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Felices por Siempre Regencia 01

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Felices por Siempre Regencia 01

Como despertar a una Dama


Dormida
Felices por Siempre Regencia 1
Traduccion: Equipo Book Lovers
Correccion: Laura
Edicion: Tutty

Un amor olvidado, un giro del destino, y una segunda oportunidad


de un felices por siempre.

Después de ser arrastrada al mar, Nessa Barrett, Condesa de


Wentford, es atendida en una abadía. Mientras su cuerpo se curaba
rápidamente, su mente permanecía en la penumbra. Sin ni siquiera saber
su propio nombre, no tiene nada ni nadie a quien volver.

Pasan tres años y Marta, como la llaman las monjas, se instala en su


nueva vida... hasta que un día un hombre se presenta en la puerta de la
abadía, afirmando que es su esposa perdida hace mucho tiempo.

Grant Barrett, Conde de Wentford, ha seguido innumerables pistas en


la búsqueda de su esposa y, sin embargo, nunca se permitió creer que la
encontraría con vida. Y luego, después de tres años, pone un pie en una
remota abadía y su corazón se despierta.

Abrumado, Grant se sorprende al saber que su esposa no se acuerda ni


de él ni de ella misma. Pese a las dificultades, después de encontrar a su
otra mitad por segunda vez, Grant no está dispuesto a dejar ir a Nessa de
nuevo.

¿Qué hará falta para conquistar su corazón una vez más, para hacer
que se enamore de él de nuevo?

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Felices por Siempre Regencia 01

Books Lovers

Este libro ha sido traducido por amantes de la novela


romántica histórica, grupo del cual formamos parte.
Este libro se encuentra en su idioma original y no se encuentra
aún la versión al español o la traducción no es exacta, y puede
que contenga errores. Esperamos que igual lo disfruten.
Es importante destacar que este es un trabajo sin fines de lucro,
realizado por lectoras como tú, es decir, no cobramos nada por
ello, más que la satisfacción de leerlo y disfrutarlo. No
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Espero que disfruten de este trabajo que con mucho cariño
compartimos con todos ustedes.

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Una traduccion dedicada a Kitty O


Muchas gracias, por tu dedicación y apoyo al grupo Book Lovers.
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Prólogo
Traducción Tutty

Londres 1805 (o una variación de la misma)


Siete años antes

¿Por qué estaba mirándola? ¿Por qué la estaba mirando?


Frunciendo el ceño, la señorita Agnes Bottombrook miró al
desenfadado Lord Wentford desde el otro lado del salón de baile. Las
parejas bailaban y paseaban entre ellas, de vez en cuando bloqueando su
vista del diabólicamente guapo joven señor. Sin embargo, por muy curiosa
que fuera, se las arregló para resistir las ganas de brincar de un pie al otro
para no perderlo de vista.
“¿Tenía algo en los dientes?” se preguntó, pasando cuidadosamente su
lengua sobre ellos tan discretamente como pudo. “¿Un rasgón en su vestido?
¿Un gran grano creciendo en su nariz? ¿Qué otra cosa podría ser?” Después de todo,
no había razón alguna para que la mirase.
A la más bien madura edad de veinte y nueve años, Agnes era
probablemente la mujer soltera más vieja en la habitación esa noche. Tal
vez incluso en toda Inglaterra. Viudas no incluidas, por supuesto. Incluso
Lord Wentford tenía que ser consciente de ello, sobre todo teniendo en
cuenta que él mismo no había alcanzado todavía su edad. Si Agnes no
estaba totalmente equivocada, el joven Lord era unos años menor que ella.
Entonces, ¿por qué iba a estar mirando a una mujer que estaba tan
profundamente en el estante de las solteronas como nadie lo había estado
nunca? Después de todo, aparte de su avanzada edad, Agnes podría
nombrar algunos atributos más que seguramente no la recomendarían a
un joven como él. No sólo no poseía una dote, sino que tampoco podía ser
considerada una particular belleza ni tenía conexiones notables; su padre
era el tercer hijo de un barón y su difunta madre había sido una don nadie

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en lo que a la sociedad se refería. Además, poseía uno de los nombres más


desafortunados que jamás haya llegado a sus oídos.
Agnes Bottombrook. “¿Podría ser peor?”
En lo que respectaba a la opinión popular, podría empeorar, ya que Agnes
no sólo poseía una mente inconvenientemente curiosa, sino también una
lengua igualmente inconvenientemente afilada. Dos atributos que nunca
habían fallado en convertir el tonto interés de cualquier joven en un
completo arrepentimiento.
No es que eso hubiese ocurrido más de una o dos veces.
Y no en la última década.
Aunque Lord Wentford hasta ahora había sido ajeno a la existencia
misma de Agnes, la propia Agnes se había fijado, aquí y allá, en el joven Lord.
Como era un joven caballero, era muy deseado por las debutantes más
elegidas de la sociedad, Agnes no podía pasarlo por alto. Estaba
constantemente rodeado de jóvenes damas o en compañía de otros solteros
elegibles.
Al principio, lo había considerado un engreído patán, como muchos en su
posición. Sin embargo, con el tiempo, se había dado cuenta del brillo
inteligente en sus ojos verde musgo que generalmente era seguido por un
comentario bastante desafiante hacia un par detestable o una dama más bien
insensible. Poseía la habilidad de reír de una manera que hacía que sus ojos
brillaran de alegría, y Agnes no podía negar que le gustaba la forma en que a
menudo se pasaba la mano por el pelo, alterando el cuidadoso estilo de su
ayuda de cámara y convirtiendo sus rizos marrón chocolate en un desorden.
Parecía ser un hombre decente y amable, y tuvo que admitir que le había
llegado a gustar, en la medida de lo posible, cuando ni siquiera había
intercambiado una sola palabra con la persona en cuestión.
“¿Por qué seguía mirándola?”
Cuidadosamente, Agnes echó una mirada por encima de su hombro,
segura de que tenía que haber una rara belleza escondida en algún lugar
detrás de ella que había llamado la atención de Lord Wentford. Sin embargo,
inexplicablemente, no la había. Cuando volvió a mirar al joven que estaba al
otro lado de la habitación, sus brillantes ojos verdes parecieron iluminarse y
una risa burlona llegó a sus labios.

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Agnes respiró lentamente, deseando ignorar el pequeño y tonto salto


que su corazón dio al ver su sonrisa, e instó una vez más a su mente a
analizar la situación de una manera razonable.
Como no había ninguna razón sensata por la que Lord Wentford la
mirara, Agnes supuso que tenía que haber algún tipo de motivación
oculta. Más de una vez, había oído susurrar que los jóvenes caballeros
hacían apuestas entre ellos, lo que generalmente terminaba en una
experiencia bastante humillante para su objetivo. “¿Se había convertido ella
en un objetivo?”
Mientras otro caballero se dirigía a Lord Wentford, su atención se
alejó momentáneamente de la de ella. Sin embargo, sólo unos pocos
latidos de corazón más tarde, regresó, acompañado por esa misma sonrisa
burlona que se había curvado sus labios antes. Los que estaban en su
presencia empezaron a seguir su mirada, y un ceño fruncido apareció en
sus caras cuando se fijaron en Agnes.
Apretando los dientes, Agnes mantuvo su cabeza en alto mientras veía
su confusión, ya que no podían entender en lo más mínimo porque en la
tierra el Señor Wentford debería estar mirándola. Agnes sabía muy bien
cómo se sentía. “¿Por qué demonios la estaba mirando? ¿A ella, entre toda la gente?
Una vieja solterona que no tenía nada que la recomendara.”
A medida que pasaban los minutos, más y más invitados comenzaron
a darse cuenta, mirando de un lado a otro entre ellos, probablemente
preguntándose lo mismo. ¿Cómo no iban a hacerlo?
Decidida a no sentirse intimidada y a no molestarse consigo misma por
juzgar mal el carácter de Lord Wentford, Agnes se encontró con su
mirada fija, sus cejas se levantaron en señal de desafío. Si quería engañarla,
¡se arrepentiría de ese día!
Lord Wentford respiró lentamente, algo tembloroso, como si de
alguna manera, inexplicablemente, se encontrara inquieto por... ¿ella?
Un momento después, hizo algo bastante inaudito.
Con la mirada aún fija en Agnes, Lord Wentford puso un pie delante
del otro, dejando atrás un círculo de compañeros confundidos con
miradas irritantemente altivas en sus rostros.
Agnes se congeló en estado de shock. “¡Oh, querido Dios, venía hacia ella!”

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Tragando el repentino nudo en su garganta, Agnes se dispuso a


permanecer donde estaba. Si en verdad buscaba intimidarla, no se lo
pondría fácil. No, no se acobardaría ni correría. Se quedaría en pie y
lucharía.
Su estómago se desplomó, y sus palmas se pusieron sudorosas. “¡Esto solo
podría terminar en un desastre!”
Incapaz de mirar hacia otro lado, Agnes lo miró mientras se abría paso
lentamente por el salón de baile. Pero su mente no se detuvo, ofreciendo
sugerencias que hace tiempo que debería haber descartado. Después de todo,
¿cómo podría haber visto algo en sus dientes desde el otro lado de la
habitación?
Y luego se paró ante ella, sus ojos verde musgo aún más brillantes de cerca
mientras estudiaban su rostro con lo que parecía un honesto interés. Una
amable sonrisa adornaba sus labios mientras inclinaba su cabeza hacia ella.
—Buenas noches.
Devolviéndole el saludo, Agnes decidió que el ataque era la mejor forma
de defensa. —¿Tengo algo en mis dientes?
Un ceño fruncido de confusión hizo caer las cejas de Lord Wentford. —
No que yo sepa— respondió, con un toque de humor en su voz.
—¿Alguien derramó su bebida sobre mi vestido? — Agnes continuó sin
inmutarse. —¿O hay un desgarro en mi dobladillo?
Sonriendo, Lord Wentford se inclinó hacia ella, sus verdes ojos brillando
con maldad. —¿Estamos hablando el mismo idioma? — preguntó casi
conspirador. —¿O es algún tipo de código con el que debería estar
familiarizado?
Incapaz de no hacerlo, Agnes se rio, pero rápidamente lo convirtió en un
resoplido, poniendo los ojos en blanco ante el joven lord.
Sus ojos se entrecerraron mientras la miraba. —Está enfadada conmigo—
él concluyó mientras su mirada la estudiaba más a fondo. — ¿O al menos lo
está intentando? Dígame, ¿qué he hecho para merecer esto?
Más que nada, Agnes quería cruzar sus brazos delante de ella y mirarlo
con furia mandándolo al carajo. Sin embargo, eso habría sido de mala
educación y, hasta ahora, ella sólo le había hecho preguntas poco
convencionales. No había necesidad de cruzar esa línea... todavía. —Me
miraste— dijo finalmente, preguntándose si la honestidad lo desarmaría.

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Y así fue. Sin embargo, no de la manera que ella hubiera esperado.


Risa salió de sus labios, alcanzando sus ojos y encendiéndolos de una
manera en la que Agnes tuvo problemas para mantener su propio ceño
fruncido. —¿Está molesta porque la miré?
Agnes asintió. —No hay ninguna razón sensata que explique por qué
lo haría. Por lo tanto, debe tener algún motivo oculto que, a su vez, sugiere
una mente retorcida, y prefiero no asociarlo con mentes retorcidas.
Bien. Ahora, habían cruzado la línea de los malos modales y
posiblemente de los insultos velados. Seguramente, se despediría ahora.
—¿No se permite que nadie la mire? — Preguntó Lord Wentford,
igualmente impasible. —¿O esa regla sólo se aplica a mí?
Agnes puso los ojos en blanco. —¿Qué es lo que quiere?
La mirada en su rostro se volvió sobria y, durante un largo momento,
simplemente la miró. —Quiero bailar con usted— dijo finalmente,
tendiéndole la mano.
Agnes era consciente de los susurros y miradas que les dirigían
mientras casi le miraba la mano. Entonces su mirada se aventuró hacia
arriba hasta que sus ojos se encontraron con los de él. Su corazón casi
saltó de su pecho al ver el profundo deseo de que ella lo aceptase brillar
en su cara. “¿Podría haber estado totalmente equivocada sobre sus motivos? ¿O
simplemente era un buen actor?”
Razonando que sería imprudente desairar a un hombre como Lord
Wentford frente a la sociedad en general, Agnes deslizó su mano en la
suya. —Como quiera.
Instantáneamente, sus dedos se enroscaron alrededor de los de ella de
forma posesiva, como si temiera que ella cambiara de opinión y
recuperara su mano. Otra sonrisa iluminó su cara, malvada, pero
profundamente entrañable, una sonrisa que hablaba de secretos
compartidos y de un conocimiento más profundo del otro que Agnes
nunca había conocido.
Sintiéndose completamente abrumada, Agnes inhaló una profunda
respiración cuando su mano sostuvo la suya más fuerte de lo esperado,
tirando de ella hacia él antes de que él la llevase a la pista de baile.

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—Como parece que tiene una opinión escandalosamente baja de mí—


susurró, inclinándose más cerca — quiero asegurarle que no la morderé,
ni la pisaré, ni pretendo hacerle daño de ninguna otra manera.
Ante el humor burlón de su voz, Agnes no pudo evitar reírse. — ¿Es así?
— preguntó mientras se paraban juntos y la música comenzaba a sonar. —
¿Y se puede confiar en su palabra?
Sus cejas se estrecharon en una fingida indignación. —Me hiere,
señorita...
Agnes sonrió triunfalmente. —Ahora, me hiere ya que parece que no
sabes ni mi nombre.
Lord Wentford se rio. —¿Le importaría iluminarme, señorita...?
—Agnes Bottombrook— puso los ojos en blanco mientras los de él se
abrían de par en par con sorpresa. —Soy consciente de que es un nombre
muy desafortunado.
Él sonrió. —Así es— aceptó honestamente.
La mirada de Agnes se estrechó. —Admito que aunque todo el mundo
está de acuerdo en que es así, nadie lo ha dicho nunca tan abiertamente. Le
aplaudo, mi lord, por su honestidad—. Siguiendo su ejemplo, Agnes se dio
cuenta tarde de que su molestia con Lord Wentford casi se había evaporado
y que estaba -con toda honestidad- disfrutando inmensamente. “¡Qué
inconveniente!”
—¿Qué? — preguntó de repente, siguiendo sus pasos por el salón de
baile. —Tu cara se oscureció. ¿Qué ha pasado? ¿Te he molestado mirándote
otra vez? ¿O debería haberte dejado guiar?
Suspirando por la sonrisa en su cara, Agnes agitó la cabeza. —Es usted
un bromista, milord. No estoy segura de que me guste.
Lord Wentford se rio. — Oh, pero le encanta. Si no, no tengo dudas de
que ya me lo habría dicho abiertamente— Su mirada buscó la de ella, con el
deseo de conocerla brillando en sus verdes profundidades. —Permítame
preguntarle, ¿por qué cree que no hay una razón sensata para que alguien la
mire?
Tragando, Agnes forzó una risa en su voz. —Porque... yo soy vieja, y usted
no.
Los ojos de Lord Wentford se estrecharon en contemplación. —Debo
decir que tiene una extraña forma de ver las cosas.
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Agnes se rio. —Le ruego me perdone, milord, pero no fui yo quien hizo
las reglas.
—¿Reglas?
—No pretenda ser ignorante de las reglas no escritas de la sociedad—
respondió Agnes, con un tono de voz más agudo de lo que hubiera
esperado. —Pregúntale a cualquiera, no hay nada en mí que sea
recomendable para usted, por lo tanto...
De repente, la acercó, sus ojos verdes buscando los de ella. —Entonces
están equivocados— gruñó, usando un tono defensivo en su voz que le
robó el aliento.
Parpadeando, ella lo miró fijamente. —No puede ser sincero—,
susurró Agnes, esperando convencerse a sí misma tanto como a él. —Está
bailando conmigo por una apuesta, una jugarreta o...
—Bailo contigo porque quiero —respondió, con la mirada
determinada de sus ojos mientras se aferraba a la de ella, — y cualquiera
que no pueda ver eso debe ser ciego, sordo y mudo porque todo lo que
hace y dice habla bien de usted.
Agnes lo miró fijamente como si la hubiera golpeado. Sus rodillas se
habían convertido en agua, y le permitió que la sacara de la pista de baile
sin ninguna resistencia.
—Tome, beba esto—, dijo Lord Wentford, dándole un refresco. —
Está pálida.
Bebiendo a sorbos su bebida, Agnes hizo todo lo posible por recuperar
la compostura, molesta consigo misma porque había logrado alterar su
equilibrio con tanta facilidad. —Las falsedades hacen eso.
—¿Falsedades? — exigió, un toque de ira en su voz mientras se ponía
delante de ella. Luego suspiró como si la comprensión le hubiese
encontrado de repente. —Crea lo que quiera — dijo mientras una sonrisa
burlona volvía a su cara —pero considérese advertida de que cualquier
resistencia por su parte solo fortalecerá mi resolución.
—¿Su resolución? ¿Ah…hacer qué?
—A casarme con usted.
Incapaz de evitarlo, Agnes sintió que su mandíbula caía. —Debe estar
loco— balbuceó, mirándolo fijamente como si acabara de declarar su

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intención de viajar a la luna. —Un hombre como usted no se casa con una
mujer como yo.
Esa molesta risita volvió a retumbar en su garganta mientras se acercaba,
su mirada se iluminó por el desafío. —Lo hace si sabe lo que le conviene—
susurró Lord Wentford. —Vamos, Nessa, dé un salto de fe conmigo.
—¿Nessa?
—¿No le gusta?
Agnes tragó mientras la cabeza le daba vueltas sobre los hombros. —Yo
no he dicho eso.
—Bueno, entonces ¿cuál es tu respuesta?
— ¿Mi respuesta? Yo…— Sacudiendo la cabeza, Agnes dio un paso atrás.
—No puede hablar en serio, milord, y me niego a que me tomen el pelo.
Al no permitirle que se alejara, Lord Wentford la siguió. —Llámame
Grant y, sí, nunca he hablado más en serio en mi vida.
—No le creo.
Su mirada se iluminó con maldad. —¿Quiere hacer una apuesta?

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Capítulo Uno
La Esposa Equivocada
Traducción Tutty

Wentford Park, 1812


Siete años después

Sentado en su asiento habitual en la cabecera de la mesa, Grant


Barrett, Conde de Wentford, echó un vistazo a su joven esposa.
Hacia un año, Grant había conocido a Lady Eugenie en un baile de
sociedad. Era la hija de un conde empobrecido, que acababa de perder a
su hermano en la guerra con Francia. Su padre había muerto a los tres
meses de haber perdido a su hijo, dejando a su joven hija completamente
sola en el mundo. Y así, con un tutor que intentaba deshacerse de ella lo
antes posible, había entrado en la sociedad necesitada de un marido.
En realidad, habían sido la pareja perfecta ya que Grant se había
encontrado en la necesidad de una esposa, al menos en lo que respectaba
a su madre. Sin embargo, por mucho que su corazón aún llorara la pérdida
de su querida esposa, Grant no podía negar que su madre tenía razón.
Milly necesitaba una madre.
Milly merecía una madre.
Con sólo tres años de edad, su hija Amelia había sufrido la más terrible
tragedia que puede ocurrirle a un niño. Había perdido a su madre en un
horrible accidente.
Durante semanas, Milly había llorado hasta quedarse dormida,
llamando a Nessa entre desgarradores sollozos y lamentos. Sólo el
agotamiento había logrado cerrar sus ojos en esos primeros días después

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del accidente. El corazón de Grant había sufrido mucho al verla así, y nunca
en su vida se había sentido más impotente que en esos momentos.
Habían pasado casi tres años desde entonces, y Milly había aprendido a
reír de nuevo mientras los recuerdos de su madre se atenuaban lentamente.
El pensamiento de que Milly estaba olvidando lentamente, día a día, a la
mujer que la había traído a este mundo, la mujer que la había sostenido y
cuidado y que la amaba con cada fibra de su ser, trajo un dolor renovado al
corazón de Grant. Pero él no deseaba que Milly permaneciera triste.
Así que finalmente aceptó casarse de nuevo.
No a amar de nuevo.
Sino a seguir adelante.
—¿Por qué el sol se pone tan tarde en verano? — Milly preguntó mientras
hacía lo posible por untarle mantequilla a su tostada, con su pequeña mano
apretando el cuchillo. —Ya no veo las estrellas. Abuelo, ¿por qué no puedo
ver las estrellas en verano?
Sonriendo a su nieta, Maynard Bottombrook dejó su taza de té. —Bueno,
eso tiene que ver con el eje de la tierra, querida. Verás...— Y se lanzó a una
explicación científica que hizo fruncir el ceño a la frente joven de Milly.
Grant les sonrió.
Desde el primer momento, Grant se había encariñado con el padre de
Nessa, un hombre al que nada le importaba en la vida aparte de su querida
hija y su amor por la ciencia. Como su madre había muerto al dar a luz, Nessa
había insistido en que su padre viniera a vivir con ellos después de que ella
finalmente aceptara su decimoséptima propuesta de matrimonio. ¿O había
sido su decimoctavo? No, había sido su decimoséptima propuesta.
Grant se frotó la sien, preguntándose si un día también perdería todos
esos queridos recuerdos de Nessa.
—Ella tiene hambre de conocimiento, ¿no es así?— Eugenie comentó
mientras le miraba bajo sus largas pestañas, una tímida sonrisa en sus labios.
—Su curiosidad no tiene límites.
Grant asintió. —Igual que su madre— respondió, deleitándose en cada
uno de los pequeños parecidos entre madre e hija. En cierto modo, era como
si Nessa todavía estuviera aquí.

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—Nunca es bueno cuando las chicas tienen demasiado conocimiento


— interrumpió la madre de Grant, con el ceño fruncido mientras miraba
a su nieta con una pizca de aprensión. —Hay otros pasatiempos más
apropiados con los que debería entretenerse.
Grant sabía muy bien que su madre nunca se había entusiasmado con
Nessa, y mostraba abiertamente su desprecio por la influencia que el
padre de Nessa tenía sobre su nieta.
—No veo nada malo en satisfacer su curiosidad— respondió Grant
cuando se encontró con la estrecha mirada de su madre. — Le trae alegría,
y no creo que haya ninguna razón lo suficientemente buena para
quitársela.
Después de una enfadada pausa, su madre dirigió su mirada de
desaprobación a Brighton, el mayordomo de Wentford Park, que acababa
de aparecer a su lado, una carta sobre una bandeja de plata que
descansaba en su mano. —Para usted, mi lady.
Suspirando, Grant miró a su joven esposa. —Por favor, no te
desanimes por las palabras de mi madre— le dijo, viendo un indicio de
nerviosismo en sus pálidos ojos grises. —Soy consciente de tu dedicado
cuidado a mi hija y de tu estímulo para que siga sus pasiones, y estoy de
acuerdo con ello de todo corazón—. Miró a su madre, sus labios se
adelgazaban mientras ella leía la carta que tenía en la mano. —Las
opiniones de mi madre pueden ser un poco duras a veces, pero creo que
tiene buenas intenciones—. Le sonrió a Eugenie. —Simplemente no
estamos de acuerdo.
—Sí, milord— respondió su esposa, con una amable sonrisa en su
rostro mientras asentía. —Yo también disfruto mucho de las enseñanzas
del Sr. Bottombrook. Sus conocimientos son muy completos—. Una
suave risa dejó sus labios. — No pasa un día sin que aprenda algo nuevo.
Grant asintió. —Me alegro de oírlo.
—¡Esa condenada mujer! — exclamó la madre de Grant, con puñales
saliendo de sus ojos mientras sus manos se apretaban alrededor del
pergamino. —Siempre presumiendo de sus nietos.
Como el estado de ánimo de su madre no era nada inusual, sólo
Eugenie se estremeció ante el arrebato de la condesa viuda mientras
Maynard y Milly continuaban conversando animadamente. — ¿Es la tía
Theodora? — preguntó Grant, molesto con las desvaríos competitivos

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entre su madre y su tía, la esposa del hermano menor de su padre. —¿Por qué
abres sus cartas si te molestan tanto?
Levantando la mirada, su madre le miró fijamente. —También sabría lo
que escribió, ya que sólo conoce un tema.
Grant suspiró, preguntándose por qué su madre estaba tan obsesionada
con la idea de un heredero. En el fondo, Grant siempre había sospechado que
los deseos de su madre de que se volviera a casar no provenían únicamente
de su preocupación por Milly. Durante años, la tía Theodora había estado
haciendo desfilar a sus tres nietos ante su cuñada, insinuando que una vez
que Grant falleciera, el título recaería en su propio hijo y luego pasaría por
su línea a su nieto mayor.
Por supuesto, la madre de Grant estaba indignada. Era una fuente
constante de animosidad entre las dos mujeres.
—Dentro de poco tendré mi propio nieto— escupió mientras sus ojos se
deslizaban sobre Eugenie, algo oscuro que acechaba en sus profundidades,
—y entonces seré yo quien triunfe sobre ella.
Sonrojándose un poco, Eugenie se movió en su asiento antes de enfocar
decididamente su mirada en su hijastra al otro lado de la mesa. Un refugio
seguro en comparación con la furiosa tormenta que descansaba en los ojos
de la viuda.
Grant suspiró profundamente, sabiendo que nada de lo que dijera al
respecto marcaría la más mínima diferencia. Sin embargo, una pequeña y
rencorosa parte de él no pudo evitar la esperanza de que si Eugenie llegara a
quedar embarazada, tendría una hija y no un hijo.
¡Ciertamente le serviría bien a su madre!
Suspirando, Grant se sentó de nuevo en su silla, mirando al pequeño
círculo familiar que le rodeaba. De hecho, tenía buenas razones para
considerarse un hombre afortunado. Y sin embargo, había una parte de él
que se aferraría por siempre y para siempre en imaginarse a Nessa,
preguntándose cómo serían sus vidas si nunca la hubieran perdido.

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Capítulo Dos
Falsa Esperanza
Traducción Tutty

Sentado en su estudio, con la cabeza inclinada sobre un libro de


contabilidad particularmente agotador, Grant levantó la vista cuando
llamaron a la puerta. Esperando a su hija, dejó a un lado la pluma. —Por
favor, entra.
Para su sorpresa, no era Milly, sino Maynard quien entró.
La cara del viejo parecía un poco sonrojada, y sus, por lo demás, pálidos
ojos brillaban en un profundo azul ese día. Su pelo gris estaba en punta
como si hubiese intentado arrancarlo de raíz, y tenía un trozo de
pergamino entre sus temblorosas manos.
Poniéndose en pie de un salto, Grant rodeó el gran escritorio. —
Maynard, ¿estás bien? ¿Pasa algo malo? — Tomando a su suegro por el
codo, Grant lo instó a sentarse en uno de los sillones frente a su escritorio
antes de ofrecerle un vaso de agua. —¿Recibiste malas noticias? — Grant
preguntó, preguntándose sobre la carta en la mano del viejo.
Tragando el agua ofrecida como un hombre que se muere de sed,
Maynard agitó la cabeza antes de que un mal ataque de tos le pusiera la
cara de color rojo oscuro. —No, no nada está mal, muchacho— resopló,
tratando de respirar con calma. —No nada está mal.
Aunque su madre lo desaprobaba, Grant siempre había amado la
afectuosa familiaridad con la que se trataban él, Nessa y su padre. Para
ellos, la familia significaba más que la reputación y el prestigio. Para ellos,
la familia significaba amor y afecto.
—Entonces, ¿qué te ha molestado tanto?— Grant exigió, sabiendo que
la pérdida de su suegro lo golpearía duro. —Creo que necesitas descansar.

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Maynard agitó con vehemencia la cabeza, y para sorpresa de Grant, una


profunda sonrisa comenzó a formarse en la cara del viejo. Desde que Nessa
había estado viva, Grant no había visto tanta alegría en el rostro de Maynard.
—Es una buena noticia, te digo. Y he venido a ti en el momento en que mis
piernas me lo permitieron— Una divertida risita salió de sus labios. —
Admito que tuve que sentarme al leer esto mientras mis rodillas temblaban
tan fuerte que sentí que seguramente me caería.
Grant frunció el ceño, una oscura sospecha formándose en su mente. —
¿Qué es?
Los ojos de Maynard brillaban. —La encontré—, susurró casi
reverentemente. —La encontré.
Grant apenas pudo evitar que un gemido se le escapara de los labios
mientras su traicionero corazón saltaba de esperanza. Debería saberlo mejor
que eso. Sentado al lado de su escritorio, miró a su suegro.
—Maynard, por favor, ya hemos hablado de esto. No puedes creer
realmente que...
—¡Pero yo sí! — insistió el viejo mientras su mano se apretaba alrededor
del pergamino. —¡Es ella! ¡Lo sé!
Grant suspiró.
En los últimos tres años, Maynard se había acercado a él más de una vez
con una carta -sin duda similar a ésta- en la que se afirmaba que una extraña
y joven mujer había entrado un día en una aldea, manteniéndose al margen y
sin mezclarse con los lugareños. Nadie la conocía. Nadie sabía de dónde
había venido.
Cada vez, Maynard estaba seguro de que era Nessa.
Tres años atrás, Nessa había ido a visitar a su prima después de recibir
una angustiosa carta, rogándole que la visitara. Por lo que Grant había
podido averiguar, los caballos se habían asustado ante un extraño ruido y se
habían escapado al cruzar un estrecho puente. El cochero había sido
arrojado del pescante y perdió el conocimiento al caer al suelo. Más tarde,
encontraron el carruaje río abajo, cerca del estuario del Támesis, pero sin
rastro de Nessa.
Durante meses, habían peinado el campo a ambos lados del arroyo,
hablado con los pescadores de la zona y la habían buscado por todas partes.
Pero nunca había aparecido nada. Nada más que falsas esperanzas.

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Debido a sus intereses científicos, Maynard siempre había tenido un


amplio círculo de amigos en todas partes de Inglaterra con los que
conversaba regularmente sobre cualquier novedad en las áreas de
astronomía, geología y meteorología. Tras la desaparición de Nessa -como
él insistía en llamarla- había escrito cientos de cartas a todos los que había
conocido, preguntando por su hija y pidiéndoles que le informaran si
alguien se tropezaba con ella.
En consecuencia, muchas cartas habían llegado a Wentford Park.
Cartas que no habían llevado a ninguna parte. Cartas que hablaban de
mujeres que no eran Nessa.
Grant esperaba que Maynard finalmente aceptara que su hija se había
ido, ya que había pasado más de un año desde la última vez que se había
acercado a Grant con una carta. La salud de Maynard no era la mejor, y
temía por su suegro. Su propio corazón apenas había sobrevivido a estos
momentos de falsas esperanzas, y no podía soportar ver al padre de Nessa
desmoronarse una vez más, una vez que inevitablemente se enterara de
que no era su hija después de todo.
—Esta carta— dijo Maynard, levantando el puño que agarraba el
pergamino arrugado — es de un amigo que recientemente viajó al norte.
Escribe que ha oído hablar de una mujer en una abadía, que ha perdido la
memoria —. Maynard tragó. —Según su descripción, podría ser Nessa.
Luchando contra su propio deseo de creer en las palabras de su suegro,
Grant puso una mano reconfortante en el hombro de Maynard. —Sé que
quieres que sea ella. Yo también lo quiero. Pero no podemos continuar,
esperando que ella vuelva a entrar en nuestras vidas algún día. No es
bueno para ninguno de nosotros— Grant tragó, sabiendo lo cerca que
había estado de perder la cabeza y sucumbir a su dolor. Sólo gracias a
Milly había encontrado una manera de decir adiós a su vida pasada y de
mirar hacia el futuro.
Unos ojos tristes volvieron a mirar a Grant. —Entiendo que no puedas
esperar como yo—, susurró Maynard, entendimiento en el sonido de su
voz. —Créeme, lo entiendo. Yo también perdí a mi esposa, y casi me
mata—. Las lágrimas llegaron a los ojos del viejo. —Pero esta es mi hija—
dijo, con su voz casi ahogada. —No puedo detenerme. No puedo
rendirme. Nunca — Apretando los dientes, se puso de pie tambaleándose,
luchando por la compostura. —Entiendo tu posición. Por favor, entienda
también la mía.

20 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Bajando la cabeza, Grant asintió. En el fondo, siempre había sabido que


ningún poder en esta tierra con excepción de la muerte podría detener a su
suegro. —Por supuesto que sí. No quiero que pienses que yo...
La mano arrugada de Maynard agarró el brazo de Grant. —Ni por un
momento dudé de tu amor por ella— le aseguró. —Ni por un momento.
Grant asintió, apretando los dientes contra las lágrimas que persistían...
incluso después de tres años.
Maynard suspiró pesadamente mientras acariciaba el brazo de Grant. —
Me iré por la mañana. ¿Podrías...?
—No — respondió Grant, poniéndose de pie. —Yo iré.
—Pero...
—No estás en condiciones de emprender un viaje como ese — insistió
Grant, instando a su suegro a volver a la silla vacía. —Nessa no querría que
te pusieras en peligro. Yo iré.
Sentándose de nuevo, Maynard asintió. —Si insistes.
—Lo hago—. Rodeando su escritorio, Grant tocó el timbre y esperó a que
Brighton apareciera. —Viajaré al norte mañana por la mañana. Por favor, que
me preparen una maleta y ordena a Darby que prepare el coche.
Inclinándose, Brighton dejó la habitación para hacer lo que se le pidió.
Volviéndose hacia su suegro, Grant sonrió cuando vio que el aliento del
viejo se volvía un poco más fuerte Pero no podía dejar de pensar en lo que le
esperaba a su regreso. ¿Cómo reaccionaría Maynard al ver que sus
esperanzas se veían defraudadas una vez más? ¿Su corazón sobreviviría? ¿O
Grant también lo perdería? ¿Y qué le haría a Milly la pérdida de su abuelo?
Apretando los dientes, Grant prometió instruir a Brighton a su regreso
para que interceptara todas las cartas que llegaban para Maynard. Haría lo
que fuera necesario para proteger a su suegro de sí mismo.

21 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Tres
El Momento de la Verdad
Traducción Tutty

El brillo del sol calentaba su espalda, y la tierra fría, fresca bajo sus
dedos proporcionaba un contraste tranquilizador, que hacía que Marta
se sintiera conectada con él. Arrodillada en el huerto, arrancó pequeñas
briznas de hierba y así se aseguró de que el mundo verde que la rodeaba
floreciera, dando frutos para abastecer la abadía y sus habitantes. Era
algo que había que hacer. Algo que Marta sabía hacer.
Al menos era algo.
Marta. ¿Era ese su nombre?
Desde que llegó a la Abadía de Granville, así había sido. La hermana
Anne lo había elegido para ella dos días después de haber despertado en
el monasterio. Los pescadores la habían sacado del mar, casi ahogada, y
la habían traído a la cercana abadía.
Eso había sido hace tres años.
Tres años desde que su vida había comenzado de nuevo. Antes de
eso, sólo un negro vacío llenaba el corazón y su mente. Por mucho que lo
intentara, no podía recordar su vida anterior. Ni siquiera su propio
nombre.
Al principio, aún tenía la esperanza de que con el tiempo su memoria
regresaría. Hoy en cambio, Marta ya no las albergaba, y con cada día que
pasaba se preguntaba qué debía hacer. ¿Qué sería de ella? ¿Debía
permanecer en la abadía para siempre? Si no, ¿qué otra opción tenía?
Después de todo, no conocía a nadie fuera de allí. Ciertamente, había
algunos conocidos de sus viajes al pueblo, pero nada más. La gente tendía
a contenerse cuando uno no compartía -o no podía compartir- su propia
historia. No intencionadamente, ya que Marta había conocido a mucha

22 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

gente amable. Sin embargo, siempre era un desequilibrio. Su vida


simplemente pesaba menos, y no sabía cómo cambiar eso.
En los últimos tres años, nadie había venido a reclamarla como su esposa,
hija o madre. Nadie la conocía, y Marta hacía tiempo que había perdido la
esperanza de que alguien viniera a buscarla.
Hasta que un anciano caballero viajó por el pueblo hace quince días.
Marta respiró hondo al recordar la noche en que él llegó a la abadía,
preguntando por ella. No le resultaba familiar, y ella tampoco a él, ya que
nunca se habían conocido. Sin embargo, había hablado de un amigo que
buscaba a su hija, una hija que había sido arrastrada por un río hace tres años.
¿Podría ser ella esa mujer?
Marta se había sentido completamente abrumada ante la idea de que
podría haber alguien ahí fuera buscándola después de todo. Apenas había
oído una palabra después de la explicación inicial del hombre de por qué la
había buscado. Todos sus pensamientos se habían centrado en el hombre
que podría ser su padre, el hombre que la había estado buscando durante
tres años. La calidez había llenado su corazón al pensar que, después de
creerse sola en el mundo, había alguien a quien le importaba lo suficiente
como para no darse por vencido.
Incluso después de tres años.
Las lágrimas llegaron a sus ojos, y no había sabido qué hacer con ellas. Si
su padre hubiera cruzado el umbral de la abadía con su amigo, ¿lo habría
reconocido? ¿O habría sido un extraño para ella? ¿Qué haría tras encontrar a
su hija después de tres años sólo para enfrentarse al hecho de que ella no
tenía ningún recuerdo de quién era él?
Sentada sobre sus talones, trató de calmarse. Pero sus manos
continuaron temblando. Ni siquiera la rutina, por lo general tranquilizadora,
de cuidar el huerto logró ahuyentar la incertidumbre que la atormentaba de
nuevo. ¿Qué sucedería ahora?
Su visitante había prometido escribir a su amigo, informándole de su
descubrimiento. ¿Vendría a verla su padre, si es que era la hija que buscaba?
Se preguntó por un segundo antes de darse cuenta de que ya conocía la
respuesta de antemano. ¿Qué padre buscaría a su hija durante tres años y
luego no respondería a tal carta, después de todo?
En poco tiempo, él vendría, y luego...

23 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Entonces recibiría su respuesta. ¿Era realmente Agnes Bottombrook,


la hija de Maynard Bottombrook? ¡Su nariz se arrugó involuntariamente
ante ese nombre! ¿O seguiría siendo para siempre Martha, una mujer sin
pasado?
—¡Martha!
Volviéndose hacia la voz de la hermana Anne, se puso de pie,
limpiando sus manos manchadas de tierra en su delantal. —Sí, ¿ocurre
algo?— Tardíamente, tomó nota del rubor rosado en el rostro de la mujer
que se había convertido en una querida amiga para ella. —¿Pasa algo
malo? ¿Estás enferma?
Una amplia sonrisa apareció en la cara de la hermana Anne.
—Está aquí—, susurró reverentemente, agarrándole las manos. Sus
ojos brillaron con esperanza y alegría mientras miraba a Martha, sus
manos apretando las suyas ligeramente. —Él está aquí.
Martha tragó. —¿Mi padre?
— Tal vez.
—Me refiero al Sr. Bottombrook.
—No, no creo que sea él— respondió la hermana Anne
precipitadamente, con sus propias manos temblando también. —Parece
demasiado joven para ser tu padre. Siento no poder decirte más, pero la
abadesa me ha pedido que te lleve rápidamente. Ven, por favor.
Sintió que sus rodillas se debilitaban, y tuvo que sacar una bocanada
de aire antes de que sus pies tropezaran hacia adelante. Rápidamente, se
lavó las manos en un cubo lleno de agua del pozo y desató su delantal,
doblándolo bien antes de dejarlo a su lado.
—¿Tienes miedo? — la hermana Anne preguntó, observándola
cuidadosamente.
Inhalando un profundo respiro, Martha juntó sus manos. ¿Nunca
dejarán de temblar?
—No estoy segura. No sé cómo me siento. No sé qué esperar.
Con una sonrisa, la hermana Anne se acercó a ella.
—Sólo le vi un poco, pero parecía un hombre amable y decente.
Parecía dudar como si no se atreviera a creer. Pero había una chispa de

24 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

esperanza en sus ojos que no podía apagar. Creo que se preocupa


profundamente por ti.
—Si soy la mujer que él está buscando… — dijo Marta cuando su cabeza
empezó a dar vueltas. —Y si lo soy, entonces está a punto de descubrir que
no tengo ni idea de quién es. Y si no lo soy, entonces sus esperanzas se verán
defraudadas una vez más.
—Como lo harán las tuyas.
Marta simplemente miró a su amiga, aún incapaz de decir qué era lo que
esperaba. ¿Y si este hombre le devolvía a una vida de la que había huido?
De vez en cuando, pasaba por su cabeza la idea de que había dejado atrás
su antigua vida por una razón. Que su mente no recordaba porque, en el
fondo, una parte de ella sabía que era lo mejor. Que debía empezar de nuevo
y no mirar atrás.
—Ven— instó la hermana Anne, cogiendo su mano. —Te arrepentirás
para siempre si no lo conoces.
Martha asintió con la cabeza y siguió a la hermana Anne de regreso al
interior. Cruzaron un gran salón y luego siguieron un corredor hacia el
estudio de la abadesa. Después de golpear suavemente, la hermana Anne
abrió la vieja puerta de roble y llevó a Martha a la habitación.
Un joven -probablemente más joven que ella- estaba junto a la ventana,
de espaldas a la puerta, con su pelo marrón chocolate suavizado en su sitio
después de que sin duda se le hubiera arrugado en un ataque de nervios.
¿Quién era él? se preguntó Marta. ¿Podría ser su hermano? ¿Lo había enviado
su padre?
El momento de la verdad había llegado y ella casi contenía la respiración
mientras él se daba la vuelta al escuchar su entrada.
Como si no se atreviera a mirar, el desconocido se giró lentamente -
agonizando de esta manera- dando a Marta la oportunidad de vislumbrar la
tensión que reflejaba su hermoso rostro y que descansaba en sus anchos
hombros así como la chispa de esperanza que perduraba en esos ojos verde
musgo.
En el momento en que esos ojos cayeron sobre ella, se abrieron de par en
par, y el hombre caminó hacia atrás hasta que chocó con el gabinete que
sostenía los libros de contabilidad de la abadía.

25 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

La abadesa se puso de pie, con la preocupación grabada


profundamente en sus ojos grises, mientras que la hermana Anne respiró
hondo antes de poner su mano sobre su boca, sus propios ojos abiertos
como platos.
Mientras tanto, Marta simplemente se quedó allí, mirando al extraño
mientras su mandíbula caía, mientras sus párpados parpadeaban
rápidamente tratando de ver claramente, mientras su boca se abría... y
una palabra se le escapó. Una palabra llena de incredulidad, duda y, sin
embargo, también llena de esperanza. —¿Nessa?
Él respiró estrepitosamente antes de que una gran sonrisa apareciese
en su cara. —Nessa—, balbuceó, su voz era ronca y casi se ahogó —
Eres... eres tú—. Sus ojos permanecieron fijos en su cara mientras se
dirigía hacia ella, como si temiera que desaparecería si se atreviera a
mirar hacia otro lado.
—Hola— murmuró Martha, incapaz de no mirarlo. Estaba
abrumada por la intensidad de su mirada. Por mucho que hubiera
esperado que su memoria regresara en un destello cegador, no fue así. El
negro vacío permanecía, y ella no conocía a este extraño que se precipitó
hacia ella con tal devoción y anhelo en sus ojos que robó el aliento de sus
pulmones.
Nunca antes nadie la había mirado así.
—Nessa — susurró mientras cerraba la distancia entre ellos, sus ojos
verde musgo se fijaron en los de ella, y la atrajo a sus brazos.
Marta sintió que se desvanecía en su abrazo, sus fuertes brazos la
abrazaban como si deseara no dejarla ir nunca. Lo sentía cálido y vivo, su
corazón latía salvajemente en su pecho mientras sus manos le rozaban
los brazos y la espalda de ella antes de que viajaran hacia arriba y hacia
su cabello.
Abrumada por este repentino contacto, no sabía qué hacer o decir,
así que se quedó en sus brazos y le dejó hacer lo que él deseaba.
Entonces él se echó hacia atrás, tomando suavemente su cara, y la
miró mientras sus ojos encontraban los de ella una vez más, buscando,
preguntando, saboreando. Su pulgar rozó su mejilla, tiernamente y con
tal cuidado que Marta sintió que empezaba a temblar con un inesperado
anhelo. ¿Por qué, oh por qué no podía recordar a este hombre?

26 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Sin embargo, un instante después, el pánico se apoderó de ella cuando él


apartó la mirada y tocó sus labios. Como si no pudiera soportar más la
distancia entre ellos, él la acercó y bajó la cabeza.
Marta respiró hondo y apenas logró levantar las manos en defensa antes
de que sus labios la rozaran.
—No lo hagas—, exclamó, echando la cabeza hacia atrás mientras abría
los ojos y le miraba sorprendida. —¡Por favor, ni siquiera sé quién eres!

27 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Cuatro
Las Medidas De Una
Vida
Traducción Tutty

En un corto momento -apenas un parpadeo- el mundo de Grant se


puso patas arriba.
Después de tres horribles años de luto por su esposa, de recordarse a
sí mismo que la había perdido para siempre, de obligarse a seguir
adelante, allí estaba ella, viva y sana.
Y a pesar de eso, temía estar alucinando, soñando, fantaseando. ¿Y si
se permitía creer sólo para que se la arrebataran otra vez?
Apretando los dientes, dudaba de que sobreviviría si sufría su
pérdida por segunda vez. No, antes de que pudiera permitirse creer de
verdad que ella había vuelto a él, necesitaba... necesitaba...
Sus manos se apretaron sobre ella, sintiendo el calor familiar de su
cuerpo. Sus ojos color avellana eran amplios y vigilantes, oscuros por la
confusión. Y sin embargo, vio una vieja chispa acechando bajo la
superficie. Una chispa que hablaba de una mente fuerte y atrevida, así
como de un corazón valiente y amoroso.
¿Era ésta realmente su esposa? ¿Su Nessa?
Le pasó un pulgar por la mejilla y sintió que ella temblaba en sus
brazos mientras su corazón latía salvajemente en su pecho, con miedo y
esperanza por igual. No estaba alucinando, ¿verdad? Esto no era un
sueño.
La alegría danzó en el corazón de Grant, y el anhelo de tres años salió
a raudales. Su mirada bajó, y antes de que supiera lo que estaba haciendo,
su cabeza se inclinó para reclamar un beso.
28 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Para reclamarla.
Para convencerse a sí mismo de que ella estaba realmente aquí.
En sus brazos.
Viva y sana.
—¡No!
Esa única palabra lo atravesó como un cuchillo, y se congeló cuando ella
se echó hacia atrás, el miedo se le quedó grabado en los ojos. —¡Por favor, ni
siquiera sé quién eres!
Parpadeando, la miró fijamente. Vio que sus ojos estaban abiertos de par
en par. Vio la forma en que ella intentó alejarse, para liberarse de su abrazo.
Vio su confusión, su miedo... pero no podía liberarla.
No podía. ¿Y si ella se desvanecía en el aire? No podía. Tenía que aferrarse
a ella.
Por el rabillo del ojo, Grant vio que alguien se movía, y entonces el
pequeño y bastante delicado cuerpo de la abadesa apareció a su lado.
—Mi lord, entiendo que esta es una situación difícil— dijo en un tono
compasivo, pero al mismo tiempo autoritario, —pero debo insistir en que la
libere—. Suavemente, le puso una mano en el brazo, instándole a hacer lo
que le había ordenado. —No se acuerda de usted, y lo que está haciendo la
asusta. Libérela y podremos hablar.
Apretando los dientes, Grant obligó a sus brazos que obedecieran.
Lentamente, sus músculos se relajaron y pudo ver el alivio de Nessa cuando
finalmente pudo huir de su abrazo. Sus pies la llevaron hacia atrás hasta que
su espalda chocó con la puerta, y alcanzó a la joven monja que había entrado
con ella.
Respirando profundamente, Grant se pasó las manos por el pelo,
recordando lo que ya sabía. Por mucho que deseara que no fuera cierto, sabía
que ella no lo recordaba. Lo había sabido incluso antes de poner un pie en la
abadía. Después de todo, la carta que Maynard había recibido le había
informado de ello.
Sin embargo, nunca esperó encontrarla allí. Ni una sola vez había
contemplado lo que significaría ver a su esposa como una mujer que había
perdido la memoria. En el momento en que se dio vuelta y la encontró de pie
a pocos pasos de distancia, con su pecho subiendo y bajando con cada
respiración, todo se había derrumbado para él.

29 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Pido disculpas — murmuró, dispuesto a mantener la calma, para


recordar lo abrumador que todo esto seguramente tenía que ser para ella.
Para Nessa.
¡Estaba viva!
—Entiendo —dijo la abadesa, con los pies bien plantados en el suelo
entre él y Nessa, lista para intervenir en cualquier momento. —Dijo que
recibió una carta, informándole que ella estaba aquí. Sin embargo, el
hombre que vino habló de un tal Sr. Bottombrook, sugiriendo que podría
ser el padre de Martha.
Grant frunció el ceño. —¿Martha?
La abadesa miró a su esposa. —Ese es el nombre por el que se la
conoce desde hace tres años—. Una sonrisa de satisfacción llegó a su
arrugada cara. —Teníamos que llamarla de alguna manera, ¿no?
—Por supuesto— Grant estuvo de acuerdo, haciendo lo que podía
para retener en su mente todo lo que había aprendido en los últimos
minutos. —Siento haberte asustado— le dijo a Nessa con suavidad al
decir a cada palabra mientras la miraba con toda la sinceridad que poseía.
—Admito que nunca creí que te encontraría aquí, y entonces...—
Respiró hondo. —Verte a ti ha sido un gran shock.
Todavía blanca como una sábana, su esposa lo miró, sus ojos
buscaban en su cara como si ella también deseara que sus recuerdos
regresaran y que todo fuera sencillo. —Entiendo— susurró mientras
daba un paso adelante, alejándose de la seguridad del abrazo de la joven
monja y acercándose a él. —Desearía poder recordarte, pero...
—Está bien — respondió Grant, deleitándose en la sonrisa tentativa
que brevemente se reflejó en su hermoso rostro. —Lo importante es que
estás viva... y bien—. Agitó la cabeza cuando otro momento de
incredulidad le reclamó. —Estás viva.
—Lo estoy — confirmó, el fantasma de una sonrisa reclamando sus
labios. —¿Pero quién soy? ¿No soy la hija del Sr. Bottombrook? ¿Agnes
Bottombrook?— Su nariz se arrugó de disgusto.
Grant se rio. —Nunca te gustó tu nombre—. Dio un paso hacia ella
cuando vio que su sonrisa se profundizaba. —Por eso te llamé Nessa.

30 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Nessa — susurró, asintiendo con la cabeza en agradecimiento. —


Suena mejor—. Sus ojos permanecieron en los de él, una pregunta en
ellos. —Entonces, ¿tengo un padre?
Grant asintió, explicando cómo había insistido en viajar al norte en lugar
de su padre debido a la mala salud del hombre. —Nunca creyó que te habías
ido—, admitió Grant, al darse cuenta de que le había fallado a su esposa
después de todo. Nunca debió haber perdido la esperanza. Nunca debió
dejar de buscar. —Siguió buscando, y tenía razón en hacerlo.
Nessa exhaló lentamente, sus manos temblaban mientras su mente
absorbía todo lo que él había dicho. —Mi padre está enfermo— preguntó,
con sus ojos color avellana escudriñando su rostro como tantas veces antes.
Grant asintió. —Estos últimos años han sido...— Suspiró, agitando su
cabeza mientras la memoria de su pérdida lo volvía a envolver. —Han sido
duros con él, siempre yendo y viniendo entre la esperanza y el miedo. Eso lo
debilitó.
Las lágrimas nublaron sus ojos. —¿Él...? — Tragó, y su mandíbula tembló
muy ligeramente. —¿Qué tan mal...?
Mirándola a los ojos, Grant sonrió a su esposa. —No te preocupes — le
dijo. —Tu padre es un hombre viejo y terco. No te dejará ahora que
finalmente te ha encontrado. Una mirada tuya le dará más fuerza que
cualquier otro remedio que su médico le haya instado a tomar.
Parpadeando las lágrimas que estaban a punto de derramarse, Nessa
exhaló el aliento que había estado conteniendo antes de que el fantasma de
una sonrisa bailara por su encantadora cara.
—Se alegrará mucho de verte — le dijo Grant, queriendo que supiera -
aunque no los recordara- que era amada. —Casi tanto como yo.
Nessa tragó. —¿Y tú eres?
Grant respiro profundamente. —Soy tu marido —. Ella también
respiraba agitadamente. —Me llamo Grant Barrett, soy el Conde de
Wentford, y tú es mi condesa. Eres mi Nessa.
—¿Condesa? — susurró, y sus ojos se abrieron de par en par mientras
sostenía su mirada.
Grant asintió. —Nos casamos hace casi siete años—. Con cada palabra
que pronunciaba, Grant podía ver cómo se ponía más pálida mientras su
mente no encontraba ningún recuerdo de los eventos que él le contaba. —

31 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Tenemos una hija— dijo cuidadosamente, sin querer disgustarla, pero


creyendo con todo su corazón que no debía esperar.
Su cara se congeló antes de que su labio inferior comenzara a temblar
y grandes lágrimas rodasen por sus mejillas. —¿Una hija?
—Milly — respondió Grant, preguntándose si su hija todavía
reconocería a su propia madre. —Lady Amelia Barrett. Ya tiene seis años.
—Seis años—. Las palabras dejaron los labios de Nessa en una ráfaga
de aire y, por un momento, pareció que se tambalearía hacia atrás por el
golpe que acababa de recibir. Sus párpados parpadearon rápidamente
mientras sus ojos se movían por la habitación como trozos de madera a
la deriva en el mar abierto.
Al ver a su esposa en tal grado de angustia, Grant luchó contra el
impulso de correr hacia ella y atraerla a sus brazos, pues sabía que su
intento de consolarla sólo la molestaría más. Así que permaneció donde
estaba, tratando desesperadamente de encontrar las palabras adecuadas.
—Ella tiene tus ojos — dijo finalmente, una suave sonrisa jugando en sus
labios al pensar en su preciosa niña. —Brillan con calidez y amabilidad—
. Se rio. —Y es muy traviesa.
Nessa parpadeó, y sus ojos se posaron una vez más en los suyos. Aún
estaba pálida, pero sus labios se movieron como si quisiera pedir más.
—Intenta actuar como una dama educada— explicó cuando vio el
anhelo en los ojos de Nessa, —pero en el fondo es una salvaje. Le encanta
estar al aire libre, correr por los jardines y arruinar sus vestidos —. Grant
rio, recordando cómo Nessa y Milly siempre habían parecido
duendecillos de la tierra, atravesando el bosque de árboles que ahora
albergaban la pequeña fortaleza de su hija.
En ese momento, Grant rezó con cada fibra de su ser para que llegara
el día en que las volviera a ver así.
Libres. Sin restricciones. Felices.
—Creo que te gusta tanto como a ella— le dijo a Nessa, —porque en
el fondo le recuerda a ti—. Grant suspiró, recordando las noches en que
Milly se había despertado llorando, llamando a su madre.
La mandíbula de Nessa se tensó, y Grant pudo ver que su corazón le
dolía por la niña que no podía recordar. ¿Lo haría alguna vez?

32 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Dejando de lado ese pensamiento, Grant se apresuró a seguir adelante.


—Ella tiene una mente muy curiosa y no pasa un día sin que haga mil
preguntas. Tu padre la adora, y a menudo los veo uno al lado del otro, con
sus narices en un libro. Hace poco le regaló un telescopio para que mirara las
estrellas. A Milly le encanta, pero últimamente ha desarrollado el hábito de
observar el mundo que la rodea en lugar del cielo—. Se rio entre dientes,
decidido a luchar contra la tristeza que persistía. —Ella es como tú en
muchos sentidos, y me alegro por ello. Será una joven increíble.
Tragando, Nessa juntó sus manos hasta de sus tendones se pusieron de
color blanco. —No me recordará — susurró, con sus ojos color avellana
escondidos tras una cortina de lágrimas. —Ha pasado demasiado tiempo. No
se acordará de mí.
—Tal vez no al principio — admitió Grant, sabiendo que era muy
probable que su esposa estuviera en lo cierto — pero tal vez con el tiempo
recupere algunos de sus recuerdos —. Él tragó. — Como tú.
—Lo he intentado durante años — susurró, sacudiendo la cabeza —
pero no hay nada ahí. Incluso ahora, cuando te miro, yo...— Se encogió de
hombros, limpiándose rápidamente las lágrimas. —No me acuerdo.
Sintiendo que su corazón se hundía mientras se llenaba lentamente de
desesperación, Grant se recordó a sí mismo que sólo el día anterior había
pensado que la había perdido para siempre. Ahora, ella estaba aquí ante él,
viva y sana. Sea lo que fuera que el futuro les deparase, al menos ella sería
parte de él y él estaba más que agradecido por ello.
—Puedo ver lo aterrador que es esto para ti, pero te aseguro que todos te
queremos y te hemos echado mucho de menos estos últimos tres años—.
Con un parpadeo de lágrimas, dio un paso hacia ella.
Con un parpadeo, Nessa retrocedió. —Yo... necesito algo de tiempo—,
balbuceó, sus ojos color avellana se nublaron de tristeza. —No puedo... yo...
Grant asintió. —Lo entiendo. Yo... te dejaré ahora — Trató de respirar
uniformemente mientras cada fibra de su cuerpo se rebelaba contra ese
pensamiento. —Volveré a Wentford Park para preparar a nuestra familia
para tu regreso. Te dará algo de tiempo para...— Se encogió de hombros, sin
saber cómo terminar la frase. —Pero volveré pronto, y luego te llevaré a casa
—. La miró hasta que ella asintió, necesitando que le confirmase que ella
seguiría aquí cuando él volviese.

33 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Entonces Grant se adelantó, hacia la puerta, pero se detuvo cuando


llegó a su lado. Una vez más, miró su cara y sintió que el mundo se
enderezaba. —Adiós, Nessa — susurró, —hasta que nos veamos de
nuevo.
Nessa asintió. —Adiós—. Entonces ella se giró sobre sus talones y
huyó de la habitación, con lágrimas cayendo por su cara.
Cada músculo del cuerpo de Grant le instó a seguirla, pero sabía que
no debía hacerlo. Lo que ella necesitaba ahora era tiempo para pensar en
todo, para explorar cómo se sentía acerca de lo que había aprendido.
Necesitaba darle espacio y confiar en que ella seguiría aquí cuando él
regresara.
—Yo la cuidaré — le dijo la joven monja, con una amable sonrisa en
su rostro. —No se preocupe. Estará bien.
Grant asintió. ¡Nessa estaba viva!
Todo volvería a estar bien.

34 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Cinco
Y Si…
Traducción Tutty

Al salir al jardín, Nessa se hundió en el suelo, sin importarle lo más


mínimo que la tierra fresca manchara su vestido. Manchas brillantes
bailaban ante sus ojos, su aliento se aceleró y trajo un poco de aire
espantosamente escaso a sus pulmones. Su pecho se contrajo, y la oscuridad
comenzó a bailar en el borde de su visión. Sus manos se elevaron hasta su
garganta como si no pudiera respirar por sí misma.
—Calla, todo irá bien— susurró una voz familiar, tranquila y con un
toque de mando. —Mírame y respira—. Un segundo después, los ojos
marrones oscuros de la hermana Anne aparecieron frente a Nessa mientras
la joven monja se hundía en el suelo ante ella, con las manos apoyadas en los
hombros de Nessa. — Respira— le instruyó, tomando lentamente un respiro
propio antes de soltarlo con la misma calma y serenidad. —Respira.
Nessa hizo lo que le dijeron, deseando no permitir que el pánico se
apoderara de ella. Miró fijamente a los ojos de la Hermana Anne y se
concentró en las manchas negras y doradas que bailaban en la mirada marrón
de la joven.
El momento pasó.
Fue largo y dolorosos, pero poco a poco Nessa pudo sentir que su pánico
disminuía. El aire bajó a sus pulmones en mayor cantidad y su pecho
comenzó a subir y bajar con mayor facilidad. Aliviada, cerró los ojos y se
hundió en sus talones.
—¿Está mejor ahora? — preguntó gentilmente la hermana Anne.
Nessa asintió, y luego miró a su amiga. —Gracias. Pensé que me
desmayaría. No sé por qué.

35 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

La hermana Anne sonrió amablemente. —Estás abrumada. En tu


situación, supongo que es natural sentir que la tierra se abre de debajo de tus
pies.
Frotando sus manos sobre su cara, Nessa respiró lenta y
profundamente. —Supongo — murmuró. —Ni siquiera sé por dónde
empezar. La cabeza me da vueltas—. Tragó. —Durante los últimos tres
años, no he querido nada más que saber quién soy. Pero ahora que lo sé,
yo...— Agitó la cabeza, mirando a su amiga, completamente sin palabras.
¿Cómo iba a explicar el caos en su cabeza y en su corazón?
—No sabes quién eres — objetó la hermana Anne. —Se te contó una
historia que era tu pasado, pero no lo sientes como tal.
Nessa colgó la cabeza. —No lo hago.
—Llevará tiempo. Tienes que ser paciente, Martha.
Deteniéndose a medio respirar, Nessa levantó la vista. —Pero no soy
Martha, ¿verdad?
La hermana Anne sonrió. —Perdóname. Es la costumbre.
—Soy Nessa— murmuró Nessa. —Agnes Barrett, Condesa de...— Su
mirada se estrechó. —No puedo recordar lo que dijo—. El aire salió de
sus pulmones en una gran ráfaga. — ¡Ni siquiera puedo recordar lo que
dijo! —. Mirando a su amiga, Nessa agitó la cabeza.
—Wentford — suministró la hermana Anne. —Condesa de
Wentford—. Una pequeña sonrisa apareció en su cara. —Milad.
Nessa se echó a reír sorprendida, y deleitándose en la ligereza que le
trajo a su corazón. —Una parte de mí siente como si me hubiera
escapado de un cuento de hadas.
La Hermana Anne sonrió, el entusiasmo llegó a sus ojos marrones
oscuros. — En efecto — susurró, mostrandose de acuerdo. —Tu
caballero de brillante armadura acaba de venir a rescatarte del... exili.
—¿Exilio? — se burló ella. —No hay ninguna historia que yo
recuerde — puso los ojos en blanco ante lo absurdo de esa afirmación, —
¿qué princesa no recuerda a su verdadero amor?
La hermana Anne sonrió. —Entonces escribamos una nueva historia.
¿Quién dice que no puedes tener tu “felices por siempre”?

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Felices por Siempre Regencia 01

Nessa suspiró, recordando al joven que decía ser su marido. —Una parte
de mí no le cree.
La frente de su amiga se arrugó hasta fruncir el ceño. —¿Por qué no? ¿Qué
razón tendría para decirte algo que no es verdad?
Nessa se encogió de hombros. —No lo sé, pero... pero cuando lo vi, pensé
que podría ser un hermano menor. Quiero decir, estaba claro que no podía
ser mi padre, así que pensé que quizás tenía un hermano.
—¿Y? — La hermana Anne presionó. —Ahora, sabes que es tu marido—
. Su mano se posó sobre la de Nessa. —¿Qué te preocupa?
Nessa sonrió. —Oh, no sabría por dónde empezar, pero… simplemente
me parece extraño que un hombre como él se haya casado con una mujer
mayor, a menos que haya una buena razón — Se encogió de hombros. —Una
gran fortuna o...
—Amor—, dijo la Hermana Anne, sonriendo. —Para mí, parecía un
hombre muy enamorado.
Nessa tragó mientras el miedo volvía a su corazón.
—Te molesta que él te amé — susurró la hermana Anne, con confusión
en su voz.
Nessa asintió. —Si lo que dice es cierto, encontrarme aquí sólo le
romperá el corazón otra vez.
—¿No sentiste nada? — Preguntó la hermana Anne, con sus ojos
marrones buscando en los de Nessa. —¿Nada? ¿Ni siquiera cuando te
abrazó?
Nessa se encogió de hombros. —Tal vez, pero ¿cómo voy a saber si
realmente he sentido algo porque una parte de mí en el fondo lo recuerda
después de todo o simplemente porque quiero sentir algo tan
desesperadamente que sólo creo que lo hago?—. Una vez más, frotando sus
manos sobre su cara, Nessa suspiró. —Mi cabeza está empezando a girar de
nuevo.
La hermana Anne respiró lentamente, y Nessa casi podía oír a la joven
pensar. Entonces dijo: —Está pensando demasiado, milady —. Otra sonrisa
burlona se dibujó en los rasgos de la joven. —Tal vez sería prudente no
detenerse a pensar demasiado. Tal vez lo que necesitas es regresar con tu
familia y permitir que te den la bienvenida. Quizás necesitas apagar tu mente

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Felices por Siempre Regencia 01

y sólo sentirte libre y sin restricciones, sin presiones, sin pensamientos.


Tal vez entonces, lo recuerdes.
Las lágrimas llegaron a los ojos de Nessa. —¿De verdad lo crees? –
—Creo que sería tu mejor oportunidad. Nada bueno viene de la
obligación. El corazón debe ser libre de elegir.
—Pero, ¿y si miro a mi... mi hija… — Nessa apretó los dientes cuando
contuvo el aliento con la última palabra, — y no siento nada? ¿Y si se
lanza a mis brazos y mi corazón se queda en silencio?
Los ojos de la hermana Anne buscaron los suyos. —¿Qué pasaría si
ella no se recuerda de ti?
Lágrimas frescas corrían por las mejillas de Nessa. —¿Y si mi hija no
se acuerda de mí? — se resopló. —¿Qué pasa si somos extrañas el resto
de nuestras vidas?
La hermana Anne resopló. —Eso es un poco dramático, ¿no crees?
Los niños son resistentes. Se las arreglan para sobrevivir a lo que nos
pondría de rodillas a los adultos —. Al apretar la mano de Nessa, la joven
monja sonrió. —Aunque ella no te recuerde, aún tendrás tiempo para
hacer nuevos recuerdos juntas—. Sus cejas se levantaron en desafío. —
Pero sólo si vas a su encuentro y dejas de esconderte en un lugar donde
sabes que no hay caras conocidas. Sé que has tenido miedo. Sé que por
mucho que hayas deseado que algo de tu pasado regrese, también has
tenido miedo de lo que pueda ser –
—¿Y si no puedo volver a mi antigua vida? — Nessa confió mientras
su corazón se apretaba en su pecho. Aunque no había sentido que
resurgieran viejos sentimientos al ver a su marido, le había... gustado. Era
un hombre amable y decente que había -si se atrevía a creerlo- amado a
su esposa -a ella- con todo su corazón.
Nessa no deseaba verlo quebrantado porque no podía encontrar en
su interior la manera de amarlo. ¿Qué le haría a su familia si regresara a
ellos sólo en cuerpo? ¿Y si nunca pudiera recordar quién había sido?
¿Quiénes eran? ¿La vida que habían compartido?
—¿Y si no soy Nessa nunca más? ¿Y si no puedo?
—No se puede saber lo que el futuro traerá, y no sirve de nada
preocuparse demasiado por ello. Prepárate, pero no temas — dijo la
hermana Anne, sus jóvenes ojos sabios más allá de sus años. —El miedo
es algo que mantiene todo lo demás a raya. Nunca serás feliz si siempre
38 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

tienes miedo—. Luego apretó suavemente la mano de Nessa y se puso en pie.


—Tienes un poco de tiempo para pensar en todo—, dijo, mirando a Nessa.
—Pero hazlo con una mente abierta y esperanzada. ¿Me prometes que lo
intentarás?
Tragando, Nessa asintió. —Prometo que lo intentaré. Gracias.
Viendo a la hermana Anne alejarse, Nessa permaneció donde estaba,
sintiendo sus miembros pesados y sin querer moverse. Sus manos se
movieron para tocar la tierra, y pasó sus dedos por la suave suciedad, viendo
como pequeños granos se acumulaban bajo sus uñas, manchándolas de
negro. La vista era familiar y extrañamente tranquilizadora.
—Amelia— susurró mientras sus pensamientos se dirigían a la pequeña
niña que no podía recordar. ¿Qué aspecto tenía? ¿Tendría el pelo castaño? ¿O
rubio?
Entrecerrando los ojos, trató de recordar el color de los ojos de su marido,
pero no pudo. A pesar de que él había estado tan cerca, a apenas un pelo de
distancia de ella, estaba demasiado abrumada en ese momento para darse
cuenta. ¿Se parecía su hija a ella o a él? Él había dicho que tenía los ojos de
Nessa, ¿no?
—Amelia—. Una y otra vez, susurró el nombre de su hija, intentando
casi desesperadamente imaginársela, pero su mente quedó vacía. Sólo la
oscuridad se elevó ante sus ojos y no la imagen de una niña a la que una vez
había amado.
La tristeza se apoderó una vez más de su corazón, trayendo consigo
nuevas lágrimas, y su mano se hundió en el suelo, sus dedos se enroscaron en
un terrón de tierra. —Amelia — susurró de nuevo antes de que su mente
tocara un recuerdo más reciente de su marido cuando le habló de su hija en
el estudio de la abadesa.
¿Había sido hacía solo una hora? se preguntó, sintiendo como si hubiera
estado sentada aquí en los jardines durante la mayor parte de su vida,
llorando un pasado y gente que no podía recordar. Y sin embargo, lo había
hecho, ¿no es así? Todos los días durante los últimos tres años.
Parecía toda una vida.
Una vida llena de tristeza y arrepentimiento.
Tragó, sabiendo que la hermana Anne tenía razón. Necesitaba apartarse
del miedo que siempre la había frenado y permitirse tener esperanza.

39 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Esperar que todo estuviera bien.


