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Felices por Siempre Regencia 01
¿Qué hará falta para conquistar su corazón una vez más, para hacer
que se enamore de él de nuevo?
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Felices por Siempre Regencia 01
Prólogo
Traducción Tutty
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Agnes se rio. —Le ruego me perdone, milord, pero no fui yo quien hizo
las reglas.
—¿Reglas?
—No pretenda ser ignorante de las reglas no escritas de la sociedad—
respondió Agnes, con un tono de voz más agudo de lo que hubiera
esperado. —Pregúntale a cualquiera, no hay nada en mí que sea
recomendable para usted, por lo tanto...
De repente, la acercó, sus ojos verdes buscando los de ella. —Entonces
están equivocados— gruñó, usando un tono defensivo en su voz que le
robó el aliento.
Parpadeando, ella lo miró fijamente. —No puede ser sincero—,
susurró Agnes, esperando convencerse a sí misma tanto como a él. —Está
bailando conmigo por una apuesta, una jugarreta o...
—Bailo contigo porque quiero —respondió, con la mirada
determinada de sus ojos mientras se aferraba a la de ella, — y cualquiera
que no pueda ver eso debe ser ciego, sordo y mudo porque todo lo que
hace y dice habla bien de usted.
Agnes lo miró fijamente como si la hubiera golpeado. Sus rodillas se
habían convertido en agua, y le permitió que la sacara de la pista de baile
sin ninguna resistencia.
—Tome, beba esto—, dijo Lord Wentford, dándole un refresco. —
Está pálida.
Bebiendo a sorbos su bebida, Agnes hizo todo lo posible por recuperar
la compostura, molesta consigo misma porque había logrado alterar su
equilibrio con tanta facilidad. —Las falsedades hacen eso.
—¿Falsedades? — exigió, un toque de ira en su voz mientras se ponía
delante de ella. Luego suspiró como si la comprensión le hubiese
encontrado de repente. —Crea lo que quiera — dijo mientras una sonrisa
burlona volvía a su cara —pero considérese advertida de que cualquier
resistencia por su parte solo fortalecerá mi resolución.
—¿Su resolución? ¿Ah…hacer qué?
—A casarme con usted.
Incapaz de evitarlo, Agnes sintió que su mandíbula caía. —Debe estar
loco— balbuceó, mirándolo fijamente como si acabara de declarar su
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intención de viajar a la luna. —Un hombre como usted no se casa con una
mujer como yo.
Esa molesta risita volvió a retumbar en su garganta mientras se acercaba,
su mirada se iluminó por el desafío. —Lo hace si sabe lo que le conviene—
susurró Lord Wentford. —Vamos, Nessa, dé un salto de fe conmigo.
—¿Nessa?
—¿No le gusta?
Agnes tragó mientras la cabeza le daba vueltas sobre los hombros. —Yo
no he dicho eso.
—Bueno, entonces ¿cuál es tu respuesta?
— ¿Mi respuesta? Yo…— Sacudiendo la cabeza, Agnes dio un paso atrás.
—No puede hablar en serio, milord, y me niego a que me tomen el pelo.
Al no permitirle que se alejara, Lord Wentford la siguió. —Llámame
Grant y, sí, nunca he hablado más en serio en mi vida.
—No le creo.
Su mirada se iluminó con maldad. —¿Quiere hacer una apuesta?
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Felices por Siempre Regencia 01
Capítulo Uno
La Esposa Equivocada
Traducción Tutty
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del accidente. El corazón de Grant había sufrido mucho al verla así, y nunca
en su vida se había sentido más impotente que en esos momentos.
Habían pasado casi tres años desde entonces, y Milly había aprendido a
reír de nuevo mientras los recuerdos de su madre se atenuaban lentamente.
El pensamiento de que Milly estaba olvidando lentamente, día a día, a la
mujer que la había traído a este mundo, la mujer que la había sostenido y
cuidado y que la amaba con cada fibra de su ser, trajo un dolor renovado al
corazón de Grant. Pero él no deseaba que Milly permaneciera triste.
Así que finalmente aceptó casarse de nuevo.
No a amar de nuevo.
Sino a seguir adelante.
—¿Por qué el sol se pone tan tarde en verano? — Milly preguntó mientras
hacía lo posible por untarle mantequilla a su tostada, con su pequeña mano
apretando el cuchillo. —Ya no veo las estrellas. Abuelo, ¿por qué no puedo
ver las estrellas en verano?
Sonriendo a su nieta, Maynard Bottombrook dejó su taza de té. —Bueno,
eso tiene que ver con el eje de la tierra, querida. Verás...— Y se lanzó a una
explicación científica que hizo fruncir el ceño a la frente joven de Milly.
Grant les sonrió.
Desde el primer momento, Grant se había encariñado con el padre de
Nessa, un hombre al que nada le importaba en la vida aparte de su querida
hija y su amor por la ciencia. Como su madre había muerto al dar a luz, Nessa
había insistido en que su padre viniera a vivir con ellos después de que ella
finalmente aceptara su decimoséptima propuesta de matrimonio. ¿O había
sido su decimoctavo? No, había sido su decimoséptima propuesta.
Grant se frotó la sien, preguntándose si un día también perdería todos
esos queridos recuerdos de Nessa.
—Ella tiene hambre de conocimiento, ¿no es así?— Eugenie comentó
mientras le miraba bajo sus largas pestañas, una tímida sonrisa en sus labios.
—Su curiosidad no tiene límites.
Grant asintió. —Igual que su madre— respondió, deleitándose en cada
uno de los pequeños parecidos entre madre e hija. En cierto modo, era como
si Nessa todavía estuviera aquí.
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entre su madre y su tía, la esposa del hermano menor de su padre. —¿Por qué
abres sus cartas si te molestan tanto?
Levantando la mirada, su madre le miró fijamente. —También sabría lo
que escribió, ya que sólo conoce un tema.
Grant suspiró, preguntándose por qué su madre estaba tan obsesionada
con la idea de un heredero. En el fondo, Grant siempre había sospechado que
los deseos de su madre de que se volviera a casar no provenían únicamente
de su preocupación por Milly. Durante años, la tía Theodora había estado
haciendo desfilar a sus tres nietos ante su cuñada, insinuando que una vez
que Grant falleciera, el título recaería en su propio hijo y luego pasaría por
su línea a su nieto mayor.
Por supuesto, la madre de Grant estaba indignada. Era una fuente
constante de animosidad entre las dos mujeres.
—Dentro de poco tendré mi propio nieto— escupió mientras sus ojos se
deslizaban sobre Eugenie, algo oscuro que acechaba en sus profundidades,
—y entonces seré yo quien triunfe sobre ella.
Sonrojándose un poco, Eugenie se movió en su asiento antes de enfocar
decididamente su mirada en su hijastra al otro lado de la mesa. Un refugio
seguro en comparación con la furiosa tormenta que descansaba en los ojos
de la viuda.
Grant suspiró profundamente, sabiendo que nada de lo que dijera al
respecto marcaría la más mínima diferencia. Sin embargo, una pequeña y
rencorosa parte de él no pudo evitar la esperanza de que si Eugenie llegara a
quedar embarazada, tendría una hija y no un hijo.
¡Ciertamente le serviría bien a su madre!
Suspirando, Grant se sentó de nuevo en su silla, mirando al pequeño
círculo familiar que le rodeaba. De hecho, tenía buenas razones para
considerarse un hombre afortunado. Y sin embargo, había una parte de él
que se aferraría por siempre y para siempre en imaginarse a Nessa,
preguntándose cómo serían sus vidas si nunca la hubieran perdido.
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Capítulo Dos
Falsa Esperanza
Traducción Tutty
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Capítulo Tres
El Momento de la Verdad
Traducción Tutty
El brillo del sol calentaba su espalda, y la tierra fría, fresca bajo sus
dedos proporcionaba un contraste tranquilizador, que hacía que Marta
se sintiera conectada con él. Arrodillada en el huerto, arrancó pequeñas
briznas de hierba y así se aseguró de que el mundo verde que la rodeaba
floreciera, dando frutos para abastecer la abadía y sus habitantes. Era
algo que había que hacer. Algo que Marta sabía hacer.
Al menos era algo.
Marta. ¿Era ese su nombre?
Desde que llegó a la Abadía de Granville, así había sido. La hermana
Anne lo había elegido para ella dos días después de haber despertado en
el monasterio. Los pescadores la habían sacado del mar, casi ahogada, y
la habían traído a la cercana abadía.
Eso había sido hace tres años.
Tres años desde que su vida había comenzado de nuevo. Antes de
eso, sólo un negro vacío llenaba el corazón y su mente. Por mucho que lo
intentara, no podía recordar su vida anterior. Ni siquiera su propio
nombre.
Al principio, aún tenía la esperanza de que con el tiempo su memoria
regresaría. Hoy en cambio, Marta ya no las albergaba, y con cada día que
pasaba se preguntaba qué debía hacer. ¿Qué sería de ella? ¿Debía
permanecer en la abadía para siempre? Si no, ¿qué otra opción tenía?
Después de todo, no conocía a nadie fuera de allí. Ciertamente, había
algunos conocidos de sus viajes al pueblo, pero nada más. La gente tendía
a contenerse cuando uno no compartía -o no podía compartir- su propia
historia. No intencionadamente, ya que Marta había conocido a mucha
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Capítulo Cuatro
Las Medidas De Una
Vida
Traducción Tutty
Para reclamarla.
Para convencerse a sí mismo de que ella estaba realmente aquí.
En sus brazos.
Viva y sana.
—¡No!
Esa única palabra lo atravesó como un cuchillo, y se congeló cuando ella
se echó hacia atrás, el miedo se le quedó grabado en los ojos. —¡Por favor, ni
siquiera sé quién eres!
Parpadeando, la miró fijamente. Vio que sus ojos estaban abiertos de par
en par. Vio la forma en que ella intentó alejarse, para liberarse de su abrazo.
Vio su confusión, su miedo... pero no podía liberarla.
No podía. ¿Y si ella se desvanecía en el aire? No podía. Tenía que aferrarse
a ella.
Por el rabillo del ojo, Grant vio que alguien se movía, y entonces el
pequeño y bastante delicado cuerpo de la abadesa apareció a su lado.
—Mi lord, entiendo que esta es una situación difícil— dijo en un tono
compasivo, pero al mismo tiempo autoritario, —pero debo insistir en que la
libere—. Suavemente, le puso una mano en el brazo, instándole a hacer lo
que le había ordenado. —No se acuerda de usted, y lo que está haciendo la
asusta. Libérela y podremos hablar.
Apretando los dientes, Grant obligó a sus brazos que obedecieran.
Lentamente, sus músculos se relajaron y pudo ver el alivio de Nessa cuando
finalmente pudo huir de su abrazo. Sus pies la llevaron hacia atrás hasta que
su espalda chocó con la puerta, y alcanzó a la joven monja que había entrado
con ella.
Respirando profundamente, Grant se pasó las manos por el pelo,
recordando lo que ya sabía. Por mucho que deseara que no fuera cierto, sabía
que ella no lo recordaba. Lo había sabido incluso antes de poner un pie en la
abadía. Después de todo, la carta que Maynard había recibido le había
informado de ello.
Sin embargo, nunca esperó encontrarla allí. Ni una sola vez había
contemplado lo que significaría ver a su esposa como una mujer que había
perdido la memoria. En el momento en que se dio vuelta y la encontró de pie
a pocos pasos de distancia, con su pecho subiendo y bajando con cada
respiración, todo se había derrumbado para él.
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Capítulo Cinco
Y Si…
Traducción Tutty
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Nessa suspiró, recordando al joven que decía ser su marido. —Una parte
de mí no le cree.
La frente de su amiga se arrugó hasta fruncir el ceño. —¿Por qué no? ¿Qué
razón tendría para decirte algo que no es verdad?
Nessa se encogió de hombros. —No lo sé, pero... pero cuando lo vi, pensé
que podría ser un hermano menor. Quiero decir, estaba claro que no podía
ser mi padre, así que pensé que quizás tenía un hermano.
—¿Y? — La hermana Anne presionó. —Ahora, sabes que es tu marido—
. Su mano se posó sobre la de Nessa. —¿Qué te preocupa?
Nessa sonrió. —Oh, no sabría por dónde empezar, pero… simplemente
me parece extraño que un hombre como él se haya casado con una mujer
mayor, a menos que haya una buena razón — Se encogió de hombros. —Una
gran fortuna o...
—Amor—, dijo la Hermana Anne, sonriendo. —Para mí, parecía un
hombre muy enamorado.
Nessa tragó mientras el miedo volvía a su corazón.
—Te molesta que él te amé — susurró la hermana Anne, con confusión
en su voz.
Nessa asintió. —Si lo que dice es cierto, encontrarme aquí sólo le
romperá el corazón otra vez.
—¿No sentiste nada? — Preguntó la hermana Anne, con sus ojos
marrones buscando en los de Nessa. —¿Nada? ¿Ni siquiera cuando te
abrazó?
Nessa se encogió de hombros. —Tal vez, pero ¿cómo voy a saber si
realmente he sentido algo porque una parte de mí en el fondo lo recuerda
después de todo o simplemente porque quiero sentir algo tan
desesperadamente que sólo creo que lo hago?—. Una vez más, frotando sus
manos sobre su cara, Nessa suspiró. —Mi cabeza está empezando a girar de
nuevo.
La hermana Anne respiró lentamente, y Nessa casi podía oír a la joven
pensar. Entonces dijo: —Está pensando demasiado, milady —. Otra sonrisa
burlona se dibujó en los rasgos de la joven. —Tal vez sería prudente no
detenerse a pensar demasiado. Tal vez lo que necesitas es regresar con tu
familia y permitir que te den la bienvenida. Quizás necesitas apagar tu mente
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Capitulo Seis
Un Dilema Casi Olvidado
Traducción Shields Michaelis
En su camino a casa, Grant hizo poco más que mirar por la ventana.
En su mente, todavía veía a Nessa, sus cálidos ojos color avellana, su
sonrisa encantadora y esa suave arruga que le llegaba a la nariz cada vez que
estaba disgustada por algo. Una risita retumbó en su garganta, y respiró
hondo, preguntándose cuánto tiempo había pasado desde la última vez que
se había sentido tan completamente satisfecho.
No lo había estado desde Nessa.
No es que no lo supiera antes, pero en el momento en que ella volvió a su
vida después de tres años llena de pérdida y dolor, supo que su felicidad
empezaba y terminaba con ella.
Todo lo que necesitaba era a ella, y nunca permitiría que la arrancaran de
su vida de nuevo.
Y, sin embargo, había una parte de él que todavía no se atrevía a creerlo
—Nessa— susurró en la quietud, pues el único sonido que se escuchaba
era el movimiento de las ruedas del carruaje en la carretera endurecida. —
Nessa.
Solo con pensar en ella, la felicidad lo inundó, y su cabeza cayó hacia
atrás, descansando contra la pared mientras cerraba los ojos. Una vez más,
se imaginó el momento en que había entrado en el estudio de la abadesa, el
momento en que sus ojos habían reparado en ella, el momento en que su
corazón se había regocijado antes de que su mente pudiera entender lo que
había visto. ¿Realmente había estado allí? ¿O había dejado que sus ojos lo
engañaran?
Sin embargo, su calor aún permanecía en él. Sus manos hormiguearon con
el recuerdo de su piel suave contra la suya, la forma en que se había sentido
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Cómo, no podía decirlo. Tendría que pensar en eso más tarde. Ahora,
necesitaba llegar a casa y hablar con Maynard. El hombre merecía saber que
su amada hija todavía estaba viva... y que volvería a casa.
En el momento en que el carruaje se detuvo junto a los escalones
delanteros que conducían a las grandes puertas de doble ala de Wentford
Park, saltó al suelo antes de que su cochero hubiera bajado del carruaje. La
cara de Darby se arrugó en un ceño confundido mientras observaba a Grant
subir los escalones de dos en dos antes de correr por la puerta. Sorprendido,
Brighton tropezó hacia atrás, murmurando una apresurada disculpa por no
abrir la puerta.
—No te preocupes por eso — Grant se apresuró a calmar la mente del
anciano mientras caminaba hacia su estudio, Brighton lo seguía. — Envía a
buscar a mi abogado de inmediato. Es una cuestión de suma importancia.
—Se detuvo frente a la puerta de su estudio. —Y trae al Sr. Bottombrook.
Necesito hablar con él. Es urgente también.
—Ciertamente, milord — murmuró Brighton y luego se alejó
rápidamente con una velocidad que sorprendió a Grant.
Al entrar en su estudio, descubrió que no podía sentarse. Sus
extremidades hormigueaban con la necesidad de moverse y pronto se
encontró paseando arriba y abajo a lo largo del lugar, esperando
ansiosamente la llegada de su suegro. Quizás debería haberlo buscado, pero
Grant no deseaba cruzarse en el camino de nadie en este momento. Primero,
necesitaba hablar con Maynard.
Pasó una pequeña eternidad, pero finalmente escuchó los pasos de su
suegro resonando desde el pasillo. Se movía más rápido de lo que solía
hacerlo, y Grant se preguntó si sabía lo que su yerno tenía que decirle o si...
simplemente tenía esperanza.
Nunca debería haber renunciado a ella.
Al abrir la puerta, Grant se encontró con la mirada azul de su suegro,
amplia e inquisitiva mientras el viejo contenía el aliento. Luego tragó, y el
fantasma de una sonrisa llegó a sus labios. —Es...— Tartamudeó Maynard
cuando extendió las manos y agarró las de Grant. —¿Es ella?
Incapaz de contener su sonrisa por más tiempo, asintió. —Es ella —. Las
lágrimas brotaron de sus ojos, y no se dio cuenta de la palidez de la cara de
su suegro antes de que el viejo se desvaneciera de repente.
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Capítulo Siete
Palabras de Despedida
Traducción Shields Michaelis
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—¡Ouch!
Ante el grito de dolor de su hija, la cabeza de Grant se levantó y él se
apresuró hacia ella. Sin embargo, Eugenie ya la sostenía en sus brazos, con
una suave sonrisa en su rostro mientras inspeccionaba la yema del dedo de
Milly. — Tranquila, pequeña, es solo un pequeño pinchazo. ¿Ves? No hay
sangre Inténtalo de nuevo.
Asintiendo, Milly se inclinó hacia su tarea una vez más, sus pequeños
dedos se movieron con cuidado mientras pasaba la aguja a través de la tela,
tirando del hilo. Inclinando la cabeza hacia un lado, Grant pudo identificar
el comienzo de una hoja. — Muy bien, Milly—, la felicitó, y ella le sonrió.
Un momento después, sus ojos se abrieron como si acabara de notar su
presencia.
—¡Has vuelto! — exclamó, dejó caer el bordado en el sofá a su lado y se
arrojó a sus brazos.
