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Primera parte: El derecho abstracto

En §33 se ha establecido ya la división de la obra. Esta se da siguiendo los estadios del desarrollo de
la idea de la voluntad. – Cuando la voluntad es inmediata, y por tanto sólo abstracta tendremos la
personalidad y su existencia. Esta es la esfera del derecho formal o abstracto. – La voluntad que se
determina como individualidad particular subjetiva frente a lo universal será la esfera de la
moralidad. – Finalmente la unión de esos dos momentos, la libertad como sustancia, realidad y
necesidad, pero a la vez como voluntad subjetiva será el reino de la eticidad.

Las determinaciones básicas del derecho abstracto son tratadas entre §34 y §40.

§34 Aquí se parte de la voluntad inmediata que se comporta de modo negativo frente a lo real. Es la
voluntad en sí misma individual de un sujeto. Esta voluntad §35 no tiene aún contenidos (“relación
autoconciente carente de contenidos”), es la pura formalidad de un universal querer negar todo lo
que se le opone. A esta voluntad abstracta se llama persona: se trata del yo que se sabe finito
(determinado de múltiples maneras) pero infinito y libre en su querer. Por esa elevación a la
infinitud de un querer la persona es más que el sujeto autoconciente [ya estamos en una relación
práctica]. Hegel dice que la personalidad comienza cuando el sujeto tiene conciencia de sí no sólo
como algo concreto y determinado, sino también como yo abstracto libre. No es pues mera
autoconciencia vital (que podía tener un animal) sino conciencia de ser un yo que puede elevarse
sobre esas determinaciones naturales.

Por ello la persona es el fundamento §36 del derecho abstracto y formal: se una persona y respeta a
los demás como persona. En la personalidad abstracta no se tiene en cuenta la particularidad de la
voluntad (§37), en esta esfera del derecho abstracto los intereses particulares no se tienen en cuenta.
§38 Por ello este derecho sólo tiene la forma de prohibiciones abstractas que impiden lesionar la
personalidad, pero no se da todavía un contenido. – En el Z de §37 se ilustra lo que sería una
voluntad a este nivel del derecho abstracto. Se trata del hombre menos cultivado, rígido en sus
derechos, o quien cree que el derecho abarca todos los puntos de vista de la cosa. –De §36 a §39 se
trata de ver los tres momentos de esta voluntad abstracta: aquí prima la universalidad vacía de la
persona, su particularidad no se considera en el derecho abstracto y su individualidad sólo se da
como voluntad subjetiva que cree superar la naturaleza dada y darse a ella misma existencia. Como
se ve, los tres momentos están presentes pero en realidad prima la universalidad sólo formal de la
voluntad. La libertad es aquí sólo un principio abstracto sin contenido particular y sin verdadera
individualidad.

§40 señala los momentos en que se desarrollará este derecho abstracto. En la propiedad se trata de
una libertad sólo de una persona individual; en el contrato se contemplará la relación con otras
personas en cuanto propietarios; finalmente se considerará la voluntad que deviene particular y que
por ello entra en relación con los otros al modo de la injusticia y el delito.

Personalidad es el momento de la autoconciencia de la libertad. Ese momento debe ser pues el


inicio del despliegue de la libertad (cuya exposición es la idea del derecho). Este momento da paso
a la esfera del concepto de derecho más estrecho, el derecho abstracto (no moralidad ni eticidad).
Aquí la personalidad será condición suficiente para otorgarle a un individuo derechos (en el sentido
del derecho abstracto: el derecho a adquirir propiedades, a cerrar contratos o a ser castigado en el
caso de un acto ilegal o delito). También Kant y Fichte le dan a la propiedad el estatus de base de
pretensiones de derecho.
Excurso por “Person und Eigentum” (Joachim Ritter)

1. El trasfondo de lo que se expone aquí es el del derecho privado romano que define al individuo
libre como persona, en oposición al no-libre. Se es persona cuando se tiene el derecho a disponer de
cosas, y entrar así en relaciones legales con otros. Por ello aquí la teoría de la propiedad se limitará
a la relación persona-cosas y se dejarán de lado todos los problemas sociales asociados con la
propiedad (si alguien tiene más que otro, etc). El hilo conductor es el concepto mismo. 2. Lo que
cuenta es ver conceptuar la libertad como la idea del derecho y perseguir especulativamente el
desarrollo de esta idea hasta su realización plena. 3. En esa teoría especulativa de la libertad el
derecho romano no se ve como un pasado histórico, sino como un momento donde el concepto de
derecho adquirió una universalidad ejemplar, que es la que también requiere en su momento la
sociedad burguesa posrevolucionaria. Esta base conceptual que en Roma aparece por vez primera y
que es necesaria para la codificación de un libro de la ley en circunstancias modernas es la idea de
persona. Claro que se trata de una noción ampliada que ya no se limita a unos cuantos, sino que
persona mienta la posibilidad de todo ser humano de ser persona jurídica, y con ello de la libertad
como principio y concepto del derecho. Para Hegel esto es lo que se ha ganado en la sociedad
posrevolucionaria: como personas todos somos iguales, la libertad es principio del derecho pero la
libertad de todos. Para Hegel la sociedad burguesa ha llevado al culmen la historia mundial de la
libertad, esta idea ha ganado realidad política. Y por ello todo lo que se oponga a este principio de
libertad para todos es injustificado. Todo intento de restauración pierde poder pues ya no hay otro
principio que el de la libertad. La apelación a la historia o la tradición ya no es principio del
derecho.