Que hubiera una oportunidad.
De ser feliz de nuevo.
Y así Nessa se volvió hacia el recuerdo que su mente le había
proporcionado y se hizo eco de las palabras de su marido. No había
llamado a su hija Amelia, ¿verdad? Ciertamente, le había dado su nombre
completo, pero cuando se había referido a ella, no la había llamado
Amelia.
No, no como Amelia, sino Milly.
—Milly— susurró Nessa a la brisa mientras viajaba por el pequeño
jardín de la abadía en su camino para ver el mundo. —Milly.
Por extraño que pareciera, Milly sonaba... mejor. Parecía que
encajaba. Sonaba bien. No podía explicarlo, pero de repente su mirada se
dirigió a su dedo índice derecho, donde sintió una pequeña presión
contra su piel... como si un niño pequeño agarrara su dedo con fuerza el
suyo.
Una sonrisa apareció en su cara. ¿Era eso real? ¿Estaba recordando
algo? Por supuesto, era algo pequeño, algo que apenas notaba, algo que
podría parecer insignificante.
Y sin embargo, significaba un mundo para ella, y más que nada quería
creer que era verdad. Quizás la hermana Anne tenía razón.
Verdaderamente correcto. Quizás con el tiempo, lo recordaría. Quizás
una vez que pusiera los pies en su antigua casa y volviera a ver a su
familia, pequeñas cosas volverían cada día. Tal vez un recuerdo perdido
no podría regresar de una sola vez. Quizás sólo podría hacerlo paso a
paso para no abrumarla. Quizás su cuerpo sabía responder mejor de lo
que ella misma podía comprender. Quizás debería simplemente confiar
en él.
—Me voy a casa — susurró Nessa, sintiendo una sonrisa en las
comisuras de su boca. —A casa.

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Felices por Siempre Regencia 01

Capitulo Seis
Un Dilema Casi Olvidado
Traducción Shields Michaelis

En su camino a casa, Grant hizo poco más que mirar por la ventana.
En su mente, todavía veía a Nessa, sus cálidos ojos color avellana, su
sonrisa encantadora y esa suave arruga que le llegaba a la nariz cada vez que
estaba disgustada por algo. Una risita retumbó en su garganta, y respiró
hondo, preguntándose cuánto tiempo había pasado desde la última vez que
se había sentido tan completamente satisfecho.
No lo había estado desde Nessa.
No es que no lo supiera antes, pero en el momento en que ella volvió a su
vida después de tres años llena de pérdida y dolor, supo que su felicidad
empezaba y terminaba con ella.
Todo lo que necesitaba era a ella, y nunca permitiría que la arrancaran de
su vida de nuevo.
Y, sin embargo, había una parte de él que todavía no se atrevía a creerlo
—Nessa— susurró en la quietud, pues el único sonido que se escuchaba
era el movimiento de las ruedas del carruaje en la carretera endurecida. —
Nessa.
Solo con pensar en ella, la felicidad lo inundó, y su cabeza cayó hacia
atrás, descansando contra la pared mientras cerraba los ojos. Una vez más,
se imaginó el momento en que había entrado en el estudio de la abadesa, el
momento en que sus ojos habían reparado en ella, el momento en que su
corazón se había regocijado antes de que su mente pudiera entender lo que
había visto. ¿Realmente había estado allí? ¿O había dejado que sus ojos lo
engañaran?
Sin embargo, su calor aún permanecía en él. Sus manos hormiguearon con
el recuerdo de su piel suave contra la suya, la forma en que se había sentido

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Felices por Siempre Regencia 01

en sus brazos, la forma en que su aliento había rozado sus labios. La


sensación casi lo había abrumado.
Y eso la había asustado.
Lentamente, Grant abrió los ojos y miró el paisaje que había más allá de
su ventana. De nuevo, vio sus ojos temerosos, vio la forma en que ella se había
alejado de él, y el recuerdo apagó su alegría. ¿Cómo podría no hacerlo?
Por mucho que deseara celebrarlo, sabía que sería una tontería olvidar
que su esposa no lo había reconocido. Para ella, él era un extraño, y tendría
que ser paciente, muy paciente, o arriesgarse a perderla. Después de todo, él
quería a la Nessa que tenía todos los recuerdos en su vida. Y aunque cuando
vio su rostro todo estaba más o menos, eso no era suficiente.
Lo que él anhelaba realmente era su lengua afilada, la forma en que decía
lo que pensaba sin restricciones. Quería verla poner los ojos en blanco
cuando hacía o decía algo tonto. Quería que se burlara de él y lo fastidiara.
Quería que suspirara cuando cayera en sus brazos, que sus cálidos ojos color
avellana brillasen con amor y anhelo.
Grant quería todo eso.
Quería recuperar su antigua vida.
Él quería a su Nessa.
Su esposa.
Y después se acordó de Eugenie.
Un gemido torturado surgió de su garganta y enterró su rostro en las
manos. ¿Cómo pudo haberse olvidado de ella?
Era lógico porque, desde que se conocieron, Grant había sido ajeno a todo
lo demás una vez que Nessa entraba en una habitación. Desde el principio,
había sido el centro de su mundo y su ausencia lo había arrojado a la
oscuridad. Y ahora que la había encontrado de nuevo, solo la había visto a
ella.
Solo a Nessa.
Y se había olvidado de Eugenie. Su esposa. ¿Qué iba a hacer ahora?
Al pensar en eso, sabía que necesitaba hablar con Eugenie, explicarle lo
sucedido y esperar que ella fuera lo suficientemente fuerte como para... ¿qué?
¿Qué le pasaría? Aunque iba a mandar a buscar a su abogado en el momento

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Felices por Siempre Regencia 01

en que regresara a Wentford Park, estaba razonablemente seguro de que su


matrimonio con Eugenie era nulo; ahora que Nessa había regresado.
El alivio llenó su corazón al saber que la ley, con toda probabilidad,
apoyaría su matrimonio con Nessa. Aunque, la culpa apareció rápidamente
cuando pensó en los bondadosos ojos de Eugenie. No era como Nessa, una
fuerza de la naturaleza, una mujer que se abriría camino sin importar qué.
Eugenie era delicada, frágil, y en el momento en que se enteró de su situación,
que solo tenía un guardián despiadado para cuidar de su bienestar, se sintió
protector con ella. Era el tipo de mujer que los hombres sentían la necesidad
de proteger.
Nunca se había sentido así por Nessa. Ciertamente, él la protegería. Sin
embargo, ella siempre había sido muy fuerte, con ese brillo atrevido en sus
ojos que le había hecho estar seguro de que no había nada que no pudiera
hacer. Incluso ahora, hoy, cuando la verdad sobre su pasado la había
abrumado, se había mantenido erguida, protegiéndose, incluso de él.
Y, aunque la idea de que ella no confiase en él le dolía, no podía negar que
estaba orgulloso de ella.
De su fuerza.
De su resistencia.
Y se preguntó cómo habría reaccionado en la misma situación. Después
de todo, él también se había sentido sacudido hasta el fondo.
Pero Eugenie era diferente. ¿Qué le haría eso a ella?
Durante el resto del viaje en carruaje, reflexionó acerca de lo que diría y
lo que podía hacer, pero todos sus pensamientos se quedaban cortos ante la
realidad de lo que significaría esta noticia para Eugenie. Su matrimonio sería
nulo. Se arruinaría a los ojos de la sociedad. No le quedaría nadie para
protegerla.
Apretando los dientes por la vergüenza y aborreciendo los pensamientos
que esto le provocaba, Grant prometió que encontraría la manera de ponerla
a salvo.
Ciertamente, había consecuencias que estaban fuera de su control porque
no es que él quisiera que su matrimonio con Eugenie fuera confirmado y su
matrimonio con Nessa declarado nulo, pero encontraría una manera de verla
establecida de nuevo.

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Felices por Siempre Regencia 01

Cómo, no podía decirlo. Tendría que pensar en eso más tarde. Ahora,
necesitaba llegar a casa y hablar con Maynard. El hombre merecía saber que
su amada hija todavía estaba viva... y que volvería a casa.
En el momento en que el carruaje se detuvo junto a los escalones
delanteros que conducían a las grandes puertas de doble ala de Wentford
Park, saltó al suelo antes de que su cochero hubiera bajado del carruaje. La
cara de Darby se arrugó en un ceño confundido mientras observaba a Grant
subir los escalones de dos en dos antes de correr por la puerta. Sorprendido,
Brighton tropezó hacia atrás, murmurando una apresurada disculpa por no
abrir la puerta.
—No te preocupes por eso — Grant se apresuró a calmar la mente del
anciano mientras caminaba hacia su estudio, Brighton lo seguía. — Envía a
buscar a mi abogado de inmediato. Es una cuestión de suma importancia.
—Se detuvo frente a la puerta de su estudio. —Y trae al Sr. Bottombrook.
Necesito hablar con él. Es urgente también.
—Ciertamente, milord — murmuró Brighton y luego se alejó
rápidamente con una velocidad que sorprendió a Grant.
Al entrar en su estudio, descubrió que no podía sentarse. Sus
extremidades hormigueaban con la necesidad de moverse y pronto se
encontró paseando arriba y abajo a lo largo del lugar, esperando
ansiosamente la llegada de su suegro. Quizás debería haberlo buscado, pero
Grant no deseaba cruzarse en el camino de nadie en este momento. Primero,
necesitaba hablar con Maynard.
Pasó una pequeña eternidad, pero finalmente escuchó los pasos de su
suegro resonando desde el pasillo. Se movía más rápido de lo que solía
hacerlo, y Grant se preguntó si sabía lo que su yerno tenía que decirle o si...
simplemente tenía esperanza.
Nunca debería haber renunciado a ella.
Al abrir la puerta, Grant se encontró con la mirada azul de su suegro,
amplia e inquisitiva mientras el viejo contenía el aliento. Luego tragó, y el
fantasma de una sonrisa llegó a sus labios. —Es...— Tartamudeó Maynard
cuando extendió las manos y agarró las de Grant. —¿Es ella?
Incapaz de contener su sonrisa por más tiempo, asintió. —Es ella —. Las
lágrimas brotaron de sus ojos, y no se dio cuenta de la palidez de la cara de
su suegro antes de que el viejo se desvaneciera de repente.

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Felices por Siempre Regencia 01

Saltando hacia adelante, Grant lo atrapó bajo los brazos. —¡Maynard! —


gritó, el miedo se apoderó de su corazón mientras arrastraba a su suegro a la
silla más cercana. Suavemente, lo sentó y se sintió aliviado al ver que las
piernas del anciano comenzaron a moverse y sus manos agarraron los
reposabrazos de la silla como apoyo. Arrodillándose frente a él, Grant lo miró
a la cara. —¿Estás bien? ¿Quieres acostarte?
Luchando por respirar, Maynard sacudió la cabeza, el fantasma de una
sonrisa todavía se aferraba a sus labios. —No, deseo saber de mi hija. Dime.
¿Es ella de verdad? —su voz tembló, y Grant sintió el recuerdo de la sorpresa
que él mismo había sentido al verla por primera vez.
La boca de Grant se abrió; sin embargo, antes de que una palabra lograra
salir de su boca, pasos furiosos resonaron más cerca y, en poco tiempo, su
madre irrumpió por la puerta y quedó entreabierta.
—Wentford, has vuelto. ¿Dónde diablos has estado?
Poniendo los ojos en blanco ante la insistencia de su madre de llamarlo
por su título, se puso de pie. Aun así, antes de que una sola palabra brotara
de su garganta, su madre lo interrumpió.
Con las manos cruzadas delante de ella, lo miró con un poco de disgusto,
su mirada se desvió brevemente hacia el suegro jadeante de su hijo. — ¿Que
está pasando? Es de muy mala educación irte sin despedirte de nosotros
adecuadamente. Porque, si algo te hubiera sucedido, ni siquiera hubiera
sabido dónde encontrarte.
—Pido disculpas, madre — Grant se apresuró a asegurarle antes de que
ella pudiera pensar más en los defectos que había cometido. —Pero tenía una
muy buena razón para haberme ido tan rápido—. Miró a su suegro y vio sus
manos agarrar el apoyabrazos aún más fuerte mientras se colgaba de cada
palabra.
La mirada de su madre se entrecerró mientras sus ojos seguían los de
Grant. —Dime — presionó. —¿Qué era tan importante?
Grant sonrió. — Hemos encontrado a Nessa.
Mientras Maynard respiraba temblorosamente y cerraba los ojos como si
quisiera saborear el momento, la madre de Grant lo miró como si hubiera
hablado en un idioma extranjero. Ninguna emoción se mostró en su rostro,
pero pudo ver cómo la conmoción de sus palabras le afectaba lentamente.
Pronto, sus pestañas comenzaron a agitarse mientras parpadeaba, sin duda
tratando de comprender lo que él había dicho. —N… Nessa… ¿qué?

45 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Alcanzando sus manos, Grant le sonrió. —Maynard recibió una carta de


un viejo amigo. Había oído hablar de una mujer que había perdido la
memoria y se estaba alojando en una abadía al norte. Visitó esa abadía y, por
lo que le contó, Maynard pensó que podría ser Nessa. Así que fui allí —tragó
el nudo que tenía en la garganta sabiendo que, sin la insistencia de Maynard,
todavía creería que Nessa se había ido. Sin la determinación de su suegro,
Grant nunca la habría encontrado y ella realmente nunca hubiera regresado
a su vida.
A la de todos ellos.
—¿Qué? —tartamudeó su madre cuando sus ojos se estrecharon y
sacudió la cabeza con incredulidad. —¡Eso no puede ser!
Grant se rio cuando el alivio y la alegría lo invadieron. —Oh, pero lo es.
Ella está viva. Nessa está viva. La abadesa me dijo que los pescadores la
sacaron del mar hace casi tres años—. Miró a su suegro, que claramente
estaba pendiente de cada palabra, con los ojos muy abiertos como los de un
niño en la mañana de Navidad. —La llevaron a la abadía. Mientras se
recuperaba, pronto quedó claro que no recordaba quién era.
—Ella no recuerda— murmuró su madre mientras daba un paso atrás.
Luego se dejó caer en la silla junto a la de Maynard.
Grant sacudió la cabeza, con tristeza en los ojos cuando se volvieron
hacia el viejo. —Ella no me reconoció— le dijo a su suegro. — Ni siquiera
sabía su propio nombre.
—Ni siquiera su propio nombre — repitió su madre mientras lo miraba
por un breve momento antes de que su mirada se volviera distante.
—¿Pero está bien? — preguntó Maynard, ansioso en su voz mientras se
deslizaba todo al borde de la silla.
Grant asintió con la cabeza. —Está bien. Es solo su memoria la que
todavía está perdida. Pero estoy seguro de que lo recordará todo, una vez que
la traigamos a casa. Tal vez no de inmediato, pero... eventualmente. —Solo
esperaba tener razón. ¿Y si nunca lo recordaba? ¿Y si ella volvía pero su amor
se perdía para siempre?
—¿Por qué no la trajiste a casa contigo?— Preguntó Maynard, su mirada
temerosa mientras miraba a su yerno. —¿Por qué no vino ella contigo?
La barbilla de su madre se levantó, y sus ojos se aclararon mientras lo
miraba. —¿Qué pasa con tu esposa? Tu nueva esposa, quiero decir.

46 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

La mandíbula de Maynard cayó, y se tapó la boca con la mano.


Grant asintió, sabiendo muy bien cómo se sentía olvidar todo lo demás
en lo que respectaba a Nessa. —Hablaré con ella — le dijo a su madre. —
Trataré de explicarle todo, pero...
—¿Qué pasará ahora?— Su madre casi chilló cuando ella se puso de pie.
—Ella es tu esposa. Ella…
—Sospecho que nuestro matrimonio es nulo— se apresuró a explicar
Grant, preocupado de que su madre perdiera la compostura por completo.
— Ya he enviado a buscar al Sr. Thatcher. Debería estar aquí pronto, y solo
espero que confirme mis sospechas.
Las manos de su madre se apretaron en puños. —No puedes simplemente
enviarla lejos. Es tu esposa Ella…
—No tengo intención de hacer eso, madre— espetó Grant, lamentando
su tono, pero fue incapaz de reprimir la culpa que sentía por el giro que
tomaría la vida de Eugenie. —Haré lo que pueda para protegerla, por
mantenerla a salvo, pero...— se pasó las manos por el pelo mientras todas sus
emociones se reducían a una simple necesidad, —No voy a perder a Nessa.
Su madre tragó, sus ojos azules se entrecerraron mientras lo miraba. —
Quedará arruinará.
Grant asintió con la cabeza. — Soy consciente de ello. Créeme, me siento
fatal. No merece ser tratada así, pero no está en mí poder evitarlo. Todo lo
que puedo hacer es hacer todo lo posible para encontrar...
¿Encontrar qué? ¿Había algún lugar en esta tierra donde Eugenie pudiera
comenzar de nuevo sin susurros y miradas siguiéndola adonde fuera? ¿Dónde
no fuera una paria social? ¿Dónde todavía tuviera una oportunidad de ser
feliz?
—¡No puedes hacer eso!— Siseó su madre, con las manos en las caderas
mientras lo miraba. —No puedes hacerle eso a... ella.
—Entiendo tu preocupación — respondió Grant, preguntándose por qué
su madre defendería a Eugenie de esa manera. —Créeme, yo también lo
siento. Pero no volveré a perder a Nessa. Ella es mi esposa y no me importa
lo que tenga que hacer para recuperarla. ¿Lo entiendes? No la abandonaré.
¡Si tan solo supiera qué hacer con Eugenie…!

47 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Siete
Palabras de Despedida
Traducción Shields Michaelis

Tras escuchar sus palabras, despidió al Sr. Thatcher, se recostó en el


sillón y suspiró. Deseaba ver a Nessa y compartir las buenas noticias con ella
más que nada. Pero, la mujer con la que necesitaba hablar no las consideraría
buenas noticias.
Con los codos apoyados en el escritorio frente a él, Grant enterró la cara
entre las manos mientras su mente corría desenfrenada, intentando buscar
palabras que... ¿qué? ¿Disminuyeran el golpe?
—No te engañes — susurró, sabiendo muy bien que nada de lo que dijera
haría la menor diferencia. La vida de Eugenie cambiaría completamente y
nada de lo que dijese podría evitarlo. Lo único que podía hacer era asegurarle
que no la dejaría sola, que la apoyaría y la ayudaría de cualquier forma que
pudiera.
Le debía eso.
Le debía más que eso.
Pero no tenía más que dar. Tendría que ser suficiente.
Poniéndose de pie, Grant decidió que no había razón para retrasar lo
inevitable por más tiempo. Necesitaba hablar con Eugenie y comenzar a
hacer los preparativos. Con una determinación en su caminar que no sentía,
se dirigió hacia el salón de atrás, donde Eugenie y Milly solían pasar las
tardes juntas.
Al entrar, las vio sentados juntas en el sofá, con las cabezas inclinadas la
una hacia la otra mientras miraban un pequeño pedazo de tela. Milly
sostenía una aguja en sus pequeñas manos, entrecerraba los ojos y arrugaba
la nariz de una manera que le recordaba a Nessa. Quince días atrás, verlo no
solo le habría traído alegría, sino también dolor y pérdida a su corazón.
Ahora, sin embargo, no podía esperar para ver a madre e hija reunidas.

48 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—¡Ouch!
Ante el grito de dolor de su hija, la cabeza de Grant se levantó y él se
apresuró hacia ella. Sin embargo, Eugenie ya la sostenía en sus brazos, con
una suave sonrisa en su rostro mientras inspeccionaba la yema del dedo de
Milly. — Tranquila, pequeña, es solo un pequeño pinchazo. ¿Ves? No hay
sangre Inténtalo de nuevo.
Asintiendo, Milly se inclinó hacia su tarea una vez más, sus pequeños
dedos se movieron con cuidado mientras pasaba la aguja a través de la tela,
tirando del hilo. Inclinando la cabeza hacia un lado, Grant pudo identificar
el comienzo de una hoja. — Muy bien, Milly—, la felicitó, y ella le sonrió.
Un momento después, sus ojos se abrieron como si acabara de notar su
presencia.
—¡Has vuelto! — exclamó, dejó caer el bordado en el sofá a su lado y se
arrojó a sus brazos.
Al atrapar a su preciosa hija, Grant la abrazó con fuerza, deseando poder
decirle que Nessa pronto volvería con ellos. Pero, no era el momento. Miró a
Eugenie, que se había levantado de su lugar en el sofá y caminaba
cuidadosamente hacia ellos, con la misma sonrisa gentil en su rostro que
siempre tenía. —Bienvenido a casa, milord.
Grant asintió hacia ella antes de volver su atención a Milly. —Escucha,
querida, hay algo de lo que necesito hablar con mi mujer. ¿Puedes ir a buscar
a tu abuelo?
Por un momento, las cejas de Milly se arrugaron como si se negara a
obedecerle. Pero después su rostro estalló en una sonrisa y se alejó
rápidamente, saltando mientras avanzaba. Grant sonrió, sabiendo que, si su
madre la viera tan despreocupada, sin duda reprendería a Milly por su
comportamiento poco femenino.
Grant esperaba que su madre estuviera lejos.
—¿Hay pasado algo, milord?
Grant se volvió hacia su esposa y respiró lentamente.
Los ojos grises de Eugenie permanecieron en su rostro, vigilantes y
alertas, y pudo ver que ella sospechaba algo. Nunca antes había notado la
forma en que observaba a los demás como ahora lo estaba observando a él,
su mente sin duda notó la tensión en su rostro y la culpa en sus ojos. De

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Felices por Siempre Regencia 01

hecho, parecía sentir que algo iba mal, y Grant no sabía si debía sentirse
aliviado o culpable.
Probablemente ambos.
—¿Puedo preguntar dónde has estado, milord? — Preguntó Eugenie
cuidadosamente. —La condesa viuda ha estado muy preocupada.
Grant asintió con la cabeza. —Sí, ella ya ha expresado su desaprobación
en voz alta y clara—. Con los dientes apretados, Grant se encontró con los
ojos de Eugenie, deseando con todo su corazón no tener que hacerle esto.
Pero, no había otra manera. —Escucha — comenzó, y ella tragó saliva como
si supiera lo que venía después — ha habido un nuevo desarrollo de los
acontecimientos, que desafortunadamente también te afecta a ti.
—¿Qué nuevo desarrollo? — cruzando las manos frente a ella, Eugenie
sostuvo su mirada, sus hombros retrocedieron como si fuera una guerrera
preparándose para la batalla.
Nunca antes Grant había notado estos sutiles gestos de ella, pero, de
nuevo, nunca le había prestado tanta atención.
—Mi suegro recibió recientemente una carta — comenzó Grant,
sintiendo que era importante contarle toda la historia, esperando que ella
entendiera que él no la había engañado intencionalmente. —Hablaba de una
mujer en una abadía en el norte que había sido sacada del mar unos tres años
antes. Una mujer que perdió la memoria y no sabía quién era.
Los ojos grises de Eugenie sostuvieron los suyos mientras estaba parada
frente a él, completamente quieta como si se hubiera convertido en una
columna de mármol. Pasaron los momentos y Grant temió que ya hubiera
entrado en shock. Luego, sin embargo, respiró temblorosa y una gran lágrima
se formó en su ojo derecho, creciendo lentamente, antes de que se derramara
y se deslizara por su mejilla. Un ligero temblor se apoderó de su mandíbula
y apretó las manos con fuerza. —Tú... tú esposa.
Grant asintió, aunque sus palabras no habían sido una pregunta. Ella lo
supo. De alguna manera, lo sabía. —Sí, fui yo mismo allí para saber si podía
ser cierto. Te aseguro que no lo creía posible. Había renunciado a la idea de
encontrarla viva hace mucho tiempo. Fue su padre quien no pudo abandonar
a su hija y se aferró a la esperanza. No podía ignorar la carta que me trajo.
Más lágrimas corrieron por la cara de Eugenie. El fantasma de una sonrisa
colgaba de sus labios. —Por supuesto que no pudiste — susurró, y Grant
casi se derrumbó ante la comprensión en su tono. —Y tampoco él podría.

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Felices por Siempre Regencia 01

Nuestros hijos son demasiado preciosos para renunciar a ellos. S… Son


nuestro corazón y alma, y sin ellos, no somos más que fantasmas.
Asombrado por su compasión, Grant la miró fijamente. —Nunca quise
ponerte en esta posición — susurró, sintiendo cómo la culpa inundaba su
corazón al ver su miseria... así como su valentía. Quizás la había
subestimado.
—Lo sé — susurró Eugenie antes de apretar los labios para reprimir un
sollozo. —Yo... siempre supe que tu corazón era de ella y que lo sería hasta
el final de los tiempos—. De nuevo, ella hizo todo lo posible por sonreírle. —
Soy muy feliz por ti. De verdad.
Mirando a su joven esposa, Grant apretó los dientes cuando un
agonizante gemido amenazó con derramarse de sus labios. En cambio, se
pasó las manos por el cabello, tirando con fuerza como si quisiera arrancarlo
de raíz. —Lo siento mucho — suplicó, sabiendo que ella le creería y, sin
embargo, sintiendo que no merecía su comprensión. —Nunca esperé volver
a verla. Nunca esperé que la encontraran viva. —Sacudió la cabeza con
frustración. —Nunca habría pedido tu mano si hubiera pensado incluso por
un momento que…
La mano de Eugenie se posó suavemente sobre la suya, cortando sus
divagaciones, cuando lo miró a los ojos. — Está bien. Sé que no podrías haber
previsto esto. Sé que pretendías seguir adelante. Sé que lo intentaste, y estoy
agradecida por lo que hiciste por mí. No sé qué hubiera pasado si no hubieras
pedido mi mano —. Una vez más, esa sonrisa valiente llegó a sus labios—.
¿Q… qué pasará ahora?
Grant tragó saliva. —Hablé con el señor Thatcher. Según él, nuestro...
nuestro matrimonio es nulo —Un sollozo salió de los labios de Eugenie, y
ella los apretó con fuerza. —Dado que Nessa no murió, nuestro matrimonio
permanece intacto, lo que también significa que el nuestro nunca fue
legalmente vinculante—. Las palabras supieron como ácido en su boca y,
egoístamente, Grant se apresuró a deshacerse de ellas.
Eugenie tragó saliva, dándose cuenta de forma tardía de que su mano aún
descansaba sobre la de él. Lentamente, ella la retiró, con un ligero
arrepentimiento en sus ojos, como si hubiera hecho algo mal. — Estaré
arruinada — susurró entonces cuando sus ojos se volvieron distantes y luego
se cerraron como si ya no pudiera soportar el dolor que él le había causado.
Una vez más, el deseo de protegerla se apoderó de Grant y él tomó su
mano. —No permitiré que te pase nada — prometió, mirándola a los ojos

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Felices por Siempre Regencia 01

llenos de lágrimas. —Nada de esto es culpa tuya, y haré lo que pueda para
verte asentada de forma segura—. Tragó saliva. —Estoy seguro de que
podemos encontrarte un... un esposo que entenderá que no hiciste nada
malo.
Eugenie sacudió la cabeza, la mirada en sus ojos envejeció más allá de sus
años. — Sabes sabe tan bien como yo que a la sociedad no le importa si actué
mal o no. Estaré arruinada, y ningún hombre decente querrá casarse conmigo
—Ella tragó saliva y una respiración profunda llenó su pecho antes de bajar
la mirada mientras que levantaba lentamente su otra mano, acomodándola
con cuidado sobre su vientre.
Aturdido, Grant la miró. Reconoció el movimiento y supo lo que
significaba incluso antes de que hubiera pronunciado una sola palabra. Lo
había visto muchas veces antes…
…en Nessa… cuando esperaba a Milly.
Una mano protectora cubriendo al niño que había dentro. Grant cerró los
ojos cuando el mundo se derrumbó a su alrededor. —¿Cuánto tiempo hace
que lo sabes?
Eugenie suspiró, lágrimas frescas caían por su rostro. —No mucho. Quise
decírtelo, pero…
Grant asintió con la cabeza. Pero la carta de Maynard lo había enviado al
norte. Bajando la cabeza, la miró y vio sus certeros ojos. Podía ver que ella
sabía tan bien como él que ningún hombre se casaría con una mujer que
esperaba el hijo de otro hombre. Al menos no un hombre decente. No habría
ningún lugar para que ella fuera. No habría nadie para sostener una mano
protectora sobre ella... y su hijo. Serían parias. Su hijo o hija sería un bastardo
y sería tratado como tal, nunca serían recibidos en la alta sociedad, siempre
habría susurros y gente apuntándole con los dedos.
La cara de Milly flotó ante sus ojos y Grant gimió ante la idea de que ella
sufriera tal trato. Solo que Milly estaba a salvo. Ella nunca tendría dicha
dificultad. ¿Pero qué pasaría con este niño? ¿Y Eugenie? ¿Qué les había
hecho?
En el momento en que la felicidad había regresado a su vida, la de ellos se
había sumido en la oscuridad. Grant sabía muy bien que Eugenie no
albergaba amor por él. Se preocupaba por él del mismo modo en que él la
cuidaba, pero no fue su pérdida lo que le rompió el corazón. De hecho, podría
recuperarse pronto de su cambio de circunstancias si el mundo fuera un
lugar diferente y más respetuoso con quienes lo merecían.
52 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Aun así, no tenía sentido lamentarse por la injusticia del mundo.


Necesitaba encontrar una solución. Rápido. Más tarde hoy que mañana. Sin
embargo, a menos que enviaran a Eugenie y a su hijo lejos, es decir, fuera del
país, la única forma posible era que Eugenie se casara de nuevo. Para que su
hijo no solo naciera dentro del matrimonio, sino para que también pudiera
ser considerado sin lugar a dudas como parte de la descendencia del esposo.
Pero… ¿qué hombre estaría de acuerdo con semejante trato? Tal vez un
viejo y viudo que tuviera a su heredero y su repuesto y por tanto no temiese
que su título cayera en manos del bastardo de otro hombre. No importaba si
podía encontrar a un hombre así, ya que el mero pensamiento revolvió su
estómago. Nunca permitiría que Eugenie se viera obligada a semejante
situación. No, tenía que haber otra forma.
—Adrian — murmuró Grant cuando un pensamiento repentino lo
golpeó.
Eugenie parpadeó. —¿Perdón, milord?
Estrujando sus manos, Grant la miró. —Necesito ir y... hablar con un
viejo amigo. Por favor, no te desesperes. Prometo que encontraré una manera
de protegerlos a ambos.
Luego se dio la vuelta y salió corriendo de la habitación, sabiendo que no
había tiempo que perder.

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Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Ocho
Verdades por Descubrir
Traducción Shields Michaelis

Caminando por los jardines, Nessa miró la carta en sus manos. Estaba
dirigida a ella, al nombre que le habían dicho que era suyo y tenía el sello del
conde de Wentford. Al menos, eso era lo que había escrito debajo del
pequeño escudo de armas. Habían pasado cuatro días desde que su esposo
había venido a verla, y ella los había pasado deambulando por los pasillos y
terrenos que le resultaban familiares, siempre dividida entre la creencia y la
incredulidad. ¿Realmente había estado allí? ¿O su mente lo había conjurado
para satisfacer su curiosidad? Mientras caminaba a lo largo de la pared
exterior que rodeaba la abadía, todo parecía estar como siempre, haciendo
que a Nessa le resultara fácil imaginar que nada había cambiado. Que todavía
era Marta y que vivía en la abadía porque no tenía a dónde ir.
Y luego llegó esta carta.
Inhalando profundamente, las manos de Nessa temblaron cuando rompió
el pequeño sello de cera y desplegó el pergamino. Luego sus ojos se fijaron en
la escritura de la página y se preguntó si debería serle familiar.

Mi querida Nessa,
Te escribo para asegurarte que tu familia se alegró al enterarse de tu inminente
regreso con nosotros. Tu padre te envía su amor y me pide que te diga que no puede
esperar para tenerte con nosotros otra vez.
Actualmente estoy preparando la casa para tu llegada e iré a buscarte casa
pasada una noche.
No puedo imaginar cómo puedes sentirte al escuchar de un hogar que no puedes
recordar, pero créeme cuando digo que todos te echamos mucho de menos en estos
últimos años y que no deseamos otra cosa que no sea tenerte con nosotros una vez
más.
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Tu amado esposo,
Grant

Si bien había usado el sello oficial para cerrar el sobre, la carta


simplemente estaba firmada por Grant, y Nessa no podía negar que el nivel
de afecto que leyó en esa simple declaración la conmovió. Si tan solo pudiera
recordar a este hombre, este marido suyo, sospechaba que podía amarlo
tanto como él la amaba.
¿Era posible? ¿Podría llegar a amar a un hombre que no recordaba?
¿Había alguna posibilidad de que ella recuperara lo que había perdido?
Un profundo suspiro dejó sus labios. —¿Qué pasa si nunca puedo
recordar? — Murmuró en la quietud del jardín. —¿Qué pasa si su amor
depende de su creencia de que al menos un día lo recordaré? Pero… ¿y si se
equivoca? ¿Me odiará por eso? ¿Porque le robé a su esposa y me niego a
devolverla?
—Incluso si tu pasado permanece perdido para ti— la hermana Anne
repentinamente habló detrás de ella, haciendo que Nessa se girara —tu
futuro aún está a tu alcance. Todo lo que tienes que hacer es alcanzarlo.
Sonriéndole a su amiga, Nessa asintió. —Suena simple cuando lo dices.
Sin embargo, me temo que podría no serlo. No sé lo que me espera de vuelta...
a casa, y no tengo miedo de admitir que me asusta. Sí, una parte de mí no
amaría nada más que quedarse aquí y esconderse.
Sor Anne sonrió. —¿Hay alguna parte que quiera otra cosa?
La emoción surgió en el corazón de Nessa al pensar en su esposo y su hija.
—¿De verdad crees que él me ama?
La hermana Anne se echó a reír. —¿Él te atrae?
—Es un hombre guapo—, dijo Nessa razonablemente. —Parecía amable,
compasivo y devoto en su amor por…
—¿Ti? — Preguntó su amiga, mirándola atentamente. —¿Tienes miedo
de decepcionarlo?
Nessa se encogió de hombros. —No puedo evitar preguntarme por qué
me ama.
—El amor no necesita una razón.

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Riéndose, Nessa puso los ojos en blanco. —Pero lo hago—. Suspirando,


comenzó a caminar una vez más, aliviada de ver a la hermana Anne ponerse
a su lado. —Quizás si supiera por qué me ama, no tendría tantos problemas
para creer que es verdad. Quizás entonces no dudaría de él.
—Quizás deberías preguntarle.
—¿Crees que me diría la verdad?
La hermana Anne se detuvo y su mirada se entrecerró mientras miraba a
Nessa. —¿Estás decidida a dudar de todos los que te rodean? ¿Cada palabra
que te puedan decir?
Suspirando, Nessa miró la carta en sus manos. —Él no escribió sobre
nuestra hija—, dijo finalmente, sintiendo que su corazón se apretaba en el
pecho y se sorprendió de lo mucho que quería que esta niña desconocida la
recordara. ¿Era ese el vínculo entre madre e hijo que no podía ser cortado
bajo ninguna circunstancia? ¿Sabía en algún lugar en el fondo que ella era
una madre y que había una hija que amaba y protegía? —Escribió sobre mi
padre, pero no sobre nuestra hija.
La hermana Anne suspiró, poniendo una mano gentil en el brazo de
Nessa. —Era muy pequeña cuando estabas perdida para ella. Sí, bien podría
ser que ella no te recuerde.
—¿Pero por qué no me lo dice así? —, Preguntó Nessa, sintiendo que su
corazón se contraía en su pecho. — ¡Hay tanto que no sé! — Su voz comenzó
a temblar de impotencia y enojo. —¿Por qué no me lo diría? Debe saber
cuánto temo ser olvidada por mi propia hija. ¿No lo dije cuando estuvo aquí?
¿Cómo puede no saberlo?
—Quizás simplemente desea ahorrarte el dolor.
—Si no me cuenta cosas porque teme que puedan lastimarme—, espetó
Nessa mientras apretaba la mano con la carta —no puedo evitar
preguntarme qué más no me está diciendo. ¿Qué más podría estar ocultando
de mí porque teme que no pueda entender?
La hermana Anne frunció el ceño. —Nunca te había visto tan
desconfiada.
—Nunca tuve ninguna razón para serlo — comentó Nessa, lamentando
el tono en su voz. Aun así, la ira que la había invadido de repente era difícil
de silenciar, ya que era una expresión del miedo que vivía en su corazón. —
Sin mis propios recuerdos, soy vulnerable—. Su voz bajó, se hizo más
tranquila cuando la ira finalmente cedió al miedo. —No conozco a las
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personas que son mi familia. No sé quiénes son y qué significamos el uno


para el otro. No sé nada de ellos mientras ellos saben todo sobre mí.
—Puedo ver que tienes miedo—, dijo la hermana Anne, agarrando las
manos de Nessa, — y no te equivocas al tener cuidado. Pero no permitas que
tu miedo se interponga en el camino para reclamar una felicidad que una vez
fue tuya. No todo debe tener sentido. Si sientes que deberías confiar en tu
esposo, hazlo incluso cuando no haya una razón lógica por la que debas
hacerlo. Cree que incluso sin tus recuerdos podrás saber qué es verdad y qué
no.
Nessa suspiró. —Solo puedo rezar para que tengas razón.

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Capítulo Nueve
La Bestia de Ravengrove
Traducción Fachan

Tras medio día de camino, Grant finalmente llegó a Ravengrove, sus


antiguas torres se cernían oscuras y amenazantes contra el cielo nublado.
Parecía que se avecinaba una tormenta que proyectaría sombras
oscuras sobre la antigua fortaleza, rodeada por un denso bosque a un lado
y un río que corría por el otro, con sus aguas heladas incluso el calor del
verano.
Habían pasado años desde la última vez que Grant había estado allí,
pero recordaba bien las aventuras que él y Adrian habían emprendido
cuando eran niños. Tres años más joven que el actual conde de
Remsemere, Grant había idolatrado a Adrian desde el momento en que se
conocieron y lo había seguido a todas partes. Adrian, a su vez, había
aprovechado la oportunidad de ser el mayor, para enseñarle a Grant sobre
las cosas de la vida y el mundo, ya que él mismo había sido el más joven
de cuatro hermanos. En Eton, Adrian había tomado a Grant bajo su
protección y le había enseñado cómo eran las cosas, y se había fraguado
una profunda amistad entre ellos.
Y luego la tragedia golpeó y se llevó a la familia de Adrián, uno por uno.
Ahora, él era el único miembro restante de su familia que vivía en
Ravengrove. Aun así, el lugar lucía como si los muertos nunca se hubieran
marchado, acechando en los oscuros recodos y los solitarios corredores
de la antigua fortaleza, para nunca ser olvidados.
Grant no sabía qué había sucedido exactamente. Había preguntado
una vez, pero Adrian se había vuelto taciturno, evasivo, como si le
repugnara la compañía. Incluso la compañía de su mejor amigo.

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Después de eso, la vida los había llevado por diferentes caminos. Mientras
Grant había encontrado el amor, Adrian había ido a pelear en la guerra,
desafiando a la muerte para que se lo llevara también. Sin embargo, había
vivido y tras ello, regresó a casa. Y, por lo que Grant sabía, no había dejado
Ravengrove en años, pasando su tiempo solo y lejos de todos los que alguna
vez había querido. La ira y el dolor habían encontrado su sitio en su corazón,
y parecía que ya no podía soportar la presencia de otra alma junto a él.
Grant sospechaba que algo más había sucedido aparte de los horrores
normales de la guerra para alterar a su amigo de esa manera. Algo había
penetrado profundamente en su alma, acompañando la larga cicatriz que
corría por su ojo derecho y bajaba por su mejilla.
Era un espectáculo horrible, y Grant había quedado en shock la primera
vez que lo había visto, sorprendido por la brutalidad que la había causado.
Pese a todo, Grant dudaba de que hubiera sido la cicatriz la que le había
otorgado el nombre de la Bestia de Ravengrove. Más bien lo habían hecho su
estado de ánimo abatido y sus formas ariscas e insensibles en numerosas
ocasiones.
¿Quién había pronunciado este nombre por primera vez? Eso era algo
imposible de saber. Sin embargo, cada vez que se hablaba sobre la mala
fortuna de Adrian y su familia, todos parecían muy felices de usar el
apelativo, disfrutando del misterio y el drama que se aferraba a él.
Al detener su montura frente a las pesadas puertas de roble, Grant se
sorprendió cuando un muchacho de la caballeriza apareció de la nada,
saludándolo respetuosamente y conduciendo a su caballo hacia los establos.
Aparentemente, alguien estaba cuidando el mantenimiento de Ravengrove
después de todo.
Grant dudaba de que fuera cosa de Adrian.
Al acercarse a las puertas, estas se abrieron y Hammond, el antiguo
mayordomo de Ravengrove, apareció en el marco. Tenía el ceño serio
fruncido y habitual que Grant recordaba de su infancia, y su cabello blanco
como la nieve, estaba reducido a una corona que rodeaba su cabeza, dándole
una apariencia profundamente digna.
—Lord Wentford — murmuró Hammond, haciendo una reverencia
formal que Grant temía que pudiera alterar el equilibrio del viejo.

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Felices por Siempre Regencia 01

—Buenos días, Hammond— Grant se apresuró a saludarlo, dando un


paso adelante en caso de que el viejo necesitara ayuda. —¿Está su señoría en
casa?
Enderezándose, Hammond encontró su mirada por un segundo, y
Grant pudo ver que a pesar de las apariencias no todo estaba bien en
Ravengrove. Podrían recortar el césped, limpiar las arañas de las
lámparas, fregar los suelos y mantener todo en funcionamiento, pero el
corazón de la casa latía débilmente y sin fuerzas.
—Está en su estudio, milord.
Agradeciendo a Hammond, Grant se apresuró hacia el comedor
familiar, ignorando la objeción de Hammond para que esperara la llegada
de su amo al salón.
—Estoy aquí por una cuestión de urgencia — comentó Grant sobre su
hombro, lanzando una mirada de disculpa al anciano. —Su señoría lo
entenderá.
La expresión del rostro de Hammond fue de desacuerdo. Sin embargo,
ya no intentó disuadir a Grant.
Grant se apresuró hacia adelante, pasando por delante de pinturas de
días más felices, de un hogar lleno de familia y alegría. Habían pasado
años desde entonces, y se preguntó si no debería haber cumplido tan
fácilmente el deseo de Adrian de quedarse solo.
¿En qué tipo de hombre se había convertido su amigo en los últimos
años? Ciertamente, Grant le había escrito, informándole de sus
inminentes nupcias, invitándolo a la boda y luego anunciando el
nacimiento de su hija. Sin embargo, Adrian nunca había respondido con
más que una breve nota, ofreciendo sus felicitaciones. Nada personal.
Nada de corazón.
Y entonces Nessa se había perdido para él.
Grant tragó saliva cuando recordó la respuesta de Adrián a la noticia
de la muerte de Nessa. Había sido una carta como ninguna otra, y Grant
se había sentido profundamente conmovido por la consideración y la
devoción de la preocupación y simpatía de Adrian.
De hecho, fue esta carta la que había llevado a Grant a Ravengrove ese
día. A pesar de las pérdidas sufridas por Adrian, todavía parecía ser el
mismo hombre de buen corazón que Grant había conocido toda su vida...

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en algún lugar muy profundo. Lo había escondido bien, retirándose del


mundo y de todos los que estaban en él, fingiendo que no le importaba.
Pero lo hacía.
Si no fuera por esa creencia, Grant no habría considerado, siquiera por un
instante, confiar a Eugenie y su hijo al cuidado de Adrian.
Solo podía esperar que su amigo lo ayudara. Después de todo, no era un
pequeño favor lo que iba a pedirle.
Sin tocar, Grant abrió la puerta vieja, con las bisagras bien engrasadas,
mientras se deslizaba dentro sin hacer ruido, revelando una habitación llena
de libros y libros de contabilidad. Como torres, éstos se elevaban tanto sobre
el antiguo escritorio como en los rincones de la habitación. Los paneles de
madera oscura dominaban el pequeño espacio, dando la impresión de
encierro. El cristal de las tres ventanas que se abrían hacia el oeste estaba
nublado, atenuando la limitada luz aún más. Una vela solitaria estaba en el
alféizar de la ventana y junto a ella, mirando a la nada, estaba Adrian.
Con las manos unidas detrás de la espalda, el actual Lord Remsemere
estaba erguido, con los hombros cuadrados y los pies ligeramente separados
como el soldado que había sido. Su cabello negro como el carbón había
crecido hasta los hombros y estaba atado en la nuca, luciendo algo
descuidado. Su atuendo también parecía haber sido elegido con descuido,
sin pensar en su apariencia o posición. Una simple camisa colgaba de su gran
cuerpo, metida en un par de pantalones de trabajo que hicieron que Grant se
preguntara qué había hecho su amigo todo el día. A juzgar por en su cuerpo
tenso, Grant dudaba que pasara su tiempo únicamente con los libros de
contabilidad y los libros apilados a su alrededor.
—¿Qué estás haciendo aquí?
Suspirando, Grant se rio entre dientes, sin sorprenderse en lo más mínimo
de que Adrian hubiera sido consciente de su silenciosa entrada. La
brusquedad en su voz le hizo preguntarse si estaba haciendo lo correcto.
Pero tenía pocas opciones.
—Necesito tu ayuda — dijo Grant sin preámbulos, sabiendo que a Adrian
nunca le habían importado las palabras corteses.
Los hombros de su amigo se tensaron antes de apartarse lentamente de la
ventana. Sus pálidos ojos azules parecían envolver la habitación tenuemente
iluminada mientras la luz de la vela rebotaba en la cicatriz que se extendía
por el lado derecho de su rostro.

61 | P á g i n a
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De hecho, por un breve momento, Grant pudo entender por qué la


gente lo llamaba la Bestia de Ravengrove.
—¿Mi ayuda?, —Preguntó Adrian, con duda en sus ojos mientras
miraba a Grant, su mirada tan aguda como siempre.
Grant asintió, aliviado al ver que Adrian no había hecho de la botella
su refugio como tantos y tantos veteranos de guerra. Aunque el dolor
tensaba sus cejas, la expresión de su rostro era alerta, y estaba evaluando
al hombre que tenía delante después de los años que los habían separado.
Grant asintió.
—Sí, sucedió algo, y he venido hoy porque necesito tu ayuda. —Al
cerrar la puerta detrás de él, Grant entró más en la habitación. Sus ojos
permanecieron en su amigo mientras cada uno intentaba evaluar en quién
se habían convertido y quiénes eran el uno para el otro ahora.
—¿Por qué vendrías a mí? —preguntó Adrian, con un resoplido
incrédulo retumbando en su garganta. —Sabes muy bien que no estoy en
condiciones de hacer nada en estos días. No soy ninguna ayuda para
nadie.
Grant tragó saliva cuando sus esperanzas comenzaron a caer.
—Nessa está viva — espetó, preguntándose si algo podría romper ese
exterior indiferente al que su amigo parecía aferrarse tan
desesperadamente.
Por un segundo, una pequeña llama se avivó en los ojos de Adrian; sin
embargo, aparte de eso, no mostró signos de que las noticias de Grant lo
hubieran afectado en lo más mínimo. Si bien alguien más podría haber
pasado por alto un detalle tan sutil, Grant conocía bien a su amigo a pesar
de los años transcurridos entre ellos.
—La sacaron del mar hace tres años y ha estado en una abadía al
norte—, explicó Grant mientras sus manos agarraban el respaldo de la
silla frente a él. Su mirada sostuvo la de Adrian, y pudo ver la mandíbula
del hombre apretarse. —Ella no recuerda quién es. No se acuerda de mí
—Grant tragó saliva, por una vez no le preocupaba parecer fuerte y
esperanzado. Con Adrian, no necesitaba fingir. —La asusté. Yo... estaba
tan abrumado cuando la vi, simplemente tuve que... Quiero decir, sabía
que ella no lo recordaba. Lo sabía. Pero en ese momento... tuve que
sentirla —Se tragó el nudo en la garganta. —Ella retrocedió, rogándome
que no la tocara.

62 | P á g i n a
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Adrian exhaló un largo suspiro y sus ojos se oscurecieron con simpatía.


—Fue un momento — respondió. —Nada más.
Grant asintió con la cabeza. —Lo sé. Quiero decir, una vez que la solté,
ella me habló amablemente y me preguntó sobre su vida. Ella…
—¿La reconociste? —Preguntó Adrian bruscamente, por primera vez
interesándose en su conversación.
—Lo hice —respondió Grant con una sonrisa. —Puede que no recuerde
quién es ella, pero es Nessa. Es la mujer que siempre ha sido. —Suspiró. —
No puedo evitar preocuparme si ella nunca recordará lo que teníamos,
quiénes éramos juntos. Sería una tortura tenerla tan cerca y seguir siendo
unos desconocidos.
Durante un largo momento, permanecieron en silencio, y Grant se
preguntó qué estaba pasando en la mente de su amigo cuando dio un paso
adelante y comenzó a reorganizar algunos de los libros de contabilidad en su
escritorio. Sin embargo, su mirada era distante, no enfocada en la tarea que
realizaban sus manos, y Grant sospechaba que se había convertido en un
hábito, manteniendo sus manos ocupadas para que su mente estuviera libre
para vagar.
—Entiendo que quieras que recuerde— dijo Adrian de repente cuando
sus ojos se levantaron para enfocarse en Grant — Sin embargo, hay una
alternativa para recuperar viejos recuerdos.
Grant frunció el ceño.
—Creando nuevos.
Al principio, las simples palabras de su amigo confundieron a Grant antes
de que se hundieran lentamente. Luego una sonrisa reclamó su rostro.
—Necesito conquistar su corazón de nuevo— susurró en la quietud de la
habitación. —Gracias .
Adrian asintió brevemente.
—¿Era esa la ayuda a la que te referías? —preguntó, duda en su voz
cuando sus ojos se estrecharon, con un indicio de sospecha en ellos.
—No— respondió Grant, preparándose para lo que le esperaba. —No,
hay una complicación adicional. Y... —apretó los dientes. —Hace casi un
año, yo... me volví a casar.
La mirada de Adrian se ensanchó muy ligeramente.

63 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Entonces necesitas la ayuda de un abogado, no la mía.


—Ya hablé con el señor Thatcher — continuó Grant. —Y confirmó
que mi segundo matrimonio es nulo. Porque sin el fallecimiento de Nessa,
nuestro matrimonio nunca dejó de ser vinculante.
—Esa es una buena noticia para ti — comentó Adrian, dejando el resto
de la oración sin decir.
—Lo es— estuvo de acuerdo Grant, pasándose las manos por el
cabello con frustración —pero no para mi nueva esposa – Cerrando los
ojos, inhaló profundamente. —Ella está embarazada.
Apenas un músculo se crispó en la cara de Adrian mientras observaba
a Grant de cerca.
—¿Qué harás ahora? — Preguntó, con renovada sospecha en su voz—
. ¿Por qué has venido? Habla claro.
Grant asintió.
—Muy bien. He venido a pedirte que... la protejas a ella... y al niño.
La mirada de Adrian se entrecerró.
—¿Protegerla?
—Sí.
Levantando la barbilla, los pálidos ojos azules de Adrian sostuvieron
los de Grant mientras cruzaba los brazos frente a su pecho.
—No me casaré con ella.
Grant gimió cuando la única solución a su alcance desapareció
lentamente en el aire.
—Adrian, por favor. No sé qué más hacer. Ella estará arruinará, y
nuestro hijo será un bastardo. No quiero ese destino para ellos.
Inclinándose hacia adelante, Adrian apoyó las manos en la parte
superior de su escritorio, su mirada era dura mientras examinaba a Grant.
—¿Por qué yo?
En su camino a Ravengrove, Grant había enumerado en su mente
muchas razones por las que había elegido a Adrian y a nadie más. Aparte
del hecho de que no se ajustaba a la descripción de un hombre lascivo,
hacía tiempo que había declarado que no tenía intención de casarse o de

64 | P á g i n a
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tener una familia propia. Cuando se le preguntaba sobre su línea y el título


que había estado en su familia durante generaciones, simplemente se encogía
de hombros, sin importarle en lo más mínimo quién la heredaría. Por lo tanto,
Grant había esperado que Adrian aceptara extender su protección a Eugenie
y a su hijo siempre y cuando él permaneciera libre para esconderse en las
sombras.
Sin embargo, aunque sus argumentos eran realmente razonables, Grant
tuvo que admitir que la verdadera razón para elegir a Adrian había venido de
su corazón y no de su cabeza.
—Porque confío en ti— dijo Grant finalmente. —Porque siempre me has
cuidado. Porque sé que estarían a salvo contigo.
Adrian tragó saliva antes de que su mirada pasara de la de Grant como si
las palabras de su amigo le dolieran. Se enderezó y regresó a la ventana, con
los ojos fijos en el cielo oscuro.
Interpretando el silencio de su amigo como una buena señal, Grant
permitió que sus esperanzas aumentaran.
—Solo te pido que te cases con ella puramente formal para que nuestro
hijo nazca en el matrimonio y la sociedad no tenga motivos para rechazarla.
Solo tendría que usar tu nombre y estarían siempre protegidas por él —
Grant tragó saliva. —Eso es todo lo que pido. —Aun así, sabía muy bien que
en realidad no era un pequeño favor.
—Ninguna mujer merece vivir en una tumba — dijo Adrian en el silencio
tenso que se había instalado en la habitación. Su mirada, sin embargo,
todavía estaba dirigida a la ventana, y Grant se preguntó por qué no lo
miraba. ¿Había, tal vez, una parte de Adrian que estaba tentada a actuar
valientemente nuevamente después de todos estos años? ¿Una parte de él
que quería ser necesitada? ¿Tenía miedo de admitir eso ante sí mismo?
Grant respiró hondo y se preguntó si quizás Eugenie y su hijo serían una
bendición para Adrian. Quizás solo un niño inocente podría encontrar una
manera de romper las defensas que Adrian había construido alrededor de su
corazón y alma. Y a pesar de la timidez que a menudo permanecía en sus ojos,
Eugenie había demostrado ser una mujer fuerte, firme y amable... y
resistente. Quizás, serían buenos el uno para el otro.
Grant solo podía esperar que los tres merecieran experimentar la misma
felicidad que buscaba con Nessa y Milly. Quizás todo lo que había sucedido,
de hecho, había sucedido por alguna razón.

65 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Por favor, Adrian— Grant una vez más apeló a su amigo. —Hablaré
con el Sr. Thatcher y les estableceré un fondo de liquidación para asegurar
su futuro, pero eso es todo lo que puedo hacer. Mis manos están atadas
en esto. Por mucho que quiera, no hay nada más que pueda hacer por ellos.
—El pánico lo invadió ante la impotencia de su situación—. Merecen algo
mejor que dejarles de lado, pero no está en mí poder protegerlos... Todo
lo que puedo hacer es proveerlos financieramente. Sin embargo, sabes tan
bien como yo que eso solo no será suficiente. Soltera, Eugenie caerá en la
ruina, y nuestro hijo será un bastardo. —Con el pulso latiéndole en las
venas, Grant cerró los ojos, como si estuviera parado al borde de un
precipicio, a punto de caer en cualquier momento.
—Por favor, Adrian, ¿harías esto por mí? No puedo soportar la idea de
lo que les sucederá si no lo haces.
Los hombros de Adrian se levantaron y cayeron cuando inhaló
profundamente. Luego se dio la vuelta, su mirada aguda se suavizó
extrañamente mientras miraba a Grant.
—Soy la Bestia de Ravengrove— dijo con una risita oscura, — ¿qué
mujer se casaría voluntariamente conmigo? ¿Has hablado con ella sobre
esto?
Grant sacudió la cabeza.
—Vine a hablar contigo primero antes de darle esperanzas.
—¿Esperanzas? —Adrian se burló, con la oscuridad cayendo sobre su
rostro una vez más.
—Ella estará de acuerdo — le dijo Grant a su amigo, sabiendo muy
bien que Eugenie tenía muy pocas opciones si quería protegerse a sí
misma y a su hijo. Siempre había sido una madre devota para Milly, y
Grant no dudaba de que haría lo que fuera necesario para protegerse. —
Ella puede verse delicada y frágil, pero hay una fuerza oculta en Eugenie
que...
Grant se detuvo, miró a su amigo que parecía haberse puesto pálido de
repente, mirando a Grant con los ojos muy abiertos.
—¿Estás bien? —Preguntó Grant, mirando a su amigo mientras
luchaba por recuperar la compostura—. ¿Fue algo que dije? ¿Fue...? —
Grant frunció el ceño mientras su mente juntaba las piezas del
rompecabezas. —¿La conoces?

66 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Adrian sacudió la cabeza y Grant no pudo detectar la falsedad en su


mirada. —Tal vez sé de ella— respondió, con la mandíbula tensa como si
sus emociones profundas estuvieran luchando por liberarse. —¿Es la hija
del difunto Lord Pembroke?
Grant asintió.
—¿Lo es, lo conoces?
—A él no—, Adrian las forzo a salir con los dientes apretados. —Pero
conocía a su hijo.
Vagamente, Grant recordó que el hermano de Eugenie había muerto en la
guerra y que su padre lo había seguido hasta la tumba solo unos meses
después, dejándola sola en el mundo. A juzgar por la expresión de dolor en
el rostro de Adrian, no había sido un simple conocido. No, algo había
sucedido. Algo que perseguía a Adrian hasta el día de hoy.
—Lo conocías bien— observó Grant, deseando no haberse convertido en
un extraño en la vida de su amigo. —¿Lo conociste en el continente?
La mandíbula de Adrian se tensó.
—No voy a hablar de él— fue todo lo que dijo, su mirada era dura, pero
no dolida.
Grant asintió.
—Debió haber sido un buen amigo — murmuró, dolido de que su amigo
de la infancia no confiara en él. Aun así, habían pasado años desde que habían
estado cerca, y Grant solo podía esperar que el hermano de Eugenie hubiera
estado allí para Adrian cuando Grant no lo había hecho.
—Si está de acuerdo—, dijo Adrián — me casaré con ella, y tienes mi
palabra de que haré todo lo que esté a mi alcance para que estén a salvo. —
Por un breve momento, el una vez orgulloso soldado se paró ante Grant, ese
que había creído en proteger a los demás y luchar por una valiente causa. Sin
embargo, ese soldado fue rápidamente reemplazado por el recluso lleno de
culpa, que no se atrevía a abandonar los límites de su propiedad.
—Gracias— respondió Grant, sintiendo que una pesada carga se
levantaba de sus hombros. Sabía que era egoísta simplemente pasarle la
responsabilidad de Eugenie y su hijo a su amigo para poder regresar con la
esposa que nunca había dejado de amar. Y sin embargo, ¿qué otro curso de
acción había más que este? Quizás esto era, de hecho, lo mejor. Quizás en un
año o dos a partir de ahora, todos estarían felices de nuevo.

67 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Grant solo podía esperar eso.


—¿Volverás conmigo a Wentford Park? Creo que sería mejor si la
ceremonia tuviera lugar lo antes posible. Enviaré al señor Thatcher a
Londres para conseguir una licencia especial...
—No dejaré Ravengrove — respondió Adrian, con su voz endurecida
con cada sílaba. —Si ella acepta casarse conmigo, tráela aquí. Prepararé
el ala este para ella.
Finalmente se aferró a sus palabras, y Grant sabía que no tenía sentido
discutir con él. Ciertamente, podría haber sido reconfortante para
Eugenie conocer a Adrian en Wentford Park. Sin embargo, la parte más
importante era que su amigo había estado de acuerdo, que había
encontrado un aliado para apoyar la causa de Eugenie y verla a salvo.
Ahora, todo lo que tenía que hacer era convencerla de que este era el mejor
curso de acción.
De hecho, ese era el único curso de acción.
Si se apresuraba, podría regresar a Wentford Park al anochecer. Luego,
al día siguiente, hablaría con Eugenie y llamaría al Sr. Thatcher. Todo
podría estar listo en el transcurso de una noche.
Y luego Grant viajaría una vez más hacia el norte y llevaría a Nessa a
casa.
Ya era hora de que luchara por ganarse el corazón de su esposa
nuevamente.

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Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Diez
Un Paseo en Carruaje
Traducción Fachan

El día era cálido. Solo soplaba una suave brisa y el sol brillaba
intensamente, iluminando el mundo y dando a todo un brillo suave.
Aun así, las manos de Nessa temblaron cuando salió de la abadía que
había sido su hogar durante los últimos tres años.
En el pequeño sendero que conducía a la aldea y al mundo que existía más
allá, un gran carruaje la esperaba, con su brillante madera pulida al sol. La
puerta estaba adornada con el escudo de armas de Wentford, el cual Nessa
había visto antes en el sello de la carta que su esposo le había enviado. Un
cochero elegantemente vestido estaba sentado al frente mientras que un
lacayo estaba de pie junto a la puerta, inclinando la cabeza hacia ella con
respeto.
Incómoda, Nessa miró hacia otro lado, preguntándose si alguna vez había
visto a ese hombre o si él había comenzado recientemente a trabajar con su
esposo. Mientras que el lacayo simplemente miró en su dirección, con el
indicio de una sonrisa en su rostro, el cochero la miró con los ojos muy
abiertos antes de recuperar la compostura y forzar su mirada hacia adelante.
Claramente, la conocía de antes, supuso Nessa. ¿Cuántas personas más la
mirarían así, con curiosa incredulidad, convencidos de que estaban viendo
un fantasma?
Al lado de Nessa, su esposo bajó del carruaje, con los ojos brillantes
mientras la miraba.
—¿Estás lista para partir? —preguntó, con un grado de comprensión más
profundo en sus ojos de lo que ella hubiera esperado. ¿Pudiera ser que él
supiera lo difícil que era para ella despedirse del único pasado que recordaba
y dar el primer paso hacia él y la vida que le había contado?

69 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—En un momento — susurró Nessa, y luego rápidamente se dio la


vuelta para que no viera las lágrimas que se agolpaban en sus pestañas. La
amable sonrisa de la hermana Anne la encontró y Nessa se arrojó a los
brazos de la mujer.
—Te echaré muchísimo de menos. Has sido una amiga maravillosa
para mí.
—Yo también te extrañaré— respondió la hermana Anne, abrazando
a Nessa con calidez. —Escríbeme si quieres, pero te lo ruego, no mires
hacia atrás. —Dio un paso atrás y miró a los ojos a Nessa. —Mira hacia el
futuro —Miró por encima del hombro de Nessa. —Me atrevo a decir que
parece más prometedor de lo que piensas.
Nessa inhaló un tembloroso aliento al ver la aprobación en los ojos de
su amiga. A decir verdad, Nessa podía sentir a su marido unos pasos por
detrás de ella. Desde que había regresado hacía una hora, había sido muy
consciente de él, de la forma en que su mirada se deslizaba sobre ella
cuando pensaba que no lo estaba mirando, de forma que, a veces parecía
querer alcanzarla y luego se detenía en el último momento, de la pura
alegría que brotaba de sus ojos cada vez que sus miradas se encontraban.
Él realmente la amaba, ¿no?
Al menos, parecía haber amado a la Nessa que recordaba. ¿Pero sería
capaz de amar a la en la que se había convertido?
Tenía que admitir que una parte de ella esperaba que él pudiera
hacerlo. ¿Cómo sería ser amada por un hombre así?
—Ve —susurró la hermana Anne, — y confía en ti misma. Confía en
que podrás distinguir amigos de enemigos, sinceridad de mentiras.
Nessa asintió, parpadeando frenéticamente las lágrimas que
amenazaban con derramarse antes de abrazar a su amiga por última vez
y luego voltearse a mirar a su esposo.
Motas doradas brillaban en sus ojos verde musgo mientras él le
sonreía. —¿Vamos? —preguntó y le tendió la mano. El desafío brilló en
sus ojos, y Nessa se encontró dando un ansioso paso hacia él, con una
sonrisa en sus labios también.
Cuando su mano se deslizó entre las suyas, él respiró
temblorosamente y sus dedos se cerraron sobre los de ella de una manera
gentil y, sin embargo, determinada. Su mirada sostuvo la de ella antes de
dar un paso más cerca, su cabeza se inclinó hacia la de ella con confianza.
70 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—No pretendo conmocionarte — susurró, con un brillo burlón en sus


ojos que encontró absolutamente entrañable —pero siento que debo
decirte...
Mirándolo a los ojos, contuvo el aliento.
—¿Sí?
—... que hay suciedad debajo de tus uñas—. Una gran sonrisa apareció en
su rostro.
Por una fracción de segundo, no supo qué hacer con él antes de que su
cuerpo respondiera de una manera que le resultaba familiar. Riendo, ella
sacudió la cabeza.
—Admito que esperaba más de ti, milord. ¿Considerarías de buena
educación avergonzar a una...? – Tragando saliva, Nessa se interrumpió.
—Una dama — su marido terminó por ella mientras su mano apretaba la
de ella con ternura. —Mi lady.
Era una declaración simple, un hecho simple. Ella era su esposa, la
condesa de Wentford y, por lo tanto, una dama. Y, sin embargo, la forma en
que dijo esas dos simples palabras envió un escalofrío por su espalda y la
mano que descansaba en la suya comenzó a hormiguear de una manera
inquietante.
Él la conocía. La conocía bien. No solo su pasado. No solo hechos, sino...
mucho más que eso. Sabía cómo iba a reaccionar ¿no? Había sabido
tranquilizarla burlándose de ella de esa manera. Él sabía más de ella que ella
misma, y… eso era realmente inquietante.
Tomando una respiración profunda, Nessa miró hacia el carruaje.
—¿Deberíamos? —preguntó, con la esperanza de desviar su atención de
su respuesta a su íntimo conocimiento sobre ella.
Lanzándole una sonrisa rápida, su esposo se despidió rápidamente de la
abadesa y de la hermana Anne antes de llevarla al carruaje, ayudándola a
entrar. En el momento en que puso el pie en el carruaje, intentó soltar su
mano y descubrió que la suya aún no estaba lista. Se aferró a la suya por un
momento o dos antes de dejarla ir a regañadientes.
Afortunadamente, se sentó frente a ella, dándole la oportunidad de
recuperar su compostura. Después de todo, sentía como si se embarcara en
un viaje con un extraño... y sin una acompañante. Y, sin embargo, sabía que
era su esposa, lo que significaba que no había necesidad de una chaperona.
71 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Aun así, su corazón la instó a ser cautelosa con los hombres que la
miraban como lo hacía su esposo.
Respirando profundamente, cerró los ojos, deseando que su corazón y
su mente caminaran de la mano y no aumentaran su confusión.
El carruaje se puso en movimiento y Nessa se obligó a no mirar por la
ventana y ver desaparecer la abadía. No, ya se había despedido y no
volvería a hacerlo. No podía. Ahora, necesitaba concentrarse en lo que le
esperaba. ¿No se lo había prometido a la hermana Anne?
—¿Estás bien?
La preocupación en su voz la tranquilizó de inmediato. Cuando abrió
los ojos, Nessa encontró su mirada fija en la de ella.
—Estoy bien — susurró. —Estoy bien.
—¿Qué es lo que querías decir? —presionó él, con una sonrisa amable
en su rostro mientras se recostaba.
Al mirarlo, Nessa se preguntó qué debería decir y qué no. ¿Cómo había
sido su relación? ¿Realmente habían compartido todo entre ellos? ¿O era
simplemente algo que la gente quería creer?
—Ponme a prueba Nessa— le instó. —Prometo que no correré ni
morderé— frunció el ceño burlonamente. — O...
—¿O te decepcionarás? – preguntó Nessa, dividida entre la necesidad
de ser honesta y la necesidad de sentirse en paz, de estar a salvo. ¿Y si se
enojaba? ¿A quién podría recurrir?
Lentamente, el brillo en sus ojos se atenuó e inhaló profundamente.
—Sé que soy un extraño para ti — susurró — Y admito libremente
que yo... odio que no te acuerdes de mí—. Tragó saliva y ella pudo ver una
tristeza desgarradora en sus ojos. —Sé que necesito ser paciente y no
presionarte, y sin embargo, no quiero nada más que... — Su voz se apagó,
dejando la frase sin terminar.
Aun así, la mirada en sus ojos le dijo a Nessa todo lo que necesitaba
saber. Su pulso se aceleró y, sin embargo, no tenía miedo.
—Le agradezco su honestidad, milord. Yo...
—Grant— interrumpió. — Siempre te he llamado Nessa, y siempre
me has llamado Grant. Si no te importa.

72 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Mirándolo atentamente, Nessa preguntó:


—¿Quieres que lo haga?
Él asintió y ella pudo ver cuán cierto era eso. De hecho, parecía no
guardarse nada, confiando en ella sus propios miedos y deseos, y eso le
ayudó a sentirse más a gusto.
—Grant, entonces — susurró, sintiendo un ligero nerviosismo al decir su
nombre de pila. La encantadora sonrisa que apareció en su rostro al
escucharlo salir de sus labios compensó su incomodidad inicial.
—Entonces Nessa…— él dijo con énfasis exagerado, —¿qué tienes en
mente?
Una risa escapó de sus labios, y ella puso los ojos en blanco ante su
comportamiento, un tanto infantil. Fue completamente liberador.
—Si insistes, yo...— Frunció el ceño cuando vio la forma en que de
repente cerró los ojos. Parecía como si estuviera saboreando un momento
abrumadoramente querido para él—. ¿Qué es? ¿Qué dije?
Sonriendo, él encontró su mirada.
—No es lo que dijiste. Es la forma en que me rodaste los ojos.
—¿De verdad? — Nessa frunció el ceño. —De acuerdo, sé muy poco sobre
el mundo, pero siempre pensé que a la gente no le gustaba una reacción como
esa.
Él suspiró, y todo el humor dejó sus ojos, reemplazado por un profundo
anhelo. —Siempre solías poner los ojos en blanco — susurró, con la voz llena
de emoción — y nunca pensé que lo volvería a ver. Es una nimiedad, pero…—
se encogió de hombros — Supongo que al final son todas esas pequeñas
cosas que extrañas una vez que se van.
Nessa respiró con cuidado, sin saber qué decir.
—Di lo que piensas.
Frunciendo el ceño, lo miró con los ojos entrecerrados.
— ¿Cómo sabes que...?
—Te conozco desde hace mucho tiempo, ¿recuerdas? — dijo en broma,
tratando de aligerar el estado de ánimo. —Dices lo que deseas y siempre lo
has hecho. Es una de esas cosas que extrañé en los últimos tres años.

