Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Nube Nueve Caryl Churchill PDF
Nube Nueve Caryl Churchill PDF
(Cloud 9)
de Caryl Churchill
El taller realizado para En una nube (Cloud 9) trató sobre las distintas políticas
sexuales. Esto supuso que el origen del trabajo fuera hablar de nosotros mismos y
compartir nuestras diferentes opiniones y experiencias. Trabajamos sobre los
estereotipos y los cambios de rol entre hombres y mujeres en juegos e improvisaciones,
leímos libros y hablamos con otras personas ajenas al taller. Aunque los personajes y las
diferentes situaciones de la obra no se describieron en él, sí que están basados en este
trabajo, y yo no hubiera sido capaz de escribirla sin este proceso.
Cuando comencé a escribir, volví sobre una idea que había aparecido
tangencialmente en el taller: el paralelismo entre la opresión sexual y la dominación
colonial, lo que Genet llama "la mentalidad colonial o femenina de represión interior".
Así que el primer acto de En una nube (Cloud 9) tiene lugar en Africa durante la época
victoriana, donde Claudio, el hombre blanco, impone sus ideales a su familia y a los
nativos. La esposa de Claudio, Betty, está interpretada por un hombre por la sencilla
razón de que ella desea ser lo que los hombres quieren que sea, de la misma manera
Joshua, el sirviente negro, está interpretado por un hombre blanco porque él anhela
convertirse en aquello que el blanco desea ver en él. Betty no se valora a sí misma como
mujer; Josua no se valora a sí mismo como negro. Eduardo, el hijo de Claudio está
interpretado por una mujer por una razón diferente: en parte por jugar con la convención
teatral de que los hombres sean interpretados por mujeres, y en parte para destacar la
manera en que Claudio intenta someterle a un comportamiento masculino tradicional.
Claudio trata, a lo largo de todo el acto, de mantener su mundo tal como está: una
esposa entregada, un hijo varonil... La homosexualidad de Harry es repudiada, la de
Ellen es invisible. Cuando empezamos a ensayar, en un principio fuimos absorbidos por
lo divertido que resultaba el primer acto, posteriormente comprobamos lo dolorosas que
eran las relaciones entre los personajes. Respetando estas conseguimos que el acto sea
aún más divertido que cuando lo representamos como una farsa sin más.
El primer acto, como la sociedad que muestra, está dominado por el hombre y
firmemente regido por él. En el segundo acto, la actitud para el cambio proviene de las
mujeres y los homosexuales. La incertidumbre y las transformaciones sociales, y una
forma de actuación más femenina y menos autoritaria, se reflejan en la estructura de
2
este acto, mucho más libre. Por ejemplo, Betty, Eduardo y Victoria evolucionan más
allá de las rígidas posturas del acto uno debido en parte gracias a sus encuentros con
Jerry y con Lin.
Todos los personajes cambian en este acto ligeramente para mejor. Si los
hombres intentan mantener el orden establecido en el primer acto, en el segundo luchan
por una liberación de difícil consecución: Martin domina a Victoria, a pesar de sus
declarada simpatía por el feminismo. La tristes consecuencias del colonialismo son
palpables en el hermano de Lin, soldado que muere en Irlanda del Norte. A Betty ahora
la interpreta una mujer, ya que gradualmente se va volviendo real para sí misma. Caty
está interpretada por un hombre en parte como compensación del hecho de que una
mujer interprete a Eduardo en el acto uno, en parte porque la presencia de un hombre en
escena recoge la enorme fuerza emocional de los niños y, finalmente, como ocurre con
Eduardo, para mostrar, de un modo sencillo, lo implícito en el aprendizaje de lo que se
considera el comportamiento correcto para una chica.
3
SOBRE ESTA VERSIÓN
Esta obra, por tratar un tema en perpetuo cambio como las costumbres sexuales,
en ciertos aspectos no ha bebido de las mutaciones sufridas en este ámbito en las
décadas de los ochenta y noventa, con el SIDA como máximo exponente referencial de
todo ello. Me he inclinado por añadir pequeños apuntes al respecto en el acto dos, muy
ligeros y sin traicionar el espíritu del texto -por ejemplo cuando Jerry habla de adoptar
“precauciones” con sus conquistas sexuales-. También, y por acercar a nuestra
cotidianeidad los acontecimientos que en la obra se narran, el hermano de Lin está
destinado en Irak, en vez de en Belfast, porque la invasión de este país también es una
consecuencia tardía del colonialismo, más grave si cabe por ser a escala global.
Jose Padilla.
4
Personajes
ACTO UNO
ACTO DOS
Exceptuando a Caty, todos los personajes en el acto dos están interpretados por actores
a los que corresponde el sexo de sus personajes.
5
Acto uno
Escena uno
La luz ilumina suavemente la terraza. Hay un asta con bandera. Encontramos a toda la
familia: Claudio, Betty, Eduardo, Victoria, Maud, Ellen y Joshua.
CANTAN TODOS.-
Reunios hijos de la patria,
venid aquí, cantad al imperio.
Mirad como va de costa a costa,
es la envidia de bárbaros necios.
De un punto cardinal a otro,
y con miras al universo,
norte, sur, este, oeste
no hay sitio que no ocupemos.
Reunios hijos de la patria,
venid aquí donde está el imperio,
norte, sur, este, oeste
no hay sitio que no ocupemos.
Claudio.-
Mi familia es esta. Aún lejos del hogar
servimos a la Corona, no importa allá o acá,
soy como un padre para los nativos,
junto a mi familia lo proclamo altivo.
Betty.-
Vivo para mi esposo Claudio, que es a quien debo amar,
todo lo que yo deseo es su figura alabar.
Soy creación de mi cónyuge, nada más puedo anhelar,
lo que él quiere que yo sea es a lo que debo aspirar.
Claudio.-
Es mi chico favorito. Es mi sirviente number one,
porque además de ser negro, me lleva la limoná.
6
Joshua.-
Mi piel podrá ser muy negra. Pero mi alma blanca está.
Odio a los míos, odio mi tribu, esta es la pura verdad.
Soy creación de mi amo, nada más puedo anhelar,
Lo que él quiere que yo sea es a lo que debo aspirar.
Claudio.-
Mi hijo es aún un niño. Lo estoy intentando educar,
para que sea un hombre recio que no se acobarde jamás.
Eduardo.-
Lo que mi padre os dice es lo que yo quiero ser,
pero me va a costar mucho, como ya podéis ver.
Claudio.-
Por presentaros a estas no me voy a extender:
Mi hija, mi suegra, la niñera, ya está cortado el pastel.
CANTAN TODOS.-
Reunios hijos de la patria,
venid aquí, cantad al imperio.
Mirad como va de costa a costa,
es la envidia de bárbaros necios.
De un punto cardinal a otro,
y con miras al universo,
norte, sur, este, oeste
no hay sitio que no ocupemos.
Reunios hijos de la patria,
aquí en África está el imperio,
norte, sur, este, oeste
en África a servir dispuestos.
Betty.- ¿Claudio?
Betty.- Pensaba que no ibas a llegar nunca. Los días se hacen eternos sin ti.
7
Claudio.- Nada serio. Bella es una hermosa yegua, pero dura de pelar. Mandaré a pedir
un nuevo par de botas. Estas jamás me han ido bien. Tengo un callo.
Claudio.- No es nada.
Claudio.- No estamos aquí por diversión, Betty. Hoy habré recorrido unas cincuenta
millas para hablar con tres jefes de tribu, que gozosamente se hubieran arrancado la
cabeza entre ellos, y luego adornado con ellas sus cinturones.
Betty.- Poesía.
Betty.- También he tocado el piano. ¿Quieres que vaya a por los niños?
Claudio.- Hombre.
Claudio.- Una hache. Una be. Que hace trucos de magia para el pequeño Eduardo.
8
Betty.- ¿El señor Bagley?
Betty.- Te echo de menos cuando no estás. Sin embargo, no estamos aquí por diversión,
y estar apartada de la sociedad es mi modo de servir a nuestra patria.
Claudio.- Buena chica. Entonces hoy ha sido un buen día. ¿Desmayos? ¿Ataques de
histeria?
Claudio.- ¡Qué remanso de paz es esta casa! Llena de frescor, concordia, belleza...
Betty.- Es Joshua.
Betty.- No le gusto.
9
Claudio.- Joshua ha sido un muchacho fiel a mí desde hace ocho años. Ha salvado mi
vida. Yo he salvado la suya. Es devoto de mi persona. Y yo de la de él. Nada que tú no
sepas.
Betty.- Hoy ha sido muy grosero. No hace lo que le ordeno. Habla con él.
Betty.- Claudio...
Claudio.- Betty.
Betty.- Oh, dijo: “Cógelo tú misma. Tienes piernas debajo de esa falda, ¿verdad?”
Claudio.- ¡Joshua!
(Entra Joshua)
10
Joshua.- Le dije que mis piernas estaban cansadas señor, lo que resultaba muy gracioso
porque, en realidad, el libro estaba al alcance de mi mano, y en esas condiciones no
supondría ningún desgaste para mis piernas llevarle el libro a la señora.
Betty.- No importa.
Claudio.- Joshua, a partir de ahora has de saber que a la señora no le gustan ese tipo de
bromas. Debes hacer siempre lo que la señora te ordene, sin rechistar. Sabes cuál es tu
lugar en esta casa Joshua, y en función de él, debes actuar. No tengo más que decir.
