Comunidad Cristiana HIJOS DE DIOS

Ministerio de Intercesión

Ciclo: El poder sanador y liberador del Señor

Enseñanza: La oración de sanidad interior

¡Buenas tardes!
El día de hoy el Señor Jesús quiere bendecirnos con un nuevo mensaje, vamos a continuar con el
ciclo “El poder sanador y liberador del Señor”, y por ello quiero pedirles que abran sus mentes y sus
corazones para poderlo comprender puesto que lo que van a escuchar les será de mucha utilidad en su
caminar Cristiano.

Está enseñanza lleva por nombre “LA ORACIÓN DE SANIDAD INTERIOR”. Los objetivos de
está enseñanza o formación es que cada uno de ustedes comprendan a profundidad lo que es el
hombre interior y de cómo las cosas negativas que hemos vivido vienen enfermándonos y por ende es
necesaria la oración de sanidad interior y el otro objetivo es que conozcamos las causas del por que
actuamos muchas veces negativamente sin tener una aparente causa, el por que pasamos por crisis
interiores como tristeza profunda, estados depresivos, angustia, desesperación, miedo, inseguridad,
sentimientos de fracaso o frustración, odio, pesadez emocional, etc, cosas que por no comprenderlas
vienen siendo un obstáculo en nuestro caminar Cristiano.

Para ello voy a partir de la definición de “Hombre Interior”, lo que conocemos como interior es:
“Todo aquello que está ligado directa e indirectamente con la parte volitiva, afectiva y psíquica del
hombre, es decir, nos referimos a todo aquello que forma parte de su voluntad, sentimientos y
pensamientos”.

La parte volitiva es todo lo relacionado con la voluntad del hombre, la parte afectiva se refiere a la
parte sensible del hombre como lo es su corazón con sus emociones, pasiones y deseos y por último
la parte psíquica que se refiere al consciente, subconsciente e inconsciente del ser humano, los
pensamientos del hombre con las cosas buenas y malas que le han pasado, es decir, su pasado, es
decir su pasado, presente y futuro cierto.

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Todos los seres humanos desde el momento de nuestra concepción hasta que morimos venimos
cargando con sinnúmeros de heridas que tienen que ser sanadas, algunos fuimos heridos desde el
seno materno por ser embarazos no deseados, otros porque simplemente los padres de familia no
fueron lo suficientemente amorosos, otros porque sus madres al momento de nacer tuvieron parte
difíciles y sufrieron mucho, algunos porque estuvieron a punto de ser abortados, etc, pero sean cuales
sean las causas de nuestro sufrimientos esas heridas muchas veces al no ser sanadas por el Señor en
nosotros crean problemas que tarde o temprano viene a manifestarse.

Nuestra almas y nuestras mentes entonces decir están más enfermas de lo que nosotros creemos o
pensamos, el problema mayor de esto es que rara veces tenemos conciencia de esto, por eso cabe
destacar que las causas de las heridas mayores en nuestra vida se deben al pecado, hemos pecado
mucho pero nos hemos arrepentido muy poco, hemos acumulado temores desde el principio de
nuestra existencia guardamos odio contra personas que nos hicieron mal y no nos han amado.

Todos nosotros sabemos que el pecado tiene un doble efecto en nuestras vidas uno de ellos es el
hecho de romper la comunión con DIOS y con los hermanos y el otro es la herida o pena que nos
provocamos, estás heridas cuando nos son presentadas al Señor a través del sacramento de la
Reconciliación y Eucarístico se llenan de cosas que no provienen de DIOS y que solo viene a agravar
nuestra situación. Ejemplo de una herida que se nos infecta.

Toda la información que recibimos se va grabando en nuestras mentes, entonces podemos comparar
la mente del ser humano como un témpano de hielo, con su cúspide visible en la superficie del
océano, mientras que su enorme masa está sumergida. La cúspide representa el consciente y
constituye solo parte de nuestras capacidades mentales, mientras la masa sumergida del témpano
representa. El subconsciente es la parte que siente relacionada con las emociones, la intuición, las
mayorías y hábitos: Jesús se refiere al subconsciente cuando menciona el fondo del corazón: “El
hombre bueno, de su buen fondo, saca buenas palabras, y el hombre malo de su mal fondo, saca
malas palabras”. (Mt 12,35)

Con razón los psicólogos hablan de los cuatro demonios que nos atormentan interiormente: el temor,
el complejo, de culpa, el complejo de inferioridad y el odio, todos poseemos un grado de estos.

