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05 de abril de 2011 Nº 37

LEY DE LUCHA CONTRA LA CORRUPCION, ENRIQUECIMIENTO


ILICITO E INVESTIGACION DE FORTUNAS “MARCELO QUIROGA
SANTA CRUZ”

SUSANA PEÑARANDA - DEL GRANADO1

CONTENIDO
1 Prolegómeno 1
2 Antecedentes 2
3 Análisis de los elementos normativos generales sobresalientes 2
3.1 Prevención ex post facto 2
3.2 Personas naturales y personas jurídicas 3
3.3 Definición de corrupción 3
3.4 Inseguridad jurídica 5
3.5 Enumeración ociosa y ¿omisiones intencionales? 5
3.6 Derecho penal simbólico y superfetación normativa 6
3.7 Retroactividad versus imprescriptibilidad 7
3.8 Proceso penal en rebeldía 8
4 Conclusión 9
Bibliografía 10

1 Prolegómeno
La Ley 004 de 31 de Marzo de 2010 de “Lucha Contra la Corrupción, Enriquecimiento Ilícito
e Investigación de Fortunas „Marcelo Quiroga Santa Cruz‟”, se compone de cuarenta artículos,
una disposición derogatoria, dos disposiciones transitorias y, paradójicamente, de “dos
disposiciones finales”. Modifica por sustitución, adición e incluso por sustracción, el Código
Penal, el Código de Procedimiento Penal, el Código Civil y la Ley Orgánica del Ministerio
Público.

1
Abogada, con estudios en Relaciones Internacionales e Integración Latinoamericana.
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2 Antecedentes
Desde hace al menos tres lustros, en Bolivia el tema de la corrupción fue una de las
preocupaciones de la ciudadanía. Así lo evidenciaban sondeos de opinión y varias encuestas.
Por ello el legislador de entonces trabajó en la temática. Hicieron lo propio algunos
organismos internacionales. En ese contexto la Ley de Lucha Contra la Corrupción,
Enriquecimiento Ilícito e Investigación de Fortunas “Marcelo Quiroga Santa Cruz”, fue
concebida natural y lógicamente como parte del proyecto del complejo normativo constituido
por:
a) El “Proyecto de Ley de Acceso a la Información Pública” de 2001.
b) El “Proyecto de Ley de Penalización del Enriquecimiento Ilícito en el Ejercicio de la
Función Pública”, de 2001.
c) El “Proyecto de Ley de Protección a Personas que Denuncian Corrupción en el
Ejercicio de la Función Pública” de 2001.
d) El “Proyecto de Ley de Responsabilidad de los Partidos Políticos por la Corrupción
de sus Militantes en el Ejercicio de la Función Pública” de 2001.
e) El “Proyecto de Ley de Creación de la Fiscalía de Lucha Contra la Corrupción” de
2001.
f) El “Proyecto de Ley de Investigación de Fortunas”, de la década de los noventa,
presentado por el diputado Andrés Soliz Rada.
g) Instrumentos legales internacionales como la “Convención Interamericana Contra la
Corrupción”, ratificada por Bolivia mediante la Ley Nº 1743 en 1997.

3 Análisis de los elementos normativos generales sobresalientes


Ya en el Art. 1º de la Ley de Lucha Contra la Corrupción, Enriquecimiento Ilícito e
Investigación de Fortunas Marcelo Quiroga Santa Cruz” (en adelante, LLCC) se advierten
graves defectos de técnica legislativa y política criminal.

3.1 Prevención ex post facto


En primer lugar, desde un simple abordaje exegético (que usualmente es el punto de partida
para la interpretación jurídica) resulta inexplicable, que la norma estudiada no pueda soportar
el cuestionamiento del por qué dispone como finalidad la sui generis prevención después de
sucedidos los hechos, prevención ex post facto de “(...) actos de corrupción cometidos por (...)
ex servidoras y ex servidores públicos, (...)” (Art. 1º LLCC), salvo que el legislador se hubiere
encontrado muy convencido del alcance retroactivo de su norma, lo que es un error, como se
verá más adelante.
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3.2 Personas naturales y personas jurídicas


