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cuidado de la casa y de los hijos, tenian una posicidt depeutiere y subordinada y vivian recluidas. religion ocupé siempre un espacio i i entre lo privado (iemenino) y lo Senter que permitio ja participacién de las mujeres, por lo qui siempre fue muy importante. , : La situacién de la mujer en él judaismo era mas dura porque habia una serie de discriminaciones religiosas } legales en su contra. Podemos deducir que esta situac empeor6 en el judaismo tardio y en la diaspora. Pata mantener la unidad y la identidad de los judios, se repri mia mas a las mujeres, confinandolas por completo las casas, aunque hubiera algunas que sobresalieran lu- ey en benotinie del pueblo. Sdlo cuando situamos los relatos en los é Jestis con las mujeres en la historia vonjunta de fests § su movimiento y consideramos la situacién de Ia mujer ee a Oriente, podemos descubrir su cardcter subver- En consecuencia, de este cuadro general sur 1 calidad de muy revolucionaria, la relacién igualitaria de Jesus restituyendo a las mujeres su auténtica dignidad : de hijas amadas de Dios, con la posibilidad de ser sus : discipulas, como veremos a continuacién. : 120 Textos importantes en relacion con el discipulado de la mujer INTRODUCCION En el Nuevo Testamento. Ja llamada de Jesus tiene como objetivo hacer discipulos a fin de que colaboren con el Reino de Dios. Después de haber examinado las caracteristicas del dliscipulado y tras presentar la situacién de la mujer en Qriente, como telon de fondo que contrasta con la acti- (ud de Jess, procurareios demostrar ahora cémo cum- plen las mujeres jas caracteristicas mencionadas y como jesus, una vez mas, introduce en la realidad lo nuevo, lo inusitado, e invierte la forma de proceder habitual en su tiempo (Mc 10,31). «Los wiltimos seran los primeros»: las mujeres, los pecadores, los nifios, los marginados, en. jin, por distintas razones son acogidos. Con esta acogi- da, tienen la experiencia de la igualdad, se sienten res- petados en su dignidad, Jo que jos recupera, los «cura». Comienzan a seguir a Jesus y se convierten en sus dis- cipulos y discipulas, dando prueba de que viven e} ser- vicio en la dimension de existir-para-cl-otro. Son los primeros y las primeras en seguir a Jess y él mismo dice que nos «precederdn en el Reino de los ciclos» (cf. Mt 22,31). Como vimos en el capitulo anterior, dada la situa- cin de la mujer en el judaismo, un rabi que hablaba con jas mujeres y dejaba que le siguiesen, ensefidndoles, causaba estupor. Los evangelistas no pueden ocuitar 121 este hecho, pero, debido al gran escdndalo que provoca- ba, procuran quitarle importancia. En este capitulo pro- curaremos mostrar como las mujeres seguian a Jesus, desde Galilea a Jerusalén, cémo le servian, escuchaban y veian lo que él decia y hacia. No huyeron cuando lo detuvieron, permaneciendo fieles y arriesgando sus pro- pias vidas: fueron al sepulcro, lo encontraron vacio y, porque creian y permanecian siendo fieles, se convirtie- ron en las primeras testigos de la Resurreccién. SEGUIDORAS DEL PRINCIPIO AL FIN «Habia también unas mujeres mirando desde lejos, entre ellas Maria Magdalena, Marta, la madre de San- tiago el Menor y de José, y Salomé, que cuando él estaba en Galilea lo seguian y lo atendian: y ademéds otras re gre habtan subido con él a Jerusalén» (Mc _ Sabemos hoy, por los modernos estudios de exége- sis, que los relatos de la Pasion constituyeron la primera parte de la tradicién puesta por escrito’. . Para comenzar el estudio sobre el discipulado de la mujer, escogemos el texto de Mc 15,40-41, que aparece al final del evangelio, exactamente en el relato de la Pasion. En él, las mujeres sirven de paradigma y simbolizan el discipulado, apareciendo como seguidoras de Jestis durante todo su ministerio, desde los origenes de su mision en Galilea hasta el final en Jerusalén’, EI texto escogido es fundamental por varias razones: "CE V. TAYLOR, gelio segti Marcos id, Cristianda 1979, pp 4a y eo 'vangelio segun San Marcos, Madrid, Cristiandad, CE. E. MALBON, «Fallible followers; Women and men in the Gospel of Mark», en Semeia 28, 1983, pp. 29-48. 122 1) El hecho de que se nombren tres mujeres revela que eran conocidas y reconocidas en la comuni- ‘dad como personas que ejercian algun tipe de liderazgo en el movimiento cristiano de Pales- tina. 2) Por la utilizacién de los términos técnicos diako- nein y akolouthein, servicio y seguimiento, aplica- dos a ellas, se las identifica como discipulas, ya gue estos términos caracterizan el discipulado, como vimos en el anterior capitulo’. Es interesante sefialar que, en los libros en los que se estudia a los seguidores de Testis, ni siquie- ra se meniciona a las mujeres, aunque se dedique mucho espacio a los términos técnicos diakonein y akolouthein, con los que Marcos alude aqui a las mujeres‘, 3) El texio se refiere a las mujeres diciendo que ellas siguieron a Jess desde Galilea hasta Jeru- salén, hasta la cruz. Jestis habia anunciado que tal itinerario formaba parte de la condicion del discipulo: «El que quiera venirse conmigo, que reniegue de si mismo, cargue con su cruz y me siga» (Mc 8,34), por lo que el relato, presentan- dolas fieles hasta la cruz, las califica como dis- cipulas. El grupo de los discipulos huye en el momento de la muerte de Jestis. Las mujeres son las tnicas discipulas 2 Bn conversacién con dos exegetus respecto a las mujeres que se- guian a Jesits, citaron de inmediato Le 8, 2-8 y me confesaron que nunca se habian fijado en el texto de Mc 15, 40-41. Esta circunstancia pone de manifiesto la lectura sexista de la Biblia, inconsciente naturalmente, porque se pasa por los textos en los que se mencionan a las mujeres sin verlos siquiera. a Cf. J, MATEOS, Los doce y otros seguidores de Jestis en el Evangelio de Marcos, Madrid, Cristiandad, 1982. 