73 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Muy bien— dijo finalmente Nessa, pensando que tal vez, de hecho,
sería mejor despejar el aire antes de permitir que se desarrollasen falsas
expectativas. —Puedo ver la forma en que me miras— dijo con cuidado, no
queriendo ofenderlo o lastimarlo, sin embargo, necesitaba decir lo que
pensaba— y sé que éramos marido y mujer. Escucho lo que me cuentas
sobre nuestra vida juntos y, sin embargo, no recuerdo nada de eso. Parece
como si escuchara de la vida de otra persona.
Su mirada se oscureció, se nubló, se ensombreció.
—Puedo ver que decir esto te lastima — apresuró Nessa — y te
aseguro que no deseo hacerlo. Aunque no te recuerdo, yo... me gustas.
Una pequeña sonrisa apareció sus labios, y su corazón dio un vuelco
cuando su mirada una vez más encontró la de ella, brillando con una
alegría abrumadora.
—¿Te gusto? —preguntó, su voz una vez más, era burlona.
Sin pensar, Nessa puso los ojos en blanco.
—¡No lo digas como si no significara nada! ¡Como si fuera ridículo!
Alzando las manos en señal de disculpa, Grant sacudió la cabeza.
—Nunca. Me alegro de gustarte. Admito que cuando nos conocimos,
no estaba completamente seguro de que lo hicieras. Me temo que mis
formas suelen abrumar a la gente —. Se rio —En el momento en que te vi,
supe que necesitaba hablar contigo, y luego la forma en que me desafiaste,
y te reíste de mí, yo...— Una vez más, la risa salió de sus labios. —Me
enamoré de ti en cuestión de minutos. En ese momento te dije que quería
casarme contigo, y me miraste como si me hubiera crecido otra cabeza.
El calor se extendió a través de su cintura con su relato, y Nessa no
pudo evitar desear recordar todo eso.
—¿Qué te poseyó para hacerlo? — se rio ella. ― ¿No es costumbre
cortejar a una dama en lugar de sorprenderla? ¿O me equivoco?
—No, no te equivocas. Sin embargo, contigo, siempre me he sentido a
gusto para decir lo que pienso — Se inclinó hacia adelante. —Pido
disculpas si esto te abruma, pero me temo que no puedo evitarlo.
—No me importa que digas lo que piensas mientras no te importe que
yo haga lo mismo.

74 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Por el contrario — respondió, con entusiasmo en su voz. ― Te doy la


bienvenida. Di lo que quieras.
—¿Y no lo utilizarás contra mí? — Nessa lo desafió, sintiéndose cada vez
más a gusto en su compañía. — ¿No te enojarás?
Su esposo inhaló lentamente.
—No puedo prometer ser aficionado a cada palabra que salga de tu boca.
Sin embargo, creo que es la única manera de que volvamos a conocernos.
—Todavía pareces conocerme muy bien — señaló Nessa, levantando las
cejas en un desafío para que él la contradijera.
—¿Eso te molesta?
—¡Por supuesto que sí! — espetó ella. —No es justo. Mientras lucho por
distinguir tu carácter y decidir si confiar o no en ti, tú sabes todo lo que hay
que saber sobre mí. —Levantando las manos, sacudió la cabeza. ―Me hablas
de mí, de lo que solía hacer, de lo que sigo haciendo. Cosas que no sé ni yo
misma. Es muy inquietante.
Hizo una pausa por un momento, sintiendo que sus manos temblaban
nuevamente mientras expresaba sus temores y preocupaciones.
—Sé que soy tu esposa y tú eres mi esposo, y hay algo en ti que me atrae.
—Bajando la mirada, Nessa hizo todo lo posible por ignorar la sonrisa
encantada que apareció en su boca.
—Pero espero que no tengas expectativas de que... regresemos a nuestra
antigua vida—. Levantando los ojos, se encontró con los suyos. —Al menos
no de inmediato.
La mirada de él se entrecerró mientras la observaba, y ella tuvo la
desconcertante sospecha de que realmente podía leer su mente.
—Nunca te forzaría a acostarte conmigo si eso es a lo que le tienes miedo.
Su mirada sostuvo la de ella y, por un segundo, temió que pudiera
alcanzarla. Afortunadamente, lo pensó mejor y se quedó a su lado del
carruaje.
Por un momento el silencio se extendió antes de que él se inclinara hacia
adelante, apoyando los codos sobre las rodillas y susurrara.
—Sin embargo, si tienes curiosidad por nuestro... pasado compartido,
todo lo que tienes que hacer es preguntar—. Sonriendo, le guiñó un ojo.

75 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Por un momento, Nessa se sintió completamente abrumada por sus


formas directas. Nunca nadie le había hablado así, al menos no que ella
supiera, ¡lo cual no decía mucho!
Entonces la risa burbujeó de sus labios y, una vez más, se encontró
rodando los ojos hacia él.
—Hago esto mucho — comentó ella, frunciendo el ceño.
Sonriendo, él asintió.
—Oh sí.
—¿Y no te importa?
—En absoluto — le aseguró. —Para mí, ha llegado a significar que no
importa cuán distintos seamos, todavía me quieres.
Ante su recordatorio, la sonrisa murió en los labios de Nessa. Al ver su
rostro, él también se puso serio. Durante un largo momento, simplemente
se miraron, muy conscientes del abismo que se interponía entre ellos,
cada uno atrapado en el lado opuesto sin poder cruzar.
Nessa se preguntó si realmente había una oportunidad para ellos.
Después de todo, sus recuerdos no parecían tener ninguna intención de
regresar. Si bien hubo momentos en que algo le resultaba familiar, no
podía decir si eso podría ser simplemente una ilusión. Hasta ahora, al
menos, no recordaba al hombre frente a ella. Le gustaba y encontraba su
actitud atractiva, aunque a veces impactante, pero el amor del que
hablaba no vivía en su corazón. No había regresado al verlo, ¿eso
significaba que nunca lo haría?
—Lucharé para reclamar tu corazón — su esposo de repente habló en
la quietud, —y luego viviremos felices para siempre, como deberíamos
haberlo sido desde el principio.
Conmovida por este voto profundamente sincero, Nessa no pudo
evitar suspirar, abrumada de que alguien la hubiera amado de esa manera,
tan completa y devotamente. Le robó el aliento y le calentó el corazón.
—Por favor, hazlo — susurró, — y espero que tengas éxito.
—Al igual que yo — respondió, con sus ojos verde oscuros mientras la
miraba, había tal calidez y devoción en ellos que, abarcaba la distancia
entre ambos.

76 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Cuéntame acerca del momento en que nos conocimos — dijo Nessa,


curiosa por saber más sobre el hombre con el que se había casado y la
mujer que había sido.

77 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Once
La Bienvenida de una
Familia
Traducción Fachan

Grant no podía recordar la última vez que se había reído así.


Sentado cómodamente en su carruaje, le contó a Nessa su pasado
compartido, el momento en que se habían conocido, las muchas veces que
le había propuesto matrimonio:
—¡No puedes hablar en serio! — exclamó, con las mejillas sonrojadas
por la risa. ―¡Ningún hombre se propondría muchas veces! ¿Por qué no
te rendiste?
—Porque te amaba— había respondido, la simple verdad cayendo de
sus labios con tanta facilidad que ella lo miró con asombro. —Cómo
puedes ver, siempre has sido reacia, pero no me rendí en ese momento y
no me rendiré ahora.
—¿Me estás llamando renuente? — le había preguntado, una vez más
poniendo los ojos en blanco como solo Nessa podía hacerlo. —No es
culpa mía que haya perdido la memoria.
De vez en cuando, sus palabras habían contado un tema más triste ya
que le contó también el día en que la habían perdido, al menos hasta
donde él sabía. Ella, por su parte, había compartido sus experiencias al
despertarse por primera vez en la abadía y la vida que había llevado desde
entonces. Grant se sintió aliviado al oírla hablarle tan abiertamente como
prueba de que su Nessa vivía en el interior de la mujer sentada frente a él.
Tenía sus modales, su actitud, su fuerza y franqueza. Tal vez si luchaba lo
suficiente, ella algún día recordaría que su corazón era el suyo y una vez
más estarían completos.

78 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Cuando el carruaje finalmente rodó por el camino de entrada de


Wentford Park hacia la casa, los ojos de Nessa se abrieron de par en par
cuando barrieron el amplio edificio de dos pisos. Las vides trepaban por el
muro sur, su verde brillante armonizaba con la cálida arenisca marrón. Las
grandes ventanas eran besadas por el sol brillante, y una amplia puerta de
entrada daba la bienvenida a familiares e invitados por igual. Los jardines
estaban cuidadosamente recortados y en plena floración, los colores
brillantes se asomaban entre diferentes tonos de verde. Las abejas zumbaban
a lo lejos, y el agua gorgoteaba en la pequeña fuente centrada en el camino
circular.
—Es hermoso — exclamó mientras estiraba el cuello para verlo todo. —
¡Tan pacífico…!
—Siempre lo pensé— estuvo de acuerdo Grant, ofreciéndole su mano
mientras ella salía del carruaje. —¿Puedo?
Por un momento, su mirada se detuvo en la de él y él pudo sentir su
vacilación. Entonces, sin embargo, una sonrisa decidida apareció en su
rostro, y su mano se deslizó en la de él. Grant se preguntó si ella tenía un
sentido similar de determinación. No podía imaginar cómo sería no recordar
el pasado de uno.
—¡Nessa, querida!
Ante el sonido de la voz de Maynard, Grant se congeló, su mirada se
volvió hacia la puerta principal donde su suegro estaba parado en el pórtico,
sus ojos muy abiertos y sus manos cruzadas sobre su boca mientras miraba
a su hija.
Grant tragó saliva y rápidamente se volvió hacia su esposa, con el ceño
fruncido en su rostro.
—Este es tu padre — susurró, apretando su mano para tranquilizarla. —
Lo siento. Debería haber sabido que esperaría tu llegada.
—Está bien — respondió con calma. Su mano se apretó muy ligeramente
sobre la de él mientras su mirada se detenía en el padre que ella no recordaba.
Su pecho subía y bajaba con una respiración profunda, y Grant podía ver el
ligero temblor que le temblaba la barbilla.
—Él es mi padre — habló, como si con eso se ayudara a recordar. —Mi
padre.
Sosteniendo su mano con fuerza sobre la suya, Grant la condujo hacia la
puerta, incapaz de apartar la mirada de padre e hija mientras se miraban por
79 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

primera vez en tres años. Las lágrimas brotaban de los ojos de Maynard,
y Grant estaba preocupado de que la alegría de ver a su hija después de
todo ese tiempo fuera demasiado para su corazón. Aun así, permaneció
allí como si sus pies se hubieran endurecido en el cemento, sus ojos casi
no parpadeaban mientras las lágrimas rodaban lentamente por sus
mejillas.
Paso a paso, Grant y Nessa subieron los pocos pasos hacia la puerta
principal hasta que se encontraron cara a cara con Maynard. Sus pálidos
ojos azules se movieron sobre la cara de Nessa, y sus manos se apretaron
juntas.
—B… Bienvenida a casa — susurró él, su voz era apenas audible y
estaba llena de emociones que trataba desesperadamente de contener.—
Oh, ¡te he extrañado tanto, mi querida hija! —, exclamó de repente, y sus
brazos volaron hacia adelante, alcanzando a Nessa, antes de que
repentinamente los echara hacia atrás. —Lo siento mucho. Sé que no
recuerdas quién soy y me prometí a mí mismo que no te abrumaría.
Espero que puedas perdonar a un anciano.
Una sonrisa tímida se apoderó de su rostro, y Grant dudó de que Nessa
pudiera resistir la bondad de su padre por mucho tiempo.
Sin sorprenderse, ella encontró su sonrisa en Maynard y luego dio un
paso tentativo hacia él.
—No hay nada que perdonar — respondió ella, su mano todavía
sostenía la suya, y Grant se preguntó si ella era consciente de ello. —
Grant me contó todas las cartas que envió y quiero agradecerle por no
darse por vencido.
Un sollozo escapó de los labios de Maynard y las lágrimas cayeron por
su cara cuando se lanzó hacia adelante y envolvió a Nessa en sus brazos,
incapaz de evitarlo. Afortunadamente, Nessa no parecía sentir rechazo
por la muestra de afecto de su padre y le devolvió el abrazo de una manera
amable.
Retrocediendo, Maynard una vez más se disculpó profusamente. La
risa encantada de Nessa, sin embargo, alivió la tensión rápidamente y
Grant los hizo pasar adentro y al salón. Desafortunadamente, cuando
estaba a punto de cerrar las puertas para darles un momento tranquilo a
padre e hija, su madre lo vio desde el pasillo.

80 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—¡Wentford! — gritó, y unos pasos apresurados la acercaron mientras


estiraba el cuello para ver más allá de él y entrar en la habitación. —Has
regresado.
—Lo he hecho — confirmó, y se hizo a un lado para permitir que su madre
entrara para que no lo empujara fuera, por su curiosidad de ver a su nuera
regresar. Quizás si él le permitiera saludar a Nessa, pronto se iría y no
interrumpiría la reunión entre padre e hija.
—Nessa— la llamó, tratando de captar su atención. Cuando ella se volvió
hacia él, le tomó la mano y tiró de ella hacia adelante. —Esta es mi madre,
Catherine Barrett, condesa viuda de Wentford.
—Es un placer—, dijo Nessa en saludo, sus cálidos ojos color avellana
curiosos mientras miraba a su madre. —Pido disculpas por no reconocerle.
Para consternación de Grant, su madre se burló. Sus ojos se entrecerraron
mientras sacudía la cabeza con desaprobación.
— ¡Qué estúpido ser presentada de tal manera a la nuera de una!
—¡Madre! — advirtió Grant al sentir la mano de Nessa apretarse dentro
de la suya. —Prometiste que serías civilizada.
—Lo soy— le espetó su madre, con el rostro bastante pálido
considerando la agitación de sus ojos. Su mirada se detuvo en la de Nessa
como si fuera ella la que necesitara familiarizarse nuevamente con aquellos
que no recordaba.
—¿Realmente no puedes recordar?
Nessa sacudió la cabeza.
—No puedo, y siento si eso le molesta.
De nuevo, su madre se burló. Luego se volvió hacia él.
—Necesito hablar contigo —. Sus ojos se movieron momentáneamente
hacia Nessa. — A solas.
Luchando por contener su ira, Grant asintió.
—Creo que sería una buena idea — Mientras su madre se apresuraba a
salir por la puerta, se volvió hacia Nessa. —Lo siento. Ella está...
—Esta enojada conmigo—, concluyó Nessa, su mirada pensativa
mientras veía la salida de su suegra. Entonces sus ojos color avellana se
volvieron hacia él. —¿Sabes por qué?

81 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Grant sacudió la cabeza. Nunca había podido entender la


desaprobación de su madre hacia Nessa. Sin embargo, nunca había sido
grosera con ella.
—Hablaré con ella — aseguró a su esposa, queriendo dar sentido a
cada palabra. No permitiría que su madre tratara a Nessa de ese modo,
sin importar cuán molesta pudiera estar con él por enviar a Eugenie lejos.
La idea de su segunda esposa le trajo un sentimiento de culpa a su
corazón, que Grant había logrado reprimir mientras estaba en la
fascinante compañía de Nessa. Sabía que debería haberle hablado sobre
ella, pero no lo había hecho. El momento no había sido el correcto, y había
temido su reacción al saber que, de hecho, había renunciado a encontrarla
y reemplazarla por casarse con otra.
Nunca se perdonaría eso, y temía, más que cualquier otra cosa, que ella
tampoco.

82 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Doce
Las Francas Palabras de un
Padre
Traducción: Nina

—Nunca he sido aficionado a esa mujer.


Al apartarse de la puerta que se había cerrado detrás de su marido y su
suegra, Nessa se encontró con la mirada ceñuda de su padre. Una sonrisa
apareció en su rostro ante su abierta admisión. ¿Todos en esa familia decían
lo que pensaban?
—¿Siempre te ha disgustado? — preguntó Nessa, sentándose en el sofá.
Tomando el sillón frente a ella, su padre asintió.
—Ella, sin embargo, no puedo decir si eso es inusual para ella, ya que
parece que no le gusta a nadie. Todavía no la he visto sonreír a nadie. Quizás
es que simplemente es así. Quizás simplemente no ama como nosotros.
Nessa tragó saliva, entristecida por el pensamiento de tal vida.
—¿Ni siquiera a su hijo?
—Ella lo llama Wentford —respondió su padre, encogiéndose de
hombros, —¿Qué te dice eso? —Suspirando, se acomodó en su silla,
poniéndose cómodo. —A decir verdad, no puedo decir con justicia si ella
ama o no. Todo lo que sé es que parece ser así. Por favor, no tomes en serio
mis palabras. No tienen nada que ver con quién eres y tienen que ver todo
con quién es ella.
—Lo intentaré — aseguró Nessa, aliviada al descubrir que su propio
padre, tanto si lo recordaba como si no, era un hombre verdaderamente
cariñoso y la cuidaba profundamente. —Grant me dijo que tú también vives
aquí.
83 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Sonriendo, asintió.
—Lo hago. Tú y Grant no lo habríais querido de otra manera, y debo
decir que me alegro de haber criado a una hija tan terca.
Nessa se echó a reír.
—Estoy empezando a sospechar de quién obtuve eso.
Su padre se encogió de hombros, con un brillo burlón en sus ojos.
— En realidad, eres mi hija, pero tu terquedad la obtuviste de
tu querida madre.
La alegría de Nessa se puso seria cuando se dio cuenta de que nunca
tendría la oportunidad de conocer a la mujer que la había traído al mundo.
La hermana Anne tenía razón. Incluso si sus recuerdos se perdían para
siempre, todavía había una oportunidad de crear otros nuevos. Sin
embargo, eso no era cierto para su madre. Estaba perdida para ella para
siempre. Y, sin embargo, la vieja Nessa tenía una sensación de frustración
similar al pensar en su madre.
—Grant dijo que murió al darme a luz.
Su padre asintió, una profunda tristeza apareció en sus ojos que le
contó más sobre sus padres que las palabras.
—Lo hizo —confirmó, sus ojos azul pálido una vez más se empañaron
con lágrimas. —Su pérdida todavía me duele. Supongo que es correcto
que así sea, ya que me recuerda a la maravillosa mujer que era. —Una
sonrisa melancólica llegó a sus labios mientras se pasaba el dorso de la
mano por los ojos. —Desde entonces solo hemos sido nosotros dos...
hasta la noche en que conociste a Grant. —Una risita se levantó de sus
labios, sus ojos brillaron de alegría una vez más. —Él te arrasó. Te dejó
atónita, debería decir. — Sacudiendo la cabeza, suspiró. ― Prometió que
te buscaría al día siguiente, pero no le creíste. Y cuando te dijo que se
casaría contigo, pensaste que estaba loco.
Nessa sonrió, encontrando la forma en que su padre contaba esta
historia encantadora y absolutamente fascinante.
—Dijo que me propuso matrimonio diecisiete veces —dijo ella,
todavía desconcertada por la persistencia de su esposo, y sin embargo, la
hizo sentir cálida por dentro. Ser deseada con tanta determinación era un
sentimiento abrumador. —¿Por qué no se dio por vencido? Pensé que ser
rechazado innumerables veces habría roto el espíritu de cualquiera.

84 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Su padre se rio entre dientes.


—Oh, pero él te amaba. Lo aprobé de inmediato porque te miraba de una
manera que recuerdo muy bien. Era la misma que yo sentí cuando vi a tu
madre. Me bastó una mirada para saber que la amaba.
—¿Pero me había conoció la noche anterior? — Insistió Nessa,
preguntándose por qué era tan persistente en dudar que su esposo realmente
la amara.
—Tú eras la indicada para él, querida hija —susurró su padre como si
confiara un secreto, —y entonces el tiempo no importa. Te amaba y sabía
que solo lo habías rechazado por dudas.
—¿Dudas?
Su padre suspiro. Buscando palabras para describirlo, se pasó un pañuelo
por la cara.
—Siempre estabas... en paz contigo misma, querida. —Él le sonrió, y ella
todavía podía ver ese brillo incrédulo en sus ojos cuando la miraba. —Nunca
te gustó tu nombre. —Él se rio entre dientes. —Lo siento, pero cuando murió
tu madre, quería aferrarme a ella. No podía imaginar nunca volver a decir su
nombre, así que... —Se apagó y se encogió de hombros. —Lo siento.
—Está bien —dijo Nessa, esperando tranquilizarlo. Aunque tampoco
recordaba a su padre, se sentía a gusto en su compañía. ¿Una parte
subconsciente de ella recordaba que alguna vez lo había amado? ¿Confiaba
en él? ¿Estaba a salvo? ¿Era bueno para ella? —Me he encariñado con Nessa.
—Al igual que yo. Realmente fue una idea maravillosa de Grant.
—¿De qué dudas hablaste?
Su padre se encogió de hombros.
—Supongo que es la duda que surge cuando los que te rodean lo
desaprueban.
Frunciendo el ceño, Nessa miró a su padre, sorprendida de lo bien que
parecía conocerla. De hecho, parecían estar cerca, y le tranquilizó saber que
había alguien más en quien podía confiar. Alguien que la apoyaría. Sin
importar el qué.
—Siempre supiste que no cumplías con los requisitos que te habrían
hecho una buena pareja a los ojos de la nobleza inglesa —dijo su padre, sus
palabras salieron de su boca con reticencia, indicando claramente que no

85 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

estaba de acuerdo. —No tenías dote para otorgarle ni conexiones para


promoverte de ninguna manera. Aun así, siempre fuiste de carácter fuerte y
dijiste lo que pensabas con una naturalidad que me dejaba sin aliento. Me
enorgulleció ver que expresaste abiertamente tu desacuerdo donde otras
jóvenes debutantes habrían coqueteado moviendo sus pestañas y se
habrían callado. —Una carcajada salió de su boca. —Me gustaría que
recordaras los rostros conmocionados de esos engreídos pavos reales, con
sus mentes demasiado llenas de sí mismas para formar una respuesta
coherente a tu desafío.
Incapaz de resistirse, Nessa se echó a reír, preguntándose cómo habría
resultado su vida si hubiera tenido un padre diferente.
—Ojalá pudiera. Realmente me encantaría.
Extendiéndose, su padre le apretó la mano.
—Me alegra ver que todavía estás de buen humor. Nunca estuviste de
luto por tus circunstancias, pero es difícil permanecer optimista cuando
el destino da un golpe tan duro.
Nessa asintió con la cabeza.
—No ha sido fácil, pero ¿qué otra cosa podía hacer? — Se encogió de
hombros, orgullosa de que su padre la viera con una luz tan favorable. —
Me imagino que nadie mostró interés en mí después de haber sido
reprendida.
Suspirando, su padre sacudió la cabeza.
—¡Tontos, todos ellos! Pero, de nuevo, resultó como debía ser. Pasaron
los años, y finalmente conociste a Grant. Creo que te habías fijado en él
antes de esa noche, pero fue la primera vez que te vio.
Nessa se rio entre dientes.
—Supongo que no fue tan... desagradable como yo.
—De hecho, era muy buscado —confirmó su padre. —Acababa de
heredar su condado, estaba en posesión de una gran fortuna y era
extremadamente guapo si tengo que creer todos esos susurros sin aliento
que solían seguir a su paso —. La forma en que su padre se rio de una
manera tan infantil calentó el corazón de Nessa. Ese era un hombre que
conocía la alegría y nunca tuvo miedo de alcanzarla.
—Entonces, ¿por qué me eligió a mí? — Preguntó ella, en su duda con
respecto al afecto de su esposo. —Soy mayor que él, ¿no es así?.

86 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Esa es la duda de la que hablo —dijo su padre, asintiendo con la cabeza


en confirmación. —De acuerdo con los estándares de la sociedad, no había
una buena razón por la que él debería haberte elegido. Pero el amor no
necesita una razón, ni una buena ni una mala. Simplemente es. Por lo que
dijo, lo sorprendió tanto como a ti, pero fue lo suficientemente valiente como
para actuar en consecuencia.
—¿Es por eso que a su madre no le gusto? —Preguntó Nessa. —Porque
ella piensa que no lo merezco.
Su padre se encogió de hombros.
—Creo que es posible, incluso muy probable — Una sonrisa
tranquilizadora apareció en su rostro. —Pero Grant no se enteró de sus
objeciones. Te eligió y te persiguió hasta que finalmente aceptaste su
propuesta.
—¿Crees que le creí? —Le preguntó a su padre, deseando poder recordar
por qué había aceptado convertirse en la esposa de Grant. —¿Que realmente
me amaba? ¿O simplemente estuve de acuerdo porque era un partido
ventajoso y habría sido una tonta al rechazarlo?
—Solo tú puedes decir eso con certeza —dijo su padre, sus pálidos ojos
buscando los de ella. — Puedo ver que la duda vive dentro de ti otra vez.
Todo lo que puedo decirte es que nunca he visto a dos personas más
enamoradas. Nunca te ha olvidado. La única vez que ha sonreído en los
últimos tres años es cuando esta con Milly.
—Milly —susurró Nessa, sintiendo que las lágrimas le picaban los ojos.
Nada le dolía tanto como pensar en su hija. —Cuéntame sobre ella.
Su padre suspiró y la tristeza apareció en su rostro.
—Fue difícil verla llorar. Era muy joven cuando tú... moriste. No podía
entender por qué no acudías a ella cuando te llamaba por la noche.
Las lágrimas rodaron por las mejillas de Nessa y le dolió el corazón por la
niña.
—¿Crees que ella todavía se acuerda de mí?
La forma en que la mirada de su padre se apartó de la de ella fue respuesta
suficiente, y Nessa se levantó del sofá, acercándose a la ventana. Las lágrimas
continuaron cayendo por su rostro mientras dirigía su mirada hacia el
amplio césped afuera.

87 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Puede que no recuerde cómo la abrazaste —susurró su padre detrás


de ella, —o cómo la acurrucaste en la noche. Pero recuerda la canción de
cuna que siempre le cantabas. Recuerda sentirse segura y amada. Todavía
ama las estrellas por la historia que le leías. —Sus manos se posaron sobre
sus hombros, firmes y tranquilas. — Aunque tu imagen se desvaneció de
su mente, su corazón nunca te ha olvidado. —Suavemente, la instó a darse
la vuelta y mirarlo.
Nessa sorbió por la nariz, haciendo todo lo posible por contener las
lágrimas que aún le corrían por la cara, pero no la escucharon.
—Ni siquiera sé qué decirle —sollozó, hundiéndose en los brazos de
su padre, maravillándose de lo fácil que era volverse hacia él. —¿Qué
debería decir? No sé nada de ella. Soy una extraña, alguien que no
recuerda haber conocido nunca.
—No importa lo que digas —le susurró su padre mientras ella le
abrazaba. —Ella es tu hija y tú eres su madre, y eso es todo lo que importa.
—Dando un paso atrás, la miró a los ojos. —Tu lugar todavía está aquí
con nosotros. No lo dudes. Te hemos llorado por años, y habríamos ido a
buscarte antes si hubiéramos sabido dónde encontrarte. Grant no se
habría vuelto a casar si hubiera pensado que alguna vez podría tenerte de
vuelta en su vida.
El frío se extendió por el cuerpo de Nessa ante las palabras de su padre,
congelando las lágrimas mientras rodaban por sus mejillas. Sus ojos se
abrieron de par en par y su aliento quedó atrapado en su garganta como
si hubiera recibido un golpe en el estómago.
Al ver los cambios en ella, su padre se detuvo y tragó.
—No lo sabías.
Nessa apretó los dientes, luego dio un paso atrás, apartando las manos
de su padre de sus hombros.
—¿Se volvió a casar? ¿Cuándo? ¿Dónde está ella ahora?
Su padre dio un paso hacia ella, pero Nessa se alejó, incapaz de aceptar
su oferta de consuelo.
—Por favor, créeme que solo se casó con ella por el bien de Milly. Su
madre insistió, instándolo al matrimonio para otorgarle a Milly la
comodidad de una madre.
Nessa se giró para mirarlo.

88 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—¿Se convirtió en la madre de Milly? ¿Cuándo se casó con ella?


—Hace casi un año —respondió su padre, la expresión de su rostro era
tristemente desgarradora. Nessa no podía ignorar el dolor sordo en su
corazón, era como si le hubieran quitado a alguien muy querido. —Milly
nunca la llamó mama. Admito que ayudó a Milly a superar su tristeza, pero
nunca te reemplazó.
—¿Cuál es su nombre? —Preguntó Nessa, su mirada atraída hacia la
puerta, preguntándose si en algún momento la esposa de Grant, ¡su esposa!
Podría irrumpir por la puerta, exigiendo saber qué demonios estaba
haciendo Nessa en su casa. —¿Dónde está ella ahora?
Su padre tragó.
—Necesitas hablar con tu esposo. Déjame buscar...
—Él no es mi esposo —espetó Nessa, abrumada de repente por la
necesidad de escapar, de estar sola. — ¡Es el de ella! —Ignorando el intento
de su padre de consolarla, Nessa huyó de la habitación, sin saber a dónde ir,
pero sintiendo la necesidad de escapar.
Nunca debería haber venido.

89 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Trece
Una Dolorosa Verdad
Traducción: Nina

A regañadientes, Grant llevó a su madre a un estudio. Preferiría


haberse quedado con Nessa; aunque sospechaba que sería bueno que ella
pasara un tiempo con su padre. Maynard tenía una forma cálida y
acogedora de hablar que seguramente rompería la distancia que su
pérdida de memoria había forzado entre ellos. Grant sabía por
experiencia personal lo bien que se sentía ser aceptado en una nueva
familia. Él mismo había estado en esa posición hacía siete años, y hoy se
sentía más cerca de él de lo que se había sentido nunca de sus propios
padres. Quizás era simplemente la forma en que sus padres habían
crecido, entregando a sus hijos a otros para que los cuidaran y pasaran
muy poco tiempo con ellos.
Fuera lo que fuese, Grant estaba seguro de que Maynard ayudaría a
Nessa a sentirse como en casa en Wentford Park.
¡Si tan solo Grant pudiera haberle pedido que no mencionara a...!
—Ella claramente no se acuerda de nosotros —comentó su madre, su
tono áspero, mientras sus manos se levantaban para hacer un gesto hacia
la puerta por la que habían entrado. —¿Por qué la trajiste aquí? ¿De
verdad crees que puede ser una madre para Amelia si ni siquiera puede
recordar a la niña?
—Ella es la madre de Milly —respondió Grant en un tono igualmente
duro, con los ojos fijos en su madre mientras caminaba hacia ella. Para su
sorpresa, la mirada de su madre pareció vacilar por un segundo antes de
que ella levantara la barbilla para encontrarse con él. —Puede llevar
tiempo, pero sé que pronto estarán tan unidas como antes.
Su madre se burló.

90 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—No lo sabes, Wentford. Es tu esperanza. Tu deseo. Pero no lo sabes. —


Señalando la puerta, se acercó a él. —Esa mujer de ahí afuera no es tu esposa.
Ni siquiera te recuerda. Eres un tonto si crees que ella siente algo por ti,
excepto tal vez el alivio de ser traída de una abadía de campo a una propiedad
excelente, a una vida fácil y cómoda.
La ira prendió las venas de Grant.
— ¿Cómo te atreves a hablar de ella de esa manera? Es tu nuera. Es mi
esposa y la madre de Milly. Nos pertenece. Esta es su casa.
Su madre respiró lentamente y pudo ver que estaba molesta con él.
—Era su hogar —respondió ella en un tono sorprendentemente
tranquilo. —Pero ha seguido adelante. ¿Sabes lo que ha hecho en los últimos
tres años?
Grant frunció el ceño.
—Ha estado en la abadía en el norte. Te lo dije.
—Eso dijo —señaló su madre, con los ojos entrecerrados con sospecha
como si estuviera hablando de un ladrón —pero ¿cómo sabemos que está
diciendo la verdad?
Sacudiendo su cabeza ante tal acusación, Grant dio un paso hacia su
madre, su mirada era dura mientras la miraba.
—¡No hables así de mi esposa! Puede que haya olvidado su pasado, pero
sigue siendo la misma mujer que siempre ha sido. He tenido la oportunidad
de pasar tiempo con ella en nuestro viaje aquí, y puedo decirte que ella es
Nessa en todos los sentidos.
—Pero no te recuerda, y tampoco recuerda a Milly —Suspirando, su
madre dio un paso atrás y bajó la cabeza. —¿Ves siquiera lo angustiada que
Amelia ha estado desde que enviaste lejos a tu esposa? —Su mirada se
encontró con la suya, sin dejar duda a qué esposa se refería —¿Lejos, con esa
bestia?
Todo el aire voló de los pulmones de Grant.
—Has conocido a Adrian toda su vida. Solías conocer bien a su madre.
¿Cómo puedes hablar de él de esa manera? Sabes que es un buen hombre.
—No sé tal cosa, y tú tampoco —espetó su madre. —No puedes vivir en
el pasado, Wentford. El tiempo avanza y la vida cambia a las personas. No
puedes saber el tipo de hombre y tampoco puedes saber el tipo de mujer en

91 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

la que se convirtió tu primera esposa. Todo lo que crees saber es


simplemente una ilusión. Mira lo que está justo delante de ti —Sus manos
se apretaron en puños mientras las agitaba, tratando de hacerse entender.
—Tu hija ha sufrido lo suficiente. ¿No lo ves? ¿De verdad estás alejando a
la madre que la ayudó a superar su tristeza y le devolvió la sonrisa?
Grant sintió que su corazón se apretaba en su pecho. Por supuesto,
había peleado consigo mismo sobre qué hacer. ¿Era egoísta por traer de
vuelta a Nessa? De hecho, lo era. Pero también creía que, en última
instancia, Milly estaría feliz de tener a su madre de regreso.
La cara de su madre se suavizó cuando ella se acercó a él.
—Sé por lo que pasaste cuando la perdiste. Sé lo difícil que fue para ti
seguir adelante, y estoy orgullosa de cómo lo has manejado. Crees que
encontraste a tu esposa pero, en verdad, encontraste a una extraña, y tus
esperanzas solo te llevarán a la desilusión. —Suavemente, ella puso una
mano sobre su brazo, con una expresión inusualmente empática en su
rostro. —¿Y si ella no puede recordar? ¿Y si ella nunca lo hace? ¿De verdad
quieres pasar el resto de tu vida esperando que tú esposa redescubra su
amor por ti? ¿Es esa alguna forma de vivir? —Ella sacudió la cabeza. —No
quiero verte sufrir de nuevo, hijo mío.
Mirando a su madre, Grant se sintió abrumado por lo que vio. Nunca
en su vida su madre le había hablado de esa manera. ¿Realmente estaba
preocupada por él? ¿Eran genuinos sus sentimientos?
—Te agradezco tu preocupación, madre, pero simplemente no puedo
renunciar a Nessa —. La mano de su madre cayó de su brazo y ella miró
hacia otro lado decepcionada. —Escuché lo que dijiste, y admito que
tienes razón. Es posible que ella nunca recuerde —. Él tragó saliva,
levantando una mano para detenerla cuando ella parecía lista para
discutir su punto nuevamente. —Escucha por favor. Puede que lo
recuerde o no, pero tanto si lo hace como si no, eso no tiene nada que ver
con cómo puede llegar a sentirse conmigo hoy.
La mirada de su madre se entrecerró confundida.
—Estoy decidido a reclamar su corazón —dijo, recordando la forma
en que se habían reído juntos en el paseo en carruaje aquí. —Gané su
corazón una vez, lo volveré a hacer.
Su madre sacudió la cabeza.

92 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Eres un tonto romántico. Siempre lo has sido. —Suspiró como si fuera


un niño demasiado inmaduro para comprender cómo funcionaba el mundo.
—La vida no es lo que quieres que sea. Pensé que aprendiste eso cuando tu
esposa se perdió por primera vez —. De nuevo, ella colocó una mano sobre
su brazo. —Puedo ver que también estás preocupado. Puedes actuar como
si tuvieras confianza en este asunto, pero también sientes dudas e
incertidumbre. Te has hecho las mismas preguntas que yo, ¿no?
Grant suspiró.
—Por supuesto que sí —exclamó, sintiéndose exasperado. —Por
supuesto que tengo dudas. Por supuesto que no sé qué traerá el futuro, pero
prefiero tener esperanza que no tener nada en absoluto.
—¿Nada?
—Sí, madre —respondió Grant, sintiendo un nuevo pulso de energía en
sus venas. Dando un paso atrás, se pasó la mano por el pelo antes de que sus
pies lo llevaran a la ventana. Por un momento, miró hacia los tranquilos
jardines de Wentford Park. Luego se dio la vuelta para mirar a su madre. —
Cuando perdí a Nessa, sentí que me habían arrancado el corazón del pecho.
Vivir de repente fue muy doloroso. Fue un calvario que simplemente me dejó
sin aliento, poniendo un pie delante del otro. No tienes idea de cuán cerca
estuve de terminar con todo esto —. Grant nunca había hablado así a nadie,
y pudo ver el efecto en la palidez de la cara de su madre. —La única razón
por la que todavía estoy aquí es Milly. Si no hubiera sido por ella, habría
seguido a Nessa hasta la tumba —. Las lágrimas ahogaron su voz y apretó
los puños, haciendo a un lado la desesperación y la desesperanza de esos
años solitarios. —Ella está aquí ahora. Nessa está aquí, viva y sana —. Señaló
la puerta. —Justo en la otra habitación —. Tragando, sacudió la cabeza. —
Puedo ser un tonto, puedo ser egoísta, pero no puedo ignorar eso. No puedo
fingir que no está aquí simplemente porque no puede recordar. Hace quince
días, la muerte se interponía entre nosotros. Ahora, es simplemente su
memoria. Es un pequeño obstáculo en comparación si me preguntas. Ahora
tengo esperanzas donde antes no había ninguna —. Una pequeña sonrisa
apareció en su rostro, y Grant podía sentirlo en cada fibra de su cuerpo. —
Solo han pasado unos días, y ya me siento más vivo que en los últimos tres
años. Puede que solo sea esperanza o ilusión, pero, en el fondo, sé que Nessa
todavía me ama. Puede que no recuerde nuestro tiempo juntos, pero elijo
creer que una parte de ella se acuerda de mí —. Una vez más, recordó el
momento en el carruaje cuando ella le dijo que le gustaba. Quizás su corazón
lo reconoció donde su mente fallaba. —Estoy preparado para ser paciente.
Estoy dispuesto a esperar y ayudarla a recuperar el equilibrio, a
93 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

familiarizarse con su hogar y su familia —. Los músculos de su mandíbula


se apretaron cuando él se acercó a su madre. —Pero no la volveré a perder.
¿Me oyes madre? Pase lo que pase, no la perderé de nuevo.
Tragando saliva, su madre asintió.
—Te escucho, Wentford, y te aseguro que no soy opuesta a tu
posición. Sin embargo, no puedo fingir estar de acuerdo contigo cuando
no veo nada más que un desastre esperando a la vuelta de la esquina. No
puedo evitar preguntarme qué pasará con todos nosotros si ella no
recuerda. Como has dicho, tu felicidad está ligada a la de ella, ya que estoy
segura de que es la de su padre. ¿Qué hay de Amelia? ¿Qué le sucederá
cuando vea tu decepción? ¿Qué pasará cuando la decepción se convierta
en resentimiento? No ahora, sino dentro de unos años. ¿Cómo va a crecer
ella? Tienes que admitir que ha aprendido a sonreír de nuevo. Ella es feliz,
y eso es principalmente por tu esposa —. Ella apretó los dientes. —Tu
segunda esposa, quiero decir — dijo en un tono áspero. —Ella nos trajo
de vuelta a la vida, y ahora la has enviado con esa bestia —. Sacudió la
cabeza. —No, creo que hubiera sido mejor para todos nosotros si Nessa
nunca hubiera sido encontrada, si nunca hubiera regresado a Wentford
Park. Ella ya no pertenece aquí. Eugenie sí.
El horror y una gran cantidad de ira brotaron en las venas de Grant, y
estuvo a punto de arremeter contra su madre, algo que nunca había hecho
en su vida, cuando una brusca inhalación atrajo su atención hacia la
puerta entreabierta. Un momento después, los pasos resonaron en el piso
de parquet mientras huían en la dirección opuesta. Lejos de su estudio.
Lejos de él.
—Nessa — jadeó cuando el miedo se apoderó de su corazón, enviando
escalofríos por la espalda.
Comenzando a correr tras ella, Grant se detuvo cuando su madre lo
agarró del brazo.
—Ella merece saber la verdad —le dijo, sus ojos rogándole que la
dejara ir.
—¿Verdad? —Exigió Grant, liberando su brazo. —¿Que verdad? ¿La
tuya? —sacudió la cabeza, una vez más se dirigió a la puerta, decidido a
encontrar a Nessa y explicarle todo. ¿Pero ella escucharía?
El corazón de Grant latía violentamente en su pecho mientras corría
por el pasillo, sus ojos miraban frenéticamente a la izquierda y a la
derecha, mirando en cada esquina. ¿A dónde se había ido? Luego, unos
94 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

pasos resonaron en sus oídos desde el frente y, un momento después, ella


tropezó en su camino.
Afortunadamente para él, Nessa había doblado por un pequeño corredor
lateral que no conducía a ningún lugar en particular, al menos a ningún lugar
para que ella pudiera escapar. Pero, por supuesto, no podía recordar eso.
Sus ojos estaban muy abiertos cuando lo vio, y las lágrimas corrían por su
rostro. La sorpresa marcaba sus rasgos, y su labio inferior temblaba mientras
lo miraba, sus pies una vez más retrocedieron. Lejos de él.
—Déjame en paz —espetó ella, el dolor más que la ira sonó en su voz. —
Me mentiste. — Y con eso, ella giró sobre sus talones e intentó escapar de él.
Pero Grant fue más rápido.
Impulsado por el miedo de perderla, él se adelantó y la agarró del brazo.
Inmediatamente, Nessa se echó hacia atrás, pero Grant se aferró, alejándola
de su ruta de escape y hacia la habitación contigua. Solo una vez que cerró la
puerta de la biblioteca detrás de ellos, la soltó y bloqueó la puerta con su
cuerpo. No la dejaría escapar. Necesitaba escucharlo primero. Tenía que
explicarlo. Tenía que disculparse.
Mirándolo fijamente, Nessa retrocedió, su cabeza sacudiéndose de lado a
lado.
—Nunca debería haber venido aquí —susurró, con el pánico claro en su
voz mientras observaba su entorno; desconocido para ella. Luego sus ojos
color avellana, enrojecidos y llenos de lágrimas, volvieron a él, y el corazón
de Grant se retorció dolorosamente en su pecho cuando vio su desconfianza
hacia él, la forma en que se hundió en el miedo mientras lo miraba. —Nunca
debí haber venido. Esto fue un error. Nunca debí haber venido. Sabía que no
debería haberlo hecho. Yo… –
—Nessa, por favor, déjame explicarte —suplicó Grant, caminando hacia
ella, pero ella inmediatamente retrocedió, con los ojos muy abiertos. Nunca
en su vida la había visto tener tanto miedo y eso lo asustó. Escuchó las
palabras de su madre haciendo eco en su mente, y no pudo evitar preguntarse
cuánto podría haber cambiado Nessa desde la última vez que se vieron.
Se obligó a quedarse donde estaba, Grant la miró y rezó para que ella
escuchara.
—Quería decírtelo. Lo juro. Pero entonces... —Suspiró, buscando las
palabras correctas para explicar cómo se había sentido.

95 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—¿Pero qué? —Espetó Nessa, sus ojos ya estaban tranquilos, pero


llenos de una furia que Grant recordaba demasiado bien. No lo había visto
con frecuencia ya que Nessa nunca había sido una persona que se enojara
con facilidad, pero lo recordaba; y por extraño que fuera, lo tranquilizó.
—¿Por qué me mentiste? — Preguntó ella, pisando fuerte hacia él, con un
dedo acusador apuntando a su pecho. —¿Por qué me traes aquí cuando
tu esposa podría...?
—¡Eres mi esposa! —Corrigió Grant, sin pensar. ¡Era Nessa! Su Nessa!
Y él sabía cómo hablar con ella. —Siempre has sido mi esposa y nuestro
matrimonio es legalmente vinculante.
Sus ojos se estrecharon antes de sacudir lentamente la cabeza.
—¿Qué hiciste? ¿Dónde está ella?
Grant suspiró.
—No está aquí. Cuando supe que aún estabas viva, hablé con el señor
Thatcher, mi abogado. Confirmó lo que sospechaba, que mi segundo
matrimonio era nulo ahora que habías regresado.
Los ojos de Nessa recorrieron la habitación como si buscaran algo.
—Eso está bien, pero ¿dónde está ella? ¿Qué hiciste? Tu madre dijo...
—Él no es una bestia —se apresuró a aclarar Grant. —Es un viejo
amigo. Lo conozco de toda mi vida y se asegurará de que esté bien
cuidada. Sé que lo hará. No había nada que pudiera hacer por ella, pero
él... él puede protegerla. Estará a salvo con él. Créeme, también me dolía
pensar en cómo esto le afectaba, pero no había otra manera. Tú perteneces
aquí. Conmigo —Pasándose la mano por el pelo, Grant la miró. —¿Qué
debería haber hecho? Después de tres años, te encuentro viva... y... —Él
tragó saliva. —No podría haber visto venir esto. Me casé con Eugenie
para...
—¿Eugenie? —Murmuró Nessa, y por una razón Grant no podía
entender, nuevas lágrimas brotaron de sus ojos.
—Para darle una madre a Milly —se apresuró, preocupado de que ella
lo atacara de nuevo. —No quería que ella te olvidara, pero necesitaba que
alguien estuviera allí para ella —Apretando los dientes, dio un paso hacia
ella. —No podría haber sabido lo que sucedería. Si lo hubiera hecho,
nunca me habría casado con ella. Necesitas saber eso.

96 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Pero te casaste con ella —Murmuró Nessa, la ira una vez más
reemplazada por la tristeza; una tristeza tan aguda que rompió el corazón
de Grant y, sin embargo, también le dio esperanza. ¿Estaría tan molesta
si no le importara? —Te casaste con ella y... y Milly fue feliz de nuevo.
Eras feliz de nuevo. Todos lo eran —Ella sacudió la cabeza y retrocedió otro
paso. —No debería haber regresado. Tu madre tenía razón. Hubiera sido
mejor para todos si nunca me hubieran encontrado.
Mirándola fijamente, Grant sintió que sus peores temores cobraban vida
cuando vio la intención de irse en sus ojos. El pánico lo atravesó en un
maremoto, y cada músculo de su cuerpo se endureció.
—¿Feliz? —Gruñó cuando el vacío y el anhelo de los últimos tres años se
abrieron paso. —¿Feliz? No, nunca fui feliz —. Lentamente, avanzó hacia
ella, observándola retirarse hasta que su espalda fue presionada contra la
estantería alta detrás de ella. —Estaba devastado. La gente dice que el
tiempo cura todas las heridas — Se encogió de hombros, con su mirada fija
en la de ella. —Quizás eso sea cierto cuando hablas de décadas. Todo lo que
sé es que te ansié con la misma intensidad una semana atrás que el día en que
desapareciste. No hubo cura, solo dolor.
Sus ojos se abrieron con su cercanía, y en el momento en que sintió la
estantería en su espalda, su mirada pasó rápidamente a la puerta, su único
medio de escapar de la habitación. Una vez más, Grant vio sus intenciones,
y cuando ella intentó pasar por encima de él, sus manos la tomaron por los
brazos y la mantuvieron en su lugar.
—No puedo dejarte ir —dijo a modo de disculpa cuando ella lo miró en
estado de shock.
—¿Por qué me mentiste? —Preguntó Nessa cuando dejó de luchar,
dándose cuenta de que no sería capaz de liberarse si él no la soltaba
voluntariamente.
—¿Por qué? —Con los dientes apretados, Grant tragó saliva. —Porque
temía que, si decía la verdad, te hubieras negado a volver a casa. Tenía miedo
de perderte de nuevo y, con eso, no podría haber vivido. —La desesperación
se apoderó de su cuerpo, llevando lágrimas a sus ojos, y sus manos apretaron
sus brazos con más fuerza, sosteniéndola desesperadamente. —Sé que no lo
recuerdas, pero ¿no puedes ver lo que tu pérdida me ha hecho? ¿Sabes lo que
es sentir que te arrancan el corazón del pecho y se espera que continúes sin
él? ¿Ver el resto de tu vida por delante, como un vacío y nada más? ¿Sabes
cómo es eso?

97 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Catorce
Madre e Hija
Traducción: Nina

Sus manos eran como grilletes de hierro mientras la sostenían y la


mantenían clavada en el estante detrás de ella, su cuerpo cortaba cada
escape. Y, sin embargo, Nessa ya no quería escapar. Su mirada sostuvo la
de él cuando vio lágrimas formarse en sus ojos. Apretó la mandíbula y ella
pudo ver su desesperado intento de mantener la calma mientras sus
emociones hervían bajo la superficie. Parecía un hombre destrozado, y
ella no podía entender cómo no lo había visto antes.
Aunque su corazón todavía le dolía con las revelaciones de unos
instantes atrás, Nessa tuvo ganas de acercarse a él. Lo único que le
preocupaba era su propia pérdida, su propio pasado. Ciertamente, le
había preocupado lo que les sucedería a todos si realmente no fuera a
recordar. Sin embargo, ella nunca había contemplado el dolor que su
esposo había sentido por su pérdida.
La incredulidad se aferró a ella, y las palabras de su padre hicieron eco
en su mente. ¿Grant realmente la había amado con tal fervor? ¿Todavía lo
hacía? ¿A ella? ¿Una vieja solterona sin nada que ofrecer?
—Por favor créeme —susurró mientras sus manos se aflojaban en sus
brazos — No quise engañarte. Tenía toda la intención de contarte sobre
Eugenie. Lo juro. — La expresión de dolor en sus ojos le dijo que estaba
diciendo la verdad — Fue un momento de debilidad. Nada más.
Tragando saliva, Nessa asintió, sintiendo que su ira disminuía cuando
la empatía llegó a su corazón.
—No te culpo por casarte de nuevo. Entiendo por qué lo hiciste —
susurró ella, y su aliento se estremeció en su garganta cuando vio un alivio
absoluto reclamar su rostro.

98 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Cerró los ojos y de repente se inclinó hacia delante, envolviéndola en sus


brazos mientras su cabeza descansaba en la curva de su cuello. Abrumada,
Nessa permaneció inmóvil, sintiendo el cálido aliento sobre su piel mientras
sus manos se deslizaban hacia su cintura, sosteniéndola contra él como si
nunca quisiera dejarla ir.
Nunca había estado tan cerca de nadie, al menos no lo recordaba, y se
sintió completamente hechizada por la sensación de su cuerpo contra el de
ella. Podía sentir su corazón latir con fuerza en su pecho y sentir el anhelo
en su corazón. Inhaló y exhaló profundamente como si estuviera en paz, y
una parte de Nessa deseó poder permanecer así para siempre.
Por extraño que pareciese, su propio corazón también se había calmado,
su ritmo coincidía con el de él como si hubiera encontrado su viejo ritmo.
Sus músculos se relajaron y, sin pensarlo, sintió sus brazos levantarse hasta
que se deslizaron alrededor de su cuello, devolviéndole el abrazo.
Como si Grant no hubiera estado esperando que ella respondiera, su
cabeza se levantó de su hombro y sus ojos verde musgo encontraron los de
ella. Durante un largo momento, la miró y Nessa sintió que algo familiar se
agitaba en su vientre. Sintió que el pulso se le aceleraba, y cuando la
curiosidad la reclamó, su mirada cayó a sus labios.
Era toda la invitación que necesitaba.
Respirando hondo, Grant reaccionó sin dudarlo. Su cabeza cayó hacia
abajo y su boca reclamó la de ella en un beso cuidadoso pero desesperado.
La cabeza de Nessa comenzó a girar ante la suave presión de sus labios
contra los de ella. Sintió cómo sus manos se apretaban en su cintura y
finalmente entendió el anhelo que él sentía. Ella también estaba abrumada
por las miles de sensaciones nuevas y, sin embargo, extrañamente familiares
que repentinamente recorrían su cuerpo. ¿Una parte de ella recordaba haber
sido sostenida así por su esposo? ¿Sintiendo su beso? ¿O esa era una
respuesta normal al ser besada por un hombre? ¿Se sentiría así si él no fuera
su esposo sino otro quien lo hiciera? ¿Un hombre con el que nunca había
compartido una conexión más profunda?
Cuando su mente comenzó a analizar la situación, sintió que necesitaba
respirar, estar sola con sus pensamientos y recuperar el equilibrio. Habían
sucedido demasiadas cosas en los últimos días. Era demasiado para su
corazón y su mente.
Soltando sus manos de su agarre alrededor de su cuello, ella se apartó, en
la medida de lo posible con el estante en la espalda. Su esposo pareció notar
99 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

el cambio en ella, permitiéndole el espacio que necesitaba. Rompiendo el


beso, levantó la cabeza, sus ojos verdes volvieron a mirar a los de ella,
buscando, preguntando.
—Necesito estar sola —susurró Nessa al sentir que su cuerpo
comenzaba a temblar. —Todo esto es demasiado. Necesito... yo...
—Entiendo —respondió antes de retroceder lentamente, de mala
gana, retrocediendo, sus manos cayendo de sus costados uno por uno. —
Tómate todo el tiempo y el espacio que necesites, pero quiero que sepas
que estoy agradecido por recibir esta segunda oportunidad contigo. No
importa cuánto tiempo necesites, siempre te lo agradeceré porque el
mundo, mi mundo, es un lugar mejor contigo —. Una suave sonrisa
apareció en sus labios. —Eres mi vida, Nessa. Siempre lo has sido, y eso
nunca cambió. Ni siquiera cuando me casé con Eugenie —. Suspiró. —
Fue uno de los días más tristes de mi vida porque te quería a ti, y no a ella.
Las lágrimas se acumularon en sus ojos cuando Nessa lo rodeó. Le dolía
el corazón en el pecho y necesitaba alejarse. Necesitaba un momento a
solas. Más de un momento. Necesitaba resolver el caos en su corazón y
mente, y no podía hacerlo con él parado frente a ella.
Afortunadamente, los pies de Nessa la llevaron a un gran salón donde
sus ojos vieron que una de las puertas de la terraza quedaba entreabierta.
Era como un faro que la llamaba y, en unos instantes, Nessa huyó del
confinamiento de la casa, la casa que no podía recordar, y salió corriendo
hacia el oasis verde que se abría ante ella. El cálido sol se sentía celestial
en su rostro, y respiró profundamente, dando la bienvenida al aire fresco
y los aromas tentadores de los jardines. Sus pies la llevaron más lejos, a
través del amplio jardín hasta un pequeño bosque de árboles, que se
agrupaban en un círculo, con su sombra acogedora.
Suspiró, luego se dejó caer en la exuberante hierba, sus sentidos se
calmaron ante la familiaridad de su entorno. Aire libre. El sol. El aire
fresco. El aroma terroso del suelo debajo de ella. Todo le recordaba a la
abadía.
Del único hogar que podía recordar.
Aferrándose a la comodidad que ofrecía, suspiró y cerró los ojos
cuando su cabeza cayó hacia atrás, descansando contra la áspera corteza
del árbol. Sus rodillas se levantaron y las rodeó con sus brazos,
sosteniéndolas con fuerza mientras esperaba que su corazón se calmara.

100 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Respiración por respiración, su cuerpo comenzó a relajarse, y finalmente


abrió los ojos. Una suave sonrisa llegó a sus labios al ver ante ella una
pequeña arboleda que había descubierto y que descansaba en una pequeña
colina. Desde donde estaba sentada tenía una vista impresionante de los
exuberantes jardines y de la finca, situada en la niebla como una perla en una
concha.
Hermoso, pensó Nessa, sabiendo que podría sentirse como en casa en ese
lugar si no fuera por los obstáculos que se alzaban ante ella con cada paso
que daba. ¿Alguna vez...?
—¿Estás bien?
Ante el sonido de la suave y pequeña voz llegando a sus oídos desde
arriba, levantó la cabeza y la parte posterior de la misma chocó
dolorosamente con el robusto tronco detrás de ella. Apretando los dientes,
se frotó el punto palpitante, cerró los ojos ante el repentino dolor que le
recorrió la cabeza.
—Lo siento —volvió la pequeña voz. —No quise asustarte.
Parpadeando, Nessa se apartó del árbol, luego levantó la cabeza con
cuidado, sus ojos buscaron las ramas sobre ella.
Para su gran sorpresa, encontró más que simples ramas. Porque allí, justo
encima de ella, acurrucada en la corona del roble, se encontraba una casa en
el árbol de tamaño decente y, tras una inspección más profunda, vio dos
pequeñas piernas colgando sobre el borde.
Poniéndose de pie, dio un paso atrás para tener una mejor vista del
ocupante de la casa del árbol. Su corazón latía con fuerza en su pecho cuando
sus ojos se posaron en la niña sentada en las simples tablas, su cabello
castaño claro trenzado por la espalda y sus ojos color avellana eran como los
suyos. Sus rasgos eran amables.
—Hola —susurró Nessa, sin saber qué más decir, porque sabía muy bien
quién era esa niña.
—Hola —respondió Milly mientras su mirada seguía barriendo a Nessa,
su curiosidad aún no estaba satisfecha.
Durante un largo momento, madre e hija se miraron. Nessa sintió que su
cabeza comenzaba a girar una vez más, y un dolor profundo llegó a su
corazón, un anhelo tan agudo que le robó el aliento de los pulmones. ¡Oh, por
favor, recuérdame! ¡Por favor!

101 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

¿De dónde había venido ese anhelo? No podía decirlo porque sabía con
absoluta tristeza que no recordaba en su mente a esa hermosa niña. Su
niña. Su hija.
—Pareces triste —observó Milly, entrecerrando los ojos color
avellana. —¿Has estado llorando?
Tragando saliva, Nessa se pasó una mano por los ojos.
—No, yo... simplemente estaba buscando un lugar para estar sola.
Todo es bastante... abrumador.
La comprensión más allá de sus años brilló en los ojos de Milly
mientras asentía.
—También vine aquí para estar sola —Ladeó la cabeza hacia un lado
como si tratara de decidir algo. Luego exhaló ruidosamente antes de
girarse para mirar a su lado algo que Nessa no podía ver. Un momento
después, una escalera de cuerda cayó de la casa del árbol, su peldaño más
bajo colgaba a un brazo de distancia del suelo. —Si quieres, puedes subir.
Nessa tragó, una vez más parpadeando para contener las lágrimas.
—Me gustaría mucho —susurró, sonriendo a su pequeña hija. Luego,
lentamente, puso un pie en el peldaño y comenzó a empujarse hacia arriba
hasta que su cabeza llegó por encima del nivel del suelo de la pequeña
casa.
Milly se deslizó hacia un lado, dejando espacio para que Nessa se
subiera y se sentara a su lado.
—Está tranquilo aquí —susurró Milly cuando Nessa se había
calmado. —Y puedo ver todo desde aquí arriba, pero nadie puede verme.
—Eso es cierto —respondió Nessa, mirando a su hija por el rabillo del
ojo. —Ni te vi ni a la casa hasta que me hablaste. Es un escondite
maravilloso. ¿Es tuya?
La indirecta de una sonrisa orgullosa cruzó los labios de Milly.
—Padre lo hizo para mí —. Una risa divertida salió de sus labios y casi
se sintió como una caricia en los oídos de Nessa. —A la abuela no le gustó.
Dijo que una joven no debía trepar a los árboles.
Nessa sonrió, girando cuidadosamente la cabeza para mirar a su hija.
—¿Y qué dijo tu padre?

102 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Dijo que les pediría que agreguen una escalera de cuerda para que no
tenga que subir al árbol —dijo Milly, con un brillo encantado y claramente
orgulloso en sus ojos. —La abuela no sabía qué decir a eso, pero se puso toda
roja —. Otra risita salió de sus labios.
Sorprendida, Nessa se dio cuenta de que ella también estaba sonriendo.
—A tu abuela le gustan las cosas bien hechas, ¿no?
Milly asintió con renovado entusiasmo.
—Ella siempre habla en serio y nunca se divierte. No creo que la haga muy
feliz.
—¿Pero eres feliz aquí? —Preguntó Nessa, paralizada por el rápido
ingenio de la mente de su hija. —¿Aquí en tu casa del árbol?
De nuevo, Milly asintió antes de mirar a un pequeño telescopio que había
sido montado en la barandilla de la casa del árbol.
—El abuelo puso esto aquí —susurró como si fuera un secreto. —En
invierno, miramos las estrellas juntos.
Los ojos de Nessa se entrecerraron cuando detectó un brillo conspirador
en los ojos de su hija.
—¿Y en verano?
Los dientes de Milly se hundieron en su labio inferior mientras luchaba
contra la sonrisa que amenazaba con extenderse por su rostro.
—La gente también es interesante.
Sonriendo, Nessa asintió.
—Supongo que sí. ¿Los ves a menudo desde aquí arriba?
—No puedo ver el otro lado de la casa —respondió Milly, con un toque
de decepción en su voz — pero puedo ver la habitación de la abuela, el salón
de atrás y el salón de baile.
—¿Alguna vez te escapaste aquí cuando se celebró un baile en Wentford
Park? —Preguntó Nessa, al ver la expresión soñadora en los ojos de Milly.
—Nunca hemos tenido un baile aquí —respondió Milly mientras su
cabeza se desplomaba hacia adelante, acompañada de un largo suspiro. —
Padre todavía está triste. Él piensa que no lo sé, pero yo sí lo sé —. Su mirada
se levantó y Nessa sintió que los ojos vigilantes de su hija se posaban en su

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Felices por Siempre Regencia 01

rostro. —Tuvimos una pequeña celebración cuando se casó con Eugenie,


pero no un baile.
Nessa respiró dolorosamente al escuchar mencionar a la mujer
desconocida con la que se había casado su marido. La mujer que afirmó
que nunca había amado. La mujer que claramente se había vuelto querida
por Milly.
—La extrañas, ¿no?
Suspirando, Milly asintió.
—Desearía que no tuviera que irse. Siempre tuvo tiempo para mí y
sonreía mucho —Las lágrimas asomaron a los ojos de Milly, pero las
apartó con una valentía inusual para una niña de seis años. —Ella no
estaba triste como padre.
Nessa sintió que le temblaban las manos.
—¿Por qué estaba triste?
—Por mi madre —susurró Milly antes de que sus grandes ojos color
avellana se alzaran para encontrarse con los de Nessa. —¿Eres ella?
Tragando saliva, inhaló un tembloroso aliento, solo que ahora se dio
cuenta de la humedad que le recorrió las mejillas. No queriendo molestar
a Milly, rápidamente se limpió las lágrimas, haciendo todo lo posible por
sonreír a su hija.
—Eso dicen —susurró, rezando para que Milly no se enojara con ella
por obligar a Eugenie a salir de la casa... así como por la vida de su hija.
¿Cuánto más podría soportar esta pequeña niña?
—Padre dice que no lo recuerdas —dijo Milly, con los ojos atentos
mientras miraban a Nessa. —¿Por qué no?
Nessa se encogió de hombros.
—Ojalá lo supiera —susurró, y se encontró cada vez más cómoda en
presencia de su hija. —Supongo que tuve un accidente. Caí en un río y fui
arrastrada al mar.
Los ojos de Milly se abrieron y Nessa se preguntó cuánto le habría
contado Grant.
—Eso suena aterrador.
—Lo hace, ¿no?

104 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—¿No te dio miedo?


—No puedo decirte —respondió sinceramente Nessa, —porque no lo
recuerdo. Solo recuerdo haberme despertado en una abadía en el norte
después de que un pescador me sacara del agua.
—Él te salvó la vida —susurró Milly con asombro. —Eso fue valiente.
Nessa asintió con la cabeza.
—Lo fue. —Miró las pequeñas manos de su hija que yacían apretadas en
su regazo. —Desearía poder recordar, pero todo lo ocurrido antes del
accidente... se ha ido. Cuando trato de recordar, solo hay negrura.
Milly suspiro.
—¿No te acuerdas de padre?
—No, no puedo —dijo Nessa con sinceridad, encontrando la forma
abierta de su hija de preguntar lo que quería saber entrañable. No necesitaba
adivinar los pensamientos de Milly porque la niña los compartía
abiertamente con ella. Era una forma de conversación fácil y directa, sin
significados ocultos y agendas secretas, y alivió la mente de Nessa.
—¿Puedes recordarme? —Milly hizo la pregunta que Nessa había temido.
¿Cómo reaccionaría ella ante la verdad? Nessa se preguntó, sintiendo su
interior retorcerse y girar. Milly continuó mirándola sin miedo ni temor,
pero simplemente con curiosidad.
—Lo siento —susurró Nessa, — pero no puedo. ¡Ojalá pudiera!
Milly asintió con la cabeza.
—Yo tampoco puedo recordarte. Todos pueden recordarte, pero yo no —
. El corazón de Nessa se apretó en su pecho antes de notar la sonrisa
vacilante que llegó a los labios de Milly. —Ambas no podemos recordar.
Mirando a su hija, Nessa se dio cuenta de que su respuesta había sido un
consuelo para Milly.
—¿Te parece extraño a ti también no recordar algo que ha pasado?
Milly asintió con la cabeza.
—Padre y el abuelo me hablan de ti y puedo ver que quieren que lo
recuerde, pero... —. Ella se encogió de hombros, sus ojos color avellana se
encontraron con los de Nessa. —Ellos quieren lo mismo de ti, ¿no?
Sonriendo, Nessa asintió.

105 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Sí.
—¿Te gustaría poder recordar? —Preguntó Milly mientras levantaba
una pierna y se sentaba de lado, frente a Nessa, con los ojos muy abiertos
y curiosos más allá de todo lo demás. —¿Te entristece no recordar?
—Sí —respondió Nessa, imitando el cambio de posición de su hija. —
A veces algo me resulta familiar, pero me pregunto si realmente lo es o si
solo quiero que lo sea —. Por un momento, Nessa se preguntó si había
dicho algo que solo confundiría a su hija, pero luego la cara de Milly se
iluminó y asintió con entusiasmo
—Lo sé —estuvo de acuerdo antes de mirar fijamente la cara de Nessa,
entrecerrando los ojos como si tratara de ver algo muy pequeño. —Creo...
creo que te he visto antes, pero no recuerdo dónde.
Nessa sonrió, sintiendo un nuevo calor envolver su corazón.
—Siento lo mismo —susurró, su voz ligeramente ahogada por las
emociones que de repente surgieron. —Quiero conocerte.
Milly asintió, con una leve sonrisa en sus labios.
—Quizás... quizás podamos ayudarnos mutuamente a recordar.
—Me gustaría mucho —respondió Nessa, de repente necesitando
luchar contra el impulso de alcanzar y tomar la mano de su hija. Era
demasiado pronto para eso, y lo último que quería era asustar a Milly. —
Quizás puedas contarme sobre ti, sobre tu vida.
Poniéndose un dedo en los labios, Milly pensó por un momento.
—Me gustan las estrellas — dijo, mirando su telescopio — y me gusta
cuando el abuelo me explica cosas. Él sabe mucho—. Sus brazos se
estiraron mucho mientras trataba de abarcar el conocimiento de su
abuelo. —Pero a veces, no entiendo lo que dice. A Eugenie también le
gusta escucharlo—. Los ojos de Milly se oscurecieron y suspiró. —
Extraño a Eugenie. ¡Ojalá se hubiera quedado!
Nessa tragó saliva, pero hizo todo lo posible para pensar en su hija e
ignorar los dolores y las contusiones de su propio corazón.
—Fue difícil decirle adiós, ¿no?
Milly asintió con la cabeza.
—¿Me hablarás de ella? —Preguntó Nessa, preguntándose si
realmente deseaba saberlo. Sin embargo, si quería aprender más sobre su

106 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

hija, entonces debía estar abierta a escuchar sobre Eugenie. Después de todo,
le gustara o no a Nessa, la mujer había sido la madre de Milly durante el año
anterior y Milly claramente la quería.
—Ella no es ruidosa como la abuela —dijo Milly con una sonrisa cuando
surgió un recuerdo. —Es callada y amable. Le gustaba caminar afuera o leer
adentro. También le gustaba oír hablar de las estrellas. —Milly suspiró. —
Ella preguntó por ti.
—¿Por mí? —Nessa tartamudeó mientras sus ojos se abrieron.
Milly asintió con la cabeza.
—Ella me preguntó qué recordaba de ti. Cuando le dije que nada, dijo que
en mi corazón siempre te recordaría — Milly la miró. — Dijo que el corazón
nunca olvida. ¿Crees que tenía razón?
Parpadeando para contener las lágrimas, Nessa asintió.
—Creo que sí. Creo que, en el fondo, mi corazón te recuerda.
Una sonrisa deslumbrante iluminó el rostro de Milly.
—¿Lo hace?
—Sí —le aseguró Nessa mientras su mano se posaba suavemente sobre la
de su hija. —No creo que pueda olvidarte jamás.
Por un momento, Milly miró la mano de su madre que descansaba sobre
la de ella.
—Quizás podamos ayudarnos mutuamente a recordar.
Nessa asintió con la cabeza.
—Me gustaría mucho —. Más de lo que podía decir.
Sentada junto a su hija en su casita del árbol, Nessa se dio cuenta de que
había llegado a casa después de todo. Más que eso, se dio cuenta de que
quería estar en casa. Lo recordara o no, esta era su familia, lo sentía muy
adentro, y no se rendiría sin luchar.
Cerrando los ojos, susurró un silencioso agradecimiento a la mujer que no
solo había curado el corazón de su hija, sino que también la ayudó a aferrarse
a la madre que no había podido recordar.

107 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capitulo Quince
Agnes
Traducción Andrea Cruz

De pie en su habitación, Nessa dejó que su mirada se deslizara por todo


lo que había a su alrededor.
La noche anterior había estado demasiado exhausta, pero con el
surgimiento de un nuevo día, habían regresado las viejas preguntas y se
encontró mirando a lo que había pertenecido a su vida anterior, deseando
con todo su corazón que algo le pareciera familiar.
No lo hizo.
Sus ojos se deslizaron sobre la gran cama de madera de caoba fina, su
ropa de cama de color azul pálido causaba un maravilloso contraste con
la madera oscura. El papel de la pared era de un color similar, con
pequeñas flores y hojas. Un tocador estaba junto a las ventanas con un
gran espejo que reflejaba el florero alto lleno de lirios en la mesa lateral
junto a la puerta. Bajo sus pies descalzos, Nessa sintió los suaves
contornos de una fina alfombra, su delicado tejido suave sobre su piel.
Suspirando, se puso las medias y luego los zapatos. Su nuevo
guardarropa aún no le era tan familiar como el resto de su vida anterior.
Por una razón que no podía explicar, no quería ayuda por las mañanas o
antes de acostarse y, por lo tanto, había enviado de vuelta a la sorprendida
doncella. Su mente todavía estaba abrumada, y sentía una necesidad casi
desesperada de tener algo de tiempo para sí misma.
Un lugar para ella en donde nadie se entrometiera.
Sonriendo, pensó en la casa del árbol de Milly y se preguntó si su hija
la apreciaría por la misma razón. Un lugar para escaparse y estar sola con
sus pensamientos. Un lugar sin preguntas y la necesidad de encontrar
respuestas. Un lugar para estar en paz.

