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JOHN STOREY: TEORÍA CULTURAL Y CULTURA POPULAR

María Dolores Cisneros Sola

Teoría cultural y cultura popular1 es una interesante introducción a la cultura


popular dentro del estudio universitario y de las enseñanzas artísticas superiores. Este
volumen supone un preámbulo a los estudios culturales y la cultura popular, pero su
estudio, análisis y síntesis nos permite adentrarnos en una historia de la relación entre
la cultura popular y la teoría cultural y ahondar mediante las reflexiones de John Storey
en la teoría y en la metodología de determinados momentos del estudio de la cultura
popular. Contiene además numerosas citas y comentarios que nos ayudan a la mejor
recepción del material y una amplia bibliografía al final de cada capítulo que nos
permite ampliar información.

Su autor, John Storey, es profesor de Estudios Culturales, director del Centre


for Research in Media and Cultural Studies, University of Sunderland y autor de
numerosas publicaciones acerca de esta materia.

El libro Teoría cultural y cultura popular se divide en ocho capítulos, que a su


vez se subdividen en numerosos subapartados y poseen cada uno de ellos junto a la
bibliografía una relación de publicaciones periódicas sobre teoría cultural y cultura
popular junto con una lista de sitios web que son una herramienta utilísima para
mantenerse al día en los estudios culturales.

El volumen no posee introducción, pero el primer capítulo funciona como tal


pues bajo el interrogante ¿Qué es la cultura popular? nos inicia en las reflexiones
acerca de los términos cultura, ideología, cultura popular y la cultura popular como la
Otra. Comienza definiendo el término cultura, imprescindible para el estudio de la
cultura popular y aludiendo a Williams2 sugiere tres definiciones amplias. Más
esclarecedora es la reflexión a cerca del término ideología y sus habituales usos
erróneos como sinónimo de cultura. Storey nos propone cinco significados del término
ideología, escogiendo los que tienen relación con el estudio de la cultura popular. En
primer lugar, expone el que podría ser el significado más evidente: ideología como “el
cuerpo sistemático de ideas articulado por un grupo específico de personas”. En
segundo lugar se puede usar ideología para referirnos a “relaciones de poder distintas
de las de clase”. La tercera definición de ideología, ligada a las “formas ideológicas”,
es tomada de Marx3 y se acerca tanto a la anterior que no entiendo demasiado bien la
distinción entre una y otra. Mucho más interesante es la cuarta definición, tomada de
Althusser, en la que se incluye la práctica material, es decir la ideología estaría

1
STOREY, J. (2002). Teoría cultural y cultura popular. Barcelona: Octaedro.
2
WILLIAMS, R (1983). Keywords. Londres: Fontana, (87-86).
3
MARX, K (1976). “Prefacio” e “introducción” a Contribution to the Critique of Political
Economy. Pekín: Foreign Lenguaje Press, (3).

1
también en las prácticas materiales cotidianas de un grupo de personas. Por último, la
quinta definición la toma de Roland Barthes, estableciendo la operación de la ideología
en el nivel de las connotaciones o significados secundarios de textos o prácticas.

También son muchas las formas de definir la cultura popular. John Storey
enuncia seis además de dar varios significados sobre el término popular. Y todas las
definiciones, y esto es lo realmente interesante, tienen en común que la cultura
popular es una cultura que emergió tras la industrialización y la urbanización, siendo
evidentemente Gran Bretaña el primer país donde se produce.

La tradición de la cultura y civilización

El segundo capítulo titulado “la tradición de la cultura y civilización” abarca


algunos de los primeros estudios sobre la cultura popular y los cambios que se
producen en el siglo XIX. El principal es que la minoría culta que antes ostentaba el
poder, nos dice Storey, pierde los medios para controlar la cultura de las clases más
bajas y cuando la recupera es la cultura en sí misma y no como signo de otras cosas
lo más importante. Como factores que contribuyen a la creación de la cultura popular
señala la industrialización y la urbanización y como ejemplo clarificador marca la
ciudad de Manchester donde es temprana la industrialización y donde enseguida se
dibuja un mapa cultural y se dividen clases en la que la más baja hace una cultura
independiente.

