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Influencia de la obra de Kant:

Podemos trazar acerca de las influencias ejercidas por Kant en ciertos ámbitos de la teoría y
de la práctica pedagógica. Estas influencias son perceptibles, en base a una clasificación en
especialidades profesionales en los sectores de educación básica, educación familiar,
educación escolar, educación universitaria y superior, educación general de adultos y
andrología, contextualizadas en las sucesivas etapas de la historia alemana y europea.
Obviamente, las influencias pedagógicas de Kant están enmarcadas en el contexto de su
Significación como fundador del idealismo alemán (desde el punto de vista de la historia de
la filosofía), como figura crítica rectora de la ilustración alemana de cariz prusiano del siglo
XVIII (desde el punto de vista de la historia espiritual) y como intelectual europeo de validez
universal (desde el punto de vista de la historia de la formación y de la cultura). Sin entrar a
plantear aquí la cuestión de qué contemporáneos, etapas históricas o siglos han interpretado
correctamente a Kant, las repercusiones de las ideas pedagógicas de Kant pueden ser
abordadas desde una doble perspectiva, por una parte, como consecuencia de una
connotación positiva y, por otra, por imputación de una influencia negativa.
Como no existen, en particular, pruebas empíricas globales de los citados dominios de teoría
Y praxis, nos remitiremos a algunas expresiones emblemáticas.
Desde el punto de vista de la historia de la formación, Kant está considerado como un
exponente válido de la Ilustración y aparece, por ejemplo, en todos los manuales alemanes
sobre el tema como punto de partida de una Ilustración concebida en un sentido
internacional. En especial, su respuesta a la pregunta de qué es la Ilustración- en concreto,
que cada ser humano había de encontrar el coraje para servirse de su propio entendimiento,
siempre contrapuesto a la cobardía y a la pereza- circunscribe el horizonte de la Ilustración,
incluso en la Alemania unificada.
El significado del concepto de persona tiene una historia filosófica, jurídica y teológica.
Desde Kant, el término 'persona' sirve, además, para designar, en todos los niveles de la
cultura general alemana, que todo ser humano es "un fin en sí mismo", es decir, una realidad
por derecho propio y con una dignidad específica, con independencia de su clase, ideología,
religión, raza o nación, y del grado de impedimentos con que se encuentre desde el comienzo
de su existencia.
Junto a Rousseau, Shaftesbury y Leibniz, se responsabiliza a Kant de que los planes de
enseñanza y formación europeos de esos siglos hayan asumido la "advertencia" de "dejar
desplegarse libremente las disposiciones y fuerzas durmientes en el ser humano, considerar a
éste no como un medio sino como un fin en sí mismo y creer en su espontaneidad"18.
La ética del deber de Kant ha sido considerada por los filósofos en términos controvertidos.
Con todo, en las manifestaciones pedagógicas de Kant, en aquellas quizá en que sitúa él la
idea del deber junto a la filantropía y a la orientación del educando frente al egoísmo
consumista y a la alienación nacionalista, resulta fructífera la perspectiva educativa global. El
imperativo categórico de Kant, en virtud del cual todos los seres humanos están obligados a
obrar de modo que las máximas de su acción pudieran devenir obligatorias para todos los
seres humanos, contiene explícitamente la referencia a la humanidad transformadora del
mundo e igualadora de todos los seres humanos. Los intérpretes actuales de Kant se
asombran de la forma en que, a la muerte de éste, evolucionó la correspondiente influencia
