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En la actualidad, propiedad de su hija Rie Azuma, el edificio ha perdido el carácter icónico que
poseía, al quedar, literalmente, embebido por las edificaciones anexas, de mucha mayor
altura. Situada en el barrio de Aoyama, la casa se encuentra frente al Watari-um, el museo de
arte contemporáneo que Mario Botta diseñó en 1990.
El volumen de la torre queda perforado en planta baja, comunicando las dos calles que
delimitan la parcela triangular donde se levanta la edificación. Este pasaje se convierte en un
elemento de uso público, un paso peatonal, que se privatiza cuando el propietario lo reclama
como aparcamiento.
Toda la edificación se realizó con hormigón visto y una estética cercana al brutalismo. Los
complejos sistemas que ordenan la volumetría, los vacíos y perforaciones, y que definen la
imagen exterior de la casa, juegan con vanos de diferente tamaño y marcas de encofrados de
distintas dimensiones.
Fotografías de Archeyes
El hormigón en bruto, deja a la vista los avatares de la construcción, sin ocultar rebabas y
chorreadas. La irregularidad y lo inacabado e, incluso, lo feo y sin desbastar, se convierten en
el nuevo paradigma de la modernidad.
El éxito de la propuesta hizo que Azuma recurriera a la misma tipología de casa-torre para la
casa Akatsuka (1969), en Osaka, y la casa Awatsujy (1971), en Nagano.
Desde núcleo central de la casa se muestran al exterior los volúmenes de la sala del tatami,
en planta baja, y de la sala de estar, en planta segunda. La biblioteca se ubica bajo la cubierta
inclinada. Para acceder a ella, el cuerpo de una escalera secundaria se manifiesta al exterior
con un característico perfil inclinado y escalonado.