Al atrapar a su preciosa hija, Grant la abrazó con fuerza, deseando poder
decirle que Nessa pronto volvería con ellos. Pero, no era el momento. Miró a
Eugenie, que se había levantado de su lugar en el sofá y caminaba
cuidadosamente hacia ellos, con la misma sonrisa gentil en su rostro que
siempre tenía. —Bienvenido a casa, milord.
Grant asintió hacia ella antes de volver su atención a Milly. —Escucha,
querida, hay algo de lo que necesito hablar con mi mujer. ¿Puedes ir a buscar
a tu abuelo?
Por un momento, las cejas de Milly se arrugaron como si se negara a
obedecerle. Pero después su rostro estalló en una sonrisa y se alejó
rápidamente, saltando mientras avanzaba. Grant sonrió, sabiendo que, si su
madre la viera tan despreocupada, sin duda reprendería a Milly por su
comportamiento poco femenino.
Grant esperaba que su madre estuviera lejos.
—¿Hay pasado algo, milord?
Grant se volvió hacia su esposa y respiró lentamente.
Los ojos grises de Eugenie permanecieron en su rostro, vigilantes y
alertas, y pudo ver que ella sospechaba algo. Nunca antes había notado la
forma en que observaba a los demás como ahora lo estaba observando a él,
su mente sin duda notó la tensión en su rostro y la culpa en sus ojos. De
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hecho, parecía sentir que algo iba mal, y Grant no sabía si debía sentirse
aliviado o culpable.
Probablemente ambos.
—¿Puedo preguntar dónde has estado, milord? — Preguntó Eugenie
cuidadosamente. —La condesa viuda ha estado muy preocupada.
Grant asintió con la cabeza. —Sí, ella ya ha expresado su desaprobación
en voz alta y clara—. Con los dientes apretados, Grant se encontró con los
ojos de Eugenie, deseando con todo su corazón no tener que hacerle esto.
Pero, no había otra manera. —Escucha — comenzó, y ella tragó saliva como
si supiera lo que venía después — ha habido un nuevo desarrollo de los
acontecimientos, que desafortunadamente también te afecta a ti.
—¿Qué nuevo desarrollo? — cruzando las manos frente a ella, Eugenie
sostuvo su mirada, sus hombros retrocedieron como si fuera una guerrera
preparándose para la batalla.
Nunca antes Grant había notado estos sutiles gestos de ella, pero, de
nuevo, nunca le había prestado tanta atención.
—Mi suegro recibió recientemente una carta — comenzó Grant,
sintiendo que era importante contarle toda la historia, esperando que ella
entendiera que él no la había engañado intencionalmente. —Hablaba de una
mujer en una abadía en el norte que había sido sacada del mar unos tres años
antes. Una mujer que perdió la memoria y no sabía quién era.
Los ojos grises de Eugenie sostuvieron los suyos mientras estaba parada
frente a él, completamente quieta como si se hubiera convertido en una
columna de mármol. Pasaron los momentos y Grant temió que ya hubiera
entrado en shock. Luego, sin embargo, respiró temblorosa y una gran lágrima
se formó en su ojo derecho, creciendo lentamente, antes de que se derramara
y se deslizara por su mejilla. Un ligero temblor se apoderó de su mandíbula
y apretó las manos con fuerza. —Tú... tú esposa.
Grant asintió, aunque sus palabras no habían sido una pregunta. Ella lo
supo. De alguna manera, lo sabía. —Sí, fui yo mismo allí para saber si podía
ser cierto. Te aseguro que no lo creía posible. Había renunciado a la idea de
encontrarla viva hace mucho tiempo. Fue su padre quien no pudo abandonar
a su hija y se aferró a la esperanza. No podía ignorar la carta que me trajo.
Más lágrimas corrieron por la cara de Eugenie. El fantasma de una sonrisa
colgaba de sus labios. —Por supuesto que no pudiste — susurró, y Grant
casi se derrumbó ante la comprensión en su tono. —Y tampoco él podría.
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llenos de lágrimas. —Nada de esto es culpa tuya, y haré lo que pueda para
verte asentada de forma segura—. Tragó saliva. —Estoy seguro de que
podemos encontrarte un... un esposo que entenderá que no hiciste nada
malo.
Eugenie sacudió la cabeza, la mirada en sus ojos envejeció más allá de sus
años. — Sabes sabe tan bien como yo que a la sociedad no le importa si actué
mal o no. Estaré arruinada, y ningún hombre decente querrá casarse conmigo
—Ella tragó saliva y una respiración profunda llenó su pecho antes de bajar
la mirada mientras que levantaba lentamente su otra mano, acomodándola
con cuidado sobre su vientre.
Aturdido, Grant la miró. Reconoció el movimiento y supo lo que
significaba incluso antes de que hubiera pronunciado una sola palabra. Lo
había visto muchas veces antes…
…en Nessa… cuando esperaba a Milly.
Una mano protectora cubriendo al niño que había dentro. Grant cerró los
ojos cuando el mundo se derrumbó a su alrededor. —¿Cuánto tiempo hace
que lo sabes?
Eugenie suspiró, lágrimas frescas caían por su rostro. —No mucho. Quise
decírtelo, pero…
Grant asintió con la cabeza. Pero la carta de Maynard lo había enviado al
norte. Bajando la cabeza, la miró y vio sus certeros ojos. Podía ver que ella
sabía tan bien como él que ningún hombre se casaría con una mujer que
esperaba el hijo de otro hombre. Al menos no un hombre decente. No habría
ningún lugar para que ella fuera. No habría nadie para sostener una mano
protectora sobre ella... y su hijo. Serían parias. Su hijo o hija sería un bastardo
y sería tratado como tal, nunca serían recibidos en la alta sociedad, siempre
habría susurros y gente apuntándole con los dedos.
La cara de Milly flotó ante sus ojos y Grant gimió ante la idea de que ella
sufriera tal trato. Solo que Milly estaba a salvo. Ella nunca tendría dicha
dificultad. ¿Pero qué pasaría con este niño? ¿Y Eugenie? ¿Qué les había
hecho?
En el momento en que la felicidad había regresado a su vida, la de ellos se
había sumido en la oscuridad. Grant sabía muy bien que Eugenie no
albergaba amor por él. Se preocupaba por él del mismo modo en que él la
cuidaba, pero no fue su pérdida lo que le rompió el corazón. De hecho, podría
recuperarse pronto de su cambio de circunstancias si el mundo fuera un
lugar diferente y más respetuoso con quienes lo merecían.
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Capítulo Ocho
Verdades por Descubrir
Traducción Shields Michaelis
Caminando por los jardines, Nessa miró la carta en sus manos. Estaba
dirigida a ella, al nombre que le habían dicho que era suyo y tenía el sello del
conde de Wentford. Al menos, eso era lo que había escrito debajo del
pequeño escudo de armas. Habían pasado cuatro días desde que su esposo
había venido a verla, y ella los había pasado deambulando por los pasillos y
terrenos que le resultaban familiares, siempre dividida entre la creencia y la
incredulidad. ¿Realmente había estado allí? ¿O su mente lo había conjurado
para satisfacer su curiosidad? Mientras caminaba a lo largo de la pared
exterior que rodeaba la abadía, todo parecía estar como siempre, haciendo
que a Nessa le resultara fácil imaginar que nada había cambiado. Que todavía
era Marta y que vivía en la abadía porque no tenía a dónde ir.
Y luego llegó esta carta.
Inhalando profundamente, las manos de Nessa temblaron cuando rompió
el pequeño sello de cera y desplegó el pergamino. Luego sus ojos se fijaron en
la escritura de la página y se preguntó si debería serle familiar.
Mi querida Nessa,
Te escribo para asegurarte que tu familia se alegró al enterarse de tu inminente
regreso con nosotros. Tu padre te envía su amor y me pide que te diga que no puede
esperar para tenerte con nosotros otra vez.
Actualmente estoy preparando la casa para tu llegada e iré a buscarte casa
pasada una noche.
No puedo imaginar cómo puedes sentirte al escuchar de un hogar que no puedes
recordar, pero créeme cuando digo que todos te echamos mucho de menos en estos
últimos años y que no deseamos otra cosa que no sea tenerte con nosotros una vez
más.
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Tu amado esposo,
Grant
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Capítulo Nueve
La Bestia de Ravengrove
Traducción Fachan
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Después de eso, la vida los había llevado por diferentes caminos. Mientras
Grant había encontrado el amor, Adrian había ido a pelear en la guerra,
desafiando a la muerte para que se lo llevara también. Sin embargo, había
vivido y tras ello, regresó a casa. Y, por lo que Grant sabía, no había dejado
Ravengrove en años, pasando su tiempo solo y lejos de todos los que alguna
vez había querido. La ira y el dolor habían encontrado su sitio en su corazón,
y parecía que ya no podía soportar la presencia de otra alma junto a él.
Grant sospechaba que algo más había sucedido aparte de los horrores
normales de la guerra para alterar a su amigo de esa manera. Algo había
penetrado profundamente en su alma, acompañando la larga cicatriz que
corría por su ojo derecho y bajaba por su mejilla.
Era un espectáculo horrible, y Grant había quedado en shock la primera
vez que lo había visto, sorprendido por la brutalidad que la había causado.
Pese a todo, Grant dudaba de que hubiera sido la cicatriz la que le había
otorgado el nombre de la Bestia de Ravengrove. Más bien lo habían hecho su
estado de ánimo abatido y sus formas ariscas e insensibles en numerosas
ocasiones.
¿Quién había pronunciado este nombre por primera vez? Eso era algo
imposible de saber. Sin embargo, cada vez que se hablaba sobre la mala
fortuna de Adrian y su familia, todos parecían muy felices de usar el
apelativo, disfrutando del misterio y el drama que se aferraba a él.
Al detener su montura frente a las pesadas puertas de roble, Grant se
sorprendió cuando un muchacho de la caballeriza apareció de la nada,
saludándolo respetuosamente y conduciendo a su caballo hacia los establos.
Aparentemente, alguien estaba cuidando el mantenimiento de Ravengrove
después de todo.
Grant dudaba de que fuera cosa de Adrian.
Al acercarse a las puertas, estas se abrieron y Hammond, el antiguo
mayordomo de Ravengrove, apareció en el marco. Tenía el ceño serio
fruncido y habitual que Grant recordaba de su infancia, y su cabello blanco
como la nieve, estaba reducido a una corona que rodeaba su cabeza, dándole
una apariencia profundamente digna.
—Lord Wentford — murmuró Hammond, haciendo una reverencia
formal que Grant temía que pudiera alterar el equilibrio del viejo.
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—Por favor, Adrian— Grant una vez más apeló a su amigo. —Hablaré
con el Sr. Thatcher y les estableceré un fondo de liquidación para asegurar
su futuro, pero eso es todo lo que puedo hacer. Mis manos están atadas
en esto. Por mucho que quiera, no hay nada más que pueda hacer por ellos.
—El pánico lo invadió ante la impotencia de su situación—. Merecen algo
mejor que dejarles de lado, pero no está en mí poder protegerlos... Todo
lo que puedo hacer es proveerlos financieramente. Sin embargo, sabes tan
bien como yo que eso solo no será suficiente. Soltera, Eugenie caerá en la
ruina, y nuestro hijo será un bastardo. —Con el pulso latiéndole en las
venas, Grant cerró los ojos, como si estuviera parado al borde de un
precipicio, a punto de caer en cualquier momento.
—Por favor, Adrian, ¿harías esto por mí? No puedo soportar la idea de
lo que les sucederá si no lo haces.
Los hombros de Adrian se levantaron y cayeron cuando inhaló
profundamente. Luego se dio la vuelta, su mirada aguda se suavizó
extrañamente mientras miraba a Grant.
—Soy la Bestia de Ravengrove— dijo con una risita oscura, — ¿qué
mujer se casaría voluntariamente conmigo? ¿Has hablado con ella sobre
esto?
Grant sacudió la cabeza.
—Vine a hablar contigo primero antes de darle esperanzas.
—¿Esperanzas? —Adrian se burló, con la oscuridad cayendo sobre su
rostro una vez más.
—Ella estará de acuerdo — le dijo Grant a su amigo, sabiendo muy
bien que Eugenie tenía muy pocas opciones si quería protegerse a sí
misma y a su hijo. Siempre había sido una madre devota para Milly, y
Grant no dudaba de que haría lo que fuera necesario para protegerse. —
Ella puede verse delicada y frágil, pero hay una fuerza oculta en Eugenie
que...
Grant se detuvo, miró a su amigo que parecía haberse puesto pálido de
repente, mirando a Grant con los ojos muy abiertos.
—¿Estás bien? —Preguntó Grant, mirando a su amigo mientras
luchaba por recuperar la compostura—. ¿Fue algo que dije? ¿Fue...? —
Grant frunció el ceño mientras su mente juntaba las piezas del
rompecabezas. —¿La conoces?
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Capítulo Diez
Un Paseo en Carruaje
Traducción Fachan
El día era cálido. Solo soplaba una suave brisa y el sol brillaba
intensamente, iluminando el mundo y dando a todo un brillo suave.
Aun así, las manos de Nessa temblaron cuando salió de la abadía que
había sido su hogar durante los últimos tres años.
En el pequeño sendero que conducía a la aldea y al mundo que existía más
allá, un gran carruaje la esperaba, con su brillante madera pulida al sol. La
puerta estaba adornada con el escudo de armas de Wentford, el cual Nessa
había visto antes en el sello de la carta que su esposo le había enviado. Un
cochero elegantemente vestido estaba sentado al frente mientras que un
lacayo estaba de pie junto a la puerta, inclinando la cabeza hacia ella con
respeto.
Incómoda, Nessa miró hacia otro lado, preguntándose si alguna vez había
visto a ese hombre o si él había comenzado recientemente a trabajar con su
esposo. Mientras que el lacayo simplemente miró en su dirección, con el
indicio de una sonrisa en su rostro, el cochero la miró con los ojos muy
abiertos antes de recuperar la compostura y forzar su mirada hacia adelante.
Claramente, la conocía de antes, supuso Nessa. ¿Cuántas personas más la
mirarían así, con curiosa incredulidad, convencidos de que estaban viendo
un fantasma?
Al lado de Nessa, su esposo bajó del carruaje, con los ojos brillantes
mientras la miraba.
—¿Estás lista para partir? —preguntó, con un grado de comprensión más
profundo en sus ojos de lo que ella hubiera esperado. ¿Pudiera ser que él
supiera lo difícil que era para ella despedirse del único pasado que recordaba
y dar el primer paso hacia él y la vida que le había contado?
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Aun así, su corazón la instó a ser cautelosa con los hombres que la
miraban como lo hacía su esposo.
Respirando profundamente, cerró los ojos, deseando que su corazón y
su mente caminaran de la mano y no aumentaran su confusión.
El carruaje se puso en movimiento y Nessa se obligó a no mirar por la
ventana y ver desaparecer la abadía. No, ya se había despedido y no
volvería a hacerlo. No podía. Ahora, necesitaba concentrarse en lo que le
esperaba. ¿No se lo había prometido a la hermana Anne?
—¿Estás bien?
La preocupación en su voz la tranquilizó de inmediato. Cuando abrió
los ojos, Nessa encontró su mirada fija en la de ella.
—Estoy bien — susurró. —Estoy bien.
—¿Qué es lo que querías decir? —presionó él, con una sonrisa amable
en su rostro mientras se recostaba.
Al mirarlo, Nessa se preguntó qué debería decir y qué no. ¿Cómo había
sido su relación? ¿Realmente habían compartido todo entre ellos? ¿O era
simplemente algo que la gente quería creer?
—Ponme a prueba Nessa— le instó. —Prometo que no correré ni
morderé— frunció el ceño burlonamente. — O...
—¿O te decepcionarás? – preguntó Nessa, dividida entre la necesidad
de ser honesta y la necesidad de sentirse en paz, de estar a salvo. ¿Y si se
enojaba? ¿A quién podría recurrir?
Lentamente, el brillo en sus ojos se atenuó e inhaló profundamente.
—Sé que soy un extraño para ti — susurró — Y admito libremente
que yo... odio que no te acuerdes de mí—. Tragó saliva y ella pudo ver una
tristeza desgarradora en sus ojos. —Sé que necesito ser paciente y no
presionarte, y sin embargo, no quiero nada más que... — Su voz se apagó,
dejando la frase sin terminar.
Aun así, la mirada en sus ojos le dijo a Nessa todo lo que necesitaba
saber. Su pulso se aceleró y, sin embargo, no tenía miedo.
—Le agradezco su honestidad, milord. Yo...
—Grant— interrumpió. — Siempre te he llamado Nessa, y siempre
me has llamado Grant. Si no te importa.
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—Muy bien— dijo finalmente Nessa, pensando que tal vez, de hecho,
sería mejor despejar el aire antes de permitir que se desarrollasen falsas
expectativas. —Puedo ver la forma en que me miras— dijo con cuidado, no
queriendo ofenderlo o lastimarlo, sin embargo, necesitaba decir lo que
pensaba— y sé que éramos marido y mujer. Escucho lo que me cuentas
sobre nuestra vida juntos y, sin embargo, no recuerdo nada de eso. Parece
como si escuchara de la vida de otra persona.
Su mirada se oscureció, se nubló, se ensombreció.
—Puedo ver que decir esto te lastima — apresuró Nessa — y te
aseguro que no deseo hacerlo. Aunque no te recuerdo, yo... me gustas.
Una pequeña sonrisa apareció sus labios, y su corazón dio un vuelco
cuando su mirada una vez más encontró la de ella, brillando con una
alegría abrumadora.
—¿Te gusto? —preguntó, su voz una vez más, era burlona.
Sin pensar, Nessa puso los ojos en blanco.
—¡No lo digas como si no significara nada! ¡Como si fuera ridículo!
Alzando las manos en señal de disculpa, Grant sacudió la cabeza.
—Nunca. Me alegro de gustarte. Admito que cuando nos conocimos,
no estaba completamente seguro de que lo hicieras. Me temo que mis
formas suelen abrumar a la gente —. Se rio —En el momento en que te vi,
supe que necesitaba hablar contigo, y luego la forma en que me desafiaste,
y te reíste de mí, yo...— Una vez más, la risa salió de sus labios. —Me
enamoré de ti en cuestión de minutos. En ese momento te dije que quería
casarme contigo, y me miraste como si me hubiera crecido otra cabeza.
El calor se extendió a través de su cintura con su relato, y Nessa no
pudo evitar desear recordar todo eso.
—¿Qué te poseyó para hacerlo? — se rio ella. ― ¿No es costumbre
cortejar a una dama en lugar de sorprenderla? ¿O me equivoco?
—No, no te equivocas. Sin embargo, contigo, siempre me he sentido a
gusto para decir lo que pienso — Se inclinó hacia adelante. —Pido
disculpas si esto te abruma, pero me temo que no puedo evitarlo.
—No me importa que digas lo que piensas mientras no te importe que
yo haga lo mismo.
