Está en la página 1de 34

Historia de las mujeres y las mujeres que hacen historia

Women’s History and Women Who Makes History

Resumen: Esta investigación analizó la producción de balances historiográficos sobre la historia de

las mujeres en Colombia. En la primer parte, se indagó por los antecedentes históricos y los

problemas que permitieron la emergencia de campo de estudio sobre las mujeres y su incursión en

la disciplina histórica. En la segunda parte, se presentaron diversas investigaciones inscritas en el

campo de historia de las mujeres que evidencian la importancia de efectuar trabajos historiográficos

como una condición para el desarrollo exitoso de este campo de estudio. En Colombia este tipo

aproximaciones académicas ha tenido poca visibilidad y han aplazado la aparición de un campo de

estudio sobre la mujer que reflexione y analice la producción histórica nacional.

Palabras clave: Historia de las mujeres, Historiografía, Estudios de la mujer

Abstract: This research analyzes the academic production of historiography balances about women

history in the history of Colombia. In the first part, this document reviews the historical antecedents

and problems that allowed the field of women’s studies to emerge and to be included into the

historical discipline. In the second part, this paper introduces different researches in the field of

Women’s History and provides of clear evidence the importance of historiography studies as a

condition for the successful development of this field. In Colombia, this sort of academic approach

has had scarce visibility, so the appearance of Women Studies that reflect and analyze the national

historical production has been postpone.

Key words: Women’s History, Historiography, women’s studies

1
INTRODUCCIÓN

Hace una década se elaboró un exhaustivo trabajo de investigación en torno a la producción

historiográfica en Colombia, a partir de los temas considerados más significativos, cuyo

resultado fue el libro Historia al final del milenio (1994). El balance más completo y

reciente sobre historia nacional no dedicó ningún espacio a reflexionar sobre la historia de

las mujeres. Allí, éstas brillaron por su ausencia, no sólo como agentes históricos sino como

historiadoras. En este sentido, el presente artículo tiene como objetivo presentar los

balances historiográficos nacionales e internacionales dedicados al campo de historia de las

mujeres, entendiendo que este tipo particular de trabajo investigativo permite consolidar y

fortalecer un campo de estudio histórico.

En primer lugar, se realiza una breve reconstrucción de la aparición y desarrollo del

campo de estudio de historia de las mujeres, haciendo especial énfasis en las condiciones

sociales y políticas que han permitido a las mujeres empezar a tomar voz en la historia

nacional durante las últimas décadas. Sin duda, los feminismos y teorías de género han sido

un factor decisivo en lo referente a la comprensión que la historia ha hecho de las mujeres,

pero en el caso colombiano existe una resistencia de los/as historiadores/as a incluir en la

agenda de sus discusiones las claves feministas y de género, las cuales han procurado en

otros países un dinámico proceso de transformación y consolidación del campo de estudio

de historia de las mujeres.

En segundo lugar, se efectúa un recorrido por las formas de hacer historiografía de

las mujeres, a manera de un paisaje de las diversas formas en que éstas han incursionado en

la historia y al modo en que se ha construido este nuevo campo de producción académica,

2
partiendo de diversos balances historiográficos, relativos al campo de historia de las

mujeres. Esta aproximación permitirá suministrar una serie de pistas relativas al modo de

comprensión de la historiografía, sus alcances y desafíos.

Finalmente, se realiza una aproximación a la producción de balances en Colombia,

señalando algunos rasgos característicos y analizando el impacto que dicha producción

historiográfica tiene en la construcción del campo de estudio de historia de las mujeres en

el país.

1. HISTORIA DE LAS MUJERES COMO CAMPO EMERGENTE

Cuando se iniciaron los estudios de historia de las mujeres en Europa y Estados Unidos

hacia 1970 las discusiones en torno al sujeto estaban desarrollándose rápidamente, sin

embargo, desde la disciplina histórica existió mucha resistencia a incorporar estos discursos

dentro de sus investigaciones (Amorós 2009; Davis 1999; Duby y Perrot 2003; Morant

2006). Los historiadores/as argüían que en los sujetos históricos existía una suerte de

neutralidad sexual, es decir, que cuando se usaba la categoría “Hombres” se referían a la

humanidad entera y, en consecuencia, no tenían una determinación sexual particular. La

pregunta por si es necesario escribir una historia de las mujeres fue, durante mucho tiempo,

carente de sentido o simplemente no se cuestionó (Thébaud, 2007 y Perrot, 1985).

En este contexto, la forma de hacer historia debía ser cuestionada en términos de sus

planteamientos habituales, iniciando por explicar la ausencia de las mujeres como autoras y

agentes sociales de los libros de historia. Este fenómeno no parecía extraño para los

historiadores, quienes estaban acostumbrados a estudiar en torno a lo político/público y allí

3
las mujeres no tenían una presencia real que ameritara investigaciones exhaustivas (Duby y

Perrot, 2003: 21-29). Hasta entonces, las mujeres conocidas por la historia eran aquellas

que se consideraban celebres, santas o reinas. El feminismo impulsó los estudios relativos a

encontrar mujeres destacadas, que permitiera mostrar las capacidades de las mujeres como

grupo social (Buttafuoco, 1990). Rápidamente la lista se acrecentó con una relativa

facilidad y empezaron a emerger nuevos sujetos como las mujeres excepcionales, que se

distinguían del resto, y no eran representantes de la totalidad de las mujeres, las cuales se

creía no tenían más protagonismo que aquel que les permitía la vida privada del espacio

doméstico; hasta entonces, el espacio doméstico y de la vida privada era irrelevante para

muchos historiadores (Bassannezi 2009; Burke 2000).

Ahora bien, al finalizar la década de 1970 los trabajos sobre historia de las mujeres

empezaron a ser cada vez más frecuentes en el escenario académico, ya no se trataba de

hacer una historia sobre mujeres singulares, sino que se buscaba ante todo aproximarse lo

más fielmente posible a la vida de las mujeres comunes. Según esta nueva perspectiva, el

devenir histórico de las mujeres parecía haber sido distinto que el de los hombres (Amorós

y De Miguel 2007; Colaizzi 1990).

Ante este panorama, el feminismo apoyó desde sus propias reflexiones teóricas

nuevas rutas de análisis, problemas, búsqueda de fuentes alternativas y emergencia de otros

métodos (Amorós 2007; Buttafuoco, 1990; Lavrin, 1985; Londoño 1995). La escritura de la

historia fue cuestionada por las corrientes feministas de la Segunda Ola, que sobrepasó el

ámbito académico para situarse en el terreno de lo social y político. Desde esta perspectiva

se consideró que un mayor conocimiento sobre el pasado permitiría transformar aquello que

limita la autonomía y la libertad de las mujeres en el presente (Falcón 1981; Gil 2007). En

4
ese sentido, las nuevas investigaciones debían ser hechas sobre, por y para las mujeres

como estrategia para combatir el androcentrismo dominante. Esta postura incluía dentro de

sus aspiraciones, terminar con la discriminación que se hacía de las investigadoras en los

espacios académicos, tratando de obtener con ello, posiciones directivas y con mayor

relevancia. De allí, que se llegó a considerar que “la historia de las mujeres es la hija de un

movimiento social y político cuya pretensión fue y es transformar la sociedad” (Gil, 2007:

172).

A partir de este momento emergieron algunas diferencias de enfoque entre las

mismas feministas. Algunas intentaban hacer historia de las mujeres como una historia

específica que debía cuestionarse únicamente por las particularidades del sexo femenino;

sobre el trabajo, la vida ordinaria y los pensamientos de las mujeres mostrando con ello, la

diferencia que existía con los hombres. Las historias inscritas en este enfoque mostraron

resistencia a incluir hombres dentro de sus narraciones, en la tentativa por escuchar las

voces de las mujeres. El otro enfoque más relacional, se opuso a la negativa por incluir a

los hombres en las narraciones y presentó de diversas maneras, trabajos comparativos; pues

tanto hombres como mujeres hacían parte de un mismo panorama social, de modo que no

podían ser estudiados como actores separados. Desde esta perspectiva, se dio especial

énfasis a la historia de las relaciones de poder entre los sexos, enfatizando en los conflictos,

tensiones, discursos críticos sobre las mujeres y sus prácticas.