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Está enfermedad interior influye en nuestro cuerpo y produce una serie de enfermedades que cada día
son más comunes como el asma, la úlcera duodenal, la artritis, eczemas y muchas otras. Pero los
efectos peores son los que aparecen en nuestra conducta diaria a través de actitudes agresivas,
nuestras inhibiciones, nuestras angustias y temores, nuestra sensación de frustración y la proyección
de nuestros fracasos a seres inocentes que esperan y merecen de nosotros un trato distinto del que le
damos.

Con frecuencia buscamos remedios que no son apropiados o carecen de eficacia, nos empeñamos por
ejemplo en dominar situaciones con “fuerza de voluntad”, pero ignoramos que las emociones no
están bajo control directo nuestra voluntad.

La mayor parte de nosotros nonos damos cuenta de la cantidad de dolor, heridas y pesares que hemos
arrojado al fondo de nuestras mentes. Resulta imposible vivir en este mundo por cualquier espacio de
tiempo sin haber acumulado cierta cantidad de dolor; podemos haberlo reprimido por mucho tiempo,
pero aún sigue allí, talvez hemos pensado que estando allí no causan ningún problema pero la triste
realidad es que si, tarde o temprano se manifiestan de una u otra forma, física o emocionalmente y
causan dificultades. Ejemplo: Aparición de un mal carácter sin causa alguna, enfermedades sin razón
aparente (Diagnóstico científico), aparición de vicios que no tienen fundamento.

Hay tiempo de tensión en nuestras vidas que nos hemos sorprendidos y escandalizado por la manera
de nuestro proceder, y decimos “Me excedí” o por otra parte “explotamos” al reaccionar a una
situación dada; estos son términos que definen una falta de autocontrol que se originan en la masa de
dolor reprimido existente en nuestro inconsciente. También es difícil aceptar el Amor del Señor o la
plenitud del Espíritu Santo en nuestra vida si tenemos un almacén de dolores acumulados en lo
profundo de nuestras mentes, esas experiencias que hemos enterrado (enterrado vivos) nos
continuamente mensajes de alerta para que mantengamos nuestras defensas aún ante DIOS para
protegernos de más dolor. Ejemplo: Cuando sólo nos hablan sobre algo y parecemos volcán en
erupción, cuando nos piden confiar en alguien y reaccionamos con mayor desconfianza que antes.

Si queremos recibir la Buena Nueva de que Jesús es Salvador y Señor tenemos que convertirnos
primero. Si no nos arrepentimos de nuestros pecados no podremos recibir la primera manifestación

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de la sanación de Cristo. Muchas de las heridas interiores son el resultado de nuestras faltas
personales, todos hemos pecado mucho y cada pecado por lo que es en contra del Amor, ha dejado su
lote de odio en nosotros, en nuestro interior; “Nada destruye tanto la armonía humana como el
pecado. El primer campo que Jesús sana o realiza es la del pecado como lo dice Juan 1;29: “He aquí
el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.

Jesús “Sana los corazones destrozados y venda sus heridas” como lo dice el Salmo 146. Necesitamos
sanarnos: Dios puede y quiere sanar todas estás cosas como lo dice en Isaías 53,4. Profetizo que el
Mesías llevaría todas nuestras dolencias y soportaría todos nuestros dolores, quitaría no solo el
pecado que hemos cometido sino también todo el mal que nos han hecho, eso Jesús lo tomó el Amor
de Dios nos puede lavar y librar de todas las cosas que nos impiden tener plenitud de vida Cristiana.

Ya bien lo decía San Pablo en Efesios 4; 22-24: “Ustedes saben que tienen que dejar su manera
anterior de vivir, el “Hombre viejo”, cuyos deseos falsos llevan a su propia destrucción. Han de
renovarse en lo más profundo de su mente por la acción del Espíritu Santo, para revestirse del
“Hombre Nuevo”, este es que DIOS creó a su semejanza dándole la verdadera justicia y santidad.

