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En el contexto del Paso Siete nos damos cuenta de que el haber tomado antes
los pasos Cuatro, Cinco y Seis nos ha preparado para empezar a comprender
quienes somos realmente. Por tanto, es nuestra esencia real la que se sitúa
delante de nuestro Poder Superior y reza para que éste/a/os/as nos liberen de
nuestros defectos.
Pero, ¿qué es, exactamente, de lo que se nos libera? ¿Qué se elimina? ¿Dios
elimina aquello que desconocemos tener? No. Si lo hiciera, entonces los pasos
Cuatro, Cinco y Seis serían innecesarios.
Has sido instruido/a para trabajar en profundidad y sacar a la superficie tus
defectos de carácter. Pero conocerlos es tan solo el principio. Como has visto
ya, después habrá que adquirir la disposición de soltarlos, de dejar de
agarrarse a ellos.
Por lo que se ve, los Poderes Superiores no interfieren en nuestras vidas a no
ser que se les invite a ello. Y parecen responder mucho mejor a los Pasos
Siete más precisos. Parece que quieran que tengamos claro qué cualidades de
nuestros caracteres son constructivas y cuales no lo son tanto (según Su visión
de las cosas). También parece como si quisieran que nos conociésemos lo
suficiente como para saber con qué contamos y qué cualidades, en cambio,
necesitamos desarrollar. Así que este Paso tampoco es la purga de Benito y
que el “Quítamelo todo” - aunque se le añada un educado: “por favor”
-tampoco vale. De lo que aquí se trata es de pedir a nuestro Poder Superior
que reemplace nuestro propio carácter por el que él/ella/os/as elijan para
nosotros.
¿Elimina Dios todos nuestros defectos de carácter que le pedimos? Parece que
tampoco. A veces porque lo que creemos ser un defecto de carácter es - en
realidad - algo beneficioso. Y otras veces porque quizás aún no hayamos
aprendido lo suficiente de ellos como para estar realmente preparado/a para
que nos sean eliminados, aunque creamos estarlo.
Mi creador,
Ya estoy dispuesto/a para que Tú dispongas
de todo cuanto soy:
de lo bueno y de lo malo.
Y te pido que elimines de mí,
todos y cada uno de los defectos de carácter
que me impiden serte de utilidad
a ti y a mis iguales.
Concédeme la fortaleza
para cumplir
lo que Tú has designado para mí en este mundo.
Que así sea.