[todo esto es consecuente con lo que dice en la introducción. La filosofía va por detrás de lo
empírico y el azar histórico para detectar el movimiento del concepto y la razón, en este caso para
captar las etapas del desarrollo de la idea de derecho y libertad. Aquí Hegel está viendo su
momento histórico, posrevolucionario, la sociedad burguesa y ve que en ella se realiza
concretamente la idea universal de persona (todo individuo es sujeto de derechos) y de libertad de
todos. Este momento conceptual ya se había captado en Roma (o en el cristianismo) pero sólo aquí
se realiza, aunque esta realización no es completa. De hecho Hegel analizará aquí los alcances de
esta idea de persona y de libertad ligadas a la propiedad que caracteriza la sociedad burguesa de
su tiempo]. –

4. Como sea es claro el enfoque original de Hegel. No se trata de proseguir la discusión entre
teóricos del derecho natural y teóricos del derecho positivo. Más bien se busca ver el alcance de la
realización de la libertad en el contexto del mundo espiritual al que se ha llegado en la historia
universal. Se trata de captar lo que en los principios de la revolución política se ha vuelto de verdad
sustancia de todo orden político y jurídico.

5. Por eso Hegel tampoco entra en la discusión de examinar el origen de la propiedad (la propiedad
deriva del trabajo decía Locke) o de deducirla de una presunta naturaleza humana. Sino que se parte
del derecho burgués actual y de la manera como entiende la relación entre persona libre y
propiedad. Por supuesto que esa libertad basada en la propiedad es solo formal y sin sustancia, pero
todas las esferas sustanciales que luego surgirán ya han entrado a la existencia con la propiedad. La
propiedad será pues condición de posibilidad de la libertad en todos sus órdenes.
I. La propiedad

(Vuelta al texto de Hegel)

(generalidades sobre la propiedad)

§41 Estamos en la voluntad inmediata o persona que se sabe libre. Esa libertad se realiza
primeramente en una esfera exterior a la persona; la persona entra a la existencia –como ser libre-
en una cosa exterior. Con esto dice Hegel se supera la mera subjetividad, la simple autoconciencia y
se vuelve razón. El Z vuelve a poner de manifiesto el carácter conceptual y especulativo de este
análisis. Hegel señala que lo racional de la propiedad no radica en ser medio para satisfacer una
necesidad; no se trata pues de la racionalidad medios-fines; sino en superar la simple subjetividad,
es decir en propiciar un movimiento de la voluntad, y en últimas de la idea. – §42. Eso exterior tiene
el carácter de ser cosa (Sache), algo carente de libertad, de personalidad y derecho, algo opuesto al
espíritu.

Aquí se asiste al momento en que un individuo meramente autoconciente se vuelve persona porque
realiza su libertad. Esa primera realización exige un relacionarse con una esfera exterior. Se trata de
la relación con la naturaleza. Lo que está diciendo Hegel es que la primera manifestación de la
libertad es cuando la voluntad humana hace de las meras cosas naturales (Naturdinge) cosas
(Sachen) que se ponen entonces a disposición del hombre. Allí somos más que seres naturales, ya
somos libres en el sentido de liberarnos de la opresión de la naturaleza. – Lo que aquí se pone en
juego es el §44 “derecho de apropiación del hombre sobre toda cosa” (Zueignungsrecht des
Menschen auf alle Sachen), el poner la voluntad en toda cosa, volverla mía y darle un fin puesto por
mí (que ella como cosa natural no tiene en sí). §45 Es ese tener algo bajo mi poder (Gewalt) externo
lo que se llama posesión (Besitz). Visto desde un lado sólo subjetivo se trata sólo de algo impulsado
por necesidades naturales. Para Hegel sin embargo hay más en juego. No domino la naturaleza sólo
movido por instintos (Nietzsche) sino por darle objetividad y existencia a mi libertad (o no se trata
sólo negativamente de liberarme de la sumisión al instinto natural, sino positivamente de
espiritualizarme y volverme libre). Visto desde ese aspecto la mera posesión deviene propiedad
(Eigentum), aquello que me realiza. [uno pensaría que los animales también se posesionan, de otro
animal, de un territorio, pero no tienen propiedades]