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Capítulo Once
La Bienvenida de una
Familia
Traducción Fachan
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primera vez en tres años. Las lágrimas brotaban de los ojos de Maynard,
y Grant estaba preocupado de que la alegría de ver a su hija después de
todo ese tiempo fuera demasiado para su corazón. Aun así, permaneció
allí como si sus pies se hubieran endurecido en el cemento, sus ojos casi
no parpadeaban mientras las lágrimas rodaban lentamente por sus
mejillas.
Paso a paso, Grant y Nessa subieron los pocos pasos hacia la puerta
principal hasta que se encontraron cara a cara con Maynard. Sus pálidos
ojos azules se movieron sobre la cara de Nessa, y sus manos se apretaron
juntas.
—B… Bienvenida a casa — susurró él, su voz era apenas audible y
estaba llena de emociones que trataba desesperadamente de contener.—
Oh, ¡te he extrañado tanto, mi querida hija! —, exclamó de repente, y sus
brazos volaron hacia adelante, alcanzando a Nessa, antes de que
repentinamente los echara hacia atrás. —Lo siento mucho. Sé que no
recuerdas quién soy y me prometí a mí mismo que no te abrumaría.
Espero que puedas perdonar a un anciano.
Una sonrisa tímida se apoderó de su rostro, y Grant dudó de que Nessa
pudiera resistir la bondad de su padre por mucho tiempo.
Sin sorprenderse, ella encontró su sonrisa en Maynard y luego dio un
paso tentativo hacia él.
—No hay nada que perdonar — respondió ella, su mano todavía
sostenía la suya, y Grant se preguntó si ella era consciente de ello. —
Grant me contó todas las cartas que envió y quiero agradecerle por no
darse por vencido.
Un sollozo escapó de los labios de Maynard y las lágrimas cayeron por
su cara cuando se lanzó hacia adelante y envolvió a Nessa en sus brazos,
incapaz de evitarlo. Afortunadamente, Nessa no parecía sentir rechazo
por la muestra de afecto de su padre y le devolvió el abrazo de una manera
amable.
Retrocediendo, Maynard una vez más se disculpó profusamente. La
risa encantada de Nessa, sin embargo, alivió la tensión rápidamente y
Grant los hizo pasar adentro y al salón. Desafortunadamente, cuando
estaba a punto de cerrar las puertas para darles un momento tranquilo a
padre e hija, su madre lo vio desde el pasillo.
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Capítulo Doce
Las Francas Palabras de un
Padre
Traducción: Nina
Sonriendo, asintió.
—Lo hago. Tú y Grant no lo habríais querido de otra manera, y debo
decir que me alegro de haber criado a una hija tan terca.
Nessa se echó a reír.
—Estoy empezando a sospechar de quién obtuve eso.
Su padre se encogió de hombros, con un brillo burlón en sus ojos.
— En realidad, eres mi hija, pero tu terquedad la obtuviste de
tu querida madre.
La alegría de Nessa se puso seria cuando se dio cuenta de que nunca
tendría la oportunidad de conocer a la mujer que la había traído al mundo.
La hermana Anne tenía razón. Incluso si sus recuerdos se perdían para
siempre, todavía había una oportunidad de crear otros nuevos. Sin
embargo, eso no era cierto para su madre. Estaba perdida para ella para
siempre. Y, sin embargo, la vieja Nessa tenía una sensación de frustración
similar al pensar en su madre.
—Grant dijo que murió al darme a luz.
Su padre asintió, una profunda tristeza apareció en sus ojos que le
contó más sobre sus padres que las palabras.
—Lo hizo —confirmó, sus ojos azul pálido una vez más se empañaron
con lágrimas. —Su pérdida todavía me duele. Supongo que es correcto
que así sea, ya que me recuerda a la maravillosa mujer que era. —Una
sonrisa melancólica llegó a sus labios mientras se pasaba el dorso de la
mano por los ojos. —Desde entonces solo hemos sido nosotros dos...
hasta la noche en que conociste a Grant. —Una risita se levantó de sus
labios, sus ojos brillaron de alegría una vez más. —Él te arrasó. Te dejó
atónita, debería decir. — Sacudiendo la cabeza, suspiró. ― Prometió que
te buscaría al día siguiente, pero no le creíste. Y cuando te dijo que se
casaría contigo, pensaste que estaba loco.
Nessa sonrió, encontrando la forma en que su padre contaba esta
historia encantadora y absolutamente fascinante.
—Dijo que me propuso matrimonio diecisiete veces —dijo ella,
todavía desconcertada por la persistencia de su esposo, y sin embargo, la
hizo sentir cálida por dentro. Ser deseada con tanta determinación era un
sentimiento abrumador. —¿Por qué no se dio por vencido? Pensé que ser
rechazado innumerables veces habría roto el espíritu de cualquiera.
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Capítulo Trece
Una Dolorosa Verdad
Traducción: Nina
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—Pero te casaste con ella —Murmuró Nessa, la ira una vez más
reemplazada por la tristeza; una tristeza tan aguda que rompió el corazón
de Grant y, sin embargo, también le dio esperanza. ¿Estaría tan molesta
si no le importara? —Te casaste con ella y... y Milly fue feliz de nuevo.
Eras feliz de nuevo. Todos lo eran —Ella sacudió la cabeza y retrocedió otro
paso. —No debería haber regresado. Tu madre tenía razón. Hubiera sido
mejor para todos si nunca me hubieran encontrado.
Mirándola fijamente, Grant sintió que sus peores temores cobraban vida
cuando vio la intención de irse en sus ojos. El pánico lo atravesó en un
maremoto, y cada músculo de su cuerpo se endureció.
—¿Feliz? —Gruñó cuando el vacío y el anhelo de los últimos tres años se
abrieron paso. —¿Feliz? No, nunca fui feliz —. Lentamente, avanzó hacia
ella, observándola retirarse hasta que su espalda fue presionada contra la
estantería alta detrás de ella. —Estaba devastado. La gente dice que el
tiempo cura todas las heridas — Se encogió de hombros, con su mirada fija
en la de ella. —Quizás eso sea cierto cuando hablas de décadas. Todo lo que
sé es que te ansié con la misma intensidad una semana atrás que el día en que
desapareciste. No hubo cura, solo dolor.
Sus ojos se abrieron con su cercanía, y en el momento en que sintió la
estantería en su espalda, su mirada pasó rápidamente a la puerta, su único
medio de escapar de la habitación. Una vez más, Grant vio sus intenciones,
y cuando ella intentó pasar por encima de él, sus manos la tomaron por los
brazos y la mantuvieron en su lugar.
—No puedo dejarte ir —dijo a modo de disculpa cuando ella lo miró en
estado de shock.
—¿Por qué me mentiste? —Preguntó Nessa cuando dejó de luchar,
dándose cuenta de que no sería capaz de liberarse si él no la soltaba
voluntariamente.
—¿Por qué? —Con los dientes apretados, Grant tragó saliva. —Porque
temía que, si decía la verdad, te hubieras negado a volver a casa. Tenía miedo
de perderte de nuevo y, con eso, no podría haber vivido. —La desesperación
se apoderó de su cuerpo, llevando lágrimas a sus ojos, y sus manos apretaron
sus brazos con más fuerza, sosteniéndola desesperadamente. —Sé que no lo
recuerdas, pero ¿no puedes ver lo que tu pérdida me ha hecho? ¿Sabes lo que
es sentir que te arrancan el corazón del pecho y se espera que continúes sin
él? ¿Ver el resto de tu vida por delante, como un vacío y nada más? ¿Sabes
cómo es eso?
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Capítulo Catorce
Madre e Hija
Traducción: Nina
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¿De dónde había venido ese anhelo? No podía decirlo porque sabía con
absoluta tristeza que no recordaba en su mente a esa hermosa niña. Su
niña. Su hija.
—Pareces triste —observó Milly, entrecerrando los ojos color
avellana. —¿Has estado llorando?
Tragando saliva, Nessa se pasó una mano por los ojos.
—No, yo... simplemente estaba buscando un lugar para estar sola.
Todo es bastante... abrumador.
La comprensión más allá de sus años brilló en los ojos de Milly
mientras asentía.
—También vine aquí para estar sola —Ladeó la cabeza hacia un lado
como si tratara de decidir algo. Luego exhaló ruidosamente antes de
girarse para mirar a su lado algo que Nessa no podía ver. Un momento
después, una escalera de cuerda cayó de la casa del árbol, su peldaño más
bajo colgaba a un brazo de distancia del suelo. —Si quieres, puedes subir.
Nessa tragó, una vez más parpadeando para contener las lágrimas.
—Me gustaría mucho —susurró, sonriendo a su pequeña hija. Luego,
lentamente, puso un pie en el peldaño y comenzó a empujarse hacia arriba
hasta que su cabeza llegó por encima del nivel del suelo de la pequeña
casa.
Milly se deslizó hacia un lado, dejando espacio para que Nessa se
subiera y se sentara a su lado.
—Está tranquilo aquí —susurró Milly cuando Nessa se había
calmado. —Y puedo ver todo desde aquí arriba, pero nadie puede verme.
—Eso es cierto —respondió Nessa, mirando a su hija por el rabillo del
ojo. —Ni te vi ni a la casa hasta que me hablaste. Es un escondite
maravilloso. ¿Es tuya?
La indirecta de una sonrisa orgullosa cruzó los labios de Milly.
—Padre lo hizo para mí —. Una risa divertida salió de sus labios y casi
se sintió como una caricia en los oídos de Nessa. —A la abuela no le gustó.
Dijo que una joven no debía trepar a los árboles.
Nessa sonrió, girando cuidadosamente la cabeza para mirar a su hija.
—¿Y qué dijo tu padre?
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—Dijo que les pediría que agreguen una escalera de cuerda para que no
tenga que subir al árbol —dijo Milly, con un brillo encantado y claramente
orgulloso en sus ojos. —La abuela no sabía qué decir a eso, pero se puso toda
roja —. Otra risita salió de sus labios.
Sorprendida, Nessa se dio cuenta de que ella también estaba sonriendo.
—A tu abuela le gustan las cosas bien hechas, ¿no?
Milly asintió con renovado entusiasmo.
—Ella siempre habla en serio y nunca se divierte. No creo que la haga muy
feliz.
—¿Pero eres feliz aquí? —Preguntó Nessa, paralizada por el rápido
ingenio de la mente de su hija. —¿Aquí en tu casa del árbol?
De nuevo, Milly asintió antes de mirar a un pequeño telescopio que había
sido montado en la barandilla de la casa del árbol.
—El abuelo puso esto aquí —susurró como si fuera un secreto. —En
invierno, miramos las estrellas juntos.
Los ojos de Nessa se entrecerraron cuando detectó un brillo conspirador
en los ojos de su hija.
—¿Y en verano?
Los dientes de Milly se hundieron en su labio inferior mientras luchaba
contra la sonrisa que amenazaba con extenderse por su rostro.
—La gente también es interesante.
Sonriendo, Nessa asintió.
—Supongo que sí. ¿Los ves a menudo desde aquí arriba?
—No puedo ver el otro lado de la casa —respondió Milly, con un toque
de decepción en su voz — pero puedo ver la habitación de la abuela, el salón
de atrás y el salón de baile.
—¿Alguna vez te escapaste aquí cuando se celebró un baile en Wentford
Park? —Preguntó Nessa, al ver la expresión soñadora en los ojos de Milly.
—Nunca hemos tenido un baile aquí —respondió Milly mientras su
cabeza se desplomaba hacia adelante, acompañada de un largo suspiro. —
Padre todavía está triste. Él piensa que no lo sé, pero yo sí lo sé —. Su mirada
se levantó y Nessa sintió que los ojos vigilantes de su hija se posaban en su
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—Sí.
—¿Te gustaría poder recordar? —Preguntó Milly mientras levantaba
una pierna y se sentaba de lado, frente a Nessa, con los ojos muy abiertos
y curiosos más allá de todo lo demás. —¿Te entristece no recordar?
—Sí —respondió Nessa, imitando el cambio de posición de su hija. —
A veces algo me resulta familiar, pero me pregunto si realmente lo es o si
solo quiero que lo sea —. Por un momento, Nessa se preguntó si había
dicho algo que solo confundiría a su hija, pero luego la cara de Milly se
iluminó y asintió con entusiasmo
—Lo sé —estuvo de acuerdo antes de mirar fijamente la cara de Nessa,
entrecerrando los ojos como si tratara de ver algo muy pequeño. —Creo...
creo que te he visto antes, pero no recuerdo dónde.
Nessa sonrió, sintiendo un nuevo calor envolver su corazón.
—Siento lo mismo —susurró, su voz ligeramente ahogada por las
emociones que de repente surgieron. —Quiero conocerte.
Milly asintió, con una leve sonrisa en sus labios.
—Quizás... quizás podamos ayudarnos mutuamente a recordar.
—Me gustaría mucho —respondió Nessa, de repente necesitando
luchar contra el impulso de alcanzar y tomar la mano de su hija. Era
demasiado pronto para eso, y lo último que quería era asustar a Milly. —
Quizás puedas contarme sobre ti, sobre tu vida.
Poniéndose un dedo en los labios, Milly pensó por un momento.
—Me gustan las estrellas — dijo, mirando su telescopio — y me gusta
cuando el abuelo me explica cosas. Él sabe mucho—. Sus brazos se
estiraron mucho mientras trataba de abarcar el conocimiento de su
abuelo. —Pero a veces, no entiendo lo que dice. A Eugenie también le
gusta escucharlo—. Los ojos de Milly se oscurecieron y suspiró. —
Extraño a Eugenie. ¡Ojalá se hubiera quedado!
Nessa tragó saliva, pero hizo todo lo posible para pensar en su hija e
ignorar los dolores y las contusiones de su propio corazón.
—Fue difícil decirle adiós, ¿no?
Milly asintió con la cabeza.
—¿Me hablarás de ella? —Preguntó Nessa, preguntándose si
realmente deseaba saberlo. Sin embargo, si quería aprender más sobre su
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hija, entonces debía estar abierta a escuchar sobre Eugenie. Después de todo,
le gustara o no a Nessa, la mujer había sido la madre de Milly durante el año
anterior y Milly claramente la quería.
—Ella no es ruidosa como la abuela —dijo Milly con una sonrisa cuando
surgió un recuerdo. —Es callada y amable. Le gustaba caminar afuera o leer
adentro. También le gustaba oír hablar de las estrellas. —Milly suspiró. —
Ella preguntó por ti.
—¿Por mí? —Nessa tartamudeó mientras sus ojos se abrieron.
Milly asintió con la cabeza.
—Ella me preguntó qué recordaba de ti. Cuando le dije que nada, dijo que
en mi corazón siempre te recordaría — Milly la miró. — Dijo que el corazón
nunca olvida. ¿Crees que tenía razón?
Parpadeando para contener las lágrimas, Nessa asintió.
—Creo que sí. Creo que, en el fondo, mi corazón te recuerda.
Una sonrisa deslumbrante iluminó el rostro de Milly.
—¿Lo hace?
—Sí —le aseguró Nessa mientras su mano se posaba suavemente sobre la
de su hija. —No creo que pueda olvidarte jamás.
Por un momento, Milly miró la mano de su madre que descansaba sobre
la de ella.
—Quizás podamos ayudarnos mutuamente a recordar.
Nessa asintió con la cabeza.
—Me gustaría mucho —. Más de lo que podía decir.
Sentada junto a su hija en su casita del árbol, Nessa se dio cuenta de que
había llegado a casa después de todo. Más que eso, se dio cuenta de que
quería estar en casa. Lo recordara o no, esta era su familia, lo sentía muy
adentro, y no se rendiría sin luchar.
Cerrando los ojos, susurró un silencioso agradecimiento a la mujer que no
solo había curado el corazón de su hija, sino que también la ayudó a aferrarse
a la madre que no había podido recordar.
107 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01
Capitulo Quince
Agnes
Traducción Andrea Cruz
108 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01
Y, sin embargo, Milly había compartido su lugar secreto con Nessa. Tal
vez viendo su necesidad, Milly la había invitado a su santuario, y ella tuvo
que admitir que hablar con su hija le había aliviado mucho la mente.
En el fondo, temía que Milly se molestara con ella por irse, por regresar o
incluso por ambas. Por forzar a Eugenie a salir de la casa y traer problemas a
la familia.
La tranquila serenidad con la que su hija la había conocido, la había
sorprendido y había calentado su corazón Se preguntó qué debería hacer
para encontrar el camino de regreso a su antigua vida. De hecho, le había
encantado hablar con Milly y apreciaría todos los momentos similares que
estuvieran por venir, pero ¿cómo recuperar los viejos recuerdos?
¿Especialmente con todos mirándola, esperando ansiosamente a que los
recuperase?
Desafortunadamente, regresar a casa no había sido suficiente. ¿Qué otra
cosa podía hacer?
Sentada junto a su tocador, Nessa encontró un pequeño espejo de mano
plateado que descansaba sobre su superficie de madera lisa. La parte
posterior del espejo estaba adornada con pequeñas flores y en el centro había
grabado un nombre: Agnes.
Como Grant nunca la llamaba Agnes, sabía sin lugar a dudas que no había
sido él quien se lo había dado. Entonces, ¿de dónde vino? Claramente, era
algo que se regalaba y no se compraba una misma. Y, como mujer soltera,
hubiera sido muy inapropiado aceptar un regalo así de un pretendiente, no
es que creyera que había tenido muchos de esos en su día. Solo quedaba la
familia, entonces.
Una pequeña sonrisa apareció en su rostro cuando recordó a su padre, así
como el profundo afecto con el que había hablado de su madre. Su nombre
también había sido Agnes. ¿No era ese el motivo por el que se llamaba así?
¿Porque su padre se había aferrado a su esposa incluso en la muerte?
Suspiró, deseando poder recordar a su madre, sabiendo que nunca lo
haría. Quizás una madre sabría qué hacer en una situación como esta.
¿Habría encontrado su madre las palabras que la habrían tranquilizado? ¿O
habría estado igual de pérdida y abrumada que ella?
Levantando el pequeño espejo, miró su reflejo, preguntándose cuántas
veces antes lo había mirado, pero no podía recordar. ¿Se lo había regalado su
109 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01
padre a su esposa? ¿O había sido hecho para ella, Nessa? Quizás ella
simplemente debería preguntarlo.
La mujer que la miraba desde el espejo le parecía vagamente familiar.
Más de una vez, Nessa había visto su propio reflejo. Pero, siempre había
estado borroso y ligeramente distorsionado, ya que había estado en la
superficie del agua y no en un vidrio liso. En la abadía, los espejos no
habían sido un bien común y, en realidad, había tenido muy poco deseo
de mirar su propio rostro.
