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El cristiano sigue unos pasos adelante, y deja caer la carga. Entonces, dice:
-¡Exactamente! -respondió el hombre-. Es por esa misma razón que sé que soy
salvo: ya no siento la carga de pecado y de tristeza, y he encontrado paz y
satisfacción en el Señor.
En aquellos tiempos, no había remedio para la lepra. Hoy, ayer y para siempre,
nunca habrá remedio humano para el pecado. No es solo un asunto de conducta o
de comportamiento: es un asunto del corazón. Acompaña al pecador por
dondequiera que vaya. La única solución es Jesús. Y él no empieza trabajando
por fuera; la fachada es lo último que él restaura. Su maravilloso trabajo de
salvación empieza donde está el nido del pecado: en la mente. Él te brinda una
nueva mente, nuevas motivaciones, nuevos horizontes. Las cosas pasadas
quedan enterradas para siempre, y la vida empieza a partir del encuentro con
Jesús.
Recuerda bien esto, a lo largo del día. Y piensa en el planteo del profeta: “ No hay
medicina para tu quebradura; tu herida es incurable“.
—Yo me sentiría culpable cada vez que encendiera la televisión o me pelease con
mi hermana —dijo Jenny. La mayoría de los demás alumnos estuvieron de
acuerdo con los dos que habían hablado.
Por alguna razón pensaban que una persona tendría que ser casi perfecta para
sentirse cómoda en presencia de Jesús. Pero, ¿es esa la manera en que la gente
se sentía cuando Jesús vivía en la tierra? Muchos de los seguidores más cercanos
de Jesús pertenecían a la clase de personas que no gustan a tus papás. Eran lo
que se llamaría mala gente. Pero les encantaba estar con él.
Un hombre estaba tan controlado por Satanás que tenía asustado a todo su
pueblo, pero después de que Jesús lo liberó del control de Satanás, el hombre no
quiso separarse de Jesús. En lugar de sentirse culpable en presencia de Jesús, se
sentía satisfecho y seguro.
En lugar de huir de Jesús cuando hacemos algo que está mal, deberíamos correr
hacia él. Ya murió por nuestros pecados. Espera para perdonarnos y liberarnos
del control de Satanás.
Es una pena que esta bendición se haya manchado por el pecado. No obstante,
Jesús todavía se preocupa por nosotras. Su amor hacia nosotras no ha cambiado.
Desea restaurarnos a nuestro estado original y Jesús ya hizo provisión para eso.
Quiere restaurar nuestros caracteres, nuestras vidas y nuestros hogares a lo que
una vez fuera la familia edénica.
Toda mujer alcanzará su potencial máximo. ¿No añoras ese día? ¡Yo sí!
¡Preparémonos!
El pecado ha degradado esta belleza que Dios concedió a la mujer cuando salió
de sus manos. No obstante, la mujer sigue siendo bella actualmente. Para un
bebé, no hay persona más bella que su madre. Para un novio, no hay ser más
deslumbrante que su amada. Para un hijo, no hay persona más hermosa que
aquella que, castigada por el paso los años y peinando canas, está siempre
presente para consolarlo y apoyarlo.
Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna
debajo de sus pies y sobre su cabeza una corona de doce
estrellas. Apocalipsis 12:1
Detente a pensar por un momento: ¿Cuál es el «vestido de sol» que Dios ha
preparado para ti? ¿Será tu físico, sujeto a cambios con el pasar del tiempo, o tu
alma, tu interior, que puede ser moldeada por el Espíritu Santo? Tener el sol como
vestimenta significa alumbrar en todo momento. Brindar ese calor humano,
colmado de amor, que solo una mujer es capaz de entregar. Llevar la luna bajo de
tus pies bien pudiera representar tu hogar, cuidado y protegido con tu vida,
reflejando siempre la luz del Sol de justicia, que es Cristo.
La hermosura de su gracia
Una pequeña aldea en el continente africano tiene entre sus innumerables
costumbres una en la que cada vez que una joven es pedida en matrimonio, ella
se tiene que someter a un “período de belleza”. La joven novia comienza esa fase
con varios días de anticipación a la boda. Ese largo período consiste en pasar el
tiempo encerrada en una casa, comiendo, y tomando leche de vaca, siendo
atendida por una mujer de su familia.
