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Ápeiron. Estudios de filosofía — N.

º 12 - Abril 2020
Monográfico «Diez ensayos de filosofía de la información»

Información, reflexión y semántica:


Las dificultades del computacionalismo

Information, Reflection and Semantics:


Some Difficulties of Computationalism

Laureano Luna Cabañero

IES Doctor Francisco Marín, Jaén (España)


laureanoluna@yahoo.es

Resumen: La capacidad de la inteligencia lógico-matemática humana para aplicar un determinado principio de reflexión
combinada con el segundo teorema de incompletitud de Gödel permite argumentar de manera sencilla que, si el Compu-
tacionalismo fuese verdadero, la inteligencia lógico-matemática humana sería inconsistente. Como en la práctica resulta
imposible avenirse a tal conclusión, aceptar el Computacionalismo se hace difícil. Por eso, algunos autores, como David
Chalmers, han argumentado que no podemos creer en la corrección de la inteligencia lógico-matemática humana salvo
si esta es inconsistente. Mostramos que esos argumentos sucumben ante la consideración de que la información con la
que trata la inteligencia lógico-matemática humana es de carácter semántico.

Palabras clave: David Chalmers, computacionalismo, inteligencia lógico-matemática humana, Principio de Reflexión,
información aritmética, información semántica, paradoja.

Abstract: The combination of Gödel’s second theorem with the capability of the human logico-mathematical intelli-
gence to apply a particular reflection principle yields a straightforward argument for this claim: if Computationalism is
true, then human logico-mathematical intelligence is inconsistent. The practical impossibility to come to terms with such
a conclusion renders Computationalism hard to endorse. This has motivated some authors, David Chalmers among them,
to argue that we can only believe our logico-mathematical intelligence correct if it is in fact inconsistent. We defend
that considerations concerning the semantical nature of the information our logico-mathematical intelligence deals with
show that such arguments are unsound.

Keywords: David Chalmers, computationalism, human logico-mathematical intelligence, Reflection Principle, arith-
metical information, semantical information, paradox.

Copyright © 2020 Laureano Luna Cabañero


Ápeiron. Estudios de filosofía, monográfico «Diez ensayos de filosofía de la información», n.º 12, 2020, pp. 83–94,
Madrid-España (ISSN 2386 – 5326)
http://www.apeironestudiosdefilosofia.com/

Recibido: 18/11/2019 Aceptado: 12/02/2020

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Laureano Luna Cabañero ● Información, reflexión y semántica: Las dificultades del computacionalismo

1. Introducción

En Filosofía usamos la misma lógica que utilizan los matemáticos y para el mismo fin: argumentar a fa-
vor de determinadas tesis. La única diferencia es que en Matemáticas se parte en última instancia de premisas
evidentes y en Filosofía ese es rara vez el caso. Por eso en Matemáticas hay demostraciones y en Filosofía, por
lo general, los argumentos se quedan en (mejores o peores) argumentos. En consecuencia, es usual y legítimo
en Filosofía apelar a la intuición, a las convicciones intuitivas del lector a la hora de argumentar. De hecho, en
Filosofía un argumento es un buen argumento si para negar su conclusión es necesario negar algún principio
fuertemente intuitivo.
Por eso queremos empezar pidiendo al lector que se plantee esta cuestión: ¿cree el lector posible que
exista una demostración de que 0 = 1 o de que 1 ≠ 1 que, bajo escrutinio exhaustivo, resultaría perfectamente
evidente y completamente impecable para la comunidad científica, de modo que tendríamos que concluir que
nuestra razón es inconsistente e indigna de crédito y que, por tanto, deberíamos poner en duda todos los resul-
tados de la Lógica o las Matemáticas?
Los partidarios más lúcidos del Computacionalismo (que definiremos enseguida) se ven obligados para
defender su posición a afirmar que solo podemos creer en la consistencia de nuestra razón si nuestra razón es
inconsistente. ¿Cuál es el argumento que los lleva a una esquina tan incómoda del debate y cómo argumen-
tan que no debemos creer a nuestra razón consistente o correcta? Es lo que vamos a intentar explicar en las
siguientes secciones.
Esa necesidad en que se ven los defensores del Computacionalismo de afirmar que no podemos creer
consistente a nuestra propia razón proporciona por sí misma un argumento fuertemente intuitivo contra el
Computacionalismo. Nosotros intentaremos además mostrar que una consideración adecuada de la naturaleza
semántica de la información lógico-matemática desmonta el argumento de los computacionalistas y muestra
que es posible para los seres humanos creer en la consistencia de su razón sin ser por ello inconsistentes.