Joshua.- Sí señor.
(Claudio le hace un guiño a Joshua sin que Betty lo vea. Joshua se va)
Claudio.- Una copita más y llamamos a los niños, ¿verdad querida? ¿Ese que baja la
colina no es Harry? Saluda Betty, saluda. Justo antes de que anochezca. Abriéndose
paso a través de la maleza. Que tipo tan temerario este Harry.
Claudio.- Ponte delante. Verá tus ropajes blancos. Mira, nos saluda.
Betty.- ¿Tú crees? Me pregunto que habrá visto en la lontananza. A veces, las puestas
de sol me aterran tanto que no me atrevo a mirar.
(Entra Ellen)
11
Claudio.- Maravillosa idea.
Betty.- Sí, Ellen, asegúrate de abrigarlos bien. El aire de la noche es muy traicionero.
Victoria estaba un poco pálida ayer.
(Maud entra)
Maud.- ¿No tendrás fiebre? Es débil, ¿sabes Claudio? ¿Cuánto tiempo más piensas
tenerla por estos parajes?
Claudio.- Cuido de los dominios de la Corona Real. Creo que puede confiar en que
cuidaré a mi esposa.
Claudio.- ¿Se puso el sombrero de Ellen como una damisela? ¡Qué encantadora
imagen!
Betty.- Y Joshua ha hecho de caballito para ella. ¿Arre, arre, caballito Joshua?
Claudio.- El pequeño gran Joshua hizo de caballito. Qué bueno Joshua. ¿Galopasteis?
¿Le hiciste trotar? No estás muy habladora esta noche, ¿verdad pichoncito?
12
Claudio.- ¿Has montado a caballo?
Eduardo.- La cuido.
Betty.- Se la daré a Ellen inmediatamente. No querrás que papá te vea con muñecas,
¿verdad?
Claudio.- Está a punto de llegar. Betty, coge tú a Victoria. Debo dar la bienvenida a
Harry.
Claudio.- No importa lo que digan las mujeres Edu. Ven y recibamos a Harry.
13
Maud.- Estoy segura de que el señor Bagley se pasará el día de aquí para allá, no le
veremos el pelo.
Maud.- No creo. Los hombres hacen sus cosas. Y nosotras las nuestras.
Betty.- No ha visto un piano hará cosa de un año. Lleva una vida muy agitada.
Ellen.- Seguro que prefiere estar despierta un rato y ver al señor Bagley.
(Ellen se va)
Betty.- Madre, es la niñera de mis hijos. Sé cómo mantenerla en el tiesto. Creo que mi
amistad le hace bien. No es feliz.
Maud.- Y cuando envejecen se dan cuenta de que, comparando aquello con esto,
estaban en un estado de euforia constante.
Maud.- Estás muy guapa esta noche. Tuviste suerte cuando te casaste. Una gran fortuna
como una señorita de tu calibre se merecía. Serás una excelente anfitriona para el señor
Bagley.
Maud.- Betty debes ser paciente. Yo soy paciente. Mi madre era paciente.
14
(Claudio entra con la señora Saunders en brazos)
Maud.- Estoy muy tranquila. Pienso en voz alta. Si vienen a matarnos me lo tomaré con
tanta calma como cualquier otro.
Claudio.- No hay motivo de alarma. La señora Saunders ha vivido sola desde que su
marido murió el año pasado, espíritu intrépido. De casta le viene al galgo, claro. Somos
sus vecinos más cercanos.
Claudio.- Claro que los ha oído. Las tribus están continuamente en pie de guerra.
Naturalmente, la señora Saunders prefiere la compañía de la raza blanca. El piano. La
poesía.
Claudio.- No, pero casi. Además yo fui un gran amigo de su difunto esposo. Sabe que
aquí será bienvenida. No quiero que se sienta incómoda. Se le ha de cuidar.
Betty.- Victoria ya está en la cama. Voy a darle las buenas noches. Madre, por favor,
atiende tú a la señora Saunders.
(Betty sale)
15
Sra.Saunders.- ¿Dónde estoy?
Maud.- A salvo.
Harry.- Por supuesto que te reconocí. Quiero decir que has crecido. Mucho.
Claudio.- Y a tu abuela.
16
(Eduardo se va)
Maud.- Voy a acompañar dentro de casa a la señora Saunders, temo que se resfríe.
Harry.- En absoluto.
Claudio.- Lo he hecho bien esta mañana. Pactando nuevas alianzas para nuestra causa.
Están tremendamente excitados ahí fuera.
(Entra Joshua)
Claudio.- Joshua, habrás podido observar que hay tensión en los alrededores.
Chismorreos de esto y de aquello. Debes llevar un arma.
Joshua.- Hay mucho hombre malo señor. Rezo porque no lleguen a causarnos ningún
daño. Jesucristo es nuestra protección.
Claudio.- Eso es Joshua. Una pistola tampoco viene mal. Betty, ven y acompaña a
Harry mientras me ausento. Joshua, cada noche habrás de vigilar el granero.
1
Juego con la acepción de “pistola” como referente sexual.
17
Harry.- Te he imaginado en lugares donde ninguna mujer blanca fue imaginada antes.
Harry.- Construí una balsa y marché río arriba. Viví durante algún tiempo con una
tribu, cuyo jefe siempre ha sido muy amable conmigo. Tenían muchas calaveras por ahí,
ninguna de hombre blanco creo. Una noche escribí un poema: Si he de morir en la
tupida tundra, si no está ella no hay nada que aturda, si no está ella... y luego continúa.
Betty.- Estar contigo es como adentrarse en la selva. Es como subir un río bravo. Es
como penetrar en la oscuridad.
Harry.- Te estimo.
Betty.- Deséame.
18
Harry.- Me tenía que haber quedado en la selva. Maldición.
(Harry se le acerca. Ella huye hacia la casa. Harry se queda donde está. Se da cuenta
de la presencia de Joshua.)
Joshua.- Sí señor.
Joshua.- Sí señor.
(Se van).
Escena dos
Claudio.- ¿Por qué sales corriendo así? Sudar dices. Tú también sudarías si estuvieses
enamorada de alguien tan tremendamente caprichoso como tú. Se te clavarían dardos
envenenados en el corazón. Te has ausentado del picnic. Van a notar que he salido tras
de ti.
Claudio.- Dios Bendito. ¿Por qué sois así las mujeres? Crueles y despiadadas. Creo que
disfrutarías dándome una azotaina. Nunca he visto cosa igual.
19
Sra.Saunders.- ¿Puedo decirte algo, Claudio?
Claudio.- Déjame hablar. Desde que llegaste he tenido una erección veinticuatro horas
al día, exceptuando los diez minutos posteriores al coito que practicamos.
Sra.Saunders.- La última vez que me visitó tuve que dispararle. Y pensé que tú sí
sabrías encajar un no por respuesta.
Sra.Saunders.- Una vez dije sí. Pero a veces también digo no.
Claudio.- Mujeres, Dios mío. Mira, parece que va a empezar el picnic, he de irme. Por
favor Carolina...
(Claudio ha estado acariciando sus piernas y sus pies. Desaparece completamente bajo
la falda).
Sra.Saunders.- Para por favor. No pienso con claridad. Me quiero marchar. Desearía
no disfrutar esta sensación porque no me gustas Claudio. Me agrada tu casa porque está
hasta arriba de pistolas. Pero tú no me agradas en absoluto. Pero me gusta la sensación.
Bueno lo disfrutaré. Lo disfrutaré, lo disfrutaré...
No pares, no pares.
20
(Claudio sale de debajo de la falda)
Sra.Saunders.- Yo no.
(Claudio y la señora Saunders salen. Betty y Maud entran con Joshua, que lleva una
cesta)
Maud.- Jamás pensé que un ave exótica pudiera saber igual que el pavo.
(Joshua se sienta aparte con una pistola en su mano. Eduardo y Harry entran, Harry
lleva a Victoria en sus hombros, cantan villancicos. Maud y Betty sacan cosas de la
cesta. Claudio entra aparte)
21
Maud.- Ah, si tu padre lo dice, sí.
Claudio.- Levantemos las copas. Por la Corona Real, que Dios la bendiga y la proteja.
Por nuestra patria.
(Abren los regalos. Son gorritos de fiesta y matasuegras. Claudio y Harry hablan sobre
el champán.)
(Entra Ellen)
Eduardo.- No.
22
Eduardo.- Claro, no me la pasáis bien.
Claudio.- Me parece que no quiero jugar más. Joshua, haz el favor de ir a por la pelota.
Harry.- Al escondite. Me la quedo yo. Escóndanse todos. Esta es la base, para librar
deberán llegar aquí sin que les pille.
23
Claudio.- Oh no, no irán muy lejos. Mis territorios no son extensos y estamos a plena
luz del día. Joshua estará alerta.
Harry.- Pues yo estaré en alerta roja2. No sabes lo que significa esto para mí, Claudio.
Un tipo como yo puede llegar tan lejos porque es un alma solitaria. He escalado
montañas y vadeado ríos, pero ¿en pos de qué? En pos de la navidad, de la patria, de
jugar al escondite y de cantar villancicos. Este es el verdadero imperio, Claudio. El
imperio no es conquistar tierras vírgenes. El imperio eres tú. Es como una gran familia y
yo soy una de sus ovejas negras, Claudio. Sé que crees que mi vida es muy excitante.
