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Líneas imaginarias

Dos otras novedades notorias son el cambio generacional implícito en el nuevo equipo
del Ejecutivo y la ausencia de figuras prominentes de algunos de los partidos más
establecidos, o incluso de la alta tecnocracia de pasados gobiernos. Esto viene
acompañado de la sensación de que la ideología está, y va a seguir, en un segundo

plano.

A pesar de que el cambio ha sido dramático, alguna gente no tiene muy claro si


estamos realmente ante un nuevo Ejecutivo, o ante el mismo, aunque muy modificado.
Algunos se han detenido a explorar la fisonomía legal del asunto, y para otros la cosa
de si es otro o el mismo es académica, en el sentido de que tiene poca importancia
práctica.
Los cambios de gobierno ocurridos son lo suficientemente marcados como para pensar
en otro Ejecutivo: un nuevo Presidente de la República, un gabinete muy distinto de los
anteriores, una relación mejorada con la mayoría FP del Congreso que se presta a
hablar de pactos, un deseo de tomar la iniciativa política en asuntos regionales y
políticos.
Dos otras novedades notorias son el cambio generacional implícito en el nuevo equipo
del Ejecutivo y la ausencia de figuras prominentes de algunos de los partidos más
establecidos, o incluso de la alta tecnocracia de pasados gobiernos. Esto viene
acompañado de la sensación de que la ideología está, y va a seguir, en un segundo
plano.
Además, Martín Vizcarra tiene la alta aprobación que caracteriza a los gobiernos
nuevos, y concita las expectativas que acompañan a esa aprobación. Todavía tiene que
cruzar por lo menos dos líneas imaginarias importantes: el voto de confianza del
Congreso el próximo dos de mayo, y los primeros 100 días de gobierno, que caen cerca
de las Fiestas Patrias.  
Por eso quizás, aun cuando Vizcarra está gobernando a full, hay en el aire una cierta
atmósfera de gobierno de transición, y con eso la idea de que el verídico gobierno, con
sus virtudes, defectos, fuerzas y problemas, va a ir apareciendo con el tiempo. En efecto
todavía podrían presentarse algunas decisiones complicadas de tomar por el camino.
Un balance proyectivo de hacia dónde va este clima de expectativas los dará el discurso
de César Villanueva ante el Congreso. Quizás allí se pueda percibir los alcances el
acercamiento con Fuerza Popular, la intensidad del regionalismo, algunas diferencias
con las ortodoxias del estilo económico del cual venimos. La votación que le siga será
elocuente.
Después de varios votos de confianza concedidos a desgano, el que se viene
probablemente tenga toda la fisonomía de un acuerdo, trazado sobre otra línea
imaginaria.

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