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A – Tus desdichas, tierno joven, me lastiman tanto mas cuanto que propia
experiencia, se que es inmenso el dolor que padece, quien cual yo se ve
injustamente privado de un cetro y de una corona.
A – ¿No es cierto, di, Fernando, que siendo la base y único firme sustentáculo
de una bien fundada soberanía la libre, espontanea y deliberada voluntad de
los pueblos en la cesion de sus derechos, el que atropellando este sagrado
principio consiguiese subyugar una nación y ascender al trono sin haber
subido por este sagrado escalon, seria en vez de Rey un tirano a quien las
Naciones darán siempre el epíteto y renombre de usurpador? Sin duda que
confesarlo debes, porque es el poderoso comprobante de la notoria injusticia
el emperador de los franceses.
F - Sea de esto lo que fuere lo que debes saber es que Alejandro 6to cedió
y dono a mis progenitores y sus herederos las Americas.
A – Infiero que el juramento del vasallaje que han prestado al español los
americanos ni la posesión de trescientos años que han logrado aquel en ella,
son titulo suficiente para deberlos dominar. No el juramente, porque no
debiendo haber sido mas libre que aquel en que se sacrifica el hombre su
libertad misma (no ha sido sin que lo obligan a alguna), no ha inducido en el
americano el violento y cautivo que ha prestado al español, si el terror que
ha inspirado en ella la ferocidad de aquel: el miedo de ser victimas
sangrientas de su despotismo; la terrible situación de ser destituidos de armas
para defenderse; el ver depositada la fuerza en solos los españoles y en ellos
solos reunida la autoridad es el cautivo principio de donde nace su
compromiso; y si no, respondedme ¿de donde resulta la nulidad del vasallaje
que han prestado los habitantes de la península al francés emperador? Sin
duda de la fuerza que les infiero la imposibilidad de resistir. Pero cuando este
juramento fuese libre y espontaneo, no fu como tengo dicho bajo de la tacita
e indispensable condición de que los monarcas españoles las mirasen con
amor y felicitasen su patria. Y bien: ¿en donde esta la felicidad? ¿En la
ignorancia que han fomentado en la America, en la tenaz porfia y vigilante
empeño de impedir a Minerva el transito del océano y de sujetarla en solas
las orillas del Tamesis y del Sena? ¿En tenerlos gimiendo bajo del insoportable
peso de la miseria en medio mismo de las riquezas y tesoros que les ofrece
la amada Patria? ¿En haberlos destituido de todo empleo, en haber privado su
comercio e impedido sus manufacturas? ¿En el orgullo y despotismo con que
se les trata por el español mas grosero? ¿En haberlos últimamente abatido y
degradado hasta el nivel de las bestias? Si, en estas consisten las felicidades
que les ha prodigado la España y de aquí mismo la nulidad de sus votos. Si
de la dominación de trescientos años quereis valeros para justificar la
usurpación, debéis confesar primero que la nación española cometio un
terrible atentado cuando después de ochocientos años que se sujeto a los
moros, consiguió sacudir el yugo. Debéis responder a la misma España,
Francia e Inglaterra que después de haber sufrido una dilatada serie de años
la dominación de los romanos restablecieron al fin su libertad y merecieron
los elogios de toda su posterioridad. ¿Quieres que cuando la España por (su)
manifiesto castigo del brazo vengador del omnipotente sufre en su ruina y
destrucción la misma muerte que ha hecho experimentar a las Americas
permanezcan y estén sujetos todavía a un Fernando que habla conmigo ahora
en la región de los muertos? ¿Quereis que cuando el cielo les abra la puerta
de la felicidad sean tan insensibles que permitan el pesado yugo de otra
nación? ¿No es cierto que cuando a la convulsion universal de la metrópoli y
del terrible contagio de la entrega llegara sin duda hasta la America deben
aspirar a vivir independientes?