirle al sepulcro devorado
por los remordimi entos: la reina pierde el poco juicio
que tenía, y solo sale de su locura momentos <Illtes de
morir. Los sucesos posteriores justific.:lron .:i. don Al-
varo, continuador de la política de Pedro 1, cuya ima-
gen, aunque más progresiva, representa en la HistÓria.

L¡;:CC IÓN XXXVIII.

Enrique IV: estado del rcl~o. - L a Beltraneja: conducla de Enriquo IV.


-Jun ta de Ávlla: batalla do Olmedo.- Convenio de Guinndo.-
rIIuerto del rey: proclamación de Isabel l.

Enriqu e IV: estado d el reino. A Juan 11 le


sucede su hijo Enrique IV el Impotel!te ( 1454) si ma l
infante en vida de su padre, después miserable juguete
de un valido, es¡1oso indigno, padre inhumano)' hasta
un mal hombre.
Obligado por la opinión püblica dispone una expedi·
ción contra Granada, pero su cobctrdía le hace esquivar
el pel igro y terminal' b gucrra sin apenas haberla co -
menzado: csta conducta le <ltrae el general desprec io dc
las gentes. '"
Prevalida la nobleza del carácter irresoluto del 1110·
!latCl, sus exigencias no conocen límite; y era tal el
estado del reino, entonces, que las provincias ardfan en
guerras feudales, los pueblos abiertos tenían que ar·
marsc en forma de hermflndades, obligados por la pro-
pia defensa, y hasta se daban multiplicados casos de se·
cuestros, cllyas víctimas rescataban los parientes en


EDAD MI!:DIA .
' 5'
fuerza de dinero, como si las cautivumn los moros:
podía con verdad decirse que la ley había mu.erto.
La Beltraneju. : conducta de Enrique IV.
~tDec1arado nulo su matrimonio con doña Blanca de Na·
varra, contrajo el rey nuevo enlace con la infanta doila
Juana, de la cual tuvo a los seis .:tfíos una /lina, apelli·
dada por sobrenombre l.:t Bcftrmu:fa, por suponérsela
hija de don Beltrán de la Cueva, apuesto joven ascen-
dido desde paje de lanza hasta el eargo de Mayordomo
de la real casa, y l\'laestre de Santiago.i7
Esta niila fué jurada como prÍlucsa de Asfú,.iilS; pero
no queriendo los nobles reconocerla como tal , se suble·
van contra el rey y le hacen firmar su propi:l deshon ra:
don AflollSO, hijo menor de Juan JI, es declarado here-
dero del trono con perjuicio de doña Juana , cuyo pad re,
vergüenza causa decirlo, es precisamente el que lanza
sobre aquella criatura inocente el estigma del oprobio.
Junta d e Avila: batalla de Olmedo . Arre- •
pentido de esta indignidad quiere desdecirse de su de-
c1aracióll, y entonces los nobles levantan un tablado en
la plaza d~ Avila, colocan sobre él una efigie del rey,
vestida con las insignias del c.:trgo, se las despojan una
á una, y le arrojan de un puntapié sobre el lodo des
pués de decla rarle inhábil para continuar al frente del
gobierno.
De pendiente en pendiente, la monarquía habfa lle-
gado hasla el abismo del desprecio; justo castigo de
quien fuere! capaz de asesinar villanamente al mejor de
sus defellsores , y cenir la corona s9bre las sienes de un
fratricida cobarde: desde Pedro 1 hasta Enrique IV hay
la distancia que media entre la dignidad y la infamia.
Indignados los puebl ,-,s ,,1 ver que caia sobre todos
's· IIISTÓRIA DE ESMÑ.\.

la deshonra de tan fementido monarca, le obligan á cas-


tigar por la fuerza de las armas acción t an villana; y en
los campos de Olmedo, t estigos un día de la deslealtad
de quien era entónccs solo infante, se dá una batalla
en la cual ambos contendientes se atribuyen la victoria .
Muerto el heredero del trono, don Alfonso, los nobles
ofrecen la corona á su hermana Isabel, para cntónces
casada con el infante aragonés dOIl Ft'rllfllUl o, pero esta
señora se niega á toda empresa politica mientras dure,
la vida del monarca.
Convenio de Guisando . Entonces tuvo lugar
un suceso, solo crei blc en un hombre como don Entique:
puestos de acuerdo los g randes en transigir la~ diferen-
cias pasadas si reconocía solemnemen te á doiia Tsabel
como heredera del trono, se avistan ambos hermanos
en Guisalldo (1468), y E nrique IV ratifica de nuevo tan
absurdo convenio, desheredando á su hija.
Muerte del r ey: proclamación de Isabel l .
• A rrepentido de su ob ra se desdice luego, pero el paso
estaba dado, y á su muerte (1474), los nobles y el pue-
blo proclaman reina de L eón y Castilla ,i la infanta
dofla Isabel.
L a desdichada doila Juan a alegó sus derechos á la
corona de Castilla, y aun se decidieron por ella en la
guerra civil que con este motivo estalla tres hombres
de tanto valer como el arzobispo de T oledo, Carrillo,
el intrépido marqués de Vill ena y el rey de Portugal,
Alfonso V, con el cual pretendían sus partidarios ca-
sarla, pero después de cinco anos de lucha tiene qúc
. renunciar á su propósito (1479): abrumada por el pesar
toma el hábito en un eOllvento de Coimbra, donde
muere á poco.
• j

F. OAD M!:DIA. ' 53

LECCIÓN :XXX IX.

(R ~ conqui:lh. Cl'btiane. en N9.varr a) .

Origen de la monarquf. na.Yal'1"o.arago~esa. - E[ fu cro do Sobrarbe.-


Sancho Garch Abarca: balalla do Val-de-Junquora.- Sancho 111: agro-
gaclón de Castllla.- Elluero de ru'Jera.- ParUei6n de l reino.- Gar·
ela IV: luchas con Castllla.- Sancho IY: su muerte.

Origen de Ja monarquía n a.varro-aragon esa.


Refiere una antigua tradición que á principios del sigl o
VIII se establece en el monte Unu! un crm itano 11.1.'
mado J/lI1I/, el cllal funda un pcqucl10 santuario bajo la
advocación de su nombre de pila: este es el origen del
monasterio de SaJl Jllan de la POla, venerado por los
aragoneses como el de Covadong a por los asturi'lI1os
y base de la Reconquista cristi:m<l. en las asperezas del
Pirinc(1 central.
Conv irtióse bien pronto aquel santo varón en Provi -
dencia de la comarca, donde habian buscado asilo mul-
titud de ram ilias rugitivas del país cO!1r¡u istado por los
musulmancs, y su rama trasccndió hasta los territorios
vecinos, cuyos ha bitantes pronunciaban su nombre CO.ll
vencración y respeto. Sabido csto, se espliea bien quc
con motivo dc su muerte se reunieran bajo las bóvedas
de aquel humilde s:ll1tuario muchísimas gentes vellidas
de partes diversas par:! rendir al anacoreta el último
tributo; y rueron tantas, que como llcgase hasta cl!as d
eco de las victorias obtenidas por [os cristi:lllOS de As·
tlírias, decidieron un irse para acometer al invasor; las
r.ampaT1as se inauguran en breve y asr comienza la vid"


••

!l1STÓ~IA DE ESPAÑA.

del reino de Sobrarbe, base de la monarquía navarro-


aragonesa.
E l Fuero de Sobrarbe. Si los primeros nomo
bres de jefes que se citan pert enecieron;í '"I)'('S Ó á
cOI/des, cuestión es que sobre !la conducir á ningLlIl re-
su ltado positivo por la f~¡jt:l. de documentos escritos,
muy poca luz arrojaría sobre tan oscuro período, apa-
reciendo en cambio indudable la redacción del Facro
de Sobrarbc, el cual revela la existencia de una patria
independiente y la elección de un soberano, mediante
ciertas condiciones.
Por sensible que se", la crítica no puede p recisar la
fecha probable de este primer fuero; cierto es que exis-
tia en época relativ<\lllCllte lejana, pues e11 él se basan
los posteriores ele Jaca y de Tudela , otorgados en los
siglos X! y XII .
Sancho Garcés: batalla de Val-de-Junquera.
Desde Ii¡igo Arista que: en 734 derrota en Aillsa á los
musulmanes ma ndados por Aódo·!-Jlfd!l?, hasta e1-980
que corresponde al primer afio del rdnado de Sancho
Garcés, trascurre un periodo del que dcsgraciadalllcn te
nada conocemos, habiéndose conservado por tradición
solo algullos nombres, como los de García Giménez,
F ortún Garcés, Jimeno It1íguez, liíigo Giméncz, Gal"cía
Gi méncz y otros.
Smlcha Canés, apellidado Abarca del calzado que
hizo vestir á sus soldados para marchar sobre la nieve,
se batió en unión de Ordoiío Ir de León en los campos
de Val·dc-Y.'lIll}lh"rtl contra b s tropas musulmanas de
Ade·r-H..a hmáll r, y fué derrotado: los inft c!cs P011(:11
cerC0 á la ciudad de l'<lmp lona, pero 110 pueden pene-
trar en ella.


~1),4.I) M EOIA.
."
A pesar de esta derrota Sancho Garcés se apodera
de Monjardfn, Nájera , Veearia y Cala turra, con lo cual
di lata grandemente los limites de 511 monarquía, y pre·
para el brillante reinado de Salle/lO JII el Gral/de (1000),
contemporáneo de Alfonso V d e León y Castilla.
Sancho III: agregación de Castilla. San-
cho llllllcha sin descanso contra los musulmanes, ;í los
cuales arrebató algunos territorios, mereciendo por sus
triun fos el calificati vo de Grallde: además de internarse
en territorio francés, donde dilata sus dominios, ad-
q uiere el condado de Castilla á causa de su matrimo·
nio con doña Elvira, hermana del conde García asesi·
nado por los Velas en León .
El Fuero d e Nájera . El mejor timbre de gloria
de Sancho III cs la promulgación del fuc r o 11l111dciplll
de NájcrIl, can el cual comienza la legislación fo ral de
la monarquía N;-,.varra, y que fig ul·a como el primero
entre los de su clase.
Partición d el Reino. Al morir rompe la unidad ·
del tcnitorio para adjudical" UIl rein o independie nte á
cada uno de SllS hijos, y otorga :i Carda, el primogé-
nito, Navarra, á Ferlla/rdo, Castilla cOll\"ertida en reino
por su l11:ttrinl'mio con dOlla Sancha, á Ramiro, A ra-
g-ón, y á GOIl~a/o, Jos condados de Sohrarbe y Riba-
gorza.
E ste reparto coincide con la destrucción del califato
de Córdoba y la fo rmación de las tllOI1 ,u·quias de Taifas_
Gar.:::ía IV: l uchas con Castilla. Carda IV
(1038) tiene que defender su corona contra lb mi l"O de
Aragón , el cu.'\ l pretendía ;¡ rreb:tt;irsc1a auxi lbdo por los
musul manes de Zaragoza; ;í poco y contagiado con el
mal ejemplo, invade las ti erras de Castilla para apode-
", IUSTÓII.I.I. DE KS PAÑA.

rarse de este reino bajo el pretesto de primogenilura,


siendo inútiles cuantos esfuerzos se hicieron para disua-
dirle de tan inj ustificable proceder.
Los campos de Alaput'rta (1057) fu eron t1tstigos de
la catástrofe que privó de la vida á este monarca, al
cual sucede su hijo Sal/diO [V bajo la protección de su
tío f'cm<tlldo I de L eón y CasliJla.
Sancho IV: su muert e. De car.'ícter pacífico, se
li mitó Sancho IV ;í continuar la Heconquista hostili-
zando al rey moro dc Zaragoza, á q uien hizo tributario:
murió :i mall OS de su hermano bastardo d on Ramón ,
precipitado pOI' el derrumbadero de Pel1:tlén.
Los navarros dieron e ntonces (1076) una prueba de
Sil buen sClltido /lloral , no consintiendo cinese la corona
el asesino de su rey, lo que hubiera equivalido :i pre·
miar el atentado: por olra parte, como el difllllto don
Sancho dejaba dos hijos de menor edad, lo cua l hacía
indispensable \In consejo de regencia peligroso sie mpre,
estimaron más provechoso ofrecer la corona al rcy dc
Aragón, Salle/lO RaIllÍl'c:;, con lo q ll C otra vcz sc su·
Illall ;ullbos E stados hermanos.

I,ECUIÚN Xl.,

Navarra y "ray6n unidos: parlamenlo d ~ P.1m¡¡lona,- Sancho VI y


Sancho VII.- Ruumen general do eslo reino d urn~le la di nas lfa!lo
Chllmpagne.-la Navarra pro'/i nd a de la monarqufa irll~ cesa,-Di ·
nastfa de Evreu~.

Navarra y Aragón uuidos: parl am ento de


Pamplona, La história de Navarra se en globa en la
dc Aragón desde 1076 hasta 1134, es decir, desde
EDAD M ~.lJ IA. '57
StwdlO I V el Dcspciítrdo hasta Carda RflJllírt'::: J V, iÍ
tr.wés de los teinados de Sancho Ramírez V, Pedro 1 r
Alfonso el Batallador.
A la muerte de este t'lltimo, aragoneses y navarro.~,
reunidos en Borja para desig-nar el nuevo Illon:¡rca, no
pueden concertarse, y en tanlo que los primcros elegían
;i Ramiro, los SCglUldos proclamaban en el ¡XU-Ialllcnto
de Pam plona :í Garda Ramirez IV, el Rl's(alinu{ur de
la patria.
No hizo Garda Ramírcz I V más que luchar contra
Ramón Berenguer V, conde de Barcclona y rey de Ara -
gón por su matrimonio con dOl1a Petronila, el CU.1 l pre-
tendía unifi car sus estados en la forma que antes tenían,
es decir, sumando la Navarra :í la mon arquía aragonesa :
no pudo consegu irlo.
También sostuvo una guerra, aunque breve, contl'a
Alfonso Vll oc León y CasUlla, de quien nominal-
mente, cu ando menos, se declaró feudatario.
Sancho VI y San cho VII. Su hijo Sancl(() VI
([ [50) que le sucede, ha pasado á la posteridad COIl
el califi cati vo d~ Sdbio; amante de la paz, termina sus
diferencias con Aragón medianle el arbitrage de Ingla·
terra, aceptado también por doña Petronila, viuda de
Ramón Berenguer V.
En paz el rei no, se declaró protector decidido de las
artes, de las letras y ' de las ciencias; la prudencia }' la
justicia fueron las bases de su gob ierno patt:mal; por
sus obras de caridad mereció ser llamado providencia
de los pobres, á los que socorría sin tener en cuenta su
nacionalidad; disminuró los impuestos, aliviando al la·
brador, agobiado con tantas gabelas; organizó [a admi·
nistración bajo blses razonables y prudentes; y por lí!·

,
"s HJSTÓRI,\ In: ESI'ANA.

timo publicó sábias leyes para 1l0rmalizar las relaciones


entre los nobles y el pueblo, y modificar las duras y en
cierto modo bárbaras costumbres de los primeros, acos-
tumbrados ,i vivir en perpétua discordia.
Sancho VII el Flterte (1194), digno sucesor de su
padre, mereció que los pueblos cligcrall de él que era el
mejor rey de cuantos habían ocupauo el trono: esto solo
hace su elogio .
Ante el peligro de b invasión de los Almoravides,
se presenta en Toledo al frente de un brillante ejército
y toma parte en la gloriosa jornada de las Nav::ls, man -
dando el ala izquierda del ejército, donde peleó como
valiente soldado é inteligente capitán.
Restituidú ;í su patria, limpió el país <le la Illultitud
de foragidos que lo infestaban, y continuador de la
ohra comenzada por su padre, redactó varias leyes pro·
tectoras de los intereses morales y materiales del reino
y concedió algunos fueros.
Atacado de una enfermedad cancerosa, y encontrán-
dose sin sucesión, convino de acucrdo con el pueblo en
designar por su heredero el rcy aragonés, don Jaimc el
Conquistador, pero oí condición de que si éste morfa sin
dejar hijos legítimos, habría de ceiiir ambas coronas
aragoncsa y navarra su sobrino Tcobaldo de Cham-
paña: el convenio fue aceptado por don ]¡\ime, mas
como seis meses después falleciera Sancho VII (1234),
los navarros suplicaron al Conquistador les permitiese
levantar el juramento de fidelidad que le habían prcs·
tado, y conc.::Jido que fu é, proclaman rey á Tcobat·
do f d" C!taJllpaiúr.
Dinastía de Champagne. Teobaldo 1 ofrece la par·
ticularidad de haber sido UNgido en la catedral de Pam·
EllA]) MEDIA. '59
plana, ceremonia nunca usada por sus predecesores:
desconocedor de la hi stória, de Jos usos, de la legisla·
ción y hasta del idioma del pueblo que gobern aba, pro-
Illueve graves conflictos sobre la interpretación de los
fueros y privilegios, tcniendo cn más de una ocasión
que interveni r como mediador el Pontífice Grcgorio IX,
el cual, cn vista de l"imposibilidad de entenderse el
rey y el pu eblo, decide su recopi lación y ordenamiento
por una eomi~i óll compuesta de igu::.l número de nobles,
ind ividuos del pueblo, del clero, y de personas designa-
das por el rey.
Dejándose ll evar del espíritu religioso y caba lleresco
de su época, tomó parte cn las C,'fI::ndas, de donde
volvió cn 1234, después de haber adquirido algu-
nos conocimientos quc procura disem inar en sus es·
tados.
Le sucede su hij o l.!ilTique f (1253), el cual se vé
obligado á conceder á los nobles no escasos pri\'ilegios
y mercedes en perjuicio de su autoridad.
A su muerte (I274) dejaba una hija de dos :trios,
Juan;). l, reconocida como heredera del trono poco antes
del fallecimi ento de su padre: la g uerra civil estalla con
motivo de la proclamación de doiía Juana, pues aspira-
ban á su tut(llÍa y regencia tres partidos poderosos y
tenaces, el de Aragóll, el ue Castilla y el de Francia,
hasta que la reina madre la pone bajo la protección del
rey de los franceses, F eli pe nf, el cual la desposa con
su hijo Felipe IV. el Hermoso.
Navnrra provincia de la monarquía fr an-
cesa.. Penetra éstc por los pirincos al frente de un
ejército, ocupa el país l"!1ilitarmente, y convierte la Na·
varra en provincia de la monarquía francesa.
• 60 IllS'¡' VHIA DE J~SI'AÑ ... .

Desde 1274 hasta 1322, es decir, pOI' espacio de


veintiocho a11 05 , fu eron reyes de Francia y Navarra,
junta mente, F elipe I V el H ermoso, Luis H utín, su hijo,
Felipe el Largo, y Carlos TV, hermanos del anterior: al
1110rir sin sllccsióll este último, hubo en el país una
guerra breve, pero terrible y sangrienta, que termina
declarando reina de Navarra ,i JI/ill/a Ii, hija de Luis
J-Iutin, casada con el conde de Evrcux, don Felipe.
Prévia renuncia de sus derechos á la corona de Frnn-
Ó<l, fu eron recibidos estos esposos en lJamplona, donde
jmaroll los fu eros, y de este modo adqui ere la Navarra
.'m independencia naciona l con história personal y
prop ia.
Durante el período anterior habían gobernado el
territorio virnyes ó gobernadores que,como nombrados
por una clinast(a extranjera, rueron poco querido:; de
los independientes navarros.
Dinastía d e Evr cux . Solo dos monarcas dió á
NavalTa la dillastfa de Evreux: Carlos j/ el Afa/a y
Carlos Ifl d Noble. D e carácter altivo, de génio osado,
y pendenciero por naturaleza, Carlos JI (1394) comenzó
s u reinado tomando parte en la ramosa guerra de Cim
aíias, pero no defendiendo la causa de Francia que era
la de su propia ramilia , sinó la de los ingleses; esto
basta para caracte ri7~I l'l e . Contemporáneo de Pedro 1 de
Castilla, se fin gi,j a migo de este lllonarca para auxiliar
secretamente al partido del bastardo don Enrique; y no
parece sinó q ue de intento se complació siempre en
crear connictos, donde quiera que la ruerza de las cir-
cunsta ncias le llamaba á intervenir.
Su hermano Carlos HI (1386) inaug ura el gobicl'11o
firmando UIl tratado de paz COIl el rey de Fra ncia; y

EO.~l) M ltD I A. .6.


con deci r que su política representó el extremo opuesto
de la seguida en el reinado anterior, hacemos su elogio.
R espetado }' querido de sus vasallos, la fama de las
buenas prendas que le distinguían snlió fuera de! reino,
y más de una vez se dió el caso de que las cortes de
Francia y Castilla le designaran collfo árbit ro para di-
rimir sus q uerellas, cabiéndole también la gloria de to-
mar parte en la terminación del Cisma religioso, de
acuerdo con las instrucciones y deseos del pontífice
Clemente VIL
Cuando regularizada la administración, en paz el
reino, respetada Navarra en el exterior, y contentos los
pueblos bajo tan paternal gobierno, iniciaba Cárlos nr
una séric de reformas políticas qu(' habían de traer
como consecuencia la grandeza y el bienestar, fallece
(r415) dejando una hija llamada dqija B lallca, casada
con el in fa nte don Jllau , hermano de Alfonso V el
Magnánimo, rey de A ragón.

LECCIÓN XLI.

Juan 1: dl511uslo de los pueblo!.- Muerte de la reina: guerra civil.-


Insurrección general: muerte del pr(nclpo de Viana.- Envenenamiento
de doña Blanca.- Sublevación de Cataluña: mue rte del rey.- Navarra
conquistada por Fernando V.

Juan 1: disgusto d e los pueblos. Juan f


(1425), casado con doña m anca, única representante de
la dinastía de E vreux, implan ta en Navarra la Casa de
Aragim, que habrá de gobernarla hasta su conquista
por Fernando el Católico.
A ctivo y emprendedor, no se contentó Juan 1 con
interveni r en los Ilegocios de Castilla tomando parte en
..

16:: mSTÓlU" IHt .:SI'A~¡\.

las facciones q\le tan á mal andar trajeron este reino


durante los desdichados ti empos de Juan n, silló que
luchó tambien contra los prfncipcs italianos que dispu-
taban la corona de Nápoles á su hermano el rey de Ara·
gón: como en estas empresas se invirtieran grandes su-
mas y el rey permaneciese ausente de Navarra mucho
tiempo, con grave perjuicio del gobierno, los pueblos le
manifestaron su descontento repetidas veces, aunque
sin resultado algullo.
Muorte de la reina: gu erra civil. Asf las
cosas, muere la reina dejando la corona á su hijo
dOJJ Carlos, príncipe de Viana, yen su defecto á dOlia
E/auca, la repudiada por Emique IV de Castilb, ad·
virtiéndolcs que no se titularan reyes hasta el falleci-
miento de su padre,
D e carácter áspero y violento, Juan I aparece dcsde
el principio cn oposición al bondadoso príncipe de
Viana, sin que pudiera demostrar el más ligero motivo
que justificase la natural enemiga que contra su hijo
tenía, COIllO no fucsc el amor respetuoso que los pue-
blos profesaban á don Carlos, en recompensa de su
proceder noble y leal. Este óclio inexplicable encontró
bien pronto quien le fomentara, y fué con motivo dc
haber contraido matrimonio Juan I con doíia :lualla
Ellrlque::, verdllgo que será, lIO tardando, pal'a los hijos
de la infortunada reina de Navarra,
Se necesitaba un pretesto que justificara ante la opi-
niÓll pública el deseado rompimiento, y viene á servir
como talla paz ajustada por don Carlos con el mo,
narca de Castilla, paz que Juan 1 desaprueba, y por la
cU,al envía á Navarra á doña Juana para que gobierne
con el prlncipc: los resultados de esta conducta se too
"3
can pronto, pues se formaron dos partidos enemigos,
el de los Agramo!l'eses ó defensores de Juan l, y el de
los Bl'amOlltt'Scs que apoyaban á don Carlos; la int ran-
sigencia de estas banderías hizo inevitable la guerra
civil, la cual termina con la derrota del príncipe, pri -
sionero de su padre.
Quiso el rey desheredar á su hijo, para lo cual reunió
" Cortes con ánimo de imponerse á la voluntad nacional,
pero la mayoría de los procuradores no ocultaron sus
simpatías hácia don Cárlos, y este recobró la libertad
al poco tiempo.
Insurrección general: muerte del prínoipe
de Viana. Después que Juan 1 hubo declarado hel'c-
dcra del trono d. su hija do;la LeONor, con manifiesto
perjuicio de don Carlos y dolla Dlanca y contra la vo-
luntad expresa de los pueblos, quiso mantener su deci·
sión an te las Cortes que en Barcelona se celebraron,
,
mas los catalanes se sublevan, el iucendio cunde rápido
por Aragón y Navarra, y tiene lugar una insurrección
gcneral cuyas principales consecuencias fueron la libcr·
tad de don Carlos, á quien el mOllarca tenia recluido;
la proclamación solemne de este príncipe como here·
dero de todos los estados de su padre, y el destierro
perpétuo de dalia Juana Enríqucz del territorio catalán.
Todas las diferencias parcelan terminadas con gran
contentamiento de los pueblos, cuando el joven prín.
cipe mucre de Ulla enfermedad tan sospechosa como
repentina, aunque no tanto que le prive de redactar
testamento é instituir á doña Blanca como heredera de
Navana.
Envenen a.miento de doña Blanca. AsI que
sc tuvo noticia de este documcnto, el cual venia á difi·
• 64 IIISTUKJA tn: }¡SJ'AÑA •

cuitar los ambiciosos planes de la madrastra, (ué doña


Blanca encerrada en el castillo de Ortés, dándola por
carcelera á dona L eonor, digna hija de sus padres: aH!
pasó algún tiempo, bien poco ciertamente, la desgra·
ciada princesa, hasta que sucumbe bajo la acción de
un activo veneno. E n su última disposición testamenta-
ria, extendida antes de ser presa, legaba cuantos bie-
nes y derechos pudieran concspondcrla á favor de En-
rique IV de Castilla .
SUblevación d e Cataluña : m u erte del r ey .
La opinión pública se apoderó de las murmuraciones
que acusaban de ambas muertes á Juan J, supeditado
en absoluto á la voluntad de la rcina, y el conAicto cs-
talló formidable en Cataluña, cuyos habitantes se nie-
gan á reconocer COIUO heredero del trono al infante d OH
Fenumdo,
Declarados enemigos ambos de la patria é incapaci-
tados para gobernar el Principado, comienza la gue-
rra civil, sangrienta y tenaz como todas las guerras
civiles, y los catalanes p roclaman rey á Reunto de
AlIjou, protegidos por Luis XI de Prancia. Vencidos
cn el terreno de la fuerza obtienen una decorosa capi.
tulación, que pone término á la lucha; y después de eli'
tos sucesos, baja al sepulcro Juan J, á quien algunos
• han querido conceder el título de Grande, á pes...r de
que sobre su recuerdo pesan las muertes de sus dos
hijos con peso abrumador.
Navar ra conquistada por F ernando V. Le
sucede en Navarra su hija Leonor f (1479), que gozó
poco cI fruto de su crimen anterior, pues fallece al mes
siguiente, transmitiendo la corona á su nieto Fral1cisco
Febo, de la casa de Foix: á los dos U110s (1481) es


proclamada rei na la hermana de este ültimo, doíia. Ca·
'"
talillll, casada con Juan Albrit, últimos soberanos de
Navarra independiente, pues conquista este reino Fer·
nando V, el cual la agregó :i sus estados de Aragóll,
V alencia y Cat?-luña.

(Re~onq:uicta criotiana en Aragón).

Rami ro 1: Gue rra conlra l05 mU$ulmanes.-Sancho Ramlrez.-Uni6 n de


Navarra.- CompilacIO n del Fuero de Sobrarbe.-Pdro 1: conquisla.
de Huesca.- Allonso 1: conquista de Zaragall.-Brillante expedlcl6n
contra Andalucfa. - Ramlro 11: soparaci/in de N~varra.-Matrimonio
y abdicaci6n del rey.-TradicI6n de la campana de HWJ;: a.

Ramiro I: guerra contra los musulmanes .


L a historia particular de Aragóll. comienza con el tes-
tamento de -Sancho nI el Grande rey de Navarra, pues
el territorio de este nombre se confiere por aquel docu-
mento á ~u hijo Ral1liro (103 S).
La muerte dc don Gonzalo, asesinado en el puente
de Monclús, le pone en posesión de los condados de
Sobrarbe y Ribagorza; herencia que, tal vez, le hace
eaer en tentación de disputar la soberanía de Navarra
á don García.
Continuando la Reconquista penetra R:l.111iro r en el
pnís musulmán al frente de un ejército, y en dos en·
cuentros consigue derrotar las fuerzas unidas de los re-
)'es de Huesca y Zaragoza, los cuales, así como el d e
T uclela, se le declaran feudatar ios.
D espues de una trégua que la necesidad de recobrar
las perdidas fuerzas hizo inevitable, y cuyo tiempo aproo
vechó Ramiro I para f el lllir d conci lio de Jaca, prosi·

,66 lIlST6RIA 01'. ~SPA¡:¡~.

gue las interrumpidas campat1as, aunque con tan adversa.


fortuna que, derrotado por los musulmanes cuando si-
t iaba la fortaleza de Gratis, encuentra muerte gloriosa
peleando como un valiente rodeado por todas partes de
enemigos.
Sancho Ramirez: unión de Navarra. Su
hijo Sancho Ram{1'($ (ro6S) 5e apodera de Graus, Bar-
hastro, Bolea y Monzón, y muere sobre el campo de
batalla (1094) cuando hacía un reconocimiento en ¡as
fortificaciones de Huesca, á cuya plaza habfa puesto si-
tio: antes de espirar toma juramento á su hijo don
Pedro, que le acompañaba, de que 110 interrumpiría las
operaciones comenzadas hasta terminarlas con un asalto
definitivo, pues ardía en deseos de entrar, aunque fuese
muerto, en aquella ciudad por cuya po~esión tanto habla
trabajado.
En su tiempo tuvo lugar la anexión del país navarro
ell virtud del expontáneo reconocimiento que sus natu-
rales le hicieron como soberano, á la muerte de San-
cho IV el de Pel1alén, asesinado por el bastardo don
Ramón.
Compilación del Fuero d e Sobrarbe. A
este monarca se atribuye la primera compilación del
Fuero de Sobrarbt', como se demllc~tra por el lenguage
en que está redactado, y el cambio del rito gótico por
el romano .
Pedro 1: conquista de Hucsca. Pi'dro /(1094)
cumple la palabra empeñada á su padre moribundo )'
penetra ell la ciudad ele Hnesea, después de haber de-
rrotado en A!cord::: un ejército fonnidable que el rey
moro de Zaragoza cnviaba para obligarlc ,¡ levantar d
sitio.
l!J)AD llfJ)JA. .6,
·ReuniÓ Cortes con objeto de asegurar por medio de
una ley la herencia del trono en sus descendientes, y a
poco de conseguirlo fallece sin hijos, siendo proclamado
su hermano Alfonso I (( 104) el Balaf/ador. .
Alfonso L conquista do Zaragoza. La t:poca
gloriosa de este monarca principia en 11 10, después
que el concilio de Palencia declara nulo su matrimon io
con doña Urraca de León )' Castilla, causa que fué de
trastornos y disgustos para todos.
Emprendedor, activo, incansable en el ejcrcicio de las
armas, y abrigando en su mentc ideales que le hon·
rarán siempre, se lanza Alfonso el Batallador contra los
musulmanes, á los cuales sin darse punto de reposo
arrebata unas tras otras tan importantes posiciones
como las de Almlldcbal', Robles, Gurrea y Tlldela, Q\lC·
lc dejan franco el paso hasta Zaragoza, en cuya impor.
tantísima ciudad, capital futura del reino, tcnía puesta
toda su noble ambición. rnútil fué la resistencia; des-
pués de una série de combates, librados tenazmente de
una y otra parte, disputado palmo á palmo el terreno,
la ciudad invicta cae en poder de las armas aragonesas,
y la cruz ondea al viento sobre la torre del castillo de
la Aljafería. Sin descansar apcnas, se aprovecha del pá-
nico de sus enemigos para apoderarse de Borja, Alagón
y Tarazana .
Brillante expedición contra Andalucía: BU
muer te. Atento á los cuidados del gobierno otorga
oí los aragoneses multitud de inmunidades y franquicias,
que le han valido los dictados dc liberal y generoso;
pero por entonces llevó á feliz término una empresa
que, más que ninguna, manifiesta el fondo de abnega·
ción y nobleza que constitu(an su carácter: llamado por
, 68 lU ST 6 RIA DE r.s I'A~A.

103 muzárabes granadinos, que le" demandaban auxilio


á causa de las contínuas tropeHas de que eran víctimas,
acude en su socorro, y después. de recorrer triunfante
los territorios de Granada, Córdoba y Jaell, vuelve á
Zaragoza acampanado de diez mil familias, que le de-
berán su libertad y su vida. \
Cuando con el sitio de Fraga inaugura la segu nda
série de sus brillantes campanas, es derrotado y herido
gravemente junto á los muros de esta plaza por el ejér.
cito aliado del rey moro de Valencia, y muere á los
pocos mcses ell el monasterio de San Juan de la Peña
(rI33), después de haber vencido á los musulmanes en
veintinueve batallas, que corresponden á sus tI'cinta
al105 de reinado.
R amiro II: separación d e Navarra. M;lcrto
sin hijos, dispuso en su testamento que el Reino se re-
partiera por igual entre las órdenes de los caballeros
Hospitalarios y Templarios; pero las Cortes de Jl!OJlSÓJl
declaran heredero del trono á su hermano Ramiro 1/
ellrf01ye, obispo de Roda.
Disgustados los navarros con la elección de las Coro
tes, se reunen separadamente en Pamplona y procla ·
man á Garda Ramírez: si libremente se habfan herma·
• nado, libremente vedfica Stl separaci61l en estos mo-
mentos.
Matrim onio y abdicación d el r ey. Mal avc·
nido Ramiro II con la vida dc monarca, en aql1ella
con verdad apellidada edad de hierro, contrajo matri-
monio cón doña I nés de Poitiers, para asegu rarse UI\
heredero, y luego que lo consigue, se apresura ;i con·
ccrtar las bodas de su hija Petronila, nitla de dos aiíos,
con Ram/m Ber'>IlJ;ltel: V, conde de J3arcelolla: después
lmAI) MEDIA. ..,
de redactar un testamento donde declaraba herederos
del reino á estos esposos, se retira á Huesca para vivir
el resto de sus dias entregado á la oración y á la pe·
nitencia, sus ocupaciones favoritas.
Tradición de la campana de Huesca. Cuenta
una tradición que obligado por los nobles, cuya saber·
bia pretendía aniquilar el poder real en propio benefi-
cio, ideó un ejemplar castigo que pusiera freno á tan
atrevidas exijencias: al efecto, reunidos en Nlfcsca bajo
prctcsto de celebrar Cortes, manda decapitar á los prin·
cipales jefes, y con sus cadáveres fi gu ra Wla campaua
cuyo eco llevó el espanto hasta el corazón dc los más
audaces y resucitas. Por autorizada que sea esta tradi·
ción se aviene muy mal con el cadcter atribuido por
sus contemporáneos al rq A'folljl', cuya debilidad y
fal ta de energía son para todos bien notorias.

L IWCIÓN XLIII.

Alfonso 11: engrandecimiento del relno. '- Pedro 11; inleudael6n de sus
Estados.-Batalla de las Navu.- Gue rra da los Al bigenses: muerte
de l rey. - Jalme t: su minorldad. - Guerras y conqulstu.- Jaime I
co mo legislador, como dbio J como crisliano.- Ped ro 111: conq uista
de Sicilia.- Guerra contrI. Francia.- El Privilegi o general. •

Alfons O(~r : engra.ndecimiento del r eino.


Con Alfollso JI (11 62), que de su padre hereda el con ·
dado de 13areelona y de su madre el reinp de Arag¿ll, ...
principia la historia ullida de ambos territorios: tamo
bién el condado de Provenza, otorgado al menor de
sus hermanos, vuelve:i su marse con Aragón )' Cata·
luna; y bien hubiera ql\erido reivindicar la corona de

' 7° m STóR IA DE J;SrAf<,I..

Navarra, pero aunque mantuvo varias luchas con este


motivo, nada pudo conseguir s inó la ocupación de al·
gunas plazas front erizas de relativa importancia, que
Jos navarros le cedieron gustosos á trueque de asegurar
una paz que deseaban todos.
Pedro 11: infeudación de su s Estados. Su
hijo Pedro ff ( 11 96) , á quien llaman el Católico, le
heredó al morir.
Guiado por el sentimiento religioso, según algunos,
ó como parece lo m:is cierto, deseando consegu ir de
Inocencia III la anulación de su matrim onio con dOl1a
Juana de Montpellcr, pasó á R oma é hizo feudatarios
de la Santa Sede los rei nos de Aragón y Catalul'lrl,
aunque sin conseguir su p.'opósito; y rué lo nota-
ble, que al volver á su patria encontró dispuestos los
pueblos para levantarse ell a rmas al grito de UllilJll,
soliviantados con este motivo, viéndose obligado á de·
c1arar que el feudo era solo personal, sin que afectase
á sus sucesores ni al Reino.
Batalla de las Navas. Eseuchand,) los ruegos
de Alfonso VIU de Castilla, :11 mismo tiempo que se
dejaba llevar de los impulsos de su corazón, marcha al
cuartel gencral elc T oledo al frente de un poderoso
ejército, y toma parte en la gloriosa jornada de las
¡VrWflS, donde se le confía el mando de las tropas
que formaban el ala izquierda del ataque.
Guerra de los A lbigenses: muerte del r ey.
Pretenden algunos historiadores hallar contradictoria
la eondueta de este monarca por haber tomado parte á
favor de los Albigmsl!s en 13 guerra religiosa que con-
tra ellos llevó á cabo S imón de Monfolt, pues seme·
jante circunstancia, dicen, se compad ece muy mal con
.¡ •

el dictado de Católico, que se honraba en merecer: no


existe tal contradicción. Sobre que Pedro II demostró
su celo por la fé ordenando en el concilio de Gerolla
(1197) la quema de los hereges valdenses, cuyos bienes
fueron confiscados, nada tenía que ver con esta cues-
tión la defensa que Pedro J[ hizo de sus derechos poli-
tices como soberano, pues sabido es de toclos que
Monfort pretendía emanciparse del feudo de A ragón,
tomando como pretesto la cru7.ada.
Ja.ime 1: s u minoridad . Derrotado en la bata·
lIa de jllJurd, de cuyas resultas fallece á los pocos dias,
le hereda su hijo Jaimi' í ([ 2 13), todavía muy ni110.
Borrascosa )' turbulenta rué esta minoridad, tanto
más cuanto que el rey había quedado en poder del ma·
tador de su padre, que se negaba á entregarle; y cuen-
tan que, ante semejante connicto, preséntanse va rias
comisiones de aragoneses vestidos de luto al Papa Ino-
cencio UI, aCll!;an de traidor á Simón de Monfort, con-
siguen apoderarse de su sobcl-ano, y lo t rasladan al cas-
tillo de Monzón, dOllcle le ponen bljo la custod ia de
los caballeros Templarios.
Hacían los T emplarios causa común COIl los infantes
don Fernando y don Sancho, tutores y regentes del
monarca, por lo cual el tiempo pasaba en balde para
este joven, el desgobierno crecía en todas partes, los
tutores se atrevieron á pens.1r en otra soberanía ma-
yor, )' la.<; faccion es y banderías desgarr¡lban el reino,
hasta que Jaime 1 consigue fu¡;arsc de su prisión y se
presenta en ZarOlgoza: aún así y todo, no pudo librarse
de la guerra civi: que le promovieron sus tios, pero que
felizmente terminó en breve.
Guerra s y conqui s tlS. Ya de rna)'or edad,
mSTÓRIA Dl!: y.srARA,

instaron los catalanes á Jaime 1 para que recobrase las


islas de Mallorca é Ibiza, de las cuales acababan de
apoderarse los infieles, y al efecto organiza- una pode,
rosa fl ota, zarpa del puerto de Salóu, toca en el archi-
piélago balear, entra en la ciudad de Palma después de
un riguroso bloqueo, y sucesivamente hace suyas oí
Tbiza, Menorca y Formentera: estas brillantes empresas
le valieron el dictado de CONquistador por el voto uná-
nime de los pueblos
R eplegábansc cntre tanto los aterrados musulmanes
hácia la costa oe Levante, y Jaime [, contilllwndo la
campalia anterior, conquista las plazas de PcMseola,
Morella y otras, asentadas sobre las márgenes del Júcar,
y pone sitio á Va/meia (1238): después de una série de
combates librados contra los almora vides, procedentes
del África, la ciudad del Cid cae en poder de don
Jaime, el cual hace su entrada t riunfal en ella el 24 de
Setiembre de 1238,
Además de estos triu nfos obtuvo oh'os muchos en la
conquista de Múreia, cuya ciudad cede generosamentc
al rey de Castilla; también emprendió ulla expedición á
Palestina, á donde le llamaron los emperadores ele
Constanti nopla y Pcrsia, sin que esta campaña ofrezca
nada de notablc,
J aime lcomo legisla.dor y sábio y como cris·
tiano, A la envidiable gloria de haber terminado la
Recollquista crisltrllla en su país, une Jaime 1 los titulas
de leg isladol' y hombre de letras,
Comprendiendo la nccesidad de refundir en un solo
código tod o~ los fueros, disposiciones, acuerdos y fran,
qu icias, por las cuales se venía el reino gobcl'llamlo,
rCll nió Corles en fftÚSCfl (1247), y propnso á los proClI-
'73
.. radores esta importante reforma, la cual rué aceptada:
recibió el encargo de dirigir los trabajos cJ Ob i ~po
oscense, don Vidal de CancHas.
Como hombre de letras, protegió á los sábios, fundó
escuelas, escribió algunas poesías llenas de inspiración
y ternura, y sobre todo, l1O.~ legó b CnJuim de su rei·
nado, escrita eDil una imparcj"t1iclad, una modestia y
lIna sencillez, que verdaderamente enca ntan.
Si como rey mereció los calificativf¡}s de conquis-
tador y de hacendista, como cristiano pasa por un
I

acabado modelo de piedad: fundó templos, se mostró


celoso de la pureza de la fé , y hasta rué benévolo y
t olerante para con los judíos proscritos.
P edro IlI: conquista de, Sicilia. Al morir di·
vide Jaime 1 el R eino entre sus hijos, legando .i Pe-
dro IlJ (1276) lo~rr i torios' de Aragón, Cataluí1a, Va·
lencia, Rosellón, Montpeller y F enolledas, y á d01l Jaime,
.Mallorca . .
<¡.pedro 1II empleó los primeros años de su reinado
en someter y expulsar ,i los l1ludcjares valencianos, en
haeer feudatario suyo el reino de Mallorca, y en sofo·
car algunos motines á que él mismo di,ó Illotivo opa·
niéndose á jurar los fueros y pri vilegios del Reino: este
deber fué impuesto por los pueblos á los reyes desde
que las Córtes habían declarado hereditaria la spberanía.
Representante de los derechos que los Emperadores
alemanes tenían sobre Italia, por estar casado COIl doña
COltSIC11I:Jfl, prima de Conradino, acepla la invitación que
los sicilianos le hacen para apoderarse de esta isla, y al
efecto organiza una formidable escuadra, la cua l para
evita !' recelos se di rige con rumbo á Túnez: entre tanto
que se verificaba ell Palermo la matanza conocida con el

'74
nombre de las Vl.rpt'ras sicilianas, Pedro III se dirige
hácia Mesilla, derrota al ejército angevino que sitiaba
c!;ta plaza, y aclamado por todos (1282) agrega la her-
mosa isla de Sicilia á los extensos territorios de la mo-
narquía aragonesa.
Gu erra contra F rancia. Como esta conquista
anulaba la cesión que el Pontífice Martino IV había he-
cho del trono de Napolcs en favor del duque de Anjou,
no solo rué Pedro IU excomulgado, sino que, alegando
el Papa la infeudación hecha por Pedro II el Catól ico,
adjudica el Reino de Aragón n Carlos de Valois, hijo
del rey de Francia.
Penetran los franceses por el Rosellón y ll egan hasta
Gerona, á tuya ciudad ponen sitio; pero aunque los ene-
migos eran muchos y con ellos estaba don Jaime el de
Mallorca, catalanes y aragoneses unidos caen sobre las
tropas invasoras y las derrotan por completo, en tanto
que el desastre de San Felíu de Guixols, y la peste que
comienza á diezmar las fi las Íl'ancesas, hacen pedir la
paz al monarca francés: p,uaron libres á su pals, en vir-
tud de convenio, la famili", de Felipe nI y el legado
pontificio, pero el Collado de las pal/izas fué testigo de
una carnicería espantosa, que dejó tristes recucrdo!S para
mucho tiempo en el ánimo de los franceses.
E1ItPrivilegio generalJl Tan reservado se mostró
Pedro nr en la realización de sus planes, cuyos móviles
dejaba envueltos bajo el más impenetrable misterio, que
los nobles, el clero y el pueblo comenzaron á murmurar
de su poco respeto á la consti tución de los reinos,
pues sin el consentimiento nacional se permitía concer·
tar paces, declarar guerras, exigir tributos, y hasta
ausentarse á paises remotos: reunidos los procuradores
t:DALI MIWIA.
."
en las Cortes de Zaragoza, tuvo que responder á los
cargos que con este motivo se le hicieron; y para evitar
en lo sucesivo conflictos semejantes, otorga el Pr;1JIk·
gio gmt'ral, confirmación de los antiguos rueros é inm u·
nidades, y en el cual se impone :í. los reyes la obliga-
ción de reunir Cortcs, anualmente por lo menos.

LRCCIÚN XLIV .

AUonso 1lI: el Privilegio de la Unlón.-Convenio de TarascÓn.- Jal-


me 11: complicaciones en Slcllla. - Calalanos y Aragoneses en l e-
vanle.-Allonso IV: represenlación popular en Valencia.- Pedro IV:
anexión de las 8aleares.- Guerra de la Un ión. - Jllan 1 y Marlin 1.-
Campromiso de Caspe:- Fernando 1: cisma de Occidento.- Allo ns o V:
conquista de Nipoles.- Juan 11 y Fernando V•

..¡)...1fonso IlI: el privilegio de la. Unión. Al·


fOI!o {ff( 1285), que sucedió ásu padre Pedro el Gran·
de, quiso anular el Privilegio general y titularse rey ano
tes de scr proclamado por.los Estados, prévio el jura-
mento á los rUCI'OS, pcro la resuelta actitud dc los cata-
lanes le hicieron desistir de su empel10, y lo que es mas,
en las Cortes de Tarragona (1287) otorga el Privileg;o
de la Unión, donde se ligitima el dcrecho de insurrccción
contra el monarca que viole las leyes.
Convenio de Tarascón. Excomulgado por Ha-
norio I V a causa de la posesión de Sidlia, ajust6 con
este Pontífice el convenio de Tarascón por el cual rc-
nunciaba sus derechos á la pose!:iión de esta isla, y sc
obligaba, además, al pago del tributo convenido en
tiempos de Pedro JI.
Jaime II: complicaciones en Sicilia. Sin
cumplimentar este convenio mucre Alfonso III y le he·
1l1Sl'O"ÍlUA 1)" KSrAÑA.
'7'
reda su hermano Jflil1U Ir (129 1), rey á la sazón de
Sicilia, cuyo virreinato entrega á dO1/- Fadr iqlll': reno-
vada la excomunión por el Papa, y planteado el
problema en el terreno de las armas, las diferencias ter-
minan en la par. de Agualli, estipulándose que los
monarcas aragoneses renunciaban para siempre á la po-
!icsión de la Sicil ia, pero que recibirían como compen-
sación las islas de Córccga }' Ccrdelin.
r'\sí quiso hacerse, mas los sicilianos proclamaron
rey á don Fadriqllc; y aunque lucharon ambos herma-
nos con igual tenacidad, el Aragonés para cumplimentar
lo convenido en Agnani y el de Sicilia en defcns'l de
su trOIlO, pudo más éste y hubo de terminar el asunto
casando á don Fadrique con una hija del rey angcvino
de Nápoles, cuyo matrimonio suma los dercchos de
ambas dinastías rivales.
Catalanes y Aragoneses en Levante. A poco
de estos sucesos - tuvo lugar la heróica expedición de
Catalanes y Aragoneses á Levante: amenazado por los
turcos el Imperio de Constantinopla, á cuya capital ha·
bían puesto sitio, solicita Andrónico Paleólogo el con·
curso de algunas fuerzas de las que se habían alistado
para don Fadrique, y cuatro mil Catalanes y A ragone·
ses, mandados por Roger de Flor, atraviesan el Medi·
terráneo, penetran en el Bósforo, caen sobre el ~llemigo
que huye despavorido hasta el Asia, y terminan feliz ·
mente su campaJ1a entre el asombro de los afeminados
imperiales. No cumplieron éstos su compromiso cual
debían sino que asesinaron cobardemente á Roger; pero
los españoles saben hacerse justicia de tal modo, que
su recuerdo ha pasado á la historia con el nombre de
Vi'ngtw:.:a cata/mm.
EO.l Il bIEDI.l.
."
Alfonso IV: r epresentación popular en Va~
lencia, A Jaime II el Justiciero, así llamado por su
conducta en el convenio dc Agnani, le sucedc su hijo
Alfollso /V(1327), que apellidaron el Bmigllo á causa
de SIl bondadoso carácter: lo~ únicos hechos notables
de su reinado fueron, en el exterior, la guerra contra
los gcnoveses que le disputaban la soberanía sobre
Cerdeña, yen el interior, el motín de Valencia,
Como hubiera contraído segundas nupcias con dalia
Leonor, hermana de Alfonso Xl de Castilla, y la llueva
reina viese que la corona tendría que pasar al infante
don Pedro, hijo de la primera mujer, intrigó para que
el débil monarca, desmembrando sus estados, confiriese
algunos territorios á sus nuevos herederos: asf parece
que el rey lo hizo; pero los valencianos se sublevan, y
una comisión presidida por el tejedor Guilléll de Villa·
tea consig ue hablarle, le recuer9a sus deberes de rey,
y el reparto no llega á verificarse.
Pedro IV: anexión de l a!!. Baleares, A su
muerte ocupa el trono Pedro IV (1336), frío, taciturno,
calculador, y digno émulo de Pedro 1 que á la sazón
reinaba en Castilla: mereció ser llamado Ceremonioso
por sus aficiones á la etiqueta de Palacio,
Comprendiendo que las tendencias de la nobleza
eran anular el poder real para sustituirlo COII una ase
como forma de I'epüblica aristocrática, contra los no,
bies dirigió siempre los certeros dardos de su poHtica,
hasta brutal algunas veces; al efecto comienza indispo-
niéndose con su hermano don Jai me, rey de las Baleares,
, en una guerra de cuyas resultas pi erde
al cual envuelve
su COTOna, la cual se enlaza ¡i la corona aragones..'\: el
delito de don Jaime fué ser bien quisto de los nobles,
"
",
Guerra de la Unión. Como las leyes arago-
neses excluían del trono á las hembras, Pedro IV no
podía trasmitir la corona, caso de muerte, ,í. Sil hija
única doiía COlatflll::a; pero poco escrupuloso el rey en
la elección de los medios, as! lo Acuerda por su propia
y exclusiva voluntad, originando un imponente levan-
tamiento de la Hermalldad de la Unió" .
N o pudo don Pedro en I.1s Cortes de Zaragoza po-
nerse de acuerdo con los procuradores que le exigían
el cumplimiento de la ley, y entonces enciende una gue-
rra civil que encuentra su término en la batalla de
.l;p ila (!348) , donde triunfan sus partidarios: Pedro IV
rasga con su pUllal el pergamino que contenía el Privi·
leg io de la Unión, y castiga fe rozmente:i los jefes del
partido popular. Sus vcnga!l7.as después de la victoria
no tuvieron límite, ni por su número, ni por su violencia.
A los pocos af10s daba á luz la reina un hijo varón,
el cual gobierna ;Í la muerte de su pad re con el nom bre
de J uan L El hecho de mayor importancia, después de
los referid os, es la reincorporación á la corona aragonesa
del reino de Sicilia , con motivo del fall ecimiento sin
hijos de su yerno F adrique 11[.
Juan l y Mar tín l . Casi desapercibid os pasan
los reinado,; de Jllan f (13 87) Y ./Ifartill J (1395), últi·
mas monarcas de la dinastía catalana que tantos días
de gloria había proporcionado á su patri a, queda ndo el
trono vacante á la muerte del don Martín, apellidado
el Humano por su carácter dulce y apacible.
Compromiso de Caspe. A nte caso tan nuevo
rellniét'onse scp;'l rad;ullente Jos Par/allUlltos de Aragóll,
Catalufl.a y Valencia para acordar lo que más convi-
niera á la salud del reino, pues los candidatos al trono
'79
cra n cinco, á saber: el conde de Urgel, el duque de
Gandia, don Fernando el de Antcquera, el duque de
Calabria, y don Fadrique, hijo natural de Martín
de Sicilia. No pudieron los procuradores concertarse,
pero convinieron en nombrar un jurado compuesto de
llueve compromisarios, tres por cada rei no, á los cuales
se concedían poderes absolutos para decidir la cuestión
conforme á su conciencia, y teniendo en cuenta los mé ·
ritos de los ólspirantes: reunidos en Caspc, los compro-
misarios, bajo la presidencia de San V icente F crrer,
declaran rey al infante don F ernando el de A ntequera
(1412). Este fué el famoso Compromiso de Coste.
Fernando 1: Cisma de Ocoidente. FerJIolldo I
tuvo que reprimir la sublevación del conde de U rgcl,
descontento por el resultado del Compromiso de Caspc:
el único hecho notable de su reinado de cuatro años
fué la participación que tomó en el Cisma de Occidmtr,
separándose del anti-Papa LUlla, el cual, ni aún aban-
donado de sus comp:ltriotas, quiso reducirse á la obe-
diencia.
Alfonso V: conquista. de Nápoles. AlfollsO V
(q l6) mereció que le apellidasen el l1faglldllimo por la
protección que dispensó á las artes, las let ras y las cien·
cias, lo mismo que á los sabios fugitivos de - Constan-
tinopla cuando esta ciudad fué tomada por los Turcos_
Designado como heredero del reino de Nápoles por
Juana 11, :i. condición de que la defendiese contra los
angcvillos que acaud illaba Ll1is de Anjou, candidato
del Pontífice á esta corona, vió luego defraudadas sus
esperanzas por ulla genialidad caprichosa de la rei na,
lo cual hizo que Alfonso V apelase á las armas contra
los confederados italianos, que consiguieron derrotarle :
,So HlSTÓKIA VE I::S!'AÑA.

lejos de desmaya r en su propósito, rehace SIlS tropas,


ataca valientemente al enemigo, y penetra vencedor en
la ciudad de Nápolc!? (1442) de cuyo reino se apodera
en definitiva. En el aí'ío siguiente agregaba también á
su poderosa monarquía [os t erritorios de Milán, por rc-
Imncia de su poseedor Felipe Visconti.
Juan II y Fernando V. Al morir (1458), de-
jaba por heredero á su hijo Jitan JI, que reinaba en
Navarra á causa de su casamiento con doña Blanca de
Evrcux: sabidos son los succsos principales de esta
época azarosa y revuelta que, después de la guerra civil
entre beamonteses y agramonteses y de! asesinato de
los inocentes príncipes de V iana, don Carlos y doHa

Blanca, termina con el fa llecimiento de Juan 11, de quien
hereda la corona de Ara¡;ón su hijo Ferllillldo V, ca-
sado para entonces (rso6) con Isabel 1 de León y
Castilla.

LECOIÓN XLV.

(Reconquista cric tiana en Catal uña .)

Ori gen del Condado de Barcclona.- Su indcpen~en'cia con Willredo l.


-Borrelll: conquistas á los musulmanes. - Sorrel! 11: excursiones
de Almanzor. - RamÓn Borrel! I y Ramón Bcrenguor !.

Orjgen del Condado de Barcelona. .De todos


los territorios que m;ís allá de los Pirineos poseyeron
los espal101es durante la dominación visigoda, solo
conservaron el moderno Langucdoc, llamado Scpli1llil-
"ia, por las sietc ciudades principales que le compo-
nían: aun este rué conquistado por Pipino el Breve
cuando tuvo lugar la invasión de los musulmanes en
España.
,8,
A l hacer el emperador Carlomagno que este territo-
rio forma se parte del reino de Aquitania, formó lo que
se llamaba lIfarea hispállica (778), es decir, paises fr on-
terizos entre Francia y Esparia¡ así como cuando Lu-
clavico Pío (8 I 7) se apodera de CatalUlla por conquista
hecha :í los infieles, compone de las dos provincias tui
solo Condado, que tuvo por capital á Barcelona. En el
reinado siguiente, Carlos el Calvo separa la región cs-
pa!lo1a de la propiame-ntc transpirenáica, y organiza el
nuevo Condado bajo la base sellaría! propia de la mo-
narquía francesa, de la cual formaba parte.
El primer cOl:dc de Barcelona rué Bera, al que si-
guieron por su orden, 13crnhard, lJerengu'O:i", Udalrico,
Wilfredo de Arria y Salomón .
Su indcpcndcilOia con Wilfl'edo l. En tiem·
po de Salomón (874), los catalanes se aprovechan de
la decadencia de los monarcas carlovingios, dan muerte
al representante fra ncés, y nombran un Conde propio é
independiente que fué r.Vilfredo eL Velloso, con el cual
principia la história de Cataluña, propiamente española.
Dc ánimo esforzaclo y emprendedor , después de
hnbcr a!'~gurado 'VVilfredo 1 la independencia de sus es·
tndos, vuelve las victoriosas arlllas contra los musulma ·
nes ¡í los cuales arrebata el territorio de Vich, desalo·
j:índoles de las extribaciones de Monserr.:lt: delllostr6
su piedad levant,1ndo á orillas del Ter dos monasterios,
el de San Juan de las Abadesas y el de Santa María
de Ripoll, que dotó espléndidamente.
Borrell 1: conquistas ti. los m usul manes. Le
sucede su hijo (898) Borrdl f, el cual continúa la ' Re·
conquista con tanto denuedo inaugurada, extendiéndose
por los paises vecinos de Gerona y Urgel¡ mas como oí


I SZ III STÓIlIA OE Y.SP.\;;;-A.

su muerte dejara una hija, y las costumbres por las cua·


les los catalanes se reg lan excluyesen del trono á las
hembras, le hereda su hermano S,miario (9 12), quien
más aficionado á la vida monástica que á los aza res de
la guerl'a abdica la corona en sus hijos 001'1'(/1 lf Y
JltIú'óll (9 I7), no sin haber antes cumplido con sus de·
beres de soberano luchando valerosamente contra los
invasores, á los cuales obliga á retroceder luicia el
mediodra .
Borrell IT: excursiones de Almanzor. Por
muerte de ]o.'firón quedaba Borrell II como ünico sobe·
rano de este Condado, que para entonces comprendía
los de Ausona, Barcelona, Gerona y Urge!: coincide su
gobierno COIl la invasión formidab le de Almal/::or .
A pesar del heróico valor'demostrado por este conde
en la defe nsa del territorio, vió cómo los nmsulm<l nes
entraban á saco en la capital, talaban los campos y
destruían las poblaciones, el} tanto que sus aterr<ldos
habitantes corrían á refugiarse en trc las cortaduras y
asperezas del infranqueable Pirineo. Defendióse has-ta
lo último, y casi solo ya , perd ida la esperanza de in-
tentar nada en el país de los llanos, se embarca para
reunirse con los suyos, y desde Manrcsa, dontle impl'o ,
visa un pequefio ejército, emprende una brillante c:l.In ·
pana que termina conq uistando á Barcelona y reco-
brando todos sus estados.
A los cuatro años muere (992) : dejaba e! Condado
de Barce!ona ;i Ram/m Borrell, y el de Urge! á Ar-
1JIeJlgol.
Ramón Borrell 1 y Ramón Be r enguer l .
Ramóll Bon'dl 1 comenzó á quebrantar e! régimen
feudal del princill<ldo, otorgando ¡i los pueblos inmu ni ,

EDAD MEO!A .

dad{!s y franquicias; y después de haber continuado la


'"
lucha contra los infieles, toma parte activa en la guerra
civil Sllsci tada por estos invasores con motivo de la
elección de Califa, decidiéndose á favor de l\1ohamad.
Su hijo Ramón Bt'rmgltu f, que le sucede (1018) ,
Ill:is amante de la paz que de la guerra, se dedica á
continuar la obra inaugurada en el rei nado a nterior, y
al efecto confirma a 13arcclona cuantos derechos y fue-
ros te habían sido concedidos por su padre, completán-
dolos con otros nuevos. Lástima grande que las intrigas
de su madre Emersinda le distrajeran gran parte del
tiempo que pudo haber empleado en mejores oficios.
Con la muerte de este CQlldc coincide la disolución
del Califato de Córdoba.

LIWCiÓN XL VI.

Ramón Bcrenguilr ti: sus conquis!as . -C6dlga de los Usajcs.- Benn-


Duerl1am6n I y llam6n Borengucr lU.- RamÓn Bercnguer IV: ¡¡uerra
de las Baleares.-Ram6n Berenguer V: caries de Barbaslro.

