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Pretendo en las líneas que siguen exponer de manera clara un conflicto que
yace en las tripas de la realidad y del cual es urgente hacernos cargo. Su
evidencia está en todas partes, y quien pretenda no verlo, está cometiendo un
delito, intelectual, metafísico. Lo que se escribirá aquí pretende ser sólo una
ordenación de ideas, una exposición de líneas que se entrecruzan, pero que
tras ellas dilucidamos un horizonte vacío. En el seno mismo de lo que
entendemos por política, vemos su desrealización y al mundo en decadencia.
“3: Cada cuerpo está afectado por su forma-de-vida como por un clinamen, una
inclinación, una atracción, un gusto. Aquello hacia lo que tiende un cuerpo
tiende asimismo hacia él. Esto vale sucesivamente para cada nueva situación.
Todas las inclinaciones son recíprocas” (Tiqqun, Introducción a la guerra civil,
p.9, 2008.)
Cada quien asume e identifica su forma de vida, lo que hace en el mundo, qué
frecuenta, con quienes se nutre, en qué grados participa en la sociedad. Las
formas de vida se arraigan en la singularidad de quien la despliega:
efectivamente es el tono, es el cómo del- estar en situación de cada individuo
en el entorno y con el resto.
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A lo largo del trabajo iré intercalando los géneros de los predicados, con motivo de no hablar
sólo de Hombres.
bien el cómo los espíritus subordinan la libertad del individuo y que éste está
siempre en propensión de rebelarse, según él, desde el ego. Pero aquí
estamos lejos de reivindicar un estudio egoísta de la guerra civil. Es más bien
comunitario.
Crisis de la presencia
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Nuestro padre de la modernidad siempre tuvo en mente el paradigma matemático, ya que
contempla principios infalibles, indubitables, certeros y evidentes. El error consistió
sencillamente, aunque lo niegue, en cientifizar el mundo cuando la evidencia nos dice que es
imposible.
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Es importante también mencionar que la civilización y su perspectiva epistemológica ignoró
muchos saberes propios de América Latina e incluso, disciplinas místicas y alternativas.
“5. Glosa: “Mi” forma-de-vida no se relaciona con lo que soy, sino con cómo soy
lo que soy; dicho de otra manera: entre un ser y sus “cualidades” está el
abismo de su presencia, la experiencia singular que yo hago de él, en
determinado momento y en determinado lugar. Para mayor desgracia del
Imperio, la forma-de-vida que anima a un cuerpo no está contenida en ninguno
de sus predicados —grande, blanco, loco, rico, pobre, carpintero, arrogante,
mujer o francés—, sino en el cómo singular de su presencia, en el irreductible
acontecimiento de su estar-en-situación.” (Tiqqun, Introducción a la guerra
civil, p.12, 2008)
Esto quiere decir que lo que està en crisis es el còmo somos lo que somos.
¿No sentimos en nuestro actuar el vacío, el simulacro, la sensación que la vida
de las demás es más interesante y que nos perdemos de algo? ¿Dónde esta
nuestra autenticidad, nuestro verdadero “yo”?. Es como una búsqueda sin
luces en un abismo que se abre: constante caída, nada a donde llegar. El
capitalismo reproduce y conduce nuestros deseos, se impregna en nuestros
cuerpos. Si la crisis de la presencia se patentiza en la realidad es precisamente
porque sentimos que algo se nos escapa: el tiempo. Vivir para trabajar, trabajar
para vivir, establecer plazos, metas, planes, vivir en cuotas.. Nuestra presencia
problemática es síntoma de la sociedad del espectáculo4 y de todas las
maneras en que el imperio5 y la autoridad agrieta nuestros cuerpos. Cada vez
que se sufre angustia o que sentimos el exilio de este mundo, reafirmamos esta
crisis. Incluso los liberales y aquellos que sostienen el normal funcionamiento
de esta sociedad podrida la sufren: su más lamentable mérito es ignorarla.
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Acudiendo a Debord, usaremos este sintagma para referirnos al establecimiento del
capitalismo más allá de la mercancía. Aludimos a la sociedad como representación e imagen, y
al sujeto como espectador pasivo.
