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LA REALIDAD SOCIAL

III. LA REALIDAD SOCIAL COMO EFECTIVIDAD HUMANA

La realidad social no puede ser considerada ni como una realidad subjetiva de vivencia ni como
realidad extra subjetiva. Un realismo consecuente habrá de ver, en la realidad, un "ser
independiente de toda relación con el yo", con lo que quedará desplazado el centro activo por y
para el cual únicamente existe la realidad social. Esta realidad social-humana, que actúa
causalmente sobre la naturaleza y la sociedad, no puede determinarse, naturalmente, mediante el
análisis fenomenológico de la conciencia; por eso tiene razón Litt cuando excluye de sus
investigaciones a todas las agrupaciones sociales que precisan en los individuos miembros de "un
saber y un querer" encaminados hacia aquéllas, y por tanto, "todo lo que se refiera a un obrar
unificado y regulado en el sentido de la comunidad y concerniente a ésta como tal" (pp. 408, 410,
además 66 s.). De este modo, queda excluida de las consideraciones de Litt casi toda la realidad
social y, especialmente, la del Estado. Página 101-102

En cambio Marx y Engels, por los años 1845 Y 1846, Y en una crítica de la ideología alemana que,
dado el estado presente de la ciencia, no ha perdido todavía actualidad, habían descrito ya, en
muy claros términos, el carácter de la realidad político social. "La organización social y el Estado
nacen, en forma ininterrumpida, de los procesos vitales de determinados individuos, pero no de
éstos tal como los imagina la representación propia o ajena, sino tal como ellos realmente son, es
decir, tal como obran y producen materialmente, tal como actúan dentro de determinados límites
y bajo determinados supuestos y condiciones independientes de su albedrío" Página 102

En relación con la teoría del Estado, sólo nos cumple ocupamos de la realidad político-social del
hombre. Página 103

Y al modo como el hombre sólo puede actuar con sentido a través de lo corporal, la realidad social,
por él actuada, sólo puede ser concebida como una unidad corporal y de sentido. Cualquier otra
concepción es inadmisible a causa de lo inseparable de la conexión entre cultura y naturaleza.
Aunque, en lo que sigue, analicemos separadamente las condiciones naturales y culturales de la
efectividad social, no se debe nunca olvidar, por ser cosa fundamental, que se trata de dos
momentos de una unidad dialéctica que sólo nuestro pensar discursivo separa y nuestra
representación distingue. Página 105

IV. CONDICIONES NATURALES, DE CARÁCTER GENERAL, DE LA REALIDAD SOCIAL

En contra de toda suerte de racionalismo, cuyo propósito es explicar la realidad por la razón, debe
sostenerse la tesis de que la realidad social es una unidad dialéctica de naturaleza y cultura,
condicionada siempre por la total conexión cósmica. "Las guerras, por ejemplo, constituyen una
parte capital de todas las historias, pues éstas, en su aspecto de política, tienen que ver con la
voluntad de los Estados y esta voluntad se presenta en armas y se impone mediante ellas. Ahora
bien, la teoría' de la guerra depende, en primer lugar, del conocimiento de los físicos, que ofrece a
las voluntades pugnaces su sustrato y sus medios [,..] Sin embargo, el problema se complica
sobremanera cuando se plantea a fondo la cuestión de la importancia de las condiciones naturales
para la realidad social. Hay que plantear, necesariamente, en primer término, ciertas cuestiones.
Por una parte, hay que saber de qué manera el valor de efectividad social del hombre aparece
determinado, en concreto, por la circunstancia de que su cuerpo esté incluido en la estructura
causal objetiva de la naturaleza. Y por otra, y ello interesa especialmente a la teoría del Estado,
hay que determinar si las uniones operantes de la realidad social deben explicar por las "fuerzas
socializadoras" de la naturaleza, y de qué modo; o, con otras palabras, si cabe referir las
comunidades políticas a comunidades naturales. Como se ve, tales problemas parten de un punto
de vista "materialista": que la cultura debe concebirse como una directa continuación de la
naturaleza. Página 107

