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Negar que aun en las familias prevalece el bienestar particular, antes que el
colectivo, es negar que los sujetos son seres morales, es decir “que esa tal doble
moral no existe”. Desde que una pareja, ya sea heterosexual u homosexual,
decide conformar una institución familiar, empieza la lucha de normas morales
de un conyugue con el otro, pues donde las pautas morales de cada uno,
entraran a regir la conducta de cada uno en la relación, es por esto que las
discusiones nunca están ni estarán ausentes en las relaciones conyugales o
patento filiales, porque también en la crianza de los hijos a los padres les cuesta
ponerse de acuerdo en que está bien enseñar y que no, en que es permitido
tolerar y que es una falta de respeto.
Por eso es difícil pretender que una misma ética con pautas de normas morales,
rija toda una sociedad y pretender que sea cumplida a cabalidad, aunque de
ninguna manera estaría bien una sociedad que se rija sin normas que acatar, es
por eso que ante la gama de normas éticas que rigen la humanidad, los países, y
no solo eso, en el mismo país cada cultura y en la misma cultura, cada familia y
en la familia cada individuo, seria indispensable hablar y enseñar tolerancia, la
misma que trabaja como mediadora en la solución de conflictos, la misma que
habla entre jueces mentales para llegar acuerdos, esa que debería estar
presente en todos los currículos éticos, no solo de nombre, si no de hechos.