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PARA LIDIAR CON CISNES NEGROS

Nassim Nicholas Taleb, un corredor de los mercados financieros que se hizo


multimillonario apostándole a que los mercados caen con mucha fuerza cuando ocurren
eventos disruptivos inesperados, ha popularizado el concepto y el análisis de los eventos
que tienen un gran impacto negativo o positivo y que son difícilmente predecibles o no son
previsibles (cisnes negros). Ejemplos de cisnes negros positivos son, por ejemplo, el
descubrimiento de la penicilina o el computador personal. Ejemplos de los negativos son el
sida o el 11 de septiembre del 2001.

Por: RUDOLF HOMMES

17 de abril 2009

Taleb dice que vivimos en un mundo que no comprendemos y que tratamos de convertir el
poco conocimiento que tenemos en herramientas para tomar decisiones. Para él, es mucho
más interesante utilizar la falta de información, el entendimiento insuficiente y la ausencia
de conocimiento en decisiones correctas para evitar que los acontecimientos nos sorprendan
con los pantalones abajo. Para quienes estén interesados en el tema, Taleb escribió un libro
muy aclamado (El cisne negro: el impacto de lo altamente improbable, Paidós Ibérica,
2008).

Ahora, a raíz de la actual debacle financiera, que ha sido un cisne negro para la mayoría de
nosotros, Taleb se ha dedicado a analizar qué se puede hacer para que estos eventos
negativos no produzcan tanto daño. Sobre este tema publicó en el Financial Time (8 de
abril del 2008) diez principios, que se resumen a continuación.

El primer principio es procurar que lo que es frágil se rompa cuando todavía es pequeño y
no produce mucho daño. En la economía mundial ha ocurrido lo contrario. El sistema
financiero se volvió mucho más complejo y más vulnerable a medida que crecía
desaforadamente. El segundo principio es no socializar pérdidas y privatizar ganancias. Si
no se sigue este precepto, se combina lo peor del capitalismo y el socialismo. Si hay que
rescatar bancos, el precio es nacionalizarlos. Otro precepto es no dejar que los que venían
manejando un bus escolar con los ojos vendados sigan haciéndolo después del estrellón. El
establecimiento financiero que creó la actual catástrofe no está equipado para concebir y
mucho menos aplicar una solución. El cuarto principio consiste en no permitir que alguien
cuya remuneración incluya un bono por resultados maneje una plata nuclear o los riesgos
financieros de terceros. Va a ahorrar hasta lo imposible en medidas de seguridad para
mostrar utilidades y posar de haber sido prudente con los gastos (hasta que la cosa
explote).
El quinto precepto radica en contraponerle simplicidad a la complejidad: la globalización y
la interconexión de los mercados financieros han hecho que el sistema sea muy complejo.
Por ese motivo, los instrumentos financieros deberían ser simples y fáciles de comprender.
En sexto lugar está el de no darles a los niños cartuchos de dinamita para que jueguen con
ellos. Por ese motivo, hay que prohibir los derivados financieros complejos. El séptimo
principio es evitar a toda costa que los gobiernos tengan que “restablecer la confianza”.
Solamente las ‘pirámides’ deberían ser afectadas por los rumores; el resto de la economía
debería ser inmune o indiferente a ellos.

El principio número ocho es no darle a un adicto más droga cuando está experimentando el
síndrome de abstinencia. Otorgar más crédito para curar los males de un exceso de crédito
no es la solución. Lo que necesitan el paciente y el sistema es rehabilitación. El número
nueve se refiere a que la gente no les puede confiar su pensión a “expertos”. El mercado
financiero no es un lugar adecuado para guardar valor.

Por último, Taleb recomienda que con los huevos rotos se haga una tortilla, o sea que se
utilicen los pedazos para construir algo distinto y positivo: convertir la deuda en capital,
proscribir las transacciones financieras excesivamente apalancadas, revisar los sistemas de
compensación y poner a los banqueros, a los gurús de las escuelas de negocios y a los
economistas en su sitio

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