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Garrido Manuel - Logica Simbolica
Garrido Manuel - Logica Simbolica
LÓGICA
SIMBÓLICA
CUARTA EDICIÓN
temos
Diseño de cubierta:
Joaquín Gallego
© M a n u e l G a rr id o , 1974
© Capítulo XX: C a rm e n G a rc ía -T re v ija n o , 1995
© ED IT O R IA L TECN O S (G RU PO ANAYA, S. A .), 2005
Juan Ignacio L uca de Tena, 15 - 28027 M adrid
ISBN : 84-309-3747-1
D epósito Legal: M -41.778-2005
P R Ó L O G O .................................................................................................................. Pág. 13
INTRODUCCIÓN
A. La lógica f o r m a l ...................................................................................................... 19
§ 1. El uso de argum entos .................................................................................. 19
§ 2. La form a de los a rg u m e n to s ....................................................................... 20
§ 3 . La lógica formal ........................................................................................... 21
B. La lógica s im b ó lic a ................................................................................................. 24
§ 4. La m atem atización de la ló g ic a .................................................................... 24
§ 5. El uso de sím bolos ....................................................................................... 25
§ 6. Lógica tradicional y lógica sim b ó lic a ..................................................... 26
§ 7. S u m a rio ........................................................................................................... 28
AXIOMATIZACIÓN DE LA LÓGICA
AUTOMATIZACIÓN DE LA LÓGICA
(LAS BASES LOGICAS DE LA INFORM ATICA)
§1. Lógica, inteligencia artificial c ingeniería del conocim iento ............ 441
§ 2. Estructura y función de un sistema experto .......................................... 442
§ 3. M étodos de representación del co n o cim ie n to ....................................... 444
a. Grafos, redes sem ánticas y árboles je rá r q u ic o s ............................ 445
b. M a r c o s .................................................................................................... 449
c. Reglas de p ro d u c c ió n ........................................................................... 451
§ 4. M otores inferenciales .....................................................................................453
§5. Anatom ía de un m inisistema: un juego de adivinanzas ..................... 457
§ 6. M anufactura del conocim iento y sentido común ................................ 463
M. G.
INTRODUCCIÓN
¿QUÉ ES LA LÓGICA?
A. La lógica form al
§ 1. El uso de argumentos
Y he aquí otro:
(4) Todo núm ero natural es racional y todo núm ero racio
nal es real. Por tanto, todo num ero natural es real.
§ 2. La fo rm a de los argumentos
Si A, entonces B;
pero no B.
Por tanto, no A,
que es el mismo al que se llegaría efectuando una sustitución similar
en el razonam iento de los caracteres hereditarios. En cada uno de
estos dos casos el argumento consiste en la conexión o articulación
de dos enunciados mediante las partículas « si..., entonces...»,
«pero no...» y «por tanto...» en la form a que indica el esquema.
Y algo parecido sucede con los ejem plos segundo y cuarto (el
argumento de los vertebrados y el de los números). Representando
por P, Q, R nom bres cualesquiera del tipo de «hombre» o «número»,
resultaría la siguiente disposición estructural común a ambos:
Todo P es Q y todo Q es R.
Por tanto, todo P es R.
§3. La lógica fo rm a l
' N ota sobre la palabra lógica. Esta palabra pertenece desde muy antiguo al lé
xico filosófico y científico, y forma parte tam bién del uso ordinario del lenguaje,
pues es difícil encontrar una persona que no la utilice (como cuando decim os «esto es
lógico», «esto no es lógico», «como es natural y lógico», etc.).
Etim ológicam ente, la voz «lógica» proviene del térm ino griego lógos, que signi
fica algo así com o «discurso», y entraña a un m ism o tiem po el triple significado de
«razón», de «idea» y de «palabra».
En la historia de la filosofía, el térm ino «lógica» ha cobrado acepciones tan diver
sas que apenas si adm iten denom inador común. Los griegos llam aron «lógica», y
tam bién, casi indistintam ente, «dialéctica», a la silogística de A r i s t ó t e l e s y a la teo
ría estoica de la proposición, es decir, a lo que m ás tarde, y desde K a n t , se ha dado
en denom inar técnicam ente «lógica formal». Por su parte, el propio K a n t da el nom
bre de «lógica trascendental» a su crítica filosófica del conocim iento científico, es
decir, a lo que m ás bien sería, al menos parcialm ente, com petencia de la teoría de la
ciencia y de la filosofía de la lógica. Luego H e g e l llam ará «lógica», y tam bién «dia
léctica», a la m etafísica misma. De él se hicieron eco los filósofos m arxistas al hablar
asim ism o de «dialéctica» en un sentido filosófico opuesto al de «lógica formal», aun
que sin im plicar por fuerza incom patibilidad con esta última. La «lógica sim bólica»,
«lógica m atem ática» o «logística» es una nueva denom inación de la lógica formal en
su actual estado de desarrollo.
§ 4. La matematización de la lógica
A -» B, B b -> A.
a. Sujetos y predicados
Lenin, Támesis
bolchevique, río
c. Enunciados atómicos
1 Un enunciado es, com o ya se dijo en el capítulo anterior, una frase que tiene
sentido com pleto y que puede ser verdadera o falsa (véase capítulo I, § 1).
Sinónimos de «enunciado» pueden considerarse tam bién las palabras «oración»,
«sentencia» y «proposición», aunque no todos los autores m odernos estén de acuerdo
en ello. Los autores ingleses suelen distinguir entre sentence (sentencia, oración) y
proposition (proposición). Una oración (sentencia) sería la expresión, oral o gráfica,
de una proposición; y una proposición, el contenido expresado por una oración. Por
ejem plo, las tres expresiones «il pleut», «it is raining» y «llueve» son tres oraciones
distintas que expresan una sola proposición. Los autores alem anes utilizan norm al
m ente la palabra Aussage (enunciado) en el sentido del inglés sentence. En este
mismo sentido se utilizará preferentem ente «enunciado» en el curso del presente li
bro. Pero sin excluir, en ocasiones, el uso sinónim o de la palabra «proposición».
Recientem ente la palabra inglesa statem ent (cuya traducción puede ser «enun
ciado») es utilizada por varios autores en un sentido distinto tanto de sentence como
de proposition. Un «enunciado» en este sentido sería lo significado por dos oraciones
com o «yo tengo calor» y «tú tienes calor», cuando la persona a la que se refieren los
pronom bres «yo» y «tú» es la misma. Sobre la diferencia entre oración, enunciado y
proposición, véase Susan I I a a c k , Filosofía de las lógicas, Colección Teorem a, Cáte
dra, M adrid, 1981, Cap. 6, §2.
2 El concepto de «proposición atóm ica» procede de R u s s e l l , y fue utilizado tam
bién, aunque en distinto sentido, por W i t t g e n s t e i n .
De acuerdo con la term inología establecida en la sección ante
rior, diremos que si un enunciado atómico (una predicación) se
com pone de sujeto y predicado, podem os considerar éstos como
elem entos subatóm icos 3.
La tarea de formalizar enunciados atómicos se reduce a elegir dos
tipos de símbolos, denotativos, respectivamente, de objetos individuales
y de propiedades, y a ponerse de acuerdo en el modo de combinarlos.
Convengamos en utilizar como símbolos denotativos de objetos
a las primeras letras minúsculas del alfabeto:
a, b, c, etc.;
P Q, R, etc.
A los prim eros los llamaremos constantes subjetivas o indivi
duales', y a los segundos, letras predicativas. Tales símbolos desem
peñarán en el lenguaje simbólico las funciones respectivas de los
nombres propios y los comunes en el lenguaje natural.
Y convengamos, en segundo lugar, en construir el enunciado
m ediante la mera yuxtaposición de los símbolos correspondientes,
estipulando que vaya por delante el símbolo predicativo, lógica
mente principal.
De acuerdo con este criterio, y si se conviene en utilizar el si
guiente esbozo de diccionario simbólico:
1 En nuestro análisis hem os com enzado diciendo qué es sujeto y qué es predi
cado antes de decir qué sea una predicación (enunciado atómico). Pero no es seguro
que este orden de ideas sea el natural y espontáneo del conocim iento. En el orden na
tural, es probable que sean prim ero conocidas las predicaciones como entidades lin
güísticas de una sola pieza y luego, por reflexión, las descom pongam os consciente
m ente en sus elem entos, que son los términos.
Lenin es bolchevique ..................... Pa
El Támesis es un río ....................... Qb.
Rab.
Sede.
4 Algunos autores prefieren escribir: P(a), Q(h), etc., encerrando entre paréntesis
los sím bolos del individuo. Este criterio de anteponer, en sentido inverso al orden del
lenguaje natural, la letra predicado a la constante individual, com o tam bién la lectura
de esas expresiones, se inspira en el sistem a de notación de funciones usual en m ate
mática. Según dicho sistema, las expresiones de función tales como
/(■*)
o
■ g(x,y)
presentan prim ero los sím bolos que juegan el papel determ inante («/» o «g» en estos
dos casos), m ientras que los elem entos determ inados (<«■», en el prim er caso, «i» ,
«y» en el segundo) figuran detrás.
d. Verdad y falsedad. Principio de bivalencia
Picasso es pintor
Dalí es pintor
Chagall es pintor,
— es pintor
o tam bién
x es pintor.
Pa
Pb
Pe,
Px
§ 3. Conectores
a. La composición de enunciados
8 La lógica de enunciados fue descubierta y sistem atizada por los estoicos. Los
tratados de lógica tradicional se han solido ocupar de ella en los capítulos dedicados
a la «teoría de la proposición compuesta». Pero sólo desde B o o l e y F r e g f . ha alcan
zado esta teoría un nivel de plena form alización.
9 El térm ino ju n ta r se debe al lógico alem án L o r e n z e n .
O bjeto de la lógica de enunciados es fo rm alizar y d efin ir
los ju n to res y estu d iar las leyes de com binación y deducción de
los enunciados fundadas en tales nexos. A la lógica de en u n cia
dos la llam am os tam bién, m ás propiam ente, lógica de conecto-
res.
A continuación procederem os al examen de cada uno de los co
nectores, con vistas a la construcción de un lenguaje formal de
enunciados cuyas constantes sean, justam ente, estas partículas. A
los elem entos variables del m ism o (los enunciados) los designare
m os m ediante las letras del alfabeto en m inúscula: p , q, r... A es
tas letras les darem os el nom bre de letras enunciativas o proposi-
cionales.
b. Negador
p ~np
V F
F V
c. Conjuntor
p 4 pAq
V V V
V F F
F V F
F F F
d. Disyuntor
p q py q
V V V
V F V
F V V
F F F
Conviene insistir en que el significado del disyuntor coincide sólo parcialm ente
con el significado de la partícula «o» en el lenguaje ordinario.
La partícula «o» del lenguaje ordinario tiene dos sentidos:
a) Uno de ellos es cl llam ado exclusivo, según el cual ¡a disyunción establece
que uno de sus m iem bros es verdadero y el otro falso, con lo que se excluye, por
tanto, la posibilidad de una sim ultánea verdad de ambos.
Así, por ejem plo, cuando un ju ez pregunta al jurado si un hom bre es culpable o
no culpable, se entiende, por lo general, que el sentido de la partícula «o» es exclu
sivo.
b) Otras veces, en cam bio, el uso vulgar de la partícula «o» no excluye la ver
dad sim ultánea de los dos m iem bros de una disyunción. Es decir, al com binar dos
proposiciones m ediante la referida partícula, se indica que una al menos de esas dos
proposiciones es verdadera, pero no se dice nada respecto de la otra, con lo cual no se
excluye la posibilidad de que esa otra sea tam bién verdadera.
He aquí un ejem plo: «para estudiar filosofía en la U niversidad de Valencia es
preciso saber inglés o alem án». Con esta cláusula se indica que el conocim iento de al
m enos uno de los dos idiom as citados es condición necesaria del estudio de la filoso
fía en la U niversidad de Valencia, pero no se excluye, ni m ucho menos, la posibili
dad de que sea adm itida para tal estudio una persona que conozca tanto el inglés
como el alemán.
A este segundo uso de la partícula «o» se le llam a no exclusivo, y tam bién inclu
sivo.
L a diferencia entre uno y otro sentido de la partícula «o» la expresa claram ente el
latín m ediante dos palabras distintas: vel («o» inclusiva) y aut («o» exclusiva).
En lógica de júniores el sím bolo «v» es la versión fo rm a l de la «o» inclusiva. El
sentido de «p v qy> es, por tanto, «una de las dos proposiciones que com ponen esta
disyunción, o acaso ambas, es verdadera».
L a idea que encierra la disyunción exclusiva es, en cam bio, «uno de los dos ex
trem os de la disyunción es verdadero, pero no ambos». C on ayuda del disyuntor («o»
inclusiva), del negador y del conjuntor, y recurriendo al uso de paréntesis, esa ¡dea se
podría expresar form alm ente asi:
(p v q) a - i (p a q).
t hnfjli idor
1. p-^q
2. p - * —iq
3. —>p —» q
4. —i p —^ —i q ,
p <7 p->q
V V V
V F F
F V V
F F V
La d efin ició n que se acaba de dar del im plicador parece ch o car con el uso
o rdinario de la partícu la « s i..., e n to n c e s ...» , que suele env o lv er la .id e a de que
e xiste algún tipo de relación interna entre el contenido del anteced en te y el con
ten id o del consecuente. A la luz de esa idea antojase, cuando m enos, e xtrava
gante, la com binación m ediante im p licad o r de pro p o sicio n es que n ada tienen
que v e r entre sí.
Ello puede aclararse un tanto si se considera que el criterio o punto de vista de la
lógica de juntores se atiene estrictam ente al valor de verdad de las proposiciones y no
tiene en cuenta para nada el contenido de éstas ni las posibles relaciones de contenido
entre ellas. A este criterio se le llam a extensional. C on tal criterio, el problem a de sa
ber si dos proposiciones se im plican, se resuelve m ecánicam ente, tan pronto se posea
información acerca del valor de verdad de éstas, incluso aunque se ignore su conte
nido
Por lo demás, hay siem pre una coincidencia, al m enos parcial, entre el uso exten
sional y el uso ordinario de la partícula « si..., entonces...». Por de pronto, jam ás se
da por válida en lenguaje ordinario una im plicación que viole la regla m entada, es
decir, que posea un antecedente verdadero y un consecuente falso. Por otra parte, hay
veces en que el habla cotidiana conecta, m ediante esa partícula, proposiciones verda
deras cuyo contenido no guarda entre sí aparentem ente relación; im agínese un indivi
duo que term ina enfáticam ente su declaración diciendo: «si dos y dos son cuatro,
todo cuanto he afirm ado es cierto». Tam poco faltan ocasiones en el lenguaje ordina
rio en que se vinculen por la m ism a partícula proposiciones cuya falsedad se conoce
o se supone, pero que, por razón de su contenido, tam poco parecen guardar rela
ción entre sí; por ejem plo en este caso: «si tú eres N apoleón, entonces yo soy el zar
de Rusia».
Algunos autores proponen con C. I. Li;wis que se distinga entre la im plicación
m aterial, que sería la im plicación entendida con criterio extensional, tal y com o se la
define en la tabla del im plicador que se acaba de exponer, y la im plicación fo rm a l o
estricta, cuyo sentido estaría m ás próxim o a la im plicación del lenguaje ordinario. La
im plicación form al o estricta podría definirse: una proposición im plica a otra cuando
la verdad de la prim era es incom patible con la falsedad de la segunda, es decir,
cuando no sólo no es, sino que no puede darse el caso de que la prim era sea cierta y
la segunda falsa ".
10 El carácter extensional del im plicador así definido se pone de relieve con el si
guiente ejem plo (tom ado de L e w i s ) . Supóngase un som brero en cuyo interior se arro
ja n una serie de etiquetas, cada una de las cuales inform a sobre el valor de verdad de
una proposición distinta. Supóngase asim ism o que se extraen al azar dos etiquetas
del sombrero. Para decidir si las proposiciones correspondientes a esas etiquetas se
im plican extensionalm ente, tom ándolas por el orden de extracción basta aplicar m e
cánicam ente la regla del implicador: si la prim era etiqueta lleva la m arca «F» enton
ces ya se sabe de antem ano que la segunda proposición, cualquiera que sea la m arca
de su etiqueta, está im plicada por la prim era; y si la segunda etiqueta lleva la m arca
«V», entonces tam bién se sabe de antem ano, con esta sim ple noticia, que se da la im
plicación. Si la prim era etiqueta ostentase una «V» y la segunda una «F», la res
puesta, obviam ente, habría de ser negativa.
" U n interesante antecedente histórico de la m oderna distinción entre im plica
ción material e im plicación form al se encuentra en la escuela m egárica griega, con
tem poránea de Aristóteles. F i l ó n d f . M e g a r a sostenía que para que dos proposicio
nes se im pliquen basta con que no se dé el caso de que la prim era sea verdadera y la
segunda falsa; así por ejem plo, la proposición «si es de noche, entonces discuto», es
verdadera cuando sea de día, aunque no discuta (im plicación m aterial con antece
dente falso, y, por tanto, verdadera, diríam os nosotros hoy) y cuando discuto, aunque
no sea de noche (im plicación m aterial con consecuente verdadero y, por tanto, verda
dera). D ío d o r o C r o n o , m aestro de F il ó n , no aceptaba sem ejante punto de vista, por
que le parecía absurdo que la proposición condicional «si es de noche, entonces dis
cuto», se convirtiese circunstancialm ente en verdadera durante el día. Para D í o d o r o ,
si una proposición condicional es verdadera, es preciso que lo sea siempre, esto es,
que sea im posible que el antecedente sea verdadero y el consecuente falso. La im pli
cación diodórica viene a ser lo que hoy se define com o im plicación formal.
/.' Coimplicador
1. p ^ q
2. p 4r~> —¡ q
3. —>p<r^q
4. —i p o —i q,
V V V
V F F
F V F
F F V
§ 4. Cuantificadores
a. La cuantificación de enunciados
A x(Px),
AxPx,
c. Particularizador
a. Interpretación y traducción
m ateria M
agua A
aire A’
tierra T
fuego F,
como
Llueve
Esto es materia
^{pA^p)
De ella no es posible im aginar una interpretación que la con
vierta en falsa. Cuando una fórm ula es tal que no es posible encon
trar u n a , interpretación que la falsifique, decimos que es lógica
mente verdadera, o tam bién que es una verdad lógica. De hecho la
fórm ula indicada es una representación simbólica del fam oso p rin
cipio de no contradicción que Aristóteles y Kant consideraron ley
suprem a de la lógica.
c. Sumario
B. L e n g u a je f o r m a l d e p rim e r o r d e n
A. Símbolos lógicos
1. Conectores .... —i, a , v, — o .
2. Cuantifícadores . . . . A, V.
B. Símbolos no lógicos
Observaciones
1.° Las com as que separan unos signos de otros no son sím bolos formales.
2.° Se da por supuesto que para cada uno de los diferentes tipos de símbolos no ló
gicos se dispone de una lista, potencialmente infinita, de ellos, y que es posible enumerar
los mediante subíndices. Por lo que se refiere a las letras predicativas com oP, Q, R , se
entiende además que, en caso de que convenga especificar si el predicado en cuestión es
monádico, diádico, triádico, etc., se anotará a modo de exponente el número indicativo de
la concreta estructura «-posicional que corresponda. Por ejemplo, si se conviene en que P
sea un predicado triádico, ello se podrá especificar escribiendo: P3. En general, la letra P"
será la que ocupe el lugar m en la lista de símbolos predicativos P y que sea representa
tiva de una relación rc-ádica. Análogamente sucede con las letras funtoriales.
3.° Es evidente que para construir la lógica de juntores bastará una tabla que
conste exclusivam ente de: 1. Conectores; 2. Letras enunciativas; y 3. Paréntesis.
4.° De las letras funtoriales no se hará uso alguno hasta el final del cálculo
cuantifícacional (Cap. XII, § I).
5.° La diferencia entre variables y constantes no siempre resulta satisfactoria.
Por eso algunos autores prefieren distinguir entre variables susceptibles de cuaníifi-
cación, o variables propiam ente dichas, y no susceptibles de cuantificación, o p a rá
metros. Todo sím bolo no lógico de la tabla (Grupo B), salvo 5.1, es parám etro.
§ 8. Lenguaje y m etalenguaje
En las ciencias que versan sobre el lenguaje es útil distinguir entre el lenguaje por ellas
investigado, al que se llama lenguaje objeto, y el lenguaje en el que se desenvuelve la in
vestigación, al que suele llamarse metalenguaje. En una gramática del idioma inglés para
lectores de habla castellana, el lenguaje objeto es el inglés, y el metalenguaje el castellano.
Al construir un lenguaje form al para el cálculo lógico, nuestro lenguaje objeto es
tará integrado por los sím bolos y expresiones form ales del cálculo. Pero nuestro m e
talenguaje será el castellano usual, acom pañado, eventualm ente, de abreviaturas y
sím bolos auxiliares.
Convendrá, pues, saber distinguir, por de pronto, entre fórm ulas o expresiones
form ales del lenguaje objeto y nom bres y esquem as de tales fórm ulas, que pertene
cen al m etalenguaje. Por ejem plo, la expresión
puede ser considerada com o una fó rm u la del lenguaje objeto. Pero supóngase que he
de referirm e varias veces a ella y que para abreviar, por razones de comodidad, con
vengo en denom inarla A. E ste sím bolo A no es ya, en rigor, una fórm ula del lenguaje
objeto sino el nombre o la etiqueta m etalingüística de ella.
Otro ejemplo: dado que las tres fórm ulas
p^q
(P v q) -> (q v r)
r —>s
A —» B
R u s s e l l e s c o a u to r d e lo s Principia mathematica,
« R u s s e l l » e s u n n o m b r e p r o p i o y t i e n e s i e t e l e tr a s ,
e s a m is m a p a l a b r a n o e s u s a d a , s in o m e n c io n a d a .
Com o señal indicativa de esta diferencia entre uso y m ención (que se corresponde
con la famosa distinción m edieval entre suppositio fo rm a lis y suppositio materialis,
respectivam ente), es costum bre, desde T a r s k i , encerrar entre com illas los signos, p a
labras y expresiones cuando son objeto de m ención. El em pleo de com illas con este
fin es de sum a utilidad en la clarificación de problem as lingüísticos com plicados,
como es el caso, por ejem plo, de las paradojas. Pero cuando no hay tal com plicación,
resulta un tanto engorroso. Hasta el m om ento, el presente libro ha venido atenién
dose, m ás o m enos, a dicho empleo. Pero ahora que tenem os claro qué sea uso y qué
sea m ención, podem os prescindir de las com illas, salvo en casos de interés. Algunos
autores se atienen al sencillo criterio de considerar que, por lo general, un sím bolo o
una fórm ula que ocurra en un párrafo separada del texto es usada, y cuando ocurra
dentro del texto es mencionada. Uno de nuesros criterios preferenciales será utilizar
cursivas para los sím bolos y fórm ulas del lenguaje objeto y letras norm ales (no cursi
vas) para ¡os sím bolos y esquem as de fórm ula del m etalenguaje.
§ 9. Fórmulas
Clases de fórm ulas. Las fórm ulas se dividen en atóm icas (ya definidas en la pá
gina anterior) y m oleculares, que son aquellas que incluyen uno o m ás sím bolos lógi
cos (o m ás sencillam ente: las que no son atóm icas) n.
Una fórm ula atóm ica puede recibir tam bién el nom bre de predicación
Las fórm ulas inm ediatam ente resultantes de la aplicación de las reglas R2, R3 o
R4 son siempre m oleculares.
Una fórm ula inm ediatam ente resultante de la aplicación de la regla R2 recibe el
nom bre de negación.
Una fórm ula inm ediatam ente resultante de la aplicación de la regla R3 recibe, se
gún el caso, el nom bre de conjunción, disyunción, im plicación o coimplicación.
Una fórmula inm ediatam ente resultante de la aplicación de la regla R4 recibe, se
gún el caso, el nom bre de generalización o particularizarían. A la generalización y a
la particularización se les da el nom bre com ún de cuantificación.
Para m ejor entender la estructura de las fórm ulas se requiere a veces el uso de pa
réntesis. Este uso debe ajustarse, en principio, a norm as rigurosas, pero en la práctica
basta el empleo intuitivo de los m ism os, al m odo acostum brado en m atemática.
Grado lógico. El grado lógico de una fórm ula es el núm ero de sím bolos lógicos
que contiene. El grado lógico de una fórm ula A constituye una función que m ide el
nivel de com posición lógica de dicha fórm ula y que se puede expresar así:
G(A ) = «,
donde n representa el núm ero de sím bolos lógicos de A y ha de ser igual o m ayor que
cero. (Los sím bolos repetidos se cuentan tantas veces com o aparezcan.)
Ejemplos: sean las fórm ulas A p , B ^ —i (p v q), y C V x(P x —> Qx)', sus
respectivos grados lógicos son G(A) = 0; G(B) = 2; G(C) = 2.
Signo principal. El signo principal de una fórm ula (m olecular) es cl últim o sím
bolo lógico que interviene en su construcción, suponiendo que ésta se haya realizado
a partir de fórm ulas atóm icas, por sucesivas aplicaciones de las reglas de form ación
de fórmulas. V olviendo a los tres ejem plos anteriores: el signo principal de la fór
m ula B es un negador; y el de la fórm ula C, un particularizador. (La fórm ula A no es
m olecular.)
Subfórmula. A las partes de una fórm ula que sean fórm ulas se las puede llam ar
subfórm ulas. Por ejem plo, p es una subfórm ula d e p v q 10.
Alcance. El alcance de un sím bolo lógico está integrado por la o las subfórm u-
las o seudofórm ulas cuyo signo principal es. Por ejem plo, p y q constituyen el al
cance de v en p v q, P x constituye el alcance de V x en V xP x.
Estructura de la cuantificación. Un cuantificador es, en rigor, solam ente el sím-
A las variables libres se las llam a tam bién reales; y a las ligadas, aparentes.
Prioridad de alcance cuantificacional. Cuando una variable x se encuentra dentro
del alcance de dos cuantificadores que la lleven adosada com o índice, queda ligada
por el m ás cercano a ella de los dos, esto es, el de m enor alcance. Por ejem plo, en la
fórm ula
Ax(P y v V xQ x v Rx)
DEDUCCIÓN Y CONSECUENCIA
demostración:
O te casas con una m ujer herm osa o te casas con una fea
Si es hermosa, la com partirás con otros
Si es fea, será un castigo
Pero ninguna de estas cosas es deseable
Luego no te cases
Luego
debe ser sancionado con la pérdida del carné (Conclusión),
p->q
q r
P
Luego r.
p-*q
q —» r
P
r
p —> q ,q —> r , p \ - r
A oB
_ A ________
B
p ~ ^ q , q ~ ^ r , p \ ~ r,
p->q
P
q-^r
9
L Ó G IC A
' Tam bién es costum bre representar ios valores de verdad y falsedad por los
sím bolos 1 y 0, respectivam ente.
2 Sobre el concepto general de función y el m ás especial de función lógica
véase Cap. XII, § 1.
ción. Toda función, sea m atem ática o lógica, es una operación que
pone en correspondencia elementos de un conjunto (las variables o
«argumentos» de la. función, en nuestro caso las letras enunciativas
o las fórmulas ligadas por conectores) con elementos de otro con
junto (los «valores» de la función, en nuestro caso los valores de
verdad).
Veamos un ejem plo. Sean las fórm ulas
f,(p) = F
f 2(p, «¡r) = F
f2(f.(p)> ?) = v
§ 2. Tablas de verdad
P ->j?
V F
F V
I.° Calcular el núm ero de filas de la tabla. Este núm ero se cal
cula a partir del núm ero de variables enunciativas que intervienen
en la fórmula; para n variables será 2" el número de filas 3 de que ha
de constar la tabla.
2° Confección de columnas iniciales. U na vez calculado el
núm ero de líneas, se encabezarán con cada una de las variables (por
orden alfabético si no procede otro m ejor) sendas columnas que se
rán las iniciales de la tabla. Estas colum nas iniciales se dedicarán,
línea por línea, a la distribución sistem ática de las com binaciones de
los valores de verdad de las variables.
Llamamos atribución veritativa a cada conjunto de asignaciones
de verdad al conjunto de variables enunciativas de una fórmula. Sea,
por ejemplo, la fórm ulap q', a esta fórm ula, o lo que es lo mismo
al conjunto de sus variables, p y q, le corresponden cuatro atribucio
nes veritativas, a saber
1 En efecto, repárese en que a la prim era letra se le puede asignar o bien el valor
V o bien el valor F, es decir, dos posibilidades; pero a su vez cada una de estas dos
posibilidades puede com binarse con cada una de las dos posibilidades de la segunda
letra, y así sucesivam ente: 2 x 2 x 2 ... n veces, esto es, 2n.
P C
1
V V
V F
F V
F F
3.° Confección de columnas intermedias. Una vez distribuidos en
las columnas iniciales los posibles valores de verdad de las variables,
se desglosa la fórmula en sus componentes principales, y éstos en los
suyos, hasta llegar a fórmulas de grado uno, cada una de las cuales en
cabezará, por orden de aparición en la fórmula total (si no procede otro
mejor), una nueva columna hacia la derecha. Cada una de estas colum
nas se cubrirá introduciendo en cada línea el valor que corresponda a
la fórmula que la encabece suponiendo que las variables tengan el
asignado por la atribución veritativa de la línea en cuestión.
Luego se continúa de la m ism a forma con las fórmulas de grado
dos, y así sucesivamente.
4.° Confección de la columna final. De este modo la última co
lumna a la derecha queda encabezada por la fórmula total. Las columnas
encabezadas por fórmulas complejas se cubrirán siempre introduciendo
en cada línea los valores que les correspondan de acuerdo con los ya
asignados en columnas precedentes a sus componentes inmediatos.
A continuación siguen unos cuantos ejemplos de tablas de ver
dad de funciones de dos variables.
V V F V F V V
V F F V V V V
F V V V F V V
F F V F V F F
§ 3. Tautologías
4 L a n o c ió n d e ta u to lo g ía fu e a c u ñ a d a p o r W i ttg b n s tb i n , q u e d e d ic a a e lla u n a
p a r t e d e l T r a c t a t u s l o g i c o - p h i l o s o p h i c u s ( 1 9 2 1 ) . E l m é t o d o d e la s t a b l a s d e v e r d a d
fu e in tr o d u c id o y d e s a r r o lla d o s is te m á tic a m e n te a p r in c ip io s d e lo s a ñ o s v e in te p o r
P o s t , X u k a s i f , w i c z y W i t t g e n s t f . i n . A n t e c e d e n t e s d e d i c h o m é t o d o h a y e n la o b r a
d e P e i r c e , a fin e s d e l s ig lo x ix .
cía. Si el lector construye las tablas de verdad de las fórm ulas:
p v —i p , —i(p v —i p), p v q, hallará, por este orden, un resultado de
cada uno de los tres tipos.
La noción de tautología es, posiblem ente, la noción central de
toda la lógica de conectores. Una definición m ás rigurosa de este
concepto puede obtenerse con ayuda de nociones semánticas pre
vias, com o las de interpretación y verdad o las de satisfacibilidad y
atribución veritativa.
Una fórm ula de lógica de conectores se denom ina tautología o
identidad lógica cuando es verdadera para toda interpretación; es
decir, cuando toda atribución veritativa la satisface. Y se denomina
contradicción cuando no es verdadera bajo ninguna interpretación;
es decir, cuando ninguna atribución veritativa la satisface. La con
tradicción es, obviamente, la negación de la tautología. Finalmente
direm os que una fórm ula de lógica de conectores es una contingen
cia cuando no es ni tautológica ni contradictoria, es decir, cuando
existe al menos una atribución veritativa que la satisfaga y otra que
no la satisfaga.
Toda tautología es un enunciado analítico, o lógicamente verda
dero. Pero no sucede a la inversa, pues hay enunciados analíticos que
no son tautológicos. La ley de descenso cuantificacional, sin ir más
lejos: AxPx —> VxPx, es analítica y, sin embargo, no tautológica.
puede sustituirse en eila la letra p en sus dos ocurrencias por la fórmula, elegida arbi
trariam ente, p a q, dando por resultado una nueva tautología:
p a q H> p a q.
§ 4. Interdefinibilidad
A |B
que se lee «A es incom patible con B», «A excluye a B» (tam bién: «A im plica no B»,
«no es cierto que A y B», «o A es falsa o B es falsa»), es una función que adquiere
valor de verdad positivo cuando uno de sus com ponentes lo tiene negativo. Su tabla
de verdad correspondiente es
A B A |1
V V F
V F V
F V V
F F V
-■ A ±=f A | A
A B *=? A | -■ B, o también: A | (B j B)
A v B ^ ^ A h B , o también: (A [ A) ¡ (B | B)
A a B ±=r (A | B), o tam bién: (A | B) [ (A [ B)
Todos los conectores hasta ahora tratados son, a excepción del negador, funtores
veritativos binarios, puesto que requieren la intervención de dos variables o argum en
tos. Las condiciones de verdad de cada uno de ellos podrían resum irse en la tabla:
A B A a B A vB A ^B A |B A i
V V V V V V F F
V F F V F F V F
F V F V V F V F
F F F F V V V V
A la vista de esta tabla, puede plantearse el siguiente problem a. ¿Es posible saber
si hay todavía otras funciones o «conjunciones» de sim ilar estructura que el lenguaje
natural o nuestro lenguaje form al no hayan utilizado aún? Y, si es ése el caso, ¿existe
algún m edio de hacer un inventario com pleto de todas ellas?
La respuesta a am bas preguntas es afirm ativa. Sabem os ya que, siendo n el nú
m ero de argum entos de una función veritativa, el núm ero de atribuciones veritativas
que corresponde a dicha función es 2". En el caso concreto en que la función sea bi
naria (dos argum entos), ese núm ero será 22 = 4. A hora bien, para cada una de las
atribuciones veritativas en cuestión caben, en principio, dos posibilidades, puesto que
el casillero correspondiente de la últim a colum na de la tabla puede resultar cubierto o
bien por V o bien por F. E llo exige que el núm ero 2 sea elevado a la cifra anterior.
Puede decirse, pues, que para todo núm ero natural n, siendo este el núm ero de argu
m entos, el número de funciones veritativas n-posicionales es 22”. Y tratándose, como
en nuestro caso, de funciones veritativas binarias, direm os que el núm ero posible de
ellas es
2 2 '= 16.
En esta tabla podem os reconocer los cuatro conectores binarios con los que ya es
tam os fam iliarizados:
f g: VFFF es la conjunción: A a B;
f 2 :VVVF
es la disyunción: A v B ;
f5:VFVV es la implicación material o condicional: A -> B;
f7:VFFV es la coim plicación o equivalencia m aterial: A <-> B.
Otros conectores que no nos son familiares, aunque alguno de ellos sea y a cono
cido, corresponden a estas funciones:
§ 1. Preliminares
E n e s te c a p ítu lo s e in ic ia la e x p o s ic ió n d e u n s is te m a , tip o
G e n t z e n , d e r e g la s d e c á lc u lo d e d e d u c c i ó n n a tu r a l d e c o n e c to r e s .
Los conceptos previos de cálculo y regla de inferencia han sido es
tudiados en el Capítulo III. El lenguaje formal necesario para este sis
tema es sólo un segmento o estrato muy reducido del lenguaje de pri
mer orden expuesto en el apartado B del Capítulo I I L a noción de eo-
nector fue tratada en el apartado A, § 3, de ese mismo capítulo.
Las reglas que aquí se llaman básicas, y en las cuales se apoya
todo el cálculo, son las ocho seleccionadas por G e n t z e n 2 en su fa
mosa contribución de 1934, dos para cada uno de los cuatro conec
tores:
- i, A , V,
1 Este segm ento se reduce a un alfabeto com puesto por: i) los conectores — a ,
v, — 2) las letras enunciativas p, q, r, ..., q„ y 3) los paréntesis; y a las si
guientes reglas de form ación de fórm ulas: 1) una letra enunciativa es una fórmula
(atóm ica); 2) la negación de una fórm ula es una fórmula; 3) dadas dos fórmulas, la
unión de ellas m ediante conjuntor, disyuntor o im plicador es una fórmula. El coim-
plicador «<-»» puede, indiferentem ente, ser añadido a la lista de conectores o definido
como sím bolo derivado: A B *=; (A —>B) a {B —>A).
1 Los cálculos de deducción natural son sistem as deductivos ideados por J a s -
k o w s k í y G e n t z e n en 1934, y se caracterizan por aproxim ar extraordinariam ente la
deducción form al a la deducción intuitiva (a diferencia de lo que sucede con la de
ducción axiom ática, que es más bien «no natural»). La fuente más im portante al res
pecto es el artículo de Gerhard G e n t z e n , «Untersuchungen iiber das logische Sch-
liessen» [«Investigaciones sobre la deducción lógica»], M athem atische Zeitschrift,
vol. 39 (1934), pp. 176-210. Una traducción francesa de este artículo, con comentario
de R. P e y s y J. L a d r i é r e apareció en P.U.F., París, 1955.
que aparece en sus premisas, será una regla de eliminación de ese
signo.
Por ejemplo, la regla
A a B
A
A
A vB
A ^B
A_____
B
— B
A —>B
p a q —» r, r —» 5 f- P a q —> s.
— 1 p a q —> r
— 2 r —» s
—3 p a q
4 r MP 1,3
L s 5 MP 2,4
6 p A q -» S TD 3-5
Las dos prim eras líneas de esta derivación son los supuestos o
premisas iniciales y llevan cada una a la izquierda la correspon
diente m arca distintiva. La tercera línea de la derivación es una su
posición subsidiaria introducida con vistas al empleo de TD: pues
dado que la conclusión a deducir es una implicación, cabe dar pri
m ero (provisionalmente) por supuesto al antecedente de la misma
hasta lograr la obtención del consecuente. Esta tercera línea deberá
ir m arcada inicialmente a la izquierda con la señal en escuadra. Las
líneas 4, 5 y 6 se obtienen por inferencia lógica de las anteriores y
de ahí que su presencia pueda justificarse aludiendo, en el com enta
rio de la derecha, a la regla que las justifica y los núm eros de las lí
neas de derivación que han servido de premisas para la aplicación
de la regla anotada. Así, la línea 4 procede de las líneas 1 y 3 por
moclus ponens y análogamente la línea 5 de las líneas 2 y 4. Pero
esta línea 5 es, justam ente, el consecuente de la implicación que se
desea establecer. Cabe entonces apelar a la regla «teorem a de de
ducción», construyendo una implicación entre la fórm ula de la línea
3 y la fórm ula de la línea 5: dicha implicación es la línea 6 , cuya en
trada significa la descarga de la suposición subsidiaria. Ello se in
dica: en las marcas izquierdas trazando una llave que ponga en con
tacto el supuesto a descargar con la línea que perm itirá su descarga
(en este caso la línea 5); y en los comentarios de la derecha especifi
cando tras las iniciales TD que no son sólo las premisas 3 y 5, sino
todo el bloque com prendido entre ellas, esto es, el bloque 3-5 lo que
queda cancelado.
el azufre es amarillo
el cloro es verde,
A
B
A a B
el azufre es amarillo
como
el cloro es verde.
A a B A a B
A B
A B
A vB A vB
A vB
r- A
_ c
r B
c ________
c
Los supuestos son subsidiarios y deben ser cancelados, por con
siguiente, antes del establecimiento de la conclusión. La eliminación
de disyuntor se da, de hecho, en la conclusión de la regla. Utilizare
mos como abreviaturas para designar ésta: ED (elim inación disyun
tor) y C as (casos) \
En esta regla se funda, como se verá más tarde, el famoso proce
dimiento argumenta! llamado dilema.
|— A
— B a —■ B
—i A
- i —i A
A
T abla I
REGLAS BÁSICAS DEL CÁLCULO DE CONECTORES
(G entzen , 1934)
REGLAS DE INTRODUCCION REGLAS DE ELIMINACION
IMPLICADOR
II (TD) E l (M P)
A A —> B
A
CONJUNTOR
A Aa B AaB
B
A B
Aa B
DISYUN TO R
A vB
A B A
AvB AvB
C
- C
C
NEGADOR
IN (Abs) EN (DN)
r- A —i —■A
: A
- B a -.B
—t A
Antes de pasar a la resolución de argum entos puede serle útil al lector contar con
una definición y un análisis preciso de lo que en adelante se ha de entender por de
ducción formal y un ejem plo ilustrativo de la misma.
D educción fo rm a l (derivación). Una deducción fo r m a l es una secuencia finita
de fórm ulas tales que cada una de ellas sea (a) un supuesto inicial, o (b) un su
puesto provisional, o (c) una fórm ula que se derive lógicam ente de otra o de otras
anteriores por inferencia inm ediata. (Inferencia inm ediata es, según se ha dicho ya,
la extracción de una fórm ula a partir de otra o de otras por la aplicación de una sola
regla de inferencia.)
A una deducción formal se lo da tam bién el nom bre técnico de derivación. Cada
fórm ula de la secuencia constituye una línea de derivación. La últim a línea de deri
vación es la conclusión. Todas las líneas de derivación anteriores a la conclusión po
drán ser llam adas prem isas
Los tres tipos de líneas de derivación. Según se indica en la definición de deduc
ción formal, las líneas en una derivación pueden ser de tres tipos:
a) Supuestos inicíales o p rem isas iniciales, que son fórm ulas que se consideran
hipotéticam ente dadas desde el principio de la derivación. En algunas derivaciones la
cadena de prem isas iniciales puede lim itarse a una sola fórmula. Tam bién se da el
caso de derivaciones exentas de supuestos iniciales com o sucede con las pruebas o
dem ostraciones, que pueden ser consideradas como derivaciones en las que el nú
m ero de prem isas inicíales es igual a cero.
b) Líneas que proceden de otra o de otras líneas anteriores por aplicación de
una regla de inferencia. D e estas líneas decim os que son consecuencias lógicas inme
diatas de otra o de otras anteriores.
(Por ejem plo, si una línea de derivación está constituida por una im plicación,
A -> B, y otra línea de derivación, anterior o posterior a ella, está constituida por el
antecedente A de esa im plicación, entonces cabe introducir una nueva línea con la
fórm ula B (el consecuente de la implicación), que sería una consecuencia lógica in
m ediata de las dos precedentes, por aplicación de la regla modus ponens, a la que se
aludió en la sección tercera de este capítulo.)
c) Líneas que se introducen provisional o subsidiariam ente en el curso de la
prueba y que deberán ser canceladas antes del establecim iento de la conclusión. A es
tas líneas les damos el nom bre de supuestos provisionales o subsidiarios.
Notación sim bólica de la deducción form al. U na deducción form al se indica o
anota im plícitam ente exponiendo en hilera, y separándolos por comas, la secuencia
de supuestos iniciales (si los hay) y a continuación de ellos el deductor seguido de la
conclusión. Si se nos propone, por ejem plo, la tarea de deducir C a partir de las fór
m ulas A —>(B —» C), A B y A, ello se indicaría así:
A -» (B C), A -> B, A h C
6 M uchos textos reservan esta palabra para denom inar los supuestos iniciales de
un argum ento o los antecedentes de una regla de inferencia.
introducción de supuestos provisionales nuevas líneas de derivación con vistas al es
tablecim iento de la conclusión, que será el últim o paso. Véase el ejem plo ilustrativo
al final de esta sección.
Para ordenar e identificar las líneas de una derivación utilizarem os las siguientes
convenciones:
1) N umeración de lineas. En el desarrollo de la deducción cada una de sus lí
neas irá num erada correlativam ente por la izquierda a partir de 1, de suerte que el úl
tim o núm ero será el que corresponda a la conclusión.