Dios no solo se interesa en nuestro espíritu y en nuestro cuerpo, también le interesa nuestra mente,
voluntariamente debemos permitirle quitarnos todo el dolor que le hemos estando reprimiendo y que
vienen a reflejarse de alguna forma en nuestra personalidad.

La oración que se hace para lograr la salud de una persona herida en su interior se realiza siguiendo
los siguientes pasos:

1) La persona que realizará la oración debe pedirle a la persona enferma que aumente su
fe.

2) Se pide al Señor que la persona retroceda con su memoria al momento en que fue herida
y que sane con su amor esa herida, este amor del Espíritu Santo debe sanar cada
recuerdo doloroso.

3) Debe llegar hasta el momento de la concepción cuando el Señor amorosamente

pronuncio nuestro nombre.

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4) Si la persona que ora ve que en ese recorrido la otra manifiesta ansiedad, puede
preguntarle ¿Dónde está usted ahora?, ¿En qué edad de su vida?, al oír la repuesta se
ora por la persona imponiéndoles las manos y se sigue el proceso.

5) Cuando se sana una raíz profunda de mal se experimenta una sensación de relajamiento
y de paz comparable con el llamado Bautismo en el Espíritu. Estás raíces profundas son
sanadas a veces con un proceso de visualización, imaginarse que es Jesús quien va con
ella y llega hasta el momento doloroso, actúa y sana, todo esto ayudará a aceptar el
Amor de DIOS.

Cabe también recordar que está sanación está basada fundamentalmente en el perdón, si la persona
no quiere perdonar a quienes le han hecho daño y así también ella pedir perdón a quienes ella ha
causado daño no habrá acción del Espíritu Santo por lo tanto no podemos pedir la salud al Señor
como dice Eclesiástico 28; 1-7.

Es necesario colocarnos con una actitud de humildad y pobreza de espíritu, con confianza en el
Altísimo, y oramos para que su Amor que está en nosotros obre y destruya todas esas emociones
negativas y nos permita saborear su inmensa bondad y descansar tranquilos en sus santos y paternales
brazos. Conviene pedirle que Él con su luz divina ilumine los rincones ocultos en donde están
encerrados esos recuerdos dolorosos, luego pedimos al Señor que Él reemplace con sus dones y
frutos todas las emociones negativas que habitan en la profundidad de nuestra mente y corazón.

Hay que recordar que la sanación es un proceso y no podemos pensar que la oración tiene un efecto
mágico, además debe estar acompañada siempre del perdón continuo de todas las personas que nos
causan daño, “Somos más sanados en la medida que perdonamos”, porque perdonar libera y limpia el
corazón, pero en dado caso que estos recuerdos dolorosos persistan causando daño o dolor hay que
descubrir bajo la luz del Espíritu Santo que está sucediendo.

A veces nuestro corazón parece de piedra, no podemos responder ante las necesidades de los otros,
aunque la razón nos diga que tenemos que hacerlo. El corazón herido, quebrantado, endurecido,
necesita y puede ser sanado, no basta sanar los malos recuerdos, hay que sanar el corazón duro y
endurecido.

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El proceso de sanar el corazón es diferente. El Espíritu Santo nos muestra cuando se trata de
sanación del corazón y no de los recuerdos pero para ello hay algunas señales de un corazón enfermo
como las siguientes:

1) Cuando la persona exige el perfeccionamiento de sí o de los demás casi instantáneamente,

exige lo imposible.

2) Cuando siente un miedo exagerado por el futuro, una sensación de soledad, una depresión
continua y mortal, tristezas, excesivas, etc.

3) Comúnmente hay una constante espera de crecimiento espiritual pero no viene porque el
corazón está enfermo. En un término más científico, corazón significa los centros volitivos
y afectivos del ser.

4) Cuando los deseos, direcciones y actitudes en este campo están centrados en cosas que
describe el Apóstol Santiago en su carta capítulo 4; 1-10.

