Está en la página 1de 6

El periodo clásico de la PD

Durante el denominado Periodo Clásico, la PD se consolida como disciplina


científica, con unos objetivos perfectamente distinguibles de otras áreas de la
Psicología.

Cuestiones metodológicas
Análisis de respuestas y desarrollo del paradigma R-R
El paradigma experimental, E-R, no permitía abordar el objeto de estudio de la PD,
que se vio abocada al desarrollo de un paradigma completamente distinto basado en
el análisis de la relación entre respuestas, o paradigma correlacional (R-R),
característico de la PD clásica, regido por el análisis descriptivo de las
diferencias individuales existentes en las respuestas ante una situación dada, en
contexto naturales, así como por las relaciones existentes entre las respuestas
observadas.

El estudio de las diferencias individuales en el seno de la PD clásica se limitó,


en buena medida, a la búsqueda de relaciones de interdependencia o concomitancia
entre las variables utilizadas, alejándola de toda posibilidad de experimentación y
del establecimiento de relaciones causales.

Censo psicológico y principios cuantificables


El análisis de la distribución de las características psicológicas en la población
forma parte del primer acercamiento al análisis de la variabilidad interindividual,
y está asociado a la utilización de lo que Danzinger denomina el censo psicológico.

El estudio clásico de las diferencias individuales vendrá siempre dado por la


referencia del individuo a su población de pertenencia presentando un carácter
marcadamente normativo. Esto implica conocer aquellos parámetros centrales y de
dispersión de la población, entre otros, necesarios para que los individuos sean
clasificados y ordenados cuantitativamente en relación con las dimensiones
consideradas.

Esta información permite:

Estimar la posición relativa de cualquier individuo en una característica


determinada con respecto a su población de pertenencia, en general.
Comparar a los individuos entre sí, en particular, analizando las diferencias
individuales existentes entre ellos.
La individualidad se concibe como una constelación de características personales
definidas, siempre, en función de las características globales de la población, y
desde este punto de vista, la PD clásica presenta un acercamiento nomotético.

Vinculado a este carácter normativo, la PD se nos muestra como una disciplina


basada en principios marcadamente cuantitativos.

El desarrollo y aplicación de las técnicas multivariadas

Para cumplir con sus objetivos, la PD clásica creció de la mano de los desarrollo
de una metodología multivariada, cada vez más potente y sofisticada, que pretendía
ajustarse a los mismos, así como de la creación de un bagaje inagotable de técnicas
psicométricas.

Las técnicas multivariadas permiten simplificar y sistematizar el cúmulo de datos


obtenidos, así como determinar las unidades de diferenciación básicas cuya
existencia se postula.

Tras las aportaciones iniciales de Spearman, el periodo clásico de la PD coincide


con la introducción de la técnica del Análisis Factorial en la historia de la
disciplina, dado que el desarrollo de las técnicas de la correlación y el Análisis
Factorial han configurado el eje en el que la PD se ha articulado
metodológicamente.

Cuestiones conceptuales y teóricas


Modelos factoriales de rasgos: dimensiones y estructuras
El primer objetivo de la PD clásica fue encontrar sus unidades básicas de análisis,
aquellas que permitieran comparar a los individuos dando respuesta a preguntas
tales como ¿cuáles y cuántas son las características fundamentales en las que las
personas difieren? ¿Cómo se estructuran? etc. Estas unidades debían ser
representativas de toda la especie humana y este elevado grado de universalidad
estaría fundamentado en un origen genético y un sustrato biológico.

Para el logro de este objetivo los investigadores diferencialistas utilizaron


básicamente el análisis factorial dando lugar a los denominados modelos
psicométricos o estructurales, tanto de la inteligencia como de la personalidad. La
finalidad de estos modelos es la de obtener, a partir de las correlaciones de las
puntuaciones de los sujetos en los tests elaborados a tal efecto, información
suficiente para:

Determinar cuántas y cuáles son las dimensiones o unidades básicas para el estudio
de las diferencias individuales.
Establecer el tipo de estructura, la forma y organización que las dimensiones
constituyen.
Una vez obtenidas las relaciones existentes entre las respuestas recogidas,
técnicas como el análisis factorial permiten abordar la cuestión de si estas
relaciones están producidas por una serie de factores latentes, no observables, que
se corresponderían con sus unidades fundamentales: los rasgos.

