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José Antonio Benito Rodríguez

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José Antonio Benito Rodríguez

Beato
Juan Pablo II
Un pontificado entre dos milenios

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José Antonio Benito Rodríguez

Beato
Juan PaBlo II
Un pontificado entre dos milenios

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Título: Beato Juan Pablo II
Un pontificado entre dos milenios

Autor: José Antonio Benito Rodríguez


Editorial: Paulinas
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Primera Edición
Año de Publicación: Abril 2011
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SUMARIO

Introducción: Un regalo del Cielo


I. Pórtico: Contemplación serena ante una historia convulsionada 3
1. El vértigo de la historia reciente
2. De la explosión demográfica a depresión económica
3. De hippies a yuppies
4. ¿Postmodernidad o fin de la Historia?
5. El Tercer Milenio
II. Un MagisterioRenovador
1. Lo medular de su pensamiento
2. Las tres encíclicas trinitarias
3. Cuatro encíclicas eclesiológicas
4. Cinco encíclicas morales
5. La Virgen
6. Ciclos de Audiencias generales
7. Discursos y cartas a los organismos internacionales
8. Cartas apostólicas
9. Entrevistas y escritos personales
10. Alocución profética. Primicias 1978
III. Claves del Pontificado
1. La experiencia de Polonia
2. Forjador y ejecutor del Vaticano II
3. La nueva evangelización.
4. “No tengáis miedo”
5. Sellado por el amor a la Madre
6. Servidor de la comunión y de la reconciliación
7. La preocupación social
8. Joven con los jóvenes
9. Santos que se multiplican
10. Paz y perdón
11. Hispanoamérica
12. Maestro de ética y valores, fe y verdad
IV. Repercusión Histórica
1. Los cambios planetarios provocados por Juan Pablo II
2. Los records del Papa Magno

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3. Celebrando las bodas de plata como Papa
4. Los últimos cien días
5. Su Testamento
6. Homilía del Cardenal Joseph Ratzinger en el funeral
7. Cifras de las exequias
8. Texto del «Rogito» en su ataúd
V. Peregrinando al Perú: 1985 y 1988
Recuerdos de dos visitas inolvidables
1. Una apretada visita. Perú, 1985
2. Su segunda visita al Perú: 1988
Bibliografía Consultada
- Algunos libros de Juan Pablo II publicados en español
- Algunos libros sobre Juan Pablo II publicados en español

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PRESENTACIÓN

Al culminar esta obrita destinada a celebrar la beatificación del Papa


Juan Pablo II ingresamos en internet al buscado google y nos apa-
recen 5.270.000 entradas. Conscientes de la dificultad de ponderar
históricamente un pontificado tan fecundo 1, se estudian algunas
biografías sobre el Papa, se analizan sus escritos y se consideran sus
acciones en el marco de los cambios operados en el umbral del ter-
cer milenio. La primera parte busca acercarnos a los acontecimien-
tos trepidantes del último cuarto del siglo XX y primeros años del
nuevo milenio, al hilo del magisterio y acción del Papa. En segundo
lugar, recorro el pensamiento papal de forma sintética y orgánica
para dar pistas para analizar las respuestas del Sumo Pontífice ante
los desafíos de la Iglesia y el Mundo. El tercer apartado –el más
amplio y consistente– se refiere a las líneas maestras, las improntas
más destacadas del pontificado. En el cuarto apartado recogemos
algunos análisis de biógrafos y estudiosos acerca de la repercusión
de la vida, doctrina y acción del Papa en el tránsito del segundo al
tercer milenio. Por último, en el quinto, nos centramos en su pere-
grinación al Perú.
La primera sensación que nos produce el tratar la figura del Papa
Juan Pablo II es el desborde de una personalidad extraordinaria,
exuberante, que se nos escapa a la hora de tratar de abarcarla. Sólo
deseo trazar algunas líneas que nos ayuden –en terminología ig-
naciana– a “reflectir para sacar algún provecho” Y lo primero que
salta a la vista es lo humano y divino en el pontificado a lo largo de

1 Entre las numerosas publicaciones con motivo de sus 25 años, destaco la


acometida por la revista HUMANITAS, nº 31, año VIII, de la Pontificia
Universidad Católica de Chile, “En los 25 años del pontificado de Juan Pablo
II”, y el especial de “L´Osservatore Romano” del 16 de octubre del 2003.

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dos mil años. Podemos aventurarnos a decir que en el 264 sucesor
de Pedro se ha hecho más consciente si cabe la responsabilidad de
la misión de sumo pontífice (constructor de puentes), siervo de
los siervos de Dios (gesto de besar el suelo cuando visita todos los
países), alter Cristus (cuando la gente le aclama “Juan Pablo II”, él
susurra “Alabado sea Jesucristo”. Me aventuro a decir también que
–pensando en su capacidad para el teatro- el mejor papel interpre-
tado ha sido el de Papa; y destaco en él el sentido de la coherencia
y de la realidad. El Papa, obispo de Roma y sucesor de San Pedro,
protagonista del Concilio vive la definición dada por el aula vatica-
na “es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tan-
to de los obispos como de la muchedumbre de los fieles”. (Lumen
Gentium, 23).
Con motivo de los 25 años como Papa, la Facultad de Teología
Pontificia y Civil de Lima organizó un ciclo de conferencias en el
que se me pidió hablar del contexto y el significado del pontificado
de Juan Pablo II. Se publicó como texto en ”Juan Pablo II: Un Pon-
tificado entre dos milenios (I parte) Revista Teológica Limense, Fa-
cultad de Teología Pontificia y Civil de Lima, 2003, Vol.XXXVI,
Nº 2, 133-170 (II parte) Vol.XXXVII, Nº 3, 315-360. Han pasado
ocho años por lo que actualizamos y añadimos algunos textos. Mi
deseo es contribuir a valorar más, si cabe, el momento trascenden-
tal que estamos viviendo, y caminar tras las huellas de este gigante
pontífice que ha levantado un ancho puente entre el Cielo y la Tie-
rra para que millones lo transiten. ¡Es tiempo de caminar!

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INTRODUCCIÓN: Un regalo del Cielo

El 1 de mayo del 2011 Juan Pablo II es proclamado Beato por su su-


cesor y entrañable colaborador y amigo, Benedicto XVI. La Iglesia
y el Mundo están de fiesta por este regalo tan extraordinario.
Para valorarlo en su justa medida puede servirnos asomarnos a la
crítica situación del planeta, tanto en lo civil como en lo religio-
so, también en lo católico, allá por los años 70. La entrevista de
Joaquín Alonso Pacheco para la revista Palabra en el número 86
de octubre de 1972, rescata del olvido la entrevista que realizase al
entonces cardenal Karol Wojtyla. Sus declaraciones versan sobre el
sacerdocio, en plena «crisis de identidad» tras el Concilio Vaticano
II que estaba costando a la Iglesia una sangría de secularizaciones
(regulares o irregulares), motivando en 1971 la convocatoria de un
Sínodo donde se plantearon todos los interrogantes que animaban
entonces el debate teológico, al tiempo que se beatificaba al hoy
San Maximiliano Kolbe, modelo de sacerdote entregado a Dios y al
prójimo hasta dar su vida por los demás, como hizo en Auschwitz.
Ante ese clima en el que temblaba y parecía tambalearse la base de
la estructura jerárquica de la Iglesia, es reveladora la seguridad que
evidencia en sus respuestas el futuro Juan Pablo II, anticipo de la
que mostraría después en este tema en sus 28 años de pontificado.
Describe la situación en Polonia, donde en medio de las dificulta-
des, «todos los fieles buscan conducir su vida en sintonía con la es-
pecial intención de Dios contenida en el Bautismo, pero la vocación
sacerdotal se comprende precisamente en su especificidad», por lo
cual el sostén de los laicos a los seminarios era amplio y generoso.
«Los fieles ven en el sacerdote al sustituto y al seguidor de Cristo,
que sabe soportar con paciencia cualquier sacrificio personal por la
salvación de las almas que le han sido confiadas», afirmaba el car-
denal Wojtyla, quien sacaba una conclusión muy clara: «Insistiendo

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sobre estas cualidades de la existencia sacerdotal [a las que añadía
“el celo apostólico” y “el incansable espíritu de sacrificio por el pró-
jimo, en el espíritu de Cristo”] se puede superar cualquier “crisis
de identidad”... Los fieles no necesitan funcionarios o dirigentes
administrativos, sino guías espirituales y educadores». Interrogado
por la cuestión, entonces de moda, de si los sacerdotes debían tener
otras ocupaciones (era la época de los «curas obreros»), el futuro
Juan Pablo II recuerda que «el sacerdocio ministerial, como fruto
de la particular llamada de Cristo, es un don de Dios en la Iglesia
y para la Iglesia; y este don, una vez aceptado por el hombre en la
Iglesia, es irrevocable... El autor del don, quien ha instituido el sa-
cerdocio, es Dios mismo». Y no deben cambiar estos criterios con
el argumento de que la escasez de sacerdotes podría paliarse atra-
yendo personas que sólo se dedicasen a tiempo parcial (argumen-
to utilizado también contra el celibato sacerdotal): «No se pueden
resolver las dificultades que surgen de la cantidad renunciando a la
calidad», olvidando que «sólo “el dueño de la mies” puede multipli-
car este don y a los hombres sólo compete recibirlo con las dispo-
siciones que exige».
Karol Wojtyla no encontraba en Polonia el mismo pulular que en
otros países de doctrinas nacidas «como forma de contestación a
la metodología teológica tradicional», en alusión a la teología de la
«muerte de Dios», la teología de la liberación, etc.: «En el choque
con la ideología marxista y con el ateísmo programado y difundido
por la propaganda, la Iglesia no ha perdido su propia identidad».Seis
años después de esta entrevista, el interlocutor de Alonso Pacheco
era elegido Papa, y las convicciones y certezas aquí manifestadas
dejaron de ser patrimonio exclusivo de sus compatriotas, para pa-
sar a formar parte del alimento espiritual de miles de millones de
católicos.
40 años después, la Iglesia lo proclama Beato. Necesitamos tiempo
y silencio para valorar este cambio espectacular. El decreto sobre
las virtudes heroicas de Karol Wojtyla, que marca el fin del proceso,

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fue promulgado por el Papa el 19 de diciembre de 2009, después
del voto unánimemente favorable de los cardenales y obispos. El
postulador de la causa de beatificación, monseñor Slawomir Oder,
había presentado a la Congregación un presunto milagro, uno de
los muchos informes de gracias recibidas por la intercesión de Juan
Pablo II, recogidos después de su muerte.
Se trata, de la curación de sor Marie Simon-Pierre, una religiosa
francesa de 44 años, afectada por una forma agresiva del mal de Par-
kinson. La enfermedad que la había obligado a abandonar su servi-
cio en la sala de maternidad de un hospital de Arles, desapareció de
forma instantánea e inexplicable después de que las otras religiosas,
en junio de 2005, se dirigieron a Wojtyla, recientemente fallecido,
pidiendo el milagro de la curación.
Durante el funeral del Papa polaco, celebrado por el entonces car-
denal decano Joseph Ratzinger, se habían desplegado en plaza San
Pedro banderas con las palabras “santo subito”. Una petición para
abrir el proceso fue firmada por los cardenales en el período del
cónclave, y estuvo también quien planteó la hipótesis de proceder
inmediatamente con la canonización, proclamando realmente a
Wojtyla “santo subito” en lugar de beato. Benedicto XVI, después
de haber valorado cada propuesta, decidió, en junio de 2005, ha-
cer iniciar inmediatamente el proceso – sin esperar los cinco años
previstos que deben transcurrir desde la muerte del candidato a los
altares – pero sin atajos”.

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Capítulo I

Pórtico: Contemplación serena


ante una historia convulsionada

“Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres
de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la
vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo.
Nada hay verdaderamente humano que no encuentre eco en su cora-
zón. La comunidad cristiana está integrada por hombres que, reunidos
en Cristo, son guiados por el Espíritu Santo en su peregrinar hacia el
reino del Padre y han recibido la buena nueva de la salvación para co-
municarla a todos. La Iglesia por ello se siente íntima y realmente soli-
daria del genero humano y de su historia”. (Gaudium et spes, proemio).
Siempre me ha cautivado este bello texto del Concilio Vaticano II.
Si tuviese que seleccionar una dedicatoria para agradecer al Señor
por el regalo de nuestro Padre Santo, Juan Pablo II, le ofrecería éste
pero personalizándolo en el Papa. Les invito a leerlo de nuevo desde
esta perspectiva. ¡Qué bien le quedan! ¿verdad?
A medida que el mundo avanza, la historia se acelera. Veamos a
modo de flash los acontecimientos más importantes de nuestro
tiempo y esforcémonos de acariciarlos con una mirada contem-
plativa, realista y trascendente, ¡de rodillas!, desde el corazón
eucarístico, como el Papa nos tiene acostumbrados. Así lo mani-
festaba el secretario vaticano saliente para las Relaciones con los
Estados Monseñor Jean-Louis Tauran: “Creo que en estos años el
Papa se ha convertido en «la referencia» moral del mundo. Basta
ver la lista de personalidades que vienen ha visitarle. Creo que el
secreto de su carisma, de la grandeza de este pontificado, está en

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definitiva en la fe del Santo Padre. Sería totalmente equivocado
imaginarle sentado en su oficina, elaborando con la ayuda de un
atlas geográfico y de voluminosos informes, una «estrategia vatica-
na». No. Las grandes decisiones de este pontificado se han tomado
siempre de rodillas, ante el sagrario de su capilla privada, y yo
he sido testigo en más de una ocasión. Ahí está la clave, desde mi
punto de vista, para entender correctamente la irradiación de este
pontificado fuera de lo normal”2.
Sergio Silva G. estudia con lucidez “La noción de historia en las
encíclicas de Juan Pablo II y su continuidad con el Vaticano II”, en-
fatizando la importancia dada por el pontífice al tiempo histórico:
“La revelación de Dios se inserta, pues, en el tiempo y la historia,
más aún, la encarnación de Jesucristo tiene lugar en la ´plenitud
de los tiempos´ (Gál 4, 4). A dos mil años de distancia de aquel
acontecimiento, siento el deber de reafirmar con fuerza que en el
´cristianismo el tiempo tiene una importancia fundamental. La afir-
mación clave de la fe es que en Cristo Dios ha entrado en la historia
y se ha revelado en ella como Amor misericordioso; ello significa que
el Dios trascendente, conductor de la historia, se ha hecho en Jesús
inmanente a ella. Tal misión histórica del Hijo es prolongada por el
Espíritu, que dirige a la Iglesia y actúa fuera de sus límites visibles.
Ente las mediaciones humanas de la presencia de Dios en la historia
está la de la Iglesia cuyo modelo es la mediación de María. Acerca
de las relaciones entre la Iglesia y la historia humana hay una clara
simbiosis manifestada en tres dimensiones: la inculturación como
condición de la relación de la Iglesia con la historia, el hombre como
camino de la Iglesia en la historia y la prioridad de la verdad sobre
la libertad y la dimensión escatológica de la salvación. que actúa
fuera de sus límites visibles. En cuanto a las estructuras creadas en
la mediación histórica de la acción salvífica de Dios cabe señalar

2 Zenit, 14 de octubre de 2003.

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la relación del individuo humano con la historia, los signos de los
tiempos y la mediación hermenéutica”3.

1. El vértigo de la historia reciente4


“El género humano se halla hoy en un periodo nuevo de su historia,
caracterizado por cambios profundos y acelerados, que progresiva-
mente se extienden al universo entero (...) La propia historia está
sometida a un proceso tal de aceleración que apenas es posible al
hombre seguirla (...) La humanidad pasa así de una concepción más
bien estática de la realidad a otra más dinámica y evolutiva, de don-
de surge un nuevo conjunto de problemas que exigen nuevos análisis
y nuevas síntesis” (GS 4,5).
El Cardenal Ratzinger nos alerta puesto que “con el aceleramiento
de la historia, ahora también se está consumando un cambio radical
en relación con lo conocido en los últimos cuatrocientos o quinien-
tos años de la época moderna, eso se ve claramente...Me parece que
deberíamos estar vigilantes ante los cambios, y tener preparados los
elementos necesarios para controlarlos cuando llegue el momento, de
modo que esta época más nueva, que sustituye a la hasta ahora consi-
derada nueva, pero ya a punto de envejecer, siga siendo una época del
hombre y una época de Dios” 5
El Concilio Vaticano II (1962-1965) diagnosticaba profética-
mente hace 40 años una certera advertencia sobre lo que en-

3 . p.292-326 Teología y Vida v. 42 Nº 3 (Jul.-Set. 2001). -- Santiago de Chile,


Jul.-Set. 2001
4 Esta síntesis es deudora de la recopilación y reflexión del Dr. Bienvenido
Gazapo Andrade a quien agradezco sus apuntes, algunos publicados en la
revista ESTAR, Madrid, Diciembre 1995, nº 127, pp.2-6.
5 Cardenal Joseph Ratzinger La Sal de la Tierra (Cristianismo e Iglesia Católica
ante el nuevo milenio)Una conversación con Peter Seewald Libros Palabra,
Madrid, 1997 p.307

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tonces era futurible. Efectivamente, las cuatro décadas que nos
separan de él han sido las de la fascinación de la velocidad, de
eventos históricos contradictorios y de difícil compresión y
síntesis: Creación del muro de Berlín y caída del mismo muro
Expansión universal del comunismo y su derrumbamiento irre-
parable Liquidación del colonialismo y afianzamiento del neoco-
lonialismo. Esfuerzos de fundamentación de una nueva Europa
unida (sin telones ni alambradas) y pérdida de identidad de esa
misma Europa (sin raíces ni frutos). Triunfo arrasador de los
medios de comunicación y desinformación de las masas. La era
de la globalización mundial y la de las desigualdades socioeconó-
micas más escandalosas. El triunfo de internet y la persistencia
del analfabetismo. La consecución del ADN y la posibilidad de
la clonación y la de catástrofes por el SIDA o la exclusión social.
El tiempo de la integración mundial y del temor al choque plane-
tario (11 de septiembre 2001).En pleno tercer milenio, ¿trabajo
u ocio, universalidad o nacionalismos, derecho a la droga o lucha
contra ella, consumir o derrochar, condenar al delincuente o a
la sociedad, nacer o matar, morir o ser muerto, trabajo humano
o robots, contemplar la belleza de la naturaleza o soportar la
polución, ver nuevas cruzadas ecológicas y legislar el aborto, re-
gistrar el ADN y derrochar los alimentos?...
“Jamás el género humano tuvo a su disposición tantas riquezas y
tantas posibilidades; tanto poder económico. Y sin, embargo, una
gran parte de la humanidad sufre hambre... Nunca ha tenido el
hombre un sentido tan agudo de su libertad, y entre tanto sur-
gen nuevas formas de esclavitud social y psicológica... De esta
forma, el mundo moderno aparece a la vez poderoso y débil,
capaz de lo mejor y de lo peor [... en realidad, los desequilibrios
que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro
desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón
humano” (GS4-10).

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2. De la explosión demográftca a depresión económica
La década de los sesenta es el momento en que el mundo occidental
vive instalado en un feliz consumismo, pero los jóvenes; especialmen-
te en el área anglosajona, comenzarán la “contestación” contra esa
sociedad de consumo, el sistema militar-industrial, el capitalismo. Es
la “contracultura”, el momento de la oferta de los gurús orientales
en lo que tienen de exóticos. Se hace el amor, no la guerra: “Drogas,
sexo, rock” es el gran eslogan (la droga pronto se cobrará sus victi-
mas entre los ídolos de la juventud: Elvis Presley, Jimmy Hendrix,
Janis Joplin). La propuesta se hace canción: Joan Báez, con su “No
nos moverán”, Bod Dylan, con su “Masters of War” (Señores de la
Guerra). También los Beatles y Rolling Stones (recuérdese Satisfac-
tion), sin pretender una línea social en su música, aportan su crítica.
M. Luther King encabeza las reivindicaciones de los hombres y mu-
jeres de color. Son los primeros momentos del movimiento femi-
nista americano, del primer ecologismo, del pop-art de A. Warhol.
1961, se crea el Muro de Berlín a instancias de Moscú y como toma
de postura frente al mundo occidental, Europa está rota en dos.
Juan XXIII convoca el Concilio Vaticano II.
1963, Pablo VI es elegido Papa. Kennedy muere asesinado en
Dallas.
1964, Jruschov (artífice de la “coexistencia pacífica”) es depuesto
de su cargo de Secretario General del PCUS. Nace la OLP: Yasser
Arafat, líder de Alfa Taj se convertirá pronto en el símbolo de la
oposición contra Israel y de la reivindicación de la autonomía de
los territorios palestinos. La pañoleta palestina se pondrá de moda
entre los jóvenes revolucionarios. USA se embarca en la aventu-
ra catastrófica de Vietnam. Una guerra de prestigio (por supuesto,
fuera de su territorio), frente al comunismo de Vietcong, que ter-
minará en fracaso estrepitoso. M. Luther King es galardonado con
el premio Nóbel de la paz.

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1965, L. Breznev es elegido Secretario General del PCUS. Con
él llega la parálisis política de la URSS y su petrificación cultural:
Concentración de poderes, persecución interna y corrupción y
Pablo VI viaja a la ONU para lanzar desde un mensaje de paz al
mundo: “Dios es Padre para todos”. En diciembre se clausura el
Concilio Vaticano II.
1967, N. Ceaucescu es el elegido Presidente de la República de Ru-
manía, endureciéndose el comunismo al estilo estalinista soviético.
Guerra de los “Seis días”. Los israelíes derrotan a los árabes, agu-
dizándose las tensiones en Oriente medio. Pablo VI escribe Popu-
lorum progressio: “Los pueblos hambrientos interpelan con acento
dramático a los pueblos opulentos”. Ch. Barnard realiza el primer
transplante de corazón.
1968, muere asesinado M. Luther King en Memphis. Los intelec-
tuales comunistas de Europa oriental comienzan su oposición de
hecho frente al PC soviético (que no les asegura el “socialismo de
rostro humano” que pretendían encontrar en los escritos juveniles
de Marx). Como respuesta, los tanques rusos invaden Praga en pri-
mavera. Dubcek es destituido como Secretario General del partido
Comunista checoslovaco. Miles de alumnos universitarios de París
protagonizan el mayo rojo. ¿Principio de una utopía o final de una
época? El tiempo ha ido devorando ilusiones...
Pablo VI publica la encíclica Humanae vitae, acerca del valor sagra-
do de la vida
1969, el hombre llega a la luna.
1970, aparecen en el mercado los primeros videos y el primer escáner.
1973, USA se retira de Vietnam. La OPEP decide subir el precio del
barril de petróleo crudo. Europa occidental descubre su debilidad
energética... ¿Venganza de los países del “Tercer mundo” contra el
opulento occidente? Se acabaron los “felices años 60”.

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3. De hippies a yuppies
La subida del petróleo complicó la vida a occidente. El revolucio-
narismo verbal fue acallándose. La palabra “consumo”, tan atacada,
comienza a revalorizarse en el silencio. El marketing se va impo-
niendo en las relaciones humanas como una actitud ante la vida.
Aparece la fiebre del “sábado noche” primero, del “viernes noche”
luego. El alcoholismo comienza a hacer mella entre los jóvenes. Del
rock se pasa al pop-rock como fenómeno de masas...
1977, liquidación de los últimos vestigios de colonialismo en el Pa-
cífico y África. La descolonización no resolvió ninguno de los pro-
blemas pendientes (Coquery), pero hizo posible ese “Tercer Mun-
do” con peso especifico, que occidente habrá de tener en cuenta
aunque sea solamente desde el punto de vista comercial: las jóvenes
naciones son un estupendo mercado potencial para los países ricos.
Nace así el “Neocolonialismo” (libertad política para las naciones
recién nacidas, pero dependencia económica total).
1978, aparece el primer bebé probeta y con él nuevos problemas
éticos sobre el hombre y algún que otro planteamiento de pesadilla:
¿llenaremos el mundo de clones?.Juan Pablo II es elegido pontífice:
“Se entrega totalmente a lo que hace y a lo que cree; a causa de su ge-
nerosidad no hay diferencia entre lo que dice, cree y lo que es. No hay
una sola grieta en él” (Frossard).
1979, momento de mayor expansión geográfica del comunismo.
Pero es el canto del cisne: la utopía marxista está herida de muerte,
pese al dirigismo férreo de Breznev. La URSS comete el error de
apoyar la guerra en Afganistán, el Vietnam soviético.
1980, comienza la comercialización de los ordenadores personales.
Aparecen el walkman.
1981, muere asesinado Al Sadat, quizá por su aperturismo hacia oc-
cidente.

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1982, Guerra de las Malvinas entre Gran Bretaña y Argentina. El 12
de febrero realiza su décimo viaje pastoral fuera de Italia: Nigeria,
Benin, Gabón, Guinea Ecuatorial. El 12 de mayo visita Portugal,
un año después del atentado para dar gracias a la Virgen de Fátima.
El terrorista turco Mehmet Ali Agca le dispara en la Plaza de San
Pedro. Es sometido a una operación de 6 horas. Cuatro días des-
pués dirá: «Rezad por el hermano que me ha disparado, a quien he
perdonado con toda sinceridad».Por la bula Ut sit el Opus Dei se
constituye como Prelatura personal, la primera en la Iglesia.

4. ¿Postmodernidad o ftn de la Historia?


Es nuestra época, la más cercana a nosotros. En ella los contrastes
de luz y oscuridad se hacen mayores. Los acontecimientos que he-
mos vivido nos parecen increíbles: desaparición de la URSS y del
sistema comunista. Entendimiento entre Palestina e Israel. Reali-
dad institucional de la Comunidad Europea... Las posibilidades téc-
nicas son magnificas, pero las realizaciones de paz, justicia, bienes-
tar, dejan muchos que desear, ¿Será cierta para las naciones actuales
aquella predicción de Marx falsa en su aplicación a las clases socia-
les- de que en el futuro habrá muy pocos ricos, cada vez más ricos y
muchos pobres, cada vez más pobres? El clímax de esta crisis podría
ubicarse “en el contexto del hundimiento político y económico de
los países del Este europeo y en la ruptura de la monolítica Unión
Soviética”. El cual, tras “haber generado sorprendentes conversio-
nes (como el historiador J.Fontana), termina dejando desampara-
dos a muchos que, atados a estas andaderas, no encuentran otro ca-
tecismo equivalente que les devuelva la vieja confianza y les redima
de su escepticismo”. Tal actitud se manifiesta en una desconfianza o
desilusión ante todo planteamiento teórico, el retorno a la narrati-
va, la hipervaloración de una peculiar biografía, la ilusión cientifista,
las historias de vida minusvalorando los estudios de mentalidades,
la identificación entre relato histórico y el novelado, el oponer lo

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local a lo global, la historia en migajas y su fragmentación del dis-
curso histórico6. El libro El fin de la historia y el último hombre de
F. Fukuyama no pasa de ser —como replicó J. Fontana— una “frase
afortunada” degenerada en tópico. Tal crisis de identidad se agudiza
en los historiadores sociales que ven cómo la historiografía recien-
te opta por visiones microhistóricas, atenciones individualizadas,
perfiles rituales y simbólicos, interpretaciones de los textos y do-
cumentos, vuelta a la literatura frente a la pretensión “cientifista”.
En 1983, el 25 de enero promulga el nuevo Código de Derecho
Canónico. El 16 de octubre consagra el mundo a Nuestra Señora
de Fátima. El 24 de noviembre publica la “Carta de los Derechos de
la Familia”. El 27 de diciembre visita en la cárcel al turco que atentó
contra su vida.
1984. El 11 de febrero publica Carta Pastoral “Salvifici doloris” (so-
bre el significado cristiano del dolor). El 25 de marzo, en unión
espiritual con todos los obispos del mundo, el Papa repite la consa-
gración de la humanidad a la Virgen de Fátima. El 11 de diciembre
publica Exhortación Pastoral “Reconciliatio et poenitentia”.
1985. El 11 de febrero instituye el Pontificio Consejo para la Pasto-
ral de los Agentes Sanitarios.
Por esas fechas viaja a Venezuela, Ecuador, Perú, Trinidad-Tobago.
El 26 de marzo 26: Publica Carta Apostólica “A los jóvenes del
mundo” por el Año Internacional de la Juventud.
1986, enero: Gorbachov comienza la aplicación de la Perestroika: en
el orden internacional, compromiso de supresión total de las armas
nucleares para el año 2000. Corazón Aquino, presidenta de Filipi-
nas. Musulmanes, budistas y católicos rezan en Asís por la paz. El
13 de abril hace una visita sin precedentes a la Sinagoga principal de
Roma. Reza con el Rabino y el Presidente de la comunidad judía.

6 José Sánchez Jiménez Para comprender la Historia (Navarra 1995)

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1987, Álvaro del Portillo, nuevo prelado del Opus Dei, tras la muer-
te del Fundador Josémaría Escrivá.
1988, retirada de los tanques de Afganistán sin conseguir la URSS
su objetivo. Cae el comunismo en Hungría. Foro Democrático gana
las primeras elecciones libres. El arzobispo Marcel Lefébvre rompe
la relación con el Vaticano y provoca un cisma. Condena de las for-
mas erradas de la Teología de la Liberación. Publica EL 28 de junio
la Constitución Apostólica: “Pastor bonus” para la reforma de la
Curia Romana; Carta Apostólica “Mulieris dignitatem” (sobre la
dignidad y la vocación de la mujer) el 30 de septiembre; Exhorta-
ción Apostólica: “Christifideles laici” (sobre la vocación y misión
de los laicos en la Iglesia y en el mundo, el 30 de diciembre). Viaja
en mayo a Uruguay, Bolivia, Paraguay y Perú.
1989, en Polonia Solidarnocs triunfa sobre el sistema comunista. El
27 de agosto Carta Apostólica por los 50 años de la Segunda Guerra
Mundial. En Checoslovaquia los intelectuales ganan el pulso a la
URSS: Vaclav Havel, el dramaturgo encarcelado hasta pocos meses
antes, es elegido presidente de la República. En Rumanía los suce-
sos sangrientos de Timisoara: cae Ceaucescu y su régimen policía-
co. En la RDA, huidas en masa de los ciudadanos hacia embajadas
occidentales. Represión de Hoeneker, que es destituido y juzgado.
Cae el muro de Berlín. Se deshace Yugoslavia, Milosevic, el ser-
bio, lanza una gran campaña ultranacionalista (hacia la gran Serbia).
Gorbachov se entrevista con Juan Pablo II en diciembre. Con este
gesto se abren las puertas del Este para la Iglesia. Muere Jomeini.
Masacre en la plaza de Tiananmen en Pekín, donde se concentraban
miles de estudiantes para pedir reformas democráticas.
1990, grandes pasos hacia el desarme europeo (compromiso bilate-
ral por parte de la OTAN y del Pacto de Varsovia). El 2 de agos-
to Irak invade Kuwait. Fujimori gana elecciones peruanas frente a
Vargas Llosa. Patricio Aylwin sucede a Pinochet en la presidencia
de Chile .

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1991, Disolución de Rusia. Croacia y Eslovenia se constituyen
naciones independientes (se prepara la guerra de los Balcanes).
Operación Tormenta del desierto: en el mes de enero, extinguidos
los plazos ofrecidos a Irak para retirase de Kuwait, intervienen las
potencias occidentales en el Golfo Pérsico. Una guerra presenta-
da como de vídeo, aséptica, electrónica, sin muertos. I Cumbre de
Iberoamérica (Guadalajara, México, julio de 1991): los jefes de Es-
tado y de Gobierno, reunidos por primera vez, deciden constituir
la Conferencia Iberoamericana, para luchar “de forma conjunta”
contra los grandes retos que afrontan los países iberoamericanos en
un mundo de transformaciones.
1992, comienza la Guerra de los Balcanes. Algunos la denominan
Tercera Guerra Europea. Se conmemora el V Centenario de Améri-
ca. En noviembre se aprueba el Tratado de Maastricht, Carta magna
de la nueva Europa Unida. El 13 de mayo instituye la Jornada Mun-
dial del Enfermo.
El 7 de diciembre presenta el Catecismo de la Iglesia Católica. II
Cumbre Iberoamérica (Madrid, julio de 1992): los asistentes a esta
segunda reunión discutieron sobre temas relaciones con la integra-
ción, la cooperación económica y el desarrollo social y humano.
1993, B. Clinton, tras doce años de mandato republicano, presiden-
te de los EEUU. Muere Balduino de Bélgica. Yaser Arafat e Isaac
Rabin llegan a un acuerdo tras 45 años de enfrentamientos. Boris
Yeltsin con el ejército asalta la sede del Parlamento. Encíclica Veri-
tatis splendor. III Cumbre Iberoamérica (Salvador de Bahía, Brasil,
julio de 1993): se analizaron las crecientes desigualdades sociales de
la región iberoamerican
1994, El 1 de enero instituye la Pontificia Academia de las Ciencias
Sociales y el 11 de febrero la Pontificia Academia para la Vida. El
2 de febrero escribe la Carta a las Familias y el 15 de diciembre la
Carta a los Niños. Juan Pablo II lanza un nuevo documento sobre la
preparación del Tercer milenio del Cristianismo: “Tertio millennio

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adveniente”. S. Berlusconi gana las elecciones en Italia. En Sudáfrica
gana Mandela. Juan Pablo II es elegido “hombre del año” el 18 de di-
ciembre por el Time. IV Cumbre Iberoamérica (Cartagena de Indias,
Colombia, junio de 1994): los participantes en esta cuarta edición de
la Cumbre Iberoamericana centran sus debates en el comercio y la
integración como elementos del desarrollo iberoamericano.
1995, ante los inmensos problemas planteados en el mundo por el
desequilibrio económico, el hombre, la persona humana, corre pe-
ligro de extinción (recuérdese el planteamiento de la Conferencia
Mundial de El Cairo, 1994). Juan Pablo II escribe una nueva En-
cíclica, histórica sin duda por su valor intrínseco, monumento a
la defensa del hombre; El Evangelio de la vida .Han desaparecido
los dos bloques (E y O) por la descomposición del comunismo.Se
habla ahora del Norte-Sur: ¿Diálogo o enfrentamiento? V Cum-
bre Iberoamérica (San Carlos de Bariloche, Argentina, octubre de
1995): el asunto prioritario de esta cita fue la educación como fac-
tor esencial del desarrollo.
Movimientos de pueblos en migraciones desde el sur (mexicanos
hacia los EEUU, africanos hacia Europa).. son formas distintas de
ver la vida (mentalidad, religiosidad, demografía, costumbres, etc).
Un sur pobre, pero vital, joven, frente a un norte que, en el caso del
mundo occidental, ha pasado del rechazo de la metafísica (actitud
cultural que definirá al siglo XX) a la desconfianza sobre la razón,
el Progreso (los grandes mitos de la modernidad). “Se defienden
una ontología mínima, un pensamiento débil (Vattimo), Para la post-
modernidad (...) no hay texto sino cita; no hay rostro sino máscaras.
Más que el efecto de las causas reales interesan los efectos especiales”
(R. Gómez Pérez).Es nuestro mundo, el mundo desencantado de
La insoportable levedad del ser Kundera, del también desencantado
y cómico Manhattan de Woody Allen. El mundo de la periferia
del ser, de la imagen: “Ser es ser imagen”... Por eso es el momento
triunfante del vídeo, de la reproducción instantánea de la imagen,
de los efectos especiales de Spielberg.

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1996, En marzo peregrina por vez primera a la Alemania unificada.
Inicia la reorganización de los líderes de la Curia. Vuelve por cuarta
vez a Francia. Se inician negociaciones entre la Santa Sede y el go-
bierno de Vietnam en Hanoi. El Papa recibe al arzobispo de Can-
terbury, Dr. Goerge Carey. VI Cumbre Iberoamérica (Santiago de
Chile y Viña del Mar, noviembre de 1996): los jefes de Estado y
de Gobierno discuten sobre la gobernabilidad para una democracia
“eficiente y participativa”.
1997, Vuelta de Hong Kong a China. En abril se crea la página web
del Vaticano. Al tercer día ya la habían visitado unos tres millones
de personas. Acomete la difícil peregrinación a Sarajevo y a Líbano.
Por quinta vez en Polonia, Participa en la sexta celebración del día
mundial de la Juventud en París. Muere el 5 de septiembre la Madre
Teresa de Calcuta. El 2 de octubre participa en II Encuentro Mundial
con las Familias (Río de Janeiro, Brasil). El 1 de noviembre celebra el
50 aniversario de su ordenación sacerdotal y publica el libro: “Don y
misterio: En el quincuagésimo aniversario de mi sacerdocio».
VII Cumbre Iberoamérica (Isla Margarita, Venezuela, noviembre de
1997): los asistentes conversaron los valores éticos de la Democracia.
1998, El 21 de enero tiene lugar el histórico primer viaje a Cuba en
el que el Papa pide a Cuba se abra al mundo. En mayo tiene lugar la
vigilia con los movimientos eclesiales. En junio se publica el texto
unitario de la Iglesia luterana y la católica romana sobre la doctrina
de la justificación. El 7 de julio presenta la Carta Apostólica “Dies
Domini” (sobre la santificación del domingo) y el 15 de octubre su
encíclica número 13 “Fides et Ratio”.
VIII (Oporto, Portugal, octubre de 1998): en esta edición los de-
safíos de la globalización y la integración regional centraron las dis-
cusiones de los asistentes.
1999. El 22 de Enero viaja a México para clausura el Sínodo para
América y firmar la Exhortación Apostólica “Ecclesia in America”.