En los últimos tres años, de alguna manera había aprendido a vivir día
a día sin pensarlo mucho, disfrutando del aquí y ahora, de las pequeñas
cosas que la vida le otorgaba. Pequeños placeres como el calor del sol, el
aroma de la nieve en el aire o la sensación de suciedad bajo las yemas de
los dedos. Porque si hubiera pasado los últimos tres años pensando en
todas las cosas que no sabía pero debería saber, sin duda habría perdido
la cabeza. Y así había encontrado la paz al no hacer preguntas, sino
simplemente continuando con su vida, ignorando el pasado.
Esa parte de su vida había terminado ahora.
Una vez más, se miró en el pequeño espejo. Una sonrisa apareció en su
rostro cuando miró sus ojos color avellana, ojos muy parecidos a los de su
hija. De alguna manera, había visto el parecido de inmediato, y había
tenido un efecto extrañamente calmante sobre ella. ¿No era una prueba
de que todas las cosas que esos extraños le contaban sobre su antigua vida
eran ciertas? Hasta ahora, solo había habido palabras, sus promesas
instándola a creer que lo que habían dicho era verdad. Ahora, estaban los
ojos de Milly.
—Tengo una hija —susurró mientras su mirada continuaba vagando
por su propia cara, tratando de ver a la persona que había sido. Pequeñas
líneas de risa se establecieron alrededor de las esquinas de sus ojos, así
como en su boca, y descubrió que una sonrisa se formaba fácilmente en
sus labios. ¿Había sido feliz en su antigua vida? Todos dijeron que lo había
sido, y sin embargo, no era lo mismo que recordar el sentimiento en sí.
¿Cómo sería sintió sentirse incandescente feliz?
Suspiró, preguntándose si habría alguna posibilidad de que ella fuera
feliz nuevamente, a pesar de que una parte de ella faltara. ¿Pensaría en sí
misma de manera diferente si pudiera recordar su pasado? ¿Cuánto del
carácter de una persona descansaba en las experiencias acumuladas de su
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vida? ¿Había realmente una parte de ella que se había perdido para siempre?
¿Y quién era ella sin eso?
Llamaron a la puerta y se puso de pie, preguntándose quién había venido
a verla.
—Por favor, entre.
Lentamente, la puerta se abrió, revelando a su padre en su marco. Una
sonrisa tentativa descansaba sobre sus rasgos mientras cuidadosamente
daba un paso adelante.
—¿Puedo? — preguntó, sus ojos azules la miraban con cuidado.
Nessa asintió con la cabeza.
—Por supuesto —Ella respiró hondo. —Quería disculparme por haber
huido así ayer. Sé que no fue...
—No hay necesidad, querida —dijo su padre, alejando sus
preocupaciones. Cerrando la puerta, caminó hacia ella mientras la mirada en
sus ojos era tan atenta como antes. —¿Cómo has dormido?
Se rio entre dientes.
—Sorprendentemente bien.
—Me alegra oír eso. Temía que después de ayer hubieras estado
demasiado angustiada como para encontrar descanso.
—Vi a Milly —. Por sí sola, una sonrisa apareció en su rostro, y Nessa lo
sintió profundamente en su corazón.
—Sí, ella me lo dijo —respondió su padre, con alegría bailando en sus ojos
cuando la vio sonreír. —Dijo que la encontraste en la casa del árbol.
—Por accidente — le aseguró. —Solo quería alejarme, tener un momento
para mí sola cuando la escuché llamarme —. Una vez más, una sonrisa
apareció en su rostro. —Ella me dio bastante miedo.
—¿Cómo fue?, —Preguntó su padre, con una mirada contemplativa
mientras la miraba. —¿Verla? ¿Hablar con ella?
Nessa tragó saliva.
—No la recuerdo —. ¿Era una persona horrible por decir eso? ¿Por no
recordar a su propia hija? —Pero…
—¿Pero? —Instó su padre, con la esperanza brillando en sus ojos.
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—Lo siento —susurró, sin saber qué decir. Después de todo, no había
consuelo, ¿verdad? —¿Qué harás ahora?
Su padre se encogió de hombros.
—Me temo que hay muy poco que pueda hacer. Algunas cosas no
podemos controlar, pero no debemos permitir que nos controlen. Lo que
puedo hacer es vivir mi vida lo mejor que pueda y disfrutar de los momentos
que me conceden —. Una suave sonrisa apareció en sus labios mientras la
miraba. —Y, por lo tanto, elijo no llorar y lamentar la pérdida de tu memoria,
sino estar agradecido por tu regreso a nosotros y la oportunidad que tenemos
de crear nuevos recuerdos juntos.
Nessa tuvo que admitir que las palabras de su padre eran sabias, y sintió
que su inquietud disminuía.
—¿Siempre has sido así de sabio? — le preguntó con una sonrisa.
Riendo, sacudió la cabeza.
—Lo dudo mucho, querida.
—Pero qué sucede —comenzó a decir Nessa, sintiendo la necesidad de
expresar la pregunta que descansaba en cada fibra de su ser —¿cuándo un
día ya no lo recuerdas?
Levantándose de su silla, su padre se acercó y le tomó las manos
suavemente. Sus pálidos ojos azules brillaban con confianza y comprensión.
—Entonces lo recordarás por mí —respondió simplemente. —Para eso
está la familia. Todos tenemos nuestros pequeños defectos y fallos, pero
mientras estemos el uno para el otro, nunca es tan malo como parece.
Nessa suspiró, agradecida de que su padre siempre encontrara las
palabras correctas para tranquilizarla. ¿Siempre había sido así la relación
entre ellos? No lo recordaba y, sin embargo, en el fondo, creía que era verdad.
¿Era eso lo que su padre había querido decir? ¿Qué quiso decir cuando
mencionó que, a pesar de Eugenie, el corazón no olvida?
—¿Has visto a Grant hoy?
Sonriendo, su padre asintió.
—De hecho, él me pidió que lo viera —. Una risita surgió de su garganta.
—Por la forma en que se paseaba por su estudio, como un león enjaulado,
hizo que fuera bastante obvio que estaba ansioso por verte.
—Entonces, ¿por qué no lo hizo?
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Capitulo Dieciséis
En los Jardines
Traducción Andrea Cruz
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—¿No preferirías...?
—¡No!
Su mirada se entrecerró mientras lo miraba con total incredulidad.
¿Eso nunca cesaría?
—Pero, ¿cómo puedes ser cert...?
Dispuesto a no permitirle hablar en ese precioso momento, Grant la
atrajo hacia sí.
—¿Quieres que me vaya?
—No —Su respuesta fue rápida y con una certeza que le robó el
aliento a los pulmones de Grant y le prendió fuego a su sangre.
—¿Quieres que te libere? — Preguntó, la mirada en sus ojos sin duda
le rogaba que no lo rechazara.
Una pequeña sonrisa llegó a sus labios.
—No, no quiero que lo hagas.
Su corazón se saltó otro latido cuando sus manos apretaron su agarre
sobre ella.
—¿Quieres que te bese?
De nuevo, sus dientes se hundieron en su labio inferior mientras lo
miraba.
—¿Sería muy atrevido por mi parte decir que sí?
Inclinándose, Grant sostuvo su mirada.
—Por supuesto que no. Después de todo, estamos casados.
Su respiración se aceleró cuando sus labios se cerraron sobre los de
ella.
—No se siente así.
—¿Cómo se siente? — Susurró, su boca demorada a una mínima
distancia de la suya.
—Ojalá lo supiera —jadeó, casi sin aliento antes de inclinarse,
hundiéndose más profundamente en su abrazo.
En ese momento, el autocontrol de Grant se evaporó y su boca reclamó
la de ella con una necesidad casi desesperada.
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Habían pasado tres años desde la última vez que la había besado así,
desde la última vez que se había acostado en sus brazos, cálida, suave y viva.
Su piel se sentía celestial bajo su toque, y su mente cantaba su nombre una y
otra vez, recordándole lo afortunado que era de haber recibido una segunda
oportunidad.
Nunca lo daría por sentado.
Nunca.
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Capitulo Diecisiete
El Fantasma de Otra
Traducción Andrea Cruz
—Pareces feliz.
Al mirar por encima del hombro, Grant encontró a su suegro entrando
en el salón, con una gran sonrisa en el rostro mientras el hombre lo
miraba. Grant asintió con la cabeza.
—Lo soy, más de lo que jamás creí posible.
—¿A pesar de que ella no te recuerda? — Preguntó Maynard cuando
se puso de pie junto a Grant, sus ojos se dirigieron a Nessa mientras
estaba parada en la terraza, su mirada recorría los deliciosos jardines de
Wentford Park.
Grant suspiró.
—Por supuesto que desearía que recordara nuestro tiempo juntos,
pero... todavía es Nessa, con o sin sus recuerdos.
Su padre asintió.
—Eso es, pero ¿te ama?
Al sentir su cuerpo tenso, Grant inhaló lentamente antes de mirar a
Maynard.
—No estoy seguro —respondió, recordando el beso que habían
compartido hace unos días. —La forma en que actúa me recuerda a
cuando nos conocimos.
—¿Por qué? —Preguntó Maynard, con el ceño fruncido.
—Parece llena de dudas.
—¿Acerca de ti?
Grant frunció el ceño.
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—También sobre ella misma. Siento que no se atreve a creer que la amo,
que me casé con ella porque la amaba. El otro día ella casi me preguntó si
preferiría seguir casado con Eugenie —Su interior se tensó ante la idea de
que todavía tenía que revelarle a Nessa el hecho de que Eugenie esperaba a
su hijo. ¿Cómo podría esperar compartir esta información con ella y
recuperar su corazón?
Los ojos de Maynard se abrieron.
—Esa fue una pregunta muy sencilla.
—Esa es Nessa —respondió Grant, riéndose.
Su padre asintió.
—Parece que está tratando de determinar si es seguro permitirse
enamorarse de ti.
El corazón de Grant dio un vuelco y se volvió para mirar a su suegro.
—¿Realmente crees eso?
Maynard asintió con la cabeza.
—No creo que esté traicionando su confianza si te dijera que cuando se
conocieron, ella me dijo que creía que solo la habías buscado por una
apuesta.
Grant se rio.
— También me lo dijo.
Sacudiendo la cabeza, Maynard sonrió, con profundo afecto en sus ojos
mientras miraba a su único yerno.
— Parecía bastante decepcionada cuando lo dijo como si quisiera que
demostraras que estaba equivocada.
Él estrechó una mano sobre el hombro de Grant.
—Lo hiciste, quizás necesites hacerlo de nuevo.
Asintiendo, Grant se encontró con la mirada de su suegro.
—Gracias. Prometo que no te decepcionaré, todavía la amo como siempre
lo he hecho. Espero que lo sepas.
—Sí, muchacho —respondió Maynard, su mano apretando
cariñosamente el hombro de Grant. —Sí —Su mirada se dirigió a su hija. —
Ahora, ve y gana su corazón de nuevo.
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Abrumado por la repentina alegría que vio en su rostro, Grant sintió como
si se hubiera perdido en un sueño. Sus brazos se apretaron sobre ella por su
propia voluntad, empujándola más profundamente en su abrazo.
Al instante, la mirada en el rostro de Nessa cambió. Podía ver que ella
sentía su necesidad por él, y antes de darse cuenta de lo que estaba
sucediendo, lo abrazó y lo empujó hacia un beso exigente.
Respondiendo con igual medida, Grant la abrazó mientras la besaba sin
aliento. Sus manos estaban en su cabello, luego viajaron sobre su espalda y
hombros. Todo el tiempo, Nessa se aferraba a él con una ferocidad que
conocía demasiado bien.
—Eres mía —jadeó mientras levantaba la cabeza para mirarla. —Y yo soy
tuyo.
Asintiendo, Nessa se apoyó sobre las puntas de los pies.
—Deja de hablar y bésame.
Riéndose, Grant obedeció, sabiendo que Nessa siempre sería Nessa.
No importaba lo que le había sucedido.
Y la amaba por eso aún más.
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Capítulo Dieciocho
Volviendo a Casa
Traducción Yuki
Las primeras semanas tras saber quién era, Nessa se había sentido
abrumada por la cantidad de cosas que no sabía. No solo eso, se había
sentido culpable por no poder amar como debía. Cada vez que miraba a
Grant y lo veía mirándola de esa manera anhelante, su corazón se
apretaba y se sentía horrible porque no podía darle lo que él buscaba.
Lo que merecía.
Aunque todavía persistía una pizca de culpa, ya no le prestaba mucha
atención. En estos días, cuando su camino se cruzaba con el de su esposo,
la mirada en sus ojos le robaba el aliento de los pulmones y prendía fuego
en su sangre. Le picaban las manos por sentirlo de nuevo, y contaba los
momentos hasta que él la besara una vez más.
Nessa todavía no lo recordaba y, sin embargo, su corazón tenía la
esperanza de que, incluso sin los recuerdos de su pasado, podrían
encontrar la manera de dar forma a un futuro compartido.
De vez en cuando, acudían personas a Wentford Park, amigos y
conocidos que Nessa no podía recordar, claramente curiosos por ver a la
señora de la casa a la que se había dado por muerta durante tres años. De
vez en cuando, Nessa escuchaba susurros de los sirvientes sobre cómo la
noticia de su regreso se había extendido lentamente por todo el condado.
De vez en cuando, incluso escuchaba el nombre de Lady Remsemere
susurrado en voz baja. Claramente, las circunstancias del regreso de
Nessa habían causado revuelo, dando a los cotilleos alas aún mayores que
antes.
Temía la idea de conocer a estas personas cara a cara y se sentía
aliviada cuando Grant y su padre los despachaban con algunas palabras
amables pero firmes, afirmando que la dama de Wentford Park aún no
estaba lo suficientemente bien como para recibir visitas. Era un gran
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Lamiendo sus labios, Nessa eligió sus palabras con cuidado. —Prefiero
hablar contigo a solas — dijo mientras sus ojos sostenían los de él, esperando
ver cómo reaccionaría, —últimamente... tu madre parece estar
acostumbrándose a...
— ¿Escuchar nuestras conversaciones?— Grant terminó. Una vez más,
había un brillo burlón en sus ojos y, sin embargo, el tono de su voz tenía una
nota de desaprobación. —También lo noté. Hablaré con ella.
— ¿Por qué crees que lo hace?—, preguntó Nessa, recordando el ceño
fruncido en el rostro de su suegra cada vez que la mirada de la mujer se dirigía
a ella.
Grant se encogió de hombros. —Supongo que es curiosidad después de
todo. Sí, tu regreso trastornó su vida cuidadosamente estructurada, pero tal
vez se dio cuenta de que se había equivocado. Claramente, tu regreso no ha
traído nada más que alegría para todos nosotros —. Sus ojos brillaron
intensamente mientras la miraba, y sintió un calor acogedor que se extendió
a través de ella ante sus palabras. Aun así, no podía negar que su suegra
parecía lejos de estar satisfecha con su presencia. Tenía que haber otra razón,
ya que la condesa viuda no la consideraba alguien que cambiara fácilmente
de opinión.
Por supuesto, ella podría estar equivocada.
— ¿Te gustaría entrar?—, le preguntó Nessa a su esposo mientras miraba
la puerta de su habitación. —Aquí, ella no podrá escuchar a escondidas.
Una sonrisa reclamó la cara de Grant, y sus cejas se alzaron en cuestión.
Nessa puso los ojos en blanco, incapaz de no sonreír. —Para hablar—
aclaró. —Solo para hablar.
Su esposo se rio. —Me gustaría.
Al abrir la puerta al cálido resplandor de su habitación, Nessa se sintió
más a gusto de lo que hubiera pensado. Ciertamente, invitar a su esposo a su
habitación trajo consigo todo tipo de implicaciones y ella podía decir por la
forma en que su mirada la recorrió, deteniéndose en la gran cama por un
segundo demasiado largo, que su mente también se había aventurado en esa
dirección. Pese a todo, Nessa se sentía cómoda en su presencia, segura y
respetada, y no tenía dudas de que él cumpliría la promesa que le había hecho
todas esas semanas atrás en su viaje a Wentford Park.
Como las noches eran bastante cálidas, no ardía fuego en el hogar; sin
embargo, los candelabros alrededor de la habitación habían sido encendidos
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por los fieles sirvientes de Wentford Park y la puesta de sol tardía arrojó
algunos últimos rayos dorados sobre el mundo. —Me encanta esta
habitación — susurró Nessa, disfrutando de la tranquilidad del
momento.
Grant vino a pararse detrás de ella mientras ambos miraban por la
ventana. —Siempre lo has hecho— dijo mientras su aliento le hacía
cosquillas en la oreja. —Nos casamos aquí, y en el momento en que
comenzamos nuestra vida juntos, la remodelaste.
— ¿Cómo era antes?
Grant se burló. —Bueno, había sido la habitación de mi madre, así
que...
Riéndose, Nessa se volvió para mirar a su esposo. —Supongo que
nuestros gustos son bastante diferentes.
—Eso es un eufemismo— señaló Grant mientras sus ojos la recorrían.
— Son personas muy diferentes. Quizás es por eso que siempre ha
habido... esta tensión entre vosotras.
—¿Qué hay de ella y Eugenie?—, preguntó Nessa, notando la leve
contracción que asaltaba a su esposo cada vez que decía el nombre de
Eugenie. ― ¿Se parecían mucho? Por lo que me dijiste, habría pensado
que no. Pero tu madre parecía haberle dado su visto bueno.
Grant se encogió de hombros. —No puedo decirlo con certeza. Quizás
fue simplemente que esa vez en realidad se lo consulté y ella sintió que
había sido su elección. Al menos en parte.
—Ella no me habría elegido, ¿verdad? — dijo Nessa, sabiendo muy
bien que si Grant hubiera necesitado el permiso de su madre, nunca se
habrían casado.
Sacudió la cabeza. —No lo habría hecho — confirmó. Luego se detuvo,
y Nessa pensó que vio un momento de vacilación en sus ojos antes de
continuar. —Sé que no lo recuerdas y prometí que no te escondería nada.
Entonces —inhaló profundamente mientras una mirada de disculpa le
llegaba a los ojos. —Mi madre, de hecho, habló en tu contra. Ella no
deseaba que me casara contigo.
—Supongo que por las razones habituales— comentó Nessa,
sabiendo muy bien que no había sido una trampa.
Grant asintió con la cabeza.
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solo ellos sintieron. Después de todo, solo ellos amaban a Milly de esta
manera tan absorbente e impresionante. Solo ellos eran sus padres. Era un
vínculo que Nessa apreciaba, y se sentía más cercana no solo a su hija,
sino también a su esposo. Al mirar a sus ojos verde musgo, Nessa supo
que él hablaría con sinceridad si ella le preguntaba. —Éramos felices, ¿no?
—Muy felices — respondió Grant mientras pasaba los nudillos por la
línea de su mandíbula, sus ojos cálidos y persistentes mientras la miraba.
—Pero hubo un momento en que — bajando la mirada, Nessa se
detuvo con dolorosa consideración, sin estar segura de si realmente
deseaba saber, — ¿cuándo no fuimos felices? ¿Un tiempo en que hubo
tristeza? ¿O ira? ¿Nunca hubo discrepancias entre nosotros?