2) Señalización de líneas iniciales. Las líneas del prim er tipo llevarán a la iz
quierda, a m odo de m arca o señal, una linca horizontal. Por ejem plo, si la segunda lí
nea de una derivación está constituida por ía fórm ula A y esa fórm ula es un supuesto
inicial, ello se indicaría así:
-2 A
m A —» B
n A
n+ 1 B M P m, n
(Conviene advertir que para la aplicación de una regla es indiferente el orden en que
hayan aparecido antes en la deducción las líneas que han servido de antecedentes. En
nada se hubiera alterado nuestro ejem plo si la fórmula A hubiera aparecido a la altura
m y la fórm ula A —> B a la altura n.)
4) Señalización de supuestos provisionales. Las líneas de derivación del ter
cer tipo deberán llevar com o señal o m arca, a la izquierda, una señal en escuadra mi
rando hacia abajo. Si la línea n de una derivación consiste en la fórmula A y esa fór
m ula es un supuesto provisional, ello se indicaría así:
-n A
O bviam ente, el significado de esta m arca es: supóngase p o r el mom ento como línea
núm ero n la fórm ula A.
5) Cancelación de supuestos provisionales. El uso de suposiciones o supuestos
subsidiarios requiere la descarga o cancelación de los mismos. Un supuesto provisio
nal, situado en una línea m de una derivación, queda descargado o cancelado cuando
m ás tarde, en una línea ulterior n de esa derivación, se obtiene una fórmula tal que
perm ite la inferencia inm ediata de otra buscada que es absolutam ente independiente
del referido supuesto y cuyo núm ero de línea en la derivación será, por tanto, n + 1.
La últim a fórm ula así inferida puede ser considerada com o la conclusión de una
deducción que com ienza en la línea de derivación en que se introdujo el referido su
puesto. Una tal deducción recibe el nom bre de subsidiaria. Una deducción subsidiaria
puede figurar aisladam ente o en el contexto de una deducción de m ayores dim ensio
nes (subsidiaria o no). Las prem isas de la deducción subsidiaria, o al m enos las ocu
rrencias de las fórm ulas que integran esas prem isas, quedan afectadas por la cancela
ción del supuesto, puesto que de él dependen, y no deben ser utilizadas como antece
dentes de nuevas inferencias.
En nuestra notación, ello se puede indicar de la siguiente forma. Una vez se haya
obtenido la línea que da lugar a la inferencia de la fórmula independiente, se m arcará
dicha línea con lina señal sim ilar a la del supuesto, pero esta vez de m odo que la es
cuadra m ire hacia arriba. Imagínese, por ejemplo, que se dispone de una regla de infe
rencia según la cual si de un determinado supuesto se sigue una contradicción, se
puede inferir la negación de ese supuesto. Sea el supuesto A introducido en la línea m
de una determinada derivación; si m ás tarde apareciese en la línea n (siendo n m ayor
que mí) una contradicción B a —>B, se podrá inferir inmediatam ente como fórm ula in
dependiente la negación de dicho supuesto A. En tal caso se m arcará la línea n con la
referida escuadra hacia arriba:
—mA
- n B a —i B
Después se construirá una nueva línea de derivación, de núm ero n + 1, con la fór
m ula independiente, que en este caso sería —>A. Pero antes de ello se trazará desde el
extrem o izquierdo de la m arca del supuesto al extrem o izquierdo de la m arca de la lí
nea de derivación que antecede a la fórm ula independiente, un trazo vertical continuo
que cierre, a m anera de llave, el bloque de líneas de derivación com prendido entre
am bas marcas. Así quedará indicado que ese bloque, iniciado por el supuesto y de
pendiente de él, debe considerarse, en adelante, abolido o anulado. De este m odo re
sultaría:
L- n B a —i B
n+ 1 A
p (q r), p q, p H r
- 1 p —> (q —>r)
— 2 p —>q
~3p
A q -> r M P 1,3
5q M P 2,3
6r M P 4,5
Las tres prim eras líneas de esta derivación son supuestos previos. La línea 4 se
introduce por inferencia inm ediata, considerando que las líneas anteriores 1 y 3 pro
porcionan ia base adecuada para aplicar la regla m odus ponens. Por idéntico m eca
nism o se introducen las dos restantes, tom ando com o antecedentes para la aplicación
de dicha regla prim ero a las líneas 2 y 3, y luego a las líneas 4 y 5.
L a confección de un cálculo lógico viene a posibilitar, com o puede verse en
este ejem plo, la realización del ideal deductivo soñado por L e i b n i z . Una deducción
realizada de acuerdo con el cálculo es, com o gustaba decir F r e g e , una construcción
lückenlos, «sin agujeros» ni lagunas de ninguna clase, en donde todo paso está expli-
citado y no hay una sola pieza falta de justificación.
§ 7. Resolución de argumentos
7 Esta afirm ación quedará dem ostrada de m odo satisfactorio en el Capítulo XV.
a) Si la conclusión o la fórm ula que de m om ento interese
estab lecer tiene la estructura de una im plicación, puede introdu
cirse com o suposición provisional el antecedente de la m ism a,
con lo cual se reduce el problem a a obtener el consecuente de
ella y luego establecer, por teorem a de deducción, la fórm ula
deseada, al tiem po que se descarga el supuesto. (Si el conse
cuente en cuestión tuviese tam bién la estructura de una im plica
ción, se p odría suponer tam bién su antecedente, con lo cual el
problem a volvería a reducirse a la deducción de un consecuente
m ás sim ple que antes, y así sucesivam ente, m ientras nos h alle
m os frente a im plicaciones, cada una de las cuales quedará des
pués establecida m ediante la correspondiente aplicación del te o
rem a de deducción.)
b) Si en las prem isas a utilizar figura una disyunción, se darán
provisionalmente por supuestos cada uno de sus extremos y se tra
tará de deducir de cada uno de ellos la conclusión o la fórm ula que
de momento interese establecer (prueba por casos).
4) Siempre que fallen otros intentos cabe recurrir a la deduc
ción indirecta: se supone provisionalmente la negación de la fór
mula que interese establecer y se intenta extraer de esa negación una
contradicción; el rechazo de esta contradicción nos proporcionará la
fórmula deseada.
A continuación sigue una serie de ejemplos de resolución de ar
gumentos y deducciones mediante el empleo de reglas, básicas de
júniores.
Formalización
-1 —ip q
-2 —> r
<7
-3 ->P
4 q M P 1,3
5 r M P 2,3
6 —i/? —>r TD 3,5
Derivación
- 1 / ) - > ( ? v r)
- 2 ^r
- 3 r —» .v
- 4 /?
5qvr M P 1,4
- 6 ?
Ir M P 2,6
- 8 í M P 3,7
- 9r
-10 5’ M P 3,9
11 5 C as 5, 6 - 8 , 9-10
12- p —> 5 TD4 - 1 1
s Es fácil advertir que la resolución de este argum ento puede realizarse con el ex
clusivo uso de las dos reglas básicas de implicación (M P, TD).
En efecto, la conclusión es una im plicación, cuyo establecim iento tendrá lugar
suponiendo primero, inm ediatam ente después de anotar las prem isas iniciales, el an
tecedente (línea 3) y buscando después el consecuente. La obtención de éste se logra
elim inando im plicadores m ediante M P en las prem isas iniciales (lineas 4 y 5). Final
m ente, por T D se construye la conclusión, al tiem po que se cancela la suposición
provisional del antecedente de la misma.
Ejercicio 3.° Resolver, m ediante el m étodo de reducción al ab
surdo, el siguiente argumento
p-~>^q, r~>q\--n(p/\r)
Derivación
-\p-^->q
- 2 r —> q
■3 p a r
4p Simp, 3
5r Simp2 3
6 q M P 2,5
7 'q M P 1,4
■8 q a —i q Prod 6,7
9 —i (p A r) Abs 3-8
(- (p —» r) a (q —» s) —> (¿> a q —» r a s) 9
Demostración
- 1 (/? —» r ) a ( # —> j )
- 2p Aq
3p r Simp, 1
4 Simp, 2
5r M P 3,4
6 ¿7—> s Simp21
7q Simp2 2
8 s M P 6,7
- 9r a s Prod 5,8
~\Qp a q —> r a s TD 2-9
\ \ (p —> r ) A ( q —>s ) ( p a q^ r a s) TD 1-10
Formalización 10
A los jóvenes socialistas alem anes apoyan a Brandt;
R los jóvenes socialistas renuncian a sus reivindicaciones;
C los jóvenes socialistas alemanes com baten a Brandt;
F los jóvenes socialistas alemanes favorecen a Strauss
Derivación 11,12
■1A -» R
2C->F
3 A vC
4A
5R M P 1,4
6 R v F Ad, 5
7C
8 F M P 2,7
9RvF Ad2 8
10 R v F M P 3,4-6, 7-9
Formalización 13
T —»E, V - » M , M a E —» P |- T a V -í P
D erivación 13
- 1 T —» E
- 2 V —> M
- 3M aE ^P
¡- 4 T a V
5T Simp, 4
6 E M P 1,5
7V Simp2 4
8 M M P 2,7
9M a E Prod 8,6
L 10 P M P 3,9
11T a V - 4 P TD 4-10
11 Las únicas reglas básicas a em plear en esta derivación son cuatro, las dos de
im plicación y las dos de conjunción, dado que la deducción es directa y los únicos
signos lógicos que intervienen en las premisas iniciales y en la conclusión son impli-
cador y conjuntor.
NOTA
(D M ,) (D M 2)
->(A a B) -■(A v B )
i A v —i B i A a —i B
- 1A->C
- 2 —i (B —> C)
-3 B -» A
-4B
5A M P 3,4
-6 C M P 1,5
7B C TD 4,6
8 (B —> C) a —i (B —>C) Prod 7,2
9 —, (B _> A) A bs 3-8
-1A->C
2 (B -> C)
3B A
4 B -» C Sil 3,1
5 (B —> C) a —i (B —>C) Prod 4,2
6 —i (B -> A) Abs 3-5
Formalización
Derivación
— 1P v C ^ lP v C
— 2C->F — 2C->F
_ 3F D — 3 F —> D
— 4P C — 4 P —> —i C
— 5 P —> U — 5 P —> U
— 6 U->D — 6 U —> D
— 7P 7 C —> D Sil 2, 3
8 U M P 5,7 8 P —> D Sil 5,6
L 9D M P 6 ,8 9D D il 1, 8 , 7
10 C
11 F M P 2,10
12 D M P 3,11
13 D C as 1,7-9, 10-12
Ejercicio 9." E jem plo de argum ento fundado en la regla del silogism o disyun
tivo ( P u r t i l l , Logic fo r P hilosophers, pp. 535-536).
En el diálogo platónico M enón (81a-86e) Sócrates trata de probar, con ayuda de
la experiencia y de la lógica, su fam osa «teoría de la rem iniscencia», según la cual el
aprendizaje del conocim iento científico se reduce al recuerdo o rem iniscencia de la
visión de las ideas en una vida extramundana.
La parte «experim ental» de su prueba consiste en dem ostrar ante testigos que un
jo ven esclavo, totalm ente desprovisto de form ación m atem ática, puede llegar por sí
mismo, si se lo som ete a un interrogatorio adecuado, al establecim iento de principios
y teorem as de geometría.
A continuación Sócrates argum enta diciendo que o bien ese joven esclavo apren
dió tales principios en alguna ocasión posterior a su nacim iento o, en caso contrarío,
se encuentra en posesión de conocim ientos que no adquirió durante su vida.
Pero a M e n ó n , que es el dueño del esclavo, le consta que jam ás ese joven, desde que
nació, tuvo ocasión de aprender geometría, lo cual induce a Sócrates a esgrimir la con
clusión de que el joven en cuestión posee conocimientos no adquiridos durante su vida.
A esta conclusión (que es una de las tesis cardinales de la referida teoría platónica
de la reminiscencia) se ha llegado por medio de un silogismo disyuntivo. Sin entrar en
la crítica de las suposiciones de la metafísica platónica, el esquema formal del proceso
de raciocinio, de acuerdo con el contexto del diálogo Menón l4, es como sigue.
Formalización
p , p —> (q v r), —i q \ r r
Derivación
- ]P
- 2p -> (q v r)
- 3 - .Í/
4qvr M P 2,1
5r SD 4,3
P -> <7
r —> —i q
r —> —i/»,
— 1p q
— 2 r —i q
— 3r
4 iq M P 2, 3
—: 5 —, p M T 1,4
6 r —>—i p TD 3-5.
2. Pero la deducción puede ser considerada tam bién con un
criterio semántico. El fundamento de este criterio es que sila deduc
ción es correcta, no es posible, por definición, que las premisas sean
verdaderas y la conclusión falsa. De acuerdo con ello, cabe ensayar
el intento de añadir a las premisas la hipótesis de la falsedad de la
conclusión y buscar un contraejemplo o contramodelo, esto es, una
interpretación que satisfaga las exigencias del tal conjunto de enun
ciados (haciendo así compatible la verdad de las premisas con la fal
sedad de la conclusión). El hallazgo del contraejem plo invalidaría,
obviamente, el argumento. Pero tam bién puede suceder que la bús
queda term ine ante una contradicción, en cuyo caso el problem a de
deducir la conclusión del argumento a partir de las prem isas inicia
les queda resuelto en sentido positivo.
El procedim iento de la busca de contraejem plos, que viene a ser
una especie de versión sem ántica de la reducción al absurdo, ha sido
utilizado en lógica desde antiguo para la invalidación de argumentos
cuya corrección se pone en tela de juicio '. Pero el hallazgo del con
traejem plo era algo que hasta el presente dependía prácticam ente
del azar. Sin em bargo, desde 1955 se ha im puesto entre ios lógi
cos, gracias a las investigaciones, llevadas a cabo separadam ente,
de E. W. B e t h y J. H i n t i k k a 2, un método que perm ite la búsqueda
sistem ática de la interpretación invalidadora del argumento. Ello ha
dado lugar a nuevas técnicas de cálculo que reciben generalm ente el
nom bre de tablas semánticas.
Estas técnicas se caracterizan por operar con un conjunto muy
reducido de reglas, que es bastante sim ilar al repertorio de reglas
básicas de la deducción natural de G e n t z e n . Ello puede alargar a
veces el proceso de la deducción. A cambio de este inconveniente,
el modo de operar con las regías semánticas posee la ventaja de ser
absolutam ente m ecánico y facilitar, por tanto, extraordinariamente
la solución de problem as deductivos.
Un nuevo examen del anterior ejemplo puede servirnos de intro
ducción al método de las tablas semánticas. El argumento en cuestión
p~~>q
r —> —¡q
r - > —!/?
1 De hecho Aristóteles hizo uso de este m étodo para invalidar determ inados m o
dos incorrectos de silogismo; y al final del libro segundo de los Prim eros Analíticos
dedica un capítulo a la teoria de la U v o ta o iq procedim iento de argum entación dia
léctica consistente en aducir una instancia en contrario.
2 Cfr. B e t h 1955 (y B e t h 1959), reim preso en H i n t i k k a 1969. A lgunos m a
nuales m odernos basan exclusivam ente sus cálculos en el uso de las tablas sem ánti
cas; así J f.f f r e y s 1967 y S m u l l y a n 1968. En este capítulo me atengo principalm ente
al m étodo de las «tablas analíticas» de S m u l l y a n , en las que predom ina la form a de
árbol sobre la estructura tabular. El sistem a de reglas propuesto por este autor es
de una sencillez y elegancia difícilm ente superables. Tam bién J e f f r u y s tom a de
S m u l l y a n la idea de convertir la tabla en árbol. V éase asim ism o B i í n e y t o 1971. (La
referencia com pleta de estas obras figura en la bibliografía.)
consta de tres im plicaciones, en dos de las cuales interviene el ne
gador.
Ahora bien, im agínese que se dispone de inform ación semántica
sobre el valor de verdad de esas implicaciones. En tal caso cabría
hacer las dos siguientes inferencias:
(1) A -> B
—i A | B
(2) —i (A —> B)
A
—. B
1 Ax —■—i Px
2 —i —i Pa VG 1
3 Pa DN 2
1 Ax - i - i Px
2 Pa VG 1
FI 3
FI 33
O) (2)
A a B (A a B)
_ _
A | —i B
B
(p —» r) a (q s) -> (p a q —> r a s )
4 p~)r VC 2
5 q —^ s VC 2
6 p a q FI 3
7 -i(r a s ) FI 3
8 p VC 6
9q VC 6
14 —1 r FC 7 1 5 —T's F C 7
X
Partiendo, pues, de la línea 11, una nueva bifurcación resultante
de disolver por la regla F I la línea 5 da lugar al nuevo par de lí
neas 12 y 13, asim ism o de diferentes trayectorias. La prim era de
ellas pone de m anifiesto una contradicción (con la línea 9), y p er
m ite así cerrar la trayectoria definida por las líneas 1 a 9 y 11 y
12. La últim a bifurcación a partir de la línea 13 se basa en la di
solución de la línea 7, que es la negación de una conjunción, por
la regla FC. C ada una de las nuevas líneas resultantes introduce
una nueva contradicción, con lo cual la tabla queda totalm ente
clausurada y queda probado que la fórm ula en cuestión es una
tautología. De hecho se trata de la ley lógica que L e i b n i z deno
m inó praeclarum theorem a y cuya derivación por deducción natu
ral puede verse en el Capítulo V, ejercicio 4.°
1 i (A —> A)
2 A FI 1
3 A FI 1
X
Ejercicio 2.° D ecidir si la fórm ula A —> (B A) es tautología.
1 —1 (A —> (B A))
2 A FI 1
3 -i(B->A) FI 1
4 B FI 3
5 -.A FI 3
X
Ejercicio 3.° D ecidir si la fórmula
A v (B a C) <-» (A v B) a (A v C) 4
es tau to lo g ía5.
4 Las fórm ulas de estos tres ejercicios son las tres leyes lógicas de identidad,
carga de prem isas y distribución de disyuntor en conjunción, que se consideran tam
bién en el sistem a de reglas derivadas del Capítulo VII, § 2 y § 3.
5 La com plicación es la conjunción de una implicación y su conversa. La negación
de esa conjunción al principio de una tabla implica la inmediata escisión en dos subtablas.
Dando por sobreentendida esta breve ratina inicial, podemos limitamos a presentar por se
parado la tabla de cada una de las implicaciones resultantes de la mencionada escisión.
1 -I [A V (B A C) -> (A v B) A (A V C)]
2 A v (B a C) FU
3 —i [(A v B) a (A v C)] FI 1
4 A VD 4 5 B a C VD 2
VC 5
VC 5
10-. A
X
14- i B FD 12 15 —. C F D 13
X X
A VD 4 9 B VD 4
X
10 A VD 5 11C VD 5
X
LOGICA SIMBOLICA
T a b l a IV
R e g la s s e m á n tic a s
n e g a c ió n
DN
—i —>A
A
im p l i c a c i ó n
VI FI
A -> B —i (A -> B)
-AlB A
CONJUNCION
VC FC
A a B - i (A a B)
A ¡A j i B
B
DISYUNCIÓN
CÁLCULO DE REGLAS DERIVADAS
§ 1. La noción de regla derivada
L a s o c h o r e g la s d e G e n t z e n p a r a la d e d u c c ió n n a tu r a l d e e n u n
c ia d o s s o n p o r sí s o la s s u f ic ie n t e s p a r a r e s o lv e r to d o p r o b le m a d e
d e d u c c ió n f o r m a l q u e se p r e s e n te d e n tr o d e la ló g ic a d e ju n t o r e s .
En la práctica, sin embargo, la resolución de argumentos con la
exclusiva ayuda de estas reglas resulta demasiado lenta. Por ello se
recom ienda el recurso a un procedim iento consistente en anotar
combinaciones, por así decirlo, «rutinarias» de aplicaciones de las
reglas básicas y construir con esas com binaciones nuevas reglas o
figuras deductivas que llam aremos derivadas.
Por ejemplo: imagínese que, por alguna razón, se desea cambiar
el orden de los com ponentes en una conjunción A a B,siendo A y
B fórmulas cualesquiera. Ello se podría efectuar mediante una de
ducción que se apoyase en una serie de aplicaciones de las reglas
básicas de conjuntor Simp y Prod y que transcurriría, más o menos,
así:
— 1A a B
2B Simp2 1
3A Sim p, 1
4B a A Prod 2,3
Pero si se tiene en cuenta que este proceso es rutinariamente va
ledero para cualquier caso de conjunción, puesto que A y B son fór
mulas cualesquiera, podem os ahorrarnos esa rutina en el futuro con
sólo añadir a nuestro arsenal de figuras deductivas esta otra, que re
sume dicho proceso:
Aa B
Ba A
Esta figura deductiva puede ser considerada como una nueva re
gla que no será ya básica, sino derivada, esto es, fundada en la apli-
cación de reglas básicas. La ayuda de esta regla nos perm itiría per
m utar directam ente el orden de los componentes de una conjunción
cualquiera, sin necesidad de repetir el rodeo de cuatro pasos que
acabamos de recorrer.
A continuación estudiarem os sistem áticam ente las principales
reglas derivadas para el cálculo de juntores. C ada una de estas re
glas irá acom pañada de su correspondiente fundam entación o re
ducción deductiva a reglas anteriores (que pueden ser tam bién de
rivadas, pero que, en últim a instancia, al térm ino final de la
reducción serán siem pre las básicas). A la fundam entación de una
regla derivada en otras anteriores la llam arem os tam bién «deduc
ción», aunque un proceso de esa índole no sea, en rigor, una de
ducción form al, sino un esquem a m etalingüístico de deducción
form al.
En cierto m odo, cada una de las reglas de este cálculo puede
ser considerada com o la expresión de una ley lógica m ediante una
fig u ra deductiva. La revisión de un sistem a de las diferentes re
glas de cálculo de conectores será una revisión de las diferentes
leyes de esta parte de la lógica. La m ayoría de esas reglas son co
nocidas p or los lógicos desde m uy antiguo, pero sólo la m oderna
lógica sim bólica ha conseguido sistem atizarlas de un m odo com
pleto y analizar satisfactoriam ente sus recíprocas relaciones y n e
xos deductivos.
En el presente capítulo agruparem os las reglas derivadas del
cálculo de conectores en leyes de implicación, leyes de conjunción
y disyunción, y leyes de negación, a las que seguirán grupos adicio
nales de reglas de estructura más o menos compleja. Una visión si
nóptica del sistema total de reglas derivadas que se consideran en el
presente capítulo, se ofrece en la siguiente Tabla II.
La doble raya horizontal en algunas reglas indica que éstas valen
tam bién en sentido inverso.
Por lo general, la fundam entación de m uchas de estas reglas
irá acom pañada de com entarios explicativos en los que sobrea
bundarán las repeticiones y redundancias, pero cuya lectura podrá
ahorrarse, p or superflua, el lector que haya estudiado a fondo el
capítulo anterior. En todo caso, el análisis de cada una de estas
fundam entaciones, con o sin ayuda de los com entarios, es tarea
que se recom ienda al lector, porque no sólo le sum inistrará una
cierta inform ación teórica acerca de la estructura de las leyes ló
gicas, sino que le servirá tam bién de ejercicio y de práctica en el
arte de deducir.
REGLAS DERIVADAS DEL CÁLCULO DE CONECTORES
Sil M ut
A —> B A -» (B -> C)
B -> C B (A -» C)
A —> C
Id CPr
A A
A B -» A
Propiedad conmutativa
CC CD
A a B A vB
B a A Bv A
Propiedad asociativa
AC AD
(A a B) aX ( A v B)_v C^
A a ( I ) a C) A v (livC)
Propiedad distributiva
DC DD
A a (B v C) Av(BaC)
(A a B) v (A a C) (A v B) a (A v C)
Id C IdD
A a A AvA
A A
Ley de absorción
AbsC AbsD
A a (A v B) A v (A a B)
A A
REG LA S DERIVADAS D E N E G A C IÓ N
Cp MT
A ->'B
A -> B - .B
ÍDN ECQ
A A a —i A
—i —i A B
Im p E xp
A —> (B - » C) A a B —> C
A a B —> C A —> (B —> C)
Silogismo disyuntivo
SD, SD2
A vB A vB
-iB -i A
A B
Dilemas
REGLAS DE C O M P L IC A C IÓ N
IC O ECO, E C 02
A -^ B A ^B A<k >B
B^A A^B B-^A
A <H> B
A e B A B
A B
B A
INTERCAM BIO
A <-> B, Qj h
LEYES DE INTERDEFINICIÓ N
D efiniciones de —»
DI, D I2
A —y B A —y B
—i (A a —i B) —. A v B
D efiniciones de a, v
DfC, D fD x
A a B A vB
—i (A —> —. B) —i A —> B
DfC2 D fD 2
A a B A vB
i ( — , A v —i B) —, . A a — i B)
leyes de D e M organ
DM , DM2
—i (A a B) —. (A v B)
i A v —i B —. A a —. B
§ 2. Leyes de implicación
A->B ÍA ^ B
B —> C 2 B —> C
A —> C 3A
4B M P 1,3
5C M P 2,4
6 A -> C TD 3-5
A -> (B -» C) — 1 A —» (B —> C)
B - 4 (A -» C) -2 B
r 3A
M P 1,3
L 5c
4 B -> C
M P 4,2
- 6 A -> C TD 3-5
7 B -» (A -» C) TD 2-6
A -1 A
A -2 -1 A
- 3 A a —i A P rod 1,2
4 —i —. A A bs 2-3
5A DN 4
A -1A
B —> A 2B
3A Id 1
-4 B -^ A TD 2-3
C onm utativa
1. A a B h B a A 2. A vB oB vA
asociativa (libertad de asociación entre los sum andos, o entre los factores):
(a + b) + c = a + (b + c) (ab)c = a(bc),
a(b + c) = ab + ac.
CÁ LCU LO DE REGLAS D ERIVA DAS 131
Asociativa
3. (A a B )a C « A a ( B a C) 4. (A v B) v C f ) A v (B v C)
5. A a (B v C) h (A a B) v (A a C)
6. A v (B a C) h (A v B) a (A v C)
Idem potencia
7. A a A «A 8. A v A h A
Absorción
9. A a (A v B ) « A 10. A v (A a B) f ) A
2 Ninguna de estas cinco propiedades se cum ple con carácter general en m ate
m ática ordinaria. Observe el lector que, en lo que respecta a la distribución, es ley
m atem ática la ya citada del producto en suma, pero no existe ley inversa que distri
buya la suma en producto.
A a J3
B a A
Fundamentación
- I A a B - 5 B a A
2B S im p 2 1 6A S im p, 5
3A Sim p, 1 7B Sim p, 5
4B a A P ro d 2,3 8 Aa B P rod 6,7
(A a B) a C
A a ( B a C )
Fundamentación
1 (A a B) a C — 8 A a (B a C)
2Aa B Sim p, 1 9A Sim p, 8
3C Sim p 2 1 IO B a C S im p 2 8
4A Sim p, 2 11 B Sim p, 10
5B Sim p 2 2 12 C S im p 2 10
6 B aC P ro d 5,3 13 A a B P ro d 9,11
7 A a (B a C) P ro d 4,6 14 (A a B) a C P ro d 13,12
A a (B v C)
(A a B ) v ( A a C)
CÁ LCU LO DE REGLAS D ERIVA DAS
Fundamentación
1 A A (B v C) — 11 (A a B) v (A a C)
2A Sim p, 1 r 12 A a B
3BvC S im p2 1 13 A Sim p, 12
4B 14 B S im p 2 12
5AaB P ro d , 2,4 15 B v C A d, 14
6 (A a B) v (A a C) A d, 5 - 16 A a (B v C) P ro d 13, 15
7C — 17 A a C
8 A a C P ro d , 2,7 18 A Sim p, 17
9 (A a B) v (A a C) A d2 8 19 C S im p2 17
10 (A a B) v (A a C) C a s 3,4-6,7-9 20 B v C A d2 19
1— 21 A a (B v C ) P ro d 18,20
22 A a (B v C.) C as 11, 12-16, 17-21
A a A
A
Fundamentación
1A a A — 3A
2A Sim p 1 4A Id 3
5A a A P rod 3,4
A^a (A v B)
A
Fundamentación
1A a (A v B) — 3A
2A Sim p, 1 4A v B Ad, 3
5 A a (A v B) P ro d 3,4
A vB
B vA
Fundamentación
1 Av B 7 Bv A
2 A 8 B
3BV A A d2 2 9A v B A d2 8
4B 10 A
5BV A Ad! 4 11 A v B Ad, 10
6 B V A C as 1,2-3,4-5 12 A v B C as 7,8-9,10-11
(A v B) v C
A v (B v C)
CÁ LCU LO DE REGLAS D ERIVA DAS
Fundamentación
- 1 (A v B) v C —13 A v (B v C)
^ 2 A vB 14 A
r 3A 15 A v B Ad, 14
L 4 A v (B v C) Ad! 3 L l 6 ( A v B ) v C A d , 15
r 5B -1 7 B v C
6 BvC Ad, 5 i—l 8 B
L 7 A v (B v C ) Ad 2 6 19 A v B Ad 2 18
- 8 A v (B v C) Cas 2,3-4,5-7 L 2 0 (A v B ) v C A d , 19
r 9C [-21 C
lO B v C Ad 2 9 L22 (A v B) v C Ad, 21
L llA v (B v C ) Ad 2 10 -2 3 (A v B) v C Cas 17,18-20,21-22
12 A v (B v C) Cas, 1,2-8,9-11 24 (A v B) v C Cas 13,14-16,17-23
A v ( B a C)
(A v B) a (A v Q
Fundamentación
- 1 A v (B a C) -13 (A v B) a (A v C)
- 2A 14A vB Simp, 13
3 A vB Ad, 2 -15 A
4Av C Ad, 2 -16 A v (B a C) Ad, 15
- 5 (A v B) a (A v C) Prod 3,4 -17 B
- 6 Ba C 18A vC Simp, 13
7B Simp, 6 19 A
8 Av B Ad 2 7 [■20 A v (B a C) Ad, 19
9C Simp 2 6 -21C
10 A v C Ad 2 9 22 B a C Prod 17,21
-11 (A v B ) a (A v C) Prod 8,10 -23 A v (B a C) Ad2 22
12 v C)1,2-5,6- 11
(A v B) a (ACas 24 A v (B a C) Cas 18,19-20,21-23
25 A v (B a C)Cas 14,15-16,17-24
A vA
A
Fundamentación
1A v A 7A
8 A v A
Id 2
Id 2
C as 1,2-3,4-5
A v (A a B)
A
Fundamentación
1 A v (A a B) -7 A
8 A v (A a B) Ad! 7
Id 2
Sim p, 4
C as 1,2-3,4-5
§ 4. Leyes de negación
Ley de contraposición (C p)
Cp,
A ^ B
Fundamentación
ÍA ^ B
2 —i B
r 3A
4B M P 1,3
- 5 B a - i B P ro d 4,2
6 —A. A bs 3-5
T D 2-6
C p2
- 1 A —»■ B
B .A 2B
•3 A
4 —i B M P 1,3
5Ba - B P ro d 2,4
6 -. A A bs 3-5
7 B ^ - ,A TD 2-6
C p3
iA ^ B - 1 —i A -» B
i B -» A - 2 —. B
-3 - i A
4 B M P 1,3
5 B a —i B P ro d 4,2
6 i iA A bs 3-5
-7 A DN 6
8 —. B -> A TD 2-7
C p4
1 A - > - .B
2B
- 3 —, A
4 —i B M P 1,3
5 B a —i B P ro d 2,4
6 —i —i A A bs 3-5
-7 A DN 6
8 B —> A TD 2-7
A ^B - 1 A -» B
—i B 2 —i B
—i A 3A
4B M P 1-3
5Ba- B P ro d 4,2
6 -n A A bs 3-5
— 1 A ^B
— 2 ^B
3 -■ B -> - 1A Cp 1
4^ A M P 3,2
A — 1A
—i —i A i— 2 —i A
I— 3 A a —i A P ro d 1,2
4 —i —i A A bs 2-3
—i (A a —i A) i— 1 A a —i A
I— 2 A A -n A Id 1
3 -n (A A - . A ) Abs 1-2
A v —i A - 1 —i (A v ■A)
-2 A
3 A v- A Ad! 2
■4 (A v . A) A (A v A) P ro d 3,1
5 —i A A bs 2-4
6 A v -- .A A d2 5
■7 (A v — i A) A i (A v —i A) P ro d 6,1
8 - i —i (A v —i A) A bs 1-7
9 A v —i A DN 8
1 A a ~ 1A
2 -■ B
3 “'A Sim p2 1
4 ^ B -> -> A T D 2-3
5 A —> B Cp4 4
6A Sim p, 1
7B M P 5,6
Ley de exportación (Exp) Fundamentación
IA a B ^C
-2 A
r 3B
4A a B P ro d 2,3
5C M P 1,4
TD 3-5
7 A - > ( B ^ C ) T D 2-6
AvB 1A vB
2 —i B
A
4A Id 3
5B
6 B a —i B P ro d 5,2
7A ECQ6
8 A C as 1,3-4,5-7
6 El silogismo disyuntivo presenta dos m odalidades, según que la prem isa me-
CÁLCULO DE REGLAS DERIVA DAS
Dilema (Dil) 7
Dilem a constructivo
Simple Complejo
A vB A vB
A —> C A -> C
B -> C B —> D
C C vD
Fundamentación Fundamentación
1 A vB — 1A v B
2 A->C — 2A —> C
3B ^C — 3B —> D
4A — 4A
5C M P 2,4 5C M P 2,4
6 B L- 6 C v D Ad, 5
7C M P 3,6 — 7B
8 C C as 1,4-5,6-7 8 D M P 3,7
— 9C v D A d2 8
10 C vD C as 1,4 ■6,7-9
ñor niegue el segundo o el prim er extrem o de la m ayor. Denom inando SD, a la que
se acaba de exponer, la m odalidad SD2 sería:
A vB
-i A
AoB AoB
no B no A
Por tanto, A Por tanto, B.
AoB AoB
A B
Por tanto, no B Por tanto, no A,
Simple Complejo
-i A v - i B —i A v —i B
C —> A C ^A
C —> B D ^B
C —i C v —. D
Fundamentación Fundamentación
-l-i Av B 1 A v- B
2 C ^ A 2 C —» A
3 C->B 3 D —> B
4 —i A 4 -. A
5-i C M T 2,4 5 -i C M T 2,4
6 - 1 B 6 —■ C v - D Ad, 5
7-i C M T 3,6 7 -! B
8 -. C C as 1,4-5,6-7 8 -, D M T 3,7
9 —i C v - D A d2 8
10 —. C v - D C as 1,4-6,7-9
§ 6. Leyes de coimplicación
IC O ECO, EC 02
A >B A o B A <-> B
B —^ A A —> B B —^ A
A B
EC 03 Fundamentación
A B — 1A o B
A — 2 A
B 3 A -» B ECO, 1
4B M P 3,2
eco 4 Fundamentación
A ^B ^ I A h B
B_____ — 2B
A 3B ^A ECOz 1
4A M P 3,2
Reflexividad: hA eA .
Simetría: h (A <-> B) —» (B <-> A).
Transitividad: h (A <-» B) a (B C) —> (A <-> C).
p- 1 ( A o B )a (B o C )
2Ao B Sim p, 1
3B oC Siinp, 1
4A-^B ECO, 2
5 B —> C ECO, 3
6 A ^ C Sil 4,5
7 C —> B EC O 3
8 B ^ A ECOz 2
9C-> A Sil 7,8
-IO A h C I C O 6,9
11 (A <-> B) a (B C) —> (A <-> C) TD 1,10
§ 7. Intercambio
i —i A —y —i —i A a B,
A o A a B.
— 1 —i A ^ —i-- i A a B
—2A
3 - iA IDN 2
4 - . —i A a B M P 1,3
5B Simp 4
—6 AaB P ro d 2,5
7 A —^ A a B TD 2-6
A h B,Ca
— 1 —1 —1 A —> —1 —1 A a B
2 A -> A a B l ¡)\ 1
si A <—
> B, entonces C A <-> C B.
Este teorem a (y lo m ism o sucede con la regla de intercam bio) no form a parte del
lenguaje objeto, sino del m etalenguaje; es un metateorema, que implica estructural
m ente referencia a m uy diversos contextos de form ulas. Su dem ostración no se efec
túa por m étodos exclusivam ente form ales, sino recurriendo adem ás al uso intuitivo
del llam ado principio de inducción m atem ática.
A este respecto conviene hacer un p a r de aclaraciones. El principio ele inducción
m atemática, que es uno de los pilares básicos de la m atem ática elem ental, se enuncia
inform alm ente así: «una propiedad que corresponda a cero y al sucesor de cualquier
núm ero natural que la posea, corresponde a todo núm ero natural» (sobre la estructura
form al de este principio puede verse el Capítulo XIV , § 8).
De acuerdo con dicho principio resulta posible probar con carácter general una
proposición referente a núm eros naturales, si se prueba:
El cam po p rin cip al de aplicació n del p rin cip io de inducción m atem ática es el
univ erso de los núm eros naturales. P ero com o las fó rm u las de la lógica elem en
tal tienen u n a e stru ctu ra finita, es posible e x p resa r esa e stru ctu ra en núm eros na
tu rales m ediante fu n cio n es tales com o el grado lógico de una fórm ula. De este
m odo, por indu cció n sobre tales núm eros, re su lta posible d em o strar tesis g ene
rales valederas p a ra toda fórm ula. C uando el p rin cip io de indu cció n m atem ática
se aplica a (núm eros n atu rales que son m edida de) fórm ulas lógicas, se le llam a
p rin cip io de inducción sem iótica, la cual no es otra cosa que la inducción m ate
m ática ap licad a al m aterial sem iótico o sim bólico de que están h echas las fó r
m ulas.
Así pues, si se m uestra que una propiedad le corresponde a las fórm ulas de grado
cero, y se m uestra tam bién que si corresponde a las fórm ulas de grado n, corresponde
asim ism o a las de grado n + 1, entonces queda probado que esa propiedad corres
ponde a toda fórmula.
A este principio se recurre en la prueba del m etateorem a de intercam bio, la cual
se efectúa por inducción sem iótica sobre el grado lógico de la fórm ula englobante.
Este teorem a consta de una hipótesis:
A B
y de una tesis:
CA o CB.
A lo largo de todo el proceso inductivo, tanto de la base com o del paso, la hipótesis
es algo que se dará, obviam ente, en todo m om ento por supuesto, m ientras que la tesis
es justam ente lo que, tanto en la base com o en el paso, habrá que probar.
Base. G (Ca ) = 0. Esto quiere decir que CA es atómica. Pero entonces CA es A y A
es B, y por tanto, trivialm ente, CA <-> C B.
Paso. Se supone que para cualquier grado n de CA, CA <-> C B. Y se ha de probar
que para una fórm ula D de grado lógico n + 1 y tal que englobase inm ediatam ente a
CA (esto es: que su sím bolo principal recayese de m odo inmediato sobre CA), valiese
el intercam bio: si CA se cam bia por CB en el seno de D, el resultado D 1 sería tal que
D h D*.
A hora bien la fórm ula D ha de tener forzosam ente la estructura: (1) de una nega
ción, y entonces D CA; (2) de una conjunción, y entonces D ±=? CA a E; (3) de
una disyunción, y entonces D CA v E; o de (4) una im plicación, y entonces o bien
(4.1) D ±=í CA -> E, o bien (4.2) D ^ E -> CA.
El exam en de estos casos, uno por uno, sum inistra la prueba del paso del teo
rema.
Caso (1): D *=? - 1C A. Hay que dem ostrar CA <-> -*> C„.
1 CA CB hipótesis de la inducción
2 CB -> CA EC 02 1
3 Ca C„ Cp 2
4 CA -» C„ ECO, 1
Cp 4
IC O 4,5
— 1 CA A E — 7 CB a E
2 CA Sim p, 1 8 CB Simp, 7
3 CA f-> CB Hip. induc. 9 CA <-» C B H ip. induc.
4C b E C 033 10 CA E C 049
5E Sim p2 1 11 E Sim p, 7
6 CB a E Prod 4,5 12C a a E Prod 10,11
— 1 CAv E — 10C Bv E
2 CA <-> CB Hip. induc. u c a« cb H ip. induc.
3 C A -> CB ECO, 2 12 CB —> CA e c o 2 11
r 4C A - - 13 CB
5 CB M P 3,4 14 CA M P 12, 13
6 CB v E Ad, 5 — 15 CA v E Ad, 14
7E — 16 E
— 8 CB v E A d2 7 — 17C Av E Ad2 16
9 C Bv E C a s 1,4-6, 7-8 18 CA v E C as 10, 13-15, 16-17
Caso (4.1): D CA —> E. Hay que dem ostrar (CA —> E) <-» (C B —>E).
— 1 CA-» E — 5 CB -> E
2 C A <-> CB Hip. induc. 6(•: > Hip. induc.
3 CB CA E C 0 22 7 CA -* CB ECO, 6
4 CB E Sil 3, 1 8 CA E Sil 7,5
Caso (4.2): D E CA. H ay que dem ostrar (E —> CA) <-> (E —> CB).
— 1 E —> CA 5 E —> C B
2 CA <-> C B Hip, ¡nduc. ¡>Ca h C b Hip. induc.
3 CA CB ECO , 2 7 CB -» CA EC O , 6
4 E —> CB Sil 1, 3 8 E —> CA Sil 5,7
§ 8. Leyes de interdefinición
. 1 (A —> B) . (A a —i B) DI,
2 . (A -» B) A vB DI
3. A a B « - . ( A ^ - i B) DfC,
4. A a B h - i ( - i A v -- B ) DfC2
5. A v B e - i A —> B DfD,
6. A v B h t ( - i A a —i B) DfD2
7. i ( A a B ) h --i A v n B DM,
8. - i ( A v B ) h -- i A A —i B dm 2
La deducción de cada una de estas leyes sin más ayuda que las
reglas básicas, es un proceso relativamente laborioso. Por tal método
deducirem os solamente, a guisa de ejemplo, la regla DI,. Las restan
tes se deducirán con ayuda de reglas derivadas. A partir de la funda-
m entación de DfC, se hará uso además de la regla de intercambio.
Finalmente, para la obtención de las cuatro últim as leyes de interde
finición em plearem os el procedim iento denominado por K l e e n e
«cadena de equivalencias», que abrevia de m anera m uy considera
ble el número de pasos deductivos.
Definiciones del implicador
M ediante a (DI,)
A -> B
—1(A a - 1B)
Fundamentación
M ediante — v (D I2)
A- ^B
-A v B
Fundamentación
- 1 A —> B 9 — 12^A vB
- 2 ~ 1(“ ’ A v B) — 13 A
r 3A 1 4 -•-■ A ID N 13
4 B M P 1,3 15 B SD 12,14
5 AvB A d2 4 16 A —> B T D 13-15
- 6 (-> A v B) a —1i ( -> A v B) P ro d 5,2
7^A A bs 3-6
8^AvB Ad, 7
9 ( - > A v B ) a - ( - A v B) P ro d 8,2
10 A v B) A bs 2-9
11 -> A v B DN 10
9 Una versión de la prim era parte de esta fundam entación podría transcurrir,
utilizando el principio de tercero excluido, como sigue:
^ÍA^B
2A v-A PTE
— 3A
4B MP
1— 5 - , A v B Ad2
— 6 -■ A
L-7-AvB Ad,
8-A vB Ca s
CÁ LCU LO DE REGLAS D ERIVA DAS
Fundamentación
- IA aB — 4 - i (A B)
2 (A a - i B) P DN 1 5—i —i (A a —¡ - B) I DI 2 4
3_,(A-»--,B) 11,2 6 A a B r DN 5
M ediante —>, v (D fC 2)
A a B
( - i A v —i B)
Fundamentación
1A a B — 4 —i (—i A v —i B)
2 —i (A —> —i B) DfC, 1 5 (A -» -n B) I D I2 4
3 —. (—i A v —i B) I DI 2 2 6 A a B DfC, 5
Fundamentación
— 1A v B — 4 —i A ^ B
2 —i —i A v B I DN 1 5 —i —i A v B D I2 4
3 A -» B D I2 2 6 A v B I DN 5
— 1A v B — 4 —i ( —1 A a —i B)
2 - i A -» B DfD, 1 5 -> A B I DI, 4
3 —i (—i A a —. B) I DI, 2 6 A v B DfD, 5
El m étodo de «cadena de equivalencias» utilizado por K l e e n e ,
sim plifica mucho la notación de deducciones cuyo pasos se funden
exclusivamente en leyes de equivalencia.