123 que acompafian al maestro hasta el fin de su camino en la cruz’. El narrador nos informa de la presencia y de la forma de actuacién de las mujeres en un momento cru- cial, después de la muerte de Jestis (cf. Mc 15,37), des- pués de la rotura del velo del templo (cf. Me 15,38), después de la confesién del centurién, que proclama a Jesus Hijo de Dios (cf. Mc 15,39), en el momento en que los «Doce» lo habfan abandonado. Permaneciendo fieles, ellas no lo dejan y se convierten en las tnicas testigos oculares de la ejecucién del Maestro. Tal vez el narrador tuviese la intencién de mostrarnos la apertura del movimiento de Jesus a los grupos antes excluidos a los que ahora se les acoge (gentiles y mujeres). La exegeta W. Munro, en su articulo sobre Jas mu- jeres discipulas, comenta que la «impresidn dominante en Marcos hasta 15,40 es la de un Jestis que iba en misién rodeado de un pequefio grupo de hombres, en- contrandose a veces con mujeres concretas»’, Parece que hasta ese momento del evangelio, las mujeres que- daban ocultas entre el pueblo, en medio de la multitud’. Y de repente, se hacen visibles y prominentes en este final del evangelio. Teniendo en cuenta que el relato de la Pasidn es el ‘ mas primitivo de los evangelios y que en éste se conoce el papel desempefiado por las mujeres, resulta extrafio su anonimato en los capitulos anteriores, habida cuenta Cf. M. MORGEN, «A la naissance de la foi pascale les femmes», en Christus 129, 1986, p. 33. oe MUNRO, «Women disciples in Mark?», en CBQ 44 (1982), pp. 225. 7 Cf. E, SCHUSSLER FLORENZA, En meinari p. 81, en donde la autora [lama la atencién sobre el hecho de que Ia Biblia habla mas de las anujeres de lo que 1o hacen Ios textos explicitos en que se las menciona, puesto que estén incluidas en los términos «pueblo», «multitud», «mu- chos». 124 de que fueron escritos posteriormente. Quizd haya que atribuir este hecho a un condicionamiento cultural del redactor a causa del cual menciona los encuentros entre Jesus y las mujeres dentro de las casas y manteniendo a aquéllas en el anonimato (cf. Me 1,28-31; 5,25-34; 5,21-24.35-43; 7,24-30; 14,3-9)*. En el capitulo anterior vimos que a los rabis judios sdlo les acompafiaban hombres, causando extrafieza el hecho de que Jestis contase con mujeres entre sus segui- dores. Quiza por eso, el nartador retrasara esta referen- cia a las mujeres como discipulas hasta casi el final del evangelio, lo que sugiere a Munro que «Marcos conoce la presencia femenina en el ministerio de Jestis, pero la mantiene en la penumbra»’. Algunos autores no estan de acuerdo con esta ultima afirmacion, alegando que, a veces, algo que acontecié en uh momento anterior se relata mas tarde con el fin de aclararlo y valorarlo y no para oscurecerlo®. En este caso, Mc 15,40-41 seria una seccién retrospectiva que completa un elemento que faltaba''. Estos autores se basan en el hecho de que el narrador del evangelio de Marcos retrasa el reconocimiento de Jestis como «Hijo . de Dios» por una persona corriente hasta el momento en que pueda comprenderse el verdadero sentido de la filiaci6n: el momento de Ja nmerte en la cruz (cf. Mc 15,37-39). De acuerdo con este razonamiento, el narra- dor de Marcos retrasa la referencia explicita a las muje- res como discipulas y seguidoras hasta aque] momento en el que puede comprenderse el auténtico sentido del * Es cierto’ que lo privado, el interior de las casas, constitufa el dominio de Ja mujer y quizd sdlo fuera posible que Jess las encontrase alli, Resulta interesante que el evangelista mencione tantos encuentros. * W, MUNRO, art. cit., p. 234. “Ch. SCHMITT, «Women in Mark's Gospel: an early christian view of woman role», en The Bible Today 19, 1981, pp. 228-233. " Cf E. MALBON, art. cit., p. 41. 125 discipulado y del seguimiento: la muerte de Jestis en la cruz, pues, como vimos antes, una de las caracteristicas del discipulado es el itinerario de la cruz (ef. Mc 10,42-45), Parece una tremenda ironia que precisamente en este momento de sufrimiento, desapareciesen los hom- bres, estando presentes sdlo las mujeres; sdlo ellas si- guen a Jesus desde el principio hasta el fin, corriendo el riesgo de ser reconocidas por su relacién con él, siendo como de costumbre condenadas a muerte también. Por tanto, las mujeres son sus discipulas més vale- rosas. Algunos autores Ilegan a decir que se las presenta como modelos de discipulado”. {Quiénes son esas mujeres? El narrador nos presenta dos categorias: «muchas otras», que estaban en medio de la multitud que acom- pafiaba a Jess en su jornada de Jerusalén, y un grupo: : menor: Maria Magdalena, Maria madre de Santiago y - José, y Salomé. Por la frase estan representadas como - grupo aunque sin nombrarlas: «Alli estaban algunas mu- jeres. Entre ellas Marfa Magdalena, Maria y Salomé», Algunas autoras entienden que este pequefio grupo de las tres mujeres mencionadas corresponderia al cir- culo menor de discipulos, constituido por Pedro, Santia- go y Juan". El hecho de que sean nombradas tres con- firma que pertenecen al circulo interior y que seguian | habitualmente a Jestis, como lo indica el imperfecto ekolouthoun y la frase «cuando él estaba en Galilea»: Por tanto, Mc 15,40-41 no se refiere a un seguimiento Communities», en Listening 15, 1980, pp. 250-256; y J. SCHMITT, art. cit., pp. 228-233, que afirman que las mujeres presentan un modelo positi- vo de discipulado, en contra del modelo constituide por les discipulos varones, que huyen. " Ct W. MUNRO, art, cit, p. 320; E, SCHUSSLER FIORENZA, En memoria..., p. 187. 