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1.

¿En cuál o cuáles de las etapas de la Enfermedad de Alzheimer


podría actuar el psicólogo?

En la enfermedad de Alzheimer, lo primordial es iniciar con una buena historia


clínica, preguntando al enfermo con quien vive, esto es, según el video, en la
cuarta etapa, llamada leve o temprana, donde hay una disminución cognitiva
moderada. El examen neuropsicológico es necesario para confirmar la existencia
de déficits cognitivos. El más utilizado es el examen Mini-Mental, conocido como
Miniexamen Cognitivo. Ha de hacerse, para confirmar una prueba de imagen
cerebral. La resonancia magnética, por su mayor discriminación y por la
posibilidad que ofrece de realizar cortes en el plano frontal, es más adecuada para
detectar esta atrofia que laTAC o "escaner". En las pruebas de neuroimagen
funcional, llamadas SPECT o PET, puede observarse un patrón típico de
Alzheimer. La detección precoz de los síntomas puede ayudar a empezar con un
tratamiento de los síntomas de la enfermedad, consiguiendo una mejor autonomía
del paciente. Se recomienda un chequeo de la memoria a pacientes mayores de
60 años que han notado que su memoria, razonamiento o flexibilidad mental ha
disminuido significativamente. La enfermedad del Alzheimer pese a su
heterogeneidad, mantiene unas constantes como son las que encierran una
actividad que se parecen una involución funcional, es por ello que debe ser
diagnosticado a través de una evaluación médica exhaustiva. Si hay sospecha o
preocupación por pérdida de memoria significativa, se debe acudir a la ayuda
profesional, pero ello no es definitivo para el diagnóstico de esa enfermedad.
Debido a la larga duración de la enfermedad del Alzheimer y su perfil evolutivo, a
través de etapas o estadios, se exige un enfoque multidimensional y por ello la
intervención de varios profesionales de distintas materias, que efectúen su
abordaje desde el diagnóstico precoz, es decir, desde una etapa temprana que
haga sospechar acerca de sus presencia, hasta el final de la vida, y que incluya no
sólo a los enfermos sino también a sus familias. La superación del antiguo modelo
“organicista”, hacia uno en el que el centro de atención no es la enfermedad, sino
la del paciente y su entorno familiar, implica la participación desde etapas o fases
primarias, de diferentes profesionales del ámbito sociosanitario, que conlleven las
dimensiones bio-psico-sociales.

2. ¿Cuáles son las acciones que puede desarrollar el psicólogo en


cada una de estas etapas?

La primera acción es la de función de evaluación y diagnóstico, en la que el papel


del psicólogo en esta enfermedad va estar ligado principalmente en el trabajo del
enfermo y el cuidador de éste, pero principalmente en el del primero, ya sea a
través de psicogeriatría, unidades de día o valoración de la memoria y demencia.
Es un trabajo multidisciplinario, es decir, intervienen varios profesionales de
distintas materias. La segunda función está relacionada con la Intervención, en la
que el psicólogo interviene a través de programas de psicoestimulación cognitivo-
conductual desde unidades de día psicogeriatrica de demencia, en centros de
internamientos, y en servicios de ayuda domiciliario. Esta función también
involucra al cuidador, tanto en nivel psicoterapéutico, como en terapia de grupo.
La tercera función es la de asesoramiento, en la que el psicólogo actuara como
orientador y consejero con la familia del enfermo durante del proceso de
diagnóstico, informando sobre prognosis, y medidas profilácticas, a aplicarse en la
fase de la enfermedad, dando pautas ante las alteraciones conductuales,
emocionales, y estimulación cognitiva, para compensar igualmente. Es una
asesoría multidisciplinaria. La cuarta funciona, es llamada de formación y
docencia, en esta el psicólogo actuara como parte de un equipo con constante y
continuo flujo de información, e intercambio de perspectiva, que permita un mejor
diagnóstico y tratamiento al enfermo, y su entorno familiar, por lo que debe haber
un intercambio de información tanto interno, como externo. La penúltima función
es llamada de administración de recursos, en la que el psicólogo puede intervenir
en calidad de coordinador de actividades, dirigiendo programas de evaluación,
valoración y tratamiento, de formación o centro de atención de enfermos de
Alzheimer, o/y cuidadores, es decir, se puede encargar de controlar los recursos
tanto materiales, como de equipo humano. Y por último la función de
investigación, en la que las unidades de atención en demencia o los programas de
tratamientos, además de ser asistenciales, tienen un aspecto investigativo,
permitiendo al psicólogo una visión enriquecedora, que amplía los conocimiento
tanto en aspectos epidemiológicos, como clínicos, con el desarrollo de pruebas de
evolución o validación de la población.

3. ¿Qué competencias debe tener el psicólogo que trabaje en esta


área?

Dado que la enfermedad de Alzheimer ligada al envejecimiento, hace que sea


necesario un incremento en la formación de los profesionales que se dedican de
manera exclusiva a ella, sobre todo a los cambios evolutivos venideros con la
edad, y especialmente en edades avanzadas. Ello exige al psicólogo ahondar en
los conocimientos para atender estas exigencias; normalmente en la facultad de
psicología el espacio a la vejez es mínimo, e incluso en las asignaturas de
psicología evolutiva, se encuentran de forma superficial en los temarios que van
en el estudio de la infancia a la adolescencia. Es por ello que la formación
necesaria ante el Alzheimer es formación o competencias en piscogerontología,
estudios que se han venido teniendo por vía de estudios complementarios, bien
sea a través de masters en gerontología y doctorados en desarrollo adulto y
envejecimiento.

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