Está en la página 1de 10

COMPAÑIA

Caminaba y tosía, tosía y caminaba, el humo de su cigarrillo era el único mudo


testigo de su terco empeño por no dejar de fumar a pesar de todos los pronósticos que le
anunciaban su fin próximo a menos que abandonara de una vez por todas a tan mortal
compañero.
Entre la niebla del camino logró divisar a lo lejos un bar de esos en que el
contenido va acompañado de un “caldillo” por 500 pesos, más cigarillos, y alcohol, pero
adosado de otros sin suerte ni fortunas.
Entró y divisó entre la penumbra mohosa del “bar”, a otros viajeros sin destino
como él, tosió y pidió una cañita para el atardecer y un caldillo para los entumecidos
huesos, de lejos le llegó la voz de un hombre oculto entre la penumbra y las sombras del
humo de la cocina a leña en la que reposaba lo que sería su comida desde hacía varios días,
he tú, ven acá, le ordenó una ronca y desgastada voz. Acudió más por miedo que por
curiosidad ya que el cansancio de la jornada y el frío de la intemperie no le aconsejaban
salir de aquel lugar antes del amanecer.
Puso su cañita y su plato en la mesa de la que había surgido la desgastada voz y se
sentó con cara de interrogación.
Hace frío fuera, dijo la voz a modo de bienvenida
Si hace frío si uno se descuida, contestó al momento que sorbetió su caldillo.
Usted no es de por aquí amigo, le dijo la voz, pero la intención de aquella
interrogación era saber de donde y hacia donde se dirigía el anciano.
No, no soy de aquí respondió, y alzó su cañita a modo de un salud, hacia la voz.
El polvo de sus zapatos dicen que ha viajado mucho. Si se puede saber de donde
viene y a donde va.
Bueno, si he viajado mucho, respondió, al tiempo que encendió su último cigarrillo,
y en cuanto de donde vengo, ya no lo recuerdo, porque si alguna vez salí de algún lugar,
por ejemplo de aquí, entonces ahora no he salido, sino solo he regresado, y si no he
regresado a este lugar, entonces, ¿cómo pude alguna vez haber salido?.
El hombre de la voz, se llevó la mano a su barba, y molesto con el acertijo,
respondió. Pero usted es Manuel, el antiguo profesor de la escuela ubicada frente a la
estación de ferrocarriles, yo lo recuerdo porque me hizo clases cuando era un niño.
Ah José, respondió el recién llegado, supe que eras tú cuando oí tu voz, porque los
años cambian las fisonomías pero no las almas, José el mejor alumno, el mas despierto que
jamás tuve, y aquí, 30 años después, me lo encuentro. Dime, quien eres, qué eres, que has
sido.
Me encantaría responder a sus preguntas “profesor”, dijo la voz, pero me es
imposible decir, que ha sido de mi en estos 30 años, si aún no resuelvo quien soy, por lo
pronto no soy más que la voz degastada que le consulta maravillado a su antiguo profesor,
porque ha regresado.
Como siempre, vas demasiado aprisa, dijo el anciano, mientras apagaba su cigarrillo
con el taco de lo que alguna vez fueron unos hermosos mocasines. Ya es tarde y la noche y
el cansancio no siempre son buenos consejeros, mañana, si tienes un tiempo para este viejo
profesor, conversaremos de lo que quieras José ,y dicho esto se levanto, pago lo consumido
y pidió una piesecita al posadero, el que lo condujo por un aún más osbcuro corredor hasta
donde se encontraba algo que alguna vez fue un gallinero, pero que ahora cubría las
expectativas del anciano.
El amanecer llegó con los reclamos del posadero hacia un grupo de clientes que se
iban sin pagar lo que habían consumido. Llegan aquí cansados les doy comida, les vendo