Una mañana Antonieta recibió una visita sorpresiva de una de sus amigas de
infancia. Tenía muchos años de no verla y había muchas cosas que conversar.
Al llegar la tarde su amiga se retiró, pero antes le obsequió una Biblia. Antonieta
comenzó a leer aquella Biblia y comprendió que era momento para poner en las
manos de Dios su matrimonio y que Dios tenía el poder para restaurarlo.
Varios días después, Antonieta recibió una nueva visita, era su esposo que le
pedía hablar con ella. Él estaba arrepentido de haber dejado su familia y le pedía
que lo perdonara. Antonieta comprendió que era el poder de Dios que estaba
obrando en su matrimonio luego de ponerlo en sus manos.
Con el pasar de los días aquel matrimonio fue restaurado completamente por Dios
y todo caminó mucho mejor que años anteriores. Ambos comenzaron a asistir a la
iglesia y aquella Biblia que su amiga le regaló, la leían todas las noches reunidos
en familia en su humilde hogar.
“Así que no dejamos de dar gracias a Dios, porque al oír ustedes la palabra
de Dios que les predicamos, la aceptaron no como palabra humana sino
como lo que realmente es, palabra de Dios, la cual actúa en ustedes los
creyentes.” 1 Tesalonicenses 2:13
Al haber leído la historia de Antonieta posiblemente te sientes identificada. Pueda
ser que tu matrimonio se encuentre al borde del colapso, quizás todo está
marchando mal. Pero recuerda que Dios tiene el poder para restaurarlo. Su
palabra nos dice que ella actúa en los que creen.
¿Has creído fielmente en la palabra de Dios? ¿Crees con convicción que Dios
tiene ese poder?, si tus respuestas son “si” en ambas, cree ahora en lo imposible
que Dios lo hará posible mediante su palabra y la fe puesta en él.
La construcción de tu vida
En el año 2,150 A.C. en el imperio Babilónico, el hecho de saber construir una
casa era ya fundamental, todo era regido por el código de Hammurabi, cuya ley
numero 229 declaraba: Si un constructor construye una casa y no lo hace con
buena resistencia y la casa se derrumba y mata a los ocupantes, el constructor
debe ser ejecutado inmediatamente.
Parecía muy drástica y mortal dicha ley, pero para los gobernantes ésta ayudaba a
controlar los accidentes y tener mejores construcciones, de calidad y resistentes a
cualquier tipo de clima y desastres naturales.
Pero él iba más allá, usando el ejemplo de la construcción para hablar del corazón
del ser humano y la vida, comparando la casa que se construye sobre la roca con
la que se construye sobre la arena. Las dos casas fueron probadas por las
mismas tempestades, pero los resultados fueron notablemente diferentes: una
resistió y la otra cayó.
A diario podemos encontrarnos con personas cuyas vidas están fundamentadas
en cosas vanas y pasajeras, las cuales les produce una falsa paz y tranquilidad,
que se desvanece casi inmediatamente. Pero también hay personas que aseguran
su vida sobre lo eterno y verdadero, eso les produce una paz y tranquilidad
permanente.
¡Vivir de verdad!
Una de las buenas historias que cuenta Tony Campolo tuvo lugar mientras
enseñaba una de sus clases.
—No quiero saber cuánto tiempo has existido, sino cuánto tiempo has estado
verdaderamente vivo.
La mirada perdida del joven revela que aún no ha entendido. Entonces el profesor
les cuenta la experiencia que vivió cuando, junto con sus compañeros de estudios,
subió por primera vez al mirador del edificio Empire State, en Nueva York.
—Jugaba con mis compañeros de clase —les contó— cuando, de repente, me
encontré mirando el imponente paisaje. Sin darme cuenta, olvidé lo que estaba
haciendo, admirado por la majestuosidad de la vista que estaba ante mis ojos.
La inmensa ciudad, con sus torres de concreto y de vidrio por doquier, parecía una
gran maqueta de juguete. Me quedé paralizado, maravillado ante aquel
espectáculo. Nunca olvidaré ese momento, porque lo viví plenamente.
