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Unidad III - Historia de La Cultura y La Educación
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.-Enrique de Gandía (selección y comentarios), Memorias del General Iriarte. Textos
Fundamentales, Bs. As.: Compañía General Fabril Editora, 1962, T. 1, XVI, pp. 260-261.
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que, en realidad, estaba sometida a la voluntad del gobernador. La guerra civil entre
todas las provincias desmenuzaba cada vez más las antiguas intendencias y zonas
políticas de tiempos anteriores. La provincia de Salta estaba compuesta por esta
ciudad y por la de Jujuy y la de Cuyo tenía tres ciudades: Mendoza, San Juan y San Luis.
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Pues bien, fue necesario reconocer como nuevas provincias a cada una de las ciudades
mencionadas. Si hubiera habido más ciudades en el interior, en vez de catorce
provincias habría habido un número mucho mayor. Cada cual quería mandar en su
lugar.
Tras la disolución de las autoridades nacionales y el nacimiento de las
autonomías provinciales aparece un nuevo fenómeno, que acompañará la vida
argentina durante unos cincuenta años: la montonera, como realidad sociológica. Es
decir, el montón destinado a combatir cuya aparente estrategia es no tenerla. En
suma: una perfecta desorganización organizada contra toda posible organización. A
estas montoneras Fray de Paula Castañeda, una de las figuras más interesantes y
apasionantes de esta época y sobre la que volveremos, las describió como los yentes y
vinientes, que traían la barbarie y la noche refugiadas en los pliegues de sus ponchos:
A los federales voy,
De los federales vengo,
Que, según está la Patria,
Yo vivo yendo y viniendo
Por su parte Fray Cayetano Rodríguez, en carta al Padre Molina, pintaba así al
momento histórico: “(...) el pueblo de Buenos Aires está convertido en una horda de
bandidos, al extremo que es menester que cada casa tenga armas para defenderse de
los mismos ciudadanos”. Y para abundar en la percepción de la tremenda crisis Mr.
John B. Prevost, el cónsul norteamericano, al abrir las ventanas de su casa cada
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mañana preguntaba: “¿Y, quién manda hoy?”. La pregunta se sigue formulando a
ciento ochenta años de distancia temporal.
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.-La orden para que Prevost abandonase Buenos Aires debía cumplirse el 25 de octubre de
1820. Cf. Harold F. Peterson, La Argentina y los Estados Unidos. Tomo 1: 1810-1914, Bs. As.:
Hyspamerica, 1986, VI, , pp. 92-93.
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Fue en medio de este caos que llegó de Europa Bernardino Rivadavia. Enemigo
a muerte de Mariano Moreno y de Martín de Alzaga, por resentimientos personales,
había chocado fuertemente con San Martín, que lo despreciaba y era considerado
como un sujeto vanidoso, visionario y grosero. Se había labrado fama de hombre culto;
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pero su cultura no aparecía en escritos ni en discursos. Se sabía que en París había
frecuentado los salones y trabado amistad discipular con Destutt de Tracy. Rivadavia
fue nombrado ministro de gobierno de Buenos Aires por Martín Rodríguez.
Como decíamos, con el nacimiento de las autonomías provinciales la autoridad
central se diluye. Concentraremos nuestra atención en la provincia de Buenos Aires.
Una vez organizada su Legislatura se elige como Gobernador a Martín Rodríguez, un
ganadero absentista, que gobernará apoyado por una coalición de ganaderos
bonaerenses y comerciantes porteños vinculados a los intereses anglo-portugueses. En
el transcurso del gobierno de Rodríguez muere Pancho Ramírez; desaparece de la vida
política Artigas y queda neutralizado Estanislao López de Santa Fe; los portugueses
invaden la Banda Oriental, a la cual anexan como Provincia Cisplatina (después de la
reacción de Lavalleja y de los 33 orientales y el Congreso de la Florida estallará la
guerra con el Brasil), se boicotea el Congreso General Constituyente de Córdoba de
1821; San Martín formula su renuncia histórica y se retira de la vida pública. Pero el
período se recuerda especialmente por las llamadas reformas rivadavianas. Ella
fueron:
1. La ley de enfiteusis, es decir el arrendamiento de tierras públicas mediante el
pago de un canon (algunos nombres de estos “arrendatarios” que más adelante
serán convertidos en propietarios: Anchorena, Peña, Lezica, Díaz Velez,
Viamonte). Hacia 1840 cincuenta familias bonaerenses poseían 160 estancias con
un total de 2093 leguas.
2. Empréstito con la Baring Brothers de 1.000.000 de libras esterlinas, de los cuales
a lo sumo se cobró 570.000
3. Reforma eclesiástica, sobre la que volveremos más abajo en ocasión de
presentar al Padre Castañeda.
4. Convocatoria al Congreso Nacional de 1824
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