Por su parte, la historiografía feminista adoptaría la categoría de género procedente

del debate feminista norteamericano1. Con la aparición de esta categoría se dejó de lado el

1
La noción de género apareció por primera vez en la obra de Richard Stoller Sexo y Género (1968) como una
categoría social de análisis para la comprensión de la diferencia sexual. Sin embargo, está categoría ha sido
retomada y resignificada por autoras como Gayle Rubin, Joan Scott o Judith Butler, quienes han conseguido

5
debate introducido por Beauvoir entre la condición biológica de los sexos y las

construcciones culturales, políticas y sociales de determinación femenina. Las vidas

diferenciadas de las mujeres eran un llamado a la búsqueda de nuevos análisis históricos:

“se trata de indagar en los discursos las representaciones ideológicas, las leyes, las

instituciones y, en fin, todo aquello que podía explicar cómo históricamente las mujeres

habían sido condicionadas por el poder social que las diferencia y las margina” (Scott y

Morant, 2006). En esta historia se buscaba evidenciar las relaciones de poder y los

conflictos que el desequilibrio de los poderes generaba entre los sexos.

Estas perspectivas de la historia de las mujeres estuvieron íntimamente ligadas a las

nuevas intensiones historiográficas más generales. La historia social tuvo muchos puntos de

contacto con las historia de las mujeres en cuanto buscó mediante el privilegio de la vida

privada, el reconocimiento de aquellos acontecimientos y episodios que fueron

significativos en las vidas femeninas: el parto, la maternidad, el trabajo, el matrimonio, la

familia, entre otros asuntos que permitían reconstruir las vidas de las mujeres en el pasado.

En un segundo momento, las/os historiadoras/es lograron reconocer nuevas fuentes

y usos documentales que posibilitaron la aproximación a situaciones que antes pasaban

inadvertidas. Las fuentes normativas, aun cuando estaban mayoritariamente escritas por

hombres, mostraban las intenciones políticas del saber y del control sobre las mujeres; la

manera en que se intentaba condicionar las vidas de las mujeres permitió a los

investigadores hallar en voz de los hombres las formas de vida de éstas. De allí nació la

preocupación por escuchar la voz de las propias mujeres, que era difícilmente accesible por

consolidarla dentro de las perspectivas de análisis de las ciencias sociales, pese a las críticas frecuentes que se
han planteado desde algunas tendencias feministas, con autoras como Rosi Braidotti, Nancy Chorodow y
Sonia Montecinos.

6
medio de la documentación usada ordinariamente, tan sólo se podía contar con documentos

aparentemente irrelevantes de la vida cotidiana; sin embargo, las/los historiadoras/es se han

permitido explorar en las fuentes judiciales otras formas de acceder a los relatos femeninos.

Más allá de las nuevas fuentes encontradas y de nuevos recursos para aproximarse a la

historia de las mujeres, hay que decir que fue de la mano de la historia social que se logró

consolidar el campo independiente de la historia de las mujeres.

Las/os autoras/es que se ocuparon de modelar este nuevo campo de la investigación

histórica procedían de diversos campos de la historia social y cultural, de allí que se puedan

rastrear muchas semejanzas entre sus historiografías: George Duby, Françoise Thébaud,

Michelle Perrot, Mary Nash, Joan W. Scott, Natalie Zemon Davis, Arlette Farge, entre

otras/os. En este sentido, los temas sobre el trabajo, la economía familiar, las formas de

religiosidad femenina y su participación en la vida social y política, han sido continuamente

abordados. En los últimos años se ha empezado a trabajar sobre las representaciones que

históricamente han servido para definir y caracterizar lo femenino, como medio para

indagar sobre las realidades del pasado en función de los imaginarios.

Asimismo, es necesario señalar cómo dentro del campo de estudio de historia de las

mujeres se ha propendido por hacer una historia de larga duración, en una revisión crítica

de las periodizaciones tradicionales. La historia de las mujeres ha apuntado a cuestionar el

significado de los acontecimientos históricos desde una perspectiva femenina, pues

suponen que la valoración tradicional que se les da a estos acontecimientos está

determinada por las formas de racionalidad masculina. En esta perspectiva, la investigación

colaborativa Historia de las mujeres en Occidente (Duby y Perrot, 2003) ha tenido un gran

impacto y reconocimiento académico a nivel mundial y se ha posicionado como un modelo

7
de historiografía sobre las mujeres de gran influencia. Sin embargo, esta compilación se

concentró en investigaciones en torno a Europa, especialmente Francia, lo que le ha valido

muchas críticas y ha generado un creciente interés por elaborar trabajos en otras regiones.

El caso de América Latina fue explorado en la compilación Historia de las mujeres en

España y América Latina (Morant 2006), cuyos trabajos están concentrados en

investigaciones sobre España, Brasil y Argentina.

Ahora bien, Las mujeres en la historia de Colombia (Velásquez 1995), ha sido

pionera en este tipo de aproximaciones en el país. En este libro se recopilan resultados de

investigaciones con diversas temáticas y con enfoques teórico-metodológicos

diferenciados, que van desde el periodo precolombino hasta el presente. La idea de una

historia de las mujeres mostró en esta aproximación un interés por lo político, lo social y lo

cultural que con desarrollo desigual se presenta en cada uno de sus volúmenes. En efecto,

sería ingenuo pedir que un trabajo de esta índole contenga la totalidad de la historia de las

mujeres en Colombia -muchos trabajos investigativos quedaron marginados de esta

colección-, pero en términos de la historiografía nacional, éste es un importante punto de

referencia para quienes se interesan por desarrollar investigaciones en clave de lo femenino.

Estos trabajos de compilación revelan los avances historiográficos en la

construcción, consolidación y fortalecimiento de un campo de estudio reciente dentro del

panorama internacional. Pero no es la única vía de aproximación, como lo veremos en la

construcción de balances historiográficos, pues éstos permiten una visión panorámica,

critica y exhaustiva de la producción académica en referencia a temáticas y/o periodos

específicos.

8
2. UNA MIRADA A LOS BALANCES HISTORIOGRÁFICOS SOBRE LAS MUJERES

Las investigaciones que pretenden abordar el campo de la producción histórica sobre las

mujeres son recientes en la escena académica y corresponden a diversos enfoques

analíticos, los cuales han sido elaborados durante el periodo comprendido entre 1980-2009.

Sin embargo, estos estudios son aislados lo que ha ocasionado que en América Latina se

hayan desarrollado solamente dos balances historiográficos de carácter general (Bermúdez

y Lavrin), los cuales se produjeron entre 1985 y 1997. Esto implica que las investigaciones

emergentes en las últimas décadas no aparezcan reseñadas en ellos. Más recientemente la

preocupación por elaborar este tipo de trabajos ha permitido la aparición de dos balances

adicionales del caso brasileño desarrollados entre 2007 y 2009 (Bassannezi, Pedro y

Soihet); mientras que para el caso colombiano solamente existen dos breves balances

referidos al siglo XIX (Ramírez 1995 y Londoño 1995).

En cuando a Europa, las investigaciones historiográficas se han realizado entre

1989-2007, en la medida en que el campo de la historia de las mujeres ha empezado a

ocupar un lugar importante en la escena académica. Cada uno de estos trabajos señala los

debates alrededor de la construcción de este campo de investigación que ha tenido un

desarrollo más o menos semejante en cada una de estas regiones. Así, países como

Alemania, Francia e Italia presentan diferentes enfoques metodológicos y preocupaciones

que ponen en evidencia las nuevas tendencias historiográficas en cada una de las regiones,

como veremos más adelante (Duby y Perrot 2003; Buttafuoco 1990; Hull 1989; Perrot 1985

y Thébaud 2007).

