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PS.

MIGUEL
ROSELL
NAAMÁN, EL SIRIO

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NAAMÁN, EL SIRIO ...................................................................................................... 2


(2 Reyes 5: 1-27) .............................................................................................................. 2
(2 Reyes 5: 9-14) .............................................................................................................. 5
Eliseo no recibió personalmente a Naamán .................................................................. 6
La contrapropuesta de Naamán ................................................................................ 7
Su frustración ............................................................................................................ 8
La sabiduría de los menospreciados ......................................................................... 8
Un gentil que se sujeta a Dios ...................................................................................... 9
(2 Reyes 5: 15-27) ............................................................................................................ 9
1) El reconocimiento de Naamán al único Dios, el de Israel ................................. 9
2) La codicia manifiesta de alguien muy cercano a Eliseo: Giezi. ...................... 11
Autoengaño, calumnia, deslealtad .......................................................................... 11
Blasfemia, temeridad, usurpación, prevaricación, ocultación del delito ................ 12
La generosidad del agradecido, no siempre se dirige a un buen fin ....................... 12
3) La lepra de Naamán pasó al codicioso ............................................................. 12

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NAAMÁN, EL SIRIO

(2 Reyes 5: 1-27)

La historia de Naamán, el general sirio, no tiene por protagonista a su persona, ni


tampoco al profeta Eliseo; tiene por protagonista a Dios.
Muchos han pretendido ver en Naamán la manifestación de una bondad innata, y de una
libre voluntad para buscar a Dios. No es así. Si se ve con atención, fue el mismo Dios
quien por su previa elección usó a Naamán para exaltarse y mostrarse como el Único
que puede hacer el bien, a quien quiere, y cómo quiere, y siempre en el contexto de
Israel.
No es Naamán el protagonista, no es Eliseo; es Dios el protagonista.
(2 Reyes 5: 1) “Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante
de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová
salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso”.
Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo
tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era
este hombre valeroso en extremo, pero leproso.
El nombre Naamán, era un nombre muy común en la Siria de aquel tiempo. Significa en
arameo “afable, leal”.
Acerca del hombre, Naamán, podemos hacer cuatro apreciaciones:
1) Él era el comandante general del ejército de Siria.
2) Era “varón grande”, es decir, un personaje de alta posición social, muy
destacado.
3) El rey de Siria “le tenía en alta estima”, debido a las victorias militares que había
conseguido.
4) Era un “hombre valeroso en extremo”, término que se usa en el AT tanto para un
hombre de gran riqueza (Rt. 2: 1), como para un guerrero valeroso (Jue. 6: 12;
11: 1)
La Palabra reconoce que fue Dios quien dio salvación a Siria, es decir, le dio victorias
militares a Siria por medio de él.
Aquí vemos que la atribución del éxito militar de los sirios, también sobre Israel, fue de
parte del Dios de Israel. Todo lo que ocurre es debido al plan divino.
“Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso”: Aquí vemos, por otra parte,
acerca de la gran paradoja humana. Naamán era muy valeroso, pero al tiempo, estaba
enfermo, tenía la lepra, enfermedad terrible en aquellos días, que no tenía cura.
Paradoja, porque siendo como era un hombre muy preparado para su cometido, se veía
cada vez más imposibilitado de realizar su función por su enfermedad.