Una determinación esencial de la propiedad se da en §46, cuando del concepto establecido se deriva
que la propiedad es privada, pues es por medio de ella que doy existencia a mi voluntad. La idea de
una propiedad común o comunidad de bienes es pues contraria al concepto. Fíjese que Hegel llega
al mismo resultado del liberalismo pero por otras vías. La propiedad privada no se funda en el
individuo sino en la vida del concepto. – Z. Hegel explica aquí en qué sentido la propiedad por
necesidad (diríamos conceptualmente) es privada y no común. Tiene que ver con la naturaleza de la
persona (que es el nombre para esta voluntad inmediata). La persona es un individuo, un esto, y por
tanto si ella se pone en lo exterior para tomar posesión y apropiárselo con miras a realizar su
libertad, lo hace a nombre propio. Se entiende que esa propiedad implica entonces que algo ‘sea
mío’ y no simplemente que yo tome parte de una propiedad común (Platón). - §47 Introducen la
idea del cuerpo con el fin de mostrar este carácter individual de la persona. Se decía que la
propiedad debe ser privada (esto es mío) pues la persona es individual. Que la persona es un
‘individuo inmediato’ se ve en el hecho de que de manera inmediata ‘yo soy un viviente en este
cuerpo’. Ahora esto no hace del cuerpo la base de la persona y la libertad, como diría el
naturalismo. Más bien la verdad del cuerpo es la voluntad, y por ello ‘tengo mi vida y mi cuerpo
porque la voluntad lo quiere’. Eso es específico del ser humano; el animal no puede mutilarse ni
matarse. §48. Tener mi cuerpo de modo inmediato quiere decir que este no es separable del alma: el
cuerpo es la existencia de la libertad (su ser-ahí) y yo siento en él. Por eso retraerme de mi
existencia y hacerla exterior para ser libre en las cadenas (como en los estoicos) no tiene sentido
para Hegel. [Por lo demás decir soy libre para mí, no tiene sentido; se trata de ser libre para los
otros pues solo así se realiza el espíritu; y para los otros yo soy en mi cuerpo, para ellos solo soy
libre si lo soy en mi ser-ahí] [otra vez el supuesto es que la libertad no es una propiedad del yo
individual, algo que yo sintiera en mi fuero interior como los estoicos. Si ser libre es saberme parte
del Geist, la libertad implica un reconocimiento de los otros que también hacen parte de ese espíritu
común]

§49. Hace una aclaración conveniente. Lo racional de la propiedad es que el individuo la tenga para
poder desplegar su libertad. Ese es su aspecto conceptual universal. Lo particular que viene ligado
con esto no cuenta aquí. En otras palabras, lo particular es que las personas son diversas, pero al
derecho le importa es la igualdad de la personalidad (Personlichkeit). O al derecho le importa es la
noción de persona que es justamente lo aún no particularizado. En ese sentido dice el Z que lo que
se exige desde esta perspectiva es que todos tengan propiedad, pero cosas como cuánto poseo o qué
poseo, o para qué lo uso, ya cae dentro de lo particular y no se puede exigir p.e. igualdad de
propiedades. [Persona es el nombre para la voluntad en su aspecto conceptual inmediato o universal
abstracto; no debe confundirse con una persona concreta, aunque por supuesto toda persona
concreta está determinada –aunque esta es solo una primera determinación- por esta estructura]]

§51-52 aclara lo de la toma de posesión (Besitzergreifung) en relación con la propiedad. Esta es


necesaria para la existencia de la propiedad, pues no basta la representación sólo interior. Por eso es
un acto externo, reconocible para los otros. §52 La toma de posesión es una relación exterior
condicionada por la fuerza física, la astucia y otras mediaciones corporales. Incluso el consumo de
alimentos es visto como una forma de esta posesión. Y con este ejemplo aclara la diferencia pues la
propiedad se consuma por medio de la voluntad libre y en ella la cosa no reserva nada para sí
propio. Entonces esto parece confirmar que la toma de posesión puede en cierto grado ser también
parte del mundo animal donde no hay voluntad libre; en ella es posible no poseer del todo la cosa,
es posible que ella guarde algo para sí, así como los animales consumen frutos pero no controlan su
ciclo ni los cultivan. En la propiedad la voluntad libre se apropia internamente de todo (no toma
mera posesión externa de la cosa).

(determinaciones de la propiedad)

(A. La toma de posesión)

En todo caso la toma de posesión, junto con el uso y la enajenación son determinaciones internas
del concepto de propiedad. [lo que en últimas quiere decir que tener propiedad sobre algo es
poseerlo externamente, usarlo, y estar en capacidad de desprenderme de él].