—Si se trata de esa clase de experiencias, diría que he vivido solo uno o dos
minutos. La mayor parte de mi vida ha transcurrido sin significado, con la
excepción de unos pocos momentos en los que he estado verdaderamente vivo.
“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”
— Juan 10:10
¿Captas la idea? En este mundo hay gente que solo se preocupa por existir. Pero,
alabado sea Dios, ¡Cristo vino para darnos vida de la mejor calidad! Vida
verdadera, abundante, plena.
Y cuando al final de este día te acuestes para descansar, no olvides dar gracias a
tu Padre Celestial.
Fernando Zabala (“Dímelo de frente”)
Diez años más tarde, mi hija fue hospitalizada y murió poco tiempo después. El
día antes de su funeral, sentí que me moriría. Nunca antes había sentido un dolor
tan profundo en mí. Estaba pasando por el fuego de la aflicción. Entonces, dos de
mis hermanos, que son médicos, me animaron a llorar. Cuando logré hacer esto,
me sentí mucho más aliviada y con fuerzas para continuar. En el sueño profundo
que Dios me suministró, sentí su presencia cerca de mí. Fue entonces que Dios
me llevó en sus brazos y me permitió asistir al funeral de mi hija al día siguiente. Él
trajo paz a mi mente.
Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te
anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en
ti. Isaías 43: 2.
Desde aquel entonces, Dios me ha recompensado. Me permitió dar a luz con éxito
a dos hijos varones; uno de ellos es pastor, como su padre. El otro es un piloto.
Puedo cantar de las bondades del Señor, porque en verdad él cumple todas sus
promesas.
Shirnet Wellington (Mi refugio)
Es por eso, que la promesa de Dios para ti es: No temas… yo soy tu Dios,
siempre te ayudaré.
Es fácil pedirte que no tengas miedo, que confíes. Pero es muy difícil cuando toca
ponerlo en práctica, cuando el problema es real y está encima de nosotros. Pero la
vida de un cristiano es así. Nadie dijo que sería fácil, nadie dijo que la enfermedad,
el desempleo, la incertidumbre no llegaría a los cristianos. Estamos en un mundo
lleno de miseria a causa del pecado. Pero tranquilo(a), nadie dijo que estas
solo(a).
No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que
el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada.
—EUD
Es mucho mejor cuando alguien que amamos camina con nosotros en esos
momentos difíciles y nos dice: ¡tú me importas a mí…! Ayuda mucho saber que no
estamos solos en la vida.
En cierta ocasión Jesús dijo a Simón: pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte…
(Lucas 22:32). Es un consuelo saber que Jesús ora para que mantengamos
nuestra fe, a pesar del pecado que nos ha llevado a los problemas que podemos
estar viviendo.
La fe no es solo una cuestión individual, ella encierra también nuestra relación con
Dios. Y Dios quiere que nuestra relación crezca.
Ante los abismos y peligros de la vida, Dios nos dice que miremos fijamente a
Jesús y prosigamos. Él, que intercede por nosotros, nos llenará de valor y
esperanza y hará que triunfe nuestra fe.
La tarea que se le asignó no era nada fácil. Para llegar al destino prometido tenían
que cruzar naciones enemigas, tierras de gigantes y guerreros que estaban
preparados para atacarlos.
Pero eso no era todo. Josué tenía que lidiar con su propio pueblo. Acababan de
cruzar el desierto, la gente estaba fatigada, muchos tenían miedo, otros eran
rebeldes y murmuraban continuamente en contra de los líderes puestos por Dios.
Sin embargo, Josué creyó la promesa de Dios, de que él estaría al frente y nunca
lo dejaría solo. Y después de un camino arduo, lleno de pruebas y dificultades,
cumplió su misión. El pueblo llegó a Canaán.
No olvides que Dios estará ahí, al frente. Nunca te abandonará, siempre que le
permitas guiar tu vida y mantengas la fe en sus promesas. Cree y espera en el
Señor, la tierra prometida está cerca, pero el camino no es fácil.
No olvides compartir esta promesa con otras personas, posiblemente alguien esté
a punto de rendirse y necesita recordar que Dios está al frente.