El Código Penal boliviano acogiendo la más moderna teoría alemana de “la acción”, la
entiende dogmáticamente como una conducta humana significativa en el mundo exterior, que
es dominada por la voluntad, es decir, es la “ (…) manifestación de la personalidad” (Roxin,
2010, Tomo I, pág. 258, “Derecho Penal, Parte General”), para luego utilizar ese concepto
como “(…) el criterio decisivo para la delimitación entre acción y falta de acción”. En ese
sentido el Artículo 13º del Código Penal boliviano se construye bajo el entendido de que no
son acciones “(…) los actos de personas jurídicas, pues dado que les falta una sustancia
psíquico-espiritual, no pueden manifestarse a sí mismas. Sólo „órganos‟ humanos pueden
actuar con eficacia para ellas, pero hay que penar a aquellos y no a la persona jurídica” (Idem).
Sin embargo, rompiendo con la dogmática penal contemporánea, así como con la regularidad
y concordancia del sistema jurídico penal boliviano, el Art. 1º de la LLCC, establece como
uno de sus objetivos el “(...) sancionar actos de corrupción cometidos por (...) personas
naturales o jurídicas y representantes legales de personas jurídicas, públicas o privadas, (...)”,
con lo cual evidentemente, también se vulnera el principio que establece que la
responsabilidad tiene carácter exclusivamente personal (intuito personae), porque lógica y
textualmente para la LLCC, por un mismo hecho ilícito penal se sancionarán los actos de
corrupción de las “(...) personas (...) jurídicas y representantes legales de personas jurídicas,
(...)”.
Sobre el punto, la dogmática contemporánea que propone el establecimiento de sanciones
directas a las personas colectivas, respetando la vigencia del principio que establece que la
responsabilidad penal es de carácter personal, no “trasciende” en su afán sancionador a sus
representantes legales o voluntarios como se pretende hacer en Bolivia. Al respecto afirma
Roxin, que para el solo establecimiento de la responsabilidad de la persona colectiva, se
tropieza con la objeción de que la imputación de una acción ajena no es una acción propia de
la persona colectiva y la imputación de la culpabilidad ajena tampoco es culpabilidad propia
de la persona colectiva” porque, la acción es manifestación de la personalidad, y las personas
colectivas carecen de una “(...) sustancia psíquico-espiritual, (...)”.
Finalmente, si según la doctrina penal y procesal penal, se considera que los Estados modernos
y contemporáneos a través de la prohibición de la “realización de justicia por mano propia”,
han “confiscado el delito y la potestad para perseguirlo y sancionarlo” como regla general,
resulta cuestionable el hecho de que en el Art. 1º de la LLCC, el legislador afirme que dicha
norma tiene como objeto “(...) sancionar actos de corrupción cometidos por (...) personas
jurídicas (...), públicas (…), nacionales (...)” porque en tal caso el Estado, ilógicamente
ocuparía en un mismo momento las situaciones jurídicas de delincuente, víctima, persecutor y
Juez sancionador, así como eventualmente, la situación de reo en cumplimiento de una
sanción penal.

3.3 Definición de corrupción


El jurista argentino Vélez Sarsfield, con pleno conocimiento afirmaba que las codificaciones
legales no son diccionarios, y por tanto, no deben incurrir en el error de definir conceptos,
tarea propia de la abstracción científica, doctrinaria y dogmática, sino más bien establecer
premisas hipotéticas comprensivas de la mayor cantidad de situaciones fácticas que se desean
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regular o sancionar. Sin embargo, el Art. 2º de la LLCC trata de establecer una definición de
corrupción, sin llegar a conseguirlo, ya que es una defectuosa copia y fusión de los artículos
145º y 158º del Código Penal de 23 de agosto de 1972, modificado parcialmente por la Ley
Nº 1768 de 18 de Marzo de 1997 (entre otras) y plenamente vigente. Veamos:

LEY DE LUCHA CONTRA LA


CORRUPCIÓN, ENRIQUECIMIENTO
CÓDIGO PENAL VIGENTE ILÍCITO E INVESTIGACIÓN DE
(MODIFICADO) FORTUNAS “MARCELO QUIROGA
SANTA CRUZ”
(23 de agosto de 1972)
(31 de marzo de 2010)