Pero quiero que sepas que te admiro. Esto es el imperio, Claudio, y quiero servirle, con
todo mi corazón.
(Se va)
Claudio.- Harry Bagley es un buen hombre, Joshua. Debes sentirte orgulloso de haberle
conocido. Saldrá en los libros de historia.
Claudio.- Claro Joshua, lo que sea. Sabes que puedes contar conmigo.
Joshua.- Poseo cierta información. Los chicos de la cuadra no son de fiar. Murmuran.
Salen de noche. Acuden a su gente. Su gente no es mi gente. Yo no acudo a mi gente.
Claudio.- Gracias, Joshua. Cuidan muy bien a Bella. Lamentándolo, tendré que
deshacerme de ellos.
Joshua.- También cree que Harry Bagley es un buen hombre. Muy buen hombre.
2
N. del T.: Este juego de palabras, imposible de hacer en inglés, agudiza el mensaje chovinista de Harry,
algo que deleita a Claudio, motivando así la ristra de elogios al explorador y potenciando su posterior
decepción con el mismo.
24
Joshua.- ¿No os vais a esconder?
(Entra Maud.)
(Harry sale. Maud y Betty permanecen sola unos instantes. No hablan. Harry y
Eduardo entran corriendo.)
Harry.- Sí lo hice.
Eduardo.- No fue Harry. No has mirado bien. Gané yo, ¿verdad abuela?
Eduardo.- ¿Puedo?
25
Betty.- Vete pues. Harry irá ahora.
(Eduardo se va)
(Harry sale)
Betty.- ¿Por qué no regresas a casa madre? Así podrás curarte la picadura.
Maud.- Mi deber está aquí Betty. No me gusta lo que veo. A Claudio tampoco le
gustaría. Soy tu madre.
(Harry vuelve)
(Entra Joshua)
Betty.- Y yo te pido que acompañes a mi madre. Después podrás regresar y estar todo lo
alerta que quieras.
Maud.- Gracias Betty. Sé que tenemos nuestras diferencias, pero yo sólo quiero lo
mejor para ti.
26
Betty.- Quiero morirme.
(Betty sale. Harry idem. Claudio persigue a la señora Saunders de un lado del
escenario al otro. Eduardo y Harry fuera de escena:)
Harry.- ¡Eduardo!
(Eduardo entra)
(Harry entra)
Eduardo.- Quizás se han perdido para siempre. Quizás hayan muerto. Está pasando
algo. Nadie lo cuenta para no asustar a las mujeres y a los niños.
Harry.- No creo.
27
Eduardo.- Cuando no pegue ojo, ¿puedo ir a tu habitación? No te despertaré. Sólo
entraré si no duermes.
Eduardo.- No me importa, paso las horas inventándome cosas. Por ejemplo, el otro día
pensé que estábamos tú y yo en una barca bajando los rápidos de un río. Habíamos
perdido los remos porque se los habían comido unos cocodrilos. Le clavé a uno de ellos
una daga y nos regó de sangre y se subió a la barca y te mordió una pierna y te la estaba
arrancando y le abrí por la garganta y te dejó en paz y me mordió la mano y se murió y
te llevé a la orilla y casi me desmayaba del dolor y caímos exhaustos el uno en brazos
del otro.
Eduardo.- Espera. Tengo algo para ti. Estaba en la cómoda de mi madre, pero jamás lo
usa.
Eduardo.- Es un regalo.
Eduardo.- Quiero que volvamos a hacer lo mismo que la última vez. No puedo dejar
de pensarlo. A veces lo hago yo solo pero no me gusta tanto. ¿No quieres?
Harry.- Claro que quiero. Pero es un pecado y un crimen y está muy mal.
Harry.- No.
28
Eduardo.- ¿Se ha puesto gorda?
Harry.- Sí.
Harry.- No.
Ellen.- Ni yo.
(Eduardo entra)
Eduardo.- Os he encontrado.
Ellen.- Ya no jugamos.
29
Ellen.- Eduardo, no tires a tu madre del brazo.
(Eduardo se va)
Betty.- Amo a Harry Bagley. Quiero huir con él. Bueno, ya lo he dicho.
Betty.- Le he besado.
Ellen.- Betty.
Betty.- Me cogió la mano así. Y quiero que lo vuelva a hacer. Quiero que me acaricie el
pelo.
Ellen.- Lo siento Betty. Eres tan bella. Harry Bagley no te merece. No huirás con él
¿verdad?
Betty.- Oh, Ellen. No sabes lo que he sufrido. No sabes lo que es el amor. Todos me
odiarán, pero el amor de Harry lo compensa todo.
Betty.- Harry dijo que no debemos huir. Y también dijo que me estimaba.
30
Claudio.- Vengan todos, no os perdáis los trucos de magia de Harry.
Harry.- ¿Qué es aquello que está alrededor del mundo y me sale de la manga?
Ellen.- Tenemos una sorpresa. He enseñado a Joshua a cantar. ¿Cantarás para nosotros,
Joshua?
Joshua.-
En medio del frío invierno
Sopla un viento muy muy frío.
El agua se ha vuelto piedra
en tierra pasa lo mismo
nieva, nieva y nieva
como jamás ha ocurrido.
Escena tres
En la casa. Betty, la Sra. Saunders y Maud con Victoria. Las persianas están bajadas,
así que la luz es tenue, a pesar de que es de día. Claudio se asoma.
(Silencio)
31
Betty.- Sí, Joshua supongo. ¿O lo hará Claudio directamente?
Maud.- Los hombres saben cómo hacer esas cosas. Nosotras debemos desempeñar
nuestro papel.
Sra.Saunders.- Harry Bagley dice que con enviarlos lejos valdría. No le gusta la idea
de los azotes.
Maud.- Harry Bagley no tiene criterio. Ha vivido en este país mucho tiempo sin
ninguna responsabilidad. Es parte de su encanto, pero eso no mejora su raciocinio. Si
enviaran lejos a los muchachos lo único que se conseguiría es más tensión en el futuro.
Maud.- No es asunto nuestro. Los hombres jamás cuentan qué problemas existen entre
las tribus, ¿cómo atreverse a opinar?
Maud.- No quieras saberlo, Betty. Te vale con que Claudio conozca la situación.
Claudio sabe qué hacer. Tu padre sabía qué hacer.
Sra.Saunders.- Haría lo que ya hice, huir. No veo otra escapatoria. Creo que siempre
estaré huyendo de algo.
Maud.- Por fortuna este barco tiene un capitán. Yo podré morirme de miedo, pero
Claudio no.
32
(Silencio.)
(Eduardo entra)
Eduardo.- No quería ver más. Ya les han dado su merecido. Tío Harry me permitió
venir.
Maud.- Tómate a la señora Saunders como una advertencia. Ella está completamente
sola. Tú no, gracias a Dios. Desde que tu padre murió, sé lo que es estar desprotegida.
Vicky, ¿cómo está mi niña? ¿cómo está mi niña? Palmitas a papá, que te da la comidita.
(Eduardo, mientras tanto, ha encontrado la muñeca y juega a las palmitas con ella.)
¡Ellen! Betty, ¿por qué consientes que esa chica holgazanee en su habitación? No ha
venido a África para eso.
Betty.- Que nunca te vean en la escuela con muñecas. Jamás. Nadie te hablará, no
entrarás en el equipo de cricket, no serás como papá.
Betty.- Estás hecho un gamberro y papá te dará una paliza. No le odias. Le quieres.
Devuélvele a Victoria su muñeca. Ya.
33
Maud.- Aprenderá.
Betty.- Ellen, mira lo que has hecho. Eduardo está jugando con la muñeca de nuevo.
Haz el favor de hacer tu trabajo.
Ellen.- Eres malo Eduardo. Te voy a encerrar en el botiquín hasta la cena. Ahora, arriba.
Inmediatamente.
Maud.- Así. Vicky tiene su muñequita de nuevo. ¿Dónde se fue la muñequita? Mala,
mala, mala. Le pegaremos un poquito.
Ahora se portará bien. Palmitas, palmitas, a papá, que me da la comidita. Todo este lío
por la muñeca de Vicky. Cuando yo era pequeña honrábamos a nuestros padres. Mi
madre era un ángel.
Betty.- ¿Joshua?
Joshua.- ¿Señora?
Joshua.- El señor me envía para comprobar si las damas están bien, señora.
34
Maud.- Esta es una conversación inapropiada, señora Saunders.
Claudio.- Cuanta solemnidad. Cuanta tiniebla. ¿Podemos abrir las persianas? El calor
del mediodía ya ha pasado, regalémonos un poquito de claridad, unos refrigerios en la
terraza tampoco estarían mal. Joshua, haz limonada. Es lo más refrescante que hay.
(La habitación se llena de luz cuando las persianas se abren. Eduardo entra.)
Eduardo.- Papá, papá, Ellen trata de encerrarme donde el botiquín. Mamá tiene algo
que contarte respecto a mi comportamiento. Mejor lo haré yo. Estaba jugando con
muñecas otra vez. Sé que está muy mal. También dije que no quería ser como tú y que
te odiaba. No es verdad. Lo siento. Lo siento, pégame y perdóname.