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Así es el ser humano. Tiene un enorme potencial, pero al tiempo, está limitado por el
efecto de la caída. Necesita de Dios.
(V. 2) “Y de Siria habían salido bandas armadas, y habían llevado cautiva de la tierra
de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de Naamán”:
Aquí vamos a ver acerca de los caminos de Dios, que no siempre son conforme a
nuestros caminos, y que no se pueden entender a corto plazo.
“Y de Siria habían salido bandas armadas…”: Se trataba de batallones del ejército
sirio, comandados por Naamán. Estos batallones, habían entrado en Israel y habían
conseguido sus objetivos, obviamente permitido por el Dios de Israel. Esto último era
inconcebible para la comprensión del judío, pero fue una realidad.
Un hecho es destacable de todo ello, y lo es sólo para Dios y Sus propósitos: “…habían
llevado cautiva de la tierra de Israel a una muchacha, la cual servía a la mujer de
Naamán”
A modo de José, que acabó sirviendo en la casa de Potifar, esa muchacha de la cual no
se nos da su nombre, que había sido injustamente apresada y llevada cautiva, comienza
una historia impresionante, cuyo único motivo es la gloria del Dios de Israel.
Esa muchacha, habiendo sido raptada, seguramente junto a muchos más, acabó como
sirvienta de la mujer del protagonista humano de este relato, Naamán. ¿Fue casualidad?,
no. Fue obra de Dios, para Sus propósitos.
(V. 3) “Esta dijo a su señora: Si rogase mi señor al profeta que está en Samaria, él lo
sanaría de su lepra”:
La chica sabía que el profeta Eliseo tenía vivienda en Samaria (6: 32). No sabemos
cómo lo sabía, pero así fue. También sabía que Eliseo hacía los milagros de Dios. Lo
que no entendemos es por qué le dijo a su señora que el profeta iba a sanar la lepra de su
marido, sabiendo que los israelitas consideraban a los gentiles como seres despreciables.
Es obvio que esa muchacha fue inspirada por el Dios de Israel para exclamar como lo
hizo.
La prueba acerca de lo inaceptable del asunto por parte de los judíos lo vemos por las
mismas palabras del Señor Jesús:

“Y muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos
fue limpiado, sino Naamán el sirio. 28 Al oír estas cosas, todos en la sinagoga se
llenaron de ira” (Lucas 4: 27, 28)

(V. 4) “Entrando Naamán a su señor, le relató diciendo: Así y así ha dicho una
muchacha que es de la tierra de Israel”:

Prosperó el mensaje de la israelita. Es evidente que cuando existe una necesidad


apremiante, todos los posibles recursos son contemplados. Se hace de la necesidad una
virtud.

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(V. 5) “Y le dijo el rey de Siria: Anda, ve, y yo enviaré cartas al rey de Israel. Salió,
pues, él, llevando consigo diez talentos de plata, y seis mil piezas de oro, y diez mudas
de vestidos”

Siguiendo el debido protocolo y conducto reglamentario, Naamán fue a su rey


(seguramente Ben-Adad II) para pedirle permiso para ir no sólo a Israel, sino para ir a la
presencia de Joram, su rey.

Esto implicaba un salto cuantitativo, ya que las relaciones entre Israel y Siria no eran las
mejores ni mucho menos. Por tanto, el rey de Siria, aún y costándole (“anda, ve”), por
no defraudar a su mejor servidor, le iba a facilitar su propósito. Preparó las cartas de
índole diplomático pertinentes.

Ammán también preparó presentes para Joram, como 340 kilos de plata y 68 kilos de
oro. Además de los vestidos que eran objetos de gran aprecio.

Tuvo que ser algo de Dios el que Ammán hiciera caso en definitiva a esa sirvienta (de
las muchas que tenía), ya que de otro modo jamás hubiera dado un paso en esa
dirección.

También es sustancial el ver que Ammán, aun y sabiendo que el propósito era ir a ver al
profeta, fuera a ver al rey de Israel. No creo que fuera por ninguna cuestión de respeto o
consideración hacia el rey necesariamente, sino que en ello también vemos un propósito
divino. Perfectamente Ammán podría haber localizado a Eliseo entrando de incógnito
en Samaria.

(V. 6) “Tomó también cartas para el rey de Israel, que decían así: Cuando lleguen a ti
estas cartas, sabe por ellas que yo envío a ti mi siervo Naamán, para que lo sanes de su
lepra”:

Entendemos que el rey de Siria envió de antemano una documentación para anunciarle a
su homólogo de Israel que Naamán llegaría en algún momento. También le anuncia el
motivo: ¡¡PARA QUE ÉL LE SANARA DE LA LEPRA!!

Llegados a este punto varias cosas hay que señalar como posibles:

 Que el rey de Siria aprovechó la coyuntura para poner en aprieto al rey de Israel
(porque cómo iba ese hombre a sanar de lepra a alguien)
 Que el rey de Siria era un perfecto ignorante y lo que le trasmitió a su homólogo
era exactamente lo que esperaba de él.
 Que estaba tan desesperado por la sanidad de su amigo y siervo, que confiaba en
cualquier cosa, como la de pensar que el rey de Israel tenía ese poder de sanar, y
que lo iba a hacer.