108 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Y, sin embargo, Milly había compartido su lugar secreto con Nessa. Tal
vez viendo su necesidad, Milly la había invitado a su santuario, y ella tuvo
que admitir que hablar con su hija le había aliviado mucho la mente.
En el fondo, temía que Milly se molestara con ella por irse, por regresar o
incluso por ambas. Por forzar a Eugenie a salir de la casa y traer problemas a
la familia.
La tranquila serenidad con la que su hija la había conocido, la había
sorprendido y había calentado su corazón Se preguntó qué debería hacer
para encontrar el camino de regreso a su antigua vida. De hecho, le había
encantado hablar con Milly y apreciaría todos los momentos similares que
estuvieran por venir, pero ¿cómo recuperar los viejos recuerdos?
¿Especialmente con todos mirándola, esperando ansiosamente a que los
recuperase?
Desafortunadamente, regresar a casa no había sido suficiente. ¿Qué otra
cosa podía hacer?
Sentada junto a su tocador, Nessa encontró un pequeño espejo de mano
plateado que descansaba sobre su superficie de madera lisa. La parte
posterior del espejo estaba adornada con pequeñas flores y en el centro había
grabado un nombre: Agnes.
Como Grant nunca la llamaba Agnes, sabía sin lugar a dudas que no había
sido él quien se lo había dado. Entonces, ¿de dónde vino? Claramente, era
algo que se regalaba y no se compraba una misma. Y, como mujer soltera,
hubiera sido muy inapropiado aceptar un regalo así de un pretendiente, no
es que creyera que había tenido muchos de esos en su día. Solo quedaba la
familia, entonces.
Una pequeña sonrisa apareció en su rostro cuando recordó a su padre, así
como el profundo afecto con el que había hablado de su madre. Su nombre
también había sido Agnes. ¿No era ese el motivo por el que se llamaba así?
¿Porque su padre se había aferrado a su esposa incluso en la muerte?
Suspiró, deseando poder recordar a su madre, sabiendo que nunca lo
haría. Quizás una madre sabría qué hacer en una situación como esta.
¿Habría encontrado su madre las palabras que la habrían tranquilizado? ¿O
habría estado igual de pérdida y abrumada que ella?
Levantando el pequeño espejo, miró su reflejo, preguntándose cuántas
veces antes lo había mirado, pero no podía recordar. ¿Se lo había regalado su

109 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

padre a su esposa? ¿O había sido hecho para ella, Nessa? Quizás ella
simplemente debería preguntarlo.
La mujer que la miraba desde el espejo le parecía vagamente familiar.
Más de una vez, Nessa había visto su propio reflejo. Pero, siempre había
estado borroso y ligeramente distorsionado, ya que había estado en la
superficie del agua y no en un vidrio liso. En la abadía, los espejos no
habían sido un bien común y, en realidad, había tenido muy poco deseo
de mirar su propio rostro.
En los últimos tres años, de alguna manera había aprendido a vivir día
a día sin pensarlo mucho, disfrutando del aquí y ahora, de las pequeñas
cosas que la vida le otorgaba. Pequeños placeres como el calor del sol, el
aroma de la nieve en el aire o la sensación de suciedad bajo las yemas de
los dedos. Porque si hubiera pasado los últimos tres años pensando en
todas las cosas que no sabía pero debería saber, sin duda habría perdido
la cabeza. Y así había encontrado la paz al no hacer preguntas, sino
simplemente continuando con su vida, ignorando el pasado.
Esa parte de su vida había terminado ahora.
Una vez más, se miró en el pequeño espejo. Una sonrisa apareció en su
rostro cuando miró sus ojos color avellana, ojos muy parecidos a los de su
hija. De alguna manera, había visto el parecido de inmediato, y había
tenido un efecto extrañamente calmante sobre ella. ¿No era una prueba
de que todas las cosas que esos extraños le contaban sobre su antigua vida
eran ciertas? Hasta ahora, solo había habido palabras, sus promesas
instándola a creer que lo que habían dicho era verdad. Ahora, estaban los
ojos de Milly.
—Tengo una hija —susurró mientras su mirada continuaba vagando
por su propia cara, tratando de ver a la persona que había sido. Pequeñas
líneas de risa se establecieron alrededor de las esquinas de sus ojos, así
como en su boca, y descubrió que una sonrisa se formaba fácilmente en
sus labios. ¿Había sido feliz en su antigua vida? Todos dijeron que lo había
sido, y sin embargo, no era lo mismo que recordar el sentimiento en sí.
¿Cómo sería sintió sentirse incandescente feliz?
Suspiró, preguntándose si habría alguna posibilidad de que ella fuera
feliz nuevamente, a pesar de que una parte de ella faltara. ¿Pensaría en sí
misma de manera diferente si pudiera recordar su pasado? ¿Cuánto del
carácter de una persona descansaba en las experiencias acumuladas de su

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Felices por Siempre Regencia 01

vida? ¿Había realmente una parte de ella que se había perdido para siempre?
¿Y quién era ella sin eso?
Llamaron a la puerta y se puso de pie, preguntándose quién había venido
a verla.
—Por favor, entre.
Lentamente, la puerta se abrió, revelando a su padre en su marco. Una
sonrisa tentativa descansaba sobre sus rasgos mientras cuidadosamente
daba un paso adelante.
—¿Puedo? — preguntó, sus ojos azules la miraban con cuidado.
Nessa asintió con la cabeza.
—Por supuesto —Ella respiró hondo. —Quería disculparme por haber
huido así ayer. Sé que no fue...
—No hay necesidad, querida —dijo su padre, alejando sus
preocupaciones. Cerrando la puerta, caminó hacia ella mientras la mirada en
sus ojos era tan atenta como antes. —¿Cómo has dormido?
Se rio entre dientes.
—Sorprendentemente bien.
—Me alegra oír eso. Temía que después de ayer hubieras estado
demasiado angustiada como para encontrar descanso.
—Vi a Milly —. Por sí sola, una sonrisa apareció en su rostro, y Nessa lo
sintió profundamente en su corazón.
—Sí, ella me lo dijo —respondió su padre, con alegría bailando en sus ojos
cuando la vio sonreír. —Dijo que la encontraste en la casa del árbol.
—Por accidente — le aseguró. —Solo quería alejarme, tener un momento
para mí sola cuando la escuché llamarme —. Una vez más, una sonrisa
apareció en su rostro. —Ella me dio bastante miedo.
—¿Cómo fue?, —Preguntó su padre, con una mirada contemplativa
mientras la miraba. —¿Verla? ¿Hablar con ella?
Nessa tragó saliva.
—No la recuerdo —. ¿Era una persona horrible por decir eso? ¿Por no
recordar a su propia hija? —Pero…
—¿Pero? —Instó su padre, con la esperanza brillando en sus ojos.

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Felices por Siempre Regencia 01

Suspirando, Nessa se alejó, dirigiendo su mirada por la ventana. ¿No


era este tipo de esperanza expectante lo que descansaba en los ojos de
todos la mayor carga? Todos esperaban que ella recordara y todos los días
tenía que admitir que no lo hacía, siendo era una decepción para ellos.
¿Cómo iba a recuperar algo de tranquilidad en su antiguo hogar cuando
la seguían con ojos vigilantes?
—Sentí algo cuando la vi — susurró, sabiendo muy bien que podría
haber sido una ilusión o tal vez la respuesta normal a la necesidad de un
niño, cualquier niño. —Ella es... increíble, y espero pasar más tiempo con
ella. No estoy segura de que me ayude a recordar el tiempo que pasamos
juntas antes. Con cada día que pasa, empiezo a creer cada vez más que ese
tiempo se ha perdido para siempre —. Nessa se volvió para mirar a su
padre, sintiendo la necesidad de desvanecer sus esperanzas antes de que
fueran más allá. —No creo que lo recordaré nunca, y creo que es mejor
que todos lo sepan. Veo la forma en que me miras, y me da vergüenza
pensar que solo conducirá a la decepción.
Inhalando profundamente, su padre caminó hacia el sillón solitario en
la esquina y se sentó.
—Espero que no te importe —dijo con una sonrisa. —Mis piernas ya
no son tan fuertes como antes. El tiempo pasa y nos cambia; sin embargo,
eso no significa que ya no seamos las personas que una vez fuimos —.
Pudo ver que estaba pensando en algo. Luego se sentó hacia adelante, y la
mirada en sus ojos se endureció con determinación. —Mi memoria a
veces me engaña —susurró como si no estuviera seguro de expresar estos
pensamientos después de todo. —A veces, no puedo recordar lo que
quería decir o hacer, o una palabra está en la punta de mi lengua, pero por
mi vida no puedo recordar de qué se trataba —Suspiró profundamente,
sonando la frustración voz. —Parece que una parte de mí se está
escapando y me asusta.
Tragando con dificultad, Nessa recordó a la hermana Mary, una de las
mujeres mayores de la abadía. Incluso antes de que la acogieran, la
hermana Mary había tenido problemas con su memoria. A veces, se
encontraba en algún lugar sin saber cómo había llegado allí. O se sentaba
a la mesa de la cena y miraba perpleja la cuchara que tenía en la mano. Las
palabras le habían fallado a menudo, y había habido días en que había
hecho la misma pregunta innumerables veces.
Nessa se había considerado afortunada de haber olvidado
simplemente su pasado.

112 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Lo siento —susurró, sin saber qué decir. Después de todo, no había
consuelo, ¿verdad? —¿Qué harás ahora?
Su padre se encogió de hombros.
—Me temo que hay muy poco que pueda hacer. Algunas cosas no
podemos controlar, pero no debemos permitir que nos controlen. Lo que
puedo hacer es vivir mi vida lo mejor que pueda y disfrutar de los momentos
que me conceden —. Una suave sonrisa apareció en sus labios mientras la
miraba. —Y, por lo tanto, elijo no llorar y lamentar la pérdida de tu memoria,
sino estar agradecido por tu regreso a nosotros y la oportunidad que tenemos
de crear nuevos recuerdos juntos.
Nessa tuvo que admitir que las palabras de su padre eran sabias, y sintió
que su inquietud disminuía.
—¿Siempre has sido así de sabio? — le preguntó con una sonrisa.
Riendo, sacudió la cabeza.
—Lo dudo mucho, querida.
—Pero qué sucede —comenzó a decir Nessa, sintiendo la necesidad de
expresar la pregunta que descansaba en cada fibra de su ser —¿cuándo un
día ya no lo recuerdas?
Levantándose de su silla, su padre se acercó y le tomó las manos
suavemente. Sus pálidos ojos azules brillaban con confianza y comprensión.
—Entonces lo recordarás por mí —respondió simplemente. —Para eso
está la familia. Todos tenemos nuestros pequeños defectos y fallos, pero
mientras estemos el uno para el otro, nunca es tan malo como parece.
Nessa suspiró, agradecida de que su padre siempre encontrara las
palabras correctas para tranquilizarla. ¿Siempre había sido así la relación
entre ellos? No lo recordaba y, sin embargo, en el fondo, creía que era verdad.
¿Era eso lo que su padre había querido decir? ¿Qué quiso decir cuando
mencionó que, a pesar de Eugenie, el corazón no olvida?
—¿Has visto a Grant hoy?
Sonriendo, su padre asintió.
—De hecho, él me pidió que lo viera —. Una risita surgió de su garganta.
—Por la forma en que se paseaba por su estudio, como un león enjaulado,
hizo que fuera bastante obvio que estaba ansioso por verte.
—Entonces, ¿por qué no lo hizo?

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Felices por Siempre Regencia 01

—Creo que estaba preocupado de abrumarte —dijo su padre, una


pregunta en sus ojos que no necesitaba palabras.
Nessa tragó saliva.
—Nosotros... tuvimos una... confrontación ayer —comenzó a explicar,
sintiendo que su padre merecía saber la verdad. —Puedo ver cuán
desesperadamente quiere que vuelva su esposa —. Levantó las manos y
sacudió la cabeza. —La forma en que me mira... yo... él dice que quiere ser
paciente, pero puedo ver que eso no es cierto. La quiere de vuelta ahora, y
una parte de mí desea que simplemente pueda devolvérsela —
Comenzando a caminar, Nessa miró a su padre. —Quiero ser ella,
realmente lo hago. La vida que tuvo suena tan maravillosa que no puedo
evitar desearla —Su corazón latía violentamente en su pecho mientras
hacía todo lo posible por expresar toda la confusión que sentía en
palabras.
—Te creo —respondió su padre. —Puedo verlo en tu cara.
—¿Puedes? —Preguntó, sorprendida por sus palabras.
De nuevo, se echó a reír.
—Te he conocido toda tu vida, querida hija. Es mi prerrogativa como
padre conocerte mejor que nadie. Sé que a los esposos les gusta creer que
son quienes conocen mejor a sus esposas, yo también, pero en general, un
padre es la fuente más fiable.
—Entonces, ¿qué debo hacer? —Preguntó, desesperada por algún
consejo sobre cómo manejar su antigua vida.
—Dije que te conocía, no que tenía todas las respuestas.
Sus hombros cayeron.
—No te desanimes —dijo su padre, acercándose a ella y colocando sus
manos sobre sus hombros. —No puedo decidir por ti o decirte qué hacer.
Eso no estaría bien. Todo lo que puedo hacer es decirte lo que veo, lo que
creo y confiar en que encontrarás tu camino.
—¿Qué pasa si no lo hago?
—Entonces todavía estaré aquí para tomar tu mano y decirte que todo
estará bien —Una sonrisa burlona llegó a sus labios. —¿No es ese el
trabajo de un padre?

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Felices por Siempre Regencia 01

—Supongo que sí —respondió Nessa, sonriéndole y, sin pensarlo, se


inclinó hacia delante y se hundió en sus brazos. No lo recordaba y, sin
embargo, se sentía bien. Familiar. Consolador.
Después de todo, el corazón no lo había olvidado.

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Capitulo Dieciséis
En los Jardines
Traducción Andrea Cruz

Unos días después del regreso de Nessa, todos se encontraban


sentados alrededor de la mesa del desayuno.
Grant se sintió extraño, recordando cómo se habían sentado en esta
misma habitación no hace mucho tiempo con Eugenie en lugar de Nessa.
Recordó el anhelo que había sentido por su primera esposa en aquel
momento. ¡Cuánto había deseado que ella pudiera estar con ellos! Y ¡cómo
había creído que eso era imposible! ¡Qué desconsolado había estado ante
la idea de no volver a ver su hermoso rostro!
Levantando la vista de su plato, Grant sonrió cuando su mirada se
detuvo en Nessa, y su corazón dio un vuelco de la misma forma que
cuando la vio por primera vez tantos años atrás.
Sentada a su lado, frente a Milly, se parecía un poco a su antiguo yo.
Nunca había sido una mujer tranquila, siempre hablando animadamente
sobre esto y aquello, riéndose con su hija y burlándose de su padre... así
como del propio Grant. Comprendía que, sin recordar su pasado, era
difícil estar a gusto con su familia. Solo podía esperar que ella se instalara
en poco tiempo y mostrara su sonrisa.
Aunque todavía había una distancia notable entre Nessa y el resto de
su familia, Grant no podía perderse la alegría que descansaba en los ojos
de Maynard ni la curiosidad esperanzadora que Milly reflejaba en esos
días. Aunque todavía echaba de menos a Eugenie, podía decir que su hija
había comenzado a abrirle el corazón a Nessa y estaba seguro de que era
solo cuestión de tiempo antes de que madre e hija se reunieran.
¡Si tan solo pudiera decir lo mismo de su esposa y de sí mismo...!

116 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Grant estaba decidido a mantener la esperanza.


La única que parecía estar en desacuerdo con la alegría cuidadosa que
flotaba en el aire era la madre de Grant. Desde el regreso de Nessa, un ceño
fruncido se aferraba a su rostro desde el amanecer hasta el atardecer, y rara
vez tardaba en dar a conocer su desacuerdo. Afortunadamente, hasta ahora
se había abstenido de compartir su opinión con ella.
Suspiró, preguntándose qué estaría haciendo Eugenie en este mismo
momento. ¿Estaba ella también sentada a la mesa del desayuno en
Ravengrove, con Adrian frente a ella mientras comenzaban su día? Solo
podía esperar eso, esperar que el futuro fuera más amable con ella que el
pasado. Que tendría motivos para sonreír y reír de nuevo. Que encontraría
esa felicidad.
Ella y su hijo.
Grant lo esperaba con cada fibra de su ser.
Cuando un lacayo apareció junto a la condesa viuda, sosteniendo una
bandeja de plata con un sobre en la parte superior, podría haber gruñido
porque sabía, sin ninguna duda, de quién era. Parecía que solo había una
mujer que continuamente le escribía a su madre.
Como se esperaba, la cara de su madre se oscureció y, en poco tiempo, las
maldiciones salieron de sus labios.
—¿Qué pasa? —Nessa susurró mientras se acercaba a él.
Acariciando toda la confianza que ella le otorgaba, Grant sonrió.
—Es una carta de mi tía, Theodora. Está casada con el hermano menor de
mi padre.
—¿Por qué una carta de tu tía molesta tanto a tu madre?
Grant suspiró.
—Aparentemente, las dos están encerradas en una pequeña discusión.
—¿Acerca de?
Grant frunció el ceño.
—Tal vez, discusión, no es la palabra correcta. —Se burló. —No es que
realmente estén en desacuerdo con algo. Es más bien que mi tía tiene
actualmente tres nietos, un hecho que nunca deja de restregar en la cara a mi

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Felices por Siempre Regencia 01

madre. Parece que se complace en afirmar que un día su hijo y su nieto


heredarán el título y la herencia de Wentford.
—Ya veo —murmuró Nessa, mirando a su madre con los ojos
entrecerrados. Luego se volvió hacia él, inclinándose una vez más. —¿Por
qué no simplemente quema las cartas sin abrirlas?
Grant se rio entre dientes.
—Me he preguntado lo mismo innumerables veces. Avísame una vez
que hayas encontrado una respuesta a esa pregunta.
Una sonrisa apareció en el rostro de Nessa, y reprimió una carcajada,
mirando en dirección a su madre.
—Prometo que lo haré, aunque dudo que sea una respuesta fácil.
Disfrutando de su sonrisa, Grant se vio incapaz de mirar hacia otro
lado. Sus ojos brillaban intensamente y con la misma alegría burlona que
siempre había conocido, como una sonrisa fácil que se aferraba a sus
labios.
Sin embargo, cuando lo atrapó mirándola, una respiración temblorosa
pasó por sus labios y desvió la mirada, volviendo a centrar rápidamente
su atención en Milly al otro lado de la mesa.
—Vi un libro en la biblioteca sobre las constelaciones de estrellas —
dijo, y los ojos de Milly se iluminaron como dos estrellas en el cielo
nocturno. —Quizás podamos echarle un vistazo más tarde.
Milly asintió ansiosamente.
—Lo llevaré a la casa del árbol. Podemos verlo allí. —Una pregunta se
aferraba a sus palabras mientras miraba a su madre.
Grant contuvo el aliento mientras miraba de su hija a su esposa.
Entonces Nessa asintió, con una sonrisa brillante en su rostro, y parecía
que su familia como colectivo había liberado el aliento que habían estado
conteniendo.
—Esa es una idea maravillosa — exclamó Nessa. —Y tal vez puedas
mostrarme cómo funciona tu telescopio.
De nuevo, Milly asintió ansiosamente.
—Si quiero. El abuelo me lo contó todo —Sonriendo, miró a Maynard,
quien le devolvió su expresión alegre con la suya antes de que ambos
volvieran a mirar a Nessa. —Ahora, puedo enseñarte.

118 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Me gustaría mucho —respondió Nessa, alcanzando su taza de té. Le


temblaba un poco la mano cuando la levantó, y Grant se preguntó qué la
había molestado tanto. No es que pareciera molesta.
Cuando Maynard atrajo a Milly a una conversación sobre el equinoccio
del sol, Grant se acercó a Nessa y le puso una mano suave en el brazo para
llamar su atención.
—Si estás libre, —susurró, notando la leve vacilación en sus ojos, —me
encantaría pasear contigo por los jardines. ¿Qué dices?
Se detuvo por un momento antes de que sus ojos recorrieran su rostro con
franca curiosidad. Después, asintió.
—Creo que sería una buena idea —Una leve sonrisa apareció en sus
labios. —Sin embargo, me temo que tengo un compromiso previo —dijo
mirando a su hija.
Grant sonrió.
—Entiendo. Te aseguro que puedo esperar —Él suspiró, su mirada se
detuvo en la de ella. —Esperaré.
Los ojos de Nessa se entrecerraron mientras lo miraba, y aunque sus
palabras parecían tener algún efecto en ella, Grant no podía estar seguro de
lo que era. Esta Nessa actuaba diferente de la que él conocía. No a gran escala,
pero había diferencias sutiles que le hicieron preguntarse sobre la mujer en
la que se había convertido.
Naturalmente, no le molestó que Milly pasara tiempo con su madre. Al
contrario, le calentó el corazón verlas juntas, con las cabezas inclinadas
mientras miraban el libro sobre las constelaciones de estrellas, con las
piernas colgando sobre el borde del piso de la casa del árbol. Durante largos
minutos, se levantó y las observó antes de que quisiera que sus piernas lo
llevaran de regreso a la casa, sabiendo que madre e hija merecían un tiempo
a solas, sin ser observadas.
Su corazón anhelaba a Nessa. Estaba tan cerca y, sin embargo, parecía que
existía un muro entre ellos. Una pared que quería derribar, cuanto antes
mejor. Sabía que había prometido ser paciente, y paciente sería. Sin embargo,
no podía negar que se sentía inquieto, que no quería esperar, que quería que
Nessa volviera ahora.
Y así, cuando lo encontró en su estudio una tarde, preguntándose si
todavía estaría interesado en dar ese paseo con ella, aprovechó la
oportunidad, su corazón latía en el pecho como el de un niño enamorado.
119 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Pareces... muy ansioso hoy —observó Nessa, con sus ojos


ligeramente entrecerrados mientras lo miraba. —¿Has estado encerrado
en tu estudio durante demasiado tiempo o...?
Grant se detuvo en seco y la miró cuando dejó su pregunta pendiente
sin terminarla.
—¿O qué? —Preguntó, incapaz de dominar la sonrisa que luchó hasta
la superficie.
Nessa parecía enfrentarse a un problema similar porque rápidamente
se alejó. Pero él no se perdió los signos reveladores en su rostro.
—¿O es mi compañía? —Las palabras salieron de sus labios cuando
ella se giró para mirarlo una vez más, y pudo ver que la fuerza de voluntad
le impedía desviar su mirada.
—¿Es tan difícil de creer? —Preguntó Grant mientras daba un paso
más cerca, oliendo la fresca luz del sol en su piel. —¿No he dejado
absolutamente claro cuán profundamente me afectas?
El indicio de un sonrojo llegó a sus mejillas, y ella sacudió la cabeza.
Sus ojos color avellana permanecieron en los de él, preguntándose,
contemplando... dudando.
—¿Realmente me amas? —Preguntó de repente, la mirada en sus ojos
exigía que respondiera con sinceridad.
Aunque Grant estaba encantado de ver que su Nessa todavía vivía en
la mujer delante de él, diciendo lo que pensaba sin dudarlo, no le gustaba
la duda que veía en sus ojos.
—No quiero dudar de ti —respondió ella de repente antes de que él
respondiera. —Veo cómo me miras, y sé que nunca me había sentido así
por nadie.
Por un momento doloroso, el corazón de Grant se detuvo.
Al ver su expresión, Nessa se congeló antes de cerrar brevemente los
ojos y una sonrisa contrita llegó a sus labios.
—Lo siento. No quise decir eso así. Solo quería decir que no recuerdo
haber amado a alguien así. Al mismo tiempo, tú... obviamente lo haces —
. Una vez más, una pizca de duda se aferró a la última palabra como si lo
hubiera querido decir como una pregunta.

120 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

No deseando ser visto desde la casa o el grupo de árboles donde estaba el


santuario de Milly, Grant tomó a Nessa por el codo y se retiraron detrás de
un seto alto y creciente. Se acercó hasta que las puntas de sus zapatos
rozaron el borde de sus faldas. Todo el tiempo, vio sus ojos color avellana
parpadear con una mezcla de aprensión, duda y, sin embargo, tentación.
—Por una razón que no puedo entender, parece que te molesta el hecho
de que te amo.
Sus ojos se abrieron de par en par.
—¿Hecho?
—Sí, hecho —repitió Grant mientras sostenía su mirada sin vacilar, sin
desear perder ningún pensamiento o sensación que pudiera mostrarse en sus
ojos. —¿Por qué te molesta?
Lamiendo sus labios, Nessa estaba a punto de responder cuando se
detuvo, claramente buscando las palabras correctas.
—Para mí, eres un extraño —dijo finalmente, apuñalándolo en el
corazón, y la mirada en sus ojos le dijo que lo sabía. —Puedo ver que te duele
oírme decir eso, pero es la verdad. No te conozco No sé nada de ti —Ella
suspiró. —Me dijiste cómo nos conocimos hace tantos años en un baile y
cómo inmediatamente me dijiste que querías casarte conmigo.
Sonriendo, Grant asintió.
—Estás abrumada.
—Me siento como si todavía estuviera en la abadía —confirmó, la sonrisa
en su rostro era de pura incredulidad. —Acabo de conocerte, y de repente
estamos casados y me miras... de esa manera bastante desconcertante.
—¿Qué manera desconcertante? —Preguntó Grant, sintiendo que su
concentración se desvanecía cuando su aliento rozó su rostro.
Nessa le dirigió una de esas miradas que decían que debía saber de qué
estaba hablando.
—Como lo hiciste el día que llegué por primera vez a Wentford Park, —
respondió ella, su mirada buscó la de él, esperando que él entendiera su
significado. —En la biblioteca.
Por fin cayó en la cuenta.
—¿Quieres decir cuando te besé?

121 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Sí, cuando me besaste —susurró y, por un segundo, su mirada cayó


a su boca.
El deseo atravesó a Grant al verlo, y tuvo que obligar a sus manos a
permanecer a sus costados para que no la alcanzara y tirar de ella en otro
beso.
—¿Te asustó? —Preguntó, preguntándose si había malinterpretado su
reacción. —Porque estoy casi seguro de que me devolviste el beso.
Una sonrisa apareció en su rostro, y hundió los dientes en su labio
inferior.
—Lo hice, ¿no?
Grant asintió, dándose cuenta de lo mucho que había extrañado
simplemente hablar con ella. Tenía una forma única de hacerlo sentir vivo
sin ni siquiera tocarlo.
—¿Te arrepientes?
—¡No! ¡Si! Yo... —Apretando los dientes, inhaló profundamente, con
molestia grabada en sus ojos. —Me asustó porque sentí algo
completamente nuevo, —rodando los ojos, sacudió la cabeza, — Y sin
embargo, no fue así, ¿verdad?
—¿Qué sentiste? —Preguntó Grant mientras una sonrisa atrevida
asomaba a su rostro.
Nessa se echó a reír.
— ¡Como si no lo supieras! —replicó ella, empujando un dedo
acusador en su pecho.
—Querías besarme —susurró Grant, permitiendo que su mirada
bajara también.
Nessa respiró lentamente, y sus párpados revolotearon muy
ligeramente.
—Sí, lo quise.
Animado por la forma en que ella lo miró, Grant se acercó.
—¿Quieres besarme ahora?
Su labio inferior tembló.

122 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Si. No. No lo sé —. Sacudió la cabeza. —Todo es muy confuso. Nada es


como debería ser. Nada se siente como debería. ¿Cómo se supone que debo
saber qué es lo que quiero? Siento que ya no sé nada.
Grant apretó los puños contra la tentadora forma en que su aliento se
abría sobre sus labios.
—Quizás se siente como debería. Tal vez sea en tu corazón en quien
debas confiar para saber lo que está bien y no tu mente.
De repente, Nessa se quedó quieta, y su mirada se volvió inquisitiva
mientras se apoyaba en la de él. —¿Estás diciendo que el corazón no olvida?
Grant asintió con la cabeza.
—Aunque no sabes quién eres, sigues siendo la mujer que siempre has
sido. Puede que no recuerdes tu pasado pero, en el fondo, sabes quién eres
—Nuevamente, su mirada bajó más. —Y sabes lo que quieres.
Una sonrisa burlona llegó a sus labios.
—¿Estás diciendo que crees que debería besarte?
Grant se rio entre dientes.
—Si eso es lo que tu corazón te está diciendo… —Tragó saliva, respirando
profundamente, mientras sus labios casi lo llamaban hacia adelante. —Pero
te sugiero que decidas rápidamente antes de que mi autocontrol se evapore
en el aire.
De nuevo, sus labios se curvaron en esa sonrisa burlona completamente
familiar.
—¿Te estoy torturando? —Preguntó ella, deleitándose iluminando sus
ojos como si él acabara de responder la única pregunta que estaba en la raíz
de todas sus dudas.
—Sí — Grant forzó a salir con los dientes apretados mientras sus manos
se movían hacia adelante, agarrando su cintura.
Nessa respiró hondo y, por un segundo, pensó ver un indicio de miedo en
su rostro.
—¿Estás seguro de que me quieres ... a mí?
—¡Si!
Su aliento llegó más rápido.

123 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—¿No preferirías...?
—¡No!
Su mirada se entrecerró mientras lo miraba con total incredulidad.
¿Eso nunca cesaría?
—Pero, ¿cómo puedes ser cert...?
Dispuesto a no permitirle hablar en ese precioso momento, Grant la
atrajo hacia sí.
—¿Quieres que me vaya?
—No —Su respuesta fue rápida y con una certeza que le robó el
aliento a los pulmones de Grant y le prendió fuego a su sangre.
—¿Quieres que te libere? — Preguntó, la mirada en sus ojos sin duda
le rogaba que no lo rechazara.
Una pequeña sonrisa llegó a sus labios.
—No, no quiero que lo hagas.
Su corazón se saltó otro latido cuando sus manos apretaron su agarre
sobre ella.
—¿Quieres que te bese?
De nuevo, sus dientes se hundieron en su labio inferior mientras lo
miraba.
—¿Sería muy atrevido por mi parte decir que sí?
Inclinándose, Grant sostuvo su mirada.
—Por supuesto que no. Después de todo, estamos casados.
Su respiración se aceleró cuando sus labios se cerraron sobre los de
ella.
—No se siente así.
—¿Cómo se siente? — Susurró, su boca demorada a una mínima
distancia de la suya.
—Ojalá lo supiera —jadeó, casi sin aliento antes de inclinarse,
hundiéndose más profundamente en su abrazo.
En ese momento, el autocontrol de Grant se evaporó y su boca reclamó
la de ella con una necesidad casi desesperada.

124 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Habían pasado tres años desde la última vez que la había besado así,
desde la última vez que se había acostado en sus brazos, cálida, suave y viva.
Su piel se sentía celestial bajo su toque, y su mente cantaba su nombre una y
otra vez, recordándole lo afortunado que era de haber recibido una segunda
oportunidad.
Nunca lo daría por sentado.
Nunca.

125 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capitulo Diecisiete
El Fantasma de Otra
Traducción Andrea Cruz

—Pareces feliz.
Al mirar por encima del hombro, Grant encontró a su suegro entrando
en el salón, con una gran sonrisa en el rostro mientras el hombre lo
miraba. Grant asintió con la cabeza.
—Lo soy, más de lo que jamás creí posible.
—¿A pesar de que ella no te recuerda? — Preguntó Maynard cuando
se puso de pie junto a Grant, sus ojos se dirigieron a Nessa mientras
estaba parada en la terraza, su mirada recorría los deliciosos jardines de
Wentford Park.
Grant suspiró.
—Por supuesto que desearía que recordara nuestro tiempo juntos,
pero... todavía es Nessa, con o sin sus recuerdos.
Su padre asintió.
—Eso es, pero ¿te ama?
Al sentir su cuerpo tenso, Grant inhaló lentamente antes de mirar a
Maynard.
—No estoy seguro —respondió, recordando el beso que habían
compartido hace unos días. —La forma en que actúa me recuerda a
cuando nos conocimos.
—¿Por qué? —Preguntó Maynard, con el ceño fruncido.
—Parece llena de dudas.
—¿Acerca de ti?
Grant frunció el ceño.

126 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—También sobre ella misma. Siento que no se atreve a creer que la amo,
que me casé con ella porque la amaba. El otro día ella casi me preguntó si
preferiría seguir casado con Eugenie —Su interior se tensó ante la idea de
que todavía tenía que revelarle a Nessa el hecho de que Eugenie esperaba a
su hijo. ¿Cómo podría esperar compartir esta información con ella y
recuperar su corazón?
Los ojos de Maynard se abrieron.
—Esa fue una pregunta muy sencilla.
—Esa es Nessa —respondió Grant, riéndose.
Su padre asintió.
—Parece que está tratando de determinar si es seguro permitirse
enamorarse de ti.
El corazón de Grant dio un vuelco y se volvió para mirar a su suegro.
—¿Realmente crees eso?
Maynard asintió con la cabeza.
—No creo que esté traicionando su confianza si te dijera que cuando se
conocieron, ella me dijo que creía que solo la habías buscado por una
apuesta.
Grant se rio.
— También me lo dijo.
Sacudiendo la cabeza, Maynard sonrió, con profundo afecto en sus ojos
mientras miraba a su único yerno.
— Parecía bastante decepcionada cuando lo dijo como si quisiera que
demostraras que estaba equivocada.
Él estrechó una mano sobre el hombro de Grant.
—Lo hiciste, quizás necesites hacerlo de nuevo.
Asintiendo, Grant se encontró con la mirada de su suegro.
—Gracias. Prometo que no te decepcionaré, todavía la amo como siempre
lo he hecho. Espero que lo sepas.
—Sí, muchacho —respondió Maynard, su mano apretando
cariñosamente el hombro de Grant. —Sí —Su mirada se dirigió a su hija. —
Ahora, ve y gana su corazón de nuevo.

127 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Riéndose, Grant asintió. Luego salió a la terraza. Aunque no se dio la


vuelta, sabía que ella estaba al tanto de su presencia. Algo en su postura
cambió, como si ella también se estuviera preparando para otro
encuentro. ¿Qué traería este? ¿Lágrimas? ¿Risa? ¿Besos?
Esperaba desesperadamente lo último.
—¿Estabas hablando de mí? —Le preguntó con una mirada de reojo
cuando él se paró a su lado.
—¿Nos viste? —Preguntó Grant, frunciendo el ceño.
Sus cejas se alzaron.
—Tengo ojos, ¿no?
Grant se rio.
—No en la parte de atrás de tu cabeza, al menos no que yo sepa.
Ligeramente volviéndose hacia él, Nessa encontró su mirada, la suya
vigilada.
—¿Eso significa que te sientes seguro por poder actuar de manera
diferente a mis espaldas? ¿Mientras no pueda verte?
Sintiendo un escalofrío recorriendo su columna vertebral, Grant se
recordó a sí mismo la evaluación de su suegro.
—¿Me estás poniendo a prueba? — Preguntó de manera directa—.
¿Quieres ver si merezco tu confianza?
Podía verla estudiando su rostro. Entonces una pequeña sonrisa
reclamó la de ella.
—Quizás. ¿Crees que está mal por mi parte hacerlo?
—Creo que es innecesario.
—¿Por qué?
—Porque te amo —le dijo mientras sus ojos sostenían los de ella,
abiertos y honestos, retándola a contradecirlo. —¿Me crees?
Una respiración temblorosa pasó por sus labios mientras se movía
sobre sus pies, poniendo un poco más de distancia entre ellos. El silencio
cayó sobre ellos antes de que su mirada volviera a centrarse en la de él.
—Háblame de Eugenie.

128 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Sintiendo que cada músculo de su cuerpo se tensaba de miedo, Grant se


obligó a mantener la calma. Después de todo, debería haber esperado una
pregunta como esa. Le debía respuestas, la verdad.
—¿Qué quieres saber?
—¿Cómo la conociste? —Preguntó Nessa, y sus brazos se levantaron para
cruzar frente a su pecho.
Un escalofrío recorrió a Grant por la distancia que tan repentinamente
había surgido entre ellos.
—En un baile —respondió, recordándose a sí mismo que no había mejor
recurso que la honestidad. —Mi madre nos presentó.
Los labios de Nessa se apretaron.
—Quería que te casaras con ella.
—Si —confirmó Grant, esperando su próxima pregunta.
—Nunca le gusté, ¿verdad? —Preguntó Nessa, y nuevamente sus labios
se afinaron como si admitiera una falla de carácter.
La duda de sí misma llegó a sus ojos color avellana, y Grant deseó poder
tomarla en sus brazos y asegurarle que no había ninguna mujer en la tierra
que se comparase a ella. Ahora no era el momento. Ahora, ella necesitaba
respuestas.
—No puedo estar seguro ya que mi madre rara vez muestra afecto por
alguien.
—Pero no estaba feliz por verme regresar, ¿verdad? ¿Quería que te
quedaras con Eugenie?.
Suspirando, Grant asintió.
—Si.
Por un momento, la tristeza llegó a los ojos de Nessa y su mirada cayó al
suelo. Sus manos se tensaron en sus brazos mientras parecía abrazarse más
fuerte.
—¿Por qué te casaste con Eugeni? —Preguntó ella, y sus ojos estaban
temerosos cuando se levantaron para encontrarse con los suyos. —No te
culpo. Entiendo que te volvieras a casar después de tanto tiempo, pero... ¿por
qué ella? ¿Por qué no otra?

129 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Grant vio la forma en que le temblaba el labio inferior, la forma en que


se aferraba con fuerza para mantener el control, y sabía que temía
escuchar que había elegido a Eugenie por amor o al menos afecto.
—Me gustó —admitió, dando un paso hacia Nessa. Sus manos se
extendieron para sacar las suyas de su apretado agarre en sus brazos. —
Me gustaba. Era amable, compasiva y honesta, y sabía que sería buena
para Milly. Acababa de perder a su padre y a su hermano, y su tutor
intentaba casarla con la mayor rapidez —. Sus manos se apretaron sobre
las de Nessa, sin querer permitir que ella mirara hacia otro lado. —Sentí
la necesidad de protegerla, me casé con ella porque pensé que podríamos
ayudarnos mutuamente.
Tirando de Nessa hacia adelante, él agarró su barbilla, acercando su
rostro al de él.
—Pero no la amaba, ni por un momento. Merecía ser amada, pero no
pude ya que mi corazón siempre te ha pertenecido, ni siquiera la muerte
pudo arrancarte de él. Solo tú —. Una sonrisa apareció en sus labios
mientras ella casi temblaba en sus brazos, su mirada se calentaba con
cada palabra que decía. —En el momento en que volviste a mi vida, olvidé
que ella existía. No estoy orgulloso de eso, y sé que ella se merecía más,
pero es la simple verdad. A tu lado, el mundo entero palidece y se contrae
en el fondo, y todo lo que puedo ver es a ti.
El pecho de Nessa subía y bajaba con cada respiración rápida, y sus
ojos brillaban con lágrimas.
—¿Me crees? —Grant susurró, su mirada seguía sus palabras mientras
caían contra sus labios. —¿Te atreves a creerme?
—Yo…yo quiero —tartamudeó, con los ojos muy abiertos de esperanza
y deseo mientras buscaban los suyos. Por un largo momento, se miraron
el uno al otro, su mano descansando en la de él mientras la otra sostenía
su barbilla, su pulgar rozando ligeramente su piel. Un escalofrío la
recorrió ante su caricia, y ella de repente se echó hacia atrás, sacudiendo
la cabeza como para despejarla.
De mala gana, Grant la soltó, recordándose que debía ser paciente.
Después de todo, no podía imaginar lo que se sentía al no recordar la
propia vida, tener dudas e incertidumbres que nublan los propios deseos
y esperanzas. Tenía que ser completamente aterrador.
Con un poco de distancia restablecida entre ellos, Nessa una vez más
buscó su mirada.
130 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—¿Dónde está ella ahora? —Continuó sus preguntas. —¿Dijiste que se


casó con un viejo amigo tuyo?
Grant asintió mientras la culpa renovada se abría paso en su corazón.
—Me siento fatal por tratarla como lo hice. Nunca debería haberme
casado con ella. Pero lo hice, y fue ella quien pagó el precio de mi felicidad—
. Él le dirigió a Nessa una pequeña sonrisa, y las comisuras de sus labios se
torcieron ligeramente, como si no pudiera evitar responderle. —Sabía que se
arruinaría a los ojos de la sociedad. La única manera de restaurar su
reputación era verla casada con otra persona.
—¿Y entonces le preguntaste a tu amigo? ¿Por qué estaría de acuerdo? ¿No
desea él mismo un matrimonio por amor?
Alcanzando el brazo de Nessa, Grant lo enganchó en el suyo y luego la
condujo a los jardines, sintiendo la necesidad de moverse.
—Adrian sufrió muchas tragedias en su vida —le dijo a Nessa, mirándola
mientras caminaban. —Siempre ha sido un buen hombre, un buen amigo,
pero su propio pasado le ha enseñado que el amor es doloroso y, en última
instancia, conduce a la pérdida. Regresó de la guerra como un hombre
cambiado, decidido a no casarse nunca. Creo que no ha dejado Ravengrove
en años, manteniéndose solo y negándose a poner un pie en la sociedad.
—Eso suena horrible —susurró Nessa, con los ojos llenos de tristeza
mientras lo miraba. —Y solitario.
Grant asintió con la cabeza.
—No le queda familia —Suspiró. —Era el más joven de cuatro hermanos.
Los ojos de Nessa se abrieron.
—¿Era?
—Todos murieron, —respondió Grant, preguntándose cómo se sentiría
perder la familia uno por uno. Estaba agradecido de no haberlo descubierto
nunca. La pérdida de Nessa lo había paralizado sin remedio, y solo su regreso
había curado las heridas que su muerte le había infligido. —Ahora está solo,
y he estado preocupado por él durante muchos años. No sabía qué hacer. No
importaba lo que dijera, él no escucharía.
—¿Y aceptó casarse con Eugenie? —Preguntó Nessa, con duda en su voz.
—¿Por qué haría eso?
Una pequeña sonrisa apareció en el rostro de Grant.

131 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Porque nunca se ha alejado de alguien que lo necesita.


—¿Crees que ella está a salvo con él? —Preguntó Nessa, preocupada
en su voz como si Eugenie significara algo para ella. —Tu madre lo llamó
la Bestia de Ravengrove. ¿Qué significa eso? ¿Crees que podría ser un
peligro?
Se detuvo en seco, Grant agarró sus manos mientras su mirada
buscaba la de ella.
—Nunca le habría pedido que se casara con ella sin haberlo pensado
un momento. Espero que me creas.
Una pequeña sonrisa cruzó el rostro de Nessa mientras asentía.
—Te creo —. Luego suspiró. —No puedo evitar sentirme mal por
arruinar su vida. Mi regreso la obligó a salir de... su hogar. Por mi culpa,
ella tuvo que casarse con un extraño. Debe estar furiosa.
Recordando la mirada en los ojos de Eugenie cuando le contó el
regreso de Nessa, Grant sacudió la cabeza.
—No —susurró, notando la mirada de duda en los ojos de su esposa.
— Me dijo que siempre supo que mi corazón nunca sería de ella y nos
deseó lo mejor. —Grant solo podía esperar que ella también encontrara
la misma felicidad que él sentía ahora a su alcance.
La cara de Nessa se oscureció.
—Ahora, me siento aún peor —. Hizo una pausa para ordenar sus
pensamientos. —Milly dijo que le habló a Eugenie sobre mí. Ella le dijo
que en su corazón Milly nunca me olvidaría —. Su mirada se alzó para
encontrarse con la suya, y él pudo ver lágrimas pegadas a sus pestañas. —
Me siento fatal por lo que le hice y, sin embargo, yo... una parte de mí
quiere olvidar que ella ha estado aquí, que ha sido parte de la vida de
Milly, que ha sido parte de la tuya.
Grant se aferró a sus manos para que no tratara de alejarse.
—¿Porque soy tuyo?
Apretó los dientes mientras lo miraba y él sintió un suave tirón cuando
ella trató de liberar sus manos de su agarre. Su mirada permaneció en la
de él y él pudo ver su mandíbula endurecerse.
—Sí, eres mío —Mirándolo fijamente, ella sacudió la cabeza. —Una
parte de mí siente que tengo derecho sobre ti.

132 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Las manos de Grant sobre ella se apretaron.


—Tienes todo el derecho sobre mí. Soy tuyo y tú eres mía —Su mano
izquierda se deslizó a lo largo de su mandíbula y en su cabello, sosteniéndola
contra él con una ferocidad que amenazaba con abrumarlo. —Eres mía,
Nessa, ¿me oyes? Mía.
Su respiración se convirtió en jadeos rápidos mientras lo miraba.
—¿Qué pasa si nunca lo recuerdo? —Preguntó ella, tratando de alejarse.
—¿Y si...?
—¡No me importa! —Gruñó Grant. —Todo lo que quiero...
—¡No puedes decir eso! —Espetó Nessa, entrecerrando los ojos mientras
lo miraba. —La entregaste con la esperanza de poder recuperar lo que
perdiste. No niegues que cada fibra de tu ser quiere que recuerde. Puedo
verlo en tus ojos cada vez que me miras.
Inclinando la cabeza, Grant suspiró profundamente.
—Por supuesto que me gustaría que recordaras —forzó a salir con los
dientes apretados. —Pero incluso si no lo haces, no me arrepiento. ¿Sabes
cómo fue tenerla aquí? Sí, me gustaba Eugenie, pero... —Su garganta se
contrajo cuando resurgió todo el dolor y la tortura del año pasado. —Pero
verla en tu habitación, sentada en tu silla, abrazando a nuestra hija, yo... —
Maldiciendo por lo bajo, se obligó a detenerse, no queriendo asustar a Nessa
con las emociones que hervían en su sangre.
—Sí, quería que Milly fuera feliz, pero ver a Eugenie reemplazarte fue una
agonía. Era como si nunca hubieras estado. El mundo continuó girando y la
vida continuó, y con cada día que pasaba, sentía que te alejabas más —Su
pecho subió y bajó rápidamente mientras la miraba fijamente a los ojos,
llenos de lágrimas.
Suspirando, Grant permitió que su mirada recorriera su hermoso rostro.
Su otra mano se levantó, y las yemas de sus dedos rozaron su sien y tiraron
de un rizo suelto detrás de su oreja antes de trazar a lo largo de la línea de su
mandíbula, sus ojos hipnotizados por tenerla aquí con él, en sus brazos, viva
y bien.
—A veces todavía no puedo creer que realmente estés aquí. Me despierto
en medio de la noche y, por un momento, temo que tu regreso sea solo un
sueño. Y luego lo recuerdo, y siento que mi corazón estallará de alegría en
cualquier momento —Él le dio un suave beso en los labios. —Eres mía,
Nessa, y yo soy tuyo, en corazón y alma.
133 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Mientras Nessa yacía en sus brazos, sus ojos comenzaron a agitarse,


ahuyentando las lágrimas que aún permanecían.
—¿Nunca la amaste? — Susurró, el comienzo tentativo de una sonrisa
cosquilleando sus labios.
—Nunca —respondió Grant cuando su corazón comenzó a hincharse
de alegría al verla. Eugenie habría merecido ser amada, pero su corazón
ya había sido reclamado. Seguiría siendo de Nessa durante todos los días
por venir. Si estaba seguro de algo, era de eso.
—¿Y no hay alguna parte de ti que desee que ella esté aquí en mi lugar?
El solo pensamiento envió una punzada de dolor a través de su
corazón.
—Ninguno, te lo prometo. Solo has sido tú.
Nessa tragó saliva y su sonrisa se ensanchó. Sus ojos permanecieron
cerrados mientras su atención repentinamente se volvía hacia sus
pensamientos.
—Me pregunto qué significa que me moleste pensar en ti y en ella —
susurró antes de que su mirada se levantara para encontrarse con la de él
una vez más. —No puedo recordar lo que se siente al estar enamorada,
querer a alguien solo para mí.
Grant contuvo el aliento.
—¿Tú sí?
Sus ojos recorrieron su rostro como si lo estuviera viendo por primera
vez.
—Todavía necesito tiempo para...
—Lo sé —le aseguró Grant. —¿Pero me quieres a mí? Aquí y ahora,
¿me quieres? —Su corazón latía violentamente en su pecho cuando los
dedos de Nessa extendieron la mano para tocar su rostro, la misma
mirada incrédula en sus ojos que él sabía que había estado en su propio
rostro hace solo unos minutos.
Pura maravilla.
—Creo que sí —murmuró mientras sus dedos recorrían sus pómulos
y bajaban hasta sus labios, rozando las comisuras de su boca. — Eres mío
—. Una profunda sonrisa apareció en su rostro. —Eres mío.

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Felices por Siempre Regencia 01

Abrumado por la repentina alegría que vio en su rostro, Grant sintió como
si se hubiera perdido en un sueño. Sus brazos se apretaron sobre ella por su
propia voluntad, empujándola más profundamente en su abrazo.
Al instante, la mirada en el rostro de Nessa cambió. Podía ver que ella
sentía su necesidad por él, y antes de darse cuenta de lo que estaba
sucediendo, lo abrazó y lo empujó hacia un beso exigente.
Respondiendo con igual medida, Grant la abrazó mientras la besaba sin
aliento. Sus manos estaban en su cabello, luego viajaron sobre su espalda y
hombros. Todo el tiempo, Nessa se aferraba a él con una ferocidad que
conocía demasiado bien.
—Eres mía —jadeó mientras levantaba la cabeza para mirarla. —Y yo soy
tuyo.
Asintiendo, Nessa se apoyó sobre las puntas de los pies.
—Deja de hablar y bésame.
Riéndose, Grant obedeció, sabiendo que Nessa siempre sería Nessa.
No importaba lo que le había sucedido.
Y la amaba por eso aún más.

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Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Dieciocho
Volviendo a Casa
Traducción Yuki

Las primeras semanas tras saber quién era, Nessa se había sentido
abrumada por la cantidad de cosas que no sabía. No solo eso, se había
sentido culpable por no poder amar como debía. Cada vez que miraba a
Grant y lo veía mirándola de esa manera anhelante, su corazón se
apretaba y se sentía horrible porque no podía darle lo que él buscaba.
Lo que merecía.
Aunque todavía persistía una pizca de culpa, ya no le prestaba mucha
atención. En estos días, cuando su camino se cruzaba con el de su esposo,
la mirada en sus ojos le robaba el aliento de los pulmones y prendía fuego
en su sangre. Le picaban las manos por sentirlo de nuevo, y contaba los
momentos hasta que él la besara una vez más.
Nessa todavía no lo recordaba y, sin embargo, su corazón tenía la
esperanza de que, incluso sin los recuerdos de su pasado, podrían
encontrar la manera de dar forma a un futuro compartido.
De vez en cuando, acudían personas a Wentford Park, amigos y
conocidos que Nessa no podía recordar, claramente curiosos por ver a la
señora de la casa a la que se había dado por muerta durante tres años. De
vez en cuando, Nessa escuchaba susurros de los sirvientes sobre cómo la
noticia de su regreso se había extendido lentamente por todo el condado.
De vez en cuando, incluso escuchaba el nombre de Lady Remsemere
susurrado en voz baja. Claramente, las circunstancias del regreso de
Nessa habían causado revuelo, dando a los cotilleos alas aún mayores que
antes.
Temía la idea de conocer a estas personas cara a cara y se sentía
aliviada cuando Grant y su padre los despachaban con algunas palabras
amables pero firmes, afirmando que la dama de Wentford Park aún no
estaba lo suficientemente bien como para recibir visitas. Era un gran

136 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

alivio para ella y la ayudaba a sentirse más cómoda, permitiéndole ignorar el


mundo más allá de las fronteras de la finca.
Con el tiempo, Wentford Park comenzó a sentirse lentamente como un
hogar mientras Nessa pasaba sus días con la familia que la había llorado
durante tres años. Su padre se había convertido una vez más en el ancla
tranquila en su vida, siempre vigilante y listo para ofrecer un consejo si fuera
necesario. Simplemente estaba allí, y Nessa a menudo recurría a él cuando
tenía dudas sobre su pasado con Grant.
Milly, con su exuberancia y entusiasmo por el conocimiento y la aventura,
se había convertido rápidamente en la alegría de su vida, y Nessa sentía que
su corazón latía por la niña. Algunas tardes, pasaban escondidas en la casa
del árbol, susurrando y riendo, mientras que otras las encontraban en la
biblioteca o en los establos o en cualquier otro lugar, pero siempre estaban
juntas.
Una tarde, Milly perdió el equilibrio mientras bajaba de su casa en el árbol
y cayó al suelo. Su penetrante grito congeló el corazón de Nessa de una
manera que nunca antes había experimentado. El dolor atravesó su cuerpo
junto con el deseo desesperado de que el dolor de Milly pudiera ser suyo.
Corriendo a poner a la niña a sus brazos, se sintió abrumada por la forma
en que Milly se acomodó en su abrazo, agarrándose con fuerza mientras sus
sollozos se calmaban. Durante el resto de la tarde, la niña no estuvo
dispuesta a separarse de ella. Solo cuando sus ojos finalmente se cerraron al
final del día, renunció a su control sobre su madre, sumiéndose en un
profundo sueño.
Con lágrimas en los ojos, se paró en la habitación de su hija y miró a la
niña, abrumada por el amor que desbordaba su corazón. Ni siquiera se dio
cuenta de su esposo hasta que él se paró a su lado, con su mano rozando la
de ella.
— Ella te quiere —, susurró, y ella no tuvo dificultad para detectar la
alegría en su voz.
—También la quiero — respondió Nessa, dándose cuenta por primera
vez de que se sentía como una madre para Milly. No simplemente alguien
que la cuidaba. Alguien que se preocupaba por ella. Alguien que disfrutaba
pasar tiempo con ella.
No, en algún momento durante su tiempo compartido, Nessa había
llegado a sentirse como la madre de Milly.

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Felices por Siempre Regencia 01

Y la dejó sin aliento.


—Desearía poder recordar cómo era cuando era bebé — susurró a la
tenue luz de la habitación. —Trato de imaginarla, pero no puedo. Ese es
un recuerdo que lamento profundamente haber perdido—. Parpadeando
las lágrimas, miró a su esposo.
Incluso en la tenue luz, sus ojos tenían tristeza.
—Ella siempre ha sido como es ahora — susurró, mirando a su hija
dormida. —Igual que tú.
Nessa suspiró. —Cuéntame sobre ella.
Grant se rio entre dientes mientras salían de la habitación. — Siempre
ha sido salvaje — dijo, con profunda aprobación en su voz, y Nessa sabía
que no le gustaría que Milly fuera menos de lo que ella era. —Siempre ha
sido atrevida, curiosa y decidida. Si hay algo que quiera, lo perseguirá con
una mentalidad decidida que podría volverte loco.
Nessa se echó a reír mientras intentaba imaginarse a Milly como una
niña de dos años agitando sus pequeños puños, con el rostro arrugado por
la determinación.
—Creo que ella lo heredó de ti.
Deteniéndose en medio del pasillo, Nessa se volvió hacia su esposo,
mirándolo con los ojos entrecerrados. —Sinceramente espero que haya
sido un cumplido.
Grant se rio entre dientes. —Nada menos—. Echó un vistazo a la
puerta de su habitación. ― ¿Deberíamos bajar las escaleras y hablar un
poco más? ¿O estás cansada?
—Lo estoy— respondió Nessa, —pero me encantaría saber más
sobre... mi hija.
Grant sonrió y ella pudo ver cuánto significaban sus palabras para él.
— ¿Debo acompañarte abajo? —preguntó formalmente, extendiéndole el
brazo. Aun así, había un brillo humorístico en sus ojos que Nessa había
llegado a amar.
Dando un paso hacia él, Nessa se detuvo cuando sus pensamientos
volvieron al único aspecto de su vida que la inquietaba.
— ¿Pasa algo malo? — preguntó Grant, con preocupación en su voz
mientras sus ojos verde musgo buscaban los de ella.

138 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Lamiendo sus labios, Nessa eligió sus palabras con cuidado. —Prefiero
hablar contigo a solas — dijo mientras sus ojos sostenían los de él, esperando
ver cómo reaccionaría, —últimamente... tu madre parece estar
acostumbrándose a...
— ¿Escuchar nuestras conversaciones?— Grant terminó. Una vez más,
había un brillo burlón en sus ojos y, sin embargo, el tono de su voz tenía una
nota de desaprobación. —También lo noté. Hablaré con ella.
— ¿Por qué crees que lo hace?—, preguntó Nessa, recordando el ceño
fruncido en el rostro de su suegra cada vez que la mirada de la mujer se dirigía
a ella.
Grant se encogió de hombros. —Supongo que es curiosidad después de
todo. Sí, tu regreso trastornó su vida cuidadosamente estructurada, pero tal
vez se dio cuenta de que se había equivocado. Claramente, tu regreso no ha
traído nada más que alegría para todos nosotros —. Sus ojos brillaron
intensamente mientras la miraba, y sintió un calor acogedor que se extendió
a través de ella ante sus palabras. Aun así, no podía negar que su suegra
parecía lejos de estar satisfecha con su presencia. Tenía que haber otra razón,
ya que la condesa viuda no la consideraba alguien que cambiara fácilmente
de opinión.
Por supuesto, ella podría estar equivocada.
— ¿Te gustaría entrar?—, le preguntó Nessa a su esposo mientras miraba
la puerta de su habitación. —Aquí, ella no podrá escuchar a escondidas.
Una sonrisa reclamó la cara de Grant, y sus cejas se alzaron en cuestión.
Nessa puso los ojos en blanco, incapaz de no sonreír. —Para hablar—
aclaró. —Solo para hablar.
Su esposo se rio. —Me gustaría.
Al abrir la puerta al cálido resplandor de su habitación, Nessa se sintió
más a gusto de lo que hubiera pensado. Ciertamente, invitar a su esposo a su
habitación trajo consigo todo tipo de implicaciones y ella podía decir por la
forma en que su mirada la recorrió, deteniéndose en la gran cama por un
segundo demasiado largo, que su mente también se había aventurado en esa
dirección. Pese a todo, Nessa se sentía cómoda en su presencia, segura y
respetada, y no tenía dudas de que él cumpliría la promesa que le había hecho
todas esas semanas atrás en su viaje a Wentford Park.
Como las noches eran bastante cálidas, no ardía fuego en el hogar; sin
embargo, los candelabros alrededor de la habitación habían sido encendidos
139 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

por los fieles sirvientes de Wentford Park y la puesta de sol tardía arrojó
algunos últimos rayos dorados sobre el mundo. —Me encanta esta
habitación — susurró Nessa, disfrutando de la tranquilidad del
momento.
Grant vino a pararse detrás de ella mientras ambos miraban por la
ventana. —Siempre lo has hecho— dijo mientras su aliento le hacía
cosquillas en la oreja. —Nos casamos aquí, y en el momento en que
comenzamos nuestra vida juntos, la remodelaste.
— ¿Cómo era antes?
Grant se burló. —Bueno, había sido la habitación de mi madre, así
que...
Riéndose, Nessa se volvió para mirar a su esposo. —Supongo que
nuestros gustos son bastante diferentes.
—Eso es un eufemismo— señaló Grant mientras sus ojos la recorrían.
— Son personas muy diferentes. Quizás es por eso que siempre ha
habido... esta tensión entre vosotras.
—¿Qué hay de ella y Eugenie?—, preguntó Nessa, notando la leve
contracción que asaltaba a su esposo cada vez que decía el nombre de
Eugenie. ― ¿Se parecían mucho? Por lo que me dijiste, habría pensado
que no. Pero tu madre parecía haberle dado su visto bueno.
Grant se encogió de hombros. —No puedo decirlo con certeza. Quizás
fue simplemente que esa vez en realidad se lo consulté y ella sintió que
había sido su elección. Al menos en parte.
—Ella no me habría elegido, ¿verdad? — dijo Nessa, sabiendo muy
bien que si Grant hubiera necesitado el permiso de su madre, nunca se
habrían casado.
Sacudió la cabeza. —No lo habría hecho — confirmó. Luego se detuvo,
y Nessa pensó que vio un momento de vacilación en sus ojos antes de
continuar. —Sé que no lo recuerdas y prometí que no te escondería nada.
Entonces —inhaló profundamente mientras una mirada de disculpa le
llegaba a los ojos. —Mi madre, de hecho, habló en tu contra. Ella no
deseaba que me casara contigo.
—Supongo que por las razones habituales— comentó Nessa,
sabiendo muy bien que no había sido una trampa.
Grant asintió con la cabeza.

140 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Y sin embargo, lo hiciste— susurró Nessa, aliviada de que le dijera algo


desagradable y no se contuviera. Después de todo, la idea de que su suegra
no la había querido como esposa de su hijo no era una sorpresa. —Te casaste
conmigo.
Una profunda sonrisa apareció en su rostro. —Solo pensé en mí y en lo
que me haría feliz—. Lentamente, sus manos la alcanzaron, tirando de ella
hacia sus brazos. —Simplemente sabía que eras la indicada. Te vi y lo supe,
y nunca me he arrepentido de esa decisión.
— ¿Ni una sola vez?—
—Ni una sola vez — dijo con vehemencia mientras sus brazos la
apretaban como si aún temiera que pudiera escaparse. —El día que nos
conocimos fue cuando mi vida realmente comenzó. Nunca he sido tan feliz
como contigo a mi lado.
Apoyándose en él, Nessa suspiró. —Háblame de nuestra vida.
Grant suspiró y una calma pacífica cayó sobre su rostro. —Supongo que
según los estándares de otras personas, tuvimos una vida bastante
aburrida—. Nessa se rio entre dientes. —Nos casamos aquí en Wentford
Park, y aparte de las visitas ocasionales a Londres, nunca nos alejamos
demasiado —. Echó un vistazo alrededor de la habitación. —Milly nació
aquí, en esta habitación. Este era nuestro hogar. Aquí es donde éramos una
familia. Visitamos a los vecinos, celebramos pequeñas fiestas en el jardín en
verano y realizamos viajes ocasionales al condado vecino. Sin embargo,
pasamos la mayor parte del tiempo aquí, juntos. Vimos a Milly crecer, le
cogimos la mano cuando la necesitaba y la dejamos caminar cuando se sintió
atrevida—. Su mirada volvió a encontrarse con la de ella. — ¿Conoces esa
pequeña pendiente que conduce a la casa del árbol de Milly?
Nessa asintió.
—Cuando tenía dos años, corrió por esa pendiente, pero luego sus
pequeños pies no pudieron seguir el ritmo. Perdió el equilibrio y se rompió
el brazo.
Nessa respiró hondo al pensar en el dolor de su hija.
—Todavía puedo oírla llorar —susurró Grant, y Nessa pudo ver que el
dolor de Milly era igual para ambos. —Mi corazón se detuvo y nunca tuve
más miedo que en ese momento.
—Sé lo que quieres decir— le dijo Nessa, contenta con el conocimiento
de que podían compartir esos recuerdos entre ellos, esos sentimientos que
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Felices por Siempre Regencia 01

solo ellos sintieron. Después de todo, solo ellos amaban a Milly de esta
manera tan absorbente e impresionante. Solo ellos eran sus padres. Era un
vínculo que Nessa apreciaba, y se sentía más cercana no solo a su hija,
sino también a su esposo. Al mirar a sus ojos verde musgo, Nessa supo
que él hablaría con sinceridad si ella le preguntaba. —Éramos felices, ¿no?
—Muy felices — respondió Grant mientras pasaba los nudillos por la
línea de su mandíbula, sus ojos cálidos y persistentes mientras la miraba.
—Pero hubo un momento en que — bajando la mirada, Nessa se
detuvo con dolorosa consideración, sin estar segura de si realmente
deseaba saber, — ¿cuándo no fuimos felices? ¿Un tiempo en que hubo
tristeza? ¿O ira? ¿Nunca hubo discrepancias entre nosotros?
Grant hizo una pequeña mueca y Nessa se preparó para lo que él le
diría. —Por supuesto, tuvimos discrepancias — susurró, y ella sabía que
tenía la intención de hablar a la ligera. Aun así, había una gravedad en su
voz que le hizo sentir escalofríos por la espalda. —Pero nunca fueron más
que eso. Discrepancias. Desacuerdos. Diferencias de opinión. Hablamos.
Nos peleamos. Nos reconciliamos—.Suspiró, y sus ojos verde musgo, tan
oscuros a la tenue luz de la habitación, encontraron de nuevo los de ella.
—También éramos felices en ellos.
Nessa tragó saliva mientras buscaba su mirada. — ¿Qué no me estás
diciendo? Lo puedo ver en tus ojos. Hay algo más y... debe ser algo terrible
si tienes tanto miedo de hablarme al respecto.
Grant asintió. —Mereces saberlo y, sin embargo, me rompe el corazón
ser el que te cause tanta pena.
— ¿Dolor? — Nessa susurró mientras su corazón se contraía en su
pecho. — ¿Quién?
Grant tragó saliva y le saltaron las lágrimas. —Nuestro hijo — susurró,
y el dolor en su voz atravesó el corazón de Nessa como un cuchillo afilado.
—Oliver.
Nessa sintió que su mandíbula comenzaba a temblar mientras miraba
a su esposo. Silenciosas lágrimas corrían por su rostro, y el aliento se alojó
en su garganta, amenazando con asfixiarla.
En respuesta, sus brazos alrededor de ella apretaron su agarre,
ofreciendo consuelo, lo poco que podía dar. —Él nació muerto — le dijo,
con su propia voz ahogada. —Fue el día más oscuro de nuestras vidas.

142 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Apoyando su cabeza contra el hombro de su esposo, casi se hundió contra


él mientras su corazón le dolía por un niño que no podía recordar. Un niño
cuya cara nunca volvería a ver. El único recuerdo que ella alguna vez tendría
de él había sido borrado. — ¿H… hace cuánto tiempo?
—Cuatro años — le susurró Grant contra la parte superior de la cabeza
mientras la abrazaba con fuerza. —Habría tenido cuatro años.
Aferrándose a su esposo, dejó que sus lágrimas cayeran mientras lloraban
a su hijo, una pequeña vida preciosa que nunca debería haberse perdido. Al
menos, había sido amado y sería recordado.
Por todos menos ella.

143 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Diecinueve
Tristeza Persistente
Traducción Yuki

Al día siguiente, Nessa se levantó tarde y se mantuvo reservada. La


tristeza aún descansaba en su alma, y no sabía qué hacer. Le parecía mal
distraerse, animarse cuando acababa de enterarse de que había tenido un
hijo.
Un hijo que ella había perdido.
Un hijo que no podía recordar.
En silencio, Nessa salió a escondidas por las puertas de la terraza,
sintiendo la necesidad de aire fresco tanto como de soledad. Sus pies la
llevaron lejos de la casa, y le dio la bienvenida a la quietud de los jardines
que la empujaban hacia adelante con cada paso que daba.
Las lágrimas pronto nublaron su visión mientras la tristeza la
abrumaba una vez más. Parecía venir en oleadas, rodando sobre ella como
si tratara de ahogarla. Luego hubo momentos en que apenas sintió nada,
sus emociones se apagaron como si su corazón no se atreviera a sentir
nada por miedo a lo que pudiera encontrar.
—Oliver— susurró en el oasis verde que la rodeaba, imaginando a un
niño con cabello castaño claro y ojos verde musgo mientras corría junto a
Milly.
En su mente, los vio acurrucados juntos en el gran sillón de la
biblioteca, riéndose mientras miraban los libros sobre estrellas y
constelaciones que Milly amaba tanto. Los vio subir la escalera de cuerda
hasta la casa del árbol, con Milly a la cabeza y Oliver siguiéndole los
talones. Vio a Milly extender la mano a su hermano, acercándolo a la
plataforma y enseñándole a usar el telescopio. Los vio sonreír, reír y
estallar en carcajadas.

144 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Hundiéndose en el suelo, apoyó la espalda contra un gran árbol mientras


su mano viajaba hacia su estómago. Había llevado dos niños bajo su corazón.
Había dado a luz dos hijos. Y, sin embargo, no tenía memoria de ninguno de
ellos en su mente. ¿Cómo podría la vida ser tan cruel?
Al menos con Milly, tenía la oportunidad de crear nuevos recuerdos. ¿No
era eso lo que se había estado diciéndose a sí misma? ¿Que la pérdida de sus
recuerdos no importaba? ¿Que había nuevos esperando en cada esquina?
Sin embargo, con Oliver, no existía esa posibilidad.
Todo lo que ella tenía de él era el pasado. Un pasado que le había sido
arrancado, dejándola sin nada. Habían pasado casi tres meses desde su
regreso a Wentford Park y, sin embargo, no había aprendido nada sobre
Oliver hasta el día anterior. Era casi como si su hijo nunca hubiera existido.
Débilmente, Nessa recordó lo que Grant le había contado sobre que
Eugenie durmió en su habitación, se sentó en su lugar en la mesa y abrazo a
su hija. La vida había seguido adelante, y él estaba devastado al descubrir que
Nessa había sido casi olvidada. Su pérdida ya no se sentía día tras día. ¿Había
pasado lo mismo con Oliver? ¿Su pérdida ya no le dolía a nadie?
No, eso no era cierto.
Demasiado bien, recordó el dolor en el rostro de su esposo cuando le habló
de su hijo. Parecía paralizado por la pérdida, y su corazón le dolía tanto por
él como por ella misma. Nadie podría vivir con ese tipo de pérdida día tras
día. En algún momento, uno tenía que seguir adelante, ¿no? ¿O pasar la vida
en la oscuridad?
Aun así, ninguna de las opciones parecía correcta... incluso si existiera tal
cosa.
— ¿Nessa?
Ante el sonido de la pequeña voz de Milly, Nessa se secó rápidamente las
lágrimas de la cara, haciendo todo lo posible para evitar la tristeza de su
corazón y poner una sonrisa en su rostro... por el bien de su hija.
Pequeños pasos hicieron eco más cerca y, en poco tiempo, Milly rodeó el
árbol y se paró frente a ella. Mirando a su madre con sus ojos color avellana,
pudo ver confusión en la cara de la niña. —Estás triste— observó Milly, con
un toque de desaprobación en su voz.
—Lo estoy— confirmó Nessa, sabiendo que no podía mentirle a su hija.
Que no debería mentirle a su hija.