Ramón Berenguer II: SUB conquistas. A


Ramóll Bcr""gl/er 11 (1015), se le apellidó el Vicjo
desde su ¡mis tierna infancia por la reflexión y madurez
de juicio que le caracteriz.ó siempre.
Tcrminadas las diferencias con su abucla Emersinda,
que alegaba derechos á b posesión de los condados de
l\"Ianresa y Gerona, y después de haber contraido ma-
t rimonio eOIl la princesa Isabel de Betiers que le trajo
en dote' d sei'lorlo de Carcasona, ensanchó los lfmites
del territorio catalán hacia !as <tctuales provincia... de
Tarrngona y Lérida, vCilcienJo en varios combates ni
Itsr ... ~.\.
'" HIST6RJ " 0.1':

rey moro de Zaragoza. En estas empresas le am.:ilió su


tío el valeroso Armengol de Urgel.
Có1igo de los Usaj es. Además del Concilio cele-
brado en Gerona con objeto de refrenar algu nos «busos,
se debe á R amón Berengucr JI la promu lgación del céle-
bre Código de los Usajes (1068), primer cuerpo de doc-
trina jurídica que, después de las legislaciones bárh:tras,
rué redactado en E uropa. Comprendiendo la deficien -
cia de los antiguos canones visigodos, y deseando mo -
dificar en benefici o de su autoridad el carácter feudal
que informaba el derecho consuetudinario semi·español
y semi·francés sobre el cual se basó siempre el sistema
político del Condado, dió acertada cabida en los Usajes
á la institución salvadora de las Cortes, con cuya me·
dida consigue debilitar el poder de la nobleza.
Berenguel' Ramón 1 y Ramón Bel'en guerIlI .
Vió amargados los ült imos dias de su vida por la sen·
sible desgracia de q ue fué causa la enemistad entre el
mayor de s us hijos y su segunda mujer, y le suceden en
el gobierno lJercllgucr Ramón y Ramón Berenglft'r fll,
los cuales reinaron juntos algún tiempo (1077).
No duró la concord ia entre ambos herma nos tanto co-
mo de desear hubiera sido, pués más ambicioso el p ri-
mero de ellos}' más indigno de ejercer la autoridad,
busca asesinos merceaarios que le libren de su ri val: la
conciencia de los severos catalanes se subleva contra
tama!1a pcrfidin, y por mas que el fratricida pl'ocllra ha-
cer olvidar el pasado crimen continuando la Rccon·
quista y entrando al asalto, casi solo, cn la ciudad de
T arragona, tiene que extrañarse de su patria acosado
por los remordimientos}' obl igado por el gcneral des·
precio, en tanto que los nol;lles, los prelados y el pueblo
EIMO )IEDIA.

se declaran por el hijo de la víctima, Ramón Berm-


guo' IV (1113).
Ramón Berenguer IV: guerra d e las Balea-
r es. Con razón ha merecido este soberano el califie:l.-
tivo de Grande: su casamiento con doña Dulce hizo que
el territorio de ProvmtJa viniera á completar sus ex·
tensos dominios, así como d e~pués, las brillantes eam·
pañas inauguradas con tra los musulmanes, convierten
en tributarios suyos á los reyes moros de L érida y Tor ·
tosa.
No satisrecho todavía Ramón Berenguer IV trabaja
la alianza con la florec iente república de Pisa, y juntos
catalanes y pisanos emprenden la lucha contra los in fie-
les pi ratas que, al ab rigo de las islas Baleal'es donde
tenían su guarid:t, infL'$tab:tn las costas de L evante, im-
p osibilitando toda empresa hácia aquellas feraces ca·
marcas; el hecho de apoderarse los coligados de Ibiza y
Mallorca, plazas que los musulmancs recobrarán más
tarde, sirvió para demos trar <Í los catalanes la necesidad
de crear una ma!'ina poderosa.
Ramón Dcreng uer IV ticnc la gl oria de haber sido
el pri mer soberano español que, saliendo de \,¡ penín-
sula, sc atreve á medir sus armas por mar contra las
fu erzas dI! los musulmanes: otra consecuencia de los
pasados sucesos fué el fomento del co mercio mar/timo
catalún, el cual no ta l'dando alcanzará poderoso des-
arrollt) .
Ramón Berongu cr V: cortes de Bllrb astro.
Le sucede su hijo Ramón Bcrl'llgut'r 11 (113 1), últimO')
Conde privativo de Barcelona; conti nuador de la polí-
tica iniciada en el reinado anterior, y respondiendo á
los deseos de Ramiro II de Aragón, contrajo matrimq'
,86 IJJS'r ÓIlIA m~ ¡;sr... R ....

!lio con la infanta heredera de este reino, doria Pdrollila;


enlace que fund e para siempre en una sola las naciona·
lidades aragonesa y catalana. Las Cortes reunidas en
Barbastro (11 37) sa ncionan la abdicación del rey monje,
y demuestran su alegría por este suceso que viene ;:l
estrechar lús lazos que unieron siedlprc á los naturales
<.le ambos rein os.

¡,ECCIÓN Xl,vIL

(Reyes Católico3 . )

",comodamlenlll entre I sab~1 r y don Fornando.- Guerra cIvil: un16n do


Castilla y Arag6n.-Uflidad palrtiea y soclal.- Unidad religiosa: la
InquisicI6n.- Unidad nacional: conquIsta de Granad ••

A com odamiento entre I sab el 1 y don Fe r~


Dando. A la muerte de E llrique IV (l474) es procla-
mada reina de León y de Castilla su hermana !sabe! J,
según lo consig nado en el acta de Guisando, proclama-
ción que las Cortes rati fica n dentro de aquel mismo año_
Algunos disgustos surgieron con motivo de las pre-
tell;;iones que don J?ernalldo de Aragóll alegaba pa ra
dirigi r los negocios del Estado e n su calidad de marido
y de ,-arón, pero el ddicado tacto y cxquisit:t pruden-
cia ele la rcina supieron salva r talt diffciles escollos,
conviniéndose en definitiva que los bustos y las firm as
de ambos aparecerían juntos en los sellos é ins tnllllcntos
pliblieos, s i bien el gobierno directo correspondía ex-
clusivamente á do;"ia Isa bel, que era la legítima so-
bera na.
Guerra civil : un ión de Castilla y Al'agón.
<;omprendiendo Jos )cfes de la desconlenta lloblez,l q uc

.. ~OAO ~U:OI.\. " 7

sus pretensiones de dominación encontrarían en estos


esposos una resistencia mayor que la cOllocida hasta
, entonces , opusiéronse á la corriente general que les
aclamaba, y encendierOll la guerra civil decidiéndose
por el partido de la Bcltram:!(l, heredera legítima del
trono si se atendía al testamento otorgado por Enri·
que IV.
De nada valió á los revoltosos que el marqués de
Villena y el arzobispo de T oledo se coligaran con Al-
fonso V de Portugal, desposado COIl dOlia Juana, ni que
al frente de un ejército pCllet1"al"i\ éste en la ciudad de
Toro, donde se proclamó rey, pues vencidos en el te·
rreno de la fuerza, la guerra civil termina muy pronto:
la desdichada Deltraneja, tal vez víctima de una injus·
ticia enorme, se retira á un monasterio, donde toma el
hábito de relig iosa.
A los tres alias de estos sucesos hereda Fernalldo V
(1479) el trono de Aragón por fall ecimiento de su
padre, )' de tan pacífico modo viene á conscguil"se la
fu sión de ambas poderosas monarquías.
Unidad política y social. Propusiéronsc Isa·
bel 1 Y Fernando V, llamad o~ los RC)'I'S Calólicos, aba·
tir el formidable poder de la noblcza, y cmplcal"on pal·a
conseguirlo varios medios: 1.° la creación de la S alita
H t'rlllfmdad, instilución judicial y armada quc tenía
por objeto persegu ir <i los deli ncuentes de lada clase,
plebeyos ó nobles, )' que fué aprob:lda en las Cortes
de C j galc~ y Dueí'ias (1476); 2.° la reversión á la Ca·
rana de todos los bielles y prhf,ügios abusivos, que
cran muchos;)' 3.° b. investidura de los reyes como
JJíat'stn's de las órdenes relig-ioso·l11i litares, concedid<\
¡Jor el papa Alejandro VI ,
•ss IllSTÚRIA UE f.SPAÑA .

Protestó la nobleza contra estas medidas que venían


en cierto modo á igualarla con el Estado a,1I\0, pero la
actitud cnerg ica de los monarcas )' la e."\:pcctación agre-
siva del redimido p ueblo la hicieron desistir de SlIS pro-
yectos belicosos; que habían pasado aquellos tiempos
en los cuales un grupo de malcontentos, padia n :i mal·
salva traslornar el orden é imponerse al resto de la na·
ción, con perj uicio de los com tl1les intereses )' en des -
prestigio del principio de a utoridad: con estas medidas
recibieron garantia b;lstantc la seguridad personal y la
propiedad, se limpiaron los caminos de los bancloler.os
que los infestaban, apareció el ejercito permanente para
la defensa de los intereses comunales, se regularizó la
administración de ju ~ticia, redactando nuevas Or denan~
zas, normalizáronse los impuestos, y se d ejó sentir, por
fi n, en todos los ramos del gobierno, la acción d e un
podcr robusto, inteligente y razonable.
U n idad r eligiosa : la I nquisi ción. La lucha
sostenida contra los musulmanes, el ódio de los cristia·
nos (l los jlldíos, la guerra d-: los albigenses en el país
ca tal;in y el fanat ismo del ig norante vulgo que supon ía
la perpetración por p:trte d e los infiel es de toda clase
de abominaciones ¿ infamias, hicieron que se estable·
ciese en Esp:tl1a el Tnbmral de la fI,q!lúici¡m (1480):
bi en hubiera podido conseguirse la If"idad religiosa
por otro.q medios, ,Hinque nl,í .. lent amente; pero la opio
n¡ (i n pública a.~í 10 pidió, y hubo d e comen zar sus fUll-
ciones en la ciudad de Scvilln , á pesar de la resistencia
que Isabel la Católica opuso siempre ;i su plantea.
miento.
Hay que juzgu l" de los hechos CO~l rc!ación á sus
~pocas, si se qui ere ser justo: aquellas muchedu mbres
EDAD MEDIA .

fa náticas, ignoJ'antes y rcncorosas; aquella mul titud


que acudía á p resenciar un auto de fé como si fuese á
una fiesta; aquel pueblo q ue apagaba con g ri tos de
jübilo los I ~ m c!ltos de los q lle agoni;w.ban entre las
ll amas, cuando no con inm undas y procaces blasfemias;
aquellos cristianos, Sil1 dis tiJ:tción de categoría, condi-
ción ni cl ase, que se creían honrados con el vil ofIcio
de los dela tores y de los verdugos, merecía la l llq/lisi-
ciim, y la tuvo. E l objeto de este T ribunal .rué en su
origen extirpar las herejías, pero pronto se bnsta rdeó
completamente, y en nombl"c de una Religión sublime
y divina de pa::, amor, y Céfridad, se cometieron por
quienes tenía n interés en uti!izélrla como arma política,
tantos y tan horribles crímencs, que ponen espanto en
el corazón más duro.
Unidad n a cion al : conq uista de Granada"
L os Reyes Católicos consig uie!"On la unidad 1/aciona!
Illediante la conquista de Granada, epílogo bril lante de
esa epopeya cuyos prim eros cantos esculpieron Pelayo
y los suyo.o; sobre los riscos de las montnt1as asturianas .
El haberse apoderado Jl ful"Y·Hassam de la ciudad
de Zahara sin que mediara provocación de ninguna
clase, y la respuesta arrogante que el monarca g rana-

dino dió á los embajadores que le reclamaban el tri·
buto de vasallaje, fueron causa para que los R eyes
Cat6licos declarasen la guerra .:i. los musulmanes, ocu·
pados desde tiempos atrás en sangri entas luchas in-
tel"iores""
Comienza la campai'ia con la toma de A lhama , p or
bs tropas que mandaba Rodrigo POllee dc L eón, y Sll -
cesivamente caen en poder de las arlllas cristianas, Laja,
en cuyo asalto se distinguió tanto Gonzalo de Córdoba;
" O

Málaga, que se defendió de un modo heróico; Baza,


refugio de muchas familias ~egríes del vencido partido
ele este nombre; y después Almcría y Cundix: aislada
Granada, cuyo cerco empieza con la primavera del
año 149' , no puede resistirse auís que llueve meses á
pesar de la derrota de Zubia y el incendio del campa·
mento cristiano. El cardenal i\'lcndoza penetra en los
nrrabales, y acordada la capitulación, Mohamad entrega
á Isabel la Católica las llaves de la ciudad, diciéndola:
estas, St'iíOrtl, SOIl los IImll"s dI! es/e Paroiso. La obra
c.~tá terminada, y la cruz vuelve á extender sus brazos
de amor y esperanza sobre esta tierra de E spal1a.

LECCIÓN XL V11 L

El Nuuo Mu nd o: Crisl6bal CoI6n.- CoI6n en la Rábida y anlo los Re"


yes Cat6 Ilcos.- Colón on Salamanca: ras go notab1Hsimo do Isabll!.
- Pri mer vilje: ¡Tierral-Sagundo y tercer vlaje.- Cuarto viaje:
muo rto de Colli n.

El Nuevo Mund o: Cristóbal Colón. En


t iempo de los R eycs Católicos se vcrifica el notabilí-
simo d escubrimicnto del Nuevo Abmdo por Cristóbal
COIÓII, nacido en Calvi, Cerdeiia, cuando esta isla perte·
neda á los españoles.
Hijo Colón de un pobre lanero. aprendió en su nillez
;i leer, escribir y los primeros elementos de la A ritmé·
tica; cardando lana con su hermano Bartolomé, estuvo
después en Génova hasta los catorce años.
A est¡J. edad se dedicó á la navegación: de su corres·
pondencia epistolar se deduce que recorrió la costa
de Levante. En 146 1, después de haber residido algím
I!.D.\I) lJ t: IlIA_
'9'
tiempo en Savona, rué capitan de un buque al servicIo
de R enato de A lIjou, rey nom inal de Napoles, y luego
cn 1475, jer<! de una armada de g aleras genovesas
contra la república de Venecia: s u nombre cOlista regis-
trado en el libro de averil1s del año 1476-
El mal estado de la ciudad de Génova á consecuen-
cia de las in trigas de Galeazo, duque de l\Iil ;i n, le h;¡ce
trasladarse :i Portugal donde se habían refugiado mu-
chos compatriotas suyos, entre ellos, s u hermano Bar-
IO/OIlIé, hábil cosmógrafo que se ganaba la vida trazaudo
mapas para el servicio de los navegantes en el Oecéano_
En Portugal ]-ealizó algunos viajes por Inglaterra y
Afl'ien, y sobre todos UIIO en Febrero de 1477 que le
llevó cien leguas más al\¡í de la ¡sln/dia, comprobando
cntonces en la práctica los numerosos conocimientos
que en ~u insaciable deseo de saber había ido aleso,
randa: naturalizado en Lisboa por su matrimonio con
dolia F elipa PeIestrcllo, y aprovceh¡índose de las notas
y papel es que á su muj er había dejado su abuelo, Dar-
tolomé Pcl estrello, hábil navega nte y explorador de la
isla de Puerto Santo, concibió el proyecto de lanzarse
al Occéano pam ver si cncontraba nuevas tierras ó si
rodeando el globo llegaba hasta las costas orientales
del Asia ,
E ste proyecto habla sido acometido dos sig los antes
PO]' los genoveses .Doria y Vivaldi, que perecieron ab-
sorbidos por las olas,
Trabajado su plan maduramente en fuerza de asidua
meditación, discutidos algunos pormenores con su her-
mano Bartolomé y el famoso matemritico F oseanelli,
conociendo los viajes realizados por los exploradores
anteriores, calculados los grados de meridiano entre
111 51'ÓII.l,4, DE ES PA~A.
'9'
Grocnlandia y China, y alentado por las narraciones de
Pedro Correa, el cual afirmaba haber visto en las Azo-
res objetos desconocidos en Europa, empujados hasta
11.111 por los vientos clel Oeste, de ta l manera anai~aro n
ell el ánimo de Colón la existencia de UIl 1Jllmdo deseo-
llccido, que desde entonces se ocupó csclusivamcntc de
su atrevido proyecto, sin descansar hasta verse en con.:'
die iones de poder rea1izarlo.
Necesitaba una nación que le proporcionara elemen-
tos, es decir, naves, gentes y dinero, y al efecto se di-
rige á Génova en demanda de cllo, sin que 'consiga su
intento: igual suerte corrieran sus pretensiones en Ve-
necia, Francia é Inglaterra. En Portugal hicieron m,ls,
quisieron robarle su proyecto, aunque Sili resultado á
pesar de las sujestiones de Calzadiglia: entónces es
cuando Colón, muerta su primera csposa, toma de la
mano al pequeño Diego, y después de un largo viaje á
pié, fatigado, cubierto de sudor, se presenta á las puer·
tas del monasterio de la Rdbida, en demanda de un
poco de pan yagua para aquel niño, y descanso para
él ('485).
Colón en la. Rábida y a.n te los R ey es Católi-
cos. Fr. Juan Pérez de Marchena, abad de la-Rábida,
adivina el génio de Colón, y convencido por aquella ló·
gica sencilla, natural y expontánea que brotaba á rau-
dales de sus lábios, le insta para que se aviste con los
Reyes Católicos, y les proponga la realización de tan
gigantesca empresa: había sido Marchena confesor de
la reina y tenia muy buenos amigos en la Corte así es
que pudo darle recomendaciones valiosas para el car·
denal Mendoza y Fray Hernando dc Tala"cra, los cua·
les le recibieron carinosamcnte.
' 93
Era á la sazón cuando el asedio de Granada, por ma -
llera que toda la atención se hallaba fija en aquella em-
presa que iba á terminar la obra de siete siglos de
combates; y aunque rué Colón presentado á los monar·
cas, y estos le escucharon con benevolencia, nada defi·
nitivo se decidió hasta terminar la campafia.
Colón en Salamanca: rasgo notabilísimo de
Isabel l. Sometido entre tanto el problema oí la Uni·
versidad de Salamanca, encargada de redactar el opor-
tuno informe, los teólogos declararon irrealizable su
proyecto, y esto después de muchos meses de vacila-
ciones, discursos y dudas: la existencia de los tl1llípodas
no cupo en la cabeza de aquellos sabios. Abatido con
esta resolución, vencido por el tiempo trascurrido , exce·
sivamente largo para su impaciencia, y desconfiando
del éxito, resuelve marchar á Francia de nuevo, cuando
el P. Ma rchena consigue hacerle volver al campamento
y arreglar las capitulaciones definitivas.
Fernando V se negó :i todo, pero Isabel, en un
arranque de entusiasmo, toma la empresa á cargo de su
corona de Castilla , y dice: cuando las "c/das I~O óGSlm,
rmjmiar¿ mis al/tajas para ocurrir á los gaslos. Al fin
se firmaba el convenio después de siete anos de Sú'
plicas y sufrimientos (17 de Abril de 1492).
Primer viaje: ¡Tierra! El viemes 3 de Agosto
de r 492 zarpó Colón del puerto de Palos con tres pe-
queñas caraóelas; le acampanaban ciento veinte indivi·
duos de tripulación, entre ellos, en concepto de jefes,
los hermanos AlfonsQ y Pral/Cisco Pinzóu, ricos comer·
ciantes de Huelva.
El d ía 9 de Setiembre perdieron de vista la isla
de Hierro, que . muchos abandonaban con lágrimas de
'3
." IIISTÓRIA VE Y.SPA¡'¡A •

miedo: después de correr una tempestad horrible que


puso sus vidas en peligro, de murmurar casi todos de
la expedición pretendiendo volver la proa hácia Europa
ó arrojar al agua al Almirante, caso de oponerse, descu-
brieron la tan suspirada tierra al amanecer del 12 de
Octubre.
Si el Nuevo Mundo no hubiera existido, Dios le ha-
bría hecho brotar del fondo de los mares para premiar
la fé de aquel hombre incomparable.
Posesionado Colón del territorio á nombre de los Re-
yes Católicos, denominó 5all Salvador á la isla de su
arribo, que los indlgcnus llamaban Guanahani, y suce-
sivamente descubrió las Isabda, Fcntalldillfl (Lucayas,)
Espnilola (Cuba) y Haiti: de rcgt'cso;í Espana fllé reci-
bido en Barcelona por los reyes que le agasajaron en
extremo; sus enemigos de antes se convirtieron en adu·
ladores serviles, y hasta los sabios salmantinos enmude·
cieron de vergüenza.
Segundo y ter cer viaj e. En el segundo viaje
(1493) descubrió las islas Cm'ibcs, Dominica, GI/ada/u·
pe, Puerto-Rico y JaJJlaica, teniendo que volver á Es_
palia para contestar á las calumnias fraguadas por sus
envidiosos enemigos.
En ,el tercero ( 1498 ), después de explorar la isla
Trinida({, se lanzó p,)r la corrientc del OriIlOCO, pero
cuando recorría las costas del Nuevo Mundo, es traido
á la península por Eabadilla, cargado de cadcnas yen·
cerrado en la sentina del buque como si fue ra un fado
neros.o. .
L os monarcas le rehabilitaron, mas el dano estaba
ya hecho,
Cuarto viaj e: muerte de Colón. Su cuarto
'95
viaje (1 S02), dió por resultado el descubrimiento de la
costa de ¡-fol/dl/ras, Nicaragua, Costa Rica y Darit71:
rechazado de aquel suelo por los mismos á quienes con-
dujo al Nuevo Mundo con pelig ro de su vida, vuelve á
España, donde muerta Isabclla Católica, espíritu supe-
rior que acertó á comprenderle, arrastra Colón una vida
pobre y miserable hasta su fallecimiento, ocurrido en
una casucha mal sana de Valladolid, sobre un mísero
camastro de paja , el día 20 de Mayo de 1506.
Su cuerpo fué sepultado con gran pompa en Sevilla:
los restos se trasladaron (1556) á Santo Domingo, y
desde allí á la Habana (1796). en cuya Catedral reposan
actualmente.
Ni siquiera ha tenido Colón el derecho de legar su
nombre al mundo pqr él descubierto: se le llam6 A"u~·
rica de un joven florentino, América Vcspucio, que
traz6 su primer mapa (1512). Lo extraJ10 es que la
Hist6ria haya sancionado injusticia tan enorme.

LECCIÓN XLIX.

Guerra de NII.poles.- Convenlo enlre Luis XII y Fernando V: tU rDmpl.


mienlo.- Trlunlos de l Gran Cap!!'n: SUI famosas cu.nlas.- Muerl.
de ltabella Cat6l1ca: su testam.nto.-Regencla de Fernando V: pro'
yectos de Folipo el Hermo$o.-Expodlci6n al Álrica.- Conqulsla d.
Navarra.-Testamento y muerte d. Fernand o . 1 Cal6lico.-Regoncla
dol Cardenal Cisneros.

G u erra de Nápoles. Al ser proclamado rey de


Nápolcs Fernalldo lf (1495), de la Casa de Arag6n,
renuevan los franceses sus pretensiones en favor de los
Angevinos, dando lugar á una liga que formaron los
príncipes italianos por iniciativa del Rey Cat6lico: Gon·


'9 6 l!IS-r6RIA I>l'. ESP AÑA.

zalo de Córdoba, enviado para dirigir la guerra, consigue


ganar el título de Gran CaPitán á causa de sus triunfos;
y como más tarde se renovaran las hostilidades por
parte de los napolitanos contra Francia, pues á Fernan-
do 11 había sucedido don Fadriqllc, éste comete la in-
dignidad de aliarse con los turcos: los reyes de Francia
y Aragón , Luis XII y Fernando V, acuerdan repartirse
entonces c:1 reino de Nápolcs . Don Fadfique se retira ¡i
la isla de Ischia .
Convenio entre Luis XII y Fernaudo V: su
rOlllpimiento. El Pontífice, con cuyo acuerdo se
había hecho el anterior reparto, no pudo evitar la gue-
rra que estalló entre Aragón y Francia con motivo de
la posesión de la Basilicata y Capitanata, de cuyos te-
rritorios querían los dos reyes apoderarse, Se rompen
las hostilidades: los ejércitos franceses penetran en Ca-
taluña, donde son vencidos con graves pérdidas, mien-
tras que el Gran Capitán resiste heróicamentc <Í las
tropas enemigas que, mandadas por el duque de Nemurs,
caen con gran fuerza sobre él.
Alcanzados los espaiioles junto al pueblecito de Ct'-
riíío!a, se tl'aba el combate, mortífero y tenaz, pero los
franceses son rechazados hasta más allá de su campa-
mento, del cual se apodera Gonzalo de Córdoba: en esta
gloriosa jornada, donde el enemigo hizo más tlSO de las
espuelas que de las espadas, sucedió ' que por un des·
cuido se prende fuego al polv'orín espaiiol, y cuando el
desaliento empieza á cundir entre los soldados, meJor
amigos, exclama el Gran Capitán: esas son las bllllilla-
rias JJOI" la victoria que IIOS espera.
Triunfos del Gran Capitan: sus famosas
cuentas. La victoria volvió á repetirse junto al río
___________________'_
· D_'_D_._'_'"_'_"_._____________ ' 91

Garel/ano, á cuyo hecho de armas sigue la conquista de


Gaeta, después de la cual Luis XlI solicita una trégua,
que le fué concedida: el rcino de Nápoles pasa entonces
íntegro al dominio de España (1504).
La liberalidad que Gonzalo de Córdoba empleó para
premiar á los valientes que le habían secundado en sus
campañas, hirió el cadeter avaro del rey, el cllal se
atreve <Í pedirle cuentas de los fondos gastados; y ase·
guran que las presentó aquél tan buenas y completas,
que Fernando V, avergonzado de su taca11ería, <lió por
terminado este asunto .
Muerte de Isabel la Católica: su testamento.
La salud de Isabel la Católica, bastante quebrantada
desde la guerra contra los granadinos, fué poco á poco
destruyéndose bajo la acción de las terribles dcsgracias
que sobre el ánimo de esta sel10ra pesaron con motivo
de la muerte de sus hijos don Juan y dOl1a Isabel, la
demencia de doña Juana, casada con Felipe archiduque
de Austria, y el descabellado matrimonio dc doña Ca-
talina con el rey de Inglaterra, Enrique VIII.
No pudiendo soportar tanto dolor fallece en Medina
del Campo (1504) , la que: había sido espejo de todas
las virtudes, escudo de todos los inocentes, freno de
tocios los malvados, protectora de todos los hombres
eminentes de su tiempo, y la mejor de las reinas. En
su testam ::nto dejaba la corona de Castilla á doiia Jua/la
la Loca, y en defecto de esta á don Carlos, su nieto:
quedó como Rl'geute del reino su esposo Fernando V.
Regencia de Fernando V: proyectos de Fe~
lipe el Hermoso. Gl'aVCS disgustos surgieron desde
el principio entre los nobles cilstellanos, enemigos del
rey de Aragón, por l lll:1 parte, y de la otra entre el


·,s
Regente y su yerno, el cual tuvo la pretensión de go-
bernar solo, á pesar del testa.mento de Isabel J, y de
los deseos de su esposa doña Juana, única y legítima
reina: el rompimiento entre F ernando V y don Felipe
se hizo inevitnble, yel aragonés, dejándose llevar de
su carácter violento, contl"aC segundas nupcias con doiía
Gt'rlltal1d di! Foix, sobrina del rey de Francia.
Por fortuna para todos, este segundo matrimonio rué
estéril.
Encargado del gobierno don Felipe, malamente lla-
mado el primero de este nombre por no haber sido
nunca tal rey, intentó inc:tpacitar ¡:í su esposa para di·
rigir á su antojo los negocios públicos, pero á pesal' de
que en sus absurdas pretensiones le auxiliaba la no-
blezJ., pesaron más en la balanza de la justicia las Coro
tes del rcino, y legalmcllt.:' no pudo conseguir su ob·
jeto: Cll cambio, de propia autoridad removió goberna.
dores y magistrados, colocó ,i los flamenc os cn los
puestos de mayor confianza, y hasta consintió que se
hiciese con las vacantes naturales un tntfico tan indigno
como escandaloso.
Cuando los pueblos se disponían á manifestar de
mala mancr.:!. su desconten to por semejante conducta,
murió don F elipe de una enfermedad aguda, ¡j los nueve
meses de su permanencia en Espal1a.
E xpediCión a l África. Encargado Fernand..:. V
de la rcgencia realizó, entre otras empresas menos no·
tables, una brillante expedición contra el África, debida
á la iniciativa del cardenal ]iménez de Cisneros: los cs·
panales que ya antes se habían apoderado de Mazal·
quivir y del PCl1ón de la Gomera, conquistaron <Í O,.dJl
([ 509) é hicieron tributarios suros á los reyes de Túnez,


EIlAT) ~!JmIA.
."
Tremecén y Argel. El desealabro de los Gelves, y la
participación que el Regente quiso tomar en los re·
vueltos asuntos de Italia, hieieron gue terminara esta
expedición sin otras consecuencias:
Conquista de Na.varra.. A los pocos meses, y
como consecuencia de las guerras anteriores contra
franceses é italianos, penetraba el rey Católico en Na ·
van-a para tomar posesión de eUa (1; 12) al frente de
UII poderoso ejército, prévia una bula de excomunión
en la cual el Pontífice relajaba el juramento de fidelidad
que los naturales tenían prestado á Juan de Albrit y ;i
su esposa doña Catalina.
Testamento y muerte d e F ernan 10 el Ca·
tóUco . Aquejado de grave enfermedad, cuando pre-
paraba nuevas conquistas á costa de los tantas veces
derrotados franceses, murió Fernando V el 23 de enero
de 15 16, dejando á dona Juana por heredel'a de todos
sus estadoS'; y después de esta, al príncipe don Carl os:
al propio tiempo encargaba la Regencia de Aragón al
Arzobispo de Za ragos:n, su h ijo natural, y la de Castilla,
al Cardmal Cisucros.
N'Regencia del Cardena.l Cisneros. Sublevá-
I'onse los nobles castellanos al saber que el octogcnario
Cisneros habia tomado posesi¿'n del gobierno, y como
notase el Regente que aqucllos, lejos de aquietarse de
buena voluntad, le exigían sus poderes, ald los tmé1s,
les contestó , señalando con el dedo los cañones que
montaban las gual'dias del palacio: este rasgo revela su
carácter.
Nacido de pobre familia en Torrc1aguna; estudioso
como el que más, lo mismo en Salamanca que e n Al·
calá; humilde y allimol Jo siempre del espíritu evall·
'00 Ul STÓillA DE ItliPA$! A.

gélico, tanto cuando fué arcipreste de Uccda, capellán


mayor de Sigüenza, pobre franciscano de San Juan de
los Reyes, guardián del monasterio del Castañar, con-
fesor de Isabel la Católica, arzobispo de Toledo, ó Re-
gente del reino, de severidad ejemplar y de una rigidez
á toda prueba, de claro talento no menos que de una
voluntad indomable y enérgica cuando se trataba del
cumplimiento de su deber, tal era Cisneros.
Arregladas las dificultades que surgieron con motivo
de haber enviado el príncipe don Carlos á su preceptor
Addano para que se enca rgase del gobierno, tuvo que
sostener Cisneros dos guerras, la primera, contra los
franceses que pretendían recobrar la Navarra para ell-
tregarla á Juan Albrit , y la segunda contra el pirata
Barbarroja. La última costó un descalabro, si bien sir·
vió al Regente para entretener á la revoltosa nobleza,
la cual no cesaba de conspirar en contra suya.
El 19 de setiembre de Isr 7 desembarca dOll Carlos
en España, y su primer acto político es la redacción de
una carta contestand o otra que el Regente le había di-
rigido cumplimentándole por su venid"" carta que
precipita la muerte de Cisneros, de ese hombre in-
comparable que, además de su carácter, virtudes, ta-
lento político, y actividad, harán siempre céJcbre los
recuerdos de las campanas en la costa afri cana, la rcs-
tauración de los estudios en ambos cleros, la edición
de la Biblia Políglota Complutense, la fundaci ón del
Colegio de San I1defonso, y la reforma de la constitu·
ción de las congregaciones religiosas.

,
EO" O )\1';01".
'"'
LECCIÓN L .

(Civilbloión hispano -cristisna.)

Organillel6n polftlea '1 IOcial.- Agrleultura, Indualrla y Comereio. -


Cult ura Inleleclual.- Cultura arllsti ca.

Organización politica. y social. La organiza·


ción poliliea y social dé los reinos de ASllÍrilu, León y
Castilla, como ramas de un mismo tronco, ofrece idén·
tico carácter á la consideración ~e l historiador.
Cimentados sobre la basc de las tradiciolles góticas,
el soberano es en ellos la fu ente de todo poder y de
todo derecho, por anterior á las leyes ó constituciones
que pudieran limitar su autoridad; y esto ta nto más,
cuanto que la exaltación religiosa , base de aquellas na·
cionalidades, predomina sobre todo otro sentimicnto:
la Religióll se encuentra en todas partes; la Socúdad,
en ninguna.
De aquf la prepondcrancia del Ckro, aliado natural
de la monarquía, habiendo contribuido no poco á su
pública consideración la caridad de los sacerdotes, la
benignidad del sei\orío eclesiástico y las ocupaciones
de los monjes, los cuales :lsí rezab:m sus oraciones en
el coro, como se dedicaban á las rudas y penosas faenas
del ca,ropo ó se entregaban á la meditación y el estudio.
La cruz que extiende sus amorosos brilZOS de~de la cima
del Templo, aparece denom inándolo todo, individuo,
familia, aldea, patria; y la ca mpana , cuyo eeo desparra.
man los aires por la llanura y el valle, lo mismo sirve
para llamar los fieles á la oració n que para reu nir el
concejo ó convocar los so!dados á la g uerra contra los
infieles.
20:: lIISTÓJUA PE F.SI'A;'\' .

Al lado del Clero, la Nobü::a aparecc poblando tc-


rritorios, concediendo fueros, fundando templos, y ejer-
ciendo su jurhdicción como verdadera soberana, pues
así lo exigieron las necesidades de la guerra, y el pasado
ejemplo de la constitución visigoda.
Del general naufragio que sumió á la antigüedad ell
el caos de las invasiones, se salva al comenzar la Edad
!-'fedia el Municipio, glorioso recuerdo de la civilización
romana que los visigodos respetan, y p ...sa á formar
parte de las nacionalidades que surjen de la Reconquista
cristiana: no es el municipio romano, avaro de sus pri·
vilegios locales, no; es el colonizador y guerrero, que
defiende la frontera contra las hordas musulmanas; el
que consigue inmunidades y franquicias á costa de su
sangre generosa, derramada en cien combates; el !llan-
tenedor de la autoridad real, contra las tendencias feu-
dales de la ambiciosa nobleza; el que envía sus hijos al
combate para que luchen como héroes, al claustro para
que recen como frailes y al monasterio para que traba-
jen como sabios; es el municipio, en fin, que simboliza
la libertad humana conseguida por la igualdad de todos
los derechos y de todos los deberes.
Las monarquíits Itavarra y aragonesa difieren nota-
blemente de las antcriores por su origen constitucional :
primero la patria, despues la ley, y por último el rey.
El espíritu independiente de esta raza discute el trono
antes de otorgar la autoridad, yel rey encuentra en el
Fuero de Sobrarbe la norma á que debe cel1ir sus deci-
siones soberanas en tiempo de paz como en tiempo de
guerra, limitando su poder el dcrecho electivo, el justi·
ciazgo, multitud de prerrogativas populares y nobilia-
rias, y hasta el derecho de iltsurrecci6n.
,

'°3
Con razón se ha crcido que en estos est.1.dos, princi-
palmente en Aragóll, el soberano era como un monarca
de reyes, pues no otra cosa significa la fó rmula em-
pleada para otorgar el poder: 1I0S que SOlltrJS tal/lo COllto
1/0S é (pujl/lllos ,Ifilemos UNís IJlle <Jos, os filamos rey si
guardáis IIllI'slros fueros )' libatlUks, é si /Ion , 1/01/.
Verdad es que el régimen municipal tuvo al principio
menos desarrollo que en L eón y Castilla. pero como la
al ía!)?a se verificó aquí cntre los nobles y el pueblo
frente al poder real, no son los flle ros y ptCl'rogativas á
la manera de privilegios exclusivos de una localidad ó
de una clase, sino ulI;verstrl,'s, c!:> decir que afectan por
igual á todos, como puede verse Cll el Privilegio gener<ll,
en el de la Unión, &,;1.; en cambio le alcanzó después
o.mnímodo en el otden económico, como sucedió ea Za·
tagoza por ejemplo, donde el jurado popular llam ado •
de los Váll/c ejercía una :mtoddad sobera na y hasta
dictatorial.
Pero entre todas las instituciones, la que brilla 1l1.1s
es la del YlIsticifl , vengador eJe las injurias, presidio
contra la violencia, puerto de los que peligran, alcázar
de 1" libertad, refugio de los opri1\1idos, defensor de las
franqu icias po p ~lIarcs, protector de los n1e ne~ terosos,
padre ele la república, fi sca l y jucz de los actos del mo·
narCa de quie n era superior, tri bunal de alzada contra
todo desafuero, y verdadero poder Icgislati\'o, pues que
sus decisi ones lo mismo que las sentencias del actual
T,.¡bullal suprnllo, tenían toda la fu cl'za de \~na ley va·
tada en Cortes,
El COI/dado ti" llan'l'lOJlfl refleja en sus instituciones
el modo de ser de los pueblos que sob re él influyeron
sucesivamente, hispano·romanos , visigodos y franco:


HISTOIllA DE E.5PA~A.

eminentemente feudal en su origen y mientras dependió


de los reyes francos, fué modifi cando poco á poco su
carácter hasta hacer del jefe del Estado un verdadero
soberano con sucesión hereditaria, pero sin que nunca
adquiriera desarrollo sCl\sible el Estado l/alfo.
Entre las institucioncs que merccen citarse, hallamos:
la de los COJ/ccl/ercs, jurado que ilustraba al Conde en
el ejercicio de su autoridad; el COllsejo de los CiCl/to,
con jurisdicción propia, y que tenía por objeto conocer
judicialmente de todos los abusos cometidos contra los
intereses de la comunidad; y la Diputacióu del Priuci·
pado quc velaba por el cumpli miento de las lcycs y la
exacción de los tributos legales acordados por las
Cortes.
La institución de las Cor lt's del Reillo, donde se ha·
ll an representadas todas las clases sociales por medio
del rey, los nobles , el cJCl'O y el pueblo, se encuentra
igualmente, aunque más ó menos tarde, 10 mismo en
L eón y Castilla , que en Navarra, Aragón y Catalui\a,
Agricultura.. Industria y Comer oio, L as
n ecesidade~ de los ticmpos hicieron que la agricultura
arrastrase vida penosa y lánguida desde los comienzos
de la Reconquista cristiana, pues los bra.zos hada n más
falta IXlfa manejar la espada que el arado, )' las algaras
de los musulmanes talaban los campos COll excesiva
frecuencia : conforme la li beración del territorio se iba
consiguiendo, conscgubse á la par el desarrollo de la
producci6n nacional agrlc01a, que vino por fin ,i tener
algulla vida y pudo hasta servil' de base a pequeñas ;11'
dHslrias, motivo ¡i su vcz ue algún comercio.
En los paises que como Navarra, Arag-óll y Cataluiía
se vieron pronto libres de la presión dc la morisma, la
EDAD MIDlA. ,.,
agricultura, la industria y el comercio alcanzaron vida
mejor y mayor actividad, debido también á su posición
topográfica, á la naturaleza de su cl ima y de su suelo,
y al carácter de los habitantes,
Cultura in telectual. La cultura intelectual, y
más la literaria, dió p rueba~ ca Castilla de exhuberancia
y riqueza IJien cumplidas: desde los comicn;.:os del si·
glo XIIT en que se supone redactado el PO~lJIa dd Cid,
hasta el tiempo de los Reyes Católicos, aparecen succ-
sivamente, Com:a/o de Berceo, con su vida de Santo
Domingo de Silos y los Milagros de la Virgen; Jl/flIl
Lorm::o St'g1n"a , que compuso el Poema de Alejandro
(siglo Xlll)¡ el Arcipreste de Hita, con el poema de su
mismo nombre; el tiifaJl/t- don '.lltaJJ JTlállUd, que nos
legó sus preciosos apólogos en el Conde de Lucanor;
dOJt Pt'dro Lópe:; de Aya/a, autor de la Crónica de Clla"
tro reyes, y del Rimado de Palacio (siglo XIV); '.luan
de .lI1t!Jla , el poeta de fácil versificación que supo com-
poner su alegórico Laberinto; el ~{nrr¡!(és de San/illalla,
tan celebrado por las Serranillas¡ Jorge JTfnllrifjlft',
cuya elegCa ;\ la muerte de su padre es de todos cono-
cida¡ el badúlkr Cibdarreal, autOr del Centón epistola·
rio; y otros (siglo xv).
Igual desarrollo alcanzaron las letras e!l Aragón y
Cataluña, donde se dejó sentir además ct"influjo de la
litcratum provenzal, a la cual hicieron {amasa sus Cortes
de amor, sus juegos florales y sus consistorios de la gaya
ciencia. E n todas partes, los claustros de los monaste-
rios y los atrios de las catedrales fueron centro dcl
saber y asilo de la ciencia, hasta que aparecen las Uni,
versidades en euyas áulas se estudiaron por una juven-
tud ansiosa de saber , la teología, que afirma el dogma¡
III STÓK IA OK I;':SI'AÑ .....

-------------------------
la jurisprudencia, que tiende á universalizar el derecho;
y las ciencias exactas y naturales, que aplican el cálculo
y nos relacionan con el mundo exterior.
Cultura artística. N i las artes úti/cs, ni las I!a·
madas bellas alcanza ~on hasta el siglo XII considerable
desarrol!o: entonces aparece la arquitectura ojival ocu·
panda el puesto que dejaba la rom;inica Ó latino-bizan-
tina , dando lugar ;i esos templos suntuosos que, como
las catedrales de l.eón, T oledo y Burgos, ofrec~ n un
prodigio de bcllez,:¡s: :i l,:¡ sombra de la arquitectura y
del templo s urg ieron, oí. modo de auxil iares, la escultu·
ra , la imaginería en cristal, la pintura al fresco y esto·
fada, la caligrafía é ilumi nación de lujo , y otras.
• A sí como los Reyes Católicos simbolizan las unidades
naci onal, religiosa y política. y su grandeza pres tó alas
al genio de Colón para que descubriese el Nuevo Mundo,
así también significa un desarrollo científico y literario
nada escaso, como se demuestra por el deseo de saber
que aguijoneaba á las mismas clases nobiliarias, el im -
pulso que las UniversIdades recibieron , la introducción
de la imprenta cuyos primeros ensayos se verificaron en
V:t1cncia , y los nombres ilustres de Pablo de Santa Ma-
rra, el Durg uellse , Alfonso T ostado, Antonio de Ke-
brija, I-lernando del Pulgar, Gonzalo de Ayora, y el
Cura de los Palacios. Pero qué más , hasta las sdiorns
se hicieron doctas imitando las afici ones de Isabel la
Católica )' consiguieron legar su nombre a la pos teridad,
entre ellas, Beatriz Ga/indo, Ilamada por antonomasia
la Latina; Lud a de .A1cdrallo, que desempcftó en Sala·
manca la cátedra de Literatura clásica; y Catalina d.'
N,b,.¡ja, profesora de Retórica en la. Universidad de
Alcalá .
EDAD MODERNA.
( 1506- 1888)

ED A D M O DERNA

LA MONARQuíA ABSOLUTA.

( 1506-1808)

LECO I ÓN LI.
Cu a de Austria: Carlos I.- Corles de Valladolid, Zaragen y S,ru-
tonl.-Carl os Emperador de Aleman ia: Cortes de Sanll l l10 y Corlllil.
- Guerr. da la. Comunldadet: desu lre de VllIalar.-Lu Germanr..
I n Valen cia.

Casa de Austria : Carlos l. La Casa d~ Austria


inaugura su dominación en Espafla con Carlos ! ( 1516),
hijo de doña Juana la Loca y de Felipe el H ermoso.
Educado este príncipe en Gante, donde había nacido,
se presenta á recibir la herencia de los R eyes Católicos
sin conocer nuestra historia, nuestras costu mbres, nues-
t ras leyes , ni siquiera nuestro idioma, y para colmo de
contrariedades , su primer acto polltico es una ingra-
titud que precipita la muerte del octogenario Cisneros,
Impetuoso y joven, de tenacidad tan grande como
su inesperiencia, de natural altivo y dominante acos- I

tumbrado á verse rodeado de personas para las cuales

'.
el más ligero de sus gestos era una orden , ciudadano
nlST61llA ut: I!S I'AÑA .

de 1111 Estado en el cllallas libertades <i la usanza espa·


nola no habían tomado carta de naturaleza, y creyendo
que sus derechos de soberano le autorizaban para todo,
hasta para prescindir del testamento que le instituía
heredero, habrá de sufri r desde et. comienzo de su rei·
nado algunos tristes dcsengal1OS, que pudieron cvitarse
fácilmente.
Cortes d e Valladolid , Zar agoza y Ba r ce-
lona. Surgió el primer conflicto en las Cortes de
Valladolid, reunidas para que don Carlos prestara
juramento á los flleros castcllanos, pues ademas de la
repugnancia que demostl"Ó en someterse á esta fórmula,
t uvo ql1e oir de los ptocllI'adotes al gunas censuras,
sobrado justificadas, tales como la de que no podía ni
debía titularse rey mientras viviera su madre, que los
destinos fueran desempct1ados por espat1oles, que los
extranjeros no tomaran asiento en las Cortes, y que en
10 sucesivo se expresam en el idioma nacional.
Con la misma respetuosa energía le recibieton en
Zamgozi\ y Barcelona, )' aquel altivo carácter se vió
prccisado ,[ ceder a unas cxigencias que le contmriaban
tanto; pero la suerte estaba echada, y la lucha iba á
entablarse tenaz, si n tregua, en tre el monarca nucvo y
las antiguas tradiciones, hasta quc uno de los conten-
dientes sc declarara vencido: en definitiva, ya veremos
corno sobre este pavoroso problema se levanta impo·
ncnte el edificio de la 1110llt1rljuia absoluta, cuya primera
piedra había sido puesta por el cardenal Cisllcros.
Carlos Em per ad or d e Alemania : Cor tes de
San tiago y Coruña. La muerte de su abuelo Ma-
ximi liano de Alemania le llamó al trOl/O ;lllperi,tl de
este pals, y como necesi tara recursos para atender <Í los
",
gastos de su viaje y coronación, convoca Cortes en la
ciudad de SflIlliago (1 520); cosa contraria l.i las costum
bl'cS del reino y hasta entonces nunca vista: comienzan
las sesiones sin que don Ca rlos consiga s u deseo, por-
que se opusieron tenazmente a cuanto pedía los re·
presentantes de Burgos, Zamora, Córdoba Sevilla y
I

Toledo ; y cuando todos espcrab:m que cediese, les


lla ma de lluevo para tres meses después en la Cundía,
sin prestar atención á cuanto le decían sob]'c la provi-
sión de los destinos públicos en extranjeros, y demás
particulares.
Empleando con unos el soborno, las promesas con
otros, y hasta las amcmlzas con algunos, consigue el
subsidio de doscien tos millones de maravedís pagaderos
en tres allos, insistiendo los procuradores en todas sus
reclamaciones anteriores, y muy particula rmente en la
de que dui'ante su ausencia fueran españoles los que
continuasen e ncargados del gobierno; mas nada pro-
mete, y lejos de cso, como si se complaciera en con-
trariar la voluntad de las citldades, nombra gobernador
de Castilla y L eón al extranjero cardenal Adriano. D e
Valencia lo fué don Diego de Mendoza y de Aragóll
don Juan de Lanuza: ulla nube de jl(múJlcos invade' los
destinos públicos y se a podera dc la administ ración
oficial, cn tanto que por todas partes se levantan quc-
jas y recriminaciones, y el Empcl"ador electo, sin dar
oiclos á ntldie, se embarca para A lemania seguido de
un ostentoso acompañamiento,
Gu erra de las Comunidades: desastre de
Villalar, . La indignación popular estalló entonces
formi dable: comienzan los úe Segovia ahorcando á su
procurador Tordesillas por haber transigido en las Cor-
IlISTÓJUA D~ t:;sr¡\RA.

tes de la Coruña con los deseos de don Carlos, en tanto


que el feroz alcalde R01lf}uillo prende fu ego á la ciudad
de Medina del Campo, por resistirse á entregar las
armas, las milicias concejiles derrotan á las tropas del
Regente, y la sublevación castellana se hace general.
Así comienza la guerra de las COl/lunidades, iniciada
simultáneamente por Segovia, T oledo , Salamanca y
Ávila, cuyos principales jefes 10 fueron, Padilla, Brabo,
Maldonado y el obispo Acufla, este ültimo al frente
de su batallón de clérigos.
Otorgada en la Junta de Ávila la dirección de los
negocios á don Juan de Padilla, trasladárOllse los Co-
muneros á Tordesillas, residencia de Jllalla 1, y la
reina en un momento de lucidez pone su firma en cuan-
tos decretos le presentan, marchando victoriosos luego
á Valladolid, de donde los enemigos huyen en precipi.
tada fuga. Desvanecida con esta primera victoria, se
contentó la Jl1nta con enviar á don Carlos un mensaje
en el cual le hacían presente los deseos tantas veces
repetidos sin éxito en las Cortes de Valladolid, San ·
tiago y Coruf\a, dando lugar con esto á que el Empe·
radar consiga separar de la rebelión á los nobles, y que
la cizaña penetre en el partido popular, cuyo nuevo
jefe, don Ped ro Girón, consuma la más deshonrosa de
todas las tra icioncs: de nada sirvió que los Comuneros
derrotaran á sus enem igos en T orrelohatón, pues ata·
cados con fuerzas superiores junto á Villalar (1521),
perecieron en el combate casi todos, y fu eron hechos
prisioneros los jefes principales , cuyas cabezas rodaron
sobre el patíbulo á los pocos dias. Solo salvó su vida
el obispo Acuna, colgado algo más tarde de una al-
mena del castillo de Simancas.
EOA.O loIOOERNA.. "3
Entre los lodazales de VilIalar quedaron enterrados
para siempre los fueros castellanos.
Las Germanías en Valencia. También se or-
ganizaron en Valencia las germanías ó hermandades
populares contra la nobleza, partidaria del Regente,
pero los excesos á que las turbas capitaneadas por los
tejedores Lorenzo y Sorolla se entregaron, embriagados
con el éxito de sus primeras asonadas, hicieron que la
opinión pt'lblica se retrajera de este movimiento, en
realidad socialista, y que aquellas fueran derrotadas
hasta su total exterminio. En Valencia, lo mismo que
en Castilla, oleadas de sangre terminaron este primer
estallido del sentimiento popular, indignado contra la
injusticia de un monarca, el cual Sill duda se habfa
propuesto demoler piedra á piedra el edificio sacro-
santo de las libertades patrias.
LECCIÓN LIf.

Rivalidad entre Carlos I y Francisco l. - Prim ~ra guerra: tratado de


Madrid.-lIga Clemenllna: saqueo de Roma.- Segunda guerra: pu
de las Damas.-Tercera ~uerra: tregua de Niza.-Cuarla guerra: paz
de Crespl.

Riva.lidad entre Carlos 1 y Francisco l.


Rara vez acontecerá, como en el siglo XVI, que se
disputen la supremacia en los asuntos europeos tantos
ni tan notables soberanos: al mismo tiempo que Car-
los I reinaba en Espafia, reglan los destinos, de Francia,
Francisco 1; de Inglaterra, Enrique VIII,. del Pontifi-
cado, León X,. y del Imperio turco, Solimán el Afagní-
jico, cada uno de los cuales reunía condiciones bastan-
tes para imponer su nombre á tan afortunado siglo.
Bajo el punto de vist:1. poiítico y militar descuella
"4
sobre todos Carlos I de E spaña y V de Alemania, á
quien Francisco 1 quería humillar por haber sido pre-
tendiente desairado á la corona imperial de A lemania;
no tardando se buscará lIll pretexto cltalquiera que le-
gitime la lucha.
Primera guerra: t ratado de Mad rid. Para
este efecto sirvió el hecho de negarse Carlos r :í pagar
al rey de Navarra la indemnización qu e le fué pro-
metida al desposeerle de aquel reino: los franceses
penet ran por la frontera con un poderoso ejército,
al cual acompal'i aba Juall Alb,.it, en tanto que alema-
nes y españoles se intcrnall en Francia y la g uerra se
hace general.
El grueso de las tropas francesas, mandado por Fran-
cisco 1, se dirige hicia Italia donde los tercios españoles
eran menores en nÚmero y se hallaban comprometidos
por la falta de recursos, pero cuando se creyó seguro
del triunfo por haber encerrado cn la plaza de Pnvla ;i.
las fuerzas que mandaba don Antonio dc Leiva, apa-
rece el condestable de Borb011 al frente de un impro·
visado ejército de doce mil hombres, y pica ndo su
retaguardia permite que los sitiados ataquen de frente
y cojan entre dos rllegos ¡i los sitiadores ( f 525): lucha
ron con igual bravura runuos ejércitos, mas la vie tori"
se decide por los cspafioles, que hacen prisionero
al rey francés, el cual entrega su espada al general
Lanno)', virrey de Nrípoles.
Cuentan que F rancisco 1 participó esta derrota ,t Sil
madre en una carta, tan lacónica como caba lle resca,
que decía: seílora, todo se ha perdido !IIt:IlOS d hOllor;
pero los que esto afirman no sabell que al1adí<l: J' la ,¡fda
,
qlte se lla salvado.
Francisco 1 vino preso ñ Madrid, en cuya ciudad,
después de prcvcnil'sc con un documen to en el cual de·
claraba sin ninglin valor cuanto pactara, se firmó un
tratado por virtud del que renunciaba cl francés sus
derechos sobre Horgoiia,N;ipolcs, Mihí n, Navarra y Flan-
des: sus hijos quedaron en Espall" como prenda de una
lealtad que, ciertamente, duró muy poco.
Liga Cl omen tina : saqueo de Roma. Los
príncipes italianos temieron que b preponderancia es-
pallola en su país pudiera perjudica rles como en tiempo
no rcmoto, )' para contrarrestarla cntraron en una /iCa
trabajada por el Papa Clemcnle VII, del cual tomó el
Ilombre ele e/t'mCI//lllll, y que fOI'I11.11·011 h<: reyes de
Ing laterra y Francia, este último, ;¡ pesar del t'rntado de
Madrid.
L as tropas imperiales que mandaba el condestable de
Barbón y recorrlan hambrientas las campiñ as de Italia,
cercan á Roma y la toman por asalto ( 1 ;27), la ciudad
ue los Pon tífices es saqueada, los soldados vh'aqllea n
en los templo:>, haciendo copns de los dlices, los carde-
nales son objeto de los más bru tales atropellos, ni los
conventos de monjas se respetan por la fu ria de aqueo \
lIos desalmados, y durante muchos clias se cometen tan·
tos y tantos horrores que llevan el espanto al ánimo. L a
notieia dc este suceso llegó.i Valladolid cuando Ca rlos 1
celebraba con públicos festejos cll1acim iento de su pri·
mer hijo, y ordenó que en lu¡;ar de las preparadas ale-
grias se hicicsen rogativas por la libertad del sucesor de
San Pedro, encerrado en la fortaleza de Saint·AlIgelo.
Segunda guerra: paz de las Damas. Reuni-
dos los de la Liga en Cognac acuerdan rescatar al Pon-
Unce, ma<; éste consigue fngilr,;e precisamente cuando se
,,' HIST6RTA. DE ESI'A~A.

cerraban las capitulaciones de un convenio por el cual


renunciaba en favor de Carlos 1 la soberanía sobre los
ducados de Panna, Módclla y Plasencia, y se compro-
metía á entregar cuatrocientos mil florines de oro á ti·
tulo de indemnización. ,
Continuaron las operaciones militares eDil igual calor
por ambas partes, principalmente por la de Francisco 1;
pero como las tropas francesas' é italianas sufrieron un
descalabro baj o los muros de Allversa ( 153 I). Y la pes-
te se cebase entre los soldados con indecible ensaña-
miento, se ajusta la paz de Cambray , llamada de las
Damas por haberla convenido Margarita, tia del Empe-
rador, y Luisa de Saboya, madre de I"rancisco 1: sus
principales cláusulas eran las no cumplidas del tratado
de Madrid.
Ter cera guer ra: trégua de Niza.. E stalló de
lluevo el conflicto á la muerte de Sforcia, el cual dejaba
vacante el trono de Milán, del que sin prévio aviso se
apodera Carla,; 1 bajo pretexto de constituir uno de sus
leudos imperiales: como Francisco 1 tomara á usurpa·
ción esta soberanfa, las hostilidades se renuevan; inva·
den los franco·italianos el Piamonte, los espailole8 y
alemanes en cambio se apoderan de la Provenza, y la
guerra continúa hasta que, por mediación de Paulo HI,
aceptan ambos contendientes la trégua de Ni:;a (1538)
y se suspende la campaña.
CUarta. guerra: paz de Cr espi. y no fué por
mucho tie mpo, pues tomando Francisco 1 como pre·
texto para rasgar el convenio de N iza la muerte dada
á sus embajadores en Milán, vinieron otra vez .:i las ma·
nos los ejércitos enemigos, ofreciendo esta última fase
de la guerra la particularidad de aliarse el monarca
EDAD ~ O D ERNA. "7

francés con el emperador de los Turcos y el pirata Bar-


barroja, alianza que le atrajo la enemistad de todos los
• reinos europeos y que Carlos I exp lotó en la Dieta del
I mperio para presentarle como indigno de regir los
destinos de un Estado católico: si bien los franceses
vencieron en la jornada de Ct'risoll's ( r544), las tro-
pas espanolas que avanzaban sobre París, sin que nadie
lo impidiera, obligaron <Í Francisco 1 la aceptación de
la paz de Crespi, en la cual, además dc la ratificación
de los tratados anteriores, se convino el matrimon io del
duque de Orleans, hijo del rey de F rancia, con una hija
del monarca espanol, á condición de que se entregarla
en dote á los esposos el terri torio del l\'lilane3ado.

LECCIÓN LIlI.

Guerra contra los B ~ rberisc os: expediciones de T~ nel y Arg~ I. - Cá rlol I


, los P.elormadores alemanes.- Conqulslas en Amé rica: HernAn Corlh
y FrancIsco P ln rro. - Lo ~ ~sunlos In (eripros en la Penlnsula. - Abdl-
cacl6n de Cárl ps l: su mue r:o.