Carácter aplicado del estudio de las diferencias individuales


Desde el mismo origen del estudio de las diferencias individuales, los logros
alcanzados han mostrado un enfoque muy lejano a las cuestiones analizadas en los
laboratorios experimentales, y muy próximo, sin embargo, a los intereses y
necesidades sociales.

En función de sus objetivos la psicología mostró, así, una bifurcación clara: una
psicología académica de tipo generalista y experimental, denominada básica y una
psicología aplicada, vinculada a la profesionalización de la disciplina
psicológica.

Una de las principales contribuciones de la PD clásica a los profesionales de la


Psicología será impulsar la construcción de una extensa gama de instrumentos de
evaluación, o tests, desarrollados con la finalidad de discriminar y diferenciar a
los seres humanos en cualquier área psicológica socialmente relevante.

Las categorías en las que los individuos han sido tradicionalmente diferenciados no
son, por lo general, socialmente neutras, sino que comportan un componente de
relevancia e interés social importante.

Por último, cabe destacar que en el periodo clásico de la PD se produce la


publicación de los primeros manuales clásicos de la disciplina.

El enfoque clásico de la investigación en PD se caracteriza por los siguientes


aspectos:

Selección de muestras ampliar y heterogéneas.


Observación y evaluación de la variabilidad de respuestas que distintos individuos
dan ante unas mismas condiciones estimulares en contextos próximos a la ocurrencia
real.
Metodología multivariada, principalmente análisis factorial, determinando las
unidades o dimensiones significativas de diferenciación psicológica entre
individuos (rasgos).
Perspectiva internalista, fundamentada en disposiciones personales consistentes de
carácter hereditario y base fisiológica (carácter universal)
Elaboración de modelos psicométricos de rasgos que estudian la estructura de
constructos importantes como la inteligencia o la personalidad.
Claro potencial predictivo en áreas aplicadas.
Crisis de la PD clásica y nuevos planteamientos
El periodo clásico del estudio de las diferencias individuales presentaba
determinados sesgos y deficiencias, y la suficiencia y fundamentación teórica
derivada de la investigación diferencial clásica fue cuestionada desde distintos
frentes. Dos factores:

El cuestionamiento que atravesó la metodología correlacional y factorialista.


La separación definitiva y necesaria de otros ámbitos disciplinares relacionados,
como la psicometría y los tests mentales.
Las principales objeciones y críticas han sido las siguientes.

Reduccionismo simplista de la PD clásica:

Simplicidad de objetivos.
Reduccionismo metodológico: según Tyler (1965) los métodos tradicionales se pueden
resumir en:
Medición de un rasgo.
Asignación del individuo.
Estudio de la significación de cada rasgo.
Búsqueda del origen de las diferencias aparecidas.
Críticas a las técnicas del análisis factorial
El uso intensivo del análisis factorial derivó en la elaboración de una gran
variedad de modelos teóricos, muy diferentes entre sí. La falta de acuerdo sobre la
naturaleza de los factores identificados en los distintos modelos trajo consigo una
crisis en la investigación diferencialista que se manifestó especialmente en el
área de la inteligencia.

Para Pueyo habría dos aspectos con respecto a problemas derivados de técnicas
factoriales:

Críticas metodológicas sobre las bases matemáticas y las presuposiciones de


aplicación del Análisis Factorial, agrupadas en cinco observaciones:
La utilización de muestras no siempre lo suficientemente amplias ni
representativas.
Combinación diferencial de factores: mismas puntuaciones utilizando capacidades
distintas.
Subjetividad de la técnica.
Circularidad: la naturaleza de los factores se define a partir de las mismas
características que los constituyen.
No sirve para verificar hipótesis causales.
Separación entre los estudios factoriales sobre las capacidades cognitivas de los
estudios experimentales sobre las mismas.
Entre las décadas 50 y 60 se sustituyeron los procedimientos desarrollados por
Thurstone por algoritmos matriciales que permitían la realización de una rotación,
tanto ortogonal como oblicua, de mayor precisión y menor subjetividad, Análisis
Factorial Exploratorio (el clásico).

Jöreskog y Sörbom desarrollaron el Análisis Factorial Confirmatorio derivado de los


métodos de ajuste de máxima verosimilitud. Este tipo de análisis tiene mayor
potencial explicativo en la medida en que permite comprobar si un conjunto de datos
determinado se ajusta convenientemente a un modelo teórico previo postulado.