2. Reflexión e información aritmética

Al hablar de la razón humana hacemos la idealización habitual de la inteligencia real humana: no habla-
mos de lo que un ser humano particular crea saber o crea poder demostrar en un momento dado de su vida;
hablamos de la información que poseería un agente cognitivo humano ideal, es decir, capaz de poner en acto
toda la potencia de la razón humana y que ha corregido ya todos esos errores que cometemos continuamente
y después somos capaces de reparar.
Voy a argumentar que la razón humana posee un recurso cognitivo que ningún algoritmo o sistema
formal puede poseer, a saber, estar cerrada bajo ciertos principios de reflexión. Sea C un conjunto de proposi-
ciones que la razón humana ve verdaderas; entonces la razón humana también ve verdadera las siguientes pro-
posiciones: #C es correcto#, #C es consistente#1. En eso consisten esos recursos que he llamado “principios
de reflexión”. Empiezo por anticiparme a dos posibles objeciones.
Una. #C es consistente# se deduce de #C es correcto# y este último podría ser elemento de Ccon lo que
no aportaría información adicional a la contenida en C. Ya veremos que si C es recursivamente enumerable
además de correcto (que es el caso que nos va a interesar), eso no es posible debido al segundo teorema de
Gödel.
Dos. Ciertos lógicos (por ejemplo Ramsey 1927, Ayer 1936) consideran que los predicados verdadero
o correcto son redundantes, de modo #C es correcto# no aporta información adicional a la contenida en C in-

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El lector habrá deducido que usamos el símbolo # para mencionar proposiciones igual que usamos el entrecomillado para mencio-
nar oraciones, es decir, secuencias de letras

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cluso si es verdadera y no es elemento de C. Veremos que para el tipo de información del que queremos hablar
(la información aritmética) los principios de reflexión no son redundantes (para un tratamiento más específico
del tema véase Ketland 1999).
Llamemos ILMH a la inteligencia lógico-matemática humana, es decir, al rendimiento lógico-matemáti-
co de un humano idealizado, al que hemos liberado de todas las restricciones técnicas (en capacidad de alma-
cenamiento de datos, tiempo, atención, memoria, resistencia física y mental, etc.) para dejar solo la informa-
ción lógico-matemática almacenada en la razón humana; entendemos, por tanto, que ILHM no comete ningún
error que la inteligencia lógico-matemática humana pueda corregir. ILHM abarca todo lo que la inteligencia
lógico-matemática humana puede realizar en principio; por ejemplo, sin duda para ciertos números naturalesm
y n muy grandes nos resultará siempre imposible en la práctica hallar el producto m·n (podría faltar espacio en
el universo visible para realizar el cálculo); sin embargo, sabemos que ILMH contiene información suficiente
para hallar ese resultado, de modo que ILMH puede en principio obtenerlo. Para marcar un contraste cabe
comparar la tarea de encontrar el producto m·n con la de establecer más allá de toda duda la famosa Hipótesis
del Continuo: por lo que sabemos ILMH podría carecer de la información suficiente para dilucidar este proble-
ma pero no para hallar el producto m·n.
Entendemos además que ILMH puede tener como objeto cualquier construcción finitamente especifi-
cable y que puede realizar cualquier operación para la que exista un algoritmo; en concreto, suponemos que
ILMH contiene la aritmética de Peano de primer orden (AP)2 y que está cerrada bajo la lógica de primer orden
y, por tanto, bajo la lógica proposicional (LP); es decir, si ILMH cree todas las proposiciones de un conjunto
C y la proposición p es consecuencia lógica de ese conjunto a través de LP, entonces ILMH cree p. La afir-
mación de que ILMH es capaz de X debe entenderse como equivalente a la afirmación de que no es lógica o
matemáticamente imposible que ILMH haga X, porque solo decimos que ILMH es incapaz de X si ILMH ca-
rece de la información lógico-matemática requerida para realizar X y en ese caso es lógico-matemáticamente
imposible que ILMH realice X. Así, si existe una operación X y un algoritmo AX que la realiza, es siempre en
principio posible (es decir, no hay imposibilidad lógico-matemática para) que ILMH encuentre AX y siga sus
instrucciones para realizar X.
Entendemos entonces que el Computacionalismo es la tesis de que ILMH es igual a un cierto sistema
formal deductivo SH, de tal manera que el conjunto T(SH) de los teoremas de SH coincide con el conjunto
T(ILMH) de las proposiciones que ILMH puede en principio conocer. La existencia de SH es equivalente a
la existencia de una máquina de Turing MH tal que el conjunto T(MH) de las fórmulas que MH genera es
T(ILMH).
La premisa de que ILMH es capaz de realizar cualquier tarea algorítmica es probablemente ella misma
incompatible con el Computacionalismo. La razón es el teorema de Church-Kleene (Church, Kleene 1937;
Church 1938; Kleene 1938): no existe ninguna máquina de Turing capaz de generar todo los ordinales con-
juntistas constructivos, donde un ordinal α es constructivo si y solo si (syss, en adelante) existe una máquina
de Turing que genera α, en un cierto sentido de “generar”. Nos hemos ocupado recientemente en otro artículo
(Luna 2017) de este asunto y no exploraremos en esta ocasión esa línea de pensamiento. Aquí queremos desa-
rrollar en cambio el problema que los principios de reflexión representa para el Computacionalismo.
Para todo sistema formal deductivo S que incluya AP, existe una fórmula aritmética ConS tal que, en
su interpretación aritmética, ConS es verdadera syss S es consistente. Llamaremos Principio de Reflexión a
la tesis de que ILMH es capaz de afirmar, para todo sistema formal deductivo S que incluyaAP y que ILMH
considere correcto, la proposición expresada por ConS en su interpretación aritmética. Dado S, existe un pro-
cedimiento algorítmico que construye ConS (Shapiro 1998, p. 274; Franzén 2004ª, p. 172; Franzén 2004b, p.
371)3, de modo que ILMH podrá construir ConS, puesto que hemos asumido que ILMH es capaz de realizar

