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Ozanam (Antonio Federico, 1813-1853)

Carballo Carballo, Francisco, Diccionario de Espiritualidad Vicenciana,


CEME, Salamanca 1995, pp. 443-445.

SUMARIO:
1. Vida y actividad de Ozanam
2. Ozanam y las Conferencias de San Vicente de Paúl
Bibliografía

1. Vida y actividad de Ozanam


Federico Ozanam sigue vivo en el recuerdo de su familia, de las Conferencias de San
Vicente de Paúl y de los intelectuales católicos. La introducción de la causa de su beatificación es
una muestra de su actualidad. Ozanam fue un intelectual católico en continua evolución, siempre
bajo la guía del estudio de la realidad cambiante y del Espíritu que dirige la Iglesia.
Nació en Milán, Italia, de padres franceses, 23- IV-1813. Su padre ejercía la medicina y su
madre dio a su numerosa prole una educación cristiana en Milán y en Lyon. Federico, 5º de los
hermanos, era de complexión débil, pero laborioso y constante.
Inició los estudios de Derecho en Lyon, 1830, trasladándose a París en 1831. Aquí
compartió en seguida la compañía de importantes intelectuales católicos empeñados en la
revitalización espiritual de la Universidad. La revolución de 1830 había dejado inquietos a algunos
sectores católicos. Conoció a Ampére, Chateaubriand, Montalemberg. En sus reflexiones llegó muy
pronto a esta conclusión: «la palabra es estéril, vayamos a los pobres».
Un círculo íntimo de amigos se reúne para la catequesis, la visita a domicilio de familias
pobres. Un profesor, M. Bailly acepta presidir esa conferencia, 1834. Buscan inspiración y sentido
cristiano de la pobreza en San Vicente de Paúl, cuyo patrocinio da nombre a la conferencia. Entre
las personas a las que consultan para su experiencia está Sor Rosalía Rendu, Hija de la Caridad, una
importante movilizadora del servicio a los pobres en aquel París de los años treinta.
Ozanam dedicará siempre a la actividad caritativa y organizativa de las Conferencias parte
de su vida. Fue vicepresidente desde 1844 hasta su muerte y el más influyente pensador de todos los
que participaron en esta obra. Si bien es cierto que el primer presidente de las CSVP (Conferencias
de San Vicente de Paúl) fue M. Bailly, el primero en pensar e invitar a esta creación fue Ozanam.
En 1892, escribía Lamache «Le bon Dieu tout seul quia tout fait», así repetía cómo Ozanam veía el
origen de las Conferencias. Éstas se multiplicaron rápidamente y en su seno aparecieron diversas
corrientes ideológicas; en una de ellas, en la más avanzada se afirmó F. Ozanam.
El estudiante fundador de las Conferencias prosiguió sus estudios de Derecho y de Letras.
En 1836, doctor en Derecho y abogado «á la court d’appel». Por fin, en 1839 obtuvo el doctorado
en Letras. Ejerció como profesor en Lyon y, desde 1841, en París, en la Sorbona.
En 1841 contrajo matrimonio con Amelia Soulacroix y en 1845 nació su hija María. Supo
unir en un mismo horizonte su vida familiar, universitaria, editora, de acción caritativa y social. Una
actividad trepidante, un cúmulo de honores académicos y políticos (Caballero de la Legión de
Honor, 1846) y un sólido prestigio a su alrededor tanto en el Vaticano como en París. Pero su
enfermedad le obliga a abandonar la cátedra en 1852. Busca en los viajes el remedio, pero fallece en
Marsella el 8 de septiembre de 1853, siendo inhumado en París, en San Sulpicio.
Hay en Ozanam un compromiso global por el Reino de Dios: para que se realice ahora la
salvación liberadora que el Evangelio nos ofrece. Este compromiso no tiene más límites que la
propia capacidad; no se encierra en ningún aspecto de la vida social; se extiende a la totalidad.
Ozanam moviliza las Conferencias de SVP a favor de los pobres, enseña en la universidad y
participa en su funcionamiento, colabora en la prensa y en actos públicos de comunicación de
masas, publica y trabaja en la vida política.
Esta actividad política es un paradigma de honradez y de radicalización democrática.
Empieza como legitimista y acaba como republicano. En 1832 escribía: «Creo que (la sociedad
francesa) aún tiene necesidad del régimen monárquico. El rey es para mí el símbolo de los destinos