Los autores bíblicos hablan con frecuencia del corazón que necesita salud y cambio. Ezequiel
11; 19-20, Salmo 51; 12, Isaías 61; 1. El corazón es el centro, allí mora el Señor, por eso
cuando el corazón queda sanado, toda nuestra personalidad queda sanada, por eso el Espíritu
Santo quiere darnos un corazón nuevo, un corazón de carne , un corazón limpio en lugar del
sucio y de piedra que muchas veces tenemos.

Una de las cosas que podemos notar en las personas cuando se dan las dos sanaciones: la de los
recuerdos y la del corazón aparece una nueva transparencia en la vida de la persona, hasta en
los ojos se le nota, dado que Jesús es la luz del mundo y hemos sido sanados por el Espíritu
Santo aparece una nueva luz y poder y otra señal clara de que hay salud es que la persona
puede recordar todo lo malo que le sucedió sin ningún disgusto y con una profunda paz, amor y
alegría.

La profundidad de nuestra sanación depende de cada persona ya que la relación de cada ser
humano con el Señor es única.

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Sólo me resta decirles que hay que guardar en el misterio de la sanación interior un gran
respeto por la dignidad de cada persona ya que es sagrada, cuidado con un celo excesivo y hay
que tomar en cuenta los siguientes aspectos:

1) Hay algunas personas que son demasiado cerradas como para perdonar o para
admitir el perdón, se necesita tiempo para que se abran al perdón.

2) Otras que necesitan sanación se niegan a buscarla, no apuremos las cosas, Dios no
quiere forzar a nadie tampoco nosotros lo hagamos.

3) Mientras no se llegue a descubrir lo que está sepultado en el subconsciente no se

logrará la sanación completa, como no es fácil lograrlo en algunos casos hay que
esperar pacientemente.

4) Algunos experimentan fuertes sentimientos negativos y no saben la causa, se sienten

entonces frustrados, hay que decirles que esperen y que a su debido tiempo
descubrirán las raíces y causas, el Señor tiene su hora para cada uno.

5) Uno experimentan una falta de fe y sufren, recordémosles que la fe es un don y hay

que pedirlo al Señor sin desanimarse.

6) Algunos se sienten rebajados cuando buscan la sanación, siempre creemos en ellos

un ambiente de seguridad y de igualdad; si permanece ese complejo se bloqueará
para recibir su sanación, todos somos siervos de DIOS.

7) Los que piden sanación mientras están en tratamiento médico que sigan con el.
Todos somos coadjutores de Dios que es quien sana.

8) Algunos experimentan la presencia del Espíritu Santo creen que van a conseguir la
plena sanación inmediatamente, ordinariamente el Señor obra progresivamente, está
es su pedagogía y debemos agradecer todo lo que el hace por nosotros.

9) Apersonas creen que ya están completamente sanadas y después comprueban que

no, no desanimarlas, alentarlas a no sentirse defraudas ya que el proceso de sanación
seguirá progresando; el que empezó la buena obra la terminará.

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10) Cuando descubrimos que el Señor se está sirviendo de nosotros para dar
La sanación, se establece una relación estrecha con nosotros que
Servimos de instrumentos para la sanación.
Finalmente hay que recordarles a las personadas sanadas que eviten las ocasiones que causan mucho
daño, pero principalmente el pecado en todas sus formas, que se fortalezcan con los sacramentos de
la Eucaristía y Reconciliación para que así encuentren el crecimiento espiritual que tanto anhelaban y
que no que no podían lograr con esas heridas para que ellos puedan ser testigos del Amor y
Misericordia de nuestro Dios; porque como dice el Padre Ignacio Larrañaga:

“Solo los sanados pueden sanar, sólo los perdonados pueden perdonar y sólo los liberados pueden
liberar”.

Dejemos pues que está frase llegue hasta lo más profundo de nuestra mente y corazón para poder
continuar la obra de salvación de nuestro Dios y Señor Todopoderoso.

¡GLORIA AL PADRE, GLORIA AL HIJO Y GLORIA AL ESPÍRITU SANTO AHORA Y POR

TODOS LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS.

AMÉN JESÚS Y MARÍA

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