2
Todo esto es parte de la idealización usual de la capacidad lógico-matemática humana que se invoca en el debate sobre el Computa-
cionalismo. Nótese que también cuando hablamos de la capacidad de un algoritmo realizamos una idealización semejante: decimos
que ciertos conjuntos infinitos son algorítmicamente enumerables aunque en la práctica no hay ningún algoritmo capaz de producir
en acto un output infinito.
3
Debe quedar claro que, aunque para cada S hay un procedimiento algorítmico que construye ConS, no hay un único algoritmo
capaz de construir ConS para todo S posible. Su existencia contradiría el mencionado teorema de Church-Kleene.

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toda tarea algorítmica. En consecuencia, si ILMH considera a S correcto, lo considerará consistente y deducirá
que ConS es verdadera.
Hacemos ver a continuación por qué este principio presenta un problema para el Computacionalismo.
Supongamos que el Computacionalismo es verdadero y que, por consiguiente, SH existe. Como SH es por
definición finitamente especificable, es en principio posible para ILMH inspeccionar sus axiomas o esquemas
axiomáticos así como sus reglas de inferencia, y dado que estos elementos son precisamente los que ILMH
utiliza en su proceder, ILMH los verá a todos ellos verdaderos o correctos. Puede ciertamente haber proble-
mas técnicos diversos que impidan a un ser humano reconocer como verdaderos los mismos principios que
subyacen a su pensamiento lógico-matemático pero, si esos principios son finitamente especificables, resulta
incomprensible que a ese ser humano le resulte imposible por razones lógico-matemáticas reconocer como co-
rrectos los mismos principios en los que descansa su pensamiento lógico-matemático; en efecto, no es posible
que sea incapaz de asentir a ellos por falta de información lógico-matemática. Esta cuestión puede expresarse
también en los siguientes términos: resulta obvio que las fórmulas del lenguaje de SH que IMLH afirma son
las mismas que reconoce como verdaderas; si T(SH)=T(ILMH), entonces ILMH afirma todos los axiomas de
SH y, por tanto, reconoce como verdaderos todos los axiomas de SH y como correctos todos sus esquemas
axiomáticos, si los hay.
Ahora bien, si ILMH es capaz de convencerse de que SH es enteramente correcto ILMH deducirá que
SH es consistente. Todavía más, como SH incluye AP, ILMH podrá construir la fórmula ConSH, que en su
interpretación aritmética es verdadera syss SH es consistente. ILMH no solo podrá construir ConSH sino que
además la afirmará, es decir, deducirá que expresa una proposición aritmética verdadera, puesto que ILMH
deduce que SH es consistente y sabe que ConSH es verdadera bajo esa interpretación syss SH es consistente.
Entonces ConSH pertenece a T(ILMH) y, como T(SH) es igual a T(ILMH), ConSH pertenece a T(SH) y SH
es inconsistente debido al segundo teorema de incompletitud de Gödel. Si SH es inconsistente, también lo es
ILMH. Recordemos que un sistema inconsistente prueba todas las fórmulas bien formadas de su lenguaje. El
resultado es que el Computacionalismo implica, bajo una premisa tan intuitiva como es el Principio de Re-
flexión, que la inteligencia lógico-matemática humana es inconsistente, es decir, que existe una demostración
de que o de cualquier contradicción lógica que resulta definitivamente convincente para la razón humana.
Realmente es difícil entender cómo sería posible creer que la inteligencia lógico-matemática humana
es inconsistente y seguir haciendo matemáticas confiadamente o simplemente seguir aplicando la lógica a
cualquier ámbito del saber; en una palabra: seguir pensando. Por eso, este argumento enfrenta al Computacio-
nalismo con una seria dificultad. Sin embargo, algunos autores parecen no ser conscientes de esta dificultad;
Feferman (Feferman 2007, p. 15), por ejemplo, escribe:
“What about the assumption that the human mind is consistent? In practice, mathematicians certainly
make errors and thence arrive at false conclusions that in some cases go long undetected. Penrose, among
others, has pointed out that when errors are detected, mathematicians seek out their source and correct them
(cf. Penrose 1996, pp. 137 ff)4, and so he has argued that it is reasonable to ascribe self-correctability and hence
consistency to our idealized mathematician. But even if such a one can correct all his errors, can he know with
mathematical certitude, as required for Gödel’s claim, that he is consistent?” (cursiva nuestra).
Uno se pregunta cómo puede un matemático como Feferman, que ha dado por absolutamente demos-
trados y ciertos un buen número de teoremas, dar más crédito a lo que percibe mediante su inteligencia lógi-
co-matemática que a su inteligencia lógico-matemática misma. Es como dar más crédito a lo visto que al ojo
que lo ve.
El Principio de Reflexión da lugar al fenómeno de la llamada inexhaustibilidad gödeliana (Franzén
2004a). Para ilustrarlo vamos a partir de un sistema formal deductivo al que sin duda ILMH contiene y en
cuya consistencia tenemos sólida confianza, digamos AP. El fenómeno de la inexhaustibilidad consiste en que
si ILMH contiene AP, entonces contiene también ConAP, que nosotros, por el segundo teorema de Gödel y
nuestra confianza en la consistencia de AP, sabemos que AP no contiene. Si llamamos AP+ConAP al sistema
que resulta de añadir ConAP a los axiomas de AP, está claro que ILMH estará convencida de la consistencia de