Me decanto por la segunda.

Pero el rey de Israel pensó la primera:

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(V. 7) “Luego que el rey de Israel leyó las cartas, rasgó sus vestidos, y dijo: ¿Soy yo
Dios, que mate y dé vida, para que éste envíe a mí a que sane un hombre de su lepra?
Considerad ahora, y ved cómo busca ocasión contra mí”

Joram era un hombre mal pensado, por aquello de “piensa mal y acertarás”. Tanto fue
así que “rasgó sus vestidos”. Esta era una acción de aflicción, dolor y hasta
desesperación. Joram entró en pánico.

Tal era el miedo que tenía a los sirios y a su rey (típico temor de los “creyentes” que se
ven poca en sí mismos, sin ver la grandeza del Dios en quien dicen creer), que llegó a
creer que de una manera literal el sirio esperaba que él pudiera sanar, y nada menos que
al general de los ejércitos de Siria.

Por tanto, llegó a creer que todo era una excusa de parte del sirio para provocar una
guerra.

(V. 8) “Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus
vestidos, envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos? Venga ahora a mí, y
sabrá que hay profeta en Israel”

Eliseo comprendió bien, entendió que, aunque equivocadamente, era a él a quien


buscaba el rey sirio. Ahí está la gran diferencia entre el que es verdadero creyente, del
que no lo es. El primero discierne, el segundo no puede discernir.

“Cuando Eliseo el varón de Dios oyó que el rey de Israel había rasgado sus
vestidos…”: Eliseo aparece en escena en el momento justo. Dios interviene cuando es
Su voluntad, en el momento de la desesperación humana.

“…envió a decir al rey: ¿Por qué has rasgado tus vestidos?...”: Pregunta retórica, para
hacer entender dos cosas:

1. La ineptitud humana mostrada por Joram.


2. El poder de Dios que iba a manifestarse a pesar de esa ineptitud.

“Venga ahora a mí, y sabrá que hay profeta en Israel”:

En esta frase, vemos ya con claridad la intención del Señor, que Él fuera exaltado en
Israel, por haber levantado un profeta conforme a Su corazón: Eliseo.//

(2 Reyes 5: 9-14)

“ 9 Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la casa de
Eliseo. 10 Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el
Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio. 11 Y Naamán se fue enojado,
diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el
nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra.
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Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si

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me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado. 13 Mas sus
criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si el profeta te mandara
alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote: Lávate, y serás limpio?
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El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra
del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio.
(V. 9) “9 Y vino Naamán con sus caballos y con su carro, y se paró a las puertas de la
casa de Eliseo”
No nos narra la Escritura por qué y cómo Naamán desistió en ir a ver al rey Joram, y en
vez de eso, fue directamente a ver a Eliseo, pero así fue. Llegó ante las mismas puertas
de la casa de Eliseo en Samaria… ¿Y cómo llegó? Llegó con sus caballos y con su
carro.
No llegó humilde y manso, sino en su carro, lo que en aquel entonces implicaba poder,
arrogancia y superioridad.
Por ello, vemos la determinación arrogante de Naamán, hombre curtido en mil batallas,
sin miedo a ninguna emboscada, a ningún posible ardid de parte de sus enemigos, pero
movido por una altivez y prepotencia que le caracterizaba.
Dios tenía un propósito para Naamán, que no fue solamente sanarle de la lepra.

Eliseo no recibió personalmente a Naamán

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Entonces Eliseo le envió un mensajero, diciendo: Ve y lávate siete veces en el Jordán,
y tu carne se te restaurará, y serás limpio.
“10 Entonces Eliseo le envió un mensajero…”:
En primer lugar, vemos que no fue Eliseo quien salió personalmente a recibir a Naamán,
sino un mensajero que le envió.
Esto no fue un desprecio hacia Naamán, sino una muestra de que Eliseo obraba en el
nombre de Dios, y como le había dicho a Joram: “Venga ahora a mí (Naamán), y sabrá
que hay profeta en Israel” (V. 8), era Naamán quien tenía que dar ese paso de
humillación ante el representante de Dios.
Nunca recibiremos nada de Dios con una actitud de soberbia y de exigencia. Dios sólo
da gracia a los humildes.
Esa prepotencia típica de los “grandes hombres” debía ser rota, y habría más ocasiones
para tal efecto.
Pero para la mentalidad arrogante de Naamán, eso no fue de su gusto, evidentemente.
“…Ve y lávate siete veces en el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio”:

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No sólo no salió Eliseo a recibirle personalmente, al gran general sirio, sino que ese
mensajero, quien fuera, y seguramente nadie demasiado prominente ni mucho menos, le
da órdenes.
¡Órdenes al gran general! ¡No, él daba las órdenes! Así lo veía él, sin percatarse que
esas órdenes no venían de Eliseo y menos aún del mensajero, sino del Dios
Todopoderoso.
La orden fue: “Ve y lávate siete veces en el Jordán”
La promesa fue: “y tu carne se te restaurará, y serás limpio”.
No sólo recibía la humillación de no recibirle Eliseo directamente, sino que la orden y
promesa eran absolutamente inconcebibles.
(V. 11) “11 Y Naamán se fue enojado, diciendo: He aquí yo decía para mí: Saldrá él
luego, y estando en pie invocará el nombre de Jehová su Dios, y alzará su mano y
tocará el lugar, y sanará la lepra”:
La reacción inmediata del general fue dar la vuelta e irse. No de cualquier manera, sino
enojado, sintiéndose burlado, despechado, ofendido.
¿Por qué se sentía así? Porque él ya había concebido de antemano cómo debían ser las
cosas, cómo debía ser el procedimiento para su sanidad.
Él no dudó de que el Dios de Israel podía sanarle, simplemente no aceptó el
procedimiento. No entraba en sus esquemas.
Así es el hombre cuando intenta juzgar los procedimientos de Dios usando su mente
natural. Se equivoca siempre.
Naamán se sentía muy importante en sí mismo, muy sobrado, en este sentido comenta
McArthur:
“Debido a su grandeza personal, su cuantioso don, y sus cartas diplomáticas, Naamán
esperaba una atención personal para su necesidad. Sin embargo, Eliseo ni siquiera
salió a recibirlo. En lugar de ello, envió sus instrucciones para la curación mediante un
mensajero. Naamán se encolerizó porque esperaba una ceremonia personal de sanidad
de parte del mismo profeta”
Naamán creía que merecía un trato superior, pero no lo tuvo como esperaba. Él iba a
recibir algo muchísimo mejor, que jamás podría haber imaginado, y que por lo cual iba
a conocer al verdadero Dios.
Dios siempre, a quien ama, le disciplina y corrige.

La contrapropuesta de Naamán
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Abana y Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si
me lavare en ellos, ¿no seré también limpio? Y se volvió, y se fue enojado”:
El río Abana, y el río Farfar. El río Abana, actualmente llamado Barada. El río Barada
es el principal río de Damasco, la capital de Siria. Nace en la cordillera del Antilíbano y

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su curso tiene una longitud de 84 km. Desemboca en el lago al 'Utaybah. Sus claras
aguas producen arboledas y huertos.
El río Farfar corre al este desde el Monte Hermón, y pasa al sur de Damasco.
Dos ríos de aguas claras que sobrepasaban en calidad del agua al Jordán, el río de Israel.
Eso es claro, pero insuficiente. Llegó a pensar que esa sanidad le vendría por bañarse
siete veces en el agua, mejor si esa agua fuera la de sus ríos.
Naamán en su gentilidad, llegó a pensar que la sanidad era cosa de las aguas, pero antes
se convenció de que Eliseo al invocar “el nombre de Jehová su Dios, y alzaría su mano
y tocaría el lugar, y sanaría la lepra” (V. 11).
La confusión de Naamán llegó a ser manifiesta, y en medio de esa confusión, se dejaba
llevar por su enojo.
Todavía no había llegado a comprender que el método para la sanidad no era lo
importante en absoluto, sino la sumisión a la voluntad de Dios, expresada por el profeta
Eliseo.

Su frustración
“…Y se volvió, y se fue enojado”:
Vemos que el resultado de no aceptar la dirección de Dios, por muy chocante que
pudiera parecernos, es el enojo y el dar la espalda. En cambio la obediencia y la
sumisión a Su voluntad es la bendición.