Claudio.- Te perdono. Dame la mano. Como un hombre. Has pasado mucho tiempo en
compañía femenina. Debes pasar más tiempo conmigo y con el tío Harry, hombrecito.
Eduardo.- No me gustan las mujeres, ni las muñecas. Te quiero papá. Te quiero, tío
Harry.
Claudio.- Era mi deber azotarles. Por ti, por Eduardo y por Victoria, para manteneros a
salvo.
Claudio.- No se puede domar a una fiera. Muerden la mano que les da de comer. A
veces creo que los nativos son nuestros enemigos. Sé que no es así. Sé que tengo un
35
deber hacia ellos, he de cuidarles y conseguir que se hagan como Joshua. Pero hay algo
peligroso. Implacable. El continente entero es mi enemigo. Trato de luchar con toda mi
entereza de espíritu para reencauzar esta tierra, aunque a veces siento como si se fuera a
partir en dos y tragarme.
Claudio.- Puedo mostrarte mis debilidades porque eres mi mujer y confío en ti. Confío
en ti, Betty, y mi corazón se rompería si no fueras merecedora de esa confianza. Harry
Bagley es mi amigo. Él también podría rompérmelo si ultrajase mi amistad.
Betty.- Lo siento, lo siento. Perdóname. No es culpa de Harry, sólo mía. Harry es leal.
Me ha rechazado. Es mi maldad, me aburro, me siento cansada e imagino cosas. Hay
algo malvado en mí, Claudio.
Claudio.- A mis ojos no tenías las debilidades propias de tu sexo, sólo poseías
cualidades.
Claudio.- No reflexionas, eso es todo. Las mujeres pueden llegar a ser traicioneras,
nocivas. Son oscuras y más peligrosas que los hombres. La familia nos protege de eso,
tú me proteges de eso. No eres ese tipo de mujer. No me eres infiel. No podría creer que
lo fueras. Me dolería mucho tener que deshacerme de ti. Sería lo propio...
Betty.- Perdóname.
Claudio.- No quiero saberlo. Claro que no dejo de darle vueltas. Si Harry Bagley no
fuese mi amigo le dispararía. Si te matase, todo hombre y mujer de nuestro país me
aplaudiría. Pero no. Fue uno de esos arrebatos de pasión a los que una mujer no puede
negarse. Debes resistir Betty. Aguanta. O nos destruirá. Debemos luchar juntos.
Combatamos esta lujuria femenina antes de que nos engulla.
Claudio.- Te perdono. Pero ya no puedo sentir lo mismo por ti. Sigues siendo mi mujer
y tenemos obligaciones para con nuestro hogar.
(Se van, brazo con brazo. Tan pronto como salen entra Eduardo sigilosamente a por la
muñeca, que está tirada en el suelo. La coge y la mece. Joshua entra con una bandeja
de bebidas.)
36
Betty.- ¿Eduardo?
(Betty entra)
Oh, aquí estás cariño. Ven, papá quiere que estemos todos juntos. Tío Harry nos va a
contar como cazó un cocodrilo. Siento mucho haberte pegado.
Betty.- Joshua, alcánzame el hilo azul de la cajita de coser, encima del piano.
Betty.- Joshua.
Joshua.- Oh, el pequeño Edi jugando a ser amo. Sólo era una broma.
Joshua.- Las damas no tiene sentido del humor. Era una broma de Joshua.
Eduardo.- Tráele el hilo de una vez, ¿me oyes? Muévete cuando te hablo chico.
(Joshua se va)
Eduardo.- No me toques.
CANTAN TODOS.-
Dotado nuestro camino
de mucha o poca fortuna,
con orgullo te lo decimos:
madre no hay más que una.
Para que no nos faltase nada
desde que estábamos en la cuna
nieve, llueva, sol o luna,
madre no hay más que una.
Llámala cuando tú sufras,
que acudirá muerta o viva;
37
En este mundo será tu escucha;
cuando no, escuchará arriba.
Para que no nos faltase nada
desde que estábamos en la cuna
nieve, llueva, sol o luna,
madre no hay más que una.
Escena cuatro
La misma terraza de la escena uno. Por la mañana. Temprano. No hay nadie. Joshua
sale de la casa lentamente y permanece en silencio unos instantes. Eduardo sale a la
terraza.
Eduardo.- Cuéntame una de esas historias tontas, Joshua. Nadie se ha despertado aún.
Joshua.- En el principio era la nada. Hasta que una diosa enorme, con los ojos
brillantes, hizo la luz, creó las estrellas, el sol y la tierra. Pero se sentía sola y
desdichada y lloró, de sus lágrimas nacieron todos los ríos del mundo. El gran espíritu
envió un monstruo terrible, un árbol con cientos de ojos y una lengua verde, la persiguió
y ella saltó a un lago y el árbol también saltó. Entonces ella subió hasta el cielo y el
árbol no la pudo seguir porque quedó atrapado en el barro. Cogió un montón de barro y
lo tiró hacia las estrellas, y golpeó en la cabeza de la diosa. Cayó a la tierra, a los brazos
del monstruo, y la bola de barro se convirtió en la luna. De la unión de la diosa y el
árbol, nació la humanidad.
Joshua.- Por supuesto. Es una historia tonta. Adán y Eva sí que fueron reales. Dios creó
al hombre blanco a su imagen y semejanza y le dio una mujer mala, a la que le gustaba
la serpiente, que sólo nos ha dado problemas.
Claudio.- Eduardo vete. No, quédate. No digas ni una palabra de lo que oigas a tu
madre, a tu abuela o a Ellen.
Claudio.- La señora Saunders es una mujer peculiar que no requiere ser protegida. De
esa forma. Harry, anoche hubo problemas tal y como sospechábamos. Ya pasó. Todo
está controlado, pero nadie debe salir de casa en todo el día.
Harry.- ¿Víctimas?
Claudio.- No, ningún soldado gracias a Dios. Los nuestros sí que les dieron,
incendiamos un poblado y etcétera.
38
Claudio.- Obviamente Harry, o no hubiese ocurrido. El ejército vendrá hasta aquí, a
vernos, sin duda. Te gustará Joshua. Ver a la armada imperial. Y a ti también Eduardo.
¿Te gustaría ser soldado?
Claudio.- Ah, Harry, como tú, ya ves. Jamás conocí semejante devoción por alguien. El
desayuno, Joshua.
(Harry se para.)
Harry.- No. Eduardo. Ni una palabra. Ni a tu madre. Por favor. ¿Lo entiendes? Por
favor.
Harry.- No tienes motivos para alarmarte así. No podemos estar juntos todo el rato.
Pronto regresaré al río.
Ellen.- ¡Eduardo!
(Betty entra.)
39
Betty.- Eduardo, llamaré a tu padre.
Ellen.- Betty.
(Betty se para.)
Cuándo Eduardo regrese a casa para ir al internado, ¿me tendré que marchar?
Betty.- Ya verás que cuando vuelvas encontrarás marido. Eres guapa, no debes
desesperar.
Ellen.- No los quiero. No me gustan. Quiero estar contigo. Y cantar para ti. Y besarte.
Porque te quiero Betty.
Betty.- También yo a ti. Pero las mujeres tenemos nuestras obligaciones. Si puedes,
debes tener niños.
Ellen.- Betty, Betty, te amo. Quiero estar contigo para siempre. Mi amor por ti es
eterno. Prefiero morir a abandonarte.
Betty.- No seas tonta. Venga, no llores. No sientes lo que crees sentir. Estar sola y este
clima te confunde. Vamos a desayunar y olvidemos esto.
40
Harry.- Te aseguro Claudio...
Claudio.- Absolutamente. Sé que nuestra amistad no es algo que el sexo débil pueda
alterar. La amistad masculina es virtuosa. Es la forma más excelsa de relacionarse.
Claudio.- Hay algo oscuro en las mujeres, que amenaza nuestra cordial naturaleza.
Entre hombres sólo existe claridad.
Harry.- Claudio...
41
Claudio.- Me siento contaminado.
Claudio.- La más infecta perversión. Roma cayó así, Harry. Este pecado puede derribar
imperios.
Claudio.- ¿No lo habrás hecho con los nativos? Dios mío, qué traición a la Corona.
Claudio.- ¿Cómo mantener esto en secreto? Los ríos tendrán tu nombre en el futuro, es
inadmisible. Debes huir de la depravación. Tienes que casarte. Eres atractivo para las
mujeres. Qué alivio que tú y Betty al final no... Díos mío, qué desagradable. Ya está: la
señora Saunders. Es una mujer emprendedora, podrá acompañarte en tus expediciones.
Harry.- Supongo que casarse no será tan malo como quitarse la vida.
(La señora Saunders entra. Claudio se aparta. Harry se acerca a la señora Saunders.)
42
Sra.Saunders.- Yo he escogido estar sola, señor Bagley. Si yo puedo cuidar de mi
misma, usted también podrá. Claudio, tengo algo importante que decirte. Acabo de ver a
Joshua poniéndose barro en la cara. Cuenta que sus padres fueron asesinados anoche por
nuestras tropas. Creo que le debes una disculpa en nombre de la Corona.
Sra.Saunders.- Señor Bagley, no quiero ser nunca más esposa de nadie. Del
matrimonio sólo una cosa me agrada.