En m atem ática es usual la práctica de econom izar innecesarias
repeticiones en el establecimiento de cadenas de ecuaciones. Por
ejemplo, en lugar de
a =b, b = c, c = d , ...
suele escribirse
a = b = c = d...
( A b B ) a ( B h C ) a ( C h D)
A h B h C h D
Después de cada miem bro del eslabón se puede anotar entre parén
tesis cuadrados la justificación del paso deductivo que proceda. Así
por ejemplo, las derivaciones de las dos leyes de definición del dis
yuntor DfD, y DfD2 que se expusieron en la página anterior, se po
drían anotar con el nuevo método del siguiente modo:
DfD,
A v B < - > —»—i A v B [ I DN] <-> —i A —» B [D I2]
DfD,
p,q\~r.
2 Un fenóm eno de notación sim ilar sucede en m atem ática para indicar la reitera
ción de operaciones de producto y adición:
3
el producto reiterado: a, ■a2 ■a3 se abrevia así: I I a¡
i
3
la adición reiterada: + a 2 + a3 se abrevia así: Z a¡
i~ 1
De hecho algunos autores utilizan los sím bolos II, Z com o cuantificadores lógi
cos (generalizador y particularizador respectivam ente).
en un núm ero finito de pasos, m ientras que las fórmulas cuantifica
cionales, vendrían a implicar, cuando el rango de sus variables fuese
infinito, un análisis que no se term inaría nunca, como sucede con la
descom posición de una línea en puntos.
De este modo resulta la paradójica consecuencia de que la estruc
tura de la lógica, que debiera ser independiente de cualquier universo,
depende cabalmente de la estructura misma del universo al que se
aplique, al menos del hecho de que éste sea finito o infinito.
* B. Se m á n t ic a c u a n t if ic a c io n a l
3 Estos dos térm inos, en las acepciones en que suelen ser hoy tom ados en lógica
y en lingüística, proceden de M o r r i s , que divide la sem iótica, (ciencia de los signos)
en tres partes: sintaxis (teoría de las relaciones entre los signos), sem ántica (teoría de
las relaciones del signo con su contenido) y pragm ática (teoría de las relaciones del
signo con el sujeto que lo usa).
En la construcción de nuestro sistem a deductivo hemos dedi
cado hasta el presente preferentem ente atención a la sintaxis del
mismo: exposición del lenguaje form al (tablas de sím bolos y reglas
de formación de fórmulas) y cálculo fundado en la relación formal
de deducibilidad (teoría de la deducción formal). La mayor parte de
las categorías hasta ahora empleadas: form a lógica, fórmula, deduc
tor, etc., han sido, pues, categorías sintácticas.
En este capítulo iniciaremos el estudio de algunas de las principa
les categorías semánticas, como las de verdad, interpretación, modelo,
consecuencia, tal y como son definidas por la m oderna ló g ica4.
C a r n a p 5 propuso la división de la sem ántica en teoría de la ex
tensión y teoría de la intensión. La prim era estudiaría la relación de
las palabras y frases a las cosas (denotación, extensión); la segunda
se ocuparía del significado o sentido de la palabras y de las frases
(connotación, com prensión ) 6
La diferencia entre extensión e intensión se aprecia fácilmente
analizando el uso de los predicados (nom bres comunes). Así por
ejemplo, la extensión del predicado «azul» está determ ina por la
clase de los objetos que son azules. Pero tam bién cabe decir que el
color azul tiene una serie de características propias, com o la de ocu
par un determ inado lugar en el espectro cromático: tales caracterís
ticas constituirán la intensión (significado) del predicado «azul».
Al considerar a los predicados desde el punto de vista «extensio-
nal» se dice que aluden, o mejor, que denotan clases o conjuntos 1.
Pero cuando se los contem pla desde el ángulo «intensional» se dice
que designan propiedades o notas de los objetos.
4 La investigación sistem ática de las cuestiones sem ánticas por parte de la lógica
m oderna (lo que suele llam arse «sem ántica pura») ha sido posterior al estudio de los
problem as de sintaxis. Puede decirse que com ienza a im ponerse hacia los años
treinta, aunque tenga antecedentes en el siglo pasado, con las obras de B o l z a n o y
F r e g e . Los principales prom otores de los actuales estudios de sem ántica desde el
punto de vista lógico han sido T a r s k i y C a r n a p .
5 En M eaning and necessity, Chicago, 1947, pp. 233 ss.
6 La lógica tradicional habla, respectivam ente, de extensión (aptitud de un predi
cado para ser atribuido a los m iem bros de un grupo de individuos) y de comprensión
(conjunto de notas que definen a un predicado). L a doctrina de las relaciones entre la
extensión y la com prensión se encuentra clásicam ente expuesta en la Logique de P ort
R oyal (1662): cuanto m ayor es la extensión de un predicado m enor es su com pren
sión y viceversa (p. ej., «anim al» es m ás extenso que «hom bre» y a la vez m ás redu
cido en com prensión). La pareja de térm inos de análogo sentido denotación y conno
tación procede de John Stuart M i e l (1806-1873).
7 Cuando un predicado es poliádico, la clase o conjunto que denote recibe el
nom bre m ás específico de relación.
La m encionada diferencia de punto de vista en lógica repercute
en el criterio que se utilice para distinguir unos predicados de otros.
Desde el punto de vista extensional, dos predicados son idénticos
cuando se atribuyen a una m ism a clase de individuos. Por ejemplo,
los predicados «animal racional» y «bípedo implume» son extensio-
nalm ente idénticos, puesto que ambos denotan la misma clase, que
es la de los seres humanos. Pero para que dos predicados se consi
deren idénticos desde el punto de vista intensional se requiere ade
m ás que contengan las mismas notas. La determinación de criterios
de sinonimia (identidad de significado) y de definibilidad por espe
cificación de notas (como cuando se define el agua diciendo que es
un com puesto de dos partes de hidrógeno y una de oxígeno) son
cuestiones en que interviene la lógica intensional.
En un breve ensayo, hoy famoso, F r e g e 8 extendió de un modo
muy original la m encionada dualidad semántica de intensión y ex
tensión — en term inología de F r e g e : «sentido» y «referencia»—
para el caso de los nom bres propios y los enunciados.
La necesidad de introducir esta distinción en el uso de los nom
bres propios quedaría patentizada por enunciados tales como
La estrella de la m añana es la m ism a que la estrella de la tarde.
Este enunciado sólo puede ser entendido si se acepta que las expre
siones «estrella de la mañana» y «estrella de la tarde», que son nom
bres propios, tienen un sentido distinto, m ientras que su referencia
es la m ism a (porque la inform ación em pírica enseña que ambas de
notan una sola y m ism a cosa: el planeta Venus).
La m encionada dualidad sem ántica de sentido y referencia fue
asim ismo extrapolada por F r e g e al caso de los enunciados. En un
enunciado cabe distinguir dos tipos de contenido: por una parte, el
hecho que enuncia y, por otra, su valor de verdad. Así, por ejemplo,
en el enunciado «llueve» una cosa es su alusión a la lluvia y otra el
valor de verdad que le corresponda (verdad, si es cierto que llueve, y
falsedad si no es cierto que llueve). Ahora bien, para F r e g e el sen
8 Über Sinn und B edeutung (Sobre sentido y referencia), 1892. En cuanto a la tra
ducción de este título conviene advertir que la palabra alem ana «Bedeutung» se tra
duce norm alm ente por «significado», pero en el contexto de la teoría de Frege hay
que traducirla por «referencia» o «denotación». El térm ino «sentido», en cam bio
puede ser asim ilado aquí a «significado». U na versión castellana de este artículo, a
cargo de USises M o u u n e s, puede encontrarse en la colección de ensayos de filosofía
del lenguaje recopilada por Luis MI. V aldés, La búsqueda d el sentido, Tecnos,
M adrid, 1991, pp. 24-45.
tido (significado) del enunciado sería lo que por él se capta aun sin
saber si es verdadero o falso, y la referencia (denotación) del mismo
estaría constituida por su valor de verdad.
De acuerdo con esta teoría se da la circunstancia de que todos
los enunciados verdaderos tienen una m ism a referencia, a saber: la
verdad, aunque e¡ sentido de cada uno de ellos sea diverso. Y análo
gamente sucede con los enunciados falsos, pues por mucho que di
fiera el sentido de cada uno, su referencia es siempre la falsedad.
Sobre la viabilidad de una lógica o de una sem ántica establecida
con criterio intensional difieren las opiniones. Algunos autores,
como C a r n a p defienden esa viabilidad. Otros, como Q u i n e esti
man que la lógica intensional y la teoría del significado no llevan a
ninguna parte. Las categorías sem ánticas que se exponen en el resto
del capítulo son extensionales, vale decir, pertenecientes a la sem án
tica entendida com o teoría de la referencia.
’ Este artículo, cuyo propósito es, en palabras de su autor, «construir -con refe
rencia a un lenguaje dado— una definición m aterialm ente adecuada y form alm ente
correcta del término ‘enunciado verdadero’»... «problem a que pertenece a las cues
tiones clásicas de filosofía», fue presentado en 1931 a la Sociedad Científica de Var
sovia y publicado en polaco dos años después. U na traducción alem ana am pliada,
«Der W ahrheitsbegriff in den form alisierten Sprachen» [«El concepto de verdad en
los lenguajes norm alizados»] apareció ulteriormente en la revista Studia Philosophica,
vol. I (1936), pp. 261-405. Una versión inglesa de esta am pliación alem ana figura
con el título «The concept o f truth in form alized languagcs» com o VIII ensayo (pp.
152-278) en el libro de A lfred T a r s k i Logic, semantics, metamathematics, Papers
from 1923 to 1938, Clarendon Press, Oxford, 1956, que es una colección de artícu
los de Tarski traducidos al inglés por J. H. W o o d g k r . De esta versión, que abreviaré
CTFL, tom o las citas que siguen. La que aparece al principio de esta nota corres
ponde a la página 152.
tado una teoría extensional de la verdad que, aparte de revalidar,
curiosam ente, la vieja doctrina aristotélica de la correspondencia,
ha dado lugar m uy principalm ente al desarrollo de la m oderna se
m ántica.
El punto de vista de T a rski es que: 1) la noción de «verdad de
un enunciado» no es absoluta, sino relativa a un lenguaje L, en el
marco del cual se m ueve el enunciado de cuya verdad se trate; 2) el
predicado «verdadero», com o cualquier otra categoría de la sem án
tica, no pertenece al lenguaje objeto, o lenguaje acerca del cual se
habla, sino al metalenguaje, o lenguaje en el cual se habla acerca de
otro lenguaje 10, y 3) comoquiera que el lenguaje ordinario carece de
instrum ental adecuado para distinguir con precisión entre lenguaje y
metalenguaje, no está exento del riesgo de desem bocar en contradic
10 De acuerdo con este punto de vista, puede servir como base de análisis la si
guiente definición:
un enunciado verdadero es el que dice que los hechos son así, y así son los hechos,
que está sancionado por el uso ordinario de! lenguaje y la tradición filosófica ( T a r s k i ,
CTFL, p. 155, nota 2, cita a propósito de ello la definición de «verdadero» formulada
por A r i s t ó t e l e s en su M etafísica, F 7, 27: «decir de lo que es que no es y de lo que no
es que es, es falso; m ientras que decir de lo que es que es, o de lo que no es que no es,
es verdadero»), Pero semejante definición deberá, por lo pronto, ser reform ulada de
modo que resulten claramente diferenciables los objetos lingüísticos de sus denom ina
ciones metalingüísticas. En este sentido es útil denominar metalingüísticamente un
enunciado poniéndolo entre comillas (sobre la diferencia entre lenguaje objeto y m eta-
lenguaje y sobre el uso de comillas véase el Capítulo II, § 8, de este libro). Por ejemplo,
siendo «nieva» la denominación m etalingüística de nieva y representando por sí y sólo
si la conexión entre los extremos de la anterior definición, diríamos que
É sta es la clave de la fam osa convención T, postulada por Tarski com o criterio de de
finición de verdad; una definición de enunciado verdadero no sólo debe ser form al
m ente correcta, sino m aterialm ente adecuada, entendiendo por tal que incluya entre
sus consecuencias todas aquellas expresiones que sean instancias de la que se acaba
de formular. (CTFL, pp. 187-188.)
ciones ", razón por la cual la construcción de una definición rigu
rosa del concepto de «enunciado verdadero» resulta posible tan sólo
en los lenguajes formalizados u.
Esta definición es llevada a cabo por T a r s k i en el citado ar
tículo con ayuda del concepto semántico auxiliar de «satisfacción»,
cuya definición se construye previam ente recurriendo al empleo de
técnicas recursivas. A continuación nos ocuparem os de form a más
sistem ática de este problema. Conviene añadir al respecto, sin em
bargo, que hoy día, merced asimismo a la influencia de trabajos pos
teriores de T a r s k i la noción semántica de verdad es tratada en co
nexión más estrecha con la noción de «modelo», y en este sentido la
desarrollaremos en las páginas que siguen.
§ 5. E l dominio de la cuantificación
11 Tal sucede, por ejem plo, con la paradoja del m entiroso. T a r s k i (CTFL, p. 158)
cita una form ulación m uy sim ple de ella debida a L u k a s i e w i c z , que podem os repro
ducir así. Sea «c» abreviatura de «el enunciado im preso en la línea 5 de esta nota». Y
considérese ahora el enunciado:
c no es un enunciado verdadero.
Si se identifica el nom bre del objeto referido por la anterior descripción con su abre
viatura, resultará:
1) «c no es un enunciado verdadero» es idéntico a c.
Y aplicando al presente caso la fórm ula de definición de enunciado verdadero ex
puesta en la nota anterior:
2) «c no es un enunciado verdadero» es un enunciado verdadero si
y sólo si c no es un enunciado verdadero.
Pero reem plazando en 2) «c no es un enunciado verdadero» por su idéntico según 1)
resulta esta contradicción:
c es un enunciado verdadero si y sólo si c no es un enunciado verdadero.
La raíz de la contradicción, contra la cual no hay, en principio, defensa en el lenguaje
natural, está en que el enunciado intercom illado en 2) incluye ya en sí m ism o el tér
m ino «enunciado verdadero».
12 Dichos lenguajes «pueden ser escuetam ente caracterizados como lenguajes ar
tificiales en los que el sentido de toda expresión está inequívocam ente determinado
por su forma» (CTFL, pp. 165-166).
junto de fórmulas de un lenguaje formal, que podem os llamar
teoría, se elige arbitrariam ente como zona de referencia de la misma
un conjunto o colección de objetos cualquiera, como, por ejemplo,
el conjunto de los números o el conjunto de los seres humanos.
Acto seguido se selecciona, tam bién arbitrariamente, dentro del
conjunto elegido determ inadas propiedades o relaciones que se den
entre objetos pertenecientes a dicho conjunto. Obviamente, cada
una de esas propiedades o relaciones determinará, por su parte, un
subconjunto dentro de ese conjunto. Por ejemplo, si se ha elegido
com o zona de referencia el conjunto de los núm eros naturales y se
ha seleccionado en él la propiedad «ser par», dicha propiedad deter
m inará el conjunto de los núm eros pares, que es un subconjunto
dentro del conjunto de los naturales. Y si se ha elegido como zona
de referencia al conjunto de los seres hum anos y se ha seleccionado
en él la relación «ser casado», esta relación determ inará a su vez al
conjunto de las personas casadas, que es un subconjunto del con
junto de los seres humanos.
Designemos por U el conjunto elegido, al que llamaremos domi
nio, universo de discurso 13 o universo sin más. Entenderem os que
ese dominio es una situación, un trozo de mundo, real o posible, y
de él harem os nuestra «ontología», sin imponerle otras condiciones
que las siguientes, a saber: ( 1 ) que el conjunto en cuestión no esté
vacío de individuos, y (2 ) que los individuos que lo integren sean de
alguna m anera «distinguibles» entre sí.
Designemos por R f, ..., R* a las propiedades y relaciones 14 ele
gidas. Al conjunto ordenado o secuencia E form ada por el universo
U y las relaciones R*, ..., R* lo denom inam os estructura o
(posible ) realización o modelo de la teoría de que se trate y lo repre
sentamos así
I(L) = E
I(R) = R*
I(a¡) = a*{.
A A xV yR yx,
U, = N
I,(R ) = >
U2 = H
I 2(R) = ser padre de
y la interpretación de A es:
§ 6. Referencia cuantifícacional
a. Satisfacción
El uso del térm ino «satisfacción» en cl sentido propuesto por T a r s k i tiene su ori
gen en el lenguaje m atem ático. Así por ejem plo, si en la ecuación
x+ 1=4
se asigna a la variable x el valor 3, se dice que esta asignación de valor a x satisface
junto de fórmulas) si como resultado de la interpretación dicha fór
mula (o cada una de las fórmulas que formen parte del conjunto F) se
convierte o puede convertirse en un enunciado verdadero.
La relación de satisfacción es, claramente, una relación sem án
tica, que abreviamos, según el caso
I S at A
o
I S at F
esa ecuación. Este uso puede hacerse análogam ente extensivo a la lógica y a la teoría
del lenguaje en general. Supóngase dada, por ejem plo, una función enunciativa como
x es blanco.
Si se asigna en dicha función a x el valor «nieve», resultará la expresión
la nieve es blanca,
y com o en el caso anterior, análogam ente puede decirse en éste que tal asignación de
valor satisface la función, la cual se torna, por virtud de ello, en un enunciado verda
dero.
Sin em bargo el principal m érito de la aportación de T a r s k i no consiste solamente
en haber extendido al cam po de la lógica el uso del térm ino «satisfacción», sino en
haber dado a dicho térm ino en este cam po una definición absolutam ente rigurosa que
lo convierte en una categoría sem ántica de prim ordial interés, útil para la construc
ción de otras tales com o las de verdad o definibilidad, y, en general, para la teoría de
los sistem as deductivos.
U na definición recursíva de un concepto es una definición que procede por es
tratos, de la definición de casos sim ples a la de casos com plejos, basados en los ante
riores. El lenguaje form al (sintaxis) ofrece una estructura recursiva (fórm ulas atóm i
cas, últim o elem ento de análisis, y fórm ulas m oleculares, com puestas a partir de las
atóm icas, con un grado de com plejidad que puede progresar indefinidam ente, pero
siempre según determ inados m ódulos fijos), que precisam ente perm ite que se lo de
fina con un núm ero finito de palabras pese a que sus posibilidades sean infinitas. El
acierto de T a r s k i estuvo en saber apoyarse en esta estructura recursiva del lenguaje
para la construcción de sus definiciones sem ánticas. Toda fórm ula es una predicación
(verdadera o falsa) o una función lógica de predicaciones, de cuya verdad o falsedad
depende.
(Caso primero: la fórm ula es atómica.)
b. Verdad y modelo
20 En esta cláusula se entiende que los sím bolos individuales a,, ..., a„ son cons
tantes. Entendidos com o parám etros, habrá que especificar entonces que la secuencia
objetiva correspondiente puede ser cualquiera.
21 La form ulación de esta cláusula, inusual en los m anuales, es de B o o l o s y
Jeffrey.
22 M odelo se llam a tam bién (véase m ás arriba, p. 168) al dom inio de los valores
I Mod T (o I M od A)
lo que se lee: «I es m odelo de F (o de A)».
T e V sii I Mod T
de la función interpretativa, es decir, a la realización o estructura, en la m edida en
que es una secuencia de entidades objetivas que satisface las exigencias de una teo
ría. He aquí un par de definiciones en este sentido tom adas de T a r s k i : «Uno de los
conceptos que pueden ser definidos en térm inos del concepto de satisfacción es el
concepto de modelo. Supóngase que en el lenguaje que estam os considerando ciertas
variables corresponden a toda constante extra-lógica, y de m odo tal que todo enun
ciado se tom e en una función enunciativa si se reem plazan en él las constantes por
las correspondientes variables. Sea L cualquier clase de enunciados. Reem plazam os
todas las constantes extralógicas que ocurren en los enunciados pertenecientes a L
por las correspondientes variables, de form a que las m ism as constantes sean reem pla
zadas por las m ism as variables, y las diferentes por diferentes. De este m odo obtene
m os una clase L ' de funciones enunciativas. U na secuencia arbitraria de objetos que
satisface toda función enunciativa de la clase L ’ recibirá el nom bre de un modelo o
realización (justo en el sentido en que usualm ente se habla de m odelos de un sistem a
de axiom as de una teoría deductiva). Si, en particular, la clase L consta de un solo
enunciado X , llam arem os asim ism o al m odelo de la clase L, el modelo del enunciado
X ». («On the concept o f logical consequence», ensayo núm ero XVI de la colección
anteriorm ente citada Logic, semaníics, m etam athem atics, pp. 416-417. Este artículo
apareció originalm ente publicado en polaco en 1936 y en alem án ese m ism o año con
el título «Über den B egriff der logischen Folgerung» [«Sobre el concepto de la con
secuencia lógica»], en A ctes du Congrés International de P hilosophie Scientifique,
vol. VIII (Actualités Scientifiques et Industrielles, vol. 394), Herm ann, París, 1936,
pp. 1-11.)
«Una posible realización en la que todos los enunciados válidos de una teoría T
son satisfechos es llam ada un m odelo de T» ( U ndecidable Theories, libro escrito en
colaboración con A. M o s t o w s k i y R. M . R o b i n s o n , N orth-Holland, Am sterdam ,
1953, reim preso en 1968, p. 11).
Es de subrayar la radical diferencia que existe entre este uso del térm ino «m o
delo» en las ciencias form ales y el habitual en las ciencias empíricas. M odelo es en
sem ántica una entidad o conjunto de entidades que, en principio, no es lingüística:
una estructura relacional a la que, por virtud de la interpretación, se refiere una teo
ría. En las ciencias em píricas suele entenderse por modelo justam ente lo contrario,
por ejem plo, un conjunto de ecuaciones diferenciales (es decir, una teoría o entidad
lingüística) que «sim ula» o refleja una realidad.
O bsérvese que el hecho de que una in terp retació n satisfaga
una fórm ula o un conjunto de fórm ulas no es razón suficiente
p ara que se diga que es m odelo de ella. P ara que una in terp re ta
ción sea m odelo de una fórm ula, es preciso que la satisfaga para
toda secuencia objetiva, es decir: que no adm ita un solo ejem plo
en contra.
Sea, verb igracia, la fórm ula A Pab y sean U el universo
de los núm eros naturales e I(P ) = >. Según esta interpretación,
resu lta posible satisfacer la fórm ula A para determ inadas se
cuencias, com o serían entre otras las secuencias (2,1), (3,2),
pero no, sin em bargo, p ara las secuencias (1,2) o (2,3). En cam
bio, para el m ism o universo y la m ism a interpretación, supo
niendo adem ás señalada la relación de igualdad, la fórm ula B ^
Pab v Pba v a = b es verdadera (válida), puesto que p ara cu al
q uier par de núm eros y cualquiera que sea el orden en que se
nos den es m atem áticam ente verdadero que o uno es m ayor que
el otro, o a la inversa, o am bos son iguales (ley de tricotom ía):
no hay ejem plo en contra.
VxAyP xy —» AyV x P xy
A yV x P xy —> V xA yP xy
d. Consecuencia lógica
r (= a .
NA
DEDUCCIÓN CUANTIFICACIONAL
sería precisam ente elim inar los cuantificadores de las dos suposicio
nes iniciales. Ello perm itiría operar directam ente sobre las respecti
vas m atrices de éstas y obtener, por una sencilla aplicación de la re
gla del silogismo hipotético, la matriz de la conclusión; después de
lo cual se restituiría el cuantificador eliminado. El desarrollo com
pleto de este argumento (que es, dicho sea entre paréntesis, la for
m alización del ejemplo de la página 161, siendo P: ateniense, Q:
griego, R: europeo) puede verse al final de este capítulo (§ 10, Ejer
cicio 2.°a).
Ahora bien, las operaciones de suprim ir y restituir cuantificado-
A. D e d u c c ió n n a t u r a l
a la conclusión
o de la proposición
todo es material
a la proposición
esto es material.
U na fórm ula cerrada puede ser considerada com o una sentencia o un enunciado,
pero no asi una fórm ula abierta, en la cual las variables individuales son pronom bres
sacados fuera de contexto que tornan esencialm ente am bigua la expresión. Así pues,
la m era supresión de cuantificadores en un enunciado formal (p. ej., en V xP x) tiene
por resultado una expresión que ya no es un enunciado (p. ej., Px, que es la m atriz de
la particularización VxPx).
En nuestro cálculo eludirem os en la m edida de lo posible la m anipulación explí
cita de fórm ulas abiertas (a las que denom inam os con P r a w i t z seitdofórm ulas) recu
rriendo al uso de parám etros (variables individuales no susceptibles de cuantifica
ción; en sím bolos: a, b, c...) y estipulando que a l suprim ir los cuantificadores de una
fó rm u la se sustituirá en la m atriz (seudofórmula) resultante cada variable individual
libre en todas sus ocurrencias p o r un p arám etro que no figurase en la cuantificación
inicial. Por ejem plo, al suprim ir en:
V y (Pa v Qay);
A x P x b Pa
-1 A x Px
2 Pa EG 1
Lo m ism o en este últim o caso que en el anterior, las expresiones resultantes son
fórm ulas cerradas, puesto que los parám etros no son variables libres.
La operación consistente en la sustitución en una fórm ula cuantificacional
(abierta) de una o m ás variables libres, en todas sus ocurrencias, por respectivos pa
rámetros, puede anotarse así
A* (o A ®
D A E
IG
Pa
AxPx
A xP x v A x Q x b A x(P x v Qx)
- 1 A xP x v A xQ x
- 2 AxPx
3 Pa EG2
- 4 Pa v Qa T
- 5 A xQ x
6 Qa EG5
- 7 Pa v Qa T
8 Pa v Qa T
9 Ax(P x v Qx) IG 8
M ientras que la formalización y derivación del segundo argu
m ento sería:
1 Para poner m ás de relieve las líneas de derivación que interesan directam ente al
cálculo de cuantificadores, en este prim er capítulo se com entarán escuetam ente con
la letra T todas aquellas líneas que se funden en la aplicación de reglas del cálculo de
conectores. (Esa letra es abreviatura de «tautología», nom bre común a toda ley de la
lógica de conectores — véase Cap. IV— . A partir de la sección final de este capítulo,
dedicada a la resolución de argum entos, se volverá a especificar en los comentarios
el nom bre propio de la regla de lógica de conectores que en cada caso proceda.
En el primer argumento la regla IG se aplica a la línea 8 (resultado
de una prueba por casos que es ya independiente de supuestos subsi
diarios) para construir la línea 9, lo cual es correcto. Pero en el se
gundo argumento la posibilidad de aplicar la regla IG a la línea 3 para
construir la línea 4 queda frustrada por el hecho de que dicha línea 3
no está exenta de supuestos, ya que ella misma es una suposición. La
condición crítica de la regla impide, pues, su aplicación en tal caso.
IP
Pa
VxPx
Ax(Px —» Qx), Pa h V xQ x
4 El fundam ento de esta restricción es que no seria verosím il que el tal individuo
reuniese tam bién, adem ás de esa otra condición, la propiedad de que se trate.
Un ejem plo puede aclarar el sentido de la prohibición. Im agínese que el inspector
de una com pañía de seguros reconstruye verbalm ente las incidencias declaradas por
un conductor asegurado en la compañía: «a las 11 de la m añana del día de ayer el co
che del asegurado tuvo una colisión con un vehículo cuya identidad se desconoce.
Pongam os que fuera un Citroen. Dos horas después el coche del asegurado volvió a
sufrir otra colisión con un vehículo cuyos detalles se desconocen. Pongam os que
fuera un V olksw agen...»
cial de la que se parte 5, y 2 ) la línea terminal o conclusión no debe
contener tam poco ese símbolo individual, ni depender de ningún su
puesto sin descargar que lo contenga. Lo cual es tanto como decir
que el im aginario supuesto debe ser cancelado.
El esquema de la regla de elim inación de particularizador es
como sigue:
EP
Vx Px
i- Pa
- Á
~x
Condición de la regla: el parámetro propio a no debe ocurrir en
VxPx, ni tampoco en A, ni en ninguna hipótesis previa no descargada.
La estructura de la regla de elim inación de particularizador
guarda analogía con la estructura de la regla de elim inación de dis
yuntor (prueba por casos), de acuerdo con el estrecho parentesco ya
señalado entre el disyuntor y el particularizador.
«Citroén» es, en este contexto, un seudonom bre para designar la m arca de un co
che cuya real identidad se ignora. Si es preciso referirse nuevam ente a un coche des
conocido, que en principio puede no ser el m ismo, es m ejor cam biar de seudónimo,
para no dar lugar a confusiones.
5 Es la garantía form al de que el individuo im aginario está libre de otras cargas.
presentar un individuo absolutamente cualquiera, esto es, no sujeto
a ninguna hipótesis; pero el individuo supuesto en la segunda línea
no es un individuo cualquiera, sino un individuo tal, esto es, un in
dividuo condicionado al cum plimiento de la nota P. Así pues, la se
gunda línea no puede tener como resultado lógico la tercera.
Dicho más generalmente: la regla IG no es aplicable a un parámetro
hipotéticamente situado bajo el.alcance de la regla EP. En caso contrario
valdría la inferencia, manifiestamente incorrecta, del enunciado
Algunos hombres son ricos
al enunciado
Todos los hombres son ricos.
T abla III
REGLAS DEL CÁLCULO DE CUANTIFICADORES
I.Reg la s B ásicas (G en tzen , 1934)
Introducción de generalizador Eliminación de generalizador
IG EG
Pa AxPx
AxPx Pa
Condición: «a» no debe ocurrir en
ningún supuesto previo no cancelado.
A
A
Condición: «a» no debe ocurrir en
VxPx, ni en A, ni en ningún supuesto
previo no cancelado.
Intercambio
I
A B, CA
C„
Definición del generalizador Definición del particularizador
DG DP
AxPx VxPx
Vx - i Px —i Ax —i Px
Negación del generalizador Negación del particularizador
NG NP
§ 7. Intercambio cuantificacional
I
A <-> B, CA
CB
A xP x o —i Vx —i Px
A xQ x —> A xP x
A xQ x - > - i V x - i Px.
La dem ostración del caso 6: D *=? V xCA es sim ilar y puede ser sin dificultad rea
lizada por el lector.
Con la prueba de estos dos nuevos casos, más los cuatro ya exam inados en el Capí
tulo VII, queda demostrado el metateorema de intercambio para el cálculo de cuantifi
cadores:
si A B, entonces CA <-> C B
A <h >B, C
C
Fundamentación
Las lincas 1 y 2 son las prem isas de la regla I. La línea 3 se sigue por modus ponens
de la línea 1 y cl teorem a de intercam bio. La línea 4 se sigue de 3 y 2 por una de las
propiedades del coim plicador (regla E C 0 3).
DP
VxPx
Ax —i Px
Fundamentación
-1 VxPx 8 —i Ax —i Px
-2 Pa 9 - . VxPx
-3 A x - , Px 10 Pa
4- - .P a EG 3 11 VxPx IP 10
-5 Pa A --. Pa T 2, 4 12 VxPx a —i VxPx T 11,9
- 6 —. Ax - . P x T 3-5 13 —i Pa T 10-12
7 —i Ax - . P x E P 1, 2-6 14 A x - . P x IG 13
15 A x —i Px a —i A x - ,P x T 14, 8
1 6 —1—1VxPx T 9-15
17 VxPx T 16
DG
AxPx
- i Vx—i Px
Fundamen tación
- 1 AxPx - 5 —i V x —iPx
2 —, —, AxPx T I 6 —i —i Ax —i —i Px I DP 5
3 —i —i Ax - i —i Px IT 2 7 Ax —i —■Px T 6
4 —i Vx —>Px I DP 3 8 AxPx I T 7
NG
—i A x l ' x
Vx —i Px
Fundamentación
- 1 —iA x P x - 4 Vx —i Px
2 —1 —1 Vx —i Px I DG 1 5 Ax Px DP 4
3 Vx —i Px T2 6 —i AxPx IT 5
NP
- i VxPx
Ax —i Px
Fundamentación
1 - i VxPx - 4 Ax Px
2 —1 —1 Ax —i Px I DP 1 5 —i Vx —i —i Px DG 4
3 Ax —i Px T 2 6 —i VxPx IT 5
§ 9. Resolución de argumentos
A x(R x —» Px)
A x(P x —>—i Sx)
Ax(Rx a Qx —y Sx)
A x(R x —» —i (Px —» Qx)
Solución
Nota. Los esquem as de argum ento propuestos en este ejercicio son los cuatro
m odos de la prim era figura del silogism o categórico tradicional, es decir, respectiva
mente: Barbara, Celarent, Darii, Ferio.
ÍP 8 - 9 Vx(Px a —i Rx) IP 8
X
<
r
1
Nota. Los esquem as de argum ento propuestos en este ejercicio son los cuatro
modos de la segunda figura del silogism o categórico tradicional, es decir, respectiva
mente: Cesare, Camestres, Festino, Baroco.
Solución
7 Ra S im p 2 4 7 Ra MP 3,5
8 Pa a Ra Prod 6-7 8 Pa a Ra Prod 6 ,7
9 Vx(Px a Rx) IP 8 L 9 Vx(Px a Rx) IP 8
10 Vx(Px a Rx) EP 1,4-9 IOVx(Px a Rx) EP 2,4-9
Nota. Los esquem as de argum ento propuestos en este ejercicio son cuatro de
los seis m odos silogísticos de la tercera figura, es dccir, respectivam ente: Disamis,
Datisi, Bocardo, Ferison. Los dos m odos restantes: Darapti, F'elapton, no son dedu-
cibles en el cálculo de cuantificadores.
Nota. El lector podrá advertir que la estrategia de esta deducción consiste en so
m eter a una serie de transform aciones la segunda prem isa hasta obtener de ella el an
tecedente de la prim era (línea 5), cuyo consecuente, una vez liberado por M P (línea 6),
es tam bién transform ado hasta ser convertido en la conclusión. Todo ello requiere el
uso de las reglas de intercam bio y de interdefinición cuantificacional.
B. T a b l a s s e m á n t ic a s
VG FP
AxPx VxPx
Pa , Pa
perm iten este paso de una m anera absoluta. Su fundam ento intui
tivo se encuentra en el dato sem ántico de que de la verdad de una
generalización se sigue la verdad, y de la falsedad de una particu-
larización la falsedad, de cualquier instancia individual correspon
diente.
Las otras dos reglas, la regla de fa lsed a d del generalizador (FG)
y la regla de verdad del particularizador (VP) 8
FG VP
—! AxPx VxPx
—, Pa Pa
N EG A CIÓ N
DN
—, —i A
A
REGLAS DE VERDAD REGLAS DE FA LSED AD
IM PLICA CIÓN
VI II
A^>B (A -> B)
—, A I B A
,B
CONJUNCION
VC FC
A a B , (A a B)
A iA | , B
B
DISYUN CION
VD FD
A vB i (A v B)
A IB —, A
—, B
G ENERALIZA CION
VG FG
AxPx AxPx
Pa —i Pa sien d o «a»
u n p arám etro
Solución
1 Ax(Px -» —, Mx)
2 Vx(Sx a Mx)
3 Vx(Sx a Px)
4 Pa —» —, M a VG 1
5 Sa a Ma VP 2
6 —i (Sa a —, Pa) FP 3
7 Sa VC 5
8 Ma VC 5
VI 4 10 —, M a V I4
X
12 Pa FC 6
X
AxPx VxPx 10
Solución
9 Pa VI 4 10 Qa VI 4
X X
" Esta fórm ula es una ley de distribución de generalizador en im plicación (véase,
m ás adelante, § 14).
12 Esta fórm ula es la ley de distribución del particularizador de conjunción en dis
yunción (véase, m ás adelante, § 14).