Por la fe Noé, advertido sobre cosas que aún no se veían, con temor
reverente construyó un arca para salvar a su familia. Por esa fe condenó al
mundo y llegó a ser heredero de la justicia que viene por la fe. — Hebreos
11:7
Un desastre. ¿Un desastre? ¿Cuánto tiempo estarías dispuesto a predicar para
que una persona que tú amas acepte a Cristo y a su salvación? La historia de Noé
es un ejemplo de la preocupación que Dios tiene por la familia. Tanto trabajo para
que se salve solo una familia. Pero Dios ordenó que el trabajo se realice. Todas
las esperanzas divinas están cifradas en la familia.
Debes hacer todo lo que esté a tu alcance para que tu familia (la que tienes, la que
tú formes o la que formaste) sea digna de ese honor, de ese privilegio, de esa
responsabilidad. La mejor forma de hacerlo es orar cada día y pedir a Dios que te
muestre el camino a recorrer durante ese día. Si él quiere que los resultados se
vean de aquí a ciento veinte años, tú sigue orando, sigue clamando, sigue
pidiendo, sigue trabajando…
Tu familia (actual o futura) merece todo ese esfuerzo, y más. No tengo dudas:
Dios quiere darte la alegría de una familia salva. No hay arca. No hay animales.
Pero, sigue habiendo entrega humana y dirección divina, para que las cosas
salgan de acuerdo con los planes del Cielo, que siempre son mejores que los
nuestros.
Hay quienes pretenden ser ricos, y no tienen nada; hay quienes pretenden
ser pobres, y tienen muchas riquezas. Proverbios 13:7
Una de las peores crisis que están viviendo las familias es la pobreza de amor. A
diario podemos ver casos de familias en las cuales los padres tratan de sustentar
el aprecio y amor que necesitan sus hijos, con regalos o satisfaciendo sus
caprichos, cometiendo un grave error, pues no llenan ese vacío. Como resultado
vemos jóvenes y adultos desorientados, que no encuentran un sentido a su vida,
tratando de llenar ese amor que les fue negado en sus hogares con adicciones y
vidas desenfrenadas, no sabiendo valorarse a sí mismos.
El deseo de Dios siempre ha sido que los hijos crezcan dentro de una familia sana
donde sea rica en amor, comprensión, disciplina y aprecio, en la cual su amor sea
el pan diario. Lastimosamente la familia ha sido distorsionada por diferentes
aspectos que han llevado a su deformación parcial o total y el amor se pierde poco
a poco.
Pero no todo está perdido, Dios quiere que ahora tú como padre o madre de
familia o hijo puedas traer riqueza eterna para tu hogar, para eso debes sembrar la
pequeña semilla del amor y permitirle germinar con pequeños detalles de afecto,
comprensión y perdón hasta que su follaje crezca y proteja a tu familia de todo lo
que intente destruirla.
Busca en Dios la verdadera riqueza y abundancia para tu hogar, no de bienes sino
de amor.
Clara guardó silencio, no quiso contarle a su madre de la violación por miedo a las
amenazas de muerte que su padrastro le hizo. Inventó una falsa historia sobre su
embarazo, le dijo a su madre que era producto de un amorío con un chico de la
escuela, ella se molestó y la echó de su casa.
Aquella anciana sintió un gran amor por la joven, al verla sola y triste. Procuraba ir
a visitarla al hospital todas las tardes, mientras ella se recuperaba y le hablaba del
amor de Dios, aunque Clara siempre parecía ignorar lo que la anciana le hablaba.
Es posible que tú misma lo hayas vivido y has buscado sanar ese dolor buscando
el amor de una pareja, y en muchas ocasiones quizás te has encontrado con la
persona equivocada, que en lugar de darte amor te ha producido más sufrimiento.
La gente te puede fallar, tu familia, tus amigos, tu pareja, pero ten por seguro que
Dios nunca te fallará. Él es el verdadero amor.
Pero deseamos que cada uno de ustedes siga mostrando hasta el fin ese
mismo entusiasmo, para que se realice completamente su esperanza. No
queremos que se vuelvan perezosos. Hebreros 6:11,12.
Las personas que recibirán más de la vida son aquellas que pusieron más.
El gran problema es que las “proporciones divinas” son diferentes de las nuestras.