Matthew Arnold4 comienza el estudio de la cultura popular en la era moderna,


pero lo más importante es que inaugura un modo de ver la cultura popular dentro de la
cultura general, lo llamado “tradición de la cultura y la civilización”. Su pensamiento
está claramente influenciado por los acontecimientos del siglo XIX por lo que
recomienda la cultura como una “ayuda para sobrepasar los acontecimientos” y parece
mostrarse completamente clasista en su discurso. Según él la cultura se alcanza
mediante la lectura, la observación y la reflexión.

El siguiente punto de este capítulo es el Leavismo5. En F.R. Leavis6 está clara


la influencia de Arnold y su teoría la aplica a lo que ocurre en la primera mitad del siglo
XX, “crisis cultural” y también ve próximo el derrumbamiento de la autoridad
tradicional. En toda la exposición que John Storey hace acerca del leavismo se
suceden una serie de afirmaciones curiosas y significativas: señala el cuidado que hay
que tener con el cine pues su popularidad le convierte en fuente de placer. La prensa
popular funciona como des-educador y condena a la publicidad por ser síntoma de
enfermedad cultural. Condena también el leavismo la degradación del lenguaje y
realiza una mirada atrás, al pasado rural mítico. Cita al periodo del teatro de
Shakespeare como tiempo de coherencia cultural, e indica como causa del deterioro
de la calidad del trabajo la importancia que se da al ocio. Como indica Storey es muy
fácil criticar el enfoque leavista de la cultura popular, pero es más curioso que a la
mitad del siglo XX fuese el único enfoque posible para iniciar el estudio de la cultura
popular.

Culturalismo

4
ARNOLD, M (1960). Culture and Anarchy. Londres: Cambridge University Press, (6).
5
LEAVIS, F. F., THOMSON, D (1977). Culture and Enviroment. Westport: Green wood Press.
LEAVIS, Q. D. (1978). Fiction and the Riding Public. Londres: Chatto and Windus.
6
LEAVIS, F. R. (1998). Mass Civilisation and minority culture. Cultural Theory and Popular
Culture (2ª ed.). Hemel Hempstead,: Prentice Hall.

2
“Culturalismo” es el tercer capítulo de este libro. En él trata un grupo de obras
de autores que dice son los fundadores del culturalismo. El capítulo, de manera muy
interesante, termina con una discusión sobre la institucionalización de la cultura en el
Centro de Estudios Culturales Contemporáneos.

El término culturalismo fue acuñado para describir la obra de Hoggart, Williams


y Thomson. Cada uno rompe con aspectos clave de la tradición: Hogart y Williams con
el leavismo y Thomson con parte del marxismo. Y lo que les une es la idea de que al
analizar la cultura de una sociedad es posible reconstruir ideas y comportamientos de
esa sociedad, pues lo cotidiano expresa valores culturales. En ellos podremos ver
como la cultura es algo en constante cambio (Hoggart) o como es definición de la
experiencia vivida (Williams).

El primer autor sobre el que escribe Storey es Richard Hoggart7. Toda la


exposición se basa en su libro The Uses of Literacy donde se describe la cultura
tradicional de su infancia, fruto de su vivencia y donde trata el declive cultural, fruto de
su investigación académica. Aquí encuentra el declive de la “seriedad moral” de la
cultura que se ofrece a la clase trabajadora y para lo que ofrece muchas pruebas. Esta
división en dos partes claramente diferenciadas en su obra es efecto de la nostalgia,
de la que es consciente. Storey critica a Hoggart por su romanticismo, aunque este
quizá sea bastante lógico por ser su propia vivencia y cree que el gran error está en no
haber sido capaz de cambiar su trato de la cultura popular de los años 30 a la de
masas de los 50.