9
Sin embargo, cada uno de los trabajos investigativos aquí presentados centra su

mirada sobre diferentes asuntos considerados relevantes a la hora de efectuar un análisis

historiográfico: establecer una periodización de las diversas tendencias históricas en

relación con su momento de producción y lugar de enunciación, lo que permite construir y

privilegiar diversas temáticas que obedecen a una historicidad y que están de acuerdo con

unos tipos particulares de fuentes para realizar tales aproximaciones.

Precisamente, en función a estas consideraciones resulta difícil encontrar un criterio

de clasificación que vaya más allá de los lugares de donde estos trabajos hacen referencia,

sin que con ello se oculte la complejidad y relevancia de estos trabajos. En este orden,

veremos primero los trabajos más antiguos realizados en Europa, para luego aproximarnos

a los efectuados en América Latina y Colombia.

2.1Europa: Annales, feminismos y teorías de género

La historia de las mujeres en Francia empieza a ocupar un lugar en la escena

académica a partir de la iniciativa de la escuela de los Annales, cuyo desarrollo se inicia

desde 1924. Aquí la historia se centra en los ámbitos económicos y sociales, dando como

resultado el estudio de las estructuras que permiten incorporar categorías sociales como la

lucha de clases. La demografía histórica es el modo de incorporación de la mujer a la

narración histórica a modo de cálculos que permitían saber el nivel de reproductividad en

una época específica (Perrot, 1985).

En un segundo momento, la historiografía francesa, dominada por la idea de una

historia económica y social o por la perspectiva marxista, insistió en la necesidad centrar la

10
atención en análisis sobre la desigualdad social en términos de lucha de clase, de suerte que

la desigualdad social se privilegiaba sobre cualquier otro tipo de desigualdad. Por ello, la

iniciativa por construir la historia de las mujeres tomó como primer y principal objetivo el

estudio sobre el trabajo de las mujeres y las relaciones entre las trabajadoras (Thébaud,

2007).

Estos trabajos partieron de la incorporación de las mujeres al mercado laborar del

siglo XIX donde se veía más claramente este fenómeno: “Inicialmente la sobreexplotación

de las mujeres vinculadas en sectores específicos –textil, confección de vestido, tabaco y

fósforos, conservas- y mal pagados: en promedio, a finales del siglo, las obreras perciben la

mitad de un salario masculino, aquel que la sociedad llama un ‘salario adicional’ el cual en

ocasiones se completaba con la prostitución o la imposibilidad presumida de vivir solas”

(Thébaud, 2007: 56)2. Entre las fuentes que permitieron estos análisis estaban los archivos

judiciales y los textos políticos, económicos y de medicina, elaborados por hombres que

veían con preocupación este nuevo rol laboral de las mujeres.

De allí, la historia de las mujeres aparece como la precursora de una relectura de la

Revolución Industrial confrontando la realidad francesa que dio como resultado la idea de

una mujer víctima, estos es, como una oprimida dentro de los oprimidos. En esta línea de

análisis se empieza a indagar sobre la participación de las mujeres en los movimientos

obreros, organizaciones y sindicatos franceses, estudios que a largo plazo terminaron por

incidir en la construcción de la historia del feminismo en Francia.

2
Traducción propia. La versión original la presento a continuación: «Tout d’abord la surexploitation des
femmes canonnées dans des secteurs spécifiques –textile, habillement, tabac et allumettes, conserves- et sous-
payées: en mayenne, à la fin du siècle, les ouvrières perçoivent la moitié d’un salaire maculin, ce que la
société appelle un <saire d’appoint>, d’où la nécessité parfois de compléter par la prostitution ou
l’impossibilité présumée de vivre seule».

11
En un tercer momento la historia de las mujeres empezó a incorporar y relacionar la

historia demográfica, económica y familiar, influenciados en autoras como Louise Tilly y

Joan Scott. El desarrollo de una antropología histórica que tomó el estudio de la familia, en

primer rango de importancia, permitió nuevas perspectivas y tendencias en la historiografía

francesa. La Nueva historia se configuró en el lugar privilegiado para abordar los temas

relacionados con las representaciones, las mentalidades y la vida cotidiana, lo que permitió

otorgar un lugar favorable a una historia de las mujeres (Davis, 1999).

De allí los más recientes estudios de historia de las mujeres vinculados al tema de la

sexualidad y la represión sexual, el infanticidio y el cuerpo femenino. Entre 1970 y 1982

los Annales ha producido 71 números y 751 artículos, de los cuales 139 son sobre las

mujeres, lo que equivale al 18.5 %, como lo señala Michelle Perrot. Estos primeros

esfuerzos por elaborar una historia de las mujeres ocasionaron que las/os historiadoras/es se

interrogaran sobre los cambios de la condición femenina; así el lugar de los debates de la

historiografía americana recaía sobre la noción de “Cultura femenina” mientras la

historiografía francesa insistía en centrar sus estudios en el mundo del trabajo y el

descubrimiento de los modelos normativos.

En consecuencia, el desarrollo de una perspectiva historiográfica más amplia

propició que emergieran en Francia en la década de 1980, una serie de instituciones y

organizaciones dedicadas a investigación sobre la historia de las mujeres fuertemente

vinculados con los movimientos feministas, de suerte que muchos de los trabajos han

buscado indagar sobre la historia de tales movimientos de mujeres y las relaciones que

entre ellas se creaban (Perrot, 1985).

12
Por su parte, el cuerpo femenino como temática de investigación ha servido para

diversos análisis dentro de los cuales se encuentra las relaciones de poder que se establecen,

en razón de un cuerpo más vulnerable, que han elaborado una imagen histórica de las

mujeres como víctimas; en contraposición, nuevas tendencias han explorado el tema de las

mujeres rebeldes con miras a debilitar la imagen victimizada éstas. Estas tendencias

historiográficas han concentrado sus esfuerzos por establecer los roles de las mujeres y las

imágenes estereotipadas de ellas, vinculadas a las relaciones laborales, de suerte que tienen

una alta influencia de las nociones de trabajo y educación.

Finalmente, encontramos la dimensión política emparentada con el feminismo que

ha dado una nueva ruta de aproximación a la historia de las mujeres, en términos de las

categorías de sexo y género, donde el carácter biológico se enfrenta a la idea de lo

simbólico-cultural. Se trata, en suma, de la construcción de un nuevo campo del saber

(Perrot, 1985).

En esta línea que se inscribe la investigación efectuada por la historiadora alemana

Isabel Hull (1989), quien pretende establecer la distinción entre las ideologías y las

prácticas actuales del feminismo en la postmodernidad. En este sentido, se convierten en

ejes de análisis las categorías de género y mujer para dar cuenta de la revisión de la

historiografía alemana concerniente a la historia de las mujeres retratadas en la literatura

académica feminista. Esta investigación se fundamenta en reflexiones académicas de índole

interdisciplinar, lo cual implica que la revisión teórica y metodológica ha resultado ser un

reto en cuanto al análisis historiográfico que surge del postmodernismo.

13
Para Hull la categoría mujer se ha venido configurando históricamente en relación

con las propuestas feministas y de género de las últimas tres décadas. Así, la dicotomía

hombre/mujer ha permitido revalorar las categorías de análisis tal como se entendían

tradicionalmente, lo cual ha producido una relectura de estas nociones para ser

interpretadas en función de las metodologías y prácticas académicas actuales. No obstante,

dentro de las disciplinas que componen las ciencias sociales, la historia es quizá una de que

ha sido más renuente a aceptar las reinterpretaciones de la categoría de mujer a la luz de los

discursos de género. Lo cual ha impedido reformular las preguntas históricas en relación

con la historiografía feminista.