Estructuras estáticas vs procesos dinámicos


Dada su procedencia metodológica, las estructuras generadas a partir del análisis
factorial en los modelos psicométricos de rasgos fueron también cuestionadas desde
distintos frentes, intra y extradisciplinares por su carácter marcadamente
descriptivo, clasificatorio y escasamente explicativo de la conducta y de la
naturaleza de las diferencias individuales.

A partir de un modelo estructural estático se pueden describir las características


o rasgos que definen a las personas y situarlas con referencia a su población, pero
no se puede explicar el porqué de dichas características ni el cómo de su
funcionamiento.

Sus objetivos podrían ampliarse al ámbito de estudio de las diferencias


individuales en aquellos procesos psicológicos subyacentes a las estructuras.

Estos procesos representarían la vertiente dinámica y funcional de las estructuras


previamente analizadas.

Del personalismo al interaccionismo


El periodo clásico de la investigación en diferencias individuales se caracterizaba
por una concepción personalista e interaccionista de las mismas. Por tanto, la
persona era más relevante que la situación en la manifestación de la conducta, tal
y como se deriva de los postulados principales de los modelos de rasgos.

El concepto clásico de rasgo atravesó por una profunda crisis, en la que jugaron un
gran papel los planteamientos y críticas del situacionismo (1968, Mischel), que
cuestionó:

La importancia de los rasgos frente al valor de los estímulos situacionales como


determinantes de la conducta.
Su pretendida consistencia, y por tanto, el valor predictivo de este tipo de
constructos personales y su interés como objeto de estudio para la Psicología.
Lo extremo de las conclusiones de Mischel fue también muy criticado, dando lugar a
un debate que concluyó con el desarrollo de un modelo integrador: el
interaccionismo. Este modelo plantea que la conducta está determinada:

En parte por los factores personales o rasgos.


En parte por las características situacionales.
Fundamentalmente, por la interacción entre las características que presenta el
individuo y las características de la situación en donde éste actúa.
Los modelos interaccionistas asumen, básicamente, que la interacción entre la
persona y la situación es la unidad básica de análisis en la predicción de la
conducta.

Consistencia, estabilidad y coherencia de la conducta


La definición de rasgo ha contemplado, desde sus planteamientos iniciales, la
noción de estabilidad del comportamiento seguida de la de consistencia de la
conducta:
La estabilidad temporal de la conducta hace referencia a la regularidad de la misma
a lo largo de un periodo significativo de tiempo. Cabe distinguir lo que son
variaciones temporales del comportamiento, producto de situaciones y momentos
transitorios, de los rasgos habituales que definen a una persona.
La consistencia transituacional hace referencia al hecho de que comportamientos
similares se produzcan, no sólo en una única situación específica, sino también en
distinto tipo de situaciones.
Los conceptos de consistencia y estabilidad son centrales en el estudio de las
diferencias individuales y la definición de rasgo:

Para detectar características distintivas en cada individuo, han de buscarse


diferencias consistentes y estables entre los individuos.
Para demostrar estabilidad y permanencia se requiere evidencia de consistencia y
estabilidad intraindividuales.
Para explicar la conducta individual como fruto de alguna disposición interna, es
esencial probar que ésta modela la conducta de forma consistente y estable.
La coherencia en el comportamiento supone que las personas presentan conductas
similares ante situaciones percibidas intraindividualmente como equivalentes. La
similaridad conductual se entiende como la equivalencia funcional que el individuo
establece entre sus respuestas para la obtención de sus propósitos, lo que no
implica conductas idénticas.

Nivel de generalidad de los postulados diferencialistas

En un principio, las características de la PD establecieron una vía de conexión


necesaria entre lo puramente nomotético, representado por las leyes postuladas por
una Psicología General, y lo puramente idiográfico, es decir, el estudio de la
personalidad única e irrepetible del individuo defendida por Allport (1937). La
investigación en PD respondería a un acercamiento nomotético pero con pretensiones
de generalización menores que la Psicología General.

Hasta el momento, muy pocas dimensiones parecen cumplir con aquellos requisitos que
les permitan ser consideradas categorías universalmente significativas, o lugares
de clasificación compartidos por todos los seres humanos y presentes en todos los
modelos de rasgos. Esto se hace especialmente evidente en el área de la
personalidad; tan sólo dos dimensiones de la personalidad, Extraversión y
Neuroticismo, son comunes a prácticamente todas las taxonomías de rasgos clásicas.