nacionales, el representante del pueblo por excelencia» (Carta a A. Falconnet, 10-11-1832).
Lentamente Ozanam se alinea con los católicos liberales. Convive pacíficamente con la
monarquía de Luis Felipe y se relaciona con el ministro Guizot; está convencido de que los
problemas no están en las personas «ni en las formas políticas, sino en lo social». Sus amigos,
Lamennais, Lamartine, Montalembert, etc. le ayudan a desprenderse de la fórmula de alianza del
trono y el altar. En 1845 escribía a P. Dugas: «Permíteme ahora felicitar a nuestros amigos
comunes, por haber separado la causa de la iglesia de la de un partido, por muy respetable que
sea…, si la libertad estuviera siempre defendida de esta manera, su triunfo sería fácil, es preciso que
la religión tenga su independencia como pasa con la industria, la prensa, como todas las potencias
de la sociedad moderna» (1-V-1845).
La revolución de febrero de 1848 provocó en Ozanam una ruptura ideológica. En un artículo
de prensa de mayo de ese año, se manifiesta así: «Si la democracia es tan vieja como el mundo, si
después de cincuenta años se esconde bajo las ficciones legales del Imperio y de las monarquías
constitucionales, hay que reconocer que encuentra su expresión más exacta en la constitución
republicana. Por esto es por lo que hemos aceptado la república, no como un mal de los tiempos a
los cuales hay que resignarse, sino como un progreso que hay que defender» (L’Ere Nouvelle, 1-V-
1848).
Aún más, Ozanam aceptó la candidatura del Ródano para la Asamblea Constituyente de
1848. Elaboró un programa y obtuvo 17.000 votos sin ganar el escaño por Lyon. En su programa
podemos leer: «La revolución de febrero no es para mí una desgracia pública a la que hay que
resignarse, es un progreso. Veo en ella la llegada temporal del Evangelio expresada en estas tres
palabras: libertad, igualdad y fraternidad… Quiero una constitución republicana, sin espíritu de
vuelta a las realezas ya imposibles. La quiero con igualdad para todos y, en consecuencia, con
sufragio universal para la asamblea nacional…».
Si no fue diputado, fue un ardoroso periodista político. Para eso funda con amigos de su
misma tendencia L’Ere Nouvelle (1848). Lo dirige el P. Lacordaire y colabora entre otros el
presbítero Maret, profesor de la Sorbona y más tarde obispo de Sura. Es un periódico que recupera
la defensa de la libertad y de los derechos del hombre tal y como Lamennais hacía en L’Avenir.
L’Ere Nouvelle mantuvo fuertes polémicas con L’Univers donde Luis Veuillot, miembro también
de las CSVP, hizo a Ozanam blanco de graves ataques y precisamente por la carga social que aquél
reivindicaba para la república. El 31-V-del 48 Ozanam respondía: «No somos socialistas en el
sentido en que no queremos la desarticulación de la sociedad, pero queremos la reforma libre,
progresiva, cristiana».
En fin, Ozanam recorre un largo camino de radicalización política: desde el legitimismo al
catolicismo liberal, a la democracia cristiana y al catolicismo social.
Ozanam dedicó al estudio y publicaciones de temas jurídicos y literarios y a su compromiso
en las CSVP la mayor parte de su tiempo desde los 17 años.
En 1855 se publicaron, por primera vez, las Obras completas de A. F. Ozanam. Van
precedidas de una «Notice» del P. Lacordaire y de un prólogo de Ampére. Son 11 volúmenes en 8º;
numerosas cartas y escritos no aparecen en esa colección. He aquí la temática central de tan
voluminosa obra:
• I-II. La civilización en la Edad Media.
• III-IV. Loa germanos y los francos.
• V. Los poetas franciscanos.
• VI. Dante y la filosofía católica del s. XIII.
• VII-VIII. Temas variados de religión, política, derecho, viajes.
• IX. El purgatorio de Dante.
• X-XI. Cartas desde 1831 a 1853.
Como Chateaubriand y tantos otros románticos, Ozanam sentía curiosidad por la Edad
Media y amaba tanto la épica como la lírica medievales. Pero más que la estética Ozanam buscaba
el hilo conductor de una Iglesia que desde Jesús a hoy era luz y guía. En la E.M. intentaba ver el
dominio de esa luz. Pero esa búsqueda intensa no le apartaba del presente difícil. En ese presente
clavaba también su mirada de amor.