En consecuencia, las nuevas tendencias investigativas incorporan en sus

perspectivas, de la mano de la antropología cultural, la teoría literaria y el psicoanálisis, la

voz de las mujeres reconociéndolas como actores, agentes y sujetos históricos que se

enfrentan directamente con el problema de la subjetividad, la identidad y la memoria.

Entonces, en la escena académica se privilegia el problema del lenguaje como nueva ruta

de interpretación y construcción de la historia de las mujeres.

Ahora bien, a diferencia de la historiografía francesa, las investigaciones en torno al

campo de la historia de las mujeres en Italia han estado marcadas por la participación de las

historiadoras en diferentes organizaciones y asociaciones feministas. El caso italiano ha

sido referenciado por el trabajo de la historiadora italiana Annarita Buttafuoco, quien ha

señalado los procesos de construcción de la historia de las mujeres en Italia durante el

periodo comprendido entre 1960-1990. Esta investigación estableció, de manera

cronológica, cómo es posible abordar el desarrollo escalonado de los trabajos en torno a las

mujeres.

14
La apuesta por una historiografía que situará en el centro de los análisis y debates al

sujeto histórico femenino, se inició en la década de 1960 con la participación del

movimiento feminista italiano, a partir del cual se tenía como objetivo la lucha por el

derecho a la ciudadanía y por la afirmación de la dignidad individual y colectiva de las

mujeres. En este sentido, las autoras examinaban las vicisitudes políticas y sociales italianas

de la segunda mitad del siglo XIX y los primeros años del siglo XX. Estas investigaciones

interrogaron, principalmente, el nexo entre cultura y política, sobre la estructura del poder,

sobre los límites de la democracia y sobre el sujeto social y político de la mujer, dando

como resultado aportes que ubicaban a las mujeres no sólo como sujeto histórico sino como

nueva vía de aproximación histórica.

En la década de 1970 la construcción del sujeto femenino se caracterizó por una

tendencia antihistórica iniciada desde el propio movimiento feminista italiano, en virtud del

rechazo del trabajo intelectual “considerado como fruto y sostén al mismo tiempo de una

cultura y, por ello, de un sistema de poder exclusivamente masculino” (Buttafouco, 1990:

54). Por tanto, el sistema cultural había proyectado la imagen de mujer-victima que el

movimiento feminista se negaba a reconocer como legítimo, de suerte que emprendieron

una serie de investigaciones que condujeron a crear estereotipo de la mujer-rebelde (bruja,

loca y prostituta) como contrapeso a la historiografía de los años anteriores, demostrando la

irreductibilidad del feminismo al pensamiento dominante.

Finalmente, entre 1980 y 1990 se ha emprendido una nueva vía de construcción de

la historia de las mujeres en Italia, donde las nociones de cultura y género han dominado las

producciones académicas: “la reflexión en torno a la globalización sobre la cultura y sus

procesos de neutralización de la diferencia de género como constitutiva de las estructuras

15
simbólicas, del conocimiento, de la organización social en su conjunto” (Buttafouco, 1990:

56). El proyecto de estas investigadoras no se restringió a la producción estrictamente

académica, sino que insistió en la creación de una biblioteca especializada y un archivo

histórico del feminismo como insumo necesario para promover nuevas investigaciones

sobre estas temáticas.

En ese sentido, el problema de la memoria se configuraba de la mano de un

proyecto político más allá de un producto derivado del sujeto femenino individual o

colectivo como había ocurrido en los años anteriores. Así, los trabajos desarrollados

privilegiaron el tema de los movimientos feministas contemporáneos que involucraban vías

de análisis interdisciplinario: se entrecruzaban métodos e instrumentos, cuyo objetivo

último era abordar la definición de la propia identidad, subjetiva y política colectiva. Al

igual que se instalaban en la escena académica temas “obligados” como el parto y la

maternidad orientados a establecer las relaciones entre mujeres en términos de

conflicto/solidaridad y, las relaciones de poder como diferencias que caracterizaban sus

proyectos de vida.

2.2 América Latina: perspectivas y análisis

El caso de América Latina ha sido abordado por la historiadora norteamericana Asunción

Lavrin en su texto Las mujeres latinoamericanas, donde la autora pretende hacer un

análisis de las tendencias de investigación y temas de discusión relacionados con las

diversas aproximaciones a la historia de las mujeres en esta región. Lavrin hace énfasis en

16
que la historia de las mujeres está aún por hacerse, puesto que la mayoría de los trabajos se

han concentrado en el siglo XX, a partir de la década de 1930. En este sentido, la propuesta

de la autora está en vincular a la narración histórica los nacientes problemas

interdisciplinares de los estudios sociales, de modo que se pueda dar una imagen más

completa del conjunto de las mujeres en América Latina con base en los estudios

comparados.

Esta autora afirma que han existido dos enfoques para la construcción de la historia

de las mujeres, que sólo representan aproximaciones parciales. El primero tiene que ver con

la utilización de fuentes que reflejan la cultura normativa que no permiten aproximarse a la

conducta de las mujeres como tal; en este enfoque las fuentes legales y educativas

adquieren un lugar privilegiado. El otro enfoque, en cambio, se concentra únicamente en las

obras realizadas por mujeres, dando visibilidad a ciertos modelos representativos de lo que

significa ser mujer, olvidando que estos pueden ser casos excepcionales y no el reflejo de

las mujeres en general, de suerte que las biografías se configuran como la fuente

privilegiada de dichos trabajos. Ambos enfoques representan miradas parciales de las

actividades femeninas, de manera que la propuesta de Lavrin está encaminada a: “definir

los ideales que sirvieron como normas de conducta de las mujeres y por el estudio del

verdadero comportamiento de las mismas en su realidad histórica” (Lavrin, 1985: 348).

Esta autora clasifica los trabajos de acuerdo con la temática que privilegian,

relacionando tanto los límites interpretativos, las fuentes y las perspectivas de análisis por

explorar3. En ese sentido, la cronología queda en un segundo plano y los periodos

3
Asuncion Lavrin se ocupó de referenciar diversas tendencias y temas asociados a la historia de las mujeres
en América Latina, destacando el plano educativo, legal-criminal, la familia, la participación en la esfera
pública, el sindicalismo, el feminismo y el desarrollo económico. Este es un listado no exhaustivo de las

17
tradicionales quedan supeditados a los temas que son la línea transversal de su

aproximación historiográfica. Sin embargo, la autora establece una subdivisión en la

periodización de acuerdo con los trabajos relativos al periodo colonial, donde se encuentran

concentrados los mayores esfuerzos investigativos, y las investigaciones correspondientes

al periodo republicano.

Dentro de la división temática propuesta por la autora se pueden encontrar cinco

grandes conjuntos. El primero, hace referencia a las investigaciones de la realidad

normativa de un periodo, puesto que las leyes fijan parámetros de acción: “es necesario

medir la forma en que la ley afectó las vidas de las mujeres. Los casos legales selectos y los

archivos criminales y de policía, proporcionan las pruebas necesarias para interpretar los

verdaderos matices de las relaciones entre el hombre y la mujer” (Lavrin, 1985: 353). Aquí

se puede ver la relación entre mujeres y criminalidad, estatus civiles de las mujeres y los

límites de acción de están dentro de las estructuras normativas. En esta línea los archivos

judiciales, los estatutos y demás documentos reglamentarios adquieren un lugar

fundamental dentro de la investigación.

investigaciones que fueron tenidas en cuenta por esta autora, destacando aquellas que conciernen al ámbito
profesional y laboral de las mujeres: Lucy Cohen “Women’sentrytotheprofessions in Colombia:
selectedcharacteristics” Journalofthemarriage and thefamily35, Mayo, 1973; Nora Kinzer “Women
professionals in Buenos Aires” En: Ann Pecatello Female and male in Ibero-America. University of
Pittsburgh Press, 1974; Elvira García Ciencias domésticas. Lima: Librería Peruana, 1937; Emily M. Nett
“The Servant class in a developing country: Ecuador”, Journal of interamererican studies and world affairs,
8, Julio, 1966; Margo Lane Smith “Institutionalized Servitude: the female domestic servants in Lima, Peru”,
Latin American Perspectives4, Verano, 1973; Rodney Anderson, Outcasts in theirownland: Mexican
industrial workers, 1906-1911, Da Kald: Northern Illinois UniversityPress, 1976; Guadalupe Zetina “El
trabajo de la mujer y su vida familiar” En: Maria del Carmen Elú de Leñero (ed.), Mujeres que hablan,
Mexico: Instituto mexicano de studios sociales, 1971; Juan Elizaga “Participation of women in the labor forcé
of LatinAmerica: fertility and otherfactors”, International labor review109, Mayo-Junio, 1974.

