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Para iniciar haremos un análisis y síntesis sobre las diferentes posturas frente al concepto de
cosmovisión, presentes en Paracelso y Descartes, no como ánimo de crítica, sino como punto
importante de categorización de ambas visiones filosófica y reflexión sobre la vida actual.
Por otro lado, lo que para Paracelso es un “panvitalismo”, una característica de movimiento
continuo hacia el progreso del alma y no una dualidad (mortal-divino o eterno-finito), se
fundamenta en la interacción y en la dicha semejanza entre el hombre y la naturaleza. Esto se
asemeja a las creencias cosmogónicas indígenas que conciben seres que crean y destruyen, a los que
no se les atribuye características binarias benignas o malignas.
Es aquí donde evidenciamos una distinción entre Paracelso y Descartes, la manera en la que
ambos conciben lo verdadero y lo real. Por un lado, en la filosofía parcelista el saber popular es
muy importante, haciendo énfasis en la necesidad de muchas veces abstraer aquellas verdades que
se han convertido en partes integras del conocimiento personal, el “misticismo” y el uso alquímico
para la explicación de la realidad. Ésta visión es completamente naturalista, poniendo a la
naturaleza como motor de la vida.
En el pensamiento cartesiano, la experiencia es aquella que permite entender la pluralidad de la
realidad, pero de igual manera en el centro de fuerza-conciencia, los sentidos nos engañan y son
capaces de alejarnos de lo real, por eso la verdad se encuentra incluida en el conjunto de las ciencias
y matemáticas, que por medio de axiomas y postulados, demuestran y verifican la realidad
cognoscible, transformando filosóficamente el conocimiento para alejar la certidumbre y
conocimientos populares que nos persuaden y guían poderosamente hacia caminos que transgreden
a la verdad universal (el saber del alquimista o del mago).
Otra notoria diferencia, es la idea de Paracelso con respecto al dualismo cristiano de la maldad, ya
que lo concibe como algo que no siendo en sí, solo puede establecer una relación con un individuo
u otro. Pero para el pensamiento cristiano/cartesiano, la maldad es la contrariedad del Dios creador,
que es figura bondadosa de amor y verdad. Finalizando, también es importante remarcar la notoria
diferencia de estas dos líneas de pensamiento sobre la magia y la imaginación, siendo entendida
esta segunda como el poder de movimiento del alma, controlando la fuerza y la conciencia,
evidenciando el dinamismo vital con el que ocurren las cosas y la incoherente muestra de sorpresa
ante el cambio; esta misma representada mediante la importancia de la duda científica y la razón
cartesiana, dos conceptos aunque esencialmente diferentes, parten desde la creación a partir del
alma y mente, uno mediado desde el hecho de una predominancia de la magia ante la negación
científica y el otro, poniendo a la razón como el fin único para llegar a la verdad universal.