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Publica su “Carta a los Artistas” el 23 de abril y su “Carta a los
Ancianos” el 26 de septiembre. El 24 de diciembre abre la Puerta
Santa de la Basílica de San Pedro, dando comienzo al Jubileo del
Año 2000.
IX Cumbre Iberoamérica (La Habana, noviembre de 1999): la si-
tuación financiera internacional centró los debates de los jefes de
Estado y de Gobierno de los 21 países iberoamericanos. Faltaron a
la cita los presidentes de Chile y Argentina, en protesta por la pre-
tensión español de juzgar al ex dictador chileno Augusto Pinochet,
y Nicaragua, El Salvador y Costa Rica, por las discrepancias políti-
cas con el anfitrión de esta edición de la Cumbre Iberoamericana,
Fidel Castro.

5. El Tercer Milenio
2000. Jubileo. X Cumbre Iberoamérica (Panamá, noviembre de
2000): el asunto prioritario de esta cumbre fue los problemas que
afectan a los niños y adolescentes. Durante esta cumbre, Castro
acaparó la atención al denunciar una conspiración para asesinarlo y
por negarse a firmar una condena del terrorismo de ETA.
El Santo Padre concluyó su homilía recordando que “la Iglesia pe-
regrina en la tierra, a través de su liturgia, del anuncio del Evangelio,
de su testimonio, se hace eco cada día de este canto celeste. Quiera
el Señor que, en el nuevo milenio, crezca cada vez más en la santi-
dad, para ser en la historia verdadera “epifanía” del rostro miseri-
cordioso y glorioso de Cristo el Señor. ¡Así sea!”
Pero es también el mundo del retorno a los valores espirituales,
del deseo intenso de Dios en una sociedad ‘postcristiana’ (auge de
las sectas), de una juventud que en conjunto ha descubierto en su
propia carne el envilecimiento...
2001. Año del voluntariado; Premio Nóbel de la ONU. Se descifra
el genoma humano.

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El 11 de marzo el Papa celebra la beatificación más numerosa de la
historia (233 mártires españoles).
El 1 de agosto celebra su audiencia general número 1.000 en la
Plaza de San Pedro.
Atentado terrorista del 11 de septiembre 7 y lucha antiterrorista. La
firmeza del Pontífice llamó la atención de cadenas noticiosas tan
importantes como la CNN cuya corresponsal reportó: “Ante la ex-
planada repleta de fieles, Juan Pablo II pareció el sábado más audaz
y decidido que nunca en su tarea de guía de los católicos ante los
nuevos tiempos”. La Carta Apostólica “Novo millennio ineunte”
-”El Nuevo Milenio que Comienza”- firmada por el Papa Juan Pa-
blo II en la Plaza de San Pedro en solemnidad de la Epifanía y con
ocasión de la clausura de la Puerta Santa, es un poderoso llamado a
llevar a que la Iglesia, como pidió Cristo a Pedro, reme “mar aden-
tro”, para llevar al Señor Jesús al corazón del mundo y de la historia.
XI Cumbre Iberoamérica (Lima, noviembre de 2001): los jefes de
Estado y de Gobierno firmaron una declaración en la que se puso
el acento en la necesidad de combatir el terrorismo en todas sus
formas y manifestaciones y el fortalecimiento de la Democracia.
2002. El 24 de enero participa en Asís en la Jornada de Oración
por la Paz. Luego envía a todos los jefes de Estado el “Decálogo de
Asís por la Paz”. El d de mayo presenta la Carta Apostólica “Mise-
ricordia Dei”, sobre aspectos de la celebración del Sacramento de
la Reconciliación. En julio viaja a Canadá para la Jornada Mundial
de la Juventud; desde allí pasó a Guatemala para canonizar a José
Betancur) y a México para hacer lo propio con el indio Juan Diego.
El 16 de octubre firma la Carta Apostólica “Rosarium Virginis Ma-
riae”, añade los misterios luminosos al Rosario y proclama el “Año
del Rosario”.

7 Cuando estaba redactando estas notas, el 19 de agosto de 2003, las agencias


dan la noticia del doble ataque suicida en Bagdad y Jerusalén.

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2003. Hace esfuerzos por evitar la guerra en Irak: Envía represen-
tantes a Irak y EE.UU.; habla con el Secretario General de la ONU,
los primeros ministros británico y español; la Santa Sede interviene
en el Consejo de Seguridad de la ONU. El 6 de marzo publica su
poemario “Tríptico Romano, Meditaciones”.
El 17 de abril publica la encíclica “Ecclesia de Eucharistia”. El 3
y 4 de mayo. Realiza su quinto viaje a España. El 5 de junio, viaje
número 100: a Croacia
El 16 de octubre toda Iglesia celebró 25 años de la elección de Juan
Pablo II como Pontífice. En la homilía de la misa jubilar desbor-
dó en gratitud: “Misericordias Domini in aeternum cantabo, cantaré
eternamente las misericordias del Señor...” (cf. Sal 88, 2). Hace vein-
ticinco años experimenté de modo particular la misericordia divina.
En el Cónclave, a través del Colegio cardenalicio, Cristo me dijo
también a mí, como en otro tiempo a Pedro a orillas del lago de Gene-
saret: “Apacienta mis corderos” (Jn 21, 16). Sentía en mi alma el eco
de la pregunta dirigida entonces a Pedro: “¿Me amas? ¿Me amas más
que estos...?” (cf. Jn 21, 15-16). ¿Cómo podía, humanamente hablan-
do, no estremecerme? ¿Cómo podía no pesarme una responsabilidad
tan grande? Fue necesario recurrir a la misericordia divina para que
a la pregunta: “¿Aceptas?”, pudiera responder con confianza: “En
la obediencia de la fe, ante Cristo mi Señor, encomendándome a la
Madre de Cristo y de la Iglesia, consciente de las grandes dificultades,
acepto”. Hoy, queridos hermanos y hermanas, me agrada compartir
con vosotros una experiencia que ya se prolonga desde hace un cuarto
de siglo. Cada día se repite en mi corazón el mismo diálogo entre Jesús
y Pedro. En espíritu, contemplo la mirada benévola de Cristo resuci-
tado. Él, consciente de mi fragilidad humana, me anima a responder
con confianza como Pedro: “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te
quiero” (Jn 21, 17).
Tres días más tarde, el 19, beatifica a la Madre Teresa de Calcuta. Si
el Papa comenzó su pontificado con un sueño: “¡Abrid las puertas

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a Cristo!” y una voz tranquilizadora: “¡No temáis!”, al cumplir los
25 años quiere coronarlo desde el corazón de María y mediante la
comunión eucarística.
2004. Al dirigir su tradicional mensaje anual al cuerpo diplomático
acreditado en la Santa Sede, el Papa Juan Pablo II aseguró que el
mundo necesita una paz que se construya en el amor, el respeto y
sobre todo la fe. En el discurso que pronunció en la Sala Regia, el
Pontífice repasó la situación de los países que atraviesan especiales
momentos de violencia y guerra.
El 18 de mayo publica su último libro “¡Levantaos!, ¡Vamos!”.
14 de agosto. Viaje a Lourdes para conmemorar en el santuario
francés el 150 aniversario de la promulgación del dogma de la In-
maculada Concepción. El mismo año visita Loreto y Berna (Suiza).
2005. Miércoles 7 de enero En su primera catequesis del año 2004,
el Papa Juan Pablo II pidió a los fieles cristianos contemplar el
ejemplo de María en estos días previos al fin del tiempo de Navidad.
“¡María, Madre de Dios!, exclamó el Pontífice en la catequesis cele-
brada en el Aula Paulo VI. “Esta verdad de fe profundamente ligada
a las fiestas navideñas se evidencia de forma particular en la liturgia
del primer día del año, solemnidad de Santa María Madre de Dios”.
Jueves 8 de enero En el mensaje que dirigió a los participantes en un
simposio internacional sobre “Dignidad y derechos de la persona
discapacitada mental”, el Papa Juan Pablo II hizo una férrea defensa
de la necesidad de amar y ser amados de los seres humanos con esta
desventaja.
Martes 1 de febrero. El Papa Juan Pablo II fue sorpresivamente
internado en el Hospital Agostino Gemelli pasadas las 10:50 p.m.,
hora de Roma.
Domingo 6 de marzo. El Papa Juan Pablo II hizo una breve apari-
ción desde su ventana del Policlínico Gemelli para dar la bendición

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a los fieles que previamente escucharon sus reflexiones leídas en la
Plaza San Pedro por el Arzobispo Leonardo Sandri.
Sabado 2 de abril. Esta noche el Papa Juan Pablo II fue convocado
a la presencia de Dios Padre luego de 26 años, 5 meses y 17 días de
Pontificado. El Vaticano anunció que el Pontífice expiró hace unos
minutos, a las 21:37 del 2 de abril en Roma

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C apítulo II

Un magisterio renovador

Está por hacerse el estudio de su magisterio como filósofo y teó-


logo. Acerca de la filosofía, Rocco Buttiglione, primer autor de un
libro italiano sobre el pensamiento de Karol Wojtyla, afirma que
su pensamiento no se entiende sin la sombra del Vaticano II, y que
“busca reconciliar a la Iglesia con la modernidad; la persona es ser,
y el ser es persona. Si la modernidad consideró que “metafísica” y
“persona” eran conceptos contrapuestos, Karol Wojtyla apuesta
por su unidad. Por su parte, Giovanni Reale, el reciente editor de
«Metafisica della persona» («Metafísica de la persona»), editado en
italiano por Bompiani. En un volumen de 1.200 páginas, en el que
se recogen por primera vez todos los ensayos filosóficos escritos
por Wojtyla entre 1948, cuando se doctoró en teología en la Uni-
versidad de Santo Tomás de Roma y 1978, año en el que fue elegido
Papael núcleo de la filosofía del Karol Wojtyla es la persona hu-
mana: «Basándose en el mensaje cristiano el hombre ha descubier-
to que tiene un valor absoluto como persona». El profesor Reale
resaltó que «los libros de Wojtyla se imponen como la expresión
emblemática de la metafísica de la persona» y subrayó que «rara-
mente se han escrito obras con una defensa del hombre tan fuerte
y convincente». En relación a la figura del Papa hoy día, el profesor
polaco Tadeusz Sticzen, uno de los que mejor conocen el pensa-
miento de Karol Wojtyla, apuntó que «Juan Pablo II es consciente
que lo sostiene Aquel que lo ha escogido para que lo conduzca y lo
lleve a los demás»8.

8 Zenit, 13 de octubre del 2003.

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Nos contentamos con pergeñar algunas claves de su pensamiento
doctrinal. Ellas tienen que ver, en primer lugar, con su formación
personal y su participación en el Concilio Vaticano II. En segundo
lugar, con la situación de perplejidad y crisis que se sentía en la Igle-
sia cuando fue elegido Papa, con fenómenos preocupantes de can-
sancio, contestación interna, inseguridad doctrinal y acoso cultural
externo. En el ambiente, flotaba una dialéctica enfermiza entre el
antes y el después del Concilio, progresistas y conservadores, catego-
rías desintegradoras para la vida de la Iglesia. Con la fuerza que le
daban sus convicciones doctrinales y su formación como profesor
de ética y moral cristiana, así como una vida labrada a fuerza de
luchas y sufrimientos, Juan Pablo II ha desarrollado una doctrina
muy en línea con la tradición pero sumamente creativa y renovado-
ra, que ha servido como respuesta precisa y adecuada a los desafíos
del Nuevo Milenio. En gran parte, la novedad de sus enfoques vie-
nen de sus ideas sobre la antropología cristiana, subyacentes en la
Constitución Gaudium et spes, del Concilio Vaticano II. Juan Pa-
blo II se ha sentido siempre un obispo del Concilio; se puede decir
que se formó durante las asambleas conciliares, y entendió, desde
el principio de su pontificado, que su misión tenía que ser llevar
adelante el verdadero espíritu del Concilio, hacer fructificar sus
esperanzas de revitalización de la Iglesia. Clasifico sus principales
documentos según su temática y rango doctrinal, en varios grupos9:
Lo medular de su pensamiento está en la encíclica Fides et ratio
(1998), porque está dedicada a la reflexión sobre las relaciones entre
fe y razón, y la teología y el pensamiento cristianos. Transcurridos
más de 100 años desde la Encíclica Aeterni Patris de León XIII (4 de
agosto de 1879), la Fides et Ratio propone nuevamente el tema de la
relación entre fe y razón o, más bien, entre teología y filosofía. La

9 . Juan Luis Lorda, de la Universidad de Navarra, en “Un pontificado fecundo”


Alfa y Omega Madrid, 18 de mayo de 2003 traza un balance doctrinal de sus
casi 25 años de pontificado que seguimos en parte:

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Encíclica reúne todos los requisitos para ser considerada un docu-
mento “histórico”. ¿Por qué la fe debería ocuparse de la filosofía y
por qué la razón no puede prescindir de la aportación de la fe? Tales
preguntas no se plantean como un mero ejercicio teórico sino que
tienen un carácter profundamente existencial, -porque determina
el comportamiento de las personas. La Encíclica toma su punto de
partida en una situación cultural que se ha hecho insostenible y
que ha llevado hasta sus últimas consecuencias la separación entre
fe y razón. En este horizonte, el documento aspira a sensibilizar a
quienes respetan la verdad y son responsables del pensamiento y de
la cultura, a fin de que se fijen en lo esencial, sin ningún tipo de pre-
juicio ni límite alguno. Desde esta perspectiva, plantea un problema
serio que suscitará un amplio debate entre los hombres de cultura:
¿Por qué la razón quiere impedir a sí misma tender hacia la verdad,
cuando descubre que por su misma naturaleza tiende a alcanzarla?
El objetivo de la encíclica es, en definitiva, dar confianza al hombre
contemporáneo. El mensaje último de la Encíclica podría resumirse
en una afirmación del número 90: “Verdad y libertad, o bien van
juntas o juntas perecen miserablemente”10. Se trata de un enérgico
llamado de Juan Pablo II para despertar la conciencia de cuantos
se interesan por la verdadera libertad del hombre. Ésta, afirma el
Papa, sólo se puede alcanzar y asegurar si el canal hacia la verdad
permanece abierto y accesible siempre, a todos y en todas partes.
Por último, se dirige a María, “Trono de la Sabiduría” deseando que
“sea puerto seguro para quienes hacen de su vida la búsqueda de la
sabiduría” (n. 108). Dado que con la Veritatis Splendor quiso llamar
la atención sobre algunas verdades de orden moral que habían sido

10 Es muy elocuente el testimonio de André Frossard quien preguntó al Papa


una noche en Castengandolfo que si tuviera que elegir una sola frase del
Evangelio para legarla a la Humanidad, ¿cuál elegiría? ..Sin dudar un instante,
respondió: “La verdad os hará libres”.Cit. en M.A. Velasco Juan Pablo II, ese
desconocido (Anécdotas humanas de un Papa fascinante) Planeta-Testimonio,
Madrid, 1998. p.183

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olvidadas o mal interpretadas, la presente Encíclica quiere referirse
a la verdad misma y su fundamento en relación con la fe.
En segundo lugar, hay que poner las tres encíclicas trinitarias, que
constituyen el marco general de la doctrina teológica de Juan Pa-
blo II: Redemptor hominis (1979), Dives in misericordia (1980) y
Dominum et vivificantem (1986) son, probablemente, las encíclicas
que tienen un tono más personal, especialmente la primera. La vida
cristiana y la Trinidad: Dios es Padre, Hijo y Espíritu Santo El Papa
Juan Pablo II ha querido hacer evidente desde el inicio de su pon-
tificado la relación existente -aunque quizá tantas veces olvidada o
relegada- de la vida de la Iglesia (y de cada uno de sus hijos) con la
Trinidad, dedicando sus primeras encíclicas a profundizar en cada
una de las tres personas de la Trinidad: una a Dios Padre, rico en
misericordia (1980); otra al Hijo, Redentor del mundo (1979); y
otra al Espíritu Santo, Señor y dador de vida (1986). Este es el
misterio central de la fe cristiana: Dios es uno solo, pero a la vez
tres Personas. Recuerda así las bases de la verdadera fe, y con ello
el fundamento de la auténtica vida de la Iglesia y de cada uno de
sus hijos: en efecto, no se entiende la vida del cristiano si no es
en relación con Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Comunión de
Amor. El Cardenal J. Ratzinger afirma que Redemptor hominis “es
la más personal, el punto de partida de todas las demás” y que “sería
fácil demostrar que todos los temas sucesivos ya se hallaban anti-
cipados en ella”: el tema de la verdad y el vínculo con la libertad;
los principales rasgos de la reciente encíclica eucarística: sacrificio,
redención, penitencia y Eucaristía; el imperativo “no matarás” de
la Evangelium vitae, el vínculo entre la Iglesia y Cristo orientado
hacia el futuro, la conexión de la antropología con la teología, el
hombre como camino de la Iglesia ya recorrido por Cristo11. “Je-
sucristo es el camino principal de la Iglesia. Él mismo es nuestro

11 “Las catorce encíclicas del Santo Padre Juan Pablo II” L´Osservatore romano
nº.33, 15 de agosto de 2003, pp.4-5

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camino ´hacia la casa del Padre´y es también el camino hacia cada
hombre”( RH 13)
3. Después vendrían las cuatro encíclicas eclesiológicas: Slavorum
apostoli (1985), sobre san Cirilo y san Metodio, convertidos por
Juan Pablo II en copatronos de Europa y paradigmas de la incul-
turación autétnica. Redemptoris missio (1990) acerca de la misión
evangelizadora de la Iglesia; Ut unum sint (1995) sobre el ecume-
nismo; y Ecclesia de Eucharistia (2003), la Eucaristía como centro
de la vida de la Iglesia. Esta doctrina se completa con la Carta apos-
tólica Orientale lumen (1995), que es un esfuerzo ecuménico de
acercamiento a las Iglesias orientales y ortodoxa. Y, sobre todo,
con las seis Exhortaciones apostólicas que han seguido a los Sí-
nodos ordinarios. Han desarrollado los principales aspectos de la
vida de la Iglesia: empezando por Catechesi tradendae (1979), sobre
la catequesis cristiana; Familiaris consortio ( 1 9 8 1 ) ,sobre la fami-
lia cristiana; Christifideles laici (1988), sobre el papel de los laicos;
Pastores dabo vobis (1992), sobre la formación y vida de los sacer-
dotes; Vita consecrata (1996), sobre la espiritualidad y misión de
los religiosos; a la que se podía añadir Redemptionis donum (1984),
también dedicada a los religiosos, aunque no procede de un Sínodo.
Entre ellas, la Exhortación apostólica Reconciliatio et poenitentia
(1984), fruto del Sínodo de 1983, es un documento singular des-
de el punto de vista doctrinal, al proporcionar el marco general de
la Redención, en el que se entiende la misión más profunda de la
Iglesia en el mundo y el sacramento de la Reconciliación. Pastores
gregis (2003) es la exhortación postsinodal que recoge el papel de
los obispos en la Iglesia, tema del Sínodo general de 2001.
4. Tienen gran importancia las cinco encíclicas morales, que están
claramente marcadas por sus intuiciones y por el esclarecimiento
de los grandes principios cristianos. Se pueden dividir en dos gru-
pos: las dos que se refieren a los fundamentos de la moral: Veritatis
splendor (1993) y Evangelium vitae (1993), que destacan el papel de

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la verdad en la vida moral y la dignidad sagrada de la vida humana.
Y las tres encíclicas sociales: Laborem exercens (1981), Sollicitudo
rei socialis (1987) y Centesimus annus (1991) ,que contienen abun-
dantes análisis sobre el desarrollo del hombre y la cultura. Por la
importancia de la temática, también habría que tener aquí en cuenta
la Exhortación apostólica Familiaris consortio.
5. Destaca el conjunto de documentos dedicados a la Virgen, desde
la encíclica Redemptoris Mater 1987), a la que se puede añadir la
Exhortación apostólica Redemptoris Custos (1989), sobre san José.
Recientemente, nos sorprendía añadiendo cinco misterios al rezo
tradicional del Rosario, en la Carta apostólica Rosarium Virginis
Mariae.(2002)
6. Conviene subrayar los ciclos catequéticos desarrollados en las
Audiencias generales, especialmente aquellos que hablan Sobre el
amor y la sexualidad y la castidad (1979-1985); y la Catequesis sobre
el Credo (1985-2000). El primer ciclo es un largo curso sobre el
cuerpo humano y el matrimonio. El segundo, sobre el Credo. Du-
rante dieciséis años Juan Pablo II comentó detalladamente todos
los artículos, destacando la doctrina antropológica al tratar de la
creación del hombre y de la escatología. El Santo Padre, desde que
asumió su pontificado, ha mantenido las catequesis de los miérco-
les iniciadas por su predecesor Pablo VI. En ellos ha desarrollado
principalmente el contenido del “Credo”. En este mismo sentido
el Catecismo de la Iglesia Católica -aprobado por el Santo Padre
en 1992- ha querido ser «el mejor don que la Iglesia puede hacer a
sus Obispos y a todo el Pueblo de Dios», teniendo en cuenta que
es un «valioso instrumento para la nueva evangelización, donde se
compendia toda la doctrina que la Iglesia ha de enseñar». Hay que
enfatizar el interés mostrado por una síntesis popular del propio
Catecismo así como el valor del Directorio General de Catequesis.
7 Son más importantes de lo que parecen sus discursos y cartas a
los organismos internacionales (ONU, UNESCO, FAO, etc.), los

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magistrales Mensajes de Año Nuevo sobre la paz y los discursos al
Cuerpo Diplomático. Juan Pablo II ha aprovechado siempre esas
ocasiones para desarrollar su idea de la situación de la Iglesia en el
mundo. Cuando se dirige a públicos no específicamente cristianos,
Juan Pablo II suele desarrollar algún aspecto de antropología, muy
en la línea de la intención de la Gaudium et spes.
8. Tienen interés otros muchos documentos menores, entre los que
destacan las Cartas apostólicas Salvifici doloris ( 1984) y Mulieris
dignitatem (1988); y las Cartas dirigidas a los ancianos (1999), a los
artistas (1999), a las mujeres (1995), a los niños (1994), a las fami-
lias (1994) y a los jóvenes, entre otras.
9. Las entrevistas y escritos personales. Además de ser algo muy
original, nos revela su rico mundo interior. Aunque no son docu-
mentos doctrinales, sería difícil exagerar la importancia de Cruzan-
do el umbral de la esperanza (Plaza & Janés, Barcelona 1994), de cara
a conocer las convicciones profundas de Juan Pablo II. También del
precioso libro Don y misterio, lleno de sus recuerdos más entraña-
bles, al cumplirse el quincuagésimo aniversario de su ordenación
sacerdotal (1996). En menor medida, porque depende más del en-
trevistador, el libro-entrevista, de A. Frossard, No tengáis miedo (
Planeta, Madrid). De creación poética: Tríptico romano - Medita-
ciones, libro de poesías (Marzo de 2003). ¡Vamos, levantaos! (2004)
libro sobre sus experiencias pastorales como obispo de Cracovia y
“Memoria e identidad” (febrero de 2005).
10. Alocución profética. Primicias 1978
Si es cierto que toda la encina está contenida en una bellota, me
atrevo a aventurar que todo el exuberante magisterio oral y escrito
del Papa está contenido en la breve presentación del día de su elec-
ción y el homilía de su primera misa como Papa. La tarde del 16
de octubre de 1978 la gente reunida en la plaza de San Pedro escu-
chó un nombre en latín poco conocido, Carolum Wojtyla. Algunos
pensaron que era un cardenal africano, pero se trataba del arzobis-

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po de Cracovia, Polonia, elegido como el 264 sucesor de Pedro, el
pescador de Galilea y primer obispo de Roma, donde murió mártir
y cuyos restos son la Primera Piedra de la Iglesia. Su elección fue
el 81 cónclave de la historia. Y en sus primeras palabras al mundo
confesó: “He tenido miedo al recibir esta designación, pero la he
aceptado con el ánimo puesto en la confianza en nuestro Señor y en
la confianza en su Santísima Madre María”.
Recordemos su primera intervención como Papa:
“¡Alabado sea Jesucristo!
Mis queridos hermanos y hermanas...Todavía lloramos la muerte de
nuestro querido Juan Pablo I. Y ahora los eminentes cardenales han
llamado a un nuevo obispo de Roma. Le han llamado de un país le-
jano; lejano, sí, pero siempre cerca de través de la comunión de la fe
y en la tradición cristiano...Temía recibir este nombramiento, pero lo
he hecho en el espíritu de obediencia a Nuestro señor Jesucristo y con
plena confianza en Su Madre, la Santísima Virgen.
No sí si me expreso con claridad en vuestra...en nuestra lengua italia-
na. Si cometo algún error, vosotros me corregiréis”.
Y de este modo me presento a todos vosotros, para confesar nuestra fe
común, nuestra esperanza, nuestra confianza en la Madre de Cristo
y de la Iglesia, y también para emprender de nuevo este camino de
la historia y la Iglesia, con la ayuda de Dios y con la ayuda de los
hombres”
Detengámonos en estas palabras, casi espontáneas, brotadas al ca-
lor de la emoción inicial. Aquí tenemos muchas claves:
a. El Papa siempre va a ser él mismo. Habitualmente los papas no
saludaban o si lo hacían era de manera muy “oficial”, con el “nos”,
sin embargo aquí –como posteriormente- se presenta el hombre,
su “yo” único e intrasferible, con un mensaje muy particular.
b. El Señor Jesús, la centralidad de su vida y de su mensaje. Siempre

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comienza con Él y siempre Él va a ser la raíz de todos sus actos. La
primera encíclica será también para Él, Redemptor hominis.
c. Nos habla como en familia. Su experiencia pastoral con fami-
lias universitarias le acompañará toda su vida. El prodigará estos
encuentros. Se dirige con un “queridos hermanos y hermanas”, in-
vitando a que le corrijan, a que le enseñen como dócil discípulo...
d. El don de la oportunidad. Se da cuenta que la Iglesia, el mundo,
está afligida, de ahí el recuerdo al Papa de la sonrisa que ha sido
como un relámpago de alegría y gozo para la Iglesia.
e. De un país lejano. Más de medio siglo el papado ha sido italiano. Se
da un gran salto. No importa la distancia geográfica la que importa
es la espiritual y Polonia es la “semper FIDES”, muy cerca de Roma.
f. Su temor para la misión pero su consideración desde la fe, enten-
dida como obediencia, oblación
g. Su entrega a María, Totus tuus
h. Emprender de nuevo este camino de la historia y la Iglesia. Es el
mismo camino, el de siempre, pero de forma renovada
i. Cuenta con nuestra ayuda. Comenzando con el colegio cardenali-
cio, siguiendo con los obispos, sacerdotes, religiosos, consagrados,
laicos nos ha convocado para que seamos corresponsables de la mi-
sión de la nueva evangelización.
j. Dios, sobre todo.
Y a renglón seguido, en la homilía de la inauguración del pontifi-
cado pronunció: “!Hermanos y hermanas! ¡No tengáis miedo de
acoger a Cristo y de aceptar su potestad! ¡Ayudad al Papa y a todos
los que quieren servir a Cristo y, con la potestad de Cristo, servir al
hombre y a la Humanidad entera!
¡No temáis!¡Abrid, más todavía, abrid de par en la par las puertas
a Cristo!

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Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los siste-
mas económicos y políticos, los extensos campos de la cultura, de la
civilización y del desarrollo. ¡No tengáis miedo! Cristo conoce ´lo
que hay dentro del hombre´. Sólo Él lo conoce”.
Con razón se han publicado numerosas obras acerca de las solu-
ciones aportadas frente a los complejos problemas que desafían a
nuestro mundo. A título de ejemplo, selecciono la que lleva como
título “Mi decálogo para el Tercer Milenio” que ofrece una anto-
logía de textos papales articulados en un orgánico tratado a modo
de decálogo: Fe, Iglesia, Oración, Amor, Historia, Mal, Trabajo,
Mundo, Paz, Religiones12.

12 Juan Pablo II Mi decálogo para el Tercer Milenio PPC, Madrid, 1992.

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C apítulo III

Claves del pontificado

En un intento de explorar los perfiles, las improntas, nos limitamos


–sin pretender agotar el tema- señalar los que considero más im-
portantes. Desde el primer momento de la elección, numerosos ob-
servadores comentaron lo bien que representaba el “papel” del Papa.
Alguno tuvo la impresión de “haber estado haciéndolo toda la vida”.
Otros quisieron ver la clave en sus grandes dotes para el teatro. Sin
embargo, él pensaba que si al Espíritu Santo le había parecido ade-
cuado llamar a “un cardenal con aquella experiencia y aquel bagaje
concretos”se debía a que “dicho bagaje es útil a la Iglesia universal”13.

1. la experiencia de Polonia.
Recordemos algunos datos biográficos: Karol Józef Wojtyła nació
en Wadowice, una pequeña ciudad a 50 kms. de Cracovia, el 18 de
mayo de 1920. Era el segundo de los dos hijos de Karol Wojtyła14 y

13 G. WEIGEL Biografía de Juan Pablo II. Testigo de Esperanza, Barcelona


1999, p.362
14 Juan Pablo II en su obra Don y Misterio confiesa la decisiva influencia del
ejemplo de su padre: “Mi reconocimiento es, sobre todo, para mi padre, que
enviudó muy pronto. No había recibido aún la Primera Comunión cuando perdí
a mi madre: apenas tenía nueve años. Por eso, no tengo conciencia clara de la
contribución, seguramente grande, que mi madre dio a mi educación religiosa.
Después de su muerte y, a continuación, después de la muerte de mi hermano
mayor, quedé solo con mi padre, que era un hombre profundamente religioso.
Podía observar cotidianamente su vida, que era muy austera. Era militar de
profesión y, cuando enviudó, su vida fue de constante oración. Sucedía a

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Emilia Kaczorowska. Su madre falleció en 1929. Su hermano mayor
Edmund (médico) murió en 1932 y su padre (suboficial del ejército)
en 1941. A los 9 años hizo la Primera Comunión, y a los 18 recibió
la Confirmación. Terminados los estudios de enseñanza media en la
escuela Marcin Wadowita de Wadowice, se matriculó en 1938 en la
Universidad Jagellónica de Cracovia y en una escuela de teatro. 15.
Cuando las fuerzas de ocupación nazi cerraron la Universidad, en
1939, el joven Karol tuvo que trabajar en una cantera y luego en una
fábrica química (Solvay), para ganarse la vida y evitar la deportación a
Alemania. A partir de 1942, al sentir la vocación al sacerdocio, siguió
las clases de formación del seminario clandestino de Cracovia, dirigi-
do por el Arzobispo de Cracovia, Cardenal Adam Stefan Sapieha. Al
mismo tiempo, fue uno de los promotores del “Teatro Rapsódico”,
también clandestino16. Tras la segunda guerra mundial, continuó sus
estudios en el seminario mayor de Cracovia, nuevamente abierto, y
en la Facultad de Teología de la Universidad Jagellónica, hasta su
ordenación sacerdotal en Cracovia el 1 de noviembre de 1946.Segui-
damente, fue enviado por el Cardenal Sapieha a Roma, donde, bajo
la dirección del dominico francés Garrigou-Lagrange, se doctoró
en1948 en teología, con una tesis sobre el tema de la fe en las obras
de San Juan de la Cruz. En el Angelicum de Roma. En aquel período

veces que me despertaba de noche y encontraba a mi padre arrodillado, igual


que lo veía siempre en la iglesia parroquial. Entre nosotros no se hablaba de
vocación al sacerdocio, pero su ejemplo fue para mí, en cierto modo, el primer
seminario, una especie de seminario doméstico” (BAC, Madrid, 1996, Cap. III
“Influencias en mi vocación” pp.35-36)
15 Juan Pablo II Cruzando el umbral de la Esperanza :”Antes de entrar en
el seminario, me encontré a un laico llamado Jan Tyranowski, que era un
verdadero místico. Aquel hombre, que considero un santo, me dio a conocer
a los grandes místicos españoles y, especialmente, a san Juan de la Cruz. Aun
antes de entrar en el seminario clandestino leía las obras de aquel místico, en
particular las poesías. Para poderlo leer en el original estudié la lengua española.
Aquélla fue una etapa muy importante de mi vida. pp.148.
16 Datos tomados de internet: www.vatican.va de 5 de mayo del 2003

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aprovechó sus vacaciones para ejercer el ministerio pastoral entre los
emigrantes polacos de Francia, Bélgica y Holanda.
En 1948 volvió a Polonia, y fue vicario en diversas parroquias de Cra-
covia y capellán de los universitarios hasta 1951, cuando reanudó sus
estudios filosóficos y teológicos. En 1953 presentó en la Universidad
Católica de Lublin la tesis “Valoración de la posibilidad de fundar
una ética católica sobre la base del sistema ético de Max Scheler”.
Después –en los años más duros del stalinismo polaco- pasó a ser
profesor de Teología Moral y Ética Social en el seminario mayor de
Cracovia y en la facultad de Teología de Lublin. El 4 de julio de 1958
fue nombrado por Pío XII Obispo Auxiliar de Cracovia. Recibió la
ordenación episcopal el 28 de septiembre de 1958 en la catedral del
Wawel (Cracovia), de manos del Arzobispo Eugeniusz Baziak.
Fue particularmente influyente en su vida la experiencia de la Se-
gunda Guerra Mundial que marcó su vida como él mismo confie-
sa: “La tragedia de la guerra dio un tinte particular al proceso de
maduración de mi opción de vida. Me ayudó a percibir desde una
nueva perspectiva el valor y la importancia de la vocación. Ante la
difusión del mal y las atrocidades de la guerra, era cada vez más cla-
ro para mí el sentido del sacerdocio y de su misión en el mundo. En
aquel periodo perdí a mi padre, la última persona que me quedaba
de los familiares más íntimos. También esto suponía, objetivamen-
te, un proceso de alejamiento de mis proyectos presentes; en cierto
modo era como desarraigarse del suelo en el cual hasta ese momen-
to habría crecido mi humanidad... Esto ocurría durante los terribles
acontecimientos que iban desarrollándose a mi alrededor en Craco-
via, en Polonia, en Europa y en el mundo... A veces me preguntaba:
si tantos coetáneos pierden la vida, ¿por qué yo no? Hoy sé que no
fue una casualidad. En el contexto del gran mal de la guerra, en mi
vida personal todo llevaba hacia el bien que era la vocación”17.

17 Juan Pablo II Don y Misterio. En el quincuagésimo aniversario de mi sacerdocio


BAC, Madrid, 1996, p.49-50.

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Polonia, a pesar de (o gracias a) la secularización impuesta por las
autoridades comunistas, se había convertido en una especie de re-
serva espiritual donde la fe se vivía con la lozanía sorprendente de
las catacumbas del cristianismo primitivo. En su primer viaje a Po-
lonia.(2-8 de junio de 1980) llegó a decir: “La primera palabra dicha
en el silencio y de rodillas ha sido un beso a este suelo, el suelo natal.
Tiene para mí un significado especial. Es como un beso a las manos
de la madre, porque la patria es nuestra madre terrena. Una madre
que ha sufrido muchísimo y merece un amor especial”. El Papa es-
taba convencido de que el catolicismo –especialmente en Cracovia
y Jasna Gora- había formado la identidad patriótica y cultural po-
laca. Al tiempo que confirmó a sus hermanos, tuvo muy presente a
toda la Iglesia universal. “¡Cómo no venir a escuchar los latidos del
corazón de la Iglesia y de la patria en el corazón de la Madre, la Vir-
gen Negra de Czestochowa? Trece años antes, en 1967, al culminar
uno de los festejos del milenio nacional y al iniciarse una nueva era
con el Vaticano II, la nación polaca se había consagrado de nuevo a
María, orando “por la libertad de la Iglesia en el mundo y en Polo-
nia”. Ahora el Papa se confidenciaba ante sus compatriotas: “con-
sentidme que encomiende todo el conjunto de la Iglesia a la Madre
de Cristo, con la misma fe encendida, la misma heroica esperanza”.
En la solidez, coherencia y valentía del Papa reviven San Estanislao,
el Santo Fray Alberto, San Maximiliano Kolbe, Jerry Popieluszko,
Setefan Wyszynski, protagonistas de una “Iglesia que ha defendido
al hombre, su dignidad y sus derechos fundamentales; una Iglesia
que ha luchado valientemente por el derecho de los fieles a profe-
sar su fe. Una Iglesia exraordinariamente dinámica, a pesar de las
dificultades y los obstáculos que se interponían en el camino”18. El
reciente 23 octubre 2003 la agencia ZENIT recogía el testimonio
de la periodista Pilar Requena, corresponsal de Televisión española
en Alemania, Premio Internacional de Periodismo Rey de España

18 Ibídem, p.84.

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2003 por su documental «El Papa que vino de Polonia»: «La clave
está en Polonia, en la historia de Polonia, el Papa es la viva imagen
de la historia del siglo XX».
Recapitulemos alguno de los hitos que han marcado huella indele-
ble y están presentes en su magisterio y en su acción: la experiencia
como seminarista clandestino bajo la sombra trágica de la Gestapo,
sus estudios en Roma, al hilo del neotomismo francés y su predi-
lección por la mística sanjuanista, su personalismo filosófico surgi-
do de la síntesis entre Tomás de Aquino y Max Sheler, sus clases
de ética en Lublín. En 1958, a los 39 años, es nombrado obispo,
formando parte de la última hornada de obispos preconciliares. Po-
demos decir que su magisterio, específicamente postconciliar, será
colegiado y universal.
Podemos concluir con C. Bernstein y M. Politi “Las raíces de todo
lo que sintió e hizo como Papa, tanto en terminos de dogma católi-
co como en doctrina geoestratégica, se hallaban en lo profundo de
la tierra de su Polonia natal. Cuando era joven, al igual que muchos
de sus compatriotas, se había sumido en la tradición del mesianis-
mo polaco, en la idea de que Polonia era el Cristo de las Naciones
que un día se levantaría de nuevo para señalar el camino a toda la
humanidad. Durante un decenio su Polonia natal sería el crisol de la
guerra fría y él el gozne donde la historia daba la vuelta19.