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El Imperio en Tiqqun se entiende en relación a la hostilidad. El imperio no es algo que se nos
presenta frente a nosotras. El imperio es donde no sucede nada, donde reina la situación
normal, donde no hay sentido. Es la hostilidad universal, el obstáculo de la comunidad..
nuestra disposición. La experiencia metafísica significa que cada situación en
que nos encontramos tiene peso, importancia y sentido: se inscribe dentro de
aquella tela invisible que registra nuestra vida: trascendencia. En segundo
lugar, la mandibulaciòn platónica hace referencia, de la mano de Nietzsche y
Heidegger, a la desrealizaciòn del mundo: “…negación de la metafísica, es
decir, de que para el hombre la trascendencia es la causa eficiente de la
inmanencia, o en otros términos, de que el mundo, para él, hace sentido, lo
suprasensible apareciendo en lo sensible” (Tiqqun, ¿Qué es la metafísica
crítica?, p3). Es la negación de este mundo, el olvido del Ser y la diferencia
ontológica.
El Bloom
¿Qué es esta nada? ¿Es la misma imagen del espectáculo? ¿Es el noumeno
kantiano incognoscible? Nos encontramos ante una sutileza. Cuando Tiqqun
nos dice que el espectáculo tiene ante sí su propia imagen vacía, de nada, se
refiere a que hay una disminución de Ser nunca deseable. Cuando nos
referimos a que el Bloom tiene una inclinación hacia la ausencia, la nada,
significa que desea nada de todo esto: es un deseo que se desenvuelve por los
bordes de la esfera que el capital nos ofrece para desear, fuera de sus
dispositivos, fuera de su control.
Aquél cuerpo que desea la nada, que su voluntad tiene por objeto la misma,
presenta ser una especie de nihilista activo, tal como lo entendía Nietzche.
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Deleuze afirmaba que la tarea de la literatura es aportar a la creación del pueblo que falta.
Precisamente porque en la literatura se “crea vida” a través de los personajes. La fuerza de la
literatura es tal, que deviene fuerza política, y no es poco plausible considerar esta disciplina
para proponernos crear aquello que falta: el pueblo.
tela de juicio todo el entramado que ha significado la civilización autoritaria: allì
se redefinen o se abolen conceptos tales como ciudadanía, estado, democracia
o representación. El tiempo de la revuelta responde a un cierto Kairos opuesto
al Cronos: es un tiempo indeterminado, salvaje y libre, en oposición al tiempo
reglado, cuantificado y establecido del imperio.
Pierre Clastres nos ofrece una perspectiva lùcida respecto a la guerra. En sus
estudios etnográficos nos explica que la sociedad primitiva es sociedad-para-la-
guerra. Es su ontología. Al ser asì, la guerra se entiende por exclusión al
Estado: ambos no pueden existir al mismo tiempo. Para Clastres, la guerra es
la manera que tenían las primitivas de mantener la dispersión y ejercer la
fuerza centrífuga contra la fuerza centrípeta del Estado. Estado que
homogeniza, totaliza y asesina para evitar la guerra8. Es interesante acudir a
este antropólogo para constatar que la aparición del Estado es un mero
accidente y que su edificación se sostiene en principios nihilistas: seguridad,
paternalismo, orden y disposición.
“En cualquier caso, está excluido que la guerra produzca un Estado, o que el
Estado sea el resultado de una guerra como consecuencia de la cual los
vencedores impondrían una nueva ley a los vencidos, puesto que la
organización de la máquina de guerra está dirigida contra la forma-Estado,
actual o virtual. El Estado no se explica mejor por el resultado de una guerra
que por la progresión de fuerzas económicas o políticas. De ahí que Clastres
establezca el corte: entre sociedades contra-Estado, llamadas primitivas, y
sociedades-con-Estado, llamadas monstruosas, en las que es imposible saber
cómo han podido formarse” (Ferrer, pág. 171)
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Aquí menciono la gama de” enemigos” presentes en Tiqqun, los cuales se entrelazan, pero
mantienen diferencias entre sí.
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Hoy somos capaces de constatar que específicamente el Estado, en su afán fundacional de
evitar la guerra, lo que ha hecho no es aniquilarla, si no que alimentarla por otros medios,
direccionarla hacia otros lados y gestionarla de manera conveniente.