Una forma geográfica sólo adquiere importancia social, y se convierte en realidad social, al
ponerse en contacto con una determinada productividad humana. Página 108

Pretender concebir la realidad política y social prescindiendo de las fuerzas que entrañan los
impulsos elementales del hombre, el de reproducción, los de desarrollo y poder y el de nutrición
en un sentido amplio, ha sido el principal error de aquellas concepciones espiritualistas y
personalistas del Estado que creen poder derivar directamente del desarrollo del espíritu la
reproducción o la expansión guerrera y económica. Hechos muy importantes de la realidad estatal
sólo pueden explicarse, por ejemplo, mediante el contagio colectivo, es decir, por la simple
circunstancia de pertenecer a una masa que obra como una unidad ligada por un vínculo espacial,
Página 111

Una interpretación de la realidad social en su conjunto, partiendo de estas condiciones naturales,


no es posible, debido al hecho de que esas fuerzas socializadoras tienen que ser consideradas
como constantes y universales, y, en cambio, la realidad social es una individualidad
históricamente cambiante. Página 112

No cabe duda que la realidad social, corporal y de sentido a la vez, no puede concebirse si se
prescinde del momento naturalista; pero tampoco lo puede ser exclusivamente con él. Página 113

V. CONDICIONES CULTURALES, DE CARÁCTER GENERAL, DE LA REALIDAD SOCIAL

La realidad social es acción social, tanto individual como colectiva, en unidad dialéctica
inseparable. Si se pregunta qué es lo que le falta a la masa psicológica -la cual, por otra parte,
también constituye una unión colectiva- para la efectividad social, diremos que le falta
permanencia y capacidad para decidir y obrar, es decir, que le falta el ser una trabazón de
actividades de carácter permanente e intencional. Página 114

Los hombres se encuentran unidos socialmente entre sí en cuanto se saben dependientes unos de
otros, en cualquier modo que sea, ya político, económico, moral, sexual, etc., y en cuanto la
conciencia de esta dependencia actúa sofrenando y conformando las fuerzas de los impulsos y de
la voluntad. Así, pues, la unión social aparece, en principio, en el momento que cualquiera de los
integrantes de la masa, mediante un gesto, atrae la atención de la masa sobre "algo", y ella,
siguiendo su indicación, lo ha comprendido Página 115

La realidad social consiste en esos actos humanos intencionales, a la vez corporales y de sentido.
Penetrémonos bien de esta verdad: que el acto y el sentido sólo se pueden separar
dialécticamente, es decir, que en cada uno de esos dos momentos se halla contenida la unidad del
todo y, sin embargo, existe entre ellos una antítesis. En los gestos indicativos, como en toda
actividad social, no existe sentido alguno sin acto ni acto social sin sentido. Página 116

Se crea así la realidad social, como vida humana, según formas más o menos duraderas. Cada acto
social encuentra, entonces, una vida ya formada en los instrumentos, formaciones y ordenaciones,
y, sobre todo, en el lenguaje, que una larga serie de generaciones ha ido creando y transmitiendo,
y a esa vida afluye, y, en ella, la vida personal se ve llevada por cauces comunes, realizándose un
proceso de igualación y adaptación espiritual-social que es por completo diferente, y
relativamente independiente, de las comunidades naturales. Página 117

Cuanto más numerosas sean las fatalidades domeñadas por un grupo, en su lucha contra la
naturaleza y los enemigos humanos, y cuanto más extensa sea la creación de formas de vida
común, tanto más clara y firme se desarrollará la comunidad de la actitud psíquica y el "espíritu"
del grupo. La conciencia de "nosotros" que, por tal modo, llega a formarse en el individuo se
constituye como una comunidad de valores, de voluntad y, finalmente, también de acción, la que,
siendo por su parte un fragmento de acción social, que se afirma a sí misma, aparece opuesta de
modo consciente y activo a otros grupos, aun cuando todos hayan estado sometidos a las mismas
condiciones naturales. Página 118

