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Movimiento artístico y literario, nacido en 1916, que se basaba en lo absurdo, lo irracional y

lo espontáneo, eliminando la relación entre el pensamiento y la expresión: la ruptura que


supuso el dadaísmo fue la base de las posteriores vanguardias."

Sin duda el movimiento dadaísta fue la vanguardia más radical, la que más perplejidad creó,
la más destructiva, la más subversiva. La principal pretensión del movimiento era la de hacer
del objeto de arte algo irrisorio, histriónico y su fin primero era acabar con el arte. 

El movimiento dadaísta no puede concebirse sin aludir a Tristan Tzara el mayor divulgador y
quien mejor ejemplifica hasta con su conducta el espíritu dadá. Él dice «Dadá, no significa
nada». En el manifiesto dadaísta de 1918 compuesto de incoherencias, insultos, sarcarmos,
apologías contra la irracionalidad y el delito, las únicas palabras escritas con mayúscula son
libertad y vida.

"Yo proclamo la oposición de todas las facultades cósmicas a esta blenorragia de un sol
pútrido salido de las fábricas del pensamiento filosófico, la lucha encarnizada, con todos los
medios del Asco DADAÍSTA: 
Todo producto del asco susceptible de convertirse en una negación de la familia, es dadá;
protesta con todas las fuerzas del ser en acción destructiva: dadá; conocimiento de todos los
medios hasta ahora rechazados por el sexo púdico del compromiso cómodo y la cortesía:
dadá; abolición de la lógica, danza de los impotentes de la creación: dadá; de toda jerarquía
y ecuación social instalada para los valores por nuestros lacayos: dadá; cada objeto, todos
los objetos, los sentimientos y las oscuridades, las apariciones y el choque preciso de las
líneas paralelas, son medios para el combate: dadá; abolición de la memoria: dadci;
abolición de la arqueología: dadá; abolición de los profetas: dadá; abolición del futuro: dadá;
creencia absoluta indiscutible en cada dios producto inmediato de la espontaneidad: dadá;
salto elegante y sin perjuicio de una armonía a la otra esfera; trayectoria de una palabra
lanzada como un disco sonoro grito; respetar todas las individualidades en su locura del
momento; seria, temerosa, tímida, ardiente, vigorosa, decidida, entusiasta; pelar su iglesia
de todo accesorio inútil y pesado; escupir como una cascada luminosa el pensamiento
chocante o amoroso, o mimarlo "con la viva satisfacción de que da igual" con la misma
intensidad en el zarzal, puro de insectos para la sangre bien nacida, y dorada de cuerpos de
arcángeles, de su alma. Libertad: dadá, dadó, dadá, aullido de los dolores crispados,
entrelazamiento de los contrarios y de todas las contradicciones, de los grotescos, de las
inconsecuencias: la vida. "

Entre los principios estéticos que servían de norma práctica al dadaísmo se contaban: el pathos
(más exactamente, la psicosis) de la destrucción; la casualidad de imágenes y temas llevada
hasta el absurdo; el cinismo. De ahí que los dadaístas utilizaran recursos tan antiartísticos
como caracteres tipográficos puestos al revés, combinaciones de sonidos carentes de sentido o
trozos de papeles y de vidrios pegados en la tela del cuadro. La mayor parte de los dadaístas
se adhirieron al abstraccionismo y también al surrealismo, del que fueron los predecesores
inmediatos.

acciones que pretendían provocar a través de la expresión de la negación dadaísta.


Al cuestionar y retar el canon literario y artístico, el Dadaísmo crea una especie
de antiarte, es una provocación abierta al orden establecido.

El Dadaísmo suele ser una sucesión de palabras y sonidos a la que es difícil


encontrarle lógica. Se distingue por la inclinación hacia lo dudoso, la muerte, lo
fantasioso, y por la constante negación. Así, busca renovar la expresión mediante el
empleo de materiales inusuales o manejando planos de pensamientos antes no
mezclables, lo cual conlleva a una tónica general de rebeldía o destrucción. El
Dadaísmo es caracterizado, también, por gestos y manifestaciones provocadoras en
las que los artistas pretendían destruir todas las convenciones con respecto al arte,
creando, de esta forma, un antiarte. El movimiento dadaísta es un movimiento
antiartístico, antiliterario y antipoético porque cuestiona la existencia del arte, la
literatura y la poesía. De hecho, por definición, cuestiona el propio Dadaísmo.

El Dadaísmo se manifiesta contra la belleza eterna, contra la eternidad de los


principios, contra las leyes de la lógica, contra la inmovilidad del pensamiento,
contra la pureza de los conceptos abstractos y contra lo universal en general.
Propugna, en cambio, la desenfrenada libertad del individuo, la espontaneidad, lo
inmediato, actual y al
eatorio, la crónica contra la intemporalidad, la contradicción, el "no" donde los
demás dicen "sí" y el "sí" donde los demás dicen "no"; defiende el caos contra el
orden y la imperfección contra la perfección. Por tanto, en su rigor negativo,
también está contra el modernismo, y las demás vanguardias: el expresionismo,
el cubismo, el futurismo y el abstraccionismo, acusándolos, en última instancia, de
ser sucedáneos de cuanto ha sido destruido o está a punto de serlo. La estética
dadaísta niega la razón, el sentido, la construcción del consciente. Sus formas
expresivas son el gesto, el escándalo, la provocación. Para el Dadaísmo, la poesía
está en la acción y las fronteras entre arte y vida deben ser abolidas.

Estoy cada vez más lejos de la estética”, escribió que el objetivo del dadaísmo era la
destruccción de las decepciones razonables del hombre para recuperar el orden
natural e irrazonable, es decir, reemplazar el absurdo lógico de los hombres de su
tiempo por un absurdo distinto, ilógico pero no falto de sentido, natural. El dadaísmo,
dice Ball, está en contra del arte y a favor de la naturaleza 5.

El dadaísmo fue un movimiento de reacción y burla que se alzó por oposición, pero al
mismo tiempo en estrecho contacto, al espíritu de los tiempos. Sus raíces se hunden
en las mismas corrientes y acontecimientos que ataca: la buena conciencia de los
burgueses, el nacionalismo de las masas, la demencia de la guerra, pero también el
callejón sin salida de las “academias formales”: futurismo, expresionismo y cubismo, y
el fracaso del cientificismo progresista y racionalista. El dadaísmo se atreve a desvelar
los mecanismos interesados por la realidad mediante una operación de
distanciamiento y escarnio pero nunca pretendió trascenderla, por eso resulta
inseparable de su tiempo histórico. El surrealismo, sin embargo, realizó toda una
propuesta de relectura de la realidad y, en tanto que propuesta epistemológica,
trasciende el tiempo histórico en el que germinó6.

El Dadaismo es una actitud más que un estilo artístico determinado. 

Todo vale para atacar los valores de un Arte oficial a través del humor, la ironía e,
incluso a veces, la violencia. Rompe con la sacralización del objeto artístico
cobrando mayor importancia el proceso creativo que el resultado final. Hace
hincapié en la relevancia del espectador como parte activa de la comprensión final
de la obra.

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