Está en la página 1de 3

Anyelo Marrero 1-10-173

La ausencia y la desaparición.

Al profundizar el tema podemos comprender un poco y lo que nos explica, dice que si una
persona fallece nunca se debe mencionar que murió, más bien referirse a esa persona como
“ausente” y con el tiempo se le ira dando derecho a los presuntos herederos, dice que esa
persona pierde la titularidad de la cabeza de la familia.
Habla de los tiempos en que se toman para que la persona declarada por ausente, vaya
perdiendo titularidades y bienes. De 5 a 11 todo es provisional y mas de 30 es definitivo.
La desaparición es similar a la ausencia, pero con una ligera e importante variación expuesta
en los (artículos 87 a 93 del código civil) esta permite declarar la muerte judicialmente en un
plazo relativamente corto.

La ausencia; el ausente se distingue del no presente por la incertidumbre que reina sobre
su existencia. La idea esencial que ha guiado a los redactores del código civil, cuando fijaron
las reglas de la ausencia, ha sido que el ausente no debe ser considerado jamás como muerto.
Por eso su situación familiar será conservada siempre (su matrimonio no se disuelve).
Sus bienes estarán igualmente protegidos; su sucesión no será abierta, sin embargo, con el
transcurso del tiempo se irán dando derechos cada vez mayores a sus presuntos herederos.

Primer periodo: el periodo de presunción de ausencia. La ausencia no producirá


verdaderamente efectos mas que una vez comprobada por un tribunal. Pero, hasta entonces es
necesario adoptar precauciones urgentes que se imponen para proteger a la familia y los
bienes del ausente.
En la esfera familiar, el marido ausente pierde, luego de la ley del 1938, la cualidad de jefe de
la familia: es reemplazado por su mujer en esa función (art. 213 del código civil).
Segundo periodo: el periodo de ausencia declarada. Luego de algún tiempo, el regreso del
ausente parece cada vez menos probable. Se hace entonces necesario adoptar con respecto a
los bienes del ausente, medidas de orden general; el simple nombramiento de un
administrador con poderes mas o menso limitado es ya insuficiente para amparar a los
necesitados.
Tercer periodo: la toma de posesión definitiva. treinta años después del auto que halla
ordenado la toma de posesión provisional, o si sobreviene antes en el centésimo aniversario
del nacimiento del ausente, la situación de los tenedores de los bienes del ausente se modifica
(art. 129 del código civil). El regreso del ausente se ha vuelto muy improbable. Por eso los
que tomaron posesión de sus bienes conservan íntegramente la renta, que, por otra parte,
adquieren desde la expiración del trigésimo año de su ausencia (art. 127 párrafo 29 del código
civil), y las fianzas son canceladas. Los poseedores provisionales pueden, por último, pedir al
tribunal la toma de posesión definitiva de los bienes del ausente. A partir del auto, los que
han tomado posesión pueden comportarse como herederos; les resulta posible incluso
enajenar e hipotecar los inmuebles.
Anyelo Marrero 1-10-173

Se distinguen varios periodos en la ausencia:


a) Presunción de ausencia: este periodo procede al de la ausencia stricto sensu, se trata
de una fase de espera, en el curso de la cual es necesario, sin embargo, tomar algunas
medidas para la protección de la familia y de los bienes del que se está sin noticias.

El presunto ausente pierde la cualidad de cabeza de familia; puede discernirse la tutela


provisional de sus hijos.
El tribunal puede designar a un administrador para que se ocupe de los bienes.

b) La ausencia declarada: Este periodo se abre por un auto de declaración de ausencia,


que no puede ser pronunciado si no luego de cinco u once años después de las ultimas
noticias.
El tribunal ordena la entrega de la posesión provisional de los bienes a los presuntos
herederos; pero estos no se convierten en propietario de los bienes del ausente, pueden
administrarlo, percibir una parte de sus ingresos, deben dar fianza de restituir los
bienes y no pueden ni enajenar ni hipotecar los inmuebles.

c) Toma de posesión definitiva: Treinta años después del autor de entrega de la posesión,
los presuntos herederos tienen el derecho de conservar la totalidad de sus rentas.