Artículo 145º (Cohecho pasivo propio).- El


funcionario público o autoridad que para
hacer o dejar de hacer un acto relativo a sus
funciones o contrario a los deberes de su
cargo, recibiere directamente o por Artículo 2º (Definición de corrupción).- “Es
interpuesta persona, para sí o un tercero, el requerimiento o la aceptación, el
dádivas o cualquier otra ventaja o aceptare ofrecimiento u otorgamiento directo o
ofrecimientos o promesas, será sancionado indirecto, de un servidor público, de una
con presidio de dos a seis años y multa de persona natural o jurídica, nacional o
treinta a cien días”. extranjera, de cualquier objeto de valor
pecuniario u otros beneficios como dádivas,
favores, promesas o ventajas para sí mismo o
Artículo 158º (Cohecho activo).- “El que para otra persona o entidad, a cambio de la
directamente o por interpósita persona, diere acción u omisión de cualquier acto que
o prometiere a un funcionario público o afecte a los intereses del Estado”.
autoridad, dádivas o cualquier otra ventaja,
para hacer o dejar de hacer algo relativo a
sus funciones, será sancionado con la pena
del Artículo 145º, disminuida en un tercio”.

Ahora bien, ante esta irrefutable prueba del hecho de haberse aventurado a definir el término
de corrupción, desoyendo a prestigiosos juristas, y copiando los tipos penales que establecen
como ilícitos penales el “Cohecho Pasivo Propio y el Cohecho Activo”, resulta por simple
inducción lógica que todo tipo penal preestablecido en el Código Penal vigente o
recientemente establecido, a título de tipo penal nuevo en la Ley de Lucha Contra la
Corrupción, Enriquecimiento Ilícito e Investigación de Fortunas “Marcelo Quiroga Santa
Cruz”, que no tenga como situación jurídica presupuesto la dispuesta en la “Definición de
Corrupción”, es decir, las situaciones jurídicas presupuesto de los tipos penales de “Cohecho
Pasivo Propio y Cohecho Activo”, no es un tipo penal de corrupción, y los hechos ilícitos
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subsumibles en éstos, tampoco lo son, lo que da lugar a inseguridad jurídica, efecto natural
del derecho penal simbólico.

3.4 Inseguridad jurídica


En relación al Artículo 4º (Principios) de la LLCC, debe afirmarse que la dogmática penal
“(...) no se concilia con las ideologías que conducen a la inseguridad jurídica en la aplicación
del derecho. Estas ideologías combaten a la dogmática porque combaten al derecho,
reduciendo la ciencia jurídica a una caricatura consistente en un juego de conceptos difusos,
del tipo de los „componentes autoritarios que cierran el discurso‟” (Marcuse citado por
Zaffaroni, 1986, pág. 131). Asimismo, los componentes autoritarios que cierran el discurso
son para Marcuse las “(...) expresiones que, si bien pueden tener contenido, se emplean sin
contenido, con la mera pretensión de enmudecer al oponente: el „sano entendimiento del
pueblo‟, el „supremo interés del Estado‟, „los intereses del proletariado‟, „la moral‟, „la ética‟ ”
(ídem). Tan es así que, quien sea el sujeto de Derecho que ocupe la situación jurídica de
“oponente” o “enemigo”, enfrentará un sistema jurídico diseñado para reducirlo al silencio
(independientemente de que su acción sea típica o no de las premisas puestas por el interesado
legislador), más no para serle aplicado siguiendo la dogmática penal bajo las premisas de
ultima ratio, lege praevia, lege certa, lege stricta y lege scripta.
Al parecer, ese es el sentido de conceptos difusos como el “Suma Qamaña” o el “Ama Suwa”
(cuando incomprensiblemente la LLCC está pretendiendo aplicarlo por pseudoanalogía legis
proscrita por el derecho penal, a hechos distintos del robo), Ética, Defensa del Patrimonio del
Estado, Cooperación Amplia, conceptos que pone en vigencia la LLCC, paradójicamente a
manera de definición de términos difíciles de definir con algo de certeza y veracidad
científica.