de la ética del deber en los siglos XIX y XX. De entonces acá se ha verificado, por una parte,
una reconstrucción del genuino Kant y, por otra, se ha esclarecido cada vez más la increíble
interpretación errónea de una perspectiva formalista y nacionalista. Así, por ejemplo, Edward
Spranger, eminente pedagogo alemán durante la época de Weimar y durante la primera etapa
de la historia cultural de la República Federal, efectuó una reconstrucción positiva de la idea
kantiana de deber desde una perspectiva pedagógica sustantiva, entroncando con una
tradición espiritual de Prusia reconocible remontándose a Federico II. Este cumplió su deber
para con su tiempo, y esperaba lo mismo de la posteridad. Spranger no es capaz de imaginar,
en términos pedagógicos, la apuesta por el bien común universal contra el egoísmo, contra
todo tipo de pasiones y otros factores negativos sin recurrir a la idea de deber, criticando
incluso a Humboldt.
Otra valoración positiva de Kant se materializó en el sector de la pedagogía práctica y teórica
para la paz, que tuvo como estímulo el ensayo La paz perpetua (vid. Röhrs). En él se
pronuncia Kant contra aquellos que "defienden la fuerza dominante", e imagina una futura
unidad de la política, el derecho y la moral en pro de la paz. El derecho de los seres humanos
ha de ser mantenido como cosa sagrada, por muchos sacrificios que le cueste al poder
dominante". Es un "deber y, al mismo tiempo, una esperanza" contribuir a que "la paz
perpetua, que se deduce de los hasta los hoy falsamente llamados tratados de paz, no es una
fantasía vana, sino un problema que hay que ir resolviendo poco a poco, acercándonos con la
mayor rapidez al fin apetecido, ya que el movimiento del progreso ha de ser, en el futuro,
más rápido y eficaz que en el pasado.
En la pedagogía teórica, Kant siguió en muchos sentidos vivo en los siglos XIX y XX.
Apenas hubo un "clásico de la pedagogía" que no lo citase. Se constituyó, además, una línea
científica/escuela que invocaba directamente a Kant: la escuela de la filosofía trascendental
neokantiana. Esta escuela situó a la fundamentación idealista de la filosofía de Kant como
canon de la reflexión pedagógica. Por eso, esta corriente pedagógica desarrolló, con ayuda de
conceptos como los de sujeto, yo, conciencia o diálogo, entre otros, la llamada dimensión
normativa de la educación, tal y como implicaba el concepto de dignidad humana, de validez
universal e intemporal. Después de la Segunda Guerra Mundial, esta escuela estuvo
eminentemente representada por Alfred Petzelt y sus discípulos.
La connotación negativa del nombre y de la obra de Kant se enmarca en la descripción del
militarismo prusiano, de las concepciones del deber hostiles a la vida de la historia de
Alemania o de las perversiones espirituales del nacionalismo, entre otras. Cabe citar como
testimonio la declaración de cierto estudiante ejecutado por pertenecer a la resistencia contra
Hitler. Contra la mencionada concepción de Spranger sobre Federico II de Prusia, Hans
Scholl manifestó el 22 de agosto de 1942: "¿cuán pequeño ha de ser un pueblo que llama
'grande' a Federico II? Este pueblo ha luchado por su libertad contra Napoleón, y luego ha
elegido la esclavitud prusiana". Con su interpretación de Kant, Hans Scholl se incluye en el
ámbito interpretativo de su mentor espiritual Theodor Haecker, quien había escrito lo
siguiente: "La unión de deber y oratoria es la verdadera deshumanización del hombre. Pero
es una peculiaridad y un hallazgo prusiano-alemán"27. Haecker considera el idealismo alemán
de Kant como "algo prusiano". En esta línea se desarrolla la carta de Hans Scholl a Rose
Nägele: qué mal ha hecho Kant con su imperativo categórico! Kant, dureza, prusianismo -¡la
muerte de toda vida espiritual!