(Joshua entra.)
Joshua.- No señor.
Claudio.- Sí, Joshua, sí, tu padre y tu madre. Estoy seguro de que eran leales a la
Corona. Indudablemente todo esto ha sido producto de un malentendido.
Claudio.- No sé que decir. Tus palabras te honran. ¿Qué puedo hacer por ti? Tómate el
día libre.
Claudio.- Algo horrible. No, quiero decir que unos familiares de Joshua han muerto por
accidente.
(Joshua se va.)
43
Eduardo.- ¿Qué? ¿Qué ha pasado?
(Desde dentro:)
(Harry y Ellen se van. Joshua entra con una copa para Claudio.)
Joshua.- La niñera se ha declarado a vuestra esposa, señor. Las he visto. Son malas
mujeres.
44
Claudio.- Te has pasado, Joshua. Quítate de mi vista.
Escena cinco
La terraza. Mesa con mantel blanco. Pastel de bodas. Cuchillo. Botellas y vasos.
Joshua sirve la mesa. Eduardo con la muñeca. Joshua lo ve. Extiende su mano.
Eduardo le da la muñeca. Joshua coge el cuchillo y abre la muñeca. Le saca todo el
relleno. La tira bajo la mesa.
Ellen.- ¿Disfrutaré?
(Ellen se va.)
Betty.- Creo que me han robado mi collar Claudio. Lo busqué para ponérmelo en la
boda.
Claudio.- ¿Joshua?
45
Harry.- Yo lo vi.
Claudio.- ¿Es eso cierto? ¿Dónde está? ¿Cogiste el collar de tu madre? ¿Tratas de
echarle la culpa a Joshua? Santo Dios.
(Eduardo se va corriendo.)
(Harry y Claudio las separan. Harry agarra a la señora Saunders, y Claudio a Betty.)
Claudio.- Ningún lugar puede ser su lugar. Qué comportamiento tan chocante.
46
Betty.- Oh Claudio, perdóname y quiéreme como siempre.
Claudio.- Bien hecho Eduardo, este acto te honra. ¿Ves Betty? Eduardo protegía tus
pertenencias por si nos atacaban los rebeldes. Qué reacción tan histérica por nada. Bien
hecho, hombrecito. Ya pasó todo. Los hombres malos han sido aniquilados. Devuélvele
el collar a mamá.
(Eduardo le entrega el collar a Betty, bajo la atenta mirada de Claudio, Joshua bebe de
forma continua. Ellen regresa.)
Maud.- Ah, aquí está la novia. Venga Ellen, no llores en tu propia boda. En la de los
demás si quieres, sí.
Claudio.- Ahora, unas palabras. ¿Quién va a decir unas palabras? Harry dirá unas
palabras.
(Aplausos.)
(Harry y Ellen cogen el cuchillo para cortar la tarta. Harry se tropieza con la muñeca
de debajo de la mesa.)
Ellen.- Mirad.
Betty.- Eduardo.
47
(Le da una colleja a Eduardo.)
(Levanta la copa.)
(Mientras Claudio habla, Joshua le apunta con su pistola. Sólo Eduardo lo ve. No hace
nada para advertir de este hecho. Se cubre las orejas con las manos.)
OSCURO.
48
Acto dos
Escena uno
Caty.-
Bang bang que bueno está
bang bang un chicle ya
se lo he pegado
en el culo a mamá
bang bang que bueno está.
Caty.-
¿Es un pájaro? ¿Es un avión?
es una cosa que nos mola mogollón,
mirad para arriba que caen judías,
mirad para abajo que caen garbanzos.
Caty.- No.
Caty.- No.
49
Lin.- Pues un accidente de coche con sangre por todos lados.
Caty.- ¿Y entonces qué hago? Dibuja tú. ¿Qué puedo hacer mamá?
(Caty se va. Victoria mira cómo juegan los niños fuera de escena.)
Lin.- Vale. Verdad. Aquí se está bien. Mejor que junto a los columpios. El año pasado
me salieron sabañones.
Lin.- Tomy no te deja leer mucho, ¿verdad? Seguro que no para de hablar.
Lin.- Yo no pude pasar de las primeras veinte páginas del libro que me prestaste.
Victoria.- Ya veo.
50
Victoria.- ¿Perdón?
Lin.- Suelta el libro cinco minutos. No has oído nada de lo que he dicho.
Victoria.- Ah.
(Caty entra con una pistola de juguete. Les apunta. Dice “¡pium! ¡pium!” y sale de
nuevo.)
No le pegues Caty, haz como que le matas. Apúntale. Pium, pium. Así.
51
Victoria.- Tengo miedo. Si dejo a Tomy jugar con pistolas, o con videjuegos, quizás
termine en el ejército o algo así.
Lin.- Irak.
Victoria.- Bien, bien. Altibajos. Ya sabes. Muy bien. Me ayuda en casa y eso.
Lin.- Yo me separé hace dos años. Al menos me dejó quedarme con Caty. Se lo
agradezco.
Lin.- Bueno, bueno. No me eches en cara si te parece mal como educo a Caty.
Lin.- Sí. Todo eso de los juguetes y los videojuegos. O si no, le regalaré por navidades
un súper rifle de asalto y le reventará la cabeza a Tomy.
52
(Caty ha entrado y ha empezado a dibujar utilizando todos los colores a su disposición,
sin ponerse el baby. Entra Eduardo.)
Eduardo.- Victoria, mamá está en el parque. Viene a toda leche hacia aquí.
Victoria.- Gracias.
Victoria.- Hablar diez minutos con mi madre me supone estar dos horas tirada en la
bañera.
Lin.- Mierda Caty. ¿Dónde está el baby? No me importa que pintes el vestido de arriba
a abajo, pero si luego no sale, no me vengas con que te lo quieres poner, ¿vale?
Caty.- Vale.
Eduardo.- ¿Disculpa?
Lin.- Me gusta mucho tu hermana. Ya sabes. Vale, no hace falta que vayas por ahí en
plan salir del armario, no importa. Así Caty. Es bonito el verde.
Lin.- El anterior jardinero era como muy macho. No les quitaba ojo a las niñitas.
Lin.- No he dicho nada, nunca he pensado nada y jamás lo pensaré. Nunca, nunca,
nunca.
53
Betty.- Me inquieta. Eduardo y tú siempre llorabais. Quizás tenga una conmoción.
Betty.- Ese otro chaval es un bruto. Deberías hablar con sus padres.
Betty.- Es un niño tan guapo. Y qué valiente. Ni siquiera llora. Debes vigilar que no se
adormile por el golpe. O le den nauseas. Si tiene vómitos esta noche llama a una
ambulancia. Qué buen aspecto tienes cariño, un poco cansada, paliducha... Trabajar aquí
te viene bien, ¿verdad Eduardo? Al aire libre. Como en África, donde creciste. Echas de
menos el sol, ¿verdad? Cualquier día de estos le va a dar por volver allí. ¿Pero qué
tenemos aquí?
Betty.- Qué dibujo tan bonito Caty. ¿Qué es? Una casa en llamas, ¿no? Eso rojo es
fuego, ¿verdad? O son piernas, ¿un caballo? ¿Me regalarás el dibujito o lo quieres para
mamá? Los niños tienen tanta imaginación que agotan. (A Lin.) Estoy segura de que
eres una madre excelente, como Victoria. Toda ayuda es poca. Bueno, en África, no
tuve problemas con eso, los sirvientes... Este es mi hijo Eduardo. Eduardo ella es...
Eduardo.- Lin.
Betty.- Lin, es Lin. Eduardo se distrae, aquí en el parque. Hace de jardinero. Mira, mira,
si parece un jardinero.
Betty.- Lo intenta, lo intenta. Será algo qué poder contar en el futuro, ¿no? Espero que
escriba una novela sobre ello, o una serie de televisión. Pero qué niña tan bonita es
Caty. Victoria era un bebé precioso. Como una muñeca. Nunca se sabe cómo nos van a
salir. Victoria es guapa, pero no se saca todo el partido que podría. No digo que su estilo
deba regirse por mí, pero bueno, hay mujeres que se visten como en la revista Vogue,
aunque espero que eso no sea lo que Martín busca en una mujer, si bien tampoco estaría
mal que buscara eso. No sé muy bien qué es lo que busca, y él tampoco lo sabe me
temo, pobrecillo. ¡Buf! ¿Hablo muy rápido? Me gusta tu falda cariño, pero no hace
juego con los zapatos. ¿Y mujeres? ¿No necesitáis jardineras Eduardo? Voy a dejar a tu
padre y necesitaré un empleo, bueno, no de jardinero claro. No me imagino con los
dedos verdes. Todo lo que toco se marchita. Vicky me regaló unas flores de Pascua la
nochebuena pasada y el día 26 ya se habían secado. ¡Ay Señor! Mira el dibujito.
54
Betty.- ¿En serio? ¿Quieres ponértelos? No tengo las orejas perforadas, nuca quise, te
pinchan en el lóbulo.
Betty.- Qué guapa. No te hacen daño, ¿verdad? Bueno según crezcas, te darás cuenta de
que para estar guapa hay que sufrir un poquito.
Victoria.- Hora de irse a casa. Tomy, hora de irse a casa. Última tirada de tobogán por
hoy.