El segundo autor es Raymond Williams8 que ejercerá con su amplísima obra


una influencia enorme en los estudios culturales. De la exposición que Storey hace
sobre él hay que destacar dos premisas. En primer lugar las “tres categorías generales
de la definición de cultura” porque en una de ellas nos lleva a la definición “social” de
la cultura y esto es esencial para el culturalismo. Es así porque introduce varias
visiones: se ve la cultura como una descripción de una forma de vida, la cultura
“expresa determinados valores” y los análisis culturales deben clarificar y estudiar esos
valores. Así se sitúan algunas de las bases del culturalismo.

La segunda premisa sería la llamada “estructura del sentir” que recogería los
valores que comparten un grupo o clase, es decir su experiencia real y cuyo estudio es
competencia de los análisis culturales. Nos indica, lógicamente, que las únicas
personas que tienen acceso total a la cultura son las que viven esa estructura del
sentir, porque cuando pasa el momento histórico sólo se tiene acceso a los
documentos de la cultura que a veces se van perdiendo y deteriorando. Así es
consciente de que los análisis culturales son muy a menudo una reinterpretación de la
cultura.

También este autor, nos dice Storey, rompe con el leavismo porque Williams
pretende una cultura común y el leavismo una cultura jerárquica. Por fin se empieza a
romper la dualidad de una minoría superior y una masa que encarnaba lo más
degradante.

E.P. Thomson9 se desliga del culturalismo por no aceptar este término para su
obra. Para él la clase trabajadora inglesa es un “fenómeno histórico”. Explica como

7
HOGGART, R. (1990). The Uses of Literacy. Harmondsworth: Penguin.
8
WILLIAMS, R. (1965). The long revolution. Harmondsworth: Penguin.
WILIAMS, R. (1963). Culture and Society. Harmondsworth: Penguin.
9
THOMSON, E.P. (1980) The Making of the English Working Class. Harmondsworth: Penguin.

3
sucede la clase, la conciencia de clase y su libro detalla la formación política y cultural
de la clase trabajadora inglesa y de los acontecimientos políticos del momento. John
Storey señala la significación de su descripción histórica para el estudiante de la
cultura popular por tratar a las personas más llanas y normales.

Para finalizar este capítulo revisamos las tesis de Stuart Hall y Paddy
Whannel que escriben su obra Popular Arts10 por la preocupación de la cultura
popular en las aulas que advierte del cuidado que hay que tener con los medios de
comunicación de masas y la influencia que puedan ejercer. Rechazan los argumentos
del leavismo y la crítica de la cultura de masas diciendo que la alta cultura es buena al
igual que la cultura popular. Parte del objetivo de The Popular Arts es la defensa de
ataques a la cultura popular.

Estructuralismo y posestructuralismo

El cuarto capítulo denominado “Estructuralismo y posestructuralismo” gira en


torno a este método ideado por el lingüista Ferdinad de Saussure11. Según él el
lenguaje organiza y reconstruye nuestro sentido de la realidad, y por eso lenguas
diferentes pueden producir composiciones distintas de lo real. En su trabajo teórico del
lenguaje, el significado y el significante de una palabra son el resultado de una
convención o acuerdo cultural. Y la otra gran división de Saussure es la que hace
entre lengua y habla: la lengua hace referencia al sistema del lenguaje y el habla a la
expresión individual, al uso individual del lenguaje.

Como bien resume John Storey, el estructuralismo toma dos ideas básicas de
la obra de Saussure:
1. La preocupación por las relaciones subyacentes existentes en los textos y
prácticas culturales.
2. La visión de que el significado es resultado de la interacción de relaciones de
selección.

Quizá entre los problemas que nos ofrece el estructuralismo se encuentren que
es un método analítico, no evaluativo y que su enfoque está desligado del momento
histórico, pues se limitan a estudiar el significado ideológico del mensaje y no analizan,
por ejemplo, a quien va dirigido el mensaje, quién lo elabora o cómo se utiliza.