4
Ver Penrose 1996 en nuestras referencias.

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este último sistema de modo que estará dispuesta a afirmar Con(AP+ConAP). Hasta dónde podría llegar la ite-
ración del Principio de Reflexión ha sido estudiado entre otros por Turing (1939), Feferman (1962) y Franzén
(2004b) y es un tema íntimamente relacionado con el de los ordinales constructivos que hemos mencionado
antes.
Como advertíamos al principio, algunos lectores pueden pensar que la proposición que afirma la con-
sistencia de AP quizá no contiene más información que AP, puesto que se deriva de aquella que afirma su
corrección y es dudosa que esta última contenga información suplementaria. El caso es que ConAP es una
sentencia aritmética que, bajo la interpretación aritmética estándar, contiene información aritmética que AP no
puede demostrar. Esto sugiere que ILMH tiene un recurso que ningún sistema formal posee: la iteración de la
reflexión le permite obtener información aritmética adicional de la nada, por así decirlo, o, si se prefiere, del
mero hecho de reconocer como correcto el sistema formal que tiene a la vista5. Y esto nos lleva al hecho que
podría estar detrás de todas las dificultades del Computacionalismo: no parece posible que ILMH sea la clase
de objeto que puede estar especificado como un sistema formal o un algoritmo ante los ojos de ILMH; si lo
fuese, ILMH demostraría su propia consistencia y entonces sería inconsistente, lo que resulta realmente muy
difícil de admitir.
Por expresarlo de una manera más filosófica: la inteligencia lógico-matemática humana, al contrario que
cualquier sistema formal o algoritmo, parece no estar matemáticamente bien definida. En nuestra opinión este
es el punto crucial de la argumentación contra el Computacionalismo.

3. La paradoja de Chalmers y la naturaleza semántica de la información

El argumento de la sección anterior da voz a una resistencia a aceptar el Computacionalismo basada en


última instancia en nuestra resistencia a aceptar que ILMH sea inconsistente, es decir, basada en última ins-
tancia en nuestra confianza en su corrección y consistencia. David Chalmers (1995) cree que ahí está el punto
débil de esta argumentación contra el Computacionalismo.
Basándose -según declaración propia- en una sugerencia de Daryl McCullough6 y para refutar el llamado
‘segundo argumento de Penrose’, Chalmers propuso una demostración de que el sistema de creencias humano,
si se cree a sí mismo correcto, es inconsistente. En nuestros términos esto sería: si ILMH se cree a sí misma
correcta, entonces ILMH es inconsistente. Paradójicamente esta situación, de ser cierta, solo serviría de ar-
gumento para pensar que la inteligencia lógico-matemática humana no se cree a sí misma correcta a quienes
crean que esa inteligencia es consistente; para ellos, el condicional de Chalmers sugiere un Modus Tollens para
concluir que la inteligencia lógico-matemática humana no se cree a sí misma correcta. Sin embargo, quienes
ejecuten esa inferencia se verán inmersos en una situación paradójica: basarán la conclusión de que la inteli-
gencia lógico-matemática humana no se cree a sí misma correcta en su propia creencia de que la inteligencia
lógico-matemática humana es consistente, una creencia que solo puede basarse en la confianza en que esa
inteligencia es correcta.
En cualquier caso, creemos que el argumento de Chalmers es incorrecto y para mostrarlo queremos
destacar su aspecto paradójico. En concreto, mostraremos que el argumento solo es válido bajo la suposición
de que en efecto ILMH es un sistema formal, con lo que como refutación de la refutación del Computaciona-
lismo, el argumento comete una petitio principi.
El argumento de Chalmers contiene inexactitudes y en algunos pasos no es demasiado detallado o explí-
cito7. Una de sus premisas implícitas es que el sistema de creencias humano está cerrado bajo LP. Esto supone