buen pipeño, y todavía los mal agradecidos se van sin pagar, reclamaba el posadero al
tiempo que giró el enjuto cuerpo y divisó al anciano que salía del ex gallinero. Buenos días
amigo, no se irá sin pagar, verdad, le dijo.
Buenos días respondió de mala gana, donde hay un baño, refunfuñó.
Estaba azucarando su harinado cuando apareció José. He profesor, le dijo, mire, soy
un indigente, pobre y sólo como usted, así es que si me permite, desde hoy pretendo hacerle
compañía.
El viejo pareció no oir a su interlocutor, tomo la cuchara, revolvió su desayuno, lo
bebió, se acercó a la puerta he hizo el ademán de marchase, cuando la voz le interpeló. He
profe, no me ha respondido, puedo ir con usted.
Por supuesto que no, contestó el anciano, en primer lugar tu dices que eres
indigente, pobre y solitario en el día de hoy, y ayer no sabías lo que eras, entonces, como
puedes acompañarme hoy y tal vez mañana descubrir que eres otra persona y ya no quieras
estar a la vera del camino con un jubilado, excéntrico y sociable hombre como yo.
Entonces, se quedará para que conversemos de lo que yo quiera dijo en tono
dubitativo la voz, me lo prometió anoche, recalcó en forma de hacer cumplir una promesa
tácita.
El anciano metió su mano hasta el gastado bolsillo de su pantalón y, sacó una vieja
billetera, consultó un calendario, miro su reloj y dijo. Sí todavía tengo, tiempo podemos
conversar.
Caminaron largo rato por la playa desierta, llegaron hasta donde alguna vez hubo
una caleta de pescadores, se sentaron en el borde de un bajo muro, fumando un cigarrillo
José preguntó.
Don Manuel, porque esto, por qué ser un vago, usted que llegó a ser un ministro de
Educación. No lo entiendo.
Conversaremos José, dijo el anciano, y si al final de la conversación no entiendes
porque soy lo que soy, entonces es que contigo he perdido mi tiempo, tosió y el desgarró
esta vez trajo sangre.
Fui profesor por vocación, mi gran anhelo era formar jóvenes para cambiar el país y
el mundo, no para convertirlos en lo que yo quería y creía, sino para que fueran capaces de
pensar, y liderar los nuevos cambios que se avecinaban y que soñábamos como sociedad, al
momento que comenzó a hablar José notó que los ojos del anciano brillaban y que entre los
bellos de su cara se dibujaba una sonrisa.
Entonces José, dijo el viejo, vinieron los cambios y nos embarcamos en ellos, y mi
entusiasmo era tal que me llamaron para que fuera el nuevo Ministro de educación y así
pudiera formar, ya no jóvenes sino a un país joven que quería madurar.
Si lo recuerdo dijo José, usted aparecía todos los días en televisión diciendo que era
la nueva era, que debíamos forjar el Hombre Nuevo, que un nuevo tiempo se inauguraba.
Me sorprendes hombre, dijo el ex ministro, cómo te acuerdas de todos esos slogans.
Usted no era el único entusiasmado con el nuevo orden, dijo José.
Bueno el punto es que desde el ministerio al principio todo marchó bien, hicimos
cambios importantes y todo marchaba en la dirección que queríamos, pero una cosa era lo
que deseábamos y otra lo que se nos permitía hacer, ya que las directrices finales y los
lineamientos fundamentales venían de otro ministerio, el Interior.
Así las cosas, nos dejaban hacer para que el entusiasmo y la adhesión a las políticas
de gobierno no decayeran, pero no porque estuvieran de verdad interesados en los cambios
que queríamos proponer al país.
El Hombre Nuevo no fue más que un nuevo prototipo consumista

