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El Rostro de La Histeria y Causas de La Histeria
El Rostro de La Histeria y Causas de La Histeria
El Rostro de La Histeria y Causas de La Histeria
FIRMA:
NOMBRE DE LA PROFESORA: Dra. L. Gabriela Villafaña Montiel
SEXTO SEMESTRE
GRUPO: 01
Ángulo Descriptivo:
El Observador exterior, reconoce en la histeria una neurosis, al producirse ciertos
acontecimientos notorios en períodos críticos de la vida de un sujeto, como la
adolescencia, por ejemplo.
Esta neurosis se exterioriza en forma de trastornos diversos y a menudo
pasajeros;
Síntomas somáticos:
Perturbaciones de la motricidad (contracturas musculares, dificultades en la
marcha, parálisis de miembros, parálisis faciales, convulsiones, tics,
temblores)
Trastornos de la sensibilidad (dolores locales, jaquecas, anestesias en una
región limitada del cuerpo)
Trastornos sensoriales (ceguera, sordera, afonía, anestesias, no sienten
dolor, frio o calor).
Afecciones más específicas que van de los insomnios y los desmayos
benignos a las aliteraciones de la conciencia, la memoria o la inteligencia
(ausencias, amnesias, etc.)
YO INSATISFECHO
La histeria no es una enfermedad sino el estado enfermo de una relación humana
en la que una persona es, en su fantasma, sometida a otra. La histeria es el
nombre que damos al lazo y a los nudos que el neurótico teje en su relación con
otro, sobre la base de sus fantasmas. Un fantasma en el que él encarna el papel
de víctima desdichada y constantemente insatisfecha. Precisamente este estado
fantasmático de insatisfacción marca y domina toda la vida del neurótico.
YO HISTERIZADOR
Él transforma la realidad material de los objetos en realidad fantasmatizada: en
una palabra: histeriza el mundo.
Él histérico busca en el otro la potencia que lo somete o la impotencia que lo atrae
y lo decepciona. Detecta en el otro la mínima falla, el mínimo signo de debilidad, el
más pequeño indicio revelador de su deseo.
El histérico inventa y crea lo que percibe, no es su cuerpo real, sino un cuerpo
sensación pura que despierta en él una sensación intensa que lo alimenta.
“Histerizar es hacer que nazca en el cuerpo del otro un foco ardiente de
libido.”
Histerizar es erotizar una expresión humana, la que fuere, aun cuando por sí
misma, en lo íntimo, no sea de naturaleza sexual.
El histérico erotiza, sexualiza lo que no es sexual, se apropia de todos los gestos,
palabras o silencios que percibe del otro o que él dirige al otro.
El contenido sexual de los fantasmas histéricos no es nunca vulgar ni
pornográfico, sino una evocación muy lejana y transfigurada de movimientos
sexuales, fantasmas sensuales no sexuales.
La sexualidad histérica no es genital sino un simulacro de sexualidad
más cercana a los tocamientos masturbatorios y juegos sexuales infantiles
que a un intento real de concretar una verdadera relación sexual.
Si existe en el histérico un deseo en que se empeñe, es el de que tal
acto fracase, se empeña en el deseo inconsciente de la no realización del
acto y por tanto en el deseo de permanecer como un ser insatisfecho.
YO TRISTEZA
Es un yo tremendamente maleable que vuelve incierta la frontera entre los
objetos internos y los objetos externos. Tal plasticidad del yo instala al histérico
en una realidad confusa, medio real, medio fantaseada donde se emprende el
juego cruel y doloroso de las identificaciones múltiples y contradictorias.
Así, el histérico puede identificarse con el hombre, con la mujer o incluso con el
punto de fractura de una pareja, encarnando hasta la insatisfacción que aflige a
esta.
Sea que desate el conflicto o lo despeje, el histérico ocupará invariablemente el
papel de excluido, lo que explica su tristeza y depresión características por no
saberse hombre o mujer sino dolor de insatisfacción. Esta tristeza responde al
vacío y a la incertidumbre de su identidad sexuada.
En estos momentos de tristeza y depresión tan característicos descubrimos la
identificación del histérico con el sufrimiento de la insatisfacción: el sujeto histérico
ya no es un hombre, ya no es una mujer, ahora es dolor de insatisfacción.