126 Por ejemplo, M. SCHIERLIF, «Women as leaders in the Marcan ©; reciente, en ausencia de los hombres que habian huido, sino que tiene un significado retroactivo, como ya diji- mos antes. Los origenes de este seguimiento se sitian en el comienzo mismo de la mision de Jesus y en su resi- dencia central en Galilea. En el contexto del esquema geografico de Marcos, esto significa que el grupo inte- rior de mujeres estaba con Jesus desde el inicio de su misién, Mas-atin, Mc 15,41 las identifica con esa mision en sus aspectos propios, «seguimiento y servicio», incluido el acceso al grupo interior de ensefianza y al secreto del Reino de Dios (cf. Me 4,11). Seguin J, Mateos la palabra akolouthein, en la forma de imperfecto ekolouthoun, aparece tres veces'*. 1) En Mc 2,15, la primera cena de Jesus en casa de Levi, en donde el autor desarrolla la idea de que comer con Jesus significa estar dentro de su co- munidad's; aparece la palabra ekolouthoun apli- cada a los recaudadores de impuestos y a los pecadores que seguian a Jesus. 2) En Mc 5,24b, una multitud de no israelitas sigue | a Jesus. 3) En ambos casos estén presentes los discipulos que habia seguido a Jestis (cf. Mc 1,18-20). Por desgracia, J, Mateos no se percata de que en Mc 15,41, se utiliza’ el mismo verbo y en el mismo tiempo para referirse al seguimiento de las mujeres, Si Marcos consideraba que estas mujeres que estén junto a la cruz pertenecian al grupo menor de discipu- * Cf E, MALBON, att. cit, p, 29. '* Cf J. MATEOS, op. cit, p. 724, ‘6 Ibid, p. 187, nota 308. 127 los, gpor qué, hasta ese momento, quedan practicamente ocultas en el evangelio? Un argumento frecuentemente utilizado contra ellas se basa en que los evangelios no relatan ninguna voca- cidn de mujeres. La forma de relacionarse Jesis con ellas, respetando su dignidad y tratandolas con ecuani- midad era suficiente para que lo siguiesen. Es como si Jestis no tuviera que ordenarles «sigueme». Parece que el seguimiento de las mujeres se basa en la gratuidad y en la gratitud, Algunos especialistas hacen hincapié en _ que el «mensaje de Jestis debid tener un especial impac- to sobre las mujeres de Israel»'’”. Del mismo modo, el pueblo que seguia a Jesiis no recibe ninguna invitacién especial. Su forma de actuar, su practica de hacer el bien, su acogida a todos sin prejuicios de ninguna especie, suponia una invitacion mas atractiva que cualquier orden. Jestis, que con su comportamiento ponia de mani- fiesto que consideraba iguales a todos los seres huma- nos, ho ve dificultad en que las mujeres, como los po- » bres y los pecadores, sean discipulos y discipulas suyos,, como nos revela Marcos. En este sentido, Schtissler Fiorenza va mas alld y dice que las mujeres no eran figuras marginales en el movimiento cristiano, sino que ejercian un liderazgo como apéstoles, en pie de igualdad con los Doce. Segiin ella, ése es el testimonio de las Escrituras'’, pues, segtin las tradiciones de los evange- lios, las mujeres fueron las primeras testigos apostdlicas de los acontecimientos fundamentales de la predicacién primitiva: siguieron a Jestis desde el principio, presen- a Ml ENGEL: cit, en E, SCHUSSLER FIORENZA, En memo- via... p. 187. " Cf id, «Women-Apostles: the testament of Scriptures», en A. M. GARDINER, Women and Catholic Priesthood, Nueva York, Paulist Press, 1976, pp. 94-102. 128 ciaron sus padecimientos, asi como su sepultura y Re- surreccion. ‘ Nuestro relato presenta a las mujeres utilizando también el término diakonein que, como vimos antes, tiene diversos significados, desde servir la mesa hasta el servicio a la comunidad. En nuestro texto, parece que Marcos no tiene presente el servicio a la mesa, pues emplea dos veces el término y siempre vinculado al seguimiento”. Parece dificil creer que el seguimiento y el servicio de las mujeres se narre con tanto énfasis si se trata de tareas domésticas. El énfasis revela exactamente lo contrario. Es mas, si el autor no pretendiera hablar del discipulado, gpor qué emplear la misma frase eko- louthoun autdé, como la que describe la respuesta de Simén y Andrés, asi como la de Levi, a la llamada de Jesis (cf. Mc 1,18; 2,14)? Para él, diakoneo no significa especificamente servit la mesa, pues su sentido varia con el contexto. El pasaje en el que aparece més claro este sentido es el de la curacién de la suegra de Simon que, habiendo sido sanada, se levanto y se puso a servir- les (cf. Me 1,31). En Mc 10,45, en donde el término «servicio» se aplica al ministerio total de Jess como donacion de si mismo al servicio de los demas, aparece con toda clari- dad lo que el evangelista pretende decir con dicha pala- bra. En un contexto en el que dos apostoles piden la gloria de estar al lado de Jestis, el narrador de Marcos muestra a Jesus invirtiendo la forma de actuar del mun- do: la finalidad del poder no es subordinar ni oprimir a los otros (cf. Mc 10,42), sino ser su servidor (diakonos) y dar su vida por la libertad de todos (cf. Mc 10,44-45). Cobra aqui una Iuz nueva la palabra diakonesai, mos- trando la esencia del ministerio mesidnico: poder como eh CE BSCHUSSLER FIORENZA, But memoria..., p. 187. 129 servicio a los demas. En este ministerio, e i mas. ntendido de este modes los discipulos son llamados a participar. Por anto, el servicio a los otros pertenece a |: ia Sinerriaoe Pp a esencia del La interpretacion tradicional que se ha hecho del papel de las mujeres que nos presenta Mc 15,40-41 ha sido reductora, como si las mujeres siguiesen a Jests para servirle en las tareas domésticas. Como ya sefiala- mos, este seguimiento provocaba extrafieza, hecho que « se observa en la suavizacién del texto que lleva a cabo Mateo inspirandose en Marcos: «Habian acompatiado a Jesus desde Galilea para servirle» (Mt 27,56)”. __ No obstante, el marco de referencia no es de servi- cio doméstico”. Al contrario, la cena representa un cor- te con la costumbre usual de la representacién que Mar- cos hace de las mujerés. Por primera vez se las presenta aqui en un miimero considerable, no en la intimidad de la casa, sino en una zona publica, relacionadas con Jesus