EL PRINCIPIO DEL FIN

Aquella mañana, el despertador sonó a las 6 AM


Como todos los días

Me levanté y preparé los desayunos,


Como todos los días

A las 7,30 luché por un lugar en el bus,


Como todos los días.

A la llegada a la Oficina habían dos tipos,


Pronunciaron mi nombre,
Me subieron a un furgón
Me hicieron desaparecer,

Como ellos hacen con sus adversarios políticos,

Todos los días

En el lugar de su cautiverio encontró a Roberto, este era un activista de base, le habían


encontrado en su departamento, una revista del partido, una botella de Coca Cola llena de
bencina y un metro de piola de hilo, suficiente para acusarlo de terrorismo de estado. Nunca
supo como llegaron hasta él, ni de que lo acusaban, sólo sabía que no tenía nombres que
dar, más de los que inventaba a medida que el dolor paría conspiradores y la sangre
derramada bautizaba nuevos combatientes.

Roberto era el prototipo de hombre de Pueblo, sano, idealista que un día creyó que la
sociedad podía ser mejor, que las oportunidades podían ser para todos y no sólo para los
que tenían el poder de adquirirlas.

Miró a Manuel con aire de desconfianza y le preguntó, quién era y porque estaba allí,
Manuel respondió solícito a la primera interrogante, en cuanto a la segunda, no sé por qué
estoy aquí le dijo, sólo sé que me dijeron que quedaría en este lugar hasta que me
sentenciasen.
Roberto lo miró con el ojo que aún le quedaba bueno, sonrió y le dijo que admiraba
su buena fe, pues aún no se daba cuenta que estaba en un lugar de donde no se saldría. Mira
le dijo, tú eras el símbolo de lo que vendría, el prototipo de los cambios, yo era el artesano
de las masas, él que las conduciría hasta la alborada final.
Manuel entonces recién reconoció a Roberto, el gran activista, el muchacho que era
capaz de juntar a toda un multitud para apoyar los cambios que venían.
Roberto estaba sentado con un ojo en tinta y el otro ido, le habían torturado toda la
noche anterior, y lo más probable era que los pusieran juntos para oir de ellos algún
intercambio que sirviera a sus oscuros propósitos.
Sin embargo ambos no tenían mucho que decirse, salvo lamentar la situación en la
que se encontraban, y no entender que era lo que había sucedido, tenían la esperanza en que
pronto se resolverían sus penurias.

El amanecer llegó con el ruido ahogado del motor de un camión, la puerta del cautiverio se
abrió y dos muchachones tomaron a Manuel de los brazos y lo condujeron sin hablar hasta
el vehículo en marcha.

Haber profesor dijo la voz del otro lado de la luz en sus ojos, ¡como se llama!
Manuel Buenaventura, respondió, Bien desde ahora serás Mala Ventura sino dices lo qué
quiero oir, le dijo la voz. Lo interrogaron una y mil veces, recorrieron nombres apellidos,
calles, teléfonos, toda una vida había corrido por aquella jornada, y a cada nombre
recordado, había que agregar otros en la situación de él.
Al final exhausto y a mal traer Manuel fue devuelto a la celda con Roberto, estaba
orgulloso, ningún nombre tenía rostro, ningún teléfono tenía receptor, ningún apellido tenía
nacimiento, entonces Roberto le dijo que esperara y vería lo que le sucedería, porque todo
aquello no era más que una tregua mientras corroboraban lo confesado.
Habían pasado unos minutos cuando se volvió a oír el motor del vehículo, pero esta
vez detuvo su marcha, ambos se quedaron expectantes, de pronto se abrió la puerta y
arrojaron al interior algo parecido a un bulto, cerraron y se marcharon.

Adrián estaba casi muerto, los miró y dijo algo como, cagamos, todo está perdido,
ya no hay resistencia, nadie defiende a este país de mierda, escupió sangre y comenzó a
tiritar, las convulsiones siguieron más fuertes al punto que aterraron a los dos cautivos.
Fue ahí cuando se le ocurrió a Manuel meterse en el saco en el que habían arrojado
a Adrián, pues pensó que lanzar a ese moribundo con tan apocalíptico mensaje no era sino
otra forma de tortura.
Cuando volvieron por el hombre del saco, ni siquiera miraron a los otros cautivos,
tomaron el macabro contenido lo subieron al camión y lo arrojaron al río.
Manuel casi se ahogó pero pudo salvar la vida, o por lo menos lo que creía sería una
vida desde ese instante
EL COMPROMISO

Me es necesario ser un hombre


Mi premura es ser libre,
Mi karma es no ser fraterno
Mi llanto es que no somos iguales

Pero...

Necesito ser plenamente hombre


Para vivir cabalmente mi muerte
Para alcanzar las utopías
Y enterrar los desamores

Quizas...

No sea plenamente un hombre


Prisionero de mis dudas,
Carcelero de mis debilidades
Arquitecto de mis errores

Tal ves...

Sea plenamente un hombre


Cuando cruce la senda de las inseguridades
Rompa el baúl de las vanidades
Y entierre el polvo de las trivialidades

Ser plenamente un hombre


Es buscarte en silencio

Amarte sin límites

Pero sobre todo,

Comprometerse con tu especie.

No sabía como estaba aún vivo, ni quienes lo habían rescatado de las aguas del río , lo
único que sabía ahora es que ya no era Manuel, podía ser Juan, Pablo, José, cualquiera de
los muchos perseguidos, y el que hasta entonces sólo se había comprometido por un ideal
de educación, ahora se comprometía por un ideal de clase.
La instrucción duró poco, como poco duraba la vida en las calles iluminadas por fogatas y
sembradas con las vainas de las metrallas.
Todo para el era compromiso, sabía que cada día podía ser el último, pero nada importaba,
lo único con lo que soñaba era con hacer realidad las últimas palabras del Compañero
Presidente, y hacer que pronto marchara por las anchas Alamedas el Hombre Nuevo.