5
Esto podría expresarse diciendo que la capacidad aritmética de ILMH tiene información algorítmica o complejidad algorítmica
infinita; ver Chaitin 1974.
6
Ver McCullough 1995, 5.2, donde se lee: “Therefore we conclude: If Roger Penrose believes he is sound, then he is, in fact, unsound”.
7
En el Apéndice 1 ofrecemos el argumento original de Chalmers complementado mediante la adición en negrita de pasos que no
estaban explícitos en él. Allí escribimos “ILMH” en lugar de “human belief system” y “⊥” en lugar de “false”.

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una idealización del sistema humano de creencias que, como hemos dicho, es habitual en el debate sobre el
Computacionalismo: no hablamos de lo que un ser humano concreto cree verdadero en un tiempo particular
sino más bien de la información contenida en la razón humana, incluyendo a aquella que nunca ha sido explí-
citamente inferida por ningún humano todavía.
Haciendo explícita esa premisa podemos debilitar el resto de las premisas de Chalmers, haciéndolas así
más fáciles de aceptar; en concreto, no necesitaremos la premisa de que IMLH se cree correcta en general sino
solo la de que se cree correcta en un sentido limitado (ver abajo premisa 4). Una vez depurado, el argumento
se convierte fácilmente en la deducción de una contradicción a partir de premisas muy razonables; por eso
llamamos al argumento de Chalmers la paradoja de Chalmers. Exponemos la paradoja de Chalmers como la
aparente demostración de un supuesto teorema.

“Teorema”
A) La conjunción de las siguientes premisas es inconsistente:
1. ILMH contiene AP y está cerrada bajo LP.
2. Si ILMH cree φ, entonces cree que cree φ (lo que es semejante a la primera condición de demostrabilidad
de Löb; véase Apéndice 1); es decir, para todo φ,
B(φ) → B(B(φ)),
donde “B(x)” significa ILMH cree la fórmula cuyo número de Gödel es x; para simplificar escribimos “B(φ)”
en lugar de “B(⌈φ⌉)”, donde ⌈φ⌉ es el número de Gödel de φ.8
3. ILMH es correcta con respecto a su ausencia de creencia: para todo φ,
B(~B(φ)) → ~B(φ).
Es decir, si ILMH cree que no cree φ, entonces no cree φ.
4. ILMH se cree correcta con respecto a su ausencia de creencia: para todo φ,
B(B(~B(φ)) → ~B(φ)).
Es decir, ILMH cree 3.
B) Las premisas 1, 2, 4 implican que ILMH es inconsistente.
Sea diag(⌈φ(x)⌉) = φ(⌈φ(x)⌉) y sea G = ~B(diag(⌈~B(diag(x))⌉)). Nótese que G es un punto fijo de ~B: G =
~B(G).
“Demostración”
(1) B(G ↔ ~B(G)) Premisa 1: ILMH contiene AP, y Lema Diagonal
(2) B(B(G) → G) Premisa 4 y definición de G
(3) B(G → ~B(G)) (1) y Premisa 1: ILMH está cerrada bajo LP
(4) B(B(G) → ~B(G)) (2), (3) y Premisa1: ILMH está cerrada bajo LP
(5) B(~B(G)) (4) y Premisa 1: ILMH está cerrada bajo LP
(6) B(~B(G) → G) (1) y Premisa 1: ILMH está cerrada bajo LP
(7) B(G) (5), (6) y Premisa 1: ILMH está cerrada bajo LP
(8) B(B(G)) (7) y Premisa 2
(9) B(~B(G)) & B(B(G)) (5), (8). Esto “demuestra” B)
(10) ~B(G) (5) y Premisa 3
(11) B(G) & ~B(G) (7), (10). Esto “demuestra” A).

8
La premisa 2 no se sigue de la premisa 1 salvo si se supone que ILMH es un sistema formal. Por otra parte, el hecho de que los ar-
gumentos de B(x) sean números de Gödel de fórmulas y no directamente fórmulas complica el asunto pero la traducción de fórmulas
a números de Gödel y viceversa es algorítmica y suponemos que ILMH es capaz de realizar toda operación algorítmica.