§53 La toma de posesión (Besitznahme) es sólo la primera de las determinaciones de la propiedad,


o sea de la relación de la voluntad con la cosa (las otras serán el uso, y la enajenación). Este
Besitznahme tiene tres momentos §54: La apropiación corporal (§55) (la determinación individual),
va del simple contacto a la posesión con la mano (“ese gran órgano que no tiene ningún animal”,
digamos en la creación de armas o herramientas; la elaboración (§56) o Formierung (es el momento
de lo particular) se da cuando algo mío recibe una exterioridad existente para sí [y por ello deviene
particular]. El ejemplo es la elaboración de lo orgánico en la que lo que elabora no se queda en lo
exterior sino que lo asimilo (el trabajo de la tierra, la domesticación de animales); y la designación
(§58), una toma de posesión que no es real sino que solo representa mi voluntad. En el Z aclara que
esta forma de toma de posesión ocurre a través de signos: yo me posesiono de algo al nombrarlo, al
adjudicarle un signo y una significación por la que ahora vale la cosa. El hombre señala su dominio
sobre las cosas al darles signo y adscribirles sentido. P.ej. cuando tomo un trozo de papel y digo que
es dinero…. El papel como cosa física ya no guarda nada para sí. Por eso dice que la designación es
la forma más perfecta de toma de posesión; aunque es la elaboración “la más ajustada a la idea” por
reunir lo objetivo y lo subjetivo. – Fíjese que entre estas tres etapas se da un grado creciente de
toma de posesión que van desde agarrar algo (pisar un terreno), elaborarlo (cultivarlo) y designarlo
(darle nombre)

En todas estas etapas es claro que la naturaleza que se vuelve cosa no tiene en sí independencia
alguna, sino que sólo en la posesión del hombre adquiere su determinación. Pero no se trata sólo de
una subjetivación de la naturaleza; en realidad al determinar la naturaleza no se le impone algo
externo, sino que se trata de una determinación propia de la naturaleza, una que ella asimila y por la
cual se distingue de la naturaleza intocada. Esto se ve claro en la elaboración (§56), p.e. en el
trabajo de la tierra, el cultivo, la domesticación de animales, o en las instalaciones que permiten
utilizar las fuerzas elementales (un molino). Allí no se impone algo externo a la naturaleza sino que
se la elabora según su propia esencia. - Evidentemente esto altera la relación sujeto-objeto que
muchas filosofías presuponen y según la cual la naturaleza es un objeto en sí acabado,
independiente, la cual se da para la percepción y representación humanas (Cf. Obs §44). Ese
supuesto desconoce el comportamiento de la voluntad libre frente a las cosas.

Una consecuencia de todo esto es que la libertad no se debe derivar de un estado natural o de un
concepto ahistórico de naturaleza. En realidad como ser natural el hombre sólo es libre en-sí o
según su concepto, o sea sólo es potencialmente libre. Sólo se vuelve libre in actu, cuando uno se
libera de la sujeción de un estado de naturaleza y se hace de la naturaleza cosa propia. §57: “el
espíritu libre consiste en no ser mero concepto en sí, sino en superar este formalismo y la existencia
natural inmediata, y darse la existencia sólo como suya y libre”. Este punto de vista de “la voluntad
libre es con el que comienza el derecho y la ciencia del derecho”. – La libertad de la persona
implica pues la objetivación (Versachlichung) de la naturaleza, el dejar atrás un estado
natural, el impedir que este siga teniendo poder sobre nosotros (desde sus escritos juveniles
Hegel considera el estado natural de la humanidad como una abstracción, una ficción). – No hay
pues libertad en el estado natural, la libertad no es algo propio de la naturaleza, no es algo ya dado
al hombre porque sí. Por eso se critica aquí a los que se oponen a la esclavitud alegando una
naturaleza libre del hombre. Tampoco se puede justificar el dominio de unos sobre otros a partir de
capacidades sólo naturales (la fuerza, la raza, etc). Esta es la antinomia en que cae el entendimiento:
que apelando a una naturaleza humana yo puedo deducir tanto la esclavitud (“es natural que el
fuerte domine al débil”) como la libertad (“el hombre es libre por naturaleza”). Pero no hay
esclavos ni señores, no libres y libres por naturaleza; la libertad requiere actu. El hombre sólo es
libre in actu, cuando hace de la naturaleza objeto a su disposición y la vuelve propiedad. Y esto no
va sólo contra todo iusnaturalismo, sino también contra Rousseau o los románticos que asumían que
en el estado natural se vive en libertad.