Dentro de este capítulo se incluyen las reflexiones de Claude Lévi-Strauss12 y


Will Wright. El primero investiga gran cantidad de culturas como algo análogo al
lenguaje, y es que recordemos que el lenguaje es cultura en cuanto que organiza y
reconstruye nuestro sentido de la realidad. Según él, para estudiar la cultura popular lo
principal es su análisis del mito: tras la heterogeneidad de mitos hay una estructura
homogénea: y los mitos individuales son ejemplo de habla con una estructura
subyacente, la lengua. Es decir, los mitos funcionan como el lenguaje: hay mitemas,
que serían los morfemas y fonemas en el lenguaje y también toman significado cuando
se combinan. Indica también que se estructuran sobre la base de “oposiciones
binarias", de semejanza y diferencia partiendo de la división significante-significado.

Para él todos los mitos tienen una estructura muy similar y una función cultural
en la sociedad: el mito intenta hacer que el mundo sea explicable. Esta idea tan

10
HALLS, S y WHANNEL, P. (1964). The Popular Arts. Londres: Hutchinson.
11
De SAUSSURE, F. (1974). Course in General Linguistics. Londres: Fontana.
12
LEVI-STRAUSS, C. (1968). Structural Anthropology. Londres: Allen Lane.

4
antigua se retoma ahora en el estructuralismo que también utiliza Will Wright13 al
aplicar la metodología estructuralista para analizar las películas del oeste americano
de Hollywood. Dice que parte del poder narrativo de este género está en las
oposiciones binarias.

Roland Barthes escribe mitologías14 que es una colección de ensayos sobre


cultura popular francesa. Lo que intenta es “hacer explícito lo que a menudo queda
implícito en los textos de la cultura popular”. Para ello aplica la metodología de la
semiología que ya había postulado Saussure con la dualidad que lleva implícita el
signo, significante/significado, y así realiza un importante ensayo teórico del que hace
un esbozo del modelo semiológico. En su obra es muy importante entender la
multiplicidad de significados o polisemia de los signos.

La palabra mito la entiende como ideología, refiriéndose a un cuerpo de ideas y


prácticas que defienden las estructuras de poder. Nos señala varios ejemplos para
relacionar significantes y significados mediante imágenes y el texto que las acompaña
y se deduce que la imagen no ilustra al texto sino que es el texto el que amplifica el
potencial connotativo de la imagen.

El posestructuralismo supone una superación del estructuralismo al rechazar la


idea de que el significado permanezca seguro. El significado es inestable, está
siempre en proceso y es un continuo fluir de interpretaciones. De este modo el
denominado significado de un texto es una parada momentánea en el devenir de
interpretaciones, sólo en cada contexto se produce un paro temporal. Es también una
ruptura de los límites de la semiótica comunicacional, creando una situación más
compleja: los significantes no producen significados sino más significantes.

El principal posestructuralista fue Jacques Derrida15. Él nos indica que la


noción de un significado es siempre pospuesto, no estando nunca completamente
presente. Una palabra puede tener varios significados y cada uno más significados…
sólo en un contexto determinado se produce un paro temporal. Derrida reconstruye
también la oposición binaria entre habla y escritura. John Storey termina este capítulo
con el resumen de la obra de Jacques Lacan y su “psicoanálisis posestructuralista” y el
análisis “genealógico” de Michel Foucault.

Marxismos

El capítulo numero cinco se titula los “marxismos”. En la descripción marxista


de la cultura, la relación entre la base y la superestructura es clave. La base es la
combinación entre fuerzas de producción y relaciones de producción. Las fuerzas de
producción son las materias primas, herramientas, trabajadores y sus capacidades.
Las relaciones de producción son las de la clase implicada en esa producción. Así
cada modo de producción tiene relaciones distintas y la posición de cada clase viene
determinada por la relación con el modo de producción. Además, para Marx y Engels
la clase dominante es la fuerza “intelectual dominante” y controla los medios de
producción intelectual pero no debe oponerse a las clases subordinadas. Finalmente, y
así lo hace Storey, es importante subrayar que el enfoque marxista de la cultura se
indica que los textos y las prácticas deben ser analizados desde las condiciones
históricas de producción.