La sabiduría de los menospreciados


(Vv. 13, 14) “13 Mas sus criados se le acercaron y le hablaron diciendo: Padre mío, si
el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más, diciéndote:
Lávate, y serás limpio? 14 El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán,
conforme a la palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un
niño, y quedó limpio”.
No fue Eliseo el que trató de convencerle, ni siquiera su mensajero, fueron los propios
criados de Naamán. Vemos que Dios usa al menos pensado para transmitir una verdad
al grande y poderoso.
“…Padre mío…”: Que los criados llamaran “padre” a su amo, no era una cosa normal
ni aceptable. Sólo podemos entender que esos siervos tenían un respeto y cariño
especial a Aamán, y que él, de manera voluntaria permitía.
“…si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías?...”:
No solamente le llamaban “padre” sino que le dirigieron a razonar. Se requería, no sólo
valentía por parte de esos siervos, sino de una manifiesta humildad por parte del
general. No era normal en aquella sociedad que los siervos se pusieran en cierto modo
por encima de sus amos en los términos que estudiamos.
Pero Aamán a pesar de ser el gran general, era también los suficientemente humilde
como para poder recibir amonestaciones de parte de sus criados. Mano de Dios.

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“…Padre mío, si el profeta te mandara alguna gran cosa, ¿no la harías? ¿Cuánto más,
diciéndote: Lávate, y serás limpio?”:
Lo que estaban diciendo esos siervos, es que eran testigos de que su amo había estado
dispuesto hasta aquí a hacer cualquier cosa, por difícil que fuera para ser sanado, por
eso mismo, y consecuentemente, podía estar más que dispuesto a hacer algo tan fácil
como lavarse en un río fangoso.
También estaban diciendo que el que tenía la autoridad para sanar, lo haría si el que
quería ser sanado le obedecía sin cuestionar el método. Consecuentemente, desobedecer
supondría rechazar la sanidad.
Por la necedad humana, se perdería la sanidad, pero por la obediencia, se recibiría. En
esas estaba Aamán, ¿qué haría?

Un gentil que se sujeta a Dios

(V.14) “14 El entonces descendió, y se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la


palabra del varón de Dios; y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó
limpio”.
Ocurrió el milagro, primeramente el de la obediencia de un gentil a Dios. Cuando un
hombre obedece a Dios, esa es obra de Dios, milagro de Dios. La gloria es siempre y
solamente para Dios.
La orden del profeta era la de zambullirse, no una sino exactamente siete veces. El no
cuestionó eso, simplemente lo hizo. El resultado es que quedó sanado.
La obediencia a Dios está por encima de la compresión humana, y nunca esta última la
podrá ni la deberá cuestionar.//

(2 Reyes 5: 15-27)

Aquí la historia de Naamán deriva hacia tres apartados diferentes, pero también muy
significativos. Había sido sanado por finalmente obedecer a Dios por boca de Eliseo, y
como derivación de ello, estas tres cosas ocurrieron:
1) El reconocimiento de Naamán al único Dios, el de Israel.
2) La codicia manifiesta de alguien muy cercano a Eliseo: Giezi.
3) La lepra de Naamán pasó al codicioso.