3.5 Enumeración ociosa y ¿omisiones intencionales?


El Art. 5º (Ámbito de Aplicación) de la LLCC, es definitivamente innecesario en virtud de
que el ámbito de aplicación de cada uno de los tipos penales que instituye la mencionada Ley,
puede ser establecido por la dogmática penal por el sólo examen del tipo de sujetos
comprendidos en la norma estudiada, de donde también se colige que por el sólo hecho de que
el legislador hace de una premisa legal penal un tipo especial propio en razón del sujeto activo
establecido como “funcionario público”, se sobreentiende que podrá incurrir en el hecho ilícito
instituido, todo sujeto de derecho del cual además, se pueda predicar que ocupa la situación
jurídica de funcionario o “servidor público”.
En tal sentido, el Art. 5º LLCC es fruto de una defectuosa técnica legislativa, y más próximo a
la lógica jurídica hubiese sido afirmar que: “I. La presente Ley se aplica a: Los servidores y
ex servidores públicos de todos los Órganos del Estado Plurinacional, (...)”, porque el
mencionado Art. 5º, ingresa en innecesarias especificidades, y “casualmente” omite
instituciones como la Presidencia del Estado, Presidencia de la Asamblea Legislativa
Plurinacional y Ministros de Estado, hecho último del cual se podría colegir una finalidad
excluyente sustantiva, y a partir de lo cual, erróneamente, los eventuales imputados o acusados
podrían intentar favorecerse de dicha aparente exclusión. Además, la consideración de los
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sujetos excluidos del Artículo 5º en la Ley de Juicio de Responsabilidades es irrelevante,


porque ésta última es Ley procesal, no sustantiva.

3.6 Derecho penal simbólico y superfetación normativa


En lo que respecta al Art. 24º (Sistematización de los Delitos de Corrupción y Vinculados), se
puede afirmar que, para la doctrina penal contemporánea, es sin duda, un caso de Derecho
Penal Simbólico, porque el efecto perseguido por el legislador no se encuentra fundado en
razones de política criminal basada en evidencia científica, sino en el puro simbolismo de la
etiqueta de la norma y en la intención de generar en la sociedad una falsa seguridad con
respecto al crimen. La prueba es contundente y consiste en la respuesta a la siguiente pregunta:
¿Qué sentido tiene legislar estableciendo como contenido de la Nueva Ley puesta en vigencia
(LLCC) los mismos artículos que ya se encuentran vigentes (la mayoría) en el Código Penal, y
otros a través de sus sucesivas reformas? (v.gr. Arts. 132º, 132 bis, 142º, 143º, 144º, 145º,
146º, 147º, 149º, 150º, 150º bis, 151º, 152º, 153º in extenso, 154º in extenso, párrafo segundo
de los Artículos 153º y 154, 157º, 158º, 172º bis, párrafo cuarto del Artículo 173º, 173º bis,
174º, 177º, 185º bis, 221º, párrafo primero de los Artículos 222º y 224º, párrafo segundo del
Artículo 225º, 228º, 228º bis, 229º y 230º)?
La respuesta es rotunda, no tiene ningún sentido fundado en la lógica o en la técnica jurídica.
Al respecto Zaffaroni afirma que “(…) la legislación penal, tiene un carácter programático,
(...)” debiéndose por tanto “(...) eludir cuidadosamente el pensamiento mágico que pretende
que el objetivo legal, por el mero hecho de su formalización positiva, se ha alcanzado” (ídem),
y es más grave aún llegar a creer que los objetivos se alcanzaron por primera vez, más y
mejor, llegando a la duplicación, o superfetación de las normas.
Otros casos de duplicación normativa con finalidad simbólica insertos en la LLCC, son los
artículos 19º (Exención de Secreto o Confidencialidad), 20º (Exención de Secreto Bancario
para Investigación de Delitos de Corrupción), el Artículo 21º segundo párrafo (Deber de
Informar), es otra duplicación del resultado de la adición de los artículos 108º (1) de la
Constitución Política del Estado (“Conocer y hacer cumplir la Constitución y las Leyes”) y
Art. 23º (Complicidad) del Código Penal Boliviano.
Al respecto, y con fundamento en la premisa que establece que “no existe derecho absoluto”
dentro de un sistema jurídico vigente y sin contradicción alguna, el Art. 86º de la Ley de
Bancos y entidades Financieras establecía desde 1993, que “Las operaciones realizadas por
las entidades de intermediación financiera, estarán sujetas al secreto bancario. (...) salvo lo
establecido en el Artículo 87º (...)” de la misma Ley de Bancos, el cual dispone que “El
secreto bancario será levantado únicamente: 1) Mediante orden judicial motivada, (...) o a
requerimiento fiscal expreso motivado, (...), 2) Para emitir los informes ordenados por los
jueces a la Superintendencia en proceso judicial (...)”.
El “Proyecto de Ley de Protección a Personas que Denuncian Corrupción en el Ejercicio de la
Función Pública” fue reducido por el legislador común al Art. 17º de la LLCC, desechándose
absolutamente sus bases y exposición de motivos que, como parte de un complejo normativo
constituido por los proyectos mencionados en el punto 2, buscaba una vez otorgado a los
ciudadanos el derecho a acceder a la información pública y previendo, lógicamente, que el
ciudadano, en algunos casos, podría constituirse en contralor y posible denunciante de actos
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ilícitos, protegerlos de eventuales represalias y fomentar el control social de la administración


