Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
En un país donde la vida no vale, resulta todo un desafío ético hablar sobre la
despenalización del aborto. El premio al cinismo se lo llevan los antiabortistas que
se autodenominan "provida". Por un lado, se rasgan las vestiduras cuando se abre
el debate de la despenalización del aborto; pero por el otro, recurren a la amenaza
y a los actos vandálicos contra instituciones como Profamilia. Así defienden la
vida: amenazando y estigmatizando a las mujeres que abortan, y hostigando a las
instituciones que cumplen con su deber. Recurrir a la violencia para defender la
vida, esa es su errada premisa.
Esa doble moral la exhibió en todo su esplendor la semana pasada cuando salió a
proponer un referendo para preguntarle al pueblo colombiano –a sabiendas de
que en su mayoría es católico– si el aborto debería despenalizarse.
Esa amenaza ya se siente en la Corte, donde todavía está muy peleado el tema:
los magistrados José Fernando Reyes, Alberto Rojas y el ponente que es
Alejandro Linares están a favor de la despenalización del aborto. Con ese bloque
siempre votaba el magistrado Antonio José Lizarazo, un hombre que parecía de
mente abierta y liberal, pero que al parecer en estos temas no lo es tanto. En esta
oportunidad no está de ese lado de la mesa. Los que se oponen a la
despenalización del aborto son los tres magistrados más conservadores: Luis
Guillermo Guerrero, Carlos Bernal y Cristina Pardo, los dos últimos postulados
paradójicamente por el "castrochavista" Juan Manuel Santos. Me cuentan que la
decisión final parece estar en manos de dos magistradas mujeres, Diana Fajardo y
Gloria Ortiz, quienes siguen indecisas.
Curioso, por decir lo menos, que sean precisamente las mujeres las que estén con
más dudas cuando deberían ser las que debían estar picando en punta. Si yo
estuviera en sus zapatos no dudaría: despenalizar el aborto, como lo dice la
ponencia de Linares, le da a la mujer la posibilidad de decidir qué quiere hacer con
su cuerpo en plena libertad. No se trata de convertir el aborto en un método de
natalidad, como suponen los que se oponen, ni de incentivarlo, como también
sostiene el dogma de los "provida". A ninguna mujer le gusta abortar, que quede
claro. Se trata de despenalizar el aborto para proteger los derechos de la mujer y
para evitar que se sigan muriendo más mujeres en las clínicas clandestinas.
Según las cifras, cerca de 70 mujeres mueren al año por esa causa.
Yo estoy a favor de la despenalización del aborto y creo que el país está listo para
dar ese salto. Y coincido con Linares cuando en su ponencia dice que la
penalización no ha servido sino para estigmatizar y discriminar más a la mujer,
sobre todo a la de bajos recursos. Por eso creo que la despenalización es un
imperativo ético porque reconoce que la mujer es un sujeto de derechos y que
como tal debe tener la posibilidad de decidir sobre lo que hace con su mente y con
su cuerpo.
En estos tiempos, todos esos preceptos resultan indignos para la mayoría de las
mujeres. Incluidas las dos magistradas de la Corte que todavía dudan.
CONCLUSIÓN.
Según con la opinión de María Jimena Duzán, sobre si al aborto sin restricciones, estoy de
acuerdo, ya que es como una