Mientras nosotros rechazamos “proporcionalmente” a las personas por sus
pecados (cuanto más grande, grave o escandaloso el pecado, más lejos
queremos estar de ellos), Dios se maneja desde una óptica diferente: rechaza al
pecado, sin importar lo “grande” o “pequeño” que sea, y ama al pecador. No deja
de dar oportunidad de salvación eterna al constructor de torres de Babel que se
arrepiente, pero no tiene ninguna opción frente al pequeño constructor de “chozas”
que sigue practicando su diminuto pecado acariciado.
Piensa en el precio
¿Te has fijado cómo los anuncios publicitarios usan la palabra “gratis”? «Compre
uno y lleve el segundo artículo “gratis”». «Por un tiempo limitado, obtenga tres
meses de servicio de Internet “gratis”, si se inscribe por un año».
En ambos casos, tienes que comprar algo antes de obtener el producto “gratis”.
Siempre hay cuerdas atadas.
Cuando sientas la tentación de hacer algo mal, piensa en el precio que deberás
pagar. ¿Mentir vale más que el sentimiento de culpa por haberlo hecho? ¿Ver una
película inmoral compensa la marca que deja en el carácter? ¿Fumar un cigarrillo
es mejor que una adicción de por vida?
—¡Mamá, mira qué ganga! Solo cuestan 20 dólares cada uno. ¿Me los compras?
Su madre le dijo que si quería los pantalones debería pagarlos con su propio
dinero.
Teri se detuvo para calcular cuánto tiempo tendría que trabajar para ganar ese
dinero. El trabajo de verano en la tienda de jardinería era muy duro. Para ganar
suficiente dinero para pagar los pantalones tendría que trabajar trasplantando
flores en un invernadero húmedo y bochornoso. Teri los devolvió al mostrados. Al
fin y al cabo no eran ninguna ganga.
—No se lo van a creer —dijo Fred—, pero cuando sacaban el hielo debajo había
una ampolla.
De pronto una mujer desconocida, de aspecto joven, se mostró amigable con ella
y se ofreció a llevar la niña afuera para consolarla, ella accedió y la entregó en sus
brazos.
Al igual que aquella madre, tú puedes haber cometido errores que te hacen sentir
cada día miserable y triste. Pero debes saber que el perdón es la mejor medicina
que puedes recibir.
Frente a ese hogar destruido se hallaba un anciano con cara de abuelo que
estaba vestido solo con su ropa interior, y junto a él un muchachito que se
aferraba a un sobretodo remendado. Era evidente que el niño estaba llorando.
Debajo de la fotografía estaban las palabras que, según el artista, el anciano le
estaba dirigiendo al niño. Eran palabras simples, y sin embargo, contenían una
profunda teología y filosofía de vida. Decía:
Esa representación vívida de la cabaña destruida por el fuego, del anciano, del
niño lloroso, y de las palabras “Dios no está muerto”, llegan una y otra vez a mi
mente. En lugar de ser un recordatorio de la desesperación de la vida, se han
convertido en un recordatorio de esperanza.
Todos los días Juan se peleaba con sus hermanos, amigos, compañeros del
colegio o cualquier otra persona que le rodeaba.
El padre lo miró fijamente y le dijo: Hijo te daré un consejo. Cada vez que pierdas
el control de tu carácter y te enojes o contestes mal a alguien y discutas, clava uno
de estos clavos en la puerta de tu habitación.
El niño obedeció las indicaciones de su padre. El primer día clavó más de 10 y
pronto su puerta estaba casi llena de clavos.
Con el paso del tiempo, el niño fue aprendiendo a controlar su mal carácter, por
consiguiente, la cantidad de clavos por día comenzó a ser menor. Juan descubrió
que era más fácil controlar su temperamento que clavar los clavos. Finalmente
llegó el día en que Juan ya no clavó ninguno, porque había aprendido a ser más
tolerante con los demás. Ese día su padre orgulloso, le sugirió que hiciese lo
contrario en la puerta, que por cada vez que pudiera controlar su mal carácter,
sacase un clavo.
Los días transcurrieron y Juan logró quitar todos los clavos. El padre notó que el
niño había aprendido muy bien la lección.
