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Universidad Distrital Francisco José de Caldas

Ética Profesional
Victor Andrés Higuera Marín
20141155001
la enseñanza de las ciencias sociales en la actualidad tiene que comprender las diversas
definiciones que estas han tenido a lo largo del tiempo, principalmente en su función
metodológica, las ciencias sociales han pasado por grandes transformaciones en las
últimas décadas, tradicionalmente las ciencias sociales siempre estuvieron influenciadas
por el positivismo, esto en gran medida, por la concepción que se tenía el siglo pasado
respecto a lo que era una ciencia además de las relaciones de poder de la época, se podría
definir superficialmente que la ciencia social (reconocida) durante la primera mitad del
siglo XX fue una ciencia positivista, poco propositiva y desligada de una razón social que
pudiera aportar al desarrollo personal de los estudiantes en sus contextos
Las grandes coyunturas del siglo XX (guerras mundiales, independencias africanas y
asiáticas, crisis económicas, bipolaridad) a lo largo de todas estas coyunturas y
transformaciones por las que pasaba el mundo generaron fenómenos que la ciencia social
de aquel entonces no lograba abarcar, las ciencias sociales tuvieron que reformarse hacia
un enfoque más crítico a partir de entonces, en contraste con el positivismo ya no se
buscaba solamente la obtención de resultados cuantitativos respecto a la sociedad,
después de la década del 60 a raíz de las grandes movilizaciones, que visibilizaron actores
sociales que hasta ese entonces no estaban reconocidos (como estudiantes por ejemplo)
sumado a las grandes crisis políticas y económicas que atravesaba el mundo las ciencias
sociales además de ser críticas, ampliaron su campo de acción, ahora se buscaba lograr
comprender una gama mucho más amplia de fenómenos, comenzaron a reconocerse las
emergencias, la producción académica externa a Europa, la critica a las estructuras de
poder que existían y que siguen existiendo hasta el día de hoy (dentro y fuera de Europa),
esta ruptura epistemológica se tradujo en nuevas y múltiples representaciones e
interpretaciones del mundo, lo que a su vez también significa que las ciencias sociales ya
no son dictadas y reconocidas como válidas solo por una parte del mundo, si no que ahora
también responden a las necesidades de ciertos contextos.
Lo anterior para dar un breve antecedente al contexto en el que se ubican las ciencias
sociales en la actualidad, por un lado aunque aquel “boom” de las ciencias sociales
respecto a los diversos modos de representación y la ruptura epistemológica respecto a
las estructuras de poder en el mundo, llevo al reconocimiento de diversas poblaciones a lo
largo del mundo y una producción académica más realista de las necesidades de las
comunidades, no obstante esta diversidad también ha brindado una gran divergencia de
opiniones e interpretaciones lo que ha llevado a las ciencias sociales a un relativismo en la
actualidad, pareciera que bajo el manto de aquella “diversidad” cultural no hay cabida
para interpretaciones concretas, las ciencias sociales pierden validez a un nivel general,
aunque se superó la imposición de leyes generales en la academia, hoy en día es todo lo
contrario y epistemológicamente hablando la ciencia social parece aislada (pese a que se
construya interdisciplinarmente) aún se tienen muchas dificultades a la hora de entablar
un dialogo con otras disciplinas, es un deber del docente reconocer esta riqueza
epistemológica y lograr darle un significado para sus estudiantes, las ciencias sociales
deben buscar el equilibrio entre estas dos posturas, se debe tener un carácter de
integralidad y se debe contar con una rigurosidad académica a la hora de emitir juicios
dándole un carácter funcional al contenido adquirido por el estudiante, lo que no significa
que se vuelva a las viejas estructuras hegemónicas y se desconozca de nuevo al resto del
mundo, pero del mismo modo tampoco se puede caer en relativismos por oponerse a esto
y mucho menos caer en etiquetas sobre todo cuando se es docente, este problema en las
ciencias sociales es de carácter interno, por lo tanto es el deber de quienes enseñan las
ciencias sociales ser muy autocriticas para superar este paradigma.