18
El segundo campo temático, intenta una aproximación a la historia de las mujeres

desde la literatura. Aquí Lavrin distingue entre la literatura prescriptiva, en tanto modelos

de emulación, y la literatura educativa referida especialmente al siglo XIX.

El tercero, busca brindar una imagen de la mujer por medio del estudio de la

familia, cuya exploración recae, sobretodo, en los archivos parroquiales y los censos. Es

importante destacar en esta perspectiva de análisis que el tema de la familia ha adquirido en

los últimos años, categorías tomadas de otras disciplinas de los estudios sociales, diferentes

a la historia, tal como ocurre con la noción de parentesco tomada de la antropología.

Asimismo, los estudios contemporáneos sobre la familia sugieren indagar por los patrones

del predominio familiar de la madre o el padre, en la tentativa por integrar los roles de

conducta desde las perspectivas de género en referencia con las categorías machismo,

hembrismo y el marianismo, estos trabajos no se habían emprendido desde la disciplina

histórica hasta la fecha del balance efectuado por Lavrin.

El cuarto, intenta elaborar perfiles históricos de grupos de mujeres, esto es, dibujar

una imagen de lo que significaba hacer parte de un grupo determinado donde las mujeres

particulares no pueden ser aprehendidas por medio de las fuentes existentes. Este tipo de

estudios permitirían “determinar las características generales de las mujeres que están

ligadas, por ciertas circunstancias específicas, como la profesión en las órdenes religiosas,

la participación en movimientos feministas para obras de caridad, o la afiliación a los

sindicatos de trabajo” (Lavrin, 1985: 359).

Finalmente, el quinto punto aborda el tema de la esfera pública, donde “las

actividades políticas de las mujeres están directamente relacionadas con las opciones que

19
tienen abiertas en un momento determinado” (Lavrin, 1985: 360). Dentro de la esfera

pública se pretende abordar los temas de la vida política de las mujeres: el trabajo,

actividades feministas y la participación de mujeres en instituciones controladas por ellas

mismas, tratando de vincular a estos estudios el problema de la asociación de mujeres en

busca de metas comunes (Duby y Perrot 2003).

Por su parte, la historiadora colombiana Susy Bermudez (1997) propuso en la

década de los noventa hacer una revisión historiográfica sobre las mujeres en el periodo

colonial. Así, Bermúdez se propuso elaborar un balance bibliográfico alrededor de la

producción histórica sobre las mujeres latinoaméricanas durante los periodos de Conquista

y Colonia, en la medida en que hay una mayor iniciativa investigativa sobre el periodo de la

República, contrario a lo afirmado por Lavrin. Para ello la autora propone dividir en cuatro

subperiodos -siguiendo una peridización tradicional-, a saber: la conquista, los años de

transición correspondientes al siglo XVI, la sociedad colonial durante los siglo XVI-XVIII

y, finalmente, las últimas tres décadas del siglo XVIII.

Bermúdez insiste en que las fuentes primarias están tomadas de los archivos

municipales judiciales, religiosos, libros notariales, registros de instituciones de educativas

y de caridad, finalmente, los escritos de las propias mujeres, estos últimos aparecen con

menor frecuencia que los relativos al periodo republicano. El tipo de fuentes está

determinado por la presencia de las mujeres en ellas, de suerte que es innecesario revisar

fuentes de los ministerios de guerra o hacienda en la medida en que son las instituciones

encargadas de la toma de decisiones a nivel político y sólo recientemente las mujeres han

entrado en esos ámbitos.

20
El periodo de conquista ha sido poco explorado por los historiadores debido a la

escasez de fuentes existentes, de manera que a este tema se han acercado con mucha más

frecuencia etnohistoriadores y etnolingüistas, que no abordan el tema de las mujeres de

forma separada al de las comunidades precolombinas en general. Bermúdez llama la

atención sobre un proceso de pérdida de libertades por parte de las mujeres indígenas, en

razón a la imposición del sistema patriarcal español: “las mujeres vieron como la cultura

europea y las instituciones que poco a poco se impusieron, les limitaron las posibilidades de

desarrollarse como tales, pues determinaron su condición social, política y económica”

(Bermúdez, 1997: 6).

Durante el siglo XVI se insiste en que las mujeres no se vieron favorecidas con el

fortalecimiento de las estructura social, cultural, ideología y legal introducida por los

conquistadores europeos. En estos años se pasa de la iniciativa por fomentar el matrimonio

entre indios y españoles, a un control estricto sobre la igualdad de procedencia, de la misma

manera que se cambia la legislación sobre la encomienda dejando por fuera a las mujeres

que hasta entonces habían podido heredarlas y administrarlas. El siglo XVI terminó con la

asignación de facultades a los hombres para decidir sobre el estatus de la mujer (legítima o

amante). En este periodo el factor racial y la riqueza adquieren mayor importancia como

elementos diferenciadores en la naciente sociedad colonial.

El periodo del siglo XVII y XVIII se caracteriza por la solidez de las instituciones

coloniales a nivel económico, político y social. De allí que el tema de mayor relevancia

para los historiadores es el matrimonio y los imaginarios elaborados sobre la mujer en este

periodo; se consolida el ideal de madre, esposa y religiosas, de acuerdo con las nociones de

orden, recato, piedad, castidad, pureza, obediencia y fidelidad.

21
Las categorías de análisis de los diversos trabajos presentados por Bermúdez

evidencian una clasificación racial y étnica, entre las mismas mujeres: blancas, negras e

indias. En efecto los diversos trabajos históricos sobre las mujeres en la Conquista y

Colonia señalan la importancia de analizar en diferentes escalas la condición de las

mujeres. En la misma línea de clasificación, se distingue la condición civil de las mujeres

como modo de aproximación a las diversas posibilidades que cada una de éstas encuentra

dentro del sistema jurídico colonial. Finalmente, el trabajo de Bermúdez enfatiza en la

importancia de rastrear los diversos imaginarios y representaciones que se elaboraron sobre

mujer, principalmente durante los siglos XVII y XVIII, en concordancia con las fuentes

disponibles.

Tanto Lavrin como Bermúdez han intentado presentar el panorama general de las

tendencias y modos de aproximación a la historia de las mujeres en América Latina. Sin

embargo, la visión general de los trabajos oculta las particularidades de cada una de las

regiones, de modo que es preciso indicar puntualmente cómo se ha ido construyendo la

historia de las mujeres en cada uno de los países y las tendencias que han predominado en

los procesos investigativos.

Por su parte, el balance de Patricia Londoño sobre la historia de las mujeres en

América Latina4 en el siglo XIX mostró cómo las investigaciones se concentraron en

temáticas como la familia, el trabajo y la participación de las mujeres en los conflictos

4
El estudio de la historia de las mujeres en América Latina ha estado influenciado por las investigaciones
históricas realizadas por el interés de los académicos extranjeros y son producto, en su gran mayoría de sus
tesis doctorales4. AsuncionLavrin, June Hahner, SusanSoeiro y DonnaGuy han sido las pioneras en el
desarrollo de una historia de las mujeres en América Latina a través de la difusión de sus investigaciones y de
la evaluación periódica de las nuevas publicaciones sobre el tema.