13
WRIGHT, W. (1975). Sixguns and Society: A structural study of the Western. Berkeley:
University of California Press
14
BARTHES, R. (1973). Mythologies. Londres: Paladin.
15
DERRIDA, J. (1976). Of Grammatology. Baltimore: John Hopkins University Press.

5
Seguidamente, Storey resume las aportaciones de la Escuela de Francfort
que es el nombre de un grupo de intelectuales alemanes relacionados con el Instituto
de Investigación Social de la Universidad de Francfort (1923). En 1944 Max
Horkheimer y Theodor Adorno16 acuñan el término “industria de la cultura” para
designar a productos y procesos de la cultura de masas. Éstos deben tener dos
características: homogeneidad cultural y ser predecibles.

Esta escuela, al contrario que el leavismo, señala que la cultura popular


mantiene la autoridad moral. La industria de la cultura supone el uso de la misma en la
comercialización como es el caso de la música clásica y la ópera, muy usadas en la
publicidad. Storey nos propone incluso un cuadro con objetos anunciados y la música
empleada. Así dice, se priva a la cultura “auténtica” de su función crítica. Pero esto es
algo que se puede plantear a la inversa.

Theodor Adorno hace una afirmación indicando que la música popular


promueve la escucha pasiva y la música seria juega con el placer de la imaginación.
Indica que la música popular opera en una “dialéctica confusa” y “consumirla requiere
falta de atención y distracción” a la vez que su consumo produce falta de atención y
distracción. Storey hace numerosos comentarios sobre el análisis de Adorno,
criticando que desde que escribe esta obra hasta su muerte no cambia su
planteamiento y realmente no es la cultura popular tan monolítica. Igualmente se
cuestiona si realmente el consumo de música popular es tan pasivo como cree este
autor. El análisis de la Escuela de Francfort funciona con unas oposiciones que se
basan en la diferencia entre cultura y cultura de masas.

De gran influencia en la teoría cultural de la década de 1970 es la obra de


Louis Althusser17. Lo más importante son sus intentos de teorizar el concepto de
ideología rechazando la interpretación de la formulación base/superestructura. Sus
teorías a cerca de la ideología han tenido mucha influencia en los estudios culturales.

Género y sexualidad

Bajo el título “Género y sexualidad” se inicia el capítulo seis. En él, lo más


importante es la revisión acerca de los feminismos, destacando el auge en los años 70
del segundo feminismo. Sería importante hablar de la palabra feminismos en plural por
existir varios tipos dependiendo de tipo de respuesta a cada opresión y la propuesta
de soluciones. La inclusión de los feminismos aquí responde a que la cultura popular
ha sido objeto de numerosos estudios feministas. En este capítulo se exponen
reflexiones a cerca de algunos aspectos de la cultura popular, veamos algunos
ejemplos:

Laura Mulvey18 desde un punto de vista del psicoanálisis feminista reproduce


lo que en el cine popular es la mirada masculina. Por un lado la mujer es objeto de
deseo y por otro amenaza de castración. Dice que son dos los placeres que tienen que
ser destruidos: la escopofilia (el placer de mirar a una persona como objeto erótico) y
el cine popular, cuya eliminación será para Mulvey la liberación de la mujer de la
explotación y la opresión.

16
ADORNO, Th. Y HORKHEIMER, M. (1979). Dialectic of Enlightenment. Londres: Verso.
17
ALTHUSSER, L. (1969). For Marx. Londres: Allen Lane.
18
MULVEY, L. (1975) Visual pleasure and narrative cinema. Screen.

6
Tania Modleski19 escribe acerca de la lectura de novelas rosa y como las
mujeres que escriben sobre narraciones femeninas adoptan tres posturas: rechazo,
hostilidad y burla. Todas las novelas rosa tienen en común la forma de resolver
problemas y tensiones que no agradan en absoluto a feministas. Modleski no hace una
condena de las novelas ni de las mujeres que las leen sino de las condiciones que las
han hecho necesarias.

Rosalind Coward20 trata acerca del placer femenino en la cultura popular.