Betty.- Pues no será de este país cariño. ¿Le puedo dar un caramelito? Sé que no son
buenos para los dientes, Vicky se enfada mucho conmigo. ¿Qué dice mamá?
55
Lin.- Adiós collarcito.
Eduardo.- ¿Dónde?
Caty.- Mi collar.
Betty.- ¿Lo ves? Toda ayuda es poca. Ha sido estupendo veros. Voy a seguir paseando.
Betty.- Sí, escuchaste bien Vicky, sí. Estoy buscando piso. Será divertido.
(Betty se va.)
Adiós Tomy, la abuelita se va. Tomy no pegues a esa niña, dile adiós a la abuela.
Victoria.- Hostias.
Eduardo.- Joder.
56
Eduardo.- ¿Soportarías tú vivir con él?
Lin.- Deja de lloriquear cara de moco. ¿Dónde está el abrigo? Si te callas te compraré
rosquillas y si no, caca de perro.
Victoria.- Tomy, ya está bien. Es la última vez que te tiras del tobogán.
Eduardo.- Jerry.
Victoria.- No sé qué pensaría Martín. ¿Se considera eso infidelidad? ¿Una mujer con
otra?
Lin.- Te gustaría.
Escena dos
Eduardo.- A veces me gusta pensar que no nos conocemos. Y que vienes al parque a
comerte un sándwich. Y me observas.
57
Jerry.- ¿Es una orden?
Jerry.- No. Es una mala costumbre. Mira, me emborraché. Me desperté a las cuatro de
la mañana. Estaba fatal y no tenía dinero para un taxi. Así que volví a dormirme.
Jerry.- Nadie te ha invitado. (Eduardo se va.) Llevo con Eduardo dos años. Tienes que
distanciarte porque si no, pierdes la perspectiva. Voy a coger el tren que me lleva al
trabajo. Según llego al andén, me fijo en alguien. Poca cadera, tensión en los hombros,
tratando de no mirar a nadie. Me cojo el paquete, lo suficiente para que no se lo pierda.
Llega el tren. Entro con calma. No quiero que ningún hetero orejón y peludo se
interponga entre él y yo. Una vez dentro me meto en uno de esos compartimentos que
hay entre vagón y vagón. ¿Dónde coño está? Bip bip bip bip bip bip bip bip. El tren
sale. Él entra. Bien. El trayecto dura seis minutos. Así que no puedes empezar nada que
no puedas acabar. Le miro. Se baja la cremallera. Se para. Me saco la polla. Se agacha.
Se la mete en la boca. Cierra fuertemente los ojos. Y empieza a babármela como sin
saber qué hacer, “un poco más fuerte por favor”, le digo, “lo siento”, me dice, y
continúa. Se la está meneando con su mano izquierda. Bien dotado. Trato de mirar su
reloj porque estoy muy cachondo y no quiero pasarme de parada. Salimos del
compartimento. Nos sentamos. Casi hemos llegado. Me siento genial. Y empieza a
hablar. Una vez te cuenta que tiene una librería de ciencia ficción y que vive con su tía,
se acabó. Me dice que espera que yo no piense que hace esto todos los días. Bueno, que
lo haría si coincidiese de nuevo conmigo. Que porqué no quedamos para comer. Me
levanto. “Vivo con alguien” le digo. Se levanta. Pierde el equilibrio. “Dame tu número,
eres mi tipo, ¿qué horóscopo eres?, ¿dónde vives?, ¿a dónde vas? No es justo.” Lo vi
hará cosa de dos meses en la estación. Me fui a la otra punta del andén. Después me tiré
a un tío cojonudo. Ni una palabra. Sólo sonreía.
Caty.-
Soy un chino capuchino mandarín rin rin
he llegado de la era del Japón pon pon
mi coleta es de tamaño natural ral ral
58
y con ella me divierto sin cesar sar sar.
Al pasar por un cafetín tin tin
una china me tiró del coletín tin tin
-oye China que no quiero discutir tir tir.
-Soy un chino mandarín rin rin.
(Caty se va. Martín, Victoria y Betty dan un paseo por el parque. Fuera de escena Tomy
da de comer a los patos del estanque. Martín va hacia el estanque.)
Martín.- ¡Tomy!
Betty.- Se va a caer.
Martín.- No vayas hasta el borde. Tira el pan desde ahí. Los patos irán por él.
Betty.- No sé si podré arreglármelas yo sola. Casi no soy capaz de dar un paseo. Todo
me asusta.
Victoria.- No se caerá.
Martín.- Tira el pan. Así. Mira como se lo comen. Cuac, cuac, cuac, cuac.
Betty.- No quiero medicarme. Lin dice que no puedes fiarte de los médicos.
59
(Victoria va hacia Martín. Betty se queda en el banco.)
Martín.- Si quieres ese trabajo, vete. Si no lo quieres, quédate aquí. Todo el mundo
toma decisiones así cada día. No tardarás más de un año en volver. Será como estar de
vacaciones. Nuestra relación soportará la distancia. Y si no, mejor que lo dejemos. No
quiero presionarte. Pero cuando lo decidas, avísame, para saber si vendemos la casa o
no. Si te vas a otra ciudad nuestra vida cambiaría por completo, es algo complicado.
Podemos no vender la casa para que Tomy se sienta seguro, en un sitio donde crecer,
por otro lado también debe habituarse al hecho de que, hoy en día, la seguridad no
existe. Pídele consejo a tu madre. Y haz lo contrario de lo que te diga. Yo podría
alquilar el estudio de Bárbara y turnarnos el cuidar a Tomy. Creerás que eso significa
que me quiero follar a Bárbara. Y no es así. Bueno, sí es así, pero no. Y si lo hiciera,
sólo sería un polvo entre amigos. Punto. Mejor con gente conocida que con extraños.
Mira, decidas lo que decidas yo te apoyaré. Eso sí, me gustaría saber en qué debo
apoyarte. No llores otra vez Vicky. No me hagas sentir como un maltratador.
(Lin ha entrado y se ha sentado con Betty, Caty se les une. Lleva un vestido azul, y un
rifle de juguete.)
Lin.- Le he comprado tres vestidos. Dice que jamás irá en vaqueros al colegio porque
Eva y Mery la llaman marimacho.
Caty.- Cuando vengan a merendar tendremos bizcocho. No del que haces tú, del que se
compra. Y te tienes que poner falda. Y medias.
Betty.- Estás muy guapa. ¿Esa pistola hace ruido? Ponla lejos.
Martín.- ¿Te ves capacitada para este trabajo? No tienes porqué hacerlo. Nadie va a
pensar nada malo si te quedas aquí, conmigo. No tiene sentido ser tan “liberal” si luego
vas a estar llorando todo el rato. Quédate. Nos las arreglaremos. El sexo por ejemplo.
Hablar mientras lo hacemos me hace sentir como si estuviera en la autoescuela.
Izquierda, derecha, más rápido, sigue, para...
Victoria.- Aaaaargh.
Caty.- Cáete.
60
Victoria.- No. El suelo está humedo.
Caty.- Los de La Panda de la Mano Sangrienta se caen cuando los matas. Dicen que
me debo tirar en el barro o no me dejarán jugar. Mira, ese pato es un pato mandarin, rin,
rin.
Caty.- Ese otro bucea. Tiene un ojo amarillo y bucea. Aquel es un ganso. Tomy no lo
sabe, cree que es un pato. A las crías se las comen las comadrejas. Pium, pium.
(Caty sale.)
Martín.- Así que ayer me bajó la erección porque no estoy preparado para hablar. El
cerebro usa un hemisferio distinto para la información técnica. No me gusta sentir que
sabes hacértelo sola mejor que yo te lo hago. He leído El Informe Hite. Ya me sé eso de
que las mujeres deben aprender a darse placer más allá de nuestros torpes intentos por
expresar devoción y éxtasis infinitos, y que nos pasamos la adolescencia pensando que
es una necesidad animal a satisfacer, pero que en realidad se trata de un arte a
perfeccionar. Yo no soy como todos esos tíos que se han vuelto impotentes por la
liberación femenina. Estoy absolutamente a favor de ella, mucho más de lo que lo
puedas estar tú. No soy alguien que la mete, la saca y a dormir. Mi único objetivo es
darte placer. Mi intención es proporcionarte orgasmos múltiples como ya lo hice con
otras mujeres. ¿Por qué contigo no funciona? Supongo que, a pesar de todos mis
esfuerzos, tú te sientes dominada por mí. De hecho, es una pena que no te veas del todo
en ese trabajo. Me hace sentir muy culpable. No quiero que lo aceptes sólo porque yo lo
diga. Pero, ¿no crees que te sentirías mejor? Siempre has hablado de libertad. Tú eres la
que ha tenido experiencias lésbicas, y me parece estupendo, las mujeres tienen mucho
que darse las unas a las otras. Os necesitáis. ¿Te incomodo? Vete, déjanos a mí y a
Tomy, por una temporadita, saldremos adelante. No quiero presionarte, pero no te veo
muy entera. Dios sabe que hago todo lo que puedo para que no te caigas. Sé tú misma.
Ni te imaginas lo doloroso que es ver que no eres capaz de defenderte por ahí.
Betty.- Debes sentirte muy sola sin tu marido. ¿Lo echas de menos?
61
Lin.- Tengo muchos amigos.