pública. (Peñaranda de del Granado, 2001, pág. 5, “Proyecto de Ley de Protección a Personas
que Denuncian Corrupción en el Ejercicio de la Función Pública”).
De idéntica forma, el “Proyecto de Ley de Creación de la Fiscalía de Lucha Contra la
Corrupción” (Peñaranda de del Granado, 2001), que partiendo del hecho de que “La
corrupción política se ha complejizado. (...) y las acciones delictivas adquieren características
cada vez más complicadas que dificultan su prevención, detección, investigación y sanción”
(ídem) ameritando por ende, los presupuestos de hecho mencionados, la asignación de “(...)
responsabilidades de investigación y procesamiento a un órgano especializado, cuyas
competencias y recursos le permitan constituirse en eficiente fiscal del interés público
amenazado y lesionado por la corrupción” (ídem), ha sido desvirtuado en sus bases, así como
en su exposición de motivos y reducido a los Artículos 12º y 40º de la LLCC.

3.7 Retroactividad versus imprescriptibilidad


Al respecto, Zaffaroni asevera que “es verdad que el derecho no puede regular conductas
pasadas, y también es verdad que si no conocemos la decisión antes no podemos arreglar
nuestra conducta conforme a ella, pero históricamente no ha habido ningún orden positivo en
que la inseguridad jurídica sea de tal naturaleza” (1980, Tomo I, pág. 156, “Tratado de
Derecho Penal, Parte General”); sin embargo, pese a la validez y coherencia universal de este
razonamiento, la legislación del Estado Plurinacional boliviano, se constituye en el
ordenamiento positivo sui generis en el que la inseguridad jurídica es tan evidente y de tal
magnitud que el Artículo 123º de la Constitución Política del Estado de 2009 establece que
“La ley tendrá efecto retroactivo; en materia de corrupción (es decir en materia penal), para
investigar, procesar y sancionar los delitos cometidos por servidores públicos contra los
intereses del Estado; (...)” y por si fuera poco, “(...) en el resto de los casos señalados por la
Constitución”, haciendo de la excepción, casi la regla general.
Por su parte Roxin asevera que “son imaginables diversas clases de retroactividad”, que
vulneran el Principio de Irretroactividad o Prohibición de Retroactividad que reza nullum
crimen, nulla poena sine lege praevia. “Así, un hecho que no era punible en el momento de su
comisión puede ser penado retroactivamente; o respecto de una acción que ya es legalmente
punible, se puede introducir retroactivamente una clase de pena más grave (p. ej. Prisión en
vez de pena de multa) o se puede agravar la pena dentro de una misma clase (p. ej. Subirla de
cinco a diez años de prisión)” (Idem). El autor es categórico al afirmar que “esas tres formas
de retroactividad son constitucionalmente inadmisibles, pues la punibilidad (como tal, o en su
clase o cuantía) no estaba declarada y determinada legalmente antes del hecho” (ídem, pág.
141, las negritas no son del autor) y por tanto el sujeto de derecho jamás pudo adecuar su
conducta a una Ley que no existía cuando la realizó. Resulta entonces muy llamativo que, al
mismo tiempo de implantar la retroactividad de la Ley Penal “(...) en materia de corrupción,
(...)”, el legislador constitucional en la primera línea del Art. 123º hubiera establecido que “La
ley sólo dispone para lo venidero y no tendrá efecto retroactivo, (...)” poniendo en vigencia el