Grant hizo una pequeña mueca y Nessa se preparó para lo que él le
diría. —Por supuesto, tuvimos discrepancias — susurró, y ella sabía que
tenía la intención de hablar a la ligera. Aun así, había una gravedad en su
voz que le hizo sentir escalofríos por la espalda. —Pero nunca fueron más
que eso. Discrepancias. Desacuerdos. Diferencias de opinión. Hablamos.
Nos peleamos. Nos reconciliamos—.Suspiró, y sus ojos verde musgo, tan
oscuros a la tenue luz de la habitación, encontraron de nuevo los de ella.
—También éramos felices en ellos.
Nessa tragó saliva mientras buscaba su mirada. — ¿Qué no me estás
diciendo? Lo puedo ver en tus ojos. Hay algo más y... debe ser algo terrible
si tienes tanto miedo de hablarme al respecto.
Grant asintió. —Mereces saberlo y, sin embargo, me rompe el corazón
ser el que te cause tanta pena.
— ¿Dolor? — Nessa susurró mientras su corazón se contraía en su
pecho. — ¿Quién?
Grant tragó saliva y le saltaron las lágrimas. —Nuestro hijo — susurró,
y el dolor en su voz atravesó el corazón de Nessa como un cuchillo afilado.
—Oliver.
Nessa sintió que su mandíbula comenzaba a temblar mientras miraba
a su esposo. Silenciosas lágrimas corrían por su rostro, y el aliento se alojó
en su garganta, amenazando con asfixiarla.
En respuesta, sus brazos alrededor de ella apretaron su agarre,
ofreciendo consuelo, lo poco que podía dar. —Él nació muerto — le dijo,
con su propia voz ahogada. —Fue el día más oscuro de nuestras vidas.
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Capítulo Diecinueve
Tristeza Persistente
Traducción Yuki
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Nessa sabía que debía hablar con su hija sobre límites personales; sin
embargo, la alegría de la niña era intoxicante. Además de eso, supuso que
no tener otros niños con los que jugar tenía que ser un poco solitario para
ella.
—Ella siempre mantiene la llave escondida en su vestido—, Milly
parloteó alegremente. —Desearía poder ver lo que guarda allí. ¿Crees que es
un tesoro?
Nessa se echó a reír. — ¿Tu abuela se parece a un pirata? —Milly frunció
el ceño mientras miraba a Nessa. Luego volvió su atención a sus
observaciones. —Ahora, ella está abajo en el salón — comenzó a narrar
Milly, —y ahí está papá.
Sentándose, Nessa no pudo evitar sentir curiosidad. — ¿Puedo ver?
—Por supuesto—. Alejándose del telescopio, Milly se inclinó sobre la
baranda lateral, con los ojos entrecerrados en rendijas estrechas mientras
miraba hacia la casa. —No puedo ver nada.
Nessa se echó a reír. —No lo creo. Está demasiado lejos —. Luego se
agachó, cerró un ojo y miró por el cristal.
En el salón, vio a su suegra, tensa y bastante disgustada, mientras hablaba
con Grant. Él también tenía una expresión seria en su rostro; sin embargo,
mientras que la condesa viuda parecía aferrarse a su compostura con cierta
dificultad, Grant parecía bastante tranquilo, expresando sus pensamientos
de una manera que hablaba de determinación pero no de ira. —Me pregunto
de qué están hablando—, murmuró Nessa más para sí misma que para su
hija. —Parece muy molesta.
—Estaba molesta cuando Eugenie se fue— informó Milly, todavía
entrecerrando sus pequeños ojos como si solo necesitara hacer el esfuerzo
suficiente para poder ver la casa. —Nunca la había visto tan enojada—. Una
risita surgió de los labios de Milly. —Solo cuando recibe una carta de tía
Theodora. Eso también la enoja mucho.
Nessa tragó saliva al enfrentarse una vez más con el hecho de que su
suegra hubiera preferido que su hijo permaneciera casado con su segunda
esposa. ¿Qué había sucedido para que no le gustara a la condesa viuda? ¿Era
solo una cuestión de simpatía o había sucedido algo entre ellas en el pasado
que explicaría la animosidad de su suegra?
Según Grant, había sido así desde el principio. ¿Pero por qué?
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Capítulo Veinte
El Corazón de una Madre
Traducción Yuki
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Mi hijo finalmente se había casado con una mujer joven y digna que sin duda
le habría dado muchos hijos en los años venideros.
Apuntando un dedo en el aire, señaló a Nessa acusadoramente. —
Arruinaste todo. Ahora, el hijo bueno para nada de Theodora heredará el
título, la propiedad y lo perderemos todo. —El ceño fruncido en su rostro se
oscureció y, por un momento, pensó que la mujer la abofetearía. —¿Por qué
no pudiste simplemente permanecer muerta?
La conmoción congeló las extremidades de Nessa y le robó el aliento del
pecho. Cuando su mirada se desvió para tocar la pequeña lápida, algo
cambió. Era como si pudiera sentir los pequeños dedos de su hijo
envolviendo los suyos, tirando de su brazo, recordándole que lo había
amado. Que ella todavía lo amaba.
Lo recordara o no, lo amaba y siempre lo haría.
—Nos has robado a todos la oportunidad de mantenernos erguidos de
orgullo —, siseó su suegra, con las manos en las caderas mientras miraba a
Nessa con una mirada de odio. — Nuestra familia siempre ha sido orgullosa,
nuestro noble linaje se remonta a muchas generaciones—. Ella se burló. —
No eres nadie; insignificante y sin valor. Ni siquiera podías darle a mi hijo un
heredero. Tú...
—Te compadezco—. Levantando la barbilla, Nessa dio un paso hacia su
suegra, con la mirada dura cuando se encontró con los ojos de la mujer. —
¿Esa es tu idea de familia? ¿Estatus y reputación, linaje y sangre? ¿Nada
más?— Sacudiendo la cabeza, frunció el ceño. — ¿Amas a tu hijo acaso?
Las mejillas calientes de la condesa viuda palidecieron. — ¿Cómo te
atreves a preguntarme eso? Por supuesto que sí. Soy su madre. Yo...
—Sí, eres su madre— interrumpió Nessa, dando un paso adelante para
defender el caso de su marido y el de ella. —Eres su madre y, sin embargo,
parece que su felicidad significa muy poco para ti—. Suspirando, sonrió. —
Me eligió porque me amaba, y todavía lo hace. ¿No puedes ver eso? Fuimos
felices juntos una vez, y tenemos la oportunidad de ser felices nuevamente.
¿No es eso lo que quieres para él? ¿Que sea feliz?— Mirando hacia la pequeña
lápida, Nessa sintió que las lágrimas humedecían sus ojos. —Es lo que
hubiera querido para mi hijo— susurró, su voz sonó pesada por una pérdida
que todavía se sentía tan cruda como si hubiera sucedido solo el día anterior.
—Hubiera dado todo para evitarle un daño, verlo sonreír y reír—.
Respirando profundamente, Nessa levantó la mirada y se encontró con los
grandes ojos de su suegra una vez más. —Hubiera dado con gusto mi vida
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Capítulo Veintiuno
Una Revelación Accidental
Traducción Jekita
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Sin pensarlo, Grant quitó sus manos de las garras de su madre y sintió
que sus piernas lo tiraban hacia atrás, poniendo distancia entre ellos.
—¡Cómo puedes decir eso! Sé que Eugenie ha sufrido mucho por lo que
he hecho, pero lo hecho hecho está. Y no me arrepiento —. No lo que había
pasado, sólo lo que había hecho con su vida. Sin embargo, la incredulidad
nubló sus ojos mientras miraba a la mujer que lo había traído al mundo. —
Ella está casada con Adrian ahora y él se asegurará de darle todo lo que
necesite—. La esperanza que había brillado en los ojos de su madre hasta
sólo un momento se apagó, y dio un suspiro como si fuera un niño rebelde
que se negaba a entrar en razón.
Grant tenía serias dificultades tratando de no perder la compostura.
Apretando los dientes, se acercó a ella a regañadientes, queriendo que
entendiera bien lo que iba a decir.
—Nessa es mi esposa. El señor Thatcher se ha encargado de todas las
formalidades. Ella no se irá, ni ahora, ni nunca. ¿Me oyes?
Su madre estaba furiosa. Sus manos temblaban, al igual que su mandíbula
que la apretaba para evitar arremeter contra él. Nunca la había visto tan
cerca de perder el control.
Él agitó su cabeza con incredulidad. Toda su vida, había visto la falta de
emociones y de empatía de ella, especialmente después de ver el cálido
vínculo entre Nessa y su padre. Sin embargo, la frialdad que descansaba en
sus ojos ahora le quitaba el aire a sus pulmones. —La sorpresa que mencioné
antes es un pequeño baile que servirá para reintroducir a Nessa a nuestros
vecinos y así me aseguraré de que vuelva a sentirse parte de nuestra
comunidad. Te pedí venir aquí para que me ayudaras con los preparativos.
Será en dos semanas. Las invitaciones ya han sido enviadas.
Con cada palabra dicha, la mirada de su madre se oscurecía más y pudo
ver sin ninguna dificultad que se oponía a la idea en general. Lo cual, por
supuesto, no era nada sorprendente. Sin embargo, no pudo evitar sentirse
desanimado al saber que su madre no estaba de su parte y que no podía dejar
de lado sus sentimientos personales para asegurar su felicidad. ¿Significaba
tan poco para ella?
—Ese no es tiempo suficiente— se obligó a decir a través de sus dientes
apretados. —Tienes que posponerlo.
—No haré tal cosa— contestó Grant con la misma determinación. —Se
supone que sólo será un baile pequeño, nada a la altura de la Temporada en
Londres. Lo único que me importa es que Nessa se sienta bienvenida—. Su
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Capítulo Veintidos
Una Grata Visita
Traducción Jekita
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que, rápidamente, las secara. —Debe ser extraño para ti... el estar aquí de
vuelta cuando no recuerdas nada. ¿De verdad se ha ido todo?
Una vez más, Nessa sintió que le había fallado a alguien querido para ella,
a alguien que había puesto su confianza en ella y no había estado a la altura.
—Me temo que sí.
Connie apretó su mano. —Pero tú y tu padre parecen tan unidos como
siempre—. Una pregunta parpadeó en sus ojos antes de sacudir la cabeza
como si hubiera recordado algo que había olvidado. —Siento mucho haberte
tenido aquí en el salón. Puede que no lo recuerdes, pero tengo una tendencia
a hablar demasiado.
Una sonrisa llenó su cara y extrañamente le pareció familiar. Devolviendo
el suave apretón a su prima, Nessa sonrió. —No te preocupes, querida prima.
De hecho, debería haber sido yo la que te invitara y te ofreciera un refresco.
—Bueno, ahora que lo mencionas…— Sonriendo, Connie puso su brazo
alrededor de Nessa antes de que se fueran hacia la sala de estar, pidiéndole a
Brighton que les llevara té y galletas rápidamente.
—Tengo hambre — admitió Connie mientras mordía un trozo de pastel
de limón.
—Desde que recibí la carta de tu esposo, no pude pensar en otra cosa que
en verte. Ya no recuerdo cuando fue la última vez que comí.
Una carcajada retumbó en su garganta antes de que, de pronto, se
calmara. El trozo de pastel quedó olvidado en su mano.
—¿Algo va mal? —, preguntó Nessa mientras sintió la mirada fija de
Connie en su rostro. —¿No sabe bien? — Miró el trozo en la mano de su
prima.
—No, está delicioso—, le aseguró, su mirada pensativa como si estuviera
sopesando sus palabras. —Me había olvidado de todo en estos últimos
meses — murmuró entonces, más para sí misma que para Nessa.
—¿Qué es? — preguntó entonces, segura de que su prima no se refería al
pastel. —¿Te ocurre algo? Estás pálida.
Tragando, Connie dejó el pastel, con sus ojos marrones descansando
sobre Nessa.
—No sé si debo decir esto porque, no puedo estar segura respecto a su
significado o importancia—. Agitando la cabeza, exhaló un profundo
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Mi querida Connie,
Te escribo en un momento de necesidad. Tengo algo muy importante y
absolutamente urgente que discutir contigo, pero no puedo darte más detalles
en esta carta.
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su boca. —Si no hubiera escrito esa carta, nada de esto habría pasado. Tú
no hubieras...
—No es tu culpa — intervino Nessa, poniendo suavemente una mano
sobre la de su prima, encontrando a las de Connie tan frías como las suyas.
—No lo sabías. Te pedí un favor y cumpliste como cualquier buena amiga,
como cualquier hermana haría.
Al igual que su padre, Nessa no podía negar que había algo profundo y
significativo que la conectaba a su prima. Sin embargo, Nessa también lo
había sentido con su marido. ¿Se había equivocado? ¿Ya no podía confiar
en sus instintos? ¿Ya no le servían adecuadamente ahora que no tenía
experiencias pasadas en las que pudiera confiar?
—¿No sabes por qué escribiste esa carta? — Connie preguntó cuándo
sus sollozos se hubieron calmado. Sin embargo, su mano seguía agarrando
la de Nessa como si temiera que su querida prima volvería a ser arrancada
de su vida.
Nessa suspiró, una vez más sintiéndose abrumada. ¿Esto nunca se
detendría?
—No lo sé. ¿Alguna vez hablaste con alguien de esto al respecto?
Connie agitó la cabeza. —Me pediste que no le dijera nada a Grant y
después del accidente no pensé que cambiaría las cosas. Aunque, siempre
me pregunté de qué deseabas hablarme.
Nessa trató de enfocar sus pensamientos. —¿Has estado alguna vez de
regreso aquí desde...?
Connie asintió. —Una o dos veces. Admito que odiaba visitar
Wentford Park sin ti aquí. Dondequiera que miraba, esperaba verte. Milly
venía a visitarnos de vez en cuando. Creo que era bueno para ella, y
Audrey la extrañaba. Entonces, Grant se casó con esa debutante — siseó,
entrecerrando los ojos. —Nunca le perdonaré eso. No fui a la boda. No
pude. Creo que lo sabía porque no me envió una invitación—. Ella suspiró
y, por un momento, cerró sus ojos. —Cuando recibí su carta, tuve la
tentación de tirarla al fuego. No puedo creer lo cerca que estuve de no
descubrir que habías sobrevivido.
—¿Cómo fue... cómo viste a Grant después de que yo...? —, preguntó
Nessa, queriendo saber sí algo había sucedido entre ellos antes de su
accidente. Paso a paso, le había hablado sobre los aspectos menos
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Capítulo Veintitrés
Un Consejo de Familia
Traducción Jekita
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la muerte de su hijo. Sabía que lo había llorado otra vez. ¿Cómo no iba a
hacerlo? Y él había querido darle tiempo y no agobiarla con demasiadas
preguntas o muestras de apoyo.
A veces, Nessa necesitaba tiempo a solas con sus pensamientos. Y él lo
sabía.
Pensando en ello, tal vez lo que ella había necesitado era una amiga,
alguien en quien confiar. Alguien que fuera sólo suyo. Alguien que no fuera
Grant.
—¿Milly dijo que Nessa está hablando con Cornelia? — preguntó a su
suegro, con un alivio que le llenaba el corazón al pensar en el profundo
vínculo que compartían ambas mujeres. Maynard asintió. —Debería haberle
escrito antes —admitió Grant con un suspiro. —No quería abrumar a Nessa
con demasiada gente. Pero, debería haber excluido a Cornelia de eso. Estará
furiosa conmigo.
Maynard se rio. — ¿Nessa o Cornelia?
—En este caso — sonrió Grant, — ésta última. ¿No siseó alguna amenaza
cuando la vio?
Maynard agitó la cabeza. —Estaba demasiada abrumada por ver a Nessa.
Grant asintió, sabiendo que merecía cualquier cosa y todo lo que Cornelia
pudiera lanzarle por la cabeza. —Debería haberle escrito mucho antes —.
Sin embargo, no podía negar que desde la perdida de Nessa, había habido
una extraña distancia entre ellos. Las pocas veces que se habían visto en los
últimos tres años, Cornelia lo había mirado de una forma extraña que no
había sido capaz de entender. Pero, en ese momento, no le había importado
lo suficiente como para preguntarle sobre ello. Quizás no era nada más que
dolor. Grant sabía que después de perder a Nessa no había sido buena
compañía.
—¿Qué es todo ese ruido? — al oír la voz de su madre, Grant notó que
Maynard se tensaba a su lado y una sombra oscura caía sobre su rostro. Aun
así, el viejo mantuvo su ira cuidadosamente escondida tras una máscara de
indiferencia. Se preguntó qué había hecho ahora su madre para atraer la ira
de Maynard, un hombre que siempre estaba tranquilo. Sí sólo su suegro
confiara en él.
Mientras caminaba, la condesa viuda tenía su expresión habitual: los ojos
ligeramente entrecerrados, los labios apretados en una delgada línea y una
mirada de gran altanera superioridad en su rostro que mostraba su disgusto
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con las personas en general. ¿Había sido alguna vez feliz su madre? Grant
se preguntó en ese momento. No pudo recordarlo.
—Wentford — exclamó, corriendo hacia ellos. Sus ojos recorrieron
los alrededores como si esperara que alguien saltase sobre ella y la atacara.
— ¿De qué se trata todo este alboroto?
Grant tomó un respiro para calmarse. —Supongo que te refieres a
Milly y a Audrey. Admito que su reunión ha sido bastante ruidosa.
—¿Audrey?
—La hija de Lord Crawford — Grant contestó mientras Maynard
permanecía en silencio, ignorando a la mujer ante él con un estilo que no
pudo evitar envidiar. Se preguntó cuál sería su secreto.
Cuando Grant dirigió su atención de vuelta a su madre, notó un ligero
ensanchamiento en sus ojos mientras parecía mirar por encima de su
hombro. —¿Está Lady Crawford aquí también?
Frunciendo el ceño ante el sutil cambio en su voz, Grant asintió. —Si.
Vino a ver a Nessa en cuanto recibió mi invitación al baile — Miró
fijamente a su madre, retándola a decir lo que pensaba. Afortunadamente,
no lo hizo.
—¿Crees que es prudente traerla aquí? — preguntó en su lugar; su voz
estaba tomando un tono muy extraño. —Tal vez, ser confrontada por
tantas personas y no recordar nada molestará... a tu esposa—. Por un
momento, Grant quedó demasiado aturdido para hablar. ¿Había
expresado su madre preocupación por Nessa? ¿O alguien lo golpeó en la
cabeza y todo esto era en realidad un sueño?
—¿Desde cuándo te preocupas por el bienestar de mi hija? — pidió
Maynard, con una voz un poco gruñona mientras intentaba lo máximo
permanecer en control de sus emociones.