Guerra contra los Berberiscos: exp e dici o ~


n os do Túnez y Argel. $010 en la guerra contra
los berberiscos de Africa desarrolla Carlos I una po-
lítica cminelltcmentc nacional, sigu iendo los proyec·
tos del ca rdenal Cisnerosi y conste q ue aun entonces,
mas que á nada atendió al peligro que cardan las pose-
siones hispano.italianas, am<!llazadas por los pi rata.,> que
infestaban el j\'[editerránco.
Los famosos ArtldÍll y l-for llc, hijo.,> de un :tlfarero de
Lesbos, habíall consegu ido reu nir una pequef'ía escIla·
ura, con la cual se apodera n poco oí poco dt: la Berbe-

UlSTÓRIA IJE ESP,I.!iA .

ría, hasta conquistar los reinos de Argel y Tremeccl1


los cuales pOllen bajo la protección de Solimán el M<1g-
llífico, Emperador de Constantinopla. Muerto en lucJm
contra los cspaiíoles de Odn el sanguinario Horuc, cm·
prende su hermano Aradin, m,is conocido por Barba-
rroja, la conquista del territorio de Túnez, del cual se
apodera: entonces proyecta, juntamente con el Empern.
dor turco, una formidable expedición contra la penín.
sula ita li ana, y pone en alarma á todos Jos estados euro-
peos é hizo que estos volvieran los ojos hácia Esparla
p or ser el único p<1ís capaz de oponerse á tan atrevido
corsario.
Una brillante flota con trein ta mi! hom bres de armas
sale del pue rto de Barcelona, penetra en bs aguas de
Túnez, se apodera del fuerte de la Goleta, y bloquea la
capital del re il10 pirata, la cual despl\és de un tenaz
asedio cae en poder de los tercios esp:\ñoles (1535) : los
resultados de esta expedición fueron restaurar en Tllllez
la dinastía de rVT111ey H acen, destronada por Darban-oja,
y libertar á veinte mil cristianos , ca\ltiyo~ en las mazmo-
rras africanas_
La guerra se suspendió por entonces á causa de otras
atenciones, pero seis ,'1105 m,ís tarde (1 54r), las hostili-
des se renuevan con motivo de la alianza que hicieron
contra ESpalla, Francisco I y Darbarroja, proponiendose
conquistar don Car.1os e l reino ek: Argd, único que los
pir:t!<ls cO!lScrvaL~ll: 10 peligroso de la estac ión hizo
que se dcsgraci:\ra C'lta empresa , pues las lluvias torren-
ciales y los vientos imposibilitaron el ataque, y los cjér-
ci tos espanoles h.vicroll que retirarse de nl aht, manera
hasta las phtyas cspal1o),ls, sin hClber conseguido su
objeto.
}'; DAD MODRIINA .
'"
Carlos 1 y los Reform adores alemanes.
Carlos 1 he redó la corona de Alemania precisamen te
• cuando la RifOrJIut plan tea en aquel país 5\1 doble pro-
blema religioso y político: católico de corazón y dcfr:n-
sor de sus derechos de soberano, en lugar de ponerse
al fl'ent e del movimiento, como le aconsejaron lo.'i ale-
manes, se declara enemigo de la herejía, y se presenta
en la Diet;¡ de \ 'Vorms para obtener la retractación de
Lutero. No pudo el Emperador consegui rlo; y como los
asuntos de España y Francia reclama ron su presencia
convoca la asa mblea de Spira (1529). a unque si n resul·
tado ta mbié n, porq ue aunque en clla se ratificaron los
acu erdos tomados e n la nntcrior, protestaron los refor-
madores contra ellos, de cu)'o Sllceso les vino el ca li-
fi cativo de pro/n/al//cs.
Presente Carlos fen la nueva con ferencia de Augs-
burgo (1 53 0) , donte j\'felanctón redacta una Confesión
que el Emperador reeh.17.a, el asunto termina po r ven ti-
larse en el terreno de la fue rz:1: cOllvoc<tdo el Concilio
de T ren to, <tI q ue los reforr1wdores no qu ieren acudir,
hi cc nse la [~ u e rr a los coligrldos dI:': Smakalda y d E m·
perador, ¡"icnclo aquellos den'otadl)S, entre otras, cn b
batalla de l\Iulbcrg, donde cae prisio nc:'o el Elector de
Sajonia, El asj)ccto de las cosas v.1ría eon motivo de
pasarse al bando protestante d dur¡uc i\1atlricio, aliado
a ntes d e Carla:'> 1; y de tal m<l nc!'o1 supo este jefe lcV:l1I-
.. ta l' el esp{l'i lu del país y gallal'Se d concurso de los ene-
migos de don Carl os, que e n poco tiempo se hace ducflo
de gra n parte del territorio, y :\lll enaZ.l b ciud;¡dela dc
I nspruck, residencia del empcr¡ldor.
El tl'atado de PIlSSflU (1542) pone término :¡ la gue-
1'1'01 reconociendo la libert:¡d de conciencia)' 101 igl1;Jldarl
111 5TO!l. T" DE 1':5,""5(,,.

política ge católicos y protestantes, á pesar de los de·


seos de don Carlos.
Conquistas en Am érica: Hernán Cortés y
Francisco Pizarra. En tanto que los tercios espa·
fioles se baten simultáncümcntc en Franciü, Italia, África
y Alemania, y el Emperador marcha de una parte á
otra con aquella febril actividad que causaba la dcs·
esperación de sus enemigos, el Nuevo·Mundo era teatro
de inconcebibles hazañas: continuando el dcrrotero se·
ñalado por el genio de Colón, Vasco Nftñr¡¡ dI/ Balboa
funda sobre el istmo de Panamá á Santa Maria de Da-
riéo; POIICt' de Lt'ÓIf, el conquistador de Pucrto-Rico,
descubre la Florida; JIII/# Vit/;; Salís, penetra en el tc·
rritorio del Yueatáll; y JI/I/n de erija/va pone gU planta
en el fantástico Imperio mejicano.
El estremeño H el"1ubt Cortés, émulo de aquellos hé-
roes cantados por la musa de Homero, se propone la
conquista de Méjico: se interna en la isla de Cozu mel,
al frente dc un cjército que componían seiscientos hom·
brcs, diez y seis caballos y diez cañones, con el cua l de-
rrota al enemigo, fu erte de mas de mil hombres, y se
apodera de la ciudad de T abasco. La primera dificu ltad
estaba vencida, y después que sus tropas hubieron pasa·
do al territorio mejicano, q/lt'llJa las !tI/ves para imposi·
bilitar la retirada, conquista la república de Tlascala, y
el emperador Mote7.U1ll3, , no atreviéndose á resistirl c, le
rccibc como soberano en la capital de su imperio.
La rivalidad de Velázquc7., de una parte, y de otra la
conducta de A lvarado, jefe de la guarnición cspafl ola
en Mej ico, crea ron á Hcrnán Cortés un confl icto que
trajo como consecuencia la Noche trisll/ ([ 520), Y costó
la vida ,i muchos españolc's, que pelearon en la .!:iombra,
EDAD MODl!RNA. ",
rodeados por muchedumbre de enemigos, en país des·
• conocido, y envueltos ell un mar de agua. Al siguiente
dla, vencido el peligro, atr.tviesan los tspaftoles el valle
de Otumba por entre cuarenta mil guerreros in d¡gcna~
que les cerraban el paso, toma n por asalto la ciudad de
Méj ico, y todo aquel hermoso imperio viene á formar
parte de la monarquía española.
I-Iernán Cortes murió pobre y olvidado de todos,
tiempo andando, en una miserable casucha de Castilleja
de la Cuesta.
Al mismo tiempo que Cortés realizaba la conquista
de Méjico, otro estremef'lo, Francisco Pi::al'l'o, se apo·
dera del imperio del Perú: la guerra civil en que los pe-
ruanos se hallaban envueltos facilitó las aspiraciones de
este aventurero, el cual por traición se apodera del rey
Atahualpa , y después de recibir á cambio de su rescate
fabu losas cantidades de oro, le manda agarrotar toman.
do por pretexto que habra pretendido sublevarse. Des·
avenidos los jefes espatioles, cegados por la avaricia, lu-
chan unos contra otros: Almagro es condenado á muerte
por Pizarra, pero éste es asesinado en su mismo apo·
sento por Ull hijo de aquél.
Los asuntos interiores en la Peninsula. La

política militar y aventurera de Carlos 1, si bien entu·
siasmó á la juventud que fu é á cubrirse de laureles en
los campos de batalla, disgustó sobremanera á las ciu·
dades, á la nobleza y al clero; tanto más, cuanto que el
monarca residía en todas partes menos en Espafta, y
se consumían en estas empresas enormes sumas que
apenas bastaban á sufragar los tributos ordinarios, aún
añadidos á las fabulosas cantidades de oro traidas desde
América.
llJSTÓRIA !JI!. ItSPANA.

RClll1iaafl las Cortes en Toledo (1 53 9) para a!'bitrar


recursos, propone el rey un nuevo impuesto llamado de
las sisas que afectaba por igllal á todos los ciudadanos
si n distinción de categoría ni de clase, pero la nobleza
hasta entonces exenta de tributación, se opone tenaz-
mente á ciJo: al eccionado don Carlos , 110 vuelve;í COIl-
vocarlas de nu evo con asistencia de los magnates ni
del clero. Justo castigo que los traidores de Villalar
reciben de aquel á quien ellos mismos habían alentado
en su obra demoledora y antinacional: en lo sucesivo,
las Cortes no serán más que un recuerdo histórico, va·
lioso sí, pero sin iniciativa.
Abdicación de Carlos 1: su muer te. El tra-
tado ele Passau hizo ver á Cur!.os 1 que su estrella co-
menzaba á eclipsarse: achacoso y viejo, perdida la
actividad que constituyó el fondo de su carácter, se
decide á renunciar (1556) la corona de Espalia en su
hijo Felipe, y dos al10s más tarde abdica en su her-
mano F ernando los estados que la Casa de Austria
poseía en A lemania.
Después de esto ·se retira al monasterio de Yuste, á
siete leguas de Plasencia , y allf , dividiendo su tiempo
entre los negocios públicos y las prácticas piadosas, le
sorprende la muerte el z l de Setiembre de 1558. Su
reinado fué todo alemán.
Z2J

• LECC IÓN 1.1V.

Felipe 11: edcn116n ¡Je la m on~r~ufl es;Hl.ñol a.- G'Je rra co~ Fn:\ci:t:
paz de Cha teil u-Camhrcs is.- El Escorial. - Campahs contra los
8e rberisc os. - Expuls¡6 ~ de 103 mo risco~.- Guerra co~lra los Tu r_
cos: balana de Lepanlo. - Cor.~uisl<l de Por!ugal. -- La Armada
invC1cilile.

Felipe II : cxtensióu do la lllonarquia es·


paüola . Fe/ipe 1/(1556) era el monarca más pode·
roso desu tiempo: la monarquía esp:1~ ola poseía enlOllCCS
á España , Nápoles , Sicilia , CerdeJia, el !I'l ilancsado, el
Roscllón , el Franco·Condado, y después Portugal, en
Europa; Tl'l1leZ, Odn , las Canarias, Fernando Póo y
Santa Elena, en Afn'ca; las A ntillas , Méjico , el Perú,
y casi toda la Península meridional, en Amirica; y los
archipiélagos descubiertos por Magallanes, en la Ocaa-
uÍa: también gobernó la poderosa mOl1arquía británica
á título de rey consorte, por haber contraido matrimo·
nio con dOl1a Maria de Inglaterra,
Guerra con Francia: paz de Chateau·Cam.
bresis, Aunque repugnab:t las empresas milit:tres,
se vió eIlVuc1to en una g uerra con tra Francia, cuyo
rey, Ellriquc II, concertó COIl el Papa Paulo IV un
tratado secreto por virtud del cual ambos soberanos se
comprometían á romper las hostilidades contra España
á la primera coyun tura: una cuestión insignificante sirvió
para que cl )'ontffiee terminara sus buenas relaciones con
el monarca cspaliol, y rotas las hostilidades por En-
rique JI , el cual se declara protector de la Iglesia, el
ejército francés penetra en Italia á las órdenes del
duque de Guisa, mientras que Felipe JI, desde los pai.
m STóRIA !.lE I¡SrA~A .

ses Bájos donde se hallaba, lanza sobre Francia sus


tercios siempre vencedores, mandados por Filiberto de
Sabaya.
En tanto que el duque de Alba derrota al enemigo
en las campiñas italianas, los espafloles ponen sitio á
la pla7.,'l de SOIl Quin/be (Picardea ), sin q ue fueran baso
tantes para levantarlo los dos ejércitos q ue acuden en
socorro de la comprometida ciudad. Libráronse una
série de combates; el general CoJigni rompe las . fi las
españolas y penetra dentro de los fuertes, pero Mont·
morencl es dcrl'Otado y prisionero, dispersas sus tro-
pas, y Sa n Qu intín cae en poder de Filiberto de Sa-
boya (- 55 7).
Después de algunas alternativas que duraron dos
aftas, los franceses piden la paz que se firma en Chao
tel1u· Cambf'csis, y para garantir la cual se estipuló el
matrimonio de Felipe II, ya viudo, con dofla Isabel,
hija del rey de Francia, llamada desde entonces Isaóel
de fa Paz.
E l Escorial. E n memoria de haberse ganado la
batalla de San Quintín el día que la Ig lesia celebra la
festividad de San LOl'l!IIzo, F elipe Ir hi zo voto de
erigir un templo bajo la advocación de este mártir es-
pañol, y de aquí la construcción del suntuoso monas-
terio del Escorial, alzado sobre las estribaciones del
Guadarrama; afecta su forma la de unas parrillas,
vuéltas al rcvés; y sus compartimicntos , frias , duros,
rectos, inflexi bles, y sus claustros somb ríos, y su aro
quitectura severa, sin adornos, y su gigantesca mole
de piedra que sc alza majestuosa sobre la vecina peno
diente, y aquel templo grande, inmenso, pero con
grandeza que sobrecoje y aterra, y aquel panteón de
reyes lóbrego, y oscuro, y las habitaciones mezquinas,
tétricas, que Felipe If se reserva para vivir en medio
de aquella amplitud ciclópea, todo, todo acusa el ca·
rácter de este monarca, gigantesco hasta cn sus des·
acicrtos, que fueron bastantes.
Campañas contra loS' Berberiscos . Las pi·
ratedas de los berberiscos hicieron que Felipe II en·
viase contra ellos hasta tres expediciones sucesivas: de
éxito feliz, ,i medias, fué la de T1'ípoli (1559), si bien
la derrota de los Gelves puso de manifiesto la necesi·
dad de crear una marina de guerra; en la segunda, •
(1563) demostró tener España los primeros soldados
del mundo en las defensas de J¡fa:Jalquiuir J' Orált,
contra los aliados berberiscos y turcos; yen la última,
( 1564) recobró el Penóll de la Gomcra, que los musul·
manes habían arrebatado á Carlos L
Expulsión de los moriscos. Los musulmanes
que al amparo de las capitulaciones de Granada habían
quedado en España con clnombre de moriscos, fueron
obligados á bautizarse por la fuerza, siempre que de
buen g rado no qu isieran, y transig ieron, además, con
todo, á trueque de continuar en este país, que al fin
era su patria, y donde se guardaban las venerandas ce·
nizas de sus antepasados: mahometanos en el fondo,
afectaron las formas cristianas en el exterior, pero
como vivían en la serranfa, casi alejados de todo ca·
mercio con las poblaciones españQlas, conservaron su
idioma, sus tradiciones de familia y sus costumbres,
hasta que Felipe 11 dá la orden para que definitiva·
mente renuncien á todo, y origina una sublevación que
defenderán al abrigo de sus inaccesibles montanas.
Declarados independientes, proclaman rey al joven
"
", IlIST ÓRIA DE E SPA~A.

,
Abm-.Af"Qawiyyált, descendiente de los príncipes cordo-
beses y cuyo nombre cristiano era don Fernando de
Valor, y durante dos al105 resisten las batidas que COll-
tra ellos trabajaron con suma pericia, aunque COIl me-
diana fortuna, el marqués de Mondéjar y el de los Vé·
¡ez: solo don Juan de Austria, hermano bastardo de F e-
lipe n, consiguió vencerlos (r 570). Como consecuencia
de estos suceso.'> fueron expulsados todos los moriscos
que vivían la región andaluza .
Gu erra con tr a los Turcos: batalla d e Le~
p a nto, SeJím U, Emperador de Constantinopl a , he-
redó cón el trono los ambiciosos proyectos de su padre:
las conquistas de Chipre y Túnez, realizadas por el
turco, hicieron que los Estados cristianos de la Europa
meridional, acallando ódios antiguos, escucharan en
medio del general espanto la voz atribulada de Pío V,
el cual trabaja para contener á estos barbaras la al ianza
de italianos, genoveses y espat'lolcs.
Nombrado don Juan de Austria almirante de las fuer-
zas coligadas, zarparon del puerto de Mcsina las naves
que conduelan al combate ochenta mil defensores de
la Cruz, y en las aguas de Lepalllo (1572) se libra la
batalla naval mas celebrada de los tiempos anliguos y
modernos, coronada con el éxito más completo. En
el!a perdió el brazo izquierdo un oscuro soldado, rl'liguel
de Cervantes Saavedra, el cual ailos después había de
asombrar al mundo con el más donoso y sublime dc
cuantos poemas se han escrito.
Conquista d e P ortu gal. La trágica muerte de
don Scb<tstián de Portugal, ocurrida en la batalla de
AlcazCtl'quivir (1578), y la dc su tia el cardenal E nri-
que, dos añ os más tarde, facil itaron la constitución de

la nacional idad ibérica baj o un mi'smo cetro, pues ex-
tinguidas ambas lineas de varones, la corona portu-
guesa correspondía á Felipe n , hijo de dofia Beatriz,
nieta de Manuel 1 el Grande: los naturales del país
proclaman en ódio á Castilla al prior de Ocrato, don
Antonio, hijo natural del in fa nte don Luis; pero con-
fiada la defensa del derecho á la fuerza de las armas,
los tercios españoles derrotan en Alcdlltara ( 1580) al
ejército del pretendiente y Felipe Ir es consagrado en
Lisboa como rey de Portugal: dos meses bastaron para
que el duque de Alba y el marqués de Santa Cruz re·
d ujeran todo el territorio.
La Armada invencible. Felipe 11 deseaba aba·
tir 1«' soberbia de lsabel de Tnglaterra y buscaba un
pretexto para declarar la guerra á esta nación, cuando
los atropellos cometid os en Cádiz por Drake le facili ta
el motivo que tanto apetecfa: equipase una escuadra
de ciento cincuenta buques , con veinte mil hombres de
abordaje, los cuales á pesar de la enfermedad del al-
mirante marqués de Santa Cruz y de la borrasca que á
la altura de F inisterre desarboló algunos barcos, ponen
la proa COIl rumbo al canal de la Mancha, donde les
sorprende de lluevo el tempoml: como si esto fuese
poco, de improviso se encuentran atacados por la aro
mada británica que echa á pique no menos de treinta
bajeles, con pérdida de unos diez mil hombres. Domi-
nados por la tormenta perecieron otros buques , y el
resto vuelve destrozado á las playas españolas: as!
vino á perderse la armada ilWCl1cibk.
Cuando Felipe JI supo este desastre, tan espantoso
como inesperado, dicen que se limit6 á contestar ; No
tnvié yo mis naves d lile/lar coutra los ek11tf1ltQS , silló
",
cOlltralos hombres. Lo peor de todo rué que, envalen-
tonados los ingleses con el pasado triunfo, penetraron
algunos meses después en Cádiz saquearon la ciudad,
I

se llevaron á remolque CU,Ultos buques estaban en el


puerto, y se retiraron tranquilamente si n que nadie
pensara en atacarles.

LECCIÓN LV.

Insurrección de los Palses·Baj()s ; el comp romiso da Broda.- Goble rnos


de Al ba, Requesena, Juan da Aus tria y Farnesio.- Jndepcndoncia de
osle pafs.- La Reforma un España.

Insurrección de los P aises-Baj os : el com-


promiSO de Brcda. La misma conducta q ue Car-
los 1 observó en E spaña al rodearse de flamencos y
entregar lool destinos públicos á estos extranjeros, ob·
servó F elipe Ir en Flandes: también allí se presentó
este monarca CO ll su corte de españoles, y á españoles
confió los principales destinos; y para que la analogía
fucse mayor, tambié n agur se vieron atacadas las liber-
tades municipales y se fu é opcrando poco ¡( poco una
transformación política un tinacionaJ.
Al regresar á Espafla después de la jornada de San
Quintín, dejaba Felipe Ir por gobernadora de los Pai-
ses-Bajos á Aforgorita dc Parma, de la cual era
consejero el ctlrdt'lltll Crtl/wela, aborrecido de los Ha-
mencos: la chispa q ue hizo brotar la rebelión fu é el
establecimiento en este país de un tribunal , semejante
al de la Inquisició n española, cuyo objeto era mantener
la unidad religiosa mediante el exterminio de los refor-
madores protestantes, que habían llegado á ser bas-
ellAll MODERNA. "9

tante numerosos. De nada sirvieron las respetuosas


exposiciones que, apoyadas algunas por la misma re-
gente, se presentaron á Felipe JI para consegui r la
modificación de sus proyectos, pucs que sordo á todas
ellas ,.lejos de suavizar, an:eció lmis y más su política
de resistencia hasta que el rompim iento se hizo ine-
vitable.
Ocurrió éste con motivo de la publicación del Con-
cilio de Trento, habiéndose mancomunado el pueblo
todo para sostener sus privilegios , mediante el Compro-
miso dI! Breda ( 1566), ~i cuyo frente se puso el conde
Guillermo de Orange, ardienle defensor de la Reforma:
que el movimiento insurreccional era en r!l<: orígenes
más político que religioso , se demlle.', tra sabiendo que
formaron parte de la liga los príncipes de Horn y
Egmollt, católicos de siempre, y que todos ¡Ildistinta ·
mente, calvinistas y romanos, recorrieron las pobla-
ciones rurales excitándolas :i la rebelión. Conocedora
del país publicó Margari ta de Parma un edicto pacífico
que trallquilizó los án imos algún tanto, mas como Fe·
lipe Ir persistiera en sus propósitos, y presumieran los
flamencos que para reducirlos iball bien pronto á em-
plearse el hierro y el fu ego, se preparan á la lucha con
la alianza de t,)do~ los estados ¡¡l ema nes, protestantes
lo mismo que ellos, }' la cl¡es~i Ó Il se hace de raza, es
decir, degerlllálticos cOntra lleolnt¡'¡os, y las hostilida-
des comienzan por ambas Pllrtcs con igual ensaña-
miento.
Gobiernos de Alba, Requesens, Juan de
Austria y Farnesio . El duqul! de Alba, don Fer-
nando Alvarez de Toledo ([ 567), establece á poco de
Silllegada el célebre Tribunal de los Tumultos, ó de
,
'3· ltISTÓRIA 01: ESPARA.

la sangre como los flamencos le llamaron, el cual en


sus terribles funciones mandó decapitar á diez y ocho mil
personas que habían tomado parte en las anteriores
revueltas, entre ellas , á los jefes I-Iorll y Egmont; ante
semejante espectáculo más de treinta mil familias emi-
gran á otros paises para evitar la suerte que les aguar-
daba , y los pueblos se levantan en masa para tomar
las armas en defensa de su patria.
El príncipe de Orange recluta en Alemania un ejér-
cito de aventureros que se lanzan contra 105 españoles
cOntO fieras , y muchos emigrados vuelven á su país
para aceptar su parte en la campaña: hasla Isabel de
Ing laterra envía secretamente socorros á los suble·
vados.
En tanto que la guerra se hace por ambas partes
con la mayor ferocidad, las cuatro provincia:. de 1-10-
landa, Zelanda, Frisia y Utreeh, nombran Statouda ó
presidente de una improvisada república al de O range,
y cansado el duque de Alba de tanta matanza y exter-
minio pide su relevo.
L e sustituye don Luis de Rcqw!sl!1lS, que peca por
el defecto contrario al del gobernador anterior, pues
en el estado de tirantez y resistencia á que las cosas
habían llegado, los rebeldes tradujeron como debilidad
lo que sencillamente era buen deseo, y nada pudo por
la dulzura conseguirse. Desesperado de no rcalizar
su objeto muere Requesens y le succdc don JIf(/II tll'
Austria (1576), el vencedor de Lepanto, cuya firmcza
y talento politico hubieran terminado las negociaciones
pendientes en una forma para todos decorO.':ia y acepo
table, pero como Felipe II no aprobara las medidas
empleadas por su hermano bastardo, y bien lejo!>

E.DAD ) IOOf.lllU.
'J'
de ello enviase órdenes de continuar la política del de
Alba, consiguió que las provincias más pacfficas del
Sur hicieran causa común con las sublevadas del Norte,
mediante la uNión d(f Br/tselas, y se agravara más y
más este conflicto.
Don Juan de Austria mucre ~í poco tiempo, y Alt"
jamlro FnrJusio, hijo de Margarita de Panna, se en·
carga de la continu;¡ción de la campaiia: :í las provino
cias emancipadas an tes se unen ahora las de G i¡c1dres,
Groninga, Frisia y Over-Isc!, ell vi rtud del comJflli o
de Ulrec/¿ ( 1579). Y los sublevados proclaman la inde-
pendencia de la !?rjlÍb/ica dl' H o/al/da , francam ente
calvinista.
Buscó asesinos Farnesio que quitaran la vida al pre-
sidente Guillermo de Orangc , cuy;! muerte rué se-
guida de algunos tti unfOfl importa.ntes como el de
Ambcrcs, pcro fli la incflpcricncia del joven Mauricio,
nuevo stat~ude r , no pudo evitar el predominio de Es-
pafia, los holandeses rccibieron en cambio alg-u nos so-
corros de Alemania, Inglaterra y Francia, y la muerte
del gobernador malogra por ültimo los triunfos obte-
nidos_
Independenc'ia d o osto pais . Con la desapari-
ción de Alejandro Farn csio termina el dominio de los
es paí~ol es sobre los Paises-Bajos, pues Felipe n, á pesar
de los tri unfos obtenidos por el archiduque Ernesto y
el conde de F uentes (1594), abdica en el t ratado de Ver .
•,illS (1598) la soberanía de este reino en su hija Isabel
Clara, casada con el archiduque Alberto de Aus tria, por
m;[s que, descontentos los holandeses con los nuevos
1ll0naJ'cas, recobrado bien pronto su completa auto-
nomía.
-7.'. . . .--------.-----. . . .-----.. .----------~~


'3' UlST ÓIUA DE F;SPARA .

A estos extremos, y aun á otros peores, conduce la


polftica de resistenci a cuando se la saca del cauce r aZQ-
nable.
La. Reforma en Espa:ña. A semejanza de lo su-
cedido en los pueblos de raza latina, el protestantismo
germánico, que tenia por base el libre examen, no COIl-
siguió echar hondas mices en España, donde si n em-
bargo hallamos algunos defensores de la: reforma de
L utero: muchos hombres que al parecer del mundo ha-
elan en letras y en virtud ventaja muy grande .i otros
• poblólron á título de herej es las cá rceles y las hogueras,
empleándose para contener el mal, que avanzaba lento,
los medios barbilfos del hierro y el fuego, cuando emi-
nencias tan competentes y cristianas como Santa T eresa
de Jesús, San José de Calasanz, San Juan de Dios, fray
L uis de León, Arias Montano, el P. Ma riana y tantos
otros hacía n propaganda para convertir á los extravia·
dos por medio de la t9lerancia, la discusión, la ense·
i'lanza y las instituciones religiosas .
Los consejos de la Inquisición. y los de los adulado·
res palaciegos pudieron más en el án imo de Felipe II
que el sublime ejemplo de la caridad de una Santa,
compadecida hasta del diablo por que al infeliz no le era
permitido amar, y los autos de fé con sus patíbulos y
hogueras, y los tormentos que trituraban el cuerpo de
los reos, y los calabozos de las prisiones inquisitoriales,
llevaron el tCfl'Or a todas partes y la perturbación á to-
das las conciencias: como si esto fuese poco, se dictó
por el monarca espal101 una pragmática prohibiendo
que s u vasa!los salieran al extranjero á recibir una edu·
cación quc aquí no pudo dárselcs.
Además del doctor Juall Gil, magistral de la Cate·
EDAD MODP.RNA. 133

dral hispalense, quemado en cstátua; de Agustill Caza-


lla, predicador de Carlos I, agarrotado en la plaza pú-
blica: del emincnte jurisconsulto Hi'rrr::uelo quemado
vivo; y de otros muchos eclesiásticos}' seglares que pu.
diéramos citar, rué proccsado como hercje el arzobispo
de T oledo,fray Barlolomé de Carrnm:a, por haber es-
crito unos comentarios al catecismo c...1.tólico: des pués
de algunos al10s de prisión, durante los cuales se de-
ficnde con brill:l!1 tez de cuantos cargos se le hadan,
consiguió merecer la absolución pontificia de todas las
censuras que se le habían impuesto, castigándole en
cambio con una sencilla penitencia que estaba cum-
pliendo cuando le sorprendió la muerte.
Realmente, bajo el punto de vista "digloso, no hubo
más: en el político, ya es cosa bien distin ta.

LECCIÓ!\ LVI.

romica Inlerior do Felipe 1I.-An!onl0 Pire!: su prGccso.- Deslrucci6n


ele lu libertades ar1110nesaS.- Procuo elel Prínci pe el IJA CarlIJS.-
Muerte del reJ: paralellJ entre Carlos 1 y Felij!e 11.

Politica intcdor de F elipe n . La política de


avcnturas iniciada por enrlos r, y que Feli pe ][ se vió
precisado á continuar, vino trabajando lentamente un
malestar econ6mico muy grandc, el cllal influyó pronto
hasta cn las cla !;c~ sociales mejor ncomodnuils; ya no
bastaron los tributos ordin:r.l'ios ni extraordinarios, ni
las ll uevas gabelas invcn tadas por un;¡ auminislración
l(tlC no pensaba más quc Cll arbitrar recursos, sino que

se l!cgó al extremo de ~ende r públicamente los grados


'34 lIISTÓRIA I>E t:sPARA.

del ejército, los títulos nobiliarios, las jurisdicciones per-


pétuas, y hasta los destinos más insignificantes.
Como si esto fuese poco, más de una vez se dió el
caso de que los buques reales apresaran las llaves car-
gadas de frutos y dinero enviadas por los particulares
desde América, haciendo cierto el dicho dc q uc nada
está más cerca de la escuela socialista gllC ciertos abso-
lutismos incomprensibles.
Protestaron de este desafuero las Cortes de Vallado-
/id ( 15S8) y To!cdo (1560) exponiendo á Felipe n que
las leyes hechas por la represelltación de las ciudades
no padlan ser derogadas por el rey sin consulta prévia
y acuerdo afirmativo, pero este monarca sé limitó á
contestar ambas veces qUt' St' trovaría /0 lilas COI/Vi'·
lIim/e, y desde entOlices prescindió de los códigos na·
cionales para gobernar á su nntojo, sin tomarse siquiera
el trabajo de cubrit' las apariencias.
Hasta mejores tiempos, las Cortes solo se reunirán
con motivo de alguna gttCrI'a extranjera ó para la jura
de los Príncipes de Astürias, viniendo por modo tal á
consumarse la obra demoledora iniciada por Cisneros,
continuada por Carlos 1 y á la cual F elipe TI supo dar
digno remate.
El poder absoluto de Felipe JI enconlró en Aragón
algunas limitaciones imposibles de salvar dados sus
fu cros y privilegios regionales, pero no tardando habrá
de conseguir la nivelación política de este país con Caso
tilla, segun sucedió con motivo del proceso incoado con·
tra AII/o/do Pires, Secretario del real despacho.
Antonio Pér ez: su proceso , En tanto que don
Juan de Austria procuraba ultimar la guerl'a de los
Paises·BajQs, sCRuíallsq por !Wnducto de Escobcdo las.
EDAO )!OOEII.NA. Z35

negociaciones secretas entabladas con el Pontífice y con


P'rancia para el objeto de colocar á este i1U5trc ba5tardo
sobre el trono de Inglaterra, á la sazón ocupado por una
reina hereje; pero aunque se procuró ocultar estos pla-
nes á Fclipe lI, por temor de que los reprobase, cogido
el hilo de la trama á consecuencia de ciertas preguntas
hechas por el Nuncio de su Santidad, vino á descubrirse
todo y rCi;ultaron concretos muchos extremos que fo r-
maban parte de un plan vastísimo, capaz de comprome-
tcr la tranquilidad europca, y más principalmente la de
Espal1a. ~
El marqués de los VélcT. y Antonio Pércz, consulta·
dos por el rey accrca de lo que en situación tan como
plicada pmcedía, no enCOlltrarOIl para deshacer la in·
triga otro medio que la muerte de E scobedo: después
de haberse intcntado un envenamiento, infructuoso
hasta por tel'cera vez, buscó Pérez algunos hombres ca·
paces de ultimar lan enojoso asunto bien)' pronto, como
sucedió en la noche del 3 [ de ¡'I'Iarzo de 1578. Escobedo
murió de un golpe de estoque, y sus asesinos reciben
el nombramiento de alfére7., mas la suma de veinte cs.
cudos de oro .
Pero la. verdadera causa de la muerte de! favorito de
don Juan de Austria debe busc<1r..,e en otra parte: est,i
en la eonduct.. que Antonio Pér<:z y su amante, la
princesa de Eboli , observaron con el rey, enamorado de
esta mujer. Como Eseobedo conociera estas illfami;ls y
los am;mtcs temiesen que csb.:, por cUillquk:r motivo,
los delatar,l, de aquí e! interés de Pércz en exagerar la
import:lllcia de las complicaci:lIlcs políticilS en el r<.;:al
Consejo y su propnsición de cmpl:.:ar como medida sal·
v;ldora el consumado <lsesinato.
HISTÓR1A DI> EsrA~'\.

En resumen: Antonio Pérez engai'iÓ a Escobedo, des·


cubriendo sus secretos' al rey, y engai'\ó al rey presen·
talldo á Escobe<lo como merecedor de la muerte.
Cuando Felipe n se dió cuenta de que bajo las apa·
riencias políticas había sido engañado por su favorito,
deseó vengarse, venganza en la cual, además de su de·
coro de rey, estaban interesados el amor propio del
hombl'e y los celos del amante \11trajado; solo así pue·
den comprenderse los incidentes que con este motivo
surgiel'on, y la impbcablc sal1a del monarca espal101.
Comenzó Felipe J[ haciendo que un hijo de Eseobedo
acusara ¡í Perez del asesinato de su padre, por lo cual
éste fué preso, si bien, desputs de sufrir la prueba del
tormenlo hasta por dos veces, consigue refugiarse en
Zarago¡¡a al amparo del derecho dc lIlallifl:stacioll: en
su virtud, inhibidos los jucces reales del conocimiento
de esta causa, formuló el rey por medio de sus agentes
otra nue\'a para ante la autoridad del Justicia.; pero ca·
mo Antonio Pérez viese asegurada su persona con el
amparo de las leyes aragonesas, hizo saber :¡ su amo y
se110r que entre sus papeles conservaba algunos que po·
dían comprometerle y desde entonces deja Felipe II de
mostrarse parte en el proceso. En cambio, si vencido
en el terreno del derecho pena l, apela á la Inquisición
acusando de hereje á su e11emigo, y l\:rez es conducido
por sorpresa a los calabozos del terrible Tribunal, de
donde los Zaragozanos le sacan después de un motín
que cuesta la vida al marqués de Almenara, represen·
tante de Felipe II en Zaragoza: ,í 105 pocos dias tras·
pasa la frontera de Francia.
Destrucción de las libertades aragonesas.
Felipe n, que deseaba acabar con las libertades ara·
~l.lAD ¡,¡ODI!RSA. '37
gonesas, toma pretexto del motín que salvó á Pérez
para inaugurar la lucha; y á la vez que en Madrid recio
be con dulzura a los comisionados que fueron á prc!'en-
tarJe excusas por lo ocurrido, cov/a contra Aragón un
ejército de diez mil in fantes y mil quinientos caballos,
al mando de don Alonso de Vargas : al saberlo, la di-
putaci6n pcrmancnte eseribc á Fel ipe Ir dándolc ;Í Cll-
tender que todos estaban dispuestos á repeler la fuerza
con la fuerza si se veían atacados, y que as! lo harían
lo demuestra la sentencia dictada conforme al F uero de
1361 contr,l Vargas, sentencia que un notario le noti,
fic ó en el campamento de Agrcda .
Semejante actitud excita las iras de F elipc JI, el cual
escribe á su general la siguicnte órdell: CJl ru cibimdo
esta, p rcJfdenys á D. 711aJt de Lomu:a, 7l1sIicia d~ Ara,
gÓII, y lau presto sepa yo de Sil muertt' como de Sil pri·
sióll: Imrl'}'sle IlIego cortar la cabeza, Y asf vino á eje-
cutarse: Val'gas penetra en Zaragoza, prende á Lanuza,
y sin otro proceso que la precedente orden, le decapita
por mano del vcrdugo el 19 de Diciembre de 159 1.
Proceso del príncipe don Carlos Otro de
los hechos ruidosos de este reinado es el p roceso de
don Carlos, príncipe de Astúrias: de carácter díscolo,
soberbio y orgulloso, habla demostrado desde su niñez
el príncipe perversas inclinaciones , ya rompiendo cuan·
tos objeto.!:i ponían á su alcunce, ya martirizando algu-
nos animales vivos, ó ya maltratando de palabra y de
obra á las respetables personas encargadas de su edu·
cación,
I ncapaces SlI S maestros para obligarle al est udio, (ué
llevado á la ciudad de Alcalá con el fin de ver si le afio
cionab3 al trabajo su tfo don Jllan de Austria; y ocurrió,
IUSTÓIlIA lJE !SI'A~A .

que bajando un dfa por la escalera de la: casa arzobis-


pal, s; cayó un g ran golpe que le destrozó el cráneo y
le puso.') á las puertas de la muerte: solo la arriesgada y
dolorosa operación del trépano p\ldo salvarle, si bien
desde entonces quedaron sus fa cultades perturbadas, y
lodo su cuerpo débil en extremo hasta el punto de que
no estuvo completamente restablecido jam,is.
Puede juzgarse, pues, cual sería el estado de este prín-
cipe en su juventud, malo por carácter, orguIloso por
nacimiento, g rosero por educación, brutal como todo ig-
norante, y perturbada la razón con motivo de su caida;
debiendo añadir que, huérfano de madre á poco de na-
cer y ocupado su padre siempre en los negocios del go-
bierno, se crió sin que formaran su corazón esas caricias
y consejos, 'tan indispensables á los niños.
Dominábale sobre todas la pasión de tomar parte
en los negocios del Estado, lo cual nunca consintió
su padre; de manera que, contrariado en ella, se dió á
todo género de disipaciones y lo que es más, á conspi·
rar contra el rey con motivo de los asuntos de Flandes:
• graves cosas debieron ocurrir entonces, comprobada
como está su inteligencia COI1 los condes de Horn y Eg.
mont y el príncipe de Orange, pues sorprendido una no ·
che en su mismo lecho, lo encierran en el cuarto más re·
tirado de sus habitaciones, y se forma contra él un p roce-
so del cual resultó merecfa la muerte por hereje, como
reo de lesa nación, y hasta por sus conatos de regicidio,
La sentencia no llegó á cumplirse, porque agravada
su enfermedad en la prisión, le dejaron cometer dispa-
rates capaces de matar á un hombre sano y robusto,
cuanto más á un enfermo; murió el día 24 de Julio
de 1568.
EDAD MOnUNA.

Muerte del r ey: para.lelo entre Carlos 1


y F elipe n. Treinta al10s después (1598) moría
Felipe 1I.
Los historiadores l]¡lman Sig'/o l'spmiol al siglo XVI,
y con justicia: Carlos 1 y F elipe 1I lo llenan por com-
pleto, pero le prestan una fi sonomía distinta á caus..1.
de su opuesta manera de ser.
Flammco cJ primero, implantó en España los ideales
de la Casa de Austria que fal searon el carácter nacio-
nal, y convirtieron á los españoles en un pueblo de fa-
náticos aventurcros; espmiol el segundo, empleó toda
su actividad y poderosos elementos en lanzar sobre
Flandes y sobre la Europa protestante á toda esta na-
ción de valientes, con objeto de ahogar el libre exa-
men, al paso que consumaba en el interior la muerte
de cuanto ¡lOS quedaba, que era ya poco, de nuestra
gloriosa y anterior historia.
También difieren bajo el punto de vista de los me-
dios, pues Carlos había gobernado el mundo hallán-
dose presente en todas paI'tes, y Felipe lo dom inó desde
su gabinete; aquél era incansable en el manejo de la
espada, y éste en el de la pluma. Los dos fueron, si n
embargo , representantes genuinos dc! catolicismo , de
la intolerancia religiosa, y de la monarquía absoluta.

LECCIÓN LV II.
Felipe 111: su carác ler_-Prívanza del duque de lerma.-Gue rras el'
ledoru_-ConJuración de Venecia.- Expulsión de los moriscos. -
Conq uistas en Am6 rlca J Asia.
Felipe III: su carácter _ A la muerte de F e-
lipe 11 hereda la monarqu ía española su hijo Fdipe JIl
( 1598), á quien la história conoce por el Piadoso .


1!I,TÓRIA DK I!SrAÑJ..

Más á propósito para vivir en una celda entregado á


la vida mon,ística, que no en palacio al frente de los
negocios públicos, demostró pronto que no se habla
engañado su padre cuando al morir exclamaba: Ditu
(JIu: me ha dado /aJl/os n/ados, mi' meea UJI hijo cnPfl&
d,. eobrnmr/os, pues aquel hombre, que indudablemente
reunía todas las virtudes privadM y públicas apeteci.
bies en un excelente cristiano, se hallaba destituido de
los atributos que necesita un monarca. Incapaz de sos·
tener el peso de la corona, entrega el gobierno en ma-
nos de un favorito, tan inepto como él, atlllque más
orgulloso y valla.
Privanza d el duque de Lerma. Fué este don
Francisco de Rojas y Sandoval , marqués de Dénia y
duque d, Ll'rllla, el cual no pensó más que en aumen·
tar sus riquezas, acaparar todos los honores, colocar
á sus parientes y deudos, y mantener en política el
desastroso principio de intervención en los nsuntos de
Europa, precisamente cuando la hacienda se encon-
traba arruinada, empobrecidos los pueblos, el tesoro
exháusto, y el horizonte poHtico prenado de formida·
bies tempestades. '
Gobierna por /í oycndo á persollas ce/osas y cl1tcndi·
d/ls . jJara 110 clltreearti' en mallos de 1m jJrivado que
aóusc ddfavod tal fué el último consejo que F elipe Ir
moribundo dió á su hijo, pero éste no tuvo ni aun valor
para practicarlo: y se vió bien castigado, pues los pri-
vados fueron dos. Llamábase el segundo dOIl Rodrieo
Calderólt, hombre duro y ambicioso, el cual desde paje
del duque de Lerma ascendió á confidcn te dc su amo,
marqués de Siete Iglesias, consejero del rey y árbitro de
los destinos de la monarqufa más poderosa del mundo.


IWAO MOUI!IlNA.
'.'
Confiado el gobierno él tales eminencias, no busque·
mas en este reinado un solo proyecto noble, una idea
grandiosa, un pensamiento polltico de alguna talla,
porque si las cosas marchan, aunque mal, se deb~ al
impulso recibido en los anteriores tiempos. gracias á
los discípulos en armas y en poHtica que todavía que-
daban de los Alba y Santa Cruz.
Guerras exteriores . • El primer acto de Fe·
lipe III rué confirmar al archiduque Alberto en la sobe-
ranía de los Paises·Bajos , con las condiciones de re·
versión á la corona de Espana, de manera que como
los flamencos se sublevaran de nuevo, hubo necesidad
de mantener aquella guerra, en la cual, siendo no más
que patronos, España lo puso todo, generales, solda-
dos, y hasta víveres: cierto que para atender :í sus
gastos se pidió un préstamo á los comerciantes de Cá·
diz, y cierto también que los tercios españoles, ham o
brientos y mal armados, conquistaron imarcesibles lau·
reles en la toma de Ostt!llde, pero no lo son menós , el
descalabro de Ntwpor/, el destrozo de la cscua'd ra en
Gibraltar, la humillante trégua de Ambert's, la pérdida
de A1Ilúoilll?, Tidor y Corommulcl en las Indias orien·
tales, y la independencia definitiva de Holanda.
Émulo é imitador de FcJipc II, quiso el de Lerma
eclipsar el recuerdo de la armada iJlvt'1Jcibü enviando
contra Inglaterra una escuadra de cincuenta naves, pero
las tempestades, lo mismo que en 1588, hicieron im-
posible toda tentativa de arribo a las costas británicas,
y las cosas quedaron COIUO estaban, es decir, peor, por
la razón sencilla de que los buques destrozados no pu·
dieron reponerse.
Igual mala fortuna tuvo la expedición contra África,
,6
IIISTÓItI A. DE RSPAÑ A.
'"
la cual tampoco llegó á su destino: en cambio , la de
r6r 1 di6 por resultado la preciosa conquista de tres
mil libros árabes de poesía , ciencias y religión, trasla·
dados ,i la biblioteca del monasterio de San Lorenzo
del E scorial.
E l único negocio donde Lerma dem9st ró algún aciclto
rué el de la paz eDil Francia, yaun en este, el éxito se
debió al buen deseo de la reina viuda dolia María de
Médicis, Regen te por muerte de Enrique IV.
Conjuración de Venecia . El trabajo todo suyo,
y como tal malísimo, es la Conjuración d, Vellecia.
Para conseguir la com unicación directa de Espal1a
con Aust ria, á través de Venecia, los representantes de
ambos paises acordaron la destrucción de esta ciudad,
gobernada en forllla de república por el famoso Con-
sejo de los Diez: previas las itl ~ trucci o n es secretas elel
;:worito, comenzó á realizarse un plan que consistía en
introducir secretamente en Venecia mil solelados disfra·
zados de campesinos italianos, los cuales recibirían sus
armas del embajador español marqués ele Bcdmar, en
prcnder fuego al arsenal, sublevar la guarn ición dis·
gustada por la escasez ele sus pagas, y apoderarse del
gobierno. Apercibidos los Consejeros venecianos de
cuanto se frag uaba, cortaron cl mal de raiz, y decapi-
taron, para escarmiento, á quinientas personas, las más
comprometidas.
A semejantes medios apelaban, y atín así para no
consegui r su intento, aquellos descendientes de los que
en campo abierto, frente á frente, vencieron en Sa n
Quintín , en Pavía , en Alcántara y en GarelIano.
Expulsión de los m oriscos. El aconteci miento
más notable ele este reinado, y el más impolÍlico tamo
r

[0"'0 MOD ER NA.

bién, es la expulsión de los moriscos. No debe ocultarse


• que esta raza alimentaba todavía el deseo .de tomar
venganza de sus opresores, ni que era hasta de temer
una invasión por parte de los africanos que acechaban
las playas españolas desde sus buques piratas , pero así
y todo, el peligro era tan remoto é insig nificante que no
merece discuti rse. Se dirá que la unidad religiosa hada
necesaria esta medida porque estas gentes continuaban
adorando en su interior el dios del Islamismo, mas debe
Clltcnderse que si el arzobispo de Valencia pedía el
cxtrail.:uniento, opinaban por la tolerancia los prelados
de Segorbe, Tort05a, Orihuc1a y el Pontífice Pío V, so-
bre todos, al cual se había hecho la oportuna consulta.
Sobre el de L erma llovieron solicitudes en sentidos
opuestos, y t:ste, después de algunas vacilacioiles, con-
d ición propia de todo hombre peq uefto, aconseja á Fe-
lipe UI la expulsión, cuyo decreto firma el monarca en
1609 sin tener en cuenta que condenaba á la miseria y
,i la muerte millares de indefensas familias, ciudadanos
de sus reinos, en los cuales vivían al amparo de la ley
y de la justicia.
En el término perentorio de tres días salieron de la
península 1/1fevl'cim/os mi/ moriscos, que dejaban de·
siertos hasta cuatrocientos cincuenta pueblos, se lleva·
b an incalculables cantidades de dinero, y lo que todavía
es más sensible, dcjaban yermas tras ellos las huertas
de Valencia, las vegas de Múrcia, las llanuras de Caso
tilla, y hasb los deliciosos cármenes de Granada: cn
cambio los más de estos infelices murieron asesinados,
después de robarles, bien en las playas africanas por lo
que tenían de cristianos, ó cn las costas dc Francia é
Italia por lo de musulmanes.
IIISTÓR IA DE ES rA~A.

Conquistas e n América y Asia. Como com-


pensación á tanta desventura, JI((f1t de Oñale conquis-
taba á Nueva-Méj ico, Pedro de Navarrdc sujetaba cl
valle de Arauco, y los hermanos Carda de Nada! des-
cubrían el canal de San Viccnte; en tanto, nucvas ex-
ploraciones dirigidas por Acuña, Silva, Rivera y otros,
aumentaban las posesioncs españolas de la Occeanfa á
10 largo del archipiélago melanesio.

L IWCIÓN LVIlI .

FeUpe IV: .1.1 carácler.- Prlvlnza de Olivares: su penumle"to po1fllco.


- Medidas de goblerno.-Guerra u n Holanda. - Guarra con Franela_
-Sublevacl6n de Calaluña.- Levantamlenlo de Port ug aJ.- Jn. urrec.
cl6n de N' poln y Sicllia.- Muerle da Felipe IV.

F elipe IV: su car ácter . A la muerte de Fe·


Iipe III hereda la corona su hijo Felipe IV(16zI).
Incapa z de dirigir el gobierno ni de ocuparse con
fijeza en los problemas políticos, difíciles de suyo, gus-
taba el monarca vivir entre una corte numerosa de
poetas ó de cómicos, presidiendo bailes ó dirigiendo ca-
cerías, es decir, sacrificando siempre el deber de rey
á lo!> placeres de todo género, lícitos é illcitos; que á
todos tenia bien puesta su afición F elipe IV.
P rivanza de Olivar es: BU pensamiento POli~1
tico. Si en el reinado anterior el de Lerma, el de
Olivares será en este el árbitro de los destinos nacio-
nales; y cuenta que dOll Gaspar de CUffmdll solo se dis-
tinguía por su dureza dc carác:ter, ambición de popula-
ridad, ning una previsión, escasas facultades p olltic:as,
orgullo desmedido, y esa tenacidad inconsciente, casi

tOAD MODf.RNA.

brutal, que constituye el triste privilegio de los igno-


rantes endiosados.
Desconocedor de la verdadera situación de E spaña,
cifra todo su ideal polftico en devolverla su anterior
preponderancia: al efecto inaugura el sistema de guerras
y conquistas que tantos rios de sangre y oro hablan con-
sumido, sin pararse á meditar las probabilidades de
éxito que las lluevas empresas ofreclan, tanto más cuan-
to en ellas iban á consumirse las últimas fuerzas de esta
pobre nación tan esquilmada . .
Verdad es que la extensión de los domi nios espall0·
les, la conquista del Palatinado por los alemanes, la
alianza del emperador Fernando Ir eall el soberano de
los Paises-Bajos, el espíritu público que á toda costa
pedía nuevas aventuras, y más que nada el poder de la
Casa de Austria, formidable como nunca en estos tiem-
pos, eran causas bastantes para volver el juicio á cual-
quier estadista, y m,ls si era de la talla de Olivares;
pero hablan pasado para España aquellos tiempos en
• los cuales podía sonar con la monarquía ¡miversal,
irrealizable proyecto que durante el siglo XVI fué el ob·
jetivo de Carlos 1 y de Felipe n.
El conde·duque de Olivares inicia su privanza aspi.
rando á la plaza de administrador Integro y celoso, para
10 cual extrema su rigor contra don Rodrigo Calderón,
procc5.1.do antes por delitos de cohecho; y como la eausa
terminara condenándole á la última pena, cuentan que
el reo subió al cadalso tan entero y sereno, que su alti-
vez ha llegado proverbia! hasta nosotros.
M edidas d e gobierno. Varias medidas de rigor
tomó también el favorito con tra otros, pero las espe-
ranzas se desvanecieron pronto al ver que sus procedi.
", mST6uA DI!. I!.SPA~A.

mientas rutinarios y gastados, lejos de contener, preci-


pitaban la muerte de las pocas riquezas que existían
todavla. Empréstitos ruinosos, cnagenación de bienes
comu nales, suscripcion es voluntarias, los tesoros que de
América venían, una tributación desordenada y egoista,
el tráfico de los destinos eclesiásticos y civiles; tales
fueron los ingresos de aquel presupuesto colosal, infor-
me, capaz de arruinar á la nación más poderos:\. de la
tierra.
G u erra con H olanda. Felipe IV inattgma su
reinado con la guerra de Holanda, y al efecto dirige á
las siete prulIillcillS fluidas un mensaje invitándolas á
juntarse con las otras diez para formar un solo cuerpo,
es decir, que renunciasen á su soberanía; los holandeses
se niegan, y las operaciones de la guerra dan comienzo.
AlgllllOS trillnfos eoasiguicron en Flandes los soldados
espal'ioles que mandaba Esp(nola, pero se ven eclipsa·
dos por las clcrrotns sufridas en el mar: armados en
corso los ochocientos navíos mercantes de la C01llpa!l/(~
dt' !lIdias, se apoderan del litoral americano desde San
Salvador hasta el río de las Amawnas, y en Occeania.
de Maiaea, Ceilán y las Malucas. Al fin de tan desgra.
ciada campaM, complicada con In guerra general de
Trdnla mios, no solo renuncia F elipe [V la soberanía
sobre Holanda, sino que voluntariamente cede á esta
república los territorios de Bravante, Fhmdcs y Lim·
burgo, con las plazas fuertes de Maestrieh, Bois-k-Due,
y Breda.
Tiempo era de que esto se hiciese, pues muerto el
comercio cspafiol por la c1atlsura del Escalda, los fla ·
mencos, reducidos á mendigar, emigral>an :i lnglatcrra
• y f'ra ncia en busea de trabajo.
EDAD )LODEIlNA . ~47

Guerra. con Francia. El tratado de Weifalia


(1648) que lllOmcntáneamente pacifica las disensiones
l. entre holandeses, alemanes y cspanoles, no acaba con
la rivalidad en tre Francia y España, regida á la sazón
aquel la por el cardenal Richelieu, ministro de Luis XUI:
la p osesión del Franco·Condado por F elipe I V y la he·
rencia del ducado de Mantua pOl" fa l!ecfmiento de V i·
cente GOllzaga, á cuya herencia querían imponer amo
bos soberanos distintos ca ndidatos, fueron el pretexto
de que R ichelieu se vale para realizar su proyecto de
abatir la casa de Austria en las dos ramas alemana y
española; }' mientras que los franceses derrotan los ter-
cios españoles en .TornavC/lto, J.{ontbaldlm. IIt/N/I, frím,
Pasajt's, Fut!l!terrabla, Alsacilt y .i! [olltbcliard, los cs·
pañoles invaden la PicarcHa, plantan su ba ndera en
Chapelle, penetran cn la Guyena, y avanzan sobre
París hasta que los det iene el ejército que Luis X III
mandaba e n persona.
D espués de algunas batallas de éxito dudoso, s in
contar la de Rocro)' ( 1643), donde por primera ver. se
declar0 cn completa derrota aquella famo sa infante ría
española que rué terror de EUl"op¡¡, se fi rma la paz de
los Pirineos (1659), complemento del tratado de Y-les·
falia, cediendo Felipe IV á Francia el R osellón, Con·
flant y Artois, y convin iéndose el matrimonio de
L uis X IV con !lb.ría Teresa , hija del soberano espaftol.
Sublevación de Cataluña Con motivo de los
vejámenes que los cata/mus sufrían en la guerra contra
Francia, pues que, prescindiendo de sus fneros, el de
Olivares los trataba sin consideración alguna, estalló la
sublevación del Principado: li ~ero motín populal' en su
origen , pudo conteners ':! con d empleo de algunas me·
'.s ° IllSTÓIllA DE .:SrA~A.

didas equitativas y justas; pero la soberbia del favo rito


empleó contra los catalanes la violencia y el terror,
amenazándoles hasta con la pérdida de sus fueros (1640).
Sublevada la capital. pronto siguieron este ejemplo las
ciudades de Lérida, llalaguer y Gerona, y la insurrección
rué completa: constituidos los catalanes en república,
pusiéronse bajo la protección de Luis XlII de Francia
el cual prometió socorrerles siempre que Felipe IV
tratara de arrebatarles sus franqu icias. En el siguiente
año (r641) firmaba el monarca fra occ!'! un convenio, por
virtud del cual aceptaba la soberanía de Cataluña con
los condados del Rosellón y Cerdaña, obligándose ,1
respetar los privilegios de sus nuevos vasallos, á conce·
del' solo á catalanes los beneficios eclesiásticos y cm·
pleos militares y civiles, y :í no percibir más tributos que
los autorizados por los procuradores dd principado.
Identificados de este modo los interest:s de catalanes y
franceses, duró la guerra once años con variedad de
fortuna para los beligerantes, terminando con la rendi·
ción de Barcelona, después de un largo asedio (1652);
respetáronse á los sublevados todas las inmunidades,
fueros y franquicias que desde tiempo inmemodal vc·
nían disfrutand o.
Levantamiento de Portugal. Las mismas cau·
sas que la sublevación de Cataluña originaron el le·
vantamiento de Portugal: la conducta de Olivares para
con esta provincia, que vió su marina de guerra des·
truida pOI· los holandeses, que perdió más de doscientos
buques mercantes, que en menos de cuarenta años ha·
bía tributado cien millones de escudos de oro, y cuyas
leyes habían sido holladas y sus habitantes tratados
con desprecio, hicieron que la mal compri mida indig·


~49

nación estallase saliuda, alimentando más que nunca


las tendencias separatistas de las cuales se most raron
siempre defensores.
Como una orden del favorito dispusiera que los ter-
cios portugueses se trasladaran á . Catalul'ia, precipi-
t6se la conjuración de Lisboa, alentada por Inglaterra
y Francia, y el duque de Braganza es proclamado rey
de Portugal con el nombre de jutm IV(1640), sin que
en la guerra que siguió á este hecho pudieran obtener
los espaftoles otra cosa sinó descalabros: fué el más
notable el de Villaviciosa ( r665). A los tres años que-
daba este reino independiente de la corona de España,
después de una dominación nefasta que había durado
casi un siglo.
Insurrección de Nápoles y Sicilia La polí-
tica de don Luis de Haro, sucesor de Olivares en la
privanza del rey. si más pacifica y prudente, no pudo
evitar que las cosas continuaran obedeciendo al ¡m-
,
P4!s0 recibido: por eso al mismo tiempo que se des·
arrollaban el levantamiento de Portugal y la guerra COIl-
tra Cataluila, ocurre en Italia otra doble rebelión, la de
NájJoles y Sicilia (1647).
El movimiento de Sicilia se terminó pronto; no así
el de Nápoles, dirigido por el pescador Tomás Aniello,
pues tos sublevados se constituyen en república y ofre·
cen el poder ejecutivo al duque de Guisa, el cual se
acerca á las aguas de la capital al frente de una escua-
dra francesa . Gracias que el virrey, duque de Arcos, y
don Juan de Austria, bastardo de Felipe IV, encontra-
ron en la nobleza napolitana apoyo bastante para do·
minar esta insurrección, que al fin terminó sin ulterio·
res consecuencias.
HI,'rÓRrA UF. F.SPA~A .

Muerte de Felipe IV . En tanto que los enemi·


gas brotan por todas partes contra Espalia y se hace
cada vez más ostensible la decadencia nacional, y Jos
tercio.o; antes invencibles son derrotados en .los campos
de batalla, y se entregan sin ddensa al enemigo los gi·
rones del mapa peninsular y americano, rasgado por el
convenio de los Pirineos, y la Ilación pierde, bl vez
para siempre, el puesto de honot; entre las potencias
europeas, Í'elipe IV continúa entregado á sus frívolas ó
criminales diversiones de siempre. Sin embargo, cuando
a pesar de su escaso talento comprende lo ridículo del
calificativo de Grande con que sus cortesanos le adula-
ban, y logra ver el abismo de perdición en el cual ha-
bía sumido <Í la podero~a Espafla, se siente acometido
do..: u n a melancolía tan profunda que lc conduce al sc-
pulcro (1665).

LECCIÓN LlX.

Carlos JI: su me no r edad.·- Guerra con Po rluga l.-Mayor edad del roy.-
Guerra con Francia.- Tra tados de la Haya y de Lond res.- lnlrigas
diplomálicas.- Tosla men lo y muerte de Carlos n..

Carlos II: su menor edad. El estado , aflictivo


ue España á la muerte de Felipe 1V puede calcularse
teni endo en cuenta el entusiasmo que produjo la procla-
metción de su hijo Carlos JI (1665) , eso que solo tenía
cuatro años, y era raquítico, enfermizo y débi1. Segú ll el
testamento de F elipe IV encargóse del gobierno la
reina madre, Alla de AlIsfrúr, mujer altanera y orgu ·
llosa, instrumento dócil en m"llOS de su confesor, el j e·
suita Everardo Nitltard, cuya presunción corría parejas
[
EDAD l!OD ERI'A. '5'
con su mediano talento r escasas facultades admini5'
trativas.
Este favorito, odiado del pueblo á causa ele su origen
aleman, y de los nobles porque se creían rebajados ante
SlI omnipotencia, hizo viables los planes del astuto dOIl
Jltall d~ Austria, hijo natura l de Felipe IV, el cual
intentaba dominar ,í la Regente, y descmpeoar el virrei-
nato de Aragón: para conseguirlo se presenta el bas-
tardo en las cercanías de Madrid al frente de la suble-
vada muchedumbre, y la rei na madre, atemorizada,
firma la expulsión de su confesor y el tan suspirado
nombramiento.
Mas no por esto prevalieron las aspiraciones de don
Juan, ni tampoco las cosas cambiaron en sentido favo -
rable, pues el capricho de la reina elevó hasta la pri .
vanza á dOIl Pt"/'JlOlldo de Vf//eJ/::uela, hombre in epto
también , pero que habla .,>"bido elevarse desde su condi·
ción de humilde paje hasta los primeros puestos del
gobierno.
Gu erra. con Portugal. El hecho más notable
de este tiempo en el exterior es la guerra contra Por·
I I

tugal, herencia del reinado anterior : no queriendo la


Regente tratar como igual al duque de Bragall1.a, los
portugueses penetran impunemente hasta Seyilla, en
lanto que el real Consejo decide la conveniencia de
continuar las hostilidades ó aceptal· la paz. Luis XIV
de Francia, interesado en debilitar :i la nación es·
pal10la, pacta aparentes ali,lllzas por mediación de
__ Nithard, á la vez que auxili a en secreto a los portu-
gueses; pero este general estado de cosas termina con
el acomodamiento de Lisboa, en el cual se reconoce la
independencia de Portugal, el cual, nos costó la pér.
IITSTÓRT.l DY. I!Sr.ll<"A.

dida de Tánger, las Azores, islas de la Madera y Cabo


verde, la Guinea, el Congo y la Costa de Mozambique,
en África; los territorios de J\bscate, Ganacor , Goa,
Ceilán, Coromandel y las Molucas, en Á sia; yel Brasil ,
en América.
Mayor edad d el r ey. Declarado Carlos 11 de
mayor edad (1675) cuando apenas contarla trece afias,
llama para encargarse del gobierno á don Juan de
Austria , el cual, revestido de un poder absoluto y
omnímodo, intenta remediar el desordell administra-
tivo y la miseria que por todas partes dominaban; pero
sus reformas, rutinarias é incompletas, lejos de canse·
guir éxito alguno, demostraron la extensión de los ma·
les y la incapacidad del favo rito para remediarlos.
Muerto el bastardo á los cuatro años , vuelve la reina
madre á la corte, desde Toledo donde había permane·
cido como desterrada, y Carlos Ir vive hasta el término
de su miserable existencia dominado por esta sei10ra,
y por s u mujer, las cllales obededan á su vez las ins·
trucciones del confe sor del monarca.
En tales manos había venido á parar el gobierno de
esta nación, ante la cual se humillaron algún día los
pueblos más grandes y poderosos de la tierra.
Guerra con Francia. Asf como en anteriores
tiempos la Casa de Austria, la de Barbón llega ahora
alzénit de su grandeza y poderío: Luis XIV, su rey,
se propone aniquilar esta nación, su rival de siempre,
y al efecto busca un ptetexto para comenzar las hosti-
lidades. Fundl ndose el rey francés en el derecho de
dt"Volucióll, exige de Carlos II la entrega del dote de su
esposa, el eual no podía paga rse por fa lta de recuro
sos, ó en otro caso las provincias de Flandes y el
EDAD ),lODEIl" " .