y su mision, lo que contradice la interpretacion de dia- konoun limitada al Ambito doméstico. En la versién de este mismo material que aparece en Le 8,1-3, se nota que Lucas sigue a Marcos, aunque coloque la pericopa en medio del ministerio en Galilea, pues encajaba mejor ahi, teniendo en cuenta las pala- bras «cuando él estaba en Galilean, de Mc 15,41. La idea de seguimiento aparece también al vincular a las mujeres con los Doce (cf. Le 8,1c.2a). Al mismo tiempo. parece que tiene acceso a una tradicién independiente que le permite nombrar a Juana y a Susana, no mencio- nadas en ningtn otro evangelio candnico, e incluir algu- nos detalles personales”: «Las mujeres poseen . V. TAYLOR, op. cit., pp. 164, 324, 3 ® Cf, W. MUNRO, op. cit, 234, HAs = Por ejemplo, la informacid: i » Ja int M1 que nos proporciona sob: i Magdalena, que se reflejara mas adelante. P ve Maria 130 medios y categoria social, con lo que su presencia impli- ca en cuanto significacién moral, asi como soporte ma- terial. Teniendo en cuenta lo que nos dice en los He- chos, se percibe que Lucas nos estd revelando que al mensaje de Jestis se habian adherido mujeres de clases media y altan”. La idea que tiene Lucas del «servicio» nos la brinda Hch 6,16, en donde se convierte en palabra técnica utilizada en relacién con el ministerio de la distribucién de alimentos. No obstante, dos de los nombrados en este pasaje (cf. Hch 6,8; 7,60, en relacién con Esteban, y Hch 8,26-40, respecto a Felipe) participaban en las activida- des de predicar, ensefiar y bautizar, de modo que su concepcion es ambigua. {Se tratarfa, quiza en un primer momento, de la distribucién de alimentos, mientras que, en un segundo momento, evolucionaria hacia un sentido més global? Parece que si, como vimos en el capitulo en el que nos ocupamos del asunto. Por tanto, la esencia del discipulado consiste en el servicio a los demas, incluida la distribucién de alimen- tos. ‘Como ya mencionamos antes, la presencia femenina en el movimiento de Jests provocaba extrafieza™. Para disminuir el escandalo que ello causaba, se procura ex- plicar colocando a las mujeres en el tinico servicio que tradicionalmente se Jes reservaba: hacer ja comida, El malestar por el tratamiento igualitario de Jesus con las mujeres era grande, como lo atestiguan los evangelios candnicos (cf. Jn 4,27), asi como los no candnicos (cf. . ® Cf E, SCHUSSLER FIORENZA, En memtoria..., p- 187. Aunque la utilizacian de las expresiones «clase media» y «clase alta» sea un ana- cronismo, en realidad no hacemos sino repetir lo que dicen los autores. 2 CER, LAURENTIN, «Jesus ¢ as Mulheres: uma revolagio igno- rada», en Concilium, 145, 1980 (4). 131 Evangelio de Maria Magdalena)”, pues, en la época de Jesus, ningun rabi, se dejaba acompafiar por mujeres. Por eso, probablemente el peso cultural influye en la relativizacién que Mateo hace del servicio de las muje- res, del mismo modo que influyé en Marcos, quien, conociendo el discipulado de la mujer, sdlo lo menciona al final del evangelio. : Podriamos entonces plantear la siguiente cuestidn: si el seguimiento de las mujeres resulta embarazoso, {por qué se menciona? Las opiniones son bastante divergentes: Bultmann declara que la presencia de las mujeres como testigos en Mc 15,40-41.47; 16,1-8, no es histérica, sino que «ellas eran necesarias, porque los discipulos que habian huido no podian aparecer»’*, . _ ¢Acaso se colocé en la narracién a las mujeres, atin con los nombres citados, sdlo para establecer que habia testigos de la muerte y sepultura de Jesus y del sepulcro vacio? Por lo que dijimos antes, podemos afirmar que, aunque las mujeres se introduzcan en un giro tipico de Marcos, esto no quiere decir que sean ahistéricas. Una idea basica de la teologia de Marcos es Ja de la inversion: los de fuera se convierten en los de dentro, los ultimos serdn los primeros (cf. Mc 10,31). En esta pers- pectiva, con la rotura del velo del templo dejan de existir las resiricciones en contra de la plena participacién tan- to de los gentiles, cuyo paradigma es el centurién (cf. Me 15,39), como de las mujeres (cf. Mc 15,40), pues, desde el punto de vista del judaismo y del judeocristia- nismo del siglo I, no podria haber nadie tan externo al * Cf. J, ROBINSON (ed.), The Neg Hammadi Library, San, Prancis- co, Harper and Row, 1978, p. 473. ** BULTMANN, The History of the Synoptic Tradition, Oxford, Blackwell, 1963, p. 274. 132 drama central de la fe y de la practica religiosa que un centurién romano o la mujer. Ciertamente, ellos se en- contraban entre los tiltimos. Pero el comienzo del evan- gelio de Jesucristo, hijo de Dios (cf. Mc 1,1) es, segin Marcos, «el principio del fin de aquel orden viejon”. Coneluyendo, los versiculos estudiados son extrema- damente pertinentes para poner en evidencia,el discipu- lado de la mujer, tras presentarlas con toda claridad como seguidoras y servidoras que, segun comprobamos, son términos técnicos para referirse al discipulo. Ade- mas, las presentan como seguidoras de Jesus desde Ga- jilea, desde el comienzo de la misién, por tanto, en el transcurso de ia misma, acompafidndolo hasta Jerusa- 1én, hasta la Cruz. En consecuencia, no solo estuvieron cerca de él desde el comienzo, sino que lo acompafiaron en su itinerario de sufrimiento, que es otro argumento para demostrar el discipulado de la mujer. Y, por ulti- mo, ellas son las unicas que no huyen cuando lo hacen los discipulos, permaneciendo fieles y valerosas y con- virtiéndose en testigos de la tortura y de la muerte del Maestro querido. ‘ . Este texto nos revela que las mujeres participaron en el movimiento de Jestis como verdaderas discipulas y el hecho de que se nombre a tres de ellas demuestra su liderazgo, asi como el colocarlas en paralelo con el cir- culo menor de los tres discipulos mds allegados a Jesus. TESTIGOS DE LA MUERTE Y ANUNCIADORAS DE LA VIDA NUEVA Mc 15,40; Habia también unas mujeres mirando des- de lejos, 2 CRW. MUNRO, op. cit, p. 235. 