Cuando dices cosas con enojo, dejas una cicatriz en las personas igual que en la
puerta. Y no importa cuántas veces pidas perdón, las marcas muchas veces
seguirán ahí. Una herida verbal puede ser incluso más dañina que una física.
También recuerda que los amigos son joyas muy escasas que llegan a tu vida.
Debes conservarlos, cuidarlos, amarlos y no lastimarlos.
Hoy puedes acercarte a Dios y con sinceridad, orar y pedir que su perdón cubra tu
vida y que te enseñe no solo a pedir perdón a los demás sino a amarlos y
cuidarlos para evitar esos daños constantes y así mismo puedas perdonar a
aquellos que te han herido.
Solo el perdón de Dios tiene el poder de sanar toda herida y quitar toda cicatriz del
corazón, ese perdón sin igual que puede hacer una restauración total en tu forma
de pensar y de actuar con los demás.
Cuando esta mujer llegó con el fruto prohibido en la mano, por la mente de Adán
debieron haber pasado mil ideas en apenas unas décimas de segundo. Eligió
quedarse con ella y desobedecer a Dios.
Hay cosas en tu vida que son realmente importantes, tan importantes que te
modifican. Hay personas en tu vida que son así de importantes; y no es ningún
pecado que esto suceda. El problema surge cuando estas personas, comúnmente
del sexo opuesto y con algún encanto personal que te fascina, ocupan un lugar
que solo Dios debe ocupar: el primero.
¿Por qué un ser tan inteligente como Adán tomó una elección tan extraña? Por la
misma razón que personas tan inteligentes como tú toman decisiones tan extrañas
como las de él: amamos más al pecado que a Dios.
Eva era todo lo que Adán había soñado. Por eso, en el momento de la decisión
pesó más la relación que había establecido con ella que la que tenía con Dios.
Igual nos sucede a nosotros. Cuando optamos por el pecado, por separarnos de
Dios, elegimos a la persona, a la acción o a la palabra que sentimos más real que
Dios en nuestras vidas, porque amamos o deseamos eso más que a él.
Es simple. El pecado nos gusta porque, en apariencia, nos satisface. Nos gusta la
primera sensación que sentimos (la última; a veces, no tanto).
Si para ti Dios se resume en una serie de normas éticas, morales y algunos ritos
básicos, es absolutamente natural que no lo elijas. Nadie elige un comportamiento.
Si, por el contrario, Dios es tu amigo real, con quien conversas diariamente, a
quien le das la última palabra en tus decisiones (¡en todas!), tus chances de
victoria aumentan.
Cuando se le preguntó por qué había cerrado los ojos antes de saltar, Chuck
explicó que practicaba los saltos mentalmente antes de dejar el trampolín.
Pero si, previamente, has decidido cómo te enfrentarás a la tentación, puedes
estar preparado, como Chuck. Para hacer los movimientos adecuados.
Cuando oro, no solo le expreso a Dios lo que siento, o deseo. También recibo una
llenura tan indescriptible que no recibo de ninguna otra fuente. Él anhela que le
pidamos, anhela fortalecernos, que le contemos como nos va aunque todo lo
sepa, que le digamos que lo necesitamos, pero sobre todo quiere conquistarnos y
enamorarnos de él con su amor, infinito e incondicional. Este amor puedes
experimentarlo si lo buscas en oración.
Qué tal si en adelante, imaginas la oración como una llamada importante que
necesitas hacer cada día. Dios quiere conversar con nosotros todos los días, el
problema está en que nuestro teléfono está casi siempre colgado.
Comúnmente, elegimos pecar cuando nadie nos ve. Lejos de los ojos
“acusadores” de nuestros padres, maestros y líderes espirituales. La cuestión es
que (y tú lo sabes) Dios te ve todo el tiempo. Pero, a veces, no nos importa
mucho. Nuestra vida espiritual suele ser tan mediocre que Cristo significa poco en
la práctican y continuamos pecando, con el cuidado de que no nos vean los
demás. El satisfacernos hoy, ahora y aquí nos maneja de tal manera que, con tal
de pecar, dejamos de lado todo nuestro conocimiento (teórico) de Dios.