Franco-Condado pertenecientes á María Teresa, su mu -


jer, como hija primogénita de F elipé IV.
Apoyó su pretensión con tres ejércitos que simultá-
neamente invadieron Catalul\a, el Franco-Condado }'
la Flandes, sin que los españoles pudieran ,hacer más
que volar las fortificaciones y declararse en precipitada
fu ga; y como esta guerra se complicara con la general
europea á causa de la coalición de las potencias contra
Francia , termina después de multiplicados dl!scalabros
para los espaftolcs de la pcnínsnla, y mayores todavía
para los de A mérica, dándose el caso, por demás raro
é imprevisto , de que Luis XIV devolviera graciosa-
mente á Espafta sus conquistas de Catalul'la y Flandes.
La causa de esta paz no rué otra que las miras ulte-
, riores de Francia sobre la corona de E spaf'ia, motiva-
das por la muerte probable de Carlos 1I, sin dejar hijos.
Tratados de la Haya y de Londres. E ntre
tanto, vergüenza causa decirlo, se dió el caso de q ue
las Cortes extranjeras reunidas en la Haya ( 1698),
acordaran repartirse la nación española como si fu era
un país conquistado, otorgando un retazo del mapa a
cada uno de cuantos se creían con derecho á ello,
aunque la muerte del dllque de Baviera, al cual se
adjudicaban la Península y sus Indias, echa por tierra
este ignominioso concierto , repetid~ dos años más
tarde en otro convenio celebrado en Londres.
Intrigas diplomática.s. No menos enojosa y
pertinaz era la guerra diplomática que se hada en la
Corte , donde se habían formado dos partidos podero ·
sos y rivales ; el austriaco , sostenido por la reina, el
conde de Oropesa y el ba rón de Harach, y el fratlCés,
á cuyo frente estaban el cardenal Portocarrero, el in-
'54 IIlSTÓRIA DE ESPAilA.

• quisidor Rocaberti, y el conde de Harcourt: la sa lud


del en fermizo monarca iha quebrantándose á pasos de
gigante, }' era preciso decidi r en breve la cuestión de
su herencia , la cual hahía de originar en definitiva una
guerra formidable y sang rienta.
Testamento y muerte de Carlos JI. Perplejo
Carlos Ir sin valor para decidirse por ninguno de lo::;
I

contendientes, hacía y deshacía s u testamentos, desig-


nando :i UII príncipe de la Casa de Baviera ó ¡j otro
de la dI.! Austria, hasta que por fi n cscoje a un nieto de
Luis X IV , que será Fdipe V de España, dando el
trilmfo á la política fran cesa.
Redactada su postrera voluntad Carlos JI el Hl.'Clti-
I

:;(1((0 marcha al monasterio del Escorial, donde manda


exhumar los testos de Su padre, de su madre y de su
primera mujer , besa aquellas queridas reliquias, y
m uere á los pocos dias ( I 700), acabándose COil Cl la
dominación -dc los Austrias en E spana.
Al recordado , vienen sin quererlo á la memoria las
expresivas frases que á esta dinastía dedica un escritor
contemporáneo: Carlos 1 fu é general y rey; Felipe n,
sólo fu é rey; F el ipe HI y Feli pe IV, no fueron ni aún
reyes; y Carlos 1I , lI O fué siquiera hombre ....... Otro
erudito historiado!, contemporáneo también, afirma el
mismo pensami ento, aunque en distinta forma : reco·
nóccse , dice, en Carlos 1, la penetración fina, la acti·
vidad obstinada, la fuerza tranquila; en F elipe Ir la
celosa suspicacia, la voluntad poderosa todavía , pero
vengativa y astuta; en Feli pe IIr , el conato de voll\n·
tad, p CI'O inci erto, insuficiente, el querer sin poder; en
F elipe I V, la deb ilidad indolente; y en Carlos If , la
imbecilidad más espantosa.
EDAD MODEEcNA. '55

LECCfÓN LX.

Casa de Borb6n: Felipe V.-G!lerra de sllculó., : I ralado d. Ulreeh.


- Loy S:1liea.-PoUUca de Alberoni: la Cuádruple A.llanza.-Abdl·
caclón del rey: LuIs l.-El minlslro Riperdá. - Conqul~t~ do Slcil1a
y Nápoles.

Casa de Borbón: Felipe V. La Casa de Hor-


bón comienza en España con Felipe V (170 1), duque
de AlIjou, nieto de Luis XIV, é hijo segundo del prín·
cipe heredero de la corona francesa: esta proclamación
fué ratificada por las Cortes de Castilla, Aragón y
Cataluña.
Descontenta el Austria por este nombramiento,
y llevada de su ódio contra los franceses, protesta de
él y consigue que algunas potencias, alarmadas por
la frase de ya 1/0 /my Pi"j¡uos , organ icen la Grande
Alian:;a contra los BorboJU:s, con objeto de evitar el
rompimiento del equ ilibrio europeo. Tal es la causa de
la gucrra de Succsióll, terminada después de once
;tilos en el tralado de Utrech ( 1 702 - 1713).
Guerra de Sucesión: tratado de Utrech. Los
coligados contra Francia y Espalia p rincipian la lucha,
y numerosas huestes de portugueses , alemanes, ing le-
ses, holandeses y sahoyanos se dirigen simultánea -
mente sobre Italia, los Paises·Bajos y las costas espa-
liolas, aunque lIinguno de los contendientes pueda
atribuirse la victoria en esta primera campana: si la
escuadra enemiga derrota á la nacional en Vigo, F c·
lipe V obtiene sobre los coligados los brillantes hechos
de armas de Santa Victoria y Luzar;,.
's'
I No sucedió as! en la siguiente (1704): como si
la fortuna quisiera decidirse por el pntmdüllt~ dOIl
Carlos de Austria, apodéranse sus defensores de Gi·
braltar, el Milanesado, los Paisas-Bajos y Nápoles,
en tanto se sublevan contra Felipe V algunas provin-
cias españolas, entre ellas, Aragón, Cataluña y Va·
lencia. La derrota del general francés Villars en la ba-
talla de Malplaquct ( 1709) hizo que Luis XIV pidiera
la paz á los coligados , pero las inaceptables condicio-
nes que se le exigían, la primera que él mismo arrojara
del trono á Felipe V , le hicieron cobrar nuevos bríos y
arrostrar las consecueucias de aquel trance apurado y
angustioso.
Las cosas variaron por completo desde entonces:
la venida á España del general Vandoma para dirigir
las operaciones de la guerra, la victoria de vii/nviciosa
(1710) contra el austriaco, que había penetrado en
Madrid, la batalla de Denain, en la cual los alema-
nes fueron completamente derrotados, y la muerte de
José 1 que puso sobre el trono imperial al archiduque
don Carlos, hicieron desear la paz á todos, convinién-
dose el tratado de U/red: ( J 7 I 3), en virtud del cual se
estipulaba el reconocimiento de Felipe V como rey de
España, y las cesiones de Milan y Nápoles al Austria,
de Sicilia y Cerdeña al duque de Sabaya, y de Gibral-
tar á Inglaterra .
Ley Sálica. . Felipe V habia renunciado sus dere-
chos eventuales á la corona de Francia por virtud del
convenio anterior, pero queriendo indemnizarse de esta
pérdida establece en Espafta una ley de sucesión que
asegure el trono espatlol entre los individuos de su fa-
milia, y al efecto manda por el Auto acordado de
ED.\D MOOJ:: RNA. '57
1713 que las "e/llbras sea n excluidas de la herencia,
mientras haya en la familia varones por la línea directa
ó colateral; esta disposición es la llamada ley Sálica.
Como esta sucesión pmnmentc masculina contrariaba
lo dispuesto en las leyes del Reino, opusiéronse á ella •
los Consejeros de Castilla, pero las Cortes concluyen
por aprobarla.
Politica de Al beroni: la cuadruple Alianza.
E n Jos sucesos mi litares y políticos que tanto trabaja.
ron el ánimo de Felipe V durante los doce primeros
:u10s de su azaroso reinado, una muj er babIa sido el al·
ma de los destinos cspal1olcs , la pri/lcesa de los Ur -
si/los, dotada de su mo talento y experienci a: á su som-
bra se levantó el astuto italiano Jlflio Albel'olli, el cual
había ven ido á Espal1a entre la servidumbre del duque
de Vcndoma; y de tal modo supo captarse las si mpa-
Uas de Felipe V J sob!'e todo desp ués del matrimonio
dc este mOllarca con Isabel de Farnesio , hija del duque
de Parma, que eclipsa cn poco tiempo .i la de los Ursi·
nos, y hace que se le confíe el ministerio de E stado.
Ya eu su elemento, Albcl'oni da rienda suelta á una
série de planes y conciertos que habrán de perturbar la
paz que ¡¡ la sazón se disfru taba, pues comienza preten.
diendo para Felipe V la regencia dc Francia durante la
meno!' edad de Luis XV, cargo que descmpcf'iaba el
duque de Orleans. Como si esto fuese poco, organiza
una poderosa escuadra para deshacer por medio de la
fuerza el convenio de Utrceh, y si n miramiento algullo
se apodera de Cerdeña y Sicil ia: ante este inesperado
ataque, Inglaterra, Holanda, Alemania y Francia for-
man la Cuádrllple aliam:a, y Espaf'ia sin recursos, ni
soldados, destrozados sus barcos, haee frente á los foro

'7
's·
mid.:tbles ejércitos coligados que caen bruscamente so-
bre ella, y la ponen en gmv/simo aprieto.
Bien es verdad que el fecundo ingenio del italiano
encontró por el momento recursos para mantener á
cierta altura los negocios, mientras trabajaba una cons-
piración contra el duque de Orleans en SIL mismo pa-
lacio de Pare;;, y suscitaba la riva lidad de Suecia y Ru-
sia contra Inglaterra y Austria, pero el conflicto toma
tan sérias proporciones que Felipe V se ve en la nece·
sidad de aceptar la paz de la Haya ( 1720), cuyo primer
capitulo exigía la caida de Albcroni y su extrañamiento
del reino.
Abdicación d el r ey: L uis l . Cuatro años más
tarde es acometido Felipe V de una melancolía tan
profunda que le inutiliza completamente para la gober-
nación del Estado, y abdica la corona en el príncipe de
Asturias, reconocido con el nombre de Litis 1 (1724).
Retirado se hallaba don Felipe en el real sitio de San
Ildefonso, dividiendo su tiempo por aquellas frondosas
arboledas y amenos vergeles entre la oración y el estu-
d io, cuando la prematura muerte de su hijo, ocasionada
por unas vi ruelas malignas, le obliga á cncargarse de
nuevo de una corona que voluntariamente había renun-
ciado.
El ministro Riperdá . La lentitud de los plcni·
potenciarios de Cambray para ultimar las capitulaciones
de la paz de la H aya, inspiró á l:'-elipe V el pensamiento
de entenderse directamente con el emperador de Ale·
mania; encomienda al efecto los trabajos al astuto Ri-
perdd, aventurero holandés que había sabido gana¡-se
por su astucia política el afecto del mona, ca. y éste cn-
viada consigue ajustar un t ratado secreto por virtud
itllAlI MOllERNA. '59

del cual se conrerfan al inrante don Carlos, hijo de la


Parmcsana, los uucados de Toscana, Plasencia y Parma;
pero recelosas P rusia, Tnglaterra y Francia, se coligan
contra ESP,ll1a y Austria, y ió\s cosas vuelven al estado
que tenían al principio.
Conquista de Sicilia y Napoles. Como antes
A lberoni, Riperdá es ahora la vfctima de estas lluevas
complicaciones. En cambio Felipe V (1734) se aprove-
cha con oportunidad de las circunstancias azarosas por
que atravesaba el Austria con motivo de la guerra de
sucesión polaca, y cn breve térm ino conquista ios reinos
de Sicilia y Nápoles, los cuales se adjudican á su hijo
don Carlos; esta adjudicación es sancionada por el tra-
tado de Viena, prévia renuncia del inrante español á
los ducados de Plasencia y Parma, que sc devolvieron
al Emperador.
Cuando se hallaba Felipe V haciendo la gucrrn de
sucesión austriaca, en contra de ¡\'Tarja Teresa , le sor·
prend ió la muerte (1746) , sucediéndolc su hijo Fcnu7Jt·
do VI, de carácter bondadoso y apacible.

LECCiÓN LXL

Fernando VI; congruo de Aqulsgrán. - Polltlca de Fernando V1.-Muerle


del rey. '

F ernando VI: congres o de Aquisgran. Co·


noce la história á Fcmalldo VI con los calificativos de
prlldl!l11<' y padre de los pO/JI't·s, lo cual hace su elogio.
Amigo de la paz, pone término á las luchas que su
padre había comcnzado enltalia, dando su asentimiento
al cOllvenio de Aquisffráll (1748) por virtud del cual
HISTÓItl~ DE ESr~Ñ~.

queda España en posesión de los principales estados


italianos, desde el momento en que se reconoda al in ·
fante don Cados como rey de las Dos Sicil ias, y por so-
berano ;í, don F elipe de los ducados de Panna, PIasen-
cia y Guastala.
InÍltil fué que Inglaterra y F rancia trataran de inte·
resarle en las guerras que ambas naciones sostenían,
solicitando su alianza con tenaz empeño, pues firme en
su pacífica actitud , hasta castigó con el destierro al
marqués de la Ensenada por haber dado órdenes se-
cretas á Jluestras tropas de América para romper las
hostilidades contra los ingleses.
Politica de Fernando VI . Después de los tiem-
pos anteriores, consuélase el :ínimo al encon trar un
monarca que desdefhmdo las falsas glorias militares,
ruinosas siempre, se dedica COIl empefio ;í, fomentar los
ricos tesoros de la agricultura, de la industria , del co-
mercio, de las ciencias y de las artes, las cuales solo
Aorecen y dan fruto bajo el amparo de la paz.
Como ilustrado que era quiso rodearse de los hom-
bres más notables de su época, Carvajal, Ensenada,
Eslava, Valparaiso entre ellos, los cuales le inspiraron
proyectos dignos de su celo y buen deseo; y tanto se
esmeraron todos en aquella obra regeneradora, iniciada
por el fll onarca anterior, que el nombre de Fernan-
do VI merece escribirse con letras de oro en los anales
de Espafia. S i fué buena su adm inistración y su go-
bierno excelente, lo prueba el hecho de hahcr alimen-
tado las rentas, á pesar de la rebaja en los tributos y
el pago de la deuda nacional, contraida antes.
Muerte d el r ey. Atacado de melancolía, lo mÍ.';mo
que su padre, bajó al sepulcro este modelo de reyes,
t:IMIl ~!O])E R NA. ::!61

(1759) Y los espaCiales honraron su memoria colocando


sobre la tumba este epitafio, tan lacónico como cxpre·
sivo: yace aquí el rl'y Fernando VI, óptimo príllcipe,
que lIlurió sin !tijos pero con 1II1II/crosa prole de virtudes
pátrias.

LECCIÓN LXII.

Carlos 111: el Paclo de famil ia.-GuBrril co nt ra los Ingtcses. - Rcnovil-


ci6n d~ las hostitidades.-Gobierno inlerlor; relormas y mejoras.
-Molfn contra Esquilacho.-Expulsi6n de los Jesuilas.- Renaci-
mi ento de los interes es morales y maler laleS.- r;1uerle de l rey.

Carlos III: el Pacto de fami1i<t.. 1\ la muerte


de Fernando VI ocupa el trollO su hennano Carlos III
(1759)' prévia renuncia de la corona de las Dos Sicilias
en su hijo don Femando.
E l ódio de Carlos III contra Inglatel'ra, no menor
ciertamente que su cariilo hácia el Reino francés, le
movieron en mal hora á dejar el sistema pacífico que
tan fe lices resultados había producido en el reinado an-
terior, y toma parte activa en la encarnizada lucha que
ambos paises venían sostenicndo con motivo de los lí-
mites señalados á sus posesiones americanas : 10 peor
de todo fué que , sin meditarlo bastante, firma el Pacto
defami/ia (1762), por virtud del cual queda hecha la
alianza ofensiva y defensiva entre los Borbones de
Francia y España, causa directa de repetidos descala·
bros y disgustos.
Guerra contra los ingleses. Iniciada la polí·
tica de aventuras Cilla guerra contra los ingleses, inva-
den las tropas nacionales el reino de Portugal, aliado
constante de Inglaterra, y se apoderan de la colonia
2óZ HlSTÓR.1A PE E SPAR A,


del Sacramento en A mérica, en ta nto que el enemi go
, toma posesión t ranquila de la Habana y Manila, y los
franceses abandonan ,í E spaña en lo más dificil de la
lllcha: en su vista Carlos I!I acepta las capitulaciones
de FOlltl1illt'blenlt (I763), y la paz se hace cediendo
Espaiía ;í Jos ingleses la Florida occidental cn cambio
dc la Habana y Manila, y devolviendo los espa i\oles á
Portugal la colonia del Sacramento,
Renovación de las hostilidades, Once :11105
más tarde (1liS) recla ma de nuevo el rey de Fmncia
el concurso de los españoles para luchar contra Inglate,
rra, y Carlos III tiene que aceptar la guerra, obligado
por el Pacto de familia, aunque con la interesada mira,
en este caso, de recobra\' la pl a~a de Gibralta ¡' y las
islas de t...Jenorca y la Florida, L os pri ncipales hechos
de armas en esta campal1a fueron la tlestrl1cción de ' la
armada esp.u1ola en el golfo de (;ídiz por el al mirante
Rodney (17S0), la conql1ista de ¡\-renorca por los [tanco-
hispanos (1782), y el formidable sitio de Gibraltar,
en el cual rivalizaron cn anojo y valor sitiadores y
sitiados.
Como la peor parte de la guerra en América co-
I'Tcspondiera ,í los ingleses, aceptaron estos el convenio
de Pa,.ls (1783), el más vent<tjoso desde los tiempos
- de Felipe n, pues por él adquiere Espm1a Menorca y
las dos Floridas.
Gobierno interior: reformas y mejoras.
Aunque belicoso como su padre, era también C<tr-
los 111 <Imante de bs artes y las ciencias como s u
herm<tno: además de conservar ¡i su bdo aquellos in-
teligentes consejeros del reinado anterior , por cuya
in nuencia dictó repelidas disposiciones encaminadas al
ImAD MOOf.RNA.

fomento de la agricultura, la industria y el ornato


público, trajo desde Sicilia ,i do" hombres notables,
Esquilac!u y Grillta!di, los cuales iniciaron una séric
Jc convenientes reformas que transformaron pronto la
fisonomía general del Reino, especialmente de la ca·
pital: se inspeccionó la administración, se organizaron
los tributos, se construyeron soberbios edincios, se mo-
l'<tlizaron las costumbres, se abrierOll lluevas vías de
comunicación y trasporte, y se ennobleció el trabajo
hasta en sus manifestaciones más humildes.
Motín contra Esquilache. Las circunstancias
Jc ser Esquilache extranjero y reformista y el habér·
sclc tachado de ambicioso, hicieron qUé' la opinión
general se prollunciara en contra suya originando algu-
nos disgustos, sobre todos, el motín que estalló con
motivo de la publicación de un edicto prohibiendo el
uso de las cilpas largas y de los sombreros chamber-
gos, el cual hizo que Carlos III destituyese y deste-
rrara á este ministro.
Expulsión d e los Jesuitas. Suponen algullos
que Jos Jesuitas fueron los instigadores de esta aso-
nada, conocida con el nombre de las capas )' sombr("
1' OS, y al menos así se hi7.0 creer al rey por el conde de

AranJa , sucesor de Esquilache en la dirección de los


negocios: cn dcfillitiva resultó que, al poco ti¡;:mpo, se
tomó el acucrdo de expulsar del reino á estos s3cerdo,
tes, y así se verificó con el mayor sigilo, después de
I;aber\es arrestado cn sus conventos, durante la \loche
del JI dc lVIal'zo al 1.° de Abril de 1767 , Sin demora
nillguna fue ron embarcados para Civita-Vechia, y solo
quedaron cn España los enfermos, yeso hasta su defi-
nitiva curación.
'"At!l1que Carlos III, según afirma en su carta dirigida
Il!ST 6R1A DE ESP<l.rlA.

al Pontífice, hubiera tenido pruebas indestructibles y


s uficientes para extral1.ar á toda la orden, encontramos
violenta la medida, cuando menos en la forma, pues no
es justo condenar á instituciones ni personas sin forma
legal de proceso, y sin consentirles la defensa: la liber-
tad para que sea legítima, debe ser igual para todos;
que de modo contrario se la convierte en irritan te
privilegio.
COIl más cordura obró algo después el Papa Cle-
mente XIV al redactar la Bub que decretaba lu supre-
sión de esta Orden.
Renacimiento de los intereses mora.les y
materiales. Bien puede afirlll<'lrse que el reinado de
Carlos IJI es verdaderamente admirable, pues además
de rccobrnr la antes abatida España su influencia en
los consejos europeos, consigui ósc reforma r el carácter
españn¡ cimcntado sobre distintos ideales de los traba-
jados por los Austrias, alcanzando el país llIl grado tal
de prosperidad y grandeza que asombran al historiador
que las contempla.
Muerte del rey . A los setenta y dos años de
edad y veintinueve de reinado (1783) maria Carlos lIT,
dejando indelebles recuerdos en la historia: le slIcede su
hijo Carlos I V.

EDAD MOOERS" .

LECCIÓN 1,X IlI .

Cario; IV: la R ovo l uc ¡ ~ ~ fra ncesa y Godoy.- Tralado de San II de fo nso :


Guerra c o ~lr,} lo. Inglesu. - Tratad o el, Fo nlainobln.u: Invulón
Irancesa.- Mo lfn de AranJuoz: abdic ación del rey.- Estad o de l pals,
- Los royas en Franci a.

CarI0 3 1V: la R evolu ción fr an cesa y Godoy.


E l bondadúso carácter de Carlos IV (1 78S) hi zo espe-
ra r que su reinado sería conti nuación de los anteriores,
tanto más cuanto q ue c(\l1servó ¡i s u lado al conde de
Floridabln!lCfl . una de las principales emi nencias que
habían il us tr~do la Corte de C! r1os III duran te s u úl-
timo periodo .
Pero sucedió que la Rt'i'fJ/IlÚÓIl f r a llCl'stl vino á cam-
biar el rumbo de la política cspaílola; pUC:i a llnl}u~ afio
cionado F loridablanca á los nuevos ideales, se vió
precisado á redactar enérgicas p rotesta~ con tra la
Asamblea revoluciona ria del país Veci !lO ante el cspec·
t:ículo horrOrOSo que los ex.:lltados ofl:ecian , ahogando
en tre sangl·C y horrores el an tiguo sistcma, ya caduco,
pero cuya susti tución podía vcrificarse sin at entar á la
vida de personas, hasta cierto punto irresponsables.
No estaba la nación espai'iola preparada p¡t ra la
guerra, }' Arrmdrr, más pacifico, viene;i ocupar el puesto
de F loridab l:lIlca: á p esar de ' los deseos del nuevo mi·
nistro, c¡wo: ¡[ toda costa pl"ctendí:l cstablecel· la arm o·
nía entre españoles y franceses, la insistencia de los
republ ica nos en consegu ir que Carlos IV reconociese
el destronamiento dc Luis XVI, hizo que fracasaran cs·
tos planes, y el conde de A randa es sustituido por
Godoy.

)
,66 HISTOR IA lH: ¡;SI'ARA..

El nuevo ministro don Manuel de Godoy debió su


elevación á las intrigas palaciegas, cuya alm:'l cra, gra-
cias á su g-allarda presencia y á la impresionabilidad de
la reina ¡"lada Luisa, la cual llegó á distinguirle ele un
modo que no siempre se contuvo dentro de los límites
que el decoro propio señala á todas las mujeres, mucho
más á las que por su posición deben servir constante-
mente de ejemplo: bastad decir que, en solo un año,
ascendió Godoy desde guardia de corps él Teniente
general, cabal!ero gran cruz de Carlos In, duque de
Alcudia y primer ministm. Su encumbramiento coin·
cide (1793) con la ejecución de Ltlis XVI.
El pacto de familia , todavía vigen te, había hecho que
el gobierno cspaiio! se distinguiera entre todos los de
Europa poI' sus gestiones en favo r del infortunado
Luis xvr, y hasta amenazó con la guel'l'a caso de cs-
tremarsc la resistencia de los revolucionarios á un aco-
modamiento decoroso: así sucedió, pues á la noticia de
la ejecución del tey, dos ejércitos penetran ell Francia
por el RoselltÍn r el Bidasoa, al mando de los generales
Ricardos r Caro, en tanto que el almirante Lángara
amenaza la costa del i\'lediterráneo con sus tres navíos
de linea.
Hicieron In guerra los espailoles con inteligencia y
denuedo, pero los republicanos pelletr,{Il por la penín-
sula hasta l\'lir,\1ldn de Ebro, amenazan lns Castillas, y
Iwy que pedir la paz, fi rm<ldrr en JJasika (J 795), por
la cual se pierde la parte c~paño\a de la isla de Santo
Dom in go: en cambio, Godoy, el autor de tantos desas-
tres, recibe el titulo dc Príncipe de la Pi/::.
Tr atad o de San I ldefonso; guerra con t ra los
Ingleses. Y bien cara costó;i España la pueril sa·
};ll,\.O MOOF.Il:-',\, "7
tisfacciÓIl del orgulloso favorito, pues agradecido ;i los
republicanos franceses, firma con la nación vccina el
impolítico Tralado de San I/difollso (1796), verdadero
pacto de familia con el gobierno rcvolucionario, el cual
costó á Espafia una guerr;¡ contra los ofendidos inglc-
ses: destrozaron estos la escuadra enemiga en el eabo
de S;¡n Vicente y se apoderaron de la isla Trinidad,
pero el descalabro mnyor se verifica frcntc al cabo de
Tra.falgar (IS05), donde los mejores buques espaiíoles
fueron hechos prisioneros ó echados á pique, á pcsar
del heroismo con que fueron defendidos por los almi,
rantes Churl'uca y Gravilla,
Pal'a entonces Napoleón se había rroc!amado Empe -
radOl' de los franceses, y Godoy, bien por tem or ó
por interés person,:li que de todo pudo habeJ', continúa
prestando ,i Francia tesoros y soldad03, precisamente
cuando la nación atravesaba un período sobrado lasti -
moso y dificil.
Tratado de FOllt,üuebleau: invasión Fran -
oesa_ Ellgaiíado el favorito por Napoleón , d cua l
había prometido hacerle rey de los /\J~arb es si COll.~en­
tia en facilitar la entrada de SeiS legiones en Espai'ia
para invadir el Portllg,d, firn1:1. el t rat;-¡c1O de FOllloil/c-
bkllll (l 807); en su consecuencia, franceses y cspafloles
unidos pcnttran ell el vecino (_~ill0, del cual se apode-
ran en bl'c ,,;:, telli~lldo los reyes qu(: refugiarse en el
Brasi l. Terminada esta hcil empn::S:1, los fl'ance~Jes, lejos
de !lIJando;1!lr el suelo de Espaila, reciben lluevas cuer-
pos eh:: ejércitos y ocupan bs prillci¡x!les posi ci ones es-
tratégicas y fortah::z<ls bajo' pretexto de guarllecerse mo-
lllenblle¡¡n;cnte, sin quc Carlos I V, ni Godoy, ni el
pueblo mismo, pudieran, tal t:1'a su ciega confianza,
lIIsr6R1A OF. RSPAK .\ .

darse cuenta de los arteros planes que eon habilidad y


desvergüenza illereibles iba trabajando Napoleón para
encadenarlos á su carro de guerra; solo cuando desde
París llega ron anuncios de tamana felon ía, es cuando
~e conoce la inminencia del peligro, y los asustados
reyes se preparan para emprender la fuga hácia el con-
tin ente americano.
Motín de Aranjuez: abdicación del rey.
fuí las cosas c;¡taUa el fu ror popular, justamente indig-
nado contra el favorito, culpable por traidor ó por
imbécil, y las masas asaltan en Aranjuez la casa de
Godoy, el cual se sah'a por la intervención del príncipe
de Astúd as, don Fernando, ,i quien los espni\oles ido
¡alraban entonces por tener fu ndadas en él las más rj·
suei'1as esperanzas (¡ 80S).
Las principales consccucncias del motín de A ranjuez
fueron, cntre otras, la abdicación de Carlos IV en su
hijo Fl'I"JI(1Ildo VII.
Es t~do del país. Lastimoso en extremo era el
cuadJ"O que el estado interior del reino ofrccla al advc-
nimiento del nuevo rey, tan to más de sentir cuanto que
F ern ando VII carecla dc las cond iciones de inteligen·
cia, carácter y valor, indispensables en situación tan
difícil.
La omnipotencia del rid ículo príncipe de la Paz, co-
n la parejas con el genera l descontento; Jos dos únicos
hombres capaces de encauzar los sucesos por su verda-
dero camino, Saavedra y Jovellanos, habían cajdo del
ministerio bajo el peso de las intrigas palaciegas que
dirigía la misma reina; los s ucesos, lo mismo que los
hombres, caminaban á ciegas, sin norte ni uerrotcro,
viviendo al d{\l; la tributación ordinaria, ya excesiva,
RDAD MODI!.Rl'IA. ,6,
se hallaba recargada con enormes impuestos eventua-
les, cuyos ingresos iban á consumirse en el manteni-
miento de las tropas fran ce~as, nu estras aliadas; todo
el dinero que venía de América , mas 10 producido por
la venta de las Obras Pías, se gastó sin ventaja nin-
gu na sensib le para la trabajada. EspaJ1a; aquel los ejér·
citos tan mimerosos é invencibles un dia, se hallaban
diezl11;:tdos ó pelea ndo fuera de la patria, hasta el ex·
t remo de no haber tlll solo regimiento completo que
defendiera las fort ificaciones ; la marina habia desapa·
reci do en Trafalgar y en Cádiz bajo el plomo de los
cañones ing leses: y en medio de este general descon -
cierto, hasta se relajaron las costumbres y se pervir-
tieron las ideas, y se dividieron los ánimos de cuantos
más ó menos tomaban parte activa en la direccióll de
los públicos negocios.
Para col mo de tanta desventura, la astucia de Napo.
león consigue apoderarse militarmente de España, con-
fiada é indefensa .
El 23 de marzo hace su entrada en Madrid el general
Murat y es recibido con júbilo por los espafioles, los
cuales creían ver en él al defensor de FerNando ViI
el rey llegó á la Corte al siguiente día, siendo imposible
describir los trasportes con que todas las clases socia-
les, especialmente la popular, demostraron la satisfac·
ción que sentían al verle encargado de! gobierno.
Los reyes en Francia . Cunde entretanto la no-
ticia de que Napoleón se dirige háeia España para ter·
minar á gusto de todos las di~erencias que separaban á
los individuos de la familia real, pero la impaciencia
que Fernando tenía de ver sancionada su aclamación
como soberano, y las promesas de Savary, hacen que el
I '7' wsrÚltlA Di; ~;SrAÑA.

monarca se in terne hasta Eayona, donde recibe la no-

l' ticia de haber sido nuevamente reconocido COnlO rey


de Espal"l.l su padre Carlos IV, bajo la protección ele
'Murat, fun d.índose en que la abdicación anterior había
sido conseguida por la fuerza.
Ilusionados los reyes, especialmente María Luis;!, por
este acto del general fran cés, acuden también á Ha -
yana, para que Napoleón sancione su reconocimiento,
y proporcionan con ello al Emperador el placer de ver
pri sionera suya <Í toda la familia.
Ya Napoleón há conseguido real iza r su plan, ocu·
pada como se hallaba Esp¡1I1a mil itarmente por sus le-
giones, prisioneros en Francia los reyes, y confiado
el gobierno á Ull:! Junta provisional en l\'Iaclrid, desde
donde la espía Murat; pero los p ueblos dignos se
bas tan á sí mismos cuando llegan los momentos dirí-
ciles, y los españoles , Si ll ejército, sin marina, si n re·
cursos, abandonados de sus reyes, huérfan os de toda
protección que no sean las propias fllerza~, cercados
por todas partes de enemigos, escalonados cn venta-
josas posicioncs, sin armamcnto ni disciplina, en las
peores condicioncs que puede imaginarse, sabrán re·
conquis tar su amena7.ada independencia y demostrar al
mundo que son dignos sucesores de aquellos héroes que
vertieron su sangre cn Numancia, Covadonga, las Na·
\'as, el Salado, Pavía, Sa n Quintín y Ccriñola.
KO AD MOOJotRNA.
" O

LECCIÓN LXIV.

(Civili::ación e:¡pañol a. d urante e:¡te pHioao.)

Los Auslrlas: IIr ... nde~a y decadenc!a. - l as Bellas Arles. -· Clencias y


U!craturll.- los Borbo~es: Renacim Ie nto do los in¡eresol m~te.
rlales. - InstitucIon es cienl(ficas. - Celebrldlldes de l reinado de
Carlos ¡¡l.

Los A us trias: gra.ndeza y decadencia La


dominación de la Casa de Austria p uede considerarsc
como un paréntesis en la H ist6ria de Espafla, y dentro
de él encontl':J.lll OS á la vez los dos polos opuestos, es
decir, la gI'l11l({('ZIl y la ({<'c,l dO/cia.
Carlos I había heredado de los Reycs Católicos la
p rimera nación del mundo en extensión, en g randeza
agrícola, industrial y mercantil, en cultura y vida cien-
tífka; Carlos II dejaba, en cambio, desmembrados los
colosales territorios, yermos Jos campos, cerradas las
fábrica s, desiertos los puertos, empobrecidos los habi-
tantes, y secas todas las fuentes de la riqueza material
y moral.
Hasta cl valor propio de la raza, el sentimiento reli-
gioso, aqucl genio nacional trabajado á tanta costa du-
rante la epopeya de la Reconqu ista cristiana, hablanse
trocado en fanfarronería, en fanatismo, en libcrtinaje y
cn espíritu servil y rastrero; y solo restos quedaban ya,
miserables y carcomidos, de aquellos buques que reco-
rrieron un día los mares en busca de lluevas mundos; y
los valientes tercios, sombra nada más de lo que fue·
ron , se velan en cuadro, sin armas, sin vestuari o, sin
jefes, y viviendo de la depredación y del robo : la
IIlSTÓklA DE kSPAilA.

Espafia que con Felipe JI llegó á reun ir setenta y dos


mi!lones de habit:llltes, se convirtió con el último de
los Austrias en un montón informe de escombros, donde
pululaban seis millones de seres miserables y harapiell.
tos, fantasmas mejor que hombres, con·ompidos por el
libertinaje, diezmados por los vicios y dominados por
l:l más espantosa miseria. Pero qué más, si hasta el rico
y sonoro idioma naci onal llegó á convertirse en gcri-
gonza ridfcula bajo el imperio del malhadado gongo-
rismo.
Las B ellas Artes. En cambio las bellas nr/l"s (lo-
recieron, yeso merced al impulso recibido en tiempo
de los Reyes Católicos, los cuales simboli7. a.1l realmente
la gmndeza nacional en t0das las esfera s.
Adoptó la nrquitectura el esti lo llamado del renaci·
miento ó plateresco, y tuvo maestros· tan notables como
Herrera, director de las obras del Escorial, Churiguera
y V ig nola; la eswllurtz produjo admirables trabajos de·
bidos á Berruguete, Vergara, I. . Iachuca, Becerra Del-
gado y A}'ala; la pintura contiene tesoros inapreciables
de belleza CilIos cuadros de Velázquez, el pintor del cs-
píritu, Zurbaráll , de la pureza, Rivera, de la castidad,
Gaya, de la esperanza, y Murillo, de la fé; y la música,
antes tan elemental y sencilla, recuerda las magestuo-
sas y brillantes composiciones de Gómez de Ortclls, de
Monteverde y de Salinas.
Ciencia s y Literatura. También las ciellcias al·
canzaron desarrollo notable, á pesar de que la Inquisi-
ción ejercía su censura hasta sobre los libros piadosos:
citaremos los callonistas Antonio Agustín y G6mez; los
Iró/oeos, Melchor Cano )' Juan de Soto; los jilólogos,
Arias Montano y Rivadeneira; los jilósofos, Cobarrubias
~DAD MODERNA.

y Acosta; los ascéticos, San Juan de la Cruz y Santa


Teresa de Jesús; los oradores, fray Luis de León, Fray
L uis de Granada, y el P. Yepes; y los historiadores,
Hurtado de ]\'Iendoza, F rancisco Mancada, Manuel de
Mela, Antonio Salís, y el P. Mariana, autor de la pri-
mera historia general y particular de Espana.
Entre los 1foue/islas Quevedo, Montemayor, y Hur-
tado de l\"fcndoza, descuella el géllio de don Miguel de
Cervantes y Saa"edra, el cual, entre otras obras, escribe
su blgmioso luaa/go don Quijott' de /a .ft1(lI!cha, poema
el mas acabado y hermoso de cuantos ilustran la litera-
tura europea, y que vivira mientras los hombres amen
lo sublime. I .

Pero en donde sirvió la nación espaiíola de tipo, lle-


vando la rica sávia de su génio hasta el corazón mismo
de los pueblos extranjeros , fué en la poesía: ilus-
t ran el siglo de oro, Garcilaso de la Vega, llamado el
Pctrarca espaiíol por la dulzura de sus églogas; Fray
Luis de León, cultivador de la oda á la manera de
Horacio¡ Hernando de Herrera, celebrado por la valen-
tía de sus incomparables composiciones heróicas; Erci-
Ha, que escribió el poema de la Araucana en los ratos
de ócio que la guerra le consenUa; Quevedo y ViJlegas,
gran poeta, teólogo y polftico, siu rival para el manejo
de la accrada sátira; y G6ngora, que dió su nombre al
estilo laberíntico y al mal gusto dominantes en aquella
época de .la decadencia.
Los astros más hermosos, cuyos rayos jamás expe-
rimentarán eclipse, brillan en el cielo de la poesta dra-
11tdtica, entre ellos, Lope de Vega, verdadero mónst ruo
de fecundidad y á quicn apellidaron el fénix de los in-
genios; Calderón de la Barca, el venerable entre los ve-

"
.-
nerables, padre del Teatro espaí\ol moderno dentro y
fuera de la nación Ibérica; Tirso de Jll'lolina, ]\'[orcto,
Alarcón y Rojas.
Los Borbones : Renacimiento de los intere-
ses materiales. Dos puntos de contacto ofrecen á
la consideración del ' historiador las di nastías austriaca
y borbónica: 1.° el deseo centralizador que hace aca-
bar á Felipe V con los fueros catalanes; y 2 .° sus pre-
tensiones conquistadoras y diplomáticas. S ill embargo,
así como los Austrias no atendieron jamás al de!;'arrotlo
de los intereses materiales, sino que por el contrario se
complacieron en consumir cuantas fuerzas vivas hablan
encontrado á su entronizamiento, F elipe V, por ma-
nera opuesta, se dedica á beneficiar las multiplicadas
fuentes de riqueza que encontró agotadas, é inicia en
este sentido un renacimiento poderoso.
Instituciones científica.s y de beneficencia.
Dignas son de aplauso las acertadas medidas encamina-
das á este fin, sobre todo bajo la dirección del inteli-
gente Patil'o, en virtud de las cuales salieron de la mi-
seria en que de tiempo atrás yacían la agriClfllura y la
z'ltduslria; pero donde alcanzó mayor éxito el buen de·
seo de este monarca fué en las esferas científica J' /ite-
raria, mediante el planteamiento de instituciones cien-
tíficas á la usanza francesa, tales como la Bibliotera
mrcional, las reales Academias de la LCJ/gua. de la His-
toria, de Afedicilla y Cirlljia, y la Ullivel'ridad de
Cet'vi!l'a.
Sensible es que este monarca no se inspirara siempre
en los ide:des tradicionales, olvidados por c0!TIplc:::to '
desde la muerte de los Reyes Católicos, sustituyéndo-
los en parte con los nuevos modelos de la innuencia clá-
ElMIl ~IOIlI!IlNA.

sico-francesa, pero de todos modos, es preferible este


influjo al aislamiento en que se encontraba Espafia al
terminar la dominación de la Casa. de Austria.
Entre los recuerdos que se deben á F ernando VI me-
recen citarse con preferencia: la Academia de San F~I'­
lIando, tcmplo dedicado al culto de las Bellas artes; las
de J]{({:llas Le/ms de Barcelona y Sevil la, la de los Sao
grados Cdl!()/!{'s y la Grcco-Latina en Madrid; los Pósi-
tos ó almacenes de trigo para asegurar la subsistencia
del pueblo en los mios de penuria, establecidos á la
vez en más de cinco mil poblaciones; los .ílfollles de pie.
dad, que en Madrid, Málaga, Valencia, Granada y Ga-
licia, se dedicaron á procurar á los labradores pobres
la semilla necesaria para cl sembrado de sus campos;
la creación en muchas partes de fábricas y talleres de
t oda clase; los estudios de la abandonada 11lan'llfl en el
Ferrol y Cád iz; el :lard/1l boldllico y la construcción del
Palacio nucvo,' las comunicaciones interiores, tan aban-
donadas antes; y para quc nada fa ltara á su previsión
política, el COI/cordato de 1753 que dió fin á los alter-
cados sobre patronato régio, y por virtud del cual se
estipuló que los Breves ó bulas pontificias no tendrían
fuerza ejecutoria en Espal1a, sin que fuesen precedidos
del r¿giulIl exequalllr.
Carlos JI! completa la obra progresiva iniciada por
Felipe V y que Fernando VI continúa , originando en
su tiempo un renacimiento poderoso. Ahe están para
demostrarlo las Sociedatú's Económicas de Amigos del
País, llamadas á sccundar el sublime pensamiento de San
José de Calasanz, pues ambas Instituciones se dedican
á la enseñanza de los necesitados; la multitud de Semi-
"arios, Colrgios, Academias )1 Universidades establcci-
, ", HI ST61UA DE I:srARA.

das en todas partes; los museos y gabiudes de Flsica,


é Historia natural y el Yardb, Botdllico; el ¡¡{l/UO d~
Pintura y Escultura; la coloni1.aciÓn de Sierra Morena,
Carolina)' Almuradicl, que recuerdan el nombre del
insigne Olavide; la Iq agraria del inmortal J(Ji!d/mlos,
y la supresión de Jos abusos de la Mesta; la creación de
los llancos agrfcolas, y el fomento de los Montes de
piedad; la /iberlfld dd trabajo con aplicación á multi·
plicadas industrias, directamente protegidas por el go-
bierno; y multitud de asociaciones y preceptos legales
que pudiéra mos citar.
Celebridades del reinado de Carlos 111.
Notables eminencias brillaron también entOllces, citando
solo entre ellas, que son muchas, á Floridablanca, Cam-
pOnlanes y Aranda, entre los diplo.mdticos " estadistas;
Maella, Goya, Vergara y ACUlla, entre los pilltor es; Vi-
Ilanueva, Ventura Ruiz y Vierpe, entre los arquitectos;
Alvarez, Castro y Esteve, entre los escullores; y Mas-
deu, autor de la primera Historia crítica de Espai'la,
Casiri, eminente orientalista, Moratín, el reformador del
teatro E spai'lol, Meléndcz, poeta de inspiración y ele-
gante en el decir, Feijóo, cuyo talento abarcó multitud
de conocimientos en diversos ramos del saber humano,
Isla, teólogo y hablista, y Climcnt, orador sagrado de
nota, entre los literatos y sabios_
LA MONARQuíA CONSTITUCIONAL.
(.808)
LECCIÓN LXV.
Guerra de la Independoncla: al dos de Mayo.- Alzamiento de lu Pro "
vinciu.-Campaña de 1808: batalla de BaI16n.- Campah de 1809:
rend lcl6n de Zaragoza J Gera na.- Campaña de 1810: ap e rtu~ de las
Cortu.- Campaña de 1811: batalla de Albuera.-Campaña de 1812:
batalla de Arapiles.- Pro mulgaci6n de la Cons!llucI6n. - Campaña
de 1813: batallas de Vitoria y San Marcial.

Guerra de la Indep end encia: el dos de


M a yo . E ran las nueve de la mañana del dia dO$ de
f¡foyo¡ numerosos grupos ocupaban en actitud alar-
mante la plaza del real palacio de Madrid, :1traidos por
la noticia de que iball á ser t rasportados á Francia los
infantes don Antonio y don Francisco, únicos que en
España quedaban de esta familia, cuando el furor de la
muchedumbre estalla ante la indignidad de los france·
ses, y con gritería espantosa arrolla las patrullas que se
oponen ¡i su paso.
La población entera se subleva, y con escopetas, es·
padas, chuzos, y cuantos instrumentos ofensivos en·
cuentra, arremate contra el invasor: por un momento,
la victoria parece asegurada , pero numerosas columnas
francesas avanzan por el centro; el combate se empeña
con más saña; los madrilelios son arrollados; la artille·
ría deja desiertas las p rincipales calles; la caballería
aCllchilla los grupos y por todas partes cllnde la ma·
tanza, el saqueo y el asesinato.
Las tropas nacionales permanecen en sus cuarteles,
extrañas al movimiento, excepción de los artilleros que,
mandados por Dnoir: y Ve/arde, rechazan en el parque .
al enemigo; pero cercados por todas partes y muertos

."
", lII ST6RIA 01'. I!SI'A~A.

• los jefes, saben sucumbir matando cuando la defensa se


hace de todo punto imposible.
En la mañana siguiente puhlic6sc PO!' k[lfra( un
bando contra todos los que fue ran sorprendidos lle-
vando armas; y comenzaron las prisiones, y recibieron
la muert~ muchísimas personas indefensas, fu siladas á
montón en el Pardo ó en el Retiro, siendo no pocas en-
terradas cuando todavía palpitaban con el extertor de
la agonia.
Tan bárbaro atentado es la señal del general levan-
tamiento de la Península, que inél.ugura esta llueva epo-
peya conocida con el nombre de gMrra. de la llldepm-
delicia.
Alza 11lento d e las pr ovin cias. En tanto que
Napoleón pretende hacerse ducI10 de Espana procla-
mando rey a su hermano J osé. la efervc,;ccr1cia popular
provoca algunos desórdenes contra los que se tenía n
como ndictos a la política frnncesa, mereciendo citarse,
por 10 sangrientos, el de Badajoz, contra el conde de
T orrefresn9; el de Cádil., contra Solano; el de Sevilla,
contra el barón de Albalat; el de Madrid, contra el
marqués de Pera les; el de la Mancha, contra el canó·
nigo Duro; yel de Cartagella, contra el capitan general
Borja.
L a capital de Astúrias se subleva el dla 24 y nombra
una Junta de gobierno que declara la guerra á la na·
ción francesa; los gaditanos se apoderan de la escuadra
enemiga surta en aquel puerto; la Junta de Sevilla con
sus proclamas levanta el espíritu del país contra los in ·
vasares; Zaragoza rechaza con grandes pérdidas al ejér·
cito de Lefebre, enviado para som eterla; el general
Moneey es derrot..1.do frente los muros de Valencia; y
EDAD MODERNA . '79

hasta ei alcalde del pequeño lugarejo de A1ósto/cs de-


clara la guerra al emperador Bonaparte, coronado con
los laureles ele cien victorias.
Las Jlllltas provillciales rivalizan en actividad y pa·
triotismo: en todas partes, sencillos labradores, modes-
tos artesanos, acaudalados propietarios, todas las clases
sociales sin distinción de fortuna ni edad, el pobre cót
mo el rico, el anciano lo mismo que el joven, el sacer-
dote y el seglar, armados de palos ó de chuzos, sc apre-
suran á medir sus fuerzas contra aquellos veteranos lau-
reados en los campos de jena, Austerliz y Marengo;
tantas victoriosas legiones, cuya marcha á modo de
avasalI<\dor torrente no pudieron contener 115 ejércitos
aguerridos de toda la Europa central , habrán de verse
derrotadas por un puñado de valientes sin disciplina ni
armamento.
Campaña d e 1808: batalla de Bailén. El
' 9 de julio de IS08 es día digno de imperecedera re-
cordación: el ejército dc Andalucía que mandaba en
jefe el general don Francisco Javier Castaños, derrota
en los campos de Eai/én ,í las formidables legiones di-
rigidas por Dupónt. Dos mil trescientos muertos, cua-
trocientos heridos y veinte mi! prisioneros, demostraron
al lllundo que los hasta entonces invencibles podían al
cabo ser vencidos.
El eco de este brillante hecho de armas reanimó la
confianza nacional tanto como abatió la de los france-
ses; José Bonaparte abandona á Madrid, y se traslada
al otro lado del Ebro,
La necesidad de unificar las operaciones militares
hace imprescindible In creaci011 de una '.lunta et'¡l/ya!,
que se instala en Aranju cz el :!5 de Setiembre; la na·
"O MISTÓ"'I<\. DE ESP ... R-....

• acallando
ción inglesa, rivalidades recientes, envía al
duque de WelülIgtoll al frente de un ejército, que derrota
en Portugal á los invasores; el marqués de la Romana
realiza desde Dinamarca su brillante repatriación por
medio de sus enemigos, y viene á reforzar las banderas
nacionales; y tal carácter iban insensiblemente tomando
i~OS asuntos eu Espan.a, que Napoleón se encuentra obli-
gado á presentarse en ella al frente de 70.0CJ0 hombres,
con los cuales, y con el ejército mandado por su her-
mano, forma un total de 120 .000 infantes y 20.000 ca-
ballos, los cuales acampan en las afueras de Madrid .
Desde este momento, la invasión se hace general;
vencedores los franceses en todas partes, hasta el ejér-
cito inglés t iene que replegarse hácia Galici,l para ser
vencido en la Coruila. La J unta central se t raslada ,i
Sevilla; pero cuando Napoleón prepara s us más atrevi-
dps planes de dominación, abandona el campo y se
marcha á París, donde le llamaban necesidades más
urgentes_
Campaña de 1809: rendición de Zaragoza y
Gerona_ L a campaí\a siguiente (1809) vino á demos·
trar lo imposible de la conquista de España: á la vez
que los espal101es se burlaban del in truso José, cl Cl\al
• desde Madrid expedia innuroerables decretos contradic-
torios y ridículos, la tenacidad de los Zaragozanos con ·
sumía la paciencia del invasor. El 21 de febrero capitula
Ztlrngot:tl ante la muchedumbre de sus cncmigos, des-
pués de cincucnta y dos dias de cerco, cuando todas las
obras exteriores se hablan df'splomado, y las casas
aplastaban á sus defensores, y los reductos eran infor-
mes montaflas de cadáveres insepultos, y la peste diez-
maba su población estenuada por el hambre, no sin haber
F..D¡\D J.lODEltNA _ ,s,
empef\ado antes de calle á calle, de casa á casa, de piso
á piso, encarnizada refriega en la cual lucharon furiosos,
á porfía, incapaces de cejar sino para morir en aquella
epopeya de gigantes: cincuenta mil Zaragozanos pere-
cieron al plomo, al cuchillo y á la peste; catorce mil
estaban postrados en cama, y solos cuatro mil, enfla-
quecidos y de macrados, podían sobrellevar las fat igas
de la guerra_
Rival en_heroismo se presenta Gerona á la conside-
ración del historiador: trescientos defensores, que man-
daba don Mariano Alvarez, resistieron un sitio de siete
meses, durante los cuales hicieron num erosas salidas
contra el enem igo, al que clava ron en el campamento
sus propi os cai'io!lcs_ Hambrientos y dcmacrados por la
fi ebre, dcrruida la población, ca pitu laro~l honrosamente
los gcrundenses: el heróico Alvarez es asesinado por
los enemigos en extr'lnjero suelo_
Cam pana do 1810: apertura de las Cortes_
A pesar de la escascz de recursos y de la desorganiza-
ci ón en que se hallaba E spal1a, la Junta central encon-
tró medio de improvisar numerosos cuerpos de ejército,
cntre los cuales cit:l L"cmos, el de l."l d erecha, que operaba
en Arart.-n y Catallllla; el de la i:;q/lierda, ft n L eón, As-
túrias, Ga\icia y ExtrcmacJlll-a ; el del u ntro, en Andalu-
cía y las Cast illas; el d~ reSt"f"'1Ia en las Vascongadas y
Nava rra ; el t'_l-p,'diácJ/lr1rio, compuesto de cohllunas vo-
lantes; y los de las fropas alindqs de Ing laterra, Por-
tug."ll y Sicilia _
L:ls denotas de Ucft.'s, Va/ü, 11!cdd/Ílt y Alcabóll, le-
jos de cntiviar, reanimaron el valor indomable de los
cspai\oles, los cuales tomaron la reva ncha en las glorio-
sas jornadas de Ta/avern y Tllmamu, por más que es-
IlI ST ÓIlIA DE I!sr.-\!i:A.

tas ventajas se eclipsen con el desastre de OCa/in (19 oc


noviembre) que inutilizó el ejército del centro, el mas
brillante y completo.
Al comenzar el afio 1810 los franceses se hacen due·
110s, al parecer, de toda la península, penetrando por
Despena·perros en el territotio de Andalucía, libre hasta
entonces: la J unta de gobierno resigna sus poderes en
un Consejo de Regencin, el cual convoca el pa(s á Cór·
tes para la isln de León, siti o que se tenía como m;is
tranquilo y seguro. AlU, debajo del mismo cañón ene·
migo, comenzaron el día 24 de junio las sesiones de
esta memorable Asamblea, compuesta de 104 diputados
y 48 suplc:ntcs por los paises que el enemigo ocupaba.
I\'Iien tras que á la sombra de cada aldea, de cada roca
ó de cada árbol defendCan los españoles palmo á palmo
el terri torio, hasta el extremo de que los invasores no
fueran ducl10s de más tetteno que el que pisaban, estos
diputados, tranquilos y serenos, discuten las reformas
políticas que cambiaran de raiz el modo de ser de la
sociedad espal1ola.
Campana d o 1811 : batalla d e Albucra. A len-
tadas las naciones europeas que Napoleón había enca·
denado á Sll voluntad con la constancia de este pueblo
de valielltcs, se lanzan de nuevo al comb:tte, asombradas
de que las Cottes espai'l olas, attn cuando vieron desga-
rrada la patria y dominad.. por el invasor, declara·
ron (1.0 de cnero de ISII ) IlO dejar las armas de la
mano ni escuchar PI'oposici6n " Iguna eJe convenio hasta
la total expulsión de los franceses: si la fortuna les fué
advetsa en Lumbicr, Frcneg"¡, Ariza y otros puntos,
les sonrió en cambio sobre los campos de AIIJl/an. (16
de mayo) donde los enclnigos perdieron ocho mil muer·
j

IW,l.O M ODERNA .

tos y cuatro mil heridos, entre ellos los generales \:Vcrlc,


Pepín y Gazán.
Campana d o 1812 : batalla de Arapiles. La
gloriosa jornada de Arapi!es (29 de julio de ! 8 12) cam-
bia por completo el aspecto de la g uerra: no solo pere ·
cierOl1 e n ella quince mil combatientes, s in contar [os
prisioneros, sinó que ocasionó la fuga de J osé Bonapartc
hácia Valencia, y la retirada de los franceses hasta la
ribera del Ebro. lo

Promulgación de la Consti tución . Cua tro


meses antes ( 18 de marzo) se prom ulga en Cádiz la
Comlilllcióll elaborada por las Cortes, código inaprecia-
ble que encierra en sus capítulos toda i.:J. orga nización
del sistema representativo, desde las elecciones ,j asta
las facultades de los podel'es públicos, y según ¡( c ual,
la soheranfa re~ i de c.sencialOlentc en la Nación, pertene-
ciendo á é'ita el derecho exclusivo de establecer sus le-
yes fundamentales, la religión de la E spal1<t c.~ y habrá
dc ser perpétuam cnte la católica, apostólica rom ,ma,
única vcrdadera; se cstablece como forma de gobierno
la monarquía moderada hercdital·¡a; la reunión de las
Cortes todos los afias en la capital del rei no, y la invio·
labilidad é irresponsabilidad delmo ll <trca, y se crea n los
secretarios del despacho (rvlinis tms) en núm ero de siete,
yel COllsejo de ESt.1do, el cua:, entre otras atribuciones,
tiene la de informar ;¡l rey en los asu ntos gubernativos
y señaladamente. para dar Ó ll cga l· la sa nción á las le·
yes, declara!' la guerra y aceptar ó proponer los tratados
de p;'\z y dc comcreio.
Campaña d e 1813: batallas de Vitoria y San
Marcial. Las victorias de los alemanes con lra Napo -
león o~gan á éste á sacar alz unas tropas de España
HISTÓRJA DE ESPA~!\.

durante los primeros meses del año 18 r 3: componían


entonces el ejército nacional 102.000 hombres, de ellos.
48.000 ingleses, 28.000 portugueses y españoles el res·
to, respetable número que rechaza á los invasores de
sus posiciones del Pisuerga y del Duero.
Al huir era su intento fortalecerse en la divisoria del
Ebro, pero obligados á marchar hácia Viloria se en·
cuentran con las tropas que mandaba Wellingtón, y
tienen qllC aceptar la batalla (21 de junio) que para
ellos se convierte en la más completa derrota: arrojados
. de la ciudad, abandonáronlo todo; artillería, almacenes,
bagages, y hasta el carruaje del intruso José. Ocho
mil franceses quedaron sobre el campo entre muertos y
heridos.
A este siguieron ob·os triunfos, y más principalmente
el de San Atarcial (3 1 de Agosto) después del cual los
invasores desalojan unos después de otros los terri-
torios de Aragón , Valencia, Navarra, Vizcaya y Cata-
luña, hasta que el descalabro de ¡Vüva. pone digno
remate á tan laboriosa campafía, y los franceses son
f.• ., expu lsados completamentc de Iluestro territorio . Como
si esto fuese poco, los aliados penetran en Francia y
derrotan sus ejércitos en las batallas de Ortlu':: (28 de
febrero de 1814), de Aix (2 de marzo) }' de Yolosa.
(10 de Abri l).
Así vino <i term inarsc esta lucha en la cual los c~pa­
fioll.:: s admi,aron al mundo COIl SLI constancia y valor
ejemplar, ascgmando una independencia que sellaron
con su sa ng ¡·c en qu illi ~ntas acciones de guerra, sin
contar los infinitos encuentros que 11 0 dejaron reposar
en paz al invasor ni sobre el mismo tcn·eno sobre 'lile
descansaban sus formidables legiones.

EDAD IolODItJlNA.
'"
LECCIÓN LXVI.

Fernando YII: reaccl6n absolulisla. - Segunda époea conslll~clonal:


la Sanla AlIanza.-lll. Pragmát ica sanción.- Isabelll: guerra civil.-
las Regencias.-Mayor edad de la reina: sucesos nolables.-Revo·
lución dn Septiembre: hechos principales hasta la Restauración. -
Alfonso XII: su prCllmlura muerte.