Solución
*C. Leyes d e d is t r ib u c ió n
§12. Introducción
AxPx AyPy
VxPx <H> VyPy
Demostración
1 AxPx
2 Pa EG 1
3 VxPx IP 2
4 AxPx -» VxPx T D 1-3
I- AxPx AyPy
Demostración
- 1 AxPx 5 AyPy
2 Pa EG 1 6 Pa EG 5
- 3 AyPy IG 2 7 AxPx IG 6
4 AxPx A yPy T D 1-3 8 AyPy - » AxPx T D 5-7
9 A xPx AyPy IC O 4,8
MV
Demostración
-1 VxPx r 6 VyPy
Pa r 7 Pa
r 2
' 3 VyPy IP 2 ¡ 8 VxPx IP 7
- 4 VyPy E P 1,2-3 - 9 VxPx E P 6, 7-8
5 VxPx -> VyPy TD 1-4 10 V yPy —» VxPx T B 6-9
11 VxPx V yPy IC O 5, 10
Algunos sistem as m encionan tam bién las llam adas leyes de cuantificación vacua
A xA A
V xA A,
DGC
Demostración
1 Ax(Px a Q x )
2 Pa a Qa EG 1
3 Pa Sim p, 2
4 AxPx IG 3
5 Qa Sim p, 2
6 AxQx IG 5
7 AxPx a AxQx P ro d 4, 6
8 Ax(Px a Qx) —> AxPx a AxQx TD 1-7
i- 9 AxPx a AxQx
10 AxPx Sim p, 9
11 Pa E G 10
12 AxQx S im p 2 9
13 Qa E G 12
14 Pa a Qa P ro d 11, 13
15 A x(Px a Qx) IG 14
16 AxPx a AxQx —>Ax(Px a Qx) TD 9-15
17 Ax(Px a Qx) <H>AxPx a A xQ x) IC O 8 , 16
D PC ,
b Vx(Px a Q x) -» VxPx a V xQ x
Demostración
1 V x ( P x a Q x)
2 Pa a Q a
3 Pa Sim p, 2
4 V xPx IP 3
5 Qa Sim p 2
6 V xQ x IP 5
7 V x P x a V xQ x P ro d 4, 6
8 V x P x a V xQ x E P 1,2-7
9 V x ( P x a Q x ) —» V x P x a V x Q x TD 1-8
DPC,
lP x a A x Q x —> V x ( P x a Q x )
Demostración
1 V x P x a A xQ x
2 A xQ x Sim p, 1
3 Qa EG 2
4 V xPx Sim p, 1
5 Pa
6 Pa a Qa P ro d 5, 3
7 V x(P x a Q x) IP 6
8 V x (P x a Q x) E P 4, 5-7
9 V xPx a A xQ x - » V x (P x a Q x) TD 1-8
Ley de distribución de particularizador en disyunción
DPD
h Vx(Px v Qx) VxPx v VxQx
Demostración
Vx(Px v Qx)
- 2 Pa v Qa
- 3 Pa
4 VxPx IP 3
- 5 VxPx v VxQx Ad, 4
6 Qa
7 VxQx IP 6
- 8 VxPx v VxQx A d2 7
9 VxPx v VxQx C as 2, 3-5, 6 -
- 10VxPx v VxQx E P 1, 2-9
11 Vx(Px v Qx) -» VxPx v VxQx TD 1-10
12 VxPx v VxQx
13 VxPx
-14 Pa
15 Pa v Qa A d, 13
16 Vx(Px v Qx) IP 14
- 17 Vx(Px v Qx) E P 13, 14-16
18 VxQx
19 Qa
20 Pa v Q a A d 2 18
21 V x (P x v Q x ) IP 19
22 Vx(Px v Qx) E P 17, 18-20
23 V x (P x v Q x ) C as 12, 13-17, 18-22
24 VxPx v VxQx -> Vx(Px v Qx) TD 12-23
25 Vx(Px v Qx) V xPx v VxQx IC O 11,23
DGD,
b AxPx v A x Q x .-> Ax(Px v Qx)
Demostración
1 AxPx v AxQx
2 AxPx
3 Pa EG 2
4 Pa v Qa A d, 3
5 Ax(Px v Qx) IG 4
6 AxQx
7 Qa EG 6
8 Pa v Qa A d2 7
9 Ax(Px v Qx) IG 8
10 Ax(Px v Qx) C as 1,2-5, 6-9
11 AxPx v AxQx Ax(Px v Qx) TD 1-10
DGD2
b Ax(Px v Qx) —> AxPx v VxQx
Demostración 14
- 1 Ax(Px v Qx)
2 Pa v Qa EG 1
3 VxQx v —i VxQx PTE
VxQx
Cí A xPx v VxQx A d2 4
r 6 -> VxQx
7 Ax —>Qx NP6
8 —>Qa EG 7
9 Pa SD, 2, 8
10 AxPx IG 9
- 11 AxPx v VxQx A d, 10
- 12 AxPx v VxQx C as 3, 4-5, 6-11
13 Ax(Px v Qx) —> AxPx v VxQx TD 1-12
Demostración
— 1 Ax(Px —> Qx)
r 2 AxPx
3 Pa ^ Qa EG 1
4 Pa EG 2
5 Qa M P 3, 4
L 6 AxQx IG 5
L 7 AxPx •—» AxQx TD 2-6
8 Ax(Px Qx) (AxPx -» AxQx) TD 1-7
DG12
b Ax(Px —> Qx) —> (VxPx -» VxQx)
Demostración
1 Ax(Px -> Qx)
2 VxPx
3 Pa
4 Pa —> Qa EG 1
5 Qa M P 4 ,3
6 VxQx IP 5
7 VxQx E P 2 ,3 -6
8 VxPx —> VxQx TD 2-7
9 Ax(Px -> Qx) (VxPx VxQx) TD 1-8
b Vx(Px —>Qx) -> (AxPx —> VxQx)
Demostración
-----1 Vx(Px —> Qx)
r 2 AxPx
p 3 Pa —> Qa
4 Pa EG 2
5 Qa M P 3, 4
L 6 VxQx IP 5
L - 7 VxQx E P 1,3-6
---- 8 AxPx -» VxQx TD 2-7
9 Vx(Px y Qx) —> (AxPx —> VxQx) TD 1-8
d p i2
b (VxPx —» VxQx) -» Vx(Px —> Qx)
Demostración
— 1 VxPx —» VxQx
r- 2 —, Vx(Px —» Qx)
3 A x—,(Px -» Qx) NP 2
4 —,(Pa —> Qa) EG 3
5 —,—,(Pa a —.Qa) I D lt 4
6 Pa a —,Qa DN 5
7 Pa Sim pí, 6
8 VxPx IP 7
9 VxPx v VxQx M P 1, 8
10 _ ,Ax—,Qx DP 9
11 —,Qa S im pl2 6
12 Ax—,Qx IG 7
L 13 Ax—iQxA—rAx—tQ x P ro d 12, 10
14 —,—,Vx(Px —> Ox) Abs 2-13
— 15 V x (P x —>Qx) DN 14
Leyes de distribución de generalizador en coimplicación
D G C o,
b A x(Px <-> Qx) —> (AxPx AxQx)
Demostración
— 1 Ax(Px Qx)
2 Pa <-* Qa EG 1
- 3 AxPx
4 Pa —>Qa ECO, 2
5 Pa EG 3
6 Qa M P 4 ,5
- 7 AxQx IG 6
8 AxPx —> AxQx TD 3-7
■- 9 AxQx
10 Qa —> Pa E C 0 22
11 Qa EG 9
12 Pa M P 10, 11
- 13 AxPx IG 12,
14 AxQx -» AxPx TD 9-13
-1 5 AxPx <-> AxQx IC O 8, 14
16 Ax(Px Qx) -» (AxPx O AxQx) TD 1-15
D G C o2
Demostración
para disyunción
y para im plicación
Demostración
r 1 A a AxPx
2 A Sim p[ 1
3 AxPx S im p 2 1
4 Pa EG 3
5 A a Pa P ro d 2, 4
- 6 A x(A a Px) IG 5
7 A a AxPx —> Ax(A a Px) T D 1-6
r 8 Ax(A a Px)
9 A a Pa EG 8
10 A S im p, 9
11 Pa S im p2 10
12 AxPx IG 11
- 13 A a AxPx P ro d 10, 12
14 Ax(A a Px) —> A a A xPx T D 8-13
15 A a A xPx <r> A x(A a Px) IC O 7, 14
Demostración
- 1 A a VxPx
2 A Sim p, 1
3 VxPx S im p 2 1
r 4 Pa
5 A a Pa P ro d 2, 4
6 Vx(A a Px) IP 5
- 7 V x( A a P x) E P 3, 4-6
8 A a V xPx —> Vx(A a Px) T D 1-7
9 V x(A a Px)
r 10 A A P a
11 A S im p, 10
12 Pa S im p2 10
13 VxPx IP 12
14 A a VxPx P ro d 11, 13
- 1 5 A a VxPx E P 9, 10-13
16 V x(A a Px) —>A a VxPx T D 9-15
17 A a VxPx <-» V x(A a Px) IC O 8, 16
D ED U CCIÓ N C U A N TIFICA CIO N A L
Demostración
- i A v AxPx
r 2 A
3 A v Pa A d, 2
L 4 A x(A v Px) IC 3
- 5 AxPx
6 Pa EG 5
7 A v Pa A d2 6
- 8 A x(A v Px) IG 7
- 9 A x(A v Px) C as 1, 2-4, 5-8
10 A v A xPx —> Ax(A v Px) T D 1-9
-1 1 A x(A v Px)
12 A v Pa E G 11
13 A v -A PT E
A
14
r1-15 A v VxPx A d, 14
¡- 16 -> A
17 Pa SD2 12, 16
18 A xPx IG 17
-1 9 A v AxPx A d 2 18
- 20 A v AxPx C a s 13, 14-15, 16
21 A x(A v Px) -4 A v AxPx T D 11-20
22 A v A xPx «4 Ax(A v Px) IC O 10, 21
Demostración
- 1 Ax(A Px)
r 2 A
3 A —» Pa EG 1
4 Pa M P 3 ,2
L 5 AxPx IG 4
- 6 A —> AxPx TD 2-5
7 A x(A -> Px) -> (A AxPx) TD 1-6
- 8 A —> AxPx
r 9 a
10 AxPx M P 8 ,9
- 11 Pa
12 A -> P a TD 9-11
13 A x(A —> Px) IG 12
14 (A —> AxPx) - y Ax(A -> Px) TD 8, 13
15 A x(A —> Px) *-» (A —> AxPx) ICO 7, 14
Demostración
1 V xPx A
r 2 Pa
3 V xPx IP 2
4 A M P 1, 3
5 Pa A TD 2-4
6 Ax(Px -> A) IG 5
7 (V xP x —> A) —> Ax(Px —> A) T D 1-6
— 8 Ax(Px A)
9 VxPx
r 10 Pa
11 P a - » A EG 8
12 A M P 11, 10
- 13 A E P 9, 10, 12
- 14 VxPx A TD 9, 13
15 A x(Px —> A) —>(V xPx —> A) IC O 8, 14
16 Ax(Px -> A) O (V xPx —> A) IC O 7, 15
Demostración
— 1 A —» VxPx
2 A v -A PTE
- 3 A
4 VxPx M P 1,3
- 5 Pa
6 A —> Pa CPr 5
7 Vx(A —> Px) IP 6
- 8 V x(A —» Px) E P 3 , 5-7
9 ->A
10 -i A v Pa Ad 9
11 A —> Pa D I 10
12 V x(A —> Px) IP 11
-1 3 V x(A —> Px) C a s 2, 3-8, 9-12
14 (A -> VxPx) —> Vx(A Px) T D 1-13
— 15 V x(A —> Px)
16 A
17 A Pa
18 Pa M P 17, 16
19 VxPx IP 18
-2 0 VxPx E P 15, 17-19
-2 1 A VxPx T D 16-20
22 V x(A —>Px) (A —> VxPx) T D 15-21
23 (A -> VxPx) <-> Vx(Px A) IC O 14, 22
I- (A xPx 4 A ) f ) Vx(Px -4 A)
Demostración
- 1 A xPx -4 A
2 ~ 1Vx(Px —> A)
3 Ax->(Px -4 A) NP 2
4 -'(P a ~ ) A ) EG 3
5 Pa a —1A DI, D N 4
6 Pa Sim pl., 5
7 AxPx IG 6
8 A M P 1,7
9 - ’A S im pl., 5
L - 10 A a - A IC 8, 9
11 -■-> V x (P x -> A) I N 2 , 10
I— 12 Vx(Px -> A) EN 11
13 (A xPx - ) A ) - > Vx(Px -4 A) TD 1-12
r - 14 Vx(Px —» A)
- 15 AxPx
16 Pa E G 15
■ 17 P a - > A
L 18 A 1VÍP 17, 16
- 19 A E P 14, 17-18
L 20 A xPx —> A T D 15-19
21 V x(Px -> A) —> (A xPx -4 A) TD 14-20
22 (A xPx -» A) o Vx(Pa -4 A) IC O 13, 21
SILOGÍSTICA
§ 1. La proposición categórica
Demostración
— 1 AxPx —> A
2 —>Vx(Px —> A)
3 A x^(P x —» A) NP2
4 -'(Pa -» A) EG 3
5 PaA ^A DI, DN 4
6 Pa Sim pl., 5
7 AxPx IG 6
8 A M P 1,7
9 ->A Sim pl., 5
- 10 A a —>A IC 8, 9
11 —i -> Vx(Px —> A) 1N 2, 10
— 12 Vx(Px —> A) EN 11
13 (AxPx -> A) Vx(Px -> A) TD 1-12
14 Vx(Px -» A)
— 15 AxPx
16 Pa EG 15
, 17 Pa —í>A
L 18 A M P 17, 16
- 19 A EP 14, 17-18
20 A \ l ’.\ • \ TD 15-19
21 Vx(Px —» A) —> (AxPx —> A) TD 14-20
22 (A xPx -> A) Vx(Pa A) ICO 13,21
SILOGÍSTICA
§ 1. La proposición categórica
posición categórica com o algo irreductible. De hecho se le ha dado tam bién el nom
bre de «sim ple», por oposición a la «hipotética» o «com puesta», que es el rótulo que
se daba a las proposiciones condicionales y disyuntivas.
Una y otra vez se encuentra en los tratados de lógica tradicional el intento de re
ducir la proposición hipotética a la categórica. Hoy se piensa m ás bien a la inversa:
no es la lógica de conectares la que sería reducible a la lógica de cuantificadores,
sino ésta a aquélla (véase Cap. VIII, § 2).
2 D os predicados, diríam os nosotros, de acuerdo con la nom enclatura establecida
en el Capítulo II, sección segunda, donde se reservó la palabra «sujeto» exclusiva
m ente para los nom bres propios, denotativos de objetos individuales. Según tal no
m enclatura, el prim er térm ino de la proposición categórica no sería un sujeto, sino
tam bién un predicado (puesto que se trata de un nom bre común). En el presente capí
tulo, sin embargo, respetarem os el uso tradicional de la palabra «sujeto», como tam
bién el de la palabra «proposición» (que no quedó excluido en nuestra nota 1 del
Cap. II). Asim ism o denom inarem os «térm inos universales» a los nom bres com unes y
«térm inos singulares» a los nom bres propios.
3 Conviene saber que los lógicos m edievales incorporaron a la teoría de la propo
sición categórica el estudio de la proposición singular, en la cual el térm ino sujeto es
un nom bre propio (térm ino singular). Un ejem plo de proposición singular sería: «Só
crates es mortal». Ni que decir tiene que una proposición singular de esta índole se
identifica, para nosotros, con el enunciado atóm ico, o predicación pura y simple.
Pero en lógica tradicional la proposición singular (afirm ativa o negativa) es equipa
rada a la universal (afirm ativa o negativa).
4 E l u s o d e e s t a s a b r e v i a t u r a s s e r e m o n t a , s e g ú n P r i o r , a P s e l l u s ( s i g l o x i) . A , I
s o n v o c a le s d e la p a la b r a la tin a A fflrm o, y E , O la s d e s u o p u e s ta nEgO.
Los térm inos de la proposición categórica están enlazados por la
cópula «es». El sentido, o cuando m enos uno de los principales sen
tidos, de la m ism a se estudia en la siguiente sección 5.
A p ro p ó s ito d e la c ó p u la y la id e a d e p r e d ic a c ió n c o n v ie n e r e c o r
d a r q u e A r i s t ó t e l e s u tiliz a d o s tip o s , p r á c tic a m e n te in te r c a m b ia
b le s , d e e s q u e m a s d e e n u n c ia d o s y re p r e s e n ta la f o r m a d e l a p ro p o s i
c ió n c a te g ó ric a u n a s v e c e s m e d ia n te u n e s q u e m a d e tip o « fu n c io n a l» ,
c o n e l p r e d ic a d o a n te p u e s to : « t ó A too B m á p % e t » (q u e se tr a d u c ir ía
« e l p re d ic a d o A c o n v ie n e a l s u je to B»), m ie n tr a s q u e o tr a s r e c u r r e a
u n e s q u e m a d e tip o « c o n ju n tis ta » : « A eaxi B» (q u e se tr a d u c ir ía : « e l
c o n ju n to A e s tá in c lu id o e n e l c o n ju n to B»),
Con el prim ero de esos dos esquemas guarda cierta correspon
dencia nuestra notación «funcional», p. ej. Pa, de los enunciados
atómicos. Un criterio distinto, pero igualmente válido, de form aliza
ción de dichos enunciados consiste en tom ar nota de la intervención
de un tercer elem ento, la cópula «es», com o enlace entre sujeto y
predicado. A dicho criterio se ajusta una form alización que tiene su
origen en el m atem ático italiano P e a n o , quien designó a la cópula,
tom ada como significando la pertenencia de un individuo a una
clase o conjunto, m ediante la letra griega «e» (inicial de la palabra
griega «£<m», que significa «es»). Siendo X la clase de los bolche
viques y a el individuo Lenin, el enunciado atóm ico «Lenin es bol
chevique» se simbolizaría:
azX
Pero tam bién puede decirse que este esquema «informa» sobre la
ausencia de sombreado en la zona de intersección, lo cual permite
asegurar, no que hay individuos P que sean Q, pero sí que si los
hay, serán Q; esto es: para todo individuo x, si x es P entonces x es
Q. En nuestro lenguaje de cuantores ello se sim bolizaría así:
PQ
PQ
lo que se puede form ular diciendo que existe algún individuo x que
es P y no es Q:
(6 ) Vx(Px a i Qx)
A Contrariedad E
en símbolos:
7 Es poco sabido que la teoría del comprom iso existencial de la proposición cate
górica fue explícitam ente form ulada por el filósofo alem án Franz B r en tan o (1838-
1917). En su Psychologie vom em pirischen Standpunkte (1874; existe reim presión
reciente de esta obra en F. M einer, H am burgo, vol. I, 1955, vol. II, 1959), libro II,
cap. VIII, Brentano propuso una interpretación revolucionaria de las proposiciones
categóricas, considerando que las particulares tienen un carácter em inentem ente exis
tencial y que las universales son tan sólo la negación de las particulares. Brentano te
nía plena conciencia de las drásticas consecuencias que acarreaba su teoría para la
doctrina tradicional de la inferencia, especialm ente para la ley de subalternación y los
m odos silogísticos basados en ella.
Para resolver el problema del paso de lo general a lo particular, en
lógica de cuantifícadores se da normalmente por supuesta la exclu
sión de clases vacías. En esta suposición, que no es estrictamente for
mal, se basa, obviamente, el uso de la regla de eliminación de genera
lizador (EG) y la aceptación de determinadas leyes deductivas tales
como:
AxPx b VxPx 8,
§ 5. E l silogismo categórico
14 La tradición m edieval im puso la costum bre de exponer los silogism os com en
zando por la premisa m ayor, frente a A ristóteles que prefería hacerlo em pezando por
la m enor. Tam poco es aristotélica la cuarta figura, atribuida erróneam ente a Ga-
i. iíno (siglo n). El criterio utilizado por Aristóteles para dividir el silogism o en figuras
era com parar la extensión del térm ino medio con la de los otros dos térm inos, lo que
daba lugar únicam ente a tres figuras: extensión interm edia entre am bos (Fig. 1), m a
yor que la de ambos (Fig. 2), m enor que la de am bos (Fig. 3).
el tipo de proposición categórica que corresponde, respectivamente,
a las prem isas m ayor y m enor y a la conclusión, y cuyas consonan
tes tienen tam bién un significado.
Los diecinueve m odos principales se recogen en estos versos la
tinos que los ordenan por figuras:
Todo M es P
A lgún S es M
A lgún S es P
Darapti
Todo M es P
Todo M es S
Algún S es P (?)
1973), d e d o n d e s e t o m a la s i g u i e n t e r e p r o d u c c i ó n d e la s c a r t a s d e C u n y n g h a m e .
C A R TA S S IL O G IS T IC A S D E C U N Y N G H A M E
Cartas M ayores
T odo S es P N ingún S es P
A lgún S es P A lgún S no es P
A lgún S es P A lg ú n S no es P
N ingún S es P
N ingún S es P
A lgún S es P
A lgún S no es P A lgún S es P
A lgún S no es P
Cartas M enores
p a q —» r
o tam bién así: p —> (q —>r) (por exportación)
de donde se sigue:p —> (—>r —> —<q) (por contraposición)
§ 8. Formalización de la silogística
Reglas de inferencia
leyes de conversión
P, C(c) h d
P, C(c) h C(d)
P he
(Siendo P el par de premisas de un silogismo, c su conclusión y
C(x) la contradictoria de x, esta regla dice: si del par de prem isas de
un silogismo juntam ente con la contradictoria de su conclusión se
siguen una proposición, d, y su contradictoria, C(d), vale el referido
silogismo P h c).
prem isa
a suposición aceptada
c aplicación leyes de conversión
s aplicación leyes de silogismo perfecto
h hipótesis para una reducción al absurdo
abs la contradictoria de la consecuencia de h
conclusión a establecer por reducción
SILOG ÍSTICA 245
Un caso de reducción directa: Cesare a Celarent:
§ 9. Resolución de argumentos
Solución
Diccionario: R, E, T, C
Formalización
— 1 A x(Rx a Ex —y —i Tx)
— 2 Vx(Rx a Ex a Cx)
3 Ra a Ea —> —>Ta EG 1
— 4 Ra a Ea a Ca
5 Ra a Ea Simp, 4
6 —i Ta M P 3, 5
7 Ra Simp, 5
8 Ca Simp2 4
9 Ra a Ca Prod 7, 8
10 Ra a Ca a —\Ta Prod 9, 6
— 11 Vx(Rx a Cx a —i Tx) IP 10
12 Vx(Rx a Cx a —i Tx) EP 2, 4-11
Ejercicio 2.° Form alizar y resolver el siguiente argumento:
Todo leninista es marxista.
Todo comunista que no sea estalinista o es leninista o es trotskista.
No hay nadie que sea estalinista o trotskista y no sea marxista..
Por consiguiente, si hay com unistas hay marxistas.
Solución
Diccionario
Lx x es estalinista
Mx x es m arxista
Cx x es com unista
Ex x es estalinista
Tx x es trotskista
Formalización
A x(Lx —» Mx)
A x(Cx a —i Ex —> Lx v Tx)
1 A x (Lx —» Mx)
2 Ax(Cx a —i Ex —> Lx v Tx)
3 —i Vx ((Ex v Tx) a —i Mx)
4 VxCx
5 Ca
6 Ca a —i Ea —> La v Ta EG 2
1 Ca —» (—i Ea —> La v Ta) I E xp 6
8 —i Ea —> La v Ta M P 7, 5
9 Ea v (La v Ta) D I, DN 8
10 La v (Ea v Ta) AsD 9
11 La
12 La —> Ma EG 1
13 Ma M P 12, 11
14 EavTa
15 Ax —i [(Ex v Tx) a —i Mx] N P3
16 —i [(Ea v Ta) a —i Ma] E G 15
17 Ea v Ta —> Ma D I 16
18 Ma M P 17
19 Ma C as 10, 11-13, 14-18
20 VxMx: IP 19
21 VxM x E P 4, 5-20
22 AxCx —> VxMx TD 4-21
Ni una sola de las cosas que salen al paso y sin embargo quedan
inadvertidas en un viaje espacial son marcianos.
Las cosas que salen al paso en un viaje espacial y son anotadas
en el libro de ruta son, con toda seguridad, dignas de ser recordadas.
Jamás, durante un viaje espacial, encontré nada digno de ser re
cordado.
Las cosas que salen al paso y son advertidas en un viaje espacial
son, con toda seguridad, anotadas en el libro de ruta.
Diccionario
Ax x es advertido
Mx x es marciano
Rx x es anotado en el libro de ruta
Dx x es digno de ser recordado
Ex x es encontrado por mí
Formalización y derivación
S es P
1 Justam ente para llenar esta laguna de la lógica tradicional surgió en el siglo
x ixla teoría de las relaciones con D e M o r g a n y S c h r o d e r . Esta teoría constituye
hoy un capítulo fundam ental de la m oderna teoría de conjuntos.
Ahora bien, la simbolización de enunciados de predicación rela
tiva es tarea que debe hacerse con cuidado. Los predicados de carác
ter relativo arrastran consigo una pluralidad de símbolos de indivi
duo, cada uno de los cuales puede, por su parte, requerir la
presencia de un cuantificador. Pero con frecuencia estas circunstan
cias no están indicadas, o sólo a medias, en los enunciados de len
guaje informal, y hay que descubrirlas.
Veamos un ejemplo. Para form alizar el enunciado
hay que tom ar nota prim ero de que el predicado «querer» es diá-
dico, y requiere, por tanto, la presencia de dos símbolos de indivi
duo. Convengamos en que
Qxy
sea la versión form al de «x quiere a y» . Por otra parte, en el enun
ciado que se pretende form alizar no hay nom bres propios de indi
viduo, lo cual deberá expresarse sim bólicam ente utilizando varia
bles individuales que estén lim itadas por cuantifícadores, en este
caso dos. El prim ero de ellos, de carácter universal, será la ver
sión form al de «todo el m undo»; y el segundo, de carácter p arti
cular, corresponderá a la partícula «alguien». Se puede, pues, es
cribir:
AxVyQ xy.
sería, respectivamente:
VxAyQ xy.
AxAyQ xy.
Vx VyQxy.
El criterio general a seguir para obtener un resultado correcto en
esta tarea puede resumirse así. Una vez se hayan localizado los pre
dicados relativos en los enunciados de lenguaje informal, hay que
detectar las partículas de función nom inal o pronom inal que en ellos
concurran. Luego se elegirán las letras predicativas y símbolos de
individuos, constantes o variables, que convenga, según el caso. Fi
nalmente se determ inarán los cuantificadores que procedan para
contrarrestar la posible ambigüedad de las variables individuales,
pero teniendo buen cuidado de m edir el alcance de cada uno y las
relaciones de prioridad entre ellos.
Considerem os otro ejemplo. El lógico inglés D e M o r g a n soste
nía que la lógica tradicional aristotélica es incapaz de resolver un ar
gumento como éste:
Cx x es un caballo
Ax x es un animal
Dx x es la cabeza de un caballo
Ex x es la cabeza de un animal,
A..v( C x —^ Ax)
Ax(D x Ex).
Cx x es caballo
A x x es animal
Dyx y es la cabeza de x,
Cx a D yx x es un caballo e y su cabeza
A x a D yx x es un animal e y su cabeza,
A x(C x —>A x)
A xA y(C x a D yx —¡>Ax a Dyx)
B. D e d u c c ió n n a t u r a l
— 1 A xA yA z(Pxy v Qz)
2 AyAz(Pay v Qz) EG 1
2 La solución de este argum ento puede verse en la sección cuarta del presente
capítulo.
3 Az(Pab v Qz) EG 2
4 Pab v Qc EG 3
— 1 A xA yA z(Pxy v Qz)
2 Pab v Qc EG1 1
IG" EG"
Pa, . , . a„ A"x, . . . xnPx, . .. x„
A"x, . . . x„Px, . . . x„ Pa, . . . a„
IP" EP"
Pa, . . . a„ V-x, . . . xnPx, . . . xn
V"x, . . . xnPx| . Pa, . . . an
■A
A
Para las reglas IG" y Ep" valen, con las oportunas reiteracio
nes a todo parám etro, las m ism as condiciones críticas que se es
p ecificaron para las reglas básicas IG y E P en el C apítulo IX,
§§3 y 6 .
En adelante harem os uso de estas reglas, salvo algunas ocasio
nes en que interese que la claridad prevalezca sobre la brevedad.
Como ya se indica en la formulación de las reglas, a veces escribire
mos tam bién abreviadamente
AxyzPxyz o VxyzPxyz
en lugar de
A xA yA zPxyz o VxVyVzPxyz,
y desdoblar un particularizador
— 1 AxA yPxy
2 AyPay EG 1
3 Pab EG 2
4 AxPxb IG 3
— 5 AyA xPxy IG 4
6 A xA yPxy —» AyAxPxy TD 1-5
— 7 AyA xPxy
8 AxPxa EG 7
9 Pba EG 8
10 AyPby IG 9
— 11 AxA yPxy IG 10
12 A yA xPxy —> AxAyPxy TD 7-11
13 A xA yPxy AyA xPxy IC O 6,12
Demostración
- 1 VxAyPxy
p2 AyPay
3 Pab EG 2
4 VxPxb IP 3
- 5 AyV xPxy IG 4
— 6 AyVxPxy E P 1,2-5
7 VxA yPxy —> AyV xPxy TD 1-6
— 1 AyVxPxy
2 VxPxa EG 1
— 3 Pba
4 AyPby (!)
5 La fórm ula conversa de una implicación es la resultante de perm utar sus dos
com ponentes. L a conversa de A —» B es B—> A.
Hasta qué punto es importante respetar la prioridad de alcances
en la agrupación de cuantificadores es algo que se patentiza consi
derando el siguiente ejemplo. Supóngase el universo de discurso de
los núm eros naturales y convéngase en que el predicado Pyx signi
fica: «y es m ayor que x». En ese caso las dos fórmulas que siguen:
( 1 ) AxV yP yx
(2) V yA xP yx
se traducirían así:
( 1 ) para cualquier núm ero x, hay otro núm ero y mayor que él;
(2 ) hay un núm ero y que es mayor que todo núm ero x.
Reducción de generalizador
A y A xPxy -4 A xPxx
Demostración
- 1 A y AxPxy
2 A xPxa EG 1
3 Paa EG 2
4 A xPxx IG 3
5 Ay A xPxy —> AxPxx T D 1-4
D uplicación de particularizador
V xPxx -4 Vx V yPxy
Demostración
-1 V xPxx
-
2 Paa
r
3 Vx VyPxy
4 A x - - VyPxy NP3
5 -> VyPay EG 4
6 A y - i Pay NP 5
7 - i Paa EG 6
- 8 Paa a *Paa P ro d 2,7
9 V x VyPxy A bs 3-8
- 10 V x VyPxy DN 9
- 11 V x V yPxy E P 1,2-10
12 V xPxx V x V yPxy T D 1-11
E jercicio 1.° Este ejercicio es la resolución del argumento de
De M o r g a n 6 ya citado al comienzo del presente capítulo.
Formalización
Cx x es un caballo
Ax x es un animal
D yx y es la cabeza de x
Derivación
1 Ax(Cx —» Ax)
2 Ca —y Aa EG 1
3 Ca a Dba
4 Ca Sim pj 3
5 Aa M P 2,4
6 Dba Sim p, 3
7 Aa a Dba P ro d 5,6
8 Ca a Dba —» Aa a Dba TD 3-7
9 AxAy(Cx a Dyx -» Ax a Dyx) IG 2 8
que están im plicadas por la que figura en el texto. (El lector puede com probarlo repa
sando, en el Capítulo IX, las leyes de distribución del generalizador en implicación.)
E j e r c i d o 2° Resuélvase el siguiente argumento: Si dos líneas cualesquiera son
perpendiculares a una tercera, entonces son paralelas entre sí. Si una línea es perpen
dicular a otra, entonces es perpendicular a la prim era. Por tanto, si dos líneas cuales
quiera no son paralelas, no se da el caso de que haya una tercera que sea perpendicu
lar a ambas ( A n d e r s o n - J o h n s t o n e , N atural deduction, p. 223).
Formalización
Lx x es una línea
Rxy x es perpendicular a y
P xy x es paralela a y
Derivación
§ 5. Tablas infinitas
Una tabla sem ántica puede: (1) term inar en clausura completa
(lo cual será señal indudable de que la fórm ula o argumento a anali
zar mediante la tabla posee validez); (2 ) llegar a su fin sin que haya
tenido lugar la clausura com pleta (lo cual es señal indudable de que
la fórmula o argumento a analizar admite por lo menos un contrae
jem plo y carece, por tanto, de validez); pero tam bién cabe una ter
cera posibilidad (3) consistente en que la tabla no llegue a clausu
rarse del todo ni a term inar abierta, es decir, que nunca alcance su
fin. Tal puede suceder con las tablas de fórmulas y argumentos en
donde intervienen predicados poliádicos. En tales casos las tablas
resultantes son tablas infinitas.
He aquí un ejemplo. Sea la fórm ula
§ 1. Funciones y términos
,/(3) = 9
/(4) = 16,
A*)=y,
1 E l u s o y la n o ta c ió n d e la p a la b r a « f u n c ió n » e n m a te m á tic a se d e b e , s e g ú n
C h u r c h , a L e i b n i z y E ull -r ( s i g l o x v m ) ; e l d e s a r r o l l o p o s t e r i o r d e e s t e c o n c e p t o s e
d e b e a lo s m a te m á tic o s d e l s ig lo x ix D ir i c h l f .t , R ie m a n n y H a n k f .]..
o también:
y =/(•*),
2 La relación constitutiva de función entre dos conjuntos, que recibe el nom bre
técnico de aplicación o m apeo (del inglés «mapping») es una relación «de m uchos a
uno»: m ediante ella el argum ento determ ina el valor, pero no a la inversa.
1 El térm ino operador, m ás am plio que el de funtor, puede ser considerado
com o sinónim o de sím bolo incom pleto, o partícula lingüística destinada a la vincula
ción o m odificación de expresiones. (La lógica tradicional habla, en este sentido de
térm inos sincategorem áticos, por oposición a los categoremáticos, que tienen sentido
aisladam ente, com o los nom bres y verbos.) Los conectares y cuantifícadores pueden
ser considerados como operadores lógicos.
4 Por composición de unas funciones con otras se obtienen funciones de funcio
nes. P. ej.: s ie n d o /la función cuadrado y g la función cubo:
§ 2. Identidad
(1 ’) G cE
(2 ’) a e G,
3+2=5
a=b
ti = t 2
fa = t
—i a = b, Vx x = a
Id,
Pt
A x (x = t —> Px)
Mt, a = t \ - Ma
— 1 Mt
— 2 a=t
3 Ax(x = t —» Mx) Id , 1
4 a = t -> Ma EG 3
5 Ma M P 4 ,2
Id 2
Ax (x = t —> Px)
Pt
al enunciado
Demostración
j— 1 b —a
L 2 b=a Id 1
3 b=a b= a TD 1-2
4 Ax(x = a —»x = a) IG 3
5 a=a Id 2 4
6 Ax(x = x) IG 5
b A xAy(x = y —» y = x)
Demostración
1 b=b R efl
2 Ax(x = b —> b = x) Id, 1
3 A xA y (x = y -» y = x) IG 2
1 a=ba b=c
2 b= c S im p 2 1
3 Ax(x = b —» x = c) Id, 2
4 a = b —>a = c EG 3
5 a=b Sim p, 1
6 a=c M P4, 5
7 a = bAb = c -> a = c TD 1-6
8 A xA yA z(x == y a y = z - -» x = z) IG 3 7
Demostración
1 A xA y(x = y y = x) Sim
2a =b ^b =a EG2 1
— 3 a=b
4 Pa
5 Ax(x = a —> Px) Id, 4
6 b = a -> Pb EG 5
7 b=a M P 2, 3
— 8 Pb MP 6, 7
9 Pa —> Pb TD 4-8
— 10 Pb
11 Ax(x = b —> Px) Id, 10
12 a = b -» Pa E G 11
I— 13 pa M P 12, 3
14 Pb —> Pa TD 10-13
— 15 P a o P b IC O 9, 14
16 a - b ^ ( P a ^ P b ) T D 3 -1 5
Este teorem a podría formularse tam bién como regla (derivada)
de intercambio para térm inos iguales:
ti = h
Ptj <-» Pt2'
§ 3. D escripciones
tx
que se leerá «el x tal q u e ...» y que se utilizará como prefijo en lugar
del artículo en toda descripción definida. A este nuevo símbolo le
daremos el nombre de descriptor definido o descriptor sin más.
Por ejemplo, para form alizar la descripción:
\x{H x a A xa),
El asesino de Trotsky,
escribiremos:
\ x Axa,
V yA x(Px —> x = y)
Vy(Py a Ax(Px -» x = y ) ) 7.
7 Esta doble condición se expresa form alm ente de m odo m ás breve recurriendo
al empleo de un nuevo cuantificador:
Cuando se tiene garantía de que el objeto de una descripción
existe en tales circunstancias, es decir, cuando existe un solo objeto
que satisface una descripción, se dice que esa descripción es propia.
En caso contrario, la descripción es impropia.
Descripciones indefinidas. También el artículo indeterminado
«un» puede servir de prefijo descriptivo, para construir descripcio
nes de la forma: «un x tal que...». En este caso podem os hablar de
descripciones indefinidas. La descripción indefinida presupone úni
camente la condición de existencia. Según que dicha condición se
cum pla o no, la descripción indefinida será, correlativam ente, pro
pia o impropia. «Uno de los hom bres que dispararon sobre Ken
nedy» sería un ejem plo de descripción indefinida propia. H i l b e r t
usa la letra griega «r|» para denotar el operador «un». De acuerdo
co ello, la notación form al de una descripción indefinida sería para
un predicado cualquiera P:
r|xPx
Cálculo de descripciones
al que puede darse el nom bre de singularizador. (En los Principia M athem atica se
usa en este sentido el sím bolo E!) La expresión
V!x Px
se leerá: «existe exactam ente (es decir: por lo m enos y a lo sum o) un x tal que P
de x».
8 El problem a de la form alización e introducción de descripciones en un sis
tem a deductivo se rem onta a F r e g e , y fue ulteriorm ente desarrollado por R u s s e l l y
H i l b e r t . En un artículo, hoy fam oso, «O n denoting», p ublicado en 1905 en la
revista M in d (traducción castellana de Javier M uguerza en la colección de artícu
los de R u s s e l l , E nsayos sobre lógica y conocim iento, T aurus, M adrid, 1966,
D
V yAx(Px x = y)
P ixP x
pp. 51-74), R u s s e l l propuso una técnica de elim inación de las descripciones que
obviase, o cuando m enos pusiese al descubierto en cada caso los problem as inheren
tes a la condición de unicidad del objeto descrito. Esta técnica consiste en sustituir
todo enunciado en que intervenga una descripción, com o
W alter Scott es el autor de Waverley
por otro equivalente en que se hagan explícitas las condiciones de propiedad de la
descripción. El ejem plo del enunciado descriptivo que se acaba de m encionar se con
vertiría en este otro:
Existe un hom bre, y solam ente uno, que escribió Waverley.
y ese hom bre era W aiter Scott.
O dicho en lenguaje formal (siendo Hx: x es hom bre, Exy: x escribió y; b: Waverley,
y a: W alter Scott):
V y A x (H y a E yb a (H x a Exb —> y = x ) / \ x = a ).
De un m odo m ás general una descripción como: ...ixPx... vendría a ser definida así:
V yA x(Px <-* x = y) (. . . y . . .),
donde los puntos suspensivos aludirían al contexto en que figura la descripción. Esta
técnica fue em pleada en los Principia M athem atica, pero tiene el inconveniente de
que no hay un m odo claro de determ inar el alcance del contexto.
9 M o n t a g u e y K a l is if , que son, com o ya se ha dicho (véase, anteriorm ente,
nota 5) los autores del cálculo de identidad y descripciones que aquí se expone, agre
gan una regla básica para descripciones im propias de la cual no harem os uso:
—i V yA x(Px <->x = y)
íx P x = iz —■z = z
que tiene por finalidad asignar una denotación vacía de objetos o a las descripciones
definidas que incum plen las condiciones de propiedad. Véase tam bién la obra de
M o s t f . r ín citada en la nota 5 .
El prim ero de ellos, expuesto en form a de regla derivada, per
mite introducir una identificación que vincula a la descripción con
el objeto descrito.
D*
Ax(Px <H> x = a)
íx P x = a
Deducción
— 1 Ax(Px o x = a)
2 V yAx(Px <-» x = y) IP 1
3 PrxPx D2
4 P ix P x <-> íx P x =a EG 1
5 rxP x = a E C O 4,3
Demostración
1 VyAx(Px o x = y) a Pa
2 V yAx(Px x = y) Simp, 1
3 Ax(Px <-> x = ixP x) <-> VyAx(Px <-> x = y) Teor D,
4 Ax(Px x = íxP x) E C O 3,
5 Pa o a = tx P x EG3
6 Pa Simp2 1
L_ 7 a = txP x E C O 5,
8 V yA x(Px o x = y ) A P a f > a = tx P x TD 1-7
f- VyAx(Px > x = a) a a = ix P x —» Pa (Teor D
Demostración
— 1 V yA x(Px o x = a) a a = tx P x
2 V yAx(Px x = a) Simp, 1
3 P ixP x dp2
4 a = ix P x Simp2 1
— 5 Pa 13,4
6 V yAx(Px f > x = a ) A a = IxP x —> Pa TD 1-5
Solución
Diccionario
Exy x es esposa de y
Lxy x es más lasciva que y
Mx x es mujer
Cxy x es citado por y
a Justiniano
b Gibbon
Formalización
R xy x es padre de y
a Felipe V
b Fernando VI
c Carlos III,
resulta
Rab
b = ixR a x
Rae
c = ixR a x
b = c.
Rab
VxRax
Vy(R ay <-> y = b)
b = \xR ax
c = i xRax
b = c.
AXIOMATIZACIÓN DE LA LÓGICA
CAPÍTULO XIII
EL MÉTODO AXIOMÁTICO
§ 1. El método axiomático
Los prim eros que cultivaron sistem áticam ente el m étodo axio
m ático fueron A R IS T Ó T E L E S en lógica y E u c l i d e s en m atemática
1 Estas reglas coinciden plenam ente con el uso natural u ordinario de las par
tículas lógicas en la praxis de la m atem ática, pero sólo parcialm ente con el uso de
tales partículas en el lenguaje de la vida cotidiana.
(ambos en el siglo iv a. de C.). A r i s t ó t e l e s se ocupa de él en su
obra Segundos Analíticos, dedicada a la teoría de la ciencia, en la
que afirm a que el razonam iento científico term ina en teoremas o
proposiciones demostrables, que pueden proceder a su vez de otros
teoremas; pero sostiene que, si se pregunta por el origen de éstos, la
razón no puede perderse en un regreso al infinito: tiene que haber
unas proposiciones indemostrables, evidentes en sí m ismas, a las
que él llam a principios o axiomas. Y añade que el paso de axiomas
a teorem as es deductivo y se efectúa de acuerdo con las reglas lógi
cas de inferencia investigadas en los Primeros Analíticos.
Los Elementos de geom etría de E u c l i d e s , algo posteriores en el
tiem po, han dominado la enseñanza de la m atem ática durante dos
mil años. Los trece libros de que se com pone la obra constituyen
una formidable cadena deductiva de leyes matem áticas que tiene por
base una triple serie de postulados (reglas técnicas de construcción
geométrica, la quinta de las cuales es el famoso postulado de las pa
ralelas), nociones comunes o axiomas (como «dos cosas iguales a
una tercera son iguales entre sí» o «el todo es mayor que la parte») y
definiciones de conceptos básicos de geom etría (punto, línea, plano,
figura, etc.).
En la época moderna, el interés de V lE T A (siglo xv i) por la for-
m alización del lenguaje m atem ático y de L e i b n i z (siglo x v i i ) por la
form alización de la m atem ática y de la lógica han contribuido nota
blemente al desarrollo de dicho método.
A él se ajustan incluso obras clásicas de la ciencia y la filosofía de
la época, como los Principios matemáticos de fdosofia natural de
Newton o la Etica demostrada según el orden geométrico de Spinoza.
A partir del siglo x ix vuelve el m étodo axiom ático a alcanzar
resonantes triunfos. El descubrimiento de las geom etrías no eucli-
dianas indujo a los m atem áticos a desconfiar de la intuición espacial
(en que se basaba la geom etría euclidiana tradicional) y a buscar el
fundamento de la geometría, y de la m atem ática en general, en el ri
gor del análisis y de las construcciones de la lógica. Las nuevas téc
nicas de formalización, introducidas en m atem ática y lógica por
F r e g e a fines del siglo x ix y por P e a n o , R u s s e l l y H i l b e r t a
principios del X X , se vinculaban al proposito de fundam entar axio
máticam ente la ciencia matemática. Un brillante resultado de este
nuevo desarrollo del m étodo axiomático es la actual teoría axiomá
tica de conjuntos.
§ 3. Formalización del método axiomático
Una teoría axiom atizada es, pues, una teoría deductivamente or
denada en axiom as y teorem as según reglas de inferencia. La axio-
m atización adquiere m ayor rigor cuando va acom pañada de la for
m alización de la teoría científica que se trate de axiomatizar. El
resultado de form alizar y axiom atizar una teoría científica es una te
oría fo rm a l o sistema fo r m a l2 o axiomático. Todo sistem a axiom á
tico debe constar de estos cuatro ingredientes:
Los dos prim eros ingredientes componen, por así decirlo, el len
guaje o «gramática», y los otros dos la «lógica» del sistema.
Al concepto de regla de inferencia va unido el de consecuencia
inmediata o directa. La regla de inferencia establece que una fór
mula, llam ada conclusión, puede ser inferida de otra u otras, llam a
das premisas de la regla: la conclusión de la regla es consecuencia
inm ediata o directa de las premisas.
U na demostración 4 o prueba es una secuencia finita de fórm u
las tales que cada una de ellas o bien es un axiom a o bien una con
secuencia inm ediata de alguna o algunas de las que le preceden por
virtud de una regla de inferencia. La fórm ula final de la dem ostra
ción es un teorema, o fórm ula derivada.
Los térm inos teorem a y axiom a tienen aquí un sentido distinto
al tradicional. Tradicionalmente se entendía por axiom a una propo
sición inm ediatam ente evidente (verdad inmediata); por teorema,
una proposición no inm ediatam ente evidente (verdad mediata) que
se deduce de los axiomas; y por postulado, un principio que no se
-» (implicador), —i (negador)
A (generalizador)
Axiomas
Al h A -> (B -> A)
A2 h (A -> (B —> C)) - » ((A -» B) -» (A -» C))
A3 h (—. A —>—i B) (B -> A)
A4 I (A —^ Pa) —^ (A — AxPx) Condición: «a» no debe figurar en «A».
A5 h AxPx —> Pa
5 Para com odidad del lector se las resum e aquí brevem ente. Serán fórm ulas ató
micas: p, q, r, . . . , Pa, Pb, Pabc, . . . (eventualm ente con intervención de térm inos
complejos). Serán fórm ulas m oleculares: 1. —' A, si A es una fórm ula; 2. A —> B, si A
y B son fórmulas; 3. A xPx, si Pa es una fórmula. L as letras m etalingüísticas A, B, C
denotan fórm ulas cualesquiera; las expresiones A —> B, Pa (en letra no cursiva) no
son, propiam ente hablando, fórm ulas sino esquem as de fórmulas. Tam bién son m eta-
lingüísticos los sím bolos ±=t (para definición) y I- (para deducción), el cual indicará,
cuando se anteponga a una fórm ula o esquem a de fórmula, que se trata de un axiom a
o teorem a del sistema. Eventualm ente, puede ir precedido de supuestos.
6 Un sistema de análoga estructura resultaría utilizando en lugar de A l, el prin
cipio de P e i r c e ((A - » B) —>A) —y A; en lugar de A2, la fórm ula (A —» B) —> ((A —»
—> (B —> C)) —> (A —> C)); y en lugar de A3, la ley de (elim inación de) doble nega
ción - « - i A —>A.
de la generalización final; y A5 es la ley de instanciación universal
(elim inación de generalizador).
DI A a B ^ - i ( A ^ t B)
D2 A vB ^-iA -)B
D3 A B fe? (A -» B) a (B A)
D4 VxPx —i Ax —i Px
R1 (M odus ponens, M P )
A^B
_ A ________
B
R2 (Generalización, G en)
A —> Pa
A —> AxPx
7 En las prim eras axiom atizaciones de la lógica se form ulaba explícitam ente
tam bién la regla de sustitución, según Ja cual si se sustituye en un axiom a o un teo
rem a de la lógica de enunciados una cualquiera de sus letras enunciativas, en todas
las ocurrencias de la m ism a dentro del axiom a o teorem a en cuestión, por una fór
m ula cualquiera, el resultado continúa teniendo el m ism o valor lógico que la fórm ula
inicial. El uso explícito de la regla de sustitución es necesario cuando el sistem a for
m al es presentado en lenguaje objeto. Pero cuando el sistem a es expuesto en m etalen-
guaje, de suerte que los axiom as y teorem as son realm ente esquem as de axiom as y
esquem as de teorem as, la operación de sustitución se convierte en trám ite m etaün-
güístico y puede ser om itida en la enum eración de reglas de inferencia, ya que, por
definición, cualquier letra m etalingüística está por cualquier fórm ula o esquem a de
fórm ula (la m ism a sin duda, en cada una de las ocurrencias de esa m ism a letra en un
esquem a de fórm ula determ inado), y por cualquier fórm ula o esquem a de fórm ula
puede, obviam ente, ser reem plazada. La idea de trasladar la operación de sustitución
al plano m etalingüístico es de V o n N e u m a n n (1927).
D educción de teoremas. Con tan exiguo arsenal de supuestos,
la obtención de nuevas fórmulas ha de atenerse rígidam ente al si
guiente procedimiento:
1) Si la fórm ula problem a guarda relación de identidad formal
con alguna de las fórmulas o esquemas de fórm ula ya admitidos,
entonces puede considerarse adm itida sin más, puesto que se tratará
tan sólo de una instancia o una variante literal, obtenida por sustitu
ción, a partir de la fórm ula o esquem a de fórm ula previam ente ad
mitido 8.