2. Ozanam y las Conferencias de San Vicente de Paúl


Siete jóvenes fueron el grupo inicial de las Conferencias de SVDP. La inspiración partió de
Ozanam 1833, la presidencia la otorgaron al profesor Bailly, quien la mantuvo durante once años.
Estos siete jóvenes, F. Ozanam, Augusto Lamache, Pablo Letaillandier, Julio Devaux, Francisco
Lallier, Félix Clavé y Gustavo de la Noue se reunían con el profesor-presidente para llevar una vida
cristiana y demostrar con obras de caridad la realidad del cristianismo.
El socorro de las familias pobres y la visita personal fue dando cuerpo a este grupo. En la
parroquia de Clichy adoptan por titular y patrón de esta obra a San Vicente de Paúl. Una Hija de la
Caridad, sor Rosalía Rendu, les orienta en la concretización de esta labor de socorro y de encontrar
formas crediticias para una sistematización de la ayuda asistencial.
Desde 1833 y durante ocho años las conferencias se extienden sin más aprobación que la
tácita del gobierno de Luis Felipe. Nacía de este modo una asociación laical, que consiguió la
alabanza y la recomendación de Gregorio XVI y de papas sucesivos, con un Cardenal Protector
desde 1851. Ozanam insistió en este carácter seglar y quiso que se evidenciase en las mismas
reuniones presididas por el presidente y no por un sacerdote, algo usual en las asociaciones
eclesiásticas. Las Conferencias han tenido siempre muy claro su naturaleza de entidad de la iglesia;
no forman parte de la estructura jerárquica, pero quieren mantener con esa jerarquía relaciones de
amor y presencia.
La obra de Ozanam ha conservado, de forma extraordinaria, su personalidad colectiva como
en los años fundacionales. Dice el Reglamento actual: «La Sociedad de San Vicente de Paúl es una
organización internacional católica de seglares, fundada en París en 1833 por Federico Ozanam y
sus compañeros. Puesta bajo el patronato de San Vicente de Paúl, se inspira en su pensamiento y en
su obra, y se esfuerza en aliviar, con espíritu de justicia y de caridad a aquellos que sufren,
haciéndolo por medio de un compromiso personal… Por su carácter católico, está abierta a todos
aquellos que deseen vivir su fe en el amor y en el servicio de sus hermanos.
Ninguna obra de caridad es ajena a la Sociedad. Su acción consiste en toda clase de ayuda,
que por un contacto de persona a persona, trate de aliviar el sufrimiento; y de promover la
integridad y la dignidad humana. La sociedad busca no sólo desterrar la miseria, sino también
descubrir y remediar las situaciones que son su causa. Quiere llevar su ayuda a todos, cualesquiera
que sean su religión, opiniones, color, raza, origen o casta».
La dirección de la Sociedad de SVDP recae en los Consejos, locales, regionales, nacionales
y mundiales. Los miembros pueden ser varones y mujeres, jóvenes y adultos. Cada conferencia
puede integrar a hombres y mujeres o a una sola rama.
La Sociedad ha mantenido su espiritualidad de familia, entre los miembros y con los
participantes a los que ayuda. La lectura de la Biblia, la oración y la fidelidad al magisterio de la
Iglesia, son los pilares de su actividad caritativa y de lucha por la justicia.
¿Forman las Conferencias de la Sociedad de SVDP un todo monolítico? Desde los primeros