Colocando una mano en el hombro de su suegro para calmarlo, se
dirigió a su madre. — Aprecio tu preocupación — dijo — pero, no estoy
seguro de que debas cuestionar esa decisión, ya que Cornelia es la mejor
amiga de Nessa. Crecieron juntas, y pocas personas la conocen tan bien
como ella — Suspiró mirando a Maynard. —Quizás le haga bien a Nessa
hablar con un confidente.
—Sí, pero... — su madre comenzó, pero se quedó en silencio cuando
Maynard se adelantó; sus pálidos ojos azules se volvieron hendiduras.
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—¿Por qué finges que te importa? — exigió una vez más. —Sabes tan bien
como yo lo cerca que siempre han estado, compartiendo todo entre ellas.
Cuando Nessa recibió esa carta urgente de Cornelia antes del accidente,
fuiste tú quien la instó a que se apresurara a ir a su lado, asegurándole a Nessa
que cuidarías a Milly y que no debía preocuparse — La mirada de Maynard
se estrechó aún más y se rascó la barbilla.—Ahora que lo pienso, fue la única
vez que te he visto interesarte en la vida de Nessa.
Al oír un indicio de sospecha en la voz de su suegro, Grant se preguntó
qué estaba pasando por la cabeza de Maynard. Como quedó demostrado el
otro día cuando le había pedido a su madre ayuda para planear el baile, él
sabía que la condesa viuda no sentía afecto por su esposa. Por qué, estaba
más allá de él. Por eso, era extraño que se preocupara repentinamente por
ella, ¿Verdad? ¿O estaba tratando de emendar su conducta anterior?
—Si no les importa mi consejo — resopló su madre, su piel más pálida de
lo que recordaba, — Es mejor que los deje solos. Y Wentford — añadió
después, —recuérdale a tu hija cómo debe actuar una dama bien educada.
Debo decir que su prima no es una buena influencia — Ignorando las dagas
que disparaban los ojos de Maynard, se dio la vuelta y volvió por donde había
venido.
—No ha estado nada bien. No te ofendas, hijo — Maynard gruñó a su
lado, —pero no puedo decir que me guste tu madre. Hay algo hostil en la
forma en que mira a mi hija.
Grant asintió. —Supongo que no sirve de nada fingir que no es verdad —
suspiró. —Nunca he sido capaz de entender a mi madre — Le dio a Maynard
una sonrisa tranquilizadora. —Debes estar seguro de que nunca me
ofendería por tu honestidad. Al contrario, la aprecio mucho.
Una sonrisa llenó el rostro de su suegro mientras miraba a Grant. —Eres
un buen hombre. Me alegro que mi hija te aceptara hace muchos años.
El calor barrió el corazón de Grant, y suplicó con cada fibra de su ser que
Nessa lo aceptara de nuevo.
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Capítulo Veinticuatro
Una Cuestión de Corazón y
Mente
Traducción Tutty
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Capítulo Veinticinco
Pertenencia
Traducción Tutty
Había una extraña mirada en los ojos de Nessa desde que su prima llegó
el día anterior.
Frunciendo el ceño, Grant la miró mientras se sentaban a desayunar.
Apenas le había hablado desde entonces, y él sentía que había algo en su
mente. Algo que tenía que ver con él. Algo que se interponía entre ellos.
Sintió que su corazón se apretaba dolorosamente ante la idea que Nessa
hubiera llegado a mirarlo de manera diferente. ¿Le había dicho Cornelia
algo que, de alguna manera había forzado una nueva distancia entre ellos?
¿Qué demonios podría haber sido?
Las últimas semanas habían sido tan prometedoras que Grant se había
permitido creer que su encuentro final era sólo una cuestión de tiempo.
Que, recuperara o no sus recuerdos, seguiría siendo su esposa, la mujer
que él amaba y que lo amaba a él.
¿Se había equivocado? ¿Sus momentos compartidos habían significado
más para él que para ella?
Las chicas salieron corriendo de la sala de desayuno en el momento en
que sus estómagos estaban llenos, lo que hizo que su madre soltara otra
letanía sobre el comportamiento adecuado. Sin embargo, Grant no
escuchaba, ya que su mente no podía concentrarse en otra cosa que no
fuera Nessa.
Para su sorpresa, ella se volvió hacia él entonces. Ella le preguntó: —¿Te
gustaría dar un paseo conmigo? — y el corazón de él dio un salto mientras
la alegría recorría su cuerpo. Tampoco, pudo dejar de notar la tensión en
su rostro y la casi dolorosa ausencia de ese brillo único en sus ojos color
avellana. ¿Tenía malas noticias que compartir? se preguntó Grant,
sintiendo que se le ponía la piel de gallina por sus brazos y piernas.
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Dejando atrás la casa y la gente que había dentro, Grant guio a Nessa por
la conocida pendiente hasta la parte trasera de los jardines, donde los altos
setos les daban cierta privacidad. Sus brazos estaban enlazados y sin
embargo, pensó que sentía cierta reticencia en ella, como si no se sintiera
cómoda con su tacto. —Algo ronda tu mente —dijo finalmente cuando ella
se quedó callada. —¿No me dirás qué es? Admito que estás empezando a
asustarme.
Deteniéndose, Nessa lo miró mientras estudiaba su rostro como si lo viera
por primera vez. ¿Qué estaba buscando ella? —Tienes razón—, dijo después
de un rato. —Necesito hablar contigo.
—¿Ha pasado algo? — Grant preguntó, soltando de mala gana su mano
cuando se alejó y dio unos pasos hacia atrás. —Algo ha cambiado. Me estás
mirando como si...
—¿Como si qué? — preguntó, con los ojos bien abiertos y vigilantes
mientras esperaba su respuesta.
Grant suspiró. —Como si no supieras si confiar o no en mí.
Inclinando la cabeza, inhaló profundamente antes de volver a mirarle. —
Me conoces bien.
Grant sintió que sus músculos se apretaban ante la duda en la mirada de
su esposa. —¿Qué ha cambiado? — preguntó, incapaz de soportar esta fría
distancia entre ellos. —Creía que nos habíamos... acercado. ¿Estaba
equivocado?
Al tragar con fuerza, Nessa cerró brevemente los ojos. Cuando los abrió
una vez más, la mirada de sus ojos se había suavizado. —No estas
equivocado.
—Entonces, ¿qué pasó? — Grant presionó mientras se pasaba las manos
por el pelo con agitación. —¿Qué pasó ayer para que cambiara todo lo que
teníamos?
Para su alivio, Nessa también, parecía abrumada por esta nueva distancia
entre ellos. Su mandíbula se apretó como si deseara poder simplemente
apartarla mientras la mirada de sus ojos le hacía señas para que se acercara,
el anhelo y el deseo bailando en su cálida mirada. —Dudo — dijo finalmente,
girando sobre sus talones y caminando unos pasos más allá antes de darse la
vuelta una vez más y volver hacia él. —Lo sé... quiero decir, creo que sé cómo
me siento, y no quiero nada más que poder confiar en eso — susurró mientras
sus ojos viajaban por su rostro buscando la confirmación de que ella tenía,
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única defensa. No tengo nada más que me proteja—. Ella tragó y, antes de
que él pudiera responder, se apresuró a añadir: —Hay algo más.
Grant frunció el ceño. —¿En la carta?
—Más o menos—, respondió Nessa, lamiéndose los labios nerviosamente.
—Mi padre cree que... no es mi letra. Al menos, dice que es una posibilidad—
Se burló. —No es que yo lo sepa.
Grant podía ver su confusión mientras se convertía en una molestia con
toques de desesperación que se cernían en el horizonte. —¿No es tu letra?
¿Qué quiere decir?
—No sé lo que quiero decir— gruñó Nessa, y su voz traicionó la
profundidad de sus emociones. —No entiendo nada de eso. Al menos hasta
cierto punto, parecía mi letra, pero... forzada, como si hubiera sido hecha con
gran esfuerzo. Connie dijo que la carta llevaba tu sello.
—¿Qué dice exactamente? — Grant preguntó mientras el malestar de su
esposa cruzaba lentamente la barrera entre ellos y comenzaba a extenderse
a través de su propio cuerpo.
—Es...— empezó, y luego sacudió la cabeza. —Está arriba en mi
habitación. Deberías leerla por ti mismo — Pasando su brazo por el de él una
vez más, lo llevó hacia la casa. Sus pies se movían con urgencia, como si no
pudiera esperar un momento más para que le respondiera. Subieron las
escaleras y siguieron por el pasillo en silencio, cada uno perdiéndose en sus
propios pensamientos.
Grant estaba agradecido de que Nessa fuera la persona que era y se había
dirigido abiertamente a él con respecto a sus dudas, de otra manera nunca
hubiera descubierto lo que los hubiera separado una vez más.
Su dormitorio estaba apenas iluminado por la débil luz del sol que entraba
por las ventanas. Durante su paseo por los jardines, las nubes se habían
acumulado, forzando al sol a retroceder y solo permitiéndole lanzar
pequeños y desolados rayos sobre la tierra. Parecía apropiado para su
situación actual, y Grant sintió un escalofrío correr por su espalda mientras
veía a su esposa acercarse a su tocador. Con dedos seguros, abrió un cajón...
y luego se detuvo. Sus ojos se entrecerraron antes de que su mano llegara al
interior, sintiendo el interior del cajón. — No está — murmuró, agachándose
para mirar dentro. —No está.
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Asintiendo con la cabeza, Nessa dijo: —Me dijo que estaba tratando de
encontrarle sentido a mi carta y averiguar de qué quería hablar con ella.
Sin embargo, como le pedí que no hablara contigo, tenía las manos atadas.
—Ya veo— murmuró Grant, odiando cómo Cornelia tenía que haberlo
visto entonces. —¿Y tu padre piensa que no la escribiste?
—Dijo que era una posibilidad. Quería hacerte la misma pregunta. Pero
ahora que la carta ha desaparecido, supongo que nunca lo sabremos —
Sacudiendo la cabeza, Nessa trató de mantener la calma. —No sé qué hacer
ahora.
—Tal vez tu prima o tu padre tengan la carta — sugirió Grant, alcanzando
sus manos cuando ella las cruzara delante su pecho. Más que nada, temía
que ella lo dejara fuera.
Nessa agitó la cabeza, pero no se apartó. —No se llevarían la carta sin
preguntarme.
—Todavía podemos hablar con ellos.
Nessa se burló, claramente insatisfecha con sus opciones.
—Mírame — dijo Grant mientras ponía una mano bajo su barbilla. —
¿Crees que tú escribiste esa carta? ¿Que eras infeliz conmigo?
—Así es— exclamó Nessa, dando un paso atrás para que él tuviera que
liberarla. —No lo sé. No sé nada.
—Pero, ¿qué es lo que crees? — Grant presionó, siguiendo su estela
mientras ella se alejaba.
Su labio tembló al mirarlo. — No lo hace verdad solo porque desearía que
lo fuera — susurró, con una voz apenas audible.
Grant inhaló lentamente. —¿Qué deseas? — preguntó, complacido
cuando ella dejó de retroceder y mantuvo su mirada. —¿Qué es lo que
deseas?
Su mandíbula se apretó como si estuviera a punto de responder, pero
luego lo pensó mejor. —Lo que quiero no importa. Sólo lo que es verdad lo
hace.
—No hay garantías — Alcanzando su mano, Grant la empujó hacia él. —
Al final, todo se reduce a la fe—. Él tragó, sabiendo que el momento había
llegado finalmente. O lo aceptaba o no. —¿Confías en mí? — preguntó,
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extendiendo la mano para rozar sus dedos sobre la mejilla de ella. —¿Me
quieres? ¿Crees que estamos el uno para el otro?
Un escalofrío la atravesó, y sus ojos se nublaron con lágrimas cuando lo
miró.
—¿Qué sientes cuando te miro? Cuando me miras...— susurró él
mientras la abrazaba. — ¿Cuándo te toco? ¿Es aquí donde quieres estar?
Las manos de ella se posaron sobre su pecho, sintiendo el latido del
corazón en su pecho. —Hace mucho tiempo que no lo hace — le dijo
mientras sus brazos la acercaban. —Sólo hace eso a tu alrededor.
Ella con una sonrisa entusiasta en las comisuras en sus labios, y se
inclinó hacia él. —¿Y si me equivoco?
—Confía en ti misma — susurró Grant cuando su mano se extendió
para tomar su rostro. —En el fondo, sabes si debes confiar en mí o no,
porque incluso cuando queremos algo con todo nuestro corazón, una
parte de nosotros todavía se rebela contra ello si no es bueno para
nosotros —. Su mano rozó la línea de su mandíbula, sintiendo la
sedosidad de su piel, e inhaló profundamente, respirando el calor de su
cuerpo mientras ella descansaba en sus brazos. —¡Dios, cómo te he
echado de menos, Nessa!
Parpadeando para contener las lágrimas, ella le sonrió. —Yo también te
he echado de menos — respondió ella a su expresión de anhelo con una
igualmente poderosa de la suya. Sus ojos color avellana brillaban en la
tenue luz de la habitación, y Grant pudo ver que el corazón de ella había
hablado, deteniendo el suyo en su camino cuando de repente se levantó y
lo beso.
Después de todos estos años, la sensación de tener a Nessa -su Nessa-
en sus brazos abrumó a Grant y todos los pensamientos cesaron. Todavía
había preguntas y dudas, incertidumbres y sospechas, y sin embargo, en
ese momento en que tomó a su esposa en sus brazos y la llevó a la cama,
Grant no podía recordar ni una sola. —Te amo — susurró cuando la
acostó suavemente, sintiendo que sus brazos se cerraban alrededor de su
cuello y tirando de él hacia ella, sus labios buscando los suyos.
Besándolo con una pasión que Grant recordaba demasiado bien, Nessa
le pasó las manos por el cuello y sobre los hombros. Las puntas de sus
dedos rozaron la piel de él mientras movía sus manos hacia atrás en su
cuello para acariciar su cara. Luego se echó hacia atrás y en la tenue luz,
sus ojos brillaron como oscuros estanques mientras lo miraba con
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Capítulo Veintiséis
El eco del Pasado
Traducción Clau
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Sonriendo cuando vio que su hija la saludaba desde los árboles, Nessa
levantó la mano y le devolvió el saludo, sintiendo su corazón calentarse al
pensar en su pequeña niña.
En los últimos días, Nessa había pasado muchas horas reflexionando y
había llegado a la conclusión de que su esposo tenía razón. Ya fuera que
recordara su pasado o no, debía confiar en sí misma y hacer lo que le
pareciera correcto. Estar en Westford Park le hacía sentirse bien. Amar a su
hija se había vuelto tan esencial para ella como el aire que respiraba. La cálida
atención de su padre y la amistad entregada de su prima le hacían sentir
bienvenida, segura y feliz. Y su esposo…
―Conozco esa sonrisa ―comentó Connie, con una sonrisa burlona en su
rostro mientras miraba a Nessa deliberadamente, sus ojos marrones se
entrecerraron.
― ¿Qué sonrisa? ― preguntó Nessa, vergonzosamente consciente de que
las comisuras de su boca se negaban a caer. El calor le calentó la cara y, sin
embargo, no podía dejar de sonreír.
― ¡Esa sonrisa! ―Exclamó su prima, señalando con el dedo las mejillas
enrojecidas de Nessa. ― La he visto antes y sé lo que significa.
Por un breve momento, Nessa se congeló, sus ojos se abrieron mientras
miraba a Connie. ― ¿Lo haces? ―Preguntó, intrigada al pensar que una
parte subconsciente de ella sabía cómo encajaba en la vida que no podía
recordar. ― ¿Significa... qué significa?
La sonrisa de Connie se profundizó y una mirada perversamente divertida
apareció en sus ojos mientras alcanzaba las manos de Nessa, acercándola.
―Lo recuerdas, ¿no? ―Susurró ella, sus ojos marrones buscando la cara
de Nessa. ―Solo has tenido esa mirada en tus ojos por él.
Tragando saliva, Nessa sacudió la cabeza. ― No lo hago―confesó,
incapaz de no sentirse desanimada por la expresión de desilusión en el rostro
de Connie. ―Desearía hacerlo.
Connie hizo una pausa, llevándose el dedo a los labios como si estuviera
considerando algo de gran importancia. La decepción se convirtió en
especulación y luego en triunfo. Nuevamente, su mirada se entrecerró y sus
ojos recorrieron el rostro de Nessa, buscando evidencia. Luego habló: ―Si
realmente no lo recuerdas, entonces solo hay otra explicación para esa
expresión en tu cara.
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Intrigada una vez más por la observación de su prima, Nessa sintió que
sus manos se apretaban sobre las de Connie por su propia cuenta. ― ¿Qué
es?
Su prima sonrió. ―Lamento informarte, querida, pero parece que te
has enamorado de su esposo de nuevo.
Por un momento, las dos mujeres se miraron en silencio, las palabras
de Connie colgaban entre ellas en el aire. Entonces Nessa sintió una
sonrisa en su rostro y vio una respuesta que florecía en la de su prima. La
risa burbujeo y, en poco tiempo, se abrazaron fuertemente, la felicidad se
apoderó de ellas como la suave brisa de verano.
―Es verdad, ¿no es así? ―Preguntó Connie después de que se
hubieran recuperado lo suficiente. ―Estás enamorada de él.
Abrumada, Nessa no sabía qué decir.
Desde que Grant la había encontrado en la abadía, había rezado todos
los días para que volviera su memoria, determinada a que sin ella no
podría avanzar en su vida. ¿Podría uno amar sin los recuerdos que los
conectaban entre sí? ¿Era eso posible?
A juzgar por el calor que se extendía en su corazón cada vez que
pensaba en su marido, parecía que así era. ―Creo que lo amo ―susurró
Nessa, conmocionada momentáneamente, mientras permanecía inmóvil
en medio del jardín, con su mano agarrando a su prima por miedo a perder
el equilibrio y caerse. ―Debo estar enamorada porque no hay otra cosa
que explique cómo me siento ― Parpadeando, se encontró con la mirada
alegre de su prima. ―Y descubramos o no una explicación con respecto
a esa carta, yo... confío en él. Yo le creo. Sé que él me ama―. Una profunda
sonrisa reclamó su rostro. ―A mí y ninguna otra.
―Admito que siempre pensé que sí ― coincidió Connie, apretando la
mano de Nessa como afirmación. ―Tenía dudas, pero ya no las tengo. Veo
que eres feliz, y que él también lo es. Se pertenecen. Siempre ha sido así.
―Un profundo suspiro dejó sus labios. ―Sin embargo, ¿logró
convencerte?
Nessa se encogió de hombros. ―No lo sé.