Luego de ese mismo plazo, o si se han cumplido cien años desde el nacimiento del
ausente, la fianza se cancela, y todos los herederos pueden solicitar del tribunal la
toma de posesión definitiva que les conferirá derechos muy amplios: podrán disponer
sin reserva de los bienes, venderlos, donarlos, hipotecarlos: pero no son propietarios,
puesto que, si el ausente regresara, deberían restituirles lo que hubieren conservado.
Así con el tiempo los efectos de la ausencia se aproximan a los de la muerte, sin
equiparse jamás.
El sistema de la ausencia del código civil no corresponde ya a las necesidades
actuales; demasiado protector del ausente por imponer plazos excesivamente largos a
los herederos, necesita profundamente reformas.
La ausencia en verdad ha perdido mucho de su interés a causa de la reglamentación de
la desaparición.

La desaparición.
El desaparecido es como el ausente, una persona de la cual se esta sin noticias; pero su
desaparición es la consecuencia de un acontecimiento que era de naturaleza como para poner
en peligro su vida.
Esta situación esta regida por la ordenanza del 30 de octubre de 1945 (los nuevos arts. 87 a
93 del código civil).
Anyelo Marrero 1-10-173

La desaparición presenta sobre la ausencia la ventaja de que permite declarar judicialmente la


muerte; y lo permite en un plazo relativamente breve.
Son posible dos procedimientos antes los tribunales, uno a instancia de la administración y
otro a instancia de cualquier persona interesada.
El auto declarativo de muerte fija la fecha del fallecimiento; retroactivamente a partir de esa
fecha, el desaparecido carece ya de personalidad jurídica; su matrimonio se disuelve y su
sucesión se abre. El auto declarativo de muerte tiene una autoridad absoluta es transcrito en
los libros del registro civil, equivale a la partida de defunción.
Retorno del desaparecido. Cualesquiera que hallan sido las precauciones tomadas por los
tribunales con ocasión de la declaración de muerte, existen ejemplos de personas cuyo
fallecimiento ha sido declarado judicialmente y que han reaparecido. El art. 92 del código
civil dispone que ese muerto viviente “será admitido a presentar la prueba de su existencia”.
¡La formula no es feliz! Podrá demandar la declaración del auto declaratorio. Recobrara sus
bienes; pero tan solo como el ausente que regresa luego de la toma de posesión definitiva de
sus bienes, en el estado en que se encuentre.
Si estaba casado, sigue estándolo; si su conyugue se ha vuelto a casar, esa segunda unión
debe ser declarada nula, pero como ha sido contraída de buena fe, la anualidad no es
retroactiva (se dice que ese matrimonio nulo es putativo).

Art. 112.- Si hay necesidad de proveer a la administración de todos o parte de los bienes de
una persona cuya ausencia se presuma, y que no tiene apoderado en forma, se determinará
por el tribunal de primera instancia con arreglo a la demanda de las partes interesadas.
Art. 113.- El tribunal, a requerimiento de la parte más diligente, nombrará un notario que
represente los presuntos ausentes en los inventarios, cuentas, particiones, y liquidaciones en
las cuales puedan estar interesados.
Art. 114.- El ministerio fiscal está especialmente encargado de velar sobre los intereses de las
personas que se reputen ausentes; y será oído en todos los incidentes y cuestiones que a las
mismas se refieran.
Art. 115.- Cuando una persona se hubiere ausentado de un domicilio o residencia, no
teniéndose noticia de ella durante cuatro años consecutivos, las partes interesadas podrán
pedir al tribunal de primera instancia que se declare la ausencia.
Art. 116.- Para hacer constar la ausencia, el tribunal, después de examinar todos los
documentos presentados, dispondrá que se haga una información contradictoria con el fiscal
en el distrito a que el domicilio pertenezca y en el de la residencia, si son distintos el uno del
otro.
Art. 117.- El tribunal, al dictar fallo sobre la demanda, tendrá muy presentes los verdaderos
motivos de la ausencia y de las causas que hayan impedido recibir noticias del individuo cuya
ausencia se presume.
Art. 118.- El Fiscal remitirá al Procurador General de la República, que los hará públicos, los
fallos tan pronto como se pronuncien.

También podría gustarte