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Esta situación es claramente anti-intuitiva porque las premisas 1-4 parecen todas verdaderas. Y proba-
blemente lo son. Probablemente la demostración falla porque parte de un supuesto tácito: que la fórmula G,
en sí misma un objeto puramente sintáctico, es capaz de expresar, bajo la interpretación buscada, un objeto
semántico, una proposición, y, por tanto, es la clase de cosa que puede pertenecer al sistema de creencias hu-
mano: puede ser creída o rechazada como falsa por ILMH.
Es importante tener en cuenta que no tenemos ninguna razón para creer que G sea una formula aritmética;
si lo fuese, interpretada como tal, expresaría sin duda una proposición con un valor de verdad determinado, y su
interpretación meta-teórica tendría ese mismo valor de verdad. Sin embargo, G contiene el predicado B(x), que no
tenemos razón alguna para creer aritmético. B(x) sería sin duda aritmético si el Computacionalismo fuese verda-
dero e ILMH fuese un sistema formal (Gödel demostró que el predicado de demostrabilidad de un sistema formal
es aritméticamente expresable); sin embargo, no podemos asumir eso como una premisa porque eso es precisa-
mente lo que está en discusión. Por eso decimos que el argumento de Chalmers comete una petitio principi.
Siendo un punto fijo de ~B(x), G, en la interpretación buscada, diría que ILMH no cree G, es decir, sería
semejante a esta oración:

N = “la inteligencia humana no cree N”.

Ahora bien, N es esencialmente igual a la famosa paradoja de la demostrabilidad, expresada por “esta
oración no es demostrable”. La inteligencia humana sabe que si ella considerase verdadera a N, N sería falsa;
por tanto, la inteligencia humana no puede considerar a N verdadera; el problema es que eso hace a N verda-
dera y eso lo ve la inteligencia humana, que entonces se ve obligada a considerar verdadera a N, haciéndola
así falsa. N es, por tanto, verdadera y falsa, creída y no creída a la vez.
Así que N, como la oración del Mentiroso, sería a la vez verdadera y falsa si expresara una proposición.
Son muchos los lógicos que por esta razón creen que el Mentiroso no expresa ninguna proposición. Algo
semejante puede suceder con N y, paralelamente, también con G. Si G no puede expresar una proposición,
no forma parte de lo que ILMH puede creer o rechazar como falso porque la información que la mente hu-
mana contiene, procesa o expresa es de carácter semántico (ver Dretske 2010): nuestra razón acepta, rechaza,
demuestra o refuta proposiciones, no meras ristras de símbolos. Si un matemático publica: “los ángulos de
cualquier triángulo suman dos rectos”, y otro: “los ángulos de cualquier triángulo suman ”, no decimos que
hayan publicado dos teoremas parecidos sino que han publicado exactamente el mismo teorema: los objetos
primarios de nuestro conocimiento, creencia, demostración, etc. no son sintácticos (oraciones, fórmulas,…)
sino semánticos: proposiciones.
Si G es una mera ristra de símbolos incapaz, en la interpretación buscada, de expresar una proposición, G
no es un argumento adecuado para el predicado B(x). Esto arrebataría todo sentido a la presunta demostración
y resolvería la que hemos llamado ‘paradoja de Chalmers’. Los intentos de gödelizar a la inteligencia humana
(esto es, de construir una oración afín a la famosa fórmula de Gödel pero referida a los medios de conocimiento
o creencia de la inteligencia humana) son antiguos; datan de Whitely (1962), Hofstadter (1979), pasando por
los ya citados McCullough y Chalmers, y todos ellos fallan en el mismo punto: no contemplan la posibilidad
de que la oración que usan para el intento sea paradójica y por ello incapaz de expresar una proposición. La
filosofía analítica anglosajona ha mostrado tradicionalmente cierta resistencia a reconocer la diferencia fun-
damental entre los objetos sintácticos que llamamos ‘oraciones’ y los objetos semánticos que estas oraciones
suelen expresar, seguramente porque es heredera de la tendencia del Círculo de Viena a reducir lenguaje, lógi-
ca y matemáticas a gramática entendida como sintaxis.
Supongamos que efectivamente, como dicta el sentido común, los seres humanos creen proposiciones,
no ristras de símbolos. Esto haría una diagonalización del predicado de creencia de ILMH completamente di-
ferente de una diagonalización gödeliana (véase para más detalle Luna 2010); en efecto, la fórmula de Gödel
obtenida mediante diagonalización, por ejemplo:

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Γ = ~Bew(diag(⌈~Bew(diag(x))⌉)),

daría lugar a una proposición que no habla sobre sí misma sino (en su interpretación meta-teórica) sobre el
objeto sintáctico que la expresa, a saber, la fórmula Γ; en cambio, una diagonalización sobre ILMH daría lugar
a una proposición que hablaría sobre sí misma para decir que no es creída por ILMH; esto sería necesario para
que un bicondicional del tipo de

G ↔ ~B(G)

fuese creído por ILMH. Ahora bien, las paradojas de la familia del Mentiroso hacen muy dudoso que una pro-
posición pueda hablar sobre sí misma como tal proposición, no solo sobre la forma sintáctica que la expresa.
Basta comparar