Tiqqun nos recuerda, a la luz también de las lecturas de Clastres, que aquello
que configura y està en el mundo es la guerra: cada quien decide en què
medida participa de ella. Es necesario ver su aparición en distintos momentos
de la historia(sea civil, estatal, mundial, religiosa, etc..). El ciudadano del
imperio 9, decide ignorarla y resguardarse en el confort del Estado. El Bloom
puede politizar su desnudez, afiliarse en el curso de la guerra y llevarla hasta
su extremo. Aquì es donde queremos nutrir la reflexión.
9 Ciudadano significa ciudadano del imperio (hostilidad universal, vida sin forma). Cuerpo
agrietado y configurado como policía, enemigo de la guerra.
de llevar hasta las últimas consecuencias lo que se está llevando a la práctica.
Algunos podrían acusar cobardía por no mostrar la identidad, pero más cierto
es que este repliegue consigue un horizonte confrontacional mucho más amplio
que si se hiciera en nombre de alguien o de muchos bajo una autoría e
identidad fija. Aquí se lleva al ego a donde no moleste, para hablar ya no en
nombre del yo, si no que de nosotras y de nadie: amplio, dinámico, consistente.
Guerra civil por que las fuerzas en conflicto no se enfrentan como fuerzas de
Estado en igualdad de condiciones. La guerra civil es casera y asimétrica, con
movimientos y disposiciones diferentes. Civil, porque nos enfrentamos en el
campo de batalla, que es civilizado, y que nos recuerda, aunque pretendamos
desertarla, nuestra condición ciudadana.
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Al identificar el ego como enemigo, marcamos distancia con la filosofía de Max Stirner.
Además, al ser sostén de las conductas patriarcales, reivindicamos la “deconstrucción” desde
la histórica línea del feminismo, y no tanto de Derrida. La deconstrucción como ejercicio
individual y colectivo de eliminar todo lo que representa autoridad en nuestro actuar, como
praxis, como constante crítica, como ética de la libertad.
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Pensemos en que los últimos años los estallidos sociales se han producido por
acontecimientos y demandas puntuales. A partir de ahí se ha tratado de expandir su carácter
clasista pero no se ha logrado. Por ejemplo, en la lucha anticarcelaria o antiglobalización, no
vemos a nuestra clase en conflicto como nos gustaría.
físico. Pero el sintagma parece mantener la creencia aún de la vida en
sociedad.
¿Y la guerra antisocial, que reivindican los del ala más individualista? Aquí la
noción va contra lo social, por lo cual nos da la idea de que se niega cualquier
pretensión de establecernos en sociedad o sus formas. La guerra civil parece
ser en ciertos momentos antisocial, ya que de raíz objetiva a la sociedad como
uno de los leviatanes a los que se enfrenta. Es así como parece ser que se
abraza una idea más comunitaria del conflicto, pero esto no queda del todo
claro, ya que en la práctica misma, quienes reivindican lo antisocial, suelen ser
en su mayoría egoístas stirnerianos que en su impotencia contra el entorno, se
cobijan en su “ego” como la única realidad que merece ser reivindicada.
Así, en verdad, la distinción poco y nada importa. Pero parece ser que, para
efectos y claridad del ensayo, tiene más sentido reivindicar la guerra civil desde
Tiqqun, por su carácter necesariamente comunitario y antisocial, en el sentido
de atacar esta esfera que aglutina la indiferencia y en la cual las formas de vida
no logran conjugarse: en lo antisocial se mantiene la estrategia de dispersión, y
en lo comunitario, la necesidad de los otros, pero no de todos ni de cualquiera.
Reflexiones Finales.
Se podría concluir que se apuesta por la fuga más que la lucha. Irnos de las
metrópolis y formar comunidades autogestionadas. Pero el imperio no tiene
afuera, seguiríamos respirando lo mismo incluso en la naturaleza bruta,
sublime y libre.
En ese sentido, hacer la guerra es la alternativa plausible que les queda a las
resentidas, los blooms, las disidencias y los explotados. Seres para la guerra,
que deberán entender las estrategias, configurar otras nuevas, leer las
situaciones. La pregunta que sólo queda hacerse: ¿hasta cuándo?.
Trabajos citados
Nietzsche, F. (1985). La gaya ciencia. (M. Ávila., Ed.)