Más info:
Buena parte de los reformadores y educadores del siglo XIX creyeron encontrar en Kant la
mejor defensa de la necesidad de una escuela laica, religiosamente neutral. De hecho su
influencia en la pedagogía ha sido inmensa. Y no sólo mediante el influjo de la propia moral
kantiana, sino también por obra de sus Lecciones de Pedagogía, que se recogen.
Completan la edición, como apéndices, dos artículos del filósofo sobre el Instituto
Filantrópico de Dessau, institución educativa dirigida por Basedow, así como otros dos
fragmentos relacionados directamente con la pedagogía.
El hombre es la única criatura que ha de ser educada. Entendiendo por educación los
cuidados (sustento, manutención), la disciplina y la instrucción, juntamente con la educación.
Según esto, el hombre es niño pequeño, educando y estudiante.
Tan pronto como los animales sienten sus fuerzas, las emplean regularmente, de modo que
no les sean perjudiciales. Es admirable, por ejemplo, ver las golondrinas pequeñas, que,
apenas salidas del huevo y ciegas aún, saben, sin embargo, hacer que sus excrementos caigan
fuera del nido. Los animales, pues, no necesitan cuidado alguno; a lo sumo, envoltura, calor y
guía, o una cierta protección. Sin duda, la mayor parte necesitan que se los alimente, pero
ningún otro cuidado. Se entiende por cuidado (Wartung), las precauciones de los padres para
que los niños no hagan un uso perjudicial de sus fuerzas. Si un animal, por ejemplo, gritara al
nacer, como hacen los niños, sería infaliblemente presa de los lobos y otros animales
salvajes, atraídos por sus gritos.
 La disciplina convierte la animalidad en humanidad. Un animal lo es ya todo por su instinto;
una razón extraña lo ha provisto de todo. Pero el hombre necesita una razón propia; no tiene
ningún instinto, y ha de construirse él mismo el plan de su conducta. Pero como no está en
disposición de hacérselo inmediatamente, sino que viene inculto al mundo, se lo tienen que
construir los demás.
 El género humano debe sacar poco o poco de sí mismo, por su propio esfuerzo, todas las
disposiciones naturales de la humanidad. Una generación educa a la otra. El estado primitivo
puede imaginarse en la incultura o en un grado de perfecta civilización. Aun admitiendo este
último como anterior y primitivo, el hombre ha tenido que volverse salvaje y caer en la
barbarie.
La disciplina impide que el hombre, llevado por sus impulsos animales, se aparte de su
destino, de la humanidad. Tiene que sujetarlo, por ejemplo, para que no se encamine, salvaje
y aturdido, a los peligros. Así, pues, la disciplina es meramente negativa, esto es, la acción
por la que se borra al hombre la animalidad; la instrucción, por el contrario, es la parte
positiva de la educación.
 La barbarie es la independencia respecto de las leyes. La disciplina somete al hombre a las
leyes de la humanidad y comienza a hacerle sentir su coacción. Pero esto ha de realizarse
temprano. Así, por ejemplo, se envían al principio los niños a la escuela, no ya con la
intención de que aprendan algo, sino con la de habituarles a permanecer tranquilos y a
observar puntualmente lo que se les ordena, para que más adelante no se dejen dominar por
sus caprichos momentáneos.
 Pero el hombre tiene por naturaleza tan grande inclinación a la libertad, que cuando se ha
acostumbrado durante mucho tiempo a ella, se lo sacrifica todo. Precisamente por esto, como
se ha dicho, ha de aplicarse la disciplina desde muy temprano, porque en otro caso es muy
difícil cambiar después al hombre; entonces sigue todos sus caprichos. Se ve también entre
los salvajes que, aunque presten servicio durante mucho tiempo a los europeos, nunca se
acostumbran a su modo de vivir; lo que no significa en ellos una noble inclinación hacia la
libertad, como creen Rousseau, y otros muchos, sino una cierta barbarie: es que el animal aún
no ha desenvuelto en sí la humanidad. Por esto, se ha de acostumbrar al hombre desde
temprano a someterse a los preceptos de la razón. Si en su juventud se lo dejó a su voluntad,
conservará una cierta barbarie durante toda su vida. Tampoco le sirve de nada el ser mimado
en su infancia por la excesiva ternura maternal, pues más tarde no hará más que chocar con
obstáculos en todas partes y sufrir continuos fracasos, tan pronto como intervenga en los
asuntos del mundo.
Éste es un defecto habitual en la educación de los aristócratas, pues por nacer destinados a
mandar, nunca se los contraría. Es preciso desbastar la incultura del hombre a causa, de su
inclinación a la libertad; el animal, al contrario, no lo necesita por su instinto.
 El hombre tiene necesidad de cuidados y de educación. La educación comprende la
disciplina y la instrucción. Ningún animal, que se sepa, necesita de ésta; ninguno de ellos
aprende nada de los viejos, excepto los pájaros, que aprenden su canto. Aquellos instruyen a
los jóvenes, y es delicioso verlos, como en una escuela, cantar con todas sus fuerzas delante
de los pequeños, y a éstos afanándose en sacar el mismo sonido de sus gargantas. Para
convencerse de que los pájaros no cantan por instinto, sino que realmente aprenden -vale la
pena de comprobarlo- se quitan la mitad de sus huevos a un canario y se cambian por otros
de gorrión, o mejor aún, se sustituyen sus pequeñuelos por gorrioncillos. Si se los coloca
entonces en una caja, donde no puedan oír los gorriones de fuera, aprenderán el canto de los
canarios, y de este modo se tendrán gorriones que canten. Es admirable también, que cada
género de pájaros conserva un cierto canto característico en todas sus generaciones, siendo
esta tradición la más fiel del mundo.
TRABAJO PRÁCTICO DE FILOSOFIA: PEDAGOGIA – IMANUEL KANT

ISTITUTO INDUSTRIAL CRISTO OBRERO.

INTEGRANTES: DELLA VEDOVA KEVIN – TORRES MAXIMILIANO.

PROFESOR: JOSE MARIA ARMANDO.

CURSO: 6TO AÑO “B”

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