(B. El uso)

§59 muestra la segunda determinación de la propiedad: el uso. Este es el aspecto real y efectivo de
la propiedad (de allí la representación de que si de algo no se hace uso se considera sin dueño).
Mediante el uso se niega el lado de para sí que podría exhibir la cosa, y ella se hace más bien algo
que satisface mis necesidades. Mediante el uso aniquilo y consumo la cosa que así manifiesta su
naturaleza carente de sí. Por eso, si la toma de posesión es una relación positiva con la cosa (la hago
mía), esta es una negativa. Hegel llega a mostrar en §61 que el uso es la realización de la propiedad,
y que ese par de conceptos son inseparables. Así como el concepto de fuerza y el de exteriorización:
así como una fuerza solo es en tanto se exterioriza, así una propiedad solo es tal en tanto se usa o
puedo usarla. No tiene sentido decir que soy dueño de un campo pero que no puedo usarlo. Por ello
en últimas, si soy yo el que usa la cosa, la cosa me pertenece. – De esto hace derivar Hegel en §62
la idea de que un uso parcial o temporal de la cosa entra en contradicción con la noción de
propiedad. En esencia la propiedad es libre y plena. En la Obs. dice que diferenciar la propiedad y
el derecho al uso en toda su extensión es una distinción del entendimiento que no ve la idea (de
propiedad). En efecto la idea es el concepto más su realización y por ello la idea de propiedad
implica que en ella se incluye la realización de la propiedad (su uso). Lo que llamo ‘mío’ en un
objeto es mi voluntad individual exclusiva. Luego vienen unas observaciones sobre ciertas nociones
del derecho romano y medieval pero estas no provienen de la determinación conceptual de la
propiedad.

En §63 se define la noción de valor como la determinación cuantitativa de la cosa que surge de la
cualitativa, y que al permitir comparar entre cosas de la misma utilidad representa la universalidad
de la cosa. Ahora el dinero es la expresión abstracta del valor y por ello solo un signo de la cosa.

Con lo anterior se ve en qué se funda la figura de la prescripción (§64): como sólo la presencia
subjetiva de la voluntad da valor a la propiedad, esta prescribe si se abandona o no se usa.

Hasta ahora hemos visto el análisis conceptual, pero no debemos olvidar que este surge de un
análisis histórico. Hegel analiza su sociedad burguesa liberal posrevolucionaria. Y él considera que
el principio de la libertad general de esta sociedad puede realizarse ahora gracias a que en esta
época se ha dado la total liberación del hombre con respecto a la naturaleza, el total dominio
racional sobre la misma. (Al final de §62 en efecto se dice que la libertad de la propiedad es un
principio solo recientemente reconocido, mientras que la libertad de la persona comenzó a florecer
gracias al cristianismo). Se trata de dos fenómenos correlacionados: el completo dominio racional
de la naturaleza y el surgimiento del principio de la libertad, del derecho de todo hombre a la
libertad. – Por eso dice Ritter que en la modernización los tractores o las máquinas se vuelven
símbolos de libertad. En ellos se expresa la Versachlichung de la naturaleza (presupuesto de la
propiedad) que le da existencia concreta a las libertades sólo políticas o espirituales.
[fíjese todo lo que está detrás de la idea de la propiedad –y se trata de la propiedad privada– como
base de la libertad. En ella se presupone ya una liberación de la naturaleza y una afirmación de la
voluntad objetiva y libre. Ella le da existencia y concreción a una libertad sólo abstracta. No es la
propiedad la realización plena de la libertad –sigue siendo abstracta- pero es condición de toda
ulterior substancialización de la libertad. El mero discurso sobre las libertades no tiene concreción
sin una verdadera dominación de la naturaleza como sólo se da en la propiedad. (al margen:
Contra Mockus: sin una apropiación real de la ciudad no hay virtudes ciudadanas). No hay
libertad sin propiedad porque sólo esta testimonia mi superioridad sobre lo meramente natural]

(C. la enajenación)

§65 Este es uno de los momentos que determinan la propiedad, que surge con la toma de posesión,
se consolida en el uso y se ratifica en la enajenación, esto es la capacidad que tengo de retirar mi
voluntad de la cosa, que es posible porque la cosa es sólo externa. También puedo entregarla en
posesión a otro. Se trata de una declaración de la voluntad de que ya no quiere considerar la cosa
como suya. Conceptualmente este tercer momento es la unidad de los dos anteriores: afirma la toma
de posesión al renunciar (negar) el derecho a usarla. – En este contexto Hegel afirma entonces §66
que mientras yo puedo enajenar las cosas porque son externas, no puedo enajenar los bienes y las
“determinaciones sustanciales que constituyen mi persona”, como la libertad, la religión, Esas no
puedo no quererlas so pena de perder mi esencia como persona libre. Enajenaciones de la
personalidad se da en la esclavitud, la servidumbre, la incapacidad de poseer propiedad. Aquí se
trata entonces de un derecho a la inenajenabilidad que no prescribe, y que distancia a Hegel de
posturas premodernas que postulan órdenes superiores (teológicos o de otro tipo) frente a los cuales
la persona individual se enajena. – El punto es que este derecho es otra de las conquistas del mundo
burgués moderno por ser consecuencia del principio básico de la libertad de la persona en la
propiedad. - Este aspecto del mundo moderno es lo que diferencia según dice el §67 al asalariado
moderno del esclavo antiguo. Este último ha enajenado su persona porque ha enajenado todo su
tiempo de trabajo y la extensión total de su actividad. Eso lo dice reconociendo sin embargo la
miseria del mundo laboral moderno [y uno debería preguntarse si en el fondo el trabajador moderno
no se ha vuelto ahora esclavo]. En todo caso, para Hegel, el mundo laboral moderno sigue
respetando el principio de la libertad: libera al hombre del poder de la naturaleza y enajena al
hombre sólo en un tiempo limitado.