2. Forjador y ejecutor del Vaticano II


Hay numerosas coincidencias entre la época moderna del siglo XVI
y la nuestra al filo del siglo XX y comienzos del XXI Podríamos re-
dactar la ecuación siguiente: Trento es a San Pío V como Vaticano
II es a Juan Pablo II. Después del esplendor alcanzado durante el si-

19 Su Santidad (Juan Pablo II y la historia oculta de nuestro tiempo) Trad. De


María Mercedes Correa y Ángela García. Grupo Editorial Norma, Lima,
1996:.P.24

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glo XIII, llega una profunda crisis que va a hacer mella en la Iglesia.
Se produce el Cisma de Occidente y se produce una relajación en la
vida de la Iglesia. Por otra parte el mundo Occidental está cambian-
do. En las ciudades se concentra una nueva clase social: la burgue-
sía, aparece una nueva forma de pensar y entender el mundo: el hu-
manismo y se amplia el mundo conocido con el descubrimiento del
Nuevo Mundo. Comienza “El Renacimiento”. El pueblo mantuvo
fielmente su identidad cristiana, aun en medio de la crisis de ese
momento. La reforma católica impulsada por el Concilio de Trento
supo purificar y renovar toda la vida de la Iglesia. Se promueve una
intensa labor de formación cristiana del pueblo: catequesis de niños,
jóvenes y adultos, predicación, publicación de libro. Grandes san-
tos fundan congregaciones adaptadas a las nuevas necesidades de la
Iglesia y de la sociedad: juventud, enfermos, pobres y marginados.
Trento será el trampolín doctrinal que catapulta para la acción pas-
toral. De él brotarán anhelos de reforma en Seminarios, Religiosos,
Universidades, Pueblo Fiel. Trento segará definitivamente los bro-
tes revolucionarios de los herejes Wyclef y Huss, de fuerte carga
social. La condena del luteranismo, calvinismo y anabaptismo, con
los revolucionarios sociales de Muntzer, clarificó más vivamente la
doctrina social. Aunque tenga un carácter marcadamente dogmáti-
co, disciplinar y pastoral, el concilio propiciará acciones benéficas
en el campo social. Sus decretos de reforma, aplicados primeramen-
te por la jerarquía, se aplicarán con una diligencia por los pastores,
especialmente los obispos y los miembros de las nuevas órdenes.
El 13 de enero de 1964 fue nombrado Arzobispo de Cracovia por
Pablo VI, quien le hizo cardenal el 26 de junio de 1967.Además de
participar en el Concilio Vaticano II (1962-65), con una contri-
bución importante en la elaboración de la constitución Gaudium
et spes, el Cardenal Wojtyła tomó parte en todas las asambleas del
Sínodo de los Obispos. El Papa lo sintió como “un gran don para
la Iglesia” y para todo el mundo. Allá trabó grandes amistades con
los grandes teólogos Gabriel-Marie Garrone, Yves Congar y Henri

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De Lubac, sintiéndolo como “una gran experiencia de la Iglesia o el
seminario del Espíritu Santo”, en la que participará de forma “ma-
dura y creativa” 20. Sus actuaciones fueron creciendo en cantidad y
calidad a medida que avanzaba el Concilio, reflejando su formación
personalista y su tenacidad por la defensa de los derechos humanos,
en especial el de la libertad religiosa. De igual modo, es uno de los
pocos padres conciliares polacos que habla a título personal, con
autonomía de pensamiento pero con gran solidaridad con el resto
del episcopado. Manifiesta una profunda actitud religiosa, insis-
tiendo reiteradamente en varios aspectos como el carácter sobrena-
tural de la misión salvadora de la Iglesia, el valor central del misterio
pascual y la proyección de la esperanza hacia el futuro del Reino21.
No nos extraña, por tanto, que ahora como pontífice Juan Pablo
II haya tomado como misión prioritaria la de trabajar por la con-
solidación de los frutos del Concilio Vaticano II: Su magisterio se
nutre de citas conciliares, convocó en 1985 un sínodo especial para
evaluar sus frutos, alentó la publicación del Catecismo de la Iglesia
de la Católica para sintetizar sus enseñanzas, y no pierde oportu-
nidad de encarecer su valor y la necesidad de aplicarlo: .Los Padres
Sinodales no podían ocultar el deseo de acercar la Iglesia al mundo
y de atraer lo positivo del mundo a la Iglesia. Se olvidan los anate-
mas y se abren brazos de misericordia. Varios de sus documentos
llevan el sello “social”. Así sucede con el decreto sobre el aposto-
lado de los seglares y el decreto sobre la libertad religiosa. Pero
donde se concentra su magisterio es en la constitución Gaudium
et spes (1965). Como acertadamente se dijo “es como una encíclica
firmada por los doce apóstoles. Es un gran documento de síntesis

20 Juan Pablo II Cruzando el umbral de la esperanza (Plaza & Janés, Barcelona 1994)
Editado por V. Messori. Traducción de Pedro Antonio Urbina. pp.163-165.
21 Manuel Alcalá, “Karol Wojtyla y el Vaticano II” Razón y Fe Nº 1002,
noviembre 1981, pp.454-471; “Karol Wojtyla y el Sínodo Episcopal Romano”
Estudios Eclesiásticos, junio 1982, Madrid.

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en la que se encuentra el ‘aggiornamiento’ de la “Libertas”, de la
“Casti connubi”, el ruido de fondo de los mensajes navideños de
Pío XII y el eco de la todavía reciente “Pacem in terris” 22. Dotada
de gran belleza literaria, nos da una completa sistematización ar-
moniosamente estructurada de la doctrina eclesial. En la exposición
preliminar nos habla de la situación del hombre en el mundo actual
con esperanzas y temores, cambios profundos, desequilibrios en el
mundo contemporáneo (sobre todo de orden demográfico) y los
contrastes entre grupos sociales y raciales, aspiraciones más univer-
sales a la justicia entre los menos favorecidos, los interrogantes más
profundos a los que sólo Cristo ofrece solución. En la parte I se
nos habla de la vocación del hombre: su dignidad y grandeza junto
con el misterio de la muerte y las formas de ateísmo; la comunidad
humana entre la persona y la sociedad donde se vive el respeto, la
igualdad, la responsabilidad y participación, la solidaridad; la activi-
dad humana en el mundo y la legítima autonomía de las realidades
temporales; la misión de la Iglesia ene l mundo contemporáneo y
la ayuda mutua que tiende con él. En la parte II se destacan los
problemas más urgentes: la dignidad matrimonial y la familia, el
progreso cultural, la vida económica y social, la comunidad política,
la promoción de la paz y el fomento de la comunidad de los pue-
blos. En la conclusión se anima a establecer un diálogo entre todos
y a edificar el mundo según Dios. De su novedad y trascendencia se
hace eco el destacado purpurado español, pionero de la acción so-
cial en España, Cardenal Ángel Herrera Oria: “Corrobora los prin-
cipios y da algunas orientaciones prácticas para el futuro desarrollo
económico... Insiste especialmente en las relaciones internacionales
y en la futura organización del mundo, jurídicamente traslada los
principios de igualdad individual a las relaciones económicas entre
los pueblos. Saca las nuevas consecuencias de la doctrina que ya
está en la ‘Rerum Novarum’ relativa a que los bienes ... recibidos de

22 “ Introducción”,Ocho grandes mensajes (BAC, Madrid, 1972), p. 370.

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Dios ... tienen un fin social, porque todos somos administradores...
Aplica este principio a las inversiones”23.
La exhortación apostólica Tertio millennio adveniente (Roma,
1994; nn.18-19) recoge el alcance y significado del Concilio Vatica-
no II y lo constituye en programa de acción para el nuevo milenio.
Reconoce que es “un acontecimiento providencial, gracias al cual la
Iglesia ha iniciado la preparación próxima del Jubileo del segundo
milenio. Se trata de un Concilio semejante a los anteriores, aunque
muy diferente; un Concilio centrado en el misterio de Cristo y de
su Iglesia, y al mismo tiempo abierto al mundo. Esta apertura ha
sido la respuesta evangélica a la reciente evolución del mundo con
las desconcertantes experiencias del siglo XX, atormentado por una
primera y una segunda guerra mundial, por la experiencia de los
campos de concentración y por horrendas matanzas. Lo sucedido
muestra sobre todo que el mundo tiene necesidad de purificación,
tiene necesidad de conversión [...] En la Asamblea conciliar, la
Iglesia, queriendo ser plenamente fiel a su Maestro, se planteó su
propia identidad, descubriendo la profundidad de su misterio de
Cuerpo y Esposa de Cristo. Poniéndose en dócil escucha de la Pa-
labra de Dios, confirmó la vocación universal a la santidad; dispuso
la reforma de la liturgia, «fuente y culmen» de su vida; impulsó la
renovación de muchos aspectos de su existencia tanto a nivel uni-
versal como al de Iglesias locales; se empeñó en la promoción de las
distintas vocaciones cristianas: la de los laicos y la de los religiosos,
el ministerio de los diáconos, el de los sacerdotes y el de los Obis-
pos; redescubrió, en particular, la colegialidad episcopal, expresión
privilegiada del servicio pastoral desempeñado por los Obispos en
comunión con el Sucesor de Pedro. Sobre la base de esta profunda
renovación, el Concilio se abrió a los cristianos de otras Confe-
siones, a los seguidores de otras religiones, a todos los hombres

23 Cardenal A. HERRERA ORIA, Declaraciones a “ECCLESIA” nº 1.294 (4-


VI-1966).

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de nuestro tiempo. En ningún otro Concilio se habló con tanta
claridad de la unidad de los cristianos, del diálogo con las religiones
no cristianas, del significado específico de la Antigua Alianza y de
Israel, de la dignidad de la conciencia personal, del principio de li-
bertad religiosa, de las diversas tradiciones culturales dentro de las
que la Iglesia lleva a cabo su mandato misionero, de los medios de
comunicación social.
El Papa, en la Novo millennio ineunte (Roma 2001, n.57) – vol-
verá a insistir: “Después de concluir el Jubileo siento más que
nunca el deber de indicar el Concilio como la gran gracia de la que
la Iglesia se ha beneficiado en el siglo XX. Con el Concilio se nos
ha ofrecido una brújula segura para orientarnos en el camino del
siglo que comienza”.

3. la nueva evangelización
Desde el inicio de su pontificado el Papa Juan Pablo II ha estado
empeñado en llamar y comprometer a todos los bautizados en la
tarea de una nueva evangelización: «nueva en su ardor, en sus mé-
todos, en su expresión». Pero, «si a partir de la Evangelii nuntiandi
se repite la expresión nueva evangelización, eso es solamente en el
sentido de los nuevos retos que el mundo contemporáneo plantea
a la misión de la Iglesia. Hay que estudiar a fondo -dice el Santo
Padre- en qué consiste esta Nueva Evangelización, ver su alcance,
su contenido doctrinal e implicaciones pastorales; determinar los
“métodos” más apropiados para los tiempos en que vivimos; buscar
una “expresión” que la acerque más a la vida y a las necesidades de
los hombres de hoy, sin que por ello pierda nada de su autenticidad
y fidelidad a la doctrina de Jesús y a la tradición de la Iglesia». En
esta tarea el Papa tiene una profunda conciencia de la necesidad
urgente del apostolado de los laicos en la Iglesia, preocupación que
se refleja claramente en su exhortación apostólica Christifideles laici
y en el impulso que ha venido dando al desarrollo de los diversos

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Movimientos eclesiales24. Por eso mismo, en la tarea de la nueva
evangelización «la Iglesia trata de tomar una conciencia más viva
de la presencia del Espíritu que actúa en ella (...) Uno de los dones
del Espíritu a nuestro tiempo es, ciertamente, el florecimiento de
los movimientos eclesiales, que desde el inicio de mi pontificado he
señalado y sigo señalando como motivo de esperanza para la Iglesia
y para los hombres».Pero S.S. Juan Pablo II no entiende la nue-
va evangelización simplemente como una “misión hacia afuera”: la
misión hacia adentro (es decir, la reconciliación vivida en el ámbito
interno de la misma Iglesia) ha sido también destacada por el Santo
Padre como una urgente necesidad y tarea, pues ella es un signo de
credibilidad para el mundo entero. Desde esta perspectiva hay que
comprender también el fuerte empeño ecuménico alentado por el
Santo Padre, muy en la línea del rumbo marcado por los pontífices
precedentes y por los Padres conciliares.
El Santo Padre usa por primera vez la expresión “nueva evangeli-
zación” en el año 1983, cuando anuncia una “evangelización: nueva

24 BRU, Manuel María Testigos del Espíritu. Los nuevos líderes católicos
(Movimientos y comunidades), Edibesa, Madrid 1998 (2ª ed.).
CARRIQUIRY LECOUR, Guzmán Los laicos y la Nueva Evangelización
VE, Lima, 1996
CEAS-CEP Asociaciones y movimientos eclesiales Criterios de orientación,
Lima 1996, 126 pp
CORDES, Paul Josef Signos de esperanza (retrato de siete movimientos
eclesiales), San Pablo; Madrid 1998
DOIG, Germán Juan Pablo II y los Movimientos Eclesiales VE, Lima, 1998
GONZÁLEZ FERNÁNDEZ, Fidel Los movimientos en la historia de la
Iglesia Encuentro, Madrid 1999
GONZALEZ MUÑANA, Manuel Nuevos Movimientos Eclesiales, San
Pablo, Madrid 2001
JIMÉNEZ, Lydia Un movimiento, unas obras, una misión. El P. Morales
fundador Encuentro, Madrid, 2000
RONDONI, Davide Comunión y Liberación: Un Movimiento en la Iglesia
Encuentro, Madrid, 1999

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en su ardor, en sus métodos y en sus expresiones”25 En 1988 ex-
plica estas características y dice que la evangelización será “nueva
en su ardor” si, a medida que procede, crece también, en quien la
promueve, la unión con Dios. Será “nueva en sus métodos” 26, si
la realiza todo el pueblo de Dios. Será nueva “en sus expresiones”,
si será conforme a lo que el Espíritu le sugiere. El primer anuncio
que, según el Santo Padre, esta evangelización tendrá que dar será
el siguiente: “El hombre es amado por Dios (...) La palabra y la
vida de cada cristiano pueden y deben hacer resonar este anuncio:
¡Dios te ama, Cristo ha venido a la tierra por ti!” 27 . Porque -sigue
diciendo- “la evangelización es el esfuerzo que realiza la Iglesia para
proclamar a todos que Dios los ama, que dio su vida por ellos en
Cristo y que los invita a una vida eterna de felicidad”28 “Esta nueva
evangelización -además- dirigida no sólo a individuos, sino también
a enteros grupos de poblaciones (...) está destinada -según el Papa-
a la formación de comunidades eclesiales maduras. (...) Los laicos
-añade- tienen que cumplir con su parte en la formación de tales
comunidades eclesiales, no sólo con su insustituible testimonio (la
consecratio mundi a través de los distintos ambientes humanos),
sino también con su acción misionera entre quienes todavía no
creen o ya no viven la fe recibida con el bautismo”29
El Santo Padre concentra pues la reevangelización personal en la
práctica del amor, donde está toda la Ley y los profetas. Amor que,

25 Juan Pablo II, a los Obispos del CELAM, Port-auPrince, Haití, 9 de marzo de
1983, en “La Traccia” 3 (1983), p. 269.
26 Juan Pablo II, Homilía en Salto, Uruguay, 9 de mayo de 1988, en “La Traccia”
5 (1988), p. 523-525.
27 “Christifideles laici” 34.
28 Juan Pablo II a los obispos de Estados Unidos, 17 de marzo de 1998, en “La
Traccia” 3 (1998), p. 257.
29 Christifideles laici 34.

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para él, debe ser vivido por cada persona, pero también por varias
personas, llegando a ser así recíproco. De hecho, sabemos que el
Papa, hace pocos meses en la Novo Millennio Ineunte, resumió el
deber de una formación evangélica de cada cristiano, en la actua-
ción del mandamiento nuevo. E invitó a todo el pueblo, que desde
1983, había exhortado a la “nueva evangelización” (es decir, para
aquellos que están en los vértices de la Iglesia institucional hasta el
último fiel), a vivir una necesaria “espiritualidad de comunión” que
de ella nace. Espiritualidad de comunión que el Santo Padre consi-
dera posible si todos tienen ante sí, como modelo, como “llave” de
la comunión el rostro dolorido de Jesús crucificado y abandonado.
“Hace falta reavivar en nosotros -dice- el impulso de los orígenes,
dejándonos impregnar por el ardor de la predicación apostólica des-
pués de Pentecostés”30 Y comenta lo que hoy sucede: “Se ha venido
abajo, incluso en los países de antigua evangelización, la realidad de
una ‘sociedad cristiana’, la cual, aún con sus múltiples debilidades
humanas, se basaba explícitamente en los valores evangélicos. Hoy
nos enfrentamos con (...) una situación que cada vez es más (...)
difícil, en el contexto de la globalización y del nuevo y cambiante
encuentro de pueblos y culturas que la caracteriza (...). Hemos de
revivir en nosotros el sentimiento apremiante de Pablo, que excla-
maba: ‘¡Ay de mí si no predicara el Evangelio!’ (1 Co 9, 16)”31 (12).
Y por último, es el concepto que los Movimientos eclesiales “re-
presentan un verdadero don de Dios para la nueva evangelización y
para la actividad misionera propiamente dicha”32. Juan Pablo II en
su reflexión con V. Messori concluye que “hoy se da, pues, la clara
necesidad de una nueva evangelización. Existe la necesidad de un
anuncio evangélico que se haga peregrino junto al hombre, que se

30 “Novo Millennio Ineunte” 40.


31 “Novo Millennio Ineunte” 40.
32 “Redemptoris Missio” 72.

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ponga en camino con la joven generación...El pueblo de Dios de la
Antigua y de la Nueva Alianza vive en las nuevas generaciones y,
al finalizar este siglo XX, tiene la misma conciencia de Abraham, el
cual siguió la voz de Dios que lo llamaba a emprender la peregrina-
ción de la fe”33
Como aporte original y específico de la nueva evangelización hay
que destacar las visitas evangelizadoras del Papa peregrino, como
subraya el Cardenal Roberto Tucci, SJ, ex responsable de la orga-
nización de los viajes pastorales del Papa Juan Pablo II “Hoy, un
Papa que recorre el mundo ya no sorprende a nadie. Esta dimensión
moderna del ministerio petrino se ha desarrollado con Juan Pablo
II de una forma tan extensa que parece un aspecto central de su
misión apostólica”.El Cardenal Tucci destacó también la firmeza
del Papa en este peregrinar a pesar de su salud y está concentrado
en aquellos donde no le abren las puertas. “Deseo que este servicio
apostólico, según el carisma personal de Juan Pablo II, alcance a
aquellos países que, por razones ideológicas y prejuicios religiosos,
aún temen abrir sus puertas a Cristo y la Iglesia”.
Quizá más de uno se ha preguntado sobre el sentido de los nu-
merosos viajes apostólicos que ha realizado el Santo Padre (más
de doscientos, contando sus viajes al exterior como al interior de
Italia):«En nombre de toda la Iglesia, siento imperioso el deber de
repetir este grito de san Pablo («Predicar el Evangelio no es para mí
ningún motivo de gloria; es más bien un deber que me incumbe: Y
¡ay de mi si no predicara el Evangelio!»). Desde el comienzo de mi
pontificado he tomado la decisión de viajar hasta los últimos con-
fines de la tierra para poner de manifiesto la solicitud misionera; y
precisamente el contacto directo con los pueblos que desconocen a
Cristo me ha convencido aún más de la urgencia de tal actividad a la
cual dedico la presente Encíclica (Redemptoris missio)».Asimismo

33 Cruzando el umbral de la esperanza (Plaza & Janés, Barcelona 1994) p.128

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dirá el Papa de sus numerosas visitas a las diversas parroquias: «la
experiencia adquirida en Cracovia me ha enseñado que conviene vi-
sitar personalmente a las comunidades y, ante todo, las parroquias.
Éste no es un deber exclusivo, desde luego, pero yo le concedo una
importancia primordial. Veinte años de experiencia me han hecho
comprender que, gracias a las visitas parroquiales del obispo, cada
parroquia se inscribe con más fuerza en la más vasta arquitectura de
la Iglesia y, de este modo, se adhiere más íntimamente a Cristo».
El fervor misionero del Papa está presente en numerosos docu-
mentos. Juan Pablo II colocó la actividad misionera en la RM en el
corazón mismo de la vida eclesial, responsabilizando a todos de la
misión: “Toda la Iglesia por naturaleza es misionera” (Ad gentes 2).
Pareciera que el Papa quiere remover, sacudir a la Iglesia entera para
comprometerla con la misión. Es un grito que nace de la fe como
eco del lanzado por san Pablo. “La urgencia de la actividad misione-
ra brota de la radical novedad de vida traída por Cristo y vivida por
sus discípulos” (RM 7). Por ello el Papa subraya cómo el primer
deber de la Iglesia es el anuncio; tal actividad es causa y estímulo
de renovación (la fe se fortalece dándola); es la contribución más
importante que la Iglesia puede ofrecer al hombre y a la humanidad;
conocer el mensaje evangélico es un derecho de todas las personas
y de todos los pueblos. Es un grito que nace de la situación actual,
contemplando los aspectos negativos, problemas y desafíos...y so-
bre todo para “disipar dudas y ambigüedades sobr0e la misión ad
gentes” (RM 2). Estos se señalan en los tres primeros capítulos
en un contexto teológico ampliamente anclado en la Biblia: la se-
cularización, el horizontalismo del Reino, el temor del proselitis-
mo... Otras son más sofisticadas como la distinción entre el Cristo
histórico y el Verbo de Dios, la separación entre Reino, Cristo e
Iglesia, entre Reino terreno y escatológica; otras, más directamente
operativas por separar u oponer actividades complementarios de
la misión como el anuncio, el diálogo, la promoción humana, la
inculturación...

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La encíclica afirma:
• La universalidad de la salvación operada por Cristo
• La plena y definitiva revelación de Dios en Cristo
• La unidad entre el Verbo y Cristo
• La posibilidad real de la salvación en Cristo para todos los hom-
bres y la necesidad de la Iglesia en orden a tal salvación.
• La relación necesaria entre Reino, Cristo e Iglesia, entre la di-
mensión terrestre y la escatológica
• El respeto de la libertad personal y del anuncio propositivo del
Evangelio

Este deseo de claridad en la mente y compromiso audaz, entusiasta,


nada tiene que ver con el proselisitismo utilitarista y sectario. “La fe
exige la libre adhesión del hombre, pero debe ser propuesta” (RM
7). Todo ello haciéndolo compatible con el diálogo interreligioso:
“La paridad, que es presupuesto del diálogo, se refiere a la igualdad
de la dignidad personal de las partes, no a los contenidos doctri-
nales, ni mucho menos a Jesucristo —que es el mismo Dios hecho
hombre— comparado con los fundadores de las otras religiones”
(n.22). Como sabiamente declaraba al semanario Alfa y Omega el
general de los Jesuitas, P. Peter-Hans Kolvenbach, “en este docu-
mento la Iglesia proclama en el nombre del Señor lo que ella debe
ser. El diálogo es nítidamente situado dentro de la verdadera fe,
una condición indispensable para que pueda llevarse adelante con
justicia y sin dar lugar a falsas expectativas”.
Nada mejor que el Capítulo VI “La misión de la Iglesia hoy en
América: la nueva evangelización”. “Como el Padre me envió, tam-
bién yo os envío” (Jn 20, 21) para concluir:
Cristo resucitado, antes de su ascensión al cielo, envió a los Após-
toles a anunciar el Evangelio al mundo entero (cf. Mc 16, 15), con-
firiéndoles los poderes necesarios para realizar esta misión. Es sig-
nificativo que, antes de darles el último mandato misionero, Jesús

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se refiriera al poder universal recibido del Padre (cf. Mt 28, 18).
En efecto, Cristo transmitió a los Apóstoles la misión recibida del
Padre (cf. Jn 20, 21), haciéndolos así partícipes de sus poderes.
Pero también “los fieles laicos, precisamente por ser miembros de
la Iglesia, tienen la vocación y misión de ser anunciadores del Evan-
gelio ... En efecto, ellos han sido “hechos partícipes, a su modo, de
la función sacerdotal, profética y real de Cristo”. Por consiguien-
te, “los fieles laicos —por su participación en el oficio profético de
Cristo— están plenamente implicados en esta tarea de la Iglesia”,
(241) (242)y por ello deben sentirse llamados y enviados a procla-
mar la Buena Nueva del Reino. Las palabras de Jesús: “Id también
vosotros a mi viña” (Mt 20, 4), 242 deben considerarse dirigidas
no sólo a los Apóstoles, sino a todos los que desean ser verdaderos
discípulos del Señor.
La tarea fundamental a la que Jesús envía a sus discípulos es el
anuncio de la Buena Nueva, es decir, la evangelización (cf. Mc 16,
15-18). De ahí que, “evangelizar constituye, en efecto, la dicha y
vocación propia de la Iglesia, su identidad más profunda”...Como
Pastor supremo de la Iglesia deseo fervientemente invitar a todos
los miembros del pueblo de Dios, y particularmente a los que vi-
ven en el Continente americano -donde por vez primera hice un
llamado a un compromiso nuevo “en su ardor, en sus métodos, en
su expresión” a asumir este proyecto de Nueva Evangelización y a
colaborar en él. Al aceptar esta misión, todos deben recordar que
el núcleo vital de la nueva evangelización ha de ser el anuncio claro
e inequívoco de la persona de Jesucristo, es decir, el anuncio de su
nombre, de su doctrina, de su vida, de sus promesas y del Reino que
Él nos ha conquistado a través de su misterio pascual...
El ardiente deseo de invitar a los demás a encontrar a Aquél a quien
nosotros hemos encontrado, está en la raíz de la misión evangeliza-
dora que incumbe a toda la Iglesia, pero que se hace especialmente
urgente hoy en América, después de haber celebrado los 500 años
de la primera evangelización y mientras nos disponemos a conme-

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morar agradecidos los 2000 años de la venida del Hijo unigénito de
Dios al mundo (n. 66).
En su célebre encíclica misionera nos convida al optimismo pero
comprometido:
«Dios abre a la Iglesia horizontes de una humanidad más preparada
para la siembra evangélica. Preveo que ha llegado el momento de de-
dicar todas las fuerzas eclesiales a la nueva evangelización y a la mi-
sión ad gentes. Ningún creyente en Cristo, ninguna institución de la
Iglesia puede eludir este deber supremo: anunciar a Cristo a todos los
pueblos» (RM 3). «En la proximidad del tercer milenio de la Reden-
ción, Dios está preparando una gran primavera cristiana, de la que ya
se vislumbra su comienzo. En efecto, tanto en el mundo no cristiano
como en el de antigua tradición cristiana, existe un progresivo acerca-
miento de los pueblos a los ideales y a los valores evangélicos, que la
Iglesia se esfuerza en favorecer» (RM 86). «Veo amanecer una nueva
época misionera, que llegará a ser un día radiante y rica en frutos si
todos los cristianos [...] responden con generosidad y santidad a las
solicitaciones y desafíos de nuestro tiempo» (RM 91).

4. “no tengáis miedo”


Fueron éstas las primeras palabras que S.S. Juan Pablo II lanzó al
mundo entero desde la Plaza de San Pedro, en aquella memorable
homilía celebrada con ocasión de la inauguración oficial de su pon-
tificado, el 22 de octubre de 1978. Y son ciertamente estas mismas
palabras las que ha hecho resonar una y otra vez en los corazones de
innumerables hombres y mujeres de nuestro tiempo, alentándonos
-sin caer en pesimismos ni ingenuidades- a no tener miedo “a la
verdad de nosotros mismos”, miedo “del hombre ni de lo que él ha
creado”: «¡no tengáis miedo de vosotros mismos!». Desde el inicio
de su pontificado ha sido ésta su firme exhortación a confiar en el
hombre, desde la humilde aceptación de su contingencia y también
de su ser pecador, pero dirigiendo desde allí la mirada al único hori-

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zonte de esperanza que es el Señor Jesús, vencedor del mal y del pe-
cado, autor de una nueva creación, de una humanidad reconciliada
por su muerte y resurrección. Su llamado es, por eso mismo, un lla-
mado a no tener miedo a abrir de par en par las puertas al Redentor,
tanto de los propios corazones como también de las diversas cul-
turas y sociedades humanas. Este llamado que ha dirigido a todos
los hombres de este tiempo, es a la vez una enorme exigencia que
él mismo se ha impuesto amorosamente. En efecto, «el Papa -dice
él de sí mismo-, que comenzó Su pontificado con las palabras “!No
tengáis miedo!”, procura ser plenamente fiel a tal exhortación, y
está siempre dispuesto a servir al hombre, a las naciones, y a la hu-
manidad entera en el espíritu de esta verdad evangélica».
En la entrevista de V. Messori dedica todo un capítulo al asunto:
“Al finalizar este segundo milenio tenemos quizá más que nunca
necesidad de estas palabras de Cristo resucitado: ¡No tengáis mie-
do!”. Tiene necesidad de ellas el hombre que, después de la caída del
comunismo, no ha dejado de tener miedo y que, en verdad, tiene
muchas razones para experimentar dentro de sí mismo semejante
sentimiento. Tienen necesidad las naciones, las que han renacido
después de la caída del imperio comunista, pero también las que
han asistido a esa experiencia desde fuera. Tienen necesidad de esas
palabras los pueblos y las naciones del mundo entero. Es necesario
que en su conciencia resurja con fuerza la certeza de que existe Al-
guien que tiene en sus manos el destino de este mundo que pasa;
Alguien que tiene las llaves de la muerte y de los infiernos; Alguien
que es el Alfa y el Omega de la historia del hombre, sea la individual
como la colectiva. Y este Alguien es Amor: Amor hecho hombre,
Amor crucificado y resucitado, Amor continuamente presente en-
tre los hombres. Es amor eucarístico. Es fuente incesante de co-
munión. Él es el único que pueda dar plena garantía de las palabras
“¡No tengáis miedo!”34.

34 Cruzando el umbral de la esperanza (Plaza & Janés, Barcelona 1994. p.216.

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Por su parte, la periodista Paloma Gómez Borrero registra un he-
cho que le retrata de cuerpo entero. El 28 de noviembre de 1979, en
el crispado viaje Roma-Ankara, la agencia “Anatolia” informó de la
preparación de un complot para asesinar al Papa; al preguntarle si
no tenía miedo, contestó sonriendo: “Debes saber que cuando el
amor es más fuerte, más grande que el peligro, nunca se tiene miedo
y nunca olvides que todos estamos en las manos de Dios”35.
La lucha del Papa por conjurar el miedo no le ahorra sufrimien-
tos, más bien podíamos afirmar que su confianza y su valentía se
han fraguado en el yunque del dolor y del sufrimiento. S.S. Juan
Pablo II, es en esta etapa final del segundo milenio, el Pastor
universal del pueblo de Dios, guía segura para atravesar el “um-
bral de la esperanza” que nos introducirá en el tercer milenio de
la evangelización...¿Cómo se presenta al mundo de hoy el Papa en
esta encrucijada decisiva de la historia? «Su imagen característica es
ahora la de profeta del sufrimiento 36, un sacerdote, un evangeliza-
dor que realiza en su amable persona la doctrina que él mismo ha
explicado en la carta apostólica Salvifici doloris (11 de febrero de
1984) y en tantos discursos sobre el significado del dolor humano.
«Juan Pablo II, en las celebraciones litúrgicas, en las audiencias, en
los viajes apostólicos, en todas sus actividades, aparece como un
icono del sufrimiento, dando a la Iglesia un testimonio formidable
de la fuerza evangelizadora del dolor físico y moral. «En su persona
de Vicario de Cristo se cruzan las debilidades físicas: esas “debili-
dades del Papa” a las que él mismo se refirió el día de Navidad de
1995 desde la ventana de su despacho; las penas y dolores cada vez
más crecientes de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, de
todos los pueblos, especialmente de aquellos más pobres de Amé-
rica Latina, África y Asia; los sufrimientos de toda la Iglesia, que

35 Cit. en VELASCO, Miguel Ángel Juan Pablo II. Del temor a la esperanza 3 t,
Madrid, 1993 p.111.
36 «S.S. Juan Pablo II: Profeta del sufrimiento Mons. Cipriano Calderón Polo

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naturalmente se acumulan en el vértice de la misma. Y a todo ello
se une la fatiga pastoral producida por una entrega sin reservas al
ministerio petrino, al que el Papa Wojtyla sigue ofreciendo genero-
samente todas sus energías, sin dejarse rendir por la edad o por los
quebrantos de salud. «El Santo Padre camina hacia el año 2000, al
frente de la humanidad, llevando la cruz de Jesús. Así se parece más
al divino Redentor. «Él mismo lo ha hecho notar en una alocución
dominical -Ángelus- pronunciada desde su habitación del hospital
Gemelli: “¿Cómo me presentaré yo ahora -comentaba- a los poten-
tes del mundo y a todo el pueblo de Dios? Me presentaré con lo que
tengo y puedo ofrecer: con el sufrimiento. He comprendido -de-
cía- que debo conducir a la Iglesia de Cristo hacia el tercer milenio,
con la oración, con múltiples iniciativas (como la que actualmente
está viviendo toda la Iglesia: un trienio de preparación propuesto en
su carta Tertium millenium adveniente); pero he visto que esto no
basta: necesito llevarla también con el sufrimiento».