133 Mc 15,47: Maria Magdalena y Maria la de José obser- vaban donde \o ponian (el imperfecto signi- fica duracién), Mt 27,55: Estaban alli mirando desde lejos muchas mujeres. Mt 27,61: Estaban alli Maria Magdalena y la otra Ma- tia, sentadas frente al sepulcro. Mt 28,1: Pasado el sabado, al clarear el primer dia de la semana, Maria Magdalena y la otra Maria fueron a ver el sepulcro. Le 23,49; Sus conocidos se mantenian a distancia, y también las mujeres que lo habian seguido desde Galilea, y que estaban mirando. Le 23,55: Las mujeres que lo habian acompafiado desde Galilea fueron detrds para ver el se- pulcro y cémo colocaban el cuerpo. Las mujeres discipulas no huyeron tras el prendi- miento de Jesus, sino que permanecieron en Jerusalén para asistir a la ejecucién y al entierro del Maestro. Es interesante que Lucas insista dos veces en que habian venido de Galilea (cf. Le 23,49.55), lo que lleva ‘a pensar que, en vez de traducir «mujeres mirando de lejos» (cf. Mc 15,40), deberia ser «mujeres que lo se- guian desde lejos mirando»”, lo que supondria un cam- * Hemos tratado de reproducir de alguna manera lo que pretende comunicar la autora. Ndtese que Ja traduccién que damos en este parrafo al texto de Mc 15,40 («mujeres mirando de lejos») difiere algo de ta que aparece al principio de la seccién («mujeres mitando desde lejos»). En efecto, la traduccion de la Nueva Biblia Espafiola transmite el sentido de distancia espacial, mientras que la que aqui damos deja abierta la interpre- tacion de distancia psicolégica a la que alude fa autora. Con respecto a las frases, tal como aparecen en el original, la traduccién al poriugués de Mc 15,40 es nudheres othando de longe, que ta autora opone a mulheres de Jonge olhando. El sentido de la primera serfa ambiguo: distancia espacial y psicoldgica; el de la segunda, seria univoco: distancia geografica. La autora conjetura, teniendo en cuenta la pericopa de Le 23,49, que el autor sagrado 134 bio importante, pues no se trataria de distancia espacial y psicoldgica de las mujeres, sino de una distancia geo- grafica™. ; Otros autores, no obstante, opinan que este «de lejos» (0 «desde lejos») relativo a las mujeres es paralelo al «de lejos» referido al seguimiento que Pedro hace de Jesus (cf. Mc 14,54), para demostrar que no existe nin- gin discipulo perfecto durante la vida terrestre de Jesus”. Lo que aqui nos importa es que las mujeres de lejanas tierras que observaban fueron decisivas para el anuncio de la Buena Nueva de Jesus, asi como para la continuidad de su movimiento después de su prendi- miento y ejecucién. Podemos descubrir la insistencia de los evangelios en las palabras orao y theoreo que, como comprobamos antes, demuestran la profundizacién de la actitud de discipulo. . El «ver» constituye un modo de percibir la revela- cién’, El contemplar es adentrarse en el misterio, y por. eso, ver y contemplar se convierten en sinonimos de creer. Creyente es quien vio. Por tanto, cuando los evan- gelistas hacen hincapié en que las mujeres miraban y contemplaban estan valorando su fe, estan significando simbélicamente que querian penetrar en el misterio que se desarrollaba ante ellas. Lucas insiste en la idea de que contemplar es conseguir conocimiento, es saber y enten- der el misterio. ; Las mujeres contemplan aquellas cosas (tauta: tér- mino vago) porque es dificil expresar la revelacién, Dei aludi aa la distancia geogréfica entre Galifea y Jerusalén, recorrida junto a Jesus por las mujeres protagonistas. (N. del T.). . » Cf. SELVIDGE, cit., en E. MALBON, op. cit., p. 43. » Ibid. ™ Cf. M. MORGEN, op. cit, p. 86. 135 texto de Lucas surge una atmdsfera de contemplacin y . revelacion: ellas contemplan un misterio que las supera. Fieles en el seguimiento de Jesus, capaces de servirle, las mujeres estan presentes en el momento de su muerte; permanecen contemplativas”. Lucas las asocia con un grupo de amigos, de cono- cidos de Jesus. De este modo, prepara la ampliacion de la nocién de discipulo, fiel al propdsito de su evangelio (la expresién «amigos» se refiere al Sal 38,12)”. La primitiva confesién cristiana: «Jesus el Nazare- no..., ¥ vosotros, por mano de paganos, lo matdsteis en una cruz. Pero Dios lo resucité...» (Heh 2,22-24) es, segtin la historia de la Resurreccién de Me 16,1-8, la revelada en una primera visién a las mujeres galileas, discipulas de Jesus*, El «angel» declara que el sepulcro esta vacio. Las mujeres sirven para constatar que en ese sepulcro habia sido enterrado Jestis crucificado. Como vimos, los cua- tro evangelios hacen hincapié en Ja presencia de las mujeres en cuanto testigos de 1a muerte de Jesus y del lugar en el que fue enterrado. De este modo, elas pro- porcionan el vinculo indispensable entre el que habia sido enterrado y que ahora ha resucitado. Ellas establecen que aquél a quien veran (dpsesthe) en Galilea (cf. Mc 16,7), el Hijo del Hombre que sera visto (dpsontai) bajando de las nubes con gran poder y majestad (cf. Mc 13,26), es el mismo a quien seguian y servian en Galilea, a quien vieron (theoroisai) muriendo en la cruz (cf. Mc 15,40) y a quien vieron (etheoroun) depositado en la tumba”. % Tid. % By Sal 38,12 dice: «Mis amigos y compafieros se alejan de mi, mis parientes se quedan a distancia». (N. del Th . * Cf, H. PAULSEN, cit., en E. SCHUSSLER FIORENZA, En siie- moria..., nota 86, p. 186. >'Cf, W. MUNRQ, op. ctt,, p. 236. 