Betty.- Cuando hago café aún pongo dos tazas. Me resulta raro que no haya un hombre
en casa. No sé para quién hacer las cosas.
Betty.- Siempre he estado entre hombres, así que jamás me he molestado en buscar
amigas.
Betty.- Sus conversaciones no son tan interesantes. Nunca ha existido una mujer como
Beethoven, por ejemplo. No tienen sentido del humor. Lo fastidian todo con sus
emociones. No puedo decir que me gusten mucho, no.
Martín.- ¿Sabes que si me pusiera cocaína en la polla podría aguantar toda la noche?
Lo que pasa es que se insensibiliza y no sientes nada, claro. Pero tú sí, y eso es lo que
importa. Sólo quiero hacerte feliz.
Betty.- Mejor que me acompañes tú, Martín. Me siento más segura con un hombre. El
parque es muy grande.
62
Martín.- De acuerdo, adelantaré trabajo en casa. Estoy escribiendo una novela sobre
mujeres desde el punto de vista de las mujeres.
Victoria.- ¿Por qué coño no se viene conmigo? ¿Por qué me hace el lío siempre? ¿Por
qué no podemos echar polvos normales como todo el mundo? No, él no. ¿Por qué me
complico la vida? Tengo que acabar con esto Lin. Contigo es distinto. ¿Si me fuera a
trabajar lejos me querrías?
Lin.- Sí.
Lin.- Sí.
Lin.- Sí.
Lin.- ¿Y tú a mí?
Victoria.- Sí.
Lin.- Sí.
Victoria.- Lo peor es que me siento mal por no darle siempre la razón. Soy más lista
que él. Más brillante.
Lin.- ¿Tonta? Joder. Pues no lo hagas. No te lo pido porque necesite compañía. Estaría
bien, por eso, sería bueno para las dos. ¿Tonta? Qué te den. Caty, joder, deja de tirar
piedras a los patos. Llamaré al hombre del saco.
Victoria.- ¿Y luego dices que yo estoy dominada por mi educación? La madre liberada
metiendo miedo con folclore. Tus convicciones se tambalean Lin.
Lin.- He logrado sustituir peras por manzanas. No puedo cambiarlo todo del tirón.
Victoria.- Ya. Te pasas el día criticando el “consumismo sexista” y luego flipas con el
cosmopolitan.
63
Lin.- ¿Qué pasa? ¿Te molesta que me guste la moda?
Lin.- Puede ser, pero beso bien, ¿eh? A Caty le compro pistolas y videojuegos
violentos, algo que mi madre jamás hubiera hecho. Trato de vestirla de un modo
“neutral” y luego ella, quiere vestiditos. No sé. No puedo estar en todo. Has leído
mucha mierda políticamente correcta, me tratas peor que Martín a ti, joder. Han matado
a mi hermano. Me jode terminar así la discusión.
Victoria.- ¿Cómo?
Lin.- Me llamaron esta mañana. Haría dos años que no le veía. Se lo dije a mi padre. Si
le oyeras, parecía que lo había matado yo. No quiere que vaya al funeral.
(Caty entra.)
Lin.- Bill. Tu tío. El del ejército. Bill, el que te regaló el osito azul. Lo han matado.
64
Caty.- No voy a la cama.
Victoria.- Caty...
Lin.- No te metas.
(Todos se gritan. Caty huye. Lin y Victoria callan. Silencio. Ríen. Se abrazan.)
Lin.- ¿Y Tomy?
Lin.- ¿Sí?
(Caty entra.)
Lin.- ¿Dónde está Tomy? ¿No le has visto? ¿Se ha ido con Martín? ¿Sabes dónde está?
Lin.- ¿Y entonces?
65
Victoria.- ¿Y luego?
Victoria.- No no.
(Victoria y Lin se van, cada una por un lado. Caty se sienta en el banco.)
Caty.- Obladi, Obladá, nanana, ná. (Pausa.) ¡Allí está! ¡En los arbustos! ¡Mamá!
(Lin vuelve.)
Lin.- Venga.
Caty.- Yo le encontré.
Lin.- Vale.
66
Lin.- Vale.
Lin.- Pronto.
Eduardo.- No me importa.
Eduardo.- Si quieres. No se te da tan bien como a mí, pero... ¿Qué tal hoy?
Jerry.- Déjalo.
67
Jerry.- Sé tú mismo.
Eduardo.- Me gusta la cocina. Me gusta que me folles. Siempre me has querido tal cual
soy.
Jerry.- Edi, deja de interpretar ese rollo de la loba herida, no tiene gracia.
Eduardo.- Te esperaré, Jerry. Si te da por volver. Los tipos como tú vais por ahí en plan
llanero solitario. Y yo no puedo amar, de verdad, a más de una persona. Lo cierto es que
no sé enfrentarme a la vida sin nadie a mi lado. Así que no tardes mucho o puede que se
te haga tarde.
68
Victoria.- Tomy ha tirado un cochecito por ahí, ¿no lo habrás visto verdad? Rojo. Es su
preferido. Bah. A la mierda. Martín le está leyendo un cuento. Que silencio, ¿no?
Eduardo.- No. Quiero ser mujer. Y tener tetas. Son bonitas. ¿Puedo tocarlas?
Escena tres
Victoria.- Venga.
Victoria.- En triángulo.
Lin.- Improvisa.
Eduardo.- ¿Qué?
Lin.- Shhhh.
69
Eduardo.- ¿Qué es esto? ¿Cómo la oui-ja o algo?
Lin.- Bésame.
Victoria.- La ceremonia.
Lin.- Bueno, como dijiste que las mujeres eran sacerdotisas y que follaban todo el rato...
estoy creando ambiente.
Victoria.- ¡Lin! Innin, Innana, Nana, Nut, Anat, Anahita, Istar, Isis.
Diosas de múltiples nombres, ancestros de ancestros, que a través del caos creastéis la
vida, escuchadnos, traspasando las barreras del tiempo. Antes de Jehová, antes de
Jesucristo, antes de que los hombres os expulsaran y quemaran vuestros templos,
escuchadnos. Llevadnos de vuelta allí, entregadnos el tiempo que no tuvimos, hacednos
ser las mujeres que no hemos podido ser.
70
Victoria.- Diosas del sol y de la luna, diosas de Creta con serpientes en las manos.
La veo.
Eduardo.- ¿Qué?
(Paran.)
Lin.- La veo. Es alta. Serpientes en las manos. Luz luz luz luz... ¡¡CUIDADO!! ¿Os
asusté?
Eduardo.- Eunucos.
Victoria.- La sacerdotisa escogía un amante. Durante un año era rey. Al final del año, lo
mataban.
Eduardo.- Yupi.
Victoria.- Y las mujeres tenían niños y nadie sabía a quién se follaba, no sabían nada de
los padres y en realidad les daba igual. Las madres mandaban...
71
Victoria.- No está de más entender la base teórica. La jodienda está directamente
relacionada con la hacienda.
Lin.- Bésanos.
Lin.- ¿Dónde?
Eduardo.- Ahí.
Eduardo.- Que más da lo que él crea, con que lo creamos nosotros basta.
Martín.- Estás aquí. Te he buscado por todas partes. ¿Qué coño hacéis? ¿Sabes qué
hora es? Estáis como una cabra.
Ah, vale. Si todo se reduce a eso, no hay problema. ¿No creéis que está un poco
pasadito ese rollo de liberación igual a sexo?
(Es un soldado.)
72
Lin.- Mi hermano.
Lin.- Es mi hermano.
Soldado.- No, quiero echar un polvo, eso es todo. Es lo peor del puto ejército. No
podíamos salir por ahí, claro. Todas las tías iban con burka. Me aburría como una puta
ostra. O me cagaba del miedo. Cinco minutos que no me aburría, luego, de nuevo
acojonado. Cuando salíamos con el tanque no tenía miedo, pero me aburría. Todo el día
mirando revistas porno y toda la noche cascándomela. ¿El ejército es vida? Ni de coña,
hasta los críos nos odiaban. Estaba hasta los huevos y me entraron ganas de matar a
alguien y terminé matándome yo, y ahora quiero echar un polvo.
Lin.- Victoria, ven a casa con nosotros. Se viene a vivir con Eduardo y conmigo.
Lin.- Es verdad.
Victoria.- Es verdad.
73
Cuando Eduardo se despertaba ponía la radio a todo trapo, adiós al silencio. A veces me
despierto a las cuatro de la mañana. Pájaros. Silencio. Si traigo a alguien a casa jamás le
dejo pasar la noche. ¡Eduardo! ¡Eduardo!
Eduardo.- Quiero que volvamos a hacer lo mismo que la última vez. No puedo dejar
de pensarlo. A veces lo hago yo solo pero no me gusta tanto. ¿No quieres?
CANTAN TODOS.-
Ven aquí que estarás en una nube.
74
Abajo y arriba, porque estás en una nube.
Escena cuatro
Caty.-
Veo, Veo...
Qué ves
Una cosita
¿Y qué cosita es?
Empieza con la s
Que será, qué será, que será
¡Que soy sexy!
Eduardo.- Esta noche te quedas con Tomy y Caty, ¿de acuerdo? Tomy está tomando
antibióticos, que se termine la botella. Recuérdame que te traiga los bañadores de Caty.