principio de lege praevia, para líneas abajo derogarlo instituyendo con respecto a él una
excepción que no abarca a todo el sistema jurídico o a su especie penal (haciéndose aplicable a
una gran variedad de casos), sino que por el contrario es nada más una excepción aplicable a
“una sola categoría de hechos ilícitos” que, por el hecho de que el partido político cuando
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ocupa como mínimo (a través de sus miembros) cargos públicos como efecto de elección “(...)
elige, recomienda, avala y coloca en los cargos públicos a sus militantes y simpatizantes”
(Peñaranda de del Granado, 2001, pág. 2, “Proyecto de Ley de Responsabilidad de los Partidos
Políticos por la Corrupción de sus Militantes en el Ejercicio de la Función Pública”), es
entonces y en pocas inmediata y mediatamente aplicable “sólo a los miembros del partido
oponente o enemigo”.
Merece también detenida observación la confusión en la que incurren el legislador
constitucional así como el legislador común con respecto a la institución jurídica de la
prescripción, muy distinta del “fenómeno” de la retroactividad de la Ley. Esta afirmación se
sustenta en la revisión del Art.112º de la Constitución Política del Estado que dispone que
“Los delitos cometidos por servidores públicos (...) son imprescriptibles”, idéntico en
contenido al Art. 29º bis del Código de Procedimiento Penal introducido en modificación
parcial a su vez, por el Art. 36º de la LLCC, bajo el razonamiento jurídico erróneo de que
retroactividad e imprescriptibilidad son sinónimos.
Al transcurso del tiempo puede serle vinculado como efecto “el fin de un derecho” dándose
lugar al instituto denominado prescripción, por tanto la prescripción “(...) es un modo de
extinción de la acción (...), consistente en dejar pasar un determinado tiempo, (...), sin
cuidarse de promover la acción, desde el momento en que podía emprenderse su ejercicio”
(Barbero, 1962, Tomo I, ps. 348 y ss., “Sistema del Derecho Privado”).
En rigor, el fundamento del instituto de la prescripción es “(...) la inercia del (...) titular del
derecho” (Idem) y la finalidad de la institución es “(...) la certeza de las relaciones jurídicas,
que quedaría comprometida por un largo estado de inactividad” (Idem). Es así que, el instituto
de la prescripción es fiel expresión positiva del Principio de Seguridad Jurídica (hecho que
tiene en común con la irretroactividad de la Ley) porque toma en cuenta el hecho evidenciable
a priori de que si el actor en delitos de acción pública o privada (con énfasis en el persecutor
de delitos de acción pública, Ministerio Público) no pudo probar sus afirmaciones (contando
con la burocracia construida al efecto, p.ej. Instituto de Investigaciones Forenses, Fuerza
Especial de Lucha Contra el Crimen), menos podrá hacerlo a medida que transcurra más
tiempo con respecto al momento en que sucedió el supuesto hecho ilícito.
En síntesis, la retroactividad de la Ley no es un instituto jurídico, sino un excepcional
fenómeno, que en materia penal hace una “Ley Favorable al Imputado, Acusado, Sentenciado
y/o Reo”, que haya sido puesta en vigencia posteriormente al tiempo en el que supuesta o
comprobadamente acaeció el hecho ilícito punible y con respecto a la cual lógicamente el
sujeto de derecho jamás tuvo oportunidad de adecuar su conducta