Tenía miedo, la adrenalina corría por su cuerpo, se arrastró y llegó hasta la torre, instaló la
carga y salió presuroso después que el ladrido de un perro vago saludara al extraño, bien mi
teniente, dijo, misión cumplida. Subieron a la camioneta, pasaron bala, se fumaron un
cigarrillo, y se marcharon, una hora después se escuchó en los noticieros que un grupo
extremista había volado una torre de alta tensión del sistema interconectado central,
dejando a osbcuras la mitad del país.
A la mañana la orden era organizar a la multitud que marchaba rumbo al cementerio para
despedir los restos de los tres compañeros que habían sido degollados por la policía
política.
Todo era lucha y compromiso, había que arriesgarlo todo, Alborada vendrá, y mientras
tanto había que hacer que las condiciones sociales propiciaran el cambio que buscaban.
No había grandes amistades, porque los lasos afectivos pueden entorpecer la acción, no
había grandes amores, porque el sueño con una casa y una mujer pueden hacer perder el
norte en el compromiso universal con el Hombre.
Manuel ya no era el mismo, estaba extasiado con la idea de un mundo, una sociedad más
justa e igualitaria. Cada vez que un compañero era relegado, o estaba preso, se las
arreglaba para hacerle llegar una nota de alivio, o un poco de ayuda económica.
Sin darse cuenta era el quinto hombre de la organización, aceptado y respetado por sus
pares Manuel pronto se encontró en la disyuntiva, si volver a salir del país para no volver, o
quedarse y seguir dando la lucha desde dentro.
Consecuente como era con lo que creía, decidió quedarse y luchar, otros salieron, y él les
ayudó a cruzar la frontera. Un abrazo y la despedida.
Aquí hay mucho trabajo decía, y formó jóvenes y bautizó combatientes, y despidió
compañeros que partían en un viaje del que no se vuelve.
Y pronto se asomó el sol donde había tanta bruma, ya no era peligroso enfrentarse al
enemigo, y otros se les sumaron, y muchos los acompañaron , llegó el día de la victoria
final y Manuel rebozaba de alegría , una alegría que no duraría mucho.

LA TRAICION

Allí están
Tocando las puertas una y otra vez

Señor...piden que les dejes entrar


Vienen por lo de siempre
Dicen que les corresponde por derecho propio

Tocan y piden......
Justicia para los caídos
Libertad para los encarcelados
Pan para los hambrientos
Dignidad para los esclavos
Déjalos que toquen....ya se cansarán
Ahora no tienen quien los cobije
Cristo se cansó de bajar de su cruz
Y Marx de su revolución

Pobres, que inmensamente pobres son


Se han quedado sin dios y sin revolución

Sin pan y sin ilusión

Y aquellos que se habían ido volvieron , sólo los rostros eran los mismos, ya no
pensaban igual, habían conocido otros mundos, nuestras demandas eran tercermundistas en
un país encumbrado hacia el desarrollo.
Instalados ahora en el poder, actuaron peor que el enemigo anterior, Manuel tuvo
que volver a la clandestinidad, porque si antes la policía política lo perseguía por
revolucionario, ahora le perseguían por violentista y asesino.
Entregaron la cinta presidencial al mismo instigador que años antes había pedido a
los judas que mancharan la casa de gobierno con sangre.
Le pidieron a las viudas, huérfanos y aquellos que no sabían que había sido de sus
seres queridos que dejaran de llorar, que recordaran al anciano que había visitado este país
y que sin saber lo que es tener una familia, les pidió que se reconciliaran unos a otros, pero
esta vez olvidando que el mismo, antes de reconciliarse con su asesino, pidió a la justicia
que condenara a su agresor, nosotros no, debíamos reconciliarnos y perdonar, sin saber a
quien.
Y aplicaron y profundizaron el modelo económico, y se deshicieron de los lastres
del estado, de la salud, de la educación, del agua ,de los viejos... y nos desmovilizaron
haciéndonos creer que éramos jaguares.
Y nos cambiaron la iglesia y a los santos, porque no es lo mismo un Juan Alsina, o
un André Jarlán, que un Escrivá de Balaguer. No podía ser lo mismo rezar y luchar por el
cambio social, que sentarse en una iglesia y pedir que los hombres sean más buenos.