M = “Mno expresa una proposición verdadera”

con

Q = “esta oración tiene cinco palabras”,

para reconocer que mientras Q no es problemática, porque la proposición que expresa no habla de sí misma
sino solo de la oración que la expresa, y esta está a la vista, M lleva dos mil quinientos años dando problemas
probablemente porque involucra el predicado de verdad, que se aplica primariamente a proposiciones y que,
por el teorema de Tarski, no puede ser sintácticamente representado. Si los sistemas formales “creen” fórmu-
las y los humanos creemos proposiciones, gödelizar a un sistema formal dará lugar siempre a una oración no
paradójica pero el intento de gödelizar a la inteligencia humana producirá probablemente una paradoja.
Sugerimos que la razón por la que ninguna proposición habla de sí misma es que el contenido de una
proposición viene en parte determinado por los objetos a los que hace referencia, de modo que si uno de esos
objetos es ella misma, se produce un círculo vicioso en la determinación del contenido, lo que a su vez impi-
de la especificación de una proposición (el Apéndice 2 contiene en esbozo un tratamiento conjuntista de este
asunto).
Si el Computacionalismo fuese verdadero e ILMH fuese un sistema formal, de modo que B(x) fuera
aritmético y G indiscutiblemente proposicional, la paradoja de Chalmers sería difícilmente resoluble. Cabe
entender que esto convierte la paradoja de Chalmers en sí misma en un argumento contra el Computacionalis-
mo. La necesidad de evitar la paradoja, o sea, la necesidad de evitar la deducción de una contradicción a partir
de premisas intuitivamente razonables, sugiere que B(x) no es aritmético, lo que implica que no puede estar
representado por un sistema formal o una máquina de Turing. Ya hemos señalado antes que el hecho crucial
en la argumentación contra el Computacionalismo es que la inteligencia lógico-matemática humana no está
matemáticamente bien definida (quizá porque es indefinidamente extensible).
Basándonos en ese punto así como en la naturaleza paradójica de las oraciones afines a G, podemos
construir el siguiente argumento contra el Computacionalismo, que no es más que una transformación adecua-
da de la paradoja de Chalmers.

1. El Computacionalismo implica que capacidad de ILMH para creer proposiciones equivale a la capa-
cidad de un programa de ordenador (llamémoslo AH) para generar oraciones.

2. Consideremos la oración GH:

GH = “GH no es una oración que ILMH crea verdadera”.

3. Argumentamos que el concepto ‘oración que ILMH cree verdadera’ está mal definido. Supongamos
que está bien definido. Entonces GH expresa en castellano una proposición bien definida, dado que tanto su

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sujeto (la oración GH, como objeto puramente sintáctico que está a la vista) como su predicado están bien de-
finidos. Razonamos entonces así:

ILMH sabe que si cree a GH verdadera, GH es falsa; por tanto, no la cree verdadera; como eso es lo que GH
dice, GH es verdadera; pero a esta conclusión llega ILMH, de modo que ILMH cree a GH verdadera y entonces
GH es falsa; en consecuencia, GH es verdadera y falsa; como ninguna proposición puede ser verdadera y falsa
a la vez, GH no expresa una proposición y entonces el concepto ‘oración que ILMH cree verdadera’ está mal
definido.

4. Si el Computacionalismo es verdadero, el concepto ‘oración que ILMH cree verdadera’ equivale al


concepto ‘oración que el programa AH genera’. Ahora bien, si AH existe, este último concepto está mate-
máticamente bien definido: dado un programa A y una oración O, si A genera o no genera O es siempre un
problema matemático bien definido (de hecho es equivalente a un problema aritmético). Luego si el Compu-
tacionalismo es verdadero, el concepto ‘oración que ILMH cree verdadera’ está bien definido. Sin embargo,
hemos mostrado en el punto 3 que no lo está; en consecuencia, el Computacionalismo es falso.

Es fácil ver que la premisa implícita en este argumento es que cualquier cosa que nosotros percibamos
por razones lógicas o matemáticas como verdadera es creída por ILMH. Dado que ILMH es por definición la
inteligencia lógico-matemática humana, esta premisa es más que razonable.

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APÉNDICE 1. Argumento original de Chalmers

En negrita hacemos explícitos pasos que no lo están en Chalmers 1995. “⊢” es el símbolo metalingüístico para B.