2) En el caso de que no sea viable esta prim era medida, se
hará coincidir la fórm ula problema, m ediante los oportunos cambios
literales (sustituciones), con el extremo final subsiguiente a un im
plicador en cualquiera de las fórmulas o esquemas de fórm ula ya
admitidos.
3) Acto seguido se tratará de liberar este consecuente (es de
cir, la fórm ula problem a) del antecedente o los antecedentes que lo
condicionen. Ello se efectuará por aplicación de la regla R2 (modus
ponens), siendo la prem isa superior de la regla la fórm ula o es
quem a de fórm ula en cuyo extrem o term inal figure ahora la fór
m ula problem a, y siendo la prem isa inferior de la regla cualquier
fórm ula o esquem a de fórm ula ya adm itido que sea form alm ente
idéntico al antecedente a elim inar de la prem isa superior. A este fin
convendrá efectuar previam ente los cam bios literales que procedan
en la fórm ula cuyo antecedente se desee elim inar o en la fórm ula o
esquem a de fórm ula adm itido que guarde relación de identidad for
mal con dicho antecedente y deba hacer las veces de prem isa infe
rior de la regla.
La prim era fórm ula a deducir será la ley de identidad, que ano
tarem os TI (Teorema 1):
TI hA -)A
Obsérvese que para derivar esta fórm ula en este m om ento se cuenta
con un núm ero m uy reducido de supuestos: concretam ente, los es
quem as de axiom as A l y A2 y la regla de inferencia R l. Ello se ad
vierte considerando que la fórm ula a deducir es de lógica de enun
8 P. ej., si el esquem a de fórm ula a deducir fuese: A -> (B v C -> A), se lo ad
m itiría inm ediatam ente considerando sin m ás que se trata de una m era variante literal
del esquem a de axiom a A l: A (B —> A), en donde B es una letra m etalingüístíca
que está por cualquier fórm ula o esquem a de fórm ula, entre otros B v C.
ciados (lo cual perm ite excluir de antemano cualquier recurso a los
dos últim os esquemas de axiom a A4 y A5, que corresponden exclu
sivamente a la lógica de predicados, y por igual razón cualquier re
curso a la regla R2); por otra parte la fórm ula a deducir está exenta
de negador (lo cual perm ite excluir también, en principio, el es
quem a de axiom a A3).
El teorem a a obtener no es formalm ente idéntico a A l ni A2.
Pero si se reescribe A2 cambiando la letra C en sus dos ocurrencias
por A, resultará una versión form alm ente identificable del mismo
axioma, con la circunstancia de que esta vez queda incluido como
subfórm ula term inal el teorem a a demostrar:
4 A —> (A —>A).
5 A -» A.
§ 3. La regla de deducción
Casos 1 y 3
h B B (A -> B) Al
B Aj
A->B MP
Caso 2
hA A ^A TI
N o ta sobre el S is t e m a A x io m á t ic o d e L ó g ic a E l e m e n t a l
DE K leene. U n sistem a axiomático reciente de lógica elemental,
que puede ser tam bién considerado, com o el de C h u r c h 1956
(véase anteriorm ente, § 2, nota 4), clásico entre ¡os actuales trata
distas de lógica, es el desarrollado en 1952 por S . C . K l e e n e en su
Introducción a la metamatemática, Tecnos, Madrid, 1974.
Este sistema, inspirado en H i l b e r t - B e r n a y s 1939 (véase, más
adelante, § 5, B ) , opta por la vía de la abundancia en la elección de
símbolos primitivos y axiomas.
(postulados de implicación)
A, A 3 B
la. A d ( B d A) 2.
B
Ib. (A 3 B) 3 ((A 3 (B 3 C)) 3 (A 3 C))
(postulados de conjunción)
(postulados de disyunción)
(postulados de negación)
13 Todos estos teorem as son ya, de un m odo u otro, prácticam ente conocidos por
el lector, T2 es la ley del silogism o hipotético. T3 es la ley de negación de antece
dente (ex contraclictione quodlibet). T4 y T5 son las leyes de (elim inación y de intro
ducción) de doble negación. T6 y T7 son m odalidades de la ley de contraposición. T8
T I. b A —> A
T2. b (A —> B) —> ((B —> C) —> (A —> C))
T3. b —. A - » (A -> B)
T4. I-- 1 —i A —> A
T5. b A —> —i —i A
T6 . b (A B) - » (-i B A)
T7. b (A —> —i B) —> (B —> —i A)
T8 . b A - » ((A —> B) - » B)
T9. b A —>(—. B — i ( A —> B))
TIO. b A —> i (A —y i A)
Til. b (A - i A) -> - i A
T12. b (A -» B) -» ((A -> B) -> A)
T13. b (A -» B) - » ( ( - . A -» B) -> B)
T14. b Pa —> VxPx
T15. b AxPx —> VxPx
T16. b Ax—iPx —iVxPx
T17. b —iA xP x —> Vx—iPx
T18. b Ax AyPxy <-» Ay AxPxy
Bastará deducir:
A —>B, B —>C, A b C
es una versión del m odus ponens en form a de teorem a (no de regla). T i l y TI 2 son
form ulaciones del principio apagógico de reducción al absurdo. T15 es la ley de des
censo cuantificacional. T I 7 es la prim era parte de la equivalencia que define la nega
ción del generalizador, y T I 6 es la segunda parte de la equivalencia que define la ne
gación del particularizador.
1 A ^B Suposición
2 B ^C Suposición
3 A Suposición
4 B M P 1,3
5 C M P 2,4
T3. I------i A —» (A B)
Bastará deducir:
—i A b A —> B
1 —i A Suposición
2 —i A —> (—° B —> —i A) Al
3 —i B —> —i A M P 2,1
4 (—i B . A) -» (A —> B) A3
5 A —» B M P 4,3
T4. I— , —iA —» A
Bastará establecer:
—i—i A b A
1 — iA Suposición
2 ->■—I A —^ ^—i A ,A ) T3
3 —!A —^ i i i A M P 2,1
4 1A -> A) -» ( - i—. A —» A) A3
(-
5 —r i A —> A M P 4,3
6 A
1 —i—i—i A —> —i A T4
2 A —i A) (A -» —i—i A) A3
3 A —> —i—i A M P 2,1
T6 . h (A —» B) —» (—■B —> i A)
Estableciendo:
A -> B I----- 1 B —» —i A
1 A —» B Suposición
2 —i—i A —> A T4
3 —i—i A —> B T2 2,1
4 B ^ —.—i B T5
5 —i—, A —> —i—i B T2 3, 4
6 (—i—i A —> —i—iB) —>—i B —> —i A A3
7 —i B —> —i A M P 6,5
T7. b (A —i B) (B -> —, A)
A - ^ —iB, B h —iA
1 A -» —i B Suposición
2 B Suposición
3 (A —» - . B) -» B —> —i A) T6
4 —i—, B — i A M P 3,1
5 B -*■ B T5
6 -r-, B M P 5,2
7 —i A M P 4,6
A, A -> B h B
1. A Suposición
2. A —> B Suposición
3. B M P 2,1
A h-iB ^-i(A ^B )
1 A Suposición
2 A -> ((A -» B) -» B) T8
3 (A ^B)-^B M P 2,1
4 ((A —» B) -» B) -» (—i B -» —¡(A -» B)) T6
5 -iB->-.(A ->B) M P 4,3
A b - i ( A - ) - ,A )
1 A Suposición
2 A —> ((A —» —.A) -> —iA) T8
3 (A —> —iA) —» —iA M P 2,1
4 ((A —> —iA) -» —iA) —> (A -» —i(A -» —'A)) T7
5 A —> -.(A -» —iA) M P 4,3
6 ’(A y 'A) M P 5,1
Til. b ( A —i A) —> —i A
1 A —> B Suposición
2 A —> —iB Suposición
3 (A -» B) -» (—iB-> —.A) T6
4 —>B —> —iA M P 3,1
5 A —» —iA Sil 2,4
6 (A —> —>A) —> —iA T il
7 —.A M P 6,5
T13. b (A -> B) -» ((—iA -> B) -> B)
A —» B, - iA - ) B b B
1 A —> B Suposición
2 —A —> B Suposición
3 (A —» B) —» (—iB -.A ) T6
4 —.B —> —iA M P 3,1
5 (—iA -» B) —> (—.B -> —i—iA) T6
6 —iB —> i 'A M P 5,2
7 (—,B -> — iA) -> ( ( - B -» —A ) —> B) T I2
8 (- iB - .A ) B M P 7,6
9 B M P 8,4
2.a S i dos fórm ulas, A y B, son lógicam ente equivalentes, entonces sus duales
respectivas también lo son:
S ih A < -> B, entonces h A ' h B ' (Principio especial de dualidad para equivalencia)
3.° Si existe una relación de implicación lógica entre dos fórm ulas, A y B, en
tonces existe también una relación de implicación lógica en sentido inverso entre sus
respectivas duales, A ' y B ':
Si h A —>B, entonces l - B '- > A ' (Principio especial de dualidad para implicación).
son dos pares de fórm ulas duales entre sí (cada una de las que figuran a la izquierda
es la dual de su correspondiente a la derecha y recíprocam ente). La prueba de cual
quiera de ellas hace superflua la prueba de la correspondiente dual (principio de dua
lidad para equivalencia).
1 Ax —i Px —» —i Pa A 5 14
I?
2 (Ax —i Px -> —i Pa) -» (Pa —> —>Ax —i Px)
3 Pa —» —i Ax —i Px M P 1,2
4 T14 D4I3
14 El quinto axiom a: A xPx —» Pa está form ulado, com o los demás, en m etalen-
guaje, y es, por tanto, en realidad, un esquem a de axioma. Correlativam ente, el seg
m ento lingüístico Pa es tam bién un esquem a de fórmula, en donde la letra P no está
por un predicado concreto, sino por cualquier expresión, cualquiera que sea su grado
de complejidad, predicativam ente aplicable, en sentido m etalingüístico, al parám etro
a. P. ej., un esquem a (o una fórm ula) del tipo A xQ x a R a podría ser, sin el m enor in
conveniente, m etalingüísticam ente denom inado por Pa, correspondiendo entonces
¡a letra P al com plejo: A xQ x a R, que es predicativam ente aplicable al parám etro
a. Lo m ism o vale decir, por tanto, del esquem a —>Pa, que es una realización, com o
otra cualquiera, del esquem a Pa (siendo esta vez el com plejo —< P lo denotado por
la letra P).
1 AxPx -» Pa A5
2 Pa —» VxPx TI
3 T15 Sil 1,2
T16. b Ax —i Px —» —i VxPx
1 Ax —■Px —> —i —i Ax —i Px T5
2 T16 D 4I 1
15 El contenido de esta sección tiene carácter m eram ente histórico. Pero el sis
tem a de notación de JLukasiewicz m erece especial atención.
16 Poco después de la publicación de los Principia, B e r n a y s dem ostró que el
cuarto axiom a es superfluo o redundante. En 1917 J. N i c o d , usando la barra de in
com patibilidad de S h e f f e r , «|» (A I B significa: A es incom patible con B) y la única
regla de inferencia: «de A \ (B \ C) y A se sigue C», logró reducir todo el sistem a WR
a un solo axiom a de com plicada factura que reza así:
(El sím bolo principal de la fórm ula es la tercera barra em pezando a contar por la iz
quierda.)
lente del modus ponens, curiosam ente presentado en form a de «definición» del im pli
cador (sím bolo en form a de herradura, z>) en térm inos de negador y disyuntor:
p z> q. = . ~ p v q Df.
(El signo «=» con el com entario «Df» a la derecha de una fórm ula es indicativo de
definición en los Principia).
Los axiom as son los cinco que siguen, escritos en la grafía de los Principia (que
incluye el uso del deductor como prefijo indicativo de validez, y el em pleo de puntos
en lugar de paréntesis), y acom pañados de los respectivos sobrenom bres que les asig
naron sus autores:
1 :p v p . . p (principio de tautología)
2 h :q .p v q (principio de adición)
3 \-:pvq.zi.qvp (principio de perm utación)
4 : p v (q v r ) . Z) .q v (p v r) (principio de asociación)
5\ ~ : . q z ) r . z ) : p v q . z } . p v r (principio de sum ación)
El sistem a de lógica de enunciados W R, que hoy acusa ya las huellas del tiempo,
ha sido el prim er sistem a lógico que han «pensado» los com putadores. En 1957 N e
w e l l , S h a w y S im ó n construyeron un program a que perm ite la deducción axiom ática
Los axiom as form an, correlativam ente, cinco grupos distintos, cada uno de los
cuales consta de tres fórm ulas que perm iten la introducción o la elim inación, en sus
respectivos consecuentes, de cada una de las cinco partículas.
I. Axiom as de implicación.
1 A -> (B —> A)
2 (^4 —> (A —> 5 )) -» (A —> 5 )
3 ( A ~ >B ) ~ > ((5 -> C) -> (A -> C))
1 A&B^A
2 A&B^B
3 (A -> B ) -> ( ( A -> C ) -> ( A -> B & Q )
1 A^AvB
2 B^AvB
3 (A -> C ) -> ( ( B -> Q -> (A v B Q )
1 (A ~ B) (A -> B)
2 (A ~ B) (B —>A)
3 ¿4 -> 5 ) - > ( ( 5 - > ¿ í ) ~ fl))
V. A xiom as de negación.
1 (A -> 5 ) -> ( 5 - » J )
3 i-
E l le c to r r e c o n o c e r á e n e s ta s f ó rm u la s u n b u e n n ú m e r o d e la s q u e p o c o m á s t a r d e
s e ría n r e g la s d e d e d u c c ió n n a tu ra l d e G entzen, s ó lo q u e e x p u e s ta s a q u í a ú n e n fo rm a
d e a x io m a s .
Los cuatro prim eros grupos constituyen la base de la llam ada lógica positiva, a
partir de la cual sólo es posible extraer teorem as totalm ente exentos del signo de ne
gación (ya que la entrada de dicho signo depende de la intervención de los axiom as
del grupo V).
C. El sistem a de lógica de enunciados de JLukasiewicz (sistem a C-N, 1929). El
im plicador y el negador constituyen una pareja de operadores lógicos que parece es
pecialm ente acorde, desde el punto de vista intuitivo, con el sentido de la deducción.
En estos dos operadores basaron su sistem a axiom ático Gottlob Fregf, y, m ás recien
temente, Jan .Lukasiew jcz (1878-1956), una de las principales figuras de la escuela
lógica de Varsovia.
El sistema C-N , o sistem a axiom ático de lógica de enunciados de ILukasiewicz,
fue expuesto por su autor en la obra Elem enty logiki m atem atycznej, aparecida en
V arsovia en 1929 l7.
C ( s i . . . , entonces. . .)
N (no es cierto que. . .),
y el operador E se define
He aquí tres ejem plos de fórmulas: una, CCpCqrCCpqCpr, sería en nuestra nota
ción: (p —» (q —> r)) —» ({p —> q) —» (p —> r)); las otras dos: ENKpqANpNq,
ENApqKNpNq son las leyes de D e M o r g a n , form uladas com o equivalencias.
o f m athem atical logic. Una breve exposición del sistem a C-N figura tam bién en la
obra sobre La silogística de Aristóteles, citada m ás abajo en la nota 20.
IS Desde el punto de vista teórico, esta notación es particularm ente adecuada
para la form ulación de lógicas polivalentes. D esde el punto de vista práctico, no sólo
econom iza paréntesis, sino que perm ite m ecanografiar fórm ulas lógicas con una m á
quina de escribir ordinaria. Otra ventaja de esta notación es su utilidad para la pro
gram ación de problem as de lógica en com putador. (P. ej., para la m entalidad m ecá
nica del com putador, que no visualiza de golpe, com o nosotros, la fórm ula en su
totalidad, resulta m ás cóm odo identificar el signo principal en posición inicial.)
Axiomas. A los enunciados de un sistem a deductivo, sean axiom as o teoremas,
L les da el nom bre de tesis o aserciones. Los axiom as del sistem a C-N
ijk a s ie w ic z
constituyen las tres prim eras tesis; todas las restantes son teoremas. Los tres axiom as
son:
TI CCpqCCqrCpr
T2 CCNppp
T3 CpCNpq
R eglas de inferencia. Las reglas de inferencia del sistema C-N son tres:
1. Sustitución: dada una tesis aceptada en el sistema, es posible deducir de ella
nuevas tesis cam biando una cualquiera de sus variables, en todas y cada una de sus
ocurrencias, por una fórm ula cualquiera.
2. Separación (Modus ponens): supuesta una tesis que tenga la estructura de un
condicional y otra tesis que consista en el antecedente de dicho condicional, es posi
ble afirm ar una tercera tesis que consista en el consecuente separado del referido
condicional.
3. Intercambio: si una expresión es tesis del sistem a y otra expresión que sea
parte de ella es idéntica por su forma con el extrem o derecho («definiens») de una de
las definiciones establecidas, o de cualquier sustitución correcta de la m ism a, pué
dese aceptar en el sistem a cualquier expresión obtenida al reem plazar en la expresión
prim eram ente indicada la parte aludida por el extrem o izquierdo («definiendum ») de
la referida definición, o, en su caso, de la correcta sustitución de la misma.
Com o subraya L u k a s i e w i c z , la regla de sustitución equivale al dictum de omni
de A r i s t ó t e l e s ; la regla de separación equivale al modas ponens de los estoicos; y la
regla de intercam bio es trasunto de la propiedad tradicional de las definiciones, según
lo cual todo lo que sea verdad del extrem o definiente (definiens) ha de serlo igual
m ente del extrem o definido (definiendum ).
«x»:
a) Una parte indicativa de las operaciones de sustitución a efectuar (operacio
nes que se realizan obviam ente, con vistas a la inm ediata obtención de la nueva tesis
o a la construcción de una prem isa que sirva de base a una aplicación del modus po-
nens)-, con este fin se anota el núm ero de la tesis sobre el cual se efectúa la sustitu
ción y a continuación la letra a sustituir y, separada de ella por trazo oblicuo, la fór
m ula sustituyente.
b) Una parte indicativa de las operaciones de separación (modus ponens) a
efectuar sobre el resultado de las sustituciones, norm alm ente, que debe ser una im pli
cación que tenga por antecedente una tesis ya adm itida y por consecuente la tesis a
demostrar: con este fin se escribe el sím bolo C (im plicador) y tras él los núm eros de
ambas tesis separados por un guión, que subraya el lugar de «separación» l9.
A título de ilustración reproducim os la dem ostración de la tesis de identidad im-
plicacional, Cpp, a partir de los tres axiom as del sistema: T I CCpqCCqrCpr (princi
pio del silogismo); T2 CCNppp (ley de C l a v i u s ) , y T3 CpCNpq (ley de D uns Es
c o t o ). La tarea heurística de planear la dem ostración debe atenerse a las siguientes
consideraciones. Es evidente que no se puede pasar inm ediatam ente por sustitución
de ninguno de los tres axiom as a Cpp. Hay que optar por introducir esta fórm ula (m e
diante la oportuna sustitución) al final de uno de ellos y tratar luego de elim inar el o
los antecedentes a que quede sujeta dentro del axiom a elegido. Revisando la estruc
tura de los tres axiom as, es fácil ver que donde esa introducción podría efectuarse
más naturalm ente es en el axiom a primero (principio de silogism o) cuyas tres letras
finales casi coinciden con la tesis que se pretende demostrar.
Pero antes de proceder a tal sustitución conviene trazarse tam bién el plan de eli
minación de antecedentes en el principio del silogism o. Es asim ism o fácil ver que si
se sustituye en el referido principio la letra q por la fórm ula CNpq, el resultado será
una im plicación cuyo principal antecedente se identificará por entero con el axioma
segundo y será, por tanto, susceptible de ser elim inado por este últim o m ediante m o
dus ponens, con lo cual quedaría separada una nueva fórm ula que tendría, en orden a
la dem ostración de Cpp, las m ismas ventajas que el principio del silogism o (sus tres
letras finales casi coincidentes con Cpp) y menos inconvenientes (el núm ero de ante
cedentes ha dism inuido en uno). Conviene, pues, proceder prim ero a la deducción de
esa fórm ula y anotarla com o tesis 4 del sistema.
De acuerdo con las anteriores consideraciones, la dem ostración de esta prim era
fórmula transcurriría así. La prim era prem isa se construye sustituyendo en el axiom a
prim ero (principio de silogism o) q por CNpq:
1 CCpCNpqCCCNpqrCpr T I q/CNpq
2 CpCNpq T3
A plicando ahora la regla de separación a las dos líneas anteriores resulta la nueva
fórm ula
3 CCCNpqrCpr C T3-T4
La línea 3 es la fórm ula buscada, Cpp, que pasa a la relación de tesis del sistem a con
el núm ero T5.
l i e a q u í a h o ra , e n el fo rm a to s in té tic o q u e u tiliz a s u a u to r, la tra n s c rip c ió n fo rm a l
d e e s t e b r e v e t r o z o d e l s i s t e m a a x i o m á t i c o d e l ó g i c a d e e n u n c i a d o s d e X u K A S iF .w ic z :
TI CCpqCCqrCp
T2 CCNppp
T3 CpCNpq
T I q/CNpq x C T3-T4
T4 C-CNpqrCpr
T4 q/q, r/p X C T2-T5
T5 Cpp
20 Este sistem a se encuentra expuesto por vez prim era en su obra E lem ents o f
m athem atical logic citada en la nota 17.
Posteriorm ente aparece en el capítulo IV de su libro La silogística de Aristóteles
desde el punto de vista de la moderna lógica form al, traducción de Josefina Fernán
dez, revisión de M anuel Garrido, Tecnos, M adrid, 1977.
SISTEM A S AX IOM A TICO S DE LÓ G ICA ELEM EN TA L 313
son cuatro fórm ulas categóricas, de las cuales las dos prim eras son
universales afirm ativas y las otras dos particulares afirmativas.
Leyes de identidad:
1. Aaa
2. Iaa
3. CKAbcAabAac (Barbara)
4. C KAbclbalac (Datisi)
Reglas de inferencia:
A. Las l e y e s d e c o n v e r s ió n
a. El «Formulario» de Peano
1. Cero es un número.
2. El sucesor de un número es un número.
3. Si dos núm eros tienen un m ism o sucesor, es que son
iguales.
4. Cero no es sucesor de ningún número.
5. Toda propiedad que convenga a cero y al sucesor de cual
quier número, supuesto que convenga también a ese cual
quier número, conviene a todo número 23.
Para destacar los elementos no lógicos (en este caso, aritm éti
cos) de los lógicos, se han escrito en cursiva los primeros. Las pala
bras que no van escritas en cursiva representan el marco lógico en el
que se insertan y al que se sobreañaden los ingredientes específicos
que constituyen la base de la aritm ética24.
La diferencia entre unos y otros elem entos y la estructura de
cada uno de esos axiomas se patentiza con más nitidez empleando
lenguaje formal.
Si convenimos en designar las tres nociones primitivas del sis
tem a axiomático de P e a n o por los símbolos 0, N y ’ (y estipulando
25 P e a n o e l a b o r ó l a p r i m e r a v e r s i ó n d e s u s i s t e m a e n 1889, e n s u o b r a Arithm e-
tices principia, c o n c u a t r o i d e a s f u n d a m e n t a l e s y n u e v e a x i o m a s . P o s t e r i o r m e n t e , e n
s u Form ulaire de m athém atique (1897-1899), e s t i m ó q u e a l g u n o s d e e s o s a x i o m a s
p e r te n e c ía m á s b ie n a la ló g ic a y r e d u jo e l s is te m a a c in c o p r o p o s ic io n e s . A e s a
é p o c a c o r r e s p o n d e la v e r s ió n e n le n g u a je o r d in a r io r e p r o d u c id a e n la p á g in a a n te rio r,
q u e e s la m á s d ifu n d id a .
En sucesivas versiones del Form ulaire, a partir de 1901, habló tam bién de seis
axiom as. A continuación transcribo, en el sim bolism o del autor, la versión del volu
m en V de esa obra (1908). En este V volum en, que P e a n o titula ya Form ulario ma-
themqtico, las notas y explicaciones a los sim bolism os (es decir, lo que hoy diríamos
el m etalenguaje) se dan en un latín artificial, sin declinaciones, con un vocabulario
políglota y exento de preceptos gram aticales rígidos: latino sine flexione, que preten
día valer de «lengua universal»:
«Ergo nos sume tres idea N0, 0, + ut idea prim itivo, per que nos defini omni sym-
bolo de Arithmetica.
Nos determ ina valore de sym bolo non definito N0, 0, + per system a de propositio
prim itivo sequente.
•0 N 0 e O s
• 1 0 e Na
•2 a £ Na . 3 . a + e Na
•3 s e C ls . 0 £ i : a e ,y . z)a . a + e .s-: o . N0 zd s In d u ct
■4 a, b z N a . a+ = b+ . 3>. a = b
■5 a e N o . Z D , a + - = 0
Lege:
■0 N0 es classe, vel «num ero» es nom en commune.
• 1 Zero es numero.
■2 Si a es num ero, tune suo successivo es numero.
•3 N 0 es classe m ínim o, que satisfac ad conditione ■ 0 ■1 • 2; id. es, si s es
classe, que confine 0; e si a pertine ad classe s, seque pro omni valore de a, que et a
+ pertine ad s; tune omni num ero es s.
Ce propositione es dicto «principio de inductione», et nos indica illo per abbre-
viatione «Induct».
Omni conditione determ ina uno classe; ergo nos pote lege principio de inductione
sub forma:
Si s es conditione, satisfacto ab num ero 0, et si om ni vice que illo es vero pro nu
m ero a, et es vero pro suo succesivo, tune conditione s es vero pro om ni numero.
•4 Dúo num ero, que habe successivo aequale, es aequale ínter se.
•5 0 non seque ullo numero.
(o. c., pp. 27-28). El sim bolism o lógico de P e a n o , sirvió de inspiración a los autores
de los Principia M athem atica. La letra griega «e» denota la pertenencia de un ele
m ento a un conjunto; el punto denota la operación lógica «y» y tam bién cum ple la
función de paréntesis; la implicación es un sím bolo en form a de herradura; una varia
ble suscrita al im plicador indica su estado de variable ligada. El guión « - » significa
negación. El sím bolo «+», adosado a un núm ero envuelve la idea de nuestro « ’».
P1 NO
P2 A x(N x —>Nx ’)
P3 A x Vy(N x a Ny a x ’ = y ' ^ x = y )
P4 A x(N x —> —i x ’ = 0)
P5 AP (P0 a Ax(N x a P x —y P x ') —^ Ay(N y —> Py))
Ax(x + 0 = x) A x(x -0 = 0)
Ax Ay{x + y ’ = (x + y ) ’) A x Ay (x ■y ’ = x ■y + x)
= p r e d ic a d o d iá d ic o d e ig u a ld a d
' f u n to r m o n á d ic o d e n o ta tiv o d e la o p e r a c ió n « s u c e s ió n »
+ f u n to r d iá d ic o d e n o ta tiv o d e la o p e r a c ió n « m á s » ( a d ic ió n )
f u n to r d iá d ic o d e n o ta tiv o d e la o p e r a c ió n « p o r» ( p r o d u c to )
0 n o m b r e p r o p io d e l n ú m e r o c e ro
A x io m a s
A x io m a s d e ig u a ld a d :
A x io m a s d e P e a n o :
A x(x + 0 = x)
A x A y(x + y ' = (x + y)')
Axiom as de producto;
A x(x -0 = 0)
A x A y(x ■y ' = x • y + x)
R egla d e in d u c c ió n
P0
Ax(Px -» Px’)
AyPy
§ 9. Teoría de grupos
1. Todos los elem entos del conjunto tienen libertad de asociación con respecto
a esa operación (propiedad asociativa).
2. En ese conjunto existe un elemento tal que al ser som etido, en unión de otro
cualquier elemento, a la referida operación, se obtendrá p o r resultado invariable
m ente ese otro elem ento (existencia del elemento unidad).
3. Para todo elem ento del conjunto, hay siem pre otro inverso de él y tal que al
aplicarse a am bos la aludida operación el resultado obtenido será el elem ento uni
dad (existencia del elem ento inverso).
Un grupo no es, pues otra cosa que una estructura m atemática integrada por un
dom inio de referencia no vacío G, una operación diádica una operación m onádica
I y un elem ento unidad que satisface las exigencias de esos axiomas.
Una estructura que los satisface y es, por tanto, un grupo, es el conjunto de los
enteros (positivos y negativos) con la operación de adición e incluyendo el 0 como
«elem ento unidad». Hay m uchos otros sistem as no num éricos que pueden servir asi
m ism o de m odelo para esos tres axiom as. Por ejem plo, cl sistema de rotaciones en el
espacio de una esfera sobre su centro, siendo x°y la secuencia de dos rotaciones con
secutivas.
Cuando un grupo satisface adem ás este cuarto axioma:
se dice que es un grupo abeliano o conmutativo. (No todo grupo es abeliano; por
ejem plo, el sistem a de rotaciones al que se acaba de aludir puede no serlo.)
P o r o tr a p a r t e , a u n q u e e l c a m p o p r o p io d e a p lic a c ió n d e l m é to d o
a x io m á tic o s e a n la s c ie n c ia s f o r m a le s , c o m o la m a t e m á t ic a y la ló
g ic a , ta m b ié n c a b e e n s a y a r e l in te n to d e a p lic a r lo a te o r ía s e m p í r i
c a s . S o b re e l v a lo r e p is te m o ló g ic o d e e s te in te n to se d iv id e n la s o p i
n io n e s . L a a x io m a tiz a c ió n n o in f lu y e e n la e x p a n s ió n d e la s c ie n c ia s
e m p ír ic a s ta n d ir e c ta m e n te c o m o in f lu y e e n la e x p a n s ió n d e la m a
te m á tic a . P e ro e s s in d u d a a lg u n a ú til p a r a l a c la r if ic a c ió n y e l a n á li
s is ló g ic o y m e to d o ló g ic o d e la s h ip ó te s is y te o r ía s q u e in te r e s a n a
la s c ie n c ia s e m p ír ic a s . E l ló g ic o a le m á n H e r m e s c o n f e c c io n ó e n
1938 u n a a x io m a ti z a c ió n d e la m e c á n ic a g e n e r a l. H e n r y W o o d g e r
h a u ltim a d o r e c i e n te m e n te u n a v a lio s a a x io m a ti z a c ió n d e la g e n é
ti c a e n la q u e v e n ía tr a b a ja n d o d e s d e v a ria s d é c a d a s . V o n N e u -
m a n n y M o r g e n s t e r n e n 1948 y m á s r e c ie n te m e n te S u p p e s h a n
a x io m a tiz a d o la t e o r ía e c o n ó m ic a d e la d e c is ió n y la u tilid a d .
CAPÍTULO XV
METALÓGICA DE ENUNCIADOS
A. In t r o d u c c ió n
' O, m ejor dicho, de las zonas críticam ente m ás seguras de! razonam iento intui
tivo.
A principios de siglo, L. E. J. B r o u w e r (1881-1966) y la escuela in tu ic io n is ta
presentaron objeciones m uy graves contra el principio clásico de tercio excluso (te r -
tiu m n o n d a tu r ), alegando que ese principio carece de validez cuando se lo aplica a
conjuntos no finitos. D esde entonces suele distinguirse en m atem ática y lógica entre
pruebas c lá s ic a s o n o c o n s tr u c tiv a s , que se apoyan en el uso no restringido del prin
cipio de tercio excluso, y pruebas c o n s tr u c tiv a s o f i n i t i s t a s , que se atienen tan sólo a
los principios m ás «seguros» de la lógica y de la m atem ática (principio de no contra
dicción, principio de inducción m atemática).
El creador de la escuela fo r m a lis t a , David H i l b e r t (1862-1943), trató de m ediar
entre el pensam iento clásico y el pensam iento intuicionista, aceptando que una teoría
form alizada, expuesta en lenguaje objeto, se gobernase por los principios de la lógica
clásica, pero a condición de que se la som etiera a un análisis crítico, elaborado desde
un m etalenguaje inform al e intuitivo, que dem ostrase su consistencia por m étodos
constructivos. Así fue com o surgió, propuesta por H i l b e r t , la m e ta m a te m á tic a ,
como una m etateoría de teorías m atem áticas que se sujeta estrictam ente a criterios
constructivos.
No todos, sin em bargo, han seguido a H il b e r t por este cam ino. A lfred T a r s k i y
su escuela, por ejem plo, continúan considerando que la m etam atem ática y la m etaló-
gica son teorías m etalingüísticas de teorías form ales, pero sin conceder por ello que
las pruebas m etam atem áticas hayan de renunciar al uso de los principios de la lógica
clásica. Frente a la m etam atem ática hilbertiana, finitista y constructiva, la m etam ate
m ática de T a r k i es clásica e infinitista.
(1) ¿Hay seguridad de que el sistema está exento de contradic
ción, es decir, de que no sólo no ha conducido, sino de que no con
ducirá a una conclusión contradictoria?
(2) ¿Hay seguridad de que el sistema tiene potencia o capaci
dad suficiente para sum inistrar todas aquellas conclusiones que, en
principio, desearíam os obtener de él?
(3) ¿Existe un procedim iento que perm ita decidir de un modo
m ecánico si una fórmula es o no deducible en el sistema?
Si es posible contestar afirm ativam ente a la prim era pregunta, se
dice que el sistema es correcto, consistente o no contradictorio.
Cuando es afirm ativa la respuesta a la segunda, se dice que es com
pleto. Y cuando asimismo sucede con la tercera, que es decidible.
En caso contrario, el sistem a será, correlativamente, inconsistente,
incompleto o indecidible.
Consistencia (corrección), com pletud y decidibilidad son pro
piedades que afectan al sistem a formal globalmente considerado. La
demostración de que éste posee alguna de ellas, no es una tesis del
sistema, susceptible sin más de ser deducida en térm inos de len
guaje formal, sino una tesis acerca del sistema, que deberá ser abor
dada con los criterios y los métodos de la metateoría.
En el presente capitulo nos ocuparemos del estudio de estas tres
cuestiones para el estrato más simple del sistema de la lógica ele
mental, que es la lógica de enunciados (lógica de conectores).
Pero antes de seguir adelante, conviene establecer algunas preci
siones respecto de cada una de las tres citadas preguntas.
Un sistem a formal es consistente cuando todas las fórmulas que
de él se derivan o pueden derivarse están exentas de contradicción.
C uando el sistem a en cuestión pretende form alizar teorías lógi
cas, su no contradictoriedad se establece dem ostrando que las fór
m ulas en él derivables son verdades lógicas. L a tesis de consis
tencia vincula, pues, en el caso de los sistemas lógicos, el concepto
(sintáctico) de derivabilidad o deducibilidad formal con el concepto
(semántico) de verdad lógica. Esta tesis podría enunciarse diciendo
que: si una fórm ula A es form alm ente deducible en el sistema, en
tonces es lógicamente verdadera. Más brevemente:
si h A, entonces |= A.
si |= A , entonces b A.
b A sii |= A.
B. M E T A L Ó G IC A de ENUN CIADO S
A B A ^B
1 1 v V V 1
2 V F F
3 F V V
4 F F V
2 El lector habrá reparado en el carácter sem ántico de esta prueba y del concepto
de consistencia por ella obtenido, ya que las nociones de tautología y de contradic
ción como negación de tautología son nociones semánticas.
D esde un punto de vista sintáctico, la consistencia de un sistem a form al puede ser
definida como la imposibilidad de que en ese sistem a una m ism a fórm ula sea deduci
ble y refutable; es decir, cuando no es posible en el sistema, siendo A una fórmula,
que I- A y I-----'A (consistencia en el sentido de H ilbf.rt).
E. L. P o sr (1897-1954) definió un concepto especial de consistencia sintáctica,
em parentado con el anterior. Un sistema es consistente en el sentido de P ost cuando
no es posible deducir en él una fórm ula que se reduzca a una sola letra enunciativa,
sin com pañía de otras letras ni de operadores lógicos. Que esta condición es garantía
de consistencia, se patentiza com o sigue:
Supóngase que es posible derivar en lógica de enunciados una fórm ula de esa ín
dole, p. ej.: 1- p. La sustitución de (todas las ocurrencias de) una letra enunciativa en
una fórm ula del sistem a por cualquier otra letra o cualquier otra fórm ula es correcta
siempre. Sustitúyase, en la fórm ula que se supone obtenida, la letra p por la fórm ula
—i p. Ello daría por resultado: I----->p, con lo cual se desem boca en la contradicción
(sintáctica): h p y I-----<p. El supuesto inicial no puede ser admitido.
A B A —> B
V V V 1A ,B H A ^B
V F F 2 A, B b - i (A - » B)
F V V 3 - i A, B h A ^ B
F F F 4 - i A, —. B b A B.
El enunciado del lema podría ser este: para toda fórm ula A y
para toda atribución veritativa de la misma, si la atribución verifica
a A, A es deducible; y si la falsifica, es deducible —>A.
La demostración del lema se efectúa por inducción m atem ática
sobre el grado lógico de A.
Base. El grado lógico de A es 0. Entonces A es una letra enuncia
tiva, y sea que se la interprete como V o como F, la cuestión se reduce a
una aplicación trivial de la ley de identidad: A h A, o —i A h - i A .
Paso. Por hipótesis de inducción se supone la validez del lema
para cualquier grado lógico m enor que n siendo n el grado lógico de
A. Reduciendo previam ente el repertorio de juntores a dos prim iti
vos: —i, — sólo hay que contem plar dos eventualidades, según que
A sea una negación o una implicación.
Si A es una negación: —i B, la fórmula B por ella negada ha sido de
ducida ya en uno u otro sentido (hipótesis de inducción). Si lo fue posi
tivamente, es porque había sido también positivamente interpretada;
pero entonces A debe ser interpretada como F y es necesario deducir —i
A: ello se obtiene aplicando a B la ley de introducción de doble nega
dor, ya que —i —>B es —>A. Si lo fue negativamente se tiene ya A, que
es lo que en tal caso, y por similares razones, había que deducir.
Si A es una im plicación B —» C, sus com ponentes B y C han
sido ya deducidos positiva o negativamente (hipótesis de inducción).
Si A es verdadera, entonces una de dos: o su antecedente B es falso,
en cuyo caso se habrá obtenido ya —i B (hipótesis de inducción), y
con ello A; o su consecuente C es verdadero, en cuyo caso se habrá
obtenido ya C (hipótesis de inducción), fórm ula que perm ite liberar
de antecedente la (legítima) carga de prem isa C —> (B —> C), dando
como resultado la im plicación B —> C, esto es, A. Pero si A es falsa,
es forzoso suponer que el antecedente B de la im plicación es verda
dero y el consecuente C falso y que, por hipótesis de inducción, se
han obtenido ya B y —■C. De estas dos prem isas se sigue —i (B —>
C) por doble aplicación de MP al teorem a T9, que aquí reescribi-
mos: l - B —» ( —i C —> —i ( B —» C)). (La dem ostración de este teo
rem a se expuso en el capítulo anterior, § 4.)
U na vez probado el lema, la dem ostración del teorem a discurre
así: según la hipótesis del mismo, A es tautología. Pero si A es tau
tología, entonces, de acuerdo con la definición de dicho concepto, A
es verdadera para todas y cada una de sus atribuciones veritativas. Y
a su vez, si A es verdadera para todas y cada una de sus atribuciones
veritativas, entonces, y de acuerdo con el lema, se sigue que A es
positivamente deducible de cualquiera de ellas. Es decir, que A es
deducible a partir de la serie com pleta de las letras enunciativas de
que consta, y cualquiera que sea el valor de verdad que tom en éstas.
Ello puede expresarse así: Siendo p,, ..., p„ las letras enunciativas de
que consta A, y siendo p¡ (1 < i < ri) cualquiera de esas letras en
cualquiera de sus atribuciones veritativas, tendríamos que para pn:
' Éste es un procedim iento que podem os llam ar directo. Tam bién cabe practicar
un procedim iento indirecto, particularm ente adecuado para resolver negativamente
las cuestiones de independencia. Dicho procedim iento consiste en: (a) transform ar el
sistem a sustrayéndole el axiom a cuya independencia está bajo cuestión y agregán
dole, a cam bio, la negación de ese m ism o axioma; y (b) tratar de deducir una contra
dicción del sistem a así transform ado. Bien entendido: la obtención de una contradic
ción en esas condiciones es, claram ente, una prueba de que el axiom a som etido a
exam en no es independiente; porque cuando un enunciado cualquiera, A, es lógica
m ente independiente con respecto a un conjunto de enunciados F, que se supone con
sistente, para la consistencia de ese conjunto F debe ser totalm ente indiferente que se
le incorpore, o bien el enunciado A, o bien su negación, —>A: en ninguno de ambos
extrem os es de tem er que T se convierta en fuente de contradicción.
U n caso histórico de gran interés en este sentido fue el secular e infructuoso in
tento de probar la no independencia del llam ado axiom a de las paralelas (quinto p o s
tulado de E u c l i d e s ) («si una línea recta que corta a otras dos form a ángulos internos
del m ism o lado de la secante cuya sum a sea m enor de dos rectos, esas otras dos rec
tas, cuando se las prolonga hacia este lado, se encuentran»). La escasa transparencia
intuitiva del contenido de este axiom a, unida a otras circunstancias, indujo desde
m uy antiguo a los m atem áticos a intentar reducirlo a teorem a deduciéndolo del resto
del sistema. Ante el reiterado fracaso de los intentos de prueba directa de dependen
cia, en el siglo xvin el jesuíta S a c c h e r i ensayó la vía indirecta, tratando de obtener
una contradicción a partir de la geom etría euclidea sin el axiom a de las paralelas,
pero con la negación de éste. Com o es sabido, el intento de S a c c h e r i no desem bocó
en contradicción, sino en el descubrim iento de un cuerpo entero de doctrina: la geo
metría no euclidiana, instaurada com o nueva ram a científica con G a u s s , L o b a t s -
c h e v s k i y B ü l y a i a principios del siglo xix. En la segunda m itad de dicho siglo B e l -
0 1
0 1 1
1 0 1
5 Tam bién puede dem ostrarse, correlativam ente, la independencia de una regla
prim itiva de inferencia, con respecto al resto de un sistema, m ediante la exhibición
de un modelo que satisfaga a dicho resto, pero en el cual una regla no transm ita el va
lor seleccionado. Véase C h u r c h , Introduction to m athem atical logic, vol. I, 1956,
pp. 112 ss.
Los e n c a b e z a m ie n to s que p re ced e n a cad a f ila de la tab la son
los v alo re s del p rim e r arg u m en to de la fu n c ió n ló g ica A —» B;
y los e n c a b e z a m ie n to s de c o lu m n a son los v a lo re s del se
g u n d o arg u m e n to . L a in te rse c c ió n de u n o s y o tro s es, en
ca d a caso , el v a lo r de la fu n c ió n ; p o r ejem p lo , 1 cu an d o el
p rim e r y el seg u n d o arg u m e n to valen 0 , y 0 cu an d o el p rim e r
arg u m e n to v ale 1 y el seg u n d o 0. Si p a ra e c o n o m iz a r esp a cio
en la e x p o sic ió n de ta b la s p rim itiv a s, que son la clave del
m o d elo , ad o sa m o s a la a n te rio r la ta b la del n e g a d o r (sien d o
e n to n c e s ta m b ié n los e n c a b e z a m ie n to s iz q u ie rd o s de fila los
v a lo re s a rg u m é n ta le s c o rre s p o n d ie n te s), re s u lta rá e sta f i
g ura.