Analiza revistas de mujeres, culebrones… y tiene dos opiniones sobre la novela
romántica: aún debe satisfacer necesidades concretas y pone de manifiesto una
fantasía bastante común.

Son muchas más las autoras que escriben sobre la lectura de novelas rosa,
pero por falta de espacio nos ceñimos a los ejemplos citados. Habría que añadir la
curiosa reflexión del libro Viendo Dallas21 sobre el gran impacto de esta serie en los
años 80. En el libro se recoge el interés por el placer que podía provocar ver esta serie
y los motivos que lo podían causar.

También existen numerosos estudios que tratan sobre la lectura de revistas


femeninas. Para algunas autoras como J. Winship pueden funcionar como “manuales
de supervivencia”. En cualquier caso todos los estudios feministas son un conjunto de
textos que podríamos insertar en el feminismo como movimiento cultural preocupado
por la opresión de la mujer y las formas para dar poder a las mujeres.

Posmodernidad

Bastante interesante es el capítulo siete donde se trata la “posmodernidad”.


Este término, utilizado en muy diversos campos, se centra en la teoría posmoderna
desde sus inicios en Estados Unidos y Gran Bretaña en los años 60 y se ejemplifica
con dos elementos: la música pop y la televisión.

El término posmoderno se usa desde el siglo XIX pero lo que ahora


entendemos como posmoderno surge en 1960. Parece ser una reacción contra el
status del arte moderno inserto en el museo y la academia y que se lamenta por la
desaparición de lo bohemio en el arte. La corriente posmoderna parece que fue en
parte un ataque populista al elitismo del modernismo que tenía gran recelo a lo
popular. Indica Storey que en el estudio de la cultura popular destaca el abandono de
las ideas de Arnold y la distinción entre la cultura alta y baja. Esta misma distinción la
hace también el arte pop americano y británico de los 50 y 60. Uno de los teóricos más
importantes aquí es Andy Warhol y aunque encontramos en él una mezcla confusa
entre alta cultura y cultura popular es interesante el rechazo a la diferenciación entre
arte comercial y no comercial.

Jean François Lyotard ofrece un debate de gran difusión sobre la


posmodernidad en su libro La condición posmoderna22. Para él, el posmodernismo
aparece por la crisis del conocimiento en las sociedades occidentales que tienen como
contexto “marcos totalizadores”: marxismo, cristianismo, liberalismo… y que suelen

19
MODLESKI, T. (1972). Living with a Vengeance: Mass produced fantasies for wormen.
Hamden: Archon Books.
20
COWARD, R. (1984). Female Desire: Women´s Sexuality today. Londres: Paladin.
21
ANG, I. Viendo Dallas. Londres, Comedia.
22
LYOTARD J-F. (1984) The posmodern Condition: A report on knowledge. Manchester:
Manchester University Press.

7
funcionar silenciando y organizando discursos. Para este autor es esencial la ciencia
como organizadora de otras aunque indica que desde la Segunda Guerra Mundial
decae su fuerza. Cree que existe un cambio de status de la cultura en la que en
general parece que todo sirve, señalando un “aflojamiento”. Señala que lo único
alentador es que la cultura posmoderna no es el fin sino el signo de la llegada de una
nueva cultura.

Jean Baudrillard23, el otro gran teórico del posmodernismo, señala que hemos
llegado a un punto en el que no se puede separar el terreno económico de la cultura o
la ideología. Afirma igualmente que hemos pasado de una sociedad basada en la
producción de cosas a la producción de información. Por ello cuando escribe acerca
de la cultura posmoderna lo hace como cultura del simulacro (simulacro es copia del
original). La simulación sería la generación, mediante modelos, de algo real sin
orígenes y esto nos llevaría al término hiperrealismo asociado a la posmodernidad.
Sus análisis, según Storey, se basan bastante en Lyotard aunque se muestra ambiguo
con los cambios culturales pues por una lado se alegra pero por otro sugiere que son
una forma de agotamiento cultural.