22
políticos y sociales5. Si bien las tendencias generales de la construcción de campo de

historias de las mujeres han seguido un curso semejante, hay diferencias notorias,

especialmente, en lo que concierne al ámbito del trabajo.

En esta línea, la investigación desarrollada por Patricia Londoño resulta más que

reveladora. La autora se encarga de mostrar no sólo el panorama de emergencia de los

estudios relacionados con la historia de las mujeres, sino que además establece temáticas

centrales como la familia, los feminismos y el trabajo. Este último aspecto es pertinente

subrayarlo, pues Londoño no sólo logra dar cuenta de las diversas investigaciones que se

han emprendido alrededor del tema, mostrando la participación de las mujeres en la

economía latinoamericana, sino que hace un rastreo del modo en que se ha configurado este

campo de estudio. No obstante, es necesario señalar que este balance evalúa las

investigaciones en el periodo comprendido entre 1960-1991, de suerte que hay muchos

trabajos recientes que no han sido incorporados y, hacen que la investigación de Londoño

empiece a perder vigencia sobre el tema.

5
Patricia Londoño señaló que una parte significativa de las investigaciones llevada a cabo sobre las mujeres
del siglo XIX en América Latina, se ha centrado en Brasil, Argentina y México. Este es un listado no
exhaustivo de las investigaciones realizadas en estos países referidas a la historia del trabajo femenino durante
el siglo XIX: June E. Hahner. “Women and Work in Brazil, 1850-1920: A Preeliminary Investigation”.
Essays concerning the socio-economic history of Brazil.Gainesville: UniversityPress Florida (1977); Junho
Peña, Mulheres e trabalhodoras: presença femenina naconstituçao da sistema fabril. Rio de Janeiro: Paz e
terra (1981); Esmeralda Blanco de Moura. Mulheres e menores no trabalho industrial: Os fatores sexo e
idadena dinámica do capital. Petropolis: Vozes (1982); María odiloLeite. Quotidiano e poder em Sao Paolo
no seculo XIX.Sao Paolo: Brasilense (1984); Laura Lauderdale Graham. House and Street: The domestic
world of servants and masters in nineteenth century Rio de Janeiro. New York: Cambridge UniversityPress
(1988). Asunción Lavrin. “El segundo sexo en México: estudios e introspección, 1983-1987”. Mexican
studies 5 no.,2 (1989);Vivian Vallens. Working women in mexico during the Porfiriato, 1880-1910. San
Francisco: ResearchAssociate (1978); Arturo Obregón. Las obreras tabacaleras de la ciudad de México,
1764-1925. México: Centro de Estudios Históricos del Movimiento Obrero Mexicanos (1982); Gerardo
Necochea. “Cinco autorretratos y un ensayo: mujer, trabajo y familia en Río Blanco, 1890-1950”. Historias 7
(1984);DonnaGuy. “Women, peonaje and industrialization: Argentina, 1810-1914” Latin American
Researchreview16, no. 3 (1981); Graciela Queirolo. “El trabajo femenino en la ciudad de Buenos Aires, 1890-
1940: una revisión historiográfica. Temas y mujeres. Revista del Centro de Estudios Históricos e
Interdisciplinario Sobre las Mujeres Facultad de Filosofía y Letras Universidad Nacional de Tucumán 1, no. 1
(2004).

23
Según Londoño, los primeros trabajos dedicados al trabajo de las mujeres en la

económica latinoamericana, provenientes de la sociología y la antropología, datan de la

década de 1960. Sin embargo, sólo hasta la aparición del trabajo de June E. Hahner

“Women and Work in Brazil, 1850-1920: A Preeliminary Investigation” la perspectiva

histórica de la relación entre trabajo y mujeres se consolidó. Este trabajo examinó las

ocupaciones económicas, los salarios, y las actitudes de las mujeres trabajadoras en los

centros urbanos del Brasil, mostrando cómo durante el siglo XIX la educación de las

mujeres les preparaba para ser amas de casa y madres, cuestión que también ocurrió en

Colombia, alejándolas de un serio adiestramiento industrial o profesional que les permitiera

ganarse la vida.

En este orden de ideas, las investigaciones realizadas en Brasil son pioneras en la

aproximación al campo de estudio de historia de las mujeres y en referencia con la

preocupación por hacer balances historiográficos relativos a este campo. Así, las

historiadoras brasileñas Rachael Soihet y Joana Maria Pedro han emprendido recientemente

la labor de hacer una revisión de las trasformaciones ocurridas en la comprensión y el modo

de hacer la historia de las mujeres y de las relaciones de género en Brasil. Para ello las

autoras focalizan su atención en las publicaciones emergentes a partir de 1980, en las cuales

aparecen por primer vez estas rubricas de análisis ‘Mujer’, ‘Mujeres’ y ‘Género’, con miras

a la formación de un nuevo campo de estudio.

De allí, que se privilegia como método de análisis el lugar de producción y de

enunciación de los trabajos investigativos en el campo de la historia de las mujeres y las

relaciones de género. Soihet y Pedro buscan identificar dónde se publican estos trabajos,

cuál es el alcance de tales publicaciones, qué enfoques teórico-metodológicos privilegian,

24
qué autores han permitido nutrir los debates en la construcción de este campo de estudio,

qué tipo de incidencias han tendido estos estudios en espacios académicos, en términos de

coloquios, seminarios y simposios, cuál ha sido la institucionalización y las movilizaciones

alrededor de estas prácticas académicas y, finalmente, cuáles son los temas de abordaje que

se instauran al momento de tratar de dar cuenta de la historia de las mujeres y el género en

Brasil.

En este sentido, las autoras buscan evidenciar las discusiones, apropiaciones y

disputas que han producido la aparición de estas categorías. La historiografía brasileña

sobre las mujeres se inicia en la década de 1970 siguiendo los parámetros y vínculos

anticipados por Joan Scott, según los cuales el problema que había sufrido la historia a lo

largo del siglo XX era no reconocer el lugar de la mujer, al sobreestimar la idea de un

sujeto universal masculino: “Grande parte desse retardo se deveuaocaráter universal

atribuido ao sujeto da história, representado pela categoría ‘Homen’. Acreditava-se que,

aofalar dos homens, as mulheres estariam sendo, igualmente, contempladas, o que não

correspondía á realidade. Mas, tambémnão eran todos os homens que estavam

representados nesse termo: via de regra, era o homensbranco occidental” (Pedro y Soihet,

2007: 283).

Así, las transformaciones de la historiografía, articuladas a las investigaciones sobre

el campo de lo femenino, estuvieron fuertemente involucradas con los movimientos

feministas a partir de la década de 1960. Una mirada que cambió la perspectiva tradicional

de las mujeres, ya no convertidas en un objeto secundario de investigación sino entendidas

como un sujeto de la historia, lo que ha implicado la creación de campo denominado

historia de las mujeres.

25
Ahora bien, en la década de 1980 el debate se trasladó de la universalidad de sujeto

histórico masculino a la diferenciación dentro de la diferencia, esto es que la disciplina

histórica no debía contentarse con distinguir entre hombres y mujeres sino que debía ir

mucho más allá dando cuenta de la heterogeneidad de maneras de ser mujer. Las

diferencias de clase, raza, etnia, ocupación, etc., configuraron nuevas rutas de

investigación.

A partir de 1990 las investigaciones han empezado a explorar con mayor frecuencia

la noción de género como una alternativa posible a otros horizontes de sentido. Esta

categoría ha permitido desplazar el debate biologicista de las diferencias entre hombres y

mujeres, para situarlas en el plano de lo cultural. Con ello, se ha admitido la historicidad de

las diferenciaciones y las miradas sobre los diversos campos de investigación han adquirido

otras dimensiones.