Quizás no había sido un solo momento el que finalmente la había
convencido. Quizás había sido la suma de todos ellos. La paciencia y
amabilidad de su esposo. La forma en que siempre la miraba como si todo
lo demás se desvaneciera cada vez que entraba en una habitación. Las
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Felices por Siempre Regencia 01
muchas veces que le había dicho que la amaba. Su honestidad sobre sus
dudas, miedos y debilidades. El baile que había planeado como una
sorpresa para ella. La elección que le había dado. Las preguntas que le había
hecho, instándola a encontrar sus propias respuestas. El hecho de que él la
había instado a creer en sí misma, a confiar en sí misma.
Había sido todo eso y más.
El cuerpo de Nessa se calentó todavía más al pensar en cómo la había
tomado en sus brazos el otro día en su habitación. Unos brazos que le
parecían seguros y familiares. Se había hundido en ellos, deseando nada más
que sentir, recordar lo que había perdido.
Pensar en lo que ella podría recuperar.
―Estoy muy feliz por ti ―dijo Connie en respuesta a la alegría que
mostraba en el rostro de Nessa. ―Después de todo lo que has pasado,
mereces ser feliz y estar enamorada.
Nessa asintió con la cabeza. ―Una parte de mí todavía no puede creer
que sea verdad, pero cuanto más digo las palabras, más bien me siento
―Suspiró. ―Lo amo.
―¿Se lo has dicho?
Recordando el encuentro íntimo con su esposo sucedido unos días atrás,
Nessa asintió, mirando al suelo antes de mirar a su prima. ― Lo hice
―susurró, incapaz de mantener la sonrisa fuera de su rostro.
Connie se rio entre dientes. ―Supongo que también está que no cabe en
sí de la dicha.
―Creo que sí ―Nessa suspiró, recordando la leve tensión que mantenía
cada vez que sus caminos se habían cruzado desde entonces. ―Pero creo
que una parte de él todavía no cree que sea verdad. Creo que todavía teme
que no quise decir lo que le dije. Que únicamente lo hice para complacerlo.
―Dale tiempo ―aconsejó Connie, tirando del brazo de Nessa para
entrelazarlo con el suyo. ―Lo creará. Este también ha sido un momento
difícil para él. Cuando te perdió, se le rompió el corazón y creo que sabe que
no es lo suficientemente fuerte como para sufrir por segunda vez. Así que es
cauteloso.
―Sé cómo se siente.
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la luna era suficiente en sí misma. Entonces el niño supo que debía estar
contento con lo que tenía y no llorar siempre por lo que estaba fuera de
su alcance.
Mirando a su hija dormida, Nessa cerró el libro y lo dejó en la pequeña
mesa al lado de la cama. Suavemente, ella acomodo los rizos salvajes de la
niña detrás de su oreja y fue recompensada con una suave sonrisa que
revoloteaba en la cara de Milly. Un profundo suspiro de satisfacción dejó los
labios de la niña y se acurrucó más cerca, enroscando sus manos en las faldas
de Nessa.
Sentada contra las almohadas, Nessa pasó una mano sobre la cabeza de
Milly, sintiendo el calor de su pequeño cuerpo mientras se acurrucaba contra
el de ella. Después de un tiempo, sus ojos también se cerraron y sintió que se
desvanecía cuando una suave melodía comenzó a llenar su cabeza. Al
principio, solo fueron un par de notas antes de que ella pudiera tararear la
melodía mientras flotaba por la habitación infantil.
Los sentimientos de amor y devoción se precipitaron al corazón de Nessa
ante el sonido, y escuchó el leve eco de risas en su oído. Las imágenes eran
demasiado borrosas y desenfocadas para identificarlas, pero se desplazaron
ante sus ojos, y su mente se extendió para captarlas, curiosa por saber qué
eran.
Milly suspiró mientras dormía, y los ojos de Nessa se abrieron. Una vez
más, una pequeña sonrisa apareció en el rostro de su hija antes de que su
pequeña boca se abriera.
―Mamá.
Mirando fijamente a la niña dormida, sintió que el aire golpeaba sus
pulmones y las lágrimas se acumulaban en sus ojos.
Milly siempre la había llamado Nessa, y había sido suficiente para ella, no
había pensado mucho en ello. Grant había expresado su pesar ante el hecho
de que Milly la llamara por su nombre de pila. Nessa, sin embargo, había
rechazado su preocupación, sabiendo muy bien que ella era esencialmente
una extraña para la niña. Había estado agradecida de que se hubiera
encariñado con ella tan rápido y no había presionado a su hija para que diera
más de lo que podía.
Mamá.
Esa única palabra lo había cambiado todo.
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Capítulo Veintisiete
Un Baile en Westford Park
Traducción Clau
Para cuando llegó el día del baile, Grant podría haber jurado que era el
hombre más feliz de toda Inglaterra.
Durante la noche anterior, era como si su antigua vida hubiera
despertado. Aunque una parte de él no pudo evitar sentir aprensión temor
de confiar en su buena fortuna, a medida que pasaban los días Grant
comenzó a sentirse más tranquilo, permitiéndose creer que no estaba
soñando, sino que estaba completamente despierto.
Cada vez que su mirada se encontraba con la de Nessa, podía jurar que
sonaba un trueno en el aire y volaban chispas en todas direcciones,
iluminando sus hermosos y cálidos ojos mientras miraban los suyos. La
sonrisa que dibujaban las comisuras de sus labios le debilitaba las rodillas, y
cada vez que encontraba una razón para poner los ojos en blanco, Grant no
podía evitar abrazarla y besarla sin aliento.
Al principio, Nessa había estado confundida por su reacción. Sin
embargo, con cada día que pasaba, parecía sentir que una parte de ella, en el
fondo, había vuelto a la vida que habían compartido antes. Nessa era quien
siempre había sido, lo recordara o no.
Todo parecía tan familiar que era como si no hubiera pasado el tiempo.
Como si los últimos tres años no hubieran sido más que un mal sueño.
La primera mañana, cuando Milly había llamado a Nessa mamá, Grant casi
se desmayó.
Levantando la cabeza, la había mirado, viendo sus ojos brillar con
lágrimas. Y, sin embargo, no había habido sorpresa en su rostro, ya que había
sonreído primero a su hija y luego a él. Algo había sucedido, Grant estaba
seguro de ello. No se atrevió a preguntar, en el fondo, sabía que era algo entre
madre e hija. Un momento que era solo de ellas, y él no pensaba quitarles eso.
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La noche del baile, Nessa se aferró a su brazo de una manera que le hizo
preguntarse si había sido una buena idea invitar a sus vecinos. Aun así,
necesitaba que supiera que ella no era un secreto que él ocultaría, sino que
quería compartirla con todo el mundo. Si bien sus vecinos tendían a ser muy
entrometidos, eran buenas personas cuya compañía habían disfrutado antes
del accidente que había cambiado sus vidas de una manera de la que no
habían podido recuperarse.
Él no había sido capaz de recuperarse.
Sin embargo, ahora, la vida se sentía tan maravillosa como siempre, y
Grant estaba orgulloso de reintroducir a su esposa en su pequeño círculo de
amigos y conocidos.
Vestida con un impresionante vestido color lavanda, Nessa estaba a su
lado, con los ojos color avellana brillando a la luz de las velas mientras
intercambiaba algunas palabras amables con personas que, que ella supiera,
nunca antes había conocido. Al principio, la situación fue un poco incómoda
cuando sus invitados la miraron con expresiones de halcón en sus rostros.
Sin embargo, el encanto natural y carácter abierto de Nessa pronto alivió las
tensiones. En poco tiempo, la risa resonó en la gran sala, mezclándose con
las suaves notas de la música que se desplazaba desde donde se había
instalado la pequeña orquesta.
Al final, todos tuvieron que admitir que fue una noche maravillosa, y
Grant no disfrutó nada más que mirar a su querida esposa y verla como
siempre la había visto. Una mujer tan fascinante que nunca podría haber
dejado de amarla.
― ¿Y dices que nos conocimos en un baile como este? ―Le preguntó ella,
con un brillo perverso en sus ojos mientras veían a sus amigos y vecinos
bailar toda la noche.
Grant sonrió. ―Fue en Londres y fue en un acontecimiento mucho más
grande, pero sí.
― ¿Y sin embargo te fijaste en mí? ―Una pregunta, más que la mera
logística de esa noche, sonó en su voz, y Grant se preguntó si, tal vez, él no
era el único que temía haberse desviado a un sueño y tenía miedo de
despertar en cualquier momento.
Alcanzando su mano, Grant la atrajo hacia él, y su mirada la sostuvo
mientras se inclinaba más cerca. ―En el momento en que te vi ―susurró,
sintiendo un ligero escalofrío sobre ella mientras ella descansaba una mano
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En privado.
Aclarando su garganta, Grant saludó a su primo, así como a la esposa del
hombre, antes de tomar nota de su tía Theodora, quien dio un paso adelante
en ese momento con una expresión en su rostro que podría haberle robado a
su propia madre. No pudo evitar preguntarse cómo dos mujeres tan
parecidas no podían encontrar una manera de llevarse bien entre ellas.
―Es un placer conocerte... otra vez ―dijo Pierce a Nessa, sus ojos azules
brillaban de alegría mientras los miraba. ―Debo decir que nunca he visto a
Grant más feliz de lo que se ve esta noche. Has hecho maravillas, milady.
Nessa se echó a reír. ―Eso me dijeron. Pero, por favor, ¿no estaba
igualmente feliz antes de mi... desafortunada desaparición? ―Sus cejas se
alzaron mientras miraba a su primo y a él, con un brillo burlón.
Pierce se echó a reír. ―Veo que has conservado tú viejo ingenio. Bueno,
milady, no puedo evitar observar que parece haber un brillo extra en sus ojos
esta noche.
Su esposa Elizabeth sonrió. ―Supongo que es porque ahora sabe cómo
es su vida sin ti ―le dijo a Nessa, inclinándose hacia adelante con confianza.
―Recuerda mis palabras. Él ahora nunca te dará por sentado.
Nessa se echó a reír y Grant respiró aliviado al verla tan a gusto.
―Entonces, ¿sugeriría que una desaparición temporal le enseñaría a
cualquier esposo una buena lección?
Elizabeth sonrió antes de intercambiar una mirada significativa con su
esposo. ―Una idea interesante, debo decir.
Pierce fingió conmoción. ―No puedes ser tan cruel como para considerar
esto, querida. ¿Cómo sobreviviría sin ti?
Tirando de Nessa más fuerte en sus brazos, Grant estaba agradecido por
las palabras ligeras que intercambiaron. Aun así, la idea de volver a estar sin
su esposa aún le hacía sentir escalofríos por la espalda, y no se atrevió a
pensar en eso.
― ¿Cómo están los niños? ―Preguntó en su lugar, dirigiendo la
conversación a un terreno más seguro.
O eso pensaba.
―Oh, son maravillosos ―dijo tía Theodora inmediatamente. ― ¡Qué
chicos tan encantadores! Realmente hacen justicia a su padre. ―Su voz sonó
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Capítulo Veintiocho
Lady Rosemere
Traducción Clau
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Capítulo Veintinueve
Dos Damas y una Simple
Verdad.
Traducción Mony
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simplemente no lo sé. Todo lo que sé es que amo a mi hijo y que haré lo que
pueda para asegurarme de que él o ella sea feliz. Todo lo demás encajará en
su lugar a medida que caminemos por la vida— Ella volvió los ojos
inquisitivos hacia Nessa. —¿No deseas que tu esposo vea al niño?
Nessa se congeló. Hasta este momento, no había pensado en cómo
deseaba que fuera su futuro con respecto a este niño. Ciertamente, una parte
de ella envidiaba a Grant por tener otro hijo, especialmente después de la
tragedia que sufrieron cuando perdieron a su precioso hijo. Sin embargo, fue
la idea de competir por el amor de Grant lo que realmente la inquietó.
Al mirar a Lady Remsemere, supo que no había necesidad de preocuparse
mientras la joven la miraba con tanta honestidad en sus ojos grises que la
creyó sin pensarlo dos veces.
—Realmente no lo quieres, ¿verdad? ¿No hay una sola parte de ti que
desearía que nunca hubiera regresado?
Lady Remsemere negó con la cabeza cuando su mirada se dirigió a la
puerta y una pequeña pero significativa sonrisa curvó lentamente sus labios.
—Si nunca hubieras regresado— susurró finalmente mientras se
inclinaba más cerca —mi vida habría tomado un giro diferente y nunca
habría venido aquí.
Los ojos de Nessa se abrieron al comprender, y su mirada se dirigió hacia
la puerta, casi como si pudiera ver al hombre que había entrado en los
pensamientos de Lady Remsemere solo unos momentos antes.
—¿Te refieres…? ¿Tu marido... tú...? —exhaló un largo suspiro, sintiendo
una sonrisa tirar de las comisuras de sus labios. —Eres feliz en tu nuevo
matrimonio.
Un delicado rosa apareció en las mejillas de la joven cuando bajó la mirada
por primera vez ese día.
—Tengo esperanzas —admitió finalmente, levantando los ojos para
encontrarse con suyos... y lo que vio allí momentáneamente le robó el aliento
de los pulmones.
Tan segura y llena de confianza como Lady Remsemere parecía haberla
aconsejado con respecto a sus dudas y temores, tan vulnerable e insegura
parecía ahora en lo que respecta a su propio corazón.
—¿Te preocupas por él?
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Capítulo Treinta
Temor
Traducción Mony
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Lamiendo sus labios, Nessa suspiró. —Sí quería. Solo salí a la terraza
para aclarar mi cabeza, y luego...— Cerró los ojos y respiró hondo para
fortalecerse de lo que le esperaba. —Tu madre me encontró.
Grant gimió cuando el pánico lo atravesó. Pasándose las manos por el
pelo, miró a su esposa, notando la mirada expectante en sus ojos mientras
lo miraba.
—¿Qué dijo ella?
Las cejas de Nessa se alzaron.
—¿Cómo puedes preguntarme eso? — Tragó saliva, y una mirada de
dolor y desilusión cruzó por su rostro. —Debiste decírmelo. ¿Lo habrías
hecho si tu madre no me hubiera dicho nada?
Sacudiendo la cabeza, Grant se encogió de hombros mientras trataba
desesperadamente de retroceder en el pánico que lo envolvió.
—No lo sé. Lo intenté muchas veces. Sabía que necesitaba
hacerlo. Sabía que merecías saberlo.
—Entonces, ¿por qué no lo hiciste? — preguntó ella, cruzando los
brazos frente a su pecho, mientras lo veía con una mirada afilada en sus
ojos color avellana.
—Por la misma razón que no te dije que me había vuelto a casar—
respondió Grant honestamente, con el miedo aflojando la lengua. —Tenía
miedo de que te fueras.
—Estamos casados— señaló como si todos sus temores hubieran sido
ridículos.
Grant se burló, sacudiendo la cabeza, odiando la forma en que lo
miraba como si fuera un extraño que ella no conocía.
—Sé que estás atada a mí, te guste o no, pero eso no es suficiente—.
Cerrando la pequeña distancia entre ellos con un solo paso, Grant una
vez más la agarró por los brazos. Intentó ser gentil, pero su corazón latía
violentamente en su pecho. —Quiero que seamos como antes— le dijo
mientras buscaba en sus ojos una chispa de su antiguo amor. — Quiero
que me quieras, que me ames como yo te amo a ti. Sí, me dije a mí mismo
que sería suficiente simplemente con tenerte de vuelta en mi vida, incluso
si nunca pudiéramos volver a ser lo que fuimos. Y sí, es mejor que no
tenerte en mi vida, pero aun así no es suficiente— Suspirando, la atrajo
hacia sí y apoyó su frente contra la de ella. Entonces ella se inclinó hacia
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amabilidad, los que siempre están allí, vigilantes y protectores, los que te
toman de las manos y te secan las lágrimas—. Sacudió la cabeza. —Ese
no seré yo. Lady Remsemere y quizás Adrian serán esas personas como tú y
yo somos los padres de Milly. El amor hace una familia, nada más.
Las manos de Nessa le devolvieron la suave presión con que las sostenía.
—¿Quieres ser parte de su vida?
Grant suspiró. —Me gustaría eso, pero no como padre—. Una suave
sonrisa llegó a sus labios. —Un tío tal vez.
Nessa inhaló lentamente mientras sus ojos color avellana estudiaban su
rostro. —¿Lo compartirías conmigo? ¿O a ella?
Grant sonrió, acercándola más. —Todo lo que tengo es tuyo, Nessa—
susurró mientras su mano se deslizaba a lo largo de su mandíbula y luego
ahuecaba la parte posterior de su cabeza. —Todo lo que soy es tuyo—.
Bajando la cabeza hacia la de ella, la besó suavemente y su corazón suspiró
con alivio cuando ella respondió cálidamente.
Nessa se hundió en sus brazos entonces, y se quedaron allí por mucho
tiempo simplemente abrazados, saboreando el momento. —Admito que
pensé que estarías furiosa— le susurró Grant al oído, incapaz de silenciar
esa parte de él que todavía tenía dudas. Necesitaba saber cómo se sentía
realmente y rezaba para que no ocultara sus verdaderos sentimientos
creyendo que tenía que hacerlo. Él se apartó y la miró a los ojos. —Debo decir
que, si te hubieras casado con otro y dado a luz a su hijo, habría...— No pudo
terminar la oración simplemente porque al decir las palabras amenazaban
con deshacerlo.
Nessa suspiró.
—No digo que no me importe— dijo, con una leve advertencia en sus ojos
mientras lo miraba. —Todo lo que digo es que... todavía quiero la vida que
tuvimos, la vida que he vislumbrado en las últimas semanas. Te quiero y
quiero a Milly, y quiero que seamos una familia—. Ella tragó saliva y un largo
suspiro dejó sus labios. —Quizás me sentiría diferente si Lady Remsemere
se preocupara por ti.
Sorprendido por esa declaración, las cejas de Grant se alzaron.
Sonriéndole, Nessa se río entre dientes.
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Cualquiera que fuera la razón, Nessa no podía negar que Lord Remsemere
era un hombre inusual. Sin embargo, en su humilde opinión, no parecía una
bestia peligrosa, sino más bien un hombre no acostumbrado a una cómoda
compañía. Quizás todo lo que necesitaba era alguien que lo sacara de su
caparazón. Quizás su nueva esposa fuera la persona que cumpliese esa tarea.
Nessa solo podía esperar eso.
La cena fue un poco tensa, ya que Lord y Lady Remsemere apenas dijeron
una palabra, el uno al otro ni a sus invitados. Se intercambiaron algunas
observaciones sobre el clima, así como las felicitaciones ofrecidas por el
regreso de Nessa. Sin embargo, cuando Nessa, a su vez, ofreció sus propios
buenos deseos a la pareja de recién casados, ambos rostros parecieron
tensarse de una manera que hablaba de una enorme inquietud. Ni siquiera
se atrevieron a mirarse el uno al otro.
Eso fue todo lo que necesitó para estar convencida de que había algo entre
ellos, que no solo Lady Remsemere sentía algo por su esposo, sino que él
también había llegado a importarle. Después de todo, a la gente que no le
importa no tenía la necesidad de evitarse unos a otros a toda costa.