3.8 Proceso penal en rebeldía


El proceso penal boliviano está gobernado por los Principios de Oralidad, Publicidad,
Continuidad y Contradicción. Empero, para la efectiva aplicación de los mencionados
Principios, y a manera de premisa previa, se tiene por existente el Principio de Inmediación,
que consiste en la relación directa que debe existir entre el imputado o acusado, durante toda
la realización del proceso, con su Juez o Tribunal de Garantías. La real aplicación de los
citados Principios, tiene como efecto que se respete “(…) el derecho inviolable a la defensa”
establecido en el parágrafo II del Artículo 119º de la Constitución Política del Estado.
Aplicación de los mismos principios, es el Art. 90º del Código de Procedimiento Penal que,
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ante la ocupación de la situación jurídica de rebelde por parte del imputado o acusado,
establece como efectos asumir:
a) Que no se suspende la etapa preparatoria, en la cual se realiza la investigación acerca de
la existencia o no del hecho ilícito penal, porque el ente jurisdiccional aún no tomará una
decisión de fondo restrictiva de los derechos del imputado (eventual sanción).
b) Que se suspende la etapa de juicio, porque en esta el ente jurisdiccional tomará una
decisión de fondo eventualmente restrictiva de los derechos del acusado. Además, si la
Constitución Política del Estado y el Código de Procedimiento Penal establecen que son
Principios que gobiernan el proceso penal boliviano los de Inmediación, Oralidad,
Publicidad, Continuidad y Contradicción, resulta claro que con la prosecución de la
etapa de juicio en rebeldía del acusado, se vulnerarían todos esos Principios. Evidente
también resulta que, un acusado rebelde tampoco puede ejercer el Derecho a la Defensa
Material que le garantizan los Artículos 119º, par. II de la C.P.E. y 8º del C.P.P., porque
no pueden existir dichos Principios con respecto a un ausente.
Por el contrario, vulnerando los Principio de Inmediación y Contradicción, destinados a
materializar el Derecho a la Defensa, el legislador común con criticable técnica pone en
vigencia (reforma por adición) a través del Art. 36º de la LLCC, el Art. 91º Bis del Código de
Procedimiento Penal, ordenando que en los delitos llamados “de corrupción” “(…), el proceso
no se suspenderá con respecto al rebelde”, olvidando que el proceso penal boliviano en su
primera instancia tiene dos etapas, 1) la preparatoria y 2) la de juicio, y el Art. 90º del Código
de Procedimiento Penal ya establecía como uno de los efectos de la rebeldía que “La
declaratoria de rebeldía no suspenderá la etapa preparatoria”, con respecto a lo cual, se tiene
demostrado, que no existe reforma alguna, sino simple duplicación normativa.
Sin embargo, con la generalidad del término “proceso” utilizado en la reforma que impone la
LLCC, cabe inferir que, en relación a los “delitos de corrupción”, al natural efecto que a la
rebeldía le atribuía ya el Art. 90º del C.P.P. (no suspensión de la etapa preparatoria) , debe
serle adicionado el efecto de “no suspensión de la etapa de juicio”, hecho con el cual se
vulneran flagrantemente los Principios de Inmediación, Contradicción, Oralidad y Publicidad,
además del Inviolable Derecho a la Defensa que asiste a todo acusado (según ordena el Art.
119º, par. II C.P.E.), establecidos todos por Tratados Internacionales, nuestra Constitución y la
Ley. Cabe también hacer notar que, cuando en el parágrafo II del Art. 119º de la C.P.E. el
legislador constitucional establece que “Toda persona tiene derecho inviolable a la defensa”,
impone una premisa de tal generalidad que no cabe hacer distinción legal alguna para
restringir la amplitud del citado derecho. Es más, de haber sido la intención del constituyente
restringir la amplitud del Derecho Inviolable a la Defensa, él hubiera directamente establecido
dicha limitación en su norma. Entonces, queda demostrado que el Art. 91º Bis introducido al
Código de Procedimiento Penal, a través del Art. 36º de la LLCC, es inconstitucional porque
intenta modificar restrictivamente el parágrafo II del Art. 119º de la C.P.E.

4 Conclusión
La Ley de Lucha Contra la Corrupción, Enriquecimiento Ilícito e Investigación de Fortunas
“Marcelo Quiroga Santa Cruz”, más allá de la voluntad política para sancionarla y del efecto
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simbólico que el legislador le quiso dar, no es nueva, porque sus antecedentes tienen, por lo
menos, una década. Sin embargo, tras un análisis objetivo, resulta evidente que las bases,
exposición de motivos y anteproyectos de sus antecedentes, en cuanto pensados para afrontar
una realidad nociva para la sociedad, definitivamente no fueron respetados.
Por el contrario, la buena fe objetiva con la que los mencionados proyectos fueron creados, ha
sido trastocada y utilizado el Derecho positivo, antes deseado para luchar dentro del Principio
de Estado de Derecho con sus derivaciones de Lege Certa, Lege Praevia, Lege Scripta y Lege
Stricta, contra la corrupción, para en franca vulneración de los citados Principios, cosechar el
efecto del simbolismo legal y castigar penalmente al enemigo político. En adición, la Ley de
Lucha Contra la Corrupción, Enriquecimiento Ilícito e Investigación de Fortunas “Marcelo
Quiroga Santa Cruz”, carece de técnica legislativa apropiada al extremo de incurrir en
superfetación normativa y en violación de los Principios de Lex Scripta y Lex Certa.
Finalmente, al igual que la Constitución Política del Estado de 2009, incurre en confusión de
elementales instituciones (prescripción) y fenómenos jurídicos (retroactividad de la Ley), que
sin embargo son eficaces para destruir el Principio de Seguridad Jurídica y el Principio de
Estado de Derecho.