En §70 Hegel muestra que como la vida no es algo exterior a la persona es inenajenable. No tengo
derecho a enajenar la vida y esto implica que no hay derecho a matarse. Esto parece oponerse a lo
que ha dicho en §47 pues allí se diferencia al hombre del animal en tanto aquel puede querer
matarse. Pero parece que no hay oposición. Que el hombre pueda querer matarse es prueba de que
es voluntad libre y en ese sentido es diferente de los animales (atados al instinto de vida). Pero de
allí Hegel no deriva un derecho sobre la vida. Quien se mata atenta contra el concepto: el suicidio
sería el acto más unilateral de una subjetividad exacerbada y aislada del todo. En parte esto quiere
decir que la vida no es una propiedad (pues no le pertenece el momento esencial de la enajenación).
– En conexión con esto deben verse las ideas sobre el cuerpo. Este se ve como algo esencial a la
persona e inseparable de la voluntad (§47 y 48). Uno pensaría que entonces no es enajenable y que
por eso no puede verse como una propiedad. Lo curioso es que aunque no tiene este tercer rasgo de
la enajenación Hegel sí considera que debemos tomar posesión del cuerpo y del espíritu
(formándolos) (Cf. §57) y así devenir “propiedad de nosotros mismos”. Esto parece un
contrasentido. Yo diría que en realidad no tenemos propiedad sobre nuestro cuerpo y espíritu del
modo como lo tenemos sobre las cosas externas. En el contexto mismo de §57 Hegel aclara que este
tomar posesión y devenir propiedad es en realidad “realizar el concepto, superar la existencia
inmediata y darse la existencia como algo suya y libre”.

(tránsito de la propiedad al contrato)

Ya en §40 decía que en la propiedad se alcanza la libertad de una persona individual que se
relaciona solo consigo misma, pero que la persona es relación con otra persona. En este nivel sin
embargo cada persona solo tiene existencia para el otro como propietario, y sus relaciones (traspaso
de propiedades, etc) requieren del contrato. §71. Parece repetirse ese tránsito. La propiedad es
libertad referida a lo exterior (es existencia –Dasein- como cosa exterior), pero también es Dasein
de la voluntad y por ello es voluntad para otra persona. “Solo así considerada tiene la libertad
existencia”. –

[fíjese que no se trata de dos momentos separados solo enlazados exteriormente: no es que primero
me apropio de las cosas externas y luego los demás reconocen esa propiedad, y que con solo la
apropiación ya habría ganado algo de libertad que se acrecienta con la sanción de los otros. En
realidad no es así. Es verdad que en el orden expositivo del texto la voluntad de las otras personas
solo aparece en el momento final de la enajenación, pues es esencial de la propiedad el que yo
pueda cederla, o recibirla de otro, y eso implica que yo sea reconocido como propietario. Pero ese
momento no es accesorio sino que es el central: yo puedo tomar posesión y usar algo pero si no soy
reconocido por los demás como propietario no hay propiedad y no hay libertad real. A eso se refiere
cuando dice que “solo así [considerada desde otra voluntad] tiene la libertad existencia”. Pero
entonces lo que se ve es que este momento de la otra voluntad no viene luego (aunque aparezca en
el texto después) a añadir un plus de libertad, sino que es el esencial aunque solo ahora se descubre,
pues no hay propiedad si el otro no me reconoce como propietario. Por eso el contrato (que
sanciona ese reconocimiento) sería la verdad de la propiedad. La voluntad de la persona quiere
apropiarse de lo externo (y liberarse de las sujeciones de las cosas) pero esa libertad solo es real si
es sancionada por el otro que me reconoce como su dueño. Más aún, se podría pensar que el deseo
de apropiarse de lo externo, así parece pensar Hegel, solo es posible sobre el fondo de un mundo
compartido con otras voluntades. En absoluta soledad no tendría sentido la propiedad. – Para el
derecho se trata entonces de dos momentos igualmente necesarios. Por eso dice en la Obs. que “es
tan necesario que los hombres entren en contratos como que posean propiedad”. Pero esa necesidad
en ambos casos no es empírica, no está dictada por la penuria o la utilidad, sino que descansa en el
concepto que se realiza (como libertad) en la idea de la voluntad. En ese sentido, si bien en este
plano del derecho abstracto se trata de dos derechos al mismo nivel (derecho a la propiedad y
derecho contractual) visto desde la idea gana prioridad el segundo porque (como dice en Z) en el
contrato la voluntad se ha elevado a voluntad común, se acerca a lo universal, y porque entonces ya
estamos en el despliegue de la libertad en su terreno propio del mundo humano, y no de cara al
mundo natural. Claro que se trata aún de un mundo social donde el otro solo es visto como
propietario.