1) El reconocimiento de Naamán al único Dios, el de Israel

Naamán, hombre agradecido

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(V. 15) “Y volvió al varón de Dios, él y toda su compañía, y se puso delante de él, y
dijo: He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel. Te ruego
que recibas algún presente de tu siervo”:
Naamán había sido tocado por Dios, no sólo en lo externo (su lepra), sino en el interior.
A diferencia de aquellos nueve leprosos que Cristo sanó (Lc. 17: 11-19) y no volvieron
para agradecérselo, no fue ese el caso del general sirio; también en el caso de Cristo y
esos diez leprosos que sanó, sólo uno, un extranjero, volvió para agradecérselo.
Naamán y sus criados recorrieron como unos 40 Km. desde el río hasta la casa del
profeta.
No sólo hubo un agradecimiento explícito, sino que hubo un reconocimiento claro: “He
aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel”. El decir que en
ese momento llegaba a entender que había un solo y verdadero Dios, era la evidencia
del milagro que sólo Dios pudo hacer e hizo en su vida. Mano de Dios.
Como consecuencia de todo ello, Naamán quiso agradecerle al profeta queriendo darle
algún presente.
(V. 16) “Mas él dijo: Vive Jehová, en cuya presencia estoy, que no lo aceptaré. Y le
instaba que aceptara alguna cosa, pero él no quiso”:
Eliseo puso por testigo a Dios. Eliseo, para mostrar que no era movido por los motivos
mercenarios de los sacerdotes y profetas paganos, aunque en otras ocasiones sí aceptó
dones (4: 42), esta vez rehusó hacerlo, también para que los sirios se apercibieran bien
de que todo el honor era para Dios.
No hay problema en principio si alguien quiere agasajar a otro y recibe un regalo, sólo
que habrá que sopesar cada vez si es lícito tomar ese don o no, en función del trasfondo.
(Vv. 17, 18) “Entonces Naamán dijo: Te ruego, pues, ¿de esta tierra no se dará a tu
siervo la carga de un par de mulas? Porque de aquí en adelante tu siervo no sacrificará
holocausto ni ofrecerá sacrificio a otros dioses, sino a Jehová”:
En aquellos tiempos, se creía que un dios sólo podía ser adorado sobre la tierra de la
nación a la que pertenecía. En aquellas mentes, el concepto era netamente territorial;
cada dios tenía su territorio.
Naamán no fue una excepción. Él aún creía eso. Por ello, quería llevarse una carga de
tierra de Israel sobre la que ofrecer holocaustos y sacrificios a Jehová cuando regresara
a Damasco.
Antes menospreció el río Jordán, río de Israel, ahora quería llevarse una carga de tierra
de Israel a Damasco. Seguramente llegaría el día en que comprendería del todo que
Jehová es el único Dios, no sólo de Israel, sino de todo lo creado.
(Vv. 18, 19) “En esto perdone Jehová a tu siervo: que cuando mi señor el rey entrare
en el templo de Rimón para adorar en él, y se apoyare sobre mi brazo, si yo también me
inclinare en el templo de Rimón; cuando haga tal, Jehová perdone en esto a tu siervo Y
él le dijo: Ve en paz. Se fue, pues, y caminó como media legua de tierra”:

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El término hebreo Rimón, significa “granada”, y es una parodia de la deidad Siria,


Hadad, a quien los sirios llamaban “Rananu” (lit. el tronador). Entonces, Hadad era el
dios de las tormentas, generalmente identificado con el dios cananeo Baal.
Como ayudante del rey de Siria, el deber de Naamán exigía que acompañara al rey a los
servicios religiosos en el templo de Rimón (Rananu) en Damasco.
Naamán rogó que el Señor perdonara o excusara esta contemporización externa de su
verdadera fe y consagración al Señor.
Evidentemente, esto no da pie a tomarlo como un asunto doctrinal, ni mucho menos.
Y Naamán se fue en paz, tal y como le dijo el profeta.

2) La codicia manifiesta de alguien muy cercano a Eliseo: Giezi.

(Vv. 20-24) “Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí
mi señor estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había
traído. Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa. Y siguió Giezi a
Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él, se bajó del carro para
recibirle, y dijo: ¿Va todo bien? Y él dijo: Bien. Mi señor me envía a decirte: He aquí
vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas;
te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos. Dijo Naamán: Te ruego
que tomes dos talentos. Y le insistió, y ató dos talentos de plata en dos bolsas, y dos
vestidos nuevos, y lo puso todo a cuestas a dos de sus criados para que lo llevasen
delante de él. 24 Y así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo
guardó en la casa; luego mandó a los hombres que se fuesen”:
Entra en escena un nuevo personaje, Giezi el criado de Eliseo. Este apartado de la
historia que estamos comentando es muy didáctico, ya que nos aportará conocimiento
acerca de ciertos pecados correlativos que parten de uno de base, la codicia. A saber:
1) Autoengaño.
2) Calumnia.
3) Deslealtad.
4) Blasfemia.
5) Temeridad.
6) Usurpación.
7) Prevaricación.
8) Ocultación del delito.
Una iniquidad como la codicia, conlleva una serie de pecados que van hilvanados. En el
caso que nos ocupa, estos son los que podemos ver.