145 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Hundiéndose en el suelo, Milly se bajó las faldas sobre las piernas. —


¿Por qué estás triste?
Nessa suspiró, sin saber qué decir. ¿Milly sabía de su hermano? ¿O
habían tratado de protegerla de la tristeza? —Tu padre— comenzó con
cuidado —me habló de Oliver—. Esperando, Nessa observó a su hija.
Quizás no debería haber dicho nada. Sin embargo, la pérdida de su
memoria la había vuelto temerosa y crítica de mentiras y secretos.
La cabeza de Milly se balanceaba arriba y abajo, y un largo suspiro dejó
sus pequeños labios. —No lo recuerdo— le dijo Milly, con un toque de
decepción en su voz. —Como a ti.
Nessa sonrió y colocó suavemente una mano sobre la de su hija. —Yo
tampoco lo recuerdo.
— ¿Eso te pone triste? — Preguntó Milly mientras se acercaba.
Nessa asintió.
—A mí también —. Suspiró antes de que sus grandes ojos se
encontraran con los de Nessa. —Pero no quiero estar triste. Todos
siempre están tristes. Estoy cansada de estar triste.
Respirando profundamente, tomó a Milly en sus brazos, sosteniendo
a su hija con fuerza. —Lo sé—susurró, —y lamento haberte entristecido.
Milly se acurrucó más profundamente en sus brazos, y el corazón de
Nessa se calentó al sentir la cercanía de su hija. — Desearía que la gente
no siempre estuviera triste. Padre ya no está triste. Me gusta cuando
sonríe— susurró ella como si contara un secreto.
— ¿Él no sonreía... antes?
Volviéndose para mirar a Nessa, Milly frunció el ceño. —Lo hacía, pero
no parecía querer hacerlo. Ahora, su sonrisa es diferente—. Las comisuras
de sus labios se alzaron. —Creo que es por ti.
—Y por ti—, dijo Nessa, apretando las manos de su hija. —Él quiere
verte feliz.
Los ojos de Milly se pusieron pensativos. —Creo que lo soy.
Nessa se rio entre dientes, sintiendo su corazón mil veces más ligero
ante la simple alegría de su hija. —Pero te gustaría más si la gente no
estuviera tan triste.

146 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Milly asintió. —Me gustaría eso—, confirmó. —La abuela no se pone


triste. A veces se enoja, pero no se entristece. No sé por qué —. Su rostro
se oscureció. —Y ahora estás triste otra vez.
—Sólo un poco— susurró Nessa. —Verás, no sabía sobre Oliver hasta
que tu padre me habló de él anoche. Me siento triste porque no recuerdo su
rostro.
—Pero tampoco recordabas mi cara— señaló Milly.
― Eso es cierto— dijo Nessa, deslizando un dedo por la mejilla de su hija.
— Pero puedo mirarte y verte. Puedo ver tus grandes ojos color avellana y tu
pequeña nariz de botón — Milly gritó encantada cuando Nessa le pellizcó
la nariz — y tu hermosa sonrisa .
Suspirando, Milly contuvo el aliento antes de que su carita se pusiera
seria. —Pero no puedes ver el suyo — dijo, entendiendo en sus grandes ojos
color avellana. —Eso es triste.
—Lo es, pero prometo que no estaré triste todo el tiempo. Pero de vez en
cuando, quiero pensar en él y me temo que no puedo evitar sentirme triste
cuando lo hago. ¿Lo entiendes?
Milly asintió. —Eugenie también estaba triste, a veces.
— ¿Lo estaba?—, preguntó Nessa, frunciendo el ceño, preguntándose si
Eugenie alguna vez había sido feliz aquí. Después de todo, según Grant, la
suya no había sido un matrimonio de amor. ¿Cómo se habría sentido casarse
con un extraño?
De nuevo, Milly asintió. —Pero ella no estaba triste por ti, como mi padre.
— ¿Por qué estaba triste?
—No lo sé — dijo Milly. —Ella siempre fingió que no estaba triste
cuando le preguntaba —. Su pequeña nariz se arrugó con desaprobación. —
Los adultos a menudo hacen eso. Fingen.
Nessa abrazó a su hija. —Estoy segura de que solo lo dijo para evitar que
estuvieras triste como ella.
—Pero lo estaba — insistió Milly, —porque sabía que estaba mintiendo.
—Tienes razón— respondió Nessa, dándose cuenta de que aunque nunca
olvidaría y nunca quiso hacerlo, en la vida estaba destinada a ser feliz. —
¿Qué podemos hacer? ¿Alguna sugerencia?

147 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Una amplia sonrisa reclamó la carita de Milly. —Recolecté algunas


bayas. ¿Te gustaría probarlas? Están en la casa del árbol.
—Esa es una idea maravillosa — dijo Nessa sinceramente mientras su
mirada recorría las pequeñas manchas de color rojo oscuro en las manos
de su hija que se había perdido antes. —Veo que ya las has probado.
—Son dulces — exclamó Milly mientras se ponía de pie. —Te
gustarán—. Extendiendo su mano, agarró la suya. Luego se echó hacia
atrás, con los pies clavados en el suelo y tiró con todas sus fuerzas.
Riendo, Nessa se puso de pie. —Eres muy fuerte.
—Gracias—. Milly sonrió y abrió el camino hacia su pequeño
santuario. Rápida como un zorro, trepó por la escalera de cuerda y luego
le tendió la mano.
Por un breve momento, sintió lágrimas en sus ojos al recordar sus
pensamientos anteriores sobre Milly y Oliver, sobre cómo podrían haber
jugado juntos si él hubiera vivido. Pero entonces vio la sonrisa de Milly y
la alegría en sus ojos y supo que su hija merecía una vida feliz, no siempre
eclipsada por la tristeza. Permitiendo que Milly la subiera a la plataforma,
jadeó: —Gracias por tu ayuda. No estoy segura de haber podido llegar
hasta aquí sin tu ayuda. Me siento bastante hambrienta, y mis piernas no
son tan fuertes como lo estarían si pudiera encontrar algo de comida.
— ¡Tengo un poco! — exclamó Milly mientras se ponía de pie de un
salto y luego se precipitaba hacia la pequeña casa. Un momento después,
regresó con un pequeño cubo lleno de fresas. —Aquí, ten el grande. Lo
guardé para ti.
Saboreando la dulce fruta, se acomodó en su lugar habitual al lado del
telescopio. —Estas son maravillosas. ¿Las obtuviste de nuestro huerto?
—Técnicamente, las fresas no eran un vegetal, pero no pudo negarle a
Milly cuando le rogó que plantara algunas de las deliciosas frutas.
Juntas, habían encontrado un lugar escondido en la parte trasera de
los jardines y se pusieron a trabajar. Había sido su pequeño secreto, y
Milly se había deleitado al saber que su abuela no lo habría aprobado. No
es que a le importara lo que su suegra hubiera aprobado o no. Sin
embargo, el brillo aventurero en los ojos de Milly había sido su ruina.
Después de que terminaron las bayas, Milly una vez más se volvió hacia
su telescopio. —La abuela está en su habitación. ¿Sabías que tiene una
caja secreta debajo de su cama?

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Felices por Siempre Regencia 01

Nessa sabía que debía hablar con su hija sobre límites personales; sin
embargo, la alegría de la niña era intoxicante. Además de eso, supuso que
no tener otros niños con los que jugar tenía que ser un poco solitario para
ella.
—Ella siempre mantiene la llave escondida en su vestido—, Milly
parloteó alegremente. —Desearía poder ver lo que guarda allí. ¿Crees que es
un tesoro?
Nessa se echó a reír. — ¿Tu abuela se parece a un pirata? —Milly frunció
el ceño mientras miraba a Nessa. Luego volvió su atención a sus
observaciones. —Ahora, ella está abajo en el salón — comenzó a narrar
Milly, —y ahí está papá.
Sentándose, Nessa no pudo evitar sentir curiosidad. — ¿Puedo ver?
—Por supuesto—. Alejándose del telescopio, Milly se inclinó sobre la
baranda lateral, con los ojos entrecerrados en rendijas estrechas mientras
miraba hacia la casa. —No puedo ver nada.
Nessa se echó a reír. —No lo creo. Está demasiado lejos —. Luego se
agachó, cerró un ojo y miró por el cristal.
En el salón, vio a su suegra, tensa y bastante disgustada, mientras hablaba
con Grant. Él también tenía una expresión seria en su rostro; sin embargo,
mientras que la condesa viuda parecía aferrarse a su compostura con cierta
dificultad, Grant parecía bastante tranquilo, expresando sus pensamientos
de una manera que hablaba de determinación pero no de ira. —Me pregunto
de qué están hablando—, murmuró Nessa más para sí misma que para su
hija. —Parece muy molesta.
—Estaba molesta cuando Eugenie se fue— informó Milly, todavía
entrecerrando sus pequeños ojos como si solo necesitara hacer el esfuerzo
suficiente para poder ver la casa. —Nunca la había visto tan enojada—. Una
risita surgió de los labios de Milly. —Solo cuando recibe una carta de tía
Theodora. Eso también la enoja mucho.
Nessa tragó saliva al enfrentarse una vez más con el hecho de que su
suegra hubiera preferido que su hijo permaneciera casado con su segunda
esposa. ¿Qué había sucedido para que no le gustara a la condesa viuda? ¿Era
solo una cuestión de simpatía o había sucedido algo entre ellas en el pasado
que explicaría la animosidad de su suegra?
Según Grant, había sido así desde el principio. ¿Pero por qué?

149 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

— ¿Siguen hablando? — preguntó Milly mientras se acercaba, una


mano descansando tranquilamente sobre el brazo de Nessa.
Nessa asintió, recordando que Grant le había prometido hablar con su
madre acerca de su escuchar sus conversaciones. Eso ciertamente
explicaría la cara ceñuda de la viuda.
Suspirando, dejó que su hija tuviera otro turno. ¡Si tan solo hubiera
algo que pudiera hacer para verlos a todos reconciliados…! También sería
bueno para Milly que su familia se llevara bien. Tal vez debería hablar con
su suegra.
Quizás hubiera un camino.

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Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Veinte
El Corazón de una Madre
Traducción Yuki

Después de enterarse de su hijo, así como de su pérdida, Nessa encontró


pequeños momentos para llorarlo. Habló tanto con su padre como con Grant
y vio que no era la única que lo extrañaba demasiado, que lo imaginaba
mentalmente y que de vez en cuando derramaba una lágrima ante la idea de
no conocerlo nunca.
Era extrañado.
Era recordado.
Y saber eso alivió su mente.
Aun así, la animosidad entre ella y su suegra seguía siendo una irritación
constante. Grant confirmó que, de hecho, había hablado con su madre sobre
su tendencia a escuchar a escondidas sus conversaciones, y aunque la
condesa viuda se abstuvo de hacerlo a partir de ahora, parecía que ahora
Nessa le gustaba aún menos que antes.
Resuelta a confrontar abiertamente a su suegra, le resultó difícil pasar un
momento a solas con ella. Milly siempre estaba cerca, y no deseaba que su
hija escuchara su discusión... porque seguramente la habría.
Y entonces esperó, porque la oportunidad se presentaría en algún
momento.
Desafortunadamente, esa oportunidad llegó en el momento más
inconveniente.
Pocos días después, Nessa se encontraba caminando por el pequeño
sendero que pasaba por la pintoresca pequeña capilla en el lado este
Wentford Park hacia el cementerio que estaba detrás. Sus pies la llevaron a
través de la hierba suave hacia una pequeña lápida. Allí, ella se sentaba un

151 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

momento y pensaba en Oliver, permitiendo momentos de tristeza, pero


también deseando ver su recuerdo como un regalo.
Las lágrimas corrían por sus mejillas. Pero la sonrisa ocasional cruzaba
su rostro cuando lo imaginó con el mismo brillo travieso en sus ojos que
a menudo había visto en los de su esposo.
—Habría tenido cuatro años.
Ante la voz aguda de su suegra, se encogió.
Mirando por encima del hombro, encontró a la condesa viuda
caminando hacia donde estaba sentada. Rápidamente, se limpió las
lágrimas de la cara y se puso de pie. —Lo sé— respondió mientras miraba
a su suegra con ojos curiosos. Nunca habían hablado más de dos palabras
entre sí, y Nessa deseaba que eso pudiera cambiar. —Grant me habló de
él. Fue todo un shock.
Cuando los pálidos ojos azules de la viuda la recorrieron, sintió que un
escalofrío le recorría la espalda. —Fue difícil para Wentford enterrar a su
único hijo—. Dobló las manos y dio un paso adelante, adelgazando los
labios mientras la miraba con desaprobación sin adulterar. —Le dije que
estaba cometiendo un error, pero no me escuchó. Ahora, su hijo está
muerto.
Cuando la conmoción congeló sus extremidades, Nessa miró a su
suegra. —¿Qué estás diciendo? — Jadeó casi sin aliento cuando el dolor y
la pena regresaron con toda su fuerza, trayendo a un viejo amigo: la culpa.
—¿Estás sugiriendo que yo ...? — Incapaz de terminar la oración, la miró.
La mirada de la viuda se redujo a un punto, y Nessa pudo sentirla como
una aguja perforando su piel. —Nunca deberías haberte casado con él —
dijo entre dientes, sus manos se cerraron en puños mientras luchaba por
contener la furia que ardía en sus ojos. —Eras una solterona vieja, no apta
para tener a los hijos de mi hijo. Ahora, mira lo que has hecho.
Nessa sintió que sus rodillas se debilitaban cuando las acusaciones de
su suegra se apoderaron de ella. En el fondo, sabía que estaba equivocada.
En el fondo, sabía que si Grant estuviera aquí, la defendería. Sin embargo,
en ese momento, sus emociones eran demasiado crudas para que pudiera
obtener consuelo de ese conocimiento.
—Nunca debiste haber regresado— siseó su suegra mientras
avanzaba hacia ella, de una vez por todas, confirmando lo que Nessa había
sabido en su corazón. —Todo era como debería haber sido para empezar.

152 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Mi hijo finalmente se había casado con una mujer joven y digna que sin duda
le habría dado muchos hijos en los años venideros.
Apuntando un dedo en el aire, señaló a Nessa acusadoramente. —
Arruinaste todo. Ahora, el hijo bueno para nada de Theodora heredará el
título, la propiedad y lo perderemos todo. —El ceño fruncido en su rostro se
oscureció y, por un momento, pensó que la mujer la abofetearía. —¿Por qué
no pudiste simplemente permanecer muerta?
La conmoción congeló las extremidades de Nessa y le robó el aliento del
pecho. Cuando su mirada se desvió para tocar la pequeña lápida, algo
cambió. Era como si pudiera sentir los pequeños dedos de su hijo
envolviendo los suyos, tirando de su brazo, recordándole que lo había
amado. Que ella todavía lo amaba.
Lo recordara o no, lo amaba y siempre lo haría.
—Nos has robado a todos la oportunidad de mantenernos erguidos de
orgullo —, siseó su suegra, con las manos en las caderas mientras miraba a
Nessa con una mirada de odio. — Nuestra familia siempre ha sido orgullosa,
nuestro noble linaje se remonta a muchas generaciones—. Ella se burló. —
No eres nadie; insignificante y sin valor. Ni siquiera podías darle a mi hijo un
heredero. Tú...
—Te compadezco—. Levantando la barbilla, Nessa dio un paso hacia su
suegra, con la mirada dura cuando se encontró con los ojos de la mujer. —
¿Esa es tu idea de familia? ¿Estatus y reputación, linaje y sangre? ¿Nada
más?— Sacudiendo la cabeza, frunció el ceño. — ¿Amas a tu hijo acaso?
Las mejillas calientes de la condesa viuda palidecieron. — ¿Cómo te
atreves a preguntarme eso? Por supuesto que sí. Soy su madre. Yo...
—Sí, eres su madre— interrumpió Nessa, dando un paso adelante para
defender el caso de su marido y el de ella. —Eres su madre y, sin embargo,
parece que su felicidad significa muy poco para ti—. Suspirando, sonrió. —
Me eligió porque me amaba, y todavía lo hace. ¿No puedes ver eso? Fuimos
felices juntos una vez, y tenemos la oportunidad de ser felices nuevamente.
¿No es eso lo que quieres para él? ¿Que sea feliz?— Mirando hacia la pequeña
lápida, Nessa sintió que las lágrimas humedecían sus ojos. —Es lo que
hubiera querido para mi hijo— susurró, su voz sonó pesada por una pérdida
que todavía se sentía tan cruda como si hubiera sucedido solo el día anterior.
—Hubiera dado todo para evitarle un daño, verlo sonreír y reír—.
Respirando profundamente, Nessa levantó la mirada y se encontró con los
grandes ojos de su suegra una vez más. —Hubiera dado con gusto mi vida

153 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

por salvar la suya, y me duele que no estuviera en mí poder hacerlo. Es


algo de lo que me lamentaré por el resto de mi vida.
Tragando, se secó las lágrimas y dio un paso hacia su suegra. —Pero
aquí y ahora, está a tu alcance ver feliz a tu hijo. ¿No lo harás? ¿Darás un
paso atrás de tus propias aspiraciones por él, aspiraciones que él no
comparte, para verlo feliz? ¿O siempre pondrás tus propios deseos antes
que los de tu hijo? La elección es tuya, pero sabes que determinará su
futuro de una forma u otra.
Por un momento, pensó que su suegra estaba considerando sus
palabras, reconsiderando su punto de vista sobre la vida, sobre lo que era
importante y lo que no. A pesar de todo lo que la condesa viuda había
dicho, estaba dispuesta a dejar atrás el pasado y comenzar de nuevo. Por
Grant. Por Milly. Por todos ellos.
Pero, sin importar sus propias dudas e inseguridades, ya no permitiría
que esa mujer la humillara.
Nunca más.
— ¿Habrá paz entre nosotras? — preguntó mientras extendía la mano
a su suegra. Su voz sonó fuerte para borrar cualquier duda que pudiera
haber en la mente de la condesa viuda de que eran iguales.
Durante un largo momento, su suegra simplemente la miró fijamente,
sus ojos casi inexpresivos, sus rasgos aún congelados en estado de shock.
Entonces, sin embargo, su mirada se endureció y sus labios se apretaron,
y Nessa pudo ver que toda esperanza de un futuro pacífico se desvanecía,
destruida por las ambiciones equivocadas de la otra mujer.
—No sabes nada de la vida en la que nació mi hijo — escupió la
condesa viuda, — ¡la vida que lo habría hecho feliz si no hubieras
interferido! ¡No te atrevas a hablarme de lo que es correcto! No sabes nada.
Ni siquiera conoces tu propio pasado. ¿Cómo te atreves a hablarme como
si tus palabras valieran la pena? —. Y con un último gruñido poco
femenino que dejó sus labios, se dio la vuelta y se alejó, sus pasos enojados
resonaban en la mente de Nessa como si fueran disparos de un pelotón de
fusilamiento.
Nunca hubiera pensado que la aversión de su suegra había crecido
tanto. Nunca había conocido tal odio. Volviendo a hundirse en la hierba,
levantó las piernas y lloró por algo que no podía nombrar.

154 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Veintiuno
Una Revelación Accidental
Traducción Jekita

—Pediste verme, Wentford.


Levantando la mirada, Grant aclaró su garganta. —En efecto. Por favor,
entra y cierra la puerta—. Cuando rodeó el escritorio, Grant notó el ceño
ligeramente fruncido que tenía su madrea causa de aquella petición. —No
deseo que nos escuchen.
Una chispa de interés llegó a sus ojos mientras caminaba hacia él después
de cerrar la puerta. —¿Qué es, Wentford? ¿Pasa algo?
Grant frunció el ceño, inquietándose por el tono ligeramente
esperanzador en su voz. —No, nada en absoluto. Todo lo contrario—.
Sonrió. —Estoy planeando una sorpresa.
Su madre entrecerró sus ojos. Sin embargo, las esquinas de su boca se
torcieron un poco como si, en el fondo, ella quisiera estar emocionada por
ello, pero no quisiera demostrarlo. —¿Una sorpresa? ¿Para quién? Aún falta
tiempo para el cumpleaños de Amelia.
—Es por Nessa— exclamó Grant, sintiendo que las emociones fluían a
través de él. Al oír a su madre suspirar teatralmente, se detuvo. ― ¿Es eso un
problema? ―dijo de forma desafiante, sabiendo que no era la primera vez
que su madre había mostrado una falta de entusiasmo en lo que a Nessa se
refería.
Doblando sus manos delante de ella, su madre respondió a su mirada con
una igual de arrogante. —No creo que sea necesario ir tan lejos para...
sorprenderla.
—¿Y por qué crees eso?, —exigió Grant, cruzando sus brazos a la altura
de su pecho.
Su madre se encogió de hombros. —Simplemente no lo creo necesario.
155 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Él se preparó para una confrontación que sabía que tarde o temprano


llegaría. —Madre, sé que nunca has sentido cariño por Nessa. Aun así, no
logro entender cuál es tu problema con ella —. Suspiró, esperando aflojar
la lengua de su madre. —Admito que tuviste algunas objeciones hacia
nuestro matrimonio años atrás. Sin embargo, ahora estamos casados. Ella
es mi esposa y la madre de mi hija. Me hace muy feliz ¿No te es suficiente?
Los labios de su madre se apretaron hasta formar una línea y la
esperanza de Grant de discutir el tema como adultos se esfumó.
Meneó la cabeza y la miró. —No te entiendo. Nessa es una mujer cálida
y amable. ¿Cómo puede no gustarle a alguien? ¿Es una cuestión de
simpatía o hay otra razón por la que apenas has sido cortés con ella desde
que regresó?
Tomando una respiración profunda, el rostro de su madre se ablandó.
—Admito que no le di la más cálida de las bienvenidas. Sin embargo, todo
es a causa de la pobre Eugenie.
Grant frunció el ceño. — ¿Eugenie? —. Nuevamente, la culpa asomó
su feo rostro recordándole a Grant los detalles de su la salida de Wentford
Park. ¿Había alguna forma de que pudiera contarle sobre el embarazo sin
arriesgar el futuro que deseaba tener con Nessa? Una parte de él se estaba
dando cuenta lentamente de que incluso si nunca pudiera reclamar a su
hijo, al menos quería verlo.
Él o ella.
¿Estaba mal que lo deseara?
Asintiendo, su madre se acercó a él y tomó sus manos. —Es una
criatura muy delicada y la idea que la echaras de aquí rompió mi corazón
—. Parpadeó rápidamente, pero no hubo lágrimas. —Le hiciste una
promesa y la rompiste. Una mujer fuerte como Agnes podría sobrevivir
algo así, pero me temo que Eugenie quedará muy dañada por ello.
Grant miró a su madre, confundido por el extraño sentido de
compasión y cuidado en su voz. No podía decir por qué, pero una parte
de él no creía en que su preocupación fuera genuina.
Un suspiro abandonó sus labios y sus manos apretaron las suyas como
si necesitase apoyo. —Admito que sigo esperando que cambies de
opinión y la traigas de regreso. Aún no es demasiado tarde para eso. Pocas
personas saben del regreso de tu primera esposa. Pocos la han visto o
llegado a vislumbrar. Podemos decir que fue un malentendido.

156 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Sin pensarlo, Grant quitó sus manos de las garras de su madre y sintió
que sus piernas lo tiraban hacia atrás, poniendo distancia entre ellos.
—¡Cómo puedes decir eso! Sé que Eugenie ha sufrido mucho por lo que
he hecho, pero lo hecho hecho está. Y no me arrepiento —. No lo que había
pasado, sólo lo que había hecho con su vida. Sin embargo, la incredulidad
nubló sus ojos mientras miraba a la mujer que lo había traído al mundo. —
Ella está casada con Adrian ahora y él se asegurará de darle todo lo que
necesite—. La esperanza que había brillado en los ojos de su madre hasta
sólo un momento se apagó, y dio un suspiro como si fuera un niño rebelde
que se negaba a entrar en razón.
Grant tenía serias dificultades tratando de no perder la compostura.
Apretando los dientes, se acercó a ella a regañadientes, queriendo que
entendiera bien lo que iba a decir.
—Nessa es mi esposa. El señor Thatcher se ha encargado de todas las
formalidades. Ella no se irá, ni ahora, ni nunca. ¿Me oyes?
Su madre estaba furiosa. Sus manos temblaban, al igual que su mandíbula
que la apretaba para evitar arremeter contra él. Nunca la había visto tan
cerca de perder el control.
Él agitó su cabeza con incredulidad. Toda su vida, había visto la falta de
emociones y de empatía de ella, especialmente después de ver el cálido
vínculo entre Nessa y su padre. Sin embargo, la frialdad que descansaba en
sus ojos ahora le quitaba el aire a sus pulmones. —La sorpresa que mencioné
antes es un pequeño baile que servirá para reintroducir a Nessa a nuestros
vecinos y así me aseguraré de que vuelva a sentirse parte de nuestra
comunidad. Te pedí venir aquí para que me ayudaras con los preparativos.
Será en dos semanas. Las invitaciones ya han sido enviadas.
Con cada palabra dicha, la mirada de su madre se oscurecía más y pudo
ver sin ninguna dificultad que se oponía a la idea en general. Lo cual, por
supuesto, no era nada sorprendente. Sin embargo, no pudo evitar sentirse
desanimado al saber que su madre no estaba de su parte y que no podía dejar
de lado sus sentimientos personales para asegurar su felicidad. ¿Significaba
tan poco para ella?
—Ese no es tiempo suficiente— se obligó a decir a través de sus dientes
apretados. —Tienes que posponerlo.
—No haré tal cosa— contestó Grant con la misma determinación. —Se
supone que sólo será un baile pequeño, nada a la altura de la Temporada en
Londres. Lo único que me importa es que Nessa se sienta bienvenida—. Su
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Felices por Siempre Regencia 01

mirada se centró en la de su madre. —Quiero que sepa lo felices que


estamos de que haya regresado, que la queremos aquí, que la amamos.
Que la vida no es lo mismo sin ella —. Grant podía ver que su madre no
estaba demasiado dispuesta a aceptar su desafío y luchaba contra él. Sin
embargo, se contuvo y él se preguntó que más se abstenía de decir en voz
alta. ¿Realmente conocía a su propia madre?
—Tal vez, debería visitar a Eugenie — comentó su madre; sus ojos se
centraron en los suyos sólo por un momento mientras ella quitaba una
pelusa inexistente de su manga. —Alguien debería asegurarse de que se
encuentra bien, que no ha sido lastimada.
Rodando sus ojos, Grant gruñó. —Ese no es asunto tuyo, madre—. En
efecto, ella era asunto suyo. ¿Debía ser él quien la visitara? ¿Ver por sí
mismo si estaba bien, tanto ella como el niño? Entonces, sus
pensamientos se desviaron hacia su viejo amigo y una tranquilizadora
calma se extendió sobre él. Adrian no permitiría que les ocurriera algo
malo. Era un hombre de palabra y Grant sabía que no se había equivocado
al confiar en él. Tal vez, todo lo que necesitaban era un poco de tiempo
para ellos mismos, sin interferencias. Tal vez, aquel asunto terminaría
bien después de todo.
—Al parecer, tampoco es tuyo—, su madre respondió, con sus ojos
fijos en los suyos mientras lo miraba con todo el desdén que pudiera tener.
A pesar de su condena, Grant no podía negar que nuevamente la culpa
salía a la superficie al recordar cómo le había fallado a Eugenie. —Hice
todo lo que estuvo en mis manos — aseguró tanto a su madre como a sí
mismo. —Adrian es un hombre honorable, él...
Su madre se burló y sacudió la cabeza. —¿De verdad crees eso? ¿Por
qué crees que lo llaman la Bestia de Ravengrove? No seas tonto,
Wentford. Es un monstruo.
—No puedo creer que hables así de un hombre al que has conocido
desde que era un niño — dijo Grant mientras el shock congelaba sus
miembros y un frío que no había sentido antes se extendía a través de él.
— ¿Qué te ha amargado tanto? ¿Ha ocurrido algo que yo o sepa? ¿Por qué
piensas tan mal de todos quienes te rodean? —. Levantó la mano para
detenerla justo cuando pensaba responderle. Tenía la mirada tan dura e
insensible como siempre. —No, madre, te equivocas. Nessa es una esposa
y madre maravillosa y nos hace a todos muy felices. Y Adrian ha sufrido
muchas tragedias en su vida y sin embargo, sigue siendo el tipo de hombre
que nunca rechazaría ayudar a alguien que lo necesite. No existe en mi
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Felices por Siempre Regencia 01

mente la menor duda de que hará todo lo necesario para garantizar el


bienestar de Eugenie y del niño.
En el momento en que la última palabra salió de su boca, Grant supo que
había cometido un gran error. Pero ya era muy tarde. Los ojos de su madre se
abrieron de golpe y, durante un largo rato, simplemente lo miró. ― ¿Un ni...
niño? ―tartamudeó y sus mejillas se volvieron pálidas. ―¿Estás diciendo
que Eugenie está embarazada?
Desde el principio, Grant había tenido toda la intención de compartir esa
información con Nessa, creyendo que era importante ser completamente
honesto con ella. Pero entonces, los días comenzaron a pasar, uno tras otro,
y no importó lo mucho que quisiera decirle, simplemente las palabras se
alojaron en su garganta y se quedaron allí por temor a lo que pudiesen hacer
al vínculo tentativo que se había formado entre ellos. ¿Qué pensaría ella si
supiera que él tendría otro hijo? Especialmente después de haber compartido
con ella la historia de la muerte de su hijo.
Nessa había tenido el corazón roto y era incapaz de superar la pérdida.
Una pérdida que no podía recordar. Una pequeña vida de la que nada
tangible quedó para aferrarse. Ni siquiera un recuerdo. No para ella.
Grant sabía que había visitado la tumba de Oliver, y había visto sus ojos
enrojecidos cuando regresó del pequeño cementerio. Sólo podía esperar que
fuera una manera para que ella se sintiera más cercana a su hijo y lo
mantuviera en su corazón sin sucumbir al dolor abrumador que los
pensamientos de él le producían.
Pero era duro.
Había visto su devastación y eso rompía su corazón... pero también sintió
miedo. Cada vez más. ¿Qué pasaría si se enteraba de que Eugenie esperaba a
su hijo? Durante semanas, había sacado ese pensamiento de su mente,
ignorándolo lo mejor que pudo. Sabía que era cobarde y deshonesto y, sin
embargo, su necesidad de Nessa era más fuerte que su deseo de ser veraz.
En las noches, mientras permanecía despierto, había susurrado una
silenciosa despedida al niño que había engendrado, pero que no sería capaz
de reclamar como propio. Quería estar en paz con el giro que su vida había
dado y sabía que era lo mejor. Milly necesitaba a su madre de vuelta y
Maynard era un hombre totalmente diferente desde su regreso. Eugenie
estaría bien al cuidado de Adrian y tal vez, ella y el niño fueran capaces de
aliviar el dolor que vivía en el corazón de su amigo.
Todo sería para mejor, se dijo Grant. Pero no se lo había contado a Nessa.
159 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Y quizás, en el fondo, ya no tenía intención de hacerlo, ¿O sí?


Pero ahora su madre lo sabía.
—¡Respóndeme, Wentford! — ella casi gritó mientras sus manos lo
agarraban por las solapas. —¿Eugenie está embarazada?
Suspirando, Grant quitó las manos de su madre de su chaqueta. —Eso
no importa. Ella...
—¡Por supuesto que importa! — lo interrumpió. —Podrías tener un
heredero. Si es niño, lo tendrías.
Grant agitó su cabeza. —Si es niño, heredará el título y el patrimonio
de Adrian. ¿Lo ves? Él será bien cuidado. Adrian se asegurará de que
crezca con todas las ventajas. No hay ninguna necesidad de preocuparse
por él... o ella.
La mandíbula de su madre se endureció y sus ojos se entrecerraron. —
¿Qué hay de nosotros? — exigió ella, mirándolo como si fuera el mayor
tonto del planeta. —¿Qué ocurrirá con nuestra línea? ¿Con nuestro
título? ¿Qué pasará con Wentford Park? ¿Realmente no te importa nada
que el bueno para nada del hijo de Theodora herede todo si algo te
ocurriera?
—¿Eso es todo lo que te importa? —, gritó sorprendiendo no sólo su
madre, sino que también a sí mismo. La ira le hervía la sangre y él la
miraba como nunca antes se había atrevido a hacerlo. —Te aseguro que
he tomado todas las precauciones en caso de que algo me ocurriera;
además, todos ustedes estarán bien cubiertos. Por supuesto, ya que soy el
proveedor de mi familia. ¿Qué clase de hombre crees que soy? — sintió
que sus extremidades temblaban por la necesidad de moverse. — Y Pierce
es un buen hombre, no tengo ninguna duda que traerá honor a nuestra
familia y a nuestro título. Son tú y Theodora quienes no conocen el
respeto y la lealtad. Ustedes son las arpías egoístas que no entienden el
significado de lo que es una familia. Pierce y yo nos llevamos bien a pesar
de sus esfuerzos por crear discordia entre nosotros.

Conmocionada por aquel exabrupto, su madre permaneció


extrañamente callada. Y Grant se preguntó en qué estaría pensando. —Sí
no quieres ser parte de esta familia — gruñó, — Todo lo que tienes que
hacer es decirlo y haré otros arreglos.

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Felices por Siempre Regencia 01

Lo miraba fijamente, mientras se volvía tan blanca como una sábana. —


¿Estás diciendo que me enviarás lejos?
—Lo haré si tengo que hacerlo — le dijo, con sus ojos fijos en ella para
asegurarse de que entendía que estaba hablando en serio. —No viviré el resto
de mi vida con tu odio manchando todo lo que nos rodea. No permitiré que
eclipses la vida de mi hija y de mi esposa. Si deseas permanecer aquí, tendrás
que ser más cortés y leal como mínimo. ¿He sido claro?
Los labios de su madre formaron una línea mientras los apretaba en un
esfuerzo por suprimir su ira, pero, sus ojos brillaban con algo oscuro y Grant
se preguntó sobre la mujer que había conocido toda su vida. ¿Cómo no había
visto esto antes? —¿Lo entiendes, madre? — la presionó cuando se quedó en
silencio. —No lo volveré a preguntar.
Haciendo un guiño apenas perceptible, su madre giró sobre sus talones y
caminó hacia la puerta.
—¡Y de esto, ni una sola palabra a nadie! — le ordenó, sintiendo cómo su
sangre se enfriaba al pensar en su propia traición.
Volviéndose a mirarlo, se burló de él. — No puedo dejar de notar que tus
actos traicionan tus palabras—. Entonces, salió corriendo de su estudio con
sus pasos resonando por el pasillo.
Grant suspiró mientras se sentaba en el borde de su escritorio. —¿Qué he
hecho?

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Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Veintidos
Una Grata Visita
Traducción Jekita

Durante los últimos dos días, su suegra parecía haberse esforzado


mucho en mantenerse fuera del camino de Nessa. Rara vez se habían
cruzado y cuando se llegaban a encontrar en la misma habitación por
alguna casualidad, la condesa viuda se excusaba rápidamente. Las
comidas eran un asunto tranquilo y Nessa estaba agradecida de que su
hija tuviera una boca que a menudo parloteaba, salvándolos a todos de un
incómodo silencio.
Sin embargo, Nessa no podía olvidar ni la forma en que su suegra le
había hablado ni las acusaciones que realizó en su contra. Su corazón le
dolía al pensar que ella pudiese ser la causante de la muerte de su propio
hijo. ¿Había sido demasiado vieja para dar a luz? ¿Era por eso que había
muerto?
Por mucho que intentara convencerse de que no era cierto, esos
pensamientos persistían, perforando su mente y su corazón día y noche.
Sabía que debía hablar con Grant sobre eso. Sin embargo, no parecía que
pudiera hacerlo. Había una animosidad tan arraigada entre ella y su
suegra que se sentía reacia a poner a Grant en medio de ambas.
—¿Vas a decirme en qué estás pensando? — preguntó su padre una
tarde mientras estaban sentados juntos en la terraza disfrutando del
clima cálido. —Durante los últimos días, no he visto que estés muy bien.
¿Hay algo que pueda hacer?
Sonriendo, Nessa apretó su mano, dando la bienvenida al calor que su
amor siempre traía a su corazón. —No sé si debería hablar de ello —
susurró, de repente, anhelando liberarse de esta carga y poder
compartirlo con otro.
La mirada de su padre se estrechó. —¿Qué te ha dicho ella?

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Felices por Siempre Regencia 01

Sorprendida por la percepción de su padre, Nessa lo miró fijamente. —


¿Cómo lo has sabido?
Él se rio, aunque el sonido no mostraba diversión. —Olvidas que conozco
a esa mujer desde hace muchos años— Frunció el ceño y luego agitó la
cabeza. —Hay algo profundamente inquietante en ella. A menudo me he
preguntado cómo es que alguien así ha traído al mundo a un hombre tan
maravilloso como Grant.
Devolviéndole la sonrisa, Nessa asintió, sintiéndose más ligera al poder
compartir lo que estaba en su mente. —Ella me encontró en el cementerio el
otro día y sugirió que...
—¿Qué? —su padre la presionó, su mirada oscureciéndose mientras la ira
cuidadosamente velada lentamente llegaba a su rostro. —¿Qué disparate
escandaloso te ha dicho?
Nessa tragó. —Que nunca debí casarme con Grant; que fue debido a mí...
edad avanzada que nuestro hijo murió. Que arruiné...
El rostro de su padre se volvió de un rojo oscuro cuando comenzó a gritar
indignado.
— ¡Esa repugnante...!
—¡La prima Audrey está llegando! — Milly gritó mientras subía
corriendo por la ladera de su casita en el árbol. — ¡La prima Audrey ya viene!
Tragando las palabras que claramente habían estado en la punta de su
lengua, el padre de Nessa se volvió hacia su nieta mientras ella se apresuraba
a ir hacia ellos, con su pequeña cara resplandeciente de emoción. —¿Qué has
dicho?
Jadeando, Milly señaló a través de las puertas de cristal de la parte trasera
hacia el salón delantero. —La prima Audrey está aquí. He visto su carruaje.
—¿Estabas espiando de nuevo? —, preguntó el abuelo de Milly riéndose.
Sonriendo, la chica asintió, sin la más mínima señal de arrepentimiento
en sus ojos color avellana. —¿De qué otra manera lo habría sabido? ¡Ven!
¡Vamos a saludarlas!— y se largó corriendo, con su risa infantil resonando
por toda la casa.
No importaba lo mal que se sintiera Nessa, la alegría y exuberancia de
Milly siempre conseguían poner una sonrisa en su rostro. Al parecer, su
padre tampoco era inmune a los encantos de su nieta. —Esa niña es la luz
para mi anciana vida— le dijo, con un centelleo de humor en sus ojos

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Felices por Siempre Regencia 01

mientras luchaba por ponerse de pie y escoltar a Nessa hasta la casa. —


Ella es el rayo de sol más brillante que he visto jamás.
Nessa sonrió, sabiendo exactamente cómo se sentía. Luego se puso
seria y miró a su padre. —¿Quién es la prima Audrey?
—Es la hija de Lord y Lady Crawford— le explicó su padre mientras
seguían los pasos de Milly. —El Vizconde Crawford se casó con tu prima
Cornelia hace una década—. Entrecerró sus ojos. —Sí, debe haber sido
hace una década, más o menos—. Sonriéndole, se encogió de hombros.
—Audrey tiene más o menos la edad de Milly. Son como uña y carne esas
dos, siempre están tramando cosas—. El orgullo sonó en su voz y Nessa
se rio.
—Entonces, ellas dos son cercanas. ¿Qué hay de Lady Crawford? ¿La
conozco bien?
Su padre le guiñó un ojo. —La llamabas Connie, y si, se conocían muy
bien—, suspiró. —Después de la muerte de tu madre, pasamos mucho
tiempo con la familia de mi hermano. Audrey y Milly me recuerdan a
ustedes dos cuando eran más jóvenes. La próxima generación de mujeres
Bottombrook— se rio arrugando ligeramente la nariz al decirlo.
Nessa no pudo evitarlo y se unió a él, con curiosidad por conocer a la
mujer que había sido como una hermana para ella. Al entrar al vestíbulo,
Brighton estaba abriendo la puerta, revelando a una mujer esbelta de la
edad de Nessa, así como a una niña pequeña, que podría haber sido la
gemela de Milly. En el momento en que las dos niñas se vieron, los gritos
resonaron por el pasillo y corrieron la una hacia la otra, con sus rostros
sonrientes. Ambas, unidas en un abrazo de oso saltaban arriba y abajo
antes de soltarse, sin duda, deseosas de realizar otro plan diabólico.
A Nessa le encantaba ver a Milly tan feliz.
—¡Realmente eres tú!—. Ante el grito de su prima, Nessa volvió la
cabeza hacia la puerta principal, donde sus ojos se posaron sobre Lady
Crawford... Cornelia... Connie.
Con sus manos sobre su boca y los ojos redondos como platos, Connie
se quedó quieta mirando a Nessa como si hubiera visto un fantasma. Sus
mejillas estaban pálidas y sus manos temblaban un poco.
― No puedo creerlo. Cuando recibí la invitación, pensé que tu esposo
estaba bromeando. Yo...— Moviendo la cabeza, caminó lentamente hacia

164 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Nessa como si temiera que un movimiento repentino pudiese asustar a su


prima perdida.
—¿Una invitación? — murmuró Nessa, mirando a su padre.
Sin embargo, la respuesta tuvo que esperar, ya que Connie de repente, se
lanzó hacia ella, aplastando a Nessa en un abrazo feroz que amenazaba con
romperle los huesos.
—¡Eres realmente tú! —, murmuró una y otra vez, aferrándose a ella como
si fuera una vida muy estimada. —No me atreví a creerlo.
Abrumada, Nessa hizo todo lo posible por devolver el abrazo de su prima,
pero se sintió aliviada cuando su padre las separó. —¿Acaso me he vuelto
invisible? — se rio, abriendo los brazos a Connie. —¿O no merezco un saludo
apropiado?
Riendo, Connie lo abrazó. Sus ojos, sin embargo, permanecieron en
Nessa.
—Lo siento. Es que estoy muy abrumada. Todavía no puedo creer que
estés realmente aquí.
Una pequeña sonrisa apareció en los labios de Nessa mientras miraba a
su prima, deseando poder experimentar algún tipo de reconocimiento.
Connie tragó. —Entonces es verdad — susurró ella. —No puedes
recordar ¿verdad?
—¿Cómo lo supiste? — la interrumpió el padre de Nessa. —Hablaste de
una invitación.
Los ojos de Connie se abrieron de par en par y, una vez más, puso sus
manos en su boca. —¡Oh no, he arruinado la sorpresa!
—¿Qué sorpresa? — Nessa frunció el ceño, viendo la misma expresión
confusa en el rostro de su padre.
Connie apretó los labios, claramente luchando por no traicionar la
confianza de alguien. ¿Sería de Grant? —Tú hablaste de una sorpresa— el
padre de Nessa la presionó mientras su estrecha mirada cubría el rostro de
Connie. —Puedes decirnos porque no te dejaremos en paz hasta que lo
hagas. — Una sonrisa retumbó en su garganta. —Nosotros los Bottombrook
podemos ser implacables — De nuevo se rio —Ya deberías saberlo.
Sonriendo, Connie se acercó, mirando rápidamente hacia el pasillo
delantero, asegurándose que estaban, de hecho, a solas. —No quería decir

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nada — empezó a decir, —pero tu esposo está planeando un baile en tu


honor para volver a presentarte a los vecinos. Me pidió que no hablara de
esto con nadie—. Apretando los dientes, agitó la cabeza, con una sonrisa
de disculpa en su rostro. —Lo siento mucho. En el momento en que te he
visto, se me escapó de la mente. Por favor, no se lo digas. Se sentirá muy
decepcionado.
Con un suspiro, Nessa asintió, abrumada no sólo por este encuentro y
el saludo bastante improvisado con una prima que no podía recordar, sino
también por el conocimiento de un baile que se daría en su honor. ¿Cómo
sería entrar en una habitación llena de gente con todos los ojos puestos
en ella? ¿Una habitación llena de personas que no podía recodar? Y, sin
embargo, no podía esconderse eternamente en Wentford Park. En algún
momento, tendría que dejar la seguridad de la finca y reanudar su vida
normal, en la medida de lo posible.
Y a pesar de sus inestables nervios, Nessa no pudo negar que las
consideraciones de Grant hacia ella calentaban su corazón. De hecho, con
cada día que pasaba, cuidaba de ella un poco más. Ojalá y aquella reunión
no se viera ensombrecida por esta nube oscura que parecía haber tomado
residencia en Wentford Park.
Era como si se avecinara una tormenta. Nessa no podía decir
exactamente qué era lo que le había dado esa idea. Se sentía como si
hubiera algo en el aire que hablaba de un cambio violento en el horizonte.
Nessa suspiró. Sólo podía esperar que el baile no terminara en un
desastre.
—Las dejo para que se pongan al día— dijo su padre mientras
colocaba suavemente su mano en la espalda de Nessa. Sus amables ojos
encontraron los de ella, y él asintió de manera alentadora. —Iré a ver que
travesuras están tramando las niñas — Luego se alejó, dando un ligero
salto en su paso.
— Te quiere muchísimo — comentó Connie con una cálida sonrisa en
el rostro antes que se volviera a mirar a Nessa. — Cuando recibimos la
noticia de tu accidente, pensé que lo perderíamos a él también. Él te lloró
profundamente—. Tragando, Nessa asintió, empezando a sentir una
conexión más profunda con aquella mujer que parecía conocerla tan bien
como una hermana. —Y sin embargo, nunca se rindió.
Con una profunda sonrisa, Connie buscó la mano de Nessa. —Siempre
le estaré agradecida por ello—. Las lágrimas empañaron sus ojos antes

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que, rápidamente, las secara. —Debe ser extraño para ti... el estar aquí de
vuelta cuando no recuerdas nada. ¿De verdad se ha ido todo?
Una vez más, Nessa sintió que le había fallado a alguien querido para ella,
a alguien que había puesto su confianza en ella y no había estado a la altura.
—Me temo que sí.
Connie apretó su mano. —Pero tú y tu padre parecen tan unidos como
siempre—. Una pregunta parpadeó en sus ojos antes de sacudir la cabeza
como si hubiera recordado algo que había olvidado. —Siento mucho haberte
tenido aquí en el salón. Puede que no lo recuerdes, pero tengo una tendencia
a hablar demasiado.
Una sonrisa llenó su cara y extrañamente le pareció familiar. Devolviendo
el suave apretón a su prima, Nessa sonrió. —No te preocupes, querida prima.
De hecho, debería haber sido yo la que te invitara y te ofreciera un refresco.
—Bueno, ahora que lo mencionas…— Sonriendo, Connie puso su brazo
alrededor de Nessa antes de que se fueran hacia la sala de estar, pidiéndole a
Brighton que les llevara té y galletas rápidamente.
—Tengo hambre — admitió Connie mientras mordía un trozo de pastel
de limón.
—Desde que recibí la carta de tu esposo, no pude pensar en otra cosa que
en verte. Ya no recuerdo cuando fue la última vez que comí.
Una carcajada retumbó en su garganta antes de que, de pronto, se
calmara. El trozo de pastel quedó olvidado en su mano.
—¿Algo va mal? —, preguntó Nessa mientras sintió la mirada fija de
Connie en su rostro. —¿No sabe bien? — Miró el trozo en la mano de su
prima.
—No, está delicioso—, le aseguró, su mirada pensativa como si estuviera
sopesando sus palabras. —Me había olvidado de todo en estos últimos
meses — murmuró entonces, más para sí misma que para Nessa.
—¿Qué es? — preguntó entonces, segura de que su prima no se refería al
pastel. —¿Te ocurre algo? Estás pálida.
Tragando, Connie dejó el pastel, con sus ojos marrones descansando
sobre Nessa.
—No sé si debo decir esto porque, no puedo estar segura respecto a su
significado o importancia—. Agitando la cabeza, exhaló un profundo

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suspiro. —No quiero arruinar nada, y Grant y tú parecen llevarse muy


bien—. Hubo un ligero aumento en su voz como si estuviera haciendo una
pregunta.
—Supongo que lo estamos—. Nessa contestó, sintiendo que su piel
comenzaba a cosquillearle con un extraño presentimiento. —En las
actuales circunstancias. ¿Por qué lo preguntas?
Por un momento su prima se quedó en silencio y Nessa podía ver cómo
corrían sus pensamientos, preguntándose qué malas noticias podría traer
Connie. ¿Había pasado algo antes del accidente del carruaje que ella
ignorara? ¿Algo que nadie en su familia había pensado en compartir con
ella?
Aparentemente, había tomado una decisión. Connie abrió su retículo
y sacó una carta algo descolorida. Aunque estaba doblada con mucho
cuidado, Nessa pudo advertir que estaba gastada. ¿Con qué frecuencia su
prima la leía y por qué? ¿Quién la había escrito?
—Recibí esta carta tuya sólo días antes del accidente —, le dijo, con
su voz extrañamente tranquila para alguien tan vivaz como ella. —¿Lo
recuerdas?
Nessa tragó. —No lo sé—. Respiró profundamente. —¿Qué dice?
—Después de todo, es tuya—. Con una mano temblorosa, Nessa tomó
el papel descolorido. ¿Qué diría? Nada bueno a juzgar por la mirada en el
rostro de Connie.
—Siempre la llevo conmigo—, dijo repentinamente su prima, tenía
una suave sonrisa en el rostro mientras sus ojos brillaban una vez más a
causa de las lágrimas. —No pude desprenderme de ella.
Ante la calidez en la mirada de su prima, Nessa sintió una pequeña
sonrisa en las esquinas de sus labios. Luego, volvió su atención a la carta.
Lentamente, sus dedos la desplegaron y un frío escalofrío corrió por su
espalda.

Mi querida Connie,
Te escribo en un momento de necesidad. Tengo algo muy importante y
absolutamente urgente que discutir contigo, pero no puedo darte más detalles
en esta carta.

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Felices por Siempre Regencia 01

Sé que esto es muy inapropiado y me disculpo por perturbare así, pero he de


rogarte que me envíes una carta pidiéndome que te visite.
No hagas mención de lo que estoy escribiendo aquí. Por favor, simplemente
pídeme que te visite debido a alguna emergencia. Estoy segura de que pensarás
en algo.
No puedo decir más, sólo que mi esposo no me permitirá viajar a menos que
esté convencido de que es un asunto urgente.
Te lo explicaré todo cuando te vea.
Cariñosamente Tuya
Nessa.

Mirando fijamente la carta, Nessa sintió que sus entrañas se torcían y


daban vueltas, mientras su mundo comenzaba a balancearse una vez más. De
un momento a otro, todo lo que pensaba que sabía, todo lo que pensó bien
en creer le era arrancado de las manos. De nuevo, un vacío negro se
interponía entre ella y su pasado. Sintió que sus manos se enfriaban al pensar
que todo ello no era lo que parecía.
—Admito que me sorprendí cuando recibí tu carta— dijo suavemente
Connie con sus ojos atentos mientras miraba a Nessa. —No sabía qué hacer
con ella. Siempre pareciste tan feliz, tan enamorada…—. Una sonrisa
melancólica llegó a sus labios. —No podía entender por qué Grant te
prohibiría viajar o por qué estabas tan reservada y tan asustada. Esto daba
vueltas en mi cabeza y no pude dormir durante días mientras esperaba que
me explicaras lo que te había llevado a escribir esto—. Su rostro se oscureció.
—Y entonces moriste y no pude saber a qué te referías.
Como si fuera algo dañino, Nessa dejó caer la carta sobre la pequeña mesa
del café. Sus dedos estaban helados mientras los ponía unos sobre otros. —
¿Escribiste la carta que te pedí? — le preguntó a su prima, notando el indicio
de culpa que llegó a los ojos de Connie. Su prima asintió.
—Lo hice, y no ha pasado un sólo día en que no me haya arrepentido de
hacerlo — sollozó mientras las lágrimas volvían a caer. —No sé si lo sabes,
pero estabas en camino a verme cuando ocurrió el accidente. Por alguna
razón, los caballos se desbocaron y el eje del carruaje se rompió. Se deslizó
hasta la orilla del río y... — un fuerte sollozo arrancó de su garganta y cerró

169 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

su boca. —Si no hubiera escrito esa carta, nada de esto habría pasado. Tú
no hubieras...
—No es tu culpa — intervino Nessa, poniendo suavemente una mano
sobre la de su prima, encontrando a las de Connie tan frías como las suyas.
—No lo sabías. Te pedí un favor y cumpliste como cualquier buena amiga,
como cualquier hermana haría.
Al igual que su padre, Nessa no podía negar que había algo profundo y
significativo que la conectaba a su prima. Sin embargo, Nessa también lo
había sentido con su marido. ¿Se había equivocado? ¿Ya no podía confiar
en sus instintos? ¿Ya no le servían adecuadamente ahora que no tenía
experiencias pasadas en las que pudiera confiar?
—¿No sabes por qué escribiste esa carta? — Connie preguntó cuándo
sus sollozos se hubieron calmado. Sin embargo, su mano seguía agarrando
la de Nessa como si temiera que su querida prima volvería a ser arrancada
de su vida.
Nessa suspiró, una vez más sintiéndose abrumada. ¿Esto nunca se
detendría?
—No lo sé. ¿Alguna vez hablaste con alguien de esto al respecto?
Connie agitó la cabeza. —Me pediste que no le dijera nada a Grant y
después del accidente no pensé que cambiaría las cosas. Aunque, siempre
me pregunté de qué deseabas hablarme.
Nessa trató de enfocar sus pensamientos. —¿Has estado alguna vez de
regreso aquí desde...?
Connie asintió. —Una o dos veces. Admito que odiaba visitar
Wentford Park sin ti aquí. Dondequiera que miraba, esperaba verte. Milly
venía a visitarnos de vez en cuando. Creo que era bueno para ella, y
Audrey la extrañaba. Entonces, Grant se casó con esa debutante — siseó,
entrecerrando los ojos. —Nunca le perdonaré eso. No fui a la boda. No
pude. Creo que lo sabía porque no me envió una invitación—. Ella suspiró
y, por un momento, cerró sus ojos. —Cuando recibí su carta, tuve la
tentación de tirarla al fuego. No puedo creer lo cerca que estuve de no
descubrir que habías sobrevivido.
—¿Cómo fue... cómo viste a Grant después de que yo...? —, preguntó
Nessa, queriendo saber sí algo había sucedido entre ellos antes de su
accidente. Paso a paso, le había hablado sobre los aspectos menos

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Felices por Siempre Regencia 01

agradables de su vida juntos y, una parte de Nessa se preguntaba si le estaba


ocultando algo más.
—Con el corazón roto —contestó Connie sin demora mientras nuevas
lágrimas se acumulaban en sus ojos. —Por supuesto, que me lo pregunté
después de tu carta, pero no fue hasta que se casó con esa debutante que
dudé de su amor por ti. Parecía destrozado hasta la médula, que estaba más
allá del dolor. Durante días, no dormía ni comía. No quería hablar con nadie
excepto con Milly y con los grupos de búsqueda que envió a buscarte, para
traerte de vuelta—. Ella suspiró y el aliento vibró en su garganta. — Y luego,
pasaron los días, las semanas y los meses y a excepción de las piezas rotas
del carruaje, no se encontró rastro de ti. Eventualmente, nos dimos por
vencidos—. Sus manos apretaron las de Nessa. —Lo siento mucho. Nunca
debimos haberlo hecho. Debimos seguir buscando.
—No hicieron nada malo—, le pidió Nessa. —Nadie puede vivir su vida
de esa manera. Entiendo lo que pasó y entiendo que todos ustedes hicieron
todo lo posible por encontrarme. Estoy muy agradecida por eso.
La gentil sonrisa y alivio en el rostro de Connie conmovió profundamente
a Nessa. ¿Realmente sentiría esa conexión con su familia si no existiera
certeza en ella?
—Tal vez... tal vez, no estaban destinados a encontrarme. Tal vez, todo
tenía que suceder de la manera en que ocurrió. No lo sé. No creo que sea
culpa de nadie. Fue una situación terrible y todos hicimos lo mejor que
pudimos.
Al menos Nessa esperaba que eso fuera verdad. ¿Qué diablos podría haber
sucedido para que escribiera esa carta a su prima? No parecía que Grant la
controlara de alguna forma. En su corazón, no tenía ninguna duda de que si
ella le pidiera algo, él se lo concedería siempre y cuando estuviera en su poder
hacerlo. ¿Qué había pasado entre ellos entonces? Nessa tragó. ¿Podría haber
sido la pérdida de su hijo? Ahora tendría cuatro años, lo que significaba que
lo perdieron un año antes de su accidente. ¿Qué había pasado en ese año? ¿Se
habían separado? ¿El dolor los había llevado por caminos diferentes?
La forma en que Grant le había hablado de aquella época había sugerido
una absoluta tristeza, por supuesto, pero también de un dolor compartido.
Un momento que los había unido mientras se aferraban el uno al otro para
sobrevivir a su perdida. ¿Le había mentido? En su corazón, Nessa no podía
creer que fuera cierto. Todos sus instintos le decían que debía creer en él.

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Felices por Siempre Regencia 01

Y sin embargo, su mente le advertía que se mantuviera cautelosa.


Después de todo, ella no lo sabía. Ella no sabía nada.
¿Qué era lo que no le estaba diciendo él?

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Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Veintitrés
Un Consejo de Familia
Traducción Jekita

El sonido de pequeños pasos sacó a Grant de su estudio. Si no estaba


equivocado, no eran sólo los zapatos de Milly los que oyó corriendo sobre
los suelos de mármol, y su risa parecía tener un extraño eco. Si él no lo
supiera bien...
Cuando salió del pasillo, una sonrisa apareció en su cara mientras su hija
venía corriendo hacia él, seguida casi pegada a sus talones por nada menos
que su prima Audrey. ¿Siempre se habían parecido tanto las chicas? Grant se
preguntó, sintiendo un aguijón de pesar por haber permitido que la conexión
casi terminara tras de la perdida de Nessa. Debería haber asegurado un
contacto constante entre las dos niñas. A Milly le habría encantado eso y por
lo que parecía, también a Audrey.
—¡Mira padre, Audrey está aquí! ¡Audrey vino! — la alegría iluminó la
cara de Milly mientras se lanzaba a sus brazos. —¿No es maravilloso?
Riendo, Grant la hizo girar. —Así es — le dijo a su hija, luego bajó la
mirada para saludar a la gemela de Milly. —Es bueno volver a verte, Audrey.
¿Has venido con tu madre?
La chica asintió. —Está hablando con Nessa—. Luego, sus cejas se
encogieron. —Pensé que había muerto.
Sus ojos marrones claros se fijaron en su rostro mientras ella claramente
estaba esperando una explicación satisfactoria. Grant aclaró su garganta, sin
saber qué decir. Quizás, deberían entrar en el salón y calmarse primero.
—¡Ahí están! —la llamada de Maynard salvó a Grant de aquella pregunta
incómoda, y miró hacia arriba para verlo acercarse a ellos.
—Supongo que has estado buscando a estas dos granujas—. Sonriéndole
a su hija, la dejó en el suelo de nuevo. Uniendo sus manos, Milly y Audrey

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Felices por Siempre Regencia 01

rieron. Luego, intercambiaron una mirada pícara de niñas de seis años


antes de salir corriendo.
—¡Atrápennos si pueden!
Riendo, Grant las vio irse antes que se diera cuenta de que Maynard
jadeaba ligeramente. —¿Estás bien, viejo? No deseo insultarte, pero dudo
que tengas alguna oportunidad de seguirles el paso a ellas. Bien podrías
rendirte ahora.
Sonriendo, Maynard respiró hondo. —Nunca se han dicho palabras
más ciertas—, suspiró mientras su respiración se calmaba lentamente.
Entonces, su mirada se estrechó y se giró para mirar a Grant. —¿Por qué
no me dijiste que planeabas un baile para Nessa?
Rodando los ojos, Grant gimió. —¿Debo suponer que a Cornelia se le
escapó?
Maynard asintió. —Deberías haber sabido que las mujeres no pueden
guardar un secreto, especialmente de Nessa—. Puso sus manos en sus
costados. —¿Por qué no me lo dijiste?
Grant se rio, apretando una mano en el hombro de su suegro. —De
nuevo, no quiero insultarte. Sin embargo, debes admitir que eres
igualmente inepto en lo de guardar secretos. Parece ser una característica
típica de los Bottombrook—. Suspiró y la risa desapareció de su corazón
mientras recordaba otra conversación. —Yo no quería cargarte con un
secreto y sin embargo, juzgué mal con respecto con quien debía
compartirlo—. Él soltó el aliento. —Mi madre estaba menos
entusiasmada cuando le pedí ayuda con los preparativos... —.
Instantáneamente, el rostro de Maynard se oscureció. Aunque Grant
sabía que Maynard no estaba en los mejores términos con su madre,
aunque en verdad nadie parecía estarlo, la mirada de Maynard era más
oscura de lo habitual, casi llena de furia.
—¿Qué hizo? — preguntó Grant en el momento en que su suegro abrió
la boca para hablar.
Apretando los dientes, Maynard agitó la cabeza. —Dejaré que mi hija
te informe. Sin embargo, debo decirte que nunca hubiera esperado oír tal
cosa de nadie, ni siquiera de tu madre. Nessa tenía el corazón roto.
Grant asintió, sintiendo que su propia sangre empezaba a hervir.
Había notado que Nessa había estado demasiado silenciosa últimamente.
Sin embargo, había creído que era debido al reciente descubrimiento de

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Felices por Siempre Regencia 01

la muerte de su hijo. Sabía que lo había llorado otra vez. ¿Cómo no iba a
hacerlo? Y él había querido darle tiempo y no agobiarla con demasiadas
preguntas o muestras de apoyo.
A veces, Nessa necesitaba tiempo a solas con sus pensamientos. Y él lo
sabía.
Pensando en ello, tal vez lo que ella había necesitado era una amiga,
alguien en quien confiar. Alguien que fuera sólo suyo. Alguien que no fuera
Grant.
—¿Milly dijo que Nessa está hablando con Cornelia? — preguntó a su
suegro, con un alivio que le llenaba el corazón al pensar en el profundo
vínculo que compartían ambas mujeres. Maynard asintió. —Debería haberle
escrito antes —admitió Grant con un suspiro. —No quería abrumar a Nessa
con demasiada gente. Pero, debería haber excluido a Cornelia de eso. Estará
furiosa conmigo.
Maynard se rio. — ¿Nessa o Cornelia?
—En este caso — sonrió Grant, — ésta última. ¿No siseó alguna amenaza
cuando la vio?
Maynard agitó la cabeza. —Estaba demasiada abrumada por ver a Nessa.
Grant asintió, sabiendo que merecía cualquier cosa y todo lo que Cornelia
pudiera lanzarle por la cabeza. —Debería haberle escrito mucho antes —.
Sin embargo, no podía negar que desde la perdida de Nessa, había habido
una extraña distancia entre ellos. Las pocas veces que se habían visto en los
últimos tres años, Cornelia lo había mirado de una forma extraña que no
había sido capaz de entender. Pero, en ese momento, no le había importado
lo suficiente como para preguntarle sobre ello. Quizás no era nada más que
dolor. Grant sabía que después de perder a Nessa no había sido buena
compañía.
—¿Qué es todo ese ruido? — al oír la voz de su madre, Grant notó que
Maynard se tensaba a su lado y una sombra oscura caía sobre su rostro. Aun
así, el viejo mantuvo su ira cuidadosamente escondida tras una máscara de
indiferencia. Se preguntó qué había hecho ahora su madre para atraer la ira
de Maynard, un hombre que siempre estaba tranquilo. Sí sólo su suegro
confiara en él.
Mientras caminaba, la condesa viuda tenía su expresión habitual: los ojos
ligeramente entrecerrados, los labios apretados en una delgada línea y una
mirada de gran altanera superioridad en su rostro que mostraba su disgusto

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Felices por Siempre Regencia 01

con las personas en general. ¿Había sido alguna vez feliz su madre? Grant
se preguntó en ese momento. No pudo recordarlo.
—Wentford — exclamó, corriendo hacia ellos. Sus ojos recorrieron
los alrededores como si esperara que alguien saltase sobre ella y la atacara.
— ¿De qué se trata todo este alboroto?
Grant tomó un respiro para calmarse. —Supongo que te refieres a
Milly y a Audrey. Admito que su reunión ha sido bastante ruidosa.
—¿Audrey?
—La hija de Lord Crawford — Grant contestó mientras Maynard
permanecía en silencio, ignorando a la mujer ante él con un estilo que no
pudo evitar envidiar. Se preguntó cuál sería su secreto.
Cuando Grant dirigió su atención de vuelta a su madre, notó un ligero
ensanchamiento en sus ojos mientras parecía mirar por encima de su
hombro. —¿Está Lady Crawford aquí también?
Frunciendo el ceño ante el sutil cambio en su voz, Grant asintió. —Si.
Vino a ver a Nessa en cuanto recibió mi invitación al baile — Miró
fijamente a su madre, retándola a decir lo que pensaba. Afortunadamente,
no lo hizo.
—¿Crees que es prudente traerla aquí? — preguntó en su lugar; su voz
estaba tomando un tono muy extraño. —Tal vez, ser confrontada por
tantas personas y no recordar nada molestará... a tu esposa—. Por un
momento, Grant quedó demasiado aturdido para hablar. ¿Había
expresado su madre preocupación por Nessa? ¿O alguien lo golpeó en la
cabeza y todo esto era en realidad un sueño?
—¿Desde cuándo te preocupas por el bienestar de mi hija? — pidió
Maynard, con una voz un poco gruñona mientras intentaba lo máximo
permanecer en control de sus emociones.
Colocando una mano en el hombro de su suegro para calmarlo, se
dirigió a su madre. — Aprecio tu preocupación — dijo — pero, no estoy
seguro de que debas cuestionar esa decisión, ya que Cornelia es la mejor
amiga de Nessa. Crecieron juntas, y pocas personas la conocen tan bien
como ella — Suspiró mirando a Maynard. —Quizás le haga bien a Nessa
hablar con un confidente.
—Sí, pero... — su madre comenzó, pero se quedó en silencio cuando
Maynard se adelantó; sus pálidos ojos azules se volvieron hendiduras.

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—¿Por qué finges que te importa? — exigió una vez más. —Sabes tan bien
como yo lo cerca que siempre han estado, compartiendo todo entre ellas.
Cuando Nessa recibió esa carta urgente de Cornelia antes del accidente,
fuiste tú quien la instó a que se apresurara a ir a su lado, asegurándole a Nessa
que cuidarías a Milly y que no debía preocuparse — La mirada de Maynard
se estrechó aún más y se rascó la barbilla.—Ahora que lo pienso, fue la única
vez que te he visto interesarte en la vida de Nessa.
Al oír un indicio de sospecha en la voz de su suegro, Grant se preguntó
qué estaba pasando por la cabeza de Maynard. Como quedó demostrado el
otro día cuando le había pedido a su madre ayuda para planear el baile, él
sabía que la condesa viuda no sentía afecto por su esposa. Por qué, estaba
más allá de él. Por eso, era extraño que se preocupara repentinamente por
ella, ¿Verdad? ¿O estaba tratando de emendar su conducta anterior?
—Si no les importa mi consejo — resopló su madre, su piel más pálida de
lo que recordaba, — Es mejor que los deje solos. Y Wentford — añadió
después, —recuérdale a tu hija cómo debe actuar una dama bien educada.
Debo decir que su prima no es una buena influencia — Ignorando las dagas
que disparaban los ojos de Maynard, se dio la vuelta y volvió por donde había
venido.
—No ha estado nada bien. No te ofendas, hijo — Maynard gruñó a su
lado, —pero no puedo decir que me guste tu madre. Hay algo hostil en la
forma en que mira a mi hija.
Grant asintió. —Supongo que no sirve de nada fingir que no es verdad —
suspiró. —Nunca he sido capaz de entender a mi madre — Le dio a Maynard
una sonrisa tranquilizadora. —Debes estar seguro de que nunca me
ofendería por tu honestidad. Al contrario, la aprecio mucho.
Una sonrisa llenó el rostro de su suegro mientras miraba a Grant. —Eres
un buen hombre. Me alegro que mi hija te aceptara hace muchos años.
El calor barrió el corazón de Grant, y suplicó con cada fibra de su ser que
Nessa lo aceptara de nuevo.

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Capítulo Veinticuatro
Una Cuestión de Corazón y
Mente
Traducción Tutty

Cuando se sentó en el salón con su prima, Nessa vio a Milly y Audrey


dirigirse hacia la casa del árbol. Al menos por un momento, la felicidad de
su hija le hizo sonreír antes de que la voz preocupada de Connie la llevara
de vuelta a su conversación. —Tal vez deberías hablar con tu padre—
sugirió mientras sus dedos se enroscaban alrededor de la taza de té en su
mano. —Tal vez le haya dicho más.
Nessa suspiró. —Si ese fuera el caso, ¿no me lo habría dicho? — Hasta
donde sabía, su padre había sido muy franco con ella. ¿Sería correcto
dudar de él ahora?
Connie se encogió de hombros. —Tal vez lo olvidó o no le pareció
importante. Créeme, nunca sugeriría que te oculto algo
intencionadamente.
—¿Y mi marido? — preguntó Nessa, incapaz de frenar su curiosidad.
—¿Crees que me ocultaría algo intencionadamente?
Los ojos de su prima parpadearon rápidamente antes de que ella
desviara su mirada, dirigiéndola al líquido de su taza. —Antes de tu
accidente, nunca lo hubiera creído—. Sus ojos se posaron en el pastel de
limón y en el descolorido pergamino que aún estaba sobre la pequeña
mesa, un constante recordatorio de todo lo que no sabían. —Sin embargo,
desde que recibí tu carta, no sé qué pensar. Lo siento, Nessa. Ojalá pudiera
serte de ayuda. Créeme, estos últimos tres años he pasado muchas noches
sin dormir considerando todas las posibilidades.
—¿Y qué has descubierto? — Preguntó Nessa, una parte de ella aliviada
de no estar sola al hacer estas preguntas.