años se conjugaron las diversas tendencias sociopolíticas. Ya hemos expuesto la evolución personal
de F. Ozanam. Otros miembros no evolucionaron de esa forma. En la actividad más próxima a la
específica de la sociedad, la acción social, también aparecieron formas plurales de entender la
cuestión social.
Ozanam acuñó dos expresiones de fuerte sentido en 1833, «vayamos a los pobres»; en 1848,
«pasémonos a los “bárbaros”». Pensaba en 1836: «La cuestión que divide a los hombres en nuestros
días no es una cuestión acerca de las formas políticas, es una cuestión social, es saber si triunfará el
espíritu del egoísmo o el espíritu de sacrificio; si la sociedad no va a ser más que una gran
explotación a favor de los más fuertes, o una conservación de cada uno por el bien de todos y sobre
todo para la protección de los débiles. Es el papel de mediadores a lo que nuestro título de cristianos
nos obliga. Por lo menos amortigüemos el choque».
Con esta mentalidad actúa y escribe en colaboración con otros católicos activos como los de
L‘Univers, Correspondant, etc. Pero el curso de la revolución de 1848 influyó sobre su pensamiento
y su práctica social y asistencial. Escribe en ese año: «Detrás de la revolución política hay una
revolución social; detrás de la cuestión republicana, que ya no interesa más que a intelectuales, hay
las cuestiones que interesan al pueblo, por las cuales él tomó las armas, las cuestiones de la
organización del trabajo, de la alimentación, del salario. Dos cosas me sorprenden. La primera es
que el pueblo que se moviliza, me parece mucho más lúcido, más moral, menos ciego que la
burguesía a la que sucede. Éstos son, en efecto, los bárbaros de los que yo hablé en mi artículo del
Correspondant, ellos tienen pasiones, pero no vicios, ni la depravación racionalista de parte de las
clases “intelectuales”. Y su divisa: libertad, igualdad, fraternidad, es el mismo Evangelio».
A este límite de respeto al pueblo, que irrumpe en las reivindicaciones sociales y políticas,
llega Ozanam. La Iglesia no se dotó de una doctrina social hasta finales del XIX, pero en los
últimos escritos de F. Ozanam se evidencia un catolicismo social que abandona la teoría de colchón
entre burguesía y trabajadores. Decididamente es obligado ver en Ozanam a un católico progresista
y avanzado en la búsqueda de soluciones y de apertura de nuevos horizontes.
La influencia de Ozanam no se reduce hoy en día a sus escritos, la Sociedad de SVP,
establecida en 109 países, con 800.000 miembros, distribuidos en grupos o conferencias, es su gran
obra permanente, la operativización, en alguna medida, de sus proyectos.

Bibliografía
Oeuvres Completes de A. Frédéric Ozanam, París, Jacques Lecoffre et Cie, 1955-1965, 11
tms.– Lettres de Frédéric Ozanam, París, Celse, 1971-1978, 3vls.– Sacra Congregatio pro causis
sanctorum, Disquisitio de vita et actuositate Servi Dei Friderici Ozanam, Romae, 1980.– Eugéne
GALOPIN, Essai de Bibliographie Cronologique sur Antoine-Frédéric Ozanam, París, Les Belles
Letres, 1933.– Henri-Dominique LACORDAIRE, Fréderic Ozanam, en Le Correspondant, t.
XXXVII, 1856, p. 210-253.– María Teresa CANCELAS, Federico Ozanam, Madrid, La Milagrosa,
1990.– J. GOYAU, Federico Ozanam (versión española), Madrid, Talleres Voluntad, 1925.

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