Excurso. Joachim Ritter: el otro lado de la sociedad burguesa)

Se analiza ahora el paso el otro lado de la propiedad. Ya eso está en los dos primeros momentos que
detalla el §40: La cuestión es que esta libertad de la propiedad, como sólo se da con relación a
cosas, es libertad de una persona con relación a ella misma. Esto significa que sólo soy libre para mí
mismo, para los otros sólo tengo existencia en tanto propietario. – Lo que aquí se intuye es la
cosificación de todas las relaciones con las otras personas. Este proceso ya se describe en §43
cuando se muestra que todas las capacidades y habilidades espirituales (ciencias, artes, religión) se
cosifican desde la lógica de la propiedad: “el espíritu rebaja lo que es interior a la inmediatez y a la
exterioridad” de una cosa. Este proceso es el que describe luego en §67 y §68. Esta es la crítica de
Hegel a la sociedad burguesa (que del otro lado se ve como el momento en que se culmina la
dominación de la naturaleza y se comienza a realizar la libertad de la persona).

La cosificación de todas las relaciones es el principio de la sociedad burguesa. La cosificación de la


naturaleza se traslada a los individuos como personas, como se hace evidente en el contrato. El
contrato es una mediación (§71) (es la propiedad en su figura mediada): otra voluntad entra a
mediar entre mi voluntad y la cosa a poseer. – El surgimiento de relaciones contractuales tiene por
supuesto un lado positivo: mediante ellos la libertad que en la mera propiedad es sólo abstracción
individual gana existencia (§71). Pero por otra parte, como se desarrollará en la parte del contrato
que no veremos, significa la reducción de toda relación entre hombres a un comprar, vender,
permutar, negociar, lo que en realidad termina por disolver todo vínculo sustancial espiritual
(sittliche) de la existencia social. En §182 se dice por eso que la persona particular es uno de los
principios de la sociedad civil, pero que aquí “cada uno es fin en sí mismo y los otros nada para él”.
En estas condiciones en que la persona y las relaciones cosificadas dominan la sociedad §185, en
que se pierden los vínculos sustanciales, la sociedad civil se vuelve miseria, corrupción y
libertinaje. – Esta crítica a una sociedad individualizada en átomos particulares sólo movidos por su
propio interés, cuyas relaciones con los otros sólo están mediadas por la formalidad externa de un
contrato, anticipa la crítica del marxismo a la enajenación. La diferencia es que el comunismo
derivo de aquí la idea de que entonces había que acabar con la propiedad privada, mientras que
Hegel defiende su lado positivo (reconociendo la enajenación a la que conduce) que consiste en ser
condición de la libertad del individuo. Y por ello él nunca pensó en abolir la propiedad privada y
hacerla común (§46). La solución para él de la enajenación de la sociedad burguesa no consistió
pues en hacer una revolución que aboliera la propiedad, sino restaurar los lazos éticos de la
sociedad, pasar pues de la mera libertad abstracta del derecho positivo a la libertad sustancial de la
eticidad. Y ese paso no se hace en la práctica revolucionaria, sino mostrando que ese tránsito yace
en la naturaleza racional de la realidad. Se ve pues la doble cara de la sociedad burguesa centrada en
la propiedad y el contrato para Hegel: de un lado enajenación, cosificación y pérdida de lo
sustancial, del otro condición de posibilidad de existencia de la persona individual libre.

9. La sociedad burguesa fundada sobre la libertad del individuo como persona y la propiedad,
instaura el principio de la libertad para todos: libertad del individuo de disponer de su vida como
algo propio y de ser sí mismo como personalidad. Esta sociedad he elevado a los individuos-
personas a ser los verdaderos sujetos del mundo histórico humano. – Fíjese que esto es modernidad
que ha abandonado toda base trascendente teológica o fundada en un logos como motor de la
historia o verdadera sustancia detrás del cambio, o en otra teleología (como la del comunismo).
Ahora el individuo libre es el actor de la historia. Pero por otra parte esta persona particular libre es
sólo el primer momento de la libertad, y en realidad un primer principio que no ha ganado todavía
su contenido. El individuo como persona del derecho abstracto de cierto del liberalismo
iusnaturalista es una abstracción. El no puede ser toda la expresión de la libertad.