Dos criterios principales se esgrimen para defender un cierto grado de


universalidad en algunas de estas dimensiones, uno de carácter organicista y otro
de carácter social:

El origen constitucional y genético defendido por los modelos factoriales


biológicos del temperamento, como en el caso de las dimensiones Extraversión y
Neuroticismo.
La afirmación de que para todo lo que existe hay una palabra que lo nomina,
hipótesis que ha dado lugar a los modelos factoriales- léxicos.
La PD debe ser capaz no de estudiar al individuo y a la situación, sino al
individuo en situación , y ello implicará, necesariamente, un menor nivel de
generalización de los resultados de nuestros diseños.

La orientación más consolidada en la investigación de las diferencias individuales,


es, siguiendo a Pueyo, la de una disciplina que tiene como objetivo último, de
carácter idiográfico, el conocimiento del individuo, valiéndose, para alcanzarlo,
de medios nomotéticos que pretenden atrapar las leyes básicas de la diferenciación
individual.

Perspectivas actuales en el estudio científico de las diferencias individuales


El término que mejor define y resume el estudio científico de las diferencias
individuales es el de integración. El interés por la integración viene dado por
tres vías fundamentales.

La integración de objetivos y métodos de investigación


Probablemente, la crítica más importante resida en la imposibilidad de que el solo
recurso a las técnicas correlacionales, dentro de un paradigma metodológico R-R,
posibilite el estudio de relaciones funcionales entre los fenómenos, y, en
consecuencia, el nivel explicativo que la ciencia persigue.

Reuchlin habla de un primer estadio correspondiente al desarrollo de una labor


taxonómica indispensable, de carácter descriptivo y clasificatorio, que orden el
espacio de los fenómenos objeto de estudio, y un segundo estadio correspondiente al
estudio de los procesos y la elaboración de modelos explicativos como objetivo
fundamental para el desarrollo de una auténtica ciencia de las diferencias
individuales psicológicas.

La integración de constructos bajo una perspectiva holística


Para Lubinski (2000), la panorámica general de las diferencias individuales se
amplía y enriquece enormemente cuando las variables consideradas son tenidas en
cuenta bajo constelaciones o sistemas de diferencias individuales relevantes,
abogando, por tanto, por una aproximación más holística.

A este cambio ha contribuido notablemente la Teoría General de Sistemas de


Bertalanffy (1901-1972), para quien los seres vivos pertenecen a un tipo de
sistemas denominado sistemas abiertos que, a diferencia de los cerrados, comportan
intercambios materiales y energéticos con su entorno. Este tipo de sistema comporta
cuatro elementos:

Objetos: partes o elementos (subsistemas).


Atributos: cualidades o propiedades de los objetos y de los sistemas.
Relaciones: los elementos provocan efectos mutuos.
Ambiente: los sistemas se encuentran afectados por sus entornos.
En el caso de la PD, los objetos y atributos se corresponderían con las dimensiones
y características asociadas a las mismas y a las estructuras o niveles que
configuran, mientras que las relaciones entre ellos y con el ambiente nos hablarían
del estudio de los procesos.

La Teoría multifactorial-sistémica está fundamentada, por un lado, en la Teoría


General de Sistemas de Bertalanffy, estableciendo una interpretación dinámica de la
naturaleza y, dentro de ella, del comportamiento humano bajo una organización de
sistemas y subsistemas permanentemente interconectados en donde son contemplados
aspectos cognitivos, motivacionales y afectivos.

La integración disciplinar
En este impulso renovado que caracteriza actualmente a la PD se conjuga, además de
los avances tecnológicos, un fenómeno contrario a la desintegración de áreas de
conocimiento.

Según Sternberg (2001), lo tres malos hábitos de la Psicología en general son:

El apoyo casi exclusivo en un solo tipo de metodología en las investigaciones, en


vez del uso convergente de métodos para el estudio de los fenómenos psicológicos.
La excesiva división de subdisciplinas o áreas psicológicas, en vez de estudiar los
fenómenos globalmente para tener una visión menos parcelada.
La adherencia a un paradigma de investigación único, lo que empobrece la visión
obtenida y dificulta la comunicación entre “escuelas”.
Para finalizar, Lubinski también hace referencia al concepto de unificación del
conocimiento bajo el término Consilience utilizado por Wilson (1998); esta
unificación puede extenderse no sólo a las disciplinas psicológicas sino a la
integración de éstas con otras ciencias en busca de una mayor comprensión de la
realidad.

También podría gustarte