Fernando VII: reacción absoluti sta. A 1a


caida de Napoleón vuelve Fernal/do V Il;i Espaiía, y
hace su entrada en Ivladrid el 13 de Mayo de 18 14 : su
primer acto político es testablecer la Monarquía abso-
luta, anulando 10 hecho por la Regencia y por las
Cortes.
Funcionó de nuevo el Consejo real con sus antiguas
atribuciones y forma, l~cienda cayó en la confusión
más espantosa, los Tribunales de Justicia volvieron á
sus defectuosos procedimientos, la Administración mu-
nicipal y provincial fué despojada de sus atribuciones,
y renació el Tribunal de la Inquisición . Podía con razón
decirse quc el gobierno del Estado, más que monárquico
absoluto, revestía las formas de una terribie dictadura.
Este atavismo trajo como consecuencia la organiza·
ción de las Sociedades secretas y la sublevación cn 1M
Cabezas de Sall Juan (1820) de las tropas que debían
marchar á las Colonias americanas; y como el movi·
miento cundiese por todas partes, Fernando VII pro-
clama la Constitución de I8I2 y suprime la Inquisición.
Segunda época constitucional: la Santa
Alianza. La segunda Epoca constitucional se distin-
gue por la lucha entre los absolutistas y los liberales,
dando lugar á que el Rey, según las circunstancias,
emplease aquel maquiavelismo que tan célebre le ha

:86 IlJ$TÓllIA l)1i J.:SPAÑA .

hecho; pues \1n<lS veces alentaba secretamente á los


blallcos con tra los 7/cgros y en otras hada alarde de
proteger á 10$ segundos contra Jos primeros: quería qlJC
se destrozasen todos,
L os mona rcas que formaron la SonIa Alit11lEfl acuer·
da n intervenir en los asuntos de España, y el duque de
Angulema penetra al fre nte de sus 100.000 hombres
(1823), toma á Cddiz por asalto, disuelve las Cortes, y
pOlle en li bertad al Rey, el cual, restablece el absolu-
t ismo al poco tiempo con Cnlo1llardc y deshace su obra
luego para formar un ministerio bajo la presidencia de
ZM Dcrlllúde&.
En tanto dejaron todos que las Colonias a1Jl('riCflJlflS
se perd ieran .
La. Pragmá tica sanción . Casa el Rey con Ma-
ria Cristina de Nápoles, y publica la Pragmática sall-
ción (t 830) abrogando la 1e)1 sálica que excluía del trono
á las mujere~, con lo cual asegura la sucesión de su
hija Isabel , nacida en aquel mismo año: este cambio
desagradó en extremo á los absolutistas que tenían
puesta la confianza en dOIl Cm'los, hermano menor de
f'ernando V II, cuyo advenimiento probable al trono
esp eraban.
I sabel 11: guerra civil. Fernando V II muere
(1833) y le sucede Isabel fI, de menor edad, bajo la
tutela y regencia de la viuda María Cristina, al propio
tiempo que los absolutistas proclaman rey á d01l Carlos
e n las Provincias Vascongadas, y estalla una guerra
civil, formidable y sangrienta como todas,-la cual ter-
mina en el COImellio de Vergara (1839) firmado por
Espartero y lifara/o, generales en jefe de Jos ejércitos
beligerantes.
,

EO ... O MODERSA. ,8,


Las Regencias. Los sucesos en el interior fueron
bien contradictorios y agitados: citare mos como prin·
cipales la promulgación del Esta/uto Rt'lll, la matanza
de los Frm'!es, la supresión de las Órdl'lles religiosas y
la incorporación al Estado de los BiCJlt's de la Ig lesia,
la sublevación del Sa rgt:lllo -Carda en la Granja, la
redacción de una COlIsfititciúJlllUCVa (1837), la caida de
la regente flf{/rÍl~ Cris/illa.( r 84o) , el establecimiento de
la reg encia de 1::spartl'l'o y su término (¡ 843) Y la 11U/ -
'}'or edad de la Reina (1844).
Mayor edad de la reina: sucesos .n ot:tbles.
Desde esta última fecha hasta la de 1868 tres partidos
políticos han regido los destinos de Espafía : el mode-
t'ado, del que fu eron jefes Bravo Murillo, Narvaez y
González Bravo, elprogrcsú/a, quc mandaron Espartcro
y Olázaga, y la uNiólI liberal, fu ndada por O 'Doncll .
L os modcl'ados reforman la Constitución (1845), re- ~.
primcn las insurrecciolles de Alicante, Cartagena y Ga·
licia y la Revolución de 1848, realizan importantes re,
formas en Hacienda, convienen el Concordato con la
Santa Sede, intervienen en Por tugal defcndiendo los
derechos de María de la Gloria y contribuyen á resta-
blecer en Roma á Pio IX.
Los pr')gresistas gobernaron un bimio gracias 'á la
sublevación del Campo de Guardias; y la Unión liberal,
desde 1858 á 1863, dió paz al Reino, desarrolló los in-
tereses morales y materiales del país, realizó la gloriosa
gucrrc"l, ti!' Africa é intervino en los asuntos de Santo
Domingo, Méjico y la Cochinchina,
Los sucesos de San Dalliel(I865), la sublevación de
los Artilleros en el Cuartd de San Gil (1866) Y la exa,
gerada reacción del partido moderado en la última
,ss HISTÓllA DE MPA¡l!A.

época de su mando, hacen estallar la RevolllciÓlt d~ Sep-


/imróre '(1868) sancionada por la batalla de Alcolea.
Revolución de Septiembre: h echos princi-
pa.les basta la Restauración. Reunidas las Cortes
Constituyentes (18fi9) redactan la nueva Comlillfdóll:
los trabajos del general Prim trajeron la dinastía de Sa-
baya en la persona de A11Iadeo J, el cual renuncia la
corona ( J873). L as COl'tes proclaman la RepúbliCtl, que
vivió apenas un año, agobiada por las tendencias de los
federales, la intranquilidad del pals, la guerra carlista,
la sublevación cantonal de Cartagena, la guerra sepa-
ratista de Cuba, la insubordinaci6n del ejército y el
estado de la Hacienda.
El general Pavía, después del golpe de 3 de Enero
( 1874) constituye un !Jobirr1lo jJrtruisioJ/(zl, sustituido
once meses después por la Rulauracióll Borbólllta en
la persona de Alfol/so XII.
Alfonso XII: su prematura muerte. Acep-
tado por la Nación y ratificado por las Cortes el levan-
tamiento de Sagunto y la proclamación de Alfonso XH,
se de\'uelve la tranquilidad al país, se restablece el oro
den, se terminan las guerras Carli.s ta y de Cuba, y se
promulga la Constitución de 1876 respetando en g ran
parte los principios de la Revolución de Septiembre.
E n esta obra trabajaron los partidos conservador,
constitucional}' reformista.
Alfonso XlI muere prematuramente ( 1885) Y hoy se
halla al frente del Gobiern o su viuda, .lJfarín C.,:úlilll7,
como Regente del Reino á nombre de su hijo Al·
fonso Xlfl, de menor edad.
,

CONCORDANCIAS CRONOLOGICAS
enlre la E~raña mmlmana J I~~ E~laa~~ Gri~jjan~~,
auranle el reri~ao ae la ReG~nijui~la,

'9
~\
[sU'h WUSUIIUh dD
-- ASJUaUS T Ll~~ ,'o
--
CISTlLLA
--
I Mnz:t.. 7" PeI:tyo .. 7 1S
Abde-¡·Azi,. .. 7'3 ]Cavila .. 737
AI -IIorr... 7" Alfonso 1. 739
¡\z-Zam ~h. 7" I'rucla 1. 75 6 Form~b~ p:\fte
VIII Abde-r-Rahmál1 730 Aurelio. 76S de In Esp~n~ mU-
"uzuf el Fihrl..
Abdcr·r·Ra lumín 1. .
74'
7SS
Silo.
lIIaUN'g~to.
774
753
''1lm~n~ .

ll ¡~eul 1. • 7" UerUludo 1.. 7SS


Al·llaqnem l . . . . 796 Alfonso n .. 79'
(Abdc-r-Jhmá'\ 11. . 8" Ramiro 1. .. S"
O,dofio o.
IX '\lohl\1,,~d"'¡ . . . _ .
I Abdalláh.. , .. 8" Alfooso IU.
~~So
S66 Nullo ]icrn~lIIlc~,

! .Abde -r.R nhm:in IIl. '"


9" (;:ud~ l.,
Onlono JI.
,>O Nol'lo NIii'Le~. ,,
Frueh 11.
Alfonso IV.
'"
9 z 4 Rod" igo Fcrm..
9~S GomaJo l'Crl11.•
,
X
lbllliro 11. 93 0 J'ern:io Gonclle" 9
O.dol'lo 111. 95°
Sallcho 1..

¡
955
AI·J!:iq UCll Il. 'O, Ramiro 111.. 6
9 7
,8,
\ Ili xem 11. 976 !knnu<lo H.
Alfonso V.

X>
11",," 11 ... ....
(MonarfJ\tras Ta.fas)
102 7 lkrnu[{lo 11 1..
J~ern nndo 1 ' ..
'"
1027 G,uda ..
1037 Sancho 1 [] "
Sancho JI ' .. 1065 Fcrnando J ' .

(Al mor:w,,\c,). Alfunso \'1. 1°72 Sancho 11 ' "


Ur .... ca" [ 109
XII I Alm'h4d~.. Alfonso VJI..
F~rnando TI..
1126
11 5 7 Sancho TU.
Alfollso IX. II SS Alfonso VIII, .
Fern:tndo [11·. Enriqne L _
r-"q,,·",,~··,
1~3 1 1~3°
Alíon_.;Q X., 12S~ (Se une d~r.niti-
XIII Mohamad 11 . , , . 1272 Sancho IV,. 12 54 va'ncnte al Reino
Fernando IV. 12 95 de León), '
, bmail L . 13 13 Alfonso XI. 13 12
} YU~lIr 1. , . , 1332 Pedro J. 1350
XIV Moh amad V.. 1354 Enriquc lJ. .. 13 6 9
( Ism:ul I [ , 135 8 Juan [. ' 3i9
)fusuf II , . , 13 90 Enriqu e 1I1. 1390
YU$u{ IJI 1407 Juan JI .. 1406
\ i\lohatnad ben Zaad 14SS Enrique IV. 14$4
Tsab~ l I y FemnD-
XV do V de AragOu,
( Mohal1l~d XI', 1486 Reyes CatOlicos. 1474
IIAURU ~iio

- - ""lO;' "' 1
Formaba parle de ForOlaba parle (lel
Formaua p:trle de la In Esparia musul . imperio rranc~g de Caro
Eópaftu 1UI"L,lmana. ,U.:mlL. [omagno.

Form~l>a p¡me de
FOl'lllnha pule de la l:l J:: .~paf\ a 111usul· Wilfreclo l. 86 4
E span."l rnLl5ulOlaua. mana. Borrell l. 8,8

Suniario.. 9"
Fonnaba parle de BOlTe!! Il .. 9' 7
l:l 1l1onarqul:t de
Nal·arttl..

Sancho Abarca .. 9 80
Carela IlI. 994 Ramón Borrell 1. .
Sancho IU·, ' 000 Ramón BCl"1!l\gl1cr l.
Ramón Bercl1guer 11 ..
Garcío. IV.. 1038 Ran,iro l. . . . 103 8
Sancho R:lOl(rcz 1. 106 5
Sancho IV. 10 5 7 Pedro l. .. 1094 Ramón Ikrengue. Ill. 1 0 17
C:1rcÍ<l. Ram(rez IV .. 1'34 Alfon so l· .. 11 04 Ram6u Berengner IV .. 111 3
Hamiro n .. 1133 Ramón BCTcngucr V .. [ 13 1
Sancho VI. 1 [SO Alfonso n. 1 166 ( Se reune al Reino de
SandIO VIL [' 9 4 Pedro Ir. 1196 "mgón) .
TcohlLldo l. . 1234 Jaime l.. 12 1 3
Teobahlo 11. 1253 I'edro IlI .. 12 76
Enrique l .. 1270 Alfonso rIl.. 128 5
Juan",- 1. •. 1274 Jaime U. . . 129 1
:\'al'arra, prov." fmnces:l. 1322 Alfonso IV . . 13 2 7
Carlo~ JI. . . . 1349 ¡'edro IV.. 133 6
Jnan 1.. 13 8 7

Carlos nI.. 1386 Martíu 1. 1395


JUlln l ·.. 1425 Fernando l.. 14 12
Leonor . . 1480 Alfonso V. 14 16 •
Juan y Cato.!ina.. '483 Juan lt·. , . 145 8
Fernando V é Isa·
Iternando V. 1512 bcll.. ••
,

, ,
IXTIlOOUCCIÓN AL ESJUmO 0& LA IllSTÓllll D& ESPARA,

LECCiÓN 1.

Histórin \le Espa!¡;l e~ la narr.lción sislemntica de los hechos rcaJita-


dos lil¡ remcnlc por el Pucblo e'punol, en c\unplimienlo de Su dedillo
]m:l\"idcndal, y contribuyendo al desarrollo progresivo de la ,-ida uni.
,·cn;a! humana.
La l1ist6rin de Espnnn se hulla r~hdolladn con [" Uuiversal, entre
olros,por eSlos tres hechos: la Recouqllisla cristiana, el descuhrimiento
del Xuevo Mundo)' la gucrro. <le la Indepcmlenda_
La importancia de este estudio, para los espanoles, se runda en qne
el destino de c;\(h gencmción ticlle por base los trabajos de las gene -
raciones prcce<lcnle~: sin conocer 6109 es impo. ible cttlnplir aquel.
Espai\a est:\ situada al S. O. de Europn, entre el Atlántico, el Me-
,Iilerr:'ineo, ¡'frica y Francia: orrece el lIS]leclo de un lodo geogr.¡fico,
dj,'idido tn regiones nlltnrales por lns cordilleras que ntrnviesan ~II
~ nclo.
Estas regione-: son: , .~ la mese ta centr<ll que comprende ambas
Castilla<, I.eon r Ext rcmad¡,ra; 2." la cosla de Le"au!" con los rcillo~
de ~Inrd:l y Valencia; ~.~ Ar~gt,n )' Ca llLlnn a¡ 4." Nal'nrra y las pro·
,-inc¡u \·asco n!:.,d:t.~; 5,~ G"lici." I\~hirins r ~alll11ll<ler; ó.~ An<laludn
y ¡." Portnga l.
El dim:\ C"- ".Irio: lemplado y hrtmedo en algunas comarcas, cálido
y >;ceo ell olras, y {do y húmedo oí seco ell no pocas: bs prodncciones
IIOn lan ,'"rin'¡a~ C0l110 el clima, r nsl .se enCllemr.ln eutre ellas, dCS<.lc
b ca!la de a7l\c u h'l'sla la "id, deS(!e el limonero ha'ln. la I'nlmem.
T,,,nl)i~n ~c not -1 grall di"ersi<lad en el carácter de los habitantes, baso
1.\",10 par .• comp robarlo recordar lo que sOn lo~ castellanos y catalanes,
ar.. gooe;,c~ r andaluces ó gallegos r \ ¡1lencinn"s: COll todo, estas '1"
rh,d_"l~s no e"duyen la e~i ;ten '¡¡ de un solo cariete. nacioll"l.
,,6 III STÓ¡UA DE ES.":l:,,.

La Históri", de Elpafla se divide en tres Edades: Antfgua, bllsta la


inv:l!Iión de los b:bbaros (1-4 14}; Media, hasta la Casa de Austr¡ ~,
(414 - ISI 6~ j y Moderna, hasta el ano 1888. En 1833 principia la
lIistória contempornnea.
Estas Edades se subdividen en períodos como puede \'crse por el
texto.
E! hecho más notable de la Edad antigua es la educación de los
espaftoles po r los rnm;¡,nos. En la Edad media seflálll5c ulla doble
oposición que ¡nrarma tooos los acolltecimientosj 1:1. antipada contra
los extralljero5, y IR. lnchl. entre los reyes, los nobles '1 el pueblo: Sil
he<;ho culminante es la unidad nacional ,~a1izll.da por los Reyes Ca·
tólicos. En la Edad moderna tieue lugar la declldencia y empobreci.
miento de E spafla, que renace bajo el gobierno de la Casa de Borbón.

EDAD ANTrGUA

TIEMPOS PREHISTÓRICOS.

Antiguas 1l1'ldiciones suponen poblad:.. la E span:.. Immlllva por los


desc'mdientes de Tubal y Tllarsis, lo cual no es admisible: con todo,
pa~ce comprobada la existencia en tiempo~ remotisimos de gente§
troglodilas que usaban h:..chas y cuchillos de pedern:..l, vestían hlnicu
y sand:..lias de esparto, y conocían el oro que trabajaban á martillo.
Hien poco se ~:..be, por deswacia, de esta poblaci ón e'panola aborig~n.
Las primeras noticia..<¡ histó ricas de nuestros aborlgenes se refieren al
pueblo Ibero, de raza arra, el cna! atraviesa los I'irilleos, se establece
en el valle del Ebro, á lo largo de la costa de J.e,-ante y en el Sllr de la
Península, dando nomb~ á los riol An:l.ll, Tagus, lbe, y otro •.
El fondo del carácter ibero lo co nstitu[an el amor Ji la independen.
cia, el $Cntillliento de la dignidad personal y el amar al trabajo: sabe·
RESUME!,;. '97
mos también que estas gentes eran ~enciHas, bn!licios<u y hospitala·
rias, que TeRMan culto á los astros, fnbricaban instrument<'5 de piedra
pulimentada, se vest!:!.n con pieles y hablaban un idioma parecido al
actual "~scuence .
Sus principales tribus eran los ilerketes, ausetnuos, indiketas, Jaleta.
uos, cosetanos, ilerkaoues, edatanos, bastetanas, contestanos, bastulas,
tarterias y turdetanos.
De<pués "inieron á E spana 105 Celtas, 110 tle una soln Vet, sinO de
varias: eron de rUa tnrania. Em pnjado~ por los Calos, vinieron dcs<le
F rnucia :í. es\¡¡hleee~ en los nCl11ales territorios de Ast>lrias, Galieia y
Portugal , h:u;ta las ticlll\i; ocupadu llar 10$ turdet:lUOS, muchos de 105
cuales se me.clan con ellos para formar más tarde el pueblo Ce1tíhero.
Los Celtas eran candorosos y senc illos, sc dedicaban al pastoreo, la
cua y la pe5Ca, sc di"idían en tribus gobemadll!l en forma ..aria, y
adoraban b, natural eta: hablal.mn uu idioma parecido al moderno
Bretón.
Sns principales tribus eran los cá nt abros, astures, galiicos y h.sitanos.
J.a comunicacióu eull"\! IberOl y Celtas d ió lugar:i la formación ucJ
pucbto Celtibero, el cual "i.. la en el centro de la l'eulnsu]a.
Entre los CeJtíber()s descollabnn el amor á la ramilia , el respeto á
la palabra empellada, 1... fIdelidad , I:t independencia tic la patria y la
libertad personal, la afición :i la caza y ¡j la guerra, la tendencia al
uislamiento dentro de cada región n~lUral, 105 trabajos del campo)'
derta habilidad para la COl1~trucdól1 de amIas y utensilios.
Sus principales tribuS cmn 105 "aceo":. carpeta nos, are"acos, oreta·
tanos )" oleadas.
Entre los monumeUIOS celtiberos que .c t,;Qn¡Cn'''1l citaremos 1:...< ca·
"crnu, los menhir, pelV.lU, do!on cu y túmulU$, yalguu¡u medallas tic
la últiula época.

ESPAÑA FENICIA Y GRIEGA.

L ECCiÓN 111 .

A principios del siglo XII a. de J. C. lIeg.lroll los Fcuici05:i Espana,


atravesando el estrecho de Gibraltar: estas gentes eran de ral.:l. chusita,
y se dedieaban á la industria y al comercio m~rCtimo.
-,

,,8 lIlSTÓ)l!A DE ESPAIi:A .

Acogidos benévol amente por los tarl esiCiS, á los cuales deslumbraron
con sus productus industriales, fund~ron sucesivamente unas doscientas
colon ias , desde el van" del Guad~lquiyir hasta Alrncría, sobresaliendo
entre ell as 11'5 de Gadír, lIblacn, J-li sl'~Iis, Scx, Cord"b" y lIIelkarteia.
Durante sicte siglus los Fcnkios arranc"-ron de Esp:ti'¡,,- fabulosas can·
tidrules de OIO, plata, hierro, cobre, estaíio y cinabrio, á camb io de telas,
cristales, ctc.; pero Hegó un dia en que la avaricia ciega á estos colon;-
z.~dores, y los Celtíberos los expulsan dd territorio hasta Gllcerrarlcs en
Cádiz. Así terminó la dom inación fenid a.
rareee que i mediados ¿el siglo Villa. dejo C. ll egaron á tierra espa·
rlola algunos griegos nsiálitos, coincid iendo con el establecim iento de
los Rhodios en Iaco~ta catablna y el de los de Zante en la de Valencia.
Al poco tiempo, estos gricgos asi:íticos y curopevs poblaban la costa de
Levante, desd e Marsella hasta Almería.
Sns principales to lonias fueron las de I{hodas, Sagunto, Empori6n,
Diana y llomeroscopeum: al conlrario de lo~ Fenicios, los Griegos
sim patizaro n de sde el principio con los Esp al'iolcs y se fundieron con
ellos, como de UDa mioma raza y familia q ue eran to<1o>; .

ESPAÑA CARTAGINESA.

LECCIÓN IV.

l~llcermdos los Fenicios Cn sn co lonia de C:i di r so licitan el auxi lio


d~ la repúbl ica afric~na dc Carl~go, y nn ejército <:~rt~ g inés pcnctra en
Esp ana , reconr¡ \l ist~ el vall e del G ll"d"Ir¡ Llil'ir, y [\1m!., lluevas coloniM
en los dis tritos minc,·o. de la eOSla.
Terminad" la eampa;,a, los Cartngilleo;e;; c' p,,]san de! pni¡; ,\ lo s Fe:
"ióo. r¡ II C lus hJ b íal\ ll amado, )' se cO:J.~icrtun con los eSl'~flole5 de 1,.
Hét ica: por Ilna tr,i ei ón, ]>\\e_, come n,,; I ~ <1omin~c¡úl' c:crlaginesa en
E sp"-;'~. .
A COI\'ic<:uc nclJ de l:lspérdid" ~ ' llfrid us en la primu.1 (J " e,.,." p"n icu,
lo~ C~rtaginese5 pretendcn cxt~udcr Slt <1omill:lc iún sobrc toda la I'cll fn ·
<\11,,: ~I cf~do, Alm ilc"r ll..rca (23,1; ) 'somcte la H6tica ~n menos de IUl
,1 i10, tmb~j a a lian?~s con los b~stctano", COl1tc,t~no, }' ed ebno~ y funda
kf.SUllJ,:N. '99
á Unn:elona. A la conquista de su país se opusieron btolado é lndor·
tes, !\quél ell Cnlnluna y en Portugal éSle, pero solo con~igllen morir
como héroes.
Almilcar man:ha contra Bellia, cuyos habitantes se habínn insurrec-
donado de acuerdo con Orisón, y encuentra la Dlucrle en el si tio de esta
plaza, arrastrado l)or el caballo 'lne montaba.
t\ !\\huhal, su yerno, contimln In campana destruycndo fi lldlin r CTU'
cif,cII.1II10 fi Oris6n, )' tiene la fOI tuon de !\dquirir pa ra su r~.l'úb l icll. e):-
tensos territorios. Esto hi~o qnc las colonias grieg1s solidt!\ráD el amo
paro <le RaDIa, t stipulándose qne el rio Ebro &cría el limite de la do-
Illinaci6n cartaginesa.
Desp ués de fUl1(lar á Cartago·Nova (22 1) IIlucre Asdnib:,1 asesinado
por un celtíbero.

LIWC IÓN V.

Anibll.l, Te]lTeliCntante del partido popular eA Cart~go, el cual asl,ira·


bll. á "eDgar los desastres de la primera Guerra pllnica, sucede á sn cu-
nado Asdnlbal: en poco ticl11l'o ascgu ra la dominaciÓII de lo~ Cartagi.
neses en Espana ~uj etando á los ó1cadas y \"aceo~ que se habian SlI-
blc"ndo y sc apodera de Elm ántica.
l'eroAnibal queda emprcllder á seguida la lucha contra Ron"" y al
efecto busta pn:tcxto p~ro cito en la guerm de S~gunto: surgió ésta CaD
motivo de uD a cuesti6n ,le límites eDltc IUrholet~s y s~gmllinos , en la
cua l fué nombrodu árb it ro el cartagine'i, que dI\: la r;uón á los prime.
ro,. como aliados suyos que crau.
Seguros los uguntinos de la amistad de Roma :.e apre>lan paro la
defensa, pero la l~el'úbFea latina se contcnta con enviar cmbajadores
'J '''! arreglen In cuestión pacíficamente, ,bndo lugar ri que Sngunto,
perdida toda upcr.l l\"~ dc socorro, se s.lerifique haciendo alarde dd
m:h sublime heroismo: todos SuS habitan!"" prefirieron morir Plltes que
ver á su pátria profanada llOr el e.<tmnjero.
Destruida Sagunto, entm ,\nibal cn clh: rduerz:l dcspué~ las guaro
niciones de Cartagena, IJética )" Cat.I]Un ." urganiza un ejército de
100.000 iufautes, 12.000 ginctes, 40 c!cfantes )" prm-j,jOllc3 paro uos
mcse;;, se encamina hacia los ¡\Ipes, que pas.~ por cntre nje"e;¡ en 10
más crudo del invierno, )" penetra cn ¡talb, donde derl"\)t~ suces il· ...·


(
!
300 JUSTÓ!"''' OT. u ..... R".

mente cuatro ejércitos oonsu la re/l en las batallas de T esino, Tn:via, Tra·
simeno y Cannas.
Con el intento de esperar r.,fllenoa se retira :í Capua, primero, y
después á los Abmws; y co mo Cartago le abandollasc, mallda :í su her-
mallo Asdrdbal que "cllga á aoco rrerle desde la Bética, encontrando
éite la muerte:í orillas del M el ~\lro ( zo 7), eOIl c uya 1>111:\11:1 termina
la dominaci ón carl:l.gincsa en Espafla y di comienzo la CQOf]uisb. del
pa ís por los rom;l,l\ os.

ESPAÑA ROMANA.

LECCIÓN VI.

El resultado de la guerra de Sagunto produjf:J en E spafl a y Roma


indignación muy grande: todas 1..s colonias de origen griego 'J las Iri.
bu~ afines suya¡¡ solicitaron de los rom:ulOS un castigo 1)lIe no se t,i zo

esper .... mucho, pues eo el afio 2 18 de.ie mbarca C. E scipión en 1. costa


calalana y derrota á lo! cartagineses en Fraga, T arragoDa y l..érida.
Reanimado.> con esla$ victorias 1115 espalloles que habitabB D entre
lo~ Pirineos y d El.¡ro, y aumentado el ejército romano con otro qu e
mandaba P. E.iCipióD, la guerra se ha~ general, multitud de celtiberos
se alistan voluntariamente á hu órd enes de ambos he rm anos, y se reco-
bra á Sagunto.
El ejército romano dil'i,je sus fuer/.as por haber pClletmdo e n Espai11l
1II3g6n y ñhs;n; sa, divisi6n que fué causa de su ruina y de la muerte de
los Escipioncs en Castulón y Anitorgis, m erec~endo aplaudi rse la sere·
\hd dd centurión l.. Marcia, el cual sah''¡ los res tos de las deslto·
ladas legiones.
f\ombrado para hacer la guerra el jO"~n P. C. E se ipión, cn men ll5 de
t res al\Q5 se apodero de Cartagena, derrota :S. los cartagine5es en Baen y
SUipa, trabaja la ali anza con el mlmida 1IIasinisa, se capta la si mpatía
de los espai\oles, é imphmla la dominación romana sobre todo el terri·
IOrio, aunque se opusieron tena~mente llI dívil y 1IIandonio, régulos del
paíi montai1oso del Ccutro.
L05 romanos dividieron la l'cninsula en dos r~gioncs, Citerior rUI-

!l.ESUMEN. 3"
terior, sepan.das por el Ebro, gobernada ca(la una de ellas por UD Pre·
tor, eleg ido entre los patricios más empobrecidos, M'aros y crueles.
L a conducta de estos gobern~ntes llamó la atendón del S~llado ro-
mano, el Cl\a! sustituye la Pretura por el Proconslll"do, sin que Se con·
siga Te.• ult ado alguno ventaja_.o: restablecidos los Pretores, á los cuatro
alíos son nombr~dos para este cargo L lléulo y Galm ( 151) que a(¡quí·
rieron celebridad bien triste.
Galva promete paz y perdón :i los lusitanos que se habían refugiado
en las montailas, y cuando volvían:t sus hogares, conf,ados y sin arma.<;,
cne sobre ellos y los degUella sin piedad, robiíndoles cuanto lrafan:
muy pocos lusitanos debieron su salvación á la fuga.
Viriato reune Jos dispersos y organiza la dcCensa al abrigo de las
• montatlas, dando comienzo á una séri" de sorpresas, retiradas y ataques
que desesperan y die;:man 1i las ¡"gioueo romanJS: con este sistema de
guerrillas derrota sucesivamente ti 105 cónsules Velilio, PIando, Nigidio
y Cepión, y acorrala ti este I1ltimo en un desr,ladcro, obligñndole ti r,r·
mar Una paz deshonrosa .
Roma acepta en apariencia el convenio p ero manda ñ Cepión quc
continúe la guerra, y como V¡riato enviara embajadores al cónsul¡lara
prcl~l\ntarle la causa de su deslealtad, el romano los soborna paro que
dén muerte ti sujefe, lo cual realizan asesinándol e á puihIadasaobre Sil
mismo lecho ( 140).

LECCIÓN VII.

Numancia, capital de la tribu de los pelendones, estaba situada cerca


ue la actual Soria: era este territorio, entre todos Jos españoles, el \lnico
que conservaba su independencia desde el proconsulado de T . Graco.
El ueseo que 105 rom'1II0S tenían de dominar sobre toda la PeníllSula
será causa de la guerra contra esta ciudad, llamada por sus m¡~mos ene·
migas el teITor (le Roma .
Como fallase motivo para ~l rompimiento, P . Ruro , despues de e"har
en cara á los numantinos el haber prestado auxilio n los aliados de Vi·
tiato, les env ía embajadores para q!\e He incauten de los lusitanos refu·
giados dentro de sus mnros, aquellos se niegan:i entregarlos ( 140), y
un ejército de 32.000 hombres pone Silio :i la ciudad.
Toda esta fuerza se estrella contra una población abierta, que <;onla·
HlS'f6IUA !JI:: l'.SI'~ÑA.
3°'
TÍa CLltltro mil rlefcnsorcs; y después de un tenaz :..sedio, repetülo Im5\:I
por lres veces durante otras tantas prima\'er:J.S por los cón&Ides Ruf."
Mancino y 1'i56n, Viell! :'i combatirla Eseipi"n Emiliano, el vencedor
de lo~ ClIrtagineses, nI frcnte de 1m ejército de ¡o.ooo hombres.
Queriendo rendirla por hambre, Escipión tlllul<la escallar un proruml0
foro en derredor de su perimclro, 10 gmmlccc co n valladares, leV:Inla to·
rreones de trecho en trecho, é impide la salidll por el do atr.\Yesando
su c:'Ínce CoD ,·iga.s erizadas de garfios.
Loa nUlnantino~ cxcitabm ~ los romano3:1 batirse, pero si" n,nltarln;
)' ctlll ll,lo faltos de ..r,·ere~ y ,le agua, abandonados de In. trihus veci·
na s, ¡¡.e horrorizan anle In ¡de;¡ de caer ,'h'os en ]lod~r del enemigo, de-
ciden malan;e unos 1\ otros por el veneno, el hierro y el fu ego, y asl lo
hacen: ni un so!o numantino quedó con vida; ni un ~olo edificio se mano
l uvo en pié. CU"lndo ¡':scipión entra en la ciudad 00 encuentra m:1s que
un monton de cad:ive~ calcinadOl por ti fuego y magullados bajo 10i
c.<;combros.

LECCIÓN VIlI .

Después de 1" destrucción de Numaocia, los espanoles no luchan


contrll. los romanos, sinó que se nsimi1nn con ellos: $010 tomau patté en
lasgllelT.u civiles suscitadas por 10&punidos políticos de Roma, como
slIcedió en las de Sertorio y César.
Cu~ndo Sila es nombr.. do dictador é ina\\gum sus terrillles proscrip.
cioues, cmig ran de Italia los principales jefes del pRr\ido contrario,
Serlorio c~tre ellos, el eu ..1 se refugia en España, donde cm comx;ido,
cousignie'ulo organ izar un pequeño ejército que le sit\'e para apodcrane •
en ¡,OtO lI\á;¡ de dos año. de la Bética, Lu silania y Celtiberia.
Sertorio empleah;¡ en e., ta luchil la táctica de gl1errillas propia del
génio espal1(.I, y así pudo derrotar en varios cnCl1entr03 á los ~ónsulej
;\1~tc1o y rompeyo, del partido de Sih" Metelo, desconfiando del éxito
de sus clmp..!1.l$. pone á precio la eabc~a del proscripto, con IQ que ex.
cit~ la codicia del enviJio50 Perpella, geuer..1 serto'¡aQO, y éste se d~·
cide á traicionar ti $U jefe.
Al efecto orgdai1.a nna conjuración que tiene su desenlace en el ban.
quete de gto~ca (72 ) donde Serlorio m~cre asesinado por la esl'3.lda.
Duranle la panda guerl1\ E spai\l¡ fué dividida paTa su gohierllo en
dos secciones, la LU5itauia, c~Jlita! Evora, y la Cehil'e ria, capital OSCA,
3°3
establecieudo en la prbuera UII Senado al modo romano, 1 en la segunda
un a universidad; consecuenci~ de lodo ello fué In romani~ación como
pl eta d el pah espall.oL
César vino á Espana como insurrecto (49) por habe r Jluado el Ru.
bicó n sin licenchu sus tropas, UUa "cz termi n~da l a ea mpal'l a de [as U:t-
Has: este país fué teatro eu tonees de otra Ime"a guerra civil, cura b"-ta.
lIa prin cipa l se dió en los cnmpos de J1 erd~ , dond e fueron l'cllódos los
gencrnle¡; pompcyan~ Arranlo, Petrera y Vanón.
M:'is larde, vencido y muerto Pampero, co"'o Cé.a r l\ll'iese eouoci-
micuto de que los hijos de aqtleJ, l'nblio y Cn~ro, habían lel'antado en
Espafta un co nsidcro.ble ejérdlo, viene aquí y obticne cerca de 1I!unda
una deci~h'a yi ctoria, q ue cuesta la vi(la :¡ 30.000 de sus encmigos.

LECCIÓN IX .

A la muerte de César, Augusto sc apodera del gobierno de Roma y


to ma el Iftulo de Em¡>emdor: eo m¡>rc ndía el Im perio romano, eulonc e~,
todo el mundo conocido.
Cnando el poderlo de Roma era más formidable, algu nas tribus
espaflolas de ~l\n tahros, gal:'iicos y 'l. tures se sublevan, rompiendo la
pa~ uni" crsal, y el mismo ,\ ugusto viene en persona á dirigir las orcTa'
clones militares, auxiliado por Antiscio, A¡¡ripa y C:lri~io, los mejores
generales de au siglo.
Domiuado el territorio por 105 romi\IlO" se refllgi:l.u los subl e"~dos
en Lau da, cuya ciudad es tomada por :l5alto, concluyendo así las {("ne·
rrn~ eantábricas, y con ellas b lucha !leenlar entre espaltoles y romanos .

¡>ar~ conmemorar la 10lal pndf,cación dd país .:reó AUI,'lIsto la cra


h ispana, que tn"o principio el,.0 de Enero del a1l0 33 a. de J. C.
La Espa1la romana duran te el Imperio fué divi(lida en las regiones
d enominad .ls Tarraconense, LU!litania y Bética, subdi"id as en catorce
con,'cntos jnrüli~os, y estos, á sn Vel., en sci$cienlas novenl:\ y dos ciu·
da des .
Las ciudades, .:u)'o gob ierno local er.~ muy parecido al de Roma, se
dcnomin1.ban colonias, munki¡>io5, latinas, inmunes, confederndu ó
tributarias, segtln ~u origen y camcter.
cm·,e lo ~ emjl e r"dore.~ qne más se distingllieron por sus relaci ones
coa Espa1l1. citlrC!Ilt)3:¡ Ve3p:uhmo que concedió :¡ 105 esJlanoles el dc ·
'o, HISTÓU,4. DE ESPA~A.

re,ha ole ciudadanía; Tito, notable por su buen gobierno; Domiciano,


en cuyo tiempo imperó la tir:tnía más brutal; Tr:l.jano, Adriano y An.
tonillo Pío, ~panoles de origen; Diodecbno que recuertla la persecución
1,,:19 horrible contra los cristianos; y 1'co<.lo.io.
Cuando el Imperio romano reali~a la unidad material delmulldo :\!l.
ligua tiene lugar la invasión de IOi Bárbaros, la cual vendr.i el.bocin·
dase dunntt cuatro siglos: Roma tr:l.jo al mundo el principio de I:t uni·
dad; lo~ Bárbaros, el de la v:\riedad. La lucha enlre ambos e1Clnenlos
será el trabajo del pueblo espano l «nmute la Edad media.

LECCIÓN X.

L, d,-ilinción espallol:t en la antigtledad S~ debe al influjo dilUlo


de los pueblo!! fenicio, griego y romano.
1.08 e'pal\ol e~ aprendieron de los Fenicios la indu.tria, b. nal'egación,
el l~boreo dc lo.' metal es, el arte de salar los pescados, su idioma, SIL
:l.lfabtto, y su mitología: de sus construcciones solo 51: COn5l:f\'1l11 la
Torre de Hlir<:ules cn la Coruna y el reliel"c de Durango.
Al propio tiempo quc el cILltivo de la vid, los griegos asiáticos ense·
naron á los habitantes de la costa oriental su sistema de escribir de
itquierdll. á dCrel:ha, su hermoso idioma, y su religión más progresiva.
Mayor fuli 1:1. influcncia romana: el ¡¡Tan consumo que cn Roma se
hadi\ de los productos esp~noles impulsó mucho l.a agricILltura, princi·
palmente en cereales, vino, aceite y frutas, así como tambien las indus·
triu de la lana, la cochinilla, la pllrpum, el dllbmo y cl lino. El
comercio se desarrolló bnstantc, fa"orecido por las vias militares qlle
atl1lvesaban la Península.
La comtrucción de hermosos mOllumentos por todo el pJ.Í5 hizo que
muchos espaftolcs se dedicaran á las Artes, apareciendo notl\blC!l cince·
ladores, lapidarios y marmolistas, 11ignos dc fama: entre los recu erdos
mOllll1nenta!es de esta época deben eitane la Torre den Barrn en Ca-
taluna, el Monte Furado en Galieia, el Cir<:o de It.i lica, y el I'uentede
Alcántara.
Los princip:!.les cultil'adorcs dc b lileralura hispano.romlln:!. fueron
el bibliotecario Higinio, 10$ poetas EIll\:l., s.:;oeca, Lncano, M.:ucial y
G~lún, el retórico Quintiliano, los naturali stas Mela y Colllmeh, y los
oradores L:ufÓn y Séneca.
RHSUMHN .

L ECCIÓN X L

Asegun.n re<l1>f!I:lblel In.diciones que el Cristianismo fué predicado en


E'p;¡,jla por 101 :lp6Sl0les San Pa blo y Santiago el Mayor, fijánd,osc lns
fedms .lel afta lS respecto del primero, y l;~ dd 60 respecto de l segundo:
lLllnquc los e.~p~ nolc. hab[an sido opuestos ti lodo cambio, la Rel igión
~ ristiana .ustilll)'6 pronto ,¡ h\ idolatría en la conciencia de este pueblo.
I.os "aronC$ "po.\6Iicos, discípulos de Santiago, conlinU:lron la pre·
,licad6n del E\'llngclio y fllnd :lron ¡ a~ igl es ias de nerja, A"ila, r.!ujaear
Carte,.,.., Hlil>llris é Tllil urgo, primerns de que se tiene noticia en E s-
pal'la.
También se sabe que sufrieron el martirio, Sau Eugenio, San Fa-
cundo, San Prim itivo }' San Fructuoso duran te la. p er~cCl1dOnC3 dc·
cretadas por Domiciano, Mureo AureJio y Galieno, asl como Santas
Justa y Rufina, San Vicente, Santa Ola!!a, Santos J usto y Pasto r y
ot ros, en la de Di odeciano: 1010 cn Za ragoza fneron tautos los márli·
res durante esta última, qne la História 105 llama los Innumerables.
T re ce allos a nl es del Ed icto de Mil án , que dió paz :i l~ Iglesia, se
habla celebrndo en I:: spal'la el Concilio de mibens, en el cual se redat·
taron importantí,i mos dOQHeS y se decidieron interesan tcs cuest iones
de disciplina eclesiástica: oS. este signieron otros varios, ent re los cnales
merecen esped~ 1 cita el de Zaragozil (38 0) y el de Toledo (400).
CU\th·(J.TOn la literatlll'(J. hispanG-cristüum , enlre otr(>s, JU" cneo, aotor
de la vid .. de Jcslis; Draconci", que e§Cribió un poema acerca dc Dios,
y Ml~ atributos; r Pall lo Orosio é hbdo, au tores dc Crónicas.
T ampoco en ESl'alla faltaro n herejías: hllbo las de los gnóst icos,
11l3niqllcos y arriall os, la de estos I¡¡timos, nllterior ií la llegada ,le los
Visigodos, contro lo que gcncnI;lm entc se nce.

'0
,
306 1I15TÓKIA DE F.Sl'¡\i:.!. .
..
EDAD MED I A

ESPAÑA VISIGODA.

LECCIÓN Xli.

Al" mlleTle de T.:ouos;;o, 105 llárho.ros eSlableddllS en la rron ten se


precipitan sohre el Imperio romano, el ~unl atr.!.viesan en todas direc-
ciones, talando y deSlruyemlo.
Desde el 404 n\4 14 ¡''''icrvn lugar en Espaila \as invasiones p~li·
minares de J05 Alanos, Vándalos y SncvDS, m::.nrladO$ respecli,-amcnte
por Atac", Ccnscrico y Hcrm:tnrico, 105 cnales <c\'stnlJ]ec" n en la Ln·
sitauia, Bética y Galicia.
En tanlo que eslO sucede)' llárbaroli é J li5pano·romauos luchan unos
conlrn otros, los Visigodos mandados por Alarico AAquc:m :í Roma,
se dirige n háda el Occide nte, se apod~l'1m ,le I:.. Calla narbonesa y de
la región L&J'Tll.CVIICl15e en E~p:l.na, y fijan su rcsidellcia en este ltrr itorio
galQ-hispano, COII lJarcclona por capitnl. Atanlfo, Clls:l.do con 1'1.lS:idin,
hermana del Emperador rom~no Honorio, es el primtr rey de esta pe-
q nena monarqulll, y con el com;cnr.a la Espana visigoda.
Ataulfo es Mesinado y le ree!1lpla~1I Sigel'ico (4 [6) que solo reina
siete días.
\\':llia nemo.tró aborrecer ti los romanos, :lllnq\\c no guerreó contra
ell os: en cambio e.'<pulsú ,le la 13éticn 11 los Vándalos, se apoderó de
1:-. Lusitania, y redujo los límite'! del reino de los Sue'·05.
Le sucede Twdorcdo ( 4 Z0) , el cual cusandla los limites de la Calia
gótka hasta los rios Lo ire y R6dano: tomó parle en la jornada de 105
Campos catal~\\nicos contra IItila, juntamente <:O!l Jos romanos y fmn·
C(lS, pero la batalla que sah'ó de la barbarie nI occidente europeo le
<:ostó !tI "ida, sl1c"'\iéndole su hijo Turistnundo.
Turism undo mucre nsu inado por su hermano y heredero Tcodorico
(452 ), cuyo reinado es mny notable: vencedor de Sue vos y Alanos,
reduce todn In l'enln511b. :1. Sil dominación, ex<:cpto el I»cquel!o rcino
suevo de Galicia. También murió ase~iDado de orden de su hermanu
E udeo.

jO¡

LECCIÓN XUf.
En tIempos ue ~:urico (466) los Visigodos re,·elan 10$ primeros
sílllomas de constitución social: con el e$lablecimiento ue la capitali-
dad en Toledo coindde la d~truedún del Imperlo ro'n:\Oo y la el<-
pulsión de 105 romanos que en Espanfl quedaban.
Enr ico promulgó el primer Código bá rbaro, en coyos p'·eceptos se
orde na la ~eparllció!l abso l\tt a enlre vi sigodos y espa~oles, colocndo'
estos último~ (\tc .... de la ley comUll.
Ahrico (484), su hijo y sucesor, rep ... ró este mal promulgando el
I:lre\·i~rio de Aniano para regnlar el dc~ho de los hisllRno-Jomaoos
ent~e sí: es nna comp,lación de Jos anliguos códigos d e Ilerm6genc.s
y T~odosio.
El rey muere pelenndo conlra Francifl, y de"I""" <l~ un interregno
de seis ml05 ~s procJ.\mado Arnalar:co, de menor ed"d, l>.ljO la regencia
del ostrogodo "reudis. El matrimon io tic Amnl;tri eo con la princesa
Clotilde, hija del rey tle I"r.:tnci~, lejos de ser prenda de paz, originó
110 rorupi,niento que cuesta la ,·ida al visigodo_
I{ein~n Juego Teudis, Teudiselo y Agiln, qne nada ofrecen de nota-
hle: á estos lu ~"ced e Atao~gildo, el cm,1 entrega al Emperador de
Constantinopla la.< mi, henno.<as ciu(lades de! Iitor:tl S. y S. Q. de
E~p~n~ :í c~ml,io ,le! SOCOrrO que le pre.,M en la gucrrtl. ch'iI contra
Agiln_
Despues de U,,'-n, Jl~cír.co y mu\\cS10, !.C(t\"i~i ld o (572) ~c propone
re"li'.ar h\ unidad ""donal y lmn.rom,nr en hereditaria la corona, elec- .
ti.'a haSlfI entonee:;..
P:lr;\ co"s~guir 10 primero se n¡)()d~rn de G~licl~, some tiendo :1. los
SUl:\"OS: p~r.l lo segundo enclrga del :::ohiemo d-: las Ilrovineias de
(;eronll y Sc\-Ula á Sil, hijos Ree~rl:do y lIennenegildo, pero la eou-
,h,ela dellíllimo, que hoy r,gura en el calá logo de los Santos, clilu\"o á
piquc dc tr"stot"llar todos sus proyecto.~,

LECCIÓN XIV.

R~",,~rcdo ~586) illau!,"ur-;t. la sér;e de los monarc..s eri~t¡.Ulos: cuaudo


c·onsultad,\ la opinión púl;.lic~ ,,~tu\"o ~Cl:"-,I"O del éxito, COll\"OCn en Tole-

IIISTÓRIA DE ESl'A:'(A.

<10 un Concilio nadonal (SS?), )' ante él pfoclama Su copver..ión al Ca.


tolicismo, la cual ~c\lndaron muchos noble\ visigodos <le entre los pre-
sentes.
Este acontecimiento ,'jeue :1. e~tableccr la igualdad ~tllC el derecho
de hil¡j,ano-ronmnos y I'isigodos, nI propio tiempo que convierte los C01\·
cilios en asambleas legislativas cuya inill1cncia ser:! nmy henelldosa, no
tardando.
Los Concilios de Toledo fU('rQn en $U origetl asambleu pnr:\lnen IC
eclesiásticas, pero desde Recared o se com-;rt¡eron eo legislllli\"u.
. Liu\1\ n, hijo bastardo de Recaredo, es destronado por W;terico, jefe
de una conjuradón arriana vCDcedor:l: otra conjuración de católicos ase·
gina ñ "'ilenco y proclama :1 Gundem:lTO.
Después de Guodemaro, rey insignifIcante, sube al trono Si.<;cbuto
(6 12), el cual expu.lsa :l: los in'pcriales de 1" costa de Levanle y ud
Sur y reincorpora IÍ Espana In. l\tauritania lingin tana,
El hecho más notab le de su reinndu rué 1:\ c,'p,,1oi6n de lus J udíos,
gent es que vivían en E spal\n hacía cinco siglo" dedicadas á In n¡¡ricu l·
lura la indust";a y el comercio, y :'\ 105 cuales se dehü en gran parte la
riqueza material del territorio. Contra esta medida bárbar.\ é inj usta,
cuyas funestas consecueneill$ se siutieron pronto, protest6 la IC1csi:t por
boca de San Isidoro, Anobi.po de Sc\'ill:t.

LECCIÓN XV.

A Rccaredo 11, que lIolo rdlla cuatro mues, le ,ucedc S;,intila, el


. cual, r~alir.ad a la unidad nr.ciOM I por haber cxpuls.¡do totalmente ti los
Impcrj,des, pretende hncer hereditaria la corona, pero los nobk. le de·
ponen y p~lam1n á Suintila,
El dnico hecho imp0rtnntc eu tiempos de 5"inti1a es la celebraciólI
del Concilio IV de Toledo, uno de 105 más notables I>or SnJ acertados
aeu~rd03,

Después de Chiutila )' 'l'ulga ocnpa el trono Chindlls,'into (64 2),


al cual se debe el establedmieoto de la unidad legislativa: al erecto de·
roga el Breviario de Aniano, y rCL"Opila á continuación del Código de
Em ico todas las disposiciou e5 posteriores que vcnÍ\n á eomp lct~r1 e,
Re~eSYinto, su hijo, hito qm: el Concilio I'lIt de Toledo au toriz.,ra
105 matrimonios entre illtli\'idüos de las do~ r.<z,.s, nI propio tiempo

RESUMEN.

que distribuía los d~stinos del Estado, indistintamente, entre Jos UIIOS
y Jos otros: sin embargo, la fusión de hispano-romanos y visigodos se
había hecho imposible.
\Vamba solo acepta el gobierno al "erse conminado COn la muerte
(672): una vez en el trollO moraliza la administración, corrige muhitud
de abuso. y sofoca las insurrecciones oc la Gali" gótica y la Vaseouia.
Abdicó forzosamente la cOl'ona, merced á una indigna estratagema pre-
parada por Ervigio.

LECCIÓN XVI:

Ervígio fué reconocido como soberano en el Concilio XII de Toledo,


y su gobierno represellla el predominio de la teocracia (680): ialmo-
quilo por su conducta con el rey 'H1t~rior, casa Ii su hija Cjsilol\~ cOn
Egica, sobrino ue 'Vamha, y abdica eu ellos la corona.
Egica se di,lingue por "stas dos cosas; la perseverancia en rehabilitar
la mcmoria dcsu tío, y la persecución más horrible COUlra los Judíos, á
los cuales conr,sca sus bienes y arrebatn los hijos. El hecho más notable
de su reinado es la compilacióu de las antiguas leyes, conocida con el
nombre de Fuero-Juzgo.
Le H\leede BU hij o Wiliza ( 701 ) cuyo gobierno es todada hoy un pro-
blema de sol\lción difíci l, p\les al paso que uno, le bchan de cruel y
pcn·erso, otros le considemn corno uu mOllarCa justo y prudente.
/\. su m\lcrte, acaecida cn \ln calabozo tle Córdoba, ocupa el trouo su
vencedor Rodrigo, el cual eS vencido á S\l VC7. y muerto por los musul_
manes en lA. b~t~lI~ de Guada lele: estos in'· asores, scg!tn parece, hablan
,ido bien acogidos por los hijos \Vil;'" y elme!ropolitallo de Se \"ill~ ,
en odio á Rodrigo de quien querían vellgarse.
Lo peor de todo fué qu~ los vencedores mllsulmanes, l ejo~ de volver
al Africa conforme á lo pactado con los hijo:; de Wiliza, continúan la
lucha y se apodcl"n d~ Esp~nu, acabando tota lm ente con' la dominacivn
"i,igoda.

LECCIÓN XVJ[.
El florecimien toagrícoh de la España rOlllana decayó bajo la dom i_
n~d60 vi.igoda, prinópallllcnte á call." d~ apolier;:r.e e"itos h,írbaros de
la, dos tercera, partes del suelo, ca,; improductivas desdc cutonces,
¡,"nbien dcC~y~rOIl mu~110 13 industria y el <;omcrciQ.



• ,

3 10 lll STQRIA in; ESPAF; A.

Los Vi,igodos censen'aron el arrianismo COmO religión oficia! hasta


R~cucdo, es decir, durJJlle 174 ailos: despu"o de este hecho predom inó
el c~to licismo, el clwl, arlem:í" de otras ventajns, trajo lo. innprcciable
Ile los Concilios ,le Tol ~do, conl'er¡idos ~n a""mblc .... religioso-políti-
cas, p rincipalmente de,de Chindas"into.
Este rueLl o germano apona :'i la vid" !;OCi,,] \l 11 elemento l1"e,·o, Ó
por lo mcno, desconocido hasta la Edad media en Espaila; se le ll ama
indi"id ualismo, y con,bte en la afirmación de los derechos inhel' ~ntes :i
la persona li dad humana.
La monarquía visigoda, de origen militar excl ltsh'amcnte, ofrece la
Ilotnblc p:"t iCllb.rid~d de s~r, ""UqUC visigo da el) el fondo, romana
p or ~ L I fonna: la constituc'ión polfüca como tal no apr,:'~cc hasta que
los Conci lio, de T oleuo inll ll)"en en la go¡'ern~ci6n de! l·;'t:u\o.
Los Vi,igodo;; " brerV:lrOll en Españ.l la legisl"ci6n doble 6 de CasLa,
pucs mi ', ntras ello, se reg:í~n por el Código de Emko, :ldoptaro n l'~m
lo~ hispauo ·romano s el B!"eviario de Ani ano: solo el inlhtjo del cr¡sti~·
ni,mo hi7.0 q'.,c e~rcra ~ u d~s "-,o la lla1ll~da lex rOman~ \"isigotorum,
pero clmndo la seila,,,ció n emr~ "~nccdores y ,·encido. se había hecho
absoluta.
El Fllero -]"zgo, como fondo y c()lllO forma, eS ''' perior fi tod"s las
lcg:¡'l:<o;ionc~ brirbnras de su tiempo .
Tod" l :\ li tcr"tur~ de l periodo yisigodo se red uce :í obr~s de Mora l,
Teología, Derecho, Filosofía, é His¡ú''i:I: entre .~us cu ltivmlores citare.
lllos.i San Martí n de Braga, Sa n Isidoro y S"n Leallrl re> de Sevi ll a, S~n
Udefon 5o d e Toblo, !'iall Ilr,ínlio de Zar.1goza, l'~u l o O ros;o, Idacio )'
el l'~cense.
Rdracbrio., ,( las llelb!i arle" (, l'o~o menoo, no hici~ron los Vis i-
godo. Cl1 clI,,~ m~, que corronlp~r el g\1~t{} de laR obras rom:l1las de b
. decade ncia: hasta lls mOllcd~s sc resiente n ,k I.t i:1corrcc,.iúo de su
di lmj().

ESPAfJA MUSULMANA .

LEUOIÓK XVIII.

- A princ ipios dd ~ i¡;lo VIii apa::~~e ,"" Esp",';" 1m n'lc\'O )lIIcb lo i"v~ ­
, ...r, ci l)ll ~1¡10 l'w s>ü'n:i~, conjunto ,,~ tr iia:·; (I'-r;"" egl,'d,t;, llúbi~ s.
b ~r:':'eriscas )" árabe" itaj o b dirccci(m de e;lO, IÍlti nlO!' .


3"
Es que los árabes, fanalizados por )lahoma y conducidos á la ¡¡tIe·
fra ~anh por lo, Califas que le suceden en el gobicmo de su pueblo,
asp iran :i la conqu ista <lel mundo: ,'cnccdores en Asia y 1\frica ~e
presentan frente :í las playas c,pallo!as, de hs que solo les !,cp"m un
brazo de mal'. Las e~d(aciolles de ) O~ j udios exp ul¡;ados por Si;c-
bulo y Egica precipitaron la inv"sión .
DCSp"és de lo. tCIlI"ti":l de Tarif en el afio 7 !O, Yllehc 4 España
Tarik ni frente d~ 1~ _ OOO berberiscos en el ;l ijO sig~ ¡c lll.e, plant ando
'liS tienda. ,í orillas de l Guadaletc. do n,:" se li ora h batulla de este
nombre que jlQllC t~rmi"o ~ la domillni6u ,-isigoda en Espafla.
En tan lO que Tarik di"ide su cjúcito en ClI<l lrO secciones, qu~ ata-
can sinlllltáncamcntc á Córdoba, Gr:lnada, Elvim y Toledo, penetra el
~mir Mu,a por Al gecir~s, y ~e apodera ~~ Carl1l'on~, Se\'ilb y MúidOl.:
).1 eon<¡ui.la de touo el paí~, excepd6n hecha dc una pequefl;), lOna "1
norte, ,erá eosa de breve tiempo; circunstancia que se explica teni endo
Cn cuen l ~ la enemiga entre visigo(l os é ¡'i<p~no-rOnlan05, la dé"caucl1cia
de los primcros, la in Aoeneia de la te o,"acia, la desorg~ni"aci6n produ_
cid'! por la 1l10narquí:< electiva, y la actitud de lo, jwlíos ~~pl1I !iud o,_
Solo el duque Teodomiro, en el periodo m~s terrible de la in,-a5ión,
eonsiguc mantener po r c~pittl laci 6n ¡Juran te algun05 .11105 la indepen-
dencia del territorio de Orihueh.
La masa de los hispano-romanos continu6 viviendo en-.u país al am-
p:l.TO de las leres musulmanas: se les conocía con el nomhrc de mu -
~:\m bcs .

Abdc·I.Aziz qu~dó en E sp afla de amir cuando su padre Muza fué


lI~mado á Dam~5Co: a5e.inado de orden del Califa, á cau~a de .~u con_
ducta Ii bcr~l y tolerante para con los vcncido., ,e encargan sucesiva-
mente del gobierno h~st a vcin\Íún amircs, sie ndo los ¡nás notables
AI-Borr (7 ¡ S) den·otado por los cristianos en Co,'adonga, Abdcr-R:,h-
m~n (730) qU<l invade la Francia y e~ vencido en l'oiticr., y Y\lzuf
(7 46) en cuyo tiempo amenaza di.,o!vc r,e la Espnfia musulmana al
p lantear el amir entre los vencedores el prohlema ,ocial. .
Para conj"",r ,,1 conflicto los árabe. acucrdan f\lndar nn r"ino m,,-
~u l\l':\n indepcndiente, 10 cual rcaJir.all proclamando soberano al joven
Al,,\~·r·RahJlI :\n·h cn ~lo;í\\"yah .


3" III ST ÚIt IA I)E "SP ... ¡'::" .

L lWCIÓ N XIX .

•\bde-r-Jbhmán luvo q ue luchar dllffilllC muchos ~¡¡os contra I o.~


partidarios dd Califato oriental, mandados $uco:si.'amcnle por "uzur,
!;atllail y AbuI.As"'ad: tnmbié,\ se le insnrrcccloll;'To n una ,'cz los ber-
b~risc<» y 103 ycnemilllS, [o m¡"mo 'Ine el Wl\1í de Zaragolll S:¡lc; mnh,
d cua l ofrece MI territorio al emp erador Carlomngno.
Tanta.' contr:.r¡cdade_~ modificaron el car~(: tcr nhble y bondadoso
del Príncipe h~sla cODve rtirl e en I~rriblc, pero as[ )" todo~" ,les,-elú
c",mto pudo para organi7,nr\1 Edado 'i lr,\bajar la felicidad de sus
,'asaI!O$.
Abdc-r·Rnhm:in embe ll eció á Córdoba con sobe rbios monumentos
de todo género, entre ¡OH cuales descollaba la gra n al<1jama ó mC l·
quit", tÍI':'! dd tem¡)]o de!:J, Meca a"dando el tiempo: N mismo ttu·
haj 6 lo. planos de e,la mara,-illa ,Id /trIe o .. ienla l.
Le hereda $U tercer hij o H ix':m (¡ 88) el cual di rige la gller,n snlll ~,
':UUH ¡U C si n re~uhado, contra G~licia, J.cón y V¡ ~ca)"a: en su ."iuuuo

se terminaron Ins obras de la gran al dja ma.


AUlaquem T inaugura su gobie,no c:l."igando :llos conjurados que
prete ndínn destronarle, in~tigados por la clase sacerdotal: 105 principa.
les jefes insurrectos se refugian en Toledo, cuya du dad se h~bía emano
cipado tempornlmente de Córdoba.
l.uego que el prlndpe h" l,o . cprimi,lo Olra insnrrecc¡(¡ll que estalla
eo ~I ~ridll, con rh el cMIlgo de lo_~ caballeros toledanos :l un renegado
llamado Amnl, el ella! ll e"" á túmi"o la.~ horribles matanzas conocidas
con el nombre de _jornada del fooo • . Igu al espantosa "cngama tomv
Alháquell\ 1 coutra las gentes suhle'"adas contra su tiranfa en el arrnhal
de Córdoba.
Le sucede su hijo Abde·r·Rahmáll JI (S ~I ) ClI cuyo ticmpo tiene
Jugar 1:1. per.c<.: uóón de los muzárabes. que dura hasta q ue rucron ca·
nocidas las decisiones 1lel Concilio de Se,"ill R, reunido ~ insta nci as d ~1
gobierno mUllulm~n.
Ocupan luego el trotlo algl1nos !obel":lIlos iusignifi cantes, mereciendo
ole e[¡1n:: ellos citarse Moh1.mad J, y éste solo por su crueldad , limnl"
'! ~," aricia.


• •

II.ESUM&N'. 3'3

L ECCIÓN XX.

Ahdc+Rahmán nI (91l) comicllz2. iU rei naúo sometiendo de6niti·


\'amente á todo linaje de rebeldes, berberiscos y árabes, de tal suerte
que cOIL<igue formar COD todos los eil:mento$ musulmanes un solo
CllC'1l0 ,le nación, cosa no sucedida hasta entonces.
Igual fortuna tuvo en la guerra san ta, venciendo tilos leOllese~ en
~Iulonia y Osma y dios na'"arros en Valdcjunquem: tambi~n lnten'llla
en ,\frica para defender al ~oberano d e Necor, llliado suyo.
Engreido con su~ triunfos loma el \(\ulo de Califn, que hMla él
ningllll soberano c(ordobés habla tenido, dando principio por consi-
guiente á lo que se Ilalllll Califato ocddeutal (92 9).
Menos afortunado en el ¡ulerior, se atrajo el Mio de 105 ámbes por
, gobernar despóticamente, as! es que, prescinde de los buenos musul.
mImes, y confía 105 dest inos públ icos ~ los eslavos: bien prollto tocÓ
el resultado de su ucsatentada ]JoUtica en las batallas de Simallcns y
Alhandcgn.
En su tiempo flore<:cn todos los gérmenes de grandeza incubados
antes, y de tal maDera, que Córdoba no ced[a. en extensión, población
y riql1e~a más que á llagda", capital del Califato oriental: atraídos por
su fama le cD"i:uon embajada~ lo~ reye, de Italia, Francia y Alema·
nia y el emptr:ulor ue Constantinopla.
Herédale su hijo AI-IHquem 1I (96 1) de carácter afable y cnrinoso,
y grandemente aficionado á l:u arte" las cLcDcias y la literatura.
Nunca habia reinado eD Espafla un soberano tan ~abio, ni qnc lanlO
proteGicsc ¡\ los artistas y sabios: ~u ¡Huado pareda uu tallcr donde
si n CH aT trabnjaban escribientes, cncuadernadores y miniaturistns.
Además de las escuelas oficiales, que eran muchafi, fuud ó AI-l lá-
quem 1I veilllidnco, solo en la capital, para que rccibics.en educación
gt.l.!ilita. en ellas los hijos de JlOl.dres desvalidos: la linil'ersidad coro
dobesa llegó {i $C' una uc las más (amosas del mundo.