En la misma línea de pensamiento, la historiadora Carla Bassannezi ha intentado

evidenciar las transformaciones, continuidades y rupturas que han sufrido las categorías de

mujer y género dentro de los discursos historiográficos en el caso brasilero. En su trabajo

“Estudos de gênero e história social” presenta un recorrido histórico de estas categorías

privilegiando diversos enfoques y debates al interior de la disciplina histórica para hacer

uso de tales categorías. La autora pretende mostrar que los estudios de género están

íntimamente vinculados a la historia social en la medida en que permiten una visión más

adecuada de lo social desde una perspectiva histórica, teniendo en cuenta que el género se

configuró como una forma de abordaje teórico-metodológico de las construcciones sociales

de las diferencias sexuales que aparece muy cercana a la historia social, en la que se destaca

el reconocimiento de las posibilidad de agencia femenina.

26
A partir de 1970 se dio inició a la construcción de la historia de las mujeres

inspirada en los debates de las teorías feministas y en función de las nuevas perspectivas de

análisis dentro de la historiografía, en las cuales se destaca las preocupaciones en torno a la

familia, la sexualidad, las representaciones, lo cotidiano y las subalternidades, en el marco

de la nueva historia y la historia social y de la cultura. Este horizonte académico permitió la

aparición de diversidad de temas, metodologías y preguntas que, no obstante coincidían en

fijar su atención en las mujeres en el pasado, reconociendo que la condición femenina es

construida social e históricamente.

La incorporación de los estudios de género a las investigaciones de la disciplina

histórica, se inició con la noción de agencia femenina, donde los investigadores/as

intentaron reivindicar la participación de las mujeres en acontecimientos históricos de la

vida pública y mediante la revaloración de la dimensión política de la vida privada. La

historia de las mujeres planteó la importancia de la diferencia sexual en la organización de

la vida social en diversos contextos, dando lugar a nuevos enfoques de análisis que

consideraban la categoría de relación entre los sexos fundamental para abordar las

transformaciones sociales.

En este sentido, la noción de género pasó a ser utilizada para enfatizar los aspectos

de la cultura relacionados con la diferencia sexual, lo que apunta a la construcción social de

las diferencias sexuales desde la configuración cultural de lo masculino y lo femenino. Esta

categoría se convirtió en un eje transversal de las aproximaciones históricas en la medida en

que se emparentó con categorías como raza, etnia, clase, etc., a partir de las cuales se pudo

visibilizar las condiciones de desigualdad, la producción de ideas sobre la sexualidad, la

27
maternidad, la paternidad, relaciones sociales y del trabajo, y, las ideas vinculadas a los

usos del lenguaje.

En esta vía son fundamentales los aportes teóricos de Joan Scott quien introdujo la

noción de género para comprender los problemas de lo femenino. Scott entiende el género

como un elemento constitutivo de las relaciones sociales basado en las diferencias

percibidas entre los sexos, al tiempo que reconoce que el género es un modo primario de

significar relaciones de poder. En consecuencia, la historia social adquirió, en virtud de

estos aportes teórico-metodológicos las herramientas suficientes para estudiar las normas

culturales, los modelos de conducta y de la moral dominante, el orden social de las

jerarquías de poder establecidas, al igual que las condiciones internas de los discursos.

3. COLOMBIA: LA CONSTRUCCIÓN DE UN CAMPO

Desde la década de 1980 en Colombia se han venido desarrollando una serie de

investigaciones en torno al campo de historia de las mujeres, los cuales desde distintas

perspectivas han querido recuperar un pasado que había sido ignorado. Éstas han realizado

un notable esfuerzo por comprender la situación actual femenina, sus relaciones sociales, su

integración en la vida económica y su participación en la vida política y cultural del país.

Estos trabajos han permitido que se abran nuevos campos de estudio considerados

relevantes para el análisis de la historia de las mujeres, acordes con la apertura de temáticas

dentro de la historia social: historia de la familia, vida cotidiana, del trabajo, de la violencia,

del conflicto social, de las relaciones personales, de la sexualidad, de la maternidad, de la

28
infancia, de las mentalidades, entre otros muchos aspectos de la realidad (Velásquez,

XVII).

La producción sobre historia de las mujeres en las últimas tres décadas nos muestra

como a medida en que nos acercamos al presente las investigaciones sobre este campo son

cada vez más fecundas. Las investigaciones académicas emprendidas en los años ochenta

fueron la apertura a cuestionamientos y problemáticas incipientes en el campo de historia

de las mujeres que se han ido consolidando y complejizando con el paso de los años. El

interés por estas temáticas ha ocasionado que cada vez más investigadoras/es se cuestionen

por lo femenino, de suerte que se busca la consolidación de una historia que contenga a las

mujeres, que les permita conocer sus diferencias y sus logros históricos.

En Colombia, las nuevas tendencias historiográficas han sido producto de las

recientes generaciones de historiadoras que se formaron bajo el influjo de la Nueva historia

y los feminismos, en las cuales la aproximación a las formas de participación de las mujeres

en la vida social, económica y cultural, contribuyeron a transformar la imagen de las

mujeres decimonónicas como sujetos pasivos y receptivos (Londoño, 1995: 75). Las más

recientes investigaciones han indagado alrededor del reconocimiento de las tensiones

producidas por la modernización en el ámbito de la vida cultural, en términos de los ideales

de feminidad, un tema central que estimuló múltiples discusiones durante el siglo XIX.

El balance historiográfico realizado por María Himelda Ramírez durante el novena

Cátedra Anual de Historia Ernesto Restrepo Tirado "Mujer, nación, identidad y ciudadanía:

siglos XIX y XX" señaló cómo la historia de la mujeres durante el siglo XIX está

fragmentada en trabajos de distinta índole y con preocupaciones históricas muy variadas, en

29
las cuales se destaca la preocupación por temas como la familia, la educación y el ideal de

las mujeres: hogareñas, maternales y sumisas.

Por su parte, Marlene Sánchez elaboró el balance “La investigación sobre

movimientos femeninos en Colombia hasta principios de los años noventa” (1995), un tema

poco explorado desde la historiografía nacional. Sánchez elabora un balance que clasifica

los trabajos en tres grupos: los que se refieren directamente a las historias del movimiento

femenino; los estudios generales sobre las mujeres que hacen mención a los movimientos

femeninos y; los trabajos biográficos que intentan dar una imágenes de las líderes de los

movimientos sociales en Colombia6.

Encontramos cómo en el campo de estudio de historia de las mujeres existe una

fuerte vinculación con los feminismos y, más recientemente, con las tendencias y

perspectivas de género. La historia de las mujeres se ha consolidado de la mano de luchas

en ámbitos no académicos que ha propiciado nuevas rutas de análisis indispensables

comprender y asegurar la apuesta por una historiografía de las mujeres.

Las investigaciones de historia de las mujeres han dejado una amplia serie de

estudios desde diversos enfoques analíticos, de modo que es preciso indagar cómo se ha

venido constituyendo este campo en el país y éste es uno de los retos pendientes para seguir

6
Este es un listado no exhaustivo de las investigaciones incluidas en el balance historiográfico efectuado por
Marlene Sánchez a propósito de los movimientos femeninos en Colombia: Diana Medrano y Cristina Escobar
“Pasado y presente de las organizaciones femeninas en Colombia” En: Elsy Bonilla (comp.) Mujer y familia
en Colombia. Asociación colombiana de sociología-Universidad Nacional, Bogotá: Plaza y Janés, 1985;
Paulo Sandroni, “La proletarización de la mujer en Colombia después de 1945”. En: Magdalena León (comp.)
Debate sobre la mujer en América latina y el Caribe. Bogotá: Acep, 1982; Ofelia Gómez “Mecanismos que
obstaculizan la organización de mujeres en el trabajo asalariado: un estudio de caso” En: Magdalena León
(comp.) Debate sobre la mujer en América latina y el Caribe. Bogotá: Acep, 1982; Luz Jaramillo
“Feminismo y luchas políticas: anotaciones sobre la doble militancia” En: Magdalena León (comp.) Debate
sobre la mujer en América latina y el Caribe. Bogotá: Acep, 1982; Luz Gabriela Arango “Mujer, religión e
industria. El caso de Fabricato, 1923-1982”. Medellín: Universidad de Antioquia, 1991.