5. Sellado por el amor a la Madre


Pilar Requena registra la anécdota de que cuando Karol nació, su
madre pidió que dejaran abierta la ventana de la habitación para que
el bebé escuchara los “Cantos a María” de la iglesia de Wadowice,
que estaba muy próxima a su casa». Su devoción mariana le viene
por tanto desde la cuna. El “Totus Tus”, o “Todo tuyo” (con evi-
dente referencia a María), fue el lema elegido por Su Santidad Juan
Pablo II al asumir el timón de la barca de Pedro. De este modo
se consagraba a Ella, se acogía a su tierno cuidado e intercesión,
invitándola a sellar con su amorosa presencia maternal la entera
trayectoria de su pontificado. Con ocasión de la Eucaristía cele-
brada el 18 de octubre de 1998, a los veinte años de su elección y a
los 40 años de haber sido nombrado obispo, reiterará en la Plaza de
San Pedro ese “Totus Tuus” ante el mundo católico. En otra oca-
sión había dicho él mismo con respecto a esta frase: «Totus Tuus.
Esta fórmula no tiene solamente un carácter piadoso, no es una

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simple expresión de devoción: es algo más. La orientación hacia
una devoción tal se afirmó en mí en el período en que, durante la
Segunda Guerra Mundial, trabajaba de obrero en una fábrica. En un
primer momento me había parecido que debía alejarme un poco de
la devoción mariana de la infancia, en beneficio de un cristianismo
cristocéntrico. Gracias a san Luis Grignon de Montfort compren-
dí que la verdadera devoción a la Madre de Dios es, sin embargo,
cristocéntrica, más aún, que está profundamente radicada en el
Misterio trinitario de Dios, y en los misterios de la Encarnación y
la Redención. Así pues, redescubrí con conocimiento de causa la
nueva piedad mariana, y esta forma madura de devoción a la Madre
de Dios me ha seguido a través de los años: sus frutos son la Re-
demptoris Mater y la Mulieris dignitatem».Otro signo de su amor
filial a Santa María es su escudo pontificio: sobre un fondo azul,
una cruz amarilla, y bajo el madero horizontal derecho, una “M”,
también amarilla, representando a la Madre que estaba “al pie de la
cruz”, donde -a decir de San Pablo- en Cristo estaba Dios reconci-
liando el mundo consigo. En su sorprendente sencillez, su escudo
es, pues, una clara expresión de la importancia que el Santo Padre le
reconoce a Santa María como eminente cooperadora en la obra de
la reconciliación realizada por su Hijo. Se alza ante todos como una
perenne y silente profesión de un amor tierno y filial hacia la Madre
del Señor Jesús, y a la vez, es una constante invitación a todos los
hijos de la Iglesia para que reconozcamos su papel de cooperadora
en la obra de la reconciliación, así como su dinámica función
maternal para con cada uno de nosotros. En efecto, «entregándose
filialmente a María, el cristiano, como el apóstol Juan, “acoge entre
sus cosas propias” a la Madre de Cristo y la introduce en todo el
espacio de su vida interior, es decir, en su “yo” humano y cristiano:
“La acogió en su casa”. Así el cristiano, trata de entrar en el radio
de acción de aquella “caridad materna”, con la que la Madre del
Redentor “cuida de los hermanos de su Hijo”, “a cuya generación
y educación coopera” según la medida del don, propia de cada uno

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por la virtud del Espíritu de Cristo. Así se manifiesta también aque-
lla maternidad según el espíritu, que ha llegado a ser la función de
María a los pies de la Cruz y en el cenáculo».
La profundización de la teología y de la devoción mariana -en fiel
continuidad con la ininterrumpida tradición católica- es una im-
pronta muy especial de la persona y pontificado del Santo Padre.
Punto de referencia es Redemptoris mater y Rosarium virginis las
visitas a los santuarios marianos mundiales, especialmente al de Fá-
tima. En un 13 de mayo de 1981, le atravesó una bala que hoy está
en el santuario de Fátima, en la corona la Virgen. Aquel atentado
trajo al Papa los ecos del mensaje de Fátima y decidió consagrar al
mundo, y en particular a Rusia, al Inmaculado Corazón de María.
Recordemos el momento crítico del atentado. Su primera interven-
ción: “alabado sea Jesucristo. Perdono de corazón al hermano que
me ha herido y a ti María te lo repito, soy todo tuyo”.
Con motivo del Jubileo del 2000 el Papa quiso también que miráse-
mos a María como Madre de Jesús que - en frase del Papa- “estará
presente de un modo ‘transversal’ a lo largo de todos los años y
que será contemplada durante este primer año en el misterio de su
Maternidad divina. ¡En su seno, el Verbo se hizo carne!...La Iglesia,
meditando sobre ella con amor y contemplándola llena de venera-
ción, entra más íntimamente en el misterio de la Encarnación y se
identifica cada vez más con Jesucristo”. Uno de los momentos más
emotivos fue su viaje a Fátima. A su regreso a Roma, tras la histó-
rica peregrinación a Fátima en la que beatificó a los dos pastorcillos
y encargó el anuncio de la publicación del tercer secreto de Fátima,
Juan Pablo II recibió el saludo de miles de peregrinos en la plaza de
San Pedro, quienes quisieron darle la bienvenida a Roma durante
el tradicional encuentro de los domingos, antes de rezar la oración
mariana del mediodía. Refiriéndose a las 24 horas inolvidables que
el Papa ha transcurrido en tierras portuguesas, confesó: «En mi co-
razón sigue todavía viva la emoción que experimenté ayer en Fáti-
ma, al proclamar beatos a los pastorcillos Francisco y Jacinta Marto,

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quienes junto con Lucía, que todavía hoy vive, tuvieron el privilegio
de ver a la Virgen y de hablar con ella. He confiado a la Virgen todas
las necesidades e intenciones de la Iglesia, rezando también por las
vocaciones». La beatificación de los pastorcillos vivió un momento
de emoción inesperado cuando el cardenal Angelo Sodano, secre-
tario de Estado del Vaticano, por encargo de Juan Pablo II leyó
un anticipo de la tercera parte del así llamado secreto de Fátima,
que será publicado por la Congregación para la Doctrina de la Fe,
acompañado por un comentario. Está relacionado con las persecu-
ciones de la Iglesia protagonizadas por los regímenes ateos del siglo
XX y, en particular, con el atentado del 13 de mayo de 1981.El sol
brilló con fuerza en esta fiesta que recordaba «el día en que bailó».
Estaba presente el presidente de la República Portugesa, Jorge Sam-
paio, junto a los más altos representantes del Estado. Muchos de
los presentes habían pasado toda la noche en oración, celebraciones
eucarísticas, rosarios, procesiones con antorchas... Prácticamente
no se dio una sola pausa entre el momento de la llegada del Papa
en la noche anterior para rezar en la Capilla de las Apariciones,
donde ofreció a la Virgen el anillo que le regaló el cardenal Stefan
Wyszynksi al inicio de su pontificado. Al llegar a la Basílica en la
mañana, el Papa se encontró con sor Lucía, la anciana vidente que
le recibió con una amplia sonrisa. Esta mujer regresó hoy a Fátima
por cuarta vez, pues por cuarta vez ha venido un Papa a Fátima:
primero fue Pablo VI y después, en tres ocasiones, Juan Pablo II. Se
podría decir, que en este día los tres pastorcillos se volvieron a reu-
nir en Fátima. De este modo, dos niños que no fueron mártires, los
primeros en la historia, fueron declarados solemnemente beatos, es
decir, modelos para la Iglesia y el mundo de virtudes heroicas. Este
es el primer mensaje de Fátima: la atención privilegiada de Dios por
los pequeños y humildes. «Según el designio divino vino del cielo
a esta tierra de los pequeños privilegiados por el Padre una “mujer
vestida de sol” --explicó el pontífice--. Ella les habla con voz y co-
razón de mamá. Les invita a ofrecerse como víctimas de reparación,
diciéndose dispuesta a conducirles en seguridad hasta Dios».

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Por último, subrayo su decisión de dedicar el 2003 al Rosario. Su Car-
ta “Rosarium Virginis Mariae” responde a su deseo de agradecer los
25 años como Papa y prolongar el gran jubileo dedicado a Cristo con
este en honor a María. En el n.43 de la carta exhorta a los “teólogos,
para que, realizando una reflexión a la vez rigurosa y sabia, basada en
la Palabra de Dios y sensible a la vivencia del pueblo cristiano, ayu-
déis a descubrir los fundamentos bíblicos, las riquezas espirituales y
la validez pastoral de esta oración tradicional”. El Papa sale al frente
de los tópicos comunes sobre esta devoción. Tal es el falso temor de
que el culto mariano desdibuje la centralidad de Cristo: “María no lo
ofusca ni ofusca su obra salvífica...Ella es quien de modo más seguro
nos conduce a Cristo”. O la supuesta “mecanicidad” de la oración
vocal”, el Rosario es un “medio sumamente válido para favorecer en
los fieles la exigencia de contemplación del misterio cristiano. Se in-
cluye la gran novedad de los misterios luminosos de la vida de Cris-
to.. Se trata de contemplar con María el rostro de Cristo”. Incluso
para los hermanos separados, el Rosario “es una ayuda, no un obstá-
culo para el ecumenismo”. Más aún, con los jóvenes: “Una pastoral
juvenil no derrotista, apasionada y creativa -¡las Jornadas Mundiales
de la Juventud han dado buena prueba de ello!- es capaz de dar, con
la ayuda de Dios, pasos verdaderamente significativos”.
Aunque el Papa ofrece amplios márgenes “a la iniciativa de cada
comunidad eclesial”, sin embargo abre su corazón y manifiesta
su confianza de que la celebración “sea acogida con prontitud
y generosidad”, clamando al final: “¡Que este llamamiento mío
no sea en balde!”. Fiel a su sentido práctico de ofrecer modelos,
paradigmas, el Papa recuerda a santos que “han encontrado en
el Rosario un auténtico camino de santificación”. Cita tres: San
Luis María Griñón de Montfort, autor de una preciosa obra so-
bre el Rosario y de quien el propio Papa ha tomado el lema “Ma-
ría, todo tuyo”, el Padre Pío de Pietrelcina, el santo capuchino
de los estigmas, y el convertido, “verdadero apóstol del Rosario,
Beato Bartolomé Longo cuyo camino de santidad se apoya so-

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bre una inspiración sentida en lo más hondo de su corazón: «
¡Quien propaga el Rosario se salva!”.
El Cardenal Juan Luis Cipriani Thorne, destacó que “todas las en-
señanzas del Pontificado de Juan Pablo II pueden ser recapituladas
por la doctrina mariana y la devoción, su obediencia al Plan de Dios
y el ofrecimiento del Verbo encarnado al mundo para orientar a la
humanidad hacia su Hijo en el nuevo milenio”.

6. Servidor de la comunión y de la reconciliación


El deseo de invitar a todos los hombres a vivir un proceso de reconcilia-
ción con Dios, con los hermanos, consigo mismos y con la entera obra
de la creación ha dado pie a numerosas exhortaciones en este sentido.
Ocupa un singular lugar su Exhortación Apostólica Post-Sinodal Re-
conciliatio et paenitentiae -sobre la reconciliación y la penitencia en la
misión de la Iglesia hoy (se nutre de la reflexión conjunta que hicieron
los obispos del mundo reunidos en Roma el año 1982 para la VI Asam-
blea General del Sínodo de Obispos)-, y tiene un peso singularmente
importante la declaración que hiciera en el Congreso Eucarístico de
Pérgamo, el 30 de junio de 1985: «Poniéndome a la escucha del grito
del hombre y viendo cómo manifiesta en las circunstancias de la vida
una nostalgia de unidad con Dios, consigo mismo y con el prójimo, he
pensado, por gracia e inspiración del Señor, proponer con fuerza ese
don original de la Iglesia que es la reconciliación».
Son igualmente considerables sus gestos de comunión para evitar
el cisma de Lefebvre y cuantas escisiones se han dado en el interior.
De igual modo, son encomiables sus gestos de unidad con motivo
del Jubileo y en todo tipo de circunstancias.
Resulta aleccionadora su «Inolvidable» peregrinación A Tierra San-
ta en la Cuaresma del 2000:
«Es imposible expresar la alegría y el reconocimiento que llevo en
el alma por este don del Señor, que tanto había deseado», confe-

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só el Papa al comenzar su intervención en la audiencia general de
este miércoles, en la que participaron nada más ni nada menos que
45 mil peregrinos, un número extraordinario si tenemos en cuenta
que en esta semana no se celebra ningún acontecimiento masivo del
Jubileo. Tras agradecer la estupenda acogida que le ofrecieron las
autoridades jordanas, israelíes y palestinas y confirmar «la preocu-
pación de la Santa Sede por una paz justa entre todos los pueblos
de la región», el pensamiento del obispo de Roma recordó cada una
de las etapas, haciendo eco al «doloroso problema» de los refugia-
dos palestinos y a la «aterradora tragedia» del Holocausto. Un Dios
refugiado De este modo revivió la emoción con la que en Belén se
arrodilló en la gruta de la Natividad, donde Dios «se hizo exiliado y
refugiado para reconducirnos a su casa». «Este pensamiento --aña-
dió-- me acompañó antes de dejar los Territorios Autónomos Pa-
lestinos en el momento en que visitaba en Belén uno de los muchos
campos, en los que desde hace demasiado tiempo viven más de tres
millones de refugiados palestinos. Que el compromiso de todos lle-
ve finalmente a la solución de este doloroso problema».Jerusalén
quedará grabada de manera «indeleble» en el corazón del pontífice.
Durante su peregrinación, no sólo pudo celebrar la Eucaristía en el
Cenáculo de la Última Cena --era la primera vez que allí lo hacía un
Papa--, sino que además pudo relanzar al mundo, desde el Santo Se-
pulcro, la tumba vacía de Jesús, el mensaje central del cristianismo:
«¡Cristo ha resucitado!». Él mismo reconoció que éste fue el moti-
vo que le llevó a romper todos los programas previstos, pocas horas
de abandonar Israel, para poder visitar la capilla del Calvario, «don-
de Cristo derramó la sangre por la humanidad».Jerusalén, Ciudad
Santa de judíos, cristianos y musulmanes fue también un lugar de
encuentro con los líderes de las tres religiones monoteístas que tie-
nen a Abraham por padre en la fe. El sucesor de Pedro recordó con
gratitud los encuentros que tuvo con los dos grandes rabinos y con
el gran muftí de Jerusalén, así como con los cristianos de todas las
confesiones. «A pesar de las grandes dificultades --exhortó--, Je-

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rusalén está llamada a convertirse en símbolo de la paz entre todos
los que creen en el Dios de Abraham y se someten a su ley. ¡Que
los hombres abrevien el cumplimiento de este designio!».De este
modo, el Papa comentó uno de los momentos que más espacios
acaparó entre los medios de comunicación, su visita al Museo del
Holocausto. «Una vez más expresé profundo dolor por aquella ate-
rradora tragedia y confirmé que “nosotros queremos recordar” para
comprometernos juntos --judíos, cristianos, y hombres de buena
voluntad-- para derrotar el mal con el bien, para caminar por el ca-
mino de la paz».Un paso hacia la unidad entre los cristianos.
Por lo que se refiere a su encuentro con los seguidores de Cristo
separados en diferentes confesiones, el mayor escándalo de la his-
toria del cristianismo, Juan Pablo II reconoció que para él fue un
«motivo de gran alegría» la cita ecuménica que vivió en Jerusalén y
que «constituyó un paso importante en el camino hacia la unidad
plena entre los cristianos». Por ello invitó «a todos a rezar para que el
proceso de entendimiento y colaboración entre los cristianos de las
diferentes Iglesias se consolide y se desarrolle».Por último mencionó
también su encuentro con unos 100 mil jóvenes en el Monte de las
Bienaventuranzas «¡Un momento lleno de esperanza!» en donde vio
«el futuro de la Iglesia y del mundo». La montaña se encuentra en
Galilea, «¡Patria de María y de los primeros discípulos; patria de la
Iglesia misionera entre los pueblos!». De modo que confesó: «¡Creo
que Pedro siempre la llevó en el corazón; y como él también la lleva
su sucesor!».Juan Pablo II concluyó agradeciendo a Dios esta «expe-
riencia inolvidable» y deseó «con humilde confianza que traiga frutos
abundantes para el bien de la Iglesia y de la humanidad».
La popularidad de Juan Pablo II supera entre los israelíes a la del
rabino Ovadia Yossef (líder del partido Shas, con 17 diputados en
el Parlamento), según revela un sondeo de opinión realizado por la
empresa internacional «Gallup» y publicado por el diario «Maariv».
El pontífice ha obtenido el 41 por ciento de la población, mientras
que el rabino cuenta con el apoyo del 33 por ciento. El 14 por ciento

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de los 600 israelíes entrevistados han añadido que sienten la misma
estima por el Papa y por el rabino.La popularidad del Papa alcanza
niveles máximos entre los árabes israelíes (62 por ciento), entre los
nuevos emigrantes (47 por ciento) y entre los simpatizantes del
Partido Laborista (57 por ciento). Entre los electores del Likud,
Partido de derechas en la oposición, la estima por el pontífice des-
ciende al 18 por ciento, mientras que los judíos ultra-ortodoxos no
tienen ninguna estima por el obispo de Roma. Antes de la peregri-
nación a Tierra Santa, un sondeo realizado por un sitio en Internet
estipulaba que el israelí con más popularidad era el rabino jefe Israel
Meir Lau (16 por ciento), mientras que el Papa sólo contaba con el
8 por ciento de los votos.
El Cardenal Walter Kasper, Presidente del Pontificio Consejo para
la Promoción de la Unidad de los Cristianos y la Comisión sobre las
Relaciones Religiosas con el judaísmo, recordó que “con gran co-
herencia y perseverancia, Juan Pablo II ha implementado lo que el
Vaticano II trató de hacer parte de la conciencia católica y la vida de
la Iglesia”.”No ha habido otro periodo en la vida de la Iglesia con un
diálogo tan intenso con los judíos como los últimos 23 años. Juan
Pablo II ha sido el primer Papa en ingresar a una sinagoga”, indicó.
Ante el conflicto de los Balcanes, Afganistán, Irak, Juan Pablo II
siempre ha estado en vanguardia a través de su magisterio, el envío
de representantes, su oración y su preocupación. En un inmediato
y enérgico telegrama dirigido al Presidente norteamericano Geor-
ge W. Bush, el Papa Juan Pablo II expresó su consternación y pe-
sar por el atentado cometido contra las ciudades de Nueva York
y Washington DC. El Pontífice se enteró del atentado terrorista
cuando se encontraba en la residencia estival de Castelgandolfo,
envió un dramático telegrama al Presidente Bush señalando:
“Consternado por el indescriptible horror del inhumano ataque te-
rrorista de hoy, contra personas inocentes en diferentes partes en los
Estados Unidos, me apresuro en expresarle a Ud. y sus conciudada-

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nos mi profundo pesar y mi unidad en oración por la nación en este
oscuro y trágico momento”, dice el telegrama papal. Al encomendar
las víctimas a la eterna misericordia de Dios todopoderoso, ruego
por su fuerza sobre todos los involucrados en los esfuerzos de
rescate y en el cuidado de los sobrevivientes. Ruego a Dios que lo
sostenga a Usted y al pueblo norteamericano en esta hora de sufri-
miento y prueba”, concluye el telegrama papal. Según el Cardenal
Secretario de Estado Angelo Sodano, el Pontífice se dirigió a su
capilla privada en Castel Gandolfo tan pronto como se enteró del
atentado, para rezar por las víctimas y por la paz. En declaraciones
concedidas a Radio Vaticano, el Cardenal Sodano señaló que el
Santo Padre esperaba que “este increíble y desesperado acto lleve
a todos a reflexionar en la naturaleza anti-humana, anti-cristiana
de la violencia, de toda violencia, que no lleva a nada”. “Finalmen-
te, le pedimos al Señor que le de paz a la atormentada humanidad
al inicio de este tercer milenio, que esperamos sea el milenio de
paz y no de odio”, concluyó el Purpurado.
“Que todos sean uno” El Santo Padre, como Cristo el Señor hace
dos mil años, sigue elevando también hoy al Padre esta ferviente
súplica: «¡Que todos sean uno (Ut unum sint)8230; para que el
mundo crea!». Como incansable artesano de la reconciliación, el
actual Sucesor de Pedro ha venido trabajado desde el inicio de su
pontificado por lograr la unidad y reconciliación de todos los cris-
tianos entre sí, sin que ello signifique de ningún modo claudicar a la
Verdad: «El diálogo -dijo Su Santidad a los Obispos austriacos, en
1998-, a diferencia de una conversación superficial, tiene como ob-
jetivo el descubrimiento y el reconocimiento común de la verdad.
(8230;) La fe viva, transmitida por la Iglesia universal, representa el
fundamento del diálogo para todas las partes. Quien abandona esta
base común elimina de todo diálogo en la Iglesia la posibilidad de
convertirse en diálogo de salvación. (…) nadie puede des-
empeñar sinceramente un papel en un proceso de diálogo si no está
dispuesto a exponerse a la verdad y a crecer en ella».

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“El Papa abriga la gran esperanza de que a un milenio de divisiones le
suceda otro de uniones. Mantiene la tesis de que el primer milenio de
la cristiandad fue un milenio de unidad entre todos los cristianos...Y
considera que ahora, al final del milenio, que ha sido testigo de tan-
tas divisiones, mediante un esfuerzo de reflexión común, podemos
reencontrar una nueva unidad...El Papa cree que los siglos tienen su
propia fisonomía; por eso espera que los grandes hundimientos de
este siglo y sus lágrimas, sean recogidas y se conviertan en un nuevo
comienzo...La inagotable energía con la que se mueve el Papa tiene su
origen, precisamente, en esta esperanza suya” 37.

7. la preocupación social
La encíclica Centessimus annus, que conmemora el centésimo año
desde el inicio formal del Magisterio Social Pontificio con la publi-
cación de encíclica Rerum novarum de S.S. León XIII, se ha consti-
tuido en el último gran aporte de S.S. Juan Pablo II en lo que toca
a dicho Magisterio. En ella escribía: «... deseo ante todo satisfacer
la deuda de gratitud que la Iglesia entera ha contraído con el gran
Papa (León XIII) y con su “inmortal Documento”. Es también mi
deseo mostrar cómo la rica savia, que sube desde aquella raíz, no se
ha agotado con el paso de los años, sino que, por el contrario, se
ha hecho más fecunda». Indudablemente enriquecido por su propia
experiencia como obrero, y en su particular cercanía con sus com-
pañeros de labores, la gran preocupación social del actual Pontífice
ya había encontrado otras dos ocasiones para manifestarse al mundo
entero en lo que toca al magisterio: la encíclica Laborem exercens, so-
bre el trabajo humano, y la encíclica Sollicitudo rei socialis, sobre los
problemas actuales del desarrollo de los hombres y de los pueblos.

37 RATZINGER, Cardenal Joseph La Sal de la Tierra (Cristianismo e Iglesia


Católica ante el nuevo milenio)Una conversación con Peter Seewald Libros
Palabra, Madrid, 1997 pp.256-257

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Methol Ferré distingue cuatro revoluciones del Movimiento Obre-
ro38 en consonancia con cuatro fases de esa historia. 1848 cierra la
primera fase, su ideología es religiosa y vinculada a la esperanza de
un resurgimiento cristiano, su máximo representante sería Buchez.
La 2ª iría de 1848 a 1871 (La Comuna de París) y su contenido se-
ría anárquico, anticlerical, pero subordinada todavía al cristianismo
aunque contra él. La 3ª es la marxista, centrada en octubre de 1917
con la revolución bolchevique, atea. La 4ª comenzaría en Danzig
(Gdansk), en 1980 y tendría como protagonista al pueblo polaco.
No es difícil encontrar su vinculación con el Papa polaco. Él se
sabe “eslavo entre los latinos, latino entre los eslavos” en su deseo
de unión. Hay que contar con su excepcional testimonio personal
venido del Este, de un país católico bajo un régimen marxista y
con su condición de obrero, intelectual, hombre de fe. “Solidar-
nosc” —nos advierte R. Buttiglione— sería impensable si el lenguaje
de la concepción cristiana del hombre y del trabajo no fuese el len-
guaje común, naturalmente compartido por todos los trabajadores
polacos”39. La Iglesia de Polonia ha reconstruido “el ethos de la
clase obrera” que hace de la causa del hombre su propia bandera.
Tal vivencia la veremos reflejada en el magisterio de Karol Wojtyla.
Este principio nos da luz para comprender su primera encíclica so-
cial, la Laborem Exercens (1981). Nace en conexión con la primera
revolución obrera posterior al marxismo-leninismo y donde debía
haberse aplicado éste con la mayor radicalidad. Mira “a entrar a tra-
vés de una nueva exposición de la Doctrina Social de la Iglesia en
una relación directa con la ideología espontánea del Movimiento
Obrero, para suministrarle una interpretación liberadora, capaz de

38 Alberto METHOL, mesa redonda sobre “Laborem Exercens, Polonia, Dottrina


sociale” en Incontri (Noviembre-Diciembre, 1981)
39 R. BUTTIGLIONE “Consideraciones sobre la antropología cristiana y la
Doctrina Social de la iglesia”, El hombre y el trabajo (Encuentro, Madrid,
1984), p. 11.

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recuperar su originaria raíz cristiana y comprender más a fondo sus
valores humanos a partir del principio que es la revelación en Cristo
de la verdad sobre el hombre”40. Lo fundamental de la encíclica es
la apelación al hombre como clave esencial del problema social. Por
vez primera se dedica un escrito pontificio de ésta índole a estudiar
el trabajo humano. Como novedad destaca R. Mª Sanz de Diego 3
aspectos tratados: el paro, el salario y el trabajo de la mujer. Este
mismo especialista marca 4 etapas en el juicio del magisterio eclesial
hacia los sistemas sociopolíticos41: 1º Condena global. 2º Distancia
respetuosa. 3º Invitación a una decisión de conciencia. 4º El de la
actual, denunciar lagunas e invitación a cambiar el rumbo.
Comienza por presentar el Papa los factores actuales que influyen
tanto como la revolución industrial en tiempos de León XIII: “La
introducción generalizada de la automatización..., el aumento del
coste de la energía y de las materias básicas, la creciente toma de
conciencia de la limitación del patrimonio natural y de su insopor-
table contaminación; la aparición en la escena política de pueblos
que, tras siglos de sumisión, reclaman su legítimo puesto entre las
naciones y en las decisiones internacionales” (n. 1).Tras fijarse en
el paro y en la guerra nuclear, señala como cambio particular la su-
peración del problema “clase” por el problema “mundo” y su uni-
versal ámbito de la desigualdad y de la injusticia. Destaca cómo el
“trabajo es una clave quizá la clave esencial, de toda cuestión social,
si tratamos de verla verdaderamente desde el punto de vista del bien
del hombre”.En el punto II habla del trabajo y del hombre a la luz
de la Escritura, la técnica y el humanismo. Denuncia las amenazas
del materialismo y el “economicismo” y la necesidad de la justicia
social con “nuevos movimientos de solidaridad de los hombres del
trabajo y de solidaridad con los hombres del trabajo”. El trabajo en

40 R. BUTTIGLIONE “La Laborem Exercens y la conciencia espontánea del


Movimiento Obrero” El hombre y el trabajo (Encuentro, Madrid, 1984), p. 158-159.
41 R. Mª SANZ DE DIEGO “Lo nuevo de la ‘Laborem Exercens” en Juan Pablo
II y la Justicia Social RAZÓN Y FE (Madrid, 1982).

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relación con la dignidad de la persona, fundamenta la vida familiar
y enriquece la nación. En el capítulo III nos analiza el conflicto
trabajo-capital. Aquel tiene un carácter positivo, creativo, educati-
vo, meritorio y debe inspirar las Declaraciones y Códigos del tra-
bajo. Frente al marxismo, destaca la prioridad del trabajo sobre el
capital, del hombre frente a las cosas. Frente al capitalismo y al
marxismo, la Iglesia entiende “el derecho a la propiedad privada
como subordinado al derecho al uso común”. Interesantes propues-
tas de “copropiedad de los medios de trabajo, a la participación de
los trabajadores en la gestión y en los beneficios de la empresa, al
llamado ‘accionariado’ del trabajo”. El apartado IV se refiere a los
“Derechos de los hombres del trabajo” por el hecho de ordenarlo
el Creador “por respeto al prójimo, especialmente por respeto a la
propia familia, pero también a la Sociedad... a la nación... a la entera
familia humana” (n. 16). Pasa revista después a los problemas del em-
pleo, salario, los sindicatos. Recuerda el derecho a la huelga. Destaca
la dignidad del trabajo agrícola y demanda trabajo para los minusváli-
dos y asistencia a los emigrantes. Por último aboga por “la formación
de una espiritualidad del trabajo, que ayuda a todos los hombres a
acercarse a través de él a Dios, Creador y Redentor” (n. 24).
La Sollicitudo rei socialis (1987) quiere honrar la memoria de Pablo
VI y conmemorar los 25 años de la “Populorum Progressio”. El
Papa no ha cejado en su empeño de revitalizar la doctrina social
cristiana. No olvida su propósito ni en sus encíclicas trinitarias o
exhortaciones como la que versa sobre la reconciliación y la pe-
nitencia. Sus continuos viajes son otras tantas oportunidades de
sembrar a manos llenas y de aplicar de forma muy concreta la rica
doctrina. En la agencia ACIPRENSA se recogía con acierto42 como
el “modo nuevo que utiliza el Magisterio para presentar la doctrina
social” se inserta en la “nueva evangelización de Europa” que debe
superar el reto del “nuevo ateísmo contemporáneo”.

42 Aceprensa, servicio 8/88 (20-I-88).

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La encíclica aparece así como el fruto maduro de un rico magis-
terio. Contrasta vivamente con el espíritu optimista “desarrollis-
ta” que animaba la sociedad de los 70. Nos encontramos ante el
desencanto del “desarrollismo” que ha llevado a la miseria por la
injusticia, y de la revolución tercermundista (tanto en movimien-
tos marxista-leninistas como los reaccionarios y de militares). Nos
vemos abocados a la “búsqueda de nuevos caminos que conduzcan
más allá de una situación insostenible, en la que no se logra graran-
tizar el respeto a los derechos fundamentales de las personas y de
las naciones”43. Ni la conferencia de Yalta (todas las guerras se han
dado en “zonas grises”, sobre las que ninguna decisión fue tomada)
ni la coexistencia pacífica desde 1960 (no arregla nada pese a los
acuerdos de Helsinki), ni los intentos de resolver los problemas del
Tercer Mundo (mediante la tecnología y economía, movimientos
revolucionarios), han logrado los resultados apetecidos.
A este mundo se asoma Juan Pablo II en el punto III de su encíclica
describiéndolo con tintes sombríos. denuncia frente a la esperanza
del desarrollo de Pablo VI, la miseria de millones de personas cons-
tatada en:
• El abismo entre el norte y el sur (vivienda, desempleo, deuda
externa).
• Dualidad geopolítica Este/Oeste: capitalismo liberal y colecti-
vismo marxista. Se plantea en qué medida pueden reformarse:
Sólo mediante el derecho de iniciativa económica, respetando los
derechos de cada nación.
• Los mismos mecanismos de crédito internacional y de inversión
extranjera se han vuelto contra los países subdesarrollados.
• Consecuencias de todo ello son: el armamentismo, el terrorismo,
los millones de refugiados. Singular importancia concede al proble-

43 R. BUTTIGLIONE “La Laborem Exercens y la doctrina social en el mundo


internacional”, p. 7 El hombre y el trabajo (Encuentro, Madrid, 1984).

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ma demográfico (explosión en el Sur, descenso en el Norte); de-
nuncia la sistemática campaña controlista —a menudo racista y euge-
nista— como un atropello de la libre decisión de los padres de familia.

Entre los signos positivos de nuestro mundo destaca la conciencia


de la radical interdependencia recíproca entre los dos bloques, las
naciones y las personas; la preocupación por la paz (o es de todos
o no es de nadie) y una sana preocupación ecológica por el planeta.
En el apartado IV aboga por un auténtico desarrollo humano, lejos
del mito desarrollista ilimitado o de la civilización del consumo, y
muy enraizado en el interior del hombre, de naturaleza cultural y
ético-religiosa. A escala de cada nación se postula un respeto de los
derechos humanos: a la vida, la familia, justicia en las relaciones labo-
rales, la institucionalidad política democrática y la libertad religiosa.
Denuncia en el mundo contemporáneo diversas “estructuras de
pecado” en el sentido moral de la expresión y subraya el ansia ex-
clusiva de lucro y la sed de poder, remitiendo a su carta sobre “Re-
conciliación y penitencia”. Ello solamente se vence “con la ayuda
de la gracia divina, mediante una actitud diametralmente opuesta: la
entrega por el bien del prójimo, que está dispuesto a ‘perderse’ en
sentido evangélico, por el otro en lugar de explotarlo, y a ‘servirlo’
en lugar de oprimirlo para el propio provecho (n. 39). Es la conver-
sión del corazón, con su subsiguiente efecto de solidaridad.
En el capítulo V se refiere a “una lectura teológica de los problemas
modernos”. Declara que no posee la Iglesia soluciones técnicas, su
solución es su propia doctrina social. Frente a las nuevas formas de
idolatría (dinero, ideologías, clase social, tecnología), urge a una
solución ética, moral, religiosa.
Como opciones fundamentales señala la “preferencial” por los pobres:
hoy, esa multitud internacional de hambrientos, sin hogar, sin asisten-
cia médica y sobre todo sin esperanzas de un futuro mejor. Otra opción
es la urgencia de reemplazar regímenes dictatoriales por instituciones
democráticas y participativas; la reforma del sistema internacional del

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comercio, del sistema monetario y financiero mundial, los intercam-
bios de tecnologías, la revisión de la estructura de las organizaciones
internacionales, en el marco de un orden jurídico internacional.
Como conclusión, subraya el nexo orgánico entre desarrollo, soli-
daridad y liberación, entendidas en el sentido propio y habitual del
Magisterio de la Iglesia. Recuerda la confianza que la Iglesia deposi-
ta en el hombre y cómo está en juego la dignidad de la persona hu-
mana. No sólo se peca por “egoísmo, deseo de ganancia exagerada y
poder” sino también por “temor, indecisión y cobardía”. Los laicos
son los verdaderos responsables de animar con el espíritu cristiano
las realidades temporales.
Rafael Mª Sanz de Diego, especialista en detectar “novedades”, nos
destaca: la descripción de los bloques Este/Oeste, su “pesimismo”
realista, el trato dado al problema ecológico, el análisis teológico del
desarrollo en la línea de una antropología cristiana, la posibilidad de
destinar los objetos de culto superfluos para los pobres (n. 59), el
encuadre concedido a la Teología de la Liberación44.
En 1991 la encíclica Centessimus annus, que conmemora el centési-
mo año desde el inicio formal del Magisterio Social Pontificio con
la publicación de encíclica Rerum novarum de S.S. León XIII, se
ha constituido en el último gran aporte de S.S. Juan Pablo II en lo
que toca a dicho Magisterio. En ella escribía: “... deseo ante todo
satisfacer la deuda de gratitud que la Iglesia entera ha contraído
con el gran Papa (León XIII) y con su “inmortal Documento”. Es
también mi deseo mostrar cómo la rica savia, que sube desde aque-
lla raíz, no se ha agotado con el paso de los años, sino que, por el
contrario, se ha hecho más fecunda”. Esta nueva encíclica presen-
ta la “Rerum novarum” como la semilla fecunda, en la teoría y en
práctica, a lo largo del siglo (Cap.1º). Pero en este proceso la Doc-

44 Rafael Mª SANZ “La solicitud por la cuestión social´ de Juan Pablo II”
RAZÓN Y FE (Abril, 1988, Madrid).

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trina Social se ha encontrado con otras mentalidades, ideologías y
proyectos y ha entrado en confrontación con ellos. El marxismo
ha sido uno de sus interlocutores más relevantes. Juan Pablo II se
fija con especial atención en él, porque así se lo exige el análisis de
la caída del colectivismo. Cuando la «Centesimus annus” corre los
principales acontecimientos del siglo XX (cap. 2.°), lo hace tenien-
do a la vista la presencia del marxismo en él: no sólo como inspira-
dor ideológico regímenes colectivistas, sino como alternativa para
dar cuerpo a los proyectos listas y emancipadores del Tercer Mun-
do y como responsable de la creciente tensión entre los bloques
desde que acabó la segunda guerra mundial (nn. 17-20). Aunque
Juan Pablo II nunca propone la a Social de la Iglesia como una al-
ternativa al marxismo o a cualquier otra ideología (n. 43), no cabe
duda de que la “Centesimus annus» está bastante condicionada por
la contraposición entre Doctrina Social y marxismo.
Pero Juan Pablo II no quiere limitar sus reflexiones al pasado. Le
preocupa el futuro, al menos en dos sentidos. Ante todo, se pregun-
ta por la solución de los problemas que quedan pendientes una vez
desaparecido el colectivismo: son los problemas del Tercer Mundo
marginado y explotado, así como los de los países excomunistas
que buscan un modelo Nuevo (n.42)
En segundo lugar, Juan Pablo II se muestra crítico respecto al futu-
ro del capitalismo: no quiere de ninguna forma que su duro análisis
del marxismo y del colectivismo se interprete como una aceptación
incondicional del capitalismo. Reconoce que, a la hora de pensar en
el futuro, la humanidad se encuentra, por el momento, con un solo
sistema: el capitalismo. Por eso dedica un extenso pasaje a criticar
sus excesos y a reconocer sus ventajas. Para el Papa no hay más
alternativa que un sistema basado en el trabajo libre, la empresa y
la participación (.35). Esto quiere decir que la libre iniciativa sólo
puede ser aceptada dentro de un marco jurídico que la subordine a
las exigencias de la libertad integral (n. 42). Las ventajas del merca-
do son innegables, pero también sus peligros; por eso el Estado, a

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pesar de los abusos a que muchas veces ha llegado, no puede pres-
cindir de su papel para ordenar toda la vida de la sociedad al bien
común. En una palabra, hay que ir hacia una sociedad donde la per-
sona no quede sofocada entre el estado y el mercado (n. 49).
Más allá del magisterio –excepcional- están los gestos como el invitar
a Madre Teresa a poner su casa allá en el Vaticano o el de comer con los
pobres en varias ocasiones. O más estables la creación de fundaciones e
instituciones para canalizar la caridad, como en febrero de 1984 el Ins-
tituto Juan Pablo II para el Sahel, y en febrero de 1992, la Fundación
«Populorum Progressio» para los pueblos indígenas de Latinoamérica.
O, alguno coyuntural o puntual como el registrado por la agencia Ze-
nit de 29 de mayo en el que se anunciaba que el 15 de junio Juan Pablo
II comerá con doscientos pobres y personas sin techo de Roma. La co-
mida tendrá lugar en el atrio de la sala de audiencias generales del Vati-
cano, donde en muchas ocasiones se han preparado mesas para invitar
a comer a los cardenales, obispos o participantes en los sínodos..Con
motivo de este Jubileo, además, Juan Pablo II pidió que se preparen
comedores gratis para pobres en los que puedan recibir todos los días
comida caliente al lado de las basílicas más importantes de Roma. No
es la primera vez que el Papa invita a comer a los más necesitados. Lo
hizo ya en 1988, en la Casa Don de María, fundada por la Madre Teresa
de Calcuta en el mismo Vaticano a petición suya.
El Papa está en vanguardia ante la problemática mundial, como re-
vela la constante comunicación con los foros mundiales como el
de la ONU. La agencia Zenit el 7 de abril del 2000 informaba del
encuentro mantenido con el Secretario General de la ONU, Kofi
Annan a quien el Papa manifestó su sueño de justicia en un mundo
global y cómo la clave está en la «globalización» de la solidaridad y
la cooperación. En el encuentro participaron también dirigentes del
Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. El Papa dejó
muy claro el hecho de que la ONU y las instituciones internaciona-
les tienen que afrontar una nueva realidad que presenta como desa-
fío «la impresionante expansión del mercado mundial y el asombro-

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so progreso en el campo de la tecnología, de las comunicaciones y en
el intercambio de información». Es un «proceso dinámico que tiende
a la abolición de las distancias que separan a los pueblos y los conti-
nentes». Ahora bien, «las posibilidades para ejercer una influencia en
este nuevo contexto no son las mismas para todas las naciones, sino
que están más o menos ligadas a la capacidad económica y tecnoló-
gica de un país. La nueva situación es tal que, en algunos casos, deci-
siones con consecuencias mundiales son tomadas solamente por un
pequeño y restringido grupo de naciones». Por otra parte, constató
el Papa, «la mayoría de las naciones del mundo están experimentando
la debilitación del Estado en su capacidad para ponerse al servicio del
bien común y promover la justicia social y la armonía». En definitiva,
concluyó, «la globalización de la economía está llevando a la globa-
lización de la sociedad y de la cultura». Ante estos nuevos desafíos,
Juan Pablo II constata también el nacimiento de nuevas respuestas.
Por una parte, constató la importancia que han asumido las organi-
zaciones no gubernamentales a nivel internacional. La gran novedad
de estas instituciones, constató, en su capacidad para ir más allá de
las particularidades nacionales y promover una «visión integral del
desarrollo». En concreto, el Papa atribuyó «sus crecientes éxitos» al
promover en los países industrializados la conciencia de su respon-
sabilidad compartida en los problemas que tienen que afrontar los
países en vías de desarrollo. Se trata de un fenómeno, explicó el Santo
Padre, que se puede comprobar, por ejemplo, en la campaña para la
condonación de la deuda externa de los países más pobres que han
promovido muchas de estas instituciones. De este modo, añadió, han
creado además un sentimiento mayor de solidaridad internacional.
Esta «nueva conciencia de la sociedad», consideró el Papa en segundo
lugar, supone para el sistema de las Naciones Unidas una oportuni-
dad única para contribuir con la globalización de la solidaridad, con-
virtiéndose en un punto de encuentro para los Estados y la sociedad
civil y en punto de convergencia de los varios intereses y necesidades
--regionales y particulares-- del mundo en general». «La actividad po-
lítica y económica llevada con un espíritu de solidaridad internacio-

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nal puede y debe conducir a una limitación voluntaria de las ventajas
unilaterales de manera que los pueblos y los países puedan compartir
los mismos beneficios». Ahora bien, Juan Pablo II confesó ante Kofi
Annan y sus colaboradores una preocupación que le inquieta de ma-
nera particular en estos momentos: Las instituciones internaciona-
les no está logrando estos objetivos, pues «veo que algunos grupos
tratan de imponer a la comunidad internacional puntos de vista o
estilos de vida apoyados por pequeños y específicos segmentos de
la sociedad. Esto es quizá más obvio en algunos campos como el de
la defensa de la vida y en la tutela de la familia. Los líderes de las
naciones deben tener cuidado para no destruir lo que la comunidad
internacional y la ley han desarrollado con trabajo para preservar la
dignidad de la persona humana y la cohesión de la sociedad. Este es
un patrimonio común que nadie tiene el derecho de disipar»”.