"
LECCIÓN ' XXI.

l¡¡xcm TI e~ J,roclanmdo Ca¡¡fa bajo l:!. regencia <le ~\t n,adre Aurora
y del nchib Abu-Amir, más conocido por Almanzor.
En tanto qne Hixcm 11, yll. de mayor edad, ,-¡ve e!llregado á su,
esclanls y favoritas, inaugura Almanzor $U primera campafta contra los
Est •• dos cristiallos (1)8 1) !;.'1qncalldo á Zamora r "cnciendo en Rueda 6.
105 ejércitos aliados de León, Castilla y K,warm.
En las campañas posteriore.~ s:lquea á llarcelona, destm)'c á Coim·
brn, toma tÍ León y Astorga, )' arrasa la ci \,,1nd dc 'Santbg:o, re,I,,-
cicmlo la E spab cristinua á los límites que tenia :i medi:tdos del
~ig!n 1'111: Sll l11tima expedición rué la del afIO IOO Z, y-como su ejiÓr·
cito so: sinticm. acometido de la peste, \'I1"h"c lt4cja Córdoba, pero es
derrotado en Calalallazor; poco de'¡lUés mucre en Medinaceli.
1_:1. decadencia del Califato coincide con la mucrte de Alman7.or, y
la hacen :nevitahle tres causas: las uucrras cj,'iles entre berberiscos,
árabes)' esJ:....os, la incapaci,J:¡.d de los Califas, )' la pobreza general.
Hixem J l es destronado y repuesto por segunda '·ez; ti. su muerte
pasau por el gobierno 5l1ceS;,'amenlc hasta diez Califas, el último (le
101 cunles, Hixem nT, bllcno r gencn)SO pero irresoluto y ilél.>il, dá
lugar á una revolución que dcclnr;\ disuelto el Calirato ( 1031 ).
• A la destrucción del Califato se forman las monarquías de T aifas, y
los Rcino~ moros separados luego, siemlo los principale!l lo.> de Cór-
doba, Sc\'iIIa, Carmona, Granada, Toledo, Zamgoza J Valencia y
Mallorca.
Vencidos cstos I'eq ncflos CSlados por las annas cri~tianas solicitan
la protección de los Almoravidcs, primero, y la de 101 Almohades
después, pueblos a"lbos que condnyeu por apoderarse de la Espafla
musulmana, io'pl'Hltando en la I'enlnsuJa su efímera dominacióo
Reducido el imperio de los Almohades:í Ullly pequenos límites, la
familia ele los llanu· ..\[ ·:\lunar establece en Cr,¡na(l<l un nuevo reino
( 123 1) q"c será el,Uümo baluarte de los musulmanes espafloles duo
raule tres siglos .
• En este tiempo oo::upall ellrono veintilln monarcas, el lIltimo de los
cuale,; Mohmnad XI, capitulll con los Reye~ Católicos ( 1492) á los Clla·
les entrega 1:1$ llave¡; de Granada, de5pu~s de un sitio de nueve me-
ses: as! termill<l el pcríodo musnlm,(n cu E spa!\a, que duró 7S1 a!\os .


I<.f.Sll).U:S.


LECCIÓN XX II.
,
Los árabes hicieron progresar la agricul tura espano!:t por motlo 110-
table, completando el sistema de irrigación, rolUr.lDdo terrenos iocultos
Ó abandonador, dese\:ando pantano~, utilizando marismas y poniendo
en condiciones de cultivo muhilud de llanur:lli en lu Ca!;lillas y la
Mancha.
Adem:b de los cultivos tradi cionales explotaron, sobre todo en An-
dalucía, Valencia y Murcia, 1n cnrla de azllcnr, el lUoral, el arroz, el al.
godooero, el plát:1no, la palmera y multitud de vegetal es exóticos.
No adeluuLó mellO, ];0. industria: tan notoria como merecida em. la
fa ma de las a rmas de Toledo, 1;L'l ~edas de Alm~Th, 1('1, encaje! y C~·
l1l1l\pados do.! Málaga, los tafiletes de Córdoba y el azúc:lO' (\~ AJ.¡\.nd"lu,.
El comercio rivaliuba con el de las RepllblicDs italianas y con el
de Dmn~sco, favorecido por nUlUero~os barco~ que hacían dd i\lcdite·
rránw nO mar arábigo.hispano.
L<l que Clractcrizll la C[viliz,\clóll de los :trabes espaflolcs es el buen
guslo l,or la li teratura, l:t$ ciendas y las arles: pO$cyeron llIultitud de
escuelas, bibli<l\ccas, museos y laboratorios, dOllde se culli,-aban las
matem áticas, la astrooomín, la ffsica, la químicA, la medicin~, la fi lo-
sofía, la literatura y la hbtoria.
Entre hs celebridades má, notables dt:..remos It A'-crrocs, Ab enwar,
Albéitllr, AbdaUáh, Alj atib, Almed·cl.Razi, Arib-Sad, AI-Cuthia, Abu-
AlI, Said, Ai~a r Fátima la poetisa.
Córdoba merccló ser lla mad a ,\teo:\s del Occidente, y su ün ivem·
dad, era entonces la má~ rnm :lSl del mundo.
Los primeros monumentos arábigo-hispanos son la Mezquita de Cór-
doba, la Giralda de Sevilla, y la Alhambra de Granada, que repre-
sentan tres periodos distintos d el arte.
El Califa, representante de Dios en la tierra , asumla en su persona
lo~ rod~res ch'Hes, religiosos y militares: un Consejo nombrado por
él mismo estaba encargado de infofllmrle sobre todos los problcmM de
h administración_ GobcrnadoreJI con podere<! omnímodos mandaban en
b s provinci:lS. La ley tenía por hnse ,,\ Corán, única fucnte dc derecho.
Los cristianos y judíos "i"í"1I al aH!p~ro d e las leyes musuhnnnas )"
lIIST6RTA DE I':$PAÑA.

solo pagaban en dinero como tri buto, una capitación: los mllsulman~s
contribuían con ~l diezmo, pero en especie. Unos y otros podían aspi·
rar <\ los cargos públicos.

LECCIÓN XXIU.

La mina de Jerusalén y la dispersión general de los Judíos son los


acontecimientos que sirven de base para calcular la ll egada <l e estas
gentes á Espafia aunque algunos afirman la existencia de colonias i,rae·
litM en la costa de L evante en tiempos anteriores al siglo 11 a. de J. r..
Los testim onios más antiguos solo alcanzan al ano 300 d. de J. C. y
s e refieren al Concilio de Ilibtrri, .
Tran quilos vivieron bajo la dominación "isigoda hasta que los
PP. del Concilio ti! de Toledo los e.~cluycn dc todo cargo p úblico,
les prohiben tener mancebas y les obligan á v¡"ir en las juderías: hlCgO
se dispuso que les fuemn arrebatados sus hijos desde los siete allos, y
Sisebuto, más tarde, extrema contra esta raza los rigores de la pe ro
secuci6n.
Como se afirmara que conspiraban contra el E.tado y con tra el rey,
Egica los conden1 á perpétua esclavitud, con cuyos 1ntccedentcs no es
extra1'io que tomaran parte en In guerra civil contra Rodrigo, ni uun
que facilitasen la in\"a.i6n musulmana en Espan~
Muy vária fué su fortuna en el Califato de C~oha '/ después en las
monarquías de Taifas, pues viéronse elevados unas veces y persegui(\os
otras, aunque siempre odiados de lo s musulm anes por lo mismo que
alcanzaron elevados pu~stos en la gobernaci6ndd E,tado.
Durante la Reconqui,ta mere~ierotl algunas atenciones de los nlo_
narcas cristianos, principalmente de Alfonso VIII, Fernando 111, Al·
fonso X y Pedro 1: en cambio fueron \lUly pen;eg uidos por Enrique 11,
sobre todo eu Valenci a .in qlle fueran bastantes á imped irlo la elocuen·
cia de San Vicente Ferrer y las protestas de la Igles ia.
En el ano 149 2 decretó la Inquisición espuñola la expa1riaciún pero
petua de esta m?,a, seflalándola plra \'erific~rlo el térm ino de cuatro
meses, y seglln cálculos prolmble~ cmigraron entonces de Espailu
160.000 judío s, procedentes casi todo s de las comarcas de Valenda,
León, Zaragoza, Andahlcia y Dadajoz.
Los judíos vivían en barrios separado" carecíuu de libertad política,


,,-¡¡SUMES. 3' 7
se n:g(an por leye~ especiales, gobernában5e por 5us rabies, solo de.
pendían del rey en todos los asuntos, y contribuían á las cargas p\lbli.
cas con un impuesto directo, ademá~ de los indirectos de carácter ge·
neral.
Muy Ilotables fueron desde el siglo x las escnebs rabínicas de Cór-
doba y Toledo, pudiendo citarse, entre las eminenei~s convertidas al
Cristianismo que de ellas salieron, á Rabí don Santo, Pablo de Santa
María, Alvar Carda, Alonso de CartagClln, Alfonso de nnena, Jerón im o
de Santa Fé, Alonso de la Espina y Jacobo Caminos.

RECONQUISTA CRISTIANA.

LECCIÓN XXI\' .

De 1" dominación mu_, ,,lmana sulo se libraron algunos cspafloles, re-


fugiados Cn las fr"g",i,ildes de la cordillera cantábrica, y los quc alli
fueron huscando asilo desde el interior de la Península, ulvidml'ls l;l.
alltignas dCllominacionc_, cntrc csb. gentes, no se habla en lo suce,iyo ,
más que de c_'pafioles cristbnos y espafiolcs lnl1sull11:mes _
Los in\'~sor~, desdc!\aron nI principio "stc movimicnto de concen-
tración; pero cuando el amir Al·llorr Se inlerna por el l'irinco para con-
I¡UUM en Francia la guerra silnta, enda contra los astul'ianos ti Su "e-
n~rnl Az-Z... mtih al frente de un ejúcito, con in tcnto de l'cducirlos, y es

derrotado con graves pérdidas en la batalla de CO"~l o nga (718).


Animados con el tri un fo, los cristiauos ,lc Astdri", elijen rey ti Pe-
Jayo, el mismo que lo, h"bía conducido á la ,-ictoria, y así ~ol11ienza la
Reconquista en este territol'i o. Pd al'O r.l1k"{;~ ,lesp"c;; de \\n reinado de
diez y nUeve :tfio., y e, elegido p,lra sllc c(lcrlc su hijo y,wila, el ella l
muere á poco devor.!do por un oso.
La0l'inión un:ioinl e elevó "Itrollo al joven Alfonso 1 (39),I"eci-
samen te cuando la Espafia musulmana ardía en guerras ci,-iles con mo-
tivo del reparto de l~s l[en.,,: así pudo esle rey f.\Vorecer la indepen-
dcncia de Ga licb, y enlr~r vencedor en ,\storga, Leóll, Zamora, Ledcs-
ma y Salamanca _
Fruela 1, su hijo, ocupn el trono a!mi,mo tiempo que Abde-r-R"h _
IIlSTÓRIA !JI; i': SPARA ,

máu 1 fundaba el suyo eu Córdoba: solo se distingue por su mal c.lrác,


ter, lo que hi!o perecicm asesinado,
Iksde el 768 al 791 reinau succsh'amcnle Aurelio, Silo, Mauregalo}'
&rmudo I, llamadO! sin TalÓn usurpadores: nada hicieroll por la Re ,
conquista, Bermudo 1, mM aficionado a la Ig lesia que á la gucrra abdica
la corona en AlfOnSO TI, hijo de Fruela L

LECCIÓN XXV,

Alfonso II (791 ) inaugura su reinado con la victoria de L ulO! conlra


los 1\lu~ulmanes que hablau i¡wadid o el territorio de Astúrias y saqueado
ñ Ol'iedo; y como quisieran estos in fieles tomAr la revancha cn el afta
siguiente, 105 derrot" de uuevo y llega I'enccdor h:uta Lisboa, de C11)'!!.
ciu(\:¡d se apodera ,
A ocho mi11 :J.S lid P,nlr6n se cncontró por este tiempo el ~ep l\lcro del
apóstol Santiago, ~Il un campo desde ent onces llamado c.... 'ul'us stcUre
ó Compo,lela.
Ramiro I, hijo de lIcrmudo I, tuvo que reprimir :i su p roclamftción
d03 sublevaciones; [ft del conde gallego Nepociano que le disputaba la
corona, )' otra origiuado por las ge ntes de mal vil'ir que abnndabllu en
ASl1lrias con mMivo de las guerras no in terrumpidas.-
L ib re d e csto~ CH i (hdo~ se dirige contra lo s musulman es, pen et ra en
l ~ Rioja, y oL>ticnc ~eTca de Albeld:l \lna brillante "ictoria.
Igual forllma tul'O :11 rechazar la invasión de [os normandos, los
cuales habian desembarcado en Astúrlas y $3 qncado ;i Gijón: emn
estos un pueblu $unguinario y feroz que procedía del Norte de Europa.
Le sucede S'I hijo OrdoflQ I (8,o) , el nedificador de T uy, AslorS"
y León: :1de'llá~ de recobrar á Soria y Salamanca, vence en Clavijo :{
los musulmanes que mnndnba el rcuelfl(10 \>loro MUZ,1.
,\ \["n.o ¡ ¡¡ el Gr., ucle (866) hijo)' hcretlero del ante rior, diri ge sus
armaS "ictorio.!,,! contra 1". infiele". ,i lo. cuales dcs;lloj" de la ribcm
del Du ero, peuctm cn d valle lid Cuadiana y "cnce al enemigo, en·
tre otras, cn las bal,,[I;o.$ de ÓrbiJo, ,\ticnza, Coimbra, lJelorado, Pan·
corbo y Zalllora.
Las suje.tiones del conde de C.~stitta, Nnflo F ernáodez, COII .cuya
hija esta!>::>. ea~a.do, hicieron que sc sublev,lTao contm él su propia es-
-,
posa é bijas y con el f\n de evitar eO\\1plicadones est e gran rey ab dica
III\SUMr,.S. 319

la corona en la junta de Il ordes, otorgando el territorio de Le6n á


G:m:ra, el de Galida á Ordono, y el de Mllirias:S. Fnu:la: ;v¡í rompi6
en pedazos aquella corooa que con tanta gloria había cenido dnmnte
CU:lrCma y cuatro anos.

LIWCJÓ:'\ XXVI.

La hi$tori~ del reino de Le6n principia con Carda 1 (9 10) el cual


muere 11 los tres :J.r'0~, heredlinuole su herm:mo Ordol\o 11, rey de
G:dida.
01'\101\0 JI illanl:llra su reinado vcnciendo Ii 20.000 musulmane"
'n:~nd ado$ por J\hda, cn Snn l~.l tcban de Gormáz; r COI>IO en el si·
Guiente al\o se dirigieran 10$ infieles contra Na"arra, aUf acude el re y
de Le6n, pero es derrolado en In batalla de Valdejunqucra: la cul pa
(le (,te <Iesastrc cayó sob re 10$ condes de C,,:;tilla, contra Jo.> c¡mles se
ellsana Ordol\o ]l.
Para conmcmorar la victoria de Sa n Esteban de Gormá7. fund" el
rey la Catedral de León, cediendo al efecto su propio palacio, Illltigua
casa de bano., y gimnnsio thlfllnte la do m inaci6n romana.
Fruela I! reune las corou:tll de AShirias, León y Galicia: solo se dis-
tingue por su crueldatl.
Le ·hereda Alfouso IV (925) hijo mayor de Ordoí'l o 11: m,h aficio.
nado á la vida del c1dustro que Ii. la tle los ; campamenlOS, abdica en
su herm ano n :tmiro 11, aunque dCSpll~S quiso en mal hora recobrar
la corona.
Ra miro 1I traspasa la rrontera musulmana y se apodera de Mngcrit;
y como ' ul'iese que Abde·r·R ahmán 111 mareha Ii. Su encuentro, le
presenta batalla cer<:a de Si mancas (938) obteuiendo un:t completa
victoria: el Calira no cnyó l,reso gracias Ii. la agilidad de su caballo.
Ordofto 11 1, su hijo, fué molestndo constantemente por el conde de
Castilla, Fernáu Go ndle~, el cllal pretendía recabar la indel'endeucia
de su territorio, aunque sin resultado: igual conduela siguió con
Sancho T, henll~no y heredero ..lel an terior, con la ..lirercncia de quc
:!hora consigue destronar al rey legítimo y hacer que sea proclamado
OrdoM IV el Malo (958).
Saucho 1 se refugia en l'amplona, desde cuya ciudad marcha á Cór.
doba con dos obj& tos; primero, cnrarse de la cx,csiva gordura que le
3'· liIS"I'ÓklA »1> I!srAf\.\.

impelllll basta mOH,r.;e, y segundo, solicitar del Califa rec:uJ'SOli I)am


recobrar su corooa. Y los consiguió limbos, pues restablecido de Su
dolencia, hace Su entrada triunfal en Leóo, dcspué~ de \'cncer á F emán
(;on?:'il~z y al rey intmso. A los siele allos more;.. enventnado.

LlWCJÓN XXVlI.

Ramiro 11 1 es proclamado de menor edad, bajo 1.. regencia .le dona


Tcres..1, SIL madre y de su tía dona Eh'ira: el primer aclo de las re·
gentes fué rCllom. el tmtado de pa •. con el Califato de Córdoba, pues
los llolJles habían mostrado dcseos de arrebatar á la corolla sus I"in.
dpales prerrogativas.
La conducta alt iva y desdenosa del rey para cOD todos, incluso SIl
nuulre, hiw qne le abanrlonnran poco :i poco los nobles y el clero; r
como su vida pril'ada fuese por c>.:tremo pervertida, lo;; gallegos pro·
claman n n~rmudo 11.
El reinado de Bennudo 11 (98 2) coincide con las ramosas campaflos
de Alm:ml0r. ~n 996 AlmaIl10r pasa el Du~ro y se lan..a COlllm los
leoneses, mafando y destruyendo cuanto se le pone al paso; ciudades,
castillos, aldea.'!, monast erios, nada perdona su fiereza. i\lientl'llS que
Uermudo 11 se refugia en Ol'iedo, los musulmanes entran en la eapital
del reino.
Tantas amarguras precipitan la mllcrt~ de! re}' al cual sucede Al·
fonso V, de menor edad (999) bajo la tutela (Iel cOll<le l'II encndo Gon·
lnlcz y la regencia dc su madre dona E1vim.
Muerto Ahnal1zor y debilitado el Califato por la más espantosa de ·
cadencia, Alfonso V, de míl.)'Ór edad, se dedic::! á reedificar lu (les.
truid:u poblaciones y pon er en orden la desconcertada monarquía:
repa!1l las fortificaciones de León, Zamora, Astorga y Coyanza, y rellne
en la Catedrallconesa un Concilio, en el cual se redact::!ron los BuenoS
Fueros ( 1020), primera constitución que ha llclpdo completa hasta
nOliotros.
Continuaba la TC{:onquista bticia Portugal, cuando una ucl::! lanzada
desde Viseo le quita la v(da.
lIennudo nI, que comienza ti rcinar cuando los musulmanes dechl.·
ran abolido el califato de Córdoba, concierta el matrimonio de Sil her·

,
RESUMEN. 3"
mana dofia Sancha con Garda, conde de Castil1a, para terminar lns
diferencias que scparab;w ambos pueblos.
Pero sucedió que los Ve!" asesinaron ti Garda en León, y con este
lIIotivo el condado de Castilla se incorpoTII al reino de NaVllTTa, pnr
lo cuo l llermud o nI am enaza con la guerra: IRli cosas Se Ilrreglaron
pacJ 6carncnte us,'1ndo ti don Fernando, hijo del rey navarro, con dofia
Saneha, la hemulna del rey leonés, rox:ibiendo ambos esposos en dote
el terri torio de Cutilla, convertido en Reino.
E! territorio de Castilla debió lIanm rse así por las forli6caciones
IC\'antadas en 1<1 llanum, una vez q ue lO!; cristianos descendieron de
las montan" pna. continu:l.r la reconquista: co mo los paises ganados
se entregaban á los más valic ntes ¡mm su conservación y defensa, de
aquí lo. Con(!es, subordinados á un o principal que residía eu
Bnrgos.
Entre los Condes cas\elliUlos que miÚ se distinguieron citartmO!; ti
Nuno Ferntinde ~, cont emp oráneo de Alfonso lll; Fernán Gon~ález,
protector de Ordo no IV; Sancho Garda ( 100S) que promulgó el Fuero
Viejo de Castilla; y Garera, el asesinad o en León por los Velas.

LECCIÓN XXVIII. •
Fem~do 1 ( 1037) reun e las coronas de León y Castilh.. , y con él
comienza en ambos reinO!; la dinastía tle Navarra.
Su primer acto ¡lOUtico fue convocar en Coyan~n ( 1050) un Conci-
lio, pn es se había hecho necesaria la s u~titnción de las antiguas leres
por o/ras miÚ conformes COII el progre!!o de los tiempos.
Cunndo se ded icaba :i reorganizar la administración pliblica IU\'O
(Iue guerrear con tra su hermano Garcfa, rey de Navarra, que p retendía
arreb~tar1e el territorio de Castilla: con la batalla de Atapuerc a, cu la
cual mllerc el navarro, termina la campana.
Libre de esta enojosa cnestión, conlim1a la reconquista, ¡lasa el
Duero, entra en Portugal, se apodera de Viseo, Lamego y Coimbra,
recohra á San Esteban de Gormáz, Aguilar y Bcrlanga y tilla los
campos de Guadalajara y Madrid: dUllUés de hac er tributarlos su yos
los reinos de T oledo y Sevilla, emprende el sitio (l e Valencia, haj o
CU)'as mumllM adquiere una grave enfermedad.
HIS'fÓRIA DE l:SPA«A,
3"
Antes ue morir reparte el reino entre ~us hijos, dejando á Sancho,
el primogénito, Castilla; á Alfonso, León; " Garel", Galicia; el sel'lor[o
de Toro, a dol'la Elvira¡ y el de Zamora, :i dofla Urraea.
Sancho [J d e Castilla no respeta la anterior p:utici6n y se apodera
por la fuerza de la herencia de sus hermanos: duel'lo de los tenito-
rios de León, Galicia y Toro, pone sitio á Zamor:l., mientras que Al·
fauso VI, al cual tenía recluido en Sahagiln, se refugia el! Toledo. 1.:\
traicióu de Bellido Dalfo. cues!:! la vida á Sancho JI bajo los muros
de Z:l.mora, con lo cnal termina esta guerra.

LECCIÓN XXIX.

Cnando Alfonso VI supo en Toledo la muerle de SIL hermano ( 1073)


pacta un trotado de aliam:l. con el rey mOTO Almamún, SU protector, y
viene ñ Le6n paI"ll tomar posesión de esta corona: también los caSH'·
llanos l~ r~conocieron por rey después de la Juro. oe Santa Cad~a.
l'ropllsol e la (órmula del célebre juram euto Rodrigo Ruiz Diaz d~
Vivllr, más conocido por el Cid Campeador, el cual, después de haber
probado su valor en el reinado de Femando 1, con motivo del sitio
de Coimbra, siguió la bandera de S:¡,ncho JI en todas sus campaftas:
bien fuera por esto último, ó bien porque desagradó su altivez :¡,1 rey
en Santa Cadea, es lo cierto qne Alfonso VI lo desterró de Castill:¡"
y que se aprovechó de este destierro para guerrear por cuenta propia
coutra los musulm:.nes y arrebatarles la ciudad de V:.lencia, ¡¡amada
desde eutouces ciudad del Cid. Los Almoravides se apoderan uueva·
mente de ella, y Rodrigo mucre de pesadumbre. La po es ía popular .
ha convertido á este pcrsouagc en un héroe legendario.
Alfonso VI ulle Sil nombre á la conquista de Toledo, de cuya dudad
5e apodera desp\1~s de hJber talado sus campos durante cuatro aftos
consecutivos (t085): 105 mu~ulmanes la habían poseido por espacio de
tres siglos y medio.
Entre las reformas interiores que Alfonso vr ll evó á término se en·
cuentm el cambio del rito gótico por el romano, merced á lns gestion es
del Papa: esta reforma sc hiN contra la opinión del clero y del p\\chlo,
y
y :i pesar de las pruebas del duelo <Iel fuego.
En el Illtimo decenio del siglo Xl aparecen en Espafta los Almora.
vides, llamados en su socorro por 105 moros de Sevilla: su rey Ají tl'llS'
RESU~ IEN.

pau la rrontera castellana al frente de un ejercito poderoso, llega hasta


hu mootallas de Cuenca, y á la vista de L""clés ( 11 08) obtieoe una bri·
liante victnria que cuesta la vida á muchbimo; cri$tianos, entre los
cuale¡ se hallaban el infante heredero don Sancho y los Condes qu e le
acon'pailaban en t31] desgraciado combate.
Alligido por este desaSIr<: muere al :l1l0 siguiente Alfonso VI, le·
gando la caralla á su h ija dalla Urraca, ,·i uda. para enlonces y con un
hijo habido en su matrimonio con el conde rrancés R~itllundo de Bar·
I:'0lla.
Ot m hija de Alfon so VI, doll:l Teresa, eontr:ljo matrimonio co n En·
rique de J10rgolla, hermano d e Raimundo, habiendo recibido en dote
el condado de 1'0rtug111 á título de feudo: este es el origen de b. eman-
cipación indirecla del territorio lU5Í1ano, cO ln·ertida más l ~ rde en abo
soluta por la fuerza de los :lcontedmientos.

LECCIÓN XXX.
A la proclamación de dalla Umu;a penetra eo soo de guerra por Cas
tilla el rey de Aragún, Alfonso 1 el Batallador, reclamando esta corona
q\.e deda pertenecerle Ji ¡(¡ulo de varón y pariente del rey dirunto: para
evitar la guerra iC conviQo cas:.rles, matrimonio que dona Urraca a~ptó
con repngnaneia.
Estos e~JlOS05 S~ hicieron incolllpatibl es nI poco tiempo, y como In
reina Ir.l.tara de d¡'·orciarse, es ellcerrada en nll castillo, del cual los
castcllallos b. &aean por la fuerza, y de aqul nnce una I:"uerrn civil que
lrast ornó el rei no durante mu~hos nllo" h~stn que el Concilio de Palen·
cia declnra la nulidal\ del matrimonio.
Los Jlneblos prescinden de dotla Urraca y ¡>Toclamall a su hijo Al·
fonso vn (1126) cuyo primer acto e. nj ustnr la pat con su padrastro el
rey de Arngón.
l lace luego la guerra contra los musulmanes, invadiendo el territorio
andal uz al frente de un ejército, y desJlu<!s de apoderarse de Calatmva ,
And,tj ur y ll aeza, llega hasta los confines de Almcrla, penetra en le·
rritorio granadino y lleva d espanto á los ;ü'mo"."ides, á la Sll1óll sill
[nenas para contrarrestar sn poder.
J::ngrcido con estos triunfos solicita del PlI.pa el titulo de Emperador,
el cunl se le cOllcedc, $icndo eonsagr~do solemnemcnte ante las Corta
( 11 34) p<>r el Obispo legion~n e.
''4 fltSTÓR IA U I ES U ~A .

Al morir divide el reino entre $11$ hijos,1 dejando :i Sancho, Castill a,


y" F ernando, l~ón.
El único hecho notable en tiClIlPOS de Sucl'lo ITI de Castilla u 1..
heroica defensa. de la pl;ua de CaJalm'-a, debida al ,'alor de fray Raj·
mund o, abad de Filero.
E Dlre \115 órdenes milituci creadas en León y: Castilla con mOlivo
de la Reconquista, titaremos la de Alcl\nt.~11l, cuyo objeto era contener
las correrías de Jos musulm anes fronleri1.os; la de Calatrava, que rc-
cuerda la fllmosa defensa citada Rntes; y la de Santiag o, con el fm d e
protejer á 10 $ peregrinos que de toda E uropa acudían á ,' isitar el se·
pulcro del Patrón de las Espallas.

LECOIÓN XXX I.

La minoridad de Al fonso VIIl ( 11 58) fué la más turbulen ta y de,·


graciada de cuantas registra la Historia: q\1i~o ejercer la regencia Fer·
nando JI de León, tío del monarca, pero 10$ castcllanos le «ochann,
coofiándob, á los Castros, por lo cual, ofendidos los Laras, $e apoderan
dtl «oy Ydel gobierno empleando la fueru..
¡¡uoo coo este motivo una guerra civil que se prolonga doce al\05, al
cabo de loscualu, y en vista del general desconcierto, Alfonw VIII se
declara de mayor edad.
Aliado con Alfonso JI de Aragón emprende la Reconquisto. y pone
sitio á la pla>.a de Cuenca, de la cual fie apodera; per(! cuando se prc·
paraba para coolillllsr la campal\¡" supo que los Almohadu :\\":!.nUluan
sobre Castilla y penetraban hasta Alo.n;o$ ( 11 95 ); el choque alli, fué le·
rrible, mas la victoria se declarn por los mu~ulmanes,
E l pueblo explicó esta denota como un c""tigo del cielu, pero Al -
fonso VIII culpo. de eHa al rey de León, Alfonso I X, y de aquí ~ur¡;:e
otra ¡:uerra civ il qne solo termina al saber que los Almohad es voll'Ían ~
cam palla con mlis fncrns, ~IO;/l
Aleccionado con el desc.... labto de Al:I.rcos, y no bastáodole la aliau l ll
con Ar.tgóo y Na'-arra, ,\Ifonso VIII pide socorro:i los pdocipes cris-
,iaoos de Europa: el Papa publica una Billa de enuada, r ti anobispo
de T oledo recorre Italia, Franci:l y Alemnoia, Y'-Ileh'e al frente de un
ejército de 70.000 hombres. D el cuartel geueral 5-. . Heron :i c."ll1palia
contra los Almoh ll.<l es Alfonso VUI de C",stl11a, Sancho VII de Na~' arra,
J'S
I'edro 11 de AragóD, el Seno, de V¡?oca)'a, las Ó rdenes militares, 105 no-
hIn con sus cohortes y hasta algunos municipios COD sus mili ci;t.'l.
,\\ p¡~ de Sierra Morena, junio ni dc~fil~dero del Paso de 1:\ losa 1
en elloga, denominado de las Kav:u, se lIió la batalla de este noml" c
( r21l ), que significa la de~t" definitiva del Islamismo en EspaflH ,
por el quebrantamiento de los reinos musnlman e.i, pe\linsuI9r~s y afr;·
canos ;( la " ez~
Alron~ VIII tiene la glori a de ]mber fun dado en Palencia la pri·
mero Uni ....·rsidad cspanoJa, al prol';o tiempo que h de haber concedido
rep rcsen12c ión política al Estad o llano en lu Cortes dd Remo.
I.e sucede su hij o Enrique 1, de menor edad, ( 1214) bajo la re-
gencia de dona llerenguela, para entonces di"ordada del 'lile fue Sil
esposo, Alfonso IX de León.
Uro accidente corta la "ida del joven monarca , y b coron:!. p as:!. ;i
la regen te, pero esta senora abdica en Sil hijo Fernando In , de ncuerdo
~on Ia~ Cort~s de Valladoliu,

LI~C C I ÓN XXX II

El rey de León 110 I(.,,'u ;\ bien la reuuDcia que dulla lIcTCllsucJa


hizo de la corona en sn hijo l 'cmundo 11 1, y hasl:l. amenaló con la
guerra: doce Mios despnés moda ,\[{OD SO IX , y aunque en su te>;I~·
menlO declarala herederas ;i SU5 hijas dolla Sancha y d ofla Dulce, lo,
leoneses proclaman al rey de e:..¡iU", con lo cual se unen ddoniti,'a.
mente m" bo~ reinos ,
F erna ndo [11 inaugura s\\ reinad o arreb~llndo ti los mUlulmanes In:;
" iu¡] 'hle!l ,l e ,,\lJ(hljar y lIfMtos, clmndo Ak,,' I"ért:z de Castro reeon '
quistaba algunas plazas fronteri~1lS y IJeudr,¡ba i'nprlldente men le en
lo. >lr""l>~le. de Cunlooa.
l.a siCuación de estas tropas era la ll comprometid", que el rey dá
la orden de mar~ha para soeorrerbs y pone .itio:í h ci~¡]"d: fUTmali·
zado el cerco, Córdob" se Tinu" ( 1:lJ6) IÍ. con(li&iu n (1" que sc~n rt.i·
pel~du las yid;o.s y haciendas de Ivs IlJu$:tlml'ucs, duei'los de qued"rse
Ó de nJ~rcbar, ~Ii\ln S:I voluntad.
J .os at~rrado3 cordobeses buscan (.11m cl'p i.,d para ~u mermad"
,J011li!l~dó!l : fué esta la ciu dad de Granada, donde El.:\lhaD1"r filuda.
3,6 HISTÓRlA DE ES!'A¡;¡A.

el reino de este nombre, el cual, ",tacado por el Tey de Castilla, Se


dedara feudatario suyo.
Aliado con Jaime 1 de Aragón, Fernando JIl comienza el asedio de
;;e\'illa, el cual dura poco más de un afto: después de yarios conatos
de arreglo, los se,-il1anos se riuden á discreción (1248) , Y en su con·
sC\:uencia abandonan la ciudad m~s de 300.000 musulmanes.
También es ilustre Fernando TU por haber intentado la unidad
legislativa de sus reinos, por la creaci6n de un Cuerpo consulti,·o de
letrados, y por el establecimieato de liD sistema económico que puso
Icrluino á la anarquía tributaria de! país: su nomb re figura en el
catálogo O" los Santos.

I
LECCIÓN XXXIII.

Alfonso X, qu e le hereda al morir ( 1252) pretende inaugura.r su go-


bierno ll"nlnclo la guerra al }.friea, proyecto que rué de su padre Fer-
uando 111, pero las desavenencia, con Aragón y Navarra hicieron fra-
~a~m.r el pensamiento.
El oh·ido de la guena contra los musulmanes se convirtió en abso-
luto merced á las pretem;iones de este rey á la corOlla de Alemania,
de la cual se crela heredero por Sll madre dolla Beatriz, y sin tener en
cuenta el estado del rdno, encarga de la regencia á su hijo don Fer-
nando el de la Cerda, y emprende \\Ha série de viajes de Alcmauia á
Roma y de Roma á Alemania, pero sin fruto alguno.
Mientras sllcedín esto, el rey de Cranndn, !L\\xiliado Jlor los Benime-
rines, traspasa la Cromen>. cristiana y pone en gr:we apuro:i 1M pobla·
, ion es andaluzas: sale contra ellos el r~getl!e, el cnal fallece repentina-
mente en "ilJalTeal, á tiempo que los ejércitos de vangunrdia eT:tn
\"encidos en JRén.
Todo e~ en h s Jilas cristianas confusiúll y desorde!!, C\lando el in·
f:lll\e don Sancho, hijo segundo del re)", hace retroceder á los ¡m·aso·
r~s hasta las vegas t;ranadicas )" les i"'polle una tr"gua de do~ :l.no~.
En premio de estas \"jc!orils don Sc-ncho es proclamado hered~ro
de la corona por los nol,les y el pueblo, proc!;\flladún que Alfonso X,
r~slitllido á la penínSllla, sanciona en 1a~ Cortes de Segovia, á pesar de
1-< doctrina legal afirmada en las Leye. de ParLida.
Tr~tó el rey ,le remediar e,ta contr~dicciún en IlIs CorLes de Se,in",

kESUI""N. 3'7
y como no pudiera cO!l!eguirlo, propone que de 1;1; ntonarqu{1l se de'"
, prenda el territorio de Jaén para entregarlo como pat rimonio ;i los hijos
del difun to don Fernando, ante cuyo proyecto los pueblos le d~laran
inhábil para reinar y estalla la guerra civil.
Reducido á la ciudnd de Sevilla, que [e perm~llcdó fiel, Alfonw X
pide prestados hombres y d inero al rey de lo s nenimerine~> dejando
en prenda la mejor de sus coronas, pero ~¡ y lodo fué '"C!leido: al
morir deja el trono 4 sus nietos los infantes de la Cerda.
La IIisI6rin le apellida el Sábio, y con justicia: dejó escritas, entre
Olr:u cosas menos notabJI!!I, JIU Tablas al{Ollsin:u, la CróniCIl general
de E spnna, el Fuero renl, el Código de las siete I'artidas, y las Cánti-
gas" la Virgen, que le ae«:dit;\n de astrónomo, hÍ$lori:tdor, legislador
y poet~.
['ludéndose superior tí lu preocup~do nes de su época, or(]en6 que
lo~ instrumentos pllblico$ se redact.uan en Romance, con cuya medida
adquiere autoridad legal la Lengua castelbnn,

LECCIÓN XXXIV .

Proclamado Sancho IV el Bra"o (128 4) quiso atraerse b. beDel·o·


lend. de los pueblos parn afianzar un poder que, legalm ellte, era
usurpado, y al erecto emprende la guerrn contro los granadino, tí lo~
cua les obliga á levantar el sitio de Jaln.
l.os nobles se le man ifestaron hostiles al ver que pretendSa robuste·
cer el pod er real ti. costa suya, cuando realmente les debía la corona,
pero no transigió con ellos, ni con sus sobrinos, el mayor de los cua·
les, don Alfonso, habla sido proclam:tdo rey por algunos rebeldes en
Dadajoz, en tanto que el otro, don Juan, le reclamaba la entrega de
Sevilla.
Rebeláro nse los desco ntentos y nombraron jefe á don Juan: San·
cho IV tinge deseos de conciliac;ón y convoca Cortes en Alraro pano
termiOaT las diferencias.
E n estas Cortes empleó el rey un medio sobrodo brusco paro ioli·
midar á los rebeldes, cual rué matar ti. mU:l.dlll al Senor de \,i=y:l.,
jefe de la coojurodón anterior; y lo mismo hubiera hecho con don
Ju:m, su sobrino, ti. no interponerse la reina, dona Maria de Molina:
los nobln se sometieron en prescocia de este c"tigo.
3" III STÓRtA DR J:SPAÑJ\.

T¡-anquilo el reino, organi~a una e~ pc(\idón contra los musulmanes


y $C apodcr:l. ue Tarifa, de euy.. ¡,Iau Dombm jefe á Alonso rc:ru
de Gu~ mán
IU infante don J uan, entre tanto, marcha .1 Afriea, se pone de
a cuerdo con Jos Benimerines y pone sitio por su cuen ta Ii. Tnrifa, el
eu:!.! $;1[0, como se prolongase mucho, le sugiere b diabólica, idea de
l,o ner n Guzmán ~n la ahemaÜI-:¡ de elegir entre rendirse 6 !¡ll.crif,car
:í un hijo suyo, qu e estaha por aca~o con el traidor in fanle: Guzmán
ahoga el ¡:-rilo tlc la san~, tiU hijo per«c degoUado, pero T;r.rifll ,..,
Mlva. D esde entonces se le apcllid:. GUlm:ín el A\\eno.
F ernando IV el Empl azado sncede 6. su padre ( 1295)' de mCDor
edad: la trauquilidad pl1 lJ lica se vio co mprometida en brcI'c por cuatro
banderías, de ellas, dos antidi nlistiCIlJi, ulla capitaneada por Al ronso de
la Ceroa, al cual sosten¡all Jos reyel de Francia, Aragón y N:n'llrra, y
1:1. del inr:lnte don JI1:1n, reconocido Jlor 105 portugue5es como monarc:l
de León, Galicia y 5<:villa.
La nobleUl, que deseaba arrancar al poder real nucI'os privilegios, se
subleva también, y hasta el \'icjo in rante don Enrique logra que b s
Canes de Val1adolhl confirmen su corregencia.
E n medio de tanta dcsdichM, la regente dona 1>brfa de Mali na con·
si¡ue mal1lentr inCólUlne la corona sob re las sien es de su hijo Fe ..-
nMn uo IV, el cual se lo paga obligándola á presentarse más lude en
hu Canes de Medina del Campo, para rendir cuentas de su adluinistlll.-
d6n: c:uo por demás vergonzoso é indigno.
l. a conquista de Algeci ms es el único hecho nota ble de este ·reinado.
Omili11lOS los sucesos rderentes nI emplazamiento de Fernando IV,
qu e tan minuciosamente refiere la Cro nica de don Sebasti:1n, 1'0'
creerlos (;I.bulosos: el rey muri6 casi rcpentin:l.lnente, y le hereda ~\'
hijo Alfonso XI, que con taría poco más de un ano.

LECCiÓN XXXV.
A la proclamaci6n de Alronso XI ( 1312) se orgnniza un Consejo
d e regend;l. compuesto de do n" María de Malina, don a ConSlanzil. y
los Inr,lDtcs don Pedro y don Juan: las Cortes de I':!.l encia IlItiliean 1:\
elecci6 n y disponen que los pueblos obedezcan :1 los regen tei, juntos
ti sepamdamente.
RESUMEN. 3'9

Muertos los infantes, y después las reinas abuela y madre, se in-
cautan del gobierno don Juan Manuel, nieto de Fernando 1II, y don
Juan el Jorobado, hijo del traidor de Tarifa: tan mallo hicieron éstos,
qu e Jos regidores de Valladolid se apresuran á declarar la mayor edad
del rey " los catorce aftos, no cumplidos.
l~ esistieron los regentes la dimisión de sus cargos, y con el lin de
tratar de un arreglo los convoca Alfonso XI para Toro, donde solo
:lcude don JU:ln, que es muerlo á mazadas. Cas6sc el rey con una hij'l
de don Juan Manuel, creyendo por este medio atraerle, pero no 10
consigue, y entonces, repudia :i su prima y contrae matrimonio con dofla
lIlarla de Portugal, originándose nna gtlcrra civil esc"andalosa, de la
cu~l se aprovecharon los musulmanes par" apoderarse de Gibraltar.
La conducta escandalosa del rey con uofla Leonor de Guzmán, Su
amiga, le crearon un conflicto con Portugal, que solo tennina en vista
<1el peligro que á todos am enazaba.
Proced!a este peligro del África, donde los Benimerines hablan or-
ganizado una formidable in\":lsión: BCÍ"timerines y granadinos, puestos
d e acu~rdo, sitian á T~rifa,. que estaba próxima á capitular, cuando
las tropas d e Castilla, Portugal y Arag6n caen sobre el enemigo tÍ
orillas del Salado, y 10 derrotan. Tarifa se salva, AIgeciras se recobra,
1 Alfonso XI pone sitio á Gibraltar, bajo cuyos mUrOS fallece, atacado
de la peste.
Hereda el trono su hijo Pedro r (1350), que contaba quince ailos: se
había educado en Sc\"illa al lado de su madre y sio apenas conocer á
SIl padre.
Su primera determinación fué encarcelar á la Guzmán: la amiga de
Alfonso Xl es asesinada en Talavera de orden de la reina madre.
Para rendir homenaje á la so l>eran!a de la nación, reune don Pedro
Corles en Valladolid, en las cuales demuestra su amor al pueblo, entre
otras cosas, promulgando el Ordenamiento de menestrales ó reglamen-
taci6n del trabajo en los gremios, y la ley de persecución contra lo~
malhechores.
De estas ~tenciones vino á distraerle la sublevación del bastardo
<1on Enrique cn Astú,i"., al cual perdona dcspués de haberle ,·cncido.
Contrajo matrimonio cOn dona Blanca, Ii cuya senora abandona á
Jos pocos días para vivir ptíblicamente cOn la Padilla, su amiga,
tomando los noblcs pretexto de cste hecho para engaflaT al rey y
prenderle en la dudad de Toro: al recobrar su libertad castigó:í los
'3


lUS1'ÓIl.IA DII. J¡SPA¡:¡ ....
33'
rehelUes, enlre 105 cuales se hallaba don Fadrique, airo hcnnallO $uyo,
bastardo.
Don E nrique, apoyado por los nobles desconten t05, se subleva de
nuevo, y despm:s de la batalla de Nájcr!l., donde venció don t'edro,
viene este monarca á sucumbir en los campos de /IIaDllel, asesinado por
su propio rival : don Enrique es proclamado rey en premio de este as c-
sinato.

LECCIÓN XXXVI.

COIl la prodlllnación de Enrique II ( 1369) principia en León y


r::Ulilla una dioastla bastarda, en perjuicio tic 1:tS hijas de don r edro:
que ni la momlidad ni la jllstieia habl¡m sido el móvil de las ¡:uerras
civiles anteriores se demuutra ~abi~ndo que Enrique n castigó .con
crueldad á 10$ partidarios de ~ll rival, y que lul'O hasta trece hijos
bastardos de siete di,,¡tintas fa,·oritas.
Toda la poHtica de este monarca, nI cu>tl. han dado eelebrillad $1lS
mercedes enriquefia~, se redujo á consentir que lo~ nobles usurparan
las atribncionu y rentas de la corona.
Ni di,frutó tranqlülo de su crimen, pues tUI'O que sost~ner l'ari:t.S
guerras, entre cUas, la de l'ortugal, cuyo rey dedil. tener derecho á la
corona por SI' parentesco con el rey difunto; la dcl inglés, duque de
Laneastcr, casado con la hija m:lror de don Pedro; r la de Nal'nrra,
p~1T una cuestión de limites.
Enrique TI mucre de una enfenned!l.d rápida, y le sucede ~u hijo
Juan 1 ( 1379), cl cllal, "imlo lilas pocos afios de reinado, contrajo ,na'
Irimonio con dalla Bealriz dc Portngal.
Como los portugueses no quisieran a\"cntnrule á perder su inde·
pendencia por la snma probable dc ambas coronll.'l, convinieron en
que muricndo su rey le heredaría dofia Deatriz, aunque reservlindose á
la viuda el gobierno del Estado, hastll. que !l.queHa tuviese tlU hijo
maror de c!l.lorce allos.
Falleció el monarca portugué.~ á los pocos meses de celebrarse la
boda, y aunque JU9.0 1 reclama los derechos de su esposa, los 09.tnra·
les de aquel reiuo proclalll!l.n al Maestre de Avis: en la ¡:-uerra que COIl
eite motivo «t/llla soo I'cllcidos los castellanos ell la ba talla de Al·
jub~rrota, confirmándose la independencia de Portugn.l.
33'
Con objeto de ultimar las diferencias con el duque de L nllcaslcr lit
concertaron las bodas cntre dorlu Catalina, hija del inglés, y el infante
• don Enrique, adjudicándose :í estos e~po$os e1título de Principes ,le
Astllrias, que d«de entonces 11evan en Castilla los herederos de la
oorona.
El bucn sentido poHtico de JuaD I le hizo inclinarse del Jada del
Estado llano, en oposici6n á la abSorbente nobler.a: al erecto reune
Cortes en lIurgos, Palencia, Briúesca y Sc¡¡o.·iu, yen ellas $e aCllcrdrt,
entre otras cosas, que los pleitos entre los nobles ye l puchio hahían
de incoarse :tute lo. jucees del Fuero ordinario.
Enriqnc 111 ( 1390) fué apellidado el Doliente á causa de Sil naturnl
enfermizo y d4!bil; 'Sil minorid,,<I, tan borntSco!la como todas, termina
á los tres aflos. Procuro aliviar el estado afli<:ti\"o de los pueblos, )' el
más lastimoso todavfa del poder «:al, anulnndo la~ mcrcedes enrio
queftas y In$ intntsiones de los noble, : le sucede su hijo Juan IT,
también de menor edad.

LECCIÓN XXXViI.

La reina madre, dalla Catalin:l y e] inf;mte don Fernando, tio de


Juan II ( 1406) se encargan de la regencia durante la menor edad de
este monnr.;a.
Deseando los noble$ captanc la bcne"olcllci:l del regente le instnu
para que se proclame rey, pero el infante .Ilesoye estas prctcnsioucs:
para distra.cr á los magnMes empreude la_guerra contra 105 musulma.
nes, ti los cuales conqnista la plv;a de Anleqnera.
Llamado IlOr la "oluntad de los pueblos ti cenirse la corona de
"\ragón, abandona don Femando la regencia de Castilla: .Ylln dona
Catalina al frente del gobierno, dá lugar ti unn série de turbulencias
que terminan eunndo las Corles de Madrid declaran al rey de mayor
edad .
lIltis nr.donado Juan II á 10$ estudios literarios y á J:¡ cau. que i
los cuidado3 del gobierno, se cntrega por completo ti don Ah'aro d"
LUD"-, su '''!ligo particnlar desd" la infancia: don Ah'aro es la fi¡:-ura
más Dolal,l" de Castilla en "sle tiemp·o.
Tanto di~b"lsló eD la corte la pri\":un a de <lOD Alvaro, qu" ]01; no·
l.t11!S se alre"cn i prender al r...y y le ~uuducen i Talavera, de dond"
• 33' HISTÓRIA DE ESPANA.

consigue fugarse con el favorito, al cual tiene por fin que desterrar,
aunque pasados algunos meses yuelve á llamarle á su b.da. Don Al·
varo, para. llamar la atención de sus enem igos hácia otro lado, em-
prende la guerra contra los musulmanes y obtiene In victor;:l de la
H igueruela, siendo de lamentar que los nobles DO quisieran continuar
la campana hasta si tiar á Granada.
Nuevas agitaciones interiores cons iguen el destierro dd favorito
hasta por dos veces, y como el rey le llamase de nuevo, estall a una
guerra civil que termina en la hatalla de Olmedo con la derrota de
10$ rebeldes, entre los cuales se hallaba el príncipe de Asllírias, dOIl
Enrique.
Cre y6 don Alvaro robustecer su privan.a ca.ando al Tey, ya viudo,
eÓn la infanta dofta Isabel de l'ortugal, pcro la nue":! reina se p~sa
al partido de la nobleza, y en el mismo pal~cio se tr~llIa una conspi-
ración de cuyas resultas e1 favorito es preso y decapitado. Los rcycs,
cuando comprelldieron el mal que habían hecho, no tardaron cn s'e·
guirle al sep ulcro, dcvorados por el n:mord imiento.

LECCIÓN XXXVIlI.

Enrique IV el Impotente, que sucede 6. su padn: (1 454) dispon e


una expedición contra Granada, obligado por la opinión de los pue-
blos, pero sn cobardía le hace esquivar el peligro y terminar la gne-
rra sin haberla comenzado,
Prevalida la nobleza del carácter débi l del monarca, sus exigencias
no conocierOIl límite; y era tal el estado del re ino entonccs, que las
provincias ard laD en guerras feudales, los pueblos tellían que ddeo-
dene en ~orma de hermandades, y hasta se daban Casos de secuestros,
cuyas víctimas TescO
ataban las familias por dinero.
Declarado nu lo Sil primer matrimonio contrajo el rey nue"o cnl",ce
con la illfanta doña Juana, de la cual tnvo una nina apellidada la
Beltraneja por sllponér.iela hija de don Bdtrán de. la Cueva, mayor-
domo de palacio.
La Bcltraneja fué jurada princesa de AstúTias, pero no queriendo
reconocerla como tal los nobles, se sublevan contra el rey y le hacen
declarar heredero del trono al infante don Alfonso: aunqne alTepen-
333
lido luego quiere desdedrse, es dedarado inhábil para continuar a\
frente de] gobierno en la vergonzosa jllutu de "",,¡la.
Indignados Jos pueblos al "C1 que cab sobre toJos la deshonra del
monar<;a, le obligan á casligar por b. fuerza á los promovedure~ <le
las csccna.'1 de Avil", y en los campos ue Olmedo se di UIl" batalla
en la cual ambos contendientes se atribuyeron la ,·ktori".
Muerto el infmlte don Alfonso los noble~ ofrecen la corona :í dofta
Isabel, para entonces casada con don Fernando de Arag6n , en tonces
luvo lugar un suceso solo crdl>le en Enrique IV, y rué que puestos de
acuerdo los nobles paTa transigir las pasad,,~ diferencias, si el re)' re·
conod:.. á dona Tsabd COU10 heredera del trono, se avistan ambos her-
m:mos en Guisando (1468), y así queda convenido.
A la muerte de Enrique IV es procl.unada reina doila IsaGel ( 1474),
pues aunque la Beltrancja alegó sus derechos á la cor<>na fnnuúudose
en ~ I testamento de su padre, después de cinco ailos de gllerrOl ci"il se
ret ira á uu cOIl"ento, donde mnere.

LECCIÓN XXXIX.

Refi ere Ilna anlígua tradición que i principios del si¡;IO VI![ se e~ta·
bleció eu el monte Uruel un ermitaño llamado Juan, el cual funda un
peque!'io ~antuario bajo la advocación de su propio nombre: es te es el
origeu del monasterio de San Juan de la Pena, base de la Reconquista
cristiana en las asperezas del Pirineo central.
Convirtióse aquel santo varón en Providencia de la comarea, y con
motivo de su muerte se reunieron Gajo las bóvedas del templo mnehí·
,imas gentes, vcnidas de partes dive:-sas para rendirle el ¡jJtimo tributo;
y fueron tautas, que como llegase hasta el las el eco de las "ietorias
obteuidas por los cristianos de Astllria" decidieron unirse para como
batir al ionsor. las campanas se inauguran en bTe,·c, y así comie n~a
el reino de Sobrarbe, origen de la monarquía n:l.Varro-ar:>.¡;onesa.
No sabemos si los primeros nombres de jdes que se citan pertene-
cieron :i reyes Ó :i condes, pero en cambio aparece indudable la re-
dacción dd Fuero de Sobraruc, el cual reve la 1" existencia de \lila
patria independiente.
Dtsde I!'iigo Arista hasta Sancho Carees (734'980) transcurre un
p edodo del que nada conocemos, habiendo~e conservildo por trad i·

,
334

ci6n, solo algunos nomore5, como 105 de Garda Gim~nez, l'orlún Gar-
cés, Jim enn III.¡gue~ )' otros.
Sancho G~r<:~s el Abarca se batió en unión de Ordollo H en Val-
dcjull'luera COIlIr:l 1:11 tropas de Alode-r-Rahmán 111, y fué derrotado:
los infieles ponen cereo :i Pamplona. A pesar de esta derrota $e apo-
dera luego de Monjardín, i\ájera, Dec~ri:l y Calaturra, con lo cud di.
lata grandemente los limites de su mOLlarqu(a.
Sancho 111 (1000) merece el calific ~tivo de Grande ]lor habl'r con-
quistado :i 105 musulm:mcs extensos territorios: a\lcmis de internarse
en territorio frllllci!$, donde adquiere OU"I'05 dominios, hereda el con-
dado de Castilla Ii caUlla de Sil matrimonio con la hermao:l del conde
doo C arda, ascsin;\do por los Velas.
Su mejor li11lb~ de gloria es la promulgación del Fuero municipal
de Nájerd, bue de I~ Ic;:islación fornl n:\Vi\rro-~rng-onesa.
Al morir divide ti reino entre sus hijo.~, dejllnllo á Carda, N¡¡xn-
rra; á Fernando, Castilla; ú Rnmiro, Aru¡:(¡n¡ y á Gonzalo, 105, conll;l'
dos lI e Sobrarbe y Riba¡:orza: este up~rto coincide con la destrucción
<le! Califato de Córdoba.
Garda IV ( I038) i.lll.,.de las tieITll5 de Castilla para apOderarse de
este reino á pretexto de primogenitura, y es derrotado y muerto en 10li
campos de Atapuer<:a,
Sancho IV que hace tributario suyo al rey moro de Zaragoza, muere
;\ mano, del hll"tardo don Ramón, Jaudo lo~ navarros entonce~ ( 1016)
un", prueba lIe su huen ~enlido mor"I, orreciendo la corona nI rey
de Arng-ón, Sancho Ram[re1., co n lo clIal!;C ~lImau otr ... vez amhos
e~l.~óos,

LECCIÓN Xl.,

L... hisl6ria <le N'l.\'arra se cn¡;loba en 1:( de Am¡;élil ,lesdc 1076


J¡;LSla 11]4' :11 ... 'llnerte de ,\Ironso [ti Ilatallador, arl¡;OneSC5 }' 11:(,
"arros, reuuidos en Hurja para Ilom[,r:tr rey, 110 pued en coneertar.e, r
<.'n tanto que [o~ primeros cI¡~n ;i Ramiro, lo~ segundo_' proc!alllMI Ji
G;vcía Ramírez IV.
Garda R:l.lniru IV, el I{~staurndur de la I'ahia, no hito máJ que
luchar contra Ramón Derenguer V, rey de Anl¡:6n y eou<lc deJ)aree o

1I.ESU~ I ES. 335
lona, el cual pretendía sum:u' i:J. Navarra ti. su monarqllía: también sos·
h1\"O una guerra contra Alfonso VII de León y ClIslilla.
Su hijo Sancho VI el S:ibio (liSO) lermina l:u diferencias con
Aragón: amante de la pu, se declaró protector de las artes, letras y
ciencias, la prudencia y la justicia fueron las bases de Su paternal go,
bierno, por sus obrl\S de caridad le llamaron Plldre de los pobres, di~·
minuyó lo~ impuestos, org:mi~ó b. administración, y publicó una colee·
ción mny notahl e de leyes.
Sancho VII (1 194) mereció que los lllleblo.~ diger~n de él que em el
mejor rey d e cu~ntO$ hn!;llIn ocupado el trono: tomó una parte bri·
liante en la batalla de la Navas.
Continuador de 111 obm comenzada por su plldre, redactó leyes pro·
tectores de los intereses morales y m:lterilllcs del reino, concedió algunos
fu eros, y limpió el país de la multi tud de foragidos que lo infestaban.
Atacado de una enfermedad canceros.1 y hallándose sin sucesión,
convino de acuerdo con el pueblo en designar por heredero i Jaime 1
de ,\ra¡:-ón, estipu1ándo~e que si éste lIlona sin hijos, ceTIiría Il.mbu
coronas Teobaldo de Cham¡>ai\a: al fallecer Sancho VII á lo~ seis
meses, los ua"arros $upliCóln á don Jaime haga caso omiso del anterior
convenio, y pTocl~m:m á Tcobaldo T.
Teobaldo 1 ( 1234) desconocedor de la histó r:n, carieter, usos y coso
tumbres de Navarm, promueve algunos conflictos al interpretar los
fueros, y en su vista $e acuerda el ordenamiento y compilación de b $
:mtiguas le)'e~. Tomó patte en las Cruzadas.
Enrique I, su hijo y sucesor, se vi6 ol.>li¡pdo á conceder á los Hu!.! es
exhorbitantc:! privilegios, en perjuicio de la autoridad real.
A ~II muert~ dejaba una hija de dos aftos, Juana I ( 1274) puesl.1 por
~u madre bajo la protección del rey de Francia, el cual la despo.>a ,
andando el ti empo, con su hijo Felipe IV el Hermoso: Navarra se con·
vierte en provincia de la monarquía franees:!. hast;!. el '322, es decir,
durante 28 años.
Declarada rein a de NaYnrmJuana 11, casadn con el cond e de E\"I"eux,
adquiere de llUevo este territorio su independencia; solo dos monarca~
produjo b nuel'a dinastCa, 0lrl05 11 el Malo y CarIo!! lH el Noble.
CUlllldo regulariuda b administración, en pu el reiuo, respetada
NR~arrJ. en el exterior y contentos los pueblos bajo el paternal go-
bierno de Carlos lU, fallece el monarca (14 15) dejando 11 s~ hija dona
nJanca c:uada con el infante de Aragón, doa JU:l.n.
lflST6RIA DE ESPARA.

LECCIÓN XLI.