136 Una vez mas, observamos el énfasis puesto en el ver, que califica a las mujeres como testigos autorizados, como discipulas que desde el principio, habian partici- pado en la’mision de Jesus, presenciaron su muerte y darian testimonio de su Resurreccion. De seguidoras en la misién y testigos de su muerte, pasan a ser mensajeras de la Buena Nueva (jJesis esta vivol). ; {Por qué fueron las mujeres Jas primeras que tuvie- ron noticia de la Resurreccién? Este hecho las confirma como discipulas y les confiere una gran dignidad. Mas adelante, surge wn argumento para devaluarlas: Jas mu- jeres estaban alli porque eran las encargadas de los muertos. ,Acaso basta esta afirmaeion para devaluar lo que hicieron? . Parece que no. Por la experiencia que Schiissler Fiorenza lama «extatico-visionaria», las mujeres que permanecicron en J erusalén llegaron a la conviccién de que Dios habia confirmado el valor de-la vida, de la misién y de la muerte de Jesus. Entonces recibieron el poder para continuar el movimiento y el trabajo de Jestis, el Sefior resucitado™. Nuestra autora, que ademds de exegeta y tedloga es historiadora, elabora una reconstruccién histéricamente plausible de los acontecimientos despues de la muerte y resurreccion de Jesus, a saber: las mujeres galileas fue- ron las primeras que articularon su experiencia de la poderosa bondad de Dios, que no dejé a Jesus crucifi- cado en el sepulcro, sino que lo levantd de entre los muertos. Para reorganizar el movimiento, procuraron reunir a los discipulos que, probablemente después del prendimiento de Jesus habian huido de Jerusalén y re- gresado a Galilea; los amigos de Jestis que vivian ea es Cf. E, SCHUSSLER FIORENZA, En memoria... p. 186. 137 Jerusalén o sus alrededores; las mujeres discipulas, como Maria y Marta de Betania, las mujeres que ungie- ron a Jesus, la madre de Juan Marcos, que tenia una casa en Jerusalén, Maria la madre de Jesus, asi como algunos discipulos como Lazaro, Nicodemo o el disci- pulo amado. Algunas de estas mujeres volverian luego a Galilea, su tierra natal. Y Schtissler Fiorenza concluye diciendo que para las mujeres discipulas debid ser mas facil moverse sin que se dieran cuenta las autoridades”. Al tratar de reunir a todas estas personas, «ellas pudie- ron continuar el movimiento y la obra de Jessy’. Pero, ypor qué fueron escogidas estas mujeres pata tal misién? Dice Gonzdlez Faus que «en la antigtiedad (y pide perdén a las feministas), la mujer estaba desca- lificada como testigo. Presentar a una mujer como tes- tiga de un hecho era carecer de testigos. Y los evange- lios solo presentan como testigos del sepulcro vacio a mujeres. Parece evidente que una narracion que hubiese sido compuesta totalmente con fines apologéticos no habria cafdo en un desliz tan grosero y contraproducen- te, sobre todo teniendo en cuenta las diferencias existen- tes respecto a los nombres de las mujeres. Magdalena es la Unica comin a los cuatro-evangelios». Pero, continua, «aunque cambien los otros nombres, siempre se trata de un grupo de mujeres (Juan, que parece hablar sdlo de Magdalena, pone inmediatamente en sus labios un plu- ral: “Se han Ilevado del sepulcro al Seiior y no sabemos dénde lo han puesto”, Jn 20,2)». Mas auin, en los mis- mos evangelios se nota muy bien la tremenda incomodi- dad que les produce el hecho de presentar como tnicas testigos a mujeres, y de abi los desesperados esfuerzos para suavizar el dato: al angel se le llama «un hombre, cosa bastante rara, y en los evangelistas posteriores se * Thid, p. 187. Ibid 138 narra ya Ja marcha de algunos apéstoles hacia el sepul- cro con la idea de suplir la falta de autoridad del testi- monio de las mujeres. En Lucas aparece con claridad esta dificultad: “... se negaban a creerlas. Pedro, sin embargo, se levanto y fue corriendo al sepulcro” (24,11-12)». Pero todos esos esfuerzos, continia Gonza- lez Faus, «no hacen sino subrayar esa terrible incomo- didad, tan diferente de lo que habria imaginado una mentalidad apologética: el dato del sepulcro vacio esta ba alli y se expone a pesar de algunos testimonios sin yalory®. é Para reforzar su argumento, agrega como curiosi- dad, con el fin de dar una idea mas precisa de la dificul- tad de presentar a una mujer como testigo: «Les presen- to el fragmento de un apdcrifo que, ciertamente, carece de valor histérico, pero tiene el valor de reflejar una mentalidad. Fl llamado apécrifo de Maria Magdalena, del que sélo se conserva un pequefio papiro (griego y copto). Maria Magdalena estd explicando a los apéstoles algo que el Sefior le dijo y cuyo texto practicamente no se conserva. Pero sus palabras provocan, en el fragmen- to que conservamos, la siguiente reaccién de Pedro, que se dirige a los otros apéstoles y les dice, ultrajado en su honra machista (es Gonzdlez Faus quien habla): «Qué os parece, hermanos? jAcaso el Sefior, preguntado so- bre estas cuestiones, hablaria a una mujer de forma oculta y en secreto, para que todos la escuchdsemos? gla presentaria quizd como mas digna que nosotros?» Contimia el autor: «Dios perdona a este Pedro o al autor de este papiro a quien otro apdstol le corrige luego diciéndole: “Si el Senor la juzg6 digna, ,quién eres tu para despreciarla?” Y termina diciendo: “Pero lo que S71, GONZALEZ FAUS, Acceso a Jess, Salamanca, Sigueme, 1979, p. 104, 139 aqui nos interesa es la mentalidad que traduce sobre el valor de la mujer como testigo y que hard que los evan- gelios acaben por transmitir el dato del sepulcro vacio y de la proclamacién de la Resurreccién sin desautorizar a las mujeres (no se atrevieron a tanto), pero haciendo que mediase la autoridad de los apéstoles»®. Anite tales afirmaciones, nos preguntamos de nuevo: éPor qué fueron escogidas las mujeres para dar testimo- nio de un acontecimiento tan importante? La unica ra- zon posible es que habia un dato firme de la tradicién, pues, segiin la nada sospechosa arguimentacion anterior, ellos no habrian podido inventar, ne podian haber crea- do ex nihilo una narracién que contrariaba de modo tan visceral sus prejuicios androcéntricos. Los cuatro evangelistas narran de manera extrema- damente semejante