A este primer momento del derecho abstracto, que considera sólo las condiciones generales de la
libertad le debe suceder pues un segundo momento donde el individuo se realice de verdad como
voluntad particular: la moralidad.
II. El contrato

§72. La propiedad cabal, o sea la que contiene no solo el lado de la cosa externa sino también el de
otra voluntad, queda establecida por medio del contrato. En otras palabras, el contrato realiza (hace
efectiva) la propiedad en el medio del mundo social compartido, en el medio de voluntades
individuales. – El resultado de la propiedad era que esta solo tiene realidad en la enajenación, no
basta la apropiación ni el uso pues en últimas solo soy propietario si puedo enajenarme de la
propiedad. O como dice este § “solo soy propietario si con la idéntica voluntad de otro dejo de
serlo” [fíjese la naturaleza negativa de esta determinación: algo es mi propiedad solo si puedo
renunciar a ella]. Pero esta enajenación hacía aparecer otra voluntad que reconoce que soy
propietario y por eso recibe mi propiedad (en una venta, permuta, regalo). – En §73 precisa el
mismo punto: No se trata solo de tener la posibilidad de enajenar una propiedad; para que se cumpla
el concepto de propiedad ‘debo’ hacerlo pues es la única forma de que mi voluntad sea objetiva. El
punto es que solo en el momento en que voy a enajenar mi propiedad se puede verificar si
efectivamente soy propietario pues los otros me reconocen como tal. Lo que se muestra con esto, ya
lo habíamos dicho, es que la propiedad solo tiene sentido en un mundo social, que aquí por lo
pronto solo se muestra como uno de diferentes voluntades, cada una de las cuales sigue siendo
voluntad propia, pero que se unen en el contrato. Aquí despunta pues el mundo social por lo pronto
solo como mundo de propietarios (con todos los riesgos que esto representa, como señalaba el
artículo de Ritter). - §74. El contrato representa esta mediación de voluntades idénticas de
propietarios que existen cada uno para sí. Y por ello en él se hace manifiesta la realidad social pero
solo la modo de una yuxtaposición de individualidades atómicas, de singularidades no aunadas en
una universalidad.

§75. De lo anterior surgen las determinaciones del contrato: (a) este se origina en el arbitrio (que
como se recordará, en la Introducción aparece como una de las formas de la voluntad particular);
(b) refleja una voluntad común que solo es puesta por las partes y por ello no es universal; (c) y su
objeto es una cosa exterior. – El contrato solo es expresión de estas voluntades para sí que solo se
unen puntualmente pero manteniendo su independencia. Por eso dice en la Obs. que el matrimonio
no puede verse como un contrato (Kant) y mucho menos el estado. El matrimonio será para Hegel
una comunidad espiritual básica ligada por el elemento del amor en la que ya los individuos superan
su para sí. Y con más razón el estado que en su óptica es la comunidad espiritual más profunda, y
que por ello no es simple creación de los individuos, sino la expresión de una racionalidad (Idea)
que los antecede y que constituye su sustancia. En Z se distancia entonces de todos los
contractualismos tan en boga en la filosofía política moderna (Hobbes, Locke, Rousseau, Kant).
Ellos trasladan una determinación de la propiedad privada a otra esfera “más elevada”, y pierden de
vista que el estado no puede ser creación del arbitrio individual, pues “la determinación racional del
hombre es vivir en un estado” y “estar en el estado es absolutamente necesario para todos”. Cuidado
que aquí ‘estado’ no debe confundirse con el estado moderno en la forma como está diseñado en la
época de Hegel.

§81. Por ser el contrato uno que se hace entre voluntades particulares está amenazado por la
contingencia y lo arbitrario. En efecto, el contrato se hace entre personas inmediatas (no mediadas
aún por un espíritu o racionalidad común, sino desarraigadas de esta) y por ello es contingente que
su voluntad particular coincida y se exprese en una voluntad común. Se trata pues de voluntades
individuales o particulares que no son aún expresión de una voluntad universal y que por ello puede
dar lugar a la injusticia (Unrecht). – En la Obs. señala que el paso a la injusticia se da porque el
concepto se ha truncado en su desarrollo y la voluntad universal (el derecho en sí) entra en
contradicción con las voluntades particulares (que es donde se da existencia el derecho). En la
injusticia los dos momentos no hacen parte de una misma realización y proceso, sino que lo
particular y lo universal se ven como momentos distintos. Esta sería la base conceptual de la
injusticia, y no un elemento moral o sicológico atribuido solo a una voluntad individual. Z: “en el
contrato los participantes aún conservan su voluntad particular; el contrato no ha abandonado el
estado del arbitrio y por ello está entregado a la injusticia”

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