La sanción religiosa del orden social, la creencia en la validez absoluta de los valores que
fundamentan ese orden, así como su afirmación por motivos puramente sentimentales,
constituyen garantías de validez mucho más fuertes que el interés mejor o peor entendido. Los
motivos por los cuales se atribuye legitimidad a una ordenación son muy diversos. El más antiguo y
general, y también más eficaz, modo de legitimación de una ordenación es el que tiene lugar por la
tradición. En este sentido habla, y con razón, Georgee Jellinek de la "fuerza normativa de lo
fáctico". De entre varias representaciones de ordenaciones, presenta, sin duda, siempre singular
relieve aquella que puede pretender la santidad de lo que siempre ha sido así; como su santidad
se halla, para la mayoría, fuera de toda discusión, la legitimidad que se basa en la tradición no
aparece, por lo regular, ni afirmada ni negada por la conciencia. La validez legitimada por la
tradición aparece, casi siempre, unida a una validez basada en la creencia de raíz sentimental de
que el fundador de la ordenación era un elegido y .poseía una gracia especial o singulares
capacidades. A medida que progresa la cultura racional se apela, para legitimar las ordenaciones
sociales, a principios morales de la razón, siendo un ejemplo clásico de esto el que ofrece, ya
desde los estoicos, el derecho natural. Página 121
Una ordenación social constituida por reglas cuya observancia es exigida, es la forma de
manifestación necesaria de toda dominación permanente. Lo que desde arriba aparece como
dominación, visto desde abajo se presenta siempre como ordenación normativa.

Ninguna organización autoritaria puede asegurar su poder y su ordenación exclusivamente con su


aparato coactivo. Precisa siempre buscar una legitimación, es decir, esforzarse por integrar a los
súbditos en una comunidad de voluntad y valores que ennoblezca sus pretensiones de poderío; lo
que significa que debe intentar justificar sus pretensiones de dominación mediante contenidos
ideales y hacer que los súbditos las acepten interiormente como una obligación normativa. Toda
convivencia social es convivencia ordenada. Página 122

Debe hacerse notar que la necesidad de una ordenación organizada para la constitución y
permanencia de un grupo de voluntad o de una acción colectiva no surge primariamente de la
necesidad de la coacción, sino de la de un obrar consciente que señale fines de opinión contraria,
como la mayoría, Página 124

La teoría del Estado no debe, pues, ni sobrestimar ni subestimar la importancia de la organización.


Porque ni todas las actividades sociales pueden ser organizadas, ni cabe organizadas todas de igual
modo, ni hay tampoco una sola actividad social, a pesar del actual fordismo, en la que pueda llegar
la organización hasta el último extremo. No son los hombres múltiples ladrillos y no se les puede
ordenar según criterios completamente arbitrarios, sino que hay que tener siempre presentes sus
cualidades nacidas de las leyes de la naturaleza. Cada hombre ha de ser, sin duda, utilizado como
medio por la formación consciente e unidad para el fin del efecto unitario. Pero la determinación
de cuándo es posible y en qué medida esa utilización del hombre corno medio es cosa que
depende esencialmente de lo que se organiza. Existen aquí fines precisos, racionalmente
determinados y declarados, con frecuencia de naturaleza económica, que el individuo persigue
mediante el grupo y que le unen a éste. Lo único que hace que el individuo participe en ese grupo
final es la utilidad económica e, por medio de él, espera. Por tal razón no es necesario que exista
en este caso una relación de hombre a hombre. Página 125

Mientras que en la sociedad no se da más que un frío e indiferente contacto, la comunidad se


caracteriza por una convivencia y ayuda más cordiales. El individuo pertenece a la sociedad
únicamente por su conciencia racional tendiente a un fin. Los vínculos más sustanciales de la
comunidad se hallan, en cambio, fuera de la razón y, especialmente, los de la sangre, la tierra y el
haber vencido conjuntamente las dificultades de la vida, es decir, la "comunidad de sangre", la
"vecindad" y la "cooperación”. En la comunidad, que abarca capas más profundas y extensas del
individuo, predomina la "voluntad esencial". En el "grupo esencial" el individuo no se halla inserto
mediante actos parciales que pueden ser aislados, como acaece en el "grupo final", sino según
importantes porciones vitales de su ser. Página 126