8. Joven con los jóvenes


La juventud es una realidad viva que tiene un presente concreto y que
posee una promesa que llena de esperanza a todo grupo social. Para
definirla tenemos que enmarcarla en un tiempo histórico de la perso-
na en que va buscando, creciendo, preparándose, enriqueciéndose para
definirse. Es un tiempo de la vida en el que se van poniendo las bases
para construir el futuro. Juan Pablo II lo define así: (...) “un tiempo
dado por la Providencia a cada hombre, tiempo que se le ha dado como
tarea, durante el cual busca, como el joven del Evangelio, la respuesta
a los interrogantes fundamentales, no sólo el sentido de la vida, sino
también un plan concreto para comenzar a construir su vida”.45
Con motivo del año internacional de la juventud 1985, el Papa es-
cribió una hermosa carta.“Si el hombre es el camino fundamental y
cotidiano de la Iglesia, entonces se comprende bien por qué la Iglesia

45 JUAN PABLO II. “Cruzando el umbral de la esperanza”. En: “Jóvenes


¿realmente una esperanza?. Grupo editorial Norma. Colombia. 1994. p. 138

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atribuye una especial importancia al periodo de la juventud como una
etapa clave de la vida de cada hombre...Vosotros, jóvenes, encarnáis
esa juventud. Vosotros sois la juventud de las naciones y de la socie-
dad, la juventud de cada familia y de toda la humanidad. Vosotros
sois también la juventud de la Iglesia...Vuestra juventud no es sólo
algo vuestro,..., sino algo que pertenece al conjunto de ese espacio
que cada hombre recorre en el itinerario de su vida, y es a la vez un
bien especial para todos. Un bien de la humanidad misma”.(nº 1).
“En vosotros está la esperanza, porque pertenecéis al futuro y el
futuro os pertenece. (...) A vosotros os corresponde la responsabi-
lidad de lo que un día se convertirá en actualidad junto con vosotros
y que ahora es todavía futuro.” El futuro os pertenece tanto si pen-
samos en las categorías humanas transitorias como en las categorías
éticas, por las que se atribuye a las sociedades y a cada hombre en
particular el valor fundamental de los actos, de los propósitos, de
las iniciativas y de las intenciones humanas.Así pues los jóvenes
deben estar “siempre prontos para dar razón de vuestra esperanza a
todo el que os la pidiere”. (1 Pe 3, 15.
El mundo está muy mal en muchos aspectos. La juventud es la es-
peranza de la sociedad y de la Iglesia. Si el joven puede cambiar y
ser mejor, también el mundo puede cambiar a mejor, porque cada
joven es un mundo en pequeño. Para ello, una tarea: vencer el mal
con abundancia de bien. Y una consiga, la de María: “Haced lo que
El os diga” (Jn 2, 5).
Desde 1985 la Iglesia ha visto surgir las Jornadas Mundiales de los
Jóvenes. Su génesis -recuerda el Santo Padre- fue el Año Jubilar de
la Redención y el Año Internacional de la Juventud, convocado por
la Organización de las Naciones Unidas en aquel mismo año:«Los
jóvenes fueron invitados a Roma. Y éste fue el comienzo. (...) El
día de la inauguración del pontificado, el 22 de octubre de 1978,
después de la conclusión de la liturgia, dije a los jóvenes en la plaza
de San Pedro: “Vosotros sois la esperanza de la Iglesia y del mundo.

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Vosotros sois mi esperanza”».En Cruzando el Umbral de la Esperanza:
““Los jóvenes tienen necesidad de un guía, y quieren tenerlo muy cer-
ca. Si recurren a personas con autoridad, lo hacen porque las suponen
ricas de calor humano y capaces de andar con ellos por los caminos que
están siguiendo” p.132 en cualquier parte a la que el Papa vaya busca a
los jóvenes, y en todas partes es buscado por los jóvenes. Aunque, la
verdad es que no es a él a quien buscan. A quien buscan es a Cristo,
que “sabe lo que hay en cada hombre” (Jn 2 ,25), especialmente en un
hombre joven, ¡y sabe dar las verdaderas respuestas a sus preguntas! Y
si son respuestas exigentes, los jóvenes no las rehuyen en absoluto; se
diría más bien que las esperan”( p.133) [...]”.
Bello es el texto de la Novo millennio ineunte n.9: “Si hay una ima-
gen del Jubileo del Año 2000 que quedará viva en el recuerdo más
que las otras es seguramente la de la multitud de jóvenes con los
cuales he podido establecer una especie de diálogo privilegiado, ba-
sado en una recíproca simpatía y un profundo entendimiento. Fue
así desde la bienvenida que les di en la Plaza de san Juan de Letrán
y en la Plaza de san Pedro. Después les vi deambular por la Ciudad,
alegres como deben ser los jóvenes, pero también reflexivos, deseo-
sos de oración, de « sentido » y de amistad verdadera. No será fácil,
ni para ellos mismos, ni para cuantos los vieron, borrar de la memo-
ria aquella semana en la cual Roma se hizo « joven con los jóvenes
». No será posible olvidar la celebración eucarística de Tor Vergata.
Una vez más, los jóvenes han sido para Roma y para la Iglesia un
don especial del Espíritu de Dios. A veces, cuando se mira a los
jóvenes, con los problemas y las fragilidades que les caracterizan
en la sociedad contemporánea, hay una tendencia al pesimismo. Es
como si el Jubileo de los Jóvenes nos hubiera « sorprendido », tras-
mitiéndonos, en cambio, el mensaje de una juventud que expresa
un deseo profundo, a pesar de posibles ambigüedades, de aquellos
valores auténticos que tienen su plenitud en Cristo. ¿No es, tal vez,
Cristo el secreto de la verdadera libertad y de la alegría profunda
del corazón? ¿No es Cristo el amigo supremo y a la vez el educador

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de toda amistad auténtica? Si a los jóvenes se les presenta a Cristo
con su verdadero rostro, ellos lo experimentan como una respuesta
convincente y son capaces de acoger el mensaje, incluso si es exi-
gente y marcado por la Cruz. Por eso, vibrando con su entusiasmo,
no dudé en pedirles una opción radical de fe y de vida, señalándoles
una tarea estupenda: la de hacerse « centinelas de la mañana » (cf. Is
21,11-12) en esta aurora del nuevo milenio”.
Podríamos decir que el Papa se hace joven con los jóvenes. Entra-
ñable y simpático resultó el diálogo entablado con los jóvenes espa-
ñoles en mayo del 2003 en el que se definió como joven de 82 años.

9. Santos que se multiplican


“ Pero ¿ en qué está la verdadera fuerza de la Iglesia? Naturalmente,
la fuerza de la Iglesia, en Oriente y en Occidente, a través de los
siglos, está en el testimonio de los santos, de los que de la verdad
de Cristo han hecho su propia verdad, de los que han seguido el
camino que es Él mismo, que han vivido la vida que brota de Él en
el Espíritu Santo. Y nunca han faltado estos santos en la Iglesia, en
Oriente y en Occidente.Los santos de nuestro siglo han sido en
gran parte mártires. Se ha tratado de verdaderos mártires. Baste
recordar las figuras del padre Maximiliano Kolbe y de Edith Stein y,
aún antes, aquéllas de los mártires de la guerra civil en España [. ]
Ellos completaron con su martirio el testimonio redentor de Cristo
(Col 1, 24) y, al mismo tiempo, están en la base de un mundo nue-
vo, de la nueva Europa y de la nueva civilización” 46
La verdad es que el Papa Juan Pablo II está batiendo muchos re-
cords. Un dato; desde 1588, fecha en que se erige la Sagrada Con-
gregación de Ritos, hasta 1978, fecha de la muerte de Pablo VI, la

46 Juan Pablo II Cruzando el umbral de la esperanza (Plaza & Janés, Barcelona


1994) Editado por V. Messori. Traducción de Pedro Antonio Urbina. p. 180

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Iglesia proclamó en total 296 santos y 808 beatos. El Papa ha beati-
ficado a 1.338 y canonizado a 482 personas personas, más que todos
sus predecesores en los últimos cuatro siglos juntos.
Ciertamente el Papa no pierde ocasión para proclamar y para instar
a todos los cristianos que vivan santamente. Por ejemplo, para la XV
Jornada Mundial de la juventud de Domingo de Ramos del 2000, nos
ha dado este mensaje:“Dios nos ha creado para compartir su mi misma
vida; nos llama a ser sus hijos, miembros vivos del Cuerpo místico
de Cristo, templos luminosos del Espíritu de amor. Nos llama a ser
“suyos”, quiere que todos seamos santos. Queridos jóvenes, tened la
anta ambición de ser santos, como El es santo”. Jóvenes de todos los
continentes, no tengáis miedo de ser los santos del nuevo milenio. Sed
contemplativos y amantes de la oración, coherentes con vuestra fe y
generosos en el servicio a los hermanos, miembros activos de la Iglesia
y constructores de paz. Para realizar este arduo proyecto de vida, per-
maneced a la escucha de la Palabra, sacad fuerza de los sacramentos,
sobre todo de la Eucaristía y de la penitencia. El Señor os quiere após-
toles intrépidos de su Evangelio y construcotres de una nueva huma-
nidad. Pero, cómo podréis afirmar que creéis en Dios hecho hombre
si no os pronunciáis contra todo lo que degrada la persona humana y
la familia? Si creéis que Cristo ha revelado el amor del Padre a toda
criatura, no podéis por menos de hacer todo lo posible para contribuir
a la construcción de un mundo nuevo, fundado en la fuerza d el amor
y del perdón; en la lucha contra la injusticia y contra toda miseria física,
moral, espiritual y en la orientación de la política, de la economía, de
la cultura y de la tecnología al servicio del hombre y de su desarrollo
integral” (L’O.R. 9 de julio de 1999, n.28, p.2).
A pesar de impeler a la santidad y proclamar tantos santos, tiene
muy presente el dicho del P. Raniero Cantalamesa, Predicador de
la Casa Pontificia: “Muchos grupos están más interesados en ha-
cer santos que en hacerse santos”. Su itinerario de santificación es
evidente. Detengámonos en su exquisita sensibilidad espiritual:

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“Durante los años noventa, cuando se enteró de que uno de sus
biógrafos, el padre carmelita Wladyslaw Luz, había definido la con-
fesión como el medio por el cual el joven Wojtyla había recuperado
la gracia de Dios, Juan Pablo II se puso muy furioso y le escribió:
´Recuperar implica que yo había perdido, por un grave pecado, la
gracia de Dios. ¿Quién le dijo a usted que yo cometí pecados graves
en mi juventud? Nunca sucedió. ¿No puede usted creer, padre, que
un joven sea capaz de vivir sin cometer pecado mortal?”47.
Recordamos el vibrante llamado a la santidad en NMI:
En primer lugar, no dudo en decir que la perspectiva en la que debe
situarse el camino pastoral es el de la santidad. ¿Acaso no era éste el
sentido último de la indulgencia jubilar, como gracia especial ofrecida
por Cristo para que la vida de cada bautizado pudiera purificarse y
renovarse profundamente? ...Confesar a la Iglesia como santa significa
mostrar su rostro de Esposa de Cristo, por la cual él se entregó, preci-
samente para santificarla (cf. Ef 5,25-26). Este don de santidad, por
así decir, objetiva, se da a cada bautizado. Pero el don se plasma a su
vez en un compromiso que ha de dirigir toda la vida cristiana: « Ésta
es la voluntad de Dios: vuestra santificación » (1 Ts 4,3). Es un com-
promiso que no afecta sólo a algunos cristianos: « Todos los cristianos,
de cualquier clase o condición, están llamados a la plenitud de la vida
cristiana y a la perfección del amor » (n.30).

10. Paz y perdón


Quizá muchos jóvenes desconocen el atentado que el Santo Padre
sufrió aquel ya lejano 13 de mayo de 1981, a manos de un joven
turco, de nombre Alí Agca. Entonces, guardándolo milagrosamen-
te de la muerte, se manifestó la Providencia divina que le concedía

47 p.57 C. Bernstein- M. Politi Su Santidad (Juan Pablo II y la historia oculta


de nuestro tiempo) Trad. De María Mercedes Correa y Ángela García. Grupo
Editorial Norma, Lima, 1996

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a su elegido una invalorable ocasión para experimentar en sí mis-
mo el dolor y sufrimiento humano -físico, psicológico y también
espiritual- para poder mejor asociarse a la cruz del Señor Jesús y
solidarizarse más aún con tantos hermanos dolientes. Fruto de esta
experiencia vivida con un profundo horizonte sobrenatural será su
hermosa Carta Apostólica Salvifici doloris. Aquel hecho fue tam-
bién una magnífica oportunidad para mostrar al mundo entero que
él, fiel discípulo del Maestro, es un hombre que no sólo llama a
vivir el perdón y la reconciliación, sino que él mismo lo vive: una
vez recuperado, en un gesto auténticamente cristiano y de enorme
grandeza de espíritu, el Santo Padre se acercó a su agresor -recluido
en la cárcel- para ofrecerle el perdón y constituirse él mismo en
un testimonio vivo de que el amor cristiano es más grande que el
odio, de que la reconciliación -aunque exigente- puede ser vivida,
y de que éste es el único camino capaz de convertir los corazones
humanos y de traerles la paz tan anhelada.
En el documento Memoria y reconciliación: La iglesia y las culpas del
pasado (Marzo 2000) nos indica que “consiste en el proceso orienta-
do a liberar la conciencia personal y común de todas las formas de re-
sentimiento o de violencia que la herencia de culpas del pasado puede
habernos dejado, mediante una valoración renovada, histórica y teo-
lógica, de los acontecimientos implicados, que conduzca, si resultara
justo, a un reconocimiento correspondiente de la culpa y contribuya
a un camino real de reconciliación... Juan Pablo II añade: “Como su-
cesor de Pedro pido que en este año de misericordia la Iglesia, fuerte
por la santidad que recibe de su Señor, se ponga de rodillas ante Dios
e implore el perdón por los pecados pasados y presentes de sus hijos”
(IM 11). Al reafirmar después que “los cristianos están invitados a
asumir, ante Dios y ante los hombres ofendidos por sus comporta-
mientos, las deficiencias por ellos cometidas”, el Papa concluye: “Lo
hacemos sin pedir nada a cambio, fuertes sólo por el amor de Dios,
que ha sido derramado en nuestros corazones (Rom 5, 5)”. El 12
de marzo de 2000, Juan Pablo II pidió públicamente perdón por los

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pecados de la Iglesia. Días más tarde, del 20 al 26, se desplazó a Tierra
Santa para culminar ante el Muro de las Lamentaciones. En junio del
2001 llegó a Grecia, Siria y Ucrania para pedir perdón su propia casa a
las iglesias ortodoxas e invitando a los musulmanes a comprometerse
en gestos análogos de mutua inteligencia y reconciliación. Más tarde,
envió una carta al Gobierno de Pekín para pedir perdón y compren-
sión por las formas de actuar de los cristianos que pudieran haber
ofendido a los chinos en tiempos pasados. Como atinadamente seña-
la Niceto Blázquez 48 lo que hizo el Papa fue “reconocer como pro-
pios de la Iglesia, los errores o pecados cometidos por sus líderes de
turno –la mayoría de los cuales están muertos y no pueden respon-
der de sus actos- prometiendo que, en lo que de él dependa, la Iglesia
no volverá a repetirlos...De esta forma se hace justicia histórica y, al
mismo tiempo, se invita a las partes concernidas a hacer las paces y
evitar que el mero recuerdo de los pecados de nuestros antecesores se
convierta en una torturante pesadilla psicológica que nos impide vivir
en paz con el presente. Con el mutuo perdón desaparece esa pesadilla
histórica y los herederos de las ofensas nos liberamos de ese fardo de
odio e incomprensión que nos legaron nuestros antepasados”
El punto de partida para esta carta anual del Santo Padre son los aconte-
cimientos trágicos del 11 de septiembre en que el terrorismo mató a miles
de personas inocentes. La Iglesia quiere expresar un mensaje de esperanza
y demostrar que el mal nunca tiene la última palabra. Dios puede llegar
aún al corazón más endurecido, y la paz puede prevalecer en el mundo.
La paz: obra de justicia y amor. Cuando el Papa reflexiona sobre
estos Tristes eventos también recuerda su propia experiencia de ve-
nir de un país que fue asolado por los Nazis y los comunistas. La
pregunta que se hace y que nos hace es:¿Cuál es el camino que nos
devuelve la tranquilidad cuando se ha destruido el orden que se ha

48 Niceto Blázquez Los pecados de la Iglesia. Sin ajuste de cuentas San Pablo,
Madrid, 2002 pp.8-9

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conocido? El mismo contesta que los pilares de la paz son la justicia
y el amor: especialmente esa forma de amor que es el perdón.¿Se
puede hablar de la justicia y del perdón a la vez? No es que el perdón
se contrapone a la justicia; lo que se contrapone al perdón es la
Venganza. El profeta Isaías (capítulo 32, versículo 17) nos dice que
la paz es fruto de la justicia. La Constitución Pastoral Gaudium et
spes (Nº 78) sobre la Iglesia en el mundo moderno dice lo mismo.
La paz es fruto de la justicia porque la justicia tiene que ver a la vez
con la justa distribución de los beneficios entre todos y además con
los deberes que tiene cada uno. Como somos seres humanos egoís-
tas y débiles, necesitamos complementar la justicia con el perdón
que cura la heridas y restablece las relaciones humanas. El perdón
no se contrapone a la justicia porque exige también la reparación
justa. El perdón va más allá de la justicia: Busca el cese de las hos-
tilidades y además pretende sanar las heridas. El Papa quiere que
todos meditemos sobre esto, y dirige su palabra especialmente a los
jefes de las naciones. Cuando analizamos la realidad de lo que es el
terrorismo, descubrimos que en realidad lo que pretende es atacar
a esa paz que se funda en la justicia y en el perdón. El terrorismo
nace del odio y engendra aislamiento. Es capaz de sacrificar hasta su
propia gente porque se basa en el desprecio de la vida. Es un autén-
tico crimen contra la humanidad. Tenemos derecho de defender-
nos del terrorismo, pero no podemos dejar que el fin justifique los
medios. Como son unos individuos concretos los Responsables,
no podemos extender nuestra defensa en contra de toda su nación
o su religión. Como el terrorismo suele encontrar a sus adeptos en
los ambientes donde rige la injusticia, la colaboración internacional
en contra del terrorismo tiene que responder a estas situaciones de
opresión. Seamos claros: Una situación de injusticia Jamás justifica
una respuesta terrorista. Más bien el terrorismo debilita la solidari-
dad, y los más perjudicados son los pueblos pobres.
Es mentira que el terrorismo actúa a favor de los pobres. ¡No se
mata en nombre de Dios! Los terroristas creen que sólo ellos poseen

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la verdad. Piensan que pueden usar cualquier método para imponer
su propia verdad, inclusive matar a las personas inocentes. Son fun-
damentalistas que desprecian la humanidad. Pero la verdad nunca se
impone. Aún cuando tenemos la verdad es de una forma limitada.
Todo ser humano es reflejo de la imagen de Dios, y por eso tenemos
que respetar la conciencia de todos. Nosotros proponemos la verdad,
pero le toca a la otra persona acogerla libremente. Imponer la verdad
sería violar la dignidad de la persona. Como cada persona es creada
a imagen de Dios, el imponer la verdad es además ultrajar a Dios.
El fanatismo está en contra de la fe en Dios. El terrorismo religioso
convierte a Dios en un ídolo porque intenta instrumentalizar al ser
humano. Los líderes religiosos tienen un deber muy especial:
No pueden justificar el terrorismo ni menos predicarlo. El terro-
rismo se opone a un Dios que nos crea y se opone a Cristo que
nos pidió perdonar(Mateo 6,12). Como cristianos tenemos que ser
misericordiosos porque, como dice Juan en su primera carta (4,7-
12),Dios es amor y nos muestra su misericordia. Ésta fue la lección
que Cristo enseñó desde su cruz.
El Papa ya habló del perdón sobre este mismo tema en su carta sobre
la paz el 1º de enero de 1997que se titulaba, “Ofrece el perdón, re-
cibe la paz”. Antes de ser un hecho social, nace del corazón de cada
persona. En primer lugar son la ética y la cultura del perdón; recién
se puede hablar de una “política del perdón” con sus instrumentos
concretos jurídicos. Existe una opción de corazón y una decisión
personal que supera el instinto de querer devolver mal por mal. De
esta forma estamos imitando al mismo Cristo que acoge al pecador y
perdona desde la cruz. Si es cierto que el perdón tiene raíces divinas,
también se comprende con razones humanas: Pensemos en el caso
de una persona que se da cuenta que ha cometido el mal. Esa persona
desea que los demás le sean compasivos. Como condición para reci-
bir el perdón debe pensar:¿no debo tratar a los demás como deseo ser
tratado? Sólo así puede tener esperanza en su propia vida.

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El perdón es un acto humano individual, pero cada persona es ade-
más social y vive en la sociedad.Por eso el perdón ocurre también
en el ámbito social. Esto ocurre a todo nivel: desde las familias has-
ta la comunidad internacional. La capacidad de perdón es básica
en cualquier proyecto de una sociedad futura más justa y solidaria.
Más bien el efecto sobre la sociedad es terrible si falta el perdón.
Pensemos en el problema de la carrera armamentista o en el recorte
de la ayuda financiera por la paz.
La paz es la condición para el desarrollo, pero una verdadera paz es
posible solamente por el perdón. La práctica del perdón es algo para-
dójico: Al principio nos cuesta conceder al perdón, pero al final nos
sentimos aliviados. Con la violencia y la venganza es al revés: Aparen-
temente nos da gusto al principio poder entregarnos a la venganza.
Pero al final sentimos que hemos perdido. Desde un punto de vista
muy superficial, el perdón podría aparentar ser una debilidad. Pero la
realidad es que su práctica requiere de fuerza, y al fondo lo que refleja
el perdón es algo del esplendor del mismo Creador.
El Papa cree que si estamos dispuestos a reflexionar serenamente
sobre lo que es el perdón, esto nos puede llevar a una renovación
verdadera tanto como sociedad como individuos. Para terminar su
carta el Papa nota que una expresión especialmente trágica del te-
rrorismo es lo que está pasando en la Tierra que llamamos Santa.
La oración es punto de partida para conseguir la paz. .Dios puede
abrir caminos de la paz donde antes sólo hubo obstáculos y puede
ampliar la solidaridad donde antes sólo hubo historias de divisio-
nes. Oramos por la paz para alcanzar el perdón de Dios para tener
la valentía para perdonar a los demás. Por eso el Papa se reunió en
Asís, pueblo de San Francisco, juntamente con los líderes religiosos
de todo el mundo. Quiere mostrar que la religión es el principal
antídoto contra la violencia. En resumen, lo que el Papa Juan Pablo
insiste es que No hay paz sin justicia y no hay justicia sin perdón.
Quiere anunciar esto a todos pero de manera especial a los líderes
del mundo para que busquen el verdadero bien común.

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Termina su carta pidiendo de nuevo por las víctimas pero pide tam-
bién por la conversión sincera de los responsables del terrorismo.
Sólo cuando la justicia y el amor se encuentran existirá aquella paz
que dura para siempre. Lo que pueden hacer los líderes religiosos
es mostrar cómo la religión es una pedagogía del perdón. Es decir, el
que pide o da el perdón comprende que hay una verdad más grande
que él que le permite transcenderse. Oración por la paz

11. Hispanoamérica 49
Particular interés ha demostrado por América Latina desde aquel
discurso inaugural de Puebla (1979) donde recabó la verdad sobre
el hombre, sobre Cristo, sobre la Iglesia, hasta sus orientaciones
luminosas sobre la Teología de la Liberación, bien a través de los
decretos de la Congregación para la Doctrina de la Fe o sus via-
jes. Como subraya J.I. Saranyana “La Conferencia de Puebla se
adhirió abiertamente desde el principio a Évangelii nuntiandi´,
considerando que reflejaba lúcidamente la realidad latinoameri-
cana, y situó la polémica entre evangelizar y sacramentalizar, que
rodaba desde Medellín, su justo punto” 50 El magisterio acerca de
Hispanoamérica o América Latina es muy abundante. . La primera
evangelización se encontró con «dificultades tan enormes como
inéditas». Se vio entonces el despliegue de una inmensa capacidad
creadora en la presencia de una vasta legión de misioneros y cons-
tructores de cultura. Superando obstáculos se forjó una síntesis
cultural mestiza, aún inacabada, que encontró en la fe estímulo e
impulso fecundo. Así pues, como señalan los Obispos en Puebla,
«acicateada por las contradicciones y desgarramientos de aquellos
tiempos fundadores y en medio de un gigantesco proceso de do-

49 Pontificia Comisión para América Latina Documentos del Santo Padre Juan
Pablo II (1988-1999) Ciudad del Vaticano 1999
50 J.I. Saranyana Teología en América Latina III, Iberoamericana 2002,
Madrid, p.140

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minaciones y culturas, aún no concluido, la evangelización cons-
tituyente de la América Latina es uno de los capítulos relevantes
de la historia de la Iglesia»
La existencia de un sustrato católico en la cultura latinoamericana
pone de manifiesto el importante papel que desempeñó la Iglesia en
la configuración de esta síntesis cultural. Más aun, ella está estre-
chamente unida a las entrañas mismas del pueblo
“Con el descubrimiento de América se preparaba la obra de evange-
lización de todo aquel continente, de norte a sur. Hace poco hemos
celebrado el Quinto Centenario de aquella evangelización con la
intención no sólo de recordar un hecho del pasado sino de pregun-
tarnos por los compromisos actuales a la luz de la obra realizada
por los heroicos misioneros, especialmente religiosos, en todos el
continente americano. El afán misionero, que se manifestó más allá
del océano con el descubrimiento del nuevo continente, no dejó de
despertar además iniciativas eclesiales hacia Oriente. El siglo XVI
es también el siglo de san Francisco Javier, el cual, precisamente
allí, en el Este, en la India y en Japón, buscó la meta de su actividad
misionera, que fue eficacísima” 51
Los personajes se suceden unos a otros en una lista interminable,
«admirable pléyade de santos y bienaventurados» 52, que habla del
vigor de la evangelización constituyente. Los diversos mensajes
del Papa a los países de América Latina están sembrados de nom-
bres que recorren los cinco siglos de la evangelización de América
y que son ejemplo para la época actual: Toribio de Mogrovejo,
Pedro Claver, Francisco Solano, Rosa de Lima, Martín de Porres,
Felipe de Jesús, Mariana de Jesús Paredes, Miguel Febres, Roque
Gonzáles y compañeros mártires, Pedro de San José Betancurt,

51 Cruzando el umbral de la esperanza, p.123


52 Juan Pablo II, Carta apostólica a los religiosos y religiosas de América Latina con
motivo del V Centenario de la Evangelización del Nuevo Mundo, 29/6/1990, 10.

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Ezequiel Moreno, Ana de los Ángeles Monteagudo, Teresa de los
Andes, Miguel Pro . También menciona a los que defendieron la
dignidad de los indígenas preocupándose de los más débiles como
Antonio de Montesinos, Bartolomé de las Casas, Juan de Zumá-
rraga, Toribio de Benavente «Motolinía», Vasco de Quiroga, Juan
del Valle, Julián Garcés, José de Anchieta, Manuel de Nóbrega,
Antonio Valdivieso, Jerónimo de Loaysa . Todo esto sin men-
cionar a otros cuya obra es patrimonio de la humanidad como
son por ejemplo sor Juana Inés de la Cruz, Juan Ruiz de Alarcón,
Padre Varela en Cuba y tantos otros» 53.
La obra de evangelización fue fecunda en la creación de cultura y ex-
presó un constante y decidido compromiso en la promoción huma-
na, especialmente en la defensa de la dignidad de los indígenas. Como
señalaba Juan Pablo II en Santo Domingo «los mismos concilios y
sínodos locales contienen a veces, junto con sus prescripciones de ca-
rácter eclesial, interesantes cláusulas de tipo cultural y de promoción
humana»54. El mismo proceso de evangelización de las culturas exi-
gió un notable esfuerzo de creatividad que se concretó en valiosas y
novedosas expresiones de cultura animada por la fe. «En ese aspecto
cultural los evangelizadores hubieron de inventar métodos de cateque-
sis que no existían, tuvieron que crear las “escuelas de la doctrina”,
instruir a niños catequistas, para superar las barreras de las lenguas.
Sobre todo hubo que preparar catecismos ilustrados que explicaran la
fe, componer gramáticas y vocabularios, usar los recursos de la palabra
y del testimonio, de las artes, danzas y música, de las representaciones
teatrales y escenificaciones de la pasión. En ese campo destacaron figu-
ras de buenos pedagogos como Fray Pedro de Gante y otros. Testimo-
nio parcial de esa actividad son -en el solo período de 1524 a 1572- las
109 obras de bibliografía indígena que se conservan, además de otras

53 Juan Pablo II, Discurso a los intelectuales, México, 12/5/1990


54 Juan Pablo II, Discurso a los Obispos del CELAM, Santo Domingo,
12/10/1984, II, 4

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muchas perdidas o no impresas: se trata de vocabularios, sermones,
catecismos, libros de piedad y de otro tipo»
«La Iglesia, en lo que a ella se refiere, quiere acercarse a celebrar este
centenario con la humildad de la verdad, sin triunfalismos ni falsos
pudores; solamente mirando a la verdad, para dar gracias a Dios por
los aciertos, y sacar del error motivos para proyectarse renovada
hacia el futuro» (65).
Hay que rescatar sus intervenciones ordinarias (presentación de embaja-
dores y discursos a los obispos en visita ad limina, alocuciones a la Ponti-
ficia Comisión para América Latina, los mensajes al CELAM, palabras
a grupos de peregrinos, saludos a personalidades... Fundamentales son sus
visitas –cerca de 20- al continente. La Pontificia Comisión para Amé-
rica Latina tiene como tarea principal “examinar de manera unitaria las
cuestiones doctrinales y pastorales que conciernen a la vida y al desarrollo
de la Iglesia en América Latina” En contacto permanente con el CELAM
, los organismos episcopales nacionales, la CLAR y otras instituciones ca-
tólicas internacionales y movimientos que operan en la región., hace de
nexo de unos y otros. Otra función es aconsejar y ayudar a las iglesias par-
ticulares en América Latina y estudiar las cuestiones referentes a la vida y
progreso de las mismas. Dos documentos Instrucción Libertatis Nuntius
(Sobre algunos aspectos de la “teología de la liberación”) 6-VIII-84 y la
Libertatis Conscientia (Sobre la libertad cristiana y la liberación) 22-
III-86.son decisivos a la hora de clarificar la verdad teológica y la práctica
pastoral. Con motivo del V Centenario de América , se creó la fundación
“Populorum progressio” para colaborar con todos los que “conscientes de
la dolorosa situación de los Pueblos latinoamericanos, desean contribuir a
su desarrollo integral, haciendo que la doctrina social de la Iglesia encuen-
tre una aplicación justa y oportuna”.
Según Aciprensa (7 julio 2003) los miembros del Consejo de Ad-
ministración de la Fundación “Populorum Progressio” sostuvieron
su reunión anual en Guatemala del 9 al 11 de julio del 2003 para
decidir el monto de los fondos que se destinarán a los proyec-

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tos en beneficio de poblaciones campesinas indígenas, mestizas y
afroamericanas pobres Voceros de la fundación señalaron que en la
reunión, en la que participará el Presidente del Pontificio Consejo
“Cor Unum” y de la fundación, Arzobispo Paul Josef Cordes, se
examinarán 308 propuestas de 19 países de América Central y de
América Latina. Estos proyectos, explicaron las fuentes, concier-
nen a sectores de la formación profesional, la educación, la salud, el
abastecimiento hídrico, la producción y la comercialización de los
productos, de los transportes y del desarrollo comunitario. Final-
mente, los voceros hicieron un llamado a la generosidad de empre-
sas privadas e instituciones debido a que, “desgraciadamente, se ha
llegado al límite de recursos disponibles para financiar proyectos”.

12. Maestro de ética y valores, fe y verdad


También en nuestro siglo, y con sus particulares notas de gravedad, el
Santo Padre ha notado con paternal preocupación como el hombre ha
“cambiado la verdad por la mentira”. Consecuencia de este triste “cam-
bio” es que el hombre ha visto ofuscada su capacidad para conocer la
verdad y para vivir de acuerdo a esa verdad, en orden a encontrar su
felicidad en la plena realización como persona humana. La publicación
de la Encíclica Veritatis splendor constituye la plasmación de un testi-
monio ante el mundo del esplendor de la Verdad. En ella se descubren
las enseñanzas de quien fuera un notable profesor de ética, que en su
calidad de Sumo Pontífice sale al encuentro del relativismo moral a
que ha llegado la cultura de hoy: «Ningún hombre puede eludir las
preguntas fundamentales: ¿qué debo hacer?, ¿cómo puedo discernir
el bien del mal? La respuesta sólo es posible gracias al esplendor de la
verdad que brilla en lo más íntimo del espíritu humano 8230; La luz del
rostro de Dios resplandece con toda su belleza en el rostro de Jesucris-
to 8230; Él es “el Camino, la Verdad y la Vida”. Por esto la respuesta
decisiva de cada interrogante del hombre, en particular de sus interro-
gantes religiosos y morales, la da Jesucristo; más aún, como recuerda
el Concilio Vaticano II, la respuesta es la persona misma de Jesucristo:

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“Realmente, el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio
del Verbo encarnado 8230;”». A lo largo de toda su encíclica el Santo
Padre, con desarrollos magistrales, se ocupa de presentar un horizonte
ético -en íntima conexión con la verdad sobre el hombre- para el pleno
desarrollo de la persona humana en respuesta al designio divino.
Su magisterio sobre la vida –frente a la desconfianza y el desdén
por lo humano- está impregnado de una esperanza inquebrantable
porque sabe que Cristo ha “venido para que tengan vida y la tengan
en abundancia” (Jn 10, 10). De igual modo, al reflexionar acerca del
matrimonio y de la familia, en línea con la antropología teológica
del Vaticano II, vincula estrechamente la familia al destino de la
familia: “el futuro de la humanidad se fragua en la familia”55.
A los veinte años de su elevación al Solio Pontificio, el Papa Juan
Pablo II -como un incansable Maestro de la Verdad- dio a conocer
al mundo entero su decimotercera encíclica: Fides et ratio, fe y ra-
zón. En ella presenta en forma positiva la búsqueda de la verdad que
nace de la naturaleza profunda del ser humano. Sale al paso de múl-
tiples errores que actualmente obstaculizan el acceso a la verdad, y
más aún a la Verdad última sobre Dios y sobre el hombre que como
don gratuito Dios mismo ha ofrecido a la humanidad entera a través
de la revelación. La verdad, la posibilidad de conocerla, la relación
entre razón y fe, entre filosofía y teología son temas que va tocando
en respuesta a la situación de enorme confusión, de relativismo y
subjetivismo en la que se encuentra inmersa nuestra cultura de hoy.
Amor y responsabilidad es un análisis de la ética sexual desde la pers-
pectiva de la vida interpersonal. Wojtyla reivindica en esta obra los
principios de una ética personalista, y lo hace uniendo las dos fuentes
que alimentan toda su obra filosófica: el análisis fenomenológico y la

55 Cfr. Juan de Dios Vial Correa: “El Magisterio de Juan Pablo sobre la
vida” y Pedro Morandé: “Matrimonio y familia, clave de un pontificado”
HUMANITAS, nº 31, año VIII, de la Pontificia Universidad Católica de
Chile, “En los 25 años del pontificado de Juan Pablo II” pp.452-471.