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Felices por Siempre Regencia 01

Connie suspiró. —Nada— respondió, con resignación en su voz. —No se


me ocurre ninguna buena razón para que enviarías una carta así. No se me
ocurre ninguna buena razón por la que tu marido actuaría como tu carta
sugería. Nada tiene sentido.
Nada tiene sentido. Ese pensamiento resonó en su mente y resumía muy bien
su vida. Sin pasado, el futuro era casi incierto e incluso el presente estaba
lejos de ser tangible. Nada tiene sentido.
—Allí está tu padre — exclamó Connie mientras su dedo volaba hacia
arriba y señalaba las puertas de la terraza. —Tal vez sería prudente
preguntarle. Quizás le hablaste de la carta. Tal vez él sepa algo, y si no lo
sabe, no habrá daños.
Girando la cabeza, vio a su padre subir la pequeña pendiente hacia la casa
del árbol de Milly. A cierta distancia, se detuvo, su mirada se volvió hacia el
pequeño grupo de árboles como si pudiera ver a las niñas jugando allí arriba
en su fortaleza.
Nessa suspiró. —No estoy segura de que sea correcto preocuparlo con
este asunto. Si, en efecto, no sabe nada, entonces sabrá que estoy preocupada
y eso hará que él también se preocupe.
Una profunda sonrisa apareció en el rostro de Connie y sus ojos brillaron
con fuerza cuando miró a Nessa. —Puede que no lo recuerdes, pero lo
conoces bien. Sólo espero que, con el tiempo, llegues a conocerme muy bien
también.
Devolviéndole la sonrisa a su prima, Nessa asintió. —Yo también lo
espero.
—Aun así, creo que deberías preguntarle. Él querría que compartieras tus
penas con él, ¿no es así?
Nessa puso los ojos en blanco mientras se ponía en pie. —Parece que lo
conoces igual de bien—. Con pasos rápidos, llegó a la puerta y la abrió. Su
mirada fue de un lado a otro antes de decir el nombre de su padre. Tuvo que
gritar otras dos veces antes de que él la escuchara.
Cuando la vio, una sonrisa familiar llegó a sus labios y empezó a ir hacia
ella, su mirada se entrecerró mientras que sin duda alguna captó su nerviosa
expresión. —¿Estás bien? —preguntó mientras pasaba junto a ella a la sala
de estar. —Pareces... agitada—. Entonces su mirada viajó hacia Connie. —
Las dos lo parecen. ¿Qué está pasando?

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Felices por Siempre Regencia 01

—Tengo que preguntarte algo— comenzó Nessa, y sus palabras fueron


rápidas antes de que pudiera cambiar de opinión, — y te pediría que
respondieras con honestidad y que no te guardaras nada para intentar no
herir mis sentimientos.
El ceño fruncido de su padre se profundizó y todo el humor dejó su cara.
—¿Qué ha pasado?
Nessa respiró hondo. —Prométemelo.
—Lo prometo— dijo, y ella pudo ver un escalofrío que lo atravesó
mientras tragaba con fuerza, sin duda imaginando la tragedia que podría
haberle ocurrido. —Por supuesto, lo prometo. Nunca te he ocultado nada,
querida. Espero que lo sepas.
— Precisamente por eso — respondió Nessa. —No lo sé, pero te creo.
La comprensión llegó a sus ojos, y asintió con la cabeza. —Ven a
sentarte conmigo—. Tomando su mano, se acercó al sofá y se sentaron. —
Dime qué te preocupa tanto.
—¿Te acuerdas… — comenzó Nessa, intercambiando una mirada con
su prima, que parecía mantenerse a la espera de su padre tanto como ella
— si había alguna... tensión entre Grant y yo antes del accidente? ¿No nos
llevábamos bien? ¿Había algo que se interpusiera entre nosotros?
La confusión llegó a la cara de su padre, y Nessa no pudo negar que
sentía una punzada de alivio al ver que no sabía de qué estaba hablando.
—¿Tensión? — murmuró antes de que sus ojos se dirigieran a Connie y
luego a ella. —¿Qué quieres decir? Por supuesto, hubo... una gran tristeza
— tragó —cuando perdiste a Oliver. La vida cambió entonces, pero no
creo que eso sea lo que quieres decir. Por favor, dime qué es lo que tienes
en mente, querida.
Tragando saliva, Nessa cogió la carta y se la entregó a su padre. —
Connie acaba de mostrarme esto. Aparentemente, se la envié justo antes
del accidente. Es esta carta la que la impulsó a enviarme la que recibí, la
que me hizo viajar al norte.
Con dedos tensos, su padre tomó el pergamino, sus pálidos ojos
volando sobre la página. Cada palabra que leía hacía que sus ojos se
ensancharan y, una vez más, Nessa no ignoró la sensación de alivio que se
hinchaba en su pecho. ¡Quizás todo esto fue un malentendido después de
todo!

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—¿Sabes algo de esto? — Preguntó Connie, intercambiando una mirada


tensa con Nessa. —¿Sabes por qué la escribió?
—Esto es imposible — murmuró el padre de Nessa mientras entrecerraba
los ojos y se acercaba el pergamino a su cara. Entrecerrando los ojos, trazó
las líneas hasta llegar a su firma. —Tú no escribiste esto.
—¿Qué? — Nessa y Connie exclamaron al mismo tiempo, abriendo bien
los ojos de una manera que traicionó su conexión familiar.
Sosteniendo la carta, su padre señaló su firma. —Esta no es tu letra—
proclamó antes de entrecerrar los ojos una vez más, examinando una vez más
las líneas escritas allí. —Admito que es similar, pero no creo que hayas sido
tú quien la escribió.
Nessa sintió que la sangre de sus venas se enfriaba; más aún cuando vio la
mirada en el rostro de su prima. Aunque su mirada había sido igual de amplia
al escuchar la observación de su tío, luego había cambiado como si no fuera
la primera vez que la escuchaba. —¿Lo sabías? — Le preguntó Nessa. —¿Por
qué...?
—No lo sabía—, le aseguró Connie, sacudiendo la cabeza con
vehemencia. —Por favor, créeme. De verdad que no lo sabía. Fue
simplemente una de las muchas cosas que pasaron por mi cabeza, tratando
de darle sentido. Recuerdo que pensé que algunas de las líneas parecían
demasiado... forzadas—. Mordiéndose el labio inferior, suspiró. —No sé
cómo explicarlo. Después de perderte, debí pasar horas mirando esta carta
y, al cabo de un rato, me di cuenta de las pequeñas manchas de tinta en
algunas de las líneas como si hubieran sido escritas muy lentamente y con
mucho cuidado para que se vieran de la manera en que lo hicieron —. Su
mirada se centró en la de Nessa. —Como si hubieran sido hechas para
parecerse a las tuyas.
Nessa sintió que el aliento se le atascaba en la garganta ante la explicación
de su prima. —Alguien falsificó mi letra. ¿Es eso lo que estás diciendo?
Connie se burló como si no creyera en su propia conclusión. —Así parece,
y sin embargo, es ridículo. ¿Quién haría tal cosa? ¿Y por qué? No tiene ningún
sentido, y no lo tenía en ese entonces, así que me dije a mí misma que estaba
leyendo demasiado esto porque no podía aceptar que realmente te habías
ido. Me dije a mí misma que tu letra parecía un poco extraña porque
claramente te habías molestado al escribir estas líneas. Después de un
tiempo, empecé a creer en mis propias palabras y entonces puse la carta en

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Felices por Siempre Regencia 01

mi retículo y simplemente la guardé conmigo—. Ella tragó. —Pero ya no


la leo.
—¿De verdad crees que esta no es mi letra? — Nessa le preguntó a su
padre una vez más, molesta por no poder decir si la firma era suya o no. —
¿Puedes estar seguro?
Viendo su agitación, su padre puso una mano sobre la suya. —Estoy...
bastante seguro, pero debo admitir que la teoría de Connie tiene mérito.
Tal vez estamos viendo demasiado en esto.
Incapaz de quedarse quieta, Nessa se levantó del sofá y sus pies la
llevaron por la habitación de forma aleatoria. Su mirada voló de un lado a
otro entre su prima y su padre mientras el mundo parecía estar
acercándose a ella. —¿Qué hago ahora? —preguntó, sin aliento mientras
el pánico se apoderaba de su corazón. —¿En qué creo? ¿Qué...?
—Tienes que calmarte—, dijo su padre mientras se ponía de pie y se
acercaba a ella. Sus manos agarraron las de ella, sosteniéndolas
fuertemente dentro las suyas. —Y después deberías hablar con tu marido.
Nessa se estremeció ante la sugerencia. —¿Realmente crees que eso
sería sabio? ¿Y si...?
—No— interrumpió su padre, con total convicción en su voz. —No
desconfíes de él por una carta así. Si, en efecto, no la escribiste, entonces
sugeriría que el contenido en sí es falso también.
Las lágrimas comenzaron a brotar en los ojos de Nessa. —Pero, ¿y si la
escribí? ¿Qué pasaría en ese caso?
Su padre miró a ambas mujeres antes de responder. —Entonces es
importante recordar que esta carta representa sólo un momento. Tal vez
tú y Grant tuvisteis una discusión y estabas enfadada. Sin embargo, eso
no significa que no puedas confiar en él.
—¿Cómo puedes estar seguro? — preguntó Nessa mientras las lágrimas
corrían por sus mejillas. Sus manos temblaban, y esa sensación asquerosa
de no saber a dónde acudir y en qué creer la bañó de nuevo. Una parte de
ella esperaba haberlo dejado atrás. Parecía que no.
—No puedo — respondió su padre mientras sus manos apretaban las
de ella. —Pero sé que la única manera de que recibas una respuesta es
pidiéndola. Si no compartes tus pensamientos, siempre te quedarás
pensando en ello y si…

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—Quizás deberías consultarlo con la almohada antes de tomar una


decisión— sugirió Connie mientras se levantaba y se acercaba a ellos. —
Ahora mismo, estás demasiado agitada para pensar con claridad. Y si
quieres— miró a su tío —podemos ir contigo cuando hables con tu marido.
—Gracias— Con las lágrimas aun rodando por sus mejillas, Nessa sonrió
a su prima. —Muchas gracias.
Parpadeando para contener las lágrimas, Connie asintió. —¿Para qué
están las primas? — susurró antes de que repentinamente se adelantara,
aplastando a Nessa en un feroz abrazo. —¡Oh, cómo te he echado de menos!
Al encontrarse con la mirada sonriente de su padre sobre el hombro de su
prima, Nessa devolvió el abrazo de Connie con uno propio y sincero. —No
te recuerdo, pero también te he echado de menos.

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Capítulo Veinticinco
Pertenencia
Traducción Tutty

Había una extraña mirada en los ojos de Nessa desde que su prima llegó
el día anterior.
Frunciendo el ceño, Grant la miró mientras se sentaban a desayunar.
Apenas le había hablado desde entonces, y él sentía que había algo en su
mente. Algo que tenía que ver con él. Algo que se interponía entre ellos.
Sintió que su corazón se apretaba dolorosamente ante la idea que Nessa
hubiera llegado a mirarlo de manera diferente. ¿Le había dicho Cornelia
algo que, de alguna manera había forzado una nueva distancia entre ellos?
¿Qué demonios podría haber sido?
Las últimas semanas habían sido tan prometedoras que Grant se había
permitido creer que su encuentro final era sólo una cuestión de tiempo.
Que, recuperara o no sus recuerdos, seguiría siendo su esposa, la mujer
que él amaba y que lo amaba a él.
¿Se había equivocado? ¿Sus momentos compartidos habían significado
más para él que para ella?
Las chicas salieron corriendo de la sala de desayuno en el momento en
que sus estómagos estaban llenos, lo que hizo que su madre soltara otra
letanía sobre el comportamiento adecuado. Sin embargo, Grant no
escuchaba, ya que su mente no podía concentrarse en otra cosa que no
fuera Nessa.
Para su sorpresa, ella se volvió hacia él entonces. Ella le preguntó: —¿Te
gustaría dar un paseo conmigo? — y el corazón de él dio un salto mientras
la alegría recorría su cuerpo. Tampoco, pudo dejar de notar la tensión en
su rostro y la casi dolorosa ausencia de ese brillo único en sus ojos color
avellana. ¿Tenía malas noticias que compartir? se preguntó Grant,
sintiendo que se le ponía la piel de gallina por sus brazos y piernas.

184 | P á g i n a
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Dejando atrás la casa y la gente que había dentro, Grant guio a Nessa por
la conocida pendiente hasta la parte trasera de los jardines, donde los altos
setos les daban cierta privacidad. Sus brazos estaban enlazados y sin
embargo, pensó que sentía cierta reticencia en ella, como si no se sintiera
cómoda con su tacto. —Algo ronda tu mente —dijo finalmente cuando ella
se quedó callada. —¿No me dirás qué es? Admito que estás empezando a
asustarme.
Deteniéndose, Nessa lo miró mientras estudiaba su rostro como si lo viera
por primera vez. ¿Qué estaba buscando ella? —Tienes razón—, dijo después
de un rato. —Necesito hablar contigo.
—¿Ha pasado algo? — Grant preguntó, soltando de mala gana su mano
cuando se alejó y dio unos pasos hacia atrás. —Algo ha cambiado. Me estás
mirando como si...
—¿Como si qué? — preguntó, con los ojos bien abiertos y vigilantes
mientras esperaba su respuesta.
Grant suspiró. —Como si no supieras si confiar o no en mí.
Inclinando la cabeza, inhaló profundamente antes de volver a mirarle. —
Me conoces bien.
Grant sintió que sus músculos se apretaban ante la duda en la mirada de
su esposa. —¿Qué ha cambiado? — preguntó, incapaz de soportar esta fría
distancia entre ellos. —Creía que nos habíamos... acercado. ¿Estaba
equivocado?
Al tragar con fuerza, Nessa cerró brevemente los ojos. Cuando los abrió
una vez más, la mirada de sus ojos se había suavizado. —No estas
equivocado.
—Entonces, ¿qué pasó? — Grant presionó mientras se pasaba las manos
por el pelo con agitación. —¿Qué pasó ayer para que cambiara todo lo que
teníamos?
Para su alivio, Nessa también, parecía abrumada por esta nueva distancia
entre ellos. Su mandíbula se apretó como si deseara poder simplemente
apartarla mientras la mirada de sus ojos le hacía señas para que se acercara,
el anhelo y el deseo bailando en su cálida mirada. —Dudo — dijo finalmente,
girando sobre sus talones y caminando unos pasos más allá antes de darse la
vuelta una vez más y volver hacia él. —Lo sé... quiero decir, creo que sé cómo
me siento, y no quiero nada más que poder confiar en eso — susurró mientras
sus ojos viajaban por su rostro buscando la confirmación de que ella tenía,

185 | P á g i n a
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en efecto, razón para hacerlo. —Y entonces ocurrió algo que lo


desestabilizó todo, y no sé lo suficiente para darle el contexto adecuado.
Con mis prácticamente inexistentes experiencias pasadas, no tengo nada
a lo que aferrarme, nada que me equilibre, nada que me ayude a juzgar el
presente.
—¿Qué ha pasado? — Grant preguntó, viendo su confusión, así como
el anhelo de escuchar con seguridad que todo estaba bien y que siempre
lo estaría. —Es de mí de quien dudas, ¿no es así?
Nessa asintió. —Cornelia me trajo una carta — le dijo, doblando las
manos delante de ella como si necesitara algo a lo que aferrarse. —Una
carta que le escribí antes del accidente. Una carta que sugiere que... no era
feliz contigo—. Las últimas palabras salieron de sus labios
apresuradamente, como si no pudiera soportar decirlas más de lo que él
no podía soportar escucharlas.
Mientras las emociones contradictorias le desgarraban, Grant se
concentró en la única cosa que le daba esperanza: el deseo de Nessa de
oírle contradecirlo. Si no le importase, no estaría tan agitada, tan
confundida, tan desconsolada. La mirada de sus ojos era casi suplicante, y
su corazón se regocijaba al pensar que, tal vez, ella lo amaba después de
todo.
—Eras feliz — dijo finalmente, deseando que ella le creyera. —Muy
feliz. Por supuesto, apenas nos habíamos recuperado de la pérdida de
nuestro hijo. La vida no era... como había sido antes. Antes. Pero la alegría
estaba volviendo lentamente, y todavía te amaba como lo hacía el primer
día que nos conocimos—. Él tragó. —Y tú también me amabas. Estoy
seguro de ello. Nunca has sido alguien a quien retener — Lentamente, se
acercó. —Eres honesta y directa y totalmente franca. Si no hubieras sido
feliz, lo habría sabido — Sus manos alcanzaron las de ella, y ella no las
apartó. —Lo habría sabido porque me lo habrías dicho.
Lágrimas brillaban en sus ojos mientras lo miraba, y sus dedos se
apretaron alrededor de los suyos, agarrándose a él de una manera que hizo
que su corazón se elevase.
—¿Me crees? — Grant pregunto, incapaz de no hacerlo. —¿Puedes
confiar en que lo que te estoy diciendo es la verdad?
—Lo deseo — susurró Nessa mientras parpadeaba lágrimas. —Cada
fibra de mi ser me dice que confíe en ti. Y aun así, hay una parte de mí que
duda... de todo. No puedo evitarlo. Siento que debo hacerlo ya que es mi

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única defensa. No tengo nada más que me proteja—. Ella tragó y, antes de
que él pudiera responder, se apresuró a añadir: —Hay algo más.
Grant frunció el ceño. —¿En la carta?
—Más o menos—, respondió Nessa, lamiéndose los labios nerviosamente.
—Mi padre cree que... no es mi letra. Al menos, dice que es una posibilidad—
Se burló. —No es que yo lo sepa.
Grant podía ver su confusión mientras se convertía en una molestia con
toques de desesperación que se cernían en el horizonte. —¿No es tu letra?
¿Qué quiere decir?
—No sé lo que quiero decir— gruñó Nessa, y su voz traicionó la
profundidad de sus emociones. —No entiendo nada de eso. Al menos hasta
cierto punto, parecía mi letra, pero... forzada, como si hubiera sido hecha con
gran esfuerzo. Connie dijo que la carta llevaba tu sello.
—¿Qué dice exactamente? — Grant preguntó mientras el malestar de su
esposa cruzaba lentamente la barrera entre ellos y comenzaba a extenderse
a través de su propio cuerpo.
—Es...— empezó, y luego sacudió la cabeza. —Está arriba en mi
habitación. Deberías leerla por ti mismo — Pasando su brazo por el de él una
vez más, lo llevó hacia la casa. Sus pies se movían con urgencia, como si no
pudiera esperar un momento más para que le respondiera. Subieron las
escaleras y siguieron por el pasillo en silencio, cada uno perdiéndose en sus
propios pensamientos.
Grant estaba agradecido de que Nessa fuera la persona que era y se había
dirigido abiertamente a él con respecto a sus dudas, de otra manera nunca
hubiera descubierto lo que los hubiera separado una vez más.
Su dormitorio estaba apenas iluminado por la débil luz del sol que entraba
por las ventanas. Durante su paseo por los jardines, las nubes se habían
acumulado, forzando al sol a retroceder y solo permitiéndole lanzar
pequeños y desolados rayos sobre la tierra. Parecía apropiado para su
situación actual, y Grant sintió un escalofrío correr por su espalda mientras
veía a su esposa acercarse a su tocador. Con dedos seguros, abrió un cajón...
y luego se detuvo. Sus ojos se entrecerraron antes de que su mano llegara al
interior, sintiendo el interior del cajón. — No está — murmuró, agachándose
para mirar dentro. —No está.

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Felices por Siempre Regencia 01

—¿Estás segura de que la pusiste en ese cajón? — Grant preguntó


mientras se acercaba a ella, viendo su agitación crecer en la forma en que sus
manos se movían, rápidamente y sin paciencia.
—¡Claro que sí! — espetó Nessa, la impotencia teñía su voz más que la
ira. Cerrando los ojos, dio un paso atrás y se cubrió la cara con las manos.
—¿Cómo pudo haber desaparecido?
Absteniéndose de buscar en el otro cajón, Grant puso suavemente una
mano sobre la suya, instándola a mirarlo. —Preguntaré por ahí y haré que
los sirvientes estén atentos — le aseguró, esperando que ella no insistiera
en que lo hiciera en este momento. — ¿Por qué no me cuentas lo que decía?
— Los ojos de ella se elevaron para encontrarse con los de él, y la mirada
desolada que había en ellos le hizo querer tomarla en sus brazos. —Dime,
por favor.
Tragando, ella asintió, sus ojos bien abiertos mientras sostenían los
suyos. —En ella, le pido a Connie que me envíe una carta, rogándome que
vaya a visitarla. Le pido que invente alguna emergencia porque creo que
de lo contrario tú... no me permitirías viajar. Le ruego que no te hable de
esto, prometiéndole que le explicaré todo una vez que yo llegase.
Grant tragó, recordando la extraña mirada que Cornelia le había dado
después del accidente de Nessa. —¿Creía ella que la carta era tuya?
Nessa asintió. —Tenía dudas pero, al final, pensó que yo la había
escrito.
—Eso lo explicaría todo entonces — Grant murmuró mientras sus
pensamientos corrían.
—¿Explicar qué? — Cuando se quedó en silencio, su mirada se centró
en la pared que estaba detrás de ella, Nessa le agarró las manos, agitándolo
un poco. —¿Grant?
Al tragar, agitó la cabeza para aclararla. —Lo siento — murmuró,
tratando de ordenar el caos de su mente. —Después de... perderte,
Cornelia me miraba de una... manera extraña — Frunció el ceño,
intentando encontrar las palabras adecuadas. —Había duda en sus ojos.
Sospecha, quizás. No podía encontrarle sentido. La forma en que me
miraba me decía que sin ti no teníamos nada más que decirnos. No le
presté mucha atención entonces. Tenía... otras cosas en la cabeza.

188 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Asintiendo con la cabeza, Nessa dijo: —Me dijo que estaba tratando de
encontrarle sentido a mi carta y averiguar de qué quería hablar con ella.
Sin embargo, como le pedí que no hablara contigo, tenía las manos atadas.
—Ya veo— murmuró Grant, odiando cómo Cornelia tenía que haberlo
visto entonces. —¿Y tu padre piensa que no la escribiste?
—Dijo que era una posibilidad. Quería hacerte la misma pregunta. Pero
ahora que la carta ha desaparecido, supongo que nunca lo sabremos —
Sacudiendo la cabeza, Nessa trató de mantener la calma. —No sé qué hacer
ahora.
—Tal vez tu prima o tu padre tengan la carta — sugirió Grant, alcanzando
sus manos cuando ella las cruzara delante su pecho. Más que nada, temía
que ella lo dejara fuera.
Nessa agitó la cabeza, pero no se apartó. —No se llevarían la carta sin
preguntarme.
—Todavía podemos hablar con ellos.
Nessa se burló, claramente insatisfecha con sus opciones.
—Mírame — dijo Grant mientras ponía una mano bajo su barbilla. —
¿Crees que tú escribiste esa carta? ¿Que eras infeliz conmigo?
—Así es— exclamó Nessa, dando un paso atrás para que él tuviera que
liberarla. —No lo sé. No sé nada.
—Pero, ¿qué es lo que crees? — Grant presionó, siguiendo su estela
mientras ella se alejaba.
Su labio tembló al mirarlo. — No lo hace verdad solo porque desearía que
lo fuera — susurró, con una voz apenas audible.
Grant inhaló lentamente. —¿Qué deseas? — preguntó, complacido
cuando ella dejó de retroceder y mantuvo su mirada. —¿Qué es lo que
deseas?
Su mandíbula se apretó como si estuviera a punto de responder, pero
luego lo pensó mejor. —Lo que quiero no importa. Sólo lo que es verdad lo
hace.
—No hay garantías — Alcanzando su mano, Grant la empujó hacia él. —
Al final, todo se reduce a la fe—. Él tragó, sabiendo que el momento había
llegado finalmente. O lo aceptaba o no. —¿Confías en mí? — preguntó,

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Felices por Siempre Regencia 01

extendiendo la mano para rozar sus dedos sobre la mejilla de ella. —¿Me
quieres? ¿Crees que estamos el uno para el otro?
Un escalofrío la atravesó, y sus ojos se nublaron con lágrimas cuando lo
miró.
—¿Qué sientes cuando te miro? Cuando me miras...— susurró él
mientras la abrazaba. — ¿Cuándo te toco? ¿Es aquí donde quieres estar?
Las manos de ella se posaron sobre su pecho, sintiendo el latido del
corazón en su pecho. —Hace mucho tiempo que no lo hace — le dijo
mientras sus brazos la acercaban. —Sólo hace eso a tu alrededor.
Ella con una sonrisa entusiasta en las comisuras en sus labios, y se
inclinó hacia él. —¿Y si me equivoco?
—Confía en ti misma — susurró Grant cuando su mano se extendió
para tomar su rostro. —En el fondo, sabes si debes confiar en mí o no,
porque incluso cuando queremos algo con todo nuestro corazón, una
parte de nosotros todavía se rebela contra ello si no es bueno para
nosotros —. Su mano rozó la línea de su mandíbula, sintiendo la
sedosidad de su piel, e inhaló profundamente, respirando el calor de su
cuerpo mientras ella descansaba en sus brazos. —¡Dios, cómo te he
echado de menos, Nessa!
Parpadeando para contener las lágrimas, ella le sonrió. —Yo también te
he echado de menos — respondió ella a su expresión de anhelo con una
igualmente poderosa de la suya. Sus ojos color avellana brillaban en la
tenue luz de la habitación, y Grant pudo ver que el corazón de ella había
hablado, deteniendo el suyo en su camino cuando de repente se levantó y
lo beso.
Después de todos estos años, la sensación de tener a Nessa -su Nessa-
en sus brazos abrumó a Grant y todos los pensamientos cesaron. Todavía
había preguntas y dudas, incertidumbres y sospechas, y sin embargo, en
ese momento en que tomó a su esposa en sus brazos y la llevó a la cama,
Grant no podía recordar ni una sola. —Te amo — susurró cuando la
acostó suavemente, sintiendo que sus brazos se cerraban alrededor de su
cuello y tirando de él hacia ella, sus labios buscando los suyos.
Besándolo con una pasión que Grant recordaba demasiado bien, Nessa
le pasó las manos por el cuello y sobre los hombros. Las puntas de sus
dedos rozaron la piel de él mientras movía sus manos hacia atrás en su
cuello para acariciar su cara. Luego se echó hacia atrás y en la tenue luz,
sus ojos brillaron como oscuros estanques mientras lo miraba con
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asombro. —Yo también te quiero — susurró Nessa —y creo que lo he hecho


durante mucho tiempo.
Las lágrimas vinieron a los ojos de Grant y él la tomó en sus brazos,
jurando que no importaba lo que el futuro les deparara, nunca la dejaría ir de
nuevo.
Ella era suya, y él era suyo.
Como siempre lo habían sido.

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Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Veintiséis
El eco del Pasado
Traducción Clau

Con Connie y Audrey extendiendo su estancia hasta el baile,


Westford Park se había convertido en un lugar de alegría y risas. El sol
brillaba intensamente, y una suave brisa crujía entre las hojas mientras
las dos jóvenes amueblaban su pequeña fortaleza, sus ojos resplandecían
igual de brillantes y las sonrisas en sus rostros calentaban los corazones
de sus madres como nunca antes lo habían hecho. Las almohadas, los
cojines, las mantas y las baratijas ocasionales desaparecieron de toda la
casa cuando las dos bribonas —como el padre de Nessa se refería a ellas
con un brillo perverso y encantador— continuaron haciendo de la
pequeña casa de madera su hogar. Un lugar para beber limonada
refrescante y comer pasteles dulces. Un lugar para confiar la una en la otra
y reírse toda la tarde. Un lugar donde el mundo era como debería ser.
― ¿Crees que es posible que uno de ellas haya cogido la carta? ―
Preguntó Connie mientras paseaban lentamente por el jardín entre la casa
y la fortaleza de sus hijas. Protegiéndose los ojos del sol, miró el denso
grupo de árboles.
Nessa se encogió de hombros. ― Le pregunté a Milly, y ella no sabía
de qué estaba hablando. Dijo que no había estado en mi habitación ―
suspirando, Nessa trató de ignorar el pequeño escalofrío que parecía
persistir en su piel cada vez que pensaba en la carta y todo lo que
implicaba. ― No creo que ella me esté mintiendo.
Connie asintió. ―Admito que realmente ni yo misma lo creía. Después
de todo, ¿qué interés podrían tener por una carta así? Pero, habría sido
una fácil explicación.

192 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Sonriendo cuando vio que su hija la saludaba desde los árboles, Nessa
levantó la mano y le devolvió el saludo, sintiendo su corazón calentarse al
pensar en su pequeña niña.
En los últimos días, Nessa había pasado muchas horas reflexionando y
había llegado a la conclusión de que su esposo tenía razón. Ya fuera que
recordara su pasado o no, debía confiar en sí misma y hacer lo que le
pareciera correcto. Estar en Westford Park le hacía sentirse bien. Amar a su
hija se había vuelto tan esencial para ella como el aire que respiraba. La cálida
atención de su padre y la amistad entregada de su prima le hacían sentir
bienvenida, segura y feliz. Y su esposo…
―Conozco esa sonrisa ―comentó Connie, con una sonrisa burlona en su
rostro mientras miraba a Nessa deliberadamente, sus ojos marrones se
entrecerraron.
― ¿Qué sonrisa? ― preguntó Nessa, vergonzosamente consciente de que
las comisuras de su boca se negaban a caer. El calor le calentó la cara y, sin
embargo, no podía dejar de sonreír.
― ¡Esa sonrisa! ―Exclamó su prima, señalando con el dedo las mejillas
enrojecidas de Nessa. ― La he visto antes y sé lo que significa.
Por un breve momento, Nessa se congeló, sus ojos se abrieron mientras
miraba a Connie. ― ¿Lo haces? ―Preguntó, intrigada al pensar que una
parte subconsciente de ella sabía cómo encajaba en la vida que no podía
recordar. ― ¿Significa... qué significa?
La sonrisa de Connie se profundizó y una mirada perversamente divertida
apareció en sus ojos mientras alcanzaba las manos de Nessa, acercándola.
―Lo recuerdas, ¿no? ―Susurró ella, sus ojos marrones buscando la cara
de Nessa. ―Solo has tenido esa mirada en tus ojos por él.
Tragando saliva, Nessa sacudió la cabeza. ― No lo hago―confesó,
incapaz de no sentirse desanimada por la expresión de desilusión en el rostro
de Connie. ―Desearía hacerlo.
Connie hizo una pausa, llevándose el dedo a los labios como si estuviera
considerando algo de gran importancia. La decepción se convirtió en
especulación y luego en triunfo. Nuevamente, su mirada se entrecerró y sus
ojos recorrieron el rostro de Nessa, buscando evidencia. Luego habló: ―Si
realmente no lo recuerdas, entonces solo hay otra explicación para esa
expresión en tu cara.

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Felices por Siempre Regencia 01

Intrigada una vez más por la observación de su prima, Nessa sintió que
sus manos se apretaban sobre las de Connie por su propia cuenta. ― ¿Qué
es?
Su prima sonrió. ―Lamento informarte, querida, pero parece que te
has enamorado de su esposo de nuevo.
Por un momento, las dos mujeres se miraron en silencio, las palabras
de Connie colgaban entre ellas en el aire. Entonces Nessa sintió una
sonrisa en su rostro y vio una respuesta que florecía en la de su prima. La
risa burbujeo y, en poco tiempo, se abrazaron fuertemente, la felicidad se
apoderó de ellas como la suave brisa de verano.
―Es verdad, ¿no es así? ―Preguntó Connie después de que se
hubieran recuperado lo suficiente. ―Estás enamorada de él.
Abrumada, Nessa no sabía qué decir.
Desde que Grant la había encontrado en la abadía, había rezado todos
los días para que volviera su memoria, determinada a que sin ella no
podría avanzar en su vida. ¿Podría uno amar sin los recuerdos que los
conectaban entre sí? ¿Era eso posible?
A juzgar por el calor que se extendía en su corazón cada vez que
pensaba en su marido, parecía que así era. ―Creo que lo amo ―susurró
Nessa, conmocionada momentáneamente, mientras permanecía inmóvil
en medio del jardín, con su mano agarrando a su prima por miedo a perder
el equilibrio y caerse. ―Debo estar enamorada porque no hay otra cosa
que explique cómo me siento ― Parpadeando, se encontró con la mirada
alegre de su prima. ―Y descubramos o no una explicación con respecto
a esa carta, yo... confío en él. Yo le creo. Sé que él me ama―. Una profunda
sonrisa reclamó su rostro. ―A mí y ninguna otra.
―Admito que siempre pensé que sí ― coincidió Connie, apretando la
mano de Nessa como afirmación. ―Tenía dudas, pero ya no las tengo. Veo
que eres feliz, y que él también lo es. Se pertenecen. Siempre ha sido así.
―Un profundo suspiro dejó sus labios. ―Sin embargo, ¿logró
convencerte?
Nessa se encogió de hombros. ―No lo sé.
Quizás no había sido un solo momento el que finalmente la había
convencido. Quizás había sido la suma de todos ellos. La paciencia y
amabilidad de su esposo. La forma en que siempre la miraba como si todo
lo demás se desvaneciera cada vez que entraba en una habitación. Las
194 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

muchas veces que le había dicho que la amaba. Su honestidad sobre sus
dudas, miedos y debilidades. El baile que había planeado como una
sorpresa para ella. La elección que le había dado. Las preguntas que le había
hecho, instándola a encontrar sus propias respuestas. El hecho de que él la
había instado a creer en sí misma, a confiar en sí misma.
Había sido todo eso y más.
El cuerpo de Nessa se calentó todavía más al pensar en cómo la había
tomado en sus brazos el otro día en su habitación. Unos brazos que le
parecían seguros y familiares. Se había hundido en ellos, deseando nada más
que sentir, recordar lo que había perdido.
Pensar en lo que ella podría recuperar.
―Estoy muy feliz por ti ―dijo Connie en respuesta a la alegría que
mostraba en el rostro de Nessa. ―Después de todo lo que has pasado,
mereces ser feliz y estar enamorada.
Nessa asintió con la cabeza. ―Una parte de mí todavía no puede creer
que sea verdad, pero cuanto más digo las palabras, más bien me siento
―Suspiró. ―Lo amo.
―¿Se lo has dicho?
Recordando el encuentro íntimo con su esposo sucedido unos días atrás,
Nessa asintió, mirando al suelo antes de mirar a su prima. ― Lo hice
―susurró, incapaz de mantener la sonrisa fuera de su rostro.
Connie se rio entre dientes. ―Supongo que también está que no cabe en
sí de la dicha.
―Creo que sí ―Nessa suspiró, recordando la leve tensión que mantenía
cada vez que sus caminos se habían cruzado desde entonces. ―Pero creo
que una parte de él todavía no cree que sea verdad. Creo que todavía teme
que no quise decir lo que le dije. Que únicamente lo hice para complacerlo.
―Dale tiempo ―aconsejó Connie, tirando del brazo de Nessa para
entrelazarlo con el suyo. ―Lo creará. Este también ha sido un momento
difícil para él. Cuando te perdió, se le rompió el corazón y creo que sabe que
no es lo suficientemente fuerte como para sufrir por segunda vez. Así que es
cauteloso.
―Sé cómo se siente.

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―Vamos a ver si las chicas nos dejaron un poco de pastel de limón


―sugirió Connie, caminando hacia el pequeño grupo de árboles donde
estaba escondida la fortaleza de sus hijas. ―Me vendría bien un tentempié.
Sonriendo, Nessa se fue, recordando lo afortunada que realmente era.
A todos los efectos debería haber muerto hacía tres años.
Pero no, no había muerto ese día. Simplemente había estado... perdida.
Pero ahora, ella había regresado a casa, y su familia la había acogido con
los brazos abiertos. ¿Qué más podría pedir?
Más tarde ese día, cuando metió a su hija en la cama, Nessa miró
alrededor de la habitación ricamente amueblada y vio todas las señales de
una infancia pacífica. Una parte de ella aún lamentaba los años que
habían perdido y el dolor que había sufrido su hija, pero estaba decidida
a mirar hacia adelante y no perder más días lamentándose.
―¿Qué historia te gustaría escuchar?
―La del chico que quiere viajar a la luna ―exclamó Milly mientras se
acurrucaba en la cama, con los ojos color avellana brillantes y llenos de la
emoción del día. A pesar de ello, el cansancio se apoderó de ella, y sus
párpados se cerraron por un breve momento cuando su cabeza reposó
sobre la suave almohada.
Al encontrar el libro que su hija le había pedido, Nessa se acomodó en
la mecedora tapizada junto a la ventana. Luego abrió el libro, su mirada
se posó en la página mientras el cálido resplandor del sol poniente llenaba
la habitación de paz.
―No, aquí ―murmuró Milly, Sus ojos ya medio cerrados se
deslizaron hacia el lado derecho de su cama, acariciando el lugar vacío
con la mano. ―Siéntate conmigo.
Sonriendo, Nessa se levantó de la silla y sus pies la llevaron al lado de
su hija con un entusiasmo que hablaba de un profundo deseo de estar
cerca de ella. Con un suspiro, se dejó caer sobre el colchón cuando Milly
levantó la manta, luego colocó el extremo sobre el regazo de Nessa, un
momento después siguió la cabecita de la niña. ―Lee ―insistió Milly
mientras se acurrucaba más cerca.
Al abrir el libro, Nessa comenzó a leer la historia de un niño que se
dispuso a viajar a la luna. Desafortunadamente, con cada paso que daba,
no parecía acercarse. La luna seguía tan lejos como siempre lo había
estado. Por un momento, el niño se sintió abrumado por la tristeza y
derramó muchas lágrimas antes de darse cuenta de que la hermosa luz de
196 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

la luna era suficiente en sí misma. Entonces el niño supo que debía estar
contento con lo que tenía y no llorar siempre por lo que estaba fuera de
su alcance.
Mirando a su hija dormida, Nessa cerró el libro y lo dejó en la pequeña
mesa al lado de la cama. Suavemente, ella acomodo los rizos salvajes de la
niña detrás de su oreja y fue recompensada con una suave sonrisa que
revoloteaba en la cara de Milly. Un profundo suspiro de satisfacción dejó los
labios de la niña y se acurrucó más cerca, enroscando sus manos en las faldas
de Nessa.
Sentada contra las almohadas, Nessa pasó una mano sobre la cabeza de
Milly, sintiendo el calor de su pequeño cuerpo mientras se acurrucaba contra
el de ella. Después de un tiempo, sus ojos también se cerraron y sintió que se
desvanecía cuando una suave melodía comenzó a llenar su cabeza. Al
principio, solo fueron un par de notas antes de que ella pudiera tararear la
melodía mientras flotaba por la habitación infantil.
Los sentimientos de amor y devoción se precipitaron al corazón de Nessa
ante el sonido, y escuchó el leve eco de risas en su oído. Las imágenes eran
demasiado borrosas y desenfocadas para identificarlas, pero se desplazaron
ante sus ojos, y su mente se extendió para captarlas, curiosa por saber qué
eran.
Milly suspiró mientras dormía, y los ojos de Nessa se abrieron. Una vez
más, una pequeña sonrisa apareció en el rostro de su hija antes de que su
pequeña boca se abriera.
―Mamá.
Mirando fijamente a la niña dormida, sintió que el aire golpeaba sus
pulmones y las lágrimas se acumulaban en sus ojos.
Milly siempre la había llamado Nessa, y había sido suficiente para ella, no
había pensado mucho en ello. Grant había expresado su pesar ante el hecho
de que Milly la llamara por su nombre de pila. Nessa, sin embargo, había
rechazado su preocupación, sabiendo muy bien que ella era esencialmente
una extraña para la niña. Había estado agradecida de que se hubiera
encariñado con ella tan rápido y no había presionado a su hija para que diera
más de lo que podía.
Mamá.
Esa única palabra lo había cambiado todo.

197 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Donde antes Nessa se había sentido contenta, ahora se dio cuenta de


cuánto había deseado escuchar a su hija llamarla de ese modo Mamá.
“¿Había sido la melodía?” reflexionó, tratando de recordarla, pero se le
escapó, esquiva como los recuerdos que había insinuado.
Pasó una mano sobre la cabeza de su hija y la abrazó con fuerza
mientras lágrimas silenciosas rodaban por sus mejillas y caían sobre los
rizos café claro de la niña, brillando dorados como los últimos rayos del
sol. En el fondo, sabía que había sido un recuerdo de un momento
compartido que había vivido. Un recuerdo que no solo recordaba, sino
que también la incluía.
Nunca en su vida se le había otorgado un regalo más preciado.

198 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Veintisiete
Un Baile en Westford Park
Traducción Clau

Para cuando llegó el día del baile, Grant podría haber jurado que era el
hombre más feliz de toda Inglaterra.
Durante la noche anterior, era como si su antigua vida hubiera
despertado. Aunque una parte de él no pudo evitar sentir aprensión temor
de confiar en su buena fortuna, a medida que pasaban los días Grant
comenzó a sentirse más tranquilo, permitiéndose creer que no estaba
soñando, sino que estaba completamente despierto.
Cada vez que su mirada se encontraba con la de Nessa, podía jurar que
sonaba un trueno en el aire y volaban chispas en todas direcciones,
iluminando sus hermosos y cálidos ojos mientras miraban los suyos. La
sonrisa que dibujaban las comisuras de sus labios le debilitaba las rodillas, y
cada vez que encontraba una razón para poner los ojos en blanco, Grant no
podía evitar abrazarla y besarla sin aliento.
Al principio, Nessa había estado confundida por su reacción. Sin
embargo, con cada día que pasaba, parecía sentir que una parte de ella, en el
fondo, había vuelto a la vida que habían compartido antes. Nessa era quien
siempre había sido, lo recordara o no.
Todo parecía tan familiar que era como si no hubiera pasado el tiempo.
Como si los últimos tres años no hubieran sido más que un mal sueño.
La primera mañana, cuando Milly había llamado a Nessa mamá, Grant casi
se desmayó.
Levantando la cabeza, la había mirado, viendo sus ojos brillar con
lágrimas. Y, sin embargo, no había habido sorpresa en su rostro, ya que había
sonreído primero a su hija y luego a él. Algo había sucedido, Grant estaba
seguro de ello. No se atrevió a preguntar, en el fondo, sabía que era algo entre
madre e hija. Un momento que era solo de ellas, y él no pensaba quitarles eso.

199 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Hacía mucho tiempo que Grant no había visto a Milly tan


despreocupada y feliz, sin que su alegría se viera eclipsada por el dolor de
su pasado. Ella rio, rio tontamente y voló a través de la casa como una
mariposa, con sus alas extendidas para elevarse a nuevas alturas. La
mayoría de las veces, Audrey estaba solo un paso detrás de ella, y la casa
hacía eco con sus juveniles aventuras desde el amanecer hasta la puesta
del sol.
Grant no podría haber sido más feliz, ni tampoco el resto de su familia.
Excepto por su madre, tal vez.
Si bien estaba agradecido de que su madre no hubiera dicho una
palabra sobre el embarazo de Eugenie a Nessa, Grant lamentó que todavía
pareciera decidida a aferrarse a las restricciones de la vida, negándose a sí
misma la misma alegría que él veía en cada rostro.
―¿Cómo puedes permitirlo, Westford? ― resopló cuando Milly y
Audrey corrieron a través del salón y salieron a la terraza, con las faldas
levantadas hasta las rodillas para poder correr más rápido. ― ¡Es muy
escandaloso!
―Tienen seis años ―indicó Grant, mirando alrededor mientras
disfrutaban de su té de la tarde. ―Ya habrá tiempo suficiente para
aprender el comportamiento adecuado.
―Estoy totalmente en desacuerdo ―respondió su madre, con la
expresión de su rostro cada vez más llena de arrogancia. ― ¡Si le permites
que corra como una salvaje, será la comidilla de la sociedad! ¡Y no en el
buen sentido!
Maynard se rio mientras compartía una mirada con Nessa. ― Está
feliz ―declaró mientras su mirada se giraba y se encontraba con la viuda.
― ¿Cómo puede estar mal la felicidad?
Grant vio los labios delgados de su madre. ―Nunca dije que la
felicidad estuviese mal ―corrigió. ―Sin embargo, hay formas más
apropiadas de expresarla ―Dado que nadie parecía estar de acuerdo con
su opinión, pronto se despidió. Grant no podía negar que lo prefería así.
Después de todo, era su madre quien en estos días ponía freno a su
felicidad.
Y después de los últimos tres años, Grant no estaba dispuesto a dejar
que nada se le escapara de las manos.

200 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

La noche del baile, Nessa se aferró a su brazo de una manera que le hizo
preguntarse si había sido una buena idea invitar a sus vecinos. Aun así,
necesitaba que supiera que ella no era un secreto que él ocultaría, sino que
quería compartirla con todo el mundo. Si bien sus vecinos tendían a ser muy
entrometidos, eran buenas personas cuya compañía habían disfrutado antes
del accidente que había cambiado sus vidas de una manera de la que no
habían podido recuperarse.
Él no había sido capaz de recuperarse.
Sin embargo, ahora, la vida se sentía tan maravillosa como siempre, y
Grant estaba orgulloso de reintroducir a su esposa en su pequeño círculo de
amigos y conocidos.
Vestida con un impresionante vestido color lavanda, Nessa estaba a su
lado, con los ojos color avellana brillando a la luz de las velas mientras
intercambiaba algunas palabras amables con personas que, que ella supiera,
nunca antes había conocido. Al principio, la situación fue un poco incómoda
cuando sus invitados la miraron con expresiones de halcón en sus rostros.
Sin embargo, el encanto natural y carácter abierto de Nessa pronto alivió las
tensiones. En poco tiempo, la risa resonó en la gran sala, mezclándose con
las suaves notas de la música que se desplazaba desde donde se había
instalado la pequeña orquesta.
Al final, todos tuvieron que admitir que fue una noche maravillosa, y
Grant no disfrutó nada más que mirar a su querida esposa y verla como
siempre la había visto. Una mujer tan fascinante que nunca podría haber
dejado de amarla.
― ¿Y dices que nos conocimos en un baile como este? ―Le preguntó ella,
con un brillo perverso en sus ojos mientras veían a sus amigos y vecinos
bailar toda la noche.
Grant sonrió. ―Fue en Londres y fue en un acontecimiento mucho más
grande, pero sí.
― ¿Y sin embargo te fijaste en mí? ―Una pregunta, más que la mera
logística de esa noche, sonó en su voz, y Grant se preguntó si, tal vez, él no
era el único que temía haberse desviado a un sueño y tenía miedo de
despertar en cualquier momento.
Alcanzando su mano, Grant la atrajo hacia él, y su mirada la sostuvo
mientras se inclinaba más cerca. ―En el momento en que te vi ―susurró,
sintiendo un ligero escalofrío sobre ella mientras ella descansaba una mano

201 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

sobre su brazo ―Estuve perdido ―Suspiró cuando su mano se apretó


sobre la de ella. ―Y cada momento desde entonces, cada momento sin ti
ha sido un momento perdido ―. Tragó saliva, viendo lágrimas brillando
en sus ojos mientras ella lo miraba como siempre lo había hecho. ―No
quiero perder ni un minuto más. Te deseo. Quiero una vida contigo. Por
siempre.
Asintiendo, Nessa le sonrió, pasando la punta de su dedo hacia la
esquina de su ojo izquierdo donde una lágrima amenazaba con escapar.
―Yo también te quiero ―susurró, inclinándose más cerca hasta que él
pudo sentir su calor a través de las capas de tela entre ellos.
―No quiero volver a estar sin ti ―le dijo Grant, recordando el día en
que intercambiaron sus votos matrimoniales. ― ¿Serías mi esposa?
¿Ahora y para siempre? ―Conteniendo la respiración, la miró, su pulso
latía tan rápido como la primera vez que le había pedido que se casara con
él. Quizás aún más.
Por un momento, sus dientes se hundieron en su labio inferior
mientras lo miraba. Entonces sus párpados comenzaron a revolotear
rápidamente cuando una sonrisa iluminó su rostro. ―Sí ―susurró, las
emociones ahogaban su voz antes de arrojarse a sus brazos.
Aplastándola en un fuerte abrazo, Grant apenas oyó los vítores a su
alrededor cuando sus amigos y vecinos se detuvieron para mirar el
momento en que Lord y Lady Wentford finalmente encontraron el
camino de regreso el uno al otro.
Por supuesto, nadie, excepto los dos, sabía todo lo que había sucedido
y, sin embargo, Grant sabía de los muchos susurros que habían circulado
después de que se conoció el regreso de Nessa y Eugenie había
abandonado Wentford Park. ¿Cómo podría la gente no susurrar? Después
de todo, estaba lejos de ser una situación cotidiana, y Grant apostaba a
que muchos se preguntaban cómo habría sido estar en los zapatos de
Nessa o incluso de Eugenie. Pero, el pasado era el pasado, y estaba feliz
de ver que esta noche todos podían unirse en su alegría y celebrar su
nuevo comienzo.
― Pareces extremadamente feliz, querido primo.
Al oír la voz de Pierce, Grant liberó a Nessa de su abrazo, pero
mantuvo su brazo firmemente alrededor de su cintura. Ya habría tiempo
para celebrar su reunión más tarde.

202 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

En privado.
Aclarando su garganta, Grant saludó a su primo, así como a la esposa del
hombre, antes de tomar nota de su tía Theodora, quien dio un paso adelante
en ese momento con una expresión en su rostro que podría haberle robado a
su propia madre. No pudo evitar preguntarse cómo dos mujeres tan
parecidas no podían encontrar una manera de llevarse bien entre ellas.
―Es un placer conocerte... otra vez ―dijo Pierce a Nessa, sus ojos azules
brillaban de alegría mientras los miraba. ―Debo decir que nunca he visto a
Grant más feliz de lo que se ve esta noche. Has hecho maravillas, milady.
Nessa se echó a reír. ―Eso me dijeron. Pero, por favor, ¿no estaba
igualmente feliz antes de mi... desafortunada desaparición? ―Sus cejas se
alzaron mientras miraba a su primo y a él, con un brillo burlón.
Pierce se echó a reír. ―Veo que has conservado tú viejo ingenio. Bueno,
milady, no puedo evitar observar que parece haber un brillo extra en sus ojos
esta noche.
Su esposa Elizabeth sonrió. ―Supongo que es porque ahora sabe cómo
es su vida sin ti ―le dijo a Nessa, inclinándose hacia adelante con confianza.
―Recuerda mis palabras. Él ahora nunca te dará por sentado.
Nessa se echó a reír y Grant respiró aliviado al verla tan a gusto.
―Entonces, ¿sugeriría que una desaparición temporal le enseñaría a
cualquier esposo una buena lección?
Elizabeth sonrió antes de intercambiar una mirada significativa con su
esposo. ―Una idea interesante, debo decir.
Pierce fingió conmoción. ―No puedes ser tan cruel como para considerar
esto, querida. ¿Cómo sobreviviría sin ti?
Tirando de Nessa más fuerte en sus brazos, Grant estaba agradecido por
las palabras ligeras que intercambiaron. Aun así, la idea de volver a estar sin
su esposa aún le hacía sentir escalofríos por la espalda, y no se atrevió a
pensar en eso.
― ¿Cómo están los niños? ―Preguntó en su lugar, dirigiendo la
conversación a un terreno más seguro.
O eso pensaba.
―Oh, son maravillosos ―dijo tía Theodora inmediatamente. ― ¡Qué
chicos tan encantadores! Realmente hacen justicia a su padre. ―Su voz sonó

203 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

fuerte, y Grant notó que la cara de su madre se ponía roja mientras


pretendía no escuchar desde donde estaba hablando con Lady Rosen.
―Si tan solo tuvieras uno…
―¡Ni una palabra, madre! ―Espetó Pierce, sus ojos azules se
estrecharon repentinamente mientras la miraba. ―Ni una palabra.
Rodando los ojos, tía Theodora se encogió de hombros y luego se
marchó, sin duda en busca de otra forma de restregar a la madre de Grant
el hecho de que ella tenía tres nietos, mientras que la condesa viuda de
Westford no tenía ni uno.
Grant no podía preocuparse. Con todo lo que había sucedido
últimamente, sabía más que nunca que debía sentirse bendecido y no
centrarse solo en lo que no debía ser. Después de todo, tenía una hija
maravillosa, y no podía imaginar la vida sin ella.
―Me complace escucharlo ―dijo Nessa, retomando la conversación
una vez más. ―Me encantaría conocerlos.
Pierce se echó a reír. ―Si no te molestan tres sinvergüenzas que
trastornaran su hogar, los traeremos en nuestra próxima visita.
Intercambiando una mirada con su esposa, Grant le devolvió la sonrisa
amable a su primo. ―Bueno, en este momento, ya tenemos dos de esos
bajo este techo. No creo que tres más sean tan diferentes. Por supuesto,
tráiganlos y veremos si la casa sigue en pie para cuando se vayan.
Más risas resonaron en la habitación cuando Grant imaginó el futuro
que tenía por delante. Vio cenas familiares y picnics en los jardines. Vio
niños sonrientes y escuchó su risa resonando por la casa. Vio a Nessa a su
lado y a su familia a su alrededor, y su corazón se calentó con solo
pensarlo.
Era una buena vida, y no la daría por sentado. Apreciaría todos y cada
uno de los días que viviera.

204 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Veintiocho
Lady Rosemere
Traducción Clau

Mientras que la tía de Grant parecía ser una criatura igual de


desagradable que su propia suegra, Nessa tenía que admitir que le gustaban
Pierce y Elizabeth Barrett. Eran personas decentes y afectuosas con un gran
sentido del humor, y si Nessa no se equivocaba, se preocupaban
profundamente por la familia y muy poco por la tediosa venganza entre sus
madres. No podía esperar para conocer a sus hijos y ver los ojos de Milly
iluminarse al pensar en nuevos compañeros de juegos.
Aunque había estado nerviosa al principio, Nessa descubrió que
encontrarse con sus vecinos por segunda vez fue una idea maravillosa. Al
principio, todos parecían tener cuidado de no decir una palabra incorrecta.
Sin embargo, a medida que pasaba el tiempo, la mayoría de la gente se dio
cuenta de que ella seguía siendo ella... y que estaba feliz.
De hecho, la noche había ido bien en todos los sentidos, y ahora estaba
felizmente exhausta.
Sonriéndole a su esposo cuando le dieron las buenas noches a sus últimos
invitados, se maravilló de la calidez que la envolvía cada vez que compartían
una mirada, una palabra o un beso. Sus dedos hormigueaban, deseando tan
solo estar envuelta en sus brazos de nuevo. Ansiaba hundirse en sus brazos
y ver sus ojos color verde musgo mirarla con esa absoluta devoción que
siempre brillaba en ellos. Eso era amor, ¿no?
Aunque no podía recordarlo, sabía que tenía que ser así. Con solo
pensarlo, su pulso se aceleró y comenzó a sentirse un poco débil como si
estuviera borracha de felicidad.
Para estabilizarse, Nessa extendió la mano y puso una mano sobre el
brazo de su esposo.
Al instante, Grant se volvió hacia ella, la mirada en sus ojos le decía que
sentía el mismo anhelo que corría por sus venas. ―¿Estás bien? ―Preguntó

205 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

mientras sus ojos la recorrían, dejando sensaciones de hormigueo a su


paso. ― Estás un poco pálida. Espero que esta noche no haya sido muy
agotadora―. La preocupación arrugó su frente, y ella lo amó aún más por
eso.
―No te preocupes. Estoy bien. Yo...
―¿Por qué no vas y tomas un poco de aire fresco antes de irte a la
cama? ―Sugirió Grant mientras la acercaba, dirigiendo su mirada hacia
Pierce y Elizabeth antes de susurrarle al oído. ―Veré que nuestros
invitados estén establecidos y luego iré a buscarte. ―La promesa sonó en
su voz, y podría haberse desmayado en sus brazos en ese mismo
momento.
Forzando a sus pies a alejarse de su esposo, Nessa salió del vestíbulo
y, tras cruzar el salón, salió a la terraza. El tranquilo aire nocturno la bañó
como un bálsamo, y ella cerró los ojos y respiró hondo. Las estrellas
salpicaban el lienzo azul oscuro sobre su cabeza, proyectando una luz
acogedora sobre el mundo dormido. Una leve brisa susurraba sobre las
hojas en la distancia. A pesar de la ausencia del sol, Nessa sintió calor.
Dentro y fuera.
La sonrisa que se aferraba a sus labios se sintió celestial, y se deleitó en
el anhelo de volver corriendo al lado de su esposo. La sensación se sintió
francamente abrumadora, acelerando su aliento y robando sus latidos de
vez en cuando. ¿Sentía lo mismo cuando la miraba? Nessa se preguntó,
sabiendo que lo hacía porque nunca había ocultado ese lado de él,
compartiendo abiertamente su amor y devoción con ella.
Y ahora, finalmente se atrevió a creer en sus palabras.
Finalmente, se sentía segura... incluso sin saber la respuesta a cada
pregunta que surgía en su mente. Ya no necesitaba eso. Todo lo que
necesitaba era a su familia para ser la mujer más feliz del mundo.
Detrás de ella, la puerta de la terraza se abrió y luego se cerró, y Nessa
se volvió para atraer a su marido a sus brazos. Desafortunadamente, no
era él quien la había encontrado, sino su madre.
La presencia de su suegra se apoderó de Nessa como una lluvia fría,
calando sus huesos y enviando escalofríos por la espalda. Vio los ojos
entrecerrados y el ceño oscuro de la mujer mientras caminaba hacia ella.
―Espero que hayas tenido una noche maravillosa también ―dijo Nessa,

206 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

poco dispuesta a permitir que el oscuro humor de su suegra arruinase una


noche extraordinaria.
La condesa viuda se mofó con burla, su rostro era aún más pálido en la
tenue luz plateada. ―Todo era perfecto ―gruñó ―Y luego tuviste que
volver. ¿Por qué no pudiste quedarte lejos?
El frío en las extremidades de Nessa se convirtió en hielo. ― ¿Cómo
puede hablarme así? ¿Realmente me odia tanto? ¿Qué le he hecho para
merecer este tipo de odio?
Los ojos de la viuda se mantuvieron a una distancia extraña como si
realmente no estuviera viendo a Nessa, sino más bien algo profundamente
desagradable de lo que no parecía poder sacudirse ― Un año más hubiera
sido suficiente ―siseó en la noche. Luego su mirada cambió, se entrecerró y
finalmente se posó en Nessa. ―Si hubieras regresado un año después, habría
sido demasiado tarde. Westford no te hubiera deseado a ti ― escupió la frase
como si insinuara algo pecaminoso, sobre el bienestar de su hijo.
Un nuevo frio se apropió de Nessa, y se abrazó a sí misma, temblando
repentinamente en el aire cálido de la noche.
―¿Qué hay del bienestar de su hijo? ―Preguntó mientras sus
pensamientos volvieron momentáneamente hacia Oliver. La mirada en los
ojos de su suegra le dijo que había algo de lo que no estaba al tanto. ― ¿De
qué está hablando?
Pasos lentos llevaron a la condesa viuda a través de la terraza, con sus ojos
azul pálido fijos en ella como si estuviera apuntando.
― Me rogó que no dijera nada ―le siseó a Nessa, el veneno goteaba de
cada palabra. ―Dijo que no importaba ―Su mandíbula se apretó. ―Pero lo
hace. Para mí es importante. ―Sacudiendo la cabeza, miró a Nessa. ―Me
quitaste todo, y ahora haré lo mismo contigo.
Tratando de dar sentido a las vagas palabras de la viuda, Nessa respiró
hondo, haciendo todo lo posible por mantener la calma.
―¿Qué tomé de ti? ¿Qué demonios quieres decir? Por favor, habla claro.
Quizás haya una manera de resolver esto.
Una risa oscura salió de los labios de su suegra. ―La única forma de
resolver esto sería que regreses a la tierra de los muertos.
Nessa se congeló.

207 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

―No, querida, no hay forma de resolver esto ―continuó,


aparentemente complacida de haber dejado a Nessa en silencio. ―Debido
a tu regreso, la esposa de mi hijo tuvo que casarse con otro. Ahora, ella es
la esposa de Lord Remsemere y su hijo será el heredero de Remsemere.
El corazón de Nessa se desaceleró a una agónica pausa mientras
miraba a su suegra―. ¿H… hijo? ―Tartamudeó cuando el mareo la
envolvió una vez más. ― ¿Eugenie está embarazada?
El triunfo iluminó los ojos de la viuda como si hubiera logrado una
victoria al darle a Nessa un golpe doloroso. ―Sí, y el niño es de mi hijo. El
chico habría sido el heredero que todos hemos estado esperando durante
tanto tiempo. Nos habría salvado a todos. Él se habría asegurado de que
el título permaneciera en nuestra familia y no pasara a la prole de
Theodora ―. De un segundo a otro, toda la ira y la amargura
desaparecieron de sus rasgos pálidos y parecía que podría no tener la
fuerza para sostenerse. En posición vertical mucho más tiempo. ―Pero
ahora es demasiado tarde. Ahora, Pierce heredará y luego su hijo mayor, y
seremos expulsados de nuestra casa, sin nada ni nadie para protegernos.
Quizás Nessa habría sentido cierta simpatía por la desesperación que
sonó en la voz de su suegra; sin embargo, su propio latido resonaba tan
fuerte en sus oídos que apenas oyó nada de lo que dijo la mujer mayor. Sus
dientes castañeaban cuando un frío oscuro se arrastró por su espalda,
ahuyentando los restos de calidez y seguridad, de esperanza y felicidad
que esta noche le había traído. Las lágrimas nublaron su visión y sintió
que sus uñas se clavaban dolorosamente en la parte superior de sus
brazos.
―Eugenie está embarazada ―murmuró, incapaz de creer incluso sus
propias palabras. ―El hijo de Grant. Él tiene un hijo. ―Ella miró a su
suegra, esperando de alguna manera haber entendido mal. Sin embargo,
la mirada de disgusto en los ojos de la mujer mayor le dijo que había
estado esperando en vano.
―Lo está ―escupió la condesa viuda mientras la ira parecía volver a
ella ―. Pero nunca podrá reclamarlo. Él será el hijo de Remsemere, la
Bestia de Raven Grove. ― Apretando los dientes, sacudió la cabeza. ―
¿Qué será de él? ¿Qué será de nosotros? Todo está arruinado. ―Sus ojos
azul pálido se estrecharon en finas hendiduras mientras miraba a Nessa.
―Todo por tu culpa.

208 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Abrumada por lo que había descubierto, Nessa estaba a punto de inclinar


la cabeza derrotada cuando, desde algún lugar dentro de ella, escuchó una
voz, empujando la desesperación que la inundaba y empujándola a un lado,
reemplazándolo con algo que fortaleció sus extremidades: furia justificada.
Inhalando profundamente, levantó la cabeza y se encontró con la mirada
acerada de su suegra. Sus labios se afinaron, y sus manos finalmente soltaron
sus brazos, descansando sobre su cintura mientras se inclinaba hacia
adelante, lista para dar su respuesta. ― ¿Cómo se atreve a decirme todo esto?
―Gruñó, brevemente sorprendida cuando su suegra parpadeó confundida.
―No dejé a Grant solo para regresar ahora cuando él se había casado. No fue
cosa mía. Fue un accidente. Un terrible accidente que cambió mi vida. ―Las
lágrimas subieron a sus ojos, pero las mantuvo a raya, parpadeando
rápidamente. ― A cada momento de cada día, deseo que no hubiera
sucedido, que no hubiera perdido todos esos años con mi familia ―Tragando
ella continuó. ―Pero no puedo. Solo puedo mirar hacia el futuro, y lo he
intentado. He hecho todo lo posible. ―La resignación la inundó y cerró los
ojos. ―Y pensé que Grant también. Pensé que había tenido razón en confiar
en él. Quizás…
La voz de Nessa se apagó cuando, sin previo aviso, la carta que le había
enviado a su prima volvió a su mente una vez más. Tal vez algo había
sucedido entre ella y Grant. Quizás no habían podido recuperarse de la
pérdida de su hijo. Quizás una parte de él la había culpado al igual que su
madre.
― ¿Por qué Grant no me lo dijo? ―Preguntó ella, mirando a los ojos de
su suegra. ― ¿Por qué te pidió que no dijeras una palabra sobre esto? ¿Sobre...
su hijo? ―Le había contado todo, o eso había pensado Nessa. ¿Por qué había
mentido sobre esto?
La condesa viuda puso los ojos en blanco. ―Porque está obsesionado
contigo ―siseó como si hubiera trabajado con magia negra para obtener el
control del hijo de la viuda. ―Sacrificó a su propio hijo porque temía
perderte si no lo hacía. Él te eligió por encima de él. ―Sacudiendo la cabeza,
la mujer mayor dio un paso atrás. ―Pregúntale tú misma si no me crees. Ya
no me importa No me queda nada que perder―. Luego se volvió y se alejó,
volviendo a la casa en silencio como si nunca hubiera estado allí.
Nessa se quedó atrás en la oscuridad de la noche solo con la compañía de
las estrellas parpadeantes en lo alto. ―Debería hablar con Grant ―susurró

209 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

mientras la brisa rozaba suavemente sus mejillas. ―Debería preguntarle


―Y, sin embargo, sus pies no se movían.
Le dolía el corazón en el pecho y su mente se aceleró, aún incapaz de
comprender todo lo que había descubierto en los últimos minutos. ¿Qué
pasaría ahora? ¿Qué iba a hacer ella? ¿Había alguna posibilidad de que
pudiera continuar este matrimonio y sentirse tan despreocupada y feliz
como lo había hecho hace solo una hora? ¿O se había ido para siempre?
¿Por qué le había escrito la carta a su prima? ¿Realmente había pensado
en dejar a su esposo, incapaz de seguir siendo su esposa cuando
silenciosamente la culpaba por la pérdida de su hijo? Y sin embargo, esta
noche no había habido nada en su comportamiento, en la forma en que la
había mirado que hubiera hablado de pensamientos como estos. ¿Ya no la
culpaba?
Un aluvión de preguntas asaltó a Nessa, y sintió ganas de hundirse en
el suelo y abrazarse las rodillas contra el pecho. Quizás ella realmente
debería hablar con su esposo. ¿Pero le diría la verdad? Tampoco podía
hablar con su padre, ya que él siempre la había animado a confiar en
Grant. No había nadie imparcial, ni un diario, ni nadie a quien recurrir
que simplemente le dijera la verdad. Excepto quizás...
Levantando la cabeza, Nessa levantó la vista hacia las ventanas de su
dormitorio y, por un momento, pareció que una sombra se escondía
detrás de las cortinas. Una sombra que parecía quedarse donde quiera
que fuera. El fantasma de la mujer que una vez, no hace mucho tiempo,
habitaba esa habitación, que había caminado por estos terrenos y se había
forjado una vida aquí en Westford Park. Una mujer que había sido la
esposa de su esposo y la madre de su hija. Una mujer que había sido
arrancada de su casa por el regreso de Nessa de la tierra de los muertos
como la condesa viuda lo había calificado con tanta elocuencia.
Eugenie.
Por extraño que pareciese, sintió que ella, Nessa, era la que estaba
reemplazando a una amada esposa y madre que había perdido demasiado
pronto a su familia. Donde quiera que Nessa fuera, sentía que Eugenie
estaba allí, observándola para ver si era lo suficientemente buena como
para tomar su lugar. Y ahora, había un niño. Un hijo, tal vez, y Nessa sabía
que no importaba lo que hiciera, nunca podría estar a la altura de eso.

210 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Quizás Eugenie debería haberse quedado. Quizás el regreso de Nessa


realmente había arruinado la vida de su familia. Tal vez por eso sentía la
persistente presencia de Eugenie donde quiera que fuera.
O tal vez no.
Ya no sabía lo que estaba bien o mal o lo que debía hacer o no. Necesitaba
a alguien que la ayudara a descubrir la verdad, y Lady Remsemere no era un
fantasma, ¿verdad?
De hecho, la joven estaba muy viva y vivía no muy lejos de allí en una finca
vecina. Recordó la tarde en que Grant le había hablado sobre su amigo, Lord
Remsemere, y una repentina determinación se instaló en su mente.
Mirando hacia el cielo, Nessa descubrió que el azul oscuro de la noche se
desvanecía lentamente en un color más brillante. La mañana se acercaba
rápidamente y pronto traería consigo los colores del amanecer, pintando el
cielo con luz. La oscuridad se alejaría y el mundo volvería de las sombras.
Con las manos aún temblorosas, Nessa volvió a entrar en la casa, rezando
para que Grant siguiera hablando con Pierce. Como todavía no había venido
a buscarla, supuso que los dos hombres se habían retirado al estudio de su
marido para tomar una copa de brandy e intercambiar algunas palabras.
Recogiéndose las faldas, Nessa corrió escaleras arriba y entró
silenciosamente en su habitación. Allí, se quitó su exquisito vestido de fiesta,
dejándolo desordenado en el suelo, y rápidamente se puso su traje de montar
más cómodo. Solo de pasada pensó en pedir un carruaje. Sin embargo, el
riesgo a ser descubierta era demasiado grande, y el pánico aumentó en su
pecho ante la idea de enfrentar a su esposo ahora.
No, ella necesitaba tiempo. Necesitaba concentrar sus pensamientos.
Necesitaba que su corazón se calmara. Necesitaba... hablar con Eugenie.
Ahora.
No podía decir por qué de repente sentía tanta urgencia por enfrentar a
la segunda esposa de su esposo. Sin embargo, le dio un propósito, algo que
hacer, algo que excluyó todos los demás pensamientos.
Con el corazón acelerado en el pecho, Nessa bajó de puntillas escaleras
abajo y, una vez más, salió por las puertas de la terraza. Dio la vuelta a la casa
con pasos rápidos y luego se apresuró a los establos.
Al entrar en el oscuro interior, Nessa necesitó un momento para permitir
que sus ojos se enfocaran. Los establos se alineaban a un lado del gran

211 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

edificio, y podía distinguir vagamente el contorno de sus ocupantes. El


olor a heno y caballo permanecía en el aire, y ella avanzó, buscando bridas
y sillas de montar. ¿Alguna vez había ensillado un caballo? Se preguntó
Nessa, deseando más que nunca recordar más de su propio pasado.
―¿Hay algo en lo que pueda ayudarla, su señoría?
Con una fuerte respiración, Nessa se volvió hacia la sombra que se
había materializado a su derecha. Afortunadamente, resultó ser un
hombre joven con una sonrisa amable en lugar de un espectro flotante.
―Sí, gracias ―murmuró Nessa mientras intentaba recuperar la
compostura mientras su corazón aún latía salvajemente en su pecho.
Quizás esta no era la mejor idea que había tenido. Mientras llegase una
mejor, continuó. ―Necesito un caballo. Deseo salir.
Una mirada de incredulidad apareció en el rostro del joven mientras
miraba por la ventana la tenue luz.
―Ciertamente, su señoría ―Luego se dedicó a la tarea en cuestión.
―¿Qué tan lejos está Ravengrove? ―Preguntó Nessa mientras
comenzaba a ensillar un caballo gris que soltó un suave relincho.
―¿Serías capaz de guiarme allí?
Por mucho que Nessa quisiera estar sola, no sería prudente perderse
en el camino. Tal vez el mozo de cuadras podría llevarla a Ravengrove y
luego regresar a Westford Park e informar a su esposo a dónde se había
ido. Necesitaba una ventaja inicial, pero no deseaba desaparecer sin dejar
rastro. Después de todo, tenía toda la intención de confrontarlo, solo que
no en este momento.
Al final, pudo persuadir al mozo llamado Peter que evitará informar a
la familia de su partida. Parecía bastante incómodo con la situación y miró
por encima del hombro numerosas veces como si quisiera despedirse.
Afortunadamente no lo hizo.
A medida que el sol comenzó a salir lentamente, pintando el cielo en
varios colores, aceleraron su ritmo y pronto volaron por el camino
polvoriento. Una vez tan solo se detuvieron para que sus caballos
bebieran en un pequeño arroyo, pero luego se apresuraron hacia el
camino. Nessa sintió que su piel se erizaba con la necesidad de llegar a su
destino y sus pensamientos giraban en torno a lo que diría, lo que
descubriría, lo que la esperaría.

