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UNIVERSALIDAD DEL HECHO MORAL

El fenómeno que venimos describiendo posee un carácter universal.  Debido a


que es algo arraigado en el ser mismo del hombre, como lo es en su sociabilidad,
la moralidad lo ha cualificado desde sus orígenes.  Veremos luego que el sentido
de la moralidad brota de la conciencia de la responsabilidad y la libertad.  De ahí
que no resulte atrevido afirmar que el hombre en cuanto hombre es un ser
moral.  De ahí también el hecho de que, en todos los pueblos, incluso en los más
primitivos, aparezca siempre la estructura de lo moral.
Las diferencias entre los pueblos y los mismos individuos residen no en el hecho
de ser morales sino en el contenido de su vida moral.  No siempre lo que es
bueno para unos resulta bueno para otros, ni lo que es considerado bueno hoy lo
ha sido siempre.  El desarrollo del hombre, tanto a nivel colectivo como
individual, abre ante él nuevas posibilidades, nuevos horizontes de realización
que transforman sus cánones de valoración moral.  El hombre antiguo pudo
encontrar buena la esclavitud, la poligamia, el asesinato de los vencidos, el
sometimiento de la mujer al varón, la tiranía.  Sin embargo, a medida que se ha
desarrollado en la humanidad la conciencia de la dignidad e igualdad de todos,
estas prácticas han sido abandonadas y prohibidas.  En ambas situaciones hay
algo en común: el sentido moral, que justifica o reprueba.
Lo mismo se puede decir de cada individuo particular.  Ningún sujeto normal, por
malvado que sea, carece de conciencia moral.  En el lenguaje común utilizamos
el término “inmoral” para calificar a una persona que obra en contra de los
principios comúnmente aceptados.  Pero etimológicamente inmoral significa
carente de moral.  Sólo los dementes podrían ser inmorales en el sentido
etimológico del término.  Lo que sucede con el lenguaje es que moral y
moralidad han pasado a ser sinónimos de rectitud moral, y, consiguientemente,
inmoral e inmoralidad, sinónimos de falta de rectitud.
La moralidad es algo común a todos los pueblos, debido a que todas las personas
normales tienen conciencia moral, y esto es lo que cambia, sea para el bien o el
mal.
LA MORALIDAD COMO FENÓMENO SOCIAL
La moral se define desde determinadas experiencias cotidianas, de las que
aprendemos que nuestras acciones son buenas o malas, y que de ellas se
desprenden respuestas y consecuencias, condicionando en buen parte de
nuestras conductas, las cuales se ven cada vez más condicionadas hasta que se
teorizan en las normas y se practican en la vida cívica.
Las normas y reglas que la sociedad construye están regidas por unas
instituciones bien diferenciadas como la policía, la iglesia, las escuelas, los
sanatorios; y cada una de ellas se encarga de premiar y castigar la mayoría de
conductas del sujeto, siendo la iglesia la institución con mayor influencia en la
moral y la conducta de la mayoría del mundo. El mundo entero ha creado un
sistema bastante complejo para moralizar las acciones y comportamientos de las
personas, distinguiendo de ellas lo bueno y lo malo, lo castigable y lo premiable,
lo verdadero y lo falso. En esta medida la libertad esta mediada por estas
instituciones y lo que permiten y no permiten hacer y ser al sujeto dentro de la
sociedad.
En la actualidad, es común encontrar noticias sobre la falta de tolerancia,
noticias violentas, desgarradoras, injustas y en otros casos decepcionantes,
aquellas que se ven casi todos los días, las mismas, pero con diferentes
renuencias en cada ser humano , pues el proceso de la recepción de dicha
información cumple un protocolo casi similar en todos las personas: inicialmente
se percibe la información, en este caso las noticias; después generalmente
deben pasar la barrera de un vigilante que decide si esa información es o no de
su interés y si pasa rigurosa vigilancia ,caminaría a manos del juez supremo para
debatir si son buenos o condenables dichos actos o noticias , este juez yace en
el centro de cada mente, el fue creado y forjado con esfuerzo por nuestros
padres, los cuales en algunas ocasiones con palabras fuertes o golpes le
enseñaron al pequeño juez, que estaba mal visto en el sistema familiar y en otros
casos con la ausencia del castigo o premios le enseñaron que era plausible para
dicho sistema; en otros casos, el desinterés fue prevalente y no hubo premios,
ni castigos, pero igual lo formaron, aun no se sabe si ese juez mental se forjo
para no generarle incomodidades a sus tutores o si realmente fue forjado por su
propio “ bien”.

Negar que aun en las familias prevalece el bienestar particular, antes que el
colectivo, es negar que los sujetos son seres morales, es decir “que esa tal doble
moral no existe”. Desde que una pareja, ya sea heterosexual u homosexual,
decide conformar una institución familiar, empieza la lucha de normas morales
de un conyugue con el otro, pues donde las pautas morales de cada uno,
entraran a regir la conducta de cada uno en la relación, es por esto que las
discusiones nunca están ni estarán ausentes en las relaciones conyugales o
patento filiales, porque también en la crianza de los hijos a los padres les cuesta
ponerse de acuerdo en que está bien enseñar y que no, en que es permitido
tolerar y que es una falta de respeto.
Por eso es difícil pretender que una misma ética con pautas de normas morales,
rija toda una sociedad y pretender que sea cumplida a cabalidad, aunque de
ninguna manera estaría bien una sociedad que se rija sin normas que acatar, es
por eso que ante la gama de normas éticas que rigen la humanidad, los países, y
no solo eso, en el mismo país cada cultura y en la misma cultura, cada familia y
en la familia cada individuo, seria indispensable hablar y enseñar tolerancia, la
misma que trabaja como mediadora en la solución de conflictos, la misma que
habla entre jueces mentales para llegar acuerdos, esa que debería estar
presente en todos los currículos éticos, no solo de nombre, si no de hechos.

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