Premisa 1. ⊢A → ⊢B(A) 1ª condición de demostrabilidad de Löb


Premisa 2. ⊢B(A1) & B(A1 → A2) → B(A2) 2ª condición de demostrabilidad de Löb
Premisa 3. ⊢B(A) → B(B(A)) 3ª condición de demostrabilidad de Löb
Premisa 4. ⊢~B(⊥) ILMH se cree correcta
Premisa 5. ⊢G ↔ ~B(G) Lema Diagonal
6. ⊢B(G) → B(~B(G)) 5, 1, 2
6.1. ⊢B(G ↔ ~B(G)) 1, 5
6.2. ⊢B(G → ~B(G)) 6.1, ILMH se cree cerrada bajo ↔E
6.3. ⊢B(G) → B(~B(G)) 2, 6.2
7. ⊢B(G) → B(B(G)) 3
8. ⊢B(G) → B(⊥) 6, 7, 2, ILMH se cree cerrada bajo &I: B(B(G)),
B(~B(G)) ⊢ B(B(G) & ~B(G))
9. ⊢B(⊥) → B(G) 2, ⊢B(⊥ → G): ILMH se cree cerrada bajo ECQ
10. ⊢G ↔ ~B(⊥) 5, 8, 9
10.1. ⊢~B(⊥) → ~B(G) 8, ILMH está cerrada bajo Contraposición
10.2. ⊢~B(G) → ~B(⊥) 9, ILMH está cerrada bajo Contraposición
10.3. ⊢~B(G) ↔ ~B(⊥) 10.1, 10.2, ILMH está cerrada bajo ↔I
10.4. ⊢G ↔ ~B(⊥) 5, 10.3, ILMH está cerrada bajo ↔Trans
11. ⊢B(G) 10, 4, 1
11.1. ⊢~B(⊥) → G 10, ILMH está cerrada bajo ↔E
11.2. ⊢G 4, 11.1, ILMHestá cerrada bajo →E
11.3. ⊢B(G) 1, 11.2
12. ⊢B(⊥) 12 (prob. error por 11), 9 (prob. error por 8),
ILMH está cerrada bajo →E
13. ⊢B(⊥) & ⊢~B(⊥) 4, 12.

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APÉNDICE 2. Tratamiento conjuntista de proposiciones autorreferenciales

La imposibilidad de autodeterminación, es decir, la imposibilidad de que una cosa quede determinada en términos
de sí misma, se manifiesta en matemáticas en el Axioma de Fundación conjuntista (Fundación, en adelante), que -su-
puesto el Axioma de Elección- es equivalente a la proposición de que la relación de pertenencia conjuntista ∈ está bien
fundada, es decir, que no existe cadena infinita hacia atrás de la forma:

…x’’ ∈ x’ ∈ x.

Según Fundación toda cadena de ese tipo termina hacia atrás en un átomo (Urelement) o en ∅ tras un número
finito de pasos. Fundación prohíbe que un conjunto sea elemento de sí mismo o de un elemento de un elemento suyo,
etc; es decir, prohíbe que un conjunto esté en su propia clausura transitiva. La motivación de esta prohibición proviene
del requerimiento de que un conjunto pueda siempre definirse en términos de sus elementos, lo que resultaría imposible
si él mismo fuese uno de esos elementos o contribuyese a determinarlo, puesto que eso provocaría un círculo vicioso en
la definición. Se trata pues en última instancia del viejo lema de que lo definido no puede entrar en la definición. Así, el
problema con el famoso conjunto mal fundado de Aczel (1988, p. 6):

Ω = {Ω},

consiste sencillamente en que resulta muy discutible que esa ecuación, que es su única definición conjuntista, defina
realmente objeto alguno9.
Apliquemos Fundación al problema de la posibilidad de que exista una proposición que sea sobre sí misma. Po-
demos definir un predicado P(x) como una función que toma un objeto o y produce una proposición p:

P(o) = p.

Una proposición sobre sí misma sería un punto fijo de un cierto predicado P(x), para el que se cumpliría que, para
toda proposición p, p es sobre sí misma syss

∃P[P(p) = p]

Así, si F(x) es el predicado de falsedad y existe la proposición del Mentiroso, esta sería la proposición m tal que
F(m) = m;

y si V es el predicado de verdad y existe la proposición del Veraz, esta sería la proposición v tal que

V(v) = v.

Basándonos en esto podemos definir una proposición como una función p que toma un predicado P(x) y devuelve
un objeto o, de tal manera que p está definida solo para aquel P(x) para el que P(o) = p. Por tanto,

p(P) = o si P(o) = p; en otro caso p(P) no está definida.

En consecuencia, si P(p) = p¸ entonces p(P) = p, de forma que, si representamos a la función p como un conjunto
de pares ordenados, tenemos que

{P, {P, p}} ∈ p,

contradiciendo Fundación, ya que tenemos una cadena infinita hacia atrás:

…p ∈ {P, p} ∈ {P, {P, p}} ∈ p.

9
Completamente diferente a este respecto es el grafo ⟳ correspondiente a Ω. Lo problemático desde este punto de vista es por tanto el
Axioma Anti-Fundación de Aczel, que hace corresponder un conjunto a ese grafo.

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Referencias

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