En este marco las ciencias sociales deben entenderse no como un conjunto de contenidos
estáticos y pasivos, si no como uno en constante cambio y que responde a las necesidades
sociales de su contexto, evidentemente tampoco se puede caer en relativismos, (sobre
todo en el campo de la educación) pero es fundamental dentro de esta apuesta
pedagógica que las ciencias sociales sean entendidas como un área que trasciende la
academia y se ubica en la realidad más próxima afectando a todos los actores en el
proceso tanto educativo como social. Estas deben ser trasmitidas no sobre una base
meramente conceptual, si no que aquella base conceptual este articulada sobre una serie
de ejes problemáticos que respondan verdaderamente a las necesidades sociales, las
ciencias sociales ya han mostrado ser bastante amplias en su campo de acción, como se
evidencio en el antecedente expuesto, las ciencias sociales atraviesan por una etapa en la
que dejaron de estar restringidas por normas positivas, con esto no se quiere decir que
carezcan de rigurosidad por el contrario, las ciencias sociales en su aspecto epistemológico
lograron superar aquel paradigma, no obstante parece que esto no se extendió a otros
aspectos dentro de las ciencias sociales como lo es la educación de las mismas.
Este punto es bastante neurálgico puesto que supone un punto de ruptura entre la
enseñanza de las ciencias sociales y lo que son las ciencias sociales en sí, es como si
existiera una especie de apatía frente a la incorporación de estos nuevos paradigmas
dentro de la enseñanza de las ciencias sociales, por esto mismo es fundamental el
ejercicio didáctico dentro de los docentes de las ciencias sociales, la reflexión tiene que ser
una actividad constante, en primera instancia con el objeto de lograr identificar aquellos
ejes problemáticos a los que buscan trascender las ciencias sociales, en segunda instancia,
la visión de las ciencias sociales como un componente activo y no solamente como un
conjunto de contenidos pasivos que aportan al aprendizaje significativo e integral de los
estudiantes y por último se debe resaltar que las ciencias sociales están para responderle
a la sociedad, aislarlas como un campo de contenidos pasivos es pasar por alto una parte
importante, del desarrollo intelectual de la humanidad y peor aún es negar este avance a
futuras generaciones dentro de la escuela, por ello la formación docente es un punto de
vital importancia dadas las problemáticas anteriormente mencionadas, un docente en
ciencias sociales debe saber diferenciar su rol de pedagogo con el de científico y entender
esta dualidad como un dialogo necesario para el enriquecimiento profesional y
principalmente ético puesto que las ciencias sociales deben encontrar su lugar en la
escuela como un componente vital en el desarrollo personal en lugar de quedar
segregadas frente a otras áreas, el docente ético es aquel que logra reflexionar sobre esta
problemática y enriquece su práctica a partir de su reflexión para posteriormente
incentivar esta reflexión en sus estudiantes, la formación de sujetos reflexivos finalmente
resulta en el enriquecimiento de la comunidad que se traduce en una mejora de la calidad
de vida y abre una amplia gama de posibilidades de que los individuos logren generar una
cultura del dialogo. Desafortunadamente esta labor parece utópica frente a la realidad
que vive Colombia hoy en día, la escuela en su conjunto está atrasada, como se
mencionaba en el principio del ensayo, las transformaciones epistemológicas y la razón
social de las ciencias sociales no se ven en la escuela, la cual está estancada en una visión
positivista de la enseñanza, de una comunidad pasiva e indiferente al hecho de que la
escuela este aislada y finalmente de un conjunto de docentes que no logran reflexionar
sobre su práctica y terminan reproduciendo viejos esquemas, frente a esto solo se puede
abogar por una ética docente la cual tenga como eje fundamental la transformación y la
coherencia con las necesidades de la comunidad, ética que debe ser inculcada durante
todo el proceso de formación y reforzada por la reflexión constante de los profesores
(pedagogos).

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