El último autor importante dentro del posmodernismo es Fredric Jameson24.


Para él el posmodernismo es prácticamente “la dominante cultural” del capitalismo
multinacional. Al igual que anteriormente afirmara Williams, Jameson cree que el paso
de un periodo histórico a otro supone el derrumbamiento por completo de un modo de
cultura y aunque existan varios modos de cultura siempre uno es dominante.
Seguidamente hace un esquema de las características de la posmodernidad: es una
cultura de pastiche y es una cultura de citas, que a menudo recurre a otras culturas.
Uno de los puntos principales de esta posmodernidad es la asistencia al hundimiento
de la distinción entre alta cultura y cultura popular.

Para finalizar este capítulo nos encontramos con una reflexión sobre la música
pop posmoderna y la televisión. Lo más importante es en la primera la diferencia entre
música pop moderna y posmoderna en la que el desarrollo tecnológico ha facilitado la
aparición del muestreo.

La política de lo popular

El libro de John Storey termina en el octavo capítulo con el título “la política de
lo popular”. Se basa en gran medida en el libro Cultural Populism de Jim McGuigan25.
Este autor afirma que el estudio de la cultura popular dentro de los estudios
contemporáneos está en crisis y que el centro del populismo cultural es el consumo.
Igualmente critica el que ya no existan criterios de juicio absoluto para señalar lo
bueno o lo malo. La postura de John Storey es bastante crítica con la obra de
McGuigan.

Bajo el subtítulo “el campo cultural” nos encontramos con una tendencia no
crítica al populismo cultural, la de John Fiske26. Para él hay dos economías en la
cultura popular: la financiera y la cultural. La primera se centra en el valor del

23
BAUDRILLARD, J. (1983). Simulations. Nueva York: Semiotext.
24
JAMESON, F. (1984). Posmodernism, or the cultural logic of late capitalism. New Left
Review, (146).
25
McGUIGAN, J. (1992). Cultural Populism. Londres: Routledge.
26
FISKE, J. (1987). Television Culture. Londres: Routledge.

8
intercambio y la segunda en el uso. Este autor retoma el término de Pierre Bourdieu27
“el campo cultural” que se caracteriza por la división entre la cultura dominante y la
popular. Y la creación de un espacio para la cultura, como Storey llama con C
mayúscula refuerza el poder de clase como una diferencia cultural y estética.

Es bastante relevante la reflexión acerca de la estética y el valor de la estética


con relación a un texto o práctica cultural para negar a los que consideran el consumo
como un mero acto, sin reconocimiento de la intención estética.

Dentro de este capítulo se cuestiona el término “consumidor”. Lo hace el


teórico francés Michel Certau28 que califica de “caza furtiva” el consumo activo de los
textos y como ejemplo máximo de la práctica de consumo sitúa las culturas de fans.
Estos no leen textos, dice Storey, sino releen continuamente y como parte de una
comunidad con lo que la cultura de fans está muy relacionada con la exhibición pública
y la circulación de prácticas de lectura.

Storey termina este capítulo y concluye su libro con un breve repaso a la


ideología de la cultura de masas y a la relación de algunos términos a los que se ha
aludido constantemente en este libro, como por ejemplo el placer del consumo y el
consumo del placer o como se argumenta la cultura popular a partir de los artículos de
consumo.

A modo de conclusión es importante señalar el enorme interés de este libro


para el estudio de la relación entre teoría cultural y cultura popular y para los
estudiantes de las teorías culturales. Para poder profundizar en este tema sería
necesario acudir a cada una de las fuentes originales por el riesgo de que la visión
personal del autor enmascare aspectos básicos de alguna teoría. De cualquier modo,
Storey, aunque a veces no evita reflexionar sobre las metodologías o realizar alguna
crítica, parece objetivo mostrando las teorías esenciales de cada autor.

27
BOURDIEU, P. (1984). Distinction: a social critique of the judgment of taste. Massachussets:
Harvard University Press.
28
DE CETEAU, M. (1984). The Practice of Everyday Life. Berkeley: University of California.

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