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¿Por qué será que en ocasiones los servicios públicos que deben velar por el bien
común toman decisiones equivocadas que van en contra de lo que pretenden defender?
Los dos casos se sitúan en el Santuario de la Naturaleza Yerba Loca, un hermoso valle
cercano a la ciudad de Santiago de Chile. El primer caso se ubica en el sector norte del
Santuario, en las cercanías del impresionante glaciar La Paloma, mientras que el
segundo caso se ubica en la planicie denominada los Manantiales, al norte del centro de
esquí La Parva.
Sin embargo, la empresa privada, que cuenta con los recursos necesarios para invertir en
obtener información clave para su negocio, dispone de una información mucho más
completa, tridimensional, con fotos satelitales, con cada accidente del relieve geo-
referenciado con sus coordenadas UTM exactas.
Ante esta escalofriante imagen, cabe preguntarnos cuál habría sido la resolución judicial
si los jueces que en su momento otorgaron las concesiones mineras hubieran dispuesto
de una información con semejante nivel de detalle. Al parecer, mientras los jueces no
dispongan de Sistemas de Información Geográfica o, al menos de alguien que les
asesore con información territorial, la justicia seguirá siendo tan ciega que será incapaz
de ver los glaciares o las áreas protegidas existentes en la superficie, más allá del
abstracto fondo blanco que entrega la información pública.
CASO 2: El Área urbanizable sobre la Vega de Manantiales
El Plan Regulador Metropolitano de Santiago 1994 (PRMS) incluyó dentro de las áreas
urbanizables los centros cordilleranos de La Parva, Colorado, Farellones y Valle
Nevado. A juzgar por el grosor de las líneas, podríamos imaginar que los límites fueron
trazados con un marcador de punta gruesa por unos expertos urbanistas, sobre un mapa
de escala 1:50.000, probablemente, en una oficina del centro de la capital.
El sector de Manantiales, al ser una vega, es un importante acuífero que recoge parte de
las aguas del deshielo en la cuenca del río Mapocho, generando un hábitat excepcional
para los ecosistemas de alta montaña. En su interior viven anfibios en peligro de
extinción (importantes indicadores de la calidad del agua), y los cururos, unos
simpáticos roedores de hábitos nocturnos. En la actualidad, se desarrollan dos
importantes investigaciones en el área: Un estudio realizado por la Universidad de Chile
–financiado por FONDECYT-- sobre el Sapo de rulo cordillerano (Bufo spinulosus) y
un catastro de sitios arqueológicos de ocho mil años de antigüedad realizado por la
Universidad SEK.( http://proyectopalb.blogspot.com )
Ante estos contrastes, cabe preguntarse si las puntas de flecha, los sapitos o los cururos,
diminutos seres sin voz ni voto ni capacidad de lobby, serán capaces de detener el
implacable crecimiento de los intereses inmobiliarios en el sector, o al menos de influir
sobre las condiciones de regulación urbanística del área.
Reflexiones Finales
Además de la coexistencia en el territorio de una misma área protegida, estos dos casos
tienen varios elementos en común: la presencia de grandes intereses ya sean mineros o
inmobiliarios, la amenaza potencial a ecosistemas frágiles y vulnerables, y la
fragmentación de la información de las instituciones públicas. Es sobre este último
elemento, sobre el que propongo centrar la reflexión.
No podemos afirmar que el Estado carezca de las tecnologías necesarias. Seguro que en
distintos departamentos técnicos oficiales vinculados a la gestión del territorio existen
instalados Sistemas de Información Geográfica. El problema radica en la
desarticulación, dispersión y fragmentación de dichos sistemas. Los municipios
avanzados cuentan con sistemas de información sobre sus áreas urbanas, las
universidades cuentan con especialistas en geografía y geo-informática, los fondos de
ciencia y tecnología financian proyectos de investigación, pero los jueces que toman las
decisiones parecen desconocer dicha información y los urbanistas no parecen muy
interesados en la extinción de los batracios.