Ju~n I implanta en Na"arra la Cua de Aragón, que habrá de go·


bcrnarla hasta Su conquista por Fernando el Católico.
Aclh'o y emprendedor, intervino Juan 1 en los negocios de Castilla
cOIítra don Alvaro de Luna, y en Italia contra los príncipes que dispu·
taban la corona de Nápoles á su hermano el rey de Amgón: como en
amhas cmprcs..1s se gastabau grandes sumas y pcnnanecicsc ausente del
reino mucho tien,po, los navarros le manifiestan su descontento, aunque
sin resultado alguno.
Así la. cosas, muere la rcina dejando b corona á su hijo el príncipe
{le Viana, don Carlos, y en defecto de este á sn otra hija doria DIanca,
advirtiéndoles que no se titularan reyes hasta el fallel:Ímiento de su
padre. '
De carácter áspero y violento, Juan 1 aparece en oposición eOllstante
con el bondadoso prfncipe de Vialla, oposición fomentada más tarde
por dofla Juana Enrlqucz, con la cual el rey se casa á poco de quedar
viudo.
Se necesitaba un pretexto que justificlll":l ante la opiniólI el rompi.
miento entre el padre y el hijo, y vino á servir como tal la pa;. ajustada
por daD Carlos con CllSlilIa, paz que Juan f desaprueba, enviando Ii
Navarra :tIa reilla para aconsejar ni príncipe: pronto se formaron dos
partidos enemigos, el de Jo. Agramonteses ó defensores de Juan 1 y
el de los Beamonteses 6 dd príncipe, partidos que concluyen por ha·
cer5e la guerra.
Denotado don Carlos, quiso el rey uesheredarle ante las Cortes, pero
los procuradores 110 ocultau sus simpatías por aquél y el proyecto no
se realiza.
Así y todo, Juan 1 dedill":l heredera del trono á do!!a Leonor, ¡muida
en su segundo matrimonio, pero como quisiera que las Cortes de Bar·
eelonll ratificaran este acuerdo, los catalanes se sublevan, la subleya-
ción cunde por Amg6n y Na'·arra y don Carlos es jurado heredero de
iil.! padre.
Don Carlos y dol'la Blallca murieron envenenados, unO de.pués ue
otro, y como la opinión p\\blica acusara al padre de amb,u muertes,
lo~ catalanes dec1llran :l: Juan 1 .,. :l: su hijo el infante dOIl Ferllando
USUMEN. 337

enemigos ,le la 1':'itria, y proclaman rey , ReaMo de Anjou, protegi.


dos por Luis XI de Francia.
Vencidos en la guerra obtienen una decorosa c;¡pitulación.
Al Illorir Juan 1 ( 1474) le sucede su hij a dona Leonor, que ralltce al
mes siguie nte y trasmite la corooa á su nieto F rancisco Febo, de III
Casa de Foix: á los dos allO!; es proclamada reina la hcnn:lna de ute
11lt im o, dolia Clltalin:t, casada con JII:tn Albrit, \l ltimos; soberanos de
N:tvarra independien te, pues Fernando V conquista este rcino y lo "i'"c'
/ia á sus estlldol de Aragón y Cat'llnfirl.

LECCIÓN XLII,

La historia particular de Arag61l com;ena con Ramiro I ( 1035) el


cual agrega por herene;ll, á la mllerle de ~u hermano don Gonzaln, 105
eond:tdos de Sobrarbe y Ribagona.
Continuando b. Reconquista penetra en el país musul mán, <lerrota ú
estos infieles en várias ba tall as, y hace trihutarios suyos :'i los reyes de
HUI:SCa , Zangau y Tudela: despu6 de una Ir~a, que aprovecha
pan reunir el Concilio de Jaca, prosigue la guerra, pero muere al
atacar :'i Grn.us.
Sancho Ramíret, ~u hijo, se apodera de Grans, llarba"tro, Uolea y
Monzón, y encuentra muerte gloriosa bajo los muro" de Huesca, :í cuya
dudad había puesto sitio.

A Sancho R:tmírez se atribuye la primera compilaci6n del Fuero de
Sobrarbe.
Pedro I ( 1094) cumple la palabra empe/l.Rda 6. Sil pa<lrc nloribundo
y entra en Hue5C:l después de la bri!! ante joruada de Alcorac.
Le sucede Alfonso I el Batallor, cuya época gloriosa principia de., ·
pués que el Concilio <le Palencia dcclara nulo ~u matrimonio con doih
Urraca, rein a de León y Cas tilla.
Emprendedor e incansable en el ejercicio de las armas, Se buu.
co nln los lDu5uhnanes á los cuales lUTtb:tb. l:u pohl:tcione5 de Alm\!·
devar, Roble5, Gurrea, y T udela, que le deja n el paso franco hasln
Zangor.:l, de cuya ciuda.d se apodera para conl'erlirla en c~pital de
:tquella monarquía: sin deica.nur ""penas, conquista lllego i Borja,
Ala¡¡ón y Taruona.

"
HlST6RIA DE p.SrA~A.

:\1~lIto n lo. cuidados del gobicrno otorga i 10$ pueblos multi tud de
inmunidades y rranqnicias, pero .ldem:U (le C!<to llc"a á efecto por en·
tonces una empresa vcrdader.unente admirable, cual fué la de recorrer
Iriunfaule los territorios de GrnIlada, Córdoba )' Jaén, I)ara volver "
Zara~a aeompai\ado de diez mil ramilia.~ rnud:rnbcs que le debían su
Libertad y su vida.
Muerto en el sitio de Fraga, los nrngoneses proclaman á su hemlano
Ramiro 11 cllllonje (t I33 ), mientras que los N:I. ... 'UTO~ eligen rey de
su pail en I'amplon:l. ,í: Gard:l. Ram[rez IV.
M:l.l :l.'·cuido Rami ro II con I:l. vida corteS:1.na contrajo matrimonio
eon dona Iné$ dc roilius pan, :tS('gurarse un heredero, y :ul que le
tiene, C:l&.'l;'\ su hija Pelronila, u¡fia de uos aftas, con Ramón Beren.
guer V, conde de Barcelona, y abdica en eslo~ esposos.
A ate re¡n:1.do corresponde la tradiciún llamad ... de la Campana de
I [UCOC:l, la cllal se a ... iene muy mal con el c:1.clcter atribuido ]lar l o~
historiadores i Ramiro [1.

LECCIÓN XLII I.
Con Alfonso 11 ( tI62 ) que de su padre hereda el cond ..do de ¡hree·
lona y de sn m:l.dre el reino de Arngón, principia la historia nnida de
:J.mllos territ orios: tnlllbi~n agregn 4 su corona el <;ondado de Proven",
:¡ la nmert e ,le su hemlano.
Sil hijo Pedro TI el Calf,lieo ( 1 (96) le hcrcua al morir, d cual, I!uiadll
• por ..1 ~nli mienlo relig¡oso pasó i noma é hizo feuualarios ,le la
S~nli' Sede lo_~ reinos tle l\r,¡gón y Call1.lurla, :ulIlque sin eo,,~guirlo
.." Jefin¡tiva I~r la oJloiición de lo~ pueblos.
T omó parte hrillamfsima eu la b:\t~lla de In.~ Navas.
AI:l.Cauo3 sus ".1,:1.110. 10, albi¡::cn.'lCs por cansa de herej(a, march a en
w ucfell~a y CntlleUlra la IIlUCrl~ en l:l !Jalalla de Muret, donde cae
prisionel'O ~ll hijo don Jaimc.
»ormscosa fué la minoridad Je J nime I el Conquistador, pues lueRo
(Iue se \'ió el rey libre de Simón de Monron, el malador de su padre, lo
cncierran en el cut LUo de Monlón bajo la custodia de los Caballeros
templarios, mientras que los ¡"rautn do " Fernando y don Sancho 'o·
beTllnb:1Il el reino :¡ su anlojo.
De m~yor oda.1 '¡Oll Jaime, orlfluita una estuadr:1. :i TueRO de los ca·
33')
talanes, se dirige :.1 arehipiéla¡:-o balear, e~lr,il. en la ci ml ao.! de Palm ~.
y se apodera de las islas de l bita, Menorca y Formentera: á su vuelta
continúa la guerra en la península y rcconqui5ta las p lazas de re ilíscol~
y More"a, y!u ciudades de Valencia r Mu rcia .
A su tllulo de Couquistador IIl1e los de legislador y Iiteralo: en cuanto
;1, lo primero, reuni ó las Cones de Huesca para refundir en un so lo Coj·
digo lodu las d isposiciolles, r"eros y aC11enl os ]JOr las eualCJI.., gober.
naba el rei~o,}' 1:11 cuanto :i lo segu11do, protegi" á 105 d bios, r"n,ló
escuelu y escri bió además de .. lllullas poes[as, una crónit.. (le Sil rci·
liAdo.
Co rno crj~t¡ano pasa por modelo de piedad, plles fUII.lú lem pl Of;, >oC
mostró ~c1050 de la pUre?A'l. de la fé, pr:lelic6 las "¡rtudes eu gmu(¡
hcr6ko, y fue tolerailte con Jos judíos pro~cr itos.
Al nlonr ( 1l¡6) divide el reiuo legando á Pedro 111 el Grande 1".
territorios de Aragúu, CataJuna, Valencia, Ro¡;c1 lón, MOn! pe llcr r 1'e<
Ilolledas, y :i Ja imc 11 la eoroua de M.:llloreR.
l'edro In acepta la iuvitación tic los sicilianos par~ apoderan;e de Su
isla; se diri ge Mela Me.iDa donde oerrQla al ejército auge,·iDo, 1I11e,,<
Ira.> tenían lugar en Palermo lu famosas Vísperas sicilialla~, yagreb"tl
la hermo. a Sicilia :i la corona de Ar~g6n.
U papa Martino IV Jo excomu lga á causa de la posesión de Sieili".
y nombra rey de "r~gún al hijo del rey de Francia , los fraueese$ pcne·
tr:1I1 por el Rosellón y llegan hasta Gerona , pero auuqu e los en emigo.
eran mncho~, r edro ITI los derrota en ~an Fdln de GlIi.~ols y en el Co·
liado uc ¡"'s l'alli tas, poniendo término brillanle á esla guerr:l.
Como los pueblos ~e quejar~n de ~n p<:tCo respelo a la constituci':lII de
lo~ reiuO>l, oC viú obl igado á otor¡.:arles el \'rhilegio geu eml, conf'rT"'"
eiúlI uc los ailtiguus rncro~ é i"lllulIidaocs.

LEOClÓN XLIV,
.\Ifonso m (128s) quiso anu!:lr el Pri vilegio geoeral, que cr~ia de·
l'resim I,ara ~u autoridad, y en las Cortes de Tarragona, nO solo con·
fi rmoj ú le sino 'lue otorgó el de la Unión , más irritante todavía ell con
cel' to "Uro.
E ",comul¡:-ado por la posesióu de Sidli a, renunció sus o.!cm:ho$ sobre
esta isla en el cooveoio de T an scún. incumplimenta do :i causa lIe su
muerte.
I.e hereda su hermano Jaime 11 de Sicilia, el cual termina w la pat
Je Aguau; las difereocias eOIl el Pontí fice; pero fué el (:aSO que los
Siciliall05 I'rocJa'naron rey á don Yadrique, henna.no del aTllgoné!i, y
que aun cuando luchann contra ellos ambos sObeDnO¡, consiguen
afianzar Sn independencia: la gnerra terminó casando ñ don Fadriq ue
~on un:!. hij:l del rey angevino de Nápoles, CII)'O matri monio suma ba los
derechO!! de las f:J.mi lias.
A poco de estos ~lIcesos tuvo lu¡::ar la ramosa exped ició n á Levante
U<! 105 cuatro mil catalanes y aragoneses mand ados por Roger de t· Jor,
los cllalt$, después \1" "eneer 6. los turCO!, dejaron en Constantinopla
indeleble el n:cuerdo de la VenJ}'lnza Catalana .
.... lfoniO IV el Benigno ( 1327) m:lIltuvo en el ex terior una gutrr:l
contm 105 ¡::~nove ses que le dis¡>utaban la sobera~ía sob re ' Cerde ~u, y
di61ugar con Sil conducta, ell el interior, al motín de Val enda dirigido
por el tejedor Guillén de Vinatea .
.... su Ulucne ocupa el trono Pedro IV el Ceremonioso ( 1336), fr ío,
taciturnn 'j c;¡;\cul;¡;dor.
Com prendiendo que la nob\eu. pretend/a ;¡;nular el poder real, tOn·
tra los Dobles dirigió siempre los certeros gol pes d e su polítie;¡;, hasta
urutal alg unas Yece~ : cornelltÓ su reinarto arrebatando !;¡; coromL de
Mall orca ñ su hermallo don Jaime.
Como las leyes excluíau del trono :i las hembras, y el rey 5010 tuvie$e
una hija, dolla Constanza, se em pella en decl~r:lTl a heredera, )' lo hace
de I'roJli~ autoridad, originaudo el imponen te levantamiento de la
Un ión. No pudiendo, m:is tarde, conseguir la legalización de su acue rdo
en 1"", cortes de ZaTllJ:Dza, apela á b ¡:uemo. civil, terminada en la bao
talla de Epita con la victoria de las tropas reales.
A poco de este ~\\ CCSO nada el illfante don Juan, el cual reiua á la
muerte de su padre, sucediéndole Martín 1 el H umano.
En el famo"" Com promiso de Caspe, presidido por San Vicente
Ferrt:r, ~c arljlldic~ la corona :1. Don F ernando el de Anlequera, que
reina con e! nombre de Fernando 1: el único hecho notable de este rei.
nado es la tcrmillaclón del Cisma de Occidente, promo"ido por el papa
Luna.
AlfouS(l V el Magu:(llimo ( t416) dispeu~ó g ran protección:i 105 aro
li~tas. litCTlltos)' sáb ios, lo mismo 'lile á los hombre ~ de ya!er 'I ne se
acogieron eu su reino cuando Constantinopla fué conqu istada por 105
lun:os.
Designado como here dero pnr Juana 1I, rei na de Nápoles, tuvo que
,,~I:u á la~ ;um"s con tra 105 conf~d~r:ldO$ ¡t"lianO!; para tomar pose-
sión de este reiuo, el Clll! agrega á la coro na aragonesa: también sumó,
anos dC5I'U~, el territorio de lIIilán por rennncia de Jo'elipe Viseonti,
Ju ~n 11 , que le sucede, g<>bern"b" á 1" S:lWU el p"ís ml"a rro ¡Klr su
matrimonio con la reina. dalla lllauca (le E\'reu~: ti su muert~ e.~ proela_
mado Femanuo V ( 1506), el C$]KlSO de Is:l.bd I de Le ón y C:I5li11a.

LECCIÓN XLV.

De h\ anti¡:ua Galia gótica solo villo cunscrd.nll..,:;e por Jo~ espafiole.;


el ]lais de la Septim"nia, el eu;!..l fué conq uistado por Pi]liDO el Bre"~
cll;i,ndo ];!.. invasión musulman;i,: Carlom:oguo, má s larde, organiza con
él la llamada Mare" hispánica, "sí como su hijo Ludovi co I'io, medio
siglo después, ~ apoder;,. de Catdub y fonna cOn amUoI territorios
un ;!. pro"incia con BaT1:elona por cnpital.
c.~rlos el C ~ h-o separa la regi ón espallola de b. fr.lIlee...a )" org:l.Iliza
el condado de Barcelona bajo b. basc sellonal: d prim er Conde fué
nera, al ella! ~;gl1en por su Orden, B~ruh:\Td, HcrCllguer, Udal rico, Wil.
fredo de Arria y Salomón.
En tiempos de SalomOn (8 74) 105 c:ual.mes dan muerte al conde
francés y nombran otro propio e iud~p elldieu te qu e fué "'ilfredo el
Velloso, CaD el cu al prindl'i~ la histori" de Cat:¡lu l\a, prop¡am~!Ite es·
panob.
Ve ánimo e.forzado)" emprendedor, Wilfreclo a,egum la iudepen.
dencia de sus estados y guerrea COhlm lo! musulmanes, arrehat.:indvl~s
el territorio de Vieh: también funuó (ns monasterius ,1= Sall Juan de las
Abadesas y S,mla Mari" de ¡I.ipQlI.
Su hijo BorreH 1 (898) contimh la Reconquijta y se extie nde por los
paise$ ,"ccino~ d~ Gerona y Urge!'
Le hereda Suniario, ' \' hermano, el cual, m á~ aficionado á la \"ida
mon.:i5tiea que a los azare¡ de la ¡:uerra, abdica en 5U5 hijos Borrell IT
~' ~lir6!1.
Por muerte de .\lirón q Lled~\)a HorrclJ 11 comO ,1uico sob eranu de
este condado, cO:l\puesto para Clltonees de 105 territorios de AU50na,
n"n:elona, Gerona y Urgd: sU gub iern u cui ncide eOI1 la ;01\"I,;ÓI1 de Al·
man ~or .

l..o~ IIlllliulmaocs entran á saco en la c,,"pilal, talan los cn llll>OS y dn-


truyen sinnúmero de pobladones, mientra .• que los c"talanes atcrrado~
, 3.~ HlSTÓ.IA. DE; tsrAfIA.

corren IÍ rcr\tgia rs c en la5 rragosidades del ¡'inneo: perdida l. e5per~n z~,


llorrdl JI ~e eml.>arca para reunirse con los ~uros, y desJe Man~sa em-
prende uDa brillante camp:l.fla que termina con ~u enlr:ul" (riunral en
llarceloulI.
A los cU.:Itro aflos muere, dejando el contlado de lIarcelona dRamón
&rrell y el de lirgd .;[ Armengol.
Ramún llorreU 1 (99:) comenro :í quebrantar el régimen {eudal del
principado, otorgando á los pueblos inmunidades y frauquidu, y 511
bijo Ramón !Jerenguer 1, que le succ(le, conl innando la ol.>ra anterior,
confirma 4 Darce1on:l. 5U5 rueros y los completa con otros n"el'os.
Con la muerte de Ramón Rerenguer I coincide la disolución del Ca·
Iifato <le Córdoba .

LECCIÓN XLVI.

A Ram ón Bcrenguer II (10:5) se le apellidó el Viejo por 1" madu re~


de juicio que le caractmtó siempre: contrajo matrimonio con l sabd de
IJetieu, la cual le trajo en t10te el scflorío de Care:1.Sona.
En la guerra contra los musulmanes ensancha los lim ilCI .Id con·
dado hácL:I. hu prm';nci"" de Tarragona y u;rida y hace tributario $uyo
~I rey moro de Zaragota.
A este conde .~: debe I~ pronml¡::adón del código <le lo~ Csajes
( 1068) primer cuerpo tle docl rin:t jnd,lic" que, de'l'\lés de las legisla.
cio nes bárlmTall, rué redacta do en Eurol'iIo.
Lc 5l1cedcn sus hijos lJeren¡:uer Ramón 1 y Ramón Ilerenguer 111,
cuya concordia d uró poco tiem pQ: Bcrcnguer Ram" n 1.>'\5C. asesinos
'lO(: m.ttn á su herm<U\o, como asC !;(: hifo, I'ero la conciencia úe los _
cat:llanu se sublcva, )' el (f"lrid.l" hu)"e del terrilorio Ilco>ll.do por el
ilesprecio pLlblico, mientras 'lllt lo! nobles, lo~ prelados y el pueblo
prodanlan al hijo de In víctim a, Ramón lIercnguer IV.
Ramón llerenl:,'uer IV ( 1113) ha merecido el sobr~uombre de Gran.
de: su casamiento con do~a Dulce hi1,o que el territorio de Provcllza
"illiera á con'pletar sU!< ",-\teOW$ dominios.
DCSpUC3 de h.ber Tcncido:i 10$ 1'e)'CS moros de Ibi"a y Torto:.a,
tr.abaja la alianz;l, con la repLll.>lica de 1'¡»3, y juntos catalanes y pisa·
no.~ eLlllm:ndcn la Iucba contra los pi ratas musulmanes que, al abrigo
de 1"" lIalcare~, infcstaba.n las costas de Levante é imposiuililau3n toda
RESUMEN
'43
cmpresa h:i.da aquellas rerace~ comarcas: lo~ coligados se apoderan
lnnsitoriamcnte de Ibiu y Mallorca.
Este conde tiene b. gloria de haber sido el p rimer sobe.:lIIO cspaftol
que, s.aJicndo dc la l>o:oln5,,1.., se atrcve ,! med ir 105 a.ru2.$ 1"" lIlar
COIllr.lIaS fuerus mus . ¡]manu: la prioci pal C(lu'lKuencia <le esto (u~ e l
¡Jesarrollo del comercio marítimo catala n.
Ramó" Berenguer V ( 1131 ) e. el Il ltim o cOllde privath'o de Barcc·
Ion:!., po. hab er conlraido matrimonio con don~ Petra"i!", de Am¡::Gn,
ton cuyo SllCUO se rundan en una sola ;unbu naciooalidade5: las Corte.~
de llarbll~ITo ~lIudonan la audi~aeiGn de Hamiro [1 el Monje.

LBCClÓN XLVII.

:\ la muerte d~ Enrique IV el l'npolente es proclamada reina ¡Je


Leóu y Castil1:>. su hermana Isabel l: lIlgunos disg"u.t<;>s surgieron con
mot ivo de ¡al! preten.iones qlle ¡Joo :rernando de Aragón .. legaba pal'.l.
dirigir los negocios del E~tado en su caridad de marido, IJero el t:llento
de la reina supo domin:o.rlos r~cilmfnte.
Comprend¡~ndo los nobles que sus pretensioneB de dominación en·
contrarí:m ahol'll. maror I'tlli,tenci:l que uunca, proclamaron " la Beltra.
neja, rundándo.'óe en el te. tamento de Enrique IV; pero eu la gucma
ch'¡¡ que con e,te motivo surje fucro1l vencidos, :\\\LIqne contaban en
sus filu partidarios tan notabl es como el marqués de VilIcna, el arlO'
bispo de Toledo y Alfonso V de l'ortllgal: la uatalb. de Toro decidió
la contLell1b.
A los tres lIlI<;>s ( 1479) hereda :remando V el trono de Al'lIg ón, )' d e
tan padfiC(l modo "lene ::i cOllso:¡:ui r.oe la rus ión de :tmbas mouarquiu
en estos esposo~ llamados, m:is larde, los Reyes Católicos.
PropllSiéronsc babel y Fernando abatir el poder de 1.. noblc:tll, y lo
con.~iguicrnn en ure"c, mediante la C'C"ciÓIl de la Salita Hcnnandlld
1:0. reversi6n ::i la eorona de los bienes y privile¡:ios abusivo s, 1 6U in.
vcstidura cOmo Maestros de las Órdenes reli gi OliO.mili tares.
r.on estas medidas re<:ibierou garantía bastan te la ~guridad per5o,
lIal y la propiedad, se limpiuou los caminos de baudoleros, .pareció
el ejircito ¡)enllanente, !<t regulariw la ad,"in istración de justici:l., y ¡;e
dejó sentir eu todos 10i ramo.~ del ~obierno la acción de un poder
robu st o, inteligente y r:uonable.
"4 lIIST6 UA 011: ¡¡¡;P AÑA.

La unidad rcligjo,,~ se consiguió con el es tablecimien to de l~ Inqui.


sición ( 1430), exigido por la opinión p6blica: este Icrrihle tr ibuna! co-
mcn~ó sus funciones en Scvill:l., :i pesar de la resistencia que Isabel la
Católi ca OpU50 siempre á su ])bntcamiento.
La unidad lIadonal fué con5eCucnda de la conquista de Granada.
E l h:l.Uerse apoder:ulo Muley- l b ss3.m de la ciudad de Zahara., y la
rC$I'l\c~t:1 ;l.rroganl~ que dió este 1110!larca á lo, embajadorc! ('ut('llanos
que le recb,maban el trib uto de va~allaje, fueron las cauSaS de 1" guerra
de Granada: com ien za la cam p ana eOIl la loma de Alh ama, Loja, Má·
laga, lJaza, Almcría y Guadi", de.~pu~ s de ellya. ad quisiciones, :lisiada
la c:apibl, es CCK:Ula por las tropas crislianas.
A pesar tic la derrota de Zubia y dd inceudio del cam¡».meulo, Gra'
nada solo pudo resistir nueve meses <le $ilio, al cabo <le los cu ales, el
cardenal Mend on penetra ell los arrabales, y acordada la capitulación,
Mohamad XI entrega á 1sa!J~1 la Católica l:ts lIal'e5 de 1:.. ciudILd: 1..
Recollll ui EIn. cl'i~tbna está termin ad ...

LECCIÓN XL VIII.

En tiem llo de los Reyes Católicos se verifica el d~ubtim ¡ ento del


Nuevo Mundo por Cristobal Colón, nacido en Call';, cuando la isla de
Cerd ena pertenecía á lo~ espanoles.
Hij o de un pobre lanero, \';vió Colón en Génova ha~tll los catorce
anos, cardando lana con su hermano Ihrtolom':: á estn. edad &e dedic6
;1: la navegación, llegando ;i ser jefe de una armada geno\·esa. en la
guerra contra los venecianos.
Emigró ,( ¡'oriugal á conse<:ueneia de ]05 trastornoli pollticos ocurri.
dolO en G ~nova, y en aquel pa(s re:diz6 algunos viajes por Inglaterra y
Africa, en los cuales p udo comprobar prácticamente sus numerosos co·
nacimientos marítimos.
Casó en Li sboa con Feli p'" I'elestrcllo, y aprovechándose de 111.$
notas que á su mujer había dejado su abuelo, há bil n:wegILnte, concibió
el proye<:to de rode:u- el globo par.. ver si encontraba nuevas tierr:u; ó
llegaba hasta las costas orientales del Asi.1.
T r.lbajado madur:lmente su pl:l.Il, se o<:up:l en los mediOi de relllizar
¡,In .1trevido proyecto, y al efe.:to solicita de Génova, primero, y d«.
pués de VCllecill, Francia, Ingb.terr.l 1 Portugal, las uaves, ¡rentes ~ di.
){[SUME~.
345
nero qne para ello necesitaba, ha ll ando en todas partes la más nbsolula
n~gath·a.

Muerta su espoJ.'\, lloica lazo que le unía coo Portugal, toma de 111
mano á su hij o Diego, y despuC:5 de un l:Irgo viaje á pie $e prcsentll
~n Espafta á las puert .... del mona.terio de la Rábida.
E l P. Marchenll, abad de la Rábida, invitó á Colón paTa que $e avi~.
tase Can los Reyes Católicos y les propusiera l:I realización de su em-
presa, pero :\unque n.í lo h; ,o en ~I campamen to de Santa F é, se con-
vino demor:\r el asunto hasta la capitulación de Granada.
Sometido en tre tanto el problcma :í la Uni"e",idad de Salamanca,
lo:> teólogos 10 decfar:uon i,....,aliublt, y Colón, abatidu con este dic-
tamen, decide marchal"$e de Espana, cuando las dificultades se zanjlln
i: lsabd llama 111 empres.'\ á cargo de su corona de Castilla.
En Agosto de 1 49~ salió Colón del l'uerto de Palos con trel cara·
belas, acompanándole en su "iaje ciento veinte hombres de tripulacióu,
entre ellos, los he rmanos Pin zón, ricos comerÓ"llIes de HneJva.
Desp ués de co rrer UD:! tcmpestad horrib le y de in surreccion~rse b
tripulacióo conlra el jefe, al cual qnisieron arrojar al agua, desertbres<:
la tan suspirnda tierrn al a man ecer del I Z de Ocmbre: Colón se pose·
,uooa de la isla de Guanahani (Sa n SalYador) á nombre de Isabel I, y
descubl1: succsi\'ameole lu que denominó Isabela, Femandina, E spa_
nola y l laiti.
D e regreso á Espana fué recibido eou grandes fiesla~ en Barcelun~
po r los R eyes Católico •.
En el seguudo y tercer viaje, no sin snfrir augustious contro.riedades.
explora las islas Caribes, Dominica, Guadalupe, l'uerto·Rico, Jamaica 1
T rinidad, y penetro. <,outinente adentro por la corriente del ca.udaloso
Orinoco: cuando con más afan se dedicaba :i Su obra, eS trnido á I's·
pana car¡:'ado de cadenas en la bode"a del buque, como si fllera un
facineroso.
Su cua.rto vb.jc dió por resultado el desc ubrim ien to de 1m; costu d e
ll ondur.ls, Nicarngua, Costa Rica r Daricu, y rec hazado de aq uel suelo,
vueh'C <Í la pen ínsula, doud~ mUere á 105 pocos alias, después de arraS·
tmr una "ida pobre y m;s.:.r:tble ( 1506).
En cambio fué enterrado con gran pompa en Sevilla: sus restos de~·
L.nSaO hoy en b. catedral de 1", I-I abam\ desde el ano 1796.

'5
1lI5TÓII.IA m: liSI''''''''.

LECCIÓN XLIX .
.... 1 ser proclamado rey ú" Nápoles, Fernando n (1 495) de la Cu.a.
,le .\l'llgÚ!I, los fr:mceses renuevan su~ pretensiones á f:1.I'0r de 105 auge-
vin05: Gonr.:l.l o de Córúoba adquiere en:la guerra que con este motivo
e<l a11.l, el trtnlo de Gran C~pitán. Como ti la procJ:unnci"n lle don F R'
,lri'l ue, este se alinse con lo~ lurcos, Francia y Arag"n, de ac nerdo COIl
~l Papa, dl"Ci<len repartirse por igu al el territorio de ~<Íl)oles .
A.~í se hl1biero. hecho, sin las dilicnlt3d e~ paro. la adjlldieaci<ín de la
lk""licata)' Capitanata, pero rrnncese~ '1 ei<palloles no pueden enten·
.!e.-se. r de.<l'u~§ de las "ictoriu de Cer;i'ioht y Garellano, el rcillo de
"I:i.poles pa.w. íntegro al dominio ¡le Espana.
La lihcr:diual! '1ue el Gran Capitan empleó en premiar ti ~\I$ tropas
hirió el cadete!" :I.\"aro del rey, el cual ~c .llreve á pedirle cucntas de los
ronllo~ inv crtido~ en la con qui ~ta de Ntipoles: aseguran 'lile nqutl las
prescntó tan completas, que Fernando Y, [l\"ergonzad o de su tntan erCa,
lIi':' por terminado el asunlO.
Jsallel l ral1et:ió en Merlina del Campo ( 1504): dejaba In. corona ue
Caslil1n. á dona Juao:l. la Loca, y en defecto ue esta:l. don Carlos, su
nido. Como regente '1u~dó su esposo Fernando V.
Gr.\\'es disgustos ~lIrgieron entre los !lobl~s castellano~ y d rey de
,\r~¡::("" por I1l la parle, y de la atril entre 6 te y Sil yerno, por querer
¡.'~¡¡pe el Il cnH oSQ goocrnar 0010 ti 110ml"e de su mujer: dcsll~ch~Jo el
amg-oll~'" abandona Castilla y contm~ matrimonio con dona Germana
d~ Foi~, soorin:\ del rey de Francia.
Rnc!l'lPdo del gobierno Felipe el Hermoso, intenla ;m;:ap:u:ilar ti
doña Juana pam ,Ii,igir los negocios pliblicos, y aunque las Cortes no
~e lo cou"iulicron, remo"ió gobernadores y lI1agislrados, colocó ti los
flamencos en lo. ]lue',los de eonfhuta, y hasta hizo con los destinos 1\tI
I,Mleo e:>cnn,\a l o~o: murió de una enfermedad agnda ti los nueve meses.
8ncar¡;;¡(10 Fcruando V de la regencia renl;'ó, entre otl'l1S empresas
!Ht!l.lOS notaoles, una orillant" expedición al Africa ]lar inici:l.liva del
C.,rdenal Cisneros: se eonquu,tó ti Oran ( 1509) y se hicieron tributarios
de Castilla los reinos de Tdnc7., Trcmeeen y Argel.
T relI anos mis tarde penetra el re'l Católico en Kavarra al frente de
Iln poderoso cj6'eito y ~e apoder:\ de el1a, previo acu erdo co n el pnp:\
Alejal\dro VI.
Murió f"emaodo V ( 15 16) dejando:i doila J uana l:r. Lo.:a por her~'
dera de todo. ~llii eSl:!.dos, y después de esta al pr[ncipe don Carlos: al
propio tiempo encargaba la regencia de Arag6n al anobispo de Zara·
gor.a, y la de Castill a al Cardell:!.1 Cisneros.
Sublev:íronse los nohles al SiLber que Cisneros había tomado posesiun
del gobierno, pero 110 cot¡Sigllicron intimidar al regente conformc sc lo
hablan prtlpUe.IO.
Cisneros había nacido en Torrelagulla, de una {amilia pohre: eSIII'
dioso y humilde, dotado de inteligencia chlm y \'olllnl.;l<l firrní~im",
siempre $e distinguió por $ U "aler, lo mismo euando er:l {ranci.~ano en
San Juau de los Reyes, que anob ispo en Toledo ó confesor de lsabd
la Católica.
Arregladas 1"" ,lificult:ules que surgieron con el cardenal Adri~ nu.
ell"iado por cl¡,riucipe don Carlo~ p.un (lue !)(: eou::uS""ra del gobiernu,
sostuvo Ci~neros d os guerras, y ambns con ¡",ena forl nn a: la de j\:¡.
\'lIrra contra el pretend iente J U;Ul Alb.it, y la de Áfeí",l t'.':llra el pir:l la
1I.u barroja.
Su mejor timbre de gloria lo constituyen la restauraci ón de los ..,tLl·
dios en ambos cleros, la edición de b llihli:!. pol(¡;lota, la fnudad6rl
del colegio de San l1dcfollSO, y la re form a de la constitución de Ia~
congregaciones religiO!i:ls.

L ECGlÓN J •.

La orgauización politica y sociallie Ashlrias, LeULl y Ca,tilla M: d·


mcnlósobrc la ha"" de las tradiciones C'.iticas: por eso el soberano en
e,~tos re iuos es la fuente de todo pot\~r y d~ tod" deredlO, ~O 1l1 0 ~ILt C'
Tior á las leyes qlle p\I(l ieran limit ar su autoridad.
D urante la Reconquista) J:¡ cru1. colocada sob re el templo aparece
dominandolo toJo, individuo, familia, aldea y p:itria, de '''l"í la pre'
pondeffillcia dd Clero, aliado nalural tic la Monar'luia: al lado del
Clero, la !\oble¡a puebla territorios y ejerce jurisdkcióu como »01.01"
r:tn~, por e.~ igirlo así las necesidades de la ¡:uelTll y el pasado ejemplo
de 10$ visigodos.
De la anti~:itcdad pasa i la E dad media el Municipio, pero no el
)!unicipio rom ano egoi~la y avaro de sus pri vilegios locales, sinó el que
si mboli ~a b. libertad hnmana conscg'l,Ja mediante la igualtlad Jc tOllos
los derechos y de todos los dc"~rc~ ,
IIISTÓRIA IlE ESrA~A.

Las monarquías navarra y aragon~$:I. d¡!i~r(n de h . anteriores por'\1


origen conslitucional: en ellas ca primero 1... pátria, dcsl'ué$ la ley, y el
rey el ,tltimo.
Verdad es que el ,égim( D municipal tu,'O al principio llIeno. de.·
arrollo que en Le6n y Castilla, pero co cambio alcanló después un po·
der omnímodo en el orden económico: ademtis, los fueros y pri"ilegios
no son aquí e.xd "si"os de una localidad Ó clase, . inó uni.-ersaICl, es
decir, que areclan por igual :í todos.
E ntre sus instituciones es la mis no\al)le la del Justicia, fiscal y jner.
de los actos dd monal"l::\ y trib ullal de alzada contra todo de$a fuero,
Yen¡:-.!. de donde venga.
fo:1 Condado de Dall:elona rell ej:\ en .'u. instituciones el modo de ser
de los pueblos que sobre él inAuyeron su~esi,·a'\leutc. hisp.o.no· romanos,
"isigodos, fralloos y arogone.es: el E.tado llano nunca :'¡cantó en él
desarrollo notable. Entre sus instituciones espedales \Iebcn ciL"\lSC los
CoucelIeres, el Consejo de los Ciento y la Diputación del Principado.
La institución de las Cortes del Reino, donde i<: h ~¡¡ a ll represel\la·
d05 lo~ elelneutos sociales, el rey, [os nob ks, el clero y el pueb lo, Se
fncuentra lo misrnoen Le6n y Castilla, que eD Arog6n, Kamrra y Ca.
¡aluila.
La agricnltnu. :lHastro vida pobre Jlorque los brazos h~cíall mri ,
falta para man ejar b espada que el arado: a la liberación del territorio
sigui6 el de.arrollo de la producción, la cual t..,·o al fio alguna vida y
~ir"ió uc base á b s peque i'l .•s iudu.tri", y ti un regnl:J.r comcll:io.
1:n los paises de N,\\"arra, Aragón y Catalutl:!., doude se vieron libre ~
pro nto de la morisma , la agricultura, la industria y el comerc io alcan.
zaron mayor acti"idad, favorecidos tambien por la posición topográ/ic ... ,
el sucio y el clima.
La cultura intelectual, y más b. literaria, dió pruebas en CasliIl& de
exhubero ncia y riquc~a, destle el siglo XII Cn que apaTeCe el l'oe" m
dd Cid: brillaron not.blemente, Gon~alo tle Berceo, Juan l.o renzo Se·
gura (X !!!) el Arciprcste d~ 11th., I'edro J.ope~ de .\)"3.la (XIV ) J uan de
~I ena , el Marq u¿. ue Samil1:\na, Jorge .'I lanriqu c )" el lIachiller Cibda.
ueal (X\').
' ¡;ual de~arrvllo a1can""ron las letras en Aragón y Catalufla, .lon.le
se dej ó ~enli r tambi':n el influjo de la literatura provenzal.
En todas partes los c1au"tro~ de los nlona. ttrius y los :ílri... ~ de 1,,$
catedr:tles fueron ce ntro del s'lber y "~i1,, de la cicnd'l ha.l" que "pa·
recen las l.ini~eTSidades.
Las Bellas ,\ rtes no ~lca nzan notable d curTollo ha sta el s iglo XII :
entouces aparece In <lrquitectum oji,"".! construyendo las hermosas ca te-
drales de León, Toledo y Uargos, y'¡ su la do, como au~ili.lT~, la c."
cultura, la i m~ginerí.l en crist. !, I ~ pilltur;l al frcs..: o J" c ~to (adn, la cali ·
¡::n fí:\ y la iluminaci 61l de lujo.
Los Ho eres Católicos sirnt.olitan I1n gran prog'eso ci cnlífiro y li ter:t.
,io, auxili ... do principalmentc Ilor la 3]lariei6n de la imprenta, el ,les-
arrollo de las UnivcT5idades y el deseo d e saber que nguijoneó :t tooa~
bs eI'ISC! sociales_

EDAD M ODE RNA

LA MONARQuíA AB SOLUTA ,

LECC iÓ N L I.

La Ca~ a de .\ustria i"all~Il,a 'ti ,l"m inadón ~ll ¡';s!,nf'la ':01> I ;",¡o~ !
~ ' S I 6), nacido cn Gnu!e de tlotl ,,- j \!ana 1" Loca y <le Felipe el Her-
moso.
Se prcseot 6 :i reci lJir b hen;nci,l de los Reyc .• Cal(ili~os .~in con ocer
nuest ro idiom:t, nlle¡;tra~ coshunl,,'C", n; nucst ra hi,l<>rin, y Su prim er
~ ~IO polltico es una iDgra titud que l'''--..:;pila In muerte dI' Cisnero.: por
erecto de ., ,' c~r:íctel' y ~uucaci(¡ll ~u rrir:i l!i~1l l':-t>mo a!¡::ltno~ de~tOg,I ,
~O" <JIIC pudicroll ev itarse f,¡c i lment~.
;,;ul"!:¡ó ti ¡"imer conn iC1 0 en b . C"rl~ , <le \" llla,l ú li J. rculli¡]~, I",l)",-
<¡ll e l'",.t:t.c jur:lmeuto" ¡", rL\ eros, ¡me. contr:l su \le.~Co I"s prU(,,,_,.
,!o~ le hicieron c!!tc n,l a "He 1... re; " a er.! ,¡"ii:t )\I:t"". ' I'T e !o~ ,lest in o,
pdlJli~u, ,lcbi:llI ...::: desempci'j,,,lo" pur ""]lal\ole,. 'lIle lo~ c~ t r~Hjero ,
nu tomaran ~,icllto en las Curtes, ~. que en 1" ~' ,;;e>¡,·v ha:,lnse el C~Ht·
ll auo, con la mis,na elle!';:;:i, resl,~I "O"-.l rué n'(:ilJido ~u ZMa¡::07.n )" Bar-
ce lo,,:t.
La n",erte u e Sil r.\, llclo )!a xin)ilbJIO le 1Ian)val \rono il" pe,;,,1 de
.\lernmtÍ:t. y COmo uece.,it:tm fccun;o~ JI"rc atender :í los ¡¡:a"t<!S dd .. iaje
1l1ST ÓR1A I)t; ESPA:<"A.

y coronación, convoca Cortes en Santiago, pero sin r~su1tado por la


oposición d~ 10<; procuradores: rC!lnidas de n!lCVO eo la Co", iia, consi-
gue el subsidio de doscieutos millones de mar;wcdís, apelando al so·
horno y á las amCnaU S.
Como .¡ ,e complaciera en contr:\riar la ,·otuntad de l a~ dudade_
110mbra gobernador del Reino dmante Sil au,cnd" al cardenal Adriano,
y una nube oC extranjeros se apodera de la administración pública en
lanlo que por todas partes se escuchnn recriminaciones y quejas: sin
dar oidos á nadie se ~,,"\'barca pam Alemania.
La indignación popular ~5talIó entonces formidab le: I:..s milicias COll-
cejiles derrot;¡;n á las tropas dd Regente ell /llcdin;¡; del Campo P;¡;Trr.
prolestar contra el alcalde Ronquillo, 1 comienza 1:>. guerra de las Co·
munidades, iniciada simu ltáneamente por Segovi~, Toledo, S~lam ~nea,
y ..\ vila.
Otoq~ada á P~dilla l ~ dire cción de los negocio" traslad.'Íronse los
Conulneros á Tordesillas, residencia de la reina, y esta senora, en un
momento de lucide~, autoriu CU:llltOS decretos la ponen ;i la firma,
pero la traidón de la nobl~ za prepa'a el uesastre tic Vilblar (15 21 ),
elltre cuyo, loda;:ak. quc,hron enterrados para siempre los fuuos cas-
tellanos: l'adilla, Bravo y Maldonado mueren decapitados.
Tamhién en Valencia se organizarOll gcnnanía.. ó hermandades popu·
lares contra la nobleza, partidaria del RegeQ.tc: l os e.~cesos de la.s tur·
bas amotinada, y el carácter sociali sta de la insurrección hicieron ']ne
la. op inión públ ica rechazase desde el principio este movimiento.

LECCIÓN LIl.

El despecho de Francisco 1, rey de Fmneia, por haber sido proda.


mado Carlos 1 emperador de Alemania, origina 1;;., famos;¡;~ gucrrns
t nlre amJ¡a~ nacionalidade~, y detenuiD1. la preponderancia espal101a
,obre el continente europeo: los historiadore s ll:l m~n , il;lo espa>101 rr!
siglo XVI.
El prd~xto de la l ucha fué que Carlos r se negó á pagar al ex·rey o~
Navarra la indcmnizadóll convenida con el Rey Católico, pur 10 cual
Fra ncisco 1 penetr;l en este territorio 'IU~ otorga ,i Juan ,\Ib,it, en tanto
que espai'íol es y alemanes se internan en Fran~ia J' la guerra se hace
general.
RESUME!". 35'
Su hecho más notable es la batalla de Pavía (1525) en la cual fué
hecho pri5ionero el rey de Francia, que recobra la libertaü después de
firmar el tratado de Madrid por "irtud del que renunciaba sus dcrech~s
á la Borgoña, Nápoles, Mil:\:n y Flandes.
Temcro~os los italianos del poder de Carlos 1 organizan contra ~st e
la L iga Clemen tina, dirigida por el Papa y de la cual formaron parte
Franóa, Inglaterra y los Principados italian0s; pero las tropas imperia·
fe's que recorrían hambrient.u' las ca mpif'ias de Italia cercan" Roma j
1" saquean durame muchos dias, el Pap a c"yó pri~ ionero .
Reunidos los reyes de Francia ~ Inglaterra para 1ibertnr á Cle·
mente VII, mediante la entrega de 400.000 dllcado.~ y la ce,ivn de
Parma, Mvdena y Plasenóa, cons igue fugarse, Frnnciseo 1 rompe las
hostilidades en Lombardía y NápoJ es, hasta que diezmadas ~l1S tropas
por la peste y o.Ierrotado en Anversa, acepta la paz 0.1<: Cambrny.
La tercera gl1 erra estall6 con motivo de la muert e de Sforcia, que
dejaba vacante H trono de Milán; y como Francisco 1 se aliara con los
turcos y venecianos con tra España, t~n nefando contubernio hizo qu e
se coligaran contra el frnl! cé~ E spañ~ , ' Alemania é Ingla terra y le im-
pusieran la pa¿ de Creapi ( 1444), ra tifieacivn o.I e los trnlados ant~riores .

LECCIÓN LIll.

Los fam osos piratas Aradin y 1I0ruc, más conocido el primero por
el sobrenombre de Barbarroja, habían conseguido apodernrse de los rei-
nos de Argel, Tre mecen y Túnez, y amenazaban las posesiones espallo·
les de África, é Italia, nlentados por el emperador turco de Constanti-
nopla.
Alarmados los Estados e llrop eos con los atrevimientos de estos pira-
tas, volvieron los ojos hácia Espana por ser el únko pa¡~ capaz de opo-
nérseles, y un~ brillante flota con treinta mil hombres de desembarco
sale del puerto de Barcelona, penetra en "guas de Afriea, y se apodera
de la Goleta y Tllnel., restunra ndo nquí la dinastía de lbcen.
Seis afios más tard e se renOI'aron las hosl ilio.lao.le., COIl motivo d e la
alianza que hicieron contra Espalla Fracisco 1 y Barbarroja, pero los '
temporal es hicieron que se malograse la empresa.
Carlo~ 1 heredó la corona de Alemania precisamente cllando la Re-
forma pbntcab:t en este país Sil doble p roblema rel ig ioso y político
lS'

católico <le corazón, $e ucc1ar:t enemigo <le la herejía y se propone


obtener l:l rdracl:tción de Lutero en \:ts dicl!1S de \Vonns y .spir.:o, pero
sin u~lIhado. ~spues ,le la conferencia d e Augsburgo, infructuosa
también, católicos r ¡,rotestantc$ se h~c~1I la guerr.l, h"'m que d tratado
de 1';155:\11 ( IS42) reconoce, Ji ¡'es". de Carlos T, I:t libertad rdigios:!. en
Alcln:tuia.
A b. "C! qne en Euroll:!. se dcsarrollab:m ro~ suceS05 anteriore.., los
espanoles co ntiml:i.n su~ e.~l' roraeiones en .\mérica: ~úñel de n"IOO"
rumla!{ Santa María (le D"ríc", r once de León J"-'CIIU'" la Florida,
lJi:tz Solí.' pen etro CD el Yucahí'l, I Jernán Cortt <, de;;pu6 de la famosa
Noche lri~t e de Otumbn. CQoquistrl. el hermoso Imperio lH~jicano, l'
Fr~ucisco Pi r.a rr(O ~e "po,lera del Perú.
En el iu:crior, la políticn :!.Yen!L!rera <id rey emp erador disgustó á
las ci"dadc~, la no)'leza )' el clero, tanto lllás cuanto 'lue co.taba muy
~am:l los ¡¡l1th lo.: relmillas las Cortes en Toledo ( 1539) p ara arbitrar
rec "r~o5, propCllle C~rl os ¡ el nuevo i"'puesto de las sisas, que af~ct" .
b ... por igual ~ todo s los eilldad~n05, si n distinción de categoría ni de
clase, pero la noble~a se opone y el ¡"'puesto no Se logra.
Ale ccionado don Carlos, no \'uelve í ConnlCarlas de nuevo con a.i •.
lencia de la nobJeu yel clero.
Achacoso y viejo, perdida In nctividad que constituyó el foudo de
~u carncler, renuncia Cnrlos l la corona de Espail" en su hijo Felipe Il,
y la de Alemania, do¡ 11.110$ más tarde, en su hermano F ernando: hecho
esl e se retiro al monasterio de "uile, donde mucre eu Setiembre de 15SS.
Su reinado fu é todo alemán.

LECCIÓN LI V.

Felipe JI ( 1556) era el monarca más poderoso de sU tiempo: la na-


ción elpaUola poseí1 en lonces :i E~I'3ña, N:oIpoles., Sicili:l, Cerdell.;l., el
l'oIib,neudo, el HoselJón, el Franco Condado y <le"pué. Portugal, e u
Europa; T llnez, Or:l.n, Cauarill$, Fernando r oo y Sant1 Elen1, en
Africa: las Anlillas, M~jico, Perú y casi toda la penínsnla meridional,
en América: y los archipiélagos deSCllbierto< por ;\bga!lanes, en Occea,
nÍll. Tambien fue .. ey de l~ l:'latura por su matrimonio con María
Tudor.
Aunque repugnaba lll~ empre$as militares ' e vió envuelto en UlHl
¡¡,uerrlt cOI\!ra Fraucia, ~II¡-O rey, Enrique 11, deseaba tomltr la revancha,
JUl:su~n:s. 353

de los d~~astrei; sufridos en el reinado anterior: el ejército francés pe·


Detta en Italia, Fdipe II lanza sobre Francia su... tropas mandadas por
Filiberto de Saboya, y la batalla de San Quintín di el triunfo i los
"'pafioles: después de varias alternativa .•, quc.duraron dos alias, se firma
la velltnjOSa paz de Chateau-ClIlnbresis.
En memori"a de haberse ganado la batalla de San Quintín el día de
San Lorenzo, mandó Felipe II construir el suntuoso monasterio del
Escprial, aloado sobre las estribaciones del Guadarmma: afecta su
forma la de unas parrillas vueltas al revés.
1.as piraterías de los berbe riscos hió~ron que Felipe JI enviaro con_
tm ellos tres expediciones sucesivas, cuyas consecuencias principales
fueron la recollquista del PcMn de la Gomera (1564) y el poner de ma-
nifiesto la necesidad de crear una marina d e guerra, que no existía.
Los musulmanes que al amparo de las capitulaciones de Granada
habían quedado en Espafia con el nombre de moriscos, mahometanos
cn el fondo aunque crisTianos en apariencia, se ;uble,·nn en la serranla
andaluza. y proclaman rey al jo'·en Aben·Jl.loawiyyáh, descendiente de
lo s ealiras !le Córdoba.
La guerra duró dos afias, hasta que don Juan de Austria, hermano
bastardo de Felipe n, consigue vencerles: todos los moriscos que .po.
blabanla Andalucía fucrol! expulsados al Arriea (1570).
Atemori~ada la Europa meridional con las victorias obtenida5 contra
los cristianos por Selim TI, emperador turco de Constantinopla, realiza
la alianza entre italianos, genoveses y españoles, y un:. poderosa flota,
mandada por don juan de Austria, zarpa del puerto de blesina y mar-
cha hasta encontmr á los infIeles para combatirlos: en las aguas de
LepanlO (1572) sc libró la batalla naval más celebrada de 105 ticmpo.~
antiguos y modernos, coronada con el éxito m:ís completo.
El fallecimiento sin hijos de don Sebastii\u, y el del cardenal Enrique,
reres de Portugal, hizo que la CarOna de este reino recayese por he-
rencia en Felipe l!; y aunque 105 portnglleses, en odio á C:l:stil1a, pro-
clamaron al prior de Ocrato, la batalla de Alcántara y el ,itio de Lis-
boa sumaron cste tcrritorio :í la monarquía cspai'iola.
Felipe 11 deseaba abatir la soberbia de su enemiga la reina de In-
glaterra: al efecto equipa uUa escuadra de ciento cincuenta buques, con
,·cinte mil hombr<:s de abordaje, pero la fnria de los elementos, más
que la pericia de 105 ingleses, delitroz:t esta Ibmada Armada in-
vencible_

"
HI1TÓU ,\. DIt !!.irÁNA.

'"
LECCIÓN LV.
Al ugTt sar Felipe 1l á E spal\a, después de la jornada de San Qllin.
tío, dejabll por gobernadora de 105 Paises Bajos :t Marg:ui ta de Parma,
tle la eual tr.l consejero el cardenal Gn.nvela, aoorTeddo de los Ib.-
meneos; los prim eros conatos de rebelión oc urrieron al establcce~e en
aquel país un Tribunal cuyo objeto era ti c:>:tenninio de los protestan-
tes, butan!e numerosos.
La guelr.l se hizo ine,·itable:t 1.. publicación del Concilio de Trento,
pues reunido el [lUcillo aentrda en el Compromi ~o de Breda ( 1566)
mnntene r in cól umes sus antiguos privilegios, nombr:ln do jefe al conde
Guillermo de Orange: que el conflicto fué al p rincipio esencialmente
político, se demuestra con el hecho de CODlar los rebeldes en tll: sus
filas grnn número de católicos. L a cuest ión, pues, cr:l más bien de TOu a,
e~ deci r, de germ:'ínico~ eootra neolatinos.
El d uque de Alba, nombrado pa .... hacer la guCrT1I., ma.nda dKapitar
tí din y ocho mil per!óon;l$ de las q ue habían tomado parte en las ano
teriore s rel·ueltn~, y nnte tan b rut al espectáculo, más de treillta mil
famili u emigran á otros pailes, y 10i pueblos se lel·:l.ntan cn masa
COlltra Espal'l.a.

Guille rmo de Orange, por $U parte, recluta en Alemania un ej~rc ito


de aventureros, en tanto que mllchos emigrados vuelven ,¡ su pátria
paro. tomar parte en la campai'la: también se dice que Isabel dc lngla·
term envió secretamente auxilios ti los suble vados.
Ambos contendientes hicieron de éSI:l. un:l. guerra .le fiera~: ca nsado
el duque de Alba de lanla m:l.tanz:J. y eJ(terminio, pide su relevo, precio
!<."\rnente cuando 13.5 pro.·indas de H olanda, Zehnda, Frisia y Clreeh ,;.,
organiza n en forma de rep4blica independiente.
Continuaron las e.tmp ai'l:u con varia forluna Lu is de R eqlle5en.~, Juan
de Austr ia y Al ejandro Farnesio, mi entras que ti b.~ provincia~ emanei·
pad:l!l antes U: unieron las d e Güeldres, Gron inga, Frisi a '! Over·hel:
por último, i peur de los tri un fos obtenidos por el archiduq ue Ern~to
y el conde de Fuentes, Felipe Ir abdica en el tratado de Vcrvins ( 1589)
b $oberanía de los Paises Bajos en su hija Isabel, cas ~da con Alberto
.le Austr¡a.
El protestantismo no echO nfces profundas en E spana, donde sin
embargo se cuentan algunos derensorcs de la doctrinil de Lutero: pudo
RESUMEI\ . 355
evitarse 1... propag:..ción del mal por medio d~ la propagand:.., pero
Felipe 11 prefirió á esto las hogueras, los tormentos y los antos de fé .
También publicó una pr:..¡:-mática prohibiendo que los espai'loles salie·
ran tÍ cduc:..rse en extranjera tierra.
Entre los condenados como herejes pueden citarse á Juan Gil, mag is·
tral de la catedral de Sevilla, A¡:-uslin Car.alla, predicador de Carlos r,
y Fr. Bartolomé Carranza, Arzohispo de Toledo.

LECCIÓN LVI.

La política de aventnras inichl.<la por Carlos !, y que "",Jipe 11 con·


limb, ocasionó un male,lar c~onómico muy graude, el cual infiuyó
pronto haota en las cl:J.ses sociales mejor acomodadas; y como el rey
"'-pdara á todos los medios, legales é ilegales, para :trhit',lr recursos, las
Cortes de Valladolid y Toledo protestan coutra este des",fuero, lo cual
hace que Felipe n prescinda por completo de ellas en lo sucesh·o.
Solo en Aragón encontró algunos obstáculos e! absolutismo de! mo·
narCa.
En tanto que don J uan de Austria hacía la guerra de los POli.es
Bajos, segllíansc por conducto de Escobedo ncgociaciones secn:tas para
colocar al bastardo en el trono dc Inglaterra: .Felipe lf descubre este plan,
capar. de perturbar por sí solo la paz europea, y aconsejado por Anto·
nio J'úcz decide quitar la vida al uegociador, como así se '·erifica.
Pero la causa quc hizo :i Pérez aconsej ar al rey la muerte de Esco·
bedo rué otra bieo distinta: y cuando Felipe JI comprende e! engano,
se revuelve contra el falso consejero, al cual manda encarcelar: ftigase
aquel de su prisión y se refugia en Zaragoza, ocasion~ndo un confiicto
popular, con cuyo motivo, las tropas reales pcnetran en Angón, se
apoderan de la capital; y el Justicia mayor es decapitado eu 10l plaza
publica. Con Lanllza perecieroD los fuero. aragoneses parOl siempre.
Otro hecho ruidoso de este reiDado es el proceso de don Carlos, príD'
cipe de Astúri~s: este jóvCD demostró desde su Di!l.ez un mal carácter é
inclinaciones bien perversas.
Aunque sus condiciones fískas no eran las más propicias, pues tenía
lesionado e! cerebro á consecuencia de una calda, y aunque nunca de-
mostró gran af,ción á los estudios, dominábale sobre todas la pa. ióu de
tomar parte en los negocios dd Estado, lo cual nunca consintió su
I
1115TÓJU Á PE ESPA~A.
35'
padre; y tanto le contr.lrló (;$\0, que se dió á lodo género de disip~ci(»
Des y hasta conspiró contra el ~y en los asuntos de Flandes.
QII~ ocurrió con semeja nte motivo, parece co;;~ no bien a"cri¡;uada
todavía: lo cierto es que le sorprendieron uoa noche en su propio Jecho,
que le dieron IIIS habitaciones por cán;cl y que COulD él se formó un
proceso de! cual resultó merecedor de la muerte por hereje, como reo
de lesa nación y hasta por conatos de regicidio.
La sentencia no Ucgó Ji cumplirse, porque agravad:.. la enfermedad
que contraj o en la p risión, murió el:4 de Julio de 1568.
Treinta anos d espués fa ll ecía Felipe n ( 1598) y con él tu mina!,:I. el
siglo que los historiadore$ llaman clpa1lol. E l padre y el hijo lo llenan
por completo, pero le prestan fisonom ía hien (li'linla: Carlos 1, cuyo
Teinad a fm: lodo alem án, ;mpJ ~n I6 en E spana los ideales de In r.asa
de Austria que falsearon el eámeler nacional y cODl'irtieron á 101 espa·
naif:!; en uo pueblo de fanáticos a"enturerosj Felipe 1I, cuyo reinado
rué lodo espanol, empleó todos sus elemen tos en ah ogar la reforma
protestante y en cousumar la mu erte de cua nto q uedaba, que y:\ era
poco, de la anterior ¡::Ioriosa hislóri:\ nadooa!.

LECCiÓN LVII.

1\ la muerte de Felipe H hercd~ la monarquí a espafloln ~ \l hij o Fe·


lipe lIT el Piadoso , hombn: adornado de muehísimas ,.irludes pero in.
eapu de sosttller el Ileso de tan enonne eorona: por eso habm d~
e.ntre¡::arse en manos de un favorito, que lo fué el duque de Lerma, el
cual á su vez, tcnd/a otro en don Rodrígo Calderón.
COllfi~do el¡::obiemo :i hombres sin lalenlo de ninguna clase no se
busque en este reinado un solo proyecto noble, un pensamiento polí.
lieo de ninguna cbse, porque si las cosa, marchan, aunque ll\.~I, ~e ,¡che
al impul,;;o recibido de los reinados anteriores.
El primer acto de Felipe l IT fue! confirmar al archiduque Alberto en
la soberanía de lo, Paises lhj"" y COIIIO lo s fb,\]cJlCOS ,c sublc,'a.rall
de nne,·o, hubo ne<;esid~d de mantener la guerra que cosl6 á España
en definili"a la humillante trégua de Am bere¡;, la pérdida de Amboine,
Tidory Coroma ndel en las }mlias, y la indepe ndencia ab,olula de IJo-
¡'"uda.
Imitador tle Felipe 11 quiso el duque de Lenlla enviar contra Ingla.
tcrra una Clicu3dra de cincuenta galeras, pcro la, tCl1lpe.lad~, hicieron
imposib le tod<l. tental"',. de arriho ;\. la costa brlt.inica y ]:"" cosas que-
daron peor :\110 que como eSlaban antes.
Igual mda rortuna lu\'o la expedIción contra el "'frica, aunque en la
segunda lenlatil'a (161 1) los espall olcs se :lpodcraron de tre s mil !ihro~
árabes de poesía, religi 6n y ciench.
La Conjuración de Venecia tU\'O por objeto de!!rui. la ciudad de este
nombre, p"ra conseguir 1:( comunicación directa lle Espafla con Au Stria:
apercibido el Consejo de los Diet, que go1J.ern aua l:: repúbli c;¡, corta de
raft el mal <lecapita ndo par:l e'iC,mui cnlo :1. quiniclltas persaD"!, I:o..~
mlis COmpTO\ll Clidas, y el duque de Lerma no con.iglle otra en ,;!, ql1e
ponerse e" ri.lkulo.
El acolllecimiento ,"á, notable de este rd" .. do es la e"pulsión de los
moriK"s ll ecrct:ula en (61)9, sin tener en Cllcnta que se condenab:\;t J;¡,
mise ria )' 6. la muerte milbres .le indcfcnus familias que \'h' í~ n al am_
paro de b le)' 'J de la justicia,
En el térm ino perentorio de tres di:u s~ ¡¡croll de la penfllSlI la IlIlC\'C'
cientos mil moriscos. que dej:\ban desiertos h:tStn cuatrocie ntos cin,
cucnta pueblas)' dejab .. u yermas tras ellos las hnertas de Valen cia, b,
vegas de lIlun:i" 'J las Hanur"! de Ca~t¡lIa : los m6.s de estos inrelicei;
murieron asesinados, uespués de rolnrles, b ien en las pla)'as africanas
por la ,]ue teuf~n de cristiano!, ó en las co,tas <le Francia ¿ Italia par
• lo de musulm:Ulc~ ,
Como eOIOI)cnsación á t"nU dcsycntlu'l!., Ju .. o .le Ollate conq uista :i
Nue"a,~!¿jioo, I'e<lro de N<lVllrretc suje t.. d v:\l1e tle I\ muco, i",.da l
,lesc ubre d ciul<ll de Sa n Vicente,), ACllI1:1, Sil,";\ y otro. ,lucubren pa n..
E spalla nUC\'as tierras en b Oecea nia,

LE CC I Ó~ LVI II,

Felipe IV, qllchcreda :í snl'a~l re , ( 1 6~ 1 ) era t:un hién incapaz de di .


riroir por sí solo 1:lS ';e!Ulas ud "ohicmo: en Cl.mbio le gustaha "ivir e n'
tre pOt las)' có mico3, pres idiend o bailes ú dirigiendu cacerías.
T uvo por fa"orito ~I conde·dnrllle de Oli,'ares, de emcter duro, es-
ca'\O de fa<;lIltlldes polilicas y dc un or¡::ullo dt5l!ledido : i" ició este MI
pri\'aum a.pimodo i la p!a~a de admi n i~tr~ d or ínlegro )' celoso, para
lo cual manda ahorc~r :i uon Kotlrigo C:I.!tIeróD, proccs;:¡do en el rei,
u;o.uo anterior ¡>ord delito decoh~ho,
H1STÓRIA DE ES J'A~A.