Caty.- Di seis brazadas, ¿verdad Martín? ¿Hice un largo? ¿Cuántas brazadas son una
piscina? ¿Cuántos kilómetros mide una piscina? Voy a ganar el bronce y el diamante y
la plata y el oro.
Eduardo.- No le regañes.
Martín.- Tengo que ir a la lavandería a recoger más sábanas. Claro que no le regañaré,
joder, Edi, por Dios. Mi hijo se mea, no es agradable, pero así es. Me debería estar
meando yo también.
Martín.- No.
(Entra Betty.)
Betty.- Echo de menos el sol de África, pero hoy hace un día precioso. Aprendes a
valorar el fin de semana cuando trabajas. Betty ha estado trabajando esta semana, Caty.
Me canso mucho Martin. No sé cómo trabajas tanto y tan pancho. Y el dinero. ¡Buf!
Soy como una niña pequeña con el dinero. Claudio siempre pagaba todo, pero me
manejo bien. Mira, Caty, dinero.
75
Caty.- Uno, dos, tres...
Eduardo.- No te lo dará.
Betty.- No me gusta hablar mucho, Martín, para que no pienses que me comporto como
una suegra.
Betty.- Gracias Eduardo. No te hablo a ti. Martín, creo que estás siendo muy bueno.
Vicky volverá. Deja que se quede con Lin hasta que se aclare un poco. Para ella es
necesario tener una amiga. Yo tenía amigas en el colegio. Era maravilloso. Estoy
segura de que Eduardo y Lin no van a querer que se quede en su casa indefinidamente.
Ya no me sorprende que Lin y Eduardo no se hayan casado, y que ella sea madre sin
marido, todos sabemos que los matrimonios no siempre funcionan. Pero ya verás como
Vicky entra en razón. Pobre Tomy. Me han dicho que no duerme bien. Tiene tos.
Caty.- Mi cama es horrible. Quiero dormir en la cama grande con Lin y Vicky y Edi y
me meto igual cuando tengo pesadillas y mi cama tiene un bulto donde tengo la espalda.
Quiero dormir en una tienda de campaña.
Betty.- Tomy tiene una tos de caballo Martín. Digas lo que digas.
Martín.- Antibióticos.
Betty.- Me alegra oírlo. Mira qué cantidad de dinero Caty, y tengo mi mesa propia y
contesto al teléfono y llevo la agenda del doctor y me lo paso muy bien.
Betty.- ¿No serán esos chicos grandes, verdad Caty? Son muy brutos. Se cuelan en el
parque después de que anochezca. Estoy segura de que mamá no te deja jugar con ellos,
¿eh, Eduardo? Bueno, yo qué sé.
Caty.- ¡Mira! El carrito de los helados. Martín, lo prometiste. Quiero uno con tres bolas,
de chocolate. No uno de vainilla. Betty, para ti el de vainilla y yo lo probaré. No, para ti
el de chocolate y yo el de vainilla.
76
Jerry.- Hola Edi. Sabía que te encontraría aquí.
Eduardo.- Jerry.
Eduardo.- No, claro que no. Estoy en el paro. Aunque trabajo bastante, labores del
hogar.
Jerry.- ¿Mujeres?
Jerry.- Pasaba por aquí y pensé que estaría bien hacerte una visita. Estuve en la sauna
anoche y vi a alguien clavado a ti, no eras tú, claro. Pero me lo follé de todas formas.
Eduardo.- Les digo que se callen y se callan. Estoy bien con ellos.
Jerry.- Bien.
(Eduardo se va. Entra Harry Bagley. Flirtea con Jerry. Salen juntos. Entra Betty.)
77
(Entra Maud.)
Maud.- Tómate a la señora Saunders como una advertencia, Betty. Sé lo que es estar
desprotegida.
Maud.- Sé que tenemos nuestras diferencias, pero yo sólo quiero lo mejor para ti.
(Entra Ellen.)
Betty.- Creía que Claudio era el único al que le gustaba el sexo. Pero más tarde me di
cuenta de lo que me había perdido. Cuando era pequeña me tocaba, pretendía haber
inventado algo fabuloso. Lo hacía antes de irme a dormir o para alegrarme el día. Una
vez estaba lloviendo mucho y yo estaba debajo de la mesa de la cocina, mi madre me
vio con la mano bajo el vestido arriba y abajo, tiró de mí tan fuerte que me golpeó en la
cabeza, sangré mucho y me sentí fatal. Jamás volvimos a hablar de aquello y jamás
volví a hacerlo. Hasta ahora. Pensaba que yo era persona, sólo cuando Claudio me
miraba. Una noche, en mi piso, estaba en la cama, tenía tanto miedo que pensé que iba a
desaparecer. Me toqué para comprobar que todo seguía en su sitio, temía encontrar sólo
el vacío. Toqué mi cara, allí estaba. Mi brazo, mis pechos, y mi mano bajó y bajó, hasta
donde yo creía que no se debía bajar, y pensé : “bueno, parece que sí soy persona.” Fue
muy dulce, recobré aquella vieja sensación, era suave, el tacto desnudo, y poco a poco
me sentí más entera y sentí rencor hacia Claudio, y hacia mi madre y continúe, y
continúe, para desafiarles, y sentí un inmenso placer creciendo en mi interior y en mi
exterior y no podían pararme y yo estaba allí y me corrí. Y me corrí. Tenía la impresión
de haberle sido infiel a Claudio. Mi madre me hubiese matado. Pero estaba orgullosa,
me sabía vencedora ante ellos, ya era persona. Yo sola. Y lloré porque no lo quería ser.
Pero ya no lloro más. A veces me hago tres en una noche. Es genial.
Victoria.- Y le dije al profesor, no creo que este momento sea el correcto para nombrar
el concepto de causalidad estructural... Oh, hola mami.
Betty.- Os voy a hacer una pregunta. Tengo un dinerillo ahorrado, de lo que me dejó tu
abuela. Vosotros tres estáis viviendo en ese estudio chiquito. Con dos niños. Me
pregunto si podríamos comprar algo más decente e irnos a vivir juntos. Tendríais más
espacio.
78
Lin.- Tendríamos jardín, Vicky.
Victoria.- Yo no quiero.
Lin.- Venga, Vicky, sabe que dormimos en la misma cama. Con Edi.
Betty.- Bueno, en realidad lo sabía desde hace tiempo pero no estaba segura. No pienso
mucho en ello, así que no sé si lo sé o no lo sé.
(Entra Martín.)
Lin.- La última vez que la vi estaba contigo comprando helado. Te toca a ti, ¿no?
79
Martín.- Después fue a jugar. Se va a jugar. No puedo estar encima segundo a segundo.
Martín.- ¿Y por qué coño tengo yo que cuidar de tu hija? Debería cuidar a Tomy. ¿Por
qué tiene que pasar con vosotras toda la semana?
Lin.- Si no quieres hacerte cargo de ella, por mí vale, pero no digas que sí, para después
abandonarla.
Victoria.- Cuando me vaya todo va a ser distinto, Lin se queda y tú también, así que
nos vamos a tener que sentar para hablar de todo un poco.
Martín.- Déjalo ya. Me lo curro mucho como para que ahora me tratéis así, merezco un
poco de respeto.
(Lin se va.)
Martín.- A veces le tengo viendo la tele hasta que se queda dormido en el sofá. Venga
Caty, te invito a otro helado.
Betty.- No gracias, el frío me hace daño en los dientes. Muchas gracias, Vicky, gracias.
80
(Victoria se va. Betty se queda sola. Entra Jerry.)
Betty.- Los hijos siempre dan ideas equivocadas cuando hablan de sus padres. Es un
problemón encontrar un hogar y saber con quién lo compartes. Yo vivo sola desde hace
poco.
Jerry.- Yo también. Eso es bueno. Así uno puede hacer lo que le apetece.
Betty.- A mí, escuchar música en la cama y, alguna vez, cenar una rebanada de pan con
mantequilla. ¿No te sientes solo? A lo mejor tienes muchos amigos. Quiero hacer
amistades, y dar una fiesta en mi casa. ¿Quieres venir? Habría más cosas, aparte de pan
con mantequilla.
Betty.- ¿Sí?
Betty.- Bien. Me sorprende que quiera volver a compartir piso. Ahora está metido en
algo con una mujer con la que vive, o con dos mujeres con las que vive. No entiendo
mucho a Eduardo, da igual.
81
Betty.- Intentó contármelo una vez, pero no le escuché. Lo que insinúas es que Eduardo
es gay, ¿verdad? Y tú también. Y yo he estado haciendo el idiota un rato. Pero Eduardo
también se acuesta con mujeres, ¿no?.
Betty.- Se dice que en estos casos es culpa de la madre. Con esto no trato de acusarme
de nada, ¿eh? Eduardo parece muy feliz.
Betty.- Me encantaría, sí. Nunca le había, ¿cómo se dice?, tirado los tejos a nadie.
Claudio.- Tú no eres así Betty, no podría creer que lo fueras. Ya no siento lo mismo por
ti. Y ahora África se convertirá al comunismo, supongo. Antes me sentía orgulloso de
pertenecer a mi patria. Era un ideal. Me gustaba salir a la terraza a mirar a las estrellas.
(Claudio se va. Betty del Acto uno entra. Betty y Betty se abrazan.)
82