la visita de las mujeres al sepulcro de Jestis (cf. Mc 16,1-8; Mt 28,1-8; Le 24,1-12; Jn 20,1-18). Come concerdancias, en todas las narraciones aparecen el nombre de Maria Magdalena,.Ja piedra re- tirada del sepulcro y el dia de la semana. Terminado el descanso del sibado, Marta Magdale- na, Maria la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesis. El primer dia de ia sema- na, muy de mafiana, recién salido el sol, fueron al sepul- cro, Se decian unas a otras: ‘ ~{Quién nos correré la losa de la entrada del se- pulero? Al levantar la vista observaron que ta losa estaba corrida; y era muy grande. : Entraron en el sepulcro, vieron a un joven vestido de blanco sentado a la derecha y se espantaron. El les dijo: . No os espaniéis. Buscdis a Jesus Nazareno, el cru- cificado, Ha resucitado, no estd aqui. Mirad el sitio donde Jo pusieron. Y ahora, marchaos, decidle a sus discipulos * Ibid., p. 102. 140 y a Pedro que va delante de ellos a Galilea; allt lo veran, como les dijo. Salieron huyendo del sepulcro, del temblor y el des- concierto que les entrd, y no dijeron nada a nadie, del miedo que tenian. (Mc 16,1-8). Pasado el sibado, al clarear el primer dia de ia semana, Maria Magdalena y la otra Maria fueron a ver el sepulero, De pronto la tierra temblé violentamente, porque el dngel del Sefior bajé del cielo y se acered, corrié la losa y se sentd encima. Tenia aspecto de relam- page y su vestido era blanca como la nieve. Los centinelas temblaron de miedo y se quedaron como muertos. El dngel habl6 a las mujeres: —Vosotras no temdis, Ya sé que buscdis a Jesis el crucificado; no estd aqui, ha resucitado, como tenia dicho, Venid a ver ef sitio donde yacia, y después id aprisa a decir a sus discipulos que ha resucitado de la. muerte y que va delanie de ellos a Galilea; allt lo yerdn. Esto es todo. Con miedo, pero con mucha alegria, se marcharon a toda prisa del sepulero y corrieron a anuneidrselo a los disctpulos. (Mt 28,1-8). El sdbado guardaron el descanso de precepto, pero el primer dia de la semana, de madrugada, fueron al sepul- cro Hevando los aromas que habian preparado. Enconira- ron corrida la losa, entraron y no encontraron el cuerpo del Seftor Jesus. No sabian qué pensar de aquello, cuando se les presentaron dos hombres con vestidos refulgentes; despavoridas, miraban al suelo, y ellos les dijeron: —¢Por qué buscdis entre los muertos al que esta vivo? No estd aqui, ha resucitado, Acordaos de lo que os dijo estando todavia en Galilea: “Este Hombre tiene que ser entregado en manas de gente pecadora y ser erucificado, pero al tercer dia resucitara”’. Recordaron entonces sus palabras, volvieron del se- pulcro y anunciaron todo esto a los Once y a los demés. 141 Eran Marfa Magdalena, Juana y Marta la de Santiago; también las dernds que habian ido con ellas ies dectan lo mismo a los apdstoles, pero ellos lo tomaron por un delirio y se negaban a creerlas, (Le 24,1-12).. El primer dia de la semana, al amanecer, cuando ain estaba oscuro, fue Marla Magdalena al sepulero y vio la losa quitada. Fue corriendo a donde estaba Simén Pedro con el discipulo preferido de Jesus, y le dijo: —Se han llevado.del sepulcro ai Seflor y no sabemos donde lo han puesto. Pedro y el otro disetpulo salieron para el sepulero. Los dos corrian juntos, pero como el otto discipulo corria mds que Pedro, se le adelanié y llegd primero: asomdn- dose al sepulcro, vio las vendas en el suelo, pera no entrd, Simén Pedro Hegé detrds, entrd en el sepulcro y vio las vendas en el suelo; el sudario en que le habian envuelto la cabeza no estaba en el suelo con las vendas, sino enrollado aparte.. Entonces entrd también el discipulo que habia llegado primero y, al ver aquello, creyé, porgue hasta entonces no habtan entendido lo que dice la Escri- tura: que tenia que resucitar de la muerte. Los dos discipulos se volvieron a casa. (Jn 20,1-8). Se han Ilevado a cabo diversos estudios sobre las mujeres en el sepulcro, especulando sobre los distintos nombres que aparecen. Aleunos se preguntan si no se trataria-de la misma persona nombrada de forma dife- rente por los distintos evangelistas. Por ejemplo: {Seria Salomé, en Marcos, la misma persona que la madre de los hijos de Zebedeo, en Mateo, ‘y la hermana de la madre de Jestis, en Juan? Para una mejor comprensién de las narraciones de cada uno de los evangelios, seria mas pertinente la po- sible identificacién de dos grupos de mujeres entre las que tienen alguna vinculacién con la vida de Jesus: las 142 primeras, relacionadas con la familia de Jesus; Jas segun- das serian las convertidas". Entre las relacionadas con Ia familia de Jestis, men- ciona a: Maria, la madre de Santiago y Juan; la hermana de la madre de Jestis; Maria, la madre de Cleofas y tal vez Salomé. Entre las convertidas estarian: Maria Mag- dalena; Juana, la mujer de Cusa, y Susana. . Posiblemente, los nombres de las mujeres reflejen diversas tradiciones en torno a algunos nombres fijos, como Maria Magdalena y la otra Maria’. . Otro especialista, Sheppard”, encuentra cuatro visi- tas diferentes de cuatro grupos distintos de mujeres. Cada evangelio se ocupa de un grupo, pero desconoce a los otros. 1) Maria Magdalena, en el evangelio de Juan. 2) La otra Maria, la madre de Santiago y José, junto con algunas mujeres, en el evangelio de Mateo. 3) Juana y otras, en el evangelio de Lucas. 4) Salomé y otras, en el evangelio de Marcos. La segunda visita de Maria Magdalena (Jn 20,11-18). El autor dice que ninguno de los cuatro grupos se encontré con Pedro y Juan, lo que podria explicarse por la oscuridad y por las distintas calles utilizadas para acercarse al sepulcro™. . a Se aprecia cierto énfasis‘al nombrar a las mujeres: Marcos identifica a las mujeres tres veces: en 15,40, * Cf J. DANIELOU, cit. en L. BODE, «The first Easter Morning», en Analecta Biblica 45, Biblicai Institute Press, Roma, 1970, p. 13. © Cf. M. COGNEL, cit., en LYNN BODE, op. cit, p. 12. * Cf, L. SHEPPARD, cit. ea id, p. 14. * Cf. L BODE, art. cit., p, 20. 