Resumiendo, llegamos, pues, a la conclusión de que la unión según sentido y espíritu, que hemos
descrito, y la forma consciente de unidad que sobre aquélla se construye son los que, al formar y
sofrenar los impulsos y la voluntad del hombre, dan al grupo social una firmeza, seguridad y
permanencia que faltan a las agrupaciones meramente naturales. La unión según el sentido y el
espíritu permite, junto con la unidad de la organización, una extensión del grupo en el tiempo. La
identidad del grupo se mantiene gracias al hecho de que las nuevas generaciones nacen y se
forman dentro de las conexiones de sentido y de las actitudes espirituales del grupo deantemano
existentes. Esta prolongación del grupo en el tiempo sería inconcebible si el cambio de las
personas que lo integran tuviese lugar de un modo repentino. Pero como las generaciones e
entreveran en el tiempo y, en su gradual transformación, los recién llegados constituyen siempre
una minoría, es posible explicar, sin necesidad de apelar al espíritu del pueblo o al alma de la
comunidad, simplemente por la "mediación social' (Litt, p. 267), que, no obstante el cambio
constante de personas, se produzca una relativa continuidad, tal como las del lenguaje, las
costumbres y el derecho. Página 127-128

La conexión extensiva de vivencia de tales uniones, gracias a la cual aparecen unidos los
individuos, se capta en primer término de un modo intensivo y simbólico mediante imágenes de
su sentido, tales como la bandera, el escudo, el jefe, o bien los hechos más destacados de la
historia del grupo (d. Smend, pp. 48 s.}. Estos símbolos actúan sobre nosotros contribuyendo a
formar la sustancia del grupo aunque los vivamos con desvío u odio. Pues el sostener que lo único
que contribuye a formar la comunidad es la afirmación consciente de pertenecer a ella, y no la
protesta contra ella, constituye una inadmisible restricción del concepto de comunidad nacida de
su eticización racionalista La pertenencia psicológica del ciudadano durmiente al Estado constituye
para aquélla un enigma psicológico insoluble. Página 130

La concepción de la estructura individualista del Estado y de la sociedad constituye, en buena


parte, la base de la sociología y e la teoría del Estado de la actualidad; domina, sin excepciones, la
teoría del Estado más o menos puramente jurídica, sobre todo la de la línea Laband-Kelsen, e
incluso se encuentra en aquellas direcciones donde es aparentemente combatida. Página 131

Los tres antípodas Hegel, Savigny y Marx estuvieron de acuerdo en que una conexión "orgánica" es
algo necesario desde el punto de vista natural-social e histórico y en contra de lo arbitrario y
casual de la mera conexión racional. Así, por ejemplo, sostiene Marx que cada forma de
producción engendra sus propias relaciones jurídicas, formas de gobierno, etc. "La incultura y la
ignorancia consisten precisamente en considerar lo orgánico como casual y convertido en una
mera conexión reflexiva" Página 133

La realidad social no es más que acción humana y sólo admite una separación dialéctica, nunca
mecánica, entre subjetividad y objetividad. La existencia de una realidad y de una efectividad
social independiente del hombre podrá constituir un problema teológico, pero nunca un problema
sociológico. La realidad social del grupo humano es también acción sensible y significativa de la
unidad en y por la pluralidad de los actos humanos. Ella no es nunca, sin embargo, meramente
orgánica, sino siempre unidad organizada en la pluralidad. El momento decisivo para la cuestión
de la realidad social consiste, precisamente, en esta ordenación conjunta, de acuerdo con un plan,
y en esa actualización unitaria, conscientemente realizada, y no en el desarrollo más o menos
orgánico. El grupo es una realidad, un hecho social si y en cuanto es algo que pertenece a la
acción; su "realidad" consiste en su actualidad (Héller, Souverdnitiit, p. 81). Quien niegue esta
realidad de los grupos sociales niega la del individuo activo, "efectivo", y, con ello, su propia
existencia social. Página 135

La realidad social de los grupos humanos se basa, pues, en la cualidad que éstos tienen de ser
estructuras capaces de decisión y acción. Página 136

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