Y NOS CAMBIARON LOS VALORES


Y NOS CAMBIARON LA ESTRATEGIA

Y NOS CAMBIARON LA VERDAD

Y NOS CAMBIARON LA VIDA

PERO LO QUE NO PODRAN CAMBIARNOS

ES NUESTRA CAPACIDAD DE SOÑAR

NUESTRA NECESIDAD DE SER NOSÓTROS

LA NECESIDAD DE BUSCARTE
Ya no habrá más cambios en la historia anunciaban los titulares, desde hoy la humanidad
tiene un solo sistema económico, el neoliberalismo.
Y los vencedores se sintieron los amos del universo, para probar su poder, invadieron otros
países, no solapadamente como lo hicieran en antaño, ahora atacaban y se podía ver por la
televisión, y ya no disimularon ser los nuevos conquistadores, y no faltaron los que pronto,
igual como lo hace el perro faldero frente a su amo, se le arrimaron y le menearon la cola,
para comer de la mano del nuevo amo.

Cansancio no me ganes
Desesperanza no me lleves
Que he de encontrarlo antes de irme
Para decir, aquí lo tienen.

De tanto buscarte
A menudo pierdo la huella
Caminar en el mar es más fácil
Que explicar tanta miseria

Son muchas las contradicciones


Que ha acumulado la historia
Para decir tus verdades
Para cantar tus victorias

Llego a dudar que existas

La tarde cae sobre mi vida


Inexorable el tiempo me lleva
Como si fuera pennelope,
Mi corazón aún te espera

Vivir para tu búsqueda


Fue provechoso y entretenido,
Pero morir sin conocerte
Eso, no tiene sentido

Espero que nos encontremos


Dentro de mil años
o en un instante eterno
para decir que muero contento.

La tarde cae sobre mi vida


Inexorable el tiempo me lleva
Como si fuera pennelope,
Mi corazón aún te espera

Como verás José, no soy un mendigo, he vivido una vida de traiciones, en lo único que creo
hoy es en la capacidad del hombre para tomar conciencia de su situación , somos esclavos,
nuestra cadena es mayor que la de nuestros ancestros, pero toda cadena se rompe, debemos
hacer pensar de nuevo a la humanidad, no para revivir lo viejo, porque nuestro Compañero
Presidente tenía razón, marchó por las anchas Alamedas el Hombre Nuevo. Pero no el
hombre nuevo que él y nosotros soñamos, sino el hombre Nuevo que el nuevo sistema creó.
Somos derrotados, peros tenemos historia, y mientras tengamos historia y conciencia,
podremos hacer que otros piensen, se la jueguen y creen un mundo mejor, quizá con otros
arquetipos, eso no importa, lo importante es la capacidad de rebelión y de justicia que
tenemos dentro.

DESPEDIDA

Desgarrado desde el último hálito de vida


Surgió gutural su despedida

Nunca dijo me voy


Nunca dijo,
mi vida aquí se queda

Cerró sus ojos


Endureció sus labios
Abrió sus manos
Como para anunciar que ya se iba.

Su terquedad era por todos conocida


Abrió sus ojos
Humedeció sus labios
Tomó mis manos

Como para decir que la esperanza aquí se queda

Y gritó como se grita en la bienvenida


Que ya me voy

Aquí mi vida termina.

Esta obscuro,
todo es silencio,
La noche ha cubierto por fin nuestra existencia.

Que hacer, donde ir,


Parece que la hermana muerte
Por fin nos ha encontrado,

Y para triunfo suyo


nos encontró así
muertos.

Ya no nos quedaban esperanzas.


Nos gastamos por entero en tratar de ganarle

Hemos muerto en dignidad,


Se la llevaron cuando nos trataron como esclavos.

Hemos muerto en humanidad


Nos perdimos cuando dejamos de reconocernos como hermanos

Hemos muerto en libertad


Cuando nos encadenamos a nuestros propios temores

Y sin embargo aquí, señorial y presta


Estabas tu para indicarnos el camino

Porque no habíamos muerto


sólo estábamos agonizando

teníamos un camino
y debimos recorrerlo en silencio
callando, callando.
Y descubrimos que para vivir debíamos perder algo

Perder el miedo si era necesario

Regalar la vida si no era camino al calvario

Porque ya no nos encontraras muertos.


La rebeldía se quedó a nuestro lado

También podría gustarte