143 como testigos de la crucifixién; en 15,47, como testi- gos de la localizacién del sepulcro, y en 16,1, como testigos del sepulcro vacio*. Esa triple referencia, gno sera acaso una intencién marcana de disculparse por el silencio anterior y de mencionar el discipulado dela mujer? Lo que todo esto nos indica es que ni la tradicién sinéptica ni la del cuarto evangelio seleccionaron ni inventaron a las mujeres. Pero la tradicién de la re- surreccién a la que tuvieron acceso, que era mas anti- gua, se referfa a las mujeres que habian estado vincula- das a Jesis durante su vida y estas tradiciones, que habian sido escritas por hombres, expresan de forma undnime que esas mujeres estaban intimamente relacio- nadas con los origenes de la fe en la resurreccién y con su proclamacién®, No obstante, Marcos termina su evangelio diciendo: «¥ no dijeron nada a nadie, del miedo que tenfan» (Mc 16,8b). Algunos autores interpretan tal procedimiento como fidelidad a un motivo que se utiliza siempre en su evangelio: el secreto mesidnico. Por eso, las mujeres guardan silencio sobre Jesus-Mesias. Otros especialistas afirman con respecto a Mc 16,8b que el miedo de las mujeres tiene relacién con la reac- cién humana normal ante una teofania (cf. Ex 3,6b). Se trata del miedo y del silencio, sefiales de los limites de la humanidad en presencia de lo divino. Las mujeres tienen miedo y tiemblan como cuando se esta en presen- cia de Dios”, Maibon interpreta el silencio de las mujeres en el texto en cuestién, comparandolo con Mc 1,44. En ese * Cf. E. SCHUSSLER FIORENZA, En memoria..., p.207. “ [bid,, p. 187. ” Cf. D. CATCHPOLE, cit, en MALBON, art. cit., p. 44. 144 pasaje, Jess advierte al leproso que no diga nada a nadie, sino que vaya al sacerdote y ofrezca por su cura- cién lo determinado por Moisés. Pero, con certeza, al presentarse al sacerdote, el leproso le diria algo. No obstante, éste no serfa un cualquiera, sino el nico al que el leproso debia informar. Seguin esto, nuestra pericopa puede significar: no dicen nada a nadie on general, sino que van a decirselo a los discipulos, pues, ,quicn, sino un discipulo seguidor de Jesus podria aceptar y enten- der la historia de las mujeres?* Ya en el evangelio de Lucas, los angeles preguntan alas mujeres: «{Por qué buscais entre los muertos al que” estd vivo? No esta aqui, ha resucitado»®, No objetan que lo busquen, sino que !o hagan en un lugar errdneo™. Lucas, m4s que Marcos y Mateo, pone el acento en el anuncio hecho por Jestis cuando estaba en Galilea. La primera parte del discurso reproduce las palabras de Jestis. El evangelio nos dice que ellas recordaron las palabras de Jestis y comenzaron a creer, no porque vieran a los Angeles y el sepulcro vacio, sino porque su recuerdo confirmaba las palabras que habian escuchado a Jesus. Ellas recuerdan, vuelven y se lo cuentan a los Once y a los demas, to que nos proporciona otro argu- mento sobre el discipulado de las mujeres: oir la pala- bra, meditarla, conservarla viva e ir a anunciarla a los otros forma parte de la vida de todo discipulo, como vimos antes. ; Segin Juan, Maria Magdalena, tras hallar retirada la losa del sepulcro, vuelve y dice a Pedro y al discipulo amado que se habian llevado el cuerpo del Sefior. A pesar de las variaciones, la historia basica es la misma: Al llegar las mujeres al sepulcro de: Jests y © Ibid, p. 46. # Cf. M. MORGEN, att. cit, p. 87. °° Thi. 145 enconirarlo vacio, reciben el mensaje celeste y actuan en consecuencia. Podemos concluir, por tanto, que cada evangelio toma buena nota de que las mujeres no refie- ren la novedad en cualquier sitio: «Evitan la dispersion entre las multitudes, que son inconstantes y estan sujetas al delirio»'. Las mujeres transmiten estos acontecimien- tos a testigos seguros que podian aceptarlos y enten- derlos, Las mujeres que dieron testimonio de la muerte mantuvieron viva la Buena Nueva de la manifestacion del poder de vida que Dios revela en la Resurreccion de Jesus de Nazaret. Ellas, que habian recibido de él mas vida, se convierten en sus mensajeras para anunciar el poder de la vida sobre Ja muerte, el poder del amor sobre la destruccién, y lo anuncian a Jos amigos y segui- dores de Jesus. Se ha dicho muchas veces que las mujeres «prepa- raron el camino a quienes se convirtieron en apdstoles. Ellas no preparan el camino sino que proclaman el fundamento de la vocacién de todo apéstol. No desem- pefian un papel secundario, sino principal decisivo™. Las mujeres galileas continuaron el movimiento inicia- do por Jestis. Al escoger al sustituto de Judas, la exigencia para ser apdstol era haber participado en la mision terrestre y haber sido testigo de la Resurreccién (cf. Heh 1,21). Los datos del evangelio muestran que las mujeres cumm- plian esas condiciones y sin embargo jparece que ni Siquiera se penso en ellas para esa funcion! No obstante, E. Schiissler Fiorenza no duda en pro- ponerlas como apostoles, seguidoras de la misién, testi- gos de la muerte y mensajeras de la vida”, "B, QUERE, op. cit, p. 82. 2 CEM. MORGEN: art, eit, p. 88, ® CEE. SCHUSSLER FIORENZA, «Women-Apostles...», p. 94. 146 MARIA MAGDALENA: TESTIGO DE PRIMERA HORA Fuera, junio al sepulcro, estaba Maria liorando, Se asomé al sepulero sin agian de llorar y vio a dos angeles vestidos de blanco, sentados donde habia estado el cuerpo de Jesus, uno ala cabecera y otro a los pies. Le preguntaron: ; ~¢Por qué Horas, mujer? Les contesto: . —Porque se han llevado a mi Sefor y no sé donde lo e810. Loa 7 dicho esto, se volvid hacia atrds y vio a Jestis de pie, pero no se daba cuenta de que era él. Jesis le preguntd: | ~

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