Enoc pensaba diferente. Pasaba tanto tiempo con Dios que tenía plena
consciencia de su presencia constante. Pero esta situación no era una carga; era
un placer estar todo el tiempo con este Amigo. El ejemplo clásico: cuando
comiences a salir con aquel chico o aquella chica que te gusta, no sentirás que es
complicado pasar tanto tiempo con él (o ella); al contrario, cuanto más, mejor.
Enoc estaba enamorado de Dios, la pasaba realmente bien con él. Eso no
significa que vivió su vida en un monasterio. La Biblia dice que tuvo hijos e hijas; el
más conocido de ellos es Matusalén. Si tuvo familia, no sería descabellado pensar
que se enamoró de una chica, se puso de novio con ella, se casó… en fin, la vida
familiar normal.
Caminar con Dios no significa separarse del mundo, significa entender que
nuestro Dios es real y nos ama tanto que desea estar cada día a nuestro lado.
Un esqueleto en el armario
El 24 de marzo de 2013, la coalición rebelde Séléka dio un golpe de estado en la
República Centroafricana, apoderándose del palacio presidencial. El entonces
presidente, Franyois Bozizé, no tuvo más alternativa que procurar asilo político en
la República Democrática del Congo.
Los rebeldes revisaron todos los rincones de la mansión presidencial. Un grupo
corrió hacia la habitación de Bozizé con la esperanza de encontrar allí algún
tesoro valioso. Mientras buscaban, uno de ellos supuso que si había algún objeto
de valor habría de estar guardado en el clóset. Ilusionado, abrió las puertas del
armario, pero ¡qué sorpresa se llevó al ver que en el clóset no había ningún
tesoro, sino dos horribles esqueletos! Bozizé sí que conocía muy bien el dicho:
“Tiene un esqueleto en el armario”.
La mejor manera es seguir este sabio consejo de uno que tuvo que lidiar con
varios esqueletos en su vida: el rey David. He aquí sus palabras:
¿Alguna vez has hecho este tipo de confesión? ¿Alguna vez le has dicho a Dios
que saque ese esqueleto de tu armario? ¿Qué te parece si lo haces ahora?
Al llegar a la aldea solicitaron al jefe de la tribu, permiso para poder hablar a las
personas del amor del Dios y de La Biblia, en un lugar público, pero el jefe se lo
negó, ya que en esa semana la tribu iba hacer ceremonias a sus dioses para que
lloviera. Llevaban ya seis meses que no llovía, lo que había provocado una grave
sequía, el ganado, los sembradíos y toda la vegetación estaba muriendo.
Al darse cuenta el misionero de la necesidad que existía entre la tribu, por la falta
de lluvia, insistió de nuevo al jefe de la tribu que le diera permiso, pero con la
propuesta de que si el Dios verdadero, el Dios de La Biblia, el Dios creador, hacía
que lloviera al día siguiente a las seis de la tarde, pudieran hablar del amor del
Dios a la tribu. El jefe aceptó con la condición de que, si su Dios no hacía que
lloviera, el misionero y sus amigos irían presos durante seis meses.
Al salir de la casa del jefe de la tribu, lograron encontrar un lugar donde poner una
carpa para orar. Toda esa noche pasaron orando a Dios para que el día siguiente
lloviera a las seis de la tarde. Al llegar el siguiente día todas las personas
esperaban que fueran las seis de la tarde para ver si el Dios del misionero haría
que lloviera. Se llegaron las seis de la tarde y el cielo se oscureció y comenzaron a
caer unas gotas de lluvia, luego más, hasta que llovió durante dos horas en
aquella aldea. Al terminar la lluvia muchas personas reconocieron que el Dios del
misionero era el Dios verdadero y los demás eran dioses sin poder.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien,
esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Romanos 8:28
Aunque parezca irónico, cuando pasamos las mayores necesidades, es en cuando
más buscamos de Dios y en los tiempos de bonanza nos olvidamos de buscarle o
de agradecer por sus bendiciones. Pero a pesar de todo eso, cuando la necesidad
o la crisis llega, es para que el nombre de Dios sea glorificado en nuestras vidas.
Por medio de la oración y una búsqueda insaciable por obtener la respuesta divina
aprenderemos a madurar espiritualmente y a comprender los planes de Dios en
nuestras vidas.