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perspectiva ontológica aristotélico-tomista56.Wojtyla define la perso-
na como un “alguien” objetivo frente a los otros seres del mundo que
no superan la categoría ontológica de “algo”57. La persona es aquella
que responde a la pregunta por el quién y el resto de los seres al qué.
A esta primera distinción añade la contraposición entre persona e
individuo que acentúa aun más el valor explicativo del vocablo:

56 Fernando Martín Herráez La persona y el amor: La antropología de K. Wojtyla


en “Amor y responsabilidad” Universidad Católica Santa Teresa de Jesús,
Ávila, 2002 (Apuntes manuscritos)
57 Cf. WOJTYLA, K., Amor…, o.c., 13-14.

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C apítulo IV

Repercusión histórica

1. los cambios planetarios provocados por Juan Pablo II


El Cardenal J. Ratzinger, tan cerca del Papa, “abriga la gran espe-
ranza de que a un milenio de divisiones le suceda otro de unio-
nes. Mantiene la tesis de que el primer milenio de la cristiandad fue
un milenio de unidad entre todos los cristianos...Y considera que
ahora, al final del milenio, que ha sido testigo de tantas divisiones,
mediante un esfuerzo de reflexión común, podemos reencontrar
una nueva unidad...El Papa cree que los siglos tienen su propia fiso-
nomía; por eso espera que los grandes hundimientos de este siglo
y sus lágrimas, sean recogidas y se conviertan en un nuevo comien-
zo...La inagotable energía con la que se mueve el Papa tiene su ori-
gen, precisamente, en esta esperanza suya” 58.
Desde el privilegiado observatorio que es el Vaticano, a través de
los numerosos puntos de información de la Iglesia y los permanen-
tes encuentros papales (visitas ad limina, viajes apostólicos, recep-
ciones oficiales...), podemos asegurar que nadie como Juan Pablo
II conoce la realidad del acontecer mundial, así como su trayectoria
histórica59. Siempre están presentes en sus documentos un diagnós-

58 Cardenal Joseph Ratzinger La Sal de la Tierra (Cristianismo e Iglesia Católica


ante el nuevo milenio)Una conversación con Peter Seewald Libros Palabra,
Madrid, 1997 pp.256-257
59 .Henri Tincq Desafíos para el Papa del Tercer Milenio : La herencia de Juan
Pablo II - Santander : Sal Terrae, 1998 Como desafíos del mundo: la guerra, la
explosión demográfica, la mundialización económica y cultural, la miseria de
países enteros, la ignorancia, las grandes migraciones o el incremento de los

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tico actualizado de la palpitante actualidad al que corresponde un
lúcido análisis y un entusiasta programa de acción. Difícil es acertar
con la clave del mismo; imposible, en un breve artículo, analizar su
desbordante magisterio y fecundísima actividad. Me he contentado
con una somera aproximación al sentido histórico de este Papa-
do en medio de los grandes acontecimientos mundiales. Lo hago
mediante con la ayuda de algunas biografías, sus obras, estudios y,
sobre todo, con testigos cercanos como el purpurado alemán, quien
destaca como la clave de su pontificado: la primacía de Dios en el
centro del cosmos y de la historia.
“Hoy también los espíritus críticos sienten cada vez con mayor clari-
dad que la crisis de nuestro tiempo consiste en la ´crisis de Dios` en
la desaparición de Dios el horizonte de la Historia. La respuesta de la
iglesia puede ser solamente una: hablar cada vez menos de sí misma
y cada vez más de Dios, testimoniando ser la puerta hacia Él. Éste es
el verdadero contenido del pontificado de Juan Pablo II que con el
correr de los años se hace cada vez más evidente” 60.
Este sentimiento está presente continuamente en el corazón del
Papa como demuestra con la paradoja propuesta, al concluir la dila-
tada entrevista con el periodista V. Messori: “para liberar al hombre

desequilibrios entre los continentes pobres y los ricos Para el autor son cuatro
las “tensiones” que la Iglesia afronta en los umbrales del Tercer Milenio:1. El
que Roma está centralizando cada vez más el funcionamiento institucional de
la Iglesia, ampliando y universalizando cada vez más su “magisterio” , siendo así
que la cultura del mundo, liberal y democrática, demanda descentralización y
autonomía. 2. La disminución desmesurada, absoluta y relativa, de sacerdotes, de
religiosos y religiosas, unida al rechazo de las soluciones que se presentan. 3. Los
diálogos que la Iglesia católica está sosteniendo, quizá como nunca, con las demás
confesiones cristianas y no cristianas, cuando los integrismos y sectarismos son
más virulentos en el entorno religioso pluralista.4. Una relación creciente con el
mundo moderno cuya secularización es irreversible; y con las culturas africanas,
asiáticas, que parece no tener cabida en el modelo de Iglesia, latino y occidental.
60 Juan Pablo II: Un Pontificado entre dos milenios Lumen, Buenos Aires-
México, 2000, p.31.

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contemporáneo del miedo...es necesario desearle de todo corazón
que lleve y cultive en su propio corazón el verdadero temor de
Dios...fuerza del Evangelio” que genera “hombres santos, es decir,
verdaderos cristianos, a quienes pertenece en definitiva el futuro
del mundo”. Y cita, a continuación, al filósofo André Malraux que
“el siglo XXI será el siglo de la religión o no será en absoluto”61.
G. Weigel destacará que “Juan Pablo II ha renovado decisivamente
el papado para el siglo XXI, recuperando y renovando la primacía
evangélica del oficio de Pedro del primer siglo de la Iglesia” convir-
tiéndolo en “el más consecuente desde la Reforma del siglo XVI” 62 .
Sus ocho grandes contribuciones o hitos son: la renovación del papa-
do, la puesta en práctica en su totalidad de la doctrina del Concilio
Vaticano II, el desmoronamiento del comunismo, la clarificación de
los retos morales a los que se enfrenta la sociedad libre, la impronta
del ecumenismo en el corazón del catolicismo, el nuevo diálogo con
el judaísmo, la redefinición del diálogo interreligioso y la inspiración
personal que ha cambiado incontables vidas.
Tras dieciséis años de estudios sobre la persona y escritos del Papa,
así como de cuatro buceando en su mundo interior, el mejor bió-
grafo del Papa, concluye “es un hombre que se ha esforzado mu-
chísimo por ofrecer a las personas de su tiempo los instrumentos
necesarios que hacen que vivamos la vida de una manera digna”63.
En otra biografía más desenfadada y crítica, C. Bernstein-M. Politi
se le reconoce el ser un firme baluarte de la unidad del ser humano
y portavoz de valores universales:

61 Juan Pablo II Cruzando el umbral de la esperanza (Plaza & Janés, Barcelona 1994)
Editado por V. Messori. Traducción de Pedro Antonio Urbina. Pp.221-222
62 Biografía de Juan Pablo II. Testigo de Esperanza Plaza y Janés, Barcelona 1999
p.1125. p.1129
63 Javier Tourón Porto “George Weigel: Biógrafo de Juan Pablo II”. Nuestro
Tiempo Pamplona, Marzo 2001, nº 561. 46-50

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“El mundo sabe que es el último de los gigantes en el escenario inter-
nacional, que no hay otros grandes heraldos de una visión o principio
universal...Juan Pablo II ha quedado casi solo predicando la dignidad
del trabajador y la ayuda para los desempleados, urgiendo la recon-
ciliación y la solidaridad entre los diversos segmentos de la sociedad
y exhortando a las naciones ricas a preocuparse por los países asfixia-
dos por la pobreza y la deuda externa... De repente, en un escenario
mundial dominado por profundas divisiones económicas, nacionales
y religiosas, el Papa se destaca como el único vocero internacional de
valores universales. Ofrece un Evangelio de salvación y esperanza a la
luz de los nuevos ídolos: el egoísmo tribal, el nacionalismo exacerba-
do, el fundamentalismo fieramente sectario y violento, las ganancias
sin preocupación alguna por la calidad de la vida humana”64
Este valor ético fue el destacado por el fallecido Cardenal Fran-
cois Xavier Nguyen van Thuan, Presidente del Pontificio Consejo
Justicia y Paz, quien indicó que “en medio de la noche oscura del
mundo y la tempestad en la que estamos viviendo, la figura del Papa
brilla más que nunca, con toda la autoridad moral que la humanidad
le otorga”. “Se ha ganado la confianza del mundo porque siempre
ha querido y seguido la verdad. No ha tratado de complacer a los
hombres minimizando las demandas de justicia ni el esplendor de
la verdad. En cambio, siempre ha dado testimonio, aún contra toda
la lógica humana”. A mí me impresiona su valentía, su coherencia
entre la fe y la vida. Ha querido y en parte lo ha conseguido: dar
confianza, seguridad, esperanza a todo el género humano. Jorge
Basadre, tan recordado en Perú por conmemorar su centenario- en
su obra Perú vivo (Lima 1966) nos dará la solución concreta:“lo
que realmente importa, en la vida y en la obra, es ser uno leal con-
sigo mismo, proceder de acuerdo con el fondo ´insobornable´que

64 Su Santidad (Juan Pablo II y la historia oculta de nuestro tiempo) Trad. De María


Mercedes Correa y Ángela García. Grupo Editorial Norma, Lima, 1996 p.572

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todos llevamos dentro”65. G.K. Chesterton, al caracterizar a Santo
Tomás Moro, describe a Juan Pablo II:“era, por encima de todo,
un hombre histórico: él representó a la vez un tipo de hombre, un
momento crucial y un destino último. Si no hubiera existido este
singular hombre en aquel particular momento, toda la historia hu-
biera cambiado de rumbo”66. Como en el mártir Moro, el perfil del
Papa, sus cualidades históricas no emanan de un desleído humanis-
mo sino específicamente religioso, cristiano, católico, polaco.
En el marco de una historia de la Iglesia Juan María Laboa da los
siguientes títulos a los papas del siglo XX: Pío X, restaurar todo en
Cristo; Benedicto XV, frente a los señores de a guerra; Pío XI, la paz
de Cristo en el reino de Cristo; Pío XII, por un mundo nuevo; Juan
XXIII, La Iglesia, Madre y Maestra; Pablo VI, artífice del concilio
Vaticano II, misionero en el mundo; Juan Pablo II, una Iglesia en
transformación, necesitada de espiritualidad “sobre la urgente articu-
lación de unidad y pluralismo, institución y carisma, sociedad ecle-
siástica estructurada y comunión, y sobre la exigencia de mantener
un adecuado equilibrio entre diversidad y uniformidad”67 De otro
modo: “Con este papa, la Iglesia, una Iglesia más homogénea, más
articulada y dirigida, se propone como intérprete privilegiada de las
aspiraciones de la humanidad, portadora de una salvación global”68.
El popular periodista sacerdote José Luis Martín Descalzo en el
programa televisivo “Cinco papas del Siglo XX” destacó los tres sal-

65 Ernesto Yepes Jorge Basadre. Memoria y destino del Perú. Textos esenciales
(Fondo Editorial del Congreso del Perú, Lima 2003).
66 Cit. en WEIGEL, G., Biografía de Juan Pablo II. Testigo de Esperanza,
Barcelona 1999 p.1149 James Monti The King´s Good Servant But God´s First,
Ignatius Press, San Francisco, 1997, p.15.
67 Llorca-G.Villoslada-Laboa Historia de la Iglesia Católica. V. Edad Contem-
poránea BAC, Madrid, 1999. pp.509-536
68 Ibídem. p.529

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tos dados en el cónclave de octubre de 1978 que eligió a K Wojtyla:
Un papa no italiano, el anterior -555 años- fue Adriano de Utrech,
preceptor del emperador Carlos V; un papa joven, 58 años; un papa
del Telón de Acero, de la Europa comunista. Un Papa que ha ido
respondiendo –uno a uno- a los inquietantes desafíos de este cam-
bio de época entre los dos milenios. Con razón se le ha llamado el
Papa Magno: Si para la Edad Antigua, frente a los bárbaros (Atila y
los hunos), tuvimos a San León I Magno (440-461); y frente a los
lombardos a San Gregorio I Magno (590-604); para la Edad Media,
frente al siglo de hierro eclesial, surgió San Gregorio VII (1073-
1085); para la Edad Moderna, frente a los turcos y protestantes, San
Pío V (1566-1572); para la Edad Contemporánea, frente al indife-
rentismo, relativismo y pesimismo de los humanismos erróneos de
nuestro tiempo, Juan Pablo II (1978-) testigo del esplendor de la
verdad y el campeón de la lucha por la vida, la paz y la solidaridad.
Un Papa que ha ido respondiendo –uno a uno- a los inquietantes
desafíos de este cambio de época entre los dos milenios. Desde su
“teología arrodillada” (Urs von Baltasar) ha escrutado los signos de
los tiempos, diagnosticando proféticamente acontecimientos tras-
cendentales y aplicando las terapias apropiadas69
El teólogo Olegario González de Cardedal analizaba las “prima-
cías de la Iglesia”70 española y que muy bien podían extenderse
a buena parte del globo, especialmente el occidental: La trans-
misión de la fe (catequesis y evangelización), la preparación de
personas consagradas al servicio evangélico (vocaciones), la dina-
mización de los seglares para convertirlos en protagonistas de la
evangelización, su aporte propio –derivado de la vida misma de

69 Mauro Matthei, O.S.B.: “Pastor y profeta en el redil de la Iglesia. 25 años del


pontificado de Juan Pablo II” HUMANITAS, nº 31, año VIII, de la Pontificia
Universidad Católica de Chile, pp.411-425.
70 “La Iglesia en España: Problemas de superficie y problemas de fondo”en La
Iglesia en España. 1950-2000 PPC, Madrid, 1999, 177-250

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Cristo– a la sociedad, en el orden moral, social y cultural. Con
sus escritos, con sus acciones, Juan Pablo ha respondido esmera-
damente a tales primacías.

2. los records del Papa Magno


Ha sido el tercer pontificado más largo de la historia del Papado. El
más largo fue el de San Pedro (no se conoce la fecha precisa, pero se
cree que más de 34 años), seguido por el del Papa Pío IX (1846-78:
31 años, 7 meses y 17 días); Juan Pablo 26 años, 5 meses y 17 días;
el cuarto, León XIII (1878-1903: 25 años, cuatro meses y 17 días).
Desde el comienzo de su pontificado, el 16 de octubre de 1978, el
Papa Juan Pablo II ha viajado un total de 1.247,613 kilómetros, ó
3,24 veces la distancia de la Tierra a la Luna, en viajes papales den-
tro y fuera de Italia, realizado 104 viajes fuera de Italia, visitado 129
países y territorios diferentes, 146 viajes en Italia con 301 visitas a
parroquias en Roma; ha pasado 822 días, o más de dos años y tres
meses, fuera del Vaticano; leído más de 20.000 discursos, con unas
100.000 páginas de discursos; celebrado más de 1.160 audiencias ge-
nerales en el Vaticano a las que han asistido más de 17,64 millones de
personas.; emitido más de 100 documentos importantes, incluyendo
14 encíclicas, 45 cartas apostólicas y 14 exhortaciones apostólicas;
beatificado a 1.338 personas, más que todos sus predecesores en los
últimos cuatro siglos juntos; canonizado a 482 personas, más que to-
dos sus predecesores en los últimos cuatro siglos juntos; nombrado
231 cardenales, de los que 183 siguen vivos y 119 tienen menos de 80
años y pueden participar en el cónclave que elegirá a un nuevo Papa;
de estos 119, 116 han sido nombrados por Juan Pablo II y sólo tres
por Pablo VI, cuyo pontificado fue de 1963 a 1978; ha nombrado
más de 3.300 de los más de 4.200 obispos del mundo. Ha presidido
15 Asambleas del Sínodo de los Obispos: 6 ordinarias (1980, 1983,
1987, 1990, 1994, 2001), 1 general extraordinaria (1985), y 8 espe-
ciales (1980, 1991, 1994, 1995, 1997, 1998 [2] y 1999). Ningún otro

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Papa se ha encontrado con tantas personas como Juan Pablo II: Con
la audiencia general del miércoles 15 de octubre, Juan Pablo II cele-
bró 1.106 audiencias generales en las que han participado más de 17
millones personas de todo el mundo. Tal numero aumenta si se in-
cluyen las otras audiencias especiales y las ceremonias religiosas y los
millones de fieles que el Papa ha encontrado durante las visitas pas-
torales efectuadas en Italia y en el resto del mundo. Hay que recor-
dar también las numerosas personalidades de gobierno con las que
se ha entrevistado durante las 38 visitas oficiales y las 690 audiencias
o encuentros con jefes de Estado y 226 audiencias y encuentros con
Primeros Ministros; se ha reunido con más de 1.590 jefes de Estado
o de Gobierno; la mayor multitud reunida en una misa papal fue unos
cuatro millones de personas en Manila en 1995
Al principio del pontificado de Juan Pablo II la Santa Sede tenía re-
laciones diplomáticas con 85 países. Ahora las tiene con 174 nacio-
nes, así como con la Unión Europea y la Soberana Orden Militar de
Malta. Son de naturaleza especial las relaciones con la Federación
Rusa y con la Organización para la Liberación de Palestina (OLP).
En 1994 fue elegido “hombre del año” por el Time. En diversas
ocasiones se le ha propuesto como candidato al Nobel de la Paz.
El momento más importante de este pontificado fue el Jubileo del
año 2000,-preparado ya por el Papa en su primera encíclica- y que
contó en Roma con más de 8 millones de peregrinos.71 El cardenal
francés Paul Poupard, presidente del Consejo Pontificio de la Cul-
tura, subrayó tres acontecimientos particularmente significativos.

71 En total, 8.515.088 de personas han participado en algunos de los actos


celebrados en este año con la presencia del Papa. En total, 4.652.500
participaron en algunas de las ceremonias o jubileos por categorías presididos
por el Pontífice, 1.463.500 en alguna de las audiencias generales concedidas a lo
largo del año, 1.342.088 en audiencias especiales y 1.057.000 en los encuentros
del Papa con los peregrinos a mediodía de domingos y fiestas con motivo del
rezo de la oración mariana del Angelus

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El primero es, sin duda, la peregrinación apostólica a Tierra Santa.
El segundo, la Jornada Mundial de la Juventud, no sólo por el nú-
mero, sino también por la atmósfera y testimonio de los jóvenes,
y las confesiones en el Circo Máximo; fue un auténtico evento de
gracia. Dos millones de rostros radiantes, que permiten entrever la
realidad de la Buena Noticia del amor de Cristo. En tercer lugar,
entre los muchos Jubileos, como el de los obispos o el de las fami-
lias, quisiera señalar uno que quizá fue modesto en números de par-
ticipación, pero que es especialmente relevante por su importancia
histórica: el Jubileo de los científicos. Me parece que constituye la
conclusión de un proceso difícil, de clarificación, dentro de la Igle-
sia sobre la relación fecunda entre razón, ciencia y fe, que comenzó
con el concilio Vaticano I”.
Entre sus documentos principales se incluyen: 14 Encíclicas, 13 Ex-
hortaciones apostólicas, 11 Constituciones apostólicas y 42 Car-
tas apostólicas. El Papa también ha publicado cinco libros como
pontífice: “No tengáis miedo” de la mano del intelectual francés
convertido, André Frossard, “Cruzando el umbral de la esperanza”
(octubre de 1994); “Don y misterio: en el quincuagésimo aniversa-
rio de mi ordenación sacerdotal” (noviembre de 1996) y “Tríptico
romano - Meditaciones”, libro de poesías (Marzo de 2003). “¡Le-
vantaos. Vamos!” (Mayo del 2004) sobre sus experiencias pastora-
les como obispo de Cracovia .
Con un ritmo agotador escribe, habla, recibe, visita...y, sobre todo,
ama. Ahí está su gesto entrañable de visitar al niñito peruano, An-
tonio Ramón, hospitalizado como él en el Gemelli. Todo ello, sin
perder el buen humor, como declaró a la prensa:”El Hospital Gemelli
es el Vaticano III, pues aparte del Vaticano y Castelgandolfo, mi en-
fermedad me está llevando aquí en numerosas ocasiones”. Superan-
do la actitud enfermiza que observo sobre su persona por parte de
algunos periodistas, ¿renuncia? ¿qué enfermedad tiene?, prefiero ver
en él el confesor de la fe, el que lleva en su carne las cicatrices de la
pasión de Cristo, un mártir en vida, amenazado por el odio del terro-

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rista Alí Agca a quien ya ha perdonado..Un sembrador de esperanza
a manos llenas para un mundo que sabe amenazado por el miedo, un
manantial de vida frente a una contracultura de muerte, un líder que
ofrece certezas y que no tiene miedo a exigir, un profeta para nuestro
tiempo que cuando todos le aclaman “Juan Pablo II te quiere todo el
mundo”, él dice “Jesucristo”, “Totus tuus, María”, “completamente
tuyo, María”, una Padre y Pastor que conduce la barca de Pedro, la
Iglesia –roca, pero roca que navega- “duc in altum” (mar adentro).
Cada uno de los innumerables encuentros con Juan Pablo II ha
sido una siembra invaluable, llamada a seguir dando frutos, el prime-
ro, evidente, el ser auténtico pontífice –puente- ente los hombres y
Dios. Gracias al Papa, millones de personas se han acercado a Dios
y a la Iglesia. Gracias al Papa han sido numerosas las conversiones.
En muchas de las naciones visitadas por él se habla de un antes y de
un después de su visita; pensemos, por ejemplo, en los cinco viajes a
España, Polonia, Cuba, nuestro Perú...En todos ellos la nación se en-
tera se ha abrazado, se ha unido, ha girado en torno al Papa.72 Gracias
a los encuentros juveniles son numerosas las vocaciones; al respecto
es sintomático que Kiko Argüello, fundado y líder del Camino Neo-
catecumenal aproveche tales eventos para proponer a los jóvenes una
opción radical por Cristo . Parece evidente que Juan Pablo II ha go-
zado de la capacidad de iluminar a numerosas figuras que, en muchos
casos, nos han llegado a ser familiares o se han enriquecido, gracias a
su cercanía con el Papa, tales como. Mary Ann Glendon, profesora
de Derecho Comparado en Harvard, casada con un judío, madre de
tres hijos, que fue tan acertadamente jefe de la delegación del Vatica-

72 Manuel María Bru Sigue con nosotros. Memoria de la quinta visita apostólica
de Juan Pablo II a España (3-4 mayo 2003) EDIBESA, Madrid, 2003: “uno
de los principales frutos de este viaje apostólico de Juan Pablo II a España
seguramente sea el que ahora podamos vernos en el espejo de sus ojos,
pequeños y penetrantes, como el primer día de su pontificado, con los que el
hombre más importante de esta encrucijada de la historia de la humanidad en
este cambio de milenio nos mira y nos entiende” p.20

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no en la Conferencia de Pekín. Cuando lo visitan los reyes -recien-
temente la Reina de Inglaterra Isabel II- y los jefes de los gobiernos,
quedan enriquecidos, igual que cuando lo reciben en los frecuentes
viajes de Juan Pablo II alrededor del mundo. Todos recordamos al
presidente de México, Ernesto Zedillo, junto con su esposa, enalteci-
dos, al recibir y despedir al Papa en su cuarta visita pastoral. Y vimos
al Rey Addallah II, de Jordania, a Yasser Arafat, líder de la Autoridad
Nacional Palestina, y a Ehud Barak, premier de Israel, engrandecer
junto al papa Juan Pablo II, durante su visita a Tierra Santa, urgidos
por éste al proceso de búsqueda de la paz.
Cito dos gestos sorprendentes. El pasado 15 noviembre 2002, la
visita de Juan Pablo II al Parlamento Italiano suscitó una reacción
sorprendente en la opinión pública italiana, así como entre los repre-
sentantes políticos, abriendo una nueva era de colaboración Iglesia-
Estado en el respeto de la autonomía. El primer ministro, Silvio Ber-
lusconi, comentó: «Estoy emocionado. Ha sido un discurso elevado,
noble y lleno de amor por Italia, que ha tocado todos los temas que
uno no puede dejar de compartir».Por su parte, uno de los principa-
les líderes de la oposición, Massimo D’Alema, presidente del Partido
Demócratas de la Izquierda (antiguo Partido Comunista Italiano),
añade: «Para mi sensibilidad de hombre de izquierdas, las referen-
cias que Juan Pablo II ha hecho a la solidaridad, a la pobreza, a la
acogida de los inmigrantes y al valor de la paz, tienen un significado
particular».El ex presidente de la República Oscar Luigi Scalfaro ha
afirmado: «El Papa ha confirmado el papel esencial de la ética para
quien gobierna». Según el historiador Pietro Scoppola, la presencia
de Juan Pablo II en el Parlamento marca la «reconciliación plena e
incondicional con las instituciones italianas» El 18 mayo 2003Juan
Pablo II recibió este sábado el décimo primer doctorado «Honoris
Causa» en Jurisprudencia conferido por la Universidad La Sapienza
de Roma por su obra de defensa de los derechos humanos. Al reci-
bir el reconocimiento en el Vaticano, el Papa explicó que considera
como parte de su ministerio «dar amplio espacio a la afirmación de

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los derechos humanos, por la cercana relación que tienen con dos
puntos fundamentales de la moral cristiana: la dignidad de la persona
y la paz». En su discurso, el Papa hizo mención los derechos huma-
nos fundamentales por los que ha luchado «con todas sus fuerzas» en
los casi 25 años de su pontificado.
Entre los numerosos testimonios que coinciden en afirmar la deci-
siva importancia de la intervención papal en los cambios operados
en Europa Oriental en la década de los ochenta, citamos el del ex-
presidente de los Estados Unidos: “Cuando estás con el Papa, las
divergencias pasan a segundo término. Es un hombre de libertad,
de fe, que sufre siempre que la Iglesia, o el hombre es oprimido. Ha
dado una contribución excepcional y duradera al derrumbamien-
to del comunismo internacional y ocupará, con todo derecho, un
puesto de privilegio en la historia de nuestro tiempo”73. Por su par-
te, el filósofo Julián Marías, destacó: “Juan Pablo II representa, en
conjunto, una fabulosa innovación, de tal volumen que parece im-
posible para un solo hombre. Por eso, su figura pertenece al futuro,
significa el comienzo de una nueva época”74 Lech Walesa, líder de
del más grande sindicato, Solidaridad, y luego presidente de Polo-
nia: “En el Pontífice, yo he encontrado al hombre de la confianza, al
hombre cuya certeza de la existencia de la gracia divina se transmite
enseguida a los demás. Toda su figura, sus gestos, el modo mismo
con que se inclina , expresan confianza...Durante su pontificado, en
Polonia han sucedido cosas de suma importancia: se ha convertido
en realidad el sueño de generaciones enteras, nos hemos transfor-
mado en un país libre que construye la democracia” 75. M. Gorba-
chov no ha dudado en afirmar: “Se puede decir que todo lo que ha

73 VELASCO, Miguel Ángel Juan Pablo II. Del temor a la esperanza 3 t, Madrid,
1993
74 Ibídem, p. 159.
75 Ibídem, p.118.

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ocurrido en Europa oriental durante los últimos años habría sido
imposible sin los esfuerzos del Papa y el enorme papel, incluyendo
el papel político que desempeñó en el escenario mundial”76.
El Cardenal J. Ratzinger destaca como clave del pontificado el
haber superado la dialéctica del “Nos” mayestático usado desde
antaño por todos los papas y que Juan Pablo II suprime en sus
escritos aunque se sienta heredero de él por la tradición eclesial:
“Creo yo que tal fusión, llevada a cabo en la vida y en reflexión de
fe, entre el ´nosotros´y el ´yo´, fundamenta de manera excepcional
el atractivo de esta figura de Papa. La fusión le permite moverse en
este su sacro oficio de manera totalmente libre y natural, le permite
ser, como Papa, enteramente sí mismo, sin temor de que penetre de-
masiado lo subjetivo en su oficio”77.
Desde el momento de la elección hasta en las numerosas anécdotas
protagonizadas en sus viajes y audiencias, el Sumo Pontífice ha estado
muy cercano a la realidad social, convirtiéndose en uno de los agentes
de cambio, en uno de los líderes, de mayor poder de convocatoria.
Cuentan que un niño andaluz al ver tantos carteles del Papa anun-
ciando su visita a España comentó: “¡Qué suerte la del Papa siempre
va a estar en primera línea!”. Sí, podemos decir que es un Papa que ha
estado en la línea de fuego –si nos referimos a terminología bélica- o
“ha bajado a arena- si empleamos el argot taurino, o si lo peruani-
zamos siempre ha estado “donde las papas queman”.. Pensemos en
el conflicto de Las Malvinas entre Inglaterra y Chile; en el Sínodo
Holandés; en el viaje a Turquía; en Nicaragua, en la guerra iraquí, la
afgana...en donde el Papa actuó como auténtico mensajero de la paz
y representante de una institución solucionadora de conflictos.

76 Cit. enC. Bernstein- M. Politi Su Santidad (Juan Pablo II y la historia oculta


de nuestro tiempo) Trad. De María Mercedes Correa y Ángela García. Grupo
Editorial Norma, Lima, 1996Gorbachov pp. 23-24
77 Juan Pablo II: Un Pontificado entre dos milenios Lumen, Buenos Aires-
México, 2000, p.10.

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En la revista Inside the Vatican, seis cardenales reflexionaron sobre
los elementos claves del pontificado de Juan Pablo II en su 23º ani-
versario, los testimonios confluyeron en una misma idea: el Papa
es un héroe de la fe. Bajo el título “Juan Pablo II, 23 años como
Papa: Un tributo especial”, se publicó un adelanto de su edición
de noviembre en la que entrevista a seis purpurados que participan
del Sínodo de Obispos en Roma. El Cardenal Edmund Szoka, Pre-
sidente de la Pontificia Comisión para el Estado de la Ciudad del
Vaticano, confiesa que su “convicción personal es que el Papa Juan
Pablo II, será eventualmente conocido como Juan Pablo el Grande,
ha logrado para la Iglesia lo que nadie habría imaginado como su
papel en el colapso del Comunismo, logrado sin guerra, sin haberse
disparado una sola bala y su continuo esfuerzo ecuménico e interre-
ligioso como autosacrificio, una presencia pastoral tan profunda y
constante. Esto ha sido posible sólo por una gracia divina especial”.
Pero no caigamos en la tentación de verlo todo con los ojos de
la cara. Rasguemos apariencias como él siempre hace y vayamos a
dar con su secreto. El “secreto” lo encuentra el teólogo suizo Urs
von Baltasar en su oración: “Yo quiero mucho a este Papa, sí; pero,
en el fondo, no es eso lo que importa. Lo importante para toda la
Iglesia es el hecho de que ese hombre providencial vive rezando. Es
un Papa que se alimenta de oración por la actual Iglesia ofendida y
herida. Cuando regresa a Roma de esos viajes que son auténticas
palizas, todos sus acompañantes están que no pueden más, inclui-
dos los periodistas. Él, no. El está radiante; cansado, claro, pero
radiante”78. Lo subraya, otro profeta de nuestro tiempo, el Siervo
de Dios, P. Tomás Morales, S.J., al concluir uno de sus escritos
acerca de la movilización del laicado: “Juan Pablo II quiere que los
bautizados, llenos de gozo y fiel obediencia, acojan la ´calurosa y
humilde invitación a perseverar en la oración unidos a María...Sólo

78 Cit. en M.A. Velasco Juan Pablo II, ese desconocido (Anécdotas humanas de un
Papa fascinante) Planeta-Testimonio, Madrid, 1998.p.178

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la oración puede convertir estos grandes cometidos y dificultades´
en vigoroso impulso para ´conquistas cada vez más maduras en el
camino del Pueblo de Dios hacia la Tierra Prometida, en esta etapa
de la historia que se acerca al final del segundo milenio”79

3. Celebrando las bodas de plata de Papa


A lo largo del planeta, millones de corazones agradecidos se unie-
ron en oración para agradecer los 25 años de gracia, de auténtico
kairós, por este regalo providencial. Instituciones, países, congrega-
ciones, personas –en sana competencia- han recordado momentos
entrañables vividos en contacto con el “dulce Cristo en la Tierra”.
Congresos, foros, concursos; publicaciones escritas, programas
radiados, documentales, páginas webs se han multiplicado para
ayudarnos a hacer memoria de esta fecha singular. De igual modo,
celebraciones litúrgicas de todo tipo, desde la recóndita capillita de
la selva hasta la monumental catedral, han congregado fieles para
rezar por el Papa. El corazón de todas las celebraciones estuvo en
Roma, donde todos los cardenales y numerosos obispos estaban en
familiar con el Pastor Supremo.
En una conmovedora eucaristía, celebrada a la misma hora en que
fue elegido Papa hace exactamente 25 años, Juan Pablo II volvió a
poner su vida en manos de Dios y pidió la ayuda de los creyentes
del mundo entero. El Papa entonó algunos de los cantos y no sólo
presidió, sino que también celebró la eucaristía, celebrada en una
plaza de San Pedro llena hasta desbordar de fieles que inundaban
también la pequeña plaza contigua. En la homilía, Juan Pablo II
recordó aquellos momentos en los que el colegio cardenalicio le es-
cogió como sucesor número 264 de san Pedro, a los 58 años. En ese
mismo momento, las campanas de las Iglesias de Polonia repicaban

79 Redemptor hominis 1 y 22. En Tomás Morales, S.J. Hora de los laicos, Madrid,
1995, pp.574-575

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en recuerdo de aquel acontecimiento que cambiaría la historia de
ese país. «¿Cómo podía no temblar, humanamente hablando?», se
preguntó el Papa. «¿Cómo no podía pesarme una responsabilidad
tan grande?».«Fue necesario recurrir a la divina misericordia para
que ante la pregunta: “¿Aceptas?” pudiera responder con confian-
za: “En la obediencia de la fe, ante Cristo mi Señor, encomendán-
dome a la Madre de Cristo y de la Iglesia, consciente de las grandes
dificultades, acepto», recordó repitiendo literalmente las palabras
que entonces pronunció.
“Hoy, queridos hermanos y hermanas, me es grato compartir con
vosotros una experiencia que dura ya desde hace un cuarto de siglo.
Cada día revivo en mi corazón el mismo diálogo entre Jesús y Pe-
dro. En mi espíritu, contemplo la mirada benévola de Cristo resu-
citado. Él, a pesar de que es consciente de mi fragilidad humana, me
alienta a responder con confianza como Pedro: «Señor, tú lo sabes
todo; tú sabes que te quiero» (Juan 21, 17). Y después me invita a
asumir las responsabilidades que él mismo me ha confiado.”
El Santo Padre leyó la introducción y la conclusión de la homilía, mien-
tras que los pasajes centrales corrieron a cargo del arzobispo argentino
Leonardo Sandri, sustituto para los Asuntos Generales de la Secretaría
de Estado del Vaticano. Le escuchaban delegaciones oficiales de nu-
merosos países. En nombre de Polonia, se encontraban el presidente
Aleksander Kwasniewski, así como el ex presidente Lech Walesa. En
nombre de Estados Unidos, se encontraba Columba Bush, esposa del
gobernador de Florida, Jeb, hermano de George Bush, y una delega-
ción presidencial de 24 personas. La conclusión de la homilía se con-
virtió en una personal y emocionante oración. «A ti, Señor Jesucristo,
único Pastor de la Iglesia, ofrezco los frutos de estos veinticinco años
de ministerio al servicio del pueblo que me has confiado», comenzó
diciendo. «Perdona el mal realizado y multiplica el bien --dijo con voz
temblorosa, en parte por la emoción--: todo es obra tuya y a ti sólo
se debe la gloria. Con plena confianza en tu misericordia, te presento
hoy una vez más a quienes confiaste hace años a mi atención pastoral».

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«Consérvalos en el amor, reúnelos en tu grey, carga en tus espaldas a
los débiles, cuida a los fuertes --añadió--. Sé su Pastor, para que no se
pierdan. Protege la querida Iglesia que está en Roma y a las Iglesias de
todo el mundo. Asiste con la luz y la potencia de tu Espíritu a quienes
has puesto al mando de tu grey: que cumplan con empuje su misión
de guías, maestros, santificadores, en la espera de tu retorno glorioso».
«Te renuevo, por intercesión de María, Madre amada, el don de
mí mismo, del presente y del futuro: que todo se cumpla según tu
voluntad, pastor supremo, quédate entre nosotros, para que poda-
mos avanzar contigo seguros hacia la casa del Padre». Y repitió al
concluir: «hacia la casa del Padre»80.
Como regalo de sus bodas de plata, el Pontífice obsequió con el
documento «Pastores gregis» («Los pastores de la grey) que reco-
ge las conclusiones del Sínodo de los obispos del mundo que se
celebró en el Vaticano entre el 27 de septiembre y el 30 de octubre
de 2001. La idea central está tomada de una frase de san Gregorio
Nacianzeno dirigida a los obispos: «Primero ser santos y después
santificar».La exhortación se convierte de este modo en un estudio
y una propuesta acerca de la santidad episcopal.
Y, como broche de oro, en la fiesta del Domund, el 19 de octubre,
la beatificación de Teresa de Calcuta: “Nuestra admiración a esta
pequeña mujer enamorada de Dios, humilde mensajera del Evange-
lio e infatigable bienhechora de la humanidad. Honremos en ella a
una de las personalidades más relevantes de nuestra época. Acoja-
mos su mensaje y sigamos su ejemplo. Virgen María, Reina de to-
dos los Santos, ayúdanos a ser a ser mansos y humildes de corazón
como esta intrépida mensajera del Amor. Ayúdanos a servir con la
alegría y la sonrisa a toda persona que encontremos. Ayúdanos a ser
misioneros de Cristo, nuestra paz y nuestra esperanza. ¡Amén!”.