Autoengaño, calumnia, deslealtad


“Entonces Giezi, criado de Eliseo el varón de Dios, dijo entre sí: He aquí mi señor
estorbó a este sirio Naamán, no tomando de su mano las cosas que había traído”:

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La codicia de Giezi era de tal magnitud, que llegó a perturbar su mente y su corazón,
hasta el punto de creer sus propias mentiras (autoengaño). Llegó a caer en desacreditar
al profeta (calumnia), procediendo por tanto con una total deslealtad hacia su amo.

Blasfemia, temeridad, usurpación, prevaricación, ocultación del delito


“Vive Jehová, que correré yo tras él y tomaré de él alguna cosa. Y siguió Giezi a
Naamán; y cuando vio Naamán que venía corriendo tras él, se bajó del carro para
recibirle y dijo: ¿Va todo bien? Y él dijo: Bien. Mi señor me envía a decirte: He aquí
vinieron a mí en esta hora del monte de Efraín dos jóvenes de los hijos de los profetas;
te ruego que les des un talento de plata, y dos vestidos nuevos”:
Giezi estaba tan decidido a obedecer el impulso de su codicia, que alcanzó a Naamán,
que ya llevaba recorrido un buen trecho (media legua de tierra: 2.786 mts). Para ello no
dudó en poner por testigo al mismo Dios de Israel, tomando de ese modo Su nombre en
vano y por tanto cometiendo blasfemia.
Cometió una temeridad terrible, porque no sólo podía haber puesto en peligro su propia
vida al ir con mentiras, sino que de hecho perjudicó el testimonio del profeta, haciendo
usurpación de su persona y palabra.
Eliseo no se movió de lo que previamente le dijo a Naamán, en cuanto a que no iba a
recibir ningún regalo de parte suya, no obstante, su criado, Giezi inventó una mentira
que conllevaba un falso testimonio.
Giezi mintió a Naamán de la peor manera posible, diciéndole algo de parte de Eliseo
que nunca existió. A eso se le llama prevaricación.

La generosidad del agradecido, no siempre se dirige a un buen fin


Naamán era un hombre agradecido. En vez de sólo darle un talento de plata, le dio dos,
y con todo, Giezi “así que llegó a un lugar secreto, él lo tomó de mano de ellos, y lo
guardó en la casa…” (V. 24). El siervo de Eliseo procedió a su último pecado ante
Naamán, ocultación del delito.

3) La lepra de Naamán pasó al codicioso

(Vv.25-27) “Y él entró, y se puso delante de su señor. Y Eliseo le dijo: ¿De dónde


vienes, Giezi? Y él dijo: Tu siervo no ha ido a ninguna parte. 26 El entonces le dijo: ¿No
estaba también allí mi corazón, cuando el hombre volvió de su carro a recibirte? ¿Es
tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes, siervos y
siervas? 27 Por tanto, la lepra de Naamán se te pegará a ti y a tu descendencia para
siempre. Y salió de delante de él leproso, blanco como la nieve”:
De hecho, este fue su último pecado, el mentirle al profeta, aunque no fue ante Naamán,
que ya salió de la escena.
Es evidente que Giezi jamás llegó a comprender que Eliseo tenía de parte de Dios la
capacidad de ver las cosas aun y no estando presente.

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La codicia de Giezi le llevó a cometer muchos pecados, y uno de los más terribles fue
sin duda el hacer pasar por mentiroso a Eliseo. Escribe MacArthur:
“La codicia de Giezi había arrojado una sombra sobre la integridad del oficio
profético de Eliseo. Esto no lo dejaba en mejor lugar en el parecer de las personas que
a los falsos profetas de Israel, que profetizaban por beneficio material, aquello mismo
que él había querido evitar (Vv. 15, 16)”
“…¿Es tiempo de tomar plata, y de tomar vestidos, olivares, viñas, ovejas, bueyes,
siervos y siervas?...”: En toda esta lista de cosas materiales, Eliseo enumeraba la
terrible codicia en la que Giezi estaba inmerso.
Giezi estuvo a punto de destruir la obra de Dios por medio de Eliseo, por eso el castigo
que recibió, llegó hasta más allá de su propia persona. La misma lepra que tenía
Naamán la recibió él y su descendencia.
La avaricia rompe el saco.//

© Miguel Rosell Carrillo, pastor de Centro Rey, Madrid, España.


Noviembre 2017
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Fin

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