212 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

¿Lady Remsemere incluso le hablaría? ¿O la rechazaría, tan furiosa por el


regreso de Nessa como su propia suegra? Grant le había dicho que Eugenie
no había estado enojada, sino que lo había entendido. En este punto, Nessa
no podía estar segura de que su esposo le hubiera dicho la verdad. Tal vez
había inventado una mentira para tranquilizarla.
Cuando Ravengrove, alto e imponente, apareció en el horizonte alrededor
del mediodía, un escalofrío le recorrió la espalda a Nessa. Una nueva certeza
surgió en su corazón de que Eugenie no había venido aquí voluntariamente,
sino sólo como último recurso.
Se había quedado sin opciones, y este lugar había sido mejor que regresar
en desgracia a la casa de su tutor. Algo oscuro había allí, y recordó que el
hombre que residía en la propiedad había sido llamado la Bestia de
Ravengrove.
Nuevamente, Nessa se preguntó si las palabras de su esposo habían sido
ciertas o si él había hablado falsamente de su amigo.
Al pedirle al mozo que regresara a Westford Park, lo cual hizo con cierta
reticencia, Nessa instó a su tordillo gris que continuara. Su mirada se deslizó
sobre las imponentes torres de la antigua estructura de Ravengrove y
observó el denso bosque que crecía a un lado. A lo lejos, podía escuchar el
correr de un río que fluía rápidamente y vio los rayos del sol reflejados en la
superficie brillante aquí y allá como si una estrella hubiera caído del cielo y
estuviera escondida en el alto y creciente prado.
Cuanto más se acercaba a la antigua fortaleza, más sentía una sombra
sobre la finca. Parecía que algo de otro mundo realmente estaba viviendo allí.
Sin embargo, los jardines se veían meticulosos y en el momento en que ella
se detuvo junto al porche delantero, un muchacho de las caballerizas vino
corriendo. Él agarró las riendas de su tordillo para que pudiera desmontar.
Luego se llevó al caballo, con una sonrisa amistosa en su rostro mientras
inclinaba su cabeza hacia ella.
Sonrió, recordando a su propia hija. Su piel se erizó con lo que le esperaba
y, por un breve momento, sintió la tentación de simplemente darse la vuelta
y marcharse.
―¿Lady Westford?
La voz suave habló desde detrás de ella, y casi se estremeció porque no
tenía dudas en su mente de quién la había encontrado. Lentamente, se dio la
vuelta y vio a una mujer joven y esbelta, con su cabello de ébano en marcado
contraste con su piel pálida. Un brillo rosado se aferraba a sus mejillas y sus
213 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

ojos brillaron en un gris plateado, cálido y acogedor de una manera que


no hubiera esperado.
― ¿Lady Remsemere? ― Nessa gruñó cuando su voz se quedó
atrapada en su garganta.
La joven asintió y dio unos pasos hacia ella, el indicio de una sonrisa
tímida curvó sus labios. ―Bienvenida a Ravengrove.
Nessa estaba asombrada por la amabilidad en su voz. ― ¿Por qué no
me odias? ― espetó, incapaz de contener las muchas preguntas que
deseaban ser escuchadas y respondidas.
Lady Remsemere se echó a reír, un sonido breve y sincero, melodioso
y agradable. Entonces ella dio un paso adelante. ―Creo que tenemos
mucho de qué hablar.
Nessa asintió con la cabeza.
¡Eso era un eufemismo si es alguna vez hubo uno!

214 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Veintinueve
Dos Damas y una Simple
Verdad.
Traducción Mony

La mediana sala de dibujo al que Lady Remsemere la condujo le parecía


más agradable que el resto de la casa y mostraba claramente la influencia de
la joven. Flores frescas estaban en jarrones sobre la repisa, así como dos
pequeñas mesas laterales colocadas entre las tres grandes ventanas, que se
abrían a la vista de los jardines que estaban más allá. Se notaba claramente
que, tanto los muebles, como el papel tapiz, no pertenecían a esa habitación,
sino que habían sido recientemente agregados. Lady Remsemere había
elegido colores cálidos y diseños delicados, lo que le daba a la habitación un
ambiente íntimo y acogedor. Las cortinas que se habían retirado para
permitir que entrara el sol eran de un verde pálido con pequeñas rosas
bordadas. El material era tan delicado y ligero que el sol brillaba a través de
él, proyectando una luz cálida sobre la pequeña disposición de los asientos.
Lady Remsemere pidió té y galletas, y Nessa recordó de repente que no
había comido nada desde la noche anterior. Su estómago retumbó
ruidosamente, y sintió que sus mejillas se volvían de un rojo intenso.
—Lo siento— se disculpó, avergonzada de parecer tan insignificante
frente a la perfecta y joven mujer con la que su esposo se había casado. ¿Por
qué demonios la había dejado ir?
Con una sonrisa en su rostro, Lady Remsemere rechazó las
preocupaciones de Nessa y le sirvió una taza de té caliente. Luego le ofreció
las galletas, instándola a comer.
—Debes haber estado despierta desde antes del amanecer para haber
llegado aquí tan temprano.

215 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Nessa asintió afirmativamente mientras masticaba la deliciosa


galleta. Su estómago dio la bienvenida a la comida. Comió
apresuradamente por su propia necesidad de hablar con esta mujer. —
Anoche tuvimos un baile en Wentford Park— le dijo, con los ojos
mirando atentamente a la joven sentada frente a ella. —Mi... esposo lo
organizo en mi honor. Para celebrar mí regreso.
La sonrisa de lady Remsemere no titubeó mientras asimilaba las
palabras de Nessa, y sus ojos se posaron en los de Nessa como si
simplemente estuvieran conversando sobre el clima.
—Eso es maravilloso. Me alegra saber que te estás volviendo a instalar.
Nessa frunció el ceño, incapaz de creer que esta joven realmente no
albergara ninguna mala voluntad contra ella. Y, sin embargo, sintió cierto
alivio porque parecía que su marido no le había mentido en eso.
—¿Puedo ser franca?
Una suave risa escapó de Lady Remsemere; sus ojos, sin embargo,
permanecieron serios.
—Por favor, pregunte lo que desea saber.
Nessa abrió la boca... y luego dudó. ¿Qué era lo que deseaba
saber? Ciertamente, había un sinnúmero de preguntas que habían estado
dando vueltas en su mente y, sin embargo, ¿no había una primera duda?
—Después de todo lo que has sufrido por mí—, finalmente comenzó,
—me siento horrible por preguntarte esto, pero necesito saberlo ¿mi
marido... te amaba? —El calor apareció en sus mejillas por hacer una
pregunta tan íntima e inapropiada. Pero, no había forma de evitarlo.
Lady Remsemere tragó saliva y respiró hondo. Aunque no desvió la
mirada, Nessa pudo ver que estaba lejos de sentirse cómoda al hacerle esa
pregunta. Sin embargo, ella respondió.
—No lo hizo.
El aire salió de sus pulmones ante la simple respuesta y, por un breve
momento, cerró los ojos.
—¿Qué te dijo sobre mí? — Preguntó Lady Remsemere
suavemente. Aunque parecía delicada y un poco tímida, una fuerza oculta
permaneció en sus ojos y la amabilidad se aferró a sus palabras mientras
hablaba.

216 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Dijo que se casó contigo para...— Nessa vaciló, no queriendo lastimar


a la joven hablando demasiado claro. ¿Lady Remsemere había amado a
Grant? Se preguntó. ¿Estaba escondiendo muy bien su corazón roto?
—Para protegerme— la joven terminó por ella, con una sonrisa de
complicidad en sus labios. —Sí, soy muy consciente de que él no me eligió
por amor e imagino que él mismo te lo ha dicho—. Un ligero ceño apareció
en su rostro. Y había un brillo desafiante en sus ojos. —¿Por qué estás
aquí? ¿Dudas de su palabra?
Nessa se encogió de hombros, luego lanzó un profundo suspiro y enterró
la cara en sus manos. —No sé qué pensar—, confesó, sintiendo que su
corazón se aceleraba ante la mera admisión. —Desde que regresé, la gente
me ha dicho quién era y lo que sentía por ellos—. Se encontró con la mirada
de Lady Remsemere y se encogió de hombros. —Traté de recordar, de
sentirme tal como se esperaba, y sin embargo, me sentí vulnerable porque
todo lo que podía hacer era creerles y esperar que no me engañaran.
Lady Remsemere asintió. —Ya veo—. Por un momento, su mirada se
volvió hacia adentro y respiró lentamente. Luego la miró una vez más. —
¿Crees que te engañó?
Nessa sacudió la cabeza. —No creo que me haya engañado a
propósito. Sin embargo... no mencionó que se había casado nuevamente
después de mi presunta muerte. — Lady Remsemere abrió mucho los
ojos. —Y luego no mencionó que...
—Que llevo a su hijo—, la joven terminó por Nessa una vez más. Eugenie
miró a Nessa antes de asentir a sabiendas. —Lo supiste anoche, ¿no? Por eso
estás aquí.
Nessa asintió con la cabeza.
—¿Por qué te lo diría en un baile dado en tu honor? — Lady Remsemere
frunció el ceño. — Son un lugar y tiempo completamente inoportunos.
—No me lo dijo — confesó Nessa, dándose cuenta de que eso era lo que
más la molestaba, lo que era el origen de su inseguridad. —Nunca me lo
dijo. El día que llegué a Wentford Park, fue mi padre quien te mencionó
pensando que yo ya lo sabía. Y anoche, fue su madre.
—¿Crees que sin proponérselo él nunca te lo habría dicho?
Nessa asintió con la cabeza. —¿Cómo puedo confiar en todo lo que dice
cuando me oculta partes tan importantes de su vida? — Sacudiendo la
cabeza, Nessa se puso de pie, abrumada por la guerra en su interior.
217 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—No sé qué hacer. Había llegado a confiar en él, a sentirme como en


casa en Wentford Park, a creer que realmente pertenecía ahí y luego...
Interrumpiéndose, miró a la joven, cuyas manos estaban sobre el
pequeño bulto apenas visible debajo de su vestido. —Lo siento. Lo siento
mucho. No debería haber venido — ella tartamudeó, retrocediendo hacia
la puerta.
—Después de todo...fue egoísta por mi parte venir. Por favor disculpe
mi intrusión. Me iré de...
—Por favor quédate.
Deteniéndose en seco, miró a la joven que se había puesto de pie y que
ahora se acercaba a ella. Algo se interponia entre ellas. Algo que había
trastornado sus vidas. Algo que debería hacerlas enemigas.
Y, sin embargo, no vio nada de eso en los ojos grises de Lady
Remsemere. Todo lo que vio fue compasión y amabilidad, y se preguntó
cómo era posible que no se sintiera traicionada. Porque, aunque se sintió
mal por todo lo que su regreso había obligado a Lady Remsemere a
soportar, también sintió celos en su corazón ante la idea de que su esposo
compartiera su vida con esta joven.
Suavemente, Lady Remsemere tomó la mano de Nessa y luego la instó
a regresar al sofá a tomar asiento una al lado de la otra. —¿Escucharás? —
, Preguntó ella, sus ojos pálidos buscando los de Nessa, una súplica
silenciosa en ellos.
—¿Por qué eres tan amable conmigo? — Nessa susurró. —¿Cómo
puedes no odiarme?
—Si quieres saberlo, entonces tendrás que escucharme —. Una
pequeña sonrisa se dibujó en los labios de la joven mientras esperaba que
Nessa diera su consentimiento. Luego respiró aliviada y comenzó su
historia. —Cuando conocí a Lord Wentford, todavía estaba afligida
porque acababa de perder a mi hermano y luego a mi padre. A mi tutor yo
no le importaba. Todo lo que quería era deshacerse del deber que tenía
conmigo y, por lo tanto, me presentaba a los solteros elegibles siempre
que le era posible. Como yo no era la dama ideal, pronto se sintió
frustrado porque no recibí propuestas. Me culpó porque dijo que no
alentaba adecuadamente sus afectos —. Un profundo suspiro abandono
sus labios, lleno de recuerdos de miedo y desesperación. —No puedo
decirte lo asustada que estaba.

218 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Suavemente, Nessa apretó la mano de Lady Remsemere, recordando


cómo su esposo había hablado de ella.
Lo hice por ella. Sentí la necesidad de protegerla. Y me casé con ella porque pensé que
podríamos ayudarnos mutuamente.
De hecho, Nessa entendió cómo se había sentido obligado a ayudar a esta
joven. A primera vista, había algo completamente indefenso en ella e incluso
no podía negar que deseaba que hubiera algo que pudiera hacer para
garantizar el bienestar de Lady Remsemere.
—Se casó conmigo para protegerme — continuó la joven, sus ojos grises
buscando en los de Nessa como para asegurarse de que la escuchara. — Vio
que yo estaba perdida, su madre lo instaba a que se volviera a casar, a
encontrar una... una madre para que Milly y una esposa ... que le dieran un
heredero—. Una mirada de disculpa descansó en sus ojos mientras hablaba,
pero ella no desvió su mirada.
Nessa asintió, agradecida de que Lady Remsemere hablara con claridad y
no se contuviera por miedo a pronunciar algo hiriente. Tan difícil como fue
escuchar que al menos, por un tiempo, esta joven mujer la había
reemplazado, Nessa sabía que había sido una cuestión de supervivencia.
—¿No lo amabas?
Lady Remsemere sacudió la cabeza. —Me preocupaba por él. Es un
hombre bueno y amable, y me consideré afortunada de ser su esposa. Hice
todo lo posible para cuidar de la casa, ser una buena madre para Milly, ganar
su confianza y estar allí para él. — Suspiró, encogiéndose de hombros. —
Quizás pudiera haberlo amado... algún día. No estoy segura. Sin embargo,
pronto me di cuenta de que él nunca me amaría.
El corazón de Nessa se detuvo en su pecho y el aliento se alojó en su
garganta.
Al verla sin duda sorprendida, y también, con expresión esperanzada,
Lady Remsemere apretó la mano de Nessa. Había una suave sonrisa en su
rostro mientras la miraba.—Se casó conmigo por muchas razones, buenas
razones, pero no para ser su esposa— dijo, con una convicción en su voz que
era un bálsamo para el alma maltratada de Nessa. —No en la forma en que
habías sido su esposa. Siempre supe que su corazón siempre te
pertenecería. Lo veía en sus ojos todos los días, y estoy feliz de que ustedes
dos hayan recibido una segunda oportunidad.

219 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Las lágrimas empañaron los ojos de Nessa, y tuvo dificultades para


tragar el nudo repentinamente alojado en su garganta. —Eres
maravillosa— susurró, —y me hace preguntarme por qué él me querría,
una mujer mayor sin nada que la recomendara.
Curiosamente, este pensamiento le resultaba familiar, como si lo
hubiera considerado antes... hace mucho tiempo... un momento que no
podía recordar. ¿Estas dudas siempre habían sido parte de ella?
Lady Remsemere se echó a reír. —Él no estaría de acuerdo, no tengo
dudas—Suspirando, miró por la ventana antes de que su mirada volviera
a encontrarse con la de Nessa. —El amor simplemente sucede— susurró,
su voz sonaba con convicción como si hablara por experiencia. —Nunca
hay una razón por la que amamos. Podemos decir que amamos a alguien
porque es compasivo y amable, pero hay miles de personas que poseen
estos rasgos. No los amamos a todos, ¿verdad? Entonces, ¿por qué
amamos a esa persona que parece única en una multitud de personas que
son iguales? — Sonriendo, ella negó con la cabeza. —No, nunca habrá
una simple razón que explique por qué amamos. Quizás es un
conocimiento muy profundo de pertenecer a otro, de comprender
mutuamente que esto va más allá de todo lo que hemos experimentado
antes. Tal vez simplemente no estamos destinados a entender su por qué.
Nessa le sonrió a la joven mientras se secaba las lágrimas.
—Lo amo—, susurró ella de una manera que nunca antes había hecho,
porque ahí, en este momento, podía hablar desde el corazón, libre y sin
restricciones. —No sé por qué ni cuándo sucedió, pero a pesar de todos
los secretos que siento a mi alrededor, yo...yo quiero ser su esposa. Lo
quiero y quiero la vida que una vez tuvimos.
—Entonces no permitas que nadie te detenga— respondió Lady
Remsemere, con el ánimo brillando en sus ojos. —Y menos por mi culpa,
porque no hay razón, lo juro.
Nessa tragó saliva y luego miró el vientre de la joven. —¿Qué pasa
con... el... el niño?
Lady Remsemere suspiró, colocando una suave mano sobre el pequeño
bulto. —La vida a veces nos lleva por caminos inesperados— dijo
finalmente, y una extraña sensación de paz descansaba en sus ojos
grises. —He pasado muchas noches sin dormir pensando en lo que
debería hacer o decir, cómo criar a mi hijo y si incluir o no a Lord
Wentford en su vida—. Ella sacudió la cabeza. —La respuesta es,

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Felices por Siempre Regencia 01

simplemente no lo sé. Todo lo que sé es que amo a mi hijo y que haré lo que
pueda para asegurarme de que él o ella sea feliz. Todo lo demás encajará en
su lugar a medida que caminemos por la vida— Ella volvió los ojos
inquisitivos hacia Nessa. —¿No deseas que tu esposo vea al niño?
Nessa se congeló. Hasta este momento, no había pensado en cómo
deseaba que fuera su futuro con respecto a este niño. Ciertamente, una parte
de ella envidiaba a Grant por tener otro hijo, especialmente después de la
tragedia que sufrieron cuando perdieron a su precioso hijo. Sin embargo, fue
la idea de competir por el amor de Grant lo que realmente la inquietó.
Al mirar a Lady Remsemere, supo que no había necesidad de preocuparse
mientras la joven la miraba con tanta honestidad en sus ojos grises que la
creyó sin pensarlo dos veces.
—Realmente no lo quieres, ¿verdad? ¿No hay una sola parte de ti que
desearía que nunca hubiera regresado?
Lady Remsemere negó con la cabeza cuando su mirada se dirigió a la
puerta y una pequeña pero significativa sonrisa curvó lentamente sus labios.
—Si nunca hubieras regresado— susurró finalmente mientras se
inclinaba más cerca —mi vida habría tomado un giro diferente y nunca
habría venido aquí.
Los ojos de Nessa se abrieron al comprender, y su mirada se dirigió hacia
la puerta, casi como si pudiera ver al hombre que había entrado en los
pensamientos de Lady Remsemere solo unos momentos antes.
—¿Te refieres…? ¿Tu marido... tú...? —exhaló un largo suspiro, sintiendo
una sonrisa tirar de las comisuras de sus labios. —Eres feliz en tu nuevo
matrimonio.
Un delicado rosa apareció en las mejillas de la joven cuando bajó la mirada
por primera vez ese día.
—Tengo esperanzas —admitió finalmente, levantando los ojos para
encontrarse con suyos... y lo que vio allí momentáneamente le robó el aliento
de los pulmones.
Tan segura y llena de confianza como Lady Remsemere parecía haberla
aconsejado con respecto a sus dudas y temores, tan vulnerable e insegura
parecía ahora en lo que respecta a su propio corazón.
—¿Te preocupas por él?

221 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

El rojo en sus mejillas se profundizó antes de que la joven asintiera con


la cabeza.
—Él no es lo que la gente piensa que es — susurró, y una vez más miró
hacia la puerta como si temiera que él pudiera entrar en cualquier
momento y escuchar sus palabras. —Está atormentado por algo que
sucedió en el continente. Eso todavía lo persigue, y se aisló del mundo,
poniendo una cara de enojo para mantener a los demás a cierta distancia.
Desearía que él confiara en mí porque nadie debería sufrir solo — Ella
suspiró y se pasó la mano por el vientre. —Sé que la gente lo llama la
Bestia de Ravengrove, y admito que estaba asustada cuando vine aquí por
primera vez. Pero ahora sé que él no es una bestia. Hay amabilidad en la
forma en que me mira. Intenta ocultarlo, pero lo he visto con mis propios
ojos.
La alegría inundó el corazón de Nessa cuando vio la esperanza en los
ojos de la joven. Alegría de que Lady Remsemere hubiera encontrado a un
hombre que la cuidaba después de todo lo que le había sucedido. Alegría
de que el hombre no fuera el esposo de Nessa.
—¿Has hablado con él sobre... cómo te sientes?
Lady Remsemere abrió mucho los ojos y Nessa comprendió demasiado
bien el miedo a abrir el corazón a otro sin saber cómo se recibiría.
—No me atrevería a hacerlo — murmuró, retorciéndose las manos en
el regazo. —Al principio, me evitó por completo. Apenas me decía una
palabra, y a veces ni lo veía durante semanas.
—¿Y ahora? — Le preguntó, colocando una mano alentadora sobre el
hombro de la joven. En el fondo, sintió que Lady Remsemere estaba sola
y necesitaba a alguien en quien confiar. Nessa recordaba muy bien lo bien
que se había sentido hablar con Connie.
Una sonrisa tímida llegó a los labios de Lady Remsemere que hablaba
de esperanza y optimismo. —Algo... sucedió —susurró. —Cometí una
estupidez y luego... él estaba allí. Vino por mí, y la mirada en sus ojos no
hablaba solo de exasperación o deber. Hablaba de preocupación... y
miedo por mi seguridad—. La sonrisa en su rostro se profundizó mientras
miraba a Nessa. —Después de eso, una vez más se retiró como si no se
atreviera a mirarme.
La alegría que estaba en la cara de Lady Remsemere le dijo a Nessa
todo lo que necesitaba saber. —Crees que has llegado a importarle y que
eso lo asusta.
222 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

La joven se encogió de hombros. Un profundo suspiro salió de sus labios


cuando respondió: —Al menos, eso espero.
—Eso es maravilloso— exclamó Nessa, sintiendo que le quitaban un peso
de encima y se dio cuenta de que ella también tenía esperanzas. Más que
eso. Una nueva certeza se instaló dentro de ella, tranquila y relajante, y le
calentó el corazón de una manera que no había conocido antes. Quizás más
allá de las dudas que la habían atormentado, siempre se había sentido
culpable por arruinar la vida de otra persona. Alguien que en verdad había
sido tan inocente como ella misma.
Ahora, esa carga se había ido. De hecho, si el accidente que había alejado
a Nessa de su familia no hubiera sucedido, Lady Remsemere nunca habría
conocido a su nuevo esposo. Después de todo, Grant le había dicho que su
amigo nunca había abandonado Ravengrove. Y sin su precaria situación,
Lady Remsemere tampoco habría tenido una razón para venir aquí.
Nunca se habrían conocido, y a juzgar por la sonrisa esperanzada en el
rostro de lady Remsemere, eso también habría sido una tragedia.
Una de la que ellos nunca habrían sabido.
—¿Te quedarás a cenar? — preguntó Lady Remsemere, con un profundo
anhelo de compañía brillando en sus ojos grises. —Sin embargo, también
podría prepararte un carruaje para llevarte a casa. Entiendo que desees ver a
tu marido.
Sonriendo, Nessa sacudió la cabeza. —No, me encantaría quedarme, y
creo que mi esposo ya está en camino.
—¿Cómo lo sabes? — Preguntó Lady Remsemere, con alegría bailando en
su rostro.
—Peter, nuestro mozo de cuadra, me acompañó hasta aquí porque no
sabía el camino — explicó. —Sin embargo, cuando apareció Ravengrove, lo
envié de regreso. No quería molestar a todos con mi desaparición, pero
necesitaba venir aquí sola y hablar contigo.
Lady Remsemere asintió. —Entiendo. Sin embargo, supongo que tu
marido...
En ese momento, pasos furiosos resonaron en sus oídos mientras
retumbaban hacia el salón. Intercambiando una mirada confusa, las dos
mujeres apenas tuvieron tiempo suficiente para ponerse de pie antes de que
la puerta se abriera de golpe y Grant irrumpiera.

223 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Su cabello estaba despeinado por el viento y su rostro encendido en un


rojo brillante. Su pecho subía y bajaba rápidamente con cada respiración
que exhalaba, y cada músculo de su cuerpo parecía tenso hasta el punto
de romperse. Tenía la mandíbula apretada, pero se aflojó en el momento
en que sus ojos verdes musgo se posaron en Nessa y respiró
profundamente.
Nessa abrió la boca para saludarlo, insegura de lo que debía decir
después de todo lo que había sucedido en las últimas horas. Sin embargo,
antes de que ella pudiera, él repentinamente se lanzó hacia adelante.
Por un momento, Nessa temió que la atropellara ya que no parecía
disminuir la velocidad en absoluto. Solo en el último segundo se detuvo y
sus brazos volaron hacia adelante, sus manos la agarraron justo debajo de
los hombros con una fuerza desesperada.
—¿Cómo te atreves a salir de la casa en medio de la noche? — Le gruñó
a la cara, tirando de ella hacia él. —¿Cómo te atreves a irte sin decir una
palabra?
Molesta con su acusación, Nessa levantó la barbilla, sus ojos duros
cuando se encontró con los de él.
—¡Como si no lo supieras! —, Espetó ella, cuadrando los hombros y
forzando un poco la distancia entre ellos. — ¡Lo sabías y no me lo
dijiste! Tuve que escucharlo de boca de tu madre. Yo...
Una mano suave tocó su brazo, sacudiendo a Nessa de la ira que se
acumulaba en su vientre. Parpadeando, encontró a Lady Remsemere
parada junto a ella, con una sonrisa indulgente en sus rasgos suaves.
—Él no está enojado contigo—susurró la joven sin siquiera mirar a
Grant. —Temía haberte perdido otra vez.
Nessa volvió los ojos sorprendidos hacia su esposo y cuando lo vio más
de cerca, vio que se desmoronaba ante sus propios ojos. El pánico
permanecía en su mirada, brillante y clara, y la tensión que le cubría los
brazos con la mano hablaba de la desesperada necesidad de mantenerla
cerca, de no dejarla escapar nuevamente.
Había tenido miedo.
Estaba aterrado.
Y había ido tras ella.

224 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

La historia de Lady Remsemere se hizo eco en la cabeza de Nessa en ese


momento, de cómo su nuevo esposo había venido por ella, no realmente
enojado sino temeroso por su bienestar. Por ninguna otra razón, sino porque
él se preocupaba por ella. ¿Por qué era que estas cosas eran tan difíciles de
entender una vez que el propio corazón estaba involucrado?
Suspirando, Nessa se tragó su ira y se encontró con la mirada de su
marido. La confusión descansaba en sus profundos ojos verdes mientras
miraba a Lady Remsemere por primera vez desde que había entrado en el
salón. Y en ese momento, Nessa se dio cuenta de que ni siquiera había mirado
a la joven detrás de ella, que ni siquiera había sido consciente de su presencia
antes de que ella hablara.
Todo lo que había visto era a ella.
Nessa.

225 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Treinta
Temor
Traducción Mony

Con retraso Grant tomó nota de Eugenie... lady Remsemere.


—Buenos días, mi señora— le ofreció un saludo, sintiéndose un poco
incómodo por razones que no podía identificar. ¿Era porque no hacía
mucho tiempo que Lady Remsemere había sido su esposa? ¿Era porque
temía enojarla? ¿O lady Remsemere? Había entendido cuando él le había
informado del regreso de Nessa, y les había deseado lo mejor. ¿Pero estaba
enojada ahora? ¿Ha llegado a ofenderla? En ese momento, Grant sintió
que su culpa pesaba sobre sus hombros por no haberle enviado una sola
nota a su amigo para asegurarse de que estaba bien. Quizás debería
haberlo hecho. Quizás, a pesar de la confianza que tenía en Adrián,
debería haber preguntado por ella. Y por su hijo.
—Buenos días para ti también, milord —Lady Remsemere le devolvió
el saludo, su mirada se detuvo momentáneamente en Nessa en lugar de en
él. Las dos mujeres compartieron una mirada que no pudo entender antes
de que su anfitriona se fuera, murmurando algo a Nessa antes de que
desapareciera —Recuerda lo que te dije.
Nessa asintió y luego la puerta se cerró y quedaron solos.
Grant no sabía qué pensar. Sus manos aún sostenían a Nessa como si
ella pudiera desaparecer en el aire si la soltaba. Sintió su piel a través de
la tela de su vestido, cálida y viva, y su corazón lentamente comenzó a
calmarse. Su respiración se suavizó, y los pensamientos en su mente se
enfocaron lentamente.
¿Se había apresurado a entrar en Ravengrove sin siquiera dar un
saludo? ¿Había tirado a su esposa en sus brazos frente a Lady Remsemere?
Sacudiendo la cabeza, parpadeó, tratando de despejar la niebla de su
mente. Las últimas horas fueron borrosas, desde que había ido a buscar a
Nessa, ansioso por tenerla de nuevo en sus brazos, se había apresurado de

226 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

habitación en habitación, buscando en todo Wentford Park sin poder


encontrarla. El pánico lo había invadido, y recordó dolorosamente lo que
había sentido cuando después de muchos días de su accidente percibía que
ella aún estaba allí. Fuera de su vista quizás oculta detrás de una pared o en
la siguiente esquina. Todo lo que tenía que hacer era dar unos pasos y
entonces la vería. Recordaba perfectamente aquellos angustiosos primeros
días después de que se hubiera extraviado. Todavía había podido sentirla en
la casa o en los jardines. Había sido como si todavía estuviera allí, a su
alcance.
Pero no lo había estado.
Había sido una lección muy dolorosa que tuvo que aprender.
Y anoche, cuando había desaparecido, Grant había estado seguro de que
se volvía loco. Solo cuando su mozo de cuadra regresó a primera hora de la
tarde, pudo respirar aliviado. Sabía que había sido cruel con el joven. Porque
aún, en ese momento, había estado fuera de sí. En el fondo, estaba agradecido
de que el joven Peter hubiera garantizado la seguridad de Nessa y cuando
regresó hubiera ido a informarle. De lo contrario, Nessa podría haber
desaparecido como lo había hecho hace más de tres años, y él no hubiera
sabido a dónde se había ido.
¿Y por qué?
Frunciendo el ceño, Grant miró a su esposa y su mirada recorrió los
familiares rasgos de su amado rostro. Podía mirarla para siempre, tranquilo
al saber que ella estaba justo delante de él.
—¿Tenías miedo de que te hubiera dejado? — Preguntó Nessa, con sus
ojos color avellana muy abiertos mientras buscaba en su rostro. Un ligero
ceño apareció en sus cejas, haciendo parecer que estaba a punto de regañarlo
por pensar algo tan tonto.
Grant inhaló profundamente y, sin pensarlo, apretó sus manos alrededor
de sus brazos. Solo cuando ella respiró hondo, se dio cuenta de que el miedo
lo había dominado nuevamente, y deliberadamente obligó a sus manos a
soltarla.
—No sabía qué pensar— le dijo, sin saber qué hacer con sus manos ahora
que habían perdido su propósito. En el fondo, todavía sentía la necesidad de
alcanzarla.
—Te busqué por todas partes. Pensaba que todo estaba bien. Pensaba...
pensaba que querías que acudiera a ti anoche.

227 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Lamiendo sus labios, Nessa suspiró. —Sí quería. Solo salí a la terraza
para aclarar mi cabeza, y luego...— Cerró los ojos y respiró hondo para
fortalecerse de lo que le esperaba. —Tu madre me encontró.
Grant gimió cuando el pánico lo atravesó. Pasándose las manos por el
pelo, miró a su esposa, notando la mirada expectante en sus ojos mientras
lo miraba.
—¿Qué dijo ella?
Las cejas de Nessa se alzaron.
—¿Cómo puedes preguntarme eso? — Tragó saliva, y una mirada de
dolor y desilusión cruzó por su rostro. —Debiste decírmelo. ¿Lo habrías
hecho si tu madre no me hubiera dicho nada?
Sacudiendo la cabeza, Grant se encogió de hombros mientras trataba
desesperadamente de retroceder en el pánico que lo envolvió.
—No lo sé. Lo intenté muchas veces. Sabía que necesitaba
hacerlo. Sabía que merecías saberlo.
—Entonces, ¿por qué no lo hiciste? — preguntó ella, cruzando los
brazos frente a su pecho, mientras lo veía con una mirada afilada en sus
ojos color avellana.
—Por la misma razón que no te dije que me había vuelto a casar—
respondió Grant honestamente, con el miedo aflojando la lengua. —Tenía
miedo de que te fueras.
—Estamos casados— señaló como si todos sus temores hubieran sido
ridículos.
Grant se burló, sacudiendo la cabeza, odiando la forma en que lo
miraba como si fuera un extraño que ella no conocía.
—Sé que estás atada a mí, te guste o no, pero eso no es suficiente—.
Cerrando la pequeña distancia entre ellos con un solo paso, Grant una
vez más la agarró por los brazos. Intentó ser gentil, pero su corazón latía
violentamente en su pecho. —Quiero que seamos como antes— le dijo
mientras buscaba en sus ojos una chispa de su antiguo amor. — Quiero
que me quieras, que me ames como yo te amo a ti. Sí, me dije a mí mismo
que sería suficiente simplemente con tenerte de vuelta en mi vida, incluso
si nunca pudiéramos volver a ser lo que fuimos. Y sí, es mejor que no
tenerte en mi vida, pero aun así no es suficiente— Suspirando, la atrajo
hacia sí y apoyó su frente contra la de ella. Entonces ella se inclinó hacia

228 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

él y sintió que la esperanza florecía en su corazón una vez más. —Al


principio, no te lo dije porque temía que te doliera demasiado como para
mirarme otra vez con otra cosa que no fuera desilusión y arrepentimiento—
. Levantó la cabeza y la miró a los ojos. —Y luego nos habíamos acercado más
y pude sentir que había algo entre nosotros. Algo que no había estado allí
antes. Me enamoré de ti de nuevo y tuve miedo de perder eso— Con un
suspiro, él extendió la mano y le pasó un dedo por la mejilla. —De perderte
cuando te acabo de encontrar de nuevo.
—Todavía estoy enojada contigo— le dijo Nessa, su voz
contundentemente severa, antes de que una sonrisa fantasma apareciera en
su rostro.
Grant respiró hondo y sintió un tirón de alivio en las comisuras de la
boca.
—Tienes todo el derecho de estar enojada. Lo que hice estuvo mal y te
pido perdón.
Nessa tragó saliva. —Lo tendrás si me contestas con sinceridad.
—Lo prometo.
—¿No más mentiras? ¿O secretos?
Grant asintió con la cabeza. —Nunca más.
—Bien— Al enderezarse, Nessa lo miró con los ojos atentos, y él supo que
todavía no le creía por completo y que tomaría nota de cualquier tipo de
deshonestidad. —Tu madre me odia.
Sorprendido, Grant frunció el ceño porque había esperado cualquier cosa
menos eso. —Admito que tu observación no está mal— dijo sinceramente,
deseando que no fuera así.
Nessa asintió, obviamente satisfecha con su respuesta. Luego su mirada
se oscureció, y un toque de dolor y duda llegó a sus ojos suaves. —Ella me
culpa por la muerte de nuestro hijo.
Casi desconcertado por la sorpresa de sus palabras, Grant la miró
fijamente.
—¿Ella qué? ¿Ella te dijo eso?
Nessa asintió con la cabeza.

229 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Tragando saliva, Grant se pasó las manos por el cabello y le dio la


bienvenida al leve tirón en el cuero cabelludo mientras intentaba enfrentarse
a la traición de su madre.
—¡Cómo se atreve a decir algo así! — Gruñó más para sí mismo que
nadie. Luego se volvió hacia Nessa y vio que las palabras de su madre
habían encontrado el camino a su corazón y se habían arraigado. —No
fue culpa tuya — enfatizó mientras tomaba sus manos entre las suyas,
acercándola una vez más. —Ni una sola vez se me ha ocurrido ese
pensamiento. Lo que sucedió fue una tragedia. Nos pasó a nosotros y les
ha pasado a otros. Y nunca es culpa de nadie. ¿Me escuchas?
El labio inferior de Nessa tembló y, sin embargo, ella mantuvo el
control. —Ese pensamiento nunca se me ocurrió, tampoco, al menos
hasta que ella me acusó de arruinar tu vida, de robarte un heredero. Dos
veces.
Grant frunció el ceño. —¿Dos veces?
—Lady Remsemere está embarazada— suspiró Nessa, diciendo las
palabras en voz alta por primera vez. —Podría ser un niño. Si hubieras
permanecido casado con ella, podrías tener un heredero. Ahora, nunca lo
tendrás—. La tristeza se aferró a sus rasgos mientras lo miraba. Grant
pensó ver algo más también. Una pregunta. Una chispa de esperanza.
—Nunca me importó tener un heredero—le dijo Grant con firmeza
mientras sus manos se cerraban suavemente alrededor de las suyas. —
Quiero una familia, una esposa que sea mi otra mitad, una hija a la que
adorar—. Suspiró, tratando de encontrar las palabras adecuadas para
explicar cómo se sentía. —No amo a Milly porque seas su madre. Por
supuesto, me encanta ver tus gestos en ella, tu coraje, pero la amo por
quién es ella.
Las comisuras de la boca de Nessa se arquearon hacia arriba. Pero el
indicio de un ceño fruncido permaneció en su rostro. —¿Qué estás
tratando de decir? ¿Qué hay del hijo de Eugenie? ¿Tu hijo?
—No negaré que una parte de mí quiera ser el padre de ese niño—
admitió Grant, rezando con cada fibra de su cuerpo para que no huyera
de él ahora. Aun así, le había prometido honestidad, y no iba a romper su
palabra. —Sin embargo, sé que nunca lo podré ser porque aprendí hace
tiempo de ti y de tu padre lo que es una familia, una verdadera
familia. Puede que haya engendrado al hijo de Lady Remsemere, pero no
seré su padre. Los padres son los que crían a sus hijos con amor y

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Felices por Siempre Regencia 01

amabilidad, los que siempre están allí, vigilantes y protectores, los que te
toman de las manos y te secan las lágrimas—. Sacudió la cabeza. —Ese
no seré yo. Lady Remsemere y quizás Adrian serán esas personas como tú y
yo somos los padres de Milly. El amor hace una familia, nada más.
Las manos de Nessa le devolvieron la suave presión con que las sostenía.
—¿Quieres ser parte de su vida?
Grant suspiró. —Me gustaría eso, pero no como padre—. Una suave
sonrisa llegó a sus labios. —Un tío tal vez.
Nessa inhaló lentamente mientras sus ojos color avellana estudiaban su
rostro. —¿Lo compartirías conmigo? ¿O a ella?
Grant sonrió, acercándola más. —Todo lo que tengo es tuyo, Nessa—
susurró mientras su mano se deslizaba a lo largo de su mandíbula y luego
ahuecaba la parte posterior de su cabeza. —Todo lo que soy es tuyo—.
Bajando la cabeza hacia la de ella, la besó suavemente y su corazón suspiró
con alivio cuando ella respondió cálidamente.
Nessa se hundió en sus brazos entonces, y se quedaron allí por mucho
tiempo simplemente abrazados, saboreando el momento. —Admito que
pensé que estarías furiosa— le susurró Grant al oído, incapaz de silenciar
esa parte de él que todavía tenía dudas. Necesitaba saber cómo se sentía
realmente y rezaba para que no ocultara sus verdaderos sentimientos
creyendo que tenía que hacerlo. Él se apartó y la miró a los ojos. —Debo decir
que, si te hubieras casado con otro y dado a luz a su hijo, habría...— No pudo
terminar la oración simplemente porque al decir las palabras amenazaban
con deshacerlo.
Nessa suspiró.
—No digo que no me importe— dijo, con una leve advertencia en sus ojos
mientras lo miraba. —Todo lo que digo es que... todavía quiero la vida que
tuvimos, la vida que he vislumbrado en las últimas semanas. Te quiero y
quiero a Milly, y quiero que seamos una familia—. Ella tragó saliva y un largo
suspiro dejó sus labios. —Quizás me sentiría diferente si Lady Remsemere
se preocupara por ti.
Sorprendido por esa declaración, las cejas de Grant se alzaron.
Sonriéndole, Nessa se río entre dientes.

231 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—No eres tan irresistible como podrías pensar, milord — Metiendo un


dedo en su pecho, ella levantó su mirada, y vislumbró en ella un desafío que
despertó un profundo anhelo en su sangre. ¡Esta era su Nessa!
Riendo, Grant fingió una lesión antes de volver a tomarla en sus
brazos.
—Mientras que tú me encuentres irresistible no tengo nada de que
quejarme— susurró contra sus labios antes de sellar sus palabras con un
beso abrasador.
Rodeando su cuello con los brazos, Nessa se hundió más en sus brazos
mientras la pasión ardía entre ellos.
—¿Quizás deberíamos pedir pasar la noche? — Grant susurró contra
sus labios. —Será medio día de regreso a Wentford Park.
Besándolo profundamente, Nessa se apartó el tiempo suficiente para
decir:
—Ya he aceptado quedarme a cenar—. Luego, sus labios reclamaron
los suyos nuevamente, y Grant sintió que se arrastraba hacia un torrente
de deseo, sintiendo que su autocontrol se desvanecía con cada suave
gemido que surgía de sus labios.
—Tenemos que parar, Nessa— Su voz sonó ronca, casi estrangulada,
mientras forzaba una pequeña distancia entre ellos, incapaz de pensar
cuando ella se aferraba a él de esa manera.
Sus cejas se levantaron en desafío mientras lo miraba, un brillo burlón
en sus ojos color avellana.
—No es que no quiera— Grant se apresuró a asegurarle, incapaz de
no sonreírle. —Créeme, lo hago. Sin embargo, podría ser mejor si
esperamos hasta... ¿después de la cena? — Su voz se elevó mientras la
miraba. —Estoy seguro de que Adrian no se opondrá a que nos quedemos
a pasar la noche.
Una sonrisa reclamó la cara de Nessa. —Yo tampoco me opondría—.
La travesura cosquilleó en las comisuras de los labios. —Especialmente
porque me muero por conocer a la esquiva Bestia de Ravengrove.
Grant se rio. —Debería haber sabido que no era suficiente para ti.
—No hagas pucheros, querido—, sonrió Nessa mientras se acercaba a
él y luego se ponía de puntillas. —No es propio de ti—. Luego plantó un
beso completo en sus labios. —Vamos a ver qué hay de cenar. Estoy
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Felices por Siempre Regencia 01

hambrienta. — Pasando su brazo por el de él, lo jalo hacia la puerta. —Todo


lo que he comido hasta ahora es té y galletas.
Grant se rio, sintiendo calidez en su interior mientras seguía a su esposa
fuera del salón. Nunca hubiera pensado que el día hoy podría terminar con
un sentido de pertenencia y paz. Tal vez así era simplemente cuando dos
personas realmente se amaban. Nada podría separarlos.
Sin dolor.
Sin pérdida.
Sin tiempo.
Quizás el amor realmente lo conquistaba todo. Grant nunca lo había
pensado. Ahora, sin embargo, lo creía con cada fibra de su ser.

233 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Treinta y Uno


Una Cena Informativa
Traducción Mony

Según el esposo de Nessa, Lord Remsemere no había tenido intención


de unirse a ellos para la cena. Como lo habían sugerido las anteriores
palabras de Lady Remsemere, parecía estar evitando a su esposa, y eso
incluía una cena amistosa con ella y su viejo amigo. Afortunadamente,
Grant lo había presionado hasta que cambio de opinión y finalmente
accedió a unirse a ellos.
Pero con un ceño bastante oscuro y algo desconcertante en su rostro.
Nessa no sabía lo que esperaba. Sin embargo, el hombre que entró
tardíamente en el comedor al lado de Grant era sin duda alguien que, a
pesar de su mal humor, llamaba la atención.
Especialmente la de su esposa.
Por el rabillo del ojo, Nessa tomó nota de la forma sutil en que la
respiración de Lady Remsemere se quedó atrapada en su garganta en el
momento en que vio a su esposo. Sus pálidos ojos plateados lo recorrieron
con un movimiento fluido que se le habría escapado si no hubiera estado
observando con tanta atención.
—Buenas noches, Lady Wentford— Lord Remsemere la saludó con
una reverencia formal. El ceño fruncido en su rostro, sin embargo,
permaneció.—Pido disculpas por mi tardanza—. Sin embargo, sus
modales eran impecables, y Nessa se preguntó cómo demonios había
recibido un nombre tan poco halagador como Bestia de Ravengrove. ¿Era
la larga cicatriz que corría por su ojo derecho y bajaba por su mejilla? ¿O
el hecho de que no estaba bien afeitado como Grant, sino que escondía la
mitad de su rostro detrás de una barba espesa? ¿Era el color oscuro de su
piel? ¿O sus pálidos ojos azules que parecían ver hasta el fondo de ella?

234 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Cualquiera que fuera la razón, Nessa no podía negar que Lord Remsemere
era un hombre inusual. Sin embargo, en su humilde opinión, no parecía una
bestia peligrosa, sino más bien un hombre no acostumbrado a una cómoda
compañía. Quizás todo lo que necesitaba era alguien que lo sacara de su
caparazón. Quizás su nueva esposa fuera la persona que cumpliese esa tarea.
Nessa solo podía esperar eso.
La cena fue un poco tensa, ya que Lord y Lady Remsemere apenas dijeron
una palabra, el uno al otro ni a sus invitados. Se intercambiaron algunas
observaciones sobre el clima, así como las felicitaciones ofrecidas por el
regreso de Nessa. Sin embargo, cuando Nessa, a su vez, ofreció sus propios
buenos deseos a la pareja de recién casados, ambos rostros parecieron
tensarse de una manera que hablaba de una enorme inquietud. Ni siquiera
se atrevieron a mirarse el uno al otro.
Eso fue todo lo que necesitó para estar convencida de que había algo entre
ellos, que no solo Lady Remsemere sentía algo por su esposo, sino que él
también había llegado a importarle. Después de todo, a la gente que no le
importa no tenía la necesidad de evitarse unos a otros a toda costa.
Sintiendo la inquietud de sus anfitriones, Nessa conversó alegremente
con su esposo mientras mantenía un ojo discreto en el otro extremo de la
mesa.
—Realmente me gustó tu primo— le dijo a Grant, cuyos ojos ligeramente
entrecerrados le dijeron que no era ajeno a lo que sucedía en la mesa de la
cena. —Parece ser un hombre decente con un buen sentido del humor. Su
esposa también.
Grant asintió con la cabeza. —Siempre me ha gustado y lo hubiera
invitado con más frecuencia si no hubiera sido por el disgusto de mamá con
tía Theodora—. Apretó los dientes muy ligeramente, y Nessa pudo ver la ira
que aún hervía en sus venas por la mención de su madre. —No era agradable
para ninguno de nosotros cuando ellas dos estaban en la misma habitación.
— Pareció sonreír cuando una chispa repentina y bastante tortuosa apareció
en sus ojos. —Quizás se puedan hacer otros arreglos— reflexionó. —No
parece justo para todos nosotros que nunca podamos vernos por esas dos
arpías.
Nessa se río entre dientes por la elección de sus palabras e incluso Lord y
Lady Remsemere levantaron la vista, frunciendo el ceño ligeramente.
A medida que avanzaba la noche, Nessa tomó nota de la forma en que
Lord Remsemere parecía estar mirando a su joven esposa por el rabillo del
235 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

ojo. Nunca la miró directamente, pareciendo que había olvidado su


presencia. Sin embargo, en el momento en que la copa de vino se deslizó de
la mano de Lady Remsemere, su cabeza giró hacia ella, con los ojos muy
abiertos de alarma, incluso antes de que la copa golpeara el suelo.
Sorprendida, Lady Remsemere respiró hondo y sus mejillas se
sonrojaron de vergüenza mientras miraba los fragmentos que cubrían el
suelo a su derecha.
—Lo siento mucho— tartamudeó antes de que sus ojos se levantaran
cuidadosamente para mirar a su esposo, quien se había apresurado a su
lado solo un segundo antes.
En silencio, hizo una señal a los lacayos para que limpiaran los
fragmentos antes de que sus pálidos ojos azules miraran a su esposa. —
¿Estás bien?
Tragando saliva, lady Remsemere asintió. —Estoy bien— le
aseguró. —No hay nada de qué preocuparse, milord.
Por un segundo o dos, Lord Remsemere sostuvo la mirada de su esposa
antes de regresar a su propia silla, sentarse una vez más... y continuó
fingiendo por el resto de la noche que la mujer que claramente le
importaba no existía.
Nessa podría haber gruñido, y cuando se volvió para mirar a su esposo,
supo sin lugar a dudas que él también había notado el intercambio
silencioso. ¿Era realmente tan difícil de ver cuáles son los sentimientos de
otros cuando nuestro propio corazón está involucrado? Se preguntó
Nessa. ¿Lord Remsemere realmente no veía cómo a su esposa le había
llegado a importarle? ¿O por alguna razón tenía miedo de admitir también
sus sentimientos por ella?
¿Ella, Nessa, había actuado tan tontamente como Lord y Lady
Remsemere cuando se trataba de Grant y por lo que él se sentía por
ella? ¿Debería haber confiado en la evaluación de su padre desde un
principio ya que él había visto tan claro como el día que Grant la
amaba? ¿Algo que no había notado porque ella tenía miedo?
Más tarde esa noche, después de ponerse el camisón que le habían
prestado, se detuvo en la habitación que le habían asignado, con sus
pensamientos revoloteando con lo que había observado esa noche. A
pesar de su pasado tortuoso, Nessa no podía negar que le gustaba la nueva
Lady Remsemere, tal vez aún más porque realmente no mostraba interés
en su propio esposo.
236 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Caminando arriba y abajo a lo largo de su habitación durante unos


minutos, Nessa sabía que nunca podría dormir mientras se sintiera tan
agitada. Y su marido también parecía estar tomándose su tiempo. ¿No había
prometido que continuarían con eso más tarde? ¿Después de la cena para ser
precisos?
El calor atravesó el cuerpo de Nessa y, con un entusiasmo que la
sorprendió, casi corrió hacia la puerta que conectaba sus
habitaciones. Levantó la mano y llamó a la puerta sin pensarlo dos
veces. ¡Ojalá se hubiera sentido siempre tan segura!
Los pasos se hicieron eco desde el otro lado de la puerta antes de que se
abriera y Grant apareciera en el marco. Por un segundo, un indicio de
preocupación se apoyó en sus rasgos. Sin embargo, en el momento en que vio
su rostro sonriente, le respondió amablemente.
—Pareces bastante ansiosa esta noche— comentó, cruzando el umbral,
sus ojos atrayéndola más cerca.
Nessa sonrió abiertamente.
—¿Viste lo preocupado que estaba Lord Remsemere cuando su esposa
dejó caer su vaso?
El brillo en el rostro de su esposo se atenuó. —¿Es por eso que tocaste a
mi puerta? — Preguntó, agarrando su barbilla con dos dedos e inclinando su
cabeza hacia arriba mientras se acercaba. —Debo decir que estoy un poco
decepcionado.
—Realmente parece preocuparse por ella, ¿no crees? — Continuó,
haciendo todo lo posible por mantener una cara seria e ignorar la forma en
que puso los ojos en blanco. ― Creo que serían una pareja maravillosa.
Un brazo se deslizó alrededor de su espalda y lentamente la atrajo hacia
él.
—¿Tenemos que hablar de ellos? — Preguntó Grant mientras su mirada
se desviaba más abajo.
Lamiendo sus labios, Nessa le sonrió mientras sus manos vagaban hacia
arriba y descansaban sobre sus hombros. —¿De qué otra cosa te gustaría
hablar? — Preguntó inocentemente, batiendo sus pestañas.
Grant se rio entre dientes. —No quiero hablar en absoluto.
—Entonces, ¿qué quieres? — Bromeó, deleitándose con la forma en que
sus manos presionaban su espalda.
237 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

De nuevo, su mirada cayó de sus ojos.


—Pensé que era obvio—. Se inclinó más cerca y su cálido aliento
acariciaba su piel mientras le susurraba al oído: —¿Debería darte una
pista?
—Por supuesto— respondió Nessa, deseando que su voz no se viera
afectada cuando sus labios se cerraron sobre el pulso que latía
rápidamente en su cuello. Aun así, se le cortó la respiración y sintió que
las rodillas se le tornaban agua.
Una risita baja retumbó en la garganta de Grant cuando ella se hundió
en sus brazos. —¿Puedo suponer que he dejado clara mi intención?
Aferrada a su esposo como si la vida dependiera de ello, de repente se
sintió completamente a gusto consigo misma. Su corazón latía
violentamente, y había un aleteo extrañamente familiar en su vientre que
le envió un hormigueo delicioso por toda la piel. Sus rodillas amenazaban
con doblarse, y su cabeza daba vueltas por todas las sensaciones que le
provocaba su toque. Y, sin embargo, el mundo parecía correcto y como
debería ser. Nessa no recordaba haberse sentido nunca más como ella.
—Todavía estoy un poco confusa de tus planes— jadeó cuando él besó
el punto sensible debajo de su oreja. Las palabras salieron de sus labios
sin pensar, y Nessa las reconoció como una declaración de algo que era
parte de ella.
¿Realmente había vuelto a casa? ¿En todo el sentido de la palabra?
Parecía ser cierto, y el pensamiento trajo lágrimas a sus ojos, brotando
un sollozo de sus labios.
Al retroceder, Grant la miró con preocupación en los ojos cuando su
pulgar le rozó la mejilla y le limpió una lágrima.
—¿Estás bien? — Susurró, buscando en su rostro. —¿Quieres que me
vaya?
Sonriendo a través de la cortina de lágrimas que nublaba su visión,
Nessa envolvió sus brazos alrededor del cuello de su esposo. Sus ojos se
posaron en los de él mientras lo sostenía cerca. —Te amo— susurró,
sabiendo finalmente sin ninguna duda se aferró a esas palabras. —
Realmente te amo.

238 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Un cálido resplandor apareció en sus ojos cuando la miró, y Nessa supo


que la había escuchado, que entendía lo que quería decir, lo que necesitaba
hacerle entender que él supiera.
Lentamente, inclinó la cabeza y la besó, sus labios eran cálidos y
acogedores. Luego su mirada se encontró con la de ella una vez más, y una
pizca de travesura surgió en sus ojos. —¿Eso significa que no quieres que me
vaya? — Bromeó, incapaz de reprimir una sonrisa.
Rodando los ojos hacia él, Nessa se echó a reír, dándole una palmada en
el hombro. — A decir verdad, ¡estoy completamente tentada de enviarte
fuera de mi habitación!
Sosteniéndola aún más fuerte en su abrazo, Grant sacudió la cabeza. —
Este es un lado verdaderamente nuevo de ti que estoy conociendo. Tú nunca
has sido cruel.
—¿No? — Reflexionó Nessa, levantando las cejas en desafío. —Entonces
tal vez es hora de pasar una nueva página.
Grant se río entre dientes antes de que él la atrajera hacia un beso
apasionado. —Dale la vuelta a cualquier página nueva que quieras— susurró
con voz ronca, mientras la empujaba hacia atrás, —pero no a esa.
Cuando sintió el borde del colchón contra la parte posterior de sus
piernas, Nessa supo que no podía cumplir su amenaza. Después de todo, solo
una mujer tonta se castigaría a sí misma.
Y podía ser muchas cosas pero… no era tonta.

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Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Treinta y Dos


Un Momento
Aparentemente
Ynsignificante
Traducción Sol Rivers

Después de romper su ayuno a la mañana siguiente, Nessa y su esposo


se despidieron de Lady Remsemere, ya que Lord Remsemere no se
encontraba por ningún lado. El hombre realmente tenía un don para
desaparecer en el olvido.
—Adiós, milord —le dijo Lady Remsemere a Grant mientras salían
por la puerta principal, sus caballos esperaban pacientemente junto al
pórtico. Sus ojos grises se encontraron con los de Grant antes de acercarse
a Nessa. Una pequeña sonrisa apareció en sus labios, y Nessa se sintió
aliviada una vez más al ver que no parecía haber un interés persistente
por su esposo en la mirada de Lady Remsemere. —Te deseo todo lo
mejor— le dijo la joven antes de lanzar una mirada algo vacilante a Grant.
Profundamente perceptivo, el esposo de Nessa entendió el deseo de
privacidad de Lady Remsemere e inclinó la cabeza bajando las escaleras
antes de tomar las riendas de uno de los muchachos del establo. Nessa
sonrió, agradecida por su consideración, y volvió su atención a Lady
Remsemere. —Muchas gracias por… todo — exclamó Nessa con un
suspiro de alivio absoluto. Ni siquiera quería contemplar lo que habría
pasado si no hubiera venido a Ravengrove el día anterior.
El placer sincero descansaba en los ojos de Lady Remsemere cuando
extendió la mano y apretó las manos de Nessa. —Es maravilloso verlos a
240 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

los dos tan felices — susurró, mirando de reojo a Grant. Luego se inclinó más
cerca. —Él solo tiene ojos para ti. Nunca fue diferente. Quiero que sepas eso.
Tragando las lágrimas que amenazaban, Nessa asintió. —Gracias. No lo
creía antes, pero ahora sí— El calor llenó su corazón al pensar en todas las
personas maravillosas que habían entrado en su vida tan inesperadamente,
desde el momento en que Grant la descubrió en la abadía hasta conocer a
Lady Remsemere. Solo el día anterior, y ella sabía lo bendecida que era al
tenerlos. No todo había sido fácil, pero todo el dolor había valido la pena sin
eso, Nessa nunca hubiera podido obtener la paz y la seguridad que sentía en
su corazón ahora. ¡Ojalá Lady Remsemere pudiera ser igualmente
afortunada!
—Pido disculpas por la ausencia de mi esposo— comenzó Lady
Remsemere, y Nessa podía sentir una nueva tensión en las manos que aún
sostenían las suyas. —Te aseguro que no lo dice en serio como un insulto—
. Los ojos grises de la dama fueron repentinamente evasivos antes de que su
mirada bajara de la de Nessa y ella retrocediera un paso.
—No te preocupes— le aseguró Nessa mientras tomaba nota del leve
sonrojo que apareció en las mejillas de Lady Remsemere. Su mirada parecía
momentáneamente distante como si sus pensamientos se hubieran desviado
a otra cosa. ¿Había sucedido algo la noche anterior después de que Nessa y
su esposo se hubieran retirado a sus habitaciones? ¿Era por eso que Lord
Remsemere no había mostrado su rostro esta mañana? Ardía por curiosidad
para preguntar, y sin embargo, sabía que no era el momento ni el lugar.
Quizás con el tiempo, una vez que se conocieran mejor, Lady Remsemere
confiaría en ella.
Incapaz de no hacerlo, Nessa se inclinó más cerca y la mirada de Lady
Remsemere se alzó para encontrarse con la suya. —Él solo tiene ojos para ti,
—susurró, devolviendo el regalo que le habían dado hace solo unos
momentos.
Un leve ceño fruncido apareció en el rostro de la joven y su mirada se
dirigió al marido de Nessa.
Nessa sacudió la cabeza. —Estoy hablando de Lord Remsemere.
Los ojos de la dama se abrieron y su boca se abrió ligeramente como en
estado de shock. Aun así, una chispa de curiosidad permaneció en sus ojos
gris plateado. Sus labios se separaron ligeramente, y pudo ver que deseaba
pedir más detalles. Sin embargo, ella no se atrevió. Cuando se trataba de su

241 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

propio esposo, Lady Remsemere tenía un miedo inmenso de arriesgar su


corazón y hacer que se levantaran sus esperanzas.
Sonriendo cálidamente, Nessa puso una mano sobre el hombro de la
joven. —No te desanimes— susurró con confianza. —Puede actuar como
si no le importaras, pero dudo que haya logrado convencerse de la verdad
de eso. Sé persistente.
Una risita nerviosa escapó de los labios de Lady Remsemere. —No sé
si puedo. Puede ser muy...
Nessa asintió con la cabeza. —Lo sé, pero es solo una máscara—. Una
vez más, apretó las manos de la joven antes de irse finalmente. Luego se
apresuró a bajar los escalones hacia su yegua y se subió a la silla.
Grant le dirigió una sonrisa aterradora e irresistible cuando él instó a
su montura a acercarse a la de ella. — ¿Hay secretos entre ustedes dos?
Nessa se echó a reír, rodando los ojos hacia él de la forma en que sabía
que amaba. — Como usted dice, milord, son secretos y no están
destinados a sus oídos.
Grant sonrió y espoleó su caballo hacia adelante.
Mirando sobre su hombro por última vez, Nessa lo siguió. Saludó a
Lady Remsemere, deseándole en silencio todo lo mejor. Luego giró los
ojos hacia adelante, hacia su casa, y su barriga dio un vuelco al pensar en
todo lo que tenía por delante.
Mientras cabalgaban por el estrecho camino, con el cálido sol de la
mañana brillando sobre ellos, Nessa inhaló el aroma de las flores en flor,
la frescura del aire y el toque de agua que perduraba en algún lugar del
horizonte. Su cuerpo agradeció la vitalidad que traía, y pudo sentir su
corazón latir pacíficamente y de manera constante. Solo cuando miró a su
esposo, realizó un pequeño baile que le hizo sonreír, uno que no podría
haber reprimido, incluso si lo hubiera deseado.
Su cuerpo zumbaba de felicidad en ese momento absolutamente
perfecto.
— ¿Qué pasa? — preguntó su esposo, con una gran sonrisa en su rostro
mientras la miraba. —Pareces...
—¿Feliz? — Nessa respondió mientras espoleó a su yegua para ir más
rápido. El viento rozó su rostro y se enredó en su cabello mientras se
inclinaba hacia adelante. Luego miró por encima del hombro y vio que

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Felices por Siempre Regencia 01

Grant la seguía, sus ojos riéndose, hablando de la misma felicidad


abrumadora que había reclamado su propio corazón.
Pronto, estaban corriendo a través del prado uno al lado del otro, sus ojos
se encontraban una y otra vez mientras volaban hacia adelante. Toda la
moderación cayó y sintió que su corazón y su mente soltaban los grilletes de
su pasado. En ese momento, ella simplemente estaba allí.
A todos los efectos, fue un momento insignificante y, sin embargo, fue
completamente perfecto, sin cargas y libre.
Después de quedarse un poco atrás, Grant instó a su montura hacia
adelante y una vez más ganó terreno, sus ojos verde musgo se rieron cuando
se encontraron con los de ella. —No te había visto así en mucho tiempo —,
gritó sobre el atronador latido de los cascos de sus caballos. —Superarme te
queda bien.
Nessa se echó a reír. —No puedo negar que es maravilloso— bromeó,
alzando las cejas en desafío antes de inclinarse más sobre el cuello de su
yegua.
De hecho, se sintió maravilloso... y familiar.
—Está empezando a llover— dijo Grant detrás de ella en el momento en
que una gran gota cayó sobre su mejilla.
Estirando el cuello, vio nubes oscuras cerniéndose detrás de ellos como si
los estuvieran persiguiendo, tratando de alcanzarlos y empaparlos.
Comenzaron a caer más gotas y el viento que rozó la piel de Nessa le puso la
piel de gallina. Un ligero escalofrío la atravesó y, sin embargo, su corazón
latía de alegría ante la emoción que latía en su sangre.
—No podremos escapar de esto— dijo Grant mientras ambos bajaban la
velocidad al trote, su mirada se movió del cielo oscuro para encontrarse con
la de ella. —Estaremos empapados a menos que encontremos refugio—.
Girando en la silla de montar, sus ojos recorrieron el horizonte, buscando.
Luego levantó una mano y señaló un pequeño bosque rebosante de árboles.
—Ahí — exclamó, pasando una mano por su cabello mientras gotas de lluvia
flotaban lentamente a lo largo de los mechones. — ¿El primero gana un beso?
—Se atrevió, con una amplia sonrisa en su rostro.
Pateando los flancos de su yegua, Nessa voló en la dirección que su esposo
le había indicado. Entrecerrando los ojos bajo una lluvia cada vez mayor,
mantuvo la mirada en el pequeño bosque, sintiendo más gotas correr por su

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Felices por Siempre Regencia 01

rostro y filtrarse a través de su ropa. Podía sentir la presencia de Grant


cerca, pero no se atrevió a girar la cabeza. No, ella quería ganar... y
reclamar su beso.
El viento se levantó y las nubes pesadas se movieron para bloquear el
sol, trayendo consigo una misteriosa oscuridad. Lentamente, se acercó al
pequeño bosque se acercó y Nessa empujó a su yegua hacia adelante, sus
cascos salpicaron los charcos que se acumulaban aquí y allá. Un pequeño
chorro de agua corrió por su sien y luego más abajo por su cuello cuando
finalmente se volvió para buscar a su marido detrás de ella.
En ese momento, estaba alcanzando el pequeño grupo de árboles a
menos de un brazo de ella. — ¡Maldición! — Nessa maldijo, enojada
consigo misma por romper su concentración.
Deteniéndose, ambos desmontaron. —Creo que el premio es mío—, se
rio Grant mientras ataban a sus caballos a las ramas bajas. Sus ojos se
encontraron sobre el cuello de sus caballos, y Nessa descubrió que su
pecho subía y bajaba con respiraciones igual de rápidas que las suyas. Su
cabello estaba casi mojado y despeinado de una manera bastante
diabólica, especialmente teniendo en cuenta esa chispa traviesa que no
dejaría sus ojos.
La lluvia cayó con fuerza cuando se acercaron al grueso tronco, al
abrigo de su enorme dosel. —Pareces enojada, querida —comentó Grant
mientras la acercaba, pasando las manos por sus brazos mientras ella
temblaba. —¿Frío?
Nessa asintió y él la rodeó con sus brazos y la apretó contra su pecho.
El calor irradiaba de su cuerpo, y Nessa se hundió en él, descansando su
cabeza sobre su hombro. Su ira se evaporó, y todo lo que sintió fue
satisfacción.
El suave golpeteo de la lluvia calmó lentamente su respiración, y cerró
los ojos, sintiendo los latidos del corazón de su esposo justo debajo de la
palma de su mano, lento y constante mientras se calmaba a su ritmo
normal. Una paz familiar se apoderó de ella, y ella lanzó un profundo
suspiro. —Esto es maravilloso.
Nessa podía sentirlo sonreír contra su sien. —Estoy de acuerdo—, se
rio entre dientes antes de que su mano levantara suavemente su barbilla
y su mirada cayera a sus labios. —Todavía tengo un beso que reclamar.
— ¿Ah sí? — Bromeó Nessa mientras se ponía de puntillas.

244 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Inclinándose, Grant capturó su boca en un beso abrumadoramente dulce


que ahuyentó el frío y se demoró cálidamente en su piel. Un fuego se
encendió dentro, y Nessa se acercó, profundizando el beso mientras sus
dedos se deslizaban suavemente sobre su rostro. Las yemas de sus dedos
rozaron su mandíbula y luego bajó por su cuello, con la piel de gallina
arrastrándose a su paso. —Tuvimos la suerte de haber encontrado este lugar
a tiempo— jadeó Grant mientras la empujaba contra el robusto tronco de
fresno. Sus manos la recorrieron por la espalda y se asentaron en su cintura,
sosteniéndola contra él.
—Es nuestro lugar de la suerte— explicó Nessa entre besos mientras sus
brazos serpenteaban alrededor de su cuello. — ¿Recuerdas cómo
buscábamos refugio aquí antes?
Los labios de Grant se congelaron contra los de ella, y todo su cuerpo se
tensó como si la conmoción le hubiera congelado las extremidades. Levantó
la cabeza para mirarla a los ojos, y ella vio que los suyos eran amplios,
buscando los de ella con una urgencia que no podía entender. — ¿Y tú? —
Susurró, su voz casi sin aliento como si alguien lo hubiera golpeado en el
estómago. — ¿Te acuerdas?
Nessa parpadeó, momentáneamente confundida. —Por supuesto que sí.
¿Cómo podría olvidarlo? —En el momento en que las palabras salieron de
sus labios, su mente finalmente entendió lo que estaba preguntando.
Su mandíbula cayó al sentir que sus pensamientos tocaban un recuerdo
lejano. Podía oler la hierba mojada bajo sus pies, escuchar el suave golpeteo
de las gotas de lluvia sobre la cabeza y sentir la ternura del abrazo de Grant
mientras se acurrucaban para mantenerse calientes.
Solo que eso no había sido hoy.
No ahora.
Había pasado años antes de que se perdieran el uno al otro.
—Lo recuerdo —murmuró Nessa cuando su cuerpo comenzó a temblar
con la avalancha de recuerdos que se creían perdidos. Sus manos casi se
clavaron en sus brazos mientras trataba de estabilizarse, y las lágrimas
corrían por su rostro, mezclándose con la lluvia. —Recuerdo.
Mirando fijamente a los ojos de su esposo, al ver una increíble alegría
extenderse lentamente por su rostro, sintió que todo su mundo se daba la
vuelta. Por un segundo, sintió como si el suelo fuera arrancado de debajo de
ella y ella se balanceara sobre sus pies, segura de que se caería.