Sintiendo la inquietud de sus anfitriones, Nessa conversó alegremente
con su esposo mientras mantenía un ojo discreto en el otro extremo de la
mesa.
—Realmente me gustó tu primo— le dijo a Grant, cuyos ojos ligeramente
entrecerrados le dijeron que no era ajeno a lo que sucedía en la mesa de la
cena. —Parece ser un hombre decente con un buen sentido del humor. Su
esposa también.
Grant asintió con la cabeza. —Siempre me ha gustado y lo hubiera
invitado con más frecuencia si no hubiera sido por el disgusto de mamá con
tía Theodora—. Apretó los dientes muy ligeramente, y Nessa pudo ver la ira
que aún hervía en sus venas por la mención de su madre. —No era agradable
para ninguno de nosotros cuando ellas dos estaban en la misma habitación.
— Pareció sonreír cuando una chispa repentina y bastante tortuosa apareció
en sus ojos. —Quizás se puedan hacer otros arreglos— reflexionó. —No
parece justo para todos nosotros que nunca podamos vernos por esas dos
arpías.
Nessa se río entre dientes por la elección de sus palabras e incluso Lord y
Lady Remsemere levantaron la vista, frunciendo el ceño ligeramente.
A medida que avanzaba la noche, Nessa tomó nota de la forma en que
Lord Remsemere parecía estar mirando a su joven esposa por el rabillo del
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los dos tan felices — susurró, mirando de reojo a Grant. Luego se inclinó más
cerca. —Él solo tiene ojos para ti. Nunca fue diferente. Quiero que sepas eso.
Tragando las lágrimas que amenazaban, Nessa asintió. —Gracias. No lo
creía antes, pero ahora sí— El calor llenó su corazón al pensar en todas las
personas maravillosas que habían entrado en su vida tan inesperadamente,
desde el momento en que Grant la descubrió en la abadía hasta conocer a
Lady Remsemere. Solo el día anterior, y ella sabía lo bendecida que era al
tenerlos. No todo había sido fácil, pero todo el dolor había valido la pena sin
eso, Nessa nunca hubiera podido obtener la paz y la seguridad que sentía en
su corazón ahora. ¡Ojalá Lady Remsemere pudiera ser igualmente
afortunada!
—Pido disculpas por la ausencia de mi esposo— comenzó Lady
Remsemere, y Nessa podía sentir una nueva tensión en las manos que aún
sostenían las suyas. —Te aseguro que no lo dice en serio como un insulto—
. Los ojos grises de la dama fueron repentinamente evasivos antes de que su
mirada bajara de la de Nessa y ella retrocediera un paso.
—No te preocupes— le aseguró Nessa mientras tomaba nota del leve
sonrojo que apareció en las mejillas de Lady Remsemere. Su mirada parecía
momentáneamente distante como si sus pensamientos se hubieran desviado
a otra cosa. ¿Había sucedido algo la noche anterior después de que Nessa y
su esposo se hubieran retirado a sus habitaciones? ¿Era por eso que Lord
Remsemere no había mostrado su rostro esta mañana? Ardía por curiosidad
para preguntar, y sin embargo, sabía que no era el momento ni el lugar.
Quizás con el tiempo, una vez que se conocieran mejor, Lady Remsemere
confiaría en ella.
Incapaz de no hacerlo, Nessa se inclinó más cerca y la mirada de Lady
Remsemere se alzó para encontrarse con la suya. —Él solo tiene ojos para ti,
—susurró, devolviendo el regalo que le habían dado hace solo unos
momentos.
Un leve ceño fruncido apareció en el rostro de la joven y su mirada se
dirigió al marido de Nessa.
Nessa sacudió la cabeza. —Estoy hablando de Lord Remsemere.
Los ojos de la dama se abrieron y su boca se abrió ligeramente como en
estado de shock. Aun así, una chispa de curiosidad permaneció en sus ojos
gris plateado. Sus labios se separaron ligeramente, y pudo ver que deseaba
pedir más detalles. Sin embargo, ella no se atrevió. Cuando se trataba de su
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y rozaron sus ojos como si la estuviera viendo por primera vez en años. —
Estás de vuelta.
Tragando el nudo en su garganta, Nessa asintió mientras una sonrisa
tentativa tiraba de sus labios. —Lo hice.
Su mano se deslizó en su cabello y se posó en la parte posterior de su
cuello. Una multitud de emociones bailaron en esas manchas esmeraldas que
chispearon en sus ojos, y apretó los dientes, abrumado por el poder del
momento. Abrió la boca como si quisiera expresarlos, pero luego hizo una
pausa.
Un momento después, un gruñido de angustia surgió de su garganta y
apretó sus labios contra los de ella en un intento desesperado por hacerse
oír.
Nessa entendió sin palabras, respondiendo a su demanda con igual
medida. La pérdida y la soledad de los últimos tres años fluyeron en ese beso,
y se aferraron el uno al otro como si les fuera la vida en ello.
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Una vez más, Grant la atrapó en sus brazos, sintiendo que sus músculos
se tensaban con la tensión que los mantenía envueltos uno alrededor del
otro. Ella se aferró a él tanto como él se aferró a ella, ya que aún persistía el
miedo a perderse el uno al otro. La esperanza y el miedo se arremolinaban a
su alrededor, empujándolos de un lado a otro, haciéndolos balancearse de un
lado a otro. Entonces Grant dio un paso atrás, una vez más levantando su
cabeza con una mano en su barbilla, sus ojos buscando los de ella. —Siempre
estuvimos destinados a estar juntos— dijo tanto a ella como a sí mismo —
Los últimos tres años fueron una prueba, nada más. Siempre estaremos
destinados a encontrarnos de nuevo.
El alivio empañó los ojos de Nessa mientras asentía con la cabeza. —
Siempre.
—Siempre— estuvo de acuerdo Grant, exhalando un profundo suspiro.
Su cuerpo comenzó a relajarse cuando la verdad de lo que había sucedido se
asimiló lentamente. —Has vuelto.
—Estoy de vuelta — confirmó Nessa antes de cerrar brevemente los ojos,
una respiración profunda abandonó sus labios. —Volví.
—El día que te perdí fue el más oscuro de mi vida— le dijo Grant,
decidido a librarse de todo el dolor y la pena de los últimos tres años —pero
ahora que has vuelto, solo miraré hacia el futuro. Un futuro contigo —
Sonriéndole, Grant notó que sus ojos se habían vuelto distantes. Ya no
sostenían la suya, sino que estaban dirigidos hacia algo interior.
Un recuerdo tal vez.
El pensamiento hizo cosquillas en una sonrisa de los labios de Grant. —
¿Qué pasa? — Preguntó, apretando ligeramente su mandíbula. — ¿Estás
bien?
Nessa tragó saliva y sus mejillas palidecieron mientras parpadeaba, luego
lo miró. —No lo sé— susurró, y el temblor que ahogó su voz trajo un
escalofrío a sus huesos. — Recuerdo eso…
—¿Qué? — Presionó Grant, deseando que, por una vez, no hubiera
oscuridad rodeándolos. ¿No podrían simplemente ser felices de nuevo? ¿No
merecían eso?
—El día que marché para encontrarme con Connie, yo... — Una vez más,
su mirada se volvió desenfocada mientras trataba de concentrarse en algo
que él no podía ver. Sus cejas se fruncieron, dejando una expresión
confundida en su hermoso rostro. —Nos detuvimos a mediodía para una
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la mano por el pelo, deseando haber pedido más detalles. ¿Se había ido el
hombre porque temía que Nessa recordara lo que había hecho?
Aun así, la pregunta seguía siendo ¿por qué demonios lo había hecho en
primer lugar? ¿Qué tenía que ganar?
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sabía que era verdad, ¡si en realidad era cierta! Le dolería mucho a Grant...
por muchas razones. No hablaría de eso hasta que pudiera estar segura.
Cuando finalmente llegaron a casa, se fueron por caminos separados.
Mientras Grant se apresuraba a buscar a su madre, Nessa se apresuró
hacia el salón donde encontró a su padre y a su prima sentados tomando
el té. A su entrada, ambos se pusieron de pie, con los rostros pálidos de
alivio mientras corrían hacia adelante y la atraían a sus brazos.
— ¿Dónde diablos has estado? — exclamó Connie, con sus ojos
vigilantes deslizándose sobre ella. — ¡Hemos estado muy intranquilos
por la preocupación!
— ¿Por qué querrías ir a Ravengrove? — le preguntó su padre, con una
mirada severa en los ojos que le dijo a Nessa cuán profundamente
preocupado había estado por ella. — ¿Y en medio de la noche? ¿Qué pasó?
Respirando hondo, Nessa sacudió la cabeza. —Las explicaciones para
eso tienen que esperar — les dijo, luego se detuvo, su mirada viajando de
uno a la otro. —Lo recuerdo — susurró, incapaz de contener la sonrisa
que se extendió por su rostro.
La mandíbula de su padre cayó mientras Connie saltaba de alegría, con
sus manos juntas mientras miraba a Nessa para confirmarlo. —
¿Recuerdas? ¿Todo?
Nessa asintió con la cabeza. —Eso creo — respondió riéndose,
recordando la pregunta anterior de Grant en el mismo sentido.
— ¿Qué pasa? — preguntó su padre mientras sus ojos se detenían en
su rostro. Sus manos alcanzaron las de ella, y él se acercó.
—Deberías estar contenta, pero no lo estás. ¿Qué ha pasado?
Nessa rápidamente les contó lo que había recordado mientras se
escondían de la lluvia. Los ojos de su padre y prima se abrieron de par en
par y su color se oscureció de ira.
—¡Necesito encontrar esa carta! — Nessa enfatizó mientras miraba de
uno a otro como si estuviera en su poder hacer que la carta apareciera de
la nada.
—¿Crees que ella la robó? — Preguntó Connie, sus cálidos ojos
marrones se estrecharon en sus pensamientos. —¿Dónde la pondría?
—No sé…
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—¡Mamá!
Dándose la vuelta, Nessa vio a Milly y Audrey entrar por las puertas de la
terraza, con el rostro enrojecido y los ojos brillantes. Acelerando sus pasos,
Milly se adelantó y se arrojó a los brazos de su madre, abrazándola con
fuerza. —¿Dónde has estado? —, Preguntó ella, con la barbilla levantada
como si estuviera en una afrenta mientras miraba a Nessa.
—Lo siento, querida— dijo Nessa mientras se agachaba para mirar a los
ojos a su hija. —Necesitaba hablar con Lady Remsemere.
La cara de su hija se arrugó en un ceño confundido. —¿Quien?
—Eugenie—, aclaró Nessa.
—¿Lo hiciste?, —Preguntó Milly, con los ojos muy abiertos por la
sorpresa. Detrás de ella, el padre y la prima de Nessa tenían expresiones
similares. —La extraño. ¿Puedo verla alguna vez?
Sonriendo, Nessa asintió. —Estoy segura de que eso se puede arreglar—.
Inhaló profundamente mientras su mirada recorría la cara de su querida hija.
Los recuerdos se agitaron profundamente, y recordó la sensación de
sostenerla de recién nacida en sus brazos, la forma en que sus pequeños
dedos se curvaron alrededor de uno de sus dedos cuando comenzó a caminar,
el día en que se rompió el brazo, sus pequeños gemidos y sollozos atacando
el corazón de Nessa como nunca antes.
Suspirando, Nessa apretó las manos de su hija. —Ella me ayudó a
recordar.
Ante sus palabras, los ojos de Milly se entrecerraron ligeramente y miró a
Nessa con una intensidad más allá de sus años mientras reflexionaba sobre
las palabras de su madre. — ¿Recuerdas?
— ¿Recuerdar qué? — Exigió Audrey, la curiosidad llenó sus ojos, antes
de que su madre la retirara, susurrándole en voz baja.
Nessa asintió a su hija. —Te recuerdo.
Muy lentamente, una sonrisa comenzó a extenderse por la cara de Milly.
Al principio, la incredulidad se aferró a ella antes de que creciera más y más,
luchando contra los lazos que querían contenerlo. — ¿Te acuerdas de mí? —
preguntó Milly, sin aliento, y sus pequeños ojos brillaron con absoluta
alegría.
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—Lo hice —respondió con la misma frialdad— y sí, ella está bien.
Nosotros —hizo una pausa, con los ojos fijos en los de su madre cuando ella
se volvió para mirarlo —estamos bien —Grant no sabía lo que había
esperado. Pero la forma en que su madre respiró suavemente antes de que
una mirada de indiferencia se asentara en sus rasgos fue bastante
decepcionante, ya que no le ofreció ninguna pista con respecto a sus
verdaderos sentimientos al respecto.
—Eso es bueno —murmuró antes de pasar a su lado.
Furioso, Grant la agarró del brazo y tiró de ella hacia atrás. Para su
sorpresa y asombro, vio que sus ojos estaban muy abiertos cuando se
levantaron de mala gana para encontrarse con los suyos.
—¿Qué significa todo esto? — exigió ella, quitándole la mano del
brazo antes de dar unos pasos hacia atrás. Con la mirada baja mientras
alisaba las arrugas inexistentes en su vestido, su madre parecía dividida
entre la ira y la necesidad de parecer imperturbable.
Forzando su propia ira a retroceder, Grant se recordó a sí mismo que
aún no tenía respuestas y, por lo tanto, no sabía qué verdad le esperaba
detrás de las mentiras que habían definido su vida durante tanto tiempo.
—Necesito hablar contigo —dijo, deseando que su tono no traicionara
las profundidades de sus emociones... de sus dudas y sospechas. — Nessa
recuerda.
Las manos de su madre se congelaron mientras alisaba su vestido. Sin
embargo, su cabeza permaneció baja y Grant no podía leer su rostro con
certeza. Aun así, la forma en que ella se había quedado quieta decía mucho
y, por un momento, tuvo que cerrar los ojos y respirar profundamente
para no perder el control.
—¿Es así? —respondió su madre antes de que su barbilla se levantara,
un ligero temblor en la línea de su mandíbula. — Bueno, supongo que son
buenas noticias.
—Por supuesto que sí —espetó Grant, preguntándose si el odio de su
madre hacia Nessa se había desarrollado recientemente o si había estado
allí desde el principio. Ciertamente, había sido consciente de la decepción
de su madre cuando había presentado a Nessa como su novia. Sabía que
aunque no todas las madres aprobaban las elecciones de sus hijos, la
mayoría estaba dispuesta a ver más allá y anteponer sus propias
expectativas sobre la felicidad de sus hijos.
Con cada día que pasaba, se hacía más claro que la condesa viuda de
Wentford no era una de esas madres.
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Nessa sintió que su corazón latía con fuerza en su pecho mientras estaba
de la mano con su esposo, con sus ojos en la misma mujer que había robado
años de su vida juntos.
Blanca como una sábana, la condesa viuda sacudió la cabeza, sus labios
presionados en una delgada línea.
—No toleraré esto —dijo entre dientes, entrecerrando los ojos mientras
miraba a Nessa con absoluto disgusto. — No he hecho nada malo, y no se me
acusará de ningún delito en mi propia casa.
—Esta es mi casa —espetó Grant, sus ojos eran duros mientras miraba a
su madre. Su mano se cerró con más fuerza alrededor de la de Nessa, y ella la
apretó de regreso, asegurándole que estaba allí y que siempre lo estaría—.
Me responderás. ¿Escuchaste?
Su madre se tensó cuando sus ojos recorrieron la habitación como si
buscaran una salida. —He dicho todo lo que sé. No sé nada de lo que hablas.
Yo…
—Ella fue quien robó la carta de mi habitación —interrumpió Nessa, al
ver que la tensión en el rostro de su marido se profundizaba.
Puede que no tuviera el tipo de amor en su corazón por su madre que
Nessa sentía por su padre, pero la condesa viuda seguía siendo su madre y
Nessa podía ver cuánto le dolía tener que acusarla de tal acto. — Milly la vio
a través de su telescopio —le dijo Nessa a su esposo cuando él se volvió hacia
ella con los ojos muy abiertos. —No lo hizo a propósito. Simplemente tenía
curiosidad porque no había estrellas a las que mirar.
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Grant la apartó cuando una dulzura familiar le llegó a los ojos. —Su
pérdida nos trajo dolor, pero ni siquiera quiero imaginar un mundo en el que
él nunca haya estado.
Cuando la tristeza la reclamó, Nessa presionó sus labios en una línea
apretada, luego asintió. —Siento lo mismo —susurró. — Es lo mismo con
nosotros, ¿no?
—Lo es —estuvo de acuerdo Grant cuando la tomó en sus brazos,
permitiéndole descansar la cabeza sobre su hombro—. ¿Por qué crees que te
acordaste de repente? Después de todo este tiempo juntos, volviéndonos a
conocer, acercándonos —Pasó una mano sobre su espalda, dio un paso hacia
atrás, su mirada buscó la de ella. — Incluso me dijiste que me amabas, pero
no lo recordabas hasta hoy. ¿Por qué?
—No sé —susurró Nessa mientras intentaba recordar el momento en que
su antigua vida había vuelto a ella—. Ni siquiera me di cuenta de inmediato.
Yo... —Cerrando los ojos, sacudió la cabeza con una sonrisa en su rostro. —
No creo que lo sepamos realmente, pero...
—¿Pero? —Instó, mirándola a los ojos.
Nessa suspiró, recordando cómo habían corrido sus caballos por la tierra,
sintiendo el viento tirar de su cabello y la suave humedad de las gotas de
lluvia cayendo sobre su piel. —Me sentí en paz —dijo finalmente mientras
sus ojos se clavaban en los de él una vez más. — Me sentí libre en ese
momento, libre de todas las dudas y temores que nunca antes había podido
sacudirme. Siempre quedaba algo —. Extendiéndose, colocó sus manos
sobre su pecho, sintiendo su corazón latir contra sus palmas. — Te amaba
antes de hoy, pero creo que solo hoy me sentí lo suficientemente segura como
para confiarte mi corazón una vez más —. Ella sonrió ante la devoción que
brilló en sus ojos. — Quizás por eso lo recordé; porque ya no había nada que
me detuviera.
El deleite bailó en la cara de Grant mientras la miraba y, en ese momento,
Nessa supo que todo estaría bien. Después de todo, a pesar de lo que había
sucedido, o tal vez incluso por eso, parecía que estaban destinados a estar
juntos.
Contra todo pronóstico, se habían encontrado... dos veces. Quizás no
deberían considerarse malditos por perderse el uno al otro, sino bendecidos
porque su amor había demostrado ser lo suficientemente fuerte como para
superar todos los obstáculos que se les habían presentado.
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Epílogo
Traducción astrea75
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Traductoras
Tutty
Shields Michaelis
Fachan
Nina
Andrea Cruz
Yuki
Jekita
Clau
Mony
Sol Rivers
astrea75
Correctora Laura
Editora Tutty
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