—^
0 1 —,
0 1 1 1
1 0 1 0
T a b l a s P r im it iv a s
0 1 2
0 0 2 2 1
i 2 2 0 1
2 0 0 0 0
T abla de A 2 : ( A - ■> ( B - > C)) ((A B ) —» ( A —» C))
D, P2
A B C B C A -> (B -> C) A -4 B A —> C (A —> B) —> (A —> C) D, -> D 2
0 0 0 0 0 0 0 0 0
0 0 1 2 2 0 2 2 0
0 0 2 2 2 0 2 2 0
0 1 0 2 2 2 0 0 0
0 I I 2 2 2 2 0 0
0 1 2 0 2 2 2 0 0
0 2 0 0 0 2 0 0 0
0 2 1 0 0 2 2 0 0
0 2 2 0 0 2 2 0 0
1 0 0 0 2 2 2 0 0
1 0 1 2 0 2 2 0 0
1 0 2 2 0 2 0 0 0
1 1 0 2 0 2 2 0 0
1 I 1 2 0 2 2 0 0
1 1 2 0 2 2 0 0 0
1 2 0 0 2 0 2 2 0
1 2 1 0 2 0 2 2 0
1 2 2 0 2 0 0 0 0
2 0 0 0 0 0 0 0 0
2 0 1 2 0 0 0 0 0
2 0 2 2 0 0 0 0 0
2 1 0 2 0 0 0 0 0
2 1 1 2 0 0 0 0 0
2 I 2 0 0 0 0 0 0
2 2 0 0 0 0 0 0 0
2 2 1 0 0 0 0 0 0
2 2 2 0 0 0 0 0 0
T abla de A3 : (- A B) -» (B —> A)
0 0 1 1 2 0 0
0 1 1 1 2 2 0
0 2 1 0 2 0 0
1 0 1 I 2 2 0
1 1 1 1 2 2 0
1 2 1 0 2 0 0
2 0 0 1 2 2 0
2 1 0 1 2 0 0
2 0 0 0 0 0 0
A B B A A (B -» A)
0 0 0 0
0 1 2 2
0 2 0 0
1 0 2 0
1 1 2 0
1 2 0 2
2 0 2 0
2 1 0 0
2 2 0 0
La inspección de las tablas revela que, para este m odelo, A2 y A3 son «cuasi-
tautologías», pero no A l.
T ablas P r im it iv a s
->
0 1 2 ->
0 0 1 1 2
1 0 0 1 1
2 0 0 0 0
A B B —> A A —^ (B —> A)
0 0 0 0
0 1 0 0
0 2 0 0
1 0 1 0
1 1 0 0
1 2 0 0
2 0 1 0
2 1 1 0
2 2 0 0
T a b l a d e A 3 : ( —1 A —> - 1 B ) —» ( B —> A )
A B ~ 1A B ^ a ^ ^ B B ^ A (-■ A B ) ( B - > A)
0 0 2 2 0 0 0
0 1 2 1 0 0 0
0 2 2 0 0 0 0
1 0 1 2 1 1 0
1 1 1 1 0 0 0
1 2 1 0 0 0 0
2 0 0 2 1 1 0
2 1 0 1 1 1 0
2 2 0 0 0 0 0
D, d 2
0 0 0 0 0 0 0 0 0
0 0 1 1 1 0 1 1 0
0 0 2 1 1 0 1 1 0
0 1 0 0 0 1 0 0 0
0 1 1 0 0 1 1 0 0
0 1 2 1 1 1 1 0 0
0 2 0 0 0 1 0 0 0
0 2 1 0 0 1 1 0 0
0 2 2 0 0 1 1 0 0
1 0 0 0 0 0 0 0 0
1 0 1 1 0 0 0 0 0
1 0 2 1 0 0 1 1 1
1 1 0 0 0 0 0 0 0
1 1 1 0 0 0 0 0 0
1 1 2 1 0 0 1 1 1
I 2 0 0 0 1 0 0 0
1 2 1 0 0 1 0 0 0
1 2 2 0 0 1 1 0 0
2 0 0 0 0 0 0 0 0
2 0 1 1 0 0 0 0 0
2 0 2 1 0 0 0 0 0
2 1 0 0 0 0 0 0 0
2 1 1 0 0 0 0 0 0
2 1 2 1 0 0 0 0 0
2 2 0 0 0 0 0 0 0
2 2 1 0 0 0 0 0 0
2 2 2 0 0 0 0 0 0
L a inspección de las tablas revela que, para este m odelo, A l y A3 son «cuasi-
tautologías», pero no A2.
T a b l a s P r im it iv a s
0 1
0 0 1 0
1 0 0 1
T a b l a d i; A l: A —> (B —» A)
0 0 0 0
0 1 0 0
1 0 1 0
1 1 0 0
D| P2
A BC B —>C A - 4 (B-> C) A —>B A —>C (A —>B)—>(A—>C) D, —> D2
0 0 0 0 0 0 0 0 0
0 0 1 1 1 0 1 I 0
0 1 0 0 0 1 0 0 0
0 1 1 0 0 1 1 0 0
1 0 0 0 0 0 0 0 0
1 0 1 1 0 0 0 0 0
1 1 0 0 0 0 0 0 0
1 1 1 0 0 0 0 0 0
T abla de A3: O- A -■ B) (B A)
0 0 0 0 0 0 0
0 1 0 1 1 0 0
1 0 1 0 0 1 l
1 1 I 1 0 0 0
La inspección de las tablas revela que, para este modelo, A l y A2 son «cuasi-tau-
tologías», pero no A3.
CAPÍTULO XVI
METALÓGICA DE PREDICADOS
A —» p
A —> p
que es, sencillamente, una modalidad esquem ática del principio tau
tológico de identidad de la implicación.
De estas consideraciones se sigue sin dificultad que el sistema de ló
gica elemental L es consistente o correcto, es decir, que no es posible
deducir de él un par de enunciados contradictorios t~ A y h —i A.
Porque si suponem os que ello es posible, deberá aceptarse, según
se acaba de establecer, que las fórm ulas enunciativas A ' y —i A ',
asociadas respectivam ente a dichos enunciados A y —i A, son tau
tologías. Ahora bien, si A ' es una tautología, no es posible que su
negación —i A ' tam bién lo sea, ya que la negación de una tautolo
gía no es otra tautología, sino una contradicción. Para evitar este
absurdo sem ántico es preciso negar el supuesto de la deducibilidad
del par de enunciados contradictorios y admitir, por tanto, que el
sistem a de lógica elem ental es consistente.
Un m odo alternativo de dem ostrar la consistencia de L se apoya
en la idea de satisfacibilidad, que garantiza asimismo contra el
riesgo de contradicción: un sistema que encuentra, cuando menos,
un modelo no puede ser contradictorio. Ahora bien, el sistema L po
see, cuando menos, un modelo. Elíjase un universo que conste de un
solo individuo (y que, por tanto, no es vacío). En este universo, y ci-
fiéndonos a los axiomas y reglas estrictamente cuantificacionales
si |= A, entonces h A.
B. E l teorema de satisfacción de H E N K IN :
desarrollo de la prueba
a¡ a|... a|...
af a§... af...
a| ( /= 1, 2, 3 1 , 2, 3...)
Foi = {T 00, A }
Y a m edida que, en nuestro recorrido, vayan apareciendo nuevas
fórmulas consistentes, las iremos añadiendo ordenadam ente a lo ya
acumulado, form ando así, uno tras otro, nuevos conjuntos F oi + ,
será, correlativam ente, el resultante de añadir la nueva fórmula A¡ +,
al conjunto inm ediatam ente anterior r ()1:
A = VxPx
A ' = Pa}.
{r„, a '}
F cL 0
r„cL0
F j c- L |
r.cL.
r^L ,
Fn e L ,
Estos conjuntos se encuentran relacionados entre sí por la rela
ción de inclusión:
F w = F u r 0 u T* u F, u ... u F* u F n u ...
si 1= A, entonces b A.
1) A es lógicamente verdadera: f= A.
2) Si A es lógicamente verdadera, entonces —¡ A es insatisfa-
cible.
3) Si —i A es insatisfacible, entonces —i A es inconsistente.
4) ' Si —■A es inconsistente, entonces da lugar a contradicción:
—i A b B y —i A I-----iB.
5) S i —i A b B y - i A b —iB, entonces b A.
Estas prem isas se justifican así: 1) es la hipótesis de TG; 2) se
sigue de la definición del concepto de fórm ula lógicamente verda
dera: su negación ha de ser satisfacible; 3) es la contraposición del
teorem a de H e n k i n (con lo cual se patentiza la capital im portancia
del mismo en orden a la demostración de TG); 4) es mero análisis
de la definición de inconsistencia, y finalm ente 5) se funda en TD,
que perm ite pasar d e —>A b B y —>A I-----¡B. a h —i A - > B y l ----->
A —> —i B, respectivamente, y en MP, que perm ite, con ayuda de es
tas dos últimas fórmulas, elim inar los antecedentes en la ley de re
ducción al absurdo, que reescribim os aquí: b (—i A -» B) —» ((—i A
—>—i B) —» —i —i A) ( TI 2 en nuestro sistem a L: véase su dem ostra
ción en el Capítulo XIV, § 4); de b —i —>A se pasaría a b A por
nueva aplicación de MP a la ley de doble negación b - i - i A - ) A
(T4 en nuestro sistema, véase dem ostración en el mismo lugar).
Aceptadas estas premisas, basta el sencillo protocolo de aplicar
les reiteradam ente la regla MP, empezando por 2) y 1), siguiendo
con 3) y el consecuente de 2), y así sucesivamente, hasta liberar el
consecuente de 5):
b A,
§ 3. El teorema de Lówenheim-Skolem
" Este teorem a fue descubierto por L o w e n i i e i m (1915), y ulteriorm ente generali
zado por S k o i .e m .
La form ulación original de L o w e n i i e i m era ésta: si una fórm ula es válida en un
dom inio enum erablem ente infinito, entonces es válida en todo dom inio no vacío. Por
contraposición de este enunciado y sustitución de válido por satisfacible, se obtiene
la forma habitual del teorema.
S k o l e m generalizó este teorem a extendiendo el caso de una sola fórmula a cual
quier conjunto de fórm ulas, como reza el enunciado de arriba.
Demostración. El teorem a de L ó w e n h e i m - S k o l e m se sigue
sin dificultad de estas dos aserciones:
12 Los térm inos «lógicam ente verdadero», «lógicam ente válido», «universal
m ente válido» y «válido» sin más pueden considerarse sinónim os, a pesar de que en
tre «verdad» y «validez» queda establecer alguna diferencia de matiz. Una fórm ula
es lógicam ente verdadera ((universalm ente) válida) cuando es verdadera para cual
quier interpretación en cualquier universo no vacío (véase Cap. VIH, § 6).
lógica, a excepción de una zona limitadísima de ella (fórmulas
cuantificacionales referidas a un universo finito). Sin embargo, hay
métodos que perm iten una cierta reducibilidad del problem a de es
tablecer la validez de algunas fórmulas cuantificacionales al pro
blem a de establecer la validez (tautologicidad) de fórmulas enuncia
tivas con ellas emparentadas. A este fin, es necesario prim ero des
plazar los cuantificadores de las fórmulas y subfórm ulas problem a
hacia la cabecera de ellas, de suerte que ningún cuantificador quede
dentro de ningún paréntesis (de ninguna matriz). De las fórmulas re
sultantes de estas transform aciones se dice que están en form a nor
m al prenexa. El apartado c) de esta sección se ocupa de la conver
sión de fórmulas cuantificacionales en su form a norm al prenexa co
rrespondiente.
De otra parte, es un hecho ya conocido por el lector que el con
cepto semántico de «satisfacibilidad» está íntimamente conectado
con el de «verdad» o «validez» (véase Capítulo VIH, § 6 ). A veces
resulta más fácil la obtención de un algoritmo que decida la satisfa
cibilidad o la insatisfacibilidad de una fórmula, que la de un algo
ritmo directam ente decisorio de la validez. Por ejemplo, el método
de las tablas semánticas proporciona un método decisorio de la vali
dez y la deducibilidad de las fórmulas del cálculo de conectares y
del cálculo m onádico de cuantificadores decidiendo la insatisfacibi
lidad (ausencia de contraejemplo) de su negación (véanse Capítulos
VI y IX, B). Una solución al problem a de la decisión de la deducibi
lidad de una fórm ula puede, pues, ser obtenida o bien por la vía de
la decisión de su validez, o bien por la vía de la decisión de su satis
facibilidad. A la revisión de los conceptos de validez y satisfacibili
dad y a la precisión de las relaciones que guardan entre sí se dedica
el apartado b) de esta sección.
Por lo que se refiere a los criterios de distribución de las zonas
de solución parcial del problem a de la decisión en el cálculo cuanti-
ficacional, son esencialmente relevantes estos dos factores:
1) La cardinalidad del universo de referencia. Por cardinali-
dad 13 de un universo (dominio) entendem os el núm ero de indivi
duos que lo integran. La cardinalidad de un universo puede ser, ante
todo, finita o infinita l4. Cuando el universo al que se refieren las
es infinito (enum erable). Los enunciados del análisis (teoría de núm eros reales) ver
san sobre un universo todavía más vasto (infinito no enumerable). (Véase la sección
2 de este capítulo, nota 9.)
15 En otros lugares de este libro (Cap. X , § 2, 4; Cap. VHI, § 6) se ha hecho m en
ción del supuesto, básico en los sistem as usuales de lógica m atem ática, de exclusión
de! universo vacío. R euniendo ahora nuevos datos, podem os decir que las «posibili
dades» abstractas de universo o dom inio de referencia de las fórm ulas serían éstas:
vacio
finito
no vacío enum erable
infinito
Í no enum erable
a) Decidibilidad de las fórmulas cuantificacionales en un uni
verso finito.
b) L-validez, «-validez y satisfacibilidad.
c) Forma normal prenexa.
d) Decidibilidad de la lógica cuantificacional monádica.
e) Clases de fórmulas decidibles en lógica cuantificacional po-
liádica. Reducciones del problema de la decisión.
16 Es claro que para ese universo las tres fórm ulas consideradas son satísfacibles
(pues cobran valor de verdad positivo para al m enos una interpretación, o línea de la
V xPxí=^Pa v Pb
AxPx í=^Pa a Pb
V xpx -» AxPx Pa v Pb —> Pa a Pb
Construir una tabla de verdad para esas tres fórm ulas y para el referido supuesto
resulta ser un m ero problem a de lógica de conectares.
Es fácil percatarse de que m ientras el núm ero de individuos del universo elegido
sea finito, será posible en principio confeccionar una tabla de verdad para cualquier
fórm ula cuantificacional, aunque de hecho, cuando ese núm ero sea crecido, no poda
m os m aterialm ente llevarla a cabo. En todo caso deberá tenerse presente que para la
confección de la tabla no basta indicar que el dom inio de referencia es finito, sino
que será preciso adem ás especificar el núm ero exacto de individuos que io integran.
D icho núm ero sirve para com putar el núm ero de atribuciones veritativas que consti
tuyen la base de la tabla, el cual es, com o en el caso de la lógica de juntares, 2n,
siendo n el núm ero en cuestión.
Así pues, las fórm ulas cuantificacionales son decidibles p o r el método de las ta
blas de verdad cuando el universo al que se refieren es finito, ya que en tal caso la ló
gica cuantificacional representa trivialm ente una extensión de la lógica de enunciados.
Pero naturalm ente, cuando el dom inio de referencia sea infinito, los com ponentes
atóm icos de las cuantificaciones serán asim ism o en núm ero no finito, lo cual hace en
principio im procedente el m étodo de las tablas de verdad, ya que no es efectivam ente
posible construir una tabla de dim ensiones infinitas.
Ü = n.
tabla), pero ninguna de ellas es válida (pues ninguna cobra valor de verdad positivo
en toda interpretación, o línea de la tabla).
Para un dom inio que constase de un solo individuo, las dos prim eras seguirían
siendo satisfacibles sin m ás, pero la tercera sería no sólo satisfacible, sino tam bién
válida, com o se advierte en esta otra tabla:
Hu„ a
Por otra parte, existen conexiones entre los conceptos sem ánticos de satisfacibili-
d a d y de validez que tienen especial relevancia para el problem a de la decisión.
Consignam os aquí algunas de ellas com enzando por dos aserciones cuya signifi
cación es obvia:
1) En prim er lugar se elim inan en ella todos los im plicadores y coim plicadores,
de acuerdo con las leyes de definición de im plicador y elim inación de coim plicador
ya estudiadas en lógica de conectares.
2) En segundo lugar se interiorizan los negadores que se encuentren inm ediata
m ente adosados a un cuantificador, de acuerdo con las leyes de negación de cuantifi-
cadores estudiadas en cl Capítulo IX.
R l. AxPx Vx -> Px
R2. VxPx 4-* A x Px
Recuérdese que la condición crítica de estas cuatro leyes exige que x no esté li
bre en A, al objeto de que una tal ocurrencia de x no sea capturada por el cuantifi
cador exteriorizado. Pero cuando esto últim o sucediere, es decir, cuando la variable
ligada por el cuantificador a exteriorizar tam bién presente ocurrencias libres en el
seno de la fórm ula cuya norm alización se está tram itando, pero fuera del alcance
que prim itivam ente tuviera el referido cuantificador, se la m antendrá fuera del
nuevo alcance de éste, efectuando previam ente el oportuno cam bio de sím bolo in
dividual, según las dos reglas de m utación alfabética de variable ligada expuestas
en cl C apítulo IX, C:
(Se procurará, por tanto, que la variable a introducir sea la prim era disponible, en ese
contexto, de la lista de variables individuales.)
Auxiliarm ente se utilizarán en el curso de la reducción, cuando proceda, las re
glas de doble negación y de conm utación de conjunción y de disyunción, pertene
cientes a la lógica de conectares.
Ax Qxa v VxPx,
y exteriorizando finalmente los cuantifícadores, teniendo buen cuidado, una vez salga
fuera cualquiera de ellos
V x(A x Q xa v Px),
Vx Ay(-> Q ya v Px).
Tam bién cabe om itir el paso prim ero del anterior proceso, por el que se sim pli
fica previam ente el lenguaje de la fórm ula a norm alizar. En tal caso habría que am
pliar el repertorio de reglas de transform ación, añadiendo las cuatro leyes condicio
nadas de distribución de cuantificadores en im plicación, que perm iten exteriorizar un
cuantificador respecto de un consiguiente o de un antecedente de una implicación:
Asim ism o puede utilizarse, com plem entariam ente, cualquiera de las tres reglas
de distribución de cuantificador en conjunción, disyunción e im plicación, que están
exentas de condiciones críticas y fueron consideradas, al igual que las anteriores, en
el Capítulo IX:
E je m p lo 2. Sea la fórm ula del ejem plo anterior: V xQ xa —> VxPx. Su reduc
ción a FNP, sin recurrir a la elim inación de implicador, discurriría así:
V xQ xa —» VxPx
V x(V xQ xa -> Px) (RIO)
V x(V yQ ya -> Px) (R8)
V xA y(Q ya Px) (R12).
E je m p lo 3. Sea la fórmula: A xPx a A y(Q y —> -< Ray) —» A yPy v VxPx. Ob
téngase su FNP.
1 A xPx —> V zQ z a A xV yQ xy
2 A xPx v (V zQ z a A xV yQ xy) (elim inación de im plicador)
3 V x -> Px v A x(V zQ z a V yqxy) (R l, R3)
4 Vx -> Px v A xV y(V zQ z a Qx y) (R4)
5. V x ^ Px v A xV yV z(Q z a Qxy) (R4)
6 A x(V x Px v V yV z(Q z a Q xy)) (R5)
7 A xV y(V x —' Px v V z(Q z a Q xy)) (R6)
8 A xV yV z(V x —1Px v (Qz a Qxy)) (R6)
9 A xV yV z(V w ^ P w v (Qz a Q xy)) (R8)
10 A xV yVzVwC”1Pw v (Q z a Q xy)) (R6)
Qittj
P ta
La fórm ula obtenida por estas transform aciones es una FND equivalente a la ori
ginal. Si dicha FND es (1) la cuantificación existencial de una conjunción, o (2) la
negación de una fórm ula de ese tipo, o (3) una conjunción de fórm ulas del tipo (1), se
tratará siempre de una fórm ula satisfacible. Si, en cam bio, esa FND es (4) una con
junción de fórm ulas del tipo (2) será satisfacible si y sólo si el resultado de suprim ir
los cuantores que en ella figuran es satisfacible. Si (5) es una conjunción de fórmulas
de los tipos (1) y (2) será satisfacible si y sólo si ninguna de las cuantificaciones posi
tivas que contenga im plica la disyunción de las cuantificaciones negativas. Y final
mente, si la FN D resultante es la disyunción de fórm ulas de los tipos anteriores, será
satisfacible si y sólo si al m enos uno de sus com ponentes lo es.
Este algoritm o puede utilizarse para com probar la validez de una fórm ula apli
cándolo a la negación de ella.
El algoritm o de V o n W r i g i i t es un test de validez. Consiste en: 1) reem plazar los
generalizadores por partieularizadores, de acuerdo con las leyes de interdefinición de
cuantores; 2) obtener la FN D perfecta * de las m atrices de cada cuantificación; 3)
construir una «tabla de existencia» * de las cuantificaciones com ponentes, y 4) final
m ente, obtener m ediante una sencilla tabla de verdad inform ación directa acerca de
la validez de la fórm ula problem a.
O tra clase de fórm ulas decidibles son aquéllas cuyo prefijo cuantificacional se
com pone de cuantores de un solo tipo. Es decir, o bien el prefijo consta exclusiva
m ente de generalizadores:
A x,...A xnPx,...x„
V X |...V xnPx,...Pxn.
Por otra parte, existen tam bién soluciones parciales en el sentido de reducir el
problem a de la decidibilidad de unas fórm ulas al de la decidibilidad de otras de es
tructura m ás sim ple, lo cual, si bien no es, propiam ente hablando, una solución defi
nitiva, es al m enos un paso hacia ella.
U na relación m ás detallada de clases de fórm ulas cuantificacionales decidibles y
de casos de reducción, con las pruebas correspondientes, la encontrará el lector en el
tratado de C h u r c h o en las m onografías sobre el problem a de la decisión de A c k e r -
m a n n , 1954, o S u r a n y i , 1959, que se citan en la bibliografía.
(1) se establece com o resultado de las transform aciones que perm iten la reducción
de N a L; (2) es el prim er resultado de C h u r c h , y (3) es el teorema. La solución es un
caso m uy sencillo de lógica de conectores:
A ^B
-i A
-.B
MÁQUINAS DE TURING
§ 1. ¿Qué es calcular?
' «Cálculo» es, etim ológicam ente, dim inutivo de «piedra»; los antiguos rom anos
llam aban calculi a las piedrecillas de que se ayudaban para contar. Los hom bres m o
dernos hace tiem po que hem os olvidado esa costumbre, aunque seguim os llam ando
«cálculos» a las piedrecitas que se form an en la vesícula y los riñones de m uchas per
sonas.
2 En la E uropa Occidental del siglo xvi se llam aba algoritm o o algorismo, en re
cuerdo del famoso m atem ático árabe a l - K i i w a r i z m i (siglo ix ) , al sistem a árabe de
num eración.
3 Extrapolando la idea al cam po del conocim iento em pírico podríam os decir tam
bién, por ejem plo, que el m étodo de averiguar si un conductor tiene o no alcohol en
sangre y cuánto tiene, es un algoritmo.
tigación que han conducido, sin embargo, a resultados convergentes.
En una de ellas se sitúa la teoría elaborada por el lógico y m atem á
tico inglés Alan M, T u r i n g (1912-1954).
El núcleo de la teoría de Turing es la descripción de un tipo de
m áquinas abstractas de estructura conceptualm ente m uy simple,
pero capaces de realizar complicadas funciones de computación.
Como apoyo al entendimiento de esa descripción es útil analizar el
proceso de cálculo realizado por una persona.
Turing publicó su teoría en el artículo «Sobre números computa-
bles, con una aplicación al problema de la decisión» (1936-1937) 4,
que es ya un texto clásico en la historia de la lógica contemporánea.
En él puede leerse:
Cinta
0101010101 ...
- * ( ( )())*••■
0 ( paso a la derecha 0
0 ) imprimir + 1
0 + paso a la derecha 0
0 * paso a la izquierda 2
1 ( im prim ir + 0
1 ) paso a la izquierda 1
1 + paso a la izquierda 1
1 im primir 0 2
2 0 parar 2
2 1 parar 2
2 ( im primir 0 2
2 + paso a la izquierda 2
2 * im prim ir 1 2
e s c e ‘.
7 A n d re w H o d g e s , a u to r d e u n a re c ie n te b io g ra fía d e T u r in g , h a s u g e r id o e s ta
c o m p a ra c ió n .
junto de reglas a un núm ero (o a una serie de dos o más números)
que llamamos el argumento (o los argumentos) de la función; el re
sultado de aplicar esas reglas al argumento es otro número al que
llamamos el valor de la función 8. La tabla de la máquina se identi
fica con el conjunto de reglas de la función; al argumento o argu
m entos de ésta corresponden los datos inicialm ente escritos en la
cinta (la entrada o input de la m áquina, diríamos hoy en térm inos in
formáticos); y el núm ero que resulta escrito en la cinta cuando la
m áquina se detiene (la salida o output que ésta arroja) sería el valor
de la función. La función m ism a queda personificada por la má
quina de Turing.
A co n tinuación pasaré a d escrib ir una form a m ás usual de
representar las m áquinas de Turing y a m o strar su com putación
de algunas funciones m atem áticas 9. A doptem os en adelante el
sistem a de notación m ás usual de m áquinas de Turing, que les
adjudica el alfabeto unario. C on este alfabeto, que consta de un
solo sím bolo: |, es posible representar la serie de los núm eros
naturales:
0 I
1 II
2 III
3 lili
d, i, p
0 ¡i 0
x ’ = |d.
Una m áquina de Turing, S, que pueda sum ar dos núm eros escri
tos en una cinta, por ejemplo
-**1111111*-,
S
S= b|b-i*¡*
Una máquina capaz de multiplicar tendría una estructura algo más
compleja. El lector puede encontrar su descripción precisa en el ci
tado libro de Hermes. Baste indicar aquí que deberá: 1) copiar uno de
los dos factores tantas veces como unidades tenga el otro; 2 ) sustraer
a este otro un trazo por cada copia efectuada; y finalm ente 3) reunir
en una sola, borrando trazos superfluos, todas las series copiadas.
es posible construir una m áquina que perm ita com putar toda función com-
pulabie. Si a esta m áquina U se ie sum inistra una cinta en la que se haya
escrito la descripción normal de alguna m áquina de com putación M, en
tonces U com putará la m ism a función que M i0.
§ 4. La tesis de Church-Turing
12 Alonzo C h u r c h , «An unsolvable problem o t elem entary num ber theory», The
American Journal o f M athem atics, vol. 58 (1936), pp. 345-363. Tam bién en D a v i s ,
The Unclecidable,pp. 89-107.
13 A. C h u r c h , «A note to the Entscheidungsproblem », The Journal o f Symbolic
Logic, vol. 1 (1936), núms. 1 y 3. Tam bién en D a v i s , o . c ., pp. 110-115.
son de la m ism a condición. Uno es intuitivo y precientífico y otro
formal y científico. Establecer definitivam ente la equivalencia entre
ambos exigiría probar prim ero que toda función efectivamente cal
culable es recursiva general y después que toda función recursiva
general es efectivamente calculable. Pero el predicado, en el sentido
tradicional de la palabra, de esta últim a proposición no es un con
cepto científico, sino precientífico, y una proposición de esa índole
no puede ser, por defecto intrínseco, conclusión de una prueba cien
tífica.
C o n in d e p e n d e n c ia d e C h u r c h , a u n q u e a lg o m á s ta r d e , T u r i n g
h a r í a u n a p r o p u e s ta s e m e ja n te a l s o s te n e r q u e to d a f u n c i ó n e f e c tiv a
m e n t e c a lc u la b le e s u n a f u n c ió n c o m p u ta b le , o , c o m o h o y d e c im o s ,
T u r in g - c o m p u ta b le . É s ta e s la tesis de Turing.
Church dem ostró en su artículo de 1936 que los conceptos m a
tem áticam ente precisos de «función lam bda-definible» y «función
recursiva general» son equivalentes. Y Turing demostró en el suyo
que los conceptos m atem áticamente precisos de «función Turing-
com putable» y «función recursiva general» son asimismo equivalen
tes. La prueba de que estas diversas caracterizaciones matem áticas
del concepto intuitivo de función calculable son equivalentes re
fuerza, aunque sin poder demostrarlas, ambas conjeturas, la de
C h u r c h y la de T u r i n g , a las que es usual reunir, por su sem e
janza, en una sola denom inación como la tesis de Church-Turing.
§ 5. Lo incalculable
D (d(M ), x),
§ 6. M áquinas de registro
14 Entre los problem as insolubles recientem ente descritos, tiene interés el llamado
problem a del castor industrioso, descubierto en 1962 por T ibor R a d o . Si conveni
m os en agrupar tipológicam ente las m áquinas de Turing tom ando com o criterio cl
núm ero de sus estados, podrem os form ar un grupo con las que tienen dos estados,
otro con las que tienen tres, cuatro, etc. El núm ero de m áquinas estructuralm ente dis
tintas que es posible diseñar, quedando fijo cl de sus estados, es necesariam ente fi
nito. Elijam os por ejem plo el grupo de m áquinas de 5 estados y separem os, dentro de
esc grupo, todas aquellas que se caracterizan por no term inar sus cálculos, perdién
dose en un núm ero infinito de operaciones. Y seleccionem os de las que quedan la
que arroja com o output una serie m ayor de palotes. Llam em os a esa serie el castor
industrioso del grupo de m áquinas de 5 estados. R a d o ha dem ostrado que cl pro
blem a de determ inar algorítm icam ente para todo n, siendo n el núm ero de estados de
un grupo de máquinas, cuál es el castor industrioso de ese grupo, es un problem a in-
soluble, porque la m áquina universal que pretendiera sim ular a las com ponentes del
grupo se perdería en la sim ulación de aquellas que continúan calculando hasta el infi
nito.
Otro resultado de este problem a es que con la escala de ordenación de las m áqui
nas de Turing según el núm ero n de sus estados crece exponencialm ente cl grado de
«inteligencia» que éstas necesitan para resolver los problem as que se les puedan
plantear. La ristra de palotes característica del castor industrioso del grupo de m áqui
nas de 8 estados es de 10 elevado a 43.
15 A. M. T u r i n g , «¿Puede pensar una máquina?», en A . M. T u r i n g , II. P u t n a m y
D . D a v i d s o n , Mentes y m áquinas, Tecnos, M adrid, 1995.
tro o unidad de cálculo (el equivalente real de la cabeza de una m áquina de Turing) y
una m em oria com puesta de un elevadísim o núm ero de registros (cada uno de ellos
equivalente a una cinta de m áquina de Turing, pero con la salvedad de que su longi
tud es finita).
Un repertorio de instrucciones tan reducido com o éste (denom inando con sím bo
los en negrita a un registro y en cursiva a su contenido, y dando al sím bolo «=» el
sentido m atem áticam ente no ortodoxo de «cam biar»):
perm ite efectuar las operaciones de una m áquina de Turing. La instrucción del pri
m er tipo realiza la operación de borrar; la del segundo aplica la función sucesor; la
del tercero realiza la operación de «saltar» por encim a del orden de secuencia norm al
de instrucciones; y la del cuarto «decide» ante una bifurcación o encrucijada, sal
tando o no, según el caso, por encim a del referido orden norm al de secuencia. Por
ejem plo, este sencillo program a
1. «(-) (4)
2. b = b'
3. -> 1
4. p
sum a el contenido del registro a al contenido del registro b, deerem entando e incre
m entando respectiva y reiteradam ente en 1 al prim ero y al segundo, hasta el m o
m ento en que a quede reducido a 0, que m arca cl fin del cálculo.
MÉTODOS BOOLEANOS
siendo cada D¡( 1 < / < ti) una disyunción elem ental, por la que en
tenderem os una disyunción de fórm ulas atóm icas afirm adas o ne
gadas:
D . ^ P Í v p 'v ... v p ;
siendo a su vez ^ '( 1 < j < m) una fórmula atóm ica afirm ada o ne
gada. Una FNC es, sencillam ente, una conjunción de disyunciones
elementales '. P. ej., las fórmulas: p —> q, —i (p a q) v (q a —. p) no
1 C onviene, sin em bargo, añadir una precisión. Para que esta definición no ex
cluya los casos lím ites, entenderem os que una sola disyunción elem ental es una
FN C de un solo m iem bro (conjunción degenerada); y que una fórm ula atóm ica
afirm ada o negada, sin m ás com pañía, es un caso degenerado de disyunción ele
m ental. Así, p v q (conjunción degenerada) y p a q (conjunción de disyunciones ele
m entales degeneradas) son casos (lim ites) de FNC.
e tán en FNC, m ientras que las fórmulas: (p v q v —. r) a (r v s) y
(p v q) a —i s sí lo están.
F N D ^ C , v C 2 v . . . v C N (« > 1)
siendo cada C¡( 1 < i< r i) una conjunción elemental, por la que enten
deremos una conjunción de fórmulas atómicas afirmadas o negadas:
C ¡ ^ p í A p ' a ... A p ;
siendo a su vez cada p¡ (1 < j < m) una fórm ula atóm ica afirm ada o
negada. Una FND es, sencillamente, una disyunción de conjuncio
nes elementales 2. P. ej.: (p a —>q) v r es una FND.
2 Como casos lím ites de FND admitiremos, análogam ente a lo establecido res
pecto de la FNC, disyunciones degeneradas (de un solo m iem bro) y conjunciones
elem entales degeneradas (de un solo miembro).
(A A) o (A —» B) a (B —» A)
(A ->B)f)-iA vB
(A -» B) <-» (A a B).
—i —<A A.
A v (B a C) (A v B) a (A v C)
(A a B ) v C f ) (A v C) a (B v C)
A a ( B v C ) h ( A a B ) v ( A a C)
( A v B ) a C h ( A a B ) v ( B a C)
A v B o B v A
A a B o B a A
A v A o A
A a A h A
3 °) Exteriorización de conjuntar:
(p v —i p v —i q v r ) A ( ( q A —i r ) v —i p v —i q v r )
(Por ley distributiva)
( p v —i p v —i q v r ) A ( q v —i p v —\ q v r ) a ( — i r v — i p v —i q v r)
(Por ley distributiva)
A ^ —i (p q)
es o no tautología.
Solución
Solución
1. p v q v p)) Eliminación de —» en A)
2 . A - .( - it f V /? ) (Distribución de —i en 1)
3. p a —i —t q / \ —¡p (Distribución de —<en 2)
4. p a q a —¡p (Elim inación de —i en 3)
5. p a —\p a q (Ordenación de 4)
La FND de A revela que A es una contradicción. (Obsérvese que
en este caso particular la FND es una disyunción de un solo elemento,
pues sólo consta de una conjunción elemental, la cual puede ser, en
este caso concreto, asimismo considerada como la FNC de A.)
§ 3. Dualidad
Sea una fórm ula de lógica de enunciados que o bien está construida exclusiva
m ente a base de los tres conectores — a , v , o bien ha sido reducida a esa base. (El
proceso de reducción a tal base consiste, sencillam ente, en la elim inación de implica-
dores y coim plicadores de acuerdo con la ley de intercam bio y con las equivalencias
indicadas en la sección anterior, la reducción de constantes lógicas.)
Denom inam os fórm ula dual de A, a la fórm ula A resultante de cam biar en A to
das las ocurrencias de a por v y de v por a , pero respetando siempre las ocurrencias
y posiciones de Llam arem os dualización al proceso de obtención de la dual de
una fórm ula dada y direm os que v es el conjuntor dual de a y viceversa.
He aquí algunos ejem plos de dualización:
Si A es p a q su dual A ’ e s p v q
Si A es ~ 'p v q su dual A ' es —>p a q
Si A es —1(p a q) v —•p su dual A ' es —^1(p v —■1 q) a p
- i - i - i p v p
-> -■ -'P AP
que puede ser simplificada, si se desea, reduciendo en ella el núm ero de negadores
(véase sección anterior, normalización de negador) a ~^p a q.
La dualización no preserva el valor de verdad de una fórmula. En el últim o ejem
plo, el lector habrá observado que la fórm ula A era precisam ente una tautología y, sin
em bargo, su dual A es una contradicción. Esta circunstancia 110 es anecdóctica, sino
que responde a una ley general que puede enunciarse así:
Adem ás del principio general de dualidad, m encionarem os estos otros dos princi
pios especiales:
1.° P rincipio especial de dualidad para equivalencia. Si dos fórm ulas son
tautológicam ente equivalentes, entonces sus duales son también tautológicam ente
equivalentes. Es decir, si A B es una tautología, entonces A ' <-> B ' es tam bién una
tautología.
Las tres leyes de dualidad son m etateorem as m utuam ente conectados. Me aquí
una dem ostración del últim o de ellos.
A ^B
siendo p h p2, ..., p„ las letras enunciativas que intervienen en la constitución de los
com ponentes principales A, B.
Efectúense las tres transform aciones siguientes:
1.” Sustitúyase en la tautología original cada letra enunciativa, en todas sus ocu
rrencias, por su negación: p, por -> p,, p2 por —■p 2, ..., p„ por —1p„. El resultado será
una nueva implicación
A° -> B°
que debe ser tam bién tautológica puesto que la transform ación efectuada sobre ella se
funda en la propiedad de sustitución que preserva la tautologicidad (véase sección
tercera del Capítulo IV, § 3).
2.a Apliqúese ahora, cuantas veccs sea preciso, a cada uno de los com ponentes
principales de la nueva im plicación A°, B°, las leyes de D e M o r g a n en el sentido de
la exteriorización del negador, es decir, de derecha a izquierda, de m odo que cada
fórm ula o subfórm ula del tipo ^ A a ^ B o ^ A v ^ B sea cam biada respectiva
m ente por (A v B) o —■(A a B).
El resultado es una tercera im plicación que sigue siendo tautológica porque los
intercam bios basados en D e M o r g a n preservan la tautologicidad. Pero observe el
lector que los com ponentes implicados son ahora las negaciones de las respectivas
duales de cada fórm ula original:
Ello se patentiza considerando que con esta nueva transform ación quedan desplaza
das al exterior de la fórmula las negaciones introducidas por la anterior transform a
ción y se han cam biado al m ism o tiem po los conjuntores por disyuntores y viceversa.
3." Contraponiendo ahora (véase ley de contraposición, Cap. VII § 4) la anterior
im plicación obtendrem os cl nuevo resultado
He aquí un sencillo ejem plo que servirá de ilustración para una m ejor comprensión
intuitiva del sentido de estas transform aciones. A ^ p y B ^ q p. A —>B, esto es,
p (q —> p ), es una im plicación tautológica. Elim inando im plicador en el conse
cuente, tendrem os p p. Efectuando ahora la sustitución de las letras enuncia
tivas de esa fórm ula por sus negaciones, resultará: que continúa
siendo tam bién una im plicación tautológica. Si se aplica al consecuente la primera
ley de Df. M o r g a n , tendremos: ->1p —> -■ (—>q a p), cuya contraposición dará —< q v p
- » p que es una implicación tautológica, en sentido inverso, de las respectivas duales
del antecedente y el consecuente de la im plicación original.
De la utilidad que reporta la obtención de los m etateorem as de dualidad puede
hacerse idea el lector considerando que las leyes
conmutativa,
asociativa,
distributiva,
de idem poteneia,
de absorción,
a
_________________ / _________________
A B
____________/ ___________ / ____________
_________________ /
______________ B ______________
_________________/ _________________
A
_________________ / _________________
A el enunciado A el circuito A
1 enunciado verdadero circuito en situación de encen
dido (por él pasa corriente)
Negación
3a. AA= 0 3b. A + Á=l
4. A= A
Conmutatividad
5a. AB = BA 5b. A+B=B+A
Asociatividad
6 a. A(BC) = (AB)C 6 b. A + (B + C) = (A + B) + C
MÉTODOS BOOLEANOS
D istribuí i viciad
7a. A(B + C) = AB + AC 7b. A + BC = (A + B) (A+ C)
Idempotencia
8 a. AA = A 8 b. A +A=A
Absorción
9a. A(A + B) = A 9b. A + AB = A
Leyes de De Morgan
10a. AB= A + B 10b. A + B = AB
B D
/ / B
......... / _ .......................
Solución:
1 «The Logioal T heory M achine» y «Empirical explorations with the Logic The-
ory M achine», Proceedings o fth e W estern J o in t C om puter Conference, i 957.
2 «Towards a m echanical m alhem atics», IB M Journal o f Research a n d Develop-
ment, vol. 4, núm. 1, enero de 1960.
3 Sobre deducción axiom ática, véase Capítulo XIV.
4 Sobre el sistem a axiom ático de los Principia, véase Capítulo XIV, § 5.
5 En el sistem a de los Principia la definición de im plicador funciona como regla
de inferencia.
tentos de solución del problema se ajustan norm almente al siguiente
plan:
9, C,=> X, p
P2a. Regla ~:
C => x, ~ 9, p
X, p => 7t, <p
P2b. Regla ~ =»:
X, ~ 9, p => n
c =» X, (p, p y £ =» X , \j/, p
P3a. Regla =» &:
C,=> X, cp & y , p
X, (p, y , p => TC
P3b. Regla & =»:
X, cp & \[/, p n
£, <p => X, y , p
P5a. Regla => 13 :
£ => X, (p =>\|/, p
Pd P
por aplicación de las diferentes reglas de introducción de los distintos operadores ló
gicos. Recíprocam ente: la elim inación de dichos sím bolos en cualquier fórm ula, si
esa fórm ula es teorem a, nos perm ite recuperar el esquem a de autoim plicación. Basta
con utilizar las reglas de introducción de sím bolos anteriorm ente expuestas invir-
tiendo su sentido, es decir, leyéndolas de abajo a arriba, para que podam os contar con
las diez reglas correlativas de elim inación de sím bolos lógicos necesarias para la re
cuperación de dicho esquema.
Una vez diseñadas tales reglas, «dado un sediente cualquiera, podem os hallar en
él la prim era conectiva lógica y aplicar la regla apropiada para elim inarla, resultando
de ello una o dos prem isas que, tom adas conjuntam ente, equivalen a la conclusión.
Este proceso puede repetirse hasta que alcancem os un conjunto finito de seeuentes
que tengan sólo fórm ulas atóm icas». Cada secuente libre-de-conectivas puede ser so
m etido, por la regla inicial, al test de si es o no teorema. Si todos los seeuentes así
obtenidos son teorem as, entonces el secuente original tam bién lo es y hem os logrado
una prueba; en caso contrario obtendrem os un contraejem plo y una contraprueba.
U nos cuantos casos sencillos lo aclararán.