Viria s .medidas de rigor tomó también Olivares contra otros, pero


las esperanzas de los pueblos se desvanecieron pron to al ver que sus
proc e,limíentos erall tan rutinari os y malos ComO 103 empleados por SU"
predecesores.
I'elipe IV in augura su reinado con la g uerra d e Holanda, y al efeclo
dirige:i las siete provincias unidas IIU mensaje invitandola, á que re·
n)lllcicn á S\l independencia: dc spués de varios sucesos desgraciado>,
no solo renuncia E spal'i a la soberanía sobre IIolanda, sinó que cede á
eMa R cpd blica Jos territorios de Bravaute, Flande, y Limhurgo, con las
plazas f\lertes de Maestrich, Bois le Dne y Bred" .
La paz de Westfalia ( 1648) que pone término á la gucrra anterior,
nO acahó con la rivalidad entrc Francia y Espal'ia: la herencia del du-
cado de Mántua sin·e de pretexto á Richelieu, ministro de Luis XIT r,
para continuar las opemciones militares hasta el tratado de los Piriueos
( 1659), por '·¡rtud <le! cual Felipe IV cede á los fr.mces es el RoscJI ón,
el Connant y el Artoi, . E n esta guerra se dió la batalla de Rocroy,
donde por prime ra \·ez se declaró en comp leta derrota la famosa infan·
tería espalloI:l..
Los vejámeues q"e los catalanes sufri eron eOl! motivo de la guerra
con Francia, todo ello contra fucro, originaron la sub levación del Prin,
cipado, ligero motln en su principio, pudo co ntenerse con el empleo
de algun", medidas equitativas , pero la soLerbia dd favori to agrandú
la suble'·ación. !..os rebeldes ~e constituyen en Rep\\blica, Lajo la pTO·
tecc ión de Lu is XTTl (1640), y despnés <le d oce oll os <le lu cha, las co·
SaS quedan cn ellU; ~n\ o e~tado q'lc tenían antes, ;\utl<lue respetando el
rey los fuerús .,. franq tlicias de los su blevados.
Las mismas q usas 'lile la sublevución de CataJIli'la oc~sionaron d
levantamiento de I'urtllga l: al estallar la conj uración de Lisl.>oa, favo_
redda por Inglaterra y Francia, los por tugueses proclaman rey áJuan IV
( 1640) si n 'lUlo en la guerm que siguió oí este hecho pudiera Espalla
obtener má~{lue descalabros.
La po líti ca de don Lu is de Ihro, SUceSor de Olivares , no pudo evi_
tar la doble rebel ión de Sicilia y Ná¡~ol cs: el movimiento de Sidl ia ter·
minú .pron to; no ~sí el de Nápoles, d i,·igido por el pescador Anid io,
p llCS lo~ suble\'ados sc constit uyen eu repllblica independiente. Gracia~
'lue h . nohlc"",, napolitana apoyó ,¡ los e,paftoles y la ill5llrrecdón eon·
cluye sin ulteriores cou5ccueucias.
En unlo que los enemigos brotan por to das pa rtes contra,Espafta y
~e hace cada vez más' potellte la decadencia nacional, F el ipe IV conli·
núa clltregado á sus fr(volas distra ccio nes de siempre: cuando como
prelldc lo rirlCculo de su rcinado, se sicnte acometido dc una melanco·
Ha t:;¡n grnnde q ue le conduce al sepulcro ( 1665).

LECCIÓN LIX .

•" la muerte de Felipe 1V es proclrtmtt<10 su hijo Culos 11, quc so lo


tenía cuatro linos y era raquítico, cnfcm,i.o y d~bil: encargóse del go·
bierno la reina madre, illstrumcnto dócil en manO$ de su cOllfuo r, el
1". NiLaTd, cuya presnnción era tan pnde como su falta de talento.
El odio del pueblo contra este fa"OTito sir, ló para que el b:tst:;¡rdo
Juan de Austria, hijo n:;¡tur:t.l de Felipe IV, alcanzase d podcr, que Je •
duró bicn poco, pues el o;al'richo de la reina elevo hasta la prinnza á
Valcn1.l1c):;¡, hombre también inepto.
El hecho uuh no(ablc de cote tiempo, en el exterior, es .la g ucrr:l. uc
l'ortug:..1, por no querer la Regentc tratar como rey :;¡I duque de UrJo
g:m~:;¡: eu el acomodamiento de Lisboa se reconoce oficialmc ntc la in·
uependencia dc este territorio, lo cual COSiÓ, ade más, la pérdida de
Tanger, 1:1.5 Alores, idll~ de [11 M:.dera y C4bol'eroe, I:a. Guinea, d
Congo y la costa dc Moumbique, en Africa: los teITitorios de Mascale,
Ganacor, Goa, Ceilan, Coromandcl y las !I[oluc:L'l, en Asi,,; y el Era! il
en América.
Declamuo ClIl'lQS H de mayor edad ( 1675) gobernaron por ~l, $\lCe'
si"ameulc, el bMt~ rdo Juan de AlI5t ria y 111 reina madre.
..
l .uis XIV de FraDcia se propone aniquilar la nacionalidad cspallola,
ravorecido por 1:1.$ causas que trabajaban $in cesar su decadcncia,)" al
efecto busca un prcluto para declarar la guerra, en la cual los es¡lallo·
les se defellllierOfl volando las fortificaciones y apelando:\ la fuga: ter·
minó esta lucha devoh·icn<10 Luis XIV ó. Espalla graciosamente los le·
rritorios co nqui$lados en Calal"lIa y Flnud es, CaSO rarO que se explica
considerando sus miras ulteriore s sobre la hercnd:;¡ de Carlos IT,el cual
no tenia hijol.
Entre lauto, YergUenza causa decirlo, 1M Cortes ext ranj erai rellnid.:u
en la H aya ( 1698) acuerdan rcparlirse la nacionalidad espai'lob. , como
si fuese cosa propia, atllerdO repetido por segllnda Vel en L oudres.
Pró~ima la muerte del rey, sin sucesión, form:íronse en la Corte dos
partidos rÍl'ales, el uu stria~n y el franc~s, y Carlos n, sin "ala r par.>.
360 mSTORl.l m: ESPA~A.

decidirse por ninguno de ellos, hada y d"shaera tC5t~menIOS: al fin lle-


ela"" heredero suyo á Felipe V de 1Ior1>611, uicto dd rey de Francia.
Redactada su poOstrera YOlllnl:ld, Carlos 11 el lIechizado marcha al
monASterio dd E scorial , r á los p o<:os diu de bes:u 105 restos de Sil
madre, q"'c n,anda exhllmllr, m~crc ( 1700) y con él acaha en Espana
la domioación de lo, A\lstr;,,~.

[,HCCIÓN LX.

L;J, Casa de Barbón .,x ""icm.a <;on Fdi¡te V, dUCJue ..le Anjou, hijo
segundo del heredero de la corona rra nc e~a, descont"nta el Austria
por este nombramiento or¡::ani .. a la Grande Alinnza conln 105 Dor-
b ODes y provoca la guerra de Sucesión espanola .
1.05 coliglldos contra Francia y cspab, alernan.-s, ingleses, bolan-
deses y saboyanos, atacan simuhinc:l,rn cnle tí Italia, los l'nises najos y
las co~tas esp:>llol.s, sin que ningullo de los contendientes pueda. atri·
huirse la victoria en eSI:> primera c!lmp!lna: no sucedió as! en la ~¡.
,"uiente, pues aquellos 5e apoderan de Gibraltar, el Mi!!l.nesado y 1011
l'aises Bajos, en tanto que Aragón, Cat:>lufta )' Valcllda se sublevan
contra Felipc V. La victoria de VillnicioSll ( 1710) gao!ld!l conlra el
.-\ustriaco quc habia penetrado en :\ladrid, y la muerte de J~ 1, cm·
perador de Al emania, hn ~c n de,Cal 4 to<los la paz, que se firma en
Utrtth ( 17 13) siendo reconocidn Felipe V como ~y de Espana.
Esta paz cost6 á los esp:dlo!es la pérdida de ,,¡¡I:in, )/:!polcs, Sicilia,
Cerdena )' Gibr:1l1ar.
ror d auto acordad o de 1713 establece Felipe V que las hembl'lu;
scan excluidas de In herencia á la corona, mientras haya en la familia
\'aron"s l'"r la Unea directa (; colateral, disposici6n ¡lall1Mb T."1
Sálica.
Lo princesa de Jos Ursi nos, mujer de sumo t!llcnto y e.xp"riencia,
ru~ la eOD~jer:t de F elipe V durante 105 doce primeros IIno~ de reinado:
la ~ustituyó en e.ta pri"anza Julio Alberooi, el cual se propone coloc!lr
á E~pana sabre tod:l.'l Iros naciones enropeas, y comienza su tr:\bajo
róLSgando por la fuerza el convenio de UtTcch .
•A.n!c e$te alaque inespcrado, (ngl aterra, TIolanda, Alemania y Fran-
cia OTJ::auiun la Cuátlmple alianza, y ESJ>ana, si n recursos y .in sal-
dadOI, haee frente:i tan formidables enemigos, aunque en dcfiuitiva
tiene que aceptar la pv Ile la ! laya ( J 720.)
!I.);SUMtN. ,6,
Felipe V abdica en su bijo LuiJ I ( 1724) pero vuelve á enC:Lfgarse
del gobierno á la muerte prematura dtlnuevo monarca.
1::1 ~1Ul0 Riperdá promueve con sus plalle5 diplomático~ otra llueva
coalici6n de Prusia, Illglatern y Francia contra Espalla, la cual no
produjo otl':l consecuencia que el slatu quo: en .cambio Felipe V,
aprov«:bánd05e de la difícil situación del Austria, se apodel':l de: Si-
cilla }' N~poles, cuyos reinos adjudica á su bijo Carlos de acuerdll (:(IR
los plenipotenciarios de Viena.

LECCIÓN LXr.

Le sucede Fen'ando VI, su bijo, ( 1746) á quien llama la His1óri:!


d pmdente y el padre de los pobres.
Amigo de la pa~, pone término. á la, lucbas contra It alia ell el ~'On·
venio de Aquisgrán, por ~'irtud del cl1~1 queda E'pana en posesióll
de los ducados de Panna, f'lasencia y GUlIStala y del reino de las l}¡¡s
Sicilias.
Este fIlonilTCa se dedicó con empeno :i fomentar los tesoros de la
agriCl1ltura, de la intll1;;lria, del co mercio, de las ciendas y de I:u ane~;
y como ilustrado que era, se rodeó de los bombre.• más notabl es de
su ~poca; el nombre de Fernando VI merece escribirse eon letras de
oro en lo~ nnales p:ltrios.
Si fué buena $U administración y excelente su gobierno, lo prueba
el becho de baber aumentado las renl as, á pesar de la rebaj a en 101
tributos y el J»go dc la deuda naciona l, con tmida antes.
Al morir ocupa ellrono Su hermano Carlos 111 ( 17 59), priy[a re-
nuncia en su bijo don Fernando de la corona de las Dos Siciliu.

LECCIÓN LXII.

El primer aclo político de Ca rlos IJI fu': suscribir el Pacto de fa-


milia ( 1761), alialUla ofcnsiva y defeD$iva entre los Borbones de Fran-
cia y Espalla, inspirado ptincipalmel1te: por su ódio contra I~, injtleses.
Iniciada la política tle aventums, lo.' espanolcs invaden el Porluv.I,
aliado de In¡::laterra, y se apoderan de la colouia americana del Sao
'7
", JIl~T6 RI ... DE f.SPA R A.

aamento, en tanto ql4C ti enemigo toma posesivn uc la Ilabana r


Manila, y 10$ francts« abandonan la lucha cU:lndo cm más dificil:
en ~u vista, Carlos HI aeepl a la paz de Font:l.iocbleau )' las cOSaS que-
.lan como eS\~ball antes. Once alias más tarde se renuevan las hostili·
dades, que contimia u hasta el tratado de París, por el cual E spnlla ad-
quiere Menorca y ¡liS dos Fl oriola3.
Au nque belicoso co mo su padre, era ta mbién C.lrl os In am ante de
las a.rtes )' las dencias. á las cuales protegió lo mismo que ;i la agr io
cultn"", la industria y el comercio: "dcma.s de consc rvar ,¡: su lado
aquellos inteligentes consejeros del rcin:ldo anterior, tmjo de Sicili;¡ á
dos hombres notables, Esquilache y Grimaldi, los cuales iniciaron UDa
;¡¿ric de rcform:u; que tmnsrormaron pronto la rL ,onomla general ue!
Reino, C!Opecialmenlc de la capital.
La opinión pública se i'ronu ndó c<Jntra algunaJ refoTlIlas de Esqui.
lache, )' promovi6 el motín ¡¡amado de las capas ,! sombreros, [lor lo
cual Carlos I n dcstierra á este mini stro.
Si los Je suitas fueron ó no los instig-adores del mol/n contra E squi.
lache, no consta: el rey debió crcer q ue s í, ¡:rad:LS:í los illrormes del
conde de Aranda, )' en su \'i~ta decreta el u.traflamieoto de estll con·
grepcion. Sin demoro. !lingllna fneron embarcados para r;ivita-Vc·
ehia, quedando :lOlo en E spail.2 los cnfermos, y aun estos hasta ~n
óefiniti"a curación.
llien puede afimulTSe que el ~inado (le Carlos II! es verdad erament e
admirable, l'ue. además de rccobr:!r E spa¡¡a su innuellc ia en los con·
~jO$ europeos, akUllZ6 un grado muy considerable de prosperidad y
de ¡::randeza.
A la muerte de Carlos !ll ( ¡¡SS) le ~ ucede su hijo c.:arlos IV.

LECCIÓN LXnL

El bondadoso carácter de Carlos IV h¡~o esperar que su ~inado


seria continuacióu de los anteriores, pe ro b. Rev olución f""'ICU;I. ViDO
6. cambi;l.r el nl mllo de la política c.\pallola.
El Paeto de (;l. milia habla hecho q u~ el g obierno espd\o l nt renlara
sus ge~tiones en fa"oI de Luí. XVI, y cuando se tu"O conoci miento <le
la ~uerte de este monare:!, dos ejfn:ito~ penet1'3.n en FTllncia por el Ro-
sellón y elliid:l.Soa, en tanto que Ung:lra bl oquea 1,. co.t,. del Medí.
Rl:SU~U:S.

ternneo: los fr:lDeeses :nvaden E spallll hasta ~I¡randade E bro, 1 COIIIO


amenazasen las Castillas, Carlos IV solicita la paz, que se ftrma en Ba-
sílea ( t 795), ~rdiendo la parte espallola de Santo D omingo. Godoy,
Su negociador, recibió el título de l'rínei~ de la paz.
Agradecido Godoy á Francia finna cl tratado de San IIdefon.o
( 1196), ocasión de la guerra contra 105 Ingleses, los cuales se apoderan
de la Trinidad: el snceso m:b notable de estn lucha fué J¡. batalla de
Trafalg:u, gr.'" deLUtre para E spalla.
Para entonces !'Iapoleón se habla proclamado Emperador: eogallado
Godoy por Napoleón, bajo promes., de hacerle rey de los Algarbes.
d:í su asentimienlo al coo'-euio de Fon taineblean (¡So7), yen Su eOIl-
~ecuencin franeo:5C5 y eopalloles unido. invaden á Portugal, de cuyo reino

~e apoderan en bre"e. "l"uminada esta eml'r~, los franceses, lejos de


aballdoQar á Espalla, ocupan laS principales posiciones y fortalezas
b~j" pretexto de bll:lTDccerse, sin que nadie viese too" la infami .. que
encerraba semejante conuuela.
Cuando 10$ espailoles viuon claro, utalJa d mo(!n de Ara.njuc>;
cont ra el imbi'Cil G<.><loy ( [S08): Carlos IV ~bd¡c .. l~ eoron:\ en su
hijo F ernando VII.
J~,stimo~o cra el utado de Esp~lIa entonca: los sucesos, lo mismo

'Iue los homhres, camin:d,an ~ ciegas, la (riblltaciúu ordinaria, ya e.~ ·


cesin, se hall ah" recargada con enormes impuestos evenh!ales, y tod"
se gastaba en el mantenimicnto dc las tropas francesas aliadas; 105
ej~rdtos se encontraban diezmados ú peleando en utranjero suelo; la
marina había dcsnpareddo casi por completo en TrnfaIgar y cn C:ídiz;
y hast:!. se habian pen'crtido las costumbres de los hombres encargados
del gobierno.
El z:; de Marzo entró en ~¡ad rid d gencral Mu rat: al día siguierlle
lo hilo Fernando VII rodeado por I:ts muchedumhres que le :tdama·
ban con delirio.
Cunde entre tanto b. noticia de que Knpolcón lOe dirige :i E spana
para terminar las ,¡¡f~re lldaS que lleparilban á los individuos de la real
familia, ~ro la impaciencia de Fernando VII le hace marchar :i Ha-
'lona, ;Í do!illl? tam bi~n aCllden Carloi IV y María Luisa, restaurados
en el trOIlO1'1; orden de Murat. I _"l familia real espanob. se constituye
prisionera de Napoleón, volunlarÍ;unentc.
El E mperador ha conseguido re:lli~ar SI! plan: Espana cst;{ ocupad"
militllrJUentc por 10$ rr.mce..es, pri<,uneros en 13ayon" 10$ reyes,)" el
¡,:obicrllU coufiado cn Mao.lrid :i una junt;l. provisional: pew los pue·
3'_ HISTÓJl.IA. D E IS P"~¡\.

bias dignos se b:J.l!t:..o á sí propios, y Espafla demostrará cómo se TI-


conquistA la illdcpcndcDcia de la p:uria, aun en medio de las mayores
dCSH,nturu.

LECCIÓN LXlr.
L a domillacion de los Au stria. produce cn E.pafla lo. dos polos
opuestos: la grande ~n y la dec:ulencia. Carlos I hered:l. de los Rey es
CatOlicos la nación más grande 'J poderosa del mundQ; Carlos 11 deja,
en camb io, desmembrado el telTitorio, yermos lo s campos, cerradas las
fábricas y desiertos los puertos.
Hasta el ,-a10r propio de la r;lUL y el sentim iento religioso, L~ses
dd carieter naciQoal, se trocaron en fanfarronería, fanatismo, y libe r-
tinaje: los ejércitos, sio armas, ,i n veo;luario y hasla sio jefes. vivían
del robo; y la nación que contO setenta y dos millone~ de habita ntes,
se veía reducida Ii se is millones de ~ere$ diezmados ¡)or lor ,'icior;)'
la mise ria,
En cambio las Bell as a rtes florecieron: la arquitectura adoptó el
estilo del Renacimiento y tuvo maestros tan lIotaLles como H errera )'
Churif::ucr3,; la escult ura produjo adm irables trabajos de Berrugue\e,
Becerra y Delgado; la pintura COn tiene le50ros ¡naa.bables d" hellc~a
en 10$ cuadros de Vel:ltq uet, Rivera y Murillo; y la ulllslca rccucrda
las ma¡¡estuosas composiciones de Ortells, l\IOllleverde y Salinas,
Tambien las ciencias alcanzaron desarrollo notahle como lo <l e.
muestran los canOnistas Agustln y GÓme7., los teólogos elloo y Solo,
los filólogos Montano y Riva.d eneira, los (,hho fo_' COI'armbias y Acolta,
los ascéticos San Jnau de la Cru~ y Sant;>. Teresa, los orodores rr. L"is
de León y fr. Luis de Gran;>.da, y los historiadores, MoneaJa, Me10 )'
Manan;>.,
Enlre los literatos descuellan Jo. novdi.las Que"cllo, Montem:(}'or y
Hurtado de MenJoza, y sollre lodo., Ccn'an tes; entre los l)Qetas, l,;"r.
cilaso, fr, Luis de I.eón, lIerr~rra, Ercilla)' G6ngora; así como entre
los poe tas dram:iticos, Lope de Vega, Calder6n, Tino,~orelo, ,'br·
c6!! y ROj~5. Con razólllie ¡¡:~m 6 ni XI'll si!:,lo de orO d~' h liter~lura
espaftola.
Los Borbones se di~tiogucn Ilor 511 prolección :i. los intereses mue·
riales del pOlís: la agricullura, la iRlJuslria l' cl co men:iu salieron u~j ,)
~u ;::ohicrno del oh'id o )' po,traciún en '1 \\C se halhll,a" ,
En b. esfera eicntific:1 y literaria, aunque importuoo el cla~ici~mo
fl'2nck, estos reyes se hicieron notables por ]" fuudaci6n de 1" Biblia-
tea nacional, In RR. Academias de la Lengua, de la 1I i.lóri .., de Me-
dici na, de nellas artes, y airas, la Univer!; id"d de Ce n'era, y el Jaro ¡n
bot:inico, También dieron origen :í los Pósitos y Montes de Piedad.
Carla. III merece eon~¡gnaei6D especial, pues recuerdan su nomb re
entre otras eos"", las Sociedades de Amigus de l País, mul ti\lld d e Se.
minarios, Cole¡::ios y Uni\'ers id ndes, el Museo de Pintura y E ~cultura, y
en otro orden de consideraciones, l:l Ley agrari:! de Jo" ellanol y h li_
bertad del trabajo.
Ilustraron $11 reinado, entre los diplo m:ilicos, I'Ioridablanca 1 C'lnl '
poman es; entre los pin lores, Maell a y Goya; en tre lo. a.'!uitectos, Vi·
Ila nueva y Vicrpe; entre lo. escultore~, CastTo y Alva rcz; y Muden,
Casi. i, Moratin, MeléndC1:, Feijúo, Isla y Climent, entre los hteratos y
!>ibios,

LA MONARQuíA CONSTITUCIONAl.

L ECClÚ~ L X\-,

El d i.. ,In.; ,,~ .\by", tulll1~ rO~O$ grll!,'" u'''I''111 la p l ~za ,le! .. al p"'_
lacio de '\b,jrid, "tmidos )'0' la nOlle;" de 'lue iban :i se r Ir:I.~I>OTt:l\lo~
;i. Francia IO.!I i "f~"Iel\ don Antonio y don Frauci>co. cuando d furor
tic la;¡ 1I\uchednmL..s estalla, y con ¡;.itcrh ~'I,.~nt"." "rrolla lo.. p~t;\l­
\h 6 que se le 0llOucn .,\ pMU: \a pul,ln~iún entera.se .uhle"a, el ca"'·
I"te se c"'pelía con salí.l, pero 10'1 ~olt!ad os fmnce,e~ ~cuchil1au lus
¡:ru\lO'<~' d~jall d~si~rus la;; J"incipnlcli c:'¡I~~,
¡,as tropa~ lmci"u:1k-s pern'allc~cll en SUs e,.a'lele" e~ccpciun de I,,~
ar1 ille"" 1Il:111d.\<!u;; por ¡hui" y V~I,I"k cc"c~dv.i pur loda~ partes
csto~ \'alicntc', m,,~rc" ",,,¡,,,,d,, CUJlulo la ,Iefell"" ..e hace iml'0~iblc:
;¡ la m:ltian:1 s:;.:,,¡~nte pu'..lica !\hral 11:1 [,Hml" eOIl1:";, lo~ que llnar""
"rmas , )' pIJr -;010 e;te h""hu r~~ilJ ~n ll111crt', mn~hi-;ima" l'"r."" ,,,s i,, ·
,\efell.\"", rL!~iladas:í ml"'IV11 el! el I'"nlo V en el Kdi.u . ']""n birba n.'
.. Ientallo c,; el origen ele IJ gu"rra de 1" IndCl'cnd~u.;i" ,
Eu tduto que Kap.,lcVn I'reteudc ha<.:erse <ludIo ,ie ¡·:O,pM", ~' pru '
d" "1a rey:; su hermano Jo.":, la crC"'C>C~I ' l·¡" popular pro,·oca ~lg llllO,
J" HUTÓUA n,. r.'r ... Il... .
desórdenes en B~d:ljoz, C:tdiz, Sc,'i11a, Madrid y Carl~gcna, conlra Jos
que se tenían como .. dicto, a la poHlica frallce5l\: .,\stdriu se ~uble'lI,
Jlom bl'll una junta de Gobierno, y lltclara la guerra:i Francia; lo pro-
¡lÍo hace la Junta ell Se"¡lI,,; Zaragoza rcchazl\ d "jércilo de Lcfcbrc;
)[oncey es derrotado en Videncia, y h:uta el (amoso alcald e de :'>100'
toles reta al ill"cndble N"polcón.
Las ]unt:J,s Jlro"inc¡ ~le8 rivalizan en activi dad y patriolis mo: en loda.~
parles, labradores, utC$anos, propictll,ios, lodas l:as c1:asts !IOcialc~, ar-
mados de pal os ó de chu~os, se "'l'rc$uran :i medir sus fuerz"" contra
los ejércitos formidables del enemigo.
E l dia 1') de Julio l 180S) C~ digno de imperecede ro recuerdo: el ejer.
cito de Audaluda, m:mn:ulo por C:L~tai\os> derrota en n,,¡lén :\ lo~
frallcests. Dos mil tresci ~nlos mucrlos, cuat rocientos heridos y veinte
mil prisioneros, demostrarou al mUII.10 que lo~ i"vencillles hallían sido
'"encido:s.
1..3 ne~esidad de unificar ]a. opcrad()ues militares hace illdis¡ensal,1c
1., c~ad6n de la Junta Central, 'lile se instala en .,\.ranjuu, la IÍad6n in·
;:Iesa enl"Ía un ejército:\I mando de \\"dlingt6n, el marque"!! de b. Re.-
malla llega con 5115 lropas desde Dinamuca, )' lal carácler tom a poco á
1'",",0 la guelTa de Espana r¡ll~ N"I'0lc(ín yiene á etla y se presenta en
Jlad rid a] frente de I zo.ooo iofantes y 20.000 h()!nllres de cabaUerí".
La campana si guiente ( 1809) ' ·;no á demostrar lo impo~ib]e de la
c011Clni5ta de E~p;¡;¡a, aI1l1'1"" l()s franceses se al'0demron de Zara¡¡or.a
f Gerona, ,l~<l'uc< de un horroroso y l"olon::;udo sitio. 1~ 11 l:t ue 181 0
ap"n"(en pcrfcctlnlcnte o~ani7.,,,hn $<' is ejercitO!;, ]0>. tle la derecha,
ir.1uierda, (<:nlro, re;;er\'a, <.'xpedidonario y el de los ¡¡Ii¡¡dos ingleses,
l'''r!ngneses y .'''il;:11I05, que si bien ,krrota,jos en lJdés, V;¡!ls y Melle.
]liD, 10:ua:0l1 complda re"'1I1ch~ en Talncr,\ y T J.nl~111e¡¡. Las camJla·
ú,,-. ,le ¡S 11 Y ¡ 8 1~ se hicieron mC111<1I.,.LJes por [ 0.5 "iclorias de Al·
lluC"\ y Ar'lpiles: esta última oc;\:;i"n" la fuga de Jo"é Bon:<p:\fte h~cia
Valelld;¡ }" In rclir:¡,la lIe los franceses h~sla la Tiller" lid Ebro.
Rechazado el enemigo tle ~U3 po.,kioocs del I'isllerg-J. y del D uero,
mucha h~cia Vitori" (¡S13) ,1"nJe ~s complclamenl,; dcrrol~,l o I'0r
Wdlingl6n: á este dcsc"lallro sibu" el dc S.,1I ~I;c-ciar. y los france~c~
cvaeu;¡n ,;: E~¡,J.na. Como ~i e~lo fuese poco, lo. ,,1;:ldos penetran e"
Fmncia y oblicuen alli la, ,'iclorias do.: (jnhc/" Ai" >. T..,losa. A~i ,·i"..,
:i termin arse: esta IlIcha el! b cllal lo., e 5p~ll.oles admimwn al 111l11ulu
consu eonst~ndny .-alor ejelnplJ.T.
:'liel1lras que :i b SQmbra de c,ld ~ "Idea, de cada ru~a u tic ~.Ida
3Ú ¡

arho! def~Ddían lo. espai\olCi palmo á palrllo el territorio, las Corte~


se reUDen en la isla de LeGD (!31O) y comiellzan su:; ,c,iones bajo el
caMn dd enemigo, el 18 de /II"r7.0 de 18 12 se promulga cn Cádiz In
Con_,>titLlción, c6digo inapreciable que encierra en su. capitulo. todJ. la
or¡:a nización del si.tema reprc.ent ati\·o.

L ECCI6N LXVI.

.\ i:J. caida de Napole6n vueh-e F ernando vn á E.palia, y hace 'u


entradacn Madrid el 13 de :/Ilayo de ¡814' S \I primer acto político e.'l
re,tablecer la Monarquía absohlta, cste hecho trajo COmO collsecuencia,
andando el tiempo, la organ i,.aci(jn de la, So~ iedades secreta .. y la Sil·
hlcvaci(in de las Cabclas de San Juan (IS20). Como el movimiento
cundiese por toda~ ]lartc~, Fernando VI[ rc;; tablc ce la COll3tiluci6n
de 1812 .
La segunda épOca comtilucional se di,lingue por la lucha entre
absolutistas r li berales: lo, 111()lmrc~s <le la Sanlll Alianza envían"
E spai\a un ejército de 100.000 hombres (1823), los cuales toman
i Cádi" por asalto, disu eh'~n las Corte~ y re,lauran d absol ut i.mo.
Casa Fernando VII con ~[aría Crislina, y publica la Pragmática
,ancl611 ( 1830) abrogando la Ley sálica; muere el rey á los lre. afios,
y le hereda su hija Ts",bc1 n, oe menor edad, bajo la regencia de Cris·
tina, en tanto que los absolllli~las proclaman á CarIo. V, y estalla la
guerra civil, terminada (1839) en el convenio de Vergar:>..
Los principales succ,os polí ticos de este pcriodo flleran la promul.
gación del Estatuto rcal, la matanza de los Frailes, la dei;:>.moltizacióll,
ecl esiástica, la subleyaci6n de la Granj", la Consti tución nnel'a ( 1337)
)' la mayor edad de la reina (1844).
Desde esta fecha hasta la de 1868 rigierol! los destino~ de Espaiil<
tre. parlido:; politicos: el moderado, que ¡oodific6 la Constitución
( 1~45 ) , verific6 importantes reformas en Hacienda, y convino el
Concordato con la Sanla Sede; el progresisla, q\\e duró un bienio; y
la unión liberal, q\1e dió par. al Reino, desarrolló lo.> i n tcrese~ nlOrale,;
y m~t~riules dd país y realiz61a gloriosa guerra de Africa.
La reacción de! partido moderado hace estalbr la Rc\'olución d~
Septiem bre ( 1868): las Cortes constimyenlcs redactan Una Constitu·
don ( . 569); los tmonjos ,le "rim tmen la diuU8.i" ,le Saboya, ]lf:1U
Amatleo I renuncia,. se
I';,vía, despnés del golpe
p rocl:UU:I la Rep,lolica ( . 8i3). El general
de .; de Enero, t onstituye un Gobierno pro·
,i~¡ona¡ , i ustituido por l:l
ReSb,uradónloorOóniC3 ( . 874) en b ]lf:fWn:t.
.,
de ."Ifonso XII. Mu ere este rey prcmalurnmeute ( . 885) Y hOy:le halta
al frente de la Nación SIl \"iud:l, María Cristina de Hapsburgo, regente
del Reino á nombre de i U hijo Alron~o XIII, de menor ~d ~ d.
ÍNDICE.

L¡:cClo:-r L-¡"Iy()liuuión al Estudio de la Histó,-,,, de Esjalla . '


- DefInición de la Hi,tóri", ole Espana.-Sus relaciones con
la His\óri" universa l. - Importancia de su esll1d io.-Resumen
geográfico: "plicacioncs.- Di visiones cronológicas. -Caracte -
res generales <le '''0;0. Edad. . S

EDAD ANTIGL' A.
LECC ION ll .-Tiempo.r prrhúlórit",. - Tradióones relativa~ .:
105 Aborígenes <le E SJlllfta. _ Su importancia. - Los I bero.,
'" origen, costumbres y ('n!tura. _ Principales tribus iberas. -
Los Celtas: su origen, costumbres y ~llltura.-Principales tri·
bus ce!tas.-Los Cdtíhe ros: Su formación, costumbres y eul·
tnra. -Principales tribus celtíberas. - 1II0JlnmeDlOS que de
este período . e COnSerVan . 13
U:CClOl' lll.-Espafla Fmici" y Gritga. -Llegada de los Fe-
nicios. - Sus principales colonias.-A qllé Se d~dicaron estas
g~ntcs en Espafia.- Su expu lsi6n.- LIega<la de los Griegos
asiátkos. - Sus principales colo uia!. - Carácter de la coloni·
zadón griega. 18
J"ECCJO~ IV.-Espolla CartagilUso . - Interven ción de Carlagu
en los a,unlos de Espana. - Carict~r del p ueblo cartaginés.
- Plaues de conquista: Almi!car llarca.-btolado é l ndort es.
- Sitio <le Beai" y sus consecnencias.-AsdnlbaI: su muert e. Z1
LE CCJO;'¡ V. - AuiLal: "'1 po lítica. - Cansas de la guerr:o de
Sagunto.- ActilUd ue Roma._¡<'iu heróico de Sagunto._
Aniba! en Italia: sus victorias._Batalla de Metauro: sus con·
secuencias para Espana. z,¡.
LECCIO¡'; Vl _ h~ptu]a RomanG .- Intervención de los Rom,.·
nos en Espana. - Escipión el Grande: su brillaute campana.
ludivil y Mandouio.-E'paña conquistada: gobierno de los
l're to res.-CrucJdades de Lúculo y Galva: suh levación d ~ la
Lusitan ia.- Gucrra de Viriato: sucesos priucipal ~s . . 19
LECCION VH.-Gucrra de Numanda: su CaUSa._ ConsuladoJ
de l'ompeyo y Mancino.-Escipión Africano: su sistema de
"!aque.-Último recurso de los numantinos.-Fin hetóico de
b cilldllU. . 33
,8
37 0 lIIST6RIA DE ESPAÑA.

L¡':CC ION vru.-Cau;;,,' de la venida de Sertorio á ESl'afia. -


GllCrra contra Sila: acontecimiento. notal>les.- Traición de
l)erpcn.~ y muerk de Sertorio.-Organización de España du-
ran te estn gl1crra. - Participación de Jos españoles en las
nuevas guerras ci\' iles..
LK(:cto:; lX. - Augm:to' Emperador: paz universal.- GuemlS
cantálJricas: conquista de Lancia.- L:\ Er:t e<p:tñola.- Prin·
cipales vicisitudes de la Espai'in. romall:t dumnte d Imperio.
- Los BirlJnros: su misión histórica. 39
.ECCION X. __ r¡",;/i~ad61l Uflll70/11 (ti la Li!"d ""tígua. - Ele·
mento. que contl"il>.... yeron {i fo ;",nrla._Co lol1izacióu fenicia.
_Colonización griega.-Civilizadó n hispano·romn na .. 43
l.!'.CCION Xl. - EI r;istia"iSi"'~ en Esja,7a,-l'rc dic~c i6n d d
Cristianismo: su propn¡:ación.-Las primeras Iglesia;; y los
primeros 1I1ártires.-Pcrsecución de Dioc1eciano. - Paz de b
Iglesia: concilio, nacionales. - Literatur:t cristiana. --llerejí~s :

EDAD MEDIA.
LKCC10N XTl._E.I}a"1l V,·.rigiJJ",.- T' lleb lo. Bárharosque se es·
tablec~ n ~n E sp:l.ila: Alano" Vánd~lo-, y Snevos.-Ad.\"eni-
miento de los visigodo s: Ataulfo._Sigerico: su fin.- "'alia:
su talento político.-Teodoredo: los Visigodos en la bJtall"
de los Campo, catalalínicos.- TurismnnJo. - Teodorico: im·
portancia de Su reinado. 5I
LECClOX XtlI.-Emico: estab lecimiento definiti,.o de los Visi-
~odos . -Código d e ElIrico.-Alarico: Breviario de Aniuuo.-
Guerra contra Franeia.-Amalarico: nue"a gue rra contra Fran·
cia.-Te udi .. , Teudí.el" y Agila. - Atanagildo: intervcnd,'m
J(: los Impcriale,. - Liuva._ Leovigildo: su pensamiento poll-
tieo. - Guerra civil religiosa. 54
1,!':CC 10S XLV .- l{ecaredo: su conve rsión al Catolicismo.- CoQ-

.
secllcnci". prineipalc•. - Los Concilios de To ledo. - J ,iuva 11:
conj urac ión arriana._ Witcrico: conj uración catÓlica.-G un-
demal"O.-S i ~cb llto: explllsióll de los Judío s y su, ,on.ecU~Il·

LECCIOS XV. - S"intila: sus proyeclos._ Sisenando: importan· "


cia del IV Condlio de Toblo.-Chin tila y Tulga.- Ch.indas·
vint o: unidad legislat iv.1.- Recesvin(0: nuevos proyectos de
fusiÓn.-El e<:ciÓn de Wambu. - Sublevacióll de la V:(sconia
y de la Gália: gótica. _ Primcra ap:trición de 10. mu ,,,¡lmane.
en nuestras costas.- Ab dicaciÓn de \Vamba. _1
LECC TON XVI. - Ervigio: iuA ucnda de la teocracia.-Égica:
,ompil ación de l Fucro-J u7-go -\Viti7-a: sublevaciones contra
el rey.-Ro(lrigo: I:: I.crra civil.-Invasión de Los musulmane~:
Illttalh del Glla<ialete. -Tradiciones acerca de esta inva~ión. G-t
fl>DICI.. 37 1 •

,Ngill':

Lp.ccrON XVII. - Cir ·iliza";(". vis;gc¡/o-HiJpal1a, _ Ll1. Agri-


clIlttlra, la Industria yel Comercio.- La Religión: los Con~i·
Jio, de "['ol"do.- CÓU5Iil\lción soc ial y política._l.egislaciól::
Litemtur'l y Bellas Artes. . , 69
LECCION XVIIL - E sp"nll 1JIum/¡IIII/Itl._Iuv[\sión musulmana:
su causa.- E'pediciones de Tari( y Tarik: batalla del Gua-
dalete.-Rapidez de la conquista.-Rcino de Orihuela. ....cLos
l\tUl.l1.rab es. - Amirato' .le Abde·l-Aziz.- Principales amires
'1M J"~ s\lcedeu._Amirato ~e Yuzuf: difícil situadón de la
Espafia musulmana; _Solucióu del problema: Abde·r·Rdlluáu
bcn /IIo:iwyah. 47
I. I'CC [O:O; XIX.-Abde·r-Rahmán 1: insurrcccioncs.-Gobicrtw
de este Prlncipe. - l-fixem·Ar-Radhi: gucrru civiL- La gran
A Mjama. -AI·BAquem L conspiración de Y ah ya. - Jomada del
foso de Toledo, destrucción del arrabal de Córdoba - Al/de-r·
I~ahmán 11: luella ]{eligiosa._ ~lahomad 1: nuevas i?suITe,,-
c'olles.. 7ti
1.F.CClON XX. - t\bde·I'-Rahm:in ITI: sus viclori a's. -C..>!l~~gra­
ción del primer Califa cordobés.- Estado anirquico d¡:1 reino .
Grande"", de la Espafia mll';ulmana.-AI·J-Iáquem 11 al_Mo·
lausir: su caricter. - Siglo de oro de la civilización arábigo-
espaflola. . . . . '. . . . . . : . . . . . . $2
I.ECCION XXI. - Hixem II; triunfos de Abu·Ami r_Mohamad. _
llalalla de Calatailazor.-Rñpida decadencia del Califato: 511
disolución.-J{eycs"ae Taifa,;.-Almoravidcs y AIIIlOhadé.s. -
Reyes 'l:.lseries de Grauada. . . . . . .' . . . . . $6
! ,llCCION XXIl.- Civi/i~ariJ" arábigo-hispana. _ Agricultura, In-
• du~tria y Comer~io. - Literatura y Cienci:... -La Unh'crsidad
de C(mloIJa. - l'rincipales mOll\\"1entos :mibigo·hispanos.-
Org:,ni~ación política}' social. 9'0
I,I\CCION XXIlí._Los J",¡fo; m Espana. - LIcgada de 10sJu-
llíos á ESpaila.-Sus vicisitudes bajo la dom'inacióll '·;sigoda.
Sil situación en la Espaila musulmana.- Cóluo fueron consi-
derados en las monarqu ías "cristianas._Exl'utriacióo perp¿-
tua de e,la raza. - Civilizációll judnico.espa'10!a: litcr:l turu
rabínica. ..... . 94
J .I::CCIQ~ XX¡V.-R,r';"'I"isfll crisf;(lna. - (RlCIJIII¡tlisla uisti,¡-
/1" w As/,¡riM)._Batalla de Cov,adonga: origen del reino de
Astúrias.-Proclmunción de Pc1ayo.-Alfonso el Católico:
SIIS brillanles campafl:l.'l.-F"ruela: sublcvaciónes.-Reyes ma·
hmentc ll amádos IISurpadores.-Bennudo J; sUabclicación. 93
L¡;eCJON XXV. - AHolUo Il: sus victorias.-El sepulcro del
apó,tol Saniiago.- Ramiro l : snb levacioncs. - Victoria de
AILdd a._Co uatos de invasión nOTlnanda.~Ordollo 1: L~t\,.
IIR de Cla\"ijo.-Alfollso 111: sus lo rillanteS expediciones . ~
S .¡ble,-acionc_" abdicadó:l .Id rey . J()2
lU STÓRIA D E 1IS1',,!i:A.
31'

L ECCIO!i XXVI. - Reillo de León: Garela 1.-0rdono TI: bata.


llas de San Esteb~n de Gorma. y de Vn.ldejnnquera.-l"llD.
dación de la Catedral leonesa.-.I'ruela H.-Alfonso IV: su
abdicación.-Ram iro TI: batalla de Sim allc:as.-Ordono IJI:
com pl icaciooes con Ca.~tilla. -Sallcb.o 1: planes del conde
Fernáu Gondlcz.-Ord ol'lo ¡V.-Sancho I en r.(¡rdol¡a, _
RestauradOn del rey: su mu erte. 105
Lr-<.:c lo!i XXVIl._Ramiro \11: primera regencia en León. _
Mayor edad del rey: Su iogradtud.-Bermudo 11: \'ictori:u de
Alman lo r. - A! fonso V: lo~ !luenos }<' lIcro •.- Sitio de Viseo r
muerte de! rey. _Bermudo 11[: ind epende ncia del condado
de CastiUM.-Qllé había sido esle condado. 10<}
Lu<;lO ~ XXV HI.-Fernando 1: Concilio de COyalll. .. -Gue·
lT:l. con Navo.rra._G uerras y eonquistas.- Partición de! rein o.
-San ~ho 11: Guerra civil.-Sitio de Z'llnOm: nlncrte del rq. 113
J.ECCIO~ XXIX.-Alfonso VI en León: jum de S~nt~ (;~dea.­
El Cid Ülmpeador. -Conquista de Toledo. - Cnltlbio del rito
g ótico por el rOlnano. - Invasió n de los Almoravides: ba talla
d e üclés.-Indcpen deucia del con dad " de Port"¡:-al. lIÓ
LEcclON XXX.-Dona Urrac a: su n.atrimon;o con el rey de
Aracón -Sus con.seeuencias._ Alfonro VII: $U victorias._
A!folliO VII empem<lor.- Scparación de León y Ca sti!la._
Sancho Ul de Castil ln. -Las Ordene s militares. 120
L ItCCION XXXI.-Alfonso VIII de Castilla: su menor edad. -
Mayor edad del rey: victorias contra 105 musulman e '.-Los
Almohad es: derrot'l de Alart:o~.-Cnm.. da contr~ los Almoha·
des: batalla d e las Nava~. - Aparición de las Uni v~l"5idades y
de IflS Cortes._En rique I y dalla Hc renguela.-Abdicadóll
de la rein a. . 123
LECCIO~ XXX. ll.-Femando TIT: llIlión definili'·a de León y
Casti11 a. - C'ltnp ~l\a contla Córdoba: co nquista de esta ci u·
d.w.. - Fundación del rdllo d e Granad a.-Conquista de Se·
villa._Reforrn H administrativa.s. 1 27
L I!.CC[OS XXXIlI.-Alfonso X: suspensión de 1" guerra contra
los mumlmanes.- l'relcnsioo e! á la corolm de Alemani a.-
Inva"ión de los Benimerines: muerte de D. Fenmndo.- D. San·
cho: consecuencias de su victoria.-Al'onso X eu las Cortes
de Se,·ilIa. - Guerrn ~ivil._AI'on'<O X como Sábio. I ~?
1,ECcIOS XXX1V. _Sn.nchi> I V: nCl itud de los nohl<,s.- Cortes
de AlfaTo._Conqui~t" d e Tarifa, GUlmán el Bllenn.- l'cr·
nando IV: Recencia d e donn. Mad a de Molio:l. - Tngr.üitud
del rey. -Conquista de Gibralta r.-L05 Carv~jalC'S: muerte
dd rey. 133
L uCroN XXXV.-I\lfoMo XI: COn"cj o de Re¡::encia.-Go·
bierno del rey.-Los Iknim t rines: batalla del :")atado.-Pe-
drn 1: actitud de los nobl es._Cortc$ de Valb.dolid.-Suble-
íXVlclt. 3/J

"aci"a de don Enrique.-lItatdmoniu ,Iel rey: sus COMeeuen·


cias._Nuevas 5uhlevacione~: muerte de Pedro J. 137
I.I(C<,:IO:< XXXVI. - Enrique H: su (>Olítica.-Guerras c~teriores.
- JUln 1: complicaciones con I'ort"g~l. _ Cre"ción del
Principado de As t '¡riJs.-l'rcpondemnó~ del I~SI,\du llano.-
Enrique Il[: Su br<l:I'e reinado. 14~
I. V.CCIOX XXXVI l. - Juan 11 : conducu de los nohles,-Mayor
cd:HI del rey: don Alvaro dc Luna. - Conjuracióo d~ la no·
ble/.a.-Gucrr.• conlr~ 10l musul:n\nc.: bll:dh de [ ligue·
rucla.-Nu!w.s agil.lcione1 intcriore~. _Caumicnto del rey:
muerte de don Alvolro.. q 6
Lt;cclO:"< XXXVI[L-Eoriqne 1": estado del reipo.-I.a Del·
¡",,"eja: co",lucta de E<lrique IV.-Junta d~ Avih: batalla
d e Olmedo.-Convenio de Gui$.lnt!o,-) Iucrtc del rey: pro'
cb rn"ción de Isahel 1. 150
L,,;cclo;o: XXX IX. -(Nu,,"quiJt'l rristi<lml (JI N""arr,,)- Ori·
gen de la nlonarqul.\ nWJTTo.~.T.lgone.;;a. -t:: l fuero de So.
b"""be.-Sancho Garcés Ab )rea: ¡¡"talla d~ Val"Ie-Junqu.ra.
-Sancho I11: agr~g"ción d~ C.•stilla.-I:: I Cuero de N~jera.
_ 1'''Ttidón del reinn. - C .• reí'l lV: luch:u con C:lstilJ,,-
Sancho IV; sn m',erte. . '53
I.!I;C<:I()"I XL. -:-hv,lrr" y ,\r,,)::ó<I unido:;: parbmcnlo de Pam '
plom,. - Sanchn VI y S:UlCrtO V¡¡ _ Rc'um~n general tle
e_te reino duranle la dinl ~li . de C!larnl"gnc.-La ~avarra
provind" ,I~ l.. nlon,rq"i \ fr"ni:~Sol. - Din ,~('f,l d~ E'·reu". 156
1.';~CIO "I XI.I. - J1I11I! : di'su<to ,le lo; I'u." l o"- ~I,, .. rte de b
reina: ¡;:nerr.\ ci,·il.-ln.urrccci6<lI:cner.ll: mucrle del prlncipe
de Viana.-Envtue,n",iento de dO;b Blanc.l. -S"blcvación
de C'lallu'la: muerte dd rcy. _;'¡ a'·olrr~ conql1i:;;b,\,( por Fer·
nando V. . 16[
L t::cc[o."¡ XI..II .-(J.'uoJlquÍJIII (I'iJti'1II<1 (/l .11'<1<;.:,,).- f{ '''lliro 1:
~nerra contra 'o~ mu",1,n.tllts. - Sancho R~llllre1,,-Ulli",u de
j\'a\·~rra.-Compilaci"n ,lel F llero de ."obr:,,·~, ~. - l'c<1ro 1:
conqllist:l de Ilnesc".-Alfotlso 1: con4'Ji.1t.\ de Z,rago~a _
llrillante e.~p"didÓn CODtr:.. ¡\mhluda _ _j~ ,miro JI. sep~ r.lcióu
de i'\av:lrn.-Mltri,"onio y abdicadó.l ,Id re)'._ T!',ulidón
<.l e la ,"\lIlp~n :l <.le J I"esc\.. 165
I.F.CC10~ XI.III.- Alf<.>nso 1[, e"ti:",m'!cdnl,"nlo,H ",ino - l'e·
.Iro 11: illCcud~ciun de s,,~ E ,["lo •. U·n .• llnde 1:" Xll":lS. -
r:~'err.l ,\ ~ Jo, .\Ih¡¡:;~n ;0.;: m\lert~ ,Id r"Y.-J.¡j",~ t: S~I minori.
,hd. _(;""rr,,s }' C~Il<JlIi';la.~.-J~i", · I ':o·,H, Ic::j~I.HI"r. como
sábio y co,uo cristj.~no.-l'edru 111 : c:""I',i\IA d~ Skiti:l._
Gu~rrJ COntr.l Fr.",cI.L-J::ll'ri"'lc,,:iv ;::~n~':ll. 1601
Lttcc lut> XLlV. _~.·\ l fo,,;o IU: d I'ri \'iI~t:"io ,le 1" Unión, _ Cuno
'l'coio de T arascó" - Jaime 11, cO\llplic.acione~ ~II Sicili~ .. -
C¿talaDeS 1 Ar ..gonc=>I:S en Lex:lIlte. _ Alfollso IV: repre"'!nt.·
374 HlSTÓ&IA DE ESPAÑA.

r ;~i"".

ciuo popular en Valenci".~Pedro IV, ancxi6n de las n"l e:l'


re~. ~Guerr" ,le la ll niúll. -Jllan 1 y Martin J , ~ Co mpr0111i,u

f de Caspc , ~ ~'ern"mlo 1, ~i sma d" Occidente . ~ Alrol l so V,


conqubta de Kápoles. -J\l~n 1I y rernando v. .
i .ECC!O~ Xl.V. - (Ru~"q"Í!111 rrisfi",,,, OJ Caff¡f¡O¡,,).-O rigen
del Cond"do de Ihrcc lona. - Sn indel'cmlcnci:t con Wi lfl'cd o r.
1 i5

"'- Borrel1 10 conquist:ts á los lIlusulm:\lIeS. - llorrell lT: exclII-


siones de ¡\lman1.Or.- Ramóo Dorre)! I y RalllCIlI nerenguer l. ¡ .so
LECCIOl'> X I.V I. - RamÓn llercngucr TI: sus conq!1istas.-Có·
d if:o de los Usaje.,. - llercngucr Ramón T y Ramón Beren-
gucr IH. - RamÓn nerenguer IV: guerra de b .. Ihleares.-
Ramón llerenguer y, corle" de Bal'ba,tro. 183
LECC!O:-: XLYIl.-Rt)'u ", . tJficos. - Aeomodamiento entre ha-
bc11 y d011 f'ern~ndo. - GII(:rra ci\"Íl, ulli611 de CJ.stilla y
AT2g6n. - Un id ad política y sod~l. - Unidad re ligiosa: la ¡u·
quisiciÓn._Uni(]ad nacional, conquista de Granad". I!)(j
Lt:cc!o:-> XLVUL - EI l\llevo Mundo, Crbtobal Colón. - Colón
en la Rábida y ante los Reye, Católicos.- Colóu en Sula·
manca: nl'¡;O notnbilisimo <le babel J. - Prim er "iaje: ¡'ficrra!
- Segundo y tercer viajc. - Cuarto viaje: mnerte dc Col6n. l'jO
~I':CeION Xl.l X. - Gucrru dc Nápolc •. -Col1\·cnio ~lItrc Luis Xl [
Y Fernando V, .• u rOOlpim ienlo , _Triunfo~ dd Gran Capilan ,
sus famosas cuenta".-··M lI~ rle de Isabel la C"tóliea, su les·
¡~mento. - Regcncia de F ernando V, I,roye~tos de I·'elipe el
Hcnllo,o. - Expedieiúll ,,1 Africa. - -COll'luista de Nayarr".
TeSlaUlCnl o y muerte de I'ermul< \o el Cat6Iico.-Regencia
,\el Cardenal Ci'lIeros. 195
I.ECCI OS 1.. _ C¡,,¡lio,,"¡Úu hi;I!il,,~·(/"ist;"/lI,, - Org'llli"aciÓn po·
. l:tiea y ~[)dal.~Al!riCIl1t llra, Tn,l llstria y Comercio._Cnltllr:1.
inlc\cdnal.-Cultllm artí:;tim. _ zO!

ED/IlJ ¡" IODI~ ¡":'N ." .

tl.-1." m,warqll/,' "bs~¡II"'. ~ C~", de .\u,¡ r; ~,


•t:CCLlJ;o.; Cal'-
Jo~L - Cortes de Valladolid. Zaragoza y Hnr~do!ln . -- C ,,,lo.
EIIlp'erador de Ale m:tuia, Cortes de Salllil;;'o y Curll íb. -
C uerra de l:t'i Com ullidadc" dcs,l,trc d~ Vil!ahr.~ Las Ger·
manía< ~II Va lcuóa. z09
J: ,"CCION J.II .-Ri,·"lid"d enlre Car!u~ 1 y .Frallcis<:o l. - Pri '
mera guerra, lmla do <.le i), lad ri ;l.~Lig:t Cleme ntill;\: ';"'tlle0 ,le
Rom". - Scgunda ;:lIerra: paz de lB 0"10:1'.- T~rcer:\ g"llcrm:
tregua d~ Niza. - C""rta !;'''~fTa, p"z de Crc"!,,- ~¡3
.ECCTON J.rll. - Guerra contra lo, Bcrberisco. : expe,liciolle; de
T,ínez y ArgeL- Cúrlos I y los Rdorou;¡ dores al~mJ.nes . ~
Cou<lnista.< en América' l!erll:in Cort¿s y Francisco l'i.arro.

r
[NOICE. 375

~ Los a.1IUIOs interiores ~n la l'enínsul:t. ~Abd icad6n de


Cárlos 1: su muerle. . . . . . . 2J7
LECC10:-; LIV.-Felipe 1I: extell'ii6n de la mon:l.rquía espanola.
- Guerra con Francia: paz de Chalcal1 -Ca,)lbr~si •. - EI Es.
e oTi.al. ~Camp"tla conlra los lIerberiscos.- Expul.iún de los
moriscos.-Guerm contra los Turcos: h:tl~lhl. de Lepan lu. -.
Couquista de Portugal._La Arm?o.da il¡;·ellcibk. n3
LECCION LV._TnSllrreeciull de los l'aises-TI",jos: el com promiso
dc Brcua. -Gobiernos de Alha, Req Ll esens, ) uall de Austria.
)' Fa rnes io. - Indepen¡]encia de e., te pais.- La RcfoTlll:l. en
~"pana. 228
L ECC IQX LVl,-l'oHlic:l. interi or de ¡ieli pe llo _ Anlo nio P¿rel,:
su procew. - Dc'itruecivn de l:ts libertades aragone,~ •.- Pro.
CeSo del Príncipe <Ion Carlos._Muerte del rey: p:l.r~lclo ello
tre C"r1os 1)' .Felipe llo ~33
LECC ION LVIl. - Felipe 111: Su carácter- Privanr.a d el duq ue
de Lerma._ G\\erraHex teriore •. - CoDjuraci611 de Venee ia. -
Expulsión de lo:¡ morisco<. - Conquistas en AnH'ri ca y Asia. 239
Ll·:cc w;-' LYIII.-Felipe TI,!: s\\ c,mlc lcr. _ Pri,·anza de Oliva-
res: su pensamiento pOlíli~o.-lII~did[l.s d~ gobierno. - G u~rra
con Holanda._Glle'·ra con Fr:\nci:l..- Sublevación de Cata·
lllila.- Lcvan tamiento de Porlng:Ü.-lnsulTccci6n de !\ápoles
y Sicilia.-1I1ucrte de l"cli pe IV.. 244
LECC TOI' LlX.-Carlos 11: S ll menor ed:\d.- Gucrra Con Port u·
ga1. - lIIayor edad d91 ",)·. -G \\~rra con Fra!lcia.~Tratados
de la Haya y de Lonures.- I'lIrigas di plomtílieas.-Tcst,,·
mento y muerte <.le Carlos Ir.. 250
LECCWN LX._Casa de Bor bon: Felipe V. - Gllerra de sucesión:
tratado de Ut reeh.-Ley Stílica.-PoIítiea de Alberoni: la
Clládrup le Alian7.a.-Abd ic:l.ción dd rey: Luis J.-El minis·
tro R iperdá.-Conqui,ta de SieiEa y Ntípol es. 255
LECCIO'I LXJ. -Fcrnando VI: congreso de Aquisgrán. - ])olí.
tiea de Fernando VI. - ;"'luerte del rey. 259
LIiCCIO;o; LXI I.- Carlo~ ITI : el Pacto de familia. - Guerra con·
tra los inglcscs.- Renovación de las hostil idades -Gobierno
interior: reformas y mejoras _lIlotín coutra Esq llilaehe.- E x-
pulsi6n de losJesuilas.-Renacimiento de lo~ intere5es mora·
Ie~ y malcrialcs.- 1IIucrte dd rey . 261
LI¡(;cIOX LXIlJ. - Carlos IV: la I{e"olución francesa y Godoy._
Trat"do de San lIdefonso: Guerra contra Jos Ingle.es. -Tm,
I ~d o de Fonta inel>!c:"" invasión fralleesa. - Motin de Aran-
jnc", ,\b,licación (lel r~y._E~t:l(lo del pais. - Los reye. en
Francia. . . :l6S
LECC10." LXIV·.-(Ch"·'i::llci';,, esjlli¡,¡lt, dunw" estt jtríodo)-
Los Au stria5: grandela y dee:l.d~ncia. - La, Belbg Arles. -
Cienei~, r Lit~ra t nrl.- T. o, fh)rl,one,: Renaei lniellto de lo,
lIIST6i:IA DE ESI'ARA.

inle~scs malcri~lcs. _ 1n~t ¡tuciones cicutíficlIs.-Celehridades


del TCilllldo deCulO$ I n.. :t i l
l;r.CClO N LXV.-La ¡llo"''''quílJ Co#slil/lcill#l/ f.- Gllerra de
la Independencia: el dos de Mayo.-Ab..a miell to de l:u; Pro--
,.incias.-Calup:lila tle I80S: loalalla de Bailéll. _Campafia
.le ISO!): n:lldición de Zara:::oza y GerOna. - C~palia
tic IS IO: apertllf'l. da las Cortes.-Campalia de IS II : lo,,·
talla de 1\ Ibuem.-Carnpana de I S 1:Z : b.lIallll de Arapiles. -
Promulgación de la Cooslitución.- Campana de IS I3 : loa-
tal1:'5 d e Vitoria y San l\l:lrcial. . 277
1.EcclQ!,> LXVI.-Femando VU.-lteacciólI ab501utista.-Se-
gunda époc.i constituciullal: b. Sanl:!. Aliallu __ I_1. Pral!má·
(iCll sam;i(m._Tsabd 11: gucrm civil.-- La$ Regcllci!l$.- Ma.
yor ed:ad de la rcill!l: sucesos nolat.les._R",·oluctólI ue
Septic,ñ bre: hedwi principales hasta la R."t».uraciún. -
Al fonllO XII· su pTCmalUI"II. muerte . . :zSS
r;oncordallcias cronológicas entre la Espai'la musulmaoa y lo.~
E$tadoo cnsliall~ durall!" el periodo;> de la nC(X)nquislll. 290
Resumeu de l:!. Hi>túria de Espana. 29S

NOTA. En las piginas '53 , 55, 57 , 59, 61,63 , 65 , 67 , 69 , 71,


75 , 77, 79, 81 , 83, 85 , 87 • 89, 91 , 93 , 95 , aparece EDAD ANTIGUA,
debiendo de ser EDAD MEDIA.

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