No olvides que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien.
Los problemas y las preocupaciones son como el vaso con agua. Su peso
depende de cuánto tiempo los sostengas. Si piensas un poco en ellos
probablemente sentirás que puedes manejarlos. Si piensas más, sentirás que te
duele un poco. Pero si los sostienes todo el día dando vueltas en tu cabeza,
pueden llegar a paralizarte y te causarán mucho daño, si no los sueltas.
Vengan a Mí, todos los que están cansados y cargados, y Yo los haré
descansar. Mateo 11:28
Es inevitable que sucedan cosas en tu vida que te preocupen, pero es importante
que aprendas a confiar en Dios y dejar que él te ayude y puedas así, tener
tranquilidad.
Si tienes un problema que sabes que puedes solucionar, ¿por qué te preocupas?
después de todo lo solucionarás. Y si tienes un problema que sabes que no
puedes solventar, ¿por qué te preocupas? solo empeorarás la situación.
Aprende a confiar en el Dios de lo imposible. Deja que él tome tus cargas, tus
problemas y preocupaciones y sentirás la paz y la tranquilidad que él te puede dar.
Es mucho mejor cuando alguien que amamos camina con nosotros en esos
momentos difíciles y nos dice: ¡tú me importas a mí…! Ayuda mucho saber que no
estamos solos en la vida.
En cierta ocasión Jesús dijo a Simón: pero yo he rogado por ti, que tu fe no falte…
(Lucas 22:32). Es un consuelo saber que Jesús ora para que mantengamos
nuestra fe, a pesar del pecado que nos ha llevado a los problemas que podemos
estar viviendo.
La fe no es solo una cuestión individual, ella encierra también nuestra relación con
Dios. Y Dios quiere que nuestra relación crezca.
Ante los abismos y peligros de la vida, Dios nos dice que miremos fijamente a
Jesús y prosigamos. Él, que intercede por nosotros, nos llenará de valor y
esperanza y hará que triunfe nuestra fe.
Por otro lado, tuve el privilegio de conocer a una mujer que, enferma de cáncer,
era capaz de vivir en medio del dolor; y proyectaba fuerza y salud a quienes la
conocíamos. Mientras estaba en su lecho de muerte, pedía a diario que le llevaran
un espejo y un cepillo; luego ensayaba su mejor sonrisa y arreglaba su cabello
para recibir a las visitas. Mientras algunas escuchábamos sus mensajes
inspiradores con nuestros ojos humedecidos por las lágrimas, ella se mantenía
erguida, planificando todos los detalles de su funeral. Lo último que nos dijo fue:
“Estoy lista para ir al encuentro de mi Señor”. Aunque ya hace algún tiempo que
murió, muchas de quienes la conocimos la recordamos con cariño, y procuramos
mostrar la misma actitud hacia la vida que mostró ella frente a la muerte. Fue una
gran maestra en el arte de saber vivir.
Amiga, no olvides que has sido creada para vivir eternamente, y que la existencia
terrenal es tan solo un compás de espera para la vida que nos aguarda en el
hogar eterno. Haz que tu estancia en este planeta no se cuente en anos, sino mas
bien en plenitud. !Vive, vive plenamente! Valora la vida que Dios te da, tanto en la
salud como en la enfermedad, en los tiempos buenos y durante la adversidad,
entre risas o cuando lleguen las lágrimas, con la certeza de que no morirás para
siempre, pues Cristo Jesús murió en la cruz para que tu un día despiertes en el
hogar de Dios.
Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que
creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu
Santo. Romanos 15:13
Hoy es un buen día para sembrar vida y para colocar una semilla de esperanza en
los surcos vacíos del corazón de quienes sufren y lloran. El Señor te dice: “Hoy te
doy a elegir entre la vida y la muerte, entre el bien y el mal. Hoy te ordeno que
ames al Señor tu Dios, que andes en sus caminos, y que cumplas sus
mandamientos, preceptos y leyes. Así vivirás y te multiplicaras, y el Señor tu Dios
te bendecirá” (Deut. 30:15-16).
Tomado de: “Aliento para cada día” (Erna Alvarado)