80 Zenit, 16 de octubre del 2003.

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4. los últimos cien días
2005 Sábado 3 de enero El Papa Juan Pablo II erigió una nueva dió-
cesis para México, nombrando a su primer obispo.
Martes 6 de enero Recordando a su predecesor Pablo VI el Papa Juan
Pablo II dijo durante la fiesta de Epifanía que incluso si el mundo se
siente extraño a la Iglesia, la Iglesia no se siente extraña al mundo.
Miércoles 7 de enero En su primera catequesis del año 2004, el Papa
Juan Pablo II pidió a los fieles cristianos contemplar el ejemplo de
María en estos días previos al fin del tiempo de Navidad. “¡María,
Madre de Dios!, exclamó el Pontífice en la catequesis celebrada en
el Aula Paulo VI. “Esta verdad de fe profundamente ligada a las
fiestas navideñas se evidencia de forma particular en la liturgia del
primer día del año, solemnidad de Santa María Madre de Dios”.
Jueves 8 de enero En el mensaje que dirigió a los participantes en un
simposio internacional sobre “Dignidad y derechos de la persona disca-
pacitada mental”, el Papa Juan Pablo II hizo una férrea defensa de la ne-
cesidad de amar y ser amados de los seres humanos con esta desventaja.
Viernes 9 de enero Al recibir las cartas credenciales del nuevo em-
bajador de Italia ante la Santa Sede, Giuseppe Balboni Acqua, el
Papa Juan Pablo II recordó el patrimonio de valores religiosos y
espirituales de Italia, y destacó su responsabilidad en mantener cris-
tiana a Europa.
Sábado 10 de enero Al recibir en audiencia a los miembros de la
Congregación para el Clero, que preside el Cardenal Darío Cas-
trillón Hoyos, el Papa Juan Pablo II recordó que el papel de los
sacerdotes en la Iglesia no puede ser reemplazado por los laicos; y
recordó que la Iglesia posee una estructura jerárquica.
Domingo 11 de enero Durante la recitación del Angelus, el Papa
Juan Pablo II recordó la importancia de la fiesta del Bautismo del
Señor, que cierra el tiempo de Navidad, señalando que ella es una
fuente de luz para la Iglesia.

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Lunes 12 de enero Al dirigir su tradicional mensaje anual al cuerpo
diplomático acreditado en la Santa Sede, el Papa Juan Pablo II ase-
guró que el mundo necesita una paz que se construya en el amor, el
respeto y sobre todo la fe. En el discurso que pronunció en la Sala
Regia, el Pontífice repasó la situación de los países que atraviesan
especiales momentos de violencia y guerra.
Martes 13 de enero Con motivo de los 160 años de la publicación
del “Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen”, de
San Luis María Grignion de Montfort, Juan Pablo II dirigió una
carta a los religiosos de las familias “monfortanas” sobre la doctrina
mariana de su fundador.
Miércoles 14 de enero Al comentar el cántico de la primera carta
de San Pedro, el Papa Juan Pablo II recordó que Cristo es “el mo-
delo que hay que contemplar e imitar, el ‘programa’ que hay que
realizar, el ejemplo que hay que seguir sin duda, imitándolo en sus
decisiones”.
Viernes 16 de enero Al recibir a Jona Metzgher y Slomo Amar,
rabinos jefes de Israel, junto con Oded Wiener, director general
del Consejo Superior de Rabinos, el Papa Juan Pablo II recordó su
peregrinación a Tierra Santa y afirmó que “el diálogo oficial estable-
cido entre la Iglesia Católica y el Consejo Superior de Rabinos de
Israel es un signo de gran esperanza”.
Martes 20 de enero Al dirigirse a los miembros de la Inspección de
la Seguridad Pública ante el Vaticano, el Papa Juan Pablo II destacó
la urgencia de educar para la paz, como la mejor medida para pre-
venir la violencia.
Miércoles 21 de enero El Papa Juan Pablo II dedicó la audien-
cia general a reflexionar en torno a la semana de oración y de
reflexión por la unidad de los cristianos, cuyo tema es “Mi paz
os dejo”, tomado de las palabras pronunciadas por Jesús en la
Última Cena.

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Jueves 22 de enero El Director de la Oficina de Prensa de la Santa
Sede, Joaquín Navarro-Valls, publicó una declaración oficial para
aclarar la controversia en torno a si el Papa Juan Pablo II había
pronunciado o no la frase “es como fue” respecto de la película “La
Pasión” de Mel Gibson.
Domingo 25 de enero Al concluir la Semana de Oración por la Uni-
dad de los Cristianos en la fiesta de la Conversión de San Pablo,
el Papa Juan Pablo II reiteró que la unidad entre los discípulos de
Cristo sigue siendo una prioridad de su pontificado.
Jueves 27 de enero Juan Pablo II dedica mensaje de Cuaresma 2005
al valor de la ancianidad. “En Él está tu vida, así como la prolonga-
ción de tus días” es el título del mensaje del Papa Juan Pablo II para
la Cuaresma de 2005 publicado hoy en el Vaticano. En el texto, el
Santo Padre pide defender la vida en todas sus fases, especialmente
en la ancianidad.
Con ocasión del 60º aniversario de la liberación del campo de con-
centración del nazismo de Auschwitz-Birkenau, el Papa Juan Pablo
II pidió “no ceder frente a las ideologías que justifican la posibilidad
de pisotear la dignidad humana” y pidió que “nunca más en ningún
rincón de la tierra se repita” un hecho similar.
Viernes 28 de enero El Papa Juan Pablo II recibió al presidente de la
República de Armenia, Robert Kocharian, a quien expresó el deseo
de que surja en el país “una paz verdadera y estable”.
Al recibir a 27 miembros de la Comisión Internacional para el Diá-
logo Teológico entre representantes de la Iglesia Católica y las igle-
sias orientales ortodoxas, el Papa Juan Pablo II llamó a reforzar los
“lazos reales de comunión” valorando lo positivo de cada uno.
Sábado 29 de enero Al recibir a los miembros de la Rota Romana,
el Papa Juan Pablo II advirtió que los procesos de nulidad matri-
monial “tienen una relación esencial con la búsqueda de la verdad
objetiva”.

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Martes 1 de febrero El Papa Juan Pablo II fue sorpresivamente in-
ternado en el Hospital Agostino Gemelli pasadas las 10:50 p.m.,
hora de Roma.
Miércoles 2 de febrero El director de la Oficina de Prensa de la San-
ta Sede, Joaquín Navarro-Valls, confirmó el diagnóstico inicial de
laringo-traqueitis e informó que el Papa Juan Pablo II celebró Misa
desde su cama en el Policlínico Gemelli y almorzó ligeramente.
Domingo 6 de febrero El Papa Juan Pablo II está alerta y habla con
un claro timbre de voz, reveló este sábado por la tarde el Obispo
italiano Vincenzo Paglia, luego de visitar brevemente al Pontífice
en el Policlínico Gemelli.
Viernes 11 de febrero El Papa Juan Pablo II nombró a Mons. An-
dré Vingt-Trois, hasta ahora Arzobispo de Tours (Francia), como
nuevo Arzobispo de París, según anunció hoy la Sala de Prensa de
la Santa Sede.
Domingo 06 de marzo El Papa Juan Pablo II hizo una breve apari-
ción desde su ventana del Policlínico Gemelli para dar la bendición
a los fieles que previamente escucharon sus reflexiones leídas en la
Plaza San Pedro por el Arzobispo Leonardo Sandri.
Lunes 07 de marzo El Director de la Sala de Prensa de la Santa
Sede, que diariamente visita al Papa Juan Pablo II en el policlínico
Gemelli, señaló este lunes que las condiciones del Pontífice siguen
mejorando, y aunque no existe fecha para su retorno al Vaticano,
posiblemente esté de regreso para Semana Santa.
Miercoles 09 de marzo Poco antes del mediodía, al final de la Misa
que concelebra diariamente en el Policlínico Gemelli y a la que asis-
tieron varios médicos, el Papa Juan Pablo II apareció brevemente
en la ventana de su habitación para impartir la bendición a los fieles
que se reúnen habitualmente en la pequeña plaza frente al hospital,
así como en la explanada de ingreso.

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En un discurso escrito, dirigido a la Princesa Khétévane Bagration
de Moukhrani, nueva embajadora de Georgia ante la Santa Sede, el
Papa Juan Pablo II hizo un llamado a que los creyentes de diversas
denominaciones unan fuerzas para construir una sociedad basada
en los valores.
El Papa Juan Pablo II nombró a Mons. José Maria Pinheiro, hasta
ahora Auxiliar de Sao Paulo (Brasil), como nuevo Obispo de Bra-
gança Paulista. Al mismo tiempo, nombró al joven Sacerdote Tomé
Ferreira da Silva como nuevo Obispo auxiliar de Sao Paulo.
Jueves 10 de marzo Al comentar sobre el estado de salud del Papa
Juan Pablo II, el director de la Oficina de Prensa de la Santa Sede,
Joaquín Navarro-Valls, señaló este jueves por la mañana que el
Pontífice ha comenzado a trabajar normalmente desde su habita-
ción en el Policlínico Gemelli.
En una carta entregada por el Cardenal Angelo Sodano, Secretario
de Estado, al nuevo embajador de Senegal ante la Santa Sede, Félix
Oudiane, el Pontífice pidió a esta nación seguir trabajando por la
concordia y la reconciliación nacional.
Viernes 11 de marzo El Papa Juan Pablo II recibió este viernes en el
Hospital Gemelli al Cardenal Polycarp Pengo, Arzobispo de Dar-es-
Salaam y a Mons. Severine Niwemugizi de Rulenge, Presidente de la
Conferencia Episcopal de Tanzania, que se encuentran en Roma en
visita “ad limina”.
En el mensaje dirigido a los obispos de Tanzania en visita ad limina,
el Papa Juan Pablo II llamó a la Iglesia en África a resistir las presio-
nes antinatalistas de algunos organismos internacionales.
El Papa Juan Pablo II ha recibido en los primeros diez días de mar-
zo unos 43 mil 564 correos electrónicos con oraciones por su recu-
peración, de los cuales 12 mil llegaron en español.
Viernes 18 de marzo Según un estudio del Real Instituto Elcano de
España publicado por el diario La Razón, el Papa Juan Pablo II es

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el líder mundial mejor valorado por los españoles, con una puntaje
de 6,90 sobre 10. El Santo Padre superó al responsable de la Política
Exterior de la Unión Europea, Javier Solana (6,31), del secretario
general de la ONU, Kofi Annan ( 6,27) y al presidente de Brasil,
Luiz Inácio Lula da Silva ( 5,99)
Sabado 26 de marzo En un emotivo mensaje Pascual, leído al inicio
de la Vigilia Pascual celebrada en la Basílica de San Pedro por el
Cardenal Joseph Ratzinger, el Papa Juan Pablo II envió sus cálidos
saludos pascuales a todos los cristianos, y los exhortó a testimoniar
ante el mundo el amor de Cristo resucitado.
Domingo 27 de marzo En un emocional saludo pascual, que dejó a
una multitud de fieles llorando y orando por el Santo Padre, el Papa
Juan Pablo II apareció este domingo en la ventana de su estudio y
bendijo a los fieles en silencio, imposibilitado aún de hablar.
En un intenso mensaje de Pascua leído por el Cardenal Angelo So-
dano, Secretario de Estado, durante la Misa del Domingo de Resu-
rrección celebrada en el Vaticano, el Papa Juan Pablo II pidió por la
conversión, la paz, la libertad y la justicia en el mundo.
Viernes 1 de abril El Papa Juan Pablo II sufrió ayer una grave caída
cardiaca; pero está “consciente, lúcido y extraordinariamente sere-
no”, informó este mediodía en Roma el director de la Sala de Prensa
de la Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls. Al informar sobre el grave
estado de salud del Pontífice, el Director de la Sala de Prensa de la
Santa Sede, Joaquín Navarro-Valls, reveló que el Papa Juan Pablo
II pidió hoy meditar el Via Crucis en medio de sus sufrimientos.
El Vaticano anunció esta mañana que el Papa Juan Pablo II aceptó
la renuncia del Cardenal Miguel Obando Bravo al cargo de Arzo-
bispo de Managua y nombró a Mons. Leopoldo José Brenes Solór-
zano, como su sucesor.
El Papa Juan Pablo II pidió rezar este mes de abril por la recupera-
ción de la Misa dominical y por la santidad de los fieles.

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Según el ex secretario particular del Papa y Obispo de Cloyne, Ir-
landa, Mons. John Magee, Juan Pablo II indicó estar preparado para
morir cuando decidió no volver al hospital este viernes.
Sabado 2 de abril El Papa Juan Pablo II, antes de entrar en estado
de inconciencia, logró dictar a su Secretario personal la elocuente
frase: “soy feliz, sedlo también vosotros”. En un comunicado de
prensa, el portavoz del Vaticano, Joaquín Navarro-Valls, anunció
esta mañana a las 10:30 a.m. -hora de Roma-, que la condición de
salud del Papa continua muy grave, pero no está en coma. “Las con-
diciones clínicas del Santo Padre siguen siendo gravísimas. A última
hora de esta mañana tenía fiebre alta. Cuando se le pregunta, res-
ponde correctamente a las preguntas de los que conviven con él”.
Éste el texto del último comunicado oficial del Vaticano sobre la
salud de Juan Pablo II.
Esta noche el Papa Juan Pablo II fue convocado a la presencia de
Dios Padre luego de 26 años, 5 meses y 17 días de Pontificado. El
Vaticano anunció que el Pontífice expiró hace unos minutos, a las
21:37 del 2 de abril en Roma

5. Su Testamento
Testamento del 6 de marzo de 1979 (y añadiduras sucesivas): “Totus
Tuus ego sum” En el nombre de la Santísima Trinidad. Amén.
“Velad, pues, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor” (cf.
Mt 24, 42). Estas palabras me recuerdan la última llamada, que lle-
gará en el momento en el que quiera el Señor. Deseo seguirle y de-
seo que todo lo que forma parte de mi vida terrena me prepare para
ese momento. No sé cuándo llegará, pero al igual que todo, pongo
también ese momento en las manos de la Madre de mi Maestro:
“Totus tuus”. En estas mismas manos maternales lo dejo todo y a
todos aquellos a los que me ha unido mi vida y mi vocación. En es-
tas manos dejo sobre todo a la Iglesia, así como a mi nación y a toda
la humanidad. Doy las gracias a todos. A todos les pido perdón.

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Pido también oraciones para que la misericordia de Dios se muestre
más grande que mi debilidad e indignidad.
Durante los ejercicios espirituales he releído el testamento del San-
to Padre Pablo VI. Esta lectura me ha impulsado a escribir este
testamento.
No dejo tras de mí ninguna propiedad de la que sea necesario tomar
disposiciones. Por lo que se refiere a las cosas de uso cotidiano que
me servían, pido que se distribuyan como se considere oportuno.
Que los apuntes personales sean quemados. Pido que vele sobre
esto don Stanislaw, a quien agradezco su colaboración y ayuda tan
prolongada a través de los años y tan comprensiva. Todos los demás
agradecimientos los dejo en el corazón ante Dios mismo, pues es
difícil expresarlos. Por lo que se refiere al funeral, repito las mismas
disposiciones que dio el Santo Padre Pablo VI (aquí hay una nota al
margen: el sepulcro en la tierra, no en un sarcófago, 13.III.92). Con
respecto al lugar, decida el Colegio cardenalicio y mis compatrio-
tas. “Apud Dominum misericordia et copiosa apud Eum redemptio”
Juan Pablo pp. II
Roma, 6.III.1979 Tras la muerte, pido santas misas y oraciones.
5.III.1990
Hoja sin fecha:
Expreso mi más profunda confianza en que, a pesar de toda mi de-
bilidad, el Señor me conceda todas las gracias necesarias para afron-
tar, según su voluntad, cualquier tarea, prueba y sufrimiento que
quiera pedir a su siervo, en el transcurso de la vida. Confío también
en que no permita nunca que, a través de cualquier actitud mía: pa-
labras, obras u omisiones, traicione mis obligaciones en esta santa
Sede de Pedro.
24.II —1.III.1980 También durante estos ejercicios espirituales he
reflexionado sobre la verdad del sacerdocio de Cristo en la perspec-
tiva de ese tránsito que para cada uno de nosotros es el momento de

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la propia muerte. Del adiós a este mundo, para nacer al otro, al mun-
do futuro, es signo elocuente (añadido encima: decisivo) para noso-
tros la resurrección de Cristo. Por eso, he leído la redacción de mi
testamento del último año, realizado también durante los ejercicios
espirituales. Lo he comparado con el testamento de mi gran prede-
cesor y padre Pablo VI, con ese sublime testimonio sobre la muerte
de un cristiano y de un Papa, y he renovado en mí la conciencia de
las cuestiones a las que se refiere la redacción del 6.III. 1979, pre-
parada por mí (de manera más bien provisional). Hoy sólo quiero
añadir esto: que todos debemos tener presente la perspectiva de la
muerte. Y debemos estar dispuestos a presentarnos ante el Señor
y Juez, y simultáneamente Redentor y Padre. Por eso, yo también
tengo presente esto continuamente, encomendando ese momento
decisivo a la Madre de Cristo y de la Iglesia, a la Madre de mi es-
peranza. Los tiempos en que vivimos son sumamente difíciles y
agitados. Se ha hecho también difícil y tenso el camino de la Iglesia,
prueba característica de estos tiempos, tanto para los fieles como
para los pastores. En algunos países (como, por ejemplo, en uno
sobre el que he leído durante los ejercicios espirituales), la Iglesia se
encuentra en un período de persecución tal, que no es inferior a las
de los primeros siglos, más aún, las supera por el nivel de crueldad y
de odio. “Sanguis martyrum, semen christianorum”. Además de esto,
muchas personas desaparecen inocentemente, también en este país
en el que vivimos...
Una vez más, deseo encomendarme totalmente a la gracia del Se-
ñor. Él mismo decidirá cuándo y cómo tengo que terminar mi vida
terrena y el ministerio pastoral. En la vida y en la muerte “Totus
Tuus”, mediante la Inmaculada. Aceptando ya desde ahora esa
muerte, espero que Cristo me dé la gracia para el último paso, es
decir, la Pascua (mía). Espero que también la haga útil para esta
causa más importante a la que trato de servir: la salvación de los
hombres, la salvaguarda de la familia humana y, en ella, de todas
las naciones y pueblos (entre ellos, me dirijo también de manera

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particular a mi patria terrena); que sea útil para las personas que de
manera particular me ha confiado, para la Iglesia, para la gloria del
mismo Dios. No deseo añadir nada a lo que ya escribí hace un año:
sólo expresar esta disponibilidad y, al mismo tiempo, esta confian-
za, a la que me han impulsado de nuevo estos ejercicios espirituales.
Juan Pablo pp. II
***
“Totus Tuus ego sum” 5.III.1982
Durante los ejercicios espirituales de este año he leído (varias ve-
ces) el texto del testamento del 6.III.1979. Aunque lo sigo conside-
rando provisional (no definitivo), lo dejo en la forma en la que está.
No cambio (por ahora) nada, y tampoco añado nada por lo que se
refiere a las disposiciones que contiene. El atentado contra mi vida,
el 13.V.1981, en cierto sentido me ha confirmado la exactitud de las
palabras escritas en el período de los ejercicios espirituales de 1980
(24.II 1.III). Siento cada vez más profundamente que me encuen-
tro totalmente en las manos de Dios y me pongo continuamente a
disposición de mi Señor, encomendándome a él en su Inmaculada
Madre (Totus Tuus). Juan Pablo pp. II
5.III.1982 En relación con la última frase de mi testamento del
6.III.1979 (“Sobre el lugar, es decir, el lugar del funeral, que decida
el Colegio cardenalicio y mis compatriotas”), aclaro que me refiero
al arzobispo metropolitano de Cracovia o al Consejo general del
Episcopado de Polonia. Por otra parte, pido al Colegio cardenalicio
que, en la medida de las posibilidades, acceda a las posibles peticio-
nes de los antes mencionados.
1.III.1985 (durante los ejercicios espirituales): Vuelvo sobre lo que
se refiere a la expresión “Colegio cardenalicio y mis compatriotas”:
el “Colegio cardenalicio” no tiene obligación alguna de consultar
sobre este asunto a “mis compatriotas”; puede hacerlo si, por algún
motivo, lo considera conveniente. JPII

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Ejercicios espirituales del Jubileo del año 2000
(12-18.III) (para el testamento) 1. Cuando, en el día 16 de octubre
de 1978, el Cónclave de los cardenales escogió a Juan Pablo II, el
primado de Polonia, cardenal Stefan Wyszynski, me dijo: “La tarea
del nuevo Papa consistirá en introducir a la Iglesia en el tercer mi-
lenio”. No sé si repito exactamente la frase, pero al menos este era
el sentido de lo que entonces escuché. Lo dijo el hombre que ha
pasado a la historia como Primado del milenio. Un gran primado.
Fui testigo de su misión, de su entrega total, de sus luchas: de su
victoria. “La victoria, cuando llegue, será una victoria a través de
María”: el Primado del milenio solía repetir estas palabras de su
predecesor, el cardenal August Hlond.
De este modo, fui preparado en cierto sentido para la tarea que el
día 16 de octubre de 1978 se presentó ante mí. En el momento en el
que escribo estas palabras, el Año jubilar de 2000, ya es una realidad
en acto. La noche del 24 de diciembre de 1999, se abrió la simbólica
Puerta del gran jubileo en la basílica de San Pedro y, después, la de
San Juan de Letrán; y luego, el primer día del año, la de Santa María
la Mayor; y, el 19 de enero, la Puerta de la basílica de San Pablo extra-
muros. Este último acontecimiento, a causa de su carácter ecuméni-
co, ha quedado grabado en la memoria de manera particular.
A medida que avanza el Año jubilar 2000, día a día se cierra detrás
de nosotros el siglo XX y se abre el siglo XXI. Según los designios
de la Providencia, se me ha concedido vivir en el difícil siglo que está
transformándose en pasado, y ahora, en el año en que mi vida llega a
los ochenta años (“octogesima adveniens”), es necesario preguntarse si
no ha llegado la hora de repetir con el bíblico Simeón: “Nunc dimittis”.
En el día 13 de mayo de 1981, el día del atentado contra el Papa du-
rante la audiencia general en la plaza de San Pedro, la divina Provi-
dencia me salvó milagrosamente de la muerte. El que es único Señor
de la vida y de la muerte me prolongó esta vida; en cierto sentido, me
la dio de nuevo. A partir de ese momento le pertenece aún más a él.
Espero que me ayude a reconocer hasta cuándo tengo que continuar

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este servicio, al que me llamó el día 16 de octubre de 1978. Le pido
que me llame cuando él mismo quiera. “En la vida y en la muerte
pertenecemos al Señor... Del Señor somos” (cf. Rm 14, 8). Espero
también que, mientras pueda cumplir el servicio petrino en la Iglesia,
la misericordia de Dios me dé las fuerzas necesarias para este servicio.
3. Como cada año, durante los ejercicios espirituales, he leído mi
testamento del 6.III.1979. Sigo manteniendo las disposiciones que
contiene. Lo que entonces, y también durante los sucesivos ejercicios
espirituales se ha añadido, refleja la difícil y tensa situación general
que ha marcado los años ochenta. Desde el otoño del año 1989, esta
situación ha cambiado. La última década del siglo pasado ha quedado
libre de las precedentes tensiones; esto no significa que no haya traí-
do consigo nuevos problemas y dificultades. Bendita sea la Providen-
cia Divina, de manera particular, porque el período de la así llamada
“guerra fría” ha terminado sin el violento conflicto nuclear, un peligro
que se cernía sobre el mundo en el período precedente.
4. Al estar en el umbral del tercer milenio “in medio Ecclesiae”, de-
seo expresar una vez más gratitud al Espíritu Santo por el gran don del
concilio Vaticano II, con respecto al cual, junto con la Iglesia entera,
y en especial con todo el Episcopado, me siento en deuda. Estoy con-
vencido de que durante mucho tiempo aún las nuevas generaciones
podrán recurrir a las riquezas que este Concilio del siglo XX nos ha
regalado. Como obispo que participó en el acontecimiento conciliar
desde el primer día hasta el último, deseo confiar este gran patrimonio
a todos los que están y estarán llamados a aplicarlo. Por mi parte, doy
las gracias al eterno Pastor, que me ha permitido estar al servicio de
esta grandísima causa a lo largo de todos los años de mi pontificado.
“In medio Ecclesiae”... Desde los primeros años del servicio epis-
copal —precisamente gracias al Concilio— me ha sido posible experi-
mentar la comunión fraterna del Episcopado. Como sacerdote de la
archidiócesis de Cracovia, había experimentado lo que significaba
la comunión fraterna del presbiterio. El Concilio ha abierto una
nueva dimensión de esta experiencia.

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5. ¡A cuántas personas debería mencionar aquí! Probablemente el
Señor Dios ha llamado a su presencia a la mayoría de ellas. Por lo
que se refiere a quienes todavía se encuentran en esta parte, que las
palabras de este testamento les recuerden, a todos y por doquier,
allí donde se encuentren.
A lo largo de los más de veinte años desde que desempeño el ser-
vicio petrino “in medio Ecclesiae”, he experimentado la benevolente
y particularmente fecunda colaboración de numerosos cardenales,
arzobispos y obispos; de muchos sacerdotes; de muchas personas
consagradas —hermanos y hermanas—; y, por último, de muchísimas
personas laicas, en el ámbito de la Curia, en el Vicariato de la dióce-
sis de Roma, así como fuera de estos ámbitos.
¡Cómo no abrazar con un agradecido recuerdo a todos los Epis-
copados del mundo, con los que me he encontrado en las sucesi-
vas visitas “ad limina Apostolorum”! ¡Cómo no recordar también
a tantos hermanos cristianos, no católicos! ¡Y al rabino de Roma,
así como a tantos representantes de las religiones no cristianas! ¡Y
a quienes representan al mundo de la cultura, de la ciencia, de la
política, de los medios de comunicación social!
6. A medida que se acerca el final de mi vida terrena, vuelvo con
la memoria a los inicios, a mis padres, a mi hermano y a mi her-
mana (a la que no conocí, pues murió antes de mi nacimiento),
a la parroquia de Wadowice, donde fui bautizado, a esa ciudad
tan amada, a mis coetáneos, compañeras y compañeros de la es-
cuela, del bachillerato, de la universidad, hasta los tiempos de la
ocupación, cuando trabajé como obrero, y después a la parroquia
de Niegowic, a la de San Florián en Cracovia, a la pastoral de los
universitarios, al ambiente..., a todos los ambientes..., a Cracovia
y a Roma..., a las personas que el Señor me ha encomendado de
manera especial. A todos sólo les quiero decir una cosa: “Que
Dios os dé la recompensa”. “In manus tuas, Domine, commendo
spiritum meum”. A.D. 17.III.2000

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6. Homilía del Cardenal Joseph Ratzinger en el funeral
“Sígueme” dice el Señor resucitado a Pedro, como su última pala-
bra a este discípulo, escogido para apacentar a sus ovejas. “Sígue-
me” esta palabra lapidaria de Cristo puede ser considerada la llave
para comprender el mensaje que viene de la vida de nuestro llorado
y amado Papa Juan Pablo II, cuyos restos pondremos hoy en la
tierra como semilla de inmortalidad, el corazón lleno de tristeza,
pero también de gozosa esperanza y profunda gratitud. Estos son
los sentimientos de nuestra alma, hermanas y hermanos en Cristo,
presentes en Plaza de San Pedro, en las calles adyacentes y en los di-
versos lugares de la ciudad de Roma, poblada en estos días por una
inmensa multitud silenciosa y orante. A todos saludo cordialmente.
En nombre también del Colegio de los Cardenales deseo dirigir un
saludo a los Jefes de Estado, de Gobierno y las delegaciones de los
países presentes. Saludo a las Autoridades y a los representantes de
las Iglesias y las Comunidades cristianas, como también de las di-
versas religiones. Saludo también a los Arzobispos, a los Obispos, a
los sacerdotes, a los religiosos, religiosas y a fieles todos llegados de
cada continente; en modo especial a los jóvenes, que Juan Pablo II
amaba definir como el futuro y la esperanza de la Iglesia. Mi saludo
alcanza, además, a cuantos en cada parte del mundo están unidos a
nosotros a través de la radio y la televisión en esta coral participa-
ción al solemne rito de despedida del amado Pontífice.
Sígueme. De joven estudiante, Karol Wojtyla era un entusiasta de la
literatura, del teatro, de la poesía. Trabajando en una fábrica quími-
ca, rodeado y amenazado por el terror nazi, ha escuchado la voz del
Señor: ¡Sígueme! En este contexto tan particular comenzó a leer
libros de filosofía y teología. Entró después en el seminario clan-
destino creado por el Cardenal Sapieha y después de la guerra pudo
completar sus estudios en la facultad teológica de la Universidad
Jaghellonica de Cracovia. Tantas veces en sus cartas a los sacerdotes
y en sus libros autobiográficos nos ha hablado de su sacerdocio,
al cual fue ordenado el 1 de noviembre de 1946. En estos textos

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interpreta su sacerdocio particularmente a partir de tres palabras
del Señor. Sobre todo esta: “No han sido ustedes los que me han
elegido, sino que yo los he escogido y los he constituido para que
vayan y lleven fruto, y vuestro fruto permanezca” (Jn 15, 16), La
segunda palabra es: “El buen pastor da la vida por las ovejas” (Jn 10,
11). Y finalmente: “Como el Padre me ha amado, así os he amado
yo. Permaneced en mi amor” (Jn 15, 9). En estas tres palabras ve-
mos toda el alma de nuestro Santo Padre. Realmente ha ido a todas
partes e incansablemente para llevar fruto, un fruto que permanece.
“¡Levantaos, vamos!”, es el título de su penúltimo libro. “¡Levantaos,
vamos!”, con estas palabras nos ha despertado de una fe cansada, del
sueño de los discípulos de ayer y de hoy. “¡Alzaos, vamos!” dice tam-
bién hoy a nosotros. El Santo Padre ha sido sacerdote hasta el final,
porque ha dado su vida a Dios por sus ovejas y por la entera familia
humana, en una donación cotidiana al servicio de la Iglesia y sobre
todo en las difíciles pruebas de los últimos meses. Así ha llegado a
ser una sola cosa con Cristo, el buen pastor que ama a sus ovejas. Y
finalmente, “permaneced en mi amor”: El Papa que ha buscado el en-
cuentro con todos, que ha tenido una capacidad de perdón y de aper-
tura del corazón para todos, nos dice, también hoy, estas palabras del
Señor: Habitando en el amor de Cristo aprendemos, en la escuela de
Cristo, el arte del verdadero amor.
¡Sígueme! En julio de 1958 comienza para el joven sacerdote Karol
Wojtyla una nueva etapa en el camino con el Señor y detrás del
Señor. Karol había ido como solía con un grupo de jóvenes apa-
sionados de la canoa a los lagos Masuri por unas vacaciones. Pero
llevaba consigo una carta que lo invitaba a presentarse ante el Pri-
mado de Polonia, Cardenal Wyszynski; y podía adivinar el fin de
tal encuentro: el nombramiento como Obispo auxiliar de Cracovia.
Dejar el enseñamiento académico, dejar la estimulante comunión
con los jóvenes, dejar su gran hambre intelectual por conocer e in-
terpretar el misterio de la criatura del hombre, por hacer presente
en el mundo de hoy la interpretación cristiana de nuestro ser. Todo

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esto debía parecerle un perderse a sí mismo, perder justo lo que se
había convertido en la identidad humana de este joven sacerdote.
Sígueme: Karol Wojtyla aceptó, sintiendo en la llamada de la Iglesia
la voz de Cristo. Y después se dio cuenta de cuánto es verdadera la
palabra del Señor: “Quien busque la propia vida la perderá, quien la
pierda la salvará” (Lc 17, 33). Nuestro Papa –lo sabemos todos–
no ha querido nunca salvar la propia vida, tenerla para sí; ha querido
darse a sí mismo sin reservas, hasta el último momento, por Cristo
y así también por nosotros. De este modo ha podido experimen-
tar cómo todo lo que había entregado en las manos del Señor ha
retornado en un modo nuevo: el amor a la palabra, a la poesía, a las
cartas fue una parte esencial de su misión pastoral y ha dado nueva
actualidad, nueva atracción al anuncio del Evangelio, justo cuando
también este es signo de contradicción.
¡Sígueme! En octubre de 1978 el Cardenal Wojtyla escuchó nueva-
mente la voz del Señor. Se renueva el diálogo con Pedro en el Evan-
gelio de esta celebración: “Simón de Juan, ¿Me amas? ¡Apacienta
mis ovejas!” A la pregunta del Señor: “¿Karol me amas?”, el Ar-
zobispo de Cracovia respondió desde lo profundo de su corazón:
“Señor, tú lo sabes todo: Tú sabes que te amo”. El amor de Cristo
fue la fuerza dominante de nuestro amado Santo Padre. Quien lo
ha visto rezar, quien lo ha escuchado predicar, lo sabe. Y así, gracias
a este profundo enraizamiento en Cristo ha podido llevar un peso
que va más allá de las fuerzas puramente humanas: Ser pastor del
rebaño de Cristo, de su Iglesia universal. No es éste el momen-
to de hablar de contenidos singulares de este Pontificado tan rico.
Quisiera leer sólo dos pasajes de la liturgia de hoy, en los cuales
aparecen los elementos centrales de su anuncio. En la primera lec-
tura dice San Pedro –y dice el Papa con San Pedro– a nosotros:
“Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y
practica la justicia, sea de la nación que sea. Envió su palabra a los
israelitas anunciando la paz por Jesucristo el Señor de todos” (Hch
10, 34-36). Y, en la segunda lectura, San Pablo –y con San Pablo

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nuestro difunto Papa– nos exhorta con alta voz: “Hermanos míos
queridos y tan amados, mi gozo y mi corona, permaneced firmes en
el Señor así como habéis aprendido, queridos” (Flp 4, 1).
¡Sígueme! Junto con la orden de apacentar su rebaño, Cristo anun-
ció a Pedro su martirio. Con esta palabra conclusiva y que resume
el diálogo sobre el amor y sobre el mandato de pastor universal, el
Señor llama a otro diálogo, que se dio en el contexto de la Última
Cena. Entonces Jesús había dicho: “Donde voy yo vosotros no po-
déis venir”. Dijo Pedro: “Señor, ¿dónde vas?”. Le respondió Jesús:
“Donde yo voy por ahora tú no puedes seguirme; me seguirás más
tarde” (Jn 13, 33.36). De la cena Jesús va a la cruz, va a la resurrec-
ción –entra en el misterio pascual; Pedro aún no lo pude seguir.
Ahora –después de la resurrección– ha llegado este momento,
este “más tarde”. Apacentando el rebaño de Cristo, Pedro entra en
el misterio pascual, va hacia la cruz y la resurrección. El Señor lo
dice con estas palabras, “…cuando eras joven… ibas donde querías,
pero cuando seas viejo extenderás tus manos, y otro te ceñirá y te
llevará donde no quieres” (Jn 21, 18). En el primer periodo de su
Pontificado el Santo Padre, todavía joven y lleno de fuerza, bajo la
guía de Cristo iba hacia los confines del mundo. Pero después, ha
entrado en la comunión con el sufrimiento de Cristo, siempre ha
comprendido más la verdad de las palabras: “Otro te ceñirá…”. Y
en esta comunión con el Señor sufriente ha anunciado incansable-
mente y con renovada intensidad el Evangelio, el misterio del amor
que va hasta el fin (cf Jn 13, 1). Él ha interpretado para nosotros el
misterio pascual como un misterio de la divina misericordia. Escri-
be en su último libro: El límite impuesto al mal “es en definitiva la
divina misericordia” (Memoria e Identidad”, pág. 70). Y reflexio-
nando sobre el atentado dice: “Cristo, sufriendo por todos noso-
tros, le ha dado un nuevo sentido al sufrimiento; lo ha introducido
en una nueva dimensión, en un nuevo orden: aquel del amor… es
el sufrimiento que quema y consume el mal con la flama del amor
y trae también del pecado un multiforme brote de bien” (pág. 199).