«Por ejem plo, dado cualquier teorem a de los P rincipia, podem os prefijarle auto
m áticam ente una flecha y aplicarle las reglas para buscar una prueba. Cuando la co
nectiva principal es o , es más sim ple, aunque no necesario, reem plazar esa conectiva
por una flecha y proceder. Por ejem plo, los teorem as
*2,45 • H ~ (P v Q) ■o • ~ P
*5,21 - H ~ P & ~ Q - d - P s Q
T.2.45 ~ (P v Q) => ~ P ( 1)
(1) =>~P, P v Q (2 )
(2) P => P v Q (3)
(3) P => P, Q
VÁLIDO
T.5.21 =^~P&~Q-=>-PsQ ( 1)
(1) ~P&~Q=>P = Q (2 )
(2) ~P,~Q=>P = Q (3)
(3) ~ Q => P = Q, P (4)
(4) => P = Q, P, Q (5)
(5) P =* Q, P, Q
VÁ LID O
En todo caso, la aparición de los m odernos lenguajes de manipulación simbólica,
como LISP o PROLOG, facilitan la programación del algoritmo de Wang. En los pá
rrafos que siguen se suministra un breve esquema de las principales operaciones y fun
ciones del lenguaje LISP y el program a de dicho algoritmo elaborado por McCarthy.
6 Para facilitar la lectura de los signos lógicos al com putador, lla o W ang utilizó
en su program a un criterio de notación polaca: F para el negador, C para el conjuntor,
D para el disyuntor, I para el im plicador y B para el bicondicional. F,1 signo de de
ducción secuencial se representó en el program a por un guión.
De acuerdo con esta notación, las pruebas de los dos teorem as anteriores serían:
T.2.45. FD PQ - FP ( 1)
(1) - F P .D P Q (2)
(2) P - DPQ (3)
(3) P-P, Q (4 )
VALIDO
VÁLIDO
(5) Q - P, P, Q
VÁLIDO
O PERA CIONES DE ANÁLISIS Y SÍN TESIS DE CADENAS
Ejemplo
T denota V erdadero
F denota Falso
NIL denota Cadena vacía
Ejemplo
7 Estas funciones no son aritm éticas, sino lógicas, y el valor que determ inan no
es, por tanto, num érico, sino lógico, es decir, veritativo: T (verdad) o F (falsedad).
EQ x, y decidir si dos expresio
nes son idénticas (EQ A B) F
(COND (P E))
(CON D (P E) (Q G) (R H))
La prim era se interpreta así: «si la condición P es verdadera, tóm ese el valor de la
expresión E». La segunda se interpreta de este m odo: «si la condición P es verdade
ra, tóm ese el valor de la expresión E; en caso contrario, si la condición Q es verda
dera, tóm ese el valor de la expresión G; y en caso contrario, si la condición R es ver
dadera, tóm ese el valor de la expresión H».
La ocurrencia del sím bolo atómico T en el lugar de una condición dentro de una ex
presión condicional significa que la «condición» en cuestión es absoluta. Por ejemplo,
la expresión condicional:
(CON D (P Q) (T R))
■; P„ -> e„]
O perador lambda. El sím bolo atóm ico (lam bda) en LISP procede del conocido
cálculo lam bda para definición de funciones ideado por C i i u r c i i en 1941 y su sentido
es el de un operador que liga las variables que han de servir de argumentos en una
función. Por ejemplo, si se hace preceder la expresión funcional y2 + x del operador
lam bda ligando sus respectivos argumentos: (x, y) y2 + x queda precisado sin la m enor
ambigüedad el orden en el que deberán introducirse cualesquiera dos valores argu
m éntales que se aduzcan.
N otación de las conectivas lógicas en LISP. Para denotar las conectivas lógicas
se em plean las palabras inglesas N O T (negador), AN D (conjuntor), OR (disyuntor),
IM PLIES (im plicador), EQ U IV (cquivaledor), a m anera de prefijo funcional, antece
dentem ente a los respectivos operandos.
(N O T A) representa ~ A
(AN D A B) representa A&B
(O R A B) representa A VB
(IM PLIES A B) representa Ad B
(EQ U IV A B) representa A=B
DEFINE((
(TI 1EOREM (LAM BDA (S) (TU 1 NIL NIL (CADR S) (CADDR S))))
A l A2 C1 C2))
((EQ (CAR U) (QU OTE EQUIV )) (AND (T H 1 1 (CADR U) (CADDR U)
A l A2 C1 C2) (T H 1 1 (CA D D R U) (CADR U) A l A2 C1 C 2 ) ))
(T (ERRO R (LIST (QUOTE TH R) U A l A2 C1 C2)))
)))
(T II1L (LA M BD A (V A 1 A2 C 1 C2) (COND
((ATOM V) (OR (M EM BER V C l)
(TH (CONS V A l) A2 C l C 2 ) ))
(T (O R (M E M B E R V C2) (T il A l (CONS V A2) C l C 2 )))
)))
(TH IR (LAM BDA (V A 1 A2 C 1 C2) (COND
((ATOM V) (O R (M EM BER V A l)
(TH A l A2 (CONS V C l) C 2 ) ))
(T (OR (M EM BER V A2) (TH A l A2 C l (CONS V C2))))
)))
(TH2L (LAM BD A (V A 1 A2 C 1 C2) (COND
((ATOM (CAR V)) (O R (M EM BER (CAR V) C l)
(T H IL (CA D R V) (CON S (CA R V) A l) A2 C l C2)))
(T (OR (M EM BER (CAR V) C2) (T H IL (CAD R V) A l (CONS (CAR
V)
A 2)C 1 C2)))
)))
(TH2R (LA M BD A (V A l A2 C.1 C2) (COND
((A TO M (CAR V) (OR (M EM BER (CAR V) A 1)
(TH 1R (CADR V) A 1 A2 (CONS (CAR V) C 1) C2)))
(T (OR (M EM BER (CAR V) A2) (TH 1R (CADR V) A l A2 C l
(CONS (CAR V) C2))))
)))
(T H 1 1 (LAM BDA (V I V2 A l A2 C l C2) (COND
((ATOM VI) (OR (M EM BER V I C l) (T ilIR V2 (CONS VI A l) A2 C l
C2)))
(T (OR (M EM BER VI C2) (TH1R V2 A l (CONS VI A2) C l C2)))
)))
TRACE ((TH EO REM TH1 TH2 TH TH L THR T H I L TH1R TH2L TH2R T H 1 1))
l i l i ORI \1
((A RRO W (P) ((OR P Q))))
UNTRACE ((THEO REM TII1 TH2 TH R THL THIL THIR TH2L T II2R T H 1I))
THEOREM
((ARRO W ((O R A (NO T B))) ((ÍM PLIRS (AN D P Q) (EQU1V P Q))) ))
1. theorem (s)
2. th l (a l; a2; a; c)
3. th l (a i; a l; el ; c2; c)
4. th (a \; a l; e l; e l)
5. thl (a; a l; a l; e l; e l)
6. thr (u; a l; a l; e l; e l)
7. t h ll (v; a l; a l,; e l ; e l)
8. th lr (v; a l; a l ; el ; c i)
9. th l (v; a l; a l; e l; e l)
10. th lr (v: a l; a2 ; el ; e l)
11. t h l l (v i; v2; a 1; a l; e l; e l)
La prim era parte: theorem (s) es una función que decide el carácter teorem a de la
form ula a deducir contestando al com putador con una T (verdad) en caso positivo y
con una F (falsedad) en caso negativo. En realidad, el m om ento en que esta función
se resuelve definitivam ente es al térm ino de la ejecución del program a, después de
que las otras diez subrutinas hayan funcionado cuantas veces fuera preciso en el aná
lisis y reducción de la fórm ula problema.
Las paites segunda y tercera: th l y th2 analizan, respectivam ente, cada uno de los
dos cam pos del teorem a, el antecedente (a) y el consecuente (e). En ambas tiene lu
gar la fijación de cuatro zonas de reserva en la m em oria del com putador en donde se
registra, respectivam ente, la lista de fórm ulas atóm icas ( a l) y m oleculares (a2) que
vayan apareciendo en el antecedente y de fórm ulas atóm icas ( e l) y m oleculares (c2)
que vayan apareciendo en el consecuente.
La parte th l, que analiza el cam po del antecedente, hace lo siguiente: tras asegu
rarse de que el antecedente existe (en caso contrario, procede rem itir a la rutina th l),
selecciona la cabeza del m ism o, com prueba inm ediatam ente si esa cabeza es ya un
m iem bro del consecuente (en cuyo caso se tiene ya garantizado que la fórm ula en
cuestión es teorem a), o no lo es, y en este últim o caso agrega dicha cabeza, si es una
fórmula m olecular, a la lista de fórm ulas m oleculares a2 del antecedente (a no ser
que ya estuviera en dicha lista). En cualquiera de am bos casos se vuelve a efectuar
este m ism o análisis sobre el resto del antecedente, y así sucesivam ente hasta ago
tarlo.
La parte lh2 que analiza el cam po del consecuente, tiene una estructura sim ilar a
la anterior th l, pero con la diferencia de que ahora se supone agotado el análisis del
antecedente y de que, una vez queden com pletas las listas de fórm ulas atóm icas (e l)
y m oleculares (e l) del consecuente (es decir, cuando el análisis de éste haya llegado
tam bién a su fin) procede rem itir a la parte cuarta, th.
La parte cuarta, th, ocupa un lugar central en el program a. Presupone el análisis
realizado en ambos cam pos del teorema por las dos subrutinas precedentes, y, por
tanto, la apertura de las cuatro listas de fórm ulas atóm icas y m oleculares de antece
dente y consiguiente. El papel de th consiste en seleccionar la prim era fórm ula m ole
cular a descom poner. Si la lista de fórm ulas m oleculares (a2) del antecedente estu
viese vacía, se selecciona la prim era fórm ula m olecular de la lista correspondiente
(c2) del consecuente (la cual queda desde ese momento, por así decirlo, descabezada
o reducida al resto), y se la som ete a ia subrulina núm ero seis, thr, de identificación
de operador lógico principal de una fórmula en cl consecuente. En caso contrario, se
selecciona la prim era fórm ula m olecular de la lista de fórm ulas m oleculares (a2) del
antecedente (que queda igualm ente reducida a su resto) y se la som ete a la subrutina
núm ero cinco thl, que opera sim ilarm ente a la seis, pero en el antecedente.
Las partes quinta y sexta: thl y thr son subrutinas destinadas a identificar el ope
rador lógico principal de la fórm ula m olecular a descom poner según que ésta pro
ceda, respectivam ente, del antecedente o del consecuente. Am bas tienen una estruc
tura muy parecida. Dada la fórmula m olecular a descom poner, u, se selecciona la ca
beza de la m ism a (que será su principal operador lógico según el criterio adoptado de
notación polaca), se averigua qué tipo dé operador es (es decir, si se trata del nega-
dor, del conjuntar, del disyuntor, del im plicador o del equivaledor), y se remite, se
gún el caso, el resto de la fórm ula a la correspondiente subrutina com plem entaria de
elim inación del operador lógico identificado (subrutinas siete a oncc), especificando
adem ás si la elim inación de ese operador im plica la reconstrucción de una (elim ina
ción de negador y conjuntar en th l y de negador, disyuntor e im plicador en íhr) o de
dos fórm ulas previas (elim inación del disyuntor, im plicador y equivaledor en thl y
elim inación de conjuntar y equivaledor en thr).
Las partes séptim a a undécim a, th ll, th lr, th2l, th2r y th II, tienen por m isión lle
var a térm ino la descom posición de las distintas fórmulas m oleculares, elim inando en
ellas el operador lógico principal de acuerdo con las reglas del cálculo secuencial de
Gentzen. En realidad, parte del contenido de estas reglas se encuentra ya en las subruti
nas quinta y sexta, thl y thr, que indican si la fórmula m olecular a descom poner pro
cede de una o de dos fórmulas previas. Las subrutinas séptim a a undécim a se limitan
a especificar cómo deben ser distribuidas la subfórm ula o subfórm ulas inm ediata
m ente afectadas por el operador lógico ya elim inado en la fórm ula m olecular a des
componer. Convengam os en dar a tales subfórm ulas el nom bre de «distribuendo»,
que será sim ple cuando se trate de una sola fórm ula y com plejo cuando conste de un
par de ellas. El efecto m ecánico, de fácil com putación, de las reglas de Gentzen, con
siste sencillam ente en el desplazam iento o vtbicación en uno u otro cam po, antece
dente o consecuente, de los distribuendos de que se trate.
Las partes séptim a y octava: th ll y th lr efectúan, respectivam ente, la ubicación
de un distribuendo sim ple, v, en el antecedente o en el consecuente. Salvo esta dife
rencia de cam po en que haya de tener lugar la ubicación, am bas consisten en asegu
rarse prim ero de que el distribuendo en cuestión v no exista ya en la lista correspon
diente del cam po opuesto (en cuyo caso quedaría ya resuelto el problem a) y efectuar
luego la inserción de dicho distribuendo en la lista de fórm ulas atóm icas (si es
átom o) o m oleculares (si es m olécula) del antecedente (subrutina th ll) o del conse
cuente (subrutina th 1r), rem itiendo a la subrutina cuarta, th, para que se seleccione 1a
nueva fórm ula m olecular a descom poner. El uso de estas dos subrutinas viene exi
gido por la elim inación del negador, del disyuntor y del im plicador en antecedente y
por la elim inación del negador y del conjuntar en el consecuente.
Las partes novena y décima: th2l y th2r, efectúan el desplazam iento o ubicación
de distribuendo com plejo v (pareja de fórmulas), respectivam ente, en el antecedente
o en el consecuente. Am bas guardan tam bién un cierto paralelism o. Su función con
siste en preguntar inicialm ente si el prim er elem ento del distribuendo (car (v), es de
cir, la prim era de las dos subCórmulas ligadas por ei operador elim inado) form a parte
ya, tanto si es átom o com o si es m olécula, de la lista correspondiente del cam po
opuesto (en cuyo caso cl problem a quedaría ya satisfactoriam ente resuelto); si la res
puesta a esta pregunta es negativa, se aloja dicho prim er elem ento del distribuendo en
la lista que proceda y se som ete el segundo elem ento del distribuendo (cadr (v), es
decir, la segunda de las dos subfórm uias ligadas por el operador elim inado) a la su-
brutina hom ologa de ubicación de distribuendo sim ple t h ll o th lr . La subrutina no
vena th2l viene exigida por la elim inación del conjuntar y del equivaledor en el ante
cedente, y la subrutina décim a t h lr por la elim inación del disyuntor en consecuente.
La undécim a subrutina t h l l viene exigida por la elim inación del equivaledor en
consecuente. Su finalidad es ubicar un distribuendo com plejo ( v b v 2) en el antece
dente. Tras preguntar si el prim er elem ento del distribuendo v ,, sea átom o o m olé
cula, figura ya tam bién en la lista correspondiente del consecuente (con lo cual el
problem a quedaría resuelto), y en caso de que ello no suceda, ordena que dicho pri
mer elem ento del distribuendo sea alojado en la lista de fórm ulas atóm icas (si es
átomo) o m oleculares (si es m olécula) del antecedente, y que el segundo elem ento
del distribuendo v 2 sea som etido a la subrutina octava th lr.
Los teorem as se introducen en el program a escribiéndolos de m odo que el se
cuente o flecha preceda a la pareja de expresiones antecedente-consecuente. Así, por
ejemplo, ei teorema
h . pz> p v q
La respuesta del com putador a la función decisoria final theorem (s) es: T (ver
dad) en caso positivo y F (falsedad) en caso negativo.
B. M e c á n ic a d e l a r e f u t a c ió n
Ax Px — > Vx Px,
PvQvR
podem os escribir
{P ,Q ,R }.
escribiremos
{P}-
{}
A.
§ 2. E l principio de resolución
R vS
P v Q v —i R v T
- ’ Q.
el principio de resolución perm ite elim inar de las dos primeras, ob
teniendo de ellas la correspondiente resolvente, el par com plem en
tario de literales R, —iR:
SvPvQvT
-Q
vuelve a ser posible elim inar por el m ism o principio un par comple-
mentario de literales, esta vez Q, —i Q, dando lugar a una nueva re
solvente:
S v P v T.
MP SD
A —> B —i A v B
_A_____ _A______
B B
-1 -^ p ^ q 1p vq
-2 c¡ —^ r 2 —i q v r
3 - 'p 3 -y p
4 Q M P 1,3 4 —i r
5 r M P 2.4 5 pv r R 1,2
6 —,p r TD 3,5 6 p R 4,5
7 {} R 3,6
v/t,
P x y Qy v Rz
x derrotó a y
Wellington derrotó a Napoleón,
x/Sócrates, y! Platón,
x derrotó a y
Wellington derrotó a Napoleón
Formalización:
—i AM A (Berlusconi, x)
AMA (PUEBLO (Italia), y) -> AM A (y, Italia)
Forma clausular:
—i AM A (Berlusconi, x)
AM A (PUEBLO (Italia), y ) v AM A (y, Italia)
Unificación:
x/Italia, y/Berlusconi
Resolución:
1 (—i AM A (Berlusconi, Italia))
2. ( - , AM A (PUEBLO (Italia), Berlusconi), AMA (Berlus
coni, Italia)
3. (—i AM A (PUEBLO (Italia), Berlusconi))
Eliminación de cuantificadores:
Pa & (Dy —>Lxy), Px —> (Qy —»Lxy) h Dx —>—■Qx
Eliminación de implicadores:
Pa & (—i Qy v Lxy), —>P x y ~^Q y v —i Lxy t~ —i Dx v —iQx
Negación de la conclusión:
4. {Dx}
5. {Qx}
U nificación y resolución:
1. m
2. {—i Db, L ab}
3. {—i Pa, —i Qb, —i Lab}
4. {Db}
5. {Qb}
6. {Lab} de 2 y 4
7. Q b ,~ i Lab} de 1 y 3
8. {—i Lab} de 5 y 7
9. {} de 6 y 8
§ 4. E l teorema de Herbrand
DERROTÓ (x, y)
subsume a la cláusula
{ 0 ( b ) ,S b } .
IGUAL (t, t ’)
A (t)
A ( t ’)
HECHO S
ASERCIONES GENERALES
HECHOS
- n S v 5 ’,
{ - . £ £ '} .
Situación original:
(1) {S(/(m 0” ’, cO’” ), *B, D(mO, c0))}
Transporte de dos misioneros a la derecha:
(2) {—i S(/(m x” ,cy),*B,D(mz,cw)), S(I(m x,cy),B*,D (m z” ,cw))}
Transporte de dos m isioneros a la izquierda:
(3) {—i S(I(m x,cy),B *,D (m z”,cw)), ¿'(/(m x” ,cy),*B,D(mz,cw))}
Transporte de un misionero a la derecha:
(4) {—i S (I(m x\cy)* B ,D (jn z,cw )), S(I{m x,cy),B*,D (m z’,cw))}
Transporte de un m isionero a la izquierda:
(5) {—i S(I(m x,cy),B *,D {m z\cw )), S (í(m x , ,cy),*B,D(mz,cw))}
Transporte de dos caníbales a la derecha:
(6) {—i S{I(m x,cy”),* B ,D(mz.cw)), S(I(mx,cy),B*,D(m z, cw” ))}
Transporte de dos caníbales a la izquierda:
(7) S(I(m x,cy),B*,D (m z,cw ”)), S(IQnx,cy”)*B ,D (m z,cw )))
Transporte de un caníbal a la derecha:
( 8 ){—i S(I(m x,cy'')* B,D(mz,cw)), S(I{mx,cy),B*,D(mz,cw ’))}
Transporte de un caníbal a la izquierda:
(9) {—i S(l(m x,cy),B*,D(mz,cw’)), S i ^ m x ^ y ^ ^ B ^ m z .c w ) ) }
Transporte de un m isionero y un caníbal a la derecha:
(10) S (I { m x \c y r)* B ,D (m z,cw )\ S(I(m x,cy),B*,D (m z’,cw ’))}
Transporte de un misionero y un caníbal a la izquierda:
(11) {—i iS(/(mx,cy),B*,D(mz’,cw ’))> S (f(m x , ,y'')*B,D (m z,cw ))}
(1 2 ) S (I (m 0 ,c 0 ),B * ,D (m 0 ” , ,c 0 ” , ))}
F ig u r a 3. Red semántica.
Como podrá observarse, la red no sólo capta los hechos y rela
ciones m encionados por Holmes, sino tam bién algunos de los datos
implícitos (como «todo hom bre tiene un cuerpo con dos brazos», o
«una m anga es parte de una chaqueta») que todos los hom bres utili
zan tácitamente, pero que una m áquina ignoraría si no se los expli-
citara.
En toda red distinguimos, con term inología de la actual teoría
m atemática general de grafos, puntos cruciales o nodos y arcos que
los conectan entre sí. Los primeros representan a los objetos, m ien
tras que los arcos expresan propiedades y relaciones que conectan a
unos objetos con otros. En sus versiones más sencillas, como puede
observarse en la figura adjunta, estas relaciones son del tipo «es
un», «es una instancia de», «tiene», «es parte de», etc.
El árbol jerárquico tiene su ejemplo m ás ilustre en la célebre
clasificación botánica de Linneo siguiendo el m étodo de definición
por género y diferencia que se rem onta a Aristóteles (y que dio lu
gar en la antigüedad al llamado «árbol de Porfirio», que clasificaba
los objetos del universo según la doctrina de las categorías aristoté
licas). Llamamos árbol jerárquico a un esquem a de estructura arbó
rea con nudos, ramas y hojas. En su form a invertida com ienza por
un nudo superior o nudo-raíz que contiene el objeto o categoría más
general; las ramas que de él descienden lo conectan con otros nudos
m enos generales que a su vez se ram ifican hacia otros nudos; este
proceso de generalidad descendente, que tiene la virtud de hacer
que los conceptos situados en puntos inferiores hereden las notas de
los conceptos superiores a los que se subordinan, continúa hasta
acabar en las hojas o elementos term inales, que ya no admiten más
ram ificación. La siguiente figura m uestra el despliegue de una de
las ramas de un árbol de clasificación en géneros y especies de una
parcela del m undo animal que luego consideraremos más despacio
com o estructura arbórea:
Además de ser tal vez la forma más sim ple e intuitiva de repre
sentar el conocim iento, el árbol posee la ventaja añadida, explotada
por Aristóteles en su teoría de las categorías, de prefigurar la m ar
cha de la inferencia. El lector familiarizado con la deducción por re
des semánticas, que revisten la form a de un árbol lógico, lo sabe por
experiencia. Un ejem plo de la interacción entre la representación ar
bórea del razonam iento y la m archa de un m otor inferencial lo en
contraremos en el m inisistem a analizado en la sección 5 de este Ca
pítulo.
si el organismo es Gram-negativo, y
la m orfología del organismo es bastoncito, y
la aerobicidad del organismo es anaeróbica,
entonces hay evidencia ( 0 .6 ) de que la identidad del organismo
es bacteroide.
§ 4. Motores inferenciales
es decir, reglas sin contenido empírico que actúan sobre otras reglas
y que estratégicam ente situadas en la base pueden identificar las
que hay que utilizar en función del estado actual de los conocim ien
tos sobre el problem a en cuestión.
3. En la etapa de aplicación, el m otor activa, según su orden
de prioridad, la lista de reglas seleccionadas, cuya acción provoca
generalm ente la inserción de nuevos hechos o la verificación de hi
pótesis. Las subm etas u objetivos secundarios así generados obligan
a abandonar la línea principal de argumentación e iniciar para cada
uno de ellos un nuevo ciclo de «identificación-selección-aplica-
ción» hasta agotarlos todos y retom ar la línea argumenta! inicial. El
proceso cíclico continúa con la regla siguiente, y la siguiente, y la
siguiente, hasta que se cum plan las condiciones de parada: se ha en
contrado una solución, o la lista original de reglas candidatas ha
sido agotada. En este último caso, el sistem a tiene aún recursos
para reintentar una nueva línea de ataque solicitando del usuario
cuantas aclaraciones o nuevas inform aciones juzgue convenientes.
a n im a l
1c a r n í v o r o | | u n g u la d o | | v o la d o ra | no 1 s e rp ie n te 1 1la g a r ti ja 1
v o la d o ra
1 1
p red ad o r | |jir a f a | | c e b ra | | c o b ra |
I------'— ~ ......... ......... 1 | a lb a tro s [|a v e s t r u z
le ó n ] |l e o p a r d o ] |z o r r o |
cond(l,tiene pelo)
cond( 2 ,es de sangre caliente)
cond(3,com e carne)
cond(4,am am anta a sus crías)
cond(5,tiene plumas)
cond( 6 ,vuela)
cond(7,no vuela)
cond( 8 ,es de sangre fría)
cond(9,no tiene patas)
cond( 1 0 ,rumia)
cond( 1 1 ,tiene m irada penetrante)
co n d ( 1 2 ,tiene colmillos)
cond(13,el macho tiene m elena)
cond(14,es felino)
cond( 15,tiene m anchas)
cond(16,es un felino grande)
cond( 17 ,t¡ ene hoci co puntiagudo)
cond(18,tiene cola peluda)
cond(19,es muy buena voladora)
cond( 2 0 ,se encuentra predominantemente en el mar)
cond( 2 1 ,esconde su cabeza en la arena)
cond( 2 2 ,tiene largo cuello y largas patas)
cond(23,tiene una capucha detrás de la cabeza)
cond(24,tiene patas)
cond(25,tiene una larga cola que pierde con facilidad)
cond(26,tiene pezuñas)
cond(27,tiene largas patas para huir de los predadores)
cond(28,tiene un cuello muy largo)
cond(29,tiene manchas oscuras)
cond(30,tiene color leonado)
cond(31,tiene rayas blancas y negras).
Lo que esta regla quiere decir, desde el punto de vista del sen
tido común, es:
Conclusión
Apoyándom e en los hechos que me has descrito deduzco que la
subeategoría fin a l de «anim al» es «jirafa».
LÓ G ICA Y REPRESENTACIÓN DEL CO N O CIM IEN TO 463
§ 6. Manufactura del conocimiento y sentido común
L A L Ó G IC A D E IN T E R N E T
§ 1. La emergencia de Internet
§ 2. La lógica de la comunicación
Visiones de red. Esto nos rem onta a los años de la guerra fría
que más duros fueron para los Estados Unidos. En 1957 había te
nido lugar el lanzamiento y puesta en órbita del prim er satélite
{Sputnik) ruso, y Norteam érica hubo de pasar por la amarga expe
riencia de ver perdida de momento su suprem acía en la carrera del
espacio. Con la voluntad de superar aquella situación el Congreso
norteam ericano creó al año siguiente, en 1958, la agencia de investi
gación avanzada ARPA (sigla de A dvanced Research Project
Agency), que pronto se concentró en el área com putacional. Y fue
en este campo y en el seno de ARPA donde se ubican las geniales
visiones de J. C. R. LlCKLlDER, joven psicólogo y matem ático del
M IT (M assachussetts Institut o f Technology) obsesionado por poner
en com unicación a los ordenadores entre sí y con el hombre. Su le
gendario artículo sobre la simbiosis entre hom bres y máquinas
(«M an-Computer Symbiosis», 1960) form a parte de los anales de la
historia de Internet.
M as no fue entonces ARPA, sin embargo, el único polo de in
vestigación estadounidense donde se barajó por anticipado la idea
de una vasta y am biciosa red de ordenadores ni LlCKLlDER su único
pionero. Otro brillante joven norteam ericano, Paul B a r a n , contra
tado en 1959 por la em presa Rand Corporation, en la costa califor-
niana, había aportado una ingeniosa solución al problem a que preo
cupaba a la Rand, com petente en el sector aeronáutico, de afrontar y
analizar el escenario subsiguiente a un ataque nuclear soviético,
B a r a n concibió el original proyecto de configurar una red de co
m unicación que fuese deliberadam ente no-jerárquica, para evitar
que un ataque selectivo la pudiera descabezar, y que basase por
tanto su fortaleza y capacidad de supervivencia, aunque pudiera pa
recer paradójico, en las ideas de descentralización y redundancia.
Este proyecto incluía la no menos revolucionaria idea de que los
conductos de la red quedarían m ucho m ejor aprovechados si se
cambiaba el procedim iento habitual en las com unicaciones telefóni
cas de dejar que circulasen los m ensajes como unidades indivisibles,
por el de darles curso después de haberlos dividido en segmentos
más cortos que se recom pondrían al llegar a su destino. Aquella
idea parecía atentar contra los principios clásicos de la telefonía y
encontró tal resistencia en las autoridades que en 1965 B a r a n de
sistió de sus propuestas.
Pero lo que los norteam ericanos ignoraban era que esa misma
idea, que entonces se les antojó herética aunque luego se ha reve
lado profética, había sido ya inteligentem ente concebida y diseñada
por aquellos mismos años en el continente europeo, concretamente
en el prestigioso N ational Physics Laboratory de Inglaterra, donde
tiempo atrás había trabajado Alan T u r i n g . Allí el investigador bri
tánico Donald D a v ie s inventó una técnica de com unicación, alter
nativa a la telefónica, que ponía en circulación los mensajes después
de haberlos dividido previamente en packets (paquetes) que viajan
por separado.
a. La noción de hipertexto
d. La noción de multimedia
LÓGICA
u n id a d : Chat - Clubs • GeoCities • M essenger • Postales A rea com ercial: Anuncios ■De compras • Subastas O tros...
SIMBÓLICA
defensa mutua
encia y tecnología Materiales de consulta Bin Laden fue visto en Kabul la
m ales. Inform ática. Ingeniería... Bibliotecas. Diccionarios... semana pasada
Israel bom bardea Gaza
encias sociales Medios de comunicación ■La SEPI vende A erolíneas
nom ía. Psicología. H istoria... Temas de actualidad. Periódicos. TV - A rgentinas al grupo M arsans
más.
portes v ocio Política v gobierno Comunidades
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zando las facilidades que ofrece Internet [el dato cultural en cuestión es
un pasaje de la tragedia Agam enón de E squilo (siglo v a.C.) que recoge
el soliloquio de un vigía que otea el horizonte aguardando una señal de
fuego que transm ite un m ensaje][...] Yo tenía interés en citar bien el re
ferido soliloquio de la tragedia de Esquilo, y a este fin quise contar con
otra traducción adem ás de la que tenía, razón por la cual inicié la co
rrespondiente búsqueda en Internet. Prim eram ente recurrí a la página
MSN de M icrosoft [que sirve de entrada a Internet en num erosísim os
ordenadores y dispone de un buscador]. T ecleé el título de la obra,
A G A M M EN O N *, obteniendo com o resultado el ofrecim iento de con
sultar 4.827 páginas web relacionadas con el tema. Empecé a hojear
unas cuantas. Algunas versaban sobre m úsica pop y otras sobre porno
grafía. Sin detenerm e a averiguar cuál pueda ser la relación que conecte
a la tragedia de Esquilo con estos dos cam pos, preferí refinar y hacer
m ás precisa m i búsqueda tecleando ahora A G AM M EN ON A N D ES-
QLJILUS. Esta segunda búsqueda redujo a 531 el núm ero de páginas
web relacionadas.
Pareciéndom e que seguían siendo demasiadas, decidí cam biar de
buscador y le hice la m ism a consulta a Lykos, que en anteriores ocasio
nes m e había prestado eficaces servicios. Pero esta vez no me dio una
sola respuesta, como si la palabra AGAM M ENON le fuese particular
m ente ingrata a ese program a de búsqueda. Entonces recurrí a Yahoo.
Tecleé de nuevo la palabra A G AM M EN ON y obtuve por respuesta una
cantidad, m ucho m ás m anejable, de 9 entradas, una de las cuales brin
daba el texto com pleto de la tragedia en traducción de D. W. M yatt. Fi
nalm ente volví a la inicialm ente consultada página M SN de M icrosoft,
en cuyo buscador tecleé A G AM M EN ON AND ESQUILUS AND
M YATT. En la pantalla de mi ordenador aparecieron tres réplicas, una
de Jas cuales no solam ente indicaba tres traducciones de la obra por la
que yo estaba interesado, sino tam bién traducciones del teatro completo
de Esquilo con m últiples referencias a artículos especializados. El
tiem po consum ido en mi pesquisa fue de unos quince m inutos1.
§ 6. La cultura de Internet
E s u n a o p in ió n b a s ta n te e x te n d id a q u e lo s g r a n d e s m e d io s d e
c o m u n ic a c ió n d e m a s a s , c o m o e l c in e , la r a d io y s o b r e to d o la t e l e
v is ió n , v a n a a c a b a r m u y p r o n to , si n o h a n a c a b a d o y a , c o n la c u l
tu r a d e l lib ro . E l f u n d a m e n to d e e s ta o p in i ó n e s tá e n el h e c h o d e
q u e la ta r e a d e le e r u n lib r o e s n a tu r a lm e n te m á s a r d u a q u e la ta r e a
d e e s c u c h a r la r a d i o o d e v e r y e s c u c h a r c in e y te le v is ió n . L e e r u n
lib r o s u p o n e a is la r s e o a b s tr a e r s e d e lo s m o v im ie n to s y r u i d o s d e l
e n to r n o n a tu r a l y s o c ia l y c o n c e n tr a r s e e n e l s i le n c io s o r e c o r r id o
m e n ta l d e u n a s e r ie d e f i l a s d e in m ó v ile s s ím b o lo s li n e a r m e n te y u x
ta p u e s to s . D e ja r s e e n tr e te n e r p o r c u a lq u i e r a d e lo s o tr o s tr e s m e d io s
d e c o m u n ic a c ió n e s m u c h o m á s c ó m o d o , y c o n tr a e s o e l lib r o n o
p u e d e lu c h a r. M a r s h a ll M c L u h a n , e l p r o f e ta d e la m o d e r n a c u ltu r a
d e la c o m u n ic a c ió n d e m a s a s , s o s te n ía la te s is d e q u e n u e s t r a f o r m a
d e p e n s a r d e p e n d e d e n u e s t r a f o r m a d e c o m u n i c a r n o s , d e q u e la
fo r m a d e la c o m u n ic a c ió n c o n f i g u r a e l c o n te n id o d e é s ta y ta m b ié n
la m e n ta lid a d d e lo s c o m u n ic a n te s , y d e a h í s u f a m o s o e s lo g a n d e
q u e e n m a te r ia d e c o m u n ic a c ió n « e l m a s a je e s el m e n s a je » . É l l l e
v a b a e s te e s lo g a n a s u s ú ltim a s c o n s e c u e n c ia s y s o s te n ía q u e si lo s
r a s g o s c u ltu r a le s d e la m o d e r n a c iv iliz a c ió n o c c id e n ta l s o n e l in d iv i
d u a lis m o , e l r a c io n a lis m o y e l g u s to p o r la in v e s tig a c ió n c ie n t íf ic a y
t é c n i c a e s p o r q u e lo s h o m b r e s q u e c o n s t r u y e r o n e s a c iv iliz a c ió n
e r a n h o m b r e s c u y o m o d o ló g ic o d e p e n s a r q u e d ó c o n f i g u r a d o p o r el
e je r c ic io s is te m á tic o y e x c lu s iv o d e la le c t u r a d e lib ro s . P e ro r e c í
p r o c a m e n te , e n la m e d i d a e n q u e e l c in e , la r a d io y la te le v is ió n d e s
c a n s a n e n e l u s o d e la im a g e n y la p a la b r a h a b la d a y s u e x p a n s ió n
p a r e c e in c o n te n ib le , M cL U H A N p r o f e tiz a b a q u e e s to s m e d io s a lo s
q u e é l lla m a b a orales c o n d u c ir ía n p r o g r e s iv a m e n te a la e x tin c ió n d e
la galaxia Gutenberg, q u e e s c o m o él lla m a b a a la c u ltu r a d e l lib ro y
a l a d v e n im ie n to d e u n n u e v o tr ib a lis m o .
M c L u h a n e m p e z ó a d e s a r r o ll a r su s a r g u m e n to s h a c e m á s d e
tr e in t a a ñ o s . P e ro , in d e p e n d ie n te m e n te d e l h e c h o d e q u e p u e d a n s e
g u ir o n o s ie n d o v á lid o s p a r a e l c a s o d e l c in e , la r a d io y la te l e v i
s ió n , p a r e c e e v id e n te q u e e s tá n m u y le jo s d e s e r a p lic a b le s s in m á s a
la tecnología de la red. La pantalla de la red es, ciertam ente, una
pantalla m ultim edia y, en la m edida en que transmite imágenes y so
nidos, se parece a la pantalla de televisión, pero no por esto debe ol
vidarse que no es una simple pantalla de televisión sino de ordena
dor y que exige por parte del usuario un esfuerzo mental y una
disposición a la comunicación interactiva que no tiene nada que ver
con la actitud pasiva del televidente.
Pero los que defienden la tesis del puro antagonism o entre la
cultura del libro y la cultura de red sólo tienen en cuenta una parte
de la cuestión, porque la otra es que ambas culturas son comple
mentarias. Esto se pone de m anifiesto reparando en las relaciones
que guardan entre sí la actividad de navegar, que es la actividad más
propia del usuario de Internet, y la actividad de leer un libro. Estas
dos actividades son, por una parte, antagónicas pero, por otra, com
plementarias.
En las primeras páginas de su obra Being digital («Ser digital»,
traducida al castellano como E l mundo digital), el famoso director
del Laboratorio de medios del Instituto de Tecnología de M asachus-
setts, Nicolás N E G R O PO N T E , nos sorprende contándonos que él es
disléxico y que desde pequeño estaba incapacitado para leer libros.
En lugar de ello, y a diferencia de sus compañeros de clase, se en
tretenía m irando mapas y saltando caprichosam ente de un país a
otro, lo cual le reportó un conocim iento de la geografía no am eri
cana superior al de sus colegas yanquis. Ésta es una m anera in
directa de decirnos que él, inepto por naturaleza para la lectura de
libros, era en cambio apto por naturaleza para navegar en la red.
Porque la navegación en la red se apoya esencialmente, como bien
sabemos, en el uso del hipertexto.
Pero si la red nos brinda la posibilidad de estas tres cosas:
1.a, disponer de los potentísim os m otores de búsqueda lógica que
son los buscadores; 2.a, recorrer con ellos m erced a la telaraña m un
dial el inmenso océano de inform ación escrita depositada en so
porte electrónico que son los bancos de datos diseminados por todo
el mundo, y 3.a, seleccionar en pantalla o en disco la inform ación
deseada, entonces la m ejor m anera de definirla a efectos del tráfico
de inform ación escrita es decir de ella, como ha subrayado de
K E R C K H O V E , que es un colosal aparato acelerador y selector de in
formación.
Esto, evidentemente, es lo que mejor define la función de nave
gar. Pero también es evidente que la pantalla electrónica no es nada
cóm oda para la vista, sobre todo cuando se trata de leer en ella dete
nidam ente un texto. Y de aquí la necesidad del papel, en el cual los
símbolos de lectura están depositados rem ansadam ente y en un m e
dio menos agresivo para la vista, lo cual perm ite leer en el pleno
sentido de la palabra, que es deslizar tranquilam ente la vista sobre
las filas de símbolos que tenemos delante y m editar con calma sobre
su contenido.
La conclusión que se saca de aquí es que debe haber una cola
boración entre texto e hipertexto. Si la red es el medio ideal para na
vegar y el papel impreso el medio ideal de lectura, entonces la ne
cesidad del concurso de ambos es evidente. La red es como una
inm ensa biblioteca que recorrem os navegando con ayuda de la téc
nica del hipertexto y el libro el texto que al final seleccionamos
para leer y que cuando le llegue su hora al libro electrónico, su
puesto que esté confortablem ente preparado para la lectura, será
tam bién producto de Internet.
§ 7. La lógica en Internet
i ' Keybomd
000Q000
(DCDGDGDCDCD
fZICDQfZraCD
El programa Tarski ’s World ofrece al usuario una tercera ventana
en la pantalla de su ordenador, donde puede construir y evaluar fór
mulas de lógica elemental. La figura que sigue a continuación re
coge a m anera de ejemplo en sendas fórmulas una serie de descrip
ciones de «hechos» que tienen lugar en el m undo dibujado en la
prim era de las dos figuras anteriores. El lector puede construir esas
fórmulas, carácter tras carácter pinchando con el ratón en la tabla de
símbolos cada de uno de los signos que precise utilizar para con
feccionarlas. Pero antes deberá cuidarse de haber «bautizado» cada
uno de los objetos geom étricos presentes en la alfom bra cuadricu
lada de la «ventana del mundo» asignándoles inequívocamente a
guisa de nombres propios las correspondientes letras iniciales del
alfabeto. Las fórmulas 1, 2 y 5 enuncian con verdad tres hechos de
ese m undo (que hay un tetraedro grande, que hay un dodecaedro
que no tiene ese tamaño, y que ningún objeto puede ser al mismo
tiem po «cubo» y «tetraedro»).
D - - _ EK am pfe S e n te n e e s i 31
T t . 3x (T e U x ) A ta rq e íx )| Sentence t
Y83 No
T i
2 . 3y (Q odec(y) \ -iLarq e<y))
w ff?
Sent? i
a a v-
O V
T rue? B a V
f 3. Vx (Cube(x) Mediurmx);
]
[Y e rify í Gsme |
f 4 . Vx (T etíx) -> -iS m s ll(x ))
Replace
-iP either —
byP
and switch
commitment.
Replace P - » Q
P ^ Q either — by -i P V Q
and keep
commitment.
Replace P <-» Q by
PoQ either —
(Pt—>Q) A (Q-»P)
and keep
commitment.
' Sum ario de las reglas de juego.
2 FORMA. E n cada uno de las casillas de esta prim era colum na figura un es
quem a form al protagonizado por una de siete constantes lógicas elem entales [los dos
conectores booleanos V , &; los dos cuantificadores, 3 (x ), V (x ); el negador, -•); y la
pareja im plicativa — o ] . En cada caso el esquem a formal en cuestión es un posible
punto de partida de un debate o juego dialógico.
J TU COMPROMISO. Las cuatro prim eras casillas de esta prim era colum na indi
can el com prom iso veritativo [ v e r d a d e r o ( TRUE), FALSO (FALSE)] que en cada caso
asum e cada uno de los dos jugadores o contendientes. En las tres últim os casillas la
palabra either (cualquiera de los dos) indica que en sus respectivos casos la regla no
precisa detallar específicam ente ese compromiso.
4 JUGADOR d e t u r n o . En las casillas prim era y tercera de esta prim era columna
el ponente es el usuario [TU (YOU)] y el oponente el program a T arski’s World. En las
casillas segunda y cuarta sucede al revés. (La inversa de cada uno de estos cuatro su
puestos puede ser trivialm ente construida por el lector.) En las tres últim as casillas la
regla de juego correspondiente no precisa detallar esa especificación.
5 META (GOAL). El contenido de cada una de las siete casillas de esta colum na se
puede traducir así: 1. Del par de elem entos P, Q elige uno que sea verdadero. 2. Del
par de elem entos P, Q elige uno que sea falso. 3. Elige algún b que satisfaga la w ff
(abreviatura inglesa de «fórm ula bien form ada») P(x) [en el sim bolism o de estos au
tores, como en los de otros muchos, las fórm ulas «abiertas» com P(x) se consideran
fórm ulas bien formada]*. 4. Elige un b que no satisfaga P(x). 5. Reem plaza por P
y cam bia tu comprom iso. 6. Reem plaza P —> Q por ^ P v Q y mantón tu comprom iso.
7. Reem plaza P Q por (P —» Q) & (Q —> P) y mantón tu comprom iso.
E je m p l o d e ju e g o l ó g ic o e n e l M undo de Ta r sk i
Las cuatro tablas de fórm ulas que siguen a continuación, cada una de ellas pre
cedida de su correspondiente escenario sem ántico en el m undo de Tarski, reflejan el
inicio, el desarrollo y el final de un debate dialógico que el proponente pierde al dar
precipitadam ente por cierto que en el m undo sem ántico que ilustran estas figuras la
proposición «dados dos cubos cualesquiera, hay un tetraedro entre ellos» es en todo
caso válida. El lector puede encontrar una detallada explicación de los m ovim ientos
de este ejem plo en las páginas de Internet. Baste indicar aquí que la clave del fracaso
del proponente está en no haber reparado a tiem po en que nada prohíbe que las dos
variables, x e y , capturadas en la fórm ula inicial por sendos cuantificadores universa
les, sean sustituidas por un m ism o individuo.
