Está en la página 1de 4

Economía circular

lunes, 15 de julio de 2019

Ignacio HojasPresidente de Unilever Middle Americas

EEn los últimos años hablar de economía circular, desechos, plástico y océanos,
se ha convertido en tendencia mundial. Economía circular es un término que nos
da esperanza y miedo a la vez, un cambio de paradigma tan grande que requiere
de un esfuerzo sostenido.

Las compañías están volcando sus estrategias de negocio a la producción y


consumo responsable, y dentro de esto, la circularidad ha tomado papel
protagónico. Y no es para menos: según cálculos de Accenture Strategy, pasar de
la economía lineal a una economía circular baja en carbono tiene potencial para
generar beneficios económicos, sociales y ambientales a nivel mundial por $US4,5
trillones a 2030.

Cuando hablamos específicamente de plásticos, el desperdicio de este material


representa entre $80 y $120 billones de pérdidas para la economía global, según
el Foro Económico Mundial.

En el caso de Colombia, se generan 12 millones de toneladas anuales de


desechos, de los cuales solo se aprovecha 17%. La conciencia generada
especialmente alrededor de los plásticos en la industria de consumo ha hecho que
todos queramos ser parte activa de la solución. En Unilever sabemos que uno de
nuestros principales impactos es el manejo de los empaques después del
consumo. Por eso, a nivel mundial, nos hemos comprometido para que, en 2025,
100% de nuestros empaques sean reutilizables, reciclables o compostables y 25%
de su composición sea procedente de materiales posconsumo.

En Colombia el esfuerzo no ha sido menor. Después de más de un año de


investigación y desarrollo, hemos logrado que desde ahora y para siempre, todas
las botellas del detergente líquido FAB que entren al mercado, estén siendo
fabricadas 100% con plástico recuperado posconsumo. Alineados con objetivo de
hacer y vender marcas con propósito, FAB se convierte en un producto sostenible
por fuera (empaque) y por dentro (formulación biodegradable, sin fosfatos),
fabricado en una de las plantas de detergentes más modernas y eco-eficientes del
mundo en Palmira (cero residuos, circuito cerrado de agua) y lo más importante,
con una comunicación que dista mucho del mensaje tradicional publicitario
enfocado en el beneficio funcional del producto, para apostarle a la generación de
conciencia del consumidor.

Es solo un paso, pero nos anima a seguir experimentando con materiales y


marcas para acercarnos más al modelo circular. A pesar de los esfuerzos de cada
uno, sabemos que esto no será suficiente. La generación de residuos sólidos
podría llegar a 18,47 millones de toneladas en 2030.

Ante este inquietante panorama se hace urgente una pronta articulación desde
todos los frentes y con todos los actores. Si bien ya existen planes en marcha
sobre el manejo responsable de los residuos en materia normativa, el camino por
recorrer es largo y los incentivos aún son pequeños.

La responsabilidad que tenemos como jugadores en la industria atraviesa toda la


cadena, demanda apuestas importantes por la innovación, la revisión de nuestros
procesos, el desarrollo de iniciativas de colaboración con proveedores y clientes,
pero también con otras industrias y gobiernos, hasta llega al consumidor. Con
escenarios adaptados a la realidad del país y claridad, Colombia puede
convertirse en un referente en Latinoamérica en el paso a la economía circular.
Impuesto digital en México
lunes, 15 de julio de 2019

Luis Miguel GonzálezDirector de El Economista

Pemex, IMSS, presupuesto de 2020, mantener la nota con calificadoras,


reposicionar a Hacienda en el gabinete, y con AMLO... están claras las prioridades
de Arturo Herrera. Por eso cabe la pregunta: ¿qué importancia le dará a otros
temas, no urgentes, pero sí estratégicos? Uno de ellos tiene que ver con los
impuestos a los servicios y productos digitales. En la reunión del G20, en Osaka,
éste fue uno de los asuntos más importantes que discutieron los ministros de
Finanzas y sus equipos. Allí estuvieron Carlos Urzúa y Arturo Herrera, en
representación de México. El punto de partida de los gobiernos es que las grandes
empresas tecnológicas están explotando un vacío en la legislación tributaria global
para pagar menos impuestos de los que deberían, en los países en los que
operan. Un recurso que utilizan es tener la oficina central en países de bajos
impuestos, como Irlanda o Luxemburgo.

Muchos países quieren tener ese impuesto digital, pero en la Ocde y en el G20
hay claridad de que se necesita un acuerdo de coordinación global para resolver
de mejor manera el problema. En Osaka, los ministros se comprometieron a tener
un informe con una propuesta para 2020. Mientras tanto, cada país tendrá libertad
para tomar las medidas que considere pertinentes.

En ese contexto, debemos entender la decisión de Francia. Se convirtió en el


primer país en crear un impuesto dirigido contra las grandes tecnológicas. Es una
tasa de 3% que aplicará a empresas que vendan publicidad digital o hagan
comercio electrónico. Sólo pagarán aquellas compañías que facturen más de
US$845 millones a escala global o 25 millones de euros en Francia.

El gobierno francés calcula que sólo 30 empresas pagarán este impuesto, entre
ellas las grandes de EE.UU.: Google, Apple, Facebook y Amazon. También hay
empresas chinas, alemanas, españolas y una sola francesa, Criteo. La
recaudación esperada es de 400 millones de euros en el primer año y 650
millones en 2020.
Francia se fue por la libre, luego de que en el 2018 fracasó un intento de crear un
impuesto digital paneuropeo. En las próximas semanas, otros europeos podrían
aprobar impuestos similares: España y Gran Bretaña están casi listos. Estados
Unidos amenaza con represalias, porque afirma que se trata de una medida
discriminatoria contra sus empresas. Por lo pronto, ha iniciado una investigación
que podría traer sanciones a productos franceses.

¿Qué pasará en México? El PRD presentó una iniciativa para crear un impuesto
digital en 2018 que no tuvo eco. No sería difícil que el asunto vuelva, tomando en
cuenta que los servicios digitales están creciendo a tasas de dos dígitos y el
gobierno necesitará mayores ingresos tributarios. Un factor adicional a considerar
es la presión de los grupos afectados por los disruptores tecnológicos. Un
establecimiento hotelero paga más impuestos y tiene más regulación que Airbnb.
los comerciantes “tradicionales” quieren suelo parejo contra Amazon y los medios
de comunicación resienten el impacto de Google y Facebook en el mercado
publicitario.

Hacienda evalúa el tema y deberá tomar una decisión sobre el impuesto digital.
Quizá lo haga para el presupuesto de 2020. México podría captar más de 5.000
millones de pesos anuales por el impuesto. Es una buena cantidad que serviría
para impulsar emprendedores tecnológicos o para reforzar la ciberseguridad. Todo
suena lógico, pero ¿qué tal si se enoja Trump?

También podría gustarte