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Animado por esta visión, el Papa ha sufrido y amado en comunión
con Cristo y por eso el mensaje de su sufrimiento y de su silencio
ha sido así elocuente y fecundo.
Divina Misericordia: el Santo Padre ha encontrado el reflejo puro
de la misericordia de Dios en María, Su Madre. Él, que había per-
dido a tierna edad a la suya, tanto más ha amado a la Madre divina.
Ha escuchado las palabras del Señor crucificado como dichas a él
personalmente: “¡Aquí tienes a tu madre!”. Y ha hecho como el dis-
cípulo predilecto: la ha acogido en lo íntimo de su ser (Jn 19, 27):
Totus tuus. Y de la madre ha aprendido a conformarse con Cristo.
Para todos nosotros permanece como inolvidable el último domin-
go de Pascua de su vida, el Santo Padre, marcado por el sufrimiento,
se ha acercado aún una vez a su ventana del Palacio Apostólico y
una última vez ha dado la bendición “Urbi et orbi”. Podemos estar
seguros de que nuestro amado Papa está ahora en la ventana de la
casa del Padre, nos ve y nos bendice. Sí, bendíganos, Santo Padre.
Nosotros encomendamos tu querida alma a la Madre de Dios, tu
Madre, que te ha guiado cada día y te guiará ahora a la gloria eterna
de Su Hijo, Jesucristo nuestro Señor. Amén

6. Cifras de las exequias


Sobre los medios de comunicación Más de 6 mil han sido las acre-
ditaciones expedidas hasta el día de hoy por la Sala de Prensa de la
Santa Sede y por el Pontificio Consejo para las Comunicaciones
Sociales a periodistas, fotógrafos y operadores de radio y televisión.
La Sala de Prensa ha abierto desde el 1 de abril una nueva oficina de
acreditación y un centro de servicios. El Pontificio Consejo para
las Comunicaciones Sociales ha abierto un Centro de Distribución.
137 redes televisivas de 81 países de los cinco continentes han in-
formado al Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales
haber transmitido los funerales. Radio Vaticana ha transmitido en
directo las exequias en 7 idiomas diversos y varios cientos de es-

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taciones se han conectado a ésta en Europa y América. La página
web de la Santa Sede ha recibido 1 millón 300 mil visitantes durante
las exequias papales, con un punto máximo de 54 mil conexiones
simultáneas, ocupando una banda de 9 gigabites por segundo.
Sobre las exequias de Juan Pablo II Concelebraron 157 Carde-
nales. 700 Arzobispos y Obispos estuvieron presentes.Partici-
paron 3 mil prelados y sacerdotes. 300 fueron los que distribu-
yeron la Comunión. 159 delegaciones extranjeras. 10 soberanos.
59 jefes de estado. 3 príncipes herederos. 17 jefes de gobierno.
8 vice jefes de estado. 6 vice primer ministros. 4 presidentes de
parlamento. 12 ministros del exterior. 14 ministros. 24 emba-
jadores. 10 entre presidentes, directores generales, secretarios
generales y presidentes de organizaciones internacionales. 23
delegaciones de iglesias Ortodoxas y Ortodoxas Orientales. 8
iglesias y comuniones eclesiales de Occidente. 3 organizaciones
cristianas internacionales. 17 delegaciones de religiones no cris-
tianas y organizaciones para el diálogo interreligioso. Delega-
ciones y exponentes del judaísmo. Datos del departamento de la
Protección Civil Italiana
Fieles Más de 3 millones de peregrinos confluyeron en Roma. 21
mil personas por hora entraban en la Basílica Vaticana. 350 perso-
nas por minuto. 13 horas el tiempo medio de espera para el ingreso.
24 horas el tiempo de espera máxima. 5 km el largo máximo de la
fila. 500 mil fieles en Plaza San Pedro y en la Vía de la Conciliación
el día del funeral. 600 mil participantes en las zonas donde se dispu-
sieron pantallas gigantes. 400 discapacitados sobre el sagrado.
Personal 8 mil voluntarios: mil 300 en Tor Vergara; mil 500 en San
Pedro; 450 en las estaciones ferroviarias y los otros lugares don-
de se dispusieron pantallas gigantes; 2 mil boy scouts; 11 mil 900
agentes de seguridad: 530 en las fronteras y 8 mil 963 en Roma (4
mil 500 dedicados al orden público; mil 640 a la protección de al-
rededor de mil 800 personalidades; mil 763 especialistas; 2 mil 400

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ubicados en las otras provincias). Mil bomberos. 6 helicópteros.
400 soldados. 2 mil 700 vigías urbanos de Roma. 7 mil miembros
de Ferrovías del Estado. 4 disaster managers. 3 mil 500 operadores
ecológicos. Mil 500 choferes de bus.
Medios de transporte Mil trenes especiales además de los ordinarios.
8 mil viajeros de y hacia Roma. 6 trenes de y hacia Polonia con 5 mil
polacos a bordo en total. 800 mil personas transportadas en total por
lo trenes. 5 mil 200 pullman. Mil 800 buses de Roma. 100 pullman
puestos a disposición de las fuerzas armadas. 29 pantallas gigantes en
Roma. 3 millones de botellas de agua distribuidas gratuitamente. 3 mil
600 baños químicos. Intervenciones sanitarias. 4 mil intervenciones sa-
nitarias. 21 puestos médicos. 100 ambulancias sin contar las romanas.
Alojamiento En Tor Vergata: Mil 150 carpas para un total de 8 mil
puestos; 8 cocinas de campo; 400 fuentes de agua; 2 camiones cis-
ternas. 5 mil puestos en la feria de Roma. Mil puestos en Ferrovie
Ippolito Nievo.
La contribución de Roma 20 mil personas entre dependientes co-
munales, dependientes de las haciendas públicas comunales y vo-
luntarios en colaboración con la Comunidad de Roma. El trans-
porte público llevó un millón 100 mil pasajeros de más cada día. El
Metro transportó alrededor de 290 mil pasajeros de más cada día.
Es decir casi 120 mil personas diariamente. 2 millones de viajes ex-
tras durante la semana. 3 mil 500 han sido los paneles distribuidos
en toda la ciudad con el escrito: “Gracias. Roma llora y saluda a su
Papa”. El call center ha respondido a 20 mil llamadas al día

7. Texto del «Rogito en su ataúd


Se trata del acta en pergamino que leyó el maestro de las Ce-
lebraciones Litúrgicas Pontificias, el arzobispo Piero Marini, y
que tras ser firmado por todos los presentes fue introducido en el
ataúd de Juan Pablo II.

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En la luz de Cristo resucitado de los muertos, el 2 de abril del
año del Señor 2005, a las 21,37 horas, mientras concluía el sába-
do, y ya habíamos entrado en el día del Señor, Octava de Pas-
cua y Domingo de las Divina Misericordia, el querido pastor de
la Iglesia, Juan Pablo II, pasó de este mundo al Padre. Toda la Igle-
sia acompañó en oración su tránsito, especialmente los jóvenes.
Juan Pablo II fue el papa número 264. Su memoria se queda en el co-
razón de la Iglesia y de toda la humanidad. Karol Wojtyła, ele-
gido Papa el 16 de octubre de 1978, nació en Wadowice, ciudad a 50
kilómetros de Cracovia, el 18 de mayo de 1920 y fue bautizado dos
días más tarde en la Iglesia parroquial por el sacerdote Francesco Zak.
A los 9 años recibió la primera Comunión y a los 18 el sacramento
de la Confirmación. Al interrumpir los estudios a causa del cierre
de la Universidad por parte de las fuerzas de ocupación nazis, traba-
jó en una cantera y, después, en la fábrica química Solvay.
A partir de 1942, sintiéndose llamado al sacerdocio, estudió en el
seminario clandestino de Cracovia. El 1 de noviembre de 1946 reci-
bió la ordenación sacerdotal de manos del cardenal Adam Sapieha.
Después fue enviado a Roma, donde se licenció y doctoró en teo-
logía, con una tesis que llevaba por título «Doctrina de fide apud
Sanctum Ioannem a Cruce».
Regresó después a Polonia, donde recibió algunas tareas pastorales y
enseño las sagradas disciplinas. El 4 de julio de 1958, el Papa Pío XII
le nombró obispo auxiliar de Cracovia. Y Pablo VI, en 1964, le desti-
nó a esa misma sede como arzobispo. Como tal intervino en el Con-
cilio Vaticano II. Pablo VI le creó cardenal el 26 de junio de 1967.
En el cónclave fue elegido Papa por los cardenales, el 16 de octubre
de 1978, y tomó el nombre de Juan Pablo II. El 22 de octubre, día
del Señor, comenzaba solemnemente su ministerio petrino.
El pontificado de Juan Pablo II ha sido uno de los más largos de la
Iglesia. En este período, bajo diferentes aspectos, se ha asistido a
muchos cambios. Entre los cuales, la caída de algunos regímenes, a

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la que él mismo contribuyó. Con el objetivo de anunciar el Evange-
lio realizó muchos viajes a diferentes países.
Juan Pablo II ejerció el ministerio petrino con incansable espíritu
misionero, dedicando todas sus energías movido por la «sollicitudo
omnium ecclesiarum» y por la caridad abierta a toda la humanidad.
Más que todos sus predecesores se ha encontrado con el Pueblo de
Dios y con los responsables de las naciones, en las celebraciones, en
las audiencias generales y en las visitas pastorales. Su amor por los
jóvenes le llevó a comenzar las Jornadas Mundiales de la Juventud,
convocando a millones de jóvenes de varias partes del mundo.
Ha promovido con éxito el diálogo con los judíos y con los repre-
sentantes de las demás religiones, convocándoles en ocasiones en
encuentros de oración por la paz, especialmente en Asís.
Ha ampliado notablemente el Colegio de los cardenales, creando
231 (además de uno «in pectore»). Ha convocado quince asambleas
del Sínodo de los Obispos, siete generales ordinarias y ocho espe-
ciales. Ha erigido numerosas diócesis y circunscripciones, en parti-
cular en el Este de Europa.
HareformadolosCódigosdeDerechoCanónicoOccidentalyOrien-
tal, ha creado nuevas instituciones y reordenado la Curia Romana.
Como «sacerdos magnus» ha ejercido el ministerio litúrgico en la
diócesis de Roma y en todo el orbe, en plena fidelidad al Concilio
Vaticano II. Ha promovido de manera ejemplar la vida y la espiri-
tualidad litúrgica y la oración contemplativa, especialmente la ado-
ración eucarística y la oración del santo Rosario (Cf. carta apostó-
lica «Rosarium Virginis Mariae»).
Bajo su guía, la Iglesia se ha acercado al tercer milenio y ha celebra-
do el Gran Jubileo del año 2000, según las líneas indicadas con la
carta apostólica «Tertio millennio adveniente». Ésta se ha asomado
después a la nueva época, recibiendo sus indicaciones en la carta
apostólica «Novo millennio ineunte», en la que se mostraba a los
fieles el camino del tiempo futuro.

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Con el Año de la Redención, el Año Marino y el Año de la Eucaris-
tía, ha promovido la renovación espiritual de la Iglesia. Ha dado un
impulso extraordinario a las canonizaciones y beatificaciones para
mostrar innumerables ejemplos de santidad de hoy, que sirvieran
de aliento a los hombres de nuestro tiempo. Ha proclamado docto-
ra de la Iglesia a santa Teresa del Niño Jesús.
El magisterio doctrinal de Juan Pablo II es muy rico. Custodio del
depósito de la fe, se entregó con sabiduría y valentía para promover
la doctrina católica, la teología moral y espiritual, y a enfrentarse
durante todo su pontificado a las tendencias contrarias a la genuina
tradición de la Iglesia.
Entre los documentos principales, se encuentran 14 encíclicas, 15
exhortaciones apostólicas, 11 constituciones apostólicas, 45 cartas
apostólicas, además de las catequesis propuestas en las audiencias
generales y de las alocuciones pronunciadas en todas las partes del
mundo. Con su enseñanza, Juan Pablo II ha confirmado e iluminado
al Pueblo de Dios sobre la doctrina teológica (sobre todo en las pri-
meras tres grandes encíclicas («Redemptor hominis», «Dives in mi-
sericordia», «Dominum et vivificantem), antropológica y social (en-
cíclicas «Laborem exercens», «Sollicitudo rei socialis», «Centesimus
annus»), moral (encíclicas «Veritatis splendor», «Evangelium vitae»),
ecuménica (encíclica «Ut unum sint»), misiológica (encíclica «Re-
demptoris missio»), mariológica (encíclica «Redemptoris Mater»).
Ha promulgado el Catecismo de la Iglesia Católica a la luz de la
Tradición, autorizadamente interpretada por el Concilio Vaticano
II. Ha publicado también algunos volúmenes como doctor privado.
Su magisterio ha culminado en la encíclica «Ecclesia de Eucharis-
tia» y en la carta apostólica «Mane nobiscum Domine», durante el
Año de la Eucaristía.
Juan Pablo II ha dejado a todos un testimonio admirable de piedad,
de vida santa y de paternidad espiritual.

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Capítulo V

PEREGRINANDO AL PERÚ: 1985, 1988.


Recuerdos de dos visitas inolvidables

Y tuve la suerte de recordarla para un programa especial de PAX


TV con varias de las personas que estuvieron muy cercanas a SS
Juan Pablo II http://www.paxtv.org/paxtv/especialesdepax/pro-
grama.php?codcap=205)
Fue el sábado 26 de enero de 1985 cuando Juan Pablo II subió al
avión de ALITALIA que lo conduciría a Venezuela, Ecuador, Perú
y Trinidad Tobago. Se trataba de la sexta visita del Papa a tierras
iberoamericanas, y del viaje número 25 (internacional) de su pon-
tificado. Según los cálculos de los organizadores, esperaban a Juan
Pablo II doce apretadas jornadas en las que habría de recorrer un
total de 25 mil kilómetros.
¿Cuál era la situación del Perú de 1985? Gobernaba el país, en su pe-
núltimo semestre, el Presidente Fernando Belaunde Terry. La pobla-
ción total ascendía a 18,7 millones de habitantes. Las condiciones en
que se vivía eran entonces muy críticas. Las resume así un documento
de la Conferencia Episcopal Peruana: “...va creciendo la situación de
una pobreza que resulta inhumana: salarios muy bajos, falta de pues-
tos de trabajo estables, desnutrición de consecuencias irreversibles
en el futuro, aumento de la mortalidad infantil, recrudecimiento de
enfermedades que ya se tenían superadas..., notable decadencia en la
moralidad pública y en las costumbres privadas como son: los hoga-
res mal constituidos, inestabilidad de los matrimonios, abandono de
la familia, alcoholismo”, etc. Y luego la CEP se refiere al flagelo del
terrorismo, nacido en Ayacucho con el grupo Sendero Luminoso,

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acaudillado por Abimael Guzmán. Los senderistas “bajo la influencia
de ideologías extremistas, no respetan el valor fundamental de la vida
y dignidad humana” (Doc. de octubre de 1984, números 11 y 12).
Ciertamente para los observadores de la realidad peruana de 1985 era
Sendero Luminoso el factor subversivo más cruel y sanguinario, que
desangraba el país en forma casi cotidiana.
La jerarquía de la Iglesia peruana estaba presidida por el Cardenal
Juan Landázuri Ricketts OFM, arzobispo de Lima, y la constituían
además 53 obispos, trece de los cuales habían nacido en España.
Las estadísticas señalaban la desfavorable relación numérica entre
sacerdotes y fieles (mayoritariamente católicos): 2,235 sacerdotes
(diocesanos y religiosos), 4,835 religiosos, 426 hermanos y 516 se-
minaristas.
En el aspecto religioso–doctrinal, el documento ya citado de la
Conferencia Episcopal peruana muestra su preocupación por de-
terminadas tendencias de la Teología de la Liberación, aceptadas
por un sector de los agentes pastorales, a quienes los obispos solici-
tan mantener su unión con la Iglesia y el cumplimiento de sus claras
orientaciones (nn.71–80).
Casi cuatro meses antes de su primera visita al Perú, el Papa recibió
a un numeroso grupo de Obispos peruanos, llegados a Roma para la
visita ‘ad limina’, y les transmitió –con su estima al Perú, pueblo “ya
sensibilizado para acoger una renovada y ulterior evangelización”– el
anhelo de que los pastores se comprometiesen más en el servicio de
los más necesitados (“la causa de la justicia y de la defensa del pobre”),
pero sin caer en el reduccionismo de la predicación de la doctrina ca-
tólica, ni hipotecarse “a ideologías extrañas a la fe, como si fueran és-
tas las que guardan el secreto de la verdadera eficacia” (Discurso del
Papa Juan Pablo II, 4 de octubre de 1984). Sin embargo en ese discurso
programático, todavía no hace referencia al viaje de febrero del año
siguiente. Ciertamente el Santo Padre insistirá, ya en tierra peruana, en
varios de los temas de su encuentro con los Obispos.

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Con el P. Armando está el P. Alberto Clavell quien fungió como
maestro de ceremonias en todos los actos de Arequipa. Allí llegó
para beatificar a Sor Ana de los Ángeles y Monteagudo y coronar
a la Virgen de Chapi, dos gestos de envergadura y que necesitaron
una preparación intensa, en la investigación histórica, en la celebra-
ción… El Papa estaba muy cansado y hubo que acelerar alguna de
las ceremonias.
Ente los dos, P. Nieto y P. Clavell, se repasa el programa para la visita
del Papa al Perú. Después de su llegada el 1 de febrero de 1985 al ae-
ropuerto internacional ‘Jorge Chávez’, desde donde dirigiría su men-
saje inicial, Juan Pablo II iría en coche descubierto al centro histórico
de Lima, a la Plaza Mayor, para el saludo al clero, religiosos y laicos.
Al día siguiente, sábado 2, volaría a Arequipa, en la cual procedería
a la beatificación de Sor Ana de los Ángeles Monteagudo. Luego re-
gresaría a la Capital para reunirse en el Hipódromo de Monterrico
con los jóvenes. Después pasaría al local de la Conferencia Episcopal
peruana para tener un encuentro con los Obispos y presentar la figu-
ra de Santo Toribio Mogrovejo como modelo y guía (1. Evangeliza-
ción para la santidad. 2. Evangelización para la unidad en la fidelidad.
3. Evangelización para la dignidad de la persona. 4. Evangelización en
constante sintonía con la Sede Apostólica).
El domingo 3, por avión, al Cuzco, en la explanada de Sacsayhua-
mán, para el encuentro con los campesinos y la coronación de la
imagen de la Virgen del Carmen de Paucartambo. Y a continuación
un corto vuelo a Ayacucho, la oración del Angelus y “el discurso
contra la violencia” (como lo dijo el propio Papa en la audiencia
romana del 13 de febrero).
El mismo domingo 3 de febrero estaba señalado para la concen-
tración de las familias en el Hipódromo de Monterrico y la orde-
nación de 47 nuevos sacerdotes. Seguiría luego ese día, en la Nun-
ciatura, el encuentro con los miembros del Cuerpo Diplomático
acreditado en el Perú.

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En la mañana del lunes 4, en el óvalo Bolívar del Callao, el encuen-
tro con los enfermos. A continuación, el viaje aéreo a la norteña
ciudad de Piura; y luego, hacia Trujillo para el encuentro con los
trabajadores.
Finalmente el día martes 5, el Papa se encaminaría al Cono Sur de
la capital, a Villa El Salvador, donde se congregarían los ‘Pueblos
Jóvenes’. Allí se despediría de Lima para ir a tomar el avión hacia
Iquitos: el encuentro con los nativos de la Selva, su despedida del
Perú, y la partida para Trinidad–Tobago.
Uno de los encuentros más emotivos tuvo lugar en Villa El Salvador
y por ello fuimos con nuestras cámaras para entrevistar a la señora
de Chero y su hijo en recuerdo del matrimonio que recibió al Papa y
leyó el emotivo mensaje. También estuvimos con su alcalde Michel
Azcueta quien nos recrea cómo “un día como hoy, hace ahora 25
años, Juan Pablo II, el Papa Peregrino llegaba a Villa El Salvador a
reunirse con los pobladores de Lima y de todo el Perú. Su grito “Por
el bien del Perú: no puede faltar el pan de cada día en los Pueblos
Jóvenes!!!”…y su deseo de que todos nosotros, toda la humanidad,
sigamos teniendo “hambre de Dios”, resuenan en nuestros oídos,
en nuestro corazón, en nuestra memoria…Fue un día extraordina-
rio como pocos, un día realmente histórico…En primer lugar, el
equipo pastoral de la Parroquia se puso en movimiento con el Padre
José a la cabeza, recordando que él mismo había visitado al cardenal
Wojtila en su Polonia natal; al equipo de la Parroquia se unió el
equipo municipal en pleno y la comunidad organizada para lograr
ese gran objetivo. Recibimos el apoyo entusiasta de Monseñor Ger-
man Schmit, Obispo Auxiliar de Lima para todo el Cono Sur que se
quedaba muchísimas noches en la parroquia de Villa El Salvador. Y,
a través de él, semanas más tarde, se recibió el apoyo total del Car-
denal Juan Landázuri que aprobó esta visita. A partir de ahí, todo
fue movimiento, entusiasmo, cooperación, alegría…En un viaje a
Roma, tuve el honor y la alegría de entregar personalmente al Papa
en el Vaticano tres cartas, invitándole a visitar a Villa El Salvador:

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la primera del propio Cardenal Landázuri, presentándonos al Papa,
la segunda del Padre José y una tercera de la alcaldía…Juan Pablo
nos dijo que esperaba llegar al Perú y que rezáramos para que este
deseo se cumpliera….Se prepararon los textos que el matrimonio
Chero leería al Papa y así, el ambiente se iba preparando para el gran
día, el 5 de febrero de 1985…La noche del 4, víspera del encuentro
del Papa con los pobladores, fue increíble…Habíamos lotizado la
pampa por cuadras, con responsables de seguridad, con kioskos de
agua y gaseosas dirigidos por las señoras de la Federación Popular
de Mujeres, con apoyo de la policía nacional y de defensa civil…
Una noche de verano, con una luna hermosa…y comenzaron a lle-
gar….miles y miles, cientos de miles, más de un millón de personas
en el arenal, en orden, cantando, alegres, solidarios, con esperan-
za, en paz, sin dormir un minuto, esperando toda la noche al Papa
Peregrino…A las 8.40 de la mañana del 5 de febrero llegaba Juan
Pablo II, acompañado del Cardenal Landázuri, a Villa El Salvador
por la Avda. Pachacútec…Me tocó recibirle en nombre de todo el
pueblo y de los pobladores del Perú; Monseñor Bambarén y el Pa-
dre José le recibieron en el estrado…Casi dos millones de peruanos
y cinco mil periodistas esperaban sus palabras…Lo que siguió ya es
conocido. El 5 de febrero de 1984 se transformó en un día histórico
para la Iglesia peruana, para Villa El Salvador, para el Perú y para
los pobres de América Latina…Lo seguimos recordando…Que no
falte el pan de cada día en los Pueblos Jóvenes!! Que el hambre de
Dios permanezca…!
A continuación otros dos invitados de primera. El arquitecto Mi-
guel Cruchaga Belaunde, delegado del presidente Fernando Be-
launde y coordinador de la Comisión de Recepción del Papa, nos
adentra en los entresijos del viaje y nos comparte vivencias perso-
nales y entrañables del Papa, su humanidad, su amor al Perú. Por
su parte, Monseñor Salvador Piñeiro, con la gracia y simpatía de
siempre, nos revela detalles de la liturgia y las celebraciones con el
Papa en Lima.

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Monseñor Guillermo Inca, oblato de San José, nos ofrece su gozoso
testimonio de ser ordenado por el Papa con decenas de presbíteros
y cómo conserva la huella papal y su deseo de fidelidad y santidad.

una apretada visita. Perú 1985 81


BIENVENIDA: El recibimiento estuvo a cargo del GRUPO AÉ-
REO NÚMERO OCHO. A las 7:30 de la tarde apareció la blanca
figura del Pontífice. Besó el suelo Peruano. Luego fue recibido en
manos del Presidente de la República de ese entonces, Fernando
Belaunde Terry; posteriormente el Papa se dispuso a dar lectura a
su primer mensaje: en el manifestó su profundo amor por el Perú, y
recordar la conmemoración de los quinientos años de la evangeliza-
ción del continente Americano. Finalmente dentro del primer día a
su llegada, se dirigió a la Plaza de Armas de Lima. Donde tuvo lugar
la Primera Liturgia. Allí coronó al Niño Jesús, y luego a la Virgen
de la Evangelización.
EN AREQUIPA: Reunido con millares de fieles en el campus de
la universidad de San Agustín; es aquí donde se dio lugar a la Bea-
tificación del Sor Ana de los Ángeles Monteagudo y la coronación
de la Virgen de CHAPI. Es más, el Papa allí fue declarado por el
alcalde como “Huésped Ilustre”.
LIMA: ENCUENTRO CON LOS JÓVENES: El Papa dentro de
su papamóvil ingresó a las 6: 45 de la tarde, por la pista de carreras
del hipódromo. Allí una y otra vez reiteró esta célebre frase “cons-
truid el Perú fraterno…” dentro de todo su discurso dirigido a los
jóvenes sobre las bienaventuranzas. Se retiró a las 9:00 de noche,
bendiciendo a tal masa juvenil.

81 Resumen elaborado por mi alumno Elquin Eleazar PÉREZ SANTOS. Los


datos fueron tomados del libro: “JUAN PABLO II El Papa Viajero en el
Perú”. Distribuida por: EMPRESA PERIÓDISTICA NACIONAL S.A.
Julio Chuquillanqui. Lima, 2005

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CUSCO: 3 de febrero. Expresó su solidaridad con el campesina-
do Andino, dentro de una fiesta de muchos colores y ofrendas. Él
fue declarado visitante de honor y recibió el tradicional bastón de
mano: el VARAYOC. También allí, el Juan Pablo II impuso el pa-
lio Arzobispal a Mons. Alcides Mendoza. Finalmente durante el
encuentro con los Cusqueños, el Santo Padre coronó la imagen de
Nuestra Señora del Carmen de Paucartambo.
AYACUCHO: La Bienvenida estuvo a cargo de Mons. Federico
Richter F. Prada OFM, el mismo que lo invitó. Fue allí, donde ofre-
ció un enérgico mensaje contra la injusticia social y el terrorismo.
LIMA: ENCUENTRO CON LAS FAMILIAS: 4 del febrero. Sus
palabras fueron dirigidas a los padres de familia, a partir de las 4:30
de la tarde, y les exhortándoles que es en la familia cuna de virtudes
donde nacen nuevas vocaciones al sacerdocio. No obstante allí, se
llevó a cabo la ordenación sacerdotal de 47 diáconos. Ese mismo
día, el Santo Padre se reunió con sus paisanos polacos entre quienes
estaba la célebre historiadora María Rostworowski Posteriormen-
te, se reunió con los representantes de once Iglesias evangélicas,
con judíos y ortodoxos; quienes le expresaron su preocupación por
la violencia terrorista. El Papa por su parte también sostuvo un diá-
logo con las comunidades de fe no católicos.
CALLAO: Ese mismo día fue a la provincia constitucional del
Callao, donde tuvo un encuentro con adultos mayores, discípulos
y enfermos de toda edad que lo esperaron entusiasmados desde
las tres de la mañana en el Óvalo Bolívar. Oró allí, a las imágenes
del Señor del Mar y a la Virgen del Carmen de la Legua, patronos
“Chalacos”. Finalmente luego de bendecir a la multitud, enrumbó
hacia el norte del país.
PIURA Y TRUJILLO: En Piura fue recibido por el GRUPO AÉ-
REO NÚMERO SIETE. Hubo pobladores de todas las provincias
de Piura, de Tumbes, de Lambayeque incluso que los esperaban.
En la ciudad de Piura, puso advertencia contra los falsos profetas.

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Ofreció un severo mensaje en el que recalcó que la evangelización
exigen una actitud de conversión en la vida personal, familiar y so-
cial. De los muchos regalos que recibió allí, el más notable de ellos,
fue la denominada Cruz de la Conquista, la misma que había sido
traída por Francisco Pizarro el 15 de julio de 1533 para fundar da
primera ciudad sudamericana y con la que ofició la primera misa
en el Perú. Luego, el santo Padre se dirigió a la ciudad de Trujillo;
donde tuvo lugar el homenaje a los trabajadores. Fue recibido por
el Arzobispo Manuel Prado Pérez Rosas. Después de todos estos
encuentros regresó a Lima.
VILLA EL SALVADOR: visitó este distrito limeño, el 5 de febrero
fue su última visita que daba para luego partir a Iquitos como últi-
mo destino de su viaje a nuestra patria.
LA DESPEDIDA OFICIAL DE LIMA: Luego de Villa el Salva-
dor, el sucesor de Pedro tomó el helicóptero que los traslado hasta
el GRUPO OCHO, donde se despidió afectuosamente del Pre-
sidente Fernando Belaunde Terry y del Cardenal Juan Landázuri.
IQUITOS: Fue en Iquitos donde se expresó en defensa de los dere-
chos de los nativos. Habló de las virtudes de la Evangelización y del
respeto a las culturas locales en dicho proceso. El pontífice estuvo ante
representantes de diversas comunidades indígenas y junto a la imagen
de la Virgen de Loreto, el Papa ofreció un discurso en el que demostró
estar al tanto de los problemas concretos de la población. Al final de
su despedida manifestó: “El Papa también se siente Charapa”. Eran las
2:35 de la tarde cuando Juan Pablo II partió rumbo a Trinidad y To-
bago, la última escala de su decimoquinta gira pastoral por el mundo.
OTROS PROTAGONISTAS: durante su primera visita, la re-
vista acerca de Papa, menciona a 3 personajes que sobresalen en
este acontecimiento: El Ángel Protector del Papa: Andrés Morales
Vega / Coronel. Canto de fe: Manuel Cuadros Barr / Director del
Coral del Papa. En Busca de Primicia: Lourdes Gómez Cotaquispe
/ periodista

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Su segunda visita al Perú. 1988
Tuvo lugar el 14 de mayo de 1988. Esta visita fue corta a compara-
ción de la primera.
Lima iluminada por la cruz Mariana Misionera, recibió al Papa para
la clausura del V Congreso Eucarístico Bolivariano. Pues, el Papa
venía de Bolivia (Santa Cruz). El vuelo estaba a cargo del GRUPO
OCHO. Fue recibido por el presidente de ese entonces Alan Gar-
cía Pérez y por su esposa; y también por el Cardenal Juan Landázuri
Ricketts. Lo novedoso es que estuvo en estrado donde él habló, la
Virgen de la Evangelización y la Cruz Ayacuchana. E hizo refe-
rencia a la proximidad del quinto centenario de la Evangelización
de América. Finalmente para terminar ese día, consagró al pueblo
peruano a la Virgen (enviada por el Rey Carlos V en 1560). El Papa
cumplía el trigésimo séptimo viaje al extranjero.
Al segundo día de su llegada al Perú (15 de mayo) empezó su reco-
rrido. Visitó al Palacio; da también mensaje a los reclusos. Luego se
dirigió al distrito de San Miguel, donde celebró una misa de clausu-
ra por el Congreso Eucarístico Mariano. Era Domingo, tuvo un en-
cuentro con religiosos, jóvenes, hombres de la cultura y negocios.
Finalmente se refirió al fomento de las vocaciones sacerdotales y
a la necesidad de una nueva evangelización para el tercer milenio.
La despedida, fue el lunes 16 de mayo en el Aeropuerto. Despe-
dido en el estrado por los ministros y obispos, el Pontífice mani-
festó agradecimiento a la Providencia por haberle permitido pasar
en Lima “un domingo lleno de Luz”. Alan calificó al Pontífice de
“Apóstol de la democracia de Dios

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algunos libros de Juan Pablo II publicados en español
— Amor y responsabilidad, Razón y Fe, 1977
— Signo de contradicción, BAC, 1978
— Juan Pablo II y el hombre, BAC, 1979
— La fe en San Juan de la Cruz (Tesis doctoral), BAC, 1979
— Heraldo de la paz. Irlanda-ONU-Estados Unidos. BAC, 1979
— Peregrinación apostólica a Polonia. BAC, 1979
— Mensaje a la Iglesia de Latinoamérica. BAC, 1979
— El taller del orfebre (Teatro), BAC, 1980
— Viaje pastoral a Francia. BAC, 1980
— Viaje pastoral a África. BAC, 1980
— Viaje pastoral a Brasil. BAC, 1980
— Hermano de nuestro Dios. Esplendor de paternidad. BAC, 1990
— Juan Pablo II. Enseñanzas al pueblo de Dios. 1979 (mayo-agosto).
BAC, 1980
— Viaje apostólico a Extremo Oriente. BAC, 1981
— Juan Pablo II. Enseñanzas al pueblo de Dios. 1979
(septiembre-diciembre) (a). BAC, 1981
— Juan Pablo II. Enseñanzas al pueblo de Dios. 1979
(septiembre-diciembre) (b). BAC, 1981
— Marx Scheller, BAC, 1982
— Mensaje de Juan Pablo II a España. BAC, 1982
— La renovación en sus fuentes.
Sobre la apliación del Concilio Vaticano II. BAC, 1982
— Ejercicios Espirituales para jóvenes, BAC, 1982
— Las oraciones de Juan Pablo II, San Pablo, 1982
— No tengáis miedo, entrevista de André Frossard, Plaza y Janes, 1982
— Juan Pablo II en España 1982, varios autores, BAC, 1982
— Persona y acción, BAC, 1982
— Viaje apostólico a Portugal. BAC, 1982
— Viaje apostólico a Nigeria, Benín, Gabón y Guinea Ecuatorial. BAC, 1982
— Juan Pablo II. Enseñanzas al pueblo de Dios. 1980 (enero-junio) (I-a).
BAC, 1982

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— Juan Pablo II. Enseñanzas al pueblo de Dios. 1980 (enero-junio) (I-b).
BAC, 1982
— Juan Pablo II. Enseñanzas al pueblo de Dios. 1980 (julio-diciembre)
(II-a). BAC, 1982
— Juan Pablo II. Enseñanzas al pueblo de Dios. 1980 (julio-diciembre)
(II-b). BAC, 1982
— Juan Pablo II. Enseñanzas al pueblo de Dios. 1981 (enero-junio) (I).
BAC, 1982
— Juan Pablo II. Enseñanzas al pueblo de Dios. 1981 (enero-junio) (II).
BAC, 1983
— Viaje apostólico a Centroamérica. BAC, 1983
— Ejercicios espirituales para jóvenes. BAC, 1986
— La paz de Cristo. Viaje apostólico a Colombia y Santa Lucía. BAC, 1986.
— Con el mundo de los pobres. Viaje apostólico a la India. BAC, 1986
— La nueva evangelización.
Viaje apostólico a Uruguay, Bolivia, Perú y Paraguay. BAC, 1988.
— La hora de Dios (Juan Pablo II en España 1993), BAC, 1993
— Poesías de Karol Wojtyla, BAC, 1993
— Cruzando el umbral de la esperanza,
entrevista con Vittorio Messori, Plaza y Janes, 1994.
— Mi decálogo para el tercer milenio, PPC, 1994
— Queridísimos jóvenes, PPC, 1995
— Don y misterio, BAC, 1996
— La fe según San Juan de la Cruz. BAC, 1997
— Juan Pablo II: Cincuenta palabras para el próximo milenio,
Edición de Saverio Gatea, Mondadori, 1998
— Signo de contradicción. BAC, 2003
— Laudes con el Papa. La catequesis de Juan Pablo II sobre los Salmos
y Cánticos de Laudes. BAC, 2003
— Tríptico romano, Universidad Católica San Antonio de Murcia, 2003
— “¡Levantaos! ¡Vamos!”, Plaza & Janés, 2004
— “Memoria e identidad”, La Esfera de los Libros, 2005
— El taller del orfebre. Meditación sobre el sacramento del matrimonio.
BAC, 2005 (nueva ed.)

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algunos libros Sobre Juan Pablo Ii Publicados En Español
— De un país lejano, de Krystof Zanussi y Virgilio Levi, BAC 1981
— Juan Pablo II o el valor de la vida humana, de Carlos A. Cornejo,
Servagrup 1982
— De un país lejano (Ed. ilustrada). BAC, 1982
— Album del Papa Juan Pablo II, varios autores, Punto Editorial 1982
— Del temor a la esperanza, varios autores (3 Tomos), Solviga 1993
— ... Y vendrá un Papa eslavo, de Eusebio Ferrer, Ediciones Internaciona-
les Universitarias 1995
— El Papa Juan Pablo II. La biografía, de Tad Szulc, Martínez Roca 1995
— Hombre y Papa, de Pedro Miguel Lamet, Espasa Calpe 1995
— El mensaje del Papa, de Carlos Amigo Vallejo, Temas de Hoy 1996
— Su Santidad, de C. Bernstein y M. Pollitti, Plaza y Janes 1996
— Juan Pablo, amigo, de Paloma Gómez Borrero, Plaza y Janes 1996
— La historia de... Juan Pablo II, Varios Autores, Auzou Idea Books 1996
— Diccionario de Teología y Espiritualidad de Juan Pablo II, de Pedro
Jesús Lasanta, Edibesa 1996
— Diccionario social y moral de Juan Pablo II, de Pedro Jesús Lasanta,
Edibesa1996
— Diccionario de Juan Pablo II, de Eloy García Díaz, Espasa Calpe 1997
— Juan Pablo II: el hombre y la historia del siglo XX, de Marc Eric Ger-
vais, Elsa Ediciones 1998
— Juan Pablo II, ese desconocido, de Miguel Angel Velasco, Planeta
Testimonio 1998
— Wojtyla: de la A a la Z, de José Macca, Planeta 1998
— Biografía de Juan Pablo II, testigo de la esperanza, de George Weigel,
Plaza y Janes 1999
— Así piensa el Papa, de Covadonga O´Shea, Temas de Hoy 1999
— Juan Pablo II, pregonero de la verdad, de Eusebio Ferrer, Desclée de
Brouwer 2000
— El secreto que guía al Papa, de Aura Miguel, Rialp 2001
— Juan Pablo II, la huella, varios autores, Alpha Omega Press 2001
— Juan Pablo II, mensajero de la paz (Pedro Jesús Lasanta). BAC, 2001

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— Juan Pablo II, el Papa de la esperanza, de Santiago Martín, Temas de
Hoy 2002
— Juan Pablo II y los grandes de la tierra, testimonios varios, Edibesa 2002.
— Historia de Karol, de Giman Franco Asideros, Fémina, 2003
— Juan Pablo II, maestro y profeta de la vida consagrada, introducciones
de Severino-María Alonso, publicaciones Claretianas, 2003
— Juan Pablo II. 25 años en la escena mundial (Ugo Colombo Sacco di
Albiano). BAC, 2004

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