L A TESIS INICIAL
'< U n title d S e n te n c e s !j
< t . Vx Vy (tC ube(x) A Cubsvy» -» Sentencie 1
3z ( T e t (z ) a B e tw e e n íz , x, y ))) Yes No
WFF? B O V
Seot? m O v'
True? 0 □ X
*r£
{ ¥ e r ify ) ( Game |
I
P r im e r m o v im ie n t o d e l ADVERSARIO (es decir, «el mundo de Tarski»), que pide al
ponente que acepte, siendo consecuente, que su tesis continúa siendo válida, después de
reemplazar legítimamente en ella la primera variable por el nombre de un objeto, «ni».
g ( fn t f t ie d S e n t e m ps
U _ _ U n title d S e n t a n t e s w sm i
32 (T etíz} A Betvveeníz,n 1,n l )) Vour Commitment
c. Máquinas de Turing
1 Tras la m uerte de A ristóteles sus seguidores reunieron los escritos lógicos del
maestro en un conglom erado al que dieron el nom bre general de Organon (palabra
que significa «instrum ento»). Este conglom erado contenía seis obras, ordenadas
sistemáticam ente: Categorías, P eri herm eneias (= D e interpretatione), P rim eros
Analíticos, Segundos Analíticos, Tópicos, Sobre las refutaciones sofísticas. Las dos
prim eras versan, respectivam ente, sobre el concepto y la proposición, que son preám
bulo de la inferencia, tem a de las restantes.
no llegó a em plear expresam ente, el siguiente testim onio del gran com entador de la
escuela peripatética A l e ja n d r o d e A f r o d is ia , que enseñó en Atenas quinientos años
después de su m aestro (hacia el siglo o de nuestra era), pone de relieve el carácter
fo rm a l de la lógica de A ristóteles al decir de éste que «desarrolla su discurso valién
dose de letras, para m ostrarnos que las conclusiones no surgen por virtud de la m ate
ria, sino por virtud de esta form a o figura (skhéem a) y de esta com binación y m odo
de las prem isas; el silogism o no concluye [...] por causa de la materia, sino por ser tal
la fórm ula (sydsygía). Las letras indican que la conclusión será la que es general
mente, siempre y cualquiera que sea la m ateria que se suponga.»
¿A xiom atizó Aristóteles su silogística? El lógico polaco Jan JLu k a s ie w t c z ha in
vestigado la lógica griega con el instrumental de la contem poránea. Una de sus prin
cipales conclusiones respecto de la silogística, tal y como aparece expuesta en los
P rim eros A nalíticos, es que Aristóteles la organizó axiom áticam ente. El propio Jm-
kasiew icz ha diseñado por su cuenta un sistem a axiom ático totalm ente form alizado
de la teoría del silogism o aristotélico.
Es evidente que en los P rim eros Analíticos se establecen relaciones deductivas de
reducción entre los silogism os perfectos (prim era figura) y los im perfectos (segunda
y tercera figuras). Pero quizá sea m ás acertado pensar con C o r c o r a n que a A ristóte
les no le interesó ni le hubiera interesado axiom atizar la lógica, que no era para él
una ciencia sustantiva o propiam ente dicha, sino un sim ple órgano o instrumento de
construcción científica. En los Segundos A nalíticos, que es un tratado de teoría de la
ciencia donde no se considera ya el razonam iento en su m era estructura formal sino
en su contenido científico, sí que se ocupa expresam ente A ristóteles del m étodo axio
mático. Allí advierte que es ése un m étodo sobre todo adecuado para la matemática,
pues en ésta, m ás que en cualquier otra ciencia, los axiom as son las prim eras prem i
sas indem ostrables de las que deben partir y en las que en últim a instancia deben
apoyarse las pruebas científicas. Pero las leyes de la lógica no son, desde el punto de
vista aristotélico, prem isas ni principios m ateriales de ninguna prueba científica, sino
reglas form ales que gobiernan desde fuera la m archa de la investigación. Por virtud
de la lógica las diversas ciencias extraen de los principios y los hechos de sus cam pos
respectivos las correspondientes conclusiones. Esto invita a pensar que es bastante
probable que Aristóteles no concibiera su silogística com o un sistem a axiom ático,
sino como un sistema m etalingüístico de reglas de deducción natural, que no son in
gredientes o factores m aterialm ente constitutivos de las pruebas científicas, sino for
m alm ente regulativos de ellas. E. W. B e t h , creador del m étodo de las tablas sem ánti
cas, ha recordado, por otra parte, que fue A ristóteles quien prim ero utilizó el método
sem ántico de m odelos al descartar por contraejem plo form as inválidas de argumento.
L as lim itaciones de la lógica aristotélica son m anifiestas. Los lógicos contem po
ráneos señalan con razón el m uy insuficiente conocim iento de la lógica proposicional
por parte de Aristóteles. Y, desde De M o r g a n , se insiste en la lim itación de la silo
gística aristotélica, basada en predicación monádica, para dar cuenta del hecho de la
predicación relativa.
Finalm ente conviene recordar que otra aportación que debem os a A ristóteles (y
que la lógica m atem ática no supo abordar hasta m uy adentrado el siglo veinte) es la
llam ada lógica modal. Esta lógica resulta del análisis de proposiciones a las que ante
ponem os cualquiera de las cuatro partículas modales: posible (p. ej., «es posible que
haya seres inteligentes en otros lugares del universo»), necesario (p. ej., «es necesa
rio que dos y dos sean cuatro»), imposible (p. ej., «es imposible que un círculo sea
cuadrado») y contingente (contingente es lo que puede darse y puede no darse, como,
p. ej., «es contingente que el equipo A gane al equipo B»), Estos prefijos m odifican
la estructura lógica de las proposiciones y de los argum entos en los que intervienen.
Esto da lugar a la teoría de la proposición y del razonam iento modal. De la prim era
se ocupa A ristóteles en su breve tratado P erl herm eneías y de la segunda en los Pri
m eros Analíticos, donde adem ás de los famosos catorce m odos legítim os de la pri
mera, segunda y tercera figuras del silogismo categórico, investigó prácticam ente un
centenar de m odos correspondientes a la teoría del silogism o modal.
L as d e nom inaciones ordinales («lo p rim ero » , «lo se g undo») cum plen la fun
ción de v ariab les pro p o sicio n ales. El lecto r habrá re conocido en í y II lo que la
trad ició n p o ste rio r llam ará m odus p o n e n s y m odus tollens, y en IV y V dos for
m as de silogism o d isyuntivo (con «o» ex clu siv a al m enos en la prem isa m ayor
de IV).
Al establecer una triple diferencia entre 1) la voz significante, 2) la cosa a la que
alude o se refiere la voz, y 3) el significado de ésta, los estoicos parecen anticipar la
sem ántica de Frege. Entre la voz, que es corpórea, y la cosa, tam bién corpórea, refe
rida por la voz, está el significado, que es incorpóreo y se define com o «lo que el bár
baro no entiende cuando un griego habla».
2 Dos m onografías interesantes sobre la lógica de los estoicos son: Jan JLu k a s ie -
P ara una h isto ria de la lógica de enunciados, trad u cció n de José S anm ar
w ic z ,
tín, C uadernos T eo rem a, V alencia; y B enson M a t e s , L ó g ica de los estoicos, tra
d ucción de M iguel G arcía B aró, C uadernos de F ilo so fía y E nsayo, T ecnos, M a
drid, 1985.
En este m ism o plano se mueven los largos análisis llevados a cabo por los estoi
cos de la prim era paradoja semántica: el pseudóm enos (=mentiroso), que recurrirá a
todo lo largo de la historia de la lógica, desde la escolástica m edieval a Russell.
La frase paradójica «Todos los cretenses m ienten» le fue atribuida al filósofo cre
tense E p im é n id e s , que vivió en el siglo vi a.C. 3. Lo que hay de paradójico en ella se
advierte considerando que si es verdad que todos los cretenses m ienten, m iente el que
lo dice, si es cretense, y entonces la frase no es verdad. Con este otro form ato, que re
coge Cicerón, la paradoja del m entiroso le es atribuida a Eubúlides (siglo iv a.C.):
«Si m iento y digo que miento, ¿miento o digo la verdad?» La tradición cuenta que
Teofrasto, discípulo de Aristóteles, escribió tres libros sobre el tem a y Crisipo m ás de
veinte, y que al lógico Filitas de Cos la investigación de aquel enigm a le costó la
m uerte por extenuación.
1. Una es la teoría de las consecuencias. Probablem ente sin disponer de los tex
tos estoicos, los lógicos m edievales lograron redescubrir gran núm ero de teorem as de
la lógica de proposiciones sin más apoyo que los escritos de Boecio y los Tópicos de
Aristóteles. La ya citada form ulación por Pedro Hispano de las leyes de De Morgan
puede servir de ejem plo, como tam bién esta form ulación del principio ex contradic-
tione quodlibet: «de un enunciado cuya contradicción es patente se sigue form al
m ente cualquier otro enunciado», establecida por el P s e u d o S c o t o (un brillante ló
gico del siglo XIV, Juan de Cornualles, al que se ha confundido por error con Duns
Scoto).
L a d efin ició n m edieval de la n oción de c o n se cu e n cia recu erd a en m uchos
casos el análisis no e x ten sio n al de la im plicación p ro p u esto por D iodoro
C rono. A sí la defin e, por ejem p lo , el Pseudo Scoto: «la co n secu en cia es un
enun ciad o hip o tético , que co n sta de un an te ce d e n te y un consecu en te, v in cu la
dos c o n d icio n alm en te de form a que es im p o sib le que el prim ero sea v erdadero
y el segundo falso». Por otra p arte era usual en los tratad o s d istin g u ir entre
c o n se cu e n cia fo r m a lis y m a teria lis, según que se p u d iera c o n clu ir o no en ella
sólo por la form a.
5 La frase de Pedro H ispano deja sin m en cio n ar el req u isito de cam bio del
co n ecto r principal por su dual. Un requisito que no falta, sin em bargo, en esta
im pecable form ulación p osterior, debida a O c c a m , de una de las L eyes de De
M organ: O pposita co n tra d icto ria disiunctivae est una c opulativa com posita ex
c o n tra d ic to ra s p a rtiu m ipsius disiu n ctiva e («L a c o n trad icto ria que se opone a
una proposición d isy u n tiv a es una conjunción com puesta de las co n tradictorias
de las p artes de d ich a disyuntiva»).
La doble dimensión que percibe la sem ántica actual según que hablem os del «sig
nificado» (sem ántica «intensional») o la «referencia» (sem ántica «extensional») de
los térm inos, se corresponde con la distinción m edieval entre la s ig n ific a d o o sentido
y la s u p p o s itio o función referencia! de los mismos.
En la teo ría de la suposición encontram os adem ás una anticipación de nuestra
actual dicotom ía m ención/uso. Los lógicos m edievales entendían que un térm ino
puede referirse o bien a sí m ism o ( s u p p o s i t i o m aterialis) o bien a las cosas que
significa ( s u p p o s iti o p e r s o n a l i s ) . P or ejem plo, en el enunciado: «hom bre es b isí
labo» el térm ino «hom bre» supone m aterialm ente, m ientras que en este otro
enunciado: «el hom bre es m ortal» supone form al o personalm ente. H oy decim os,
c orrelativam ente, que en el p rim er caso el térm ino en cuestión es «m encionado»
y en el segundo «usado». T am bién es im portante recordar que, en lo que con
cierne a la «extensión» o referencia de los térm inos a las cosas, los tratados m e
dievales solían su bdistinguir la suposición personal precisando que, dentro de la
natural am bigüedad del contexto proposicional en que es usado, la referen cia del
térm ino estaba caracterizada por una determ inación particu lar ( s u p p o s i t i o d e te r -
m i n a t a ) cuando quedaba afectado por el prefijo «alguno» y por una exigencia de
d istribución (s u p p o s i t i o c o n fu s a e t d i s t r i b u t i v a ) cuando es «todo» el prefijo que
le afecta.
B. L a im a g e n m a t e m á t ic a d l l a l ó g ic a
§ 4. El sueño de Leibniz
En la historia del pensam iento, la filosofía y la m atem ática han recorrido rutas
unas veces convergentes y otras divergentes. En una de las épocas en que la conver
gencia entre ambas fue m ayor, en la Europa m oderna de los siglos x v n y xvm ,
emerge la gigantesca figura de Gottfried W ilhelm L e ib n iz (1646-1716), que ocupa
un puesto de prim er rango en la historia m undial de una y otra: en la historia de la fi
losofía, como m áxim o representante del racionalism o idealista y del optim ism o me-
tañsico; y en la historia de la m atem ática, como creador del análisis infinitesimal.
La producción filosófica y m atem ática de Leibniz es bien conocida. Pero no lo es
tanto su obra lógica, dispersa en ensayos y apuntes fragm entarios, m uchos de los
cuales han perm anecido inéditos, hasta que el lógico francés Louis C o u t u r a t los re
copiló a principios de este siglo.
b. Los secretos del cálculo. U na de las claves del proyecto leibnizialio era el
diseño de una notación sim bólica, la «característica universal»: un conjunto de sím
bolos o caracteres que se pudieran poner en correspondencia con los pensam ientos,
de manera que a los pensam ientos sim ples les correspondieran caracteres sim ples y a
los com puestos caracteres com puestos \ En el ensayo Elementa characteristicae uni-
versalis («Elem entos de una característica universal», 1679) leemos: «La regla de
construcción de caracteres es la siguiente: asígnese a cada term ino (esto es, al sujeto
o al predicado de la proposición) un núm ero, de m anera que cuando un térm ino se
com ponga de otros le corresponda como núm ero el producto de los núm eros corres
pondientes a esos otros térm inos de que se compone. Por ejem plo: convengam os en
expresar ei térm ino anim al por el núm ero 2 (o, m ás generalm ente, por a), el termino
racional por el núm ero 3 (o, m ás generalm ente, por r) y el térm ino hombre por el re
sultado de m ultiplicar los anteriores 2 y 3, es decir, 6 (o, más generalm ente, por el
núm ero ar).»
Com o resultado de esta correspondencia entre pensam ientos y núm eros, las ope
raciones aritm éticas pueden cobrar significación filosófica. Así, siguiendo con el
ejem plo, la proposición
6 «El arte cara cte rística es el arte de form ar y o rd en ar los caracteres de tal
m anera que hagan refe re n cia a los pensam ientos o que tengan entre sí la m ism a
relación que entre sí tienen éstos. U na expresión de este arte es un a gregado de
caracteres que rep resen tan la cosa expresada. La ley de las e xpresiones es la si
guiente: que la expresión de una cosa se com ponga de los caracteres de aquellas
cosas de cuyas ideas se com pone la idea de la cosa a ex p resar (ars characteris-
tica est ars ita fo r m a n d i a tque ordinandi characteres, u t re fera n t cogitationes
seu ut eam ínter se hab ea n t relationem , quam c o g ita tio n e s ínter se habent. Ex-
p re ssio est aggregatum characterum rem quae e xp rim itu r repraesentantium .
Lex expressionum haec est: ut ex quorum rerum ideis c o m p o n itu r rei exprim endi
idea, ex illarum rerum ch a ra cterib u s c om ponatur rei expressio).
1 P hilosophische Sch rifien , edición G erhart, B erlín, vol. V II, p. 20,
¿Qué juicio se m erece el proyecto de Leibniz? Sus inmediatos sucesores en la re
presentación de la filosofía alem ana distan de sobrevalorarlo. Hegel se refiere a él en
su Lógica como «una idea favorita que Leibniz concibió en su juventud y en la que
m ás tarde persistió pese a la inm adurez y superficialidad de que adolece». Para Iler-
m ann S c h o l z , lógico alem án contem poráneo, el advenim iento de L eibniz es «una
aurora» en la historia de la lógica.
Evidentem ente, el plan quedó inconcluso, en parte porque los m últiples quehace
res de Leibniz, que incluían la política y la diplom acia, no le dejaban tiem po para
convertir sus notas en una m onografía definitiva y en parte por lim itaciones teóricas,
una de las cuales pudiera ser, según algunos, la perseverancia en el esquem a aristoté
lico de la proposición com o sujeto-predicado.
En cualquier caso vale la pena recordar que L eibniz escribió el m ás arriba citado
ensayo sobre los «Elem entos de una característica universal» en 1679. Exactam ente
dos siglos m ás tarde, en 1879 publicaría Frege su Conceptograjia, libro que instala el
paradigm a no aristotélico de la lógica como ciencia exacta, del cual Leibniz es pre
cursor.
§ 5. La revolución de B o o le y Frege
Los años 1854 y 1879 son decisivos en la historia de la lógica, porque en ellos
tiene lugar la aparición de dos libros revolucionarios que definen el paradigm a no
aristotélico, hoy dom inante, de una lógica concebida com o ciencia exacta, al m odo
m atemático. En el prim ero de esos dos años vio la luz la obra Las leyes del p en sa
miento, del lógico y m atem ático inglés George B o o l e ; y en el segundo la Concepto-
grafía, obra del lógico y m atem ático alem án Gottlob F r e g e .
A m bos lib ro s surgen en el c o n te x to de un m o v im ien to c rea d o r en la h is to
ria de la m atem ática: la fo rm id a b le e x p an sió n de la n u ev a á lg e b ra, en la que
in te rv ien e n im p o rta n te s m ate m á tic o s in g le se s, es el esc en a rio sobre el que se
d ib u ja el p ro y e cto , re aliz a d o p o r B oole, de un « á lg e b ra lóg ica» ; y una p ro
funda re fle x ió n sobre el c o n cep to de núm ero , en la que d e stac an im p o rta n te s
m ate m á tic o s ale m an e s, es c o rre lativ am en te e sc en a rio del p ro y e cto , re aliz a d o
p o r Frege, de u n a ló g ica de la que p u d iera n d e d u cirse los c o n ce p to s y las leyes
de la aritm ética.
Sin m enoscabo de su esencial convergencia, sin embargo, los proyectos de Boole
y de Frege son tam bién radicalm ente divergentes. La estrategia de Boole se endereza
a la creación de una «m atem ática de la lógica» y consistió en adoptar para ésta las le
yes del álgebra; m ientras que el objetivo de Frege, cuyo impacto histórico ha sido
m ucho m ás vasto, es la creación de una «lógica de la m atem ática», de una lógica de
cuño enteram ente nuevo que pudiera servir de m arco y de fundam ento a la ciencia
m atemática.
a. El álgebra de Boole. En la prim era m itad del siglo xix el álgebra experi
m enta grandes avances orientados a una form ulación m ás abstracta de las leyes que
gobiernan procesos m atem áticos fundam entales, como los de adición y m ultiplica
ción y sus propiedades. La «teoría de grupos» de N. H . A b e l y Evaristo G a l o is , la
perspectiva de un álgebra que George P e a c o c k . llam aría en sus obras «sim bólica» o
«abstracta» y el «álgebra vectorial» de W. R. H a m il t o n son líneas de un desarrollo
en el que se inserta la em presa de crear un álgebra lógica, acom etida por el solitario
y autodidacta George B o o l e (1815-1864).
A la edad de treinta y un años publica Boole su prim er libro orientado a este obje
tivo, E l análisis matemático de la lógica ( The M athematical Analysis o f Logic, 1847) 8,
cuya «Introducción» em pieza así: «Aquellos que están fam iliarizados con la teoría
actual del A lgebra Sim bólica saben que la validez de los procesos de análisis no de
pende de la interpretación de los sím bolos que em plean, sino solam ente de las leyes
de su com binación.»
Esta perspectiva encam a para él «el verdadero principio del Algebra Sim bólica»,
que le perm ite descartar la ¡dea de que la m atem ática sea sólo ciencia de la magnitud:
«Tom ando por fundam ento este principio general, m e propongo establecer el Cálculo
de la Lógica, y postular para el m ism o un lugar entre las form as reconocidas del A ná
lisis M atem ático, aunque por su objeto e instrum entos deba perm anecer, por el pre
sente, solo.»
La estrategia de Boole se puede resum ir diciendo que consiste en extrapolar o
transportar a la lógica la notación y las leyes del álgebra, de m odo que resulte posible
convertir las proposiciones categóricas en ecuaciones y los silogism os en sistem as de
ecuaciones cuya solución sea susceptible de ser obtenida por m étodos algebraicos.
Esta estrategia se basa en tres brillantes intuiciones:
1) U na de ellas es la idea de que si sustituim os nuestra notación num érica ordi
naria (que consta de los diez dígitos que van del 0 al 9) por una notación binaria que
conste exclusivam ente del par de dígitos 0 y 1, podría desaparecer la diferencia entre
las leyes lógicas y las leyes m atemáticas. El paso de uno a otro sistem a notacional,
dicho sea incidentalm ente, se reduce a una trivial traducción: en lugar de escribir la
serie de los núm eros naturales com o solem os hacer en nuestra notación decimal ordi
naria, con un alfabeto num érico que sólo constase de dos dígitos lo haríam os así:
Pero de la profundidad de la idea de Boole nos dan m edida este par de considera
ciones. Uno es que así cabe establecer con solidez la equiparación, vagam ente entre
vista ya por Leibniz, entre las operaciones m atem áticas de sum a y producto y las
operaciones lógicas de disyunción y conjunción. Las dos tablas siguientes
+ 0 1 0 1
0 0 1 0 0 0
1 1 0 1 0 1
8 H ay edición esp añ o la de esta obra, con intro d u cció n y trad u cció n de José
Sanm artín, en C o lecció n T eorem a, 2.a ed., C átedra, M adrid, 1984.
9 Podem os llam ar «m ódulo 12», p o r ejem plo, a nuestra m anera de c o n tar las
horas del día: cuando las agujas del reloj m arcan las 12, vuelven a m arcar desde
1. A nálogam ente, contam os «m ódulo 2» cuando llegado este núm ero volvem os
a em pezar.
ción de que pase o no por ellos una corriente, son una im presionante realización tec
nológica de la intuición de Boole de que el cálculo lógico es el m ism o que el m ate
mático.
2) La segunda intuición básica de Boole es que sus fórm ulas de álgebra lógica
pueden ser alternativam ente interpretadas com o operaciones de silogística aristotélica
(cálculo de clases) y com o operaciones deductivas sobre enunciados com plejos (cál
culo de proposiciones). La conciencia clara de la división de la lógica elem ental en
esos dos cam pos, y la sujeción de ambos a un solo cálculo formal es otra de las m e
m orables aportaciones de este pensador.
3) La tercera intuición básica de Boole está en la idea de representar m ediante
los sím bolos «1» y «0», respectivam ente, al Todo (la totalidad del universo) y a la
Nada en la interpretación del álgebra lógica como cálculo de clases. (En la interpreta
ción alternativa como cálculo proposicional 1 y 0 denotan verdad y falsedad.) La
operación m ental que Boole llam a elección o selección, por la que pensam os o con
cebirnos colecciones de cosas resulta así elegantem ente m atematizable. Si x es una
clase de cosas, l-x será su «clase com plem entaria» (literalmente: «el universo m er
m ado en x»), integrada por todas las cosas que no son x. Sea x la clase de los hom
bres, y la de los anim ales y z la de las piedras. U na proposición categórica universal
negativa (p. ej., «Ningún hom bre es piedra») se expresaría así en álgebra lógica:
x z = 0,
queriendo decir con ello que la clase xz es nula. La expresión sim bólica de la univer
sal afirm ativa sería, en cambio,
x (l-y) - 0,
declarando análogam ente la nulidad del producto de la clase sujeto con la com ple
m entaria del predicado (literalmente: «No hay hom bres que no sean animales»).
En su obra principal y mucho m ás extensa Las leyes del pensam iento (The Laws
ofT h o u g h t, 1 8 5 4 ) que incluye aplicaciones del álgebra lógica a la discusión de te
mas filosóficos y una teoría de la probabilidad, Boole desarrolla m ás a fondo su sis
tem a, aunque le sobrevino la m uerte sin lograr liberarlo de graves lim itaciones. Una
de ellas es que si bien los pasos iniciales y los term inales en su álgebra tenían un sen
tido claram ente lógico, no sucedía así con algunos de los pasos intermedios. La inter
pretación de la sum a lógica como disyunción inclusiva acarreaba tam bién com plica
ciones. Finalm ente Boole, a diferencia de Frege, no tom a en consideración el pro
blem a de la lógica de las relaciones, prisionero quizá del esquem a tradicional de la
proposición como «sujeto-predicado».
U no de sus principales seguidores, el m atem ático y econom ista W illiam Stanley
J e v o n s ( 1 8 3 5 - 1 8 8 2 ) , logró hacer más coherente, aunque com plicándolo, el cálculo
de Boole ",
ole lo in te rp reta b a en el sen tid o de la «o» exclu siv a. A Jev o n s le debem os tam
bién la co n fecció n de un «piano m ecánico» para c o m p u ta r operacio n es silo g ís
ticas.
O tros cultivadores relevantes del álgebra lógica son el escritor de cuentos in
fantiles Lew is C a r r o l (1832-1898), que es tam bién autor de una Sym bolic Logic
(1893), y John V e n n (1834-1923) a quien debem os los diagram as que llevan su
nom bre, con la consiguiente discusión del p roblem a del «im porte» o com prom iso
existencial de las proposiciones categóricas. Su Sym bolic Logic se publicó en
1881.
12 D e M o r g a n es figura puente entre la lógica tradicional y la lógica simbólica.
Dio su nom bre a las conocidas leyes de la lógica de enunciados y m antuvo una céle
bre discusión con su contem poráneo W illiam H a m i l t o n sobre la «cuantificación del
predicado» en las proposiciones categóricas tradicionales. Su investigación sobre la
lógica de las relaciones es pionera en la materia.
13 El opúsculo de S c u r ó d e r D er Operationkreis der Logikkalküls [El círculo de
operaciones del cálculo lógico] (1877) y su colosal obra en tres volúm enes Vorlesun-
gen iiber die A lgebra der Logik [Lecciones sobre el álgebra de la lógica] (1890-
1905) representan la culm inación del álgebra lógica en el siglo xix. A Schroder le de
bem os la observación de la dualidad entre la adición (disyunción) y el producto (con
junción) en lógica.
14 En su novela El nom bre de la rosa el sem iótico italiano Um berto Eco le rinde
hom enaje al m ezclar en la figura del fraile-detective que la protagoniza rasgos carac
terísticos de Guillerm o de Occam , Sherlock Ilolm es y Charles S. Peirce.
c. La lógica de Frege. Frege es en la historia de la lógica la figura más pare
cida y a la vez m ás opuesta a la de Aristóteles. Igual que éste, se propone crear una
teoría abstracta de la inferencia, tarea que realiza él solo y de un m odo, com o dijo
Kant de Aristóteles, «perfecto y acabado». Pero su obra lógica es m ucho m ás deci
siva que la de Boole en la inauguración de un nuevo paradigm a deductivo que se
puede calificar de no aristotélico, en la m edida en que exige la construcción de un
lenguaje artificial que se aparta del natural, en que cam bia por el esquem a de «fun
ción-argum ento» el m odelo tradicional de la proposición entendida com o «sujeto-
predicado» y en que crea la teoría de la cuantificación com o m arco básico de las de
ducciones.
La influencia de Frege, prácticam ente nula en el siglo xix, se ha tornado absoluta
en el xx. Si durante siglos la inm ensa m ayoría de los m anuales de lógica se ajustaron
al patrón aristotélico, en el nuestro se atienen al de Frege. En los m anuales tradicio
nales el m odelo deductivo era la silogística, y su preám bulo la doctrina de la proposi
ción categórica. En los nuevos el modelo deductivo es la teoría de la cuantificación y
su preám bulo el aprendizaje del lenguaje artificial de prim er orden.
----------- A
es la representación de un enunciado y
|_______ A
Lo sem ántica de Frege. Los ocho años que transcurrieron entre la publicación
de Los fundam entos de la aritmética (1884) y el prim er volum en de Las leyes fu n d a
mentales de la aritmética (1893) representan un período particularm ente creativo en
Frege. A ese período pertenece una serie de ensayos en que reflexiona sobre los fun
dam entos sem ánticos de su obra. Esos ensayos contienen fundam entales aportaciones
que han servido de inspiración a la filosofía del lenguaje y a la filosofía analítica del
siglo xx. Entre ellos destacan «Función y concepto» (1891) y m uy especialm ente
«Sobre sentido y referencia» (1892) ". Sobre el contenido de este últim o véase ante
riorm ente Capítulo VIII, § 3.
17 El segundo de dos pequeños volúm enes que reúnen los ensayos sem ánti
cos de Frege, trad u cid o s por L. M. V aldés, lleva p o r títu lo In vestig a cio n es ló g i
cas, C uadernos de F ilosofía y E nsayo, T ecnos, M adrid, 1984. El segundo, que
c ontiene «Función y concepto» y «Sobre sentido y referen cia» , está en prepara
ción en la m ism a colección.
tiende, pero no llega al infinito. C. F. G a u s s había expresado esta opinión de la si
guiente forma: «... protesto contra el uso do una m agnitud infinita como si se tratase
de una m agnitud realizada, lo cual nunca es lícito en M atemáticas. Lo infinito es sólo
una fagon de parler, en el fondo se habla de lím ites a los que ciertas situaciones se
aproxim an tanto como se quiera, m ientras que a otras les es perm itido crecer sin
restricciones.» La revolución de C antor consiste en haber introducido explícitam ente
la idea de infinito actual en m atem ática IS.
1) Para dem ostrar el teorem a basta tom ar prim ero com o continuo, no todo el
sistem a de los reales, sino sólo el intervalo particular de ellos que va de 0 a 1 (es
decir, no toda la linea recta respresentativa de ese sistem a, sino sólo un segm ento
finito de ella). A este intervalo lo denotam os por 1. Luego será fácil extender la
prueba a todo el continuo.
2) Será conveniente representar los elem entos (núm eros reales) del continuo
com o decim ales (fracciones). A este fin, un teorem a elem ental sobre decim ales es
tablece que todo núm ero real positivo puede ser expandido o representado por un
decim al «infinito» o no term inativo, esto es, un decim al que después de cualquiera
de sus dígitos contiene siem pre otro dígito diferente de cero. (H ay núm eros positi
vos que adm iten una expansión en un decim al term inativo. P. ej., 3/4 = 0,75; pero
entonces existe tam bién una expansión infinita del m ism o núm ero, la cual es, en
nuestro caso, 3/4 = 0,74999... Ello se obtiene dism inuyendo en una unidad el dígito
term inativo de la fracción y agregando a su derecha una serie interm inable de nú
m eros 9.)
3) El teorem a fundamental afirm a, pues, que un conjunto equivalente al de los
naturales, esto es, enum erable, no puede contener todos los decim ales del continuo, o
de un intervalo del mismo.
es una lista o enum eración infinita de (algunos, aunque no necesariam ente todos los)
núm eros reales pertenecientes al intervalo. Podem os tam bién escribir, de acuerdo con
esa lista y una debajo de otra, las fracciones decim ales no term inativas que, respecti
vam ente, corresponden a cada uno de esos números:
§ 6. De R ussell a H ilbert
20 En 1940, sin em bargo, publica una obra de sem ántica y filo so fía del len
guaje (Investigación en torno al sig n ific a d o y la verdad); y unos después vería
la luz un libro suyo de epistem o lo g ía (C onocim iento hum ano, 1948) que incluye
una teoría original del razonam iento inductivo.
21 Sobre P eano y la fo rm alización de la aritm ética véase m ás arriba, C apítulo
X IV , § 8.
de las clases» o «paradoja de Russell», referente a «la contradicción acerca de las
clases que no se pertenecen a sí mismas». Alarm ado por su hallazgo, que parecía
m ultiplicarse en m iles de contradicciones, le com unicó la anom alía a Frege, quien
respondió que «la aritm ética se tam baleaba» («clie A rithm etik ist in Schwanken gera-
ten»)
La paradoja de las clases ha sido form ulada así por C u r r y 23:
m iem bro de sí m ism as, com o es el caso, por ejem plo, de la clase de los hom bres o de
la clase de las cucharillas de café (porque es obvio que ni la clase de los hom bres es
un hom bre, ni la clase de las cucharillas de café es tam poco una cucharilla de café).
Im propias son las clases que son m iem bro de sí m ismas, com o la clase de todas las
clases o la clase de todos lo conceptos (porque es obvio que la clase de todas las cla
ses es una clase, y la clase de todos los conceptos es un concepto).
4. La clase russelliana. Considerem os ahora una clase R, a la que llam aremos
d a s e de Russell y la definirem os como «la clase de todas las clases propias».
5. Preguntem os ahora: ¿es R propia o impropia?
6. Al tratar de responder a esa pregunta quedam os envueltos en la siguiente pa
radoja:
Supóngase que R es propia. Al ser, por definición, «la clase de todas las clases
propias», deberá ser m iem bro de sí misma. Pero, si es m iem bro de sí m ism a, enton
ces no es una clase propia.
Supóngase que R no es una clase propia. Siendo, com o es, por definición, «la
clase de todas las clases propias», no es m iem bro de sí misma. Pero, si no es m iem
bro de sí misma, es una clase propia.
7. En sím bolos (utilizando los conectares —i, <->, los sím bolos de igualdad, =, y
pertenencia, e , y X, Y como variables de clase o conjunto):
Para toda clase X:
1) Los térm inos o sujetos de las proposiciones atóm icas, que denotan indivi
duos y jam ás pueden funcionar como predicados, constituyen el tipo prim ero y más
bajo.
24 Por ejem plo, un conjunto C que conste de dos elem entos, a y b, tiene cuatro
subconjuntos: el conjunto vacío, el conjunto unidad form ado por uno de sus elem en
tos, el formado por el otro, y el propio C, que es subconjunto de sí m ismo.
2) La totalidad de las proposiciones atóm icas y de las proposiciones cuantifíca-
das en las que sólo las variables de individuo queden ligadas por la cuantificación
son, dice Russell, «las proposiciones de prim er orden, que constituyen el segundo
tipo lógico».
3) Las proposiciones que versen sobre estas últim as — en cuyo caso los cuanti-
ficadores no afectan exclusivam ente a sím bolos de in d iv id u o -- son «las proposicio
nes de segundo orden, que constituyen el tercer tipo lógico». Y así sucesivam ente.
Para Russell estos tipos o estratos tienen una base en la realidad: las proposicio
nes de prim er orden tratan de las propiedades que convienen inm ediatam ente a los
objetos, y las de segundo orden de las propiedades que convienen no a los objetos,
sino a las propiedades de éstos. Los tipos guardan entre sí una jerarquía de carácter
lógico, cuya violación da lugar a proposiciones anóm alas, que pueden estar gram ati
calm ente bien construidas, pero que no son verdaderas ni falsas, sino carentes de sen
tido. Y ése es el caso de las proposiciones paradójicas, que pueden dejar de serlo
cuando se corrige la confusión de tipo o de orden en que incurren. Cuando el cretense
Epim énides proclam a que «todos los cretenses m ienten» podríam os entender que está
refiriéndose a una totalidad de proposiciones de prim er orden desde una proposicion
de segundo orden, sin incurrir, por tanto, en contradicción.
Ésta es la llam ada teoría sim ple de tipos, que ha encontrado un grado relativa
m ente general de aceptación. Por razones técnicas, sin em bargo, Russell se creyó en
la necesidad de com plicarla construyendo una teoría ram ificada. Queriendo eludir
ciertas definiciones que parecían adolecer de circularidad, subdivídió barrocamente
cada tipo en órdenes, no tom ando ya por criterio, como en la teoría simple, el corre
lato objetivo de las estructuras lingüísticas, sino el m odo de definirlo.
En estos años de dedicación obsesiva a resolver el problem a de las paradojas
Russell sumó a la invención de la teoría de los tipos otro feliz hallazgo: la teoria de
las descripciones, expuesta en su breve artículo «Sobre la denotación» (1905), que
sería considerado por R am sey m odelo de contribución filosófica, aunque el director
de la revista en que apareció se había resistido a publicarlo por extravagante. (De la
teoría russelliana de las descripciones se ha tratado ya en el Capítulo XII, § 3, n. 8.)
Los «Principia M athem atica» y el ideal logicista. Russell se adhirió fir
m em ente hasta el fin de su vida a la tesis logicista de que la m atem ática se deduce de
la lógica. Pero en el realism o platónico profesado por m uchos partidarios de esta te
sis, es decir, en la creencia en la realidad de los objetos m atem áticos, se m ostró m u
cho m enos perseverante y la cam bió por un em pirism o crecientem ente radical.
Al desarrollo com pleto del program a logicista dedicó los tres grandes tom os de
Principia M athem atica (1910-1913), la m ás am biciosa y volum inosa de sus obras ló
gicas 25, que escribió en común con su colega A lfred North W h it e h e a d (1861-1947),
m atem ático y filósofo de Cambridge.
Los Principia están escritos en un lenguaje sim bólico en gran parte tomado de
Peano. Proponen la teoría ram ificada de tipos para obviar las paradojas y desarrollan
axiom áticam ente en el prim er volum en la lógica m atem ática (cálculo proposicional y
25 A ntes había escrito Los p rin c ip io s de la m atem ática (1903), donde analizó
y d iscutió ios conceptos básico s del logicism o desde un punto de v ista m ás filo
sófico. Pero el p rim e r b o rrad o r de esta obra estaba ya term in ad o antes de que
R ussell d escubriera la p arad o ja de las clases, aunque la versión final d iera ya
cuenta del pro b lem a y adelantara incluso u n a teo ría sim ple de tipos.
cuantificacional m ás cálculo de clases y relaciones) y la m atem ática en los restantes
(aritm ética de cardinales finitos e infinitos, aritm ética de relaciones, series y teoría de
ordinales).
Desde el punto de vista formal el sistem a de los Principia tiene graves defectos,
entre ellos el olvido de la di ferencia entre axiom as y reglas de inferencia. Pero la ju s
tificación crítica de sus contenidos deja más que desear. La ram ificación de la teoría
de los tipos, encam inada a bloquear definiciones indeseables, bloqueaba tam bién de
finiciones im prescindibles para sacar adelante la teoría de núm eros reales. Los auto
res de la obra pretendieron neutralizar este desagradable efecto invocando un axioma
de reducibilidad que tenía trazas de proposición a d hoc y no convenció a casi nadie.
Como advierte Quine a propósito del logicismo de Russell, una cosa es que la lógica
más la teoría de conjuntos pueda servir de fundamento a la matemática — es la tesis de
Zermelo— y otra, aún por probar, que la teoría de conjuntos se derive de la lógica.
x 6 y
{a, b, c, ...}
2. A xiom a de pares. Para cualesquiera dos elem entos x e y del dom inio existe
un conjunto z que contiene exactam ente ambos.
A xA y V zA u(u e z « n = x v u = y).
3. Axioma de separación. Si un predicado o relación está definido para todos
los elem entos de un conjunto dado, existe un subconjunto de éste que contiene como
elem entos precisam ente aquellos elem entos de dicho conjunto de los cuales ese pre
dicado es verdadero.
A xV yA z(z Gy « z e ia |) .
4. A xiom a del conjunto potencia. Para todo conjunto existe su conjunto poten
cia, que es el conjunto cuyos m iem bros son todos los subconjuntos del primero.
A v _i A ^ (A a A).
Tam bién desconfían los intuicionistas del valor de las pruebas de existencia por re
ducción al absurdo. Una prueba realm ente válida de existencia en m atem áticas debe
ser, como dicen ellos, constructiva, entendiendo por tal que consiste en aducir un
caso existente o, en su defccto, un m étodo o procedim iento que perm ita construirlo,
de la m ism a manera que la dem ostración real de que en una isla hay un tesoro no se
efectúa deduciendo un absurdo de su negación, sino m ostrando ese tesoro o adu
ciendo un m apa o un conjunto de instrucciones conducentes a encontrarlo.
Como es de suponer, los efectos que producen tales m utilaciones lógicas en la
m atem ática clásica no son triviales. Por otra parte, 1a oposición del intuicionism o al
logicism o se extiende tam bién a la concepción de las relaciones entre la m atem ática
y la lógica. Para el logicista la lógica tiene prioridad sobre la matemática, puesto que
ésta se deduce de ella. Para el intuicionista la prioridad sería inversa, pues opina que
en la experiencia del conocim iento hum ano viene prim ero el proceso m atem ático,
como dato concreto de intuición — Kant diría «form a de intuición pura»— vinculado
a nuestra experiencia prim ordial del tiem po, en el que se produce la acción de contar.
Sólo después, com o esquem atización ulterior de procesos ya realizados y com o for-
m alización abstracta de nuestros cálculos y razonam ientos m atem áticos, vendría, se
gún el intuicionism o, la construcción de la lógica.
§ 8. L a ló g ic a e n la s e g u n d a m ita d d e l s ig lo XX
34 Sobre lógicas no clásicas puede consultarse Susan IlA A K , Filosofía de las lógi
cas, 2.a ed., Cátedra, Madrid, 1991, caps. 9-11.
consistencia y la independencia de la hipótesis del continuo y el axioma de elección ”
se inscriben en este campo, como también la rccicntc teoría de modelos (A. T a r s k i ). El
desarrollo de la teoría de algoritmos (A. A. M a r k o v ) y de las funciones recursivas
(S . C . K l e e n e , H . R oanas) constituyen otra fundamental vertiente de conexión de la
lógica con la matemática.
Tam bién conviene tener en cuenta las importantes aplicaciones de la lógica sim
bólica a la lingüística (N . C h o m s k y , R. M o n t a g u e ) y a la informática, particular
m ente la autom atización del razonamiento (algoritm o de resolución de R o ü in s o n ) y el
desarrollo de la «inteligencia artificial»'*1 (A. N e w e l l , H. S im ó n , J. M. M c C a r t h y ,
M . M in s k y ).
M uchos pasajes de los dos conocidos cuentos de Lcwis C arroll sobre aventuras
de Alicia contienen problem as y acertijos lógicos:
Alonzo C iiu r c h , Introduction to M athem atical Logic, vol. I, Princeton Univ. Press,
Princeton, 1956.
A. N. P r io r , Form al Logic, 2.a ed., Clarendon, Oxford, 1962.
R. M. S m u l l y a n , F irst O rder Logic, Springer, Berlín, 1968.
L. T. F. G a m ij t , Logic, Language, and Meaning, 2 vols,, University o f Chicago
Press, Chicago, 1991.
O bras introductorias
Clásicos
Deducción automática
Internet
John N a ijg h t o n , A B rie f H istory o f the Fiiture. The Origin o f the Internet, W eiden-
feld & Nicolson, Londres, 1999.
David P o r t e r (Com .), Internet Culture, Routledge, Londres, 1997.
Hubert L. D r e y f u s , On the Internet, Routledge, Londres/N ueva York, 2001.
W. V. Q u ín e , Filosofía de la lógica, trad. de M anuel Sacristán, Alianza, Madrid,
1973,
W. V. Q u in e , Palabra y objeto, trad. de Manuel Sacristán, Labor, Barcelona, 1968.
Susan H a a k , Filosofía de las lógicas, 2 .a ed., trad. de A. A ntón y T . Ordufla, Cátedra,
Madrid, 1991.
D. G a b b a y y F. G u k n t h n e r (comps.), Handbook o f Philosophical Logic, Reidel,
Dordrecht, 1983 y ss., varios volúmenes.
Historia de la lógica