BIBLIOGRAFÍA
Barbero, D.; Ediciones Jurídicas Europa-América, Buenos Aires-Argentina, Sexta Edición
1962, Reimpresión 1967; Sistema del Derecho Privado , Tomo I”.
Cabanellas, G.; Editorial Heliasta S.R.L., Buenos Aires-Argentina, 2005; “Diccionario
Jurídico Elemental”.
Roxin, C.; Editorial Civitas S.A., Madrid-España, Segunda Edición Alemana, 2010; “Derecho
Penal, Parte General, Tomos I y II”.
Zaffaroni, E.; Editorial EDIAR S.A., Buenos Aires-Argentina, 1998; “Tratado de Derecho
Penal, Tomo I”.
Gaceta Oficial de Bolivia; Editorial de la Gaceta Oficial de Bolivia, La Paz-Bolivia, Ley Nº
2175 de Febrero 13 de 2001; “Ley Orgánica del Ministerio Público”.
Gaceta Oficial de Bolivia; Editorial de la Gaceta Oficial de Bolivia, La Paz-Bolivia, Ley Nº
1768 de 18 de Marzo de 1997; “Código Penal, Reformado”.
Gaceta Oficial de Bolivia; Editorial de la Gaceta Oficial de Bolivia, La Paz-Bolivia, Decreto
Ley Nº 10426 de Agosto 23 de 1972; “Código Penal”.
Gaceta Oficial de Bolivia; Editorial de la Gaceta Oficial de Bolivia, La Paz-Bolivia, Ley Nº
1970 de 25 de Marzo de 1999; “Código de Procedimiento Penal, Reformado”.
Gaceta Oficial de Bolivia; Editorial de la Gaceta Oficial de Bolivia, La Paz-Bolivia, 2004;
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Gaceta Oficial de Bolivia; Editorial de la Gaceta Oficial de Bolivia, La Paz-Bolivia, 2009;
“Constitución Política del Estado de 2009”.
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Gaceta Oficial de Bolivia; Editorial de la Gaceta Oficial de Bolivia, La Paz-Bolivia, Ley Nº


004 de 31 de Marzo de 2010; “Ley de Lucha Contra la Corrupción, Enriquecimiento
Ilícito e Investigación de Fortunas „Marcelo Quiroga Santa Cruz‟”.
Peñaranda de del Granado, S.; Anales de Legislación y Proyectos Legislativos del Congreso
Nacional, La Paz-Bolivia, 2001; “Bases, Exposición de Motivos y Anteproyecto de Ley
de Acceso a la Información Pública”.
Peñaranda de del Granado, S.; Anales de Legislación y Proyectos Legislativos del Congreso
Nacional, La Paz-Bolivia, 2001; “Bases, Exposición de Motivos y Anteproyecto de Ley
de Penalización del Enriquecimiento Ilícito en el Ejercicio de la Función Pública”.
Peñaranda de del Granado, S.; Anales de Legislación y Proyectos Legislativos del Congreso
Nacional, La Paz-Bolivia, 2001; “Bases, Exposición de Motivos y Anteproyecto de Ley
de Protección a Personas que Denuncian Corrupción en el Ejercicio de la Función
Pública”.
Peñaranda de del Granado, S.; Anales de Legislación y Proyectos Legislativos del Congreso
Nacional, La Paz-Bolivia, 2001; “Bases, Exposición de Motivos y Anteproyecto de Ley
de Responsabilidad de los Partidos Políticos por la Corrupción de sus Militantes en el
Ejercicio de la Función Pública”.
Peñaranda de del Granado, S.; Anales de Legislación y Proyectos Legislativos del Congreso
Nacional, La Paz-Bolivia, 2001; “Bases, Exposición de Motivos y Anteproyecto de Ley
de Creación de la Fiscalía de Lucha Contra la Corrupción”.

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