30
avanzando en la consolidación de este campo de estudio sobre la historia de las mujeres. En

la actualidad no se dispone balances historiográficos generales -como si ha ocurrido en

otras regiones de América Latina y Europa-, lo que ha causado que a pesar de la gran

cantidad de investigaciones, estas se encuentren dispersas en artículos de libros, revistas

especializadas, compilaciones sobre historia de las mujeres, memorias de eventos

académicos, entre otros.

Vemos con sorpresa como este nuevo campo investigativo ha empezado encontrar

en otras latitudes de América Latina y Europa investigadores interesados en analizar los

diversos trabajos que se han desarrollado en sus países y reunirlo en un solo estudio. Sin

embargo, en Colombia este tipo de trabajos aún están por hacerse.

Hasta ahora, las diversas aproximaciones a las historias de las mujeres que se han

realizado en el país han intentado continuar la construcción de nuevos abordajes sobre el

tema, proponiendo otras periodizaciones, otras temáticas, incluso otras perspectivas teórico-

metodológicas, que han permitido la consolidación de algunos estados del arte que siguen

siendo parciales de acuerdo con los intereses temáticos, en la medida en que estas

investigaciones no ha logrado compilar un balance general sobre este campo dada la

magnitud y riqueza del mismo. Por ello, es necesario propiciar y dar prioridad a la

construcción de un balance historiográfico que permita no sólo hacer más eficaz las

búsquedas bibliográficas, sino también facilitar la configuración de nuevas perspectivas y

nuevas rutas de análisis que propicien vislumbrar otros horizontes de la historia de las

mujeres como campo de estudio.

31
En síntesis, el primer paso para consolidar un campo de estudios que sigue

creciendo en el país es la construcción y reconocimiento de los antecedentes investigativos

que siguen siendo el punto de referencia incuestionado sobre la historia de las mujeres.

Hacer un balance sobre la historia de las mujeres en Colombia significa restaurar una

historia nacional donde las mujeres se hicieron conscientes de que el trabajo histórico

estaba en sus propias manos, pues la historia de la producción académica en este campo es

a la vez la historia de las mujeres en el país.

El análisis de los balances historiográficos en torno a la historia de las mujeres en

Europa y América Latina –especialmente en Brasil-, permiten comprender y proyectar el

impacto que este tipo de investigaciones tiene en la construcción y fortalecimiento de un

campo de estudio autónomo. De allí que la revisión crítica a estos balances permita

identificar núcleos problemáticos en la reconstrucción del pensamiento histórico y

proporcionar criterios que guíen la elaboración de un balance historiográfico sobre las

mujeres en Colombia. Si bien en el país, los estudios inscritos en la historia de las mujeres

y, recientemente, las perspectivas de género han mostrado un amplio desarrollo y

visibilidad en el ámbito académico en la última década, no se han adelantados

investigaciones crítico-reflexivas sobre estos nuevos aportes. No hay balances que permitan

hacer una evaluación del recorrido y los retos que debe afrontar el campo de estudio sobre

la historia de las mujeres y el género en Colombia, aunque son muchas las investigaciones

y las perspectivas que día a día lo construyen y lo alimentan.

Se trata de ampliar la mirada que se tiene sobre la historia y, especialmente, sobre

las mujeres que hacen historia. El reto es iniciar el trabajo de reconstrucción de la historia o

del pensamiento histórico, es decir, analizar el modo cómo las/os historiadoras/es han

32
escrito esa historia nacional y reconocer lo escrito sobre el pasado como condición de

posibilidad para transformar el presente. Incluso, comprender la producción histórica de

este campo en el país supone revelar los juegos que se establecen entre el pasado y el

presente, las relaciones de poder y el lugar social de las mujeres.

BIBLIOGRAFÍA

AMORÓS, Celia (2009) “Introducción”. En: Portolés, Asunción. La pregunta por el sujeto
en la teoría feminista. Madrid: Complutense.
AMORÓS, Celia y DE MIGUEL, Ana (2007) Teoría feminista de la ilustración a la
globalización. Del feminismo liberal a la postmodernidad. Madrid: Minerva.
BASSANNEZI, Carla (2009) “Estudos de gênero e história social”. En: Estudos feministas,
Florianapolis, Vol. 17, no. 1, pp. 159-189
BERMÚDEZ QUINTANA, Suzy (1997) Análisis de trabajos históricos escritos sobre la mujer
latinoamericana durante los periodos de la conquista y la colonia. Bogotá:
Uniandes.
BURKE, Peter (2000) Formas de historia cultural. Madrid: Alianza Editorial.
BUTTAFUOCO, Annarita (1990) “Historia y memoria de sí. Feminismo e investigación
histórica en Italia”. En: CALAIZZI, Giulia. Feminismo y teoría del discurso. Madrid:
Cátedra.
COLAIZZI, Giulia (1990) “Feminismo y teoría del discurso. Razones para un debate”. En:
Colaizzini, Gulia (Comp). Feminismo y teoría del discurso. Madrid: Cátedra.
DAVIS, Natalie Zemon (1999)Mujeres en los márgenes: tres vidas del siglo XVII. Madrid:
Cátedra
DUBY , Georges y Perrot, Michelle (2003) Historia de las mujeres en Occidente. Madrid:
Taurus.
FALCÓN, Lidia (1981) “La mujer como clase social y económica. El modo de producción
doméstico”. En: La razón feminista (Tomo I). Barcelona: Fontanella.
GIL, Fernanda. “Historia y mujer”. En: GAMBA, Susana. Diccionario de los estudios de
género y feminismos. Buenos Aires: Biblos, 2007.
HULL, Isabel (1989) “Feminist an Gender history though the literary looking glass: German
historiography in postmodern times”. Cambridge University Press: Central
Europeanhistory, Vol. 22, No. 3, pp. 279-300

33
LAVRIN, Asuncion (1985) “Algunas consideraciones finales sobre las tendencias y los
temas en la historia de las mujeres Latinoamericanas”. En: Las mujeres
latinoamericanas. México: Fondo de cultura económica.
LONDOÑO, Patricia (1995) Las mujeres de América latina en el siglo XIX: logros y
tendencias en la investigación histórica (1960-1991) En: Colombia Historia Y
Sociedad. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia v.fasc.2 p.75- 114,
MORANT, Isabel (2006) Historia de las mujeres en España y América Latina. Madrid:
Cátedra.
PERROT, Michaelle (1985) « Oú en est en France l'histoire des femmes? » En : Matériaux
pour l'histoire de notre temps, Vol.1, No.1, pp. 3-5.
RAMÍREZ, María Himelda (1995) “Reflexión de la moderadora” En: Cátedra anual de
historia Ernesto Restrepo Tirado. Bogotá: Museo Nacional.
SÁNCHEZ, Marlene (1995) “La investigación sobre movimientos femeninos en Colombia
hasta principios de los años noventa”. En: Historias, 2. Bogotá: Asociación
colombiana de historiadores.
SCOTT, Joan W (2008) Género e historia. México: Fondo de Cultura Económica
SOIHET, Rachael. PEDRO, JoanaMaria (2007) “A emergencia da pesquisa da historia das
mulheres e das relaçoes de género”. Sao Paulo: Revista brasileira de historia, Vol.
27 No. 54 pp. 281-300
THÉBAUD, Françoise (2007) Ecrire l'histoire des femmes et du genre. Lyon: ENS editions.
TOVAR ZAMBRANO, Bernardo (1994) Historia al final del milenio. Ensayos de
historiografía colombiana y latinoamericana. Bogotá: Universidad Nacional.
VELÁSQUEZ, Magdalena (1995) Las mujeres en la historia de Colombia. Bogotá: Norma

34

También podría gustarte