245 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Las manos de Grant se adelantaron, empujándola contra él. Sus manos


eran cálidas y firmes, y la sostuvieron a salvo a su lado mientras sus ojos
verde musgo la miraban. — ¿Te acuerdas de mí? — susurró, con la voz
ahogada de esperanza y alegría y la necesidad de contenerlos a los dos
para que no se rompieran con una sola palabra de sus labios.
Levantando la mirada hacia sus brillantes ojos verdes, vio cada una de
las chispas familiares de esmeraldas mientras se movían con la luz,
volviéndose de un cálido tono dorado o gris pálido. Ella vio sus ojos mirar
hacia los de ella, cálidos y devotos, como lo habían hecho innumerables
veces... cuando habían intercambiado sus votos, cuando había nacido
Milly, cuando habían perdido a Oliver. Siempre tenía sus ojos fijos en los
de ella, firmes y verdaderos, prometiéndole una vida juntos.
Una vida que había sido truncada.
—Te recuerdo — Nessa susurró cuando las lágrimas ahogaron sus
palabras. —Lo recuerdo—. Arrojándose a sus brazos, Nessa se aferró a él
con una ferocidad que solo su propio anhelo desesperado podría igualar.
Sus brazos la sostenían con fuerza y sus costillas le dolían por la presión
y, sin embargo, ella nunca quiso que él la soltara.
Su cabeza daba vueltas con los recuerdos que flotaban lentamente
ante sus ojos, y los cerró, saboreando todos y cada uno. —Lo recuerdo—
, murmuró ella contra su hombro una y otra vez, sintiendo las lágrimas de
su esposo correr desde su barbilla hacia su sien y por sus mejillas, donde
se mezclaban con las de ella.
Durante mucho tiempo, se aferraron el uno al otro mientras los cielos
empapaban el mundo que los rodeaba, arrastrando el pasado y allanando
el camino para un mañana más brillante.
Lentamente, el aguacero se convirtió en una llovizna, que pronto se
detuvo cuando las nubes avanzaron. El sol se abrió paso, tocando el
mundo de abajo con sus cálidos rayos. La oscuridad retrocedió y la luz
brillaba a su alrededor, reflejada en los millones de pequeñas gotas que se
aferraban a las ramas y las hojas. El calor regresó, y en el momento en que
Nessa levantó la cabeza del hombro de su esposo, la felicidad total inundó
su corazón. —Soy Nessa— dijo, su voz temblorosa, pero resonando con
certeza. —Soy yo. Soy Nessa. Lo recuerdo.
Los ojos verdes de Grant brillaron con lágrimas mientras la miraba. —
Has vuelto — susurró, su propia voz cargada de emoción también. —
Estás de vuelta—. Sus manos rozaron su rostro, recorrieron su mandíbula

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Felices por Siempre Regencia 01

y rozaron sus ojos como si la estuviera viendo por primera vez en años. —
Estás de vuelta.
Tragando el nudo en su garganta, Nessa asintió mientras una sonrisa
tentativa tiraba de sus labios. —Lo hice.
Su mano se deslizó en su cabello y se posó en la parte posterior de su
cuello. Una multitud de emociones bailaron en esas manchas esmeraldas que
chispearon en sus ojos, y apretó los dientes, abrumado por el poder del
momento. Abrió la boca como si quisiera expresarlos, pero luego hizo una
pausa.
Un momento después, un gruñido de angustia surgió de su garganta y
apretó sus labios contra los de ella en un intento desesperado por hacerse
oír.
Nessa entendió sin palabras, respondiendo a su demanda con igual
medida. La pérdida y la soledad de los últimos tres años fluyeron en ese beso,
y se aferraron el uno al otro como si les fuera la vida en ello.

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Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Treinta y Tres


El Largo Alcance del
Pasado
Traducción Sol Rivers

Sosteniendo a su esposa, ¡su Nessa! En sus brazos, Grant sintió que


una roca rodó por su pecho. Por primera vez en años, pudo respirar
libremente y con facilidad.
Aunque ella le había entregado su corazón por segunda vez, tuvo que
admitir que los recuerdos de su vida juntos marcaron la diferencia. Eran
parte de quienes eran juntos, de en quienes se habían convertido, y sin
ellos, faltaba una pieza. O había estado desaparecida.
Al mirar sus cálidos ojos color avellana, ahora empañados por las
lágrimas, Grant vio un tipo diferente de reconocimiento al de antes. Podía
ver con una mirada que ella recordaba quién era él, quiénes eran juntos.
Finalmente, después de todos esos meses de esperanza y miedo, había
regresado a él.
¡Su Nessa!
Incapaz de liberarla, Grant la abrazó. —Tenía tanto miedo de que
nunca lo recordaras— susurró, sabiendo que nunca le habría impuesto
esa carga si ella no lo hubiera recordado. —Siempre supe quién eras y, sin
embargo, hay algo diferente en tus ojos ahora que lo recuerdas.
Nessa asintió, parpadeando una lágrima. —Lo sé. Te amaba antes,
pero ahora recordar el camino que caminamos juntos, es diferente—.
Tragó saliva y levantó una mano, con las yemas de los dedos rozando su
barbilla y luego a un lado de su rostro. —Cuando te miro, veo todo eso,
todo lo que fue y me calienta—. Un sollozo arrancó de su garganta y su
mandíbula comenzó a temblar. —Recuerdo.

248 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Una vez más, Grant la atrapó en sus brazos, sintiendo que sus músculos
se tensaban con la tensión que los mantenía envueltos uno alrededor del
otro. Ella se aferró a él tanto como él se aferró a ella, ya que aún persistía el
miedo a perderse el uno al otro. La esperanza y el miedo se arremolinaban a
su alrededor, empujándolos de un lado a otro, haciéndolos balancearse de un
lado a otro. Entonces Grant dio un paso atrás, una vez más levantando su
cabeza con una mano en su barbilla, sus ojos buscando los de ella. —Siempre
estuvimos destinados a estar juntos— dijo tanto a ella como a sí mismo —
Los últimos tres años fueron una prueba, nada más. Siempre estaremos
destinados a encontrarnos de nuevo.
El alivio empañó los ojos de Nessa mientras asentía con la cabeza. —
Siempre.
—Siempre— estuvo de acuerdo Grant, exhalando un profundo suspiro.
Su cuerpo comenzó a relajarse cuando la verdad de lo que había sucedido se
asimiló lentamente. —Has vuelto.
—Estoy de vuelta — confirmó Nessa antes de cerrar brevemente los ojos,
una respiración profunda abandonó sus labios. —Volví.
—El día que te perdí fue el más oscuro de mi vida— le dijo Grant,
decidido a librarse de todo el dolor y la pena de los últimos tres años —pero
ahora que has vuelto, solo miraré hacia el futuro. Un futuro contigo —
Sonriéndole, Grant notó que sus ojos se habían vuelto distantes. Ya no
sostenían la suya, sino que estaban dirigidos hacia algo interior.
Un recuerdo tal vez.
El pensamiento hizo cosquillas en una sonrisa de los labios de Grant. —
¿Qué pasa? — Preguntó, apretando ligeramente su mandíbula. — ¿Estás
bien?
Nessa tragó saliva y sus mejillas palidecieron mientras parpadeaba, luego
lo miró. —No lo sé— susurró, y el temblor que ahogó su voz trajo un
escalofrío a sus huesos. — Recuerdo eso…
—¿Qué? — Presionó Grant, deseando que, por una vez, no hubiera
oscuridad rodeándolos. ¿No podrían simplemente ser felices de nuevo? ¿No
merecían eso?
—El día que marché para encontrarme con Connie, yo... — Una vez más,
su mirada se volvió desenfocada mientras trataba de concentrarse en algo
que él no podía ver. Sus cejas se fruncieron, dejando una expresión
confundida en su hermoso rostro. —Nos detuvimos a mediodía para una

249 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

comida corta —continuó, su mirada aún fija en el momento de su pasado


que finalmente recordaba. —No mucho después, comencé a sentirme
mareada. Mis párpados se volvieron pesados y me sentí mal del estómago.
El aliento de Grant se quedó atrapado en su garganta mientras la
miraba, y una oscura sensación de presentimiento se apoderó de él.
—Llamé al techo del carruaje y le rogué al señor Darby que se
detuviera—. Le temblaron las manos y se clavaron en sus brazos como si
se parara en un acantilado y temiera caerse. —Cuando lo hizo, me
tropecé, pero logré dar unos pocos pasos antes de caer al suelo. Mis
piernas ya no podían sostenerme. Vomité al costado del camino, luego me
desplomé en el suelo, incapaz de moverme—. Ella parpadeó y su mirada
finalmente volvió a encontrarse con la de él. —Mis extremidades se
sentían pesadas, muy pesadas, y todo comenzó a alejarse. Mis ojos se
cerraron y yo… — frunció el ceño — llamé al Sr. Darby, pero él no vino.
Agarrando las manos de Nessa, Grant las encontró heladas y las
envolvió en las suyas. — ¿Estás segura de que es lo que pasó? — Preguntó,
deseando con todo su ser que no fuera así.
Nessa asintió con la cabeza. —Ahora lo veo tan claro como el día—.
Tragó saliva antes de que cambiara la mirada en sus ojos, y él supo que
estaba tratando de recordar más de lo que había sucedido ese día. —Lo
escuché moverse como si estuviera trabajando en el carruaje. Escuché un
chasquido de cuero, y luego hubo un fuerte crujido. Los caballos
relincharon y luego... —Con los ojos entrecerrados, sacudió la cabeza, la
frustración grabada en sus ojos.
—¿Y entonces? — Grant exigió mientras sus manos agarraban sus
brazos, acercándola contra él.
Mirándolo fijamente, Nessa sacudió la cabeza. —No lo sé— susurró
ella, con la voz conmocionada. —Eso es todo lo que recuerdo. Entonces
todo se oscureció. Yo... debo haber perdido el conocimiento.
Pasándose una mano por el cabello mojado, Grant sintió un tirón en el
cuero cabelludo, dándole la bienvenida a la leve incomodidad que le
provocó, ya que lo distrajo momentáneamente del horror que lo había
dominado por la narración de Nessa de ese día. —¿Qué... qué estás
diciendo? — gruñó, deseando con cada fibra de su ser que hubiera una
explicación razonable de lo que había sucedido ese día.
Con la mandíbula todavía temblando y los ojos muy abiertos por el
terror, Nessa sacudió la cabeza. —No lo sé. Yo…
250 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Las manos de Grant en sus brazos se apretaron y la atrajo hacia él, la


punta de su nariz casi tocando la de ella. —¿Qué estás diciendo? ¿Estás...
estás diciendo que el Sr. Darby deliberadamente...? —No pudo terminar la
pregunta ya que sus implicaciones resonaron en sus huesos, revolviendo su
estómago ante la mera sugerencia de ello.
Respirando profundamente, Nessa luchó por mantener la calma mientras
se encontraba con su mirada penetrante. —No puedo decir lo que pasó—,
susurró casi sin aliento. —El recuerdo me llegó cuando mencionaste... ese
día. — Ella tragó saliva. —No sé qué hacer con eso—. Sus ojos se agrandaron
mientras revoloteaban de lado a lado, sin duda buscando algo que explicara
lo que había sucedido.
Tan pacientemente como pudo, Grant esperó, recordándose a sí mismo
que aflojara su agarre para no lastimarle los brazos con su agarre de hierro.
Después de unos segundos, la mirada de Nessa se detuvo y luego se
levantó para encontrarse con la suya. —Recuerdo cuando viniste a
recogerme a la abadía, en el momento en que el Sr. Darby me vio, él... —
Frunciendo el ceño, ella sacudió la cabeza. — Parecía sorprendido. Me miró
como si de repente estuviera enfermo del estómago. Me dije a mí misma que
era natural después de ver a alguien que uno creía que estaba muerta—.
Suspiró. —Otros me miraron de manera similar. Siempre pensé que era
simplemente sorpresa lo que les había hecho mirarme ese día. —Su mirada
abrazo la de él. —Pero, ¿y si no fuera así?
Grant respiró lentamente mientras cada parte de él luchaba contra las
conclusiones que se vio obligado a sacar.
Hasta donde él sabía, algo había asustado a los caballos y se habían
escapado. El Sr. Darby fue arrojado y perdió el conocimiento. Más tarde,
había encontrado a los caballos pastando y huellas que bajaban por una orilla
hacia el río. No había habido señales del carruaje ni de Nessa hasta que
encontraron los restos del carruaje río abajo. Después de eso, buscaron en los
alrededores, pero nunca encontraron a Nessa. Todos habían asumido que se
había ahogado en la corriente.
Afortunadamente, ese no había sido el caso. Había estado a salvo y
finalmente había vuelto a su vida. Solo por eso, Grant estaba más agradecido
de lo que jamás podría expresar.
Aun así, el fastidioso pensamiento de que el Sr. Darby podría haber
mentido, (con toda probabilidad lo habría hecho, y de alguna manera y por
una razón desconocida) y haber orquestado el accidente de Nessa, provocó

251 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

una furia candente en el corazón de Grant, abrumando rápidamente el


horror que permaneció después del recuento de su esposa.
—Tenemos que hablar con él— exclamó Nessa e inmediatamente se
alejó hacia sus caballos. —Necesito saber…
Grant la echó hacia atrás, escuchando el leve tirón en su voz que
siempre revelaba una profunda sensación de agitación. —Espera— le
dijo, recostándola en sus brazos. —No hay razón para precipitarse sin
pensar. ¿Puedes pensar en alguna razón por la cual el Sr. Darby hubiera
hecho esto? ¿Alguna vez hubo alguna tensión entre ustedes dos? ¿Alguna
razón por la que no le gustes? — El pensamiento solo era ridículo. Pero
Grant tuvo que preguntar mientras hacía todo lo posible por mantener la
calma y silenciar la ira asesina que hervía en su sangre.
Nessa sacudió la cabeza. —No, nada que se me ocurra. Tengo miedo
de decir que nunca hablé más que unas pocas palabras con él. Era un
hombre bastante amable y siempre actuaba apropiadamente a mí
alrededor. Eso es todo lo que recuerdo.
Las cejas de Grant se alzaron antes de que pudiera detenerlas.
— ¡No, porque lo olvidé! —Resopló Nessa, rodando los ojos hacia él.
—Ahora recuerdo. Pero no puedo recordar lo que nunca supe, lo que
nunca noté. ¿Puedes? —Un desafío se aferró a su voz mientras lo miraba.
Grant sacudió la cabeza, una pequeña sonrisa apareció en sus labios
cuando vio su fuego, la forma en que ella levantó la cabeza y lo miró a los
ojos sin pestañear. —Por supuesto no. Lo siento. No quise implicar...
—No importa— interrumpió Nessa, una vez más tratando de alejarse
—Necesitamos regresar y hablar con él.
Ya había alcanzado su caballo gris cuando Grant dijo: —No podemos.
— ¿Por qué? — Preguntó Nessa, volviéndose para mirarlo mientras sus
ágiles dedos trabajaban para desatar las riendas.
Cerrando la pequeña distancia entre ellos, Grant tomó sus manos. —
No hemos viajado a ningún lado últimamente, así que es posible que no
lo hayas notado, pero el Sr. Darby ya no está trabajando con nosotros.
—¿Qué? ¿Por qué no?
Grant suspiró. —Hace unos meses, ahora que lo pienso, no mucho
después de tu regreso, vino a mí y me dijo que tenía que irse. Habló de un
pariente enfermo que necesitaba su ayuda. —Maldiciendo, Grant se pasó

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Felices por Siempre Regencia 01

la mano por el pelo, deseando haber pedido más detalles. ¿Se había ido el
hombre porque temía que Nessa recordara lo que había hecho?
Aun así, la pregunta seguía siendo ¿por qué demonios lo había hecho en
primer lugar? ¿Qué tenía que ganar?

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Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Treinta y Cuatro


Regreso a Wentford Park
Traducción Sol Rivers

El sol brillaba alto y claro mientras montaban sus caballos y


regresaban hacia Wentford Park. La humedad todavía se aferraba al
mundo que los rodeaba, pero el aire se estaba calentando. Nessa se sentó
en su yegua, sus pensamientos dirigidos hacia tratar de procesar todo lo
que había vuelto a ella. — ¿Me drogó? — murmuró, solo un poco
consciente del renovado interés de Grant. Él también se había perdido en
sus pensamientos, pero ahora instó a su caballo a acercarse al de ella.
— ¿Qué quieres decir?
Nessa respiró hondo. Aunque odiaba el dolor y la ira que le llegaban a
los ojos con cada palabra que decía, sabía que no podía evitarlo. —Me
preguntaba si quizás me había drogado, si por eso me sentía tan enferma.
—Tal vez — Grant gruñó con los dientes apretados antes de que su
mirada se suavizara cuando sus ojos volvieran a ella. — ¿Estás bien?
Nessa asintió con la cabeza. —Solo confundida, y tal vez un poco
asustada—Extendiendo su mano, ella sonrió cuando él la agarró con la
suya, sosteniéndola con fuerza; un vínculo que nunca más se cortaría.
— ¡La carta! — Nessa de repente exclamó cuando otro recuerdo
resurgió. — ¡No la escribí!
La mirada de Grant se ensanchó y detuvo su caballo.
Tirando de sus riendas, Nessa se detuvo a su lado, su mente se
apresuró a juntar las piezas. —Recuerdo haber recibido la carta de
Connie, la que me envió rogándome que la visitara —sus ojos se centraron
en los de él, —pero no escribí la que supuestamente le había escrito—.
Sacudió su cabeza. —No la escribí. Estoy segura de eso.

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Felices por Siempre Regencia 01

La frente de su esposo se arrugó en un ceño oscuro. —Fue esa carta la que


te envió Cornelia en primer lugar. Sin ella, no hubieras viajado ese día. — Se
miraron el uno al otro, y ella pudo leer sus pensamientos como si los hubiera
expresado en voz alta.
—¿Crees que hay una conexión? — preguntó Nessa, sintiendo como si le
hubieran dejado sin aire.
Con los dientes apretados, Grant se encogió de hombros. —No estoy
seguro, pero parece una coincidencia muy extraña, ¿no crees?
Nessa asintió, abrumada por la idea de que alguien había planeado su
accidente para... ¿qué? ¿Hacerla desaparecer? ¿Para... matarla? ¿Por qué
demonios alguien haría eso? — ¿Crees que el Sr. Darby escribió esa carta?
Grant sacudió la cabeza. —Dudo que pueda imitar tu letra. Además,
habría necesitado el sello familiar y... —Suspirando, sacudió la cabeza una
vez más. —No, no creo que lo haya escrito.
—Entonces, ¿quién podría haberlo hecho? ¿Y por qué?
Grant se encogió de hombros. —No lo sabremos hasta que regresemos a
casa— dijo, instando a su caballo a continuar hacia adelante. —Hablaré con
mamá y veré qué tiene que decir. Después de todo, ella hizo la mayor parte
de las contrataciones. Quizás ella sepa más sobre el señor Darby que yo. Si
no, visitaré al Sr. Thatcher y le pediré que investigue esto más a fondo. Estoy
seguro de que ese viejo zorro conoce a las personas adecuadas.
Nessa asintió mientras continuaban cabalgando uno al lado del otro en
silencio.
De hecho, sería prudente mantener una mente abierta y preguntar antes
de llegar a conclusiones. No podía silenciar la pequeña voz que susurraba el
nombre de la única mujer que había tenido razones para deshacerse de ella.
La única mujer que conocía su letra y tenía acceso al sello familiar. La única
mujer que la había instado a visitar a su prima, asegurándole que vería a
Milly. La única mujer que la odiaba con cada fibra de su ser.
La condesa viuda.
La madre de Grant.
¿Podría ella realmente haber hecho esto? El frio se extendió por sus
extremidades con solo pensarlo, y ella no se atrevió a compartir este
pensamiento con su esposo. A pesar de todo lo que había sucedido, Nessa

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Felices por Siempre Regencia 01

sabía que era verdad, ¡si en realidad era cierta! Le dolería mucho a Grant...
por muchas razones. No hablaría de eso hasta que pudiera estar segura.
Cuando finalmente llegaron a casa, se fueron por caminos separados.
Mientras Grant se apresuraba a buscar a su madre, Nessa se apresuró
hacia el salón donde encontró a su padre y a su prima sentados tomando
el té. A su entrada, ambos se pusieron de pie, con los rostros pálidos de
alivio mientras corrían hacia adelante y la atraían a sus brazos.
— ¿Dónde diablos has estado? — exclamó Connie, con sus ojos
vigilantes deslizándose sobre ella. — ¡Hemos estado muy intranquilos
por la preocupación!
— ¿Por qué querrías ir a Ravengrove? — le preguntó su padre, con una
mirada severa en los ojos que le dijo a Nessa cuán profundamente
preocupado había estado por ella. — ¿Y en medio de la noche? ¿Qué pasó?
Respirando hondo, Nessa sacudió la cabeza. —Las explicaciones para
eso tienen que esperar — les dijo, luego se detuvo, su mirada viajando de
uno a la otro. —Lo recuerdo — susurró, incapaz de contener la sonrisa
que se extendió por su rostro.
La mandíbula de su padre cayó mientras Connie saltaba de alegría, con
sus manos juntas mientras miraba a Nessa para confirmarlo. —
¿Recuerdas? ¿Todo?
Nessa asintió con la cabeza. —Eso creo — respondió riéndose,
recordando la pregunta anterior de Grant en el mismo sentido.
— ¿Qué pasa? — preguntó su padre mientras sus ojos se detenían en
su rostro. Sus manos alcanzaron las de ella, y él se acercó.
—Deberías estar contenta, pero no lo estás. ¿Qué ha pasado?
Nessa rápidamente les contó lo que había recordado mientras se
escondían de la lluvia. Los ojos de su padre y prima se abrieron de par en
par y su color se oscureció de ira.
—¡Necesito encontrar esa carta! — Nessa enfatizó mientras miraba de
uno a otro como si estuviera en su poder hacer que la carta apareciera de
la nada.
—¿Crees que ella la robó? — Preguntó Connie, sus cálidos ojos
marrones se estrecharon en sus pensamientos. —¿Dónde la pondría?
—No sé…

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Felices por Siempre Regencia 01

—¡Mamá!
Dándose la vuelta, Nessa vio a Milly y Audrey entrar por las puertas de la
terraza, con el rostro enrojecido y los ojos brillantes. Acelerando sus pasos,
Milly se adelantó y se arrojó a los brazos de su madre, abrazándola con
fuerza. —¿Dónde has estado? —, Preguntó ella, con la barbilla levantada
como si estuviera en una afrenta mientras miraba a Nessa.
—Lo siento, querida— dijo Nessa mientras se agachaba para mirar a los
ojos a su hija. —Necesitaba hablar con Lady Remsemere.
La cara de su hija se arrugó en un ceño confundido. —¿Quien?
—Eugenie—, aclaró Nessa.
—¿Lo hiciste?, —Preguntó Milly, con los ojos muy abiertos por la
sorpresa. Detrás de ella, el padre y la prima de Nessa tenían expresiones
similares. —La extraño. ¿Puedo verla alguna vez?
Sonriendo, Nessa asintió. —Estoy segura de que eso se puede arreglar—.
Inhaló profundamente mientras su mirada recorría la cara de su querida hija.
Los recuerdos se agitaron profundamente, y recordó la sensación de
sostenerla de recién nacida en sus brazos, la forma en que sus pequeños
dedos se curvaron alrededor de uno de sus dedos cuando comenzó a caminar,
el día en que se rompió el brazo, sus pequeños gemidos y sollozos atacando
el corazón de Nessa como nunca antes.
Suspirando, Nessa apretó las manos de su hija. —Ella me ayudó a
recordar.
Ante sus palabras, los ojos de Milly se entrecerraron ligeramente y miró a
Nessa con una intensidad más allá de sus años mientras reflexionaba sobre
las palabras de su madre. — ¿Recuerdas?
— ¿Recuerdar qué? — Exigió Audrey, la curiosidad llenó sus ojos, antes
de que su madre la retirara, susurrándole en voz baja.
Nessa asintió a su hija. —Te recuerdo.
Muy lentamente, una sonrisa comenzó a extenderse por la cara de Milly.
Al principio, la incredulidad se aferró a ella antes de que creciera más y más,
luchando contra los lazos que querían contenerlo. — ¿Te acuerdas de mí? —
preguntó Milly, sin aliento, y sus pequeños ojos brillaron con absoluta
alegría.

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Felices por Siempre Regencia 01

Sintiendo la misma felicidad envolviendo su propio corazón, Nessa


asintió cuando las lágrimas comenzaron a inundar sus ojos. —Lo hago. Te
recuerdo.
Un momento después, Milly se arrojó a los brazos de su madre una vez
más, abrazándola ferozmente. —Creo que también te recuerdo— susurró
mientras sus pequeños brazos se aferraban con fuerza.
Juntos, madre e hija se hundieron en el suelo, las lágrimas brotaban de
sus ojos, mientras se alejaban del pasado que les habían quitado y hacia
un futuro que nunca las vería separadas. Nessa abrazó a su hija con la
misma ferocidad que sintió en los brazos que descansaban sobre sus
hombros, sus manos rozando la espalda de la niña. —Te recuerdo—
seguía susurrando, sintiendo a Milly comenzar a relajarse mientras sus
palabras se hundían. —Siempre te recordaré, mi querida niña.
Sollozando, Milly se recostó y se frotó los ojos. — ¿Te unirás a nuestra
fiesta de té? — preguntó, mirando a Audrey que estaba mirando la escena
con el ceño fruncido en su pequeña cara. —Ya tenemos todo organizado.
Rozando una mano sobre la cabeza de su hija, Nessa le sonrió. —Me
encantaría, pero hay algo que debo hacer primero—. La carita de Milly
cayó. —Prometo que pasaremos todo el día juntas mañana. Tú y yo,
¿cómo suena eso?
La alegría regresó al rostro de Milly. — ¿Podemos montar a caballo? ¿Y
comer pastel? ¿Y jugar con mis muñecas? ¿Y…?
—Sí a todo eso— exclamó Nessa, ahuecando la cara de su hija. —Lo
prometo.
Satisfecha, Milly asintió, luego se puso de pie y le tendió la manita para
ayudarla —¿Qué es lo que necesitas hacer hoy?
Nessa frunció el ceño y eligió sus palabras con cuidado. — ¿Recuerdas
la carta que te dije? ¿La que ha desaparecido?
Milly asintió y un brillo triunfal llegó a sus ojos. —Creo que sé dónde
está.
Nessa se congeló mientras miraba a su hija con incredulidad. Por el
rabillo del ojo, vio expresiones igualmente atónitas en los rostros de su
padre y prima mientras avanzaban, ansiosas por escuchar lo que Milly
tenía que decir. —¿Cómo lo sabes? — Nessa jadeó, sin saber qué
preguntar primero.

258 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Milly se encogió de hombros, con una mirada de superioridad en su carita.


—Yo la vi.
Cerrando los ojos, Nessa exhaló una respiración profunda. —Tu
telescopio.
Milly asintió ansiosamente. —Quiero decir, no la vi sacarla de tu
habitación, pero tiene una carta que guarda escondida en la pequeña caja del
tesoro debajo de su cama. A veces la saca y la lee. — Milly se llevó un dedo a
los labios pensando. —Debe decir algo terriblemente fascinante.
Nessa apretó los dientes antes de que su mirada se levantara y
momentáneamente se encontrara con la de su padre. — ¿Ella? — preguntó,
una vez más mirando a Milly. —¿Quién cogió la carta?
—La abuela— le dijo Milly libremente, con los ojos color avellana muy
abiertos y confiados.
—¿Está en problemas ahora?
Sonriendo, Nessa apretó la mano de su hija. —No te preocupes. Todo
estará bien. —Luchando contra el impulso de salir corriendo de la
habitación, Nessa miró a su padre.
Como muchas veces antes, él sabía exactamente lo que ella necesitaba. —
¿Por qué no dejamos que tu madre hable con tu abuela…— sugirió mientras
se volvía hacia Milly —…mientras todos vamos a tomar una taza de té? —
Sonriendo, miró de Milly a Audrey. —Admito que estoy bastante sediento.
¿Tenéis té?
Milly y Audrey asintieron con entusiasmo y antes de que Nessa supiera
lo que estaba sucediendo, las dos chicas sacaron a su padre y a su prima del
salón y se dirigieron a la casa del árbol, dejándola sola para pensar en silencio.
Intentando calmar sus nervios, Nessa paseaba arriba y abajo por toda la
habitación. Le temblaban las manos y sus pensamientos se volvieron locos.
Si Milly tenía razón, entonces, había sido la condesa viuda quien había
tomado la carta, y si no estaba del todo equivocada, también había sido ella
quien la había escrito en primer lugar. ¿Pero por qué? ¿Le desagradaba tanto
que había estado dispuesta a eliminarla de su familia?
Hundiéndose en el sofá, respiró hondo y deseó que hubiera alguna forma
de calmar los rápidos latidos de su corazón.
¿Era está ahora una prueba concluyente? ¿Debería hablar con Grant?

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Felices por Siempre Regencia 01

Aunque no había visto la carta en poder de su suegra, no dudaba de la


palabra de Milly, ya que tenía mucho sentido. Pero, la idea de acercarse a
su esposo con la noticia le dolió mucho. No era tan cercano de su madre
como ella lo era de su padre, pero la condesa viuda seguía siendo su madre.
Escuchar la verdad sería doloroso.
De nuevo.
¿Terminaría alguna vez?

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Capítulo Treinta y Cinco


Una Confrontación
Esperada esde hacía mucho
Tiempo
Traducción astrea75

Después de una breve indagación, Brighton dirigió a Grant a la biblioteca


donde se encontró con su madre solo unos momentos después. Sentada en
uno de los sillones tapizados, tenía un libro en su regazo y la mirada enfocada
en él.
—¡Madre! —gritó Grant mientras caminaba hacia ella, notando la ligera
tensión que descansaba en sus ojos cuando lo miró.
Desde que Nessa había compartido sus recuerdos del día de su accidente
con él, había tenido una sensación horrible en la boca del estómago. Lo que
fuera que Darby hubiera hecho, ¡haría que el hombre lo pagara! Parecía obvio
que no había actuado por propia voluntad. Grant estaba casi seguro de que
alguien le había pagado para que hiciera lo que él había hecho. ¿Pero quién?
Los ojos de Grant se entrecerraron mientras veía a su madre ponerse de
pie. Sus pálidos ojos se encontraron con los suyos de pasada, y su estómago
se retorció y giró dolorosamente al verlo. ¿Qué estaba escondiendo? ¿Había
algo más que el hecho de que ella había traicionado su confianza y le había
contado a Nessa sobre su hijo con Lady Remsemere?
—Bienvenido de nuevo, Wentford —lo saludó su madre antes de que ella
se girase, tardando un tiempo terriblemente largo para acomodar su libro
nuevamente en el estante—. ¿Pudiste encontrar a tu esposa? ¿Está bien? —
¡Oh, cómo deseaba Grant escuchar una sincera preocupación en la voz de su
madre!

261 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Lo hice —respondió con la misma frialdad— y sí, ella está bien.
Nosotros —hizo una pausa, con los ojos fijos en los de su madre cuando ella
se volvió para mirarlo —estamos bien —Grant no sabía lo que había
esperado. Pero la forma en que su madre respiró suavemente antes de que
una mirada de indiferencia se asentara en sus rasgos fue bastante
decepcionante, ya que no le ofreció ninguna pista con respecto a sus
verdaderos sentimientos al respecto.
—Eso es bueno —murmuró antes de pasar a su lado.
Furioso, Grant la agarró del brazo y tiró de ella hacia atrás. Para su
sorpresa y asombro, vio que sus ojos estaban muy abiertos cuando se
levantaron de mala gana para encontrarse con los suyos.
—¿Qué significa todo esto? — exigió ella, quitándole la mano del
brazo antes de dar unos pasos hacia atrás. Con la mirada baja mientras
alisaba las arrugas inexistentes en su vestido, su madre parecía dividida
entre la ira y la necesidad de parecer imperturbable.
Forzando su propia ira a retroceder, Grant se recordó a sí mismo que
aún no tenía respuestas y, por lo tanto, no sabía qué verdad le esperaba
detrás de las mentiras que habían definido su vida durante tanto tiempo.
—Necesito hablar contigo —dijo, deseando que su tono no traicionara
las profundidades de sus emociones... de sus dudas y sospechas. — Nessa
recuerda.
Las manos de su madre se congelaron mientras alisaba su vestido. Sin
embargo, su cabeza permaneció baja y Grant no podía leer su rostro con
certeza. Aun así, la forma en que ella se había quedado quieta decía mucho
y, por un momento, tuvo que cerrar los ojos y respirar profundamente
para no perder el control.
—¿Es así? —respondió su madre antes de que su barbilla se levantara,
un ligero temblor en la línea de su mandíbula. — Bueno, supongo que son
buenas noticias.
—Por supuesto que sí —espetó Grant, preguntándose si el odio de su
madre hacia Nessa se había desarrollado recientemente o si había estado
allí desde el principio. Ciertamente, había sido consciente de la decepción
de su madre cuando había presentado a Nessa como su novia. Sabía que
aunque no todas las madres aprobaban las elecciones de sus hijos, la
mayoría estaba dispuesta a ver más allá y anteponer sus propias
expectativas sobre la felicidad de sus hijos.
Con cada día que pasaba, se hacía más claro que la condesa viuda de
Wentford no era una de esas madres.

262 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—¿Dices que recuerda? ¿Estás seguro? — preguntó su madre, con una


mirada aparentemente indiferente en su rostro. Pero, por debajo, Grant
pensó que veía puro terror.
Dando un paso adelante, sostuvo la mirada de su madre, no permitiéndole
mirar hacia otro lado. —Hasta ahora —dijo lentamente — parece que ella
recuerda todo.
Una larga pausa flotó en el aire entre ellos antes de que Grant continuara.
—De hecho, recuerda algo inusual sobre el día de su accidente.
Todo el color se fue de la cara de su madre. — ¿Ah sí? —Respondió ella
una vez más, su voz continuaba temblorosa mientras obligaba a sus ojos a
permanecer en él.
Grant dio otro paso hacia su madre, obligándola a levantar la barbilla para
sostener su mirada. —Parece que nuestro cochero, el Sr. Darby,
deliberadamente trató de hacerle daño y dañar el carruaje —Una vez más, el
pensamiento envió una furia feroz por sus venas, intentando calmarse
pasando su mano a su cabello.
—¡Eso es imposible! —Respondió su madre con vehemencia y un poco de
color volviendo a sus rasgos mientras apoyaba las manos en su cintura.
Quizás había decidido que el ataque era la mejor forma de defensa—. ¿Por
qué demonios haría eso? —Ella entrecerró los ojos y parecía estar
contemplando algo—. ¿Puedes estar realmente seguro de que tu esposa
recuerda correctamente? Después de todo, parece que su mente fue limpiada
durante tres años y ahora, de repente, ¿recuerda? Me parece un poco extraño,
¿no te parece?
Con los dientes apretados, Grant continuó con su línea de pensamiento.
—Créeme madre, cada fibra de mi ser desea que sea un malentendido. La
idea de que alguien, ¡cualquiera! Intentó dañar a Nessa, me revuelve el
estómago y congela la sangre en mis venas —Él se inclinó más cerca, viendo
la forma en que su madre levantó deliberadamente la barbilla—. Necesito
hablar con el Sr. Darby y averiguar qué o quién lo convenció para hacer tal
cosa. ¿Hay algo que recuerdes de él? ¿Tiene familia? Debes admitir que dejó
Wentford Park abruptamente –
Tragando con dificultad, su madre parecía ansiosa por hablar sobre el
señor Darby. —No puedo decir que sepa mucho sobre el hombre —le dijo a
Grant, rodeándolo, con una mirada de profunda contemplación en su
rostro—. Creo que me lo recomendaron, pero no recuerdo quién. A lo largo
de los años ha habido demasiados sirvientes en esta casa. No puedes esperar
que recuerde cada pequeño detalle sobre ellos —Se volvió para mirarlo, y sus
rasgos parecían haberse calmado. — Todo lo que recuerdo es que dijo que

263 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

tenía un pariente enfermo que necesitaba su ayuda y que necesitaba irse


de inmediato. Lo siento, Wentford, pero eso es todo lo que sé sobre él.
Grant dejó escapar un profundo suspiro. ¿Realmente había esperado
que su madre revelara su propia participación en el asunto? Todavía había
una parte de él que no creía que hubiera estado involucrada. Pero, ¿no era
simplemente una parte la que no deseaba creer eso? ¿Una parte que
odiaba la idea de que su propia madre había conspirado para arrancar a la
mujer que amaba de su vida?
Interpretando su silencio favorablemente, su madre dio un paso hacia
él, sus ojos se suavizaron mientras lo miraba. —Sé que esto es difícil para
ti. Sin embargo, no creo que nadie haya intentado dañar a tu esposa.
Quizás está simplemente confundida y malinterpreta las pocas cosas que
recuerda. Después de todo, ¿qué razón podría tener un hombre como el
Sr. Darby para hacerle daño? ¿No habría amenazado eso su propio
sustento? ¿Y realmente se habría quedado aquí durante todos esos años
si, de hecho, hubiera sido culpable de lo que ella dice? No, no creo que eso
sea posible.
Frunciendo el ceño, Grant sacudió la cabeza. —¿Por qué eres tan
rápida en ignorar lo que Nessa recuerda? Ella, después de todo, es tu
nuera. Es mi esposa. ¿Por qué no confiarías en su palabra?
Su madre momentáneamente bajó la mirada. —Es... no es que yo...
dude — tartamudeó antes de que su voz se fortaleciera una vez más—.
Simplemente estoy sugiriendo que podría estar confundida. Tal vez
realmente cree que él trató de hacerle daño. Sin embargo, la verdad puede
ser diferente.
—¿Qué verdad? —Exigió Grant, con un claro desafío en su voz ahora
cuando se dio cuenta de que tendría que confrontar abiertamente a su
madre sobre sus sospechas o ella siempre fingiría que nada andaba mal,
señalando con el dedo a Nessa en lugar de a sí misma —. ¿Qué crees que
podría haber sucedido que haría inocente al Sr. Darby y al mismo tiempo
le daría a Nessa la impresión opuesta?
Su madre se encogió de hombros, retorciéndose las manos. —Eso no
puedo decirlo. Tal vez sea lo que sea, piensa que recuerda pero solo como
sucedió en su cabeza y no lo que pasó en realidad ¿No es eso posible?
En teoría, sí. En realidad, no.
Ni por un segundo Grant creía que los recuerdos de Nessa eran falsos.
Por la forma en que le había hablado, con sus ojos distantes cuando los
eventos de ese día habían vuelto a ella, su rostro pálido y el miedo en sus
ojos.

264 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Sabiendo que no había forma de evitar un acercamiento directo, Grant se


preparó para lo que le esperaba, su mente buscaba frenéticamente las
palabras correctas... cuando la puerta se abrió y Nessa entró.
Una parte de Grant dio un suspiro de alivio porque siempre se había
sentido más valiente con su esposa a su lado. La mera visión de ella le dio la
fuerza que de otro modo lo eludía. Al mismo tiempo, también temía lo que la
verdad de esta revelación le haría. ¿Cómo se sentiría una vez que descubriera
que había sido su propia madre quien, con toda probabilidad, había
planeado... qué? ¿Realmente había querido matarla? ¿Acabar con su vida?
El simple hecho de pensarlo hizo que el pánico ciego y la furia
abrumadora subieran a su corazón, apresándolo en un abrazo de hierro.
Los ojos de Nessa eran suaves cuando se encontraron con los suyos, y
Grant extendió su mano hacia ella y la atrajo a su lado... donde pertenecía.
En el momento en que dirigió su atención a su madre, su mirada se entrecerró
y los músculos de su mandíbula se endurecieron.
El corazón de Grant se detuvo al darse cuenta de que su esposa ya lo sabía.
—Fue ella —susurró Nessa, con los ojos fijos en su madre mientras
hablaba con él, su voz gentil y sin ira—. No sé por qué, pero sé que fue ella.
Quería que me fuera —Nessa tragó saliva y se volvió para mirarlo, con los
ojos color avellana llenos de tristeza mientras colocaba una mano suave
sobre su mejilla—. Lo siento mucho.
Por el rabillo del ojo, Grant notó la forma en que su madre se volvió
alternativamente roja de ira y blanca de miedo mientras tartamudeaba su
objeción de ser acusada de esta manera. Sus ojos, sin embargo, estaban
enfocados en Nessa, y fue arrastrado por su amabilidad y compasión, por el
arrepentimiento que vio en su rostro y el temor de que su revelación lo
lastimaría. Después de todo lo que había pasado, pensaba en él primero.
Como debería haberlo hecho su madre.
Tragando, Grant la atrajo hacia sí. —Lo sé —le susurró a su esposa—. O
sospechaba.
Un suave suspiro salió a los labios de Nessa. —No dijiste nada.
—Tú tampoco.
—Quería estar segura —respondió ella, pasando la yema del pulgar sobre
su pómulo en una suave caricia. — Odiaba la idea de lo que esto podría
hacerte —Sonriéndole, Grant asintió. ― Yo también.
Durante un largo momento, sus ojos se posaron en los de ella, y se bañaron
sabiendo que no estaban solos en esto, que se tenían el uno al otro. Sin
importa qué les ocurriese. Vio un cambio gentil llegar a su cálida mirada,
lejos de su encuentro íntimo y hacia lo que necesitaba ser abordado. Su
mandíbula se endureció e inhaló un fortificante aliento.

265 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Asintiendo con la cabeza hacia ella, Grant hizo lo mismo antes de


girarse para mirar a su madre. —Ahora dime la verdad. ¿Qué hiciste?

266 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Capítulo Treinta y Seis


Juntos como Uno
Traducción astrea75

Nessa sintió que su corazón latía con fuerza en su pecho mientras estaba
de la mano con su esposo, con sus ojos en la misma mujer que había robado
años de su vida juntos.
Blanca como una sábana, la condesa viuda sacudió la cabeza, sus labios
presionados en una delgada línea.
—No toleraré esto —dijo entre dientes, entrecerrando los ojos mientras
miraba a Nessa con absoluto disgusto. — No he hecho nada malo, y no se me
acusará de ningún delito en mi propia casa.
—Esta es mi casa —espetó Grant, sus ojos eran duros mientras miraba a
su madre. Su mano se cerró con más fuerza alrededor de la de Nessa, y ella la
apretó de regreso, asegurándole que estaba allí y que siempre lo estaría—.
Me responderás. ¿Escuchaste?
Su madre se tensó cuando sus ojos recorrieron la habitación como si
buscaran una salida. —He dicho todo lo que sé. No sé nada de lo que hablas.
Yo…
—Ella fue quien robó la carta de mi habitación —interrumpió Nessa, al
ver que la tensión en el rostro de su marido se profundizaba.
Puede que no tuviera el tipo de amor en su corazón por su madre que
Nessa sentía por su padre, pero la condesa viuda seguía siendo su madre y
Nessa podía ver cuánto le dolía tener que acusarla de tal acto. — Milly la vio
a través de su telescopio —le dijo Nessa a su esposo cuando él se volvió hacia
ella con los ojos muy abiertos. —No lo hizo a propósito. Simplemente tenía
curiosidad porque no había estrellas a las que mirar.

267 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Una suave risa retumbó en la garganta de Grant cuando su mano


apretó la de ella. —Una vez me ayudó a encontrar un libro de
contabilidad que había perdido.
Nessa le devolvió la sonrisa, y su corazón se llenó de alegría porque
había un hombre que amaba a su hija tanto como su propio padre la
amaba. Milly nunca sabría lo que se sentía el ser querida con una distancia
tan fría y calculada como la que Grant había sentido de su madre toda su
vida.
—Me preguntó si su abuela era una pirata —le dijo a su esposo,
sintiendo su mano apretar la suya una vez más cuando su conversación
pasó de la alegría de hablar de su amada hija a las sospechas que los
habían encontrado ese día. — Me dijo que la vio esconder la carta en un
cofre del tesoro debajo de su cama.
—Eso no es cierto —se lamentó la condesa viuda, agitando los brazos
como para espantar una mosca molesta. — La niña debió haber visto mal.
Ella…
—¿Por qué cogiste la carta? —Preguntó Grant mientras daba un paso
amenazador hacia su madre; su mano permaneció segura y cálida en el
agarre de su esposa—. ¿Por qué?
Su madre cerró la boca mientras las manchas rojas se alzaban en sus
pálidas mejillas.
—Sospecho —respondió Nessa, su mirada desafiando a su suegra a
contradecirla — que la tomó porque fue ella quien la escribió. Supongo
que tenía miedo de que si te mostraba la carta —miró la torturada mirada
de su marido — podrías reconocer su letra.
—¿Es verdad? —Preguntó Grant mientras miraba fijamente a su
madre—. ¿Cogiste la carta? ¿La escribiste?
Nessa tragó saliva. —Nunca me quiso aquí, ¿verdad? — le preguntó a
su suegra, decidida a sacar a la luz todo ese día. No quería que se
desperdiciara más energía en esto. Tenía una vida que vivir, y quería que
se llenara de alegría y risas. ― Nunca quisiste que me casara con tu hijo.
El día que te dijo que había aceptado su propuesta fue el más oscuro de
tu vida, ¿no?
La mandíbula de la viuda se apretó dolorosamente. Hubo un ligero
temblor, diciéndole a Nessa incluso antes de que la mujer mayor abriera
la boca que no podría permanecer callada.

268 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

—Nunca fuiste lo suficientemente buena para él —le siseó su suegra. ―


Nunca fuiste lo suficientemente buena para nuestra familia. Sí, pensé que
Wentford estaba cometiendo un error monumental cuando te eligió —Ella
miró a su hijo—. Sin embargo, me tragué mis objeciones y te di la
oportunidad, viendo lo insistente que era mi hijo —Soltó un suspiro largo y
arduo y sacudió la cabeza—. Lo hice, y tuve esperanza cuando Amelia nació
y concebiste de nuevo poco después. Realmente esperaba que todo fuera
bien, pero entonces el heredero de mi hijo nació muerto y supe que debía
haber actuado antes. Su matrimonio estaba maldito.
Junto a Nessa, Grant de repente cobró vida. La ira irradiaba de él mientras
gritaba hacia su madre. —¿Cómo te atreves a acusarla de eso? —Le gruñó a
la cara. — Todos estuvimos desconsolados cuando Oliver nació muerto. No
fue culpa de nadie.
—Por supuesto que lo fue —objetó su madre antes de volver la mirada
acusadora hacia Nessa. — Era vieja cuando te casaste con ella, demasiado
vieja. Deberías haber elegido una novia joven como Lady Remsemere —
Sacudió la cabeza con total incomprensión. — Tenías a la mujer perfecta a
tu lado. Ella te habría dado un hijo, y tú la echaste. ¡Qué tonto eres!
Sacudiendo la cabeza, Grant miró a su madre. —No puedo creer que
nunca vi la oscuridad que vivía en tu corazón —murmuró antes de dar un
paso atrás y atraer a Nessa a sus brazos. — No quería creerlo, pero ahora no
tengo dudas de que todo lo que recuerda es verdad.
—¿Cómo puedes decir eso? —exigió su madre, dando un paso adelante.
Sin embargo, se detuvo al instante cuando Grant la volvió a mirar.
—Entonces dime, honestamente, ¿escribiste la carta para alejar a Nessa?
¿Le pagaste al Sr. Darby para que orquestara el accidente para...? —Nessa
sintió que se tensaba a su lado y vio cómo un escalofrío lo atravesaba. —
¿Realmente deseas acabar con su vida, madre? Dímelo y cuéntame la verdad.
Durante un largo momento, la condesa viuda permaneció callada, pero su
rostro mostraba una miríada de emociones mientras sin duda consideraba
sus opciones. Al final, negó con la cabeza y se dirigió hacia la puerta. —No
tengo que quedarme aquí y escuchar estas mentiras escandalosas — dijo
entre dientes, saliendo de la habitación y corriendo por el pasillo.
—¿Y ahora qué? — preguntó Nessa mientras rodeaba a su esposo con los
brazos, sintiendo la tensión que lo sujetaba con fuerza. — ¿Qué haremos?
Lentamente, Grant inhaló profundamente, su pecho subía y bajaba por el
esfuerzo que le tomó tomar una decisión. —Lo único que podemos hacer —
269 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

le dijo a Nessa. Sus ojos se posaron en su rostro antes de tomar su barbilla


y besarla. — Te quiero. Nunca dudes de eso.
Nessa sonrió. —Sólo un tonto lo haría.
Tomándola de la mano, Grant salió de la habitación y Nessa se
apresuró a seguirlo mientras bajaban por el pasillo y luego subían las
escaleras hasta el piso superior. Pudo escuchar a su suegra cerrar la puerta
de su dormitorio en el momento en que ella y Grant doblaron la esquina.
Sin molestarse en llamar, y mucho menos esperar una respuesta, Grant
irrumpió en la habitación.
Su madre se dio la vuelta, con una pequeña caja en sus manos. —
¿Cómo te atreves a irrumpir aquí? —siseó. Su voz, sin embargo, vaciló con
incertidumbre, antes de mirar el objeto en sus manos.
Grant hizo una pausa cuando sus ojos observaron el cofre adornado.
—¿Es este? ¿Es aquí donde guardas tus recuerdos, para recordar todas las
tramas que has ideado? ¿De todo el daño que has causado? —Soltando la
mano de Nessa, dio un paso adelante y arrebató el objeto de las manos de
su madre.
—¡No puedes hacer eso! — suplicó. — Son mis pertenencias privadas.
No tienes derecho…
—¡No tenías derecho a interferir en mi vida! —le gruñó Grant —.
¿Cómo te atreves a robarme a la mujer que amo? —. Mirándola, él sacudió
la cabeza. — Una verdadera madre nunca hubiera hecho lo que hiciste.
Una madre no haría algo tan horrible a su propio hijo, no lo dañaría para
promover sus propios objetivos egoístas—. Luego miró la caja en sus
manos y con un gruñido de sus labios, la arrojó a la pared más cercana.
La condesa viuda gritó cuando el cofre se rompió al impactar contra
ella.
Nessa se encogió. Nunca había visto a su esposo en semejante estado
mental. La rabia irradiaba de él, y podía ver el dolor que permanecía
debajo de la superficie.
A juzgar por la expresión de la cara de su suegra, la condesa viuda
finalmente entendió que había cruzado una línea, que la ira de su hijo no
podía ser disipada. La resignación descendió sobre sus rasgos. Pese a
todo, ninguna palabra de disculpa salió sus labios.

270 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Respirando profundamente para calmar sus temblorosas extremidades,


Grant dio un paso hacia su madre, con la mandíbula apretada cuando
encontró su mirada con la suya inquebrantable.
—Ya no eres mi madre —le dijo con calma. Su voz resonó con todo el
dolor y la decepción que había traído a su familia. — No te conozco, ni me
importa —Sacudiendo su cabeza, dio un paso atrás, su mano alcanzó a
Nessa.
Inmediatamente, ella dio un paso adelante y se paró a su lado, su mano
fría apretando la suya, casi ardiente por la ira que lo había dominado.
—Tienes una hora —le dijo a su madre, quien lo miró con incredulidad
cuando ella entendió lo que estaba a punto de decir. — Una hora para
empacar tus preciosas pertenencias. Prepararé el carruaje y te llevará a donde
quieras ir, siempre y cuando esté lejos de aquí —. Se tragó el nudo que se
había formado en su garganta—. Ya no eres bienvenida en esta casa —.
Luego tiró de la mano de Nessa por el brazo y la guió hacia la puerta.
—No puedes hacer esto —suplicó su madre, el pánico ahora claro en su
voz — ¿A dónde se supone que voy a ir?
Grant se detuvo y se volvió para mirar a su madre, con el rostro inmóvil
mientras decía: —Dame una buena razón por la que debería importarme.
Su madre lo miró fijamente, sin siquiera tratar de justificar sus actos.
—Adiós, madre —dijo Grant antes de darse la vuelta por última vez y
salir de la habitación tomados del brazo.
En el momento en que cruzaron el umbral y salieron al pasillo, Nessa
sintió que toda la fuerza salía de su esposo. Su brazo colgaba bastante flojo
a su lado, y ella podía sentir que él no sabía a dónde ir o qué hacer en ese
momento.
Suavemente apretando su agarre sobre él, guio sus pies hacia su propia
habitación. Abrió la puerta y lo instó a entrar. Después de cerrar la puerta
detrás de ella, se giró para encontrar a su esposo parado a solo unos metros
de ella, con su mirada dirigida a la nada. La miseria se reflejaba en sus rasgos,
y el verde de sus ojos parecía sombrío y desolado.
Nunca antes lo había visto así.
—Lo siento —susurró de repente en la quietud. — Debería haberlo visto
antes. Debería haberte protegido de ella. —Tragando saliva, se giró para
mirarla, la culpa y la ira por sí mismo ardían en sus ojos ahora llenos de

271 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

lágrimas. — Te fallé. Pasaste por el infierno por mi culpa. Lo siento


mucho. —Derrotado, bajó la cabeza.
Sintiendo que sus propios miembros temblaban con los
acontecimientos de las últimas horas, Nessa dio un paso hacia su esposo,
colocando sus manos sobre sus hombros y apoyando su frente contra la
de él. Ella sintió sus brazos alzarse y abrazarla y, por largos momentos,
simplemente se quedaron allí, abrazados en silencio, respirando el mismo
aire.
—No fue culpa de nadie —susurró Nessa finalmente, pronunciando
las mismas palabras que había usado para defenderla. — Ni tuya ni mía
—Su mano se colocó debajo de su barbilla y lo instó a que la mirara—.
Tienes que creer eso o te perderé de nuevo.
Sus palabras parecieron sobresaltarlo. Sus ojos se abrieron en estado
de shock, y se lanzó hacia adelante, casi chocando con ella cuando sus
brazos la apretaron con fuerza contra él. —Nunca más te perderé —
gruñó, y sus ojos verdes brillaron con vida una vez más—. Eres mía,
Nessa. Ahora y para siempre. —Un deseo desesperado ardió en sus ojos,
y sus labios buscaron los de ella en un beso apasionado, alimentado tanto
por el amor como por la abrumadora idea de lo cerca que habían estado
de perderse para siempre.
El mismo deseo de tocarlo ardió en las venas de Nessa, y ella le devolvió
el beso con igual fervor, comprendiendo su necesidad de sentirla cálida y
viva en sus brazos.
Durante demasiado tiempo, habían estado separados, sus vidas eran
un vacío negro que extrañaba el amor y la calidez que se habían dado
antes. Incluso después de haberse encontrado de nuevo, la duda y el
miedo los habían agobiado, manteniendo a raya la felicidad que una vez
compartieron.
Ahora todo era diferente. Nunca antes Nessa se había sentido tan
segura y en paz en los brazos de su esposo, en su hogar, en su familia.
Siempre había tenido la presencia de su suegra como una nube oscura en
el horizonte. Pero no más.
Nunca más se le permitiría entrometerse en sus vidas y oscurecer los
días que tenían el uno con el otro. Preciosos días. Días nunca más dados
por sentados.
Aunque en el fondo de su mente, Nessa sabía que la vida no era tan
simple como eso.
272 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Obviamente, su suegra había conspirado para terminar con su vida, sin


importarle si ese acto hundiría o no a su hijo y su nieta en la oscuridad,
llevándoles dolor y tristeza. Incluso ahora, cuando todo había sido revelado,
no había habido la menor oferta de disculpas, ningún susurro de
arrepentimiento y remordimiento. De hecho, su acto había sido
meticulosamente planeado. No había sucedido en el calor del momento, un
momento de debilidad que la había vencido.
No, ella había planeado la muerte de Nessa, encontrando justificación en
sus propias aspiraciones y cómo Nessa las había frustrado. Ahora que Grant
la había echado de la casa, cortando todos los lazos con la mujer a la que
había llamado madre, no sabía qué podía hacer.
Lo que ella podría sentirse obligada a hacer.
Lo que podría sentirse justificada a hacer.
Sintió que un escalofrío le recorría la piel al pensar en la ira de su suegra.
¿Trataría una vez más de recuperar su posición en la familia? ¿Actuaría
contra ella una vez más? ¿O contra Milly por espiarla y revelar su posesión
de la carta? No podía saber lo que estaba sucediendo en una mente tan
retorcida como la de su suegra. Todo lo que Nessa sabía con certeza era que
tendrían que ser cautelosos.
Tan pronto como la condesa viuda dejara esta casa, Nessa se aseguraría
de que el resto de su familia se enterara de las acciones de la mujer. Ellos
también necesitaban ser advertidos. Y sin embargo, no sería suficiente. Para
que todos pudieran dormir bien, tenían que estar al tanto de su paradero, sus
planes, sus intenciones.
Necesitaba que la vigilaran.
Por mucho que lo lamentara, sabía que no había otra manera. Pero, por
ahora, simplemente quería disfrutar sabiendo que finalmente había llegado
a casa.
Donde pertenecía.
Donde estaba a salvo.
Donde la amaban.
Una mirada a los ojos de su marido le dijo que él sentía lo mismo.
La pasión corrió por sus venas, y se hundieron en los brazos del otro. Sus
manos se deslizaron por la parte de atrás de su cuello y por dentro de su
cabello cuando sintió sus nudillos acariciando suavemente sus mejillas hasta

273 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

su barbilla y luego de regreso a lo largo de la línea de su mandíbula. Nessa


sintió su desesperada necesidad de sentirla, pero también la total ternura
dentro de él que hablaba de su profundo amor por ella.
El mismo amor que sentía en su propio corazón.
—Nunca te dejaré ir de nuevo —susurró, arrastrando besos sobre su
frente y bajando por su sien derecha. — Nunca más me iré de tu lado.
El miedo se aferraba en sus palabras, y Nessa sintió que algo oscuro se
avecinaba en el horizonte. No dispuesta a conceder ni siquiera el más
mínimo de su felicidad, quiso reírse burlonamente en sus labios mientras
sus manos bajaban desde la parte posterior de su cuello y luego
ahuecaban suavemente su rostro. —Me sofocarás —bromeó, con una
cálida sonrisa en sus labios cuando se encontró con sus ojos, oscuros y
temerosos. Sus brazos la abrazaron con fuerza y ella pudo sentir su
renuencia a liberarla... aunque solo fuera para dar un pequeño paso atrás.
— No podemos vivir nuestras vidas con miedo. Especialmente por el bien
de Milly, pero también por el nuestro. Lo que paso, pasó. No podemos
cambiar eso.
Un profundo suspiro abandonó sus labios cuando hizo que su agarre
disminuyera.
—Necesitamos encontrar una manera de dejar atrás el pasado —
susurró Nessa, pasando la yema del pulgar por la comisura de su boca. —
Quiero volver a ser feliz y no mirar por encima del hombro por el resto de
mi vida, temerosa de lo que pueda pasar. No quiero eso.
Grant tragó saliva. —Tienes razón — susurró mientras su mirada
recorría su rostro. — Pero cuando te miro, no puedo evitar pensar en
todos esos días sin ti, sabiendo que nunca te volvería a ver —. De nuevo,
su mano se extendió para tocar su rostro casi con reverencia.
Parpadeando las lágrimas que aparecieron, Nessa se tragó su miedo,
deseando que se retirara y la dejara en paz. —¿Es eso todo lo que puedes
pensar cuando me miras? —Bromeó ella—. Admito que si eso es todo lo
que inspiro, no es muy halagador.
Las comisuras de su boca se curvaron hacia arriba. —Quizás no todo.
—¿Quizás? —Ella lo desafió, plantando un suave beso en sus labios.
— Cuando te miro, pienso en todos los años maravillosos que hemos
compartido. Pienso en nuestra hija... y en nuestro hijo —. Un pequeño
nudo se sintió en su voz cuando una lágrima rodó por sus mejillas.

274 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Grant la apartó cuando una dulzura familiar le llegó a los ojos. —Su
pérdida nos trajo dolor, pero ni siquiera quiero imaginar un mundo en el que
él nunca haya estado.
Cuando la tristeza la reclamó, Nessa presionó sus labios en una línea
apretada, luego asintió. —Siento lo mismo —susurró. — Es lo mismo con
nosotros, ¿no?
—Lo es —estuvo de acuerdo Grant cuando la tomó en sus brazos,
permitiéndole descansar la cabeza sobre su hombro—. ¿Por qué crees que te
acordaste de repente? Después de todo este tiempo juntos, volviéndonos a
conocer, acercándonos —Pasó una mano sobre su espalda, dio un paso hacia
atrás, su mirada buscó la de ella. — Incluso me dijiste que me amabas, pero
no lo recordabas hasta hoy. ¿Por qué?
—No sé —susurró Nessa mientras intentaba recordar el momento en que
su antigua vida había vuelto a ella—. Ni siquiera me di cuenta de inmediato.
Yo... —Cerrando los ojos, sacudió la cabeza con una sonrisa en su rostro. —
No creo que lo sepamos realmente, pero...
—¿Pero? —Instó, mirándola a los ojos.
Nessa suspiró, recordando cómo habían corrido sus caballos por la tierra,
sintiendo el viento tirar de su cabello y la suave humedad de las gotas de
lluvia cayendo sobre su piel. —Me sentí en paz —dijo finalmente mientras
sus ojos se clavaban en los de él una vez más. — Me sentí libre en ese
momento, libre de todas las dudas y temores que nunca antes había podido
sacudirme. Siempre quedaba algo —. Extendiéndose, colocó sus manos
sobre su pecho, sintiendo su corazón latir contra sus palmas. — Te amaba
antes de hoy, pero creo que solo hoy me sentí lo suficientemente segura como
para confiarte mi corazón una vez más —. Ella sonrió ante la devoción que
brilló en sus ojos. — Quizás por eso lo recordé; porque ya no había nada que
me detuviera.
El deleite bailó en la cara de Grant mientras la miraba y, en ese momento,
Nessa supo que todo estaría bien. Después de todo, a pesar de lo que había
sucedido, o tal vez incluso por eso, parecía que estaban destinados a estar
juntos.
Contra todo pronóstico, se habían encontrado... dos veces. Quizás no
deberían considerarse malditos por perderse el uno al otro, sino bendecidos
porque su amor había demostrado ser lo suficientemente fuerte como para
superar todos los obstáculos que se les habían presentado.

275 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Fue un pensamiento alentador. La misma Nessa se aferraría por todos


los días por venir.
Muchos, muchos días.

276 | P á g i n a
Felices por Siempre Regencia 01

Epílogo
Traducción astrea75

Dos meses después

Un rayo de sol bañó de luz a la pequeña lápida.


—Todo está bien de nuevo —le dijo Nessa a su hijo mientras deslizaba
suavemente los dedos sobre la piedra erosionada. Se le llenaron los ojos de
lágrimas cuando recordó su pequeño rostro, con los ojos cerrados como si
estuviera durmiendo, tan tranquilo y precioso. Recordó haberlo llevado
debajo de su corazón, recordó sus patadas y golpes. Recordó la alegría y
luego la angustia del día en que había nacido.
Todavía resonaba en su corazón. Y, sin embargo, preferiría recordar el
dolor que olvidar la alegría... tan efímera como había sido.
—Tu hermana es una salvaje —le dijo a Oliver, sonriendo al pensar en su
pequeña. — Si pudiera, viviría en su casa del árbol. Así de apegada se ha
vuelto con su propia pequeña fortaleza. Ella rasgó otro vestido, trepando por
las ramas ayer. Deberías haber visto su cara. Estaba enojada y, sin embargo,
contrita —. Al mirar más allá del pequeño grupo de árboles que crecían cerca
del cementerio, Nessa vio a su descarriada hija corriendo por la pequeña
pendiente, con su padre pisándole los talones. Una risita escapó de Nessa al
verlos, y su corazón se llenó de calidez. — Quizás debería permitirle que use
pantalones. No es para nada femenino, pero la haría feliz —. Suspiró. — Y
me encanta verla feliz.
—¡Mamá! —Gritó Milly mientras corría hacia adelante, con los ojos color
avellana fijos en Nessa mientras su pequeño pecho subía y bajaba con cada
respiración jadeante.
Cerca de su pequeña niña, Nessa vio a su esposo y apenas pudo reprimir
una risa al ver la sonrisa en su rostro. Había hecho un buen intento en tratar
de alcanzar a su hija, luego maldijo y pisoteó el suelo cuando ella triunfó,
llegando a la pequeña entrada del cementerio antes que él.

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—¡Gané! —Milly celebró, bailando en un pequeño círculo. — Mamá,


¿viste eso? ¡Gané!
—Lo hice —le aseguró Nessa, tirando de Milly en sus brazos. —
¡Felicidades! Pero no canses demasiado a tu padre. Todavía lo necesito —
Sonriéndole a su esposo, Nessa se deleitó con la sonrisa malvada que llegó
a sus labios.
Mirándola, Milly frunció el ceño. —¿Para qué?
Encogiéndose, la mirada de Grant cayó al suelo. Una profunda sonrisa
permaneció en su rostro. Nessa se echó a reír, luego pasó una mano sobre
la cabeza de su hija. —No importa lo que piense tu padre —le dijo a Milly
— lo necesito porque él es mi otra mitad y mi corazón estaría solo sin él.
Una suave sonrisa apareció en el rostro de su pequeña niña. —
Entonces yo también lo necesito —dijo resueltamente antes de volverse
a sonreír a su padre. — Si necesitas descansar, ven y siéntate —. Después
de señalar un trozo de hierba particularmente suave, Milly siguió
bailando hasta llegar a la lápida de su hermano. — ¡Oli, gané! ¡Vencí a
papá!
Sonriéndole a su hija, Grant caminó hacia su familia, su pecho aún
subía y bajaba rápidamente mientras recuperaba el aliento. —Es increíble
—susurró mientras tiraba de Nessa a sus brazos y plantaba un beso suave
en sus labios.
Nessa asintió con la cabeza. —Lo es—. De pie, tomados del brazo,
observaron a su pequeña niña mientras le daba a su hermano un informe
detallado de cómo había superado a su padre. Sus pequeñas mejillas
brillaban de alegría y sus ojos brillaban con picardía.
—Tendremos las manos ocupadas con ella —se quejó Grant; sus ojos,
sin embargo, brillaban con orgullo.
—¿Lo haremos? —Preguntó Nessa, riéndose.
Abrazándola, Grant se echó a reír. —Supongo que es verdad.
Suspirando, Nessa levantó la vista hacia él, con los ojos fijos en las
arrugas del entrecejo que todavía le arrugaban la cara.
—¿Estás bien? — susurró, echando una mirada cuidadosa a Milly,
asegurándose de que todavía estaba absorta en su conversación con su
hermano.
Grant siguió su mirada y luego asintió.

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—En verdad, no puedo decir que esté sorprendido —respondió,


entendiendo exactamente lo que estaba preguntando. — Mi madre solo
pensó en sí misma. Ahora lo sé, y ya no me duele —. Pero, la mirada en sus
ojos hablaba de arrepentimiento; ¿Cómo no podría?
—¿Desearías haber podido hablar con ella otra vez? —preguntó Nessa,
recordando el día en que el Sr. Thatcher había traído noticias de la muerte
de la condesa viuda. Aparentemente, se había quitado la vida después de ser
rechazada por varios familiares a los que había pedido ayuda. Sin embargo,
después de enterarse de sus conspiraciones contra Nessa, todos la
rechazaron, presentando sus propias acusaciones.
Sin duda, había sido humillante, por decirlo suavemente, que su suegra
recurriera a parientes a los que solo había despreciado e intentado
prevalecer. ¿Pero qué podía haber hecho ella? Sin medios para mantenerse,
había estado desesperada. Y, sin embargo, ninguna palabra de disculpa había
cruzado sus labios. Hasta el final, había pensado que sus medios estaban
justificados y había sido incomprendida y maltratada, culpando a Nessa de
todas sus desgracias.
En ese sentido, no fue una sorpresa que hubiera dejado una carta,
acusando a Nessa de robar a su familia y obligarla a irse a la tumba a una
edad temprana.
—¿Qué bien hubiera hecho? —Preguntó Grant, encogiéndose de
hombros. — Sabes tan bien como yo que ella no habría visto la razón, y al
menos ahora sabemos que ya no es una amenaza para nosotros —Se tragó el
nudo en la garganta mientras se acercaba a la cara de Nessa. — Me dolía
pensar que ella podría estar planeando algo más para alejarte de mí. Ahora,
al menos, no puede interponerse entre nosotros nunca más.
Sonriéndole a su esposo, Nessa suspiró. —También estoy agradecida por
eso, pero por favor no pienses que no tienes derecho a llorarla. Era tu madre
después de todo.
—Lamento la madre que podría haber tenido —le dijo—, si solo...
Nessa asintió con la cabeza. —Si solo.
Mirando a su hija, Nessa sabía lo preciosa que era la familia y que estaría
eternamente agradecida de ser bendecida con las personas en su vida. Le
dieron la fuerza para ignorar las últimas palabras maliciosas de su suegra y
no permitir que cargaran su corazón. —Nos tenemos el uno al otro —le dijo
a su esposo, sonriéndole. — Para todos los días que estaban por venir.

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Devolviendo su sonrisa, él asintió antes de que la mirada en sus ojos se


pusiera seria, llena de emociones profundas que hicieron que Nessa se
estremeciera. —Yo también te necesito —susurró, atrayéndola más
profundamente en su abrazo — y no quiero estar solo nunca.
—Yo tampoco —le aseguró Nessa antes de envolver sus brazos
alrededor de su cuello y atraerlo hacia un beso profundo.
—¡Yugh! —Comentó Milly. — Oli, no mires ahora. Se están besando
de nuevo.
Riéndose al ver el rostro arrugado de su hija, Nessa y Grant se
separaron.
La mirada en sus ojos prometía que habría más besos más tarde.
Nessa apenas podía esperar.
La vida era buena otra vez.
Finalmente.

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Traductoras
Tutty
Shields Michaelis
Fachan
Nina
Andrea Cruz
Yuki
Jekita
Clau
Mony
Sol Rivers
astrea75

Correctora Laura

Editora Tutty

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